lectores competentes. nivel a talleres … fileautor patricia...

85
1 INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA PROFESOR OBDULIO A LOPERA E. LECTORES COMPETENTES. NIVEL A TALLERES DE LECTURA COMPPRENSIVA CONTENIDO GENERAL TEXTO 1: LAS RATAS DEL CEMENTERIO. AUTOR HENRY KUTTNER…………………………02 TEXTO 2: LA PERFECTA SEÑORITA. AUTOR PATRICIA HIGHSMITH…………………………..11 TEXTO 3: UN SEÑOR MUY VIEJO CON ALAS ENORMES. GABRIEL G, MARQUEZ………….16 TEXTO 4: EL HOMBRE SIN CABEZA AUTOR RICARDO MARIÑO……………………………….27 TEXTO 5: LA CABRA DE NUBIA. AUTOR JESÚS ZARATE MORENO…………………………...33 TEXTO 6: EL SEXTO PALACIO. AUTOR HEKALATH EL MENOR ………………………………..42 TEXTO 7: LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON ……………………………………………………….59 TEXTO 8: LA MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO …………………………………………….66 TEXTO 9: EL CAZADOR. AUTOR: CESAR ALTAMIRANO………………………………………….68 TEXTO 10: EL CAMALEÓN………………………………………………………………………………75 TEXTO 11: EL PERRO DEL CIEGO. AUTOR JULIA DE ASENSI …………………………………81 Ficha Técnica : Fuente bibliográfica: Libros & Libros .S.A. Guía del Docente. Libros 6,7,8,9,10,11 F. L. Talleres digitados por el profesor Obdulio a Lopera E. Imágenes Google.com Textos y fragmentos. Google.com .Ciudad Seva.literatura.us.

Upload: voanh

Post on 06-Oct-2018

225 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 1

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A TALLERES DE LECTURA COMPPRENSIVA

    CONTENIDO GENERAL

    TEXTO 1: LAS RATAS DEL CEMENTERIO. AUTOR HENRY KUTTNER02 TEXTO 2: LA PERFECTA SEORITA. AUTOR PATRICIA HIGHSMITH..11 TEXTO 3: UN SEOR MUY VIEJO CON ALAS ENORMES. GABRIEL G, MARQUEZ.16 TEXTO 4: EL HOMBRE SIN CABEZA AUTOR RICARDO MARIO.27 TEXTO 5: LA CABRA DE NUBIA. AUTOR JESS ZARATE MORENO...33 TEXTO 6: EL SEXTO PALACIO. AUTOR HEKALATH EL MENOR ..42 TEXTO 7: LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON .59 TEXTO 8: LA MUERTE DE ANTOITO EL CAMBORIO .66 TEXTO 9: EL CAZADOR. AUTOR: CESAR ALTAMIRANO.68 TEXTO 10: EL CAMALEN75 TEXTO 11: EL PERRO DEL CIEGO. AUTOR JULIA DE ASENSI 81

    Ficha Tcnica :

    Fuente bibliogrfica: Libros & Libros .S.A. Gua del Docente. Libros 6,7,8,9,10,11 F. L. Talleres digitados por el profesor Obdulio a Lopera E. Imgenes Google.com Textos y fragmentos. Google.com .Ciudad Seva.literatura.us.

  • 2

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 1 LAS RATAS DEL CEMENTERIO. Autor Henry Kuttner Traduccin: Francisco Torres Olivier.

    El viejo Masson, guardin de uno de los ms antiguos y descuidados cementerios de Salem, sostena una verdadera contienda con las ratas. Haca varias generaciones, se haba asentado en el cementerio una colonia de ratas enormes procedentes de los muelles. Cuando Masson asumi su cargo, tras la inexplicable desaparicin del guardin anterior, decidi hacerlas desaparecer. Al principio colocaba cepos y comida envenenada junto a sus madrigueras; ms tarde, intent exterminarlas a tiros. Pero todo fue intil. Segua habiendo ratas. Sus hordas voraces se multiplicaban e infestaban el cementerio.

    Eran grandes, aun tratndose de la especie mus decumanus, cuyos ejemplares miden a veces ms de treinta y cinco centmetros de largo sin contar la cola pelada y gris. Masson las haba visto hasta del tamao de un gato; y cuando los sepultureros descubran alguna madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas malolientes galeras caba sobradamente el cuerpo de una persona. Al parecer, los barcos que antao atracaban en los ruinosos muelles de Salem debieron de transportar cargamentos muy extraos.

    Masson se asombraba a veces de las extraordinarias proporciones de estas madrigueras. Recordaba ciertos relatos inquietantes que le haban contado al llegar a la vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que hablaban de una vida larvaria que persista en la muerte, oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya haban pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather exterminara los cultos perversos y los ritos orgisticos celebrados en honor de Hcate y de la siniestra Magna Mater. Pero todava se alzaban las tenebrosas casas de torcidas

  • 3

    buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en cuyos stanos, segn se deca, an se ocultaban secretos blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a la ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus cabezas canosas, los viejos aseguraban que, en los antiguos cementerios de Salem, haba bajo tierra cosas peores que gusanos y ratas.

    En cuanto a estos roedores, ciertamente, Masson les tena aversin y respeto. Saba el peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes. Pero no comprenda el horror que los viejos sentan por las casas vacas, infestadas de ratas. Haba odo rumores sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las profundidades de la tierra y tenan poder sobre las ratas, a las que agrupaban en ejrcitos disciplinados. Segn decan los ancianos, las ratas servan de mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abran en las entraas de la tierra, muy por debajo de Salem. Y an se deca que algunos cuerpos haban sido robados de las sepulturas con el fin de celebrar festines subterrneos y nocturnos. El mito del flautista de Hamelin era una leyenda que ocultaba, en forma de alegora, un horror blasfemo; y segn ellos, los negros abismos haban parido abortos infernales que jams salieron a la luz del da.

    Masson no haca ningn caso de semejantes relatos. No fraternizaba con sus vecinos y, de hecho, haca lo posible por mantener en secreto la existencia de las ratas. De conocerse el problema quiz iniciasen una investigacin, en cuyo caso tendran que abrir muchas sepulturas. Y en efecto, hallaran atades perforados y vacos que atribuiran a las actividades de las ratas. Pero descubriran tambin algunos cuerpos con mutilaciones muy comprometedoras para Masson.

    Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los extraen a uno cuando

  • 4

    muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal, porque la compaa de pompas fnebres suele proporcionar un traje de pao sencillo, perfectamente reconocible despus. Pero el oro no lo es. Adems, Masson negociaba tambin con algunos estudiantes de medicina y mdicos poco escrupulosos que necesitaban cadveres sin importarles demasiado su procedencia.

    Hasta entonces, Masson se las haba arreglado muy bien para que no se iniciase una investigacin. Haba negado ferozmente la existencia de las ratas, aun cuando algunas veces stas le hubiesen arrebatado el botn. A Masson no le preocupaba lo que pudiera suceder con los cuerpos, despus de haberlos expoliado, pero las ratas solan arrastrar el cadver entero por un boquete que ellas mismas roan en el atad.

    El tamao de aquellos agujeros tena a Masson asombrado. Por otra parte, se daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre los atades por uno de los extremos, y no por los lados. Pareca como si las ratas trabajasen bajo la direccin de algn gua dotado de inteligencia.

    Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de quitar la ltima paletada de tierra hmeda y de arrojarla al montn que haba ido formando a un lado. Desde haca varias semanas, no paraba de caer una llovizna fra y constante. El cementerio era un lodazal de barro pegajoso, del que surgan las mojadas lpidas en formaciones irregulares. Las ratas se haban retirado a sus agujeros; no se vea ni una. Pero el rostro flaco y desgalichado de Masson reflejaba una sombra de inquietud. Haba terminado de descubrir la tapa de un atad de madera.

    Haca varios das que lo haban enterrado, pero Masson no se haba atrevido a desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venan a menudo a visitar su tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no era fcil que vinieran, por mucho dolor y pena que sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se enderez y ech a un lado la pala.

    Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se vean parpadear dbilmente las luces de Salem a travs de la lluvia pertinaz. Sac la linterna del bolsillo porque iba a necesitar luz. Apart la pata y se inclin a revisar los cierres de la caja.

    De repente, se qued rgido. Bajo sus pies haba notado un rebullir inquieto, como si algo araara o se revolviera dentro. Por un momento, sinti una punzada de terror supersticioso, que pronto dio paso a una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos ruidos. Las ratas se le haban adelantado otra vez!

    En un rapto de clera, Masson arranc lo cierres del atad Meti el canto de la pata bajo la tapa e hizo palanca, hasta que pudo levantarla con las dos manos. Luego encendi la linterna y la enfoc al interior del atad.

    La lluvia salpicaba el blanco tapizado de raso: el atad estaba vaco. Masson percibi un movimiento furtivo en la cabecera de la caja y dirigi hacia all la luz.

    El extremo del sarcfago habla sido horadado, y el boquete comunicaba con una galera, al parecer, pues en aquel mismo momento desapareca por all, a tirones,

  • 5

    un pie flccido enfundado en su correspondiente zapato. Masson comprendi que las ratas se le haban adelantado, esta vez, slo unos instantes. Se dej caer a gatas y agarr el zapato con todas sus fuerzas. Se le cay la linterna dentro del atad y se apag de golpe. De un tirn, el zapato le fue arrancado de las manos en medio de una algaraba de chillidos agudos y excitados. Un momento despus, haba recuperado la linterna y la enfocaba por el agujero. Era enorme. Tena que serlo; de lo contrario, no habran podido arrastrar el cadver a travs de l. Masson intent imaginarse el tamao de aquellas ratas capaces de tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, l llevaba su revlver cargado en el bolsillo, y esto le tranquilizaba. De haberse tratado del cadver de una persona ordinaria, Masson habra abandonado su presa a las ratas, antes de aventurarse por aquella estrecha madriguera; pero record los gemelos de sus puos y el alfiler de su corbata, cuya perla deba ser indudablemente autntica, y, sin pensarlo ms, se prendi la linterna al cinturn y se meti por el boquete. El acceso era angosto. Delante de s, a la luz de la linterna, poda ver cmo las suelas de los zapatos seguan siendo arrastradas hacia el fondo del tnel de tierra. Tambin l trat de arrastrarse lo ms rpidamente posible, pero haba momentos en que apenas era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas paredes de tierra.

