las prÁcticas de una historiografÍa superadora y critica
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LAS PRCTICAS DE UNA HISTORIOGRAFA SUPERADORA Y CRITICA
Introduccin
En este trabajo se presentarn dos posturas importantes para la historiografaactual. Se trata de historiadores como Chartier y de Certeau que plantean una
epistemologa diferente, con contribuciones significativas en torno a las categoras de
anlisis para el abordaje de las prcticas en las que el sujeto es colocado en un lugar
distinto: con capacidad de interpretacin y elaboracin de realidades o representaciones1
sociales respecto a su entorno o mundo sociocultural en la que est inserto. La historia
es vinculada con la narracin, prevaleciendo el carcter cientfico derivado la llamada
epistemologa de la distancia (Certeau) La idea aqu es presentar esos abordajes,intentando dar cuenta de la complejidad terica y de la agudeza intelectual de estos
grandes de la historia que seguramente excede este escrito
La Historia como Prctica Cientfica: una crtica a la historia tradicional y sussupuestos
Michel de Certeau2 piensa la historia como una prctica "cientfica" e identifica
variaciones de sus procedimientos tcnicos, los constreimientos que le imponen el
lugar social y la institucin del saber donde es ejercida o incluso las reglas obligadas de
su escritura. La historia como disciplina se comprende, al mismo tiempo, como un lugar
y como una prctica, como una ciencia y como una escritura.
El "hacer historia" se apoya en un poder poltico que crea un lugar propio
(ciudad, nacin, etctera) donde un querer puede y debe escribir (construir) un sistema
(una razn que organiza prcticas). Por una especie de ficcin el historiador se ha
colocado en este lugar. De hecho no es el sujeto de la operacin de la que es el tcnico.
No hace la historia, lo nico que puede hacer es una historia. El indefinido indica laparte que toma en una posicin que no es la suya y sin la cual un nuevo tipo de anlisis
historiogrfico no le sera posible. l est al lado del poder, su anlisis se desarrolla al
lado del presente, con una escenificacin del pasado, parecida a la que, desfasada en lo
que se refiere al presente, produce el futurlogo en trminos de futuro3
1 El concepto de representacin colectiva designa la incorporacin dentro de cada individuo de las
estructuras mismas del mundo social2 Roger Chartier. Escribir las prcticas. Foucault, de Certeau, Marn. Edit. Manantiales3 De Certeau. Escrituras e historias en La escritura de la Historia. Pg. 22
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La historia es, a la vez, un discurso en el que intervienen construcciones,
composiciones, figuras que son las de la escritura narrativa, por lo tanto de la ficcin, y
como una produccin de enunciados que aspiran a un status de verdad y verificabilidad,
por lo tanto cientficos, si la ciencia consiste en "la posibilidad de establecer un conjunto
de reglas que permitan controlar operaciones proporcionadas a la produccin de
objetos determinados". (Pag. 62).
La historia como relato, est construida segn reglas que invierten los rumbos
mismos de la investigacin, puesto que organizan de acuerdo con un orden cronolgico,
una demostracin cerrada y un discurso sin fallas, materiales siempre abierto e
incompleto4. La historia siempre es relato, pero relato particular, dado que apunta a
producir un saber verdadero: "El discurso histrico pretende dar un contenido verdadero
(que responda a la verificabilidad), pero en la forma de una narracin".(Pg. 67)
Una de las particularidades que distinguen el relato de historia de otros modos de
narracin debe buscarse, segn Chartier, en la estructura "foliada" o "clivada" del texto
historiogrfico. Ya que incluye en s mismo, en la forma de la cita, los materiales que lo
fundan y a los que explica, el discurso histrico organiza de manera especfica sus
estrategias de acreditacin (el documento vale por lo real) y su funcionamiento retrico
(el saber se escribe en la lengua misma de su objeto). Cuestin, tambin, de los modos
diferenciales de inteligibilidad implicados por la eleccin de tal o cual forma de relato,
porque la biografa, por ejemplo, permite hacer surgir la diferencia con respecto a las
construcciones globales dadas en forma de relato estructural.
La obra de este historiador, segn Chartier, atendi a un anlisis preciso y
atento de las prcticas mediante las cuales los hombres y las mujeres de una poca se
apropian, a su manera, de los cdigos y los lugares que les son impuestos, o bien
subvierten las reglas comunes para conformar prcticas inditas. Desde este punto de
vista, el sujeto que antes era explicado desde descripcin de los dispositivos mediantelos cuales los poderes, cualesquiera que fueran, pretenden producir control y coaccin,
fabricar autoridad y conformismo, Michel de Certeau afirma que "el hombre corriente"
no carece de ardides ni refugios frente a los intentos de desposeerlo y domesticarlo.
