las escrituras de la historia del nuevo mundo

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Clavijero y Robertson en su metodología de la ilustración

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  • Historia y GrafaISSN: [email protected] Iberoamericana, Ciudad deMxicoMxico

    Sebastiani, SilviaLas escrituras de la historia del Nuevo Mundo: Clavijero y Robertson en el contexto de la Ilustracin

    europeaHistoria y Grafa, nm. 37, julio-diciembre, 2011, pp. 203-236

    Universidad Iberoamericana, Ciudad de MxicoDistrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58922287008

    Cmo citar el artculo Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista en redalyc.org

    Sistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • Las escrituras de la historia del Nuevo Mundo: Clavijero y Robertson en el contexto de la Ilustracin europeaClavijero and Robertson within the Context of European Enlightenment

    SilviaSebaStiani coledesHautestudesenSciencesSociales(eheSS),Francia

    Clavijero and robertson within the Context of european enlightenmentThis article investigates how the dispute of the New World addressed both the construction of a European consciousness and the attempt to provincial-ize Europe. Moving from M. de Certeaus historical works, it focuses on the confrontation between the History of America by the Scottish Presbyterian leader W. Robertson and the Storia antica del Messico by the Mexican exiled Jesuit F.J. Clavijero, which yield two alternative and competing con-ceptions of history and mankind.

    Key words: Robertson, Clavijero, Certeau, history writings about the New World, Enlightenment.

    ResumenEl artculo investiga cmo la disputa sobre el Nuevo Mundo trata tanto de la construccin de la conciencia europea, como del intento de pro-vincializar a Europa. A partir de los trabajos histricos de Michel de Certeau, hace nfasis en la confrontacin entre la Historia de Amrica, del lder presbiteriano William Robertson, y la Storia antica del Messi-co del jesuita mexicano Francisco Javier Clavijero, quienes elaboran dos concepciones alternativas y contrarias de la historia y de la humanidad.

    Historia y Grafa,UniversidadIberoamericana,ao19,nm.37,julio-diciembre2011,pp.203-236

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    Palabras clave: Robertson, Clavijero, De Certeau, escrituras sobre la historia del Nuevo Mundo, Ilustracin.

    Artculo recibido: 12-09-2011Artculo aceptado: 15-11-2011

    1. Escrituras de la historia de Amrica en el Siglo de las Luces: una introduccin

    El ttulo de este ensayo enfatiza la pluralidad de las escritu-ras sobre la historia de Amrica y retoma la disputa entre William Robertson y Francisco Javier Clavijero como estudio de caso, haciendo referencia explcita a Michel de Certeau, Tras un primer momento de reflexin historiogrfica y metodolgica li-gada a la obra del historiador francs, me enfocar en la confron-tacin entre dos de las mayores contribuciones al amplio debate sobre el Nuevo Mundo, centradas ambas en la Amrica espaola: la Historia antigua de Mxico, del jesuita Clavijero, escrita en es-paol, publicada en italiano en 780 y 78, y traducida al ingls en 787, y la Historia de Amrica del escocs Robertson, publica-

    Michel de Certeau, Lcriture de lhistoire, la edicin que utilizo es La escritura de la historia, Universidad Iberoamericana, Mxico, 993. El presente artculo es la versin escrita de la conferencia impartida en agosto de 00 en la Univer-sidad Iberoamericana en el marco de la Ctedra Michel de Certeau, y resume los primeros resultados del trabajo desarrollado gracias a una beca postdoctoral Marie Curie, en la ehees, entre 008 y 00. Agradezco por la amable invi-tacin a Alfonso Mendiola a Norma Durn por la traduccin del presente texto del ingls al espaol, y a ambos por las largas y bellsimas discusiones. Agradezco adems a Elisa Crdenas y a Antonella Romano por su relectura atenta e inteli-gente, por los comentarios y por toda su ayuda. Francisco Javier Clavigero, Storia antica del Messico cavata da migliori storici Spagnuoli, e da manoscritti, e dalle pitture antiche deglIndiani, tomos, Cesena, Gregorio Biasini allInsagna di Pallade, 780-8; traducida al ingls como: The History of Mexico: Collected from Spanish and Mexican Historians, from Manus-cripts, and Ancient Paintings of the Indians. By Abb D. Francesco Saverio Clavige-ro. Translated from the Original Italian, by Charles Cullen, Esq. vols., London, G.G.J y J. Robinson, 787. La traduccin de Cullen fue reimpresa en Londres

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    da en Londres y Edimburgo en 777, traducida a las principales lenguas europeas y reeditada varias veces, cuya quinta y ltima edicin corregida por el autor, sali en 788, un ao despus de la traduccin de la obra de Clavijero al ingls.3 En este ensayo es central la pregunta sobre las escrituras de la historia, la creacin y la produccin de la historia, consideradas, siguiendo a Michel de Certeau, como una prctica y un discurso que es especfico del contexto, lugar y periodo en que toma forma el hacer la historia, de acuerdo a la muy conocida expresin, de Jacques Le Goff y Pierre Nora, con la cual titulan su manifiesto programtico de tres volmenes que, en 974, inaugura la nue-va tendencia historiogrfica del grupo de los Annales con los subttulos de Nuevos problemas, Nuevas aproximaciones y Nuevos objetos.4 Esto representa el punto de llegada y de partida de una nueva historia que reacciona contra la tendencia econmico es-tadstico demogrfica de la escuela braudeliana imprimindole un giro cultural hacia la historia cultural y de las mentalidades. Si efectivamente de Certeau tiene un papel crucial en esta reflexin l firma el captulo de apertura del primer volumen, sobre nue-vos problemas, considerado como una especie de introduccin metodolgica de todo el proyecto, su participacin no puede,

    en 807, en Filadelfia en 804 y en 87 y en Richmond, Virginia, en 806; en 790 apareci en Leipzig una traduccin al alemn de la edicin inglesa. En 86 el editor R. Ackerman public en Londres la primera versin en espaol, traducida del italiano por Jos Joaqun de Mora. La primera edicin del ori-ginal escrito en castellano por el autor fue publicada en Mxico en 94 en cuatro tomos al cuidado de Mariano Cuevas. La edicin que aqu utilizo es: Historia antigua de Megico, facsimilar de la edicin de Ackermann 86, de aqu en adelante HM.3 William Robertson, The History of America, de aqu en adelante ha, fue tradu-cida inmediatamente a las principales lenguas europeas y va ya sobre su dcima edicin britnica cuando es publicada en Filadelfia en 8.4 Jacques Le Goff, Pierre Nora (dirs.), Faire de lhistoire. Nouveaux problmes, nouveaux objets, nouvelles approches, en espaol: Hacer la Historia. La traduccin al espaol pierde el partitivo de, todava esencial en el ttulo propuesto por De Certeau. Michel de Certeau, Lopration historique, en Faire de lhistoire, vol. . Una

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    sin embargo, reducirse a esto. De Certeau estuvo permanente-mente en la encrucijada de diferentes direcciones y campos di-versos, entre varios medios de interlocucin, de intencin y de estructura muy diferenciadas.6 El enfoque sobre la historia del Nuevo Mundo nos lleva inme-diatamente a otro tema central en la produccin de De Certeau, la relacin entre historia y antropologa, a sus cuestionamientos sobre la relacin asimtrica, caracterstica del periodo completo de la primera modernidad, entre la Europa conquistadora, sujeto ac-tivo y escritor de la historia, y el conquistado, desnudo y pasivo, tema de su investigacin antropolgica. En otras palabras, la rela-cin problemtica entre quien escribe y el objeto de la escritura. Este aspecto est en el centro de la vigorosa y evocativa introduc-cin de la segunda edicin de La escritura de la historia. Aqu De Certeau comenta el grabado de Jan van der Straet para la America decima pars (69) de Jean-Thodore de Bry.7

