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Las republiquetas en la Guerra de Independencia Raquel Gil Montero Introducción Las luchas de los guerrilleros de comienzos del siglo XIX han despertado diferentes reacciones entre sus contemporáneos y los historiadores, que van desde el menosprecio a la admiración ilimitada. Bandidos, cobardes, fanáticos religiosos, feroces salvajes luchando contra la modernidad, héroes, " la patria en annas", precursores del nacionalismo, son parte de las innumerables formas en que se ha considerado su papel en las guerras de Independen- cia que analizaremos en este texto. Aunque tanto en la Independencia de España ( 1808-1814) como en la del Alto Perú ( 1810-1825) fueron los ejércitos veteranos quienes expulsaron a los opositores, la guerrilla jugó un rol muy significativo en la definición del resultado. Destaca- mos aquí su papel en el acoso a los ejércitos enemigos que los obligó a dispersar fuerzas y los desgastó lenta e inexorablemente, y el sostenimiento de la lucha en los peores momentos, cuando los ejércitos veteranos fueron temporariamente vencidos y todo parecía perdido. La guerrilla tuvo un papel mucho más importante en la defensa de los territorios propios que en la conquista de tierras enemigas. Su estrategia buscaba justamente evitar el asentamiento tranquilo de los ejércitos de ocupación, el abastecimiento, la circulación de infonnación, etc. No siempre pudieron articular sus acciones con los ejércitos veteranos aliados, ya que no siempre se los entendía como parte de los cuerpos militares. Con mucha frecuencia, incluso, surgieron en contra de la voluntad de las autoridades quienes dudaron mucho en entregar las annas a quienes no integraban los -más disciplinados- ejércitos veteranos. Sin embargo el resultado final de las dos guerras de Independencia parece con- formado por la confluencia de los dos sistemas de lucha. Nº 45, segundo semestre del 2007 93

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Las republiquetas en la Guerra de Independencia

Raquel Gil Montero

Introducción

Las luchas de los guerrilleros de comienzos del siglo XIX han despertado diferentes reacciones entre sus contemporáneos y los historiadores, que van desde el menosprecio a la admiración ilimitada. Bandidos, cobardes, fanáticos religiosos, feroces salvajes luchando contra la modernidad, héroes, " la patria en annas", precursores del nacionalismo, son parte de las innumerables formas en que se ha considerado su papel en las guerras de Independen­cia que analizaremos en este texto. Aunque tanto en la Independencia de España ( 1808-1814) como en la del Alto Perú ( 1810-1825) fueron los ejércitos veteranos quienes expulsaron a los opositores, la guerrilla jugó un rol muy significativo en la definición del resultado. Destaca­mos aquí su papel en el acoso a los ejércitos enemigos que los obligó a dispersar fuerzas y los desgastó lenta e inexorablemente, y el sostenimiento de la lucha en los peores momentos, cuando los ejércitos veteranos fueron temporariamente vencidos y todo parecía perdido.

La guerrilla tuvo un papel mucho más importante en la defensa de los territorios propios que en la conquista de tierras enemigas. Su estrategia buscaba justamente evitar el asentamiento tranquilo de los ejércitos de ocupación, el abastecimiento, la circulación de infonnación, etc . No siempre pudieron articular sus acciones con los ejércitos veteranos aliados, ya que no siempre se los entendía como parte de los cuerpos militares. Con mucha frecuencia, incluso, surgieron en contra de la voluntad de las autoridades quienes dudaron mucho en entregar las annas a quienes no integraban los -más disciplinados- ejércitos veteranos . Sin embargo el resultado final de las dos guerras de Independencia parece con­formado por la confluencia de los dos sistemas de lucha.

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Artículos, notas y documentos

En este trabajo proponemos analizar algunas de las características de las republiquetas que actuaron durante las guerras de Independencia del Alto Perú, a la luz de lo ocurrido en otras partes del continente y en España. En la misma dirección de algunas de las propuestas desarrolladas para el estudio de las guerrillas del siglo XIX que analizaremos o_on más detalle en el trabajo, nuestra hipótesis central es que la región de frontera de los " indios de guerra" (que en el sur eran el Chaco y la Cordillera Chiriguana1)ofrecía condiciones para que se desarrollara la guerrilla, lo que no significa que no haya habido en otras regiones . Las condiciones fueron principalmente dos: la existencia de una tradición de manejo de armas y estrategias de lucha, así como de una realidad social más favorable a la fonnación de estos grupos annados .

El estudio se basa en fuentes primarias de la región que nos interesa analizar, el Alto Perú, y secundarias para las regiones con las que la comparamos, aunque hemos recurrido también a algunos documentos escritos por militares que pelearon en Venezuela y en Espa­ña. Las fuentes principales con las que trabajamos son los diarios y memorias de los hombres que participaron en las guerras, y diversos documentos del archivo que nos penniten com­plementar esta visión que normalmente está muy sesgada porque pertenece a la oficialidad. Hemos recurrido, también, a otra documentación oportunamente detallada para reconstruir algunas características de las regiones donde se desarrollaron (principalmente revi sitas de indios tributarios).

La estructura de este trabajo responde a las siguientes cuestiones: dados los diversos usos que hemos encontrado tanto en los trabajos de los investigadores como en los documen­tos del concepto de guerrilla, comenzamos con la reconstrucción de lo que pensamos significa­ba en el siglo XIX. Desde la experiencia militar de la época proponemos cuáles fueron las necesidades más básicas de estos grupos. Conocidas las necesidades, analizamos las caracte­rísticas del territorio donde se asentaron y de su población que responde a ellas.

La estrategia de la guerrilla

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... al coronel Castro, que con 200 hombres salió este mismo día hacia la Quebrada del Durazno en busca de ganados para racionar la tropa. Castro tuvo que sostener reiterados choques con los gauchos y los demás habitantes del valle de San Andrés que defendían sus casas y sus ganados como cosa propia a costa de la misma sangre. (García Camba, 1846: 257)

Se conoce como Cordillera Chiriguana a la cordillera oriental boliviana ubicada entre los ríos Guapay y Bermejo.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

Estas montañas, que yo he atravesado, carecen de zonas cultivadas y están habitadas por gen­tes pobres y bárbaras. Las tropas las franquea­ron venciendo todas las dificultades, a costa de mayores fatigas, sin alojamientos y sin víveres lo que les forzó a apoderarse de algunos rebaños pertenecientes a los montañeses, los cuales to­maron venganza asesinando a un centenar de franceses rezagados. (Marbot, 1965: 13-14)

Amanecimos con los bigotes cubiertos de nieve. Al toque de diana, la mañana del 7 se dispuso la marcha hasta el pueblo de Reyes, distante una legua. Todos estábamos a pie. Los montoneros del coronel Estomba robaron la noche anterior todos los caballos de los jefes y oficiales; roba­ron también el caballo de campaña del general Sucre, el más hermoso animal que había en todo el ejército. Yo mandé avisar la novedad a Braun y este me envió un buen caballo. (Burdet O'Connor, 1977: 72-73)

Estos tres breves relatos pertenecen a las memorias de militares europeos que esta­ban haciendo campaña en territorio ajeno a comienzos del siglo XIX. El primero es de un español que ingresó a la Quebrada de Humahuaca camino al Alto Perú; el segundo es de un oficial francés que pasaba por Galicia rumbo a Portugal con las primeras entradas napoleónicas a España; el tercero es de un irlandés que participó como mercenario en el ejército bolivariano, en la víspera de la batalla de Junín. Los tres son militares de formación , para los que la población rural (los gauchos, los campesinos, los gallegos montañeses, los indios) eran poco menos que salvajes. Los tres relatos describen acciones propias de la guerra irregular. En los dos primeros el relato gira en tomo a las campañas de búsqueda de ganado para alimentar a los ejércitos, y la respuesta de los "salvajes" habitantes locales. En el tercero el autor relata las circunstancias del robo de las monturas del mismo campamento militar en la víspera de una de las batallas más importantes de la Independencia.

