lectura el circo en problemas

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EL CIRCO EN PROBLEMAS Iba Miguel caminando cuando se topó con una gran caravana. Había casas rodantes, carros con tigres, leones, monos; muchos camiones con pesadas cargas, y también un bus lleno de artistas. Inmediatamente al ver semejante caravana pudo imaginarse el tamaño del circo. Nunca antes había visto un circo tan grande. Pero en un vehículo había un señor solo, con un elegante traje a rayas. Tenía corbata de humita y camisa blanca. Se tomaba la cabeza con las dos manos y la agitaba desesperadamente. Rápidamente Miguel dijo: - Disculpe señor. Usted parece preocupado, ¿Qué le sucede? - Soy Jorge el dueño del circo y estoy muy preocupado. Hace cuatro días que ningún artista del circo quiere trabajar, están en huelga porque dicen que yo no los escucho, que no respeto su opinión. - ¿Y eso es verdad? - Sí, es verdad. Es que yo soy el dueño ¡Yo mando acá! Yo soy el que más conozco de este oficio, si hay problemas, los soluciono yo y no le pregunto a nadie. Ahora además tenemos poco público, nadie viene al circo. - Creo que usted no respeta el derecho de ellos a opinar. Déjeme ayudarlo. Miguel y Jorge el dueño, en sólo minutos reunieron a todos los artistas. Miguel los miró cuidadosamente y preguntó: ¿Tienen alguna buena idea para que más gente visite el circo? - ¡Síí!… respondieron todos - Si expresan sus ideas de a uno quizás podamos solucionar el problema. - El primero en hablar fue el domador, yo pienso que lo mejor sería colocar afiches en los pueblos que visitemos, así la gente sabrá que llegó el circo. - También con el micrófono y un parlante anunciar los horarios de las funciones y su valor, dijo una trapecista. A cada instante los ojos del dueño se abrían más y más, al rato estaba sonriendo y finalmente agradeció a todos porque dieron muy buenas ideas .Finalmente agregó: - He sido muy necio al no querer escuchar sus opiniones. Todos tenían muy buenas ideas y mejores que las mías. EL CIRCO EN PROBLEMAS Iba Miguel caminando cuando se topó con una gran caravana. Había casas rodantes, carros con tigres, leones, monos; muchos camiones con pesadas cargas, y también un bus lleno de artistas. Inmediatamente al ver semejante caravana pudo imaginarse el tamaño del circo. Nunca antes había visto un circo tan grande. Pero en un vehículo había un señor solo, con un elegante traje a rayas. Tenía corbata de humita y camisa blanca. Se tomaba la cabeza con las dos manos y la agitaba desesperadamente. Rápidamente Miguel dijo: - Disculpe señor. Usted parece preocupado, ¿Qué le sucede? - Soy Jorge el dueño del circo y estoy muy preocupado. Hace cuatro días que ningún artista del circo quiere trabajar, están en huelga porque dicen que yo no los escucho, que no respeto su opinión. - ¿Y eso es verdad? - Sí, es verdad. Es que yo soy el dueño ¡Yo mando acá! Yo soy el que más conozco de este oficio, si hay problemas, los soluciono yo y no le pregunto a nadie. Ahora además tenemos poco público, nadie viene al circo. - Creo que usted no respeta el derecho de ellos a opinar. Déjeme ayudarlo. Miguel y Jorge el dueño, en sólo minutos reunieron a todos los artistas. Miguel los miró cuidadosamente y preguntó: ¿Tienen alguna buena idea para que más gente visite el circo? - ¡Síí!… respondieron todos - Si expresan sus ideas de a uno quizás podamos solucionar el problema. - El primero en hablar fue el domador, yo pienso que lo mejor sería colocar afiches en los pueblos que visitemos, así la gente sabrá que llegó el circo. - También con el micrófono y un parlante anunciar los horarios de las funciones y su valor, dijo una trapecista. A cada instante los ojos del dueño se abrían más y más, al rato estaba sonriendo y finalmente agradeció a todos porque dieron muy buenas ideas .Finalmente agregó: - He sido muy necio al no querer escuchar sus opiniones. Todos tenían muy buenas ideas y mejores que las mías.

