las promesas de assam (aromas de té nº 2) (spanish edition)

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Loshechosy/opersonajesdeestelibrosonficticios.Cualquierparecidoconlarealidadesmeracoincidencia.

Títulooriginal:TheTeaPlanter’sBridePublicadooriginalmenteporLakeUnionPublishing,EstadosUnidos,2016

Ediciónenespañolpublicadapor:AmazonCrossing,AmazonMediaEUSàrl5ruePlaetis,L-2338,LuxembourgJunio,2018

Copyright©Ediciónoriginal2016porJanetMacLeodTrotterTodoslosderechosestánreservados.

Copyright©Ediciónenespañol2018traducidaporDavidLeón

Adaptacióndecubiertaporlookatcia.comImagendecubierta©JohnHarper©CarlosGrurySantosPhotography©cescassawin©AnnaGorin/GettyImages;©osoznanie.jizni©Madlen/Shutterstock

Primeraedicióndigital2018

ISBN:9781503900516

www.apub.com

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Sobrelaautora

LaescritorabritánicaJanetMacLeodTrotterhapublicadoveintenovelas,trecedelascualessonsagashistóricasambientadasenelsigloXX.Laprimera,TheHungryHills,fuecandidataalpremiodelTheSundayTimesalmejorautornovel, mientras que Las luces de Assam participó en la nominación a mejornovela del año de la RomanticNovelists’ Association y ha figurado entre losdieztítulosmásvendidosdeAmazon,ademásdeobtenerungranéxitodeventasenrusoyenfrancés.Janethaescrito tambiénparaelpúblicoadolescenteyesautoradenumerososrelatospararevistasfemeninas,algunosdeellosrecogidosenlaantologíaIceCreamSummer.SusmemoriasdeinfanciaenDurhamySkyeenladécadade1960,Beatles&Chiefs, fueronprotagonistasdelespaciode laBBC Radio 4Home Truths. Asimismo, la autora ha sido columnista en TheNewcastleJournal,hadirigidoTheClanMacLeodMagazineyesmiembrodelaRomanticNovelists’Association.(www.janetmacleodtrotter.com)

LaspromesasdeAssameslasegundaentregadelaserieAromasdeté,trasLaslucesdeAssam,cuyaaccióntranscurreentreelReinoUnidoylaIndia.

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EstanovelaestádedicadaalamemoriademisabuelosBobGorrie,conocidocomoJungli,ySydneyEasterbrook,queviajóalaIndiaparavivirytrabajarenladécadade1920,asícomoamiqueridísimamadre,Sheila,quepasóallílosochoprimeros

añosdesuvida

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Índice

PrólogoCapítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16Capítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21Capítulo22Capítulo23Capítulo24Capítulo25Capítulo26Capítulo27Capítulo28

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Capítulo29Capítulo30Capítulo31Capítulo32Capítulo33Capítulo34Capítulo35Capítulo36Capítulo37Capítulo38Capítulo39Capítulo40Capítulo41Capítulo42Capítulo43BreveglosariodetérminosangloindiosAgradecimientos

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PrólogoLaIndia,1907

Sophiesehabíapuestodepuntillasparaescudriñarporentrelamarañadeenredaderasqueleimpedíaobservardesdelaverandaelsenderoqueseextendíaasuspies.Noveía lahoradequecomenzasesu fiestadecumpleaños,dequevinieran los amigosque tenía en lasplantacionesde tévecinaspara compartirconelloselpastely la tartademanzanadelcocineronide jugara lagallinitaciega y al escondite. Aquella casa extraña y destartalada, con su soportalcubierto y su jardín descuidado, ofrecía escondites perfectos. En el puebloestaban tocando los tambores por ella. Habían empezado antes del alba yllevabanhorasasí.

—¿Cuándo van a venir,mamá?—preguntó insistente—. ¿Cuándo van avenir?

—Princesa—respondió sumadre con un suspiro—, esto estámuy lejosparaquevenganniñostanpequeñossoloparatomarelté.

—¡Quéva!—Laniña agitó los rizos de color demiel de su cabecita—.Nosotrostardamoshorasyhorasparairdevisitaaotrascasas.

—Peroesteañoesdistinto.¿Cuántasvecesvoyatenerquedecírtelo?Sophielamiródesengañada:sumadrenohabíahechosiquieraelesfuerzo

de vestirse para la ocasión, como si supiera que no iba a aparecer nadie. Lapequeña, encambio, sehabíapuesto sumejorvestidoazul encuanto sehabíalevantado.NihabíanecesitadolaayudadesuayaMimi,aquien,sinembargo,síhabía permitido que le cepillara el cabello y le abotonase los zapatos con losherretesespecialesdemetal.

Deprontoseleiluminóelrostro.—¿Por qué no invitamos entonces a los niños del pueblo?—Los había

vistochapotearenlapozacuandosupadrelehabíaestadoenseñandoamontarenlamargendelríoyenelsenderoqueseinternabaenelbosque.Algunosse

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habíantronchadoderisayhechoaspavientosalverlaencaramadaenlasilla,ahorcajadascomounhombremientrassupadresosteníalasriendas.

Sumadrehizocasoomisodelapregunta.—Lehedichoatuayaquetesaqueeljuegodetédelasmuñecasparaque

puedascelebrarunafiestaconellas.—¡No!—Sophieestampóelpieenelsuelocongestofrustrado.Cumplía

seisañosyqueríatenerunameriendacontécomoestabamandadoyenlamesade los adultos. No le gustaban las muñecas de rostro de cera que le habíanregaladosuspadreshacíadosaños,cuandoellaleshabíaimploradountrendejuguete. La única a la que había tomado cariño era una blandita vestida conchaqueta de terciopelo y dotada de una trenza larga y oscura como la del ayaMimi, que había acabado por enmohecerse y hacerse trizas por las lluvias delúltimoverano—.¡Quierounafiestadeverdad!

—Nogrites—leespetósumadre—,quevasamolestarapapá.—Lanzóunamirada inquietaal interiorenpenumbrade lacasa,dondesoloseoían losmaullidosdelgatitoreciénnacido.

—¿Sevaalevantarhoy?—quisosaber laniña—.Yaquenovoyatenerfiestadecumpleaños,¿mepodrállevarapescar?

—Hoyno.Hoynovaairnadieaningúnlado.—¿Porquéno?Sumadre sepuso ahacergirar congesto agitadounode los anillosque

llevabaenlamano.—Elañoqueviene, siDiosquiere, teprometoque tendrásuna fiestade

verdad.—Este sitio no me gusta. Me quiero ir a casa. —Sophie corrió a los

escalonesdelaverandaysesentódegolpeaesperar,negándoseacreerquenoacudiríanadie.

—Apártatedelsol—pidiósumadrealarmada—yqueniseteocurrapasardelaescalera.

—¿Porqué?—Porquelodigoyo.EntrelassombrasseoyóentonceselpasosuavedeMimiyaquellamujer

delgadadellunarenlabarbillalecolocóuntopienlacabezaylaconvencióconcarantoñasparaqueseprotegieradeaquellaluzimplacable.

—Tendrás zumo de lima y cuentos —dijo el aya con una sonrisa— y,luego,todalatartaquequieras.

CuandoSophievolviólavista,sumadrehabíadesaparecido.

Se oían voces discutir. Voces de hombre. La de su padre, ronca y

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quejumbrosa;ladeotro,profundayestridente.Laampliaverandaestabasumidaenlaoscuridad.Lapequeñasehabíaechadoadormirlasiestaenlahamacabajayalguienlahabíatapadoconunasábanadealgodónqueolíaaclavo,comoelayaMimi.

Elcieloestabarojo,enfadado.Lostamboresdelaaldeaseoíanmásaltosyespantabanalasaves,queacudíanchillandoalosárboles.Sophieseincorporóalarmada.Sumadretambiéngritaba.

—¡Vete!¿Novesqueloestásempeorando?¿Por qué gemía también el gato? El crepúsculo amplificaba más de lo

deseabletodoslossonidos.Laniñasebajóde lahamaca,avanzótropezandoconpesadosmueblesy

volcóunamaceta.Miróhaciaelpiede lasescalerasyviouncaballonegrodegrantamañoatadoaunposte.Apenaspudodistinguirqueagitabalacolaalaluzmortecina, sinquenadie lo atendiese.Tampoco seveíaningunode los fuegosque se encendían a lahoradepreparar la cena en el recintodemás alláde laselvadeljardín.¿Seguiríasiendoaúnsucumpleaños?Bajólamiradaalvestido,quecaíalacioyselepegabaalapiel.Debíadeserlo.

—¿Aya?—lallamó—.¡AyaMimi!Deseabatenerlaasuladomientraslosadultosvociferabanyestallabanlos

fuegos artificiales en la aldea, mientras los tambores seguían haciendo ruidocomosilostuvieradentrodelacabeza.

Depronto, losgritos se colaronpor lapuerta.Ellavolvióa resguardarseentrelassombras.

—Jessie,aquínoestáisasalvo.Hahabidoamenazas.Tenéisquevenir…—Nopiensoiraningúnlado.¡Dejadeinmiscuirte!Estupresencialaque

nosponeenpeligro.Elhombredelavozestruendosasaliódelacasadandograndeszancadasy

bajólosescalonesdelaveranda.Sophieoyóbufaralcaballograndullóncuandoelhombresesubióasulomoypicólasespuelasconunaadvertenciafinal:

—¡Vuestraserálaresponsabilidad!Lasprotestasdelpadreprosiguierondespuésdequedesaparecieraeljinete.

Sus «gritos febriles», como los llamaba sumadre, resonaron por toda aquellaviejacasa.

Estandoagazapadaenlapenumbra,demasiadoasustadaparamoverse,oyósusurros—apremiantes,llorosos—demujerycorrióabajarlosescalones,cuyastablillasirregularescrujíanalpisarlas.Entoncesviobajarundestellodesarirosaydiounbrinco.

—¡AyaMimi!¡Espera!Lamujersevolviósobresaltada.Llevabaalgoasidoenlasmanos:lacesta

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delgato.Actoseguido,notóquesumadrelaagarrabadelbrazo.—Tranquila.Dejaquesevaya.—¿Adóndeva?Sumadreteníaelrostroapenado,comosiledolieraunamuela.—Ahacerunrecado.Sophieestabaasustada.ElayaMiminoibanuncaaningúnladosinella.

¿Yquiéneraelhombreaqueldelosgritosquehabíaenfadadoasupadre?¿Porquédabalaimpresióndequemamáfueseaecharseallorar?Aqueleraelpeorcumpleaños que había tenido nunca y la asustaban el ruido y los estallidosprocedentesdelaaldea,cadavezmáscercanos,ylasantorchasencendidasquelamíanelcielonocturno.Todoesoqueríadecirleasumadre,pero,enlugardeello,prorrumpióenllantoylágrimasmientrasselamentaba:

—¡Ynisiquierahepodidojugaralescondite!—Nollores,pequeña—dijoellarodeándolabrevementeconunbrazo.A

continuación,sacóunpañuelodealgodónde lamangadesuvestido—.Toma,suénatelanariz.

De pronto, hubo una explosión en la entrada del recinto. El padre deSophiesepusoavociferardenuevoysumadreahogóungritoantesdevolverseycruzarlaverandaempujandoaSophie.

—Correaesconderte.—¿Vamosajugar?—preguntólaniñaentreasustadayentusiasmada.—Sí,corre.Quédatequietacomounaestatuaysinhacerunruido.Sophiesesintiómejorenseguida.—Ynomires—dijoconunasonrisaantesdeesfumarse.Semetióenelbaúldelaropablancaysezambullóentrelassábanas,que

olíanaespecias.Aguzóeloídoporsipercibía lospasosdesumadre,peronooyó más que el sonido apagado de los tambores y el estallido de los fuegosartificiales. Su madre no aparecía, tampoco su aya: todo lo que llegó fue lalluvia,queoyóazotareltejadoconmásfuerzaqueningunodelostamboresdelaaldea.Elaireseenfrióylaniñasequedódormida.

Al fin la encontraron arrebujada en el arcón, entornando los ojos anteaquellaluzrepentina.Lasacaronaturdida,muda,conelcabellohúmedopegadoa sus mejillas sonrojadas, pero nada los conmovió tanto como sus ojos,transformados en dos pozos oscuros de terror.Aquellamirada angustiante losdejóconladudadecuántohabíaalcanzadoaverlaniña.

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Capítulo1Edimburgo,juniode1922

SophieLogansubiódedosendoslosescalonesehizoreverberarelruidodesuspisadasenlapiedragastadadelalúgubreescaleradecaracoldeledificio.Cruzócon ímpetu el umbral del apartamentode la segundaplantamientras sequitabaelalfilerdelsombrero,sedeshacíadesuszapatossinagacharsesiquierayexclamaba:

—¡TíaAmy!Yaestoyaquí.Suanuncióhizoquecesaranlosmartillazos.—Aquí,cariño.Lareciénllegadaseasomóalasalacaóticaqueusabasutíacomotallerde

carpintería y aspiró el olor demadera recién cortada y barniz.AmyAndersonalzólamiradaysonrióbajounamatadecabellorubioapagadoyencrespadoconelcuerpoesbeltoprotegidoporunmonopolvoriento.Lalibreríadenogalestabacasiapunto.

—¿Cómosetehadadoeldía,cielo?—De vértigo, tía. He tenido que encargarme del despacho mientras la

señoraGorrie ibaaDuddingstonpara entrevistar aunacocineranuevapara lacasa. El teléfono no ha dejado de sonar. ¿Qué hacía la gente antes de que loinventaran?

—Escribía cartas y se armaba de paciencia —respondió Amy con unresoplido.

Sophie se echó a reír. Pisando tablones, pasó lamano por la decoracióntalladaamanodefloresyhojas.

—¡Québonito!Esmuyrealista.—Acercólanarizalamaderaeinspirósuolor a nuez y especiasmientras sentía que se le agitaban las entrañas ante lafugazevocacióndelosárboles,delaIndia.

—¡Novayasacomértelo!—seburlósutía—.Aversitearruinaslacena.

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Elrecuerdoseesfumó.—¿Pongoaguaahervir,tía?—Meapeteceunté,¿porquéno?¡Ah!Y,hablandodecartas,tehallegado

unadeNewcastle.—¿DeTilly?—preguntóentusiasmaday,alverasentiraAmy,añadió—:

Yafaltapoco.¿Quétienepensadoparacuandocumplaveintiuno?—Quizánotelocreas,peronolaheabiertoconvapor.—Cuando esté el té, la leemos juntas. —Sophie sonrió—. Seguro que

tieneselalmaenvilo.—¡Siseráinsolentelaseñorita!—repusosutíaagitandoundedocongesto

burlón.Mientrashervíaelaguaenunodelosfuegosdelacocinadiminuta,Sophie

corrióa la saladeestar, rasgóel sobredesuprimaTillyconunabrecartasdemangodemarfilyseacercóalaventanaparaleerasuluz.DentrohabíaresmasenterasdepapeldecolorazulcelestecubiertasconlalimpiacaligrafíainclinadadeTilly,quienlaponíaalcorrientecongrandetalledecuantoocurríaencasadelosWatson y de la vida de aquella bulliciosa ciudad industrial situada a pocomenosdedoscientoskilómetrosalsurdeEdimburgo.

Aquella familia jubilosa había sido su tabla de salvación cuando habíaregresadode la India,huérfanaydesplazada,y lahabíanpuestoalcuidadodeAmy,lahermanamayordesumadre.Sophieapenasteníarecuerdosdelosseisprimerosañosde suexistencia,pocomásquedestellosdecolor: la luzblancaquesefiltrabaporentrelashojasverdesdeunlimero,elrosasalmóndelsaridesuaya…yuncumpleañossinfiesta.Hacíamuchoquehabíaolvidadolosrostrosdesuprimerainfancia.

Aquella tía solterahabíahechocuanto estaba en susmanospordarleunhogarynohabíatardadoencontarconelperrillofalderoqueteníaporsobrinaparatodassusactividades:lasreunionesdelassufragistas,lamisapresbiterianadelosdomingos,susviajesalosalmacenesdemadera…Contodo,habíansidolasvisitasalosprimosqueteníaAmyenNewcastleloquehabíadevueltolarisaylavozaloslabioscarnososdeSophie.

—AlprimoJohnnylohandestinadoaunsitiollamadoPindi—dijoasutíaenvozalta—.¿Túloconoces?

—Rawalpindi—respondióAmyasomandoporelumbral—.Esunabasemilitar del norte del Punyab.Tus padres se casaron y pasaron la luna demielcercadeallí,enunpuestodemontañallamadoMurree.

—¿De verdad? —Sophie miró la fotografía de una pareja joven conrecargadostrajesdenoviosquedescansaba,enunmarcodeplata,sobrelarepisade lachimenea.Siempre lehabíachocado loseriosqueparecían,pormásque

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Amylehubieraaseguradoquesedebíasoloaqueteníanqueestarmuyquietosantelacámara.

—AJessieleencantabaaquellaregión—dijolatíaconunasonrisa—.Ledabaigualquefuerainviernoyestuviesenevando:teníaunvientomuysanoquerecordabaaEscocia.

—Pero¿esonoestabamuylejosdeAssam?Amyseencogiódehombros.—Sí,peronuestraparroquiateníarelaciónconlazona,porunamisióncon

casadehuéspedesquehabíaallí.Supongoquedebíandeofrecerbuenastarifasenaquellaépocadelañoy,además, tumadresiempre tuvopredilecciónpor lamontaña.

Sophie guardó silencio en espera de más. Su tía no solía hablar de sumadre pormiedo a disgustarla, pero ella recibía con ansia aquellos retazos deinformación.Amyinclinólacabezaendirecciónalacocina.

—Sevaaevaporartodaelagua.Mástarde,servidoeltéyconsumidaslasmantecadas,lajovenleyóenvoz

altalaextensacarta.TillyhablabaenelladequesumadreteníapensadopasarelveranoenDunbar,encasadelamayordesushijascasadas,porqueelairedelaplayapodíavenirlebienparaelpecho.

Lomásseguroesquetengaqueacompañarla—decía—,anoserqueseteocurraunaexcusa.¿Creesqueesprobablequela tía Amy nos lleve otra vez a Suiza en tren? Aquellasfueron lasmejoresvacacionesdemivida.Ruégaselodemiparte,porfavor.

AmyAndersonsoltóunacarcajada.—Pero ¡si Tilly se pasó todo el tiempo protestando por tener que subir

montañas!Detodosmodos, fueunviajeespléndido,¿verdad?Nos lopudimospermitirgraciasalapensióndelaOxfordTeaCompany.

—Sí.Laempresasehaportadomuybienconmigo,¿no?—Tupadreeraunempleadomuyrespetadoylaverdadesquelacompañía

solo hacía lo correcto al legarte una parte en fideicomiso para velar por tueducación.Además,porloquetengoentendido,durantelaguerratuvieronunosbeneficiosdescomunales.

—Detodosmodos,hasidotodoundetalle—concluyóSophievolviendoalacarta.

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Clarrie Robson, la amiga a la que tanto quiere Johnny, havuelto de permiso de Assam con su hija Adela. Esdivertidísimoestar conella, comosiempre,y lapequeñaesunacositapreciosadeojososcurosqueyahablahastaporloscodos.Wesley,suapuestomarido,nolahaacompañado,pordesgracia, aunque vendrá en otoño, cuando no haya tantoajetreo en las plantaciones de té, para volver con ellas a laIndia.

—¿NoesesalamujerquedirigíaelsalóndetéaqueldeWestNewcastle?—lainterrumpióAmy—.¿Cómosellamaba?

—Herbert’s—respondióSophieasintiendo—.Lepusoesenombreporsuprimermarido.Will,suhijastro,eramuyamigodeJohnny.¿Teacuerdas?Tillyyyo estábamos locas de remate porWill. Creo que era por ese pelo lacio quetenía…yporquesiempreestababromeandoconnosotras,queéramospequeñas.Eratanatento…

—Es verdad. ¡Qué mala suerte tuvo el pobre! Morir después de queacabaralaguerra.

—Sí —dijo Sophie con un suspiro—. Tilly dice que la noticia dejó aClarriedestrozadayaJohnnytambién.

—Porsuerte,volvióaencontrarlafelicidadconunodelosRobson.—Escucha esto: «El primo de Wesley, James Robson, también está de

permisoenNewcastle, aunqueClarrieyélno se llevandemasiadobien.Es laprimeravezquevuelveaInglaterradesdeantesdelaguerradelKáiser».

—¿JamesRobson?—exclamóAmyconteniendoungritodesorpresa.Sophielevantólamiradaconrapidez.—¿ElmismoRobsonquetrabajóconmipadreenAssam?—Sí.—Latíalamirócongestoextraño.—¿Y…?Amyvaciló.—Fue él quien te trajo aquí cuando tus padres…—Su voz se hizomás

suave—.¿Noteacuerdasdeél?Lajovenseencogiódehombros.—La verdad es que no. Recuerdo el barco, que era enorme, y que me

mareé,peronadamás.Háblamedeél.—Sigueleyendo,cariño—repusoAmysinembargo—,averquémásnos

cuentaTilly.Sophievolvióalcontenidodelacarta.

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La semana pasada vino a ver a mi madre con cartas deJohnny y fotografías de la boda en Calcuta. Mi nuevacuñada,Helena, está preciosa. Por lo visto, el vestido se loenviarondeParís.Aunquemamápongabuenacara,lociertoesquesiguemolestaporquecorrieranacasarseenlugardeesperar hasta el año que viene a que ella pudiera salir. Sinembargo,casitodalafamiliadeellaestáenCalcutayNuevaDelhi y les venía mejor, y, entre tú y yo, mi madre noaguantaríaunviajealaIndiaconelpechocomolotiene.Porlotanto,enelfondoentiendoqueJohnnyactuaraasí.

El señor Robson no se parece en nada a su primoWesley.¿Noescuriosolodiferentesquepuedenllegaraserdosfamiliares?Noestanaltocomoélyesmásachaparrado,comounboxeador,ymayor.Tieneyaelcabellogris,aunqueel bigote, que tiene muy poblado, sigue siendo castaño.Podríaconsiderarseunapersonacurtidaporlasinclemenciasdel tiempo y es incapaz de estarse quieto dos minutosseguidos. Dudo que esté habituado a tener compañíafemenina, porque apenas pronunció palabra hasta que mimadrelesacóeltemadelosperrosyloscaballos.Sevequeecha de menos a los animales que ha dejado atrás, en laplantación de té, y sobre todo, a su favorito, un perrocobrador llamadoRowan.Sevolvió lococonnuestragordaFlossy,que,alparecer,tambiénlehatomadocariño.Aunquemimadresesintióaliviadaalverlomarchar,hainsistido,poreducación, en que venga el sábado a celebrar que cumploveintiúnaños.

Venundíaantessipuedes,paraquemamáyMonanomeatosiguendemasiado.Nosabeslasuertequetienesdenotener una hermana mayor mandona. De todos modos, seportarámuchomejor conmigo si tú estás aquí. La tíaAmytambién está invitada, por supuesto. Aunque no vaya a sergran cosa, tomaremos té y bailaremos un poco paraagasajaros comomerecéis. Si supieras cuántas ganas tengodeverte…Dinosenquétrenvaisallegar.

Tuprimaytumejoramiga,quetantotequiere,TillylaTontili

Sophiealzólamiradaconlosojoscastañosbrillantesdeemoción.

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—¿YsivamosenmotocicletayledamosunpaseoalaMemsahib?Amypusolosojosenblanco.—Jovencita,nopiensosentarmeenel sillínnipor todoel téde la India.

¡Niquefueraunaflapper!—Pueslallevaréaltallerparaquevuelvanainstalarleelsidecar.—Perosinuncahashechounviajetanlargoconella.—Por muy poco. Podríamos parar a pasar la noche en los Borders de

camino.LaseñoraGorriemehadadounosdíasdepermiso.Sophie estaba ansiosa por emprender aquel viaje. Hacía un mes, para

celebrarsusveintiúnañosnohabíapodidohacergrancosa:solohabíaayudadoala señoraGorrie en un baile organizadopara recaudar fondos y disfrutadodelpastel que lehabíahecho su tía.Estavio el gestodedeterminaciónquehabíaasomadoalrostrodesusobrinaysupoquenoserviríadenadadiscutirconellapuesyaselehabíametidoesaideaenaquellacabecitaterca.

—Osea—dijo la jovenmientras sedirigía a laventana—,quevamosavolveraveraesetalJamesRobson.—LaintrigabalaperspectivadeestarconalguienquehabíaconocidoasuspadresenlaIndia.

—Sí.Así,aunqueyanoteacuerdes,podrásagradecerleenpersonalobienqueseportócontigo.

Sophiemiróporlaventanacalleabajoycontemplóelamarillodeltojoquecrecía en las verdes laderas de los Salisbury Crags. Nunca se cansaba delcontraste que ofrecían aquellas peñas situadas tan cerca del núcleo urbanoennegrecidoporelhollín.Depronto,lainvadióunagranimpacienciaporvolvera salir al campo. Pormás tiempo que pasase allí, nunca se convertiría en unachica de ciudad, como Tilly, gran enamorada de las bibliotecas, las veladasteatrales,loscomerciosolaslecturasinterminablesenestablecimientosllenosdehumo.SuqueridaTilly.

En elmomentodedoblar la carta reparó en la posdataquehabía escritoconletraapresuradaenelenvés:

JohnnyyHelenamehaninvitadoairalaIndia.Mamácreeque debería aceptar, aunque sospecho que lo que pretendenes buscarme un marido adecuado. ¿Qué crees que deberíahacer?Tú siempre encuentras lamejor respuesta para todo.Lasemanaquevienehablaremos.

Sophiesintióunapunzadadeinquietud.—¿Qué te pasa, chiquilla?—preguntó Amy, que lo entendió enseguida

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cuandosusobrinalemostróestasúltimaslíneas—.Yaveo:tepreocupaqueTillysequedeallíparasiempre.

Ella asintió sin palabrasmientras tragaba saliva para contener el pánicoqueseacumulabaensu interior.Dependía tantode laamistaddeTillyquenopodía imaginar tenerla lejos y no poder verla cada pocosmeses como habíanhechodesdeniñas.LaIndiaestabalejísimos.

—Noempiecesapreocuparteporalgoquequizánollegueaocurrirnunca—leaconsejólatía,quesabíaque,másalládelassonrisasylasconversacionesinsustanciales,lapequeñaseguíateniendomiedoaperderaquieneslarodeaban:habíaaprendidodemuyjovenque,aveces,síocurrencosasmalas.

—Tienes razón, tía—concluyóSophiealegrandoelgestoypensandoenotracosa.

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Capítulo2

SophiesaliódeEdimburgounventosodíadejunioenvueltaenelrugidodel motor y el humo azul que lanzaba el tubo de escape, con su tía Amyarrebujadabajounamantayunalonaimpermeableenelsidecarabierto,encuyomaletero llevaban el equipaje. Iba ataviada con pantalones de montar, unachaquetamilitar de segundamano y gafas demotorista, y su cola de caballorubiaseagitabaalvientomientrasseaferrabaalmanillar,quetemblabaconlassubidasybajadasde laMemsahibdecaminoaDalkeithya las tierrasque seextendíanmásalsur.

Había aprendido a conducir a los diecisiete años, el último año de laguerra, cuando había servido en un almacén de la Cruz Roja. Tras cansarseenseguidadehacerinventariodelasexistencias,sehabíapresentadovoluntariaparahacer llegarprendasdevestir y ropade camaa losdistintoshospitalesycasasdeconvalecencia,dondesiempreencontrabaunhuecoparacharlarconlosinválidos.Unamputado,comandantedelacaballeríaescocesa,habíaagradecidotanto su jubiloso cotorreo y su sonrisa amplia que le había regalado su viejaEnfield.Ella,siempreatraídaporlamecánica,habíaaprendidoabregarconlasexcentricidadesde lamotocicleta, a cambiaruna rueda—pues eran frecuenteslos pinchazos—, a diluir el aceite y a limpiarle las bujías. SophieLogan y suestruendosaMemsahibsehabíanconvertidoenunapiezamásdelascallesdelsur de Edimburgo y las carreteras sinuosas y empinadas de las colinas dePentland.Asutíaleencantabaquelallevaseenlamotocicletaamerendarenelcampo o la costa, de donde solían regresar con el sidecar atestado de ramascaídas o madera de deriva que ella convertía en pitilleras o spurtles, losutensilios de madera con los que se removían tradicionalmente las gachas enEscocia.

PararonenLauderparacomeryenJedburghparatomarelté.—Vamos a seguir, tía—la urgió Sophie una vez que se le aliviaron los

calambresquelehabíaprovocadoenlasmanoseltenerquemantenerarayala

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pesada motocicleta por aquellas curvas—: parece que va a tardar en llover ytodavíaquedanvariashorasparaquecaigalatarde.

No tardaron en verse fuera de la ciudad ymetidas en la espesura de losbosques. Un camión con la caja descubierta cargada de hombres las rebasóhaciendosonarlabocinacongranestrépito.Algunosdelosviajerosagitaronlosbrazosylessilbaronconlosdedosenlaboca,peroSophiejamáshabríasiquieraimaginadoloscomentariosprocacesqueestarían intercambiandoante lavisióndeunamujermotorista.Miródereojoasutía,quelesdevolvióelsaludoconungesto propio de una reina que provocó no poco regocijo entre los sonrientesobrerosmientrassealejabasuvehículoagranvelocidadenunanubedehumoacrequelashizotoser.

Pocodespuésdejaron las feraces tierrasde cultivopara ascender aduraspenas los caminos que llevaban a páramos desolados cuya monotonía solointerrumpíanplantacionesoscilantesdeconíferasjóvenes.Elvientosehizomásrecioamedidaquesubían,hastaquellegóunmomentoenquelecostómantenerestablelamotocicleta.Habíantomadolacuestamásescarpadacuandoelcieloseoscureciódesúbitoycomenzóacaerunalluviaviolentayrepentina.

Sophiesedetuvoparacolocarse,nosindificultad,elimpermeable.—¿VolvemosaJedburgh?—gritóAmydesdedebajodeunsuestenegro.—Lohemosdejadoyamuyatrás—respondióSophiealzando lavozpor

hacerseoírporencimadelalluvia—ycasihemosllegadoaCarterBar.Vamosaremontarlalomay,sinohaymásremedio,paramosenOtterburn.—Aunquenohabíadichonada, estaba resuelta a llegar aNewcastleparadaruna sorpresa aTilly,quenolasesperabahastaeldíasiguiente.

LaMemsahib, sin embargo, no quiso arrancar. El motor carraspeó paraapagarsearenglónseguido.Sophielointentóunavezmásyunatercera.Poreloloraaceitesupoquelohabíaahogado.¿Porquésehabríadetenido?Alcabo,yaestabachorreandocuandosehabíapuestoel impermeable.Aquelretrasonohabíaservidomásqueparaincomodaraúnmásasutía.

—Tengoquecambiarelaceite—leexplicó.Amy,estoicaperocongestohosco,hizoademándeapearsedelsidecar.—No,tía,porfavor,notebajes.Subiéndose las gafas hasta la frente, la joven escrutó por entre la lluvia,

que caía casi horizontal, la carretera, disuelta por la bruma. Aunque hacía yavarioskilómetrosquehabíanpasadolaúltimagranjaaislada,elviento le llevóolorahumodeleña,porloquedebíadehaberalgunacasaenlasinmediaciones.Sinolograbaarrancar,ibanatenerquepediramparo.

Conlosdedosentumecidos,empezóarevolverlacajadeherramientas,enlaqueguardabaunalatadeaceite.Elvientolaazotabadecostado,lehinchabala

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esclavinadelimpermeableyhacíaqueledieseenlacara.Amy,quelaobservabapreocupada,perdiólapaciencia.

—Estoesridículo:vasapillarunapulmonía.Vamosabuscarunrefugio.Tienequehaberunoparapastoresenelbosque.

—Dameunminuto—protestóSophie.—¡Vamos,criatura!—dijoAmy,quenopensabadejarquelasuperaseen

tozudez—.Dejaaquíestadichosabestiaporlomenoshastaqueescampe.Estaban a punto de darse por vencidas cuando oyeron de pronto un

retumboysurgiótraqueteandoporentrelanieblauncamiónquepasóalladodelasmujeres y, al verlas agitar los brazos, se detuvo y diomarcha atrás.De lacabinabajódeunsaltounjovendelgado.

—Buenas tardes, damas. ¿Podemos serles de ayuda? Boz y yo nosestábamos preguntando dónde podrían haberse metido. —Sonrió mientras seapartabadelosojosunmechóndepelomojado—.Sehanquedadosingasolina,¿verdad?Nosotrostenemosdesobra.

—No.—Sophiesesintióestúpida—.Solotengoquecambiarelaceite.—Puesparecequetambiéntendríaquecambiarsederopa.Ellaseruborizóantelamiradaapreciativadeél.—Déjennos ayudarlas —insistió él—. Su madre, la pobre, se está

empapando.—Gracias,joven—dijoAmy,queyahabíadejadoelsidecaryaceptócon

entusiasmosuofrecimiento.Él corrió a ofrecerle su auxilio y, tomándola del brazo, la condujo al

camión.—Suba,quelasllevaremosalcampamentoparaquesesequen.Delapartetraseradelvehículollegódandozancadasunhombrepelirrojo

deorejasgrandes.—Boz, ve por su equipaje —le ordenó el conductor mientras ponía a

resguardoaAmy,queibacaladahastaloshuesos.Actoseguidosevolvióhacialasobrina—.Adentro,deprisa.

Pocodespués,lasdosviajabanestrujadasentrelosdoshombres.—YosoyTamTelfer—anuncióelconductormientrasdabalavuelta—y

élesWilliamBoswell,aunquetodoslollamanBoz.El pelirrojo esbozó una sonrisa tímida mientras confirmaba con una

inclinacióndecabezaloquehabíadichosuamigo.AmysepresentóehizootrotantoconSophie.

—¡Quésuertequehayanpasadoporaquí enestemomento!Sonustedesunosángelesquehanvenidoarescatarnos.

—Normalmentenoesesoloquedicelagentedenosotros—repusoTam

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con una carcajada—, pero, a decir verdad, llevamos un rato observando lacumbreparaver si asomaban.Cuandoha arreciado la lluvia,Bozyyohemospensadoquedebíamosirabuscaralasdamasenapuros.

Latíamiróasusobrinaylevantóunaceja.—¡Quéconsiderados!—¿YcómosabíanqueíbamosaCarterBar?—Sophiesentíacuriosidad.Tamsevolvióhaciaellayrespondióconunguiño:—PorqueseveíaqueibandeviajeyestacarreterasolovahaciaInglaterra.Bozhablóentoncesconunacentomásmarcado:—Hemos estado observando la moto desde la plantación. Tam ha

organizadounaapuestasobresiseríancapacesdellegaraloaltodelaloma.—¿Enserio?—Lajovensesintióirritada.Amy,sinembargo,seechóareír.—Noseránustedesingenierosforestales,¿verdad?—Todavía no —precisó el conductor—. Estamos estudiando en la

UniversidaddeEdimburgo.Sinosvetantalluditosesporquehemosdisfrutadodeunas largasvacaciones enFlandespor cortesíadel káiser antesde empezarnuestrosestudios.

—Muy bien hecho, muchachos. —Amy inclinó la cabeza con gesto deaprobación.

—¿Sonustedes losquenoshanadelantadoantes,alsurdeJedburgh?—preguntóSophierecordandoelcamióncargadodehombresconmuchasganasderisa.

—Sí —reconoció Tam con mirada divertida mientras hacía girar elvehículo para llegar a un claro y estacionar al lado de una cabaña baja yalargada.

—¿Y cuánto ha ganado apostando que no llegaríamos a la cima?—dijoelladesafiante.

Tam tiró del freno demano, apagó elmotor y lamiró con joviales ojosazulesantesdecontestar:

—Heperdidodoschelines.Dehecho,hesidoelúnicoquehaapostadoquellegaríanarribaantesdequeempezaraallover.

AlrostrodeSophie,quelasuciedadnohabíapodidoafear,asomóentoncesunasonrisaradiante.

Loshombreslescedieronunodeloscompartimentosenlosquedormían,les llevaron agua caliente en una tina de cinc y las dejaron para que secambiaran.

—Lo siento tía —se disculpó Sophie mientras se cepillaba el cabello

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húmedoyseponíaunjerseytejidoalamaneradelaisladeFair—.Noteníaquehaber insistido en que saliéramos de Jedburgh. Parece que, al final, vamos atenerquepasaraquílanoche.

—Amínomeimporta—dijoellaconairealegre—.Además,¿quiénsabesinohemosencontradounafuenteeconómicademadera?—Leguiñóunojo.

En el espartano refectorio, se sentaron conunadocenade estudiantes entornoaunamesaquehabíanlimpiadoafuerzaderestregarycomieronpasteldejamónyhuevo,guisantes,colrizadaypatatasalvapor.

—Losprofesoresnosealojanaquí—lesexplicóTam—:prefierenvivirenunlugarmáscómodoenJedburghoveniradiariodeEdimburgoparaasegurarsedequenohemostaladolosárbolesquenoerannihemoshechoincursionesalotroladodelafrontera.

SemostróencantadoanteelinterésqueteníaAmyenlosárbolesyestuvohablando animadamente con ella de diversos tipos de madera, su grano y suidoneidad para labores de carpintería. Sophie lo observaba. La energía y lajovialidadquedesprendía resultabanatractivasde inmediato.Sunarizaguileñanorestabaencantoaunrostroapuestodemandíbulamarcadayvivosojosazulesniasuconstituciónesbeltadeatleta.Nopasóporaltolacicatrizqueteníaenlanuca, que había impedido que le volviera a crecer el pelo, ni pudo evitarpreguntarsecómoselahabríahecho.

—Yusted,señoritaLogan,¿compartelapasióndesutíaporlamadera?—Élnodudóentratardeintegrarlaenlaconversación.

—Me encanta lo que hace con ella —respondió sonriente—, pero yoprefiero los árboles vivos: no hay nada queme gustemás que pasear por unbosquevirgen.

Tamlamiróincrédulo.—¿YtieneocasióndehacerloamenudoenEdimburgo?—No,perolaMemsahibmedejairalosBordersoaPerthshirecadavez

quemeapetece.Élsequedóunosinstantessinpalabras.—Serefiereasumotocicleta—aclaróAmyconunarisita.—¡Ah!¿YporquéMemsahib?—VivíenlaIndiahastalosseisaños—leexplicóSophie—.Aunquesuene

irónico,metemoquelaquemandaesellaynoyo.Tamrespondióconunacarcajada.—¡Qué interesante! Algunos de nosotros nos estamos formando para el

ServicioForestalde la India:Boz,yo…yRafi, aqueldeallí.—Señalóconelpulgaraunindiodepelooscuroqueasintióconunasonrisaatractiva.

Sophie reparó en que, si bien parecía estar muy a gusto entre sus

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compañeros, aquel hombre tenía algo de perturbador.Con todo, pensó que talvezcabía achacarlo alhechodeoírmencionardenuevo supaísdeorigen tanpocotiempodespuésdelacartadeTilly.

—¿VanatrabajarenlaIndia?—Elinterésdelajovenseavivó.Tamasintióconunmovimientodecabeza.—Un mes más de prácticas y, cuando acabemos los exámenes de

principiosdeseptiembre,partimosparaallá.—Sinolvidar—añadióBoz—elmesquepasaremosenagostoenFrancia

ySuizaparaaprenderdesusingenieros.—¿Suiza?—exclamóella—.¡Quésuerte!—¿Laconoce?—preguntóTam.—La tíaAmynos llevóamiprimayamíantesde laguerra.Mequedé

prendadadelpaís.—Dicen que la falda del Himalaya se parece mucho a Suiza. ¿No es

verdad,Rafi?Elindioseencogiódehombrosysoltóunarisotada.—¿Cómoquieresque lo sepa,Telfer, si desdeel centrodeLahoreno se

ve?—Suvozapenasrevelabasusorígenes.—Siendotandeciudad—seburlóTam—,nosécómotelasvasaingeniar

enlaselva.—Pues igualquevosotros,Telfer:haciendoque losnativosseencarguen

deltrabajopesado.Elotroestallóenunacarcajada.—NosedejeengañarporesaactituddesahibdeRafi—dijoguiñandoun

ojoaSophie—.Despuésdecincoañosenelejércitoytresenlauniversidad,sehaconvertidoenunradicalinsufrible.DeberíaapellidarseLeninynoKan.

Tomarontéentazasbastasysesentaronentornoaunfuegoqueimpregnóla sala de un aromático humo de leña. Tam sacó una baraja y lasmujeres sesumaronasusanfitrionesenunapartidaderummy.Bozsepusoarasguearunaguitarraytodosentonaroncancionespopularesdeguerraybaladasescocesas.

—Sophiesabetocar—anuncióAmy.—Perohaceañosquenopractico,tía.—Venga, mujer —la animó Tam—. Llevamos toda la semana oyendo

desafinaraBoz.Quítelelaguitarra,porDios.LajovenhizoloqueselepedíaycantóTheSkyeBoatSong.Amypidió

entoncesquetocaralasmelodíasdelnortedeInglaterraquelehabíanenseñadosusprimoslosWatson.Losestudiantescantaronconellaylaacompañaronconpalmas.Tamledijoqueteníalavozdulcecomolamielyella,queteníaclaroque el futuro ingeniero era de los hombres que gustaban de coquetear con las

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mujeres,sesintióhalagada,noobstante,contantasolicitud.Cuando se fueron a dormir, la lluvia seguía batiendo el tejado de chapa

ondulada.TamyBozsecomprometierona ir a rescatar lamotocicletacuandoamaneciera.

Era de madrugada cuando escampó y el silencio despertó a Sophie.Permaneció tumbada,dormitando,aunquelosronquidosdeAmyle impidieronconciliar denuevo el sueño.Despuésdevestirse, salió descalza al comedory,aunquesusbotasseguíanestandohúmedas,nodudóencalzarseparasalir.Sobrelascopasdelosárbolesempezabaaasomarunsolamarilloyacuosoyelaire,fresco,olíaapinoytierrahúmeda.Cerrólosojosysellenólospulmones.

—Elmejormomentodeldía,¿verdad?Sobresaltada,diomediavueltayvioaTamdepie,ataviadoconunacamisa

y un pantalón de lona parda, sonriéndole con el cabello aún desgreñado. Elestómagoseleencogió.

—Sí —confirmó mientras se colocaba sendos mechones de pelodespeinado detrás de las orejas, cohibida ante el aspecto desaliñado quepresentaba—.Pensaba que no habría nadie levantado.Comono podía dormir,mehabíapropuestodarunpaseo.

—¿Puedoacompañarlaonecesitamoscarabina?—Micarabinaestádurmiendoapiernasuelta.—¿Nosarriesgamos?Sophieasintió.—Mecomportarésiustedprometehacerlomismo.Tamsonrióencantadoanteaquelcomentariogalante.Estuvieronun ratocaminandoensilencio.Tam laguioa lo largodeuna

pistaqueatravesabaelbosqueantesdedetenerseaseñalarunaseriedeárbolesquehabíanmarcadoypostesquehabíancortadoyclavadoalsueloparahacerunacerca.

—Un trabajoduro—aseguró—,peroaningunonos importaensuciarnoslasmanos.Esloquenosenseñaronenelejército:nopediranadiequehaganadaquenoestédispuestoahacerunomismo.

Ellalepidióquelehablaradelaguerrayéllecontóquehabíaempezadosirviendodesoldadorasoenlacaballeríaescocesaantesdequelotransfirieranalaartilleríayquehabíaacabadodecapitándeladivisióndemorteros.

—Boztambiénestuvoenlosmorteros:pasamosjuntoscasitodalaguerra.—¿ConocióalcomandanteBruceMacGregorenlacaballeríaescocesa?—

quisosaberSophie.—Conocíauncapitánquesellamabaasí.Debedeserlamismapersona,

altoyconbigotepoblado.

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—Ahoranopuedeandarsinmuletas.Perdióunapierna.Fueélquienmedio laMemsahib.Noconsintióenque se lapagase:dijoquemiamistadvalíadiezmotocicletas.

Tamlamiródesoslayo.—Estoyempezandoasentircelosdelcomandante.Ellaseechóareírsonrojándose.—CuéntememáscosasdeFrancia.Él,sinembargo,parecíaremisoarecordarelconflicto.—Háblemeustedprimerode la India.Necesitosabermásantesdeviajar

allí.Sophiesoltóunsuspiro.—Me temoque soy lamenos indicada para informarlo, porque recuerdo

muypoco.Mispadresmurierondefiebrescuandoyoteníaseisaños.Todofuemuyrepentino.SéquemipadreeracultivadordetéenAssamyquemimadreviajó allí desde Edimburgo para casarse con él, pero ni siquiera recordaría suaspectosilatíaAmynotuvieseunafotografíasuyaenlarepisadelachimenea.¿Noleparecetriste?

Tamsedetuvoyapoyóunamanoenelhombrodeella.—Pobrechiquilla.¿Ynotienehermanos?—No, no tengo más familia que mi tía y unos primos segundos de

Newcastle.Élleestrechóelhombro.—Porloquehepodidover,sutíaAmysehaportadoconustedcomouna

verdaderamadre¡yesovalediezmotocicletas!Losojosdeellaseanegaronenlágrimasalpasoquesonreía.—Escierto.YlaprimaTillyvaleotramediadocena.—¿Love?Tieneusteduntesorodefamilia.Siguieron paseando, disfrutando mutuamente de la compañía,

intercambiandoanécdotasdelavidaenEdimburgo.TamvivíaenRoseburn,enlazonaoccidentalde laciudad,yhablabacongranafectodesuextraordinariamadre y de Flora, su hermanamayor, que habían sido sufragistas antes de laguerraytrasellahabíanabrazadoconpasiónlacienciacristiana.

—¿Quéesesoexactamente?—preguntóSophie.—Yodiríaquetratadelpoderdelaoraciónydelamenteparasuperarlas

debilidades del cuerpo y para sanar. —La miró con gesto cauteloso, comotemiendoqueencontraraembarazosasuconversación.

—Siga—loalentóella.—Enlugardelimitarnosaescucharsermonesydejarquenosdiganloque

tenemosquepensar,loscientíficoscristianosnosleemosunosalosotrosynos

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concentramos en hacer del otro una mejor persona sin importar el lugar delmundoenqueseencuentrecadauno.

—¿Comoelpensamientopositivo?—Másqueeso—repusoTamentusiasmándose—.Setratadesacarpartido

a la fuerza creadora:madre, padre,Dios…Como quiera llamarlo.—Los ojosconlosquemiróaSophieparecíancentellear—.Aveces,enlastrincheras,meencontraba tan exhausto que apenas era capaz de salir demi barracón: estabatotalmente agotado, física y mentalmente. Entonces entablé amistad con unestadounidensequemeanimóapracticarelcristianismocientífico.Alprincipiomeparecióunalocura,perolohicepordarlegusto.Deprontomeencontrécontodalaenergíaquehabíaperdido.Losdemáspensaronqueeraporlostofesquememandabamimadre—apuntó sonriente—,peroyo sabíaqueera algomás.Aquellomediolafuerzaquenecesitabaparaseguiradelanteyahoramimadreymihermanalopracticantambiénconregularidad.Alasdoslesgustalaideadequeelmovimientoloiniciaseunamujer.—Entonces,conciertoairedesafiante,añadió—.Medalaimpresióndequepiensaqueestoyunpocochiflado.

Sophienegóconlacabezasonriendo.—Loqueestoypensandoesquepareceestarustedrebosantedesalud,de

modoquedebedeteneralgoderazón.Élseechóareír.—Mecaeustedbien,SophieLogan.Siguieroncaminandoy,sinprevioaviso,seencontraronfueradelbosque:

lavistasedespejóylajovenquedósinalientoalcontemplarlascolinasqueseextendían hacia el centelleo brumoso del alba. En las alturas gorjeaba unaalondra.Mientras fijaba lamirada en la distancia,Tam la estudió, embelesadopor sus mejillas sonrosadas, sus enormes ojos castaños y aquellos labios queabríaenungestomaravillado.Elcabellorubiolecaíaporloshombrosenondasdescuidadasyélimaginóaquellosmechonessuavesesparcidosporlaalmohadadel catre que le había cedido. En ese instante reparó en lo peligroso de suspensamientos.

—¿Puedo volver a verla, Sophie? —dijo, a pesar de no haber tenidointencióndeformularaquellapregunta.

Ellasevolvióylemostróunasonrisasorprendidaconelrostrobañadoporla luz matinal. Él le tomó la mano y la sostuvo un instante en la suya,calentándola con su palma áspera y seca. A la joven se le revolvieron lasentrañasporeldeseo.Tragócondificultadantesderesponder:

—Sí,Tam,meencantaría.

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Capítulo3Newcastle

TillyestabaobservandoporlaventanaenvoladizodelacasaadosadadeJesmondysaliócorriendoalacallealoírelestruendoqueanunciabalallegadadelamotocicleta.Flossy,laWestHighlandterrier,laacompañódandosaltitosyladrando.Losniñosquejugabanenlacalledejaronloqueestabanhaciendoparamirarboquiabiertosalasdosreciénllegadasyelponiquetirabadeuncarroderepartodetérelinchóysepusoapatalearalarmadoenunavíaqueporlocomúneratranquila.

TillyselanzóarodearconsusbrazosrollizosaSophiesindejarsiquieraqueacabaradeapearse.

—Tienesquehabercorridocomoelrayoparallegartanrápido.—Hemos salido de Carter Bar esta mañana —repuso Sophie sonriente

mientrasabrazabaasuprima.—¿DeCarterBar?—exclamólaotra.—Sí, ayer nos secuestró una banda demontaraces—dijoAmymientras

bajabacondificultaddelsidecar.—¡Qué emocionante! —exclamó Tilly, a punto de tropezar con Flossy

cuandoacudióensuayuda—.Aunquedevosotrasdosnomesorprendenada.Bienvenida, tía Amy.—La besó en la mejilla y se puso a charlar sin treguamientras le echaba una mano para subir las escaleras y Sophie llevaba elequipaje.

En vida del padre de Tilly, los Watson habían tenido contratado a unmayordomoqueseencargabadecosasasí,pero, trassumuerteenelfrente, lafamiliahabíavividodeunmodomásmodesto.Lapinturadelafachada,antañoimponente,habíaempezadoadescascarillarseyTillyhabíaconfesadoasuprimanohacíamuchoqueasumadreleestabaempezandoacostarhacersecargodelacasa.

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En aquel momento apareció Mona, la hermana mayor de Tilly, parasaludarlas.

—Deja que te ayude con las maletas, Tilly—protestó—. ¿Habéis hechobienelviaje?Noentiendoporquénohabéisvenidoentren.

Sophie no intentó siquiera tratar de explicarle que la motocicleta leresultabamásemocionante,porqueMonanoparabadehablar.

—Encuantooshayáisinstalado,vamosatomareltéenlasaladeestar.Lediré a la cocinera que habéis llegado.Mamá está descansando. Hoy no tienenadabienelpecho.Debedeserelpolen.

—¡Vaya!Losiento—dijoAmy.—Podrásentraraverlamástarde.—¡Tilly!—lallamósuhermanamientrassujetabaaFlossy—.Tencuidado

conesamaleta,quelaestásgolpeandoconlabarandilla.—¡Serétonta!—exclamóellaaturullada.—No tepreocupes—la tranquilizóSophie—: lamaleta tieneyamuchos

años.—Perolabarandillano—replicóMona—.Llévalamásalta.Así.Tillysedetuvoarecobrarelalientoenelrellanoypusolosojosenblanco

paraaseverar:—ParaMonaseguiré teniendocincoañoscuandomellevendeaquípara

alláensilladeruedas.—Yotambién—añadióSophieconunasonrisa.—No—contestó Tilly agitando la cabeza—. Por más que finja que no

apruebatuactitud,ensecretoadmiratuespírituindependiente,comonospasaatodoslosWatson.

Mientrastomabaneltéconbizcocho,aprovecharonparaponersealdíadelas últimas noticias.A Jacobina, la otra hermana deTilly, le ibamuy bien deinstitutrizenlasinmediacionesdeInverness,peroseencontrabademasiadolejoscomoparapoderasistiralcumpleaños.Monadominólaconversacióny,cuandoagotó el tema de su vida de casada en Dunbar y de lo próspero que era elnegocio de cereal de sumarido, centró la atención en su hermanamenor parareprenderlapordargolosinasalaviejaFlossy.

—Nodeberíasdarlebizcocho.¿No teparecequeestáyabastantegorda?¿Quieresmás té, tíaAmy?Walter, por supuesto, ha sidomuy comprensivo aldejarmevenir aecharunamanocon lospreparativosdel cumpleañosdeTilly.¿Oshacontadoquetieneunadmirador?

—¡Quéva!—exclamólaaludidaconlasmejillasencendidasbajosusrizospelirrojosmientrasdabaenérgicaspalmaditasaFlossy.

—Havenido a verla dos veces esta semana y le ha enviado un ramode

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floresenorme.¡Yesoquetodavíanohallegadoelcumpleaños!—Tambiéneranparamamá.Sophienopasóporaltoelbrilloquehabíaasomadoalosojoscastañosde

Tilly ni los hoyuelos que marcaban sus carrillos ante la provocación de suhermana.

—Cuéntamelotodoahoramismo.Entuúltimacartanodecíasnadadeeseramo.

—Esquenohaynadaquecontar.—SetratadeJamesRobson—lainformóMonadepartedesuhermana—,

elcultivadordeté.MesorprendequeTillynotelohayamencionado,sobretodoteniendo en cuenta la relación de tu padre con la Oxford Tea Company. ¿Nofueron los dos gerentes juntos?El señorRobson dice que te conoció de niña,antesdelamuerterepentinadetuspadres.

—Mona,dudomuchoqueSophiequieraquelerecuerden…—Enrealidad,nomemolesta—seapresuróaresponderella.Todavíano

habíaentendidonadieque loquemás lecostabasoportarnoerahablardesuspadres.A continuaciónmiró a Tilly con una sonrisa inquisitiva—.Así que elseñorRobson,¿no?¿NoeraelquehabíacongeniadotanbienconFlossy?

—Es…Esunencanto,deverdad—balbuceóellamientrasjugueteabaconunmechóndepelorojoondulado.

—Unpocochapadoa laantigua—apuntóMona—y,además,damuchoquepensarquehayallegadosolteroaloscuarentaycinco.

—¿Cómodiablossabessuedad?—exclamóTilly.—PuesporqueselopreguntéaClarrieRobson,claro.Alestarcasadacon

elprimodeJames,losabetodoacercadelafamilia.Aunquesepusounpocoaladefensivacuandolepedísuopinión,reconocióqueeraunhombredenegociosmuyastuto.

—¡Mona!NoteníasningúnderechoapreguntarleporelseñorRobson.Porlomenos,demiparte.¡Siapenasloconozco!

—Por eso —respondió su hermana—. Por eso mismo tenía queinformarme.NoqueríaquelapequeñaTillysepusieraenevidenciaenloqueaélrespecta.¿Másté,tíaAmy?

—Gracias—dijoellatendiendosutaza—.AmímedalaimpresióndequeTilly es perfectamente capazde evaluar por símisma al señorRobson,Mona,cariño.

—Además,elprimoJohnnyloconoce,¿noesverdad?—añadióSophie—.Silehaconfiadoelrecadodetraerlasfotografíasdesuboda…

Lamayorfruncióloslabios.—Lo conoció bebiendowhisky en algún club deShillong. Si eso es una

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buenarecomendación…—Nofueasí—protestóTilly—.LospresentaronClarrieyWesleycuando

Johnny estuvo destinado en Shillong de médico del regimiento gurja de allí.JamesRobsonsufríadoloresterriblesporunacariesynohabíaunsolodentistaacientosdekilómetrosalaredonda.JohnnylesacólamuelayelseñorRobsonsesintiótanagradecidoqueloinvitóaunfindesemanadecacería.

—Osea,queeseseñorRobsontuyo,ademásdeviejo,notienedientes—seburlóSophieconunasonrisa.

—¡Calla!¿Quiénhadichoqueseamío?—Tillyseechóa reírydiounapalmadaenlamanoasuprima,quesederramóeltésobrelafalda.

—Tilly,miraloquehashecho—lareconvinoMona—.¡Siserástorpe…!—Losiento,Sophie.—Tillycorrióalanzarlesuservilletadelino.Suamigasesecóconella.—Nopasanada.Además,melohemerecido.—Bueno, tía Amy, háblame de esa banda vuestra de montaraces—dijo

TillyparaapartarlaatencióndelosRobson.—¿Montaraces? —repitió Mona, decidida a informarse de aquel nuevo

chisme.Amy refirió en pocas palabras la aventura del rescate en medio de la

tormenta.—¿Yhabéispasadolanocheensubarracón?—preguntóMonaahogando

ungritodeespanto.—Y vivido para contarlo —repuso Sophie con sequedad—. Varios

trabajaránprontoenlaIndia.—¿Irá alguno a Assam? —dijo Tilly—. A Clarrie le va a parecer

interesante.WesleyyellahanayudadoaunamigodeellosindioapagarselosestudiosdeingenieríademontesenDehradun.

—¿Indio?—Monafruncióelceño—.¿Paraqué?—Essobrinonietodeunantiguomayordomodeellaoalgoasí.Combatió

enFlandes.—EntrelosestudiantesdeEdimburgohabíaunindio—dijoAmy—.Rafi

Kan,lollamaban.Esunnombremahometano.Tillynegóconlacabeza.—No, no era él. De todosmodos, en la fiesta podemos preguntárselo a

Clarrie.—¡Por Dios bendito! —exclamó Mona—. Vamos a dejar de hablar de

ingenierosydeindiosantesdequeentremamá.—Tocólacampanaparaindicaralacocineraquedebíaretirarlabandejadelté—.Ytú,Tilly,deberíasayudaraSophieaquitarselafaldaylavarlaconunaesponjaantesdequeseatardepara

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quitarlelamancha.Las amigas se pusieron en pie de un salto ante la ocasión que se les

brindabadeescaparescalerasarriba.

El caótico dormitorio de Tilly estaba atestado de libros y álbumesfilatélicos.Habíaunaantiguamesacambiadorcubiertadesobresymontonesdesellosaúnporclasificar,meterenestuchesyetiquetar.

—Johnnymehaenviadounoscuantosde la India.Además, sehahechoamigodeunsacerdoteaustralianoquetambiénvaareunirlosparamicolección.Loechomuchodemenos—añadióconunsuspiroantesdedejarsecaersobrelacama—.No tengo a nadie quemedefienda cuando se ponen a atosigarmemimadreyMona.

Sophiesequitólaprendamojada.—Voyatenerqueponermeotravezlospantalones,porquesolohetraído

una falda y unvestidopara la fiesta.—Limpió lamancha con agua fría de lajofaina—.Entonces,¿creesquevasairaveraJohnny?

—Puede ser que no tengamás remedio.—Tilly se encogió de hombrosadoptandodeprontounaireabatido.

—¿Quéquieresdecir?Suprima,portodarespuesta,comenzóaenroscarseeneldedounodesus

tirabuzonesconungestodenerviosismoqueconocíamuybien.—Dime.—Sophiedejóaunladolafaldaparasentarseasulado.—Nodeberíadecirnadahastadespuésdelafiesta.—Amípuedes contarme loquequieras—laalentóSophie—, sabesque

voyaguardarteelsecreto.Tillydejócaerloshombros.—MimadresevaairavivirconMona.—Sí, esome lohasdichoen la carta, pero es soloparapasar el verano,

¿no?—No.—Laprimadejóescaparunsuspiro—.Esparasiempre:vaavender

la casa. Yo me he ofrecido para encargarme de organizarlo todo y hacer lacomidaparaquepuedaquedarse,peroMonayWalterdicenqueyaestáhabladoyquedudanmuchoqueyovayaasercapazdearreglármelas.

—Pues¡claroqueerescapaz!—¡Quéva!Esmuchopeorde loqueyopensaba.Haydeudasporpagar.

LosestudiosdemedicinadeJohnnyacabaroncontodoloquehabíanahorradomispadres.Walterdicequelaventadelacasabastaráparasaldarlasydejaralgoparaquepuedanmanteneramimadre.

—Pero ¿y Jacobina y tú?—exclamó Sophie—. Esta también es vuestra

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casa.—Hastadentrodepoco.Además,aellanoleimportatantocomoamí:le

encantanlasTierrasAltasydudoquevayaaquerervolvernuncaalavidadelaciudad.

Sophieviolosojosdesuamigaanegarseenlágrimasyrodeóconunbrazosushombrosregordetes.

—No tepreocupes: seguroqueno es tanmalo.Dunbar esun lugarmuyagradable y, además, estámás cerca de Edimburgo: así podremos vernos conmásfrecuencia.

Tillynegóconlacabeza.—MonahaconvencidoamimadredequeserámejormandarmealaIndia

conJohnnyyHelena,porqueasímeserámásfácilencontrarmarido.NoquieretenermeenDunbar:dicequeseríaunacargaparasueconomía.

Sophiesoltóunbufido.—¿NopresumedelobienquelevanlosnegociosaWalter?Laprimalamirócongestotriste.—Esoes loquequierehacerver,pero lascosasnose leshandadonada

bienalosgranjerosdesdequeacabólaguerra.—¿Ytúquéquiereshacer?Tillyestabadestrozada.—TengoganasdeveraJohnny,claro,peronosésiesmásaterradorque

mecasenconalguienqueapenasconozcooquenoencuentreanadiequequierasermimaridoymemandenotravezconmimadreyconMonaarrastrandomifracaso.

—¡Oh,Tilly!—exclamóSophie—.Pero¡silosoficialesjóvenesdePindivanahacercolaparapedirteenmatrimonio!Ereslamuchachamásguapaymáscariñosaqueheconocido.

Ellasesonrojóyreprimióunasonrisa.—Nodigasbobadas.—Nosonbobadas—declaróSophie—.Además,sinoencuentrasanadie

dignodeti,siemprepuedesvolveraEdimburgoparavivirconlatíayconmigo.—¿Deverdad?—preguntólaotraconelrostroiluminado.—Porsupuesto.DelojodeTillyseescapóunalágrimaylabarbillaempezóatemblarle.—Ereslamejoramigaconquepuedasoñarnadie.—Dichoesto,sollozóy

lasdosseabrazaronconfuerza.

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Capítulo4

AldejarlacallegrisypolvorientadelWestEnddeNewcastleparaentrarenelHerbert’sTeaRooms,Sophiesevioasaltadaporunestallidodecolor.Ellocal estaba decorado con serpentinas de fiesta y farolillos chinos y lasmesasteníanmantelesblancosyalmidonados,jarrasdefloresdetonosalegresyvariospisos de emparedados exquisitos, bollos de frutas y porciones de tarta dechocolate,lapreferidadeTilly.

Observó la decoración de estilo egipcio: una esfinge dorada, faraonescargados de joyas y jeroglíficos pintados en negro sobre paredes amarillas degranviveza,asícomohojasdepalmaenrecipientesde latónsobreelsuelodelosetas blancas y negras. Le chocó el paso del crudo barrio obrero y el secosonido metálico de la industria a aquel oasis deslumbrante de vistosorefinamientoyaloscompasesdeuncuartetodecuerda.

Tillyleapretóelbrazocongestodealarma.—¿Porquélohanpreparadoparatantos?Yoqueríaunacosamodesta…En ese momento salió a recibirlas una mujer atractiva de cabello negro

ataviadaconunvestidodetédeaireanticuado.—¡Feliz cumpleaños, Tilly! —dijo plantándole un beso en la mejilla

sonrosada—.¡Québientesientaelazul!—Clarrie, esto es una maravilla —aseveró la homenajeada sin poder

contenerlaemoción—.¿Porquétehasmolestado?Yonomerezcotanto.—Puesclaroquesí—repusoladueñaconunasonrisa—.Además,noha

sidomolestianinguna:lamayorpartedeltrabajolahanhechoLexyylasniñas.—SevolvióhaciaSophieyabrióbienlosojosalveraaquellajovendefigurabienproporcionadaconvestidocortodecrepédeChina,unsombrerovistosodecolor verde y guantes de cabritilla—. ¡No me digas que esta hermosura dejovencitaesSophieLogan!¿Tesiguengustandolastartaletasdecrema?

Ellasoltóunacarcajadayleestrechólamano.—¡Sí,señora!¿Ytúsigueshaciendolasmejoresdetodoelpaís?

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Clarrieleposóunamanoenelbrazo.—Yaveoqueereslaencantadoradeserpientesdesiempre.Puessí:siguen

estando igual de buenas. Lexy estará encantada si te ve comer todas las quepuedas.

—¡Estesitioesprecioso!—Sophieestabaentusiasmada—.EsmejorquecualquieradelosdeEdimburgoqueyoconozco¡yesoquenuestroscaféstienenfama!

—Tampocopuedollevarmeelméritodeeso:hasidomihermana,Olive,laque loha rediseñadocon arreglo a losgustosmodernos.Desdequevolví a laIndia, se ha encargado de llevar el local con Lexy. Mi marido y yo soloayudamosyaconlosasuntosfinancieros.

—¿YAdela?—quisosaberTilly—.Esperabaverlaaquí.—EstatardelehatocadoaOlivecuidardemidiablillo,asíquesusprimos

mayoresdebendeestarmalcriándolaamásnopoder.—Séloquesesiente—sonrióSophieechandoelbrazoporencimaaTilly.Clarrie saludóa lamadrey lahermanadeestaúltimay, al reparar en la

respiraciónafanosaylapalidezdelaseñoraWatson, lebuscódeinmediatounasiento.Mona quedó haciendo guardia en la puerta y agarrando a Tilly de lamanoparaquenoeludierasudeberdedarlabienvenidaaamigosyconocidosamedida que fuesen llegando. Sophie no obvió su mirada implorante ypermaneció todo el rato cerca de ella, asombrada ante el número de invitadosqueacudíaalafiesta,mientrassuprimalosrecibíacontimidez.Cuandosellenóelsalón,apartóaTillydeMonaparapresentaraClarrieylatíaAmy.

—Unaamigasufragistamehahabladomuybiendeusted,señoraRobson—aseveróAmy—,porpermitirqueseusarasu localpara laprotestacontraelcensoquesehizoantesdelaguerra.

—¡Quénocheaquella!Estuvimosdefiestahastaqueamaneció.—Clarriesepusoabatirlaspalmas—.¿Quiénerasuamiga?

—FlorenceBeal.Considera que fue ustedmuyvaliente, pues no llevabamuchotiempoconelnegocioy,porsupuesto,hubomuchosqueseopusieron.

—¡MiqueridaFlorence!Sí,muchosnoscriticaron—reconocióClarrie—,incluidomi hijastromayor, Bertie, pero yo ya había aprendido que si algo loindignabaeraseñaldequesetratabadeunacausaporlaquevalíalapenaluchar—señalóconunasonrisasarcástica—.¿Yvosotras—añadióvolviéndosehaciaTilly— no deberíais buscar a amigos de vuestra edad? ¿Por qué no os unís aaquelgrupodeallí?Sondelaparroquia,¿verdad?

—Sobre todolosconozcodelclubde tenis—respondióTillymirándolosconciertainquietud.

—¿Detenis?—exclamóSophiesorprendida.

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—En realidad, tengo que reconocer que, cuando voy allí, me paso mástiempojugandoalbridge—aclarósuprimaconunasonrisa—.DebedehaberlosinvitadoMona.

Sophie,conscientedesurenuencia,latomódelbrazoyledijo:—Venga, preséntame a tus amigos deportistas y luego vamos a

atiborrarnosdepastel.La compañía de su prima hizo la fiestamuchomás tolerable para Tilly,

puesellasesentíasiempremásasusanchasenungruporeducidodepersonasalasqueconocíabien,entantoqueSophieeracapazdehablarconcualquieraynotardóenhacerreíralosdeltenisconanécdotasdelasvacacionesquehabíancompartido en su infancia, las acampadas que habían hecho en las colinas dePentlandylavisitaaltíoabueloDaniel,tejedorjubiladodePerth.

—Nosenseñóapescar—lesdijo—.Comoeraloúnicoquesabíacocinar,comimospescadocasitodoslosdías.Cuandohabíaquequitarlelastripas,Tillyanunciabaque,depronto,habíaempezadoasentirsevegetarianaydesaparecíaconunlibro.

—¡No soportaba ver esas entrañas viscosas!—aseveró la prima con unmohín.

Sophielediouncodazomientrasprecisaba:—Peroluegotevolvíasaconvertirdeprontoencarnívoracuandoestaban

cocinados.—También nos llevaba a ver vodeviles—recordó Tilly— y nos dejaba

claroquenopodíamos repetirningunode loschistesqueoíamossiqueríamosquemimadreylatíaAmyvolvieranadejarquenosquedáramosconél.

TodoscoincidieronenqueeltíoabueloDanielparecíaperteneceralaclasedeparientesingularquedeberíatenertodoelmundo.Losvaronessepusieronasolicitara lasmuchachasque losapuntasenen suscarnésdebaile.SophievioqueTillynodejabademiraralaentradaysospechóqueestabacomprobandosientraba James Robson, deseosa de reservar algún que otro baile para él. Ellatambién tenía ya curiosidad por conocer al cultivador de té y le parecíadesconsideradoqueaúnnohubierahechoactodepresencia.

Entonces,MonahizoungestoaTillyparaquese reunieraconellaenelcentro del salón mientras las camareras iban de un lado a otro con bandejascargadasdevasitosdeponcheparabrindar.Fue lamayorquien seencargódepronunciar un discurso de bienvenida a familiares y amigos en nombre de sumadre.

—Letengoungrancariñoamihermanapequeña—dijoMona—,porque,aunque durante todos estos años nos haya vuelto a todos locos con su cabezasiempre en las nubes y su torpeza, cuesta imaginar a nadie de corazón más

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amableycaráctermásdulce.Meapenaquenopuedanestarhoyconnosotrosninuestrahermana,Jacobina,niJohnny,nuestroqueridohermano,y,porsupuesto,todos echamos de menos a nuestro amadísimo padre, pero todos ellos seencuentran hoy aquí en pensamiento y espíritu, conque ¡vamos a brindar porTilly!

—¡Por Tilly!—repitieron todos a coro antes de beber y, a continuación,mirarexpectantesalahomenajeada.

—Gr… Gracias—dijo ella ruborizándose. Fue todo lo que acudió a sucabeza,puessesentíaintimidadaporserelcentrodeatención.

—Lo que quiere decir Tilly —intervino Mona— es que, por favor,disfrutéisdeltéydelbaile.Estámuyagradecidaporquehayáisvenido.

Lajovenasintióconungestomientrassonreíaydeseabaqueselatragaselatierra.Sophiesecolocóasulado,latomódelbrazoyledijoaloído:

—Ahora,latarta.—Y,conesto,selallevódenuevoalamesa.Elprimerbailefueuntwo-steptranquiloquehabíansolicitadoalasprimas

dos de los jóvenes del club de tenis. Acto seguido, Tilly se las ingenió paracompletarunvalssinpisardemasiadoasuparejay,traseste,unGayGordonsconelhijodelmédicodelafamilia.Estadanzaescocesa,sinembargo,ladejótanmareadaquetuvoquedeclinarlossiguientesylimitarseaobservaraSophieejecutandoconenergíaunapolcamientrasdeseabatenerlamitaddesugraciaysuagilidad.Losvaroneshacíancolaparabailarconsuagraciadaprima,quiendabalaimpresióndeconocerlasúltimasnovedades,inclusoelatrevidofoxtrot,queprovocónopocasmiradasdedesaprobaciónporpartedeMona.

El baile estaba a punto de concluir y Tilly había abandonado todaesperanzadequellegaraJamesRobsoncuandovioalladodelapuertasufigurafornidaataviadaconun trajede linoarrugadoy fumandocomounposeso.Surostrocurtidoysus rasgosmarcados resultabanmuyatractivosporencimadelrígido cuello blanco de su camisa. Al advertir que estaba mirando en sudirección, hizo ademán de levantarse mientras lo saludaba con un tímidomovimientodelamano,pero,acontinuación,reparóenqueteníalavistapuestamás atrás de ella. Se dio la vuelta y descubrió que lo que había llamado suatención era Sophie, que giraba por la pista de baile al ritmo de una danzaescocesa.LaexpresiónfascinadadeJameshizoquelainvadieraunaoleadadedecepciónquelaobligóasentarsedenuevo.

MonaseabalanzósobreJamesylollevóasaludaralafamilia.LamadredeTillylediolabienvenidaconairedistraído,puesestabaacusandotantocomoTillylatensióndelanutridaconcurrenciayelcalor.LatíaAmy,sinembargo,sedeshizoensonrisasenelmomentodeestrecharlelamano.

—Mealegromuchodeverlodenuevo,señorRobson.Sophietambiénestá

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deseandoverlo.Estábailandoallí.—Meheimaginadoquedebíadeserella:essorprendenteelparecidoque

guardaconsumadre.—Síque loes—convinoella—.Quieredarle lasgraciasenpersonapor

haberlaayudadoensusestudios.Élsoltóungruñido.—Perosinohaydequé.—EntoncessevolvióhaciaTillyy le tendiósu

regalo—.Felizcumpleaños,Matilda—dijocasifrunciendoelceño.Ellasepreguntóporuninstanteaquiénserefería,yaquenadielallamaba

asídesdequehabíadejadolaescuelaalosquinceaños.—Gracias.—Lotomó,aunquenoteníamuyclaroquequisierarevelarsu

contenidodelantedeojoscuriosos—.¿Puedoabrirlomástarde?—Por supuesto —respondió él, consciente de que no se encontraba

cómoda.Pensóquetalvezhabíahechomalenacudir,pueslasatencionesdeunhombremayorresultaban,sinduda,embarazosas—.Noesmásqueunjoyerodepapelmachéquecompréenelbazar.

El rostro de Tilly se encendió aún más mientras intentaba dar con unarepuestaeducada.

—¡Quéútil!—FueMonaquienacudióasurescate—.Porfavor,siéntese,señorRobson,quepediremosotra tetera.Pensamosque llegaríaantes.Elbaileestáapuntodeacabar,porquelabandatieneotrocompromisoalascinco.

AJameslesalieronloscoloresalrostro.—Metemoquenosoymuybuenobailando.—Entonces, ya tiene algo en común con mi hermana —dijo Mona sin

ambages.Élfueasentarseconcautelaenunasillarefinada,anclandofirmementelas

piernasaunoyotroladocomositemieraromperlaconsucorpulencia.Clarrie,siempreatenta,aparecióconunacamareraquellevabaunateterareciénhechayrellenó lasbandejasdeemparedados.Sesaludaroneducadamenteantesdequeellavolvieraaretirarse.

Amyintentótrabarconversaciónconél.—¿Quétal,elviaje?—Muybien,gracias.—¿CuántotiempoestaráenInglaterra?—Seissemanasentotal.—Nomucho.Osea,quevuelveusted…—Deaquíacuatrosemanas.—PuedequetengatiempodehacernosunavisitaaEdimburgo.—Puedeser—repusoJamesmientrasvolvíaaobservaraSophiebailando

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yremovíaelazúcardesutécontantaenergíaquederramópartedellíquidoenelplatillo.Conscientedelasmiradasqueintercambiabanlasmujeres,nopudosinodesearquesepusieranahablarentreellas.Habíaperdidotodaprácticaenelartedelaconversacióneducada,puessolíacontentarsesinmáscompañíaquelaquele brindaban sus perros en su apartado domicilio. Pasaba el día hablando denegocios con encargados y operarios y, al concluir la jornada laboral, estabademasiado cansado para socializar. Además, los vecinos más próximos seencontrabanakilómetrosdedistanciaynoteníanmuchomástiempoqueél.

Amyhizounasegundatentativa.—Esperoquevayatodobienenlaplantación.—Hacemos lo que podemos. —Dio un sorbo sonoro a su té. No sin

admiración, tuvoquereconocerqueelHerbert’sTeaRoomsservíaunamezclade gran calidad. Aquel era un tema del que sí podía hablar—. Hemos tenidodificultades desde la guerra. El género que se había ido acumulando en losmuelles saturó el mercado cuando volvió la paz a los mares y fue posibleembarcarlo.Duranteelconflicto,además,sealentóa loscultivadoresparaqueprodujesen el máximo posible, de modo que nos encontramos con unasuperproducciónbrutal.

—Loqueparanosotros,losconsumidores,resultapositivo,¿noesverdad?—quisosaber—.Losprecioshanbajado.

—Sí.—Monaseunióalcoloquio—.Lasquetenemosquetenerarayalaeconomíafamiliaragradecemosquebajeelté.

—Alalarganoesbuenoningúndescensobruscoenlosprecios—replicóJames dominando su impaciencia—. Si se reduce el beneficio, no podemosinvertir enmaquinaria nueva y nos volvemosmenos eficientes o tenemos quedejarelnegocio.Yaveráncomo,deaquíaunpardeaños,vuelvenasubir lospreciosdeformamuyacusada.

»Nosotroshemostenidoquereducirlaproduccióny,encima,comonuestramanodeobrasehavistomuymermadaporlagripeespañola,noshemosvistoobligadosahacerfrenteagastosextradecontratación.

—Es verdad que los periódicos no paran de hablar últimamente de lostrabajadores del té —recordó Amy—, que al parecer están abandonando lasplantaciones por enfermedad o a causa de las malas condiciones en que seencuentran.

—Soliviantados por agitadores externos —espetó James—. EsealborotadordeGandhinotuvootracosaquehacerquemandarasusseguidoresaincitarunarevueltaentrelosculis.Ahora,desdeluego,sehacalmadotodo:enlaOxfordyano tenemosproblemas,aunquealgunasplantacionessehan idoapique.

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Hubo una pausa incómoda. Tilly miró con inquietud los rostros querodeabanlamesa.SumadreteníaaspectodeestarenfermayMonanodejabadelevantarlascejasmirandoaAmy,queparecíadivertida,entantoqueJamesdabala impresión de haberse irritado. Quería hacer que se sintiera a gusto ydemostrarle,almismotiempo,queteníaciertosconocimientossobreelcomerciodelté,puesesteera,atodasluces,elcaminomáscortoalcorazóndeél.

—ClarriedicequeasusobrinoWesleylevamuybienenBelguri—dijopor decir algo—. Según ella, los cultivos pequeños especializados se estánhaciendootravezmuypopularesdespuésdetodoeltédeinferiorcalidadquehatenidoquebeberlagentedurantelaguerra.¿EsoesloqueestánhaciendoenlastierrasdelaOxford,señorRobson?

Lapreguntaloindignó,segúnpudocomprobarellacondesaliento.—¡Porsupuestoqueno!Wesleysehadejadodominarporsussentimientos

en lugardeusar la cabeza: lohahechocon laúnica intencióndecomplaceraClarrie, que se crio en aquella plantación.Esa formade actuar no ha dadounsolobeneficiojamás,nisiquieraentiemposdelviejoJockBelhaven.BelgurinoseránuncatanprósperacomolaOxford.LoquepasaesqueWesleyhainvertidomuchísimodineroenella.Todavíanosécómohabráengañadoalosaccionistasparaembarcarseenunaempresataninsensata.Seequivocademedioamedio.

Cuandoacabóelbaileylabandasepusoarecogersusinstrumentos,llegóSophie sin aliento a lamesa familiar. Lo primero que vio fueron lasmejillasencendidas de Tilly y sus ojos llorosos. ¿Qué podía haberla alterado de esemodo?

Amyaliviólatensiónqueimperabaenelambientepresentándoleaaquelbuldogdehombredecuellogruesoycoloradoypenetrantesojosazules.

—Sophie,elseñorJamesRobson.Él se puso en pie, hizo una inclinación de cabeza y, tras un instante de

vacilación,leestrechólamanoconunafuerzademoledora.—Encantada de conocerlo, señor Robson. —La joven sonrió mientras

liberaba lamanoy se esforzó por no hacer unamueca de dolor. Sus hombrosrobustos y su barbilla prominente le provocaron, como un escalofrío, lasensacióndeestarreviviendopartedesupasado.

Jamesmostrómediasonrisa.—Teparecesmuchoatumadre.—¿Deveras?—Deprontocayóenqueaquelhombrehabíaconocidoasus

padres.HabíasidoélquienlahabíarescatadodelaIndiaparallevarlaaEscocia.Los ojos le ardían—.Muchas gracias por lo que hizo por mí y por la ayudaeconómicaquenoshadadoamíyalatíaAmy.

Élseaclarólagarganta,azoradoantetalespalabras.

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—Nohaydequé,nimuchomenos.Lohiceencantado.Eraamigodetuspadres.Aquellofueunatragediatremenda.

ASophie se le agolpaba en la cabeza una infinidad de cosas que queríasaber.

—TengotantoquepreguntarlesobrelaIndiaysobremispadres…Apenasmeacuerdodenada.

—Quizásestosnoseanellugarnielmomentomásadecuados—dijoAmycondulzura—.EsperoqueelseñorRobsonpuedavenirahacernosunavisitaentodareglaantesdetenerquevolverparaquepodamoscompensaralmenosunapartedesuamabilidad.

—¡Sí!—exclamóSophieilusionada—.Vengaavernos,porfavor.Élsonrió,halagadoporelentusiasmodeaquellajovenhermosa.Entonces

empezóatomarformaunaideaensucabeza.SeinteresóporlavidadeellaenEdimburgoyellalehablódeltrabajoquehacíaenlasociedadbenéficaScottishServants’Charity,sulabordeconductoradelaCruzRojadurantelaguerraysupasión por las motocicletas. James la escuchó extasiado, aunque un tantoestupefactoanteaqueltalantetanmoderno.Sediríaquelaeducaciónquehabíarecibido de la solteronaAmyAnderson pecaba de relajada.Desde luego, BillLogan, el padre de Sophie, no la habría aprobado. Aun así, a medida que seacercabaelrestodeinvitadosparadarlasgraciasydespedirse,Jamessesintiótonificadoporlaverborreadelajovenypocodispuestoamarcharse.

HastaqueTillysepusoenpiedeformaabrupta.—Mamá,notienesbuenaspecto.¿Quieresquevolvamosacasa?LaseñoraWatsonasintióaliviadaytendiólamanohaciasubastón.—Yo te acompaño, mamá.—Mona se hizo con el mando—. Tú, Tilly,

quédateydespideatusinvitados.—Yasehan ido casi todosyyodebería irme también—repusoella con

miradasuplicante—.Tampocomeencuentrobiendeltodo.—¿Demasiado pastel? —se burló Sophie, pero, al ver la expresión

lastimeradesuprima,tambiénellasepusoenpiedeunsalto—.Losiento,Tilly,noquería…

Ellalaapartódiciendo:—Déjame:nopasanada.—Sí.—Monaaspiróporlanariz—.Parecequeyavasiendohoradeque

nosvayamostodosacasa.Sophie se echó hacia atrás con gesto desconcertado. Su primamayor se

volvióhaciaJamesparaañadir:—Todoestohasidodemasiadoparamamá.Esperoquedisfrutedel resto

desuestanciaenNewcastle,señorRobson.Adiós.

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—Quizávayaahacerlesunavisitalasemanaentrante.—No vamos a estar —le encajó Mona—. Mamá y Tilly se vuelven

conmigoaDunbarellunes.Sophie miró sorprendida a su prima, quien, sin embargo, no negó la

información.Monahizo entoncesuna señal aClarrie, quemandóaunacamarera a la

calle,allamarauntaxiparaellas,yJames,sintiéndosedeprontodesairadoporlasWatson,sedespidiósinceremoniaysemarchó.Mientraslafamiliadabalasgracias al personal deHerbert’s, Clarrie tomó entre las suyas lasmanos de lahomenajeada.

—Esperoquehayasdisfrutado.Ellaasintiósinpalabrasmientrasconteníalaslágrimas.—NohabráhechoJamesRobsonquetesientasmal,¿verdad?—¿Porquémeibaa importarelseñorRobson?—Tillyhizounesfuerzo

porreír.Clarriebajóeltonoparaañadircondulzura:—No es de la clase de hombre que se siente a gusto en compañía

femenina,perotienequeestarmuylocoparanofijarseenunajoventanguapacuandolatienedelantedelasnarices.

LamuchachasonriótratandodecontenerloscelosquelehabíaprovocadoelhechodequeJamespareciesedemasiadocautivadoporsuprimacomoparahacerlecasoaella.

CuandoregresaronalacasadeJesmond,laseñoraWatsonsefueadormiryAmyseofrecióparasentarseconellaaleerconlaintencióndedejarsolasalasmásjóvenes.

LascríticasdeMonanosehicieronesperar:—¡Quéhombretangrosero!¡Miraquepresentarsecuandoestabaapunto

deacabarlafiestayponerseadarnosleccionessobreelnegociodelté,comosituviéramoselmenorinterés!

—Prefieronohablardeeso—aseguróTillymientrassedesplomabasobreunsillónconunlibro.

—Y cómo ha censurado delante de todas nosotras a nuestra queridaClarrie,pornohablardecómotehahabladoati.¡Niquefuerasunaniña!Esehombrenotienemodales.

—¿Quéhadicho?—quisosaberSophie—.Hevistoquetehasmolestado.—Tú no eres la más indicada para hablar. —Mona se volvió entonces

contra su prima—. Después de haberlo acaparado de ese modo… Era elcumpleaños de Tilly, no el tuyo. Deberías haber tenido un poco más deconsideración.

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—Lo siento—dijo ella con gesto arrepentido—. Solo intentaba que nodecayeralaconversación.Comonadiedecíanada…

—Unaseñoritadebesaberque,aveces,esmejorhablarmenosyescucharmás—lacensurólamayor.

—Perdóname,Tilly.Sophiefueasentarsealladodesuamiga,quien,sinembargo,nolevantóla

vistadellibro.—En fin —concluyó Mona con un resoplido—, por lo menos nos ha

servido para averiguar que es un pesado. Además, bebe el té como un peóncaminero.Desdeluego,paramaridonosirve:túmerecesalgomuchomejorqueeseJamesRobson.

—Esonoesjusto—replicóSophie—.Loúnicoquelepasa,creo,esqueloabrumalacompañíafemenina.LomásseguroesqueenAssamnolatengaconfrecuencia.

—Razón demás para que Tilly no le dé esperanzas—dijoMona—. Suilusión no es precisamente vivir donde Cristo dio las tres voces sin nadierefinadoacienkilómetrosalaredonda.

—Tilly podría vivir donde fuese siempre que tenga libros de sobra —observóSophiedandouncodazoasuamiga.

La aludida tiró al suelo el que estaba leyendo y se levantó de un saltoexclamando:

—Túno sabes loqueyoquiero, ¡ni tú tampoco!Eso sí: nopiensodarleesperanzasporquepareceevidentequenoleimportonada,niélamítampoco.Asíque,Sophie,telopuedesquedarparatisolita.

Conestosaliódelasaladeestarcomounaexhalaciónysubiólasescalerascongranestruendo,dejandoboquiabiertasalasotrasdos.

MonaimpidióqueSophiecorriesetrasella.—YasedarácuentadequeeslomejorcuandovayaavivirconJohnnyy

conHelenaenRawalpindi.MinuevacuñadatieneconexionesexcelentesenlaIndia: sus parientes, militares, llevan allí tres generaciones. Seguro que leencuentra a un oficial jovenmás apropiado para ella y puede que hasta sepainculcarle mejor que yo los principios propios de un ama de casa. —Monaempezóaentusiasmarseconsutemadesiempre—.Robsonnopiensamásqueen su negocio. Por lo que me han contado, él y los suyos no se encuentranprecisamenteentrelomásgranadodelaIndia.

—Sin embargo, está claro que Tilly se ha encariñado con él —señalóSophie—.Sino,noseesforzaríatantoenfingirquenoesasí.

—Elcariñoesparalosperros—leespetóMona—.Elmatrimonioesalgomás importante que todo eso. Lo que importa en ese caso es la estabilidad

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económicayqueloscontrayentespertenezcanaunamismaclase.Si,encima,teentiendes bien con tu marido, como nos pasa a Walter y a mí, puedesconsiderartedoblementeagraciada,peroesoessecundario.

HaciendocasoomisodelconsejoquelehabíadadoMonadedejarsolaaTilly,Sophiellamóasupuertaeintentóabrirla,peroestabacerradaysuprimanorespondía.

—Losiento,Tilly—dijoporelojodelacerradura—.¿Noirásadejarqueestonossepare?SoloqueríaqueRobsonmehablarademispadres.Nadamás.Esquienmáscercaestuvodelosdos.Noteenfadesconmigo.

Su prima, sin embargo, siguió callada y Sophie, exasperada, acabó pordarseporvencida.

—¡TillylaTontili!

Tilly,tumbadaenlacamayenvueltaenunchalsuavedelanaquelehabíahechollegarJohnnydelaIndia,sesentíamuydesdichada.Siestabadeseandoircorriendo a la puerta y dejar entrar aSophie, ¿por quéno lo hacía?; ¿por quéestabacastigandodeesamaneraa sumejor amiga?Entendíaque suprimanotenía ningún interés en James Robson, a quien consideraba simplemente unamigodesusdifuntospadres.Laconocíabienysabíaque,aunenelcasodequesintieraelmenorasomodecuriosidadporaquelcultivadordeté,lalealtadqueprofesabaaTillyleimpediríahacernadapordarleesperanzas.Aquelnoeraelproblema.

Loqueledolíaeralamiradadeadmiraciónydeseoquehabíavistoenelrostro de James en el momento en que se había fijado en Sophie. Aquelloshermosos ojos azules suyos no se habían iluminado jamás de aquelmodo porellaysabíaquenuncaloharían.Estabacondenadaaestarsiemprealasombradeaquellaprimasuya,muchomásguapayllenadevidaqueellayque,peseatodo,nisiquieraeraconscientedelpoderdeatracciónqueteníaconloshombres.En aquelmomento resolvió irse a vivir con Johnny yHelena como quería sufamiliaparapodercrearseunanuevavidaamilesdekilómetrosdelasombradeSophieLogan.Contraeríamatrimonioconquien laquisieracomoesposayasípodríacaminarcon lacabezabienaltaentre susconocidos, losmismosque laconsiderabantananodinaycreíanquenuncaibaallegaranada.

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Capítulo5

Jamessemetióenlabañerallenadehielo,sumergiólacabezaysaliódelagua rugiendode frío.Aquella era lamejormanera que tenía de apaciguar suengorrosodeseosexualdurantesuviajeaInglaterra,puesnosabíaadóndeirenNewcastle a fin de aliviar su ardor ni quería arriesgarse a topar con ningúnconocido.Encasa—puesconsiderabaqueAssamloera,apesardeque todoslosbritánicosdeallínoparasendereferirseaInglaterracomosuhogar—habíadescubiertoqueparaunproblemadeaquellaíndolenohabíamejorantídotoqueunabuenagalopadao,encasodequelossíntomasfuesendeverasexacerbados,unavisitaaTezpurparapasarlanocheconunadelasmuchachasdeTheOrchid,enlascontigüidadesdelbazar.

¿Porquénohabíaoptadoporpasaraquellosdíasdedescansoviajandoporlascolonias?EnAustraliaySudáfricahabíamuchocon loquedivertirseo, almenos, eso era lo que le habían contado. Volvió a introducir bajo el agua lacabeza enjabonada. No, él había vuelto a Newcastle por unmotivo concreto:encontrar esposa. Ya iba siendo hora de mirar al futuro y a la siguientegeneración de los Robson, sobre cuyos hombros habría de recaer laresponsabilidad de dirigir la Oxford Tea Company, sus plantaciones y susexportaciones. Antes de la guerra habían diversificado el negocio abriendovarios salones de té que, sin embargo, habían vendido con pingües beneficiospara invertir en tierras deÁfricaOriental.Dehecho, se suponía que su primoWesleyteníaquehaberidoasupervisaraquellasnuevasplantaciones.

Wesley,pensóirritado,habíaresultadoserunagrandecepción.Elhombredenegociosmásbrillanteycapazdelafamiliahabíaperdidolacabezaporculpade la obstinada Clarrie Belhaven, con quien había contraído matrimonio paravolvera lacasadeBelguri,en lascolinasdeJasia,dondehabíapasadoella lainfancia.Hastaentonces,aquellauniónnohabíatenidomásfrutoqueunaniñadeojososcurosllamadaAdela,demodoquelacompañíafamiliarcarecíaaúndeherederoy,con la inciertaherenciadeClarrie—cuyamadrehabía sidomedio

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asamesa, cosaque, aunqueparecíano importunarloa él, la convertía a ella enunamarginadasocialen la India—,Wesleyhabíasacrificado todaoportunidaddehacerseconlasriendasdelaempresacuandoél,James,decidierajubilarse.

Enconsecuencia,necesitabaunaesposajovenyfuerte,capazdesoportarelcalortropicaldeAssamydarlehijos.Porotraparte,seríadeagradecerteneren su casa, Cheviot View, una mujer que pudiera proporcionarle ciertascomodidadesyhacermásacogedoralavivienda,pornohablardequesatisfaríaasusvecinos,losPercy-Barratt,quellevabanañosincordiándoloconquedebíacontraermatrimonio.MurielPercy-Barratthabíaasumidolaresponsabilidaddesupervisar a sus sirvientes y tener la casa en orden, pero James sabía que elsufridoReggiePercy-BarrattpensabaquesuesposapasabademasiadotiempoenCheviotView.

Salió de un salto de su baño frío y se secó de arriba abajo. Seguro queMurieldabasuaprobaciónaTilly.LahijamenordelosWatsonparecíarobustaycomplaciente: sería una opción muy sensata. Entonces volvió a abrirse pasoentresuspensamientoslafiguraatléticayelrostroagraciadodeSophieLogan.¡Cuántoseparecíaasumadre,lahermosaJessie!Conunapunzadadeañoranzaque llevaba años sin acometerlo, se dejó llevar por el recuerdo de la hermosaJessie. Todos los cultivadores de té jóvenes habían estado enamorados de lamujerdeLogan.Talvezhabíasidoaquellalaverdaderatragedia.

Mientrassevestía,Jamessedecidióaentrarenacción.AquelbasiliscodeMonaWatson había dicho que su familia pensaba partir hacia Dunbar al díasiguienteyeso,claro,queríadecirqueSophieysu tía tambiénsemarcharían.Aunque era domingo y sospechaba que aquella familia presbiteriana no veríaconbuenosojosunavisitadecortesíaendíadeguardar,podíaserqueaquellafuese su última oportunidad. Si su proposición no obtenía la respuesta queesperaba, dejaríaNewcastle de inmediatoyviajaría aFranciapara cazar osos.Volvióacolocarseunincómodocuelloalmidonadoyseaplastóelcabelloásperoy poblado con brillantinamientras se preguntaba por qué tenía que estarmásnerviosoenaquelmomentoqueeneldeversecaraacaraconunosodurantelascaceríasdelAltoAssam.

—¡Vaya,señorRobson!—Monatorciólabocacongestodedesaprobación—. Me sorprende verlo aquí de nuevo. —Quedó guardando la puerta y seabstuvodeinvitarloapasar.

Élhizoacopiodepaciencia.—Siento mucho haberme presentado sin anunciar, pero me dijeron que

salíanparaDunbarestasemanaytemíaqueestafueramiúnicaocasión…—Me temo que hoy no recibimos visitas —lo interrumpió ella—. Mi

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madre está descansando y mi hermana está demasiado ocupada haciendo lasmaletas.

—PeroyoveníaaveralaseñoritaLogan—repusoJames,quenopensabaceder.

Monacontuvoungritoyapretóloslabios.—En ese caso, siento decepcionarlo, pero Sophie y su tía han salido a

tomar el aire conClarrie Robson. Se encontraron en la iglesia estamañana yClarriepropusounameriendacampestre.Yonoaprueboesaclasedeactividadesendomingo,pero,porloqueveo,latíaAmylepermiteaSophietodoloquelevieneengana.

—Mona, ¿quién ha llamado? —preguntó Tilly mientras bajaba lasescalerasconFlossyjadeandotrasella.

—ElseñorRobson—contestósuhermana—,peroyaleestoyexplicandoque…

—¿Yaquéesperasparadejarloentrar?—exclamóapretandoelpaso—.VaapensarquelosWatsonnotenemosmodales.

Tilly se puso colorada ante la reverencia que le hizo JamesRobson.Nopodíacreersusuerte:élhabíadecididoiraverladenuevo.Hacíamuchoquesehabía cansado de hacer su equipaje y estaba lamentando no haber salido alcampoconSophie,peroenesecasosehabríaperdidolavisitadeJames,quiensindudapretendíadisculparseporhaberllegadotardeyhaberseconducidocondisplicenciaensufiesta.

—Pase,porfavor—dijosonriendo—.¿Quieretomarté?Lacriadaestádepermiso,peropuedoherviryoelagua.

Flossy fuedirectaavera Jamesy le lamió lasgruesasmanoscuandoseagachóparaacariciarla.

—¡Hola,chiquitina!—Tilly,nohavenidoaverteati—anuncióMonamientrasélsedeshacía

encariciasconlaperra.—Ah…—Tilly puso cara larga. ¡Qué estúpida había sido por creer lo

contrario!Porsupuesto,eraSophiealaquehabíaidoavisitar.James dio un paso adelante,molesto ante la falta de consideración de la

mayor.—Meencantaríatomartécontigo,Matilda.¿Puedotutearla?—Por supuesto.—A la joven se le iluminó el rostro—.Aunqueprefiero

queme llameTilly.Lo deMatildame recuerda a cuandome regañaban en laescuelaporderramarlatinta.

Élalzóunaceja.—Tilly,pues.

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—Yonotengotiempodehaceroscompañía—advirtióMonadesdeñosa—.Tengoquehacertodaslasmaletasdemamá.

—Notienenadaquetemer.—Jamesgruñóconairedivertido—.Además,novoyaquedarmemucho.

Ellasintióqueledabanunvuelcolasentrañasanteaquellaspalabras,quehacíanpensarquehabíaidoaverlaaregañadientes.Monalosdejóenelsalón,depieysinsaberbienquédecir.

—Siéntese, por favor, señor Robson —dijo Tilly señalando un sillónsituadofrentealachimeneavacía—.Eseeraelsitiopreferidodemipadre.

Élmirórecelosoelasiento.—Lo siento: no sé por qué habré dicho eso.—La joven se ruborizó—.

Soloqueríadecirqueesmuycómodaparaunhombregrandecomousted.Noesqueseaustedgrande,sinovaronil.Lodigoportodaslasactividadesalairelibrequedicequepractica,quelohacen…¡Oh,Dios!—Tillysellevólasmanosalasmejillas encendidas—. Tengo que reconocer que no sé cómo hablarle, señorRobson. Estoy tan acostumbrada a que hablen por mí mi madre y mishermanas…Debedecreerquesoyestúpidayaburrida.

Jamesvacilóantesdetomarlaporelbrazoyllevarlaaunsofádebrocadodesvaídoparasentarseasulado.Flossyseechóasuspies.

—Niestúpidaniaburrida:meencantatunaturalidad,Tilly.Elcotorreodelasmujeressueleresultarmetedioso.

Ellalomiródehitoenhitoydejóescaparunarisaronca.—¡Vaya!Esoesmuysinceroporsuparte.Háblemede lasmujeresde la

India,señorRobson.¿Sonmuydistintasdelasdeaquí?—¿Lasbritánicasolasnativas?—Lasdos.—Lasnativassonmuytrabajadoras.Tienenunosdedosmuyágilesyson

excelentesrecolectorasdeté.—¿Leshablaustedensulengua?AJameslesorprendiólapregunta.—Enrealidad,nosuelohablarconellas:sonmissubordinadoslosquelas

tratandirectamente.—Lamiradadeellahacíaquesesintiera incómodo—.Detodosmodos,síqueséalgodebengalí,porquelamayorpartedelpersonalesdeBengala,ytambiénhehechomispinitosenelindostánico.

—Entonces,esasmujeressonobrerassuyas,noamigas.Él se sintió incómodoalpensaren las señoritasdeTheOrchida lasque

pagaba de cuando en cuando a cambio de sexo y que difícilmente podríanconsiderarlounamigo.Actoseguidoasintióconunmovimientodecabeza.

—AsísonlascosasenlaIndia.

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Tilly quedópensativa unos instantes y él se preguntó si no lo tendría enmenospornoteneramigasnativas,peroellalodejópasar.

—¿YlasbritánicasdelaIndia?—quisosaber.Jamestuvolasensacióndeestarpisandounterrenomásfirme.—LasbritánicasdeAssamson,porlogeneral,mujeresmuyvalientes.Hoy

son pocas las que no pueden soportar el calor o las que sucumben ante lasenfermedades.

—¿CómolamadredeSophie?—preguntóella.Élhizoungestobrevedeafirmación.Nodeseabaquelerecordasenalos

Logannielmotivodesuvisita.—Sinembargo,lamayoríaseadaptaysaleadelante.—Asímeimaginoyoamicuñada,Helena—aseveróTillyconentusiasmo

—.Lascartasde Johnnyhablanmuchode suvida social:de lasyincanas, losbailesylascomidascampestres.Tienequesertodomuydivertido.¿LecaebienHelena?

AJames lo tomópor sorpresaaquellapregunta tandirecta.La impresiónque tenía de la esposa de Johnny era la de una trepadora social que no habíaquerido tener en su boda a un simple boxwallah como él. Con todo, quizásestuvierasiendoinjusto.

—Esagradable—respondió.—¡Vaya!—dijoTilly—.Nolecaemuybien,¿verdad?Élriocohibido.—Tuhermanolaadorayesoesloimportante.—Esverdad.—Lajovensonrióconairemelancólico—.Amítambiénme

teníaenunpedestal.—Ytodavíasientelomismoporti—aseveróélcongestocortés.—¿Deverdad?—Sí.—¿Quélehadichodemí?—Tillysonrióexpectante.Jameslorecordabaperfectamente.Johnnyeratanfrancoyamablecomosu

hermanamenor.Teníaaquellaespontaneidadqueéltantoagradecíayquequizánofuesebienrecibidaportodossussuperiores.

—Dígamelaverdad:noinventenadaporcomplacerme—lepidióella—.¿Quéledicedemímihermano?

—Quesetedanbienlosperrosynuncateponesenferma.Parasusorpresa,Tillyestallóenunasonoracarcajada.—¡Esosíesverdad!Flossy alzó la cabeza y respondió conunbreve ladrido a las risas de su

dueña.Los dos fueron almismo tiempo a acariciar a la perra y susmanos se

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encontraron. Tilly fue la primera en apartarla y James pensó en lo bonita queestabacuandoseruborizaba.

—¿Quieretomareltéahora?Él recorrió la sala con lamirada esperando dar con algomás fuerte. Le

apetecía un buen vaso dewhisky con soda, pero sospechaba que las Watsonseríanabstemias,yaquenuncalehabíanofrecidootracosaqueté.

