las transformaciones de las Élites políticas

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Artigo sobre as transformações das Elites Politcas

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  • Revista de Ciencias Sociales (RCS)Vol. XII, No. 1, Enero - Abril 2006, pp. 9 - 20

    FACES - LUZ ISSN 1315-9518

    Las transformaciones de las lites polticas enAmrica Latina. Una visin inusual de la temtica

    Mansilla, H.C.F.*

    ResumenHace escasos cincuenta aos las sociedades latinoamericanas exhiban estructuras mucho ms simples.

    Durante el ltimo medio siglo casi todos los pases latinoamericanos han experimentado notables procesos demodernizacin, que han generado una intensa diferenciacin de los tejidos sociales. El sector dedicado a la acti-vidad poltica ha ganado una relativa autonoma. Una vasta desilusin colectiva parece ser, sin embargo, la con-secuencia de estos procesos. La reforma de los poderes del Estado en trminos de rediseo administrativo cons-tituye lamentablemente la ocupacin central de las modernas lites, junto a nuevas prcticas de corrupcin. Enalgunas naciones la transicin de aristocracia tradicional a lite funcional moderna ha significado no slo undescenso, sino un genuino descalabro histrico.Palabras clave: Aristocracia, complejidad, desilusin, lite, modernizacin, tradicin.

    The Transformation of Political Elites in LatinAmerica. An Unusual Perspective on this ThemeAbstract

    Scarcely fifty years ago, Latin American societies had much less complex social structures. During thelast half century almost all Latin American countries underwent notable modernization processes, which haveproduced an intense differentiation of social structures. The sector devoted to political activity has gainedrelative autonomy. A vast collective disillusionment, however, seems to be the result of these processes. Thereform of state powers in terms of an administrative redesign is unfortunately the central occupation of themodern elite, together with corrupt practices. In some nations the transition from traditional aristocracy to amodern functional elite has implied not only a decline, but a true historical disaster.Key words: Aristocracy, complexity, disappointment, elite, modernization, tradition.

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    * Dr. en Filosofa. Profesor visitante de la Universidad de Zurich (Suiza) y miembro de nmero de la Aca-demia de Ciencias de Bolivia. E-mail: [email protected]

    Recibido: 06-01-11 Aceptado: 06-30-20

  • A manera de introduccinDurante el ltimo medio siglo casi todos

    los pases latinoamericanos han experimentadonotables procesos de modernizacin, que hangenerado una marcada especializacin de rolesy funciones, una intensa diferenciacin de lostejidos sociales y una expansin sin precedentesde los llamados estratos medios. Todo esto hallevado a crear paulatinamente un sector dedica-do de modo ms o menos profesional a la activi-dad poltica, que puede reclamar para s una re-lativa autonoma, sobre todo en cuestiones dereclutamiento, funcionamiento interno y auto-i-magen. La lite del poder representa ciertamen-te un conglomerado con fronteras porosas ypoco precisas, influida por otros grupos, capas yestamentos, pero hoy no se le puede dejar deatribuir una identidad distinta y propia dentrodel conjunto social.

    Aunque la modernidad alcanzada engran parte de Amrica Latina sea de carcterimitativo y haya producido en los ltimos tiem-pos dilatados fenmenos de desilusin colecti-va, no hay duda de que hace escasos cincuentaaos las sociedades latinoamericanas exhibanestructuras mucho ms simples y se regan porunos pocos valores normativos de ndole ele-mental. Hoy tenemos, en cambio, estructurassociales de notable complejidad en todo senti-do y con dinmicas e intereses muy diversos yhasta divergentes, como los numerosos secto-res de la sociedad civil (Hengstenberg et al,1999). Este mismo desarrollo ha conducidotambin a una diferenciacin entre las socieda-des latinoamericanas, de manera que, en variasesferas, las desigualdades entre los pases delrea tienden a acrecentarse, lo que vale asimis-mo para la composicin socio-econmica en elinterior de cada pas.

    Esta evolucin hacia una mayor com-plejidad general puede ser observada clara-

    mente en la composicin de las lites: hasta laSegunda Guerra Mundial se trataba de unaclase compacta, que inclua a terratenientes,empresarios, polticos, militares e intelectua-les. Hoy estos ltimos se hallan, por ejemplo,bastante alejados de los focos del poder y elprestigio. Los polticos constituyen ahora unsector que se distingue de los dems, produ-ciendo ciertas reglas y rutinas propias. Esta re-lativa autonoma del estrato poltico no quieredecir que la calidad de su desempeo globalhaya mejorado y menos an que las poblacio-nes involucradas perciban su accionar comoalgo positivo y promisorio para la marcha dela sociedad respectiva. Este ensayo quiere lla-mar la atencin sobre la posibilidad de que enalgunas naciones la transicin de aristocraciatradicional a lite funcional moderna ha signi-ficado no slo un descenso, sino un genuinodescalabro histrico.

