las culturas europeas ilustradas y la apropiación de saberes de las periferias coloniales

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    72 F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Vol. 19, N.1. pp. 72-95, enero-junio de 2014

    De delirios ignorantes

    a cultas reflexiones:la Ilustracin europeay la apropiacin de lossaberes de la periferia

    colonialFrom Ignorant Deliriums to Educated Reflections:Te European Enlightenment and the Appropriationof Colonial Periphery Knowledge

    JAIME ANDRS PERALTA AGUDELOUniversidad de Antioquia, Colombia

    [email protected]

    Recibido:25 de agosto de 2013

    Aceptado: 20 de diciembre de 2013

    Este artculo analiza algunos aspec-

    tos de la produccin cientca de los

    estamentos inferiores de la sociedad co-

    lonial, as como el proceso de negacin,

    resignicacin y apropiacin de muchos

    de sus contenidos realizado por los ilus-

    trados que llegaron a la Nueva Granada,

    o se formaron en ella, durante el siglo

    XVIII y comienzos del XIX. El rastreo de

    esta inesperada travesa de saberes que,

    desde los mrgenes, uyeron hacia las

    centralidades imperiales valora la gesta-

    cin de conceptos, mtodos y creaciones

    especializadas situados por fuera de los

    cnones refrendados por la cultura occi-

    dental, as como los contextos sociales y

    a las autoridades intelectuales que los hi-

    cieron posibles. Pero tambin destaca la

    manera en que el discurso cientco fue

    utilizado como estrategia de dominacin

    sobre el universo geogrco y humano

    ubicado allende el continente europeo.

    Palabras clave:apropiacin cultural, circulacin de saberes, colonialidad, discursocientco, Ilustracin, saberes locales.

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    This article discusses some aspects of

    the scientic production of the lower

    strata of colonial society and the pro-cesses of denial, re-presentation and

    appropriation of much of its contents by

    those who were formed in the illustrated

    movement in Europe or in Nueva Gra-

    nada during the eighteenth and early

    nineteenth centuries. The search of

    this unexpected journey of knowledge

    which from the margins owed their

    way into the imperial centrality, values

    the development of concepts, methods

    and specialized creations located out-side the canons endorsed by Western

    culture. It also explores the social con-

    texts and intellectual authorities that

    made them possible. The paper also

    highlights how scientic discourse was

    used as a strategy of domination over

    the human and geographic universe lo-

    cated beyond the European continent.

    Keywords:circulation of social knowledge, colonialism, cultural appropriation,

    Enlightenment, local knowledge, scientic discourse.

    Introduccin

    Pedro Archila, Justo Calleja, Jos Antonio Candamo, Juan deCastro, el Negro Cayetano, Esteban Fetecua, Roque Guti-rrez, Andrs, Jos y Francisco Ribero. Herbolarios, amanuenses,guas, caporales, hombres prcticos, labranceroso campesinos. Es-clavos y libres. Mulatos, zambos, indgenas, mestizos y aun

    blancos empobrecidos. Todos percibidos por la lite como sirvientes, rs-ticos, de espritus vulgares y mentes desarregladas y aun as todos ellosparticiparon, desde hasta alrededor de , con sus saberes particulares,

    por iniciativa personal y por intermedio del debate de conceptos tericos, envarias faenas de recoleccin, clasificacin y estudio de diversas especies ani-males y vegetales que llev a cabo la Expedicin Botnica del Nuevo Reinode Granada.

    Este artculo hace parte del proyecto denominado Las travesas de los saberes entre Europa,frica y Amrica del siglo al . Un caso de historias conectadas en Colombia, adelantadoconjuntamente entre investigadores de la Universidad Eafit (Grupo Sociedad, Poltica e Historias

    Conectadas) y la Universidad de Antioquia (Grupo Comunicacin, Periodismo y Sociedad). Elequipo de trabajo estuvo dirigido por el doctor Juan Camilo Escobar Villegas, a quien deseo

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    A ellos se les sumaron diversos colaboradores annimos que abran des-conocidas rutas de exploracin, indicaban fructferos lugares de acopio, nutranlas colecciones con interesantes hallazgos, aumentaban el caudal de datos paralas respectivas descripciones morfolgicas, sealaban propiedades y usos demuchos especmenes y realizaban otras actividades especializadas que contri-buan a consolidar los informes que redactaban los directores y cientficosadjuntos a aquella iniciativa acadmica. Por ejemplo, durante una sola jornadade conversacin con autoridades locales de conocimiento sobre las poblacioneszoolgicas existentes en las riberas del ro Magdalena, estos ltimos tomaronms de nombres distintos de Marcos pescador del Espinal, pertenecientesa los animales que conoce (Valenzuela ).

    Cuando se hallaban en las cercanas de Mariquita, un buen viejo in-dgena se ofreci a ensearles el arbusto de Naranjito, lo que desempedndonos al mismo tiempo muchos nombres de plantas. Un Singenesista queme pareci el Indio Viejo llam Tucutucu y otro ejemplar, cuya existencia ynombre desconocan Jos Celestino Mutis y Eloy Valenzuela, pero que segu-ramente puede ser que llegue a fijar [el herbolario] Luis Esteban [Fetecua](Valenzuela ). A pesar de esta activa participacin de miembros de la plebeen esa y en gran parte de las restantes investigaciones emprendidas durante el

    periodo ilustrado, sus nombres y descubrimientos puntuales poco aparecen enlos informes definitivos, aunque figuran algo ms en las anotaciones personalesde los letrados que llegaron de Europa o en las de aquellos que se formaronen esta porcin de las posesiones americanas. Y no poda ser de otra forma,pues, independientemente de su lugar de procedencia, la inmensa mayora

    agradecer por habernos invitado a participar en esta iniciativa y, en el mbito del segundo centroeducativo, la investigacin fue inscrita en el Sistema Universitario de Investigacin () de la

    Universidad de Antioquia mediante acta del de septiembre de . Para la elaboracin deeste texto se cont con la participacin de Lily Garca Vsquez como estudiante en formacin.

    La idea ilustrada de la culta Europa aglutina una gran diversidad de sociedades e interesesdistintos de proyeccin poltica y econmica sobre el entorno planetario. Pero al presentarsediscursivamente como un todo supuestamente homogneo, le serva a sus promotores para posi-cionarse como el eje central desde donde debera partir el proyecto civilizador (incorporador)de lo diferente. Por lo mismo, las metrpolis se vieron a s mismas como determinadoras de las

    periferias, como irradiadoras de su progreso y, por ende, como constructoras de su historia.En la medida en que ese concepto fue validado por las lites coloniales, cientficos incluidos,se conform lo que Dussel denomina la colonialidad del saber. Para analizar los supuestos de

    conformacin y expresin del eurocentrismo, vanse los textos de Santiago Castro-Gmez (-), Enrique Dussel, Mauricio Nieto (Orden-) y Jaime Andrs Peralta (Pueblos).

