librosildo, oel pensamiento "mítico" es el que ict recaer sobre él, inoccnte, ... uno de...
TRANSCRIPT
~' de El gran gozo parece hacerlotrarse eon el realismo social que
lIt'O hondamente el estilo expresivo deHtla española y quc tanto la diferen
I de la hispanoamericana: el Ouir de laClIia,la cotidianidad de los diálogos, lo
tnn hacia una prosa que pretende desa:tldesí misma y que sólo se entona en
;xJ'JSsecuencias de lirismo sensual; y sino, como un reto a la propia rendi
realista, El gran gozo ubica gran parte'lIIsignificado en una tortuosa reOexión
nle a su historia, como si esa reOel1li no encontrara salidas más que en la
.Züedad de la pesadilla (y de un clima¡dldillesco esta imbuido el epílogo),
uPrimera Partc cucnta, en una veinteu de páginas, una historia africana:'1ivy.Brühl recoge en l/¡e 'Soul' (JI (he
¡'il'e un sorprendente relato del explo'Idorsudafrieano L. Magyar": con el clíIldelos rilos inici,hicos (o de algunos rei10s fantásticos de Bradbury), Ferres nosIIlrega la historia de dos indígenas, S y K
miniscencia de los pcrsonajes kafkia-lOS') que se internan cn la selva para ex
erdeella el tesoro de la miel. Mientras Sne la suerte de encontrar "cinco troncosos de miel... desde el corazón hasta la
IOrleza" , K sufre por haber hallado uno~Io,y recae en aquello que Unamuno lIaIllbael espíritu "cainita" de los españob: [a envidia y el impulso homicida haciaIlIScongéneres, Esto último no queda cla-
-no debe quedarlo- en el relato de Fencs,ya que la muerte de S en las garras dealeón nómada insfaura el comienzo dencódigo mítico: ¿ese león es K transfigu
Ildo, oel pensamiento "mítico" es el queICt recaer sobre él, inoccnte, las sospe
dtlS yluego la convicción de la tribu? Elrrador evita con habílidad traspasar laó;fera irreal que ha creado, evita llegar
~s certidumbres (y toda su novela seráejercicio de la ambigüedad), para dejar,contrario, un final abierto, palpitante,
iispJ~to a nuestra participación. Incluso~it~ cristiano parece surgir de pronto,soslayo, para superponerse fantasmalte,en la figura de K, victimado por las'l vengadoras, sangrando sobre el
undo: "brillan én alto las lanzas, las ra-q~e bajan centelleando hasta él, hasta
corazón mismo del dolor, de los gritosOlCUrecedores. Pero aún siente el nuir, el
lpe rojo, el tacto del chorro de su propianire saltando, embadurnando las pierIly los cuerpos vivos de los otros homcs:Toda su sangre extendiéndose simlOatravés del mundo común e iluminado,
jd mundo desde el que llega al canto uní-no,'el canto repetido por siglos y. siglos
~o segundos, portador ya de a!~un fru
último, marchito, de compaslOn y dean calma", El sacrificio inmemoríal, la
1OI1umbre de matarse, entronca perfectantecon el sacrificio cristiano, con el co
llicnzo de nuestra era. Probablemente nobyen Ferres la voluntad de unir esto~ doslIilos, pero lo cierto es que la presencia de
49
LIBROS
la iglesia represora incide en la noción deculpa que nutre la segunda historia.