    El aire se haca irrespirable por el hedor del cadver. Masson decidi que, si no lo

    alcanzaba en un minuto, regresara. El terror empieza a agitarse en su

    imaginacin, aunque la codicia le instaba a proseguir. Y prosigui, cruzando varias

    bocas de tneles adyacentes. Las paredes de la madriguera estaban hmedas y

    pegajosas. Dos veces oy a sus espaldas pequeos desprendimientos de tierra.

    El segundo de stos le hizo volver la cabeza. No vio nada, naturalmente, hasta

    que enfoc la linterna en esa direccin. Entonces observ que el barro casi

    obstrua la galera que acababa de recorrer. El peligro de su situacin se le revel

    en toda su espantosa realidad. El corazn le lata con fuerza slo de pensar en la

    posibilidad de un hundimiento. Decidi abandonar su persecucin, a pesar de que

    casi haba alcanzado el cadver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero

    haba algo ms, en lo que tampoco haba pensado: el tnel era demasiado

    estrecho para dar la vuelta.

    El pnico se apoder de l, por un segundo, pero record la boca lateral que

    acababa de pasar, y retrocedi dificultosamente hasta all. Introdujo las piernas,

    hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenz a avanzar desesperadamente hacia

    la salida, pese al dolor de sus rodillas. De repente, una puntada le traspas la

    pierna. Sinti que unos dientes afilados se le hundan en la carne, y pate

    frenticamente para librarse de sus agresores. Oy un chillido penetrante, y el

    rumor presuroso de una multitud de patas que se escabullan.

  • 6

    Al enfocar la linterna hacia atrs, lanz un gemido de horror: una docena de

    enormes ratas lo observaban atentamente, y sus ojos malignos parpadeaban bajo

    la luz. Eran deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbr una forma

    negruzca que desapareci en la oscuridad. Se estremeci ante las increbles

    proporciones de aquella sombra. La luz contuvo a las ratas durante un momento,

    pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente.

    Al resplandor de la linterna, sus dientes parecan teidos de carmes. Masson

    forceje con su pistola, consigui sacarla de su bolsillo y apunt cuidadosamente.

    Estaba en una posicin difcil. Procur pegar los pies a las mojadas paredes de la

    madriguera para no herirse. El estruendo lo dej sordo durante unos instantes.

    Despus, una vez disipado el humo, vio que las ratas haban desaparecido.

    Guard la pistola y comenz a reptar velozmente a lo largo del tnel. Pero no

    tard en or de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron encima otra vez.

    Se le amontonaron sobre las piernas, mordindole y chillando de manera

    enloquecedora. Masson empez a gritar mientras echaba mano a la pistola.

    Dispar sin apuntar, y no se hiri de milagro. Esta vez las ratas no se alejaron

    tanto.

    Masson aprovech la tregua para reptar lo ms rpido que pudo, dispuesto a

    hacer fuego a la primera seal de un nuevo ataque. Oy movimientos de patas y

    alumbr hacia atrs con la linterna. Una enorme rata gris se par en seco y se

    qued mirndole, sacudiendo sus largos bigotes y moviendo de un lado a otro,

    muy despacio, su cola spera y pelada. Masson dispar y la rata ech a correr.

    Continu arrastrndose. Se haba detenido un momento a descansar, junto a la

    negra abertura de un tnel lateral, cuando descubri un bulto informe sobre la

    tierra mojada, un poco ms adelante. Lo tom por un montn de tierra

    desprendido del techo; luego vio que era un cuerpo humano. Se trataba de una

    momia negra y arrugada, y vio, preso de un pnico sin lmites, que se mova.

    Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia l y, a la luz de la linterna, vio su rostro

    horrible a poca distancia del suyo. Era una calavera descarnada, la faz de un

    cadver que ya llevaba aos enterrado, pero animada de una vida infernal. Tena

    los ojos vidriosos, hinchados, que delataban su ceguera, y, al avanzar hacia

  • 7

    Masson, lanz un gemido plaidero y entreabri sus labios pustulosos,

    desgarrados en una mueca de hambre espantosa. Masson sinti que se le helaba

    la sangre. Cuando aquel horror estaba ya a punto de rozarle. Masson se precipit

    frenticamente por la abertura lateral. Oy araar en la tierra, a sus pies, y el

    confuso gruido de la criatura que le segua de cerca. Masson mir por encima del

    hombro, grit y trat de avanzar desesperadamente por la estrecha galera.

    Reptaba con torpeza; las piedras afiladas le heran las manos y las rodillas. El

    barro le salpicaba en los ojos, pero no se atrevi a detenerse ni un segundo.

    Continu avanzando a gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histricamente.

    Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de nuevo sobre l con la

    voracidad pintada en sus ojos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus

    dientes, pero logr desembarazarse de ellas: el pasadizo se estrechaba y,

    sobrecogido por el pnico, patale, grit y dispar hasta que el gatillo peg sobre

    una cpsula vaca. Pero haba rechazado las ratas. Observ entonces que se

    hallaba bajo una piedra grande, encajada en la parte superior de la galera, que le

    oprima cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar not que la piedra se mova, y

    se le ocurri una idea: Si pudiera dejarla caer, de forma que obstruyese el tnel!

    La tierra estaba empapada por la lluvia. Se enderez y empez a quitar el barro

    que sujetaba la piedra. Las ratas se aproximaban. Vea brillar sus ojos al

    resplandor de la linterna. Sigui cavando, frentico. La piedra ceda. Tir de ella y

    la movi de sus cimientos. Se acercaban las ratas Era el enorme ejemplar que

    haba visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseando sus dientes

    anaranjados. Masson dio un ltimo tirn de la piedra, y la sinti resbalar hacia

    abajo. Entonces reanud su camino a rastras por el tnel. La piedra se derrumb

    tras l, y oy un repentino alarido de agona. Sobre sus piernas se desplomaron

    algunos terrones mojados. Ms adelante, le atrap los pies un desprendimiento

    considerable, del que logr desembarazarse con dificultad. El tnel entero se

    estaba desmoronando!

    Jadeando de terror, avanzaba mientras la tierra se desprenda. El tnel segua

    estrechndose, hasta que lleg un momento en que apenas pudo hacer uso de

    sus manos y piernas para avanzar. Se retorci como una anguila hasta que, de

    pronto, not un jirn de raso bajo sus dedos crispados; y luego su cabeza choc

  • 8

    contra algo que le impeda continuar. Movi las piernas y pudo comprobar que no

    las tena apresadas por la tierra desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de

    incorporarse, se encontr con que el techo del tnel estaba a escasos centmetros

    de su espalda. El terror le descompuso. Al salirle al paso aquel ser espantoso y

    ciego, se haba desviado por un tnel lateral, por un tnel que no tena salida. Se

    encontraba en un atad, en un atad vaco, al que haba entrado por el agujero

    que las ratas haban practicado en su extremo!

    Intent ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del atad le mantena

    inexorablemente inmvil. Tom aliento, e hizo fuerza contra la tapa. Era

    inamovible, y aun si lograse escapar del sarcfago, cmo podra excavar una

    salida a travs del metro y medio de tierra que tena encima?

    Respiraba con dificultad. Haca un calor sofocante y el hedor era irresistible. En un

    paroxismo de terror, desgarr y ara el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo

    un intil intento por cavar con los pies en la tierra desprendida que le impeda la

    retirada. Si lograse solamente cambiar de postura, podra excavar con las uas

    una salida hacia el aire hacia el aire

    Una agona candente penetr en su pecho; el pulso le dola en los globos

    oculares. Pareca como si la cabeza se le fuera hinchando, a punto de estallar. De

    pronto, oy los triunfales chillidos de las ratas. Comenz a gritar, enloquecido, pero

    no pudo rechazarlas esta vez. Durante un momento, se revolvi histricamente en su estrecha

    prisin, y luego se calm, boqueando por falta de aire. Cerr los ojos, sac su lengua ennegrecida,

    y se hundi en la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas taladrndole los odos.

    FIN.

    TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES

  • 9

    INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER 1. Por qu Masson quera mantener en secreto la existencia de las ratas? 2. A partir de qu momento Masson empez a sentir temor? ____ en el momento en que los viejos contaban las historias acerca de las ratas ____ al estar dentro del tnel y sentir el aire irrespirable ____ en el momento en que decidi obtener el cadver que las ratas se llevaban 3.ORGANIZA LOS SIGUIENTES HECHOS DEL INICIO DE LA HISTORIA , SEGN EL ORDEN EN QUE OCURRIERON _____ Los esfuerzos para acabar con las ratas eran intiles _____ Decan que algunos cuerpos robados se usaban para hacer festines subterrneos y nocturnos _____ El viejo sostena una verdadera contienda con las ratas _____Masson las haba visto del tamao de un gato 4.RELACIONA EL PRRAFO CON SU IDEA PRINCIPAL

    INSTRUCTIVO Al frente de cada prrafo aparece un guin. Escribe sobre el guin el nmero que le corresponda. Elabora en tu cuaderno el cuadro

    PRRAFO IDEA PRINCIPAL

    ____ PARRAFO 12 1.Masson sostena una contienda con las ratas que infestaban el cementerio

    ____ PRRAFO 7 2.Masson saqueaba las tumbas , por eso prefera que no se investigara sobre la proliferacin de las ratas

    ACTIVIDAD 1

  • 10

    ____PRRAFO 1 3.Las ratas robaron el cadver antes de que Masson pudiera hacerse con l

    ____PRAFO 3 4.Cuando Masson decide abandonar su propsito , las ratas lo persiguen y lo hieren

    5.RELEE EL LTIMO PRRAFO Y PLANTEA TU HIPTESIS ACERCA DE LO QUE PAS FINALMENTE CON LAS RATAS A. Murieron en el derrumbe B. le ganaron la batalla a Masson C. devoraron a Masson 6. Cul es el tema del relato? 7.Explica qu relacin existe entre el ttulo del texto y el tema que desarrolla

    INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta 1.Segn lo que muestra el autor que propici el encuentro entre Masson y las ratas?