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    conceptu que los conocimientos de los estratos inferiores de la pirmide socialno eran dignos de entrar en los fastos de la nueva poca de la luz que estabaarribando a los mrgenes del orbe civilizado.

    De todas formas, muchos de estos saberes emprendieron una travesasubrepticia desde esta y otras colonias hacia la metrpoli espaola y distintosreinos del Viejo Mundo, aunque sus contenidos llegaron transformados, es decir,deformados en sus aseveraciones, desprovistos del contexto social y culturaldonde se haban creado y ocultos bajo la accin de enmascaramiento discursivopromovida por los agentes de poder consagrados por la tradicin de la cienciaculta del momento. Una buena cantidad de aquellos aportes cientficos querecorrieron la ruta atlntica en sentido inverso se sigue desconociendo y, por lo

    mismo, este artculo explorar no solo algunos avances en el conocimiento detales aportes, sino los circuitos de comunicacin, varias estrategias de presen-tacin y diversas formas de apropiacin de la produccin intelectual existenteen las sociedades no europeas que, a la postre, terminaran por constituir unafaceta indita del universo cultural ilustrado.

    Reconocimiento a regaadientes

    Lo primero que se podra afirmar es que, a pesar de utilizar la creacin cien-tfica como un campo privilegiado de dominacin poltica, social, econmicay cultural, los voceros de la Ilustracin se vieron forzados a reconocer queentre las colectividades que ellos representaron como desprovistas de razn s

    Se presentaron ciertos nfasis diferenciales entre los cientficos europeos y los criollos en Amrica.En trminos generales, los primeros buscaban difundir y recabar ms informacin para apuntalarlos intereses metropolitanos y los logros de la ciencia moderna; los segundos buscaban darle,a travs de su mayor permanencia en los territorios de ultramar, un toque ms prctico a susinvestigaciones y contribuir al desarrollo de sus lugares de origen.

    Este campo se erigi como un discurso de los europeos para representarse a s mismos y a losque no lo eran en la escena mundial. Como lo afirma Mary Louise Pratt, en la segunda mitaddel siglo , la exploracin cientfica se convertira en un imn que atraera las energas y losrecursos de complicadas alianzas de lites intelectuales y comerciales en toda Europa [] seraun foco de intenso inters poltico y la fuente de algunos de los ms poderosos aparatos de ideas

    y de ideologa, por medio de los cuales las ciudadanas europeas se relataran a s mismas anteotras partes del mundo ().

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    existan realizaciones cientficas y adelantos tecnolgicos de gran importancia.Para citar algunos casos alusivos a esta inesperada situacin de confirmacinde la produccin intelectual extraeuropea, se puede decir que, durante susrecorridos por la costa del Pacfico sur neogranadino, el militar e ingenieroespaol Francisco Requena se maravill con las tcnicas que les permitan alos indgenas navegar por diversos puntos del litoral y hacia sitios distantescomo la isla Pun, la de Gorgona o las costas peruanas.

    Al abordar este punto en su Descripcin de Guayaquil(terminada en ),algunas comunidades le mostraron su sistema de ensamblaje de grandes navosa partir de la madera del mangle y de otras especies nativas. Pudo constatarla eficiencia del conjunto de aparejos que componan las arboladuras (popeses

    en lengua nativa), la de las enormes velas que desplegaban con destreza losmarineros o la de los adminculos para lastrar y anclar los navos con piedras(potalas). Como ingeniero, se admir del sistema de timones intercambiablesque haca factible la conduccin de las embarcaciones. Sobre este ltimo puntoescribi que

    [] estas embarcaciones, capaces de conducir hasta quintales, notienen para su gobierno ms timn que unos tablones o remos de palamuy ancha, que llaman guares y que sumergen ms o menos, ya por

    la popa o ya por la proa, segn quieren orzar o arribar para ceirseal viento o para aprovecharse de todo el andar cuando lo necesitan[] El uso de estos guares [o quares en otros textos] [] fue halladoentre estos indios, invencin ingeniosa que les hace mucho honor, yan ms til para navegar con corrientes, sin despreciar el viento, quelas orzas o piezas de madera que usan, particularmente, los holandesesen sus barcos chatos. ()

    Jos Celestino Mutis, no obstante pensar (y de forma mucho ms con-tundente durante sus primeros aos de estada en el virreinato) que los cono-cimientos del vulgo eran simples vulgaridades nacidas de la experiencia dementes rsticas [] desprovistas de razn, alguna vez fue llamado a presenciarel tratamiento que los curanderos negros hacan con aceite de canime (Copaifera

    Estos adelantos son de origen precolombino y varias iconografas en cermica los muestran cuandoesas naves surtan a varias culturas preincaicas e incaicas de la codiciada concha del Spondylus,

    de cuyo tinte rojo se tean los atavos ms excelsos. Este sistema de navegacin sigue en bogaen las costas manabitas y de la provincia del Guayas en el actual Ecuador.

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    officinalis) y blsamos similares para desinfectar, desinflamar y contribuir a lacicatrizacin de una enorme herida que un boga tena en su mano tras unaccidente de navegacin en el ro Magdalena. Pese a la reticencia de Mutis paralegitimar el proceso curativo, al ver su efectividad se vio compelido a anotaren su diario, el de enero de , que

    [] la herida atravesaba desde la parte inferior del ltimo falange delpulgar, inclinndose oblicuamente por la parte exterior del puo, hastala parte opuesta, interesando la mayor parte del carpo [] [Era] bienprofunda, y en el trmino de dos meses qued perfectamente sanocon la curacin del blsamo y algunos puntos que tambin le dieron.Qued con el defecto de no tener accin en la mano, moviendo sola-mente algunos dedos con muy poca libertad. (

    Viaje )

    Sin embargo, en la medida en que aquel discurso de recoleccin, peroprimordialmente de presentacin de los saberes especializados gestados en lossectores subalternos de la periferia colonial, parta de la premisa de que estastradiciones de pensamiento eran simples fbulas, cuando no patraas, naci-das de meras casualidades, de que sus pocos logros se hallaban escondidos encada localidad aislada y de que estaban expresados en idiomas campesinos y

    hasta en jeringonzas incomprensibles para odos cultivados, a los hombresde letras de la Ilustracin se les present como algo lgico el que aquellosdiferentes tipos de conocimientos se mezclaran a partir de los criterios deconstruccin y comunicacin avalados por la ciencia europea de las lites delmomento. Solo as estos datos cobraran validez universal, es decir, se incor-poraran al cmulo legtimo del caudal cultural de la familia humana. Porlo tanto, era perfectamente lcito el que los hallazgos hechos por los rsticosfueran apropiados por los sabios, procesados en sus mentes luminosas, co-

    dificados desde el punto de vista de sus propios protocolos de elucidacin dela realidad, expresados en lenguajes familiares para sus pares intelectuales y,obviamente, que fueran presentados como suspropios descubrimientos.