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Page 1: Lectura el circo en problemas

EL CIRCO EN PROBLEMAS

Iba Miguel caminando cuando se topó con una gran caravana. Había casas rodantes, carros con tigres, leones, monos; muchos camiones con pesadas cargas, y también un bus lleno de artistas. Inmediatamente al ver semejante caravana pudo imaginarse el tamaño del circo. Nunca antes había visto un circo tan grande. Pero en un vehículo había un señor solo, con un elegante traje a rayas. Tenía corbata de humita y camisa blanca. Se tomaba la cabeza con las dos manos y la agitaba desesperadamente. Rápidamente Miguel dijo:

- Disculpe señor. Usted parece preocupado, ¿Qué le sucede?- Soy Jorge el dueño del circo y estoy muy preocupado. Hace cuatro

días que ningún artista del circo quiere trabajar, están en huelga porque dicen que yo no los escucho, que no respeto su opinión.

- ¿Y eso es verdad?- Sí, es verdad. Es que yo soy el dueño ¡Yo mando acá! Yo soy el que

más conozco de este oficio, si hay problemas, los soluciono yo y no le pregunto a nadie. Ahora además tenemos poco público, nadie viene al circo.

- Creo que usted no respeta el derecho de ellos a opinar. Déjeme ayudarlo.

Miguel y Jorge el dueño, en sólo minutos reunieron a todos los artistas.Miguel los miró cuidadosamente y preguntó: ¿Tienen alguna buena idea para que más gente visite el circo?

- ¡Síí!… respondieron todos- Si expresan sus ideas de a uno quizás podamos solucionar el

problema.- El primero en hablar fue el domador, yo pienso que lo mejor sería

colocar afiches en los pueblos que visitemos, así la gente sabrá que llegó el circo.

- También con el micrófono y un parlante anunciar los horarios de las funciones y su valor, dijo una trapecista.

A cada instante los ojos del dueño se abrían más y más, al rato estaba sonriendo y finalmente agradeció a todos porque dieron muy buenas ideas .Finalmente agregó:

- He sido muy necio al no querer escuchar sus opiniones. Todos tenían muy buenas ideas y mejores que las mías. Miguel tenía razón, la participación es muy importante y las opiniones de los otros igual. Y ahora a montar el circo, ¡Todos a trabajar!

EL CIRCO EN PROBLEMAS

Iba Miguel caminando cuando se topó con una gran caravana. Había casas rodantes, carros con tigres, leones, monos; muchos camiones con pesadas cargas, y también un bus lleno de artistas. Inmediatamente al ver semejante caravana pudo imaginarse el tamaño del circo. Nunca antes había visto un circo tan grande. Pero en un vehículo había un señor solo, con un elegante traje a rayas. Tenía corbata de humita y camisa blanca. Se tomaba la cabeza con las dos manos y la agitaba desesperadamente. Rápidamente Miguel dijo:

- Disculpe señor. Usted parece preocupado, ¿Qué le sucede?- Soy Jorge el dueño del circo y estoy muy preocupado. Hace cuatro

días que ningún artista del circo quiere trabajar, están en huelga porque dicen que yo no los escucho, que no respeto su opinión.

- ¿Y eso es verdad?- Sí, es verdad. Es que yo soy el dueño ¡Yo mando acá! Yo soy el que

más conozco de este oficio, si hay problemas, los soluciono yo y no le pregunto a nadie. Ahora además tenemos poco público, nadie viene al circo.

- Creo que usted no respeta el derecho de ellos a opinar. Déjeme ayudarlo.

Miguel y Jorge el dueño, en sólo minutos reunieron a todos los artistas.Miguel los miró cuidadosamente y preguntó: ¿Tienen alguna buena idea para que más gente visite el circo?

- ¡Síí!… respondieron todos- Si expresan sus ideas de a uno quizás podamos solucionar el

problema.- El primero en hablar fue el domador, yo pienso que lo mejor sería

colocar afiches en los pueblos que visitemos, así la gente sabrá que llegó el circo.

- También con el micrófono y un parlante anunciar los horarios de las funciones y su valor, dijo una trapecista.

A cada instante los ojos del dueño se abrían más y más, al rato estaba sonriendo y finalmente agradeció a todos porque dieron muy buenas ideas .Finalmente agregó:

- He sido muy necio al no querer escuchar sus opiniones. Todos tenían muy buenas ideas y mejores que las mías. Miguel tenía razón, la participación es muy importante y las opiniones de los otros igual. Y ahora a montar el circo, ¡Todos a trabajar!