ley de la oferta y la demanda
DESCRIPTION
descripción de la ley de oferta y demandaTRANSCRIPT
3. El Proceso de la oferta y la demanda
Es una de las fuerzas que rigen el comportamiento del mercado en las economías de
libre concurrencia. Fue formulada por los economistas clásicos. Adam Smith, a quien
suele considerarse como el padre de la economía política, sorprendido por el “orden”
imperante en el sistema económico, proclamó el principio de que una “mano invisible”
guiaba a cada uno de los individuos dentro de la sociedad para que, al buscar su
personal conveniencia y en su afán de alcanzarla, realizara los actos económicos que
a la postre serían los que más convinieran a todos. El economista escocés partía de la
plena identificación entre el interés individual y el interés social. Para él, el interés
social no era más que la suma de los intereses individuales y, en consecuencia, cada
persona, buscando sólo su conveniencia egoísta, contribuía sin proponérselo a la
consecución del bien general. ¿Cómo podía ocurrir esto? Pues porque los individuos
estaban guiados dentro del proceso de producción e intercambio por una >“mano
invisible” que les llevaba a ejecutar actos de conveniencia general aun sin su voluntad
y desde luego sin la voluntad del gobierno. La economía no respondía a una
planificación coherente ni a un acto gubernativo deliberado. Estaba librada a sus
propias fuerzas e iniciativas. Las suyas eran “leyes naturales”, porque no las imponía
autoridad alguna sino que nacían de la propia “naturaleza de las cosas”. El “para
quien” y el “cómo” de la producción de los bienes y servicios, así como el precio de
ellos, están sometidos a las propias <fuerzas del mercado al margen de toda
>planificación estatal de la economía.
Bajo este régimen económico, los precios de los bienes y servicios que se ofrecen en
el mercado así como el volumen en que ellos deben ser producidos son el resultado
de la correlación fuerzas entre la oferta y la demanda. A mayor oferta corresponden
menores precios y viceversa. Éstos no se fijan en función del cúmulo de trabajo
necesario para producirlos ni de los costes de producción, sino simplemente de la
relación oferta-demanda en el >mercado. Por supuesto que en esta relación incide una
serie de factores adicionales, como la proporción entre bienes y masa monetaria y la
velocidad de circulación de los medios de pago en la economía.
Los economistas de la escuela clásica estuvieron convencidos de que dentro del libre
juego de las fuerzas económicas, al chocar entre sí intereses individuales opuestos, se
generaba en el proceso de la producción, circulación y distribución de bienes un efecto
estabilizador que alcanzaba los necesarios equilibrios o que los restauraba en caso de
que, momentáneamente, se hubieran perdido.
Sostenían que incluso en el orden del comercio exterior este automatismo funcionaba
perfectamente. Pensaban que la balanza de pagos en cada país se ajustaba
automáticamente, gracias a las fuerzas del mercado, de modo que los desajustes que
podían eventualmente ocurrir eran pasajeros y ella recobraba espontáneamente su
situación de equilibrio. Decían que los >superávit en la balanza de pagos encontraban
automáticamente su equilibrio gracias a la entrada neta de oro —en los países cuyo
sistema monetario estaba ligado al patrón oro— o por las oscilaciones producidas en
el tipo de cambio —en los que hubieran adoptado el sistema de libres oscilaciones—
que al provocar un incremento de la oferta monetaria conduciría al aumento de la
demanda de bienes y servicios en el mercado, cuya consecuencia inmediata sería el
alza general del nivel de precios. Esta alza, a su vez, estimularía las importaciones,
que resultarían más baratas que la producción nacional, y desalentaría las
exportaciones, con lo cual la balanza de pagos recobraría su posición de equilibrio. Si
el caso fuera de >déficit en la balanza de pagos, se produciría el proceso contrario y la
disminución de las importaciones junto con el incremento de las exportaciones
revertirían la tendencia negativa. Y como el carácter de ambos procesos es simétrico,
según sostienen los economistas clásicos y neoclásicos, las tendencias del ajuste en
uno u otro sentido encontrarían pronto su punto de equilibrio.
Esta es otra de las ilusiones de los patrocinadores del libre mercado. Las cosas, en
realidad, no son tan simples. En el caso de los países con déficit en la balanza de
pagos más probable es que el ajuste se realice a costa de la producción y el nivel del
empleo que por la vía de los precios.