    Sin entrar a un debate terico sobre de-finiciones conceptuales y problemas afines(1), se pueden hacer algunas aseveraciones dendole provisoria en torno a la evolucin his-trica y a la composicin y funciones actualesde las lites polticas. Aunque las generaliza-ciones en ciencias sociales resultan siempreprecarias e inexactas, son, por otra parte, in-dispensables si se quiere decir algo que tengarelevancia terica y sea algo ms que unamera reproduccin de la realidad emprica.Esto es tanto ms necesario cuanto faltan estu-dios serios y bien documentados sobre las cla-ses altas y las lites polticas de las nacioneslatinoamericanas; los nicos casos estudiadoscon una relativa profundidad son los de Ar-gentina (2), Chile (3) y Mxico (4).1. La aristocracia tradicional

    El hecho ms importante en este con-texto es el desplazamiento de la aristocraciatradicional por la moderna lite funcional del

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  • poder. Este fenmeno tiene connotaciones de-cisivas en muchos terrenos, y aqu se har n-fasis en la dimensin socio-cultural y en elmbito de los valores de orientacin. Se puedeafirmar que hasta mediados del siglo XX exis-ta una amplia identificacin entre la clase altasocio-econmica y la lite poltico-adminis-trativa, identificacin basada en estrechosvnculos familiares y personales (5). Este fe-nmeno era percibido como algo obvio por lasllamadas oligarquas tradicionales, centradasen los terratenientes, en los grandes comer-ciantes urbanos y en las jefaturas militares.Hasta los intelectuales podan ser considera-dos, con las reservas del caso, como parte inte-grante de una clase dirigente muy alejada delos estratos subalternos, aunque hayan milita-do asiduamente en la oposicin a los poderesfcticos (6).

    Los factores negativos vinculados a lasaristocracias tradicionales latinomericanasson bien conocidos y no necesitan ser nombra-dos in extenso. Basta aqu mencionar los es-trechos nexos entre esta clase y las dictadurasmilitares y civiles que ensombrecieron unabuena parte de la historia republicana del Nue-vo Mundo. La cultura del autoritarismo, el usode la religin como instrumento de control so-cial, la explotacin de los trabajadores en loscampos y las minas y dilatados fenmenos decorrupcin, representan igualmente aspectosindelebles asociados a las antiguas oligar-quas. Pero esta constelacin requiere de algu-nas precisiones. La clase alta tradicional exhi-bi en algunos tiempos y lugares una com-prensin paternalista de las penurias y los sen-timientos de otros estratos que podan ser peli-grosos a largo plazo, actitud que es extraa alas tecnocracias contemporneas.

    Hasta mediados del siglo XX el predo-minio irrestricto del utilitarismo y la ideologadel inters individual -que constituyen la reli-

    gin del presente-, no tenan an la fuerza nor-mativa que poseen en la actualidad. No preva-leca la economizacin del mbito poltico ycultural; es decir no era obligatoria la tenden-cia a tratar la totalidad social como si fuera ungigantesco mecanismo de mercado y a los ciu-dadanos como si fuesen slo agentes econ-micos que intentan maximizar sus ventajascompetitivas. El fenmeno de la corrupcin,aunque siempre existente, no conoca la dila-tacin, la profundidad y la aceptacin de nues-tros das. Como lo vislumbr Max Weber, envarias ocasiones la aristocracia tradicional en-tendi sus privilegios como una vocacin deservicio a la nacin (7). En algunos pases lati-noamericanos no fue mera casualidad que lossectores esclarecidos de las clases altas pro-pugnasen ya desde la segunda mitad del sigloXIX una poltica promotora de la educacinobligatoria y gratuita, la construccin acelera-da de un extenso sistema de transportes y co-municaciones y una modesta introduccin delEstado de Derecho, es decir: factores de desa-rrollo que contribuyeron al bienestar de todala poblacin.

    Ejemplos de este programa liberal, mo-dernizante y con resultados democratizadores(8) son las reformas de la monarqua brasile-a, el breve predominio del Partido Civil en elPer (Ulrich, 1998), el gobierno del PartidoLiberal en Bolivia (1899-1920) (9) y, sobretodo, el largo perodo de la aristocracia liberalen la Argentina (1862-1943), perodo queconstituye el paradigma ms notable de evo-lucin histrica en Amrica Latina. Durante81 aos una clase alta relativamente compac-ta, centrada en los terratenientes y los grandescomerciantes de Buenos Aires, enriquecidacon intelectuales y administradores de grancalidad y, sobre todo, abierta al mundo exte-rior, a los valores de la Ilustracin europea y alEstado de Derecho, logr construir una socie-

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  • dad de indudable prosperidad, con muchasposibilidades de ascenso social para ampliosgrupos y un nivel educacional y cultural raravez alcanzado en el Tercer Mundo (Rapoport,2000).

    No es inslita la observacin de que lasaristocracias tradicionales, atadas a la tierra ya problemas del medio ambiente, tienen unavisin -y por lo tanto, una responsabilidad- alargo plazo de su quehacer econmico-socialque las distingue de otros grupos privilegia-dos (10). Uno de los aspectos bsicos de estergimen estribaba precisamente en la carenciade prcticas populistas, en la ausencia de fal-sas ilusiones igualitarias y en el control que laclase alta tradicional pudo mantener sobre lasesferas de la poltica y la cultura. (Adems,como lo afirmaron Max Horkheimer y Theo-dor W. Adorno, el despliegue autntico de lacultura tiene tambin que ver con la posibili-dad de que las creaciones artsticas y cultura-les estn preservadas de las coerciones delmercado y del excesivo control democrti-co (11)). En los terrenos de la tica social y dela esttica pblica el rgimen argentino sentstandards que pocas veces han sido superadosen el Nuevo Mundo; los fenmenos de corrup-cin exhibieron, por ejemplo, ndices saluda-blemente bajos. Esta aristocracia se vio a smisma como liberal, cosmopolita y moderni-zante, imbuida de una vocacin de servicio ala nacin. Aunque parezca inslito y pococreble, esta auto-imagen ha correspondidoparcialmente a la realidad.

