libro gramsci

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 L a actualidad d e Gramsci Poder Democracia y Mundo Moderno  oss MARíA MARTINELLI Compilador

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Gramsci

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  • La actualidad de Gramsci:Poder, Democracia y Mundo Moderno

    Joss MARA MARTINELLICompilador

    JA\ UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA..._.,.... UNIDAD IZTAPALAPA. DivisindeCiencias Sociales y Humanidades

  • Diseo de Portada: Alejandra y Jos Mara Martinelli

    Primera Edicin: Junio 1995D.R. Universidad Autnoma MetropolitanaUnidad Iztapalapa - Divisin de Ciencias Sociales y HumanidadesSerie Iztapalapa: Texto y ContextoAv. Michoacn y la Pursima.Col. Vicentina09340, Mxico D.F.

    ISBN 970-620-531-4

    Impreso en MxicolPrinted in Mxico

  • NDICE

    Prlogo: Leer a Gramsci.Joss MARA MARTINELLI J

    Antonio Gramsci y la presencialidad histrica delRenacimiento italiano.JORGE VELZQUEZ DELGADO J3

    La contemporaneidad de Antonio Gramsci.JORGE LUIS ACANDA 27

    Gramsci y nuestro tiempo.JUAN MORA RUBIO 45

    Filosofla y poltica en Antonio Gramsci vistas desde hoy.ROBERTO ESCUDERO 55

    Gramsci y la cuestin religiosa:la crtica gramsciana y los telogos de la liberacin.ENRIQUE LPEZ OLIVA 65

  • Gramsciy el partido politico comoproblema.FRANCISCO PIN 77

    Vale la pena volver a Gramsci?MANuEL CANTO CHAC 97

    Importanciade la teora gramscianadel estadopara elestudio de la regulacin econmicay poltica delcapitalismoactual.VICTOR SORIA 107

    Gramscien Detroit.JORGE FUENTESMORA 121

    Habr un lugarpara el socialismoen el sigloXXI ?VICTOR ALARCNOLGUN 143

    La izquierdaorganizadafrente al retoactual de lademocracia.RAFAELFARFN 155

    La democracia gramsciana.Joss MARA MARTINELLI 167

    Indice de autores 178

  • Leer a Gramsci

  • Prlogo: Leer a Gramsci

    Jos Maria Martinelli

    Leer a Gramsci en 1995 tiene sentido. Desde una perspectivaindividual para enfrentar la anomia que el hombre y la mujercontemporneos viven como deslavada cotidianidad social, casi sinbsquedas ni emociones, salvo algn estruendo politico como lasublevacin indgena en Chiapas al comenzar el afio 1994; desdeuna perspectiva sociopoltica, para intentar explicar cmo este finde poca convierte en mitos experiencias sociales que fascinarondurante casi todo el siglo, V.g: la Revolucin Mexicana, elsocialismo real, como muy importantes.

    Gramsci no formulaba respuestas puntuales ni cabe encontrar unaestrategia politica acabada en su discurso; ms propiamente invitaa una reflexin sobre la realidad de Occidente, con nfasis en lacultura y la poltica, cuales prismas refractan tes de lo productivo-econmico, como basamentos que explican los complejos procesosidentificatorios y desidentificatorios de las sociedades actuales; losespacios de las mediaciones. No otra cosa que la idea ampliada delEstado gramsciano, que no cabe referir sin su contrapartidadialctica y lugar comn de nuestro tiempo, la inefable sociedadcivil; de tan reiterada en la formulacin de consensos que se ignorasu potencialidad mayor, la formulacin de disensos.

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  • Cuando Gramsci dice "el proletariado no sucede al fascismo",pareciera darse cuenta de que se abre un largo periodo en el quelos cambios sociales van a ser moleculares, "de lo pequefto a logrande", donde las transformaciones van a darse ''jugando la pelotaen la cancha del adversario ms que en la propia". Esto haresultado vlido para la Italia, sobre la que Gramsci reflexionaba,pero tambin lo es para otros paises capitalistas que han logradosin erosiones mayores neutralizar los embates del socialismo; esdecir, lograr que ste se institucionalice y pierda fuerza de masas.Es en estos contextos donde la lucha por la democracia adquiere-una fuerza capital, ya que no se tratade recielamento del sistema-desde una perspectiva contestataria- sino la posibilidad deentablar una lucha.de ideas que le confiera alguna racionalidadal poder, ms all de los sesgos de intereses corporativos de clase.-Para abordar esta cuestin se requiere trabajar lo referente adescentralizacin y federalizacin del poder desde una dimensinorgnicamente popular.

    Hoy, socialmente se tiene la certeza de vivir tiempos decambios, y que stos no conllevan necesariamente matices deviolencia social colectiva; se trata de una nueva poca sin rupturahistrica .En esta dinmica es importante tener presente el efecto"devastacin" que en la conciencia de la gente ha tenido el fracasode los "socialismo reales", particularmente el desmoronamientode la ex-Unin Sovitica. Esta situacin, aunada a la presinpsicolgica de los medios electrnicos de difusin, conformanuna nueva subjetividad politica colectiva gobernada por elescepticismo acrtico, en la que campea "la desinformacininformada" como sustituta de la conciencia alerta y comprometida.Esto lleva a revalorar uno de los textos clsicos de Gramsci,"Americanismo y Fordismo"; el americanismo como absorcin dela resistencia, de ah a la mimetizacin social y como en el tango"hoy resulta que es lo mismo un burro que un gran profesor", losespacios de las puertas falsas que abren al vaco. La respuestainterrogante es cmo forjar una cultura de la positividad queabsorba y realice la necesaria negatividad del marxismo; sin caeren la unidimensionalidad?

    En la actualidad, no cabe ninguna duda que la concurrenciasocial es diversa y conformante de escenarios nuevos, que sinembargo aceptan propuestas comunes ineludibles, vitales, v.g: larecuperacin y preservacin del medio ambiente como patrimonio

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  • colectivo, humano. Hay que politizar "el verde" para que loecolgico adquiera la centralidad necesaria en la cultura polticade nuestros das. Con seguridad, corresponde realizar un esfuerzomuy grande, social y poltico, para lograr acuerdos con losmonopolios y fuerzas depredadoras del medio ambiente; desalentarla industrializacin destructiva. En este contexto, los ejesproletarios no se diluyen pero tampoco son vanguardia. La claseobrera despolitizada no es Clase; es tal en tanto recuperacin deuna politicidad orgnica que la enclave en la diversidad social,en la concurrencia con sujetos sociales variados, con interesesparticulares y tambin comunes, como se dijo. Las sociedadesmodernas -aunque resulta doloroso escribir esto desde una realidadque acusa intensos perfiles premodernos- pueden configurar unsujeto poltico colectivo, en tanto sea democrtico, substancial-mente democrtico en representacin y en gestin. Es precisoaclarar que no se disuelven las especificidades que singularizana los diferentes sujetos reales. De esta forma adquieren, conservany perfeccionan calidad de sujetos polticos sin ser desplazados oanulados por un sujeto nico de poder, sea el partido, el dictadoro el presidente. Es la dimensin, a nuestro entender, de lahegemona democrtica gramsciana, que presupone, no convalida,el escenario de un posamericanismo. El nfasis recae en bregarconscientemente porque esta relacin diversa y diferenciada alseno de lo social no sea absorbida por el inters corporativo declase y su correlacin leviathnica al interior de la estructuraestatal.

    La industrializacin electrnica mediante la incorporacindirecta de la ciencia a los procesos productivos ha desplazado lasviejas formas de organizacin fordista. Resultante de este proceso,la multiplicacin y versatilidad tecnolgicas encuentran espaciosmltiples, tanto en la gran Corporacin como en la cotidianidadfamiliar. En este mbito hay una transformacin profunda en lacomunicacin entre los miembros de ncleos bsicos, conparticular gravitacin en lo referente a la conformacin de valores;stos son seductoramente introducidos por la imagen que en uninstante penetra la conciencia depositandoansiasde.bienestar y.sensualidad que chocan..coIL~lopaG~m,ient()de .larealidad. Se"

    _ despliegan -. nuevs ."identidades --por tomar' un ejemplorepresentativo consideremos a la juventud .actualvque nonecesariamente carecen de sentido critico, injusto seria afirmar

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  • que son autmatas, ms bien se trata de jvenes lcidos que optanpor el mnimo compromiso social, priorizando la erotizacin dela vida. Ciertamente, esto tiene lmites y el placer no es para todos.Lo que ocurre es que el poder no esta all, son filtraciones quepromueven escenarios virtuales que parcelan y realizan unarealidad dinamizada imaginariamente, pero tambin sostenida porla carga negativa de un pasado que se siente pesado, burocratizantey corrupto; la gestacin de un orden que se acepta sin compartirsus resortes poltico-econmicos de sostn. Es ms que unarebelda, sin los destellos de las utopas. Entonces, el maanapuede ser de absorcin pero queda un sedimento valorativo quequiso nutrirse en la creacin, en una inconformidad justificableque se tensiona entre una realidad empobrecida y una imaginacinque desafa hasta lo posible, no ms .Estos sujetos conllevan unapotencialidad enorme, no son todos ni mayoritariamente masivos;s, tal vez los suficientes para anexar espacios con otros sectoresms castigados de la sociedad actual en procura de unaconsensualidad valorativa frente a los consensos viciados,declarativos, falsos.

    A Gramsci le interesaba la lengua del pueblo, el saber popular,saba que all se encontraban bases de conocimiento, preservaciny resistencia culturales. Esto se sigue dando porque lasprevalencias culturales no se extinguen fcilmente, sobre todocuando alimentan procesos identificatorios en realidades adversas.Una modernizacin plastificada tiende a arrasar con estosprocesos, propendiendo a una homogeneizacin socioculturaledulcorada televisivamente, que para nada significa eliminardiferencias sociales. En alguna de sus notas Gramsci advertasobre el preservativo "buen sentido" de los simples; el rechazoal frentico y al aventurerismo locuaz son componentes de estebuen sentido. Seguramente no son elementos con la suficientefuerza social para evitar la superficialidad modernizadora, peros bases resistentes para abonar procesos germinales alternativos.Si todo cambiara, qu seria lo nuevo?

    Lo poltico de nuestro tiempo es una cuestin bsicamentecultural, que remite a una calidad de vida consustancial a lapreservacin de la naturaleza. Esto impacta, aunque lentamente,los sistemas productivos, la vida en las ciudades y el trabajo enel campo. Las viejas formulaciones de humanizaciones abstractasno responden a una materialidad social estructurada entre el

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  • imperativo del orden -lase consenso- y una crecientemediatizacin de los actores sociales. La expresin de esto ltimose consuma ya no solamente en el desdoblamiento ciudadano-productor, sino en la prdida de calidad poltica del hombre ymujer contemporneos. Si en algn escrito sostuvimosque el viciodel socialismo real era la expropiacin de poder a que eransometidas las masas; en el capitalismo altamente internacio-nalizado la mediatizacin poltica convierte en sujetos de podera vastos sectores sociales, cuya representacin se diluye entre lavolatilidad de las propuestas electorales, la corrupcin de las redesdel poder y la desinformacin poltica. Esto cobra sentido porquela relacin cultura-poltica es central en la obra de Gramsci ypromueve una reconceptualizacin de dichos trminos querequiere, en primer lugar, de una tica valorativa asentada en lalibertad de eleccin con base en la libertad de informacin. Esesto lo que sostiene el contenido democrtico: participacindecisional. En este sentido se vierten en el texto algunas ideassobre el doble carcter de la democracia contempornea:representativa y directa. La conjugacin de ambas instanciasrecoge la mejor tradicin democrtica liberal y la inexorablepoliticidad participativa del marxismo.