Según el criterio de los economistas de las escuelas clásica y neoclásica, la
intervención del Estado en la economía no haría otra cosa que dañar o desquiciar la
operación de la ley de la oferta y la demanda y el funcionamiento automático de las
fuerzas del mercado. El Estado debe mantenerse al margen del proceso económico de
la sociedad. Por eso plantearon la tesis del <laissez faire y por eso la defienden hoy
con tanto ardor sus seguidores.
3.1. El mercado y su funcionamiento
3.1.1. Oferta y demanda
El precio de un producto está determinado por un equilibrio entre la oferta (lo que se
quiere producir a un precio determinado) y la demanda (lo que se desea comprar a un
precio determinado).
El modelo de la oferta y la demanda describe la interacción en el mercado de un
determinado bien entre consumidores y productores, en relación con el precio y las
ventas de dicho bien. Es el modelo fundamental de la microeconomía, y se usa para
explicar una gran variedad de escenarios microeconómicos.
Además, sirve como base para otras teorías y modelos económicos. El primero que
describió este comportamiento fue Antoine Augustin Cournot, y fue Alfred Marshall
quien lo popularizó posteriormente.
Este modelo predice que, en un mercado libre y competitivo, el precio se establecerá
en función de la cantidad demandada por los consumidores y la cantidad proveída por
los productores, generando un punto de equilibrio en el cual los consumidores estarán
dispuestos a adquirir todo lo que ofrecen los productores al precio marcado por dicho
punto.
3.1.1.1. Teoría
El modelo establece que en un mercado libre, la cantidad de productos ofrecidos por
los productores y la cantidad de productos demandados por los consumidores
dependen del precio de mercado del producto. La ley de la oferta es directamente
proporcional al precio; cuando más alto sea el precio del producto, más unidades
estarán disponibles para los consumidores. Por el contrario, la ley de la demanda es
inversamente proporcional al precio; cuanto más alto sea el precio, menos
demandarán los consumidores. Por tanto, la oferta y la demanda pueden hacer variar
el precio.
Según la ley de la oferta y la demanda, el precio de un bien se sitúa en la intersección
de las curvas de oferta y demanda. Si el precio de un bien está demasiado bajo y los
consumidores demandan más de lo que los productores pueden poner en el mercado,
se produce una situación de escasez, y por tanto los consumidores estarán dispuestos
a pagar más.
Los productores subirán los precios hasta que se alcance el nivel al cual los
consumidores no estén dispuestos a comprar más si sigue subiendo el precio. En la
situación inversa, si el precio de un bien es demasiado alto y los consumidores no
están dispuestos a pagarlo, la tendencia será a que baje el precio, hasta que se llegue
al nivel al cual los consumidores acepten el precio y se pueda vender todo lo que se
produce.
Este punto hacia el cual se mueven los precios es el punto de equilibrio, en el cual la
cantidad demandada es igual a la cantidad ofrecida. Es decir, los productores están
dispuestos a vender exactamente la misma cantidad de bienes que los consumidores
desean adquirir.
3.1.1.2. La oferta
La oferta es la relación entre la cantidad de bienes ofrecidos por los productores y el
precio de mercado actual.
Con respecto a la variación de la oferta, el aumento o disminución de ella depende,
entre otros factores, de los costos de fabricación de los bienes, de los impuestos, de
los avances tecnológicos con que se cuenta en las diversas etapas del proceso
productivo.
La disponibilidad de tecnología en las etapas de un proceso productivo y en diversas
actividades económicas, es un importante elemento en la disminución o incremento en
la oferta de determinados bienes.
Gráficamente, la relación entre la cantidad de bienes ofrecidos y el precio de mercado
se representa mediante la curva de oferta. Debido a que la oferta es directamente
proporcional al precio, las curvas de oferta son casi siempre crecientes. Además, la
pendiente de una curva de oferta suele ser también creciente (es decir, suele ser una
función convexa), debido a la ley de los rendimientos decrecientes.
A veces, las curvas de oferta no tienen una pendiente creciente. Un ejemplo es la
curva de oferta del mercado laboral. Generalmente, cuando el salario de un trabajador
aumenta, éste está dispuesto a ofrecer un mayor número de horas de trabajo, debido
a que un sueldo más elevado incrementa la utilidad marginal del trabajo (e incrementa
el costo de oportunidad de no trabajar).