—Untéestaríabien—repusoconunasonrisaforzada.—Estupendo.¿Meacompañaoprefierequedarseaquí,manosobremanoy

solo?Él la siguiósumiso.Salióconelladel salónycruzó lapuerta forradade

tapeteverdequeseparaba lapartedelanterade lacasade lazonadelservicio.Contodo,reinabaallíunaquietudextraña,cuandolosfogonesdeCheviotVieweran todo parloteo y cantos. James recorrió de un lado a otro la cocina enpenumbra con su chimenea humeante mientras Tilly mimaba un hervidorrenegrido para que calentase el agua suficiente para una tetera y prometía aFlossy que compartiría con ella sus galletas. Apenas había provisiones en losestantesyelcubodelcarbónestabaengranpartellenodeescoria.Podríaserquelas Watson estuvieran en peor situación de lo que le había dado a entenderJohnny,otalvezsuamigodesconocieracuáleralasituaciónrealdesufamilia.

Tilly tomó una lata de té y echó tres cucharadas a la tetera previamentecalentada.

—Estásdeseandocomertelospososfríos,¿verdad,Flossy?Enestacasanosedesperdicianiunapizcadeté.

AunquepudoverporelolorquesetratabadetéDust,decategoríainferior,nodijonada.EstabadisfrutandodelaconversaciónanimadadeTillyysintiódesúbito un gran afán protector para con ella: aquella joven merecía una vidamuchomejorquelaqueleofrecíaaquellugardesalentador.Tomólabandejaeinsistióenencargarsedellevarélelserviciodeté.Empujóconsuanchohombrola puerta de paño para regresar al salón con Tilly charlando tras él sobre laaficióndeFlossyporeltédeAssam.Aldejarlabandeja,miróporlaventanaenvoladizoyvioasomarpor la calle aSophieya su tía.Elmomentoquehabíaesperadoseencontrabaalavueltadelaesquina.Elcorazónseleaceleróalverlareírmientras se echabamano al sombrero a finde evitar que sevolara con elmismovientoquehabíasoltadoalgunosmechonesdesupelorubio.

Tilly siguió la mirada de él y, al ver ella también a su prima, se sintiódesalentada.Habíadisfrutadomuchoteniendoparasísolalacompañíadeaquelhombreenérgico.Solasesentíamuchomásrelajaday,además,parecíatenerunsentidodelhumormásagudo.Seafanóenocultarsudecepción.

—Yahanllegado.Irépordostazasmás.

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James se dio media vuelta. Los ojos castaños de ella le sostuvieron uninstantelamirada,amablesysuplicantes,comolosdeunperrodecazafiel.EnaquelmomentoreparóenqueTillyestabaprendadadeverasporél.Enlasotrasvisitasquelehabíahechoalolargodeaquelmeshabíaabrigadolaesperanzadecultivarunaestimaciónmutuaentre ambos,quizáshastacierta amistad. Jameshabía sentido un aprecio inmediato por su hermano Johnny, pero habíaencontrado a Tilly demasiado eclipsada por aquella mandona de su hermanamayor.Hastaentonces.Nolograbarecordar laúltimavezquesehabíasentidotanasusanchasencompañíadeunamujer.Uninstintorepentinolehizosaberquéeraloquedebíahacer.

—Tilly,hevenidopara…—empezóadecir.—Losé,señorRobson—loatajóellaconunasonrisatriste—.PorSophie,

¿verdad?Élguardósilenciounmomentoquesehizoeterno.Ellacontuvoelaliento,

aunqueyasabía loque le ibaa responder.Habíasidoemocionante fingirunosinstantesqueaquelhombrepodíaestarinteresadoenella.SeinclinóparatomarenbrazosaFlossy:almenos,elamordelaperritaeraincondicionalyfiel.

—Te equivocas, Tilly —dijo él con voz severa—. ¿Quieres casarteconmigo?

Sobresaltada,lajovenalzólavista.—¿Casarme?James se agachó para levantarla. Sus dedos se hundieron en los brazos

carnososdeella.—Sí.¿Quémedices?—SeñorRobson,yopensabaque…—No pienses.—James se había impacientado.Deseaba que respondiera

antesdequeentraseSophieypudieracambiardeopiniónoperdertodosuarrojo—.Porfavor,Tilly,disoloqueserásmimujer.

—¿Sumujer?—repitióellaantesdedejarescaparungorjeodeplacer—.¡Sí,señorRobson!¡Sí!

James soltó suabrazo férreoy, sujetándole firmemente la cabezacon lasdosmanos,leplantóunbesoenérgicoenloslabioscarnosos.

—Gracias—sonrióaliviado.Tillyleteníaaprecioyloqueríapormaridoyle había ahorrado hacer el ridículo ante la hija de Logan, que probablementehabríarechazadodeplanosuproposición—.Noscasaremosantesdemiregresoa la India. Tú podrás seguirme más tarde, porque hará falta un tiempo paracomprarelpasajeyyodeberíaarreglarlacasaparati,peronohaynadaquenosimpidacelebrarenseguidaelenlace,¿verdad?

—Supongoqueno.—Lajovencontuvoungrito.Lacabezaledabavueltas

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porelgirorepentinoquehabíadadosusuerte.OyeronabrirselapuertaprincipalyacercarselasvocesdeSophieyAmy.—Pellízqueme.—Tillysoltóunsuspirodejúbilo.—¿Quetepellizque?—preguntóJamesfrunciendoelceño.—Paraquesepaquenoestoysoñando.Él, en cambio, le tomó la mano y la estrechó con la suya, tanto para

tranquilizarlacomoparaarmarsedevalor.

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Capítulo6

AunqueSophiehabíaesperadovolveraEdimburgoporlamismarutaquelashabíallevadoalsur,MonainsistióenquepasaranlanocheenDunbary,porlotanto,hubierondetomarlacarreteradelacosta.

La apresurada proposición de James Robson había tomado a todas porsorpresa.LaseñoraWatsonrecibió lanoticiacon lágrimasen losojos,perosesintióaliviada,entantoqueaMonalecostómásaceptarlo.

—¿Que te has prometido?—exclamó después de la partida de James—.¡Sicasinoloconoces!

—Llevasdosañosatosigándomeparaquemebusqueunmarido—protestóTilly.

—Seguro que puedes aspirar a algo más que un cultivador de té —leespetó su hermana—. Johnny va a buscarte un oficial joven con buenasperspectivas.

—Ahora ya no le va a hacer falta—repuso Tilly triunfante—. El señorRobsondirigeunnegociopróspero.Esricoynovoyaestarendeudaconnadie.La idea de vivir en Assam me atrae muchísimo: sus animales exóticos, laspartidasdepolo,elté…

—¡Sitedanmiedolosanimalessalvajesyodiaseldeporte!—dijoMona.—Peroeltémeencanta.—PuesamínosemeocurremejoresposaqueTillyparauncultivadorde

té —dijo Sophie, siempre dispuesta a interceder por su amiga—. Tendrá laspuertas de su casa abiertas para todo el mundo. James Robson puedeconsiderarsemuyafortunado.

—Eso sí es cierto—reconocióMona—: losWatson somos famosos pornuestrahospitalidad.—Talasertolallevóainsistirenqueellaysutíapasaranpor Dunbar de camino a casa—. No voy a dejar que tengáis una avería encualquier paraje perdido y quedéis otra vez a merced de una banda demontaraces.

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Sophieprefiriócallarqueesoeraprecisamenteloquehabíaesperadoqueocurriera, pues no había dejado de pensar en aquel gallardo y sonriente TamTelfer aquellos dos últimos días. Aunque se alegraba mucho por Tilly, queparecía encantada con su repentinocompromiso, lanoticia lehabíaprovocadosentimientos encontrados, pues su prima dejaría Inglaterra para siempre y sevenderíalacasaqueteníanlosWatsonenNewcastle.Traslaboda,novolveríaavisitarlosnuncamás.Arrancaraquellasraícesleibaaresultarmuydoloroso.

Tilly,además,ibaamudarsealaIndia,ellugarquelahabíavistonacerypasarlosseisprimerosañosdesuvida,allídondehabíanvivido,habíanmuertoyestabanenterradossuspadres.SentíaunaenvidiaextrañaporelhechodequesuprimafueseaviajaraAssam…y,almismotiempo,ciertoaliviopornoserella.Muyenelfondo,Sophieseguíatemiendoaquellugar.Pormásquesupiesequeesetemorerairracional,aúnteníamiedodelaIndiaydesushabitantes.Alfinyalcabo,laIndialehabíarobadoasuspadresporunasfiebrestanrepentinascomocruelesytambiénsehabíatragadoasuqueridaayaMimi.

¿Quépodríahaberleocurridoasuniñera?Talvezsehubieraido,sinmás,parabuscarotrotrabajo.Sophienolohabíapreguntadonuncaninadiesehabíamolestado en decírselo. Sin embargo, su partida le había provocado un dolormuyintensoyunahondasensacióndeabandono.

TrassalirdeDunbarunpardedíasdespuésconlapromesaderegresaraNewcastleaprincipiosdejulioparaelcasamiento,Sophiedisfrutóelviajeporlacosta de Berwickshire. El viento salado le azotaba el rostro y apartaba de sucabezatodoloquelaangustiaba.Dedicócancionesalasgaviotasmientrassutíaacompañabalosestribillosavozencuelloporencimadelruidodelmotor.

La joven regresó a su trabajo al día siguiente y la señoraGorrie la tuvoocupada haciendo papeleo y respondiendo al teléfono. Sophie decidió quenecesitabanmásmueblesdealmacenamientoypasóundíaenteroocupadafelizenserrartableros,clavarpuntillasycolocarestanteríasenlaoficina.PocascosaslegustabanmásquehacerlaboresfísicasyprácticasyAmylahabíaconvertidoenunacarpinteramuycompetente.

Cadanoche,alllegaracasa,preguntabaasutía:—¿Haycorreoparamí?—No,cariño—respondíaella—,perotampocopuedesesperarqueTillyse

pongaaescribircartascomohacíaantesahoraquetieneunabodaquepreparar.Sin embargo, no era de su prima de quien quería tener noticias: seguía

teniendo la esperanza de que quisiera ponerse en contacto con ella aquelestudiantedeingenieríaapuestoyamable.Lehabíapedidoladirecciónyellalehabíadadoesperanzas,peronuncahabíallegadoaescribirlenihabíaidoaverla.Tal vez siguiera en el campamento o quizás hubiera empezado ya el mes de

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prácticasqueteníaplaneadocumplirenelcontinente.Intentórecordarlafechadeestoúltimo.

Despuésdetressemanassinnoticiassuyas,dioporsupuestoquesedebíadehaberolvidadodeellaodehaberperdidosusseñas.Encualquiercaso,estabaclaroquenohabíaconseguidocaptarsuatencióncomoélladeella:eramejorolvidarlo.ReservóbilletesdetrenparaAmyyparaellaafindeasistiralabodadeTilly.Laidaylavueltaseríanelmismodía,pueslacasadelosWatsonestabaya,alparecer,casivacíay,además,Sophienosoportabalaideadedormirallísiyanoestabasuprima.

Mientras volvía a casa paseando por el parque de los Meadows endirección aClerk Street la víspera de la boda, vio a un grupo de jóvenes quejugabanalcríquetysupusoqueseríanestudiantesquedisfrutabandelperiododedescansoque seguíaa losexámenes.Seentretuvoadisfrutardel sol, sinprisaalgunaporvolveralpiso.

Entonces reparó en que uno de los fildeadores la observaba mientrasatrapabalapelotayladevolvíaapocadistanciadeella.Parecíaextranjero,eramorenoyapuestoyteníaelcabellonegroytupido.Lesonrióylasaludóconunlevemovimiento de lamano, pero ella, que no sabía quién era, no respondió.Debíadehaberlaconfundidoconotrapersona.Élsemostróinseguroysediolavuelta.Uninstantedespuésvioquelapelotaibahaciaélagranvelocidad.Élselanzóadetenerla,larecogióylalanzóconsushombrosforzudosyevitóqueelbateadorpudierahacerunasegundacarrera.

Acabó la serie de lanzamientos y los jugadores cambiaron de posición.Sophie estaba a punto de seguir su camino cuando la llamó un joven alto ypelirrojoquecaminabahaciaella.

—¡Hola!LaseñoritaLogan,¿verdad?Ellareconociódeinmediatoaquellasorejasdesoplillo:WilliamBoswell,

elamigodeTam.—¡Boz!—respondiósonriente—.¿Cómoestá?—Muybien,¿yusted?—Bien,gracias.Volvíaacasadelaoficina.Élcontemplócongestoadmirativolafaldaylablusaquellevabapuestas.—¿HoynovaenlaMemsahib?—No,lehedadovacaciones:estáeneltaller,porqueleestánsoldandoel

pedaldearranque.—Sophiesonrióypusolosojosenblanco—.Lomásseguroesquenopuedapermitirmetenerlamuchotiempomás.

—Enfin,mealegracomprobarquevolvióbiendeNewcastle.—Gracias. —Tras vacilar un instante, se atrevió a preguntar—: ¿Tam

tambiénestájugando?

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—No,élpracticaremoytenis.—Amímeencantaeltenis.—¡Vamos,Boz!—legritósuboleador—.¡Quenoestamosenunsalónde

té!Élsepusorojocomountomate.—Metengoqueir.Losiento.—La que lo siente soy yo, que lo acabo demeter en un lío—dijo ella,

conscientedequelamirabaelatléticofildeador.Enaquelmomentolorecordó:eraelindiodelcampamentodeprácticasforestales,NosequéKan.

—Mealegrodeverla denuevo.—Boz sonrió congesto tímido antes dedarselavuelta.Entoncesgirólacabezaparapreguntar—:¿Legustaríaquenosviésemosparajugaraltenis?

—Porsupuesto—repusoellaconunasonrisa.—¿Mañana?—quisosaberélconentusiasmo.—Mañananopuedo,peroestoylibreelsábado.AlatíaAmyleencantará

unirseanosotros.Podríamosjugarunpartidodedobles.Élsemostróindecisounafraccióndesegundo.—Claro.Fantástico.Mepasaréarecogerlas.ClerkStreet,¿verdad?—Sí:enelnúmero71.¿Cómolo…?—Tamlodijoenalgunaocasión.—Bozsonrió—.Reservaréunapistapara

lasdos.SedespidieronagitandolosbrazosySophievolvióaponerseenmarcha,

sintiéndoseabsurdamentemareadaporhaberse topadodeformatan inesperadaconel amigo íntimodeTam.Estabaconvencidadeque seríaTamquien ibaacompletarelcuartetoparaeltenis.

No fue sino al llegar a casa y echar a correr escaleras arriba por lospeldaños de piedra para dar la noticia aAmy cuando se preguntó por qué nohabíadadonuncaseñalesdevidaTam.Recordabadóndevivíayhabíahabladode ella con su amigo. Sin duda había olvidado el número, pues Boz solorecordabaelnombredelacalle.Noveíalahoradequellegaseelsábado.

El día de la boda de Tilly amaneció gris y lluvioso, pero aquel tiempodesalentador no hizo nada por empañar la emoción. Jacobina había llegado lavísperadeInvernessyhabía llenadolacasadesucharla jovial,yel telegramaquehabía enviado Johnnypara expresar la alegría que le producía el enlaceytransmitirlesusmejoresdeseoshabíasidomejorquecualquierregalo.

SophieyAmyllegaronenunodelostrenesdelamañana,atiempoparatomarundesayunotardíoyayudarlaavestirseyarreglarse.

—Monamehadejadoqueajustarasuvestido—lesexplicó—.¿Noestodo

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undetalle?Suprimaobservóaquelvestidolargoyrecargado,decuellodeencajecon

volantesyfaldaentalladadelestiloquehabíagozadodegranpopularidadantesde laguerra.Lacintura frunciday lasmangasabullonadas resaltaban la figuracurvilíneadeTillymuchomejorquelosvestidosmodernosdecorterecto.

—Todo un detalle por parte de Mona—admitió Sophie—. Además, tequedaestupendamente.

Ella,comodamadehonor, llevabaunvestidosencillodecrepédeChinaazul,guanteslargosdecolorcremaquehabíansidodesumadreyunsombreroclochenuevodepajasujetoasupelorubioylisoconunaagujalargadeacero.EstabaalcargodelalargacoladeencajedeTilly.

—Monaestáconvencidadequevoyatropezarypartirmeeltobillo—dijolanoviaconunamueca—o,peortodavía,romperleeldichosovestido.

—Seguroqueno—latranquilizóSophie—,pero,aunquealgosemejantetepasara,tienesatuladoaesevaronilJamesRobsonparaquetesostenga.

Su prima soltó una risotada. Le había repetido varias veces la torpeconversación que había tenido con James y a Sophie le encantaba burlarse deellaporhaberllamadograndeyvaronilalcultivadordeté.

En elmomento de dejar la casa de camino a la iglesia presbiteriana delWestEnddeNewcastle,selehizounnudoenlagarganta.

—Tilly,estáspreciosa.—Losojosselellenarondelágrimas—.Mealegromuchísimoporti.

Suamigaledevolvióradiantelasonrisa.—Gracias.Nosabeslomuchoquesignificaparamítenerteconmigo.—Estedíavaasergrandioso,TillyWatsonestáapuntodeconvertirseen

laseñoraRobson.—Sophiesonrióylebesólamejilla.A la novia se le hizo un nudo en el estómago por los nervios ante

semejanteidea.Nosabíaquépodíaesperarqueocurrieratraslaceremoniayelté,queClarriehabíainsistidoencelebrarenelHerbert’sTeaRoomsamododeobsequio.Estavez,Tillyhabíadejadoclaroquequeríaunacosafamiliaralaqueasistieran solo los parientes más cercanos, cosa que, al parecer, concordabatambiénconlosdeseosdeJames.

—No me hace mucha gracia el bullicio —había coincidido él— y losRobsonestánensumayoríamuertosodesperdigadosporelmundo.

Élhabíainvitadosolamenteaunatíaancianasuyayaunasprimaslejanasapellidadas Landsdowne. Estas habían declinado la invitación y aquella habíadicho que, si bien pensaba asistir a la ceremonia, temía que el convite fueseexcesivoparasuhígado.Comopadrino,JameshabíabuscadoauncultivadordetéjubiladollamadoFairfaxquevivíaenTynemouth.Lohabíaconocidoalllegar

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a la India, en la década de 1890, y había aprendido de él a jugar al polo y arastreartigres.

Jameshabía reservadounahabitacióndehotel en la costaparadosdías,tras lo cualdebíapartirhaciaLiverpoolparaembarcarhacia la India.Tillynosabíasilaasustabamáslaideadequedarasolasconaquelhombretóndosdíascompletos o la de verse separada de sumarido losmeses que quedaban hastapoderreunirsedenuevoconélendiciembre.Él lohabíaorganizadotodoparaqueenelviajelaacompañaseMurielPercy-Barratt,esposadeotrocultivadordeté,queestaríadevisitaenYorkshirehastaaquelotoñoparadejarasupequeñoenuninternado.

—¿Estás lista, Tilly? —preguntó Walter, su corpulento cuñado,ofreciéndoleelbrazo.

Dado que el único varón vivo de losWatson no se hallaba presente, elmaridodeMonasehabíaprestadoaacompañarlahastaelaltar.Setratabadeunhombre simpático y tranquilo al que ella tenía por un santo por soportar elcarácter autoritario de su hermana, pero echaba demenos a su padre, a quientanto había querido, y a su hermano Johnny, por cuya ausencia se sintió deprontoacongojada.

—Toma—musitóSophiemientrasleponíaunpañueloenlamano.Por lamirada de compasión que vio en el rostro de su prima, supo que

había comprendido cómo se sentía. Se sonó la nariz en aquel trozo de telaperfumado, se secó las lágrimasy se lodevolvió.Sophie le guiñóunojoy lecolocóelvelo.

—Yahemoslevadoanclas—lesusurróaloído.Aferrándose al brazo deWalter y enfilando el pasillo de aquella iglesia

sencilla de techos altos, Tilly quedó pasmada al ver a James aguardándolaelegante de chaqué y pantalones a rayas. Era la primera vez que lo veía conprendasplanchadasysinunasolamanchay,aunque teníaelcuello rojizoaúnoprimidoporelcuellodelacamisa,llevababienafeitadalabarbillapartida,elbigoterecortadoyelcabellocorto,loquelohacíaparecermásjoven.Larecibióconunasonrisainquieta,comosihubieradudadoquefueraapresentarse,yellasupo en aquel instante que los dos estaban igual de nerviosos y dispuestos ahacerqueaquellarelaciónsalieraadelante.

Estaba temblorosa cuando hicieron los votos, tanto que James tuvo quesujetarle los dedos para poder ponerle la alianza. Tilly intentó no hacer unamuecadedoloranteaquelapretón.Enaquelmomentoestallóasualrededorlamúsicadelórganoylamodestacomitivadelosinvitadossearrancaronaentonarunhimnoenérgico.Cuandollegóelmomentodesalirporelpasillodelbrazodesumarido,lanoviaalcanzóaverelrostrogrisdesumadresonrienteyanegado

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en lágrimas y sintió que se le atragantaba un sollozo. Hasta Mona estabasorbiéndose la narizmientras sonreía para darle ánimos.Volvióbrevemente lamirada y vio que Sophie estaba colocando la larga cola de encaje con elsemblante rojode emoción.Lasdosprimas se sonrieron con cariñoyTilly sesintióafortunadadeverserodeadadepersonasquelaqueríantalcomoera.

—Vamos, amor—oyó resonar lavozde Jamespor encimade lamúsicamientras enlazaba el brazo de ella con el suyo en ademán posesivo y laacompañabaalexteriordelaiglesia.

ClarrielesofrecióuntédeliciosoenelHerbert’sTeaRooms,paralocualacotóconbiombosunazonadelsalónparaotorgarlesmayorintimidadyañadióunviolinistaparadivertimientodelosinvitados.

—Siosapetecedisfrutardeunbaileodos,podemosecharhaciaatráslasmesas—lespropuso.

—Amínosemedabien—aseveróJamesconrigidezmientraselcuelloselevolvíarojo.

Tillyconocíayaaquellaseñaldeturbacióndesumarido.—Amí tampoco—seapresuróaañadir—,peromuchasgracias,Clarrie.

Estamosdisfrutandodelamúsica.Aunque las bandejas estaban a rebosar de dulces que Tilly no habría

dudadoendevorarencualquierotrasituación,teníatalnudoenelestómagoqueapenaspodíatragarnada.Sentadaconaquellasprendastanelegantes,bebiódostazasdeté,aterradaantelaposibilidaddederramarunasolagotaenelpreciosovestidodeMona,yseobligóatomarunpedacitodetartanupcial,loquenohizosinoagudizarsusufrimiento.

Sushermanascharlabanavozencuelloy se reíanante loquedecían suprima y ella, y hasta su madre tenía las mejillas encendidas y conversabaanimadamente con el anciano Fairfax. Clarrie hacía lo posible por distraer aJames, que no tenía intención de sentarse y parecía incómodo, sin saber quédecir.Nodejabadesacarelrelojdebolsilloparacomprobarlahora,arrugandoel entrecejo y mirándola con gesto ceñudo. Aquella actitud no hizo más queagudizarelnerviosismodeTilly,quiensepreguntabasiestaríaaburridoo,másbien,arrepentidodehaberdadoaquelpaso.

Clarriedesistiódebuscarleconversaciónysedirigióhacialanovia.Jameslasiguió.

—LehedichoatumaridoquetienequetraerteavernosaBelguricuandotehayasinstaladoenCheviotView.

—Gracias,meencantaría—repusoTillyconunasonrisa—.Quéamabledesuparte,¿verdad?—MiróaJames,aunqueaúnnosehacíaalaideadellamarloporsunombredepila.

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—Entre la plantación de la Oxford y las colinas de Jasia hay un buentrecho—murmuróél—.Dosdíasdeviaje.

—Díaymedio—replicóClarrie—.Poreso,cuandovengas,tetienesquequedar unos días. A Adela también le va a encantar tenerte allí. Pero yatendremostiempodehablarantesdequesalgasparalaIndia.

—Enfin,señoraRobson—gruñóJames—:eshoradeirse.LanoviamiróconaireconfundidoaClarrie,quevolviólavistaaunoya

otroantesdeecharseareír.—Creoqueescontigo,Tilly,¡noconmigo!Lajovensepusocolorada.—Claro.¡Serétonta!Todavíanomeheacostumbradoaquemellamenasí.—Esoessoloalprincipio—dijoClarrieconunasonrisa—.AWesleyya

mínoshacemuyfelicestenerteenlafamilia.Jameshizocasoomisodeaquelcomentarioy,tomandoaTilly,lalevantó

desuasiento.—He pedido un taxi para que nos lleve, a nosotros y a Fairfax, a

Tynemouth.A Tilly le pareció desconsiderado despedirse de forma tan apresurada y

partirtandesúbito,perosabíaqueaélloincomodabanaquellosactossocialesy,además, apenas había tenido tiempo de conocer bien a su familia. Fuebesándolosyabrazándolosatodos.

—Sivasavolveraverlosenunpardedías—señalóJamessinhacernadaporocultarsuimpaciencia.

Sophie la ayudó a evitarmeter los volantes de encaje en los charcos decamino al taxi que los esperaban, en tanto que Walter la protegía con unparaguasdeunalluviacadavezmásviolenta.

—VenavermeaEdimburgoencuantopuedas—insistió laprima—,quequiero estar contigo todo el tiempo que sea posible antes de que te vayas alextranjero.

—Lo haré —prometió ella antes de agitar el brazo tras la ventanillasalpicadadegotasdelluviaparadespedirsedelosseresqueridosquesehabíanapiñadoalaentradadelsalóndeté.

James pasó todo el camino de la costa departiendo con Fairfax sobre elnegociodeltéenAssam.Elancianoseatusabalosespesosbigotesmanchadosdetabacomientrasreíaconélsatisfechoanteaquellosrecuerdos.Tillynohabíavisto a sumarido tan feliz en todo el día.Al llegar al hotel, el recién casadoinvitóasuviejocolegaaunchotapeg.

—Tres vasos grandes dewhisky con soda—pidió aun antes de que leshubieran llevadoel equipaje a lahabitacióny, tomandoasientoenuncómodo

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sillóntapizadodequimón,añadió—.PorDios,necesitountrago.—Yo también,muchacho—convinoFairfax, tras lo cualmiró con gesto

cautelosoaTilly.Ella,allídepieyvestidadenovia,nopudomenosdesentirseestúpida.—Esquenoheprobadonuncaelwhisky.—¿Prefierequelepidamosté?—preguntóelanciano.—No—repusoJames—:laseñoraRobsonparecenecesitarunchotapeg

másquenosotros.Vamos,señoraR.,siénteseydescanse.Nohaynadamejorqueelwhiskyparaaplacarlosnerviosdeunareciéncasada.

Tillysoltóunarisitainquietaytomóasiento.Cuandollególabebida,bebióunsorboehizounamuecaantesusabor.Supadretomabaunaweedram,comolollamabaél,«unacopita»soloenocasionesespeciales,comolallegadadeunnuevoaño.Aunquenoentendíaqueaquellopudieragustaranadie,Jamesysuamigo soltero habían acabado sus vasos casi por completo y estaban pidiendomás. Ella, con todo, perseveró y acabó por descubrir que le gustaban lascosquillasquelehacíanenlalengualasburbujasdelasodaantesdetragaryelcalorqueseleextendíaportodoelcuerpoacontinuación.Serelajóycomenzóareír con las anécdotas que contaban de cacerías de tigres y de elefantes quecorríandescontroladosporlasplantacionesdeté.Despuésdeunahoradechotapeg,sediocuentadequelehabíadesaparecidoeldolordeestómago.

Pidieron una cena de pescado ahumado con huevos escalfados y unabotelladevinotinto.NotuvieronqueinsistiraFairfaxparaquelosacompañara.Cuandoacabaron,Tillyhabíaempezadoatenerhipoyciertasdificultadesparacaminarsintropezarconsuvestido.Leentrólarisadepensarenlosreprochesquelehabríanprodigadosumadreysuhermanasilahubiesenvisto.

—Vaya subiendo, señora R. —le ordenó James—, y póngase cómodamientrasyoacompañoamiamigoacasa.

A trompicones, Tilly subió las escaleras y llegó a su habitación, si bienparaencontrarlanecesitólaayudadeunacamarera.

—¿M…meayu…daaquitarmeelvestido?—lepidióentrehipidos.Lamuchachaseechóareírmientrasobedecía.Losiguientequesupofue

queestabatumbadaenpañosmenoresenlacamadematrimonioylacabezaledabavueltascomountiovivo.Lacamarerasehabíaido,lahabitaciónestabaenpenumbra y ella era consciente de que estaba a punto de vomitar.No tenía lamenor ideadedóndeestabaelaseoy,decualquiermodo,noledabatiempoallegar.Sedejócaerdellechoybuscócorriendobajoélelorinal,quesacójustoatiempo, pues a renglón seguido dio una arcada y arrojó el contenido de suestómago,manchándoselacarayelcabello.

Nunca se había sentido tan mal. Cuando se le hubieron aplacado las

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náuseas,sereclinóaliviada.Sentíalatripadoloridayvacíaalmismotiempo.Lehedíaelpeloysedabaascoasímisma.¿QuéibaapensarJamesdeella?Porcierto,¿dóndeandabasumarido?Lapenumbralallevóasuponerquedebíadeestarbienentradalanoche,aunquelociertoeraquehabíaperdidotodanocióndeltiempo.

Demasiadoavergonzadaparasaliralpasilloabuscarunescusadoenelquevaciar la escupidera, la dejó en un rincón y la cubrió con una toalla con laesperanza de que James no se diera cuenta. No obstante, se encontrabademasiado indispuesta para preocuparse en exceso. Hizo cuanto pudo porlavarseelrostroyelpeloconelaguadeljarrodeporcelanadelpalanganeroy,acontinuación,seaplicóperfumedeunfrascoque lehabía regaladoSophieportratardeencubrirelolor.Suaromaaflores la llevóarecordarasuprimayseafligióderepente.

Jamesllegótropezandoconlapuertamediahoradespuésyseencontróalaqueacababadeconvertirseensuesposatemblandoenunasilla,mediodesnuda,apestandoaperfumeydeshechaenlágrimas.

—¿Quépasa?—consiguiódecirmientrasavanzabatambaleantehaciaellayseenredabaconelvestidonupcialquearrastrabaporel suelo.Al llegara lanovia,seabalanzóyseaferróasushombrosparanoperderelequilibrio.Ellaseencogióalsentirsusmanos.

—¡Ay!Mehacesdaño.—Tieneselpelomojado.—Hevomitado.—¿Estás bien,Tilly?No estarás enferma…—Le acarició el cabello con

torpeza.—Creoquehansidoloschotaesos—mascullóella.Jamessehincóderodillasytanteóenbuscadesusmanos.—Losiento,creíquenosayudaría…enfin…ennuestraprimeranoche.Tillyvolvióamarearseante la ideadeque, a continuación, tendríanque

consumarsumatrimonio.Noteníanadaclaroquenofueseavaciarelestómagosobresuesposo,quetambiénparecíaestarbastanteebrio.

—¿HallegadobienacasaFairfax?Habéistardadomucho.—Sí,esquemeinvitóapasarytomarunacopa.Losiento,unavezmás.—Nopasanada.—Enaquelpreciso instante, loúnicoquedeseabaTilly

eraecharseadormirynovolveradespertarhastasentirsedenuevocomounserhumano.Sejurónovolveraprobarelwhiskyensuvida.

—Vamos a la cama—dijo él antes de volver a ponerse en pie a duraspenas.

Tillylomirónerviosamientraséltrastabillabadeunladoaotrotratandode

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quitarse la ropa.Cuandoquedóencamisetaycalzoncillos,conunzapatoysucorrespondientecalcetínpuestosaún,Jamessetumbóextenuado.

—Damesolounminuto—pidió.Se hizo el silencio. Tilly dejó su asiento y se asomó a observarlo. Al

instante,élempezóaroncarconsuavidad.Teníamediocuerpoenellechoyelotromedio fuera, pero no se atrevió a tocarlo pormiedo a que se despertara.Resollandoconfuerzaasuladoteníaauncompletodesconocido.

Setendiósobrelosalmohadonespreguntándosecómodiablosibaasuperarlos dos días que le quedaban por delante y si, en caso de no consumar elmatrimonio, había posibilidades de anularlo para no tener quemarcharse a laIndiaavivirconaquelhombre.

James se despertó con la sensación de que le estuviera tocando en lassienes el bombo de una banda de música. Sintió los ojos como encogidos yllenosdearenacuandohizoungestodedolorantelaluzqueentrabaaraudalespor la ventana abierta. Las cortinas se hinchaban y ondeaban como velas debarcoyconelairepreñadodesalsemezclabaunextrañooloragrio.

—Buenosdías,señorR.Volvió la cabeza mínimamente y vio a una joven de cabello pelirrojo

recogidotraslasorejasqueloobservabadesdeunasillacolocadaal ladodelacama,pálidacomolaparedaexcepcióndesularganariz,teñidadeunsingulartonorosado.Tilly.Suprometida.Suesposa.Suaspecto,sinembargo,eramáselde una presidiaria convicta. James rebuscó aterrado por entre la bruma que leinvadía el cerebro sin lograr recordar nada de la noche pasada. No la habíamaltratado,¿verdad?

—Buenos días—masculló. Intentó incorporarse, pero el movimiento nohizosinodarbríoaltamborqueteníaenlacabeza.

Ellaletendióunvasodeagua.—Amítambiénmehavenidobien.—¿Ah,sí?—Jameslorecibiócongestoagradecidoylovaciódeungolpe.—He pedido té con pan tostado, porque solo de pensar en un desayuno

completo…Lacamarera lovaa traera lahabitación,porque tampocomeveocapazdesentarmeenelcomedorconelolorapanceta.¿Hehechobien?

Jamesasintióconungestoy,trasungruñido,aseveró:—Muybien.Los motivos geométricos del vestido de verano que llevaba puesto su

mujerledificultabanlalabordefijarlavista.Cerrólosojosy,cuandovolvióaabrirlos,laviodepie,mirandoporlaventanaelazulplomizodelmardelNorte.

—¿Podemossalirapasearporlaplayahoy?—preguntóella—.Notengo

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muyclaroquémáscosashayquehacerenlalunademiel.Élsoltóunbufido.—Amísemeocurreuna,señoraR.Tilly le lanzóunamiradaconelrostroencendidodeprontoyélvolvióa

sentir un estallido de alarma. Ojalá lograse recordar algo más de la nocheanterior.TeníamemoriadehabersalidodecasadeFairfax,pero,másalládeeso,todo se desdibujaba.De todosmodos, ¿qué se le había perdido en casa de suamigo su noche de bodas? ¡Menudo cobarde estaba hecho! Había elegido aaquellajovenporcapricho,porquenoerabonitaniindependientecomoSophie,sinoatenta, robustaydócil.Sinembargo,enaquelmomento, lohorrorizaba laperspectivadecompartirsuvidaconunamuchachaalaquedoblabaenedadyalaquenoteníalamenorideadecómodebíatratar.

—Tilly —dijo tragando saliva con la garganta aún seca—. ¿Anochellegamosa…?Enfin…

Ellaseruborizómásaún.—No.Jamesseincorporóy,alsentarse,vioqueseguíateniendopuestounzapato.

Sefrotóelrostroconlasmanosysuspiró.—Perdón:bebídemasiado,peronovolveráaocurrir.Tillyloestudió:teníaelcabello,tiesodeporsí,despeinadoenmechones

angulososy la piel que rodeaba susojos azulesparecía tenermás arrugasquenunca. Por encima de la camiseta arrugada le asomaba el vellomoreno de suancho pecho y sus hombros, gruesos, presentaban una extraña palidez encomparaciónconlosantebrazoscurtidos.Laspiernastambiénlasteníacubiertasdevello.Todoaquelloleresultabafascinadoryalarmanteauntiempo.

—¿Pasaalgo?—preguntóélarrugandoelsobrecejo.—Noteníaniidea—dijoellasinambages—dequeloshombrespudieran

tenertantopelo.Él la miró boquiabierto antes de estallar en una sonora carcajada. Acto

seguido,sellevólasmanosalassienes.—Nomehagasreír,Tilly,quetodavíameduelelacabeza.Enesemomentollamaronalapuertayentrólacamareraconeldesayuno

enunabandeja.Lareciéncasadaseñalólamesaquehabíaantelaventanaylediounchelín.Lamuchachasehabíaganadohastaelúltimopeniquedeaquellamonedaporhaberlaayudadoavaciarelorinalaquellamisma.

—Elbañoestádospuertasmásaladerecha—anuncióTillyasumarido—.Lascañeríashacenunruidotremendo,perotodofuncionaapedirdeboca.¿Porquénovaaasearsemientrasreposaelté,señorR.?

Tuvoocasióndesorprendersealverqueéllehacíacasoy,trasponerseuna

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bataestampadadecachemira,salíadelahabitaciónconlosutensiliosdeafeitar.Volvió rasurado, con el rostro brillante y envuelto en un agradable olor asándalo,sevistiótrasunbiomboysesentóconellaadesayunar,paralocualdiobuenacuentadeseistostadasylamayorpartedelté.

Traspedirquelespreparasenunacestaparamerendaralairelibre,salierony tomaron el paseo en dirección al norte hasta llegar a Cullercoats, donde sedetuvieron a observar a los pescadores que reparaban sus redes bajo el sol deaquellamañanaventosa.EnWhitleyBay,sesentaronacomerenlaarena.Allí,alfresco,nolesresultónadaincómodohablardeestoydelodemásallá,yTillylobombardeóconpreguntassobreAssamysobreloqueibaaencontrarseallí.

—Notepreocupes—ledijoél—:MurielPercy-Barrattcuidarádeti.Eslaburramemsahib,laseñoramásveterana,delaplantacióndetéyteenseñaráloquenecesitessabersobreelgobiernodelhogar.Semostróencantadacuandolepedíquecuidasedetienelviajedevuelta.Conellapodráshablardetodasesascuestionesdomésticasqueamísemedantanmal.

ATillylaanimósaberque,almenos,lehabíanpreparadoyaunaamiga.—Además,esunaliviosaberqueClarrieRobsonnoestátanlejos.—De mi casa a Belguri hay una distancia considerable —dijo él con

desdén—.Casinuncanosvemos.—Ella me dijo que podríamos coincidir en Shillong cuando vaya de

compras—insistióella.—¿Decompras?Sinecesitasalgo,esmuchomejorpedirque lo llevena

casadesdeCalcutaodesde aquí.De todosmodos,Muriel puede ayudarte contodoeso.

Ellaprefiriónoperseverar:noqueríallevarlelacontrariaacercadeClarrie,puessabíaqueél teníaciertasdiscrepanciasconWesley,sumarido,enasuntosde negocios. Con todo, no estaba dispuesta a dejar que aquello estropease suamistad con aquella mujer, a la que tanto aprecio había profesado su familiadesdehacíaaños.

HablaronanimadamentedelosanimalesdeJames:susperrosdecaza,susponisyunaveparlanchinallamadaSimbad.Losmiedosylasdudasdelanocheanterior le parecieron ridículos de pronto, como si se hubieran evaporado conaquelsolalegreyelairefrescodelmar.LaembriaguezdeJamessehabíadebidoalmismotemoralanochedebodasquesentíaellayelqueunhombrehechoyderecho como él pudiera sentir los nervios de un niño la llenó de una granternuraparaconsunuevoesposo.

Aquellanochecenaronconvoracidadenelcomedoryseretiraronprontoasuhabitación.Jamesechólacortinaylosdossedesvistieronacompañadosporelsonidodelasgaviotasquegraznabanenelalféizardelaventana.Ellasedejó

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la ropa interior y se refugió bajo las mantas, pero James se desnudó porcompletoantesdemeterseasulado.Lapieldeélolíaaarenayasolylapielblancadeellarelucíadelcalordeaqueldía.Contuvoelalientoyaguardó.

—¿Puedosoltarteelpelo,Tilly?—quisosaberél.—Sí, por supuesto.—Se llevó unamano a la cabeza para deshacerse el

peinado,peroélladetuvo.—Déjameamí.—Siesloquequieres…Sinprisa,élfuesoltándolelostirabuzonesycolocándoselosentornoalos

hombros.Cadavezquerozabasurostroosucuelloconlosdedos,ellasentíaunestremecimientoquelebajabahastalospies.

—Tengodemasiadosalfileres,¿verdad?Mimadresequejasiempredequenecesitomuchosydelorápidoquesemecaen.

Él besó con suavidad los rizos ralos que enmarcaban la frente de ella yllevóacontinuaciónloslabioshaciasuspestañas,susmejillasysubarbilla.Pasólalenguaporsucuelloyporsupechomientrasseafanabaenabrirelfrontaldelacamisoladeellahurgandoconsustorpesdedazosladelicadacinta.

—Sabesamar—musitóconunavozquedeprontosehabíavueltohondaysuave.

—¿Sí?Pueslosiento.—Tillysintióqueelcorazónleempezabaalatirdeforma errática y le bajaba hasta el estómago un calor extraño—. Tenía quehabermedadounbañoantesdecenar.—Intentódisimularqueseleentrecortabaelaliento—.Peroteníatantahambredespuésdepaseardurantetodoeldía…

Jamesleapartólacamisolayliberóasísussenos.Lacontemplóeinspiróconfuerzaporlaboca.

—Tilly,erestanhermosacomolafrutamadura.Ellaseechóareírdeimprovisoyéllamiróceñudo.—¿Quéesloqueteparecetangracioso?—Lascosasquemedices—balbució.Élseechóhaciaatrás.—Nomegustaqueseríandemí,ymenosaúnsiesmimujer.Tillyseincorporóuntantoapoyándoseenloscodos.—Nomeestoyriendodeti,loprometo.—Puesnoesloqueparece.—Élsesentóytendiólamanoenbuscadesu

pitillera.Tillytemiódeprontoquenuncallegaranaconsumarsumatrimonio.Ental

caso,JamespodríacambiardeopinióntraspartiralaIndiaycancelarelviajedeella,conloqueacabaríasiendounasolteronatristequeviviríadelagenerosidaddesuhermanaenlatempestuosaDunbar.Enaquelmomento,además,teníamás

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claroquenuncaquequeríadarunaoportunidadaaquelmatrimonioconJamesRobson. Tenía la corazonada de que la vertiente sexual del asunto podía sermuchomásdivertidadeloquelehabíadadoaentenderMonadurantelaúnicaconversaciónquehabíatenidoconellaafindeprepararlaparasunuevavida.

Sin dudarlo, le arrebató el estuche y el encendedor de aquellas manosfornidas.

—Losiento:yaséqueaveceshabloymeríodemasiado,peroessolopornervios. En mi familia no lo soportan. Ven, ven a probar la fruta. —Sonrió,sonrojándoseantesupropioarrojo—.Amítambiénmeestabagustando…

—¿Deverdad?—Jamesnoparecíamuyconvencido.Ellaguiolamanodeélhaciasusenoizquierdo.—Mira.¿Vesqueelcorazónmelatecomodesbocado?Nisiquieraseme

aceleratantocuandojuegoaltenis.Jamessoltóunarisotadaantesdehundirlacabezaentrelospechosdeella.—¡Quéfestínmevoyadar,señoraR.!—exclamó.Tilly no paraba de reírmientras él la acariciaba y la besaba,montado a

horcajadassobreellaconelentusiasmodeunjinetehabituadoatriunfar.Ellaseestremecíadegozoconlascosasexquisitasquelehacíaélalasgenerosascarnesdesuvientreysusmuslosygritabadeplacer,deleitándoseenelcaosdeprendasdesechadasyropadecama,envueltaenelcaloryelsudordesuenérgicacópula,sin importarle lodesaliñadaquepudiesequedar.Sesentíacomounadiosaquesostuvieraunacornucopiarebosantedefrutayhastapuedequellegaraadecirloenelculmendesuarrebato.

—¡Santocielo,James!—suspirómientrasserecostabansobrelassábanasarrugadas—.Nuncahabíapracticadoejerciciocontantaalegría.

Élsoltóunarisitaasulado.—Nicontantoscomentarios.—¡No, por Dios! ¿He hablado mucho? La próxima vez intentaré

contenerme.Élpasóunbrazosobreelsuavevientredeella.—Nocambieunápice,señoraR.Asíeresperfecta.

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Capítulo7Edimburgo

CuandoWilliamBoswellllamóaltimbredelcuartopisodelnúmero71deClerkStreetalasdosmenoscuarto,SophieyAmyestabanyapreparadasconsufaldadetenisysuszapatillasdedeporte.

Lajoventiródelapalancaqueabríaelportaly,enelmomentoenqueBozentróaledificio,seasomóalhuecodelaescaleraporlabarandilla:

—Bajamosnosotrasparaquenotengaquesubir.Salvó los escalones de dos en dos seguida de su tía y, al llegar abajo,

estrechólamanodelreciénllegadoantesdepreguntar:—¿SeacuerdademitíaAmy,ladelsidecar?—Porsupuesto.Encantadodeverladenuevo,señoraAnderson.Sophie entrevió a alguienque aguardabadepie al otro ladode lapuerta

entornada:pocomásqueunaperneradefranelablancayunanubedehumodeuncigarrillo.

—¿Tam?—dijosonrientemientrassalíaalacalle.SurostroseensombrecióalverquenosetratabadeTamTelfer.Elindio

delpartidodecríquetdelparquelanzóelpitilloalsuelo,loaplastóconelpieyletendiólamano.

—Hola,señoritaLogan.SoyRafiKan.NosconocimosenelcampamentodeCarterBar.

Lajovenvaciló.—Sí,porsupuesto.—Lediounbreveapretóndemanomientrashacíalo

posibleporocultarsudescontento.Amylosaludóconmásentusiasmo.—DeLahore,¿verdad?Sufamiliatrabajaenlaconstrucción.—Buenamemoria,señoraAnderson—aseveróélsonriente.—Y se alistó en la caballería porque le gusta más montar que colocar

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ladrillos, aunque su padre no se lo tomómuy bien.Me gustan los jóvenes deespírituindependiente.

Rafidejóescaparunarisotadajovial.—Yyomequitoelsombreroanteunamujerqueagitóelparaguasfrentea

Churchill,esepolíticoarteroquenoquisoqueustedestuvieranderechoalvotoni confía en que los indios podamos gobernar nuestro propio país. Al menosustedesganaronlabatalla.

—¡Esta tarde,nadadepolítica,Rafi, por favor!—exclamóBoz—.A lasdamasleshemosprometidounpartidodetenis.

—Unacosanoquitalaotra—repusoAmyponiéndosealpasodelindio—.YopaséporLahorehacemásdeveinteaños,decaminoalabodademihermanaenMurree.¡Espléndida,laarquitecturamogólica!¿Ylaestacióndeferrocarril?Nuncahevistonadatangrandioso.Pero¡sipareceunpalacio!

—Miabuelofueunodelosconstructores—dijoélconunasonrisa—.Suempresa,queestabadandosusprimerospasos,prosperómuchísimodespuésdeaquello.YomeforméenlaescueladelObispoCottondeSimlagraciasaeso.

—¿Simla?Eseesunodeloslugaresquemequedéconganasdevisitar.—NocreaqueesmuydiferentedesusTierrasAltasescocesas.Elclima,

dehecho,nocambiatanto—bromeóél—.LosveranosdeSimlameprepararonparahacerfrentealanieblaylalluviadeaquí,ylosinviernos,paralosvientosfríosylanieve.

—¿Y cómo se le ocurrió cambiar el calor de Lahore por Escocia, señorKan?

—Meencantaelclimadeaquí.Amylomiróysupoporsuexpresiónsarcásticaqueseestababurlando.—Además, en Simla me volví un apasionado de los árboles y, como

EdimburgotieneunadelasmejoresescuelasdeingenieríaforestaldelImperio…SophieseadelantóconBoz,azoradaporhaberdadoporsupuestoqueel

cuarto tenista sería Tam. El refinamiento deKan la cohibía y Boz parecía nonecesitarexplicaciones.

—Tam está en el extranjero. Se fue a Francia en cuanto acabaron losexámenes.

—Parahacerlasprácticasdefindecarrera,¿no?—No,esonoeshastaagosto.—Bozsevolvióhaciaella—.EstáenParís

con sumadre y su hermana, aprovechando las primeras vacaciones que pasanjuntosdesdequeacabólaguerra.Fueideadeél.

—¡Quédetalle!—SophiesonrióaliviadaalsaberquelaausenciadeTamnoteníanadaqueverconquenoquisierajugaraltenisconella—.Hablabadeellasconmuchocariño.Dehecho,parecequeadmiramuchoasuhermana.

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—Sí.FloratienediezañosmásqueTamyhasidocomootramadreparaél,poresoélestábuscandosiempresuaprobación.

—Desde luego, con lo de llevarlas a París ha debido de ganar muchospuntos—señalóellaentonoseco.

—Sí: tiene la intención de impresionarla, de presumir de su francésmacarrónicoy convencerladeque,despuésde sobrevivir aunaguerray a losestudios de ingeniería, puede considerarlo al fin un adulto capazde tomar suspropiasdecisiones.

—Debedesertremenda.—¡Ya lo creo! —rezongó él—. Hasta para ser amigo de Tam hay que

conseguirprimerolaaprobacióndeFlora.—Lotendréencuenta.Él lamiródeunmodoextraño.Talvezestabachasqueadoporel interés

quedemostraba ella respecto de su compañero, pero ¿acasonohabía quedadoclaroenelcampamentoloquesentíaporél?

No volvieron a hablar de Tam y disfrutaron de un animado partido dedoblesqueenfrentóaAmyyRaficontraSophieyBoz.Aunquesutíaeramáslentaqueellaalahorademoverseporlapista,golpeabalaraquetaconfuerzagracias a losmúsculos que había desarrollado en la carpintería. Rafi tampocodabaflojoyjugabacongranconfianza.ObligabaaSophieacorrerdeunapuntaaotradelapista,aunqueBoz,pesealodesgarbadodesusproporciones,selasingeniabaparadevolvermuchasdelaspelotasqueseleescapabanaella.

CadaunadelasparejasganóunsetySophieyBoz,aunqueporpoco,sehicieron con la victoria en el tercero. Amy, cansada, perdió con facilidad elcuarto.

—Yabasta—pidióentreresuellos—.Losiento,Rafi,peroestoyagotada.—Yotambién—coincidióél,aunqueseveíaalaleguaquenoeraasí:su

rostroapuestoapenasbrillabaporelsudor,entantoqueeldeBozestabamoradoy chorreando. El indio miró fugazmente a Sophie—. Bien jugado. —Acontinuación,estrechólamanodesuamigoparafelicitarlo,peronohizoademánalgunodehacerlomismoconella—.Unaparejatriunfadora,¡sí,señor!

Lajovensepicóanteelcomentario.Conscientedequeseestabamofandodeella,optópornohacerlecaso.

—Gracias, Rafi. Vosotros tampoco lo habéis hecho mal —repuso Bozsecándoselacaraconunpañuelodegrandesdimensiones.

—Dejequelaacompañeacasa,señoraAnderson—ofrecióRafidándosela vuelta—.Boz y la señoritaLogan pueden jugar un partido sin nosotros: susobrinapareceestaraúncargadadeenergía.

AmyaceptóencantadayBozaceptóelretoconentusiasmo.

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—Sí,porfavor—dijoSophiehaciendoloposiblepornorevelarelenojoquelehabíaprovocadoelcomentariodeRafi.Lociertoesquenohabíansidotantosuspalabrascomoelairedeprovocaciónconquelashabíapronunciado—.Nosuelotenerocasióndejugaramenudoyhaceundíademasiadobuenocomoparameterseencasa.

Sintióunalivioextrañocuandovioalejarseconsutíaaaquelindiojovenyexquisito.Aunqueteníaquereconocerqueeraapuestoydivertido,supresencialaincomodaba.Nolograbaexplicarsebienporqué.Además,lafrialdadrayanaeneldesdénconque lamiraba lahacía sospecharqueél tampoco ledebíadeprofesarmuchasimpatía.

Sophie yBoz estuvieron jugandomedia horamás. Ella pudo comprobarcon satisfacción que su técnica mejoraba a medida que se iba cansando suoponente,hastaque,alfinal,empataronacincojuegos.

—Lapróximavezpiensoganar—aseveróella.—Esohabráqueverlo,señoritaLogan—repusoBozsonriente.Quedaron en jugar de nuevo la tarde delmiércoles y volvieron juntos al

pisodeClerkStreet,dondeSophieloinvitóasubiryaplacarlasedconunvasode limonada casera de Amy. No pudo evitar sentir cierta agitación cuandoentraron al apartamento, pues supuso que encontraría al joven de Lahorearrellanadocómodamenteenunsillón, fumandoyhablandodepolíticaconsutía.

—Su amigo, el señor Kan, no ha querido quedarse a tomar el té, señorBoswell—explicóesta—,porquedecíaqueteníaqueestudiar.

—AsíesRafi—gruñóBoz—:siempreafanándoseenserelmejor.—Sudedicaciónesadmirable—dijoAmy—.Debedesermuyduroestar

tanlejosdesucasaysufamilia.—Fulminóalasobrinaconunadesusmiradas,como si, de algunamanera, hubiese sido culpa suya que el joven no hubieraqueridoquedarse.

—Supongoquesí—respondióBozencogiéndosedehombros—.Detodosmodos,nohavueltoalaIndiadesdequeestallólaguerra,conquedudomuchoquelosechetantodemenos.Yodiríaquenoleimportaestarsolo.

SophiejugóaltenisdosvecesconWilliamBoswelllasemanasiguientealsalirdeltrabajo.Despuésdelasegunda,éllepreguntócohibido:

—Me he estado preguntando si querrías venir el martes al baile delDepartamento de Ingeniería Forestal. No es que sea una cosa muy refinada,porque,dehecho,secelebraenelpolideportivo,perosuelenbuscaramúsicosmuybuenosentrelosalumnosysiempredanmuchacomida.

Ella titubeó. No quería dar a Boz falsas esperanzas de que su amistad

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pudieraacabarenunromance:legustabasucompañía,peronosentíanadaporélmásalládeaquello.

—Nosé…—Estaremosconmáspersonas:notendrásquepasartelaveladabailando

conmigo.—Ellaestudióelsemblantefrancoyafabledeél—.Siempreandamosfaltosdechicas,conquepuedeserqueelprofesorGranthastamesubalanotasitellevo.

Sophiesoltóunbufido.—Enfin:sitesirveparamejorartucalificaciónfinal,nopuedonegarme,

¿verdad?Lanochedelmartes, la joven llegócorriendoacasa tardedel trabajo, se

aseóenellavabo,tomóunablusalimpiadelarmarioyunafaldamásligeraconlaquepoderbailar,secepillóelcabelloyse lorecogióen loaltoenunmoñopocoapretado.

—¿Puedollevarmetubufandaclara,tíaAmy?Todavíanohacemuchofríoy,simepongoabrigo,acabarésudando.

—Lasdamasnosudan:brillan.—Esoescuandonobailanragtime—replicóSophieconunasonrisa.—No lleguesmuy tarde—dijoAmy tratando demostrarse firme—, que

porlamañanatienesqueiratrabajar.—Y a medianoche me convertiré en ratón, lo sé. —Al asomarse a la

ventanadelasaladeestar,vioaBoztomarsinprisalacalleylollamóagitandoel brazo—. ¡Ya bajo!—Entonces se volvió para plantar un beso sonoro en latiernamejilladesutía—.Nomeesperesdespierta,quellevollave.

—Quetelopasesbien,cariño.Amy la observó desde la ventana con el corazón encogido al pensar en

cómo se había transformado aquella niña menesterosa y triste en semejantejovenvivazy atractiva, queparecíano tenermiedoanada.Lavio caminar allado de aquel pelirrojo alto de padres granjeros con quien tenía que hablaralzandolamirada.TalveznotardaraencasarseeindependizarsecomosuprimaTilly.Amy temía el día en que no oyese sus pasos por la escalera ni la vierairrumpirporlapuertasaludándolaavozencuelloycontándoleatropelladamenteloquehabíaocurridoduranteeldía.

NolahabríapodidoquerermásdehabersidosupropiahijayledolíaquesuhermanaJessienohubieravividolosuficientecomoparavercreceryflorecerasupequeña.Pensarenlatrágicasuertedesuhermanalahizoencogerseconunfugaz presentimiento y rezar por que Sophie no cometiera el mismo error ycontrajesematrimonioaltuntúnconalguienpocoapropiado.ElcultivadordetéBill Logan, que le había robado el corazón con su apostura y encanto, había

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resultado ser un hombre celoso y posesivo en exceso. El instinto de Amy lahabíallevadoadesconfiardeélaprimeravista.Curiosamente,habíasentidolomismoconTamTelfer,perolociertoeraquenoteníamotivosparainquietarse.

Observó a la joven pareja hasta verla cruzar la calle y desaparecer endirección al Pleasance y al polideportivo de la universidad. El desgarbadoWilliameraunhombrealegre,peroAmydudabaquefueselamedianaranjadeunamuchachaapasionadaysiempresedientadeaventurascomosusobrina.

Resultó que Sophie conocía a otro de los estudiantes, IanMcGinty, conquienhabíaasistidoalaescueladominicaldelaiglesia.Tambiénconocíaasusdoshermanas,que tambiénhabíanasistidoparahacerbulto.Rafiaparecióconunamujermayor de aspecto bohemio ataviada con falda de zíngara, toda unacoleccióndepulserasypinturadelabiosllamativa.Losdosestuvieronfumandojuntos en la mesa de las bebidas y, aunque él los saludó con la mano, no seacercaronaellos.

—Serálamujerdealgúnartista—sesintióobligadoaexplicarBoz—,unode esos puntillistas quizá. A Rafi le atrae la gente más rara que puedasimaginarte.

Sophie, obligándose a dejar de mirar al indio y a aquella mujer tanfascinante,seentregóalbaileconentusiasmo.Aunquelamúsicacorríaacargode una banda folclórica que interpretaba danzas rurales escocesas y no jazz,como ella habría deseado, se conocía todas las canciones de las fiestas de laiglesiaylosactosderecaudacióndefondosdelassufragistasalasquelahabíallevadoAmyunañotrasotro.EstuvobailandoconBoz,conIanyconotrosdosestudiantesquelehabíanpedidoquelosapuntaraensucarnédebaile.

Poco antes del descanso de la cena, tuvo la clara sensación de que laestaban observando. Cuando los músicos anunciaron que iban a tocar unDashingWhite Sergeant y pidieron a los asistentes que se pusieran de tres entres,reparóenunafiguraesbeltaqueleresultabaconocidayque,depie,cercadelaentradayconlasmanosenlosbolsillos,hablabaconRafiylamujerdelartistasinmirarladirectamenteaella.

—HavueltoTam—dijoSophieahogandoungrito.Bozllamóasuamigoagitandoelbrazoyexclamando:—¡Eh,Telfer!Necesitamosotrohombre.SophiesintióquelasentrañasselerevolvíancuandoTamseapartódelos

otrosysedirigióalapistaconpasoresueltoparasaludarlos.DiounapalmadaaBozenlaespaldayestrechólamanodelajoven.

—Habríavenidoantesdehabersabidoqueestabaaquílamotociclistamásguapa de todaEscocia.Normalmente solo vienen la abuela del profesor y sus

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amigas,¿verdad,Boz?—Esverdad—rezongóél—.¿CómohaestadoelviajeaParís?Laexpresióndelreciénllegadosevolviótensa.—Decepcionante.Suamigolevantólascejas.—¿NolegustóaFlora?—Luegotelocuento—dijoTam—.Venga,vamosahacerlafila.—Tomó

confirmezaaSophiedelamanoylallevóalapista.Boz se asió a la otra mano de la joven, que quedó entre los dos,

entusiasmadaanteelgiroquehabíadadolanoche.Todosdieronvueltasygritaronduranteaquelladanzaanimada.Elcorazón

deSophieparecíairadesbocarsecadavezqueteníaqueaferrarsealasmanosdeTamparapasarconélpordebajodelarcoqueformabanlosbailarinesdedelanteconsusbrazos.Estabatanapuestocomolorecordaba,conlapielbronceadaporel trabajoal aire libre, tonoqueen su rostrodelgadoacentuabael azulde susojos.

Ladanzaconcluyóylosbailarineshicieroncolaenlasalacontigua,dondelesaguardabaunrefrigeriodepasteles,emparedadosybizcochosdefrutas.TamencontróunamesaparalostresylosobsequióconanécdotasdivertidassobresufamiliaenParís.

—Flora insistió en que fuésemos a ver un espectáculo. Se pasó toda lasemanaerrequeerreyluegolediounataquecuandovioalasbailarinascontanpocaropa.Mimadrenodejabadegritar:«¡Quevanapillarunapulmonía!»,ymihermananoshizosalirenmitaddelcancán.

—¡Mira que llevarlas a las Folies Bergère! ¿En qué estabas pensando,botarate?—dijoBozconunchiflido.

—¡Una y no más!—Tam hizo una mueca de dolor—. Mi madre y mihermanaestányaporfinenNorthBerwick.

—¿Ytú?—preguntósuamigo—.¿Llegastea…?—Sí,yotambiénlleguéahartarmedeParís—loatajóelotro—.Ahorate

tocaatiponermealdíadeloquemeheperdido.—Un montón de partidos de críquet y de tenis. Rafi no ha dejado de

ganarmealcríquetniSophiealtenis.—¡Nomedigas!—exclamóTam.—¿Dequétesorprendes?—rioSophie—.Fuicapitanadelequipodetenis

demiescuela.—Enesecaso,necesitasunoponentemejor—laprovocóTam—.Teretoa

undueloconraquetasalamanecer.—¡Hecho!—aceptóellaconunasonrisa.

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La joven pasó el resto de la velada bailando con uno y con otroalternativamente,pero,alllegarelúltimovals,Tamnodejóqueseleadelantarasuamigo.Ellasintióunosnerviosabsurdosalversetancercadeél,consumanoposada con firmeza en su cintura y el mentón del joven rozándole el cabellomientras giraban por la pista. No pudo sino sentirse impresionada por sudesenvoltura.

—Bailasmuybien—dijoélsonriéndole—,mejorquelasparisinas.—Mealegraoírlo—repusoella,felizconelcumplido,aunqueconcierta

punzadadecelos respectode las francesasquedebíadehaberconocido—.Detodosmodos,megustanmáslosbailesmodernos.

—¿HasestadoenelPalaisdeDancequehanabiertoenFountainbridge?—No—contestóellacongestoanhelante—,peromehandichoqueesuna

maravilla.—NomedigasquenotehallevadoBoz.Sophienegóconlacabeza.—Solomehapedidoquesalgamoshoy,porquehacíanfaltachicas.—Entonces, ¿no tenéisuna relación?—preguntó él, tandirecto comode

costumbre.—¡No,quéva!—corrióadecirella.—En ese caso, señorita Logan—concluyó él apretándola más contra sí

paramusitarlealoído—,elsábadoporlanochevaaponerseustedsustrapitosmáselegantesparavenirconmigoalPalais.

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Capítulo8

—No pensarás ir sola con el señor Telfer, ¿verdad? —preguntó Amypreocupadamientrasobservabaasusobrinaarreglarseparasaliraquellanoche.

Traslavarseelpelo,habíaenvueltobienapretadossuslargosmechonesenjironesdetelaparaquesesecasen,loquehabíadadocomoresultadotodaunacascada de tirabuzones rubios. Había acortado la falda del vestido azul de laboda de Tilly y estaba probándose diversas joyas para combinarlas con lapecheralisa.

—¿Elcollardecuentasdemarfiloelbrochedeámbar,tía?—Elbroche.Sophiehizounamueca.—Meparecequeelcollardemamáesmásllamativo.Además,hacejuego

conlapulserademarfil.—¿Tambiéntevasaponerlapulsera?—preguntóAmyconsternada—.¿Y

silapierdes?Sabesqueelcierrenoesmuyresistente.—Nolavoyaperder—aseveróSophie.Sacólajoyadesumaltrechoestuche.Erasuposesiónmáspreciada,pues

se la habían regalado sus padres al bautizarla. Recordaba a su madreabrochándoselaasumuñecadeniña,talvezparauncumpleañosuotraocasiónespecial.Enrealidad,loqueteníagrabadoenlamemoriaeramáseltactosuavedelcalordesusdedosyunaromadefloresylarisadesupadredefondo,unarisaguturaldefumador.Pasólasyemasdelossuyosporlasdiminutascabezasdeelefantedetalladelicadayabrochóelcierremetálico.

Aunque,hacíayavariosaños,lehabíaañadidoalgunascuentasdeescasovalorparalograrqueseajustasealcontornodesumuñecademujer,aSophieleseguíaencantando.Habíasidoparaellacomountalismándurantetodasuvida,un lazodeunióncon suspadresy con lavidaquehabía conocidoantesde latragedia, como si con tocarlo pudiera invocar su espíritu para que lasalvaguardasen. Aun así, jamás se le había ocurrido confesar aquel

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convencimientosupersticiosoalabeatonadesutía.—¿Quién más va a ir esta noche a la sala de baile? —insistió Amy

mientrasclavabalamiradaenaquelmacabrobrazaletedeelefantesdecapitados.Nunca le había gustado y tampoco le hacía mucha gracia que su sobrina lotratasecomounareliquiasagrada.

—Sivaaestarallítodoelmundo—respondióellaconairedespreocupado—:Boz,losMcGinty…Mediauniversidad.

—ElseñorTelfertendráquesermásconcretocuandovengaarecogerte.Lajovenseocupóenponerseelimpermeable.—Ya te he dicho que he quedado con él fuera. Me voy, que pierdo el

autobús.—Pero,Sophie…—Yaloinvitaréotrodíaatomarelté.Loprometo.—Tomóelbolsitode

fiesta que había comprado aquella misma semana en una tienda de segundamanoy,trasdarasutíaunbesoapresurado,salióporlapuerta.

—¿Nollevasparaguas?—preguntóAmyalzandolavoz.—SupongoqueTamtendrá—repusoellaantesdedespedirseconungesto

delamanoydarunportazotrasdesí.Estabahechaunmanojodenervios.Loúltimoquequería eraque su tía

atosigara a Tam con preguntas sobre su familia y asuntos de actualidad comohabíahechoconBozyRafi,puesteníalaimpresióndequeTamnoibaatenertantapacienciaconellayqueríacausarlebuenaimpresiónantesdequesevierasometidoal interrogatorio inquisitorial deAmy.Sedetuvoen lapenumbradelrellanoparadeshacersedeaquelanodinochubasqueroy, sacandodelbolsounlápiz de labios y un espejo enminiatura, se aplicó una ligera capa de rojo.Acontinuación,apretósuslabioscarnososhastaestarsatisfechaconelresultado.

Tam la esperaba fuera con un paraguas para resguardarse de la lloviznanocturna, vestido con un traje inmaculado, bufanda blanca y zapatos bienlustrosos.Ellasintióunhormigueoenelestómagoantesuaspectoacicaladoyelintensoolorde su jabóndeafeitado.Él la contemplóadmiradoy leofrecióelbrazo.

—Estáustedincreíble,señoritaLogan—dijoélconunguiño—.VoyaserlaenvidiadetodoslosdelPalais.Vamos,sube—añadióseñalandoalautomóvilquelosaguardaba.

—¿Vamosairentaxi?—exclamóella.—No querrás que te deje ir pisando charcos para que te estropees las

medias,¿verdad,chiquilla?—repusosonriendo.Ellaseruborizóencantadamientrasélseintroducíatrasellaenelvehículo.

Tam charló con ella con desenvoltura mientras cruzaban la ciudad. Quería

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saberlotodosobreelviajeenmotocicletaaNewcastleylafiestadecumpleañosdesuprimayquedóestupefactocuandoellaledijoquedeallíhabíansalidouncompromisomatrimonialrepentinoyunabodaunmesdespués.

—Dehecho, este fue el vestido que llevé de damade honor deTilly—confesóSophie.

—Es precioso —aseveró él mientras miraba las piernas de ella—. Mehonraquetelohayaspuestoparasalirconmigo.

Ellaseazoródeprontoytiródeldobladilloparataparselasrodillas.—Notengograncosaqueponermeenlasocasionesespeciales.—Estásguapísimacontodoloquetepongas—dijoTamsonriendo.Aunque era consciente de que la estaba halagandoy de que palabras así

debíandeserfrecuentesenaquelhombredemundo,Sophiesupo,antesaúndellegaralsalóndebaile,queseestabaenamorandoirremediablementedeél.

SalierondeltaxiycorrieronbajolalluviaalaentradaimponentedelPalaisde Danse. A la joven le costó dar crédito al contraste que existía entre lasviviendas negras de hollín que poblaban la calle y el deslumbrante interior dealtas columnas doradas, suelos embaldosados y bombillas eléctricas. Si en suapartamento seguía teniendo lámparas de gas que producían charcos de luzapagadaquenuncaacababandeahuyentarlapenumbra,allíresplandecíalaluzdelasarañasydelosapliquescontonosdecolorqueibandelblancocegadoralrosapálido.

Trasdejarelabrigoenelguardarropa,tomóaTamdelbrazoyseunióconélalanutridaconcurrenciaquesedirigíaalsalón.Eljovennodejabadesaludaraunosyaotrosamedidaqueavanzabanaempujones.

—¿CómofuelodeParís?—lepreguntóunhombrevestidodeetiqueta.—Me alegra verte de vuelta, Tam—le dijo otro con una palmada en la

espalda.—Ella debe de ser… —aventuró un tercero ataviado con la vistosa

americanadeunequipoderemoymirándolaconojosvidriosos.—La señorita Sophie Logan—la presentó Tam—, campeona de tenis y

motociclistaquesirviódecorreoenlaguerra.Ellasoltóunarisitatímida.—Nadadeesoesverdad.—Tames un gran cuentista—dijo el remero—.Se ve a la legua que es

ustedmuyjovenparahaberestadoenlaguerra.—Jovensíquees—convinoTam—,peroesverdadqueleganaaBozal

tenisyqueconduceunamotocicleta.Elhombredejóescaparun silbidodeadmiraciónmientras sebalanceaba

ligeramentesobresuspies.

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—Venteconnosotros,Telfer,¿ovasaquedarteparatisolitoalaincreíbleseñoritaLogan?—AcontinuaciónsepresentócomoJimmyScott.

EncontraronunamesalibreyTamfueapedirlabebida.Sophiemiróasualrededor, maravillada ante tanta variedad de personas. La gente bien deMurrayfieldsecodeabaallíconestudiantesyconoficinistascomoella.Observóconenvidialosvestidosconflecos,lossombrerosdelentejuelasylospeinadoscortosde las jóvenes flappersdeEdimburgo.Si ahorraba, talvez tambiénellapudiera permitirse una estola de pieles o, por lomenos, un tocadodeplumas.Tam regresó con zumos y se puso a charlar con sus amigos del club de remosobrelaregataquesehabíaperdido.

—Nomeextrañaquequedaseiscasilosúltimossinmisbrazos—seburlóTam.

—Muyegoístadetuparte,Telfer, lodelargarteaParíscuandomásfaltahacías—comentóJimmy.Apestabaawhisky.

Sophie sabía por Tam que algunos de sus amigos se reunían para beberantesdeirabailar,porqueenelPalaisnoseservíaalcohol.

—Yonocreoquefueseegoísta—intervinoella—.Dehecho,hasidotodoundetalledesupartellevarseasumadreyasuhermanadevacaciones.AmímeencantaríaconocerParís.

Los hombres se miraron antes de que Jimmy le dijera con expresiónmaliciosa:

—Yotellevo.Solotienesquepedírmelo.—Diqueno,Sophie—rioTam—.Jimmynohaestadonuncamásalsurde

Prestonpansnisabeunasolapalabraenfrancés.—Sinembargo, loshéroesdeguerraestáis convencidosdeque lo sabéis

todo—sequejóelotro.—Comopoco, sabemos cómoparleravec las damas—terció el hombre

fornidodelesmoquin—.¿Noesverdad,Tam?Enaquelinstante,sevieroninterrumpidosporchillidosdegozocuandose

presentaronconestruendoantelamesadosmuchachasataviadasconvestidosajuegodecolorcremaylargosmitonesdeencaje.

—¡Chicos!—exclamólamásalta,quellevabaelpelonegroàlagarçonne,mientrassedisponíaabesarlosatodosenlamejillayagitabaenelaireuncarnédebaile—.Alomejornosquedasitioparavosotros.

—Tam, al final has vuelto —comentó su amiga señalándolo con unaboquilladecigarrillo—.SelodijeaNell.

—No:telodijeyoati,Catherine—lacontradijoNell—.TamestáhechoaEdimburgo.Nosecharíademasiadodemenos.

Losjóvenesdelamesabuscaronsillasparalasreciénllegadasehicieron

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las presentaciones. Nell los conocía del club de debate de la universidad yCatherinehabíasidocompañerasuyadecolegio.LasdosmiraronconcuriosidadaSophie,quien,porunavez,seencontrabasinsaberquédecirenmediodelasconversaciones que entablaban y los dardos que se arrojaban sin descansoaquellosjóvenes.Todoseranmuchomásrefinadoseinstruidosqueella,quien,enrealidad,noveíalahoradelanzarseabailarlamúsicafantásticaqueestabainterpretando la docenademúsicos queocupaba el escenario situado al fondodelsalón.

Depronto,Tamsepusoenpieylallevóalapistadebailealoírunfoxtrot.—Sonbuenagente—aseveró—,peroesdifícilquetedejenunhuecopara

deciralgo.—Aellaslespasalomismo—añadióSophieconunasonrisaburlona.—Sondelclubdedebate.—Élsonriótambién—.Pensabaqueaprobarías

quelasmujerespuedanexpresarsuopinión.—Claroquesí,peroprefierobailarcontigoaescucharatusamigos.Tam abrió los ojos de par en par y, a continuación, se echó a reír y la

abrazóconmásfuerza.Lanoche transcurriócomounaexhalaciónsinqueSophie tuviera tiempo

derecobrarelaliento,siendoasíquenohabíaunapiezaquenoquisieranbailarconellaTamosusamigos.CuandollegóBozlamiróconojosdenostalgia,peropareció contentarse con salir a la pista con Catherine y con Nell. Más tarde,cuando se atenuaron las luces, se sorprendió al ver llegar a Rafi con IanMcGinty,ambosconprendasinformalesdefranela.

—Ya han llegado los bolcheviques —los saludó Jimmy con voz deborracho.Sophienohabíapasadoporaltoquellevabatodalaveladabebiendodeunapetaca—.¿Habéisvenidoaaguarnoslafiesta?

—Callaya,Jimmy—dijoNell.RafieIan,sinembargo,siguieronimpertérritos.—Disfrutamientraspuedasdetuspasatiemposburgueses,Scott—dijoel

primero en tono moderado mientras alzaba su vaso y expulsaba el humo delcigarrillo—,quecuandollegue larevoluciónya intercederemosnosotrospor tienelkomissariat.

—Conmigonojuguéis—losadvirtióélarrastrandolaspalabras.—Venaquíconmigo,Rafi—ordenóNell—,quemetienesquehablardel

debate sobre el Imperio que me perdí. Tam dice que tuviste que defender ladominacióncolonial.¿Quédiablosdijisteparaganar?

—Me limité a soltar un sermón sobre las bondades del reinado de losbenévolosmogoles—respondióelotrosinmás.

—Y,claro,lospillódesprevenidos—gruñóTam.

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—No es el cuento de siempre de los ferrocarriles y los misioneros quetantogustaalosbritánicos—dijoIanMcGinty.

EstosulfuróaJimmy,queparecíadispuestoaacapararaNell.—¡Kan!Antestehevistobebiendoalcohol.Pensabaquelosmahometanos

nopodíaisniverloenpintura.Rafilevantósuvasodezumopararemedarunbrindis.—AlgobuenodeberátenerelImperio,Scott.—Hipócritademierda—leespetóJimmy—.¿Cómotehandejadoentrar?McGintysefuehaciaélcongestoagresivo.—¿Yporquéno ibanahacerlo?Tieneelmismoderechoquenosotrosa

entraraquí.Jimmyseabalanzóhaciadelanteyledijoescupiendolaspalabras:—Porqueesunindioasqueroso.Tam abandonó su asiento como movido por un resorte y con el rostro

desfiguradoporlaira.—¡Serás hijo de puta! —bramó al paso que echaba atrás el puño y le

asestabaungolpeenlanariz.Elagredidotrastabillóycayódeespaldasalsuelo.Tamvolvióaarremeter

contraél,peroBozyRafi intervinieron,poniéndoseenmedioparacontenerlo,entantoqueelremerocorpulentoseocupabaenponerenpiealotro.

—Sacadlodeaquí—ordenóNell—antesdequenosechenatodos.Jimmyhizoademándeprotestar,peroBozcorrióaasirloporelbrazo.—Estásborracho.Horadevolveracasita.Elotrosaliócon lasmanosen lacaraescoltadoporel resto.Todoacabó

con tanta rapidez que a Sophie le costó creer que hubiese ocurrido. Daba laimpresióndequelasdemásmesasnohubieranvistonada.Tamsepusoenpieconlarespiraciónagitadaylospuñosaúncerrados.

McGintydijoentonces:—Bienhecho,Telfer:yaerahoradequealguienledieraunapatadaenel

panderoaeseimperialista.NoresultabafácildescifrarlaexpresióndeRafi.Dehecho,Sophietuvola

impresión de que estaba más preocupado por Tam que por sí mismo. Sinpronunciarpalabra,pusounamanoenelhombrodesuamigoylocondujoaunasilla.Tamsesentóconlamiradaaúnfuriosayapretólosbrazosdelasientohastaquesecalmó.Enlamesareinabaunambientetenso.Nellsepusoenpieydijo:

—Venga,Rafi,vamosabailar.SedirigieronalapistaySophielosobservóhastaquesemezclaronconel

gentío que había allí. Se le hizo raro verlos bailar juntos. La violencia delmomentolahabíaafectadoyteníalasemocioneshechasunlío.Entoncesvolvió

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Boz.—Brownlohaacompañadoacasaylovaadejarensucuarto.Dudoque

seacuerdedemuchoporlamañana.¿Túestásbien,Tam?—Alverloasentir,sevolvióhaciaSophieypreguntó—:¿Ytú?

—Sí, claro.—La joven tomó su vaso conmano temblorosa y le dio untragolargo.

Boz fue a decir algo más, pero en ese momento se levantó de formaabruptaTam.

—Señoritas —dijo a Sophie y Catherine—, siento mucho habermeconducidocomounbruto.—Contemplósusnudilloscomosifuerandeotro—.Porfavor,perdonadme.

Catherinerestóimportanciaaloocurridoconungestodelamano.—Jimmysehapropasado.—Dichoesto,tendiólamanoaBozparapedirle

—:Sácameabailaruntango,quealosdossenosdaigualdemal.Unavezsolos,SophieyTamsemiraron.—Te he estropeado la noche, ¿verdad? —preguntó él con gesto

compungido.—No—respondióella—,hasidoJimmy.Detodosmodos,tampocopuede

decirsequemelahayaestropeado,porquemelohepasadoengrande.Tamparecíaextenuado.—¿Teimportasinosvamos?Lajovenocultósurenuencia.—Claroqueno.Fuerahabíacesadolalluvia.ElairefrescoreanimóaTamyledevolvióel

buenhumordecostumbre.—Dejaqueteacompañeacasa.—Perositetienesquedesviar.—Megustapaseary,además,tutíaesperaráquetedejesanaysalvaenla

puerta,¿no?—Sí—reconocióella.—Vamos, señorita Logan—dijo él sonriendo—, que no quiero dar a la

señoraAndersonunaexcusaparanodejarmesacarlaabailarenotraocasión.Caminaron tomadosdelbrazoporBruntsfieldLinksypor losMeadows.

Labrisanocturnaestabacargadadeloloramaltadelascervecerías.—HasidomuyvalientetudefensadeRafi—aseveróella.—¡Quéva!Scottsehacomportadocomounpatándelantede lasdamas.

Bebedemasiado.LaexpresióndeTamsevolviótensaySophiedeseónohaberdichonada.—¿Túnobebesnada?

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—Casinada.Elalcoholnoesbueno:mipadremurióporeso.—Losiento.—Notepreocupes:esofuehaceyamucho.—Tamrehuyósucompasión

—.Además,Rafiesbuenamigomío:eseldobledehombredeloqueserájamásJimmyScott.Entrehombrescomoél,Bozyyo,quehemossuperadolaguerraenelfrentedeFlandes,existeunvínculoespecialquenomepermitequedarmedebrazoscruzadosmientrasinsultanaalgunodenosotros.

Sophieleapretóelbrazo.—Yyoteadmiromuchomásporeso.Élseparó,lahizogirarhastatenerlafrenteasíylesostuvolabarbillapara

mirarla a los ojos. A ella el corazón se le iba a salir del pecho ante talproximidad.¿Iríaabesarla?Él tenía lavistaclavadaenlosojosdeSophie.Lajoventragósaliva,deseosadesentircontralasuyalabocafirmedeél.

—Nomerezcotuadmiración—dijoéldandounpasoatrás.La joven sintió una oleada de desengaño. Siguieron caminando. Tam se

pusoacharlar sobreBozy laaficióna los tofesquehabíadesarrolladoen lastrincheras.

—RafidicequesevaavolverlococonlosdulcesdelaIndia,pero,claro,paraesohayqueaprobarprimerolosexámenes.

SophienoqueríahablardeRafi,deBoznidesusestudiosnipensarenqueTamibaaesfumarseparaviajaralaIndia:loquedeseabaeraquelabesase.Laembargabanlafrustraciónyelanhelo.¿Nosedabacuentaél?

Al llegar alportal,Tamse llevó lamanoa los labiosy le lanzóunbesosuave, tanto que resultaba difícil creer que se trataba del mismo hombre quehabíaperdidolosestribosenuninstanteconsucompañeroderemo.

—Hedisfrutadomucho,señoritaLogan.Eresunabailarinaexcelente.—Yotambiénmelohepasadomuybien—repusoellatemiendoqueélse

dieralavueltaparairsesinhacerpromesadevolverlaaver—.Tam,¿quéhaydeesepartidodetenisentresemana?

—¿Detenis?—Eldueloconraquetasalamanecer.¿Noteacuerdas?Éllaestudióuninstante.—Claro,meencantaría.—¿Ellunes?—propusoella.—Los lunes tengo clase de indostánico con Downs, un veterano del

Punyab.—Vaya.—Sophieaguardó.—¿Quétalelmartes,cuandoacabesenlaoficina?—Sí—dijoellaenseguida.

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—Perfecto—concluyóélsonriente.—Graciaspor estavelada tanmágica.ElPalais era aúnmejorde loque

podíahaberimaginadonunca.—Venga,adentro,quequierovertevolversanaysalvaypoderdecirque

hecumplidomimisión.—Tamhizounsaludocastrenseconairedeburla.Sophieabriólapuerta.—Graciasdenuevo.Entróenelportal,perosequedóaobservarlomientrassealejabasilbando

consuavidadunamelodíabailable.Laluzdelafaroladestacólacicatrizdesucabeza,súbitorecordatoriodeque,porjovenquefuese,debíadehabervistoyhechocosasquenocabíaesperarquetuvieraquesoportarningúnhombredesuedad. Se preguntó a qué podría haberse debido una herida así, pero consideróque seríamásprudente no abordar el tema con él.Cadavezque se atusara elcabello espeso que crecía alrededor de aquella marca debían de volverle losrecuerdosdelaguerra.

Muchomástardeseguíadandovueltasenellecho,incapazdeconciliarelsueñoyoyendoensuinteriorlamúsicamientraslesonreíaelrostroapuestodeTam.Élsesentíaatraídoporella,deesonolecabíaduda,perohabíaalgoquelohacía vacilar. Tal vez no quería embarcarse en una relación amorosa semanasantesdezarparhacialaIndia,dondehabríadeempezarunavidanueva.Sintióunapunzadadeenvidiaalpensarqueibaamudarsealatierradesuniñez,pero,decualquiermodo,eraunalocuradejarsellevarporloquesentíaporél,cuando,hastaentonces,se lashabíacompuestodemaravillaparanodejarquenadie lerobara el corazón. Ya había perdido a demasiadas personas a las que habíaamado.

Mientrasseagitabaensuangostacama,SophietemióquelaatracciónquesentíaporTamfuesedemasiadopoderosacomoparapoderresistirse.

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Capítulo9

Sophie se despertó sobresaltada con las primeras luces. Apenas habíadormido. ¿Qué podía haberla sacado de su sueño? La imagen que tenía en lacabezaenelmomentodeabrirlosojosnoeraladeTam,sinoladeNellbailandoconRafi,moviéndoseconélcomolahierbaquesemecealvientoporlapistadebaile.

«No te acerques a las chozas de hierba en las que viven los nativos», lehabíadichosupadre.Estabaconvencida.Recordabahabercorridoporunpradoverdeesmeraldayporunapistapolvorientaconalguienpisándole los talones.Eraemocionanteyellasereía.Anteellaseextendíanlaselvayunacharcadeaguaspardasenlaquechapoteabanyjugabanloscríos.«¡Noteacerques!»Ellahabíadeseadounirseaellos.Casi rememorabaeloloracrede losexcrementosdebueyylasfloresyalcanzabaaoírloschillidosylasrisas.Cuandoestabaapuntodealcanzarlos,alguienlasujetaba,legolpeabalaspiernasylallevabadevueltamientrasellasedeshacíaenllanto.

«¡Noteacerquesahí!—Elrostrodesupadre,rojodeira—.Novoyadejarqueunahijamíajuegueconunindioasqueroso.»

Sophie se incorporó, tratando de apartar aquel sueño de su cabeza. ¿Ohabía ocurrido de veras?En lomás hondo de sí, sabía que había sido así. LaexpresiónquehabíausadoJimmyScottparainsultaraRafiduranteelincidenteocurridoenelPalaiseralamismaquerecordabahaberoídoasupadre.Aunqueeramuyfrecuente,laentristecíaimaginarlogritándolaavozencuellodelantedetodos. Y lo cierto es que no teníamemoria de haber jugado nunca con niñosindios,niantesnidespuésdeaquello.

Dejó la cama, hizo té y se sentó ante la ventana de la sala de estar acontemplarelamaneceramarilloyacuosoquerayabatraslososcurospeñascosdel parque de Holyrood. Ojalá fuese día laborable: el trabajo de la oficina lahabríaayudadoasacudirseaquelhumortristeyextraño.Elajetreoespantabalaspenas,conqueiríaalaiglesiaconsutíaydespuéslallevaríaadarunavueltaen

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laMemsahibsinollovía.Traslavarseconaguacaliente,sevistió,sealisóconelcepillolostirabuzonesdelavísperayllevóunatazadetéalcuartodeAmyparadespertarla.

Mástarde,cuandosedetuvieronatomaruntécampestreenlascolinasdePentlandydisfrutarde lavistabrumosade todoEdimburgoy,másallá, el ríoForth,obsequióasutíaconlosdetallesdelbaileomitiendolaconductaebriadeJimmyy la respuesta violenta deTampormiedo a que le prohibiera volver asalirconellos.

—ParecequelehastomadomuchocariñoaeseTamTelfer—dijoAmy.—Mehainvitadoajugaralteniselmartes.—Sophieleregalóunasonrisa.—¿Unpartidoindividualoconlosotrosjóvenes?—Individual.Latíalamiródehitoenhito.—Me pregunto por qué no te escribió ni fue a verte el señor Telfer tal

comoteprometióqueharíaenCarterBar.EsperoquenosehayainteresadoportisoloporquelohicieraanteselseñorBoswell.

Sophiesesintiódolidaantetalinsinuación.—Tamno es así. Estabamuy ocupado con las clases y luego llevó a su

madreysuhermanaaParís.Simplementenoselediolaocasión.—¿Yvesdeverassensatoencariñarteconunhombrequenovaatardaren

irsedelpaís?—¡Tía!—Lajovenhabíaperdidolapaciencia—.Unanoeligedequiénse

vaaenamorar,¿verdad?Amylediounaspalmaditasenlamano.—Loúnicoquequieroesquevayasconcuidado.Estoydispuestaaqueme

conquisteny,ajuzgarporloscoloresqueteasomanalasmejillassoloconoírsunombre,vasiendohoradequeloinvitesatomareltéencasa.

—Gracias,tía.—Asuslabiosasomóunasonrisa.Mientrasrecogíanlascosasparavolveraponerseencamino,dijolajoven:—AnochesoñéconlaIndia,peronosésifuemásbienunrecuerdo.—¿Fuebonito?—Nomucho:estabahuyendoymepegaron.Habíaniñosjugando,perono

medejabanunirmeaellos.Sinembargo,lahierbaylasfloreserandecolorestanvivosquenoqueríadespertarme.

—¿Tesonabaelsitio?—Puedeser.—Sophieseencogiódehombros—.Estabaallímipadre.—

Entonceslamirópreocupada—.¿Cómoera?—Yonotuvemuchaocasióndeconocerlo—dijoAmy.—Perotendríastiempodellevartealgunaimpresión,¿no?

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—Eramuyguapoyestabamuyenamoradodetumadre—reconocióella—,aunquechapadoalaantiguaasumanera.Sabesaloquemerefiero:lamujertienequeestarensucasa,dondequienmandaessumarido.Sinembargo,luegopiensoquelosbritánicosdelaIndiavanunageneraciónpordetrásdenosotrosenloqueserefiereaprogresosocial.Desdeluego,BillLogannoaprobabamisactividades sufragistas —añadió con una risotada—, ni que fuese soltera eindependiente.

Alverlaexpresióntristedesusobrina,intentópensarenalgopositivoquedecirdesucuñado.

—Sinembargo,eraunhombremuyapegadoasufamiliay,cuandonacistetú,tumadreescribióparadecirmequeestabaencantadoconserpadre.

—¿De verdad?—Sophie exhaló un suspiro—. Ojalá pudiera recordarloasí.

Mientrasseabrochabalachaquetademotorista,laasaltóunaidea.—Tía,¿tienesguardadaalgunadelascartasdemimadre?Amysedetuvouninstante.—Debedehaber algunapor ahí—repusoencogiéndosedehombros con

gesto vago—, aunque la verdad es que no escribía mucho y, después de quenacieras tú,solomandabacartasenNavidadypara loscumpleaños.—GuardóparasíquesiempresospechóqueLogan interceptaba lacorrespondenciadesuesposayquealgunasdelascartasnisiquierallegaronaenviarse,puesJessiesereferíaensusfelicitacionesnavideñasahechosyapersonasdelosqueparecíaesperar que tuviese conocimientoAmy.Además, había una última carta de suhermana, una carta desesperada, que no debería haber guardado. En aquelmomento volvió a abrumarla el sentimiento de culpa por no habermantenidoconmásfrecuenciaelcontactoconella.

—Elañoquemuriótumadrellevabamesessinsaberdeella—confesó—.Tupadreoshabíallevadoaunlugarmásremotoydiporsentadoquenodebíadehaberserviciopostal.

—¿Nos fuimos de las plantaciones de la Oxford? —preguntó Sophiesorprendida—.¿Adónde?

—Noestoysegura—contestóAmyfrunciendoelceño—.Aunlugarmásmetidoenlascolinas.Fuetupadrequienmeescribióparacontármelo.Medijoquetumadreestabamásdelicadadesaludyquelesentaríabienelairefrescodela región. Por eso fue más trágico aún que muriesen los dos allí de fiebretifoidea.

De pronto acudió a la memoria de la niña una imagen vivísimacontemplada desde una balaustrada blanca de sol invadida por enredaderas enflortraslaquenoseextendíanmásqueárbolesyselva.Ataviadaconunvestido

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defiesta,llevabaunratoesperandoimpacientealgooaalguien.Habíatamboresy fuegos artificiales, muchos, y estaba convencida de que se los estabandedicandoaella.

—Creo que recuerdo un bungaló en las colinas. —Sophie se afanó enretener la imagen—.Sí,eramicumpleaños,porqueyoquería teneruna fiesta,peromimadremedecíaquenopodíaser:estábamosdemasiadolejosparaquefuesenadieavernos.Aqueldebíadeserelsitio,¿no?Elsitioenelquemurieronmispadres.

—Podríaser.—¿Ynoteacuerdasdedóndedijomipadrequeestaba?Amynegóconunmovimientodecabeza.—No, pero sí que retuve el nombre de la casa, porqueme pareciómuy

bonito:WhiteBlossomCottage.—White Blossom Cottage —musitó la joven—. No suena a indio

precisamente.—Vamos —dijo Amy en tono enérgico—, que no es bueno quedarse

ancladoenelpasado.SiemprepiensoquetumadrenodeberíahaberseidonuncaalaIndia,peronotieneningúnsentidodolersedealgoquenopuedesdeshacer.TucasaestáenEscocia,cielo,ydeberíasestaragradecida.

Aunquelalluviaobligóasuspenderelpartidodetenisdelmartes,SophieinvitóaTamatomartéconlatíaAmyigualmente.Estuvoencantadoryhablóporloscodos.Sedeshizoenelogiosparaconsusobrasdecarpinteríayprometióprocurarlemaderadehayaparaelpróximoencargo.ConversaronsobreárbolesyhablarondeSuizamientraslajovenrellenabalateterayponíamantequillaenuna bandeja más de bollitos. No pareció amilanarse ante el bombardeo depreguntasdesutía.

—¿Y por qué ha elegido la India para ejercer de ingeniero forestal?—quisosaberAmy.

—En realidad, la India era mi segunda opción —la informó él consinceridad—. Yo quería irme a América, pero no fue posible. La India, sinembargo,ofrecemuybuenasperspectivas.AllítienenelmejorservicioforestaldetodoelImperio.Esperohaberllegadoasupervisoralostreintayserexpertoensilviculturacuandocumplalostreintaycinco.Yaestoyescribiendoartículosrelacionadoscontodoslosaspectosdeladasonomíayrecibomishonorariosporello. Tengo intención de convertirme en una autoridad en lamateria para quepuedansolicitarsemisserviciosencualquierpartedelmundo.

ASophielasorprendiólapasiónconlaquehablabadesufuturoynopudosino envidiar su resolución. Su tía, sin embargo, tenía aquellamirada fría tan

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suya.—Desdeluego,megustanloshombressegurosdesímismos—aseveró—

ynohaynadamaloentenerunapizcadeambición…—Pero…—Tam inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿Cree queme estoy

precipitando?—¡Quéimpacientessonlosjóvenesdehoy!—Amysoltóunacarcajada—.

Habráquetomarsetambiénuntiempoparadisfrutardelavida.—Eso pretendo—sostuvo él con una sonrisa—. En la India también se

juegamuchoaltenisysebaila,porloquetengoentendido.Hayqueentregarsedellenoaltrabajoyalocio:eseesellemadeTelfer.

Sophieevitó lamirada inquisitivadesu tía.No tenía lamenor ideadesihabíaunsitioparaellaenlosgrandiososplanesdeTam.LaideadevolveralaIndia resultaba intimidadora y emocionante a un mismo tiempo. Apenas seatrevíaadesearlo.

Con todo, Sophie se vio con Tam casi a diario en las dos semanas quesiguieronaaquelencuentroconlatíaAmy.Pidióunpermisoeneltrabajoparapoder jugar conél al tenisypasearpor losSalisburyCragsy, en casodequelloviera,irapatinaralapistadehielodeMurrayfield.ÉllallevóalosbailesdelNorthBritishHotelyellaaunconciertoenelUsherHall.

—La verdad es que no me atraen demasiado estas cosas clásicas —reconocióély,enconsecuencia,salierondelasalaeneldescanso.

Sinembargo,cuandolajefadeSophie,laseñoraGorrie,leregalóentradasparaLospiratasdePenzance,deGilbertySullivan,Tamrecibiólanoticiaconpalmas y silbidos de entusiasmo.El sábado, salieron en laMemsahib hacia laplaya de North Berwick y, tras comer pescado con patatas fritas, volvieron atiempo para cambiarse e ir a bailar al Palais. Porque, por encima de todo, lesencantababailarjuntos.Eralapasióndeambos.Sophienohabíatenidonuncalasensación de fundirse con su pareja de unmodo tan intenso como cuando sedeslizabaygirabaporlapistaenbrazosdeTam.

Aunqueavecessereuníancon losamigosdeTam,ellanoveíanunca lahora de volver a estar sola con él. Fue precisamente el día de la excursión aNorth Berwick y la velada en el Palais cuando, mientras paseaban por losMeadowsenlaclaridaddeaquellanochedeverano,Tamlallevóbajounárbolylepreguntó:

—Sophie,¿puedobesarte?—¡Tam,porDios!Loestoydeseando.—¿Deverdad?—Sí—dijoellasonriente.Él la rodeó con sus brazosy la estrechó contra su cuerpopara sellar los

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labiosdeellaconlossuyos.Subesofuefirmeyenérgico,tanlargoqueSophiequedómareadaysinalientocuandoalfinconcluyó.

—¡Quémujer!—exclamóélconvozronca.—Nosabíaqueunbesopudiesesaberasí.—Lajovensonriótambaleante.—Ver una muchacha bonita bajo un haya tiene ese efecto sobre mí—

bromeóél.Aunqueellaansióquesesucedieranlosbesos,Tamlatomódelamanoy

laacompañóaClerkStreet.El corazón de Sophie se fue angustiando a medida que se acercaba el

momentodequeTamysuscompañerospartieranalcampamentodeprácticasenel continente. ¿Cómo iba a poder vivir sin verlo durante tanto tiempo? Sentíadolorfísicoconsolopensarensuausencia.Después,estaríaenEscociaapenasunpardesemanasantesdemarcharaOxfordparahacersusexámenesfinales,traslocualtendríaqueponerrumboalaIndia…

PasónochesenvelamartirizándoseconlaideadenovolveraveraTam,pensandoquedesaparecíaenlaIndia,dondeseveríarodeadodelasjóvenesdela«flotapesquera»,muchachasquepartíanalesteenbuscademaridoyque,sinduda, se volverían locas ante la perspectiva de contraer matrimonio con unescocésguapoyambiciosoconunpuestogubernamental.TalvezpudieraviajaralaIndiaparavisitaraTillyeingeniárselasparaverlo.Suprima,sinembargo,debíareunirseconJamesRobsonenAssam,entantoqueTamestaríadestinadoenelPunyab,en laotrapuntade la India.Susansiasporvolveralpaísque lahabía visto nacer se acrecentaban a medida que pasaban los días y no leconcedíanniunminutodepaz.

Ciertanoche,cuandovolvíandebailarysedetuvieronparabesarsebajosuárbol,Sophiesedecidióaexpresarlesusmiedos.

—¿Quévaapasarcuandotevayas,Tam?—lepreguntó—.¿Quévaaserdenosotros?

Élseechóareír.—Solo voy a estar fuera un mes. Dudo que nos dé tiempo a morir de

añoranza.Además,tevoyaescribir,porsupuesto.—Pero,despuésde eso—insistió ella—, ¿quévoyahaceryo cuando te

vayasalaIndia?Élguardósilenciounbuenrato.Aunquelasombraleimpedíadistinguirla

expresión de su rostro delgado, Sophie tuvo la impresión de que suspensamientosseencontrabanmuylejosdeallí.

—Nos escribiremos —dijo al fin con aire despreocupado— y veremosadóndenosllevatodo.—Actoseguido,volvióabesarlasindarlemásocasióndehablar.

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Undíaantesde lapartidadeTamaFranciaySuiza,Sophie fueaver lacarrera de remo en la que participaba. También estaban presentesBoz,Rafi yMcGinty. El primero semostró afable, aunque tímido, y no tardó en alejarse,peroRafi no dejó de hablar con entusiasmo del viaje que estaban a punto deemprender.

—Vamosaverlastrincherasenlasqueestuvimosyalgunosdeloslugaresquefrecuentábamos—dijo—.ElprimercampamentodeprácticasestáapocasestacionesdetrendelvalledelSomme.

—¿Enserio?—preguntóellaconasombro.—Sí.HasidoideadeTam.¿Notelohacontado?—No.—Sintióunafugazpunzadadedoloralrepararenquenolehabía

revelado ninguno de sus planes, aunque lo cierto era que ella apenas lo habíaanimadoahablardelviajeporlaamarguraqueleprovocabaelquefueraaestarausentetantotiempo—.¿Paraquédiablosqueréisvolveradondeestuvisteisenlaguerra?

Rafidiounacaladaalcigarromientrascavilaba.—Aquelfueuntiempodecamaraderíaenelquevivíamoseldíaadía—

reconoció—,terribleaveces,aunquetambiénmuyestimulante.—Paralosquevivieronparacontarlo—puntualizóMcGintyconunbufido

—.Yoeracamilleroyviamuchosdelosquenotuvierontantasuerte.Amínisemeocurriríavolverallí.

—Creoqueentiendoporquéloveisvosotrosdeotromodo—dijoellatrasreflexionaruninstante.

—¿Sí?—Rafiestudiósuexpresión.Ellaeraconscientedequelohabíasorprendido,perooptóporsostenerlela

mirada.—Volverallíosdalaoportunidaddepasarpágina,decerrarheridas.Élasintióconunasonrisamelancólica.—Sí,supongoquesí.SophienotuvoocasióndepreguntaraTamalrespecto,pues,traseltéque

seofrecióenelclubderemo,éltuvoquevolveracasaparaacabardehacerlasmaletas.Suhermanaleestabapreparandounalmuerzoespecial.Lajoventeníalaesperanzadequelainvitase,puesaúnnoconocíaasufamilia,peroélaseveróen tono jocoso que no pensaba exponerla al grupo de adeptas a la cienciacristianadeFlorahastasuregreso.

—Mañana iré a despedirte a la estación—dijo ella—. ¿Quieres que terecojaconlaMemsahib?Elequipajetambiéncabe.

Élsoltóunarisotadaextemporánea.—Conesetrastoruidosodespertaríasatodoelvecindario.Además,novoy

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ahacertemadrugartanto.—Nomeimporta.—No—dijoélconfirmeza—,mejornosdespedimosahora.Sinescenas,

¿eh?Ella sintió que se le encogía la garganta y se le llenaban los ojos de

lágrimas. Habíamás gente en la parada de tranvía y el lugar, además, estabademasiado a la vista como para que pudieran despedirse en condiciones. ÉlestrechólasmanosdeSophieentrelassuyas.

—Noquierover tan tristesesosojoscastaños tanbonitos—murmuró—.Prometoescribirteycontártelotodo.Ytútambiéntendrásqueescribirme.

Sophieasintiósinatreverseahablar.—SeguroquetelopasasengrandeconlavisitadeTilly—aseveróélcon

unasonrisa—yalaseñoraGorrielaalegraráverteotravezenlaoficinadespuésdefugarteconmigo.

Ellasonrióyparpadeóparacontenerlaslágrimas.Eltranvíasedetuvocongranestruendoanteellos.Tamse inclinóy lediounbeso rápidoen lamejillaantesdeanimarlaasubir.Ellasintióqueelpechoseleencogíaalentrar.Intentóestar el mayor tiempo posible sin perderlo de vista. Lo vio de pie, apuesto einformal con su americana de remo y sus pantalones de franela, agitando lamano a modo de despedida. A ella, aturdida en su asiento, le caían lágrimascalladasporelrostro.SisepararsedeTamduranteunmesresultabatanpenoso,¿quénohabríadesoportarcuandopartieseparalaIndia?

