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Lección 7 para el 16 de agosto de 2014

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Lección 7 para el 16 de agosto de 2014

“Un mandamiento nuevo os doy:Que os améis unos a otros;

que también os améis unos a otros”

Juan 13:34

“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38)

Desde su niñez hasta la cruz, Jesús mostró una disposición cariñosa y constante a servir a otros, sin tener en cuenta sus propias necesidades.

El amor y la misericordia constante y permanente eran los principios que motivaban todas sus acciones: “como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1)

Los principios básicos que impulsaron sus acciones, y que Él nos invitó a imitar son:

1. El amor al prójimo.2. El servicio abnegado.3. El amor a nuestros enemigos.

“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12)

Jesús repitió en diversas ocasiones el antiguo mandamiento de amar al prójimo (del latín “proximus”, cercano), y vivió de acuerdo con él.

Para eliminar el concepto erróneo de que el prójimo son solamente los judíos(o nuestros amigos), relató la experiencia del “buen samaritano”.

A través de la “regla de oro” (Mt. 7:12) nos enseñó a amar a todos los hombres, tratándolos como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.

“Lo que es de valor ante Dios no son las palabras elocuentes ni la profesión de piedad y santidad, sino las obras de justicia que revelan un carácter como el de Cristo. Obedecer la ley significa ser rápidos para ver las necesidades de nuestros prójimos, y rápidos para ayudarlos sin detenernos a preguntar si ellos creen en las mismas doctrinas que nosotros. Obedecer la ley significa ser la mano ayudadora de Dios para aliviar las necesidades de la sufriente humanidad sin importar las creencias religiosas de los que están en necesidad. Los que hacen esta obra son leales a la verdad de Dios y están viviendo el evangelio”

E.G.W. (Review and Herald, 9 de abril de 1908)

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36)

El servicio abnegado fue, sin duda, un rasgo característico del ministerio de Jesús. Él se compadecía de la gente y procuraba aliviar sus cargas.

Un rasgo característico en la vida de todo creyente, debe ser también la preocupación por las necesidades de los demás.

“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27)

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44)

¿Qué actitud debemos tener con nuestros enemigos?

Hacer buenas acciones con

ellos

Con los que tienen una

actitud hostil

Hablar bien de ellos

Con los que nos ofenden

con sus palabras

Interceder por ellos ante Dios

Con los que abusan de nosotros

Al amar a nuestros enemigos estamos viviendo por encima de los bajos estándares del mundo y evidenciamos nuestra comunión cercana con nuestro Padre celestial.

“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1ª de Juan 2:6)

Podemos amar a nuestros enemigos porque Dios nos amó primero, aun cuando éramos sus enemigos (Rom. 5:10). Cuanto más percibimos y experimentamos el amor del Señor por nosotros, más fluye su amor en nosotros hacia los demás, incluso hacia nuestros enemigos.

Además de renovar diariamente nuestra aceptación de la muerte de Cristo por nosotros, también necesitamos rendirle nuestra voluntad y permanecer en él.

Así como Jesús mismo no buscó su propia voluntad sino la del Padre (Juan 5:30), también nosotros debemos depender de Cristo y de su voluntad. Pues, sin él, no podemos hacer nada.

“En el transcurso de nuestra vida se nos presentan muchas oportunidades de servir. Alrededor de nosotros hay puertas abiertas que conducen al servicio. Mediante el uso correcto del talento del habla podemos hacer mucho para el Maestro. Las palabras ejercen una influencia benéfica cuando están contrapesadas por la ternura y la simpatía de Cristo. El dinero, la influencia, el tacto, el tiempo y la energía, son talentos que se nos han confiado a fin de que seamos más útiles para los que nos rodean, y para que honremos más a nuestro Creador”

E.G.W. (Cada día con Dios, 29 de febrero)