las mujeres en los procesos de desarrollo de los pueblos

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1. INTRODUCCIÓN L os estudios sobre la mujer ocupan un lugar cada vez mÆs destacado en nuestra sociedad: los malos tratos, las situaciones flagrantes de desigualdad, las enormes dificultades para acceder a un empleo, la propensión a aumentar las tasas de paro, las dificultades para encontrar un tra- bajo de características similares a los de los hombres, las importantes diferencias en la retribución salarial, la, todavía, radical divi- sión de gØneros, con una orientación ineludi- ble y necesaria hacia el trabajo remunerado, para los hombres, y la responsabilidad del hogar, para las mujeres, son alguno de los aspectos que actualmente preocupan. Pero con ser todos estos hechos importantes, es la relevancia de los problemas en sí, y no simple- mente la oportunidad política de los mismos, la que reclama una atención cada vez mayor de los investigadores sobre estos temas. Me centro en la mujer como agente de desa- rrollo y de modernización, puesto que las mujeres rurales estÆn implicadas, y lo van a estar de una forma mÆs intensa en los próxi- mos aæos, en los procesos de modernización de la vida económica, política, social y cultu- ral de los pueblos. Han sido agentes impor- tantes para el mantenimiento de ciertas ins- tituciones locales, relaciones con el entorno y elementos de la ruralidad tradicional, y desa- rrollan, hoy, un papel estratØgico para la per- vivencia de los pueblos. Ellas son las que modernizan el hogar, instan a la formación y a la elevación del nivel cultural de los hijos, buscan un nuevo sentido a las responsabili- dades políticas, y participan cada vez con mÆs frecuencia e intensidad en la toma de decisio- nes. Aunque la mujer en su conjunto recibe un trato diferente del que se derivan ciertas dosis de marginación y de desigualdad, no todas las mujeres estÆn afectadas de la mis- ma manera por este hecho. Por ello es impor- tante no hablar de comportamientos genØri- cos de mujeres, sino hacerlo de colectivos específicos. Evidentemente los problemas de marginación y de desigualdad no son los mis- mos para las mujeres que tienen cultura que para las que no la tienen; para las mujeres que gozan de una buena situación económica, que para las que no la tienen; para las muje- res que pueden libremente trabajar, porque así lo desean y lo quieren, que para las que se ven obligadas a buscar de forma forzada un empleo; para las mujeres que han podido ocu- 107 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 55 * Profesor de Sociología Rural de la Universidad Complutense de Madrid. La mujer rural en los procesos de desarrollo de los pueblos BENJAM˝N GARC˝A SANZ*

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Las Mujeres en Los Procesos de Desarrollo de Los Pueblos

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  • 1. INTRODUCCIN

    L os estudios sobre la mujer ocupan un lugar cada vez ms destacado en nuestra sociedad: los malos tratos,las situaciones flagrantes de desigualdad, lasenormes dificultades para acceder a unempleo, la propensin a aumentar las tasas deparo, las dificultades para encontrar un tra-bajo de caractersticas similares a los de loshombres, las importantes diferencias en laretribucin salarial, la, todava, radical divi-sin de gneros, con una orientacin ineludi-ble y necesaria hacia el trabajo remunerado,para los hombres, y la responsabilidad delhogar, para las mujeres, son alguno de losaspectos que actualmente preocupan. Perocon ser todos estos hechos importantes, es larelevancia de los problemas en s, y no simple-mente la oportunidad poltica de los mismos,la que reclama una atencin cada vez mayorde los investigadores sobre estos temas.

    Me centro en la mujer como agente de desa-rrollo y de modernizacin, puesto que lasmujeres rurales estn implicadas, y lo van aestar de una forma ms intensa en los prxi-mos aos, en los procesos de modernizacin

    de la vida econmica, poltica, social y cultu-ral de los pueblos. Han sido agentes impor-tantes para el mantenimiento de ciertas ins-tituciones locales, relaciones con el entorno yelementos de la ruralidad tradicional, y desa-rrollan, hoy, un papel estratgico para la per-vivencia de los pueblos. Ellas son las quemodernizan el hogar, instan a la formacin ya la elevacin del nivel cultural de los hijos,buscan un nuevo sentido a las responsabili-dades polticas, y participan cada vez con msfrecuencia e intensidad en la toma de decisio-nes.

    Aunque la mujer en su conjunto recibe untrato diferente del que se derivan ciertasdosis de marginacin y de desigualdad, notodas las mujeres estn afectadas de la mis-ma manera por este hecho. Por ello es impor-tante no hablar de comportamientos genri-cos de mujeres, sino hacerlo de colectivosespecficos. Evidentemente los problemas demarginacin y de desigualdad no son los mis-mos para las mujeres que tienen cultura quepara las que no la tienen; para las mujeresque gozan de una buena situacin econmica,que para las que no la tienen; para las muje-res que pueden libremente trabajar, porqueas lo desean y lo quieren, que para las que seven obligadas a buscar de forma forzada unempleo; para las mujeres que han podido ocu-

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    * Profesor de Sociologa Rural de la UniversidadComplutense de Madrid.

