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    Poltica y movimientos sociales en un mundo hegemnico. Lecciones desde frica,

    Asia y Amrica Latina

    Titulo

    Lechini, Gladys - Compilador/a o Editor/a; Boron, Atilio A. - Compilador/a o Editor/a; Autor(es)

    Buenos Aires Lugar

    CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Editorial/Editor2006 Fecha

    Sur-Sur Coleccin

    Relaciones sur sur; Nuevo orden mundial; Neoliberalismo; Movimientos sociales;

    Hegemonia; Estado; Tercer mundo;

    Temas

    Libro Tipo de documento

    http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/sur-sur/20100711033702/lechini.pdf URL

    Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genrica

    http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es

    Licencia

    Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO

    http://biblioteca.clacso.edu.ar

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)

    Conselho Latino-americano de Cincias Sociais (CLACSO)

    Latin American Council of Social Sciences (CLACSO)

    www.clacso.edu.ar

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    Poltica y movimientos socialesen un mundo hegemnico

    Atilio A. Borony Gladys Lechini

    [compiladores]

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    Poltica y movimientos sociales en un mundo hegemnico : leccionesdesde frica, Asia y Amrica Latina / compilado por Atilio A. Borony Gladys Lechini - 1a ed. - Buenos Aires : ConsejoLatinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO, 2006.416 p. ; 23x16 cm. (Programa Sur-Sur dirigida por Atilio A. Boron)

    Traducido por: Gladys Lechini

    ISBN 987-1183-41-0

    1. Ciencias Sociales. 2. Hegemona. 3. Movimientos Sociales. I. Boron, AtilioA., comp. II. Gladys, Gladys, comp. III. Lechini, Gladys, trad.

    CDD 300

    Otros descriptores asignados por la Biblioteca Virtual de CLACSO:Estado / Hegemona / Movimientos sociales / Neoliberalismo / Nuevo ordenmundial / Relaciones sur sur / Tercer mundo

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    Coleccin Sur-Sur

    Poltica y movimientos socialesen un mundo hegemnico

    Lecciones desde frica, Asia y Amrica Latina

    Atilio A. Borony Gladys Lechini

    [compiladores]

    Luis Maira AguirreEmir Sader

    Samir AminHari Singh

    Xu ShichengAtilio A. Boron

    Adebayo OlukoshiMusa Abutudu

    Jos SeoaneEmilio Taddei

    Clara Algranati

    Madeleine Andebeng L. AlinguSam Moyo

    Franois HoutartGladys LechiniGarth Shelton

    Miryam ColacraiJaime Zuluaga Nieto

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    ISBN-10 987-1183-41-0

    ISBN-13 978-987-1183-41-8 Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723.

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico,ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos,

    sin el permiso previo del editor.

    CLACSOConsejo Latinoamericano de Ciencias SocialesConselho Latino-americano de Cincias Sociais

    Av. Callao 875, piso 3 C1023AAB Ciudad de Buenos Aires, ArgentinaTel: (54 11) 4811 6588 / 4814 2301 - Fax: (54 11) 4812 8459

    e-mail: [email protected] - http://www.clacso.org

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a losautores firmantes, y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

    Coleccin Sur-Sur

    Director de la Coleccin: Atilio A. Boron - Secretario Ejecutivo de CLACSO

    Coordinadora del Programa de Cooperacin Sur-Sur: Gladys LechiniAsistentes: Silvia Tordoni / Victoria Mutti

    Produccin grfica editorial: rea de Difusin y Produccin Editorial de CLACSOCoordinador: Jorge Fraga

    Edicin: Florencia EnghelDiseo Editorial: Miguel A. Santngelo / Lorena Taibo

    Marcelo Giardino / Mara Jos Gargaglione

    Revisin de pruebas: Mariana Enghel / Ivana Brighenti / Virginia FeinmannLogstica y Distribucin: Marcelo F. Rodriguez / Sebastin AmentaDaniel Aranda / Carlos Luduea

    Arte de Tapa: Miguel A. Santngelo

    Impresin: Grficas y Servicios SRL

    Traducido por: Gladys Lechini

    Primera edicin en ingls

    Politics and Social Movements in an Hegemonic World. Lessons from Africa, Asia and Latin America(Buenos Aires: CLACSO, junio de 2005)

    Primera edicin en espaolPoltica y movimientos sociales en un mundo hegemnico. Lecciones desde frica, Asia y Amrica Latina

    (Buenos Aires: CLACSO, mayo de 2006)

    Agencia Suecade Desarrollo Internacional

    Patrocinado por

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    Atilio A. Boron y Gladys LechiniIntroduccin | 11

    Parte IVisiones alternativas sobre el(des)orden internacional actual

    Luis Maira Aguirre

    Las relaciones entre Amrica Latinay Estados Unidos: balance y perspectivas | 37

    Emir SaderAmrica Latina en el siglo XXI | 51

    Samir AminLas derivas de la modernidad.El caso de frica y del mundo rabe | 81

    Hari SinghAsia-Pacfico en el Nuevo Orden Mundial(norteamericano) | 119

    NDICE

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    Xu ShichengEl nuevo imperio y la nuevahegemona norteamericana | 137

    Parte IISociedad y poltica en una era neoliberal

    Atilio A. BoronDespus del saqueo: el capitalismolatinoamericano a comienzos del nuevo siglo | 147

    Adebayo OlukoshiModelos cambiantes de la poltica en frica | 179

    Musa AbutuduSeguridad humana en frica:desafos y perspectivas | 207

    Parte III

    Movimientos sociales y la cuestin campesina

    Jos Seoane, Emilio Taddei y Clara AlgranatiLas nuevas configuraciones de losmovimientos populares en Amrica Latina | 227

    Madeleine Andebeng L. AlinguResistencias y movimientos

    africanos transatlnticos | 251

    Sam MoyoLa cuestin agraria y el campesinadoen frica austral | 267

    Franois HoutartPor qu los pequeos campesinosarroceros deben desaparecer en Sri Lanka? | 303

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    Parte IVConstruyendo un nuevo dilogo entrefrica, Asia y Amrica Latina

    Gladys LechiniLa cooperacin Sur-Sur es an posible?El caso de las estrategias de Brasil y losimpulsos de Argentina hacia los estadosde frica y la nueva Sudfrica | 313

    Garth SheltonChina, frica y Sudfrica.

    Avanzando hacia la cooperacin Sur-Sur | 343

    Miryam ColacraiLa marcha de la integracin en Amrica Latina.El rol de las ideas, instituciones ypolticas en el MERCOSUR | 381

    Jaime Zuluaga NietoUna Tricontinental del conocimiento:

    un espacio para la cooperacin Sur-Sur | 399

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    HISTORIA Y PROPSITOSEl libro que tenemos la satisfaccin de presentar a la consideracindel lector forma parte de un proyecto de colaboracin acadmicaentre instituciones de Amrica Latina, frica y Asia que tiene comoobjetivo recrear y rediscutir la produccin de conocimiento en lasciencias sociales en los pases del llamado Sur y favorecer su cre-ciente circulacin por los medios acadmicos y el espacio pblico denuestros pases.

    En este marco, los autores de los distintos captulos han diag-nosticado tanto la persistencia y agravamiento de los problemas socia-les en nuestras respectivas regiones, como la notoria incapacidad delsaber convencional de las ciencias sociales cuya crisis es reconocidaen los mismos centros universitarios de las metrpolis para dar cuen-ta de realidades cada vez ms complejas y proponer respuestas acor-

    11

    Atilio A. Boron*

    y Gladys Lechini**

    Introduccin

    * Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).Profesor Titular de Teora Poltica y Social en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

    ** Coordinadora acadmica del Programa Sur-Sur de CLACSO. Profesora Titular deRelaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

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    des con las necesidades de las grandes mayoras y los intereses genera-les de esas sociedades. De ah la importancia del objetivo a medianoplazo de esta colaboracin entre las instituciones del Sur: generar unamasa crtica de pensamiento sobre cuestiones fundamentales de

    nuestras sociedades, que incluyen desde el desarrollo econmico hastala democracia, y desde la construccin de una buena sociedad hasta elfin de toda violencia y el reinado de la paz.

    Desde los aos setenta, tanto el Consejo Latinoamericano deCiencias Sociales (CLACSO) como el Consejo para el Desarrollo de laInvestigacin en Ciencias Sociales en frica (CODESRIA, por sus siglasen ingls) comenzaron a desarrollar varias iniciativas tendientes a pro-piciar una mirada terica desde el Sur. La crisis poltica que conmovi a

    Amrica Latina durante los aos setenta y primera parte de los ochentaconspir contra el xito de las mismas. Ya en los aos noventa, luego dela implosin de la Unin Sovitica, y junto al fin de la disputa Este-Oeste, surgieron en los pases del Norte, y muy especialmente enEstados Unidos, visiones que, sosteniendo el fin de las ideologas y dela historia, proponan la primaca de un pensamiento nico global ysalvador que redimira a nuestras sociedades de todos sus problemas.La eficacia persuasiva de este planteamiento, uno de los rasgos ms

    sobresalientes del triunfo del neoliberalismo, se apoyaba menos en sudbil estructura argumentativa y mucho ms en la enorme influenciaque se desprenda del hecho de que el primado del pensamiento nicose materializaba en las condicionalidades que las instituciones finan-cieras internacionales, sobre todo el Banco Mundial y el FondoMonetario Internacional, imponan a las exanges economas del Sur,desangradas por la deuda externa y, en algunos casos, especialmente enfrica, por interminables guerras civiles. Por entonces, pocas voces selevantaron alertando sobre los graves perjuicios que ocasionaran la

    imposicin del modelo neoliberal y la aplicacin de medidas que endefinitiva beneficiaran a unos pocos. El saber convencional de las cien-cias sociales demostr ser incapaz tanto de percibir estas amenazas, queen la mayora de los pases del Sur dieron lugar a una lacerante eutana-sia de los pobres, como de articular una efectiva intervencin en laesfera pblica que alertase sobre los riesgos que se avecinaban.

    Preocupados por las sucesivas crisis y conscientes de la urgentenecesidad de repensar lo social desde una perspectiva surea, a finales

    de los noventa volvi a tomar fuerza la necesidad y relevancia desumar esfuerzos para comprender mejor las experiencias, muy simila-res por cierto, que haban padecido nuestras sociedades a partir de la

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    imposicin de las recetas del Consenso de Washington. Esta inquietuddeba traducirse en la tentativa de construir nuevas perspectivas deanlisis e interpretacin que dieran cuenta de los ms diversos aspec-tos de la realidad de nuestros pases y que, por ltimo pero no menos

    importante, ayudaran a salir de la crisis por una ruta progresiva yemancipatoria.

