le monde - quienes son los jovenes ni ni

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  • Efectismo, amenaza y golpe bajo constituyen el aura im-plcita que rodea la nocin de ni-ni, esa denominacin tan extendida que alude a los j-

    venes que no trabajan ni estudian. El so-cilogo francs Louis Wacquant invita a prestar atencin al poder constitutivo que tienen los discursos sobre las realidades. La forma en que nombramos los proble-mas configura y da sentido a su interpre-tacin, as como tambin impone lmites a sus posibles transformaciones. La refe-rencia parece oportuna para debatir esta categora.

    De un uso inicial algo crptico y para ex-pertos, la expresin que tanto encubre como limita se ha generalizado y ahora es de uso comn. En un sentido positivo, es un fanal para identificar y tematizar, de mane-ra novedosa, un antiguo problema social. Como sealaron los politlogos Guillermo ODonnell y Oscar Oszlak hace ya ms de treinta aos, el reconocimiento colectivo de un problema social es el paso que habili-ta la bsqueda de respuestas polticas.

    En la Argentina, la discusin de los dos ltimos aos se ha centrado en la dimen-sin cuantitativa: cuntos jvenes estn incluidos en ese doble cruce. Por legti-mo que resulte, ese inters dej de lado la preocupacin por el contenido del con-cepto y las diversas dimensiones del pro-blema al que alude. En otros casos, el foco estuvo puesto en la comparacin con las estadsticas internacionales. As utilizado, el concepto resulta insatisfactorio tanto para pensar la cuestin juvenil como pa-ra establecer qu impactos tuvo en esa ge-neracin el ciclo de mejoras econmicas y sociales de los ltimos diez aos.

    En el reciente lanzamiento del Plan Progresar que otorga 600 pesos a los j-venes de 18 a 24 aos desocupados o con empleos informales a cambio de que acre-diten el curso de estudios se evit echar mano a esta etiqueta que muchas veces clausura ms opciones de las que abre. Por el contrario, se hizo hincapi en una

    accin de respaldo a estudiantes evitan-do cargar las tintas en lo que no hacen los jvenes.

    Atractivo ideolgicoLa denominacin ni-ni ha resultado muy eficaz para sealar las dificultades que atraviesa una parte de la juventud para sos-tenerse en circuitos sociales valiosos. Sin embargo, la expresin tambin tiene deri-vaciones simblicas respecto de temores e incertidumbres colectivas. Hay un rebote de significado del concepto ni-ni hacia la peligrosidad que significaran esos jvenes para el resto de la sociedad. Se trata de un sentido que palpita cada vez que se utiliza el concepto, aunque no se lo explicite.

    Las expresiones ni-ni y otras como desercin escolar o crisis de la educa-cin son lo que se conoce como atractivos ideolgicos. Se trata de conceptos que no permiten describir o explicar cabalmente una realidad, porque no estn elaborados desde el trabajo cientfico o la reflexin sistemtica y, por lo tanto, no se referen-cian en un marco conceptual capaz de or-denar la complejidad de la realidad.

    Son, por el contrario, etiquetas, deno-minaciones instantneas muy ocurrentes, sustentadas sobre alguna evidencia emp-rica. Como no son capaces de explicar ri-gurosamente una problemtica, pero son expresiones a travs de las que una parte de la sociedad se explica lo que pasa, re-sulta necesario sealar sus limitaciones e intentar reconstruir el problema al que in-tentan aludir desde una perspectiva ms completa y consistente. En el caso de los ni-ni, una dimensin es la escolariza-cin, otra la insercin laboral, y otra, muy distinta a las anteriores, las preocupacio-nes o temores que despiertan los jvenes en situacin de pobreza.

    Debajo de la etiquetaLa referencia a los jvenes ni-ni trae im-plcita la suposicin de que la pertenencia a ese universo es una decisin de carcter personal, fruto de la voluntad de los acto-

    res. Es personal, sin duda, la decisin de dejar la escuela o no incorporarse al mer-cado de trabajo. Pero esta perspectiva omite que no hay decisin subjetiva que no se tome en el marco de las condiciones sociales en las que cada sujeto se inserta. El secretario de Educacin mexicano y reconocido demgrafo Rodolfo Tuirn, en un trabajo sobre el caso de su pas, se-ala que hay que tener en cuenta otras dos causas que escapan al control individual: el contexto macrosocial y la pertenencia

    a entornos familiares poco propicios. Si tenemos en cuenta esta perspectiva, ms que de ni-ni, habra que hablar de jve-nes colocados en un proceso de doble pri-vacin y de doble exclusin, en el que to-man decisiones limitadas por las alterna-tivas que el contexto provee.

