le monde diplomatic golpe militar en honduras

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número 12 • Agosto 2009 México, D.F Precio del ejemplar $30 por Martine Bulard por Adolfo Coronato En el corazón de la violencia EU y el golpe de Estado en Honduras ¿Condena o consentimiento? Infiltrado en la policía de Río de Janeiro w 36 w 3 La fiebre uigur en el Far West chino… w 23 El mundo según la transnacional Monsanto w 6 El talento de míster Madoff por Ibrahim Warde w 16 por Juan Almendares por Raphael Gomide Para entender el origen de la violencia de la Po- licía Militar (PM) del estado brasileño de Río de Janeiro, el papel que desempeña su curso de formación en ella y la ideología que la sostiene, el periodista brasileño Raphael Gomide rindió el examen público de ingreso y, en 2008, fue admitido como recluta. Así, vivió desde aden- tro las contradicciones entre un discurso oficial legalista y una práctica salvaje, y compartió el día a día con hombres que, por 450 dólares mensuales, enfrentan la muerte, pero también la causan con mucha frecuencia. A cinco semanas del golpe militar, se imponen varias evidencias: a pesar de la condena unánime de la comunidad internacional y en particular del presidente Obama, el gobierno de facto hondureño resiste y, más, ha adquirido cierta legitimidad gracias a la mediación entre las partes impulsada por la secretaria de Estado Hillary Clinton. Varios senadores estadunidenses apoyan al gobierno golpista. El presidente Zelaya ha tenido que renunciar a su proyecto de reforma constitucional en el marco de la negociación que podría permitir su regreso a Honduras. Y si finalmente regresa y es restituido en su función, es poco probable que un candidato que comparta sus ideas sea electo mandatario en los próximos comicios de octubre o noviembre. ¿A quién beneficia el crimen? La Alianza Bolivariana para las Américas, impulsada por Hugo Chávez ha perdido un aliado en América Central, y Estados Unidos tiene un adversario menos en el continente. Resultaría entonces muy interesante saber si Washington pudo haber consentido el golpe de Estado. Esta es la convicción de los líderes de la resistencia popular hondureña. Partidario del presidente Manuel Zelaya frente al ejército del presidente de facto Roberto Micheletti, el 5 de julio 2009, cerca del aeropuerto de Tegucigalpa-Toncontín donde se preparaba a aterrizar el mandatario hondureño. Las fuerzas armadas no permitieron ese día el regreso del presidente constitucional a su país. Foto: Afp, Elmer Martínez.

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Page 1: Le Monde Diplomatic Golpe Militar En Honduras

número 12 • Agosto 2009 México, D.F Precio del ejemplar $30

por Martine Bulard por Adolfo Coronato

En el corazón de la violenciaEU y el golpe de Estado en Honduras

¿Condena o consentimiento?

Infiltrado en la policía de Río

de Janeiro

w 36

w 3

La fiebre uigur en el Far West chino…w 23

El mundo según la transnacional Monsanto

w 6El talento de míster Madoff por Ibrahim Warde

w 16

por Juan Almendares

por Raphael Gomide

Para entender el origen de la violencia de la Po-licía Militar (PM) del estado brasileño de Río de Janeiro, el papel que desempeña su curso de formación en ella y la ideología que la sostiene, el periodista brasileño Raphael Gomide rindió el examen público de ingreso y, en 2008, fue admitido como recluta. Así, vivió desde aden-tro las contradicciones entre un discurso oficial legalista y una práctica salvaje, y compartió el día a día con hombres que, por 450 dólares mensuales, enfrentan la muerte, pero también la causan con mucha frecuencia.

