lectura opcional - la historia oral como historia desde abajo

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  • 7/28/2019 LECTURA OPCIONAL - La Historia Oral Como Historia Desde Abajo

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    La Historia Oralcomo historia desde abajo

    RonaldFraser

    En un bello ensayo en homenaje a George Rud publicado en

    1988, Hobsbawn 1 examina las distintas formas de Grass Roots His-

    tory, o la historia desde abajo, que se han desarrollado en las ltimasdcadas. Desde las nuevas aportaciones de la historia demogrfica a

    estudios ta n diversos como el de Vovelle sobre las inscripciones de

    las lpidas sepulcrales de Provenza -basados todos en fuentes escri-

    tas- no hay ninguno que no encuentre su aprobacin. Se ensaa slocon una forma, la Historia Oral, porque, dice, se basa en algo tan no-

    toriamente falible para reconstituir hechos como la memoria. Y si esto

    no fuera suficiente, le falta una metodologa en general, y una com-

    prehensin de por qu y cmo puede fallar la memoria.

    Pensando seguramente en Inglaterra cuando escribi su ensayo,

    la crtica de Hobsbawn estaba bien fundada. An dominaba, y hastacierto punto sigue dominando, lo que puede llamarse la fase popu-

    lista de la Historia Oral. Bastaba, basta, que hable la gente qu e no

    tiene voz histrica, basta que por medio de sus propias palabras de -

    volvamos su historia a aquellos qu e no dejaran constancia de su vida

    de ninguna otra forma. Como reconoce el mismo Hobsbawn esta for-

    ma de Historia Oral puede dar como resultado libros apasionantes,

    pero no libros de Historia. Necesitamos saber, como l dice, no slo

    qu pas, sino por qu pas.

    J (JOBSBAWM, Hislory[mm Below, ell. Frederiek Krantz, Oxford, 1988, pp. l:l-28.

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    80 RonaldFmserMucho antes de 1988 se empez a perfilar en algunos otros pa

    ses, especialmente en Italia, Estados Unidos, Francia y Alemania,unas metodologas -el us o del plural es intencionado porque en gran

    des lneas hay tres- que a partir de aquellas fechas han ido desarro

    llndose. Como creo que estas metodologas deben ser poco conoci

    das aqu, me parece que lo m s til que puedo hacer es intentar ex

    plicrselas, aunque de forma bastante esquemtica, sin ms comen

    tarios mos, para suscitar luego despus una discusin general.

    Antes de entrar en el tema creo que sera til detenernos un mo

    mento para considerarel

    trmino Historia Oral. Este trmino se presta a confusin porque parece que quiere ser una disciplina distinta,

    como la Historia Econmica, cuando de hecho es una tcnica para la

    investigacin histrica. Incluso algunos que utilizan actualmente la

    tcnica prefieren no utilizar el trmino, hablando ms bien de LijeStories -Rclatos de la Vida-o Por mi parte, creo que el trmino ms

    adecuado sera Fuentes Orales -el nombre elegido, adems, por la

    nica revista espaola dcdicada al tema: Historia y Fuentes Orales-porque es de eso que se trata.

    Vamos ahora a definir 10 que es esta tcnica y 10 que tiene en co-mn con las tres metodologas que voy a presentarles. En primer lu

    gar se trata de generar nuevos saberes gracias a la creacin de nue

    vas fuentes histricas. Por cierto, estas fuentes estn limitadas en el

    tiempo por la vida de los testigos pero son casi inagotables en su ex

    tensin -la vivencia humana-o Estas fuentes suelen ser creadas en

    tre grupos sociales que han sido privados -o que no han tenido ac

    ceso a la posibilidad- de crear sus propias fuentes: en general las

    clases o grupos no-hegemnicos. Ahora bien, estas nuevas fuentes se

    diferencian de las fuentes tradicionales que los historiadores se han

    acostumbrado a utilizar en tres aspectos fundamentales. Por una par

    te, son la creacin conjunta del testigo y del historiador. Por otra, es-

    tn basadas en los recuerdos de aqul en forma de narracin, y fi-

    nalmente tratan de la vivencia de una persona singular. En fin decuentas sc trata de lo que Alessandro Portelli 2, uno de los innovadores de esta tcnica, ha llamado, el premio y la maldicin de la His

    toria Oral: la subjetividad.