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Capítulo10

—Cuéntame entonces cómo es esa ogresa de hermana —pidió Tilly,sentadaasuladomientrascomíanbollitosdepatataantelaestufadegas.

—Todavía no conozco a Flora—reconoció Sophie.No le hizo gracia lamiradaquesecruzaronsuprimaysutía—,peroessoloporqueéltemequemeintimide por su afán evangelizador. Se ve que ella ha abrazado la cienciacristianaconmáspasiónqueTam.

—¿Ycuándotehasdejadotúintimidarporalgo?—replicóTilly.—Detodosmodos,estoyseguradequenospresentarácuandovuelva, la

semanaqueviene.—Estaráscontandolosdías—laprovocólaprima.Ellaasintióimperturbable.—Séloquees—asintióTillyconunsuspiro—.YonoveréaJameshasta

diciembreypareceunaeternidad.Avecespiensoquelabodadehaceunmesnofuemásqueunsueño.

—¿Loechasmuchodemenos,cielo?—preguntóAmy.—Másdeloquepensaba.Quierodecirquecasinoloconozco,¿verdad?

Entrenosotras,sololedielsípornotenerquemudarmeaDunbarconmimadreni sumarme a la «flota pesquera» para dar con un marido en la India a lasórdenesdemicuñadaHelena.¿Suenamuysuperficial?

—Mucho—confirmóSophieconunacarcajada.—Sinembargo,alfinalhasidoparabien—señalóAmy—.Tumadreme

haescritoparadecirmelocontentaqueestácontumatrimonio.—Yodiríaquemásbienestáaliviada—repusoTillyentrerisas—.Seha

libradodeTillylaTontili.—¡Quéva!—asegurólatía—.Dicequeosvemuyfelicesy,ati,conlos

pies en la tierra y decidida a hacer que la relación funcione, sin perderte enexpectativasrománticaspocorealistas.Esaes,amientender,larecetaidealdeunmatrimoniolargo.

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Sophienopudo evitar irritarse ante el comentario, que sabíadestinado azaherirlaporhaberseenamoradolocamentedeTam.Aquellohabíadadolugarano pocas tensiones entre ambas durante las últimas tres semanas. ¿No podíaAmy desplegar la misma ilusión por su noviazgo? Cuando, durante las dosprimerassemanas,nohabíanrecibidocartaalgunadeTam,nohabíadudadoenseñalarchasqueandoconlalengua:

—Quizásesmejorasí:élesdemasiadoambiciosoparati.Ella,dolida,habíainsistidoenqueelcorreopodíahaberseextraviadoyen

queTamnohabíaestadomuchotiempoenunmismolugar.Nohabíanfaltadolasdiscusionesentreambas.

—Estássiendomuyegoísta, tía—lahabíaacusadoSophie—.Noquieresquemecaseconnadieparatenermeaquíeternamenteyquepuedacuidardeti.

—¡Si será ingrata la señorita! —había exclamado Amy—. Yo a losarribistaslosveoveniralaleguayesehombrenoestáhaciendootracosaquejugarcontucariño.Éltienelasmiraspuestasenalgomáselevadoynosevaaconformarhastaquenodéconlahijadeungobernador.

Contodo,pocosdíasanteshabíarecibidounacartaextensaymuytiernadeSuizaquenodudóenblandircongestodetriunfoantesutíamientrasestalamirabaconloslabiosapretados.

…hemosidoaverunsistemadetransportedetroncoscercade Interlaken.Resultamuy interesante el uso que hacen delos torrentes para hacerlos descender por la corriente desdelas montañas, mucho más sencillo y eficaz que tener quedependerdekilómetrosykilómetrosdecarreteras.Atutíaleencantarían las tallas enmaderaquehacen los artesanosdeaquí.Dile que estoy tomando fotografías de todo para ella.Parecequelamaderadeperaltienemuchoéxito.Esoledaráenquépensar.

Sophienosecansabadeleerlaspalabrasconqueconcluíasuescrito:

Tuscartasmeanimanmuchísimo.Hacenqueteañoremuchomás, pero no dejes de escribir, porque me acercan de unmodomuyvivoaEdimburgoya ti,queridamía.Besoconternura los trazos creados por tu hermosa mano y meconformo con eso hasta poder besar de nuevo esos dulceslabiosquecadadíaechomásdemenos.

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El corazón de ella se había acelerado ante tan amorosas frases. JamáshabríaesperadotantaternuraenunhombredeaccióncomoTam.

AquellanocheleenseñólacartaaTillycuandosepreparabanparadormirenelcuartodeSophie.

—Pero ¡qué romántico que es ese ingeniero tuyo! —exclamó la primaconteniendoun grito—.Loúnico quemehamandado amí James ha sido untelegrama para decirme que había llegado a Assam. Dudo mucho que se leocurrasiquieraescribir.

—Mira, aquí tengo una fotografía suya—anuncióSophie señalando conorgulloaunhombredefiguraatléticaenpantalóncortoycamiseta—.Esteessuequipoderemo.Laherecortadodelperiódico.

—¡Qué guapo!—señaló Tilly con gesto de aprobación—. Espero poderconocerlo.

—Claro que sí: cuando vuelva, puedo llevarlo de visita a Dunbar en laMemsahib.¿Quieres?

—¡Por supuesto! Mona va a necesitar el frasco de las sales. Estoydeseandoversureacción.

—Ojalálatíatuviesetantoentusiasmo.LegustanmáslosamigosdeTamqueélmismoydicecosasmuyhirientesdeél,cuandoélseportadeunmodoencantadorconella.

—La tía Amy no se ha fiado nunca de la gente encantadora—se burlóTilly.

—¿Tehadichoatialgodeél?Cuéntamelo,porfavor.—Sí,medijoqueloveíaunpocopagadodesímismo,quenoparabade

presumirdelarapidezconlaquepensabamedrar.—Amíesonomeparecequeseamalo—lodefendióSophie—.Megusta

queseaambicioso.—Sabes que tu tía te protege en exceso. Hasta que él te haga una

proposicióndematrimonionovaadejardepreocuparseporeldañoquepuedehacerte.

Sophie sintió una sacudida ante aquellas palabras. Su amiga daba porsentado que Tam y ella iban a prometerse y eso la hizo estremecerse de laemoción.

—No tiene por qué preocuparse —aseveró besando la carta—. Estodemuestraquemequiere.

—Esperoquenotardeendeclararse.AsípodremosirjuntasalaIndia.Loúnicoquemeapenaeslaideadedejarteatiatrásynopoderverteenaños.

—Amímepasalomismo.Además,hepensadotantoenlaIndiaenestasúltimassemanasqueestoyempezandoarecordarcosas.Tengoganasdevolvera

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verellugarenelquepasélosprimerosañosdemivida,detratardeaveriguarmáscosassobremispadresysobrelaexistenciaquellevabanenAssam.

Searroparonbajolasmantas.—Tilly—dijoSophie,felizporquelaoscuridadnodejaraversurubor.—¿Mmm?—¿Cómoeslavidadecasada?—Dosdíasnomeconviertenenningunaautoridad—riolaotra.—Perohastenidoque…Enfin,queconoceslapartefísicadelmatrimonio

—susurróSophie.Durante el silencio que siguió temió haber enfadado a su prima con la

pregunta.Talvezelaspectosexualhubierasidouncalvarioparaella.—Esunagozada,calurosoycaótico,peromuydivertido.—Tillysoltóuna

carcajada traviesa—.Más aún que tomar helado y pastel en el Herbert’s TeaRooms.

—¿Helado y también pastel?—Sophie dejó escapar un bufido antes deexclamar—:¡Quésuertetienenalgunas!

Yasehabíadejadovencercasiporcompletoporelsueño,arrulladaporelrecuerdodeTamydesucarta,cuandooyódeciraTillyconvozadormilada:

—CreoqueloquelepreocupaeslaIndia.—¿Aquién?—AlatíaAmy.—¿Porqué?—LepreocupaquevuelvasalaIndiasitecasasconTam.—¿Quieres decir que le damiedo quemuera de unas fiebres comomis

padres?Comosiaquínohubierapeligros:accidentes,enfermedades…Tillyguardósilencioy,acontinuación,entonosoñoliento,repuso:—No,nomerefieroaningunaenfermedad,sinoaotracosa.—¿Aqué?—La he oído decir que no quería que cometieses elmismo error que tu

madre.Sophie se desveló de pronto y sintió que se le formaba un nudo en el

estómago.—¿Quéquieredecirconeso?Suprimasediolavuelta.—Nosé.Pregúntaselotúmañana.Tilly tardó menos de un minuto en caer dormida, en tanto que ella no

dejabadepensarquépodíaserloquetantopreocupabaasutía.

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Capítulo11

Aldíasiguienteapartódesucabezatododesasosiegoporlaoposicióndesu tía respecto a Tam, convencida de que, cuando lo conociera bien, como loconocía Sophie, también ella le tomaría cariño.Tampoco parecía tenermuchosentido la inquietud que sentía por la India: la tía Amy se había vuelto muyestrechademirasynoeracapazdeverquesetratabadeunlugarrebosantedeemocionesydeoportunidadesparajóvenesenérgicosdelquenohabíaporquétenermiedo.

Aunasí,seguíaenfadadaconellaporhaberdado,encambio,subendiciónalaunióndeTillyconJamesRobson,apesardequesuprimaapenasconocíaasumaridoantesdesuboday,dehecho,seguíasabiendomuypocodeél.

—Aprovechando que es sábado, voy a llevar a Tilly a ver al tío abueloDaniel —declaró durante el desayuno, haciendo caso omiso de la expresiónsorprendidadesuamiga.

—¡Québuenaidea!—exclamóAmydejandodecomersutostada—.Eseviejobribónestaráencantado.PodríamosirentrenhastaPerth.

—YohabíapensadodarleunavueltaalaMemsahib.Leestáhaciendofaltaquelasaque.

—Bien—repusoella—,enesecaso,tressonmultitud.ATillyseleocurrióentonces:—Túpodríasirenelsidecar,tía,yyo,montadaenelsillíndeatrás.—Elsidecarestáeneltaller.Loestánarreglando—informóSophie.—Entonces,vamosentren.Amyapartólamirada.—No, no: os vais vosotras dos a pasároslo bien.Hace un día buenísimo

paradisfrutardelaire frescocon lamotocicleta.Yoseguirécon la libreríaqueestoyhaciendo:estáocupándomemuchomástiempodelquepensabayeldoctorForsyth ya ha empezado a impacientarse, la quiere del doble del tamaño quehabíamosacordadoenunprincipioparaquelequepantodossuslibrosyrevistas

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demedicina.—Desde luego, cuando la acabes, será la más admirable de todo

Edimburgo—aseveróTilly—,conquemáslevaleestaragradecido.Prepararon el almuerzo para aquel viaje improvisado. Las dos primas

estabanemocionadísimas:nohabíanvistoalancianoDanielAndersondesdeelverano anterior. Llegado el momento de partir, a Sophie la acometió ciertosentimientodeculpapordejaratrásasutía.Sehabíaarrepentidoenseguidadesudecisiónarbitrariadeirenlamotocicleta.

—Todavía estamos a tiempo de tomar el tren si quieres venir—le dijoasomándosealumbraldelacarpintería.

Ella, vestida con el mono, levantó la mirada de su talla y se apartó unmechónrebelde.

—¡Marchaos ya y pasadlo bien! —exclamó sonriente—. Yo ya tengobastantediversiónaquí.Siveisqueestáisdisfrutando,nodudéisenquedarosallía dormir. Ni se os ocurra volver de noche.Hastamañana a la hora del té nopiensopreocuparmeporvosotras.

—Gracias,tía.—Sophiesonrióylelanzóunbesodesdeelotroladodelasalallenadetrastosqueusabadetaller.

Amysedespidióconlamanoyvolvióasutrabajo.Sin embargo, cuando quedó a solas, se dio cuenta de que no lograba

concentrarse. Llevaba un tiempo durmiendo mal y despertándose apática ynerviosa.Soltóunsuspiroyfueaprepararté.EraelencaprichamientodeSophieconTamloquelaestabaatormentando.¿TeníamiedodequesefueraalaIndiaporpuroegoísmo?¿Noseríamásbienquesesentíaculpable?Nohabíasabidoayudarasuhermana,atrapadaenunmatrimoniofaltodeamor,y,sisusobrinase iba tan lejos, tampocoseríacapazdeprotegerla.Contodo,erayamayordeedad y, por lo tanto, no podía evitar que fuera tras los pasos de Tam si lodeseaba.

Sedirigióasudormitorioysacóunacartamuyestropeadaqueescondíaenel fondo del último cajón de su armario y releyó por última vez las palabrasdesdichadasdeJessie:

LainsolenciaconquetrataBillalosdemásestáempezandoaexasperarme.Seofendepor lascosasmás insignificantes.Ni siquiera puedo mirar (por no hablar ya de dirigir lapalabra)aotroshombressinquepierdalosestribos.Yanadaes como antes. Ni siquiera disfruta con su hija, y eso queSophieesunencanto.Dehecho, sualegríaes loúnicoquemeanima a seguir adelante.Para colmodemales, el pobre

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Bill ha sufrido tal acceso de malaria que hasta me cuestareconocerlo. Estoy tratando de convencerlo para que nosmudemosalascolinasduranteuntiempo.

Hermana del alma, ¿cuándo vas a venir a vernos otravez? Sé lo ocupada que estás con tu campaña y tu trabajo,perotengotantasganasdequenosvisites…Tevaaencantarla pequeña. Me recuerda mucho a ti: es aguda como unalfiler. Dudo mucho que Bill me permita llevarla aEdimburgo, de modo que tendrás que ser tú quien haga elviaje.

Tuhermana,quetequiere,Jessie

Amy se apretó la carta contra el pecho y no pudo contener un sollozo.Habíahechoplanesde ir averla aquelmismoverano—dehecho, se lohabíapropuesto antes aún—, pero, a esas alturas, su hermana y su cuñado habíanpasadoamejorvidaySophiesehallabayaasucuidado.

Fuealasaladeestar,acercóunacerillaencendidaalacartaylaechóalhogar.

—Perdóname,Jessie—musitó.Permanecióallíhastaqueeldelgadopapeldelescritoquedóreducidoacenizay,acontinuación,volvióalacarpinteríaconelcorazóncargadodepesadumbre.

LaMemsahibsufrióunpinchazojustodespuésdelpasodeQueensferryytuvieronqueparardenuevopocodespuéscuandoelmotorsesobrecalentó,asíquecuandollegaronalacasaqueteníaelancianotejedoraorillasdelTayhabíapasadoyaelmediodía.Éllasrecibiójubilosoy,aunqueteníalavistayeloídomásmermados, demostró que seguía gozandode lamisma agilidadmental desiempre.

—¿Quétehascasadodices?—exclamó—.¡VayaporDios!¡LachiquitinaTillyWatsonsehaagenciadounmarido!

—Nosédequétesorprendes,tíoDaniel—repusoellariendo—,sitengoyaveintiúnaños.

—¿Ydóndelotienesescondido?—SehavueltoaAssam.—¿AAssyntdices?—No,tío,unpocomáslejos:aAssam,enlaIndia—corrigióellaalzando

lavoz—.Escultivadordeté.

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—¡Ah!—dijoélsorbiendoentrelasmellasdesudentadura—.Cultivadordeté,¿no?Igualquetupadre,Sophie.

—Sí,tío—respondióesta—,ytrabajaenlamismacompañía.—¡Oh,vaya!Esperoqueseabuenocontigo,Tilly.—Abandonórenqueante

eltabureteenelqueestabasentado—.¿Té?¡Claroquesí!Vamosatomarnosunté,jovencitas.Hoyestáisdesuerte:estamañanahepescado.Tilly,venaquíymeayudasadestriparlo—dijoriéndose.

Pasaron allí la noche, felices de dar compañía al anciano, y estuvieronhastabientardeconversandoyrecordandoviejostiempos.EltíoDanieleraunafuenteinagotabledehistoriasfamiliaresydeanécdotasdelsigloanterior,cuandolos Anderson habían sido lo más selecto de los tejedores de Perth y susalrededores.Lasprimasnosecansabannuncadeoírlas.

—Merecordáisamissobrinas—dijomientrasdabacaladasasupipadebarro—.Sí,señor.Jessyeracomotú,Tilly,elamadecasaque,sinembargo,noteníaningúnmiedoarecorrersemediomundoparacasarseyfundarunafamilia.Esoeraloquesiemprehabíabuscado:unafamiliapropia.

Las dos se miraron en la penumbra de la sala. Los ojos le brillaban deemociónantelasuertecruelquehabíacorridosumadrealmorirtanjoven.

—Y tú, Sophie—siguió razonando el tío abuelo—, eres igualita que latestarudadeAmy,siempreconprisasporcambiarelmundoymandarconvientofrescoacualquierdesgraciadodepasolentoquesecruceensucamino.Esosí:aunqueasumanera, igualdecariñosa.Sinunagotadepaciencia,peroconuncorazónfielyunsentidodelajusticiaapruebadebombas.

—NuncamehabíaconsideradoigualquelatíaAmy—dijoSophie—,niati tan parecida amimadre, Tilly, perome gusta la idea: resulta reconfortantepensar que era una persona tan amable como tú.De algúnmodo, hace que lasientamáscerca.

Alamañanasiguiente,acompañaronaDanielalaiglesiaehicieronsopadeverdurasparadarcuentadeellaantesdepartir.SeestabalevantandoelvientoySophienoveíalahoradeponerseenmarcha.

—Sí,quevieneunatormentaporeloeste—pronosticóDaniel—.Sehueleenelambiente.

Sedespidierondeélconunabrazoehicieroncasoomisodelascríticasdesu vecino por emprender viaje en domingo y con un trasto demoníaco comoaquel. El aire las golpeó con fuerza de camino al sur y obligó a Sophie aaferrarsebienalmanillarhastasufrircalambresenlosbrazos.Aunasí,siguieronadelanteporevitarquelasalcanzaranlasnubesnegrasqueavanzabandesdeeloeste.Latormentasedesatósobresuscabezasenelmomentoenquellegaronalas afueras de Edimburgo. El viento recio hacía que la lluvia fría cayese

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inclinadayapuntoestuvodetirarlasdelamotocicleta.LlegaronaClerkStreetempapadashastaeltuétanoyheladasyseapearon

temblorosasyaliviadas.Sophiemetióconesfuerzolallaveenlacerraduradelapuertaexteriorcondedos insensiblesy lasdos irrumpieroneneloscuroportalentrerisas,resuellosytiriteras.

—Métete túantesen la tina,Tilly—propusoSophie—.Estásamoratada.EsperoquelatíaAmytengaalgoconsistentepreparadoparaelté,porquecreoquemecomeríaunelefante.

Subió a la segunda planta con las piernas flojas del cansancio y fue laprimeraenllegaralapuerta.

—¡Yaestamosaquí!Caladashastaloshuesos,perosanasysalvas.Elpisoestabaenpenumbraporlatormentaquearreciabafuera.Sutíano

habíaencendidoaúnlalámparadegasdelasaladeestar.—¿Tía?—Lacocinatambiénestabaaoscuras.—Estará echando una cabezadita —señaló Tilly sin resuello antes de

desplomarseenelmaltrechosillónquehabíanrelegadoalacocina.Sophie se asomó a la carpintería de camino al dormitorio deAmyyvio

algo que le chocó. La librería estaba tumbada en el suelo. Entró en el tallerescudriñando la oscuridad. No acababa de encontrar sentido a lo que estabaviendo:dedebajodelacolosalestanteríaasomabanunaspiernas.

—¡Oh,Dios!—exclamósinaliento.Deunsaltoseplantóenelotroladodelmueble.

Elrostrodesutíalamirabadesdeelsuelocomounamáscaramortuoria.—¡TíaAmy!—gritólajoven.Depronto,laaccidentadaabriólosojosytratódedeciralgo.—Estoy aquí, tía. No te muevas. —Empujó la pesada librería, pero no

consiguiómoverlaunápice.—¡Tilly!¡Tilly!Suprimallegócorriendoaauxiliarla.

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Capítulo12

Entrelasdoslograronapartarlamoledemadera.Nosabíancuántotiempopodía llevar Amy atrapada bajo su peso ni ella estaba en condiciones deresponder. Había vuelto a cerrar los ojos y no reaccionaba a los ruegos deSophie.Teníalasextremidadesfríasyelalientodébil.

—¡Todavía respira, Tilly! Tía Amy, estoy aquí. ¿Me oyes? Por favor,mírame.Tevasaponerbien.Vamosabuscarayuda.¡Pontebien,porfavor!

Tilly,depie,lasmirabacongestoimpotente.—¿Quépuedohacer?—Medamiedomoverla—dijoSophie—.Veporunamantaparaquenose

enfríe,yoiréabuscarayuda.Elvecinodeabajotieneteléfono.—Sepusoenpiedeunsalto—.Aguanta,tía,quevuelvoenseguida.

Saliendodelapartamentocomounaexhalación,corrióalpisodeabajoyllamóagitadaalapuerta.

—¡SeñorStronach,porfavor,necesitoayuda!¡SeñorStronach!Pareció transcurrirunaeternidadhastaqueoyóabrirse lacerradurayvio

asomarse al vecino. Balbuciendo, le explicó lo que ocurría y el empleado debancacorriódeinmediatoallamaraunaambulancia.

—Está empapada —exclamó su esposa—. Entre y siéntese un minutodelantedelachimenea.

—No, gracias, tengo que volver al lado demi tía—repuso ella, apenasconscientedesuaspectodesaliñado.

—Dejequelesllevetécalienteporlomenos—insistiólaseñoraStronach.Sophieasintióconungestoagradecidoantesdevolvera subircorriendo

lasescaleras.En la penumbra vio a Tilly agachada al lado del cuerpo de Amy,

acariciándoleelpeloparatratardereconfortarla.Estuvoapuntodevenirseabajoanteloconmovedordelaescena.

—¿Hadichoalgo?

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—Anteshaintentadohablar—susurróTilly—.MehallamadoJessie.Detodosmodos,dudomuchoquepuedaoírme.

Sophiesearrodillóalotrocostadoybuscóbajolamantalamanodesutía.—Sientohabertedejadosola,tíaAmy—musitómientrasapretabasumano

inerte—.He sidomuy egoísta.Nos hemos quedado con ganas de tenerte connosotrasyeltíoabueloDanielhapreguntadoporti.Mehapedidoquetedéunbeso.—Seinclinóhaciadelanteyposócondulzurasuslabiosenlafrentedeella—. Este otro es demi parte—añadió antes de besarla en lamejilla—. Es laúltima vez que me voy de tu lado. Eres la mejor tía que pueda haber tenidonuncanadie,másmadrequemipropiamadre.

Lavozlefallóanteelnudocolosalqueseleformóenlagarganta.Creyósentirlosdedosdesutíaagitarseensumano,aunquetodoapuntabaaqueestabainconsciente.

—Aguanta —la alentó Sophie—. Tilly y yo estamos aquí contigo, tía.Vieneayudadecamino.

En ese momento aparecieron los Stronach con el té, aunque ella fueincapaz de tragar nada. Tilly le echó unamanta por encima y bebió de aquellíquidocalienteydulceafindequeledejarandecastañetearlosdientes.

Entonces oyeron ruido en la escalera y se presentaron en el piso doshombresconunacamilla.LosStronachsacaronalasprimasdeltalleratestadoy,minutosmástarde,loshombresdelaambulanciasacaronaAmy.

UnodeellosmurmuróalgoalseñorStronachcongestolúgubre.—¿Quéhadicho?—exigiósaberSophie.—La señora Anderson está inconsciente —le comunicó él—. En el

hospitalharánloquepuedanporquevuelvaensí.La joven hizo ademán de seguirlos, pero el empleado de banca se

interpuso.—Nopuedeustedirconellos,señoritaLogan.Dejequehagansutrabajo.

Deaquíaunratollamaremosdesdecasaymañanapodráiravisitarla.—¿Mañana?Peromitíamenecesitaahoraasulado—seinquietó.—Tú ya has hecho cuanto podías por ella —dijo Tilly tratando de

tranquilizarla—.Loquenecesitaahoraesunmédico.—Su prima tiene razón —aseveró con firmeza la señora Stronach—.

Ahora,busquenropasecayvenganacasaaentrarencalor.Nopiensodejarquese enfríen. ¿Qué va a pensar su tía si vuelve a casa y las encuentra con unapulmonía?

Sophiedejóqueaquellosvecinostanamablesseencargarandeellasylasllevaran a su piso. El señor Stronach telefoneó al hospital, pero lo único quelogróaveriguarfuequehabíaningresadoaAmyyquesuestadonoerabueno.

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Asimismoleinformarondequepodíaniraverlaaldíasiguienteporlatarde.—Yonopuedoesperartanto—exclamósusobrina.Aquelloleparecióuna

eternidad.—Puesnovaatenermásremedio—dijolaseñoradelacasa,quenodejó

deinsistirparaquecomiesenpanconquesoylasacostómástardedelantedelachimenea.

Sophie se despertó de madrugada, sorprendida por haber conseguidodormiralgo.Tillyseguíaenroscadacomounanimalenplenahibernaciónbajounedredónvoluminosoyconelcabellopelirrojoextendidosobrelaalmohada.Sintió que la invadía un hondo sentimiento de gratitud por la compañía de suprima,porelhechodeestarafrontandoconellaaquellapesadilla.Si llegabaaperderalatíaAmy…¡No!Lasolaidearesultabaaterradora.Sutíasedebíadehaber rotounapiernaodebíade tenercualquierotroachaquede fácil arreglo.Cuando fueran a visitarla por la tarde, las recibiría incorporada en su cama,sonrienteeinsistiendoenqueaquellonohabíasidoparatanto.

ElseñorStronachvolvióa llamaralhospitala lasdoceymedia,cuandoregresóparaalmorzar.Supoasíquepodíaniravisitarlaalasdos.Sumujersetocóconunacapotapasadademodaysepusoenmarchaconlasdosprimas.

Alentrarenelpabellón,lasdetuvounajovendeuniforme.—La enfermera jefe quiere hablar con ustedes—les comunicó con aire

nerviosohaciéndolaspasaraunasalaauxiliar—.Siéntense,porfavor.LaúnicaquelohizofuelaseñoraStronach.Lajovendesaparecióypoco

despuésllegósusuperiorconunmédicocalvo.—ÉleseldoctorMacLean—anunció.—¿Quéhaocurrido?—Sophieahogóungritodetemorantelaexpresión

sombríadeambos—.¿PorquénopodemosveralatíaAmy?Elmédicoseaclarólagarganta.—¿EsustedelfamiliarmáscercanodelaseñoraAnderson?Ellaasintió.—Susobrina,SophieLogan.—Siento mucho tener que comunicarle, señorita Logan, que su tía ha

fallecidohaceunahora.Quedóestupefacta.Tillycorrióatomarladelamanoyllevarlaaunasilla.

Alverquenodecíanada,pidió:—Porfavor,doctor,¿nospuededecirquélehapasado?—Hasufridounainsuficienciacardíaca—aseveróélsinambages.—¿Lehafalladoelcorazón?—preguntóellafrunciendoelceño.—Creemos que debió de sufrir un ataque ayer y al ver que perdía el

equilibrioseagarróalmueblepesadobajoelquelaencontraron.Estamañanaha

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tenidootroysucorazónnoharesistido.—Pero¡sierafuertecomounroble!—exclamóSophie—.Nosehapuesto

malaenlavida.Eldoctorlamirócongestocompasivo.—Aveces,lasenfermedadescardíacasofrecenpocossignos.Puedeserque

últimamentesecansaramásolefaltaseelaire.Sophiepensóenelpartidode tenisquehabían jugadohacíaunmescon

BozyconRafi,nadiepodríahaberdichoquesutíatuvieseelcorazóndébil.Sinembargo, a continuación recordó que había dejado la pista antes que el resto.Además, en el trabajo tampoco había desplegado su entusiasmo habitual. Dehecho,habíaestadodifiriendolaentregadelaestantería.Eneseinstantereparóen que había estado demasiado ensimismada en la pasión que sentía por TamparaadvertirqueAmyestabaenferma.

—Noteníaquehaberladejadosolatodoelfindesemana—semortificó.—¿Ycómoibasasaberlo?—dijoTilly—.Estabasanacomounapera.—Pero,sihubiésemosllegadoantesacasaynosehubierapasadotodoese

tiempoenelsuelo,sinpodermoverse…—No debe atormentarse con pensamientos así —aseveró la señora

Stronach—.Habíallegadosuhora,simplemente,yustednopodíahaberhechonada.

—¡Claro que podía! Es culpa mía que pasara tanto tiempo ahí tirada.¿Verdadquepodríahaberlasalvado,doctorMacLean?Porfavor,seasincero.

Asupreguntasiguióuntensosilencioquepareciódejarsinairelasala.Elmédicocallóantesdenegarconlacabeza.

—Nopodríahaberhechonadaporevitarlosataquesalcorazón.Nodebeculparsedeello,señoritaLogan.

—¿Loves,Sophie?—laconsolóTilly—.Nohasidoculpatuya.Sophiesintióunaliviocasiimperceptible.—Sinembargo,síquepodíahaberestadoasuladoparareconfortarla—

musitó—.Deberíahaberestadoconella.Ellalohabríapreferido.—Y sabía que estabas con ella —le aseguró Tilly—. Preguntó por ti

cuandofuisteabuscarayuda.—¿Deverdad?—Sophieahogóungrito.Suprimatragósalivayasintióconunmovimientodecabeza.—EraslomásimportanteparalatíaAmy.—Gracias.—Lajovenselanzóalosbrazosdesuamigaysollozóapoyada

ensuhombro.Tillytambiéndejóvíalibrealaslágrimas.El médico y la enfermera jefe salieron y dejaron a la señora Stronach

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dando palmaditas de consuelo a las dolientes y diciéndoles que debían serfuertes.TillyayudóaSophiealevantarse,conelcorazónencogidoporsuprimadel alma, que acababa de quedarse más sola aún en el mundo que antes. Seprometió no hablarle jamás del pánico que había asomado a los ojos de la tíaAmy cuando, tendida semiinconsciente en el frío suelo de su taller, la habíaconfundidoconJessie.

Lamoribundahabíaclavadoenellasumiradaatribuladaparasusurrar:—¿Erestú,Jessie?Novuelvasairte:tupequeñatenecesita…

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Capítulo13

Tam y el resto de ingenieros en formación regresaron a Edimburgo lavíspera del funeral de Amy Anderson. Tilly había escrito a la madre y lahermana del primero para ponerlas al corriente de su defunción. Flora habíarespondido para expresarle sus condolencias y, al mismo tiempo, su sorpresaantelaestrecharelaciónqueparecíatenersuhermanoconlafamilia.Tillysolotransmitió a su prima lo primero. La preocupaba por lomucho que se estabaexigiendoSophie.Despuésdeexpresarsudolorenelhospital,habíaenterradoporcompletosusemocionesparaconsagrarseaorganizarelfuneralyponerenreglalosasuntosdesutía.TillyhabíaacudidoaMonaparaqueviajaseallídesdeDunbaryprestarasuayuda.

—Tienesquecomerydescansar—lahabíareconvenidohaciéndosecargodelaslaboresdomésticas—.Nopiensodejarquetequedesenloshuesos.Todolo demás puede esperar.Walter puede echarte una mano con el papeleo a sudebidotiempo.Mamáestáafectadísimaporlanoticia,claro.

La señoraGorrie y la sociedad benéfica para la que trabajaba Sophie lehicieronllegarunramodefloresenorme,perofuelallamadaquehicieronalapuertaaquellanocheloquehizoasomarunasonrisadesvaídaalrostromacilentodelajoven.

—¡Tam! —exclamó con voz ronca mientras se arrojaba a sus brazos,entregándoseaunllantodealivioalverlo.

Éllefrotólaespaldamientrasledecíacondulzura:—Miniña…Sientomuchísimo lo de tu tía.Hevenido en cuantomehe

enterado.Losdemásmehanpedidoquetedétambiénelpésamedesuparte.—Nolodejesenlapuerta,Sophie—lareprendióMonaavanzandohacia

él conpresteza—.Usteddebede ser el señorTelferdelque tantohemosoídohablar.Pase.YosoylaprimaMonayella,laprimaTilly.

Estaúltimasepusoenpieysaludóalapuestoingeniero,queleestrechólamanoconfuerzayconunaampliasonrisa.Entendióenseguidaquesuamigase

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hubieseprendadodeél.—Nopuedoquedarmemuchorato—insistió—,peroqueríahacerlessaber

queestaremosallímañanaparapresentarlenuestros respetos.Florahavisto laesquelaenTheScotsman.Sihayalgoquepuedahaceralgunodenosotros,nodudenenpedirlo.

Lehicieronpreguntasacercadelviaje,peroélnocontógrancosa.—Me alegro de haber vuelto —aseveró—. Las prácticas han sido muy

interesantes,perolamayoríadelasvecesteníalacabezaenotraparte.—LanzóaSophieunamiradaelocuente.

Pasadosdiezminutos,sepusoenpieparamarcharse.Lajovennotóquesurostrodelgadoparecíacansado,demacrado.Habríasidoegoístadesupartetratardehacerquelaacompañaraunratomás,aunquenohabíanadaquedeseaseconmásansia.Loacompañóhastalapuerta.

—Séfuerte—laalentó—.Yoestaréallíparaapoyarte.—Y,conunbesoligeroenlamejilla,sefue.

Monaquedóimpresionadaporsupreocupaciónyporquehubieseacudidodeinmediatotrasunviajeentrenlargoyextenuante.

—¡Qué joven más amable!—exclamó con gesto de aprobación—. Estáclarolomuchoqueleimportas,Sophie.

—¿Túcrees?—Ellasintióqueseleaplacabalevementelatristeza.—Sí.¿Túno,Tilly?Laotraasintióconungesto.—Además,estanguapocomodecías.

EltemplodelaIglesiadeEscociaquehabíaenClerkStreetestabaatestadodedolientes:parroquianos,antiguassufragistas,clientesdelnegociodemueblesamedidadeAmy, tenderosyantiguosalumnossuyosde laescueladominical.SophiequedópasmadaanteelgrannúmerodepersonasdetodaslasedadesquehabíaconocidoAmyyquellenabaenaquelmomentolosbancosycantabaconunvolumenensordecedor.

Sin embargo, la familia cabía en uno solo de aquellos asientos: el tíoabueloDaniel—cuyosachaquesnolehabíanimpedidotomareltrenparaacudiralentierroyquellorabaamocotendido—,lasWatsonySophie.Jacobinahabíaconseguido llegar a tiempo para el funeral, pero debía estar de vuelta enInvernessaquellamismanoche.JohnnyyHelenahabíanenviadountelegramadesde la India. La joven pudo reparar con gran pena en el número escaso deparientes que le quedaban en elmundo, todos ellosmaternos. Su padre habíasido el único hijo de su familia que había llegado a la edad adulta y, si habíaalgúnLoganmáslejano,hacíamuchoquehabíaperdidoelcontactoconél.

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Sophieseaferróalaideadeque,almenos,podíacontarconungrupodeamigos lealesquehabían idoadarlesuapoyo:doscompañerasdelcolegio,elinválidocomandanteMacGregor, la señoraGorrie, algunosmiembrosdel clubdetenisy,porencimadetodo,Tam,depie,alladodelpasillo,altoyanchodehombros,entrelosdemásestudiantes.Suvozdestacabasobrelasdemás.

Más tarde, cuando sirvieron el refrigerio en el salón parroquial, Tam semantuvosiemprecercadeellaySophiesintióquesupresencialeinfundíavalormientrashablabaconlasdocenasdelasamistadesdesutíaquedeseabanevocarsumemoria.

Cuandollegóelmomentoderegresar,Tamdijo:—Séqueahoraesmomentodeduelo,pero¿podríairahacerteunavisita

mañanaopasado,porvercómoteencuentras?—Sí,porfavor.Meencantaría—repusoellaconunasonrisa.Tam quedó impresionado por la belleza que le otorgaba a Sophie el

desconsuelo: susgrandesojoscastañoserandospozosnegrosensusemblantepálidoysuslabiosrosadostemblabanmientrasseafanabaenpareceranimada.Teníaelcabellorubioapartadodesurostroanchoyexpresivoyocultobajounsombrero negro ajustado. El sencillo vestido negro y lasmedias resaltaban sufigura esbelta y elegante. Parecía mayor, como si se hubiera esfumado lachiquilla efusiva y despreocupada de la que se había despedido hacía solo unmes. Sufría por ella y no anhelaba más que estrecharla con fuerza entre susbrazosyreconfortarla.

BozyRafiseacercaronaellosysedespidierondeSophieconunapretóndemanos.

—¿Hayalgoquepuedahacerporti?—seofrecióBoz.—Queríamosmuchoatutía—añadióRafi.—Gracias a los dos —dijo ella con una sonrisa—. Ya habéis hecho

bastanteviniendohoy.Significamuchoparamí.Tamsintióqueloinvadíaunaabsurdaoleadadecelos.—Yo me encargo de acompañarla a casa —insistió—. Ha sido un día

agotador.Bozhizoademándereplicar,peroactoseguidoseechóatrás.Tamtomóa

lajovendelbrazoylaacompañóafuera.LossiguiólafamiliaWatson.Yaenelpiso,Tampermanecióeltiemponecesarioparadecir:

—Soyconscientedequenoeselmejormomentoparaproponerteunactosocial, pero, cuando te encuentres mejor, me gustaría que vinieses a comer aRoseburnparaquetepresenteamimadreyamihermana.Floraestádeseandoconocerte.

Sophieleestrechólamanoconlamiradahenchidadegratitud.

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—Gracias,Tam.Porsupuestoqueiréencantada.

Los días siguientes transcurrieron brumosos para Sophie. LasWatson sequedaronconellaparaayudarconelapartamento,queeraalquiladoyteníaquequedardespejadoparafinaldemes.Sophie,quenopodíapermitirsepermanecerenClerkStreet,tuvoquemudarseadoshabitacionessituadasporencimadelaoficina de la señora Gorrie que esta tuvo la amabilidad de dejarle usar sinnecesidad de pagar alquiler.Walter retiró lamadera de la carpintería de la tíaAmy,entantoqueMonayTillyembalaronsuropaysuslibrosparavenderlosodonarlosaunaobrabenéfica.Sumadredeclaróquesuponíademasiadatensiónparaella tenerquedesmontar lacasadesuprimadespuésdehaberhechootrotanto con la suyapropiay se sentó ante la ventanade la sala de estar a llorarsobreunpañuelodeencajeydolersedelasuertequelehabíatocadocorrerasufamilia.

—Medejamiamadoesposoy,ahora,miprimaAmy.YJohnny,tanlejos.Séquenovoyavivirtantocomoparavolveraverlo.

—No digas bobadas,mamá—la riñóMona—, que nos vas a enterrar atodos.Deberíasdarlasgraciasporloquetequedaaún.NostienesaWalteryamí, que no dejamos que te falte de nada. Sophie se ha quedado sola y, sinembargo,miraconquévalentíaloestáafrontando.

Enrealidad,lajovennosesentíavaliente,sinoentumecidayvacía,comolachiquillaquehabíaregresadoenbarcodelaIndia,conmovidaporlarapidezconquepodíacambiarapeorsudestinoytemerosadeloshorroresquepudieranaguardarla.Habíaolvidadoaquellahondasensacióndemiedoydepérdidaque,si bien durante el día lograba aplacar para enfrentarse a la realidad con gestoestoico, se imponía por la noche y amenazaba con abrumarla una vez más.Cuando al fin se rendía al sueño, despertaba sintiéndose asfixiada como si lahubiesenenterradovivaenunataúdabrasador.

Tillylaarrullabaylacalmabaconpalabrasdeconsuelo.—Hastenidounapesadilla,peronotevaapasarnada.Vuelveadormirte.Loquenoeracapazdeconfesaranadieeraelterrorqueleprovocabatener

que vivir sola en dos habitaciones pequeñas. La claustrofobia que la habíahostigado desde su infancia volvió a atormentarla ante la perspectiva de vivirenclaustrada en un bloque de pisos negro de hollín sin vistas a las peñas delparquedeHolyrood.Contodo,nopodíasinosentirsedesagradecidaporelmerohechodepensarlo.

Fue Tam quien la libró de la locura. Fue a visitarla con frecuencia ysuspendíasussesionesderepasoenlabibliotecaparallevarlaapasearoatomartéenelcampo.Eldomingosiguientealfuneral,Sophiefuealdomiciliodelos

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Telfer, unpiso espartano situado en laplantabajadeun edificiodel barriodeRoseburn,dondelarecibierondosmujeresaltasdenarizaguileñaylosmismosojosazulesdesorprendentemiradadirectadeTam.Le llamaronlaatenciónsuatuendo trasnochado y lo modesto de cuanto las rodeaba, cuando Tam ibasiempredepuntaenblanco,vestíaropacaraygastabaconliberalidad.LaseñoraTelfer se desvivió por complacerla mientras Flora le servía una merienda deensaladaypatatasasadas.

—Somosvegetarianas—lehizosaberestaúltima—ydisfrutamosdemuybuenasalud, loque tambiénsedebeaquepracticamos lacienciacristiana.Tetendremospresenteennuestrasplegarias,porquedebesdesentirteperdidaysolaenestemomento.

Sophie tragó saliva mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Noesperabatantafranqueza.

—Flora—leadvirtióTam—,mehabíasprometidoquenoibasasacareltemadelacienciacristianaalmenosdurantelaprimeramediahora.¿OesquetehaspropuestoahuyentaraSophie?

—Nopretendía asustarla—repuso ella con aire sorprendido—.No te heasustado,¿verdad,cielo?

—No—aseveróSophiereprimiendounsollozo.EraelusoquehacíadelasmismaspalabrasdecariñodeAmyloquelahizodesmoronarse.

Florarodeóenseguidalamesadetéparatenderleunaservilletablanca.—Venga,cielo,échalo.Loquesientesestuyomásprofundoquetepide

que te liberes de tu pena. No la has perdido—la tranquilizó rodeándole loshombrosconsubrazo—:suespíritusigueacompañándoteparavelarporti.

TamobservabalaescenaconinquietudmientrasSophiellorabaylasdosmujeresasumíanelmandodelasituaciónyrezabanporella.Minutosmástarde,la joven se sintió como si la hubieran aliviado de una honda opresión. Notóciertomareoyhastatuvoapetitoporprimeravezenunasemana.

—Me siento muy culpable por haberla dejado —confesó—. Habíamosdiscutidoyestabaenfadadaconella,asíquenoquisequenosacompañaraalaexcursión.Ojaláhubiesevueltoantesonomehubieraido.

—No puedes recriminártelo —señaló la señora Telfer—. También fuedecisióndeella.

—Eso es lo que yo le digo—intervino Tam—. La tía de Sophie era lobastanteresueltacomoparahaberlaacompañadosilohubiesequeridodeveras.Sinembargo,lepareciómejorqueTillyytúhicieraisjuntaselviajeantesdequeostuvieraisqueseparar.

—¿Porquédiscutisteis?—preguntóFlora.Lajovensepusocolorada.NopodíaadmitirquehabíasidoporTam.

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—Pornadaimportante—contestó.Floraleclavóunamiradapenetrante.—De todos modos, no podrás estar en paz contigo misma si no logras

perdonarte. Tienes que intentarlo. Nosotras te tendremos presente cuandopractiquemosnuestracienciaypensaremosentipositivamenteparaquepuedassobrellevar tu pérdida.—Dicho esto ofreció con una sonrisa repentina—: ¿Tepongomásruibarboconmantecadas?

Más tarde, cuando la acompañabaa casa,Sophieposó subrazoen el deTam.

—LosTelfersoisunencanto.TumadreesmuydulceyFloramehacaídomuybien.Esdiferenteyesoresultamuyagradable.Tengoquereconocerquemedaba un poco de miedo conocerla, porque Boz me había dejado claro loimportantequeesparatisuaprobación.

Tamresoplóantesdepreguntar:—Entonces,¿notehaintimidadomifamilia?—¡Quéva!Sisonadorables.—Desde luego,saltaa lavistaque tú también lehasgustadoaFlora.—

Tamsonrióylebesólafrente.Alasemanasiguiente,MonavolvióallevarseasumadreaDunbar.Walter

había regresado unos días antes. Tilly había aceptado quedarse con su primahasta que semudara a su nuevo domicilio, situadomás hacia el centro de laciudad.

—Esto está demasiado triste sin la tía Amy —admitió Sophie—. Nisiquierasoportoentrarasucarpintería.Soloderecordarlaallítendida…

—Loentiendo.Mequedarécontigotodoeltiempoquehagafalta.Pocosdíasantesdetomarconsuscompañerosdeingenieríademontesel

trenquehabríadellevarlosaOxfordparahacersusexámenes, llegócorriendoTamcasicuandooscurecía.

—Haceunatardeperfecta—anuncióconentusiasmo—,llevountermodecafé ymantecadas que ha hecho Flora para que subamos a las peñas a ver lapuestadesol.Yaestoyhastaelgorrodeestudiar.

Sophieseanimódeprontoyagarrósuchaqueta.—Tilly,¿vienestútambién?—preguntóél.Ella no pasó por alto la mirada de Sophie ni las ganas que tenía de

quedarseasolasconTam.—No, gracias. Ya sabes que odio andar si no es para ir de tiendas o al

teatro. Prefiero quedarme aquí con los libros deWalter Scott que tenía la tíaAmy.

Su prima sonrió. Le había parecido muy divertido —y a su hermana

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irritante—que hubiese desembalado buena parte de las novelas de la tía parareleerlas.Sophie,haciendocasoomisodelasprotestasdeMona,lehabíadichoquepodíaquedarseconcuantasquisiera.

Tam le lanzóunbeso, tomóaSophiede lamanoy la sacódel piso congestoimpaciente.

Un cuarto de hora después,Tilly tuvoque interrumpir su lectura cuandollamaronalapuertayfueaabrirladiciendo:

—¿Qué tehasdejadoatr…? ¡Vaya!—exclamósinacabar la frase—.Losiento,pensabaqueeraSophiequehabíavuelto.

Anteella,enelumbral,teníaalindioapuestoydehombrosbienformadosdelcursodeTam.

—SoyRafiKan—sepresentóconuna inclinacióndecabezaqueapenasllegabaasaludo—.SinoestálaseñoritaLogan,puedovolverencualquierotromomento.

—No,porfavor,pase.Yosoysuprima,TillyWatson.Perdón,yano:ahorasoyTillyRobson.Todavíanomeheacostumbradoaminombredecasada.

—Me lo había imaginado.—Vaciló un instante antes de añadir—: Soloveníaadevolverunlibro.

—¿Quélibro?Élselomostródiciendo:—Poesía.Esunacoleccióndebaladasescocesas.—Meencantanlasbaladas.ASophieyamínosgustabarepresentarlasde

niñas.Ellasequedabasiempreconelpapeldehéroeyamímetocabaserelqueseahogabaenunaciénagaocaíadelcaballo.

Rafisonrió.—Me ha recordado a lo que hacíamos mis hermanos y yo, que

escenificábamos las batallas deAlejandroMagno o los emperadoresmogoles.Yosiempreeraelmensajerooelsoldadodeapiealquematabanalprincipio.

—Otrode laplebe,comoyo—rioella—.Pase,porfavor.Dadoquesoyunamujerfelizmentecasada,nohaynadaindecorosoenquehablemossinestarSophie delante. Tengo té frío y limonada casera para soldados de a pieextenuados.

El recién llegado optó por lo segundo yTilly lo sirvió en lamesa de laventana.Éldiountragoantesdedecir:

—Deliciosa. La señora Anderson me la dio a probar la última vez quevine…ymerevelósureceta.

—¿Ya había estado aquí antes?—preguntóTilly—.Sophie nome habíadichonada.

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Rafiestudiósuvaso.—No, porque venía cuando ella estaba fuera. Fue la señora Anderson

quienmeinvitó.¿Eratambiéntíasuya?—Primademimadre,enrealidad—puntualizóella—,aunqueyosiempre

lallamabatía.—HaceunassemanasjuguéunpartidodetenisconsutíacontraBozyla

señorita Logan. La acompañé a casa y ella me invitó a pasar y me ofreciólimonada.Hablamosdepoesíaydemúsica.Eraunapersonamuycultacon laquedabagustoestarymeinvitóavolverenunpardeocasiones.

—ConquefuelatíaAmy,noSophie,laqueledejóellibrodebaladas.Rafiasintióconunmovimientodecabeza.—Yoleprestéunatraduccióndepoemaspersasyellamedioeste.—Dio

un trago rápido—.Penséquedebía devolverlo, porque ahora es de la señoritaLogan.

—Puesyocreoquedeberíaquedárselo.Alfinyalcabo,latíaAmyquisoquelotuvieraustedySophienovaatenermuchoespacioensupisonuevo.

—¿Nosevaaquedaraquí?—quiso saberél,queal entrar en la salanohabíapasadoporaltoquelasestanteríasestabanvacíasdelibros.

—No, no puede permitírselo. Su jefa le ha cedido un apartamento máspequeño.Ojaláyopudieraacogerla—añadióconunsuspiro—,perodeaquíapocovoyaviajaraAssamparaempezarunavidanueva.Ellavivióallíhastalosseisaños.Suspadresmurierondefiebresenlaplantacióndeté,¿losabía?

—Síymedalaimpresióndequelegustaríavolverallíalgúndía.Unavezdijoalgodelanecesidaddeenterrardefinitivamentesusfantasmas.

—Ah,¿sí?Interesante.PobreSophie…—Mesorprendió,porquepensabaquenolehacíagracianadaquetuviera

queverconlaIndia.—Tomóunpaquetedecigarrillosaplastadoyleofrecióunopreguntando—:¿Leimportasifumo?

—Yo no fumo, gracias, pero, por favor, fume usted. —Le tendió unceniceropequeñodelatón.

—FabricadoenBenarés—dijoéltomándolodelamanodeellaytrazandoconundedoladecoraciónquepresentabaelmetal—.TengolaimpresióndequesutíanoveíaconmuybuenosojossusintencionesdevisitarlaIndia.Esosí,lefascinabalapolíticaindiayhablardelacampañaporlaautodeterminaciónydelaemancipacióndelamujer.Metemoqueenesoladecepcionémuchísimo—aseguróconunasonrisatriste—,porquesabíamásdelapolíticadeaquíquedeladeallí.Asíque,despuésdelprimerintento,nosceñimosalapoesía.

Tillyseechóareír.—¡Ay,latíaAmy!—Lesirviómáslimonada—.¿Quéhaqueridodecircon

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lodequeaSophienolegustaloquetengaqueverconlaIndia?Rafiexhalóelhumodel tabacoymeditósurespuesta.Acontinuaciónse

encogiódehombros.—Esmásunacuestióndeactitud.Aunquellevedesdelosseisañosfuera

de allí, parece estar imbuida de los valores del Imperio británico: elmodo demirarporencimadelhombroalossúbditoscoloniales,comosinofuéramoslobastantepukka—dijocomoburlándosedesímismo.

—Le puedo asegurar que se equivoca —replicó ella en defensa de suamiga—. Sophie es la persona más cariñosa que conozco y no es, ni muchomenos,engreída.Posiblementetuvieraunmaldíacuandoledioesaimpresión.

Élsoltóunacarcajada.—Estupendo.Mealegrodequemehayademostradoquemeequivocaba,

porqueustedlaconocemuchomejorqueyo.—AhoramismohasalidoconTam—confesóseñalandolaspeñas—para

merendaralaluzdelcrepúsculo.¿Nolepareceromántico?Rafi miró el despeñadero rocoso que brillaba al sol agonizante de

septiembreysintióunapunzadadeenvidia.—Mucho.—¿Creeustedqueleharálagranpregunta?—preguntóTillyemocionada

—.Desdeluego,silohiciera,seríalaseñaldequemisoracionesnohancaídoen saco roto,porqueSophieno tendríaque irseavivir a esepisuchoypodríamudarse a la India y estar cerca demí. ¡Eso sería fantástico! Tal vez le hayacontadoaustedcuálessonsusplanes.¿VaaproponerlematrimonioaSophie?Porfavor,dígamelosisabealgo.

Élabrióbienlosojoscongestoanonadado.—Mesorprenderíamucho,porqueTamest…—Semordiólalengua.—¿Qué?—dijoellaconelceñofruncido.RafipensóenladiscusiónquehabíantenidoBozyTamporunamujerde

Francia que conocían ambos y de la que estaba enamorado el segundo. Él sehabíamantenidoalmargen,perosabíaqueeramotivodetensiónentre losdosamigos.Bozpensabaqueestabadando falsasesperanzasaSophieynoqueríanadaserioconella.

—Tam es muy reservado en ese sentido —dijo a la carrera— y estoysegurodequejamásmeconfiaríaalgoasí.

Apagóelcigarrilloyencendióotroacontinuación,irritadoconsigomismoporhabersemolestado.SaltabaalavistaqueSophieLoganapenassabíasiquieraqueexistiese, en tantoque él no lograba sacarsede la cabeza, pormásque lointentara,aquellosojoscastañosllenosdevidayaquellasonrisasensual.EstabaconvencidodequesuastutatíaAmylohabíaentendidotodo.

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—Losiento—sedisculpóTillyenseguida—.Nopretendíaponerloenunaposiciónincómoda.

—Ynolohahecho.DesconozcolasintencionesdeTam,aunquelociertoesquecabríaesperarcualquiercosa:esunhombremuyimpulsivo.

—Sophietambién.Quierodecirqueesimpulsiva,noqueseaunhombre,claro.

Rafiprorrumpióenunasonorarisotada.—Debedesercosadefamilia,porquetengoentendidoqueustedtambién

decidiócasarsedelanochealamañana,señoraRobson.Tillysoltóunarisitaconelrostroencendido.—Sí, es verdad, y estoy deseando irme a Assam para reunirme con mi

marido.Allísuenatodotanromántico…Caceríasdetigres,fiestasdesociedadygloriosaspuestasdesolconchotapegenlaveranda.Comove,yaheempezadoaaprenderelidioma.Además,mequedantantossellosnuevospordescubrir…

—¿Sellos?—preguntóRaficonfundido.—Sí,sellospostales.Esqueloscolecciono,¿sabe?—Vaya.Yotambiénlosguardabadepequeño.—¿Enserio?Podríamosquedarundíaparacambiar.—Metemoquelostiré.—¡Quelostiró!—Tillyparecíaescandalizada—.Pero¿cómopudohacer

algoasí?—En fin—repuso él azorado—, con el calor perdieron el adhesivo y el

álbumsellenódemohoporlahumedad.—¡Diossanto!—exclamóellaconsternada.—Luego,sinembargo,descubrílapoesía.—Sonrió—.Almenos,siunose

laaprendedememoria,noestangravequesepudraellibro.Tillysoltóunacarcajadayrezóporqueestuvierabromeandoyloslibros

nocorrieransemejantepeligro.—Seguroquedondevoyaviviryonopasaeso.ElseñorRobsondiceque

elclimaesperfecto.¿Tieneganasdevolveracasa,señorKan?Éllaestudió.EnEdimburgosesentíacomoencasa:allíeradondehabía

ido a parar tras la guerra con su camarada McGinty, cuya familia lo habíaaceptadocomounomás;dondesehabíadespertadosuconcienciasocialydondehabía aprendidodepolíticade los amigos socialistasybohemiosdeMcGinty;dondesehabíaaficionadoaljazz,abailarfoxtrot,abebercervezayacoquetearcon las mujeres (aunque la primera con la que había mantenido relacionessexualeshabíasidolahijadeungranjerofrancésencuyacasamedioenruinashabíaestadoacantonadoantesdelabatalladePasschendaele).Sinembargo,eraabsurdotratardeexplicarlo:susinterlocutoressolíanturbarsecuandodeclaraba

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queEscociaerasuhogar.—Estoydeseandovolver a ver ami familia—se limitó a decir antes de

cambiardetema—.Dígame:¿quéestáleyendoahora?Antes,alentrar,hevistoabiertosobrelamesaelWaverleydesirWalterScott.

—¡Oh,WalterScott!—exclamóTillyentusiasmada—Nomedigaquenoesunodelosautoresmásrománticosquehayanpuestonuncalaplumasobreelpapel.

TamySophiesehabíansentadoenlacimadelArthur’sSeat,lacolinaquedominabaelhorizontedelaciudad,arecobrarelalientodespuésdelaescarpadasubidamientrascontemplabanelocasoenllamas.Lascasasseextendíanasuspies,envueltasenbrumayhumo,aunquemásallásedistinguíanconclaridadelestuariodelForthylosmontesdistantes.

—Nunca lo había visto tan hermoso —exclamó ella sentada sobre unaroca.

Tamsirviócaféendosvasosyletendióuno.—Yotampoco.—Sonrióylamiródeunmodoquehizoqueelcorazónse

leaceleraseaúnmás.CompartieronlasmantecadasquehabíametidoFloraenunalataabollada

mientrasTamhablabaanimadamentedelopocoquelequedabaparagraduarseydeltrabajoqueharíaacontinuación.

—He estado leyendo todo lo que he podido sobre la India y sobre elServicio Forestal. Se pueden hacer tantas cosas…¿Sabes que hay allímás decientocincuentaespeciesdiferentesdeárbolesmadereros?Yesocontandosololasqueseconocen,porqueenelHimalayaymásalláhayregionesenormessinexplotar.Unodelosretos,claro,eseldecómoextraerlamadera,porquesetratadezonasmuyremotas.Detodosmodos,estoydeseandoviajaralasmontañas.SerácomoSuiza,peroaescaladescomunal.

Soplóparaenfriarelcaféydiounsorbo.—ElviejoDowns,miprofesorde indostánico, dicequepuedoencontrar

trabajodesobraenelPunyabsinnecesidadderecorrerapielastierrasvírgenes,pero uno no se hace con un nombre sentado en un despacho polvoriento yreuniendocifras,¿verdad?Yosaldréaverlosbosquesparaaprendercuantomeseaposible.Además,allíhabráocasionessobradasdehacerdeporte:cazaravesypiezasmayoresantesdevolveraltrabajo.

—Suenademaravilla—murmuróSophie.Ellavioqueelrostroseleiluminabacuandohablabadesufuturolaboraly

sintió cierto anhelo agridulce. Se sentía feliz al ver que había encontrado suvocación y, al mismo tiempo, envidiaba la oportunidad que se le ofrecía. No

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podíaevitarilusionarsealoírlohablardesusplanesdeexplorarelHimalaya,demontar a caballo y cazar en las colinas. Sin embargo, ella parecía estarcondenadaaltrabajodeoficinayaalgunaqueotraexcursióndefindesemanaensuviejamotocicleta.

—Tam,llévamecontigo.Asualrededorcomenzabaa tomar fuerza labrisayenel cielocadavez

más oscuro que se extendía tras ellos se elevaba la luna en cuarto creciente.Acabaronelcafé.Ellasesintióestúpidaporloquelehabíapedido,puesnoeraasícomosehacíanlascosas.Elsilenciodeélleindicóquelohabíapuestoenunasituaciónincómoda.

Tamnodijonadamientrasrecogían losvasosvacíos.Sehabíapropuestodecir a Sophie aquella noche que, aunque la quería, su corazón se lo habíarobado otramujer hacíamucho tiempo, quemás le valía buscar a un hombreamablecomoBozquepudieraentregarseaellaencuerpoyalma,queeraloqueella merecía. Sin embargo, cuanto más hablaba de la empresa que tenía pordelante,másclaroteníaquenoencontraríaunaesposamejorqueaquellajovenqueteníadelante.DeseabairalaIndia,eraatractivaysociableyestaba,atodasluces,enamoradadeél.SabríadarasucorazónheridounpocodesolazdespuésdelrechazosufridoenFranciaporNancy,tanhermosacomoinalcanzable.

—Lo siento.—Sophie semordió un labio—.Medesconsuela la idea dequetevayasymedejesaquí.Teníalaesperanzadequemehubiesestraídoaquíporunmotivoespecial.¡Tequiero,Tam!

Aquella declaración lo dejó desconcertado. Ella vio en su rostro quepugnabanenélemocionesencontradasysepreparóparaqueélladesengañaradiciéndolequeseescribiríanysemantendríanencontactooalgosemejante.

—¿De verdad harías eso por mí? —preguntó él en cambio—. ¿LoarriesgaríastodoparaseguirmealaIndia?

—Porsupuesto.Tamlamiróconaquellosojosazulesllenosdevida.—No puedo fingir que no seme ha pasado por la cabeza—confesó—.

Estasúltimassemanastehetomadomuchocariño,Sophie.Aellalediounbrincoelcorazón.—¿Quémeestásqueriendodecir,Tam?Élselevantóylapusoenpieasulado.—¿Porquénolohacemos?—Deprontosesintióarrobadoporlaidea—.

Ya no hay nada que te ate aquí, ¿no es verdad? Juntos haríamos una parejainmejorable:túpodríasayudarmeenmitrabajoyestaramilado.Eresvaliente,divertida y estás llena de energía, precisamente la clase de mujer llamada aprosperarenlaIndia.Esunpocorepentino,pero,sinoesahora,¿cuándo…?

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—Sí,Tam.¡Sí!—lointerrumpióella—.Claroqueirécontigo.—¡Magnífico, cariño!—La abrazó con fuerza. ¿Cómo no había visto la

soluciónmásfácilcuandolateníadelantedelasnarices?SophieLoganencajabaalaperfecciónconlavidaqueélhabíaelegido.Suresueltooptimismoharíaquedesapareciesentodas lasdecepcionespasadas.PodríadesterrarparasiempredesuspensamientosaaquellamujerdemundomásmaduraqueeraNancy.

—Novamosatenertiempodecasarnosantesdemipartida—dijoTam,aquienibaposeyendoelentusiasmoamedidaquehacíaplanes—,perotúpodríaszarparpocodespués:solonecesitoquemedestiempoparaasentarmeybuscarunacasaparalosdos.Unsolteropuedeacomodarseencualquierparte,perotúyyovamosanecesitarunbungaló.Siteparecebien,podemosempezarenLahore.

—¡Tam—exclamóSophiellevandolasmanosalrostrodeél—,bésame!Seemocionóalverelentusiasmoqueinvadíaelrostroapuestodeélenel

momento de inclinarse para besarla con decisión en la boca. Cuando seapartaron,Sophie,exultanteacausadeaquellamudanzarepentinadesusuerte,aseveró:

—Mehashecho tanfeliz…Nopodíasoportar la ideadequemedejasesaquísola.

—Puesnovaaserasí—leaseguróélsonriente.A continuación, echándose el macuto al hombro, la tomó de la mano y

descendió con ella por el sendero empinado. Se detuvieron unos minutos aorillasdellagoDunsapie,cuyaextensióncentelleabaenlacuencaqueformabalacolinaysevolvieronabesarbajolaluminosaluna.

Cuando llegaron a Clerk Street se había hecho de noche. A esas alturashabían hablado ya de la posibilidad de que Sophie tomara, en noviembre, elmismopasajequeTilly.

—A ella la va a acompañar la señora Percy-Barratt, esposa de uncultivador de té deAssam, para quenoviaje sola—dijo la joven—.Tambiénirán a bordo un primo de James que se llama Wesley Robson y Clarrie, suesposa.

—Perfecto, entonces—declaró él guiñandounojo—.Desde luego, amiprometidano levana faltarseñorasdecompañía.Losviajesa la Indiasehanhechofamososcomofuentederomancesilícitosymatrimoniosrotos.

—Enesecaso,esperoqueBoztevigilebienati.Tamsintióciertadesazónaloírnombrarasuamigo,quiensindudaibaa

quedarpasmadoantelaapresuradaproposición.Contodo,BozhabíatenidosuoportunidadconSophieyellanohabíamostradointerésenaqueljovenalto,hijodegranjeros.

—Nopiensomiraraningunamuchachademenosdeochentaycincoaños

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—bromeóél—nibailarconningunaquenohayacumplidolosnoventa.—Ojalá pudiese ser la tía Amy quien me acompañara en el viaje para

asistir a mi boda. —Los ojos de Sophie se llenaron de lágrimas—. La echomuchodemenos.

—Losé—repusoTambesándoleelcabello—.¿Creesquehabríaaprobadonuestromatrimonio?

Elladudósolouninstante.—Seguroquesí: loúnicoquequeríaeravermefeliz.Ylosoy,Tam:soy

muyfeliz.

Sophie insistió en que fuese él quien diera la noticia a Tilly sin másdilación.Ellasepusoadarpalmasysearrojóalosbrazosdesuprima.

—¡Lo sabía! Sabía que iba a pasar algo especial. No sabéis lo que mealegroporlosdos.Enhorabuena.—AcontinuaciónestrechólamanodeTam.

Élsepusoenpieconunasonrisaenloslabios.—Gracias.ParaSophieesmuyimportantecontarcontubendición.—Hacesqueparezcaunaabuelita—seburlóTilly—,perosiloquequeréis

sonbendiciones,lastendréisaespuertas.Sophielatomódelamano.—¿Vasasermidamadehonor?TenemosplanesdecasarnosenLahoreen

diciembre,pocodespuésdemillegada.—Meencantaría—repusosonrientesuprima—.ElseñorRob…Jamesy

yopodríamosaprovecharlasvacacionesdeNavidad.Tamanuncióconentusiasmo:—Voy a intentar que viaje en el mismo barco que tú y el resto de los

Robson.TalvezpodáisvenirdirectamenteaLahore.Tillysintióquesesonrojaba.Loquemásdeseabaenesosmomentosera

reunirseconJamescuantoantesyproseguirsuvidamarital.—Leescribiréamimaridoparaverquéopcióneslamejor.—Perfecto—dijoTam—.Seguroquelasdosospodéisorganizar.—¿Tequedasacomer?—propusoSophie.Élnegóconlacabeza.—DeberíairadarlanoticiaamimadreyaFlora,quedebendetenerlista

lacena.—¿Una taza de té almenos?—le ofreció Tilly—.Me temo que no nos

quedalimonada.—¡Vaya!—exclamósonriendosuprima—.Nopuedeserquete lahayas

bebidotoda.—Esquehemostenidovisita—contestóellamirandoaTam—:tuamigo

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elseñorKan.—¿Enserio?—dijoélfrunciendoelceño—.¿YaquéhavenidoRafi?—A devolver un libro de baladas escocesas que le había prestado la tía

Amy.Lehedichoqueseloquede.Teparecebien,¿no,Sophie?Laotrasesorprendióruborizándosesinmotivo.—Porsupuesto.Yonolonecesito.—Eso es lo que le he dicho yo —respondió Tilly—. Hemos estado

hablandounbuenratosobrelibros.Esmuyapuesto,¿verdad?EstáclaroquealatíaAmytambiénlecaíabien,porqueloinvitóvariasvecesatomarté.

—Ah, ¿sí?—Tammiró con curiosidad a su prometida—.Nome habíasdichoquefrecuentabalacasa.

—Esquenolosabía.Desdeluego,amínovinoavermenunca.—Mecuestacreerlo.—Pues es verdad —aseveró Tilly al detectar una repentina frialdad—:

venía siempre cuando Sophie no estaba. Tenía la impresión de que ella no leteníamuchaestima.

—Niselatengoniseladejodetener—replicólaprima—.Loaprecioporseramigotuyo,Tam,esoestodo.—Nolegustaronnadalamiradagélidadeélni el incómodo pellizco que había sentido en el estómago ante lamención deRafi—. Seguro que la tía Amy solo pretendía ser amable con alguien que seencontrabalejosdecasa.

Tamquedóalgomástranquilo.—Claroquesí.—Tomólamanodeellaylabesó—.Notienesentidoque

mesientaceloso.Nomehagascaso.—Pues a mí me parece muy tierno lo posesivo que te has puesto con

Sophie—semofóTilly—.Esperoquemimaridosealamitaddeatento.—CreoquelomejoresquenoledigamosalseñorRobsonquehasestado

agasajando a un indio con limonada y poesía—aseveró su amiga en tono deburla,felizalverquehabíadisminuidolatensióndelmomento.

Tamseechóareír.—Conque a Rafi le gustan las baladas escocesas, ¿no? ¡Quién lo habría

dicho!

Tamysuscompañeros,Boz,Rafi,McGintyyJimmyScott,sepresentarona los exámenes finales y todos aprobaron. Tam y Rafi recibieron sendasmatrículas de honor, en tanto que a Jimmy quedó a un paso del suspenso.CuandovolvierondeOxfordapenastuvierontiempodecompartirunaveladaenelPalaisdeDanseyunacenadepasteldepescadoycolrecocidaenRoseburn.

—Venavernos,cielo—insistióFlora—,aunquenuestroTamesté fuera.

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Lacasavaaquedarseapagadasinél.Sophieprometióhacerlo,agradecidaporlaamistaddelasdosmujeres.Enaquellaocasión insistió en ir adespedirlo a la estaciónde ferrocarril,

por más que no tuvieron la oportunidad de desplegar allí toda la ternura quehubiesendeseado.Losotroscuatrograduadosseencontrabantambiénpresentesy el andén era un hervidero de parejas llorosas y mozos de equipajes que seafanaban en embarcar las maletas de los viajeros. Flora y la señora TelferestuvieronrondandoentornoaTamhastaelúltimomomento,bombardeándoloconconsejossobresusaludysubienestarespiritual.Lajoven,dehecho,temióquepartiesesindarlesiquieraunbeso,pero,alprimertoquedesilbato,élabrazóasufamiliay,arenglónseguido,sevolvióhaciaSophieylatomóensusbrazos.

—Sisoportoestoessoloporqueséquevoyareunirmecontigoalavueltadetresmeses—aseveróellaconlágrimascorriéndoleporlasmejillas.

Éldejóasomaralrostrounasonrisatiernamientrasselassecaba.—Notepongastriste,chiquilla:yaverásqueel tiempovuelay,después,

novolveremosasepararnosnunca.Suspalabraslaconmovieron.—Nopuedoesperar—susurró—.Teamodemasiado.Tamseinclinóylediounbesofugazenlabocacasienelinstanteenque

secerrabanlaspuertasdelvagón.—¡Eh,Telfer!—gritóBozdesdelaventanilla—.¡Quepierdeseltren!—Sí —exclamó Jimmy—, que parece que no hayas desayunado. Deja

tranquilaalamuchacha.Tam dejó escapar una risotada y se soltó de los brazos de ella. Flora la

apartóconsuavidadmientrasinstabaasuhermanoadarseprisa.—Cuídate mucho, Tammy. Nosotras te tendremos siempre presente en

nuestrasplegarias.ElcorazóndeSophie seencogiódepena.¿Cuántasveceshabrían tenido

quedespedirlosumadreysuhermanaenloquehabíaduradolaúltimaguerra,pensando en todas que podría ser la última? Y allí volvían a estar las dos,perdiéndolo de nuevo. Podrían pasar tres o cuatro años antes de que leconcedieran un permiso para volver a casa. Si lo comparaba con tamañosentimientodeprivación,¿quémotivosteníaellaparaestar triste?Aunasí, lasdossonreíanconaireestoicoyesohacíaquelasadmirasehondamente.

Todasagitaronlosbrazoshastaquelesdolieronyeltrenquepartíahaciaelsurchirrióyrechinóamedidaquecobrabavelocidadysedesvanecíamásalládelacavernosaestación.

Comoseguíasiendotempranoysesentíademasiadoinquietaparavolveracasa,Sophieoptóporalejarsecolinaarriba.SedirigióalparquedeHolyroody

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ascendióhastalamitaddelArthur’sSeat,contemplandolasvíasqueavanzabanhacia el sur aun cuando hacía ya mucho que había desaparecido el tren. Lohabríadadotodoporpartirconél,peroTamhabíasidosensatoalinsistirenqueerapreferiblequeprimerotomasecontactoconsunuevotrabajo.

—Noquierocausarningúnescándaloconlosjefesnuevospresentándomeallíconunaprometidaysindamadecompañíaquelaguarde—habíadichoconfirmeza—. Lo vamos a hacer como está mandado: cuando vengas a vivirconmigo,serácomolaseñoradeThomasTelfer.

Sophie lanzó un beso en la dirección que había tomado el tren de Tam.Había abierto su corazón al amor y resultaba emocionante sentirse a su vezamada.Pues, aunqueélnohabía llegadoadecir:«Tequiero»,cosaque jamáshacíanloshombrescomoél,lajovensabíaquenohacíafalta.Alcabo,¿nohabíademostradotenerlamismaprisaqueellaenverlaconvertidaensumujer?

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Capítulo14

Lamar llevaba revuelta varios días desde que habían dejado Liverpool.Sophie había descubierto que el único modo de mantener a raya su mareoconsistía en sentarse en cubierta envuelta en un abrigo y fijar la vista en lasiluetagrisdePortugaly,trasél,deGibraltar.Elairefríoquelerozabalanucalahizolamentarhabersecortadotantoelcabelloafindeapercibirseparalavidadeltrópico.Tillyestabaasuladohaciendoporleer,pero,enelmomentoenquedoblabanelcabodeSanVicente,elvientoarrancóellibrodesusdedosfríosylolanzóporsobrelaborda.

—Merindo—gritó—.Mevoyahibernar.Avísamecuandosalgaelsol.Con todo, Tilly llevaba un tiempo indispuesta y de un humor muy

cambiante. Ella se había sorprendido tanto como su familia cuando le habíandiagnosticadolacausahacíaunmes:estabaencintadesuprimerhijo.Aquellohabía sidomotivo de no pocas discusiones, siendo así queMona y la señoraWatsonopinabanquedebíapermanecerenEscociahastadaraluz.

—Allí esmuchomenos seguro—había argumentado su hermana—, contantasenfermedadesytanpocosmédicos…

Sinembargo, lacorrespondenciaeufóricadeJames lehabíadadofuerzasparahacerlesfrenteyceñirsealplandeviajaralaIndiaparaestarconsumaridoytenerallíalbebé.

—Séloquevaapasarsino—habíaconfiadoentrellantosasuprima—:sevanaquedarprendadasdelacriaturaynovanapermitirquelaapartedesulado.MonatomarálasriendasdelasituaciónymemandaráprobablementeconJamessinmihijoparacriarloenDunbarporserunlugarmenosinsalubre.

Sophiehabía intentado tranquilizarlaasegurándolequeMona jamás ibaahaceralgoasí,peroTilly,mástozudaaúnquedecostumbre,nopensabadejarsepersuadir.Contodo,tuvoqueabandonarlosplanesdeserdamadehonordesuprima,puesloskilómetrosdemásquehabríadehacerparaviajaralPunyabibanaresultardemasiadoagotadores.JamesqueríaquefueradirectaaAssamyTilly,

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enconsecuencia,tendríaquepermanecerabordohastallegaraCalcuta.Sophiehabía hecho lo posible por ocultar su desilusión, pero, aun así, cualquier cosaquedecíaparecíasentarmalasuamigadelalma.

—Puedesveniravernosunavezquenazcaelbebé—lehabíapropuesto.—Pero ¡si está lejísimos! Además, ¿cómo quieres que viaje con una

criaturadepecho?—habíaespetadoTilly.—Enesecaso,iréyoavisitarosavosotros.—¡Seguroque sí!Comosi estuviésemospuerta conpuerta…Encima, te

apuesto loquequieras aque, unavezque seáismaridoymujer,Tamnova aconsentirqueteapartesdesulado.

—Siessoloparaunavisita,seguroquesí.Tilly,sinembargo,sehabíaechadoallorar.—Conlasganasque teníadeser tudamadehonor…¡Noquiero tenera

estebebé!—Puesclaroquequieres.—Sophielahabíaabrazado—.Yvasaseruna

madreexcelente.—Voyaserundesastre—habíadichoentresollozosTilly—.Monaesla

quedeberíasermadre.Amí,lasolaideameaterra.Sophie se preguntó si la gestación volvería tan sensibles y testarudas a

todaslasmujeresosetrataba,másbien,dequeaTillylaasustabaensecretolaperspectivadealejarse tantodesufamiliaparaconvivirconunhombrealquecasiniconocía.Encualquiercaso,estandoyadecamino,eratardeparaesaclasede dudas, tal como determinó resignada Sophie mientras se arrebujaba en ungruesoabrigodelanaescocesaquehabíapertenecidoalatíaAmy.

EltiempotormentosolashostigódurantetodoelMediterráneo.Elbaileyel concierto que habían organizado algunos de los pasajeros tuvieron quecancelarseporelgrannúmerodeenfermos.Sophieapenasoyópronunciardospalabras seguidas aMuriel Percy-Barratt, que compartía camarote conTilly yella.Lamujer,mayorqueellas,yacíaindispuestaentregemidossinaceptarmásalimento que galletitas saladas. Por suerte, la embarcación, el vapor City ofBaroda, era moderna y disponía de duchas. Sin embargo, por más que selavaran,elespacioenelquedormíanseguíaimpregnadodeoloravómito.

Sophie contaba con el solaz que le proporcionaba la jovial compañía deClarrieRobsonysuhija,laencantadoraAdela,sibienseguíaintimidándolauntantoWesley,hombreapuestoymorenoquefumabapurosdeolorintensoyseafeitabaencubierta.

—¡Quélástimaparavosotras,lasmásjóvenes,quesehayasuspendidoelbaile!—comentóClarriemientrasSophieyellaseaferrabanconunamanoalabarandillaysujetabanalaniñaconlaotra.

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—Con tanto movimiento sobre cubierta, esto iba parecer más bien unapartidadebolos—bromeóSophie.

—El mal tiempo no durará mucho. Ya verás que, de aquí a unos días,vamosaestartodosimplorandoquevuelvaelfrío.Aprovechaparallenartelospulmonesdeairefrescoysaladomientraspuedes.

—¡Salado!—rioAdelahaciendoporsaltarmientrasacercabalacaritaalaespumaquesaltabadelasolas.

—¡Tú sí que eres un buen lobito de mar! —le dijo sonriente Sophieapretándolelamano—.Nitehasmareadonitehasquejadoentodoestetiempo.

—¡Aúpa,Ophie!—No,cariño—repusoClarriesinsoltarla—.¿Oquieresllegarnadandoa

laIndia?EnesemomentofueasuencuentroWesleyylajovenreparóenlamirada

deternuraquecruzabanClarrieyélyquedejabafueradetodadudaqueseguíanestandomuyenamorados.LaimpacienciaquelaconsumíaporestarconTamsehizoaúnmayor.El recién llegadoasióa laniñay,haciendocasoomisode lasprotestasdesuesposa,latomóenbrazosysepusoadarvueltasconella.Adelasepusoalanzarchillidosdefelicidad.

—Miraquévistatanhermosa—dijosupadre—.EsellitoraldeÁfrica.Elcontinentesehallabaenvueltoenunabrumaargéntea.—Me recuerda a Benderloch, que está en la costa oeste de Escocia.—

Sophietragósalivaafindecombatirlarepentinapunzadadenostalgia—.LatíaAmynosllevóallídosvecesaTillyyamídevacaciones.

Sus emociones iban y venían entre la honda añoranza de su hogar deEdimburgoyelentusiasmoqueleprovocabalaideadeempezarunavidanuevaconTam.Eranlospequeñosdetalleslosqueleprovocabanaquelladualidad:elsabor de unamantecada, el silbido de una tonada escocesa o, como en aquelinstante,lanieblaquecaíasobrelatierra.

Clarrieleestrechóelbrazo.—Esnormalquetesientastriste.YoechabademenosTynesidelaprimera

vez que volví a la India tras la guerra y, luego, empecé a añorar la India y aWesley en cuanto me vi de nuevo en Newcastle —aseveró con una sonrisaatribulada.

Wesleyañadióentonoalegre:—Elviajeteayudaráaalcanzarelestadodeánimoquenecesitas,porque,

después de tres semanas en elmar, estarás impaciente por poner un pie en elsuelodelaIndia.

Sophierespondióconunarisita:—Desdeluego,sieltiempodelasdossemanasquequedaneselmismode

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losochoúltimosdías,dudomuchoquequieravolvernuncaacasaunavezqueestéallí.

A la mañana siguiente sintieron un gran alivio al despertar con un solradiantealnavegarentrelacostadeTúnezylasislasdelaGalita.Duranteaqueldía y el posterior empezaron a salir de sus camarotes los pasajeros a fin decharlar, jugar al tenis sobre cubierta y bailar antes de la cena. El mayorinconveniente de aquella mejora del tiempo, según habría de descubrir muypronto Sophie, fue la resurrección deMuriel Percy-Barratt, quien no tardó enponerseadarórdenesa lasdosprimasyaamonestarlascadavezque lasveíahablandoconunhombresinimportarsuedadnisuestadocivil.

—Sialguienossolicitaunbaile,tenéisquerechazarloconeducación—lesdictó—.Noquiero tenerque irleconmentirasa James,¿verdad,Tilly?,nimeparece decente, Sophie, que una muchacha recién prometida vaya por ahícoqueteandoconotroshombres.

—Si se refiere usted a hablar con el señorHogg, el coronel retirado delregimientorashput,tengaencuentaquedebedehabercumplidoyalossesenta—dijolaúltimatratandodecontenerlarisa—yquetieneasuaterradoraesposadecarabina.Dudoquemivirtudcorraningúnpeligro.

—Sin embargo, la de él puede que sí —apuntó su prima, que habíarecuperadoelbuenhumor.

—Noescosaderisa—lasreprendióMuriel—.Estoyaquíparagarantizarque no ocurra nada indecoroso. Tú deberías tener especial cuidado, Sophie,porque tu negligencia podría arruinar la carrera futura de tu marido en laAdministración de la India antes incluso de empezar.Allí, los chismes correnconmásrapidezquelafiebre.

—Nolodudo—murmuróellamientrasponíalosojosenblancomirandoaTilly. Estaba convencida de que Muriel debía de ser la burra memsahib delcomadreo.

Mástarde,sinembargo,suprimalepidióquenollevaselacontrariaasuseñoradecompañíanilallamasePercy-la-Rata,porsilasoía.

—Atitedaigual,porquetevasaescaparaBombay,peroyovoyateneralosPercy-Barrattdevecinostodalavida.

Enconsecuencia,SophiepasóbuenapartedesutiemposentadaconrecatocomoTillyoyendo los consejosqueprodigaban lasmujeresdemás edadque,comoMuriel,volvíandedejarasusretoñosenlasescuelasdelReinoUnido.Laeducacióndeloshijosera,precisamente,unodelostemasdeconversaciónmáshabituales.

—CriarlosenlaIndiaestodounproblema,¿verdad?—dijoMurielconunsuspiro.

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—Hastalossieteolosochoañosvatodosobreruedas—añadiólaesposadelcoronelHogg—.Yoenseñéamishijosencasahastaesaedadynosufrierondañoalguno,perolosmáscrecidos,aquellosalosqueencontróallílaguerra,medieronunalástimatremenda.Losmíos,porsuerte,estabanyaenedadescolar.

—Sí—asintió Muriel—, yo tengo que agradecer que la guerra hubieraacabado ya cuando le llegó la hora a Henry hijo de empezar su educaciónprimaria.

—Algunosdeloshijosdeoficialesqueestabanyainternosnovieronasuspadresentodoelconflicto,lospobres—admitiólaotra.

—¡Qué calamidad! —exclamó Sophie—. Cuando volvieron casi no losreconocerían.

Muriellamiróconexpresióngélida.—Para sus madres fue durísimo, pero, al menos, sabían que sus hijos

estabanrecibiendoladisciplinayelrigoreducativodeunaescueladecalidad.—Ahora,enlospuestosgrandesnolotienentandifícillosmáspequeños

—aseverólaesposadeuningeniero—.Merefieroaloslugaresenquehaymásniñosbritánicosyhastaguarderías.

—En el campo, donde vivimos nosotros, eso es imposible —declaróMuriel.

—Pues yo —reflexionó Sophie— no recuerdo que me mandasen a laescuela.

—Eshorribletenerquedespedirsedeellos—dijoconlosojosanegadosenlágrimaslamujerdeunfuncionariodeObrasPúblicas—.Horrible.Porsuerte,amiHesterlotendrétodavíaotroscuatroañosconmigo.Sino,noseríacapazdesoportaresto.

—Puesnotenemosmásremedioquesobrellevarlo—leencajóMuriel—.Esloquemejorsenosdaalasmujeresquesomosmadresyesposas.

Tilly no pudo evitar posar una mano posesiva sobre su vientre, queempezaba a hacer perceptible su redondez bajo el vestido recto de color beis.Aúnnohabía nacido el bebéyya le resultaba imposible imaginar el dolor deenviarlotanlejosdeellaatancortaedad.

—¿NohayescuelasbuenasentodalaIndia?—preguntó.—Paralosnuestros,pocas—repusolaseñoraHogg.—Y,aunquelashubiera—añadióMuriel—,seríamuyegoístadenuestra

partetenerlosenlaIndiadespuésdelossieteaños.Lessientamalelclimaysedebilitan.

Ladelingenieroasintióconunmovimientodecabeza.—Sevuelvenperezososcomolosnativos.—Vaya—confirmósufuturavecina—.Tienesqueanteponersubienestar

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atuspropiossentimientos,cariño.—Aun así —comentó con un suspiro la mujer del funcionario—, es

durísimo.Yonodejodepensar:«¿YsiGeorgenoesfelizenlaescuelanuevayyonopuedohacernadadesdetanlejos?¿Cómovoyasabersiestáagusto?».

Clarrie,quellevabaunratojugandoaltejoconAdelaencubierta,seunióalaconversación.

—Entre lasmisiones hay algunas escuelasmuy buenas.Yo fui a una demonjascatólicasenShillongytengolaesperanzadequeAdelapuedairtambiénallícuandolelleguelaedad.

Las demás, escandalizadas, guardaron silencio. Adela vio entonces aWesleyyechóacorrerhaciaélporlacubierta.SumadresonrióaTilly.

—Las cosas están cambiando en la India, poco a poco, pero estáncambiando.Talvezcuandotupequeñíncumplalosochonotengasnecesidaddealejarloamilesdeleguasdesumadre.YonotengoningunaintencióndemeteraAdelaenuninternadoydesterrarlaaochomilkilómetrosdemí.

Dichoesto,sealejóparareunirseconsufamilia.—¡Habrase visto! —dijo Muriel chasqueando la lengua—. ¡Qué

desvergüenza,ladeestamujer!—¡Qué embarazoso! —añadió la mujer del ingeniero—. Nosotras no

hemosdesterradoanuestroshijos.—La señora Robson puede llegar a ser demasiado directa—convino la

señoraHoggponiéndoseenpie—,perodudoque tenga intencióndeofenderanadie.

—Metemoquenoestoydeacuerdoconusted—contestóMuriel—.Esamujernopiensaloquedice,ninadielehadadovelaenesteentierro.

—Dadoqueestamostodasenlacubierta—señalólaseñoraHogg—,dudoque podamos considerarla una conversación privada. Y ahora, sime excusan,voyaretirarmeadescansar.—Sedespidiódeellasinclinandolacabezaysalió.

Cuandosehuboalejadolobastantecomoparanopoderoírlas,Murieldioriendasueltaasuindignación:

—SupongoquenohabráqueexplicarporquésecrioClarrieRobsonconlasmonjasdeShillong.

—¿Porqueeseurasiática?—aventuróladelfuncionariodeObrasPúblicassusurrandolaúltimapalabra.

—Exacto.Nohayquemirarmuchoalahijaparaverquelasangreindiaasomatambiénenlasiguientegeneración.

—Adelaesindiasoloenunaoctavaparte—intervinoTilly—,aunquenocreoqueesoimporte.

—Pues claro que importa—dijoMuriel—. Ya lo creo que importa. De

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hecho,noséporquénoviajanensegundaclase.—El marido, sin embargo, parece un buen hombre —aseguró la del

funcionario.—Sontodosunencanto.—Sophiesepusoenpie,hartadetantocotorreo

—. Además, ahora son parientes de Tilly, conque deberían tratarlos con másrespeto.

Murielparecióofenderse.—Pues,porloquemecuentamimarido—leespetó—,tupadrenodabani

losbuenosdíasalafamiliadeesamujer.BillLoganteníaaJockBelhavenporuntraidorporhabersecasadoconunamestizayengendrarconellahijasasíynotenía reparoendecírseloa lacara.Fue tupadrequienseaseguródequea lossuyos les prohibiesen la entrada en el club de Tezpur, esome ha contadomiHenry.Tupadreeramuyconscientedeloincómodaqueeraunacosaasíparalosdemáscultivadoresde téysus familias.Todoesopasó,claro,antesdequeyollegaseaAssam,pero,siquieresmiopinión,tupadreteníatodalarazón.

Sophiequedósinalientoanteaquelloynopudomenosdeasombrarsealoírquesupadrehabíacondenadoalostracismoa la familiadeClarrie.Tillyyellasemiraron.¿PodíaserquetrasladesavenenciadeJamesyWesleyhubiesemásqueunenfrentamientodeopinionesrespectodelosmétodosdeproduccióndel té? ¿Y si Clarrie seguía estandomarginada en la India y James no queríatenernadaqueverconella?

Suamigaseencogiódehombroscongestoazorado,peronodijonada.—Voy a cambiarme para el baile de la tarde—anunció Sophiemirando

desafianteaMuriel—.¡Québien,no tenerhijospor losquepreocuparme!Asípuedodisfrutarunpocodelavidaantesdeatarmeatodoello.

Mientras sealejaba,oyóa laesposadelcultivadorde tédejarbienclaroquedesaprobabasuconducta.

—Esaprima tuya cree saberlo todo,Tilly, pero loúltimoquenecesita laIndiasonmujeresmodernasconpeinadoàlagarçonneyespírituagitador.Aeseingenierodemontessuyoleesperanunoscuantosquebraderosdecabeza.Desdeluego,vaatenerqueatarlacortosinoquierequeacabemetidaenunbuenlío.¡Acuérdatedeloquetedigo!

SophienotardóencansarsedehacerloposibleporaplacarlascríticasdeMurielydecidióobviarloscomentarioshirientesqueprovocabasuentusiasmopor las actividades de ocio que se organizaban en cubierta. Encontró espíritusmásafinesalsuyoenlajovenEllaHolland,esposadeunagrimensor,yenuntalcapitán Cecil Roberts, ingeniero militar al que gustaba organizar conciertosimprovisados acompañando con dificultades al piano las canciones escocesas

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quecantabaella.HabíaungrupodeoperariosestadounidensesquesedirigíanaunaexplotaciónpetroleradelPunyabyteníanaficiónalosdeportesdeexterior.AyudaronaCecil,Sophie,ClarrieyWesleyaofrecerundíadeactividadesalosniños del pasaje, con carreras de carretillas y una pista de obstáculos quemontaronconlosarosdejugaraltejoyredes.Acabaronjugandoatirartodosdelasogadivididosendosequiposyreservaronunaduchadecubosdeaguaparalosganadores.

—Tengo entendido queEllaHolland y sumarido cambiaron de apellidoparaqueélpudieramedrarenelDepartamentoTopográfico—murmuróMuriel—.ElverdaderoesAbrams,judío,porsupuesto.Solohayquemirarla.

—Pero ¡si es guapísima!—Sophie se apresuró a salir del camarote. NoentendíacómopodíasoportarTillylascríticasmaliciosasdeaquellamujer.

Suprima,sinembargo,dabalaimpresióndenodarsecuenta:sepasabaeldíacansadaynomostrabainterésalgunoendivertirseconella.

Llevaban casi dos semanas en el mar cuando recalaron en Puerto Saíd,donde echaron el ancla a medianoche. A la mañana siguiente, Sophie estuvoincordiandoalaapáticaTillyhastaqueconsiguióconvencerlaparabajaratierray explorar los alrededores. Muriel las llevó a la tienda de Simon Arzt paracomprar topis, esos sombreros de uso tan extendido entre los británicos paraprotegersedelsolenlaszonasdeltrópico.

—A no ser que queráis que se os frían los sesos —les advirtió—. Siqueréis,podéisusarunacintaparadejarlosmásavuestrogusto,peroni seosocurrasalirsinellos.

—¿Cómosobreviviríanloscolonosantesdequeseinventaran?—preguntóSophieconunasonrisadesuficiencia.

—No sobrevivían —le espetó Muriel—: los sombreros ordinarios noprotegencomoestámandadolascabezasdelosbritánicos.

Las primas consiguieron zafarse de Muriel mientras esta regateaba conentusiasmo el precio de un jarrón azul y amarillo para su bungaló deAssam.Deambularonporentrelosllamativostenderetesyadmiraronloschalesderayasy la ropa blanca, amén de contemplar boquiabiertas ante los vendedores quesosteníanen altobandejasde latóncargadasdevasosde témientras se abríanpasoentrelamultitudylosburros.

—ClarriedeberíacontratarlosenelHerbert’s—comentóTilly—.¿Cómoselasarreglanparanoderramarniunagota?

—¿Quieresuno?—preguntóSophie,felizalverquesuamigamostrabaalfininterésenalgo,ypagódosvasosdeaquelténegrodulce.

—Amísinlechenomegusta—sequejóTilly.—Pruébalo:verásquérefrescante.Yodeniñalotomabaasí,aunquehasta

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ahoranomehabíaacordado.—Espero que en Cheviot View haya leche—dijo la prima haciendo un

mohíntrasdarunsorbo—.¡Uh!Sicasimehadejadodegustarel té.Vamosavolveralbarco.Zarpaamediodía,noquerrásquenosdejeatrás.Además,esteolormeestádandoganasdevomitar.

Aquellugarleresultabaabrumador.Habíaperdidolasganasdecompraryrecorrerlaciudad.Estabadeseandosalirdeaquelletargo,perolociertoesqueloúnicoquequeríahacerúltimamenteeraacurrucarseydormir.Sabíaqueestabairritable con Sophie, pero no podía evitarlo. Envidiaba la facilidad con la quehacía amigos su prima y su energía inagotable. La criatura que llevaba en suinterior la estaba convirtiendo en una llorona; no se reconocía, pero tampocopodíahacernadapordominarsusemociones.

—Tendríasquecomprarle algún recuerdoa James. ¿Quépuedegustarle?YohabíapensadollevarleaTamunasdeliciasturcas,porqueBozyélsonmuygolosos.

Tillyestabadesconcertada.—Nolosé.—Aquellaideahizoqueseecharaallorar—.Somosmaridoy

mujerynisiquierasésilegustanlasdeliciasturcas.—Daigual—dijoenseguidalaotra—:puedescompraralgoparalacasa.

—Actoseguido,sepusoaregatearconunchiquillorisueñoparahacerseconunpar de fundas de almohadón para Tilly. El pequeño las convenció para queadquiriesen tambiénsendoschalesycucharasderecuerdo.Sophiecompródoscajasdedelicias turcasy luegocorrióconsuprimaderegresoalbarco,dondelasaguardabaindignadaMuriel.

—¡Pensaba que os habían secuestrado! ¿Cómo se os ha ocurrido vagarsolasporesascalles?CuandoviajáisaOriente tenéisqueandarconojosen lanuca.

—Puesnosécómosillevamospuestoeltopi—bromeóSophie.—Mira a la pobreTilly.La traes agotada—la acusóMuriel—.Deberías

cuidarmásatuprima.Solopiensasentimisma,jovencita.—Estoy bien —contestó la embarazada—, aunque me alegra estar de

nuevoabordo.Las dos tuvieron ocasión de alegrarse al recibir correspondencia de sus

parejas. La carta de James era breve y formal. En ella decía que iban aencontrarse en Calcuta, pero que, en caso de que él se retrasara, debía tomarhabitaciónconlaseñoraPercy-BarrattenelHotelVictoriayesperarloallí.

—Acabodeenviarleunadediezpáginas—exclamóTilly—yrecibounaque parece escrita en papel higiénico. Este hombre no sabe lo que es elromanticismo.MiratodoloquehaescritoTam.¡Noesjusto!

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Sophie buscó un rincón tranquilo para leer la suya, seis caras de papeldelgado con el membrete de la Oficina Forestal de Lahore. Al parecer, Tamestaba destinado en el campo, en un lugar llamado ChangaManga, y aún nohabíavistograncosade la ciudad.Lacarta transmitía el gran entusiasmoquesentía por su trabajo y por los planes que tenía para las plantaciones: ladesviacióndeuncanalafindedaraguaa losviveros, laextensióndeunavíaparavagonetastiradasporbestiasylasganasqueteníadeexperimentarconlasdiversasespecies.

Ayer abatí una cervicabra al amanecer. Organicé a variospeones para que hicieran de ojeadores y la espantamos. Laderribédeunsolodisparoenellomodesdeunadistanciadesetentametros.Hehechosalar lapiely laheenviadoa loshombres de la remonta, los que se encargan de proveer decaballosalejército,quetienenunsastrecapazdeconvertirlaen una alfombra para tus delicados pies. Cariño, ardo endeseosdebesaresospiesyelrestodetupersona.

Sophieseruborizódeplacerysellevólashojasaloslabiosmusitando:—Yotambién.

Hetenidounaccesodefiebre,peronoesparapreocuparse:nos ha pasado a todos los nuevos. Cuando salimos hacíatodavíamuchocalorylosmosquitossehancebadoconmigo.Te lo advierto, porque no quiero que te des la vuelta y teembarquesdenuevoparacasacuandomeveasenBombay:estoyhechounesqueletoencomparacióncon laúltimavezquemeviste.Detodosmodos,tambiénesposiblequeyonote reconozca con el pelo corto y nos crucemos sin vernos.Estoy deseando que los días se aceleren y llegue pronto elcomienzodenuestranuevavidajuntos.Deaquíaunpardedías volveré a Lahore para intentar alquilar aposentos dematrimonioenunodelosacantonamientos.Cuandoestoyenla ciudad me alojo en el Cecil Hotel, que dirige la señoraJones,unaviejecitaencantadoraqueséquetevaaencantaryque me ha presentado a un matrimonio de adeptos a lacienciacristiana:losFloyd.

Hugh Floyd trabaja en la Hacienda Pública de la

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Administración del Punyab y Deidre Floyd es uno de lossoportesdelaSociedaddelaCienciaCristianadeLahoreycelebranamenudo la lecturadominicalensubungaló.Unaamigadeellasviajacontigoenelbarco.SetratadeBlanditaHoggyesesposadeuncoronel.¿Laconoces?

—¿Blandita?—exclamóriendoSophie.«¡Quénombretanpocoapropiadoparaunamujertanformidable!»,pensó.

Desde esemomento era poco probable que volviera a sentirse intimidada porella.

Tengotantascosasquecontarte—seguíadiciendolacartadeTam—. Se diría que llevo ya varios años aquí. Con todo,prefiero estar aquí, en la selva, trabajando a todas horas yaprendiendo urdu, porque cuando voy a la ciudad y veotantasparejascenando,bailandoypasándoseloengrande,teecho más de menos y se hace más grande el vacío de micorazón. Me muero por que llegue el día en que puedatenertedenuevoenmisbrazos.

Tuyoporsiempre,Tam

—Seteveenlacara—dijoTillycongestodesconsoladoalverregresarasuprima—quetucartanoselimitabaainformartedeloshorariosdeltrenylasinstruccionesparapasarporlaaduana.

—Más bienme ha revelado cómo llaman a la señoraHogg—respondióellasonriendo—.Aversiloadivinas.

—¿Brunilda?—No.—¿Prudence?—Niteacercas.—¿Charity?¡Bah!Merindo.—¡Blandita!—Telohasinventado.—No:loséporlafuentemásautorizadadetodoelPunyab.Supongoque

se llamará Florence o algo por el estilo, pero sus amigos le dicen Blandita.¡Dimequenoesparatroncharsederisa!

—Sí—convinoTilly.Porprimeravezensemanasnotóborbotearleenlas

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entrañasunaextrañasensaciónquesemanifestóprimeroconunresoplidoyquelallevó,acontinuación,adeshacerseencarcajadas.

—Por fin volvemos a oír reír a Tilly —farfulló Sophie mientras sederrumbabasobreelcatrequeteníaasuladoysedejaballevarporaquellarisacontagiosa.

Las dos estuvieron variosminutos desternillándose sin poder contenersehasta que entróMuriel y las amenazó con llamar almédico de a bordo si norecobrabanlacompostura.

ElCityofBarodapasóelcanaldeSuezyse internóenelmarRojo.Lasubida repentina de las temperaturas llevó a la tripulación a ataviarse conuniformes blancos de veranoy al pasaje a sacar atuendosmás ligeros: franelablanca para los hombres y vestidos estivales para las mujeres. Amedida queavanzaban hacia el sur y se hacía más agobiante el calor, todos prefirierondescansarymirarlasestrellasabailar.AlentadaporloqueledecíaTamsobresusclasesdeurdu,SophieaceptóelofrecimientodelaseñoraHoggdeaprenderunascuantas frasesmientras se sentabanen lapartedebaborde la cubierta, aresguardodelsoldirecto.

—Darás muy buen ejemplo —aseveró la dama— si sabes hablar a tuscriados en su propia lengua. ¿Por qué tienen que ser siempre ellos quienestenganquehablarlanuestra?Además—añadióguiñándoleunojo—,asípodráshacerteunaideadeloquedicendeti.

BajolamáscaradeburraMemsahib,aquellamujerteníaunciertosentidodelhumorquehizoqueSophieacabaraportomarlecariño.

Tillysenegóasumarsea«lafrasediariadeBlandita»,comoellallamabaaaquellassesiones.

—CreoqueloscriadosdeJameshablanbengalíoalgoporelestilo,asíque¿de qué me va a servir? Además, si casi no tengo fuerzas para leer, ¿cómoquieresquemepongaaaprenderidiomas?—Elcalorhabíahechoquevolvieraaaflorarsucarácterirritable.

Adénflotabayaalolejosalaluzcrepusculary,sinembargo,lallegadadelbuqueamarabiertonosupusoungranaliviobajocubierta.Tillyeraincapazdeconciliar el sueño: el aire viciado del camarote y los ronquidos deMuriel lasacabandequicio.

—Vamos a dormir a la cubierta—susurró Sophie, quien, tras recoger laropadecama,hizosubirasuamiga.

Allí toparonconquenoeranlasúnicasquehabíantenidolamismaidea.Dehecho,latripulaciónhabíadispuestounaveladetalmaneraquedividieselacubiertaendoszonas:unaparaloshombresyotraparalasmujeres.Setendieron

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enpañosmenores,unaalladodelaotra,ycontemplaronlalunaquebrillabaconfuerzaenelcielo.Tilly,sosegadade inmediatoanteelaireapaciblede lamar,tendióunamanoparatomarladesuprima.

—Sophie.—Mmm…—Sientohabermeportadocomounaogresa.Noséquémeestápasando.Sophieleestrechólamano.—Eselembarazo,quetehaposeído.—Peronodebería pagarlo contigo: cuantomejormehas tratado tú,más

malhumoradamehevuelto.Soyunaembarazadainsoportable.Sophieseincorporóyrebuscóbajolamanta.—Toma,aversiestoteendulzaelcarácter.—Abrióunacajaysacóuna

golosina.—Pero¡sisonlasdeliciasturcasdeTam!—protestóTilly—.¿Cómovoya

comermeturegalo?—Tengo otra caja.—Lemetió un dulce en la boca y tomó otro para sí.