A cinco semanas del golpe militar, se imponen varias evidencias: a pesar de la condena unánime de la comunidad internacional y en particular del presidente Obama, el gobierno de facto hondureño resiste y, más, ha adquirido cierta legitimidad gracias a la mediación entre las partes impulsada por la secretaria de Estado Hillary Clinton. Varios senadores estadunidenses apoyan al gobierno golpista. El presidente Zelaya ha tenido que renunciar a su proyecto de reforma constitucional en el marco de la negociación que podría permitir su regreso a Honduras. Y si finalmente regresa y es restituido en su función, es poco probable que un candidato que comparta sus ideas sea electo mandatario en los próximos comicios de octubre o noviembre. ¿A quién beneficia el crimen? La Alianza Bolivariana para las Américas, impulsada por Hugo Chávez ha perdido un aliado en América Central, y Estados Unidos tiene un adversario menos en el continente. Resultaría entonces muy interesante saber si Washington pudo haber consentido el golpe de Estado. Esta es la convicción de los líderes de la resistencia popular hondureña.

Partidario del presidente Manuel Zelaya frente al ejército del presidente de facto Roberto Micheletti, el 5 de julio 2009, cerca del aeropuerto de Tegucigalpa-Toncontín donde se preparaba a aterrizar el mandatario hondureño. Las fuerzas armadas no permitieron ese día el regreso del presidente constitucional a su país. Foto: Afp, Elmer Martínez.

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El halcón y el colibrí

La democracia latinoamericana en juego

Estados Unidos y el golpe militar en Honduras

w viene de primera plana

Material gráfico propuesto por un website de la resistencia hondureña al golpe de Estado, para ayudar a la realización de carteles para las movilizaciones. Julio 2009. http://resistenciamorazan.blogspot.com/

Honduras es un pequeño colibrí cercado por halco-nes y cazadores, y vigilado por el Gran Cazador del Planeta. Su historia de coloniaje compite con la de Ni-caragua en cuanto al número de invasiones de marines y modernos filibusteros.

Las entrañas de la Madre Tierra hondureña, desde el siglo XIX, han sido históricamente torturadas por las compañías mineras, por las bananeras y por las multina-cionales. Con duro sarcasmo llamaron al país “república bananera”, la patria alquilada; motes con los que se ocultó la verdad del sufrimiento histórico y las luchas de uno de los pueblos más pobres del mundo.

A finales del siglo XX y a comienzos del siglo XXI, los países hegemónicos han impuesto a América Central, en general, y a Honduras, en particular, un nuevo futuro: serán “democracias” y firmarán tratados comerciales desiguales.

Somos un país ignorado e invisible para la comunidad internacional, su nombre se escucha solamente cuando existen desastres naturales y político-sociales, como los hu-racanes Fifí y Mitch; por las masacres en las cárceles; el ase-sinatos de niños, niñas y jóvenes; el comercio de órganos; el tráfico sexual de niñas, o por los escándalos de corrupción. Sin embargo, ahora el nombre de Honduras se escucha en todos los rincones del globo porque en pleno siglo XXI ha ocurrido un golpe militar condenado por la totalidad de los países del mundo, por las organizaciones de Estados Americanos (OEA) y de las Naciones Unidas (ONU).

¿Cuál es la verdad detrás del golpe militar?, ¿quiénes lo han producido?, ¿quiénes los apoyan? ¿Por qué se mantienen firmes los golpistas desafiando al mundo, a la comunidad internacional? ¿Es un golpe inesperado o un proceso debi-damente planificado? ¿Es el inicio de nuevos golpes mili-tares en América Latina? ¿Cuál es la respuesta del pueblo hondureño ante el asalto al poder legítimo? ¿Se han violado los derechos humanos? ¿Cuál es el futuro de Honduras?

Cara civil, corazón militar

Después de 18 años de golpes militares financiados y pro-movidos por Estados Unidos, se produjeron elecciones en noviembre de 1981. Fue electo presidente Roberto Suazo Córdova, del Partido Liberal; un gobierno con cara ci-vil y corazón militar, con un jefe de las fuerzas armadas, el general Gustavo Álvarez, entrenado por los militares de la dictadura argentina, partidario de la doctrina de la Seguridad Nacional. El Congreso estadunidense aprobó entonces la instalación en Honduras de la base militar de Palmerola, que posteriormente fue sancionada por el Congreso Nacional de la República de Honduras.