    Algunos de estos argumentos, que po-dran parecer en nuestra poca tecnocrticacomo un intolerable resabio de un pasado idea-lizado -y felizmente superado-, pueden conte-ner un significado inesperado. En un estudiosobre la presencia muy exigua de factores tota-litarios en Gran Bretaa, Lord Ralf Dahrendorfescribi que las normativas aristocrticas cons-

    tituiran un dique contra la posibilidad de re-gresin y barbarie que est contenida en lamodernidad democrtica (12). El desarrolloargentino posterior a 1943 es un ejemplo elo-cuente y continuo de esta posibilidad (13).

    2. Las modernas lites polticas

    El proceso de modernizacin ha invali-dado la influencia poltica, econmica y hastacultural de las aristocracias tradicionales y hacontribuido al surgimiento de una lite polti-ca funcional, la cual ha brotado mayoritaria-mente de la carrera administrativa, de los or-ganismos internacionales, de la empresa pri-vada y ocasionalmente de los propios aparatospartidarios. Sus miembros poseen hoy una ca-rrera universitaria, pero no de carcter huma-nista, sino ms bien de ndole gerencial-admi-nistrativa o tcnica (Plotkin y Neiburg, 2003).

    No hay duda de la existencia de algunasmetas normativas razonables en el seno de latecnocracia poltica neoliberal (14) que tomel poder despus de 1980 en la mayora de lasnaciones latinoamericanas: la reduccin delas funciones econmico-empresariales delEstado, la expansin y consolidacin de laeconoma de mercado, el abandono de polti-cas sociales de corte populista, la moderniza-cin de la administracin pblica, la creacinde nuevas instituciones estatales (por ejemploen el Poder Judicial y el sistema regulatoriosectorial) y la limitacin de las demandas re-distributivas irrealistas (15). La auto-imagende las lites polticas tecnocrticas est basadajustamente en la pretensin de encarnar almismo tiempo la eficiencia tcnica, el ingresoal mundo globalizado y la modernizacin de-mocrtica (16).

    Pero la pretendida modernidad de suformacin profesional y la objetividad tcnicade sus decisiones constituyen algo dudoso. La

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  • tradicin sigue teniendo aqu un peso determi-nante. En el seno de los aparatos estatales ypartidarios el ascenso y la competencia se sir-ven, por ejemplo, de procedimientos conven-cionales, como los lazos familiares y regiona-les, las amistades de vieja data, las dotes caris-mticas, la utilizacin de la astucia prctica ylas lealtades basadas en la comisin conjuntade delitos. Las nuevas lites usan mecanismosdemocrticos para llegar al poder, pero unavez all se consagran a favorecer unilateral-mente intereses particulares, a tolerar los fe-nmenos de corrupcin y, por ende, a desvir-tuar la democracia. Hoy en da no practicanuna violacin abierta de las normas legales,pero s un manejo discrecional de los mecanis-mos del poder (17). En este sentido la realidadlatinoamericana -con las posibles excepcio-nes de Chile y Costa Rica- est muy alejadadel paradigma y, sobre todo, de un funciona-miento aceptable de la democracia represen-tativa, liberal y pluralista, y se acerca ms biena la llamada democracia defectiva o defec-tuosa, segn la definicin de Wolfgang Mer-kel (18). Como afirm Ralf Dahrendorf, lanueva clase tecnocrtica basada en las tecno-logas contemporneas de la informacintiende a exonerarse de todo control genuina-mente democrtico y a sobreponerse al Estadonacional, a sus regulaciones y su marco de in-teraccin todava comprensible y controlable(Darendorf, 2003).

    Los factores negativos vinculados a estaslites resaltan mediante una comparacin con eldesempeo integral de las aristocracias tradicio-nales. Se puede aseverar que despus de largosaos de transicin a la democracia (19), en tie-rras latinoamericanas el proceso de democrati-zacin ha generado notables edificios institucio-nales que coexisten en curiosa simbiosis concostumbres ancestrales y prcticas cotidianaspremodernas, particularistas y hasta irraciona-

    les. Muchas veces la democratizacin y la mo-dernizacin han servido para revigorizar tra-diciones premodernas y, de este modo, hacer-las ms resistentes frente a impugnacionesrealmente innovadoras. Esta situacin no hapodido ser modificada por los artificios de laingeniera poltica, hoy tan en boga.

    Es por ello conveniente sealar algunasde las caractersticas de esta realidad comple-ja y contradictoria, signada por la polarizacinen el nivel de ingresos, el deterioro del medioambiente, el dramtico aumento de la insegu-ridad ciudadana y por una atmsfera de agre-sividad, tensiones y egosmo. Adems: en losltimos veinte aos se han realizado reformasconstitucionales de gran envergadura, que nohan impedido y ni siquiera mitigado antiguasusanzas burocrticas y prcticas corruptasaberrantes y errticas.

