laura peña moreno web viewal reconocer mi vida profesional como un proceso en constante...

25
Instituto Universitario Internacional de Toluca Doctorado en Educación Tecnología de la Información y la Comunicación Docente: Dr. Octavio Islas Carmona Trabajo Final: El devenir de una vida profesional Por: Laura Peña Moreno 1

Upload: duongnhi

Post on 03-Feb-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

Instituto Universitario Internacional de Toluca

Doctorado en Educación

Tecnología de la Información y la Comunicación

Docente: Dr. Octavio Islas Carmona

Trabajo Final:

El devenir de una vida profesional

Por:

Laura Peña Moreno

Toluca, Méx., 18 de octubre de 2014

1

Page 2: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

El devenir de una vida profesional

Realizar un análisis sobre mi vida profesional, implica necesariamente realizar un ejercicio

introspectivo a fin de identificar el proceso que me ha constituido como el profesional que

ahora soy. Dicho ejercicio, está relacionado con reconocer los elementos que han

conformado dicha historia de vida y que necesariamente involucran aspectos personales,

familiares y sociales que han sido no sólo testigos, sino determinantes en la evolución de mi

ser y el ser profesional.

Al reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar

desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido, el presente escrito,

pretende hacer visibles las circunstancias que me han conformado profesionalmente, en una

lógica de explicación diacrónica.

La vida de un profesional, inicia en el momento en que también le es dada la vida y

empieza a constituirse a través de las experiencias de aprendizaje que la vida misma le

ofrece, al tener contacto con el mundo y con quienes le rodean. En este sentido, debo

reconocer el seno familiar que le dio vida a mi formación inicial. Nací el 30 de abril de

1978, en el seno de una familia de clase media baja de fines de los años 70´s , con las altas y

bajas que ello significa. Padres con nivel básico de escolarización y un matrimonio muy

precipitado y joven, entre 17 y 19 años de edad.

Con base en lo anterior, podemos suponer que aunque es bien cierto que nadie nos enseña a

ser padres, pues los míos no contaban con la madurez física y emocional para educar, no

criar, a cinco hijas. Entonces es entendible que pasé la mayor parte de mi niñez y juventud

envuelta en los problemas de la inmadurez de un matrimonio joven y pasando mucho

tiempo frente a un televisor que sintonizaba la programación de televisa, pues era difícil el

acceso a una televisora de paga. Los libros no eran parte de los artículos de primera

necesidad en casa, así que los conocí con mi acceso a la escolaridad.

Ingresé a los cuatro años de edad al Jardín de Niños Anexo a la Normal de Santiago

Tianguistenco, tengo muchos recuerdos de mis primeros encuentros con la formación

formal: amigos, travesuras, juegos, risas, etc., sin embargo, atesoro el recuerdo de ver a la

escuela como un espacio magno, enorme, impresionante y muy superior, en todos los

2

Page 3: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

sentidos, a lo que vivía en la familia. Entonces pienso que en ese momento la escuela

empezó a cobrar un significado muy especial en mí, un entorno agradable, lindo por sus

detalles decorativos, un jardín enorme con juegos y muchos niños con quienes divertirse,

pero sobre todo, esas mujeres, muy especiales, impecables en su forma de ser…las

maestras. Tengo pocos recuerdos sobre la interacción con ellas, pero si tengo fija la idea de

verlas con admiración. También, tengo fijo el recuerdo de un gusto por realizar mis tareas

escolares, el trabajo en las libretas, las planas, las letras, sentía mucha seguridad al

realizarlas pues sabía que las hacia bien, no recuerdo porque me esmeraba tanto,

seguramente buscaba el reconocimiento de mi maestra, de nombre Yolanda, por cierto.

Muy importante en esta etapa, es que empecé a decir “cuando sea grande voy a ser

maestra” y entonces muchas tardes de juego, desde el preescolar hasta ya avanzada la

primaria, las dedicaba a enseñar a mi hermana menor todo lo que aprendía en la escuela. La

sentaba en un tabique, frente a un cartón y con mis gises le enseñaba las figuras

geométricas, las letras, el espacio, en fin, todo lo que yo aprendía. Por supuesto la ponía a

hacer planas, le calificaba con un color rojo (ya proyecté la pedagogía de aquel tiempo), le

leía los libros de texto, marchábamos, cantábamos y en fin, trataba de ser una maestra

“perfecta”, como la mía. Por supuesto esta idea se metería en mi cabeza, desde entonces,

hasta logarlo.

