ley mex de cine

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BUAP Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales Cinematografía Producción II Juan Pablo García Gordillo (201431518) Sobre la Ley Federal de Cinematografía Si bien el creador puede olvidar durante su proceso creativo al espectador o hacerlo un cómplice, no existe obra de arte que no tenga como fin terrenal una conciencia receptora. En el caso del cine el espectador asiste a un ritual: la gran pantalla, la oscuridad y el silencio de una sala acondicionada específicamente para que sea posible una experiencia cinematográfica, en la que pueda surgir esa magia que ha convertido al cine en una industria pero no solo en una industria sino también en la expresión cultural, ideológica o espiritual de un pueblo determinado. El público que asiste actualmente a estas salas es un público encadenado. Este encadenamiento derivará en las demás formas de exhibición: es también un público encadenado el que compra una película pirata, el que mira la película en Netflix o el que la descarga en torrent. El espectro de películas que llaman la atención o nos podrían llamar la atención está restringido; ignoramos por alejamiento o por imposibilidad las películas que se realizan en nuestro país, fundamentales, tal vez, para entendernos como individuos. Si bien las

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Sobre la ley mexicana de cine

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Page 1: Ley Mex de Cine

BUAPEscuela de Artes Plásticas y AudiovisualesCinematografíaProducción II Juan Pablo García Gordillo (201431518)

Sobre la Ley Federal de Cinematografía

Si bien el creador puede olvidar durante su proceso creativo al espectador o hacerlo un

cómplice, no existe obra de arte que no tenga como fin terrenal una conciencia receptora.

En el caso del cine el espectador asiste a un ritual: la gran pantalla, la oscuridad y el

silencio de una sala acondicionada específicamente para que sea posible una experiencia

cinematográfica, en la que pueda surgir esa magia que ha convertido al cine en una

industria pero no solo en una industria sino también en la expresión cultural, ideológica o

espiritual de un pueblo determinado.

El público que asiste actualmente a estas salas es un público encadenado. Este

encadenamiento derivará en las demás formas de exhibición: es también un público

encadenado el que compra una película pirata, el que mira la película en Netflix o el que la

descarga en torrent. El espectro de películas que llaman la atención o nos podrían llamar

la atención está restringido; ignoramos por alejamiento o por imposibilidad las películas

que se realizan en nuestro país, fundamentales, tal vez, para entendernos como

individuos. Si bien las instituciones federales fomentan la mayor parte del cine que se

produce en el país descuidan la exhibición y la distribución, que son tanto o más

fundamentales que la creación. Estamos encadenados a un catálogo. ¿Quién hace ese

catálogo? ¿Quién desaparece las películas?

La exhibición de películas nacionales como objeto educativo es de igual manera

fundamental, sobre todo cuando se estudia cine. Cuenta la leyenda que Tarkosvky era un

gran conocedor de la historia del cine que se hacía en su país. ¿Dónde puedo ver Mai

Morire (Enrique Rivero, 2013), Navajazo (Ricardo Silva, 2014), Días de gracias (Everardo

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Gout, 2011), Los ausentes (Nicolas Pereda, 2014); producciones con menos de cinco años

de haber sido estrenadas que parecen tragadas por alguna fuerza desconocida:

desaparecidas. Está escrito en el artículo seis de la Ley Federal de Cinematografía: La

película cinematográfica y su negativo son una obra cultural y artística, única e

irremplazable y, por lo tanto debe ser preservada y rescatada en su forma y concepción

originales, independientemente de su nacionalidad y del soporte o formato que se emplee

para su exhibición o comercialización. No basta la preservación y el rescate de una obra

cinematográfica, el arte almacenado se vuelve archivo: si no se construye un público

desde la industria, si no se respetan ni se promueven desde las grandes exhibidoras las

películas mexicanas de cualquier tipo estas caerán en el olvido, y olvidaremos también

todo aquello que el cine nos puede mostrar acerca de nosotros mismos.

Lo anterior, probablemente, esté en el límite de lo dicho en el artículo once: Los

integrantes de la industria cinematográfica se abstendrán de realizar todo acto que

impida el libre proceso de competencia y de concurrencia en la producción,

procesamiento, distribución, exhibición y comercialización de películas cinematográficas.

Este párrafo se ve pisoteado, sangrante.

Actualmente internet es un contrafuerte para aquél que está interesado en esas películas

desaparecidas, pero de ese contrafuerte no existen más que los cimientos. Existen

iniciativas para conocer el cine nacional que parecen prometedoras (filmin, gratismx, y

varios festivales) a pesar a que algunas veces quedan relegadas en su mayoría a un público

especializado, formado por creadores o gente involucrada dentro del mismo circulo

cinematográfico, son fundamentales para ir construyendo poco a poco un público del que

somos responsables. El artículo once, el pisoteado, más que una ley parece una pauta

moral, una ética o un punto de partida para una industria que sufre actualmente muchos

cambios provocados por diversos factores, una industria ligada a la conciencia del

hombre, a sus cualidades más íntimas, más humanas. Nos queda acatar el articulo once, y

tal vez promover en los demás, desde lo cotidiano, un interés más atrevido en cuanto a

gustos cinematográficos. No queremos hacer películas que desaparezcan en un cuarto de

archivos al que tarde o temprano le saldrá humedad en las paredes.