    Por ejemplo: la reorganizacin del Po-der Judicial -la creacin de nuevos rganoscomo el tribunal constitucional, el defensordel pueblo, el consejo de la magistratura y elestablecimiento de nuevos cdigos- no ha po-dido alterar sino muy parcialmente las rutinasde venalidad, lentitud e ineficacia que caracte-rizan los estrados judiciales desde la era colo-nial espaola. La modernizacin de la admi-nistracin estatal y de las fuerzas de orden p-blico (especialmente de la polica) no ha podi-do evitar la persistencia de engorrosos trmi-tes y de hbitos irracionales, por un lado, y elaumento espectacular de la inseguridad ciuda-dana en los ltimos tiempos, por otro. Jamsse haba discutido tanto sobre temas de medioambiente (incluidas las cumbres presidencia-les y la creacin de innumerables instanciasconsagradas presuntamente a cuestiones eco-lgicas, como el Ministerio de DesarrolloSostenible en Bolivia (20)), y nunca se hananiquilado tantos bosques como en los lti-mos aos, es decir despus de la llamada

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  • Cumbre de la Tierra en Ro de Janeiro de1992. Nunca se hicieron tantos esfuerzos mo-dernizadores para ampliar y mejorar las auto-nomas municipales, y jams se dio una ola si-milar de corrupcin y apropiacin privada defondos fiscales en el mbito de las alcaldas yregiones descentralizadas. Y estos resultadospertenecen sin duda a la responsabilidad his-trica de la lite poltica tecnocrtica.

    En contra de la apologa neoliberal hayque advertir que las lites modernas en polti-ca y economa no han resultado tan extraordi-nariamente beneficiosas para el conjunto de lasociedad. La mayora de esos nuevos gruposelitarios surgidos durante las ltimas dcadasdel siglo XX han resultado ser oligarquas au-tosatisfechas y autoritarias, que slo poseenuna perspectiva histrica de corto aliento.Uno de sus mayores mritos estriba en el sa-queo refinado y tecnificado de los fondos p-blicos. En el imaginario popular hasta las con-cepciones liberales ms razonables se venvulneradas por las prcticas de las nuevas plu-tocracias capitalistas (21), prcticas que hu-bieran sido imposibles sin la estrecha alianzacon la lite poltica. Ambas clases no poseenni el buen gusto ni la moderacin de las aristo-cracias tradicionales, ni el talento creador delempresariado protestante, ni una visin es-tructuradora original para toda la sociedadcontempornea. La cleptocracia rusa y lasnuevas lites en Amrica Latina deben su xi-to a un acceso privilegiado al enflaquecidoaparato estatal del modelo neoliberal (peromuy provechoso si se lo sabe exprimir ade-cuadamente), al control del Poder Judicial(para evitar ser sometidas a juicio y castigo) ya un pacto mafioso del silencio (que impidelas intrusiones de agentes hostiles al sistema).En Amrica Latina, por ejemplo, las grandesfortunas no se deben, en su inmensa mayora,a grandes inventos o mejoras tecnolgicas o

    habilidades organizativas excepcionales(como los conocidos casos de Thyssen,Krupp, Siemens, Bosch, Mellon, Rothschild,Gates, etc.). Numerosos empresarios neolibe-rales son ms bien tiburones al acecho (Ma-jul, 1997), esperando esquilmar al Estado o alprjimo desprevenido o a ambos.

    Con las posibles excepciones de Chiley Costa Rica, una buena porcin de las socie-dades latinoamericanas percibe los efectosgenerales irradiados por las nuevas lites tec-nocrticas como algo similar a un fraude: lamodernidad alcanzada es considerada comoinsuficiente e imitativa y la democracia prac-ticada es vista como un engao colectivo. Concierta seguridad se puede aseverar que las li-tes polticas contemporneas se han eximidode una vocacin de servicio a la colectividad,se han exonerado de la dimensin tica y ja-ms alcanzaron una modesta comprensin delhorizonte de la esttica. Su desdn por el m-bito de la ecologa, es decir por la problemti-ca del largo plazo, es proverbial.

    Por todo ello se puede afirmar que lacontribucin de las nuevas lites a la consoli-dacin democrtica y a una genuina moderni-zacin a partir de aproximadamente 1980 haresultado ambigua y accidental. Se trata, enrealidad, de un tipo de neoliberalismo pluto-crtico-plebeyo, que, pese a su expansin pla-netaria, no parece ser un modelo a la altura delos tiempos ni frente a las demandas siemprecrecientes del resto de la sociedad.

    Las lites tecnocrticas se han destaca-do en las prcticas corruptas en un grado mu-cho ms elevado que las aristocracias clsi-cas premodernas, sobre todo a causa de su ca-rcter sistemtico y tecnificado. Ellas no slohan conservado importantes elementos de latradicin autoritaria e irracionalista de origenpremoderno (como el prebendalismo y elclientelismo), sino que no han sabido generar

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  • un liderazgo slido y duradero basado en cri-terios de efectividad, previsibilidad y raciona-lidad. Poseen una visin inmediatista e instru-mentalista de toda la esfera poltica; suponenque la preservacin de la situacin actual lesbrinda todava buenas oportunidades de ma-niobra, de enriquecimiento y de consolidacindel propio estrato social. Estos liderazgos hanmostrado ser precarios y proclives a descom-ponerse (como fue el caso de Alberto Fujimorien el Per) y fomentan paradjicamente el re-surgimiento de regmenes personalistas y cau-dillistas.