    Un caso, entre muchos, de aquella suplantacin de la carga de responsabi-lidad sobre un hecho cientfico concreto se dio cuando Miguel de Santisteban,funcionario real criollo, futuro introductor de Mutis y de otros tantos acad-micos a las maravillasque esconda la naturaleza neogranadina, describi en larelacin de sus viajes por los Andes del sur de la actual Colombia (-)

    algunos avances mdicos logrados por las parcialidades indgenas de aquellosparajes. Santisteban inform, por ejemplo, sobre los usos no rituales de las

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    hojas de coca a partir de lo que a l mismo le haban informado: desde sugentilidad estn en la creencia de que el suco de ella mascada no solo les davigor para el trabajo, sino que quita el hambre. Indic, sin embargo, que lasconclusiones certeras sobre la utilizacin de esta planta haban nacido nica-mente cuando l y sus acompaantes reprodujeron las formas de maceracin yde decoccin de las hojas segn la frmula tradicional. Solo as se haba gestadoel aserto de que lo cierto es que tiene virtud digestiva y que bebida el agua desu cocimiento destruye las repelencias del estmago; yo la vi buscar para esteefecto en Quito, con el nombre de t, nos la dio un amigo (Santisteban ).

    Asimismo, muchos de los hallazgos ilustrados se tejieron a partir deinformaciones indirectas suministradas por una extensa red de colaboradores

    ubicados en la cima de la pirmide social colonial (funcionarios, mecenas,compaeros de viaje, sacerdotes, hospedantes dueos de haciendas, de reales deminas, de encomiendas de indios, etc.) que entablaban comunicacin directacon los agentes del conocimiento local. Aqu tambin eran estos personajes debrillo y lustre los que avalaban las innovaciones desarrolladas por sus su-bordinados. Entre los muchos casos que se pueden enumerar, se sabe que porintermedio de tales personajes Jos Celestino Mutis logr hablar con propiedadsobre el palo de Guamoc como un efectivo vermfugo. Ello fue factible gra-

    cias a que Bernardo Delgado y Guzmn, residente en Quito, al ser inquiridopor Mutis sobre si tena alguna noticia de ese insumo, conocido en Portobelocomo el rbol de las lombrices, emprendi la observacin requerida a partirde los saberes que al respecto circulaban en su propia cuadrilla de esclavos.As se enter no solo de la eficacia de la preparacin, sino de otros aspectos,como la dosis recomendada y la forma de elaborar el medicamento. Con estospuntos en su mente, se dirigi al mdico gaditano, el de enero de , paracomunicarle con criterio de autoridad que

    [] molida la cscara y dada por lo ms hasta el peso de una octavaen cualquier dulce, trae un adormecimiento de casi veinticuatro horas;pero su efecto es de tal manera, que aplicado a un negrito mi esclavohe visto que en la primera evacuacin hecha en el campo porque seha acreditado no tener con ellas riesgo alguno los pacientes, const desesenta lombrices pequeas. La segunda de ms de doscientas; y la ter-cera dijo el paciente que ya no poda contarlas. (Mutis,Archivo: )

    En el virrey Caballero y Gngora ya le haba preguntado a Mutis sobre la efectividad deeste producto. Si era cierta su utilidad, se deban enviar muestras a Madrid por solicitud expresa

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    Pero, ya fuera por una u otra va de recoleccin de datos, para lograr elcometido de posicionarse a s mismos como verdaderos orculos del saber, losilustrados, en su doble variante de viajeros y cientficos, hilvanaron una matrizdiscursiva que enmascaraba de forma deliberada la presencia de los cientficosdel pueblo y ocultaba el contexto cultural y social donde sus conocimientosse haban gestado. Comenzaron por presentarse como los nicos portavocesde la causa de la civilizacin en la periferia colonial y, por lo mismo, adu-jeron que les corresponda enfrentarse, de manera solitaria y en un gesto deheroico desafo, a la ignorancia y a la supersticin que rondaban por estosdesiertos vacos de razn.

    A continuacin, arguyeron que solo a ellos les corresponda arreglar

    metdicamente los saberes ajenos, depurarlos de sus frecuentes extravaganciasy errores, denunciar a tantos safios y charlatanes que pululaban por doquiery, por supuesto, desde esta perspectiva de representacin del hecho cientfico,eran ellos los llamados a poblar con pensamientos inteligentes todo progresointelectual de los estamentos ubicados debajo de su privilegiada posicin social.La narracin de cada viaje y de sus resultados de investigacin se convirti deesta manera en un acto de poder por el que el recin llegado se arrogaba elderecho de evaluar, ponderar, desechar, clasificar o renombrar lo existente en

    los distintos medios naturales y sociales a donde llegaba

    .

    del ministro Jos de Glvez. Para satisfacer el requerimiento, Mutis les orden a sus allegados,como fue el caso de Gonzalo de Hoyos, que colectaran al menos un ejemplar completo y cuatrolibras de la cascarilla de Guamoc, que dicen servir contra las lombrices. El tema segua

    vigente cinco aos despus y de all surg i el evento arriba reseado (Mutis, Instruccin ). El viajero-cientfico ilustrado emprendera as lo que Marc Aug denomina el viaje inmil, en

    el que no hay encuentro con el otro, sino un volver sobre s mismo y sobre la propia experienciacultural. En esta clase de periplo, inicialmente el viaje es de descubrimiento y despus un viaje

    de conquista de los otros que el Occidente europeo ha hallado intentando colonizar el mundo.El encuentro con los otros, en este sentido, ha sido un fracaso relativo en la medida en que,finalmente, la conquista ha intentado someter y reducir por completo al otro (Aug ). Algunosautores han estudiado el hecho del viaje en los siglos y , sus mviles y la figura centraldel viajero ilustrado en lo narrado (Dussel; Gasquet, Bajo; Pimentel; Pratt; Silva).

