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Caminos y rutas Las cuatro grandes vías antiguas (Sur). José Cerdá - 1 - Camino Benacancil La denominación de esta ruta, al parecer la más principal de los accesos a la población (no en vano pertenecíamos a la Contestania y, por consiguiente, nuestras relaciones tendían más hacia el sur que hacia el norte o el oeste), es muy varia y variada: Benacancil, Zarzalar, del Medio, Carañana, Benamil, Vallada, Mogente, etc son nomenclaturas que le han sido asignadas. Lo cierto es que, como a todas esas partidas por él se llegaba, cada quien le daba el nombre de hacia donde iba, o de donde venía. Lo primero que debe quedar sentado es que partía de la prolongación de la actual calle Moncada y, bien por Niño Jesús o Remedio, partía del pueblo hacia la cadencia natural: la Contestania. De este sentir son también los dos autores que se dedicaron a escribir sobre este aspecto de nuestra historia: don Pedro Sucías y don José Mª. Albiñana 1 . Por tanto, nada más que añadir a este respecto. Portal de Santa Cruz (vistas de entrada y salida al núcleo urbano) Siguiendo, por ende, el camino, que no las calles, permitirán que realice una acotación a la posible lectura del texto del Dr. Albiñana, fruto de mi experiencia personal, que no de mis investigaciones históricas. Se trata de precisar que la división de ambos caminos (Mogente y Montesa), que alguien podría deducir estuviera en torno a la actual cruz y fuente del Llano, no siempre fue en ese punto; dicho punto y descripción, no nos parece sino la constatación de lo que vemos en la actualidad; por el contrario, nos parece más cercano a la realidad afirmar que, como el camino a Montesa es temporalmente muy reciente, resulta inverosímil que el camino de Mogente fuera por el actual trazado de la calle san Jaime, toda vez que dicha calle eran campos 2 y, cuando se abrió, no iba recta 1 A propósito de que este camino era la puerta a la población, el primero de ellos dejó escrito: “En los últimos días del mes de Abril de 1.707 apareció cerca de nuestra Villa en el alto del Lovarez una división del ejército de Felipe V… “El Cura Párroco Don Diego Richard congregó al Clero y en unión de los Religiosos Descalzos de esta Villa y de los justicias y Jurados se dirigieron a la plaza de la (ilegible)… tomó el Cura Párroco el Sacramento de la Eucaristía y en devota procesión fueron todos los asistentes con lágrimas en los ojos y lo llevaron hasta la hermita (sic) de la Santa Cruz y colocándolo sobre una mesa sobre el piso de la calle y postrados los dos en tierra … “Llegaron por fin los Franceses habidos (sic) de sangre a las puertas de esta capilla que por entonces era la entrada de la población…” P. Sucías. “Apuntes históricos de la Villa de Enguera.”. Manuscrito fechado en 1908. Edición fotocopiada a partir del existente en el Archivo Municipal de Valencia, 1994. Fols. 121.123 y s. Y el segundo autor, a propósito de lo mismo y de forma más explícita, escribió: “Antiguamente, el arco sobre el que está construida la ermita venía a ser como la puerta principal de entrada a la población. La calle del Llano no existía y en su lugar se extendían los caminos de Montesa, orientado por la calle de San Antonio de Padua, y de Mogente, por la de San Jaime.” Albiñana, J.Mª. Historia de la Villa de Enguera y de sus hijos ilustres. Edic. mecanografiada. pag. 442. 2 A tal efecto, puede cotejarse lo escrito por don Pedro Sucías en su descripción del callejero de la Villa: “San Jaime. En 1776 encontramos el primer documento para la edificación de esta calle en cuyas casas

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Caminos y rutas

Las cuatro grandes vías antiguas (Sur). José Cerdá

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Camino Benacancil

La denominación de esta ruta, al parecer la más principal de los accesos a la población (no en vano pertenecíamos a la Contestania y, por consiguiente, nuestras relaciones tendían más hacia el sur que hacia el norte o el oeste), es muy varia y variada: Benacancil, Zarzalar, del Medio, Carañana, Benamil, Vallada, Mogente, etc son nomenclaturas que le han sido asignadas. Lo cierto es que, como a todas esas partidas por él se llegaba, cada quien le daba el nombre de hacia donde iba, o de donde venía. Lo primero que debe quedar sentado es que partía de la prolongación de la actual calle Moncada y, bien por Niño Jesús o Remedio, partía del pueblo hacia la cadencia natural: la Contestania. De este sentir son también los dos autores que se dedicaron a escribir sobre este aspecto de nuestra historia: don Pedro Sucías y don José Mª. Albiñana1. Por tanto, nada más que añadir a este respecto.