    Sera muy interesante analizar el uso que hace Michel de Cer-teau de las imgenes; mas no es esa mi intencin y me limitar a la lectura de sus textos. El nico punto que me gustara en-fatizar aqu es que estos sistemas de figuraciones tuvieron un papel central en la agenda de Certeau como claramente l lo plantea en el proyecto Narrativas de viaje de los franceses al Bra-sil: Siglos xvi al xviii, que present en el cnrs.8 De acuerdo con este importante programa de investigacin, la produccin

    versin revisada y ampliada de este captulo apareci en La escritura de la histo-ria, bajo el ttulo La operacin historiogrfica, que cuenta 0 pginas ms y comprende una tercera parte denominada Una escritura.6 Luce Giard (dir.), Le Voyage mystique: Michel de Certeau, p. 9 ; Franois Hartog, LEcriture du voyage, en Luce Giard (dir.), Michel de Certeau, pp. 3-3.7 El grabado estaba ya en la edicin de 97, pero sin el comentario de de Cer-teau, que apareci por primera vez en la traduccin al italiano, publicada dos aos despus de la edicin francesa.8 Michel de Certeau, Travel Narratives of the French to Brazil : Sixteenth to Eighteenth Centuries, en Stephen Greenblatt (ed.), New World Encounters, Ber-keley, pp. 33-8.

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    de explicaciones literarias tiene que ser estudiada junto con las proyecciones cartogrficas, las escenas grabadas o las figuras de las sociedades tratadas, las que en conjunto forman lazos de es-crituras complementarias 9 y son, entonces, parte y enigma del proceso de la escritura de la historia y de la heterologa. Este aspecto es macroscpico en el ensayo Historia y antro-pologa en Lafitau, donde la imagen se vuelve el principal signi-ficado del libro de Lafitau, de cuya produccin material sabemos muy poco.0 Aunque ciertamente dicho programa y su primera puesta en prctica en el texto sobre Lafitau contribuyeron a defi-nir la originalidad del enfoque de su autor, a casi treinta aos de distancia es preciso evidenciar sus lmites. Como tendr ocasin de sealar ms adelante con relacin al mtodo histrico, la Histo-ria antigua de Mxico de Clavijero invita de entrada a adoptar una distancia crtica con relacin a las imgenes: al final de la discu-sin sobre las fuentes de la historia de Amrica, con que introduce su Historia antigua de Mxico, el jesuita invita al lector a descon-fiar de las imgenes distorsionadas y engaosas sobre Amrica que aumentaban y empeoraban los prejuicios y errores europeos. Lo expresaba en los siguientes trminos: No satisfechos algunos autores con sus desaciertos escritos, han corrompido tambien la historia de Megico con falsas imgenes, y mentiras grabadas en co-bre, como las del famoso Teodoro Bry. Una discusin sobre la confiabilidad de pinturas y cdigos de Mxico sigue a este comen-tario sobre las falsas imgenes europeas. En otras palabras, en este conjunto de consideraciones sobre las imgenes Clavijero cues-tiona la categora misma de imagen, desuniversalizndola: debe un pictograma ser considerado como texto o como imagen?

    9 Ibidem, p. 34; Michel de Certeau, Heterologies. Discourse on the Other; vase tambin, Luce Giard, Epilogue. Michel de Certeaus Heterology and the New World, en New World Encounters, op. cit., pp. 33-.0 Michel de Certeau, Historia y antropologa en Lafitau (980), en El lugar del otro. Historia religiosa y mstica, pp. 99-3. Clavijero, hm, p. xxviii.

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    En la interpretacin de Michel de Certeau sobre el grabado de van der Straet, tomado por Jean-Thodore de Bry (America deci-ma pars, 69), el encuentro entre Vespucio y Amrica se convir-ti en el acto realizado por el sujeto europeo de escribir su propia historia en el cuerpo desnudo y virginal de su objeto indiano. En otras palabras, la escritura es la forma a travs de la cual el conocimiento occidental constituye y organiza su propia relacin con la alteridad: una colonizacin del cuerpo por el discurso del poder, en trminos De Certeau, descrita como una asimtrica relacin sexuada: la posesin de un cuerpo de mujer por el macho conquistador. El Nuevo Mundo se vuelve entonces una pgina en blanco (salvaje) en la que el querer occidental se afirma y en la que la historia occidental puede ser escrita sin oposiciones. Es una escritura, una historia que conquista. El espacio del otro ha sido transformado en un campo de expansin para un sistema de produccin, ya que la ausencia de la escritura entre los otros crea la condicin de la escritura de los otros. Es la ciencia la que habla, la que pretendiendo sustentar la verdad mediante un lenguaje universal y objetivo es capaz de comunicar su verdad, y que despliega el sistema de su propio conocimiento. De acuerdo con De Certeau, el otro es reducido dentro de un esquema conceptualmente definido. Es el caso, por ejemplo, de las investigaciones antropolgicas de Lafitau, realizadas du-rante los aos veinte del siglo xviii, quien describe las maneras y costumbres de los indios americanos basado en sus propias ob-servaciones, al mismo tiempo que descarta su tradicin oral como absurda y poco confiable.3 De manera similar Jean de Lry, dos siglos antes, describi a los Tupi del Brasil como inmersos en una oralidad inconsciente, a la que el explorador era capaz de dar si-

    De Certeau, La escritura de la , op. cit., pp. -3. Vase tambin, Jos Ra-basa, De la invencin de Amrica. La historiografa espaola y la formacin del eurocentrismo, pp. 4-68.3 De Certeau, Historia y antropologa en , op. cit.; sobre Lafitau etngrafo, vase: Andreas Motsch, Lafitau et lemergence du discours ethnographique.

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    gnificado.4 Similares son tambin los casos de los episodios de posesin diablica, la descripcin de lo que emerge a travs del esquema de interrogacin, en la forma de preguntas y respues-tas. Sin embargo, este proceso de fragmentacin o reduccin de la alteridad dentro del marco de un conocimiento especfico no puede, de acuerdo con de Certeau, borrar enteramente o aniqui-lar al otro. Pero entonces, qu sucede cuando asistimos, por primera vez a fines del siglo xviii, a la toma de la palabra directa de los criollos americanos que empezaron a escribir sus propias historias? Cam-bi la relacin asimtrica entre los europeos y los no europeos? Este aspecto no est directamente tratado por De Certeau, quien pre-fiere inclinarse por las voces europeas Montaigne, Lry o Lafitau. No me parece que se trate de un tema meramente cronolgico, ya que de hecho nuestro autor no lleg a ocuparse de la Ilustracin tarda. En su proyectado estudio sobre la heterologa, la pregunta clave era cmo la especificidad de otra sociedad, por ejemplo, la de los Tupi, resiste clasificaciones occidentales?6 El otro est siempre en la posicin del uno que resiste y no del uno que clasi-fica y escribe lo que permanece como prerrogativa europea.

    2. Entre Europa y Amricas: Clavijero contra Robertson

    En el presente ensayo me gustara comparar y convocar a un de-bate sobre las consecuencias de dos desarrollos dentro de la histo-riografa que complementan y enriquecen la perspectiva analtica abierta por De Certeau, desplazando sus cuestionamientos del

    4 De Certeau, Etno-grafia. La oralidad o el espacio del otro: Lry, en La es-critura de la, op. cit., pp. 03-33. El Voyage de Brsil de Lry fue definido por Lvi-Strauss como el breviario del etnlogo en Tristes Tropiques, p. 89. De Certeau, La possession de Loudun, op. cit.; sobre ste vase, Rafael Mandres-si, Demonios en el cerebro: los mdicos de Loudun, las fronteras de lo natural y el saber neurofisiolgico en el siglo xvii, en Luce Giard (dir.), Relecturas de Michel de Certeau, pp. 3-9.6 De Certeau, Travel Narratives of the, op. cit.