    La mujer rural en los procesos dedesarrollo de los pueblos

    BENJAMN GARCA SANZ*

  • par altos cargos, por familia, decisin perso-nal o imperativos del entorno, que para aque-llas otras que no han podido plantearse estasalternativas de promocin. stos son slounos matices que quieren llamar la atencinsobre la diversidad y la complejidad del pro-blema femenino, y que avalan el plantea-miento de estudios especficos. Este es el casosobre el que me centro: conocer y profundizarlos aspectos diferenciales de la mujer rural yhacerlo con unos cuantos matices que imponeeste entorno. Es, por otro lado, un objetivoplausible por el papel actual que ejerce lamujer rural sobre el entramado de esta socie-dad, y porque, adems, est llamada a ser unelemento clave para entender el futuro de lospueblos. Tiene, adems, el aval de haber vivi-do ciertas experiencias en sus decisiones per-sonales y en la forma de ejercer su libertad,que la acreditan como un colectivo con ungran inters social (Daz Mndez y Daz Mar-tnez, 1995; Daz Mndez, 1997; GarcaRamn y Baylina, 2000). A ello unimos laoportunidad del momento que vincula losproblemas especficos de estas mujeres con eldesarrollo rural, tal como ha sido puesto demanifiesto en diferentes investigaciones(Garca Ramn M D et alia, 1995; CnovesValiente, G. 2001; Lpez Pastor, A. T, 1999;Sabat A. 1999). Vivir en el campo, en pue-blos rurales pequeos, ha tenido sus ventajaspero, tambin, ha acentuado la marginacinlaboral, y ha encontrado un abanico y unasresistencias mayores para ejercer una profe-sin, que la que se ha dado en otros medios;por otro lado, el ejercicio de la libertad, cuan-do se ha tratado de mujeres, ha tenido unasconnotaciones diferentes en el ejercicio de losderechos polticos, econmicos y sociales, quesi se hubiese tratado de los hombres.

    Dos aspectos relevantes han marcado ladesigualdad de la mujer rural; por un lado,las dificultades que muchas de ellas hantenido para ejercer como titulares de explo-taciones agrarias en zonas de agriculturasextensivas y de secano (Garca Sanz, B, 2003;Garca Bartolom, 1994 y 1999), y, por otro,

    la presin que se ha ejercido desde el interiorde la propia sociedad rural para que estasmujeres emigrasen (Daz Mndez, C., 1997).Uno y otro han marcado de forma negativasu situacin; y uno y otro condicionan actual-mente el presente y el futuro de los pueblosrurales.

    En este trabajo me he planteado reflexio-nar sobre estos problemas y he pretendidoabundar en el perfil de la mujer rural paracompletar trabajos que han soslayado esteproblema1. Tres son los objetivos que me mar-co, y que responden, por otro lado, a estas trespreguntas2:

    1. Es posible plantear un desarrollo ruralsin el concurso de las mujeres rurales, o sintener en cuenta que la mujer es un agentemuy importante en este proceso?

    2. Son las mujeres rurales un factor deatraso o de dinamismo de la sociedad rural?

    3. Se est aprovechando el plus de forma-cin que tiene la mujer rural para utilizarloen beneficio del desarrollo de los pueblos?

    Espero poder demostrar, primero, quetodos los procesos de desarrollo rural, recupe-racin de lo rural, nuevas perspectivas de la

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    1 Si se repasa la literatura actual se observar el inte-rs casi exclusivo por los problemas de la mujer agraria,dejando en un segundo plano lo relativo a la mujer rural.Una muestra de ello es la bibliografa recogida en el libri-to Mujeres Rurales en Espaa, en la que, de medio cen-tenar de ttulos, ms de la mitad se dedican a analizar elpapel de la mujer en la agricultura, y slo unos cuantosautores han ampliado el mbito de problemas al con-junto de las mujeres rurales; DAZ MNDEZ, 1995 y 1997;GARCA SANZ, B,1998 a y b, 1999 a, b y c, 2000 a y b,2001, a y b; y 2003; SABATE, 1989 y SAMPEDRO GALLEGO,1991, 1996 y 2000.

    2 Este trabajo es el resultado de una investigacin deI+D financiada por el Instituto de la Mujer y del Minis-terio de Trabajo y Asuntos Sociales que se ha publicadocon el ttulo, La mujer rural ante el reto de la moderniza-cin de la sociedad rural. En este artculo se presentanalgunas ideas que se desarrollan de una manera msamplia en la citada publicacin.

  • sociedad rural estn llamadas al fracaso, sino se tiene en cuenta la naturaleza especficade las mujeres rurales, y no se aborda de for-ma eficaz la problemtica que las afecta,especialmente a las ms jvenes; segundo,que el estudio de las mujeres rurales puedeser un buen ejemplo para conocer los procesosreales de desarrollo endgeno, que estn afec-tando al mundo rural. En efecto, si ha habidoun colectivo que ha sabido adaptarse a la cre-ciente desagrarizacin de la sociedad rural y,consecuentemente, a la desaparicin demuchos empleos de este sector, ha sido lamujer. Como solucin ha optado por trabajaren el sector terciario y, en menor medida, enla industria; tercero, que las mujeres rura-les, sobre todo las ms jvenes, cuentan conun bagaje importante de formacin cultural,deseos de participar en la vida poltica, inte-rs por la innovacin y el cambio, y anhelospor la superacin y por la integracin laboral.Todo ello es muy positivo y puede ser canali-zado para dinamizar los procesos de cambiode la sociedad rural.

    Para desarrollar estos temas, aludir, enprimer lugar, a la metodologa; expondr, ensegundo lugar, los hechos y evidencias emp-ricas ms importantes que se derivan de lainformacin actual; dar, en tercer lugar,alguna explicacin de alguno de los compor-tamientos de las mujeres rurales, para termi-nar subrayando las ms importantes conclu-siones.

    2. METODOLOGA

    No existe ninguna informacin precisasobre mujeres rurales. Ni los Censos dePoblacin y Vivienda, ni la Encuesta dePoblacin Activa, ni la Encuesta de Presu-puestos Familiares, ni los Censos Agrariosintroducen un apartado que aluda a estacategora social; de ah, que se hayan tenidoque entresacar los datos de la informacinbruta existente, haciendo un tratamientoespecfico de la misma. Ha sido un trabajo

    que se ha podido llevar a cabo gracias a lacolaboracin del INE y al Presupuesto de estainvestigacin. Para dar respuesta a los pro-blemas planteados se ha combinado unametodologa cuantitativa, haciendo un repa-so de las fuentes que contenan informacinsobre la mujer rural, con otra cualitativabasada en entrevistas y reuniones de grupo.