    Esta situacin es la que Santiago Castro-Gmez denomina la Hybris del punto cero, es decir, co-menzar todo de nuevo []. [Ello] significa tener el poder de nombrar por primera vez el mundo;de trazar fronteras para establecer cules conocimientos son legtimos y cules son ilegtimos,definiendo adems cules comportamientos son normales y cules son patolgicos. Por ello,el punto cero es el comienzo epistemolgico absoluto, pero tambin el del control econmico

    y social sobre el mundo. Ubicarse en el punto cero equivale a tener el poder de instituir, derepresentar, de construir una visin sobre el mundo social y natural reconocida como legtima

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    Analizando con mayor detalle aquella construccin discursiva edificadapara incorporar lo extraeuropeo y extrailustrado, resulta evidente que otro desus fundamentos retricos consisti en negar, o al menos disminuir a su mnimaexpresin, el proceso de contacto con culturas y saberes distintos. A pesar deque fueron los ilustrados, o quienes pretendieran ser reconocidos como tales,los que buscaron con ahnco la relacin directa con informantes locales parapoder llevar a cabo sus estudios, al instante de exponer los resultados de lasaveriguaciones realizadas, se esforzaron por tomar distancia frente a sus directosinterlocutores. Tanto fue as que, en opinin de la mayora, de sus frecuentescharlas con portavoces de los iletrados apenas obtenan delirios, vanassupersticiones, groseras aseveraciones y, solo de vez en cuando, alguno que

    otro dato importante.Sobre los saberes mdicos recabados entre la plebe, Mutis fue enfticoen sealar:

    [] yo no creo semejantes noticias mientras no tenga repetidas expe-riencias propias o de sujeto capaz de decir en la materia, sin dejarseprevenir en las aprensiones del vulgo, y de un vulgo como el de estereino, absolutamente fatuo en asuntos de medicina. (Viaje )

    Al contrario, durante las plticas sostenidas con personas pertenecientes alos estratos altos de la sociedad colonial, as el contenido de aquellos congresos,como los denomin este autor, se basara en no pocos casos en los hallazgoshechos por la ciencia de los salvajes, se podan entablar gustosas conversa-ciones de las que era factible sacar noticias muy provechosas (Viaje). Esms, esta clase de sesiones discurran entre ideas claras e inteligentes anota-ciones, hasta tal punto que el mismo Mutis, tras recibir en la sede central delas minas de El Sapo la visita del joven Josef Agustn de Moya, hijo de Juan

    Manuel de Moya, rico hacendado del rea, lo colm de elogios en las anota-ciones que redact el de julio de . Entre otros criterios, consign que[] si todas las visitas que recibo en este cerro fueran de algn modoparecidas a la que ahora logro [] no me serviran de tanto disgustopor el tiempo que me quitan. En este sujeto he descubierto una minade observaciones sacadas de la misma naturaleza. Su genio observador

    y avalada por el Estado (). Este tema ha sido analizado tambin por otros autores (Nieto,Orden; Nieto, Remedios; Peralta, Pueblos).

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    y el haber vivido en una hacienda de campo muchos aos ha [] loha hecho frtil de noticias de historia natural. (Diario : )

    Otra frmula retrica tejida para presentar, y a la par ocultar, los logroscientficos de los estratos subordinados consisti en encubrirlos con los lengua-jes especializados de cada disciplina acadmica. Estos ltimos, al tiempo quehomologaban los avances del pueblo con arreglo a los estndares de la cienciaeuropea y los hacan inteligibles para sus colegas situados en ambas orillas delimperio (centro-periferia), remarcaban su distancia con respecto a aquellos quedesde su ptica de representacin todava permanecan en las tinieblas de laignorancia (Cadelo; Nieto et al.; Peralta, Los novatores; Silva). Con este talante

    y dentro del campo de la botnica, Eloy Valenzuela escribi el de octubrede que a la tarde haba trado el herbolario unos hacecillos de flores deNarciso de Monte [] con las aguas de la estacin estaban hermossimas, yfragantsimas (). Pero, para alejarse de esta fuente de conocimiento, decidipresentar el hallazgo campesino de la siguiente forma:

    el tubo de la corola era de pulgadas. El limbo plano se divide hastacerca de la base en segmentos, oblongos, obtusos, algo carnosos, ydesiguales; regularmente mayores, de cerca de una pulgada y dos

    menores que llegaran a la media de . ()

    Y, con el fin de profundizar ms la separacin entre los saberes de lascastas neogranadinas y lo descrito por los cientficos de la lite, no pocossabios redactaron sus escritos, o apartes de ellos (cuando el hilo principalde la expresin fue el espaol), en lengua latina. As se restringa an ms elmbito de circulacin y validacin de hallazgos propios y ajenos a un pequeocenculo de pares intelectuales. Combinando ambos idiomas, Eloy Valenzuela

    le informaba a Mutis, por ejemplo, que un da [se] entretuv[o] en la siguientedescripcin del caucho mariquitense. Raz rbol Tronco Tallo de losramos: caulis: subnitidus, cicatriculis prominntibus adspersus, fusco-vridis, versussummitants tormentsus. Folia: alterna, ovlia, obtsa ().

    Algo similar ocurri con la forma de asignar los nombres de las diversasespecies de flora y fauna, y de fijar sus propiedades y comportamientos. Lossistemas taxonmicos de la plebe se utilizaban bajo distintos criterios, entrelos cuales uno de los ms recurrentes consista en la fijacin de los apelativos

    por las analogas externas entre el espcimen observado y otros especmenes.Un caso alusivo a esta situacin fue el siguiente. Antonio de Ulloa se percat

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    apropiacin...

    de que, en Cartagena de Indias y lugares circunvecinos, los residentes le dabanel nombre de culebras de bejuco a los reptiles cuya figura y color se asemejaa estas [plantas], y, como suelen las ms veces estar colgadas de los rboles,parecen con evidencia bejucos ().

    El proceso de notacin tambin se haca por la correlacin de hbitos ycostumbres (alimenticias, reproductivas, de habitacin, etc.) entre animales yentre estos y las plantas. Por ejemplo, a medida que los bogas del Magdalena leiban describiendo a Mutis las diversas especies de gramas y juncos, se encon-tr con que una planta en particular la llam un indio Chavarra (Chaunachavaria), nombre de un ave local. Se le haba dado ese apelativo porque unpjaro de este nombre la come con gusto (Viaje ).