    Los polticos tecnocrticos son personascon un nivel cultural bastante limitado y con unhorizonte de anhelos muy restringido: pecuniaet potestas (22). Precisamente en el marco de lademocracia de masas los polticos del presenteintentan parecerse a los presentadores de televi-sin y a los expertos en relaciones pblicas, ex-cluyendo todo indicio de intelectualidad, espri-tu crtico y responsabilidad social. Sus escasosconocimientos son poco fundados, circunstan-ciales, fcilmente reemplazables; su mximahabilidad consiste en vender en el momentoadecuado y a buen precio esas modestas destre-zas a un pblico ingenuo que tampoco exigegran cosa de ellos. Las lites actuales se com-portan como las clases subalternas: ven los mis-mos programas de televisin que las masas, leen-si es que leen- los mismos peridicos, tienenapego por las mismas normativas y por los mis-mos gustos estticos: la diferencia es cosa decantidad y no de calidad. No es superfluo men-cionar que segn Hans Magnus Enzensberger lalite poltica alemana actual est exenta de as-pectos como placer, opulencia, generosidad,fantasa, sensualidad, magnificencia, pompas ygalas; su mximo lujo es el lujo plstico de lastarjetas de crdito (23). Es un poder fro, buro-crtico y tedioso. La situacin es similar enAmrica Latina.

    La opinin pblica que podemos lla-mar esclarecida est asombrada al observarque la mayora de las personas ahora consa-gradas a la ideologa neoliberal en el seno dela lite poltica militaron activamente en lasantiguas fuerzas pro-estatistas, antidemocr-ticas e iliberales (24). Han cambiado cierta-mente su discurso ideolgico, pero siguensiendo la misma capa privilegiada de antaocon su mentalidad inextirpable de servirse efi-cazmente de los fondos fiscales pero eso s:ahora con una mejor educacin cosmopolita ycon inclinaciones tecnicistas (25). Las litesactuales, legitimadas democrticamente, hanresultado ser grupos remarcablemente autosa-tisfechos, arrogantes y cnicos, lo cual no seratan grave si estos grupos denotaran un mnimode competencia administrativa, honradez enel desempeo de sus funciones y algo de inte-rs por la esttica pblica y por la dimensindel largo plazo. Lo que han logrado, y sto sinduda alguna, es la separacin entre moral ypoltica, hecho de gran relevancia en el largoplazo. En Amrica Latina los regmenes de-mocrticos contemporneos estn conduci-dos por clases dirigentes, cuya competenciatcnica, cualidades morales y hasta commonsense han resultado ser bienes notablementeescasos. No parece que esta situacin vaya acambiar en el futuro inmediato. Estas caren-cias tienen su correlato en la ingenuidad, ma-leabilidad y falta de realismo (expectativasdemasiado elevadas) entre las capas socialesmedias y bajas de casi todas las sociedades.Esto parece representar uno de los dilemasmayores del siglo XXI.

    3. Reflexiones finalesUna vasta desilusin colectiva parece

    ser la consecuencia de estos procesos, enmar-cados en la globalizacin contempornea(26). La reforma de los poderes del Estado en

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  • trminos de rediseo administrativo, equipa-miento informtico y modificacin de organi-gramas y dems minucias -que constituyen la-mentablemente la ocupacin central de lasmodernas lites gobernantes- puede conducir,como asever Carlos M. Vilas, al llamado sn-drome de Pantalen: una gerencia aparente-mente eficiente al servicio de un orden irracio-nal. Lo que la historia y la estructura no dan,Harvard no presta (Vilas, 2001). Esta moder-nizacin imitativa y superficial se hace muyevidente en las reformas de los partidos polti-cos, de la administracin pblica y de los par-lamentos. No es una casualidad que estas li-tes polticas del presente y sus institucionesms prximas no han producido una obra inte-lectual original e internacionalmente digna demencin (27). Siguiendo una tendencia queparece ser mundial, la actividad que habitual-mente llamamos poltica se desembaraza deelementos programticos, se libera de expe-riencias histricas y se exime premeditada-mente de aspectos tericos y crtico-reflexi-vos. Es un desarrollo que no presagia nadabueno para la convivencia razonable de losmortales en el futuro. Y lamentablemente lacooperacin internacional, incluyendo lasfundaciones polticas alemanas, ha hecho unaimportante contribucin para la expansin deesta mentalidad tecnocrtica. Lo grave no re-side slo en el hecho de haber echado por laborda los valores cristianos, las tradicionessocialdemocrticas o los principios humanis-tas del liberalismo primigenio, sino en fomen-tar una atmsfera ciega frente al mbito de latica y la esttica y a la dimensin del largoplazo.

    Los principios generales de eficacia ytransparencia, de que ahora hacen gala los go-biernos neoliberales, sobre todo frente a losorganismos internacionales, se refieren exclu-sivamente a una racionalidad instrumental, es

    decir a los mtodos, las herramientas y losprocedimientos utilizados en el aparato esta-tal, pero rara vez a los fines ltimos a los que elEstado debera aspirar. Esta visin operativa,o ms claramente: tecnicista del quehacer es-tatal, fomenta en ltima instancia la tendenciaa que los verdaderos (28) objetivos del accio-nar gubernamental permanezcan los conven-cionales: en nombre de la tecnificacin del Es-tado se consigue una perpetuacin del bloquehabitual de poder y la conservacin de anti-guos intereses elitarios. La capacidad de pro-testa del ciudadano actual, transformado enmero cliente, con sus demandas especficas,mensurables y altamente segmentadas, se tor-na intranscendente. Este reduccionismo pro-cedimentalista, aparentemente purificado delas pasiones tradicionales, reproduce emperolas viejas usanzas de la corrupcin y del patri-monialismo.