    En la parte cuantitativa se han explo-tado el Padrn de Habitantes de1996 y Censode Poblacin y Vivienda de 2001; la Encuestade Poblacin Activa relativa al ao 2000; laEncuesta de Presupuestos Familiares de1998 y el Censo Agrario de 1999.

    La parte cualitativa es el resultado de21 entrevistas y 13 reuniones de grupos, enlos que se ha tenido en cuenta los perfilessiguientes. Para los grupos: Mujeres autno-mas de la agricultura (1); trabajadoras porcuenta ajena agraria (2); autnomas de laindustria y de los servicios (2); trabajadoraspor cuenta ajena de la industria y de los ser-vicios (2); paradas (2); ayudas familiares (2) yamas de casa (2). Por otra parte, el perfil delas entrevistas se ha ajustado a los criteriossiguientes: empresarias agrarias (2); empre-sarias no agrarias (3); trabajadoras por cuen-ta ajena no agraria (6); paradas (4); ayudasfamiliares (2); amas de casa (2); participacinpoltica (1); mariscadoras (1).

    3. VISIN GENERAL

    La mujer rural es un colectivo que abarcaunos 4,8 millones de personas (Garca Sanz, B.,2003 y 2004). Es un grupo algo inferior, ununo por ciento menos que el de los hombresrurales, aunque en las cohortes de jvenesest mucho ms descompensado. Es un colec-tivo con pocas jvenes y muchas personasmayores. Un 13% tiene menos de 15 aos yotro 25% ha superado la edad de jubilacin.En las edades centrales predominan lasmujeres que han sobrepasado los cuarentaaos, con un 28%, seguidas de las que tienenedades comprendidas entre los 15 y los 29

    BENJAMN GARCA SANZ

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  • aos, con el 20%, y las que estn entre los 30y 39 aos, con el 15%.

    Como notas importantes de este colectivodestaco las siguientes:

    a) Comparndola con la poblacin mas-culina se observa su escasa feminiza-cin o excesiva masculinizacin, sobretodo entre las jvenes. Para el conjun-to rural hay 101 varones por cada 100mujeres (96 varones por cada 100mujeres para el conjunto de la pobla-cin del pas), pero esta diferencia sedispara en algunos grupos: 7 puntosms para los varones en las edadescomprendidas entre los 25 y 29 aos;10 puntos ms, entre las que tienen de30 a 34; 14 puntos entre los que tienende 35 a 39, y nada menos que 16 pun-tos, entre los que tienen de 40 a 44aos. Las consecuencias, tanto para lademografa, como para la vida social delos pueblos, son obvias.

    b) Pero a lo largo y ancho de la geografarural del pas, no hay un solo modelode masculinizacin. Se dan diferenciasnotables que dependen, por un lado, dela emigracin femenina y, por otro, delas posibilidades de empleo que hatenido la mujer en el medio rural. Laszonas ms masculinizadas suelenestar en el interior, en las que ha pre-dominado una agricultura extensiva yde secano; y las menos, las del norte,con menos emigracin femenina ymayores posibilidades de empleo,incluso en la agricultura; el Mediterr-neo se caracterizara por una situacinintermedia, y Andaluca y Extremadu-ra estaran ms prximas al modelointerior, que al del norte.

    c) Otra nota importante a destacar, deeste colectivo, es el envejecimiento ysobre-envejecimiento. Las mujeres quehan superado los 65 aos son el 18% dela poblacin urbana y el 25% de la

    rural; por otro lado, en el medio ruralhay un 12% de mujeres que tiene msde 75 aos, cuando en el medio urbanola proporcin es bastante ms baja, el8,5%.

    Cmo se explica todo esto?. Hay tresrazones que podrn ayudar a entender lacuestin: La primera, un mercado de trabajo,el mercado de trabajo para la mujer rural,excesivamente reducido y poco elstico; laagricultura, actividad predominante en laEspaa tradicional, ha tenido sus lmitespara las mujeres, con excepcin del trabajoen la ganadera, en el norte; la segundarazn est relacionada con la valoracin quetenan en el mundo rural algunos trabajosque se ofrecan a las mujeres, como el servi-cio domstico o el trabajo asalariado de laagricultura. Estos trabajos estaban mal con-siderados y peor remunerados, (obsrveseque muchas mujeres que abandonaron elmundo rural en estos aos trabajaron en losservicios); y la tercera es de carcter culturaly se refiere a las fuertes limitaciones que hatenido la mujer rural para vivir con una cier-ta autonoma personal y ejercer sin grandespresiones su libertad. La idea de que la ciu-dad os hace libres ha tenido una connotacinespecial entre las mujeres. Vivir en el puebloera aceptar de partida un fuerte controlsocial que impeda saltarse las normas esta-blecidas. La vida en la ciudad, por el contra-rio, se consideraba, de partida, mucho mstolerante y annima.

    Pero veamos de una forma ms detalladaalgunos tipos de mujeres rurales y los ele-mentos ms importantes que las caracteri-zan.

    A) La mujer ama de casa

    La mujer rural est obsesionada por laexcesiva vinculacin que todava tiene con lastareas de la casa. Para algunas es su nicaocupacin, que suelen compartir con otrostrabajos como el de ayuda familiar o el cuida-

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  • do de las personas mayores, pero tambin loes para otras que son empresarias, o realizanun trabajo asalariado. Dos reflexiones avalanesta afirmacin; la primera est tomada delperfil laboral que nos da la Encuesta dePoblacin Activa (EPA); y la segunda procedede las reuniones de grupo y entrevistas quehemos realizado con mujeres rurales.