    Por un lado, la doble exclusin com-promete su presente y su futuro, y la doble privacin tambin al decir de Tuirn les impone una dificultad para desarrollar un proyecto de vida, debilitando su autoesti-ma en una fase formativa. Una visin din-mica de la racionalidad con que los jvenes toman decisiones debe explorar tambin cmo funcionan las instituciones educa-tivas y del mercado de trabajo pues existe bastante evidencia de que, sobre todo pa-ra los sectores ms pobres, es la escuela la que los abandona a ellos y no a la inversa. Igualmente, sea cual sea su voluntad res-pecto del mundo laboral, ciertas regula-

    ciones implcitas que existen en ese mbito pueden dejarlos afuera por motivos poco transparentes. Por ejemplo, las empresas que discriminan a jvenes tatuados o do-miciliados en villas de emergencia. Es ese marco hostil el que produce a los ni-ni, y no los comportamientos de los chicos los que configuran el escenario. Cambia as la direccin de la causalidad.

    Tambin resulta necesario ahondar dentro de la categora ni ni que, como toda la poblacin en edad laboral, se divi-de en activos cuando trabajan o buscan empleo (si lo buscan, pero no tienen, son desocupados) e inactivos, cuando no tie-nen empleo pero tampoco lo demandan. En ambos casos, pueden estar estudian-do o no. La nocin de ni-ni oscurece la relacin con el mundo del trabajo y opa-ca la pertenencia al sistema educativo. El hbrido que se constituye es resultante de analizar de manera binaria la relacin en-tre dos variables cuya combinacin arroja seis categoras distintas: las combinacio-nes de ocupado, desocupado o inactivo con estudia o no estudia. Estas catego-ras, a su vez, deben diferenciarse por g-nero, pues la probabilidad de caer en una de ellas est fuertemente determinada por la pertenencia a un estrato social, y tambin por la condicin de ser varn o mujer, en una sociedad que an mantiene una fuerte divisin sexual de roles.

    Por esta razn, es necesario revisar los supuestos que se les asignan a las dos cate-goras crticas, los desocupados que bus-can trabajo y no estudian y los que son in-activos y no van a la escuela. En relacin con los primeros, existe una discusin so-bre si deben ser incluidos en la categora ni-ni; investigadores del trabajo como Ernesto Kritz sealan que deben quedar afuera de esta caracterizacin porque, si bien son desocupados, son considerados activos por el hecho de buscar trabajo. Por otra parte, se da como implcito que unos y otros no hacen nada, y aqu es funda-mental el anlisis por sexo, ya que, espe-cialmente para las mujeres, se incluye en ese no hacer nada la realizacin de bue-na parte del trabajo domstico de sus ho-gares. Conectando aqu con una histrica reivindicacin feminista, el cuadro cam-biara notablemente si la labor domstica fuese reconocida como trabajo. En esa su-puesta inaccin de las mujeres, deben in-cluirse tambin sus actividades reproduc-tivas: muchas son madres que se ocupan de la atencin de sus hijos.

    En la Argentina, el 15% de los nios que nacen anualmente son de madres de me-nos de 20 aos, y el cmputo comienza en los casos prematuros a los 11 o 12 aos. Tambin hay una dimensin temporal del fenmeno en un doble sentido: es una

    La educacin en debate

    Suplemento#19

    Quines son los jvenes ni-ni?por Mara del Carmen Feijo y Leandro Bottinelli*

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    Existen evidencias, sobre todo paralos sectores ms pobres, de que es la escuela la que los abandona a ellos y no a la inversa.

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  • mos para los que se cuenta con informa-cin (tercer trimestre de 2003 y segundo de 2013). Hay en la actualidad, entonces, unos 159.000 que salieron de la catego-ra ni-ni, es decir, un 12% menos que en 2003. Pero lo ms importante que se ob-serva en la EPH entre 2003 y 2013 es la re-duccin de la desocupacin juvenil. Los jvenes de 12 a 29 aos que estaban des-ocupados en el tercer trimestre de 2003 eran 904.000. En el segundo trimestre de 2013, esa cifra se haba reducido a casi la mitad y la tasa de desocupacin juvenil pas del 26% al 15%.

    La heterogeneidad que contiene la ca-tegora ni-ni dificulta comprender la diversidad y complejidad del fenmeno. Por ejemplo, la reduccin estadstica se-alada fue mayor entre los jvenes de ms

    2003 era de 7,3 millones, mientras que los desocupados eran 900.000, es decir, 13% del total. Pero la tasa de desempleo juve-nil, tambin en el 2003, era muy superior a esta cifra rondaba el orden del 25%, ya que no se estima sobre el total de jvenes, sino slo sobre los activos, que son menos de la mitad del total. Por eso, la importan-te incorporacin de jvenes al empleo que se produjo en todo el perodo (cerca de medio milln en las grandes ciudades) impact visiblemente en el indicador que se utiliza para medir la desocupacin, pe-ro mucho menos en el porcentaje de jve-nes ni-ni, que tiene en cuenta al total de los jvenes y no slo a los activos.

