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Las emociones… ¿qué son y cómo se producen?
En cada instante experimentamos algún tipo de emoción o sentimiento (*).
Nuestro estado emocional varía a lo largo del día en función de lo que nos ocurre y de los
estímulos que percibimos. Otra cosa es que tengamos siempre conciencia de ello, es decir,
que sepamos y podamos expresar con claridad qué emoción experimentamos en un
momento dado.
Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas utilizamos una
gran variedad de términos, además de gestos y actitudes. De hecho, podemos utilizar
todas las palabras del diccionario para expresar emociones distintas y, por tanto, es
imposible hacer una descripción y clasificación de todas las emociones que podemos
experimentar. Sin embargo, el vocabulario usual para describir las emociones es mucho
más reducido y ello permite que las personas de un mismo entorno cultural puedan
compartirlas. En la tabla se muestran algunas emociones, tanto en sus aspectos positivos
como negativos.
Emociones positivas Emociones negativas
Me siento ... Siento ... Me siento ... Siento ...
Bien Bienestar Mal Malestar
Feliz Felicidad Desgraciado Desgracia
Sano Salud Enfermo Enfermedad
Alegre Alegría Triste Tristeza
Fuerte Fortaleza Débil Debilidad
Acompañado Compañía Solo Soledad
La complejidad con la que podemos expresar nuestras emociones nos hace pensar
que la emoción es un proceso multifactorial o multidimensional. Uno siempre tiene la
impresión de que le faltan palabras para describir con precisión sus emociones. Pero
debajo de esta complejidad hay un factor común a todas las emociones: cada emoción
expresa una cantidad o magnitud en una escala positivo/negativo. Así, experimentamos
emociones positivas y negativas en grados variables y de intensidad diversa. Podemos
experimentar cambios de intensidad emocional bruscos o graduales, bien hacia lo positivo
o bien hacia lo negativo. Es decir, toda emoción representa una magnitud o medida a lo
largo de un continuo, que puede tomar valores positivos o negativos.
En el lenguaje cotidiano, expresamos nuestras emociones en una escala positivo -
negativo y en magnitudes variables, como "me siento bien", "me siento muy bien", "me
siento extraordinariamente bien" (intensidades o grados del polo positivo), o "me siento
mal", "me siento muy mal", "me siento extraordinariamente mal" (intensidades o grados
del polo negativo).
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Según la situación que provoca la emoción, escogemos unas palabras u otras como
'amor', 'amistad', 'temor', 'incertidumbre', 'respeto', etc., que, además, señala su signo
(positivo o negativo). Y según sea la intensidad de la emoción escogemos palabras como
'nada', 'poco', ' bastante', 'muy', etc. y así, componemos la descripción de una emoción.
Decimos, por ejemplo, "me siento muy comprendido" (positiva) o "me siento un poco
defraudado" (negativa).
En consecuencia, podemos reconocer en toda emoción dos componentes bien
diferenciados.
• Por un lado, un componente cualitativo que se expresa mediante la palabra que
utilizamos para describir la emoción (amor, amistad, temor, inseguridad, etc.) y
que determina su signo positivo o negativo.
• Por otro lado, toda emoción posee un componente cuantitativo que se expresa
mediante palabras de magnitud (poco, bastante, mucho, gran, algo, etc.), tanto
para las emociones positivas como negativas. El cuadro siguiente trata de reflejar
estos dos componentes de toda emoción.
LA EMOCIÓN COMO VALORACIÓN O MEDIDA DE LA PROBABILIDAD DE SUPERVIVENCIA
Nos falta determinar a qué se refiere este componente cuantitativo (magnitud positiva
o negativa) que contiene toda emoción.
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• ¿Qué es lo que mide cada una de nuestras emociones?
• ¿Qué significa 'positivo' y 'negativo' en nuestras emociones?
Los organismos vivos disponen de mecanismos perceptivos que les permiten
reconocer aquellos estímulos que son significativos para su supervivencia: para obtener
comida, para protegerse de un ataque, etc. Pero la percepción cubre sólo una parte del
problema. La percepción tiene como objeto reconocer los estímulos, saber qué son.
Esto no es suficiente para un ser vivo. Además, necesita saber si esto que ha percibido
(que ya ha reconocido) le es útil y favorable para su supervivencia o no. ¿Qué mecanismos
tienen los seres vivos para determinar si lo que han percibido es favorable para su
supervivencia o no? Tales mecanismos son las emociones…
- La emoción es una respuesta inmediata del organismo que le informa del grado en que es favorable un estímulo o situación. Si la situación parece favorecer su supervivencia, experimenta una emoción positiva (alegría, satisfacción, deseo, paz, etc.); en caso contrario experimenta una emoción negativa (tristeza, desilusión, pena, angustia, etc.).
De esta forma, los organismos vivos disponen del mecanismo de la emoción para
orientarse, a modo de brújula, en cada situación, buscando aquellas situaciones que son
favorables a su supervivencia (son las que producen emociones positivas) y alejándoles de
las negativas para su supervivencia (que producen emociones negativas).