Nuevamente nuestro territorio y gobierno se transforma-ron en servidores de la política de Estados Unidos, con una de las bases militares más importantes de América Latina, constituyéndose en una plataforma de agresión contra Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Veinticinco años antes, el coronel Carlos Castillo Armas había utili-zado el territorio hondureño como área de entrenamiento y retaguardia para el derrocamiento del presidente guate-malteco Jacobo Arbenz, en 1954.

Un emisario de la política de Ronald Reagan, John Di-mitri Negroponte, ex asesor de inteligencia en la guerra de Vietnam, fue nombrado embajador de Estados Unidos en Honduras, en 1981. Durante su gestión diplomática y militar se activaron los escuadrones de la muerte y fueron asesinados y desaparecidos dirigentes populares por los cuadros militares hondureños que habían sido entrena-dos en la Escuela de las Américas del Comando Sur, en

Panamá; por el ejército de Augusto Pinochet, y por los militares argentinos.

Se definieron entonces dos enemigos: el interno, que había que eliminar, y el externo, que había que invadir, en este caso Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Según esta doctrina, los únicos amigos eran los ejércitos hondu-reño y estadunidense.

La base militar en Palmerola Soto Cano se transformó en la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo de Estados Unidos, la cual coordinaba las operaciones de la contrarre-volución nicaragüense que ocupó nuestro territorio en la zona de Trojes, área cercana a la frontera con aquel país.

El general Gustavo Álvarez, Negroponte, Oliver North y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) trabajaron en estrecha relación. La primera tarea fue desarticular los movimientos sociales, violar la auto-

nomía universitaria y reprimir a los dirigentes populares. La contra nicaragüense, los escuadrones de la muerte, los sobrevivientes de la Triple A argentina, los agentes de Pinochet, los soldados hondureños entrenados en la Escuela de las Américas y el ejército estadunidense fueron responsables de asesinar y torturar no solamen-te hondureños, sino que se movieron desde Honduras para reprimir a los revolucionarios centroamericanos. Los manuales de tortura de la CIA se experimentaron con nosotros, mucho antes de ser aplicados posterior-mente en la guerra de Iraq.

El 27 de enero de 2006 asumió el poder el presidente Manuel Zelaya Rosales, del Partido Liberal. Durante el desarrollo de su gobierno cometió varios “pecados”: de-safiar a la oligarquía y a la burguesía nacionales dueñas de los medios de comunicación; desnudar la seudode-mocracia; aumentar el salario mínimo de los empleados públicos y promover este aumento en el sector privado;

por Juan Almendares *de la redacción regional de LMDMX

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mejorar las condiciones sociales de las trabajadoras domésticas; reducir el precio de los combustibles al integrarse a Petrocaribe en menoscabo de la Texaco y la Esso Standard Oil; pretender utilizar la base militar de Palmerola como aeropuerto internacional; oponer-se a una nueva Ley Minera lesiva de los intereses del país, porque permite otorgar nuevas licencias y con-cesiones a empresas como la Gold Corp, American Pacific y otras.

Con el espíritu de lograr sus cuatro años de gobierno, cometió el error de creer que el ejército y la policía se-rian fíeles a la Constitución de la República; remilitari-zó la policía y reforzó los cuadros militares.

El hostigamiento y el cerco mediático de la burguesía contra sus ideales de justicia lo acercaron a los sectores populares. Estableció la política del Poder Ciudadano. La pobreza, la injusticia, la guerra de los ricos contra los pobres y el nuevo escenario de la política de Amé-rica Latina lo acercaron a los pueblos integrantes del proyecto de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), y se identificó con la lucha por la dignidad y el respeto a la soberanía de los pueblos.