    Por otra parte, un tercio de los jvenes que se encontraban desocupados en 2003 no eran ni-ni ya que estaban estudian-do. De este modo, quienes estaban en esta situacin y consiguieron trabajo en el pe-rodo no contribuyeron a que descendiera el porcentaje de jvenes ni-ni porque no estaban incluidos en esa categora en la me-dicin inicial. Por ese motivo es que la me-jora que se observ en la incorporacin al trabajo de muchos jvenes queda parcial-mente invisibilizada cuando slo se analiza la cantidad o el porcentaje de jvenes ni-ni. Pero adems, el descenso registrado re-sulta insatisfactorio si se tienen en cuenta la dimensin del crecimiento econmico y las mejoras de los indicadores sociales en la ltima dcada. Por otra parte, sigue siendo pobre la calidad de los empleos a los que ac-ceden los jvenes, un aspecto sobre el que nada dice la categora ni-ni.

    Los niveles de escolarizacin, en par-ticular en los adolescentes, son ya altos desde hace varios aos. Quedan por es-colarizar aquellos que viven en contex-tos ms complejos, desafo que debe ser abordado a travs de formatos escolares y propuestas pedaggicas cada vez ms especficas. La finalizacin de la escuela secundaria ms all del acceso al nivel es otro aspecto sobre el que se registraron mejoras moderadas que obligan a replan-tear estrategias en este sentido.

    Ms all de los datos, es insatisfactorio el debate sobre los problemas y la realidad de los jvenes en los estrechos y estigma-tizadores marcos que impone la categora ni-ni. La cuestin tiene una compleji-dad que no logra capturar el cruce super-ficial de dos variables importantes. Como seala la investigadora del Conicet Carina Kaplan en su trabajo Imgenes y discursos sobre los jvenes, en todas las pocas los jvenes necesitan al menos cuatro cosas: tener una perspectiva de futuro, referen-ciarse en un grupo de pertenencia, tener un ideal que d sentido a la vida y gozar de estima social. En una etapa de la histo-ria argentina en que los pisos de algunas discusiones econmicas y sociales se han elevado, no est mal enriquecer tambin el debate respecto de los jvenes.

    Iniciativas como la Asignacin Univer-sal por Hijo o el plan Progresar son positi-vas per se, en tanto implican transferencias de ingresos a hogares de bajos recursos. Pe-ro para que estas iniciativas transformen la realidad de los jvenes a la que se alude con frecuencia con la etiqueta ni-ni, son necesarias intervenciones mltiples, que aborden el problema en funcin de sus ni-chos especficos de constitucin y repro-duccin: recuperar la finalizacin de ciclos escolares; incorporar al sistema educativo a los que estn afuera; disear capacitacio-nes laborales que recuperen los saberes aprendidos en diversas prcticas laborales; generar polticas efectivas de salud sexual y reproductiva. No hay una bala de plata que resuelva el problema. g

    *Investigadores de la UNIPE.

    condicin transitoria en trminos del ciclo de vida de cada uno de los sujetos y es una condicin histricamente cam-biante desde el punto de vista macroso-cial, ya que las polticas sociales tienen una enorme incidencia en los datos, co-mo por ejemplo, la expansin del sistema educativo y el incremento de la obligato-riedad escolar. Seala Tuirn que para el caso de Mxico, los jvenes en situacin de doble exclusin eran el 59% en 1960, mientras que esa proporcin alcanza en la actualidad al 25%. A su vez, su peso puede disminuir o aumentar como parte de un doble fenmeno: por ms oportunidades en el mercado laboral o por mayor inclu-sin en la escuela. Desde el punto de vista de la educacin entendida como un dere-cho sobre todo para los adolescentes de 15 a 18 aos, slo sera deseable que su disminucin fuera resultante del incre-mento de su participacin en la escuela. Es decir, se trata de un nmero que puede mejorar pero no necesariamente por las buenas razones.

    Una visin esttica del proceso social desconoce tambin la heterogeneidad de experiencias previas que los jvenes tienen en la categora, ya que muchos de ellos entran y salen del mercado laboral, a veces como consecuencia de las crisis econmicas y sociales y otras como resul-tado de la dificultad de acceder a empleos decentes y estables, en el marco de la per-sistencia del trabajo informal en la regin.

