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Las “Exposiciones Orientalistas Salesianas” de 1943-1944: la puesta en escena de la construcción del Estado en la Amazonía ecuatoriana The “Salesian Orientalist Expositions” in 1943-1944: State Mise-en-scène in the Ecuadorian Amazon Region Cecilia Ortiz Batallas Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Ecuador (FLACSO, Ecuador) [email protected] Fecha de presentación: 1 de marzo de 2017 Fecha de aceptación: 26 de marzo de 2017 Artículo de investigación Procesos: revista ecuatoriana de historia, n.º 45 (enero-junio 2017), 65-92. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780

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Las “Exposiciones Orientalistas Salesianas” de 1943-1944: la puesta en escena de la construcción

del Estado en la Amazonía ecuatoriana

The “Salesian Orientalist Expositions” in 1943-1944:State Mise-en-scène in the Ecuadorian Amazon Region

Cecilia Ortiz BatallasFacultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Ecuador (FLACSO, Ecuador)

[email protected]

Fecha de presentación: 1 de marzo de 2017Fecha de aceptación: 26 de marzo de 2017

Artículo de investigación

Procesos: revista ecuatoriana de historia, n.º 45 (enero-junio 2017), 65-92. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780

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RESUMENEl artículo analiza las Exposiciones Orientalistas Salesianas llevadas a cabo entre 1943 y 1944, en Quito, Guayaquil y Cuenca, como eventos

que permiten elucidar el proceso de incorporación de los pueblos amazónicos al Estado ecuatoriano. Dichas exposiciones representaron

a los territorios de los pueblos shuar, en la coyuntura posterior al conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú de 1941. La contribución

sostiene que en este espacio periférico el Estado se construyó de manera descentralizada y por medio de la delegación de sus

funciones en distintos actores locales.

Palabras clave: historia latinoamericana, formación del Estado, poder, periferias, misiones, pueblos shuar, siglo XX,

inclusión social, conflicto fronterizo.

ABSTRACTThis study scrutinizes the “Salesian Orientalist Expositions” carried out in 1943-1944 in Quito, Guayaquil and Cuenca; events that shed

light on the social inclusion of Native Amazon peoples in the Ecuadorian state. The above-mentioned expositions delineated the Shuar people’s territories at a key juncture posterior to the border

dispute between Ecuador and Peru of 1941. The contribution sustains that the state established itself by granting local figures the ability to

conduct state affairs in this peripheral space; acts that invoked a devolution and redistribution of its powers.

Keywords: Latin American history, state building, power, Ama-zon basin, periphery, missionary work, Shuar ethnic group, the

20th century, social inclusion, border dispute.

Cecilia Ortiz BatallasCandidata doctoral en Historia de los Andes por FLACSO Ecuador. Sus temas

de investigación tienen que ver con la relación entre etnicidad, Estado y nación en el Ecuador durante el siglo XX, mediante el examen de

instituciones estatales y no estatales en la construcción del Estado: Iglesia y militares; así como procesos de articulación de los pueblos indígenas al poder estatal y al proyecto nacional. Ha estudiado, entre otras temáticas, el Estado a través de la historia de la Medicina, en Quito y en otros aspectos de la historia

de la ciudad y su cotidianidad. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran “El Hospital San Juan de Dios, entre la materialidad y la inmaterialidad del Estado” (2015) e “Historia del Antiguo Hospital

San Juan de Dios, la última época” (2012).

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Porque de jíbaros feroces saben hacer hombres que hoy cantan el Himno Nacional del Ecuador, son profesores de sus semejantes, sienten la estética universal

y tienen el concepto de Patria y de Bandera Nacional. José María Velasco Ibarra, 24 de septiembre de 1944.1

introdUCCión

Este artículo se pregunta cómo se construyó el Estado en el sur-oriente ecuatoriano, territorio ocupado históricamente por el pueblo shuar,2 y cómo operó para adscribir al Ecuador a esta población y su territorio, para adminis-trarla, durante la primera mitad del siglo XX.3 Al surgir las nuevas repúblicas, después de la disolución de Colombia en 1830, dicho espacio devino parte de la franja de frontera entre Ecuador y Perú, con una línea divisoria sin demar-cación, motivo de constante conflicto hasta 1998.4 En 1941 tuvo lugar un epi-sodio bélico que, desde la perspectiva político-militar del Ecuador, significó la pérdida de territorios localizados al oriente y sur de la República.5 Así, el carácter limítrofe de la zona estableció un fuerte vínculo entre la formación del Estado y la construcción de la nación. Esta última, vista como la necesidad de ocupación efectiva de las fronteras, representaba un serio desafío al consi-derarse que parte de la población se hallaba en condición “salvaje”, es decir,

1. “El día de ayer tuvo lugar la inauguración de la Exposición Orientalista”, El Día, 25 de septiembre de 1944: 3.

2. Pueblos de matriz lingüística jibaroana: shuar, achuar y shiwiar, localizados en lo que hoy es el Ecuador. Véase Anne Christine Taylor, “The Western Margins of Amazonia from the Early Sixteenth to the Early Nineteenth Century”. En The Cambridge History of the Native Peoples of the Americas, vol. III, ed. por Frank Salomon y Stuart B. Schwartz, 188-256 (Cambridge: Cambridge University Press), 191.

3. Las provincias en las que se dividía el Oriente, hacia las primeras décadas del siglo XX, Napo-Pastaza y Santiago-Zamora, administrativamente se denominaron Goberna-ción del Norte y Gobernación del Sur del Oriente. Archivo Biblioteca Asamblea Nacional del Ecuador (ABANE), Registro Oficial II, n.o 96 (1921): 17. La segunda abarcó el espacio de análisis, delimitado por la jurisdicción eclesiástica en 1893, como Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza. Véase Antonio Guerriero y Pedro Creamer, Un siglo de presencia salesiana en el Ecuador (Quito: s. r., 1997), 47 y ss. Este artículo conserva la denominación de “Oriente”, en concordancia con el uso de la época.

4. Esta situación se superó en 1998 cuando Perú y Ecuador firmaron el Tratado de Paz. Adrián Bonilla, “Fuerza, conflicto y negociación. Proceso político de la relación entre Perú y Ecuador”. En Ecuador-Perú, horizontes de la negociación y el conflicto, ed. por Adrián Bonilla, 13-30 (Quito: FLACSO, 1999), 14.

5. Carlos Espinosa, “La negociación como terapia: memoria, identidad y honor nacio-nal en el proceso de paz Ecuador-Perú”. En Ecuador-Perú, horizontes de la negociación…, 12.

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no respondía a Estado o nación alguna y se asentaba además en un espacio poco habitado y desprotegido ante la amenaza de expansión peruana.6

La historiografía que aborda al Estado en el Ecuador amazónico en la primera mitad del siglo XX lo considera como un núcleo centralizado que irriga poder hacia los márgenes,7 hasta donde llega “débil” o no llega.8 Esta literatura conceptúa al Estado desde una matriz fenomenológica,9 como arraigado solo en las instituciones burocráticas; y, en esta medida, como “au-sente” en el Oriente.10 ¿Es posible pensar este territorio y sus poblaciones como carentes o fuera de un Estado para la primera mitad del siglo XX?

Este estudio pone en tensión la supuesta “ausencia” del Estado en la re-gión, y argumenta que en estas fronteras su presencia es posible a través de mecanismos de delegación de funciones, y no solo de las instituciones burocrá-ticas.11 Los delegados materializan al Estado y sus mensajes de dominación,12 y lo hacen a partir de vínculos de carácter normativo y convenios con los núcleos de poder, ubicados en los ámbitos tanto local como global, que les permiten

6. Manuel Villavicencio, Geografía de la República del Ecuador (Nueva York: Imprenta de Robert Craighead, 1858), 344; Teodoro Wolf, Carta Geográfica del Ecuador (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1975 [1892]), 617; Espinosa, “La negociación como terapia…”, 113.

7. Los “márgenes”, entendidos también como “periferias”, no se interpretan espacial-mente sino como las instancias donde se sitúan quienes no están del todo socializados en la ley: poblaciones que se integran a través de su conversión de “sujetos rebeldes” en suje-tos leales al Estado. Veena Daas y Deborah Poole, “El Estado y sus márgenes. Etnografías comparadas”, Cuadernos de Antropología Social, n.o 27 (junio 2008 [2004]): 19.