Este universo, nos dice el narrador enuna pausa que separa las dos primeras partes de la novela, "no incluye el concepto demuerte por accidente". Hay siempre unaintencionalídad, un designio, una participación mágica en todo lo que ocurre. Yeso, nos señala, sucede también en nuestravida cotidiana, la que reOeja el segundo relato, la historia de un adulterio inserto enun presente postfranquista al que se aludevarias veces en la novela como en un propósito de ubicarlo temporalmente. Peroesa ubicación no es sólo referencial: dadasu preocupación moral, la novela atiendeprecisamente a la pasada herencia que searrastra desdc siglos en España pero quebajo el franquismo tuvo su üpice: la represión en las costumbres. "Entre todas lascosas que andan mal el] España - hace siglos- la que peor anda, no cabe duda, es eleros", decía Rosa Chacel en frase que Ferres utiliza en un epígrafe y de la que el relato se convierte en involuntaria ilustración, en prueba al canto. No importa laedad del hombre o de la muchacha. no importa siquiera la diferencia en edad. o elhecho de que él esté casado, o que sobreella pese una figura paternal castradora,férrea, dictatorial (sea o no voluntad deFerres a un nivel simbólico ésa es la figurade Fr~nco sobre España entera): lo queimporta es la total ausencia de futuro parauna relación libre. Dicho de otro modo:
~o o ~
o o. o- :: .Ó e Ó
esa relación no puede ser libre sino condi·cionada por una sociedad que la estremeceen la amenaza, la empuja hipócritamentehacia la clandestinidad y la asfixia bajo elanatema de la culpa. Y esto no es sólo elproducto de la censura franquista sino dela historia hispanica, de sus valores ancestrales que la iglesia y el estado implantaronintentando eternizar y convertir en esenciales. Por eso el presente es terrible -nosdice la novela- ya la pareja le ofrece, entre muy pocas alternativas, una de rebeldíaanárquica: el pacto suicida, la muertecomo resolución de la vida,
La otra alternativa está bien mostradaen la novela, para cada uno de los personajes. porque precisamente de ella huyen,por causa de ella se han encontrado, Parael hombre, es el hastío: "Iarguísimos y tediosos años de un tiempo vacio, año y lustros en los que parecía no ocurrir nada enel país". Para la muchacha. un futuro presagiado en la figura de la madre: "Vencidasimplemente. Borrada, 'Se ha estado muriendo su corazón de tanto obedecer', pensó Marta, Pensó en los ojos grises, extinguidos, amarrados por la subordinación,por el incesante gesto de asentimiento",La visiÓJl de la vida espanola que entregaesta novela es sin duda sombría, del mismomodo que su resolución narrativa, la queal unir su extremo con el principio, con elrelato africano, nos hará preguntarnos: ¿seha convertido la muchacha en el "león nómada"? ¿Representa ella a una nueva Es"paña, que renace de una muerte aparente,de un "pacto" mortal con que destruye ala apática y derrotada Espalia del pasado?El narrador confiesa, en la pausa ya citada, que ese final de su novela le obsesiona:"Sobre todo de noche, después del crimeno accidente. siento mucho miedo, y hago ydeshago el epílogo de esta historia 'interminable".
No es El gran gozo la mejor novela deFerres, aunque sí una de las más inquietantes; y esa inquietud está dada por la simultaneidad de dos niveles: el de la historia pasional, llena de angustias cotidianasaunque también transida por la presenciade una muerte inútil, y el que, subyaCiendoesa historia, nos entrega una reOexión nomenos angustiosa, no menos atribulada:la de un escritor español ante su país actual anle los límites de una libertad plantead'a pero que se ha intentado vanamenteatrapar.
f/?-P!.IC.OOO-"'¡I'.-L\ SIS :R,,..'A..t.l.. :>-"~\ILQ.'1.- S,J P~IC:..oA~"L'S,5
CRUNICA DtUN DESNUDO T¡ "t-tQ.TD
j.:f..nliago Ramíre/. Sanliago .Ramirez cA1.iu,¡le defuenla". Ed, Nueva Imagen. Mexlco~- -
NTIAGO GENOVt~; A--,ACOffiNACIO TAlBOJ
Uno de los autores de esta breve ensayo(SG) se hallaba ausente del ~aís al apar~'cer el libro de Santiago Ramlrez, y ha leido de una sentada los numerosos comentarios y polémicas que ha suscitado. El". -<
ye, hoy, no obstante, la mejor forma queposeemos de adquirir y de transmitir conocimiento. Dado el auge y las ventajasdel conocimiento científico -que nos sacade la charlatanería ton la- estamos empecinados, así, empecinados, en que todo conocimiento liene, afortiori, que ser científico para ser valido. Pero Freud se dirige,"al viejo", a Goethe, cuando se halla anteun calleíón sin salida. Como S.R. se dirigea Carroll, nosotros, con frecuencia a SanJuan, los sociólogos y psicoanalistas, psicólogos, sociólogos y antropólogos, deberían dirigirse mas a Cervantes, Shakespeare, Dante, Virgilio, Joyce, Proust, ect., loque hace, (hacemos) con absurda poca frecuencia.