    El desprecio por las dimensiones de lamoral y la esttica y el desdn por los aspectosaristocrticos de la historia y la cultura han ge-nerado un igualitarismo muy marcado en elmbito de las pautas de consumo y comporta-miento. Los designios igualitaristas culminanen el rgimen menos igualitario que uno pue-de imaginarse, en la plutocracia. Su peligrosi-dad se deriva de su carcter engaoso y larva-do: el millonario y el poltico que ven los mis-mos programas de televisin que sus emplea-dos y subalternos disimulan la inmensa con-centracin de poder que tienen en manos y en-cumbren la colosal distancia que existe entrelite y masa. Como lo vislumbr Alexis deTocqueville, donde impera la privatizacin delo social y donde el dinero se transforma en elnico criterio de xito y distincin (es decir:en la evidencia de una vida bien lograda), allemerge la posibilidad del totalitarismo mo-derno y el tedioso uniformamiento de la exis-tencia colectiva (29).

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  • Notas

    1. Cf. la obra clsica: T. B. Bottomore, Eli-tes and Society, Londres: Penguin 1967;un buen resumen: Peter Waldmann, Elite/ Elitetheorie (Elite / Teora de lites), en:Dieter Nohlen (comp.), Kleines Wrter-buch der Politik (Pequeo lxico de pol-tica), Munich: Beck 2002, pp. 73-77.

    2. Jos Luis de Imaz, Los que mandan, Bue-nos Aires: EUDEBA 1964; Jorge FedericoSbato, La clase dominante en la Argenti-na moderna: formacin y caractersticas,Buenos Aires: CISEA / GEL 1988; Ger-mn Jos Bidart Campos, Las lites polti-cas, Buenos Aires: EDIAR 1977.

    3. Cf. Maurice Zeitlin / Richard Earl Rat-cliffe, Landlords and Capitalists. TheDominant Class of Chile, Princeton: Prin-ceton U. P. 1988.

    4. Cf. Roderic Ai Camp, Los lderes polticosde Mxico, Mxico: FCE 1984; FranciscoJ. Morales Camarena, La tecnocracia enMxico: las actitudes polticas de los fun-cionarios pblicos, Mxico: Colegio Na-cional de Ciencias Polticas 1994; Juan D.Lindau, Los tecncratas y la lite gober-nante mexicana, Mxico: Mortiz 1992;Jaime Ramos, Los de arriba: la cultura yejercicio del poder entre los mexicanos,Mxico: Planeta 1993; Roderic Ai Camp,Mexicos Mandarins: Crafting a PowerElite for the Twenty-First Century, Berke-ley: California U. P. 2002; y el brillante en-sayo de Gina Zabludovsky, Gnero y po-der. La participascin de las mujeres enlas lites polticas y econmicas, en: TRA-YECTORIAS. REVISTA DE CIENCIASSOCIALES (Monterrey), vol. VI, N 15,mayo-agosto de 2004, pp. 50-62.

    5. Cf. Seymour Martin Lipset / Aldo Solari(comps.), Elites in Latin America, New

    York: Oxford U. P. 1967; E. BradfordBurns / Thomas E. Skidmore, Elites, Mas-ses and Modernization in Latin America1850-1930, Austin: Texas U. P. 1979.

    6. Sobre los complejos vnculos entre los in-telectuales y el poder cf. Carlos M. Rama(comp.), Los intelectuales y la poltica,Montevideo: Nuestro Tiempo 1968; Ma-ria Susana Arrosa Soares (comp.), Os in-telectuais nos processos polticos daAmrica Latina, Porto Alegre: Editora daUniversidade Federal do Rio Grande doSul 1985; Wilhelm Hofmeister / H. C. F.Mansilla (comps.), Intelectuales y polti-ca en Amrica Latina. El desencanta-miento del espritu crtico, Rosario:Homo Sapiens / Konrad-Adenauer-Stiftung 2003.

    7. El aristcrata que se dedica a la polticavive para ella y no de ella.- Max Weber,Politik als Beruf (Poltica como profe-sin) [1919], Berlin: Duncker & Humblot1958, p. 15 sq.

    8. Para una apreciacin ms diferenciada deeste complejo tema cf. Peter Bachrach(comp.), Political Elites in a Democracy,New York: Atherton 1971; PeterBachrach, The Theory of Democratic Eli-tism. A Critique, Washington: UniversityPress of America 1980; Gnter Endru-weit, Elite und Entwicklung. Theorie undEmpirie zum Einfluss von Eliten auf Ent-wicklungsprozesse (Elite y desarrollo.Teora y empiria sobre la influencia de laslites en los procesos de desarrollo), Fran-kfurt / Berna: Lang 1986; John Higley /Richard Gnther, Elites and DemocraticConsolidation in Latin America andSouthern Europe, Cambridge: Cam-bridge U. P. 1992; y para el caso latino-americano cf. el nmero monogrfico de-dicado al tema: Elites y democracia, en:

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  • METAPOLITICA (Mxico), vol. 5, N19, julio-septiembre de 2001.