    A partir del ao 2000, se inici una nueva ronda de consultasentre varias instituciones acadmicas del Sur dedicadas a la docenciae investigacin en ciencias sociales, con la idea de retomar un dilogoque con el correr de los aos se haba diluido y que ahora, ms quenunca, se haca necesario desarrollar y fortalecer. De este modocomenzaron los contactos, en un principio a travs de mecanismos

    laxos, que luego se fueron afinando en las discusiones desarrolladascon la participacin de acadmicos en talleres, paneles Sur-Sur y gran-des conferencias regionales.

    En este contexto, merece mencionarse la conferencia auspiciadapor Asdi/SAREC en UPPSALA, Suecia, en el ao 2000, con el objetivo deidentificar instituciones, temticas e intereses para desarrollar este tipode colaboracin acadmica. En septiembre de 2002, CLACSO organizen Buenos Aires, Argentina, la segunda reunin Sur-Sur sobre Nuevos

    desafos en estudios sobre la paz y el conflicto: qu rol para el TercerMundo?, con el objetivo ya ms especfico de consensuar reas de inte-rs entre las organizaciones participantes CLACSO, CODESRIA,Asociacin Africana de Ciencia Poltica (AAPS, por sus siglas en ingls),Organizacin para la Investigacin en Ciencias Sociales en fricaOriental y Austral (OSSREA, por sus siglas en ingls), AsociacinAsitica de Estudios Polticos e Internacionales (APISA, por sus siglasen ingls), y Red para el Estudio de Conflictos del Sudeste Asitico(SEACSN, por sus siglas en ingls) para desarrollar proyectos de inves-

    tigacin comparados, identificar problemas que afectan el desarrollo dela cooperacin Sur-Sur y explorar las posibilidades de avanzar en el pro-yecto de construir una visin alternativa a la dominante.

    Estos mismos problemas tambin incidieron en el posterior des-arrollo del proceso planificador, tomando mayor tiempo que el espera-do para concretar una actividad comn. Luego de una reuninad hoca propsito del Congreso de la AAPS en Durban, Sudfrica, en junio de2003, se lleg a la reunin de La Habana, con motivo de la Asamblea

    General de CLACSO en octubre de ese mismo ao. All, paralelamentea esta reunin de las Ciencias Sociales de Amrica Latina, se desarro-llaron dos actividades especficamente dedicadas a profundizar la coo-

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    peracin acadmica Sur-Sur: una reunin especial y un taller. La pri-mera estuvo destinada a acordar consensos mnimos sobre temas entorno a los cuales desarrollar una Propuesta de Trabajo entre las insti-tuciones participantes por un perodo de tres aos. El taller apunt aavanzar en la identificacin de perspectivas y problemas comunessobre la base de los trabajos presentados por acadmicos de las tresregiones, la mayora de los cuales estn incluidos en la obra que ahorasometemos a consideracin del pblico.

    Los temas identificados como relevantes en las reuniones pre-vias, y objeto de discusin en este taller, giraron en torno a cuestionescomo la incidencia del orden hegemnico internacional sobre lassociedades de frica, Asia y Amrica Latina, y sobre las posibilidades

    existentes, en este contexto, de fortalecer y ampliar la cooperacinSur-Sur a travs del estudio de casos y de distintas problemticas queafectan a nuestras sociedades, tales como el desarrollo econmico, lademocracia, la paz y la seguridad, la integracin regional y la cuestincampesina. Asimismo se dedic especial atencin a las respuestas dela sociedad civil al conflicto social, a travs de la configuracin demovimientos populares de nuevo y viejo cuo que bregan por la cons-truccin de un nuevo orden, ms justo y humano.

    VISIONES EN DISPUTA SOBRE EL (DES)ORDENINTERNACIONAL ACTUAL

    Esta seccin examina el papel de EE.UU. como potencia global y suimpacto sobre la evolucin poltica y econmica de las tres grandesregiones del llamado Sur y, muy especialmente, la desarticulacinpoltica, econmica y social que la imposicin del modelo neoliberalha tenido sobre las sociedades de frica, Amrica Latina y Asia.

    En su trabajo, el socilogo y poltico chileno Luis Maira Aguirrese ocupa de resear las relaciones entre Amrica Latina y EE.UU.desde una perspectiva histrica. Tales relaciones son calificadas poreste autor como asimtricas, dependientes y de una importanciasecundaria para los formuladores de la poltica en Washington, quesiempre han mantenido la conviccin de que una gran potencia debeimponer sus criterios a las naciones subalternas.

    El poder imperial norteamericano se estableci por etapas. El

    primer crculo de su expansin se encuentra en Amrica Central y elCaribe a fines del siglo XIX y principios del XX. La poltica del grangarrote inaugur la primera fase de lo que habra de ser una activa y

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    creciente presencia de Washington en Amrica Latina. En las tres pri-meras dcadas del siglo XX le sigui una combinacin de la diploma-cia del dlar con la diplomacia de las caoneras, lo que tuvo comoresultado el establecimiento de frreos protectorados. Sin embargo, ya

    en la dcada del treinta, F. D. Roosevelt busc establecer una relacinms cooperativa a travs de la poltica del buen vecino.

    La segunda etapa se inici con la poltica de contencin delcomunismo, propia de la guerra fra y que perdur hasta 1989. Estapoltica fue decisiva para determinar el perfil y contenido de las polti-cas actuales de la Casa Blanca hacia la regin. En este perodo se produ-

    jo una fuerte expansin de la influencia norteamericana hacia el sur delcontinente, unida al establecimiento de un creciente control sobre las

    economas latinoamericanas y los gobiernos del rea. La Organizacinde Estados Americanos (OEA) y el Tratado Interamericano deAsistencia Recproca (TIAR) fueron las expresiones institucionales deeste proceso. Las diversas situaciones nacionales latinoamericanasfueron pasadas as por el tamiz de su impacto en el balance globalentre EE.UU. y la URSS. Slo dos de ellas tuvieron impacto global enla estrategia norteamericana: la revolucin cubana de 1959 y el derro-camiento del dictador Somoza, aliado de EE.UU., en 1979.

    Durante todo el perodo pocos fueron los proyectos globalmen-te, articulados desde Washington para la regin en su conjunto: laAlianza para el Progreso del presidente Kennedy, la Poltica sobreDerechos Humanos del presidente Carter y la Iniciativa para lasAmricas del presidente Bush padre, que Clinton convirti en la pro-puesta de rea de Libre Comercio de las Amricas (ALCA). Asimismo,y a pesar de la adscripcin retrica de Washington a la democraciarepresentativa, el gobierno de EE.UU. apoy o propici el surgimientode una oleada de dictaduras latinoamericanas en funcin de sus pro-

    pios intereses de seguridad entre los aos sesenta y setenta.La tercera etapa se inici con el fin de la guerra fra y el incre-

    mento de la marginalidad y falta de significacin de los pases latinoa-mericanos para EE.UU. En tanto, la regin ha experimentado trans-formaciones relevantes. A pesar de la instalacin de procesos demo-crticos, las mayoras no han cambiado sus condiciones de vida, gene-rndose un cuadro de desencanto democrtico; la regin se ha hechoan ms pobre (44% de sus habitantes) y ms desigual, acentuando

    sus peores rasgos histricos. Tambin se ha producido un aumento enla heterogeneidad social y productiva al interior de los mayores pases,as como en la regin en su conjunto, originando tensiones sociales y

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    problemas de gobernabilidad. El autor identifica, no obstante, variassubregiones: Mxico, Centroamrica, el Caribe, la regin Andina y elCono Sur, cada una de las cuales plantea problemas diferentes a laestrategia norteamericana.

    De este modo concluye que sobre este trasfondo de desintersnorteamericano se estn produciendo algunos cambios significativosen el espectro poltico de los pases del rea, lo cual podra eventual-mente dar origen a nuevas oportunidades para redefinir la relacincon la potencia dominante.

    En lnea con la contribucin anterior, el socilogo brasileoEmir Sader realiza una sntesis de la evolucin poltica de AmricaLatina en el siglo XX marcando tres perodos. En el primero, desde

    finales del siglo XIX hasta principios del XX, predominaron las econo-mas primario-exportadoras, orientadas por la teora de las ventajascomparativas, junto a regmenes polticos oligrquicos. Estos se vie-ron progresivamente acosados por importantes conflictos sociales,fruto del proceso de urbanizacin y los inicios de la industrializacin.Pero la crisis de 1929-1930 habra de provocar el reemplazo de casitodos los gobiernos del rea a causa del desplome del patrn de creci-miento basado en las exportaciones agropecuarias o mineras. El

    siguiente modelo, gestado a mediados de los aos treinta en los mayo-res pases del rea, estuvo signado por la industrializacin sustitutivade importaciones y gener nuevos bloques de poder en torno a las bur-guesas locales y sectores urbanos sindicalizados que expresaban elsurgimiento de las clases trabajadoras. Este perodo culmin a media-dos de los aos sesenta con la internacionalizacin de las economas yla consolidacin de las grandes corporaciones multinacionales.

    El nuevo perodo, que presenci una disputa poltica entre tresproyectos diferentes la alternativa socialista (ejemplificada por la revo-

    lucin cubana), el nacionalismo militar (Per) y la dictadura militar(Brasil) fue introducido merced a golpes militares orientados por ladoctrina de seguridad nacional. La crisis de la deuda a comienzos de losochenta, que sbitamente engendr grandes dficits en las balanzas depagos de los pases del rea, decret la inviabilidad de los proyectos dedesarrollo y cerr definitivamente el perodo desarrollista, abriendocamino al modelo neoliberal. La dcada del ochenta fue justamentedenominada dcada perdida, y las hiperinflaciones que caracterizaron

    al perodo fueron abatidas con dursimos programas de estabilidadmonetaria y de equilibrio fiscal. De este modo Amrica Latina, se con-

    virti en cuna y laboratorio de las experiencias del neoliberalismo. El

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    combate a la inflacin fue la piedra angular de la construccin polticadel modelo hegemnico neoliberal, y la minuciosa aplicacin de lasrecomendaciones del Consenso de Washington fue promovida como elsacrificio obligatorio, si bien transitorio, que las economas dependien-

    tes deban hacer para estar en condiciones de retomar el crecimiento.La segunda etapa del neoliberalismo se articul con los procesos dedemocratizacin en marcha desde comienzos de los ochenta, y contcon la conversin de la socialdemocracia a este modelo.