Zelaya fue la sorpresa para todos nosotros, los que está-bamos en oposición a las políticas entreguistas del Parti-do Liberal. Su audacia, su coraje, lo convierten en uno de los líderes más importantes de la historia Honduras.

Viejos amigos

Es producto de la articulación de cuatro poderes na-cionales e internacionales inseparables del poder eco-nómico, político e ideológico: el mediático, el militar, el religioso y el jurídico.

Previo al golpe, los magnates de la prensa escrita, radial y televisada de Honduras, también autores materiales e intelectuales del asalto al poder, desarrollaron una cam-paña sistemática para desprestigiar al gobierno de Ma-nuel Zelaya; aceitaron los cuadros oxidados, intelec-tuales y militares, así como las voces de los torturadores para crear el terror en el pueblo hondureño; asimismo, inventaron las mentiras más irracionales, alimentando la idea de que vendrían los “comunistas” a comerse a los niños y que les quitarían sus casas a los hondureños. Satanizaron las figuras de los presidentes Hugo Chávez y Daniel Ortega como probables invasores del país y crearon la imagen de un enemigo externo en guerra contra nuestro pueblo.

Esas empresas mediáticas hondureñas establecieron contactos directos antes del golpe militar con el cuba-no-estadunidense Otto Reich, ex secretario de Estado adjunto de George W. Bush para el hemisferio occi-dental, y el venezolano Robert Carmona Borjas (Fun-dación Arcadia), quienes tenían interés en apoderarse de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones. Carmona Borjas fue abogado del golpista venezolano Pedro Carmona (2002).

Los sectores que apoyaron el golpe mantenían rela-ciones con las fundaciones de la CIA y el Depara-mento de Estado: la National Endowment Foundation (NED) y la Unión de Organizaciones Democráticas de América Latina, f inanciada por la NED, conformada por ex militares, así como con iglesias ultraconserva-doras de Estados Unidos.

Durante los primeros días de junio 2009, previos al día previsto para el golpe militar –el 25 de junio del 2009–, visitó Honduras John Dimitri Negroponte, ex director del Departamento de Inteligencia Nacional (DNI) de George W. Bush (por coincidencia, DNI era la sigla de la policía militar hondureña que torturaba a los dirigen-tes populares en la década de los 80 del siglo pasado) y

todavía ahora consultor de política exterior de la secreta-ria de Estado, Hillary Clinton.

¿Que haría en Honduras, en un país invisible, el ex enviado especial de George W.Bush en Iraq después de la caída de Saddam Hussein y personaje sospechoso de propiciar viola-ciones a los derechos humanos en varios países del planeta?

Su misión era clara y estratégica. La prensa local reportó que se reunió en forma privada, en la base de Palmerola y otros lugares, con personas que han desempeñado un papel clave en el golpe militar: en particular el general Romeo Vásquez, jefe del Estado Mayor Conjunto, y Billy Joya Améndola, quien en los años 80 del siglo anterior fue uno de los dirigentes principales del Batallón de Inte-ligencia 3-36, encargado del secuestro y desaparición de opositores políticos, y fundador de los escuadrones de la muerte Lince y Cobra. Hoy asesor personal del presiden-te de facto, Roberto Micheletti.

Pero también Negroponte se reunió con la jerarquía de la Iglesia católica y con Osvaldo Canales, de la Confrater-nidad de las Iglesias Evangélicas, así como con otros reli-giosos, empresarios y dueños de medios de comunicación; además, con Ramón Custodio (comisionado nacional de los Derechos Humanos) y con el propio Micheletti.

Los autores del golpe, los generales Romeo Vásquez y Luis Javier Prince Suazo fueron formados en la Escuela de las Américas de Panamá, del Comando Sur estaduni-dense, y en el Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental, de Fort Benning, Georgia.

Tal como los ex dictadores Juan Melgar Castro y Poli-carpo Paz García, quienes organizaron con la CIA y el Pentágono la guerra contra los sandinistas y la guerrilla salvadoreña en los años 80 del siglo XX.