Se puede encontrar ejemplos de guerra irregular en muchas partes del mundo y perío­dos , incluso en el contexto de una guerra entre ejércitos regulares. Esta forma de lucha se dio con más frecuencia allí donde había una población que se defendía de un ejército de ocupa­ción, que tenía pocas armas y posibilidades de ganar una batalla a campo abierto; se desarro­llaba mejor en terrenos quebrados y montuosos, con pocos caminos amplios, pero muchos pequeños y poco conocidos por los invasores. Pero esta guerra irregular no quedó excluida del ejército. En'Europa, desde mediados del siglo XVIII los ejércitos de veteranos incorpora­ron con mayor frecuencia estrategias basadas en el principio de la gran movilidad que tiene esta forma de lucha, con objetivos concretos como robar los caballos del enemigo, organizar la retirada de alimentos y población civil para desabastecer a los demás, asaltar a los correos

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Artículos, notas y documentos

o espiar los movimientos de las tropas. Este tipo de estrategias empleaba con frecuencia a parte de la población local como guías, espías o infonnantes (Fraser, 2006; Esdaile, 2004; Tone, 1999). En tomo a la revolución francesa y a la llegada al poder de Napoleón, la "peque­ña guerra militar" dio un paso importante y se expandió hasta convertirse en1una estrategia civil basada en la secular tradición de guerra irregular (Fraser, 2006: 540). Los precursores de este cambio fueron los franceses, con la Vendée y Chouannerie de 1793-1801, la insurrección calabresa de 1799 y la guerra española contra la Convención francesa ( 1793-1795). En estos casos, las poblaciones decididas a resistir no tenían más opción que pelear con los medios y annas que tenían a su alcance.

La guerrilla pasó a fonnar parte de los manuales y tratados militares a partir de la guerra de Independencia de España ( 1808-1814). Durante la invasión napoleónica a La Pe­nínsula Ibérica; sin embargo, la novedad fue no tanto el tipo de lucha, sino su alcance. En gran parte de España se organizaron grupos de resistencia al ejército francés, con distinto tipo de resultados y trascendencia. Pero fue en estos focos que se sostuvo la resistencia en los momentos en que todo parecía perdido.

En muchos casos históricos la guerrilla se desarrolló allí donde había una tradición de usos de armas por diferentes motivos. La caza y el contrabando fueron dos de éstos, aunque quizás el más importante fue el de la defensa del territorio no tanto frente a un enemigo externo, como fue el caso de España en 1808, sino frente a otros enemigos menos organiza­dos pero más frecuentes (bandidos y contrabandistas). Esta defensa promovió la formación de milicias organizadas, no como cuerpos permanentes y profesionales de militares, sino ocasionales. En España había este tipo de fuerzas en Galicia (las alarmas), en las provincias vascas (los migueletes) y en cataluña (los somatenes) (Esdaile, 2004:28).

En América esta organización recuerda a los sistemas instaurados en las regiones de frontera con los llamados " indios de guerra", cuyos oficiales eran los vecinos que tenían la obligación de defender las tierras . Estos oficiales -sujetos ocasionalmente al fuero militar, que les resultaba bastante beneficioso-- solo tenían la obligación de usar uniforme unos pocos días al año, no cobraban sueldo y sus tropas no tenían instrucción formal (Marchena Femández, 1992). 2 En teoría estaban conformadas por todos los hombres entre 15 y 45 años, considerados como parte de los ejércitos de reserva. En el Tucumán (una vez conquistado el Valle Calchaquí) y en Charcas el principal -y casi permanente- foco de conflictos armados fue el Chaco y la Cordillera Chiriguana.

La guerrilla desarrollada en la guerra de Independencia de España tenía algunas características específicas (aunque la polémica aún continúa) que nos interesa destacar aquí para poder distinguirla de otros sistemas de lucha annada. Su objetivo no era infligir bajas ni desarrollar tareas auxiliares para las unidades regulares, sino alejar a las tropas francesas de los principales campos de batalla, dividir sus fuerzas, impedir la comunicación y el abasteci­miento. Surgieron entre grupos de campesinos que defendían sus tierras y su producción, y que tenían una cierta autonomía política y capacidad de organización. Surgieron, finalmente, en tomo a un líder, que parece ser imprescindible en estos grupos, ya que cuando caía herido

2 En un artículo sobre la guerra en Salta, Sara Mata (2004} también vincula la presencia de las milicias con el surgimiento de la guerrilla.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

o prisionero (o era muerto), se generaba el desbande de los demás hombres y mujeres. Con estas características como guía sugerida abordaremos el análisis de la guerrilla en el Alto Perú.

Los requerimientos de la guerra

Querer cosas extraordinarias por medios ordina­rios es un desatino, es indispensable emplear los extraordinarios.3

La primer república de Caracas cayó al poco tiempo de constituida, vencida por las tropas realistas. Entre las causas de su caída, Bolívar y otros contemporáneos sostenían que pesaron la falta de armas y de dinero, y en lo militar la falta de organización de un ejército. Bolívar consideraba que las milicias novatas no eran suficientes porque es una verdad militar que solo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una campaña. El soldado bisoño lo cree todo perdido desde que es derrotado una vez: porque la experiencia no le ha probado que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna .4

Bolívar sabía qué era la mala fortuna, ya que había intentado organizar la expulsión de los realistas y fracasado numerosas veces. Su esfuerzo se volcó antes de las campañas libertadoras en conseguir armas y dinero, y a liberar las vías para poder introducirlas al continente. Otros jefes patriotas, en cambio, optaron por ponerse al mando de partidas guerrilleras e internarse en los montes. Las annas las obtenían disputándolas una a una con el enemigo. Estas partidas fueron los núcleos básicos alrededor de los cuales se fonnó el ejército libertador. Sostuvieron la lucha cansando a los realistas, despejaron el terreno para permitir que ingresaran la ayuda externa, y mantuvieron a una parte de la población local comprometida con la causa de la Independencia. Recién en 1817, cuando Inglaterra finalmen­te accedió a prestar ayuda, comenzó la introducción de armas y pertrechos desde el Caribe. Luego se ampliaron las posibilidades de recibir annas, y en 1819 y 1820 llegaron desde el sur, desde los actuales Chile y Argentina. Sin embargo, la dependencia mayor era de Inglaterra.

Para mantener un grupo armado era indispensable contar con armas y también con dinero para comprarlas, pagar a la tropa y alimentarlos.

Una de las principales fuerzas guerrilleras de España, la de la Montaña de Navarra, logró sostenerse sobre la base de los impuestos y peajes cobrados en la aduana (Tone, 1999). Esto les permitía a los guerrilleros evitar, en la medida de lo posible, caer sobre las poblaciones locales y diferenciarse de las tropas francesas, que hacían pagar los costos de la guerra a dichas poblaciones. En América esta estrategia pudo desarrollarse solo en algu­nas partes, donde, cuando se podía, se confiscaba la producción de las haciendas enemigas. Esto sucedió por ejemplo en Venezuela, donde mulas, yeguas, reses, tabaco, café, cacao, añil

3 El licenciado Miguel José Sanz en una carta a Miranda del 14/6/1812. citado en García Ponce ( 1983 : 35). 4 Simón Bolívar. Memori a a los habitantes de la Nueva Granada. 15/ 12/ 1812. Citado en García Pon ce

( 1983: 37).