    Ah!, la subjetividad. Pero quiero asegurarles en seguida de queno se trata aqu de la subjetividad en s -y menos mal, porque esun concepto de definicin muy difcil-, sino de los elementos sub

    jetivos que pueden ser accesibles al historiador. As Portelli nos ofre-

    POHTELLI, Tite Deallt o/Luigi Traslulli and ollter S l o r i e . ~ . F o r m and Meaningin Oral Hislory, Ncw York, 1991, p. 256.

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    La 1listoria Oral como historia desde abajo 81ce su interpretacin. Le s cito: por subjetividad quiero decir la in-

    vestigacin de las formas culturales y los procesos mediante los cuales los individuos expresan su sentido de s mismos en la historia. Des-

    de esta perspectiva, la subjetividad tiene sus propias leyes objetivas,

    sus estructuras, sus mapas. Y aade: slo si el investigador reco

    noce la subjetividad como tal, y lo separa de forma metodolgica de

    la informacin factual y formas intermediarias, puede apreciarse la

    condicin cognoscitiva de la subjetividad :{.Luisa Passerini 4, profesora de historia en la Universidad de To

    rino, y la otra innovadora italiana de la Historia Oral, ha intentado

    dar una definicin ms amplia. Para ella -y resumo- ha y tres pun

    tos esenciales:

    1. Las representaciones colectivas, en el sentido de Emi1e Durk

    heim, o sea un cuerpo no necesariamente sistematizado de creencias

    y mitos, incluyendo la religin, al cual ella aade actitudes mentales

    y emocionales, visiones del mundo e identidades culturales encarna

    das en tradiciones escritas y orales.

    2. La serie de elecciones que hacen los individuos o grupos comola familia para resolver los asuntos cruciales de su vida. La subjeti

    vidad aparece aqu como una racionalidad que no debe ser entendi

    da como si resultara slo de un plan consciente y a priori, sino comouna invencin y un ajuste a lo que sucede y a l o que es posible. O

    sea, en estas elecciones pueden mezclarse decisiones a nivel indivi-

    dual y colectivo, consciente e inconsciente, social y personal.

    :3. El entramado de 10 privado y lo pblico que crea y mantiene

    las relaciones sociales, como redes, grupos y subgrupos que forman

    parte de entidades ms largas: naciones, clases, partidos, etc. Tantola solidaridad social como los conflictos de la vida cotidiana son ex-

    presiones de la interaccin de lo objetivo ---o sea, lo dado- y lo sub

    jetivo. Finalmente, para Passerini, la racionalidad, entendida como

    la capacidad de enfrentarse con la realidad y la irracionalidad, puede estar presente en algunos o todos de los tres puntos ya men

    cionados.

    Desde un punto de partida bastante similar, Ron Grele s, directorde investigaciones de Historia Oral en la Universidad de Columbia,

    : PORTELLI, ibidem, p. ix ... PASSEIUNI, People\i lJistory and Social Science lTistory Hesponses to Louise A.

    Tilly, Inlernatlonal journal 01 Oral Hlory, 1. 6, nm. 1, Nueva York, febrero de1985, pp. 22-2:3.

    ;; E n v e l o p e . ~ 01 Sound. The Arl 01 Oral H i . ~ t o r y , 2nd ed., Chieago, 1985, p. 142.

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    La llistoria Oral como historia desde abajo 83verso, pueden servir a que los actores individuales, mediante sus prc

    ticas agregadas, influyan eventualmente sobre los procesos macrosociales-o As es a un nivel intermedio -ni individual ni societal,

    sino de un ramo de produccin, por ejemplo-, utilizando relatos de

    la vida, que estos investigadores buscan pautas constantes que les lle-

    ven a inferir la existencia de procesos socioestructurales.