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    Renacimiento a la Ilustracin: en primer lugar, la formacin de una concepcin de estadios progresivos en la historia, elaborada por la Ilustracin escocesa, que pretende sentar las bases cultura-les y epistemolgicas que estructuraran el destino de los no-euro-peos para volverse civilizados; en segundo lugar, la emergencia de las voces criollas que desafan la generacin de una historia global exclusiva escrita desde el centro de la expansin comercial mundial. La agenda de investigacin propuesta por los estudios pos-tcoloniales, en particular sobre lo local y la localizacin de los saberes, as como sobre la palabra subalterna, supone un marco epistemolgico significativo para volver a lo que Antonello Gerbi, hace ms de medio siglo, llam la disputa del Nuevo Mundo, con el significativo subttulo la historia de una polmica.7 Me abocar, a travs una relocalizacin de la obra de Clavijero y de las reacciones que ella misma suscit, a problematizar la tensin central que se da en la Ilustracin entre los reclamos universalistas y el eurocentrismo. Se tratara no slo de repensar las modalida-des de la construccin de la conciencia europea y de provincializar a la misma Europa, sino adems de efectuar un retorno crtico a esa Europa provincializada. La puesta en perspectiva de los textos de Robertson y Clavijero es tambin la de dos espacios que es conveniente situar dentro de la geopoltica y la geocultura de la Europa del crepsculo de las Luces. Cuando Robertson publica en 777 su Historia de Amrica se sita en la encrucijada de dos debates. Por una parte se inscribe entre los herederos de una filosofa de la historia recin formulada por Adam Smith y retomada en los trabajos histricos de lo que

    7 Antenello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polmica, 1750-1900; Homi K. Bhabha, The Location of Culture; Gayatri C. Spivak, Can the Subaltern Speak?, en Cary Nelson, Lawrence Grossberg (eds.), Marxism and the Interpretation of Culture, pp. 7-33; Gayatri C. Spivak, Ranahit Guha (eds.), Selected Subaltern Studies; Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference.

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    desde hace casi medio siglo se califica como Ilustracin escoce-sa, en la que destacan, junto a l mismo, Adam Ferguson, John Millar o Lord Kames.8 En otros trminos, cuando trabaja como historiador, Robertson se sirve del marco conceptual de una his-toria progresiva determinada por la evolucin de la humanidad desde un primer estadio original y salvaje, caracterizado por una economa de subsistencia basada en la caza, adaptada a una pobla-cin escasa y sin leyes, seguido por un segundo estadio calificado de brbaro y singularizado por el surgimiento de la ganadera y de leyes para una poblacin an nmada, pero ms numerosa. En el tercer estadio, con el surgimiento de la agricultura, la poblacin se vuelve sedentaria y puede crecer indefinidamente. El ltimo estadio es el del nacimiento de la sociedad comercial, dominada por la divisin del trabajo. La teora de los cuatro estadios invita a desplazar la atencin de la cronologa hacia los vnculos entre los acontecimientos, de los hroes y grandes hombres hacia las socie-dades humanas, lo cual es analizado mediante la comparacin.9 Las diferencias entre los pueblos pueden entonces explicarse dentro de un esquema de desarrollo universal. Sin embargo, el principio mismo de la comparacin plantea de entrada el proble-ma de la distancia social y cultural entre las distintas soceidades. Robertson y los otros historiadores escoceses se interrogan sobre la diferencia en los ritmos de desarrollo entre los indios salvajes y los europeos civilizados.0

    8 A partir de los estudios de Duncan Forbes y Hugh Trevor-Roper, en los aos 960, la Ilustracin escocesa se consolid como un mbito de la investigacin historiogrfica. Vase: J. Robertson, The Case for the Enlightenment. Scotland and Naples 1680-1760, pp. -; para una bibliografa actualizada sobre el tema vase, Hugh Redwald Trevor-Roper, History and the Enlightenment: Eighteenth Century Essays, ed. J. Robertson.9 Christopher Berry, The Social Theory of the Scottish Enlightenment; Mark S. Phillips, Society and Sentiment. Genres of Historical Writing in Britain, 1740-1820; Karen OBrien, Narratives of Enlightenment: Cosmopolitan History from Voltaire to Gibbon; John Greville Agard Pocock, Barbarism and Religion, vol. , Narratives of Civil Government y vol. 4: Barbarians, Savages and Empires.0 Silvia Sebastiani, I limiti del progresso. Razza e genere nellIlluminismo scozzese.

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    Con esas herramientas conceptuales, nuevas en el paisaje euro-peo de las Luces, Robertson se inscribe tambin en un otro debate europeo, ya muy rico: el debate sobre el continente americano, su naturaleza y habitantes, su historia y futuro. En su monumental Historia natural, que comenz a salir a mediados de siglo, y que consagra una amplia atencin a Amrica en 76, Buffon argu-menta que el Nuevo Mundo emergi tardamente del mar y que haba sido poblado recientemente por gentes que estaban en el principio de su camino, por todo eso eran dbiles, ignorantes e impotentes. En 768 Cornelius de Pauw edit sus Investigacio-nes sobre los americanos, que reforzaban considerablemente la ima-gen negativa propuesta por Buffon, y por que fue inmediatamente objeto de debate. En 770, aparece la primera edicin de la His-toria de las Dos Indias de Raynal, que contiene una crtica filos-fica de la colonizacin europea, especialmente de la portuguesa y la espaola, as como de su postura contra los imperios, aunque tambin con una revaluacin de la debilidad de los nativos.3 En su Historia de Amrica, Robertson emple lo que podemos llamar una explicacin sociolgica de las versiones de las debilida-des y del salvajismo de los amerindios, en el marco de la teora de los estadios: segn l, la falta de la ganadera y el desconocimiento de la metalurgia constituyen los dos elementos unificadores del continente americano y, precisamente, lo que explica que esas so-ciedades se mantengan en estado salvaje. A pesar de su lenguaje,

    Georges Louis Leclerc Buffon, Histoire naturelle gnrale et particulire, t. IX, 76. Cornelius de Pauw, Recherches philosophiques sur les Amricains, ou Mmoires intressants pour servir lhistoire de lespce humaine, par Mr de P. Nouvelle dition, augmente dune Dissertation critique par Dom Pernet; & de la Dfense de lAuteur des Recherches contre cette Dissertation (768-69).3 Guillome-Thomas Francis Raynal, Histoire philosophique et politique des ta-blissements et des commerces des Europens dans les Deux Indes. Sobre este debate vase, Michel Duchet, Anthropologie et histoire au sicle des Lumires, del mismo autor, Le Partage des savoirs. Discours historique et discours ethnologique, tambin, Diderot et lHistoire des deux Indes, ou lcriture fragmentaire.