    9. Cf. Dora Cajas et al. (comps.), Visionesde fin de siglo. Bolivia y Amrica Latinaen el siglo XX, La Paz: IFEA etc. 2001;Fernando Campero Prudencio (comp.),Bolivia en el siglo XX. La formacin de laBolivia contempornea, La Paz: HarvardClub de Bolivia 2000.

    10. Pensar en largos periodos temporales es,por ejemplo, el arquetipo del principio deresponsabilidad: es la obligacin ms re-levante y digna, puesto que esta concep-cin de totalidad, que abraza la dimensindel futuro, est dirigida hacia la naturale-za y nuestros descendientes.- Hans Jonas,Das Prinzip Verantwortung. Versuch ei-ner Ethik fr die technologische Zivilisa-tion (El principio de responsabilidad. En-sayo de una tica para la civilizacin tec-nolgica) [1979], Frankfurt: Suhrkamp1984, p. 85, 189 sq., 197.

    11. Max Horkheimer / Theodor W. Adorno,Dialektik der Aufklrung. PhilosophischeFragmente (Dialctica del iluminismo.Fragmentos filosficos), Amsterdam:Querido 1947, p. 158.

    12. En un texto poco conocido, Lord RalfDahrendorf se pregunta porqu la GranBretaa fue inmune a las seducciones delfascismo, el nacionalismo y el comunis-mo, y encuentra una respuesta parcial enla pervivencia de prcticas premodernas einstituciones aristocrticas en aquella na-cin durante una buena parte del sigloXX.- Ralf Dahrendorf, Widersprche derModernitt (Contradicciones de la mo-dernidad), en: Max Miller / Hans-GeorgSoeffner (comps.), Modernitt und Bar-barei. Soziologische Zeitdiagnose amEnde des 20. Jahrhunderts (Modernidady barbarie. Diagnstico sociolgico hacia

    fines del siglo XX), Frankfurt: Suhrkamp1996, p. 197 sq.

    13. Desde diferentes ngulos cf. Beatriz Sar-lo, La batalla de las ideas 1943-1973,Buenos Aires: Ariel 2001; Flix Luna,Pern y su tiempo, Buenos Aires: Sud-americana 1986 (3 vols.); Raanan Rein,Populismo, peronismo y poltica. Argen-tina 1943-1955, Buenos Aires: Belgrano1998; Mariano Plotkin, Maana es SanPern. Propaganda, rituales polticos yeducacin en el rgimen peronista 1946-1955, Buenos Aires: Ariel 1993.

    14. Sobre las diferencias y los matices de loque puede entenderse por polticas neoli-berales cf. Harald Barrios, ber den Neo-liberalismus hinaus. Vier Thesen zuraktuellen Debatte um Entwicklungstheo-rien und -praxis in Lateinamerika(Allende el neoliberalismo. Cuatro tesissobre el debate actual en torno a la teora yla praxis del desarrollo en Amrica Lati-na), en: Manfred Mols / Rainer hls-chlger (comps.), In Vorbereitung auf das21. Jahrhundert: Lateinamerikas Ent-wicklungserfahrungen und -perspektiven(En preparacin para el siglo XXI: las ex-periencias y perspectivas latinoamerica-nas de desarrollo), Frankfurt: Vervuert2000, pp. 45-63.

    15. Con respecto a esta temtica en el mbitoandino cf. Catherine M. Conaghan, Te-chnocrats, Capitalists and Politicians:Economic Policy-Making in Redemocra-tized States (Bolivia, Ecuador, Peru),Washington: The Kellogg Institute 1987,passim.

    16. Sobre la auto-imagen de las lites tecno-crticas cf. Joaqun Lavn, La revolucinsilenciosa, Santiago de Chile: Zig-Zag1988; con tendencia populista cf. EugenioTironi, La irrupcin de las masas y el ma-

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    Transformaciones de las lites polticas en Amrica Latina. Una visin inusual de la temticaMansilla, H.C.F. ______________________________________________________________

  • lestar de las lites. Chile en el cambio desiglo, Santiago de Chile 2000.

    17. Cf. Wilhelm Hofmeister, Introduccin,en: Wilhelm Hofmeister (comp.), Dad-me un balcn y el pas es mo. Liderazgopoltico en Amrica Latina, Ro de Janei-ro: Fundacin Konrad Adenauer 2002, p.12.

    18. Wolfgang Merkel, Defekte Demokratien(Democracias defectivas), en: W. Merkel/ Andreas Busch (comps.), Demokratie inOst und West. Fr Klaus von Beyme (De-mocracia en Oriente y Occidente. ParaKlaus von Beyme), Frankfurt: Suhrkamp1999, pp. 361-381.

    19. Es ya inmensa la literatura e.xistente so-bre los procesos de democratizacin enAmrica Latina. Uno de los aportes msimportante es el de Martn Lauga, Demo-kratietheorie in Lateinamerika. Die De-batte in den Sozialwissenschaften (Lateora sobre la democracia en AmricaLatina. El debate en las ciencias sociales),Opladen: Leske + Budrich 1999.

    20. Cf. Fernando Caldern / Christian Jett,Elites en la globalizacin. La experienciaboliviana, en: Claudio Maggi / DirkMessner (comps.), Gobernanza global.Una mirada desde Amrica Latina, Cara-cas: Nueva Sociedad 2002, pp. 349-368

    21. Sobre el rol nefasto de estas nuevas litesy su carcter antiliberal (pese a que repre-sentan los mximos usufructuarios delmodelo neoliberal), cf. Alberto BenegasLynch (h.), Las oligarquas reinantes,Buenos Aires: Atlndida 1999.