Portal de Santa Cruz (vistas de entrada y salida al núcleo urbano)

Siguiendo, por ende, el camino, que no las calles, permitirán que realice una acotación a la posible lectura del texto del Dr. Albiñana, fruto de mi experiencia personal, que no de mis investigaciones históricas. Se trata de precisar que la división de ambos caminos (Mogente y Montesa), que alguien podría deducir estuviera en torno a la actual cruz y fuente del Llano, no siempre fue en ese punto; dicho punto y descripción, no nos parece sino la constatación de lo que vemos en la actualidad; por el contrario, nos parece más cercano a la realidad afirmar que, como el camino a Montesa es temporalmente muy reciente, resulta inverosímil que el camino de Mogente fuera por el actual trazado de la calle san Jaime, toda vez que dicha calle eran campos2 y, cuando se abrió, no iba recta

1 A propósito de que este camino era la puerta a la población, el primero de ellos dejó escrito: “En los últimos días del mes de Abril de 1.707 apareció cerca de nuestra Villa en el alto del Lovarez una división del ejército de Felipe V… “El Cura Párroco Don Diego Richard congregó al Clero y en unión de los Religiosos Descalzos de esta Villa y de los justicias y Jurados se dirigieron a la plaza de la (ilegible)… tomó el Cura Párroco el Sacramento de la Eucaristía y en devota procesión fueron todos los asistentes con lágrimas en los ojos y lo llevaron hasta la hermita (sic) de la Santa Cruz y colocándolo sobre una mesa sobre el piso de la calle y postrados los dos en tierra … “Llegaron por fin los Franceses habidos (sic) de sangre a las puertas de esta capilla que por entonces era la entrada de la población…” P. Sucías. “Apuntes históricos de la Villa de Enguera.”. Manuscrito fechado en 1908. Edición fotocopiada a partir del existente en el Archivo Municipal de Valencia, 1994. Fols. 121.123 y s. Y el segundo autor, a propósito de lo mismo y de forma más explícita, escribió: “Antiguamente, el arco sobre el que está construida la ermita venía a ser como la puerta principal de entrada a la población. La calle del Llano no existía y en su lugar se extendían los caminos de Montesa, orientado por la calle de San Antonio de Padua, y de Mogente, por la de San Jaime.” Albiñana, J.Mª. Historia de la Villa de Enguera y de sus hijos ilustres. Edic. mecanografiada. pag. 442. 2 A tal efecto, puede cotejarse lo escrito por don Pedro Sucías en su descripción del callejero de la Villa: “San Jaime. En 1776 encontramos el primer documento para la edificación de esta calle en cuyas casas

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como actualmente sino que giraba hacia lo que hoy es santa Ana; en otras palabras: no

tenía salida. Por consiguiente, habrá que entender que el antiguo trazado del camino, que venimos siguiendo, discurría por la actual calle San Antonio de Padua hasta la altura donde hoy está la ermita del santo. Desde allí, entre la ermita y el acceso a los aljibes, seguía hasta unirse al trazado actual, por entre los aljibes y el campo de fútbol siete. Las gentes de mi generación, y posteriores, han llegado a conocer dicho tramo del camino hasta su desaparición, fruto de las construcciones deportivas allí ubicadas, así como del cerramiento impuesto con motivo de la ubicación del camping y zona de la pinada3. Ubicados que estamos en el momento actual y, antes que las máquinas y la urbanización de la zona lo alejen todavía más del casco urbano, dejemos constancia que hoy comienza al finalizar la actual calle de don Bernardo Martínez. Transcurre entre campos cultivados, pudiendo observar el caminante sucesivos accesos a los mismos, especialmente a aquellos ubicados en el lado izquierdo del sentido de la marcha. Llegado que se ha al primer gran tramo absolutamente llano, hay que advertir que nos encontramos ante una de la mejores perspectivas sobre la Vall, fruto de la fosa que produce el barranco del Ral. En este punto es conveniente aminorar la marcha y prestar atención a varios elementos arquitectónicos y socioculturales de épocas anteriores. En efecto, el primer elemento a destacar es un muro, de inverosímil construcción, que salva el antedicho barranco del Ral, así como de otros desaguadores. El abandono, la desidia y, como consecuencia directa, la brotación y crecimiento de maleza, plantas y matorrales nos impide ver sobre qué realidad nos encontramos. Es cierto que, si nos fijamos en la construcción que se encuentra a nuestra derecha, una gran calzá hace de muro de contención de arrastres, pero ¿qué puede ser esa especie de muro que, en un determinado tramo, aparece en lugar de la calzá? ¿no sería el pretil de un antiguo puente, que permitiera salvar las torrenteras del barranco del Ral, así como de otras torrenteras que descendían por la vertiente sur del Piquet? Se trata del primer elemento a contemplar junto a las lindas, aunque jóvenes y poco cuidadas, carrascas que pueblan el trecho.