Ante tanto libro pomposo en el que seproponen soluciones -de ciencia o fuerade ella-; ante tanto libro lleno de convencionalismos, la duda, la sencillez, lo directo de la conversación de S,R. es un ejemplo, un ejercicio, que nos serviría a nosotros, y a los demas, si nos atreviésemos arealizarlo nosotros mismos desde la incomprensión, contradicciones y limitaciones, de las areas de estudio que cultivamos: nos entenderíamos mejor, entenderíamos más. Pero sucede que no nos atrevemos. A nuestra edad, casi la de S. Ramírez, comenzamos a pensar que hay que seguir su camino, y exponer, abiertam~nte,
dónde se está, dónde estamos, y no dejarlopara ociosas e inútiles conversaciones me·nores. Lo que ha hecho S. Ramírez es unanálisis tan sencillo como profundo, detoda una gama de pensamientos. Si lo deS. Ramírez se realizase -con otros hombres o mujeres-, una vez por semana entelevisión, lograríamos dos cosas: cambiarla televisión, y, a lo mejor,. también cambiar al país, sin duda mejorándolo. S1I1aspavientos. con elegancia, sin pesadez,con una cierta alegría, sin pomposidad,con conocimiento, y, sobre todo, sin esadefinitividad con que se nos suele tratarde hacer pasar por verdades lo que a todasluces no lo es.
Santiago Ramírez realiza un "ajuste decuentas" consigo mismo, con su vida, dentro de su actividad profesional. En un ámbito lleno de suspicacias, de no cuestionarseriamente la validez de lo aprendído en elpasado, y menos aún lo que enseñamos enel presente, viviendo de lo uno y de lo otro.En un ambiente científico en el que por seguridad de vida, por comodidad, por
LIBROS
o menos "gurús". Esto es: que mas o me·nos funcionan en tanto que poseen un valor, una seilsibilidad, una intuición, unapaciencia personal, unos conocimientosde vida -vivida o leída- que va más alláde los diplomas de universidades o de instituciones ad hoc que cuelgan de las paredes de sus consultorios. Nos diferenciamos de los changos -en gran parte- porrazones semejantes a las que diferencian alos psicoanalistas de los "gurús·'. En concordancia con lo que expresa S.R. deFreud, y con lo que estamos totalmente deacuerdo, ya lo decía Machado:
Si lográsemos reconstruir la metafísicade un chimpancé o de algún otro maselevado antropoide, ayudándole cariñosamente a formularla, nos encontraríamos con que era esto lo que le faltabapara igualar al hombre: una esencialdisconformidad consigo mismo que loimpulse a desear ser otro del que es,aunque, de acuerdo con el hombre, aspire a mejorar la condición de su propiavida: alimento, habitación más o menosarbórea, etcétera. Reparad en que,como decía mi maestro, sólo el pensamiento del hombre, ajuzgar por su misma conducta, ha alcanzado esa categoría supralógica del deber ser o (tenerque ser lo que no se es), o esa idea delbien que el divino Platón encarama sobre la del ser mismo, y de la cual afirma,con profunda verdad, que no hay co~ia
en este bajo mundo. En todo lo demas.no parece que haya en el hombre nadaesencial que lo diferencie de los otrosprimates (véase Abel Martín: De laesencial heterogeidad del ser)."
lJLan ~Mairenai~Sentencias...dOillur.~~
recuerdos de un prQfesor apÓcrifo, 1936).
50
(PIT) estaba aquí y fue tomando co'micnto de lo que se escribía y comen
a medida que transcurría el tiempo.P'OI ello, por creer que así se logra un ma
equilibrio, y por pensar que es uno delibros mas importantes del año -a pe
IU de sus sólo 131 paginas nos abocamo~
aIo.l comentarios que siguen.
,Por qué uno de los mas importantes del¡jo? Porque ocurre pocas veces que un
bre de verdadera estatura, de conoci. ntos y pensamientos tan amplios como
apccializados, se desnude en público. Alerlo, toma para sí el derecho de decirverdades mas verdaderas: que el psi
coanálisis no es ciencia, no es historia, noes técnica: es, como Medawar - Premio
obel y gran pensador- definió a la antropología, "una forma de ver, de acercarIta las cosas". La di ferencia - menor- eslriba en que el antropólogo ve y el psicoaulula oye, sin que ello quiera decir parauda que el psicoanalista no ve o que elantropólogo no oye. Santiago Ramírez no"ba dado el tiro de gracia a las instituciollCS psicoanalíticas del país" como reza eltitular de un periódico. No ha dado elltrode gracia a nadie. Ha tenido una conversación lúcida, abierta, clara desde la ambl.Oedad, único ambito posible para en!cnder en esta y otras areas del conocimiento.
