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Liderazgo femenino

En los inicios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

en la División Sudamericana

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Liderazgo femenino

En los inicios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

en la División Sudamericana

Silvia C. Scholtus de Roscher

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Título original: Liderazgo femenino. En los inicios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la División SudamericanaAutor: Silvia C. Scholtus de RoscherDirección editorial: Edith Soriano de Castro, Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad Adventista del PlataEditoras: Sonia Ridino, Ornella Iuorno, Milka RosaDiseño de tapa: Sonia RidinoImagen de tapa: Hugo CarlinoDiseño interior: Sonia RidinoEs propiedad © Editorial Univeridad Adventista del Plata (2012)Fotografías del interior: Archivo de fotos del Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina y archivos de fotos familiares cedidas a la Editorial.

Fecha de catalogación: 20/10/2014ISBN 978-987-1378-40-1

EDITORIAL UNIVERSIDAD ADVENTISTA DEL PLATA25 de Mayo 99, Libertador San Martín, E3103XAC Entre Ríos, ARGENTINATeléfono: 54 343 4918000, Int. 1230 Fax: 54 343 4918001E-mail: [email protected] site: www.uap.edu.ar

La Editorial Universidad Adventista del Plata es miembro de la Red de Editoriales de Universidades Privadas.

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Scholtus de Roscher, Silvia Liderazgo femenino : en los inicios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en

la División Sudamericana . - 1a ed. - Libertador San Martín : Universidad Adventista del Plata, 2014.

E-Book. ISBN 978-987-1378-40-1 1. Adventismo. 2. Liderazgo Cristiano. I. Título CDD 253

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Índice

Introducción ...................................................................................................5Contexto histórico .......................................................................................9María Thurston de Westphal

��������������������� �������������������� .............................................13Lucy Post

La primera instructora bíblica en Sudamérica ................................................25Sadie R. Graham de Town

Ocupada en las cosas del Señor ......................................................................33Luisa Post de Everist

Encargada de diferentes departamentos de la Unión, docente y escritora ...........................................................................................39

Lydia Greene de OppegardEscritora y editora de periódicos adventistas ....................................................49

Elvira Deggeller de FoleyColportora y evangelista .................................................................................59

Cecilia Deggeller de KalbermatterMisionera y pionera en Paraguay, Bolivia y Perú ............................................65

Meda KerrUna pionera de la obra de enfermería en Uruguay ..........................................77

�������������Para inspirarnos... .........................................................................................85

Bibliografía ....................................................................................................93

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Agradecimientos

Agradezco...A quien me apoyó y alentó a realizar este trabajo, mi es-poso, Mario Roscher. A quienes apoyaron este proyecto: al Centro de Investi-gación White, al Centro para la Memoria Adventista y a la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Ad-ventista del Plata. A aquellas personas, mayormente familiares y descen-� ����� ��� ���� �������� � ���������� ���� �����������aportando fotos y ayudando a reconstruir parte de la his-toria. Gracias al interés y disposición de todos ellos, el registro de las historias de estas mujeres es una realidad.

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Introducción

En su autobiografía, Otilia Peverini de Ampuero escribió: Admiro a Florencia [Nightingale], Teresa de Calcuta, y otras muchas que con denuedo lucharon en favor del doliente, a pesar del entorno desalentador en que actuaron; pero me entusiasma y llena de gratitud a Dios la obra integral que desarrollaron mujeres como Ana Stahl, Guillermina Kalbermatter, Jessie Haliwell, Iris de Dalinger y otras que actuaron en Sudamérica. Inspiran sus vidas abnegadas y plenas de amor hacia el doliente.1

Como lo expresó Otilia Peverini de Ampuero en el párrafo anterior, las mujeres nombradas actuaron en un entorno desalentador. Su esfuerzo misionero no fue tarea fácil. Pero esto no impidió que los dones otorgados por Dios a las mujeres se desarrollaran. Estas mujeres se hicieron fuertes con el Espíritu y avanzaron por fe. Ya en 1878, la escritora y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Elena G. de White, describió la necesidad del trabajo de estas mujeres en la misión de la siguiente manera:

������� ���������������� � � ������������������������� � ������������que crean que en realidad vivimos en los últimos días, y que tenemos el último solemne mensaje de amonestación que debe ser dado al mundo. Deben sentir que están ocupadas en una obra importante, en el esparci-miento de los rayos de luz que el cielo ha hecho brillar sobre ellas. Nada disuadirá a esta clase de personas de su deber. Nada las desanimará en la obra. Tienen fe para trabajar para el tiempo y para la eternidad. Temen a Dios y no serán desviadas de la obra por la tentación de posiciones lu-crativas y perspectivas atrayentes. El sábado del cuarto mandamiento es guardado en forma sagrada por ellas, porque Dios ha colocado su san-tidad sobre él y les ha ordenado observarlo. Preservarán su integridad a toda costa. . . Son ellas las personas que representarán correctamente nuestra fe, cuyas palabras serán habladas con propiedad, como manza-������������������������������������������� �������������������������el campo de la mies y ayudar a reunir las gavillas.2

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Uno de los emprendimientos de los primeros misioneros y misio-neras adventistas que llegaron a Sudamérica fue obrar diligentemente para proveer una educación que capacitara por igual a ambos sexos y los preparara en la difusión del mensaje cristiano adventista.

El empuje de los primeros misioneros y el rápido crecimiento de la feligresía en Sudamérica hizo que en abril de 1901, después de transcurrida la primera década de la llegada de los primeros misioneros, la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día organizara la Unión Misión Sudamericana (actualmente la División Sudamericana), que abarcaba la Misión de Brasil, la Misión Argentina (conformada por Argentina, Paraguay y Uruguay) y la Misión Chilena (conformada por Chile, Perú, Bolivia y Ecuador).3 Es interesante leer los registros históricos de este “continente olvidado”, como lo llamó Francisco Westphal,4 cuando relató que no sólo los hombres fueron partícipes de la aventura de difundir el evangelio en Sudamérica, sino también las mujeres.

Aunque las mujeres jugaron un papel muy importante en el desarrollo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD), lamentablemente la historia disponible se quedó corta o no registra la realidad por completo. Son escasos o breves los relatos que cuentan del esfuerzo de las mujeres �� ���� ������� ����� ����!�� ���� �� � ������ ��� ���� ��� "��� �� ���las ideas sociales y políticas de la época se dejaron sentir, en alguna medida, en la naciente iglesia en Sudamérica. Hubo mujeres solteras que abrieron obra en diferentes lugares. Muy poco se comenta del esfuerzo de aquellas misioneras que acompañaron a sus esposos a tierras lejanas y desconocidas y que les tocó educar, criar y hasta perder a sus hijos. Y mientras lo hacían, muchas veces solas por largos meses por causa del trabajo de sus cónyuges, con su entrega apoyaron y fortalecieron a �������������������������������#�������� "��� ��$������������nuevos grupos de creyentes locales, inspiraron nuevos emprendimientos y suplieron las necesidades en aumento de una iglesia en crecimiento. No ������������������������������������������ ������������������������Muy pocos de ellos registraron el esfuerzo de sus propias cónyuges. Las mujeres parecen no haber sido consideradas en muchos relatos históricos denominacionales. Escasos han sido los intentos por rescatar esta parte de la historia, sin la cual ésta queda incompleta o mutilada.5

El objetivo de este libro es contribuir a ese rescate del esfuerzo y dedicación de varias de estas mujeres. Las biografías se elaboraron sobre la base de relatos aislados.

El primer relato es sobre María Thurston, esposa de Frank Westphal. Juntos conformaron la primera pareja pastoral en Sudamérica. Llegaron en julio de 1894. Al año siguiente, en 1895, llegó Lucy Post, quien fue la primera mujer soltera que se ofreció en la Asociación General de la IASD como instructora bíblica para Sudamérica; y después Sadie

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Introducción 7

Graham, esposa de Nelson Town. Lucy fue de las primeras en llevar el evangelio y fundar la primera escuela sabática en Uruguay.6 Sadie de Town colaboró junto con María de Westphal en Buenos Aires y posteriormente Lucy Post se sumó al grupo. Sus tareas fueron diversas: enfermeras, evangelistas, instructoras bíblicas, encargadas de diferentes departamentos de asociaciones y uniones, maestras y la lista de servicios sigue. Fruto del trabajo de Lucy fue ver a su sobrina, Luisa Post, aceptar el evangelio en Uruguay y verla integrada como una dedicada creyente para la misión adventista. Sadie, María y Lucy visitaron a la familia Greene. Como fruto de esto, Lydia Greene aceptó el evangelio y posteriormente se casó con uno de sus instructores bíblicos, Ole Oppegard. Juntos continuaron su vida como misioneros. Poco tiempo después, en 1903, mientras el esfuerzo evangélico se extendía hacia el norte de Argentina y Paraguay, se bautizaron en este último país varias integrantes de la familia Deggeller. Particularmente se recordarán las historias de Elvira y Cecilia Deggeller. Para 1908, Sadie de Town y su esposo hicieron un viaje a Estados Unidos y contagiaron su entusiasmo misionero a otros. Fruto de ese viaje fue la llegada de varios misioneros más al continente, entre ellos la enfermera Meda Kerr. Todas estas mujeres fueron decididas y tesoneras, llenas del Espíritu de Dios y de un gran amor por el evangelio. Varias de ellas vinieron a Sudamérica con la idea de que no retornarían a su lugar de origen. Llegaron para dedicar sus vidas por completo a la misión evangélica. Las parejas de misioneros se complementaron entre sí en todos los aspectos y gracias a ello realizaron una valiosa labor con ����������� ������������������%��!� ���

Solo resta ahora reescribir la historia sumando el aporte femenino a la causa de Dios. Hanna Norheim dijo que “cuando las mujeres como ���������������������������������� �������� ������������������� �������������&���� ������ "��� ��� � ��� '������� ���� ���� �� ��*�7 La idea es disfrutar recordando a algunas de las “abuelas, madres y jóvenes” de antaño que se entregaron a la difusión del mensaje adventista en Sudamérica. Se espera que sus relatos alienten el esfuerzo de hombres y mujeres e inspiren el rescate de los trozos de historia olvidados.

Se ha considerado útil comenzar esta obra con una breve descripción del contexto histórico, social y político de esa época mayormente en Argentina, que fue el país que vio el fruto del trabajo de la mayoría de ������������� ���������

Referencias1 Otilia Peverini de Ampuero, Delantales blancos (s/l: Por el autor, s/f.), 80.2 Elena G. de White, “Adress and Appeal: Setting forth the Importance of Missionary

Work”, Review and Herald 52, nº 25 (December 19, 1878): 1-2; Elena G. de White, El evangelismo (Florida: Buenos Aires: ACES, 1978), 349.

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3 Francisco Westphal, Pioneering in the Neglected Continent [Pionerismo en el continente olvidado] (Nashville, Tennessee: Southern Publishing Association, 1927).

4 Ibíd.5 Véase también “Mujeres en la historia Argentina”, disponible en http://www.

vivirenargentina.com/mujeres_en_la_historia_argentina-513.html; Internet (consul-tada el 22 de septiembre de 2010).

6 Robert G. Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, Review and Herald 65, nº 20 (March 3, 1988): 19.

7 Hanna Norheim, “Mujeres al servicio de Cristo”, Diálogo 21, nº 2-3 (2009): 17.

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Contexto histórico

Transcurría la década de 1890 en la Argentina. En esa época viajar no era tan fácil y cómodo como en la actualidad. Se viajaba a pie, a caballo o mula, en carreta o diligencia, en caminos de tierra. Las vías del ferrocarril comenzaban a extenderse desde Buenos Aires hacia otras ciudades im-portantes. En esa época la bicicleta era un lujo y los automóviles apenas se veían. En ese tiempo el cielo era más azul y las distancias más largas, los pueblos eran más pequeños y los habitantes pocos.

La mujer pasaba por tiempos más difíciles que los actuales. Para po-der entenderlo es necesario hacer una breve síntesis de su situación civil, particularmente en Argentina, durante el período de la historia que nos ocupa.

En lo civil y político, la mujer era relegada como inferior al hombre y, junto con los hijos, considerada su propiedad. Esa década formó parte ������ ��������� � �+������������������������&��������������������causa de la obturación de los derechos civiles que existían anteriormente en este país como producto inspirado en el conocido código de Napoleón (1804). Las nuevas leyes constituyeron una inferiorización de la condición femenina que contrastó con tiempos anteriores. Es probable que esto fuera el resultado de idearios contradictorios pero que obraron en conjunto fortaleciendo la óptica patriarcal. Estos idearios llevaron �� ���� ������������ ��� ���� ��� ������ ��� ������� ���� �� ������������ ��� �����<�� ������������ =� ��!��*� ��� ���� ������ ��������� ��� ���inferioridad biológica. Esto convenció a los varones de esa época sobre la necesidad de hacer prevención y evitar que se iguale a las mujeres frente al derecho, porque esto podía producir un desastre natural. La “ciencia” buscaba hacer evidente las diferencias entre los sexos. La teoría más productiva fue el evolucionismo, que pretendió bajo el disfraz de ���� ��!��� �����������<+����>�� ������!���� ����$��� +�� ��� ��� '��entre los sexos. Así fue como se sancionaron leyes que aumentaban decididamente las capacidades de los varones y disminuían las de las mujeres.1

������������� � ����?@?�� '����� � ����������������� ���� ����� �Qnamientos a la inferioridad jurídica de la mujer. Estas voces eran de

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mujeres y también de no escasos hombres de derecho que dieron cuenta de la escandalosa asimetría de los sexos en cuestiones legales. En 1898, el doctor José Olegario Machado escribió:

Ya es tiempo que nuestra legislación, dándose cuenta del adelanto in-telectual de la mujer, la liberte de la perpetua tutela que la ha sujetado, y que reduzca el poder marital a todo aquello que sea de absoluta necesi-dad para la dirección de los negocios de la comunidad.2 X��&�������+Z�La incapacidad civil de la mujer responde a la necesidad de una dirección única de la familia, de una cabeza dirigente y de un jefe que gobierna; no la concebimos todavía como una asociada con igualdad de acción en los asuntos de familia, ni en los de la vida civil, pero la instrucción y �������� +�������� ��������� � ������"�> +�������������������������tiempo [...] y no está lejano el día en que sea asociada del hombre con iguales derechos.3

Juan Agustín García, uno de los jurisconsultos más lúcidos, desde su cátedra y la prensa, escribía en La Nación en 1902, momento cuando no prosperaba en el Congreso el proyecto emancipatorio de Luis María ������������ � ������������������� +�$��� ��������������������������de:

indecibles sufrimientos, verdaderos dramas llenos de dolores, que sólo ����������������������������� �� ���'� ����� �� ��������������asuntos. [...] La emancipación económica de la mujer se impone en to-das las legislaciones basadas en el matrimonio cristiano; va implícita en su desarrollo lógico e histórico, en su tendencia fatal e irresistible; en las clases obreras, porque el jornal pertenece al que lo gana, porque en tesis general, la madre es más económica y previsora que el padre; en las clases ricas, para evitar explotaciones inicuas4 Aunque la gran batalla por la emancipación femenina se produjo en-

tre las décadas 1910 y 1920, la mujer argentina permaneció discriminada legalmente hasta que se sancionó la ley de patria potestad compartida en 1985, durante el gobierno del presidente Alfonsín.5

Al tomar en cuenta esta situación descrita y volviendo a la década de 1890, cuando la IASD comenzó a difundir el mensaje en el continente sudamericano, se impone destacar los conceptos cristianos y bíblicos que sustentaran los pioneros adventistas provenientes de otros continentes en relación con la igualdad entre los hombres y las mujeres en la misión de la IASD. El mensaje adventista de 1890 incluía una antropología, basada en la Palabra de Dios, que propiciaba la igualdad de trato entre el hombre y la mujer como parte del plan de salvación por gracia anunciado ����\����� ������������������������������ "��� ���������� ��������$���

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Contexto histórico 11

��� �������������������� ���������������������������������&��&����como lo muestra el registro histórico denominacional.

En esa época de 1890, la Iglesia Adventista hacía apenas dos décadas que había comenzado su expansión fuera de los Estados Unidos. Con-taba con una membrecía mundial de 29.700 creyentes. Los misioneros y misioneras eran escasos aunque los corazones estaban dispuestos a amar y servir a Dios. Fue por ello que apenas un puñadito de creyentes pudo venir al continente Sudamericano, pero soñaron en grande y para comienzos del nuevo siglo ya habían organizado varias iglesias, congre-gaciones e instituciones de educación, salud y publicaciones. Y esto se debió a que tanto los hombres como las mujeres colaboraron intensa-mente en la misión. Las mujeres que llegaron como misioneras solteras o casadas propiciaron tal visión de dedicación, esfuerzo y entrega que inspiraron a las nuevas generaciones de conversos.

Empecemos a conocer algunas de esas historias…

Referencias1 Dora Barrancos, “Inferioridad jurídica y encierro doméstico”, en Historia de las

Mujeres en la Argentina, Fernanda Gil Lozano, María Gabriela Ini y Valeria Silvina Pita, eds., tomo I (Michigan: Taurus, 2000); Dora Barrancos, Mujeres en la Sociedad Argentina. Una historia de cinco siglos (Buenos Aires: Sudamericana, 2007); María V. López Cordón Cortezo y Valentina Fernández Vargas, “Mujer y régimen jurídico en el Antiguo régimen: una realidad disociada”, en Ordenamiento jurídico y realidad social de las mujeres. Siglos XVI-XX (Madrid: UAM, 1986); Viviana Kugler, “Los alimentos entre cónyuges. Un estudio sobre los pleitos en la época de la Segunda Audiencia de Buenos Aires (1785-1812)”, Revista de Historia del Derecho 18, IIHD, (1990): 183-213; Dora Barrancos, Inclusión/Exclusión. Historia con mujeres (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002).

2 “El más ilustrado de los comentadores del código civil”, citado por Enrique del Valle Iberlucea, El divorcio y la emancipación civil de la mujer (Buenos Aires: Cultura y Civismo, 1919), 6.

3 José O. Machado, Exposición y comentario al código civil argentino, tomo I: 360, citado en Del Valle Iberlucea, El divorcio y la emancipación civil de la mujer, 32.

4 La propia tesis doctoral de Drago se titula “El poder marital” (Buenos Aires, Imprenta El Diario, 1882). Hubo varias tesis en ese sentido, pero una de las pioneras y más importantes se debe a J. J. Urdinarrain, “El matrimonio” (Buenos Aires: Imprenta Especial para Obras de Pablo E. Coni, 1875). Estos documentos están citados en Barranco, “Inferioridad jurídica y encierro doméstico”.

5 Recién en 1949, la igualdad política de hombres y mujeres se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 (II.1) de la Constitución de 1949. El texto fue escrito directamente por Eva Perón. El golpe militar de 1955 derogó la Constitución, y con ella la garantía de igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio y frente a la patria potestad, reapareciendo la prioridad del hombre sobre la mujer. La reforma constitucional de 1957 tampoco reincorporó esta garantía constitucional. Véase “Eva Perón”, Wikipedia, disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Eva_Per%C3%B3n; Internet (consultada el 20 de septiembre de 2010).

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María Thurston de Westphal

El amor se conoce en la abnegación �����������

María Thurston formó parte de la generación de jóvenes adventistas que tomó la decisión de difundir el mensaje de la Iglesia Adventista sirviendo como misioneros fuera de su país de origen, en su caso Estados Unidos. Esto ya de por sí indica que fue una mujer dispuesta a pasar necesidades, sufrir privaciones y trabajar intensamente por la difusión del evangelio en virtud de su amor a Dios y a sus semejantes.

¿Quién fue María?

X��!�� �̀����{&�������� +����|}���������������~��������� �����Wisconsin, Estados Unidos. Aceptó el mensaje adventista cuando era una niña y entregó su corazón a Dios para la gran tarea que le depararía la vida. Su primer trabajo fue como maestra en escuelas públicas. Posteriormente asistió al Colegio de Battle Creek. Después de graduarse colaboró asumiendo diferentes puestos de responsabilidad. El padre de María fue el segundo presidente de la Asociación de Wisconsin en Estados Unidos.1

María comenzó su primera experiencia de trabajo como secretaria de la Sociedad de Tratados de la asociación donde trabajaba su padre. Durante algunos años, María aprendió todo lo relacionado con la distri-bución de materiales y la atención de correspondencia. Eso la preparó para desempeñar posteriormente la misma tarea durante varios años en Argentina, Sudamérica.

María se casó con Frank Westphal el 11 de mayo de 1887. Frank era pastor y María trabajó junto a su esposo en diferentes lugares de Estados Unidos. Entre 1890 y 1893, tuvo a dos de sus hijos: Carlos Edgardo, en 1890, y Helen en 1893.

En 1894, María y su esposo fueron invitados como misioneros a Sudamérica para comenzar sus tareas en Argentina. La familia inició su viaje en barco desde Estados Unidos vía Inglaterra, y después de una larga y agotadora espera, pero no excenta de emociones, arribó a la ciudad de La Plata, Argentina, el 18 de julio de 1894. Allí los esperaba

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Richard B. Craig, un colportor y encargado zonal de la distribución de publicaciones adventistas que había llegado el año anterior. Todo era entusiasmo y expectativa ante lo nuevo: un nuevo país, un nuevo idioma, una nueva cultura.

Al momento de su llegada, María se estableció junto a otras familias de misioneros en Buenos Aires, mientras su esposo Frank iniciaba sus primeras giras de reconocimiento del territorio de la misión. Durante la ausencia de su esposo María tuvo que afrontar la enfermedad y la muer-te de su pequeña hija Helen, ocurrida dos semanas antes del regreso de Frank de su viaje por Brasil durante la primera mitad del año 1895.2 Helen contrajo sarampión. Su enfermedad la debilitó y se complicó con ������������� ������ � ����������������� �� +���� � ����� �����con su esposa, acompañaron a María al cementerio de la Chacarita don-de Helen fue enterrada en el lugar designado a los extranjeros. Frank, su esposo, ni siquiera recibió las cartas en las que María le contaba de la enfermedad de su hija.3

Posteriormente su esposo escribió:Poco a poco la Sra. Westphal me contó la historia de esos días tan oscuros. Cuando dejé mi hogar estaba con nosotros una joven inglesa, Ethel Threadgold. Había aprendido la verdad que le enseñaran el señor y la señora Craig a su salida de Inglaterra. La Sra. Craig había iniciado una escuela privada en su hogar, y cuando ella y el Sr. Craig regresaron a los Estados Unidos, Ethel continuó con la escuela en un cuarto de �������&������%������������� ��������$���������������� +��������escarlatina mientras estuve ausente. La pequeña Helen, de dieciocho meses de edad, se enfermó de sarampión; y luego cuando comenzaba �� ������������ ��� ����� �$��������� ��� ���+� ��� ����� �������� ��� ����������� ������� ���� �� ����'�� ��� ����� �������� �� �� � ������ ���ataque estaba en la cima, la pequeña Helen murió. Un misionero y su esposa, que pertenecían a otra denominación religiosa, acompañaron a la Sra. Westphal al cementerio, y en su dolor y soledad, la bondad de estas personas representó mucho para ella. ¡Cuánto anheló la presencia de alguien cercano y querido para compartir su dolor! Pero nadie estuvo allí ni siquiera se enteraron de su pérdida. Jesús fue su único consuelo.Había dejado al pequeño Carlos muy enfermo, y temía tener que regre-sar al cementerio al día siguiente para dejarlo al lado de su hermanita. Sin embargo, fue misericordiosamente librada de este dolor.Mientras me contaba los detalles de la pérdida de nuestra pequeña en su batalla con la muerte, nuestros corazones sangraban, pero no nos quejamos. Más bien, esta oscura experiencia nos hizo comprender en forma más clara el maravilloso amor de Dios. Nos dimos cuenta como ��������������������� � ������&��!��&��&��������������������� ���al dar a su único hijo para que muriera cruelmente en tierra extraña, lejos

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María Thurston de Westphal 15

de su hogar celestial y de todos los que lo comprendían y lo amaban. Y nos llevó a consagrar nuestras vidas nuevamente a Dios y a su servicio, �������� ���������������������&���������!��������'���������������devuelva a nuestra pequeña a los brazos de su madre….Varios años después, al regresar a Buenos Aires luego de una prolongada ausencia de la Argentina, visitamos el gran cementerio una vez más, y buscamos el lugar precioso donde yacía nuestra pequeña en su descan-so. El sacristán había guardado la tumba en buenas condiciones. A los pies había plantado una palmera enana, que nos parecía como un ángel que la protegía hasta que fuera restaurada a los brazos de su madre en la resurrección.4

María acompañó a su esposo con esfuerzo y dedicación en las tareas que hubo que realizar en la misión. Durante 1896, escribió desde Buenos Aires informando al campo mundial de las actividades que se estaban desarrollando en Sudamérica. Particularmente relató la ocasión en que su esposo, Frank, convocó a una semana de oración, la primera reunión de ese tipo que se realizaba en la Misión Sudamericana. El lugar del evento fue Buenos Aires. Hasta ese momento todos los misioneros que habían ����������������������� ������������ ���������$�������� ���������y dedicando sus mayores esfuerzos a la difusión del evangelio en este campo. Frank Westphal llegó desde Crespo, Entre Ríos, donde había estado trabajando durante varias semanas. Jean Vuilleumier, colportor evangelista, y Lucy Post, instructora bíblica, llegaron desde Nueva Palmira, Uruguay. También ellos traían novedades sobre cómo Dios había bendecido sus tareas. El joven Mc Carthy recién había comenzado su obra de difusión de la Biblia entre la gente de habla hispana en la ciudad de Buenos Aires. Clair A. Nowlin también viajó para el evento después de haber hecho una gira de dos años colportando en las Islas Malvinas, Chile y la Patagonia. Fue un privilegio para él, después de su aislamiento de los adventistas por motivos de su trabajo y haber ��$� ��� ���� ����� � ����� ������� � ��������� �� ��������'���� ���&���necesidades. Leonel Brooking llegó desde Campana, Buenos Aires, donde había estado colportando. Elwin W. Snyder y su esposa, y Ole Oppegard estaban trabajando en la ciudad de Buenos Aires. Todos estos misioneros se reunieron para buscar a Dios y prepararse mejor para su tarea en ese campo.