    La idea de Hegemona Democrtica deseamos vincularla conun pensamiento gramsciano polmico: "Que la clase obrera seapoder antes de la toma del poder". Formulacin que llev atericos connotados a ubicar a Gramsci en el historicismo, aunquesea parcialmente, entre otros nuestro muy respetado NicosPoulantzas. No es el caso reabrir discusiones pretritas perotampoco cobijarse con el expediente fcil de que se trata de unadiscusin superada. La idea gramsciana refera a una culturasolidaria, generante de valores colectivos a partir de recuperar lalibertad individualizada del sujeto; en este sentido el americanismoha resultado victorioso al exaltar un individualismo cerrado a lapolitizacin y desconfiante de las salidas sociales colectivas .Laclase obrera se ocup del bienestar subordinando la lucha por elpoder. Esa matriz de nuevos valores, materialmente priorizantesde lo colectivo sin destruir lo individual, abort al conjuro de unbienestar masificante, propiamente destructivo de la creatividadindividual que hace a la vida bella. La clase obrera no fue alparaso, tampoco gener condiciones alternativas de poder;defendindose de los embates de la automatizacin electrnica,

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  • enfrascada en la lucha defensiva del empleo conserva en brutola potencialidad poltica que todava le confiere su diezmadapresencia en lo productivo social. Pero esta potencialidad slocobra sentido si se despliega capacidad asociativacon otros sujetossociales que pugnan por .una calidadde vida que incorpore a larealidad cotidiana, existencial, valores que se sustenten "en los'nuevos conocimientos cientficos, en la necesidad del arte comosensibilizacin y vitalidad en la aprehensin de la realidad, en laapropiacin e instrumentacin de tecnologas conservativas de lanaturaleza. Esta dimensin de la hegemona democrtica demandaun esfuerzo maysculo de propositividad polftica, flexibilidadasociativa y un sereno examen crtico de las sntesis cristalizadasdel pasado, para rehuirle al dogma y a las visiones unilateralesy anacrnicas del cambio.

    En relacin con los artculos que conforman este libro, el valorde los mismos esta dado fundamentalmente por la diversidad: lahistoria, la polftica, lo social, la cultura y la democracia entre lostemas privilegiados. Se podra recurnr al micro comentario quedestaca puntos o aportes de los autores presentndolosindividualmente, sin embargo optamos por referirnos a laestructura de la obra y que en su recorrido el lector encuentre losmritos y reflexiones que surgen de un trabajo que si biencolectivo, respeta las discrepancias y posturas de los autores. Cabeinvitar al lector a que parangone los diferentes Gramsci que surgende interpretaciones y preocupaciones latinoamericanas, oparticularmente las que manifiestan los autores cubanos; el valorde lo diverso que refuta la homogeneidad paralizante y aspira-no la da por hecho- a la unidad diferenciada.

    Un elemento articulador que merece destacarse es lapreocupacin tico-poltica de los autores por sobre visionesreductivistas, tan propias en este" tipo de trabajos, sea por el ladodel economicismo, sea por el del sociologismo. Con el espritude orientar una lectura heurstica, para nada en el nimo deformular una suerte de "Rayuela" cortaziana que sea gua delectura, se agrupan los materiales temtica y modularmente,buscando el enriquecimiento colectivo del texto; sin" perjuicio delinters que cada artculo tiene por s mismo. En este sentido, secomienza por los temas de contenido histrico-poltico. Aqu, loque se subraya es la fuerza de los sujetos polticos en la historia.Jorge Velzquez 10 hace en el contexto y limitaciones de la Italia

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  • renacentista, presentado un Gramsci pclmico que por igual criticael cosmpolitismo de los intelectuales renacentistas que elCosmopolitismo Vaticano. Los nuevos tiempos obligan a ubicarsemental y politicamente en una realidad cruzada por lainterdependencia mundial y la persistencia de profundas asimetrasen las formaciones nacionales; en estos nuevos contextos, comoya se adelantara, se requiere la reconstitucin del sujeto polftico,la elucidacin de una nueva subjetividad social que recorra losmbitos de la subjetividad empirica a la subjetividad histrica.

    El perfilamiento del momento tico-polftico gramsciano endetrimento de los espacios econmico-corporativos, dimensinesta propia de lo nacional reductivo frente a la expansividadinternacional. Bsicamente, pensar nuevas categorias para unarefundacin politica del marxismo.

    Un segundo bloque de trabajos abordan lo cultural polftico,pudiendo establecerse una triada -tica-subjetividad-libertad- paraabordar este ncleo de autores: Acanda, Mora Rubio, Escudero,Lpez Oliva, Pin y Canto. La riqueza de enfoques de losmencionados tericos sugiere una reflexin que tambin se va aformular interrogativamente, cmo se conforma la receptividadpolftica del hombre y mujer contemporneos? Los universalismoslaicos parecen haberse derrumbado entre tantos derrumbes,algunos mas ficticios que reales ~ a fuerza de sinceridad es ingenuopensar que el marxismo o el liberalismo se extinguen Sin embargohay que conceder alguna validez social a "la crisis de losparadigmas"; formulando la idea ms sencillamente, en qu creela gente? La politicidad de los universalismos religiosos esevidente, slo no lo ve quien no quiere verlo, tambin aquel quesinceramente cree por una simbiosis de temor-amor. ElCosmopolitismo Vaticano, fuerza ideolgica principalfsima en el"derrumbe del Este", reasume centralidad polftica en el escenariointernacional con una beligerancia que no se compadece con undiscurso conciliador y tolerante. La terrenalidad vaticana ratificala polftica del veto como sustento del dogma, V.g: e1 sexo es paraprocrear, sea en materia poblacional o de placer. La religiosidadcomo afirmacin de un poder milenario; la humanizacin de ladivinidad resulta cada vez mas lejana, ausente, abstracta. Comocontrapartida, pero tambin con puntos de contacto con el anteriorcosmopolitismo, se fortalece E 1 Islam. Mas cercano a lapoliticidad de los desposeidos, gana simpatias en tanto enfrenta

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  • a los poderes occidentales. Sin embargo, inmerso en practicasculturales abominables, particularmente crueles para con lasmujeres, resulta ticamente inaceptable, aunque se insistajustificatoriamente en patrones culturales diferentes y defensivos.La poltica no es contemplacin. Hablbamos de puntos decontacto; el Cosmopolitismo Vaticano condena espiritualmenteel sexo por placer, a su vez, el Cosmopolitismo Islmico destruyesexualmente a millones de nias mediante practicas de excisinclitoriana y de infibulacin. Los dos cosmopolitismos religiososcontemporneos se complementan mental y fsicamente envulnerar una de las fuentes mas intensas de la felicidad humana.

    De una reflexin como la expuesta podra concluirse que ladesesperanza es meta obligada. No; gestar una nueva culturapoltica tiene una base natural de sobrevivencia que es la vidamisma. Base que ligada, cabe reiterarlo, a la preservacinnecesaria del espacio ecolgico habitable, permiten pensar en unamaterialidad social no solamente de sobrevivencia, sino debienestar, que no equivale a derroche o banalidad. Esta s es unadimensin de largo plazo, no a la Keynes; un largo plazo que nosencuentre vivos. Insistir en la cultura, en la educacin, es insistiren gestar nuevos valores colectivos centrados en la vida comopractica de libertad. Esto tiene connotacionescon lean Paul Sartre,indudablemente. E1 conocimiento de nuestro tiempo esheterogneo, mltiple, es un esfuerzo hacia la verdad que tambines mltiple, histrica. Hoy, sin resignar el principio ni caer en laubicuidad de los pragmticos, es necesario admitir que la luchapor la igualdad cede espacio a la lucha por la libertad; cesindialctica conscientemente asumida en la perspectiva de que paraser iguales debemos ser libres. No se renuncia a nada, se va portodo con el optimismo critico que se nutre tambin de la reflexincreativa del escptico.

    Volviendo a los textos de este libro, nos permitimos llamar laatencin sobre el ensayo de Vctor Soria, quien considera quemediante la incorporacin de la Teora Gramsciana de laHegemona se puede establecer una sntesis entre lasformulaciones de Marx-Engels y Lenin sobre el Estado. En talsentido, la superacin estara por el lado de una teorizacin delas formas institucionales a la par de un estudio de las practicasmateriales y polticas en que estn basadas En este marco serealiza un rescate de categoras gramscianas, tales comorevolucin

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  • pasiva, americanismo y fordismo; la primera constituye uninstrumental precioso en el anlisis del proceso de dominacinclasista en periodos de transicin polftica. Las segundas,necesarias en la interpretacin del modo de produccin capitalistadesarrollado y las demandas de intervencin estatal, mas all dela mera regulacin econmica. Este ensayo da pie a la introduccinde artculos mas perfiladamente politicos, a los que nosreferiremos a continuacin.

    El ltimo bloque de trabajos - Fuentes, Alarcn, Farfn y unensayo de nuestra parte- se aproxima crticamente a unaproblemtica central de nuestros das: la cuestin de lademocracia. Para acercarnos al tema nada mas importante,siguiendo a Jorge Fuentes, que tratar de no montar un Gramscicontemporneo, cual un Maquiavelo redivivo, que responde atodas las demandas actuales. Lo que es ya un lugar comn odebera serlo: ubicar contextos e interpretar la realidad por sobrela aplicacin de modelfstica social. Aunque todo parezca refutarlo,hoy necesitamos ms que antes de un pensamiento tericopropositivo. Marx ech bases fecundas que impregnaron elpensamiento polftico moderno, asociando lo social y lo politicoen la perspectiva de poder autnomo de los trabajadores, sinembargo eso no lo convierte en un orculo ad aeternum. Afirmarla necesidad de replantear el programa poltico de Marx no es unahereja revisionista ni nos ubica en un posmarxismo teoricista ytendiente a la erudicin vana, cuando no sofisticada en el sentidoriguroso del termino. Por el contrario, hay que abandonar lasherencia! newtonianas de las escenarios universales, armnicosy con sujetos predeterminados, que por esta misma condicinpierden t. albedro poltico para transformar o conservar lasocieda4, toftlo actitud consciente, libre. En la sociedad actualno hay .hivocidad de sujetos; de ah la insistencia de recuperarla hegemona gramsciana como diversidad asociativa y direccintica. La ausencia de estos contenidos vulnera la representatividadde la democracia contempornea en los pases capitalistas, peroesta crtica tambin es vlida para las experiencias socialistas.