    Un tercer criterio taxonmico consisti en asignar el nombre respectivoa partir de algn patrn de semejanza con conductas y eventos del mediohumano. El trmino predicador, con el que se denominaba una de las variasespecies de tucanes que habitaban en la gobernacin de Cartagena, segn loadvirti el mismo Ulloa, provino del hecho de que

    [] puesto en algn rbol, donde est ms alto que sus compaeros,cuando duerme, hace un ruido en que parece que prorrumpe algunaspalabras y lo esparce a todos lados para que las aves carniceras no se

    atrevan, confiadas del silencio, a hacer garra en las de su especie. ()

    Aunque los cientficos ilustrados seguan varios de estos criterios y com-probaron su eficacia, decidieron apartarse de esos cnones de clasificacin delos componentes del cosmos natural en sus escritos definitivos . Despus detodo, las voces vulgares, surgidas, como lo seal Jorge Tadeo Lozano, decampesinos safios que ignoran el modo de explicarse y carecen de criterio paradespreciar patraas, solo traan escollos al pensamiento ordenado. De all

    que solo sirvieran para confundir y embrollar todas nuestras observacionesy, por lo mismo, tal como l lo estaba haciendo en sus estudios sobre las ser-pientes, no nos queda ms recurso que clasificarlos y coordinarlos conforme

    Francisco Jos Caldas indic que entre los indgenas noanamaes, como lo era su gua en elPacfico sur, los curanderos saban determinar y agrupar con precisin varias clases de plantas.Se preguntaba asombrado: Cmo este rstico jams equivocaba el gnero, este gnero tan

    vario y caprichoso? [] Un hombre que no ha odo jams los nombres de Linneo, de gneros,de especies; un hombre que no ha odo otras lecciones que las de la necesidad y el suceso, no

    poda reunir diez especies bajo un gnero que l llama contray nosotros beslerias, sin que tuvieseun fondo de conocimiento (Caldas , cursivas mas).

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    al mtodo inventado por los naturalistas. Este, segn expresa Linneo, es el hilode Ariadna que nos gua en el laberinto del inmenso nmero de produccionesnaturales ().

    Otra estrategia para presentar la informacin recibida de las sociedadesdel mundo no ilustrado fue verificar o asimilar sus conclusiones, elaboradasy transmitidas oralmente, a travs de los autores, los centros de saber, losinstrumentos y los libros de referencia provenientes de la tradicin escritaeuropea. Pero los procesos de recoleccin, divulgacin y, en no pocos casos,apropiacin de los saberes creados en los sectores no hegemnicos no hubie-sen cobrado sentido alguno si sus contenidos, una vez resignificados por losilustrados, no se hubiesen introducido en varias elipses de circulacin de da-

    tos que facilitaron su traslado desde las mrgenes hacia el centro del mundointelectual europeo.

    Circuitos y nivelesde transmisin de saberes

    Para rastrear algunas rutas que hicieron posible aquella travesa, es importan-te examinar el mbito de las ciencias naturales, en especial la botnica y lazoologa. Y dentro de esta ltima disciplina, el poco estudiado campo de la

    La sistematizacin de la naturaleza, primero, y luego el intento, que hizo factible el sistemalinneano de nomenclatura, de introducirla en el medio social fueron muy funcionales al ordencolonialista. Como lo clarifica Axel Gasquet, la aproximacin cientfica del mundo conllevabael tratamiento instrumental del mismo. Systema Naturae tuvo la virtud de unificar, dada su

    simplicidad, todos los criterios de clasificacin anteriores []. La fina conexin entre el discursotaxonmico y el despliegue colonial se haca evidente: nombrar por medio de la palabra y hacerentrar esa palabra en un sistema interpretativo nico era considerado un acto de posesin y

    propiedad sobre las cosas y los seres (De la mirada -). Otros autores tambin compartenestas conclusiones (Castro-Gmez; Gasquet, Bajo; Nieto, Orden; Peralta,Los noatores; Pratt).

    Sobre el papel de esta clase de artefactos en la conformacin de comunidades cerradas, se haceevidente, como lo seala Mauricio Nieto Olarte, que sin barmetros, termmetros, cuartos decrculo, ni telescopios Caldas enmudecera y quedara incomunicado. Los instrumentos consti-tuyen las redes cientficas que le permiten ser visible dentro de una comunidad de la cual buscaformar parte. En cierta medida, son estos dispositivos los que le otorgan el pasaporte al mundo

    de la ciencia y garantizan el carcter cientfico de su obra al ponerla en un lenguaje universal(Nieto et al. ).

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    entomologa, a la luz del cual se puede ilustrar con gran detalle la conforma-cin de los niveles internos y de los protagonistas de aquel mbito. Sobre elparticular hay que indicar, una vez ms, que el aporte de la plebe y de surstica filosofa al acervo cientfico europeo se activ debido a los interesesde expansin poltica y econmica, no solo de Espaa, sino de otros Estadosmetropolitanos. De lo contrario, su voz nunca hubiese sido consultada. Des-de la corte espaola se dictaron rdenes para que en ultramar se dieran a latarea de escoger, preparar y enviar a Madrid todas las producciones curiosasde la naturaleza que se encontraren en las tierras y pueblos de sus distritos(Instruccin ).

    Entre las muestras minerales o de plantas y animales que se deban

    enviar al Real Gabinete de Historia Natural figuraban, por supuesto, variostipos de invertebrados, teniendo en cuenta que en el Nuevo Mundo, entre otrasespecies, encuntranse muchos gneros de chicharras o cigarras, de cantridas,de abejas, abejones, avispas, araas, alacranes, gusanos, ciempis, hormigas einfinidad de otros insectos todos admirables y todos dignos de conservarse(Instruccin ). Se inici as la estructuracin de la primera elipse de circu-lacin de saberes, la del ms amplio radio, que buscaba que desde Amrica yotros puntos perifricos del imperio fluyeran hacia la pennsula ibrica infor-

    maciones estratgicas y valiosos insumos para remediar en algo el declive delrol hegemnico de Espaa.Con el fin de concretar los resultados de la estructuracin de esa primera

    elipse, se form una intermedia, aunque concntrica con la anterior, que cubriel contexto colonial y que se materializ con expediciones de prospeccin impul-sadas, o bien por representantes de la burocracia imperial, o bien por sectoresde la lite americana en sus respectivas zonas de injerencia. La creacin de laExpedicin Botnica de la Nueva Granada en fue una de estas iniciativas.

    A partir de los decretos de fundacin de esta expedicin, como el firmadoel . de abril, se estipul que, entre otras labores, sus eventuales miembros

    Para apuntalar ese rol, la monarqua apoy la circulacin de libros e instrumental cientfico,la reforma de currculos educativos, la creacin de tertulias y de la prensa escrita, el envo decientficos a las colonias, la recepcin de algunos americanos en los centros acadmicos europeos

    y dems medidas que supusieron el arribo y la expansin del pensamiento ilustrado en los do-minios de ultramar. No hay que insistir demasiado en este punto, pues ya ha sido estudiado

    por varios autores, en el caso de la Nueva Granada (Nieto, Orden; Nieto, Remedios; Peralta, Losnoatores; Silva).

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    deberan dirigirse a diversas partes de este reino, para descubrir y recoger lascuriosidades de la Historia Natural (Mutis, Archivo : ).