Teníaunsabordeliciosoafrutossecos.Lasdosestuvieronvariosminutosmasticandoensilencio.—Lasestrellasdeaquínosonlasmismasqueencasa—comentóTilly—.

AquelladebedeserlaCruzdelSur.—¡Qué romántico! ¿Verdad? —Sophie exhaló un suspiro—. Ojalá

estuvieraaquíTamparaverlo.—Vaisaestarjuntosalavueltadeunasemanayyanotendréisquevolver

asepararosmás.ASophieselehizounnudoenelcorazón.—Nuncaheestadotanentusiasmadaniasustada.Tillysoltóunbufido.—¡Siatinoteasustanada!Elmanojodenerviossoyyo.Desdequesupe

que esperaba a unbebé, nohe dejadode tener esta sensaciónde pániconi depreguntarmequédiabloshehecho.Nomerefieroalacriatura,sinoaJamesyamí.Seguroqueatinoteasaltaelmiedodeloquepodríaocurrirsilarelaciónnofuncionayteencuentrasatrapadaallíparasiempre.

—No —contestó Sophie—, no me asusta nada relativo al hecho decasarmeconTam,perosíquemepongonerviosadepensarenlaIndia.Tengosentimientosencontradosalrespecto.Loqueesperoesquemiregresomeayudeamitigar la tristeza que siento pormis padres y espante los fantasmas demiinfancia.

—Escuriosoquedigaseso—murmuróTilly—,porquefuelomismoquedijoRafiKan.

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—¿En serio?—La prima se sobresaltó al oír su nombre de manera taninesperada.

—Sí.Mediolaimpresióndequepercibíatunostalgia.Hablóprecisamentede«enterrarfantasmas».

Sophiesintióunaopresiónenelpecho.—Tienerazón—dijoalfin—.Imaginoque,muyenelfondo,megustaría

saberloquelesocurrió.Tillyfruncióelceño.—Pero si ya lo sabes: los dos contrajeron la fiebre tifoidea. Tú tuviste

muchasuertedesobreviviraaquello.Almenos,esoesloquediceJames.—Lo sé—respondió Sophie desconcertada—, pero ni siquiera recuerdo

habercaídoenferma.Meacuerdodecuandoenfermómipadre,queloteníanensudormitorioygritaba,gritabamucho:deesosímeacuerdo.Sinembargo,notengo memoria de la enfermedad de mi madre ni de la mía. Lo último querecuerdo de ella era que estaba jugando conmigo al escondite. Uno no juegacuandotienefiebre,¿verdad?

—Esqueavecesocurretodoenmuypocashoras—apuntóTilly—.Esoesloqueasustatantodeesasenfermedades.

—Supongoquesí.—Sophietratódehacermemoria—.Pero¿dóndeestabamiaya?Norecuerdoquetratasedeconsolarmecuandomurieronniquevinieraadespedirme.

—Quizásevieraobligadaairseatrabajarparaotrafamilia—supusoTilly.Sophiemeneólacabezacongestodesconcertado.—Aquellanocheocurrióalgo.Habíamuchosgritosylosadultosparecían

preocupados:nomedejabanpasardelosescalonesdelaveranda.Recuerdoquemásalládelahaciendahabíamuchoruidoyfuegosartificiales.

—Sí,hacetiempomehablastedelostambores,quepensabasqueeranportucumpleaños,¿verdad?

—Pero eso, claro, no tiene sentido: en la aldea estaba pasando algo. Loúltimoque recuerdo demi ayaMimi es verla corriendo por el sendero con elgatitoqueacababadenacer.¿Noesextraño?¿Quésentidotienequehicieraeso?Alomejornofuecomoyolorecuerdo.

—Pues yo creo que no te sirve de nada seguir dándole vueltas a eso,porquenuncavas a estar segura, pero sí quepodría ayudarte venir aAssamavisitarmeeiraverlatumbadetuspadres.

—Nisiquieraséconseguridaddóndeestánenterrados—dijoSophiecontristeza—. Cuando murieron vivíamos lejos de la plantación de la Oxford.Supongoquelesdaríansepulturaenalgúnlugarde lascolinas.LatíaAmynome hablaba nunca de eso. No quería que lo pasase mal, aunque quizás ella

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tampocosupieragrancosa.—Puede que James sí lo sepa—le dijo Tilly—. Puedo preguntárselo si

quieres.Sophieseinclinóhaciaellaylebesólamejillacaliente.—Gracias,seríatodoundetalle.Comieronmásdeliciasturcasyhablarondelfuturo.—¿QuiénibaadecirqueíbamosaacabarlasdosviviendoenlaIndia?—

comentóTilly.—Ylasdoscasadasconcultivadoresdeté—dijoSophie—.Siempreteha

gustadocopiarme.—Estavezno—protestólaotra—:yofuilaprimeraquesecasóconunoy

reservóelpasajealaIndia.—Ya lo sé. —En la oscuridad se oyó una risita—. Estaba bromeando.

Además,estáclaroquevasasermadremuchoantesqueyo,porqueamítodavíanomeatraelaidea:losbebésmeasustan.

—¿Queteasustan?—preguntóTillysorprendida—.¿Terefieresalparto?—No es solo eso —contestó Sophie tratando de expresar qué era

exactamente lo que la aterraba—. Se trata más bien de tener que hacermeresponsabledealgotanpequeñoynosabercuidarlo.

—Vaya —dijo la prima llevándose una mano al vientre con gesto dealarma.Laúltimasemanahabíaestadosintiendoclaramente laspataditasde lacriaturayesolahabíallevadoadarsecuentadequeaquelloerareal.

—Losiento—corrióadecirSophie—:hasidouncomentariomuypocoafortunado.JamesytúvaisaserpadresmaravillososyestoyseguradequevasatenerveintenasdeRobsonenminiaturadeexcelentesalud.Soyyolaquenoestálistaaúnparaformarunafamilia.Enfin,vamosaendulzarnoslavidaalasaluddelpequeñodelosRobson.

Cuando acabaron de charlar habían mediado la caja de golosinas. Tillydurmió bien por primera vez en dos semanas, hasta que, con la luz del alba,aparecieronconlasmangueraslosencargadosdemantenerlimpialacubiertaylasprimastuvieronquevolverasuscatres.

Los días siguientes hizo calor y el mar estuvo en calma, teñido de undeslumbranteazuldepavoreal.

—Parece como si le hubieran pasado por encima una apisonadora. —Sophienocabíaensídeasombro—.Nuncalohabíavistotanllano.

—Ojalánohicierauntiempotanpegajoso—suspiróTillyabanicándosealasombra.

La tripulación atendió a la llamada de dos veleros árabes que habían

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quedadoinmóvilesporlafaltadevientoyelcapitándetuvolanaveparaquesusmarinerossubieranabordoyseabastecierandeaguayvíveres.Sophieobservófascinadaalosremerosqueavanzabanenangostascanoasdeaspectofrágilquedabanlaimpresióndequefuesenavolcarencualquiermomento.

—No sé por qué deberíamos retrasarnos por culpa de un puñado depescadoresárabes—sequejóenvozaltaMurielPercy-Barratt—.Esculpasuyaporsaliranavegarenbarcostanprimitivos.

—Eselcódigodelmar—dijoWesleyen tonobrusco—.Nuestrocapitántiene el deber de ayudarlos igual que lo harían ellos si necesitáramos que nosrescatasen.

Losúltimosdíasabordocundieronlosroces.Todosempezabanacansarsede estar allí confinados y tenían la mente inquieta puesta en la llegada. Nofaltaronprotestasporlosjóvenesvaronesquefestejabanencubiertahastaaltashorasdelanoche,entantoqueestosculpabanalosdemásedaddebebermásque nadie. El capitán respondió prohibiendo cualquier clase de diversiónnocturna.Entoncessedeclaróunvendavalciclónicoconolasquefueronaazotarlas amuras del vapor y obligaron a volver a sus camarotes con el rostrodemudadoaquienesaspirabanasalirdeparranda.Sophieestuvoentrelospocosdelpasajequehicieronfrentealatempestad,disfrutandodelareventazónqueleempapabalacarayelcabello.

Mientrasseabríacaminohacialapopa,seencontróconClarrieylaseñoraHogg,quesehallabansentadasconunaancianadeescasaestaturavestidaconun sari. Sophie paró en seco sus pasos ante aquella escena inesperada. Habíaentrevistoantesaaquellamujer,nohabíapasadoporaltosucarácterreservado.Decerca,advirtióqueteníalapielarrugadayamarillacomounpergaminoyquesusmanosdelgadasparecíanlaspatasdeunave.

—LepresentoalaseñoraBesant—lapresentólaseñoraHogg—.SophieLogan es una estudiante prometedora de urdu.Va al Punyab a casarse con uningenierodemontesllamadoTelfer.

La anciana la saludó a lamanera oriental, inclinando la cabezamientrasuníalaspalmasdelasmanos,ylehablóconunacentopropiodeclasealta:

—Encantadadeconocerla,señoritaLogan.EsperoquedisfrutedelaIndiaduranteelpocotiempoquelesquedaalosbritánicosenelpaís.

—Annie—lareprendiólaseñoraHogg—,noseburledelachiquilla.—Soloestoyexpresandounhecho,Blandita,querida.Sophiecayódeprontoenquiéneraaquellamujer:nadamenosqueAnnie

Besant, la alborotadora que había encabezado la campaña por laautodeterminación antes de la guerra y había abogado por el fin de ladominaciónbritánica.Habíaleídoquehabíaconseguidoeludirlacárcelhuyendo

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aAméricaalacarrera.Aquellarevolucionariamolestavolvíaalacarga,aunquealajovenlepareciómásbientaninofensivacomounpajarito.

—SeñoraBesant—dijodevolviéndoleelgesto—,mitíalaconocióensustiempos de sufragista. AmyAnderson, de Edimburgo. Por lo visto, estuvo untiempoenlamismaplataformaqueusted,aunquepuedeserquenolarecuerde.

—Porsupuestoquesí—repusolaancianaconuninterésrepentino—:unaartista de gran talento, además de una activistamuy valiente. Recuerdo habercoincididoconellacuandoviajóparalabodadesuhermana.¿Cómoestá?

—Murióhaceunosmeses—leanuncióSophieconojosirritados.—No sabe cuánto lo siento —dijo la señora Besant posando su mano

brevementeenladelajoven—.ConquevaustedarehacersuvidaenlaIndia.—Alverlaasentir,añadió—:Loúnicoquelepidoesquetengalamenteabiertayhagacuantopuedaporelpaís.Hayyaenelpaísdemasiadosbritánicosquehanllegadocon laúnica intencióndever cuántopueden sacardeallí enprovechopropio.

—Sophie no es, ni mucho menos, de esos —la defendió Clarrie—.Además, no llega de nuevas al país: se crio enAssam hasta lamuerte de suspadres,demodoque,comonosotrastres,yaconocelazona.

Lajovenlededicóunasonrisadeagradecimiento,sorprendidaporquetresmujerestandistintaspudiesenseramigas.

—Además,podríaserquelaseñoritaLogandecidiesequedarseenlaIndiaseaquienseaquiengobierneenelfuturo—apuntólaseñoraHogg.

—Esosuenacasiasedición,Blandita—dijosonriendolaseñoraBesant—.ElcoronelHoggcreequeelImperiotodavíatienequedurarunsiglomás,¿noesverdad?

—Esosonilusiones,Annie.NovayasacreerquetienemásganasquetúdepasarsuretirocultivandorosasenelsurdeInglaterra.PoresonosestamoshaciendounacasaenelpuestodemontañadeDalhousie.

—¿Dalhousie? Entonces estamos en las mismas —dijo Annie en tonomordaz.

—Porloquetengoentendido,DalhousieesmáscomoEscocia—intervinoClarrie.

—En ese caso, por lo menos, podré sentirme como en casa. —ElcomentariodeSophiehizoreíralresto.

—Cariño—dijolaseñoraBesant—.EsperoquesedecidaavivirlaIndiaverdaderaenlugardeesconderseenlascolinasconloswallahsdelGobierno.

—Yoquierovivirlotodo—seentusiasmóSophie.—¿Yquépuedeaportar?—insistiólaanciana.Ellapensóunosinstantes.

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—Nosécocinarmuybien,perobailandomedefiendobastante.—Viendopor el ceño de la señora Besant que no había quedadomuy impresionada, seestrujóelcerebro—.Mitíameenseñóausarelmartilloylagubia,aunquenotengosusdotesartísticas.

—Además,conduceunamotocicleta—añadióClarrieacudiendoalrescate—y,porloquecuentasuprimaTilly,nohayaveríamecánicaqueseleresista.

Aquellosíasombróalamujer.—¿Unamotocicleta?¡Quiénlohabríadicho!—exclamólaseñoraHogg.—Pordesgracia,hetenidoquedejaratrásalaMemsahib—dijoSophie.—¡Nome diga que la llamaMemsahib!—La señoraBesant levantó las

cejas—.¿Yporqué?—Porquetienemuchogenio,hacemuchoruidoysecreequeeslajefa.La sorpresa que le produjo aquella explicación hizo que la anciana

guardarasilencioantesdeprorrumpirenunarisitainfantil.—Mehacaídoustedmuybien,señoritaLogan.Esperoquetambiénlesea

grataalaIndia.

LavísperadelallegadadelvaporaBombay,Sophieobservóunbancodemarsopasquesurcabanlasolasconelcrepúsculoypasótodalanocheenvelabajounagigantesca lunaamarilla, incapazdeconciliarelsueño.TamdebíadehaberemprendidoyaeltrayectodetreintayseishorasentrenquelallevaríadeLahorealpuertoenquedesembarcaríaella.Encuestióndeunashorasestaríanjuntosdenuevo.Elestómagonodejabadedarlecabriolas.

Tilly la encontródepie ante la escotilla, contemplando a aquel impostordelsolquependíasobreelmar.

—Son las cuatroymediade lamadrugada,Sophie—dijobostezando—.¿Novasadormir?

—No puedo—respondió ella—. Estoy muy nerviosa. ¿Qué vestido mepongo? ¿El rojo de flores que no conoce Tam o el azul que le gusta vermepuesto?¿Yquémehagoenelpelo?Ojaláhubiesepedidocitaparaqueme lorizaranabordo.¿Ysinolegustacorto?Parezcounniño,¿verdad?

Tillymiróaaquellaamigasuyatanagraciada,conelrostroiluminadoporelalba,yseechóareír.

—¡Quéva!Asísetevemuchomáslacaraytusojosparecentodavíamásgrandes.

—¿Cómolosdeunavacamarrón?—seburlóSophie.—Sí,comolosdeunavaca.—Suprimalesiguiólabroma.—Menosmal:temíaparecermeaunniño.Tillylepasóunbrazosobreelhombrocongestoafectuoso.

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—¡Sophie! No puedo creerme que mañana a esta hora estaremosdespidiéndonos.

Ellalaabrazótambién.—¿PorquénoledasesquinazoanuestraqueridaPercy-la-Rataypasamos

unas horas juntas en tierra? Podíamos ir todos a comer y así me haces decarabinamientrasvamosarecogerlosanillosdeboda.

—Mejor no—respondió ella—.Conociéndome, seguro quemepierdoyzarpansinmí.

—A mí no me importaría nada —dijo Sophie sonriendo—. EntoncestendríasqueveniraLahoreysermidamadehonor.

Las tormentas previas habían retrasado el viaje y cuando arribaron aBombay había caído ya la tarde. El pasaje se reunió ante las barandillas paracontemplar aquella ciudad oriental a la luz del ocaso.A Sophie se le hizo unnudoenelestómagode laemociónalver laampliaextensiónde labahíayelrosario de edificios imponentes y grúas portuarias brillar anaranjados al solponiente.ElcoronelHoggseñalólasobrasdelaPuertadelaIndia,unacolosalconstruccióndepiedradecolorbizcochoquemássemejabaunafortaleza.

—La están erigiendo en honor al rey Jorge —hizo saber—, aunque elproyectotuvoqueretrasarseporlaguerra.Lapróximavezquezarpemospodríaserdesdeallí.

Minutosmástardehabíaoscurecidoporcompletoylaslucesdelaciudadse veían como un resplandor. Aun así, pasaron otra noche. Sophie ardía deimpacienciacuandoelvaporarrimólabordaalmuelledeBallardalasochodelamañanasiguiente.Fueincapazdecontarlasvecesquedijoadiósmientraslospasajerospreparabansuequipajeysedisponíanadesembarcar.

—No veo a Tam. —Se asomó sobre la barandilla para buscar entre lamultitudquellenabaelpuerto.

—Nomeextraña—dijoTillyimpresionada—.Yonohabíavistonuncaunsitiomásajetreado.

Un gentío de porteadores, bueyes, carros, mercaderes y funcionarios sedabanempujonesconquienesbuscabanelpermisonecesarioparasubirabordoyrecibirasusseresqueridosyconunahilera interminabledeestibadoresquesacabanbultosdelassalasdeequipaje.

—Tammedijoque loesperaseenelbarco,peronosésiserámejorquebajeatierra.—Sophieempezóadudardepronto.

Alverque,mediahoramástarde,seguíansinsaberdesuprometido,TillyfueabuscaraClarrie.

—No te preocupes—le dijo esta última—:Wesley te acompañará parapasartuequipajeporlaaduana.

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Wesley tomó la maleta de Sophie y pagó a unos porteadores para quellevasenelarcón.

—Lomásseguroesqueestéenlaoficinadeembarque,esperandoaqueledenunpaseparasubirabordo.

SophieabrazóunavezmásaTillyyaClarrie.Enningúnmomentopensóeninsistirenquesuprimapasaraconellauntiempoentierra,pueselcaosdelpuertolahabíaintimidadoenexceso.Encambio,fueAdelaquienseaferróasuspiernasdiciendo:

—¡Aúpa,Ophie!Yotambiénvoy.Lajovenlatomóenbrazos,besósusrizososcurosyselatendióenseguida

asumadre.—Osvisitarépronto.Loprometo.Lapequeñasepusoalloraryaintentarzafarsedesumadrecuandosedio

cuentadequeSophieysupadreibanadesembarcarsinella.—Papávaavolverenseguida—tratódecalmarlaClarrie.Loschillidosdelaniñalossiguieronhastaquedescendieronlapasarelay

seintrodujeronenlacacofoníadelpuerto.Sophieviounafiguraaltayfamiliarqueseabríapasoentrelamarabuntadeporteadores,pordioserosyfuncionariosdeuniforme.

—¿Boz?—exclamó—.¿Quéhacesaquí?—¡Sophie!Nomedejabanpasar—dijoélconlarespiraciónagitadayel

rostromoradobajounsalacotcaqui.LajovenlepresentóaWesley.—¡Quéalegríamedaverte,Boz!Pero¿aquiénhasvenidoabuscar?—Ati,muchacha.—Sequitóeltopiy,congestonervioso,tiródeunade

susorejasgrandesycoloradas.—¿DóndeestáTam?—Lo siento, Sophie. No ha podido venir y me ha pedido a mí que te

recoja.

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Capítulo15

Sophie,aturdida,noentendíalasituación.Teníalafrenteperladadesudoryeloloraceitosoysofocantedelagenteylacomidadelospuestosambulanteslehostigabaelolfatoylamareaba.

—¿Qué le ha pasado a Tam?—preguntó aterrada—. ¿Ha habido algúnaccidente?

—No,chiquilla.Noesnadadeeso—repusoBozenseguida.—Estáenfermo,¿verdad?Vuelveatenermalaria.Élnegóconlacabeza.—Es verdad que ha tenido un par de brotes de fiebre, pero ese no es el

motivo.Notepreocupes,quehasidotodounmalentendido.—¿Quémalentendido?—Martins,nuestrojefe,nolehadadopermiso.Ladecepcióndeaquellanoticiafuecomounpuñetazoenelestómago.—¿Ycómoesqueatisítelohandado?Noloentiendo.Wesleyintervinoenaquelmomento.—Vamosaun lugarmás frescoy tranquilo—propuso—paraquepueda

explicarsetuamigo.En el entornomenos ruidosode la sala de espera de embarques,Wesley

condujoaSophiehastaunasillaypidiótémientrasBoztransmitíasuincómodomensaje.

—TamcayóendesgraciaconMartinselmespasadoporirseunpardedíasapescaraPindi.

—¿Apescar?—La jovenno salíade suasombro—.¿EnPindi? ¿EsonoestáavarioskilómetrosdeLahore?

—Sí,peroMcGintyyScottestántrabajandoenlospinaresdeallí.ATamle apetecía ir con ellos, pero no pidió el permiso por escrito. Tam dice queMartinsselodio,peroque,cuandoBracknallseenteró,Martinsdijoqueélnolohabíadejado.

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—¿QuiénesBracknall?—EljefedetodoelDepartamentoForestaldelPunyab,unpezgordoque

secodeaconlosmáspoderososdelfuncionariadodelaIndia.Volviódeunagiraquehabíahechoporlaprovinciaysepusoamangonearparademostrarnosalosnuevosquiéneselquemanda.

—PeroTamnohahechonadamalo.—Sophieestabaindignada.—No,peroaquí tienesquehacerlo todo tal comodice elprocedimiento:

esoesloprimeroquehayquetenerencuenta.Wesleysoltóungruñido.—Esoescierto,poresoyonohepodidosernuncabuenfuncionario.Las

normasestúpidasestánparasaltárselas.—EsoesloquepiensaTam—dijoBozcongestotriste—,peroBracknall

eslomáslegalistaquepuedaunoecharsealacara.Ledijoqueloreflejaríaensuexpediente como un «permiso extraordinario» para que todos los jefes quetuvieraenelfuturosupiesenqueseausentósinautorizacióny,paraguindadelpastel,lohadejadocincodíassinpaga.

—Desdeluego,nohatenidounbuencomienzo—murmuróWesley.—Tamestabaqueechabahumo—reconocióelamigo—.Martins ledijo

quepedirmásdíasparavenirarecogerteaBombayseríaempeoraraúnmáslascosas,teniendoencuentaquelevanadarunasemanacuandooscaséis.

—Pero¡esonoesjusto!—protestóSophie—.SilaculpafueprecisamentedeeseMartins.

—Es verdad—reconocióWesley—, pero tu amigoWilliam no tiene laculpa:hasidomuyamablealvenirarecogerte,Sophie,yperderasípartedelosdíasdepermisoqueseleconceden.

—Sinoesmolestia—aseveróeljovenconunasonrisaazorada.Lajovensesintiócompungida.—Losiento,Boz.Teloagradezcomucho,peroteníatantasganasdevera

Tam…—Yalosé—repusoél—.Élsehallevadoelmismochasco.Estácomoun

tigreenunajaula.Tamnoesdelosqueacatanporquesílasórdenesconlasquenoestádeacuerdo.Siemprehasidoasí.Estádeseandoverte.

Sus palabras aplacaron a Sophie: no era culpa de su prometido tener ungerentecobardeincapazdedarlacaraporél.

—LoúltimoquehabríaqueridoyoesqueTamtuvieramásproblemasporvenirarecogerme—concluyóconunsuspiro—.Sinembargo,ahoramismolesclavaría alfileres por todo el cuerpo al dichoso Martins y a ese matón deBracknall.

—Asímegusta—laalentóWesleymientrasleponíaenlamanounataza

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detécaliente—.Además,ahoratedatiempoasurtirtedealfileresantesdequesalgaeltren.

Bozsonrió.—Tam llama aMartinsMartini, porque dice que hay quemezclarlo con

muchaginebraparaquetengaalgunagracia.—Graciasalosdosporanimarme—lesdijoellaconunasonrisa.Pocodespués,WesleydejóalcuidadodeBozelequipajedeSophie,quien

sedespidiódel apuesto esposodeClarrieprometiéndoleque iría avisitarlos aBelguricadavezquefueseaveraTillyaAssam.

—LascolinasdeJasiasonpreciosas—ledijoél—yparamontaracaballoson extraordinarias. Tráete a Tam, porque la pesca también es excelente. AsíconocíyoaClarrie—yconunafugazsonrisatraviesaañadió—,peroesaesunahistoriamuylarga.

HicieronfaltavariashorasparapasarelequipajedeSophieporlaaduanayconseguiruna litera en el tren correode largo recorridoque iba al nortey losdejaríaenLahore,mientrasBozregateabasobreelpesodelarcón,seasegurabadequeSophieviajaseenprimeraygestionabaelinterminablepapeleodebilletesypases.

Cuando al fin completaron el proceso,Boz la llevó al recién inauguradoGrandHotel,dotadodeunatorreconcúpulaquelahacíasemejanteaunfaro,ylaobsequió conuna comidade chuletasde cordero, verdurasypatatas regadaconcervezarubia.ToparonconEllaHolland,queibaacompañadadesumaridoachaparrado y calvo, y descubrieron que viajaban en el mismo tren hastaAmritsar.Sophiesemostróencantadaconlanoticia.

—Y, entonces, ¿cuándo se casan ustedes dos?—preguntó aBozSamuelHolland.

—No, no: él no es mi prometido—corrió a aclarar ella—. Tam no hapodidovenir.—Alverlamiradadesorpresa,oquizádedesaprobación,quesecruzaronlosHolland,nopudoevitarsentirciertavergüenza:nohabíareparadoen que comer con Boz sin señora de compañía podía considerarse pocodecoroso. Ella, que se había divertido con jóvenes solteros durante el pasaje,parecíamástímidaymenosseguradesímismaalladodesumarido.

—Estáenfermo—mintióBozafindesuperaraquelmomentoincómodo—ymehamandadoamíensunombre.SoyelpadrinodebodadeTamy,porlotanto,esmideberllevarsanaysalvaalaseñoritaLoganasuansiosoprometidosinoquieroquemividavalgamenosqueunchelín.

—¡VayaporDios!Esperoqueseencuentrebienpara laboda—dijoEllacongestocompasivo.

Sophie deseó no haberle revelado tantos detalles de las esperanzas y los

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sueñosqueabrigabaenlorelativoasufuturoconTamnidelaemociónquelaembargaba ante la promesa de él de ir a recogerla a Bombay, llevarla a loscélebresJardinesColgantesycomprarleunaalianza.

SophieyEllaquedaronenencontrarsemástardeeneltren.Cuandovolvieron a salir a la cegadora luzdel sol,Sophievio elCityof

BarodaponerlaproadenuevoamarabiertoysepreguntósiTillyestaríaentrelosqueseencontrabandepieantelabarandilladespidiéndoseconlamanodelamultituddelmuelle.Sintióunapunzadadesoledadalpensarquelapersonaconlaquehabíacompartidoamistaddurantemástiemposealejabaparaencontrarsecon su nueva vida y le envidió la compañía de un matrimonio tan agradablecomolosRobson.

—Tengoquecomprarunpardecosasdelosalmacenesdelejércitoydelaarmadaantesdequepartaeltren—anuncióBoz,sacándoladesuspensamientos—.¿Quieresvenirconmigooprefieressentarteenlasaladeesperadeseñorasdelaestación?

—Voycontigo—respondióellaacallando lavozque ledecíaqueenesemomento tenía que haber estado con Tam, tomando un taxi a la colina deMalabara findecontemplar lapuestadesol sobreelmarArábigo.«Yahabráotrosatardeceres»,sedijocondecisión.

Tomaron un rickshaw de pedales que los llevó por las amplias callesbordeadasdepalmerasdelbarriodelFuerteendirecciónaColabaypasóalladode recargados edificios coloniales que relucían al sol para internarse en elherviderode laciudad.Sophiequedócautivadaporcuantoveíayoía:grandesautomóviles negros que hacían sonar la bocina para rebasar a los bueyes quetiraban de carros cargados de sacos polvorientos, gritos de vendedoresambulantessentadostrasmontonesmulticoloresdeespeciasyverduras,mujeresapostadasen lasescalinatasdeun temploconmontonesdecaléndulasdevivocolor amarillo y el timbre de los ciclistas que esquivaban el deambular de lasvacas.

Sophie ahogóungrito cuando se abalanzóante ellosunpapagayodeunverdeintensoyfueaposarseenunodelosárbolesquecrecíantrasunmuroalto.Atravésdelaverjadehierro,entrevióunpatiofrescodotadodeunacisternadeaguaantesdequesuconductorgirasesiguiendolacalle.Deseópararyapearseparaescalar la tapiayexplorarelentornoenquevivíaaquellaave.Sentíaquevolvíaaserniña.Unsantóndepeloapelmazadoataviadoconunosharaposdecolor naranja y con una tetera metálica en la mano cruzó el tráfico indemnecomo un profeta que hubiese abierto las aguas. Lo seguían, descalzas, tresmujeres de saris coloridos—azul, azafrán y rosa—.Los tobillos finos, la pieloscurayelanillobrillantedelanarizdeunajovenhicieronqueaSophielediera

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unvuelcoelcorazón.—Esamujer…—Eneseinstantesediocuentadequeestabaapretándole

confuerzaelbrazoaBoz—.Losiento—dijosoltándoseloenelacto.—Nopasanada—sonrióél.—Es solo queme ha recordado ami niñera. Es una tontería, porque, si

sigueviva,miayaMimidebedeestaryacanosaydesdentada.—Siloestáspasandomal,podemosirdirectosalaestación.—No: estoy disfrutando mucho. Además, me gustaría comprar algunas

medicinas más para mi botiquín. Mamá solía surtirse cada vez que iba a laciudad.—Contuvoelaliento—.Loquenoséescómomeheacordadodeeso.

—Teníaqueser todounacontecimientoviajara laciudad—dijoBoz—.Shillong,¿no?¿OeraCalcuta?

—Shillong,creo.Recuerdoquesiempreestaballoviendoyquetomábamostéenunestablecimientoenormequeteníaunacabezadeosoenunaparedyunadetigreenlaotra.

—¿Ynoteasustabas,siendotanpequeña?—No:hablabaconellas.—Alversuexpresiónsorprendida,explicó—:No

teníamuchosamigos.—Acontinuaciónseechóareír.—Mecuestacreerlo.—WilliamBoswell,dejadecoquetearconmigo—leadvirtióelladándole

unosgolpecitosenlamano,desconcertadaantelamiradatiernadeél—otendréqueinformaramiprometido.

—Sophie—dijo élponiéndose serio—,¿cuánto teha contadoTamde símismo?

—Unmontóndecosas.Heconocidoasufamilia,mehapuestoaldíadesuvidaenEdimburgoyconsuscartasmeinformadetodoslosdetallesrelativosaltrabajonuevo.

—¿TehahabladodeFrancia,delaguerra?—Nomucho—tuvoquereconocer—.Medalaimpresióndequeprefiere

nopensarentodoaquello.Seguroqueatodosospasalomismo.Élnocontestó.—Unavezlepreguntéporlacicatrizquetieneenlacabeza.Queríasaber

cómoselahabíahecho,peroélnomedijonada.LaexpresióndeBozhizoquesesintieraincómoda.—¿Cómoselahizo?—Noteníaquehaberdichonada.Esélquientienequecontártelo.—Me estás empezando a preocupar —dijo ella—. ¿Qué debería saber?

Dímelo,porfavor.Bozparecíaincómodo,comosiloasfixiaraelcalor.

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—Nuestra división estaba despejando las trincheras enemigas. Losalemaneshabíanemprendidolahuida.Tamseaburría,porqueloshombresdeladivisióndemorterosno teníamosyagrancosaquehacer,yconsiguióquenoshicieranunhuecoenuncamióndelainfanteríaparaacercarnosalaslíneasdecombate.Todoestabasumidoenelcaos,peroacabamosenunpuebloazotadopor las bombas, tratando de ayudar a una familia de franceses que se habíaescondidoenunabodega.Diossabecómohabíanresistidotodoaqueltiempo.Elcasoesqueresultaquenotodoslosalemanitoshabíanpuestopiesenpolvorosaylosquequedabannoslanzaronunpardeproyectilesdurantelaretirada.ATamloalcanzóuntrozodemetrallaquelehizounagujeroenelcasco.

—¡Oh,Dios!—exclamóSophiehorrorizada.—Lopeordetodo—prosiguióélconvoztensa—esqueeranbombasde

gas.Conseguísacarlodeallía lacarrera,perolosdosacabamosenelhospitalconnáuseasytodoeso.Élnovolvióalfrente:pasólostresúltimosmesesdelaguerraconvaleciente.

—¿Ytú?—preguntóellasinatreversesiquieraaalzarlavoz.—Yome recuperé antes, porquenohabía recibidoheridas,demodoque

cuandollegóelarmisticioyamehabíavueltoaincorporaralaartillería.Lajoven,envueltaenelajetreodeaquellaciudadradiante,noalcanzabaa

imaginarelpavorquedebíandehabervivido.TomóconsumanoenguantadalapalmasudadadeladeBoz.

—Esterrible.Losientomucho.—Estudióelrostrodeél—.¿Porquémecuentasestoahora?

Bozvacilóunmomentoantesdedecir:—Tam es mi mejor amigo: me salvó la vida cuando llevábamos poco

tiempoenlastrincherasyyoselasalvéaélcasialfinaldelaguerra.Haríamoscualquiercosaelunoporelotro.Sinembargo,desdeaquelataquecongas,noeselmismo.Sufre jaquecastremendasyavecespierdelosestribosporcualquiercosa. No siempre actúa con el mejor criterio. La última vez que estuvo enFrancia…

—Gracias por contármelo—lo interrumpió ella—, pero no necesito oírmásbatallas.Novaacambiarnada,yaséquelaguerratuvoqueafectarledeunmodouotro:trabajandoconlaCruzRojatuveocasióndeverquelascicatricesdeloscombatientesnoeransolocorporales.Esosolohacequeloquieramásydeseeconmásfuerzacuidarlo.Pormásquelointentes,noharásquecambiedeopiniónsobreél.

Bozlamirócongestotriste.—Nopretendíahacereso,muchacha.—Apartólamano—.TamTelferes

unhombremuymuyafortunado.Yusted, señoritaLogan, seráunabuenísima

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esposaparaél.DespuésdeaquellonovolvieronahablardeTamyseimpusoentreellos

unareservaquenohabíantenidoantes.Sophiesesintióagradecidacuando,bienavanzada la tarde, subieronal trenpolvorientoy ruidosoyentróagotadaenelsantuario del vagón de señoras. Mirando por la ventanilla a los animadosvendedoresdenaranjasque seafanabanenhacer lasúltimas transaccionesdeldía en el momento de la partida, vio familias que disponían estufas sobre elandéndescubiertoafindeprepararlacena.Alllegarasunarizeloloracredelhumodeleñamezcladoconelaromaamantequillayespeciasdelosguisoslainvadió la sensación de haber vivido antes algo similar. Aquellos olores, quehabía olvidado por completo hasta entonces, la devolvieron de inmediato a laIndiadesuinfancia.Sellenóconelloslospulmonesylosojosseleanegaronenlágrimasantesdesentarsetemblorosa.

—Nosepreocupe,guapa—dijounamujerrollizaquesehabíapresentadocomolaseñoraPorter—,quenovamosatardardealejarnosdeestetufo.Mejorcierralaventana,Betty.

Lacríadeaquellacompañerade trayectosepusoenpiedeunsaltoparaobedecer.

—No, por favor, déjala abierta—pidió Sophie con voz vacilante—.Megustaesteolor:merecuerdaquehevueltoacasa.

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Capítulo16

Sophie estaba en unaverandablanca de sol invadida por enredaderas enflor.Sumadre estaba con ella.Llevabaunvestido rojoy se había inclinado abesarlaenvueltaenperfume.

—¡Notevayas,mamá!—Vaasersolounmomento,amor.Su padre, vestido de etiqueta y fumando en pipa, soltó una risotada

mientraslahacíavolveralacasaenpenumbra.—¡Vuelvealacama,diablillo!—Nomedejes,papá.Sin embargo, sus padres se esfumaron y ella quedó en el interior de la

vivienda,oscurocomobocadelobo,envueltaenmantasqueolíanaalcanforyleimpedíanrespirar…

—¡Despierte, señorita Logan! —oyó entonces mientras una mano lazarandeabapor elhombro—.Está a salvoentrenosotros.Noha sidomásqueunapesadilla:dejedegritar.

La joven abrió los ojos sobresaltada. Su compañera de vagón, la señoraPorter, lamirabadesdedetrásde susgafasdecarey.Necesitóun instanteparatomarconcienciadedóndeestaba:enlaliteradearribadesucompartimento,eneltrenquelallevabaaLahoreentretraqueteos.

—Losiento—logródecir.Suhijadesieteañossehabíaencaramadoalextremodesucatre.—¿Estabassoñandoconbandidosqueveníanacortarte lacabezaconsu

cimitarra?—Calla,Betty—laregañósumadre.—Estabas gritando —insistió la pequeña—. ¿Qué te habían hecho?

¿Lanzarteaunpozo,atartemientrasquemabantucasa…?—¡Betty!—Eso es lo que le hacen a lasmemsahibs, ¿no?Me lohadicho Johnny

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Tinker.—JohnnyTinkermientemásquehabla.—No,mamá. Su padre es policía y sabe todo lo que pasa.—Se volvió

hacia Sophie—. Johnny dice que los bandidos son muy inteligentes y sedisfrazan de gente normal, así que lo mejor es no fiarse de ninguno de losnativos.Hastaesehombredeluniformequehatraídoelaguacalientepodríaserunodeellosyestaresperandoaquetedistraigaspararajartelagarganta…

—Callaahoramismo—leordenólaseñoraPorter—.¿Cómovaaserunbandido?BajadeahíydejatranquilaalaseñoritaLogan.Losiento—dijoalajoven—:mihijatieneunaimaginacióntremenda.Nosédedóndesesacaráesasideas.

—No se preocupe, no me molesta.—Sophie se incorporó, aliviada porestardespierta.MiróaBetty—.Además,losbandidostampocomeasustan:yosoydelosquesabenreconocerlosenseguida.

—¿Cómo?—quisosaberlacríacongestoexpectante.—Porquehecrecidoenunafamiliademalhechores.Ellasoltóungritoahogado.—¿Enserio?—Sí,eranborderreivers,forajidosescocesesquecruzabanlafronteracon

Inglaterrapararobarganadoeincendiarcasas.Bettyabriólosojosdeparenpar.—¿Ydegollaralosniñospequeños?—Solo si se ponían pesados y no los dejaban salir de la cama para

desayunar.—Hizoademándeiraabalanzarsesobreella.La pequeña dio un chillido y se bajó corriendo de la litera. Desde la

seguridadquelebrindabaelasientoopuesto,lamiródehitoenhitomientraslepedía:

—Cuéntamecosasdetufamiliadebandidos.—¡Betty!—exclamósumadreexasperada.—Cuéntamecosasdetufamiliadebandidos,porfavor—insistióella.

El viaje transcurrió con más rapidez de lo que había esperado Sophiegracias a las espeluznantes historias que le estuvo pidiendo durante todo eltrayecto aquella chiquitina de coletas rubias. La joven se alegró de haberseempapadodelastantasanécdotasfamiliaresquelehabíareferidolatíaAmy.Decualquiermodo,notuvoreparoseninventarcualquierdetallequenorecordasey, así, la señoraPorter pudo limitarse a sentarse a hacer ganchillo con aire desatisfacción.

—¡Qué maravilla, haber podido comprar más lana! He llenado media

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maleta.¿Noeshermosoestelila?—¿Nohacemuchocalorparaprendasdelana?—preguntóSophie,queno

paraba de sudar con el vestido suelto de algodón en el interior sofocante delvagón.

—Lasnochesdeinviernono,desdeluego.SivaaDalhousieoaMurreeenlaestaciónfría,nopodrápasarsinellas.

Por la tarde, mientras la niña dormía la siesta, Sophie se contentó conobservarpor laventana las llanurasde la India,quepasabanagranvelocidad:los campos verdes de trigo de invierno regados por yuntas de bueyes queextraíanaguadelospozos;lospueblosdecolorpardoporlascabañasdetechodepajaylostemplosdebarro;losobreros—hombresymujeresporigual—queacarreabancestosdebarrodelasorillasparahacerladrillos;loscaminantesqueseprotegíanconparasoles,ylosperrosescuálidosdecolorcanelaquecorríanyladrabanalladodeltrenenmovimiento.

Observó también los cambios que se producían con el ocaso: los niñosguiaban a las vacas de vuelta a las casas con la ayuda de varas, las mujeresllenabanjarrosdeaguaparalacoladavespertinayloshombresfumabandesusnarguilesbajoárbolesdeaspectoplumoso.SedirigióalvagónrestauranteparatomarunrefrigerioysereunióconBozylosHollandparacenar.Elescocéslostuvoentretenidosconcomentariosrelativosasuscompañerosdesegundaclase,ensumayoríasoldadosyoficinistasindios.

—Lossorchessepasanelratointentandodesplumaralosnativosjugandoa lascartasyacabanpidiéndolespor favoruncigarrillo.Tambiénhancontadochistes,aunquedemasiadosubidosde tonocomopara repetirlosdelantede lasdamas,ycantadotodoloquesesabían.

—Almenoshaspodidounirtealconciertoalhaberestado tambiénenelejército—apuntóSophiesonriendo.

Bozpusolosojosenblanco.—Sí,aunqueesperoqueestanochemedejendormirunrato.ASophie,quenohabíatenidoproblemasparaconciliarelsueñolaprimera

noche del viaje, le resultó mucho más difícil la segunda. Se la pasócontemplandoporentrelacelosíaquecerrabalaventanaelterrenobañadoporlaluna y los árboles de aspecto fantasmal que salpicaban las colinas blancas yondulantes,améndepensarenque,concadakilómetroqueavanzabanconruidometálico,seacercabaunpocomásaTam.

Llególamañanayleresultócasi imposibletomarel téylas tostadasdeldesayuno.

—Tehaspasadotodalanocherechinandolosdientes—sequejóBetty—.Creíquesehabíacoladoenelvagónunanimalsalvaje.

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Sophie soltóun rugidoy se lanzóhacia ella, estrechándolecon fuerza lacintura.Bettysepusoachillaryareír.

Después de despedirse de los Holland en Amritsar con la promesa demantenerelcontacto,losnerviosleimpidieronvolverasentarse:Lahoreeralasiguienteparada.

—No olvide venir a vernos, cariño —le dijo su compañera decompartimiento mientras se preparaban para desembarcar—. Como el señorPortertrabajaenelDepartamentodeAgricultura,avecestenemosqueirdeunlado a otro del Punyab, pero, siempre que estemos en el acantonamiento deLahore,nosencantarárecibirsuvisita.—Tendióa la jovenunatarjetaconsusseñas—.¡Quéganas tengode llegaracasa, tomarunbañocalienteyquitarmetodoestepolvo!

—Gracias. —Tener amistades en la zona era todo un consuelo—. Lomismoledigo,unavez,claro,quetengamoscasa.Tamestáintentandoalquilarun bungaló en Davis Road, aunque supongo que nosotros también tendremosqueviajarlonuestroalserélingenieroforestal.

—¿Yvasairalosmontesvírgenes,llenosdetigresyleopardosquecomengente?—quisosaberlachiquilla.

—Betty—laamonestósumadreconunsuspiro.—Esmuyprobable—respondióSophie—.Sivoy,tetraeréuncachorrode

tigreparaquepuedasamaestraratupropiodevoradordegente.Laniñaseechóareírdandopalmas.—¡Sí,sí,porfavor!El tren comenzó a frenar y pasó de la claridad al humo que llenaba la

estaciónabovedada.Bozaparecióentoncesconunjovenporteadorparaayudaralas mujeres con el equipaje. Apeándose de un salto, Sophie recorrió con lamiradaelandénatestadoenbuscadeTam.

—¡Papá!—gritóBettyarrojándosehaciaunhombrederostrorubicundoygranbigotepelirrojoquelalevantódelsueloparadarleunbeso.

—¡Dios,perosihascrecidounacabeza!SophiesevolvióhaciaBoz.—¿DóndeestáTam,quenoloveo?—Allí—contestóélseñalandoaunhombreconcamisaypantalóncorto

decolorcaquiquesedirigíahaciaellos.Por un instante, la joven pensó que se había equivocado: aquel hombre

teníaelrostrodemacradoycetrino,elpeloraloylaropaholgada.Habíaperdidomuchísimopeso.EntoncesTamlavioysurostroseiluminóconaquellasonrisatansuya.Avanzódandozancadashaciaella.

—¿Quiénesestaestrelladecine?YoestabaesperandoalaseñoritaLogan

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—dijotendiéndolelosbrazos.—¡Tam!—Sophie ocultó su estupor y se dejó abrazar—. Te he echado

tantodemenos…—EsperoqueelseñorBoswellhayacuidadobiendeti.—Porsupuesto.—Mesacabadequicionopoderirarecogerteenpersona.—Enfin,yaestoyaquí.—Ymásguapaquenunca.—Tras darle unbeso rápido en lamejilla, la

soltóyfueaestrecharlelamanoaBoz—.Gracias.Tedebounchotapegodos.—Otresocuatro—rioelamigo—,aunquenohasidomolestianinguna.SophielepresentóalosPorteryTamsehizoconlasriendasdelasituación

tanprontooyóquesedirigíanalacantonamientoehizosubirelequipajeauncarrodebueyesydistribuyóalosviajerosentongas.LosPorteriríandelanteyelrestolosseguiría.Mientrasavanzabancontroteenérgicoenaquelloscarrosdedos ruedaspor laampliaavenidaconocidacomoelMallal solde invierno, lajoven contempló sobrecogida los imponentes edificios. Al llegar a un cruce,pasarondelantedeunodetamañocolosalydeslumbrantespilaresblancos.

—Esta zona es Charing Cross y ese es el edificio Shahdin. Tiene unrestaurante excelente dirigido por un tal señor Lorang y un par de salones debailequenotienennadaqueenvidiarlealosdeEdimburgo.

—Esperoquenoloshayasfrecuentadomuchosinmí—dijoelladándoleuncodazo.

—Teniendo en cuenta que en cualquier velada hay el doble de hombres,misocasioneshanestadomuylimitadas.—Tamleguiñóunojo—.Vasaestarmuysolicitada.

—Enesecaso,vasatenerquepedircuantoantesqueteapunteenelcarnédebaile,¿no?—replicóellaenelmismotonoprovocador.

—Mira:esaeslacatedralenlaquevamosacasarnos—anuncióseñalandounaiglesiagrandedeladrillorojoapartadadelacarretera—.Quedansolocuatrodías,señoritaLogan.Esperoquenohayacambiadodeidea.

Sophieletomólamanodiciendo:—Estoydeseándolo.—El padre Rennie, capellán castrense de los fusileros, se ha avenido a

oficiar la ceremonia—dijo él estrujándole la mano— y los Bracknall se hanofrecidoacelebrarelconviteensujardín.

Ellanopudomenosdesorprenderse.—¿Bracknallnoeselmismoquenotehadejadovenirarecogerme?Tamarrugóelentrecejoysurostrodelgadoquedósurcadodearrugasala

luzdelsol.

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—La decisión fue deMartini, no deBracknall.Además,Bracknall es eljefedenuestradivisión,conqueesungranhonorquehayatenidoeldetalledehacerunafiestaennuestrohonor,¿verdad,Boz?

—Sí—gruñóél.Apenashabíahabladodesdequehabíanbajadodeltreny,dehecho,alverqueSophieloestabaobservando,selimitóasonreíryenseguidaapartólamirada.

—Tambiénhaninsistidoenquetealojesconelloshastaquenoscasemos—lainformóTam.

Lanoticialaconsternó.—PeromehabíasdichoquemequedaríaenelmismohotelqueBozyque

tú.—Edith Bracknall dice que ni soñarlo —repuso él encogiéndose de

hombros—.Aquí se tomanmuyen serio lode las señorasde compañíay ellainsisteenquedebedesermuyduroparatiestaraquísinfamilia.Desdeluego,vasaestarmuchomáscuidadaconellosqueconunapandade solteroscomonosotros.

Poco después dejaron a Boz en el Cecil Hotel, donde tenían habitaciónTam y él, y pusieron rumbo al sur para dirigirse al acantonamiento civil, unacuadrículadecallesampliasyrectasconpulcrashilerasdebungalósdispuestosenjardinesbiencuidados.

—Elacantonamientomilitarestámáshacia lasafueras—leexplicóTam—.Unavezque tehayas instalado,podremosmandarunascuantas tarjetasdevisita para que conozcas amás gente. Aunque, por lo que veo, ya has hechoamigos durante el viaje. Nome sorprende—comentó sonriente—: eres de laclase de mujer que puedo llevar a todas partes sabiendo que encontrará sinproblematemasdeconversación.LosBracknallvanaestarencantadoscontigo.Diciembre,además,esunmesexcelenteparaestarenLahore.Haymuchagenteimportante que vuelve a la ciudad en Navidades y, por lo que dicen losBracknall,sedanunmontóndeactossociales.

Se detuvieron ante un bungaló colosal deMayoGardens dotado de unaverandadescomunalque seextendíapor tresde sus ladosydeuna impecableextensión de césped a la sombra de árboles plumosos acotada por lechos bienordenadosdepensamientosycrisantemos.

EdithBracknall,unamujerbajitayatractivaunosveinteañosmayorqueella,aparecióentoncesenlaverandaylosinvitóaacercarseporseñas.

—Entren, por favor.Esunplacer conocerla.Esusted tanhermosa comonoshabíadichoTam. ¿Ha sufridomuchoenel viaje?Debede estardeseandodeshacersede la ropaqueha traídopuesta.Hemandadoa loscriadosaherviraguayacalentarlaplanchaporsilanecesita.CuandolagentevienealaIndia

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no es consciente de lo que se arruga el algodón. Yo siempre uso crepé de laChinacuandovoyentren.Tam,siéntateytomaalgoconhielomientrasyollevoalaseñoritaLoganasuhabitación.—Dichoesto,dioinstruccionesalporteadorconunmovimientodelamano.

Sophie apenas tuvo ocasión de pronunciar palabra mientras seguía a suanfitriona a través del salón principal, cargado de objetos y dotado de altasparedes blancas cubiertas por tapices oscuros y paisajes ingleses con pesadosmarcosdeoro.

—El señor B. y yo tenemos nuestros aposentos a la derecha —siguiódiciendoEdith—y,usted,enlasaladeinvitados,alaizquierda.Enrealidad,eselcuartodeHenry,nuestrohijo,queestáinternoenCheltenham.Llevayatresaños,demodoquemeheacostumbradoatenerlolejos.Aquítieneunafotografíadeélconsuuniformeblancodecríquet.Unchicoguapo,¿verdad?

La jovenasintióconungesto.Elmuchacho teníael rostrocon formadecorazónyelcabellonegrodesumadre.

—Alserhijoúnico,nohabríasidojustodejarloenlaIndia—sejustificóEdith—.Necesitaestarrodeadodechicosdesuedad,amigosparatodalavida.Almenos,esoesloquedicemimaridodelinternado.

Sophieadvirtióunasombradetristezaquecruzófugazelrostrodeaquellamujerantesdedarpasodenuevoasusonrisaradiante.

—Subañoestátrasesapuerta.Noes,claro,comoelquetendrácostumbredeusarencasa,porquemetemoquenotieneinodoroconcisterna,sinoqueesportátil:loqueaquíllamamosuna«cajadetruenos».Ellimpiadorseencargaráde vaciarlo cuando haya acabado. Además, el baño es una simple tina, perotendrátodaelaguacalientequenecesite.

—Nosepreocupe:estoyacostum…—¡Ah!Parecequehallegadosuequipaje.Haréquelotraiganenseguida,

porquequerrádeshacerloydescansar.YameencargodedespediraTam.Puedevolverparacenar,claro.Esunjovenencantador,haelegidoustedmuybien.ElseñorB.estáconvencidodequetieneunfuturomuyprometedor,siemprequenosaquelospiesdel tiestoniquierasabermásquesussuperiores.EnlaIndianohay mejor manera de desenvolverse que escuchando los sabios consejos y elejemplode losque llevanañosgobernandoelpaís.PeroTamesunmuchachosensato y sabe lo que se espera de él, y, teniéndola a usted a su lado, estoyconvencida de que prosperará. Tengo entendido que juega usted al tenis y legustamontaracaballo,¿verdad?

—Altenissíquejuego…—Espléndido,porque la semanaquevienepodemos jugaradoblesenel

yin.

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—¿Elgimnasio?—No:elclubdeyincana.ElseñorB.quiereproponerqueaceptenaTam

comosocio,pero,mientrastanto,podéisentrarajugarcomoinvitadosnuestros.Es,condiferencia,elmejorclubdeLahorey,dehecho, lofrecuentan tambiénlosespadonesdelejército.

EdithsalióconpasoenérgicoparaordenaralservicioquesehicieracargodelosbultosdeSophie,quienapenastuvoocasióndedeciradiósaTamantesdequelodespidieranhastalanoche.

—Volveréencuantoacabeeldakquetengopendiente—prometió.La joven se retiró a su dormitorio con la cabeza hecha un bombo y,

tendiéndose en el angosto lecho situado como una isla en el centro de lahabitaciónbajounamosquitera,sequedódormidadeinmediato.

OyóaBracknall antesde tener laoportunidaddeverlo,dandoórdenesavoz en cuello a sus criados con acento refinado. Cuando Sophie salió de sucuarto,aseadayataviadaconsunuevovestidorojo,eljefedeTamleofrecióunvaso enorme de whisky con soda y la miró de arriba abajo con gesto deadmiración.

—Esunplacerconocerlaalfin,señoritaLogan.—EratanaltocomoBoz,peroteníaconstituciónatlética,elcabelloespesoconalgunascanasenlassienesyojosdecolorceleste.

—Lesagradezcomuchosuhospitalidad.—Ellasonriónerviosa.Porlanoche,durantelacena,Tamhablólargoytendidoconsusuperiorde

lafaltademanodeobradestinadaadesmontarelterrenoquehabíaqueplantarenChangaManga.

—Noestrabajofácil—aseveró—yyaandamosnecesitadosdepersonal.¿Cree posible que se nos asignen operarios delDepartamento deAgricultura?AcabodeconoceraPercyPorterymehaparecidounhombreamablequepodríaestardispuestoaayudarnos.

—Nomegustaríaestarendeudacon losdeAgricultura,Telfer—repusodesdeñosoBracknall—.TendráustedqueirahablarconeltipodelaOficinadeTribusCriminalesparaversipuedebuscaralgunaqueotrafamiliadecrimisalmenorprecioposible.

—Pero,enmiopinión,loscrimisnosonmuydefiar.Sorprendíaunodeellosfumandoenlasección21:podríahaberloincendiadotodo.

—Sivuelveaocurrir,nodudeenazotarlo.—¿Quésonloscrimis?—quisosaberSophie.—Algunastribussecalificandecriminales—explicóTam—porquetienen

tendencias delictivas, razón por la que se les imponen restricciones en lo querespectaaloslugaresalosquepuedenirylostrabajosquepuedenhacer.

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—Telfer,dudoqueesteseatemadeconversaciónadecuadoparalasdamas—loatajóBracknall.

El semblante pálido de Tam se sonrojó y Sophie tuvo claro que estabaconteniendosugenio.Aquellohizoaúnmayorlaaversiónqueprofesabaaljefedesuprometido.

—Soncomolosborderreiversdeaquí,¿no?—bromeóellaafindesalirensudefensa—.Mifamiliadesciende…

—Mañana, Tam—la interrumpió Edith—, llevaré a tu futura esposa decomprasalbazarparaquepuedaelegiralgunosmueblesparavuestraviviendadecasados.LosdeHarnamDas,enelbazardeAnarkali,sonmuchomásbaratosque los de Mohamed Hayal, que tiene la tienda en el Mall. Verás que espreferiblealquilarlascosasdecasaacomprarlasenestemomentodetucarrera,porquedeundíaparaotropuedentrasladarteytendrásbastantequeempaquetarsinnecesidaddepreocuparteporquéhacerconelmobiliario.¿Nocrees,Henry?

—Túsiempretienesrazónentodolodetienequeverconlacasa,amor.A Sophie le resultaba desconcertante que no dejara de mirarla aunque

estuviesenhablandootros.—Puedesconcederteelcaprichodecomprarunaodoscosas,porsupuesto

—siguió diciendo Edith—. En Elgin Mills tienen unas alfombras azulespreciosasdelasquesehacenaquíqueresultanmuyprácticascomotapete.Lospuedeslavar,seenrollanynopesanmucho.Sonperfectasparalasexcursionesapie.

—YopensaballevarlaaverelbungalódeDavisRoad—dijoTam.—Yesoesloquetienesquehacer,peroporlamañanaestarásocupadoy

ellastendránqueconocerse,¿no?Paramigusto,BijjaMalseselmejorparalavajilla,siemprequeestésdispuestaaregatear.TambiénpodemosiralodeRamChand…

—Mejorno—lacortósumarido.—¿Yporqué,Henry,cariño?—Correnrumoresdequehatenidorelaciónconagitadores.—¡Nomedigas!Pero¿conquéclasedeagitadores?—Concanallasdelosquesoliviantaronalossoldadosnativosenlaguerra

parahacerquesesublevaran.—¿SerefierealosdelPartidoGadar?—preguntóTam.Bracknalllomirósorprendido.—¿Quésabedeellos?—Nomucho,peroenelvaporquenostrajoalaIndiaestuvimoshablando

del tema, delmovimiento de liberación del Indostán. En la universidad habíahabidoundebatesobreesoantesdenuestrapartidayRafisabíaalgoalrespecto.

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—¿RafiKan?—preguntósusuperiorfrunciendoelceño.—Sí,sufamiliaesdeLahore.Dehecho,unodesushermanosesuntanto

exaltado,peroRafillevatantotiempofueradelpaísque,enrealidad,nosabeaquéhapodidodedicarse.

—Puesmáslevaleandarconpiesdeplomo—advirtióBracknall—,puestodoaquelquehayatenidoalgunarelaciónconelPartidoGadaroconcualquierotrogruposimilardedeslealesseráejecutadoencuanto lodescubrancomoseejecutóaaquellostraidoresdeguerra.

LajovenpudoverporlamiradadeTamqueaquelavisolohabíadejadotan atónito como a ella, que, además, no había oído hablar nunca de dichopartido.

—Sophie—se apresuró a decir Edith—, ¿por qué no nos retiramos a laveranda mientras los hombres disfrutan de un oporto y un puro? Así podrécontartemáscosasdeloscomerciosdelaciudad.

EllamiróanhelanteaTam,quienseencogiódehombrosdeunmodocasiimperceptible.Sabíaqueaélnolegustabanaquelvinonilospuros.Alverloallísentado,conaspectoenfermizoysudandobajolaluzeléctrica,sepreocupóaúnmásporél.Teníalaesperanzadequeaqueljefeautoritariodejasedepincharlo.Cuanto antes tuvieran su propia casa y pudiesen cerrar la puerta al mundo,mejor.

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Capítulo17

Dadoqueelcansancioleimpedíadormirse,SophiedecidióincorporarseyescribirunacartaaTilly.

SéquelaseñoraBracknalltienebuenasintenciones—decíaentre otras cosas—, pero me va a costar soportar tres díasmásdecháchara incesantesalpicadadeconsejos.Creoque,si sigue tan efusiva, podría ser que acabara fugándome deaquí totalmente desnuda y dando alaridos como una de lasbansheesqueseaparecenalosfamiliaresdelosqueestánapuntodemoriren loscuentos irlandeses.Lomásseguroesqueellani siquiera sediesecuenta.De locontrario, saldríacorriendodetrásdemíconunaalfombradeElginMillsparaquemetaparaynocontrajeraun«catarroinvernal».

Estoypecandodemalaeingrata,¿verdad?Enrealidades una mujer muy dulce (e irritante, tan pesada comonosotrascuandoteníamosdiezaños)ymecaemuchomejorque el jefazo, el señor B., un ser antipático y cargado deínfulas. Cada vez que Tam propone unamejora o una ideanueva, él le hace agachar la cabeza de un pescozón comoquienjuegaconuncachorronervioso.Yosufromuchodeverla frustraciónque le asomaa la cara.Sinembargo,novaatenermás remedioque aprender a ser paciente si noquieretenerlodeenemigo.Tamnohaestadobiendesdeque llegóaquí: por lo que me ha dicho Boz, no ha dejado de teneraccesosdefiebrey,sitengoquesertesincera,nisiquieraloreconocí cuando lo tuvedelante en la estación.Meprodujoungranimpacto.

Tilly, escríbeme en cuanto llegues a Assam y

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cuéntamelo todo. ¡A esas alturas, las dos tendremos unmaridocultivador!Esperoquetúytufuturohijoestéisbien.Séquetienestantasganascomoyodeempezarahacervidadecasada.Deaquíacuatrodías,yoserélaseñoraTelferdelos Árboles. Estoy deseando volver a ver a tu hermano,Johnny.Meemocionaquehayaqueridosermipadrino.Porlo queme ha dicho Tam, tiene pensado llegar a Lahore lavísperadelaboda.HelenayélsealojaránenelSunnyviewHotely,sí,prometoescribirtedeinmediato(¡oquizácuandopasen un día o dos!) para contarte qué impresión me hacausadotucuñada.Despuésdecasarnosharemosconelloselviaje de vuelta para pasar unos días de luna demiel en elFlashman’sHoteldeRawalpindi.Sieltiemponoloimpide,puede ser que lleguemos al desfiladero de Jáiber. Eso seríamuyemocionante,peroelmerohechodeestarporfinasolasconTammebastaráparaserfeliz.

Sophieacabó lacartay laapoyó, listaparaenviarla,contraunrelojmuyescandalosoquehabíaenlamesilladenoche.

Eldíasiguientepasócasienunsuspiro.Sophiedisfrutódelaexcursiónalos establecimientos llenos de vida delMall.Del regateo al que se entregaronsacaronunjuegodeplatosvidriadosdeverdeyazul,manteles,uncenicerodelatónyunarcónreciollamadoyakdan.

—Paraguardartusmejoresvestidos—lerecomendóEdithBracknall—yquenosedenunfestínatucostalaspolillas.

MandóenviarlascomprasacasayllevóentretantoaSophieatomartéyemparedadosenelNedousHotel.

—ElNedous estámejor en primavera—le dijo—, porque tienen bandasmilitarestocandoeneljardín.NoesquenosotrossolamosestarenLahoreenesaépoca,porquedelacalidezdeahorasepasaauncalorterribley,acontinuación,a un calor insoportable y húmedo. Aunque tú ya debes conocer el clima sipasasteaquílainfancia.

—Yo vivía en Assam —contestó Sophie—, no llegué a sufrir unastemperaturas tan altas, pero sí recuerdo las lluvias y el vapor que cubría porcompleto el suelo cuando llegaba al fin el monzón y los arbustos de té queparecíancrecerdelantemismodelosojosdeuna.

—Yo me mudo a Simla en cuanto el tiempo de aquí empieza a serdesagradable. Después del refrigerio podemos ir a un almacén de artesanía.Puedeserqueencuentresalfombraseconómicasparatusueloy,además,siempre

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hay algo pintoresco baratísimo: una pitillera de papel maché, un espejo… Esbueno frecuentar a los artesanos punyabíes para que puedan ganarse la vidadecentemente,¿nocrees?

Aquellatarde,Sophiepudovertentadoresatisbosdelaparteantiguadelaciudad:edificiosaltosconbalconesrecargados,arcosdeestucoquedescollabansobrelosárbolesylabóvedadeunamezquitainmensaquerefulgíaalaapacibleluzdelsol,peroEdithBracknallseescandalizódepensarquepudiesequererirallí.

—Huelemalyestásucio,comotodaslasciudadesnativas,yloschiquillostepersiguenparaquelesdesdinerosiseteocurremirarlossiquiera.LosbazaresdelMall y los alrededores tienen todo lo que puedes desear: los comerciantessaben que no quieres que temolesten y, por lo tanto,mantienen a raya a lospordioseros.Siloqueteinteresaeshacerturismo,tambiéntelopuedoorganizar.TienesqueiraverelcañóndeKimyelarsenal,sitegustaesaclasedecosas,y,porsupuesto,losjardinesdeShalimar,aunqueaestasalturasdelañonoestánensumejormomento.

—¿Podemos parar en la oficina forestal de camino a casa? —preguntóSophie—.MegustaríaverdóndetrabajaTam.

—No podemos ir a interrumpir a los hombres cuando están trabajando,cielo.LuegopuedollevarteaDavisRoadymandarunanotaaTamparaquesereúnaallíconnosotras,queyotambiénquieroecharleunvistazoavuestracasanuevayasegurarmedequeelagentenoseaprovechadelainexperienciadeTamenelterreno.Ymientrasestamosallí,podríamosdejarcaeralgunaqueotradetustarjetasdevisitaparaquesesepaquehasllegado.

—Todavíanolashehecho—dijoSophie.—SeguroqueTamloharesueltoya.Lediréquetraigaalgunas.Deberías

habertepuestoeltopi.Esesombrerodepajaesprecioso,peronotevaaprotegerdelsol.Atodoslosreciénllegadosospareceimposiblesufrirunainsolacióneninvierno,perolaverdadesquenoqueremosquetedesmayeseldíadetuboda,¿verdad,hijamía?

Cuando llegaron al bungaló de Davis Road, el sol había empezado adeclinar.Tamesperabaimpacienteconelagente,quesepresentócomoJitSingh.Elprimeroparecíadistraídoynodejabadequitarseelsombreroparasecarselafrente.Teníalacamisachorreandoyconmanchasoscurasdesudor.

—Pensabaquenoibasallegarnunca—murmuró.—Yotambién—repusoellaconunasonrisaarrepentida.—¡Vaya por Dios!—exclamó Edith Bracknall al entrar encabezando el

grupo—.Estoesenrealidadmediobungaló,porque,porloqueseve,loquecaemásalládelmuroestáyaocupado.

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—Sí, señora—reconoció el señor Singh—, pero esmuy espacioso paraunapareja.

—Esto está muy cargado, Tam —sentenció mientras recorría el lugarhusmeandoelaire—.¿Nohayventiladoreseléctricos?

—Estosbungalóstienenbastanteconunpunkah.—ElseñorSinghseñalóelabanodegrantamañoquependíadeltechocomounavelacuadradebarco.

Sophierecordódeinmediatoelcrujidorítmicodelosquehabíaensucasade la infancia cuando los accionaba el anciano que tenía tal oficio. ¿Cómo sellamaba?Sí:SunilRam,aunqueellasiemprelollamabaSonri-Sa.

—Tienes que insistir en que te instalen por lo menos dos ventiladoreseléctricos,Tam—dijoEdith—.Unoen lasaladeestaryotroeneldormitoriocomomínimo.—ActoseguidosevolvióhaciaJitSingh—.Y,porfavor,trátenlaconfeniloyblanquéenla:enunlugartansucionopuedenvivir.

—Señora,siyalahemosblanqueado.—Le quedan dos días para dejarlo listo, señor Singh.—A continuación

regañóaTam—.Nodeberíashaberlodejadotodoparaelúltimomomento.Élapretólamandíbula.—Ya sé que no es la casa perfecta—admitió—, pero llevo semanas en

ChangaManga.Edith Bracknall salió con premura de la casa y miró al apartado

independienteenquehabríadealojarseelservicio.—Imaginoquenecesitaréis,porlomenos,uncocinero,unporteadoryun

limpiador.Paraeljardínpodemosenviarosanuestromaliparaempezar,porquenoesmuygrandeyvaisapasarmuchotiempoenChangaManga.

Alotroladodelavallavioaunhombrequerecorríaelcaminodeentradade la otramitaddel bungaló. Ibabienvestido, de traje, y llevabaunparaguassobreelbrazo.LossaludóconlamanoyTamySophiehicieronotrotanto.

—¿Quiénes?—quisosaberEdith.—EldoctorPir—contestóelagente—,dirigelaUniversidadIslámica.—Nopuedenteneraquíaunhombredecolor—protestóella—.¡Siestán

compartiendocasaconélprácticamente!JitSinghlamirócongestoazorado.—EldoctorPiresuncaballeromuyrespetable.—Nosetratadeeso—leespetóella—:noeselvecinoadecuadoparalos

Telfer.Tendráqueecharlo.—Hafirmadouncontratodealquiler,señora.Losiento,peroestátodoen

reglayescompletamentelegal.SophiepensóquelamujerdeBracknallestabaapuntodeestallar.Teníael

rostromorado.

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—Seguroquenovamosatenerningúnproblema—intervino—.Además,ya es tarde para cambiarlo. Lo único que necesitamos es un domicilio al quemudarnoseljueves,¿verdadquesí,Tam?

—Sí—dijoélconaireincómodo—.Porloquetengoentendido,eldoctorPir esunapersonade fiar.El ancianomunshi quenos enseñaurdu enChangaMangahablamaravillasdeél.

SophiereparódeprontoenqueTamhabíasabidotodoaqueltiempoquiénibaasersuvecino.Conunasonrisaalentadora,seacercóaélylediolamano.Lateníasudada.

EdithBracknallbalbucióalgosobre lageneraciónmás jovenysedirigióantesqueelrestoaltongaquelosaguardaba.Tamsevolvióhaciaelagente,queaguardabaaturdido.

—Haré que traigan mañana los muebles. El estado de las paredes mepareceperfectoylosventiladoreseléctricossepuedeninstalarmásadelante.Loúnicoquequieroespodertraeraquíamiesposaeljuevesytenerunsitioenelquevivirlosdos.

—Claro, sahib.—El rostro redondo de Jit Singh sonrió aliviado—.Meencargarédetodo.

—Gracias, señorSingh—dijoSophiecon lasmejillassonrosadasante laalusióndeTamasunochedebodas.

A la caída de la tarde, losBracknall organizaron una cena en el club deyincana para la joven pareja e invitaron a algunos de sus amigos delfuncionariadoindio.Setratabadeunedificiotangrandiosocomointimidatoriocon salas enormes para comer, bailar, leer y fumar. Tam estaba espléndido deesmoquin y daba la impresión de haber superado el estado irascible de hacíaunashoras.

—HequedadodespuésconalgunosamigosenelStiffles—ledijoaloído—.Tienenunapistadebaileexcelenteyyomemuerodeganasderodearteconlosbrazos,pequeña.

—¿Ycómovasalibrartedenuestracarabina?—seburlóSophie.—Esodéjaloenmismanos.Traslacena,Tamanunciósusintencionesdellevarasuprometidaalgrupo

decienciacristianadeGolfRoadpara tomarel téy leer,porquequeríaque laconociesen antes de la boda. La llevaría de vuelta a la residencia de losBracknallantesdemedianoche.

Sophie no pudo contener la risa mientras culminaban su huida por lasescalerasdelclubysubíanaunrickshawdepedales.

—¡Téycienciacristiana!¿Ysialgunodeellosdecideirtambiénabailar?Tamrespondióconunacarcajada:

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—TeaseguroqueaStifflesno,porqueallípermitenlaentradadeindios.Elsalónestabamuyanimadoyelsuelodemármol,llenodebailarinesen

undesplieguecegadordevestidosdefiesta.BozyRafiestabancompartiendomesacondosenfermerasescocesasdel

Medical College. Los dos se levantaron para saludar a Sophie, que estabamareadaporelvino,lacenaylaemocióndehaberburladoalosBracknall.

—Nosabéislaalegríaquemedaveros—sonrió,haciendocasoomisodelasmanosqueletendíanparabesarlosenlamejilla.

Tamdeclinóconungesto laofertaque lehicieronde irapedirbebidayllevóaSophiedirectamentealapistadebaile,dondelaenvolvióensuabrazo.Giraron obviando los codazos del resto de los bailarines, aún ebrios por suarrojadafuga.

—Cuando seamos marido y mujer —declaró él—, vamos a venir aquítodas las noches, aquí o a Faletti’s, y cenaremos en Lorang’s cuando noorganicemosfiestasennuestrodiminutobungaló.

—Y el sueldo de un ingeniero demontes recién graduado va a dar paratodoeso…—seburlóella.

—Mi sueldo y una paguita quemeva a dar el ejército.Mehan adscritocomoreservistaalabateríadelpuestodemontañadeDalhousie,demodoque,ademásderecibirundineroextra,podráslibrartedelaestacióncalurosadeaquícuandotengaqueirahacerinstrucciónunavezalaño.

—Lotienestodoplaneado—dijoSophiesorprendida.—Por supuesto—repusoél conaire serio—:heproyectado todonuestro

futuroymañanavoyacomprartelaalianzaqueteníamosquehaberidoabuscaren Bombay. Rafi conoce a un joyero de calidad en el barrio antiguo y se haofrecidoallevarnos.

—¡Quéemocionante!Hoyhequeridoecharunvistazoalaciudadantigua,perolaseñoraB.sehaechadolasmanosalacabezaaloírlo.

—MañanaporlamañanatengoqueirasupervisarlaslaboresdedesmontequeestamosllevandoacaboenTera,queestáapocoskilómetrosalestedeaquí,pero el trabajo de oficina lo puedo despachar a primera hora de la tarde ydespuéspodremostomaralgojuntosycomprarelanillo.¿Teparecebien?

—Mepareceperfecto—dijoellabesándoloconrapidezenloslabios.Tamnotardóencansarse.Cuandootrodelospresenteschocóconél,hizo

unamuecadedoloryvolviócojeandoalamesa.Sophiequisomirarlelapierna,peroéllaapartóyledijoquenoledieraimportancia.Subuenhumorsehabíaesfumado.PocodespuéssedespidieronyquedaronenencontrarseconRafienelCecilHotelporlatardedeldíasiguienteantesdequeTamlallevasedenuevoaMayoGardens.LosBracknallestabantodavíalevantados, tomandowhiskycon

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soda ante el hogar, pero Sophie fingió tener sueño y se retiró a su habitacióndirectamente. Tumbada en la cama, escuchó el murmullo de sus voces y sepreguntósiTamyellaseguiríantanfelicesjuntosalavueltadeveinteaños.

—Tamnoseencuentrabien.EstáguardandocamaenelCecilcondolordeestómago.

SophieyEdithBracknallhabíanencontradoaBozesperandoenlaverandaal volver de repartir tarjetas de presentación entre la comunidad británica delacantonamiento.Laanfitrionahabíaelaboradounalistadepersonasapropiadas,desdesirEdwardyladyMaclagan,de laCasadeGobierno,hastaelsecretariodelespectáculoecuestreanual.

—¡PorDiosbendito!—exclamóEdith—.Pobremuchacho.Desdeluego,hatenidounasuertepésimadesdequellegóalaIndia.Sevequeelclimanolesientanadabien.

—Tengoqueiraverlo—dijoenseguidaSophie.—Dudomuchoqueesolovayaaayudar—lacontradijolaotra—.¿Cómo

vasaverloacostadositodavíanosoismaridoymujer?—Estáenfermoyquieroverlo.—Tamdicequenotepreocupes—tercióBoz—,queahoratampocopuede

alejarsemuchodelacajadetruenos.Edithresoplódiciendo:—Puede ser que la cena de anoche fuese un poco pesada. Le voy a dar

salesdeAndrewsparaque se las lleve, señorBoswell, ydígaleque tienequedescansarsiquiereestarbienparaeldíadesuboda.

—Peroesta tarde íbamosa comprar la alianza—recordóSophie entre lapreocupaciónyeldesengaño.

—Tammehapedidoque teacompañeyo—anuncióBoz—.Dicequeélajustarálascuentasconeljoyeroencuantoserecupere.

—Amí—dijoEdithtragandoaire—nomevienenadabienircontigoestatarde,porquequierohablarconmicocinerodelmenúdelconvite.Quedamuchopororganizar.

—Noimporta—seapresuróadecirSophie—:BozyRaficuidarándemí.ElseñorBracknallpuederesponderdelosdos.

La anfitriona hizo un gesto de indecisión al queBoz respondió con otrogravemientrasaseveraba:

—Yomeresponsabilizarépersonalmentede la señoritaLogan.El tiempocorrey seríaundesastrequeTamno tuvieseunanilloqueponerleeneldedopasadomañana.

—Muybien,perotendránquetraerlaantesdequeanochezca.

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EncuantollegaronalCecilpararecogeraRafi,Sophieinsistióensubiraver aTam.Lo encontrómacilento y lánguido, arropado conmantas y con laspersianasechadas.

—Noteníasquehabervenido—dijosuspirando—.Noquieroquemeveasasí.

—¿Tehavistounmédico?—preguntóponiéndoleunamanoenlafrente,quenotócalienteycomodecera.

—Nomehacefalta—repusoirritado—:loúnicoquetengoeselestómagounpocorevuelto.

—Podríaseralgomás.¿Tedueletambiénlacabeza?Élleapartólamano.—Tengo un poco abandonada mi ciencia cristiana y estoy un poco

indispuesto, nada más. Lo único que necesito es un poco de pensamientopositivoydeoración.

—Noesningúnsignodedebilidaddejarseayudartambiénporlamedicina—señalóellaexasperada.

—Esseñaldeunafeendeble—murmuróTam.Sophielepasóundedoporlamejilla,alarmadaantesemejantetozudez.—Si tus oraciones no consiguen hacer que mañana estés en pie,

llamaremosalmédico.¿Deacuerdo?Éldejóescaparungruñidodecaído.—Deacuerdo,enfermeraLogan.Ellaseinclinóhaciadelanteylebesólafrentefebril.Sedirigíayahaciala

puertacuandoéllallamóconvozquebrada:—Losiento,chiquilla.Teprometoquetelocompensaré.—Lo único que quiero es que te mejores. —Y, lanzándole un beso, se

marchó.

Rafi la ayudó a subir a un tonga y dio instrucciones al carretero en supropia lengua.Boz tomó asiento por el otro lado, demodo queSophie quedóentre losdos ingenieros.Lacuriosidadhizoqueabriera losojosdepar enparcuandodejaron lasampliasavenidasdelLahorebritánicopara internarseen laciudad antigua. A medida que se estrechaban las calles en torno a ellos, losedificios se fueron haciendo más altos, con un estilo moruno adornado, sinembargo,concúpulasycomplicadasobrasdeforja.Laluzdelatardeincidíaenelamarillolimónyelrosasalmóndelasfachadas,lascontraventanasblancasylaspuertas,aúncerradascomoprotecciónfrentealcalor.Lostenderetesvendíanllamativossurtidosdegolosinasylasollasburbujeabanconbuñuelosrellenosdecarneyespecias.

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LajovenbombardeóaRaficonpreguntas:cuántosaños tenían lascasas,cuál era la especialidad local, dónde vivía su familia, si podía asomarse a lamezquita… Él contestó riendo que ignoraba la respuesta a la mayoría de susinquietudes.

—Dehecho,conozcomejorlahistoriadeEdimburgoqueladeLahore—reconocióconunasonrisacompungida.

—Almenossabrásdóndevivetufamilia—lodesafióella.—Sí—dijoRafi—:esonoloheolvidado.—Aunasí,noaclarónadamás

al respecto. Inclinándose hacia delante, indicó algo al conductor y momentosdespuéssehallabandetenidosfrenteauncomerciogrande—.Enfin,yahemosllegadoalatiendadeBhagat.

—Nopareceunajoyería—apuntóellaobservandolacoleccióndepiezasdeporcelanayropablanca,narguilesymesasdetaraceaqueatestabalaentrada.

—Bhagatvendedetodo—latranquilizóRafi—,perotienemuybienojoparalaspiedraspreciosasysusorfebressonlosmejoresdelPunyab.

Sophie se llevó los dedos al modesto anillo de compromiso con que lahabíaobsequiadoTam,adornadoconunsolodiamantedeescasotamaño.

—Enrealidadnonecesitamosnada fuerade locomún—aseveró—.Conunaalianzasencillanosbasta.

Rafi lepresentóalseñorBhagat,unhombrealtodepielpálidaycabellogris poco abundante que les dio la bienvenida y los llevó a una sala de estarcómodadonde les sirvieron té endelicadas tazasverdes.EntoncesdispusieronfrenteaSophievariasbandejasconanillosqueellafueprobándoseenbuscadeldesutallamientrasloshombrescharlabaneningléssobrelospartidosdepoloque habrían de jugarse cuando llegara a Lahore el regimiento Hodson decaballería. La joven se sorprendió cuando el joyero preguntó a Rafi si seguíajugando.

—Desdequedejéelejército,no—respondióél.—Pero¿supadresigueteniendoaquellamagníficacaballeriza?—Seguro que sí. —Rafi sacó la pitillera y ofreció cigarrillos—. Sin

embargo, enChangaMangahaypoca demandade purasangres.Boz y yo nosmovemosenbicicletacasitodoeltiempo.

—Oenunayeguacojaygris—añadióBozconunacarcajada—,cuandopodemospedírselaaloshombresdelaremonta.

—¿EsaeslacuadraenlaquejuegaTamaltenis?—preguntóSophie.—Sí, si es que puede llamarse remonta a un par de soldados viejos, un

puñadoderocinesachacososyunperrolisiado—respondióRafienvueltoenlagasadelhumo.

—Perfecto—dijoellaconunasonrisa—,porquequieroaprenderamontar

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comoestámandado.—Para unamuchacha capaz demanejarse con unamotocicleta vieja—

comentóBoz—,loscaballosdelaremontavanaserpancomido,¿verdad,Rafi?—Yquelodigas—repusoelotrosonriendo.SophiesedecidióporunaalianzadelgadadeororosaylosamigosdeTam

adquirieronparaellauncollardeópaloamododeregalodebodas.—Esprecioso—dijolajoven,emocionadaporsuinsistencia—,pero¿no

deberíaiscomprarmásbienalgoparaTam?—El ópalo negro parece hecho para usted, señorita Logan—aprobó el

señorBhagat.—YTampodráadmirarlocuandolollevespuesto—añadióRafi.—Gracias—repusoellaconlasmejillasencendidasdegozo.Cuandosalierondelatienda,sehabíahechotardeylacalleestabayaala

sombra.—¿Soyelúnicoquetienehambre?—preguntóBoz.—Amíelolordeesospuestosmehadadounasganasdecomervoraces—

dijo ella—. ¿Compramos algo y nos lo llevamos a los jardines de Shalimar?Todavíanohehechoturismo.

AlosjóveneslespareciómuybuenaideayRafilosllevóauntendereteenelqueunancianodesdentadolesdiounacálidabienvenidamientrasllenabaunplato con porciones de pakora vegetal y samosas rellenas de carne. En otrocompraron bizcochos de almendra, vistosas porciones de halva naranja y unrecipientedeté.

En los jardines de Shalimar, al lado de un estanque rectangular queresplandecía a la luzdoradadel atardecer,Sophie sacóde subolso el delgadochaldecachemiradesumadreyloextendióenelsueloparaquesesentaran.

—No se os vaya a ocurrir manchar mi única herencia familiar —lesadvirtió.

Loshombressequitaronlostopisylostresatacaroncondeleitelacomida.Sophienopasóporalto lasmiradasde receloque lanzaban lospaseantesa sumeriendacampestre.

—Les preocupa que te estés volviendo nativa—gruñó Rafi mientras selimpiabalabocaeneldorsodelamanoysechupabalosdedos.Supieloscuracasirefulgíaconelsol,queyaemprendíasuretirada.

Sophiesintióganasdeinclinarsehaciadelanteylimpiarelaceitequeselehabíaquedadoenlabarbilla,alaqueasomabaunasombradebarba.Élreparóenque loestabamirando.¿Cómonosehabíadadocuentadeque losojosdelindio no eran castaños, sino de una mezcla sorprendente de verde y ámbar?Jamás había visto otros iguales, enmarcados por pestañas oscuras bajo cejas

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pobladas y morenas. La acometió una sensación extraña en la boca delestómago.

Éllamiróintrigado.—Digoquelespreocupaquepuedashacerlo,noquetehayashechonativa:

soloeraunabroma.—Claro. —Sophie se afanó en hablar pese a los latidos nerviosos que

sentíaenlagargantayapartóenseguidalamirada.Bozsoltóuneructosatisfecho.—Perdón,Sophie.—Acontinuación,sacóloscigarrillos.Mientrasloshombresfumaban,lajovenseoyócotorreandosinfrenosobre

el día de compras que había pasado con Edith Bracknall mientras trataba deevitarmiraraRafi.

—¿Nosdarátiempoatomarunchotapegrápidoenelcaminodevuelta—propusoBoz—antesdequelaseñoraB.mandeunapartidadegenteabuscarte?

—Conozco el sitio indicado—anunció Rafi, que apagó la colilla de supitilloentreelíndiceyelpulgarantesdeponerseenpie.

Sophieteníaciertaesperanzadequeletendieralamano,perofueBozelque la ayudó a levantarse. Un tonga los llevó de nuevo a los confines de laciudad vieja y Rafi los condujo hasta una verja de hierro forjado y un patiodiminuto que cruzaron para meterse en una casa alta. Sophie vio crecer suaprensión mientras subían tres tramos de escalera de peldaños antiguos,lastimeroseirregularesdemaderaoscuraconpuertasmisteriosasqueseabríanenlospanelesdelapared.LanzóunamiradaaBoz,queselimitóaencogersedebrazossonriente,disfrutandodelasorpresa.

SalieronaunaazoteacuyavistarobóelalientoaSophie.Anteellos, traslostejados,seelevabalacolosalmezquitadepiedrarojaqueapenashabíatenidoocasióndevislumbrardesdelejosyqueparecíallamearalsolponiente.Tantolaacercabaelairedespejadoquelajoventuvolasensacióndequepodríatocarunodesusimponentesalminaresconsolotenderlamano.

—La Badshahi Masyid —anunció orgulloso Rafi con un ampulosomovimientodesumano—,construidaporelemperadorAurangzebenelsigloXVII.

—¡Quémaravilla!—dijoellaahogandoungrito—.¿Verdad,Boz?—Sí—convinoél—,escasitanbonitacomolacatedraldeSaintGilesde

Edimburgo.Rafisoltóunarisotadaylosinvitóasentarse.—¿Aquíesdondevivetufamilia?—preguntóSophie.—No,letengoalquiladoelpisodearribaaunamigo.Noqueríavolvera

laslimitacionesqueimponeeldomiciliofamiliaraquienllevatantotiempode

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vidaindependiente.—¿EsonoesmuypocopropiodelaIndia?Él la miró de hito en hito antes de dejar aflorar su sonrisa relajada de

siempre.—Sí.Tomaronasientoensillasviejasdemimbredotadasdecojinesdescoloridos

mientrassuanfitrióndesaparecíatrasunacortina.Pocodespuésvolviócontrestazasdesportilladasyunabotelladewhisky.

Bozdiounsilbido.—¿Glenlivet?¡Quépreciosidad!¿Dóndelohasconseguido?—DelahermosaEscocia,queridoBoswell—respondióRafisonriendo—.

Loguardabaparaunaocasiónespecial.Sirviótrestragos,losrepartióypropusounbrindis.—BebamosalasaluddenuestropobreamigoTelfer,queyaceenfermo,y

desuvenideromatrimonioconlahermosayarrojadaseñoritaLogan.—¡PorTamyporSophie!—exclamóBozantesdeapurarsuparte.—Gracias—dijoella,ruborizándoseanteelhalago,antesdealzarsutaza

—.Ygraciastambiénporesto—añadióbajandoeltonomientrascontemplabala lunablancay enormequeganaba terreno enun cielo cadavezmás intensomientraselsolardíanaranja—.Nosemevaaolvidarenlavida.

GuardaronsilenciomientrasdisfrutabandeaquellicorquesabíaaEscocia,sumidocadaunoen suspropiospensamientos.Sophie sentíaaRafi a su lado,sabíaquesolonecesitabatenderlamanoparatocarloyaquelloleerizólapiel.No debería estar teniendo aquellos pensamientos, provocados sin duda por elwhiskyylapuestadesol,perotampocoqueríaqueacabaseaquelinstante.

Lallamadaalaoraciónseabriópasoentoncesentreelcrepúsculo.ElaireseenfrióyRafilosllevódenuevoabajo.Quinceminutosdespués,aunqueaunmundodedistancia,volvíanadejaraSophieanteelfrondosocaminodeentradade la vivienda del acantonamiento, desde donde Edith Bracknall la urgió avestirseparalacena.

—Ternera asadaypudinde jengibre—anunció—.Es la comida favoritadelseñorB.ysabíaqueestaríashambrientadespuésdehabertesaltadoeltédelatarde.

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Capítulo18

Sophie temblaba envuelta en la delgada seda de su vestido de novia—generosoobsequiodelosWatson—,depieantelapuertadelacatedralybajoelparaguasquesosteníaJohnnyWatson.Habíaestadolloviendoconfuerzatodalamañana y el largo velo blanco que arrastraba por el suelo estaba empapado ysalpicadodebarro.

—Llegaránencualquiermomento—laalentóJohnny—.HevistoaTamduranteelalmuerzoyestabademuybuenhumor.

¡Quésuerte, tenerasu ladoalhermanomayordeTilly,siemprealegreysensato, para calmarle los nervios!Las lágrimas le escocíanbajo los párpadosanteestenuevorevés:latardanzadelnovioysupadrino,Boz.Enlaiglesianohabía muchos invitados: un puñado de ingenieros forestales entre los que seincluíanRafi—enesemomentonoqueríapensarenél—yScottyMcGinty,quehabíanacudidodesdeRawalpindi.Martins,elsuperior inmediatodeTam—unhombrebajitoyquisquillosodedientes saltones—; losBracknall, conalgunosdesusamigosdelclub,conlosquehabíajugadoelnovioaltenis,ylosFloyd,sus amigos adeptos a la ciencia cristiana. De parte de la novia solo habíanasistidoHelena,lamujerdeJohnny,rollizaydeaspectocaballuno,ylosPorter,alosquehabíainvitadohacíadosdías.Sabíaquetodosestabanmirandoelrelojypreguntándoseaquésedeberíaaquelretraso.

HastaesemomentoSophiehabíacentradosusmiedosenlasaluddeTamynoenquepudieranopresentarse.¿Ysisearrepentíaaúltimahorayladejabaplantadaenelaltar?Estabaamilesdekilómetrosdesuhogar,aunquelociertoeraqueyanoteníanadaquepudiesellamarasí:elúnicorefugioquelequedabaen elmundo eramedio bungaló enDavisRoad, pero solo si se presentaba suprometidoylatomabaporesposa.Jugueteóconsupreciadapulseradecabezasdeelefanteporversiledabasuerte.

Enesemomentosedetuvoenlacarreterauntongadelqueseapearondoshombresdechaquéquetomaronelcaminodeentrada.

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—¡Tam!—Lanoviaestuvoapuntodeecharseallorardealivio.—Perdona, chica —dijo él entre resuellos sacudiéndose la lluvia—, la

dichosatartananoaparecía.HasidoculpadeBoz.Nosvemosdentro.Elamigolamirócongestoarrepentidoylosiguióalinteriorenpenumbra.

Johnnytomóelbrazodeellayloapoyóconfirmezaenelsuyo.—Vamos,Sophie—sonrió—,vamosadejarles claro lovalienteyguapa

quepuedeserunanoviaescocesa.Los ojos de Sophie se nublaron por las lágrimas ante aquel comentario

amablemientrasseaferrabaaélcongestoagradecidoparaenfilarelpasilloendirección al grupito de admiradores que se había congregado en las primerasfilas.LamentóquenisuspadresnilaqueridatíaAmy,nitampocolaprimaTilly,estuvieranallíparaverla.

CantaronAllPeoplethatonEarthDoDwellyelpadreRenniepronuncióunaspalabrasderigoralasqueSophieapenasprestóatención.Cuandollegóelmomentodehacerlosvotos,nopudodominarlatiriteraque—porelfríoylosnervios—sehabíaapoderadodesucuerpoyhacíaqueentrechocaselosdientesmientrasleía.Sinembargo,cuandoTamlepusoelanilloylededicóunasonrisaampliayamorosa,elcorazónlediounvuelcoysintióquelainvadíaunaoleadadecalor.Todolesibaairbien.

ATamlodeslumbrósubelleza:aquellosojosenormesysolemnesfijosenél;sus labioscarnososyrosados, trémulospor laemoción; lasencilladiademadeencajeque ceñía su cabello rubioy corto; la siluetade su cuerpodemujerjovenbajoel fino tejidode seda…Lasdudasy las frustracionesde losmesespasados se disolvieronmientras él bebía de su encanto.Muchas veces, en lastinieblas de la noche, había puesto en duda el rumbo que estaba tomando suvida: la India, el trabajo de ingeniero de montes y su matrimonio con unamuchachadeEdimburgo a la que apenas conocía.Aquel nohabía sido, desdeluego,elplanoriginal,peroelnodeNancyhabíadadoaltrasteconaquelsueñoyteníaquesuperarlodeunavezportodas.

Los accesosde fiebre lohabíandejado fatigadoydeprimidoy lehabíanhechodudardeporquéestabaallí.Laenfermedad,sinembargo,noeramásqueunailusión,unestadodedesequilibrioquepodíacorregirconfacilidadconsoloimaginarsebiendenuevo.Soloteníaquesermásfuerte.CuandotomólosdedoslargosyhermososdeSophieylepusolaalianza,sintióungranalivio.Aquelloledaríaelvigornecesarioparamantenera raya losdemoniosqueplagabansusalud.Suenergíaibaaredoblarsejuntoaella.

—Conozcoa laprimaSophiedesdequeveníadeniña anuestra casadeNewcastle—dijoJohnnyalaconcurrenciaquesehabíaarracimadoenelsalón

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delosBracknallafindeprotegersedelafríalluviadediciembre—.Larecuerdocomounacentelladeenergíaquenuncaparabadehablar,decorrerdeunladoaotro ni de hacer preguntas indiscretas. La tengo grabada en la memoriadeslizándoseporelpasamanosconsuscoletasrubiasalvientoysinentenderporquéledabauncachetenuestraniñera.

»—Lasniñasnohaceneso—lareprendía.»—Pero es que yo no soy una niña —contestaba ella—: soy una

exploradorayestaeslaúnicarutadedescensodelamontaña.La novia se cubrió el rostro con gesto avergonzadomientras los que la

rodeaban prorrumpían en carcajadas. Vio a la pequeña Betty Porter aplaudirjubilosa.

—Lacasaestabamásalegre,másllenadevidasiteníamosconnosotrosala prima escocesa, también cuando me fui haciendo mayor y Tilly y ella noparabandeimportunarnosamiamigoWillStockyamí,siempreeradivertidotenerlaporallí.

Johnnysevolvióparamirarlaantesdeproseguir.—Sé que está siendo duro para ella que no pueda estar aquí para verla

vestida de novia su querida tía Amy, una dama fuerte y extraordinaria queasumióensolitariolaresponsabilidaddecriaraSophieenEdimburgocuandolatragedia ladejóhuérfana.Engranmedidaledebemosaellaqueaquellaniñitavaliente creciese hasta convertirse en lamujer hermosa y llena de afecto quetienenhoydelanteyséquehoyhabríaestadoorgullosísima.Helenayyosomoslosúnicosdenuestra familiaquehemospodidoestarhoyaquí,perohablamosportodoscuandodeseamosaSophieyaTamelmásfelizdelosmatrimonios.

LosojosdeSophieseanegaronenlágrimasantelaspalabrasdecariñodeJohnny,quienlevantósucopaybrindóporlosnovios.

—¡Por los novios!—repitieron los invitadosmientras entrechocaban suscopasytazasdeporcelana.

Trasaquelloseelevóelruidodelsalónmientrasserellenabanlascopasdelos invitados.AunqueJohnny,a fuerdeúnicoparientevaróndeSophie,habíainsistido en pagar parte del convite, la homenajeada no pudo menos deasombrarseanteloespléndidodelbanqueteylacantidaddechampánquecorríaenél.Semezclóentre los invitados.LaseguíadandosaltosHelena,quehabíaenfundado sus voluminosas extremidades en un vestido lila y colocado unsombreroajuegosobrelasondasdesucabellocastaño.

—Noséati,peroamícasimehacenllorarlaspalabrasdeJohnny.¡Quéfelizsoydeformarpartedeestafamilia!Todossoisunencanto.Estoydeseandoque podamos aprovechar un permiso para viajar a Inglaterra y conocer a sumadreysushermanas.

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Sophiesonrió.—Ahora viven todas en Escocia. De todos modos, ellas también están

deseandoconocerteati.—¡Qué lástima que no haya podido venir Tilly desde Assam! —dijo

Helena—.Tengotantasganasdeverla…CreoqueeslafavoritadeJohnny.¡Quémaravilla,quehayáisacabadolasdosenlaIndia!

ConversaronunratosobrelainfanciadeHelenaenelejércitoysupasiónporloscaballosyestaseofrecióallevarlaamontarcuandoestuvierandelunademielenRawalpindi.

—Aunque sé que no querréis pasar mucho tiempo con nosotros, loscasadosveteranos—añadióconunlevecodazo.

Sophie intentó captar la atención de Tam. No veía ya la hora de queacabase el convite y los dejasen al fin solos, pero él y sus amigos se habíanreunidoenunrincónparabebercantidadesgenerosasdewhiskyydeshacerseencarcajadas como escolares en torno a Bracknall, convertido en el centro deatención.Rafieraelúnicoque,untantoapartadodeellos,losobservabamudomientras daba sorbos a su copa. No le había hecho ninguna gracia el desairedeliberado que le había hecho Edith Bracknall al hacer caso omiso de susintentosdepresentarseyvolverse,encambio,ahablarconJimmyScott.

Aunque agradecía la prodigalidad con que la habían acogido ella y sumaridoensucasaaquellosdías,habíadecidido tenerelmenorcontactosocialposibleconellos.Bracknall erael jefedeTamymerecía respeto,peroesonocomportaba que tuviesen que estar a su entera disposición ni que hubiera quesoportarlaafectacióndelaseñoraB.

Bozsacóalfinalnoviodelgrupoyledijo:—Vamos,Telfer,queteestánesperandountaxiytumujer.Aúnquedaban, sinembargo,muchasmanosqueestrecharymejillasque

besar. Johnny quedó en encontrarse con ellos en el Sunnyview Hotel por lamañanaparaemprenderjuntoselviajealnorte.Lalluviahabíacesadoyelsolhacíaloposibleporasomarseentrelasnubesvespertinas.

ShopiesesentóalladodeTamenlosasientosdepielverdedesgastadadelvehículosincapota,aúnmojadospesealosempeñosdelconductorensecarlos.SedespidierondelrestoyminutosdespuésestabandoblandolaesquinadeDavisRoad.

LoscriadosdeTam—Hafiz,elporteador;Sunbar,elcocinero,yunpardepersonasmása lasquenoconocíaSophie—aguardabandepiepara recibirlosconsonrisasyguirnaldasdecaléndulas.

—Bienvenidos, Telfer sahib y Telfer memsahib —dijeron mientrasinclinaban la cabeza y colocaban aquellos adornos en torno al cuello de sus

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señores.—Gracias—dijoSophieencantadadevolviéndoleselgesto.Enlachimeneadelsalóndealtatechumbrecrepitabaalegreelfuego,como

también en el dormitorio. Tamdejó a Sophie que se desprendiera del traje denovia.

—Yo usaré mi vestidor—dijo mientras se estiraba para desbrochar loscorchetes del cuello. De pronto daba la impresión de que se encontrabaextenuado.

Sophiecolgósuvestidotraslapuertaafindetenerloalavistayrecordaraqueldíaysepusounospantalonesdevestiryunsuéterdelana,heladaaúnporlalluvia.Diounrespingoalverqueelserviciohabíadispuestosusprendasdedormir sobre la colcha estampada de cachemira para dejarlo todo preparado.VolvióalsalónypidióaHafizquelehicieratéantesdedesplomarsesobreunsillón. Aunque se notaban los muelles bajo el tapizado de quimón, estabademasiadocansadacomoparaqueleresultaraincómodo.

Llegó el té, peroTamno.Sophie deseóhaber tenidoungramófonoparaponermúsicasuave.Sesentíaobservada.Dostazasdetémástarde,selevantóyHafizaparecióenseguidacomodelanada.

—¿Podrías…podríasiraversinecesitaayudaelseñorTelfer?—preguntósintiéndoseuntantoestúpida.

TamnoestabahabituadoabeberwhiskyyBracknallsehabíapasadotodalatarderellenandolascopas.

—El sahib se ha dormido —anunció el porteador con gesto mitaddivertido,mitadcompungido.

Ellalosiguióalvestidor,uncuartitopequeño,destinadoquizásaunniño,quedisponíadeaseopropio,yallíencontróalquellevabapocashorassiendosumarido,enroscadosobreunaesterillasinelchaquénilospantalones,aunqueaúnconlacamisa.Roncabasuavementeconexpresiónplácida,casiinfantil,yellasepreguntócómopodíahabersedormidocontantafacilidadsobreeldurosueloyaqueltejidotanáspero.

—¿Quierequellevealsahibalacama?—preguntóHafiz.Sophie vaciló. Al final, con un bufido divertido y frustrado a partes

iguales,negóconlacabeza.—No lo despiertes, pero échale una manta, que no pase frío.—Estuvo

tentadadepedirlequenodijeranadadeaquello,perosabíaquenoteníamuchosentido:antesdequeapuntarael sol, todoelvecindariosabríaqueTamTelferhabía pasado sunochede bodas sobre el suelo de su vestidor en tanto que suanhelanteesposadormíasolayenteraenelfríolechoconyugal.

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Capítulo19

NecesitarontodoundíaagotadordeconducciónporGrandTrunkRoad—con tresparadasdebidasaotros tantospinchazosymuchasmásparaqueTamcorriera a ponerse en cuclillas entre los árboles—hasta llegar a la ciudad delnortedelPunyab.

Durante el almuerzo campestre, el doliente vomitó sus emparedados dehuevoy,cuandollegaronaRawalpindi,lafiebrelehabíavueltoasubirdeformamarcada.

—Estásardiendo—anuncióSophiealarmada.—Enestascondicionesnopuedesquedarteenunhotel—dijoHelenacon

firmeza—:esmejorquevengáisconnosotrosacasa.—Hasidoelcambiodealtitudnadamás—repusoTamirritado.—Notienenadaqueverconlaaltitud—aseveróJohnnyconbrusquedad

—. Estás enfermo. Voy a hacerte unos análisis de sangre y darte algo que tealivieeldolor,tecortelascagalerasytebajelatemperatura.

Por más que a Tam le preocupara perder el dinero de la reserva delFlashman’sHotel,fuerondirectosalacantonamiento.

—Lesharéllegarunanotaparaexplicárselo—prometióHelena.Élnovolvióaprotestary,dehecho,semetióaliviadobajolassábanasde

lacamaquehicieronprepararalacarreralosWatsonenelcuartodeinvitados.Hasta se avino a tomar las «medicinas asquerosas» que había insistido enadministrarleJohnny.Encendieronelhogar,aunqueélsedestapóempapadoensudor. Sophie, sentada a su lado, lemojaba el rostro y el cuello con un pañohúmedo,inquietayllorosa.

—Losientomucho,pequeña—graznóél—. ¡Quémanera tan terribledeempezarnuestravidadecasados!

—Noquieroprotestas,Tam—musitóella—,quetenemostodalavidapordelante.

Cuandoélcayóalfinenunsueñointermitente,HelenaconvencióaSophie

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paraquesaliesedelahabitación.—Venatomarteunacopaydejaqueactúenlasmedicinas.—Élcreeque tomarlas es ceder al fracaso—explicóella conun suspiro

mientrasaceptabaelwhiskyconsodaqueleofrecíaJohnny.—Esperoquetúnopienseslomismo—ledijosuprimosinambages.—No,pero,siendotancreyenteenlacienciacristiana,entiendoqueéllo

veaasí—lodefendióSophie.—Tienecuarentadefiebre,disenteríay,posiblemente,malariaoalgopeor.