    A. una tumba B. un cadver C. un zapato D. un atad 2. Seala las caractersticas que hacan diferente a las ratas del cementerio A. su fuerza, ojos malignos y deformidad B. sus dientes afilados, colas peladas y tamao grande C. sus chillidos, madrigueras y largos bigotes D. su habilidad para construir tneles 3 La razn para que Masson se desviara del camino fue

    4.Consulta la biografa del autor y escrbela en tu cuaderno

    FIN DEL TALLER

    ACTIVIDAD 2

  • 11

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 2

    LA PERFECTA SEORITA PATRICIA HIGHSMITH

    Theodora, o Thea como la llamaban, era la perfecta seorita desde que naci. Lo decan todos los que la haban visto desde los primeros meses de su vida, cuando la llevaban en un cochecito forrado de raso blanco. Dorma cuando deba dormir. Al despertar, sonrea a los extraos. Casi nunca mojaba los paales. Fue facilsimo ensearle las buenas costumbres higinicas y aprendi a hablar extraordinariamente pronto. A continuacin, aprendi a leer cuando apenas tena dos aos. Y siempre hizo gala de buenos modales. A los tres aos empez a hacer reverencias al ser presentada a la gente. Se lo ense su madre, naturalmente, pero Thea se desenvolva en la etiqueta como un pato en el agua. -Gracias, lo he pasado maravillosamente -deca con locuacidad, a los cuatro aos, inclinndose en una reverencia de despedida al salir de una fiesta infantil. Volva a su casa con su vestido almidonado tan impecable como cuando se lo puso. Cuidaba muchsimo su pelo y sus uas. Nunca estaba sucia, y cuando vea a otros nios corriendo y jugando, haciendo flanes de barro, cayndose y pelndose las rodillas, pensaba que eran completamente idiotas. Thea era hija nica. Otras madres ms ajetreadas, con dos o tres vstagos que cuidar, alababan la obediencia y la limpieza de Thea, y eso le encantaba. Thea se complaca tambin con las alabanzas de su propia madre. Ella y su madre se adoraban. Entre los contemporneos de Thea, las pandillas empezaban a los ocho, nueve o diez aos, si se puede usar la palabra pandilla para el grupo informal que recorra la urbanizacin en patines o bicicleta. Era una tpica urbanizacin de clase media. Pero si un nio no participaba en las partidas de pquer loco que tenan lugar en el garaje de algunos de los padres, o en las correras sin destino por las calles residenciales, ese nio no contaba. Thea no contaba, por lo que respecta a la pandilla. -No me importa nada, porque no quiero ser uno de ellos -les dijo a sus padres.

  • 12

    -Thea hace trampas en los juegos. Por eso no queremos que venga con nosotros -dijo un nio de diez aos en una de las clases de Historia del padre de Thea. El padre de Thea, Ted, enseaba en una escuela de la zona. Haca mucho tiempo que sospechaba la verdad, pero haba mantenido la boca cerrada, confiando en que la cosa mejorara. Thea era un misterio para l. Cmo era posible que l, un hombre tan normal y laborioso, hubiese engendrado una mujer hecha y derecha? -Las nias nacen mujeres -dijo Margot, la madre de Thea-. Los nios no nacen hombres. Tienen que aprender a serlo. Pero las nias ya tienen un carcter de mujer. -Pero eso no es tener carcter -dijo Ted-. Eso es ser intrigante. El carcter se forma con el tiempo. Como un rbol. Margot sonri, tolerante, y Ted tuvo la impresin de que hablaba como un hombre de la edad de piedra, mientras que su mujer y su hija vivan en la era supersnica. Al parecer, el principal objetivo en la vida de Thea era hacer desgraciados a sus contemporneos. Haba contado una mentira sobre otra nia, en relacin con un nio, y la chiquilla haba llorado y casi tuvo una depresin nerviosa. Ted no poda recordar los detalles, aunque s haba comprendido la historia cuando la oy por primera vez, resumida por Margot. Thea haba logrado echarle toda la culpa a la otra nia. Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor. -Lo que pasa es que ella no es una sinvergenza -dijo Margot-. Adems, puede jugar con Craig, as que no est sola. Craig tena diez aos y viva tres casas ms all. Pero Ted no se dio cuenta al principio de que Craig estaba aislado, y por la misma razn. Una tarde, Ted observ cmo uno de los chicos de la urbanizacin haca un gesto grosero, en ominoso silencio, al cruzarse con Craig por la acera. -Gusano! -respondi Craig inmediatamente. Luego ech a correr, por si el chico lo persegua, pero el otro se limit a volverse y decir: -Eres un mierda, igual que Thea! No era la primera vez que Ted oa tales palabras en boca de los chicos, pero tampoco las oa con frecuencia y qued impresionado. -Pero, qu hacen solos, Thea y Craig? -le pregunt a su mujer. -Oh, dan paseos. No s -dijo Margot-. Supongo que Craig est enamorado de ella. Ted ya lo haba pensado. Thea posea una belleza de cromo que le garantizara el xito entre los muchachos cuando llegara a la adolescencia y, naturalmente, estaba empezando antes de tiempo. Ted no tena ningn temor de que hiciera nada indecente, porque perteneca al tipo de las provocativas y bsicamente puritanas. A lo que se dedicaban Thea y Craig por entonces era a observar la excavacin de un refugio subterrneo con tnel y dos chimeneas en un solar a una milla de distancia aproximadamente. Thea y Craig iban all en bicicleta, se ocultaban detrs de unos arbustos cercanos y espiaban rindose por lo bajo. Ms o menos una

  • 13

    docena de los miembros de la pandilla estaban trabajando como peones, sacando cubos de tierra, recogiendo lea y preparando patatas asadas con sal y mantequilla, punto culminante de todo esfuerzo, alrededor de las seis de la tarde. Thea y Craig tenan la intencin de esperar hasta que la excavacin y la decoracin estuvieran terminadas y luego se proponan destruirlo todo. Mientras tanto a Thea y a Craig se les ocurri lo que ellos llamaban un nuevo juego de pelota, que era su clave para decir una mala pasada. Enviaron una nota mecanografiada a la mayor bocazas de la escuela, Vernica, diciendo que una nia llamada Jennifer iba a dar una fiesta sorpresa por su cumpleaos en determinada fecha, y por favor, dselo a todo el mundo, pero no se lo digas a Jennifer. Supuestamente la carta era de la madre de Jennifer. Entonces Thea y Craig se escondieron detrs de los setos y observaron a sus compaeros del colegio presentndose en casa de Jennifer, algunos vestidos con sus mejores galas, casi todos llevando regalos, mientras Jennifer se senta cada vez ms violenta, de pie en la puerta de su casa, diciendo que ella no saba nada de la fiesta. Como la familia de Jennifer tena dinero, todos los chicos haban pensado pasar una tarde estupenda. Cuando el tnel, la cueva, las chimeneas y las hornacinas para las velas estuvieron acabadas, Thea y Craig fingieron tener dolor de tripas un da, en sus respectivas casas, y no fueron al colegio. Por previo acuerdo se escaparon y se reunieron a las once de la maana en sus bicicletas. Fueron al refugio y se pusieron a saltar al unsono sobre el techo del tnel hasta que se hundi. Entonces rompieron las chimeneas y esparcieron la lea tan cuidadosamente recogida. Incluso encontraron la reserva de patatas y sal y la tiraron en el bosque. Luego regresaron a casa en sus bicicletas. Dos das ms tarde, un jueves que era da de clases, Craig fue encontrado a las cinco de la tarde detrs de unos olmos en el jardn de los Knobel, muerto a pualadas que le atravesaban la garganta y el corazn. Tambin tena feas heridas en la cabeza, como si lo hubiesen golpeado repetidamente con piedras speras. Las medidas de las pualadas demostraron que se haban utilizado por lo menos siete cuchillos diferentes. Ted se qued profundamente impresionado. Para entonces ya se haba enterado de lo del tnel y las chimeneas destruidas. Todo el mundo saba que Thea y Craig haban faltado al colegio el martes en que haba sido destrozado el tnel. Todo el mundo saba que Thea y Craig estaban constantemente juntos. Ted tema por la vida de su hija. La polica no pudo acusar de la muerte de Craig a ninguno de los miembros de la pandilla, y tampoco podan juzgar por asesinato u homicidio a todo un grupo. La investigacin se cerr con una advertencia a todos los padres de los nios del colegio. -Slo porque Craig y yo faltramos al colegio ese mismo da no quiere decir que fusemos juntos a romper ese estpido tnel -le dijo Thea a una amiga de su madre, que era madre de uno de los miembros de la pandilla. Thea menta como un consumado bribn. A un adulto le resultaba difcil desmentirla.

  • 14

    As que para Thea la edad de las pandillas -a su modo- termin con la muerte de Craig. Luego vinieron los novios y el coqueteo, oportunidades de traiciones y de intrigas, y un constante ro, siempre cambiante, de jvenes entre diecisis y veinte aos, algunos de los cuales no le duraron ms de cinco das. Dejemos a Thea a los quince aos, sentada frente a un espejo, acicalndose. Se siente especialmente feliz esta noche porque su ms prxima rival, una chica llamada Elizabeth, acaba de tener un accidente de coche y se ha roto la nariz y la mandbula y sufre lesiones en un ojo, por lo que ya no volver a ser la misma. Se acerca el verano, con todos esos bailes en las terrazas y fiestas en las piscinas. Incluso corre el rumor de que Elizabeth tendr que ponerse la dentadura inferior postiza, de tantos dientes como se rompi, pero la lesin del ojo debe ser lo ms visible. En cambio Thea escapar a todas las catstrofes. Hay una divinidad que protege a las perfectas seoritas como Thea.