    Su modo de investigacin tiene tres fases: en la primera, explo

    ratoria, recogen una serie de relatos de vida en donde esperan encon

    trar algunas descripciones y temas constantes -las lneas de fuerza

    pertinente- del grupo a investigar; en una segunda fase, analtica

    sa, hacen una reflexin sobre estas constantes, y siguen con nuevosrelatos de vida hasta llegar a 10 que Bertaux 9 llama el primer puntode saturacin, cuando se encuentran que las entrevistas repiten, en

    tre otras cosas, los mismos temas. As, se tiene la seguridad de ha

    be r identificado un fenmeno -una norma, un rol, un proceso, el

    efecto de una relacin estructural- que no sale ni de la imaginacin

    (en el sentido de propensin a crear fantasmas) de los investigado

    res, ni de la del interlocutor mitmano: ah est 10 social que se ex-

    presa a travs de voces individuales. Un a vez identificado este fe-nmeno hay que intentar sistemticamente destruirlo como modelo

    mediante ms relatos de vida que parten de otro punto de referencia

    para entrar en el mismo grupo. Lo s casos negativos, los que contra

    dicen el modelo provisionalmente saturado, contribuyen a la vez a la

    verificacin del modelo y a su afinamiento o reconstruccin; el pro

    ceso acaba slo cuando se ha llegado a una verdadera saturacin. y

    el milagro se cumple, contina Bertaux. Sin que haya sido nunca

    cuestin de muestra representativa, el equipo ha alcanzado el punto

    en el que puede proponer una descripcin convincente de los procesos sociales estudiados.

    Si la primera metodologa -la de Passerini, Portelli, Grele y

    Chanfrault-Duchet- puede llamarse hermenutica -la de Bertaux

    Wiame- sera etno-sociolgica. Aunque las diferencias entre las dos

    parecen irreconciliables, entre otras razones porque, como dice Wia

    me 10, la exactitud de los relatos de vida no es 10 qu e principalmente

    importa a los primeros, mientras que para los segundos es de una

    gran importancia -aunque entre parntesis yo aadira qu e es una

    exactitud confirmada por una larga serie de relatos del mismo sector

    () BEHTAlIX, Los relatos de vida en el anlisis sociaJ", Historia .y Fuente Oral,nm. 1, 1989.

    10 WIAME, The life history approach to the study 01' internal migration: how wo-lOen an d lOen carne lo Paris bclween Ihe wars, en OurCommon History. The Trans-/ormation o/ f,'urope, ed. Paul Thompson, Londres, 1982, pp. 186-200.

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    84 Ronald Frasersocial-, el hecho es que tanto unos corno otros son capaces de uti

    lizar aportaciones del campo opuesto. Por ejemplo, los hermeneti-cos no ignoran en total los datos aportados, ni los etno-sociologistas

    las formas de la narracin. (Wiame, la historiadora francesa, en su

    trabajo sobre los imigrantes provincianos en Pars analiza con mu

    cha finura las distintas formas de expresarse de los hombres y de la s

    mujeres en sus relatos de vida para sacar unas conclusiones muy in-

    teresantes. Y en su libro sobre el fascismo y la clase obrera de Torino, Passerini 11 acepta los testimonios de las mujeres que entrevist,

    especialmente en relacin con la poltica demogrfica fascista, cornola expresin directa de un pasado vivido, prescindiendo de su propia

    advertencia ya citada sobre la imposibilidad de los relatos de expre

    sar directamente los hechos y acontecimienntos. Es adems, en mi

    opinin, el captulo ms apasionante de su libro.)

    A un nivel prctico, ha y algo que une a todos los que utilizan fuentes orales, yeso es el saber que estas fuentes no bastan por s mis-

    mas. Todos estn de acuerdo que hay una labor anterior imprescin

    dible, que es la de cualquier historiador o investigador: la consultaobligatoria de todas las otras fuentes primarias y secundarias que

    pueden tener relacin con su campo de investigacin. Aunque el en

    trevistador va al testigo para aprender de l o de ella, y no para darle

    una clase de historia -por cierto no ha y forma ms acertada para

    hundir una entrevista que un entrevistador que quiere impresionar

    al testigo con sus conocimientos-, el entrevistador necesita poder si-

    tuar las experiencias relatadas dentro de su contexto socio-histrico

    para entender la narracin y formular preguntas vlidas.

    Aunque me queda otra metodologa para explicar, quiero alige-

    rar esta exposicin con algunos ejemplos. Tal vez porque estoy de

    formado por tantos aos de Historia Oral, en la cual una de las cosas

    m s importantes es recoger ejemplos del interlocutor.