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    ms moderado y erudito, las conclusiones de Robertson no fue-ron, sin embargo, muy distantes de las de Buffon e incluso de la visin de de Pauw, en tanto que enfatizaba las condiciones est-ticas e invariables de los habitantes salvajes del Nuevo Mundo, fundamentalmente la carencia de deseo hacia sus mujeres y su incapacidad de progreso antes de la llegada de los espaoles. Por lo tanto, los americanos aparecan en la obra de Robert-son, por un lado, como ejemplos de los europeos en su primera etapa salvaje;4 mientras que, por el otro, se mostraban como ex-cepciones problemticas de la perfectibilit humana y del progreso natural de las especies hacia la civilizacin. Sus amerindios eran descritos como privados de un signo de la madurez y de la fue-rza: con algunos vicios en su constitucin, lo cual explicaba l usa el termino de prueba su defecto de vigor, una peculia-ridad, por la que los habitantes del Nuevo Mundo se distinguen de la gente de todas las otras naciones. El semblante lampio y la piel tersa de los americanos pareca indicar un defecto de vigor, ocasionado por algn vicio en su estructura. Pobres en signos de madurez y fuerza [] Prueba de debilidad en sus estructuras, que es todava ms asombrosa, es la insensibilidad de los americanos a los encantos de la belleza y del poder del amor. En los aos 770-780 tanto Europa como Amrica viven un desafo fundamental no slo en trminos del debate intelectual que conoce las condiciones de una reformulacin y una amplia-cin (espacial y social) del debate sobre el Nuevo Mundo, sino tambin en funcin de las profundas transformaciones de la rela-cin de fuerzas entre Europa y sus proyecciones coloniales al tr-mino de la Guerra de Siete Aos (76-63). Se impone entonces

    4 In every part of the earth the progress of man hath been nearly the same, and we can trace him in his career from the rude simplicity of savage life, until he attains the industry, the arts, and the elegance of polished society. There is nothing wonderful then in the similitude between the Americans and the bar-barous nations of our continent. HA, libro IV, pp. 30-. HA, libro IV, pp. 6-6. Vase, Sebastiani, I limiti del progresso, op. cit., cap. 3.

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    lo que llamar una configuracin atlntica,6 en el triple plano econmico, poltico y cultural. Econmico, a causa de la intensi-ficacin masiva de la trata de esclavos en el momento mismo en que se instaura un verdadero Imperio britnico. Poltico, con la reorganizacin profunda de las relaciones entre Roma y las mo-narquas catlicas; tambin por el hecho de la redefinicin de las fronteras imperiales a partir de la Revolucin americana y ms tarde con el inicio de la Revolucin francesa. Cultural, por esa Ilustracin escocesa, llamada a repensar su propia posicin, a la vez britnica, al margen de la Britishness7 y a las puertas de Amrica; o para esa Ilustracin catlica sacudida por el flujo ha-cia tierras del Papado de cerca de cuatrocientos ex jesuitas, criollos en su mayora, expulsados de las Amricas. Este periodo ver tam-bin el desarrollo creciente, en Inglaterra y en los Estados Unidos, de un movimiento antiesclavista que progresivamente ocupa la esfera pblica. Robertson y Clavijero escribieron desde este mun-do atlntico enfrentndose con unos cambios profundos: ellos y sus obras reflejan la evolucin de las relaciones de poder que lo estructuran. Robertson produce su historia desde un centro intelectual, el laboratorio escocs de historiografa anglo-britnica,8 el cual est adosado a un centro geopoltico, el imperio ms fuerte y rico que exista en el mundo europeo.9 Por otro lado, era el lder de la

    6 David Armitage, Greater Britain, 1516-1776: Essays in Atlantic History; Erik R. Seeman, Jorge Caizares-Esguerra (eds.), The Atlantic in Global History, 1500-2000; David Armitage, M. J. Braddick (eds.), The British Atlantic World, 1500-1800; Susan Manning, Francis D. Cogliano (eds.), The Atlantic Enlighten-ment; Bernard Bailyn, Patricia L. Denault (eds.), Soundings in Atlantic History: Latent Structures and Intellectual Currents, 1500-1830. 7 John Brewer, The Eighteenth-Century British State. Contexts and Issues, en Lawrence Stone (ed.), An Imperial State at War. Britain from 1689 to 1815, pp. -7.8 La definicin es de Colin Kidd, Subverting Scotlands Past. Scottish Whig Histo-rians and the Creation of an Anglo-British Identity 1689-1830.9 David Armitage, The Ideological Origins of the British Empire; J.ohn Huxtable Elliott, Empires of the Atlantic World: Britain and Spain in America 1492-1830.

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    Iglesia Presbiteriana de Escocia, capelln del rey, Rector de la Uni-versidad de Edimburgo e historigrafo real.30 Cuando public su Historia de Amrica, Robertson era ya un conocido historiador en toda Europa por dos de sus obras, la Historia de Escocia (79) y especialmente su Historia del reino del emperador Carlos V (769), por la que recibi cerca de 4,ooo libras, una suma jams paga-da por un trabajo histrico, y que lo convirti en uno de los pri-meros intelectuales capaces de vivir de su propia escritura.3

    Clavijero era un criollo y un jesuita que tena la experiencia de un doble exilio: el exilio forzoso de Nueva Espaa, tras la ex-pulsin de los jesuitas por Carlos III en 767, que lo llev a es-tablecerse en Bolonia, en los Estados Pontificios; y el exilio de la misma Compaa de Jess, despus de su supresin llevada a cabo por el papa Clemente XIV en 773.3 Este doble exilio no conduce a Clavijero hacia un lugar marginal: por el contrario, la obra arqueolgica de Winckelman y la presencia de Humboldt en Roma, los debates eruditos sobre los cdices mexicanos entre Roma y Bolonia hacan de los Estados Pontificios de finales del

    30 Su propia carrera coincidi con la cspide misma de la produccin de la Ilus-tracin escocesa, entre los aos 760 y 790: Richard B. Sher, Church and Uni-versity in the Scottish Enlightenment. The Moderate Literati of Edinburgh. 3 Richard B. Sher, Charles V and the Book Trade: An Episode in Enlighten-ment Print Culture, en William Robertson and the Expansion of Empire, pp. 64-9; del mismo autor, The Enlightenment and the Book. Scottish Authors and their Publishers in Eighteenth-Century Britain, Ireland And America. 3 La biografa de Clavijero ms amplia y documentada es de Charles E. Ronan, Francisco Javier Clavigero, S.J. (1731-1787), Figura de la ilustracin mexicana; su vida y obras (977); Alfonso Martnez Rosales (ed.), Francisco Xavier Clavigero en la Ilustracin mexicana, 1731-1787; Jess Gmez Fregoso, Clavigero, ensayo de interpretacin y aportaciones para su estudio. Sobre el momento de la supresin: Miguel Batllori, La cultura hispano-italiana de los Jesuitas expulsos: espaoles-his-panoamericanos-filipinos, 1767-1814; Franco Venturi, Settecento riformatore, vol. II, pp. 36-4; Eva Mara St. Clair Segurado, Expulsin y exilio de la provincia jesuita Mexicana (1767-1820); Ivonne del Valle, Escribiendo desde los mrgenes: colonialismo y jesuitas en el siglo xviii. Vase tambin el comentario del mismo Clavijero, Carta sobre el juicio que formar la posteridad sobre la destruccin de los jesutas (776), Ms. 87, Fondo Sorbelli, Biblioteca Estense de Mdena, publicado en Los Jesuitas ante el despotismo ilustrado, pp. 36-47.