    FIN

    TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES

    INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

    1. Segn el texto por qu Thea era considerada la perfecta seorita? 2. Cmo se llama el padre de Thea y que hace? 3. Segn el texto Cul es el principal objetivo de Thea? 4 Cuntos aos tiene su amigo Craig? Descrbelo 5. Qu hace Craig y Thea cuando van al refugio subterrneo? 6. Qu sucede a Craig? Cmo asume Thea, lo que le sucede a su amigo? 7. Realiza una breve descripcin fsica de Thea 8. Plantea un nuevo ttulo para el texto? Explica tu respuesta 9.Cal es el tema central del texto? Explica tu respuesta

    ACTIVIDAD 1

  • 15

    INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta 1.Segn el texto, Thea no pertenece a la pandilla porque

    A. es muy aseada y no puede manchar su ropa B. no le gusta formar parte de ese grupo de nios C. los nios de la pandilla no la quieren en el grupo D. No quera participar de las partidas de pker loco 2. La expresin Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor tiene la intencin de A. ridiculizar B. engrandecer C. empobrecer D. felicitar 3. En la expresin Craig tena diez aos y viva tres casas MAS ALLA. El termino en mayscula se refiere a A. la escuela de la zona B. la urbanizacin del lugar C. la casa de Thea D. el refugio subterrneo 4. Cuando la narradora dice que a lo que se dedicaban Thea y Craig POR ENTONCES, era o observar la excavacin. las palabras en mayscula expresan A. una accin B. un espacio C. una ciudad D. una cualidad

    5. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR DEL TEXTO Y COPIALA EN TU CUADERNO

    ______________________________________________________________

    ______________________________________________________________

    FIN DEL TALLER

    ACTIVIDAD 2

  • 16

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 3

    UN SEOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES AUTOR: GABRIEL GARCIA MRQUEZ

    AL TERCER DA de lluvia haban matado tantos cangrejos dentro de la

    casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar,

    pues el nio recin nacido haba pasado la noche con calenturas y se pensaba

    que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El

    cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en

    marzo fulguraban como polvo de lumbre, se haban convertido en un caldo de

    lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al medioda, que cuando

    Pelayo regresaba a la casa despus de haber tirado los cangrejos, le cost

    trabajo ver qu era lo que se mova y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo

    que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba

    tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no poda

    levantarse, porque se lo impedan sus enormes alas.

    Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corri en busca de Elisenda, su

    mujer, que estaba ponindole compresas al nio enfermo, y la llev hasta el

    fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo cado con un callado estupor.

    Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas

  • 17

    descoloridas en el crneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su

    lastimosa condicin de bisabuelo ensopado lo haba desprovisto de toda

    grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban

    encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta

    atencin, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y

    acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y l les

    contest en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante.

    Fue as como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con

    muy buen juicio que era un nufrago solitario de alguna nave extranjera

    abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina

    que saba todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bast con una

    mirada para sacarlos del error.

    Es un ngel les dijo. Seguro que vena por el nio, pero el pobre

    est tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.

    Al da siguiente todo el mundo saba que en casa de Pelayo tenan cautivo un

    ngel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los

    ngeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiracin

    celestial, no haban tenido corazn para matarlo a palos. Pelayo estuvo

    vigilndolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y

    antes de acostarse lo sac a rastras del lodazal y lo encerr con las gallinas en

    el gallinero alumbrado. A media noche, cuando termin la lluvia, Pelayo y

    Elisenda seguan matando cangrejos. Poco despus el nio despert sin fiebre

    y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnnimos y decidieron poner

    al ngel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres das, y

    abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las

    primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando

    con el ngel sin la menor devocin y echndole cosas de comer por los huecos

    de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal

    de circo.

    El padre Gonzaga lleg antes de las siete alarmado por la desproporcin

    de la noticia. A esa hora ya haban acudido curiosos menos frvolos que los del

    amanecer, y haban hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del

  • 18

    cautivo. Los ms simples pensaban que sera nombrado alcalde del mundo.

    Otros, de espritu ms spero, suponan que sera ascendido a general de

    cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios

    esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra

    una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del Universo.

    Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, haba sido leador macizo.

    Asomado a las alambradas repas un instante su catecismo, y todava pidi

    que le abrieran la puerta para examinar de cerca de aquel varn de lstima

    que ms pareca una enorme gallina decrpita entre las gallinas absortas.

    Estaba echado en un rincn, secndose al sol las alas extendidas, entre las

    cscaras de fruta y las sobras de desayunos que le haban tirado los

    madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si levant sus

    ojos de anticuario y murmur algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga

    entr en el gallinero y le dio los buenos das en latn. El prroco tuvo la

    primera sospecha de impostura al comprobar que no entenda la lengua de

    Dios ni saba saludar a sus ministros. Luego observ que visto de cerca

    resultaba demasiado humano: tena un insoportable olor de intemperie, el

    revs de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores

    maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba

    de acuerdo con la egregia dignidad de los ngeles. Entonces abandon el

    gallinero, y con un breve sermn previno a los curiosos contra los riesgos de la

    ingenuidad. Les record que el demonio tena la mala costumbre de recurrir a

    artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argument que si las alas

    no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un gaviln

    y un aeroplano, mucho menos podan serlo para reconocer a los ngeles. Sin

    embargo, prometi escribir una carta a su obispo, para que ste escribiera

    otra al Sumo Pontfice, de modo que el veredicto final viniera de los tribunales

    ms altos.

    Su prudencia cay en corazones estriles. La noticia del ngel cautivo se

    divulg con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas haba en el patio un

    alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para

    espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con el

    espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena idea

  • 19

    de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al ngel.

    Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un

    acrbata volador, que pas zumbando varias veces por encima de la

    muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ngel sino

    de murcilago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos ms

    desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde nia estaba contando los

    latidos de su corazn y ya no le alcanzaban los nmeros, un jamaicano que no

    poda dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonmbulo

    que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que haba hecho

    despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden

    de naufragio que haca temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de

    cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los

    dormitorios, y todava la fila de peregrinos que esperaban su turno para

    entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.

    El ngel era el nico que no participaba de su propio acontecimiento. El

    tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor

    de infierno de las lmparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban

    a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor,

    que, de acuerdo con la sabidura de la vecina sabia, era el alimento especfico

    de los ngeles. Pero l los despreciaba, como despreci sin probarlos los

    almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por

    ngel o por viejo que termin comiendo nada ms que papillas de berenjena.

    Su nica virtud sobrenatural pareca ser la paciencia. Sobre todo en los

    primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parsitos

    estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas

    para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los ms piadosos le tiraban piedras

    tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero. La nica vez que

    consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de

    marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmvil que lo creyeron

    muerto. Despert sobresaltado, despotricando en lengua hermtica y con los

    ojos en lgrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de

    estircol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrn de pnico que no pareca

    de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reaccin no haba sido de

  • 20

    rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo, porque la

    mayora entendi que su pasividad no era la de un hroe en uso de buen retiro

    sino la de un cataclismo en reposo.

    El padre Gonzaga se enfrent a la frivolidad de la muchedumbre con

    frmulas de inspiracin domstica, mientras le llegaba un juicio terminante

    sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma haba perdido la

    nocin de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tena

    ombligo, si su dialecto tena algo que ver con el arameo, si poda caber

    muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sera simplemente un noruego

    con alas. Aquellas cartas de parsimonia habran ido y venido hasta el fin de

    los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto trmino a las

    tribulaciones del prroco.

    Sucedi que por esos das, entre muchas otras atracciones de las ferias

    errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectculo triste de la mujer que se

    haba convertido en araa por desobedecer a sus padres. La entrada para

    verla no slo costaba menos que la entrada para ver al ngel, sino que

    permitan hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda condicin, y

    examinarla al derecho y al revs, de modo que nadie pusiera en duda la

    verdad del horror. Era una tarntula espantosa del tamao de un carnero y

    con la cabeza de una doncella triste. Pero lo ms desgarrador no era su figura

    de disparate, sino la sincera afliccin con que contaba los pormenores de su

    desgracia: siendo casi una nia se haba escapado de la casa de sus padres

    para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque despus de haber bailado

    toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abri el cielo en dos mitades, y

    por aquella grieta sali el relmpago de azufre que la convirti en araa. Su

    nico alimento eran las bolitas de carne molida que las almas caritativas

    quisieran echarle en la boca. Semejante espectculo, cargado de tanta verdad

    humana y de tan temible escarmiento, tena que derrotar sin proponrselo al

    de un ngel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales. Adems

    los escasos milagros que se le atribuan al ngel revelaban un cierto desorden

    mental, como el del ciego que no recobr la visin pero le salieron tres dientes

  • 21

    nuevos, y el del paraltico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse

    la lotera, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Aquellos

    milagros de consolacin que ms bien parecan entretenimientos de burla,

    haban quebrantado ya la reputacin del ngel cuando la mujer convertida en

    araa termin de aniquilarla. Fue as como el padre Gonzaga se cur para

    siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvi a quedar tan solitario como

    en los tiempos en que llovi tres das y los cangrejos caminaban por los

    dormitorios.

    Los dueos de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero

    recaudado construyeron una mansin de dos plantas, con balcones y jardines,

    y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno,

    y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran los ngeles.

    Pelayo estableci adems un criadero de conejos muy cerca del pueblo y

    renunci para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se compr

    unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol,

    de los que usaban las seoras ms codiciadas en los domingos de aquellos

    tiempos. El gallinero fue lo nico que no mereci atencin. Si alguna vez lo

    lavaron con creolina y quemaron las lgrimas de mirra en su interior, no fue

    por hacerle honor al ngel, sino por conjurar la pestilencia de muladar que ya

    andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo vieja la casa

    nueva. Al principio, cuando el nio aprendi a caminar, se cuidaron de que no

    estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando del temor y

    acostumbrndose a la peste, y antes de que el nio mudara los dientes se

    haba metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas podridas se caan

    a pedazos. El ngel no fue menos displicente con l que con el resto de los

    mortales, pero soportaba las infamias ms ingeniosas con una mansedumbre

    de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo tiempo. El

    mdico que atendi al nio no resisti la tentacin de auscultar al ngel, y

    encontr tantos soplos en el corazn y tantos ruidos en los riones, que no le

    pareci posible que estuviera vivo. Lo que ms le asombr, sin embargo, fue la

    lgica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo

    completamente humano, que no poda entender por qu no las tenan

  • 22

    tambin los otros hombres.

    Cuando el nio fue a la escuela, haca mucho tiempo que el sol y la lluvia

    haban desbaratado el gallinero. El ngel andaba arrastrndose por ac y por

    all como un moribundo sin dueo. Lo sacaban a escobazos de un dormitorio

    y un momento despus lo encontraban en la cocina. Pareca estar en tantos

    lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se

    repeta a s mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de

    quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ngeles. Apenas

    si poda comer, sus ojos de anticuario se le haban vuelto tan turbios que

    andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cnulas

    peladas de las ltimas plumas. Pelayo le ech encima una manta y le hizo la

    caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y slo entonces advirtieron que

    pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de noruego viejo.

    Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque pensaban que se

    iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia haba podido decirles qu se haca

    con los ngeles muertos.