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y otros productos agropecuarios fueron utilizados para crear un sistema de trueque con los vendedores de armas del Caribe. Pero no siempre era posible, por lo que el principio de la guerrilla se tornó prontamente en el del autoabastecimiento. Armas y alimentos eran recogi­dos de donde era posible, principalmente de los enemigos, pero no únicame11te.

En nuestra región de estudio la característica que une a las republiquetas y a la vez las diferencia de la guerrilla encabezada por Martín Miguel de Güemes en la vecina Salta, es el haber resistido en medio de un territorio que fue predominantemente realista a lo largo de los 15 af\os de guerra. 5 Solo ocasionalmente contaron con apoyo de los patriotas del Río de la Plata; pero la mayoría del tiempo debieron autoabastecerse de dinero, annas y alimentos, y muchas veces incluso aportar a los ejércitos patriotas. De la documentación analizada se desprende que los recursos de annas y dinero fueron propios (y escasos), recogidos en las campaf\as, a veces comprados con el dinero que sacaban de las haciendas de los enemigos, del mismo modo que como lo hicieron los guerrilleros en Venezuela.

Una síntesis de como se habían podido resolver algunos de los problemas prácticos que venimos tratando en este apartado en el Alto Perú es la que realiza Santos Vargas, integrante de la republiqueta de Ayopaya, con motivo del asesinato del comandante Lira . Este comandante que había sido primero realista y luego estuvo al mando de grupos patrio­tas, fue asesinado a traición en el afio 1817. Santos Vargas comenta que [Lira] mantuvo la División sin sueldo alguno porque no había de donde:

"algunos domingos una corta ración de dos reales a todos sin excepción de clase ni persona, y rara vez dos pesos. Rancho sí, bien abundante para la tropa y para la oficialidad lo mismo en la comandancia mandaba hace,~ donde comía el y todos. Ropa como podía de tejidos del país. El armamento conseguía comprando[. . .} Pólvora mandaba hacer muy buena aquí, salitre de Mojsu-mina en la pampa de Oruro mandaba comprar ocultamente con indios de confianza; azufre mandaba comprar de Carangas y Tarapacá. Fierro lo mismo mandaba a comprar a Oruro porque no cargaba cualquie­ra. Caballada pedía de la misma indiada y de algunos vecinos. Entradas ninguna tenía el Estado porque no pagaban tributos los indios ni se cobra­ban alcabalas[. .. } Algunas haciendas de los que moraban en los dominios del rey y opuestos a la causa de la patria soportaban los precisos gastos y necesarios de la tropa. los hacendados y más la indiada de ambos partidos (hoy provincias) mantenían con víveres sin rehusar: el que menos tenía granos y ganados" (Santos Varga, 1982: 196-197).

Los principales recursos monetarios estaban en las ciudades, en particular en Potosí y en Chuquisaca, por ello fueron objeto de la ocupación de los ejércitos veteranos. El general realista García Camba ( 1846: 91) dijo, después de la batalla de Salta, que " los grandes recur­sos de dinero y de gente de guerra que luego consiguieron [los patriotas] lo sacaron de

5 Soy consciente que esta caracterización de las republique/as a/toperuanas peca por la simplificación, ya que eran muy heterogéneas entre sí. El objetivo de este artículo, sin embargo, es buscar aquellos puntos que las unían, reconociendo la existencia de diferencias.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

Potosí y de las demás provincias que invadieron sin oposición". Los guerrilleros, en cambio, contaban con pocas posibilidades de tomar las ciudades, sobre todo si estaban en manos de los enemigos. Poco antes de la campaña de Rondeau, Padilla intentó ocupar Chuquisaca aprovechando que Pezuela tenía muchos problemas que resolver y se encontraba lejos. Padilla reunió y convocó a todos los indígenas de los partidos de Tomina y Yamparaez que ocupaba y se aproximó a la ciudad sitiándola, y teniéndola en continuo sobresalto:

"desaparecieron los vivanderos; la pequeña guarnición no se atrevía a salir a los extramuros y era preciso destruir muebles o destechar algunas casas para facilitar el combustible; poco tiempo habría bastado para to­marla por este método, si el coronel Padilla pudiese embarazar los auxilios; mas aunque tuviese mucha gente para amenazar no tenía bastantes armas para invadir.[ . .} [Atacó} la ciudad y llegando hasta las inmediaciones de la plaza principal: mas nadie le ayudó; la poca guarnición y alguna gente del pueblo resistió con bastante valor, y escarmentó a la multitud; regóse la ciudad con la sangre de los independientes, que huyeron perseguidos en todas direcciones. A los pocos días se dispersaron y los restos fueron a ocupar los puntos de la frontera de Tomina por evitar un ataque" (Sánchez de Velasco, 1938: 66).

Uno de los constantes problemas de los guerrilleros, efectivamente, era la falta de annas . Abundan los relatos en los que se explica cómo las fueron consiguiendo de a poco, quitándoselas a los enemigos. En las dos primeras acciones militares de 1812, Asencio Padilla menciona las annas y recursos que tenían y las que quitaron a los enemigos:

"en una partida a dicho punto [Tablas) a donde tuvo su acción los derrotó, les quitó doce jitsiles los mismos que se los remitió al citado doctor[ . .} En ese punto de Guanichuru exhortando Padilla y entusiasmando a su gente les atacó y dio fúego por espacio de cuatro horas hasta haber muerto a dieciséis de aquellos, herido a muchos y quitándoles algunas armas; viendo que el enemigo era de superior fuerza, que él no tenía más armas de palos y sus pechos hizo que pasase dicho punto, pero cargó toda su indiada sobre el ganado vacuno y armas que habían saqueado de los pueblos por donde vinieron y restituyó a sus respectivos dueños de lo que quedaron satisfechos y agradecidos ". 6

Las annas que portaban muchos de los guerrilleros eran por lo general las que acos­tumbraban a utilizar en la defensa de la frontera contra los " indios de guerra", en la caza o, en el caso de los indios, las que usaban en diferentes actividades (también caza, defensa de su ganado de los felinos, combates, etc.). A esas se sumaban las requisadas en las acciones militares . Palos, piedras, hondas, se conseguían con relativa facilidad y eran las armas que

6 Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, en adelante ABNB, Colección Rück 304, folios I v y 2.

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Artículos, notas y documentos

usaban la mayoría de las " indiadas" en las tierras altas; carcaj con flechas y arcos eran las que usaban los chiriguanos: "El enemigo iba por una falda del cerro, la indiada atacaba por su costado derecho con hondas y galgas de piedra, la tropa nuestra atacaba por la retaguardia" (Santos Vargas, 1982 : 98). "llegó el general Cumbay a Chuquisaca con su intérprete, dos hijos pequeños y una escolta de 20 flecheros que habían sido uniformados en aquella ciudad; sus armas constaban de un carcaj a la espalda, bien provisto, y un arco en la mano izquierda y en la derecha una flecha envenenada ". 7

Se mencionan con frecuencias armas blancas, principalmente cuchillos y lanzas en las luchas. Muchas armas eran preparadas por los milicianos: las lanzas de la tropa de José Eustaquio Méndez en San Lorenzo (Tarija) estaban hechas de tacuara o carrizo y tenían un afilado cuchillo en la punta (Valencia Vega, 1990: 76). Los perros de presa fonnaban también parte de los recursos bélicos y eran utilizados en la guerra para seguir a los enemigos heridos: "Una bala perdida le tocó a un soldado nuestro Mariano Antezana, le había quebrado la pierna. Este se había quedado entrándose en el monte pensando escapar allí, mas como el enemigo tenía sus perros de presa olfateando, por el rastro pescó el perro. l os soldados lo encontraron y acabaron de matar " (Santos Vargas, 1982: 71 ).