Hasidounainsensatezporsupartenohaberacudidoantesaunmédico.Sophietratódecontenerlaslágrimas.—Anteayerquisequefuera,peroluegoserecuperó.—Lafiebreesasí:sinolatratas,reaparece.—Noesculpatuya—añadióHelenadeinmediato—.Johnny,noseastan

duroconlapobre.—Perdona:noeramiintención.—Fuehaciaellaylediounabrazo—.Se

vaaponerbien,asíquedejadepreocuparteytómatetranquilatucopa.Aquella noche, Tam se revolvió y sudó en la cama que compartían,

balbuciendo frases incoherentes y gritando. En determinado momento, seincorporóconrigidezyclavólamiradacongestohorrorizadoenalgoquesoloélveía.Sophiehizoporcalmarlo,peroéllaapartóconviolenciacomosisesintieraatacadoyleasestóunpuñetazoenlasien.Despuésdeaquello,ellaselevantóy,envolviéndoseenunamanta,sesentóalladodelaventanahastaqueempezóacolarsepordebajodelascortinaslaluzdelalbaylarespiraciónirregulardeTamsemezclóconlosgorjeosdelospájarosmásmadrugadores,elchirridodelpozoyelmovimientodeloscriados.

Sophiesevistióysalióalaireheladodelaverandaparaverelsolvencerlalínea distante de las montañas de cumbres nevadas. La invadió una calmarepentina.Recordabavagamenteaalguien,quizásupadre,señalándolelospicosdelHimalayadeniña,aunquenoeracapazdeprecisardónde.Habíaabrigadolaesperanza de visitar conTamMurree, al pie de lasmontañas, para conocer ellugarenelquehabíanpasadolalunademielsuspadres,perosabíaqueyanoibaaserposible.Loúnicoquedeseabayaeraverasumaridosuperarlafiebreque lo aquejaba y recuperar su lozanía. Cuando lo había conocido, en elcampamentodeprácticasdelosBordersescoceses,lehabíanllamadolaatenciónsu energía y sus ganas de vivir. En cambio, aquel hombre derrotado por laenfermedadyelletargoleeraextraño.EnaquelmomentovolvieronasumenteparaatormentarlalaspalabrasdeBozsobresusheridasdeguerra:«desdeaquelataquecongas,noeselmismo».

Lasdesterródesucabeza:Tammejoraríayellaestaríaasuladopasaralo

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quepasase,talcomohabíanprometidoambosduranteelcasamiento.Johnny, preocupado por los resultados de los análisis de sangre, pidió al

cirujano civil, apellidado McManners, que reconociera al enfermo. Aunquellevaba varios días recibiendo dosis elevadas de quinina, la fiebre no remitía.Tamsufríadoloresdecabezaque le robaban lavistaysentía lasextremidadescomosiselasestuvieranaplastandoenunaprensa.Porlanoche,latemperaturasedisparabaysehacíaimposiblequeretuvieraningúnalimento.

AvecesparecíanoreconoceraSophie,aquienllamabaagritosconotronombre.Solosecalmabacuandoellasetendíaasuladoy,apoyandolacabezadeélcontrasupecho,laacariciabaparaexorcizarloshorroresqueatormentabansucerebrofebril.

La tensaconversaciónqueoyóentreJohnnyyMcMannersen laverandanolaayudaronprecisamenteatranquilizarse.

—Parecefiebredeldengue—sentencióelcirujano—yesonosecuraconquinina.

—¡Por Dios! Pobre Telfer —dijo alarmado Johnny—. ¿Qué habría quehacer?

—Ajuzgarporlosanálisisdesangre,loextrañoesqueesedesdichadosigaaúnconvida,perotieneunavoluntaddeacero.Loúnicoquepodemoshaceresintentar que se sienta lomás cómodoposible y que le baje la temperatura.ElrestoestáenmanosdeDios…ydeesamuchachavalienteconlaqueacabadecasarse.Talvezsealaúnicapersonaantelaqueresponda.

—¡Mi pobre Sophie! —exclamó el anfitrión con un suspiro—. Desdeluego,puedeestarsegurodequenovaarendirse.

Después de aquello, la joven se negó a apartarse del lado de Tam pormiedoaquesucumbieraencualquiermomento.Pasaba largasnoches sentada,humedeciendo sus extremidades doloridas y envolviéndolo en mantas a ratosparadespuésvolverarefrescarlo,segúnsequejaradefríoocalor.Lecantabayle contaba cuentos como a un niño, ya que parecía que su voz lo aplacaba.Ayudabaacambiarloyalveraquelcuerpodesnudotanvulnerablesepreguntabasillegaríanaconsumaralgunavezsumatrimonio,traslocualsereconveníaporalbergarpensamientostanegoístas.

Unamañana,demadrugada,laarrancósobresaltadadesuduermevelaunsonidoronco.

—¿Tam?—lollamóahogandoungritoalrepararenquehabíacambiadosu respiración, temiendoque se tratarade loquehabíaoídodenominar conelpavorosonombrede«estertoresdelamuerte».Tomósumanoylanotófría—.¡Tam!

ÉlhizounamuecadedolorySophiedejódeapretar.

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—Puedo…—trató de decir entre resuellos—. ¿Puedo tomar un pelín deagua,preciosa?

—Claroquesí—repusoellaconelcorazónenunpuñodespuésdehaberlooídohablar.Corrióalajofainaparaservirleunvasodeaguafrescapreviamentehervidayloayudóabebersosteniéndolelapesadacabezaconlamano.

Élvolvióaderrumbarseporelesfuerzo.—Gracias.Sophiedejóelvasoysesentóenelbordedelacamaconlamanodeélen

lasuya.¿Podíaserqueestuvieraremitiendoalfinlafiebre?Éltratódeenfocarlamiradaenlosojosvidriososdeella.

—¿Dóndeestoy?—EncasadeJohnnyyHelena.—¿Dequién?—Miprimo,eldoctorJohnnyWatson.Fuemipadrinoenlaboda.¿Note

acuerdas?EstamosenPindi,ensucasa.—¿Pindi?—Tamfruncióelceño—.¿Yporqué…?—Estamos de…Es igual: hemos venido a verlos—se corrigió con una

sonrisa.—Estoymás flojoqueunamadejade lana—susurró—.¿Cuánto tiempo

llevoasí?—Cincodías.Deprontoseleiluminóuntantolamirada.—¿EnPindi?¿Estamosdelunademiel?Ellamoviólacabezaenseñaldeasentimiento.—¡Dios!Menudo inútil de marido te has echado a la cara.—Volvió la

cabezaparaquenovieralaslágrimasquelehabíanasomadoalosojos.Sophieseinclinóhaciaélparabesarlelafrente.—Noesverdad:llevasvariosdíasluchandocomounjabatoportuvida.—¿Hasestadoconmigotodoestetiempo?—preguntóélconvozronca.Ellaasintióconungesto:teníaunnudoenlagarganta,horrorizadaantela

ideadehaberestadoapuntodeperderlo.—¿Crees—sonrióporentrelaslágrimas—queseráscapazdecomeralgo?

¿Unpocodesopa?Llevasdíassintomarnada.—Mepareceunaideaexcelente.Ellaselevantóyapretóelpasohacialapuerta,deseandodarasuprimola

noticiadequeTamhabíadejadodedelirar.—Sophie —carraspeó él y, cuando ella se volvió para ver asomar una

sonrisaaliviadaasurostromacilento,dijo—,gracias,chiquilla.

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Hicieron falta varios días para que se encontrara lo bastante recobradocomoparasalirdelacamaeirmásalládelaveranda.Sesentóalfrescoenunasillademimbre,envueltoenmantas,ycontemplólasmontañasquesealzabanalo lejos mientras Helena y Sophie lo atosigaban con sus cuidados haciéndoletomaralimentosblandosybebergrandescantidadesdetécalienteyazucarado.Hicieron llegar a Lahore noticias de su estado y sus superiores le dieron unasemanamásdepermisomientrasconvalecía.

Una vez que empezó a recuperar las fuerzas, Tam devino inquieto y noveía la hora de volver a trabajar. Scott y McGinty fueron a verlo desde laplantación de montaña en la que prestaban sus servicios y no hicieron sinoreavivar sus deseos de ocuparse con su profesión. Hablaron de los pinossilvestresquehabíantrasplantadoenlosviverostraslaslluviasySophierecordóquehabíasidolaimprudenteexcursiónquehabíahechoTamparaverlosloquelohabíaindispuestoconsussuperioresantesdequellegaraella.

CuandolosWatsonorganizaronunviajealasruinasdelaantiguaTaxila,TamdiosusprimerospasosvacilantessobrelatierraheladaydeclaróqueestabalistopararegresaraLahore.

—Date un respiro, hombre —le aconsejó Johnny—. Has estado a laspuertasdelamuerteytienesquereponerteporcompleto.

—Ospreocupáisdemasiado—sequejó—.Tangravenoha llegadoa sernuncalacosaylomejorquepuedohacerpararestablecermeesvolveraltrabajoy empezar por finmi vida de casado.—Con esto lanzó a Sophie unamiradatraviesa.

Ella se ruborizó pese al frío. Por amables que fuesen los Watson, ellatambién estaba deseando vivir con él en matrimonio en su propia casa comoestabamandado.

Por lo tanto, hicieron los preparativos necesarios para viajar de vuelta aLahorey,dosdíasdespués,Johnnysupodeciertovehículodelestadomayorquepartíahaciaelsurypodíallevarlos.

Sophie sedespidió emocionadadel primo JohnnyydeHelena, quiennohabíatardadoenganarsesucariño,ylosinvitóavisitarloscuandotuviesenunosdíaslibres.

—Nunca voy a poder pagaros la ayuda que nos habéis dado y laamabilidadconquenoshabéistratado—dijo.

—¡No hay de qué, chiquilla!—dijo Johnny girando con ella en brazoscomohacía conella cuandoeraniña—.Loqueha sacadoa estemarido tercotuyo de las fauces de lamuerte ha sido lamedicina en una décimaparte y tuamorydevociónenelnoventaporcientorestante.—YmirandoaTamañadió—: Deberías seguir tomando el tratamiento hasta que tengas el estómago

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totalmentebien,perodudoquevayasahacermecaso.Élsonrióyleestrechólamanocongestoafectuoso.—Gracias, Johnny: eres un gran hombre y un médico de primera, pero

ahoramismoloúnicoquequierosonloscuidadosdelaenfermeraTelfer.Entraron en Lahore cuando el sol se ponía y encontraron a Hafiz

aguardándolos en los escalones de entrada del bungaló deDavis Street.Hacíafrío, pero mucho menos que en Rawalpindi. Tomaron una cena ligera dekedgeree sentados en la veranda mientras veían titilar las luces de la ciudadamurallada,envueltosenelolorafuegodeleñaquellegabadellugarenquelamujer de Sunbar estaba haciendo chapatis para su cena. Sophie se sentía yacomoencasaenaquellapartetranquiladelaajetreadaciudadantigua.

Enelaireflotabantambiénciertainquietudyexpectaciónamedidaqueseibaoscureciendoelmundoqueseextendíamásalláde lamesa iluminadaconvelas.Tamlaobservóensilencioantesdemandaraloscriadosqueseretiraranasucasaeindicándolesqueyarecogeríanporlamañana.

—¿Entramos? —preguntó, aunque ya se encontraba de pie y le habíatendidolamano.

Sophie la tomó tratando de no temblar con los nervios que la habíanacometidodemanerarepentina.

Eneldormitoriohabíaunalámparaencendiday,entrelassábanasdelino,uncalentadordeporcelanallenodeaguacalienteafindeahuyentarelfrío.Tamhizoademánderetirarseasuvestidor.

—Nomedejes—lepidióSophie—.Puedesquitartelaropaaquí.—Pasaraloquepasase,noestabadispuestaadejarquevolvieraaquedarsedormidolejosdesucama.

Él dejó escapar una sonrisa desmañada antes de empezar a desvestirsemetódicamenteycolocarlasprendasbiendobladasenelrespaldodeunasillademimbre,hastaquedarencalzoncillos,delgadoyuntantoencorvado,mientraslaobservaba a ella despojarse del vestido y las medias y dejarlas en el sueloapresuradamente.Teníalaesperanzadequeélcruzaselasalaparaayudarla,peroTam parecía haberse visto asaltado de pronto por la misma timidez que laembargaba a ella. No podía ser ella la primeramujer con la que se acostaba,¿verdad? Siempre había imaginado que todos los hombres de su edad eranamantesavezados,peroempezabaasospecharquequizánofueraasí.Sinsaberbien si estaba haciendo lo que él deseaba, se desabrochó el corsé, sedesembarazó del resto de su ropa y semetió entre las sábanas sin ponerse elcamisóndeinvierno.

Élsedirigióalacómodaconlaintencióndeapagarlalámparadeparafina.—¿Novasadejarlaencendidaunratito?—lepreguntóSophie.

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—Prefieroestaraoscuras—murmuróél.El brillo de la camisa incandescente tardó aún unos instantes en

consumirse.Ellaviolasombradesumaridoatravesarlahabitacióngraciasalaluzatenuadaquesecolabaentrelasláminasdemaderadelaspersianas.Apartólassábanasysecolocódeinmediatosobreella,conunapiernaacadaladodesucuerpo,querecorrióconlasmanosantesdeponerseatantearentresusmuslos.

—Tam—dijoellaalarmada—,bésameprimero.Élsedetuvo.—Todavía no hemos hecho esto, ¿verdad? —preguntó con evidente

incertidumbre.—No,todavíano.—PuesDiossabequehesoñadoconestemomento.Ellaalzólosbrazosparatomarlacaradeélentresusmanosyacercárselaa

fin debesar dulcemente sus labios haciendo casoomisodel resabio ácidoquehabíadejadoensualientolaconvalecencia.Él,apocadoenunprimermomento,no tardó en abrir la boca y besarla a ella con entusiasmo. Sophie recordó losbesosembriagadoresquehabíancompartidoenlosMeadowscuandovolvíandebailar en el Palais.Cerró los ojos y comenzó a relajarse, temblando de placermientrasélleacariciabalossenosypaseabalosdedosporsuvientre.

—Cuántotiempollevabaesperandoesto,pequeña—susurró.Ella quedó encantada ante talmuestra inesperada de ternura y el anhelo

quetransmitíasuvoz.—Yo también —musitó mientras acariciaba a su vez el cuerpo de su

esposo,reducidoapocomásquetendonesyesqueleto.Él,sinprevioaviso,arqueólaespaldayseabriópasohastalosadentrosde

ella,quecontuvoungritoanteeldolorquesintióentrelaspiernasparadejarloescapar a continuación. Tam, sin embargo, tomando quizá su chillido por unaexpresióndeplacer, siguióadelante.Momentosdespués, se retiróy rodóhastaquedaral ladodeella.Sophiequedóaturdiday latiendoenunaagoníaal rojovivo. El jadeo de él se fue sosegando. Entre todas las sensaciones que habíaimaginadonosecontaban,desdeluego,laconmociónyelentumecimientoquesehabíanapoderadoenaquelinstantedesuser.

Tam bajó de la cama y se puso el pijama nuevo de seda que le habíapreparadoHafiz.

—Deberíasponerteelcamisón,muchacha—dijoasumujer—,noseaqueentrenloscriadosporlamañana.

Sophieseguíatumbada,inmóvil,conelcorazóndesbocado.Élvolvióalacama,seinclinósobreellaylepellizcólamejilla.

—Buenasnoches,señoraTelfer.

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Dándose la vuelta, arrojó al suelo sus almohadas y apoyó la cabezadirectamenteenelcolchón.Minutosmástarde,habíacaídodormido.

Mástarde,Sophieselevantóparaponerseelcamisónyseloabrochóhastaelcuello.Conpiernastemblorosas,fuealcuartodebañoysesentóenelinodoroportátil,pueslehabíandadoganasdeorinar.Alregresaraldormitorio,levantólapersianaymiróalexterior:elcieloreflejabaaúnelfulgordelaciudadela.TuvoqueobligarseaevitarpensamientospeligrososcomoquéestaríahaciendoRafi,siestaríafumandoaoscurasensuazoteaositendríacompañía.Percibióoloratabacoaromáticoysupusoqueelchowkidardebíadeestarfumandosupipaenlaveranda.

Sevioabrumadaporlasoledad.SialmenostuvieraallíaTillyparahablarcon ella… Seguro que ella la tranquilizaba diciéndole que lo que acababa deocurrir en el lecho conyugal no era nada insólito. «Con la práctica vamejorando»,podíaoírdecirasuamigaconsuproverbialrisita.

Sophiesereconvinoporlaabsurdaidearománticaquesehabíahechodecómoseríaelsexo.TeníaaTamdecompañeroymaridoyesoeraloúnicoqueimportaba.SusrelacionessexualesseharíanmásagradablesamedidaquecadaunodeellosfueraconociendomejorelcuerpodelotroyTamserecobraseporentero de su enfermedad, pues todavía estaba demasiado débil y carecía de laenergíanecesariaparacomplacerlaaellaprimero.

Volvióadejarcaerlapersianayvolvióallechoparatenderseasuladoyrecordarse que aquel seguía siendo el mismo hombre que le había robado elcorazónconsuampliasonrisaysuencantoenunaladeraescocesa.

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Capítulo20

La India había supuesto toda una conmoción para Tilly. Calcuta habíaarremetidocontrasussentidoscomounciclón.Elruido,laavalanchadegente,ganadoytráfico,eloloraaguaestancadayacloaca,laopulenciadelosedificioscoloniales que se alzaban al lado de personas que dormían en camastros delienzodispuestosen lacalle.Elhedorde lascallesnohacíasinoempeorar lasnáuseasdesuembarazo.

—¿Dóndevivetodaestagente?—preguntópasmada.—Donde losves—contestóClarriemientras se aferrabaaAdela,que lo

miraba todo desde su regazo con los ojos abiertos de par en par mientras sedirigíanentongaalhotel.

Tillyobservóboquiabiertaalospordioserosmutiladosdenomásdedoceañosyalosperrosdecolormostazaquecorríanentrelasbicicletasconlalenguafuera. En Newcastle había visto pobres y perros callejeros—y, de hecho, enverano había colaborado con unamisión delWestEnd junto con su hermano,Johnny, y su amigoWill—, pero nunca había conocido vidas tan precarias asemejanteescala.

Sin embargo, al otro lado de los muros del jardín del hotel, todo erancantos de aves y tintineo de las tazas de porcelana al posarse en sus platillos,conversaciones en voz baja y criados de modales exquisitos que caminabandescalzos sin hacer un ruido. Tilly sintió cierto alivio no exento de culpa ensemejanteoasisydeclinólaofertadellevarladecomprasoahacerturismoquelehicieronlosRobson.

—YClarriequedecíaqueerasunachicadeciudad—laprovocóWesleymientras seencaramabaa lapequeñaa loshombros—.Estavaa ser laúltimaocasiónquevasatenerdeverunatiendaencondiciones.

—Gracias,peroestoymuycansada—contestóellaapartando la ideaconunmovimientodelamanoantesderetirarsealjardínconelprimervolumendeLasagadelosForsyte,quehabíasacadodelabibliotecadelestablecimiento.

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Loquenecesitabanoerantiendas,sinollegarprontoalinterioryreunirseconJames.YahabíapodidohacerseunaideadelafrustraciónquehabíadebidodesentirSophiealnoveraTamcuandodesembarcó,todavezquealhacerloellalahabíaestadoesperandountelegramadeJamesenelquepedíaaWesleyquelaacompañase ríoarribahastaunpuertodeAssamenelquehabríade tomarunvapor: «Sufro retraso inevitable. Por favor traed Tilly a Gauhati. SaludosJames».

Como quiera queWesley tenía ciertos negocios que atender en Calcuta,cuandollegóelmomentodeproseguirviaje,habíaterminadotodalatrilogíadeJohnGalsworthyyenseñadoaClarrieajugaralmah-jong.AunquelosRobsoneran una familia muy afable y una compañía excelente —Adela era unaparlanchinaencantadora—,ellaestabadeseosadereunirseconJamesyprepararsus primeras Navidades juntos. Lo único positivo de aquel retraso era queaquella arpía de Muriel Percy-Barratt se las había compuesto para seguiradelantesinella.

—Mimaridoquiereque regresede inmediato—anunció ante cuantos seencontrabanreunidosenelcomedor—.Llevotantotiempofuera…Además,yaque han encargado a losRobson que te lleven hasta James, no le veo sentidoalgunoapermanecerenCalcuta.Coincidirásconmigo,¿noesasí?

Tillyhabíaaceptadode inmediato, loque, alparecer,molestóaúnmásaMuriel.

—Creoqueesperabaquelesuplicasequesequedaraconmigo—dijomástardelajovenaClarrie.

—Nosufrasporella—rioesta—:lehashechounfavor,asíseahorraelgasto de una semana de hotel. A nuestra Muriel no le gusta nada tener quedesembolsardineroquenoseadeotro.

Laotranopudosinosorprenderseanteelcomentario.—ConmigoyconSophiefuemuygenerosaduranteelviaje.Hastanosdio

dineroparanuestrosgastosenPuertoSaíd.Clarrielamiróconunasonrisasardónica.—Nopuedeserquenolosepas.—¿Quétengoquesaber?—Quetumaridolepagóparaquehicieradeseñoradecompañíaduranteel

pasaje.—¿Quiéntehadichoeso?—Wesley. James habló con él para que se encargara de ti una vez que

llegásemosalaIndia,precisamenteporsiocurríaalgocomoloquehapasado.—Osea,quesabíaquepodíasurgiralgúncontratiempo.Laotraapartólamirada.

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—Puedeser.—Clarrie,¿hayalgoquenomeestéscontando?Jamesnoestáenpeligro,

¿verdad?—No—repuso ella con firmeza—, conqueno te preocupes: debede ser

algúnproblemaquehayasurgidoenlaplantacióndeté.Muriel partió y Clarrie no volvió a decir nada al respecto. Tilly, por lo

tanto,notuvomásremedioquedominarsuimpaciencia.Cuando al fin salieron de la estación abarrotada a bordo de un tren con

destinoaGoalundo,Tillysehundióensuasientoconelcorazónacelerado.—¿Teocurrealgo?—preguntóClarriepreocupada—.¿Noseráelbebé?Lajovennegóconlacabeza.—Estoy bien, gracias, aunque la criatura me está dando unas patadas

tremendas.—Perfecto—dijolaotrasonriendomientrasleestrechabaelbrazo—.¡Qué

emocionante,estaryatancerca!HeechadomuchísimodemenosBelguri.—¿YaloconsiderastuhogarmásqueInglaterra?Clarrierespondióconairepensativo:—MeencantavolveraNewcastleyveramiqueridahermana,Olive,ya

sufamilia,peroyocrecíenBelguri.Mepartióelcorazóntenerquemarcharmeyverqueseponíaalaventa.Tenerladenuevoypoderdevolveralaplantacióndetélagloriaquetuvoenelpasadoesunsueñohechorealidad.Siemprequeveodesdeeltrenquedesaparecenlasllanurasparadarpasoalasmontañastengolasensacióndeestarllegandoacasa.—Dichoesto,besóenlacoronillaasuhija,quelahabíadistraídoalseñalaremocionadaporlaventanilla.

»Sinembargo—prosiguió—,mihogarestádondeesténWesleyyAdela.GraciasaDios,parecequelosdosestánagustoysanosenlascolinasdeJasia.

—Porqueestamoscontigo,Clarissa—aseveróélsonriendo.Tillynopasóporalto lamiradadeamorquecruzaronmaridoymujery

que tantasveceshabíavistodurante todoelviaje.Sintióunaoleadade ilusiónante su propio futuro. Había pasado toda la vida al cuidado de otros que ledecían loque teníaquehacerypor fin tenía laoportunidaddeconstruirseunaidentidad nueva que nada tenía que ver con ser la hija de los Watson ni lahermanamenordeJohnny.EnAssamnadie laconoceríacomoTilly laTontili:eraunamujercasada,esposadeuncultivadordetéimportanteynoibaatardarenserresponsabledeunacriaturapropia.Laidearesultabasobrecogedora,peromuyemocionante.

Seleescapóunacarcajada.—No te estarás riendodemi tierno esposo, ¿verdad?—preguntóClarrie

conaireburlón.

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—¡Quéva!Essoloqueacabodedescubrirquéesloquequiero.—Volvióasoltarunarisotada.

—¿Yquéesloquequieres?—Sercomotú,Clarrie—aseveróconunasonrisa—.Nimásnimenosque

comotú.

Aldíasiguientehicieron transbordodel trenaunvaporde ruedasconelque recorrieron el Brahmaputra. Tilly se sintió sobrecogida ante aquel nuevoentorno, la inmensidad de aquel río, más semejante a un mar, y las colinascubiertasporlaselvaqueempezabanaalzarseasualrededor.

Jackman, el capitán fornido y barbado del barco, y su hijo, el entusiastaSam,lesmostraronloscocodrilosquedormitabanenlaarena.

—Parecen seres antediluvianos. —Tilly dio un respingo cuando uno deellossacudiólacoladeprontoyseintrodujoenelagua.

—Enestaépocadelañonosonmuypeligrosos—aseguróeljovenconunasonrisa—,porqueyahancomidohastahartarseypasanadormiladoslosmesesdeinvierno.Asíque,sicaealrío,espocoprobablequeselacoman.

Ellaloempujócongestojuguetón.—Muchasgracias:ahoravoyatenerpesadillasconeso.Legustabanelrostrosinceroylosojoscastañosytraviesosdelmuchacho.

Llevabaalhombrounmonilloynodejabadecharlar.—Él es Nelson —dijo Sam presentando al animal— y sabe cuándo

estamosllegandoalsiguienteembarcadero.—¿Ytúcómolosabes?—preguntóellaconunresoplido.—Porquesebajadelhombroyechaacorreralcabrestanteparaayudara

soltarelcabo.Tillyquedósorprendidacuando,doshorasmástarde,vioalsimiohacertal

cosa.Elvapor se convirtió enunhervidero cuando sepuso en tierrapartedelcargamento y embarcaron y desembarcaron pasajeros. Estaba sentada bajo untoldo dispuesto en la popa, observándolo todo con aire soñoliento, y cayódormidaantesdequevolvieranazarpar.

Clarrie la despertó zarandeándola a tiempo para cenar a la luz de lasestrellassobrelapopaatestadadepasajeros.Sehabíaalzadounabrisanocturnaque la obligó a ponerse el abrigode lana escocesapor primeravezdesdequehabíandejadoCalcuta.Después,ClarriellevóaAdelaalcamarote,entantoqueWesleyprefiriócompartirunpuroconelcapitánJackman.Tilly,sentadatrasunaescotillaenvueltaenlaoscuridad,oyólaconversación.

—… Allí sigue habiendo veintenas de aquellos pobres desdichados —decía el capitán— viviendo bajo retales de arpillera. Parece una escena de la

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Biblia.—Pensabaquesehabíanresueltolosdisturbios—repusoWesley.—Hanllegadoaunpuntomuerto—gruñóelcapitán—.Losculisnotienen

dineroparavolveracasay,además,tienenmiedodedejarelcampamentoyquelos detengan y los envíen de vuelta a las plantaciones. La gente de losalrededores les está dando alimento, pero también está empezando a perder lapaciencia.

—El Gobierno tendrá que hacer algo. —El cultivador de té estabaindignado.

—Noquiereinvolucrarse,portemoraqueseextiendacomolapólvorayhayaquehacerfrenteaunéxodoaúnmayor.Cualquierayudaqueselesbrindesentaráprecedente.

—Nuncateníanquehaberdejadoquellegaseaestepunto.—Wesleylanzóel puro al agua—. Solo eran un puñado de hacendados que se negaron enredondoasubirunpocolossueldos,peroesodioaGandhiysusseguidoreslaexcusaquenecesitabanpara agitar a los trabajadores.Yohe intentadoque losmiembrosdelaasociaciónentrenenrazón,peromiprimo,elmuytozudo,noibaadarsubrazoatorcerybloqueómipropuesta.

Tilly quedó petrificada.Debía de estar refiriéndose a James. Contuvo elalientoconlaesperanzadequenosediesencuentadequeestabadetrásdeellosylohabíaoídotodo.

—Ahoraestamosobteniendomayoresbeneficios—siguiódiciendoWesley—yenBelguriestamosdispuestosapagarmásanuestrosempleados,peronoquieroempeorarlascosasentrelosotroscultivadores.Sifuerapormiesposa—gruñó—,tendríamosquepagarleslomismoquealosobrerosdelaciudad,perotodossabemosquelasplantacionesdeténopuedenpermitirsealgoasí.

Mientrassealejaban,TillyoyóaJackmandeciralgosobreelcólera.—…novamosapararaquí…—Noselodigaalasmujeres,capitán…—Koihai!Sam,deja,quemeencargoyo.Susvoces se fueronapagando.Tilly seencorvóparaacunara lacriatura

que tenía en el vientre. El cólera, aquel homicida acelerado al que habíandesterradodelReinoUnidoperoseguíahostigandolamemoriadelosancianos.Laaterrabaquetamañospeligrospudieranacechartancercadeellayamenazarasubebéaunantesdequetomaraalientoporprimeravez.

Debiódequedarsedormidaensusilla,porquenofueconscientedenadamáshastaquelasobresaltaronloschillidosnerviososdelmonodeSam.Aunquetodavíaeradenoche,elcieloestabailuminadoporunestridentefulgorhumoso.Necesitóunosinstantesparahacersecargodeloqueeraaquello.Sepusoenpie

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y fue amirar por la barandilla.Lamargenopuesta del río parecía cubierta depequeñasfogatascomounaerupción.Seoíatambiénungranalboroto.Cuandopasaron delante, las voces se volvieron más apremiantes y la respuesta deNelson,másestridente.

—¿Quéocurre?—preguntóaSam.Él miraba la orilla con ojos preocupados en los que se reflejaban las

llamas.—Sonloscampamentos.—¿Quécampamentos?—Losdelosculisfugitivos.—¿Dequéhuyen?—Quierenvolverasuscasas,peroloscultivadoresdeténoquieren.Tillyescrutólaoscuridad.Alpasodelvaporpudodistinguirveintenasde

siluetas congregadas en la ribera y en elmuelle.Algunos se habían echado alaguaysosteníanfardosenalto.Elestómagolediounvuelcocuando,desúbito,reparóenquelosbultosnoeranotracosaquereciénnacidosquelloraban.

—¡Cielo santo! Quieren que nos llevemos a sus hijos.—Tilly lanzó ungritoahogado—.¿Cómopuedenhaberllegadoaesegradodedesesperación?

—Nopodemosparar—advirtióSam—.Hayunbrotedecólera.Nelson saltó del hombro y corrió agitado por la barandilla haciendo

rechinar los dientes. Tilly se sintió incapaz de seguir mirando, pero tampocopodía moverse ni darse la vuelta. La desesperación de aquellas figurassemidesnudas, que suplicaban a gritos al paso del vapor, le resultó aterradora.Sinembargo,unapartedeellasesintióagradecidapornoserunadeellas.

—¿Quélesvaapasar?—preguntósinatreversealevantarlavoz.—Nolosé,peronosotrosnopodemoshacernada.Sidejamosentrarauno,

losdemásloseguirányharánvolcarelbarco.Nelsonnoloentiende.Permanecieroninmóvilesmientraselvaporseguíasucursoylosfuegosy

losgritossealejabanparasumirseenlanegruradelanoche.ElmonoabandonósudanzafrenéticayvolviódeunsaltoalhombrodeSamconunúltimochillidodeprotesta.

Tillyseaferróalabarandillasintiendoquelaacometíanlasnáuseas.Jamásolvidaría el lamento de los padres que ofrecían a sus hijos para que pudieransalvarse.Agradecióalaoscuridadqueocultaraaljovenlaslágrimasquehabíanempezadoacorrerporsusmejillas,aunquenosupodeterminarsillorabaporlasgentesmediomuertasdehambrequeseapiñabanenelghatoporelaliviodesaberquesucriaturasehabíalibradodelpeligro.

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Capítulo21

Al día siguiente por la tarde aportaron en Gauhati. El sol caía sobre lafestivamuchedumbrequesehabíacongregadoenelmuelle.Unabandatocabalamarchadelosgranaderosbritánicos,queTillyrecordabahaberoídocantarasu padre. Todo el mundo llevaba guirnaldas de flores rojas y naranja y loschiquillosenjutosdabanvítoresyagitabanlosbrazos.

—¿Hayalgunafiestaespecial?—preguntóTillymientrashacíapordivisaraJamesentreelgentío.

Adela,enlosbrazosdesupadre,parecíaquererlanzarsealaguamientrasreíacondeleite.

—¡Tambores!—Unafiestamuyespecial—respondióWesley—.¿Noesasí,Clarrie?—Sí—dijoellaconunasonrisa.—Cuéntame,queveaJamesqueestoybieninformada.—Estánesperandoaunapersonamuyimportante.—¿Haviajadoconnosotros?—Lajovenhizoungestoincrédulo.ClarrieentrelazósubrazoconeldeTilly.—Todoestealborotoesporti.Ellalosmiróboquiabierta.—¿Pormí?¡Nodigasbobadas!Laotraseechóareír.—Esverdad.Wesleytambiénrio.—Eslabienvenidaquedaunaplantacióndetédelasdetodalavidaala

nuevaRobsonmemsahib.Erestúlaestrelladelespectáculo.Tillysellevólasmanosalacara.—¡Quévergüenza!Nosemedanadabienserelcentrodeatención.—Sinotienesquehacernada—latranquilizóClarrie—.Solodesembarcar

ycaminarhastaJames.Mira:ahílotienes.

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Tillymiróhaciadondeapuntabasuamigayvioaunapersonafornidacontrajeblancoyun topivoluminosoque leoscurecía lamitaddel semblante, lasmanosapoyadasen lacinturayaireexpectante.Suproverbialactituddequienestá dispuesto a comerse elmundoy elmentónpartidoyprominente hicieronquelealeteasenlasentrañas.

—Vamos—laalentóClarrie—.Salúdalo.La joven levantó la mano con aire tímido. James la vio, se quitó el

sombrero y lo arrojó al aire como un niño nervioso. A continuación, trasatraparlo,sedeshizoenseñasparaquedesembarcara.

—¡Yavoy!—gritóellaconmásconfianzamientrascorríahacialapasarela—. Gracias, capitán Jackman, y a ti, Sam, por haber cuidado tan bien denosotros.—Les estrechó la mano y Nelson le tendió la suya—. Gracias a titambién—añadióconunacarcajadamientraselanimal intentabaarrebatarleelsombrero.

ElmonosoltóunchillidoportodarespuestamientrasSamloapartabaparaquenomolestase.

Tillydescendiódeprisapor lapasarela, aturdiday emocionadapor aquelconmovedorrecibimiento.Jamesfuehaciaelladandograndeszancadasygritópor encima del estruendo de la banda, un conjunto abigarrado de soldadosveteranosyjóvenesconchaquetasmilitaresdesegundamano.

—¡Bienvenida, esposa mía! —exclamó agarrándole los hombros confuerzaparadarleunbesocastoenlafrente—.¿Hastenidobuenviaje?Ven, tepresentaréalservicio.

La llevó enseguida ante una hilera de criados sonrientes que le hacíanreverenciasy laagasajaronconguirnaldasde floresycestosde fruta.Ella fueolvidandosusnombresamedidaquelessonreíaylesdabalasgraciasinclinandoellatambiénlacabeza,abrumadaantetantoentusiasmo.

CuandodesembarcaronWesleyysuesposa,James los llevóa todosaunrestaurante con jardín en el que les ofreció un refrigerio. Tilly era muyconscientedelatensiónquehabíaentrelosdosvarones.Cuandosesirvieroneltéylaspastas,AdelasepusoaperseguiraRowan,elperrodeJames,yClarriecomentósinrodeos:

—En el río nos hemos topado con una escena muy triste. Esoscampamentossonunavergüenza.

—Estoy de acuerdo —respondió James ruborizándose—, pero son losagitadoresde izquierdasquienes los tienen sumidosen lamiseriaconelúnicopropósitodedesprestigiarnos.

—Nopuedesestarhablandoenserio—replicóellaentonomordaz.Wesleylamirócongestoadmonitorio.

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—Noeselmejormomento,Clarissa.Jamesesnuestroanfitrión.—Y estamos muy agradecidos por este tentempié tan generoso, pero

vivimos tan separados que una no sabe cuándo vamos a volver a tener laoportunidaddehablardeestascosas.—Sevolvióhaciaelseñordelacasaylesostuvolamirada—.Vasiendohoradequeloscultivadoresdeténosechemoslamanoalbolsilloypaguemosparaauxiliaralosqueocupanesoscampamentos,paraquepuedanproseguirsuviajeantesdequehayamuchosmásmuertos.ElcapitánJackmandicequesehaextendidoelcólera.

AJamesleestabacostandocontenersuira.—Y sin duda tú y ese entremetido de Jackman tenéis la respuesta a la

necesidadconstantedemanodeobradelasplantaciones,asícomoalasenormescantidadesdedineroquehabríaquepagar.

—Sí —repuso ella—. Desde hace mucho se debería haber dejado deimportarmanodeobranoremuneradaysedeberíaestarcuidandoalagentequeyatenemosconnosotros:brindarlesunalojamientodecenteyencargarnosdesusalud, cederles un terreno en el que pudieran cultivar parte del alimento quenecesitanyeducarasushijos.Esoharíaquequisieranquedarseytenerconsigoasusfamilias,lapróximageneraciónderecolectores.

—Amímeparecemuyrazonable—tercióTilly—.Haytantosufrimientoenesosterriblescampamentos…

—Nosabesdeloquehablas,chiquilla—leespetóJames—.Nollevasaquínicincominutos.Y tú,Clarrie,hablascomosihubieraspasadomucho tiempotragándote las historias lacrimógenas de la prensa bolchevique de Inglaterra.OjalámostraseslamitaddeeseentusiasmodefendiendolosinteresesbritánicosenlaIndia,esoesloquenosdadecomer.

—LoquenosdadecomereseltédelaIndia—contestóella.—Hablascomo…—Jamessemordiólalengua.—¿Qué?—LosojososcurosdeClarrieparecíanecharchispas—.¿Como

unanativa?—Esolohasdichotú,noyo.—Basta —dijo Wesley—. No vamos a quedarnos aquí para que nos

insulten.Hemoshecho loquenoshaspedidoy tehemos traídoaTilly sanaysalva.Venga,Clarissa,nosvamos.

Conpasodecidido,sealejópararecogeraAdela,queprotestócuandosevioseparadadeaquelsabuesopacienteconcuyacolallevabaunratojugando.

—¡Perrito,mío!ClarriemiróaTillyconairearrepentido.—Losiento.Cuídatemucho.Tillyquisoiraabrazarlaparaagradecerleloquehabíahechoporella,pero

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seguíaestupefactaporaquelladiscusiónrepentinayamilanadaporelcomentariodesdeñosodeJames.Noqueríaprovocarlomás,porelbiendetodos.Sesintiódesdichadacuandosusamigostomaronasuhijadelamanoysefuerontrasesatensadespedida.

Jamessecalmóalverlospartir.—Cariño —le dijo—, no tenía que haber sido brusco contigo. Es esa

mujer, que sabe cómo sacarme de quicio. Mi primo, el muy idiota, estáhechizadoconellaysehavueltoincapazdeabordarconcorduraelnegociodelté.Eraunhombredenegociosmuyastutoyellalohaconvertidoenunsermuyemocional. Y la emoción nubla la razón: en los asuntos comerciales, no haylugar para emoción alguna. Nosotros nos debemos sobre todo a nuestrosaccionistasyalasolvenciadenuestraempresa.

—¿Y los trabajadores? —se atrevió a preguntar Tilly—. ¿No tenéistambiéneldeberdecuidarlos?

Éllafulminóconlamirada,aunquecontestósinira:—Sí, claro, pero, si la compañía no prospera, los culis se quedan sin

trabajo.¿Québeneficioobtienenentonces?Tilly prefirió no insistir. Se sentía incómodade pie y no veía la hora de

sentarse,demodoquesemostróagradecidacuandoJameslaayudóasubiraundescapotable con el que echaron a recorrer el camino de tierra. Rowan,adueñándose del asiento de atrás, le lamía la cara. Los criados habían salidoantesconsuequipaje—dosarconesdeprendasdevestir,unoderopablancayotros dos, más pesados, llenos de libros, álbumes de sellos y fotografíasfamiliaresconsusmarcos—repartidoenunaseriedecarros.

—La carretera es nueva, como el coche—presumió encantado James—.Reduceenundíaelviajea lasplantacionesde laOxford.Cuandoyo lleguéaAssamteníamosqueirhastaTezpurenembarcaciónfluvialohacerelcaminoacaballo.Eltrayectoerainfernal.Unaveznosacechóuntigre.

—¿De verdad? —Tilly ahogó un grito mientras miraba temerosa a sualrededor.

—No te preocupes: este automóvil es más rápido que un tigre, por lomenosenlostramosrectos.—Dichoesto,prorrumpióenunasonoracarcajada—.¡Teníasquevertelacara!Estabadebroma:encampoabiertonoverástigres,esos animales prefieren la selva. Los elefantes salvajes son otra cosa. Puedenllegar a ser muy agresivos, sacarnos de la carretera y aplastarnos como sifuésemosmosquitos.

—¡Calla,James!Él volvió a soltar una risotada y le estrechó la rodilla. Rowan ladró

entusiasmadoeintentóaccederalapartedelantera.

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—¡Abajo,muchacho!—leordenóJames—.Normalmentesesientadondetúestás,peronovaatenermásremedioquehabituarsealanuevajerarquía.

Después de tres horas de brincos por el firme irregular, Tilly empezó amarearse. Hacía mucho que se había cansado de contemplar la exuberantevegetación del color del puré de guisantes. La carretera se elevaba amenudomuyporencimade las llanurasdel alrededor sobre terraplenesempinados.Entodomomentolesentrabaelpolvodelcaminoexentodegrava,quehacíaqueleescociesenlosojosylagarganta.Sedetuvieronalllegaraundakbungalowquea Tilly le pareció totalmente aislado y en el que los aguardaba Aslam, elporteador de su marido, con una comida ligera: un termo frío de limonada,huevosduros,buñuelosdequesoybizcochos.

Tilly tenía la esperanza de que su marido propusiera pasar la noche enaquelbungaló,peroélestabadeseandopartir.DejaronaalgunosdeloscriadosrecogiendomientrasellosrepostabanyseguíanadelanteencompañíadeAslam.Elporteadorviajabaenelasientotrasero,conRowan,yseafanabaenqueaquelperroinquietonololamieranisesentarasobreél.Veinteminutosmástarde,lajoven pidió a gritos a James que parase y apenas había alcanzado la cunetacuandovomitócuantohabíacomido.

—Pobre—dijoJamesdándolegolpecitosenlaespaldamientrasletendíaunpañuelodegrantamaño—.Yaestá.Límpiate.

Denuevoenmarcha,cayódormidaysedespertósobresaltadavariasveceshastaqueelsolempezóadeclinarylosárbolesempezaronaseguiruntrazadomásregularsobreelpaisajeondulado.Tillyseincorporóypreguntó:

—¿Esosonarbustosdeté?—Sí—respondiósumarido—.¿Noloshabíasvistoantes?—No,nunca.Élsonrió.—Yo ya me he acostumbrado, pero recuerdo la primera vez que vi las

plantaciones.Unavistaespléndida,¿verdad?A ella las filas interminables de arbustos verdes y orondos le parecieron

másbienmonótonas.Prefería,condiferencia,elmarrónrojizodeunbosquedecaducifolios en otoño. Con todo, fingió entusiasmo.Almenos, aquello queríadecirqueseestabanacercandoasudestino.

Aunasí,hizofaltaunahoramásparallegaralaspuertasqueproclamabanqueestabanentrandoa lahaciendade laOxfordCompany.Avanzaronduranteun trayectoprolongadoyTillygritóaliviadaalverunbungalópreciosoyunaseriedecobertizosalargadosyrodeadosdealegresparterresdeflores.

—¡Québonito!—Supongo que sí—dijo él con gesto divertido, como si nunca hubiera

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reparadoenello.Hizo un giro amplio y tocó la bocina al pasar ante el bungaló. En ese

momento salió a la puerta a saludar un indio calvo con gafas de monturametálica. Rowan ladró y bajó de un salto, corriendo hasta el hombre ylamiéndoloamododesaludo.TillysesorprendióalverqueJamessedespedíaconlamanoyseguíaadelante.

—¿Nonosparamos?—Todavíanohemosllegadoacasa,amor:esaeralaoficina.AnantRames

mimohurer,uncontableexcelente.Ella volvió a recostarse consternada. No se veía capaz de soportar un

minutomásenaquelmartiriodecoche.PocodespuésvolvióaaparecerRowancorriendoasuladoyJamesredujolamarchaparaquepudierasaltaralasientotrasero,alladodelsufridoAslam.Lasiguientemediahoradepenosocaminoencuestasehizotolerableporlabrisarefrescanteylacaídadelsolenunapuestaespectacularsobreelvallequesedesvanecía.

Distraída ante semejante esplendor, Tilly se asombró ante la abruptallegada a una casa grande de dos plantas y techo de paja encaramada en unaladerayocultaenlasombracomounavedepresaqueamenazaraentreárbolesoscuros.

—Yaestamosaquí,señoraRobson—anunciósuesposoconunasonrisa—.Tunuevohogar,CheviotView.

Laayudóabajardelvehículo.Laspiernasletemblabantantoquesehabríadesmoronado de no haber sido porque él la sostenía con fuerza. Salieron arecibirlosuncocinerojovialyelkhitmutgar,dequienTillycoligióquedebíadeseralgosimilaraunayudadecámara.Aslamcorrióaapearse,contentotambiéndeversefueradelautomóvil,ysepusoadarórdenes.

Tilly no quiso probar bocado de la espléndida comida que les habíanpreparado. Le dolía todo el cuerpo y, aunque tenía el estómago vacío, sentíanáuseas,leibaaestallarlacabezaylosojoslellorabandelpolvo.

—¿Teimportasitomosolounzumodelimaymeacuesto?James se mostró alicaído, pero Aslammandó enseguida que preparasen

unabandejadezumoygalletasparallevárselaalacamaalamemsahib.Tilly siguió aturdida a su esposo por el interior sombrío de la casa,

iluminadadecuandoencuandoporlámparasdeparafina,hastaeldormitoriodematrimonio de la planta alta. Cuando él la dejó sola para que se desvistiera,empezó a asustarse por lo que podría acecharla en la oscuridad del cuarto debaño, pues había oído historias de escorpiones que se ocultaban bajo lasesponjas,ysesintióaliviadaalencontrarenelarmarioquehabíaal ladodelacamaunorinalqueusóde inmediatoparaevacuar.Seguroquepor lamañana,

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cuando se hubiera recobrado del terrible trayecto en coche, sería mucho másvaliente.

Poco después, James la encontró dormida sin haber tocado siquiera labandeja del refrigerio. Tampoco se había acabado de quitar los alfileres delcabello rojizo, cuyos tirabuzones tenía enredados y pegados a las rollizasmejillas.Admirandosubelleza,volvióamaravillarsealpensarencómohabíaacabadoporconvertirlaensuesposasinapenasdarsecuenta.Tomóasientosindejardeobservaralajovenqueyacíaensucama.

Ahoraleparecíaasombrosohabervividotantotiemposolo.Seemocionóantelaideadedespertarseasulado,desentirsucalidezcomosidurmieraconun calentador de cama, de volver a conocer la intimidad de aquellos dos díasinolvidablesdelunademiel.Contodo,sepreguntósinoseríapeligrosoparalacriaturaquellevabaenelvientremantenerrelacionessexualesconella.¿Aquiénpodíapreguntarsobreesascosas?

JamásharíanadaquepudieraserdañinoparaTillyosuhijo.Deprontosesintió abrumado por la idea de ser padre. Se aclaró la garganta: valíamás noemocionarse.

—Voyatomarmeunacopa—anuncióasudurmienteesposa—.Unasolo.Seretiróalasaladeestaryalagradableolordesuchimeneaysesirvióun

buenvasodewhiskyparacelebrarel reencuentro.Trescopasdespués, roncabaenelsillónsumidoenunsueñoprofundo.

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Capítulo22

Tilly se despertó al oír a James silbando la marcha de los granaderosbritánicos.Necesitóun instanteparacaeren lacuentadedóndeseencontraba,recordarelviajeinterminableylacasamaliluminada:sunuevohogar,CheviotView.Estabadoloridaysinfuerzasparasalirdelacama.

—¿Estásahí,James?—preguntóconvozronca.De la sala contigua siguieron llegando silbidos, retazos de marchas

militaresybaladasdevodevil.—¡James!—lollamóconmásfuerza.Lamúsicasedetuvo.—¡James!—repitióunecoestridente,traselcualprosiguieronlossilbidos.¿Aqué estaba jugando?Tilly salió conmucho esfuerzo de la cama y se

puso de pie pese temblarle las piernas. Entonces apareció sin hacer ruido unajovenalaquenohabíavistoantesyquellevabaunabandejadetéquedejóenuna mesa desvencijada antes de despedirse con una inclinación de cabeza yvolverasalirdeinmediato.Tillysepusolabata,quehabíansacadodelamaletaycolocadoalospiesdelacamamientrasdormía,yfueaasomarsealapuerta.Eldormitoriodabaaunvestidordetamañoreducidollenoderopadehombre,queasuvezdesembocabaenunasaladeestardeescasomobiliario.Cuandoseaventuróaentrarenesta,lasobresaltóunrepentinobatirdealasyunavepardaypequeñaquechillaba:«¡James!»mientrasvolabahaciaella.

Tillychillóycayóhaciaatrás.Aslamlaencontrójadeandoencogidaenunsillón desvaído de cachemira mientras trataba de espantar a aquel pájaroparlanchín. El porteador de James lo atrajo hacia su turbante para agarrarlo yvolverameterlo,peseasusprotestas,enlajaulaquehabíaalladodelaventana,desdedondeelanimallaobservóconunojopequeñoybrillantedeirisamarillo.

—¡Malo!—exclamóremedandolaregañinadelcriado.—Lo siento —se disculpó Aslam—. Sahib deja salir a Simbad por la

mañanamientrasseafeitaytomaelchotahazri.Nosepreocupe,memsahib,que

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noleharádaño.—¿DóndeestáJames?—preguntóellasintiendoquesedesmayaba.—Sahibestáenlaplantacióndeté.Dicequedebeusteddescansar.—¿Cuándovolverá?Aslamrespondiósacudiendolacabeza.—Normalmentepasafueratodoeldía.Tilly declinó la comida que le ofreció Aslam y se volvió ameter en la

cama. Al volver a casa, avanzada la tarde, James encontró muy divertido suencuentroconsumascotaalada.

—GanéaSimbadenTezpur,enlascarreras.EsunestorninodelHimalaya,unaespeciequeimitaelhablamejorquelospapagayos.

Aquellanochecenaronenuncomedorqueolía ahumedad situadoen laplanta baja a la luz de unas velas que apenas hendían las sombras.Del jardínllegabangritosyaullidosdecriaturasdesconocidasyaTillynoleresultónadatranquilizadorqueJamespusieraunapistolaenunextremode lamesaconunmisterioso:

—Porsiacaso.Nohabíanmediadolasopaquehabíadeentrantecuandoseoyóalgoque

semovíaenlasala.—Ahí,enlaoscuridad,hayalgo—exclamóellaalarmada.Sumaridoselevantódeunsalto,tomólapistolaydisparóalassombras.

Tillygritóanteelruidoensordecedor.Jamestomóunaveladerretidaylasostuvoenalgo.

—¡Lehedado!—¿Quées?—Estabaaterradaylepitabanlosoídos.—Unarata.Bastantegrande,además.Aslam apareció de inmediato y llamó a unmozo de cocina para que la

retirase.Elmuchacholalevantóporlacolaysonrió,impresionadoaojosvistas.Era del tamaño de una comadreja. Tilly sintió que iba a vomitar. Apartó lacomida, que, de cualquier modo, tenía un extraño sabor a queroseno, y seexcusó.Seaovillóenlacamaconlalámparadeparafinatotalmenteencendidaafindequellenaselahabitaciónconsubrillanteluzamarilla,convencidadequeaqueleraelúnicolugarseguro.

Estuvo varios días sin moverse apenas, atenazada por un letargo y unmiedo irracional a que la criatura que estaba gestando recibiese algún daño sisalía del cuarto y se adentraba en lo desconocido. La joven delgada que lellevabalasbandejasdecomidaysellevabalaropaquehabíaquelavarresultóserMeera,laesposadeAslam.

—Seráelayadelbebécuandonazca—ledijoJames—.Esunpocotímida,

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peroobservaunpurdahestrictoyporesopenséquepodríaserlapersonaidealparaayudarte.

ATillynolegustabasentirse todoelratoobservadayestabaconvencidadequenonecesitabaunacriada,perono tenía fuerzasparadiscutir.Sepasabalas horas durmiendo o sentada a la mesa demadera sin tratar estudiando susálbumesdesellossinmuchasganasdeampliarlos.Avecesoíallegaraalguienalaplantabajayllegabaaellaruidodeactividad,comosisehubieraofrecidounrefrigerio y estuvieran esperando su aparición. Luego, cuando se iban losdesconocidos, Aslam mandaba aMeera una bandeja en la que descansaba latarjetadevisitadelaesposadeuncultivadordetévecinoounjefedepersonal.

Trasunasemana,avergonzadaantesupropiatimidez,hizoelesfuerzodeponerseropadecalleydejarlaplantaaltaparaconocerbienlacasa,peroquedóhorrorizadaanteelestadoenqueseencontraba.Buenapartedelpisodeabajoseestabausandocomotrastero.Estabaplagadodesombrasyoloresextrañosylasventanasteníanrejas.Tambiéndescubrióquealgunasdelasventanasdearribaestaban rotas y cubiertas sinmás con cartón.Aquello era un antro de hombresoltero llenodemueblesdeestilosmuydiferentes,sillonesquehabíanperdidolos muelles y trofeos de caza. En el rellano inferior de la escalera tuvo queobligarseapasarbajolacabezadeuntigreenposiciónderugidosinlanzarungritodepavor.Había imaginadoqueJames,comosupadre, tendríaunestudiocargado de libros que podría leer, pero el único que logró encontrar fue unejemplarcastigadodeDeporteenlaBirmaniabritánica,delcapitánPollok.

Se sentó en la veranda a contemplar el jardín descuidado y un paisajeinterminableydesconcertantedeárbolesyarbustosbordeadoalolejosporlascumbres de las montañas. «Como muros de una fortaleza», pensó con unescalofrío.Teníalaextrañasensacióndeestarconfinadaallíyalmismotiempoaladerivaenunmardeverdor.Intentónoimaginarlasfierassalvajesquepodíanacecharentrelosmatorrales,perocadamovimientodelamalezaycadaunadelasfrenéticasllamadasdelasavesleresultabanamenazadores.VolvióahuiraldormitorioparaconsagrarsealalecturadesusnovelasdeWalterScott.

Jamesestabadesconcertado.—¿Tú también vas a observar el purdah, hija mía? —decía, para a

continuación mostrarse más bien preocupado—: ¿Te encuentras bien? ¿Es lacriatura?¿Quieresquellamealmédicodelaplantación?

Tilly estaba triste, pero era incapaz de explicar qué la angustiaba. Noquería unmédico, sino las atenciones de sumadre y sus hermanas, sus callesgrises, sus bibliotecas, sus salones de té y los ruidos propios de una ciudadnorteña:bocinas, tranvíasy losgritosde losvendedoresdeperiódicos.QueríaoírlasbromasdeSophieytambiéndeseabatenerciertadosisdelavalentíadesu

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prima.¿Quélahabía llevadoapensarquepodríavivirenunlugar tanajenoyalejado de su familia en aquella prisión verde?No iba a durar ni unmes allí.Hastahabíadejadodegustarleelté.¡Menudofracasodemujerdecultivadordeté!

JamesmandóbuscaraMurielPercy-Barratt.—Son los miedos de la recién casada —anunció ella, que llegó al día

siguientee irrumpióeneldormitorio—.Todasloshemostenido.Sinembargo,nohayquedeprimirse,porqueesollevaalamelancolía.Noseríalaprimeravezqueloveo:mujeresqueseabandonanydejandepreocuparseporsuapariencia.Antesdequetedescuenta,sehanquedadoenloshuesosytienenunpieenelcementerio. Deja que te diga desde ahora mismo, criatura, que no piensoconsentir que le hagas eso ami querido James.Vas a recomponerte y venir atomar el té a mi casa para que te presente al resto de las esposas. Ya las hellamadoatodas,conquetedoymediahoraparaqueestéslista.

Tilly,aregañadientesyconlaayudadeMeera,seaseódeformarápidaysepusounvestidolimpio.SubióalcarruajedelosPercy-BarrattyMurieldiolaordendepartir.Aunquenecesitaronunahorapara llegaracasadesusvecinosmáscercanos,elaireagradabledeltrayectolaanimósinmarearlatantocomoelautomóvil de James. Aunque escuchó a medias el rosario de consejos que leofreció su veterana acompañante en lo relativo a la dieta que debía seguirduranteelembarazo, lasveladasenelclubylosactosnavideños,suactitudlerecordóelcariñoautoritariodeMonaylogróaliviarunápicelasoledadquelainvadía.

LosPercy-Barrattvivíanenunbungalóbiencuidadodehermosotechodepaja dispuesto sobre una amplia veranda entre prados perfectamente atendidosque daba a un estanque en el que podía verse una cigüeña inmóvil como unaestatua. Mientras tomaban té sentadas en sillones de mimbre de cómodatapicería,seunieronaellasotrasdosmujeres:laregordetaJeanBradley,esposadelsubdirectordeunadelasplantacionesdelaOxford,ylajovenRosMitchell,cuyomaridotrabajabaparaunaagenciallamadaStrachan’s.

—La Strachan’s lleva negocios de todas clases en Assam —le explicóMuriel—:té,carbón,transporte…

—Mimarido,Duncan,estásupervisandoenestemomentounacompañíadebarcosdevapor—logródecirRos—.Seestáponiendoaldía.

—LosMitchellsemudarondesdeShillonghacemenosdeunaño,¿verdad,querida?—prosiguióMuriel—,aunquelaoficinaprincipalestáenCalcuta.

—Enrealidad—lecorrigióRos—,laoficinaprincipalestáenNewcastle.—¿Newcastle,enInglaterra?—exclamóTillyaloírelnombre.Laotrahizoungestoafirmativo.

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—Yo,detodosmodos,noconozcolaciudad.—¡Vaya!—Tilly se reclinó en su asiento con gesto decepcionado—.Yo

vengodeallí.—Duncan sí que la conoce. Él nació en los Borders, en un pueblecito

pesquerollamadoSaintAbbsdelquequizánihayasoídohablar.—¡Claro que sí! Íbamos allí de vacaciones. A mi hermano, Johnny, le

encantabanadardesdeelespigónaunqueestuviesediluviando.Recordandoelpasado,Tillyrecuperódeprontosulocuacidaddespuésde

dos semanas de silencio casi total. Ros, que se había criado en Calcuta yShillong,habíavisitadoEscociaduranteunpermisodesumarido.Sacandounapitilleradeplata,ofreciócigarrillosantesdepreguntar:

—¿Osimportaquefume?—Yo preferiría que te abstuvieras, cariño —dijo Muriel con gesto de

desaprobación—.Noesnadapropiodeunadama.Ellavacilóantesdevolveraguardarlapitillera.Laanfitrionapidiómásté

y volvió a hacerse con elmando de la conversación al encaminarla hacia lospreparativos de las fiestas navideñas, una semana de celebración que tendríacomoplatosfuertespartidosdepolo,carrerasdecaballos,unafiestainfantilyelbailededisfraces.

—Jamesesunodenuestrosmejorespolistas—aseveróMuriel.—¿Deverdad?—preguntóTillysorprendida.—Hasidoelcapitántresañosseguidos.¿Nolosabías?—¡Quéva!Yo…—Pues sí y, durante la semana de carreras, siempre se aloja aquí con

nosotrosparanotenerquevolverhastaCheviotViewdespuésdepasarseeldíabebiendo.Yasabesquéesloquemáslesgustahaceraloscultivadorescuandosereúnen.

Tillyasintióconlacabeza,peseanotenerlamenoridea.—De hecho,me encantaría que vinieseis los dos a quedaros durante las

Navidades—añadióMurielentusiasmada—.Noslovamosapasarengrandeyserámuyagradabletenerconnosotrosaalguienjovenahoraquetenemosfueraatodoslospequeños.

Lamuchacha creyó por un instante haber percibido cierto temblor en lavozdesuanfitriona.¿Seríaposiblequeaquellaburramemsahib tanconfiadayexpertaenasuntosdelaIndiatuvieseunpuntoflaco:sushijos?TragósalivayreprimiólaslágrimasqueacudieronaellaalpensarenquesufamiliahabríadereunirseenDunbarsinella.

—Gracias—dijoalfin—.AverquélepareceaJames.—Notengaslamenordudadequevaaquerervenir.

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Elsolyaseescondíaytodasseestabanpreparandoparavolverasuscasascuando se presentó James para recogerla con el automóvil. La expresiónintranquilaquehabíaadoptadosedespejóencuantovioasumujer reírcon laesposarubiadeDuncanMitchell.

Lasjóvenesacordaronreunirseenelclubelsábadoparajugaralmah-jongy Tilly tuvo ocasión de alegrarse al saber que disponían de biblioteca conserviciodepréstamo.

—Además, tengo dak para ti —anunció su marido agitando en alto unatadodecartas—.Parececorreonavideño.

Tilly abrió una carta de Sophie en cuanto arrancaron, pero sintió que lavolvíanaacometerlasnáuseassiintentabaleerenelcoche.MientrascenabanenlasaladeestardelaplantaaltacompartióconJamespartedelescrito,riéndoseconlasdescripcionesquehacíasuamigadelentornoenelquehabíaempezadosu nueva vida, en tanto que omitía las referencias a lo ocurrido en el lechoconyugal. Sintió cierto alivio culpable al saber que a ella tampoco le estabaresultandodeltodofáciladaptarse.

—¡Qué suerte tiene Sophie por haber pasado tanto tiempo con mihermano!Lomalo es que haya tenido tan enfermo aTam.—Tras un suspiro,preguntó—:¿Creesquesepondrábien?

—Las fiebres son gajes del oficio en la India —señaló su marido—.Además,élesjovenylosuperará.Yocontrajelamalariacadavezquellegabalaestaciónlluviosadurantelostresprimerosañosquepaséaquí.

—¡Nomedigas!—exclamóellapreocupada.—Desdeentoncesestoymásfuertequeuntoro—latranquilizóJames.—Nosoportaríaverteenfermardegravedad—soltóTilly.Sumaridolamirósonriente.—Notienesdequépreocuparte.Elladoblólacarta.—MealegrasaberqueHelenaesunapersonaagradable.Enlafotografía

de su boda impone un poco yme dabamiedo que fuese la sargentona que túdecíasqueera.

—Casinotuveocasióndeconocerla—repusoélposandounamanosobrela de ella—. Te preocupas demasiado por las cosas y te dejas llevar por tuimaginacióndesbocada.Necesitasmásairefrescoymenosnovelasgóticas.

—Dejadehablarcomomimadre.—Tillyseechóareíryleyóenvozaltalasnoticiasquehabíarecibidodesufamilia.

Al parecer, la señoraWatson se hallaba felizmente instalada en casa deMona y Jacobina iba a reunirse con ellas para AñoNuevo. Aquello volvió amoverlaalllanto,demodoqueseapresuróapasaralaterceracarta.

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—EsdeClarrieRobson—anunciósorprendidamientrasleíalabrevenotaque le había remitido—. ¡Oh, James! Nos invita a pasar las Navidades enBelguri.¿Noesundetalle?

Asumaridoseleensombrecióelgesto.—Siemprebuscandoproblemas.—¿Porquédiceseso?Alverquenorespondía,añadió:—PuesyocreoqueseríamaravillosopasarlasvacacionesconlosRobson.

Notienesmásfamilia.Sifuesenparientesmíos,yonomelopensaría.—LaBelhavenesanoesparientemía—leencajóél.—¿PorquéerestandesagradableconClarrie?—lepreguntóella—.¿Por

serangloindia?—La raza no tiene nada que ver. Es más cuestión de negocios. Los

Belhavensiempresehancreídosuperiores:nuncahanqueridocolaborarconlosdemás.Supadre,JockBelhaven,eraigualdetestarudo.

—Notendríamosporquéhablardenegocios.AmímeencantaríavolveraveraAdelay,porloquecuentanClarrieyWesley,Belguritienequeserunlugarmuyagradable.

—Puesnoloes.—¿Túloconoces?Élevitómirarlaalosojos.—Loúnicoquedigoesquetevaaparecerdemasiadoalejado,demasiado

selvático.—Mucha diferencia no debe de haber con esto. Y, de todos modos,

disfrutaríadelacompañíadeClarrie.—No quiero que vayas a Belguri —le espetó James— y se acabó.

PasaremoslasfiestasconlosPercy-Barratt,comohehechosiempre.Conquevasaescribirleparadeclinarsuofrecimiento.

Tillymiróconsternadaasumaridomientrasélseservíaunvasogenerosodewhisky con gesto tan severo e inflexible como las palabras que acababa depronunciar. Sin más, se llevó el trago a la veranda y la dejó a solas. En esemomentolainvadiódenuevolamismainquietudquehabíasentidoaloírhablaraWesleyyalcapitánJackmansobreloinsensibleeimplacablequeeraJamesenlosnegocios.Ojalánoacabasetemiendoaquellafacetadelhombrealquehabíaunidosuvida.

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Capítulo23Abrilde1923

ElbebédeTillyllegóconrapidezysinmuchoavisoprevioenelinstanteenquelosarbustosdetéofrecíanlaprimeracosecha.

—¡Nuestro primer retoño!—exclamó James ebrio de emoción al ver aTillyincorporadaenellechoconsuhijo,rosadoyarrugadocomounapasa,enunacunadispuestaasulado.

Habríadeheredarelnombredesupadre,aunquetodoslollamaríanJamie.Tillyestabaagotadaydolorida,aunquetriunfalporsuhazaña.Habíadado

a luz sin la injerencia del médico de la plantación. El doctor Thomas, galésenjutoqueteníalanarizcomounfresónporelexcesodewhiskyylashorasalsol,lahabíaexaminado,ainstanciadeJames,hacíaunmes.Alfuturopadrelohabíanpreocupadolafaltadesueñoylaansiedadqueaquejabanasuesposaamedidaquesuvientresevolvíamásgrandeypesadoyque lahabíanvueltoarecluir en la casa,demasiadoangustiadapara reunirsecon suamigaRosenelclub.

—Estáaunahoraencoche—eraunadelasexcusasquehabíapuesto—ynisiquieravoyapodersentarmecontigo.

No podía soportar que separasen a las mujeres de los hombres y lasconfinasen en un edificio lúgubre con tejado de chapa al que los cultivadoreshabían asignado el jocoso nombre de «el gallinero».Con la llegada del calor,aquel lugar se estaba convirtiendo en un horno, en tanto que la supuestabibliotecanoeramásqueunacolecciónmínimadelibrosantiguossobrecuidadodelhogaryunpuñadoderevistasyperiódicosviejos.

Tilly se había conformado con enclaustrarse en Cheviot View a fin de«prepararelnido»,segúnlaexpresiónqueusabaMuriel.UnavezconcluidaslasNavidades, había hecho reparar las ventanas, colocar cortinas nuevas yblanquearelcomedordelaplantabaja,améndeencargarunsofámáscómodo

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quellegódeCalcutaenuncarro tiradoporbueyes juntoconlacunadelbebé.RoshabíaconseguidoqueaccedieseahacerconellaunaexcursiónalbazardeTezpur a fin de adquirir una vajilla sin desportillar, fundas de almohadones yalfombras a fin de alegrar aquel bungaló desaliñado. Además, Tilly habíacomprado a un buhonero ciertos adornos de azófar y una caja de música deaspectollamativoquetocabaunfragmentodeEllagodeloscisnes.

—Conestopodremosarrullaralbebé—habíadichoaJames.Asimismo,pidióaMonaqueleenviaseropadereciénnacidoehizollegar

aldoctorThomasunalargalistadesuministrossanitarios.—Lamitaddeellosnolosvaanecesitar—lehabíadichoentonoburlónel

médico,másinteresadoenaccederalwhiskydeJamesqueenejercersuoficio.Alverqueeldoctornoleproporcionabaloquehabíapedido,Tillyhabía

recurrido a Ros, que había viajado expresamente a Shillong para agenciar unbotiquíncompletoasuansiosaamiga.

—No creo que hagas mal en preocuparte, ni mucho menos —le habíadicho, dejandoaTilly con ladudade si aquella joven sinhijoshabría sufridoalgunapérdidapersonal.

Nunca dijo nada y Tilly tuvo la impresión de que era más prudente nopreguntar:sunuevaamigaeramásreservadaquelaextravertidaSophie.

Cuando el doctor Thomas fue a visitar al recién nacido, la puérpera nodudóenhacerlepreguntassobrelaalimentaciónyelaseodelacriaturaque,alparecer,lotomaronporsorpresa.

—Bastaráconquehagaloquehacendeformanaturallasmujeres—habíarespondidoconbrusquedadantesdesalira laverandaacelebrarconJameselnacimiento.

Despuésdelaeuforiaqueacompañóalparto,Tillytuvomiedodenoestardando suficiente alimento a Jamie.El crío llorabamuchoy, aunque se pasabatodoeltiempoenganchadoasupecho,apenaschupabaconfuerza.

—Creoqueestáperdiendopeso—anuncióasustadaasumarido—.¿Túnolovesmásdelgado?

James,amodorradoporlafaltadesueñoanteaquelruidoinusualeirritadoporlainsistenciadesuesposaenqueelniñodebíadormirenlahabitacióndelmatrimonio,respondióconungruñido:

—¿Porquénocontratamosunamadecríasitúnopuedes?¿Noesesoloquehacenalgunas?

Tillyloignorabaporcompletoylaideanolehacíalamenorgracia,perolociertoeraqueelcansancio tambiénestabaacabandoconella. Jamesempezóadormirensuvestidorypasabahorasausente.Ellasabíaqueaquellaépocaeralademásajetreoenlasplantaciones,peronopodíaevitarsospecharquesumarido

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sedemorabaadredemásdelonecesario.Llorabapensandoquesumadrehabríapodido decirle qué tenía que hacer y se lamentaba de no tener la confianzasuficienteconelrestodelasesposasdecultivadoresparapedirlesayuda.Muriel,queeraconlaquemáscontactotenía,esperabadeellaquesehicieracargodelasituación sin aspavientos, que era lo que hacían lasmemsahibs, y tampoco seatrevíaapreguntaraRosporevitaruntemadeconversaciónquepodíaresultarledoloroso.Seencontrabatotalmentesolaanteaquelapuro.

Cierta noche, Jamesmandó anunciar que se quedaba en el bungaló queservía de oficina, pues había problemas en las hileras. Pormás que nunca lashubieravisto,Tillysabíaqueaqueleraelnombrequerecibíanlasfilasdecasasde los peones y sus familias. En realidad, solo había estado una vez en lasplantaciones, donde James le había enseñado orgulloso los cobertizos bienconstruidosyllenosdemáquinasyhabíantomadotéconelcontablejefe,AnantRam.

ElbebéhabíaestadollorandotodoeldíayTillyestabamareadaporlafaltadesueñoyeldesasosiego.Lollevabadeunahabitaciónaotra,meciéndoloconbríoensusbrazosextenuadosyconlospechosdemasiadodoloridoscomoparavolveraamamantarlo.

—Calla, porDios—lepedía entre siseosmientrasmiraba con apatía loskilómetrosdearbustosdetécadavezmásoscuros.Loscrujidosylosgritosquesolían llegar de los árboles de alrededor se mezclaban con los lamentos delchiquilloyleponíanlospelosdepunta.

Sevioasaltadaporunarabiayunresentimientorepentinosquelahicieronodiaraaquellacriaturaquenoconsentíaencallarse,aborreceraJamesylaIndiaydesearnohaber salidonuncade Inglaterra, ademásdedetestarsea símismaporserdébil,dignadecompasióneinútilencuantoseproponíahacer.

—¡Cállate ya! —gritó al bebé fajado y salió corriendo al balcón paraasomarloporencimadelaverandadiciendo—:Cállateotetiro.¿Meoyes?Telanzoalsuelo,fierecilla,teloprometo.

Elpequeñointensificósusquejasantelosgritosdeellaysusmovimientosbruscosyabriólosojosdeparenpar.EnaquelmismoinstanteaparecióabajoAslamconelrostrodemudadoporelsobresalto.

—¡No,Robsonmemsahib!¡Nolosuelte,seloruego!Ellatemblabaderabia.Parecíatanfácildejarlocaeryacallarasíelruido

parapoderdormireternamente…Sintióquesusmúsculosserelajaban…Deprontonotóunapresenciaasulado,acompañadadearomaaalmizcley

palabrassusurrantes,yunosdedospequeñosyfrescosquelatocabancomounabrisa.MiróasualrededorcongestoconfusoyvioaMeeraconlosojoscastañosvigilantes. Al instante, aquella joven esbelta le había tomado el bebé de las

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manos y había dado un paso atrás mientras lo mecía y lo tranquilizaba conpalabras suaves.Tilly quedó tiritandoy jadeando enbuscade aire, incapazdemoverse.

Meeradesaparecióyconellasefueapagandolallorera.Actoseguido,lamadresintióquelefallabanlaspiernas.Cayóderodillas.Desuinteriorbrotóunsollozo brutal que la hizo prorrumpir en un llanto ingobernable que no sabíacómo detener. Podría haber permanecido allí hasta el final de los tiempos siAslam yMeera no hubieran regresado para levantarla y llevarla con palabrasamablesalasaladeestar.Enelsofánuevolehicieronbeberuntéespeciadoquenohabíaprobadonuncaycomertrozoscalientesdemasaazucarada.

Mástarde,Meeralallevóalacamacomoseacompañaaunniñopequeñoybajólalámparadeparafina.Tillysehacíacargovagamentedequeelcríoyanoseoía,peroestabademasiadocansadacomoparapreguntarsequéhabíasidodeél.Cayóenunsueñoprofundoydichoso.

Se despertó cuando brillaba el día. Saliendo de su sopor, vio a Meerasentadaenunrincón,canturreandoyacunandoaalgoqueteníabajosusari.

—¿Quéestáshaciendo?—preguntó.La joven dejó de cantar y alzó la vista.Con unmovimiento dulce, pero

resuelto, sacó a un bebé de entre los pliegues y volvió a introducir un pechoredondobajo la camisola.Estupefacta,Tilly la vio cruzar la sala y tenderle elbulto.EraJamie.Nuncalohabíavistotansatisfecho.Teníalosojoscerrados,loscarrillossonrojadosylaboquitahúmedadeleche.

—¿Cómo…?No…Noloentiendo—balbució.Meera sonrió y la invitó con un gesto a tomar al bebé. Ella quedó

petrificada.Deprontorecordóperfectamenteelarrebatodelavísperaylaasaltóun gran remordimiento ante el deseo abrumador de dañar a Jamie. AslaminformaríaaJamesyjamáslevolveríanaconfiaralniño.

—Por favor, Robson memsahib —dijo Meera ofreciéndole el bulto. Elpequeñoparecíaestaralasmilmaravillasensusbrazosconfiados.

Tilly negó con la cabeza. La criada ajustó la prenda de algodón que loenvolvía,lodejóenlacuna,secubriólacabezaconelextremodesusariysedirigióalapuerta.

—Meera—lallamóTilly.Ellasedetuvo,aunquesinlevantarlacabeza.—Porfavor—tragósaliva—,¿mevasaenseñara…darledecomer?Aunquenoestabaseguradecuántoingléssabíalacriada,puesapenasse

habíanhabladoentodoaqueltiempo,lajovenentendiósudesesperación.No fue difícilmostrar aTilly elmodomás conveniente de amamantar a

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Jamie: solo hubo que modificar la manera de sujetarlo para facilitar que suboquitaseagarraraalpezón.CongestosyconelinglésrudimentarioquehabíaaprendidoMeeradeAslam,laseñoradelacasadescubrióquesucriadateníaunhijodedosañosllamadoManzuralqueaúndabaelpecho.

TillysintióvergüenzadenosaberestoúltimoniquelosAhmadvivíanenunrecintosituadomásalláde laplantación,enviviendasqueella jamáshabíapensadovisitar,apartadasdesuvistaysuconciencia.Nuncaselehabíapasadopor la cabezaqueMeerapudiera sermadreni tenerunavida fuerade aquellacasa.SepreguntóporquéenNewcastlesehabíaafanadoenhacerbuenasobrasyhabíavisitadoalgunasdelasviviendasmáspobresdelaciudady,sinembargo,nohabíapuestonuncaunpieenunhogarindio,unodelosque,alapostre,eranresponsabilidadsuyaydeJames.

DiolasgraciasaMeeraconlágrimasenlosojosytratódeobsequiarlaconelcuencolustrosodeazófarquehabíacompradoalvendedorambulanteyqueellarechazóconunasonrisacohibida.Mástarde,lacriadalellevóunabandejaconhuevosdurosytomatespicadosconarrozamarilloespeciado,unaescudilladefrutacocidaymástéespeciado.

—Esbuenoparalaleche—anuncióconunasonrisa.Tillydescubrióqueteníaunhambrevorazydiocuentadetodo.Reparóen

cómohabíamenguadosuapetitoamedidaquecrecíasuangustiaporJamie.Cuando James regresó con la puesta de sol, sudoroso y extenuado, se

sorprendióalencontrarseaTillylevantadayvestida,aguardándoloenlaverandaconunchotapegdewhiskyysoda.

—¡Quésilenciotanextraño!—comentóconunamiradacuriosa.—Jamieestádurmiendo—dijoellasonriendo.Losdíasylassemanassiguientes,aJameslecostódarcréditoalcambio

que había experimentado su vida doméstica. Cada tarde, a su regreso, Tillyparecíamásllenadeenergíaysuhijo,másrollizoyfeliz,aunque,ensuopinión,aúnbastantefeo.Noteníalamenorideadequépodíaserloquehabíasuscitadoaquella mejora en el humor de su esposa ni qué la había hecho asumir condecisiónlasocupacionesdelamaternidad.Loquesíadvirtiófueellazoqueseestaba creando entreTilly y la tímida esposadeAslam.Daba la impresióndequesiempreestuvieranjuntas,aunque,teniendoencuentaqueélhabíaelegidoaMeera para que fuese el aya de Jamie, apenas cabía sorprenderse de que lamuchachaestuvierasiemprepresente.

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Capítulo24

Tillynohabíaconocidonuncauncalorigual.Loenvolvíatodocomounamantacalienteyhúmeda,dificultabaelmovimientoyhacíaquecostaratrabajorespirar. Enrollaron las alfombras y cubrieron las ventanas con pantallasfragantesdehierbaquesumieronlacasaenunalúgubrepenumbra.TuvieronquecolocarlaspatasdelacunadeJamiesobrecuencosconaguaparaevitarquelaasaltaranlosinsectosyasignarturnosdepunkahwallahparaquetirasendelascuerdas de los colosales abanos con la intención de agitar aquel aire espeso yahuyentarlos.

Sufríaconaquelardorpegajosoy tenía lasensacióndeque leestuvieranpinchando con alfileres los brazos y el pecho, en tanto que por la noche leresultabaimposibledormirporelruidodelasranasylosinsectos.James,queamenudo volvía de recorrer a caballo la plantación con las piernas llenas desanguijuelas y de sangre, parecía, sin embargo, insensible a todas aquellasincomodidades. Los campos hervían de actividad con la segunda recolección,siempre lucrativa, y las máquinas se afanaban en preparar las hojas para quequedaranempaquetadasypudieranenviarseantesdelmonzón.

—Cuando lleguen las lluvias —le dijo James en todo distraído—, elBrahmaputraseráunmareinundarálamitaddelastierras,loqueharáqueseauninfiernotransportarnadaríoabajo.

LaamenazadequedarmásaisladaaúnconlaestaciónhúmedalaempujóaaceptarlainvitacióndeRosavisitarShillong.

—Dice que podemos quedarnos en casa de su padre —comunicó a sumarido—.¿Teparecebienquevaya?AJamielevaasentarbienelairefresco,porqueelpañalleestáirritandolapieldeunmodoterrible.

Aquel comentario hizo que James aceptara de inmediato: aunque estabaorgullosodesuhijo,losniñosdetetaleresultabanaburridosynoentendíaporquésumujernoconfiabaaelayatodoaqueltrabajotedioso.

—TellevarásaMeera,claro.

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—PeroesoseríasepararladelpequeñoManzur—repusoellapreocupada.—¡Por Dios bendito, mujer! Le pago para que cuide de ti y del bebé.

Aslam podrá estar pendiente de su hijo y siempre habrá alguien en el recintocapazdedarleloquenecesite.

Poco antes de la partida de Tilly, llegó una carta de Sophie. EstabaencantadaconelentornoenelquevivíadesdequehabíandestinadoaTamaunaplantación rural situadaal surdeLahore, lindandocon laespesa selva,donde,además, podía disfrutar de cierta libertad respecto de las restricciones queimponíalavidaenelacantonamiento.

Hemos dejado el alquiler de nuestro medio bungaló deLahore, pero este sitio me encanta. En Changa Mangasalimosa cazar al amanecer.Tamcontrata a algunosde lospeonesparaqueojeencervicabras,aunquelamayoríadelasveces loque traesonperdicesypatos.Mehacompradounfusilymeestáenseñandoatirar,pero,desdeluego,conmigolos animales no corren ningún peligro. Cuando falla él,siempre le echa la culpa a lamala calidad de lamunición,pero, si fallo yo, desde luego, es porque disparo fatal. Detodosmodos,meda igual: loquemásmegustaespasearacaballoporelbosquemientrasveonacerelsolyfiltrarsesuluz entre salas y acacias. Este país es hermosísimo. ¿Nopiensastúlomismo?

Tamhahechounapistadetenisdetierra.Enrealidad,setratadeunfrontónenelquepracticardetrásdelalmacén,pero varias veces a la semana vamos a la remonta, dondetienenunadeverdadyjugamoscontraloshombresdeallí.Yestoyjugandomejorquenunca.

A veces acompaño a Tam en sus visitas a las otrasplantacionesyacampamosonosalojamosenlosbungalósdelosbosquesaledaños(nimemolestoen iraLahore,porqueen la ciudad hace ahora demasiado calor yme gustanmásestos lugares).Séque estoymuy lejos deAssam,pero estaregiónmehacepensar cadavezmás enmi infancia.Tengovagosrecuerdosdemipadredecaceríaymimadrejugandoal tenis.¿LehaspreguntadoyaaJamesquérecuerdostienede ellos?Estoydeseandoconocer a Jamie, tu chiquitín.Talvez podamos conseguir un permiso a finales de año e ir avisitaros.QuieroveralgúndíalahaciendadelaOxfordyel

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lugarenelquemecrie.¿SigueaúnenpieDunsapieCottage?

Lacartahacíaevidenteelanhelodeoírcualquiernoticiasobresupasadoqueinvadíaasuprima.Aquellanoche,cuandoestabansentadosenlaverandaselaleyóaJames.

—Yono lleguéaconocermuybiena losLogan—contestóél—.NoeramásqueunjovenquetratabadeabrirsecaminoenlaOxford,mientrasqueBillLoganeraunodeloscapataces,unhombremuyexperimentado.

—¿YlamadredeSophie?¿Cómoera?Sumaridoselimitóaencogersedehombros.—¿SeparecíaalatíaAmy?—insistióTilly.—EramásguapaqueAmyAnderson—aseveróélconunbufido.—Osea,queseparecíamásaSophie.—Supongo.—James se removió en su asiento con aire incómodo—.Sí,

Sophieledaunaireasumadre.—Está preciosa en la fotografía de la boda—reflexionóTilly—.Seguro

quecausóunrevueloentreloscultivadoresdetécuandolallevóBillLoganalaOxford.

—Éleramuyposesivo—gruñósuesposo—.Si algúnhombre lamirabasiquiera…

Tillylomirósorprendida.—James,teestásponiendocolorado.EsperoquenolediesesaBillLogan

motivosparaestarceloso.Aunquelohabíadichoentonodebroma,élcorrióaasegurarle:—Claro que no. Bill era un bicho raro y punto. No permitía que nadie

bailaraconJessieenlascarrerasninadaporelestilo.—Pobremujer. ¡Cuánto tuvo que aburrirse!—Lovio tomar un trago de

whisky—.¿DóndeestáDunsapieCottage?NoheoídoanadiemencionarlacasadelosLogan.

—AhoraviveallíAnantRam.Estádentrodelahacienda.—¿Dondefuimosporté?—exclamóTilly.Jamesasintióconungesto.—PensabaqueaquelloeraTheLodge.—LecambiaronelnombredespuésdelamuertedelosLogan.Comonadie

laquería,selaalquilamosaAnant.—¿Porquénolaqueríanadie?SilosLogannomurieronallí.—¿Ytúcómosabeseso?—preguntóélconaspereza.—Sophiemedijoquefueenalgúnlugardelascolinas.—Yasabescómoeslagente—seapresuróadecirél—:creenquelamala

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suertesecontagiacomosifueraunaenfermedad.UnavezquesesupoquelosLoganhabíanmuertodefiebres,lacasaquedómaldita.Además,lasaluddeBillLogan llevaba tiempo deteriorándose. Anant hizo que un chamán localexorcizaseelbungalóohicieraotrabobadadeesas.

—Pobre Sophie: todo eso debió de desconcertarla mucho. Perder a suspadresensupropiacasa…—Tillysoltóunsuspiro—.¿Yquéfuedesuaya?

Jameslamiródehitoenhito.—¿Porquélopreguntas?—Sophie cree recordar que la abandonó en el momento en que más la

necesitaba.Sumaridodiountragoalvasodelicor.—Nosotrosnospreguntamoslomismocuandolaencontramos.—¿Qué quieres decir con que la encontrasteis? —preguntó ella—. ¿Tú

estabastambiénenlascolinas?¿DescubristeisalosLogan…?—Fueunfuncionarioquepasabaporallí…oquizásunodeloscriados.No

meacuerdo—repusoél conaireevasivo—.Amíme llamaronparaque fueseallídesdelaplantacióndeté.

—¡Diossanto!¿CuántotiempoestuvoSophiesolaconsuspadresmuertosyladichosaayahuida?

—Nomucho.—¿Cómolosabes?—Tilly —protestó él—, se acabaron las preguntas. Sabía que no iba a

servirdenadabuenodesenterrarelpasado.Teestásangustiando.PoresodeberíaSophiedejarderecordar.Tendríaquepasarpáginayseguirconsuvida.

—Esquenuncahadejadodeseguirconsuvida.—Perfecto.Entonces,nolaanimesaseguirobsesionándoseconlatragedia

de sus padres.—Se puso en pie—. Venga, vamos a la cama.—Le tendió lamano—. Si vas a fugarte y dejarme solo todo un mes, quiero aprovechar almáximonuestraúltimanochejuntos.

Tillyseechóareírylodejócambiardetema.TeníalaimpresióndequeJames le estaba ocultando algo de forma deliberada, pero aquel no era elmomento de insistir. Si había algo que no quería que supiese era solo paraprotegeraSophiedeunaverdadquepodíaresultarledolorosa.Talvezsuprimahabía tenido que arreglárselas por su cuenta más tiempo del que reconocíaJames. Tuvo que haber sido terrible para aquella niña vivir escondida en unbungalóremoto,expuestaalasfierassalvajesysinnadiequelaalimentara.FueaveraJamieparaasegurarsedequesuhermosacriaturadormíaplácidamente.

—Voy a echarte de menos, mocita—musitó su esposo en la oscuridadmientras la tomaba en sus brazos bajo la sábana y le hacía el amor de forma

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enérgica.

—Tienes que ir a tomar té en el Pinewood Hotel—dijo el comandanteRankin, el padre deRos, un hombre viudomuy cordial—, pero, claro, no sinantes recorrer todas lasvistas.Muchasde lascasasantiguasdesaparecieronenlos terremotos de 1897 y 1905.Una verdadera lástima, aunqueShillong siguesiendounlugarmagníficoparavivir.Rosalinda,noolvidesllevaraTillyallagoyenseñarlelafaunaaviar.

—No,papá,noloolvidaré.¿Seguroquenoquieresacompañarnos?—No, no. Si voy, seguro que os retraso con mis patas de palo. Me

conformoconsentarmeaquícon losbinoculares.Marchaosyqueos lopaséisbien.Yomeencargodecuidardelacriaturaysuaya.

Las amigas descendieron el sendero empinado que partía de la casa demaderadelosRankinybajoelcualseextendíalavistadelaciudad.

—Acuérdate de enseñarle el museo —oyeron gritar a sus espaldas alcomandante.

Rossedespidióagitandounbrazomientrasrespondía:—Claroquesí.—¿Tienedeverdadtupadreprótesisdemaderaenlaspiernas?—preguntó

Tillymientrassubíanalrickshawquelasaguardaba.Suamigarespondiótrasbufarconairedivertido:—No, es la broma que hace siempre. En realidad, lo que tiene es una

artritisdecaballo.La invitadamiró lacasaantiguadepuertasybalconesde intrincada talla

queeltiempoylosmeteoroshabíanvueltocasinegros.—Estarábien—latranquilizóRos—.Jamie,quierodecir.Tillysealegródequesuamigalaentendiera.—Es la primera vez que me separo de él desde que nació. Tengo una

sensaciónmuyrara,comosimefaltasealgo.—Mipadrevaaestartodoelratopendientedeél.Además,tuayaparece

muycompetente.—Yloes—reconocióTilly—.Sinembargo,nuncadejodepreocuparme.

—RevelóasuamigaqueelayadeSophielahabíaabandonadoyhabíahuidodelosLogancuandomurieron.

—¡Quévergonzoso!—coincidióRos—,pero tu ayano es así.Nome laimaginotaninsensible.¿Túsí?

—No.—Tilly se sintiómalporhaber abrigadodudas—.Quiere a Jamiecomoasupropiohijo.Hastaestuvounpardesemanasamamantándolo.Peronoselodigasanadie,queJamesnolosabe.

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DespuésdepasarunasemanaenShillong,sesintiómáscomoensucasaqueenelrestodelosseislargosmesesquehabíantranscurridodesdesullegadaa la India. Después de dos, soñaba despierta con mudarse allí y convencer aJamesparaquecultivasetéenlascolinasdeallíenlugardeenlosvallescálidosyhúmedosdeAssam.

Leencantabaelajetreodelaciudad,rebosantedevidasinllegararesultarangustiosa y dotada de biblioteca, tiendas y un cine. Las colinas boscosas depinosy el lagopintoresco le recordabanaEscocia.El cantode las torcaces letraíanopocosrecuerdosylabrisaquerecorríalaaltaresidenciachirriantedelosRankin transportaba olor a rosas y decidió plantar algunos ejemplares en supropiojardíndespuésdelasvacaciones.

Echaba de menos a James, pero no tenía ninguna prisa por volver alaislamientodeCheviotView.Leescribíaadiarioyrecibíaacambioalgunaqueotra nota apresurada en la que la informabade lo ocupadoque estabay de lofelizquelohacíasaberqueseestabadivirtiendo.

Undíacalurosoysofocantedefinalesde junio,mientras lasdos jóvenescaminabanporelparquedel lagoconMeeraempujandotrasellaselcochecitodeJamie,lasobresaltóungrito.

—¡Tilly!¡Tilly!Asuencuentroviocorreraunachiquilladecoletasoscurasconlosbrazos

abiertossinrepararenqueselecaíadelacabezalacapotaconlaqueseprotegíadelsol.

—¿Adela? —exclamó pasmada tomándola en brazos cuando se arrojócontrasuspiernas.

La pequeña rio y le llenó de babas la mejilla con un beso antes deretorcerseparaquelabajara.

Clarrie y Wesley alcanzaron a su hija. Las dos mujeres se abrazaronencantadas.Tillyhizolaspresentacionesylesexplicóloquehacíaallí.

Clarriesefuedirectahaciaelcochecitoparaveralniño.—AsíqueesteeselseñoritoJamie.¡Quémuñeco!—Alinstantelohabía

sacadodelcocheyloestabameciendoenbrazos.—¿NotegustaríadarleunhermanitoaAdela?—preguntóguiñandounojo

asumarido.—¡Suéltalo!—leordenólapequeñacolocándoseantesumadreytratando

deaferrarsealbebé.Wesley corrió a levantarla del suelo para apartarla y subírsela a los

hombros.—Yo tengo ya bastante con esta damita—respondió y Adela olvidó al

instantesuscelosysepusoatamborilearconlasmanoseneltopidesupadre.

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—¿DóndeestáOphie?—exigiósabermirandoaRoscondesconfianza.—Sehaidoaviviralaselva—ledijoTilly—consumarido,Tam.—¿Puedoiraverla?—Esquenoesnuestraselva—leexplicóWesley—,sinounamuchomás

lejana.—QuieroveraOphie.—Hoynopuedeser—respondiósupadre.—Sí, papá, hoy. —Recalcó sus palabras estampando una mano en el

sombrerodeél.—Hoy es tu cumpleaños. ¿No quieres ir a ver a los malabaristas y los

acróbatas?Adelachillóysepusoadarpatadasdeentusiasmo.—¡Felicidades! —exclamó Tilly haciéndole cosquillas en la recia

pantorrilla.—DileaTillycuántosañostienesya.—Cinco.Clarrieseechóareír.—¡Quéva!Sitienestres.—Tresycinco—repusoAdelaconunarisita—.Tillytambiénviene.—Hayunespectáculoitinerantedegitanosenelmaidan—aclaróWesley

—.Siqueréisvenir,nosotrosestaremosencantados.TillymiróaRosysuamigaasintióydijo:—Yotengoquehacertodavíaunosrecados.¿Mereúnoconvosotrosmás

tarde?—¡Sí!—exclamóTillyemocionada—.PodríamosirtodosalPinewood.Rosvacilóy,trasmiraraClarrieconciertoembarazo,propuso:—¿Porquénovenís a tomar algo a casademipadrey asíAdelapuede

jugareneljardín?Hubo una pausa incómoda. Tilly no pasó por alto el gesto irritado de

Wesleyysepreguntóquépodíasignificar.¿Acasoenelhotelpodríannegar laentradaaClarrieyaAdelaporserangloindias?¿NoseríamásbienunexcesodesusceptibilidadporpartedeRos?

—Mepareceunaideaexcelente—repusoClarrieenseguida—.Gracias.Mirando a Jamie con tristeza, volvió a dejarlo en el cochecito y todos

echaronaandarjuntos.—Sientonohaberescritodemasiado—sedisculpóTilly,queaúnsesentía

culpableporhaberdespreciadolainvitaciónnavideñadelosRobson.—No te preocupes—dijo Clarrie—: sé cómo se complica todo con un

recién nacido.Yo siento no haber ido a visitarte, pero no quería que resultara

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incómodalasituacióncontumarido.—¿Incómoda?¡Quéva!—repusolajovenponiéndosecolorada.Laotralamiróincrédula.—Detodosmodos,casinosalimosdeBelguri.¡Imagínate,tenerqueviajar

hastalaOxford!Razóndemásparaqueseaunplacerhaberteencontradoaquí.—EntrelazóconunbrazoeldeTilly—.Dime:¿cómoteva lavidaenAssam?¿TeestásasentandotanbiencomoSophieenelPunyab?

—Sitengoquesersincera,denohabersidoporesteviajeconRos,creoque me habría vuelto loca encerrada en Cheviot View. ¿También te escribemuchoatiSophie?

—Sí,aunquenosédedóndesacaeltiempo,porqueparecepasarseeldíahaciendocosas.

Lasdospasaronunatardeespléndidaponiéndosealdíayhablandodesushijos.Adelaquedófascinadaporlosfunámbulosylosmalabaristasygritóalverescupirllamasaltragafuegos.

Quedaron con Ros en la puerta del cementerio británico, desde la cualapenashabíaunpaseocolinaarribahastalacasadelosRankin.Elvientocálidohabíaempezadoalevantarpolvodelossenderostostadosporelsolylasnubescomenzaban a congregarse sobre la cordillera que se extendía a lo lejos. Laencontraron disponiendo un ramillete de flores en un jarrón ante una de lastumbasmáscercanasalaentrada.

—Esmimadre—explicóconlosojosllenosdelágrimas.Adela se escapó de lamano de su padre, corrió hacia una enredadera y

arrancóunaflorgrandeyblanca.EntoncesvolvióylaembutióenelrecipientealladodelramoquecontantapulcritudhabíacolocadoRos.

—Paratumamá.RossmiróaClarrie.—¿Cómosabetanto?Clarriesonrióalresponder:—Hace lo mismo en la tumba de mis padres, ellos están enterrados en

Belguri.Ros se puso de rodillas y dio a la pequeña un abrazo rápido y un tanto

cohibido.—Gracias,cielito.Tillyapartólamiradaparaclavarlaenlaslápidasqueteníanenfrenteafin

deno llorar.La sensibilidaddel embarazono lahabía abandonadodespuésdeteneraJamie.

El nombre que vio entonces la hizo sobresaltarse: Logan. Se enjugó losojosyseacercóparavermejor.Eraunalosasencillaymedioescondida.Apartó

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unamatadehierbaaltaysintióqueledabaunvuelcoelcorazónalleer:

WilliamLoganDejóestemundoenmayode1907

Debajodecía:

JessieAnderson,esposadeWilliamDejóestemundoenmayode1907Descansenenpaz

—¡Oh,Diosmío!—¿Quéocurre?—preguntóClarrieacercándoseaella.—LospadresdeSophie—respondióTillyahogandoungrito.Losotrossereunieronconellasparamirar.—¿Yquéhacenaquí,enShillong?EstoestácasiadosdíasdelaOxford.FueWesleyquienexpresóenvozaltaloevidente:—Tuvieronquemorirporaquícerca.

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Capítulo25

Todoslosdíassehablabadelomismo:decuándovendríanlaslluvias.ATilly lehabíanadvertidoque la regiónqueseextendíaen tornoaShillongeraunadelasmáshúmedasdetodoelsubcontinenteindio.Ellanoveíalahoradeque llegasenpara recordar loquese sentíayver refrescarseelairey la tierra.Además,aquellolaretendríamástiempoenlascolinas,lejosdelcalorpegajosodelasplantacionesdeté.

AdiarioseobsesionabaconelmisteriodelosúltimosmesesdevidadelosLogan,transcurridosenalgúnlugarcercano,ydesumuerte.ConayudadeRoslimpió la tumba y tomó una fotografía con la Brownie de su amiga con laintencióndehacerlallegaraSophie.

¿PorquénolehabíadichonuncaJamesqueestabanenterradosallí?Sobretodo si sabía que ella iba a ir a la ciudad y que le había hecho toda clase depreguntassobreellosenbuscadecualquierdetallequepudieseofrecerle.¿Seríaqueignorabaqueeraallíadondehabíanllevadosuscuerpos?Sinembargo,siélhabía participado en el rescate de Sophie, debía de estar al corriente de quehabían recibido sepultura en el cementerio británico de Shillong. Resultabadesconcertante la renuencia que parecía tener todo el mundo a hablar de losLogan.¿Noseríaquenohabíangozadodedemasiadaestimación?

Con la desenvoltura que le confirió el jerez en Navidad, Muriel habíadejadocaerquelamadredeSophieerademasiadocoquetaparasumarido.

—Logan no soportaba que hablase con ningún otro hombre—le habíaconfiado—.Dehecho,cuandoellatuvodificultadesconelpartodeSophie,noquisosiquieradejarentraralmédico:lopersiguióescalerasabajohastaecharlo.Claro, que, teniendo en cuenta que aquel doctor era indio, en ese caso, loentiendo.

Un día, buscando lectura, entabló conversación con uno de losbibliotecarios.

—Me gustaría saber de los padres de una amiga que murieron aquí en

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1907.¿Guardanperiódicosdeaquellaépoca?Puedequeenlaprensasehablaradesudefunción.Dosmuertesasínodebierondepasarinadvertidas,¿nocree?

El hombre, un policía jubilado que sentía debilidad por losmisterios deArthurConanDoyle, se sintió intrigadoal instante.Seausentódiezminutosyregresó con un voluminoso tomo encuadernado de números de la ShillongGazettedemayodeaquelaño.Dejándolocaersobreunatril,loabrió.

—¿Cuáldicequefuelafechadesumuerte?—Enlalápidasoloaparecequefueenmayo.—Enesecaso,másnosvaleempezarporelprincipio.Dicho esto, se quedó tras ella para irmirandopor encimade su hombro

mientrasTillyojeabaelprimerperiódicoenbuscadeobituarios.—Desde luego, aquella época fue muy agitada —dijo él mientras se

retorcíalaslargasguíasdelbigoteconairemeditabundo.—En mayo se cumplía el quincuagésimo aniversario de la Rebelión de

1857.Losbritánicosteníamosmotivosparaestarasustados.Tillylevantólamiradacongestosorprendido.—Pero aquello era ya agua pasada, ¿no? Dudo mucho que corrieran

peligrorealdeunalzamientoenelejército.—En el ejército no, pero no faltaban agitadores dispuestos a causar

problemas, ausar el aniversarioparaprovocardisturbiosyvolver a los indioscontra sus señores. En la policía, desde luego, estuvimos muy ocupadosinvestigandorumoresdeconjuras.

Alajovenlepareciótododemasiadoimprobable.—¿Conjuras?—repitióconairedivertido.—No es cosa de broma —dijo el bibliotecario—. Los cultivadores, en

concreto,estabanpreocupadosporlaposibilidaddequeseamotinasenlosculis.Sehabíanvistoindicios,¿sabe?—Sediounosgolpecitosenlanarizenungestocómplice.

—¿Quéindicios?—Marcasextrañasdejadasenlosárboles,pegotesdeestiércolypeloque

setomaronporunaseñalenclavedeunlevantamientocomohabíaocurridoconelactodehacerpasarchapatisdemanoenmanodurantelaRebelión.Muchosdelos cultivadores se asustaron y mandaron a sus mujeres y sus hijos al ReinoUnidoparaponerlosabuenrecaudo.Losquenopudieronhacerloseencerraronacalycanto.Lanochedel10demayo,lafechadelcincuentenario,muchosdelosbritánicosreunieronasusfamiliasenlosclubesylosvaroneshicieronturnosparasalvaguardarlas.