    Sin embargo, no slo sobrevivi a su peor invierno, sino que pareci mejor

    con los primeros soles. Se qued inmvil muchos das en el rincn ms

    apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre

    empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de

    pajarraco viejo, que ms bien parecan un nuevo percance de la decrepitud.

    Pero l deba conocer la razn de estos cambios, porque se cuidaba muy bien

    de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de navegantes que

    a veces cantaba bajo las estrellas. Una maana, Elisenda estaba cortando

    rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que pareca de alta

    mar se meti en la cocina. Entonces se asom por la ventana, y sorprendi al

    ngel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que abri con las

    uas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de desbaratar el

    cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la luz y no

    encontraban asidero en el aire. Pero logr ganar altura. Elisenda exhal un

    suspiro de descanso, por ella y por l, cuando lo vio pasar por encima de las

  • 23

    ltimas casas, sustentndose de cualquier modo con un azaroso aleteo de

    buitre senil. Sigui vindolo hasta cuando acab de cortar la cebolla, y sigui

    vindolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver, porque entonces

    ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del

    mar.

    FIN

    TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES

    INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

    INSTRUCTIVO Realiza el esquema descriptivo del personaje central de la historia. Aspecto fsico del ngel

    EDAD

    VESTUARIO

    DIENTES

    ALAS

    CABELLO

    OJOS

    ACTIVIDAD 1

  • 24

    2. El lugar donde transcurre la mayor parte de la historia es Escribe en tu cuaderno el nmero dos y la respuesta

    a. La casa de Pelayo y Elisenda, una casa cerca del mar con un gallinero pestilente donde alojaron el ngel

    b. Un pueblo de pescadores con pocas casas y ferias ambulantes 3. Cul de las caractersticas del ngel hizo que Pelayo y Elisenda, pensaran que era un nufrago solitario y extraviado? 4. Qu significa que Pelayo y su mujer se hubiesen sentido magnnimos? 5. Qu cambi en la vida de Pelayo y Elisenda con la llegada del ngel? 6. Cmo trataban al ngel los habitantes del lugar? 7. Segn el padre Gonzaga qu caractersticas hacan del ngel un ser demasiado humano? 8. Qu aspecto tena la mujer que se haba convertido en araa? 9.Explica que hizo ms interesante a la ,mujer convertida en araa frente al ngel 10.Cmo se describe lo que sucedi a la nueva atraccin del pueblo? 11. Cunto tiempo, aproximadamente, permanece el ngel en la casa de Pelayo? 12. Qu ocurre con el ngel cuando le salen nuevas plumas?

    INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta 1.Escoge la caracterstica que se ajusta a Elisenda y Pelayo cuando deciden cobrar la entrada

    acumular dinero y mantener al ngel tirado en el gallinero

    A. magnnimos B. oportunistas C. egostas D. creyentes 2. la actitud de la gente hacia el ngel hace pensar que A. crean que se trataba de un ser celestial B. lo vean como una simple gallina grande C. Les costaba trabajo aceptar algo nuevo y sobrenatural D. confiaban en los milagros del ngel 3. A partir de lo que sucede con la llegada del hombre viejo alado y la mujer convertida en araa se puede inferir que A. ambos eran atracciones pasajeras para el pueblo B. ambos se haban convertido en las figuras ms importantes del pueblo C. los dos haban llegado para rivalizar el cario del pueblo

    ACTIVIDAD 2

  • 25

    D. a diferencia del ngel, la mujer se quedara para siempre en el pueblo como atraccin

    1. El insoportable olor a intemperie se refiere a

    a. El hedor de las alas del ngel b. El olor de las ropas del ngel c. El olor corporal de del ngel d. El aspecto fsico del ngel

    e. f.

    Escribe una oracin en donde uses cada una de las siguientes palabras

    PALABRA ORACION

    ANEGADO

    ENSOPADO

    EGREGIA

    DISPLISCENTE

    ESTUPOR

    ABSORTAS

    1. Analiza el comportamiento de los habitantes del pueblo con la llegada del ngel y de la mujer araa, juzga los diferentes modos de actuar.

    ______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

    ACTIVIDAD 4

    ACTIVIDAD 3

  • 26

    2. Por qu el cuento se llama un seor muy viejo con unas alas enormes y no el ngel

    _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ INSTRUCTIVO Haz un resumen de la narracin teniendo en cuenta su estructura. Elabora el cuadro en tu cuaderno. Solo escribe la palabra inicio y al frente el resumen y as sucesivamente

    INICIO Presentacin del tiempo , el lugar en donde inicia la historia , el personaje central y algunos secundarios

    DESARROLLO

    Planteamiento del conflicto, situaciones que se generan a travs de ste

    DESENLACE Solucin de los problemas y cambios para el protagonista

    4. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR Y COPIALA EN TU CUADERNO _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ FIN DEL TALLER

    ACTIVIDAD 5

  • 27

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 4 EL HOMBRE SIN CABEZA

    Texto de Ricardo Mario

    Ilustraciones de Gustavo Ariel Mazali

    Cuento e ilustraciones extradas, con autorizacin de sus editores, del libro El

    hombre sin cabeza y otros cuentos, de Editorial Atlntida (Buenos Aires, 2001;

    coleccin De Terror).

    El hombre, el escritor, sola trabajar hasta muy avanzada la noche. Inmerso en el

    clima inquietante de sus propias fantasas escriba cuentos de terror. La vieja

    casona de aspecto fantasmal en la que viva le inspiraba historias en las que

    inocentes personas, distradas en sus quehaceres, de pronto conocan el horror de

    enfrentar lo sobrenatural.

    Los cuentos de terror suelen tener dos protagonistas: uno que es vctima y testigo,

    y otro que encarna el mal. El "malo" puede ser un muerto que regresa a la vida, un

    fantasma capaz de apoderarse de la mente de un pobre mortal, alguna criatura de

    otro mundo que trata de ocupar un cuerpo que no es el suyo, un hechicero con

    poderes diablicos...

  • 28

    Un escritor sentado en su silln, frente a una computadora, a medianoche, en un

    enorme casern que slo l habita, se parece bastante a las indefensas personas

    que de pronto se ven envueltas en esas situaciones de horror. Absorto en su

    trabajo, de espaldas a la gran sala de techos altos, con muebles sombros y una

    lgubre iluminacin, bien podra resultar l tambin una de esas vctimas que no

    advierten a su atacante sino hasta un segundo antes de la fatalidad.

    El cuento que aquella noche intentaba crear Luis Lotman, que as se llamaba el

    escritor, trataba sobre un muerto que, al cumplirse cien aos de su fallecimiento,

    regresaba a la antigua casa donde haba vivido o, mejor dicho, donde lo haban

    asesinado.

    El muerto regresaba con un cometido: vengarse de quien lo haba matado. Cmo

    poda vengarse de quien tambin estaba muerto? El muerto del cuento se iba a

    vengar de un descendiente de su asesino.

    Para dotar al cuento de detalles realistas, al escritor se le ocurri describir su

    propia casa. Tom un cuaderno, apag las luces y recorri el casern llevando

    unas velas encendidas. Quera experimentar las impresiones del personaje-

    vctima, ver con sus ojos, percibir e inquietarse como l. Los detalles precisos dan

    a los cuentos cierto efecto de verosimilitud: una historia increble puede parecer

    verdad debido a la lgica atinada de los eslabones con que se va armando y a los

    vvidos detalles que crean el escenario en que ocurre.

    La casa del escritor era un antiqusimo casern heredado de un to hermano de

    su padre muerto de un modo macabro haca muchos aos. Los parientes ms

    viejos no se ponan de acuerdo en cmo haba ocurrido el crimen, pero coincidan

    en un detalle: el cuerpo haba sido encontrado en el stano, sin la cabeza.

    De chico, el escritor haba escuchado esa historia decenas de veces. Muchas

    noches de su infancia las haba pasado despierto, aterrorizado, atento a los

  • 29

    insignificantes ruidos de la casa. Sin duda, esa remota impresin influy en el

    oficio que Lotman termin adoptando de adulto.

    Proyectada por la luz de las velas, la sombra de Lotman reflejada en las altas

    paredes pareca un monstruo informe que se moviera al lento comps de una

    danza fantasmal. Cuando Lotman se acercaba a las velas, su sombra se

    agrandaba ocupando la pared y el techo; cuando se alejaba unos centmetros, su

    silueta se proyectaba en la pared... sin la cabeza.

    Ese detalle lo sobrecogi. Cmo poda aparecer su sombra sin la cabeza?

    Tard un instante en darse cuenta de que slo se trataba de un efecto de la

    proyeccin de la sombra: su cuerpo apareca en la pared y la cabeza en el techo,

    pero la primera impresin era la de un cuerpo sin cabeza.

    Anot en su cuaderno ese incidente, que le pareci interesante: el protagonista

    camina alumbrndose con velas y, como algo premonitorio, observa que en su

    sombra falta la cabeza. El personaje no se asusta, es slo un hecho curioso. No

    se asusta porque l desconoce que en minutos su destino tendr relacin con un

    hombre sin cabeza. Y no se asusta pens Lotman, porque as se asustar

    ms al lector.

    Termin de anotar esa idea, cerr el cuaderno y decidi bajar al stano.

    Los apolillados encastres de la escalera emitan aullidos a cada pie que l

    apoyaba. En un ao de vivir all slo una vez se haba asomado al stano, y no

    haba permanecido en l ms de dos minutos debido al sofocante olor a humedad,

    las telas de araa, la cantidad de objetos uniformados por una capa de polvo y la

    desagradable sensacin de encierro que le provocaba el conjunto. Cien veces se

    haba dicho: "Tengo que bajar al stano a poner orden". Pero jams lo haca.

    Se detuvo en el medio del stano y alz el candelabro para distinguir mejor.

    Enseguida percibi el olor a humedad y decidi regresar a la escalera. Al girar,

    pate involuntariamente el pie de un maniqu y, en su afn de tomarlo antes de

    que cayera, derrib una pila de cajones que le cerraron el paso hacia la escalera.

    Ahogado, con una mueca de desesperacin, intent caminar por encima de las

    cosas, pero termin trastabillando. Cay sobre el silln desfondado y con l se

    volte el candelabro y las velas se apagaron.