    La etapa siguiente se abri con la crisis mexicana de 1994, a laque le siguieron la asitica de 1997, la rusa de 1998 y la brasilea de1999. Los nuevos gobiernos latinoamericanos fracasaron al intentarmantener la poltica de ajuste fiscal, fuente de desequilibrio econ-

    mico y financiero. El continente volvi a entrar en una nueva crisis,ms profunda, probando que luego de dos dcadas de programas deestabilizacin monetaria y de hegemona neoliberal no slo no sehaba retomado el desarrollo, sino que la cuestin social y la inestabi-lidad poltica haban empeorado considerablemente. Amrica Latinaexhibe estados debilitados en el plano externo, prerrogativas sobera-nas radicalmente carcomidas, y cada vez menos legitimidad y capaci-dad de accin en el plano interno. Este se caracteriza por sociedades

    cada vez ms fragmentadas y desiguales, con amplios sectores exclui-dos de los derechos bsicos, con economas carentes de dinamismopropio en un contexto de creciente financiarizacin, que las convier-te en blancos sumamente vulnerables de las peridicas crisis queafectan al sistema financiero internacional. Los conceptos de naciny soberana, que fueron las bases de las relaciones sociales sobre lascuales se edific el estado latinoamericano, fueron arrasados por el

    vendaval neoliberal de las dos ltimas dcadas del siglo XX. Laexplosin del endeudamiento externo, sumada al pasaje del modelo

    hegemnico del capitalismo del desarrollismo al neoliberalismo,favoreci la hegemona del capital financiero sobre las economas delcontinente. La apertura al mercado internacional, la privatizacin deempresas estatales, la desregulacin econmica y la flexibilizacinlaboral fueron en detrimento del capital productivo y del bienestargeneral de la poblacin.

    En este contexto, Sader aborda la trayectoria de la izquierdalatinoamericana que, tributaria del movimiento obrero europeo, fue

    acrecentando su vigor hasta protagonizar algunos de los grandesacontecimientos del continente, tratados con detalle por el autor. Loscomienzos del siglo XXI encuentran a Amrica Latina en crisis, con

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    epicentros en Colombia, Venezuela y los pases andinos: Ecuador,Bolivia y Per. Asimismo, la regin se enfrenta con alternativas con-tradictorias en un cuadro internacional complejo. Los dilemas inter-nos de cada pas prolongar el ajuste fiscal o romper con el neolibera-

    lismo y buscar un modelo alternativo se expresan en el plano regionalpor el dilema entre el Area de Libre Comercio de las Amricas (ALCA)y el Mercado Comn del Sur (MERCOSUR).

    El economista egipcio Samir Amin analiza el contexto contem-porneo de un mundo nico, diverso y desigual, plantendose la posi-bilidad de construir una modernidad igualitaria sin sacrificar la diver-sidad. Para Amin, la modernidad est sometida a dos derivas comple-mentarias que golpean a las regiones perifricas del sistema mundial

    contemporneo y en particular a los pases de frica y del mundorabe. La primera refiere a la contradiccin que caracteriza al capita-lismo como ideologa dominante, que obliga a sacrificar las especifici-dades locales en aras del desarrollo. La segunda se expresa en unaretrica violenta contra la modernidad y a favor del mantenimientosin cambios de la especificidad cultural amenazada por la globaliza-cin. En realidad, plantea Amin, el desafo es transformar la moderni-dad para hacerla capaz de construir un mundo nico, igual y diverso.

    Hay dos momentos decisivos en la historia. El nacimiento de lamodernidad (y del capitalismo, con la Ilustracin) enarbola la idea deque el ser humano, individual o colectivamente, es hacedor de su pro-pia historia. El concepto de razn aparece, pues, indisolublemente liga-do al de emancipacin, como concepto transhistrico, aunque luego sedemuestre su naturaleza histrica. La razn emancipadora se expresaen un trptico clsico: libertad, igualdad y propiedad. Sin embargo, laideologa libertaria de derecha ha renunciado a otorgarle a la igualdadsu estatus de valor fundamental, haciendo desaparecer la tica, pues

    los seres humanos no son responsables de las desigualdades que provo-can. Como la razn burguesa no es emancipadora, deviene en razninstrumental y se desplaza al campo de la economa, igualando merca-do y democracia. Renuncia a ser emancipadora y acepta desempe-ar las funciones de una empresa de demolicin de la humanidad

    El segundo momento decisivo se abre con la crtica de Marx a larazn emancipadora burguesa del Siglo de las Luces, inaugurando unnuevo captulo que este autor califica de modernidad crtica de la

    modernidad, y que reemplaza propiedad con fraternidad. Este con-cepto refiere a la idea de propiedad social ejercida por el conjunto delcuerpo social para su beneficio. En este contexto, el marxismo es para

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    Amin el instrumento eficaz que permite a la vez analizar los desafos ydefinir estrategias capaces de cambiar el mundo.

    La ideologa del liberalismo mundializado se funda en un con-cepto empobrecido y exacerbado de la modernidad, donde la diversi-

    dad no tiene ms lugar. La deriva se define precisamente por el aban-dono de la dualidad economa/poltica, que se sustituye por un con-cepto unilateral de economa sin poltica, como se pone en evidenciasobre todo en los pases del capitalismo metropolitano.

    Al abordar la deriva del Islam poltico, Amin sostiene que los pue-blos musulmanes y el Islam, al igual que en otras regiones del mundo,tienen una historia: la historia de diversas interpretaciones de las rela-ciones entre la razn y la fe y de las transformaciones y adaptaciones

    mutuas de la sociedad y de su religin. Pero la realidad de esta historiaes negada no slo por los discursos eurocntricos, sino tambin por losmovimientos contemporneos que dicen pertenecer al Islam. Los unosy los otros comparten el mismo prejuicio culturalista por el cual lasespecificidades propias de las diferentes trayectorias de los pueblos yde sus religiones seran de naturaleza intangible, inconmensurable ytranshistrica. Al eurocentrismo de los occidentales, el Islam polticocontemporneo no opone ms que un eurocentrismo de sentido inver-

    so. Por ello, los dos discursos del capitalismo liberal mundializado y delIslam poltico son perfectamente complementarios.En un orden internacional dominado por EE.UU., el politlogo

    malasio Hari Singh debate en torno a la geopoltica de la regin deAsia-Pacfico, abordando cuestiones como el balance de poder regio-nal, las instituciones, la economa poltica internacional y las normasinternacionales.

    Bajo el supuesto terico realista de que el orden internacional esuna condicin de las relaciones internacionales, donde los estados

    desarrollan patrones regulares de comportamiento sobre la base denormas, reglas, procedimientos y principios, y de que el actual rgi-men internacional posee una estructura jerrquica, donde los podero-sos determinan las reglas de juego y el resto se ajusta a la competenciaoligopolstica con el esquema de balance de poder, Singh analiza lasperspectivas para la regin bajo la hegemona norteamericana.

    En su anlisis, el primer actor a ponderar es China, potenciaregional que ha aplicado una estrategia de llevar la delantera en rela-

    cin con EE.UU., y una de balance de poder con sus vecinos nucleares,principalmente Rusia e India, y con los estados del Sudeste asitico,en particular Vietnam, manteniendo distancia de Corea del Norte.

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    Japn tambin desempea un rol importante en la arquitectura deseguridad en Asia-Pacfico, sobre todo luego del 11-S, cuando se incre-menta su vulnerabilidad y refuerza su cooperacin con EE.UU.Tambin aplica una estrategia de llevar la delantera con EE.UU., aspi-

    rando a su reconocimiento como una gran potencia y a recuperar suestatus internacional de estado normal. Al igual que su vecino,Japn tambin busc mejorar las relaciones con Rusia, China y Coreadel Sur. Aunque las perspectivas de una guerra nuclear entre grandespotencias sean impensables, este no es el caso con un pequeo estadocomo Corea del Norte, pues EE.UU. no tolerara un cambio en elbalance de poder regional que afecte el balance de poder global.

    A la dimensin de seguridad debe agregrsele en la regin la

    evolucin de regmenes econmicos transnacionales tales como laCooperacin Econmica Asia-Pacfico (APEC, por sus siglas eningls), lo cual ha incrementado el rol de EE.UU. en la regin, comobalanceador de Europa. Es de destacar asimismo el rol de una ASEANampliada en funciones y miembros, pero con conflictos internos irre-sueltos y latentes, entre ellos el componente islmico de las poblacio-nes de algunos de estos estados.

    La globalizacin ha hecho que los estados tengan dificultades

    para mantener estructuras polticas cerradas. El ascenso de una agen-da econmica en la poltica de la posguerra fra ha reforzado el impe-rativo democrtico en Asia. Los gobiernos estuvieron bajo presinpara liberalizar, y as fueron ms dependientes del desempeo econ-mico como criterio de legitimidad. Esto reforz la dinmica democr-tica del capitalismo en las sociedades de Asia-Pacfico. Pero el capita-lismo tiene sus contradicciones, como lo ilustr la crisis financiera de1997 que paraliz las economas de Corea del Sur y otros pases delSudeste Asitico, exponiendo la personalizacin del poder poltico de

    las elites gobernantes y enfermedades pblicas como la corrupcin, laconnivencia y el amiguismo. Tambin desacredit el mito del estadofuerte como base para el desarrollo, utilizado por los gobiernos para

    justificar su autoritarismo. La inflacin y el desabastecimiento de pro-ductos esenciales desataron reacciones populares bajo la bandera dela reforma democrtica. Hubo inestabilidad poltica, y los regmenesautoritarios en Tailandia e Indonesia fueron reemplazados, al pasoque otros fueron forzados a introducir reformas democrticas.

    Estos desarrollos se correspondan con los objetivos del nuevoorden internacional impuesto por EE.UU. Pero despus del 11-S,EE.UU. abandon su agenda democrtica (salvo para legitimar su inter-

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    vencin) permitiendo que regmenes autoritarios, con poblaciones conmayora musulmana, utilizaran el mote de terroristas para encarcelara sus opositores. Sin embargo, el gravitante entorno internacional estlimitando la capacidad de los gobiernos para recurrir a la represin,

    como ocurriera rutinariamente durante los aos de la Guerra Fra.El terrorismo global puso en evidencia que los estados ya no tie-

    nen el monopolio para amenazar el orden mundial establecido.Paralelamente, los estados han tomado conciencia de que la solucin alas amenazas no tradicionales requiere de la cooperacin multilateral,fortaleciendo la creencia en las instituciones globales como administra-doras de la sociedad internacional. Pero como estas no estn exentas dela poltica de poder, terminan respondiendo a los intereses de los gran-

    des y, en particular, de EE.UU. En cuanto a las instituciones regionales,la ASEAN, que fue funcional durante la guerra fra, ya no lo es ms fren-te a una regionalizacin del tipo del Foro Asia-Pacfico y del APEC.