    22. Poder y dinero conforman desde la Anti-gedad clsica los valores normativos de

    los polticos que exhiben propensionesanti-aristocrticas y dicen representar losintereses de grupos emergentes de los es-tratos medios y bajos.

    23. Hans Magnus Enzensberger, Mittelmassund Wahn. Gesammelte Zerstreuungen(Mediocridad y delirio. Distracciones re-unidas), Frankfurt: Suhrkamp 1991, p.128 sq., 263, 271.

    24. Cf. para el caso chileno: Alfredo Jo-celyn-Holt Letelier, Los intelectuales-po-lticos chilenos. Un caso de protagonismoequvoco continuo, en: Hofmeister / Man-silla (comps.), op. cit. (nota 7), pp. 171-197 (Del avanzar sin transar al transarsin parar).

    25. Cf. para el caso argentino: Hugo Quiroga,Intelectuales y poltica en la Argentina.Notas sobre una relacin problemtica,en: Hofmeister / Mansilla (comps.), op.cit. (nota 7), pp. 199-228.

    26. Cf. el importante ensayo de ManfredMols, Bemerkungen zur Globalisierungin Lateinamerika (Notas sobre la globali-zacin en Amrica Latina), en: ManfredMols / Rainer hlschlger (comps.), La-teinamerika in der Globalisierung (Am-rica Latina en la globalizacin), Fran-kfurt: Vervuert 2003, pp. 11-21.

    27. Edmundo Urrutia, La subjetividad desdi-chada de los intelectuales guatemaltecos,en: Hofmeister / Mansilla (comps.), op.cit. (nota 7), p. 95.

    28. Verdadero: lo que persiste a largo plazo.29. Alexis de Tocqueville, Der alte Staat und

    die Revolution, (El antiguo rgimen y laRevolucin) [1856], Reinbek: Rowohlt1969, p. 12, 100.

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  • Bibliografa citada

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    Transformaciones de las lites polticas en Amrica Latina. Una visin inusual de la temticaMansilla, H.C.F. ______________________________________________________________

    New Table of ContentsLas transformaciones de las lites polticas en Amrica Latina. Una visin inusual de la temticaMansilla, H.C.F.*The Transformation of Political Elites in Latin America. An Unusual Perspective on this Theme9La Constitucin venezolana como instrumento para la construccin de la ciudadana*

    Martnez, Agustina Yadira**The Venezuelan Constitution as an Instrumentfor the Construction of Citizenship21Descentralizacin y sistemas de saluden Amrica Latina

    Prez Lugo, Jorge Ernesto*Bentacourt, Jos de los Santos**Surez Villalobos, Pilar Katiuska***Decentralization and Health Systemsin Latin America36Perfil unitridico de empresas respondables (accountability)

    Caridad, Migdalia*Fernndez de Pelekais, Cira**Unitridic Profile of Companies Accountability (Respondabilidad)46Cambio organizacional: Aspecto trascendental para las instituciones de educacin superioren Venezuela

    Labarca, Nelson*Ferrer, Juliana**Villegas, Esmeralda***Organizational Change: Transcendental Aspectsfor Higher Education Institutions in Venezuela62Ciencia, tecnologa y educacin en Venezuela: Perspectiva de una sociedad emergente*

    Rincn M., Derlisiret**Romero P., Mara Gracia***Science, Technology and Education in Venezuela. Perspective for a Growing Society72Algunas recomendaciones para la integracinde los actores del proceso investigativoy la extensin en la educacin superior

    lvarez de Fernndez, Teresita*Rivera, Alix Beln**Rojas, Luis Rodolfo***Some Recommendations for the Integration of Actors in Research and Extension Processes in Higher Education84Tecnologizacin o democratizacin de la educacin?: Entre debates, encrucijadasy crticas desde el enfoque CTS*

    Prez Jimnez, Csar**Technologization or Democratization of Education? Between Debates, Crossroads and Critiquesfrom the STS Point of View94Negociacin y transferencia tecnolgicaen el proceso de vinculacin universidad-sector productivo

    Martnez de Carrasquero, Cynthia* Gonzlez Gutirrez, Mari**Rojas de Mavrez, Ligibhter***Negotiation and Technological Transferin the University Productive Sector Relationship111Gerencia del proceso de innovacin:Un aporte para el desarrollo de tecnologas verdesen el Parque Tecnolgico Universitario Zulia

    Paredes Ch., Ana Judith*Tigrera Carneiro, Rina**Management of Technological Innovation;The Development of Green Technology in the University of Zulia Technological Park127Condiciones sociales, profesionalese institucionales del profesor universitario

    Melndez-Ferrer, Luis E.*Social, Professional and Institutional Conditionsof University Professors139Motivaciones sociales y rendimiento acadmicoen estudiantes de educacin

    Snchez de Gallardo, Marhilde*Pirela de Fara, Ligia**Social Motivations and Academic Achievement of Education Students158Modelo de gestin de los servicios informativospara optimar la cooperacin y las relaciones interinstitucionales de la Universidad del Zulia (LUZ)

    Fucci, Marisol*A Management Model for Information Services in Order to Optimize Cooperation and Inter-Institutional Elations at the University of Zulia173