    La democracia de nuestro tiempo tiene mrgenes para no quedaraherrojada en la jaula weberiana de las tecnocracias excluyentes;margen a conquistar con la participacin de la gente. Pero hay msriesgos, digamos trampas de la modernidad; imprescindible liberara los rehenes de la pobreza, cautivos de su propia miseria e

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  • incultura polftica, afirmantes de un poder que los niega, envilecey controla, sea por temor o corrupcin. Para poder formularPolticas Pblicas avanzadas, ms all de una politica econmicagubernamental, se requieren esfuerzos de largo aliento social queasuman el bienestar como desarrollo cultural; las propuestasestatistas no conllevan esta potencialidad. La injerencia decisionalde la gente es componente fundamental para las aspiracionesdemocrticas de estos das. Entre las enseanzas de esta dcada,fascinante tiempo que nos ha tocado asumir, destaca el auge porpreservar las libertades pblicas inexcusablemente ligadas alirrestricto respeto de las garantas individuales. Camino delibertad.

    Mxico, D. F., 20 de Abril de 1995.

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  • Antonio Gramscl y la presenctalidadhistrica del Renacimiento Italiano

  • ..

  • Antonio Gramsci y la presenciadadhistrica del Renacimiento Italiano

    Jorge Velzquez Delgado*

    El conjunto de consideraciones criticas establecidas por AntonioGramsci durante los aos que vivi bajo la prisin fascista entorno a su concepcin sobre el Renacimiento Italiano, se debenver, antes que nada, como el producto de una profunda reflexinpolftica tendiente toda ella a cuestionar el papel desempeado porese extraordinario y complejo proceso histrico como lo fue elRenacimiento Italiano, al interior del proceso de desarrollo de lahistoria poltica de la sociedad italiana.

    La directriz adoptada por Gramsci para enjuiciar y valorarcrticamente al sentido y significado de dicho movimiento, sereduce a una inquietud por marcar los factores de laPresencialidad histrica de tal proceso politico - cultural; a partirde la necesidad de responder a la principal interrogante queglobaliza y determina a la vez a cualquier intento o inters dehipostacin sobre tal momento histrico, tanto en suuniversalizacin como momento fundante de la modernidad, comoen su expresin nacional como momento crucial de la historia de,la nacin italiana.

    Departamento de Filosofia Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa.

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  • La interrogante que se formular Gramsci respecto al sentidoy significado de la presencialidad histrica del RenacimientoItaliano, tanto en su proyeccin universal como en su contenidonacional, no puede entenderse a partir de pensar que para Gramsciel valor del juicio histrico dependa de reducir el fenmenohistrico a un simple juego maniqueo, mediante el cual la tareadel historiador consistira slo en el establecimientode un procesode eliminacin de factores negativos o positivos que se leatribuyen a este o aquel acontecimiento histrico. Lo que en todocaso pretenda era responder ms bien a la cuestin de si elRenacimiento fue o no un proceso histrico, cultural y polticode carcter progresista o de profundo contenido regresivo.

    Es pues esta cuestin la que, de acuerdo con Gramsci,globaliza la problemtica de la investigacin historiogrfica sobreel Renacimiento, y a la cual se le tiene que dar respuesta. Lo querealiz con sumo inters y determinacin al enmarcar,insistentemente, el porqu de la proyeccin reaccionaria quedesarrollo el Renacimiento Italiano desde su gestin histrica -localizada principalmente en el Humanismo- as como todo elproceso de configuracin de la historia del pueblo y del Estadoitalianos.

    Pero si bien, para Antonio Gramsci el Renacimiento Italiano,en su movimiento de presencialidad histrica, adquiri unaproyectividad regresiva y de significativas influencias ydeterminantes en la historia de ese pas, es conveniente advertirque la interrogante formulada con el fin de determinar elcarcter del Renacimiento refleja tambin un problemafundamental que de hecho fue sealado por el propio Gramsci congran lucidez y que bien vale la pena de ser considerado aqu, comoun importante punto referencial del debate historiogrficodesarrollado con el propsito de establecer la idea o concepto deRenacimiento Italiano.

    Es decir, que el Renacimiento como hecho histrico slo puedeser comprendido y explicado a partir de determinaren l al sentidode su ambigedad. De ah que se pueda decir que si bien paraAntonio Gramsci el Renacimiento en Italia fue esencialmenteun proceso histrico de proyeccin reaccionaria, fue tambin, almismo tiempo, un hecho histrico que slo se le llega a captara partir de establecer en el las bases fundamentales de suambigedad.

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  • Ahora bien, es bastante cierto que a travs de todo este tiempoen que se ha venido debatiendo al sentido y presencialidadhistrica del Renacimiento, la pregunta globalizante de estefilosofo marxista italiano que fuera hecha para determinar el gradode especificidad del proceso histrico-cultural de nuestro inters,carece de sentido en la medida en que cualquier posible respuestarebasara con mucho los marcos estrechos del anlisis histricosobre tan representativo y significativo objeto de estudio. Y queconstituye a su vez tanto al inters como al motivo del debate detoda esta historiografia.

    Pero cabe indicar que Antonio Gramsci no propuso talpregunta a partir de pretender mostrar una inquietud particularpor establecer los parmetros fundamentales para lareconstruccin histrica del Renacimiento. Es decir, l, a todasluces, se encontraba bastante alejado de cualquier motivacinencaminada a iniciar un estudio sistemtico de tales proporcionesy ambiciones. En este sentido ms que tratar de ver en estapregunta el inters central de un historiador, tenemos queaceptarla como la proposicin bsica que se hace un politico sobreun hecho de tan extraordinaria profundidad y complejidadhistrica.

    La pregunta globalizadora de Gramsci es, pues, una preguntapolitica que fue formulada por un hombre politico a quien lahistoria slo le interesaba por razones polticas.

    "...Porque la historia nos interesa por razones "politicas"-diceGramsci-, no objetivas, dicho sea en el sentido de cientficas.Tal vez hoy estos intereses se ensanchan con la filosofa de 1apraxis, en cuanto nos convencemos de que slo el conocimientode todo un proceso histrico puede dar cuenta del presente y darcierta verosimilitud al hecho de que nuestras prediccionespolticassean concretas. Pero tampoco hay que ilusionarse con esteargumento...Tengo que decir la verdad: tanta gente no conoce lahistoria de Italia, incluso en lo que sta explica al presente, queme parece necesario hacerla conocer antes que cualquier otra". I

    Por otro lado y establecida esta observacin cabe agregar queel carcter sinttico que adquiere la interrogante gramsciana parala determinacin histrica-poltica del Renacimiento Italiano,merece tambin ser colocada al interior del debate filosfico-

    I Gramsci, Antonio, Pasado y Presente, Argentina, Grnica, 1974, p. 221.

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  • politico que se present en los ambientes polticos y culturalesitalianos en los aos sucesivos a la Primera Guerra Mundial, ascomo durante los dramticos acontecimientos producidos porel ascenso del fascismo. Es pues bajo un contexto poltico-socialde tales dimensiones que la propuesta gramsciana sobre elRenacimiento, tiene que ser sopesada como la expresin de unanecesidad por realizar una valorizacin critica de un hechohistrico que ofrece un cmulo de elementos para comprender ala compleja dinmica, tanto de la cultura como de la propia nacinitaliana. Definida as, en trminos generales, la inquietud denuestro autor, se entiende entonces porqu el debate durante elperodo de entreguerras sobre cualquier hecho renacimental o delpasado histrico italiano, exiga una radical toma de posicinfrente a una situacin concreta: la crisis radical bajo la cual sedebata la civilizacin moderna?

    Es, pues, de frente a dicha crisis que con Gramsci el debate sobreel Renacimiento proyect una nueva dimensin, en tanto que parael la cuestin no era entendida como la simple expresin deposiciones intelectuales adversas, sino que reflejaba, esencialmente,a un mundo dominado por una crisis ideolgica y poltica queenfermaba en especial a la civilizacin occidental, al colocarla bajouna condicin en la cual resultaba dificil comprender cualquier cosasobre su propia identidad. Dicho esto es entendible porqu bajouna situacin de crisis como la que vivi Europa durante la pocaaqu referida, la introduccin de factores inmanentistas se hicieronms presentes en la reflexin histrica; adquiriendo con ello unaproyeccin tambin radical en los comportamientos y tonalidadesdel debate filosfico y poltico. La forma en cmo fue asumida porGramsci la cuestin de la inmanencia a partir de un contenidoespecifico localizado en la necesidad de realizarla con base en unproceso revolucionario, debe ser entendida tambin como lanecesidad de establecer una constante denuncia ideolgica conrespecto a los excesos historiogrficos e historicistas a los que sehaban reducido tanto la ciencia social como la filosofia histricay poltica de su tiempo.

    Por lo hasta aqu dicho se advierte que la reflexingramsciana responde a un esfuerzo critico por rescatar a lacomprensin de la historia de las ataduras revisionistas a las que2 Ver Ciliberto, Michele, 11Rinasaimiento. Storia di un Dibattito, Florencia,

    La Nuova Italia, 1975.

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  • se la haba reducido. Agregando que dicho esfuerzo se debe vertambin como el lanzamiento de un conjunto de consideracionesy planteamientos crticos los cuales, al ser colocados en tomo alsentido de la presencialidad histrica del Renacimiento Italiano,se resaltan al adquirir a la vez una doble proyeccin: es decir,muestran, en primer lugar, una capacidad desmistificante delRenacimiento, y, en segundo lugar, sealan los excesos delhistoricismo italiano como lo que fue; esto es, como una filosofiainfluenciada profundamente por el hegelianismo y representadaprincipalmente por dos de los ms importantes filsofos italianosde la poca: Benedetto Croce y Giovanni Gentile.

    Es a travs de todo este historicismo en donde se aprecia mejorcomo la cuestin del sentido y fin de la historia aparece como unsimple ejercicio de reduccin lgica de matriz inmanentista.Consistente, dicha lgica, en hilar, acrtica y tendencialmente, losdiversos procesos de la historia para mostrar as 'como ella,al interior de un proceso de edificacin nacional, se proyecta comoun todo unitario hacia su propio fin inmanente. El historicismoas se puede entender como una ejercitacin de la especulacinhistrico-filosfica, consistente en postular los nexos entre losacontecimientos histricos y el advenimiento de la historia.Concentrado, dicho advenimiento, en el ideal de la ms plenarealizacin de un determinado proyecto de nacin. Para Gramscilo verdaderamente importante no era tanto el hecho de idealizarun pasado para mitificar al presente, sino desarrollar una laborde rescate del pasado como nica va para la explicacin objetivadel presente. Esto es, para l lo realmente importante y valederoera el hecho del porqu Italia haba llegado a encontrarse bajouna realidad histrica profundamente dominada por el fascismo.