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    Antiguo Rgimen uno de los principales lugares del saber anticua-rio.33 Clavijero escribi su historia de Mxico precisamente para oponerse a la historia americana de Robertson, as como a otras historias ilustradas sobre Amrica de Buffon a Raynal y sobre todo a de Pauw, en tanto que Robertson contest a Clavijero en su ltima edicin revisada de 788. Este es un punto importante, ya que el mismo Robertson generalmente evitaba comprometerse en cualquier tipo de polmica, de tal forma que, en este sentido, su respuesta a Clavijero fue excepcional. Tambin la traduccin al ingls es parte de este dilogo. Mantuvieron un debate y pole-mizaron: se cuestionaban, se dirigan y se contestaban preguntas uno al otro.34 Asimismo como veremos, el editor y traductor Charles Cullen, hijo del famoso William Cullen, majestys phy-sician y profesor de medicina y qumica en la Universidad de Edimburgo, construye su introduccin trazando un constante paralelo entre Robertson y Clavijero. Esto tambin es cierto para las numerosas reseas publicadas en los ms importantes peridi-cos britnicos del momento y en la literatura de divulgacin que florece en el mismo periodo. Las posiciones geogrficas, sociales, religiosas y culturales de Clavijero y Robertson invitan a reflexionar sobre las condiciones de constitucin del discurso de autoridad: qu significa, en el siglo xviii tardo, escribir historia desde Edimburgo y no desde Bolonia? Publicar en Londres o en Cesena? Cmo se configura

    33 Antonella Romano, Lhorizon romain de la science moderne: des sentiers ouvrir, en Antonella Romano (dir.), Rome et la science moderne entre Renaissance et Lumires, pp. 637-9.34 Adems del estudio pionero ya citado de Gerbi, vase: D.A. Brading, Orbe In-diano: de la Monarqua Catlica a la Repblica Criolla, 1492- 1867; J. Caizares-Esguerra, How to write the History of the New World. Histories, Epistemologies, and Identities in the Eighteenth-Century Atlantic World; Pocock, Barbarians, Savages and Empires, pp. 0-6. Vase tambin: A. Pagden, Spanish Imperialism and the Political Imagination: Studies in European and Spanish-American Social and Political Theory, 1513-1830; M. Marzal, L. Bacigalupo, eds., Los jesuitas y la modernidad en Iberoamrica, 1549-1773.

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    el estatuto de autoridad de uno y de otro? Sobre qu instrumen-tos construye cada autor la veracidad de sus asertos y la legitimi-dad de su discurso? Y tambin, a qu lectores apuntan? Cules son las implicaciones epistemolgicas en el campo poltico de sus respectivos discursos? La distancia entre Robertson y Clavijero se refleja fuertemente en su aproximacin histrica tambin en trminos de fuentes y de metodologa. Yo sostengo aqu, que la defensa de su mtodo histrico es pre-cisamente la razn por la que Robertson contesta a Clavijero en 788. Ante la filosofa histrica de Robertson, Clavijero responde revalorando la tradicin anticuaria de los jesuitas, adaptndose al nuevo conocimiento del siglo xviii.

    3. El modelo universalista de las Luces puesto a prueba por otra escritura de la historia.

    La visin de la historia en Clavijero y Robertson contrasta en mu-chos aspectos. Robertson, como otros letrados de la Ilustracin, en particular la escocesa, analiza la distancia social y cultural en-tre los pueblos comparando sociedades y partiendo de una pers-pectiva de distancia. La idea del progreso explica las diferencias entre las sociedades en trminos histricos, como resultado de factores ambientales y socio polticos, pero tambin enfatizando el contraste entre la inmovilidad de los salvajes americanos y el dinamismo de los europeos. La Historia de Amrica debe leerse atendiendo a la continui-dad de la obra anterior de Robertson, consagrada al Imperio de Carlos V. En este sentido, tiene sus races en la historia europea y constituye una prolongacin de la misma. Por ello el autor co-mienza su historia americana con el relato de los viajes y descu-brimientos que precedieron a la conquista europea, relato cuyos actores eran los viajeros italianos, espaoles, portugueses y, sobre todo, los conquistadores espaoles. La decisin de comenzar a hablar de historia de Amrica a partir de la conquista refleja la

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    idea segn la cual la historia coincide con la introduccin de la escritura al Nuevo Mundo y, en consecuencia, con la apertura de la posibilidad para el continente americano de tener una his-toria. Al demostrar el rol fundamental jugado por Europa en la proyeccin trasatlntica de su historia, Robertson provea de una justificacin histrica para la funcin providencial de los espao-les y de la colonizacin de Amrica. Al mismo tiempo condenaba a los amerindios a la inmutabilidad del primer estadio del salva-jismo, a ser viles salvajes;3 viles porque son salvajes, idea que tambin incluye a Mxico y al Per, cuando estas naciones eran comparadas con Europa.36

    Esta postura se refleja en la estructura misma de la Historia de Amrica de Robertson. Su versin de la destruccin de las tribus amerindias (libro III) precede al anlisis de su cultura y su socie-dad (libro IV), mientras que las campaas militares de Corts y Pizarro anteceden a la descripcin de las sociedades inca y azte-ca. La imagen negativa de los salvajes americanos, por una parte, y la de la barbarie mexicana y peruana, por la otra, imagen que en la estructura de la obra estaba colocada inmediatamente des-pus de la narracin de sus derrotas, disminuye de hecho las con-secuencias de la conquista, privando a los amerindios de un rol activo en sus propias historias.37 En el libro VIII, que concluye su historia el plan de tratar la Amrica britnica fue interrumpido por la Revolucin, Robertson esboza un borrador del progreso

    3 Ronald .L. Meek, Social Science and Ignoble Savage.36 Cuando son comparadas con otras partes del Nuevo Mundo, Mxico y Per pueden ser consideradas como naciones ms pulidas [] Pero si la comparacin es hecha frente a gente del otro continente, la inferioridad de Amrica aumenta-da, ser conspicua, y ni los Mexicanos ni los Peruanos podrn ostentar el rango de aquellas naciones que merecen el nombre de civilizadas HA, libro VII, pp. -.37 Pocock, Barbarians, Savages and Empires, op. cit., p. 9; Nicholas Phillip-son, Providence and Progress: An Introduction to the Historical Thought of William Robertson, en Stewart J. Brown (ed.), William Robertson and the Ex-pansion of Empire, pp. 3-73.

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    de Amrica desde la colonizacin espaola: la Amrica esttica haba empezado su camino hacia la civilizacin slo despus de que llegaran los espaoles y, sobre todo, bajo la monarqua bor-bnica. Segn Robertson, hasta la llegada de los europeos el con-tinente americano estuvo sometido uniformemente a un mismo inmovilismo, debido al cual las diferencias entre los pueblos no eran sino detalles inconmensurables y tediosos, desprovistos de inters para el historiador.38 Al proceder as, Robertson contri-buye a crear una raza sin historia.39 Despliega su anlisis en un marco erudito, el cual abre con una presentacin de las fuentes espaolas, el Catlogo de libros y manuscritos espaoles, y ter-mina con las Notas e ilustraciones en donde presenta, discute y compara dichas fuentes.40

    Por su parte, Clavijero intenta probar la evidencia de una historia previa a la conquista europea. Esto lo lleva a introducir otros tipos de fuentes que Robertson no consideraba legtimas, tales como fuentes iconogrficas, arqueolgicas y pictogrficas. Adems de esto, Clavijero aada su experiencia propia, su ob-servacin, y su conocimiento directo: aquello que para Robertson no es ms que detalle, en l se torna el corazn mismo de la historia. Al contraponer su trabajo a las historias filosficas de la Ilustracin, su obra ser considerada dentro de la definicin anticuaria de mtier d historien. Su Historia antigua de Mxico consta de dos volmenes arti-culados por un prefacio sobre su mtodo histrico, unas Consi-deraciones de los escritores en la Antigua Historia de Mxico, equivalente metodolgico del Catlogo de libros y manuscritos espaoles de Robertson: cuando recurre a los mismos autores

    38 HA, libro IV, vol. , pp. y 9.39 Maurice Olender, Race sans histoire. Sobre la relacin raza-historia en la Ilus-tracin escocesa vase, Sebastiani, I limiti del progresso, op. cit.40 Bruce P. Lenman, From Savage to Scot via the French and the Spaniards: Principal Robertsons Spanish Sources, en Brown, William Robertson and the..., op. cit., pp. 96-09.