Con abastecerse de armas, sin embargo, no alcanzaba. El territorio es descrito en la bibliografía (y en las fuentes) que analizan las acciones guerrilleras como un aspecto clave de la estrategia. Para poder realizar una guerra irregular, uno de los secretos es poder reple­garse rápidamente, esconderse. Las montañas y los bosques aparecen prácticamente en todas las descripciones como los lugares de refugio. Sin embargo, ni todas las poblaciones de montaña participaron de la guerrilla, ni la de los llanos o la de los terrenos despejados (sin bosques) se autoexcluyeron. Tampoco fue la montaña el hábitat exclusivo de la guerrilla local. 8 Introducidas las excepciones hay que señalar, empero, que este tipo de territorio favorecía la acción de las guerrillas .

En su análisis sobre la guerrilla de Navarra, John Tone señala que la Montaña no era solamente propicia para este tipo de guerra por su orografía, sino principalmente por la fonna que adoptó la organización social allí en comparación con la Ribera (Tone, 1999).9 La orografía,

7 Memoria del Coronel Don Mariano Díaz sobre la visita del cacique Cumbay al general Be/grano en Potosí. Citada en Saignes ( 1990: 152).

8 Hay incluso un ejemplo inverso ya que al comienzo de la guerra en Venezuela los realistas se refugia­ban en las montañas: ·' Después de haber perdido la superioridad en la caballería los realistas la mantuvieron en la infantería durante mucho tiempo. En 1818 decía Santander ' Los españoles fuertes en infantería, cubren las montañas ; nosotros, fuertes en caballería, poseemos la llanura y todo el interior de Venezuela[ .. .]' La superioridad de la infantería reali sta la contrarrestaban los independien­tes con el empleo del movimiento, el ataque por sorpresa, llevando el combate a terreno despejado, donde la caballería podía obtener ventajas sin grandes obstáculos ." (García Ponce, 1983 : 18 y 19).

9 Las principales características que, señala el autor. favorecieron la organización guerrillera fueron la dispersión de la población en pequeños poblados, la existencia de una sociedad más igualitaria forrnada por muchos pequeños y medianos propietarios prósperos (en parte por el sistema de herencia de estricta primogenitura) , una tecnología de cultivo (la laya neolítica) que requería de un importante trabajo comunitario. su historia de independencia con relación a Madrid, el control de aduanas propias, la existencia de dos actividades que favorecían el manejo y la tenencia de arrnas (la caza y el contrabando) y la importancia de las tierras comunales que perrnitía aún a los más pobres continuar viviendo de las actividades agropecuarias.

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sin embargo, favoreció a la población local. La Montaña no era particularmente alta, pero sí tenía enonnes precipicios, barrancos, valles profundos, caminos ocultos, que le daban ventajas a quienes conocían el terreno para poder esconderse, adelantarse a los ejércitos enemigos, etc.

En los Andes el conocimiento de la región era importante, pero no parece haber sido un elemento especialmente diferenciador de patriotas y realistas. En el ejército realista parti­cipaban tantos o más peruanos que en el patriota, quienes eran los baqueanos y conocedo­res del terreno . La clave, en cambio, era la adaptación al rigor del clima en la altura, esto es, saber encontrar pastos para los animales y alimento para las tropas, y poder moverse con rapidez a pesar de las dificultades de estar con frecuencia a más de 3500 msnm. El frío, la escasez de pasturas en el invierno (la estación seca), los problemas que presentaba sostener caballos en estos territorios (animales más delicados en los requerimientos de pasturas que las mulas o las ovejas), las dificultades que imponían estos caminos para el traslado de artillería pesada o mucho equipaje, son algunos de los principales problemas enumerados en las fuentes:

"La estación del invierno se presentó tan rigurosa y cruel que ambos ejérci­tos colocados en tan frígidas llanuras, sufrieron demasiados trabajos y con­siderables bajas; pero mayor desventaja era en contra de los patriotas cuya caballería no acostumbrada a las nieves, como la mayor parte de su infan­tería, parecía sin resultado alguno ventajoso; mientras que el ejército rea­lista mas aguerrido, y fortificado contra la intemperie, podía sobrellevar con menos pérdidas la crudeza de la estación. A la vista de tantos estragos resolvió el general Rondeau trasladar su campamento a la provincia de Cochabamba, donde era fácil reponer la caballería y aumentar los infantes [ . .} La caballería del ejército realista se halló tan deteriorada e inútil que fue preciso montar losjinetes en mulos destinados a otros servicios quedán­dose generalmente a pie los que se habían servido de ellos y sin más equipa­j e que el que podían llevar a cuesta" (Sánchez de Ve lasco, 1938: 73 y 74).

Estas dificultades disminuían en los valles, donde había más agua, una temperatura menos rigurosa, mayor abundancia de recursos agrícolas y ganaderos, pero quedaban rela­tivamente más alejados del principal escenario de guerra. Armas, recursos y un territorio que favoreciera las acciones guerri lleras eran parte de los requerimientos principales de un grupo annado. Pero, como señaló Bolívar, también hacían falta soldados experimentados. En los siguientes apartados nos ocuparemos de la población que confonnó estos grupos.

Las republiquetas

Las primeras rebeliones americanas ocasionadas por la invasión napoleónica a Espa­ña surgieron e11 las ciudades y fueron encabezadas, en su mayoría, por militares e intelectua­les, en la mayor parte de los casos, criollos. La "contrainsurgencia", por su parte, también se originó en una ciudad emblemática, el Cuzco, que se había militarizado fuertemente como consecuencia de las rebeliones andinas de fines del siglo XVIII. Su ejército se nutrió princi­palmente de peruanos. Al comenzar la guerra, los principales caminos y objetivos militares

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Artículos , notas y documentos

estaban en el Altiplano, en el eje Cuzco-Potosí, incluyendo Chuquisaca. Tuvieron que pasar algunos años para que la rebelión se trasladara al campo, lo cual al comienzo fue lento y fruto del fracaso de los ejércitos veteranos patriotas de esparcir la revolución. El campo les permi­tió a los soldados dispersos después de las derrotas militares esconderse y sumarse a otros grupos en lucha. Las montañas fueron el límite que encontró el avance del ejército auxiliar rioplatense, en palabras de Mitre, más poéticas que hi stóricamente correctas:

"El movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires el 25 de Mayo, se había propagado sin violencia por las vastas llanuras de la cuenca del Plata que se desenvuelve entre el Atlántico y los Andes. En el punto en que empiezan a levantarse por el Norte las montañas que la limitan del Alto Perú el movimiento se había detenido como la onda que tropieza con un obstáculo, conservando su impulsión inicial. Hasta allí la revolución ar­gentina era una ley normal que se cumplía por su propia virtud. Más ade­lante tenía que atravesar desfiladeros, trepar alturas y penetrar a otra zona; tenía que avanzar en son de guerra, imponerse por las armas y mantenerse combatiendo, a condición de triunfar siempre, porque hasta allí únicamen­te alcanzaba la acción eficiente de /as fuerzas vivas de su organismo políti­co y social" (Mitre, 1965: 27).

Aunque en los primeros años la actividad principal de los ejércitos veteranos trans­currió en el Altiplano, hay pocas menciones relativas a acciones rurales en las tierras altas. Entre ellas quizás la más notable es la de los indios de Lípez, quienes detuvieron a Nieto después de la batalla de Suipacha y lo condujeron a Potosí, donde fue fusilado (García Camba, 1846: 43).