Las reuniones comenzaron un viernes de noche con lecturas devocionales, plegarias y momentos de camaradería cristiana. El sermón del primer sábado estuvo a cargo de Jean Vuilleumier, quien disertó sobre Apocalipsis 18:1 y 2. En esa ocasión se les dio la oportunidad a las visitas para que manifestaran su deseo de unirse a la Iglesia Adventista. Trece personas lo hicieron; ocho de ellas habían sido instruidas e invitadas por Lucy Post, y procedían de Nueva Palmira, Uruguay. El resto de los que tomaron la decisión, cuatro eran misioneros que venían desde Estados

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16 Liderazgo femenino

Unidos, y uno de ellos había recibido estudios de la familia Craig. El domingo, la charla estuvo a cargo del pastor Frank Westphal y luego hubo momentos dedicados a elevar plegarias y a dar testimonios. Ese día a la tarde se realizó el bautismo de los interesados. Durante el resto de la semana hubo varios encargados de presentar los momentos devocionales junto con otros temas5� �� ��� ���� <���� ��� ���� ��� ��� ��� +��Se aprovechó la ocasión para elegir y ordenar a Ole Oppegard como diácono de la Iglesia de Buenos Aires. Durante el último sábado se bautizó la esposa del misionero Juan Mc Carthy. Esto llenó de alegría a todos los presentes. En esos días, también se hizo una colecta para las misiones extranjeras. Según María, todos los participantes volvieron reconfortados a sus lugares de trabajo. Casi todos ellos eran misioneros ��� ������ ���� ��� ����� �� &��!�� ��� ���� � ���� ����� ���� ��� ����recibir un sueldo estable.6 Este es un dato importante que describe aún más el esfuerzo y entrega a la misión de estos primeros pioneros que llegaron al continente.

En un informe posterior, Frank Westphal comentó sobre el trabajo de su esposa en esos años:

������� ��� ����� �� � � ��� ������� �� ����� �!��� � $!� ����� X ������ ���trabajaba como obrero en el campo y en la presidencia de la obra de la Costa Este, ella, además de sus tareas domésticas y del cuidado de los niños, sirvió como secretaria del departamento de Escuela Sabática y de la Sociedad de Tratados, y como tesorera de todo el campo. Mi labor hacía que me ausentara del hogar frecuentemente, a veces por varios meses, y ella permanecía sola en Buenos Aires, teniendo a su cargo todos los cuidados y las cargas del hogar al igual que su trabajo de secretaria, sin pedirme que regresara de mi trabajo ni una vez. Y tuvo que enfrentar sola las enfermedades de nuestros pequeños y la muerte de nuestra beba, sin embargo ni una expresión de desaliento o insatisfacción cruzó por sus labios….Varias veces la Sra. Westphal me acompañó en mis viajes.María relató una de sus vivencias de la siguiente manera:Necesitaba un cambio de clima y acompañé a mi esposo a Crespo [un centro de la gran obra que había comenzado entre los colonos ruso-ale-manes de Entre Ríos]. El viaje remontando el río en bote fue hermoso, pero en el camino rompieron nuestro equipaje y robaron toda nuestra ropa de lana.Un buen número de hermanos nos recibieron en el puerto de Diamante y nos albergaron en el hogar confortable del hermano Riffel, donde per-manecimos varias semanas. Los hijos de estos hermanos nunca habían tenido el privilegio de asistir a una escuela, así que los reunía todos los días en la casa del hermano Hetze y les enseñaba. Todos tenían pizarras por cuadernos; y nuestros libros de texto eran la Biblia en alemán y el

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María Thurston de Westphal 17

himnario. ¡Qué hermosos momentos pasamos! Me producía gran gozo escuchar a los pequeños cantar, orar y repetir pasajes de las Escrituras. La hermana Hetze siempre me preparaba la cena.La gente era muy pobre en esos días, y vivían en casas de adobe; pero todos los niños deseaban hacer algo por mí, así que me traían huevos, leche, pan, tortas, etc. Hoy, algunos de aquellos pequeños a quienes les ���������������������� $����������������������������� ���Más tarde nos establecimos por un tiempo en la vecindad de Crespo. Al principio vivíamos en una casa pequeña de adobe con un sólo cuarto, con la madre tierra por piso. Después, el hermano Lust nos cons-truyó bondadosamente una casa con dos cuartos, el cuarto más grande servía para las reuniones.Los hermanos nos llevaban a sus hogares vez tras vez, y teníamos reu-niones allí con ellos y les enseñábamos a cantar nuestros himnos.Los viajes largos se hacían en carros de madera. Dormíamos en camas duras, porque en aquellos días poca gente tenía camas de resortes. Había lugares donde abundaban las moscas y mosquitos. Las langostas llega-ban al campo cada año y comían todo lo verde. Pero dondequiera que íbamos, la gente estaba feliz de hacer lo mejor que podía por nosotros. Aquellos fueron días de bendiciones espirituales, y no hay pena por el ���� � ������ <������ ���� �����'��'��!����' ' ������������������&��!�����mejor tarea para mi Maestro. Pero “sólo pasaremos por ese camino una '�<*���!������������������ ������' ' ����������!��7

María tuvo a su hijo Earl en 1899 en Argentina. Casi todo el tiempo que vivió en Sudamérica, María sumó a la actividad mencionada, la de ser secretaria de la Escuela Sabática de la Unión. María tenía habilidades ��������� <�������� ����������� �������&��!������ � ����������!��de origen.

En 1901, María y Frank regresaron a Estados Unidos y permanecieron allí hasta 1904. Durante ese período, en 1903, nació Ruth Evangelina. En 1904, la familia Westphal recibió una invitación para continuar su obra en Sudamérica, esta vez en Chile, la región Occidental. La menor de sus hijas, Grace Hazel, nació en Chile en 1905.8

Nuevamente la disposición y habilidades de María hicieron que se la nombrara secretaria de las Escuelas Sabáticas y encargada de atender la correspondencia de los feligreses aislados en ese nuevo campo.9 En agos-to de 1906 escribió un informe de la marcha de las Escuelas Sabáticas de la Costa Occidental.10���~�����X��!������������������ ��������� ����para la Misión Chilena. Su tarea fue continuar como secretaria de las Es-cuelas Sabáticas.11 En relación con esta responsabilidad, periódicamente escribió artículos presentando los informes de su campo, mostrando la importancia de la Escuela Sabática y promoviendo su funcionamiento,

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18 Liderazgo femenino

la forma de ofrendar en las escuelas sabáticas y la necesidad de hacerlo.12

Esto es un indicio de su compromiso por colaborar en el crecimiento espiritual de los miembros de la iglesia naciente.

El 16 de junio de 1908, María estaba activa en Pitrufquén, Chile, cui-dando a sus hijos y realizando los preparativos para despedir a una queri-da familia de la zona, la de Víctor A. Thomann que partía hacia su nuevo destino de trabajo en Buenos Aires.13 Estas despedidas estaban cargadas de muchos sentimientos encontrados. Como los miembros y misioneros eran pocos en esos momentos, ver partir a parte de los integrantes del grupo era triste.

En 1909, durante la Conferencia Anual Chilena celebrada del 15 al 21 de febrero de ese año, María es designada como encargada o secretaria del Departamento de Escuelas Sabáticas de ese lugar.14 Entre sus apor-tes se cuenta la preparación de diversos materiales para demostrar con ejemplos prácticos cómo enseñar a los niños las lecciones de la Escuela Sabática. Hizo una presentación en la primera convención de escuelas sabáticas de la costa Occidental de Sudamérica realizada los días 1 y 12 de septiembre de 1909 en la escuela de Púa en el sur de Chile.15

En 1910 y 1911, el buen trabajo y esfuerzo de María hicieron que se la volviera a elegir como Secretaria del Departamento de Escuelas Sabáticas.16 Sus informes y artículos muestran su entusiasmo impulsando el estudio de la Biblia, la necesidad de ofrendar para la misión e informando en forma alentadora sobre el crecimiento de las escuelas sabáticas.17 Además colaboró con artículos breves para La Revista Adventista en temas sobre el hogar y la importancia de las escuelas.18

En 1913, María viajó acompañando a su esposo a la reunión de la Asociación General, en Estados Unidos,19 y estuvieron de regreso para septiembre de ese año.20

Al año siguiente, 1914, María escribió que estaban “todos ocupados, haciendo cuanto podemos…. Estos tiempos son sólo los precursores de tiempos trabajosos… Trataremos de usar una gran cantidad del número especial de El Atalaya”.21 La preocupación se debe a que ese año se desató la primera guerra mundial en Europa22 y la Iglesia Adventista publicó varios materiales que destacaban el cumplimiento de las profecías y la esperanza en la segunda venida de Cristo. En ese año el Departamento de Actividad Misionera empezó a funcionar en la Conferencia Unión Sudamericana, con sede en Buenos Aires. María fue nombrada como encargada de ese departamento en Chile, y recibía las cartas con las noticias sobre la marcha y el crecimiento del campo chileno.23 Hacia ������������������ �+��� $�������������� �������� ���� <����������departamento hasta el mes de septiembre.24 Solo la actividad del envío y recepción de correspondencia demandaba una gran dedicación de parte

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María Thurston de Westphal 19

de María, además de la administración de su hogar, muchas veces sola por la ausencia prolongada de su esposo.

En 1915, María fue elegida nuevamente como Secretaría del Departamento de Escuelas Sabáticas y del Departamento Misionero25 y ��~�~�������������������������������������������� ��� ��� � �����26 A estas responsabilidades, ya de por sí intensas, le sumó el gran esfuerzo de colaborar en el establecimiento de una escuela de iglesia y una iglesia en Pitrufquén, a pocos kilómetros al sur de Púa. Desde 1911, María venía trabajando como encargada o adjunta de la dirección de la escuela que más tarde se convirtió en colegio, junto con el pastor George Casebeer. En 1916, cuando María y su esposo trajeron a Catalina Cameron para que enseñara a sus hijas, aprovecharon la oportunidad y extendieron la invitación a otras familias para que enviaran a sus niños a la escuela. De esa manera, el interés aumentó y al año siguiente comenzaron las tratativas para que se convirtiera en una escuela formal en 1917.27 Entre sus responsabilidades se encontraban el ser la encargada del cuidado de los alumnos, tener a su cargo la gerencia contable de la institución ��������������������������������&����������� �������� � �������� ���� ��fue dedicado el 24 y 25 de febrero de 1917. Esto se logró porque la Asociación General de la IASD votó dedicar las ofrendas recolectadas para el décimotercer sábado del último trimestre de 1912 a proyectos en Sudamérica. Uno de ellos fue el emprendimiento educativo en Pitrufquén, Chile.28 Las instalaciones de la iglesia servían también para la escuela. En ocasión de la dedicación de la escuela en el año 1917, se encontraba presente el pastor O. Montgomery, primer presidente de la Conferencia Unión Sudamericana, hoy División Sudamericana de la IASD.29 En el mes de octubre de ese año, María escribió un artículo comentando sobre los comienzos de la escuela.

En 1918, María continuó con la dirección de la escuela de iglesia ayudada por Federico Kreutzenstein y Avelina Arias. La escuela con-taba con cuarenta alumnos adventistas y no adventistas y realizaba una ����� ���������������� � ������ "��� ��$�'���������������� $�� +�����mensaje adventista entre las familias de la ciudad. Además de las clases regulares de lengua, matemática e historia, se dictaban clases particulares de música, inglés y alemán.30

El conjunto de tareas que realizaba María y que conllevaban pesadas responsabilidades para la causa, hizo que su salud se quebrantara.31

Durante el mes de agosto de ese año, un estudiante escribió que la-mentaban que María se hubiera ausentado por una grave enfermedad y solicitó a la iglesia que se uniese para pedir por la intervención de Dios en su salud. El ejemplo y la abnegación de María “había captado la ���<������������ ����������*�32 El esposo de María, Frank, informó en diciembre que se habían trasladado a trabajar a Santiago y que ella continuaba enferma pero que tenían “paz para con Dios”.33

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20 Liderazgo femenino

María y su esposo brindaron un valioso aporte a la actividad médica al respaldar la formación académica de su hijo Carlos Edgardo Westphal (1890-1965), que se cristalizó el 18 de agosto de 1919 con su graduación en la Universidad de Chile como médico, después de siete años de es-tudio.34

Regreso a Estados Unidos

Debido a los problemas de salud de María, los esposos Westphal re-gresaron a Glendale, Estados Unidos, en 1921. A pesar de su estado de salud, María no dejó de trabajar por el Señor. Una de sus actividades fue enseñar español.

María Vesta Thurston falleció el 27 de octubre de 1931 en Glendale, California, Estados Unidos.35�������<����� ������������+�

Francisco Westphal y María Thurston de Westphal junto a sus tres hijos.

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María Thurston de Westphal 21

Su legado

María fue una esposa y madre dedicada, una administradora capaz, una educadora de empuje. Se relacionaba con calidez con quienes la rodeaban y conquistaba sus afectos para la misión. Sus esfuerzos no fueron en vano y siguen siendo actualmente evidentes en la IASD. ���������������� ���������������������������������� ���������� ������la administración de la iglesia, su iniciativa durante los inicios de la obra educativa en Chile.

Referencias1 En el registro de servicios de F. H. Westphal del 22 agosto 1930, aparece como primer

presidente. Sin embargo en Don Neufeld, Seventh-Day Adventist Encyclopedia (SDAE), 2º ed. revisada, vols. 10 y 11 (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1966, 1996), 11:910, se puede ver “Wisconsin Conference” donde menciona al padre de María Thurston. P. S. Thurston, como segundo presidente.

2 Elena Westphal, segunda hija de Francisco Westphal y María Thurston, nació en New London, Wisconsin, Estados Unidos, el 7 de diciembre de 1893 y falleció el 15 de junio de 1895, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Registro Civil de la Capital, Novena Sección, República Argentina. Número 953. El fallecimiento se produjo a las 0:30 del 15 de junio de 1895 en su domicilio ubicado en calle Australia s/n. El declarante fue Juan Mc Carthy, de nacionalidad inglesa y 28 años de edad.

3 Francisco H. Westphal, Pionero en Sudamérica, trad. Silvia Scholtus de Roscher (Libertador San Martín, Entre Ríos: Centro de Investigación White, 1997), 31, 32, 34.

4 Westphal, Pionero en Sudamérica, 31, 32, 34.5 Los temas fueron: la instrucción bíblica, la obra de colportaje, la obra misionera en

general, la obra de la Escuela Sabática, la obra médico-misionera, cómo instruir a los analfabetos, y cómo trabajar entre la gente de habla hispana (Mary T. Westphal, “Buenos Ayres”, Review and Herald 73, nº 12 (March 24, 1896): 187-188).

6 Ibíd., 187-188.7 Ibíd., 33-35.8 Carlos Edgardo Westphal está sepultado en Libertador San Martín, en el cementerio

������� ��� ~��� $���� ~��� ����� �� ����� ��� �������� �� ��� ������� �� �� �� ��� ���Chacarita, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, Camino 37, 2 C sepultura 12 A. Earl falleció en el día de su nacimiento el 14/06/1899. Ruth y Grace se graduaron de enfermeras en el Sanatorio de Glendale. Algunos de estos datos fueron suministrados por gentileza del profesor Eugenio Di Dionisio y forman parte de la biografía que escribió sobre Frank Westphal. Esta biografía se encuentra disponible en el Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Argentina. Véase además “Obituaries”, ������������������� 31, nº 17 (November 26, 1931): 6-7; J. W. Rich, “Westphal”, Review and Herald 108, nº 51 (December 17, 1931): 22.

9 E. W. Thomann, “Acuerdos y recomendaciones”, La Revista Adventista 5, nº 2 (febrero 1905, suplemento): 3.

10 María T. Westphal, “Informe de las Escuelas Sabáticas de la Costa Occidental, 4º trimestre de 1905”, La Revista Adventista 6, nº 8 (agosto 1906): 10.

11 F. H. Westphal, “Chile”, La Revista Adventista 7, nº 7 (julio 1907): 4.

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22 Liderazgo femenino

12 María T. Westphal, “Las escuelas sabáticas”, La Revista Adventista 7, nº 8 (agosto 1907): 2-4; María T. Westphal, “¿Cuánto podemos hacer?”, La Revista Adventista 7, nº 8 (agosto 1907): 4.

13 Víctor E. Thomann, “Nuestro viaje a la Argentina”, La Revista Adventista 8, nº 8 (agosto 1908): 78.

14 Carlos E. Krieghoff, “Chile: la conferencia anual chilena”, La Revista Adventista 9, nº 4 (abril 1909): 13.

15 E. W. Thomann, “Convención de escuelas sabáticas”, La Revista Adventista 9, nº 11 (noviembre 1909): 12.

16 Carlos E. Krieghoff, “Reunión anual de la Conferencia Chilena, 25 de marzo al 4 de abril, 1910: En Gorbea, sur de Chile”, La Revista Adventista 10, nº 6 (junio 1910): 12; Carlos E. Krieghoff, “Reunión anual de la Conferencia Chilena”, La Revista Adventista 11, nº 5 (mayo 1911): 12. En el número de octubre de ese año apareció su primer informe y en el de noviembre, el segundo (María T. Westphal, “Informe de las escuelas sabáticas de la Conferencia Chilena – primer trimestre de 1910”, La Revista Adventista 10, nº 10 [octubre 1910]: 12; “Informe de las escuelas sabáticas de la Conferencia Chilena – segundo trimestre de 1910”, La Revista Adventista 10, nº 11 [noviembre 1910]: 11).

17 María T. Westphal, “La obra de la escuela sabática en Chile”, La Revista Adventista 11, nº 4 (abril 1911): 12; María T. Westphal, “El estudio de las lecciones sabáticas”, La Revista Adventista 11, nº 5 (mayo 1911): 8; María T. de Westphal, “Informe de las escuelas sabáticas de la Conferencia Chilena –cuarto trimesde de 1910”, La Revista Adventista 11, nº 7 (julio 1911): 13; “Informe de las escuelas sabáticas de la Conferencia Chilena – primer trimestre de 1911”, La Revista Adventista 11, nº 8 (agosto 1911): 13.

18 María T. de Westphal, “El hogar”, La Revista Adventista 11, nº 7 (julio 1911): 5; “Cómo nuestros hermanos y hermanas pueden ser bendecidos y ser una bendición para otros”, La Revista Adventista 11, nº 8 (agosto 1911): 5.

19 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 13, nº 5 (mayo 1913): 16.20 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 13, nº 9 (septiembre 1913): 16.21 Aparecen varias notas en La Revista Adventista 14, nº 10 (octubre 1914): 16.22 Véase el número de La Revista Adventista 14, nº 11 (noviembre 1914).23 F. H. Westphal, “La obra en Chile”, La Revista Adventista 15, nº 1 (enero 1915): 11.24 María T. de Westphal, “Informe de la Convención de las Escuelas Sabáticas, Obra

Misionera Local y Sociedad de Jóvenes, que tuvo lugar en Pitrufquén, Chile, sept. 18 de 1914” y “La obra de la Escuela Sabática en Chile”, La Revista Adventista 15, nº 3 (marzo 1915): 8.

25 Víctor E. Thomann, “La novena reunión general de la Conferencia Chilena”, La Revista Adventista 15, nº 6 (junio 1915): 11-12.

26 Víctor E. Thomann, “Décima reunión general de la Conferencia Chilena”, La Revista Adventista 16, nº 5 (mayo 1916): 6.

27 M. T. de Westphal, “Escuela de iglesia de Pitrufquén, Chile”, La Revista Adventista 17, nº 10 (octubre 1917): 9-10.

28 Thirteenth Sabbath Offering, 28 diciembre 1912, 8. 29 O. Montgomery, “La dedicación de la Iglesia de Pitrufquén”, La Revista Adventista 17,

nº 6 (junio 1917): 4-5.30 C. P. Crager, “Nuestra escuela de iglesia de Pitrufquén, Chile”, La Revista Adventista

18, nº 18 (29 de agosto 1918): 11.

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María Thurston de Westphal 23

31 F. H. Westphal, Sustentation Fund Application (22 agosto 1930), Registro de Servicios escrito por él mismo el 27/08/1930, en Los Ángeles, California, Estados Unidos.

32 Párrafo sexto de la página 16 de La Revista Adventista 18, nº 19 (12 de septiembre 1918).

33 F. H. Westphal, “Chile”, La Revista Adventista 18, nº 25 (19 de diciembre 1918): 7.34 F. H. Westphal, Pionero en Sudamérica, 140, 141. Registro de Servicios Carlos Edgardo

Westphal, Unión Austral de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (14 septiembre 1953). Fue médico (noviembre de 1919 a marzo de 1923) y director (marzo de1923 a marzo de 1955) del Sanatorio Adventista del Plata.

35 Los servicios fúnebres fueron realizados en la Iglesia de Glendale, el 31 de octubre de 1931. Los servicios fueron ofrecidos por los pastores E. W. Fransworth, J. C. Stevens, C. S. Nicolas, Harold Brown y J. W. Rich (“Obituaries”, 6-7; Rich, “Westphal”, 22).

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Lucy Post

La primera instructora bíblica en Sudamérica

=%�������������*��� �������������������������������<�������������gritando el nombre de su hermano, y pensó “ya estoy aquí”.1 Zina, salu-dando feliz a Lucy, expresó: “¡Seguro que traes un mensaje importante para nosotros porque viniste desde muy lejos!” Lucy era la hermana me-nor de Zina, a quien no había visto por 45 años. Por muchos años Lucy había estado orando por encontrarse con su hermano Zina y su familia, quienes hacía décadas vivían en Uruguay.2

Una misión

Desde que aceptara las creencias adventistas, Lucy Belinda Post anhe-laba compartir su nueva esperanza en Cristo con su familia de Uruguay. Ella era descendiente de uno de los inmigrantes europeos radicados en Estados Unidos. Algunos de los descendientes de las últimas migracio-nes aceptaron el mensaje adventista durante las últimas décadas del siglo ?@?��X��&������ ��������������� ���� ���������� � ��������������� ��el precioso tesoro con sus familiares y amigos que residían en otras par-tes del mundo. Ese deseo era puesto por el Espíritu de Dios en hombres y mujeres.

Una mujer abnegada y valiente

¿Quién fue Lucy Belinda Post? Lucy nació en Wisconsin, Estados Unidos, el 19 de septiembre de 1845.3 Sus padres fueron Joshua y Emeline, a quienes les nacieron diez hijos mientras residían en su granja de Ohio.4 Luego se trasladaron a Illinois en una migración que partió hacia el oeste. De allí continuaron a Wisconsin, donde se establecieron en la región maderera cercana a Kenosha. Lucy Belinda fue la décimo primera hija y nació durante esos traslados migratorios. Cuando Lucy contaba cuatro años, su hermano Zina, de 17, dejó el hogar para unirse a los mineros que buscaban oro en California. La familia de Lucy se

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26 Liderazgo femenino

completó luego con otros tres hermanos más.5 En total fueron catorce hermanos.