Al igual que Chartier, de Certeau plantea una reformulacin de las categoras de
anlisis referentes al sujeto ya sea como lector o desde sus prcticas de consumo. Hay
un cambio notable en este aspecto que parte desde la crtica al poder absoluto sobre los
4 Ibd. Pg. 66 y 67
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sujetos o el objetivo de Chartier de rearticular las prcticas culturales sobre las formas
de ejercicio del poder.
Al respecto, Chartier5 plantea que la historia ha podido interrogarse sobre la
validez de los desgloses y los procedimientos implicados por el tratamiento en serie del
materia histrico. Su denuncia estuvo orientada a las ilusiones provocadas por el
proyecto de una historia en serie de los hechos de mentalidad o de las formas de
pensamiento. Se trata de un proyecto tal no puede ms que ser reductor y reificador
puesto que supone que los hechos culturales e intelectuales se dan de entrada en los
objetos que pueden contarse o bien pueden ser captados en sus expresiones ms
repetitivas y menos individualizadas, y por lo tanto ser llevados a un conjunto cerrado
de formulas de las cuales solo hay que estudiar la desigual frecuencia segn los sitios o
los medios. Contra una reduccin as que establece correlaciones demasiado simples
entre niveles sociales e indicadores culturales, se propuso la perspectiva de una historia
cultural diferente, centrada ms sobre las prcticas que sobre las distribuciones, ms
sobre las producciones de significados que sobre las reparticiones de objetos.
La propuesta de Chartier es una historia cultural que asocia tres tipos de
indagacin: el anlisis de textos, descifrados en sus estructuras, motivos y objetivos; el
estudio de los objetos impresos, de su distribucin, de su fabricacin, de sus formas; la
historia de las practicas, que al tomar contacto con lo escrito, le conceden una
significacin particular a los textos y a las imgenes que stos llevan. Esta historia nos
plantea las relaciones existentes entre las modalidades de apropiacin de los textos y los
procedimientos de interpretacin que sufren, (centrado en el lector) como los textos
convertidos en objetos impresos, son utilizados, descifrados, apropiados por aquellos
que los leen. Como gracias a la mediacin de esa lectura (o escucha) construyen los
individuos una representacin de ellos mismos, una comprensin de lo social, una
interpretacin de su relacin con el mundo natural y con lo sagrado. (Pg. I)Chartier piensa a la cultura de otra manera al obligarla a considerar los
discursos en sus dispositivos mismos, sus articulaciones retricas o narrativas, sus
estrategias persuasivas o demostrativas. Las disposiciones discursivas y las categoras
que los fundan sistemas de clasificacin, criterios de diferenciacin, modos de
representacin no son en absoluto reducibles a las ideas que enuncian o los temas que
presentan. Tienen su lgica propia -lgica que puede resultar contradictoria en sus
5 Roger Chartier. El mundo como representacin. Pg. 70
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efectos con la letra del mensaje- . Segunda exigencia: tratar los discursos en su
discontinuidad y su discordancia.
Ms all de los mtodos de anlisis o de las definiciones disciplinarias, las
posturas fundamentales de los debates actuales conciernen las divisiones esenciales que
hasta el momento eran admitidas por todos. Se trata de pareja de oposiciones
(culto/popular, creacin/consumo, realidad/ficcin, etc) que antes no representaban un
problema hasta la toma de conciencia del uso de determinadas categoras que son
susceptible de ser cuestionadas.
De esta manera, las mutaciones del trabajo histrico fue fisurando las certezas
tales como el proyecto de una historia global, capaz de articular al mismo tiempo los
diferentes niveles de la totalidad social, la definicin territorial de los objetos de
investigacin, identificados a la descripcin de una sociedad instalada en un espacio
particular (una ciudad, un "pas", una regin); condicin indispensable para que fueran
posibles la recoleccin y el tratamiento de los datos exigidos por la historia total, y la
importancia dada a la divisin social considerada como apta para organizar la
comprensin de las diferenciaciones y de las diferencias culturales.
Desde estas fisuras se abren nuevas perspectivas para pensar en otros modos de
articulacin entre las obras o prcticas y en mundo social, sensibles a la pluralidad de
divergencias que atraviesa una sociedad y la da diversidad de empleo de materiales o
cdigos compartidos.