    Estas dos espirales de contacto con la realidad americana conformaronuna tercera, dentro de la cual la transmisin de saberes fluy desde los agen-tes directos de la ciencia moderna (expedicionarios extranjeros y peninsulares,cientficos locales, letrados y amantes espontneos de estas materias, etc.), hacialas comunidades locales y desde estas, pasando por el filtro de los esprituscultos, hacia el universo metropolitano. El caso de Jos Celestino Mutis, comofigura emblemtica de la expresin cientfica de la periferia, y su obra entomo-lgica resulta otra vez paradigmtico. Es claro que su inters por los insectosde la Nueva Granada, en especial por las hormigas, surgi desde su arribo a

    Amrica en . Sin embargo, a su apetencia personal se sum el necesarioacatamiento que exigan las disposiciones establecidas por sus superiores dentrode la administracin colonial.

    Pero su decisin de abocarse a este ramo de estudio tambin se vio favo-recida por el hecho de ver en esta rea no solo un fascinante campo de trabajointelectual, sino una posible fuente de reconocimiento a su labor cientfica,tanto en el contexto ibrico o en el virreinal como en el mbito acadmicoeuropeo. Esta ltima circunstancia ejemplifica igualmente el trazado de otra

    elipse de circulacin de saberes, que no estuvo al alcance de todos los cient-ficos ubicados en los contornos coloniales y que se teji sobre la base de unarelacin de mutuo inters: por un lado, los acadmicos europeos precisabancon urgencia de personas con ojos entrenados que recolectaran y les enviaranespecmenes de lugares remotos (tarea ms de apoyo que de generacin directade conocimiento) y, por otro lado, para los sabios locales esa urgencia era unaoportunidad de ser validados de alguna manera por colegas del Viejo Mundoy, de paso, cimentar su propio prestigio en las sociedades donde residan.

    Sobre los antecedentes y la puesta a punto de las tareas de la Expedicin Botnica, consltenselos textos de Santiago Daz-Piedrahita, ngela Mara Prez y Olga Restrepo.

    Sobre la figura de Mutis como difusor antes que como creador cientfico y sobre lo ambiguo desu situacin intelectual, Olga Restrepo aade que buscaba la aprobacin de los colegas recono-cidos por las comunidades cientficas internacionales, en su caso, los naturalistas suecos. No lehaca falta la aprobacin de cualquier organizacin local o de individuos del Nuevo Reino [].[Pero] la falta de comunicacin directa con sus iguales; la dificultad para proveerse de libros einstrumentos; su posicin de orculo del Nuevo Reino y la consecuente dispersin de reas yfrentes de trabajo que se vio forzado a atender y la distancia que se impuso para llevar a cabo su

    labor, todas estas condiciones adversas para el trabajo creativo lo sumieron en un mar de dudase inseguridades (-).

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    Esta circunstancia favorable se le puso de presente a Mutis cuando elrenombrado botnico Carlos Linneo le habl sobre el tema en sus primerascartas. El mismo Mutis rememor aquel punto de inflexin al momento dereferirle al barn sueco Gustav von Pajkull, en misiva escrita al parecer en laprimera mitad de la dcada del ochenta del siglo , que mi amadsimo elcaballero von Linneo, a quien respetaba como si hubiera sido mi preceptor, ensu primera carta me pidi que trabajase una memoria acerca de las hormigasde Amrica (Mutis, Mutis ). Para allanar por esta va su ingreso a lafamilia de los hijos de la razn, trat el mismo punto con Clas Alstrmer,al igual que con Carlos Linneo hijo y con Pedro Jons Bergius, profesor dehistoria natural y de farmacia en Estocolmo.

    Fue este ltimo quien lo puso en contacto con Pajkull, para seguir ex-plorando aquella materia entomolgica, mas en la conformacin de esta otraelipse de circulacin de saberes desde Europa hacia Amrica y viceversa (sinpasar por Espaa) tambin participaron sujetos dinamizadores como Juan Jaco-bo Gahn, cnsul de Suecia en Cdiz, a la vez botnico y antiguo discpulo deLinneo. l fue quien le notific a Mutis, en varias ocasiones, que la Academiade Ciencias de Upsala lo quera tener entre sus miembros correspondientes yque, para lograr tal cometido, siempre ser bueno que se acuerde vuesarced

    de ella, cuando se hace algn descubrimiento (Mutis, Archivo : ).Tras varias notas de insistencia, Mutis se dedic a satisfacer el requisitode admisin consistente en la elaboracin de un artculo especializado. Elobjeto de su disertacin fue precisamente la clasificacin taxonmica y la des-cripcin de los ciclos y hbitos de vida de algunas de las especies de hormigasque habitaban en las diversas regiones neogranadinas que l haba conocido .Infortunadamente, algo pas con el envo de la primera versin del documento,

    Varios de los corresponsales suecos de Mutis, que l llamaba apstoles, fueron Pehr Kalm (-), Olor orn (-), Fredick Hasselqvist (-), Pehr Osbeck (-), DanielRolander (-), Johan Gerhard Kning (-), Pehr Lfling (-), Pehr Forsskl(-), Clas Alstrmer (-), Daniel Carl Solander (-), Carl Peter Tunberg(-), Andreas Sparrman (-) y Adan Afzelius (-). Para el momento decontacto con Mutis, algunos no estaban viajando o ya no trabajaban en este campo e inclusoalgunos, como Lfling, haban muerto en sus recorridos por los llanos venezolanos. De all sunecesidad imperiosa de contar con recolectores de recambio para apuntalar su sistema de clasi-

    ficacin taxonmica. El ttulo tentativo de esta memoria, como consta en sus diarios, fue Historia de las hormigas.

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    pues nunca lleg a sus destinatarios (primero el diplomtico, luego Upsala).Sobre el particular, Gahn le escribi a Mutis el de octubre de :

    [] me parece muy bien el asunto de las hormigas, y ya que se des-graci la primera memoria sobre el particular, me parece hara vuestramerced muy bien [en] extender otra, aadiendo lo que vuestra merceddespus ha descubierto en el particular, que seguramente ser bienrecibido de los literatos europeos. (Mutis, Archivo : )

    A la postre, la segunda versin no sera terminada (al menos no ha sidohallada), pero en un escrito sobre el tema dirigido al ya citado barn y, antes,en una memoria acadmica no fechada (Mutis, Memoria -), Mutis

    consign parte de sus conocimientos en esta asignatura entomolgica. En elprimer texto, y al contarle a Pajkull su experiencia en un pas que pareca serla corte y el centro de todas las hormigas americanas (Mutis, Mutis ),hizo visibles algunos hallazgos sobre distintas especies, como la bautizada porl ayaso; sobre sus castas, que fueron agrupadas, tal como lo haca la entomo-loga del momento, en machos, hembras y espadones; sobre las funciones quedesempeaban los machos magnatesy los plebeyosen la defensa y conservacinde los hormigueros y en torno a las diversas clases de hembras existentes (don-

    cellas aladas y reinas o uxores) y algunos hbitos reproductivos y de nidificacinrelativos a este orden de insectos.En ambos documentos centraliz en s mismo todo el peso de la labor

    de campo, al igual que el del subsiguiente proceso de obtencin y replicacinde resultados y, por supuesto, el de la elaboracin de las formulaciones tericascorrespondientes. Mediante estrategias narrativas construidas a partir de unaprimera persona omnisciente, refiri que desde , cuando por fin habapodido dedicarse a las