8. Natàlia Esvertit Cobes, La incipiente provincia. Amazonía y Estado ecuatoriano en el siglo XIX (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 2008), 159.

9. Christopher Krupa y David Nugent, “Off-centered states”. En State Theory and An-dean Politics. New Approaches to the study of rule, ed. por Christopher Krupa y David Nu-gent, 1-31 (Filadelfia: University or Pennsilvanya Press, 2015), 9-10.

10. Blanca Muratorio, Rucuyaya Alonso y la historia social y económica del Alto Napo (1850-1950), 2.a ed. (Quito: Abya-Yala, 1998), 124; Marco Restrepo G., “El problema de la frontera en la construcción del espacio amazónico”, en Amazonía: escenarios y conflictos, coord. por Lucy Ruiz M. (Quito: CEDIME / Abya-Yala, 1993), 153; Anne Christine Taylor, “El Oriente ecuatoriano en el siglo XIX, ‘el otro litoral’ ”. En Historia y región en el Ecuador, 1830-1930, ed. por Juan Maiguashca, 17-68 (Quito: FLACSO / CERLAC / Corporación Editora Nacional, 1994), 48-49; Jean-Paul Deler, “Transformaciones regionales y organiza-ción del espacio regional ecuatoriano entre 1830 y 1930”. En Historia y región…, 348.

11. Christopher Krupa, “State by Proxy: Privatized Gobernment in the Andes”, Com-parative Studies in Society and History 52, n.o 2 (2010): 319 y ss. Si bien el análisis de Krupa propone la noción de “Estado por delegación” para la relación de algunos los hacendados en la Sierra ecuatoriana en un contexto neoliberal, la figura de la delegación es pertinente, estableciendo las debidas distancias temporales y de caso.

12. Philip Abrams, “Notas sobre la dificultad de estudiar al Estado”, Virajes, n.o 2 (2000 [1977]): 96, 98.

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una acción directa con la población.13 De tal manera, el Estado se des-centra para gobernar en los márgenes.14 Se conceptúa al Estado no solo como las ins-tituciones y la burocracia, sino como una “idea”.15 La delegación es una de las maneras, aparentemente poco ortodoxas que adquieren los Estados poscolo-niales, con formas “privatizadas” de gobierno.16 Se desvanece así la existencia de un poder centralizado, y aparece una diversidad de actores –fuera de un centro– con algunas de las funciones ejercidas habitualmente por el Estado. Krupa invita a pensar estas condiciones fragmentadas de construcción del po-der, no como desviaciones de la pauta regular, sino simplemente como la for-ma en que se experimenta la autoridad estatal en muchas partes del mundo.17

Las Exposiciones Orientalistas Salesianas que tuvieron lugar en Quito en 1943 y 1944,18 son el eje narrativo de estas reflexiones, y se asumen como actos de legibilidad del Estado, en la medida que dan cuenta de los actores y sus imaginarios sobre el poder estatal, los cuales intervinieron en estos con-textos temporal y espacial.19 La legibilidad es una de las atribuciones que el Estado moderno se arroga para gobernar. Las misiones salesianas, protago-nistas de la delegación estatal, desde 1894 en el sur-oriente, implementaron acciones de legibilidad entre la población y su entorno, a fin de volverlos permeables al poder; es decir, su nacionalización, su civilización, evangeliza-ción, clasificación y ordenamiento, la delimitación de fronteras territoriales

13. Véase la correspondencia del presidente ecuatoriano Antonio Flores Jijón en que solicita al papa León XIII la creación del Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza y que este fuera confiado a los “PP. de la Pía Sociedad Salesiana de Don Bosco de feliz memoria”. Francisco Javier Salazar, “Carta solicitando que el Vicariato de Méndez y Gualaquiza sea entregado a los padres salesianos, a la Santidad del Señor PP León XIII”, Palacio de Gobierno, Quito, 6 de octubre de 1888. En Guerriero y Creamer, Un siglo de presencia salesiana…, 343.

14. Krupa y Nugent, “Off-centered states”, 19.15. Para Abrams, esta idea llega a la sociedad a través de un “mensaje de domina-

ción”. Philip Abrams, “Notas sobre la dificultad…”, 98.16. Krupa, “State by Proxy…”, 320. 17. Ibíd., 319. 18. Para el caso ecuatoriano, Esvertit identifica el “orientalismo” como una corriente de

pensamiento que impulsaba el fomento del territorio amazónico y su defensa de las amena-zas externas. El término surge entre fines del siglo XIX e inicios del XX, cuando el caucho, entre otros productos, atrajo el interés por la foresta húmeda tropical amazónica. Adherido al lenguaje de la época, este artículo resulta de interés. Natàlia Esvertit Cobes, “Los sale-sianos en el Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza”. En La presencia salesiana en Ecuador. Perspectivas históricas y sociales, coord. por Lola Vásquez, 471-512 (Quito, Abya-Yala / Universidad Politécnica Salesiana, 2014), 474; por orientalismo se entiende también lo que Said interpreta como una invención exótica desde Europa para Oriente con afanes de dominación. Edward Said, Orientalismo (Madrid: Libertarias / Prodhufi, 1990), 19.

19. James C. Scott, Seeing Like a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condi-tions Have Failed (New Haven / Londres: Yale University Press, 1998), 2.

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internas y externas, el mapeo y la construcción de miradas esquemáticas de la realidad, para apreciarla a simple vista y conocerla para gobernarla.20

Los diarios quiteños El Comercio y El Día, ambos de tendencia liberal, son las fuentes de información que nutren estas reflexiones.21 La familia Mantilla, propietaria del primero, formó un grupo empresarial identificado con los inte-reses de las élites económicas y políticas, especialmente de la sierra. A su vez, El Día surgió a raíz de la muerte del líder liberal Eloy Alfaro y contó entre sus fundadores a intelectuales de la época: Luis Robalino Dávila, Manuel Tobar y Borgoño y José Rafael Bustamante.22 Esta información se enlaza con datos tomados de las fuentes primarias del Archivo Histórico de la Misión Salesiana (AHMS), principalmente, así como con fuentes secundarias y reflexiones de otros autores que la complementan o con quienes debate esta investigación.

En cuanto al orden de los argumentos, en primer término, se hace una lectu-ra de la exposición de 1943 a partir de la distribución de sus elementos, sus ges-tores y los objetivos que ellos se trazaron al intervenir en la región. Se interpretan luego los eventos de 1944, con especial atención en la exhibición del proceso de “ecuatorianización” de los jóvenes shuar, y finalmente, a manera de cierre, se aborda la simbología inmersa en dichos actos, objeto de una lectura interpre-tativa que elucida la composición del poder estatal en este espacio de frontera.

la pUesta en esCena: el “salVaje” y sU MUndo en exhibiCión

El Ferrocarril del Sur llegaba a la estación de Quito una tarde de septiembre de 1944 portando una carga singular. De sus vagones descendió, para inundar luego las calles de la ciudad, un pelotón de jóvenes con sus cuerpos descubiertos de la cin-tura para arriba. Iban descalzos, llevaban coloridas plumas en la cabeza y estaban armados con lanzas, “atravesados palos en las orejas y en el rostro […] pintarrajea-dos la cara”.23 Llegaron de la selva, en la frontera con el Perú. Con el pecho erguido y la mirada al frente, el pelotón en perfecta alineación avanzaba al ritmo marcial interpretado por la banda del Batallón Vencedores. Eran cerca de un centenar de “jibaritos” liderados por el pabellón nacional, con su portaestandarte indio.24

20. Ibíd.; Tania Murray Li, “Beyond The State And Failed Schemes”, American Anthro-pologist 107, n.o 3 (2005): 384.

21. Jorge Ribadeneira, “Ayer y hoy en la prensa”, El Comercio, 13 de julio de 2014, http://www.elcomercio.com/opinion/jorgeribadeneira-prensa-hoy-diarios.html.

22. Efrén Avilés Pino, Enciclopedia del Ecuador, http://www.enciclopediadelecuador.com/personajes-historicos/dr-jose-rafael-bustamante/.