En este contexto, llegué a la escuela primaria, también Anexa a la Normal de Santiago

Tianguistenco, no recuerdo haber sentido miedo, al contrario, la escuela era un espacio de

mi agrado, así que llegué el primer día, acompañada de mi mamá (como siempre, hasta el

día que salí de la Normal), recuerdo que me dejó en un aula pequeña, en la que impartía

clases la profesora Lidia, me senté, no recuerdo si nos presentamos o no, pero tengo claro el

momento en que nos entregó el examen diagnóstico para responderlo, lo observé y no sé si

entendía o no lo que estaba escrito, pero comencé a responderlo, en algún momento la

profesora observó que no escribía convencionalmente y me interrogó, entonces aclaramos

que yo iba para el primer grado y ésa era el aula de segundo. Recuerdo mi actitud ante la

situación y no pienso en miedo ni en vergüenza, sino en una gran disposición a las tareas

escolares que ya se había definido desde mis primeros años de vida académica.

3

Page 4: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

Así transcurrieron mis primeros meses en la primaria, aprendí a leer en el primer grado sin

mayor problema, sobre todo para mi mamá, en ese primer grado empecé a ganar el

reconocimiento de mi familia, por ser una niña “aplicada”, máxime que mi hermana mayor

había reprobado ese mismo año el segundo grado por no saber leer. El desarrollo de ciertas

habilidades, una gran disposición a las tareas escolares y el reconocimiento social que

sentía, fueron elementos importantes para que en lo sucesivo me posicionara en los mejores

promedios de mi grupo, nunca el añorado primer lugar, pero siempre entre los tres

primeros.

En esta etapa de mi vida académica (la primaria), recuerdo haber realizado mi primer texto

importante, un ensayo para el concurso que se llamaba más o menos “Así es mi Estado”, el

trabajo consistía en elaborar un ensayo sobre el Estado de México, en el tercer grado de

primaria, por supuesto yo quería ganar, así que asumí el reto. Obviamente en casa, mi

mamá siempre estaba muy pendiente de que hiciera la tarea, pero nos apoyaba poco, por los

quehaceres de la casa y porque tenía muchas debilidades académicas, desconocía muchos

temas y éste no era la excepción. Mi padre, algunas veces me ayudaba con un diccionario

Larousse, que fue mi gran herramienta para la búsqueda de información en aquél tiempo.

Entonces yo muy presta, atenta a las recomendaciones que el coordinador de la primaria

nos había hecho, emprendí la tarea, analicé o resumí, no sé bien, todo el libro de texto del

Estado de México de tercer grado, cuando entregué el trabajo, por supuesto que gané a

nivel escuela, después no supe que pasó con el texto, seguramente no superé las demás

etapas, por las deficiencias del mismo, sin embargo acontecimientos como éstos marcaron

mi vida académica y me motivaron a seguir mejorando mis tareas escolares.

Recuerdo muy bien también, ver tenido “muy buenos maestros”, aprendí mucho con ellos,

desarrollaron en mí habilidades para el aprendizaje autónomo y muy buenas actitudes para

el estudio. Tengo muy presente al profesor de tercer grado, muy enérgico, pero un docente

preocupado por desarrollar el pensamiento matemático de sus alumnos. En cuarto grado, la

maestra Maribel, comprometida al propósito de desarrollar el gusto por la lectura, sobre

todo de literatura universal y en sexto un profesor muy comprometido con generar un

ambiente de aprendizaje agradable y muy académico. Así que considero que tuve una

4

Page 5: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

buena formación en la educación primaria, al menos en el ámbito académico. Por supuesto,

también egresé de la primaria con la firme convicción de ser maestra.

Entre bajas en el ámbito familiar y altas en el ámbito escolar, ingresé a la escuela

secundaria, también Anexa a la Normal de Santiago Tianguistenco, con algunas

dificultades para afrontar los retos del nivel, ello con relación a un espacio familiar

adecuado para el aprendizaje, con poco acceso a material bibliográfico y a espacios

culturales y académicos ajenos a la escuela, pero con muchas ganas de conservar “mi status

académico”. Ingresé a la secundaria en el año 1990, cuando estaba operando el pilotaje para

la reforma a plan y programas de estudio 1993, tengo una sensación de que las reformas

que me han tocado vivir han sido decisivas en mi vida profesional, por ejemplo ésta.