El nuevo instrumental terico para el anlisis de las prcticas
Desde lo planteado anteriormente se puede visualizar un importante cambio en
el modo de concebir la historia y su objeto de estudio. Este cambio afecta directamente
los instrumentos tericos que tanto De Certeau como Chartier van a utilizar para realizar
sus estudios.
El centro de atencin de De Certeau es el hombre ordinario, sus maneras de
practicar, el uso y el consumo, la creatividad cotidiana y la formalidad de las prcticas.
Elabora para ello modelos de anlisis que correspondan a esas trayectorias. El autor va a
tratar de esbozar una teoria de las prcticas cotidianas para sacar de su rumor a las
maneras de hacer, que mayoritarias en la vida social, a menudo slo figuran a titulo
de resistencias o de inercias en relacin con el desarrollo de la produccin sociocultural.
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Desde este punto de vista, su mayor interrogante es sobre las operaciones de los
usuarios, supuestamente condenados a la pasividad y a la disciplina.
Respecto a los consumidores, ambos autores coinciden en la crtica hacia una
racionalidad dominante en Occidente. Desde esta perspectiva De Certeau6 explicita
combinaciones operativas que componen a la cultura y exhumar los modelos de accin
caractersticos de los usuarios de quienes se oculta bajo la palabra consumidores, la
condicin de dominados, lo que no quiere decir pasivos o dciles. Lo cotidiano se
inventa con mil maneras de cazar furtivamente. La sociedad no se reduce a la vigilancia,
los procedimientos populares (minsculos y cotidianos) se conforman para cambiarlos,
estas maneras de hacer constituyen las mil prcticas a travs de las cuales los usuarios
se reapropian del espacio organizado por los tcnicos de la produccin sociocultural
Estos procedimientos y ardides de los consumidores componen, finalmente, el ambiente
de antidisciplina. Productores mal apreciados, los consumidores producen mediante sus
prcticas significantes alguna cosa que podra tener la forma de las "huellas". En el
espacio tecnocrticamente construido, escrito y funcionalista donde circulan, sus
trayectorias forman frases imprevisibles recorridos en parte ilegibles, esas frases
trazan las astucias de otros intereses deseos que no estn ni determinados ni captados
por los sistemas donde se desarrollan. Estas constituyen tcticas que es un clculo que
no puede contar con un lugar propio, ni por tanto con una frontera que distinga al otro
como una totalidad visible. La lctica, se insina fragmentariamente, sin tomarlo en su
totalidad, sin poder mantenerlo a distancia. No dispone de una base donde capitalizar
sus ventajas, preparar sus expansiones y asegurar una independencia en relacin con las
circunstancias (ej. Los trueques del 2001-2002)
Segn De Certeau muchas de estas prcticas cotidianas (hablar, leer, circular,
comprar, etc) son de tipo tctico. Las tcticas manifiestan como la inteligencia es
indisociable de los combates y los placeres cotidianos, se encuentra determinada por laausencia de poder, mientras que las estrategias ocultan bajo clculos objetivos su
relacin con el poder que las sostiene, amparado por medio del lugar propio o por la
institucin. La racionalidad poltica, econmica o cientfica se construye de acuerdo con
el modelo estratgico.
En relacin con el sistema econmico cuyas reglas y jerarquas se repiten, como
en las instituciones cientficas, se intenta escamotearpor ejemplo, sobre el terreno de la
6 Michel De Certeau. La invencin de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. Universidad iberoamericana. 1996.Mxico
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investigacin cientfica (que define el orden actual del conocimiento), con sus mquinas
y gracias a sus desechos, se puede desviar el tiempo que debe darse a la institucin;
fabricar los objetos textuales que significan arte y solidaridades; jugar este juego del
intercambio gratuito, aun si se halla penalizado por los patrones y los colegas cuando no
se conforman con "hacerse de la vista gorda"... Tratar de esta forma las tcticas
cotidianas sera practicar un arte "ordinario", encontrarse en la situacin comn y hacer
de la escritura una manera de escamotear. (Pg. 33). Estas tcticas transversales no
obedecen a la ley del lugar.