    Una de las preguntas que hace la EPA essobre la situacin en la que se encontraba elentrevistado en el momento de hacer laencuesta. Las opciones para la mujer eranestudiando, pensionista, jubilada, ama decasa y otra situacin. Las mujeres del univer-so de la encuesta ascienden a 4,2 millones.Ahora bien, si se cruzan las personas que hayen cada grupo con la categora de inactivo,ocupado y parado observamos que del 27% demujeres, que dicen estar ocupadas, hay nadamenos que un 18%, dos de cada tres, que sedeclaran tambin amas de casa. Este dato,decir que se est trabajando y que se es, almismo tiempo, ama de casa, es muy significa-tivo porque define una realidad, la de lamujer rural. Estas mujeres, aunque trabajenfuera de la casa; aunque estn dadas de altaen la Seguridad Social; aunque sean titularesde un negocio, de una empresa familiar, o deuna explotacin agraria, son ante todo amasde casa y, como tales, estn obligadas a reali-zar las tareas inherentes a esta funcin. Ensentido contrario, slo un pequeo grupo, elotro 9%, se dedicara a trabajar en su ocupa-cin, no estando tan atadas por las obligacio-nes del hogar.

    Pero esta reflexin, que se deduce de losdatos de la EPA, est ampliamente confirma-da por lo que dicen las propias mujeres. Enlas diferentes reuniones y entrevistas lleva-das a cabo, si hay un hecho recurrente es lapoca colaboracin que se da por parte delmarido y de los hijos en estas tareas. Lasmujeres que han optado por quedarse en elhogar no lo ven como un excesivo problema,puesto que sta es su funcin. Ms an, valo-ran muy positivamente cuando han aprecia-do algn gesto de colaboracin. Ahora bien, la

    situacin no es la misma para las mujeresque tienen un trabajo fuera de la casa; en estecaso, aun cuando hay una sensacin de quealgo est cambiando, la verdadera responsa-ble del hogar sigue siendo la mujer y sobreella recae la doble tarea de hacer su trabajo yatender al hogar3.

    Esta fuerte vinculacin de la mujer con estatarea tradicional provoca unos efectos nodeseados; el primero, que muchas mujeres quese quedan en el pueblo lo hacen para conti-nuar con la funcin tradicional; el segundo,que no se ve el trabajo fuera del hogar como unsigno de promocin y de independencia perso-nal; y el tercero, que los ingresos que se obtie-nen del trabajo se valoren slo como comple-mento a las aportaciones que hace el marido.

    Estos principios estn ms o menos asumi-dos por las personas de mediana edad, omayores, pero encuentran un rechazo frontalentre las jvenes. ste es uno de los motivospor el que este grupo est predispuesto a emi-grar.

    Una ltima observacin es la complejidaddel trabajo de muchas mujeres amas de casa.Si bien las ms jvenes manifiestan que vansobradas con su trabajo y gozan de bastantetiempo para cultivar sus aficiones, las msmayores se quejan de todo lo contrario porquehan ido acumulando obligaciones: el cuidadode los nietos, la atencin de los mayores y eltrabajo como ayudas familiares. sta es unatarea muy tpica de la mujer rural que exigeuna mayor dedicacin, cuando se sigue man-teniendo la agricultura familiar, o se tienealgn negocio complementario.

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    3 Este es un fenmeno que se podra tambin extra-polar al mundo urbano, pero con matices. En primerlugar, la divisin entre trabajo domstico y extradoms-tico no es tan radical dndose, adems, la circunstanciade que existe una mayor colaboracin en el mundourbano de los hombres en las tareas del hogar. Por otrolado, en el mundo rural no se echa en falta la colabora-cin, sino que todava est ideolgicamente legitimada,situacin que ya ha sido superada en el mundo urbano.

  • B) Mujer rural y trabajoremunerado

    Si hay un hecho que define a nuestrassociedades es el inters de la mujer por incor-porarse al mercado de trabajo. Si bien lamujer rural est en esta tesitura, los ritmoscon los que lo hace son ms lentos, y los secto-res a los que se dirige menos abiertos. Cuan-do hablamos del trabajo de la mujer rural nosestamos refiriendo a 1,4 millones (35% deltotal de mujeres mayores de 16 aos). El per-fil de las mujeres ocupadas es el siguiente:

    1. Un 68 de cada 100 trabaja en los servi-cios, 17 lo hacen en la industria, 14 en la agri-cultura y tan slo una, en la construccin.

    2. La edad es una variable muy importan-te en cuanto incide de forma muy positiva enla actividad, en la terciariarizacin y, conse-cuentemente, en la desagrarizacin, y en laformacin para el trabajo.

    3. El 71% trabaja como asalariada, y elotro 29% lo hace como trabajo familiar. Deellas un 3% son empleadoras, el 17% autno-mas, uno por ciento miembros de cooperati-vas, y 8% en ayudas familiares.

    4. Finalmente, un 9% son directoras deempresa; 17% trabajan como tcnicos, 11%como administrativos; 21% lo hacen en losservicios; 22% son trabajadoras cualificadas,y otro 20% sin cualificar.

    Este grupo, el de las mujeres trabajadoras,es muy heterogneo y est marcado, por unlado, por ciertos atavismos tradicionales y,por otro, por un espritu innovador propio demujeres avanzadas. Las mujeres ganaderas yagricultoras formaran en su conjunto partedel primero; y las empresarias de la industriay de los servicios, del segundo.