La pregunta que se hicieron muchos historiadores fue por qué no hubo guerrillas organizadas en las tierras altas durante las guerras de independencia, tierras que eran las más pobladas, donde gran parte de sus habitantes era indígena, y que habían sido el campo de batalla de las radicales rebe liones andinas del siglo XVIII. 1º Por supuesto hay excepc iones, y entre ellas las más importantes son el levantamiento indígena dirigido por José Manuel Cáceres en Larecaja y Omasuyos, y el del cacique Pumacahua, en e l Cuzco (Sala Yila, 1991 ; Walker, 1999). Las razones de esta ausencia, se sostiene, están vinculadas a la derrota de las sublevaciones de fines de l siglo XVIII, a la falta de líderes que pudieran articular los diferen­tes intereses étnicos en la lucha de la Independencia, al miedo que tenían los mestizos y criollos a una alianza con los indígenas, a la presencia de programas mucho más radicalizados entre estos últimos, a la falta de propuestas concretas por parte de los patriotas que pudieran

1 O Para muchos autores. e incluso para algunos de los protagonistas de las guerras, la Independencia del Perú había requerido ejércitos extranjeros, ya que la elite limeña había sido tibia o francamente realista, y las clases bajas no habían prestado apoyo por diferentes motivos (Walker, I 999: I 14). Bonilla (2005a) le atribuye a la brutal supresión de las rebeliones andinas el haber cancelado por casi un siglo cualquier intento de rebelión indígena. Cecilia Méndez (2005) tiene una posición diferente y crítica sobre todo, respecto a la visión de los campesinos como sujetos pasivos frente a los grandes cambios de la Independencia.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

interesar a los indígenas como para sumarse a la lucha, etc. Es probable, sin embargo, que con el tiempo se conozcan más movimientos en las tierras altas, aunque no tan organizados como las republiquetas que analizaremos en este trabajo. Son numerosos los testimonios de rebeliones locales contra el pago del tributo, por ejemplo, y de participación de los indígenas en los grupos annados. 11 Es probable que las acciones de los indígenas de las tierras altas hayan sido más "invisibles" a la luz de lo que fueron las republiquetas o las acciones de los ejércitos patriotas, y más dependientes del tipo de fuente y de la mirada del autor de las mismas. En este sentido es notable una de las afinnaciones del general realista García Camba, hacia fines de 1814:

"De este modo [los patriotas} se proponían volver a continuar la guerra en el Alto Perú, sublevando de nuevo sus provincias y auxiliando a los muchos indios partidarios de la revolución que, acaudillados por distintos cabeci­llas, hostilizaban bárbaramente los pueblos, cometiendo en ellos toda clase de crímenes y sostenían contra las columnas volantes del ejército choques a veces muy empeñados, no obstante fas pérdidas que casi siempre sufrían porque alimentaban su entusiasmo la esperanza de verse pronto protegidos y aun vengados como se les decía por un poderoso ejército de la Patria cuya vanguardia en efecto había llegado a Yavi " (García Camba, 1846: 135). 12

Los movimientos de resistencia a los realistas que han trascendido , sin embargo, no fueron estos. Podríamos reformular el problema planteado para las tierras altas y preguntar­nos donde actuaron y se sostuvieron la mayoría de las republiquetas, al menos las más organizadas y duraderas, y cuales fueron los motivos de esta localización. El ámbito rural donde más se desarrolló este tipo de lucha, tanto porque fue la sede de la mayoría de las republiquetas como por la cantidad de escaramuzas y peleas que hubo, fue la de los valles ubicados entre el Altiplano y las yungas, o dicho en otras palabras, la antesala y la frontera con los llamados " indios de guerra".

Las republiquetas de las que se tiene más información surgieron principalmente des­pués de las derrotas de Vi lcapugio y Ayohuma ( octubre y noviembre de 1813) y de la retirada del ejército del norte, cuando quedaron en el Alto Perú una serie de grupos armados conti­nuando con la lucha. Entre ellos se destacan las tropas al mando de Gandarillas y Curito en las alturas de Cochabamba y Totora; José Miguel Lanza, Santiago Fajardo, José Manuel Chinchilla, Eusebio Lira en las montañas de Ayopaya e lnquisivi; Idelfonso de las Muñecas y José Pinelo en Larecaja; los Zárate, Cárdenas y otros caudillos en las inmediaciones de Chuquisaca y de Chayanta; Ignacio Warnes en Santa Cruz de las Sierras; Álvarez de Arena-

1 1 La coincidencia relativa en el tiempo de la proclama de Castelli y la de las Cortes de Cádiz acerca de la abolición del tributo, esta última consagrada en la Constitución de 1812, generó respuestas diferen­tes entre los1 indígenas, pero también entre los grupos dirigentes peruanos que dependían de los ingresos tributarios. Aunque se conocen reacciones sectoriales y algunas de sus consecuencias (por ejemplo, la reimplantación del tributo en Navidad de 1812), aún hace falta una mirada de conjunto sobre este aspecto de la guetTa que estuvo directamente relacionado con la actividad indígena.

12 El énfasis es nut:stro.

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les en Vallegrande; el coronel Mercado en la frontera de Santa Cruz; Vicente U maña en la de los Sauces; Manuel Asencio Padilla, su hennano Pedro y su mujer, Juana Azurduy en el partido de Tomina; Vicente Camargo en Cinti (Sanchez de Velasco, 1938: 59 y 60; !maña Castro, 2000).13 En la región de Tarija eran muchos los que encabezaban grupos annados, entre ellos Francisco Guerrero ( entre Santa Victoria y Tarija), José Ignacio Mendieta (Tarija), Ramón y Manuel Rojas y Matías Guerrero (Concepción y Padcaya), Miguel Vida! (Bennejo), Eustaquio Mendez y Ramón Cabrera (San Lorenzo), los hennanos León ( organizadores del grupo llamado " los Gauchos" en Cuyambuyu y Orozas), Francisco Subiría y Martín Espino­sa (Salinas), José María Avilez (en la provincia que hoy lleva su nombre) (Valencia Vega, 1990: 65 ; O' Connor d ' Arlach, 1975). Todos estos grupos estaban localizados entre las tierras bajas (Santa Cruz de las Sierras, Salinas en Tarija) y el Altiplano, en la región de valles . Ésta era una frontera con los indios de guerra en un sentido amplio, ya que algunas de las regiones estaban más alejadas de la Cordillera Chiriguana y por ello tenían un diferente grado de compromiso.14

Su principal función fue distraer la atención del ejército veterano realista con sus acciones, lo que lo obligó a dispersarse para cubrir numerosos frentes en el oriente, y por ello disminuir la presión sobre e l ejército y el territorio patriota. Esto ocurrió al menos hasta 1816, cuando fueron dispersadas muchas de las republiquetas y muertos gran parte de sus jefes. A partir de ese año solo se mantuvo la de Ayopaya y algunos pequeños grupos aislados. La presión sobre Salta fue mayor y la defensa allí recayó en Güemes y su guerrilla, al menos hasta su muerte, que coincidió con el año en que las acciones militares más importantes se orientaron hacia la Costa del Perú.15

Además de annas, recursos económicos, alimentos, conocimiento del territorio y capacidad de adaptación a él, la guerrilla requiere de una organización social particular. Cuando las tropas de Napoleón encontraron en España tanta resistencia, se sorprendieron, porque nada de ello había ocurrido en las invasiones a los demás países europeos:

"las tropas de Napoleón comparaban sus experiencias en España con las de otros países ocupados en el norte de Europa. los alemanes y austriacos, condicionados por el militarismo y la centralización, se habían mostrado incapaces para o reticentes a actuar sin el permiso de sus superiores. {. . .} En España, sin embargo, Madrid nunca logró controlar con éxito las bases provinciales y municipales de poder y liderazgo. Esta dispersión de la auto­ridad daba a los españoles la capacidad necesaria para producir resisten­cia desde docenas de centros separados en un torbellino de levantamientos que dejaron aislados efectivamente a los franceses en unas cuantas capita­les de importancia y en campamentos militares" (Tone, 1999: 59 y 60).