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    que el historiador escocs, lo hace prestndoles una fiabilidad, y en consecuencia una autoridad, distinta, incluso contraria. Diez libros, cronolgicamente ordenados, trazan la historia desde fines del siglo vi a la captura del ltimo monarca mexicano en ; es decir, Clavijero termina su historia mexicana casi cuando Robert-son comienza la suya. Clavijero la cierra con nueve disertaciones que pretenden corregir y enfrentar los errores de la Ilustracin acerca de Amrica.4 Las disertaciones estaban concebidas como una especie de dilogo ficticio y sarcstico con los philosophes eu-ropeos, por un lado en particular con de Pauw, pero tambin con Buffon, Robertson y Raynal y, por el otro, con el lector. Esta retrica, caracterizada por un pathos y por un continuo re-curso a exclamaciones y juicios de tipo moral (impacto e irona), directamente llevaba a condenar a su contraparte ante un tribunal imaginario, al cual Reinhart Koselleck ha dado importancia.4

    Muchas tensiones se dan cita en esta Historia; mientras Clavi-jero atacaba a Espaa por haber conquistado y destruido Amrica y tambin muy posiblemente por la expulsin de los jesuitas de Mxico sostena, de igual manera, el rol crucial de Espaa en la difusin de la religin catlica en el Nuevo Mundo, que era todava su bastin principal. Las perspectivas opuestas de las historias de Clavijero y Robertson tuvieron no slo consecuencias epistemolgicas sino tambin polticas. El mtodo de Robertson poda llevar a un anlisis racial de la humanidad, al contrastar la homogeneidad y la no historia de los salvajes, frente a la diver-sidad y a la historia de los europeos y de las naciones civilizadas. Esta perspectiva hasta cierto punto vaticinaba la nocin de la

    4 Las Dissertaciones sobre la tierra, los animales, y los habitantes de Megico se abren con el poblamiento americano, se centran en la historia natural y luego sobre los Megicanos, su constitucin fsica y moral, su cultura y, finalmente, su religin; mientras que la ltima disertacin es sobre el verdadero origen del Mal Venreo. En otras palabras, polemizan, punto por punto, sobre las cuestio-nes principales de la historia americana debatidas en aquel tiempo en Europa. 4 Reinhart Koselleck, Kritik und Krise. Eine Studie zur Pathogenese der brgerli-chen Welt, pp. 4-.

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    carga del hombre blanco, es decir, la promocin de los valores de la civilizacin y del modernismo del siglo xix.43 Clavijero, como muchos otros criollos intelectuales llegados a Europa despus de la expulsin de los jesuitas de los imperios espaol y portugus, proporcion una visin diferente del Nuevo Mundo. Conceptualiz el pasado de Mxico en trminos compa-rables a aquellos usados por los pensadores europeos que se volca-ban hacia la antigua herencia griega y romana, para dar su visin de Europa. Aqu, el desafo lanzado por Clavijero concierne me-nos al paralelo entre antiguos y salvajes44 que al modelo de historia progresiva elaborado por los historiadores de la Ilustracin esco-cesa. Clavijero as como numerosos intelectuales norteamerica-nos contemporneos, Thomas Jefferson, por ejemplo desafiaba tambin la escritura de la historia a distancia, eso que ha sido calificado por Koselleck como la ptica de lo lejano.4 Construye su legitimidad sobre su calidad de criollo que, por experiencia, conoce a los habitantes nativos del Nuevo Mundo, practica sus idiomas, y comprende los documentos correspondientes. Clavi-jero se presenta como un experto en el intercambio comunicativo con otros expertos, rol que la reciente historiografa identific, entre otras cosas, con las actividades de los jesuitas como agentes de aculturacin.46 En ese sentido, Clavijero parece ser capaz de sugerir un reemplazo narrativo alternativo a la expansin europea que compite con el de los ilustrados, aunque claramente guar-daba un enfoque eurocntrico al reconocer al Imperio espaol

    43 Nicholas Hudson, From Nation to Race: the Origin of Racial Classification in Eighteenth-Century Thought, Eighteenth-Century Studies, pp. 47-64; Geor-ge W. Stocking, Race, Culture and Evolution: Essays in History of Anthropology.44 F.ranois Hartog, Anciens, modernes, sauvages.4 Reinhart Koselleck, Futuro pasado. Para una semntica de los tiempos histricos.46 D. Ramada Curto (ed.), The Jesuits and Cultural Intermediacy in Early Modern World, en Archivum Historicum Societatis Iesu, a. lxxiv, 00. De manera ms general, John W. OMalley et al., The Jesuits: cultures, sciences, and the arts, 1540-1773; Perla Chinchilla y Antonella Romano (dirs.), Escrituras de la modernidad. Los jesuitas entre cultura retrica y cultura cientfica.

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    como medio de difusin de la religin cristiana, especficamente la catlica. La respuesta de Robertson a Clavijero se anex en la quinta y ltima edicin de su Historia de Amrica; en ella bsicamente reiter su punto de vista y su mtodo histrico, y corrigi aspectos menores en sus notas. La nica concesin a su adversario criollo, mas dista mucho de ser anecdtica, concierne a la cuestin del clculo del tiempo en Mxico.47 Clavijero apareca sin embargo ante Robertson como un beato dbil y crdulo: as lo describi en una carta privada.48 En el pargrafo insertado al final de su introduccin, Robertson pblicamente expres su decepcin so-bre el trabajo de Clavijero, quien de acuerdo a l no aada nada nuevo a las antiguas historias del Imperio mexicano de Acosta y de Herrera, excepto por las fantasiosas conjeturas derivadas de los historiadores jesuitas espaoles nada confiables, y por las pinturas y smbolos indgenas del ms dudoso origen.49 Aqu parece surgir una importante divergencia en la teora y el uso de las fuentes histricas. Los historiadores europeos de la Ilus-tracin, y de la escocesa en particular, basaban su reconstruccin histrica en fuentes literarias, reconocidas por su consistencia interna y por su comparacin con otros documentos escritos. Robertson recurra a Edward Gibbon, el historiador ingls de la Roma antigua, definido como el ms eminente historiador de su poca.0 Esta referencia le permita recordar que la histo-

    47 HA, vol. III, p. 38, afirma en una nota que el modo de los mexicanos de con-tabilizar el tiempo, y todo lo concerniente a su cronologa, haba sido elucidado notablemente por m. Clavijero. Para las correcciones aportadas a la History, vase: Additions and Corrections to the Former Editions of Dr. Robertsons HA.48 William Robertson to Lord Elliock, National Library of Scotland, Edinburgh, MS, 036, fol. 06; Jeremy Black, The Enlightenment Historian at Work: The Researches of William Robertson, en Bulletin of Hispanic Studies, pp. -60.49 HA, pp. xviii-xix.0 HA, p. xvii. Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire.

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    ria objetiva no tena por fuente la observacin directa, sino el anlisis crtico de los textos; algo que, un siglo y medio ms tarde, Arnaldo Momigliano legitimara, reconociendo en Gibbon y Ro-bertson a los padres fundadores de la moderna historiografa. Al tomar una postura definida, Robertson no slo reaccionaba ante la toma de la palabra por parte de los criollos, sino tambin ante quienes, en el corazn mismo del mundo britnico, asuman el punto de vista de la experiencia. Esta misma postura fue central en la crtica de Charles Cullen. En su prefacio a la traduccin del trabajo de Clavijero, Cullen comenta que es imposible poner or-den al caos de la historia desde lejos: una historia sin acceso a los documentos esenciales conservados en los archivos americanos. Precisamente por esto, Robertson haba fracasado en su historia, no obstante la elegancia de su estilo, su equilibrio y su esfuerzo filosfico.3

    4. Verdad de la experiencia contra autoridad de los textos

    El problema de las fuentes era una cuestin general y compleja. En la Ilustracin, la cultura escrita e impresa era asumida como un valor progresivo y universal, como lo haba ilustrado plena-mente Condorcet, quien sealaba a la imprenta como agente de cambio emancipador.4 Para la cultura de la Ilustracin esto si-