    Las preocupaciones de Gramsci se centraban de este modo enun compromiso caracterizado como una reflexin sobre elcomportamiento de aquellos "hechos primordiales" de la historiaitaliana y cuyos efectos o causas de "presencialidad histrica",permitieron el desarrollo de ciertas "conductas inerciales" comocondicin necesaria para el establecimiento de vnculos de accinde'distintos reagrupamientos sociales. En otros trminos, para lcualquier posible inquietud de develacin histrica -y en este casoparticular sobre el Renacimiento Italiano-. necesariamente deberaser sometido a una proceso de valorizacin histrica en la cualla verdadera tarea historiogrfica consistira, esencialmente, en

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  • un esfuerzo de Identificacin de los sujetos sociales, y deImputacin de las acciones histricas de tales o cuales sujetos.De ahi que se pueda concordar en que...

    "...Un problema historiogrfico es siempre un problema deidentificacin de los sujetos histricos, y de imputacin de lasacciones histricas a tales o cuales sujetos'"?

    La elaboracin de una historiografa con tales pretensionesseguramente fue sugerida por Gramsci, con el propsito de no caeren la presuncin de ver al Renacimiento como una catarsis de lahistoria Como de igual forma, evitar que la idea de Renacimientodejar de ser una expresin del sentido comn comprendido comoel reflejo de:

    "una sedimentacin de experiencias contradictorias y disimiles, queel individuo recepta del grupo sin aportarles una reflexinsistemtica't.

    La desmistificacin gramsciana del Renacimiento Italiano debeser vista, por lo hasta aqui dicho, como el producto de un tipo deconsideracin histrica que partia de una exigencia fundamental:satisfacer la necesidad de adoptar nuevos horizontes cientficospara comprender y aprehender a la historia en su estructuracindinmica y real. Es esta exigencia la que lleva a la filosofa dela historia en Gramsci a ser definida como un "historicismointegral". De ahi por qu se debate su historizacin, sea el sentidohistoricista que encierran sus planteamientos sobre este o aquelaspecto de la historia, la cultura, la poltica o de la sociedaditaliana en particular.

    Como sabemos, al asumir al marxismo o filosofa de la praxiscomo una filosofa propia, Gramsci cuestiona la validez que sele pudiera atribuir a una determinada sistematicidad filosficaconsistente en localizar y exaltar, a la vez, ciertos nexoshistricos a travs de los cuales se solidificar al sentido unitariode la filosofa. Por nuestra cuenta creemos que para l lahistoriografa filosfica no constituye una unidad como lo creian3 Pizzorno, Alessandro, Sobre el mtodo de gramsci (de la historiografa a

    la ciencia polltica), en Bobbio, Norberto et al, Gramsci y las cienciassociales, Mxico, Pasado y Presente, 1974, p. 47.

    4 Gallino, Luciano, Gramsci y las ciencias sociales, ibdem, p. 38.

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  • nuestros antepasados; en razn de que plantear de tal maneraesta problemtica, se caera, inevitablemente en el contenidoesencial de las formas de la metafsica histrica que fueronpredominantes en poca de Gramsci. Al adoptar a la filosofia detal modo, se tiene que la nica posibilidad de la poltica serajustificar al presente como el arribo a un estado de cosas ideal ocomo el feliz corolario de todo el proceso de la historia.

    Entender el problema de la historiografia asi, representaba paraGramsci tratar a la historia como un cadver al cual se le debeembalsamar con los mejores oficios o, en otro caso, en verlasimplemente como un "reflejo teatral". Lo distintivo delpensamiento marxista de Gramsci radica entonces en comprendera la filosofa como la "expresin siempre renovada del desarrollohistrico real". s Pero tambin. y esto sera verdaderamente loesencial, recrear la historia como un campo estratgico para surealizacin a travs de la lucha politi ca. Y en donde loverdaderamente importante seria no dejarse arrastrar por losexcesivos remolinos de una invencin histrica la cual, en lamayor de las veces nos neva a una sobrevalorizacin y, portanto, a una explotada, ideologizacin establecida con el propsitode proyectar un cierto espiritu de voluntarismo inmanentista Ensuma, cabe decir que para Gramsci la filosofia de la historia sedetermina como la necesidad de tener iniciativa histrica; esdecir, de perfilarla en su dimensin de identidad con la polticaPara l como marxista que fue, dicha iniciativa no significabams que llevar a la investigacin histrica al plano de laposibilidad de realizacin de un tipo de imaginario deinmanencia de sello socialista.

    La presencialidad de la historia queda por tantocaracterizada en su estrecha relacin con este imaginario deinmanencia, mismo que encuentra la ruta de su dimensin actualo contempornea, es decir, como historia viva en tanto que paral la historia es siempre historia contempornea o poltica." Eshistoria viva en la medida en que para Gramsci existe el fuertereclamo de la necesidad de traducir todo a una revolucinsocialista, comprendida sta, tanto como la transformacin radicaldel Estado as como por un movimiento de critica cultural, els Gramsci, op cit. p. 84.6 Cf. Grarnsci, Antonio, El materialismo histrico y la filosofla deBeIlUetto

    Croce, Mxico, Juan Pablos, 1975, pp. 215-216.

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  • medio idneo para la liberacin humana. El llamado historicismoabsoluto de Antonio Gramsci slo puede ser de esta manera elfundamento filosfico de su historicismo o humanismo integral,esto es, producto de su radical cuestionamiento crtico de lahistoria. Cuestionamiento que 10 remite a colocarla como elproducto del conjunto de fuerzas y factores de orden diversos que,al ser sometidos a un enjuiciamiento crtico y analtico, es posibledeterminar tanto sus mltiples interferencias como los grados dereciprocidad que conservan entre s.7

    La hipostacin gramsciana propuesta para el anlisis delRenacimiento Italiano considerado como un monumento histricode significacin regresiva, recae fundamentalmente en losintelectuales italianos quienes, al continuar desarrollando unafuncin cosmopolita, no ofrecieron a Italia elementos suficientes.para el forjamiento de aspiraciones polticas tendientes a laconstruccin de una sociedad y de un Estado de tipo moderno;es decir, de carcter nacional - popular. "Para ,Italia -diceGramsci - el hecho central es la funcin internacional ocosmopolita de sus intelectuales que es Causa y Efecto delestado de disgregacin en que permanece la pennsula desde lacada Imperio del Imperio Romano hasta el afio de 1870".8

    7 "somos historicistas -dice Gramsci-, por la concepcin filosfica que nutrenuestro movimiento; negamos la necesidad de todo apriorismo... A simplevista parece que nuestro nico objetivo es la conquista de la realidadeconmica; pero nosotros, a travs de ella, abrimos el camino al hombre total,libre, a la nueva vida moral, que queremos que se extienda al mayor nmerode individuos". Garin, Eugenio, en Politica y Cultura (El problema de losintelectuales), en Althusser, L., et al, Actltalidad del pensamiento politicode Gramsci. Barcelona. Grijalbo. 1977. p. 117. De esto se entiende porquepara Gramsci la historia adquiere su propio valor y legitimidad, en tanto quebusca ser proyectada como fuerza educativay cultural en toda configuracinsocial de la modernidad. Cf. ib. p. 118. Por otro lado conviene entender comoGramsci plantea la cuestin de las soluciones historicistas como critica alaetualismoy al historicismoen general. Pero tambincomo formas dominantesde la reflexin histrica surgida en Italia e influenciadas en particular, porla presencialidad histrica del Resurgimiento. Ver Gramsci, A., Elresurgimiento, Mxico, Juan Pablos, 1980. esp. pp. 87,91,99 Y 101. Porltimo, cabe decir que Gramsci opone a la inmanencia especulativa, lainmanencia realista. Ver Gramsci, A., El materialismo histrico, p. 95.

    8 Gramsci, A., Los intelectuales y la organizacin de la cultura, Mxico.Juan Pablos. 1975. p. 23.

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  • La especificidad de la funcin desarrollada por laintelectualidad italiana a lo largo del extenso corte histricoreferido por el propio Gramsci. permite ver que para l lacaracterstica central de Renacimiento es limitada a laexperiencia italiana. De ah que dicha experiencia deba seranalizada en razn de las condiciones que lo determinaron comoun momento, extenso por cierto, de la historia de ese pas." Esen este sentido, en el hecho de ver al Renacimiento como unfenmeno estrictamente Italiano (que se explica en sus principaleselementos y componentes genricos a partir de las condicionesinternas de la realidad italiana), que Gramsci - al igual como lohiciera Nicols Maquiavelo en su momento -, consider que laprincipal fuerza que sofoc tanto a la intelectualidad italiana comoa la necesidad de crear condiciones para la formacin de un Estadonacional-popular, fue la presencia dominante que el Papado ejercasobre toda la pennsula..JO

    Es pues en la base de los presupuestos de tal hipostacinhistrica, que el Renacimiento se hace explicable como un procesohistrico en el cual, dada su proyectividad ambivalente, se nospresenta como una especie de figura desdoblada que configuraa la vez, caprichosamente, a varias almas en un cuerpo. Con unaglobalizacin de la problemtica renacimental reducida a lafuncin desempeada por la intelectualidad de esa poca, Gramscievita, con suma cautela, hacer caer a esta cuestin en cualquiertipo de enjuiciamiento sobre el Renacimiento, a partir de esta oaquella personalidad significativa o representativa de este o aquelcampo de la cultura o del arte renacentista.

    Sin embargo, cabe decir aqu que para Gramsci la personalidadhistrica de Maquiavelo, al ser valorada como la figura centraldel Renacimiento, representa un hecho de extraordinariaexcepcionalidad histrica. Pues si bien Maquiavelo en modoalguno puede ser adoptado como el factor sinttico de o para laexplicacin histrica sobre este problema; si puede ser, por otrolado, un factor referencial para la comprensin del por qu latrayectoria histrica seguida por Italia a lo largo de todo ese largoperodo, es visto y comprendido a la vez como una continuidadhistrica que parte de las formaciones feudales para concluir con

    9 Cf. ibdem. p. 42.10 Vese, ibdem, p. 29.

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  • el Resurgimiento." Continuidad grabadafundamentalmente porel hecho de que el derrumbe del feudalismo no implic, deacuerdo con Gramsci, la cada de ese tipo de intelectualcosmopolita o tradicional.

    De todoestose entiende queparanuestro autor promover portantola necesidad de crear un sentido nacional-popular comoforma delucha y de resistencia al dominio tanto religioso como del propioPapado,representaba produciruna condicin de fuerzay por tantola anttesis al cosmopolitismo representado por la intelectualidad detipo tradicional o feudal.

    Ahorabien, por lo hasta aqu dichono se tieneningunaduda deque la intencinde Gramsci era desentraar el misterio del "nudohistrico" representado por el Renacimiento. Pero es necesariodecir tambin que para l, al ser planteado elRenacimiento comoun "momento critico" de la historia italiana, su valorizacin objetivadebecomprender necesariamente y al mismo tiempo, un esfuerzo porresaltar otros varios aspectos quelocaracterizan, tanto ensu influenciaparala formacin de la ideaque se tengade la modernidad ascomode la propiahistoriade la pennsula itlica Gramsci reconoce, pues,que el valor histrico del Renacimiento Italiano se puede apreciartambin a partir de entenderlo como el primer momento de gestacinde la "primera forma de inmanencia primitivay tosca"12 quetenemosde y para la comprensin de la historiaen un sentido moderno.

