laurent, eric - principios directores del acto psicoanalítico

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  • 7/27/2019 Laurent, Eric - Principios directores del acto psicoanaltico

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    ORNICAR? DigitalRevue lectronique multilingue de psychanalyse publie a Paris.Parution hebdomadaire, le vendredi Lorientation lacanienne du Champ freudien

    N293 Viernes 28 de J ulio 2006

    Director: J acques-Alain Miller

    Consejo Editorial: Miquel Bassols * Eric Laurent * Pierre-Gilles Guegun * Luis Solano * Oscar Ventura

    EDITORIAL

    Ornicar? Digital les presenta en este nmero el texto: Principes directeurs de lacte psychanalytique, que el nuevo delegadogeneral de la Asociacin Mundial de Psicoanlisis Eric Laurent ha presentado a la Asamblea General el da 16 de Julio en laciudad de Roma en el marco del V Congreso de la Asociacin.

    Este documento que ha sido adoptado por unanimidad rene de forma precisa y rigurosa las coordenadas por las cuales seorienta la posicin del discurso analtico y la praxis que de l se desprende en la escena contempornea. Estamos ante lapresencia de un texto que tiene el enorme mrito de sintetizar en cada uno de sus apartados tanto la fidelidad a lo inaugural dela letra freudiana como la profunda rectificacin que introduce la enseanza del Dr. Lacan en la historia del movimiento analticoy que revela que el Psicoanlisis de orientacin lacaniana mantiene la consistencia suficiente para dar cuenta tanto de lasconsecuencias de su clnica sobre las diversas formas en las que se presenta el sufrimiento del sujeto del siglo XXI; como de losimpasses de una civilizacin que pretende, en un empuje indito, reducir lo real a un clculo matemtico.

    No cabe duda que estos principios sabrn orientar la discusin conceptual de las Escuelas de la AMP y que su presentacin porel nuevo delegado general no puede ser ms oportuna. Un vedadero acto inaugural que ya ha conseguido gracias a la claridad,la solvencia intelectual y la enorme erudicin que caracterizan a Eric Laurent ubicar de una forma cada vez ms precisa lanaturaleza de nuestra presencia y la diferencia que ella implica en el conjunto de los discursos por los que transita lasubjetividad de la poca.

    Con el privilegio de la publicacin del texto que tienen por delante Ornicar? Digital comienza su receso anual hasta el prximomes de Octubre.

    Hasta Pronto.

    Oscar Ventura.

    J ulio de 2006Principios dir ectores del acto psicoanaltico

    Eric Laurent

    Prembulo

    Durante el Congreso de la AMP en Comandatuba, en el 2004, la Delegada General present una "Declaracin de principios"ante la Asamblea General. Luego, esta "Declaracin" fue leda atentamente en las diferentes Escuelas. Los Consejos hicieronllegar los resultados de sus lecturas, de sus observaciones y sealamientos. Despus de ese trabajo, presentamos ahora, antela Asamblea, esta "Carta Magna para el psicoanlisis" que les pedimos adopten.

    Primer principio: El psicoanlisis es una prctica de la palabra. Los dos participantes son el analista y el analizante, reunidos enpresencia en la misma sesin psicoanaltica. El analizante habla de lo que le trae, su sufrimiento, su sntoma. Este sntoma estarticulado a la materialidad del inconsciente; est hecho de cosas dichas al sujeto que le hicieron mal y de cosas imposibles dedecir que le hacen sufrir. El analista punta los decires del analizante y le permite componer el tejido de su inconsciente. Lospoderes del lenguaje y los efectos de verdad que este permite, lo que se llama la interpretacin, constituyen el poder mismo delinconsciente. La interpretacin se manifiesta tanto del lado del psicoanalizante como del lado del psicoanalista. Sin embargo, el

    uno y el otro no tienen la misma relacin con el inconsciente pues uno ya hizo la experiencia hasta su trmino y el otro no.

