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lunes, 13 de octubre de 2014

La espada de los cincuenta años de MarkDanielewski: una obra visual magnífica, unaobra literaria menorHay autores que son genuinamente experimentales y que semovieron a menudo en esos espacios intransitados de laexperimentación, como Calvino, Perec, Joyce o David Markson.Sus obras son de difícil lectura, pero en ellas lo importante son elplanteamiento y la ejecución de una idea. Otros autores, a los quese califica de experimentales, con Cortázar a la cabeza, no lo sontanto en un sentido estricto, sino que más bien han sido capacesde aunar los rasgos experimentales de otros escritores previos ocontemporáneos, hacerlos suyos y, sobre todo, hacerlos legiblespara el lector común, lo que les ha conferido ese auraexperimental y una gran acogida entre los lectores. A ese grupode autores pertenece también Mark Danielewski, quien con La casa de hojas firmó uno de los debuts literarios másinteresantes en lo que llevamos de siglo (que es más bien poco). En su literatura hay muchos rasgos delposmodernismo literario de los ochenta, pero además Danielewski le ha aportado un carácter visual a su obra queayuda a que imagen y palabra dialoguen, pero no uno como espejo del otro (no es la idea simple del caligrama),sino de modo que uno de esos componentes de la obra complemente al otro. En La casa de hojas (que yaanalizamos en su día en otro lado) este diálogo entre palabra e imagen era el núcleo de la obra ―además de unaestructura en niveles casi infinitos―, lo que la hacía realmente distinta de una, más o menos, ingeniosa historia deterror.

La semana pasada llegó a las librerías La espada de los cincuenta años, de Danielewski. En ella se narra una fiestade cumpleaños a la que acude Chintana, una costurera que acaba de separarse de su marido, invitada por unaseñora de 112 años. Resulta que la fiesta de cumpleaños es en honor de la mujer con la que se lió el marido deChintana: Belinda Kite, una mujer más bien desagradable que rompe matrimonios alegremente. A la fiesta acudentambién cinco niños huérfanos para los que una asistente social contrata a un cuentacuentos. El cuentacuentosresulta ser un tipo siniestro que porta un maletín que contiene un secreto. Comienza su relato con una advertenciaque ya hace presagiar que el final de la historia será funesto: «Soy un hombre malvado con un corazón muy negro.Y fueron solamente esa maldad y esa negrura las que me llevaron a buscar esto que llevo transportando muchosaños y que traigo esta noche».

Sobre el maletín puede leerse: LED50A (la espada de los cincuenta años), un arma que puede matar solo aaquellos que cumplen cincuenta años ese mismo día. Pero a cambio el cuentacuentos, para hacerse con esa arma,tuvo que realizar un largo viaje por paisajes tan diferentes como el Valle de la Sal, el Bosque de las Notas que Caeno la Montaña de los Múltiples Senderos, para encontrar al Hombre sin Brazos, el fabricante de la espada, y concederla pérdida de uno de sus recuerdos para obtener la espada (por eso nos quedamos sin conocer los motivos de lanegrura del siniestro personaje). Los niños escucharán atónitos el relato, hasta que el cuentacuentos les permitaabrir el maletín, momento a partir del cual se desencadenará la tragedia.

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Publicado por Libros Instrucciones de Uso en 8:01

Etiquetas: Alpha Decay, Danielewski, La casa de hojas, La espada de los cincuenta años, libro ilustrado, literatura

estadounidense, literatura experimental, Pálido fuego, reseña

La de Danielewski es una historia de fantasmas para adultos, que puede que se quede a medias entre públicoadulto y el infantil. Es una historia sencilla y escrita con tono lírico, que es lo que seguramente la salva. En laintroducción, se nos avisa de que la historia está narrada a cinco voces, y cada una de ellas va acotada por comillasde cinco diferentes colores (que, por cierto, no se distinguen demasiado entre sí). No se nos escapa la posibilidad deque esos cinco narradores funcionen como el coro griego de las tragedias clásicas. Sin embargo, al leer esaintroducción, y sabiendo de lo que es capaz Danielewski, esperábamos algo más, quizá que las frases quecorresponden a cada uno de los testigos de la narración siguiese su propio camino, y no que se tratase únicamentede una exposición en la que unas voces interrumpiesen a otras y con, como mucho, algunas peculiaridades en unade las voces, en las que se deforman ciertas palabras que, eso sí, puede que guarden una clave de lectura.

Lo mejor del libro es, sin duda, su factura visual. Desde la cubierta del libro hastacualquiera de las ilustraciones interiores, construidas a partir de trazos cosidos, pues,no en vano, el punto de vista de la narración es el de Chintana, la costurera. Si en Lacasa de hojas esa parte gráfica de la novela funcionaba como motor del texto e inclusoguiaba la lectura, en este caso quizá funciona más en la forma clásica de un libroilustrado, generando espacios por los que discurre el texto y sirviendo de espejo de él,y no tanto de complemento que le aporte algo adicional. El gran problema a la hora de analizar una obra de Danielewski posterior a La casa dehojas es que existe La casa de hojas. Y, entonces, las comparaciones se haceninevitables. La espada de los cincuenta años es, en este sentido comparativo, una obramenor comparada con la primera, ya que carece de todo lo que hacía de ella una obradiferente. La espada de los cincuenta años tiene a su favor un trabajo eficaz con ellenguaje, que es de agradecer, y que, por momentos, parece asemejarse a ese mundoque creaba el genial Milorad Pàvic en sus libros, como en este pasaje en el que elHombre sin brazos le explica al cuentacuentos los poderes de algunas de las espadasque ha fabricado:

Me costó tres inviernos fabricar esta. Mata el sabor de la sal. La de al lado mata el olor de los Altramuces,las Iris Domésticas y las exuberantes Prímulas Vespertinas. Esa de ahí […], esa mata el color verde.

De ahí que resulten interesantes las metáforas que propone Danielewski, que abundan en el texto, y algunasimágenes realmente ingeniosas, pero eso se pierde en una pretendida historia de fantasmas, quizás no demasiadotrabajada y donde prima más el aspecto visual (magnífico, de eso no hay duda) que el texto en sí. De hecho, sin esecomplemento visual, el texto sería una historia de terror más, sin aparentes pretensiones experimentales. Hay unmomento en el que el cuentacuentos advierte a los niños huérfanos cuál será la forma en la que les narre el cuento yesa, creemos, es la misma que la que emplea el autor: «Lo que tengo que contaros os lo tengo que enseñar. Pero loque os enseñe también os lo tengo que contar».

En resumen, un libro que no nos arrepentimos de haber comprado porque es un volumen de esos que a uno le gustatener en su biblioteca y poder ojearlo de cuando en cuando, pero que quizá tenga más valor como libro-objeto quecomo obra literaria de relevancia.

Título: La espada de los cincuenta añosAutor: Mark DanielewskiTraductor: Javier CalvoEditoriales: Pálido fuego y Alpha DecayPáginas: 288Precio: 20,90 eur (rústica)

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