Como grupo piloto, recuerdo que cursábamos asignaturas “nuevas”, en tanto diferentes a

las de la primaria: literatura, aritmética, biología, etc. Mis profesores, en su mayoría,

docentes muy comprometidos con los alumnos y el logro de los objetivos del curso, yo

sabía sacar provecho muy bien de ello, así que era muy atenta a las tareas escolares, a las

exposiciones e indicaciones de mis docentes. Aprovechaba muy bien también mis libros de

texto, para resolver mis conflictos y dudas en algunos temas, de manera general considero

que era una alumna muy autónoma en el aprendizaje y muy disciplinada, dedicaba mucho

tiempo al estudio, en casa. Como resultado de ello, lo recuerdo con mucha satisfacción,

obtuve los mejores resultados en el primer grado de secundaria, promedio de 10 en casi

todas las evaluaciones. Sé que dichos resultados son muy relativos, porque no es lo mismo

un diez en una escuela que en otra o con un profesor u otro, pero pienso que fue una etapa

decisiva para la identificación de mis propios procesos y estrategias de aprendizaje.

El segundo grado lo inicié con decepción, ya que el programa de estudios del año anterior

no se concretizó y sufrió un cambio la currícula y la organización del tiempo escolar. Sin

embargo seguí en la “lucha”, conservando a casi todos los docentes del ciclo escolar

pasado, viviendo nuevas experiencias de aprendizaje, afrontando los retos de mis docentes

y resistiendo las altas y bajas de la adolescencia, que también hicieron sus estragos en mí.

Terminé el grado y el siguiente con un buen promedio, con buenas estrategias de

aprendizaje y con la convicción de entrar a la preparatoria Anexa a la Normal de Santiago

Tianguistenco para cursar el bachillerato pedagógico y convertirme en maestra. Recuerdo

5

Page 6: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

que ya desde entonces nuestra función no era muy bien vista socialmente y mis papás

trataban de contradecirme para estudiar otra carrera, decían que tenía cabeza para algo

mejor, un médico, químico o algo así (como si nuestra profesión no requiriera una

formación rigurosa). Sin embargo, decidí hacer examen para entrar a la preparatoria oficial,

lo pasé y en ese momento determiné la meta: concluir la normal.

Quise hacer un recuento de mi historia académica en nivel básico, porque creo que fue la

etapa que configuró mi historia profesional, definitivamente, fue en el periodo en que

desarrollé mi potencial académico; en el que me configuré como estudiante, con los

conocimientos y habilidades necesarios para continuar en los otros niveles; y sobre todo,

fue la etapa en la que decidí ser maestra, quizá no sabía que significaría personal y

profesionalmente serlo, sin embargo, decidí afrontar los retos. Lo que siguió después, fue el

comienzo de mi formación inicial, en un contexto social de “pueblo”, en una institución en

la que había cursado desde el preescolar hasta la secundaria, a veinte minutos de mi casa

caminando; con el camino muy andado, pues los docentes de prepa ya me conocían, quizá

me esperaban, porque mi hermana mayor estudiaba en la misma prepa y porque realmente

tampoco había muchas opciones, la otra prepa del pueblo era particular y la familia

tampoco contaba con los recursos para enviarme a ella.

Inicié entonces mi formación inicial como docente, al ingresar a la preparatoria, ya que era

una anexa a la Normal y estaba perfilada para ello, cursé el bachillerato pedagógico, estuve

en el club de banda de guerra, de mecanografía y por supuesto en la escolta. El primer y

segundo grado de la preparatoria cursé un tronco común; viví experiencias gratas, conocí

muy buenos docentes y excelentes compañeros. Recuerdo especialmente las clases de

matemáticas, mis favoritas, aunque con el docente de primer semestre Wenceslao, viví y

aprendí, las prácticas más tradicionalistas: exponer sin importar si aprenden, evaluar para

reprobar, el alumno como recipiente, el docente como el poseedor del conocimiento; a

pesar de ello, también recuerdo otras experiencias gratas, con el docente de física, una

excelente persona y mejor docente; con él aprendí que a los alumnos se les debe escuchar y

respetar. Una experiencia muy desagradable la viví al reprobar educación física, porque no

sabía jugar voleibol, sin embargo me gustaba el atletismo y lo hacía bien, pero el semestre

6

Page 7: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

era de voleibol y estaba reprobada, increíble, pero cierto, el único “cinco” en toda mi

trayectoria escolar.