13 ABNB, Colección Rück 304. Servicios hechos por Don Manuel Asencio Padilla en defensa de los sagrados derechos de la Patria comprensivos entre el dicho año de 1809 hasta el de 1815 .

14 En la frontera con la Cordillera Chiriguana estaban Santa Cruz, Vallegrande, Tomina, Sauce, Tarija, y un poco menos Cinti .

15 Acerca de Güemes y sus acciones en la defensa del territorio, Cf. Paz ( 1999). Quien más se ha dedicado a desarrollar últimamente estos temas es Sara Mata (2000, 2004, 2003, entre otros).

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

Una situación semejante a la descripta para España fue la que encontró el ejército realista en las colonias. Lima no podía controlar lo que ocurría en las gobernaciones del interior y la respuesta de la población fue muy variada, incluso entre los indígenas tributa­rios . Esto se puede observar en la composición de los ejércitos patriotas y realistas, y la de las republiquetas que era básicamente la misma, aunque se distinguían los líderes. En ambos grupos había muchos peruanos, esto es, criollos, mestizos e indígenas. Los realistas no pudieron controlar ni siquiera a los mismos españoles, quienes se repartieron en los dos partidos, aunque eran más - lógicamente- en el partido del Rey. Los ejércitos veteranos incluían entre sus filas un porcentaje variable de extranjeros. En cambio las republiquetas estaban fonnadas principalmente por gente del lugar donde peleaban.

Entre los indígenas, los insubordinados chiriguanos se mantuvieron independientes de ambos ejércitos y pactaron ayuda con unos y con otros. Los tributarios también participa­ron en fonna diferente. Fueron parte importante del ejército realista reunido en 1809 para reprimir los levantamientos en La Paz, Cochabamba y Chuquisaca y muchos de ellos se incor­poraron a otras acciones de este ejército. Pero hubo otros que participaron de las republiquetas o que realizaron acciones independientes. Sobre este tema señala García Camba:

"En el propio mes de febrero [ 1815} los indios alzados del partido de Cinti que acaudillaba el mestizo Camargo, fueron alcanzados y dispersados por una de nuestras columnas expedicionarias; pero al replegarse esta al valle de Cinti, cargada de botín, embarazada con el mucho ganado lanar que conducía en el desorden consiguiente a una desmedida e injustificada con­fianza, file acometida en los pasos angostos del tránsito por los mismos indios velozmente reunidos y muy conocedores del terreno, quienes envol­vieron luego la guardia de prevención que venía muy a retaguardia, mata­ron al coronel de granaderos que con 18 hombres volaba a su socorro, y fueron después apoderándose de varios oficiales y tropa dispersos sin que unos a otros pudieran favorecerse. Tan impon·ente se iba haciendo la insu­rrección de los indios, no obstante las considerables pérdidas que frecuen­temente experimentaban, porque los revolucionarios de Buenos Aires pro­curaban alimentar su fanático entusiasmo con la esperanza de enviar pron­to en su auxilio un poderoso ejército que los librara de la opresión que no experimentaban ciertamente y con hacer correr entre ellos otras especies mas ridículas como la de que la vuelta del rey al trono era una pura inven­ción de los arbitrarios mandones del Perú" (García Camba, 1846: 140).

Criollos, mestizos, indígenas tributarios, " indios de guerra" eran el mayor porcentaje de las milicias que integraban las republiquetas. Como su base era claramente local, su composición dependía de la población de los territorios que ocupaban. Así la integración de los chiriguanos es más frecuente en Tomina y Tarija; la de indígenas tributarios en regiones como la Puna d~ Jujuy, Chuquisaca y otros puntos más alejados de la frontera. Pero así como integraron las republiquetas, también lo hicieron con los grupos realistas .

La práctica guerrera, la portación y el manejo de las annas, la presencia significativa de criollos y mestizos que no estaban sujetos a la servidumbre o a indígenas exteriores al

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sistema colonial, la abundancia de recursos (que hacía codiciados estos valles por parte de los ejércitos) fueron algunas de las características de la población y del territorio que favore­cieron a la guerrilla. Aquí los milicianos eran un conjunto variado y multiétnico, en el que predominaban los mestizos y criollos y la alianza con algunos grupos chiriguanos, aunque también la integración de algunos indios tributarios. En los dos apartados siguientes anali­zaremos con detenimiento los dos conjuntos de recursos considerados indispensables para la guerra, la existencia de grupos que tenían y manejaban armas, y que además podían y querían integrar una guerrilla.

a) Las armas y recursos

La frontera con " los indios de guerra" que habitaban el Chaco y la Cordillera Chiriguana durante todo el período colonial implicó que los vecinos de aquellas regiones tuvieran que mantener una guardia armada para defenderse de los ataques, que realizaran incursiones hacia adentro de las tierras de los indígenas como fonna de amedrentarlos, o que avanzaran en la conquista de estos territorios de diversas forrnas .16 Esta circunstancia hacía que mu­chos de ellos conocieran el manejo de las annas y las tuvieran, y que muchos supieran sobre estrategias de guerra. Los chiriguanos, belicosos vecinos de casi todo el borde sud-oriental de la actual Bolivia, eran conocidos por sus cualidades como guerreros, las que mantuvieron hasta fines del siglo XIX. En 1803 se decía de ellos que:

"lo temible es que mientras nosotros vivimos descuidados en unas indefen­sas cabañas, ellos ejercitan de continuo en la milicia de tal manera que dice el Padre Pedro lozano Docto historiador de las provincias del Chaco que a su modo pueden competir con los soldados de Flandes; porque en tiempos de guerra y fuera de ella viven con grande vigilancia y muy arreglados a la disciplina militar, que cuando están de asiento en algún paraje se ejercitan en disparar el arco y tirar al blanco en que son tan certeros que en esta misma villa hemos visto con admiración pocos días hace a uno de ellos atravesar al primer tiro una manzana colgada de un hilo en distancia pro­porcionada que no hay soldado español capaz de hacer otro tanto con el fusil por más diestro y ejercitado que sea en su manejo ". 17

Las descripciones de la guerra que hacían los chiriguanos son muy parecidas a las de las estrategias de las guerrillas: atacaban solamente cuando eran más numerosos y preferente­mente por sorpresa, prevalecían las estrategias de defensa del territorio más que de conquista,

16 Las relaciones entre la sociedad colonial y los "indios de guerra" no eran únicamente conflictivas: había también negociación, intercambio y comercio, pero siempre dentro de una lógica de avance del mundo colonial sobre sus tierras que permanecieron inconquistadas hasta el siglo XIX. La bibliografía sobre la frontera es muy amplia. Dados los objetivos de este trabajo remitimos al lector, entre otras, a la síntesis de Erick Langer (2003 ). En posteriores notas damos cuenta de la bibliografía sobre frontera uti I izada en esta ponencia.