Pero cuando dicha remuneración se hace demasiado alta, el trabajador puede
experimentar la ley de los rendimientos decrecientes en relación con su sueldo. La
gran cantidad de dinero que está ganando hará que otro aumento de sueldo tenga
poco valor para él. Por tanto, a partir de cierto punto trabajará menos a medida que
aumente el salario, decidiendo invertir su tiempo en ocio.
Este tipo de curvas de oferta ha sido observado en otros mercados, como el del
petróleo: después del récord del precio provocado por la crisis de 1973, muchos
países exportadores de petróleo disminuyeron su producción.
Otro ejemplo de curvas de oferta atípicas lo encontramos en las compañías de
servicios públicos. Debido a que una gran cantidad de sus costos son costos fijos, el
costo marginal de estas empresas es prácticamente una constante, con lo cual su
curva de oferta es una recta creciente.
3.1.1.3. La Demanda
La demanda es lo que se desea comprar con un determinado poder adquisitivo.
La curva de demanda representa la cantidad de bienes que los compradores están
dispuestos a adquirir a determinados precios, suponiendo que el resto de los factores
se mantienen constantes (cláusula ceteris paribus). La curva de demanda es por lo
general decreciente, es decir, a mayor precio, los consumidores comprarán menos.
Los determinantes de la demanda de un individuo son el precio del bien, el nivel de
renta, los gustos personales, el precio de los bienes sustitutivos, y el precio de los
bienes complementarios.
La forma de una curva de demanda puede ser cóncava o convexa, posiblemente
dependiendo de la distribución de los ingresos.
Como se ha dicho antes, la curva de demanda es casi siempre decreciente. Pero hay
algunos ejemplos extraños de bienes que han tenido curvas de demanda crecientes.
Un bien cuya curva de demanda tiene una curva creciente se conoce como un bien
Giffen o un bien Veblen. Sin embargo, la existencia real de este tipo de bienes es más
que discutible, y en todo caso estaría orientada a fenómenos sociales y no puramente
económicos, como la ostentación de riquezas.
3.2. Sistemas económicos
En toda comunidad organizada se mezclan, en mayor o menor medida, los mercados
y la actividad de los Gobiernos. Es más, el grado de competencia de los mercados
varía, desde aquellos en los que sólo opera una empresa, ejerciendo un monopolio,
hasta la competencia perfecta de un mercado en el que operan cientos de minoristas.
Lo mismo ocurre en cuanto a la intervención pública, que abarca desde la intervención
mínima al regular impuestos, crédito, contratos y subsidios, hasta el control de los
salarios y los precios de los sistemas de economía planificada que imperan en los
países comunistas.
Incluso en las sociedades en las que se defiende a ultranza la planificación de la
economía se ha tenido que modificar la postura oficial y se hacen concesiones a la
empresa privada.
Por ejemplo, la antigua Unión Soviética permitía a sus agricultores, aunque fuese a
través de empresas colectivas, vender las cosechas de sus parcelas privadas.
Durante la dominación comunista en Polonia, casi todas las granjas estaban en manos
privadas. En la antigua Yugoslavia se permitió la gestión de las fábricas por los
trabajadores bajo el mandato del mariscal comunista Josip Broz, Tito, que al mismo
tiempo asentaba la evolución de su régimen hacia sistemas de economía mixta,
alejados de las premisas dominantes en la Unión Soviética.
En las economías de mercado también se producen este tipo de divergencias. En casi
todas existe monopolio estatal sobre las líneas aéreas y los ferrocarriles. Incluso en los
países en los que el estado no tiene empresas públicas, como en Japón, su influencia
sobre la actividad económica es enorme.
En los Estados Unidos, el más firme defensor de la economía de mercado, el gobierno
ha tenido que intervenir para evitar la quiebra de empresas en crisis, como Lockheed y
Chrysler; de hecho, ha convertido a los principales fabricantes de armamento en
empresas públicas de facto.
Muchos economistas estadounidenses han tenido que aceptar la existencia de una
economía mixta: combinación de iniciativa privada e intervención del gobierno.
3.2.1. Sistema de libre empresa
Las principales diferencias entre la organización económica planificada y la capitalista
radica en quién es el propietario de las fábricas, granjas y el resto de las empresas, así
como en sus diferentes puntos de vista sobre la distribución de la renta o la forma de
establecer los precios.
En casi todos los países capitalistas, una parte importante del producto nacional bruto
(PNB) la producen las empresas privadas, los agricultores e instituciones no
gubernamentales como universidades y hospitales privados, cooperativas y
fundaciones.