En este contexto, el consumo es reconceptualizado y tiene como caractersticas
sus ardides y desmoronamiento al capricho de las ocasiones, sus caceras furtivas, su
clandestinidad, se metaforiza el orden dominante, haciendo funcionar determinadas
representaciones en otro registro. Teniendo en cuenta estas categoras se trata de sugerir
maneras de pensar las prcticas cotidianas de los consumidores, al suponer que son de
tipo tctico. Para bosquejar las combinatorias operativas de lo que el autor define como
el pensamiento que no se piensa, De Certeau fija su atencin en la prctica de lectura y
en las prcticas de espacio. Respecto a la lectura se critica la idea de que los
consumidores no tengan creatividad respecto al mensaje emitido, critica la ideologa del
consumo- receptculo, efecto de una ideologa de clase y de una ceguera terica (Pg.
179). Leer es peregrinar en un sistema impuesto, toda lectura modifica su objeto, el
lector inventa en los textos algo distinto de lo que era su intencin, lo separa de su
origen. Al respecto Chartier expresa que hay una diferencia que separa lo que propone
el texto y lo que hace l con el texto. El texto es producido por la imaginacin y la
interpretacin que, a partir de las capacidades, expectativas y de las prcticas propias de
la comunidad a la que pertenece, construye un sentido particular, dependiente e
inventivo: dependiente puesto que debe someterse a las constricciones impuestas por el
texto; inventivo porque desplaza, reformula, subvierte las intenciones de los que hanproducido el texto y el libro en que se apoya este texto.
La historia cultural, por otra parte, considera al individuo en su inscripcin en el
seno de las dependencias reciprocas que constituyen las configuraciones sociales a las
que pertenecen. Se coloca en el lugar central a la cuestin de la articulacin de las obras,
representaciones y prcticas con las divisiones del mundo social que, a la vez, son
incorporadas y producidas por los pensamientos y las conductas. No se apunta a
autonomizar lo politico, sino a comprender como, toda transformacin en las formas deorganizacin y del ejercicio del poder, supone un equilibrio de tensiones especificas
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entre los grupos sociales al mismo tiempo que modela unos lazos de interdependencia
particulares, una estructura de la personalidad original. Las obras no tienen un sentido
estable, universal, fijo. Estn investidas de significaciones plurales y mviles,
construidas en el reencuentro entre una proposicin y una recepcin, entre las formas y
los motivos que les dan su estructura y las competencias y expectativas de los pblicos
que se aduean de ella. Siempre la recepcin inventa, desplaza, distorsiona.
Chartier toma conciencia del uso de determinadas categoras a partir de la crtica
de las siguientes oposiciones:
Oposicin Culto/ Popular. Lo popular fue definido tradicionalmente por su
diferencia con algo que no es l, en la que el historiador tiene ante s un cuerpo bien
diferenciado del cual debe inventariar los motivos. Sin embargo, la asignacin social de
las prcticas populares debe ser vista de una manera ms compleja. No es simple
identificar un nivel cultural o intelectual, como sera el de lo popular, a partir de un
conjunto de objetos o de prcticas. Todas las formas culturales donde los historiadores
reconocan la cultura del pueblo aparecen hoy como conjuntos mixtos que renen, en
una complejidad difcil de resolver, elementos de orgenes diversos. En este debate es
interesante descubrir la manera en que las prcticas, las representaciones o las
producciones se cruzan y se imbrican en distintas figuras culturales.
La relacin establecida entre la cultura de lite y aquella que no deben ser
entendida como productores de. "mezclas", culturales o intelectuales cuyos elementos
se incorporan en forma slida entre unos y otros. Metodolgicamente, lo popular no
esta consagrado al anlisis cuantitativo, es lcito captar en detalle como un hombre del
pueblo puede pensar y utilizar elementos intelectuales dispersos que le llegan de la
cultura erudita.
Oposicin entre creacin y consumo. Es la base de una representacin del
consumo cultural que se opone a la de la creacin intelectual: pasividad contrainvencin, dependencia contra libertad, alienacin contra consciencia. Esta separacin
conduce a postular que las ideas o las formas poseen un sentido intrnseco,
independiente de su apropiacin por un sujeto o un grupo de sujetos. Ac el historiador
hace como si los textos (o las imgenes) tuvieran significaciones dadas, fuera de las
lecturas que las construyen, donde la historicidad no es percibida y que se dan
implcitamente como permanentes.
Por el contrario, el consumo cultural o intelectual debe ser considerado comouna produccin que no fabrica ningn objeto concreto pero constituye representaciones
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que nunca son idnticas a aquellas que el productor ha empleado en su obra. Por ello se
hace necesario acordar un alcance general a la definicin que da de Certeau del
consumo cultural masivo que caracteriza en la actualidad a las sociedades occidentales:
Anular la ruptura entre produccin y consumo es afirmar que la obra no adquiere
sentido ms que travs de las estrategias de interpretacin que construyen sus
deficientes-significados-. El del autor es uno entre los dems, que no encierra en s la
verdad supuestamente nica y permanente de la obra.