—¿Cuántotiempoduróesasituación?—quisosaberella,asombradaantela ideadequehubiesepodidocundirelpánicodeunmodosemejante.Ella se

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habríamuertodeterrorallímismo.—Unanocheodossolamente.Cuandoloscultivadoresvieronquenoibaa

pasarnada,volvieronasuscasasysiguieronadelanteconsusnegocios.Esosí,nosotros, la policía, nos pasamos ese tiempo corriendo de un lado a otro paraasegurarnosdequetodoelmundoestabaasalvo.YoestuvelamayorpartedelmesenTezpur.

—¿Cuando dice todo elmundo se refiere a los expatriados?—preguntóellaconsequedad.

—Porsupuesto—dijoélchupándoseelbigote—.Esoexplicaríaporquéhabíanidolospadresdesuamigaaesconderseenlascolinas.

—No se estaban escondiendo —insistió Tilly—: habían ido allí pormotivosdesalud.Además,losLogannomurieronamanosdeculisenfurecidos,sinoporlafiebretifoidea.

—Detodosmodos—replicóélconlosojosfulgurantesfrenteasemejantemisterio—,enmiopinión,nohayquedescartarqueexistiesealgunaconexiónentresumuerteyelquincuagésimoaniversario.

La joven tenía claro que sí cabía desechar dicha posibilidad. De hecho,aquella conjetura espeluznante le parecía de muy poco gusto. Lo único quequeríaeradescubrirdóndehabíanvividoydóndehabíanmuerto lospadresdeSophie para que su prima pudiera visitar el lugar y enterrar por fin a susfantasmas.Volvióarebuscarenlosperiódicos.

—Echeunvistazoaldía11o12—insistióél.Tilly reprimióunbufidoy regresóadichosdíascon laesperanzadeque

aquelhombreladejasetranquilasinodabaconmenciónalgunadelosLogan.Sinembargo,cuandoanunciócongestotriunfalqueenningunadeesasdos

fechashabíaesquelaalgunadelmatrimonio,elotrovolvióalacarga:—Pruebeconel13.La joven repasó la edición del día siguiente. Antes de que llegase a las

necrológicas, el policía jubilado apuntó con un dedo un titular situado casi alfinaldelapágina:

Muertetrágicadeuncultivadorysuesposa

ATillyselehelólasangre.Elbibliotecariosacóunalupa,apartóalajovenyleyóenvozalta:

—«Eldomingo,11demayo,sehallaronloscadáveresdeWilliamyJessieLogan enWhite Blossom Cottage. El descubrimiento fue obra del cultivadorJamesRobsonyelcomisarioBurke.»¡Burke!¡Quérecuerdos…!Unbuentipo,

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durocomoelacero.El corazón de ella se aceleró al oír el nombre de James, pero no estaba

dispuestaaalimentarlacuriosidaddeaquelhombrereconociendoquesetratabadesuesposo.

—«Secree—prosiguióél—quelaparejamuriódefiebretifoidealanochedel 10 demayo.»—Golpeando el periódico con la lupa, exclamó—: ¿Lo ve?¿Qué lehabíadicho? ¡El aniversariode laRebelión!Aquíhayalgoquehuelemuymal.

—No sé por qué —repuso ella irritada—. Se trata de una meracoincidencia.¿Nodicenadamás?

Élvolvióaltexto.—«Dejanatrásunahijadeseisaños,Sophie,decuyocuidadosehahecho

cargo la dirección de las plantaciones de la Oxford Tea, cuyo gerente era eldifuntoseñorLogan.»

—PobreSophie—dijoTillysintiendoquevolvíaaembargarla la lástimaporlapérdidabrutalquehabíasufrido.

—«ElbungalóqueteníaelcultivadordetéenBelgurihasidofumigadoysellado.»

—¿Cómohadicho?—preguntóellaanonadada.—«Fumigadoy…»—No,antes.¿HadichoBelguri?—Sí,esoes.Estáadoshorasdeaquí,enlascolinasdeJasia.Tillysintiódeprontomuchocaloryganasdedesmayarse.—Esosílosé.

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Capítulo26ChangaManga,elPunyab

El sol refulgió con brillo de latón bruñido un día tras otro. Los camposestaban abrasados y la hierba se veía parda. Las ventanas y las puertas delbungaló forestal se encogían por el calor y el polvo lo cubría todo: se posabasobre los armarios, se masticaba en la comida y se metía en las mangas, loscuellos y las orejas, los ojos y los zapatos. De nada servía lavarse cuando seencontrabatambiénpresenteenlajofaina,eljabónylastoallasyhastaoscurecíaelagua.Sophienorecordabahaberconocidoaquellaarenaniaquelcalordurantesuinfancia.

—¡Sehavuelto a secar ladichosapluma!—Tamentróprocedentede lacabañaquehacíalasvecesdeoficinaforestal—.¿Cómoquierenquehagatodoese dak? Y el inútil del punkah wallah, cuando no está dormido, se pone aabanicarcontantafuerzaquehacequeechenavolartodoslosdocumentos.

—¿Porquénousaspisapapeles?—propusoSophie.—Además,elpuñeteropunkahchirríacadavezquelomueve.Lacabeza

mevaaestallar.—Voy a decirle a Hafiz que engrase el mecanismo. Ven a sentarse a la

sombraytómateunzumodepomelo.—Necesitounamáquinadeescribirportátil—gruñóélantesdeapurarde

untragoelvasoquelesirvióSophiesinsentarsesiquiera—.Tengomuchoquehacerantesdelasubastademadera.Quieroestarpresenteenelalmacén.Nomefíodequevendanloslotescorrectosy,además,laúltimavezselosentregaronalosmercaderesantesdequelosacabasendepagar.

—Teacompaño.—Tevasaasar.—Puesnosasaremosjuntos.Antes de que pudiera argumentar nada más, Sophie fue a cambiarse el

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vestido,quechisporroteóporlaelectricidadestáticaalquitárselo,yponerselospantalonesdemontar,unacamisablancaholgadayuntopidealaancha.

Cabalgaronsiguiendoelcanal,élalomosdesuyeguagrisyellasobreunponinegroquelehabíanprestadoenlaremonta.Llevabaguantesparaevitarquelasriendaslequemasenlasmanosyelsudorhacíaquelasprendasselepegaranal cuerpo, pero prefería mil veces trotar por la selva con Tam que tener quesoportarsumalhumorencerradaenlavivienda.

Nodejabadevigilarporsivolvíalafiebrequelohabíaconsumidohacíaseis meses. Él no dejaba de exigirse esfuerzos titánicos en el trabajo: selevantabaantesdelamanecerparainspeccionarlasplantaciones,regresabahorasdespuésparatomarundesayunotardíoyvolvíaasalirantesdequeelcalorsevolviera insoportable.Por la tarde,bregabacon informesycifrasen laoficinaantesdecabalgarhastalafábricaresinera,elalmacéndemaderaolasobrasdeirrigaciónafindesupervisarlosavancesantesdequesepusieraelsol.

Atráshabíanquedadolosdíasúltimosdelaestaciónfríaenlosquehabíancazadociervosconelcrepúsculomatutinoovespertino,acampadoríoarribaonadadoenelaguafresca,jugadoaltenisenlaremontayhechovidasocialconloscuidadoresdecaballos.

Sophieveíaasumaridocadavezmásagotadoeirascible.Aveces,Tamseproponíacambiarsudietayrechazabaeltéylastostadasmatinalesporsuerodemantequillayunamezclade trigoycebadaafindeobtenermásenergía,peroaquelloleprovocabavómitosydiarrea.Suprimieronlacarneporlarapidezconquesedescomponía.Hafizmandabahacercurrisdeverdurasychatnisafindeestimular el paladar hastiadode su señor hasta que este empezó a quejarse dequeleprovocabanpesadillas.Avecessedespertabagritandoaterradoavozencuellopocodespuésdehaberconciliadoelsueño.Sinembargo,cuandoSophiepropuso que durmiesen fuera, Tam dijo que no le parecía decente que secondujerancomocriados.

—Tengoquemejorarmiciencia cristiana—sehabía llegadoa reprochar—.Esmipropiadebilidadlaquemellevaaestartancansado.

—Eselcalor—habíareplicadoSophie—.NoesnadasanointentarlucharcontraelclimadelaIndia.Descansamásybebemuchozumo.

—OjaláhubieraaquíadeptosdelacienciacristianacomoenLahoreparapodersacarfuerzasdesuejemplo.

En consecuencia, ella empezó a seguir los ejercicios por el bien de sumarido.Élsemostrabamásfelizcuandosesentabanporlanocheenlaverandaa leeruna leccióndeCiencia y salud, deMaryBakerEddy.Esohacía que serelajase.DespuésseibanalacamaysetendíanbajolamosquiteraparaqueTamlehicieraelamordeformarápida,mecánica,mientrasellatratabadehacercaso

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omiso del desasosiego.Él suspiraba aliviado y caía dormido de inmediato, entanto que ella pasaba horas despierta, oyendo el aullido de los chacales y elincesante croar de las ranas mugidoras, hasta que los chirridos del pozoanunciabanelcomienzodeunnuevodía.

Habíapensadoque iríamejorandoen loqueasexosereferíaynopodíaevitar preguntarse si no estaría defraudando a Tam. A veces lo sorprendíamirándola de forma extraña que no sabía determinar si sería lástima oarrepentimientoyél,acontinuación,ledabaunbesocastoenlafrenteysalíaalacarrera.

Encontrarondesiertoelalmacéndemadera.Tamdesmontódeinmediatoyempezóallamaragritosalencargado.Sophie,mientras,llevóaloscaballosalasombradeunamoreraparaquebebiesenenuncharcodeagualodosadesviadadelcanal.

—¡Tendríais que estar vigilando los lotes! —oyó chillar dentro delcobertizoasumarido,quesaliópocodespuésconunhombredeojossoñolientosquetratabadeaplacarlo.

—¿Tengo que hacerlo yo todo? ¿Dónde están los guardas? —Tam sedirigió sigiloso hacia losmontones de troncos recién cortados—. ¿Qué es eseoloraquemado?

Instantesdespuésseoyóunruidodetrásdeloslotes.Elingenierovolvióaaparecerarrastrandoaunpeónenjutosinmásatuendoqueundhotiharapientoyunturbante.

—¡Fumando, maldita sea! ¡Estaba fumando! ¡Podías haberle prendidofuegoatodo,crimiincompetente!

Lo arrojó al suelo con el rostro sudoroso y contorsionado por la ira. Acontinuación fue dando grandes zancadas hasta su caballo, tomó la fusta yregresócorriendo.Elhombrealzólosbrazosalcieloysepusoalanzargritosdehorror.Tamlevantólavarayladescargóenlosbrazosdelhombre.

—¡No,Tam!—exclamóSophie.Elmiedolahabíaparalizado.Élvolvióaasestarungolpe,quefueadarenloshombrosylaespaldadel

hombre.Elencargadosemantuvoalejadoconrostroimpasible.Sophie,viendoque

no tenía intención de intervenir, corrió hacia su marido y le asió el brazoizquierdo.

—¡Déjalo!¡Porfavor,déjalo!Éllaapartóconviolencia.—¡Fueradeaquí,mujer!Ella se tambaleó,perdióelequilibrioycayódeespaldasdandoungolpe

secoeneldurosuelo.Quedótumbadasinalientosobreelpolvo.Elencargado

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corrióhaciaellaybajólamirada.—¿Estábien,Telfermemsahib?De pronto, Tam dejó de dar latigazos y, llegándose a su lado, apartó al

encargadodeunempujón.—¡No la toques!—Le tendió lamano y la sentó en el suelo—.Respira

hondo,pequeña.Venga,arriba.Aunqueélseguíaconelresuelloalteradoporlaenajenaciónquelohabía

acometido,Sophiepudoverelremordimientoqueasomabaasurostromientraslaayudabaalevantarseylaacompañabaaunasilladelaverandadelalmacén.El hombre que había recibido los azotes huyó a la carrera. Sophie se echó alloraryelencargadolellevótécalienteendulzado.

—Mimujer—expusoTamdirigiéndoseaeste—noentiendecómosonlascosas aquí ni la gravedad criminal de lo que ha hecho este hombre. ¿Teimportaríaexplicárselo?

—Un hombre malísimo —coincidió el encargado—. De las tribuscriminales.No sonde fiar.Telfer sahib esunbuenhombrepordarles trabajo,peroellossiguenportándosemal:esaessunaturaleza.Estabafumandocuandole habían dicho que estaba prohibido.Es un crimen gravísimo: podría quemartodoelalmacén.Elfuegopasaentoncesalbosqueysequematodounbosquepornuestraculpa.

—Exacto —dijo Tam—. En realidad, tenía que haber ordenado que loazotaran. En ese caso, habría corrido una suerte mucho peor que un par degolpesdemifusta.Sinembargo,esmejorimpartirjusticiaconrapidezparaqueestoscrimisselopiensendosvecesantesdeencendersuspuñeteroscigarrillosmientrastrabajan.

Sophiemiróa losdos congesto incrédulo,horrorizadaante suspalabrasinsensibles. Tam se dolía de haberla tratado mal, pero no sentía nada por elhombrealquehabíaflageladocomoaunanimal.Igualqueelencargado:paraellos,aqueldesdichadonoerasinounintegrantedespreciabledeunatribuquelosituabaenunacategoríataninferiorqueapenascabíaconsiderarlohumano.

Cerró losojose intentónopreguntarsecuántasvecessehabríanrepetidoincidentes comoaquel.Rezóporque aquella hubiese sidouna excepción.Loshombres la dejaron bebiendo té mientras inspeccionaban los lotes de maderaparalasubasta.Cuandosefueronalfin,Sophieestabadoloridaytuvoquehacerunesfuerzopornodemostrarloalvolverasentarseenlasillademontar.Cuandovolvieronalbungaló,pidióaHafizquelepreparaseunatinadeaguacalienteeneldormitorioy,antelasorpresadelcriado,seexplicóconunamuecaafligida:

—Séquepareceunalocuraconestecalor,peroeltrayectoacaballomehadejadomolida.

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Tamdesaparecióenlaoficinasituadaalotroladodeljardínparaacabareldakdeaqueldíayellasereclinóenlatinaysedejóenvolverporelcalorhastaqueel agua se entibió.Salióde ella rosadaybrillante, vestida conunode lospijamas anchos de seda de sumarido. Los indios sabían bien que las prendasajustadasnoeranlomejorparacombatirelcalor.Elcielosehabíaincendiadodenaranjayarrojabasombrasalargadas.

—Tenemos visita, Telfer memsahib —anunció Hafiz al oír cascos decaballosacercarsesinuososporentrelosárboles.

—¡Vaya!—exclamó ella riendo—. Pues me van a encontrar en pijama.CorreadecirleaTelfersahibquevienenavernos.Quizásestéllenoelbungalódelcanalynecesitenuncuartoparapasarlanoche.

En aquel momento apareció un jinete seguido de un poni de cargaconducido por su criado. Ella, que los observaba desde la veranda, sintió depronto que se le cortaba la respiración. Los últimos rayos de aquel solendiablado iluminaban el mentón de barba incipiente del recién llegado, unhombreanchodehombrosconlacabezadescubierta,ydestellabansusgafasdesol.

—¿Rafi?—lollamóella.Éllasaludólevantandounamanoyensurostroapuestoasomóunaamplia

sonrisa.ASophieselehizounnudoenelestómago.Rafidesmontó,confiólasriendas al syce de Telfer y dio a su montura una palmada rápida deagradecimiento.

—¿Tenéisfiestadepijamas?—seburlómientrassubíalosescalonesdelaveranda.

—¿Porqué?¿Hastraídomúsica?—repusoellaconelcorazónacelerado.—Puessí.Dalacasualidaddequellevoelgramófonoenmiequipaje.—¡Estupendo!Sedieronlamanoconairecohibido;Sophie,conlaesperanzadequeno

notasequeestabatemblando.Leeraimposibleleerlaexpresióndeélatravésdelasgafasoscuras.

—¿Quétetraeporaquí?¿NosoportaselcalordeLahore?—Bracknallestárecorriendolosdistintospuestosantesdeponerrumboa

lascolinasyqueríallevarconsigoaunintérpretedeurduypunyabí.ParecequevoyaresultarvaliosohastaalglorificadoseñorB.

—Entonces,¿teaburríasenLahore?—Lahorenodejadeserunaciudadniyoingenierodemontes.Porfinhe

podidodisfrutardelaselvaytenerexcusaparacabalgaradiario.—¿YdóndeestáneltodopoderosoBracknallyelrestodesuséquito?—Haocupadoelbungalódelcanalymehaenviadoamíaquí.

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—Eradeesperar—comentóellaponiendolosojosenblanco—.Paraalgoaquellacasatieneventiladoreseléctricosyunaneveraenlaquemantenerfríalasodaparasuwhisky.

—Lo único que necesito es un rincón del jardín en el que montar elcampamento—resoplóRafi.

—Puedes quedarte en el cuarto de invitados—respondióSophie—,peroquizáfueraestésmáscómodo.

Élsepusolasgafasenlafrente.—Mealegrodeverte—dijoconunasonrisa.Ellatragósaliva.—Yotambién.Entoncesseoyógritarasusespaldas:—¡RafiKan,condenadobribón!¿Alfintehasdecididoaaprenderunpoco

desilvicultura?Tamsubiólosescalonesdeunpardesaltosrápidosylediounapalmada

enlaespalda.Losdosseestrecharonlamanoconenergíayrompieronareír.—Rafihatraídosugramófono.¿Noesestupendo?—Siemprequenonospongaaescucharesashorriblescancionespersasde

amorquesuenanagatoestrangulado…—Noseasfilisteo,Telfer—dijosonrienteelinvitado.—Anda,veaponertealgodecente—indicóTamasuesposa—mientrasel

señorKanyyo tomamosunchotapegbiencargado.Hoyhe tenidoundíadeperros.

DadoquenoerahabitualqueTamquisierauntrago,Sophiesepreguntósinopodíaserqueelarrebatodeviolencialohubieraafligidotambiénaél.

Cuandosepusoelsol,elcriadodeRafihabíamontadoyalastiendas,loshombreshabíandadocuentadedosvasosgenerososdeginebraconlimayHafizestabasirviendounacenadepatoespeciadoalanaranjaypudindejengibre.Lalunabrillaballenasobrelosárboleseinundabalaverandaconunaluzquehacíasuperflua la lámparadequeroseno.Rafi lesdionoticiasdeBoz,alquehabíandestinadoaQuetta.

—Cuando Bracknall te manda al país de los pastunes es porque no tesoporta—comentóTam.

—Pobre Boz—dijo Sophie—. ¿Qué ha podido hacer para merecer unacosaasí?

Rafilamiródesdeelotroladodelamesaantesdeencogersedehombros.—HaydemasiadosescocesesygentedeclasemediabajaparaBracknall.

Tienesusfavoritos,peronotepreocupes,detumaridohablamaravillas.Lehagustadomuchosuideadeaumentarlaproducciónderesina.

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—¿Ah,sí?—preguntóTamencantado.Rafi y él hicieron conjeturas sobre los planes que podía tener Bracknall

paraellos.—LoquesediceenLahoreesquequierequitarseaMartinsdeenmedio

mandándoloa lafacultadde ingenieríademontesdeDehradun,conquedentrodepocohabrá un ascenso a ayudante de ingeniero demontes para unhombreambicioso—bromeóelinvitado.

—Desdeluego,yoloharíamejorqueelviejoMartini,elhombremásvagodelfuncionariadoindio.

—¿Túnotienesambición,Rafi?—preguntóSophie.Élnegóconlacabeza.—Mis ambiciones se centran en la India. Lo que yo quiero es ver bien

administradosnuestrosbosques, tantopor losquevivenenelloscomopor losquenecesitanlamadera.

—Sin embargo—lo interrumpió Tam—, se trata de plantar árboles quecrezcan con rapidez y nos den el mayor beneficio posible respecto de lainversiónquehemoshecho.Novamosaestaraquíparasiempre.

—Algunos síque tenemosesa intención.—Al rostrodeRafi asomóunasonrisa—. Necesitamos aumentar nuestras reservas teniendo en cuenta a lasiguientegeneraciónynosoloalanuestra.

—Aumentarnuestrasreservas,porsupuesto—contestóTam—,peroenlasladerasdelHimalayahaybosquesingentessinexplotarqueestánpidiendounabuena tala y para la madera hay mercado de sobra en la India sin tener queexportarla. Hacen falta puntales y cajones de té en Assam, traviesas deferrocarrilyotrasmuchascosas.

—Yodaríacualquiercosaporviajaraaquellosbosques—aseveróRafi—ysubirporencimadelacotadenieve.

—¿Yporquéno lohacemos?—preguntósuanfitrión—.Nos tienenquedar unos días de permiso cuando llegue el monzón. He estado intentandoconvenceraSophieparaquevayaaDalhousie,peroellaseniegaadejarmeaquísolo,novayaaserquemevuelvalococontantocalor.

—Loquetemoes,másbien,volvermelocayocontantotéytantosjuegosdecartasconlasmujeresdelresto.

—Podemos organizar una acampada—siguió diciendoTam—.Tú y yo,Kan.ExplorarlasmontañasyestudiarlosbosquesparaBracknall.

—Yotambiénvoy—dijoSophie.—Aquelloesdemasiadopeligrosoparaunamujer—contestócondesdén

sumarido.—Bobadas—replicóella—.YoyaheacampadoenlosCairngormsconla

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tíaAmy.Nomepiensoarredrarporunpuñadodefaldasdemontaña.—¿Tedascuentadeloquetengoquesoportar?—Tamsoltóunacarcajada

—. No te cases nunca con una escocesa, Kan: son demasiado tozudas. Teconvienemuchomásunamahometanadócilyobediente.

—¿Tehanelegidoyatuspadresunaesposa,Rafi?—seatrevióapreguntarSophie.

—Espero que se hayan cansado de intentarlo —repuso él riendo—.Ninguna jovendeLahorequeseprecieestarádispuestaaque laarrastrena laselvaparavivirconuningenierodemontes.Paraellossoyuncasoperdido.

—¡Ay, Dios! Pobrecito.—Sophie rezó por que no se notara la absurdasensacióndealivioquelahabíainvadidoantesaquellarespuesta.Actoseguidoseavergonzódehaberpensadotalcosa:eraunamujercasaday,además,queríaqueRafifuerafeliz.

—Disfrutadetulibertadmientraspuedas—dijoTamantesdeañadirconairedecidido—.Porsupuesto,yoahoraestoyfelizmentecasado.

Rafirompióelincómodosilencioqueseimpusoenaquelinstanteyendoabuscar su gramófono. Puso un disco de ragtime, pero Tam dijo que hacíademasiado calor para bailar, de modo que recurrieron a las otras cincograbaciones que llevaba consigo: canciones escocesas, Mozart, Schubert, lacélebreRosesofPicardyyciertocantantesufí.

Sophietuvolaimpresióndenohaberoídonuncanadatancautivadorcomola anhelante y exuberante música persa que colmó el aire de aquel jardínselvático iluminado por la luna. Se diría que hasta los pájaros contuvieron elaliento.Dehecho,cuandoacabó,nadiemovióunmúsculo.

—Espreciosa—musitólaanfitriona—.Gracias.—Dondeestéunacanciónescocesa…—rezongóTamponiéndoseenpie

—.Sehahechotarde.Deberíamosdejarqueterecogieses,Kan.Rafiselevantótambién.—Graciasporestacenatanagradable.—¿Vas a tomar con nosotros el chota hazri? —Sophie lo invitó a

desayunar.—Noestoysegurodequevayamosatenertiempo—intervinoTam—.Si

Bracknall quiere ver las plantaciones, habrá que empezar muy temprano. Yotengotambiénlasubastademadera.DiréaHafizquenospreparecualquiercosaantesdesalir.

El invitado dio las buenas noches y se retiró a su tienda. Sophie seestremeciódepensarenotranochedeinsomnioenaqueldormitorioasfixiante.Tamsenegabasiempreadejarabiertaslapuertaolasventanasporevitarquesecolaran alimañas y, además, Sophie no era capaz de quitarse de la cabeza la

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imagendelviolentoataquedesumaridoaaqueldesdichadotrabajador.Laponíaenferma. Ya había sido testigo de un destello de su carácter irascible cuandohabía asestadounpuñetazo a JimmyScott en el Palais, pero aquello nohabíasidonadaencomparacióncon la furiaquehabíadesplegadoenel almacéndemadera. ¿Acaso Boz la hubiera tratado de advertir precisamente de eso alhablarleenBombaydelasheridasdeguerradeTam?

Cuandosedurmiósumarido,tomóunpetateyunasábanadelarcónysesubióalaazotea,vacíayadelmaízindiodevivocolorquehabíanpuestoallíasecarhacíaunosmeses.

Setumbóacontemplarelcielonocturno,vibrantedeestrellas,ysintióunleve alivio ante la escasa brisa nocturna. ¿Por qué no habían hecho aquellomismodurante todoelmes?Suspiró.Sabíaque,dehaberestadosolo,Tamnohabríadudadoendormirfuera.Leresultabairritantequelascosastuvieranquesertandistintasparalasmujeres.

Acaricióconairepensativoelópalonegroque lehabían regaladoRafiyBoz y que llevaba siempre puesto bajo la combinación.Rodó sobre símismapara asomarse al lado de la fachada. Aunque había seguido su curso, la lunaproyectaba aún su luz brillante sobre el recinto. Los criados dormían sobrecharpoys, los perros husmeaban y se oyó la llamada distante de un guardanocturno que patrullaba una plantación. En el otro extremo del jardín habíaalguientendidoenunaesterillayfumandoalladodelatiendadeRafi,sinmásatuendoqueunpardecalzoncillos.Dioporsentadoquedebíadesersucriadohasta que lo vio incorporarse y descubrió, ahogando un grito, que aquelloshombrosfornidosyaquellosbrazosvelludoseranlosdeRafi.

Élalzólamiradahacialacasaconelrostroapuestobañadoporlaluzdelalunamientras apuraba el cigarrillo. No sabía si la habría vistomirar sobre elbordedelaazoteaniqueríamoverseyarriesgarseallamarsuatención,perosucorazóncomenzóalatircontantafuerzaquetemíaquefueraaoírlo.Rafiteníaelceñofruncidoyparecíasumidoensuspensamientos.

Trasun largo rato, apagó la colilla entre el pulgary el índiceyvolvió atumbarse tras entrelazar los dedos y poner las manos a modo de almohada.Sophie estuvo mirándolo aún unos minutos, encendida por la culpa que leprovocaba el haber encontrado tan provocadora su contemplación. Tuvo quereprimireldeseodeecharacorrerdelaazoteaparatenderseasuladosobrelahierba agostada y posar lasmanos en su ancho pecho desnudo. Se sintió casienfermadedeseo,cosaquenuncalehabíaocurridoconTam.

Se apartó rodando y escondió la cara entre las manos. Se sintiódespreciable.Tratóde recordar el tiempoenelquehabía estadoperdidamenteenamoradadeTamenEdimburgo,pero,aunquehacíadeaquellomenosdeun

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año,teníalaimpresióndequefueranlossentimientosdeotrapersona,dealgunamuchachainquietaconanhelosderomanceydeaventuraquetuvieraenvidiadeque su tímidaprima favorita hubiese sido la que, de la noche a lamañana, sehabíaprometidoyproyectadosufuturoentierrasremotas.Tamhabíacautivadosuatención,porqueeraapuestoybailabamuybieny,aldesaparecerparaviajaraFrancia,sehabíavueltoaúnmásatractivoporelsimplehechodeestarfueradesualcance.

¡Cómo podía haber sido tan superficial! No pudomenos de reírse de símisma:habíaactuadofrenteaTamenparteporquecreíaestarenamoradadeél,pero también porque se había convertido sumedio para volver a la India. Enaquelmomentoreparóenlopoderosasquehabíansidosusansiasderegresar:sien algún lugar podía sentirse como en casa, era allí.Aunque aquellos últimosmeses no habían sido nada fáciles —la angustia que le habían provocado laenfermedaddeTamysuscambiosdehumor,aquelbungalóprimitivoyeltenerque aprender a ser esposa—, se sentía feliz por la libertad que le brindabanaquellavidaselvática,losalrededores,laspersonas…

Seruborizódevergüenzaalpensarquehabíaunapersonaenparticularquela hacía sentirse tan viva. De hecho, se encontraba tumbada en el jardín, aescasosmetrosdeella.TeníaqueadmitirqueunodelosmotivosporlosquenohabíaqueridoviajaraLahorehabíasidoelmiedoatoparconRafi.¿Sentiríaéllomismoporella?Sabíaquenolehabíagustadomuchoensuprimerencuentro,que la había tenido por la clásicamemsahib. Sin embargo, el modo como lamiraba últimamente con aquellos ojos hipnóticos… ¿No sería que se atraíanmutuamente?

Sophie se secó con la sábana el sudor de la cara.Nopodía permitir queocurriesenadaentreellos.HabíacontraídovotosconTamdeporvidaydebíahacercuantoestuvieraensusmanosparaqueelmatrimoniofueseprovechoso.De un modo u otro tenía que reavivar su romance, también, pues tenía lasensacióndequeélsearrepentía.Tendríanunbebé.Superaríalaangustiaqueleprovocaba el tener que ser responsable de un hijo, no tenía sentido semejanteaversiónalamaternidad,yasípodríanserfelices.

Consciente de que no iba a ser capaz de dormir a la vista de la figuratumbadadeRafi,selevantó,recogiósuscosasybajódelaazotea.Metiéndosebajolamosquiteradellechoconyugal,setendióinquietaalladodeTamhastaelalba.

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Capítulo27

Tresdíasdespuésllegóelmonzón.Losperiódicoshabíanidosiguiendosurecorridohacia elnortedesdeCeilányBombayyHafizhabíapronosticadoelmomento en que haría acto de presencia con un margen de error de apenasmediodía.Elvientocálidosehizomásrecio,elcielosenublóySophieoyóelruido de las primeras gotas voluminosas de lluvia que caían sobre la tierraardiente.

Saliócorriendoalexteriorylanzólosbrazosalaireparadarleagritoslabienvenida. A su alrededor se elevaban nubes de vapor. Entonces, el cieloempezóailuminarsecondestellosdeluzysellenódetruenoscomodescargasdecañón.Deprontoempezóacaeraguaentromba.

—Entra, chiquilla —le gritó Tam desde la veranda—, antes de que tealcanceunrayo.

—Medaigual—rioellalevantandoelrostro—.¡Estoesunamaravilla!Seechóacorrerporeljardín,saltandodeuncharcoaotroydandopiruetas

porelcéspedabrasado.Latierrabebíayborboteabacomounacriaturasedienta.Loscriados laobservabandesdedebajodesusparaguas,sonriendoyhaciendocomentariossobrelalocamemsahib.LatiendadeRafisehinchabayrestallabaconelviento.

Sophiesevolvióparamiraraloshombresquelacontemplaban:Tam,RafiyBracknall.Elprimeroparecíamolestoyelsegundo,divertido,perolaextrañaexpresiónseveradeljefedelosotrosdoslahizoabochornarsedepronto.Estabaempapadaporcompleto,caladahastaloshuesosconelcabellopegadoalrostro.Silacarreraquehabíadadoparasaltarbajolalluviaparecíadesúbitoinfantil,locierto era que, hacía unos minutos, se había sentido poseída por una locuraembriagadora. Le habría sido imposible aguantar un minuto más oyendo aBracknall perorar sobre la invitación que había recibido a alojarse en laresidenciaqueteníaelvirreyenSimlacomocontraprestaciónporhaberlodejadocazarentierrasdelaselvapunyabípertenecientesalServicioForestal,mientras

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Tamtratabadeexponerconentusiasmosusideasrelativasalriego.—Laszanjasdeberíanseguirlascurvasdeniveldelaspendientesenlugar

deavanzarenlínearectaalolargodelbordedelosbarrancos,queesloquehaprovocadoinundacionesyerosiónenelpasado.LoquehacenenAlemaniaes…

—¡PorDiosbendito,Telfer!—lohabíaatajadoBracknall—.¡Nomeestarádiciendo que quiere que sigamos el ejemplo de esas cabezas cuadradas! Encuantoa lode talarycortarhierba,susplanesvana tenerqueesperar,porqueprimerohayquecalcularloscostes.ElServicioForestalnodisponedeunfondoinagotable,¿sabeusted?

Todos sabían, aunque a nadie se le ocurrió decirlo, que la renuencia delingenierodemontesjefesedebíaasuvoluntaddemantenerlacondiciónvirgendelaselvaafindesatisfacerlasnecesidadescinegéticasdelvirrey.

La temperatura descendió en el instante en que cedió el aturdimiento deSophie,quequedódepieconlosbrazoscruzadosytiritando.

—Entraycámbiate—leordenóTamconmiradatensa.Llevaba ya dos días demal humor con ella, desde que losmadereros le

habían boicoteado la subasta. Él achacaba la culpa a su esposa por habermontadounaescenaenelalmacényhacerloquedarcomounidiota,peroellasenegaba a sentirse mal por haber tratado de impedir que siguiera azotando alguarda.Elrecuerdodeaqueldíatodavíahacíaquesesintieraenferma.Rafinohabía conseguidomejorar su humor al hacerle ver que los tratantes se habíanconducido de ese modo para protestar por el trato de favor que estabaconcediendoTamaunodeellosenparticular.

Cuando se quitó los zapatos empapados, la joven comentó en tonozumbón:

—Almenos le he ahorrado al limpiador tener que acarrear agua para elbañodeestanoche.

Mientrassealejaba,oyóasumaridoexcusarsediciendoqueeralaprimeravezqueSophieveíaelmonzónyalrestoecharseareír,peroellayaconocíalatemporada de lluvias. En aquelmomento tuvo conciencia de haber observadodesdelabarandillaaloschiquillosdesuedadchapoteandoenuncharcocolosalmientrasdiluviabayhaberdeseadopoderunirseaellos.

Nosedioningunaprisaendespojarsedelasprendasmojadasyfrotarseelcuerpoparasecarlo.Actoseguidose tumbóenlacamaenvueltaenla toallay,disfrutando de aquel frescor repentino, decidió dejarlos hablando de trabajomientras ella se permitía una cabezada de cincominutos. El tamborileo de lalluvia y la agitación de las contraventanas resultaban soporíferos y, además,habíanconvertidoelinteriordelbungalóenunlugaracogedorporprimeravezenmuchotiempo.

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Cuando se despertó, la lluvia seguía golpeando el techo, pero el cuartoestabasumidoenlaoscuridad.Seincorporósintiéndosemareada.Llevabasiglossin disfrutar de un sueño tan profundo. La toalla húmeda parecía haberseadheridoasupielfría.Seechóatemblarenelmomentodequitárselayponerseunablusayunafaldasecas.Loszapatosquellevabapuestosmientrascorríaporelbarroestabansobreuncharcoalladodelapuerta,arruinadosporcompleto.

Alcruzarlasaladeestartuvolasensacióndequelacasaestabadesierta.Laverandaestabaaoscuras.Tamhabíaplaneadollevaralosinvitadosavisitarel vivero de cisos y moreras de la plantación, pero le extrañaba mucho quehubiesensalidoconaqueltiempo.Asomándosealaveranda,sesorprendióalveranegadoeljardín.Lacasahabíaquedadopocomenosqueaislada.¿Cómohabíapodidocaertantaaguaentanpocotiempo?

—SehanidoaChickawatni.Lavozlehizodarunrespingo.Deentrelassombrasvioavanzarhaciaella

unhombrequeacababadelevantarsedesusilla.EraBracknall.—Sientohaberlaasustado,muchacha.—¿Chickawatni?—preguntódesconcertada.—Hepensadoque seríamejor que fuera alguien a supervisar el canal y,

dadalaobsesiónquetienesumaridoporlosconductosderiego,mehaparecidoelmásindicadoparahacerlo.

ASophienolehizograciaeltonodemofaquehabíaempleado.—¿DeesonoseencarganlosresponsablesdecanalesdelDepartamentode

ObrasPúblicas?—preguntóella.—Del canal, pero la plantación que linda con él es nuestra o, más

concretamente,desumarido.Siseinunda,seperderánlosplantones.Sophieno se atrevió a alejarsede los escalones.Se sentía incómoda.En

cualquier caso, la lluvia volvía a apretar y la luz había abandonado casi porcompletouncielogrisqueparecíahechodemetal.La tiendadeRafi sehabíacombado bajo el peso del agua y la hierba en la que había dormido las tresúltimasnochessehabíatrocadoenunlago.

—He enviado a Kan con Tam —dijo Bracknall como adivinando suspensamientos—. Me pareció que sería comprometedor tenerlo por aquí enausenciadesumarido.Yasabeloquelesgustahablaraloscriados…

EldesasosiegodeSophienohizosinoaumentar.—¿Cuántohacequesehanido?—Lleva usted durmiendo más de cinco horas. Dudo que vuelvan esta

noche.Detodosmodos,lacarreterapareceimpracticable.Dichoesto,diounapalmadarepentinaydelassombrassaliódeinmediato

uncriadodesconocidoparaella.EljefedeTamsoltóunaretahíladeórdenesen

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urdu y el otro salió enseguida al jardín y echó a correr hacia la cabaña de lacocinaconelaguahastalasrodillas.

—Hafizpuedetraerlealgodebeber—dijoellaantesdecruzarlaverandaygritar—:¡Hafiz!

—El porteador se ha ido con Telfer y con Kan.—Bracknall le hizo ungesto con lamano—.Venaquí a sentarte,Sophie.No te importaque te tutee,¿verdad?Bebeconmigo.Megustaríaquehablásemosdelfuturodetumarido.

Ellasesintiómuyviolentaanteaqueltonoautoritario.Aquellaerasucasa,no la de aquel hombre, pero entonces reparó en que quizás él tuviera másderechoareclamarlaqueellaoqueTam,pueselbungalópertenecíaalServicioForestaldelPunyab,queestababajoladireccióndeBracknall.

En ese momento llegó el criado con dos combinados de ginebra yangosturayunabandejadepakoraconespecias.Sophiecomenzóarelajarsetrasunossorbosdeaquellabebidaamarga.BracknalllehablóconvozrelajadadelavidadeLahore,delhijoqueteníaenuninternadoydesupasiónporelpoloyeltenis.

—¡Québienque tú jueguesal tenisconTam!Contarconel apoyode laesposadeunonotieneprecio.

—Megustajugar—contestóella—.NolohagoparacomplaceralServicioForestalnimimaridotampoco.

—De eso último no estaría yo tan seguro —dijo él sonriendo—. TamestaríadispuestoamuchocontaldemedrarenlaAdministración.Esunhombreentusiastayambicioso,cosaqueyoadmiro.Sumarsealosmasoneshasidounaestrategiamuyinteligente:paraprosperarenlaIndiaesnecesarioimpresionaralagenteadecuada.

—¿NodeberíantenerseencuentalosconocimientosdesilviculturadeTamysusideassobrelainnovaciónenesteámbitomásquesisabeonogolpearunapelotadetenis?

Bracknallseinclinóhaciaellaenlapenumbra.Aunquenoresultabafácilinterpretarsuexpresión,suspalabrasteníanuntonoclarodeadvertencia.

—Permite que te dé un consejo. No dejes que tu marido se entusiasmedemasiadoconideasmodernas:nohaynadaquenosresultemásirritantealosque llevamos aquí un tiempo que los jovenzuelos que llegan de Inglaterraconvencidos de que conocen todas las respuestas y se empeñan en decirnoscómohayquehacerlascosas.

Sophiesesintióempujadaadefenderasuesposo.—Tamesescocésynoesningúnjovenzuelo.Esveteranodelaguerrade

Flandes,dondevivióexperienciasterriblesquenodeberíaconocerjamásningúnhombre,mientras que sus superiores prosperaban en la India, resguardados de

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todo aquello. Mi marido tiene ideas muy buenas: ha estudiado mucho y haaprendidode la experiencia, y elServicioForestaldebería estar agradecidodetodoloqueestádeseandoofrecerle.

SuponiendoqueBracknallseofendería,nopudomenosderuborizarseantelarudezadesuspalabras,perolaactituddeélleparecióinsufrible.Enlugarderesponder, se limitóasacarunapitilleradeplatayofrecerleuncigarrillo.Ellaestabaapuntodedeclinar,sabiendoqueTamnosoportaríaverlafumar,cuandoaceptó uno pensando que la ayudaría a calmar los nervios. Bracknall se loencendióantesdehacerotrotantoconelsuyo,cruzólaspiernasysereclinóensuasientomientraslaobservaba.

—Megusta—dijoarrastrandolaspalabras—.Dehecho,apreciomuchotulealtad.

Sophie exhaló el humo y tomó un trago de su bebida. No veía adóndequería llegar aquel hombre. El criado de Bracknall rellenó los vasos eintercambióconsuseñorunaseriedefrasesrápidasqueellanologróentender.Elhombreencendiódoslámparascuyaluztenueiluminólacortinadelluviaquecaíaalotroladodelbalcón.

—Metemoquevoyatenerquesolicitartuhospitalidadhastamañana—dijo Bracknall—.Mi porteador dice que la carretera que lleva al bungaló delcanalestáinundada.Nosvaaprepararunasopa.

Ellasepusoenpie.—Lepediréamicocineroquepreparealgo.Él tendió la mano para detenerla. El modo como le sostuvo el brazo la

estremeció.—Estátodoarreglado.Siéntateyrelájate,querida.Trescopasmástarde,Sophieoyóconalivioquelacenaestabaservida.Se

sentíamareadaynopodíadejardetiritarpesealacalidezdelaire.Comieronenunamesa dispuesta en la sala de estar, porque la casa era demasiado pequeñaparatenercomedor.Laintimidadqueconferíanalaestancialascontraventanascerradasylasvelasencendidasleresultabaincómoda.Sepreguntabaporquénohabía visto a ninguno de los integrantes de su propio servicio. Eramuy pocoprobablequeTamseloshubierallevadoatodos.

Lajovennodejabadedirigir laconversaciónhacia laseñoraBracknallafindeeludir laspreguntaspocodiscretasquesobreellamismaleformulabaeljefedelosingenieros.

—LaseñoraB.sehaadaptadomuybienalavidadelascolinas—aseveróél—.Dalhousie esmuy agradable.Musoorie está plagada de soldados rasos yfuncionarios de escasa categoría.Murree es bonita, pero no tienemucha vidasocial.PoresoellaprefiereSimla.Mecuestaunafortuna,peroellaserelaciona

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asíconlaclasedegenteadecuada.—TamquieremandarmeaDalhousie—reconocióella.—Perotúprefieresquedarteasulado.—Claro—laindignabaquepudieseestarburlándosedeella.—Para que unamujer aguante aquí la estación cálida tiene que sermuy

especial. —La miró de hito en hito—. Hay quien hablaría incluso deimprudencia.Yo,despuésdevertedarcabriolasbajolalluvia,estoytentadodecoincidirconesaopinión.

Sophiesintióqueelcalordelpechoselesubíaalasmejillas.—Noséquémehapasado—masculló.Él alargó unamano para posarla sobre la de ella. Ella intentó apartarla,

peroélnolasoltó.Clavóenellasusojoscelestes.—Megustalagentetemeraria.Laescenameharesultadoencantadora.—

Lesoltólamanoderepente—.Sientoquehayaparecidoquedesdeñabalasideasde Tam. Tienes razón: necesitamos jóvenes entusiastas como él en la región.Cuéntamemáscosasdesusambiciones.Conmigopuedessersincera.

Unavezmás,Sophiequedósinsaberquépodíaesperardeaquelhombre.Supresencialaincomodabay,sinembargo,agradecíalaocasiónquelebrindabadeexponerlossueñosdesuesposoydefendersuposición.

Sepusoenpie.—Vamosatomareltéenlaverandayseguimoshablando.Sírvasewhisky

silodesea.Enelmomentodeabrirlapuertayobservarlaoscuridad,rezóporqueno

fuesetardeaúnparaverregresaraTamyaRafi.Bracknalllasiguióconungranvasodelmejorwhisky deTam, intacto desdeAñoNuevo.En lugar del té quehabía pedido ella, el criado de él llevó un narguile que colocó entre los dos.Bracknall dio una calada y tendió la boquilla a Sophie, que, aun sin ganas defumar, aprovechó la ocasión que se le brindaba de hacer algo con susmanosinquietas. El efecto calmante fue inmediato. ¿Qué podía ganar preocupándoseporelparaderodeTam?

Sepuso a hablar con locuacidad sobre las intenciones de sumarido, susesperanzas de llegar a ingeniero demontes jefe al cumplir los treinta, hacerseexperto en irrigacióny silvicultura, dar conferenciasyobteneruna cátedra.Élasentíacon lacabezasindecirgrancosa,peroellapodíasentir suaprobación.Sabíaloimportantequeeraaquello,porqueBracknallpodíacatapultarsucarrerao hundirla. Ya habían sido testigos de cómo habían arrinconado a Boz. AMcGinty también lo habían apartado al destinarlo a las tierras casi autónomasdelpasodeJáiber.

—Es demasiado radical —había dicho Tam—. Tener ideas políticas no

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sirvedemuchoenelServicioForestal.Kandeberíatomarnota.Cuando Sophie había preguntado qué quería decir con eso, su esposo le

habíadicho:—RaficoqueteabaconelsocialismoestandoenEdimburgoyeso,queen

Escociapuedeestarmuybien,seconsideraunactodesediciónenlaIndia.Tieneunhermanoexaltadoqueestámezcladoenlacampañaporlaautodeterminaciónyaéllevaldríamásdistanciarsetambiéndetodoeso.

Alfinal,lajovensequedósinnadaquedecir.Losdosguardaronsilencioyoyeron caer la lluvia mientras Bracknall bebía whisky y Sophie fumaba delnarguile.El tamborileo del tejado la adormecía y el sonido del agua resultabahipnótico.

—Ya no vuelven esta noche—aseguró Bracknall—. La carretera se havueltodemasiadopeligrosa,asíquesequedaráneneldak.Notepreocupesporellos.

Sesentíainvadidaporunaextrañaindolencia.—Voy a hacer que comprueben que el cuarto de invitados…—Estaba

demasiadocansadaparaacabarlafrase.—Hemandadoacasaatuscriados.Sophieteníadificultadesparafijarlavista.Sesentíarara,comoingrávida.—¿Yporquéhahechoeso?—Porque tenía pensadoofrecerte unaoportunidad—explicó sin prisa—,

unmododeimpulsarlacarreraprofesionaldeTam.—Noloentiendo…—Porloquemehascontadoesevidentequetienesmuchointerésenque

TamprospereenelServicioForestal,¿noesverdad?—Sí, claro. —Sentía la lengua demasiado hinchada como para poder

pronunciarconpropiedad.—Comparteconmigotulechoestanocheymeencargarédequeobtengael

puesto de ayudante de ingeniero de montes cuando manden a Martins aDehradun.

Sophiecreyóquenolohabíaoídobien.—Perdón,¿quéhadicho?—Novasasernilaprimeranilaúltimaqueusesusnotablesencantospara

promoverlaposicióndesumarido.¿Quétieneellodemalo?Podemoshacernosunfavormutuo.Eresunamujermuydeseable,Sophie.

Ellaseafanóendespejarse lacabeza.Oía laspalabrasdeél resonarleenlosoídos.Respondiópausadamenteyconnopocadificultad.

—¿Quemeacuesteconusted?NopiensotraicionaraTam.—Noestraicionarlo,sinoayudarlo.

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—No,meniego.—Sacudiólacabeza,peroesonohizomásqueempeorarlascosas.¿Quélehabíapuestoenelnarguile?

—Pues sería una lástima para ti. Reconozco a la legua a una mujerfrustrada. Tu marido no te satisface, ¿verdad? Tiene demasiados complejosreligiososcomoparapermitirsedisfrutardelavertientefísicadelascosas.

—Calle—farfullóella—.Noesverdad…—Claro que, si no quieres verlo ascender… —Dejó que las palabras

quedasenflotandoenelairecomounaamenazacongestopesaroso—.Paraunmatrimoniopocoestablesuponeunatensiónterribleverserelegadoalafronteranoroeste.EnunlugaratrasadocomoaquelnadievaaprestaroídosalosplanesdeTam.

—Nopuedeusted…—dijoellaponiéndoseenpiecondificultad.Perdióelequilibrioyélcorrióasostenerla.

—Claroquepuedo—repusosonriendo—.TengoinfluenciaenlomásaltodelServicioForestalyelgobernadortambiénesmiamigo.Podríadecirse,siloprefieres,quelosbosquesdelnortedelaIndiasonmifeudopersonal.

Sophie estabadesconcertada.Había creídoqueBracknall estabadel ladode Tam y, de pronto, estaba amenazando con arruinar su vida… y la de ella.¿Cómohabíapodidoevaluartanmallasituación?

—Nocuenteconmigo.Laideameenferma.—Loapartódeunempujóneintentórebasarlo,perolaspiernasparecíannoquererllevarlaenlínearectayensuintentodehuidafuegolpeándoseconlosmuebles.

Él reía mientras, tomándola del brazo, la llevaba con firmeza hacia sudormitorio.

—Déjeme—dijoella,aunquesinfuerzaspararesistirse.—Tevasahacerdañositecaes.Túmbate.La risa de él resonó en su cabezamientras ella alcanzaba la cama y se

dejabacaeragradecida.Todoledabavueltas.Cerrólosojos.Intentódeciralgo,peroseletrababalalengua.Perdióelconocimiento.

Ladespertóunrayodeluzqueatravesabalascontraventanasentornadasyle hería la vista. Se sentía muy mal. Le dolía la cabeza y sentía los ojoslegañosos.Poruninstante,lamenteselequedótotalmenteenblanco.Entreabriólosojose intentó incorporarse,peroelmovimiento leprovocónáuseas.Estabadesnuda bajo las sábanas. Aquello la desconcertó: a Tam no le gustaba quedurmierasincamisónpormiedoaquelavieranloscriados.Permaneciótendida,tratandoderecordarquépodríahaberpasadoaquellanocheparaquesesintieratanindispuesta.

Elmonzón.TamyRafihabíansalido.Bracknallestabaallí.Habíancenado

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juntos. El pulso empezó a acelerársele de forma incómoda. Había estadofumando en un narguile y hablando demasiado, pero no recordaba habersemetidoenlacama.¿SeguiríaaúnBracknallenlacasa?

Volvió lacabeza.Asu lado, laalmohadaestabadeformaday lassábanasarrugadasenel lugardondehabíadormidoalguien.Tamdebíadehabervueltotarde.Sinembargo,pormásquedesearaqueaquellofueseverdad,lasentrañasse le encogieronde terror.Laalmohadaolía abrillantina, cuandoTamsolo seechabaaguaenelpelo.Laangustialetensóelpecho.OlíaaBracknall.

Entonces empezaron a acudirle a lamemoria retazos de su conversaciónbalbuciente y de las proposiciones de él: «… tenía pensado ofrecerte unaoportunidad…impulsar lacarreraprofesionaldeTam…Comparteconmigo tulechoestanoche…».Sophiesellevóunamanoalabocaparacontenerlabilis.¿Quéhabíahecho?¿HabíaaccedidoalasexigenciasdeBracknall?Elmomentode meterse en la cama y lo que pudiese haber ocurrido después se hallabansumidosenunvacíooscuro.Seafanóenincorporarseysalirdelacama.Laropadelavísperaestabatiradaenelsuelo.Conlacabezalatiéndolededolor,sepusouna bata y se dirigió a la puerta. El limpiador pasaba por la veranda con elcontenidodelinodoroportátil.Elniveldelaguadeljardínhabíabajadoydejabaverbrotesdecolorverdeesmeralda.Recorriócon lentitud lacasaycomprobóaliviadaqueBracknallysucriadoyanoestaban.

Solodespués,mientrasaguardabaelregresodeTam,asaltósumemoriaundestello,comounsueño,quelerobóelaliento.Vioentoncessucuerpotendidoenellechocomosiseestuvieracontemplandodesdeunagranaltura.Sobreellasubíaybajabaelcuerpocarnosoyblancodeunhombrequegruñíadeplacer.Bracknall.

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Capítulo28Lahore

—¿Nopiensasescuchara tuhermano?—exclamóAbdulKanpasándoseunamanoporelcabellogrisyralocongestoagitado.

—¿YporquémeibaainteresarnadadeloquedigaesteincondicionaldelRaj?—dijo Ghulammirando a Rafi—.Míralo, vestido con sus pantaloncitoscortoscomounsahibblanco.

—Noteconsientoquelefalteselrespetoatuhermanomayor—leespetóAbdul.

—No pasa nada, papá. —Rafi trató de calmarlo, preocupado por laagitaciónquehabíaprovocadoladiscusiónenelanciano,sudorosobajoeltrajeformal.

—Síquepasa—repusoeste—.Pasaymucho.HacedosdíasestuvieronapuntodearrestaraGhulamporprotestardelantedelosjuzgados.Sinollegoaintervenir…

—Eraunamanifestaciónpacífica,unactodesolidaridadconloshermanosqueestabandentro—sedefendióeljoven.

—Estáisquebrantandolapaz.—Nohabrápazhastaquelosbritánicossalgandenuestratierra.Notienen

ningúnderechoaperseguiranuestroshermanosporelsimplehechodeconvocarunhartal.

—¡Unhartal!—gritóAbdul—.¿Porquétedejasenredarenesasprácticashindúes, que no hacen más que causarnos problemas a los musulmanesobservantesdelaley?

—Se trata de una forma de protesta muy propia de la India, papá —intervinoRafi—.Unahuelgaespiritual,siquieresverlaasí.Elcasoesquenoesunactoviolento.

—¡Huelgas! —dijo Abdul alzando los brazos con impaciencia—. Nos

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estánhaciendomuchodañoatodoslosquetenemosnegociosenLahore.—Losbritánicos son losúnicosqueboicotean las tiendasque seunenal

hartal —apuntó Ghulam— y de aquí a poco, una vez que los echemos denuestropaís,noslasarreglaremossinsututela.

Abdulestampóelpuñoenlamesa.—¡Niseteocurrahablarderevoluciónbajomitecho!Hastaahoranosha

ido muy bien con la tutela británica: vosotros no habríais disfrutado de unaeducacióndecalidadcomolaquehabéisrecibidosinohubiéramosprogresadograciasasuscontratosdeconstrucción.Noloolvidesnunca.

—Yonodebonadaalosbritánicos—repusofurioso—.¿Notedascuentadequenosmenosprecianynosdan solo lasmigajas?Usana tusobrerosparaconstruirsesusmansionesysusclubes,papá,peroatinotedejanpasardesusumbralesnihacertesocio.

—Teprohíboquevuelvasaasistiraunadetusreunionesclandestinas—bramóAbdul—.Son ilegalesyesosa losque tú llamashermanosnosonmásque delincuentes. A ellos no les interesan las protestas pacíficas: revientancochesysecuestranapersonasenlascalles.

—Eso es lo que dice la propaganda del Raj, papá. Son guerreros de lalibertadyyoestoyorgullosodeserunodeellos.

—Sitedetienen,vasaavergonzarmeyaromperleelcorazónatumadre.¡Díselo,Rafi!

—Hermano —dijo el mayor al pequeño de la casa, su favorito y, sinembargo, el más problemático—. Mientras vivas aquí, deberás respetar losdeseosdenuestropadre.Hayotrosmodosde impulsar la independencia de laIndia.

—¿Comocuáles?—Ghulamfruncióelceño.—Superando a los británicos en su propio juego.Usa tu formación para

progresarenel ámbitodelDerecho.Deesemodo,complacerása tuspadresyestaráslistoparatomarlasriendasdelpodercuandosevayanlosbritánicos.

—¿Ycuándovaasereso?—preguntóelotroconmordacidad—.¿Deaquíacincuentaaños?¿Cien?¡No!Nuncavanadejarelpoderporvoluntadpropia.Losimperialistasnohaceneso:selimitanaengañaralagenteconpromesasquenopiensancumplir.Notienenningunaintencióndemarcharse.

—Esonoesverdad—replicóRafi—.LagentecomoTelferyBoswellhandejado siempre clara su intención de preparar a los indios para que se hagancargodelServicioForestal.Estageneraciónvaasertestigodelcambio.

—Llevasdemasiado tiempoviviendocon losbritánicosycreyéndote susmentiras.Hastahablascomoellos.Túylosquesoncomotúhacéismásfácilsupermanencia: aceptáis los trabajos de poca monta que os ofrecen con la

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esperanzadeascenderalgúndíaalosaltoscargosdelfuncionariadoindio,peroloúnicoqueestánhaciendoellos es reírse avuestras espaldasdevosotros, decómoosvestísydecómoremedáissuscostumbres.

Rafi se sintió herido por sus palabras.A sumente acudió con viveza laimagen del aire patricio de Bracknall y su palmada paternalista en la espaldamientrasdecíacosascomo:«Encárgatedeloscaballos.Buenchico,Kan».

—¡No insultes a tu hermano!—gritóAbdul con la paciencia a punto deconsumirse—.Ynoseteocurrallevarmelacontraria.TeprohíboquetejuntesconesosdelPartidoGadar.

—Nopuedesimpedírmelo.Abduldejódeunsaltosuasiento,quecayóhaciaatrásdelimpulso.—Simedesobedeces,tendréqueechartedemicasa.¿Mehasoídobien?Ghulamtambiénsepusoenpie.—Te quiero, papá—dijo con los ojos airados brillantes de emoción—,

perolacausaporlaqueestamosluchandoesmásgrandequelalealtadfamiliar.Nopuedonivoyadejarla.

Lanzó una últimamirada desafiante a Rafi, que se sintió destrozado: suhermano estaba abordando la situación delmodo equivocado e incurriendo engranpeligro,peronopodíamenosdeadmirarsupasiónysuentrega.Élhabíahablado durante horas con compañeros comoMcGinty sobre un nuevo ordenmundialdehermandadylibertad,peroGhulamestabadispuestoapredicarconlaacción.

Meneólacabezacongestotriste.Suhermanomenorgirósobresustalonesysaliódelahabitaciónconpasodecidido.Elpadreysuprimogénitoguardaronsilenciounlargorato.Abdulfuealaventanayobservóatravésdelacelosíaelpatiodelaplantabajaparaver,incrédulo,asuhijorebeldesalirporlaspuertasdelaviviendaconlasmanosvacíasysinvolverlavistaatrás.

Rafirecogiódelsuelolasillavolcadayseacercóaélsacandoelpaquetedetabaco.

—¿Uncigarrillo,papá?Abduldeclinóconunmovimientodecabeza.Tenía losojosanegadosen

lágrimas.—¿Qué hemos hecho nosotros para merecer unos hijos tan díscolos?

Primero echas tú a correr para alistarte en el ejército y te pasas años en elextranjero, Rehman no es más que un vividor y ahora Ghulam se me hacerevolucionario. Amir y Noor son los únicos que están casados. ¿Por qué nopodéissentarcabezaenbuenospuestosdetrabajoycasarosconlasparejasqueelegimosparavosotros?

Rafiseencendió,nerviosoanteelgiroqueacababadedarlaconversación.

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—Yotengounbuentrabajo,papá.—Untrabajodejungli—contestóAbduldesdeñoso—.Vivesenuncuarto,

lejosdetufamilia,oenunatiendacomosifuerasunbeduino.—Nonecesitograncosa—lesonrió.—Puesvasanecesitarmuchasmáscuandotecases.Lasviviendasdeaquí

alladoestányacasirestauradasyseríanunhogarperfectoparatiytuesposa.A Rafi se le cayó el alma a los pies. Sus padres no habían hablado de

matrimonio desde el invierno y él había albergado la esperanza de que sehubieran resignado a verlo hacer vida de soltero. Sin embargo, el cabeza defamilia estaba recuperando su antigua obstinación y parecía querer aferrarse aaquelnuevoproyectoafindeaplacareldolorquelehabíaprovocadoelrechazodeGhulam.

—Ve a hablar con tu madre, que tiene en mente a una muchacha muyapropiadaparati,unabuenachicadeLahorecuyopadretrabajaenlabanca.Y,yaqueestásallí,aversipuedeshacerentrarenrazónatuhermanaFatima.

—¿Fatima?—preguntóélsorprendido.Surecatadahermanaeraunahijamodélica:obedienteyestudiosa.Había

obtenidounascalificacionesinsuperablesenelSaintMary’sCollege,conloquehabía demostrado que se equivocaban de medio a medio los amigos másconservadoresdelafamiliaqueveíanconmalosojosquemalgastaransudineroeneducaraunaniña.

—QuiereestudiarMedicina.¿Hasoídoalgunavezunatonteríasemejante?¡Médico,unamujer!

Rafisoltóunsilbidoyapagóelcigarrillo.—Esperemosquepuedasinfluirensudecisiónmásque…—¿MásqueenGhulam?—Novuelvasamencionarsunombreenmipresencia—leordenóAbdul

convoztemblorosaalpasoquesevolvíaamirarporlaventana.

Rafi se relajaba siempre al visitar la zenana, el lugar destinado a lasmujeres,delacasaaltaydispersadesupadre.Peseahaberobservadotodasuvidaelpurdahdeformaestricta,sumadreselascomponía,deunmodouotro,para tener conocimiento de cuanto ocurría en elmundo exterior.Nunca habíarecibidounaeducaciónformal,perohabíaluchadoporescolarizarasushijosyleencantabaqueleleyesenpoesía.Aunquedepuertasafueraseadheríaentodoalaopinióndesuesposo,enprivadoeraellaelmotordelafortunadelafamilia.

HabíasidosurelaciónconlaseñoraDrummond,directoradelSaintMary’sCollege—de quien había sido anfitriona durante la inauguración de las aulasnuevas construidas por la empresa de los Kan—, lo que había propiciado la

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obtención de una beca por parte de Fatima en tan prestigiosa instituciónfemenina de enseñanza. Rafi no podía menos de preguntarse si no habríadeseado sumadre desde el principio que su hija se convirtiese en una de lasprimerasmédicas de Lahore, alguien capaz de supervisar la salud de quienes,comoella,vivíanenclaustradasenlazenana.

Laencontróconsushermanassentadaalasombraenelpatio.Elaguadela fuente y el piar de las aves que poblaban lamorera semezclaban con susvoces.Fueaabrazarla.

—Siéntateytetomasunsorbeteconmigo—ledijoelladandopalmaditasenelcojínqueteníaallado—.YaveoentucaraqueGhulamnohahecholoquele habéis pedido. Tu padre me echará a mí la culpa por haberlo mimadodemasiadodeniño.Alomejoresverdad,perotambiénesciertoqueélsiemprehatenidoprisaporcambiarelmundo.

Rafisepusoencuclillas.—No te sientes comoun campesino—lo reprendió suhermanaNoor—,

queyanoestásenlaselva.—Suembarazoyaestabamuyavanzadoyselaveíasudada.

Élsedejócaerenloscojines,hizounguiñoaFatimaysesirvióunhigodelafuentedefrutaqueteníandelante.Comodecostumbre,Fatimaestabasentadacon la espalda recta y bien compuesta y se limitaba a observar a lasmayoresmientrasellashablaban.Podíaserquesesintieraazoradaportenerloallí,perolocierto era que su carácter reservado hacía difícil que Rafi supiera nunca quépensaba.Sumadresupusoqueelpequeñotendríaintencióndealojarseconsusamigoslosactivistas.

—Aversipuedesconvencerloparaquesequedeavivircontiguo,Rafi—dijopreocupada—.Así sabremospor lomenosqueno estádurmiendoenunaceldadelapolicía.

—NotepreocupestantoporGhulam—lecontestóNoorcondesdén—.Yaloverásvolvercorriendolapróximavezquenecesitequepapálosaquedeunaprieto.EsFatimadequienhabríaqueocuparseahora.¿Telohacontadopapá?

—¿LodeladoctoraFatimaKan?—laprovocóél.Lapequeñaleregalóunesbozodesonrisa.—¡Chis! —Noor resopló con impaciencia—. No la animes. Ya ha

estudiadobastante.Noesnaturalqueunamujerquierasermédico.Asínovaaquererdesposarlaningúnhombre.¿Noesverdad,mamá?

—Probablemente—convinoella.—Otromédico,quizá—sugirióelhermano.—No es cosa de risa—le espetó Noor—. Tienes que hacerla entrar en

razón.Nosabeslasdiscusionesfamiliaresqueestáprovocandoesto.Dicemuy

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pocoenfavordetodosnosotros.Apapáyalehanechadoencaraquenotengapotestadningunasobresupropiahija.

—¿Quiéndiceeso?—preguntóRafi.—Tushermanosytustíos.¡TodoGawalmandi!Élseechóareír.—Tienesrazón:nohaytiendaporlaquepaseenlaqueesténhablandode

otracosa.—¡Mamá!—exclamó Noor con los ojos llenos de lágrimas de furia—.

¡Dilequenoseburledemí!—Rafi—loamonestósumadre,queposóunamanosobrelacabezadela

hijaquetantosehabíaalteradoparadecirle—:Yaestá,ruiseñormío,quevasahacerqueenfermetucriatura.

—Perdona.—Rafisearrepintióenseguidayfueadarleunaspalmadasenelhombroasuhermana—.Detodosmodos,yonocompartotusmiedossobreFatima. Es un signo del progreso civilizado que lasmujeres estudien para serenfermerasymédicas.SobretodolasnecesitamosenlaIndia,dondelamayoríade los hombres no consiente que a sus esposas ni a sus hijas las examinenhombres. Piensa todo lo que puede mejorar la salud de nuestras mujeres sireciben loscuidadosdepersonascomoFatima.Míratea timisma—ladesafió—:ellapodríaasistirteenelparto.

—¿Yquétienendemalonuestrascomadronas?—protestóNoor—.Túnonecesitasteanadiemás,¿verdad,mamá?

Lamadreguardósilencioduranteunlargorato.Estuvojugueteandoconelbrocado de su sari y, cuando habló, lo hizo con voz suave y cargada depesadumbre.

—EntreAmirytúperdíatresbebés.Tupadrenoconsintiódejarentraraunmédicoenlazenana.Nomepidáisquediganadamássobreesteasunto.

Aquella crítica a su marido fue tan inesperada que todos se limitaron amirarlamientrasseajustabaelsariytomabaunpocodesorbetehelado.

—Yahora,hijomío—prosiguióclavandoenélunamiradaresuelta—,deloquedeverasqueríahablarcontigoeradeSultanaSarfraz,lahijadelbanquero.Esmuyhermosa y es prima tuya a través de tu tío abuelo Jamal. Enséñale lafotografíaatuhermano,Noor.

Rafi puso los ojos en blancomirando a Fatimamientras lasmayores sedeshacían en elogios para con la retratada. Él observó a la mujer de rostrosolemneydelgadoquemirabaconojosgrandeseinquietosalacámaraenunafotografía de estudio. Parecíamuy joven.Abatido, tuvo que reconocer que nosentíanadaporella.¿Cómoibaaserdeotromodocuandolaúnicamujerenlaque podía pensar era Sophie Telfer? Pasaba sus horas de vigilia soñando

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despiertoconella,consusonrisayelmodoenqueseapartabaelcabellorubiodesusvivosojoscastaños,suandarrápido,surisaroncaycómosemovíasobrelasillademontarcuandocabalgabasobresuponinegro.NohabíapasadoporaltoquellevabasiemprepuestoelópalonegroquelehabíanregaladoBozyél,nilafrecuenciaconlaqueloacariciabaconsusdedosdelicados.Pormásquelointentara,no lograbaquitarsede lacabezaelmomentoenqueSophiesehabíapuestodepieenlaazoteadelbungalódelbosque,conlaluzdelalunaatravésde su ligera combinación mientras bajaba los empinados escalones. ¿Habíaestadodurmiendoallíosolohabíasubidoatomarelaire?Porsuerte,nohabíapodido determinarlo: de lo contrario, no habría sido capaz de sustraerse a latentacióndesubircorriendoparatenderseasulado…

Lo consumía el sentimiento de culpa con respecto a su amigo Tam porabrigar semejantes pensamientos y, no obstante, también lo acometía la rabiaantelafrialdadcadavezmásmarcadaconlaquelatratabaél.Sehabíamostradotan feliz de ver a su marido cuando habían vuelto los dos de la plantacióninundadadeChickawatni…Tam, sin embargo, sehabía enfadadoconellapordejarmarcharaBracknallantesdesuregreso.

—Deverdad,Sophie—habíainsistidopesealaslágrimasdeella—,teníasquehaberloentretenidopormí.Ahorapensaráquesomosunosmaleducados.

Lepartió el corazónverla tandestrozada,peronoestabaen situacióndeayudarla:Sophie estaba casada conotro.Aunen casodehaber estado soltera,estaba fuera de su alcance por culpa del estricto código impuesto por losbritánicos en la India, que convertía en parias a las blancas que contraíanmatrimonioconindios.

—Síqueesguapa—dijotratandodereunirciertoentusiasmoporSultanaSarfraz.

En su familia había yademasiada aflicciónpara que él hicieramayor sudesdicha.Talvezelmatrimonionofuese,alcabo,unamalaidea:podríaserunacuraparasuspensamientostorturadosyunavíadeescapeparasupasión.

Sumadrelomiróconunasonrisaamplia.—¿Entonces, te parece bien que concertemos una reunión con la familia

Sarfraz?Rafi vaciló. Observó la mirada expectante de Noor y la cautelosa de

Fatimaysepreguntósiestaúltimanoseríacapazdeleerlelospensamientos.—Sí.—Seobligóasonreír—.Sitehacefeliz,mamá…

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Capítulo29Shillong

La lluvia formabaunacortina tras laverandadelcomandanteRankin.Elcieloestabaoscurocomosifueradenoche.Desdelaseguridadquelebrindabalasaladeestaryconlaspuertasabiertasdeparenparafindepoderdisfrutardelvientoyelespectáculo,Tillytuvoaquellaporunatormentagloriosa.

—NodejodepensarenquelosLoganvivíanenBelguri—dijoalzandolavozparahacerseoírfrentealfragordelostruenos.

—Tienesentido—repusoRos—.¿Nofueronalascolinasporproblemasdesalud?Debierondealquilarladuranteuntiempo.

—PeroJamesteníaquesaberloy,sinembargo,melohaocultadosiempre.¿Porqué?Noquierequemeacerquesiquieraaesacasa.

—¿YesonotendráquevermásbienconsuprimoWesley?Nosellevanmuybien,¿verdad?

—Puesyo tengomásganasquenuncade irallí—aseveróella inflexible—.ComandanteRankin,¿quérecuerdaustedde1907?¿Esverdadquesetensómucholasituaciónporelquincuagésimoaniversario?

—Enmiopiniónsepusoelgritoenelcielopornada.Aunquelalealtaddelejércitoindioesincontestable,almenosenmiantiguoregimiento,elGobiernose preocupó de veras por que pudiera haber revueltas. Imagino que loscultivadoressesintieronmásvulnerablesquelamayoría.

—¿Porqué?—Porquevivíanenzonasremotasyaisladasyteníanalaspuertasdesus

casasunnúmeroelevadodeculispobres.—¿YcreeustedqueBelgurileshabríabrindadomásseguridadalosLogan

quelaplantacióndelaOxford?—Quizá—reconocióél—.Belguriesunahaciendapequeñaylapoblación

de Jasia es gente amigable.Recuerdo cuando la dirigíaBelhaven, unveterano

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muyagradablehastaquesedioalabebida.Queyosepa,nuncatuvoproblemasconsusobreros.

—EseeselpadredemiamigaClarrie:JockBelhaven—anuncióTilly.—¡Ah, su hija Clarissa…! —El comandante sonrió—. Una muchacha

impresionante:morena,muyguapaygranamazona.Sumadreeramedioindia.Metemoquelagentedebienlesdiodelado,peroamímegustabairapescaraBelguricuandoteníapermiso.

—Pero, en 1907 —dijo ella, volviendo al tema que la preocupaba—,¿cómoestabanallílascosas?

—Nolosé.—Élseencogiódehombros—.Elregimientoestabadestinadoenlafronteranoroesteaquelverano.Rosestabaaquí,enShillong,consumadre,pero era demasiado pequeña como para recordar ahora aquellos tiempos,supongo.

—Síquemeacuerdodequeloscríosnosasustábamosunosaotrosenlaescuelacontándonoshistoriasdenativosqueibanairrumpirenlascasasporlanocheparadegollaratodoslosniñosblancosenlacama.

—Los chiquillos pueden llegar a ser tremendos —apuntó Tilly—, pero¿huboproblemasdeverdad?

—No,queyorecuerde.Enlaescueladelacantonamientonosteníanmuyprotegidosdelmundoexterior.

—Clarrietampocopodrádecirmenada—dijosuamigaconunsuspiro—,porque en esas fechas estaba en Inglaterra. Por eso pudieron alojarse allí losLogan.MepreguntoquépasaríaconlahaciendaentrelamuertedelosLoganyelmomentoenquevolvieronacomprarlaWesleyyella.

—ClarissaBelhaven,¿eh?—Elancianosoltóunarisita—.¡Unamujerconlas ideas muy claras! Le daba igual lo que pensase la gente de ella yescandalizabaatodaslaschismosastomandoeltéconsupreciosahermanaenelPinewoodHotel.

—¿Y Belguri? —volvió a recordarle Tilly—. ¿Estuvo vacío todo esetiempo?

Suanfitriónarrugóelentrecejointentandohacermemoria.—No recuerdo oír decir que viviera nadie allí hasta el regreso de los

Robson.—Belguri—repitióRos—.Yosíquemeacuerdodealgo.—¿Sí?—preguntósuamiga.Lajovenagitóunamano.—Sí,aunqueenrealidadnoesnada:habladuríasinfantiles.—Vamos,cuéntame.—Losniñosdelacantonamientodecíanqueenunaplantacióndetédelas

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colinashabíaunbungalóantiguoqueestabaencantado,quetodoaquelquevivíaallíacababamuerto,peronoeramásqueuncuentoestúpido.

—Entodosloscuentoshaysiempreungranitodeverdad—gruñóelpadre—. La mujer del viejo Belhaven murió allí por un árbol caído durante elterremotoyél,después,bebióhastamorirtambién.

TillyyRossemiraron.—YluegoperdieronallílavidalosLogan—dijolaprimera.Todosguardaronsilencio,sumidosensuscavilaciones,mientras la lluvia

perdía fuerza y del lago se alzaba una bruma cálida que acabópor ocultar lascolinas.

Tilly volvió a la biblioteca para consultar los ejemplares de la ShillongGazette de aquel mayo remoto. Aunque sabía que debía de ser por puracoincidencia que los Loganmuriesen en aquel ominoso aniversario, no podíaquitarsedelacabezalaideadequetalvezhubieraalgunarelaciónentreamboshechos.

El día 10 era también el del sexto cumpleaños de Sophie. Su primarecordaba que había querido celebrar una fiesta y no había acudido nadie,aunque había habido fuegos artificialesmás allá de la valla y también habíansonado tambores.Lapequeñahabía supuestoque ibandestinados a felicitarla,pero,demayor,habíallegadoalaconclusióndequenodebiódeserasí.

—Ytocaroncontantafuerzaquelleguéaasustarme—habíadicho.Tilly se preguntó si no podían deberse los estallidos y los golpes a algo

mássiniestro.QuizálosLoganhabíancorridodeveraspeligroenaquellugar…—Mimadremedijoquemefueraajugaralescondite—habíarecordado

Sophie. Era de los pocos momentos con su madre que tenía grabados en lamemoriay,dehecho,bienpodíaserelúltimo,segúnhabíaconfiadoasuprima.

Lister,elpolicíajubilado,volvióasacarencantadolosperiódicos.—Sabíaqueteníaquehaberalgomás.¿Noselodije?—Enrealidad,nolosé—leadvirtióella—,peroquierohacermeunaidea

mejordeloqueocurrióenaquellasfechas.—En el club le he estado hablando al viejo Burke de su interés en la

muertedelosLogan.—¿Burke,hadicho?—Sí:elcomisariodeaquellaépoca.Mediolaimpresióndequeseponía

unpoconervioso.Quisosaberporquéestabaustedmetiendolasnaricesenlastragediasajenasdespuésdetantotiempo.

Ellaseruborizó.—Mepareció—dijoLister retorciéndose el bigote—que tenía algo que

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ocultar.La joven lepidióque llevaseel tomodeperiódicosencuadernadosauna

mesadelasecciónprincipal,puessabíaque,siendoaquellalasaladelectura,enlaquehabíaqueguardarsilencio,selibraríadesupresenciaysuscomentarios,ya continuación se sumergió en el contenido de los diarios. Lamayoría de losartículos eran anodinos y, de hecho, soporíferos: noticias sobre la vida en elacantonamiento,lafabricacióndelbuquedesumajestadPinafore,undesfile,losprecios que se habían alcanzado en una subasta de madera… El suceso másemocionanteparecíahabersidolaaparicióndeunleopardotumbadosobreunalápidadelcementerio.

¿Quéestababuscando?¿LapruebadequeestabaocurriendoalgofueradelonormalenBelguridurantelaestanciadelosLogan?Sinembargo,lopocoquerecordaba Sophie hacía pensar que el último día que pasó con sus padres fueaburridoysinnadadignodemención:uncumpleañossinfiestayunjuegodelescondite. Tilly se juró hacer una fiesta por todo lo alto cada vez que Jamiecumplieseaños.

Deprontolaasaltóunasensaciónextraña.JessieLogan,lahermosamadredeSophie, aislada enBelguri conunmarido agonizante, nohabría tardado enmorirtambiéndefiebre.Sí,resultabadifícilqueunamujerqueseponeajugaralescondite con su hija de seis años pudiese estar febril. Aquella duda tambiénhabíaatormentadoasuprima.

¿Quién pudo ser elmédico que certificó sumuerte? En la noticia de sumuerte no se decía nada al respecto. «Se cree que la pareja murió de fiebretifoidea.»Pero¿quiénlocreyóasí?Lonormaleraqueunamuertedoblecomoaquella atrajese mucha más atención. Tilly trató de imaginar la escenainquietantedelapequeñaSophiequecorríaparaesconderseyesperabaenvanoaquefueraabuscarlasumadre;ladesuayahuyendoconungatito.EstoúltimolepareciócasitanextrañocomolafiebremortalrepentinadeJessie.Lasniñerasindiassolíanprofesarunagrandevociónalascriaturasalasquecuidabany,dehecho,Sophie recordaba a la suya conun afectoque rayaba en la veneración.Por eso se había sentido tan traicionada por su desaparición. ¿Habría temidocontraertambiénellalaenfermedad?Enesecaso,¿porquésalvaralgatoydejaratrásaSophie?Aquellonoteníapiesnicabeza.

Soltóunsuspiro.Enaquellosperiódicosviejosnoibaaencontrarnadaquearrojase luz alguna sobre aquel tiempo. Estaba a punto de cerrar el volumencuandoledioporhojearelejemplarcorrespondientealavísperadelamuertedelosLogan.

Depronto,sesobresaltóalleerdenuevoelnombredesumarido.

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SE INSTA A LOS CULTIVADORES A ACTUAR CON CAUTELA: En vista de laproximidad del aniversario de la Rebelión india, se ha urgido acultivadoresyhombresdenegociosaextremarlasprecauciones.ElseñorJamesRobson,subdirectordelashaciendasdelaOxfordTeaCompany, recorrió las plantaciones para advertir al resto decultivadoresde téde lanecesidaddehacer cuanto seanecesarioparagarantizarlaseguridaddesusfamilias.

El señor Robson, de visita en la región de Shillong, ha dicho alrespecto: «Se recomienda a los británicos que habitan elmofusilque, en lugardepermanecer enbungalós aislados, se reúnanenhaciendas más extensas. No pongan en peligro a sus esposas ydemásfamilia».

Osea,que,enefecto,JameshabíaestadoenaquellazonacuandomurieronlosLogan.Tillyreparóalarmadaenque,siestuvoyendodeunladoaotroparaadvertir a los cultivadores, también tenía que haber visitado Belguri. Sinembargo,aellalehabíadichoquesolofueallímástarde,cuandoselopidiólapolicía.

FueabuscaraLister,elbibliotecario.—¿Quéeselmofusil?—La palabra angloindia con que se designan las provincias o, más

concretamente, cualquier región que está fuera de la seguridad que brinda laciudad.—Miróalajovenconcuriosidad—.¿Hasdescubiertoalgointeresante?

Tilly negó con la cabeza: no pensaba revelarle el recelo que la habíaasaltadodeprontosobreelprocederdesumarido.Lajoventeníaunnudoenelestómago.Jameshabíaestadoallío,almenos,muycerca,enelmomentodelamuertede losLogan.Debíadehaber sospechadoque, al quedarse enBelguri,solos y sin vigilancia, corrían peligro. ¿Habría intentado convencerlos paraabandonarlacasa?Siloshubieraencontradoenfermos,sinlugaradudashabríatomado medidas para sacarlos de allí, pero no lo había hecho y ellos habíanmuerto.

Sintió un escalofrío repentino en aquella biblioteca sombría. ¿Y si habíaocurridoalgoterribleenelaniversariodelaRebelión?¿YsilosLogannohabíansucumbido de fiebre tifoidea, sino que los habían atacado y asesinado? Deimproviso se instaló en su cabeza una imagen en la que James, joven y duro,hacíacuantoestabaensusmanosporencubrirloquehabíaocurridoenBelguri.¿Quéera loque sabía sumaridoy, sin embargo, estaba resuelto aocultarles a

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Sophieyaella?

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Capítulo30PuestodemontañadeDalhousie

Fuetodounalivioalejarsedelasllanurasydelclaustrofóbicobungalódelbosque, que ya no tenía encanto alguno para Sophie, sino solo recuerdoshorribles.Lastermitasdevorabansusmuebles,caíaninsectosenlacomidaylaspuertasyventanassehinchabanconlahumedadynocerrabanbien.Cuandolaslluviastrocaronlaselvaenuncenagalplagadodemosquitosylacasaenuncaoscubierto demoho, Tam había sufrido un nuevo episodio de fiebre debilitante.Gritaba aterrado que los alemanes estaban invadiendo su trinchera y se reíacomounlocoporquelosárbolesleestabanhablando.SophielohabíallevadoaLahoreparaquelovieraelmédico.

—Siendocomoestansusceptiblealafiebre—lehabíadichoeldoctor—,loúnicoquepuedecurarloesregresarunosmesesaEuropa.Necesitadesterrarladesuorganismo.Paseuntiempoenalgúnlugardegranaltitudenelqueelaireseatonificante,peroseco.ElTirol,porejemplo.

—Alamierda—habíaespetadoTam—.SinollevoniunañoenlaIndia.Antesdequepasendosmásnovoyatenerpermisoparavolveracasa,conque¡nipensarlo!

—Enesecaso,váyasealascolinas—lehabíaordenadoelmédico.Porconsiguiente,sehabíaavenidoairconellaaDalhousie.Pocoantesde

lapartida,había llegadodeTillyunpaquetequeincluíaunafotografía.Sophiehabíacontempladoconsobrecogimientolalápidadeterioradaporeltiempoenlaque figuraban los nombres y las fechas de defunción de sus padres. Habíanrecibido sepultura enShillong.Aunque se alegróde saberlo, la noticia la dejómás intranquilade loquehabía imaginado.¿PorquéShillong?Tillydecíaqueibaaintentardarconmásinformación.

En Dalhousie la cautivaron el aire fresco, las montañas brumosas y elgorgoteodelaguacorriente.Sehabíanalojadoenunacasadecampoqueestaba

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situadaenunapendientemarcadaporencimadelaoficinadecorreosyofrecíavistasalasmontañasdistantesdecumbresnevadas.Enella,Tamhabíavueltoala vida.Mientras lo había estado cuidando, él casi había llegado a mostrarsetierno con ella de nuevo y eso la había llevado a abrigar esperanzas de quepudieran reavivar la llama de lo que habían sentido el uno por el otro. Sinembargo, el interés de él por hacerle el amor había desaparecido casi porcompletodesdequeelmonzónhabíavueltoaatizarsudolencia.Sophiepasabalasnochesinquietaantelafaltadeintimidadcompartida,aunquealiviadaporelhecho de que Tam no la tocase, pues pensar en el sexo le provocaba brotesterriblesdeansiedadporloquepodíahaberhechoconBracknall.

En lo externo parecían una pareja feliz con una vida social notable queasistíaabailes,meriendascampestresyfiestasdemáscaras.Tamlecompróunaguitarra de segundamano y la animaba a tocar y cantar cuando tenían visita.Daba la impresióndeque loúnicoquequería erauna esposade la quepoderpresumiryunacompañeradetenisydebaile,entantoquecoqueteabaconlashijasdeloscoronelesyhalagabaasusmadres.Sophiesabíaquetalesgalanteosnoteníanningunapretensión:simplementeformabanpartedelcomportamientopropiodelosbritánicosquepasabanlasvacacionesenlascolinas.Condolorosaclaridad,sediocuentadequehabíasidoprecisamenteesoloquehabíaqueridoquefueseellaenEdimburgo:unamordeverano.Dehecho,habíasidoellaquienlohabíaempujadoaproponerlematrimonio.

Pero¿quéqueríaelladeél?Sesorprendióaladvertirqueyano losabía.Resignada, vio que él no era nunca tan feliz como cuando huía tanto de ellacomodelasociedaddelpuestodemontañaparaacudiralcomedorcastrensedelregimiento gurja que se hallaba acuartelado ladera arriba. Tam iba a cenar yvolvíaborrachoderon,puesseguíasinestarhabituadoabeber, llorandocomounniñoyllamándolasuángeldelaguarda.Cuandovolvíaaestarsereno,nuncalopresionabaparaquelecontasequélohabíaalteradotanto.

Cuando él salía solo, Sophie llamaba aBlanditaHogg para hablar de laseñoraBesantylashuelgasrecientesquehabíanprotagonizadoloscomerciosdeLahore.

—Notienesentidoboicotearlos—aseverabasuamigaconairefatalista—:seguiránadelanteconsusprotestashagamosloquehagamos.

Ella disfrutaba de aquellas conversaciones, ya que sumarido no parecíasentirningúninterésporlosasuntosdeactualidad.

Apenashabíaempezadoasentirsealgomásrestablecidocuandosepusoaplanear Tam una excursión cinegética en las montañas de Chamba, enCachemira.

—Supondrá una oportunidad de oro para recoger datos relativos a las

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plantaciones de cedro del Himalaya y los bosques de pinos endémicos de laregión cerca de la cota de nieve —anunció entusiasmado—. También puedohacer un poco de caza deportiva y parece que a ti no te va a faltar compañíamientrasestéausente.

—Yovoycontigo—insistióella,deseandocorrerunaaventuracampestremás allá de los confines del puesto de montaña. Nada le gustaba más quecabalgar por los senderos empinados sobre el recio poni de Bután que habíaarrendadopara el tiempoquedurase su estancia y ahora tendría la ocasión demontaraunlugarmásalejadoyalto.

Dos días antes de partir topó con una sorpresa muy desagradable alregresar del bazar. Bracknall bajaba los escalones de su veranda conversandoconTam.Alverla,sonrióylededicóunamiradadeaverapazqueleaceleróelpulso.

—NopodíadejarpasarestaoportunidadderecorrerelHimalaya,asíquehevenidoencuantoherecibidolainvitacióndeTam.

Sophiemiróhorrorizadaasumarido.¿Cómopodíahaberhechounacosaasí? No podía ir con ellos: la idea misma de tener cerca a aquel hombre leresultabarepugnante.

—Se…SeñorBracknall—balbució—.Tamnomehabíadichonada.—Ledije que se iba a entusiasmar al verlo, señor—comentó él locode

alegría—.Noshahonradomuchoalosdos.Ellavolvióasentirnáuseasporel tonoobsequiosodesumarido.Quería

escupir a aquel ser despreciable de Bracknall, que la había drogado yprobablementesehabíaaprovechadodeella.Ensus recuerdosnoeramásqueunapesadilla,perotemíaquehubieseocurridodeverdad.¿Cómohabíaacabadoensemejanteposición?Nuncalehabíadadolamenoresperanza.¿PorquéhabíatenidoqueirseTamydejarlasolaconunhombreasí?Sesentíafuriosaconsumarido. Aquel primer día de monzón tenía que haberla despertado antes demarcharseparadarlelaocasióndeacompañarlo.Sinembargo,laspalabrasquelehabíaespetadotraslavisitaterriblealalmacénresonabanaúnensucabeza:

—Eslaúltimavezquetellevoaunainspección.Nodeberíashaberestadoallí,nideberíashaberintervenido.Tusactosmedesautorizaronporcompletoalosojosdelencargado.Luegosecorriólavozentrelosmadererosyporesosehanconfabuladocontramí.

Tam la había castigado por la humillación que había sufrido, pero sehorripilaríasillegabaaenterarsedeloquehabíahechosujefeasusespaldas.

Con todo,Bracknall aún no había confirmado que sería él el sucesor deMartins.ElmaridodeSophiehabíarecibidonoticiaoficiosadequeelpuestoerasuyo.Sujefeselohabíainsinuadoduranteunacenaconlosmasonescelebrada

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enLahorea laquesehabíaobligadoaasistirTamhacíaunassemanas.Desdeluego, si pensaba que podía volver a obligarla a meterse con él en la cama,estabamuyequivocado.ErapreferiblequeTamsiguieraconelcargoquetenía.Lamentaba en lo más hondo que su jefe la hubiera engañado y se hubieseaprovechado de su estado de embriaguez. La vergüenza la había invadido denuevosoloconvolveraverlo.

—Paramíesunplacer—repusoBracknall conunasonrisa satisfecha—.MealegramuchoquelaseñoraTelfersevayaauniranosotros.

Fue al girar el rostro para ocultarle el asco que sabía que debía de estarreflejando su rostro cuando vio a otro hombre que fumaba de pie a lo lejosmientrasleacariciabalanarizasucaballo.

—¿Rafi?—exclamó.Élapagóelcigarrilloyfuehaciaella.—Hola,Sophie—dijoconunasonrisavacilante.Noletendiólamano.Ella notó que entre los tres hombres se había un silencio incómodo.

Entoncesloentendiótodo:aéllohabíandejadofueraconloscaballos,comounsimple syce, mientras Bracknall entraba a la casa a tomar un trago con sumarido. Sintió que aumentaba su indignación. ¿Cómo había podido ser tanmaleducadoTamconsuamigo?

—¿Noentrasatomarnada?—lepreguntódeformaintencionada.Antesdequepudieraresponder,aseverósusuperiorconairedisplicente:—No le da tiempo: queda mucho por organizar antes de partir hacia

Chamba.¿Noescierto,Kan?Rafisetocóeltopiconunsaludoburlón.—Sí,señor.—Osea,quetútambiénvienes.Élselimitóasonreírmientrasasentíaconlacabeza.—¡Québien!¿Noesverdad,Tam?Demasiado tarde, reparóenque tanto sumaridocomoBracknall estaban

mirandoconfrialdadsugestodesatisfacción.

Aquellanoche tuvieronunadiscusiónyTam la acusódehaber tratado aBracknallcondescortesía.

—Nisiquieralehasestrechadolamano.—Veníacargadaconlacompra.—Unpaquete.—Tam,¿nopodemoshacersolosesteviaje?Pensabaqueseríaunabuena

ocasiónparaestarsolosydisfrutardenuestracompañíamutua.—Sinembargo,quevengaKanparecehaberteencantado—leencajó.

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—Esque él es nuestro amigo—señaló Sophie—yBracknall es tu jefe.Conélnovasaestarrelajado.

Nopasópor altoqueTamyano se refería nunca aRafi por sunombre:preferíaguardarlasdistancias.

—Se tratadeunviajede trabajo:novoypara relajarme.Además,quieroimpresionaramijefe.¿Meprometesquevasasereducadaconél?

Asintióaregañadientes,aunqueélsiguiódemalhumory,dehecho,sefueadormirasuvestidor.Ellase tendió insomnee indispuesta: teníaelestómagorevuelto,ledolíalacabezaysepreguntabasinotendríatambiénfiebre.

TalvezfueseporpavoranteelviajequeestabanapuntodeemprenderconBracknall,pero lociertoeraquealdía siguienteno seencontrabamejor.Soloentonces,mientrasbuscabalaropaylosartículosdetocadorquehabíadedaralcriadoqueseencargaríadehacerelequipaje,cayóenlacuenta:suscompresasseguían limpiasy sinusarenunabolsade ropablanca, intactasdesdeChangaManga.

Elcorazónempezóalatirleconfuerza.¿Cuándolashabíausadoporúltimavez?¿Hacíacinco,seissemanas?NohabíasangradodesdequehabíanvueltodeDalhousie.Ellahabíasidosiemprepuntualcomounrelojaunestandodeviajeyla últimamenstruación tenía que haber sido hacía dos semanas. ¿Cómo no sehabía dado cuenta? Había estado demasiado absorta en la vida del puesto demontañaypendientedequeTamledieraunasegundaoportunidadasucuerpo.

Se sentó en la cama con las rodillas flojas. ¿Era posible que estuvieseencinta?Tragóelextrañosabormetálicoqueselehabíaacumuladoenlabocaysintióaúnmáslasnáuseas.Deunmodouotro,losabíay,porsorprendentequepudiera resultarle, se sentía exultante. Tam no iba a caber en sí de alegría.Aquello los uniría. Lanzó un gritito de emoción. Había imaginado que seasustaría,peronoeraasí:queríatenerunbebé.¡Unbebé!

Sefelicitó.Nonecesitabameterenelequipajelascompresas.Sinembargo,si no lo hacía, los criados adivinarían lo que estaba ocurriendo y ella queríamantener en secreto el descubrimiento hasta estar segura. Cuando llegara elmomento, Tam sería el primero en saberlo, aunque también podría ser queescribiese entre tanto a Tilly para compartir con ella la noticia. ¡Tenía quecontárseloaalguien! ¡Cómodeseóenaquel instante teneraúnconsigoa la tíaAmyparahacerlapartícipedesufortuna!Nohabríadudadoenembarcarsedeinmediato para ayudarla con el resto del embarazo y estar presente durante elnacimiento.

Tam insistiría en que se pusiera amerced de las atenciones del cirujanocivilo talvezdeunodelosmédicosdelejército,como,porejemplo,elprimoJohnny. La examinarían y se encargarían de velar por su salud y la del feto.

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¿Podríandarleunafechaprecisaparaelparto?Sesentíamareadaantelosplanesrepentinos.Lacriaturanaceríaenabril,aprincipiosdelasesióncálida,cuandoTamestuvierayaenLahore,ocupandosunuevopuesto.

De pronto se echó una mano a la boca con una sensación repentina demiedo. Estaba contando nuevemeses desdemediados de julio, cuando habíanllegadoaDalhousieyellahabíadejadodetenerelperiodo.Sinembargo,Tamyellanohabíantenidorelacionessexualesdesdeantesdelaslluvias.Elbebé,porlotanto,solopodíaser…

Salió corriendo del dormitorio para dirigirse al baño y vomitó en eldesagüe. Dio una arcada tras otra hasta que sintió el estómago vacío y lagargantaalrojovivo.Sinembargo,nolograbaexpulsardesucabezaelespectrodelcuerpoblancodeBracknallsobreelsuyo,queyacíadócilydistanciadobajoél.Loquellevabaensuvientredebíadeserunbastardodeljefedesumarido.

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Capítulo31

A Rafi no le importaban los comentarios sarcásticos de su insufriblesuperior acercade la incompetenciade los indiosni elhechodequenunca loinvitasenacenarenlatiendadeBracknallcomoaTam.Disfrutabaviviendoalaire libre,cabalgandopor lossenderosdemarcadapendientealcalordeldíaydurmiendocomounhabitantedelascolinas,envueltoenunamantanegraparaprotegersedelfríodelanocheydejándosearrullarporelruidodeloscaballosquecomíanforraje,elgritoagudodeunciervooelgruñidodistantedeunoso.

Había olvidado lo hermoso que era el país que habitaba. Cada día traíaconsigo nuevos placeres. El pie de las colinas estaba cubierto de exuberantesmimosas, limoneros silvestres, casias de flores amarillas ymatas deorquídeassalvajes que crecían a orillas de ríos veloces.Habían ascendido sin pausa porentrebosquesoscurosdesalashastapendientesderoblesañososycipresesquecrecían en islas de sol entre abetos endémicos y hasta vastas extensiones depinosdelHimalayaconsuslargospenachosdeagujasdecolorverdeclaro.

—Si parecen pinos silvestres de Escocia—había exclamado asombradaSophie ante aquellos árboles colosales que se aferraban de un modo casimilagrosoabarrancosescarpadosycuyasraícesseenredabancomosacacorchosentornoalasrocas.

Susmiradassehabíancruzadouninstante,hastaqueellahabíaapartadolasuyaconrapideztrasdedicarleunasonrisamelancólica.Apenashabíanhabladodurantelacaminata.Ellaparecíasumidaenpensamientosgraves.QuizáTamlehabíaprohibidomostrarsedemasiadoafableconél.Dehecho,aquelviejoamigotambién estaba haciendo caso omiso de él por complacer a Bracknall y él nopodía sino entristecerse. Con todo, lo que lo enfurecía era el exceso defamiliaridadconquetratabasusuperioraSophie.TamparecíanodarsecuentadelotensaeincómodaquesemostrabasumujerantelapresenciadeBracknall.Su jefe siempre se afanaba en tocarla y hacía comentarios con doble sentido.Rafinolohabíanotadoantes,pormásquehubieseoídohablardequeBracknall

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se convertía en un depredador de mujeres angloindias cuando su esposa semudaba a las colinas para pasar el verano. Si él fuera Tam, no dudaría endefenderlahonradeSophieapuñetazos,aunqueaquellosupusieramandarconviento fresco todaperspectivadeascenso.Sinembargo,noeraelcasoyélnoteníaderechoalgunoaprotegeralahermosamujerdeTam.

Por lo tanto,erafrecuentequeoptaraporadelantarseconlosporteadoresque tenían el cometido de elegir el lugar en que habrían de instalar elcampamentoparapasarlanocheopordesviarseporquebradassecundariasafindeabatirperdicesyciervospara lacena.Seasegurabadeque lasmulasy loscaballos descansaran bien al acabar el día, obviando las órdenes que dabaBracknall de atarles las patas extenuadas a fin de evitar que vagasen por losbarrancos.

Unanochefría,estandosujefebebiendoalapuertadesutienda,Rafisoltóa la yegua árabe de Bracknall. Aquel animal, muy poco apropiado para laexcursión a las montañas, se hallaba atado a una rama alta, de modo que nopodíapastarlaexuberantevegetaciónquecrecíaentornoasuscascos.Elsudordeldíahabíalehabíaenfriadolosflancosylahacíatiritar.

—Aquítienes,bonita—musitóRafialoídodelayeguamientraslafrotabaycubríaconunamantasucuerpotembloroso.

Lajacarelinchó,hundiólanarizenlapalanganadeaguaqueleofrecíaélybebióconansia.

De pronto vio a Bracknall avanzar hacia ellos en línea no muy recta ytropezandoconunodelosvientosdelatienda.

—¿Quécoñotecreesqueestáshaciendo,Kan?—legritó.—Ariadneestabaatadacondemasiadafuerza—respondióélconteniendo

surabia—.Leestoydandodebeberyfrotándola.Elotroloapartódeunempujón.—Quitadeahítusmanosdeladrón—ordenótambaleanteyconlenguade

trapo—.Loquequeríaseraquedártelaparati,¿noesverdad?—Claroqueno,señor.—¡Syce!—dijo llamandoasumozodecuadra—.¡Salvajeperezoso,ven

aquíahoramismo!Rafiloviofuriosoagarrarlasriendasdesumonturaparaobligarlaadarse

lavueltadeuntiróny,asestándoleungolpeviolentoenlagrupa,hacerlacorrerhaciaelsycequeacudíaapresurado.

—Vuelveaatarla—ordenóelingenierodemontesjefeborrachoantesderegresartambaleanteasutienda.

RafiayudóalmuchachodeLahore,hechounmanojodenervios,acalmaralanimalexhaustohablándoledespacio,aunqueconfirmeza,enpunyabí.

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—Así es como la tienes que atar, nomás fuerte, y no dejes que pase lanochealaintemperiesintaparla.Enlosmontes,latemperaturapuedebajarpordebajo del punto de congelación incluso en la estación del monzón. A losnacidosenLahorenonosresultafácilimaginarunanochefríaenestaépocadelaño,¿verdad?

EljovenasintióconunmovimientodelacabezaysonrióanteeltonodeconfianzadeRafi.

—El caballo no va a escaparse si está bien alimentado y tiene aguasuficiente.¿Loentiendes,amigo?

A Sophie, las pistas angostas que parecían cavadas en la ladera de lamontaña le resultaban inquietantes.Aun lado estaban delimitadas por oscurasparedesderocay,alotro,porvertiginosascaídasalvallequeseextendíamuchomás abajo. Daba la impresión de que llevasen días andando sin que hubieracambiado el paisaje que tenían delante: una garganta profunda por la quedescendíafuriosountorrente,arroyoslateralesycascadasqueteníanquecruzarporoscilantespuentesdecuerda,améndeunbosquepenumbrosoeinfinitoquese extendía hasta montes de cumbres nevadas y glaciares remotos. Resultabasombríoyopresivoyelsilencioamplificabalospasosdelalargarecuaquelosacompañabayeltintineodelassartenesmetálicas.

Aveces topabanconmercaderes tibetanos congruesos ropajesde lanaycestosdeproductosque llevaban sujetos a la cabezamientrashacíangirar susruedas de plegarias.Bracknall les ordenaba que se apartasen y, de unmodouotro,ellosseechabanaunladohastaquedarasidosalbordedelacantilado,consusfuertespiesdescalzosaescasoscentímetrosdelvacío,paradejarpasarasíalaexpedición.

ConcadadíaquepasabaibaaumentandoelodioquesentíaSophieporeljefe de Tam. Hasta su marido estaba empezando a quejarse de su afición alalcoholysuscomentariosobscenos.

—Esunafacetaquemantienebienocultaeneltrabajo.Imaginoquedebedesersuválvuladeescape.

Sophienosoportabaestarcercadeaquelhombre,que,sinembargo,nosecansabadebuscarlayselasingeniabasiempreparacabalgarcercadeella.HabíaoídoelaltercadoquehabíatenidoconRafihacíaunasnochesysediocuentadeque la paciencia del ingeniero indio se iba agotando a medida que BracknalltratabacondurezaaAriadne,suasustadizayegua.

A esas alturas se estaban aproximando a otro de los puentes de cuerda.Sophieobservóalarmadaalajaca,queestampabaloscascoscontraelsueloysenegabaaseguiradelante,conloqueestabaponiendonerviosotambiénalresto

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decaballerías.Bracknall alzóde inmediato la fustayazotóhasta tresvecesalanimal, que se encabritó y estuvo a punto de tirar a su jinete. Él consiguióaferrarse,peroellátigoseleescurriódelamanoyfueadesaparecerprecipicioabajo.

Rafidesmontóysaltóhaciadelante.—Déjemelaamí,señor—exclamó—.Estáaterrada.Sinesperararecibirelpermisodesusuperior,Rafisedesgarrólacamisa,

tapó con un jirón los ojos de la yegua y tomó las riendas. Sophie observócautivadaalmusculosoingenieroforestalque,arriesgándosearecibirunacozdeaquel animal enloquecido, se afanaba en dominarlo. Ariadne lo acercabapeligrosamentealbordeySophiesentíaqueselehelabaelcorazónenelpecho.Elrestodemonturaspataleabainquieto,contagiadodelmiedodelajaca.