El general Vásquez se enfrentó en 2006 con el presidente Zelaya, defendiendo la idea del Pentágono de construir una nueva base militar estadunidense en la costa hondu-reña, cuando el mandatario decidió transformar la base de Palmerola en aeropuerto civil.

La otra interrogante es si el embajador estadunidense Hugo Llorens tiene que ver con el golpe de Estado. La pregunta resulta ingenua, porque él es parte de la política exterior de Estados Unidos y ha representado tanto al gobierno de Bush como al de Barack Obama.

El diario golpista La Prensa se refirió a él en su edición del 22 de junio del 2009. Publicó una noticia en torno a una reunión, el 21 de junio, entre los principales líderes políticos del país, los jerarcas militares y el embajador de Estados Unidos, para “buscar una salida a la crisis por la encuesta del domingo” (28 de junio). Según el periódi-co, la cita fue en la sede diplomática estadunidense. A la misma asistieron el presidente Manuel Zelaya, Roberto Micheletti, los candidatos presidenciables –el liberal El-vin Santos y el nacionalista Porfirio Lobo Sosa– y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Romeo Vásquez Velásquez. Durante la reunión se le planteó a Zelaya que la mejor salida era que “anulara la encuesta”, amordazando así la libertad de expresión del pueblo hondureño.

Por fin, el Departamento de Estado reconoció que el subsecretario de Estado para América Latina, Thomas Shannon, estuvo en Honduras una semana antes del golpe (ver recuadro).

El poder religioso, por su parte, parece haberse inspirado en una versión muy sui generis del refrán popular: “A Dios rogando y con la culata dando”

La primera pregunta es: para la jerarquía religiosa, evan-gélica y católica, ¿se ha producido un golpe militar en Honduras? ¿Cuál es la verdad de la Iglesia frente al poder golpista? O, ¿la Iglesia promueve y justifica el asalto al poder en nombre de la ley y el orden? ¿Cuál es su posi-ción real ante este régimen de facto y sus propulsores, los poderes fácticos? ¿Por qué los jerarcas religiosos se reúnen con John Dimitri Negroponte y con los alumnos de Pi-

nochet y la Escuela de las Américas que participaron en el asesinato y tortura de los celebradores de la palabra, del padre Guadalupe Carney, de los jesuitas de El Salvador y otros curas, monjas y pastores en Centroamérica?

El silencio es complicidad con el crimen, con las violacio-nes a los derechos humanos y asesinatos por parte del régi-men golpista, como el de Isis Obed Murillo, hijo del pastor evangélico David Murillo, a quien, lejos de acompañarlo en su dolor, las autoridades de facto han encarcelado.

Las iglesias no han condenado los hechos violentos. Ciertamente algunas se han manifestado en público, han participado en las marchas blanqueadas y perfumadas, han hablado de paz y de diálogo junto a las armas. Han cerrado sus ojos y corazones al dolor de los que han sido brutalmente golpeados, perseguidos. El discurso religio-so ha sido similar al de los golpistas. La Constitución es Dios. Ambos invitan al “diálogo y a la paz”.

¿Por qué no se denuncia la responsabilidad que tiene el ré-gimen golpista en las violaciones de los derechos humanos contra el pueblo? ¿Por qué los golpistas y la mayoría de las iglesias hondureñas hacen caso omiso a la condena mundial de las organizaciones de derechos humanos; de múltiples iglesias católicas, cristianas y no cristianas; de organizaciones no gubernamentales, así como de la OEA y de la ONU?

Para “articular” y tratar de legitimar el golpe fue sin em-bargo necesario, pero no suficiente, recurrir también a las aberraciones jurídicas de los guardianes hondureños de la “democracia blindada”.