    Al principio, mencion los reparos de Hobsbawm en lo que se re

    fiere a la memoria y su capcidad para recordar hechos. En su ensayo

    l da un ejemplo de su propia experiencia: en un pueblo del sur de

    Inglaterra, una revuelta de jornaleros de 1830 es recordada corno si

    hubiera ocurrido en la poca contempornea. Cmo fiarse de memorias que recuerdan lo que ni siquiera han vivido, que se equivo

    ca n en ciento cincuenta aos de hechos histricamente comprobados?

    11 PASSEHINI, Fascm in Popular Memory, The Cultural f,xperience ofthe TurinWorking Class, Cambridge/Pars, 1988, pp. 1SO-182, tradueei(m al ingls de Torinooperaia e Fascismo, Bari, 1984.

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    La llistoria Oral como historia desde abajo 85Pues este caso curioso hara las delicias de Portelli 12, cuyo estudio

    ya casi clsico entre los que utilizan fuentes orales y que se titula His-toria y memoria: La muerte de Luigi Trastulli, trata de u n fallo dememoria colectivo en cuanto a una fecha, aunque no tan lejana y sin

    gular que el caso citado por Hobsbawm, y la interpretacin del sig-

    nificado de este lapsus.

    Se los voy a resumir brevemente, porque existe traduccin al cas

    tellano que los interesados pueden consultar. En marzo de 1949, enla pequea ciudad umbriana de Terni, Luigi Trastulli muri a ma

    nos de un miembro de la brigada especial de la polica italiana mien

    tras los obreros salan de la siderurgia local para participar en unamanifestacin contra la OTAN. Ahora bien, en la memoria colectiva,especialmente entre los obreros de base, esta muerte se da comoocurrida en 1953 cuando hubo despedidas masivas de la siderurgia.

    Portelli comenta que la equivocacin es demasiado coherente y di-

    fundida como para poderla atribuir al mal funcionamiento de la me -moria de los individuos. Incluso, cuando en su s entrevistas, que no

    iban dirigidas slo a investigar esta muerte, Portelli preguntaba si el

    testigo no se haba equivocado de fecha, ste sola hacer caso omisode la pregu nta.

    Como explica Portelli, la clase obrera de Terni provena de la ex -

    periencia partisana de la guerra y era hegemonizada por el peI. Apesar de unas leyendas creadas en la memoria de estos obreros de

    que se haba intentado atacar a la polica en el momento para ven-

    garse de la muerte del joven Trastulli -a quien adems la memoria

    colectiva va transformando en mrtir mediante imgines cristolgi-

    cas- en realidad no pudieron hacer nada. Para esta clase obrera, co-

    menta Portelli, no arrugarse ante las agresiones de la polica constituye un factor de soporte de la identidad colectiva. Y se haban

    arrugado. Pero en 1953, cuando los despidos masivos, ellos reaccio-nan, se levantan barricadas en las calles, y hay varios das de luchacallejera co n tiroteos, sin vctimas ni heridos graves. Aunque acaba

    ron vencidos, esta lucha se qued gravada en la memoria colectivacomo uno de los grandes momentos de la clase obrera de Terni.

    Ahora bien, una muerte importante para la clase obrera como lade Trastulli -vctima de la violencia antiobrera, de la violencia de

    clase- no puede considerarse un hecho accidental ocurrido en una

    manifestacin poltica de rutina como la manifestacin en contra de

    la OTAN. Un hecho de es a naturaleza forzosamente debe estar pre-

    I: ! POHTELLI, op. cit., pp. 1-26. llay traduccin en c a ~ t e l l a n o en Historia'y Fuen-te Oral, nm. 1, 1989.

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    86 RonaldFra:wrcedido y debe ir seguido por circunstancias de importancia similar. ..

    Lo s despedidos y las barricadas constituyenel

    contexto adecuado aldramatismo del acontecimiento. Adems, colocar la muerte de Tras

    tulli en el contexto de las luchas de 1953 les confiere a stas unos tin

    tes de dramatismo sin duda necesarios para que el relato pueda se r

    percibido completamente, de manera satisfactoria.