Aunque existe una fuerte oposición en los países industrializados al control de precios
y a la planificación de la economía, los gobiernos han tenido que recurrir a este tipo de
medidas en casos de emergencia, como durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, en las economías de libre mercado se considera que la propiedad
pública de medios de producción y la intervención pública en la fijación de precios son
excepciones, que se deben evitar, a las reglas de la propiedad privada y de la fijación
de precios a través de mercados competitivos.
3.2.2. Planificación central
La visión totalmente opuesta a la anterior es la que prevalece en China y en otros
países comunistas, donde predomina la tendencia hacia la planificación centralizada
de la economía.
Aunque cada vez se tolera más la existencia de empresas privadas, y a pesar de que
ninguna economía planificada ha podido funcionar sin cierto grado de privatización de
la agricultura, la ideología dominante favorece la planificación estatal, al menos en
teoría, para fijar los precios, la propiedad pública de las fábricas, las granjas y las
grandes redes de distribución públicas.
En teoría no existe ninguna razón que impida a una sociedad democrática optar por
una planificación centralizada de la producción, los precios y la distribución de la renta.
Sin embargo, la experiencia demuestra que la planificación central de las economías
ha ido en general acompañada del control del partido.
No obstante, existen importantes diferencias en el grado de control entre los distintos
países comunistas, e incluso en un mismo país a lo largo del tiempo.
Y también se puede constatar que el capitalismo a veces ha ido acompañado de
regímenes políticos totalitaristas, como por ejemplo en Chile y en Brasil.
Los principales problemas a los que se enfrenta el capitalismo son el desempleo, la
inflación y las injustas desigualdades económicas. Los problemas más graves de las
economías planificadas son el subempleo o el masivo empleo encubierto, el
racionamiento, la burocracia y la escasez de bienes de consumo.
3.2.3. Economías mixtas
En una situación intermedia entre la economía planificada y la economía de libre
mercado se encuentran los países socialdemócratas o liberal-socialistas. Entre ellos
destacan las democracias de los países escandinavos, sobre todo Suecia. En este
país la actividad económica recae en su mayor parte sobre el sector privado, pero el
sector público regula esta actividad, interviniendo para proteger a los trabajadores y
redistribuir la renta entre los de mayores y los de menores ingresos.
Por otra parte, la antigua República Socialista de Yugoslavia constituyó otro ejemplo
importante de economía mixta entre la década de 1950 y la de 1980. Aunque el partido
comunista institucional seguía ejerciendo un férreo control, la censura fue escasa, la
emigración no estaba prohibida, existía libertad de cultos y una mezcla de propiedad
pública, cooperativismo y propiedad privada, que crearon una economía bastante
próspera.
3.2.4. Problemas económicos actuales
Entre 1945 y 1973 las economías de los países industrializados de Europa occidental,
Japón y los Estados Unidos crecieron lo suficiente para aumentar el nivel de vida de
sus ciudadanos. En algunos países menos industrializados también se produjo un
crecimiento similar, sobre todo en los del sureste asiático como Taiwan, Hong Kong,
Singapur y Corea del Sur.
Este crecimiento se debió a una serie de circunstancias. Tras la destrucción del tejido
económico ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial, se produjo una expansión
económica sin precedentes, gracias, entre otras, a la ayuda financiera que Estados
Unidos concedió a los países de Europa occidental y a Japón.
Las multinacionales estadounidenses realizaron fuertes inversiones en todo el mundo.
Es probable que los factores que más contribuyeron a su desarrollo fueran los bajos
precios y la abundancia de los productos energéticos (sobre todo petróleo).
3.2.5.Problemas energéticos
En 1973 la creciente demanda internacional de petróleo hizo que los precios se
dispararan. Ese año la Organización de países exportadores de petróleo (OPEP), que
controlaba la producción mundial, aprovechó su poder para elevar los precios.
Las políticas llevadas a cabo por la OPEP redujeron las posibilidades de crecimiento
económico tanto de los países industrializados como de los países en vías de
desarrollo que no tenían reservas petrolíferas.
El barril de petróleo bruto costaba en el otoño de 1973 dos dólares; a mediados de
1981 su precio se había multiplicado por 20. Para los países ricos, las importaciones
de petróleo suponían una transferencia de rentas y riqueza a los países de la OPEP.
Los países en vías de desarrollo importadores de petróleo tuvieron que acudir a la
financiación de los grandes bancos de Europa occidental y de Estados Unidos.