Se inventó una renuncia del presidente Zelaya que no era creíble y que luego, en forma disimulada, se desestimó. Se creó la ficción de que todos los poderes del Estado, el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público habían respetado las leyes, y que destituir al pre-sidente era una decisión unánime de estos organismos. Cuando en realidad sabemos que la sociedad civil está excluida del poder, tanto a nivel de las elecciones como en la vida práctica de estos organismos. Porque los funcio-narios resultan electos, antes de las elecciones, por com-ponendas del poder fáctico y la manipulación mediática. Eso explica el miedo de “los poderes democráticos” a la consulta popular que proponía el presidente Zelaya.

Esas aberraciones jurídicas no pudieron ocultar que mi-litares armados hasta los dientes secuestraron al presi-dente de la República, que aterrorizaron a su familia y golpearon al mandatario, así como que violaron las leyes constitucionales desde el momento en que Mel Zelaya no tuvo derecho a defensa alguna.

Ni que se sumó a lo anterior el estado de sitio y la suspen-sión de todas las garantías constitucionales; la persecución de funcionarios y dirigentes populares –más de 200 dete-nidos, heridos, golpeados brutalmente por los cuerpos mi-litares y policiales; la militarización y el cierre de empresas radiales, televisoras y otros medios de comunicación, así como la persecución de periodistas opositores al golpe.

El pueblo perdió el miedo

No obstante la condena mundial del golpe militar, así como las resoluciones contrarias al asalto al poder cons-tituido de la OEA y de la ONU, en vez de recurrir a un organismo internacional para mediar en la solución del conflicto, ésta fue desviada por el gobierno estaduniden-se hacia su amigo incondicional y partidario del Tratado de Libre Comercio (TLC), el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, premio Nobel de la Paz. Citamos su pensa-miento con respecto al TLC entre Estados Unidos, Cen-troamérica y República Dominicana: “Los que vienen en bicicleta, con el TLC vendrán en motocicleta BMW, y los que vienen en un Hyundai, vendrán en un Merce-des Benz...” Y cuestionó que si no se aprobara el tratado:

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Hechos que hablan“¿adónde van a trabajar los hijos de todos ustedes y de todos los costarricenses?”

En las negociaciones con Arias los golpistas resultaron in-transigentes por estar convencidos de tener el apoyo de Es-tados Unidos. Ganaron tiempo, día tras día, para consoli-dar sus posiciones, sabiendo que todavía el Departamento de Estado estaba considerando si el golpe militar fue legal y porque los halcones, militares y mediáticos, habían lanza-do una campaña internacional basada en la mentira de que se estaban preparando contingentes invasores avalados por los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba.

La resistencia popular al golpe, por su parte, ha sostenido sus posiciones: retorno inmediato del presidente Manuel Zelaya, respeto a los derechos constitucionales y huma-nos, convocatoria a una Asamblea Constituyente y refor-mas constitucionales.

Este planteamiento ha contado con el apoyo masivo del pueblo, aun bajo la represión. La gente le ha perdido el mie-do al ejército. Las movilizaciones han sido masivas. Más de un millón de personas esperan en las calles y carreteras el retorno inmediato de Zelaya, del orden constitucional y la convocatoria a la Asamblea Constituyente. No los pueden detener ni los tanques ideológicos, ni los tanques militares, tampoco los batallones.

Como dicen los abogados: “las cosas se deshacen en el lu-gar donde se hacen”. Es decir, que el problema –el vínculo de los golpistas con Estados Unidos– tendrá que resol-verse en Honduras y en Washington.

La solidaridad internacional crece cada día. Los colibríes vuelan más rápido que los halcones.

*Miembro de la resistencia contra el golpe militar en Honduras. Ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, defensor de los derechos

humanos y presidente del Movimiento Madre Tierra.

**N del E: La NED aporta poco más de 50 millones de dólares anuales al “desarrollo democrático” en Honduras.

Lo expresado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor

1) Nació en Chicago, Illinois, el 28 de octubre de 1924. Llegó a Honduras en 1962 como sacerdote jesuita y convivió con los po-bres en las comunidades campesinas. Fue asesinado en Olancho, en 1983.