    De esta historia Portelli saca dos conclusiones que nos pueden in

    teresar. A nivel mblico, la muerte de Trastulli representa la experiencia coyuntural de la lucha de clases en Terni durante el primer

    decenio de la posguerra. El acontecimiento se transfiere hacia otro

    contexto para que se pueda acoplar al principio de la causalidad adecuada. A nivel psicolgico, la dinmica y la cronologa del aconteci

    miento se manipula de tal manera, que pueden contrastar el sentido

    de humillacin por s mismos provocado por la falta de respuesta ante

    la muerte de un compaero. Y Portelli acaba diciendo que nos en

    contramos delante de productos generados por el funcionamiento ac

    tivo de la memoria colectiva, generados por procedimientos coheren

    tes que organizan tendencias de fondo ... El hecho histrico relevante,

    m s que el propio acontecimiento en s, es la memoria.

    Me hubiera gustado darles otro ejemplo de la memoria de longue

    dure. As, indicar slo el tema: al relatar su vida, y especialmente

    sus muy tensas relaciones de criada con su am a en los aos treinta,

    una campesina francesa se expresa con imgines estereotipadas de

    las revueltas campesinas de los Croquants y de las .Jacqueries de los

    siglos XIV al XVll, y tambin con otras de la Revolucin francesa. Ma

    r i e - F r a n c ~ o i s e Chanfrault-Duchet 1:{, la autora y entrevistadora dees a seora, que utiliza el relato como texto para luego deconstruirlo,

    propone que el mito del cual surgiran estas imgines constituye unmedium que permite al narrador comunicar en trminos sociales -es

    decir, en trminos de representaciones colectivas- su experiencia vi

    vida y el sentido que l le confiere en el relato. Y esta campesina uti

    liza estas imgines estereotipadas porque rechaza identificarse conotro modelo posible -el del campesino pasivo que se inclina ante

    nuestro s eop - para hacer operar un sistema de representacionesque remite a elecciones ideolgicas que vienen a legitimar sus actos.

    As inscribe su vivencia en una tradicin, la revuelta campesina.

    La cuestin qu e seguramente se les habr ocurrido en seguida-cmo es posible que tales mitos pueden continuar vivos a travs

    de cinco siglos?- forma tambin parte de la investigacin, mediantefuentes escritas, que demuestran que a partir de 1840 hubo cancio-

    t: \ CIIANFRAlJLT-DUCIIET, op. cit., pp. 11-21.

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    nes populares, ya finales del siglo una novela, que repetan los mitos

    principales de aquellas revueltas. En los aos setenta de este siglohubo una serie de televisin basada en la novela que la interlocutora

    recuerda haber visto con gusto. No voy a segu ir ms lejos con este

    ejemplo porque la versin castellana puede consultarse en el nme

    ro 4 de Historia y Fuentes Orales bajo el ttulo, Mitos y estructuras

    narrativas de la historia de la vida.

    Un ejemplo que quiero citar ms extensamente, porque explica

    ese funcionamiento activo de la memoria colectiva d e q u e habla

    Portelli y al mismo tiempo no s lleva a otra lnea metodolgica, tratatambin del campo francs. Dos investigadores franceses queran in-

    dagar qu impacto haba podido tener entre los campesinos la gran

    expansin de escolaridad a finales del siglo pasado. Esta expansin

    se haba estudiado a fondo; pero de lo que los campesinos y artesa

    nos rurales haban hecho de sus nuevas posibilidades de alfabetiza

    cin no se saba casi nada. Slo una cosa se saba: que a principios

    de este siglo haba salido a la calle en Pars una serie de libritos sen

    cillos, romances, etc., que parecan haber tenido un gran xito demercado.

    Los investigadores, Michel Rozon y Anne-Marie Thiesse 14, eligie-ron varios pueblos e iban con su pregunta: qu lea usted en su ju

    ventud? Las respuestas fueron las mismas: no leamos nada, no te

    namos tiempo, nuestro destino era trabajar. Los ricos, los propieta

    rios fueron los nicos que tenan tiempo para leer. Insatisfechos co nla respuesta estereotipada pero an si n entender su sentido profun

    do, pensaron que habra que elegir otra manera de formular la pregunta. Ya que leer forma parte del ocio, volvieron para preguntar