Asfixiados por el pago de intereses, los países menos industrializados se han visto
obligados a frenar sus planes de desarrollo.
Aunque la gran caída de los precios energéticos durante la segunda mitad de la
década de los ochenta benefició a los consumidores de los países importadores,
supuso un grave quebranto para los ingresos de los países exportadores menos
desarrollados, como México, Nigeria, Venezuela e Indonesia.
3.2.6. Inflación y recesión
Algunos de los países más desarrollados, como Japón y Alemania (ahora
perteneciente a la unificada República Federal de Alemania), lograron superar la crisis
de las décadas de 1970 y 1980 mejor que el resto de los países. Sin embargo, todos
los países desarrollados han tenido que enfrentarse al problema de una alta inflación
acompañada de altas tasas de desempleo y escaso crecimiento económico.
La transformación que impuso la OPEP en el mercado energético mundial agravó los
problemas de inflación al elevar los precios del petróleo y, por lo tanto, aumentar el
costo de la calefacción y de la producción de importantes bienes que utilizan petróleo
en sus procesos de producción, entre los que hay que destacar los fertilizantes
químicos, los productos plásticos, las fibras sintéticas y los productos farmacéuticos.
Estos precios elevados reducían el poder adquisitivo de la misma manera que lo
hubiese hecho un impuesto alto sobre la renta. La pérdida de poder adquisitivo hizo
que el volumen de ventas de bienes de consumo disminuyera, lo que provocó el
despido de numerosos trabajadores y la ruina de otros tantos comerciantes, lo que
produjo un efecto en cadena perjudicial para toda la economía.
3.2.6. Economías en vías de desarrollo
Los países menos industrializados necesitan la ayuda de los países ricos para poder
generar el capital, la tecnología y la organización necesarios para desarrollarse.
Asimismo, es necesario que puedan acceder con facilidad a los mercados de los
países industrializados para vender sus productos manufacturados y las materias
primas que poseen. Sin embargo, la capacidad política de los países ricos para
atender estas necesidades depende de que puedan solucionar sus propios problemas,
como la inflación, el desempleo y el estancamiento del crecimiento.
En los países democráticos, es muy difícil lograr el apoyo de la población para
conceder ayuda financiera a otros países cuando el salario medio de los ciudadanos
es reducido. Tampoco resulta fácil permitir la entrada de productos del exterior más
baratos cuando se considera que son la causa del desempleo nacional. La economía
del desarrollo está muy limitada por consideraciones de tipo político.
3.3. El rol del estado en la economía
3.3.1. Antecedentes
El debate, tanto en aspectos normativos como positivos sobre el papel del Estado en
las economías modernas, se ha intensificado en la última década, dando lugar a
acuerdos en algunas áreas.
La discusión ha evolucionado desde la concepción a favor de que el Estado debía
intervenir en todos los ámbitos de la actividad económica —bajo la óptica de un
Estado paternalista y perfecto—, hacia favorecer las bondades del libre mercado -
calificando al Estado como un mal asignador de recursos-.
Los extremos han dejado de ser válidos. En su momento, la razón para justificar la
intervención estatal fue la existencia de fallas de mercado, y luego fueron las fallas de
gobierno las que hicieron cuestionar la intervención estatal.
"Existe un creciente consenso sobre el rol que el gobierno puede jugar en los
esfuerzos exitosos de desarrollo, pero también existe un reconocimiento sobre las
fallas en lo relativo a la efectividad de las actividades de gobierno" (Stiglitz, 1998), por
lo que el debate estéril de Estado versus Mercado cambió a uno fundamental: la
efectividad del Estado.
La principal conclusión que se desprende de la existencia de fallas, tanto de mercado
como de gobierno, es que el rol del Estado debe ser dinámico y ajustado a su
capacidad de responder a los desafíos, evaluada en función de la fortaleza de sus
instituciones.
A este respecto existe relativo acuerdo sobre el rol del Estado en la provisión de
bienes públicos, y desacuerdo en la forma que debe proveerlos y su participación en la
promoción del desarrollo.
El tamaño y funciones del Estado dependen de la cultura, entorno, oportunidades y
distribución de poder. En países con instituciones débiles, los Estados deben
focalizarse en cumplir con funciones básicas, más que en funciones de intervención
directa.