    Las mujeres ganaderas del norte, si bienhan hecho importantes esfuerzos econmicospara modernizar sus explotaciones, carecentodava de la autonoma e independencianecesarias para ser catalogadas como verda-

    deras empresarias. El carcter delegado conque han asumido el trabajo de la explotacin,la tutela constante que ejercen sobre ellas lospadres y maridos, y las propias limitacionesque les impone la sociedad en la toma de deci-siones, hace que su autonoma laboral seabastante limitada. Con un poder de decisin,todava ms bajo, estn las mujeres titularesde una explotacin agraria; unas veces porquela explotacin es totalmente insuficiente yapenas genera trabajo, otras, porque se utili-za la frmula de la titularidad para cubrir unaSeguridad Social que resulta ms barata, yotras, porque la propia mujer, que se diceagricultora, no tiene el menor inters en tra-bajar la tierra, hace que la presencia de muje-res en este campo sea muy minoritaria y pocodecisiva en los procesos de modernizacin.Tampoco el trabajo asalariado de la agricultu-ra suscita mucha demanda. Si todava hay ungrupo numeroso de mujeres vinculadas a estesector, unas cien mil entre ocupadas y para-das, es por la cobertura que proporciona elPER. De hecho la mayor parte de estas muje-res, tanto las ocupadas como las paradas, seencuentra en Andaluca y Extremadura.

    En los otros sectores, sobre todo en el mun-do de la hostelera y de la restauracin, esdonde se encuentran las mujeres ms din-micas y emprendedoras, con un extraordina-rio empuje empresarial y con un acreditadodinamismo econmico. Son mujeres jvenes,que cuentan con una cierta formacin, hanvivido algn tiempo fuera del pueblo y se handecidido por el mundo de los negocios. En lamayor parte de los casos analizados se parteya de una experiencia familiar a la que se hadado otra orientacin empresarial. Si enalgunas experiencias ya se puede hablar dexito, ha sido porque se han superado feliz-mente las primeras dificultades. Estas muje-res reconocen que llegar hasta aqu ha sidoms difcil de lo esperado, aunque ha mereci-do la pena. A los problemas inherentes a laprofesin, se han aadido otros, simplementepor el hecho de ser mujeres y haber asumidola responsabilidad de una empresa.

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  • Hay un sentir general de que la oferta deempleos para la mujer rural es excesivamen-te escasa y lo es an ms para las que hanalcanzado una cierta formacin. Pero estaafirmacin con ser verdadera encierra en smltiples contradicciones. La propias muje-res reconocen que hay campos de trabajotodava sin explotar, como la atencin a losmayores, pero el concepto de servir an nose ha superado. Por otro lado, hay trabajosque se podran desarrollar, pero unas vecespor la comodidad, y otras por el rechazo delriesgo, no terminan de concretarse.

    C) Paro de la mujer rural

    El mundo rural tiene, en general, menosproblemas de paro que el mundo urbano,aunque coincide con ste en la importanciaque todava tiene esta lacra social para cier-tos grupos de mujeres rurales. De las activasrurales, el 78% estaran ocupadas, y el otro22% paradas. La cifra es alta comparada conla actividad y el paro de las mujeres urbanas:80% y 20%, respectivamente; y con la medianacional, 86% y 14%.

    Las notas ms sobresalientes del parofemenino rural son las siguientes:

    1. El paro de la mujer rural es bsicamen-te sectorial (73%); aunque afecta tambin alas que buscan el primer empleo, las jvenes,con un 20% y, en menor medida, a las que hanestado trabajando y llevan ya ms de tresaos paradas, 7%.

    2. En el paro estructural tiene un pesomuy importante el paro en el sector servicios,con ms de la mitad de las paradas, pero entrminos relativos es todava mayor el pesode las mujeres paradas en la agricultura, connada menos que un 24% del total de las muje-res paradas.

    Pero el paro de la mujer rural es muy hete-rogneo dependiendo de estos tres factores: laedad, la formacin y el territorio.

    a) La edad influye en este sentido; hay unmayor peso de las mujeres paradasadultas y mayores, en la agricultura, yde las jvenes, en la industria y en losservicios. Por el contrario, apenas hayparo de las jvenes en la agricultura ydisminuye el de las adultas en laindustria y en los servicios.

    b) La formacin discrimina tambin lanaturaleza del paro femenino. Por unlado, cuanto menor es la formacinmayor es la propensin a estar para-das; y, por otro, la nota de las paradasde la agricultura es su baja formacinfrente a las de la industria y los servi-cios, que suelen tener una formacinms elevada. No obstante, hay queresaltar el problema aadido que tie-nen las universitarias rurales conpocos empleos adaptados a su forma-cin.

    c) El territorio, es el factor que ms dis-criminaciones genera en cuanto alparo femenino. Andaluca y Extrema-dura concentran nada menos que el42% del paro rural femenino, cuandola poblacin femenina que reside enestas comunidades tan slo concentrael 24% del empleo femenino rural. Eneste campo hay que resaltar que casi el50% de las mujeres rurales activas deestas comunidades estn paradas,cuando en otras comunidades afectatan slo al 10% al 11%. Pero el pro-blema de Andaluca y de Extremadurano es solamente el paro agrario (78%del total en Andaluca y 9% en Extre-madura), sino el paro de los otros sec-tores, que supera ampliamente lamedia de paro del resto de comunida-des. En general, el paro femenino sue-le estar muy condicionado por la espe-cializacin de cada zona y por losempleos que se ofrecen en esos campos.En Catalua, por ejemplo, el parorural femenino afecta sobre todo a laindustria y en las dos Castillas a los

    BENJAMN GARCA SANZ

    113REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 55

  • servicios. Otro tanto sucede en elMediterrneo y en las islas, especiali-zados en los trabajos vinculados al sec-tor servicios.