    Por ltimo, el politlogo chino Xu Shicheng se ocupa de anali-zar la nueva hegemona estadounidense despus del 11-S sobre la basede la doctrina de nuevo imperio, que tiene como objetivo transformarel mundo en funcin de los valores de EE.UU. y establecer una PaxAmericana aprovechndose de las incomparables ventajas que le otor-

    ga su podero econmico, poltico y militar.Para Shicheng, esta teora neoimperial constituye una nuevagran estrategia cuyo impulso inicial es la reaccin frente al terrorismo,pero que justifica la pretensin estadounidense de desligarse de lasdemandas de sus socios y de las reglas e instituciones globales, desempe-ando un papel ms unilateral y previsor para enfrentar lo que la CasaBlanca considera como amenazas terroristas. La creciente fuerza econ-mica y militar de EE.UU. en la posguerra fra constituye la base materialy el punto de partida para la doctrina neoimperial. La conciencia de un

    Destino Manifiesto, que le confiere a la sociedad norteamericana unamisin redentora y la consagra como el imperio de la Libertad, es susustento ideolgico. La guerra contra Irak es el inicio de la puesta enprctica de su estrategia global para construir el neoimperio.

    Con posterioridad al 11-S, EE.UU. intensific su estrategia decontrol de Amrica Latina a travs de las relaciones militares, polticasy econmicas con los pases de la regin en general y muy particular-mente con los pases andinos, siendo el ALCA, la lucha contra el nar-

    cotrfico y el terrorismo los temas dominantes de la agenda.Con respecto a China, y a pesar de un reciente entendimiento, la

    relacin con EE.UU. presenta problemas an sin resolver: Taiwn, los

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    derechos humanos, el papel de la religin y conflictos comerciales. BillClinton se refera a China como socio estratgico, en tanto queGeorge W. Bush la menciona como competidor estratgico. Las rela-ciones bilaterales continan siendo frgiles y voltiles, y EE.UU. con-tina actuando para que China cambie su color, como lo hace conCuba. Segn el autor, EE.UU. fracasar en el intento.

    SOCIEDAD Y POLTICA EN UNA ERA NEOLIBERAL

    Los textos de este captulo abordan los problemas polticos y socialesde los estados de las tres subregiones en un contexto de hegemona deEE.UU. y de las instituciones financieras internacionales. Con mati-

    ces, los autores reconocen los avances hacia procesos ms democrti-cos y transparentes, pero en un marco signado por la influencia nega-tiva de los programas de ajuste estructural y las reformas del estado,que lo han discapacitado para enfrentar los acuciantes problemasderivados de la creciente exclusin social y pobreza provocadas por laaplicacin del modelo del Consenso de Washington y la agenda neoli-beral. Estos problemas se expresan en conflictos de variado tipo, peroque pueden sintetizarse en el nexo entre seguridad humana, conflictosinterestatales y crisis econmicas.

    En su contribucin, el politlogo argentino Atilio Boron analizalas posibilidades y lmites del capitalismo democrtico en los pases dela periferia. Fundamenta su preocupacin en el progresivo vaciamien-to experimentado por las recuperadas democracias latinoamericanascomo consecuencia de la aplicacin de las polticas neoliberales.

    En la prctica, el pseudo-reformismo de las recetas delConsenso de Washington slo produjo una fenomenal concentracinde la riqueza, a travs de la apertura comercial, las privatizaciones y la

    desregulacin financiera. Por consiguiente, las mal llamadas reformasno son ms que contrarreformas que han acentuado el proceso deinvolucin social, detenido el crecimiento econmico, debilitado alestado y, junto con l, a las esperanzas puestas en la democracia. Losejemplos de Argentina, Mxico y Bolivia dan cuenta de las variadasaristas de este proceso.

    Con el estado y la sociedad convertidos en rehenes del mercado,las polticas neoliberales propiciaron un profundo proceso de desinte-

    gracin y violencia social, cercano al estado de naturaleza hobbesiano.Asimismo, la supeditacin de la democracia a la dinmica de los mer-cados termin vacindola de contenido, desalentando la participacin

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    ciudadana, desarticulando las redes de solidaridad social, satanizandoal estado y haciendo de la videopoltica el falso sucedneo de la parti-cipacin ciudadana. En sntesis, las contrarreformas neoliberales tie-nen como objetivo hacer que los rigores del mercado acten como

    incentivos para motivar conductas supuestamente ms racionales einnovadoras de los agentes econmicos y polticos.

    Para concluir, el autor realiza un diagnstico pesimista sobrelas alternativas de Brasil, con Lula y el Partido de los Trabajadores(PT), los cuales, a pesar de pretender implementar un programapost-neoliberal de reconstruccin econmica y social, parecen estarcapitulando frente a la extorsin de los agentes internacionales. Eltrabajo no se limita a criticar las democracias realmente existentes

    y finaliza proponiendo algunas orientaciones bsicas de lo que debe-ra ser una poltica post-neoliberal, fundada en la reconstruccinintegral del orden estatal sobre la base de una reforma tributaria(con un modelo de tributacin progresiva que erradique la evasin yla elusin tributarias, en particular de las grandes empresas naciona-les y transnacionales) y de una profunda reforma poltica (que per-feccione la calidad de nuestras instituciones y prcticas democrti-cas). Para ello considera imprescindible emancipar la poltica de los

    mercados, a travs de un estado dotado de recursos suficientes comopara proveer el conjunto de bienes pblicos, recuperar la soberanaeconmica y poltica perdida, y facilitar la impostergable reconstruc-cin de la sociedad civil.

    El politlogo nigeriano Adebayo Olukoshi, por su parte, abordala problemtica de los pases de frica, reconociendo la ausencia deconsenso en cuanto al enfoque ms apropiado para explicar los cam-bios en la estructura, contenido y dinmica de la poltica en ese conti-nente. Esta situacin ha desencadenado una crisis de la teora en el

    estudio de frica y ha dividido los anlisis entre los llamados afro-optimistas y los afro-pesimistas. Los primeros ponen el acento entodos los avances, haciendo referencia a una segunda liberacin o a unrenacimiento africano, mientras que los segundos ponen especialnfasis en identificar los problemas que en frica impiden avanzarhacia la consolidacin democrtica.

    Los cambios que han alterado el panorama africano son multi-dimensionales y se verifican tanto en el nivel de la poltica formal

    como en los procesos informales que cimientan el sistema poltico, yhan sido generados tanto por factores internos como externos almismo. La mayor parte de la atencin de los estudiosos se concentr

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    en las instituciones formales y en los procedimientos polticos, porqueson ms visibles y mensurables. Pero tambin son relevantes los pro-cesos subyacentes que forjan y remodelan las instituciones formales,especialmente los actores cuyas acciones o inacciones le dan vida al

    sistema poltico, aunque lamentablemente estos temas han sido des-cuidados por los acadmicos.

    Para el autor, los cambios ms relevantes en la poltica africanaen los ltimos quince aos refieren a las reestructuraciones operadasen el mbito de la competencia poltica y de la gobernabilidad. En esecontexto tambin puede observarse la emergencia del pluralismo enlos medios informativos. Los aos noventa fueron testigo del quiebredel monopolio del estado sobre la propiedad de los medios de infor-

    macin, en un contexto de florecimiento de las asociaciones civiles anivel local, nacional, subregional y continental, y del surgimiento denuevos actores polticos que reforzaron el proceso democrtico. Loscambios en frica tambin se observan con la cada de los ltimos ves-tigios del colonialismo y del racismo institucionalizado, desde la inde-pendencia de Zimbabue en 1980 hasta las elecciones multirraciales enSudfrica en 1994.

    Otros cambios, an menos visibles, tienen relacin con las

    transformaciones operadas en la estructura demogrfica, que han lle-vado a la juventud a detentar un rol ms prominente en la vida de lassociedades africanas. Un reflejo de ello es la aparicin de una genera-cin de nuevos lderes que no han experimentado el gobierno colonialni tomaron parte en la lucha anticolonialista y de liberacin. Pero,como contrapartida, tambin se observa el desinters de los jvenespor la poltica y su alienacin, producto en general del desempleo, queen muchos casos los ha llevado a participar directamente en conflictosinternos armados.

    Tambin la rpida tasa de urbanizacin y las migraciones inter-nas asociadas han generado la exacerbacin de la dicotoma rural-urbana, el reavivamiento de competencias tnico-regionales/socio-cul-turales, la proliferacin de pandillas urbanas armadas, el crecimientode la intolerancia y la xenofobia (especialmente hacia los no nati-

    vos), los crecientes desafos a la inclusin social en poblaciones cadavez ms urbanizadas, la masiva expansin del sector informal, y el cre-cimiento de nuevas religiosidades desde el sincretismo al puritanismo.

    Esto ha llevado a la proliferacin de polticas contestatarias alrededorde cuestiones como la ciudadana, los derechos individuales y grupa-les, el rol del estado y la naturaleza de sus capacidades.

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    La poltica post independencia en frica estuvo centrada en elrol central del estado y del sector pblico, en lo que fue considerado elmodelo de acumulacin del estado intervencionista. Durante los aosochenta este modelo colaps y se realizaron esfuerzos para reempla-

    zarlo por un marco basado en el libre mercado, que cambiaba lasreglas de juego. Se supona que surgira una nueva clase media queliderara la transicin democrtica, cosa que, lamentablemente, noaconteci. Entre los factores que dan cuenta de esta situacin debenmencionarse la crisis econmica que se descarg sobre el continente,los realineamientos polticos nacionales e internacionales originadospor la desaparicin del conflicto Este-Oeste, el radical debilitamientode los estados africanos, y la paralela y creciente utilizacin de medios

    violentos para resolver cuestiones internas. A esto es preciso agregar,como si fuera poco, los efectos de la dispora africana que priva a esassociedades de algunos de sus mejores talentos.