    Mientras trataba de orientarse, Lotman experiment, como a menudo les ocurra a

    los protagonistas de sus cuentos, la ms pura desesperacin. Estaba a oscuras,

    nerviossimo, y no encontraba la salida. Sacudi las manos con violencia tratando

    de apartar telas de araa, pero stas quedaban adheridas a sus dedos y a su

    cara. Termin gritando, pero el eco de su propio grito tuvo el efecto de asustarlo

    ms an.

  • 30

    Quin sabe cunto tiempo le llev dar con la escalera y con la puerta. Cuando al

    fin lleg a la salida, chorreando transpiracin, temblando de miedo, atin a cerrar

    con llave la puerta que conduca al stano. Pero su nerviosismo no le permita

    acertar en la cerradura.

    Corri entonces hasta cada uno de los interruptores y encendi a manotazos

    todas las luces. Basta de "clima inquietante" para inspirarse en los cuentos, se

    dijo. Estaba visto que en la vida real l toleraba muchsimo menos que alguno de

    sus personajes capaces de explorar catacumbas en un cementerio.

    Cuando por fin lleg al acogedor estudio donde escriba, se ech a llorar como un

    chico.

    Una gran taza de caf hizo el milagro de reconfortarlo. Se sent ante la

    computadora y escribi el cuento de un tirn.

    Un muerto sin cabeza sala del cementerio en una espantosa noche de tormenta.

    Haba "despertado" de su muerte gracias a una profeca que le permita llevar a

    cabo la deseada venganza pensada en los ltimos instantes de su agona:

    asesinar, cortndole la cabeza, a la descendencia, al hijo de quien haba sido su

    asesino: su propio hermano.

    Cuando el escritor puso el punto final a su cuento sinti el alivio tpico de esos

    casos. Se dej resbalar unos centmetros en el silln, apoy la cabeza en el

    respaldo y cerr los ojos. Ya haba escrito el cuento que se haba propuesto hacer.

    Dedicara el da siguiente a pasear y a encontrarse con algn amigo a tomar un

    caf.

    Sin embargo, de pronto tuvo un extrao presentimiento...

    Era una estupidez, una fantasa casi infantil, la tontera ms absurda que pudiera

    pensarse... Estaba seguro de que haba alguien detrs de l.

    Cobarda o desesperacin, no se animaba a abrir los ojos y volverse para mirar.

    Todava con los ojos cerrados, lleg a pensar que en realidad no necesitaba darse

    vuelta: delante tena una ventana cuyo vidrio, con esa noche cerrada, funcionaba

    como un espejo perfecto. Pens con terror que, si haba alguien detrs de l, lo

    vera no bien abriera los ojos.

    Demor una eternidad en abrirlos. Cuando lo hizo, en cierta forma vio lo que

    esperaba, aunque hubo un instante durante el cual se dijo que no poda ser cierto.

    Pero era indiscutible: "eso" que estaba reflejado en el vidrio de la ventana, lo que

    estaba detrs de l, era un hombre sin cabeza. Y lo que tena en la mano era un

    largo y filoso cuchillo...

    FIN

  • 31

    TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES

    INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO EL HOMBRE SIN CABEZA 2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

    1.Qu intencin tena el escritor cuando decidi recorrer su casa a la luz de las velas? 2.Seala en el texto la informacin explicita acerca de : ( escrbela en tu cuaderno) *el oficio de Luis Lotman *la casa en donde viva *algn objeto que hubiese en el stano *la bebida que lo reconfort 3.Escribe la informacin que hace aparecer a Luis Lotman como un personaje real 4. En qu prrafo se habla sobre una de las razones por las cuales Lotman decidi ser escritor? Escrbelo en tu cuaderno 5.Escribe en tu cuaderno el comportamiento del escritor frente a cada situacin *Observ en la pared su sombra sin cabeza *cay sobre el sof y se apagaron las velas *acab de escribir su cuento *saba que haba alguien detrs de l

    INSTRUCTIVO Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta A partir del fragmento Inmerso en el clima inquietante de sus propias fantasas escribi cuentos

    de terror .Se puede deducir o inferir que

    1.Lotman se inspiraba en su vida para escribir sus cuentos

    A.

    ACTIVIDAD 1

    ACTIVIDAD 2

  • 32

    B. el escritor usaba sus propios temores como temas de sus cuentos C. el escritor mezclaba terror y fantasa en sus cuentos D. Luis Lotman slo poda escribir cuando estaba inquieto 2. La funcin del quinto prrafo con respecto al anterior A. ampla su informacin B. lo explica C. da un ejemplo del contenido D. aclara la informacin 3. El hecho de que Lotman tardara en hallar la escalera y la puerta del stano se debi principalmente a que: A. no poda ver nada B. no iba con frecuencia al stano C. deseaba experimentar ms miedo D. estaba demasiado nervioso 4. Sobre el final se puede deducir que A. Tiene el mismo destino que el personaje d su cuento B. logra atrapar al hombre sin cabeza C. despierta de un sueo. D. es vctima de una broma

    REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN CUENTA: INICIACIN________________________________________________________ NUDO____________________________________________________________ DESENLACE_______________________________________________________ CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________.

    FIN DEL TALLER

    ACTIVIDAD 3

    ACTIVIDAD 4

  • 33

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 5

    LA CABRA DE NUBIA

    Jess Zrate Moreno

    Le doy diez pesos. Vale quince. Ni un centavo menos. Diez pesos. Quince. Podramos partir la diferencia: doce y medio. No; quince. Es el nico precio. El joven mir la cabra. Era un precioso animal. A pesar de su cornamenta, tena un aspecto inofensivo y unos ojos melanclicos, que daban lstima. Doce y medio volvi a decir, dando una vuelta en torno de la cabra. Consideraba que vala quince pesos, pero pensaba insistir en doce y medio hasta el ltimo momento. Era una cabra magnfica. La piel brillante, las ubres opulentas, todo denunciaba en ella la seleccin de la especie. Doce cincuenta dijo por tercera vez. Vale quince repiti el otro, un hombre tuerto, de largos bigotes. Ni un centavo menos. Dnde consigue usted una cabra de Nubia por ese precio? Si la vendo en eso, es porque necesito el dinero. Mi mujer va a tener un hijo... Entiende? Necesito el dinero.

    Al hablar as, el tuerto apuraba un vaso de aguamiel. Era forastero, segn haba dicho; de todos modos era la primera vez que se le vea por aquellos contornos. Haba llegado un momento antes, tirando de la cabra, orgulloso de ser su dueo, exhibindola a los ojos de todos como un ejemplar nunca visto. Despus de beber, dej el vaso sobre el mostrador, sac del bolsillo una moneda de cinco centavos, y pag. El tendero se mova con languidez entre las sombras de la fonda. Recibi la moneda, dando las gracias, y se retir al fondo del establecimiento, de donde haba salido, a un sitio donde nadie lo vea y desde donde l observaba muy bien a todos los clientes. No hay quin le d ms de lo que yo le ofrezco insisti el joven. Es una cabra de Nubia.

  • 34

    Podra ser una cabra del cielo. No vale ms. Doce cincuenta! Bien... Es suya. Me ha convencido. Necesito el dinero, y no hay remedio. Puede llevrsela. El tuerto cont el dinero. Doce billetes de un peso, y cinco monedas de diez centavos. Revis los billetes minuciosamente, uno a uno, mojndose los dedos con saliva al repasar su valor y comprobar su autenticidad. Despus los levantaba a la altura de los ojos y los examinaba al trasluz, sostenindolos en el aire, con cmica desconfianza. Son legtimos dijo el comprador. No lo dudo replic el tuerto. Pero es mejor estar seguros. Hay muchos falsificadores. Podra hacerme un favor? Con mucho gusto, si Dios quiere dijo el tuerto. No puedo llevarme la cabra ahora. Vendr maana a buscarla, en un camin. Dejo su valor y maana a las tres vendr a llevarla. En dnde vive usted? Aqu me encontrar. Inmediatamente se despidieron. El joven ech una ojeada a la cabra.

    Estaba orgulloso con la adquisicin. Le pareca que haba engaado al vendedor. La cabra, sin duda, vala mucho ms del precio que haba pagado por ella. Maana, a las tres, volvi a decir al salir. Un momento despus, en la carretera, se sinti la marcha del motor del automvil en que viajaba. El auto dej al pasar una nube de polvo, cuyas briznas invadieron la tienda, haciendo estornudar a la cabra.

    Otro vaso de aguamiel orden el tuerto cuando estuvo solo. El propietario de la fonda emergi de la sombra, detrs del mostrador. Busc un vaso y lo enjuag en una olla. Luego tom un cucharn y lo hundi en el barril burbujeante y llen el vaso con el lquido fermentado. Despus de dejarlo sobre el mostrador, volvi a perderse en la sombra. Quin es el que me ha comprado la cabra? pregunt el tuerto. Nadie contest. Quin es? insisti. Estaba aqu, conversando con usted, cuando yo llegu. Supongo que lo conocer.

    El ventero volvi a aparecer. Morda un terrn de azcar. Al hablar, las palabras chirriaban en su boca, cuando los dientes chocaban contra partculas de azcar retrasadas en la salivacin calmosa. Es un loco dijo. Cmo? Un loco. No lo parece. Es muy joven... Los jvenes no pueden ser locos? Qu criterio! No me dej terminar. Iba a decir que es una desgracia que sea loco, siendo tan joven. Pero... de dnde saca usted que sea loco? Su padre era muy rico. El hombre ms rico de la provincia. Al morir le dej todos sus bienes. Ah donde usted lo ve ahora, bien vestido, con camisas de seda, con automvil y todo, no tiene dnde caerse muerto...

    En ese momento se sintieron pasos en la carretera. Era ya un poco tarde, y el sol se alejaba de la fonda rural, rodando por el campo, como una bola de fuego. En el ro, bajo el puente, cerca de la construccin, se baaban varios chiquillos. Gritaban con vivo entusiasmo, pero el viento clido se llevaba sus palabras muy lejos; y hasta all slo llegaba el ceceo apagado de las voces. Los pjaros regresaban a los aleros de la casa y penetraban en sus nidos, con precisin y seguridad de

  • 35

    flechas aladas.