    Respecto a las explicaciones que dan laspropias mujeres de este fenmeno quierosubrayar la gran contradiccin entre lasambigedades de las trabajadoras del sur,que se debaten entre la subvencin y la pre-cariedad de su trabajo; y las del centro,mucho ms preocupadas por la competenciasalarial que supone la presencia de extranje-ros trabajando en la agricultura. Las del surno acaban de explicar su situacin, porquepretenden legitimarla, resaltando los hechosespecficos que les afectan: precariedad fami-liar, escasa oferta de empleos, dificultad paramantener un trabajo a lo largo del ao, etc.Por ello justifican la poltica de subvenciones,aunque al mismo tiempo reconocen los perjui-cios y los agravios que se derivan de ella. Per-juicios, porque no las fuerza a buscar otrassoluciones; y agravios, porque no todas lasmujeres gozan de la subvencin. Las del cen-tro ven el problema en los bajos salarios quese estn pagando por la competencia que hanintroducido los inmigrantes dispuestos a tra-bajar en este sector a cualquier precio. Unamano de obra que, aunque temporera, tenams o menos asegurado el trabajo a lo largodel ao, se est haciendo cada vez ms esca-sa, afectando sobre todo a las mujeres ruralesque eran las ms dispuestas a realizar estostrabajos.

    D) La formacin de la mujer rural

    Cuando planteamos el tema de la forma-cin de la mujer rural no nos referimos alnivel de estudios alcanzados, que en conjuntoes ms bajo que el del hombre por la presen-cia de muchas mujeres mayores que no estu-diaron en su da porque se las apart excesi-vamente pronto del sistema escolar. Nos refe-rimos a la situacin de las mujeres jvenes,muchas de las cuales todava estn estudian-

    do. En este campo se est dando una verda-dera revolucin que habr que saber capitali-zar en el futuro (Sabor, 1998).

    Las mujeres rurales, que estn estudian-do, son un 10% del total de mujeres que tie-nen 16 aos y ms. Es un porcentaje todavabajo respecto a las mujeres urbanas, que sonel 13%, pero alto respecto a los jvenes rura-les, que son el 8%. Este dato confirma unhecho que se repite en el mundo rural, que losjvenes abandonan antes el sistema escolarpara incorporarse al mercado de trabajo,situacin que no afecta a las mujeres que per-manecen ms tiempo escolarizadas paramejorar su formacin. Este hecho est cam-biando por completo el perfil de la mujerrural. Antes eran los hombres los que estu-diaban y saban de letras, pero hoy son lasmujeres las que alcanzan los niveles msaltos en los estudios. Esta nueva situacin notermina de asimilarse y est ocasionandoalgunas ventajas y muchos problemas. Laventaja es que la mujer se siente cada vezms capacitada para participar en la vidalaboral, econmica, social y poltica, y se veimpulsada a asumir responsabilidades que leestaban vedadas. Las mujeres rurales estnms dispuestas que los hombres a entrar enel mundo de los ordenadores, son las respon-sables de la economa familiar y llevan lascuentas de los negocios familiares, cuando noprecisan de un gestor. En consonancia con sunivel cultural se plantean responsabilidadespolticas y asumen compromisos para los queanteriormente no se sentan preparadas. Porotro lado, son las mujeres que estn mejorformadas las que seleccionan los puestos detrabajo y empiezan a ocupar algunos cargosaltos en el mbito de las responsabilidades.Reconocen, no obstante, que todava no tie-nen el protagonismo que les corresponde porsu importancia demogrfica y su capacitacincultural, y lo achacan a que el fenmeno esan incipiente.

    Pero ste es, por otro lado, uno de los gran-des problemas, la dificultad para entrar en lavida laboral. Si los problemas de empleo para

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  • los jvenes que han estudiado son una reali-dad, los obstculos son an mayores para lasmujeres. Los jvenes, mal que bien, tienensalidas hacia el mundo laboral por la agricul-tura y la construccin, a los que se unen losotros dos sectores, la industria y los servicios;pero para la mujer la oferta es bastante mslimitada, circunscribindose a algunos sub-sectores de la industria y de los servicios,generalmente los menos importantes. Estgarantiza la preparacin de muchas mujeres,pero es difcil que les ofrezcan trabajos demando y de responsabilidad. Si al final algu-nas llegan a conseguirlos es porque anterior-mente han acreditado su capacidad y su valapersonal.

    Aparte de esta discriminacin, se da undesajuste general entre formacin y empleo.Los estudios que se realizan difcilmente tie-nen una salida profesional, y para los que sepide una mejor formacin, por ejemplo paratodo lo relacionado con la restauracin, elturismo rural o la atencin a los mayores,todava no se han creado los cauces adecuados.Es hora de que la formacin profesional estadjetivada, por lo menos para las que se quie-ren quedar en el pueblo, y pretenden organi-zar aqu su vida laboral.

    E) La presencia de la mujer en laeconoma familiar

    La participacin de la mujer rural en lageneracin de rentas es todava escasa;mucho menor que la de los hombres y, menoran que la de las mujeres urbanas. Teniendoen cuenta la aportacin de los sustentadoresprincipales a los ingresos del hogar, tan sloel 14% procede de mujeres (por supuesto sus-tentadoras principales), y el 12% de los ingre-so rurales, de las mujeres rurales. Por otrolado, las que se llevan la palma por la aporta-cin que realizan (como sustentadoras princi-pales) no son las que estn trabajando, quetan slo contribuyen con el 9%, sino las muje-res pensionistas, que aportan el 17%. La

    razn de esta desproporcin la encontramosen estos dos hechos: el primero, en la menorproporcin de mujeres que cobran un salario;y el segundo, en la propia diferencia salarial.Una mujer rural sustentadora principal tienesalarios un 34% menos que la media; un 41%menos que un varn urbano; un 26% menosque un varn rural, un 15% menos que unamujer urbana y un 23% menos que la mediade los salarios rurales.