    Olukoshi demuestra en su trabajo las debilidades de los enfo-ques convencionales de la ciencia poltica as como la esterilidad deldualismo afro-pesimista/afro-optimista que considera a la polticaafricana como un terreno extico, estereotipando las prcticas yexperiencias africanas y, debido a su componente bsico eurocntri-

    co, omitiendo registrar los avances y retrocesos histricos que noson ni unilineales ni unidireccionales. El texto termina sugiriendovas alternativas de interpretacin, las cuales abren todo un conjun-to de interrogantes que se pueden sintetizar en el siguiente: habidacuenta del fracaso de dos dcadas de ajuste estructural, puede esteconvertirse en la base segura para la construccin de un nuevo con-trato social, o ser que el continente deber elaborar un marco alter-nativo para conseguir su desarrollo? En este sentido, Olukoshi sepliega a los trabajos de Mkandawire, quien sostiene una democracia

    desarrollista como marco para restaurar el camino del crecimientoeconmico en frica que ser, por definicin, socialmente inclusivoy democrtico.

    El politlogo nigeriano Musa Abutudu se ocupa de los desafos yperspectivas para promover la seguridad humana en frica, habidacuenta de los cambios en la naturaleza de los conflictos a nivel mun-dial ocasionados por el fin de la Guerra Fra. Durante este perodo, laconcepcin de la seguridad estaba asociada a la seguridad del estado y,

    por consecuencia, a la seguridad del rgimen o a la seguridad personaldel gobernante. La oposicin en la poltica domstica era percibidacomo amenaza a la seguridad nacional y as se justificaba su repre-

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    sin. Los cambios sistmicos, junto a las crisis econmicas de los pa-ses africanos producto de los programas de ajuste estructural, la olade liberalizacin poltica y el relativo auge de la democracia multipar-tidaria, entre otros factores, llevaron a rediscutir en frica las agendasy procesos, tanto a nivel global como continental y nacional.

    Las reformas neoliberales impactaron en las bases del proyectode estado-nacin, minando su legitimidad, engendrando la hostilidadde las masas y haciendo resurgir viejas animosidades, a partir delaumento de los excluidos social y econmicamente. La agenda neoli-beral marc la necesidad de ampliar el mercado y reducir el gastopblico, retirando los subsidios a varios sectores sociales y producti-

    vos y exacerbando la inseguridad de las poblaciones, cuyas protestas

    por la creciente miseria fueron violentamente reprimidas. Por ello esteautor vincula el genocidio econmico generado por los programas deajuste estructural y la globalizacin, por una parte, y la violencia tni-ca y comunal que desgarra a frica, por la otra.

    Para Abutudu, el concepto de seguridad humana est centradotanto en el individuo como en la comunidad. Las amenazas incluyentodas las formas de privaciones econmicas, contaminacin ambien-tal, expansin de enfermedades infecciosas y no infecciosas (como el

    SIDA y la malaria, respectivamente). El concepto interpela necesaria-mente al estado como fuente real o potencial de opresin y privacio-nes, o como aquel que contribuye a situaciones que amenazan la con-dicin de seguridad humana. Esta se enfrenta con el economicismoneoliberal, en tanto generador de crisis econmico-sociales y violenciapoltica, como lo prueban los casos de Ruanda, Somala, Liberia ySierra Leona, entre otros.

    La seguridad humana no se contrapone al concepto tradicional

    de seguridad. El problema surge cuando esa nocin es utilizada por laspotencias para reordenar las prioridades en un mundo post Guerra Fra,donde se la interpreta como la seguridad frente a los actos de terrorismoen el marco de la guerra global contra el terror. De esta manera, losgobiernos africanos son ahora medidos en funcin de la percepcinque existe acerca de si estn ayudando o no a grupos terroristas.

    MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA CUESTIN CAMPESINA

    En esta seccin se pasa revista a las nuevas configuraciones de losmovimientos sociales que en los tres continentes se oponen a la globa-lizacin neoliberal y sus consecuencias, entre los cuales sobresalen las

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    luchas de algunos movimientos africanos transatlnticos, poco visi-bles en la bibliografa contempornea.

    Un tema central en las tres regiones es el problema de la refor-ma agraria y la situacin de los campesinos, que es analizada tanto en

    la subregin del frica austral como en el caso especfico de los cam-pesinos de Sri Lanka, que debieron abandonar sus cultivos de subsis-tencia en aras de un modelo exportador segn las recomendacionesdel Banco Mundial.

    En el primer trabajo de esta seccin, los socilogos Jos Seoane,Emilio Taddei y Clara Algranati se ocupan de las nuevas configuracio-nes que han adoptado los movimientos populares en Amrica Latinaluego de los avances de la mundializacin capitalista neoliberal de los

    aos noventa. Si bien las resistencias y los obstculos interpuestos, msbien localizados y fragmentados, no pudieron impedir la implementa-cin de dichas polticas, hacia finales de la dcada se comprob el ini-cio de un nuevo ciclo de protesta social cuyos sujetos colectivos presen-taban nuevos rasgos. En algunos casos, la emergencia de estos nuevossujetos precipit la cada de varios gobiernos, origin profundas crisispolticas y produjo el fracaso de iniciativas de carcter neoliberal. Estosmovimientos, de base territorial tanto rural como urbana, se han cons-

    tituido en relacin a su identidad tnica y cultural, en referencia a unacarencia (los movimientos sin, como los sin techo, sin tierra, sinpapeles, etc.) o en relacin a su hbitat de vida compartido.

    En el caso de los primeros, puede observarse el protagonismo demovimientos indgenas (en Ecuador, Mxico y Bolivia) acompaadospor movimientos campesinos de significativa presencia nacional yregional (Movimiento de los Sin Tierra de Brasil). En tanto, en el espa-cio urbano, el grupo ms emblemtico son los piqueteros deArgentina. Pero tambin, debido a la multiplicidad de problemticas

    derivadas de la polarizacin social impulsada por el neoliberalismo,han surgido otros movimientos que dan cuenta de la fragmentacin ydualizacin del espacio urbano. Otros sectores sociales, sobrevivientesde una fase anterior de luchas, como los maestros y profesores, losempleados administrativos, los trabajadores de la salud y los emplea-dos pblicos en general, convergieron en sus luchas con los nuevosmovimientos sociales. Por otra parte, es de notar que en los ltimosaos se estn produciendo procesos de articulacin regional e interna-

    cional sin precedentes en el continente, a travs de la coordinacin demovimientos sindicales, de mujeres, estudiantes, ONGs y partidospolticos, estimulados, entre otros factores, por las propuestas emana-

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    das del Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre. Los autoressubrayan el papel de tres elementos caractersticos de la prctica cons-titutiva de la mayora de los movimientos sociales latinoamericanos:la apropiacin territorial, la revalorizacin de los mecanismos demo-

    crticos de participacin y decisin, y el surgimiento de un nuevointernacionalismo cimentado en el FSM de Porto Alegre o en las cam-paas contra el ALCA. La respuesta de los poderes establecidos hasido el neoliberalismo armado.

    La internacionalista de Chad, Madeleine Alingu, pone de relie-ve el papel de las resistencias y movimientos africanos transatlnticos,sobre todo en el marco de la apropiacin del espacio de las resisten-cias por los activistas anti-globalizacin, y llama la atencin sobre la

    sorprendente invisibilidad de los aportes africanos a la construcciny evolucin de las resistencias modernas.

    Luego de puntualizar que los afrodescendientes en las Amricasy el Caribe son hoy ms de 150 millones, se ocupa de la genealoga delas resistencias modernas africanas desde el siglo XV hasta el sigloXX. Junto al comercio triangular de la trata transatlntica de esclavos,se gestaron las primeras resistencias y movilizaciones africanas frentea la doble discriminacin de clase y raza, que continuaron hasta nues-

    tros das, con la propuesta de un nuevo orden econmico mundial, dela Nueva Asociacin Econmica para el Desarrollo Africano (NEPAD,por sus siglas en ingls) o del nuevo milenio libre de deuda. La autoraanaliza tambin las victorias polticas obtenidas por estos movimien-tos tales como la accin afirmativa o el reconocimiento del multicul-turalismo y la apropiacin de la temtica por los acadmicos, a travsde un proceso de formulacin y definicin interna. Asimismo refiere alas estrategias sociales transatlnticas africanas, que instrumentalizany combinan diferentes espacios de negociacin como el mestizaje, el

    mantenimiento de la identidad africana a travs de la autonoma y laautodeterminacin, las movilizaciones jurdicas para obtener proce-sos de titulacin colectiva de tierras y el establecimiento de polticasde etno-educacin, y etno-desarrollo.

    El socilogo de Zimbabue, Sam Moyo, analiza la cuestin agrariay campesina en el frica austral, dominada por los efectos negativos delos procesos de descolonizacin, asociados al fracaso en el empeo porconseguir un desarrollo sustentable en un marco democrtico. A pesar

    de las particularidades propias de cada pas, existen en el frica subsa-hariana similitudes en torno a las cuestiones sociopolticas y econmi-cas fundamentales, derivadas de la persistencia de conflictos originados

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    tanto por la desigual distribucin de la tierra, como por la precariedadde los sistemas de tenencia de la misma.

    La tierra es la fuente bsica de subsistencia de la mayora de lospases del frica austral y es fundamental para el desarrollo de la agri-

    cultura, el turismo y la vivienda. Esto no es solamente un tema agra-rio, sino tambin una cuestin social crtica que remite a la persisten-cia de patrones inequitativos de asignacin de recursos en la divisinrural-urbana y la divisin agricultura-industria, y pone de relieve lasconflictivas relaciones de clase, gnero, raza y etnia, en un contexto demarginalizacin de la mayora de las poblaciones rurales en la regin.

    Moyo analiza la incidencia de las expropiaciones realizadasdurante la colonizacin en diferentes pases, as como el papel de los

    proyectos de desarrollo en Sudfrica, Zimbabue y Zambia para atraermano de obra migrante de la regin. Estas desigualdades fueron a su

    vez profundizadas luego de la independencia, cuando los esquemasnacionales se articularon con el capital global a travs de las institu-ciones financieras internacionales, la ayuda al desarrollo y el siste-ma internacional de comercio. Sin embargo, entre los aos sesenta ysetenta, los estados de la Comunidad para el Desarrollo del fricaAustral (SADC, por sus siglas en ingls) se movieron entre el enfoque

    neoliberal y las tentativas de una reforma agraria radical-nacionalista.El autor tambin aborda la naturaleza y significado del campe-sinado en el frica austral, que no constituye una clase en s, puesencierra en su ser las tendencias antagnicas de proletario y propieta-rio, a las cuales se suman las cuestiones de raza y gnero. Luego seocupa de la concentracin de la propiedad de la tierra, las privatiza-ciones y el control externo. Sostiene que se ha avanzado poco en laimplementacin de la reforma agraria y en enfrentar todos los proble-mas derivados de un desigual acceso a la propiedad de la tierra (en

    algunos pases concentrada en minoras blancas) y de las nuevas con-cesiones otorgadas a inversores extranjeros.