    En una reciente encuesta de la Orga-nizacin Iberoamericana de la Juven-tud, hay informacin vinculada a la per-cepcin de los jvenes sobre las institu-ciones, dimensin que debe ser tenida en cuenta para el debate de las polticas pa-ra este problema. Para la tercera parte de los entrevistados, la escuela se encuentra severamente cuestionada, tendencia que se acenta en el Cono Sur y Brasil. Si las opiniones sobre los docentes son contro-versiales, hay fuerte acuerdo sobre el mal desempeo de los directores de la insti-tucin en la que estudiaron. En relacin con el trabajo, los jvenes le asignan a la escuela un lugar privilegiado como va hacia un buen empleo, mayor an que el de los contactos sociales. Estas opiniones sugieren que hay todava una gran labor pendiente para producir estrategias arti-culadoras de los mundos de la educacin y el trabajo, superando falsos debates que muchas veces paralizaron este dilogo.

    La informacin disponible En los ltimos aos, los ni-ni volvieron a la agenda meditica nacional a partir del argumento de que haba ms jvenes que no estudiaban ni trabajaban que en 2003. Como no existe un indicador sistematiza-do sobre esta categora, la diferente forma de procesar y presentar los datos puede generar resultados muy diversos y ttu-los periodsticos antojadizos (a veces por negligencia, otras por mala intencin).

    La cantidad de ni-ni puede variar mucho de acuerdo al recorte de edades que se realice y segn si se computa o no a los desocupados. Si se quiere enfatizar el problema puede decirse que son ms de un milln, tomando un grupo amplio de edades: de 12 a 29 aos. Si se considera s-lo a los adolescentes de 12 a 17 aos, la ci-fra se reduce drsticamente hasta 139.000.

    Si se toma la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que se realiza trimes-tralmente en las 28 ciudades ms pobla-das, los jvenes de 12 a 29 aos suman 7,3 millones. Si se considera como ni-ni a aquellos que no estudian y no trabajan (incluyendo en este grupo a los desocu-pados), en la EPH se observa un descen-so importante entre los trimestres extre-

    edad: 20% en la franja entre 24 y 29 aos, 7% en la de 18 y 23, y 4% en la de 12 y 17. En este anlisis, adems, estn incluidos los desocupados, pasando por alto que en esta categora se incluye a quien busca ac-tivamente trabajo y que en el ltimo mes envi currculums o asisti a entrevistas laborales, por lo que la situacin de des-empleo no es una eleccin personal.

    El anlisis por sexo, a su vez, evidencia las mayores diferencias, ya que entre los varones el descenso llega al 20%, mientras que entre las mujeres es del 7%. Estas am-plias diferencias quedan sin explicacin ante la pobreza analtica del concepto ni-ni, que oculta que buena parte de las mu-jeres jvenes que no estudian ni trabajan se dedican al cuidado de sus hijos, fen-meno que no es impactado por las mejo-ras econmicas de un perodo.

    En cuanto a la asistencia escolar, los valores evidencian tambin una mejora general. En el grupo de edad juvenil aso-ciado a la asistencia obligatoria (12 a 17 aos), se registra una reduccin del 10%: de 194.000 a 174.000. Dentro de este gru-po de poblacin, en los aglomerados urba-nos, la tasa de escolarizacin se encuentra ya en el 93%. En el resto de los grupos de edad, el crecimiento de escolarizacin ha sido muy moderado, con incrementos en las tasas de slo un punto porcentual.

    Una nueva etapaLa reduccin de jvenes que no estudian ni trabajan en la ltima dcada es visible, aunque moderada. Esta realidad se expli-ca, en parte, por las limitaciones de la ca-tegora ni-ni. En primer lugar, debe te-nerse en cuenta que el total de jvenes en

    II | La educacin en debate Quines son los jvenes ni-ni?

    Jean Metzinger, Tte de jeune fille, 1914 (Gentileza Christies)

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    MandatosEl caso de los estudiantes padres es ms complicado que el de las madres. Las ado-lescentes muchas veces son castigadas por la familia pero, en general, cuando ha-blamos con la mam o la abuela que est a cargo logramos que vuelva a la escuela. Al varn, en cambio, la sociedad le impone una responsabilidad: tuviste un hijo y te-ns que laburar. No queda otra. Y, encima, a veces no resulta fcil conseguir traba-jo. (Mariela Larrayoz, profesora de Edu-cacin Fsica y referente del Programa de Retencin escolar de alumnas/os madres/padres y embarazadas en la E.E.M. N 2 de Mataderos y en la E.E.M. N 1 de Liniers)

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  • Generarlos s-s

    La educacin en debate | III

    Los nombro desde sus potencialidades

    Julin Domnguez, presiden-te de la Cmara de Diputa-dos, anuncia en esta entre-vista la elaboracin de un proyecto de ley integral para

    abordar la problemtica de los jvenes que no estudian ni trabajan. Espera que en el primer semestre del 2014 los dipu-tados puedan tratarlo en el recinto.