Pienso que cada uno de los docentes que han sido parte de nuestra vida académica nos

forman y configuran como docentes, definitivamente, esta debió ser la etapa en la que

aprendí las prácticas más erradas. Después de los dos primeros años de tronco común,

ingresé al bachillerato pedagógico, formalmente me iniciaba a formar como docente.

Recuerdo una de las materias que llevaba, algo así como didáctica o práctica educativa,

parte del programa incluía la realización de prácticas a una escuela, entonces recuerdo que

me tocó practicar en una escuela de Xalatlaco, en un grupo de primer grado. El primer

acercamiento con el grupo, fue una visita de observación y solicitar mi “tema” para trabajar

con los niños. Me tocó la letra “ll”, entonces regresé a la Normal a compartir con el titular

de la materia y a preguntarle cómo enseñaba la letra, él me dijo que tenía que trabajar el

sonido de la sierra que hace lllllllllllllllll. Entonces seguí su instrucción y me dispuse a

hacer mi material: sierritas para los niños y un cartel.

Esta fue mi primera experiencia de trabajo con un grupo de primer grado de primaria y

ahora que lo pienso bien me doy cuenta que no era muy reflexiva, que siempre daba la

confianza a mis docentes y hacía lo que me decían o lo que leía en los libros. Claro que fui

a trabajar con la lllllllllllll y los niños no me entendieron, creo que la maestra quería

quitarme de enfrente, porque estaba confundiendo a sus niños. Pienso que con este primer

encuentro empecé a formarme un concepto muy reducido de la pedagogía, la didáctica y la

práctica del docente: párate enfrente, haz los sonidos de las letras y los niños aprenden a

leer. ¡Muy absurdo! Pero fue difícil superar el estrago, pues no encontraba respuestas a mis

dudas, leí historia de México, de la pedología, psicología, pero no encontraba la orientación

correcta.

Terminé la preparatoria y a pesar del mal sabor, ya estaba en el camino, así que presenté mi

examen de admisión a la Normal de Santiago Tianguistenco, cuatro años más y sería una

maestra. Era una alumna “reconocida” con una muy buena trayectoria como estudiante, así

que sentía una gran responsabilidad de cubrir las expectativas de mi familia y docentes.

Inicié el primer semestre con un problema familiar, por fin el matrimonio de mis padres

llegaba a su fin, después de veinte años de penurias. Aunque fue lo mejor, el hecho no dejó

7

Page 8: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

de afectarme emocionalmente, ahora mi mamá era responsable económica y moralmente de

cinco hijas, por tanto, como una de las hermanas mayores también crecieron mis

responsabilidades, lo cual perturbó mi rendimiento y aunque algunos podrían decir sólo fue

en una décimas, para mí era fatal.

En mi formación como normalista, recuerdo a muchos docentes diciendo o leyendo cómo

debe ser un buen docente, pero a muy pocos los vi desempeñarse de dicha manera. En la

escuela Normal aprendí que los maestros son seres humanos, con sus vicios y virtudes,

también reafirmé que hay docentes muy responsables y comprometidos, que se preocupan

por formar a los alumnos, especialmente recuerdo a mi maestra de Métodos de

Investigación, Maru, una persona muy exigente consigo misma y con sus alumnos, con ella

aprendí a leer, a hacer ensayos, hacer fichas, pero sobre todo, aprendí a comprometerme

con la función del docente y asumir la responsabilidad que ello implica. En el camino inicié

la clase de didáctica, la Mtra. Norma era la titular, una experiencia muy distinta a la

preparatoria, la maestra nos formó para ir a realizar las prácticas, nos enseñó a planear las

clases y nos orientó sobre como relacionarnos con los niños. Maru y Norma, eran como el

prototipo de maestra ideal que yo quería ser, porque además de ser mujeres jóvenes, muy

trabajadoras y responsables, tenían maestría.