    Las demandas para redistribuir la tierra, tanto por las desigual-dades raciales histricas como por las crecientes necesidades de lapoblacin negra, han sido una constante en la regin. Sin embargo,los gobiernos han subestimado su naturaleza y escala, ignorando lastensiones raciales que an persisten por una agenda de reformasinconclusa. Los movimientos sociales agrarios, pequeos y con poca

    estructura, han quedado relegados por el mayor activismo de gruposde clase media que defienden mtodos basados en el mercado. Porello, al no enfrentar apropiadamente el problema de una distribucin

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    desigual de la tierra, se ha alimentado la agitacin en pos de reformasradicales. Resolver la cuestin agraria constituye un ingrediente cru-cial para la reconciliacin nacional y el desarrollo, y un elemento esen-cial para la resolucin de la cuestin nacional y de los procesos dedemocratizacin.

    El socilogo belga Franois Houtart, por su parte, explica lascausas por las cuales, a partir de 1977, los campesinos debieron aban-donar su cultivo de arroz en Sri Lanka en funcin de las recomenda-ciones del Banco Mundial, aceptadas por una clase minoritaria dehabitantes de Sri Lanka que controlaban el gobierno. Estas recomen-daciones apuntaban a transformar la agricultura en una industria deexportacin. No tenan en cuenta los efectos sociales catastrficos pro-

    ducidos por la represin de las revueltas de jvenes campesinos quehaban perdido sus empleos.

    Frente a la pobreza creciente y a los efectos disolventes de suspolticas, las instituciones financieras internacionales insistieron enrecomendar al gobierno de Sri Lanka que profundizara la apertura delmercado, abandonando definitivamente las polticas keynesianasdbilmente ensayadas hasta entonces. Este proceso fue acompaandocon prstamos para acelerar esas reformas, que luego se suspendieron

    porque las reformas no se llevaron a cabo de acuerdo con las recetassuministradas por los tecncratas. Esto llev al gobierno a lanzar unnuevo ciclo de reformas neoliberales a tono con los dictmenes delConsenso de Washington.

    Aunque estas polticas se enfrentaron con una decidida resisten-cia popular, organizada desde abajo por la sociedad civil, tropezaroncon un implacable sistema de decisiones a nivel gubernamental, dis-puesto a conducir al pas hacia su integracin en la economa capita-

    lista mundial, pese a que gracias a ello la autosuficiencia alimentariapasara a ser una cuestin del pasado. Finalmente, el autor concluyeque para modificar estas polticas y reorientar los objetivos del des-arrollo ser necesaria una convergencia de las fuerzas de resistenciasocial y poltica locales con las fuerzas y movimientos sociales queoperan a escala mundial.

    CONSTRUYENDO UN NUEVO DILOGO ENTRE FRICA, ASIA YAMRICA LATINA

    Luego de analizar en los captulos anteriores los problemas polticos ysociales desde una perspectiva regional, en este captulo los autores se

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    ocupan de abordar las posibilidades de avanzar en una cooperacinSur-Sur entre las tres regiones bajo estudio, tratando los casos espec-ficos de las relaciones entre China, frica y Sudfrica, y las polticasexteriores de Brasil y Argentina con los estados africanos y Sudfrica

    en particular.Tambin se contempla la necesidad de construir la cooperacin

    para generar posiciones internacionales ms autonmicas, tomandocomo ejemplo el MERCOSUR, en el Cono Sur latinoamericano, parafinalmente concluir con un aporte que propone crear unaTricontinental del conocimiento, a travs del fortalecimiento de lacooperacin entre las comunidades acadmicas de las tres regionespara gestar un nuevo proceso emancipatorio.

    El politlogo sudafricano Garth Shelton se ocupa de analizarcmo, en el marco de la cooperacin Sur-Sur, China busca establecerfuertes relaciones que le permitan enfrentar la hegemona norteameri-cana mediante el robustecimiento de la cooperacin econmica confrica. El autor sostiene que China y frica, por pertenecer al mundoen desarrollo, no poseen reas en disputa sino intereses estratgicoscomunes, con una visin compartida sobre las principales cuestionesinternacionales. Por tanto, mediante el incremento de todo tipo de

    canales y contactos gubernamentales, se ha procurado coordinar pos-turas y polticas en relacin con temas comerciales y reglas del siste-ma econmico internacional en los principales foros multilaterales,como la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) y la Conferenciade Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), as comoen las cuestiones relativas al comercio bilateral.

    El autor pone especial nfasis en analizar la poltica africana deChina, sus relaciones con los estados africanos, particularmente conSudfrica, luego del establecimiento formal de relaciones en 1998. En

    vinculacin con este caso, se analizan los esfuerzos desarrollados porambos gobiernos para avanzar en diversos programas de cooperacinen una variedad de reas, especialmente en la sincronizacin de polti-cas referidas a la agenda Sur-Sur, dado que tanto Pretoria comoBeijing intentan reestructurar la agenda poltica y econmica global.

    Luego de aportar evidencia emprica a favor de sus interpretacio-nes, el autor concluye que China y frica tienen ahora una oportunidadestratgica para dar paso a una nueva etapa de cooperacin Sur-Sur

    que podra ser efectiva en pos de la reforma del presente orden global,brindando esperanza e inspiracin a los pases subdesarrollados y unnuevo marco para la participacin en el debate Norte-Sur.

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    Por su parte, la internacionalista argentina Gladys Lechini ana-liza las polticas exteriores de Argentina y Brasil con respecto aSudfrica en el contexto de sus relaciones con los estados africanos,con el objetivo de promover una nueva agenda de investigacin en un

    escenario de cooperacin Sur-Sur. En el trabajo se discuten dos mode-los de cooperacin Sur-Sur, a partir de las relaciones de Argentina yBrasil con la nueva Sudfrica democrtica. En el caso de Argentina, larelacin se desarroll en el marco de una poltica intermitente y porimpulsos; y en el caso de Brasil, a travs de la persistente construccinde una poltica africana. Aunque ambos estados latinoamericanosdecidieron avanzar en sus relaciones con Sudfrica, sus estilos y obje-tivos fueron diferentes. Brasil llev a cabo una diplomacia poltica y a

    la vez comercial, mientras que Argentina se limit a incrementar lasrelaciones comerciales y las inversiones sudafricanas.

    En este contexto, la forma en que Brasil disea y operacionalizasu insercin internacional construyendo asociaciones estratgicasconstituye un buen ejemplo de las nuevas modalidades que permitirnavanzar en los caminos de una cooperacin Sur-Sur ms exitosa. Ensu bsqueda de intereses convergentes en reas especficas, Brasil haestructurado un entramado de cooperacin con los mismos socios

    pero en escenarios diferentes. Para el caso bajo estudio, la relacincon Sudfrica resulta central en su estrategia de negociacin. Brasilavanza en la cooperacin bilateral y luego empuja a la Argentina, suprincipal socio regional, para negociar a travs del MERCOSURacuerdos de libre comercio con Sudfrica y la Unin Aduanera delfrica Austral (SACU, por sus siglas en ingls). Hace lo mismo con laIndia pero, a su vez, genera un mbito trilateral, IBSA (India, Brasil ySudfrica), para sostener posiciones comunes en temas donde los trestienen intereses convergentes en variados escenarios multilaterales,

    particularmente en el G20.La autora concluye que una efectiva cooperacin Sur-Sur debe ser

    construida paso a paso, en reas temticas especficas y con objetivosprecisos, controlando tanto las presiones generadas por los actores mspoderosos como la tendencia de los pases del Sur a dispersar esfuerzos.

    Para la internacionalista argentina Miryam Colacrai, elMERCOSUR ha significado la creacin de un singular esquema de coo-peracin indito en Amrica del Sur. En este proceso se combinaron

    una serie de elementos positivos: la consolidacin democrtica, la con-formacin de una zona de paz, el incremento de los vnculos fronteri-zos y un espacio econmico comn. Su constitucin permiti, asimis-

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    mo, avances significativos en el entendimiento poltico entre los esta-dos-parte, cooptando tambin la adhesin de las sociedades nacionalesy posibilitando una mayor visibilidad en tanto conjunto y unidad.

    A pesar de estas fortalezas, persisten muchas dificultades para

    consolidar el proceso de integracin. Como Colacrai reconoce que unade las debilidades del MERCOSUR radica en el plano de las ideas, sepropone reflexionar a partir de los aportes de la visin constructivis-ta de las relaciones internacionales porque ofrece mayores posibilida-des para crear puentes con otras disciplinas sociales y dar cuenta deexplicaciones ms complejas.

    Luego de abordar las ventajas de tal perspectiva para el relanza-miento del MERCOSUR, analiza algunas ideas-fuerza alrededor de las

    cuales es posible motorizar ese despegue. Las mismas tienen que vercon una redefinicin de la autonoma nacional que incluya necesaria-mente la perspectiva regional. Considera que es importante asignarlea la teora de la autonoma un lugar en el diseo de polticas, sobretodo porque durante los aos noventa hubo, en algunos pases y parti-cularmente en Argentina, un malentendido pragmatismo que la des-

    virtu como gua de accin.Colacrai plantea adems, la necesidad de corregir el dficit

    institucional del MERCOSUR, como as tambin de enfatizar laagenda no econmica del proyecto integracionista. Slo en esemarco, concluye, ser factible vincular ideas, instituciones, la parti-cipacin de la sociedad civil y las comunidades epistmicas en laconformacin del crculo virtuoso necesario para afianzar esteproceso de integracin.

    Finalmente, el politlogo colombiano Jaime Zuluaga Nieto abor-da la posibilidad de recrear en el presente la organizacin Tricontinentalgestada en 1966 en La Habana, a partir de una Tricontinental del cono-

    cimiento.La primera apunt a constituirse en un espacio de convergencia

    de movimientos revolucionarios y gobiernos de los estados de frica,Asia y Amrica Latina para enfrentar la dominacin del capital norte-americano. A pesar de su fugaz existencia, dej como herencia la ideade la necesidad de articular esfuerzos, intercambiar experiencias ydesarrollar formas de solidaridad entre los pueblos y pases de estastres regiones.

    Por ello, en los albores del siglo XXI, Zuluaga Nieto se plantea lanecesidad de fortalecer las comunidades acadmicas y cientficas paracrear las condiciones que permitan el desarrollo del pensamiento crti-

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    Atilio A. Boron y Gladys Lechini

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    co y la produccin de conocimientos para colocarlos al servicio delhombre y la construccin de sociedades solidarias, equitativas y justas.