Se puede restituir un lugar al autor cuya intencin (clara o inconsciente) no
contiene toda la comprensin posible de su creacin pero sin evacuar relacin con la
obra.
Definida como otra produccin, el consumo cultural puede escapar a la
pasividad que se le atribuye tradicional mente. Leer, mirar o escuchar son, en efecto,
actitudes intelectuales que, lejos de someter al consumidor a la omnipotencia del
mensaje ideolgico y/o esttico que se considera que modela, autorizan la
reapropiacin, el desvo, la desconfianza o la resistencia.
Se trata de una perspectiva que ofrece un contrapeso frente a aquella que pone el
acento sobre los dispositivos, discursivos o institucionales, que en una sociedad tienden
a dividir el tiempo y los lugares, a disciplinar los cuerpos y las prcticas, a modelar las
conductas y los pensamientos. Estas tecnologas de la vigilancia y la inculcacin deben
pactar y acomodarse con las lcticas de consumo y de utilizacin de los que ellas tienen
la funcin de moldear. Todo el texto es producto de una lectura, una construccin de su
lector. Son espacios abiertos a mltiples lecturas. Lo que se debe replantear es la
relacin del texto con las lecturas individuales o colectivas que lo construyen.
La oposicin entre realidad y representacin que plantea la distincin entre
tipos de historia y tipos do textos.Para Chartier ningn texto tiene relacin transparente con la realidad que capta.
Nunca el texto puede anularse como texto, es decir, como un sistema construido segn
categoras, esquemas de percepcin y de apreciacin, reglas de funcionamiento, que nos
llevan a las condiciones mismas de produccin. La relacin del texto con la realidad se
construye segn modelos discursivos y divisiones intelectuales propias cada situacin
de escritura. Esto lleva a no tratar las ficciones como simples documentos, reflejos
realistas de una realidad histrica sino a plantear su especificad como texto situado enrelacin con otros textos cuyas reglas de organizacin y de elaboracin formal tienden a
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producir algo diferente de una descripcin. Los "materiales-documentos" obedecen a
procedimientos de construccin donde se emplean conceptos y obsesiones de sus
productores y donde se marcan las reglas e escritura particulares al gnero que seala el
texto. Estas categoras de pensamiento y estos principios de escritura son los que hay
que actualizar antes de realizar cualquier lectura "positiva" del documento. Lo real
adquiere as un sentido nuevo: aquello que es real, en efecto, no es la realidad que
apunta el texto sino la forma misma en que lo enfoca dentro de la historicidad de su
produccin y la estrategia de su escritura.
Conclusiones
Los autores presentados plantean un forma superadora para comprender einterpretar las prcticas. Desde Certeau se puede observar un inters por estudiar las
prcticas de la escritura, mientras que Chartier se ocupa de abordar al lector. Estos
objetos de estudio, plantean una reformulacin de las herramientas tericas para poder
captar la complejidad de la realidad que se intenta estudiar. Ambas disertaciones se
complementan y se enriquecen, el papel del sujeto en este contexto es fundamental
porque no se trata de un hombre pasivo e idiota, dira De Certeau, sino de alguien que se
encuentra en una relacin dialctico con la realidad sociocultural. En este sentido, leer
como escribir, por ejemplo, no son prcticas aisladas, implican escamoteos al orden
imperante, artes de desvo o resistencia ante un supuesto poder panptico. Desde la
cotidianeidad y desde estas prcticas se metaforiza al poder, el hombre recrea redes de
intersubjetividad paralelas a las grandes redes.
SANTUL MARIA ESTER
Bibliografa utilizada:
De Certeau, Michel La escritura de la historia Mxico: Universidad
Iberoamericana, 1993
Chartier, Roger El mundo como representacin. Historia cultural: entre prctica
y representacin Barcelona: Gedisa, 1992
Chartier, Roger. Escribir las prcticas. Foucault, de Certeau y Marn Buenos
Aires: Manantial, 1998
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Michel De Certeau. La invencin de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. Universidad
iberoamericana. 1996. Mxico
Hay cosas que podran haber sido dichas en menos espacio y sin ser tan textual
de los trabajos de De Certeau y Chartier, pero el esfuerzo es importante.
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