17 Archivo Franciscano de Tarija, Documento M 61 , Potosí 21/7/1803 . Joseph Femandez Cemeño.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

los ataques eran breves y luego se escondían en la Selva, detrás de sí prendían fuego a los pastos y a las plantaciones para quitarles la comida a los españoles y a sus caballos, se dispersaban y fraccionaban para limitar los estragos, y su guerra era básicamente de recursos (Saignes, 1990; Susnik, 1968).18 Había también muchas diferencias entre las dos formas de guerrear, quizás las más importantes eran los ataques propios de los jóvenes guerreros chiriguanos que estaban probando su valor y entrenándose para pelear, y el cautiverio de los enemigos principalmente de mujeres y de niños, a quienes se los integraba en su sociedad. De los grupos de cautivos surgían con frecuencia los mediadores y los baqueanos, colaboradores también en los ataques por su conocimiento sobre el territorio y de las estrategias indígenas.

En la guerra contra los chiriguanos participaban muchos soldados y también vecinos del lugar, quienes entraban a sus territorios y a la vez se defendían cuando éstos presiona­ban sobre las haciendas y las poblaciones cristianas. Hacia fines del siglo XVIII Francisco de Viedma en su descripción de la provincia de Santa Cruz de la Sierra resalta las cualidades de la población de Vallegrande para las arrnas, gracias a la práctica que les había dado la lucha contra los indios:

"Generalmente son fuertes y robustos y buenos soldados por su obediencia, fidelidad e inclinación que tienen al servicio de las armas, y sufridores de trabajos: lo que han acreditado en las expediciones contra los indios de la nación chiriguana y portugueses que han servido en muchas de ellas a sus propias expensas. los que son aptos para el manejo del arma, se hallan alistados en las milicias de aquel partido " (Viedma, 1970: 597).

Esta frontera sufrió alteraciones durante las guerras de Independencia. La principal fue que los chiriguanos, aprovechando los conflictos, avanzaron en algunos lugares sobre las tierras que anteriormente habían sido españolas. Antes, durante y después de la guerra estos indígenas se mantuvieron independientes, y aunque en ciertos momentos participaron en las batallas lo hicieron siempre manteniendo su autonomía. Algunos de sus líderes se sumaron a los realistas (por ejemplo aquellos que colaboraron con el coronel Blanco contra Arenales en 1814), y otros, principalmente Cumbay, 19 se aliaron a los patriotas, pero su territorio no fue una republiqueta sino que fue , en todo caso, el lugar donde se pudieron refugiar los patriotas y desde donde salían los guerreros aliados .

b) La población

Si analizamos el "mapa bélico" del sur del Alto Perú (el borde con los patriotas), observamos que los ejércitos veteranos ocuparon con frecuencia Chorolque, nombre con el que se conocía a Chichas a comienzos del siglo XIX, en particular Tupiza y Santiago de

18 Archivo Franciscano de Tarija, Documentos M22 , M78b, M6 I , M52, ABNB, Colección Rück, Documento 155, 106.

19 Cumbay tuvo numerosas participaciones en la guerra. Viajó a Potosí en 1813 para entrevistarse con Belgrano, quien solicitó la ayuda de sus flecheros. Es conocido también por el apoyo que le brindó a la republiqueta dirigida por Padilla (Saignes, 1990 y 1986).

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Artículos, notas y documentos

Cotagaita. La guerrilla, en cambio, estuvo esparcida en esta región por Concepción y Salinas, donde había valles fértiles y montuosos a los que los ejércitos _se dirigían con frecuencia a buscar ganado y a pastar los animales en las peores épocas (invierno). Estos valles estaban por lo general relativamente alejados de los principales escenarios de as_entamiento del ejército veterano, aunque a veces fueron ocupados por las vanguardias o retaguardias ya que eran una de las vías de escape patriota hacia el sur.

La región donde se asentaba la guerrilla se caracterizaba por la presencia de una mayor cantidad de haciendas de españoles y mestizos, y menos tierras de comunidad,2º comparando con el Altiplano. Para analizar esta distribución hemos recurrido a los padrones de tributarios, a falta de catastros de propiedades de aquel período. La relación de las categorías de los tributarios con la tierra es indirecta: en teoría los indios originarios vivían en sus tierras de comunidad mientras que los forasteros no las tenían. Hemos supuesto, entonces, que estos últimos residían principalmente en las haciendas, aunque somos cons­cientes que es probable que algunos de ellos hubieran estado agregados a las tierras de comunidad. Este indicador, por ello, es únicamente un primer paso para acercarnos al proble­ma a falta de mejores datos.

Analizamos tanto padrones coloniales como de los primeros años republicanos, en los que ya se cuentan con fuentes de toda la región. Para el período colonial hemos tomado los porcentajes, tanto de originarios como de forasteros, de los padrones de tributarios de 1754 (Zavala, 1980: 176). Del total de estos en toda la región, dos tercios eran forasteros -los datos no discriminan a los yanaconas-, a diferencia de lo que ocurría en el Altiplano, donde en gran parte de los distritos predominaban los originarios que vivían en tierras de comuni­dad. Los distritos con mayor cantidad de forasteros eran Yamparaez y Cochabamba, donde los porcentajes superaban el 83%. En Tarija hacia fines del siglo XVIII (1798) solo un 8% de la población tributaria había sido censada como originaria (con y sin tierras) o como churumatas. El resto eran forasteros sin tierras (80%) o yanaconas (12%).21 La jurisdicción más cercana a la frontera con los chiriguanos (Chaguaya) no tenía ningún indígena censado como originario. Al final de la revisita de 1798 de Tarija se agrega que:

"este país está lleno de habitantes españoles, mulatos y mestizos que ocu­pan la mayor parte de sus tierras de manera que las castas tributarias casi no tienen porción alguna de qué mantenerse y se ven obligados a arrendar­/os a los propietarios por precios excesivos que casi no corresponden al fruto de su trabajo y esto proviene de que el territorio conquistado y que se conquista a las naciones infieles se reparte únicamente a aquellos y jamás se procura el beneficio del indio que contribuye con sus tasas igualmente a las necesidades del estado ". 22

20 En este artículo utilizaremos la expresión "tierras de comunidad" para referimos a las también llamadas tierras de origen. Es decir, aquellas cuyos derechos le fueron otorgados por la corona a los integrantes de las reducciones coloniales, clasificados en las revisitas de tributarios desde el siglo XVIII como "originarios con tierras".

21 Archivo General de la Nación, en adelante AGN Sala 13, Legajo 19-2-2. 22 AGN, Sala 13-19-2-2.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

Después de la guerra la infonnación muestra básicamente lo mismo: hacia 1838 en algunas jurisdicciones (por ejemplo, Ayopaya, Cliza, Cercado de Cochabamba) entre el 99 y el 100% de los indígenas vivía en haciendas, mientras que en otras estos eran poco más de la mitad de los tributarios (Larecaja, Yamparáez) (Grieshaber, 1980). Las excepciones que confinnan la regla son, en este caso, Cinti y Tomina donde predominaban los indígenas viviendo en tierras de comunidad ( 100% y 78% respectivamente). Una parte importante de la producción de estas haciendas era destinada a la alimentación de los habitantes de las ciudades, en particular -aunque no únicamente- de las mineras como Potosí. Esta infonna­ción nos está indicando, entre otras cosas, que el territorio que estamos estudiando se caracterizaba por estar habitado por un número significativo de propietarios españoles y mestizos dueños de haciendas que utilizaban una significativa cantidad de mano de obra tributaria.