    Sobre el uso parcial hecho por Robertson de los cuestionarios enviados a testigos directos, Mark Duckworth, An Eighteenth-Century Questionnaire: William Robertson on the Indians, Eighteenth-Century Life, pp. 36-49. Arnaldo Momigliano, Storia antica e antiquaria (90); Il contributo di Gibbon al metodo storico (94); Preludio Settecentesco a Gibbon (977), en Sui fondamenti della storia antica, pp. 3-4; 94-3; 3-7.3 El tema esta retomado en la Monthly Review (vol. 6, 78; vol. 76, 787) en el Scots Magazine (vol. 49, 787), y provoca unas respuestas y contestaciones en el European Magazine, and London Review (vol. , 787), un debate que no puede analizarse aqu.4 La escritura alfabtica y la invencin de la imprenta marcan, respectiva-

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    gnificaba que la escritura y la imprenta creaban la historia. No hay historia sin documentos literarios ni antes de ellos, o mejor dicho, la historia comienza con ellos. Hume y Robertson, en sus respectivos anlisis del pasado de Inglaterra y de Escocia, publi-cados en el curso de los aos 70, haban ya distinguido la his-toria documentada de una historia antes de la escritura, que perteneca a la esfera de las leyendas. En su ltima obra sobre India, publicada catorce aos despus de la Historia de Am-rica, Robertson admita la dificultad de escribir a distancia, y reconoca una mayor autoridad a los testimonios; sin em-bargo, recalcaba que no haba historia antes de la escritura: Si llevamos nuestras indagaciones relativas a cualquier cosa ms all de la era en que la historia escrita comienza, entramos en la regin de la conjetura, de la fbula y de lo incierto. 6

    La idea ilustrada apuntaba a que la imprenta podra volverse un medio de expansin imperial hacia espacios y pueblos sin historia.7 Puesto que los americanos no conocan una forma apropiada de escribir, la historia americana podra entonces ser escrita por los europeos sobre un tablero en blanco. Como hemos visto, ese es el mismo aspecto que Michel de Certeau enfatiza. La relacin entre ausencia de escritura e incapacidad de expresar ideas abstractas, y en consecuencia de entender el credo cristiano, es el centro del discurso. Lacnico, Robertson nota que el clero espaol, a pesar de sus repetidos esfuerzos, fracas completamente en comunicar el co-

    mente, la tercera y la octava pocas de Condorcet, Tableau historique des progrs de lesprit humain, Jean-Pierre. Schandeler et Pierre Crpel. En el mismo volu-men, vase tambin, pp. 07-. William Robertson, History of Scotland, pp. -; David Hume, The History of England from the invasion of Julius Caesar to the revolution in 1688, vol. I, p. 3.6 Robertson, A Historical Disquisition Concerning the Knowledge which the An-cients had of India, pp. -.7 Donald Francis Mckenzie, Oral Culture, Literacy and Print in Early New Zea-land: The Treaty of Waitangi, del mismo autor, Bibliography and the Sociology of Texts.

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    nocimiento de la verdadera religin a los indios, ya que stos permanecieron casi indiferentes a la Revelacin. Si el exceso de celo que motiv a los primeros misioneros, ignorantes y de poca educacin, tuvo alguna responsabilidad en el fracaso, la verdadera razn haba sido, ms bien, haber encontrado entendimientos limitados en los nativos americanos, quienes, aunque atrados por las esplendorosas ceremonias del culto catlico, nunca ha-ban mostrado el mnimo inters por los artculos de fe que eran incapaces de comprender.8 En una concepcin de la historia como la de la teora de los cuatro estadios, el cristianismo slo poda aparecer cuando el pro-greso de la civilizacin ya estuviera en marcha. En otras palabras, la religin cristiana y la escritura, as como el pulido de las cos-tumbres, van de la mano y marcan la historia de la civilizacin. Por lo tanto, Robertson considera el cristianismo esencialmente como una religin europea que se fue desarrollando junto con la civilizacin europea. El riesgo de combinar el cristianismo con otras creencias no cristianas es corromperlo. Esa es la razn por la que Robertson planteaba serios cuestionamientos acerca del valor de la empresa de los misioneros cristianos. Los amerindios aparecan, para el lder de la Iglesia de Escocia, como incapaces de volverse miembros activos de la sociedad global cristiana que imagin surgiendo de las conquistas europeas, del colonialismo y destinada a desarrollar redes libres de comercio.9 Esto explica por qu Robertson consider como absurdo y utpico el esque-ma de Las Casas consistente en establecer comunidades libres en

    8 Robertson agrega la nota LX de las Notes and Illustrations (pp. 47-3) para reiterar, contra Clavijero, su punto de vista sobre los indios como malos cristianos.9 Stewart J. Brown, An Eighteenth-Century Historian on the Amerindians: Cul-ture, Colonialism, and Christianity ein Robertsons History of America, Studies in World Christianity, pp. 04-. Sobre la hostilidad de Robertson hacia las mi-siones, vase, William Robertson, The Situation of the World at the Time of Christs Appearance, and its Connexion with the Success of his Religion, considered. A Sermon Preached before The Society in Scotland for propagating Christian Knowledge, p. .

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    Amrica, mientras l insista en la importancia de la colonizacin espaola en Amrica.60 Los americanos, adems, de acuerdo con el calvinista Robertson, no podan ser buenos cristianos, precisa-mente porque eran todava viles salvajes. Por el contrario, Clavijero parece haber adoptado una pers-pectiva alternativa, que comienza por cuestionar la pretendida relacin directa entre escritura (una forma de escritura) e historia. Como historiador criollo, l se reapropia conscientemente de su misma escritura y de su historia. Es un sujeto activo, cuyo obje-tivo es reivindicar las cualidades mentales de los amerindios y su capacidad de comprender la verdadera religin cristiana. Mien-tras Robertson vio en la inexistencia de escritura entre los ame-rindios un signo claro de su incapacidad de recibir el altamente sofisticado culto cristiano, Clavijero, confiando en sus propios documentos y defendiendo sus particulares formas de escritura, fundamentalmente se enfoca a hacer de los americanos buenos cristianos. Al hacer esto, descubre la mirada distorsionada a tra-vs de la cual los europeos escriben y difunden su cultura, sin reconocer los valores de las otras: Clavijero reivindica el uso de diferentes tipos de fuentes de la historia y de la interpretacin de la cultura material. En ese sentido, su enfoque marca una gran diferencia respecto al mtodo ilustrado. Como sugiri Caizares, podemos leer la definicin de historia, tal como fue formada por la Ilustracin europea, como un rechazo no slo de la validez de las fuentes indgenas, sino, ms an, como la negacin de otro sistema de conocimiento basado en clasificaciones que incluan combinaciones de pictogramas, ideogramas, logogramas y an fo-nogramas no reconocidas por los sistemas europeos.6 Lo que Clavijero ensea es que los instrumentos crticos de la Ilustracin europea podran ser usados contra la Ilustracin mis-

    60 HA, libro III, vol. I, pp. 30-37. Robertson cita al mismo Las Casas en tr-minos negativos a propsito de las nefastas consecuencias de su defensa de los indios sobre otra parte de la humanidad: los negros. 6 Caizares-Esguerra, How to write the, op. cit., pp. 6-3.