Lucy contaba siete años cuando la familia emprendió nuevamente viaje y, después de seis semanas de andar en tres carretas tiradas por bueyes en terreno muy pedregoso, se estableció en Nicollet County, Minnesota. Así que experimentó realmente una vida de pionera, vio y sufrió muchas luchas con los indígenas y varias veces escapó milagrosamente de las masacres.6 No obstante, aprendió la lengua de los Sioux y varias de sus habilidades artísticas.7

Cuando Lucy tenía 12 años pudo ingresar a la escuela formal. Cinco años después tuvo que interrumpir sus estudios para huir tras sufrir un enfrentamiento organizado por los indígenas. Después de retomar sus estudios se graduó como maestra. Lucy enseñó por varios años en las ������������� ��������������� ���+�������������� ����8 Vivió varios años ocupada en el cuidado de los hijos de una hermana inválida y de otros miembros de su familia. Aunque tuvo varias oportunidades de ca-sarse, no llegó a formalizar. Desde joven la guió un lema: “Ve donde el deber te llame”.9

Conversión y preparación para la misión

����!���������~�������������� "��� ��������$�� � ��������&������Ezra, que se había hecho adventista, Lucy conoció sobre estas creencias cristianas. Tenía en ese momento 35 años de edad. Después de recibir el bautismo, asistió a una escuela cristiana en Chicago donde se preparó como instructora bíblica. Colaboró en campañas evangélicas en Minnesota, Dakota y Ohio.

Lucy Post

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Lucy Post 27

Liderazgo y entrega al servicio de Dios

Por su liderazgo, fue elegida como delegada para las sesiones de la Asociación General realizadas en Battle Creek el 5 de marzo de 1891.10

Cuatro años después, cuando asistió otra vez a las sesiones de la Asociación General, se produjo un gran cambio en su vida. Lucy llegó a ser la primera mujer soltera que ofreció voluntariamente sus servicios para ir a Sudamérica. Su decisión fue inspirada por las necesidades del campo misionero en los momentos en que los misioneros que venían desde Sudamérica relataban sus informes de la situación, y por su encuentro con Elena G. de White, quien, aludiendo al apellido de Lucy �������� ������ � ���=�����*��� ����>����+�����������������$�������pilar en la casa del Señor. Las experiencias anteriores de Lucy en la frontera norteamericana la prepararon para la dura vida de la misión.11 Es así como Lucy llegó a ser la primera misionera residente en Uruguay por voto de la Sociedad de Tratados de la Asociación General y se le otorgó una licencia misionera. Aunque contaba casi cincuenta años, Lucy no dudó en aceptar el desafío.12

Lucy se embarcó en Nueva York en junio de 1895. No enfrentó sola el viaje, lo hizo en compañía del pastor Edwin W. Snyder y su esposa Estela.13 El largo viaje los llevó a cruzar el Atlántico hasta Francia y allí tomar otro barco hacia Sudamérica. Afortunadamente Lucy no sufrió de mareos. Llegaron en el mes de julio, en pleno invierno.14

Poco después de su arribo, a Lucy le dieron permiso para que pasara un tiempo con la familia de su hermano Zina, que residía en el campo de su propiedad ubicado en Nueva Palmira, Uruguay. Lucy llegó allí el 26 de julio de 1895 y fue recibida muy gozosamente por todos. Zina contaba entonces 62 años.15

Apenas llegó comenzó una rica historia de testimonio, fe y difusión del evangelio.

Lucy guardó sola ese primer sábado, 27 de julio de 1895, pues no había otros adventistas en Uruguay. Pero pronto comenzó a estudiar la Biblia con sus familiares. Al tercer sábado, el 10 de agosto de 1895, dos miembros de su familia ya se unieron a ella para adorar a Dios y una ter-cera se rindió a Cristo a la semana siguiente. Por el testimonio de Lucy, su cuñada Sarah Hoskens de Post16 y dos de sus sobrinas, Estela y Luisa Post, aceptaron el mensaje adventista.17 Ellas fueron las primeras conver-sas de Uruguay. Las ondas producidas por su testimonio se extendieron en el tiempo, pues tanto su cuñada como sus sobrinas colaboraron ac-tivamente en la difusión del evangelio en el período de formación de la Iglesia Adventista en Sudamérica.

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28 Liderazgo femenino

Pero Lucy no sólo se dedicó a su familia; pronto se la encontró vi-sitando y estudiando la Biblia con otros vecinos. Su sobrina le ayudaba como traductora.19 Lucy sentía gozo mientras observaba el creciente in-terés en el rostro de quienes asistían a las reuniones o eran visitados y aún más cuando los veía gozosos estudiando y deseando aprender más y más. Sabía que eran personas por las que Cristo había muerto y que habían permanecido en la ignorancia del mensaje del tercer ángel de Apocalipsis. Estaba segura de que la buena semilla había sido sembrada y que Quien había comenzado la buena obra la completaría y traería a esos preciosos interesados a su redil.20

Cinco semanas después, para el 31 de agosto de 1895, el grupo había crecido a doce integrantes y Lucy organizó la primera congregación ad-ventista en ese país: una escuela sabática.21

Cuando la escuela sabática creció a veinte miembros, el sacerdote local se enojó y le dijo a su congregación: “Cualquiera que escuche las enseñanzas de esa pequeña mujer es un tonto”.22 Lucy, al darse cuenta del creciente interés en estudiar la Biblia y de que necesitaría ayuda, es-cribió una carta al pastor Francisco Westphal, quien había llegado hacía unos meses para dirigir la obra en el continente sudamericano como el primer pastor ordenado, solicitándole la ayuda del joven Vuilleumier. Deseaba que mientras el hierro estuviera caliente se pudiera modelar. Su

Foto de la ex propiedad de Zina Post obtenida en junio de 2010.18

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Lucy Post 29

carta recibió rápida respuesta. Jean Vuilleumier, que había llegado hacía poco tiempo de los Estados Unidos,23 era un evangelista suizo de unos 31 años. Este joven fue enviado a colaborar con el interés despertado en Nueva Palmira. Pasó dos meses en el área predicando entre los suizos, los franceses y los alemanes, e incluso con un traductor para quienes hablaban español. Luego informó que un grupo de personas había acep-tado con gozo la verdad en Uruguay.24

La historia registra que mientras la primera iglesia en Uruguay se esta-ba organizando en Nueva Helvecia por el trabajo del colportor Stauffer y las charlas ofrecidas posteriormente por el pastor Francisco Westphal, ya había adventistas del séptimo día en Nueva Palmira, fruto del trabajo de Lucy Post.25

Mientras aún estaba en Uruguay, Lucy sintió la partida de una de ���� ���� ��� ���� �� ���� ����� ��� ������������ ����� ��� ��� �� ����� ���a Buenos Aires. No obstante esto, Lucy sentía gozo al ver a su joven sobrina entregarse al Maestro para serle de utilidad en su causa.26

Unos meses después tuvo lugar una reunión general en la misión adventista en Buenos Aires, que por aquella época abarcaba los países que actualmente conforman la División Sudamericana. Fue la primera reunión de ese tipo en Sudamérica.27 Lucy asistió con un grupo de personas de Uruguay. En esa ocasión tuvo el gusto de ver que se bautizaron ocho de sus estudiantes de Biblia de Nueva Palmira, los primeros frutos de sus labores en Sudamérica. Dos de ellos eran miembros de su propia familia.28��������<+�����" �!���������������'����������� �����������������que visitaba, sobre todo en relación con el conocimiento del evangelio. Por eso escribió:

¿Hay alguna familia que desea venir aquí a vivir y ayudar a este pequeño grupo cuando sea el momento en que deba dejar este campo? Vengan queridos hermanos, porque el Señor necesita a alguien que sostenga en alto la luz por precepto y ejemplo… Necesitamos literatura en español. Mi hermano ha ofrecido un hermoso terreno para construir una iglesia si nuestro pueblo asume los gastos. Lucy continuó trabajando en Uruguay por dos años y luego partió

para Buenos Aires donde se dedicó a ser instructora bíblica por seis años. En Buenos Aires se unió a los misioneros que residían allí: los Westphal, los Town, los Mc Carthy, Ole Oppegard. Todos vivían en una gran casa alquilada. Lucy trabajó como instructora bíblica para el grupo, visitando principalmente a la gente de habla inglesa.29 También colaboró como maestra de la escuela sabática en inglés entre los adventistas residentes en Buenos Aires.30�%�������~���������� ������'��������� ��������������������������� ����������������� ���������������������� ���31

En general, la tarea de Lucy fue múltiple. Visitaba a los enfermos recorriendo el hospital cama por cama acompañada por Sadie de Town;

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30 Liderazgo femenino

ayudaba a los pobres solicitando ropa de los sectores más pudientes de la ciudad; daba clases de cocina, de tratamientos simples de salud; distri-buía literatura cristiana; y daba estudios bíblicos.32

Cuando, en 1903, regresó a los Estados Unidos y se estableció en Idaho, no quedó ociosa. Allí adquirió un terreno de 160 hectáreas para vivir y trabajar como misionera. Hacía su tarea de hogar en hogar por diferentes localidades. Para ello se compró un caballo y un carro. Al me-nos cuarenta personas ingresaron a la Iglesia Adventista como producto directo de sus esfuerzos.

Sus últimos años

Pasó los últimos nueve años de su vida con el matrimonio Barclay. Murió el 4 de febrero de 1937 en Portland, Oregon, a la edad de 92 años.33

Dedicatoria de Lucy Post en el libro Patriarcas y Profetas de la autora Elena de White, que le obsequió a su hermano Zina Post el 18 de diciembre de 1895. Contiene la

transcripción en inglés del pasaje del evangelio de Mateo 11:28-30.

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Lucy Post 31

Evangelista incansable

Lucy siempre mantuvo su interés por el progreso de la causa de Dios y la difusión del Evangelio, feliz de haber podido dedicar sus mejores años como testigo para el Señor en donde le tocara actuar. Expresa así sus deseos:

Mi oración es que cada verdad bíblica para estos tiempos pueda brillar en mi propio corazón de tal forma que pueda ser capaz de darla en toda su pureza a otros. Puedo decir que nunca disfruté más la tarea en mi vida que cuando estuve en Sudamérica y nunca sentí tanto la presencia de Dios.34 Su entrega a Dios y su liderazgo dieron frutos abundantes para la

obra, no sólo durante su estancia en el continente sudamericano, sino en cada lugar a donde fue.

Referencias1 Luisa Post Everist, “South American Treasure”, The Youth’s Instructor 101, nº 37

(September 15, 1953): 22.2 The General Conference Bulletin 1, nº 18 extra (March 3, 1895); 446; The General Conference

Bulletin nº 20 extra (March 5, 1895): 486.3 Fue descendiente directa de Stephen Post, quien llegó desde Inglaterra a Boston,

Estados Unidos, en 1634, poco después que comenzó la colonia de la Bahía en Massachusetts (H. R. Gay, “Post”, ������������������������ 32, nº 14 [April 6, 1937]: 7).

4 Frances M. Kennedy (sobrina de Lucy), “Life Sketch of Lucy B. Post”, manuscrito no publicado y su necrología por Gay, “Post”, 7; Robert G. Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, Review and Herald 165, nº 9 (March 3, 1988): 19.

5 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19.6 Ibíd.; Gay, “Post”, 7.7 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.8 Ibíd.; Gay, “Post”, 7.9 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.10 Ibíd.; Everist, “Necrología”, 12; Gay, “Post”, 7.11 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.12 The General Conference Bulletin 1, nº 18 extra (March 3, 1895): 446; The General Conference

Bulletin 1, nº 20 extra, (March 5, 1895): 486.13 El artículo de W. H. Thurston, “Brazil”, Review and Herald 72, n° 49 (December 3,

1895): 779.14 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.15 Ibíd.; Lucy Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, Review and Herald 72, nº 50, (December

10, 1895): 796. Zina Post falleció el 6 de diciembre de 1907 en Nueva Palmira, Uruguay (“Notas editoriales”, La Revista Adventista 8, nº 1, [enero 1908]: 8)

16 Sarah Hoskens de Post nació el 8 de abril de 1843 en Illinois, Estados Unidos y murió en Nueva Palmira, Uruguay, el 19 de marzo de 1919, a la edad de 74 años.

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32 Liderazgo femenino

Por razones de la salud de su esposo, en 1866 viajaron desde Estados Unidos a la Argentina y se establecieron en la región del Chaco. En 1877, se estableció con su familia en Nueva Palmira, Uruguay. Aceptó la fe por los esfuerzos del colportor Juan Vuilleumier y de su cuñada Lucy Post (O. Montgomery, “Necrología”, La Revista Adventista 19, nº 8 [10 abril 1919]:15).

17 Luisa Post se casó posteriormente con Guillermo Everist. Luisa colaboró como encargada de los departamentos de Escuela Sabática y Obra Misionera Local de la Conferencia Unión Sudamericana por varios años. Estela también trabajó activamente como secretaria de las Escuelas Sabáticas de Uruguay, cargo para el fue elegida en 1909 (“Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 4, [abril 1909]: 16). Véase además Luisa P. de Everist, “Necrología”, La Revista Adventista 37, nº 13 (21 de junio de 1937): 12; “Notas editoriales”, 8. Durante los primeros años de expansión de la Iglesia Adventista, los cargos administrativos eran ocupados en forma indistinta por hombres y mujeres. Los departamentos tenían secretarios encargados en lugar de directores como existen actualmente.

18 La chacra en cuestión se encuentra con frente a la calle Domingo Ordoñana, casi San José, Nueva Palmira, Uruguay. No tiene numeración. El número catastral es 506 para el plano de Nueva Palmira. La chacra cuenta actualmente con cuatro cuadras cuadradas. Estos datos fueron cedidos amablemente por Jorge Frogoni Laclau, director del museo de Nueva Palmira, Uruguay. Las fotos fueron obtenidas por gentileza de René Ernst y familia.

19 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796; Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.

20 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796. 21 Ibíd.; Luisa Post de Everist, “La Escuela Sabática”, La Revista Adventista 16, nº 3-4

(marzo-abril 1916): 24; Juan Carlos Viera, “Los Adventistas del Séptimo día en América Latina: sus comienzos, su crecimiento, sus desafíos” (Tesis de doctorado en Ministerio, Fuller Theological Seminary, Pasadera, California, 1993), 146.

22 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796; Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.

23 Llegó a Río Bay, Brasil, el 3 de octubre de 1895 y de allí salió al día siguiente para Argentina (Thurston, “Brazil”, 779).

24 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.25 Walton John Brown, “A Historical Study of the Seventh-day Adventist Church in

Austral South America”, 4 vols. (Tesis de Doctorado en Filosofía, University of Southern California, California, 1953), 1:101; “Misión del Plata”, El Faro 4, nº 5 (noviembre 1900).

26 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796.27 Mary T. Westphal, “Buenos Ayres”, Review and Herald 73, nº 12 (March 24, 1896):

187-188.28 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20. 29 Ibíd.30 Gay, “Post”, 7.31 Brown, “A Historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South

America”, 1:88.32 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796; Jean Vuilleumier, “Argentina”, Review and

Herald 73, nº 15 (April 14, 1896): 236; Westphal, “Buenos Ayres”, 187-188.33 Ibíd., 1:101-102; Gay, “Post”, 7.34 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796.

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Sadie R. Graham de Town

Ocupada en las cosas del Señor

Visionaria e incansable colaboradora en la obra del Señor, Sadie R. Graham fue conocida como una de las primeras misioneras que llegó junto con su esposo a estas tierras sudamericanas para difundir el mensaje adventista. Sadie estudió en el Colegio de South Lancaster y se graduó aproximadamente entre 1889 y 1890 como misionera. Allí recibió los ideales misioneros que caracterizaron su entrega al Señor y su disposición a servirle. Allí conoció a su esposo, Nelson Zane Town. Juntos iniciaron sus tareas en la Asociación de Nueva York. Su interés por difundir el evangelio en otras tierras los llevó a ir como colportores pioneros a Escocia. Posteriormente Nelson fue invitado como líder de la obra del colportaje en Gran Bretaña. Cuando la Junta de la Asociación General consideró la necesidad de enviar misioneros al continente sudamericano, no se encontraron obreros más preparados que Sadie y Nelson.1

Cuando los primeros misioneros llegaron al continente sudamerica-no, los creyentes adventistas eran apenas un puñadito disperso en pe-queños focos aquí y allá. Se necesitaba prácticamente de todo. Sadie y Nelson colaboraron entusiastamente en la difusión del mensaje, en el entrenamiento de obreros para las diversas tareas de la iglesia, en la pre-paración de colportores, se hicieron cargo de las tareas administrativas, del liderazgo de la reciente misión, y en la fundación de instituciones de educación, de publicaciones y de salud. Cuando Sadie y Nelson se fueron, dejaron una obra bien establecida y en crecimiento. Ambos tra-bajaron en Sudamérica unos doce años.2

Llegada a Sudamérica

Probablemente para el mes de agosto de 1896, Sadie y su esposo llegaron a Argentina.3 Arribaron a Buenos Aires en pleno invierno4 y se unieron a las familias de misioneros que había en el lugar. Estas familias vivían juntas en una gran casa alquilada. Sadie visitaba principalmente a la gente de habla inglesa5 y colaboró activamente con la escuela sabática en inglés entre los adventistas residentes en Buenos Aires.6

4

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34 Liderazgo femenino

Responsabilidades y tareas

En esos primeros años, entre 1896 y 1903, cuando los adventistas eran pocos, la tarea de Sadie fue múltiple. Visitaba a los enfermos re-corriendo el hospital acompañada por Lucy Post; ayudaba a los pobres solicitando ropa de los sectores más pudientes de la ciudad; daba clases de cocina y de salud; distribuía literatura cristiana; y visitaba a los intere-sados en el mensaje adventista y les daba estudios bíblicos.7 Entre esos años, en 1901, su esposo Nelson fue ordenado al ministerio evangélico.8

Durante 1902 y 1903 las responsabilidades de Sadie aumentaron y llegó a ocupar el cargo de secretaria de la misión que abarcaba la República %���� ���������������������������' ��� $��������������� � +���la Asociación General y encargarse de las cuestiones administrativas del Departamento de la Escuela Sabática de la Conferencia del Río de la Plata.9 Por sus responsabilidades, se le otorgó la credencial misionera desde 1904 a 1906.10 En 1907, Sadie dejó el cargo de secretaria de las escuelas sabáticas de la Conferencia Unión.11 Durante su gestión se preocupó porque los niños recibieran atención en los momentos de reunión de los sábados durante la escuela sabática. En aquellos años, mayormente las reuniones de este tipo eran sólo para los adultos, ya que en esa época eran escasos los materiales en español para las diferentes edades y además aún no estaba organizado el departamento para la atención de los niños y jóvenes en las iglesias. Por eso Sadie escribió en el periódico de difusión interna de la iglesia, La Revista Adventista, haciendo hincapié en que cada iglesia generara un lugar de reunión donde niños y jóvenes también pudieran disfrutar del estudio de la Biblia con elementos que fueran atractivos para ellos.12

En febrero de 1906, mientras las colportoras Cecilia Deggeller, Elena Ernst y Olga Fernández realizaban su trabajo en Buenos Aires,13 Sadie colaboró atendiendo los estudios bíblicos que surgieron del interés que manifestaron varias personas por las publicaciones distribuidas.

Junto a su esposo, Sadie colaboró intensamente con las cuestiones administrativas para fundar el primer colegio de colportores en Argentina que se inició en Las Tunas, Santa Fe, en 1899. En 1900, el colegio se traslada a la localidad de Camarero, en Entre Ríos. Posteriormente fue conocido como el Colegio Adventista del Plata, que actualmente es la Universidad Adventista del Plata. En 1908, Sadie se hizo cargo de las clases de música e inglés en esa institución.14

La necesidad de introducir mejoras y una buena organización en la Escuela Sabática del Colegio Adventista del Plata, en abril de 1908, hizo que Sadie fuera nombrada directora de ese departamento. Los aportes de Sadie contribuyeron a hacer de estas reuniones momentos ������������������� ���������� ���� �������+����������������������� ���modelo, pues desde el colegio saldrían muchos jóvenes para trabajar en

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Sadie R. Graham de Town 35

diferentes lugares.15 Una de las mejoras que introdujo Sadie fue estimular las donaciones u ofrendas mediante un seguimiento semanal usando como recurso ilustrativo “el termómetro misionero”.16

Regreso a Estados Unidos

En 1908 Sadie y su esposo regresaron a Estados Unidos, pues Nelson fue invitado a desempeñarse como secretario asistente de Publicaciones de la Asociación General. Desde 1913 a 1930 pasó a liderar dicho departamento.17 El 12 de julio de 1908 Sadie y su esposo partieron con el vapor Hilarius hasta Boston. Los acompañó en ese viaje Judson Habenicht. Arribaron a Boston el 12 de agosto. Su objetivo era llegar a su tierra, en South Lancaster, Massachusetts, para visitar a sus padres y otros familiares después de una ausencia de siete años. Además deseaban tomarse un descanso que no habían tenido durante años. Lamentablemente, cuando arribaron se enteraron de que unas semanas antes había fallecido la tía de Sadie. Esta tía era muy querida para Sadie, pues habría sido quien la crió. Durante el viaje, el 2 de agosto hicieron escala en la isla de Barbados y pasaron la noche en la casa de Wellman, director de la obra adventista en el lugar.

Mientras estuvieron en Estados Unidos procuraron hacer contacto con nuevos obreros para despertar en ellos el interés por colaborar con el desarrollo de la Iglesia en Sudamérica.18 Sadie y su esposo se hospedaron en la casa de sus suegros. Su esposo viajó después a Toronto, Canadá, para asistir a las reuniones generales de la IASD.19

Nuevas actividades en Sudamérica

Nelson volvió de visita a Sudamérica para supervisar la obra del colportaje el 8 de septiembre del año 1909.20 Regresó a Estados Unidos desde Chile probablemente después de abril de 1910.21 En ausencia de su esposo, Sadie se mantuvo ocupada en la obra del Señor enseñando la Biblia. Se registra una conversa al adventismo de la alta sociedad de La Paz, Bolivia, producto de su trabajo de visitación como capellana en el Sanatorio Adventista de Washington, la señora Zalles. Esta mujer regresó a su país de origen deseosa de dar a conocer el mensaje que había recibido de todo corazón.22

Últimos años

Sadie y Nelson no tuvieron hijos propios y adoptaron una hija, Genevieve Dickerson.23

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36 Liderazgo femenino

En 1930, Sadie regresó con su esposo a la Argentina. Nelson había sido nombrado presidente de la Unión Austral24 por dos años y medio. Pero Sadie enfermó al poco tiempo y tuvieron que regresar a Estados Unidos. Se radicaron en Takoma Park en noviembre de 1933. Nelson falleció el 24 de junio de 1936.25 Ese mismo año, tanto Nelson como Sadie aparecieron en el cuadro de honor de los que se habían graduado y preparado como misioneros en el Colegio de South Lancaster.26

Su legado

Sadie trabajó en forma incansable. Fue administradora dedicada, col-portora, instructora bíblica. Colaboró intensamente para establecer la obra educativa adventista en Entre Ríos, Argentina, en lo que actualmen-te se denomina Universidad Adventista del Plata. Su amor por Cristo la llevó a dedicarse intensamente por interesar a otros en el conocimiento de su Salvador Jesucristo.

Referencias1 “Asleep in Jesus”, Review and Herald 113, nº 42 (1936): 22.2 Ibíd.3 F. M. Wilcox, “Our Work in South America”, Review and Herald 73, n° 42 (October

20, 1896): 671, 672. También se puede ver: SDAE (1996), ver “Town, Nelson”; The Home Missionary 8, n° 9 (September 1896): 222.

4 Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar in Adventist Missions”, 19-20.5 Ibíd.6 Gay, “Post”, 7.7 Post, “Nueva Palmyra, Uruguay”, 796; Vuilleumier, “Argentina”, 236; Westphal,

“Buenos Ayres”, 187-188.8 “Asleep in Jesus”, 22.9� =X �� �� ����Z� %���� �� ������ �*�� The Advocate of Christian Education 4, nº 11

(November 1902): 359.10 En las reuniones de la Conferencia del Río de la Plata, celebradas del 6 al 16 de

octubre de 1904 en Lehmann, provincia de Santa Fe, y en la Asamblea Anual de los Adventistas del Séptimo Día de la Conferencia del Río de la Plata, celebrada en Rosario del Tala, Entre Ríos, desde el 12 al 22 de octubre de 1905 (N. Z. Town, “La Conferencia Anual”, La Revista Adventista 4, nº 11 [noviembre 1904]: 4; N. Z. Town, “La Asamblea General en la Argentina”, La Revista Adventista 5, nº 11 [noviembre 1905]: 5; N. Z. Town, “La reunión general en Alberdi”, La Revista Adventista 6, nº 12 [diciembre 1906], 6).Véanse además: Sadie R. Town, “Escuelas Sabáticas de la Conferencia Río de la Plata, Informe del cuarto trimestre de 1905”, La Revista Adventista 6, nº 5-6 (mayo-junio 1906): 11; Sadie R. Town, “Escuelas Sabáticas de la Conferencia Río de la Plata, Informe del primer trimestre de 1906”, La Revista Adventista 6, nº 7 (julio 1906): 7; Sadie R. Town, “Informe de las escuelas sabáticas del Río de la Plata, 2º trimestre de 1906”, La Revista Adventista 6, nº 9 (septiembre 1906): 7.