    La aparicin de esta expresin "primitiva" del pensamientoinmanentista fue para l, producto del surgimiento delindividualismo comoelemento determinante de la modernidad; enla medida en que para Gramsci el individualismo renacimental secapta esencialmente como la manifestacin de la "transicin delpensamiento trascendente haciael inmanente"."

    La ambigedad del Renacimiento demuestra tambin unacuestin que no merece ser marginada aqu, Que para Gramsci elRenacimiento -al desplazarse bajo un ambiente de contrastantestensiones histricas- debe ser reconocido tambin como el producto

    11 Pero que no se limit a ese gran movimiento italiano de la segunda mitad delsiglo XIX, por extenderse, en su linea de continuidad, hasta el fascismo.Noes por ello casual que tanto los grupos intelectuales como los sectores msconservadores de la sociedad italiana, se hayan identificado ms con elResurgimiento que con el propio Renacimiento.

    12 Gramsci, El resurgimiento, p . 27 .13 Gramsci, El materialismo. . ., p. 44 .

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  • de una experiencia civily moral en tantoque proyect la necesidadd crear una nueva condicin tico-poltica para la convivenciahumana. 14 Necesidad que indudablemente debeser traducida comounabsqueda parasuperar ciertos modos de vivir y pensar atrasados.Esdecir, superar el sentido de latrascendentalidad ascomo lasformasde la religiosidad corres-pondientes a la poca feudal. Es estoloqueconduce a pensar el por qu para Antonio Gramsci unareconstruccin histrica del Renacimiento serasumamente limitadasienellasesuprimen o sehacen de lado, treshechos degran significadocomo lo fueron:

    1) Los comportamientos herticos que se manifestaron entreciertos intelectuales y grupossociales. 15

    2) El significado de las comunas como expresiones de la polticaque rebasancon mucho las simples limitantes de su tiempo;en la medidade la fuerzade su presencialidad histrica tantopara las formas de evocacin utpicasurgidas a todo lo largode la modernidad, como para la construccin de unaambicionada forma de convivencia poltica surgida a partirdela existenciadel Estado ticoy democrtico.

    3) La Contrarreforma entendidacomoun proceso histrico querepresent una derrota de las burguesas italianas de aquelentonces. '

    14 Desde cierto punto de vista es importante preguntar hasta qu punto lapersonalidad de Girolamo Savonarola, es un referente significativo de la visingramsciana del Renacimiento. Particularmente en la construccin de suplanteamiento sobre la necesidad de construir un movimiento de reforma moraly poltica. La impresin comn es que sus esfuerzos se encontraron siempremsorientados hacia lapersonalidad de Maquiavelo, como el ms representativoreferente que se tiene en la construccin del Estado moderno. Por otro lado,es tambin importante decir que no se debe olvidar que Gramsci siempre tuvopresente la figura de Guicciardini al problematizar la historia de Italia.

    IS Como se sabe el heretismo fue un fenmeno bastante extendido durante lallamada transicin del feudalismo al capitalismo.Existe una ampliabibliografiasobre los principales movimientos herticos de la poca. Particularmenterecomendamos: Cantimori, Delio, Eretici Italian! del cineuecento, Florencia,Sansoni, 1967. Bertelli, Sergio. Rebeldes, libertinos JIortodoxos en el Barroco,Barcelona, Pennsula, 1984. Mitre, E. y Granada C., Las grandes lrerej{as dela Europa cristiana, Madrid, Istmo, 1983. Sobre la historia de las comunasitalianas ver Antonetti, Pierre, Itistoria de Florencia, Mxico, F.C.E., 1985; yRenuard, Yves, Hlstoris (l.! Floreni(I, Buenos Aires, eudeba, 1964.

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  • La contemporaneidadde Antonio Gramsci

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  • La contemporaneidaddeAntonio Gramsc!

    Jorge Luis Acanda*

    El afto de 1991 se celebr el centenario del nacimiento deAntonio Gramsci. Es evidente que vivimos en Cuba un"redescubrimiento" de este pensador. Renace el interspor su obra.y este inters abarca un amplio espectro temtico. Gramsci escitado por aquellos que se ocupan de la filosofa, del arte, de lacritica literaria, o de la polftica. Para todos ellos, Gramsci parecetener algo que decirles. No puede ser, por tanto, nuestro objetivo,presentar a este terico italiano como una figura de museo,conjugando los verbos slo en pasado, sino que es necesariotraerlo al presente, sobre todo a nuestro presente, a nuestrarealidad, e investigar por qu Gramsci ha vuelto a ser colocadoen un lugar cercano al punto de confluencia de muchasdiscusiones actuales. Qu puede decimos Gramsci, a la distanciade cincuenta aos de su muerte y cien de su nacimiento, queamerite que nos detengamos en el estudio de su obra?

    La respuesta a esta pregunta es importante, porque llegar aentender a Gramsci, aprehender la dimensin real de su mensaje, Profesor en la Facultad de Filosofia e Historia de la Universidad de

    La Habana, Cuba.

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  • no es una tarea fcil. Leer a Gramsci es dificil. Se requiere unintenso y sostenido esfuerzo para llegar a asir la esencia de supensamiento. Y uno est tentado siempre a preguntarse si vale lapena tanto esfuerzo, tanto gasto de tiempo y energas. Al fin y alcabo es licito cuestionarse la significacin que para nosotros, queintentamos continuar con la construccin del socialismo en unaisla pequefta -rodeados por un enemigo poderossimo-,tercermundista y subdesarrollada en una poca histrica tan nicay excepcional como sta, puede tener lo que pens y escribi enlos aos veinte y treinta, en Italia, Antonio Gramsci. Desde yapuedo anunciar la conclusin a la que quiero llegar: valoro aGramsci no slo como el terico marxista ms importante delperodo posterior a la muerte de Lenin, sino tambin (yprecisamente por eso) como punto de referencia constante eimprescindible para muchas de las tareas que, en el plano tericoy prctico, tenemos que resolver an en Cuba.

    Volvamos al punto anterior, a las dificultades en el estudio deGramsci. Gramsci es un pensador dificil. Ciertamente, en su obraabundan los problemas. Sobre todo en lo principal de-ella, en losCuadernos de la crcel. Como lo dice su titulo, se trata de unconjunto de textos escritos durante los 12 ltimos aos de su vida,en las diflciles condiciones de la crcel fascista, y aquejado porgraves problemas de salud que lo llevaran finalmente a la muerte.Estas diflciles condiciones de redaccin determinaron la primeradificultad para su lectura: Gramsci se vio obligado a utilizar unlenguaje cifrado en sus escritos, so pena de que sus carceleros,si se daban plena cuenta de lo que en aquellos papeles seplasmaba, impidieran todo trabajo intelectual al prisionero. Y loque se plasmaba en aquellos papeles era una reflexin filosficasobre las tareas del factor subjetivo en el proceso de construccindel comunismo. As, Gramsci escribi "Ilich", all donde querareferirse a Lenin, por ejemplo. Pero tambin fue capaz de referirseal partido comunista con el aparentemente irrespetuoso trminode "el nuevo prncipe" (recordar, antes de cualquier juicioprecipitado, que Gramsci fue el fundador del partido comunistaitaliano y su secretario general hasta su muerte en 1937, y figuradestacada de la Tercera Internacional), y de llegar a escribir quela filosofla marxista deba "convertirse en religin". Es evidenteque estamos en presencia de un lenguaje codificado, que imponela necesidad de su desciframiento, de descubrir la clave para su

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  • "traduccin" .Por otra parte, Gramsci, como marxista genuino, escapa a la

    imagen del terico puro. El fue siempre un dirigente politico.Pens la teoria como politico. De aqui otra caracteristica de losCuadernos. . ., la diversidad de los temas que se tocan, y lofragmentario de los mismos. Una idea no se agota en un lugar,sino que vuelve a aparecer aqui y all, y es retomada varias veces.y cada terna es tomada desde la perspectiva de la polmica, apartir del inters de criticar la posicin que al respecto tenia algunafigura que centraba la atencin de Gramsci por la significacinque este le atribuia en el debate politico de aquel momento. Lasreferencias a nombres que hoy poco o nada dicen para muchosde nosotros obliga al estudio de los Cuadernos... a tener queinvestigar quines eran estas figuras, y qu decian, y quimportancia tenia lo que decan. Por ejemplo, no se puede entendera plenitud aquella parte de los Cuadernos... titulada por loseditores El materialismo histrico y la filoso/la de BenedetoCroce si no se tiene se cuenta que Nicols Bujarin y susconcepciones sobre la filosofia (que ste vertiera en un manualque se difundi por Europa en la dcada de los veinte) son elconstante punto de referencia y objeto de critica en, por lo menos,las primeras 174 pginas de este texto. Y si no se conoce laestrecha vinculacin entre las concepciones de Bujarin sobre lafilosofia marxista y las que aparecen en la mayoriade los manualestradicionales que han dictado una forma de entender esta filosofiay una forma de ensefi.arla, no alcanzaremos a comprender que estaespecie de "anti-Bujarin" gramsciano tiene una dramticaactualidad para nosotros hoy, porque representa una crtica a esalectura falsificada del marxismo que esta siendo denunciada hoy.

    Smesele a esta fragmentacin la circunstancia de que, comodijera Rodney Arismendi, es fcil "acumular algunos trozos delos Cuadernos... que, en su expresin literal, no siempre coincidenen cuanto a contenido" (revista Estudios, no. 85, separata, p. 10).Abundando en la idea, diriamos que la principal dificultad estribaen que Gramsci no escribi, no pudo escribir, una exposicinsistematizada de sus ideas, de sus concepciones. Escribi sobreuna u otra cuestin en la medida en que esos temas ibanadquiriendo una significacin para l, o los ecos de la mismallegaban a su prisin.

    Aquel que ha emprendido el estudio de Gramsci decide

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  • entonces orientarse buscando aquellos estudios, monografas,sobre su pensamiento. Y descubre lo siguiente: en primer lugar,en las bibliotecas, el fichero que contiene los estudios que se hanrealizado sobre Gramsci est lleno de apellidos franceses, italianos,anglosajones, pero carente de entradas con nombres germnicoso eslavos. Sobre Gramsci, el pensador marxista-leninista, elfundador del partido comunista italiano, el hombre que fueraenterrado en vida por Mussolini en la crcel porque -como dijerael fiscal con la brutal franqueza que caracteriz al fascismoeuropeo de aquella poca- "haba que evitar que ese cerebrosiguiera funcionando", sobre Gramsci, repito, los tericosfranceses, italianos, yanquis, britnicos, latinoamericanos y otroshan escrito decenas y decenas de obras. Pero son contadsimoslos autores soviticos, germano-occidentales y otros, que le handedicado su atencin. De la misma forma que es digno de atencinel escaso esfuerzo que ha dedicado la industria publicista de losantiguos pases socialistas europeos a difundir, en otros pases yen otros idiomas, lo que sus tericos hayan podido decir sobre eltema. El segundo hecho guarda relacin con esto. Al leer lasinterpretaciones sobre Gramsci encontramos un muy amplio arcode las ms dismiles opiniones. Para algunos, Gramsci es el autorde un marxismo no leninista, pensado para las condiciones muyespecficas de una Europa Occidental democrtica ysuperindustrializada. Otros, en la poca en que la revolucincultural china despertaba entusiasmo entre algunos sectores dela intelectualidad europea, quisieron presentarlo como precursordel maosmo. Los tericos del partido comunista italiano quisieronarrimar su sardina del eurocomunismo a la brasa de las ideas deGramsci, y otros nos lo quieren presentar como el fundador de unmarxismo ledo con clave praxeologizante, de un marxismo nomaterialista, cazando al vuelo su famosa denominacin de lafilosofia marxista como "filosofa de la praxis".