    Ingresos comparados segnla Encuesta de Presupuestos Familiares

    del ao 1998

    Las diferencias se extienden tambin a losdiferentes territorios. Una mujer sustentado-ra principal que reside en el este obtendraunos ingresos un 20% ms que la media de lasmujeres rurales, y si vive en el sur, un 20%menos; entre ambas estaran las del norte,con un 8% de ingresos superiores a la media,las del centro, con un 3%, y las de las islas,con el 12% menos.

    De los discursos de las mujeres rurales enrelacin a este tema destaco estas dos ideas:Se asume el trabajo no tanto para crearriqueza y autonoma personal, sino paramejorar la situacin econmica de la casa.Aun cuando la mujer rural no genera las ren-tas es, en la mayora de los casos, la respon-sable de la economa familiar; lo es, cuando eldestino de los ingresos es el propio hogar yhay que programar la economa familiar; y, loes, tambin, cuando hay que hacer frente al

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  • negocio familiar y prever inversiones a cortoplazo; en este caso, ellas son las encargadasde las gestiones cotidianas, y las responsa-bles de organizar el ahorro.

    F) La mujer rural en la vidapoltica y en las asociaciones

    En este campo se constatan ciertas reali-dades positivas; la primera, el gran intersque tienen estas mujeres por desarrollar ins-tituciones participativas que tienen comodenominador comn la mujer y lo rural; y elsegundo, el extraordinario incremento de laparticipacin poltica que se traduce en lapresencia cada vez ms alta de mujeres enpuestos de responsabilidad dentro de los par-tidos y, sobre todo, en la presencia activa enlos ayuntamientos como concejalas y, msraramente, como alcaldesas.

    Respecto a la participacin poltica todoindica que nos encontramos en una nuevaetapa. La mujer ya no suele estar tan ajenasobre todo cuando se trata de visualizar supresencia en los partidos polticos, o en losrganos de representacin local. No obstante,todava nos encontramos al comienzo de unproceso en el que la presencia de mujeres estodava marginal, tanto en el nmero de car-gos que se les ofrece, como en las responsabi-lidades que se les asignan. Es marginal por-que todava son pocas las que ostentan el car-go de alcaldesas y menor an las que asumenresponsabilidades ms all del mbito de losservicios sociales.

    En los discursos se aboga por la participa-cin, as como por el desistimiento. Lo ms sor-prendente es que las dificultades y las crticassurgen de las propias mujeres que reproducenlos discursos que tradicionalmente han estadoen boca de los hombres. Las ideas que apare-cen de forma reiterada son las siguientes:

    1. Discurso de la divisin de gneros o deespacios: espacio pblico y espacio privado.Aunque empiezan a surgir crticas, se acepta

    en general esta divisin. La casa es el lugaren el que las mujeres ejercen su poder; y lapoltica, la vida pblica, los hombres. Peroesta divisin es cada vez menos rgida y hayhombres que se empiezan a interesar por losproblemas de la casa, y mujeres por las cues-tiones polticas. Por otro lado, las mujeresrurales estn ampliando su radio de accinasumiendo responsabilidades que hasta aho-ra eran ejercidas solamente por los hombres:por ejemplo, las cuestiones bancarias; prepa-racin de papeles para cobrar la PAC, interspor las nuevas tecnologas; presencia en losorganismos pblicos a travs de las asociacio-nes de mujeres.

    2. La desigual participacin poltica en laparticipacin de hombres y de mujeres. Lasmujeres estn capacitadas para participarms activamente en la vida municipal, perono se atreven a dar el salto. La discusin secentra en estos tres pilares: DIFICULTA-DES, POSIBILIDADES Y NECESIDAD. Seha avanzado mucho, pero tan slo el 20% demujeres rurales ocupa algn cargo en la vidamunicipal, y ste se relega al de menos res-ponsabilidad4.

    2.1. No se discute el derecho, ni la capaci-dad, pero las dificultades y los inconvenientesson grandes: el marido, la familia, la sociedadrural y la propia mujer.

    2.2. Las mujeres seran ms sensibles alos problemas sociales de los pueblos, sobretodo lo relacionado con la educacin, la sani-dad y la atencin a los mayores.

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    4 Segn datos aportados por Ins Delgado para laselecciones municipales de 1995, slo un 7% de lasmujeres de los municipios de menos de 20.000 habitan-tes eran alcaldesas y tan slo el 18,5% concejalas. Cita-do por Juan Manuel Garca Bartolom 1999, pgina 66.El dato era muy parecido a la media nacional (6,5%)segn datos del Instituto de la Mujer, si bien todo pareceindicar que la presencia de mujeres en estos puestos esms elevada en los municipios que superan los 10.000habitantes (municipios urbanos segn la acepcincomn, que en los que tienen menos de 10.000, losrurales).

  • 2.3. Daran un tono distinto a las motiva-ciones polticas. Los hombres se mueven porintereses y para hacer carrera poltica, encambio las mujeres rurales lo hacen por moti-vos ms altruistas.

    Respecto al asociacionismo femeninorural, parece que est concitando una mayoradhesin, al menos si nos fijamos en el xitoque estn teniendo las asociaciones de muje-res y en el alto nivel de participacin que sue-len tener los encuentros de mujeres rurales.