—Tranquila,tranquila.—Rafilafueengatusando.Minutos después, había conseguido apaciguarla y la guiaba con dulzura

porelpuente inestable.Bracknall losseguía,moradopor lahumillaciónycongestocolérico.

—MedalaimpresióndequeAriadneesmiope—explicóelindiomientraslo ayudaba amontar de nuevo—. Sabía que había una caída colosal, pero nolograbaverelotroladodelpuente.Haréqueelsyce improviseunasanteojerasparaquenovuelvaadarlemásproblemas.

—¿Miope?—gruñóBracknall—.Nuncaheoídounaestupidezsemejante.Yomeencargarédemicaballo,Kan.—Entonces,inclinándoseyentornandolosojos,añadióentredientes—:Vasalamentarhabermepuestoenevidencia,babupresuntuoso.Tieneslosdíascontados.

SophievioaRafiretrocedercomoquienrecibeungolpe,observósusojosverdesencendidosy sepreguntóquécomentarioofensivohabríapodidohacerBracknall. Siguieron avanzando en fila india. Rafi regresó por el puente pararecuperarasupropioponidemontaña.Elladeseabaquedarseatrásparahablarconél,peronohabíalugarparamaniobrary,porlotanto,notuvomásremedioqueseguiralresto.

El calor reverberaba en las paredes rocosas que los rodeaban y bajo lacamisaylospantalonesdemontardeSophiecorríanreguerosdesudor.Sesentíacadavezmásmareada.Aldoblarunacurva,pasarondeformaabruptadelaluzcegadoraa la sombra.La temperaturadescendiódegolpe.Vieronunacascadaheladaycarámbanosquependíandelsalientedeunaroca.

De pronto, el poni de Sophie resbaló sobre la piedra congelada hacia elacantilado.Laamazonalanzóungritoaterrado.Bajoellabullíaelríodeaguasdecolorverdegrisáceoprocedentesdelglaciarderretido.

—¡Ayuda!—exclamómientras trataba de alejar a su poni del borde del

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barrancoydirigirlohacialapareddepiedra.Tam había doblado la siguiente curva y había desaparecido de la vista.

Bracknallgirósobresaltadoysuyeguadiounsaltoespantadaporelruido.—¡Domínalo,malditasea!—leespetómientrasespoleabaaAriadnepara

ponerdistanciaentreambasmonturas.Sophie se afanó en llevar al poni hacia la piedra, pero el animal, terco,

comenzóarecular.Rafisecolocóenseguidatrasélysepusoadargritos:—¡Ponlodecaraalacaída!¡Quevealacaída!—Nopuedo—gimióella.—¡Hazlo!—lainstóRafi.Viéndola atenazadapor elmiedo, se adelantó.El poni deRafi luchópor

mantenerelequilibrioalbordedelabismomientrasélseabalanzabaparatomarlabridadeldeSophieyatraerhaciaéldeuntirónalanimaldemiradafuriosa.Enelinstantemismoenqueibaasacarlosatodosdelcaminodeunempujón,labestia vio el desfiladero y se detuvo en seco. El joven syce de Lahore llegócorriendoporel senderoy le sostuvo lacabezamientras lehablabaconcalmacomohabíavistohaceraRafi.Momentosdespués,elponivolvíaacaminarcontotaltranquilidadcomosinohubieseocurridonada.

A Sophie le latía el corazón igual que si hubiera escalado la montaña.Tragóairemientrasconteníalaslágrimas.Pocodespués,lapistalosllevóaunllanoenelquesedetuvieronparacomeralgo.Loscocinerosfrieronbuñuelosyprepararonté.Sophieapenaspodíahablar:estabaaúnalteradaporlocercaquehabíanestadodemorirellaytambiénRafi.

Bracknallhizoverquesepreocupabaporellaylecolocóbajolasnaricesunapetacadewhiskyqueleprovocóunaarcada.

—Tomauntrago,tesentarábien.Estásblancacomolapared.Tamseacercóaella.—¿Quéhapasado,cariño?—Su poni se ha puesto retozón —respondió el jefe— y creo que los

nerviosdeKanhanempeoradolasituación.Hanestadoapuntodecaerlosdosporelprecipicio.

—Rafi—dijoTamvolviéndoseindignado—,¿haspuestoenpeligrolavidademimujer?

El interpeladopusoungesto furioso,peroSophiepudoverqueno ibaahacernadapordefenderse.ApartólapetacadeBracknallyseencaróconTam.

—Nadamáslejosdelaverdad—leespetóacalorada—:Rafimeacabadesalvarlavidayparahacerlohapuestoenpeligrolasuya.—Entoncessevolvióhaciasuamigoparadecirle—:Nosabescuántoteloagradezco.

Acto seguido rompió a llorar aliviada. Tam vaciló un segundo antes de

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acercarseaellatorpementeydarleunaspalmaditasenelhombro.

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Capítulo32

Cuandollegabaasufinaquellasemana,encontraronadosingenierosqueestudiaban la ladera por ver si era posible construir una carretera que salvaseaquelpasoprominente.

—Esusted la señoritaLogan, ¿verdad?—exclamóelmás joven al verladesmontar.

Ella reconoció a Cecil Roberts, el jovial capitán del ejército con quienhabía coincidido el año anterior en el pasaje a la India y con el que habíaayudadoaorganizarjuegosencubiertaparalosniños.

—¡Capitán Roberts! ¡Dónde hemos ido a vernos de nuevo!—respondióellasonriendo—.AhorasoylaseñoraTelfer.

—LaafortunadaseñoraTelfer—puntualizóélconotrasonrisa.Tamdiounpasoalfrenteparapresentarseyhacerotrotantoconelresto

antesdeinteresarseporsutrabajoyporcuantopudierandecirledelcaminoqueteníanpordelante.

—Vengaaecharunvistazoanuestrosmapas—loinvitóelotrohombre,mayorqueRobertsyporapellidoFord—.Enellosserecogentodos lospicos,lascadenasylosmejoreslugaresparacruzarloscursosfluviales.

—Espléndido—exclamóTam—.Podemosusarloscomobaseparanuestralabor de cartografía forestal, ¿no, señor?—Miró a Bracknall en busca de suaprobación.

Susuperioryasehabíadejadocaerenlasilladecampañamáscómodadelosingenieros.

—Sí,sí—respondióconungestodesdeñosodelamano—.Acamparemosaquí.Yahetenidobastantesillademontarporhoy.Sediríaque,comobuenoszapadores,hanencontradoustedeselmejorsitio,¿verdad?

Mientras loscriadosmontaban las tiendasyrecogían leñayagua,TamyRafiseacercaronaunaaldeaquehabíandescubiertolosingenierosenelbosqueafindecomprarleche,harinayuncorderoquesacrificar.

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—Oye,Kan—dijo el otro azorado—, siento haberme enfrentado a ti elotro día. Como podrás imaginar, en ningún momento pensé de veras quehubiesespodidoponerenriesgolavidadeSophie.Bracknallhizolaacusaciónyyonotuvemásremedioqueenfrentarmecontigo.Dehecho,meduelenohaberestadoyoallíparaprotegerla.

Rafi miró a su amigo y se preguntó si no había nada más que loatormentase, aparte del incidente del despeñadero. Parecía angustiado ydemacrado,aunqueseguíadelantedeunmodoinexorableysuentusiasmoporeltrabajonohabíadisminuidoenabsoluto.

—Tranquilo:nopasanada—respondióposándoleunamanoenelhombro—, pero no deberías creer todo lo que dice Bracknall. De hecho, me da laimpresióndequeseestátomandouninterésmalsanoenSophie.

—¿Porquédiceseso?—preguntóelotroconaspereza.—¡Abrelosojos,Telfer!Sinoladejaniasolniasombra.—Essoloquelegustalacompañíafemenina—replicóTam.—Yasabeslafamaquetiene.—Eljefenoharíanuncanadadeshonroso.Estumentecalenturienta.—Lo

miróconseveridad—.Vasiendohoradequetebusquesunaesposaydejesdepreocuparteporlamía.

Elotrosepusocolorado.—Entonces,teencantarásaberquemispadresmehanencontradounaque

mevienecomoanilloaldedo—contestóconuna sonrisaburlona—.Se llamaSultanaSarfrazyeshijadeunbanquero.

Suamigocorrióadarleunapalmadaen laespaldacongestoconciliadormientrasexclamaba:

—¡Enhorabuena,Kan!Esunanoticiaexcelente.YaveráscuántoteayudaamedrarenelServicioForestal:aljefelegustaquesushombresesténcasados.

«LoqueleinteresaaBracknallsonprecisamentelasesposas»,pensóRafi,aunquenodijonada.

Alcaerlatardeestabanmontadasyalastiendasyloscatresdecampaña,encendidoslosfuegosyguisadoelcorderoalcurri.Todossesentaronentornoauna fogatayTamestudiabacuidadosamente losmapascon los ingenieros a laluzdelaslámparasquehabíancolgadodelosárboles.

—¿Hanestadoenelglaciar?—lespreguntóilusionado.—Yosí—repusoFord—.Roberts estádeseando subiryverporprimera

vezunleopardodelasnieves.—¿Nospodría llevar allí?—Rafi seunióa la conversación, emocionado

antelaidea.AquellapodíasersuúnicaoportunidaddesubiralHimalaya,pueslomásseguroeraqueBracknalllorelegasealdesiertoencuantoregresaran.A

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esas alturas, su superior no hacía ya nada por ocultar la aversión que leprofesaba.

—Loharéencantado—dijo—.Teníamosintencióndesubiralavueltaenun par de días. Eso sí: no podrán llevar todo este campamento. Tendrán quearreglárselasconloquepuedanllevarustedesyunoodosporteadores,porqueelcaminonoessencillo,peroesteeselmejormomentodelañoparareconoceresazona.

—¿Valelapenallevarlasescopetasporsiesposiblecazaralgo?—quisosaberTam.

Fordasintió.—Hay ciervos almizcleros y una cabra salvaje particularmente enérgica

llamada thar. Además, las necesitarán para protegerse de los osos y losleopardos.

—Conmigo,desdeluego,nocontéis—gruñóBracknallmientrasseservíaotro vaso del whisky de Ford—. En estos bosques hay caza de sobra paratenermeocupadomientrasvosotrososdedicáisaescurrirosenelhielo.Además,claro,mequedarécuidandoalaseñoraTelfer.

Rafivioelrostrodeellademudarseenungestodealarma.—Es todo un detalle por su parte, señor—dijo Tam, aunque al mismo

tiempolanzóunarápidamiradainquisitivaasuamigo.—No—dijoSophieaterrada—.Yonopiensoquedarmeaquí.—Entonces

tragósalivayseobligóasonreír—.Quierodecirquetambiénmegustaríasubirallí.¿Cómovoyadejarpasarlaocasión?

—Esa no es excursión para una mujer —replicó Bracknall con unacarcajada—.¿Verdadqueno,Ford?Lajovennoseríamásqueunacarga.

—Enfin—contestóelingenieroconairepococonvencido—,dependedelaexperienciaquetenga,señoraTelfer.

—HeescaladoenlosAlpes—corrióadecirella—ysoydesobracapazdellevarmipropiomacuto.Prometonoretrasarlaexpedición.

—¿Quédiceusted,Telfer?—preguntóFord.Tamsoltóunbufido.—Miseñoraescomounacabramontés.Siquierevenir,levaacostarDios

yayudaretenerla.—Enesecaso,estaréencantadodetenerlaconnosotros,señoraTelfer—

concluyóFordsonriente.—Gracias. ¿Qué ruta vamos a tomar? —Se unió a los hombres que,

apoyadosenlamesa,escrutabanelmapa.Rafi fue el único que reparó en lamirada encendida deBracknall, cuyo

rostroiluminabalafogata.NoibaaperdonaraSophiequehubiesesidomáslista

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queél,niaTamquelehubierapermitidoescogerlaexpediciónalasalturasenlugardequedarseconélenelcampamento.

Eligieron tiendasque tuvieran solo la capacidadnecesariaparaalojar loscatresdecampañayRafiseencargódecargarelequipajeenelponitibetanodepasoseguroquelohabíallevadohastaallí.AumentaronconclavoselagarredesusbotasdecazayFordcontratóaunshikari,unguíalocal,paraquelosllevaseal glaciar.ASophie le llamó la atención que solo viajara con unamanta, unateterademetalycalzadodehierbatrenzadaquenoresbalabasobrelaroca.

Salieron al alba, cuando los primeros rayos de sol que rebasaron lascumbres orientales alcanzaron las tiendas blancas del campamento principal yarrancaron destellos a las telas de araña cubiertas de rocío mientras sedesvanecíalabrumaquesehabíaposadoentrelosárboles.SophieagradecióqueBracknallestuvieraaúnroncandoensutiendaynosehubiesemolestadoensaliradespedirlos.HizocuantopudoporocultaraTamsuindisposiciónyseobligóatomarunatazadetédulceyuntrozodechapatisecoafindemantenerarayalasnáuseas.Noqueríapensarenlacriaturaqueleestabacreciendoenlasentrañas,pueslerevolvíaelestómagopensarquefueradelodiosoBracknall.Nadiedebíasospecharlonunca.Aguantaríahastaelmomentodesalirdecuentasysenegaríaaquelavieseningúnmédico.

—¿Estásseguradequequiereshacerlo?—preguntósumaridocongestointranquilo—.Noparecequeestésdeltodoentonada,chiquilla.

—Estoybien.—Sophiesonrióytragólabilisquelesubíaporlagarganta.Elguíaavanzabaporlossenderosempinadossinunruidoysinhacercaer

piedra alguna sobre quienes lo seguían. Sophie hacía lo posible por imitar supasoseguro.Pasarontodalamañanasubiendosindescansoantesdedetenerseatomar un desayuno tardío en una angosta terraza. Cecil Roberts sacó losbinocularesyrecorrióconelloslasladerasqueseextendíanasuspies.

—¡Diossanto!¡Mireneso!¡Unosotibetano!Ofreció los prismáticos a Sophie, que soltó un grito de emoción ante la

contemplación de aquel animal que, aunque parecía caminar sin prisa, sedesplazabaconunavelocidadsorprendentecomounmuñecomecánico.

—Estáaunosmilquinientosmetrospordebajodenosotros—comunicóFord—.¿Verdadquedesdeaquísesienteunocomounáguila?

Siguieroncaminandohaciaelanfiteatrodepicosnevados,sudandobajoelsol intenso. A Sophie le resultaba cada vez más difícil respirar en aquellaatmósferaenrarecida.

—Dalaimpresióndequedesdeaquípuedantocarselascumbres—señalójadeante cuando pararon amedia tarde para comer fiambre de ave y samosas

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vegetales.—Pues están nadamenos que a veinte kilómetros y a una diferencia de

alturademásde seismilmetros—dijoFord—.De todosmodos,elglaciaralquenosdirigimosestáaalgomásdecuatromilmetros.

—¿Quéeseseestruendo?—preguntópreocupada—.Noseráunatormentaquevienehaciaaquí,¿no?

Rafiintercambióunaspalabrasconelguía.—Dicequeesel ecodeunaavalancha—les transmitióentusiasmado—.

Debedeestarcercadelglaciar.—Sediríaquedisfrutaspensandoenlospeligrosquepuedenesperarnos—

seburlóSophie.—Estoy disfrutando con todo.—Sonrió—. El shikari dice también que

duranteelascensotenemosquetenermuchocuidadoconlaspiedrasquepuedendesprenderse.

Aquellanocheacamparonalarrimodeunaseriedeenebrosquecrecíanenunapendientedehierbasituadaalbordedelacotadenieve.Sophietemblabaensuangostocatredelona,incapazdeentrarencalor.

—Tam,¿teimportaquememetaahícontigo?—susurró.—Nohaysitioparalosdos—repusosoñolientoantesdecaerdormido.Ella,encambio,permaneciódespierta,sufriendoporlasituaciónenquese

encontraba. La idea de llevar dentro al hijo de Bracknall la hacía sentirseenferma físicamente. ¿Cómo podía deshacerse de él? Quizá si se hubieradespeñado…En realidad, no tenía lamenor ideade cómohacerlo.Durante laguerra había conocido a una enfermera en el almacén de laCruzRoja que sehabía librado de un hijo no deseado antes de que volviera su prometido, queestabasirviendoenlaarmada.Habíaidoaveraalguien,peroaquellohabíasidoen Edimburgo: ella no tenía a nadie a quien acudir en la India. Tenía queenfrentarseaaquelproblematotalmentesola.Desdeluego,leparecíapreferiblearrojarse desde una cornisa elevada que tener que soportar meses la torturamental que supondría estar atada toda una vida a la criatura de Bracknallfingiendo, además, que era deTam.Nunca iba a ser capaz de amarla, porquesiemprerecordaríalanochehorribledesuconcepciónyelardienteoprobiodeloquehabíahecho.

Loscriadospusieronaguaacalentarconellucerodelalba.Aunqueestabaextenuadaporlafaltadesueño,laalegróveramanecer:laluzdelsoldespejólosnegros pensamientos que la habían acometido por la noche. Calentándose lasmanosconelcuencodetéquesostenía,tomóunsorboqueledioganasdedarunaarcada.Corriótrasunabetoatrofiadoyvomitó.Cuandopensóquenopodíasentirse más desdichada, llamó su atención un movimiento rápido. Alzó la

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miradayviounzorropolarque,deteniendosupasobrevemente,husmeóelaireylamiróconelrabotiesoylasorejasdepunta.

—Buenosdías—dijoellasonriendomientrasunía laspalmasamododesaludo.

Elanimalmoviólacolacomosipretendieraresponderleantesdeecharacorrerhaciaundesfiladerorocoso.

—¿Conquiénhablas?Sophie se dio la vuelta.De las sombras emergió una figura que sacó un

cigarrillo.EraRafi.Elcorazónlediounvuelco.Leresultabacasi insoportabletenerlotancercaynopodertocarloniconfiarlecómosesentía.Sinembargo,erapeoraúnsaberquenopodríaverloadiariocuandoconcluyeseaquelviaje.

—Estabasaludandoaunzorro—respondiósonriente.—Unzorroconsuerte—musitóélexhalandoelhumo.Seacercóaellay

seagachópararecogerdelsueloelcuencodeté—.¿Estásbien?Ellahizounamuecadedolor.—He tenidodíasmejores.Heestadopeleándomecon lacenadeanoche,

perocreoquemeencontrarémejorunavezquevolvamosaponernosenmarcha.Lainquietósumiradaescrutadora.Nopodíapermitirque,sinsabercómo,

adivinase lo que le ocurría, conque tomó el cuenco de las manos de él y,murmurandoquehabíaqueprepararseparaelcamino,seescabulló.

Aqueldíasalierondelcírculodeenebrosyabedulesenquehabíandejadoel campamento base y el poni de Rafi al cuidado del cocinero y otros doscriados,queteníanporcometidoprepararlacena.Armadosparaundíadecaza,siguieronlaspistasquehabíandejadoporlaladeradehierbalascabrasnegras,fornidas y greñudas que llamaban thar las gentes de la zona. No tardaron enverseencaramadosa la roca resbaladizaquehabíanpulido losmeteorosyqueestabaconfinadaporcolosalesprecipiciosquecaíanalvacío.Fordseservíadedos bastones de bambú para hacermás liviana la labor yRoberts se quitó lasbotasparacaminarencalcetines.Sophiecontemplódivertidaa loshombresdelascolinasquehabíancontratadoparaqueporteasensusequipajesycaminabandescalzos con agilidad tras el guía, que seguía los excrementos de losescurridizosthar.

—Debendeestarescondidosencuevasodetrásdelasrocasmásgrandes—dijoFordentrejadeosmientraselguíalosconducíaalglaciar.

No tardaron en volver a encontrar la pista sobre la nieve recién caída,aunquevolvíaadesaparecerporundesfiladeromássemejanteaunachimeneaqueparecíadesembocar enunaparedde roca.Elguía empezóapasardeunapiedra a otra e hizo al resto una señal para que lo siguiera. Sophie miróespantada la cara vertical hacia la que se dirigían, pues no parecía concebible

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quepudieraescalarlaserhumanoalguno.—Siquierevolverse, lallevo—dijoCecilRoberts,empapadoensudory

tenso.Ella,conelcorazónacelerado,respiróhondoydeclinóconunmovimiento

decabezaelofrecimiento.—Quieroseguiradelante,gracias.GraciasalaayudadeTam,Sophiellegóconrapidezalaangostagarganta.

Salieronsinalientoaunamesetaverderodeadaporunacrestaescarpada,dondepastaba tranquilamente con sus crías un rebaño de hembras del color de lapiedra.Llevadoporunarrebatonervioso,Cecil levantósufusilydisparóaunmacho joveny rollizo.El disparo resonó comoun trueno.Los thar echaron acorrertodosaunaatravésdelllanoypeñaarriba,desafiandoensuhuidalaleydelagravedad.

—¡Idiota!—bramóTam.—Losiento—dijoelcapitánruborizándose.—Porlomenossabemosadóndehanido.—Sophieapuntóhaciaarribacon

gestotranquilizador—.Esevidentequeahítienequehaberunacueva.CecillamiróagradecidoytendiósusbinocularesaTam.—Tienerazón.Aquí,echeunvistazo.—Enesecaso,podemosdarles cazadespuésde tomaralgodecomer—

propusoFord.Mientrasdabancuentadelosemparedadosdehuevo,metióuntermómetro

enelaguaqueestabancalentandoparaelté.—Miren—anunció—:elaguahierveaochentaytresgradosenlugarde

hacerloacien.Sicalculamosunosdoscientossesentaycincometrosporcadauno de esos diecisiete grados de diferencia, debemos de haber alcanzado loscuatromilquinientosmetrosdealtitudaproximadamente.

—Muyagudo,sí,señor—reconocióSophie.—Esunviejotrucodetopógrafoqueahorratenerquecargarconequipos

demediciónvoluminososquepuedencausardañosenestosriscos.Elsolsalióporcompletoyempezóacalentarsuexplanadaherbosa.Rafi

tomósumacutoysufusilysalióaexplorarconelguía,entantoquelosdemásoptaronporacecharalosthar.

—Yoesperaréaquí—anuncióSophie,cansadapor la faltadesueñoy laenérgicaescalada.

—¿Quieresquemequedecontigo?—preguntóTam.Ellaagradecióqueseofreciera,perosabíaqueestabalocopordarcazaa

aquellascabrassalvajes.—Conlacompañíadeloscriadostengosuficiente—leaseguró.

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Sedirigieronhacia lascuevasyno tardaronenperdersedevista.SophieacababadequedarsedormidacuandovolvióRafi.

—El shikari ha encontrado el rastro de un leopardo de las nieves —exclamó—.Venaverlo.

Sonreíacomounniñonerviosomientraslaanimabacongestosaseguirlo.Sophiesecalzóconrapidezlasbotasysepusoenpiesintiendoquedesaparecíatodafatiga.Losiguióporlapistaestrechaquehabíaidotallandoenlarocaconlosañoselpasodelosthar,pero,cuandollevabandiezminutoscaminandoporla pared de roca, la sobrecogió de pronto la vista vertiginosa: a cuatro milquinientosmetrosdealtitud,el ríoysusafluentesparecían trazosbrillantesdeunmapa.Lacabezaempezóadarlevueltas.Suspulmonesintentabantomaraire,pero le era imposible respirar. En aquel instante oyó un estruendo ominososacudir la calma. Supo entonces que era el fragor de la nieve derretida enmovimiento. Estaban a mitad de camino de la siguiente cornisa de roca conpendientedehierba,queseencontrabaaescasoscentenaresdemetros,aunquebienpodríanhabersidootrostantoscentenaresdekilómetros,porquesabíaquenoibaapoderalcanzarla.Tampocopodíaretroceder.

—¿Dóndeestáelguía?—preguntóasustada.—Haseguidosubiendoparacontarlealrestolodelleopardo.—Rafimiró

por sobre su hombro y se detuvo en seco al ver el rostro de ella tenso por elmiedo—.Yaestáscerca.

Ellasintióqueleempezabaasudarelrostro.Seaferróalarocaycerrólosojoscon fuerza.Sabíaque, simiraba lacaída,no ibaasercapazde resistir latentacióndearrojarsealvacío.Laestabaatrayendocomounimán.

—Me he quedado atascada —dijo con los dientes apretados—. Nnnnopuedomoverme.

Rafisepusoelfusilenbandolerayretrocedióhastaquedaralladodeella.Entoncesletendiólamano.

—Toma,agárrateamí—laalentóconunaampliasonrisaqueleinfundióvalor.

Ellaseasióconfuerzaasumanoyjuntosfueronavanzandoporlapareddel acantilado hasta que el camino se hizo más ancho y se abrió a unahondonada.Cruzaronunriachueloqueborbotabadelapiedra.EllaseangustiócuandoRafiapartóunamanoyseagachóparabeber.

—Estaespotable—anunciómientrasrecogíaaguaconlasmanosybebíaconansiaantesderefrescarseconellalacarayelpelo—.Eselhieloderretidoloquetienesqueevitar,porqueestállenodeimpurezas.

Dichoesto,larociójuguetónconlosdedosyconsiguióarrancarleungritoahogado.

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—¡Está helada! —exclamó ella antes de abalanzarse hacia delante ysalpicarloaél.

Rafidejóescaparunacarcajadaylevantólasmanosenseñalderendición.Enaquelbreveinstante,Sophieperdióelmiedoalamontañayseechóatemblaralpensarenlocercaquehabíaestadodearrojarsedesdeella.Acontinuaciónlosiguiópordebajodelsalienteyal ladodeungrupodeenebrosypinosenanosquecrecíansobreunpobreterrón.Elsoldelatardelesbrillabaenelrostroylosobligabaaentornarlosojosyprotegerlosdelaclaridad.

Élsedetuvodeimprovisoysellevóundedoaloslabios.Lahizoocultarsedetrásdeunpeñascoyseñaló.Ellanovionadaenunprimermomento,peroacontinuacióndivisóelcontoneodeunacolaqueasomabatrasunabetoatrofiado.Cuanto más miraba, más fácil le resultaba distinguir el contorno felino delleopardoqueseaferrabaaunaramasituadaporencimadelaextensióndehierbaqueasomabaendeterminadopuntoenquesehabíaderretido lanieve.Bajoélpastabaun tharmachorecioydepelajenegrocongruesoscuernosretorcidos,ignorantedelpeligroquecorría.

Rafi se puso en cuclillas con presteza y en silencio, tomó el fusil quellevabaalhombro,loapoyócontralapiedraparadarleestabilidadyapuntó.Poruninstante,Sophiepensóqueibaadispararalleopardo,perocuandoéldescargóelarmaapretandoelgatilloconpulsofirmelogradoafuerzadepráctica,fueeltharquiencayóderodillas.Enelmismoinstante,elfelinosaltódedondeestabayseintrodujoenunacueva.

—Luegopodráservirsedeloquedejemoscuandolohayadespellejadoynosllevemosloquenecesitamos—dijoRafientonojovialmientrascorríaconellaaexaminarsupresa.

Sophie lo vio horrorizada sacar unmachete afilado y degollar almachocabrío.Delcuellodelanimalbrotósangredecolorrubíquetiñódecarmesí lanieve. Rafi comenzó a despellejarlo de forma metódica. Ella sintió que se lellenabadesaliva lagarganta.Sedio lavueltaycorriódetrásdeunárbol,perofuedemasiadotardeparaevitarlosespasmosdesuestómago.Sepusoavomitarde forma violenta, arcada tras arcada, hasta que no pudo echar nadamás quehilosdebilisverde.

Élsoltóelcuchilloycorrióhaciaella.—Losiento,nomehabíadadocuentadequeerestansensiblealasangre.—No lo soy—dijoella, atormentadaporelhechodeque lavieseen tal

estado.Tomóelpañueloqueletendióélyselimpiólaboca.Seencontrabaenunestadolamentable,vacíayfríay,sinembargo,sudorosa.

Éllefrotólaespalda.—No estás bien.Has estado indispuesta casi todos los días de estas dos

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últimassemanas.Ellalomirósobresaltada.—¿Cómolosabes?—Mefijoenlascosas.Entodoloquetengaquevercontigo.Sophiesintióquese leencendíael rostro.Él tendió lamanoyapartóun

mechóndepelodelabocadeella.Ellaquisotomarsumanoyponerlasobresusmejillas ardientes, apretar sus labios contra su ancha palma, pero no debíaablandarse,conque,dándolelaespalda,lecontestó:

—Nomepasanada:essololaaltitud.De repente sintieron un estruendo que llegaba de lo alto. Sophie dio un

salto aterrado. Primero lo tomó por un disparo, pero a continuación notó quetemblabalarocaqueteníadebajoyempezabaacrecerunruidomássemejantealdeuntrenqueseaproximara.Rafilaempujódeinmediatoparatirarlaalsuelobajoelárbolyselanzóencimadeella.Lajovengritóytratódezafarse,peroélnolasoltaba.

—¡Estatequieta!—leordenó.Segundos después cayó una avalancha de piedras que redujo a polvo el

lugarenelquehabíanestadodepiehacíauninstanteconunfragorcomparablealdelfuegodeartillería.Todoacabótanprontocomohabíaempezado.RafiseapartódeencimadeSophie.

—¿Estás bien? —logró decir entre los golpes de tos que le habíaprovocadoelpolvo—.Losiento…

—No tedisculpes—corrió a responder ella—.Yono teníaquehabermepuestoagritarcomounaniña.—Miróaturdidaellugarenelqueestabanhacíaun momento y que había quedado sepultado bajo un grueso considerable depiedrassueltas—.Mehasvueltoasalvarlavida.

Rafilaobsequióconunasonrisaburlona.—¿Aquiénmáspuedoquererrescatar?Ella respondió al cumplido con una carcajada. Sabía que él se estaba

limitandoasercaballeroso.—¡Rafi,mira!—Alarmada,miróloquehabíadetrásdeél—.Elcaminode

vueltahaquedadobloqueado.Fueron a investigar. Él intentó encaramarse al montón de rocas al que

había dado lugar el desprendimiento, pero se movía de un modo peligrosocuandoseasíaaellas.Entoncesvolvióabajarymiróasualrededor.Entoncesentornólosojosenladirecciónenlaquehabíadesaparecidoelleopardo.

—Porahíhayotrocaminoa lacresta.—Señalóhaciaarriba—.Podemosabrirnoscaminohastasuperarlapartequehanbloqueadolaspiedrasybajarporelotrolado.Esaeslarutaquehaseguidoelshikari.Esosí:vamosatenerque

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dejaratráselthar.—Mirócompungidoalanimalamediodespellejarquehabíaquedadojustoalotroladodelaspiedrasdesprendidas.

Elsolhabíaempezadoyaaabandonarlapendienteylatemperaturaestabadescendiendo.

—Ve tú primero, Macduff —dijo ella sonriendo a fin de ocultar susnervios.

Rafi se echó al hombro elmorral y encabezó lamarcha.Avanzaron conbuenritmopeñascoarribasiguiendolashuellasdelosthar,peroelaireseestabaenfriandoconmásrapidezylaluzsedesvanecíaalapar.Cuandoseacercabanala cumbrede la arista empezarona congregarse lasnubes sobre lospicosy elvientocobrófuerza.SophievioaRafimirarnerviosoelcieloamedidaqueseibancreandobancosnubososasualrededor.

La jovenoyóun ruidoprecipitadoyobservó, presade la confusión,unacolumna de hojas y agujas de pino que se elevaba desde abajo y pasabaarremolinándosealladodeellos.

—¿Qué pasa? —preguntó jadeante mientras hacía lo posible por noquedarseatrás.

—Seacercaunatormenta:hayquedarseprisa.Sin embargo, cuanto más ascendían, peor cariz presentaba el cielo. No

tardaron en verse rodeados por una bruma blanca y gélida. En un instantedesaparecieron por completo los magníficos picos helados que habían estadoviendo.RafitomóaSophiedelamano.

—Novamosaconseguirllegararribaantesquelatormenta:tendremosquebuscarunlugarenquerefugiarnoshastaquepase.

Ellatratódealiviarelterrorquesentía.—Peroporaquínohaynada.—Sibajamosunpoco,quizás…Hacepocohemospasadoporunacueva.Sophieseagarróconfuerzaaélmientrasvolvíanadescenderpocoapoco

lapeña.Unmalpasoleshabríabastadoparacaerdelamontañaydarconunamuertesegura.Sophiereprimióunsollozo.Enmediodelpánicoquelaasaltabatuvounmomentodelucidez:noqueríamorir,queríaviviryamaryvernacerala criatura que llevaba en sus entrañas, por horrenda que hubiese sido suconcepción.Erasuhijoy lodemásnoimportaba.SeaferróaRafi,su tabladesalvación.

Enelmomentomismoenqueempezaronacaer sobreellos lasprimerasgotas pesadas de lluvia, Rafi distinguió entre la niebla la boca de la cueva ymetióaSophiebajoaquelrefugiorocosoconsumacutoysufusil.

—Quédateaquí,queyovuelvoenseguida.—¡No!Nomedejes—lerogóella.

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Pero él ya se había ido. Lo había vuelto a engullir la bruma. Sophie noqueríainternarsemásenlagrutapormiedoaqueRafisesaltaselaabertura.SepusoencuclillasyarrancóacantarIt’saLongWaytoTipperaryavozengritoafindenodesfallecerydeguiarloporentrelalluvia.

Tras loqueparecióuna eternidadydebieronde ser probablementepocomás que minutos, volvió a aparecer Rafi de entre aquel remolino blanco,empapadoperoabrazadoaunacantidadgenerosaderamasdeenebro.Sedejócaerdehinojosentrerisasyresuellos.

—Nosécómoerescapazdeencontrarlenadagraciosoaestasituación—exclamóella,aunpasodelanzarsealiviadaasusbrazos.

—Hasidoporlacanción—dijoélriendoaún—.¡Nunca,enlavida,habríallegado a imaginar que la oiría cantar con tantas ganas en una cueva delHimalaya!

Sophiesedejócaerasuladoparadeshacersetambiénencarcajadas.Hicieronunnidoderamasdeenebrobajoelsaliente,introduciéndosetanto

como les permitió aquella cueva poco profunda, mientras a su alrededorestallabalatormenta.Rafisacótofesdesumorral.

—AuténticostofesdeEscocia—señalóellamaravillada—.¿Dedóndeloshassacado?

—Melosenvía lamadredeMcGinty—explicóélsonriente—.Sabequesoygoloso.

ElsabordeaquelloscaramelosgomososlehizoañorarEdimburgoyasutía Amy. Rafi pareció entenderlo, porque se puso a recordar su experienciaescocesamientrascaíaentrombalalluviaporlasladerasacompañadadetruenosensordecedorescomouncañóndecientoneladasyrelámpagosquecegabanconsudestello.

El agua no tardó en trocarse en granizo—colosales bolas de hielo querebotaban en la roca— y, acto seguido, en nieve. Sophie estaba sentada yapretaba su hombro contra el de Rafi, húmedo, para sentirse más cómodamientrasobservabacontemorreverenciallatormentaquedescargabasufuriaaescasospalmosdesusantuario,cegadorayestentórea,comodeseandopartirendoslamontañamismayarrojarlosaellosalabismo.

Asíestuvovariashoras.—Tam estará preocupado—se angustió ella—.Quizá piense que hemos

muerto.Dudomuchoquenadiepuedasobreviviraestosinoestábajotecho.—Supondráquehemosbuscadounlugarenquerefugiarnos—contestóél

tratandodetranquilizarla—yqueyoestoycuidandodeti.—¿Y si a ellos los ha sorprendido la tormenta y no han encontrado

amparo?—gritóentonces.

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—¡Qué va! El shikari los ha tenido que poner a salvo hace ya mucho.Estaránenelcampamento,queesdondeestaríamostambiénnosotrossinollegaaserporesedesprendimiento.

Sophie acabó por rendirse al agotamiento. Se enroscó arrebujada en lamantadeRafiyreconfortadaporlafraganciadelenebro.

Fueelsilencioloqueladespertó.Habíapasadolalluvia,aunqueaúnseoíaalolejossuestruendointermitente.Alarmada,notóunvacíoenellugarenquehabíaestadoRafi.Seencontrabasolaenlaoscuridad.

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Capítulo33

—¿Rafi?—lollamó—.¡Rafi!Élcontestódesdemásalládelacueva.—Sophie,venaecharunvistazo—dijoélconvozmaravillada.Ella salió arrastrándose sin desprenderse de la gruesamanta de lana que

llevaba a los hombros. El aire frío fue a golpearle el rostro. El cielo estabacuajadodeestrellasbrillantesysobrelascumbresyloscamposdenievebrillabalalunaencuartocreciente.Másabajo,alolejos,solohabíaoscuridad,siluetasdebosquesypeñasyellevemurmullodeunríodistantequedestacabaentreelsilencio.

—¿Habíasvistoalgunaveznadatangrandioso?—preguntóélsinsalirdesuasombro.

—Escomounpaísdecuento—susurróSophie.Los dos permanecieron de pie, hechizados en un mundo argénteo,

escuchando de cuando en cuando el rumor y el estrépito de los glaciares enmovimiento.Despuésdeun rato,Rafi recogióalgunasde las ramasdeenebroquequedabanyencendióuna fogataen laentradade lacueva.Derritiendounpuñado de nieve en su cazo de campaña, hizo té que bebieron los dos en lamismavasijademadera.

—¿Cómoesqueestabastanbienpreparado?—quisosaberellafascinada.—NoolvidesquesoyzorroviejodeLahore—respondióélconunasonrisa

—.Estoyadiestradoparasubsistirencualquierparte.Pasaron aquella noche glacial apiñados cerca de la modesta hoguera y

hablandodemuchascosas:delainfanciaquehabíaconocidocadaunodeellosen la India, del amor que compartían por las actividades al aire libre, por lapoesía,porlamúsicayporlapesca…

—¿Y dónde aprendió a pescar la joven señorita Logan? —preguntó éldivertido.

—MeenseñómitíoabueloDaniel,queviveenPerth—dijoriendo—.Se

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medabienlacañaynomearredroalahoradesacarlelasentrañasalpescado.AlcontrarioqueTilly,quefingíatenerdolordecabezayhuíaconunlibro.

—Pues,cuandosederritalanieveypodamossalirdeaquí—propusoél—,vamosairapescarmahseer.BozdicequelosingenierosforestalestenemosunainvitaciónpendientedeWesleyRobsonparavisitar lascolinasdeJasia.Segúnél,poraquellastierrasnohayunsitiomejorparalapesca.TúpodríasiraveratuamigaClarrieyaprovecharparaviajaracasadetuprimaTilly.

Ellalodejófantasearyhacerplanesimposiblescomosiambosestuvieranlibres de ataduras y de obligaciones para con nadie. Bajo aquelmágico cieloestrelladotodoparecíarealizable.HacíaunpardedíasqueTamhabíaanunciadoqueRafisehabíaprometidoalahijadeunbanquerodeLahoreyhabíamontadoungranrevueloacostadesuamigodelantedelrestodelaexpedición.RafisehabíamostradoazoradoySophiesehabíaausentadoparaquenadiepudieseverlo mal que le había sentado la noticia. Sin embargo, aquella noche, no hubomenciónalgunadeTamnidelfuturomatrimoniodeRafi.

Alfinalseecharonadormir,aunqueellahabríapreferidoquelaveladanoacabasenunca.

—Quédate tú con lamanta—dijo élmientras se ponía cómodo sobre elenebro.

—Podemos compartirla —repuso ella, encantada al reparar en que laoscuridadocultabasurubor.Laextendióyleechóunextremoporencima.

Acontinuación,setumbódándolelaespaldayélseacurrucócercadeella,perosinllegaratocarla.ElcorazóndeSophieparecíaquerersalírseledelpecho.¡Cómolodeseaba!Unratodespués,preguntóenvozbaja.

—Rafi,¿estásdespierto?—Sí.Ellatragósaliva.—¿Meabrazas,porfavor?Seimpusoelsilencioyellasemaldijoporhaberlopuestoenunasituación

tancomprometida.¿Quéibaapensardeella?—Esquetengofrío.—Acontinuacióntratódequitarhierroalasituación

añadiendo—: Que conste que no estoy buscando nada más: solo un poco decalorparanomorirmecongelada.

Entoncesél lepasóunbrazoporlacinturayseapretócontrasuespalda.Ellatomósumano.

—Gracias—susurró.Sentía el alientode él en el peloy los latidos fuertes y aceleradosde su

corazón.EneseinstantesupoquebastaríaconqueselopidieraparaqueRafilehicieseelamor.Percibíalatensióndeél,eldeseoenelmodocomolaabrazaba,

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inhalabasufraganciayexhalabasunombre.Ellatambiénestabalocadeanhelo,peroyahabíaestropeadobastantesumatrimonioconTam—delocualsehabíaencargado Bracknall— y cometer una infidelidad con Rafi acabaría dearruinarlo. Tampoco quería destruir la vida de Rafi con su futura esposa. Detodos modos, tenía la sospecha de que al joven lo refrenaba la fidelidad queprofesabaasuamigoTam.Dadoquenuncaibanapodercompartirsuporvenir,entregarse mutuamente en aquel momento solo podía tener consecuenciasdestructivas.

Losdoscayerondormidosabrazados.

Cuando se despertó, Rafi había desaparecido. Se incorporó alarmada. Elespacioque tenía a sus espaldas estaba frío y el fulgorde la candela se habíaextinguidocasiporcompleto.Fueraeradedíaylaluzrosadahacíaquelanieveparecieralacoberturadeunpastel.

Entonceslovioremontarafanosamentelapendienteheladaconramasdepinoyraícesdecaminoalacueva,hinchandonubesdevahoporelesfuerzo.Lavio y dibujó su sonrisa franca de siempre mientras se le iluminaban los ojosverdes.ASophie se le alegró el corazón.Habría dado cualquier cosa por quefuese aquel el rostro que viera cadamañana al despertar. Sintió una dolorosapunzadadeenvidiaporaquellaSultanaSarfrazquehabíanelegidoparaél.

—Hevueltoadondedejamoselthar—anunciójadeante—.Elleopardonohadadoseñalesdevida.¿Tegustanlosriñones?

—Hastahacepocomeencantaban—dijoSophie—,peroúltimamenteheaborrecidolacarne.

—Puesasadossobreunfuegodepinoaromáticoydegustadosalairelibretevanasaberagloria.Créeme.

Sedispusoaavivarelfuego,equilibróelcazoparaelaguasobreunpardepiedrasyespetólosriñonesenunpalo.Elolordelacarneleprovocónáuseas,peroRafilainstóacomeryellaacabópordisfrutardelsabor.Sesentaronconlaspiernascruzadasybebieronté,tostaronchapatisymasticaronmástofe.

—Creo que podemos volver por donde vinimos—anunció él—. Pareceque la última nevada ha creado un puente por encima de las piedras delderrumbamiento,quehanquedadoamalgamadasporelhielo,perovamosatenerqueponernosenmarchaantesdequeempieceatomartemperaturaelsol,porquemástardehabrápeligrodeavalanchas.

—Una parte de mí —se atrevió a reconocer Sophie— desea que nospudiésemosquedaraquíparasiempre.

Raficlavóenellasusojosverdes.—Eseesunpensamientomuypeligroso.

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—Losé.—Ellalesostuvolamirada—.Podríamoscazar,pescaryrecorrerelHimalayaalomosdeponistibetanos.—Hablabaconairefrívolo,aunqueenelfondolodecíamuyenserio.

De pronto sintiómiedo ante la idea de tener que volver a su existenciahabitual: los cambios de humor y los ataques de fiebre de Tam, el tener quemorderselalenguaenpresenciadeBracknall,elprotocolodelavidasocialdelosclubesylossalonesdeLahore…¿Cómopodríasoportarlo?

—TodoesolopuedeshacerconTam—dijoRaficonvozsuave.Ellanegóconlacabeza.—Esa era la vida que pensaba yo que compartiríamos aquí, en la India:

excursiones,caminatas…,peronoesloquequiereTamparamí.—¿Yquéesloquequiere?—Alguienquehagadeanfitrionaydecompañeradetenis,queloayudea

medrar.Supasiónessucarreraprofesional.Nohacefaltaquetecuentecómoes:viveyrespiraparalasilvicultura.—Sophiesoltóunsuspiro—.Mesientoinfielhablando de él a sus espaldas, pero lo cierto es que nome ama.A veces, dehecho, tengo la impresión de que está enfadado conmigo por haber queridocasarmeconél.

—EstoysegurodequeTamtequiere.—Yo creo que lo intenta, pero, en el fondo, no puede. Boz trató de

avisarmeenBombay:mehablóde lasheridasdeguerradeTamydecómolohabíancambiado,peroyonolehicecaso.

Rafisoltóunbufido.—LoúnicoquepretendíaBozeradisuadirteporqueestáenamoradodeti.—No—repuso ella sonrojándose—: quería decirme algo. Ahora pienso

quedebíadeserqueTam,enelfondo,noqueríacasarseconmigo,perotampocosabíacómoevitarlo.

Élseinclinóhaciadelanteyletomólamano.—Me parece que no tienes motivos para preocuparte. Tam no es una

personafácildetratar,peroestoyconvencidodequeleimportasmucho.Antesdequetúvinieses,nohablabadeotracosa.Esunbuenhombre.

—¡Oh,Rafi!—musitóellaconunnudoenlagarganta—.Eresunamigoexcepcional.Tamnosiempretehatratadobienestosúltimosmesesy,aunasí,eresincapazdedecirnadamalodeél.

Élretirólamano.—Eslasociedadbritánicadeaquílaquenoaceptanuestraamistadcomo

lohacíaladeEdimburgo.NopuedoculparaTamporlamentalidadimperialistabajo la que nos vemos obligados a trabajar. Sin embargo, la situación estácambiando.

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—Paramí,no lobastante rápido.Nosoportoque túnopuedasmantenerrelacionessocialesconnosotros,quenotedejenbailarnicenarenlamayoríadelosclubesyquetengasquesoportareldespreciodeBracknallcadavezqueaéllevieneengana.

—¡Huy,Bracknall!—seburló él—.No sabes lo que agradezcono tenerqueasistirasustediosascenas.

—Sinembargo,tieneungranpodersobretiysobretutrabajo.Tienepodersobretodosnosotros—añadióconamargura.

—¿Atitehahechoalgo?—exigiósaberRafi.Sophieapartólamirada.—Simplementeloodio.Élsepusoenpiesinprevioavisoyletendiólamano.—No puede impedir que tengamos vida social en el Himalaya. ¿Me

concedeelplacerdeestebaile,señoraTelfer?—Dichoesto,empezóasilbarunvals.

Ellaselevantóentrecarcajadas.—Porsupuestoquesí.Enlaladerahelada,conlaprimeraluzdeldía,sepusieronaarrastrarlos

pies de un lado a otro mientras tarareaban sonrientes. Poco a poco, fueronreduciendoelritmohastadetenerseporcompleto,aunquesindejardeabrazarseymirándosealosojos.Ellaseaupóyrozóloslabiosdeélconunbeso.

—Llevabamuchotiempoqueriendohaceresto.Losojosdeéladoptarondesúbitounaexpresiónviolenta.SoltóaSophiey

laapartócondulzura.—Lo siento —dijo ella tragando saliva—. Pensaba que tú sentías lo

mismo.—¡PorDios,mujer!—exclamóél—.Notieneslamenorideadecuántote

deseo.Sinembargo,hastaahora,nohemoshechonadadeloquepodamossentirvergüenza.PuedomiraraTelferalosojosyasegurarlequeentrenosotrosnohaocurridonadainapropiado.

—Yo no lo veo así —replicó Sophie—. Anoche cambió todo para mí.Cuandoestábamosaquí,depiebajolasestrellas…

—¡Nolodigas!—exclamóRafi—.Nodigasnadamás.Seseparódeellaycomenzóaapagarelfuegoapatadas.Ellaloobservó

afligidamientrashacíaelmacutoyenrollaba lamantaquehabíancompartido.¿Cómo podía decir que no había ocurrido nada? Pormás que pudiesen haberlogradomantenera rayasudeseoenelplanofísico,ensumenteellasehabíaentregadodebuengradoaRaficienveces.

Durante el descenso no volvieron a dirigirse la palabra. Sophie iba

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poniendo el pie sobre las huellas que dejaba él sobre la nieve virgen. Loscrujidosdelhieloyel sonidode lanievealderretirse los llevaronaapretar elpasohastarebasarlosrestosdelacabramuertaquehabíaarrastradopocoantesel leopardohasta suárbol.TalcomohabíapredichoRafi, lanieve,alvolversecompacta, había formado una especie de puente sobre el desfiladero que laspiedrashabíanhechoinsalvablelavíspera.Nofuefácilpasarlo,perololograron.

Alllegaralaparedderocaquesealzabamásadelante,Sophiesedetuvohorrorizada.

—¿Dóndeestálacornisa?Rafitambiénparecíapreocupado.—Enterradabajolanieve.Nomegustaelaspectoquetieneesto.Elcorazóndeella seacelerómientrashacía loquepodíapordominarel

pánico.—¿Quévamosahacer?Rafirecorrióconlavistalapendientehelada.—Observarlostharyverpordóndecruzanlapeña.—Tengomiedo.Éllamiródefijamente.—¿SiguesqueriendorecorrerelHimalayaenunamula?—Noteríasdemí.—Venga, vamos a ver si podemos dar con la pista que siguió el shikari

parapasarporarriba.Pasaron el resto de la mañana abriéndose paso a través de la garganta

congeladaybuscandounarutaderegresoalcampamentobase.Elsolsehallabayaenloaltoypodíanoírelglaciarrugirmientrascambiababajosuspoderososrayos.

Alfinalllegaronalacima.RafiaupóaSophieparasalvarelúltimodelostramosquehabíanpuestoapruebasusmúsculos.Aellanolefuefácilrecobrarelaliento.Además, ledolíalacabezayle temblabanlaspiernas.Sinembargo,enelmomentodeaferrarsealarocasintióelentusiasmodelavictoriaporhaberhechocumbre.

Lospicosblancostitilabandeslumbrantesalsol.Másabajo,elvallehabíadesaparecido bajo las nubes. La cordillera se extendía hacia lo lejos como unarchipiélagoenmediodeunmardebrumaqueloaislabadelrestodelmundo.

—Allí—señalóRafi—.¿Veselrebañodethar?Entornando los ojos, Sophie divisó una hilera de cabras salvajes que

elegíansucaminoentrerocasgigantescaspendienteabajo.—Noparecemuycomplicado—dijoforzandounasonrisa.—Primero,vamosacomer—dijoRafiponiéndoseencuclillasparaextraer

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desumacutolassobrasdeldesayuno:riñonesfríosypanduro.ASophielebastóolerlosparaecharseavomitarsobrelaroca.Rafitomó

unpuñadodenieveyselotendió.—Chúpalo.Ellaenterrólacaraenellaylalamió.Lanieveleadormeciólabocayle

quemólagargantaasupaso,peropusofinalasarcadas.TomóunpocomásyRafilefrotólaespalda.Ellagruñó.

—Losiento:hasidoelolor…Éllamiróalosojos.—Noesmaldealtura,¿verdad?Sophienorespondió.—Estásencinta,¿noesasí?Ellalelanzóunamiradadesobresalto.—¿Cómosabestúdeesascosas?—MihermanaNoorsufriónáuseasdurantetodosuembarazo.—Puestienesrazón—respondióellatrasexhalarunsuspiro.—¿LosabeTam?—Todavíano.ARafiseleiluminaronlosojos.—Esolovaahacermuyfeliz.Yquizásatitambién.Sophiesonriócongestoanhelante.—Sí,quizá.Rafivolvióameter lacomidaenelmorral.Alparecer, él tambiénhabía

perdidoelapetito.Enelmomentomismoenqueibanaemprendereldescenso,dijo:—Ahora me alegro de que no hayamos hecho nada de lo que

avergonzarnos.Tamvaaserunbuenpadreparatuhijo.Aellaseleencogióelcorazónantelarotundidaddesuspalabras.Éltenía

razón:habíanestadoaunpasodetraicionaraTam,perosehabíanresistido.Lomás difícil fue asentir y dejar que Rafi se fuera sin decirle cuánto lo amaba,cuántolamentabanohaberlehechoelamorcuandohabíantenidolaocasión.Asuentender,éleramuchomejorpersonaqueella.

Corrióamirarparaotro ladoconrapidezafindeevitarqueélvieraqueteníalosojosanegadosenlágrimasyemprendiócaminomontañaabajo.

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Capítulo34

Rafi miró a su alrededor con gesto incrédulo. Las tiendas habíandesaparecido,arrancadasdeldurosuelosindejarmásvestigioqueunascuantaspiquetasclavadas.Sobrelanieveamedioderretiryacíanesparcidasollas,velasyalimento.Ungrupodetharhuyóalversedistraídodesulabordetomarcuantopodíanaprovechardelosrestos.

—¿Quéhapasado?—preguntóSophieboquiabierta.—La tormenta lo ha destrozado todo. —Se echó una mano a los ojos

extenuadoscomosituvieralapotestaddecambiarloquehabíaanteellos.Buscóenvanosuponi.

—¡Oh,Dios!—gimióella.Rafilatomódelbrazo.—Estonosignificaquenoesténasalvo.Aquíabajo,entrelosabetos,hay

sitiosdesobraenlosquerefugiarse.—¿Quéhacemos?¿Losbuscamosopedimosayuda?¡Tengoquesabersi

Tamseencuentrabien!Rafiviolaangustiaqueseapoderabadelrostrodeellaysusenormesojos

castaños poseídos por la culpa. Sabía cuánto debía de arrepentirse en aquelmomento de todo lo que había dicho. Aquella noche de intimidad entre loscamposdenieveylasestrellasparecíahabersevueltoirrealdesúbito.

—Lovamos a encontrar.Te lo prometo.Vamos a volver al campamentoprincipaly,sinohaynadieallí,reuniremosunapartidadebúsqueda.—Nodijonadade lapreguntaque loatormentabaenaquelmomento:¿PorquénohabíasalidonadieabuscarlosaSophieyaél?

Alacaídadelatardesehallabantodavíaamitaddecaminodellugarenelque habían dejado a Bracknall. Rafi improvisó un refugio bajo un pino delHimalaya, en cuyo tronco apoyó unas cuantas ramas caídas que aisló acontinuación con agujas. Compartieron una naranja y algunas galletas quehabíanconseguidorescatardelcampamentobasedestrozadoporlatormentayse

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acurrucaronjuntosbajolamantaporsegundanocheconsecutiva.Apenashablaron.Sophieestabadistante,preocupada.Élansiabarodearla

de nuevo con sus brazos, pero ella no se lo pidió. Nunca sabría el esfuerzosupremoque le había supuesto no declararle su amor, admitir la necesidad deestar cerca de ella, de oír su risa y contemplar sus apasionados ojos castaños.Mientrasyacía insomne, escuchando la respiración regularde ella, rechinó losdientescelosoalpensarqueelcríoquellevabaellaensusentrañaseradeTamynosuyo.

—Rafi—dijoelladeimproviso.Alparecer,sehabíaequivocadoalpensarqueestabadormida.

—Sí.—MehaspreguntadosimehabíahechoalgoBracknall—susurró.Élseincorporóytratódemirarlapesealaoscuridad.Aunquenopodíaver

suexpresión,lavozletemblaba.—Puesbien,me…Síquemehizoalgo.—Dime—lepidióélentonosuave.Sipudoarticular laspalabrasfuesoloporque laamparaba laoscuridady

porloingentequeresultabalacargadenopodercontárseloanadie.—Aquella noche del monzón, cuanto Tam y tú estabais fuera y yo me

quedé sola con… ese hombre. —Tragó saliva—. Él me drogó. Imagino quedebíadetenerlotodoplaneado,porqueechóamiscriadosydejóallíalsuyo.Medijoquelacarreteradelbungalódelcanalestabaanegadayque,porlotanto,notenía más remedio que quedarse a pasar la noche. Apenas recuerdo lo queocurrió—añadió afligida—, pero sé que se aprovechó demí. Semetió enmidormitorioymeforzó.

De lo más hondo de ella surgió un violento sollozo. Rafi la rodeóenseguidaconsusbrazosylaestrechóconfuerza.

—¡PorDios,Sophie!—exclamóairado—.¡Esehijodeputa…!Ellatemblabaysedeshacíaenlágrimasenlosbrazosdeél.—¿Cómopudedejarqueocurrieseunacosaasí?Mesientotanculpable…—Nodigaseso.—Laabrazóconmásfuerza—.Túnotieneslaculpa.El

responsableesBracknall,esehombreodiosoyrepugnante.Él se limitó a sostenerla mientras ella sollozaba sobre su hombro. El

consueloquesentíaalhaberexpresadoaquelhorrorenvozaltaerasemejanteaunarepresaquereventaradepronto.

—¿LosabeTam?—preguntóRafialfin.Ellanegóconunmovimientodecabeza.—Túereslaúnicapersonaalaqueselohecontado.Tamnopuedesaberlo

nunca.

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—Pero,Sophie,habráquehaceralgoconBracknall.¡Concuántogustolearrancaríaesacabezallenadedesprecio!

—¡No!—Ellaseapartódeélagitada—.Nohagasningunaestupidez.ÉllonegaríatodoysedesquitaríaconTam.

—Yotedefendería,yTam,también.—ATamnoselopodrécontarnunca—exclamóSophie—.Esporelbebé,

porquepodríasospechar…Rafisintióelcorazónenunpuño.—¿Sospecharqué?Ellavacilóantesdeobligarseadecir:—CreoquelacriaturaesdeBracknall.Él soltó un reniego. No necesitaba verlo para saber que había quedado

escandalizado, mudo. No debería haber dicho nada: era injusto compartir sucargaconélcuandonohabíanadaquepudierahacerélporella.

—Losiento:noteníaquehabértelocontado.¿Quévasapensardemí?Éltomóenseguidalacabezadeellaentresusmanos.—Queereslamujermásvalientequeconozco—musitóantesdebesarlela

frentecondulzura—.Nosabescuántolosiento.Ella se apoyó en él y los dos quedaron tumbados uno al lado del otro,

abrazándosehastaquedardormidos.

A la mañana siguiente dio con ellos una partida de hombres de lasmontañas encabezada por Cecil, que los sacó sobresaltados de un sueñoextenuado. Ni siquiera habían reparado en que el sol llevaba dos horas en elcielo.

—¡Gracias a Dios! —exclamó el capitán—. Llevábamos buscándolosdesdeayer.Unpastornosdijoquehabíavistoaunaparejaenlaspendientesmásaltas.

Sophie,desaliñadayagarrotadaporelfrío,preguntóangustiada:—¿DóndeestáTam?¿Estábien?—Se ha torcido un tobillo. Dio un traspiés mientras descendía con la

lluvia,peroestábien,aunqueinquietoporusted.—Yoestoybien.Rafihacuidadodemí.Lasmiradasinquisitivasdesusrescatadoreshicieronqueestesintieraque

debíaunaexplicación.—Nosquedamosaisladosporculpadeunderrumbamientoytuvimosque

refugiarnosenunacueva…—Noesamíaquien tienequedarexplicaciones—lo interrumpióCecil

con aire azorado—.Lo importante es que la señoraTelfer no ha sufrido daño

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alguno.ARafiseleencendióelrostro.—Enrealidad,enningúnmomentohahabidoquetemerquepudierasufrir

daño.Elotrolomirócongestodesabrido.—Ha corrido un gran peligro en muchos sentidos. En medio de una

tormenta,enlaladeradeunamontañaysinlaproteccióndesuesposo…Rafinopudomenosdeofenderse.Eraevidentequeélconstituíaunpeligro

másalosojosdel joveningeniero.Nohabíapasadoporaltoelreceloconqueloshabíamiradoalhallarlossolosenelrefugio.Sinembargo,elgestosuplicantedeSophiehabíabastadoparaqueoptaseportragarsetodaréplica.

AinstanciadeCecil,montaronaSophieenunamulaylapusierondelanteconél, en tantoqueRafi los siguiómásatrás, con lapartidadebúsquedaqueintegraban los lugareños. Cuando llegaron al campamento, reinaba en él unatensión considerable. No había rastro alguno de Sophie, los ingenieros loevitabanyBracknalllollamóasutienda.ARafilecostómirarsiquieraasujefedadalarepugnanciaquesentíaporloquehabíahechoaSophie.

Tamselevantócojeandodeunasillaparadarlelabienvenidaconelrostroenteco tan demudado por el dolor que el recién llegado no pudo menos depreguntarsesinosehabríarotoeltobillo.Estrechándolelamano,ledijo:

—Gracias,Kan,portraersanaysalvaaSophie.—¿Dóndeestá?—Está descansando.Tiene un aspecto terrible.No sé en qué podía estar

pensandoparairseporsucuenta,sinesperarnosalosdemás.—Me temoque fue culpamía—reconocióRafi—.Había encontradoun

leopardoyqueríaenseñárselo.—Un leopardo —espetó Bracknall—. ¿No había ningún cuento más

verosímil?Rafiseexasperóantesemejantecomentario,perosupomorderselalengua.—Detodosmodos—aseveróTamcongestoincierto—,deberíahabernos

esperadoamíyalresto.Bracknallnosecontuvo.—¡Esto es vergonzoso! Dos noches desaparecido con la señora Telfer,

mientrassumarido,aquípresente,seconsumeporlaangustiaantesuausencia.Y, por si fuera poco, Cecil los encuentra a los dos en un nidito acogedor enmediodelbosque.¡Explíquese,Kan!

Elinterpeladosepusoenpiecongestofurioso.Dehabersidoélblancoybritánico, no estaría ocurriendo nada de aquello. Su hermano Ghulam teníarazón: sus gobernantes no tenían intención alguna de traspasar el poder a

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hombrescomoél.Bracknallysusinsinuacioneseraninsufriblesy,porlotanto,senegóacontestar.

—Máslevaleempezarahablarsiquierequeimpidaunescándaloquenosafectaríaatodos—leespetóeljefeconairemalicioso—.Seríaunaestupidezporsuparteperdersupuestodetrabajoporesto.

—¿Mipuestodetrabajo?—repitióélconincredulidad.—Miesposamehaaseguradoquenohaocurridonadainapropiado—dijo

Tamconelrostrocárdeno—.Soloquierooírlodeti.Rafi lomiróboquiabierto.O sea, queyahabían sometido aSophie a un

interrogatorio.Depronto reparóencuánta razónhabía tenidoellaaldecirqueBracknallteníademasiadopodersobretodosellos.

—Yustedcreeasuesposa,¿noesasí?—seinjiriósusuperior.—Porsupuesto—repusoTamaturdido.—En fin, siento seryoquien se lodiga,Telfer—replicóel jefeconuna

miradamalintencionada—, pero esa descarada no es la inocente escocesa queustedpiensa.

Rafivioasuamigoencogersecomosihubierarecibidounpuñetazoenlacara.Lairaempezóarevolverleelestómago.

—Porfavor,nohableasídeella—dijoTam.—Peroescierto.—¿Quéquieredecir,señor?—exigiósaberél.—Quiero decir que debería usted atar corto a su esposa. Resulta

embarazosoverlacoquetearconotroshombres.Nisiquieraperdonaaalguiendemedianaedadcomoyo.Tienequehaberlonotado.

—No…—No hagas caso a sus mentiras, Tam —intervino Rafi apretando los

puños.—Austedtambiénhaintentadoseducirlo,¿no?—lopinchóBracknallcon

susojos fríosbrillantesde regocijo—.Seguroque sí.Laculpa le asomaaesacaramarrónsuya.

Rafiseabalanzócontrasujefecomomovidoporunresorteyloderribódesusilladecampaña.

—¡Cómoseatreveadecirsemejantebarbaridaddespuésdeloquehizo!LosujetócontraelsueloyBracknalllomiróconlosojosabiertosdepar

enparporlaconmoción.—¡Quítemelodeencima!—¡Es usted un ser despreciable! —Rafi alzó el puño para asestarle un

golpe.—¡Kan,noseasestúpido!—Tamleagarróelbrazodeinmediatoeintentó

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separarlos.Cecil entró corriendo al oír semejante confusión y asestó un violento

puñetazoenlacaraaRafi,quesetambaleóhaciaatrásysoltóasusuperior.TamlopusoenpiemientraselreciénllegadoayudabaaBracknallalevantarse.Esteúltimo estaba alterado y Rafi respiraba con fuerza. La mejilla le ardía por elgolpe que había recibido de Cecil. En un primer momento todos guardaronsilencio.Bracknallsesacudiólacamisayseatusóelcabello.Suexpresiónpasóentoncesdelmiedoaunacólerafría.

—Telfer—dijoconvozcalmadaygélida—,apliqueasuesposaelcastigoqueconsidereoportuno.—Acontinuación,clavóenelindiounamiradadepuroodio—.Kan,estáustedacabado.Yahora,fuerademivista.

Rafi,dolidoenlomáshondo,salióhechounafuriadelatienda.

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Capítulo35

ElviajederegresoaDalhousiefueunaverdaderatortura.Tamrabiabadedolorporlalesióndeltobillo,pero,siSophiesepreocupabaporél,sumaridonodudabaentratarlaagritos.Élcabalgabadelanteynohacíanadaporocultarsudeseodellegarcuantoantesasudestino.

Sophie los había oído altercar en la tienda deBracknall tras volverRaficon los porteadores, pero no había alcanzado a entender lo que decían.Atormentadaporladudadesidebíaonointervenir,habíaacabadoporconcluirque cualquier cosa que pudiera decir no iba a hacer sino empeorar las cosas.Ahora,sinembargo,deseabahaberlohecho.TamlehabíadichoqueRafihabíaagredido a su superior como un poseído por algo que había dicho de ella. Sumaridonohabíaqueridodecirleconexactituddequésetrataba,perolafrialdadqueestabadesplegandoconellaresultabalacerante.

—No tenías que haber salido sola del campamento base con Kan —lahabíaacusado—.Quesepasquelovanaexpulsarporeso.NomesorprenderíaqueBracknalllodenuncietambiénantelapolicía.

La indignaba que Rafi tuviera que cargar con el peso de las ansias devenganzadeBracknallylairritabanopoderhacernadaparaevitarlo.Supalabrano valía nada. Había deseado hablar con él, pues temía que pudiese haberreveladoenunimpulsoalgodelosabusosalosquelahabíasometidoeljefedesuesposo,peroaRafilohabíanenviadoaLahoreantesquealrestoafindequeaguardaraallí a la suertequehabríadecorrer.Sehabía ido sindespedirse.Laúltimavezque lohabíavisto, fugazmente,estabasinafeitar,despeinadoyconunamejilla hinchada como si le hubieran dado un puñetazo. Sintió que se lerompíaelcorazónalverlatristezaqueinvadíasuapuestorostroenelmomentodesubirseasucaballo.Nohabíantenidoocasióndehablar:ellasehabíatenidoque conformar con verlo marchar impotente. Se sentía desolada. ¿Volvería averloalgúndía?

AntesdellegarellosaDalhousie,yasehabíaextendidoelrumordequeel

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viaje había estado a punto de acabar en desastre. Una semana después delregresodelmatrimonioalpuestodemontaña,circulabanyaenlossalonesdetédeloshotelesylosclubesconjeturasescandalosassobreSophie:

—LatestarudaesposadeTelfer,sí,lajovenquepreferíaquedarseconloshombres en las llanuras a viajar a las colinas para estar con el resto de lasmujeres, sabes quién te digo, ¿no?, pues bien, resulta que se perdió en laexpediciónaChambaconotroingenieroforestal.¿Notehabíasenterado?

—Encima,uningenieroforestalnativo.—¿Dóndeteníalacabeza?—Guapísimo,porsupuesto.Mahometano.—Apareciómássanaqueunapera.Dicenquesepasaron todoel tiempo

escondidosenelbosque.—Pobre Telfer. Eso va a suponer una mancha en su expediente. Desde

luego, aBracknall lo pone en una posición dificilísima, ¿no es verdad?Dicenqueelescocésprometía.

—Aunque,porloqueheoído,erademasiadopresuntuoso.—Alindioloecharán,pordescontado.—Nopuedenhacerlo.Porlomenos,enlostiemposquecorren.Elpadrees

todounpersonajeenLahore.Loúnicoquepuedenhacer esmandarloa algúnsitioperdido.

—¡Vayaconlaseñorita!—Nohayquesertanduroconella.Nollevaaquíniunaño:noesculpa

suyasitodavíanosabebiencómofuncionanlascosasenlaIndia.Sophie oía algunos de estos chismes y se sentía asqueada. El ataque de

Rafi a Bracknall era el único detalle de aquel asunto odioso que parecía nohabersehechopúblico.Talvezel ingenierodemontes jefeconsiderabaque lereportaríafamadedébilypocovirilelqueunsubordinadoindiose lehubieraimpuestoenuna luchacuerpoacuerpo.Fueracomofuere,ellarezabaporqueaquellosignificaraquenoibanaarrestarloporagresión.

Tam dedicaba el tiempo que pasaba en los bosques a montar a caballo,trabajar de sol a sol y hacer caso omiso de los dolores del tobillo.No faltabamuchoparaquetuviesequeregresaraChangaManga.

—Allí seguirá haciendo un calor insoportable —dijo—, pero seríapreferiblequemeacompañaras.Detodosmodos,hacetiempoquenorecibimosinvitacionesanada,apartedelasdeesaexcéntricaamigatuya,BlanditaHogg.

—Claroqueirécontigo—lerespondióSophie—.Loprefiero.Lodeaquíesinsoportable:lagentedicecosashorriblesdenosotrosydeRafi.

Tamlamiróconexpresióndesdichada.—¿Meprometesquenohaynadadeciertoenloquecuentan?

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—¡Tam!¿Cuántasvecesvoyatenerquedecírtelo?—Porquenosoportaríaimaginarteconotrohombre.—Sutonoerasevero

eimplacable—.Medestrozaría.Aellaselehelaronlasentrañas.SeobligóadesterraralodiosoBracknall

desucabeza.Jamásrevelaríaasumaridolaverdadsobreaquellanoche:Tamnosería capaz de sobrellevarlo.Lamentaba en lomás hondo habérselo contado aRafi,yaqueestabaconvencidadequedebíadehabersidoeso loque lohabíallevado a perder los estribos con su jefe.Habría sidomejor guardarse para síaquelpavorososecretohastaelfindesusdías.

—Túereselúnico,Tam.—Losiento—dijoélconunsuspiro.Losdos semiraronpreguntándosesi su frágilmatrimonioseríacapazde

sobreviviralasdudasylasacusaciones.Sophiedecidióquehabíallegadoelmomentodedecírselo.Fueasentarsea

suladoenlaveranda.Elaireestabacargadodelaromadelasrosasvagabundas.Tomólamanodeél.

—Tam,tengoalgoimportantequecontarte,siesquenolohasadivinadoya.

—¿Quétengoquehaberadivinado?—preguntóélcongestodealarma.—No es nada malo. Simplemente vamos a tener un hijo. Estoy

embarazada.Éllamiróboquiabiertoysinsaberquédecir.—Esverdad—confirmóellaconunasonrisa—.¿Notealegra?Ellavioqueselellenabanlosojosdelágrimasyquetragabasalivaantes

dedecirconlavoztomada:—Esmaravilloso.¿Cuántotiempollevas…?Laduda repentina que asomó al rostro de él hizo que se le encogiera el

estómago.TodavíanoacababadecreersequenohubieraocurridonadaconRafi.—Deberíassaberlo—loreprendióella—.DesdeChangaManga.—¡Quémaravilla!—Tomó lasmanos de ella y las besó. Casi no podía

hablar.Tamposóunamanoenelrostrodesumujer,quiennuncalohabíavistotanemocionado—.Tenecesito,cielo.Estoesunademostracióndetuamor,¿noesverdad?

Ellaasintiósinpalabras,aunqueensuinteriorsesentíavacía.Élexclamótriunfante:

—¡Voyaserpadre!Nosabeusted,señoraTelfer,lofelizquemehace.Ellaletendiólosbrazos.—Lomismodigo.Y,dichoesto,seabrazaron.

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—Estecontratiemponovaadurarmucho—aseveróTamconoptimismo—.Sonsolohabladuríasdepuestodemontañacondenadasaextinguirseconlallegadade laestación fría.Medaránelascensode todosmodos:nohaynadiemáscualificadoqueyoparaelpuesto.

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Capítulo36Shillong

Unmesdespuésdelcomienzodelaestacióndelmonzón,TillyrecibióunanotaencasadelosRankin.

—EsdeBurke,elantiguocomisariodepolicía—informóaRos—.Quiereverme.¿Quédebohacer?

Sintióunamezclademiedoydeentusiasmo.—Puedeserquequieradartemásinformación—respondiósuamiga—.A

estasalturasdebedesaberyatodoShillongqueestásinteresadaeneseasunto.—Creesquemeestoyobsesionando,¿verdad?Roslamiróunbuenrato.—Creoqueestáspasandodemasiadotiempoenlabibliotecadejandoque

Listertellenelacabezadeteoríassensacionalistas.EstásaquíparadisfrutarconJamie:nopierdastutiempoconlosmuertos.

—Lo siento —dijo ella compungida—: debo de ser una amigaaburridísima.Tupadreytúestáissiendotanamablesconmigo…Lediréquenovenga.

—¡Eso te mataría!—exclamó Ros con una carcajada—. Puedes quedarconélyverqué tienequecontarte—dijocediendo—y, luego,pasarpáginayseguircontusvacaciones.

—Esoharé.Loprometo—concluyóTillyconunasonrisa.

RonaldBurketeníadeancholomismoquedelargo.Aquelhombreeraunosodepelogrisyáspero,bigoterecortadoyunojodecristalquebrillabaconunaireperennederecelo.LeseguíalospasosunviejoJackRussellterrierquenodejaba de gruñir ni babear y que intentó morder a Tilly cuando ella fue aacariciarlo.

—Nolegustanlasmujeres—lojustificóBurke.

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TillyylosRankintomarontéconélenlaveranda.Elcomandantetratódeentablar con él una afable charla sobre pesca, pero Burke no se mostró muyinteresadoniparecíadispuestoahablardeasuntostriviales.Tillypensóque,almenos,teníaalgoencomúnconJames.

Lo observó dar cuenta de una bandeja de emparedados, algunos de loscualesfueronapararaaquelperroariscosuyo.Rosadvirtióelgestodesuamigay puso los ojos en blanco. Tilly se estaba arrepintiendo de haber invitado alantiguocomisario.Porlotanto,debíaacabarcuantoantesconaquellameriendaincómoda.

—Entonces, señorBurke, ¿conoceustedamimarido, James?—dijoporponerfinalsilencio.

Élasintióconloscarrillosllenos.—Unhombremuysensato.Laúltimavezquelovifueelañopasado.Ibaa

labodadeunmédicodelejército.—¡Esafuelabodademihermano,Johnny!—exclamóella—.¿Tambiénlo

conoceaél?—No.Yo,dehecho,nofui:Robsonyyoestuvimoscharlandoenelclub.

Nomedijoqueestuviesecasado.—Esque entonces todavía no lo estábamos.—Tilly se puso colorada—.

Todopasódeunmodomuyrápidoestandoéldevacaciones.—¿YsabeRobsonqueestáhaciendoustedpreguntassobrelosLogan?—Noexactamente,perosíquequieroaveriguarcuantopuedadeellospara

hacérselosaberamiprimaSophie.Éllamirófijamenteconelojobueno.—¿Yquélehacontadosumarido?—Queustedlollamóparaqueacudiesealbungaló,aunquenomedijoque

fueraBelguri,yqueencontrarona losLoganmuertospor la fiebreyaSophiesola.

—Pues eso es todo lo que hay que saber—dijo él sorbiendo té—.Unatragediaterrible.

—Sin embargo, hay demasiadas cosas que no encajan. Sophie cumplíaaños aquel día y recuerda haber jugado al escondite con su madre: no tienememoriadequeestuvieraenferma.

—Esasfiebrespuedenatacaraunapersonaymatarlaencuestióndehoras—repusoél.

Tillyhizocasoomisodeaquellarespuestatanmanida.—Pero¿quéhacíasuayahuyendoconungatitoydejándolaaella…?—¿Ungatito?—Burkefruncióelceño—.¿Ellarecuerdaungato?—Sí—respondióTilly,sorprendidaporsureacción—.¿Eraotracosa?

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—¿Cómovoyasaberlo?—bramóBurke—.Elayasehabíaidoyacuandollegamosnosotros.

—Entonces,¿quiénleshizosaberquehabíanmuerto?—intervinoRos.ÉldirigióelojorecelosohacialaamigadeTilly.—Nomeacuerdo.—Perohabríaunmédico,¿no?—insistiólaanfitriona.—Oquizáshubieraalgooscuro…—seatrevióadecirTilly.Él se puso en pie sin previo aviso, les dio las gracias sinmás por el té,

estrechó lamanodel comandantey sedirigió a la puerta seguidode superro.Tillyfuetrasél.

—Señor Burke, ha sido usted quien ha dicho que quería verme —lerecordó—ynosevaairsincontarmealgoquenosepa.

UncriadoleentregóeltopiyelbastónenlapuertaprincipalyéllostomósinagradecérseloantesdevolversehaciaTilly.

—Vuelva al lado de su marido, señora Robson, y deje de remover elpasado—ledijo—.Novaaencontrarnadaniéllevaaagradecerquelointente.—Seinclinóparaquedarmáscercadeellayañadióentonoamenazador—:Nosabe usted dónde se está metiendo. Podría estar poniendo a James en unaposición peligrosa si sigue obviando nuestro consejo de dejar las cosas comoestán.

—¿Peligrosa?¿Porqué?—preguntóellaahogandoungrito.Élsepusoelsombrero.—Vuelvaacasa—leordenóantesdesalirescopetado.

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Capítulo37ElPunyab

LarelacióndeSophieyTammejorócuandovolvieronaChangaManga.Élnodejabademimarlaconuna ternuraquesumujernohabía imaginadojamásquepudieratener.

—Nadade tenis,muchacha—leordenó—,nidecabalgarporahí.Voyamalcriaros a ti y al bebé. Puedes tomar cuanto te apetezca.Haré queHafiz tepreparepasteles,queséqueahoramismoeresincapazdesoportareloloracurri.¿Quieres que mande traer a Tilly para que te haga compañía? ¿Y a ClarrieRobson?

Sophieseechóareír,conmovidaporsuentusiasmoysupreocupación.—No,nopodemosesperarquelodejentodoparacruzarmediaIndiaporel

simplehechodequetúquierasqueobserveelpurdahynomedejeshacernada.—A lo mejor es el momento de mudarse a Lahore —dijo él en tono

preocupado—.La selva es demasiado insalubre. Podemospasar allí un par dedías y buscar unbungalónuevo enGolfRoado en cualquier otro sitio dondepodamostenerunjardínlobastantegrandecomoparaquejueguenlacriaturaysusamigos.

Sophie tomó la cabeza de él entre susmanos.Aunque aquel último añohabíaenvejecido,seguíateniendounabellezalobuna.

—Lacriaturanovaanecesitarunjardínhastadentrodemucho.—Sonriómientras se decía que no tenía sentido alquilar nada hasta que supieran concertezaadóndeibanadestinaraTam.Él,sinembargo,estabamuysensibleconese tema (aún no habían confirmado el ascenso) y Sophie sabía bien que nodebíamencionarlo.

—Tienesrazón:nohayqueprecipitarse.—Tamlebesólafrente.Aunasí,todaslasconversacionesgirabanentornoalansiadoretoño,tanto

queSophiesellegóapreguntardequéhabíanhabladohastaentonces.

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—¿Dónde quieres que nazca?—le preguntó Tam cierta noche mientrasestiraba sus cansadas extremidades en la veranda y disfrutaba del fresco delocaso.Eltobilloseguíadándoleproblemas,perosiemprerestabaimportanciaalaspreocupacionesquealbergabaSophiealrespecto.

—Dependededóndeestemoslapróximaprimavera—respondióellaconunamiradacautelosa.

—PensabaquequerríasvolveraEscociaparaelparto.—¿AEscocia?—Aquellolatomóporsorpresa—.Nosemehabíapasado

porlacabeza.—Lonormalesvolveracasaparacosasasí.Amí,desdeluego,megusta

laideadequenuestropequeñovealaluzensueloescocés.—Peroyoyanotengocasaallí.—Pues claro que sí—insistió él—: irías a alojarte con mi madre y mi

hermanatepodríaayudarconelparto.Sophieintentódigerirlapropuesta.—¿Túiríasconmigo?—Sabesqueelpróximopermisonomelodaránhastadentrodeunparde

años.—Entoncesnoquieroirme.—¿Porquéerestanterca?—exclamóTamexasperado.—¡Miraquiénfueahablar!—Es solo que, si os quedáis, voy a pasarme el día preocupado por

vosotros.—Yyomevoyapreocuparportisimevoy.Atitehacefaltamásqueamí

unatemporadaenEuropa.¿Teacuerdasdeloquetedijoelmédico?No llegaron a ninguna parte. Sophie, consciente de que Tam no iba a

renunciaraaquellaidea,propusoencambio:—¿Por qué no invitas a tumadre y a tu hermana a hacernos una visita?

Podrían venir antes del final de la estación fría y quedarse hasta después delparto.Séquelasechasdemenos.

Lacaradeélseiluminó.—Esome encantaría. Sin embargo, tendrías que hacer tú las labores de

anfitriona.Además,¿vasaquerertenerlasporaquícuandonazcaelcrío?Ellaasintió.—Llevar en mi vientre a este bebé me hace más consciente de lo

importanteque es la familia.Quieroque conozca a su abuelay a su tía comoconocíyoamiqueridatíaAmy.

—Gracias—dijoélsonriente.—Yme gustaría que vinieran también el primo Johnny y la primaTilly

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paraelbautizo—añadióconlosojosencendidosdeemoción.

Aquel periodo dichoso no duró mucho. Tam volvió a sufrir ataques defiebre.Nisiquierapodíasalirdelacamaysequejabadeundolorinsoportableenlacabezaylasextremidades.Leardíalafrenteynoeracapazderetenerlosalimentos.Balbucíafrasesincoherentesyenlosmomentosdelucidezmirabaasuesposaconexpresióndesesperadayrostroojeroso.

—Voyamorirme,¿verdad?Sophieseaferrabaasumano,queardíafebril.—Nopiensopermitírtelo.Vasaserunbuenpadreparanuestrobebé.Adiarioibaavisitarlounmédicodelaremontaparaadministrarlegrandes

dosisdequinina.—Deberían tratarlo en el hospital, pero está demasiado débil como para

trasladarlo.—¿Quémáspuedohaceryo?—semartirizabaella.—Mantenerlofrescoyrezarmucho.La fiebre remitió a los cinco días y dejó a Tam débil y deprimido,

convertido en el fantasma cetrino del hombre que había sido. Sophie lo habíavistoconsumidoantes,peronuncatanapáticonidescorazonado.

—¿PorquénovamosunosdíasaLahore,averalosamigosdeallí?—lepropuso.

Él, sin embargo, se limitó a mirarla con gesto lúgubre y negar con lacabezadiciendo:

—Tengo mucho trabajo atrasado. Ya llevan un tiempo pidiéndomeinformes.

Día trasdíaseobligabaa levantarse tempranopara recorreracaballo lasplantacionesysupervisarcuantohabíabrotadodesdelasúltimaslluvias.Sophiesabíaquenoibaaservirdenadatratardecontenerlo:Tamvivíaparasutrabajo.Lo único quemantenía viva la esperanza de ella era la posibilidad de que lodestinasenprontoaLahore.Allíalmenostendríancercaunbuenhospitalyélsededicaríasobretodoalaboresdeoficina.

A fin de pasar el tiempo, volvió a aficionarse a la carpintería y la talla,refrescandocuantolehabíaenseñadolatíaAmy.Hizounacajadejuguetesparael bebé de restos del almacén demadera y a continuación se embarcó en unabanquetadiminuta.

Tamllegódelaoficinaforestalunatardedeoctubrerenqueandoyagitandounacartaenalto.Elrostroselehabíaencendidodelaemociónporprimeravezdesdequehabíacaídoenfermo.

—¡PorfinhallegadoelascensodeBracknall!

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Sophieestabatallandoenlaveranda.Elcorazónlediounvuelco.CasinopodíacreerqueeljefedeTamhubieramantenidosupromesa.

—¡Québien!Aver…Tamlelanzólacarta,mascullandosobrelascosasquepensabahaceruna

vezquevolvieranaestarinstaladosenLahore.Ellalaleyóyalzólamiradacongestoconfundido.

—Pero aquínodice enningún sitioque te corresponda a ti el puestodeMartins.

—Demaneraexplícita,no,peromeconvocanaLahoreparaasignarmeminuevo puesto. ¿Qué otra cosa puede querer decir? Bracknall debe de quererhacer las cosas como está mandado: darme la bienvenida personalmente encalidaddeayudantesuyoenlugardehacerloatravésdeunanota.

—Debedesereso.—Sophietratódeocultarsudesasosiego.—Y la fecha—siguió diciendo— coincide con la cena que tenemos la

semanaqueviene.Sindudaquerránagasajarmedurantelavelada.—Esoestámuybien—dijoellasonriente.—VoyareservarunahabitaciónenelNedousHotel—aseveróél—.Nos

merecemosalgomejorqueelviejoCecil.—¿Vanairtambiénlosdemásingenierosdemontesalaciudad?—¿Comoquiénes?—Nosé:BozyMcGinty,porejemplo.—Sintióqueseruborizabaantela

miradafijadeTam.NoseatrevíaapreguntarporRafi,pormásquenopasaraundíasinquepensaseenél.HabíasupuestoquelohabríanexpulsadodelServicioForestal,peroTamnolehabíadichonada.Nuncahablabadeaquelviejoamigo.

—Imagino que sí. El personal forestal vuelve de las colinas y todo elmundoquerrásabercuálessupróximodestino.

—Mevaaencantarvolveraverlosytambiéndisfrutarotravezdelavidade la ciudad. —Desde que Tam se había empeñado en prohibirle montar acaballo,lavidaseleestabahaciendoanodinaymuylimitada.

Tamseinclinóparadarleunpellizcoenlamejilla.—Quizá la lleve abailar, señoraTelfer.Nadademasiadoenérgico, claro:

unvalstranquiloodosnadamás.AellalaasaltódeprontoelrecuerdodelquehabíabailadoconRafienla

nieveyaquellaimagenlerobóelaliento.—Puesmástevaleirpreparandolamudanza,muchacha—anuncióélcon

unasonrisa—,porque¡nosvamos!

Tamfueasupervisar lasplantacionesdeChickawatniy las tierrasqueseextendíanmásallá.

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—Quierodejárselotodoenbuenascondicionesamisucesor.Volveréenunpardedías.

Sophie quedó encargada demeter la vajilla de porcelana, el cristal y loscuadrosencajasdeté.Suentusiasmo,sinembargo,notardóendeclinar.Volvióacentrarseenlastallas,actividadqueleresultabamuyabsorbente,yapensaramenudoensuqueridatía,quelehabíaenseñadoamanejarlagubia.

Cuando remató el taburete infantil, reparó en que la caja de juguetesnecesitaba juguetes que guardar en su interior. Necesitaba un trozo ligero demaderadepinoconelquehacerunbarco.Alnoencontrarningunoapropiadoeneljardínnilosbosquesdealrededor,preguntóaHafizsiteníaalgoamano.

—Mireeneldaftar—sugirióseñalandolaoficinaforestalquehabíaenunladodelrecinto—.Telfersahibguardamuchascajasconrecortes.

Sophie no había estado nunca en aquel despacho, porque a Tam no legustabaquelomolestasenmientrastrabajabayhabíadejadomuyclarodesdeelprincipioqueaquelloseransusdominios.Además,desde laescena terribledelalmacén,habíapreferidomantenersealmargendesuvidalaboral.Contodo,laoficinaestaríacerradayellanoteníalallave.

—¿Puedesabrirme?Hafizasintióconlacabeza.—Iréporlallave.—Telfersahibnotieneporquésabernadadeesto.Elporteadorsonrió.—Mislabiosestánsellados,memsahib.Elinteriorestabaoscuro;lascontraventanas,cerradas,ysalióarecibirlaun

intenso olor a humedad. Había carpetas y libros mayores apilados en unescritorioenormedemadera.Asulado,cofrecitosmetálicosquedebíandeestarllenosdedak, losincontablespapelesquellegabanadiarioyconlosqueteníaquebregarTam,quesequejabadequeporellossepasababuenapartedeldíaencerrado.

Alineadas en la pared del fondo había cajas conmuestras y recortes demaderaqueellarevolvióconrapidez,puesnoqueríapermanecermuchotiempoallí.Dioconalgunaspiezasquepodíanservirparahacerunbarcoyuntrenconvagones. Estaba preguntándose si debía intentar sumar también al lote unamotocicleta cuando la sobresaltaron un grito y el sonido de un timbre en lapuerta.

Era el chaprassi, que aguardaba de pie con un atado de cartas. Sophievacilóantesdetenderlelasmanos.

—Yo me encargo del dak, gracias. —Preguntándose si Tam tendríacostumbredeofrecerleunrefrigerio,añadióensuurdurudimentario—:Vayaa

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lacocina,Hafizledaráunoschapatis.Él se despidió de ella y desapareció. Sophie puso elmontón de papeles

sobreelescritorio.Setratabadeinformesqueéltendríaquehacerllegaraotros.SeleocurrióquequizáshubieseallímásinstruccionessobrelaconvocatoriadeLahore.Podríahaberinclusoalgunaconfirmacióndesupuestonuevo.Nopodíaevitar cierta angustia inquietante ante la posibilidad de que Bracknall nocumpliesesupromesa.LoshabíatratadocongranfrialdadenDalhousieypocodespués se había marchado a Simla. Tampoco su señora los había invitado avisitarMayoGardens.

Volvióalescritorioyrebuscóentreelcorreo.Nohabíanadaconelaspectooficial de la sede de laAdministración de Silvicultura deLahore.De entre lacorrespondenciaseescapóentoncesunacartadelgada.Eradiferentedelrestoyestabacontenidaenunsobredelgadodecorreoaéreo.DebíadeserdesumadreodeFlora.Entusiasmada,sepreguntósinoseríalarespuestaalainvitaciónqueleshabíanenviadoparaquefueranavisitarlaIndiaenAñoNuevo.

Lamiró conmás atención en la penumbra. Estaba dirigida solo a Tam,cuando Flora solía escribir el nombre de los dos. Además, le resultódesconcertantequelahubieranremitidoalaoficinaforestalynoalasseñasdelmatrimonio.Seacercóalapuertaabiertaconlaintencióndeestudiarlaasuluz.Fueentoncescuandoreparóenqueelselloyelmataselloseranextranjeros:deFrancia.

Dio la vuelta al sobre y vio que el remitente era un tal N. Bannerman.Sintió curiosidad. ¿Quién sería aquel Bannerman que escribía a su marido?Quizás alguien con quien combatió en las trincheras o un compañero de lacarrera de ingeniería. Sin embargo, el apellido no era francés ni Tam habíamencionadonuncaaningúncamaradaquesellamaseasí.¿QuiénseríaaquelN.?El corazón empezó a latirle con fuerza. Se odió a símisma por albergar talessospechas,perolociertoesquelacaligrafíateníaciertoairefemenino.

Volvió a dejar la carta en el montón y recogió sus recortes de madera.Vaciló. ¿Por qué remitiría ese tal Bannerman a la dirección de la oficina lascartasaTam?¿Noseríaparaqueellanoseenterase?Dejóotravezlamaderaenlamesa.Rápidamente, se puso a revolver lamesa y los cajones por cualquierotroindiciodecartasanterioresenviadasporBannerman.Sintiéndosemalporsususpicacia,miródentrodeunodeloscofresyvioqueestaballenodecarpetasdecolor beis, todas relacionadas con el trabajo de Tam. De los otros baúles yestantestampocosacónada.Sintióunalivioculpable.

Mientrasvolvía a cerrar las persianas, viouna cajade las que seusabanparaguardardinerosituadadetrásdelpesadoescritorio.Apartóestedelaparedparahacerseconellayquitóelcierremetálico.

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Lagargantaselesecóalverqueelinteriorestaballenodecartasconlosmismos sobres azules y la misma caligrafía. El corazón se le iba a salir delpecho.Sabíaquepodíaelegirentrevolveracerrarlatapayhacercasoomisodelas cartas, dando por cierto que constituían la correspondencia de dos viejosamigos de guerra, o leerlas y descubrir quizá cosas sobre Tam que habríapreferidonoconocer.

Tomóunaalazardelcentrodelmontón.Elpapeldelgadoemanóuntenuearoma de rosas. «Amadomío», empezaba diciendo. Sophie ojeó el contenidoparasaltarselasnoticiasrelativasapersonasdelasquenuncahabíaoídohablar.Se mencionaban una bodega de vino y una cena para clientes. Entoncesdistinguiósupropionombre.

…EsterriblequeSophietratedeinterferirentutrabajo.Porloquemecuentas,hicistefrentealasituacióncontujusticiayfirmezahabitualesy,sinembargo,tuvistequedejarleclaroque eres tú quien decide cómo hay que tratar a los culis.Deberíasprohibirlequeteacompañealalmacén,aunque,detodosmodos,nodejadesersolomiopinión.

Yotengomipropiacruzquellevar:mipadreestámásirascible que nunca y no parece que vaya a mejorar. Sigohaciendomis «buenas obras», como llama él a la labor dedirigirmi clínica dematernidad, y vamos arreglándonoslas.Élsiguediciendoque va a vender el negocio para volver aNueva York, pero dudo que lo haga. Francia le gustademasiado,tantocomoamí.

Esperoqueestésbiendesaludyquetujovenesposateestécuidandocomomereces.Meencantaesoquemedicesde que no hay enfermera que pueda resucitar a un hombrecomo lo hago yo. Aquella fue una época extraordinaria,¿verdad?

RecibeunsaludoconmuchoamordeTuRosadeNormandía,Nancy

Sacóotracarta,másreciente,yleyóqueNancyestabacuidandoasupadre,enfermo de pleuresía, cuando deseaba, más bien, poder conocer la vida deDalhousie.Lepreguntabasiestabacuidandosusaludpracticandolosejerciciosdelacienciacristianadelmismomodoquehacíaellaennombredeél.Conque

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habíasidoNancyquienlohabíaintroducidoenaquelladoctrinanacidaentierrasde América. Recordaba que Tam le había hablado de una amistadestadounidensequelohabíainiciadoenellaestandoenFrancia.

En otra de las cartas, la remitente se dolía del alboroto que habíanprovocadoRafiySophie.

¡Qué desastre! ¿En qué estaba pensando para desaparecercon el indio? Enmi opinión, lasmuchachas de su edad searrogan demasiada libertad desde la guerra y no entiendenqueexistenunasnormasdeetiquetaquehayque seguir.Elmundonodejadecambiar,amadomío.

EntodaslascartasfirmabacomosuRosadeNormandía.Sophieseagarróelvientreanteunataquedenáusea.Nopodíasoportarleerniunalíneamás.Ajuzgarpor las fechasde los sobres,Tam llevabamanteniendocorrespondenciaconaquellamujeramericanadesdeelmomentoenquehabíallegadoalaIndia,muchoantesdequellegaseellaparacontraermatrimonio.

¿QuésignificabaNancyparaél?DabalaimpresióndesermayorqueTam.Aveces,sediría inclusoqueeracomounahermanamayorautoritaria,aunquetambién podía ser amorosa. Sus cartas eran tiernas y sinceras. ¿Las que leenviabaTamseríantambiéntancariñosaseíntimas?Quizásololaestabausandocomopañode lágrimasdesus frustracionesrespectodesumatrimonioyde laIndia.

SesintióavergonzadaporhaberleídopáginasquenoestabandestinadasaellayalmismotiempofuriosaporelhechodequeTamestuvieraescribiéndoseconotramujerparahablarlede ella.Sinduda lahabía criticado. ¿Quémás lehabría dicho? ¿Que se arrepentía de haberse casado con ella y que se sentíadecepcionadoporaquellaesposa?

Volvióameterlascartasenlacaja,lacolocódenuevotraselescritorioycerrólaoficinallevandoconsigoeldakdeaquella tarde.Dejóatrás lamadera,porqueenaquelinstantesabíaquenoestabaencondicionesdeponerseatallarnada.

Aquella noche, cuando regresó Tam, le tendió el atado de lacorrespondenciadeldía.

—Havenidoelchaprassiatraerteeldak.—Mañana lo veré —dijo él con un gesto de la mano. Tenía el rostro

marcadoporelcansancio.—Hay una de alguien llamado Bannerman. —Observó la expresión de

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sobresaltodesuesposo.Élsevolvióparaencaminarsealapuerta.—¿Ah,sí?—dijo.—Tam…—Voyalavarme.Déjalaenlamesa.Durante lacenanodijeronnada.Lacorrespondencia seguía intacta,pero

Sophiese retiróprontoaldormitorioy looyórasgarel sobrey,pocodespués,reírparasí.Llevabaunaeternidadsinpercibiraquelsonido.Nancylohacíareír.Mástardelooyórecorrerlaverandadeunladoaotrosuspirando.

Porlamañana,lacartahabíadesaparecidoyTamsehabíaidotempranoamontar a caballo. Esperó que le dijera algo, cualquier cosa, siquiera parajustificarlacorrespondencia,peroélprefiriócallar.Ellasemortificabatratandode decidir si debía revelarle que sabía que Bannerman era una mujer. Sinembargo, estaba convencida de que aquello abriría un abismo insalvable entreambosydestruiríalaarmoníaqueacababandeconseguir.

Si su marido abrigaba intención romántica alguna respecto de esa talNancy,eradeesperarquehubiesehechoalgomuchoantesdeconocerlaaella.Talveznoeramásqueunacorresponsaldelpasado,alguienaquienpodíaponeraltantodesusproblemas,decosasconlasquenoqueríaturbarasumujer.

TamlahabíaelegidoaellaynoaesatalNancy,unamujermásmadura,yjuntos ibana tenerunbebé.Elpequeñohacíaque todo fueradiferente.Sabríasoportar aquella correspondencia ilícita siempre que Tam fuese el padreentregado que daba por hecho que podría ser. Su marido había perdido a supadresiendopequeñoySophiesabíaqueestabadeseandoejercerlapaternidad.

Habíaotroelementoquelaretenía:laculpaquesentíaporlossentimientosqueabrigabaparaconRafi.¿CómopodíacriticaraTamcuandoellaansiabaaotrohombre?Nohabíanvueltoasabernadadeéldesdelaexcursión,sibienTheCivilandMilitaryGazette habíahablado largoy tendido sobreun talGhulamKanquehabíasidoarrestadocomosospechosodehaberincendiadoelvehículodel gobernador. Sophie sabía, por la conversación sobre su familia que habíamantenidoconRafienlamontaña,quesetratabadelexaltadohermanomenordeRafi,peronosehabíaatrevidoahablardeelloconTam.ElmásjovendelosKanseestabapudriendoenprisión.

Ella,porlotanto,sehabíaenfrentadoconéxitoalapasiónquesentíaporRafi y lo había hecho por Tam y por el bebé, y estaba convencida de que sumaridoharíalomismoporella.

Díasdespués,cargaronuncarrotiradoporbueyesyatravesaronlaselvaendirecciónalcanal,dondesubierona ladresinadel tranvíareciénconstruido.Amediodíahabíanllegadoalaestaciónysubíanauntrenquepartíahaciaelnorte

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condestinoaLahore.

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Capítulo38

SophiedescubrióencantadaqueBozyMcGintyestabanen laciudad.Sealojaban en el Cecil Hotel y coincidieron en un baile del Nedous. LaestupefacciónquemanifestaronhizoevidentequehabíanencontradoaTammuydesmejorado. Jimmy Scott estaba también con ellos, tan envanecido comosiempreenopinióndeSophie,perosumaridoparecíafelizdeverlosatodos.

—SeñoraTelfer,estáustedhermosísimaypareceestarenplenaforma—dijoBozconunasonrisayelrostrotostadoalsol—.Tam—añadiódirigiéndoseasuviejoamigo—,tienesquehabertehechodeoroparapoderpagarteunsitioasí.

—Miesposamerecelomejor—repusoélsonriendoalpasoqueletendíaunamanodemacrada.Acontinuaciónbajólavozparaanunciar—:Todavíanolohemosdicho,peroparalaprimaveravaahaberotroTelferenlafamilia.

Bozleestrechólamanoconmásfuerza,arrancándoleunamuecadedolor.—Felicidades—ledijoantesdeinclinarseparadaraSophieunbesoenla

mejilla.Losingenierosdemontessecongregaronentornoalamesaysepusieron

a hablar de sus respectivas ocupaciones y a ponerse al día de cuanto habíaocurridoenlosmesesúltimos.JimmynodesaprovechabaningunaocasiónparadejarclarolobienquelehabíanidolascosasenRawalpindi.

—Heconseguidodoblarlaproduccióndelafábricaderesina—presumió—,aunqueparaesohetenidoquedespediralamitaddelosobrerosnativos,unapandadevagosyladrones.

BozsequejódelcalordeBaluchistán.—Es comometer la cabeza en el horno todos los días. Daría mi brazo

derechoporunpelíndemonzón.Contodo,parecíaserqueleencantabalagentedeallíyqueenelextenso

acantonamientomilitarnofaltabanlasdiversiones.—Estoymejorandomuchoenelpolo—aseveró.

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—SeguroqueconesoimpresionasaBracknall—dijoTam.—Pues ¡qué alegría! —gruñó Boz—. Yo lo que necesito es una mujer

hermosa,comotú.Sophieseruborizó,incómodaaloírelnombredesusuperior.—Sientoquehayasestadootravezenfermo,Telfer.Encima,despuésdel

escándalo de vuestro viaje a Chamba. ¡Qué mala suerte! —dijo Jimmymirándolaaella—.LaconductadeshonrosadeKan…

ATamseleencendióelrostro.—Déjalo,Jimmy—leadvirtióBoz.—Debiódeserhorribleparausted,señoraTelfer—lapinchó—:perdidaen

lamontañaconunsucioindio…Tamseinclinóporencimadelamesayleagarróelbrazo.—No le hables así amimujer.Allí no pasó nada: son todo rumores sin

sentido.AJimmynoleresultódifícilsoltarse.—Lo siento —aseguró, si bien con tono zumbón—. De todos modos,

Bracknall prefirió no andarse con rodeos: Kan estaba desprestigiando sudepartamento.Porsifuerapoco,tieneporhermanoauntraidor:elfulanoalquedetuvieronpormeterlefuegoalcochedelgobernador.

—Rafino tuvonadaquever coneso—protestóSophie—:élno estádeacuerdoconesosactos.