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Sadie R. Graham de Town 37

11 N. Z. Town, “Notas editoriales: errata”, La Revista Adventista 7, nº 7 (julio 1907): 8.12 S. Town, “¿Quiénes son miembros?”, La Revista Adventista 6, nº 7 (julio 1906): 6.13 “Notas del Plata”, La Revista Adventista 6, nº 2 (febrero 1906): 4.14 N. Z. Town, “Colegio Adventista del Plata”, La Revista Adventista 8, nº 4 (abril 1908):

}�������� $����� +������������������������'������������������������������de La Revista Adventista 8, nº 6 (junio 1908): 56.

15 Camilo Gil, “Escuelas sabáticas: escuela sabática de Camarero”, La Revista Adventista 8, nº 8 (agosto 1908): 78.

16 Ibíd.17 “Asleep in Jesus”, 22; SDAE (1996), ver “Town, Nelson”.18 N. Z. Town y Sadie R. Town, “Conferencia Argentina: hasta la vuelta”, La Revista

Adventista 8, nº 8 (agosto 1908): 76-77; “Notas editoriales”, La Revista Adventista 8, nº 8 (agosto 1908): 80.

19 N. Z. Town, “Argentina: De Estados Unidos”, La Revista Adventista 9, nº 1 (enero 1909): 15.

20 Partió de Nueva York para Buenos Aires, vía Inglaterra y Barcelona. Nelson había sido nombrado como secretario asistente del Departamento de Publicaciones de la Asociación General. Su paso por Europa lo retuvo unos días. Los aprovechó visitando diferentes lugares de la obra adventista en esas tierras. Incluso su demora en Barcelona, España, le permitió dictar un curso de colportaje en ese país a los obreros e inaugurar el colportaje de libros en España. De allí partió el 2 de octubre de 1909, haciendo escala el día 17 en Brasil. En ese tiempo visitó la casa editora y el centro de la obra adventista en ese país (N. Z. Town, “Notas de viaje – I”, La Revista Adventista 9, nº 11 [noviembre 1909]: 10; “Notas de viaje – II: De Barcelona a Buenos Aires”, La Revista Adventista 10, nº 1 [enero 1910]: 10; “Río de la Plata: la Conferencia Unión Sudamericana”, La Revista Adventista 10, nº 4 [abril 1910]: 12).

21 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 10, nº 4 (abril 1910): 16.22 I. Kalbermatten, La Revista Adventista 11, nº 9 (septiembre 1911): 12.23 “Death of N. Z. Town”, Review and Herald 113, nº 38 (1936): 24. Genevieve llegó a ser

una excelente colportora e instructora bíblica como sus padres adoptivos. Después de varios años exitosos de colportaje fue nombrada como instructora ayudante en esta actividad y como instructora bíblica para la Asociación de Kansas en 1948 (C. L. Wilber, “Miss Genevieve Dickerson to assist student colporteurs”, Central Union Reape 17, nº 21[May 25, 1948]: 3).

24 En esa época, esta región eclesiástica abarcaba el territorio de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.

25 “Asleep in Jesus”, Review and Herald 113, nº 42 (1936): 22; “Death of N. Z. Town”, 24.

26����%���� �����=%�����Q�������&�����&��� �� ������*��Atlantic Union Gleaner 35, nº 23 (June 3, 1936): 1-2.

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Luisa Post de Everist

Encargada de diferentes departamentos de la Unión, docente y escritora

“Las oraciones de mi devota madre me rescataron de poner mi interés en las cosas mundanas y me llevaron a aceptar a Cristo”, comentaba Luisa a las jóvenes del Colegio Adventista del Plata, Entre Ríos, un viernes de noche de 1919, en el momento de recepción del día sábado.1 En ese momento, Luisa era profesora de música en esa institución.

Una de las primeras conversas de Uruguay

Como ya se contó en la biografía de Lucy Post, tía de Luisa, mientras los primeros bautismos en Uruguay se estaban realizando en Nueva Helvecia, por el trabajo del colportor Stauffer y las charlas ofrecidas posteriormente por el pastor Francisco Westphal, ya había algunos adventistas del séptimo día en la colonia de inmigrantes de Nueva Palmira. Esto se debió al trabajo de Lucy Post,2 quien había sido designada por la Asociación General en marzo de 1895 para ir a la Argentina a involucrarse en la tarea evangélica. Antes de llegar a su destino, comenzó su obra evangelizadora en la colonia uruguaya donde residía su hermano Zina Post.3 A las pocas semanas, Luisa aceptó el mensaje adventista, traído por su tía, junto con su madre Sarah Hoskens de Post4 y su hermana mayor Estela.

Un poco de su vida

Luisa Hermilina Post nació el 2 de octubre de 1879, en Nueva Palmira, departamento de Colonia, Uruguay.5 Sus padres fueron Zina Post y Sarah Hoskens. Estos salieron de Estados Unidos en una corriente migratoria que pasó por Chile, y luego atravesaron la cordillera, pasaron por la provincia de Mendoza y, después de un viaje en carreta de tres semanas, llegaron a Buenos Aires. Desde allí viajaron hacia el norte y se establecieron en la región del Chaco; y posteriormente fundaron Colonia California en la provincia de Santa Fe. Eso fue en 1866. Las razones de su migración se debieron a problemas de salud de Zina. En la región del �&�����$�������� �������������������������������� �!���������������

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40 Liderazgo femenino

lograron salvarse varias veces de algunas masacres. Eso llevó a la familia Post a tomar la decisión de regresar a Buenos Aires. Allí se enteraron de una nueva localidad que estaba surgiendo en Uruguay y además que el gobierno de ese país ofrecía tierras para los colonizadores. Fue así como sus padres tomaron el barco que remontaba y cruzaba el Río de la Plata hacia esa tierra llena de promesas ubicada en la zona de Nueva Palmira. Corría el año 1877. Fue allí donde nació Luisa y su hermano Henry. Luisa contaba además con otros tres hermanos mayores: Estela, Amos y John.6

En 1881 la madre de Luisa reunió a sus hijos y viajó con ellos a California, Estados Unidos, para visitar a sus familiares en esas tierras. El padre, mientras tanto, alquiló su granja en Uruguay y se fue a visitar a sus amigos en una colonia de Santa Fe. Una vez allí se entusiasmó con emprendimientos de caña de azúcar en la localidad y compró una plantación. Cuando Luisa, su madre y sus hermanos regresaron de Estados Unidos, fueron directamente a Santa Fe. Luisa contaba entonces con cuatro años y recuerda cómo su padre dirigía a 250 indígenas que trabajaban en sus tierras. Debido a la falta de escuelas cercanas, la familia volvió a mudarse a Uruguay. Allí su padre importó de Estados Unidos una de las primeras máquinas cosechadoras que se conocieron en el país. En 1888 su madre nuevamente viajó con sus hijos a Estados Unidos. Dos años después regresaron a Uruguay, salvo dos de sus hermanos varones que se quedaron estudiando ingeniería en San Francisco, California. En 1895 llegó su tía Lucy Post, hermana menor de su padre, y les contó del mensaje adventista.7

Luisa recordó, “¡Cuán agradecidos nos sentíamos de que la tía Lucy hubiera estado dispuesta a venir a nuestra tierra adoptiva para traernos el mensaje de la verdad presente y hacer posible que un día nos reunamos en el reino eterno de Dios!”8

Luisa hizo el Bachillerato en un Colegio Nacional de Buenos Aires y se recibió en el Profesorado de Música en el Conservatorio de Tiboud Piassini de Buenos Aires.9

Luisa Post se casó con William Everist el 12 de octubre de 1904.10 William no era adventista aún, pero Luisa vio en él un hombre sincero y susceptible al evangelio. Seis años después, William aceptó la fe ad-ventista y se bautizó. Poco después del bautismo de William, éste fue empleado en la Unión Austral y en la División Sudamericana.

En 1910, en ocasión de la reunión bienal realizada en el Colegio Ad-ventista del Plata, Entre Ríos, del 27 de febrero al 12 de marzo de ese año,11 y en reemplazo de Ottena de Fulton, Luisa fue nombrada secretaria del Departamento de las Escuelas Sabáticas de la Unión Sudamericana.12 Además, ese año fue reelecta para ocupar el cargo en el Departamento de las Escuelas Sabáticas de la Argentina.13 Durante los primeros años de

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Luisa Post de Everist 41

expansión de la Iglesia Adventista, los cargos administrativos eran ocu-pados en forma indistinta por hombres y mujeres. Los departamentos estaban a cargo de secretarios y secretarias. Luisa residía en ese momen-�����#��� ����������% ���������������������������������� ������esas instituciones.14

Cuando Luisa fue elegida como encargada de ese departamento, en-contró que existían 25 escuelas sabáticas en la Unión. En sus cartas al ������������������%��� �� +��������& <����$���� ��������� ���������que tenía que sortear por la falta de materiales para los registros. No obs-tante, también informó que se estaba haciendo la provisión para poder ���������� ���� $�����������'��� ������� ����������!��������� �������$���que los ministros y obreros, sus compañeros de trabajo, no le daban al departamento la importancia que tenía y que a veces se tomaban decisio-nes sin consultarla o cooperar con ella.15

Aún así, Luisa estuvo encargada por varios años de informar sobre el avance de las escuelas sabáticas de la Unión Sudamericana. Para fomen-tar y promover el desarrollo de esta actividad, publicó varios artículos en diferentes periódicos de la Iglesia en español e inglés, principalmente en La Revista Adventista en español, durante los años correspondientes ������� �������������������������� ����??����La Revista Adventista en español, en la sección dedicada a la escuela sabática se encuentran sus artículos. El primero se tituló: “El objeto e importancia de la escuela sabática”.16 Al mes siguiente no sólo mencionó que “el propósito de la escuela es de traer almas a Cristo, y de desarrollar un crecimiento vivo cristiano”, sino que además propuso un programa para el estudio diario

Luisa Post que aparece en el anuario de La Voz del Colegio Adventista del Plata de 1918

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42 Liderazgo femenino

de las lecciones.17 Sus artículos mensuales siempre contenían consejos prácticos para el progreso, desarrollo y extensión de la actividad de la escuela sabática.18

En 1912 se nombró a Luisa como secretaria de las sociedades de jóvenes de la Argentina (que luego fue Unión Austral).19 En octubre de ese año se le concedió una licencia misionera.20 En noviembre de 1913, cuando se votó organizar el Departamento de Obra Misionera Local, que comenzó a funcionar en 1914, se escogió a Luisa como encargada del mismo además de su responsabilidad en el Departamento de Escuela Sabática desde 1910. Sus artículos aumentaron, pues se hizo cargo de la columna en La Revista Adventista correspondiente a “la obra misionera local”. Su lema fue “Cada adventista un obrero activo para el Señor” y su blanco “un alma ganada para el Señor en dos años por cada adventista”.21

En 1915, le pidieron a William que fuera el secretario y tesorero del Colegio Adventista del Plata, en Entre Ríos22 y en 1918 que se encargara de la tesorería del Sanatorio vecino.23 A raíz del traslado de su esposo, a Luisa se le pidió que fuera maestra de música en el Colegio y además colaboró como escritora de La Revista Adventista cada tanto relatando historias inspiradoras sobre el trabajo de los jóvenes. En su relación con los alumnos, le gustaba ser parte de grupos pequeños donde pudiera "� ����� � '����������������+'��������> � ���������������� ������24 Luisa no tuvo hijos pero su corazón la llevó a ser benefactora de más de un joven y señorita.

En 1915 Luisa relató que en la Argentina estaban sufriendo los efec-tos de la Primera Guerra Mundial, pero que eso no les impidió traba-jar con rapidez y percibir un gran despertar entre los adventistas. Luisa ayudó a distribuir varios números de la revista El Atalaya que salieron

William Everist, esposo de Luisa Post.

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Luisa Post de Everist 43

comentando el tema de la guerra. Aunque los comienzos de su tarea como colportora fueron difíciles, posteriormente disfrutó distribuyendo cientos de ejemplares.25 Durante los años 1916 y 1917 colaboró como directora de la Sociedad de Jóvenes Misioneros Voluntarios del Colegio. Luisa cuenta que “en estas reuniones los jóvenes practican; es una espe-cie de escuela, pero no nos conformamos con sólo la teoría; hacemos lo posible para poner en práctica lo que aprendemos”.26 Para ello fue necesario dividir a los miembros de la Sociedad en grupos. Cada grupo ��!������������������������������������������������������������ +����correspondencia, la obra bíblica y había un grupo para jóvenes menores de 15 años. Unos salían a distribuir revistas personalmente, otros aten-dían el interés de las suscripciones a las revistas por correo, otros se pre-paraban para dar conferencias y atender estudios bíblicos en los pueblos vecinos. Eso requería viajar y no era sencillo en aquella época cuando el transporte más accesible era el carro tirado por caballos o simplemente ir a caballo. Para coordinar sus actividades cada grupo se reunía una vez por semana o semana por medio.27

En 1916, durante la celebración del Congreso de la Unión Sudameri-cana en La Plata, Buenos Aires, Luisa tuvo a su cargo la organización de los cultos para los niños. Contó con la colaboración de algunas esposas de otros misioneros. Los niños participaron con mucho interés en las lecciones que les enseñaron las maestras y Luisa presentó su informe sobre la obra de las escuelas sabáticas y la obra misionera local.28

En 1918 Luisa pasó el verano en Nueva Palmira y gustosamente co-laboró con los feligreses adventistas de la zona quienes esperaban vi-vamente su ayuda.29 Después continuó acompañando a los jóvenes del Colegio de Entre Ríos. Ese año la Sociedad de Jóvenes proyectó un ' ������������������������'�� ��� ������$��������������������' ��������pudieron ir en el mes de septiembre. En esa ocasión, Luisa tuvo a su car-go la meditación de la Palabra en la reunión realizada, y al día siguiente acompañó a los jóvenes en la distribución de revistas El Atalaya entre las familias de Paraná.30

Posteriormente, Luisa y su esposo volvieron a Buenos Aires, donde William trabajó como uno de los tesoreros asistentes de la División Sudamericana.31 A partir de allí, se sabe que Luisa colaboró como miembro de la Iglesia Adventista del Florida.

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44 Liderazgo femenino

Personal del Colegio Adventista del Plata, 1917. Sentada segunda de izquierda a derecha: Luisa Post de Everist. Parado primero de

izquierda a derecha, su esposo Guillermo Everist.

Personal Administrativo del Colegio Adventista del Plata – 1919. Luisa Post de Everist es la cuarta sentada contando de izquierda

a derecha.

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Luisa Post de Everist 45

En 1942, Luisa y su esposo pasaron sus vacaciones en el Colegio Adventista del Plata, Entre Ríos.32 William falleció el 23 de junio de 1949, luego de un ataque de parálisis, en el Hospital Británico en Buenos Aires.33� X��&��� ��� ���������� ����� �� ��� ��������� ��� ��� � ' � +�Sudamericana.

En 1952, Luisa escribió su último artículo que fue publicado en La Revista Adventista. En el relató la historia de la primera escuela sabática en Buenos Aires.34 Luisa siempre estuvo dispuesta a trabajar por el Señor ��������������������������� "��� ��������+���� �������� ����� �-truyendo y preparando a la nueva generación de creyentes mediante su ejemplo y sus escritos.

�����������������' ������ ���$���$�'���� ������������� ����&�-rencia. No llegó a recibirla en efectivo porque los trámites estaban en curso. Sin embargo, Luisa ya había destinado íntegramente ese dinero para el proyectado hogar de ancianos de las inmediaciones de Buenos Aires.35

Luisa falleció el 30 de enero de 1957 en el Sanatorio Adventista del Plata, Entre Ríos.36

Su legado

Luisa fue una educadora, editora y administradora dedicada y capaz. �������!������ "��������������������������'��������� ����������-yentes. Vivió una vida de entrega a Dios y de inspiración a otros con su "��� ��������������� ��� +�

Luisa Post de Everist (1952)

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46 Liderazgo femenino

Referencias1 Inés Hoiland Stevens, “Friday Evening at our Argentine Training School”, The Youth’s

Instructor 67, nº 40 (October 7, 1919): l 6.2 Walton John Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in

Austral South America”, 1: 101; “Misión del Plata”, El Faro 4, nº 5 (noviembre 1900). 3 Zina Post falleció el 6 de diciembre de 1907 en Nueva Palmira, Uruguay. (“Notas

editoriales”, La Revista Adventista 8, nº 1 [enero 1908]: 8).4 Sarah Hoskens de Post nació el 8 de abril de 1843 en Illinois, Estados Unidos, y

murió en Nueva Palmira, Uruguay, el 19 de marzo de 1919, a la edad de 74 años. Aceptó la fe por los esfuerzos del colportor Juan Vuilleumier y de su cuñada Lucy Post (O. Montgomery, “Necrología”, La Revista Adventista 19, nº 8 [10 abril 1919]: 15).

5 Víctor Ampuero Matta, “Necrología: Everist”, La Revista Adventista 57, nº 8 (agosto 1957): 15.

6 Montgomery, “Necrología”, 15; Post Everist, “South American Treasure”, 14.7 Post Everist, “South American Treasure”, 14, 21-22.8 Ibíd., 22.9 Reseña de la vida de Zina Post realizada por Jorge Frogoni Laclau, bibliotecario

���� X����� ��� ���'�� ���� ���� ��� ������� � ������� $��� � ������� =��� � �� ����Z�inquietud, energía, aventuras y empresas”, compartida vía e-mail a Silvia Scholtus el 30 de diciembre de 2010, copia en el archivo de documentos del Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina.

10 “Obituary of William Everist”, South American Bulletin 24, nº 4 (1949): 3; Ampuero Matta, “Necrología: Everist”, 15.

11 N. Z. Town, “Conferencia Unión Sudamericana”, La Revista Adventista 8, nº 4 (abril 1908): 33; “La Conferencia Unión Sudamericana”, La Revista Adventista 10, nº 4 (abril 1910): 12-13.

12 Éste era el nombre que recibía entonces el territorio eclesiástico en Sudamérica, que incluía los países de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay (“Notas editoriales”, 16).

13 Guillermo Emmeneger, “Informe de las resoluciones adoptadas en la 10ª reunión anual de la Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 10, nº 12 (diciembre 1910): 15. Su hermana, Estela, también trabajó activamente como secretaria de las Escuelas Sabáticas de Uruguay, cargo para el fue elegida en 1909 (“Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 4 [abril, 1909]: 16). Véase además Luisa P. de Everist, “Necrología”, La Revista Adventista 37, nº 13 (21 de junio de 1937): 12; “Notas editoriales”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 8.

14 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 10, nº 4 (abril 1910): 16.15 “The Ministers and Workers seem to have given little importance to the Sabbath

Schools up to now, and unless I can get them to cooperate with me, I myself can do very little in the matter, as naturally they are travelling about all the time, and could do a great deal” (cartas de Luisa Post de Everist a L. Flora Plummer, 7 de julio de 1910 y 6 de agosto de 1911, en la colección de Lydia Greene de Oppegard. Véase además Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 3:772).

16 Luisa P. de Everist, “La Escuela Sabática: El objeto e importancia de la escuela sabática”, La Revista Adventista 10, nº 5 (mayo 1910): 8.

17 L. P. de Everist, “Las necesidades de nuestras escuelas sabáticas” y “Estudio diario de las lecciones de la escuela sabática”, La Revista Adventista 10, nº 6 (junio 1910): 8.

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Luisa Post de Everist 47

18 Con sólo leer sus títulos se pueden apreciar sus aportes: “El espíritu misionero en las escuelas sabáticas”, La Revista Adventista 10, nº 7 (julio 1910): 8; “Cómo un maestro puede tener buen éxito”, La Revista Adventista, 10, nº 10 (octubre 1910): 8; “Miembros de la escuela sabática”, La Revista Adventista 10, nº 11 (noviembre 1910): 8; “El director”, La Revista Adventista 10, nº 12 (diciembre 1910): 8.

19 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 16.20 G. Emmenegger, “Algunas de las resoluciones adoptadas”, La Revista Adventista 12,

nº 11 (noviembre 1912): 6.21 Luisa P. de Everist, “La obra misionera local”, La Revista Adventista 16, nº 3-4 (marzo-

abril 1916): 26.22 “Acuerdos de la Junta Directiva de la Unión Austral (I)”, La Revista Adventista 16, nº

3-4 (marzo-abril 1916): 26.23 J. W. Westphal, “Algunos acuerdos tomados por la Junta Directiva de la Unión

Austral”, La Revista Adventista 18, nº 1 (enero 1918): 6; Lydia G. de Oppegard, “Comienzos de la Escuela Sabática”, La Revista Adventista 52, nº 3 (marzo 1952): 4.

24 J. L. Brown, “Take it, Lady! It’ll interest you!”, South American Bulletin 12, nº 2 (1936): 3.

25 E. M. Graham, “Home Missionary Work in the regions beyond”, Review and Herald 92, nº 15 (1915): 20-21.

26 Luisa P. de Everist, “La Sociedad de Jóvenes de Camarero”, La Revista Adventista 17, nº 4 (abril 1917): 9.

27 Ibíd.; Luisa P. de Everist, “La Sociedad de Jóvenes de Camarero (conclusión)”, La Revista Adventista 17, nº 5 (mayo 1917): 10, 14.

28 Lydia G. de Oppegard, “Sexta reunión bienal de la Conferencia Unión Sudamericana”, La Revista Adventista 16, nº 3-4 (marzo-abril 1916): 8; Luisa P. de Everist, “La escuela sabática” y “La obra misionera local”, La Revista Adventista 16, nº 3-4 (marzo-abril 1916): 24-26.

29 J. W. Westphal, “La obra en Porvenir y Nueva Palmira, Uruguay”, La Revista Adventista 18, nº 2 (17 enero 1918): 8.

30 Susana A. Block, “Un viaje interesante”, La Revista Adventista 18, nº 24 (24 diciembre 1918): 11.

31 Brown, “Take it, Lady! It’ll interest you!” 3; “Obituary of William Everist”, 3.32 F. L. Harrison, “In East and South Brazil”, Review and Herald 119, nº 38 (1942): 13.33 “Obituary of William Everist”, 3.34 Luisa P. de Everist, “La primera escuela sabática de Buenos Aires”, La Revista

Adventista 52, nº 3 (marzo 1952): 4.35 Ampuero Matta, “Necrología: Everist”, 15.36 Ibíd.

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Lydia Greene de Oppegard

Escritora y editora de periódicos adventistas

“Cada escuela sabática es un centro de luz y esfuerzo misionero”.1

“La actitud del padre o de la madre para con la lección sabática de-terminará en gran parte la actitud favorable o desfavorable de los niños para con ella”.2

Con su corazón en la obra de la Escuela Sabática, Lydia expresó estas frases mientras tuvo a su cargo el Departamento de Escuela Sabática de la Asociación Sudamericana.

Comienzos

En 1896, el grupo de adventistas en Buenos Aires era pequeño. Esta-ba mayormente compuesto de las familias de los misioneros. Eran muy unidos y colaboraban estrechamente en las distintas actividades de la naciente misión en Sudamérica. Los colportores recorrían los barrios donde había familias que hablaran inglés para ofrecer sus libros, pues no había ediciones de literatura adventista en español aún. Lydia Greene llegó a conocer a los adventistas por la tarea de los primeros colportores que llegaron a estas tierras.

Cómo conoció a los adventistas

Lydia Greene nació en Dublín, Irlanda, el 20 de septiembre de 1875. Junto con sus padres, vino a Argentina en 1876. Era la primogénita de seis hermanos. Le seguían cuatro hermanos y una hermana. Su familia era miembro de la Iglesia Metodista.3�������� "��� �������� �����������el adventismo sus hermanos Godfrey Chichester, John Samuel y George Chichester, y también se proyectó a los sobrinos.4

6

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50 Liderazgo femenino

En 1896 la familia Greene recibió la visita del colportor adventista Edwin W. Snyder, pero en esa ocasión no pudieron comprarle el libro Patriarcs and Prophets [Patriarcas y profetas]. Al año siguiente recibieron la visita de Ole Oppegard, escandinavo de origen, y que fue uno de los primeros misioneros de sostén propio que llegó a la Argentina enviado por la Asociación General en 1895. Ole era instructor bíblico y vendió a la familia Greene copias del periódico The Present Truth [La verdad presente]. Después de otras visitas, Ole se ofreció para dar estudios bíblicos. Lydia relató cómo en ese tiempo solían visitar a su familia Estelle de Snyder, Sadie de Town y María T. de Westphal.