23. “El día de ayer...”.24. El tratamiento “jíbaros”, del que fueron objeto en la época de estudio, se mantiene

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Escoltaban la formación unos religiosos de sotana negra y “luengas barbas”.25 Los acompañaban unas monjas de hábito negro. Eran los misio-neros y misioneras salesianos, congregaciones católicas italianas creadas por Juan Bosco, en 1859 los primeros, y en 1872 las segundas.26 Rodeaba el desfile una muestra de la fauna del entorno selvático.27 La gente que transitaba por las calles se arremolinaba para verlos. “El público en grueso número, formó un cordón durante todo el trayecto y los aplausos de admiración para los hijos de la selva fueron frenéticos”.28 Al atravesar por la calle Chile, fren-te al diario El Comercio, “lanzaron vivas”29 y bajo las instalaciones del dia-rio El Día, “los jíbaros cantaron el Himno al Oriente que impresionó a los espectadores”.30 ¿A qué respondía aquel revuelo que alteraba la monotonía de la ciudad? Se conmemoraban los 50 años de permanencia de los salesia-nos en el Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza, y se hacía pública la gestión de las misiones católicas de Don Bosco en aquellos territorios de frontera. ¿Quién estaba tras bastidores en ese escenario?

“El Señor Ministro de Defensa Nacional ha aceptado que la exposición pueda funcionar en este magnífico local [del Colegio Militar Eloy Alfaro]”.31 Le comunicaba el Jefe de la I Zona Militar, coronel P. Borja, a Domingo Co-mín, vicario apostólico de Méndez y Gualaquiza.32 Se refería a la Exposición Orientalista Nacional Pro-Misiones Salesianas, antecedente de otra que se organizaba para el año siguiente. Según el misionero Elías Brito, los “jíbaros” se preparaban para las competencias deportivas que se presentarían un año

en el artículo para mantener concordancia con el uso del momento histórico. Desde 1964, este pueblo reivindica su autoadscripción identitaria como shuar. Federación de Centros Shuar, Solución original a un problema actual (Sucúa: FCSH, 1976), 121. La documentación pertinente refleja un paulatino cambio en el lenguaje con el que se hace referencia a esta población a lo largo del período estudiado.

25. “El día de ayer...”.26. Guerriero y Creamer, Un siglo de presencia salesiana…, 25. Las hermanas se erigen

bajo la advocación de María Auxiliadora, entre tanto que los varones, de San Francisco de Sales. Zoila Pesántez, Surcos, semillas y cosechas, t. 1 (Quito: s. r., 2002), 7.

27. “Cálida recepción se brindó a los jíbaros llegados ayer”, El Día, 23 de septiembre de 1944: 1, 4.

28. “Grupo de exploradores de la región oriental llegó ayer hasta la capital”, El Comer-cio, 23 de septiembre de 1944: 1.

29. Ibíd.30. “Cálida recepción se brindó...”. 31. “Comunicación del Crnl. Borja a Mons. Domingo Comín”, Quito, 23 de septiem-

bre de 1943, Archivo Histórico de la Misión Salesiana (AHMS), fondo Relaciones Gobierno-Iglesia, caja Correspondencia Ministerios, exp. X-8.

32. Domingo Comín fue un salesiano que ocupó altas dignidades en la congregación. Fue Vicario Apostólico de Méndez y Gualaquiza durante 43 años. Guerriero y Creamer, Un siglo de presencia salesiana…, 62.

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después, con objeto de “hacer ver que la obra de civilización ha llegado al Oriente y […] pedir que los ecuatorianos finquemos nuestros anhelos en la imponderable riqueza de esta región”.33 Brito era el Representante General de las Misiones Salesianas y sobresale por sus campañas nacionalistas y ges-tiones para ampliar la ocupación ecuatoriana en el Oriente.34

En 1943 no se exhibió solamente el espacio de jurisdicción del Vicariato; a más de los logros en “civilizar” al pueblo shuar, se mostraron los avan-ces sobre su entorno natural en un lapso de medio siglo, desde el arribo de los misioneros al Oriente (1894).35 Estas formas de ordenamiento del mundo son, a decir de Scott, invenciones ajustadas a la racionalidad y criterios esté-ticos de sus realizadores. Son operaciones de clasificación que simplifican el contexto, generan otras maneras de verse a sí mismos a los planificadores, y nuevas formas de ver a los otros. Más que originarse en un Estado centraliza-do, estas iniciativas surgen de diversas procedencias, con variados objetivos, saberes, técnicas y prácticas, sin una visión única impuesta desde el poder.36

La exposición fue un despliegue sinóptico del Oriente, en los aspectos que se buscó destacar con el evento.37 Se la instaló en el campus del Colegio Militar y para su organización se formó un comité con representantes sa-lesianos, militares, periodistas y funcionarios municipales. La composición social de esta agrupación, adscrita a las élites capitalinas, muestra las cone-xiones que los misioneros establecieron con las altas esferas de poder y los intereses compartidos con ellas.

El mundo amazónico se representó con las dos provincias, según la di-visión política del momento: Napo-Pastaza y Santiago-Zamora. Se visualizó cómo estaba distribuida la población, a más de los distintos copartícipes que

33. “Una espléndida exposición de lo que es nuestra región oriental”, El Día, 13 de septiembre de 1943: 3, 6.

34. El Día dice de Brito “el animador de esta obra que consideramos grande y patrió-tica”. “Una espléndida exposición…”.

35. Este espacio corresponde a la extensión aproximada de la actual provincia ama-zónica de Morona Santiago.

36. Scott, Seeing Like a State…, 3. En esa misma línea, Li destaca a las misiones religio-sas como actores que intervienen en la cotidianidad de determinados grupos sociales, a partir de distintos esquemas. Murray Li, “Beyond The State…”, 396.

37. Estas proyecciones de la realidad reflejan aquello que interesa mostrar –y conocer– a quienes utilizan estos dispositivos de legibilidad. Scott, Seeing Like a State…, 2; Mauricio Tenorio Trillo, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales, 1880-1930 (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1998), 15; Blanca Muratorio, “Nación, identidad y etnicidad, imágenes de los indios ecuatorianos y sus imagineros a fines del si-glo XIX”. En Imágenes e imagineros, representaciones de los indígenas ecuatorianos, siglos XIX y XX, ed. por Blanca Muratorio, 109-196 (Quito: FLACSO, 1994), 112; Stuart Hall, Representa-tion. Cultural Representations and Signifying Practices (Londres: Sage Publications, 2003), 15.

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allí interactuaban.38 El local resultó funcional a los objetivos de los organi-zadores: en los jardines, se inventó el medio selvático y las lagunas artifi-ciales del Colegio Militar, se llamaron “lago Chimano”.39 La disposición de la muestra evocaba los museos del siglo XIX que fueron sistemáticamente construidos y consideraron la inclusión de dispositivos acordes con el tipo de conocimiento que se buscó captar y los discursos que interesó legitimar.40

Exhibir públicamente una idea y unas prácticas de poder involucra dis-tribuir los materiales expositivos de acuerdo a un orden estructurado por los mentores del evento,41 ¿Cómo se representaron el sur-oriente y sus habitan-tes en aquellas exposiciones?

deUs ex MaChina. el despliegUe del estado iMaginado

En el salón principal del Colegio Militar, el stand introductorio, “Pabe-llón histórico: descubrimiento del río Amazonas ‘gloria ecuatoriana’ ”,42 de-velaba el trasfondo geopolítico del acto, argumentando a favor del respeto de la pertenencia ecuatoriana de los territorios en disputa con el Perú. Ello incluyó la región delegada a los salesianos, cuya protección contra las intru-siones externas era una de las razones de ser de su misión en la zona.43

La distribución en el espacio de los objetos expuestos expresa ideas que involucran nociones de lo que se aspira a que el mundo sea. Se generan así realidades que portan valores y significados acordes con sistemas clasifica-torios en momentos históricos específicos.44 Este panel demostraba, con ar-

38. Con respecto a la División Territorial de Oriente, véase la nota 3 de este artículo. En las exposiciones se mencionaba la globalidad del Oriente, aunque solo se visibilizó al pueblo shuar, que no es el único que habita en la región.

39. Villavicencio refiere una fuente hídrica con esta denominación en la región. Villa-vicencio, Geografía de la República…, 85.

40. Henrietta Lidchi, “The poetics and the politics of exhibiting other cultures”. En Hall, Representation. Cultural Representations…, 190.

41. Tenorio Trillo, Artilugio de la nación moderna…, 15.42. “El 1 de octubre se inaugurará la Exposición Orientalista Nacional”, El Comercio,

11 de septiembre de 1943: 10. 43. El salesiano Juan Vigna, provicario de Méndez y Gualaquiza, informaba al Mi-

nistro de Relaciones Exteriores del retiro de las tropas peruanas de Cahuide, en territorio ecuatoriano. Detallaba las gestiones que realizó con las autoridades peruanas in situ, “Ofi-cio de Juan Vigna, Pro-vicario de las Misiones Salesianas, para el Ministro de Relaciones Exteriores”, Cuenca, 15 de marzo de 1947, AHMS, fondo Relaciones Gobierno-Iglesia, caja Correspondencia Gobierno, Oriente y Minas, exp. X8.