Sin embargo, durante los cuatro años de Normal siempre estuvo presente una gran

preocupación ¿qué haría cuando tuviera mi grupo? Trabajé prácticas los cuatro años, sin

embargo, la mayoría no fueron experiencias muy gratas, el material no me resultaba, los

alumnos no se interesaban mucho, no aprendían muy bien el tema, y entonces, no me sentía

muy segura de poder con la responsabilidad. El último año fue crucial en mi formación,

tuve mi primer acercamiento con el Plan y Programas de Estudio 1993, que se trabajaba en

primaria en aquél tiempo, aprendí a planear clases con él, sin embargo no logré entender

sus principios con claridad. También tuve un curso de PRONALEES, impartido por Lolita,

una excelente docente, especialista en primer grado, quien me dio luz para el trabajo con

lectoescritura. Finalmente, inicié el trabajo de mi tesis, con una gran compilación de textos

de Piaget, me interesaba trabajar sobre procesos de aprendizaje.

En julio de 2000, terminé la escuela Normal, con algunas décimas menos de las esperadas y

un segundo lugar de generación con 9.3 de promedio, ahora sólo era cuestión de esperar la

8

Page 9: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

entrega de los nombramientos. Como era de esperarse, yo quería que me tocara trabajar en

una escuela muy cercana a la Normal, quizá un pueblo vecino, porque siempre los mejores

promedios se quedaban cerca, además yo no conocía más allá de mi municipio, porque en

él estudié toda mi vida y salía muy poco, sólo esporádicamente de vacaciones. Finalmente,

mi expectativa era trabajar en una escuela de mi pueblo y quedarme ahí los treinta años de

servicio, con mi formación inicial, que aunque sabía no era perfecta, me daría un título y

podría trabajar.

El día llegó, no recuerdo la fecha pero fue uno de los días más decepcionantes de mi vida,

estábamos todos los normalistas sentados, en un auditorio, esperando los nombramientos.

Mi compañera Maira, quien había sido el primer lugar de la generación, recibió su

nombramiento “Escuela Primaria Anexa a la Normal de Santiago Tianguistenco”, esa era la

escuela que yo debí haber tenido, hubiese sido el inicio de una vida profesional de sueño,

trabajar en la primaria de mi pueblo, en la que yo estudié, en aquel tiempo esa era mi

expectativa, debo reconocerlo. Sin embargo, llegó mi turno “Escuela Primaria Estado de

México”, Montón Cuarteles Huixquilucan, no podía creerlo, era el lugar más lejano del

mundo para mí, cómo llegaría hasta ahí, pensaba que era lo peor que podía pasar, lloré

amargamente por días y decidí que no iría a trabajar, renunciaría, mejor trabajaría en una

escuela particular de mi pueblo.

Debía iniciar a trabajar el 15 de septiembre del año 2000, había decidido no ir. Un domingo

antes, me llamó por teléfono el Profr. Ariel, mi docente de Didáctica, al cual recuerdo con

mucho cariño, respeto y admiración, para decirme que su hermano trabajaba en la escuela

en donde me había tocado y que los docentes de la escuela viajaban en grupos, que podía

irme con ellos, pasarían por mí cerca de mi casa, me llevarían y regresaría con ellos. No

estaba muy convencida pero me dio pena decir que no, así que acepté y al día siguiente

estaba de camino a la escuela, con algunos de mis compañeros. Recuerdo muy bien que el

Profr. Celso y su esposa pasaron por mí, después se unió al grupo Laura, en Xalatlaco

pasamos por Boni y finalmente en la Marquesa por Sergio. Los maestros se conocían desde

hace tiempo, la mayoría estaba en la escuela desde que egresó, había maestros de entre 10 y

dos años de servicio, se llevaban muy bien y generalmente, durante el camino charlaban

sobre temas de interés social, político o educativo.

9

Page 10: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

El primer día no fuimos a la escuela, nos reunimos en la escuela “Miguel Hidalgo”, en

donde estaba la supervisión, para los Talleres Generales. Cuando llegué a la escuela me

presenté con el supervisor de zona, el Profr. Lorenzo, una gran persona, me recibió y

presentó con mi directora Bety y con el grupo colegiado de segundo grado, porque sería el

grado que me asignarían. Ya en los talleres, me sentía muy segura, había sido una buena

alumna, me atrevía a participar y me integré fácilmente al equipo de trabajo de segundo

grado de la zona. Parece que no sería tan difícil, tenía respuestas teóricas a muchas

preguntas.