Estudios de caso han mostrado, lógicamente, que la vida en algunos de estas juris­dicciones era mucho más compleja que lo que los padrones de tributarios nos permiten proponer. En las casi 680 propiedades rurales de Cochabamba hacia fines del período colo­nial la mayoría de los trabajadores eran arrenderos, quienes a diferencia de los yanaconas, establecían relaciones con los propietarios mediadas más por el mercado que por la servi­dumbre (Larson, 1992: 239). En esta jurisdicción, finalmente, la población indígena era poca, alrededor de un tercio . En la descripción que hemos citado de Francisco de Viedma sobre Santa Cruz de la Sierra el autor señala que no se habían entregado aún en propiedad las tierras, por lo que cada uno la podía ocupar mientras tuviera en ellas ganado o cultivara algo (Viedma, 1970: 610). La mayoría de la población era española(41 %), mestiza y chola (38%). Las características de Ayopaya eran diferentes . Ali í había un porcentaje mayor de indígenas (65%) que eran en su mayoría arrenderos y-para Viedma- , eran los que estaban en peores condiciones. La distribución de la población por etnia, sin embargo, era muy desigual en los cinco distritos de Ayopaya.

Los padrones de tributarios, por otra parte, censan un porcentaje relativamente pe­queño de población en los territorios de las republiquetas, ya que allí los indígenas no eran por lo general la mayoría. Si tomamos en cuenta la distribución de la población por etnias en la porción más austral de nuestra área de estudios a partir de los datos del censo de 1854, la presencia de habitantes censados como indígenas va variando de oeste a este: un 95,4% de la población de Lípez (Potosí), un 57,8% de la de Chorolque (Chichas, Potosí), y sólo un 4,3% de la de Concepción (Tarija). Si continuamos avanzando hacia el este de Concepción, internándonos en la frontera de guerra, los porcentajes vuelven a incrementarse ascendien­do a un 74,8% en Salinas (Tarija).23 Las republiquetas, aquí, radicaban principalmente en Tarija, donde la población indígena era escasa, y se internaban en Salinas, donde era más abundante pero de diferentes características: insumisos.

23 La clasificación de " indígenas" esconde muchos problemas, en particular en este caso homogeneiza grupos diferentes. Hasta Concepción la población de la región era multiétnica, integrada al sistema colonial, y a la que podemos caracterizar -para los fines de esta ponencia- como sujetos al tributo en su gran mayoría. Los que habitaban Salinas, en cambio, eran chiriguanos en su mayoría, u otros grupos étnicos, que en gran medida no estaban sujetos al régimen colonial.

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La población que vivía en las tierras donde se desarrollaron las republiquetas, en sínte­sis, era mucho más heterogénea que la del Altiplano caracterizado por tener una mayoría de indígenas, que a su vez vivían mayormente en tierras de comunidad. Por el contrario en estos valles vivían indígenas de las tierras altas y de las bajas, españoles, mestizos,1algunos de ellos como arrendatarios, otros como "ocupantes" informales de las tierras, otros como peones. Dentro de la heterogeneidad encontramos una mayor frecuencia de relaciones laborales media­das por el mercado, y la presencia de pequeños y grandes propietarios individuales.

Conclusiones

Bolívar nos orienta con sus reflexiones acerca de los tropiezos que fue teniendo en la organización de su ejército, sobre cuales eran los requerimientos básicos de un grupo para poder pelear. Dinero (recursos), annas y jefes con experiencia militar, parecen ser los que encabezan la lista. Dónde había estos recursos o cómo se los podía con~eguir fueron dos de las preguntas que orientaron este texto en su comienzo. Hemos dejado de lado un factor que también ayudó a conseguir la experiencia militar: el tiempo. La extensión de la guerra (quince años) permitió a los patriotas aprender y mejorar, pero lo cierto es que no partieron de una tábula rasa.

En este trabajo hemos visto cómo una parte importante de las republiquetas se asen­tó sobre tierras que habían sostenido la lucha con los indígenas que se mantuvieron fuera del dominio colonial. Los largos años (siglos) de lucha contra chaqueños y chiriguanos conformaron una frontera militarizada en el borde oriental de la actual Bolivia. Sus habitantes eran mayoritariamente mestizos, criollos y españoles que deseaban aprovechar las ventajas relativas de un territorio tan conflictivo y que muchas veces fueron beneficiados por las autoridades - y a veces por la falta de autoridades- deseosas de que haya población asenta­da allí. En algunas partes habitaban también tributarios con tierras de comunidad, principal­mente en Ayopaya, pero esta fue una excepción (así como excepcional fue supervivencia en la lucha). Muchos de los que lideraron las republiquetas contaban con recursos propios y nada despreciables, aunque también necesitaron del apoyo de la población local para poder continuar peleando.

El sur, es decir las jurisdicciones del ex Virreinato del Río de la Plata que habían podido mantenerse libres de los ejércitos realistas, fue parcialmente proveedor de armas y de hom­bres, aunque principalmente para el ejército veterano. Las republiquetas tuvieron que sub­sistir con muy poco apoyo, y por el contrario, brindar el suyo a las campañas que hizo el ejército del norte. Güemes fue un respaldo ocasional, pero él tenía a la vez su propia guerra que se hizo más intensa hacia 1816, cuando fueron vencidas muchas de las republiquetas del sur altoperuano, y asesinados sus líderes.

Las republiquetas estuvieron constituidas principalmente por la gente que vivía en el lugar, que usaba las annas que conocía y que supo resolver sus problemas de recursos con lo que el territorio les podía ofrecer. Los fértiles y montuosos valles ubicados entre las tierras bajas del oriente y el Altiplano ofrecían mayores recursos (pasturas, caballos, ganados) y posibilidades de esconderse y escapar. La frontera "de guerra" con el indio fue también utilizada con frecuencia como refugio, aunque también hubo que enfrentarla como espacio de conflicto. De hecho, aprovechando que el mundo cristiano estaba ocupado en otra gue­rra, los chiriguanos avanzaron sutilmente dentro de las tierras coloniales.

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Raquel Gil Montero: Las republiquetas en la Guerra de Independencia

A diferencia de lo ocurrido en la guerra de Independencia de España, el conocimiento del territorio no parece haber sido patrimonio de los patriotas, ya que el realista no era un ejército de extranjeros. En sus filas peleaban también criollos, mestizos e indígenas perua­nos. Las habilidades para conseguir annas, pasturas para los caballos, ganado y alimento para la tropa fueron requeridas por ambos, realistas y patriotas, ya que las poblaciones locales fueron las que sostuvieron mayonnente el costo de las campañas enviadas para la represión de las republiquetas.

Por último, aunque las republiquetas prevalecieron allí donde la población era más heterogénea, su composición varió mucho dependiendo del espacio geográfico al que se haga referencia. No se puede generalizar en términos de la participación de determinados grupos socio-étnicos en tal o cual partido, ya que todos participaron de ambos. Sin embargo, la composición demográfica de cada territorio favoreció la participación de algunos grupos particulares, como por ejemplo los chiriguanos en Tomina.

Agradecimientos

Un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICTR02 No. 123) me pennitió la consulta de la mayor parte de las fuentes localizadas en los reposito­rios bolivianos, así como de bibliografía sobre el Alto Perú. La bibliografía sobre las guerrillas en España y sobre Bolívar fue consultada en el lberoamerikanisches Jnstitut Berlin gracias a una beca-convenio CONICET-DAAD. Una versión preliminar fue presentada al simposio ' 'Militarización, guerra y revolución en América del Sur. 1800-1830" del "VII Congreso Argen­tino-Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural". Agradezco los comentarios y críticas recibidos en aquella oportunidad.

Raquel Gil Montero

Nº 45, segundo semestre del 2007 111

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