    Llgase entonces a una primera conclusin, ms queanonadante, deprimente: nos han robado a Gramsci. Peor an: selo hemos regalado. Y en sta expresin que implica la existenciade un "ellos" y un "nosotros", coloco del lado de ac a aquellosdispuestos a asumir al Gramsci que fue, con sus virtudes ydefectos. Y en el de all, coloco a los que lo utilizan comomarioneta de sus propias ideas, pero tambin a los que, invocandouna ortodoxia pedestre, lo olvidan y lo desdean. Setenta aos

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  • despusdel Gran Octubre,el socialismo a nivel mundial paga muycaro el olvido en el que se quiso sumir a figuras como Gramsci,Rosa Luxemburgo o el Che Guevara, por slo citar tres nombres.

    El estudio de Gramsci plantea, por lo tanto, un primer granproblema, un problema metodolgico: A partir de qu posicindebemos asumir a esta figura? Y cuando hablo de "posicin" nointento hacer un llamado a leer su obra desde posicionesdesprejuiciadas, porque pienso que esto es imposible. Hablo antetodo de una posicin terica: A partir de cul interpretacin delmarxismo-leninismo y de su filosofia intentaremos conformarnosuna imagen de Gramsci?

    Harexplicito desdeahoraculesson mis premisas para entendera Gramsci. No quiero interpretarlo como apstol de un marxismoneohegelianizante. Tampoco estoy de acuerdo con lasinterpretaciones apologticas y edulcoradas de su pensamiento queolvidan sus errores y limitaciones. Quiero, porque pienso que esla nica va racional, entender a Gramsci como lo que fue: unpensador marxista, lder del movimiento obrero internacional eitaliano en el periodo entre las dos guerras mundiales. Al que pienseque con esto no digo nada, puedo aclararle ms la idea repitindolacon otra formulacin: Gramsci es un terico que piensa su teoraen tanto lder poltico, y en el contexto concreto de su actividadpoltica. Y es sta su actividad poltica como lder de un partidocomunistaque se erigi a s mismoen los dificilesaos del reflujode la ola revolucionaria en Europa y de ascenso del fascismo, loque determin siempre los problemas que el terico Gramsciabordaba, y la forma en que los abordaba. Gramsci es un filsofomarxista-leninista porque asumi la filosofia, la entendiy la pensdesde las posicionesde lder poltico de la clase obrera, y tambin,a la vez,porquepensa la politica, la asumi, la entendi y la penscomo filsofo marxista-leninista. En Gramsci, y creo firmementeque esto es lo que lo convierte en una figura paradigmtica, se dala unidad indisoluble entre filsofo y poltico. Y es eso lo que lohace,a misojos,superiora otrosgrandes olvidados de aquellapocacomo fueron Georg Lukacs y Karl Korsch.

    Es preciso entonces ubicar al personaje en el contexto tericoy poltico-social que le toc vivir. Es en este contexto que aparecenlas primeras de las muchas similitudes o paralelismos queencuentro entre Gramsci y los comunistas de hoy en Cuba. Eldecenio 1914-1924 fue un periodo convulsionadopor fenmenos

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  • muy parecidos a los que hoy nos angustian. Agosto de 1914contempl la crisis y bancarrota de todo el movimiento obrerorevolucionario europeo, que se hundi en el chovinismo y latraicin. Semejante crisis del movimiento revolucionario no sehabia vivido nunca, al igual que era inslita la defeccin de lasms importantes figuras de la 11 Internacional que, de hecho,abjuraban del marxismo. La tesis del papel de vanguardia delproletariado y la consigna del internacionalismo proletario, piezasesenciales del marxismo, parecian ser contundentementerefutadasen los campos de batalla en el que los obreros franceses yalemanes se mataban unos a otros con saa y regocijo. LaRevolucin de Octubre de 1917 trajo un reconfortante respiro alos pocos que an crean en el marxismo, que vieron (de Leninpara abajo) en este suceso el inicio de una oleada revolucionariaque, al fin, erradicara el capitalismo a nivel mundial. Y estaoleada se produjo en Europa, slo para ser ahogada en 1919 poraquel mismo capitalismo definido como agonizante y endecadencia, pero que demostraba, con su extraordinario poder deobtencin de consenso, que sus posibilidades an no estabanagotadas. Los comunistas que lograron sobrevivir a esta derrotaan no se haban repuesto de ella cuando el ao 1921 trajoaparejadas otras dos sorpresas: el inicio de la larga noche delfascismo en Italia, y la inaudita proclamacin de la NEP en laRusia sovitica, claramente anunciada por Lenin como un pasoatrs, un retroceso. Entonces, como hoy, la teoria marxista vivaun perodo de crisis, y muchos entonaban su canto funeral.Entonces, viendo el espectculo de millones de obreros que conferviente entusiasmo daban la espalda al socialismo para seguir,plenos de jbilo, consignas chovinistas y fascistas, muchosproclamaban la muerte de la clase obrera como clase revolu-cionaria, igual que otros lo hacen hoy. Entonces, igual que en laactualidad, la discusin sobre el carcter necesario o no de teneren cuenta los mecanismos de mercado en la construccin delsocialismo, era entendida por muchos como demostracin de lainviabilidad de una forma de organizacin social que no estuvieraasentada sobre el principio de la plusvala.

    Pero tambin el entorno terico de Gramsci es muy semejanteal nuestro. Gramsci salud el advenimiento de la Revolucin deOctubre como el triunfo de un marxismo nuevo, leninista,revolucionario, sobre el viejo marxismomecanicista, evolucionista

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  • y filisteo de la 11 Internacional, slo para comprobar, pocos aosdespus, que aquella lectura metafisica del marxismo, en esenciauna lectura anti-leninista, reviva, proveniente ahora de la patriade Lenin, y disfrazada como versin oficial de la 11 Internacional,y para colmo, invocando el nombre de Lenin. El tambin, igualque nosotros tuvo que enfrentarse no slo a la ideologa burguesa,sino tambin a la imagen falsa y retorcida que del pensamientode Marx querfa imponer un oficialismo chato. Y el smbolo de estarecurrencia del mal era para Gramsci el manual escrito por Bujarin,publicado por primera vez en Mosc en 1921 bajo el titulo deLa teor/a del materialismo histrico. Manual popular desociolog/a marxista,y que se difundi en sucesivas traducciones,por toda Europa. Aparecen en este texto un conjunto de elementosque, con el tiempo, cobraron carta de ciudadana en la enseanzade la filosofia marxista en los paises socialistas; elementos quese han convertido en puntos fijos de la imagen que a nivel de lasociedad se tiene de lo que es la filosofia marxista, y que,evidentemente, son los que han entrado hoy en crisis. Estoselementos, que nacen ya en forma implicita o explicita en elmanual de Bujarin, que continan rondndonos, son los siguientes:

    1) Divisin de la filosofia marxista en dos partes relacionadasslo externamente una con la otra: materialismodialctico y materialismo histrico.

    2) Presentacin del materialismo dialctico como la "verdaderafilosofia" , y relegacin del "materialismo histrico" a meraaplicacin especifica de un instrumento lgico-categorialms universal y, por tanto, superior.

    3) Subvaloracin de la relacin filosofla-poltica e hipertrofiadel valor de la relacin de la filosofia marxista con lasciencias naturales.

    4) Intento de construir un "sociologa" que reprodujera losmodelos de cientificidad de las ciencias naturales.

    5) Retomo a las posiciones del materialismo premarxista en lainterpretacin de lo material, la materialidad, lo objetivo yla objetividad.

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  • 6) Definicin especulativa, metafisica y prekantiana de lafilosofla marxista, como ciencia de lo universal absoluto.

    7) Sobrevaloracin de la funcin metodolgica de la filosoflamarxista, trasvertida en "mtodo de los mtodos".

    Ante Gramsci se alz la tarea de desarrollar el marxismo a tenorde las lecciones arrojadas por el perodo 1914-1924. Pero estedesarrollo slo era posible tomando una determinada posicin conrespecto a la herencia de los fundadores de la teora revolucionariadel proletariado. Era preciso desechar la plataforma tericapresentada por la versin metaflsica del marxismo, y rescatar elpensamiento de Marx, hacerle cobrar su verdadero sentido. Tododesarrollo de una herencia, lo que a la vez significa,coincidentemente, una comprensin de en qu consiste sta. Es,por lo tanto, una posicin de recuperacin del verdaderosignificado del pensamiento fundante, que a su vez implica la"refundacin" del mismo, su reconstruccin.

    Gramsci seal el carcter polmico y aforstico de la obra queMarx y Engels nos dejaran. Destac que la actitud de simplelectura, de aceptacin o asimilacin pasiva, no permite captar laverdadera esencia de esa teora, y asignarle a cada elementointegrante su valor y sentido real. Es preciso por tanto una laborde interpretacin, tomar un punto de partida, una posicin, para,a partir de sta, intentar la labor de reconstruccin del sistema deMarx. Gramsci rechaz el punto de partida que llev a lainterpretacin, presente en el manual de Bujarin, que es la que,como ya expliqu, se plasma en muchos de los manualesexistentes. Y seal que la clave para la interpretacin de Marxestaba en Lenin, en su interpretacin de la relacin teora-prctica,de la relacin filosofa-revolucin.

    Salta aqu a la vista otra de las similitudes o paralelismos quetoman a Gramsci en figura vital para nosotros en este momento:nosotros tambin tenemos que desembarazamos deinterpretaciones del marxismo que la historia ha declarado comofalsificadoras, sobre todo de la versin bujarinista-stalinista-konstatinoviana que tanto dao nos ha hecho: Nosotros tambintenemos que volver a Marx, y volver a construir el edificio tericoque el Prometeo de Trveris levant con el conjunto de su obra.Esta tarea de reconstruccin o refundar (volver a fundar) el

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  • marxismo es tan actual y urgente hoy como en vida de Gramsci.y hoy, al igual que en aquellos aos, la clave para entender a Marxest en Lenin. Por supuesto, que la importancia del leninismocomo cdice develador no era entendida por Gramsci comorepeticin mecnica de todas las soluciones que Lenin les dieraa los problemas concretos de la revolucin Rusa. Nada msabsurdo. La importancia la vea en la esencia que animaba estepensamiento. Y aqu coincido plenamente con la autora francesaChristinne Buci-Glucksmann, .quien seala que lo que lo atrajoa Gramsci en el pensamiento de Lenin, lo que lo llev a entenderel leninismo como nica interpretacin adecuada del marxismofue, en primer lugar, la unidad de accin y pensamiento, de teoray prctica, yen segundo lugar (sin que esta numeracin signifiqueun orden de precedencia), el papel asignado a la dictadura delproletariado como centro terico de reflexin.