Llegó el día de iniciar mi trabajo como docente, llegué a la escuela, con muchos miedos,

pero con una gran seguridad en mi misma, sabía que podría con el reto. Llegaron los niños,

empezó la ceremonia, se ubicaron por grupos y la directora presentó a los docentes y claro

a mí que era la nueva. Terminada la ceremonia, nos reunimos por grado, ya se habían

asignado a los alumnos a los grupos y también las aulas, por supuesto para la nueva eran el

aula menos acondicionada y el grupo más difícil, el escogido. Sin embargo, no había

problema, yo sabría como superarlo.

El grupo de segundo grado, grupo “b”, tenía más de 40 niños. Como toda maestra

organizada, me dispuse a tener mis documentos administrativos al día y hacer junta con los

papás, para solicitar los útiles lo antes posible e iniciar a trabajar. En aquellos días mi

concepto de educación se reducía a orden y control, por ende lo prioritario era la forma, no

el fondo. Tuve mi primera reunión con los padres, no recuerdo haber estado muy nerviosa,

creo que sentía mucha seguridad en lo que hacía. Pasé días difíciles con el grupo, la

mayoría ya sabía leer y escribir, pero tenían problemas de conducta muy severos, varios

eran muy agresivos, otros muy introvertidos o extrovertidos algunos, sin embargo nunca me

pesó, siempre busqué la forma de trabajar con ellos, aunque quizá no era la mejor, pero mis

concepciones hasta ahí llegaban y determinaban mi actuar. Pronto gané la confianza de los

padres, compañeros docentes y directora, de ella tuve mucho apoyo durante este primer año

de servicio; mi responsabilidad con los niños y disposición al trabajo favoreció mi

integración a la comunidad escolar.

Aprendí de mis compañeros docentes, recuerdo a Eleazar, el hermano de mi profesor de

didáctica, “el mejor docente de la escuela”, yo debía ser como él, entonces comencé a

10

Page 11: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

observarlo y a recuperar sus mejores prácticas: disciplina, orden, control, manejo de grupo,

de padres, aunque sólo veía la forma, nunca pude ver desde dentro la esencia de su práctica.

También empecé a aprender lo que no se debe hacer, observaba en algunos compañeros

falta de responsabilidad, conductas para mí inapropiadas y traté de no caer en ellas. Ahora

lo pienso y creo que en este primer año aprendí de pedagogía y didáctica, más de lo que

aprendí en cuatro años de Normal, la responsabilidad de estar frente a un grupo te obliga a

prepararte y tomar decisiones.

Además del trabajo en la escuela, ese año estuve trabajando con mi tesis, para titularme, la

experiencia no fue muy grata, todavía no entiendo que pasó, pero creo que nuevamente una

Reforma fue decisiva. Recientemente había entrado la Reforma a las Normales y ahora

debíamos titularnos con los criterios señalados para los estudiantes de dicho programa. Mi

formación fue distinta, yo esperaba hacer una tesis teórica, no sabía entonces bien cómo,

pero seguía al pie de la letra las indicaciones de mi tutora. Un día fui a la Normal, los

responsables de titulación habían cambiado y mi trabajo ya no servía debía iniciar de cero.

Empecé a trabajar, no entendía bien la propuesta, parece que debía ser un ensayo de mi

práctica, comencé el trabajo y ya muy avanzado, volvieron a cambiar a los responsables de

titulación y nuevamente a hacer ajustes, por si no fuera poco, un día llego a la Normal y

nuevamente cambios de personal, pero ahora, el Profr. Vicente me dijo, ya no la voy a

revisar, revisa bien tú y la próxima semana me expones el trabajo, te titulas con lo que

tienes porque si la leo, volveré a hacer cambios. Expuse el trabajo, le convenció, la leyó y

parece que era el trabajo esperado. Se programó la fecha de titulación, se presentó el trabajo

y el resultado fue una Mención Honorífica.

Estaba muy satisfecha del trabajo realizado, ya titulada y con el resultado obtenido, me

sentí más segura en mi práctica, inicié mi segundo año de servicio con “prestigio” en la

escuela, en un grupo de primer grado. Me nombraron responsable del colegio de primer

grado de zona, porque trabajaba con PRONALEES. La etapa no fue sencilla, conducía un

grupo de docentes con una vasta experiencia en primer grado, yo tenía la teoría, pero ellos

la experiencia; recuerdo especialmente a una docente que literalmente me torcía la boca y

se salía toda la sesión. Por el contrario, en el trabajo en grupo, este segundo año me

configuró como docente, ya no era la nueva, sino la profesora de primer grado. Mis

11

Page 12: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

estrategias de trabajo eran el orden, control, disciplina, involucrar a los padres, todo aquello

que de forma se veía bien, pero además ahora la esencia de mi práctica era importante,

pronto identifiqué estrategias de aprendizaje y los resultados en el grupo eran los esperados.