    Segundo principio: La sesin psicoanaltica es un lugar donde pueden aflojarse las identificaciones ms estables, a las cuales elsujeto est fijado. El psicoanalista autoriza a tomar distancia de los hbitos, de las normas, de las reglas a las que elpsicoanalizante se somete fuera de la sesin. Autoriza tambin un cuestionamiento radical de los fundamentos de la identidadde cada uno. Puede atemperar la radicalidad de este cuestionamiento teniendo en cuenta la particularidad clnica del sujeto quese dirige a l. No tiene en cuenta nada ms. Esto es lo que define la particularidad del lugar del psicoanalista, aquel quesostiene el cuestionamiento, la abertura, el enigma, en el sujeto que viene a su encuentro. Por lo tanto, el psicoanalista no seidentifica con ninguno de los roles que quiere hacerle jugar su interlocutor, ni a ningn magisterio o ideal presente en lacivilizacin. En ese sentido, el analista es aquel que no es asignable a ningn lugar que no sea el de la pregunta sobre el deseo.Tercer principio: El analizante se dirige al analista. Pone en el analista sentimientos, creencias, expectativas en respuesta a loque l dice, y desea actuar sobre las creencias y expectativas que l mismo anticipa. El desciframiento del sentido no es lonico que est en juego en los intercambios entre analizante y analista. Est tambin el objetivo de aquel que habla. Se trata derecuperar junto a ese interlocutor algo perdido. Esta recuperacin del objeto es la llave del mito freudiano de la pulsin. Es ellala que funda la transferencia que anuda a los dos participantes. La formula de Lacan segn la cual el sujeto recibe del Otro su

    propio mensaje invertido incluye tanto el desciframiento como la voluntad de actuar sobre aquel a quien uno se dirige. En ltimainstancia, cuando el analizante habla, quiere encontrar en el Otro, ms all del sentido de lo que dice, a la pareja de susexpectativas, de sus creencias y deseos. Su objetivo es encontrar a la pareja de su fantasma. El psicoanalista, aclarado por laexperiencia analtica sobre la naturaleza de su propio fantasma, lo tiene en cuenta y se abstiene de actuar en nombre de esefantasma.

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    Cuarto principio: El lazo de la transferencia supone un lugar, el "lugar del Otro", como dice Lacan, que no est regulado porningn otro particular. Este lugar es aquel donde el inconsciente puede manifestarse en el decir con la mayor libertad y, por lotanto, donde aparecen los engaos y las dificultades. Es tambin el lugar donde las figuras de la pareja del fantasma puedendesplegarse por medio de los ms complejos juegos de espejos. Por ello, la sesin analtica no soporta ni un tercero ni sumirada desde el exterior del proceso mismo que est en juego. El tercero queda reducido a ese lugar del Otro.Este principio excluye, por lo tanto, la intervencin de terceros autoritarios que quieran asignar un lugar a cada uno y un objetivopreviamente establecido del tratamiento psicoanaltico. El tercero evaluador se inscribe en esta serie de los terceros, cuyaautoridad slo se afirma por fuera de lo que est en juego entre el analizante, el analista y el inconsciente.

    Quinto principio: No existe una cura estndar ni un protocolo general que regira la cura psicoanaltica. Freud tom la metforadel ajedrez para indicar que slo haba reglas o para el inicio o para el final de la partida. Ciertamente, despus de Freud, losalgoritmos que permiten formalizar el ajedrez han acrecentado su poder. Ligados al poder del clculo del ordenador, ahorapermiten a una mquina ganar a un jugador humano. Pero esto no cambia el hecho de que el psicoanlisis, al contrario que elajedrez, no puede presentarse bajo la forma algortmica. Esto lo vemos en Freud mismo que transmiti el psicoanlisis con laayuda de casos particulares: El Hombre de las ratas, Dora, el pequeo Hans, etc. A partir del Hombre de los lobos, el relato dela cura entr en crisis. Freud ya no poda sostener en la unidad de un relato la complejidad de los procesos en juego. Lejos depoder reducirse a un protocolo tcnico, la experiencia del psicoanlisis slo tiene una regularidad, la de la originalidad delescenario en el cual se manifiesta la singularidad subjetiva. Por lo tanto, el psicoanlisis no es una tcnica, sino un discurso queanima a cada uno a producir su singularidad, su excepcin.