    Adems de las asociaciones de carcterlocal con fines culturales, religiosos o, inclusosociales, han surgido otras de ndole nacionalo regional que pretenden aunar intereses yconseguir objetivos mucho ms amplios. Sinpretender ser exclusivos, habra que hacerreferencia sobre todo a estas tres: AMFAR(Asociacin de Familias y mujeres del ` mbitoRural); AFAMMER (Asociacin de Mujeres yFamilias del Medio Rural) y FMUR (Fede-racin Espaola de Mujeres Rurales). Lastres tienen una implantacin nacional, y lastres persiguen objetivos muy similares, tra-tando de velar por la defensa de los derechosde las mujeres rurales. Todas ellas han des-pertado un inters inusitado de las mujeresrurales por organizarse y una presencia enlos problemas de la ruralidad que hasta haceunos aos pareca totalmente inviable. Siestas asociaciones tienen el xito que tienenes porque vienen a cubrir un vaco y una nece-sidad: el vaco que han dejado las antiguasasociaciones religiosas de carcter local, y lanecesidad de reunirse, muy amortiguada enla actualidad por la disminucin de losencuentros en la tienda, en la Iglesia y en lacalle. Atencin a estas asociaciones queempiezan ya a tener una importante repercu-sin en la vida social y en la accin poltica.

    El inters por participar en estos encuen-tros est totalmente garantizado, no slo por-que les permite romper con la monotona de lavida rural, sino porque adems facilita tomarconciencia de los problemas que les afectancomo mujeres rurales y les abre los ojos de

    posibles acciones a realizar. De hecho no sue-len regatear esfuerzos para acudir a las reu-niones, aunque tengan que descuidar las obli-gaciones que tienen contradas a diario5.Incluso ante estas circunstancias se han dadonotables adelantos, justificando su ausenciaocasional para realizar las tareas habitualesdel hogar apelando a que los hombres yaestn tomando conciencia de estas ausenciasy se empiezan a prepara para suplirlas.

    4. CONCLUSIONES

    Como resumen y conclusin de las ideasexpuestas a lo largo del trabajo destaco estastres:

    1. No cabe plantear un desarrollo ruralsin la presencia de mujeres y de mujeres jve-nes. Lo primero, para atajar los fuertes proce-sos de masculinizacin en el grupo de jve-nes; y segundo, para dotar de nueva energademogrfica a una sociedad rural fuertemen-te envejecida. Si no se da un equilibrio entresexos es imposible que haya agricultores ysociedad rural.

    2. La presencia de mujeres en el mundorural est muy ligada a la bsqueda de alter-nativas laborales para estas mujeres, que,por supuesto, no se encuentran en la agricul-tura, sino ms bien en el desarrollo del sectorterciario. Pero para ello es necesario que secreen posibilidades de trabajo. El espectro deactividades que se ofrecen a los hombres esbastante amplio: agricultura, talleres, indus-tria en general, industria agroalimentaria,construccin y toda la gama amplia de servi-cios, pero es bastante ms restringido para

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    5 A lo largo de 2003 he sido invitado a alguna deestas reuniones y puedo certificar la enorme capacidadde convocatoria que suelen tener las organizadoras deestos eventos. A un encuentro de estas mujeres, progra-mado por la Consejera de Familia y Servicios Sociales dela Xunta de Galicia y celebrado en Santiago de Compos-tela, asistieron ms de 500 y en otro encuentro celebra-do en Ciudad Real se super la cifra de 1.000 asistentes.

  • las mujeres. No obstante, hay campos de tra-bajo que se pueden explotar: Ciertos trabajosde carcter artesanal; trabajos vinculadoscon la industria agroalimentaria de calidad;servicios sociales rurales para personasmayores; guarderas para nios; trabajosrelacionados con el desarrollo rural (Progra-mas Leader y Proder).

    3. La mujer debe asumir un protagonismosocial. Parece que tradicionalmente el hom-bre era el responsable de los espacios pblicosy la mujer de los espacios privados. Lo pbli-co y lo privado actualmente se encentran enuna continua interaccin, y difcilmente sepueden garantizar los servicios pblicos sinel concurso de la responsabilidad privada,como tampoco defender al individuo sin elconcurso del Estado. Esto nos lleva a plante-ar un nuevo reparto de funciones; o dicho deotra manera, abogar porque los hombres asu-man ms responsabilidades dentro de losespacios privados, como puede ser el hogar, yque las mujeres hagan lo propio en los espa-cios pblicos, Ayuntamiento y vida social. Es,por otro lado, una obligacin y una necesidadpara aprovechar el caudal humano y culturalque muchas mujeres rurales han alcanzado alos largo de los ltimos aos.

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  • RESUMEN El texto plantea la situacin actual de la mujer rural resaltando la importancia que juegaeste colectivo en la recuperacin de los espacios rurales. Las mujeres son conscientes de suvinculacin con el mundo rural y estn dispuestas a hacer los esfuerzos necesarios paraseguir viviendo en este medio, pero necesitan que se den cambios profundos para que pue-dan ser atendidas debidamente sus necesidades y demandas. Hay una creciente demandade empleo que no se ve correspondida con la realidad. La heterogeneidad de trabajos que seofrecen a los hombres contrasta con el campo laboral reducido en el que se mueve la mujer.Todava hay cierta presin social para situar a la mujer en el mbito de la casa, que entraen contradiccin con las demandas laborales que se dan sobre todo entre las ms jvenes.La presencia en la vida laboral, en puestos de responsabilidad para los que cada da se venms capacitadas, y la asuncin de responsabilidades sociales y polticas son dos campos enlos que todava queda un largo camino por recorrer. Los discursos de las mujeres y la pro-pia realidad rural caminan en esta direccin. Se trata, en definitiva, de alumbrar un nue-vo mundo rural en el que se aprovechen de forma mucho ms racional los grandes recursosde los que son depositarias las mujeres rurales y de saber conjugar y armonizar lo muchoque han significado estas mujeres en el mantenimiento del tejido social de los pueblos conuna presencia ms activa en aquellos campos en los que han estado ms marginadas.

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