    Por qu hay un sector de jvenes que no estudia ni trabaja?Los jvenes de entre 15 y 24 aos fuera del ambiente educativo y del mercado digno de trabajo constituyen una re-sultante de factores estructurales con expresiones econmicas, sociales e in-cluso de orden cultural. Pretender una simplificacin causal de esta realidad conduce a un diagnstico de riesgosa parcialidad y genera conceptualizacio-nes estigmatizantes y discriminatorias hacia ese sector. A su vez, la compleja multicausalidad no puede constituir-se en una barrera para ingresar en la problemtica y para proponer inno-vadoras respuestas, en armona con el rumbo inclusivo del proyecto nacional y popular inaugurado en el 2003.

    La responsabilidad de la exclusin es del Estado, de la escuela, de las em-presas o de las familias?Me detengo en la responsabilidad del Estado. Qu factores de la poltica p-blica incidieron para que los jvenes que no estudian ni trabajan hayan des-cendido, segn UNICEF, del 22,9% des-de el 2003 hasta el 18,7% en 2012? No podemos dejar de sealar la legislacin del mbito educativo, definiendo la se-cundaria como obligatoria y fijando el piso de la inversin para el sector en el 6% del PBI. Tampoco la directa inciden-cia de la Asignacin Universal por Hijo en los hogares ms pobres, as como los tres millones de nuevos empleos junto a los mltiples programas de desarro-llo social y trabajo en el orden nacional, provincial o municipal. No obstante, los 850.000 jvenes sobre todo mujeres que permanecen en este universo nos renuevan el compromiso.

    Qu proyectos existen en la Cmara de Diputados para atender a los jve-nes que no estudian ni trabajan?Se ha convocado a representantes ca-lificados y comprometidos con la te-mtica para avanzar en un proyecto de ley que profundice el compromiso del Estado, incluyendo los aportes de las organizaciones sociales, las iglesias, los trabajadores organizados, los em-presarios. La intencin es estructurar un sistema integrado, dinmico, moti-vador, con especial nfasis en lo local y comunitario, con ofertas interdisci-plinarias y nuevas oportunidades para completar estudios y creando, asimis-mo, condiciones para una mayor incor-poracin al mercado registrado de tra-bajo. Esta iniciativa, como poltica de

    Claudia Bracchi es clara: Yo no nombro a los jvenes des-de sus carencias, los nombro desde sus potencialidades.

    La directora bonarense de Educacin Secundaria sienta su posicin sobre la categora de jvenes que los medios de comunicacin dieron en llamar ni-ni: ni estudian ni trabajan. Pre-fiere hacer hincapi en la importancia de las polticas pblicas para mejorar los ndices de acceso, permanencia y terminalidad en la escuela media.

    Por qu cuestiona la utilizacin de la categora ni-ni?Es una categora que se instal mu-cho en el sentido comn. Me parece importante dar la discusin, porque hace referencia a lo que los jvenes no hacen y deja de lado lo que s ha-cen. En realidad, a esos ni-ni se los analiza desde el punto de vista labo-ral y all entran aquellos que no tie-nen trabajo, pero tambin aquellos que no lo tienen pero lo estn bus-cando. Y esto no se explicita. Cuan-do en los medios de comunicacin se ven ciertas referencias, hay una di-mensin de prejuicio importante.

    Es una categora que estigmatiza?Muchos de estos jvenes tal vez no tra-bajan dentro del mercado formal, pe-ro hacen tareas en sus casas o cuidan a sus hermanos porque los padres estn trabajando. Esta es una forma de ayu-dar al sostenimiento familiar. En ese grupo de ni-ni entraran todas estas trayectorias. Se construye una imagen estereotipada vinculada a una juven-tud que se presenta como violenta o pe-ligrosa. En realidad, lo que uno tendra que ver es qu cosas le falta generar to-dava al Estado para que estos jvenes tengan una inclusin real y estn inte-grados socialmente.