44. Lidchi, “The poetics and the politics…”, 160.

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gumentos históricos esgrimidos por intelectuales de la época, la posición del Ecuador en su derecho a una salida al río Amazonas. Se sancionaba positiva-mente esta pertenencia territorial en los esfuerzos realizados históricamente “por la conquista y civilización de las extensas selvas”, y la acción de los salesianos se inscribía en estos esfuerzos.45

¿Cómo se repartieron los papeles entre los distintos actores en escena, y cuál apareció como la finalidad expresa de las exposiciones? Los misioneros salesianos, mentores y organizadores del evento, protagonizaron los actos y coordinaron a distintas entidades que participaron para contribuir con la exposición que tenía fines económicos.46 Que los fondos recuperados con las exposiciones se destinaran a realizar tareas inherentes al Estado y, se supon-dría, ejecutadas con su presupuesto, pone en cuestión la idea de un centro de poder, una vez que el propósito del evento hizo partícipes al resto de delegados y a otros actores que confluyeron en intereses con ellos en este me-canismo financiero.47 En zonas periféricas que funcionan como espacios de excepción, se institucionalizan políticas económicas y de control, orientadas a la supervivencia de la población o a la mejora de sus condiciones de vida, según lo conciban y consideren conveniente sus agentes.48

Volviendo a los personajes en escena, los militares fueron los anfitriones en la sede del “orientalismo”, contribuyeron con un pabellón del IV Departamento del Ministerio de Defensa y Oriente, más otro del Servicio Geográfico Militar.49 En la inauguración, las autoridades castrenses presidieron el programa conjun-tamente con los misioneros. Otros expositores fueron la Corporación Ecuatoria-na de Fomento y la Junta Orientalista del Chimborazo, ocupadas del progreso de la región.50 En distintos pabellones hubo muestras de la riqueza oriental pen-

45. “Interesantes conferencias se pronunciarán en la Gran Exposición Orientalista Na-cional ”, El Comercio, 13 de septiembre de 1943: 8; “Mañana se inaugurará la Exposición Orientalista en el local del Colegio Militar”, El Comercio, 1 de octubre de 1943: 12.

46. “Los fondos serán destinados a las misiones salesianas de las provincias orientales que van aumentando su obra de colonización”. “Una espléndida exposición…”.

47. “Actividades del Comité Organizador de la Exposición Orientalista”, El Día, 21 de septiembre de 1943: 8.

48. La “excepción”, en tal caso, involucra un momento en que se afirma un orden jurídico y la propia ley suspende el derecho a la legalidad de los ciudadanos. En esta situa-ción, “la ley queda fuera de la ley” y por lo tanto el Estado “es y no es la ley”. Begoña Are-txaga, “Maddening states”, Annual Review of Anthropologhy 32 (2003): 405. Su aplicación se justifica en situaciones de emergencia, sin embargo, existen periferias en que la excepción es la forma regular como se muestra el Estado, como en el caso que nos ocupa, en donde la diferencia en las decisiones de facto y las que se hacen bajo el paraguas de la ley se vuelve opaca. Daas y Poole, “El Estado y sus márgenes…”, 19.

49. “La exposición orientalista. Ayer se inauguró este certamen en el Edificio del Co-legio Militar”, El Día, 3 de octubre de 1943: 1, 6.

50. “Gran exposición orientalista”, El Comercio, 5 de octubre de 1943: 3. Las juntas

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sada en su aprovechamiento, lo que refiere a la faceta estatal de apropiación de los recursos naturales para administrarlos con una potencial ganancia para el fisco.51 Los lavadores de oro expusieron la riqueza aurífera con los instrumentos para el procesamiento del metal.52 Las empresas extranjeras con afán extractivis-ta e inversión en el Oriente estuvieron representadas en el pabellón del caucho, de la Rubber Reserve Company, y la exploración petrolera por la Shell Com-pany of Ecuador.53 Se exhibieron así los avances en distintos puntos del Oriente y las acciones para incorporar a la región en la economía del país.

El uso que se da a las cosas y cómo se las representa las dotan de sentidos según los marcos de referencia con los cuales se relacionan.54 Hasta ahora, se ha visibilizado la historia “desde arriba”. La historia “desde abajo” no tras-luce del todo en estos hechos; los shuar, y en general su participación en los homenajes, fueron perceptibles como una invención externa, según una pre-concepción donde lo blanco y católico eran considerados como superiores y los indígenas como inferiores.55 Entre los indios amazónicos, la inferioridad propia de su indianidad se juntaba a su ser “salvaje”, aunque se los recono-ció como sensibles a la civilización.56

¿Cómo se exhibió a los shuar? En cuanto al relato de su primera gira pro-mocional (1943), los diarios destacan que los “jíbaros” estaban “perfectamente civilizados” y, a su paso, entregaban volantes convocando al público a los salo-nes de la Exposición.57 Representaron su vida cotidiana en la selva, con demos-traciones de la edificación de su vivienda, “la Casa del Jíbaro”,58 en cuyo interior

orientalistas se formaron hacia las primeras décadas del siglo XX para apoyar al progreso y defensa del territorio.

51. En su perspectiva del Estado moderno temprano en Europa, Scott habla del sen-tido utilitario que adquiere la naturaleza como objeto de explotación en beneficio fiscal, cuando esta pasa a concebirse como “recursos naturales”. Scott, Seeing Like a State…, 13.

52. No se especifica si fueron mineros independientes o empresas para extracción del oro.

53. “La exposición orientalista…”. Las fuentes no amplían la información sobre la presencia de estas empresas en el evento.

54. Hall, Representation. Cultural Representations…, 3.55. “Desde arriba” son rutinas y rituales de mando protagonizados por el Estado y

por las clases dominantes y “desde abajo” son las prácticas tanto cotidianas como políticas de los sectores subalternos en su relación con el poder y sus ideas con respecto al Estado. María L. Lagos y Pamela Calla, “El Estado como mensaje de dominación”. En Antropología del Estado. Dominación y prácticas contestatarias en América Latina, comp. por María L. Lagos y Pamela Calla, 11-38 (La Paz: Naciones Unidas, 2007), 16 y 17.

56. Said profundiza en la relación que se da en la construcción de los países de “Orien-te”, desde una procedencia externa que surge en “Occidente”. Said, Orientalismo, 19.

57. “Hoy gran desfile de la colonia jíbara de Macas”, El Día, 28 de septiembre de 1943: 1; “Una espléndida exposición…”.

58. “El 1 de octubre se inaugurará…”.

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manufacturaron sus textiles y alfarería, y el llamado del tuntuy.59 Las mujeres elaboraron chicha de yuca. En el acto inaugural, los indígenas participaron con sus bailes, y por el “lago Chimano” transportaron a los visitantes en pequeñas embarcaciones a manera de atracción.60 Así, los indígenas reprodujeron su ac-tividad, como bogas de los viajeros por los ríos orientales. En el contexto de aquellas celebraciones, la destreza en la cacería de los “salvajes” se convirtió en atractivo, cuando presentaron un espectáculo de “tiro al blanco” con cerbatanas y lanzas.61

Se presenció la construcción de los shuar para el consumo del público. A los indígenas traídos de la selva que se integraban a la patria, se les otorgó voz eventualmente. Durante la visita realizada por la comitiva al presidente de la Asamblea Nacional, el “jíbaro Sandú” tomó la palabra en los siguientes términos:

Un saludo de gratitud y de admiración porque vos sois uno de los mejores ami-gos de la benemérita Misión Salesiana a la que debemos nuestra incorporación definitiva a la gloriosa Patria Ecuatoriana […] a nuestro paso por esta hidalga ciudad, vamos a pediros dos favores: uno general […]; y otro particular para los que vivimos bajo el amparo de los abnegados misioneros de Don Bosco: […] valiéndonos del imprescindible concurso de todas las misiones, llevéis los bene-ficios de la civilización cristiana hasta los más apartados rincones de la selva […] prestéis generoso apoyo a nuestro ínclito pastor Mons. Domingo Comín que se halla empeñado en fundar una escuela de artes y oficios en el floreciente cantón Méndez […] Que Dios y la patria os recompensen.62

¿Quién era Sandú? En ningún momento la crónica sitúa al personaje, de él solo se sabe que fue “jíbaro”. A primera vista, la retórica de Sandú no se distingue del resto, él se suma a lo que desde fuera se dice de los shuar y contribuye a la visión del éxito de los misioneros en su incorporación de los “jíbaros” a la sociedad ecuatoriana, homogéneos en su cultura y sujetos a una misma autoridad. En cuanto a las representaciones que se hacen de los indígenas en aquel contexto de fines de siglo XIX e inicios del XX, cuando el Ecuador nacía al modernismo, Muratorio avizora asimismo que se trató de un monólogo desde las élites que calló la voz del indígena como actor histó-rico. El esquema de dominación concedió el “control semiótico” a las élites

59. Karsten lo describe como “tambor de señales”. Rafael Karsten, La vida y la cultura de los shuar. Cazadores de cabezas del Amazonas occidental. La vida y la cultura de los jíbaros del este del Ecuador, 2.ª ed. Quito: Abya-Yala, 2000.