    Tres hombres entraron en la tienda y pidieron cerveza. Uno de ellos ocup una silla y se dedic a afinar la bandola que llevaba. Sus dedos acariciaban las cuerdas de la bandola y de las tripas de cobre del instrumento surgan diversos sonidos, destemplados unos, armoniosos otros, todos torpes e imprecisos. Hermoso animal! dijo uno de los recin llegados, mirando la cabra. Los otros la contemplaron y alabaron la elstica finura de sus miembros. El tuerto levant la soga con que la tena atada, tratando de atraerla. Pero la cabra se resisti y dio muestras de mal humor al verse arrastrada a la fuerza. La vende? pregunt el hombre que haba hablado antes. Veinte pesos! respondi el tuerto. Quince. Quince pesos, una cabra de Nubia? Ni pensarlo. Quin dijo que ese animalejo era de Nubia? Se la compr al gobierno. Es de las que import el gobierno para mejorar las razas criollas. Vale cuatro veces ms, pero yo la vendo porque necesito el dinero. Mi mujer va a dar a luz... Entiende? Vale veinte pesos. Quince. Bueno. Ya que insiste, se la dejar en quince. Es suya.

    El ventero lo mir, asombrado de su audacia. Luego se hundi en la penumbra, porque no le gustaba ser testigo de los negocios que se ventilaban en la tienda. Le bastaba vender, sin or ni ser odo, ni meterse en los asuntos y discusiones de los campesinos y tratantes. Nunca sala del fondo del establecimiento, ni siquiera para comer; su mujer deca que estaba abotagado por falta de sol y ejercicio, y que un da iba a reventar como una vejiga. El de la cabra cont los billetes, esta vez sin dificultad, porque se trataba de tres billetes nuevos de cinco pesos.

    No puedo llevar hoy la cabra dijo el nuevo comprador. Tendr que venir maana por ella. Es muy tarde para llevrmela, y no tendra dnde dejarla esta noche. Vive usted aqu? No: al otro lado del ro. Pero no importa. Vendr maana a las tres. Para seguridad de todos propuso el hombre de la bandola podra dejarla aqu mismo, en los corrales de la casa. De ninguna manera! grit el ventero desde la sombra. Los corrales de la casa estn llenos, y a mi mujer no le gusta que guarden animales en ellos sin su consentimiento... Maana a las tres estar presente dijo el comprador. Ha hecho usted un buen negocio: lo felicito. Quince pesos son una buena suma. Cmo se llama? Francisco Quintana, servidor. Gracias. Maana, a las tres!

    Los hombres se pusieron en marcha. El tuerto sac un cigarrillo, lo parti en dos, y guard uno de los cabos, encendiendo el otro. El ventero volvi a salir. Mova su gordura con perezosa fatiga y respiraba con dificultad, mordiendo un terroncito de azcar. Qu ha hecho usted? dijo el tendero. Me hace dao fumar mucho replic el tuerto. Partiendo los cigarrillos, fumo menos. No me refera a eso. Le preguntaba por qu ha vendido la cabra dos veces, ante mis propios ojos. Es una porquera lo que usted ha hecho. Le parece? aleg el tuerto con cinismo. No quiero saber lo que va a pasar. Qu piensa hacer? Nada. Cmo, nada? Qu es eso de nada? No me gusta meterme en lo que no me importa, pero el

  • 36

    negocio se ha hecho en mi casa. Si los gendarmes me preguntan, se los dir todo. El tuerto tom el vaso de aguamiel y lo agot de un sorbo. Se limpi los labios con un pauelo rojo y chup el cabo del cigarrillo. Ya es de noche dijo. Qu noche ni qu diablos! gru el ventero de mal humor. Estoy hablando de otro problema. Qu va a hacer maana cuando lleguen los compradores? No estar aqu. Es todo lo que digo. De dnde sac la cabra? Porque a m no me viene a decir que se la compr al gobierno. Diga: de dnde la sac? Ya lo ha odo: la compr en la granja del gobierno. Se la rob. Nadie me quita de la cabeza que se la rob. Desde que lo vi aparecer me di cuenta de que era usted un cuatrero. Y ahora la vende dos veces. Qu va a hacer? Podra arreglarlo todo muy bien, trayendo maana otra cabra igual a sta. Pero los compradores me han tomado por un cretino, y se han ido convencidos de que me han estafado. Maana, a las tres, les van a crecer las narices... No les quedar ms recurso que contarse sus penas.

    El ventero no saba qu pensar. Haba conocido muchos pillos y vagabundos, pero aquel se presentaba ante sus ojos como un completo bribn. Y no obstante su recelo, se senta atrado por la simpata y el descaro del cuatrero. En dnde encontr la cabra? pregunt el ventero. Al otro lado del ro. Entonces, reconoce que se la rob? No tanto. Yo vena hacia este lugar, y ella estaba en la carretera, y balaba tristemente, muerta de hambre. Me sent conmovido y la recog. No la he robado. Eso est bien dicho. Pero no veo cmo va a salir usted del trance. Todo resultar bien. Tengo buena suerte. No le gustara quedarse con la cabra? Se la vendo. Muy barata. No compro bienes robados. Diez pesos. Es una ganga. Qu hara yo con ella? Mi mujer tiene muchas cabras en el corral. No necesitamos ms de las que tenemos. Cmprela. Diez pesos: una ganga. Y maana, qu dira, cuando vengan los otros? A usted no le importa. Usted no ha negociado con ellos, y es un hombre honrado, a quien todo el mundo conoce. Diez pesos? pregunt el ventero, tentado por la oportunidad. Eso. No hago rebaja. Mi mujer tendr un disgusto, por hacer negocios en su ausencia. Est en el pueblo, y no tardar en llegar. Es de muy mal genio, sabe?

    No pasar nada. Ella estar contenta de haber comprado una cabra en tan buenas condiciones. Lo convenci al fin. El ventero le indic el sitio en donde deba dejar la cabra, al otro lado de la carretera, en el corral, a cien metros de la casa. El tuerto penetr all y amarr la cabra en una estaca, detrs de unos montones de paja. Luego, muy contento, regres a la tienda, recibi el dinero y encendi el cabo de cigarrillo que le quedaba. Por fin se despidieron, haciendo al propietario muchas reverencias. Avanz silbando, por la carretera, muy despacio, como si no tuviese prisa en llegar al sitio a donde se diriga. En el puente se detuvo y escupi sobre el ro. El ventero lo vea, en el claroscuro de la noche incipiente, reclinado sobre la baranda del puente, fumando la colilla con tranquilidad meditativa.

  • 37

    Despus lo perdi de vista. Veinte minutos despus lleg el bus, y se detuvo un momento frente a la casa. Principiaba a llover. La esposa del propietario, una gorda tan perezosa y grasienta como l, se baj del bus; y como al bajarse, antes de asentarse en la tierra, aqul sigui la marcha, la gorda rod por la carretera, gimiendo. De la mochila que llevaba rodaron al caer botellas de ron, paquetes de velas y barras de jabn. La mujer recogi las compras, en la oscuridad, y se dirigi a la tienda, vociferando contra el conductor del bus.

    He comprado una cabra inform el marido con notoria timidez. Dnde est? En el corral. Voy a verla. Cunto cost? Diez pesos. Diez pesos? Una cabra? Es de Nubia. De qu? De Nubia. Qu es eso? As deca el que la vendi. Debe ser la raza... Voy a verla.

    La mujer encendi una vela, se ech sobre la cabeza un papel encerado, y se dirigi al corral, cruzando la carretera. Un momento despus estall en el corral una algaraba de dicterios y lamentaciones. El ventero sudaba sin moverse, y sin comprender lo que pasaba. Vea la luz de la vela que se agitaba en el aprisco, en una y otra direccin, y observaba cmo el viento arrastraba la llama, dndole la transparencia azulosa de un fuego fatuo.

    Qu ha pasado? pregunt, cuando la mujer estuvo de regreso. Imbcil! grit la mujer. Quin? Quin ha de ser? T, imbcil! No entiendo. Ya comprenders... Imbcil! Has comprado una cabra que te perteneca. Y despus de que la has comprado, te la han vuelto a robar. En el corral falta una cabra. La mejor que tena! No buscaras bien. Voy yo mismo... T, barrign intil, que ni siquiera sabes lo que tienes y lo que compras? Yo lo haba sospechado cuando me hablaste del asunto. Imbcil! A quin se le ocurre comprar lo propio?

    l principiaba a comprender. No dijo una palabra ms. Se senta abatido, doblemente engaado por el desconocido. Y no se atreva a contar a su mujer que aparte de lo que ella haba descubierto, la cabra haba sido vendida dos veces en su presencia. Esa noche, en el lecho, el ventero pensaba en los caprichos de la vida. Reconciliado con su esposa, a quien haba logrado explicar su inocencia y su buena fe, senta muy cerca la respiracin de la mujer, y el copioso volumen de su opulencia carnal. Oye le dijo. Hemos debido perseguir al ladrn. No deba estar muy lejos cuando t llegaste... Con esta noche no salen al campo ni los perros. T crees que la cabra fuera de Nubia? Fuera lo que fuera, ya no la tenemos. Y adems, t le has dado diez pesos al que se la rob. Es triste ser la mujer de un hombre como t. Trabaja uno todo el ao, de da y de noche, para que venga un ladrn y se robe las cabras en las propias narices del dueo. Habr que avisar maana a la polica. Cmo era el ladrn? Era tuerto, vesta de dril blanco, y llevaba bigotes largos, casposos.

  • 38

    Tuerto dices? S; por qu? En el bus iba un hombre tal como lo describes, y llevaba una cabra. Pero no era tuerto. Debi fingir que le faltaba un ojo para que no lo reconocieran despus... Subi a un kilmetro de aqu, y pag doble pasaje, por l y por la cabra; y como no haba sitio, la puso sobre sus rodillas como a una criatura... Y t, desgraciada, te encuentras con tu propia cabra y no le echas mano al ladrn? Cmo explicas eso? Yo no saba que era mi cabra. Cmo iba a saberlo? Ni siquiera mir al animal. Estoy ahta de lidiar cabras. Y, sobre todo, no me hables as. El responsable de lo que ha pasado eres t. Ni siquiera te diste cuenta de que el cuatrero no era tuerto... Qu inteligencia! El la oa murmurar, y las palabras de su esposa le daban una sensacin de doliente inutilidad. Afuera llova con extraa intensidad, y el agua de las acequias caa desde el barranco, sobre el ro, con inquietante violencia. El ventero trat de buscar un recurso para atraer el sueo, y al encontrarlo, no pudo dejar de sonrer en la oscuridad. Un montono rebao de cabras holl los senderos aletargados de su mente, y contndolas, una a una, logr quedarse dormido, molido el cuerpo por la fatiga, limpia el alma de todo rencor.