    qu haban hecho sus interlocutores en sus ratos libres. El resultado

    no fue mucho ms halageo: aunque unos pocos comentaron que

    haban ledo alguna cosa, en general los testigos no recordaban el ocio

    con muchos detalles, y solan hablar ms bien de su trabajo. Esto dio

    la pista a nuestros investigadores: tenan que situar el ocio dentro del

    contexto del trabajo, haba que recoger relatos de vida. Ahora los re

    sultados fueron impresionantes: los testigos llegaron a confiar en los

    investigadores porque stos se interesaban por todos los aspectos desu vida y, recordando su trabajo, recordaban con ms detalles sus pocos momentos de ocio y finalmente su s lecturas. Cuando los investi

    gadores sacaron una lista de los ttulos de la serie de libritos ya men-

    H BOZN y TIIIESSE, ponencia presentada al 4." Congreso internacional de Historia Oral, Aix-en-Provence, 1982 (ejemplar mecanografiado).

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    c i o n a d a ~ muchos no slo reconocieron los l i b r o s ~ sino que contaronla trama.

    Si esta reactivacin de la memoria se ciera a un caso i n d i v i d u a l ~no tendra mucha importancia; pero como fenmeno generalizado te

    na otro cariz que haba que situar en su contexto social. Y en primer

    l u g a r ~ no el hecho de recordar sino el del olvido original. Lo s inves-tigadores llegaron a la conclusin que era un olvido ideolgico. Co n

    eso queran decir que sus interlocutores haban a s u m i d o ~ incluso a ni vel de la m e m o r i a ~ la ideologa dominante que no les asignaba el papel de lector que era reservado para las clases dominantes. Su papel era el de trabajar. La reactivacin de la memoria mediante -yslo mediante- la posibilidad de relatar sus v i d a s ~ de v a l o r i z a r l a s ~en particular el t r a b a j o ~ les permiti romper -aunque fuera slo momentneamente- con la ideologa dominante. Para llegar a la ver

    dad era necesario reconstruir la lgica social del discurso autobiogr

    fico p o p u l a r ~ comentan los investigadores.La tercera1 ltima metodologa que voy a explicar se debe a Lutz

    Niethammer 1 . ) ~ profesor alemn de historia contempornea. No convencido del trmino Historia O r a l ~ pero sin proponer o t r o ~ para l lametodologa debe entenderse como algo anlogo a la arqueologa para

    los historiadores de la a n t i g e d a d ~ esto e s ~ una heurstica interdisciplinaria dado que las fuentes no son directamente accesibles y la for-

    ma en que se las investiga determina su carcter. A pesar de que los

    restos de la memoria no tienen la calidad de fragmentos de c e r m i c a ~Niethammer entiende que la Historia Oral puede crear de forma frag

    mentaria las bases para una nueva comprehensin de la historia so-

    cio-cultural del pasado i n m e d i a t o ~ y en particular de lo que l llamala experiencia, en cuanto el investigador tiene una comprehensin dela historia en general.

    Para N i e t h a m m e r ~ p u e s ~ la experiencia sustituye a la subjetividadde los P a s s e r i n i ~ Portelli y G r e l e ~ etc. El concepto de la experienciade Thompson le parece til p o r q u e ~ segn explica los juicios devalor y las estructuras del pensamiento en relacin a la percepcinde un conjunto de condiciones estructurales y acontecimientos inter

    pretados como histricos. (Entre p a r n t e s i s ~ dira que parece habertomado en cuenta el argumento de Perry Anderson en contra del usoambiguo que hace Thompson de la palabra experiencia.) Nietham

    mer r e c o n o c e ~ no o b s t a n t e ~ que queda un hueco en el pensamientoentre la subjetividad expresiva y la objetividad construida de las es-

    1;' NIETIIAMMER, Para qu sirve la H. O.?, J-/toria y Fuente Oral, nm. 2,pp. ; ~ - 2 6 .

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    La Ilistoria Oral como historia de:;de abajo 91cesarias a cada individuo para hacer compatible la memoria con la

    imagen de s mismo, una imagen que est sujeta a cambios permanentes-, y por otra parte, el hecho de que es esta imagen la que el

    entrevistador recoge en la conversacin narrativa que constituye la

    entrevista -estos hechos, harto conocidos por cualquiera que traba

    ja en la creacin de fuentes orales-, hacen que nos encontramos casi

    inevitablemente ms bien en el campo de la interpretacin que en el

    de la explicacin.