� Por ejemplo, si una adolescente va de carrete y decide ir a una fiesta cuyas
características ignora… porque no sabe qué gente irá… piensa: “no me tinca mucho
pero voy a ir y veré como está el ambiente: si me parece bien me quedo; en caso
contrario, me voy”. Al pensar así ella hace una valoración emocional.
Al llegar al lugar lo primero será reconocer (percibir) a las personas que están en la
fiesta y casi simultáneamente, experimentará emociones relacionadas con la nueva
situación. Si lo que siente es positivo y agradable significa que su mecanismo emocional
valora que la situación, lo que ahí ocurre, es favorable para su supervivencia… (En otros
casos pueden ser negocios, afectos, conocimientos, etc.) Por el contrario, si se siente mal,
inquieta, forzada, etc., significa que su mecanismo emocional cree que la situación puede
perjudicarla. Naturalmente uno no está pensando si el ambiente W o Z favorecerá o no su
supervivencia… pero nuestro cuerpo, nuestro organismo, opera en función de esa
dimensión.
La valoración emocional se realiza mediante mecanismos físico - químicos muy
diversos dependiendo de la complejidad del organismo. Un organismo unicelular posee
mecanismos simples para evaluar si una situación o estímulo le es favorable o
desfavorable, mientras que un mamífero, por ejemplo, posee mecanismos emocionales
mucho más complejos, en los que su sistema nervioso juega el papel fundamental.
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Con la aparición y desarrollo del córtex, los procesos cognitivos participan de forma
fundamental en la elaboración de las emociones. En particular, la importancia del
neocórtex en la especie humana es tal que, los procesos cognitivos determinan en gran
medida nuestras emociones. Pero el hecho de que el cerebro participe en la elaboración
de las emociones no significa que sea de forma consciente. La elaboración de las
emociones es un proceso no voluntario, del que se puede ser sólo parcialmente
consciente.
- A menudo se habla del control emocional o de controlar las emociones
como una habilidad necesaria para el buen desarrollo de nuestras relaciones
sociales. En este caso, controlar las emociones significa que uno sea capaz de no
mostrar las emociones que está experimentando. Es decir, no tenemos control
sobre la emoción misma sino sobre su manifestación externa.
- En definitiva, queremos decir que, por medio de la emoción, un organismo
sabe, consciente o inconscientemente, si una situación es más o menos favorable
para su supervivencia. La emoción es el mecanismo fundamental que poseen todos
los seres vivos para orientarse en su lucha por la supervivencia.
Ahora bien, todo organismo puede equivocarse en su valoración emocional. Todo
proceso de medida puede ser erróneo en grados variables. Los mecanismos emocionales,
al igual que los perceptivos, son limitados y están sometidos a múltiples incidencias, tanto
internas como externas, que disminuyen su eficacia. En consecuencia, la emoción
experimentada puede no corresponder a la realidad de la situación y producir graves
perjuicios al organismo. Es decir, una situación puede ser valorada positivamente
(experimentar una emoción positiva), aunque, en realidad, sea muy perjudicial para el
organismo.
- Un ejemplo típico es el efecto droga. La droga es un estímulo capaz
de engañar al sistema emocional produciendo emociones positivas, es
decir, hacer que el organismo valore dicho estímulo como positivo para su
supervivencia, cuando, en realidad es todo lo contrario. De hecho, en la
vida de los seres vivos, los errores emocionales son frecuentes. Nuestra
experiencia subjetiva nos enseña que muchas emociones experimentadas
son incorrectas y que sólo mediante un gran esfuerzo de introspección
puede desentrañarse el tipo de emoción que corresponde con nuestra
realidad. Saber lo que sentimos verdaderamente es algo difícil de lograr.
Esto no tendría mayores consecuencias si no fuese porque la emoción
determina directamente todo nuestro comportamiento y el error nos sitúa
en una posición de riesgo.
En resumen, siendo la vida y la supervivencia lo positivo para un ser vivo, la
emoción es el resultado de una medida (o valoración) subjetiva de la posibilidad o
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probabilidad de supervivencia del organismo en una situación dada o frente a estímulos
determinados. La emoción informa al organismo acerca del grado en que cada situación es
favorable para nuestra supervivencia. Diríamos, pues, que la emoción se comporta como
una variable de estado intensiva (el valor total es igual al promedio de las partes). A cada
estado de nuestro organismo le corresponde una emoción, que es más positiva cuando se
trata de un estado más saludable, más orientado hacia la vida, y es más negativa cuando
nuestro estado se acerca más a la enfermedad y la muerte. Pero, como todo proceso de
medida, las emociones están sujetas a errores que acaban perjudicando al organismo.
(*) Fuente básica de información: M.P. González, E. Barrull, C. Pons y P. Marteles, Madrid, 2005