En octubre de 1897, después de varios estudios y visitas de los adventistas, Lydia asistió a la casa donde se reunían los primeros adventistas y encontró que durante la mañana se daba una clase de escuela sabática en inglés. Lucy Post era la secretaria y el pastor Nelson Town su director. En ese entonces, Lydia trabajaba como maestra de niños y enseñaba inglés. Se sintió atraída por el trabajo que se hacía en la congregación de los adventistas con los niños en la escuela sabática.6 Eso marcó parte de su futuro ministerio cuando aceptó formar parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Familia Greene entre 1893 y 1894, aproximadamente. De pie: John Samuel Greene, Lydia Greene, Henry Robert y George Chichester. Sentados: Rachel Betts de Greene, en sus brazos Nelly, Robert

Nathaniel Greene y en sus brazos Godfry Chichester.5

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Lydia Greene de Oppegard 51

El día 30 de ese mes de octubre de 1897, Lydia y su madre aceptaron gustosamente las buenas nuevas y fueron bautizadas en el río Riachuelo, por el pastor Nelson Z. Town.7 Se unieron al pequeño grupo de la iglesia de Buenos Aires. Y cuando un tiempo después se fundó la Iglesia de Florida, fueron miembros de ese grupo.8

Sus primeras labores como misionera

El 17 de mayo de 1899, a los 24 años de edad, Lydia se casó con Ole Oppegard, que había sido uno de sus instructores bíblicos.10 Lydia acompañó la tarea misionera de su esposo dando estudios bíblicos, preparando comidas saludables, tratando a los enfermos, vendiendo periódicos, porque ella siempre decía que su esposo era obrero de sostén propio; es decir, no dependía de un sueldo de la Iglesia.11

Por su trabajo dedicado, Lydia recibió una credencial de misionera desde 1904 a 1922.12 Desarrolló su actividad mayormente en Buenos Aires.13

En octubre de 1907 se nombró a Lydia como redactora del periódico La Verdad Presente. Sus ayudantes fueron Nelson Z. Town y Arturo Fulton, y sus corresponsales José W. Westphal y Roberto H. Habenicht.14 Su actividad como redactora del periódico la mantuvo ocupada. Como en ese entonces la imprenta se estaba trasladando desde el colegio ubicado en Entre Ríos, Lydia y su esposo ofrecieron a la Asociación

Lydia Greene cuando tenía aproximadamente 20 años.9

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su propiedad en venta a un costo menor, ubicada en Florida, provincia de Buenos Aires. El mismo criterio utilizó Francisco Westphal con un lote lindante. La Asociación compró los dos terrenos ofrecidos.15 Hacia 1925, la Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES) se trasladó ���� � ����������� ������� ������� � ������+������� ����������� ������ ���de la actual Unión Argentina, sede regional administrativa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Al año siguiente, 1908, después de asistir con su esposo a las reuniones de la Unión Sudamericana, realizadas en Camarero, Entre Ríos,16 regresó a Buenos Aires para continuar con sus tareas con nuevas responsabilidades, ya que se la nombró editora responsable del periódico.17 En 1909 las responsabilidades de Lydia aumentaron, ya que pasó a ser redactora de la revista Salud y Vida y editora principal de La Revista Adventista,18 cargo que ocupó hasta 1912.19

En febrero de 1916, momento histórico para la IASD, cuando se organizó la obra en Sudamérica bajo una nueva División dependiente de la Asociación General y se originó también la Unión Austral de los Ad-ventistas del Séptimo Día, que abarcaba el territorio de Paraguay, Chile,

����������������� �� � ������� ����Florida que fuera adquirido a Ole Oppegard en 1906.20

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Lydia Greene de Oppegard 53

Argentina, Uruguay e Islas Malvinas, se nombró a Lydia secretaria del Departamento de las Escuelas Sabáticas de la División Sudamericana.21 Sus labores como maestra la prepararon para realizar una tarea intere-sante para mejorar la calidad de la Escuela Sabática para los niños. Lydia escribió dos informes breves de las reuniones de la Unión, comentando cómo se habían organizado para atender a los niños e incluso cómo innovar las reuniones en las iglesias para ellos. También se habían orga-nizado reuniones de capacitación para las madres.22

Los recientes conversos a la Iglesia Adventista necesitaban conocer cómo desarrollar las actividades de la escuela sabática y por eso Lydia, como encargada del Departamento de Escuela Sabática, escribió artículos cada mes en La Revista Adventista haciendo anuncios e informando sobre los adelantos en relación con esa obra.23 Como aún no se tenían folletos de escuela sabática para niños, parte del contenido de sus artículos incluyó las lecciones de escuela sabática sugerentes con las ilustraciones respectivas para los maestros de menores. En relación con sus artículos, el presidente de la Unión Austral de la IASD escribió:

Las notas sobre las lecciones de la Escuela Sabática son excelentes y han de ser, sin duda, una ayuda grande para los maestros. Si siguen siendo siempre tan buenas, La Revista será indispensable para los maestros. El Señor a la verdad está bendiciendo a la Hna. Oppegard en la preparación de ellas. Estas enseñanzas del departamento deben asegurar una circu-lación grande del periódico entre todos nuestros hermanos, tanto fuera de la Unión como dentro de ella. Si no se interesan en el periódico es porque no lo leen cuidadosamente.24

Sus responsabilidades como encargada del Departamento de Escuela Sabática de la Unión mantuvieron a Lydia viajando y presentando infor-mes. Resulta interesante que a principios de 1918, la Junta Directiva de la Unión Austral decidió celebrar reuniones anuales por regiones ecle-siásticas. En Chile sería en febrero, en Uruguay en marzo y en la Misión del Alto Paraná en abril. Del 14 al 24 de marzo Lydia pudo asistir a la reunión anual de la Misión Uruguaya realizada en San José y se encargó de la organización de las reuniones para los niños. Las reuniones eran por la tarde y tuvo la ayuda de un grupo de maestras.25 Posteriormente elaboró un informe donde comentó los temas que se trataron en las reu-niones generales.26 Aunque hubo más reuniones en otras regiones, Lydia no pudo asistir.27 ��������� �������������������' �����������������

Sus últimos años

En 1925, en una sesión general de la Unión Austral, todos los presen-tes se pararon para rendir respeto a la pareja Oppegard.28

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En 1952 Lydia escribió su último artículo recordando los comienzos de la obra de la escuela sabática. En el mismo relato menciona que en el año 1894 se fundó la primera escuela sabática en la Capital Federal y la segunda en Argentina, después de la de Crespo Campo, Entre Ríos. Esa escuela se reunía “en la galería de casas de departamentos para empleados en la Estación Solá, al sur de la línea del ferrocarril que va a La Plata”. Su directora fue María Thurston de Wesphal, quien también actuó como “directora de las Escuelas Sabáticas de la antigua Asociación del Río de la Plata en 1899”. Mientras María se ausentó por un tiempo, entre ������~��������� �<������~�������� ������'�������������������������

Lydia Greene y su esposo Ole Oppegard.

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Lydia Greene de Oppegard 55

sabática hasta que llegó Sadie de Town y asumió la responsabilidad. Luego que Luisa Post de Everist dejó esa tarea en 1916, Lydia volvió a asumirla hasta 1919.29

Ole, el esposo de Lydia, falleció el 20 de febrero de 1934. Lydia fue a vivir a Paraná, Entre Ríos, con sus familiares.

Ambos esposos emplearon la mayor parte de su vida en la obra del colportaje evangélico, dedicando mucho de su tiempo y energías al tra-bajo misionero. Lydia tuvo una vida fecunda en la causa de Dios. Junto con su esposo fueron pilares que ayudaron a sustentar la obra de la Igle-sia Adventista en Argentina en los difíciles días de sus comienzos.30

Lydia tenía un temperamento tranquilo, un corazón celoso y ardiente. ���'�<�����������������������������������������$������� ����������-gura para defender los principios bíblicos.32 Lydia falleció el 14 de marzo de 1960, a los 84 años de edad, en el Sanatorio Adventista del Plata. Sus restos descansan en el cementerio de Libertador San Martín, Entre Ríos,

Casa que perteneció a Ole Oppegard y Lydia Greene en lacalle España 1140, Florida, Buenos Aires. Fue donada a la IASD n 1934 (hoy no existe). A la izquierda: Ole Oppegard; a la derecha: Lydia Greene de Oppegard.31

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%���� ����� ������������� ����������������%�� ����%�'����������� ���y Daniel Ramos.33

Referencia1 L. G. de Oppegard, “El informe estadístico”, La Revista Adventista 17, nº 8 (agosto

1917): 13. 2 L. G. de Oppegard, “Cómo los padres pueden cooperar con el maestro de los niños”,

La Revista Adventista 17, nº 9 (septiembre 1917): 11.3 Daniel Ramos, “Necrología: Oppegard”, La Revista Adventista 60, nº 8 (1960): 15.4 Su madre fue Rachel Betts de Greene y su padre Robert Nathaniel Greene, quien

falleció mucho antes del bautismo de Lydia en la Iglesia Adventista. Los hijos por orden de nacimiento fueron: Lydia, Henry Robert, George Chichester, John Samuel, Godfry Chichester, Nelly. Algunos de sus sobrinos nietos son el Dr. Juan Patricio Greene (médico en la Clínica Adventista Belgrano, Buenos Aires), la Dra. Estela Greene (odóntologa en la localidad de Libertador San Martín, Entre Ríos), la profesora Mónica Pereyra (Greene) de Bernhardt. Estos datos fueron provistos gentilmente por Eugenio Di Dionisio de su entrevista realizada el 1 de marzo de 2011 a Juan Greene, sobrino de Lydia Greene.

5 Foto obsequiada en septiembre de 2011 por Juan Greene, hijo de John Greene y sobrino de Lidia Greene, al Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina.

6 Información facilitada por Juan Greene, Florida, Buenos Aires.7 Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South

America”, 1:88.8 E. W. Thomann, “Necrología: Greene”, La Revista Adventista 19, nº 19 (11 septiembre

1919): 15. 9 Foto obsequiada por el sobrino de Lydia Greene, Juan Greene, en septiembre de

2011, al Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina.

10 W. E. Murray, “Obituary”, South American Bulletin 10, nº 4 (1934): 8; Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 89. Ramos informó que el casamiento se produjo el 5 de mayo de 1899; no obstante la discrepancia de fecha, fue durante el mes de mayo de ese año (Ramos, “Necrología: Oppegard”, 15).

11 Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 89.

12 N. Z. Town, “La Conferencia Anual”, La Revista Adventista 4, nº 11 (noviembre 1904): 4; N. Z. Town, “La Asamblea General en la Argentina”, La Revista Adventista 5, nº 11 (noviembre 1905): 5; N. Z. Town, “La reunión general en Alberdi”, La Revista Adventista 6, nº 12 (diciembre1906): 6; “Reunión General”, La Revista Adventista 8, nº 11 (noviembre 1908): 116; Guillermo Emmenegger, “Informe de las resoluciones adoptadas en la 9º sesión anual de la Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 9, nº 11 (noviembre 1909): 15; M. Trummer, “Río de la Plata”, La Revista Adventista 10, nº 5 (mayo 1910): 13; G. E. Hartman, “Credenciales y Licencias”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 9; G. E. Hartman, “Acuerdos del comité ejecutivo de la Conferencia Unión Sud-Americana”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 13; G. Emmenegger, “Algunas de las resoluciones tomadas”, La Revista Adventista 12, nº 10 (octubre 1912): 7; G. E. Hartman, “Informe del Secretario”, La Revista Adventista 16, nº 3 y 4 (marzo-abril 1916): 12; G. E. Hartman, “Informe del séptimo Congreso de la Unión Austral”, La Revista Adventista 20, nº 8 (8 abril 1920): 8-9.

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Lydia Greene de Oppegard 57

13 “Notas del Plata”, La Revista Adventista 6, nº 2 (febrero 1906): 4.14 Arturo Fulton, “Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 7, nº 12 (diciembre

1907): 5.15 O. Oppegard, “Buenos Aires”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 8; Aldo

S. Casella y Carlos A. Steger, Cien años de bendiciones (Florida, Buenos Aires: ACES, 2004), 18-19, 38.

16 N. Z. Town, “Conferencia Unión Sud Americana”, La Revista Adventista 8, nº 4 (abril 1908): 29.

17 O. Oppegard y L. G. de Oppegard, “Conferencia Argentina: La obra en Buenos Aires”, La Revista Adventista 8, nº 4 (mayo 1908): 47.

18 “Extractos de los acuerdos del comité de la Conferencia Unión, tomados en el Colegio Adventista del Plata, Diamante, Entre Ríos, Argentina; octubre 21 a noviembre 14 de 1909”, La Revista Adventista 10, nº 2 (febrero 1910): 13.

19 Hartman, “Acuerdos del comité ejecutivo de la Conferencia Unión Sud-Americana”, 13.

20 O. Oppegard, “Buenos Aires”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 8; Aldo S. Casella y Carlos A. Steger, Cien años de bendiciones (Florida, Buenos Aires: ACES, 2004), 18-19, 38.

21 J. W. Westphal, “Sexta reunión bienal de la Conferencia Unión Sudamericana: La Plata, febrero 10-19 de 1916”, La Revista Adventista 16, nº 3 y 4 (marzo-abril 1916): 7.

22 Lydia G. de Oppegard, “Los cultos para los niños”, La Revista Adventista 16, nº 3 y 4 (marzo-abril 1916): 8; Lydia G. de Oppegard, “Las reuniones para madres”, La Revista Adventista 16, nº 3 y 4 (marzo-abril 1916): 8.

23 L. G. de Oppegard, “El día de Brasil”, “Un diseño interesante” y “Acuerdo importante”, La Revista Adventista 16, nº 6 (junio 1916): 8-9; “Sugestiones para el buen éxito”, La Revista Adventista 16, nº 7 (julio 1916): 7-8; “Deberes del superintendente y del secretario de la escuela sabática”, La Revista Adventista 16, nº 8 (agosto 1916): 7-8; “Creciendo todavía a los 63 años de edad”, La Revista Adventista 16, nº 10 (octubre 1916): 8-9. Continuó publicando artículos aislados durante los años siguientes, 1917, 1918, 1919, hasta su último artículo en 1952.

24 “De una carta”, La Revista Adventista 18, nº 1 (enero 1918): 16.25 E. W. T[homann], “La reunión anual de la Misión Uruguaya”, La Revista Adventista

18, nº 8 (11 de abril 1918): 10.26 Los temas fueron: historia de la escuela sabática, objeto de su existencia, deberes

��� ���� �� ������ ��� ��� +� ��� ���������� ��� �������� ����� $������ ��������� �� ���consumación de la misión por medio de sus contribuciones al sostén y difusión del mensaje en el mundo; cómo enseñar la lección, la necesidad de emplear objetos, láminas y otros dibujos para facilitar el aprendizaje, entre otros. Véase L. G. O [ppegard], “Ecos de una reunión anual”, La Revista Adventista 18, nº 8 (11 de abril 1918): 13.

27 J. W. Westphal, “Algunos acuerdos tomados por la Junta Directiva de la Unión Austral”, La Revista Adventista 18, nº 1 (enero 1918): 6; Roscoe T. Baer, “El congreso anual del Alto Paraná”, La Revista Adventista 18, nº 9 (25 de abril 1918): 10, 15; L. G. de Oppegard, “De Alto Paraná”, La Revista Adventista 18, nº 9 (25 de abril 1918): 13.

28 Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 89.

29 Lydia G. de Oppegard, “Comienzos de la Escuela Sabática”, La Revista Adventista 52, nº 3 (marzo 1952): 4.

30 Ramos, “Necrología: Oppegard”, 15.

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58 Liderazgo femenino

31 Fotografía donada en septiembre de 2011 por Juan Greene, sobrino de Lydia Greene, al Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina.

32 Ibíd.33 Ibíd.

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Elvira Deggeller de Foley

Colportora y evangelista

En 1903, el médico y pastor Roberto Habenicht trabajó junto con el pas-tor Mc Carthy. Juntos fueron enviados a Misiones para ayudar a corregir ciertos errores doctrinales del grupo que se reunía en ese lugar. Al tercer día después de su arribo, Roberto Habenicht escribió que lograron ayu-dar a los feligreses a corregir sus conceptos. Al sexto día informó que ya habían organizado una escuela sabática con veintiocho miembros y que había varios más interesados en el mensaje adventista.1 Durante esos �!���������������� �&���� +�������� �������'�� ���� ���������� ���familia Deggeller realizado en el arroyo Ipecañú, a pocos kilómetros de la población de Altos, en Paraguay. Se bautizaron en esa ocasión Berta Künzle de Deggeller y sus hijas Cecilia, Fanny, Luisa y Guillermina.2 Una de las hermanas, Elvira, estaba de viaje por Europa en esa ocasión. Pero lo hizo posteriormente.

Antecedentes y preparación

Elvira nació en 1885 en Nueva Palmira, Uruguay. Junto con su familia se trasladó a Paraguay en 1895.3 Sus padres fueron Guillermo Deggeller (1844-1934) y Berta Künzle (1860-1941), ambos nacidos en Suiza.4

A su ingreso como miembro de la Iglesia Adventista en 1904 ó 1905, Elvira se dedicó a ser una misionera para Dios. Salió de su casa en 1906 y sus primeras labores fueron como colportora evangélica abriendo obra en nuevos territorios, lo que hizo que después colaborara intensamente como instructora bíblica. Ese año, en la sesión de la sexta reunión anual de la Conferencia del Río de la Plata, celebrada en Alberdi, provincia de Córdoba, del 25 de octubre al 4 de noviembre de 1906, se les pidió a Elvira y a su hermana Cecilia, que continuaran su trabajo de colportaje y de apoyo a las reuniones de evangelización en carpa en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Cuando concluyeron allí, sus nuevos territorios fueron las ciudades más grandes en la ruta que va desde Rosario a Capital Federal, en Argentina. Su trabajo consistió en vender suscripciones para el periódico La Verdad Presente.5

7

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60 Liderazgo femenino

Mientras Elvira y Cecilia colportaban en San Nicolás, se encontraron con una señora en tal estado de desesperación que deseaba suicidarse. Elvira y Cecilia fueron instrumentos para darle el mensaje del evangelio a esta mujer, quien aceptó el mensaje y empezó a observar el sábado. Posteriormente, esta mujer se trasladó a Alberdi y con las visitas del pas-tor Luis Rojas, se bautizaron ella y otros familiares.6

En el mes de octubre de 1907, Elvira fue a trabajar a Uruguay y llegó ������������������������������������'������������������� ���������revista La Verdad Presente, del grupo de quince colportores que había en ese momento en Argentina, Paraguay y Uruguay.7���' ���������������las cuatro mujeres que formaban parte de ese grupo.8

El 25 y 26 de octubre de 1907, en la Reunión Anual Argentina que se realizó en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, los miembros de la Conferencia Unión Sudamericana votaron conceder a Elvira la licencia de colportora de la Unión para continuar su trabajo en Uruguay junto con Ana Frick y Juan Ernst.9

En los informes de los resultados de las ventas del colportaje de no-' ��������� � ���������~�������' ���� �� +�������������'��������de éxito junto con su hermana Cecilia. En ese momento, el grupo total de colportores había disminuido a trece; seis de sus miembros eran mu-jeres.10 Los informes del trabajo de Elvira eran de Uruguay.

El trabajo de Elvira en la Misión Uruguaya dio frutos inmediatos. Los dueños de la pieza que alquilaba conocieron el mensaje y lo aceptaron. Trabajó intensamente en Montevideo y en todas las ciudades que tenían estaciones de trenes desde Montevideo hasta Paysandú. Regresó en va-por y colportó hasta Fray Bentos junto con su compañera Ana Frick. Ambas pasaron después a Mercedes. En un informe de trabajo, el pastor Juan Maas habla de cuán meticulosas eran las dos colportoras en su la-bor. Si no les hubieran escaseado los periódicos habrían concluido con la ciudad de Mercedes antes de la fecha prevista. Su demora se debió a una huelga que hubo en la ciudad de Buenos Aires. Mientras aguardaban la llegada del material para distribuir, Elvira y Ana viajaron a la ciudad de Dolores para visitar a la familia Maas. Como no había muchos medios de transporte disponibles y estaban acostumbradas a caminar, decidieron recorrer la distancia de 50 kilómetros a pie. Lo hicieron en diez horas, y llegaron muy cansadas pero de buen ánimo.11

En noviembre de 1909, Elvira comenzó a trabajar en Buenos Aires con Andrea Rasmussen.12

Para marzo de 1910, el pastor Luis Rojas contó que Elvira estaba colportando en Paraguay y que le estaba yendo muy bien.13 Elvira misma relata que llegó a Asunción para visitar unos parientes, probablemente su hermana Cecilia. Esto lo hizo después de pasar una corta temporada en Puerto Bouvier junto con sus padres para recuperar su salud. En

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Elvira Deggeller de Foley 61

Asunción ocupó su tiempo colportando. Su método era iniciar sus acti-vidades todas las mañanas en la estación, en el tren que salía a las 7 de la mañana, con la revista Señales de los Tiempos. De esa forma los pasajeros hacían llegar esta revista a diferentes pueblos de la zona. Después reali-zaba su trabajo en la ciudad. Contaba entre los suscriptores de la revista a las principales familias de la aristocracia de Asunción. Se sentía feliz de recibir el aprecio de la gente mientras hacía este trabajo.14

Durante 1912, Elvira continuó teniendo éxito en su tarea como colportora junto con su hermana Guillermina en Rosario, provincia de Santa Fe. Las dos hermanas habían logrado tomar más de 200 suscripciones para la revista Salud y Vida.15 Luego de trabajar en la provincia de Santa Fe, Elvira fue invitada a trabajar como obrera bíblica y colportora en Buenos Aires.16 Su trabajo en ese lugar le produjo satisfacción. Manifestó gozo de poder colaborar con la difusión del evangelio en ese lugar. Su obra se concentró particularmente en el barrio de Flores.17 Había varias familias a las cuales visitó para darles estudios bíblicos. Además participaba de las reuniones de culto que se realizaban en seis lugares de Buenos Aires y sus alrededores. Flores, Villa Devoto, Belgrano, Bernal se cuentan entre los lugares en los que Elvira trabajó. Consideraba todo un desafío trabajar en esos lugares donde había mucha incredulidad y vicios. Su mirada estaba siempre puesta en la esperanza del pronto regreso de Cristo y su responsabilidad de emplear los talentos ��� � ���������� ��������������������������18

Durante los años 1912 a 1914, Elvira recibió reconocimiento por su dedicación y trabajo y se le otorgó una credencial como misionera.19

Durante noviembre de 1913 y en el año 1914, Elvira ayudó a Nico-lás Hansen en su trabajo misionero en Rosario, provincia de Santa Fe.20 Posteriormente, Elvira colaboró con buen éxito en la ciudad de Buenos Aires junto al presidente de la Asociación Argentina, C. E. Knight, y Ernesto Tulín.21

La dedicación y habilidad evangelizadora de Elvira hicieron que en octubre de 1914, los administradores de la Iglesia Adventista decidieran que volviera a Rosario, Santa Fe, para colaborar con el interés despertado durante las reuniones realizadas por el pastor B. C. Haak, quien falleció el 25 de noviembre de ese año. Pronto, con su ayuda, se bautizaron unas 18 personas el 26 de diciembre, entre ellas una mujer de 82 años.22

Elvira se casó el 8 de abril de 1915 con el colportor Patricio Foley.

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62 Liderazgo femenino

�������������~�~�����' ��������������� ���������������������Jorge Casebeer y Arturo Leroy Westphal para evangelizar la ciudad de Paraná. Al año siguiente, se organizó la iglesia de ese lugar con más de veinte miembros y se nombró a Godofredo Block (p) como su pastor.23

Su actividad continuó durante esos años 1917 y 1918, pues se le otorgó credencial misionera.24 El registro de su actividad se interrumpe después de esos años. Probablemente su vida familiar la absorbió en otras actividades. Elvira falleció el 28 de noviembre de 1958. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Grütly Sur, provincia de Santa Fe, Argentina.25

Elvira Deggeller y su esposo Patricio Foley.

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Elvira Deggeller de Foley 63

Su legado

Se puede observar que Elvira fue una misionera entregada al Señor desde su bautismo. Trabajó difundiendo el mensaje durante las etapas iniciales de crecimiento de la Iglesia Adventista en Argentina. A Elvira Deggeller se le solía pedir que abriera obra con el colportaje en lugares a los que después se llegaba con una serie de reuniones públicas. Es decir que Elvira era considerada una evangelista de avanzada pues no sólo distribuía literatura adventista, sino que captaba interesados a los que les daba estudios bíblicos y posteriormente acompañaba el ciclo de reu- ��������������� +������������������������� ������������� � +�y por Cristo contagió a quienes se relacionaron con ella, incluso a sus hermanas, a quienes invitó a involucrarse en las tareas de evangelización con impresos. Sólo estos pocos datos cuentan acerca de una mujer con espíritu de entrega y de amor por la difusión de las buenas nuevas de salvación.