    [] delicias de la historia natural en campo de las minas de Ibagu[] ped coleccin de las tierras bajas y calientes [], averig sus

    En el segundo escrito reflej su angustia por no poder contar con buenos libros de taxonomaeuropeos para comparar con otras las especies que estaba hallando en el medio americano. Deigual manera, y a modo de disculpa anticipada por sus posibles errores de apreciacin, le conta su corresponsal acerca de las constantes confusiones que tenan los investigadores al tratarde asignar una nomenclatura inequvoca a cada especie (incluyendo, segn Mutis, al mismoLinneo, quien nombr como una especie aparte a la Cephalotes cuando en realidad se trataba

    de una de las variedades de machos de la Ayaso) y de otras dificultades que se experimentabanal emprender el estudio de aquellas criaturas.

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    propiedades [y] [] comenc a formar el empadronamiento de todaslas familias del distrito y durante los cinco aos que habit aquelladulcsima mansin, gast horas, das y semanas enteras en observarlas hormigas, que solo se presentan por escuadrones algunas especiesen determinadas estaciones. En una determinada especie logr verrepetidsimas veces la cpula. (Mutis, Mutis )

    Siguiendo su testimonio, se puso de bulto que el caudal de conocimientoque haba podido recabar sobre aquellos insectos lo haba obtenido directamentede la misma naturaleza gracias a su preparacin metodolgica y conceptualcon los maestros y a los textos de la ciencia europea. Desde su ptica, sus

    colegas o compaeros de estrato

    , aun los blancos pobres y mestizos, perosobre todo las castas y sus mentes simples, poco haban intervenido enla elaboracin de sus apreciaciones. Las castas haban fungido tan solo comouna entidad pasiva, intelectualmente anodina para la creacin cientfica, y porlo tanto resultaba ms que obvio que los nombres de sus integrantes y suscontribuciones se difuminaran en los informes que deban ser refrendados porcolegas allende el mar.

    Sin embargo, en el material redactado para su consulta personal o para

    ser discutido en escenarios muy restringidos s sali a flote el hecho incuestio-nable de que el vulgo haba sido una entidad activa, deliberante y propositivaen sus descubrimientos. Por ejemplo, en el terreno taxonmico esto fue tanevidente que, a pesar de que en sus textos sobre la materia figuran algunasdenominaciones propias del sistema linneano (como la del gnero Cephalotes),Mutis consign de forma mayoritaria los apelativos dados por los pobladoresnativos y los aval intrnsecamente al utilizarlos en el espaol de uso corrientey no segn el canon binominal de gnero y especie utilizado en latn. Fue

    as como se enter de la existencia en la zona de hormigas flecheras, rasconas,arrieras, tijeretas, tigres, meloricas, cucunchas, bizcochuelas, melcochas, culonas,mulatas, tambochas, arrancapedazos, de muerto y coloradas, entre otras tantas.

    En ambos textos nada dice sobre la participacin y los aportes realizados por los miembrosde la lite blanca que lo acompaaban en sus labores. Si la carta a Pajkull es del ao oinmediatamente posterior, fecha en la cual se mencion la prdida del documento original, yala Expedicin Botnica haba iniciado labores. Y con Mutis trabajaban para aquel momentoEloy Valenzuela (que lo hara entre y ) y fray Diego Garca (de a ), cientfico

    apasionado por los temas zoolgicos. Ellos dos, aunque pocas, escribieron notas y descripcionessobre distintas especies de hormigas.

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    Una de las escasas ocasiones en que Mutis aludi directamente a quien le allanel camino para el traspaso de saberes se encuentra en una pequea nota deseptiembre de , en la que consign: hoy hall mi hortelano otras hormigasque me nombr meloricas, segn la denominacin del Socorro, en donde l seha criado (Diario : ).

    Las noticias brindadas por sus informantes locales le sirvieron inclusopara encontrar especmenes que le facilitaran la descripcin de cada especie ydel comportamiento de las castas que las conformaban. Una de las situacionesque a este respecto se encuentran en los diarios de Mutis est fechada el de septiembre de . Ese da se supo que, luego de infructuosos periplosen pos de los machos, hoy hall mi hortelano las cabezotas de las hormigas

    flecheras. As las llaman aqu porque punzan violentamente con el aguijn.Muerden tambin y as se hacen doblemente temibles (Mutis, Diario : ).A su vez, estas indicaciones le fueron de gran utilidad para organizar suscolecciones o las que enviaba a Europa. En alguna ocasin vio Mutis unaspequeas hormigas caminando por el tronco de un rbol y le pregunt a sucolaborador Ribero (no se sabe si Andrs, Francisco o Josef) de qu especieeran. Entendiendo muy bien las nociones tcnicas que encerraba este interro-gante, su interlocutor le contest que se pareca[n] a las zorritas, pero que no

    lo era[n] en su concepto, pues estas pican y la que yo le manifest no picaba.Sin embargo, en mis colecciones la tengo yo reducida a esta especie de zorritas[]. Por eso ando ahora a caza de zorritas para salir de una vez de la duda(Mutis, Diario : ).

    Asimismo, el concurso de los habitantes de poco lustre le result in-dispensable para comprender algunos hbitos alimenticios, reproductivos y depoblamiento de varias especies. En este orden de ideas, cuando Mutis estabaconcentrado en fijar las pautas de vida de las pataloas negras, alguno de sus

    ayudantes labranceros complement sus propias observaciones y conclusionescon nuevos datos. El valioso aporte se concret el de septiembre de ,da en que el annimo interlocutor le refiri el espectculo agraciado que habalogrado ver el da antecedente ponderndome la terrible mortandad que hacanlas pataloas negras en las tigres (que es hormiga mucho mayor y valiente). Ledi crdito [] (Mutis, Diario : ).

    Otro de estos importantes descubrimientos se haba producido en juliode . Hasta entonces, tras esfuerzos infructuosos, Mutis no haba podido

    dar con los nidos de las pataloas negras. l mismo confesara que el tema lesuscitaba gran inters desde aos atrs y que despus de tantos meses en que

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    a algunas temporadas haba visto este ejrcito de pataloas con sus huevos,jams haba logrado hallar el hormiguero (Mutis, Diario : ). Pese a losfracasos, el cientfico espaol no renunci al codiciado hallazgo y, una vezque le avisaron de la presencia de aquellos insectos en las inmediaciones de lasminas, fue tras su rastro. Con ese fin, llam al instante al hortelano para queme acompaase por estos brazales. La aguda capacidad de observacin de estelos llev por la orilla de una quebrada, luego por un tronco que les servira depuente para vadear la corriente y, tras mucho esfuerzo, descubri el hortelanoel lugar donde estaban los huevos (Mutis, Diario : ).