Además, de la adquisición de la lectoescritura, había desarrollado en los niños actitudes

como responsabilidad y autonomía. Los padres estaban muy satisfechos con el trabajo

realizado y yo me sentía consolidada como docente.

Creo que entonces mis conceptos de educación, aprendizaje, docente, alumno, escuela, etc.,

se habían ampliado, ya no se reducían a la forma, a la teoría, ahora los elementos teóricos y

prácticos configuraban mi práctica, en estos primeros años había aprendido mucho sobre

estrategias de aprendizaje, sin embargo, pronto vino un reto mayor, cuarto grado de

primaria.

El tercer año de servicio, me asignaron cuarto grado, ahora el reto era el dominio de los

conocimientos disciplinares, aparte de las labores cotidianas de planear, evaluar y preparar

materiales, ahora debía estudiar los contenidos y además buscar las estrategias para que los

niños aprendieran, creo que siempre que exista un compromiso con los alumnos, el docente

es capaz de superar los retos; pronto me apropié de estrategias adecuadas, mi práctica se fue

consolidando y nuevamente superé el reto satisfactoriamente. Poco a poco fui

involucrándome más en las tareas docentes, a estas alturas ya sentía que dominaba todas las

tareas: enseñar, poner bailes, organizar ceremonias, realizar documentación, etc.

Lo primeros cinco años de servicio los recuerdo con agrado, con muchas experiencias de

aprendizaje y satisfacción, sin embargo, también hubo ratos amargos, sobre todo ante la

impotencia de no poder apoyar a niños con problemas de aprendizaje, niños con problemas

familiares, niños que debían repetir el grado, porque no sabían leer y escribir y era

imposible pasarlos, sentía que debía aprender a dar solución a dichos problemas y

necesitaba apoyo.

Entonces me decidí a buscar formación continua, sabía que la formación inicial no era

suficiente, comencé a visitar el centro de maestros de Santiago Tianguistenco, era un poco

difícil porque ahora era casada y tenía un hijo de meses de nacido, además vivía en

Huixquilucan y el Centro no estaba cerca. Comencé a formarme para participar en el

12

Page 13: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

Programa de Carrera Magisterial, me incorporé pronto al nivel A. Al final del quinto año de

servicio, realicé una permuta y me cambié de escuela.

La Escuela Primaria “Emiliano Zapata”, se encuentra en una colonia cercana a la

Marquesa, en el Centro de Huixquilucan. Es una comunidad urbana, pero, en aquel tiempo

con los rasgos de una vida de pueblo pacífico, con valores y principios humanos. Cuando

llegué a la escuela, me di cuenta que el ambiente escolar era totalmente distinto a lo que

conocía, todo me parecía (por ser distinto) mal, no lo entendía y entonces yo estaba en la

“Emiliano Zapata” imponiendo la organización de la “Estado de México”, no comprendía

la nueva cultura escolar, así que impuse mis valores y costumbres, al menos en mi aula. Me

integré como docente de cuarto grado, como era mi costumbre, los primeros días una

reunión con padres de familia, poner orden y comenzar con el trabajo. Recuerdo que en la

reunión varios padres de familia se acercaron a mí para justificar el bajo rendimiento de sus

hijos con determinados trastornos, para mí eso era nuevo, en la antigua escuela no tenía

USAER y entonces los problemas de aprendizaje los trataba yo con mis escasos

conocimientos sobre la educación especial. Sin embargo, en la nueva escuela si se contaba

con el servicio.

Recuerdo que no di mucha importancia a los comentarios de los padres, por mi experiencia,

estaba convencida que sabía resolver la mayoría de los problemas y que esta vez no sería la

excepción, sin embargo, al empezar a conocer a los niños me di cuenta que efectivamente

algo distinto pasaba en la escuela, era una cultura muy distinta a la urbano marginada de la

anterior escuela, los padres, los niños y los docentes actuaban de manera muy diferente, el

ambiente para el trabajo era más favorable y entonces me dispuse a aprovechar el entorno.