60. “Mañana se inaugurará…”; “La exposición orientalista…”.61. Ibíd., 1.62. “Emocionante acto patriótico se realizó ayer por los jibaritos que nos visitan”, El

Día, 18 de septiembre de 1944: 6.

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blanco-mestizas que se arrogaron “el monopolio de la representación del indígena fuera de su propio mundo simbólico”, mientras que el personaje quedó fuera del discurso.63

La naturaleza se plasmó en los mundos vegetal y animal, cuyo atractivo por su exotismo fue el factor con que jugaron los expositores para atraer al público.64 Los logros tecnológicos, como muestra de progreso, y el arte deco-raron los espacios expositivos. El cielo de Quito se encendía noche a noche en aquellas jornadas orientalistas. Al llegar al frontispicio del Colegio Mili-tar, impactaba la alegoría de luces que proyectaban a un misionero salesiano entre los “jíbaros” del Oriente. Mientras, un castillo flotante con luces de colores, voladores y “fuegos fatuos” recorría el “lago Chimano”.65

Se proyectaron filmes sobre los shuar, como la película del salesiano Carlos Crespi Los invencibles shuaras (sic.) del Alto Amazonas. El stand de los lavadores de oro se decoró con la pintura de Mideros, La fundición del oro.66 Animaron el ambiente las estudiantinas de Quito, a más de las bandas mili-tares.67 El Servicio Informativo Interamericano, parte de la cooperación esta-dounidense de la época, contribuyó con proyecciones de cine relativas a la realidad global del momento, signada por la Segunda Guerra Mundial.

las exposiCiones, Medio CateqUétiCo para dotar de legibilidad al estado

Conocimiento y poder están conectados, “no existen relaciones de po-der sin la correlativa constitución de un campo de conocimiento, tampoco ningún conocimiento que no hubiera presupuesto y constituido, al mismo tiempo, relaciones de poder”.68 En una de sus intervenciones, el misionero Elías Brito, ideólogo de las exhibiciones, manifestaba que con estos actos se buscaba “volcar en Quito el País de la Canela para que los ecuatorianos lo conozcamos y lo queramos más”. ¿A qué alude ese “conocimiento”? Para esta investigación, expresa un esfuerzo de inteligibilidad del Estado, uno

63. Muratorio, “Nación, identidad y etnicidad…”, 114. 64. “Una espléndida exposición…”.65. Esta fue una contribución del Municipio de Quito. “La exposición orientalista…”66. Esta obra de Mideros fue cedida en calidad de préstamo por el gerente del Banco

Central. “Gran exposición orientalista”.67. “La Exposición orientalista…”.68. Michel Foucault, Foucault Reader, ed. por Paul Rabiow (Nueva York: Pantheon

Books, 1984), 174. El conocimiento, en Foucault, no se reduce a un puro significado, todo conocimiento opera como una práctica situada social e históricamente, todo conocimiento es poder. Véase Lidchi, “The poetics and the politics…”, 185.

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de los “efectos” a través de los cuales este poder se vuelve perceptible.69

La gobernanza, dice Trouillot, es más viable a partir de la producción de un lenguaje y de un conocimiento previos sobre esa población.70 Con este fin, se desarrollan herramientas teóricas y empíricas que la clasifican, serian y regulan. Entre esas herramientas, Anderson encuentra el censo, el mapa y el museo, dispositivos que al producir conocimiento resultan “instituciones de poder”.71 Prieto mira los censos como procedimientos para la formación de las naciones, y destaca el carácter político de estos instrumentos que para administrar a la población crean identidades, las ordenan y las vuelven legi-bles y predecibles.72 Advierte Anderson sobre los museos, su tónica profun-damente política. Desde la primera mitad del siglo XIX, adquieren forma y función cuando las zonas colonizadas entran en la época de la “reproducción mecánica”, con lo que estas estrategias de visualización del mundo se pro-pagan a través de los medios impresos. De esta forma, los Estados coloniales imaginaron sus territorios que incluían “la naturaleza de los seres humanos que gobernaban y la geografía de sus dominios”.73

Estos principios guiaron, de una u otra forma, el montaje de las expo-siciones orientalistas. Los militares implantaban la presencia estatal en las fronteras y requerían conocer el territorio para protegerlo, con cuyo fin con-feccionaron mapas, fotografías, esquemas que fueron expuestos.74 El croquis del Oriente, diseñado por los militares, fue considerado para la época como “el más completo que existe”.75 El Servicio Geográfico Militar presentó la “organización técnica del Estado”, con sus instrumentos, placas y aparatos para la producción cartográfica.76

69. Michel-Rolph Trouillot, “La antropología del Estado en la era de la globalización”. En Transformaciones globales: la antropología y el mundo moderno, 149-174 (Cali: Universidad del Cauca / CESO / Universidad de los Andes, 2003 [2001]), 151; Timothy Mitchell, “The limits of the State: Beyond Statist Approaches and Their Critics”, The American Political Science Review 85, n.o 1 (1991): 74.

70. Trouillot, “La Antropología del Estado…”, 151.71. Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión

del nacionalismo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000 [1993]), 229. 72. Mercedes Prieto, “El Estado ecuatoriano a mediados del siglo XX: el censo de la

población y la familia indígena”, Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, n.o 99 (octubre 2015): 30.

73. Anderson, Comunidades imaginadas…, 229.74. Ana María Sevilla profundiza sobre el carácter político de los mapas que crean rea-

lidades acordes con las necesidades geopolíticas de quienes los elaboran. Los mapas del dominico Vacas Galindo jugaron un rol importante en la generación del imaginario sobre los derechos del Ecuador en el Oriente. Véase Ana María Sevilla, “El Ecuador en sus ma-pas: Estado y nación desde una perspectiva espacial” (tesis de Doctorado, FLACSO, 2011).

75. “Gran exposición orientalista”, El Comercio, 5 de octubre de 1943: 3.76. Ibíd.

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Para objetivar el cumplimiento de su misión, los salesianos escogieron la experiencia de Macas y fue exhibida en afiches y colecciones de insectos, ma-deras, minerales y plantas.77 Interesada del mismo modo en conocer la dis-tribución de la riqueza mineral del subsuelo y la superficie del país, estaba la petrolera Shell que mostró un mapa trazado con los métodos de fotografía aérea para conocer “exactamente” la ubicación de los pueblos.78

Aquellas visiones totalizadoras de la realidad pusieron al alcance del go-bierno y el público la materialidad del Estado en la construcción de vías de penetración a la región, como estrategias de posesión y sujeción del espacio. Para Harvey, los caminos conducen inevitable e indirectamente al Estado, pero revelan asimismo la debilidad de la infraestructura vial estatal y las posibilida-des muy limitadas para el ejercicio del control político por una administración centralizada.79 Así, la problemática de las vías de comunicación al Oriente tam-poco se solucionó desde el centro solamente, la Junta Orientalista de Chim-borazo publicitó la construcción de más de 40 km de camino con el apoyo del Municipio de Riobamba.80 Los salesianos abrieron rutas de penetración en pa-ralelo con la creación de centros misionales, desde sus primeras entradas en el Vicariato.81 ¿Cómo se expuso el proceso de “ecuatorianización” de los shuar?

el núMero CUMbre de la “raza jíbara”

Los “exploradores” se habían preparado con anticipación para demos-trar ante el resto de ecuatorianos sus habilidades físicas e intelectuales. En Sevilla Don Bosco, en los internados salesianos en que se educaban los niños shuar, se vivía una agitación especial, con la organización logística: “por la celebración del cincuentenario de la fundación de las misiones, deben partir a la sierra 30 jibaritos. Dichos jibaritos vienen preparándose desde mucho antes con canto, deportes, gimnasia calisténica. Viajaron también 3 familias de jíbaros y jíbaras típicos con el mismo fin”.82

77. “La exposición orientalista…”.78. Ibíd.79. Penelope Harvey, “The Materiality of State-Effects: An Ethnography of a Road

in the Peruvian Andes”. En State Formation: Anthropological Perspectives, ed. por Christian Krohn-Hansen y Knut G. Nustad, 123-141 (Cambridge: Pluto, 2005), 126.