Estamos con él -y con Freud- cuandoClpresa que la intuición poética antecede,tui siempre, a la explicación científica:desde San Juan a León Felipe, desde Canoll a Saint-Exupery. Nos saca SantiagoRamírez de las creencias erróneas de quedpsicoanalisis cura, como cura I~ p~nicili
Da. Nada mas falso. El pSlcoanaltsls -esuno de los temas centrales de su conversación- constituye la forma mas válida deacercamiento para conocer la personalidad: eso es todo. Eso sí es. Ante una mediéna comercializada -de la que se ocupód padre de Santiago Ramírez de maneramenos cabal que, más recientemente, el,ran Ignacio Chávez-, Santiago RamírezDi siquiera protesta, sólo fija el hecho, quetodos conocemos, de que pagamos por te-ner un interlocutor -psicoanalista- sea Es éste un punto central en el discurso deale válido y eficaz o no. Y los psicoanalis- S.R.: la ciencia es la ciencia, con su meto-tal se han sentido ofendidos: puntualtzan, dología, su técnica, su replicabilidad, su ri~Clplican, proporcionan datos acerca de gurosidad. Pero el conOCimiento serasus ganancias. iPero SI Santl~go ,no os ha siempre un concepto más amplio que elalacado en la forma que podrla facilmente del COnOCll1l1ento científico que constltu-llevarse a cabo! / ....... _
Cuando, hace ya más de un siglo,~win pubHc~ EI.Ori en de ,,' . se lelTiCa de ll1 edlato porque dice qu~ velll-lilaS de los monos". Dar,win, ~an cUldad,o-10 como S.R., incluye solo, anos despues,una frase mas o menos críptica en el prólo-'0 a la 6a edición, en la que dice: ".estaobra podrá dar alguna luz sobre el ongen11a evolución del hombre". Pero la socie-dad victoriana de entonces, como. la PSIcoanalítica de hoy, se siente agredida, 111
,ultada, ofendida. Porque en el fondo nosnlimos más o menos changos; como I~s
icoanalistas, en el fondo, se sienten mas
ayer válidos, pero sin vigencia actual. Estono es cualquier cosa.
Freud mantenía que el motor que mueve al mundo en el sexo -elemento muy cen
,tral de psicoanálisis-, Unamuno pensabaque era la envidia. Seguramente, son muchos los motores que mueven al mundo, yno uno sólo. Pero nuestro sentimiento alleer el librito de S. Ramirez es el de la sanaenvidia, si es que existe. Envidia porqueS. Ramírez ha realizado lo que en más deuna ocasión casi todos hemos elucubradodecir, algo semejante, algo en relación anosotros mismos en nuestra profesión,pero no' nos hemos atrevido.
Envidia por realizarlo con elegancia,con pulcritud, sin zaherir a nadie, sin entrar en los casi siempre inevitables detallesenojosos que marcan nuestras relacionesprofesionales con los demás. Envidia- mayor- porque son contados los quetienen un hijo con el que poder conversaren la forma en la que lo hace S. Ramírez.Envidia - menor- por no ser hijos de S.Ramírez y poder conversar con un padreasí. Ramírez no posee la carencia, el desbalance, que caracteriza a la familia mexicana: "exceso de madre, poco padre y exceso de chaviza". En grado mucho menorque S. Ramírez nos desnudamos aquí. Quelos buenos psicoanalistas, si así lo desean,realicen el diagnóstico correspondiente, ynos ajusten las cuentas.
El México prostrevolucionario de los añojtreinta se significó, entre otras razones;porque fue una época en la que se.llevaroaa cabo ciertos "experimentos" social"propios de una etapa de reajustes, de búsquedas y definiciones. Esta posibilidadtuvo su origen (y sus limitaciones) en la estructura de poder impuesta por Obregón,Calles, ya que los dos generales ~onorensCf
gobernaron apoyándose en una serie dealianzas con los caudillos regionales. Producto y herencia de las diferentes luchasarmadas derivadas de 1910, estos jefes locales gozaban de una deteminada autonomia, que les era permitida a cambio de suprobada fidelidad al je.:fe máximo.
En estas condiciones (o reglas del juego)se desarrolló la acción de Tomás GarridoCanabal, el gobernador de Tabasco quepor sus excesos anticlericales y su polítiaeducativa puso en boga un extremismoque la historiografía olicial, seguramente,encuentra incómodo. Al deliberado silencio hay que agregar la dificultad para der~
nir una política e.:c1éctica, quizá intuitiva,caracterizada por un monopolio del podaque logró crear, sin embargo, organizaciones populares como las Ligas de Resistencia que reunian a obreros y campesinos, 14mismo que la agrupación juvenil de 101"Camisas Rojas" de actuación c1aramenllfascista.