Referencias1 N. Z. Town, “Territory of Misiones, Argentina”, Review and Herald 80, nº 36

(September 10, 1903): 9. 2 Cecilia de Kalbermatter (esposa de Ignacio Kalbermatter), “Los comienzos de la

obra en Paraguay”, Revista Adventista 58, nº 8 (1958): 13.3 Congregación Evangélica de Nueva Helvecia. Registro de Bautismos. Nueva

Helvecia, Depto. Colonia, Rep. Oriental del Uruguay. El 15 de agosto de 1895 $��������� <����������������� ���������|���� ������������� �� ��������@?�~���¢��Nº 25 Guillermina (nacida el 8.I.1892), Nº 26 Alfredo Federico (nacido el 24.I.1895). Posteriormente la madre y sus 6 hijos (incluidas Cecilia, Fanny y Elvira) viajaron a Paraguay. El padre lo había hecho con anterioridad. En el nuevo terruño nacieron Aurelio y Arnoldo. Información proporcionada a Eugenio Di Dionisio por Rubén Carlos Yennerich Weidmann (el 25 de julio de 1997) y amablemente compartida con la autora de este libro.

4 Cecilia Deggeller de Kalbermatter, “Los Comienzos de la Obra en Paraguay”, La Revista Adventista 58, nº 8 (agosto 1958): 13; Guillermina Deggeller de Kalbermatter, carta a Eugenio Di Dionisio, (03/07/1988).

5 “Donde van los obreros”, La Revista Adventista 6, nº 12 (diciembre 1906): 6.6 N. Z. Town, “Alberdi y San Jerónimo”, La Revista Adventista 7, nº 11 (noviembre

1907): 8.7 Arturo Fulton, “El número especial de la ‘Verdad Presente’”, La Revista Adventista 7,

nº 12 (diciembre 1907): 6.8 Cecilia y Elvira Deggeller, Margarita Ernst y Ana Frick,9 N. Z. Town, “Acuerdos tomados por el comité de la C.U.S.A. en Gualeguay,

Argentina, octubre 25-26 de 1907”, La Revista Adventista 7, nº 12 (diciembre 1907): 7; Juan V. Maas, “Misión Uruguaya”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 4.

10 “Informe del colportaje para el mes de noviembre”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 7; Arturo Fulton, “Informe del colportaje para el mes de diciembre en el Río de la Plata”, La Revista Adventista 8, nº 2 (febrero 1908): 15; Arturo Fulton, “Entre los colportores”, La Revista Adventista 8, nº 3 (marzo 1908): 23.

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11 Juan V. Maas, “Misión Uruguaya: Informe general”, La Revista Adventista 8, nº 3 (marzo 1908): 21-22.

12 “Notas del Plata”, La Revista Adventista 9, nº 12 (diciembre 1909): 15.13 L. A. Rojas, “Paraguay – Villa Rica”, La Revista Adventista 10, nº 11 (noviembre 1910):

13.14 Elvira Deggeller, “Paraguay – Asunción”, La Revista Adventista 11, nº 1 (enero 1911):

12.15 Máximo Trummer, “Experiencias en el colportaje de los campos platenses”, La

Revista Adventista 12, nº 3 (marzo 1912): 14.16 “Noticias de la obra”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 15; C. E. Knight,

“Extracto del informe del presidente de la Conf. Argentina, pastor C. E. Knight”, La Revista Adventista 12, nº 10 (octubre 1912): 7.

17 Elvira A. Deggeller, “Flores, Buenos Aires”, La Revista Adventista 12, nº 8 (agosto 1912): 12.

18 E. Tulín, D. de Knight, E. Deggeller, “La obra en Buenos Aires”, La Revista Adventista 12, nº 10 (octubre 1912): 11-12.

19 G. Emmenegger, “Algunas de las resoluciones tomadas”, La Revista Adventista 12, nº 10 (octubre 1912): 7; G. Emmenegger, “Resoluciones adoptadas por la Conferencia Argentina en su 13º sesión anual”, La Revista Adventista 13, nº 12 (diciembre 1913): 12-14; E. Emmenegger, “La Décimocuarta Asamblea Anual de la Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 14, nº 12 (diciembre 1914): 12.

20 J. W. Westphal, “Santa Fe y Rosario”, La Revista Adventista 14, nº 1 (enero 1914): 13; Godofredo Block, “Nuestra obra en Rosario de Santa Fe”, La Revista Adventista 15, nº 2 (febrero 1915): 13.

21 El párrafo quinto de las noticias breves que aparecen en la pág. 16 de La Revista Adventista 14, nº 7 (julio 1914).

22 Godofredo Block, “Nuestra obra en Rosario de Sta. Fe”, La Revista Adventista 15, nº 2 (febrero 1915): 13.

23 Arturo Leroy Westphal, cartas a Eugenio Di Dionisio del 23 mayo 1974, 2 mayo 1977, 12 enero 1980, 3 abril 1980, 5 enero 1981.

24 Carlos E. Krieghoff, “Informe del secretario”, La Revista Adventista 18, nº 1 (enero 1918): 11; Carlos Krieghoff, “Un congreso anual muy bendecido”, La Revista Adventista 18, nº 23 (21 noviembre 1918): 7.

25 Datos cedidos por Eugenio Di Dionisio al Centro de Investigación White, septiembre 2010.

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Cecilia Deggeller de Kalbermatter

Misionera y pionera en Paraguay, Bolivia y Perú

En 1903, Roberto Habenicht visitó la provincia de Misiones y organizó una iglesia allí.1 Durante esos días asistió al bautismo de los Deggeller realizado en Paraguay2 y que se describió en la biografía de Elvira Deggeller.

Antecedentes y preparación

Cecilia nació el 1 de mayo de 1880, en Nueva Helvecia, Uruguay, y junto con su familia se trasladó a Paraguay en 1895.3 Sus padres fueron Guillermo Deggeller (1844-1934) y Berta Künzle (1860-1941), ambos nacidos en Suiza. Su bautismo fue en el año 1903 en el arroyo Ipecañú, a pocos kilómetros de la población de Altos en Paraguay, siendo Roberto ���� �&�� ��� ������� �� ����� �� ��� � ���� ���� +� ��� ���� <���� ���madre Berta Künzle y sus hermanas Fanny, Luisa y Guillermina.4

Su labor como misionera

Después de su bautismo, Cecilia se dedicó a la misión adventista. En 1905 recibió credencial como misionera en la Asamblea Anual de los Adventistas del Séptimo Día de la Conferencia del Río de la Plata.5 Después de la reunión se la envió a Buenos Aires para colportar dis-tribuyendo el periódico La Verdad Presente.6 En 1906 recibió otra vez la credencial como misionera.7 Durante ese año continuó su trabajo en Buenos Aires junto con Olga Fernández y Elena Ernst. Como fruto de su trabajo algunas personas se interesaron en el mensaje adventista.8 Las colportoras fueron asistidas por Sadie de Town tanto en sus necesidades personales como con los estudios bíblicos a las personas interesadas en conocer el mensaje adventista.

%�������~��������� � +������ � ���������&��������' �������� �� ����trabajando en Rosario mientras se realizaban las reuniones de evange-lización en carpa. Al terminar, regresaron para continuar su tarea de colportaje con La Verdad Presente en Buenos Aires y en las ciudades más grandes en la ruta que va desde Rosario a Capital Federal.9

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66 Liderazgo femenino

Cecilia narró su experiencia con el colportaje en dos artículos.10 Dis-frutó siendo instrumento de Cristo para dar a conocer su mensaje de salvación a quienes se sentían angustiados y desesperados.11

El 2 de octubre de 1907, Cecilia salió desde el Colegio de Entre Ríos rumbo a Rosario para colportar junto con Ana Frick y otros jóvenes. Fueron en compañía del pastor Nelson Z. Town y se hospedaron en el hogar de la familia Rojas.12 Luego se le pidió a Cecilia que fuera a col-portar nuevamente a Buenos Aires con La Verdad Presente en compañía de Ida Hofer.13 En el informe que se hizo de su trabajo en el número es-��� �������������' �������+������������������'�������������������-tubre, luego de su hermana Elvira, en el grupo de quince colportores.14

En los informes de los resultados de las ventas del colportaje de no-viembre y diciembre de 1907 siguió apareciendo como una de las col-portoras que más vendió junto con su hermana Elvira. En el último informe el grupo total de colportores fue de trece, entre los cuales seis eran mujeres y una de ellas, Cecilia.15 En ese momento, Cecilia estaba colportando en la ciudad de La Plata, Buenos Aires. En un informe pos-terior se puede deducir que fue una de las colportoras de mayor venta. Esta vez el grupo de colportores que informó estaba compuesto por ocho personas, seis de ellas mujeres. Sus actividades correspondieron al pueblo de Azul.16

Después de colportar en Azul, se dirigió a San Cristóbal, provincia de Santa Fe, en enero de 1908 para realizar los preparativos de su boda. El 11 de febrero contrajo matrimonio con Ignacio Kalbermatter.17 Su compromiso matrimonial la llevó a acompañar a su esposo en las labores de la misión adventista en el territorio de Alto Paraná, en Paraguay. La pareja se estableció en la ciudad de Asunción. Una de las tareas de Cecilia fue encargarse de recibir los informes correspondientes a las escuelas sabáticas de la zona.18 El 8 de diciembre nació el hijo primogénito de Cecilia e Ignacio, Ismael Ricardo.19

Durante 1909 pasó dos meses y medio con sus padres y hermanos, a quienes no había visto por casi más de cuatro años. Cecilia describió el lugar que consiguieron como residencia para su familia de la siguiente manera: “Aquí hemos formado nuestro hogar, aunque pobre, porque consta de una pieza; tiene en cambio un gran patio en el cual hay plantas ����� ������"�����*�20 Debido al cuidado de su hijo, sólo podía ocupar un día por semana a realizar visitas mientras su esposo se ausentaba en su tarea evangelizadora. Como Cecilia no podía salir, inició actividades evangelizadoras en su propio hogar atendiendo algún enfermo y dando clases en las que usaba la Biblia como texto. “Vienen cada noche seis niños paraguayos que se interesan mucho por la verdad; ya cantan tres himnos muy bien, y estudiamos la vida de Jesús”. Además tomaba clases de idioma guaraní “para poder evangelizar a tantos otros niños y ancia-nos que no comprenden otra lengua”.21

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Cecilia Deggeller de Kalbermatter 67

En las sesiones de la Conferencia Unión, realizada en el Colegio Adventista del Plata, Entre Ríos, del 21 de octubre al 14 de noviembre de 1909, se nombró a Cecilia secretaria de las escuelas sabáticas del Alto Paraná.22

Después de participar de la primera reunión de la Misión del Alto Paraná realizada en Villa Encarnación, Paraguay, del 10 al 18 de diciembre de 1909, Ignacio, el esposo de Cecilia, viajó a visitar diferentes iglesias

Cecilia Deggeller y su esposo Ignacio Kalbermatter junto a sus cuatro hijos.

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de la región. Durante su ausencia, su pequeño hijo, Ismael, quien estaba por comenzar a caminar, enfermó gravemente de bronquitis y pulmonía. ��� � �����&+����&!� ������������������������������������������������falleció el 27 de diciembre de 1909. Su esposo llegó cinco días después que su pequeño fuera sepultado, desconociendo el hecho, pues no había recibido los telegramas que le habían enviado.23 Este fue un duro golpe para la pareja, pero su fe les ayudó a superar esas circunstancias tan tristes.

Durante la tercera reunión bienal de la Conferencia Unión Sudame-ricana, realizada en Camarero, Diamante, Entre Ríos, del 27 de febrero al 12 de marzo de 1910, se votó que Cecilia e Ignacio trabajaran en el campo de la Conferencia Unión en Buenos Aires. Durante esa ocasión se ordenó a Ignacio como pastor.24

Durante unas semanas de ese año, Cecilia y su esposo visitaron la fa-milia de Ignacio, en San Cristóbal y Portugalete, provincia de Santa Fe. Ignacio relató cómo trabajaron durante unas dos semanas con sus fami-liares para ayudarlos en su vida espiritual y para alentarlos en el mensaje y la esperanza.25 Ignacio organizó la escuela sabática de Portugalete con quince miembros el 17 de septiembre, y al sábado siguiente, 24 de sep-tiembre, organizó la escuela sabática de San Cristóbal con más de veinte miembros.26

En esos meses, Cecilia y su esposo se estaban preparando para afrontar el desafío de trabajar en la Misión Boliviana. Hacia allá partieron el 20 de noviembre de 1910.27 Zarparon de Dársena Sud a las 10 PM en vapor para Montevideo. El día 22, se embarcaron en el transatlántico “Elkab” hasta el puerto de Antofagasta, Chile. Cecilia aprovechó para vender literatura durante el viaje. Le vendió los libros El Rey que viene y Cartilla del Nuevo Testamento a un abogado chileno y a su esposa que subieron al barco en Punta Arenas, Chile. Este matrimonio disfrutó de la lectura de los libros y estuvo dispuesto a dar su dirección para que lo visitaran en el futuro y así poder conocer más sobre las enseñanzas de la Biblia. Al llegar a la altura de Valparaíso, el vapor se detuvo por cuatro días. Durante ese tiempo, Cecilia y su esposo visitaron los feligreses adventistas residentes en esa ciudad. Demoraron tres días viajando desde Valparaíso hasta Antofagasta. En este último lugar tuvieron que esperar cuatro días el tren que los llevaría a su destino. Inmediatamente a su llegada a Bolivia, Cecilia y su esposo se pusieron a estudiar el idioma de los indígenas para trabajar entre ellos.28

Para enero de 1911, Cecilia y su esposo estaban colportando con las revistas Salud y Vida y Señales de los Tiempos. Además estaban atendiendo a varios jóvenes y niños que se acercaban a su hogar para cantar y estudiar la Biblia. Esta última actividad les brindaba la oportunidad de interesar a los padres para que asistieran a las reuniones.29 Cecilia era voluntariosa y auxiliaba a su esposo en distintas actividades para la difusión del

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Cecilia Deggeller de Kalbermatter 69

mensaje, tales como el canto y la organización de reuniones.30 José Westphal informó que Cecilia y su esposo tenían “el espíritu de la obra misionera”.31����~|������� ��������������� +����& �������&��������� ��tristemente falleció el 11 de octubre de 1911, en un accidente. Esto hizo que la pareja sufriera nuevamente la pérdida de un hijo.32

Después del fallecimiento de su hija Ruth, Ignacio llevó a Cecilia a otro lugar para que tuviera un cambio. Viajaron desde La Paz, Bolivia, a Chucuito, Perú. Durante un mes y medio trabajaron entre los indígenas junto con Fernando Stahl y su esposa. Se mantuvieron muy ocupados no sólo aplicando tratamientos de salud sino enseñando por varias horas al día la Palabra de Dios. Cecilia, al igual que su esposo y el matrimonio Stahl, dedicaba varias horas al día a enseñar y a trabajar con la gente. Su abnegación por el bienestar de los lugareños y el cuidado que debía tener para enseñarles y tratarlos hablan de las cualidades que caracterizaron a Cecilia.33

Con posterioridad a su paso por Chucuito, regresaron a su hogar en La Paz, lugar desde donde informó su esposo en abril de 1912.34 No obstante, Ignacio y Cecilia planearon volver a trabajar entre los indígenas ����&��� ��������� ��������� � ���������������� ������� ���������estación lluviosa. Posteriormente, estuvieron un tiempo enseñando y ocupados en la actividad de la misión entre ellos.35 En esa época, Ignacio �$���+����'��������������� $� ��������������������+�����������������estaba restablecido y trabajando nuevamente.36

El trabajo de Cecilia consistía en visitar personas, dar estudios bíbli-cos y colportar junto con su esposo o sola. Esta última actividad con-sistía mayormente en conseguir suscripciones a la revista Salud y Vida. Como fruto de este trabajo había varias señoras interesadas en la lectura de los libros adventistas y que solicitaron estudiar la Biblia.37

Cecilia atendió además la Escuela Sabática para niños. En 1913, en-señaba a unos 12 a 14 niños. A esto se sumaba también la atención de una escuela durante una hora por la noche para la instrucción de los indígenas. En esas ocasiones les daba clase de lectura y escritura, y apro-vechaba también para incluir el mensaje del evangelio.38 La altura del lugar donde estaban trabajando, les trajo a Ignacio y Cecilia problemas de salud y debieron mudarse a un lugar menos alto. Tiempo después, Cecilia y su esposo viajaron a Buenos Aires. Su partida no fue sólo para asistir a la reunión de la Conferencia Unión Sudamericana, que se realizó en febrero de 1914, sino que además se quedaron un tiempo trabajando en Argentina, Uruguay y Paraguay.39

Desde Buenos Aires, Cecilia e Ignacio partieron hacia Montevideo, Uruguay, donde se realizaron las reuniones de la Conferencia. En esas sesiones, se decidió el traslado de Cecilia e Ignacio para que trabajaran en el norte de Perú.40 Al término de las reuniones, Cecilia y su esposo

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70 Liderazgo femenino

partieron para Rosario, Santa Fe, Argentina. Probablemente Ignacio de-seaba visitar a su hermano Pedro, que estaba trabajando como enferme-ro en ese lugar, y Cecilia aprovechó para visitar a sus hermanas Elvira y Guillermina que se encontraban trabajando por esa zona.41 Es probable que en ese año Guillermina se puso de novia con Pedro, el hermano de Ignacio. El propósito de Cecilia y su esposo era continuar desde allí a San Cristóbal para pasar la semana de oración con los creyentes de ese lugar mientras visitaban a la familia de Ignacio.42 El 23 de julio de 1914 nació el tercer hijo de Cecilia e Ignacio, Hiram Erwin, en Encarnación, Paraguay.43

El mes de octubre de 1914 encontró a Ignacio y Cecilia en Villa Rica, Paraguay, ayudando en reuniones de evangelización pública junto con el pastor Luis Rojas.44 Luego Ignacio colportó en el pueblo de Villeta, Paraguay.45

El 26 de diciembre de 1914, Ignacio y Cecilia tomaron el tren que salió de Buenos Aires y cruzaron la cordillera de Los Andes rumbo a Valparaíso, Chile. Tres días después, el 29 de diciembre, llegaron a destino. Al día siguiente, 30 de diciembre, tomaron el vapor que, después de siete días, arribó al puerto de Mollendo donde se encontraron con Benjamín Rojas y su esposa. De allí continuaron viaje hasta Arequipa, Perú, donde trabajaba Edgar Brooks. Tanto Cecilia como Ignacio estaban agradecidos de poder servir en ese lugar donde había pocos misioneros de la IASD. Su tarea fue visitar personas y preparar algunos cursos para los jóvenes que deseaban vender literatura cristiana. Ese lugar, se encontraba cerca del volcán Misti y a los pocos días de su llegada experimentaron un pequeño temblor. El clima era sano y, aunque estaban a una altura de 2.300 m sobre el nivel del mar, podían consumir bastante fruta. En los suburbios de la ciudad se podían ver campiñas y altas montañas cubiertas con nieve. La población estimada de la región de Puno era de 45.000 habitantes en esa época.46

Al poco tiempo de su llegada, Ignacio tuvo que viajar a Puno, Perú, ������������������ ������������������' ����� ����+����' �������������'!���del tren se encontraban obstruidas y debió quedarse por una semana.47

El trabajo de visitación de Cecilia e Ignacio pronto dio frutos. Hubo mayor cantidad de personas interesadas que con anterioridad a su llega-da, e incluso asistieron más personas a las reuniones.48

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Cecilia Deggeller de Kalbermatter 71

Entre 1916 y 1918, Cecilia e Ignacio fueron padres de Yolanda Berta50 y Griselda Cecilia.51 Ambas nacieron en Arequipa, Perú.

Para principios de 1918, Ignacio relató que ya llevaban tres años en Arequipa. Les gustaba el lugar y se estaban acostumbrando a vivir allí. Ambos seguían deseosos de difundir el mensaje adventista.52 En 1919 Ignacio estuvo enfermo durante un tiempo.53���� ����������������� � ��y su familia se trasladaron de Arequipa a Trujillo para trabajar y atender el norte del Perú, pues esa parte del país no había tenido un pastor per-manente hasta ese momento.54 En ese nuevo lugar nació la última hija de este matrimonio, Clocella Vasti.55

Cecilia e Ignacio trabajaron muchos años en la misión adventista. Al momento de jubilarse, Ignacio y Cecilia continuaron colaborando con la misión. Esta vez les solicitaron que fueran a pastorear en la ciudad de Concordia, Entre Ríos, Argentina. Sus hijos ya eran grandes: Hiram, se casó con Iris Herbez; Yolanda contrajo matrimonio con Hugo Gerber; Griselda con Luis Battilana; y Clocella Vasti con Carlos Lavooy. La ciudad de Concordia era propicia para la labor de los misioneros. Allí conocieron �����$�� � ������������ ��������'��������� ���� ����������{�!����niño pequeño que no podían cuidar. Les pidieron al matrimonio de Cecilia e Ignacio que lo educaran bien. Ellos aceptaron y tomaron a este niño bajo su cuidado. Así fue como Juan Carlos, conocido como el “Coco Kalbermatter”, se incorporó a la familia desde 1937. Cecilia e Ignacio Kalbermatter buscaron educar bien al niño en diferentes

En la revista de junio de 1915 aparece esta foto de Cecilia e Ignacio rodeados de las personas que ellos visitaron e instruyeron en Arequipa.49

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72 Liderazgo femenino

habilidades además de las escolares. Juan Carlos Olmedo recuerda cómo, antes de su hora de juego, que por lo general era a las seis de la tarde, podían venir todos los niños del barrio que quisieran. Pero había una condición: antes de jugar, Cecilia de Kalbermatter tenía un momento de devoción con todos ellos. Los niños se sentaban, ella les contaba una & ���� ���!�� �������������������& �������������������������� <���salían a jugar.

Juan Carlos recuerda cuando su “madre” Cecilia contaba historias de su trabajo en Bolivia y Perú. Con nostalgia solía recordar cómo había muerto su pequeña niña en La Paz, Bolivia, mientras su esposo Ignacio estaba ausente. Ella misma tuvo que cavar la fosa para enterrar a su pequeña y mientras lo hacía lloraba. En ese momento escuchó una voz que le decía: “Cecilia, no llores más” y entonces sintió paz. De esta histo-ria tan emotiva, Cecilia obtuvo lecciones para Juan Carlos: “Cuando una está triste debe dejar todo en el Señor y escucharemos su voz que nos dice ‘no llores más”.56 En un artículo, en el que Juan Carlos Olmedo re-cordó a Cecilia de Kalbermatter, mencionó que de ella aprendió a tener fe en Dios y a creer que él escucha y responde las plegarias.57

Cecilia e Ignacio estuvieron en Concordia hasta 1942. Luego se trasladaron a San Cristóbal, provincia de Santa Fe. Allí continuaron como misioneros en su propio hogar y cerca de otros miembros de la familia Kalbermatter que vivían en Portugalete.58

Ignacio falleció en 1951. En 1953, Cecilia se mudó al hogar de su hijo Hiram en Felicia, Santa Fe. Posteriormente quedó al cuidado de sus hijas. Recibió de ellos los cuidados que necesitaba a su edad. Cecilia se encontraba en casa de su hija Vasti, en Bella Vista, Corrientes, cuando fue traslada de urgencia al Sanatorio Adventista del Plata, Entre Ríos, donde falleció el 18 de julio de 1973. En sus últimos años, ya casi no veía, pero le gustaba tocar la guitarra, cantar himnos y preguntar por su hijo del corazón “Coco”. Cecilia fue sepultada en el cementerio parroquial de Libertador San Martín, Entre Ríos.59

Su legado

Cecilia fue una dedicada misionera cuyo interés por quienes no co-nocían a Cristo la llevó a aprender sus idiomas para comunicarles el mensaje. Como maestra, su método de enseñanza a los niños incluía el aprendizaje con porciones de la Biblia. Pero además supo atender las necesidades de salud y espirituales de los habitantes de las culturas loca-les donde le tocó vivir. Fue una difusora del evangelio impreso. Actuó además como una madre sufrida y abnegada.