80. “Gran exposición orientalista”. 81. El misionero Albino del Curto coordinó la construcción del camino Pan-Méndez,

AHMS, “Crónica de Gualaquiza” [1914-1918], fondo Casas cerradas, caja Crónica de Gua-laquiza, exp. Mons. Santiago Costamagna L.6.4.006.

82. “Cronohistoria de Sevilla Don Bosco, 1927-1957”, ibíd., fondos Casas cerradas, Cró-nicas, caja Gualaquiza AG.1.

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El programa tuvo lugar en las instalaciones del Instituto Nacional Mejía, donde se escenificaron los rituales indígenas, el baile de la tsantsa,83 las lu-chas entre “tribus”, y se exhibieron los “esfuerzos” misionales para educar a los “jibaritos”, con énfasis en la demostración de su proceso civilizatorio. Las alumnas de las hermanas de María Auxiliadora exhibieron sus manualida-des.84 En la escalinata del Mejía, se alineó la guardia de honor, un escuadrón de jóvenes shuar vestidos como boy y girl scouts. Los misioneros y un conjun-to de emisarios del mismo pueblo indígena integraban parte del público. Los asistentes entonaron el himno nacional y el padre Brito tomó la palabra para disertar sobre el significado del acontecimiento: “hacer una demostración de los frutos obtenidos durante cincuenta años de intensa labor de los misione-ros salesianos en pro de la civilización del indio del Oriente, la formación de poblaciones progresistas en la selva y la incorporación de sus habitantes a la nacionalidad ecuatoriana”.85

Lo escucharon el presidente Velasco Ibarra, sus ministros de Defensa Nacional y Oriente, de Economía, Educación Pública y del Tesoro. Altas dig-nidades de la Iglesia Católica encabezadas por el Nuncio Apostólico de la Santa Sede solemnizaron el acto, así como varias delegaciones diplomáticas, otras autoridades civiles y militares a más de numeroso público, validando así la intervención de los salesianos en la construcción de este proyecto con-junto. Estas ceremonias cohesionaron e imprimieron en quienes participaron el valor del grupo y sus sentimientos sociales mediante rutinas, reglas y ri-tuales de mando que constituyeron formas culturales de dominación.86

Acto seguido, los niños shuar ofrecieron la “Gran revista de gimnasia rítmica […] número cumbre de la raza jíbara”,87 y más de cien jóvenes des-calzos marcharon vestidos con chaqueta, pantalón kaki y grandes pañuelos al cuello.88 Las bandas del Ejército y del Instituto Merchán de los salesianos de Cuenca añadieron la música y el Himno Nacional.89 Esa interpretación al

83. La cultura shuar tiene estrecha relación con la guerra. Los mejores guerreros son quienes obtienen el mayor número de cabezas de sus enemigos. Las cabezas capturadas se reducen, tras disecarse para evitar que salga el espíritu de venganza del enemigo, en el ritual conocido como la “fiesta de la tsantsa”. Michael Harner, Shuar pueblo de las cascadas sagradas (Quito: Mundo Shuar, 1978), 135-136.

84. “El día de ayer…”.85. Ibíd.86. Abner Cohen, “Antropología política. El análisis del simbolismo en los rituales de

poder”. En Antropología política, ed. por José Llobera, 55-82. Barcelona: Anagrama, 1979; Philip Corrigan y Derek Sayer, “El gran arco del Estado inglés”. En Antropología del Esta-do…, 44.

87. “El día de ayer…”.88. Ibíd. 89. Establecimiento educativo emblemático de Cuenca regentado por los salesianos

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Fuente: “Una interesante revista de gimnasia presentaron los jíbaros de nuestro Oriente”, El Día, 6 de octubre de 1944: 8. Tomada de la Biblioteca del Ministerio de Cultura, fondo Ciencias Humanas.

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unísono de la ‘canción patria’ provoca experiencias de simultaneidad entre las personas que recitan en colectivo las mismas melodía y letra, con la rea-lización física de la “comunidad imaginada en forma de eco”.90 Los himnos, así como los eslogan, insignias y desfiles de masas tienen por función man-tener el orden político.91 Los símbolos atraviesan por un proceso de mistifi-cación que se enlaza con lo divino para someter “un poder que confirma su poder solo si se mantiene invisible, así como una población que confirma el poder de este a partir de escenificaciones de sometimiento”.92

A continuación, los jóvenes shuar juraron lealtad a la bandera ecuatoriana ante el superior de la Misión Salesiana de Gualaquiza, el padre Simonetti.93 Con estos actos, se mostraba la condición de sujeción y pertenencia de los shuar a una misma patria. La jura de la bandera es un rito de paso que, de ma-nera regular, es protagonizado por los jóvenes, una vez que han atravesado por procesos educativos que les permiten tener conciencia de la adscripción al Estado ecuatoriano que asumen.94 Segalen señala que la función del rito es la de instituir, “sancionar y santificar el nuevo orden”.95 Tiene un efecto de asignación estatutaria y estimula a vivir de acuerdo con las expectativas so-ciales atribuidas al rango. Quien experimenta el ritual deja de ser “peligroso” para el resto de miembros del grupo, ante su “indefinición”, hasta tanto.

A más de demostrar que eran ecuatorianos y podían defender las fron-teras, aquellos jóvenes habían dejado su condición “salvaje”. La prensa insi-nuaba que las guerras internas, otro de los rasgos de la cultura shuar, esta-ban superadas.96 Retomando a Foucault, esto último habla de cómo “la dis-ciplina aumenta la fuerza del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y la disminuye (en términos políticos de obediencia)”.97 El modelo militar es un medio para prevenir el desorden civil. “La política como una técnica de la paz interna y el orden buscó implementar la idea de la armada perfecta,

para jóvenes de los sectores populares. Marcelo Quishpe, “Los salesianos y el origen de los proyectos de educación técnica en Cuenca”. En La presencia salesiana en Ecuador…, 286 y ss.

90. Anderson, Comunidades imaginadas…, 204. 91. Abner, “Antropología política. El análisis del simbolismo…”, 61.92. Christopher Krupa y Mercedes Prieto, “Corpus Mysticum estatal o ¿Cómo pensar

el Estado en América Latina hoy?”, Íconos, n.o 52 (mayo 2015): 13.93. “Una interesante revista de gimnasia presentaron los jíbaros de nuestro Oriente”,

El Día, 6 de octubre de 1944: 8. 94. Segalen define al ritual como “un conjunto de actos formalizados, expresivos,

portadores de una dimensión simbólica”. Martine Segalen, Ritos y rituales contemporáneos (Madrid: Alianza, 2005), 32.