    A pesar de este logro, Mutis se present a s mismo como el protagonistadel hecho y, con molestia mal disimulada, aclar en las pginas de su diario

    que el hallazgo de los nidos de las que eran por derecho propio mis hormi-gas no haba sido tan importante como el estudio que l iba a emprender deellos. De all la afirmacin segn la cual

    [] sin duda es menester mucha paciencia, constancia, y aun algoms que empeo en estas prolijas investigaciones. Cualquier hombrede campo observa (si tiene un poco de genio observador) lo que leofrece la casualidad, pero no se empea en hacer descubrimientos queno le han de producir alguna utilidad. (Mutis, Diario : )

    Los saberes elaborados en los escaos inferiores de la pirmide socialle sirvieron a Mutis, igualmente, para aprender y recomendar alternativas demanejo contra la accin destructora de las hormigas que asolaban casas ycultivos en este y otros puntos del virreinato. Consultando entre octubre ynoviembre de a varias personas campesinas, entre ellas a Francisco Xi-mnez, residente de uno de los poblados cercanos al real de minas de El Sapoo de Nuestra Seora del Rosario, se enter de que para preservar los cultivos

    Varios de sus corresponsales de la lite en Mompx, como Nicols Florido y Luis Lannerte, aligual que Gregorio del Pozo en Lorica y Manuel de Moya en Llanogrande (cerca de El Sapo,

    jurisdiccin de la villa de Ibagu), haban emprendido la bsqueda de esos nidos tras recibiruna solicitud expresa de Mutis, aunque al final confiesan en sus noticias que ni ellos ni otras

    personas de quienes se informaron [seguramente indgenas, zambos, mulatos y mestizos delrea], pudieron jams saber de la habitacin u hormiguero de estas especies de hormigas (Mutis,

    Diario : ). No obstante, en sus diarios personales resulta evidente que los hortelanos tambin contribuy-

    eron al conteo de larvas, a la fijacin de tasas de reproduccin, al establecimiento de los ciclos

    de fertilidad de las reinas, el de sus patrones de apareamiento y dems tareas de indagacinespecializada de esta faceta de la historia natural de las hormigas estudiadas.

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    de maz del ataque de las arrieras se acostumbraba utilizar tcnicas para lograrlo que hoy se denominara alelopatas. Es decir, los pobladores locales se valande asociaciones benficas entre distintas plantas (rboles, hortalizas, aromticas,tubrculos, etc.) para contrarrestar plagas y enfermedades. Una estrategia deprevencin consisti, precisamente, en sembrar yucas junto a otras plantas,pues prefiriendo las hormigas esta planta al maz, se entretienen en pelaryucas (Mutis, Diario : ).

    Para erradicar las plagas de forma duradera, el mismo Ximnez le informque no exista remedio ms eficaz que echar alguna porcin del caldo de laolla en el hormiguero (Mutis, Diario: ). A regaadientes consign Mutisen su diario que este conocimiento lo haban adquirido las gentes del lugar

    tras varios experimentos y mediante la aguda indagacin de efectos positivoso negativos con esta y otras sustancias, es decir, filosofando a lo campestre(cuyos discursos es necesario or para retener lo til). Este complejo procesode observacin y anlisis abocado a la resolucin de una necesidad cotidianaconcreta qued en evidencia, as Mutis lo mirara con desconfianza, cuandole pregunt a Ximnez sobre el porqu del uso especfico del caldo, a lo queeste respondi que lo atribua a la sal, la que se dice les debe ofender [a lashormigas] pues tambin aconsejan otros poner sal en las bocas de los hormi-

    gueros (Mutis, Diario : ).

    Palabras finales

    Con base en lo anterior, queda en evidencia que la ciencia moderna de corte

    europeo no se limit a formar acadmicos en nuevos campos disciplinares nia construir novedosas plataformas tericas y precisas formulaciones metodo-lgicas para dar cuenta de la realidad natural y social del siglo e iniciosdel siguiente. Adems de los avances que se hicieron en el conocimiento y ensus diversos soportes de expresin (libros, centros educativos, instrumentos,expediciones, peridicos, etc.), la ciencia se convirti en una matriz privile-giada de poder que allan el camino para que las potencias del periodo y laslites asociadas a ellas elaboraran nuevos discursos y prcticas de dominacin

    poltica, econmica y social que, desde el terreno de la cultura, deban llegara todos los rincones del planeta donde existieran colectividades, paisajes y

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    apropiacin...

    recursos susceptibles de ser incorporados a sus propias formas de ver, pensary actuar en el mundo.

    Sin embargo, en cada sociedad perifrica del orbe colonial, en especialen cada uno de los estratos subordinados de la sociedad, tambin se habanhecho adelantos cientficos y hallado alternativas tecnolgicas que permitandar respuestas a problemas especficos. Esos adelantos y alternativas se habangestado dentro de procesos de evolucin temporal particulares, distintos engran medida de los europeos, y expresaban, como toda elaboracin prcticay discursiva, no solo una compleja y vasta produccin intelectual, sino deter-minadas formas de actuacin y de organizacin de la experiencia colectiva,propias de cada colectividad. Los portavoces del universo ilustrado se encon-

    traron con esos saberes y se vieron en la paradjica situacin de tener queconsultarlos, cuando no apropirselos, para poder sacar adelante la tarea deredescubrimiento e incorporacin del mbito extrametropolitano en la queestaban empeados.

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    Instruccin de orden del rey nuestro seor para que los virreyes, gobernadores, co-rregidores, a lcaldes mayores e intendentes de provincias en todos los dominiosde su magestad puedan hacer escoger, preparar y enviar a Madrid todas lasproducciones curiosas de natura leza que se encontraren en las tierras y pueblosde sus distritos, a fin de que se coloquen en el Real Gabinete de Historia Na-tural que su magestad ha establecido en esta corte para beneficio e instruccinpblica. (). Documentos para la historia de la educacin en Colombia. Comp.Guillermo Hernndez de Alba. T. . Bogot: Banco de la Repblica; Colegio

    Mximo de las Academias Colombianas; Patronato de Artes y Ciencias, .

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    93F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Vol. 19, N.1. pp. 72-95, enero-junio de 2014

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    De

    delirios

    ignorantes

    a

    c

    ultas

    reflexiones:la

    Ilustracin

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