3.3.2. Seis funciones importantes del Estado
De forma general, Stiglitz establece como funciones básicas del Estado:
• Promover la educación, para derivar en una sociedad más igualitaria y facilitar la
estabilidad política.
• Fomentar la tecnología.
• Brindar soporte al sector financiero, principalmente a través de la diseminación de
información.
• Invertir en infraestructura: instituciones, derechos de propiedad, contratos, leyes y
políticas que promuevan la competencia.
• Prevenir la degradación ambiental.
• Crear y mantener una red de seguro social.
En economías en desarrollo el gobierno debe jugar un rol especial, dada la débil
institucionalidad de mercados y la existencia de severos problemas de información.
Dicho papel deberá realizarlo brindando los incentivos correctos para la eficiencia de la
actividad económica, el fortalecimiento de la infraestructura institucional y la provisión
de servicios básicos.
3.3.3. Efectividad del Estado
A pesar de que el Estado puede apoyar la promoción del desarrollo, también puede
originar grandes daños, derivados de los errores en la aplicación de reglas que crean
incertidumbre. En tal sentido, el Estado debe incrementar la eficiencia y eficacia en el
desempeño de sus funciones.
Debido a la escasez de recursos y la debilidad de las instituciones en los países en
desarrollo, el Estado debe enfatizar su accionar en áreas estrictamente necesarias
para que, a pesar de las restricciones existentes, los resultados sean óptimos.
En estas circunstancias cabe hacerse algunas preguntas: ¿Qué puede decirse acerca
del proceso de toma de decisiones? ¿Qué hacer con las potenciales fallas de mercado
que obviamente la intervención estatal no aliviará? ¿Qué arreglo institucional permite
un mejor desarrollo del mercado? ¿Cómo interactúan en el desarrollo las políticas y las
instituciones?
Las respuestas a esas preguntas dependen también de la dinámica del Estado,
generalmente caracterizada por las siguientes acciones:
• Derroche de recursos por la existencia de privilegios: Se crean rent-seekers en
cuyas circunstancias si el aparato institucional es débil, el Estado queda expuesto a
presiones de grupo, generando corrupción e impunidad.
• Grupos de poder e intereses que hacen lobby para incrementar acuerdos favorables
a ciertos sectores.
• Intereses propios de grupos dentro del gobierno, que generan un comportamiento
maximizador de los burócratas.
Las consideraciones anteriores indican que el Estado puede mejorar su acción a
través de:
• Restringir sus intervenciones a aquellas áreas que evidencian influencia significativa
y sistemática de intereses particulares de grupos de presión. Un ejemplo del pasado
fue el otorgamiento de cuotas de importación, con el objetivo falaz de regular los
precios internos de algunos productos. El resultado fue una excesiva distorsión en el
sistema de precios, y la sistemática presión de grupos privilegiados que se
beneficiaban, oponiéndose a la liberación comercial.
• Fortalecer la idea de un Estado a favor de la promover la competencia.
• Evitar la secretividad en la toma de decisiones a través de la difusión de información,
e incentivar la transparencia, tanto en la formulación como en la ejecución de políticas.
A este respecto, el gobierno necesita tener un balance entre la experiencia y la
representatividad.
• Promover la provisión de bienes públicos mediante mecanismos de mercado, que
incluyan la participación del sector privado y de organizaciones no gubernamentales.
• Diseñar mecanismos en el uso de información de mercado para la toma de
decisiones públicas.
En conclusión, la definición del rol del Estado debe tomar en cuenta características
tales como: la existencia y capacidad de instituciones para ejecutar políticas, la
dinámica de las transformaciones económicas (la globalización, por ejemplo), los
actores políticos, y sobre todo, las ventajas comparativas que posea.
Dentro del entorno y la efectividad de las políticas, uno de los instrumentos en donde
se refleja el papel que podría jugar el Estado es el presupuesto de ingresos y egresos.
En aquí donde se identifica la política fiscal a seguir, elemento clave en la conducción
de los gobiernos.
Cabe señalar que a pesar de la importancia de la política fiscal, no constituye el único
elemento para juzgar el rol del Estado, sino existen otros, tales como la política
monetaria, cambiaria, comercial y una serie de instituciones que permiten u
obstaculizan el actuar de los agentes económicos.
Webgrafía:
http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=&por=l&idind=891&termino=
http://itilv3.osiatis.es/estrategia_servicios_TI/gestion_demanda/desarrollo_oferta.php
http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/sedes/manizales/4010043/lecciones/
5ofertydeman3.htm