    Algunas historiadoras y socilogas feministas norteamericanas lH

    que, gracias a su trabajo de recoger fuentes orales, han llegado a criticar como ingenua una cierta visin de la investigacin feminista,

    comparten hoy da algunos de los principios de la etnografa posmo

    derna: concretamente la idea de que la historia oral no puede pre

    tender ser una representacin de la cultura, sino que es una cons

    truccin cultural, tanto de s misma como de la otra. Piensen lo que

    piensen de esto, piensen incluso que aunque lleguemos al nivel de la

    saturacin, no s tropezamos siempre co n un hecho cierto: que somos

    nosotros, los investigadores, quienes hemos contribuido a crear la s

    fuentes que vamos a analizar. Y esto nos lleva a un punto metodolgico fundamental para los que practican la forma hermenutica: elinvestigador tiene que estar presente en el texto final. Ro n Grele 19,por ejemplo, escribe que si el investigador falla nos falta tambin la

    informacin necesaria para descubrir la praxis poltica de la entre

    vista y, en consecuencia, es imposible entender el contenido ideol-gico de la s interpretaciones y su contexto.

    A pesar de su s problemas, las fuentes orales nos proporcionan dos

    ventajas considerables, en mi opinin. Como, por su naturaleza, son

    simultneamente representaciones de situaciones y de reacciones a esta s situaciones, o sea, de las estrueturas y de la praxis, ponen en telade juicio cualquier intento de concebir la realidad socio-histrica tan

    to como el resultado de estructuras objetivas puras o como el re

    sultado de la accin subjetiva pura. Por eso creo que es mediante la

    praxis del sujeto que las fuentes orales pueden captar mejor la expe

    riencia -en su s dos trminos usuales- y la subjetividad para fines

    histricos.

    Por otra parte la s fuentes orales ponen en duda la historia te

    leolgica, la tendencia a enfocar la investigacin slo en trminos de

    lB Ver, p. ej., Wornen 's Words, Tite Ferninist Practice 01Oral J-!istory, cd. ShernaB. Gluek y Daphnc Patai, Nucva York/Londres, 1991, espccialmente la : ~ . a parte, Di-Icrnmas an d Contradietions.

    1' ) GHELE, Quin y po r qu contesta?, J-!istoria y Fuente Oral, nm. S, 1991,p. 119.

  • 7/28/2019 LECTURA OPCIONAL - La Historia Oral Como Historia Desde Abajo

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    92 Ronald Fraser

    lo que logr imponerse, en la indagacin slo de los orgenes y responsabilidades histricas. Las fuentes orales nos permiten restablece r las contradicciones y ambigedades de situaciones histricas, y

    en particular los deseos -para no decir el deseo- de los que parti

    ciparon en los acontecimientos que nos relatan.

    Voy a terminar con un comentario, tal vez una splica, a nivelpersonal. Estoy convencido de que, en el mundo tan complejo actual,los historiadores tienen un a responsabilidad muy grande de explicar

    nos cmo hemos llegado a este momento de la historia humana. Es

    toy igualmente convencido qu e no estoy solo al pensarlo, que hay unpblico de lectores que esperan lo mismo. Buena historia, bien escri-

    ta y accesible a lo qu e es, sin duda, una minora del pblico en general, pero no obstante una minora importante. Cuando veo de unoy otro lado del Atlntico la cantidad de historia producida que pa

    rece ser dirigida a otros historiadores profesionales, po r las razones

    qu e sean, me pregunto si los historiadores no han perdido su rumbocomo intelectuales. En el mercado pblico la moneda mala inevita

    blemente reemplaza la buena -y as pasa tambin con la historia-o

    Mala historia se vende a montones, y la otra se refugia en la sala debanderas de los cuarteles de invierno.

    Digo esto pensando no slo en la historia en general, sino ms especialmente en los historiadores que utilizan fuentes orales y qu e cada

    vez ms parecen hacer caso omiso del hecho que el origen de sus fuen

    tes son personas humanas, experiencias vividas. No hay nada ms ir-

    nico que ver estas experiencias reducidas a una fuente de anlisis ex

    nime por el historiador que, como un Jehov, se erige en juez implacable del sentido profundo de esta vivencia, devolviendo a sus inter

    locutores una realidad en la cual se les silencia otra vez.