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Referencias1 Mercedes Habenicht Dyer, Habenicht Family Heritage, vol. II (Berrien Springs,

Michigan: s.e., 2004)2 Cecilia de Kalbermatter (esposa de Ignacio Kalbermatter), “Los comienzos de la

obra en Paraguay”, La Revista Adventista 58, nº 8 (1958): 13.3 Congregación Evangélica de Nueva Helvecia. Registro de Bautismos. Nueva

Helvecia, Depto. Colonia, Rep. Oriental del Uruguay. El 15 de agosto de 1895 $��������� <����������������� ���������|���� ������������� �� ��������@?�~���¢��Nº 25 Guillermina (nacida el 8.I.1892), Nº 26 Alfredo Federico (nacido el 24.I.1895). Posteriormente la madre y sus 6 hijos (incluídas Cecilia, Fanny y Elvira) viajaron a Paraguay. El padre lo había hecho con anterioridad. En el nuevo terruño nacieron Aurelio y Arnoldo. Información brindada por Rubén Carlos Yennerich a Eugenio Di Dionisio y disponible en los archivos del Centro de Investigación White, Argentina.

4 Cecilia Deggeller de Kalbermatter, “Los Comienzos de la Obra en Paraguay”, La Revista Adventista 58, nº 8 (agosto 1958): 13; Guillermina Deggeller de Kalbermatter, carta a Eugenio Di Dionisio del 3 de julio de 1988.

5 N. Z. Town, “La Asamblea General en la Argentina”, La Revista Adventista 5, nº 11 (noviembre 1905): 5.

6 N. Z. Town, “Después de la reunión”, La Revista Adventista 5, nº 11 (noviembre 1905): 5.

7 N. Z. Town, “La reunión general en Alberdi”, La Revista Adventista 6, nº 12 (diciembre1906): 6.

8 “Notas del Plata”, La Revista Adventista 6, nº 2 (febrero 1906): 4.9 “Donde van los obreros”, La Revista Adventista 6, nº 12 (diciembre 1906): 6.10 “El Colportaje”, La Revista Adventista 6, nº 9 (septiembre 1906): 3-4; Cecilia P.

Deggeller, “El Colportaje: Experiencias en Buenos Aires”, La Revista Adventista 6, nº 10 (octubre 1906): 2-3.

11 N. Z. Town, “Alberdi y San Jerónimo”, La Revista Adventista 7, nº 11 (noviembre 1907): 8.

12 Ibíd.13 Arturo Fulton, “Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 7, nº 12 (diciembre

1907): 5.14 Arturo Fulton, “El número especial de la ‘Verdad Presente’”, La Revista Adventista 7,

��~|� � � ������~���¢Z������������������������������������������� � ������' ���Deggeller, Margarita Ernst y Ana Frick (ibíd.).

15 “Informe del colportaje para el mes de noviembre”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 7; Arturo Fulton, “Informe del colportaje para el mes de diciembre en el Río de la Plata”, La Revista Adventista 8, nº 2 (febrero 1908): 15.

16 Arturo Fulton, “Entre los colportores”, La Revista Adventista 8, nº 3 (marzo 1908): 23.

17 Ibíd.18 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 4 (abril 1909): 16; “Notas editoriales”,

La Revista Adventista 9, nº 12 (diciembre 1909): 16.19 Los datos del nacimiento de los hijos de Cecilia Deggeller e Ignacio Kalbermatter

fueron obtenidos de su Libreta de Matrimonio que se encuentra en el archivo personal de su nieto Humberto Lavooy, quien reside en Libertador San Martín, Entre Ríos.

20 Cecilia D. de Kalbermatter, “El evangelio entre los niños paraguayos”, La Revista Adventista 9, nº 9 (septiembre 1909): 13-14.

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74 Liderazgo femenino

21 Ibíd.22 “Extractos de los acuerdos del comité de la Conferencia Unión, tomados en el Colegio

Adventista del Plata, Diamante, Entre Ríos, Argentina; octubre 21 a noviembre 14 de 1909”, La Revista Adventista 10, nº 2 (febrero 1910): 13.

23 N. Z. Town, “Romanos 12:15”, La Revista Adventista 10, nº 2 (febrero 1910): 16.24 M. Trummer, “Río de la Plata”, La Revista Adventista 10, nº 5 (mayo 1910): 13.25 Cecilia e Ignacio Kalbermatter, “San Cristóbal”, La Revista Adventista 10, nº 10

(octubre 1910): 15.26 Ignacio Kalbermatter, “Argentina – Portugalete, Santa Fe”, La Revista Adventista 10,

nº 11 (noviembre 1910): 14.27 C. E. Knight, “La reunión anual de la Conferencia Argentina”, La Revista Adventista

10, nº 12 (diciembre 1910): 14; “Notas editoriales”, La Revista Adventista 10, nº 12 (diciembre 1910): 16.

28 Ignacio y Cecilia Kalbermatter, “Bolivia – La Paz”, La Revista Adventista 11, nº 2 (febrero 1911): 13-14.

29 I. Kalbermatten [r], “La venta de literatura en La Paz, Bolivia”, La Revista Adventista 11, nº 4 (abril 1911): 10.

30 I. Kalbermatten[r], “El comienzo de la obra entre los indígenas aimaráes de Bolivia”, La Revista Adventista 11, nº 6 (junio 1911): 10; “La Paz – Bolivia”, La Revista Adventista 11, nº 8 (agosto 1911): 12.

31 J. W. Westphal, “Bolivia”, La Revista Adventista 11, nº 8 (agosto 1911): 11.32 “Necrologías”, La Revista Adventista 12, nº 1 (enero 1912): 15.33 Ignacio Kalbermatten[r], “La obra entre los indígenas en Chucuito, Perú”, La Revista

Adventista 12, nº 3 (marzo 1912): 10-11; “Noticias de la obra”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 15.

34 “Noticias de la obra”, La Revista Adventista 12, nº 6 (junio 1912): 15.35 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 6 (junio 1912): 16.36 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 8 (agosto 1912): 16; “Notas

editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 9 (septiembre 1912): 16.37 Ignacio Kalbermatten[r], “Bolivia”, La Revista Adventista 12, nº 10 (octubre 1912):

16;“ Notas editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 12 (diciembre 1912): 16.38 I. Kalbermatten[r], “La Paz, Bolivia”, La Revista Adventista 13, nº 4 (abril 1913): 11;

Ignacio Kalbermatten[r], “Misión Boliviana”, La Revista Adventista 13, nº 5 (mayo 1913): 12.

39 I. Kalbermatten[r], “La obra en Bolivia”, La Revista Adventista 14, nº 2 (febrero 1914): 12; E. L. Maxwell, “Ecos del Campo: Bolivia”, La Revista Adventista 15, nº 6 (junio 1915): 9.

40 “Resoluciones tomadas por la Conferencia Unión”, La Revista Adventista, 14, nº 3 (marzo 1914): 11-13.

41 Particularmente, Guillermina Deggeller dedicó un año a trabajar y tres a estudiar enfermería en el Colegio Adventista del Plata entre los años 1912 y 1915. Su graduación de enfermera fue en 1915. Datos proporcionados por su biógrafo Eugenio Di Dionisio y que se encuentran en los archivos del Centro de Investigación White, sede Argentina.

42 Los relatos familiares del mismo Pedro Kalbermatter Stoffel a su hijo Alfredo Kalbermatter Deggeller, informan que su abuelo, Alois Kalbermatter Roth, le sugirió a Pedro que escogiera a Guillermina como esposa (comentarios de la carta de Eugenio Di Dionisio del 12 de septiembre de 2011, a Silvia Scholtus, archivo de DF, Centro de Investigación White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos,

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Argentina). Se pueden encontrar otros datos sobre el trabajo de Guillermina en esa zona en Ignacio Kalbermatten[r] y esposa, “Rosario, Rep. Argentina”, La Revista Adventista 14, nº 4 (abril 1914): 11.

43 Hiram Erwin falleció el 15 de enero de 2009 y yace sepultado en Grutly Sur, provincia de Santa Fe, Argentina. Sus hijos son Iván e Ignacio.

44 Ignacio Kalbermatten[r], “Villa Rica, Paraguay”, La Revista Adventista 14, nº 11 (noviembre 1914): 13.

45 Noticias varias que aparen en La Revista Adventista 14, nº 12 (diciembre 1914): 16.46 I. Kalbermatter y esposa, “De Buenos Aires a Arequipa”, La Revista Adventista 15, nº

3 (marzo 1915): 13.47 I. Kalbermatter, “Arequipa, Perú”, La Revista Adventista 15, nº 4 (abril 1915): 13-14.48 E. Brooks escribe una carta a la editorial relatando la actividad que se realizaba

en Arequipa, Perú. Un parte de la misma se comenta en un párrafo de La Revista Adventista 15, nº 5 (mayo 1915): 16.

49 Foto, “Grupo de obreros y creyentes en Arequipa, Perú”, La Revista Adventista 15, nº 6 (junio 1915): 1.

50 Nació el 5 de marzo de 1916, en Arequipa, Perú. Se casó con Hugo Gerber. Falleció el 24 de abril de 1973 en San Pedro, República Oriental del Uruguay.

51 Nació el 16 de enero de 1918. Se casó con Luis Battilana. Vivió en Rosario, provincia de Santa Fe. Falleció el 29 de diciembre de 1990 y yace sepultada en Libertador San Martín, provincia de Entre Ríos.

52 I. Kalbermatter, “Buenas noticias del sur del Perú”, La Revista Adventista 18, nº 11 (23 de mayo 1918): 8-9; E. F. Petersen, “Una visita a la Misión Indígena del lago Titicaca”, La Revista Adventista 19, nº 9 (24 de abril 1919): 7-10.

53 E. F. Peterson, “Una visita a la Misión Indígena del Lago Titicaca”, La Revista Adventista 19, nº 9 (24 de abril 1919): 7.

54 Nota del cuarto párrafo de la p. 16 de La Revista Adventista 20, nº 1 (1 enero 1920).55 Nació el 5 de diciembre de 1919 en Trujillo, Perú. Se casó con Carlos Lavooy. Sus

hijos fueron Hugo, Humberto, Hernán y Cecilia. Clocella Vasti falleció el 19 de marzo de 2008 en Libertador San Martín, provincia de Entre Ríos, Argentina.

56 Entrevista de Silvia Scholtus a Juan Carlos Olmedo, el 1 de diciembre de 2010 en Libertador San Martín, Entre Ríos. Juan Carlos Olmedo fue docente y directivo en diferentes niveles de enseñanza de la actual Universidad Adventista del Plata. Actualmente se encuentra jubilado y reside en Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina.

57 Ver el artículo de Juan Carlos Olmedo, “La lapicera negra de tapa dorada”, La Revista Adventista 84, nº 7 (julio 1984): 28.

58 Entrevista de Silvia Scholtus a Juan Carlos Olmedo, el 1 de diciembre de 2010 en Libertador San Martín, Entre Ríos.

59�������$��&��������������!���~¤��$������������������ ��������� ������� ���������San Martín, Entre Ríos.

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Meda Kerr

Una pionera de la obra de enfermería en Uruguay

- “Tienen prohibido hablar de religión a los enfermos, si desean trabajar en este hospital”. Así habló el director del hospital a Meda y Frances.

- “Lo sentimos”, contestaron Meda y Frances, “pero sólo podemos colaborar aquí con la condición de que se nos deje hablar libremente de cuestiones espirituales con los pacientes si ellos nos permiten”.

La cuestión no quedó bien decidida y los administradores del hospital no deseaban perder los servicios de estas dos enfermeras. Así que Meda y Frances ayudaron a varios pacientes no sólo a recuperar su salud física sino también a mejorar su salud espiritual.1

Primeras actividades

Meda Kerr fue pionera de la obra de enfermería en Uruguay. Meda nació en Bedford, Missouri, Estados Unidos, el 11 de agosto de 1879. Aceptó la fe adventista a los 17 años de edad y cuatro años después in-gresó a la obra del colportaje en Missouri.

En 1902, Meda enseñó en una escuela de iglesia en Joplin, Missouri. Una de las actividades que realizó durante los dos años que estuvo allí fue solicitar varias revistas para vender y colaborar en la construcción de la iglesia para ese colegio en Joplin.2

Desde 1903 a 1904 se relacionó con la misión de Life Boat Rescue.3 Allí se hizo cargo de varias actividades, entre ellas la de colaborar en un Hogar de los suburbios de Hinsdale para ayudar a la gente pobre del lu-gar a aprender a cuidar su hogar y a la vez colaboró para satisfacer varias de sus necesidades inmediatas, como el cuidado de los niños mientras los padres o las madres estaban ausentes por razones de salud. De esa manera, el mensaje adventista llegaba a esas familias.4

����� ��� ��� ~���� � +� ��� ������ ��� �$������� �� ��� ������ ��de Nebraska en College View. Allí colaboró en la fundación de una sociedad misionera en la que fue elegida como presidenta.5 Al poco

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78 Liderazgo femenino

� ���������������+������� �������� $�� ����������� ��������������6 Terminó el curso de enfermera en el Sanatorio de Loma Linda en 1907. Inmediatamente se le pidió que fuera la encargada de un nuevo lugar de tratamiento para enfermos que habían abierto el Colegio y el Sanatorio de Loma Linda, California. Su tarea consistía en dar instrucciones sobre tratamientos simples, enseñar cocina saludable y dar recomendaciones sobre la vestimenta saludable.7 Esto destaca su intenso trabajo y dedicación profesional.

Misionera en Sudamérica

El 12 de julio de 1908 los esposos Sadie y Nelson Town, misioneros que trabajaban en Sudamérica, partieron desde Buenos Aires con el vapor Hilarius rumbo a Boston, Estados Unidos, en una visita a su tierra natal que duraría un año. Durante el tiempo que estuvieron en Estados Unidos procuraron hacer contacto con nuevos obreros para despertar en ellos el interés por colaborar con el desarrollo de la Iglesia en Sudamérica. Nelson Town viajó luego a Toronto, Canadá, para asistir a las reuniones generales de la IASD.8

La visita de este matrimonio dio sus frutos aunados al esfuerzo de la visita y el interés de otras personas en el desarrollo de la obra en Sudamérica. Durante el mes de diciembre de 1908, varias personas se embarcaron desde Estados Unidos con diferentes destinos en el continente sudamericano. Entre ellos se encontraba Meda Kerr.9

#�������������~������������� "��� �����X�������& <����� ������allá de su tierra natal. A los pocos días de su llegada a Buenos Aires partió para Montevideo, Uruguay, su lugar de destino en el continente junto con Frances Brockman. Desde el 28 de enero al 7 de febrero de ese año, se realizó la reunión general de la Misión Uruguaya, en Colo-nia, Uruguay. Tanto Meda como Frances llegaron a tiempo para asistir &�� ������������������ ����������������� ���� +������������������país.10 Después viajaron al Colegio Adventista del Plata para aprender el español. Sus progresos fueron notorios.11 Para mayo, Meda regresó a Montevideo, Uruguay, para establecerse junto con Frances Brockman y Armando Hammerly y su esposa como enfermeros misioneros para abrir la obra médica en ese lugar.12

A los dos meses y medio de encontrarse en Montevideo, Uruguay, relató cómo deseaba poder conseguir un lugar donde dar masajes. De esa manera el tratamiento a los pacientes sería más completo y se podría hacer más por ellos. Pidió, trabajó, y oró por materializar ese sueño. Una de sus propuestas fue que la Misión ayudara con la renta de una casa con varios cuartos y en poco tiempo podrían lograr que la obra fuera auto-sustentable. Sus ruegos incluían el pedido de envío de un ministro para

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Meda Kerr 79

que se estableciera en el lugar. Su visión de la misión y sus posibilidades la llevaron a hacer sugerencias como la de comprar un bote misionero, ya que vio en el puerto de Montevideo abundantes oportunidades para distribuir literatura entre los pasajeros y las tripulaciones. Notó con tris-teza que había mucha gente indiferente a la religión y esto le hacía recor-dar la parábola de la moneda perdida.13

Meda Kerr hizo su contribución no sólo curando enfermos sino tam-bién promoviendo el mensaje de salud y prevención de la salud escri-biendo artículos para La Revista Adventista. Sus años de trabajo previo como docente y enfermera en su tierra natal le dieron también la visión de difusión del mensaje en forma escrita. Su primer artículo se publicó poco tiempo después de su llegada, en el número de marzo de 1909.14 Contenía consejos sobre cómo mejorar los problemas de estómago y usar los recursos de la hidroterapia para aliviar el dolor. Ese año escri-bió varios artículos con los siguientes títulos: “Tratamiento sencillo de

En esta foto se observa a varios misioneros en Sudamérica durante 1916. Entre ellos se encuentra Meda Kerr. Fue tomada en una reunión realizada en La Plata, Buenos Aires. Foto de página 16 del periódico Central Union Outlook 6, nº 21 (May 23, 1916). Hilera inferior (de izquierda a derecha): F. L. Perry; Roscoe Baer; H. U. Stevens; W. W. Prescott; J. W. Westphal; R. H. Habenicht; John Lipke. Hilera

central: señora Perry; Maria Thurston de Westphal; señora Baer; señora Stevens; Lilian Voris; Meda Kerr; señora Thompson; Adela de Habenicht; señora Westermeyer; señora Neuman. Hilera superior: A.

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los resfríos”;15 “Hidroterapia”,16 “Reumatismo crónico”,17 “Accidentes e indisposiciones”,18 “Nuestros cuerpos”,19 “Tos convulsa”,20 “¿Debemos usar carne como artículo de dieta?”,21 “Diarrea de verano”.22

Meda trabajó intensamente con Frances, no sólo restaurando la salud de las personas que asistían, sino interesándolas en el estudio de la Biblia.23 A comienzos de 1910 se otorgó a Meda la licencia misionera para trabajar en distintos lugares como representante de la Iglesia Adventista.24

En ese año, 1910, Meda vio respondido su sueño de tener un lugar más espacioso para trabajar con los pacientes. Se mudó con Frances y el matrimonio Hammerly, a una nueva residencia. Era más espaciosa que la anterior. El cuidado de los enfermos mantuvo a Meda y Frances muy ocupadas.25 Para 1911 la tarea creció tanto que recibieron ayuda extra de más enfermeras, Davis y Carner, que se sumaron al equipo.26 Meda no sólo atendía a los pacientes sino que daba estudios bíblicos. Como uno de los frutos de su trabajo realizado junto con Frances, se encuentra el de una familia de Uruguay que aceptó el mensaje adventista e incluso dos de los hijos fueron a estudiar al Colegio Adventista del Plata en Entre Ríos, Argentina.27

En 1911, y después de su excelente tarea de preparar el lugar y remo-ver prejuicios en Uruguay, Meda fue invitada a colaborar como directora y preceptora del hogar de niñas del Colegio Adventista del Plata. Inició ��������������!������ �<������~�~|������ ��������������\�&����� �+����trabajo como excelente.28 En junio, Meda sufrió un problema de salud y tuvo que ser internada en el Sanatorio Adventista vecino al Colegio donde trabajaba.29

Durante los días 5 y 6 de junio de 1914, Meda colaboró como instructora en la Asamblea Misionera realizada en el Colegio Adventista del Plata, Camarero, Entre Ríos.30 Ese año Meda organizó un grupo de alumnas para visitar la ciudad de Santa Fe y distribuir el periódico El Atalaya.31

En 1916, Meda siguió encargada de la preceptoría del Colegio Adventista del Plata. En febrero de ese año, momento histórico para la IASD, cuando se organizó la obra en Sudamérica bajo una nueva División dependiente de la Asociación General y se cambió el nombre de la Conferencia Unión Sudamericana al de Unión Austral de los Adventistas del Séptimo Día, que abarcaba el territorio de Paraguay, Chile, Argentina, Uruguay e Islas Malvinas, Meda colaboró organizando las reuniones para las madres. Su programa incluyó charlas y sesiones de demostración práctica a cargo de varios enfermeros: Fernando Stahl, Adela de Brouchy, la señora Stewart y Meda Kerr misma. Los temas hicieron referencia a la salud y el tratamiento casero de las enfermedades.32 ������ ������������~�~|�&�����~�~�����+������� ������������������docente del Colegio Adventista del Plata.33

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Sus últimos años

Como la salud de Meda continuó debilitándose y no pudo continuar trabajando, tomó la decisión de partir a Estados Unidos, su hogar natal para descansar y reponerse. El 14 de diciembre de 1917 se embarcó en el puerto de Buenos Aires. Esperaba regresar luego de su mejoría.34 Para reponerse escogió el Sanatorio de Glendale, en Los Angeles, California, Estados Unidos.35 Desde allí, durante el año 1918, escribió para algunos periódicos de la iglesia relatando historias de los pioneros de Sudaméri-ca. Por ejemplo, contó cómo Susana Block había recibido su educación completa en el Colegio Adventista del Plata. Relató cómo cuando este colegio había comenzado unos dieciséis años atrás, el padre de Susana, un descendiente ruso-alemán, no sabía leer o escribir así que ingresó a la escuela junto con sus hijos y aprendió junto con ellos. El pastor Godofredo Block llegó a ser uno de los misioneros más hábiles de la Asociación Argentina en ese tiempo. Su hija mayor fue misionera de la Asociación Chilena por cuatro años. El pastor Block deseaba que todos sus hijos se prepararan como misioneros. Meda contó también sobre las actividades de la sociedad de jóvenes. Esta estaba dividida en grupos: el grupo de instructores bíblicos, el de colportores, etc. Y estos grupos salían a tener sus reuniones en los pueblos vecinos en casas privadas o de campo. Se les contaban historias a los niños, que mostraban interés por el pronto regreso de los jóvenes. El grupo de los colpotores también hacia una obra espléndida. Los niños de 9 a 11 años salían por el campo a caballo y distribuían la revista El Atalaya.36 En 1920 salió un artículo suyo en La Revista Adventista destacando el propósito de la obra médica misionera.37

Todos esperaban que Meda se recuperara, pero no fue así. Sudaméri-ca lamentó perder a una misionera útil que había aprendido a hablar bien el español y a quien amaban mucho.38

En 1921, y a pesar de su débil salud, Meda aceptó trabajar como pre-ceptora de las enfermeras en el Sanatorio de Glendale. Pero su estado de salud la llevó a renunciar a su responsabilidad en 1922. Al año siguiente, 1923, aceptó ser la preceptora de la Academia Laurelwood en Oregon. Nuevamente su salud se quebrantó y los últimos 10 años estuvo casi inválida.39 No obstante durante los años 1926 a 1929 recibió una creden-cial misionera honoraria de la Asociación Unión Central (Central Union Conference).40

Meda murió en Montrose, California, el 22 de julio de 1933. Le so-brevivieron dos hermanas y un hermano. Meda fue una cristiana devota �� � ����������������� ��������������� ����������� ������ $������� ������ ��������������� ������"������ ����������' ����������� � �����Su funeral estuvo a cargo de los pastores Francisco H. Westphal y J. C. Stevens.41

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Su legado

Meda colaboró y dio impulso a la obra médica, particularmente, en Uruguay. Su labor docente en el área de salud la motivó a dedicar buena parte de su tiempo a dar charlas y escribir artículos. Su vida estuvo mar-cada por la intensa actividad y laboriosidad en favor de aquellos que amó por causa de Cristo.

Referencias1 W. A. S., “One of the lost sheep found”, Review and Herald 90, nº 4 (January 23, 1913):

9.2 “Publishers’ Page”, The Advocate 4, nº 12 (December 1902): 391-392.3 “News and Notes”, The Life Boat 6, nº 7 (July 1903): 204.4 Fannie Emmel, “Hinsdale Suburban Home”, The Life Boat 6, nº 12 (December 1903):

355; Meda Kerr, “Report from the suburban home”, The Life Boat 7, nº 2 (February 1904): 56; “News and Notes”, The Life Boat 7, nº 8 (August 1904): 254.

5 “News and Notes”, Educational Messenger 1, nº 7 (April 1, 1905): 12.6 “News and Notes”, Educational Messenger 1, nº 10 (May 15, 1905): 6.7 No hay que olvidar que en aquella época estaba de moda en las mujeres el uso de

corsé, ropa muy ajustada que solía impedir el desarrollo de algunos órganos e incluso ���'������� ������������������ ���������������������'��� ���������&��&������������������por el piso era malsano por el peso y por lo poco higiénico. G. K. Abbott, “Medical Missionary Work and Education in Southern California”, Review and Herald 84, nº 40 (October 3, 1907): 21.

8 N. Z. Town, “Argentina: De Estados Unidos”, La Revista Adventista 9, nº 1 (enero 1909): 15.

9� X����¥��������������� �������� � �������' �������������� ��������������� ���University (E. E. Andross, “A Missionary Training Center”, ������� ������ ������ 16, nº 10 (October 12, 1916): 1. Según un informe del pastor W. A. Spicer, el 30 de diciembre de 1908 se embarcaron en Nueva York rumbo a Buenos Aires las siguientes personas: Calista Nelson, de Washington; Liria Voris, de México; Meda Kerr y Ana Hansen, de Loma Linda y Frances Brockman, de Boulder, Colorado. Todas eran enfermeras graduadas y respondían al pedido de ayuda de la Conferencia Unión Sudamericana para abrir obra de la IASD en las ciudades grandes del Río de la Plata. Véase “Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 2 (febrero 1909): 16; The Missionary Worker 13, nº 2 (January 20, 1909): 16; Review and Herald 85, nº 53  ���������}~��~���¢Z�|�¦�={���&������� �~���*��Review and Herald 86, nº 1 (January 7, 1908): 7.