2) Prensa Libre, 30/05/2007

Palmerola:La base de Soto Cano, enclave del Comando Sur estadunidense en territorio hondureño, es la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta “Bravo” ( JTF-B), compuesta por efectivos del ejército, de las fuerzas aéreas (es-cuadrón aéreo 612 y batallón-regimiento número 228) y fuerzas de seguridad conjuntas.

Esta situada en Palmerola, a 97 kilómetros de la capital, cerca de la ciudad de Comayagua. Son 600 efecti-vos en total y 18 aeronaves de combate, incluyendo cazas interceptores F5E “Tiger”, helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook. La base opera en coordinación con buques de guerra de la Armada del Sur, parte integrante del Comando Sur estadunidense.

La base de Palmerola hospeda también la Fuerza Aérea Hondureña y la escuela de aviación militar de ese país.

El embajador Hugo Llorens:

Cubano de nacimiento, llegó a Estados Unidos como parte de la Operación Peter Pan, la cual fue montada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para rescatar hijos de la oposición anticastrista. Es “especialista en terrorismo”.

Dice de él el periodista Jean Guy Allard: “La Casa Blanca de George W. Bush captó al astuto Llorens en 2002, nada menos que como director de asuntos andinos del Consejo Nacional de Seguridad , lo que lo con-virtió en el principal asesor del presidente sobre Venezuela. El golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez se produjo mientras Llorens se encontraba bajo la autoridad del subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Otto Reich, y del muy controvertido Elliot Abrams”. En abril de 2008, Llorens fue nombrado embajador en Honduras por George W. Bush.

Las vacilaciones del Departamento de Estado:

En rueda de prensa, el primero de julio 209, los voceros del Departamento de Estado explicaron el golpe de esta manera: “(...) lo mejor sería decir que fue un esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles. Obviamente, los militares fueron quienes condujeron la remoción forzada del presidente y han ac-tuado para asegurar el orden público durante este proceso.

Pero para que sea un golpe militar, o sea más que una insurrección o una rebelión, hay que ver una trans-ferencia del poder a los militares. Y en ese sentido –la decisión de juramentar a Roberto Micheletti como presidente de Honduras–, indica que el Congreso y miembros claves de éste han desempeñado un papel importante en esta situación”. El subsecretario de Estado para América Latina, Thomas Shannon, confir-mo personalmente esta interpretación de los hechos, pocos días después, a la prensa estadunidense, en una plática “off the record”.

Admitieron también, en la misma rueda de prensa, que tenían conocimiento previo del golpe y habían estado trabajando con los sectores que lo planificaban para buscar “otra solución”. Revelaron que el subse-cretario de Estado para América Latina, Thomas Shannon, y el subsecretario de Estado, James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al asalto al poder para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Afirman que su propósito era “frenar” el golpe....

El abogado Lanny Davis fue contratado por la sede hondureña del Consejo de Empresarios de América Latina (CEAL) para cabildear en favor de los golpistas y convencer a Washington de que deben aceptar y reconocer al gobierno de facto de Honduras. Davis fue abogado del ex presidente Bill Clinton cuando estaba en la Casa Blanca, por lo cual es un conocido amigo y asesor de la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton. Davis está organizando una ofensiva diplomática y mediática en favor de los golpistas, incluyendo la compra de publicidad en periódicos estadunidenses, y organizando reuniones entre los representantes golpistas y diferentes congresistas, senadores y funcionarios del gobierno estadunidense. Entre los directivos de CEAL esta Marcel Granier, presidente de RCTV, la cadena de televisión venezolana que promovió e intentó legitimar el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez.

-Memorando de Eva Golinger publicado en Rebelión 14/ 07/ 09

“http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88601”http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88601

-Departamento de Estado de Estados Unidos

-Fundación Arcadia

-El Heraldo, Honduras

-Radio Mundial de Venezuela

-Oficina del periódico argentino Clarín en Washington