95. Ibíd., 54.96. “Una interesante revista…”. 97. Foucault, Foucault Reader, 182.

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de la masa disciplinada, de una dócil y útil tropa del regimiento en campo y en maniobras y ejercicios”.98

Parte de la formación de los niños shuar se inspiró en el escultismo, mo-vimiento que se dirige especialmente a los jóvenes y busca su desarrollo físi-co, espiritual y mental.99 Se adoptó en los establecimientos que los salesianos regentaban en distintos puntos del país como una estrategia para disciplinar a la juventud para el trabajo y militarizarla en aquel ambiente de emergencia bélica. Las autoridades de educación y defensa dispusieron “establecer pa-trullas de boy scouts en las escuelas”, entre los estudiantes de los grados supe-riores, con el objeto de que dieran repuesta a “los imperativos de la soberanía nacional”.100 Es decir, que los jóvenes shuar, en este caso, protegerían la fron-tera, lo que implicaba que se les entregaran las armas, como otra manera de sujeción grupal. Hay que anotar que en 1941, a decir de los shuar, ellos no se asumían ni peruanos ni ecuatorianos, lo que explica el interés de los distintos delegados por “pacificar” –léase estatizar– a los “jíbaros” como una estrategia de defensa territorial. La guerra Ecuador-Perú (1941) sorprendió a los shuar en el centro de la contienda. Las tropas ecuatorianas mataron un número in-determinado de shuar por una supuesta colaboración con el “enemigo”.101

Los shuar cuestionan esta versión, ellos no eran ni peruanos o ecuatoria-nos, hacia 1941. Tampoco existía en su imaginario algún tipo de frontera.102 ¿Cómo llega, entonces, hasta el pueblo shuar el “mensaje de dominación” desde el Estado ecuatoriano? 103

Un Mensaje de doMinaCión poliFóniCo y Cargado de síMbolos

Como se planteó de inicio, el artículo propone que en el sur-oriente, es-pacio considerado periférico, el poder estatal es ejercido por delegación y

98. Ibíd.99. “Scouts: formación en valores y técnicas”, El Mercurio, 18 de julio de 2016, http://

www.elmercurio.com.ec/466020-scouts-formacion-en-valores-y-tecnicas/#.V41XWznhC2w.100. “Van a establecer patrullas de boy scouts”, El Día, 30 de octubre de 1943: 3. 101. Brian Selmeski, “Guerreros y campesinos: estereotipos raciales y papeles milita-

res” (ponencia presentada en el IV Seminario Anual Research and Education y Defense and Security. Centre of Hemispheric Defense and Security Studies. Washington D. C.: inédito, 2001.

102. Miguel Tangamash (exdirigente shuar), en conversación con la autora, 6 de abril de 2016.

103. Abrams niega la existencia del Estado como algo asible, lo concibe como “idea” que puede captarse como un “mensaje de dominación” en el que radica “la afirmación de realidad del Estado”. Abrams, “Notas sobre la dificultad…”, 98.

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que este recae no en uno, sino en varios delegados que encarnan al Estado. Ello informa de la polifonía104 con que se difunde el poder en la región, rea-lidad que se plasma en las exposiciones orientalistas. Allí se visibiliza a los misioneros como la voz cantante, y los militares aparecen en acciones de acompañamiento e impulso a las gestiones misionales que les resultan tam-bién propias, se trata de una responsabilidad compartida.

Ello se expresa en el despliegue simbólico de imágenes que exaltan la alianza entre Iglesia Católica y militares, e impactan con alegorías sugeren-tes: “En el jardín delantero del Colegio Militar se han instalado varios bom-billos eléctricos y una alegoría luminosa de una cruz y una espada con los colores de la bandera nacional”.105 Esta confluencia de intereses se condensa de igual forma en el discurso del padre Brito en el acto de clausura de la ex-posición de 1943, cuando afirmaba que el coronel Borja había “revelado los maravillosos alcances entre la cruz y la espada”.106 Se manifiesta asimismo en la retórica que impregna el ambiente en las celebraciones que acompañan a las exposiciones orientalistas, con mayor énfasis en 1944. Aquel evento no solo habla de las alianzas entre misioneros y militares, a fin de articular a los shuar a la sociedad dominante y defender la soberanía territorial, sino que expone en público cómo se teje la trama entre los distintos poderes para administrar a la población shuar. El presidente Velasco Ibarra explicaba –y a su vez legitimaba– ese orden: “He aquí [por qué] es saludable la obra de los misioneros salesianos y he aquí por qué es admirable la obra del Ministro de Defensa que estimula y protege a los Misioneros”.107

Si bien la presencia misionera destaca frente al resto en aquellos mo-mentos, en cuanto al proceso que se analiza, en la retórica, la imagen que se impulsa es la de la fusión entre la espada y la cruz. Ello se explica de una parte, en la propia jerarquía que contempla la faceta institucional del Estado, en que el territorio del Oriente estaba en todos sus ramos “bajo la dirección administrativa del Ministerio de Defensa Nacional, mediante una sección especial denominada IV Departamento”,108 al que se sometían las misiones católicas afincadas en la región.

La amenaza de guerra priorizaba poner de relieve la presencia militar, políticamente eso era lo correcto. Tras la derrota del 41, las fuerzas armadas

104. No es un solista del que se escucha su voz, participan distintas voces al unísono.105. “La exposición orientalista…”.106. “El R. P. Elías Brito agradece a todas las personas que contribuyeron al buen éxito

de la Exposición Orientalista”, El Comercio, 14 de octubre de 1943: 8.107. [Palabras del presidente Velasco Ibarra] “El día de ayer…”.108. “Memorandum dirigido por los representantes de las Misiones de Oriente al Mi-

nisterio de Defensa Nacional”, Quito, 25 de noviembre de 1937, AHMS, fondo Relaciones Gobierno-Iglesia, exp. X6.

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demandaron legitimar su poder ante la sociedad para la defensa, objetivo que también persiguieron las exposiciones orientalistas. El requerimiento de salvaguarda del territorio y su gente ante la “agresión peruana” otorgó prestigio a los soldados y los acercó al pueblo,109 prestigio en que para Brown radica el tono arbitrario del poder militar, o, dicho de otra manera, donde la sociedad legitima la violencia concentrada en manos del Estado, encarnado en los militares.110 Lo singular de la historia es que esta instancia de poder fuera compartida con los religiosos, de quienes se esperaba una acción res-tringida al dominio de lo espiritual.

La amenaza de guerra con el Perú apuntaló el discurso aglutinante de las élites y de la generalidad de ecuatorianos en torno a la dignidad nacional y la defensa de los derechos territoriales del Ecuador sobre un segmento de la cuenca amazónica.111 Este discurso fortaleció a las fuerzas armadas, y la guerra se convierte en la razón de ser de la institución, lo que abonaba su presencia como otro de los delegados del Estado en los márgenes.112

La guerra como correlato de la “defensa de la patria” fue otra idea poten-te aquellos días.113 Son diversos los significados de “patria”; aquí se recogen en su acepción más difundida en aquel contexto en relación a su contenido geopolítico. La patria materializada en el territorio a defender, incluida su gen-te, su naturaleza y su entorno.114 En las exposiciones, el poder estatal aparece como algo intangible que se plasma en símbolos y alegorías, y en rituales cuasi religiosos, que abarcan también el campo de los afectos resumidos en ella.

Al tratarse de una noción abstracta, la patria llega a través de los senti-dos, liga este discurso con la vena sagrada del Estado moderno,115 y lo hace

109. Véase Cecilia Ortiz, Indios, militares e imaginarios de nación en el Ecuador del siglo XX (Quito: FLACSO / Abya-Yala, 2006).

110. Wendy Brown, “Finding the man in the Estate”. En The Anthropology of the State, a Reader, ed. por Aradhana Sharma y Akhil Gupta, 187-210 (Oxford: Blackwell Publishing, 2006), 192.

111. Véase Carlos Espinosa, “La negociación como terapia…”, 117 y ss.; Teodoro Bus-tamante, “Sobre conflictos, victorias y derrotas”. En Frontera amazónica, historia de un pro-blema, 89-98 (Quito: CEDIME, 1991), 97.

112. Véase Ortiz, Indios, militares e imaginarios…, 234; Cecilia Ortiz, “Religión, nación, institucionalización e integración en el mundo shuar”. En Transiciones y rupturas. El Ecua-dor en la segunda mitad del siglo XX, ed. por Felipe Burbano de Lara, 515-562. Quito: FLAC-SO Ecuador / Ministerio de Cultura, 553.

113. La Patria, en su acepción más extendida, se define como “la tierra heredada de nuestros padres”. Brian Loveman, For la Patria: Politics and the Armed Forces in Latin Ameri-ca (Wilmington: Scholarly Resources, 1999), XI.

114. Ortiz, Indios, militares e imaginarios…, 87.115. Krupa y Prieto remiten a Lévi-Strauss, quien postula el vínculo entre las formas

elementales de experiencia religiosa y la experiencia política de sumisión al Estado. Krupa y Prieto, “Corpus Mysticum estatal…”, 13.