    En qu aspectos el Estado ha avan-zado para incluir a este grupo?Las distintas polticas que se estn implementando tienen como objeti-vo generar condiciones para que to-dos puedan ir a la escuela secundaria. Han ingresado jvenes que antes no iban a la secundaria y esto tiene que ver con polticas activas de un Esta-do que est presente. Que haya oferta de educacin secundaria donde an-tes no haba genera condiciones para que aquellos jvenes que abandona-ban tempranamente el sistema edu-cativo ahora estn adentro. Tambin son importantes las polticas de in-clusin activa. La escuela secunda-ria tiene una matriz selectiva desde su propia constitucin, pero se estn tratando de generar otras matrices para que la escuela posibilite otras trayectorias de vida y, por ende, otras trayectorias educativas.

    Estado, se fortalece con el anuncio rea-lizado por Cristina Fernndez de Kir-chner del Programa Progresar, al cual nuestro proyecto procura brindarle mayores soportes legislativos. Confia-mos en que el primer semestre del 2014 podamos presentar el proyecto. Estoy convencido de que es posible transfor-mar la mal llamada generacin ni-ni en s-s: s al acceso, permanencia y finalizacin del nivel secundario, ga-rantizando una efectiva universalidad.

    Por qu la caracterizacin del pro-blema lleva dos dcadas y las polticas no hicieron desaparecer el tema de la agenda pblica?Por los efectos devastadores del neo-liberalismo, inspirado en los aos no-venta en el Consenso de Washington. En parte, este dato explica por qu este problema tiene una extensin latinoa-mericana. La mayora de los gobiernos democrticos y progresistas de la regin lo han asumido de un modo u otro en sus respectivos programas de gobierno.

    Cree que es adecuada la denomina-cin ni-ni? Esta denominacin, asumida como una categora sociolgica, resulta ne-gativa. Tiene una carga peyorativa, y a su vez se incorpora al lenguaje corrien-te con cierta frivolidad. Hasta parecie-ra congelar y unificar una situacin que por cierto es dinmica y diversificada. Tambin es probable que la denomina-cin no contribuya a efectuar otro tipo de anlisis, como por ejemplo el enfo-que de gnero, las causas del abandono escolar secundario, la utilizacin de al-gunos de estos jvenes para conductas ilcitas, el comportamiento en la oferta de trabajo no registrado, entre otros.

    La caracterizacin de ni-ni refuer-za la estigmatizacin de los jvenes como grupo socialmente peligroso?Lo peligroso en estos jvenes es el da-o que les provoca la exclusin social y es nuestro deber reencontrarlos con sus derechos a una plena inclusin socio-educativa-laboral. Podemos posicionar-nos en este momento histrico con espe-cial nfasis en los jvenes por los profun-dos avances que se han producido en la progresiva reduccin de la mortalidad infantil, en la cobertura plena de la ma-trcula escolar primaria, en la incorpo-racin tecnolgica y en un mayor reco-nocimiento de los nios como sujetos activos de derechos. Uno de los aspectos clave de ampliar y profundizar la res-puesta para los jvenes de los cuales nos estamos ocupando es la de continuar las transformaciones educativas que inva-riablemente deben tener a los propios docentes como protagonistas activos. g

    Por ejemplo?Me refiero, por ejemplo, a la incorpo-racin de salas maternales en escue-las secundarias para que aquellas chi-cas o chicos que son mams o paps tempranamente no dejen la escuela. Son esos espacios puente que el Esta-do, como responsable de garantizar la obligatoriedad, tiene que desarrollar para acompaar las trayectorias vita-les de los jvenes. La escuela es la que tiene que ir modificando su organiza-cin institucional y curricular para acompaar este proceso.

    Cules son los principales motivos de desercin? En muchos casos surgen problemas cuando los chicos se insertan tempra-namente en el mundo del trabajo. Una de las tareas que tenemos no es slo cmo generamos condiciones para el ingreso a la escuela secundaria, sino tambin cmo trabajamos para que aquellos que ingresan se queden y terminen la escuela. Esto, de a poco, est cambiando; hay ms chicos que estn completando su escolaridad.

    Existe un crculo vicioso por el cual hay jvenes que dejan la escue-la para trabajar y, al mismo tiempo, la falta de ttulo no les permite con-seguir trabajo de calidad?Muchas trayectorias a veces son in-terrumpidas, y es el propio mundo del trabajo el que luego les demanda a los jvenes mayor calificacin. Los chicos vuelven al sistema educativo porque entienden que el ttulo les va a generar mejores condiciones para ac-ceder a un trabajo no precario.