    FIN

    BIOGRAFIA DEL AUTOR

    Jess Zrate Moreno (Colombia)

    Naci en Mlaga (Santander) en 1915 y muri en Bogot en 1967. Fue periodista, escritor y diplomtico. Con sus cuentos de estilo sencillo y limpio logr mostrar la psicologa, las formas de vida y el temperamento del hombre de la provincia colombiana, planteando problemas reales, sin fantasas ni truculencias. Sus cuentos, escritos con humor e irona, dejan en el lector la sensacin emotiva de una comedia. La cabra de Nubia recrea, precisamente, lo anterior. Obras:

  • 39

    TALLER DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES INSTRUCTIVO: 1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO 2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O 3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

    1. Marca quienes son personajes y escribe si se trata de principales o secundarios. Elabora este cuadro en tu cuaderno Y ESCRIBE UNA x

    ES PERSONAJE TIPO DE PERSONAJE

    NO SI PRINCIPAL SECUNDARIO

    EL TUERTO

    EL PRIMER COMPRADOR

    LA CABRA

    EL VENTERO

    EL SEGUNDO COMPRADOR

    LA ESPOSA DEL VENTERO

    LA ESPOSA DEL TUERTO

    2. Lee nuevamente el primer dilogo del cuento y explica cmo se cerr el negocio

    3.En el dilogo entren el tuerto y el ventero , quien dice la siguiente frase al otro lado del ro 4. De acuerdo con los siguientes fragmentos del dilogo- qu senta el ventero hacia su mujer? - Mi mujer tendr un disgusto , por hacer negocios en su ausencia _ he comprado una cabra- inform el marido con notoria timidez 6.Seala la pregunta adecuada para la siguiente respuesta El ventero nunca iba por el corral y no saba que cabras tena. _________ qu facilit el robo del tuerto al ventero? _________ cmo logr robar el tuerto al ventero? __________ por qu el ventero compr la cabra?

    ACTIVIDAD 1

  • 40

    7.Numera los hechos del relato en orden correcto Escribe en tu cuaderno las frases y al frente, en el guin el nmero ________Tres hombres entraron a la tienda ________El ventero le sirve al tuerto otro vaso de aguamiel ________El tuerto sac un cigarrillo y lo parti en dos ________El tuerto revis la autenticidad de los billetes, uno a uno ________El comprador pens que haba engaado al tuerto

    INSTRUCTIVO 1.De acuerdo con las tres situaciones en las que el tuerto vendi la cabra , se puede deducir que este personaje

    A. era un genio de los negocios B. tena una gran necesidad C. era un ladrn astuto D. corri con suerte 2. En el segundo dilogo se habla de A. la procedencia de la cabra B. el robo de la cabra C. un nuevo negocio D. un engao 3. La frase las palabras de su esposa le daban una sensacin de doliente inutilidad, significa que A. el ventero se senta intil B. saba que las palabras eran dolientes C. vio que su mujer era intil D. las explicaciones era intiles 4. Segn el ltimo prrafo qu le resultaba gracioso al hombre? A. Tiene el mismo destino que el personaje d su cuento B. logra atrapar al hombre sin cabeza C. despierta de un sueo. D. es vctima de una broma

    ACTIVIDAD 2

  • 41

    REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN CUENTA: INICIACIN________________________________________________________ NUDO____________________________________________________________ DESENLACE_______________________________________________________ CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________.

    FIN DEL TALLER

    ACTIVIDAD 3

    ACTIVIDAD 4

  • 42

    INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA . PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

    LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

    TEXTO. 6

    EL SEXTO PALACIO

    Ben Azai se consider digno y se detuvo ante el portal del sexto palacio, y vio el esplendor

    etreo de las placas de mrmol. Abri la boca y dijo dos veces: Agua, agua!. En un

    abrir y cerrar de ojos fue decapitado y le arrojaron once mil planchas de hierro. sta ser

    una advertencia para todas las generaciones de que nadie debe errar en el portal del sexto

    palacio.

    Hekaloth el Menor

    Estaba el tesoro, y tambin el guardin del tesoro y los huesos blanquecinos de

    los que haban intentado intilmente apoderarse de l. En cierto modo, hasta los

    huesos haban embellecido, tirados all, a un lado del portal de la cmara del

    tesoro, bajo el resplandeciente arco de los cielos. El oro embelleca todas las

    cosas que lo rodeaban... incluso los blancos huesos, incluso al severo guardin.

  • 43

    El tesoro estaba en un pequeo mundo que perteneca a la roja Valzar. En

    realidad era slo un poco ms grande que la luna y no tena una verdadera

    atmsfera; era un pequeo mundo muerto y silencioso que giraba por la

    oscuridad, a mil millones de kilmetros de una estrella primaria que se estaba

    enfriando. Un viajero se detuvo all una vez. De dnde vena, adnde iba? Nadie

    lo supo nunca. Haba construido un escondite en aquel lugar y all estaba,

    inalterable y eterno, un increble tesoro presidido por el hombre metlico sin rostro

    que esperaba, con paciencia frrea, el retorno de su amo.

    Tambin estaban aquellos que codiciaban el tesoro. Llegaban y eran desafiados

    por el guardin y moran.

    En otro mundo del sistema de Valzar, unos hombres que no se desanimaban por

    el fin de sus predecesores soaban con el tesoro escondido y planeaban cmo

    podan apoderarse de l. Lipescu era uno de ellos: un hombre grande y alto como

    una torre, de dorada barba, puos como mazas, broncneas mandbulas y una

    espalda tan ancha como un rbol de mil aos de edad. Bolzano era el otro: tena

    el aspecto de un aguijn, ojos brillantes y dedos rpidos; era esbelto como un

    junco y a lado como una navaja. Ninguno de los dos deseaba morir.

    La voz de Lipescu era como el rugido de dos islas galcticas a punto de estrellarse. Se acod junto a un enorme tarro de buena cerveza oscura y casi grit: -Ir maana, Bolzano. -Est lista la computadora? -Programada con todo lo que la bestia puede preguntarme -bram el grandulln-. No habr errores. -Y si los hay? -pregunt Bolzano, mirando perezosamente los ojos azules, extraamente plidos y humildes del gigante-. Y si el robot te mata? -Conozco bien a los robots. Bolzano ri. -Esa planicie est llena de huesos, amigo. Los tuyos se reunirn con los dems. Sern unos huesoss grandes y voluminosos. Me parece que ya los puedo ver. -Eres muy alegre, amigo. -Soy realista.

  • 44

    Lipescu meci la cabeza pesadamente. -Si fueras realista no estaras conmigo en esto -dijo con lentitud-. Slo un soador hara algo as Una de sus gruesas zarpas se desplaz por el aire, se lanz hacia abajo y atrap el antebrazo de Bolzano. El hombrecito hizo una mueca de dolor cuando sus huesos crujieron. -No retroceders? En caso de que yo muera, lo intentars? -Claro que s, tonto. -Te atrevers? Eres un cobarde, como todos los hombres pequeos. Me vers morir y saldrs corriendo rpidamente hacia otro confn del universo. No es as? -Me propongo aprovechar tus errores afirm Bolzano con voz clara y chillona-. Suelta mi brazo. Lipescu afloj la mano. El hombrecito se hundi en el silln, sobndose el brazo. Bebi un trago de cerveza. Sonri a su compaero y levant el tarro. Por el xito -brind Bolzano. -S. Por el tesoro. - por una larga vida posterior. -Por nosotros dos -rugi el gigante. -Quiz -murmur Bolzano-. Quiz.

    Tena sus dudas. Ferd Bolzano saba que el gigante era astuto y sa era una

    buena combinacin que no se encontraba con frecuencia: astucia y tamao. pero

    los riesgos eran grandes. Bolzano se preguntaba qu era preferible: que Lipescu

    obtuviera el tesoro en su intento, asegurando a Bolzano una participacin sin

    exponerse, o que Lipescu muriera, obligndolo a arriesgar su vida. Qu era

    mejor, un tercio del tesoro, sin peligros, o la totalidad, jugndose el todo por el

    todo?

    Bolzano era un deportista lo bastante bueno como para conocer la respuesta.

    Pero haba algo ms que cobarda en l; en cierto modo, deseaba tener la

    posibilidad de poner en peligro su vida en el mundo anaerobio del tesoro.

    Lipescu seria el primero en intentarlo. ste era el trato. Bolzano haba robado la

    computadora y se la haba entregado al gigante; Lipescu hara el primer intento. Si

    ganaba el premio, la parte mayor sera suya. Si pereca, Bolzano tendra su

  • 45

    oportunidad. Era una asociacin extraa, con clusulas ms extraas, pero

    Lipescu se neg a cualquier otra solucin y Ferd Bolzano no discuti con su

    inmenso compaero. Lipescu volvera con el tesoro, o no volvera. Ambos estaban

    seguros de que no haba una solucin intermedia.

    Bolzano pas una noche intranquila, Su apartamento, en una elegante torre de un

    edificio con vistas al brillante lago Eris, era un lugar cmodo y no deseaba

    abandonarlo. Lipescu prefera vivir en los apestosos suburbios ubicados detrs de

    la costa de1 lago, y cuando los dos hombres se separaron por la noche, se

    alejaron en direcciones opuestas. Bolzano consider la posibilidad de invitar a una

    mujer a pasar la noche con l, pero no lo hizo. En cambio, se sent, inquieto e

    insomne, ante la pantalla del televisor, pendiente de la procesin de mundos,

    observando los planetas ocres, verdes y dorados que navegaban por el vaco.

    Hacia el amanecer proyect la cinta del tesoro. Octave Merln haba grabado esa

    cinta mientras estaba en rbita a cien kilmetros de altura sobre el extrao mundo

    sin aire. Ahora, los huesos de Merln se decoloraban sobre la planicie, pero la

    cinta haba vuelto a casa y las copias de contrabando se pagaban muy caras en el

    mercado negro. El agudo ojo de su cmara haba captado mucho.

    Estaba el portal; estaba el guardin. Brillante, esplndido, sin edad definida. El

    robot meda tres metros de altura; era una mole cuadrada, negra voluminosa,

    vagamente antropomorfa, coronada por una pequea cpula que haca las veces

    de cabeza, elegante e inexpresiva. De