    Creo que este es un elemento muy importante que podemosdescubrir cuando estudiamos a Gramsci con detenimiento. No escasual que el nombre de Lenin ("Ilich", como se vio obligado aescribir) sea una referencia constante en los Cuadernos ...Entendiendo lo que atrajo a Gramsci en Lenin, encontramos laclave que nos va a permitir entender al propio Gramsci, y descubrirla verdadera esencia de su obra, y llegar a un criterio de lo quehay de vlido o desechable en ste. Pero adems nos va a permitirentender el leninismo no en la variante deformada en que algunoshan querido presentar, como un conjunto de recetas a aplicar eimponer en todas partes, sino como inteleccin de la realidadsocio-poltica animada por la obtencin del poder poltico y estataly el establecimiento de la dictadura del proletariado con el fin demantener este poder y consolidarlo a travs de una reformacultural, de una total transformacin del mundo cultural existente,de la obtencin de la hegemona cultural, que culminara en lacreacin del comunismo y de un hombre nuevo. Un pensamiento,lo suficientemente dinmico y dialctico como para combinar la"guerra frontal" con la "guerra de posiciones", es decir, combinarel asalto a la objetividad implantada por la ley de la plusvala comoelemento organizador de una realidad social, asalto a la objetividadcon el fin de hacer saltar a sta en pedazos, de hacerla aicos, conel reconocimiento de la imposibilidad temporal, por un perododado, de violentar esta objetividad, pero no quedarse cruzado debrazos, invocando la quietud, sino de lograr utilizar esa

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  • objetividad, de acumular fuerzas en su seno, de ser capaz dehacerla trabajar para nosotros, enfocndola como malhistricamente pasajero, pero necesario, y que por lo tantodebemos aprender a utilizar, so pena de perecer. Asi entendido,en esta interpretacin que Gramsci no regala al lector precipitadode su obra, sino al estudioso atento, el leninismo adquiere suverdadero sentido, y sigue siendo el marxismo de nuestra poca.La clave para entender verdaderamente a Marx est en Lenin, queredefini al marxismo como filosofla de la revolucin La clavepara entender a Gramsci est en Lenin, pues el gramscismo no esotra cosa que el intento de desarrollar y continuar la teoria leninistade la revolucin con la teoria de la hegemonia. Permitaseme, ala vez, afirmar que Gramsci, en buena medida, nos da la clave paraentender el leninismo, precisamente por colocar en el centro desu intento de complementar la concepcin leninista de la dictaduradel proletariado, a la relacin filosofla-poltica, y consecuen-temente, de entender a la praxis, o sea, a la relacin entre voluntadhumana (superestructura) y la estructura econmica, como el"centro unitario" de la filosofla marxista, en un pasaje de la pgina97 de la edicin cubana de El materialismo histrico y lafilosoflade Benedetto Croce que he reproducido casi textualmente y queme parece importantisimo.

    Al llegar este punto, creo que esta demostrada fehacientementela necesidad imperiosa de estudiar a Gramsci, seftalando algunosparalelismos entre la situacin que vivi y las tareas que enfrent,y las situaciones y tareas de hoy. Ahora se impondria destacar loselementos que caracterizan su obra. Esto es imposible en elespacio disponible. Puedo destacar aquellos que considero msimportantes.

    En primer lugar, el mundo de ideas que se esconde tras elconcepto de "filosofla de la praxis", que Gramsci utilizo paradenominar al marxismo. Este concepto ha sido muy llevado ytraido por algunos. Qu significado le da Gramsci? Ya hemosvisto que Gramsci seal expresamente que para l, el centrounitario o punto de la reflexin filosfica marxista era la praxis.De aqui deducia, en primer lugar, el carcter radicalmente distintode la filosofia marxista, el "vuelco revolucionario" por ellaoperado, que implicaba la aparicin de un nuevo tipo de filosofar,de una filosofla con una problemtica nueva, y por ende, un objetocualitativamente nuevo y distinto. El centro de este filosofar ya

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  • no lo constituira un principio o un concepto, como lo imponala vieja usanza. El eje de la reflexin se desplaza de laespeculacin acerca de la materialidad exterior al hombre, pararecaer en la reflexin en tomo a la relacin activa del hombre coneste mundo, y sobre los marcos objetivos que condicionan estarelacin. Rodney Arismendi seal que Gramsci no estara deacuerdo con ser catalogado como un materialista, aunqueindudablemente lo fue. Su constante rechazo al trmino"materialista" se explica, esencialmente, porque Gramsci, encorrespondenciacon el ambiente cultural en que viva, identificabamaterialismo con objetivismo, con la afirmacin de la plena yabsoluta determinacin del accionar del hombre por lo material,algo que le podemos perdonar si tenemos en cuenta que tambinFeuerbach y el Marx de juventud hicieron esta identificacin. Deaqu que para Gramsci, empei'l.ado en una lucha a muerte contrala interpretacin objetivizante del marxismo, que tanto dao hahecho al movimiento revolucionario, presentara el debate sobreel materialismo como una exigencia en el desarrollo del marxismo,y adems reclamara una redefinicin de su objeto de estudio.

    La exigencia de un debate sobre la significacin delmaterialismo es una de las ideas de Gramsci que han sido desodascon insistencia por muchos. Gramsci es materialista, quierovolverlo a repetir aqu para evitar malentendidos. No se puedeser marxista si no se es materialista! Y Gramsci es marxista-leninista. Pero exige que del marxismo se destierre el materialismometafsico el del siglo XVIII, el que es criticado por Marx en laTesis 1 sobre Feuerbach. Gramsci sei'l.alo acertadamente queadscribirle al marxismo un materialismo semejante conducainexorablemente al fatalismo y a la interpretacin mecanicista delos fenmenos sociales. El sei'l.alo la necesidad de entender elmaterialismo marxista a la luz de la interpretacin de la filosofamarxista como teora de la subjetividad. De aqu su intento de unaredefinicin del concepto de "objetividad". Gramsci tiene toda larazn cuando coloca la objetividad en relacin con la existenciade lo subjetivo. Su deseo es, siguiendo a Marx, conformar la ideade la existencia de una materialidad que, siendo como es loprimario y determinante, se da por y a travs del sujeto. Este esel gran enigma de la historia, el gran problema a resolver por unafilosofa que se pretende, nada ms y nada menos que filosofade la revolucin: explicar coherentemente la relacin

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  • contradictoria, y ms que contradictoria, paradjica entre un sujetoque crea su objetividad, y a la vez est subyugado por ella, y unaobjetividad que se da slo por y a travs del sujeto, pero que ala vez lo domina. En esencia se trata del problema de la sujecina leyes de la actividad del sujeto. Para todo el que reflexionedetenidamente sobre esto, es evidente que hemos llegado al puntoneurlgico del marxismo, al lugar donde tantas interpretaciones,se han descarrilado, cayendo bien en el abismo de la ideologa,o bien en el del aventurismo. Gramsci, que era un revolucionario,entendi este dilema mejor que muchos marxistas de saln. Queoportunidades tiene el sujeto revolucionario (lase clase obrera,partido, etc.) de colocarse por encima de la objetividad existentey, de elemento determinado, pasar a ser determinante? Porque eso,y no otra cosa, es la revolucin comunista: El proceso prolongadoy siempre tenso en que el sujeto espera la debilidad de 10 objetivopara cambiar con ste su posicin y, durante un momento histricode gloria, destruir esa objetividad; convertirse en lo determinante,para volver a ser nuevamente expulsado de ese plano de primacay atemperarse a esa nueva objetividad, que deber forzar en sudesarrollo, desviar o empujar segn un plan preconcebido. Si loobjetivo es siempre lo determinante, al hombre slo le quedacruzarse de brazos, esperar que el doblar de las campanas algnda le avise que ha llegado su hora Si 10 nico significativo fuera10 subjetivo, entonces no habra marxismo, porque el marxismoes materialismo, y es aceptacin del carcter regido por leyes deldesarrollo histrico. Esta situacin tan compleja, tan dificil, tandramtica, en la que el marxismo, a plena conciencia, se coloca,puede ser entendida tan slo por lideres revolucionarios que tieneneste intrngulis ante s cada da, a cada hora De ah que las figurasms interesantes del marxismo, desde Gramsci hasta el Che,puedan ser colocadas en esta 1fnea de pensamiento. De ah queGramsci insistiera repetidas veces en la caracterizacin delmarxismo como historicismo absoluto, idea que, a mi entender,significa interpretar la filosofa marxista como ciencia de lahistoria, como ciencia de la actividad del hombre, con 10 que estoyplenamente de acuerdo y que destacara la regin de lasuperestructura como el campo del filosofar. Gramsci penso muybien la relacin entre la filosofia y la politica, concibiendo estarelacin como un elemento esencial para que el marxismo llegaraa ser filosofia de la revolucin, pero no penso la relacin filosofia-

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  • economa, el otro elemento insustituible para ello. Para que lafilosofla marxista sea filosofla de la revolucin no slo tiene queser filosofla de la poltica, sino que adems debe ser filosofla deltrabajo, es decir, deducir las caractersticas mismas que el procesode produccin de bienes materiales tiene en cada momentohistrico, las posibilidades reales que la subjetividad humana tienepara su despliegue. Esta es la principal carencia de Gramsci,aunque ello, por supuesto, no invalida su mensaje.

    Precisamente por asignarle a la filosofa la regin de lassuperestructuras, Gramsci pudo afirmar que llevar a una masa dehombres a pensar coherentemente y en forma unitaria la realidadpresente, es el hecho filosfico ms importante. Para Gramsci larevolucin comunista es, sobre todo, un hecho cultural, y por ende,un hecho filosfico. Es algo ms que la reorganizacin de la baseeconmica y que la destruccin del aparato estatal burgus. Tieneque implicar la subversin total de la conciencia cotidiana (o"sentido comn", como la llam Gramsci), la transformacin totaldel mundo espiritual existente. De aqu que Gramsci centrara suatencin en cuatro problemas que, a mi parecer, ameritan que setrabaje con fuerza en ellos, sobre todo porque no se les ha prestadotoda la atencin posible: la relacin entre la filosofla marxista yla conciencia cotidiana; la relacin entre la filosofa marxista ylas masas populares; la relacin entre filosofla y cultura, y lacuestin del papel de los intelectuales en la obtencin yconsolidacin de la hegemona del proletariado.