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a través de los afectos.116 Recuérdese el afán del padre Brito porque el resto de ecuatorianos conociera el Oriente “porque no se puede amar lo que no se conoce”.117 Para Anderson, el vocabulario anclado en las figuras de esencia paternal o maternal (fatherland, motherland) refleja el dominio de un “amor político”, algo a lo que se está atado por naturaleza, y que por lo tanto no ha sido escogido.118 Al relacionarlo con la familia y el amor filial, por otro lado, no se lo liga con algún interés particular, sino que se lo percibe como desinteresado y solidario. El sentido afectivo no puede apartarse cuando el discurso involucra a la patria como objeto de cuidado y de entrega que raya en el campo de lo sagrado. El amor a la patria se traduce en “patriotismo”, sentimiento que cualifica lo relacionado con la defensa de “nuestro” suelo. Contextualizada en su momento histórico, en las exposiciones, la acepción del término adquiere un sentido idealizado y quienes colaboran con el éxito de los actos –el realizador de la iluminación, artistas y músicos– son eleva-dos a la categoría de “buenos patriotas”.119

Desde aquella mirada, la obra misionera era patriótica porque posibilita-ba que se sujetaran al Ecuador poblaciones y territorios desprendidos de la égida del Estado. En aquella coyuntura, con esos espacios en peligro, había llegado el momento de asegurarlos a través de la adscripción consentida al poder de parte de la sociedad. De ahí que cualquier paso que se diera hacia la “ecuatorianización” del Oriente sería una gesta “patriótica”. Las misiones fueron en aquel contexto vectores de civilización, de modernización y agen-tes para la expansión del modelo capitalista de entonces. Formaron parte de un juego geopolítico ligado al entramado de las relaciones internacionales del momento, que se vinculaba con las potencias de ultramar.

la prensa liberal, Una sanCión positiVa a la aCCión religiosa en el sUr-oriente

Es interesante destacar que los diarios El Comercio y El Día, cuyas notas fundamentan mayormente estas reflexiones, representaban ambos la tenden-cia liberal y laica, sin embargo, sancionaron positivamente el trabajo de las misiones religiosas en el Oriente. Ello evidencia la confluencia de intereses entre actores que aparecen como antagónicos, en determinadas coyunturas

116. Christopher Krupa y David Nugent conciben que el afecto es otra de las dimen-siones del ensamblaje entre Estado y sociedad. Krupa y Nugent, “Off-centered States”, 14.

117. “Una espléndida exposición…”.118. Anderson, Comunidades imaginadas…, 202.119. “El R. P Elías Brito…”.

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políticas. El lenguaje utilizado por la prensa escrita delataba el respaldo al trabajo de los misioneros en la selva. Con tropos que hablaban en positivo de estos actores, se pusieron de relieve su entrega por las causas de la fe y de la patria. Se dice de ellos que son “infatigables”, que “han hecho mucho y siguen haciéndolo, por el Oriente ecuatoriano”.120 Contrastan con estas expresiones, las que se emitieron sobre los shuar: “Donde antes reinaba la ignorancia y la abyección, hoy domina el triunfo de las Escuelas e Internados para niños y niñas jíbaros […] donde se levantaban las terribles y espeluznantes tsantsas, hoy se yerguen la cruz y la bandera nacional como símbolos de civilización y de progreso”.121 Se trata de un lenguaje con juicios de valor que se sostiene en oposiciones binarias sobre grupos humanos diferentes. Uno de ellos aparece como inferior al otro, en una relación asimétrica que se respalda en el criterio de un patrón ideal de cultura, el que interesaba imponer.

Las opiniones alusivas a la cultura de los shuar y a los indígenas dan cuenta a su vez, de la identidad y la posición frente al otro de quien emite el juicio. Del indio se expresaba que “quedó paralizado y luego degradó su personalidad convirtiéndose en una masa sin aspiraciones, sin necesidades, sin instrucción, sin técnica, sin ciudadanía”.122 Este vacío responsabiliza a los indígenas del estancamiento del progreso en el Ecuador, al afirmarse que se desprendía de allí la carencia de unidad cultural.123

En la primera mitad del siglo XX, desde los sectores de poder en Ecuador y desde la sociedad mestiza en general, se imaginó al indio adscrito al campo y como mano de obra para la agricultura, y a esta como una de las fuentes de riqueza del país con la dinamización del mercado interno. Desde aquella mirada, el campo se hallaba mal explotado por la situación de “retraso” que mostraban tener los indígenas, en alusión a la sierra especialmente, carencia que conducía al Ecuador a abastecerse del mercado externo.124 De tal mane-ra, la diversidad, propia de la composición étnica ecuatoriana, contrariaba la idea del progreso. El indígena carecía del afán mercantilista, “el impulso al lucro, a la prosperidad, a los goces de la civilización”.125 Ante la penumbra de aquel panorama, se miró a la homogenización como la opción para, igua-lando al indio al blanco en su aspecto cultural, conseguir la unidad de los ecuatorianos. Bajo este criterio, sería en los pueblos homogéneos en los que

120. “La corrida del domingo por Exposición Orientalista”, El Comercio, 8 de septiem-bre de 1943: 3.

121. “Recorrido de observación por un extenso sector del Oriente ecuatoriano”, 20 de febrero, 1944: 8.

122. Rodrigo Jácome, “Cultura indígena”, El Día, 24 de septiembre de 1944: 3.123. Ibíd.124. Ortiz, Indios, militares e imaginarios…, 92 y ss.125. Jácome, “Cultura indígena”.

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la economía nacional logre estabilizarse fortaleciendo el mercado interno.126 El imaginario de Estado, en tal circunstancia, era el de gestor de esta socie-dad para conseguir regularla desde un enfoque moderno.

Las estrategias implementadas por los salesianos con los shuar para su estatización se proyectaban como la salida adecuada al problema que im-plicaban los indígenas. Desde esta mirada, el indio tenía posibilidades “re-generativas” al contar con un “vigor natural extraordinario”, lo que habría impedido la degeneración total de su “raza”.127 Se consideraba que había que actuar con los niños y se lo justificaba en una serie de razones que insistía en aquella visión que degradaba la cultura indígena de la que, según este punto de vista, eran portadores los adultos, de quienes se opinaba: “con el indio adulto el ensayo es contingente; los hábitos son arraigados, la inteligencia herrumbrada, la inercia inamovible”.128 Consideraban positiva la experien-cia del internado. Es decir que las exposiciones, entre otros efectos, nutrieron una visión favorable a los indígenas, pero mediada por la civilización, pro-ceso delegado a las misiones católicas.

a Manera de Cierre

Las exposiciones condensaron la distribución del poder entre sus distin-tos delegados. El que los salesianos fueran el eje de esta delegación múlti-ple se plasma simbólicamente en el acto de juramento de lealtad a la bandera ecuatoriana por los niños shuar. Llama la atención que, pese a la presencia de autoridades de mayor jerarquía, este acto de definición por el Ecuador fuera recibido por el salesiano Simonetti, superior del Vicariato Apostólico de Mén-dez y Gualaquiza. De tal manera, las más altas autoridades legitimaron la de-legación del poder entregada a los misioneros donbosquianos en la subregión.

El paso de los jóvenes shuar de una condición “salvaje” a una “civili-zada” se escenificó cuando, al llegar a Quito aquella tarde de septiembre de 1944, marcharon por las calles vestidos a la usanza de la selva para, dos días después, jurar la bandera ante las principales autoridades del Ecuador, uniformados como boys y girls scouts e integrándose a la “corriente civiliza-dora de su tiempo”.129 Las Exposiciones ensamblan, así, una agenda estatal civilizatoria y de ocupación de estos territorios a partir de la colonización.

126. Ibíd.127. Ibíd.128. Ibíd.129. “Una interesante revista de gimnasia...”.

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El que fueran descalzos resume el nivel de su proceso de ciudadanización. No calzar las botas, no obstaba para que portaran el estandarte y las armas para la defensa del territorio ecuatoriano. Los indios fueron imaginados des-calzos. No se pierda de vista, por otro lado, que este había sido el espacio de habitación shuar desde sus antepasados, y estaba siendo repartido entre Esta-dos con los que nada habían tenido que ver, lo que también marcaba el interés shuar por resguardarlo, tomando partida por uno u otro bando al asumir la sujeción ya fuera al Ecuador o al Perú. De tal manera, el conjunto de esfuerzos y deseos de estatización que ejercen misioneros y militares define un nuevo efecto Estado,130 el sentido nacional de las poblaciones y los territorios.

Una vez culminados los actos en Quito, el periplo de los “jibaritos” continuó rumbo a Guayaquil por la vía férrea,131 para dirigirse luego a Cuenca y exhibir los avances misionales para salvar al sur-oriente “para Dios y para la Patria”.132

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