10 C. E. Knight, “Uruguay: La reunión de Colonia”, La Revista Adventista 9, nº 3 (marzo 1909): 14.

11 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 6 (junio 1909): 16; John V. Maas, “Uruguay, South America”, Review and Herald 87, nº 28 (July 14, 1910): 10.

12 Ibíd.13 Meda A. Kerr, “Uruguay, South America”, Life and Health 27, nº 6 (June 1912): 351.14 Meda Kerr, “Cómo aliviar el dolor”, La Revista Adventista 9, nº 3 (marzo 1909): 7.15 Meda Kerr, “Tratamiento sencillo de los resfríos”, La Revista Adventista 9, nº 4 (abril

1909): 7.

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16 Meda Kerr, “Hidroterapia”, La Revista Adventista 9, nº 5 (mayo 1909): 7.17 Meda Kerr, “Reumatismo crónico”, La Revista Adventista 9, nº 6 (junio 1909): 6-7.18 Meda Kerr, “Accidentes e indisposiciones”, La Revista Adventista 9, nº 8 (agosto

1909): 5-6.19 Meda Kerr, “Nuestros cuerpos”, La Revista Adventista 9, nº 9 (septiembre 1909): 6-7.20 Meda Kerr, “Tos colvulsa”, La Revista Adventista 9, nº 10 (octubre 1909): 6-7.21 Meda Kerr, “¿Debemos usar carne como artículo de dieta?”, La Revista Adventista 9,

nº 11 (noviembre 1909): 6-7.22 Meda Kerr, “Diarrea de verano”, La Revista Adventista 10, nº 3 (marzo 1910): 6.23 En La Revista Adventista������~|� � � ������~���¢Z����������������$��������������

página 15, sin título, que contiene informaciones varias sobre el trabajo de algunas personas en Buenos Aires y Montevideo.

24 Fue durante la tercera reunión bienal de la Conferencia Unión Sudamericana, realizada en Camarero, Diamante, Entre Ríos, del 27 de febrero al 12 de marzo de 1910. Véase M. Trummer, “Río de la Plata”, La Revista Adventista 10, nº 5 (mayo 1910): 13.

25 Armando G. Hammerly, “Uruguay-Montevideo”, La Revista Adventista 10, nº 9 (septiembre 1910): 13.

26 J. W. Westphal, “Uruguay”, La Revista Adventista 11, nº 8 (agosto 1911): 14.27 Francisca M. Brockman, “Experiencias de una enfermera en el Uruguay”, La Revista

Adventista 12, nº 4 (abril 1912): 11.28 Su nombramiento en ese cargo se realizó en la reunión de la Conferencia Unión

Sudamericana realizada en Nogoyá, provincia de Entre Ríos, del 10 al 20 de octubre de 1911. Véanse Walton C. John, “Colegio Adventista del Plata”, La Revista Adventista 12, nº 3 (marzo 1912): 13-14; Walton C. John, “Colegio Adventista del Plata”, La Revista Adventista 12, nº 7 (julio 1912): 12; W. A. S., “In two South American cities”, Review and Herald 89, nº 18 (May 2,1912): 10; J. W. Westphal, “Reunión del comité de la Conferencia Unión Sudamericana”, La Revista Adventista 12, nº 11 (noviembre 1912): 14. En la reunión bienal de la Conferencia Unión Sudamericana, realizada en Santiago, Chile, del 22 de febrero al 2 de marzo de 1912, Meda recibe la licencia misionera.Véase G. E. Hartman, “Credenciales y Licencias”, La Revista Adventista 12, nº 5 (mayo 1912): 9.

29 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 12, nº 7 (julio 1912): 16.30 B. C. Haak, “La asamblea misionera para instrucción mutua celebrada en Camarero”,

La Revista Adventista 14, nº 7 (julio 1914): 13-14.31 H. U. Stevens, “’El Atalaya’ and the Colegio Adventista del Plata”, Review and Herald

92, nº 5 (January 28, 1915): 16.32 Lydia G. de Oppegard, “Las reuniones para madres”, La Revista Adventista 16, nº 3 y

4 (marzo-abril 1916): 8. Entre los votos tomados en esa reunión está el que le otorga a Meda las credenciales misioneras. Ver G. E. Hartman, “Informe del Secretario”, La Revista Adventista 16, nº 3 y 4 (marzo-abril 1916): 12.

33 Véanse los Yearbook de esos años. Estos son anuarios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, preparados para la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.

34 Noticia breve que aparece en el sexto párrafo de La Revista Adventista 18, nº 1 (enero 1918): 16.

35 Fifty-sixth meeting General Conference Committee, 10 octubre 1918, p. 147.36 Meda Kerr, “Work among the Young People”, The Life Boat 21, nº 2 (February 1918):

36-37.

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37 Meda Kerr, “La obra misionera médica”, La Revista Adventista 20, nº 4 (12 febrero 1920): 10.

38 R. W. Munson, “Glendale Sanitarium Notes”, ������������������� 18, nº 33 (March 20, 1919): 5.

39 F. H. Westphal, “Obituaries”, Central Union Reaper 2, nº 37 (September 12, 1933): 6-7; “W. W. [Walla Walla] Sanitarium Notes”, ������������������������ 18, nº 18 (May 3, 1923): 7.

40 Véanse los Yearbook de esos años.41 “Obituaries”, ������������������� 33, nº 4 (August 23, 1933): 6.

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Para inspirarnos...

Los comienzos de la IASD en Sudamérica fueron difíciles para las mu-jeres durante las primeras décadas. María Thurston de Westphal, Lucy Post, Sadie Graham de Town, Lydia Greene de Oppegard, Luisa Post de Everist, Elvira Deggeller de Foley, Cecilia Deggeller de Kalbermatter y Meda Kerr son apenas un puñado representativo de las mujeres que estuvieron dispuestas a compartir y difundir gozosamente las nuevas de salvación en Cristo que habían conocido. Es porque tenían su mirada puesta en cuestiones más trascendentes que las cotidianas. Todas en-$�������� ����������������$���<�������� ���& � ����������������Salvador Jesucristo y eso las hizo enfocar su vista en la eternidad. Estas mujeres no se dieron por satisfechas con su situación, sino que aspiraron �����������$���������������� ����������������������!� ���������������-nobleciera y empleara en su servicio. No se contentaron con saber poco, sino que se cultivaron mentalmente durante toda su vida, aprendiendo algo más cada día y pusieron en práctica su conocimiento para el bien de otros. Dominaron su inclinación a buscar las tareas más fáciles.1

La escritora Elena G. de White bien describió la vida de estas mujeres cuando dijo:

La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consis-te toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y per-severancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. ����� ����������������� ����������������� ���������������� ���������requieren hombres y no seres débiles. . .Los que anhelen éxito deben ser animosos y optimistas. Deben cultivar no sólo las virtudes pasivas, sino también las activas. Han de dar la blan-da respuesta que aplaca la ira, pero también han de tener valor heroico para resistir el mal. Con la caridad que todo lo soporta, necesitan la fuer-<������������������&���������� "��� ������������� � '��%��������� ������<��������������������������������+� �������������� $����� �� ��� �� ��� ��� ���� ��� � ��� ����� � �'�� �� ��� ������ ������ "����<��� ��� � +� �� ���� �� ����� '�������� � ���� �� ���verdadero carácter cristiano algo indómito que no pueden sojuzgar las

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circunstancias adversas. Debemos tener enjundia moral, una rectitud inaccesible al temor, al soborno y a la adulación.Muchos que son aptos para hacer una obra excelente logran muy poco porque a poco aspiran.2

Esta tarea de difundir el evangelio es para todos los creyentes. No es una tarea exclusiva de algún grupo genérico en particular. Como lo expresó bien Elena G. de White:

Las mujeres inteligentes, si son verdaderamente convertidas, pueden realizar una parte en esta obra de dar clases bíblicas. Hay un amplio campo de servicio para las mujeres, así como para los hombres.3

Fue interesante el recorrido por la vida de estas mujeres de fe. Se pudo notar cómo Dios ha otorgado a cada uno de sus hijos una per-sonalidad, no para obrar como una mera máquina accionada por la in-teligencia de otro, sino que ha puesto en cada mujer la capacidad de pensar y obrar. María, Lucy, Sadie, Lydia, Luisa, Elvira, Cecilia y Meda se entregaron a Dios y actuaron con cuidado, buscando la sabiduría de Dios, para estar en condiciones de llevar las responsabilidades que Dios les fue delegando. Esto hizo que la luz de cada una de ellas brillara sin que fueran una sombra de otras personas. La verdadera fe en Dios las impulsó a actuar sabiendo que contaban con que Dios obraba en ellas, con ellas y por medio de ellas.4

Lo que resta por hacer

Quedan más biografías y más porciones de la historia adventista por ��������� ��� ���� �� ������ �������� ���� � ���� ??�� §� ���� ��������� ����nuevas del evangelio de la Iglesia Adventista en los primeros años en este continente, sin importar su formación educativa, participaron acti-vamente en la misión. Por ejemplo, varias salieron a trabajar distribuyen-do y vendiendo el periódico La Verdad Presente.5 Según los informes de las juntas de las diferentes regiones de las misiones se otorgaron licencias misioneras a aquellas mujeres que dedicaban su tiempo completo a esta tarea y difundían el evangelio en diferentes territorios de los países de Sudamérica.

Los informes provenientes de Argentina6 y de Chile7 relataron cómo las mujeres colaboraron con la distribución de literatura evangélica.8 Aunque algunas de ellas no se trasladaban grandes distancias para hacer este trabajo, sin embargo aprovechaban para hacer suscripciones a las revistas denominacionales dentro de su localidad. El éxito de esta tarea en varios lugares, llevó a que se escribieran varios artículos en La Revista Adventista para animar y solicitar que más mujeres adventistas se involu-craran en sus localidades o vecindarios.9

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Varias de ellas fueron colportoras de éxito en Argentina, Uruguay y Paraguay. Estas mujeres decididas obtuvieron, mediante la labor del colportaje, sus propios medios de subsistencia e incluso se pagaron sus estudios terciarios. Pero la motivación principal era la difusión del men-saje adventista.

Otra destacada contribución del liderazgo femenino en la historia de la IASD tiene que ver con el apoyo económico. Las mujeres no sólo fueron colportoras evangelistas, sino que contribuyeron con sus dona-ciones para suplir las diversas necesidades económicas propias del cre-cimiento institucional de la IASD, como por ejemplo, la compra de la imprenta en Chile que había sufrido daños por un incendio.10

La obra de sostener el crecimiento interno de la iglesia demandó e involucró el esfuerzo de las mujeres, como en la actualidad. Esta tarea incluía el trabajo con los niños, los jóvenes y los adultos en las escuelas sabáticas. Algunas fueron directoras y otras fueron secretarias de las es-cuelas sabáticas de las misiones, asociaciones y uniones. En esas prime-����������������� ����??������ ���� +��������� $��������������������de las misiones era llevada a cabo por quienes cubrían dicho cargo con el nombre de “secretario” o “secretaria” de cada departamento. En forma similar a lo que acontecía a nivel de la Asociación General de la IASD, la tarea de administrar distintos departamentos de las uniones y asociacio-nes o misiones, estuvo a cargo de hombres y mujeres. Las mujeres cola-boraron especialmente encargándose de los departamentos de Escuela Sabática y Actividad Misionera Local del Departamento de Jóvenes o Sociedad de Jóvenes,11 y Tesorería.12 Para tener una idea sobre el alcance de este tipo de liderazgo administrativo se expondrá a continuación un relato resumido de los primeros años, que abarcan aproximadamente hasta la década de 1930.

Para 1906, lo que se llamaba Unión Misión Sudamericana se organizó como Unión Asociación y también se abrió el primer departamento de la Iglesia en Sudamérica, el de educación, que estuvo ese año a cargo del pastor Arturo Fulton. Al año siguiente se nombró a Ottena de Fulton como encargada de un nuevo departamento, el de Escuela Sabática, para el campo que abarcaba Argentina, Paraguay y Uruguay; y a María Thurston de Westphal para Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Ottena de Fulton fue nombrada como la primera encargada del Departamento de Escuela Sabática al momento de la sesión bienal de la Unión Sudamericana realizada en marzo de 1908.13

Cuando Luisa Post de Everist fue elegida como encargada de ese departamento para la Unión y para la Asociación Argentina en 1910, en-contró que existían 25 escuelas sabáticas en la Unión. El Departamento de Escuela Sabática estuvo a cargo de mujeres hasta 1919 en la Unión Sudamericana,14 y en las diferentes divisiones regionales que abarcaba esa Unión hasta cerca de 1930.15

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En noviembre de 1913 se votó organizar el Departamento de Obra Misionera Local que comenzó a funcionar en 1914. Se nombró a Luisa Post de Everist como encargada del mismo, además de tener ya a su car-go el Departamento de Escuela Sabática desde 1910. La Asociación de Chile nombró a María T. de Westphal para ocupar ese puesto.

Como se puede observar, el liderazgo para el crecimiento de la iglesia también fue llevado a cabo por mujeres en diferentes responsabilidades a medida que la misión de la Iglesia lo requería.

Otra actividad que las mujeres emprendieron con dedicación se con-centró en el área de la salud. Algunas trabajaban como enfermeras y aprovecharon, desde su trabajo, las oportunidades que les surgían para compartir el mensaje de Dios. Por ejemplo, se relata el caso de la señorita Praun, en Progreso, Santa Fe,16 y de varias enfermeras graduadas que res-pondían al pedido de ayuda de la Conferencia Unión Sudamericana para abrir la obra de la IASD en las ciudades populosas del Río de la Plata. Las primeras enfermeras llegaron de otros países como Estados Unidos y México.17 Entre ellas se cuentan las esposas de Roberto Habenicht y Fernando Stahl. También Margarita Klatt trabajó como enfermera en el sur de la provincia de Buenos Aires, y cuando no atendía enfermos, colportaba.18 En Corrientes, Argentina, Adela de Brouchy trabajaba a la par de su esposo en la atención de enfermos.19

La tarea de evangelización realizada por las mujeres en el área del colportaje, la salud y la administración de la iglesia, no quedó sólo allí. La IASD necesitaba de quienes pudieran escribir artículos y noticias para las revistas de difusión general. Desde los mismos comienzos de las revistas La Verdad Presente y El Faro, hubo varias mujeres que contribuyeron re-dactando o traduciendo artículos para los diferentes periódicos. Algunas de ellas llegaron a ser jefas de redacción de la casa publicadora, como Lydia Greene de Oppegard.20

Y qué decir de la enseñanza. Qué sería actualmente de la IASD sin la dedicada y empeñosa labor de cientos de maestras,21 directoras de escue-la primaria, maestras de costura, de arte culinario, de música; preceptoras en los internados22 e instructoras bíblicas.23

En el año 1915, se registró que en los países de Perú, Bolivia y Ecuador había varias mujeres dedicadas al crecimiento de la misión adventista y la difusión del evangelio. Algunas trabajaban a la par de sus esposos y otras como obreras solteras.24

Me ha resultado muy inspirador y provechoso repasar la historia y completar los episodios integrando a todos sus actores. Estoy segura de que los registros históricos y los relatos de vida guardados por familiares o amigos, que no se han difundido todavía, contienen episodios que serían de gran valor para la vida espiritual de la Iglesia.

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Referencias1 Elena G. de White, El ministerio de curación (Mountain View, CA: Publicaciones

Interamericanas, c1975), 397-399.2 Ibíd., 397-398. La cursiva es del editor.3 Elena G. de White, Carta 84, 1910; citada en Elena G. de White, El evangelismo,

346. En algunas declaraciones adicionales sugiere que “las alumnas deben estar en condiciones de ocupar cualquier puesto que se les ofrezca: directoras, maestras de escuela sabática, obreras bíblicas. Deben prepararse para enseñar en las escuelas para niños” (Elena G. de White, Carta 3, 1898, citado en El evangelismo, 347).

“Quisiera crear un fondo para costear el sueldo de esas mujeres devotas que son los obreros más útiles para dar estudios bíblicos. También me siento inducida a decir que debemos educar a más obreros para dar estudios bíblicos” (Elena G. de White, Carta 83, 1899, citada en El evangelismo, 349).

� � =� ���� ����������� $��' ������ ���� �������������� ���� ������ � ����� ������� �� ����buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas” (Elena G. de White, Joyas de los testimonios [Buenos Aires: ACES, c1970], tomo 2, 405.

4 White, El ministerio de curación, 398.5 Nótese el pedido de mujeres para trabajar como colportoras y un informe de trabajo

en “A los colportores”, La Revista Adventista 6, nº 1 (enero 1906): 7; “Colportoras”, La Revista Adventista 6, nº 1 (enero 1906): 8; Arturo Fulton, “Entre los colportores”, La Revista Adventista 8, nº 3 (marzo 1908): 23.

6 Corina V. de Mangold, “Una experiencia en el colportaje”, La Revista Adventista 7, nº 11 (noviembre 1907): 7; Pedro y Adela Brouchy, “Corrientes, Rep. Argentina”, La Revista Adventista 15, nº 6 (junio 1915): 10-11. Estos artículos mencionados contienen relatos personales; no obstante una recorrida por los primeros años, 1901 a 1910, �������� $����������������������'����������������������������������������mujeres que hacían de esta tarea un trabajo exitoso.

7 En Valparaíso, Chile, se describió el éxito de Olga Thomann de Fernández. Véase F. H. Westphal, “Conferencia Chilena, notas del campo”, La Revista Adventista 8, nº 1 (enero 1908): 3.

8 Guillermo Steele, “La obra de nuestros colportores durante el primer trimestre de 1906”, La Revista Adventista 6, nº 5-6 (mayo-junio 1906): 6; Ed. W. Thomann, “Prov. de Tarapacá, Chile”, La Revista Adventista 7, nº 11 (noviembre 1907): 8.

9 Por ejemplo, véanse los comentarios sobre el trabajo de la señorita Foley en la ciudad de La Plata, Buenos Aires y de la señorita Brown en Rosario, Santa Fe y los párrafos ���������La Revista Adventista 16, nº 1 (enero 1916): 16.

10 F. H. Westphal, “Donaciones para la imprenta”, La Revista Adventista 6, nº 4 (abril 1906): 2.

11 Existen varios registros. Sólo se mencionan algunos como ejemplos: en el campo de Chile, en el Departamento de Escuelas Sabáticas y Obra Misionera Local, María Thurston de Westphal, en el Departamento de Sociedad de los Jóvenes, Catalina Block (J. W. Westphal, “La reunión anual chilena”, La Revista Adventista 15, nº 5 (mayo1915): 9; Víctor Thomann, “La novena reunión general de la Conferencia Chilena”, La Revista Adventista 15, nº 6 (junio 1915): 11-12; Víctor Thomann, “Décima reunión anual de la Asociación Chilena”, La Revista Adventista 16 nº 5 (mayo 1916): 6). Con posterioridad fue nombrada Calista N. de Emmenegger como secretaria de las escuelas sabáticas y de la obra juvenil (Abrahán Berchín, “Convención de escuela

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sabática y V. M. Jóvenes en Valparaíso”, La Revista Adventista 18, nº 2 [17 enero 1918]: 9-10).

12 En Brasil, la Conferencia de Santa Catarina y Paraná, eligió a María de Ehlers como secretaria y tesorera de esa asociación (F. W. Spies, “Conf. S. Catarina-Paraná”, La Revista Adventista 8, nº 7 [julio 1908]: 63).

13 N. Z. Town, “Conferencia Unión Sud Americana”, La Revista Adventista, 8 (abril 1908): 33; Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 3:769.

14 Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 1:148, 3:769.

15 Se pueden agregar los nombres de Lydia Greene de Oppegard para la Unión Austral; María de Westphal, Sadie de Town, Ottena de Fulton, Luisa P. de Everist, señora Haak, María de Casebeer, Clara de Baer, Maude de Perry, Teresa Krieghoff, señora Wilcox, señora Ernenputsch y Christina T. de Meier para la región Central de la Asociación Rioplatense hasta el año 1931. En Chile, a María de Westphal le siguieron Calista N. de Emmenegger, Gertrudis de Davis y Catalina de Hancock hasta el año 1926. En Uruguay el Departamento de Escuela Sabática estuvo primero a cargo de Ottena de Fulton y luego le siguieron: Clara M. de Maas, Maude de Perry, Carlotta Hugo, Lydia Greene de Oppegard, Hilda O. de Koch, hasta el año 1920. En Paraguay, comenzó Ottena de Fulton y le siguieron: Cecilia Deggellerer de Kalbermatter; María de Ernst y Lydia G. de Oppegard, también hasta el año 1920. En Buenos Aires, el departamento se inicia en 1921 y estuvo a cargo de Clara H. de Baer, y luego la señora Hancock hasta 1929. En la región de Cuyo, Argentina, el departamento se inicia en 1931 y asume brevemente como encargada Elena Ernst de Rojas hasta 1932 (Ibíd., 3:769).

16 N. Z. Town, “Conferencia Argentina: por Santa Fe y La Paz, Entre Ríos”, La Revista Adventista 8, nº 7 (julio 1908): 65.

17 “Notas editoriales”, La Revista Adventista 9, nº 2 (febrero 1909): 16.18 “Noticias de la obra: Argentina-Prov. de B. Aires”, La Revista Adventista 15, nº 4 (abril

1915): 15.19 Pedro y Adela Brouchy, “Corrientes, Rep. Argentina”, La Revista Adventista 15, nº 6

(junio 1915): 10-11.20 Se encargó de La Verdad Presente y El Faro durante los años 1903, 1904, 1906, 1907;

y de La Revista Adventista y Salud y Vida, desde 1910 a 1916. Véase Arturo Fulton, “Conferencia Argentina”, La Revista Adventista 7, nº 12 (diciembre 1907): 5; O. Oppegard y L. G. de Oppegard, “Conferencia Argentina: La obra en Buenos Aires”, La Revista Adventista 8, nº 4 (mayo 1908): 47; “Extractos de los acuerdos del comité de la Conferencia Unión, tomados en el Colegio Adventista del Plata, Diamante, Entre Ríos, Argentina; octubre 21 a noviembre 14 de 1909”, La Revista Adventista 10, nº 2 (febrero 1910): 13; véase además Brown, “A historical Study of the Seventh-day Adventist Church in Austral South America”, 1:237.

21������������ ������������������� ��������� ������� ������������� �����������mujer, Emma Köhli, que trabajaba como maestra entre los primeros adventistas.

22 Entre ellas se mencionan Margarita Ernst, la señora Lude, Luisa Hugo, Ida de Gil, etc. (Walton C. John, “El Colegio Adventista del Plata”, La Revista Adventista 11, nº 1 (enero 1911): 14-15). La escuela primaria de Florida se inició en 1913 con tres alumnos: Dora Thoman Westphal, Arturo Thomann Westphal, Evelyn Hartman (posteriormente se casó con Ellis Mass). La inauguración de la escuela se realizó en Florida, Buenos Aires, el 15 de marzo de 1916 y la señora Kirstein fue nombrada como maestra y directora de la misma (J. G. Casebeer, “Nueva escuela para niños”,

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La Revista Adventista 16, nº 6 [junio 1916]: 8; Carta de Eugenio Di Dionisio a Silvia Scholtus, 12 de septiembre de 2011, archivo DF del Centro de Investigación White).

23 A lo largo de los años y del crecimiento de la misión, se mencionan varias mujeres que ���������������� ����� ����!�� �����%������ $����� ����������� �����!����������������������������������������������������� �������� ����������!�������como instructora bíblica y se relata su éxito en la tarea (J. W. Westphal, “La obra en Montevideo”, La Revista Adventista 16, nº 8 [agosto 1916]: 13-14). Otras ayudaban a sus esposos en el ministerio y parte de su colaboración incluía dar estudios bíblicos. Véase por ejemplo, Adela de Brouchy (Pedro M. Brouchy, “Corrientes”, La Revista Adventista 16, nº 8 [agosto 1916]: 14-15).

24 Por ejemplo, en Ecuador estaban las esposas de los pastores Knight y Osborne. En el Perú, Cecilia de Kalbermatten, la esposa de Benjamín Rojas, la esposa de Stauffer y la señorita Carner. En la Misión del Lago Titicaca, Bolivia, Ana de Stahl, la señora Pohle, Margarita Ernst de Schulz, la señorita Wightman (E. L. Maxwell, “Ecos del Campo”, La Revista Adventista 15, nº 6 [junio 1915]: 8-9).

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