    Ante la filosofla marxista se alza la tarea de la transformacinde la conciencia cotidiana, para proporcionarle al proletariado unacoherencia ideolgica. Gramsci afirm que todo hombre es unfilsofo, pues todo hombre tiene su concepcin del mundo, y portanto se piensa a s mismo y a sus relaciones con el mundo quelo rodea. Y si bien no podemos estar de acuerdo con su idea deque entre el filsofo profesional y los dems hombres "filsofosespontneos" slo existen diferencias cuantitativas (la mayor omenor homogeneidad, coherencia y logicidad de su pensamiento),idea que Althusser someti a una muy razonada crtica, creo a lavez que debemos detenernos a reflexionar en la interpretacingramsciana del concepto de "labor filosfica" como la luchacultural por transformar la mentalidad popular y difundir lasinnovaciones filosficas que demuestran ser histricamenteverdaderas. Gramsci elabora una concepcin acerca de la finalidad

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  • u objetivo de la enseftanza de la filosofia marxista en las primeras35 pginas de la edicin cubana del ya mentado El materialismohistrico ... que ha de ser estudiada atentamente por todos nosotros.La tarea principal de la filosofia marxista-leninista, en la pocahistrica de la construccin del socialismo, consiste en elevar aun nivel superior la conciencia cotidiana. Dotar a esa concienciacotidiana de organicidad, logicidad, coherencia y sistematicidad.Para decirlo con palabras de otro pensador, que tomo prestadasy que pienso expresan el sentir gramsciano: El objetivo o finalidadde la filosofia marxista y de su enseftanza consiste en contribuira la movilizacin del potencial material y espiritual de la sociedadsocialista. Y esto slo se logra dotando al individuo, a todos losindividuos, de los elementos necesarios para poder apropiarsefilosficamente de la realidad actual y futura. El autor en cuestines el germano-occidental Gottfried Stiehler, y el concepto por lpropuesto de "apropiacin filosfica de la realidad actual y futura"me parece muy importante. Con ello se quiere significar lacapacidad de tener una visin totalizadora de la realidad social. Estatarea de elevar la conciencia cotidiana a un nivel superior, dedesarrollar una cultura filosfica de masas, implica la realizacinde una reforma cultural, es decir, de una reorganizacin total delmundo espiritual existente. La construccin de la nueva sociedades visualizada por Gramsci no slo como un proceso politico oeconmico, sino por sobre todas las cosas, como un hecho cultural.

    Pero hay todava otro aspecto muy importante del pensamientogramsciano con respecto a la utilidad de la filosofia en el procesode construccin del socialismo, y que lamentablemente esdesconocido por muchos que buscan por caminos extravagantes,respuestas que se contienen en estos razonamientos. Me refieroa la interpretacin de la relacin filosofia poltica y a la concepcinde "intelectual orgnico" y de "filsofo real".

    El anlisis del papel de los intelectuales en el proceso deobtencin de la hegemona del proletariado es analizado en directavinculacin con el anlisis de la relacin filosofia-masas. Gramscientiende por intelectuales no slo aquellos crculos usualmentedenominados as, sino en general aquel estamento social queejerce, en un sentido amplio, funciones organizativas, sea en laproduccin, en la cultura, la poltica o la administracin.Intelectuales son para Gramsci, por tanto, no slo los escritores,artistas, cientficos, sino tambin los cuadros de direccin poltica

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  • y administrativa. Estos intelectuales. imprescindibles en todasociedad. no pueden en el socialismo separarse de las masas. sinoque tienen que formar con estas un "bloque intelectual-moral".Entre intelectuales y masas debe crearse la misma unidad queexiste entre teoria y praxis. Son intelectuales que pertenecenorgnicamente a esta masa. Es decir. elaboran los principios yproblemas que surgen a partir de la actividad de las masas. Elconcepto de "intelectual orgnico" es utilizado por Gramsci paraexpresar la especificidad de los intelectuales revolucionarios. cuyatarea es definida por Gramsci en los siguientes trminos: dirigirla lucha cultural encaminada a la transformacin de la mentalidadpopular. Hablar de la organicidad del intelectual es para Gramscimucho ms que expresar su compromiso politico. Considero muyimportante y valioso el concepto de "intelectual orgnico" porquetoma en superfluas las divisiones que a veces quieren establecerseentre los politicos por un lado y los intelectuales por el otro. Unpolitico es un intelectual. no puede entender su funcin principalen trminos de hacer cumplir un plan. sino entenderse a si mismocomo un elemento impulsor de la radical transformacin cultural(en el sentido ms amplio del trmino) de la sociedad. Y unintelectual es un poltico, y no puede entenderse a si mismo comoelemento individual contrapuesto al resto de la sociedad. No haycabida para contraposiciones entre politicos e intelectuales. entreejecutantes y pensadores. De ah que Gramsci defina al partidocomo el gran intelectual colectivo. definicin demostrativa de laconcepcin gramsciana del partido no slo como centro de ladictadura del proletariado. sino -consustancial con esto pero a lavez ms all- como centro rector del proceso de transformacincultural de la sociedad. como elemento que se integra plenamenteen la concepcin gramsciana del socialismo como hechofilosfico. Si el partido es el gran intelectual colectivo. es por tantoel gran filsofo colectivo. No hay lugar a la contraposicin entrepartido y filsofos. Si estos filsofos son "filsofos reales".filsofos orgnicos. ellos son el partido. Y filsofos reales uorgnicos son no slo aquellos que se ganan la vida en un aulao en un instituto de investigacin. sino que por fuerza tienen queserlo aquellos que enfocan la politica desde la perspectivaglobalizadora de la construccin de una nueva sociedad. ParaGramsci, la filosofla se convierte en un momento del conocimientoy transformacin de la superestructura. La filosofia se entiende

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  • como instrumento cognoscitivo de la politica. Esto significa, enprimer lugar ,la necesidad de la transformacin de la forma deexistencia de la filosofia. Es preciso superar el dualismo entre"filsofos" y no "filsofos" y" que se ha traducido muchas vecesen una relacin de hostilidad entre filsofos que se entienden asi mismos como casta especial, y politicos que entienden a losfilsofos como francotiradores sin compromisos.

    Gramsci prest atencin a la politica como objeto de estudiode la filosofia. Si para l la cracin del nuevo Estado y de aparatosde hegemona significan "hechos filosficos", la filosofia debenecesariamente ocuparse de estos hechos, que son polfticos,culturales y filosficos. La filosofia es entendida as como teoragnoseolgica de los fenmenos superestructurales. Su relacin conla polftica se torna as orgnica.

    En el ya mencionado articulo sobre Gramsci, Althusser seala:"Contra toda corriente positivista de la interpretacin delmarxismo, Gramsci ha visto y ha pensado bien una de lasdeterminaciones constitutivas de toda filosofia: la relacin quela filosofia establece con la polftica. Pero ha visto, aislado ypensado verdaderamente la otra: la relacin que la filosofiaestablece con las ciencias". Creo que esta critica es vlida, yexplica algunas de las limitaciones que veo en las concepcionesde Gramsci referidas a otras cuestiones. Pero el hecho de queGramsci haya pensado bien la relacin filosofia-polftica lo tornapara nosotros en un punto de referencia ineludible.

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  • Gramscl y nuestro tiempo

  • Gramsci y nuestro tiempo

    Juan Mora Rublo"

    La obra de Antonio Gramsci tiene una especial significacin ennuestro mundo contemporneo. En el campo filosfico tienenvigencia algunas interpretaciones de la que l mismo llam filosofiade la praxis. En el terreno de la cultura busc una nueva posicin,que como en todas las grandes creaciones, tuviera un profundosentido popular. Finalmente, se acerc a la politica no desde ngulosajenos a su ejercicio, como solan hacer los filsofos y socilogosde su tiempo, sino desde su propia especificidad. En sto coincidecon su compatriota Nicols Maquiavelo. Curiosamente estos dositalianos, no obstante que venan de otras disciplinas del saberhumano, vieron a la poltica como una tarea con fines propios quese deba enjuiciar a partir de sus propios fundamentos. Aunque laobra de Gramsci, pensador del sur de Italia, es muy rica, hoy nosvamos a referir solamente a algunas de sus ideas en relacin conlos problemas enunciados: filosofia, cultura y poltica.

    En filosofa supo encontrar en los grandes filsofos que loantecedieron ideas fecundas para desarrollar su filosofa de la

    * Profesor en el Departamento de Filosofia de la Universidad AutnomaMetropolitana-Iztapalapa.

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  • praxis. Hegel, Feuerbach y Marx lo inquietaron por lo que revissus pensamientos vinculados a este ltimo concepto.

    El idealismo hegeliano concibe la praxis como una actividadcreadora y transformada de un absoluto que se despliega en suincesante desarrollo de superacin dialctica. Pero adems de estapraxis como actividad absoluta y universal del espritu, Hegel tuvouna fuerte y clara visin del problema de la praxis pues vislumbrque ella estaba vinculada al trabajo y que ste es factordeterminante en el proceso de formacin del hombre. "Hegelrebasa el contenido de la prctica en el sentido restringido (moral)de Kant, o en el ms amplio (moral-metafsico) de Fichte. Porprimera vez, integra en la actividad prctica el trabajo humano;a ello contribuye grandemente su conocimiento de la cienciaeconmica ms avanzada de su tiempo; la economa polticainglesa. Pero, como hemos de ver ms adelante, Hegel slo puedeintegrar el trabajo humano en su concepcin general de laactividad que es, no lo olvidemos, actividad del Espritu, dandoal trabajo un contenido que rebasa el meramente econmico deAdam Smith y otros economistas clsicos". J

    Aunque Hegel se refiri al trabajo en tres artculos juveniles"Fragmentos de sistema", "Sistema de moralidad" y"Realphilosophie 11", solamente en la Fenomenologia delEspiritudesarroll una teora del trabajo que, no obstante su marcadoidealismo, abre el camino por donde va a transitar el materialismosocial de Carlos Marx. En la dialctica entre el amo y el esclavola lucha que por su reconocimiento hace el primero y el esfuerzodel segundo para salvar 2U ser natural, hace que los dos se elevena la condicin de seres humanos por la participacin en unaconciencia general; comentando este pasaje Snchez Vzquez dice:"El trabajo, la actividad prctica productiva, aparece, pues, en unproceso por el cual el sujeto (el Espritu) va elevndose hasta llegara su plena autoconciencia La superioridaddel esclavo sobre el seorest en haberse insertado en ese movimiento en tanto que el seorse queda al margen de l. Al infundir a las cosas las formas de suespritu, el esclavo asegura el desarrollo del espritu. Pero ello esas, porque para Hegel, como seala Marx, el trabajo es, endefinitiva, trabajo espiritual, actividad por la cual el Espritu, delcual es portador el hombre, se reconoce en las cosas mismas".' De

    J Snchez Vzquez, Adolfo, Filosofla de la Praxis, Grijalbo, Mxico, pg. 59.2 Ibid. pg. 68.

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  • esta suerte el concepto de praxis tiene un sentido esencialmentemetaflsico en Hegel, pero a su tumo, comienza a ver en el trabajouna forma especial de praxis que, como anotan los economistasingleses Smith y Ricardo, envilece al trabajador.

    El concepto de praxis sufre un retroceso en las obras de LudwigFeuerbach porque aparece contenido en la enajenacin religiosaque analiza en La esencia del Cristianismo. El hombre hacolocado sus virtudes substanciales en la religin. Ella es la sumade valores humanos que ahora se levantan frente al hombre comoalgo externo que lo oprime. La religin es la codificacin de laesencia humana y aunque se aparece como una exterioridaddet