Tamlamiróextrañado.Sehabíapuestoasudar.—Conque el jefe—siguió diciendo Jimmy— tuvo que quitárselo de en

medio.¿Noesasí?—¿Quitárselo de en medio? —repitió ella—. Entonces, ¿ha dejado el

ServicioForestal?Éllamirócongestocompasivo.—Lo echaron hace varias semanas. Ya veo que Tam no te tiene muy

informadaen…¿Dóndehabéisestado?¿EnChangaquémás?—Cállate ya, Scott —intervino Boz antes de añadir mirando con gesto

desmañadoasusamigos—:Setratadeunasuntomuytriste.Sophietuvolamismasensaciónquesilehubieranpateadoelestómago.La

impasividaddeTamhacíaevidentequeyalosabía.—Bracknallnopudoconsuinsubordinación—seregodeóJimmy—nicon

suintentodesecuestrarte…—¿Secuestrarme?—exclamóSophie—.Esonofueloquepasó.—Lo que te puedo asegurar es que no va a volver a trabajar en el

funcionariado indio.Deberías estarle agradecido aBracknall,Telfer, porhaberdefendidoelhonordetumujer.Desdeluego,Kannovaavolveramolestarla.

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Ellasintióqueledabavueltaslacabezayseleacelerabaelcorazón.Habíaarruinado la carrera profesional de Rafi. Aunque haberse quedado atrapadosjuntos en la montaña había sido fruto de la casualidad, ella había recibido lasituaciónconlosbrazosabiertos:nuncasehabíasentidotanvivanienamoradacomoenaquellashorasmágicasenlasquelosdoshabíanestadoconversandoyriendobajoelcieloestrellado.OjalánolehubiesedichonadadeBracknallnidelbebé.TalvezasíRafihabríaconseguidorefrenarseantesusuperiorynadie lehabríadadomásimportanciaaaquelepisodio.

BracknallnoibaahacernadaporsalvaguardaraaqueljoveningenierodemontesdelatormentademaledicenciadespuésdequeRafilepusieralamanoencima.Además,ellahabíasidotestigodeloscelosquehabíanasaltadoelrostrodeaquel cadavezqueRafi lehabíadirigido lapalabraaella.Bracknallhabíaaprovechadolaocasiónqueselepresentabadevengarsedeél.Elúnicoconsueloeraque,alparecer,eljefehabíaomitidopresentarcargoscontraélporagresión.

—¿Sigue en Lahore? —preguntó Tam como si le hubiese leído elpensamiento.

—Quiénsabe—dijoJimmy—.Yaquiénleimporta.—MiróaSophiedesoslayocongestotriunfante.

—Handesperdiciadoaunbueningenieroyunamejorpersona—dijoBoz.—Yonogastaríamicompasiónconél.Sufamiliaestápodridadedinero,

asíquelomásseguroesquenonecesite trabajar.Esoes lomalodelos indiosricos, que se toman el trabajo como un juego: les falta la ética laboral quetenemoslosbritánicos.

—Rafi—leespetóBoz—eratantrabajadorcomocualquieradenosotros.Leencantabaloquehacía.Yo,almenos,sientomuchoquelohayanechado.Lovamosaechardemenoseneldepartamento.Paraesoestamosaquí,¿no?Paracolaborar congente comoRafi y preparar elServicioForestal para quepuedaquedarenmanosdelosnativos.

Sophie sintió ganas de abrazarlo por defender a su amigo. Tenía laesperanza de que Tam lo secundase, pero lo cierto es que su marido guardósilencio.

—Paraesoquedamuchotodavía—aseveróJimmycondesdén—.Mientrastengamosnosotrosquehacerleseltrabajonovanaestarpreparados.

EllarecordóentoncesqueRafieraoptimistaenestesentidoypensabaqueseríatestigodelaindependenciadelaIndiarespectodelReinoUnido.Nopudomenosdepreguntarse si sudespidohabríadadoal trasteconsusesperanzasysussueños.

—Nohace faltaquesigáispreocupándoosporKan—dijo Jimmy—,queseguroqueSarfraz,susuegro,lebuscacualquiercanonjíaensubanco.

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ASophieselesecólagarganta.—Entonces,¿sehacasado?Bozasintióconunmovimientodecabeza.—LasemanapasadasalióenTheCivilandMilitaryGazette:Kanylahija

deSarfraz,elbanquero.—Sololomencionarían—apuntóJimmy—porlafamaqueharecibidosu

hermanodespuésdeloquehizo.Incapazdeseguiroyendosuspalabrasenvenenadas,Sophiesepusoenpie

diciendoaTam:—Nomeencuentrobien.Voyairatumbarmeunrato.—¿Quieresqueteacompañe,pequeña?—preguntóélpreocupado.—No:quédateypontealdíacontusamigos.Corrió a alejarse de todos ellos y, al llegar al santuario del lujoso

dormitorioquehabíanreservado,sedejócaerenlacama.—¡Oh, Rafi! ¡Lo siento tanto…! —Tragó saliva con dificultad y dejó

correrlágrimasdedesolación.

Aldíasiguiente,Tampropusodarunpaseopor los jardinesdeShalimar,peroellanopudosoportarlaideadevolverallugaralquelahabíallevadoRafiacomer.Tampocodeseabairaningúnlugarcercanoalaciudadantigua,aunqueignorabaporcompletosiseguiríaviviendoallí.

—¿Y si vamos a Golf Road —preguntó ella— y vemos qué hay paraalquilar?

Su esposo se mostró encantado con la idea. No hablaron mucho deldesagradableencuentroconJimmyScottnimencionaronenningúnmomentoaRafi,pormásqueSophieestabaconvencidadequeTamdebíadehaberpensadotambiénmuchoenél.

Aquella noche, mientras se preparaba para asistir a la cena que ofrecíaBracknall en el club de yincana para los miembros de su departamento, lepreguntó:

—¿Seguro que vas a estar bien aquí sola?Ojalá pudieses acompañarme,peronohaninvitadoalasmujeres.

—Sí, seguro. Hace una tarde espléndida, así que puede ser que salga apasearantesdelacena.IréalMallyveréellugarenquenoscasamos.

—¡Mira que eres sentimental! —comentó él con una sonrisa desvaídamientras se ajustaba la pajarita en el espejo. El cuello le quedaba demasiadoholgadoyeltrajedeetiquetaparecíaenorme—.Notealejesmuchoy,sisevesqueoscurece,tomauntongaparavolver.—Lediounbesoenlacabezaysefuesilbando.

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—Buenasuerte—dijoella.AlpasarporelCecilHotel,SophievioaBozenlaescaleradeentradacon

uncigarrillo.—RetrasandoelmomentodeiralamerlelasbotasaBracknall.—Ese hombre… —exclamó ella apretando los dientes—. Ojalá lo

asciendanaDelhiynoslibremostodosdeél.Elotroarqueólascejas.—PensabaquesumujeryélerancomopadresparaTamyparati.Ellanegóconlacabeza.—Yonolosoporto.Esvengativoyrastrero:sehaceelagradablecuandote

tienedelante,pero,cuandotedaslavuelta…MirasinocómohatratadoaRafi.¿Y a ti, que temandó aQuetta por no considerarte lo bastante refinado comoparatenerteenLahore?Loquemeasustaes…

—¿Qué?—Bozapagóelpitilloylallevóaunbancosituadoalasombradeunaacacia—.Dime.

—Que Tam no consiga el puesto que quiere por culpa del jaleo que seformóentornoaRafiyamí.—Sophieexhalóunsuspiro.

—BracknallsabequeTamesunbueningenierodemontes,pero,sitedigolaverdad,mehaimpactadoverlotandeteriorado.Sinoledaneltrabajonoseráporti,Sophie,sinoporqueeljefenoconsiderequeestéencondicionesfísicasdeasumirlo.

—Dudomucho,Boz,queTamvayaasercapazdedigerirlosinoledanelpuesto.Seríalagotaquecolmeelvaso.

Élposósumanosobreladeella.—Pase lo que pase, tienemucha suerte de tenerte a su lado.Me alegro

muchodelodelcrío.Esloqueélhadeseadodesdequeloconozco.Entoncesosvademaravilla,¿no?

Sophienorespondió.Dejaronelbanco.—Boz—dijoellareteniéndolo—.¿Quéhasqueridodecirconquesiempre

haqueridoteneruncrío?—Creoquesediocuentadurantelaguerra,alverquepodíanquitarlode

enmedioencualquiermomento.—¿ConocióaalguienespecialenFrancia?Élsemostróincómodo.—Esonomelotienesquepreguntaramí…—Alguienconquiendesearatenerunhijo—insistióella.—ATamnoleharíagraciaquehablásemosdeesto.—Sin embargo, en Bombay intentaste contarme algo sobre Francia,

¿verdad?—Alverquenolonegaba,perseveró—.Porfavor,Boz.

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Élsoltóunsuspiro.—Habíaallíunamuchachaquelegustaba.Elpadreeraunestadounidense

quecomerciabaconvino.Nostuvomuyentretenidosatodoscuandonosdabanpermiso en nuestras unidades durante la guerra. Entonces, cuando hirieron aTam,ellaestuvocuidándolo.Sinembargo,ellaeramayorquenosotrosyTamleparecíademasiadojoven.Supadretambiénseoponíaaquesecasaran.Detodosmodos,soncosasdelpasado.Sumujererestú,¿ono?

—Peroélqueríacasarseconella,¿verdad?—Sophietragósalivay,anteelsilenciodeél,volvióa lacarga—.CuandovolvióaFranciaconvosotrosparahacerlasprácticasdelfinaldecarrera,unavezquehabíamosempezadoavernosélyyo,¿labuscó?¿Esoeraloqueintentastedecirme?¿Queríasponermesobreavisoantesdequemecasaraconél?

—Pero,muchacha, yano tiene sentidohablar denadade eso.TúhabíaselegidoaTamyenesemomentotuveclaroquenohabíanadaquepudierahacerqueteechasesatrás.

—QuizálohabríahechodehabersabidolodeNancyBannerman.Éldiounrespingo.—Osea,quesabessunombre—dijoaturdido.—Un día me topé con una caja llena de cartas. Habían estado

escribiéndosedesdemillegadaylacorrespondencianisiquieracesódespuésdelaboda.

—¡Siseráestúpido…!—¿Nolosabías?—Pues¡claroqueno!DiscutíconélcuandoquisoverlaenFrancia.Ledije

queestabasiendoinjustocontigo.ASophieselehizounnudoenelestómago.—¿Paraquéfueaverla?¿Seguíaintentandoquesecasaraconél?Bozcontestócongestocompasivo:—Sí.—Yellalorechazó.—Sí,decíaque,mientrassupadreestuvieravivo,noibaahacernadaen

contradesusdeseos.ElviejoBannermanqueríacasarlaconalguiencondinero.—Esdecir,queyohesidosiempresusegundaopción—observóellacon

unarisaamarga.—Lamejoropción—leaseguróBoztomándoladelamano—yTamahora

losabe.—Entonces,¿porquésigueescribiéndoseconsuantiguoamor?Élsacudiólacabezacongestodeincomprensión.—A lo mejor la ve solo como una vieja amiga, una confidente que no

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significanadaparaél.—Esoeraloqueyoesperaba.—Enesecaso,nodejesqueNancyseinterpongaentrevosotros.Dileque

sabeslodelascartasyquequieresquelepongafin.—Gracias,Boz.—Leestrechólamanoantesdesoltársela—.Ojaláalgún

díaencuentresalamujerquemereces.ÉllamiróunosinstantesconexpresiónarrepentidaySophierecordóque

aquelamigolarguiruchodesumaridohabíasentidoalgoporellaenelpasado.Actoseguido,sedespidieron.

Porlasazoteasresonabalallamadaalaoración.LacabezadeSophiedabavueltas sin descanso. Tenía la impresión de que su vida en la India estuviesesujeta con pinzas. Tam y ella se ocultaban demasiadas cosas. De pronto sepreguntósisuspadreshabríansidotambiénasí.Siseobligabaarecordar,teníaquereconocerqueenelmundodelosadultosnohabíanreinadolosbesosylaspalabrashermosas,sinolosgritosylaslágrimas.

¿Serían Tam y ella padres infelices para sus hijos? Las entrañas se lerevolvieronalpensarenlamuertedesuspadresacausadelasfiebres,enquesupadrehabíaestadoamenudoenfermoydemalhumor,igualqueTam.Sintióunpesocolosal,comounpresagio.Desanduvosuspasoshasta llegaralhotel, singanasyadevisitar la catedral anglicanaen laquehabía contraídomatrimoniocon Tam albergando tantas esperanzas respecto del futuro que los aguardaba.¡Qué ilusos!, pensó con rabia. Lo más seguro era que Tam se estuvieraescribiendoconNancylavísperamismadesuboda…yellahabíaempezadoyaaenamorarsedeRafi.

Preparó el baño—todo un lujo después de pasarmeses en la selva— eintentóquesefueranconelaguaysusvaporestodossuspensamientosaciagos.Teníaelcuerpodemasiadorevueltoparacomernada,demodoquesemetióbajolascolchasysequedódormida.

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Capítulo39

Sedespertósobresaltadacuandoalguienchocóconlapuerta,queseabrióde golpe para dar paso aTam.La luz eléctrica inundó la habitación y cegó aSophie.

—¿Quéhoraes?—preguntóadormilada.—No me lo han dado —gritó él tambaleante—. ¡No me han dado el

dichosopuesto!—¿Tam? —Sophie se incorporó. Había estado soñando con que comía

nieve.Tamrecorriórenqueantelasalamientrassearrancabadelcuellolapajarita.—ElnuevoayudantedeBracknalleseseidiotadeJimmyScott.—¡No!—exclamóella—.Nopuedocreerlo.Telohabíaprometido.—«Unpactoentrecaballeros»,hadicho.—Tamescupiólaspalabras—.Lo

hanselladoconunapretóndemanosenlasaladereuniones.Ellaseobligóasalirdelacama.—¡Oh,Tam!Nosabescuántolosiento—dijotendiéndolelosbrazos.Él, sin embargo, fue hacia ella con el semblante pálido. Sophie pudo

percibirsualientoagriodealcohol.—¡Mehahumilladodelantedetodos!¡Ytodoporti!—¿Pormí?—Elmiedolearañólasentrañas.Aquelhombreponzoñosono

podíahaberdichonadadelodeChangaManga:teníademasiadoqueperderenlotocanteasuposición.

—Por ti y por Kan—la acusó—.Me ha dicho que debería ser lo másdiscretoposibleduranteunañoodos,hastaquesalieraotracosa.Quelomejorquepodíahacereraencauzarteenlavidafamiliar,enseñartecuáleratulugaryevitarquetetomarasconfianzasconlosnativos.

—Esehombremedaasco—repusoella—.Rafieranuestroamigo.Túloconocesdesdehaceaños.

—Ya no sé si lo he llegado a conocer nunca —le espetó—. Te ha

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perseguidosiempre,¿no?Husmeandoa todashorasdetrásdeticomounperroencelo.

—Calla,Tam.NorepitaslaspalabrasdeBracknall.—¿Quéhashechotúparacontrariaraljefe?Tendríasquehaberlemostrado

másrespeto.Esofueloúnicoquetepedí,mujer:quemeayudasesaseralguien.Unpocodefidelidadydeapoyosolamente.

EllaselimpiólasbabasdeélquecayeronensumejillayTamleagarrólamano.

—¿Sabescuálhasidomicastigo?Enlugardedirigirlascosasdesdeaquí,queesloquedeberíaestarhaciendo,mehanrelegadoaPeshawar.

—¿A la frontera noroeste? —dijo Sophie ahogando un grito deconsternación.

—Tierra de bandidos—bramó él—.Un lugarmagnífico para criar amihijo,¿verdad?Yapodemosdespedirnosdelaideadequequieranveniravernosmimadreymihermana.

Sophietratódeapaciguarlo.—Lo superaremos. Todavía tenemos un crío por el que habría que

intentarlo.¿Noesasí?—¿Ydequécolorvaasalir?—preguntóélconmalicia—.¿Serámestizo?—Noseastangrosero.—Ellaintentóapartarlamano.Él,sinembargo,seaferróconfuerzaaella.—Entonces, mírame a los ojos y dime que no estás enamorada de Rafi

Kan.Sophietragósaliva.—Rafiestácasadoyyoteelegíati,Tam.—¡Esonoesunarespuesta!Ellaperdiólapaciencia.—¿YquémedicestúdeNancyBannerman?¿Siguesenamoradodeella?Éllamiróboquiabierto.—Hasestadoencontactoconelladurantetodonuestromatrimonio,Tam.

Heencontradomontonesdecartasdeamorentuoficina.—¿Hasestadorebuscandoentremispapeles?—leespetóél—.Notenías

ningúnderecho.—Soytumujer.—Sophieestabahechaunafuria—.Tengotodoelderecho.

Séqueestuvisteenamoradodeellayquequeríashacerlatuesposa,peroellaterechazó.Entonces,¿porquésiguesescribiéndole?

—¡Porquetodavíalaamo!Sophieretrocedió.—En ese caso, ¿por qué te casaste conmigo? No tendrías que haberme

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hechocreerquemequerías.—Yo nunca te he dicho que te quisiera. ¡Fuiste tú quien se lanzó amí!

Penséquepodíamos intentarlo.QueríaamarteyDiossabeque lohe intentadocontodasmisfuerzas,perotúnoeresNancynilellegarásnuncaalasueladelzapato.

Dicho esto, la apartó de sí. Sophie perdió el equilibrio, se golpeó con laesquinadeunadelasmesillasdenocheycayóalsuelo.

Tam salió de la habitación con paso firme y dando un portazo. Ella secubrió la cara con manos temblorosas, demasiado desconcertada como paramoverse,demasiadoentumecidacomoparallorar.

Debíadellevarveinteminutostendidasobreelfríosuelocuandoconsiguióincorporarseaduraspenas.Tamnohabíavuelto.Henchidade rabia impotenteantelasituaciónenquesehallaba,sepusoenpie,sevistióysalióalanoche.

Llamó a un tonga y se encaminó a la ciudad antigua. Las calles seestrechaban y se cerraban en torno a ella, aún cálidas del sol del día. Aúnquedaban tiendas abiertas. De la oscuridad surgían figuras cubiertas queobservabanelpasodeaquellamemsahib.Sabíaqueresultabaimprudentetratarde encontrar lavieja casadeRafi, pero la empujabaunanecesidad surgidademuy adentro. Él la había defendido cuando su propio esposo no había sidocapaz. ¡Cuánto lo admiraba por eso! Sin embargo, ni siquiera habían tenidoocasióndedespedirseyqueríadecirlecuánto lo sentíaypedirleperdónporeldespidoquehabíasufridoporsuculpa.Queríahablarledelaterriblediscusiónquehabía tenidoconTamy,auncuandonopudieravolveraverlo,queríaquesupiesecuántoloamaba.Sinuncaencontrabananadiemásaquienamarensusvidas,almenospodíansersinceroselunoconelotroysaberquehabíantenidouninstantedegozopurísimoenunaladeradelHimalaya.

Mientras se acercaba a la calle en la que tenía su comercio el joyero, sepreguntósisabríarecordarelcamino.Aunqueyanovivieseallí,talvezalguienpodríadecirlequéhabíasidodeél.

El conductor del tonga, un hombre anciano, estaba teniendo dificultadesparadomeñarasuponi.Elanimalsemostrabatemerosoenaquelloscallejonesoscuros.Depronto,Sophiereparóenloinútildesubúsqueda.SilograbadarconRafi,loúnicoqueibaaconseguirseríaavergonzarlo.¿Cómoibaaexplicaréllapresenciadeaquellaescocesaexcéntricaquehabíaestadorecorriendolascallesdespués de caer la tarde solo por encontrarlo? Ahora era un hombre casado.EstaríaconstruyéndoseunavidanuevalejosdelServicioForestalycortandosuslazosconelviejomundoquelohabíarechazado.Pordevastadoraqueresultase,debíahacersea la ideadeque jamásvolveríaaverlo.Deprontosesintiósola

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hastaunextremoabrumador.PidióalcarreteroquedieselavueltaylallevaradenuevoalNedousHotel.

Tendría que hacer frente a Tam, tratar de salvar algo de aquella nochedestructiva.Porelbiendelbebé,tendríanqueencontrarunmododevivirjuntos.

Mientraselancianohacíaloposiblepormanejaralinquietoanimal,Sophietuvolaimpresióndehabervislumbradolacasaqueestababuscando,unedificioaltodeestucodesmoronadoyforjaoxidada.

—¡Unmomento!—Casisepusoenpieenelcarruajedescubierto.En aquel instante, un niño dejó caer una bandeja de latón que dio en el

suelocongranestruendoalladodeellos.Elponisaltóhaciaunladoyvolcóuntenderete de comida caliente. Se encabritó y salió corriendo, haciendo que elvehículo arrollase los cacharrosquehabía esparcidopor el suelo.Sophie saliódespedidadesuasientoyfueagolpearconlacaderaladuratierradelsuelo.Eldolorseapoderódeella.

Los viandantes corrieron a auxiliarla de inmediatomientras,más allá, elancianoseguíahaciendoporrefrenaralponiconlatigazosyreniegos.Enseguidase presentó un agente nativo de policía que trató de contener al gentío que searremolinabaentornoalaescena.

—Voyallevarlaalhospital,memsahib—anunció.—No,porfavor—gruñóella—.Estoybien.Solounpocoalterada.Perole

estaríamuyagradecidasipudierallevarmeamihotel.Laayudóalevantarse.—Nodeberíaandarporelbazaraestashoras—lareprendió.—Losé.Creoquenoshemosperdido—balbucióella.¿Cómohabíapodidoser tanestúpida?Cuando ladejósu rescatadorante

laspuertasdelNedoussesentíaridícula.—Pediréalpersonaldelhotelquellamenaunmédico—dijoél.—No,porfavor.Noquieroprovocarmuchoalboroto.Hasidoustedmuy

amable.Gracias.Elchowkidarleabriólapuerta.Sequitóloszapatosysubiórenqueanteasuhabitación.Concadapasole

vibrabadedolortodalapiernaderecha,desdelacaderahastaeltobillo.Tamnohabía vuelto aún y ella estaba demasiado consumida y afligida como parapreguntarse adónde podría haber ido. Se desnudó en el cuarto de baño ydescubrió aliviada que apenas tenía un ligero rasguño en la cadera.Con todo,sabíabienquelesaldríauncardenal.

Demadrugada la despertó un agudo dolor abdominal. Se dobló sobre símismayllamóaTamavozengrito.Alverqueestabasola,laatenazóeldolor.

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¿Quéestabapasando?Sentíaataquesdenáuseacomooleadasqueseelevaban,perolopeoreranlasagujascalientesquelepinchabanelcostadoyelvientre.Setumbó tratandodecalmarsey respiróhondo,pero laspunzadas seextendieronhacialaentrepiernahastahacerseinsoportables.Comenzóasudardedolorydeterror.

Saliendoarastrasdelacama,consiguióllegaraltimbreytocarparapedirauxilio. El joven que acudió encendió la luz, la miró y volvió a salir dandovoces.Ellamiróhaciaabajoyvioconhorrorqueteníamanchadodesangreelcamisón.Elhedorleinvadiólasfosasnasales.

Laayudaronavolveralacamadosempleadosdelhotel.Cuandollegóelmédico,Sophiesabíaquealbebéleestabaocurriendoalgoterrible.

—Estásufriendoustedunaborto—lecomunicóel jovendoctor indio—.Losiento.Ledaréalgoquelealivieeldolor.

—No—dijo ella entre sollozos—. ¡No puede ser! Por favor, no permitaquepierdaamihijo.

Unahoramás tardehabíaacabado todo.Sophieyacía incrédulamientrasenvolvíanenunasábanaloscaóticosrestosdesuembarazoylossacabandelahabitación.

Tamregresóalalba,pálidoyresacoso.Tuvonoticiadel trágicomalpartoque había tenido aquella noche Telfermemsahib antes de que Sophie tuvieseocasióndedecírselo.

De pie al lado de la cama, contempló su rostro desolado y sus ojoshinchadosporelllanto.

—Dimequenoescierto—graznóél.Ellacerrólosojosparanotenerquemiraralsemblantedeél,consumido

porlaculpa.—¡No,pequeña!—gimióTam—.Nosabescómolosiento.—Nohasidoculpatuya—musitóella.—Sí—insistióélconamargura.Sesentóenlacamayseechóasollozar.A ella no le quedaban fuerzas para consolarlo: lo único que deseaba era

dormirseynodespertarsenuncamás.

No tardó en cundir la voz sobre la tragedia de los Telfer. La señoraBracknallinsistióenqueSophiepasaralaconvalecenciaenMayoGardens.

—Allíno.—Sophiefueinflexible—.Séqueintentaseramable,peroyonopodríasoportarlo.Porfavor,llévamedevueltaaChangaManga.

Porunmotivouotro, la ideadeversedenuevoen la selvay recibir los

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cuidadosdelamableHafizeralaúnicaqueseveíacapazdeafrontar.SuvidaconTam quedó en suspenso los días siguiente. Ninguno de los dos se refirió enningúnmomentoalaterriblediscusiónquehabíantenido,alapérdidadelbebéque esperaban ni a si su matrimonio tenía algún futuro. Ella tenía lossentimientos hechos jirones y las entrañas como si se las hubieran vaciado alarrancarlesumaternidad.Sinembargo,unaporcióndiminutadesusersentíaunalivio culpable al verse libre de cualquier sometimiento mental que pudieraejercerBracknallsobreella.Almenosnotendríaquepasarselavidafingiendoque la criatura era de Tam, por más que aquello no pasara de ser un torpeconsuelo. Escribió a Tilly para exponerle de principio a fin cuanto habíaocurrido.¡Cuántoanhelabalapresenciareconfortantedesueternaamiga!

Ciertanoche,mientras, depie en laveranda,observaban las luciérnagas,Tamreconoció:

—LoquemehahechoperderelempleonohasidoelescándalosobreRafiytú.Bracknallaprovechóaquelloparaimponersupropiamoraleja.—Sevolvióhacia ella para añadir—:Dice que tengo que tomarme unas vacaciones, entreseis y ocho meses, hasta que mi organismo haya expulsado por completo lafiebre.Si tengoqueviajaraPeshawaresporqueelcalordeallíesmássecoyharámenosprobableunarecaída.—Resopló—.Porsupuesto,esoeraloúltimoqueyoesperabaoír.Yo,quehesobrevividoalastrincheras,nopensabavermicarreradestrozadaporelclimadelaIndia.

—¿Yporquénomelodijiste,Tam?—Lo siento, chiquilla. No tenía derecho a culparte a ti. Me desahogué

contigosinningunajustificación.Ella,porsuparte,lecontólodesuinsensatoviajeentonga.—Tienes razón:estabaenamoradadeRafi.Despuésde ladiscusiónyde

oírtedecirqueseguíasqueriendoaNancy, loúnicoquedeseabaera iraverlo.Soloqueríaeso:verlo,recordarmeamímismaquehabíaalguienquemeamaba,por más que nunca podamos estar juntos. —Tuvo la impresión de que se lecauterizaban los sentimientos—. Así que, ya ves: no debes culparte por elaborto,fueunaccidenteterrible.

Tamlonegóconunmovimientodecabeza.—Fuiyoquienteempujóaelloysiempremevoyasentirresponsable.Unasemanadespués,mientrasTamsepreveníapara regresaraLahorey

disponerlotodopararegresaraEscocia, llegóunacartadeTillyenrespuestaalasconfidenciasquelehabíahechosuprimaacercadesusituación.Sophietomóunadeterminaciónysearmódevalorparacomunicárselaasumarido.

—Novoyaircontigo.Creoquedeberíamossepararnos.Élsintiómiedo.

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—Peropodríamosintentarlootravez,probaratenerotrohijo…—No, Tam—dijo ella con suavidad—. Lo estábamos haciendomal: un

críonecesitasaberquehanacidodelamor.Alverquesedisponíaareplicar,corrióaañadir:—AsítútendráslalibertadquenecesitasparairabuscaraNancysieslo

quequieres,puestengolaimpresióndequeellasílodesea.Yo,desdeluego,nopiensointerponerme.Volviendolavistaatrás,medoycuentaahoradequefuiyoquienteempujóacasarteconmigo.Creíqueeraamoryquizálofueduranteuntiempo,pero,adecirverdad,loqueyodeseabaeravivirenlaIndia.

LaexpresióndeTamsehizomenossevera.—Pero¿ytú?¿Quévasahacertú?—Yanopuedotenernuestrobebé—repusoellaconvozvacilante—,pero

sípuedovivirenlaIndia.Sientoqueaúnpertenezcoaestatierra.IréavivirconTilly y después decidiré. Lleva mucho tiempo pidiéndome que vaya a verla,porque,segúndice,tieneinformaciónsobremispadres.Yoheestadoaplazandoelmomento,quizápormiedoaloquepuedahaberaveriguado,peroyanohaynadaquepuedadolermetantocomoelhaberperdidoanuestrohijo.VoyavolveraAssam.

OyóaTamtragarsalivaparareprimirunsollozo.Seacercóaella,sesentóasuladoenelsofádemimbreytomósumano.

—Séquenohasidonadafácilvivirconmigo.—Has estado enfermo mucho tiempo —lo justificó Sophie—, pero en

partehasidotambiénporqueyonotehehechofeliz.Cuandoteconocíerasunapersona divertidísima llena de entusiasmo por la vida. Si Nancy es capaz dehacerquevuelvasaserlo,esasuladodondequieroverte.

—Gracias,pequeña.—Suslabioscompusieronunasonrisatriste—.LoquepasaesqueNancymeconocióantesdelataquequímico.ConocealantiguoTamyaesovoyatenerqueaferrarme.

Los dos estuvieron un buen rato sentados en silencio, escuchando loschillidosdelosperiquitosmientraselsolsehundíatraslosárboles.

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Capítulo40Assam

Asu regresoaCheviotView, a finalesdelmesde agosto,Tilly sehabíaadaptadomejorqueantesalavidadeesposadecultivadordeté.Habíaestadofuera dos meses. Jamie ya se sentaba erguido, le había crecido un mechónpelirrojooscuroy lehabíanaparecidoen la encía inferiordosdientecillosquebrillabancuandosonreíaosereía,queeraamenudo.Jamesestabaencantadodetenerlosallídenuevo.

—Casisemehabíaolvidadocómoerais—habíabromeadoalabrazarlaaella y hacer cosquillas al pequeñobajo la barbilla gordita y lechosa, lo que leprovocóunchillidodeplacer.

—Nosotrostambiéntehemosechadodemenos—lehabíaaseguradoellaconunasonrisa,felizdesentirsedenuevorodeadaporsusanchosbrazosydeverlaexpresióndedeleitequehabíaadoptadosurostrocurtido.

Meeratambiénsemostródichosadeestardenuevoconsufamilia.Tillysehabía sentido culpable al apartarla más tiempo de su pequeñín con el únicoobjetivodepoderentregarsealaobsesiónquesentíaporlospadresdeSophieenShillong.Alfinalhabíadecididoolvidarlotodo:enrealidad,noqueríasabercuálhabíasidolaparticipacióndeJames.Aquellohabíaocurridohacíadieciséisañosyno tenía intenciónalgunade juzgar al Jamesdeaquella época.Sabíaque sumarido no quería hablar del tema y, por lo tanto, no iba a estropear su felizreencuentroconpreguntasinfructuosas.Jamáslohabíavistotancariñosonitandispuestoadarlemuestrasdesuamor,tanreacioadejarellechoconyugalporlamañananitandeseosoderegresardelasplantacionesdetéalacaídadelatardeenlugardeentretenerseconsussubordinadosy,además,cadavezsemostrabamásinteresadoenelchiquitín.

—Ven aquí, cachorrillo. ¡Gordete!—se ponía a llamarlo en elmomentomismode subir los escalones de la verandapara tomarlo en brazos y lanzarlo

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haciaarriba.Lacaritasobresaltadadelpequeñopodíaarrugarseyemitirunaullidode

alarmaoiluminarseconunacolosalsonrisadesdentadaconlamismafacilidad.Supadre separtía de risay sedeshacía enbesos a suhijo fuera cual fuese lareacción. Jamie lemetía los deditos en la boca y se desternillabamientras supadreemitíaruidosdisparatadosparaentretenerlo.

TillysesentíamásagustoquenuncaynosecansabadeinvitaraRos,aMurielya JeanBradleypara tomarel té, jugara lascartas,prestarles librosointercambiaresquejesdesusrespectivosjardines.EnShillonghabíadescubiertoqueRosysupadreerangrandescoleccionistasdesellosy,desdesuregreso,lasdosamigaspasaban largashorasde júbiloayudándosemutuamenteaengordarsusálbumes.

La señora Robson recibía con placer hasta los cantos y chillidos que lededicaba Simbad cuando se levantaba para tomar el desayuno. Cuandoseptiembrediopasoaoctubre,lahumedaddescendióylosdíassevolvieronmásagradables.Aveces,Jameslosllevabaenelcocheadisfrutardeunameriendacampestrecercadelríoparaobservardesdeloaltoalosbarquerosllevarytraerpasajeros y mercancías mientras los elefantes nadaban cerca de la orilla y serefrescabanconaguaquesoltabanporlatrompa.

EntoncesllegóunacartadeSophie.Cuando regresó James, encontró a su mujer consternada y con los ojos

rojosdellorar.Alverlo,corrióhaciaélparahundirelrostroensupecho.—¡Eshorrible!PobreSophie.Elbebé…¡YTam!Sumaridohizoporcalmarlay,llevándolaalinteriordelacasa,lasentóen

unsillón.—Trae un zumo de lima con soda —pidió a Aslam, que contemplaba

inquieto la escena—. Ahora, respira hondo y cuéntame qué le ha pasado aSophie.

—Me había parecido extraño no haber tenido noticias suyas en variassemanas—dijo Tilly sorbiéndose la nariz—, desde que me contó que estabaencintayqueTamteníaesperanzasderecibirunascenso.EstabaencantadaconlaexpediciónalHimalayaquehabíanplaneado.Pensabaquetododebíadeestaryéndoles a pedir de boca y no había tenido tiempo para escribir. Yo seguíamandándolecartasdesdeShillong…

—Desde luego no puedes culparte por que ella haya ido espaciando suscartas—gruñóél—.Yahoratehaescrito,¿no?

Tillyalisólacartaarrugadaquehabíasostenidoconmanoscrispadasdesdeelmomentodeabrirla,hacíayadoshoras,y,tragandolágrimas,anunció:

—Hatenidounaborto.

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—Losientomucho—dijoJamesconaireazorado—.Detodosmodos,esalgoqueocurreconfrecuencia,¿no?Lavidasigueyellasiemprepuedevolveraintentarlo.

Suesposahizounamuecadedolorantetamañafaltadecomprensión.—EstápensandodejaraTam.—Lavozselequebró.—¿Qué?¿Dejarlo?¡PorDiosbendito!¿Yporquéibaahacerunacosaasí?EllaletendiólacartayJamesexaminóconrecelolasfarragosaslíneasde

caligrafíagrandeysinuosa.—Nosésideberíameterlasnaricesentucorrespondenciaprivada…—Léela—lerogóella.Se obligó a tomar la bebida fría que le había llevado Aslam y cuya

efervescencia le provocó un nudo en el estómago, en tanto que James seconcentraba en la lectura con el ceño fruncido. Sophie lo contaba todo: laexcursión de resultados funestos; la humillación de Tam al verse soslayadodurante los ascensos; las revelaciones relativas aNancy, la estadounidense deFrancia,ysucorrespondenciasecreta;lanoticiadelabodadeRafi,ylapérdidadevastadoradelfeto.

… Habría estado dispuesta a soportar casi cualquier cosapara tenerycriar anuestrohijo,hasta suscartasdeamoraNancy,peroahoraesavidasehaesfumado.ATamlovanaenviardevueltaaEuropaparaqueserepongadelasfiebresque tanto lo debilitan aquí y yo no tengo intención devolverme con él: quiero que se vea libre de mí para quepueda conseguir a Nancy si es eso lo que le va a dar laserenidadquetantonecesita.Loqueestáclaroesquenonoshacemosfelicesmutuamente.

Si no tenéis inconveniente,me gustaría ir a vivir convosotros a Assam durante un tiempo. Cuando pensaba queibaa sermadre,nodejabadepensaren lamía.¿Soycomoella? ¿Qué pensaría ella de mí y de los errores que hecometidoen lavida?Nosabescómoheansiado susbrazosreconfortantes.

Tilly,túereselfamiliarmáscercanoquetengoyelquemás quiero en estemundo, y no seme ocurre otra personacon la que más desee estar en este momento. Dime, porfavor, si puedo quedarme con vosotros. No abusaré devuestra hospitalidad:memarcharé en cuanto haya vuelto aponeralgodeordenenmivida.Asíconoceríatambiénami

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primitoJamieypodríascontarmequéhasdescubiertosobremispadres.Guardocomooroenpaño la fotografíaquemeenviastedesulápidadeShillong.Cualquierinformaciónquepuedasdarmeseráparamíuntesoro.

Escribepronto,porfavor.Tuqueridísimaamiga,laprimaSophie

JamesmiróaTillyconexpresióndestrozada.—¡Menudolío!—QuierotraermeaSophie—dijoella—.¿Teimporta?—Porsupuestoqueno:puedequedarseaquítodoeltiempoquedesee.—

BajólavistaparamirarlacartaydenuevoladirigióaTillycongestoserio.—¿Y qué es todo esto de los Logan? ¿Cómo has sabido dónde están

enterrados?—Tropecéconsu tumbaporaccidente.Lade lamadredeRosestámuy

cerca.Túteníasquesaberquelosllevaronallí,peronuncamelohascomentado.—¿Yporquéestanimportanteparati?—PorqueloesparaSophie.Estádesesperadaporsabercualquiercosade

ellos.—Loquesabeesloquehay.—Esonoescierto,¿verdad,James?Yocreoquesabesmuchomás,pero

meloocultas.Élapretólamandíbula.—¿Quéquieresdecir?—Sé dónde estaban viviendo cuando ocurrió la tragedia: en White

BlossomCottage.—Esoyatelohabíadicho.—¡PeronuncamedijistequefueseelbungalódeBelguri!Jameslamiróboquiabierto.—¿Cómohas…?—Encontré la noticia de sumuerte en un número antiguode laShillong

Gazette.Tambiénséquetúestabasporlazonaenaquellasfechas,visitandoaloscultivadores de té para convencer a los que vivían aislados que buscasen unlugarmásseguro,porqueseacercabaelaniversariode laRebelióny todos loscultivadoresteníanmiedodequelosatacasen.HeleídosobreesoytambiénhehabladocongentedeShillong.

—¡PorDiossanto,mujer!¿Quéhashecho?Tillysepusoenpiedeunsaltoyelcorazónseleacelerócuandoseencaró

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consumaridodiciendo:—Nosetratadeloquehehechoyo,sinodequéhicistetú,James.Nosolo

tehicieronirasucasadespuésdeencontrarlosmuertos,sinoqueestuvisteallíantes.Quizásinclusoelmismodíadesumuerte.¿Estuvisteallí?

Elestuporquehizomanifiestoélledijoquehabíadadoenelclavo.Desdeluego,Jamesnonegónada.

—Entonces,¿porquénolosayudastesiestabanenfermos?¿Noseráquelodelasfiebresessolouncuentoqueosinventasteisparaocultarloqueocurriódeverdad?Puede que en el caso del señorLogan fuese cierto, pero dudo que lofueraeneldelamadredeSophie.Ellaestabaenperfectoestadodesaludy,dehecho,estuvojugandoalesconditeconsuhija,quecumplíaañosaqueldía.—Aunquehabíaempezadoatemblarantelamiradafuriosadeél,Tillynodudóenseguiradelante—:Loquecreoesquesufrieronunamuerteviolenta,quelosdelaaldeaasaltaronlacasaylosatacaronenvenganzaporlaRebelión.Talvezelayaparticipase tambiénen laconfabulación, avisóa losagitadoresdel lugaryhuyódejandosolaaSophie.

—¡No!—bramóJames—.Nosabesloquedices.—Creo que volviste a la casa con el comisario Burke, los encontraste

muertosy…—¿Burke?—repitióélanonadado—.¿Cómodiablossabes…?—Sunombreaparecíaenelartículodelperiódico.Además,vinoacasade

los Rankin a avisarme. Me dijo que iba a ponerte en peligro si intentabaaveriguarnadamás.

—¿Burketeamenazó?—Sí.Poresomeolvidédelasuntoyvolvíacasa.—Searmódevalorpara

acusarlo—.Peroahoramevasacontarlaverdad.Losatacaronlosculis,porqueSophie oyó los tambores y el ruido que hacían al acercarse, y Burke y túencubristeisloqueocurrióenrealidadparaevitarunescándaloyosinventasteisel cuento de la fiebre tifoidea por miedo a que hubiera represalias. LosdesdichadosLogansufrieronunamuertehorribleynialayanianingunodelosdemás culpables los llevaron nunca ante la justicia por evitar que el resto decultivadoressetomaralajusticiaporsumanoyempeoraseaúnmáslasituación.Veoentucaraquenomeestoyequivocando.

Jamesdiounsaltohaciadelanteyleagarrólosbrazos.—Estábien:voyacontarte loquepasó—repusoavozencuello—.Bill

Loganselevantódellechoenqueyacíaenfermo,cargósurevólverymatóasuesposa de un tiro. Entonces volvió el arma contra sí mismo y acabó con sumiserableexistencia.SiSophienohubieseestadoescondida,lomásprobableesquehubierahecholomismoconella.

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Tillysetambaleó,incapazdecomprenderloqueestabaoyendo.—¿ElpadredeSophie?—exclamósinaliento.—¡Sí!—Pero¿porquéibaahacerunacosatanterrible?—BillLoganeraunhombreenfermoquevivíacegadoyatormentadopor

loscelos.DesconfiabaprofundamentedeJessieyestabaconvencidodeque leerainfiel.

Ellahizounamuecadedolorantelapresióndelasmanosdeél.—¿Yleerainfiel?—No,queyosepa.Nomemiresasí,chiquilla:yonoeranadieparaJessie

Logan.—Pero¿sentíasalgoporella?Jamessoltódeprontolosbrazosdeella.—Eso fue hacemucho tiempo. Quizá sí. Lo que sé es que quería verla

fueradeBelguri,nosoloporlosposiblesataquesdebandasdeagitadores,sinoporelpeligroquesuponíaLoganparaella.Elqueyoaparecieseporallíaqueldía,eldelcumpleañosdeSophie,nohizosinoempeorarlascosas.Logantuvouno de sus arranques de ira y me acusó de haber dejado encinta a su mujer,conquemefui sin llevármelaconmigo.RecurríaBurke,convencidodequeélpodría hacerlo entrar en razón, pero, cuando volvimos al día siguiente, nosencontramosconaquelterrible…

Nopudoacabar.Apretólosdientes.Tillyposóunamanosobresubrazoylollevóaunsofádemimbre.

—¡Oh,James!—Sihubiera insistidoenqueJessiedejara lacasa lavíspera…Jamásme

perdonarépornohaberhechomás.Burkemedejóbienclaroquenopodíamospermitirquesesupieralaverdad.Todoelmundoestabanerviosoycorríatodaclasederumores.Sabíamosque,sisecorríalavozdequehabíanmuertoatirosuncultivadorysumujer,lagentenoibaadudarenculparalosindiosydarporhechoquehabía ocurrido lo que todos temían.Burke temíaque los británicosquisieranpagarconlamismamonedaysedesataranverdaderosdisturbios.

—¿YSophiepasótodoesetiempoescondida?Jamesasintióconungesto.—Laencontramosarrebujadaenunarcónderopablanca,temblandoysin

habla. ¡Pobrecriatura!Diossabe loquehabíavisto.YosiemprehecreídoqueJessielaanimóaesconderse,sabiendoquelavidadesuhijacorríapeligro.

—¿YtandesquiciadoestabadeveraselpadredeSophie?—Creoquesí.Tillytomóasientoaturdida.

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—¿YporquésiguióasuladolaseñoraLogansisuponíaunpeligroparaellayparaSophie?

Jameslamirócongestoatormentado.—Pensóque la estancia enBelguri le iríabien a su saludy aliviaría sus

celos enfermizos. No tenían vida social. Era algo semejante a un purdahautoimpuesto.

—Pero,entonces,¿porquéteacusóLogandehaberdejadoembarazadaalamadredeSophie?—preguntóellaruborizándose.

Éltragósalivacondificultadyellapensóquenoibaaresponderle.James,sinembargo,contestóconvoztensa:

—Comollevabanmesesaisladosdelrestodeloscultivadoresdeté,nadielosabía.Dehecho,yonomeenteréhastaquemepresentéenBelgurieldíadelcumpleañosdeSophie.

—¿Dequé?—Jessiehabíadadoaluzhacíasolounasemana.Durantemiprimeravisita

habíaenlacasaunreciénnacido.Sinembargo—añadióentonosombrío—,aldíasiguiente,sehabíaesfumado.

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Capítulo41

—Eso es Gauhati—anunció Sam, el amable hijo del capitán del vapor,señalandoelghatqueseveíaalolejos.

Sophie entornó los ojos para protegerse del sol. El mono inquieto delmuchacho corrió por la barandilla de cubierta gritando y apuntando tambiénhacialaciudad.Ellasintióqueselehacíaunnudoenlasentrañas:porfinvolvíaaAssam.

—¿Quierequelelleveelequipaje?Sonrióal joven.Habíadisfrutadomuchodesucompañíaduranteel lento

viaje río arriba, impaciente por ver a Tilly y, sin embargo, embargada por untemorquenolograbaexplicar.LaconversaciónanimadadeSamysuinterésencuanto los rodeaba lehabía impedidoperderseensuscavilaciones.Porunadelas cartas que le había escrito su prima hacía un tiempo, sabía que habíaremontado el Brahmaputra en el mismo barco y en compañía del mismomuchachocautivadorysumono.

Soloporlanoche,enelangostocamarote,sehabíavistoasaltadaporlasdudas.¿HabíacometidounalocuraaldejaraTam?¿Quésentidoteníaquedarseen la India sinmaridoy sin casa?Todos sus conocidos la ibana rechazar.Dehecho, los Bracknall le habían hecho llegar ya una nota incisiva paracomunicarlequelasociedaddeLahoreledabadeladoporhaberabandonadoaTam.Habríasidomuchomásfácil limitarsearegresaraEscociayempezardenuevo.Podríavolveralpuestodetrabajoquehabíaocupadoenlaoficinadelaseñora Gorrie y la Scottish Servants’ Charity, adquirir otra motocicleta e ir apescaraPerthshire.

Lasideasbullíanensucabeza,perosiemprevolvíanaAssamyalmotivoque la había llevado a quedarse en la India: visitar el lugar en el que habíapasado parte de la infancia y tratar de dar sepultura a los fantasmas de unospadresdelosqueapenashabíamododesabernada.RodeadaporlaoscuridadyoyendoalmonodeSamcorrerporlacubiertaqueseextendíasobresucabeza,

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acaricióelópalooscuroysuavequellevabapegadoalapielysupoquenopodíadejarlaIndiasinintentarveraRafiunaúltimavez.

Depieantelabarandilla,divisóaTillyyaJames,quelaaguardabanenelpuerto.Cuando el vapor arrimó la borda almuelle, su amiga agitó el brazo ydejóasomarunasonrisaasurostrorollizo.Sophiebajócorriendoporlapasarelay las primas se abrazaron con lágrimas en los ojos. Estuvo unosminutos sinpoderhablar,entantoqueTillyparloteabasinfrenosobrelomuchoquelahabíaechadodemenosytambiénsobreCheviotView,sobrebebésysobreunaamigallamadaRos.

Jamesdiounapalmaditaasuesposaylaapartódiciendo:—Vamos a dejar que respire la muchacha, Tilly. Ya tendrás tiempo de

contarletodastusnovedadesdecaminoaBelguri.—¿Belguri?—preguntósorprendidalareciénllegada—.¡Québien!Jameslediounbesocohibidoenlamejilla.—Sí,tuprimasehaempeñadoenquevayamosallíprimero.—YahemoshabladoconClarrieyWesley.—¿Tútambiénvienes?—SophiemiróaJamesdehitoenhito.Élseaclarólagargantayasintióconlacabeza.—ClarrieyyohemosresueltoqueyaeshoradequelosRobsonvarones

entierrenelhachadeunavezportodas.—EstonotienenadaqueverconWesley—aclaróJamesdemaloshumos

—.Lohagoporti,Tilly,yporSophie.—¿Pormí?—dijolasegundadesconcertada—.Noteentiendo.—Te lo explicaré todo a su debido tiempo —anunció su prima

entrelazandosubrazoconeldesuamiga.LaexpresióncompasivadeTillyhizoqueSophievolvieraa sentircierto

miedo.—Vamos a tomar algo antes de seguir el camino. Tendrás un hambre

canina.Además, teveomuydelgadaypaliducha.Clarrieyyohemosdecididoquetevamosamalcriar.

—No sabes cuánto echaba demenos tusmimos, Tilly—aseveró Sophieconunasonrisallorosa.

Alllegaralrestauranteajardinado,Tillyhizoseñasaunaindiadelgadaqueseacercóaellosconuncochecito.ASophieselehizounnudoenelestómagocuandosediocuentadequeestabamirandoaJamie.Tillytendiólosbrazosparatomarlocongestoorgulloso.

—Saluda a tu prima Sophie—dijo canturreando a aquel crío rollizo decabezapelirroja,quegorjeóylededicóunasonrisallenadebabas.

—¿Quierestenerloenbrazos?

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Sophie quedó petrificada. No sabía cómo hacerlo. Entonces intervinoJamestomandoalbebéylajovenquedósinaliento:poruninstanteimaginóaTamacunandoconentusiasmoaaquelbebéquetantohabíandeseado.Apartólavistaalverqueselellenabanlosojosdelágrimas.

—Losiento—dijotragandosaliva.Tillyvolvióaencaminarlahaciaelrestaurante.—No,soyyolaquelosiente.Losientomuchísimo.

EstabaapuntodecaerlatardecuandosepusieronenmarchahaciaBelguriporuncaminoirregularabordodeunWolseleydeantesdelaguerraquehabíanalquilado en Shillong. Sophie sabía que sus amigos le ocultaban algo, algodemasiadoimportantepararevelarloduranteelviaje,ysintióqueseleencogíaelestómago.

Cuandodetuvieronelvehículoenelexteriordeunbungalóbienpintadoyrodeadodeprofusas enredaderas en flor, sintió conunescalofríoqueyahabíavivido aquella escena. Adela bajó volando los escalones blanqueados con losbrazosextendidos.

—¡Ophie!—gritó.Ella laalzódel sueloygiró sobre símismacon lacarapegadaalcálido

cuellodelapequeña.—Hola,angelito—ledijobesándolaen lasmejillascoloradotas—.Tehe

echadodemenos.—Estabaaquí,tonta—repusoellaconunarisotadaysezafódesusbrazos

parabajaralsueloycorrerhaciaTillyafindeabrazarla.Esta última también le prodigó no pocas carantoñas mientras James las

mirabacongestoapocado.—¿Ytúquiéneres?—quisosaberAdela.—Es tu primo James —lo presentó Clarrie bajando los escalones—.

Salúdalocomounaseñorita.—Hola—dijo la niña, que perdió enseguida el interés en él y corrió de

nuevohaciaSophie.Clarrieabrazóconternuraaestaúltimayloscondujoatodosalaveranda,

dondehabíanservidoelté.Wesleyregresóentoncesdeloscobertizosenlosqueseestabansecandolashojasdeaquelproducto.Fueunmomentotensoenelquelos presentes intercambiaronmiradas y Sophie se preguntó si se trataba de lafrialdadexistente entre losdosvarones rivaleso tenía,másbien, algoqueverconella.Pocodespuéslosllevaronatodosasusrespectivoscuartosparaqueseasearanysecambiasenparalacena.

El aire nocturno se había enfriado en elmomento enque se sentaron en

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torno a lamesa dispuesta en la amplia veranda y las aves de la selva se oíaninquietas.Sophieapenaslogróprobarbocado.Lainvadíaunaextrañasensacióndehaberestadoallíantes.Enunlugartanetéreonolecostabatrabajocreerenlareencarnación.

Entoncesempezóadarsecuenta:mirólosrostrosinquietosquerodeabanlamesaypreguntóconpocomásqueunsusurro.

—¿Estamos…enWhiteBlossomCottage?Unavezmás, comenzaron amirarse unos a otros, hasta queClarrie dijo

condulzura:—Sí. Almenos, así lo llamó tu padre cuando os trajo a vivir aquí a tu

madreyati.DudoquelehicieramuchagraciaelnombrenativodeBelguri.Elcorazóndelajovenseaceleró.Suspensamientosregresarondesúbitoa

aquelcumpleañostanremotoeneltiempo.Seviopequeñayvestidadeazul,depieenloaltodeaquellamismaescaleramientrasesperabaaquecomenzasesufiestaenvueltaenelsonidodelostamboresquellegabademásalládelrecinto.

—Contadmeloquesabéis—pidióconlavoztomada—.Contádmelotodo.

Minutos más tarde, bajó tambaleante los escalones y se dobló sobre símismadandoarcadasalllegaraloscuroparterre.Lacabezaledabavueltasconcuantoleacababanderevelar:supadreeraunasesinoysumadrehabíasufridounamuerteterrible.¿Habríasuplicadopiedadmientrasélleacercabaelrevólvera lacabeza?¿Lehabría imploradoquenohicieradañoa lahijaque teníanencomún?

Abrió la boca para tomar airemientras recordaba elmomento en que sehabía escondido en aquel arcón asfixiante de ropa blanca. Sollozó e hizo unesfuerzo por respirar antes de ponerse de nuevo a vomitar. Tilly y Clarriecorrieron a abrazarla y trataron de consolarla mientras la llevaban de nuevoadentro.

Larecostaronenunsofádeacolchadoirregularysesentaronaunoyotroladodeella.ClarrieleacaricióelcabelloalpasoqueseloapartabadelrostroyTillylehacíabeberaguaconazúcar.Sophiesesentíadesgarradaporcompleto,entantoqueJamesyWesleyobservabandepielaescenacongestoimpotente.

—Cuando vinimos a Belguri —dijo Clarrie—, corría el rumor por losalrededoresdequehacíaunosañoshabíamuertoaquíuncultivadordeté,peroyodiporsupuestoquedebíadereferirseamipadre.

—NosabíamosnadadeloquehabíaocurridoenrealidadhastaquenoslocontóTillyporcarta—añadióWesleylanzandoaJamesunamiradaacusadora.

—Ya os he dicho —intervino James— que fue Burke quien decidióencubrirloquehabíaocurrido.Unavezhecho,nopodíamosecharnosatrás.—

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MiróaSophiecongestoimplorante—.Además,queríaprotegertedelahorriblerealidaddeloquehabíahechotupadre.Erasdemasiadojovenparacargarconalgoasí.

—Fuistetú—dijoella—quienmeencontróenelarcón,¿verdad?¿Cuántotiempollevabaallí?

—Todalanoche—reconocióJames—.Teníamoslaesperanzadequenotehubierasasomadoparaver…—Nopudoproseguir.

—Oílosdisparos—aseveróSophie, incapazdecontenerpormás tiempolos recuerdos de aquella noche horrenda—. Los tambores sonaban como siestuviesenenlacasa.Intentéencogermetantocomomefueposible,porquenosabíasiveníanahacernosdaño.

Jamesnegóconlacabeza.—Nolocreo.Elmesdemayoestiempodecasamientosylomásseguroes

queestuvierancelebrandouno.Poresonadiedelrecintooyólosdisparos.Debíadehabermuchoruidooquizáshabíanacudidoaunirsealafiesta.

Lajovencerrólosojos,peronoconsiguióalejar la imagendelayaMimihuyendode la casa.Todavíaeradedía.Si laniñera sabíaquecorríanpeligro,¿porquénohabíaintentadollevarlaconsigo?

—Meresultaimposibleperdonaramiayaporhabermeabandonadodeesemodo—aseveróconamargura—ysalvar,encambio,aldichosogatito.

Tillycubrióconsusmanoslasdesuprima.—James tiene que contarte algomás, algo que no había revelado nunca

hastaquemelodijoamíhacedossemanas.Nosésiharáquetesientasmejoropeor,perocreoquetienesderechoasaberlo.

Élseacercóysesentóahorcajadasenunasilla.—Creoquetuayanohuíaconungatito,sinoqueloquellevabaenbrazos

eraunreciénnacido.—¿Unreciénnacido?—repitióClarrie sobresaltada—.Nuncanoshabías

dicho…—Déjalohablar,Clarissa—leadvirtióWesley.JamessostuvolamiradadeSophie.—Tumadre acababa de dar a luz poco antes de tu cumpleaños.Cuando

vineaconvencerlosparaquesemarcharan,tupadreparecíaagitadoporelcrío.Ensuestadofebril,sepusoahaceracusacionesdiciendoquenoerasuyoysullantonohizosinoenfurecerlomásaún.

TillyestrechólamanodeSophie.—James piensa que tumadre debió de enviar a tu aya a la aldea con el

bebéparaprotegerlo,pormiedoaquesumaridopudierahacerledaño.—¿Unbebé?—musitóella confundida—.¿Cómonovoya recordarque

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teníaunhermanito?—Puede que tu madre lo llamase gatito de manera cariñosa —sugirió

Clarrie—yquetúlotomasesalpiedelaletra.Erasmuypequeña.—Tambiénpodríaserquetuviesemiedodehablardelbebédelantedetu

padre—añadióTilly.Sophiecontuvolaslágrimas.—Recuerdohaberpedidoagritosamiayaquemeesperase,peroellani

siquierasediolavuelta.Además,tampocovolviónuncaapormí,¿verdad?—Eso no lo sabes—dijo Clarrie—. Puede ser que estuviese escondida,

cuidando del pequeño o la pequeña y buscando a alguien que pudieraamamantarlo.Quizácuandovolvió,yatehabíanrescatado.

—Sí—coincidióWesley—.Noteníaformadesaberadóndehabíaisidonicómoencontrarte.

—Nopuedesguardarlerencor—dijoClarrieconvozsuave.

Mediada la noche, incapaz de dormir por los recuerdos que poblaban sucabeza sin descanso, Sophie salió a la veranda. Envolviéndose en unamanta,contemplólasiluetadelaschozasdelotroladodelrecinto,dondedebiódevivirenotraépocaelayaMimi.Laoscuridadestabapreñadadelfraganteolorahumodeleña.Deprontolaasaltólapena,porsumadre,suaya,elbebéperdido(unhermano o una hermana al que no conocería jamás)… y la acometieron unossollozostanintensosquelahicieronretorcerse.

Meera laencontródormitandoagotada,acurrucadaen losescalonesde laveranda, cuando empezaba a filtrarse entre los árboles la luz grisácea queprecedíaalalba.SophieseincorporóalarmadaalveralayadeTilly.Jamie,ensusbrazos,mamabaconansiadesubiberón.

Elcorazónseleencogiódenuevodedolor.Meeraretiróelbiberónvacío,seechóalpequeñoalhombroylefrotólaespalda.Jamielamiróadormecidoyal rostro demacrado de Sophie volvieron a asomar las lágrimas. Meera se loofreció para que lo tomase en brazos y ella declinó negando con la cabezamientrasseceñía lamantaque llevabaa loshombros.Nosabíasi ibaapodersoportarcompartirtechoconaquellacriatura.Detestólaenvidiaquesentíaylapenaquelaatenazabayladejabavacía.

HabíasidounerrorvolveraAssam.Enadelante,tendríaquevivirtambiéncon la conciencia aterradora de lo que había hecho su padre. El recuerdo queguardabadeélcomounafiguradistantea laqueadorarsehabíadesmoronadoparasiempreparadejarensulugaraunmaridoceloso,antipáticoycobardeyunpadresincorazón.

Meera se estaba llevando al bebé cuando apareció Clarrie con traje de

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montar.—Yo, cada vez que me sentía angustiada —le dijo con dulzura— y

abrumada por la pesadilla de vivir con un padre enfermo, salía a cabalgar aprimerahoradelamañanasobremiqueridoponiPríncipe.

Se inclinó y le acarició la cabeza con un gesto maternal que le resultóreconfortante.

—¿Porquénovienesamontarconmigo?—lainvitósuanfitriona.Sophiealzósusgrandesojosamoratados.—Buenaidea—respondió.

Siguieronlapistaqueatravesabalasplantacionesdetéysubieronlacolinaculebreandopor unbosque espeso.Sophie ibadetrás deClarrie sobre el recioponi de Bután de color pardo que había comprado Wesley para Adela. Losárbolesrebosabandevidaporelcantodelospájaros.Concadapaso,elcieloibacobrandoluzyaligerandolevementelacongojadeSophie.

Tras pocomenos de una hora llegaron a un claro y la joven contuvo ungrito de admiración ante la vista repentina de losmontes distantes y los picosqueteñíaelalbadelcolordelalbaricoque.Clarriedesmontóycondujoasuponial arroyo que borbotaba de entre rocas cubiertas de helechos para formar uncharcooscurodondeelanimalmetiólacabezaparabeber.

Sophiellevóallítambiénasumontura,alaquediolasgraciassusurrandomientrasledabapalmaditas.Recorriendoconlavistaaquelrecintoherbosoviopiedras dispersas y pilares tallados demanera extraña que yacían como si ungigantequehabitaralascolinashubiesepisadountemploantiguo.

Clarriesacódelasalforjasunenvoltoriodetrapoylodepositósobreunalosacercanaalcharcodeaguafresca.

—¿Unaofrendaparalosdioses?—preguntóSophieconunasonrisa.—No,paralasadhvi.—¿Sadhvi?Esoesunaanacoreta,¿verdad?Laotraasintióconungesto.—Losdeaquílatienenporunshaitan,unespíritumaligno,ylosniñosde

laaldeaseasustandeella;peroamímedalaimpresióndequedebedeserunaviudaquenotieneadóndeir.

Sophiereparóentoncesenunacabañabajadetechodepajacubiertacasiporcompletoportrepadorasyramasbajas.Frentealapuertacerradadebambúhabíarestosdeunafogata:palosquemadosyceniza.

—Cuandoyo era jovenvivía aquí un santónmuyanciano—dijoClarriesacandodesuchaquetademontarunapiedra rosapendientedeunacadena—.Bendijo esta piedra y me la dio, creo que para que me trajera suerte y me

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guardara.La tuve siempreconmigocuando tuvequevivir tiemposdifíciles enInglaterra y nunca dudé de que algún día me traería de nuevo a la India.—Sonrió.Surostroseveíaradiantealaluzdelamanecer—.Yaquímetienes,otravezenBelguri,enellugarquemásamoyconlaspersonasalasquemásquiero.

Sophie sintió una opresión en la garganta.Observó la luz dorada que sedesbordabapor losmontes lejanosy tuvo la sensacióndequese leencogíaelcorazón.LerecordabademasiadoalmágicoepisodioquehabíavividoconRafi.Enaquelmomentonohabíapiedraniamuletoalgunosquepudierandevolverleaquellosinstantesdefelicidad.Sinembargo,aunentonces,convencidadequesucorazónnopodíaversemásdañado,sintióunalivioextrañoalencontrarsecercade la chozadel eremita en aquelhermosovalle cubiertode flores e iluminadoporunsolquesealzabarozaganteenlacadenamontañosa.

Siundíaanteshabía ignorado laverdadsobre lamuertedesuspadresyqueenotro tiempohabía tenidounhermano, enaquelmomento sentíaque sumundohabíacambiadoparasiempre.Sinembargo,saberquenoerahijaúnicahizo que se sintieramenos sola. ¿Habría sobrevivido el bebé? ¿Seguiría en laregión después de que lo hubiera criado otra familia?A esas alturas debía detener dieciséis años. Por el motivo que fuera, imaginó que sería niña, unahermana.¿Separeceríaaella?¿Lareconoceríasisecruzabaconellaenlaaldea,enShillongoenCalcuta?Enaquelinstanteresolvióqueharíacuantoestuvieraensumanoporencontrarla.Sintióquelaideaechabaaarderensuinterioryledabaelvalorquenecesitaba.

Observandocómosehacíadedía,permaneciódepiealladodeClarrieycompartióconellasuspensamientos.

—Podríamosempezarporpreguntarenlaaldea—propusoesta.Sintióunaoleadadegratitudalverqueaquellamujer,mayorqueella,no

desdeñabalaideaporconsiderarlainviable.Sesentaronenunacolumnacaídaysepusieronahablar.Lajovensacóelópalonegro.

—Yo, como tú, tengo mi piedra especial—le confió y, a continuación,alivió su pecho poniéndola al corriente de su amor por Rafi y de la fatídicaexcursiónalasmontañas—.OjalálohubieseconocidomejorenEdimburgo—dijocontristeza—.LatíaAmyloqueríamucho.Élibaaverladevezencuando,peroyonolehacíamuchocaso.Quizásesqueyaporentoncesmeasustara laatracciónquesentíaporél.

—¿Dóndecreesquepuedeestar?—preguntóClarrie.Ellaseencogiódehombros.—Ojalálosupiera.ImaginoquedebedeestarenLahore,trabajandoconsu

padre,aunquequizáshayavueltoalejército.Hablabaconmuchocariñodelosdías que había servido en la caballería deLahore.Aunque también podría ser

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queestuvieraviviendoacostadelariquezadesusuegro,comosuponíaJimmyScott.

—De todos los ingenieros de montes, ¿hay alguno con el que pudieramantenerelcontacto?

—BozoMcGinty—supuso.Clarrieleestrechólamano.—¿PorquénoleescribesaBozylepreguntassisabealgo?Aunquesea

verdad que ahora es un hombre casado, me da la impresión de que no vas apoderdescansartranquilahastaqueselooigasdecirenpersona.

—¿Porquélodicescomosicupieraalgunaduda?—Porque Wesley y yo estuvimos a punto de dar al traste con nuestra

felicidadporunmalentendidoentrelosdos:yopenséqueélsehabíacasadoconunaricaherederayélcreíaqueyosentíaalgoporJohnny,elhermanodeTilly.

—¿Enserio?—Sophielamiróconojosdesorbitados—.¿Yeraverdad?—No—contestó ella con una carcajada—. Yo siempre había querido a

Wesley.Nosconocimosenestemismoclaro:élestabadecaceríaysuamigocasimepegauntiro.

—¿Deverdad?—Sí. Wesley me rescató, pero empezamos con mal pie y tuvimos una

discusiónfortísima.Yonecesitéañosparareconocerloenamoradaqueestabadeél.

LosojosdeSophieseiluminaron.—Me alegra que superaseis el malentendido, porque creo que nunca he

vistounaparejaquesequieratantocomovosotros.—Gracias—dijoClarriesonriente.—El problema—señaló la otra con un suspiro— es que Jimmy Scott y

BozvieronenTheCivilandMilitaryGazettelanoticiadelmatrimoniodeRaficon la hija de un banquero, donde se comentaba que era hermanodeGhulamKan,elinfameactivistaalquehabíanarrestadoporunincendioprovocado.

—Pero¿túlaviste?—No,peroBoznomentiríasobrealgoasí.—Puesesextraño—comentóClarriedesconcertada—quenoinvitaseasu

bodaaningunodesusamigosdecarrera.—Supongo que sí. No lo había pensado nunca. De todos modos, los

compañerosledierondeladocuandoloexpulsósujefe.—Porloquemehasdicho,BozyMcGintyeranunaexcepción.—Escierto.Ellosno.Elsollamíayalasruinasdeltemplocuandovolvieronasubiralosponisy

SophiesedecidióaescribiraBozparasaberdeRafi.

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Capítulo42

Cada mañana, al alba, Sophie cabalgaba hasta el claro del templo conClarrieparacontemplarelamanecer.AveceslasacompañabaWesley.Losdíasse fueron haciendo más fríos y el aire les hería las mejillas, pero aquellasexcursiones eranunbálsamopara el corazónheridode la joven.Las esperabacon ansia y comenzó a recobrar las ganas de vivir. Clarrie llevaba siempreconsigounpaquetedearrozodeharinaporsihabíavuelto laeremita,pero lacabañaseguíavacía.

—Puedeserqueestéperegrinando—apuntó.—Oquesehayamudado—dijosumarido.JamesnotardóencansarsedeestarenBelguriy,declinandolainvitación

desalirapescarconWesley,sevolvióalahaciendadelaOxfordconTillyyconelpequeño.

—Noquierequevolvamosasepararnostanpronto—explicóaSophiesuprima—.¿Seguroquenoquieresvenirconnosotros?

—Clarrie dice quepuedoquedarme aquí—respondióSophie—yquieroversipuedoaveriguaralgomásdemihermanaomihermano.

—NoesporJamie,¿verdad?—preguntóTillypreocupada—.Séquenoteresultafáciltenerunbebéporaquí.

Ellarepusoconunasonrisatriste:—Perdón.Yaséquenotienesentidoyqueélesunacriaturaadorable…Laprimaletomólasmanos.—Síquetienesentido.Noquieroimaginarloquedebesdeestarsufriendo.

Loquesíséesquetienesfortalezadesobraparasalirdeestapesadilla.Cuandoestés lista,vendrásavivirconnosotrosenCheviotViewy tequedarás todoeltiempoquedesees.Dondeyovivatendrássiempretucasa.

Sophie,conlosojosllenosdelágrimasantetanamablespalabras,abrazóasuprima.

—¡Oh,Tilly!Ereslamejoramigaquepuedatenernadie.

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UnasemanadespuésdelapartidadelosRobson,SophienotóalgodistintoalllegarconClarriealclarodelaselva.Elaireestabapreñadodelagradableolordel humo de leña y la choza de la sadhi estaba iluminada por una modestahogueracrepitante.Lapuertaestabaabierta.

DesmontaronyClarrie seadelantóconelpaquetedecomida.Cuando lodejó en la losa que había entre la cabaña y la charca apareció de detrás de lapuerta baja una figura envuelta en una túnicamugrienta del color del azafrán.Aquella mujer diminuta de manos nervudas se acercó cubriéndose el cabelloescaso con un extremo del sari. En la penumbra, Sophie no pudo menos dereconocerqueparecíaelespíritumalignoquetemíanlosniñosdellugar.Teníalafrenteembadurnadadeblancoyocreylasuñascomogarras.

Juntólasmanosporlaspalmasylassaludóinclinandolacabeza.Ellasdosrespondierondeigualguisa.Laanacoretalasinvitóconungestoaacercarsealfuego.Sophievaciló,peroClarrieledijoenvozbaja:

—Lomásseguroesquequieradarnosalgoacambiodelosalimentos.Esmejorqueaceptemos.

Moviéndoseconciertogarbocalmoso, lasadhvi sacóde laviviendaunaesterillamaltrechaparaquetomaranasientoysirvióencuencosdearcillatédeuna teteraquependía sobreel fuego.Desdedebajodelvelo les lanzómiradasrápidas como dardosmientrasmurmuraba algo para sí. El sol se elevó. El téllevabaalgunaespeciaqueSophieimaginóquedebíadesercardamomoyquelainvadióconunaextrañasensacióndefamiliaridad.

Las tres callaron mientras la luz dorada de las cumbres remotas lesencandilabalosojos.Lamásjoventomóunsorbodeaquellabebidaaromáticaysorprendió a la anciana observándola con ojos oscuros cargados de unentusiasmo que no casaba con su rostro arrugado y como abrumado por laansiedad.ElcorazóndeSophieempezóaacelerarse.Laeremita,hastaentoncesencuclillas,selevantóyrodeóelfuegosinquesumiradaflaqueaseenningúnmomento.Elpechodelajovensehinchiódeemocióncuandovioellunarenlabarbillamarchitadelamujer.

—¿AyaMimi?—susurró.Lamujer tendió lasmanosdescarnadasparasostenerentreellasel rostro

desuniña.—Sophie, polluelomío—graznó ella con una voz que había perdido la

costumbredehablar.—¡Aya!Laslágrimaslecaíanporlacaracuandolaancianalarodeóconsusbrazos

entecosysepusoaacariciarleelpelo.Mimicomenzóacantardegozoconunavozagudaquefueamezclarseconelgorjeodelasavesquepoblabanlosdensos

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árboles.—Sophie—canturreó—.Sabíaquevolverías,solodebíatenerpaciencia.Lajovenseaferróaellayseechóallorar.

ElayaMimiregresóaBelguriconlasdosbritánicas,agarradaasuniñaalomosdelrecioponi.AdelaquedófascinadaalveralamujerdelrostropintadoconocrequeSophiehabíahechosalirdelbosqueyoptóporcontemplarladesdela seguridad que le brindaban las faldas de sumadre.Con todo, no hubo queesperarmuchoparaqueseganara laconfianzade lapequeñaconsuscantosysussonrisasySophiesintióunapunzadade ternuraalveraestasentadaen laverandacruzadadepiernasconlaancianaycomiendoarrozconlosdedos,algoquerecordabaqueaellalehabíanprohibidosuspadres.

Dedicaron los dos días siguientes a reconstruir la noche fatídica en quehabíanmuertolosLogan.DespuésdequeRobsonsahibintentarasinéxitohacerqueabandonasenBelguri,BillLoganhabíasalidoal recintodesucasaconunarmayhabíaordenadoaloscriadosqueseesfumaran.JessieLogan,alarmada,habíamandadoalayaalaaldeaconelbebé,unvaróndeunasemanadevidaalquelosLoganaúnnohabíanpuestonombre,afindequelosalvaguardara.

—Loganmemsahibtemíaporelreciénnacido,pero,además,pensabaqueelsahibsecalmaríasinoloveía.Sentíamuchoscelosdelbebé.

AMimi le habían dicho que se alojase en casa deAma, una anciana degran sabiduría de las gentes de Jasia. Su hijo trabajaba de mali en WhiteBlossomCottageyJessieconfiabaenella.

—¿Ama?—exclamóClarrie—.¡Esaeramiaya!AunquehabíanencontradoalafamiliadeAmacelebrandouncasamiento,

ellanohabíadudadoenacogerlosyhabíadadoconunamadrejovenensutribuparaqueamamantaraalpequeñodelosLogan.

Dos días después, acabada la celebración y preocupada ante la falta denoticiasdeJessie,MimihabíavueltoalbungalóconelhijodeAma,eljardinerodeBelguri.Encontraronlacasaselladayelpolicíasijquehabíaenlapuertalosechó.Alasemanasiguiente,unagentedelaleydeShillonglahabíabuscadoy,aldarconellaenlaaldea,lahabíaobligadoadarleelbebé.

—MedijoquelosLoganhabíanmuertoporlasfiebresyquesuhijayanomenecesitaba.Le roguéquemedijeseadónde tehabían llevado,Sophie,peromedijoquenoerademiincumbencia.

—¿SellamabaBurke?—preguntóSophie.Elayaasintiómoviendolacabeza.—Me dijo que, si intentaba seguir tu pista,memetería en la cárcel por

robarleelhijoaunblanco.Alrestodeloscriadoslespagóylescontóelmismo

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cuentode la fiebre. Intentéencontrarte.FuicaminandoaShillongyvendímispendientesymispulserasdeoroparavolveraAssam,peroelviajedurómuchassemanas y, además, las lluvias lo retrasaron más todavía. Cuando llegué allí,habíandadoaotrafamiliaelbungalódelosLoganytúhabíasdesaparecido.EllimpiadormedijoquepensabaquetehabíanllevadoaCalcuta.Cuandopreguntéporelpequeño,elancianomedijoquenohabíavistoningunoyquetúibassola.—Sepusoa llorarmientrasasegurabaentresollozosquehabíafracasadoen lamisióndemantenerasalvoalreciénnacidoquelehabíaasignadolamemsahibyque,además,nohabíasidocapazdecuidarasuhija.

—¿Quéhicisteluego?—preguntóSophieconvoztranquilizadoramientrasrodeabaconunbrazoalaancianadesconsolada.

—Fui a Shillong y entré a trabajar en uno de los orfanatos, cosiendo ycuidando bebés. Pensaba que así podría encontrar al pequeño, pero no tuvesuerte.Después,cuandooíquevolvíaahabergenteenBelguri,dejéeltrabajoymevinealascolinasporsierastú.

—Quédecepcióndebiódellevarsealencontrarnosanosotrosensulugar—comentóClarrieentonocomprensivo.

Miminegóconlacabeza.—Ustedha sidomuybuena conmigo.Hahabido semanasquenohabría

comido nada de no haber sido por sus obsequios. Además, nunca perdí laesperanza.Recéadiariopidiendoquemedevolvieranamipollueloo,sino,teprotegieranlosdiosesdelasmontañasallídondeestuvieras.

Sophieysuayasemecieronabrazadas,recuperándosedelaimpresióndehaber vuelto a encontrarse. La joven no pudomenos de pensar que, si pese atodopronósticohabíaacabadoporreunirseconsuamadaniñera,¿porquénoibaaencontrarasuhermanopequeño?

Wesleyinterrumpióeneseinstantesuensimismamientodiciendo:—Osea,quelaúnicapersonaquesabedeverasquéocurrióalmenorde

losLoganesBurke,elcomisariojubilado.—Sí—repusoelaya—,peroamímedabamuchomiedointentarhablar

conél.—Puesamíno—dijoSophie—.Sinomedicequéfuedemihermano,lo

denunciaréporencubrirunasesinato.Clarriealzólamanocongestoadmonitorio.—Tencuidado,porquepodríasponertambiénenunbreteaJamesy,porlo

quedicetuaya,esevidentequenosabíanadadequeBurkesehabíaidoconelbebé.

Ellasemordióellabiocongestodefrustración.Loúltimoquequeríaeracausarproblemasalhombrequelahabíaprotegido,lahabíallevadosanaysalva

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a Edimburgo y había sufragado parte de su educación. Podía tener susdiferencias con su primoWesley, pero James era un buen hombre y Tilly loadoraba.

—Pero Sophie tiene derecho a conocer la verdad —dijo Wesley confirmeza—ynohayporquérecurriralasamenazas.Yoiréencantadocontigoahacerleunavisita.

Lajovensonrióaaquelcultivadordetéapuestoderasgosmarcados.—Gracias.

Pasaron otros diez días antes de que fuera posible partir para Shillong.SophieescribióaTillyparapedirle las señasdeBurkeydarle la sorprendentenoticiadelencuentroconelayaMimiy la información relativaa suhermano.Mientrasaguardabalarespuestadelaprima,llegóunacartadeFrancia.SophiesalióaljardínaleerlayClarrieselaencontróconlosojosllorosos.

—Tam desembarcó en Marsella —dijo la joven con aire tranquilo—.Nancyfuearecibirloallí.VanapasarelinviernoenlosAlpesfranceses.

Suanfitrionaleestrechóelhombro.—Debedeserdifícilparati.Sophienegóconunmovimientodecabezaytragósaliva.—Estoyfelizporél.Enciertomodoesunalivio.Loquemeapenaesque

nofuerasinceroconmigoalprincipio.DespuésdeaquellonovolvieronamencionaraTam.Ellasecentróensu

futuroyenencontrarasuhermano.Pocodespués,llególarespuestaemocionadadeTilly,queledeseabatodalasuertedelmundoensuentrevistaconelcurtidooficialdepolicía.

Sutarjetaeraunpocovaga—escribiólaprima—.Decíasinmás: «Comisario R. Burke, acantonamiento de Shillong».Debe de tenerse por un hombre muy importante cuyadireccióntienequeconocertodoelmundo.

La víspera de su partida se recibió noticia de que el rajá del principadovecinodeGulgatseencontrabacazandoenlascolinasdeJasiaypedíapermisoparaacamparenUmShirpi, terreno situadoaorillasdel ríoen lahaciendadeBelguri, de allí a unos días. Wesley accedió y aprovechó su respuesta parapreguntar si podía unirse a la expedición cuando regresara de su visita a laciudad.

—Esunhombremuydivertido—explicóaSophie—.Tieneunacolección

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enormedeanimalesexóticosdecompañíaqueincluyeuntigreblanco.EstudióFilosofíaenlaUniversidaddeEdimburgo.Tienesqueconocerlo.

Alamañanasiguiente,losdosensillaronsuscabalgadurasparaemprenderelviaje.Ella sepuso lapulserade cabezasde elefantepara tener suerte en subúsqueda.ElayaMimiseemocionóalverla.

—¡EradelaLoganmemsahib!—Sí—respondióSophie—.¿Teacuerdas?Suanciananiñeraasintiómoviendolacabezaconlosojosdesencajados.—Había dos. Se me había olvidado. La otra… —Se llevó una mano

temblorosaalaboca.—Dime,ayaMimi—lepidióSophieconvozdulce.—El bebé—susurró—.Tumadre la envolvió en sumantita para que la

vendiesesinecesitabadineroparaelniño.—Osea,queibaconél.—Elcorazónlediounvuelco.—Sí:selapusealpequeñocuandoselollevóBurke.—Asusojosasomó

undestellodeesperanza—.Quizápuedaayudarteaencontrarlo.Sophiesabíaqueeranpocas lasprobabilidadesdequeaqueldijehubiera

permanecido con su hermano en elmomento de pasar de unasmanos a otras,pues lo más seguro era que Burke se desembarazase de cualquier cosa quehubiese podido vincularlo a los Logan, si es que lo había encontrado. Noobstante,alverelgestoanhelantedelaanciana,nodudóenresponderconunasonrisaalentadora:

—Gracias,seguroquenosayuda.Enelmomentodeladespedida,Adelaseechóallorargritando:—¡Yotambiénvoy!Senegóaprestaroídosalasexplicacionesdesumadre,queleaseguraba

quesupadreysuadoradaSophiesoloibanaestarunosdíasfuera.ElayaMimifuelaúnicaque, llevándolaa laacaciagigantescadegomaarábigae imitandoloscantosdelasavesdelaselva,supodistraerlaeltiemposuficientecomoparaquepudieranmarcharlosjinetes.

En cuanto llegaron a la ciudad, impacientes ambos por iniciar elinterrogatorio, Sophie hizo circular por el acantonamiento una tarjeta depresentación.Pasólanocheenblancoenlacasadehuéspedesyaldíasiguienteapenastocóeldesayuno.

—Mientrasesperamosunarespuesta—propusoWesley—,podríamosiraver al comandanteRankin, el amigo deTilly.Quizá prefieras que vayamos alcementerioapresentarnuestrosrespetos…

A Sophie se le hizo un nudo en las entrañas. No le apetecía gran cosamantenerunaconversacióntrivialconunextraño,poramablequepudieraserel

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comandante,ysabíaqueteníaqueiralatumbadesuspadres;sí,queríair,perotemíaelmomentodehacerlo.Lossentimientosqueprofesabaasupadreerantanconfusos…

—PrefieroesperarlarespuestadeBurke—respondió.Pasólatarderecorriendodeunladoaotrolaveranda,sindejardeobservar

el sendero empinado que llegaba a la casa de huéspedes en busca de signoalgunodeunchaprassiquetrajeraunanotaporlaqueselainvitaraavisitarlacasadeBurke.Alacaídadelatarde,sinembargo,nohabíarecibidonada.Aldíasiguiente,Wesleyinsistióenllevarlaaverlosalrededoresdellago.Sophiehizoloposiblepordisfrutarde labellezadel lugar,queTillyhabíacomparadoconrazónconlasTierrasAltasdeEscocia,peroprefirióvolverenseguidaporversihabíahabidonovedadesairatomartéalPinewoodHotel.

—No puedo creer que haya obviado mi petición—dijo enfadada al noencontrarningunanotadeBurke.

—¿Puedeserqueestéausente?—Mañanairemosalacantonamientoparaaveriguarloenpersona—insistió

Sophie—.Nopiensodejarquenosretrasenundíamás.Wesleybufóconairedivertido.—Es como escuchar a Clarissa en joven. Los Logan no estaréis

emparentadosporcasualidadconlosBelhaven,¿verdad?El día se había presentado lluvioso y cargado de bruma cuando

emprendieron, colina abajo, el camino al acantonamiento y a las hilerasuniformesdebungalósbritánicos.

—Enlugardevagardeunladoaotroconestalluvia—propusoWesley—,¿por qué no vamosdirectos al club y preguntamos?Allí tienen que conocerloseguro.

Sophie aguardó desafiante en la entrada de aquella sociedadexclusivamentemasculinaparapoderoírloquesedecía.

—¿Ronny Burke?—preguntó un hombre corpulento levantando la vistadelperiódico.

Wesleyasintiósinpalabras.—Me temo que llega usted tarde. Murió de un ataque fulminante al

corazónhacedossemanas.Tendráquebuscarloenelcamposanto.¿Sonde lafamilia?

Laamargadecepcióndejómudaalajoven.Wesleylaalejódelclubparametersedenuevoconellabajolallovizna.Humillandolacabeza,Sophiesiguiócaminandoensilenciosinprestaratenciónsiquieraalcaminoquetomaban.Solocuando él se detuvo abruptamente advirtió que se hallaban a las puertas delcementeriobritánico.

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—Sé dónde están —anunció Wesley sin alzar la voz—. EstábamospresentescuandoTillyencontrólasepultura.

Ellasellenódeairelospulmonesysiguióelcaminoquefuemarcandoél.Setratabadeunalosasencillaqueteníainscritossusnombresylafechade

la muerte, aunque resultaba más imponente que en la fotografía de Tilly. Elúnicoadorno,encargadoquizáporJames,eraunacruzceltagrabadaenlapiedrapulida. Se encorvó y pasó los dedos por el nombre de su madre: «JessieAnderson,esposadeWilliam».Pensóenlamujerquehabíavistoporúltimavezen la veranda de Belguri diciéndole que se escondiera, en la mano que laempujabadulcemente,enelsusurrodelateladegasa,ensusonrisadistraída.

Sepreguntósisumadrenohabríaansiadoenrealidadasirladelamanoyecharacorrerporelsenderotraselayayelbebé.Deseócontodassusfuerzasquehubieratenidoelcorajedehacerlo,aunqueconcluyóquequizáselactomásvalienteposibleeraeldedejarmarchara suhijaydar lavueltapara tratardeaplacarasuesposofebrileirracional.

Agachándosemásaún,susurró:—La tíaAmymecriomuybien.Fue tan cariñosa comounamadre.Sin

embargo, yo he crecido tratando de recordar cómo eras tú. Tú erasmimadreverdaderay loqueyohequerido siempre.—Tragócondificultad—.HedadoconelayaMimiyhedeseadocontodamialmaencontraramihermanitoparaqueélpuedasaberdetiyyotengaalguiendemipropiasangreaquienquerer.Sinembargo,enestemomento,nosécómovoyadarconél.Losiento.

Se inclinó hacia delante y besó la losa fría y húmeda con besostemblorosos.

—Adiós,mamá.—Laslágrimaslecorrieronporelrostrohastacaerleporlabarbilla.Sepusoenpie.

Wesleyapoyóunamanoensuhombro.—Tu padre estaba enfermo. Sé que no es excusa para lo que hizo, pero

tuvoquehaberuntiempoenelqueteamase.Esimposiblequeunpadrenoameasuhija.

Sophiesevolvióhaciaélconunasonrisaapesadumbrada.—Dices esoporque eresunbuenpadre, peroyo a él no lo recuerdo así.

Contodo,megustaríacreerlo.Gracias.Llegadoelmomentodeabandonarlafrialdaddelcementerio,seabriópaso

entre la capa nubosa un rayo de sol diluido en agua. Cuando ascendieron denuevo hasta la casa de huéspedes, las nubes se habían replegado y volvían averselascolinas.

—Tus padres pasaron la luna demiel en un puesto demontaña llamadoMurree—lehabíadichounavezlatíaAmy—.Atumadrelegustaronsiempre

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lascolinas.Sophiesupoque,fueradondefueseacontinuación,siemprehallaríasolaz

en lasmontañas.A la tíaAmy le habían encantado y a la joven la consolabapensarquesumadrehabíatenidoaquellamismainclinación.

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Capítulo43

AdelafuelaprimeraenbajarlosescalonesparairarecibirlosalavueltadeBelguri.

—¡Papi!¡Ophie!Clarrie tuvo que asirla de la mano para evitar que se metiera bajo los

cascos de lasmonturas. Cuando su padre se apeó, la chiquilla se lanzó a susbrazosyélgirósobresímismo.

—¡Cómoheechadodemenosamigatito!—exclamóantesdeplantarleunbesosonoroenlamejilla.

Ellarioysesecólacara.ASophieseleencogióelcorazónalvercómodisfrutaban uno del otro y oír la misma expresión que, al parecer, debió deemplearsumadreparareferirseasuhermanitoreciénnacido.

AdelaescapódelabrazodesupadreparacorrerhaciaSophie.—Hayunpríncipeenunatienda—anuncióconlosojosdesencajadospor

elentusiasmo—.Tieneunloboatadoconunacadenadeoro.Venaverlo,Ophie.—Es el rajá deGulgat—aclaróClarrie—.Llegó ayer y fuimos a verlos

montarelcampamento.Elloboes,enrealidad,unperrodecaza.—Esunlobo—insistiólaniña—.Vamos,Ophie.—Dejaporlomenosquedescanseunpocoysebañe—dijosumadre—.

Vienendehacerunviajemuylargo.—Dichoesto,miróalareciénllegadacongestoexpectante.

Sophiehizoungestodenegaciónconlacabeza.—Burkemurióhacedossemanas—explicóWesley—.Luegohablaremos

deeso.Adelalosmiróconfundida.—¿Porquéestástriste,Ophie?Ellaseagachóparaconfesarle:—Porquellevocincodíassinverte.Dameunabrazo.Lapequeña soltóuna risitay rodeócon susbracitos cálidos el cuellode

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Sophie, entrelazando los dedos con su pelo, aquel pelo rubio y sedoso quefascinabaalacría.

—Ahora que habéis vuelto, mañana podríamos invitar al rajá y a suscompañeros de caza a tomar el té —propuso Clarrie—. Parece que no sonmuchos.

—Estanocheiréadecírselo—convinoWesley.Cuandolassombrasempezaronaalargarse,reanimadadespuésdeunbaño

calienteyataviadaconuntrajelimpio,SophieacompañóalosRobsonhastaelríoparavisitaralrajá.Lasorprendiólasencillezdelcampamento:ochotiendasdel tamaño de las que habría usado Tam para una expedición en la selvadispuestasentornoaunahogueraenlaqueseafanabanenprepararlacenadoscocineros.

Enelríochapoteabancuatrohombresdandogritos.—Damas—anunció alarmadoWesley—, vale más que miréis para otro

lado,porquenollevannadapuesto.Riendo ante aquel arranque de gazmoñería, las dos mujeres fueron a

situarsetrasunrobledegrantamaño.Adelapensóquesetratabadeunjuegoylanzóungrititodeplacer.Wesleybajó a saludar a losbañistasy regresóunosminutosdespuésparaanunciarquepodíansalirsinpeligro.

Enseguidasedispusieronsillasdecampañaparaellasyelrajásaliódesutienda vestido con pantalones y una túnica para estrecharles la mano. Era unhombredelgadoyapuestodeunostreintaaños.ASophielegustódeinmediatosuausenciadeafectación.

—Bienvenidosamipalacio—dijoguiñandounojoaAdela.—¿Dóndeestáellobo?—preguntóellamirandoportodaspartes.—Se ha ido a buscar a Caperucita —le dijo él, riéndose de su propia

ocurrencia.Mandóservirchotapegsymientrassedistribuíanlosvasosdelimonadao

dewhiskysalierondelapenumbralosdemásbañistas.—EstossonmihermanoRavi,mibuenamigoelcoronelBaxteryKan,mi

nuevoayudantedecampo.Sophiecontuvoelaliento.Miróaaquelhombredehechuramusculosacon

elcabellohúmedoyenmarañadoqueacababadeponersealacarreraelpantalóny la camisa. Aunque se había dejado barba, cuando avanzó hasta quedariluminadoporlaescasaluz,nolequedódudaalguna.

—Rafi—dijoconteniendoungrito.Élfuehaciaellayletomóunamano.—Sophie, ¿cómo estás?—No parecía tan asombrado al verla como ella

antesurepentinaaparición.

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Elcorazóndeellalatíadesbocado.Apenaseracapazderesponder.¿Cómopodíaélmantenerunaactitudtandespreocupada?

—¿Seconocen?—preguntóconinteréselrajá.—DeEdimburgoydelServicioForestal—leexplicóRafi.Cuandoél le soltó lamano, la jovencorrióa sentarsedenuevoantesde

que le fallasen las piernas. Captó la mirada de Clarrie y supo que lo habíaentendidotodo.¿PodíaserquesupieradesdelavísperaqueRafiseencontrabaallí? El rajá se lanzó a rememorar Edimburgo y a hacer preguntas a Sophieacerca de su vida enEscociamientrasClarrie departía conRafi acerca de lasplantacionesdeté.SophieteníamilpreguntasquehaceraRafi,perosemostróagradecida cuando losRobson consideraron que había llegado elmomento dedespedirse,comunicaronqueseríaunhonortenerlosdeinvitadosaldíasiguientepara tomar té e impidieron que Adela siguiera obstruyendo la labor de loscocineros,quetratabandehacerchapatis.

Cuandoseiban,ClarriedijoconairedistraídoaRafi:—Siviene a cabalgar connosotros al alba, lepuedoenseñar losnogales

silvestresdelosquelehehablado.Élinclinólacabezaenseñaldeaceptación.Más tarde, de regreso a Belguri, Sophie estuvo conversando hasta tarde

conClarrie,incapazdeirseadormir.—¿Hasidopuracoincidencia?Nomehaparecidonadasorprendido.Claro

que puede deberse a que no sienta lomismoque yo. ¡Oh,Clarrie!No sé quépensar.Detodosmodos,notienesentido.

NadadeloquedijeseClarriepodíacalmarlaagitaciónmentaldelajoven.—Intenta dormir algo—dijo bostezando antes de irse a la cama—, que

quedanpocashorasparaqueamanezca.

Mientrastrotabaaquellafríamañanadediciembre,Sophienopudomenosdeagradecerquehubieraacabadoalfinaquellalarganocheyeldíalehubieradado la ocasiónde activarse.Su alma se llenódeoptimismo.AparecieraonoRafi,estabaresueltaadisfrutardelaamanecidacomotodoslosdías.ClarrieyWesleyibanconella.Laoscuridadsehabíallenadodelaromadelasfogatasquese encendían en la aldea demadrugadamientras los ponis se abrían paso porentrelasplantacionesdeté.

Cuandoelsenderosetrocóenbosque,Sophieviorecortarselasiluetadeuncaballoconsujinetesobreuncielodecarbón.Rafihabíaacudido.

—Adelántate tú—le indicóClarrie—,nosotrosnosquedaremos atrás: lapistaesdemasiadoestrechaparatodos.

Sophielosaludóyélpusosumonturaalpasodeladeella.Ningunodelos

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dos dijo nada, como si ambos temiesen lo que pudiera decir el otro. Al finalllegaron al claro del templo, donde Clarrie quería que Rafi viera los nogalessilvestres.SoloentoncesreparólajovenenquelosRobsonyanolosseguían.

Mientrasdesmontabanyesperaban la llegadadelsol,Sophieseencontródetallando a Rafi su encuentro con el aya Mimi en la choza del eremita, eldescubrimiento de la verdad sobre la muerte de sus padres y la búsquedainfructuosadesuhermanomenor.Todoestosalióentrombadesuboca.

—Creoqueporesomedabatantomiedotenerunhijopropio:enlomáshondo, recordaba ami hermano o, mejor dicho, la sensación de perderlo. Dealgúnmodo,enmicabecitainfantil,mesentíaresponsabledequenoestuvieraasalvo.

De pronto se echó a llorar inconsolablemente. Rafi, que apenas habíaarticulado palabra, la rodeó con sus fuertes brazos y la atrajo hacia sí parareconfortarla.Yasípermanecieronmientraslaluzdelalbaempezabaabañarellugaryhacíabrillarcomogemaslaescarchadelosárbolesylahierba.

Cuandoelsolganófuerzayderritióladelgadacapadehielodelacharca,Sophieseapartó,cohibidaporloíntimodeaquelabrazo.Resultabademasiadoagridulce haberlo encontrado de nuevo y saber, sin embargo, que no podríanestarjuntos.

—Siento mucho los inconvenientes que te he causado, Rafi —dijo—,sientohaberarruinadotucarreradeingenieroforestal.

—No te preocupes. De todos modos, después de saber lo que te habíahecho, yo no habría sido capaz de seguir trabajando para Bracknall. Además,ahora, al servicio del rajá, soy más feliz. Nos conocimos brevemente enEdimburgo y, al saber que había vuelto a la India, me ofreció el puesto deayudante de campo. Así que, cuando Bracknall me expulsó, acepté su oferta.Tambiénsoysuingenieroforestaljefe—añadióconunasonrisaburlona.

—Mealegrasaberlo—repusoellanotandoquesealiviabasusentimientodeculpa.Sinembargo,seguíapesándoleelcorazón—.Tengoquecontartetantascosas…SobreTam,sobreelbebé…

—Notienesnadaqueexplicar—corrióadecirél.Sophiemirósurostroapuestoysintióqueselerevolvíanlasentrañas.No

queríasabernada,porque,alcabo,estabalabrándoseunavidanuevaenGulgat.Laternuraquelehabíaprodigadominutosantesnoeramásqueamabilidad.

—Loentiendo—dijodandounpasoatrás.—No, no lo entiendes.—Le tomó lamanoy la sostuvo—.Quiero decir

que sé todo loquehaocurridoentreTamy tú, séde tuhorriblepérdidaydelpermisoquelehandadoaél.Bozmeescribióymelocontótodo.

—¿Boz?

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—Sí:encuantosupodetiyaveriguóqueestabasenBelguri,mebuscóymedijoquequeríasdarconmigo.

Ellaseruborizó.—Sí,claro.Sentíaqueteníaquedisculparme…—Sophie—dijoélempujándolahaciasí—,noesningunacasualidadque

lapartidadecazadelrajáseencuentreenestapartedelascolinasdeJasia:fuiyoquienlaorganizó.Estabadeseandovolveraverte.

—¿Deverdad?—Tragósalivaysintióqueelcorazónseleaceleraba.—Claro.—Letocólamejillayellasintióunescalofríoquelerecorríatodo

el cuerpo—. Sin embargo, necesito saber si hay alguna posibilidad dereconciliaciónentreTamytú,porque,silahay,meiréconelcorazónrotoynomeinterpondréentrevosotros.

—Tamseha idoparaestarcon lamujera laquehaamadodurante todoeste tiempo —susurró ella—. Debería sentirme celosa, pero no es así. Enrealidad,nohequeridonuncamásqueaunhombre.Loquepasaesquenosupedarmecuentaatiempo.—Susojossellenarondelágrimascuandolosclavóenlosdeél,deunintensocolorverde—.Tequiero,Rafi,peromesientoculpableporelplacerquemeproduceestaraquícontigo.Culpablepor…

—Espera—ordenóélentonoenérgicomientrasleapretabalamano—.Yotambién tengo cosas que contarte. Boz me habló del anuncio de boda conSultanaSarfrazquepublicóelperiódico.

—¿Noeracierto?—preguntóellasinatreverseaabrigaresperanzas.—Esciertoquehubounaboda,peroyonoeraelnovio:quiensecasófue

mihermanoRehman.Yomenegué, porquenopodía seguir adelante con algoasí, y él me sustituyó encantado. A la Gazette le daba igual que fuese unhermanouotro:loúnicoqueleinteresabaerasuconexiónconGhulam.

—Osea,quenoestáscasado.—Elcorazónlediounvuelco.—No—dijoélinclinandohaciasílabarbilladeellaymirándolaconojos

apasionados—.Prometíquedarmesolterosinopodía tenera lamujera laqueamaba.Tú,Sophie: túeres laúnicacon laquepodría ser feliz.Tu tíaAmy losabíaytúparecíaslaúnicaquenoeracapazdevercuántomehabíaenamoradodeti.

Sintióqueledabavueltaslacabezaanteaquellaspalabras.—¡Oh,Rafi,bésame!Éllaabrazóyrodeósubocaconloslabiosfirmesquedurantetantotiempo

habíasoñadoellaconbesar.Sophietuvolaimpresióndequeelcorazónestabaapuntodeestallarledealegría.

Cuandosepararonlosrostros,élurgióconvoztomadaporlaemoción:—VenavivirconmigoenGulgat.

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—¿No se escandalizará el rajá? —preguntó entre risas, mareada antesemejanteidea—.Sabesqueconmigollegaelescándalo.

—Escandalizarse, no —contestó él sonriendo—, pero envidia sentiráseguro.

Semiraron,incrédulosantetantadicha.Entoncespasóunasombrasobreelrostrodeél.

—Tú tienesmásqueperderqueyo.Es a ti aquienvanamarginarparasiempredelasociedadbritánicaenlaIndiasiunestudestinoalmío.

—Esomedaigual—repusocondecisión—ylaspersonasalasquequieronovanadarnoslaespalda.

EnelrostrodeRafiseinstalóunasonrisatierna.—Enesecaso,vamosahacerqueempiecehoymismonuestranuevavida,

amor.Bajo el cegador sol invernal, volvieron a montar sobre los ponis, que

habíanestadopastando,ydejaronelclarotomadosdelamanoparaenfrentarsejuntosalfuturo.

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Breveglosariodetérminosangloindios

babu:empleado(despectivo)indioqueharecibidociertaeducaciónboxwallah:mercader(despectivo)británicodedicadoalcomercioburramemsahib:ladamademásautoridad(burrasignifica«grande»)chaprassi:mensajerocharpoy:armazóndemaderaycáñamotrenzadoamododesomierchotahazri:desayunochotapeg:bebidaalcohólicachowkidar:vigilantenocturnodaftar:oficinaforestaldak:correo,trabajodeoficinadakbungalow:casadedescansoparaviajerosdhoti:pantalónamplioyligeroconsistenteenuntrozodetelarectangularquese

poneentornoalacinturaghat:embarcaderohartal:huelga,huelgageneraljungli:selvático,salvajekhitmutgar:ayudadecámarakoihai!:¿Hayalguienahí?(usadoporlocomúnparallamaraloscriados)maidan:espacioabiertoopradosituadoenunaciudadmali:jardineromemsahib:dama(formafemeninadesahib)mofusil:regiónrural,provincias

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mohurer:contablejefemunshi:profesordeidiomaspukka:decategoría,dignopunkah:abano,abanicodetechopurdah:(literalmente,«cortina»)aislamientodelasmujeresrespectodelos

hombresolaspersonasdesconocidassadhvi:mujeranacoretasahib:señorshikari:cazador,guíasyce:mozodecuadratonga:tartana,carruajededosruedastopi:salacot,sombrerotropicalparaprotegersedelsolwallah:persona,trabajadoryakdan:arcónzenana:aposentosfemeninos

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Agradecimientos

HecontraídounadeudainmensaconmisabuelosmaternosporlosdiariosqueescribieronylascartasinteresantísimasqueenviaronasufamiliadeEscociadesde la India. Estos diarios, descubiertos recientemente, han inspirado buenapartedelcontextodeestanovela.

GraciasaSammia,mientusiastaeditora;LoriHeaford,unacorrectoraalaqueno escapanada;DaphneTrotter, encargadade la corrección tipográfica, yJaneyFloyd,porsuayudaprácticaysussabioscomentarios.Graciastambiénamimarido,Graeme,pormantenermeconvidaafuerzadeespléndidascomidasynumerosastazasdetéydecafé,yaAmyyCharlie,porsualientoconstanteysualegría.