    Al caracterizar a esta fase del desarrollo capitalista como socie-dad del conocimiento, se ha colocado a la produccin y apropiacin

    del conocimiento como uno de los instrumentos de dominacin mseficaces y como campo de lucha por la emancipacin.

    Sin embargo, a pesar de la rica experiencia acumulada en lospases del Sur, la colonialidad del saber muchas veces ha impedidoaprovechar el rico potencial y nos ha inducido a mirar hacia el Norte.Pero nuestras sociedades enfrentan problemas econmicos, sociales ypolticos comunes, compartiendo as retos y desafos, que llenan decontenido la cooperacin Sur-Sur. Para ello debemos conocernos

    mejor a travs del fortalecimiento de las comunidades acadmicas delos tres continentes, definiendo agendas comunes en pos de la cons-truccin colectiva de sociedades con justicia social y libertad.

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    NUNCA EN SU HISTORIA Amrica Latina estuvo tan poblada por reg-menes polticos democrticos conforme a los cnones liberales como enlos inicios del siglo XXI. Despus de la sustitucin de los gobiernos delPartido Revolucionario Institucional (PRI) por el de Vicente Fox enMxico, ligado al hasta entonces opositor Partido Accin Nacional(PAN); la reconversin de los movimientos guerrilleros de Guatemala yde El Salvador hacia la lucha institucional; la reconquista formal de lainstitucionalidad en Hait; la sustitucin del rgimen de Fujimori por elde Alejandro Toledo en Per; la instauracin de un proceso formal dealternancia institucional en Paraguay con el fin del gobierno del generalStroessner; y con la transicin de las dictaduras militares a regmeneselectorales en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Bolivia, AmricaLatina habra instaurado el reinado de regmenes polticos democrti-cos prcticamente en el conjunto del continente. Slo Cuba mantendraun rgimen que no se corresponde con los criterios liberales de demo-

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    Emir Sader*

    Amrica Latina en el siglo XXI**

    * Director del Laboratorio de Polticas Pblicas (LPP), Universidad del Estado de Rode Janeiro (UERJ), Brasil.

    **Artculo publicado en Sader, Emir 2004La venganza de la Historia. Hegemona y contra-hegemona en la construccin de un nuevo mundo posible (Buenos Aires: CLACSO).

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    cracia. Incluso el gobierno de Hugo Chvez, en Venezuela, por ms quesea acusado por la oposicin de dictatorial o autoritario, se instal con-forme a las normas liberales, mediante elecciones y un conjunto de ple-biscitos que aprobaron una nueva Constitucin para el pas.

    Es como si, despus de haber sido en dcadas anteriores un con-tinente de revoluciones, y de haber pasado a ser un continente de con-trarrevoluciones, se impusiera una especie de sntesis equilibrada delos dos momentos bajo la forma de democracias generalizadas, quellegaron para quedarse. Regmenes apoyados y legitimados por el votopopular que, poniendo en prctica polticas con la aprobacin de lamayora de la poblacin, expresaran la modalidad latinoamericana deinsercin en el modelo de democracia liberal vigente en Estados

    Unidos y en Europa. Algunos autores llegaron a formular lo que serael fin de la utopa latinoamericana, como Jorge Castaeda en su libro

    La utopa desarmada (Castaeda, 1994), y la rendicin del continenteal liberalismo anglosajn, prenunciando el bao de liberalismo al quefue sometido en las dos dcadas posteriores.

    Estas dos dcadas presenciaron las mayores transformacionesconcentradas de la historia latinoamericana. Esto exige un balance queposibilite no solamente entender la naturaleza de aquellos regmenes,

    sino tambin saber en qu medida permitieron el avance hacia la cons-truccin de sociedades democrticas, para as comprender al mismotiempo lo que es Amrica Latina, sus problemas y sus potencialidades.

    Amrica Latina vive, de forma ms clara desde la mitad de losaos noventa, su peor crisis econmica y social desde los aos treinta.Sus economas revelan una enorme fragilidad externa y su insercininternacional presenta un bajo perfil, tanto econmica como poltica-mente. Qu relacin tuvo la democracia con este cuadro? Una prime-ra y apurada respuesta sera atribuir a esta la responsabilidad, total o

    parcial, por la crisis de estos regmenes. Coinciden en el tiempo su ins-tauracin o reinstauracin y el surgimiento, de forma cada vez msacentuada, de los factores de crisis. De tal manera que el neoliberalis-mo, como poltica econmica y como ideologa, se torn una expre-sin aparentemente indisociable de tales regmenes democrtico-libe-rales. El peso de la crisis reposa, en realidad, en las polticas econmi-cas y en la ideologa que pas a presidir los nuevos gobiernos, conefectos directos en la poltica.

    Otra respuesta posible es considerar que estos regmenes nocorresponden a democracias reales. O que tales regmenes, demo-crticos o no, no son compatibles con las condiciones necesarias

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    para la solucin de la crisis del continente visiones que discutire-mos ms adelante.

    Resulta significativo que durante los aos de ascenso y apogeodel neoliberalismo en Amrica Latina los presidentes lograron serelectos y reelectos casi automticamente, como aconteci de formallamativa con Menem, Fujimori y Fernando Henrique Cardoso. Comoreflejo de su fase de agotamiento y decadencia, sucedi exactamentelo contrario: los presidentes electos que no rompieron con el neolibe-ralismo perdieron rpidamente legitimidad, como ocurri principal-mente en el caso de Fernando de la Ra, Snchez de Lozada yAlejandro Toledo, y otros como Vicente Fox, Ricardo Lagos y JorgeBattle. La eleccin de Lula, as como la de Lucio Gutirrez, coloca por

    primera vez en la presidencia a candidatos que en sus campaas elec-torales proponan romper con las polticas neoliberales y abrir unnuevo perodo histrico en Amrica Latina.

    AMRICA LATINA ANTES DEL NEOLIBERALISMO

    Amrica Latina vivi tres perodos claramente diferenciados a lo largodel siglo XX: en el primero, prcticamente una extensin del siglo XIX,predominaron las economas primario-exportadoras, orientadas por lasteoras del comercio internacional basadas en el concepto de ventajascomparativas. A estos modelos de acumulacin correspondan regme-nes polticos oligrquicos, en los cuales las distintas fracciones de las eli-tes econmicas disputaban entre s la apropiacin del estado y, a partirde all, de los recursos de exportacin y del comercio exterior en general.

    Hasta principios del siglo XX, Amrica Latina no tuvo importan-cia y peso significativo en el plano mundial, salvo como campo deexplotacin de las potencias coloniales. Ningn gran fenmeno, ni nin-

    gn gran personaje reconocido internacionalmente, tuvieron impactoen la escena internacional, ni siquiera las revoluciones de independen-cia que permanecieron a la sombra de la revolucin norteamericana.

    La transformacin ms importante del siglo XIX, despus de laindependencia, fue el ingreso de EE.UU. en el campo de las nacionesimperiales con la incorporacin de vastos territorios mexicanosincluyendo California, Texas y Florida, la guerra hispanoamericana,y la tutela que EE.UU. pas a ejercer directamente sobre Cuba y

    Puerto Rico, adems del diseo ya anticipado por Jos Mart de suproyecto hegemnico sobre el conjunto del continente, explicitado enla Doctrina Monroe.

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    En compensacin, apenas iniciado el siglo XX, el continenterevel qu tipo de siglo lo aguardaba con la masacre de los minerosen Santa Mara de Iquique, en el norte de Chile, y especialmente conla Revolucin Mexicana, que represent el ingreso definitivo de

    Amrica Latina en la agenda de los grandes acontecimientos histri-cos de dimensin mundial. Su imagen se proyect sobre todo el con-tinente, primeramente en la cultura y el imaginario campesino, perotambin en lo relativo a la posibilidad de proyectos polticos confuerte peso de las cuestiones nacional y agraria, que por muchotiempo determinaran la pauta poltica de los movimientos popula-res en el continente. La revolucin mexicana atrajo la atencin de losrevolucionarios del mundo entero, relativizada solamente por el sur-

    gimiento de la revolucin sovitica, que plante por primera vez laposibilidad de que un poder obrero y campesino substituyese el capi-talismo por el socialismo.

    Simultneamente, el continente pas a revelar nuevas dimensio-nes de sus conflictos sociales y de la constitucin de nuevos sujetospolticos, como fruto del proceso de urbanizacin y de los momentosiniciales de los procesos de industrializacin. Ejemplos de ello fueronla reforma universitaria de Crdoba, en Argentina; la fundacin de los

    partidos comunistas; los movimientos de rebelda de sectores de clasemedia, como el tenentismo en Brasil, el APRA en Per y el radicalismoen Argentina, que desembocaron en la crisis de 1929 y en las distintasreacciones a la misma, al anunciar el primer gran marco de un nuevoperodo histrico en el continente.

    En una Amrica Latina afectada profundamente por la crisis de1929, en prcticamente todos sus gobiernos, conservadores o progre-sistas, fueron sustituidos como efecto de los estremecimientos de losmodelos exportadores cuestionados por la recesin internacional.

    Fenmenos como la rebelin campesina en El Salvador, dirigida porFarabundo Mart, la lucha antiimperialista de Sandino en Nicaragua,la repblica socialista en Chile, la revolucin de 1930 en Brasil, elmovimiento semi-insurreccional que derrib la dictadura de GerardoMachado en Cuba, entre varios otros movimientos anlogos, pertene-cen a este tipo de movilizaciones populares que desembocaron, en

    varios pases, en gobiernos nacionalistas, siendo Getlio Vargas enBrasil, Lzaro Crdenas en Mxico y Pern en Argentina, sus ms

    conocidas expresiones.En las dcadas posteriores a la crisis de 1929, varios pases del

    continente desarrollaron polticas sobre las que tiempo despus la

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    Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL) teori-zara bajo el nombre de industrializaciones sustitutivas de importa-ciones, y que posibilitaron, valindose del vaco dejado por la rece-sin en el centro del capitalismo, el avance de uno de los fenmenos

    econmico-sociales ms relevantes e innovadores del siglo XX: laindustrializacin aunque atrasada y dependiente de pases de laperiferia del capitalismo. Hasta entonces, la divisin entre el centro yla periferia del sistema camuflaba en lo inmediato aquella existenteentre economas industrializadas y primario-exportadoras, entresociedades urbanizadas y agrarias, con mecanismos evidentes deintercambio desigual entre las mismas. Desde aquel momento se for-man nuevos bloques en el poder, hegemonizados por fracciones indus-

    triales de las burguesas locales, con participacin, aunque subordina-da, de fracciones de las clases subalternas, en general representadaspor sus sectores urbanos sindicalizados.