Carlos Martínez Assad, autor de Ell~
boratorio de la revolución. El Tabasco gllo"idista, ubica al dirigente tabasqueñocomo la expresión típica de un radicalismoburgués, que en nuestro país pretende encontrar sus antecedentes ideológicos en UGuerra de Rc.:forma y en la Constitucidd 57. El autor sugiere que la formacipolítica de Garrido se de.:bió, parcialmete, a Carrillo Puerto y Salvador Alvaradlos socialistas yucatecos con quienes colboró, así como al general Frallcisl:o Mú"ca, el promotor de los artículos constitcionales más radicales úd Congreso1917. Sólo que en este casu d medio so .donde se manifestó dicho jacobinismo ~
diferente al del resLO de la nación: en Tbasco los misioneros españoles no realiron una fecunda actividad evengelizadopues, en esa zona la religión callJlica nuca llegó a tener el arraigo dislÍlJ[ivlldelestados dd centro de la re.:púhli-:.1. Si aanterior se añade que las comunicacioterrestres eran inexistentes, se comprenque el aislamiento favoreciera las inicia'vas regionales.
La consolidación de Garrido Canacomo cacique del sureste se debió aperspicacia política. ya que optó pormane.:cer aliado de.: Obregón y Callescuado se declaró la rebelión de Adolfo deHuerta. Posteriormente, con la derrotaéste, quedó asegurada su posición denldel grupo gobernante. Martínez As
LIBROS
51~
edad, se olvida que Unamuno con su "dudo, luego existo" es más válido, más fundamental que el cartesiano "pienso, luegoexisto", y que lo de Unamuno se toma por.crítica politica, por crítica menor, por crítica a los demás, cuando en realidad no es'sino sanísima autocrítica, sincero autoexameno
Claro que nos hubiese agradado que S.Ramírez tocase con alguna amplitud temas como el psicoanálisis y el cine -mudoo hablado-. La relación e importancia, sila tiene, de la violencia que se exhibe enT. V. o en los cines, y la formación de lapersonalidad. La violencia desde el puntode vista psicoanalítico. Algo sobre violencia y personalidad; algo sobre co.muni~ación no-verbal, personalidad y pSlcoanalJsis, etc. A este pero, habría que contestarque cuando un profesionista conversa seriamente, y de dichas conversaciones surge un libro, no se puede complacer a todos.
Tanto desde el cine y desde el periodismo (PIT), como desde la antropología(SG), nos interesamos, desde hace años,en las relaciones entre nuestro campo de acción y trabajo directos, y psicología, psiquiatría y psicoanálisis.
U na serie de autores comienzan, haceya tres décadas, desde ángulos tanto fisiológicos como psiquiátricos y psicoanaliticos, y aun filosóficos a cuestionar, a adentrarse, tanto en a dónde nos lleva el racionalismo como en los orí.genes 'j naturalezadel irracionalismo. (Luckas, MerleauPonty, Bronferbrennes, Frankel, etc.).Más recientemente, hace poco más o menos una década, surge el movimiento antipsiquiátrico (Laing, Basaglia, Agel), almismo tiempo que el de contracultura(Roszak) y el de poner en duda buena parte de la investigación sociológica que sevenía realizando (Régnier, Genovés, ndres i, etc). En 1970, el propio romn u-blic' a ..... y un año des-pués Galdston a int Wa.tría antr ' . Anzieu y colaborado-res en el '72 por un lado Lagache en '73por el otro, nos sitúan, hace apenas unlustro, en donde estamos hoy en psicoanálisis, coincidiendo en gran parte con el S.R"mírez de hoy. Y a partir de la obra deJones (1971), para muchos el discípulomás imparcial y mejor conocedor de laobra de Freud, surgen críticas tan objetivas como válidas a la enorme obra de éste(Wortis, Steiner, etc.). Por último, hacesólo un par de años, Weiss valoriza el resurgimiento de la psiquiatría biológica.
Psicología, psiquiatría y psicoanálisisson áreas de investigación y práctica distintas -lo que con frecuencia se olvidapero íntimamente interrelacionadas -loque, igualmente, se olvida con· frecuencia-. Lo que ha realizado S. Ramírez esvolvernos a situar, recapacitar hoy, desdedentro, acerca de dónde estamos hoy, sinasumir criterios de autoridad, conven 0
nalismos científicos o pseudocientífi os