    Sexto principio: La duracin de la cura y el desarrollo de las sesiones no pueden ser estandarizadas. Las curas de Freudtuvieron duraciones muy variables. Hubo curas de slo una sesin, como el psicoanlisis de Gustav Mahler. Tambin hubocuras de cuatro meses como la del pequeo Hans o de un ao como la del Hombre de las ratas y tambin de varios aos comola del Hombre de los lobos. Despus, la distancia y la diversificacin no han cesado de aumentar. Adems, la aplicacin del

    psicoanlisis ms all de la consulta privada, en los dispositivos de atencin, ha contribuido a la variedad en la duracin de lacura psicoanaltica. La variedad de casos clnicos y de edades en las que el psicoanlisis ha sido aplicado permite considerarque ahora, en el mejor de los casos, la duracin de la cura se define "a medida". Una cura se prolonga hasta que el analizanteest lo suficientemente satisfecho de la experiencia que ha hecho como para dejar al analista. Lo que se persigue no es laaplicacin de una norma sino al acuerdo del sujeto consigo mismo.

    Sptimo principio: El psicoanlisis no puede determinar su objetivo y su fin en trminos de adaptacin de la singularidad delsujeto a normas, a reglas, a determinaciones estandarizadas de la realidad. El descubrimiento del psicoanlisis es, en primerlugar, el de la impotencia del sujeto para llegar a la plena satisfaccin sexual. Esta impotencia es designada con el trmino decastracin. Ms all de esto, el psicoanlisis con Lacan, formula la imposibilidad de que exista una norma de la relacin entrelos sexos. Si no hay satisfaccin plena y si no existe una norma, le queda a cada uno inventar una solucin particular que seapoya en su sntoma. La solucin de cada uno puede ser ms o menos tpica, puede estar ms o menos sostenida en latradicin y en las reglas comunes. Sin embargo, puede tambin remitir a la ruptura o a una cierta clandestinidad. Todo esto noquita que, en el fondo, la relacin entre los sexos no tiene una solucin que pueda ser "para todos". En ese sentido, estmarcada por el sello de lo incurable, y siempre se mostrar defectuosa.El sexo, en el ser hablante, remite al "no todo".

    Octavo principio: La formacin del psicoanalista no puede reducirse a las normas de formacin de la universidad o a las de laevaluacin de lo adquirido por la prctica. La formacin analtica, desde que fue establecida como discurso, reposa en untrpode: seminarios de formacin terica (para-universitarios), la prosecucin por el candidato psicoanalista de un psicoanlisishasta el final (de ah los efectos de formacin), la transmisin pragmtica de la prctica en las supervisiones (conversacionesentre pares sobre la prctica) Durante un tiempo, Freud crey que era posible determinar una identidad del psicoanalista. E lxito mismo del psicoanlisis, su internacionalizacin, las mltiples generaciones que se han ido sucediendo desde hace unsiglo, han mostrado que esa definicin de una identidad del psicoanalista era una ilusin. La definicin del psicoanalista incluyela variacin de esta identidad. La definicin es la variacin misma. La definicin del psicoanalista no es un ideal, incluye lahistoria misma del psicoanlisis y de lo que se ha llamado psicoanalista en distintos contextos de discurso.

    La nominacin del psicoanalista incluye componentes contradictorios. Hace falta una formacin acadmica, universitaria oequivalente, que conlleva el cotejo general de los grados. Hace falta una experiencia clnica que se trasmite en su particularidadbajo el control de los pares. Hace falta la experiencia radicalmente singular de la cura. Los niveles de lo general, de lo particulary de lo singular son heterogneos. La historia del movimiento psicoanaltico es la de las discordias y la de las interpretacionesde esa heterogeneidad. Forma parte, ella tambin, de la gran Conversacin del psicoanlisis, que permite decir quin es

    psicoanalista. Este decir se efecta en procedimientos que tienen lugar en esas comunidades que son las institucionesanalticas. El psicoanalista nunca est solo, sino que depende, como en el chiste, de un Otro que le reconozca. Este Otro nopuede reducirse a un Otro normativizado, autoritario, reglamentario, estandarizado. El psicoanalista es aquel que afirma haberobtenido de la experiencia aquello que poda esperar de ella y, por lo tanto, afirma haber franqueado un "pase", como lo nombrLacan. El pase testimonia del franqueamiento de sus impases. La interlocucin con la cual quiere obtener el acuerdo sobreese atravesamiento, se hace en dispositivos institucionales. Ms profundamente, ella se inscribe en la gran Conversacin delpsicoanlisis con la civilizacin. El psicoanalista no es autista. El psicoanalista no cesa de dirigirse al interlocutor benevolente, ala opinin ilustrada, a la que anhela conmover y tocar en favor de la causa analtica.

    Traduccin: Carmen Cuat

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