    Qu cuestiones faltan resolver? La secundaria va cambiando lenta-mente. Quienes piensan que va a cam-biar de un da para otro se sostienen sobre un pensamiento mgico. Sabe-mos que hay muchos que todava es-tn fuera del sistema y el Estado tie-ne que generar condiciones para que ingresen y permanezcan. Por eso es necesario volver sobre las representa-ciones que tenemos sobre estos jve-nes. Vamos a considerar de antemano que ellos no hacen otras actividades? La mirada tiene que ser mucho ms amplia y nosotros reconocemos que hay distintas trayectorias vitales de los jvenes y que el Estado tiene que crear condiciones para que puedan incorporarse al sistema educativo. La escuela tiene que estar preparada pa-ra trayectorias que son diversas, hete-rogneas y contingentes. Tambin es un cambio cultural. g

    *Licenciado en Ciencias de la Comunicacin (UBA) y docente; colabora con el equipo editorial de UNIPE.

    por Diego Herrera*

    JULin DomngUEz, prEsiDEntE DE LA CmArA DE DipUtADos

    CLAUDiA BrACChi, DirECtorA DE EDUCACin sECUnDAriA DE LA provinCiA DE BUEnos AirEs

    Mam no quisoDej el colegio porque me haba queda-do embarazada. Igual, justo me haban dejado libre por las faltas. Llegaba siem-pre tarde porque se me pasaba el colec-tivo, no es que faltaba. De ese colegio no me gustaba nada. Cuando me enter de mi embarazo pens en seguir estudian-do, pero en ese momento mi mam no quiso. Cuando tenga al beb voy a reto-mar los estudios, capaz que vaya a la no-che. Los colegios tendran que tener un lugar para que te cuiden al beb. Y una vez que termine el colegio voy a traba-jar. (Patricia Ruiz Daz, 16 aos, barrio de Boedo, Ciudad de Buenos Aires)

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  • Un universo heterogneo Si no vienen, vamos a

    buscarlos

    El socilogo Nstor Lpez es coordinador de programas del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educa-

    cin de la UNESCO. Public varios tra-bajos sobre la educacin secundaria en contextos desfavorecidos. Aqu habla sobre los jvenes mediticamente lla-mados ni-ni.

    Qu valoraciones encierra la catego-ra ni-ni?Es llamativo que algo se defina por lo que no es. Salvo que se tenga un nivel de frustracin muy grande, uno mismo se define por lo que es. El ttulo ni-ni expresa la posicin del investigador, del decisor de polticas, de la persona que est mirando el fenmeno desde afuera, y pone en evidencia una expectativa: los adolescentes o jvenes tienen que estu-diar o trabajar. Detrs de esa categora hay un componente normativo fuerte. Pero, adems, ese universo es extrema-damente heterogneo y una categora que engloba situaciones tan diversas pierde legitimidad.

    Qu situaciones se incluyen bajo esta denominacin?En Amrica Latina, alrededor del 80% de los ni-ni son mujeres que estn rea-lizando tareas domsticas o de cuidado en el hogar. Despus hay otro grupo en situaciones de extrema exclusin, pe-ro tambin sectores medios. Hasta uno podra decir que existen los ni-ni de clase alta, o sea, los chicos que se per-miten un tiempo de no hacer nada para disfrutar de la vida. Se habla de los ni-ni como de un grupo peligroso, en ries-go, cuando en realidad la gran mayora son mujeres que estn en la casa. De esa manera se est invisibilizando a la gran mayora que forma parte de ese grupo.

    La labor domstica debe conside-rarse trabajo?Hay una reivindicacin de la tarea domstica como un trabajo que de-be ser valorado como tal por el apor-

    El bachillerato popular La Espe-ranza funciona en el barrio Li-bertador Partido de San Mar-tn desde 2010, cuando algu-

    nos de sus actuales docentes detectaron que la mayora de los vecinos no haba terminado la escuela secundaria. Es un barrio nuevo, con asentamientos que tienen de diez a quince aos. Hay mu-cha gente del interior y bastante pobla-cin paraguaya, explica Guillermo Sal-dao, profesor de Comunicacin en el bachi, como lo llaman en la zona.

    Segn el docente, los bachilleratos populares han desarrollado estrategias novedosas para sostener la escolaridad de sus estudiantes: En la educacin formal se da algn llamado telefni-co, pero es ms bien excepcional. Ac, cuando un chico no viene dos clases, vamos a buscarlo. Y agrega: En gene-ral no es que vuelven a cursar los cinco das pero meten algn cuatrimestre. Adems se ofrece otro tipo de activida-des: Una o dos veces por mes se arma algn festival, se han organizado cam-peonatos de truco, teatro, un montn de cosas. Entonces hay herramientas de contencin ms all del aula, se bus-ca transcenderla.

    te que hace al funcionamiento de la sociedad y de la economa. Lo que es importante destacar tiene que ver con qu proyecto de vida se articula alrededor de ese tipo de trabajo. Es el espacio privado el lugar de cons-truccin de un proyecto de vida de-seable? Es una discusin compleja. Uno en principio siente que no, que all hay un gesto de resignacin, de renuncia a la construccin de un proyecto de vida que tenga que ver con la proyeccin pblica.