    Este proceso de industrializacin permiti el surgimiento y for-talecimiento de las clases trabajadoras en varios pases latinoamerica-nos, modificando el panorama social y poltico en el continente, quesent las bases para la constitucin de las primeras fuerzas polticasde las clases dominadas, centradas en el movimiento sindical, ya sea

    de carcter clasista o con liderazgos populistas. Basados en alianzaspolticas dirigidas por proyectos nacionales, varios pases del conti-nente vivieron significativas experiencias populares, que representa-ron la primera gran aparicin del movimiento de masas. Fue el pero-do de mayor crecimiento econmico en pases como Argentina,Mxico, Brasil, Chile y Per, entre otros, que transformara su fisono-ma en pocas dcadas, ms rpidamente que en los siglos anteriores.No por casualidad los pases que tenan el mayor desarrollo econmi-co relativo y que se haban valido de forma ms directa de la crisis de

    1929 para implementar su proceso de industrializacin Mxico,Brasil y Argentina tendran como fuerza poltica predominante parti-dos o lderes que privilegiaron la cuestin nacional sobre la cuestinde clase, dejando en un segundo plano a los partidos clasistas.

    Este perodo comienza a agotarse con el fin de la guerra deCorea y de la tregua que los pases imperialistas fueron obligados aconceder por la recesin y, posteriormente, por las economas de gue-rra impuestas con motivo de la deflagracin de la Segunda Guerra

    Mundial (1939-1945). Esto ya se haba prenunciado con el cambio delescenario internacional al iniciarse la Guerra Fra, que coloc a lospartidos comunistas en la ilegalidad, teniendo efectos ms directos en

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    los pases en que estos partidos tenan un papel poltico ms impor-tante, como Chile y Brasil, por ejemplo, pero con efectos en todosellos, afectando particularmente las alianzas polticas y los espaciospara el movimiento sindical.

    El perodo termina finalmente a mediados de los aos sesenta,conforme al proceso de internacionalizacin de las economas, la con-solidacin de las grandes corporaciones multinacionales y el estrecha-miento de los espacios nacionales de acumulacin. El gobierno delFrente Popular en Chile, la revolucin boliviana de 1952, y el movi-miento llamadoBogotazo en Colombia en 1948, como reaccin popu-lar al asesinato del dirigente liberal Jorge Elicer Gaitn, son algunasde las mayores convulsiones del perodo, que tendr en la Revolucin

    Cubana su momento ms importante.El nuevo perodo presenciar una disputa poltica entre tres

    proyectos diferentes: la alternativa socialista en el continente introdu-cida por la revolucin cubana, el proyecto de nacionalismo militar deVelasco Alvarado en Per, y el de la dictadura militar en Brasil. Lostres disputaban el espacio dejado por el agotamiento del modelo desustitucin de importaciones en el plano econmico y por las crisis delos regmenes democrtico-liberales, con golpes militares en varios

    pases, especialmente en el Cono Sur latinoamericano.Este nuevo perodo fue introducido por los golpes militares enBrasil y Bolivia en 1964, seguidos por otros similares en Argentina en1966 y 1976, en Bolivia nuevamente en 1971, y en Chile y Uruguay en1973. En poco ms de una dcada, los regmenes polticos democrtico-liberales de la subregin fueron todos reducidos a dictaduras militaresorientadas por la doctrina de seguridad nacional. En el caso brasileo semantena todava una poltica de desarrollo industrial, pero con uncarcter ya fuertemente antipopular por la represin de los salarios y los

    sindicatos y con un rol hegemnico de las corporaciones multinaciona-les por la internacionalizacin de la economa. Sin embargo, a partir delpasaje del capitalismo a su largo ciclo recesivo a mediados de los aossetenta y de la crisis de la deuda de los pases latinoamericanos en 1980-1981, las economas del continente entraron en conjunto en una faserecesiva, en la cual se generaron las condiciones para la adhesin a losmodelos neoliberales, cerrndose definitivamente el perodo desarrollis-ta y generndose consensos en torno al combate contra la inflacin y la

    estabilidad monetaria, motores del neoliberalismo en Amrica Latina.La transicin al perodo siguiente se da con la crisis de la

    deuda, desatada en 1980, que engendr dficit en las balanzas de

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    pagos que tornaron inviables los proyectos de desarrollo para laregin. La dcada del ochenta fue denominada la dcada perdida,bsicamente porque los gobiernos se dedicaron sobre todo a lograrsaldos comerciales que disminuyesen los datos de aquellos dficits.Las hiperinflaciones englobadas en ese proceso seran referencias fun-damentales para que los objetivos de desarrollo fuesen sustituidos porlos de estabilidad monetaria, palanca de enraizamiento del neolibera-lismo en Amrica Latina.

    EL NUEVO CONSENSO: EL COMBATE A LA INFLACIN

    Amrica Latina fue cuna y laboratorio de experiencias del neoliberalis-

    mo. Fue en el combate a la hiperinflacin boliviana que Jeffrey Sachspudo testear los modelos de estabilidad monetaria que despus fueronexportados a pases del Este europeo. Fue en el Chile de Pinochet quelos economistas de la Escuela de Chicago, bajo la direccin de MiltonFriedman, encontraron las condiciones polticas propicias para experi-mentar sus propuestas de apertura econmica y desregulacin.

    El combate a la inflacin fue la piedra angular de la construccindel modelo hegemnico neoliberal. Los diagnsticos que llevaron a laspolticas de desregulacin fueron aquellos que atacaron a la inflacincomo la fuente de los problemas que condujeron a la estagnacin eco-nmica, al deterioro de los servicios sociales y de la infraestructura delestado, y al empobrecimiento generalizado de la poblacin. Los argu-mentos del impuesto inflacionario y del ataque al accionar del estado,cuyo dficit sera la fuente de la inflacin, gozaron de gran aceptacin ydemostraron, en el momento de su aplicacin, su eficacia inmediata.

    Rpidamente se propag el efecto de tales laboratorios, multi-plicado por la nueva moda liberal difundida por el do Reagan-

    Thatcher, reproducida tambin a gran velocidad por los rganos dedivulgacin internacionales y retomada localmente por los medios decomunicacin y por los cuadros econmico-tecnocrticos del grancapital. Chile pasaba por un proceso de modernizacin econmica,Bolivia consegua superar la hiperinflacin los resultados se contra-ponan a los precios que eran pagados por esas amargas medicinas.

    Chile volva a ser un pas exportador, con su economa basadaen las ventajas comparativas del cobre, las frutas, la madera y la

    pesca, abandonando su nivel intermediario de desarrollo industrialapoyado en el Pacto Andino, y volviendo a importar masivamente pro-ductos industrializados. En el plano social, habiendo sido uno de los

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    pases con los mejores ndices, junto con Costa Rica y Uruguay, ahorase aproximaba peligrosamente a los ndices brasileos.

    Bolivia pag con el desmantelamiento de su economa minera elcontrol de la inflacin, desarticulando sus minas y dejando en el des-

    empleo a decenas de miles de trabajadores. La exportacin de gas aBrasil y Argentina sustituy esa actividad econmica, al mismo tiem-po que se expandi la economa cocalera. Una parte de los lderesmineros se traslad al campo, transmitiendo la experiencia del movi-miento sindical a la lucha de los cocaleros.

    Se dio entonces con gran rapidez la proliferacin de lo que ya sehaba convenido en llamar Consenso de Washington, una especie depasaje obligatorio de las economas de todos los pases del mundo,

    para posicionarse en condiciones de retomar el crecimiento econmi-co. La segunda etapa del neoliberalismo que se articul con la rede-mocratizacin y que cont con la conversin de la socialdemocracia aeste modelo se inici en Europa occidental con el viraje del gobiernode Franois Mitterrand en 1983 y fue reproducida rpidamente enAmrica Latina, siendo su expresin emblemtica la conversin neoli-beral del peronismo. Despus del fracaso del gobierno de RalAlfonsn, Carlos Menem realiz una campaa electoral de acuerdo a

    los moldes clsicos del peronismo, centrada en unshock productivo.Sin embargo, inmediatamente despus de las elecciones llam a losms frreos adversarios histricos del peronismo para aplicar las pol-ticas liberales de la Escuela de Chicago en Argentina.

    Si en Europa occidental el carcter hegemnico del neolibera-lismo estaba dado por la adhesin de la socialdemocracia, enAmrica Latina aquellos que personificaban el estatismo, el regula-cionismo y el redistribucionismo fueron corrientes tales como elperonismo, el PRI mexicano y la Accin Democrtica (AD) en

    Venezuela. Uno tras otro, de modo similar a la sucesin de adhesio-nes europeas que siguieron a Mitterrand y Felipe Gonzlez, esos par-tidos fueron adoptando los modelos de ajuste fiscal, estabilidadmonetaria, desregulacin, privatizacin y apertura de las economasal mercado internacional, con polticas que reproducan mecnica-mente los consensos recomendados por el Fondo MonetarioInternacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). En Amrica Latina, losgobiernos de Menem en Argentina, Salinas de Gortari y Ernesto

    Zedillo en Mxico, Carlos Andrs Prez en Venezuela, y FernandoHenrique Cardoso en Brasil, reproducan la conversin de fuerzas decentro-izquierda a los modelos neoliberales.

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    La etapa siguiente fue inaugurada por la crisis mexicana de1994 y definitivamente instaurada por la crisis asitica de 1997, segui-da por la rusa de 1998 y la brasilea de enero de 1999. El pasaje delcapitalismo norteamericano a un nuevo ciclo recesivo desde el ao2001 otorg a esta etapa un acentuado tono de lmite, de extenuacindel potencial hegemnico, con efectos previsiblemente duros sobre laeconoma mexicana caso testigo de la segunda mitad de los aosnoventa y sobre el resto del continente. La crisis argentina puso encuestin la poltica de paridad cambiaria, as como la dolarizacin enEcuador y en El Salvador, evidenciando la necesidad de un nuevohorizonte para proveer nuevo oxgeno al neoliberalismo, cuandoincluso la propia tercera va de Ricardo Lagos en Chile, Fernando de

    la Ra en Argentina, Vicente Fox en Mxico se volvi impotente paraello, imposibilitada de actuar como lo haban hecho los gobiernos deClinton y Blair en EE.UU. e Inglaterra.

    Los fracasos de Fernando de la Ra, Snchez de Lozada yAlejandro Toledo confirmaron cmo los tiempos haban cambiado enAmrica Latina. El mantenimiento de la poltica econmica de ajustefiscal con las promes