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    ma. Al hacer esto, desafa y tiende a provincializar las narrativas histricas producidas por los historiadores ilustrados de gabinete y, en este sentido, pertenece a un paradigma antagnico. Sin em-bargo, su lectura alternativa, basada en el universalismo cristiano, estaba ligada a otra forma de eurocentrismo.6

    La recepcin de la controversia entre Clavijero y Robertson fue de gran importancia en Europa, aunque tambin en la nacien-te nacin estadounidense. No tengo espacio aqu para desarrollar las distintas dimensiones locales de este debate, una investigacin que est an pendiente.63 Pero es precisamente el doble enfoque global y local el que me parece interesante desde un punto de vista metodolgico. En Escocia, la historia de Clavijero se volvi la principal fuen-te del artculo Amrica en la tercera edicin de la Enciclopedia Britnica, publicada en 788, en lugar de aqul publicado en la segunda edicin de 778, basado en la autoridad de Robertson: de esta manera, la representacin del Nuevo Mundo y de sus ha-bitantes divulgada en todo el mundo britnico, antes negativa, pasa a ser fuertemente positiva. Producto escocs, publicado ori-ginalmente en tres volmenes, entre 768 y 77, la Britnica se volvi, en su tercera edicin en dieciocho volmenes (788-97), la ms importante sntesis del conocimiento en lengua inglesa y una muy difundida y exitosa empresa.64 Tuvo una doble edicin en Edimburgo y en Londres, adems de dos ediciones piratas, una en Dubln y otra parcialmente revisada en Filadelfia. A travs de este canal, Clavijero encontr una amplia audiencia en Gran

    6 El movimiento de los estudios sobre la subalternidad nace para pensar fuera de las formas eurocntricas. Los iniciadores han intentado comprender los espacios no europeos desde su propia autofundacin. Clavijero puede ser visto como uno de los intentos por provincializar Europa, es decir, ponerla en los mrgenes. Clavijero es el primer autor que funda Amrica desde s misma.63 Mi programa de investigacin en la ehess LAtlantique des Lumires. Race, genre, histoire trata precisamente de estas problemticas y dimensiones. 64 Frank A. Kafker y Jeff Loveland (eds.), The Early Britannica: The Growth of an Outstanding Encyclopedia.

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    Bretaa y en los Estados Unidos. Resulta irnico que incluso se recurra al autor de la Historia antigua de Mxico como fuente de un artculo que concluye con la formacin de los Estados Uni-dos, siguiendo un proceso que conduce a identificar el trmino Amrica con una sola parte del continente y con una sola entidad poltica heredada del imperio britnico.6

    Por otro lado, en 777 Robertson fue elegido miembro de la real Academia de Historia en Madrid y su Historia de Amrica fue inmediatamente traducida al espaol slo para encontrar un sinnmero de obstculos para su publicacin casi equivalentes a los que encontr la historia de Clavijero. La Ilustracin espa-ola mantuvo una ambigua relacin con un trabajo escrito por un extranjero y, en su lucha con su propia historia imperial, en un contexto donde la leyenda negra, ampliamente difundida por los philosophes franceses, poda encontrar un contrapunto importante en el sostn de Robertson a la empresa colonial espaola. Los vaivenes hacia la obra de Robertson revelan las profundas contra-dicciones espaolas entre el deseo de unirse al proyecto de la Ilus-tracin europea y sus limitaciones nacionales. Finalmente, el hecho de que Clavijero escribiera su historia desde el suelo europeo le permite dialogar tanto con otros ex je-suitas en el exilio, comprometidos en escribir otras historias de Amrica, como con el grupo de historiadores y filsofos radica-dos en la recin nacida nacin estadounidense. Entre ellos estaba Thomas Jefferson, cuyas Notes on Virginia, publicadas en Londres en 787, abiertamente se oponan a la concepcin de Amrica

    6 Mientras que en la segunda edicin de la Encyclopaedia Britannica (vol. , 778, pp. 88-308) las veinte pginas de la voz America estn dedicadas al conjunto del continente americano, que se presenta dominado por una natura-leza degenerada, en la tercera edicin (vol. , 788, pp. p. 37-67), el artculo alcanza las 80 pginas, la mitad de las cuales estn dedicadas a los recin nacidos United States; paralelamente, la imagen presentada es la positiva de la nue-va Amrica. Silvia Sebastiani, Dfinir lAmrique des Lumires ? Disputes sur lcriture de lhistoire dans lEncyclopdie Britannique (768-788), por publi-carse en Annales, ehess.

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    divulgada por Buffon y Samuel Stanhope Smith, director de la Universidad de Nueva Jersey (ahora Princeton) y autor del libro americano ms importante sobre antropologa fsica del siglo xviii.66 An Essay on the Causes of the Variety of Complexion and Figure in the Human Species fue publicado en 787 en Filadelfia y luego en Londres; en 788 en Edimburgo, con introduccin y notas de Benjamin Smith Barton, originario de Pensilvania y por entonces estudiante de medicina en Edimburgo. Barton, quien escribe su tesis de medicina contra el rector Robertson, encuen-tra en Clavijero un modelo alternativo.67 Los Several remarkable vestiges of an ancient date, con que introduce sus Observations on Some Parts of Natural History (Londres 787), buscan aportar pruebas de la existencia de un pasado antiguo y glorioso de la Amrica del Norte, paralelamente a la operacin historiogrfica realizada por Clavijero en su Historia antigua de Mxico. En este contexto, Clavijero observaba lo que suceda en las colonias americanas del Imperio britnico y comparta argumen-tos, retrica y metodologa con esas voces norteamericanas que contribuan a formar una historia americana alternativa. Al mi-smo tiempo, esos intelectuales norteamericanos frecuentemente se referan a la autoridad del jesuita mexicano, tanto en sus tra-bajos publicados como en su correspondencia privada. Lo que aqu propongo, al comparar a Robertson y Clavijero, es construir un discurso coherente interesado en las especificidades de los di-stintos contextos sociales, polticos y religiosos, pero enfocado al dilogo entre ellos, considerando que hubo un debate europeo

    66 John C. Greene, The American Debate on the Negros Place in Nature, 780-8, Journal of the History of Ideas, pp. 384-96; Bruce R. Dain, A Hideous Monster of the Mind: American Race Theory in the Early Republic.67 S.S. Barton, An Essay toward a Natural History of the North American Indians. Being an Attempt to Describe, and to Investigate the Causes of Some of the Varieties in Figure, in Complexion etc. among Mankind (788-90), Archives of the Royal Medical Society, Edinburgh, MS Records vol. XXIII, -7. Barton define el texto de Clavijero como una de las obras ms valiosas que se hayan publicado jams sobre el tema de Amrica.

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    y trasatlntico que a menudo asumi los mismos problemas y preocupaciones. Mi inters, entonces, no es dar seguimiento a las configuracio-nes europeas ni americanas de la disputa del Nuevo Mundo, sino ms bien reconstruir el debate preciso con diferentes escalas de anlisis, y explorar las relaciones entre ambos lados del Atlntico. Pero, sobre todo, es esencial evitar cualquier generalizacin burda; para esto el material proporcionado por la comparacin de las historias de Robertson y Clavijero me parece un laboratorio ni-co. Por lo mismo, la cuestin no est en cmo la pluma europea configur y construy al otro, sino en pensar cmo el otro y el europeo estn enfrascados en una historia que se vuelve comn. El problema, entonces, no es ya el del europeo y el otro, sino el de sus imbricadas aunque asimtricas relaciones. La circulacin del trabajo de Clavijero en la naciente nacin estadounidense vuelve posible repensar la relacin entre las Am-ricas, a fines del siglo xviii, sin los deformadores lentes del pre-sente que con frecuencia, llevan a despojar a Amrica Latina de su influencia en la produccin histrica y cientfica de los Estados Unidos. Un anlisis cercano de la correspondencia, cursos univer-sitarios publicados y manuscritos, ecos en peridicos y enciclope-dias, permite reconstruir redes precisas y escribir esta historia de manera diferente. La leccin que nos da Michel de Certeau es, precisamente, la de evitar una lectura del pasado anacrnica y no contextualizada.

    Traduccin: Norma Durn

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