    Es habitual que quien debe dejar la escuela para trabajar tampoco pueda ingresar al mercado laboral? Difcilmente alguien que no tenga un ttulo secundario consiga un trabajo. Uno se pregunta: por qu tengo que tener un ttulo secundario para ser re-positor de alimentos en un supermer-cado? Algunos plantean que poner las latas de tomate en la gndola no re-quiere ninguna destreza, pero ser par-te del entramado de relaciones que implica trabajar en un hipermercado tal vez s la requiere. Cuando hay un nivel de desocupacin relativamen-te alto entre los jvenes, existe la op-cin de elegir y se ponen criterios que terminan excluyendo a todo un sector que no cumple con esos requisitos.

    La categora ni-ni es estigmati-zante? En los pases donde ms se est utili-zando (Mxico y Amrica Central) los niveles de violencia son ms altos y el fenmeno ni-ni aparece como el se-millero de los futuros partcipes del mundo del delito organizado. En esos pases, el concepto proviene de una preocupacin que tiene que ver ms con la agenda de seguridad que con la agenda de derechos humanos. En lu-gar de ser vistos como chicos en ries-go, la sociedad estara en riesgo frente a estos chicos, seran peligrosos. g

    D.H.

    En 2012, el bachillerato consigui que le cedieran una fbrica de bicicle-tas abandonada para construir un nue-vo edificio. Los estudiantes sostiene Saldao arrancaron mirando, yendo a ayudar, y de repente nos encontra-mos con que se pusieron al frente de la construccin y somos nosotros los que estamos acompaando. Se da una unin ms all del aula. Muchos das se quedan despus de las nueve y cenan con nosotros en el lugar.

    Desde su experiencia en la institu-cin, Saldao puede delinear el perfil de muchos de sus estudiantes: Por al-gn motivo trabajo, mudanza, pro-blemas familiares, la trayectoria es-colar de estos chicos se vio cortada, y cuando intentan retomar, repiten y vuelven a largar. Ac la lgica de cur-sada es ms flexible y eso les permite sostenerla. Con orgullo, el profesor advierte que, poco a poco, la escuela formal toma algunas de las estrategias de este tipo de bachilleratos.

    Saldao se sorprende de lo arrai-gado que se encuentran los prejuicios sociales sobre los jvenes, aun dentro del mismo bachillerato en que ensea. El ao pasado, con la aprobacin del voto a los 16 aos ejemplifica, sali una nota en Clarn sobre los chicos lla-mados ni-ni que deca: stos son los que van a votar. La lemos en el bachi y lo loco era que, si bien muchos pibes estn sin laburo y sostienen la escolari-dad de manera dificultosa, tomaban la postura del diario: Estos pibes no ha-cen nada y encima votan. g

    D.H.

    Staff UNIPE: Universidad Pedaggica

    rector Adrin CannellottovicerrectorDaniel Malcolm

    Editorial UniversitariaDirectora editorial Mara Teresa D MezaEditor de La educacin en debateDiego RosembergredactorDiego Herrera

    IV | La educacin en debate Quines son los jvenes ni-ni?

    nstor LpEz, soCiLogo gUiLLErmo sALDAo, profEsor DEL BAChiLLErAto popULAr LA EspErAnzA

    Explotacin y embarazoMe qued en el quinto ao del Secundario. Repet y me dio cosa volver. Iba a la escue-la Manuel Belgrano, de Moreno. Estaba bien, era libre, no tena que usar uniforme. Nos vestamos como nos gustaba, por eso me anot ah. Pero igual era estricta, no hacas lo que queras. Despus trabaj en varios locales de Moreno. Pero me iba porque no pagaban bien, me tenan en negro y me explotaban mucho. El ltimo lo dej porque qued embarazada y como trabajaba todo el da llegaba a mi casa muy tarde y cansa-da. Quera cuidar el embarazo. Ahora estoy todo el da aburrida, tengo ganas de con-seguir un empleo. Me gustara tener algo por hora, en limpieza o cuidando chicos, has-ta que mi beb cumpla un ao, un ao y medio. Despus s quiero un trabajo para todo el da. Yo no trabajo ni estudio y no soy vaga, tampoco violenta. Es una estupidez que opinen eso. Para m no saben lo que estn diciendo. Es muy ridculo, no le doy bola. (Natalia Reynoso, 21 aos, vive en Moreno con su madre, su padre, ocho hermanos y su hija de ocho meses)

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