Pronto me gané la confianza de los padres, siempre mi compromiso con el trabajo fue mi

carta de presentación, emprendimos varias acciones importantes para la escuela: integramos

la biblioteca escolar con apoyo de los padres, el trabajo del grupo se proyectó en varios

eventos y ceremonias cívicas. Una de las dificultades que enfrenté en la escuela fue la

política de trabajo, “en equipo”, la escuela se organizaba por grado para realizar las

actividades, algo que no era familiar para mí, siempre trabajaba en solitario con mi grupo

de padres y alumnos, pronto debí aprender a trabajar de manera distinta y definitivamente

se enriqueció la función. Durante cuatro años de trabajo en la escuela tuve más altas que

13

Page 14: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

bajas, mi función como docente se había consolidado ya a los nueve años de servicio,

cuando sentía que ya lo sabía todo, porque tenía experiencia en grupo y además me

capacitaba constantemente en cursos, lo inimaginable pasó.

Recuerdo que me encontraba en una capacitación para conductores del Curso Básico 2009,

entonces el Profr. Rogelio, coordinador del Centro de Maestros de Tianguistenco, se acercó

a mí, me comentó que necesitaba cuatro propuestas para nuevas plazas que se asignarían al

Centro, entonces me invitó a participar, aclarando que era un trabajo de medio tiempo y que

por ser cambio de función perdería el incentivo económico de carrera magisterial. Con la

ilusión de ocupar una nueva función y sin importante perder el incentivo económico, le

entregué mi currículum y esperé la respuesta.

Pasaron algunos días y ya durante los cursos básicos, el Prof. Rogelio pasó por mí grupo y

me comentó que ya había entrado la propuesta y que él me estaba recomendando

ampliamente por mi trayectoria académica. Empezaba a desesperarme y pensar que nada

sucedería cuando un día me llamaron para presentarme en la Subdirección Regional de

Metepec, con mis papeles. Ir a la Subdirección Regional era algo muy importante, debía

causar muy buena impresión pues me atenderían las autoridades a nivel regional. Fui a una

cita con las Profras. Graciela, Aida y Rosario, recuerdo que cuando las vi y las escuché

hablar, de inmediato me di cuenta que eran personas muy preparadas con amplia trayectoria

y qué podía decirles, me temblaban los labios para responder sus preguntas.

Inexplicablemente, las plazas de Centro de Maestros habían sido designadas para la

Dirección General y ahora me invitaban a ser parte del Equipo Académico Regional (EAR).

Trabajar en el EAR, ha sido una de las experiencias más impactantes en mi vida

profesional, no sólo porque no fui bien recibida, sino también por el reto que representa ser

una asesor académico a nivel regional. Cuando lo identifiqué y decidí asumirlo, di un giro

de 360° no sólo en mi vida profesional, sino personal. El reto de ser un auxiliar técnico

regional implicó para mí una mayor preparación, estudiar una maestría y ahora el

doctorado; también ha implicado horas de desvelo, de fines de semana, preparándome para

trabajar un curso, para realizar una visita de seguimiento y acompañamiento a las escuelas,

para orientar a los docentes sobre las mejores formas de resolver los problemas cotidianos

del aula.

14

Page 15: Laura Peña Moreno Web viewAl reconocer mi vida profesional como un proceso en constante evolución, no puedo pasar desapercibidos los hechos que la han conformado, en este sentido,

A partir de estos grandes saltos en mi vida profesional, reconozco, que nunca fui la mejor

alumna, porque un 10 no garantiza que seas una persona crítica, analítica y reflexiva, pero

tampoco fui la mejor docente, porque obvié muchos aspectos sustantivos del quehacer

docente, sin embargo, reconozco en mí siempre un fuerte compromiso por realizar mi

trabajo lo mejor posible y creo que eso es lo que me ha permitido contribuir socialmente

desde mi ámbito de competencia. Después de 14 años de servicio, veo en mí un docente en

formación, con una gran convicción de “ser maestra”, añoro estar en un aula, frente a un

grupo de niños o adultos, orientando un proceso de aprendizaje, compartiendo a través de

mi práctica lo mejor de mí: el respeto y compromiso que siento hacia la función docente.

15