Un segundo elemento, ahora en la calzá de la izquierda, nos retrotrae a otros tiempos, bien que más recientes. Se trata de un rulo integrado en dicha calzá con una cifra grabada en la zona visible: 1980. ¿Referencia dicha cifra el año de construcción de la calzá? Si así fuera, esa debió ser la fecha inicio del abandono de las conducciones de las

fue construido el tinte de paños que tuvo la fábrica de paños de Enguera y se llamó tambien la calle que nos ocupa carrer del Tint de Santiago y de San Jaime. Escribano Jaime Sanchos fecha antes dicha.” … … … … … … “Durante el primer tercio del siglo XIX se construyeron las últimas calles existentes en nuestra villa y son las siguientes. “Casas de Barberan hoy San Jaime. “Fue en un principio un campo de la propiedad de Don Jose Marin Barberan Alcalde mayor de esta población que vendió trozos de terreno para edificación de casas, puede verse su justificación de lo que decimos el protocolo del Notario de esta Villa Don José Lisarde existente en el Archivo Notarial y en los años 1818 al 22.” P. Sucías. “Apuntes históricos de la Villa de Enguera.”. Manuscrito fechado en 1908. Edición fotocopiada a partir del existente en el Archivo Municipal de Valencia, 1994. Fols. Fols. 136 y 147. 3 Para los amantes de la precisión, dejar constancia que, en efecto, mi generación también conoció la calle san Jaime como es actualmente, así como que el arranque del camino ya estaba frente a lo que fuera el lavadero de la calle san Jaime, aproximadamente, por lo que hoy constituye la escalinata de acceso a la vivienda del conserje del Colegio Público López Palop.

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aguas desde los desaguadores hacia el barranco y, por consiguiente, el inicio de la

situación de deterioro del enclave, así como del desmoronamiento de las calzás, arrastres de tierras y aparición de los nuevos desaguadores en la zona. Fatídica fecha, si ese fuese el significado de la cifra del rulón de trillar.

El tercer elemento, también en el mismo lado izquierdo de la marcha, es un precioso empedrado que protege de cárcavas el desaguador/camino que, desde allí, ascendía a los campos que sombrea la Plana en la vertiente sur del Piquet o Atalaya. Este sendero, al igual que la mayoría de los que sirvieron y sirven de acceso a los campos de la Umbría, sigue el cauce de los desaguadores. Obvio era, por tanto, que para evitar el estrechamiento de los mismos, los usuarios lo protegieran mediante la construcción de tales empedrados de los que pocos podemos observar, fruto la mayor parte de la falta de mantenimiento o bien del recurso a nuevas técnicas, tales como el cemento o el alquitrán.

Camino empedrado de ascenso al Piquet, así como viejo camino a la Plana

El cuarto y definitivo elemento: el tocón de la olivereta del cuarto. Anteriormente hicimos referencia a ella en palabras de don Pedro Sucías, al afirmar que así se denominaba… no porque haya un cuarto de hora desde la Población hasta allí; sino por haber tenido otra cuarta parte de un ser humano.

Peaña de la Olivereta del cuarto

Como podrán observar, andamos transitando uno de los más antiguos

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caminos que recorrieron nuestros antepasados y visitantes. Los vestigios nos lo

muestran y eso cuando no hemos hecho sino iniciar nuestra marcha por él.

* * * Así, tras una inmensa curva llegamos a la actual calzada o carretera que sube por las Piletas a la Plana. Si la cruzamos, seguiremos nuestro trayecto en una corta, aunque pronunciada, ascensión en cuya cota mayor podemos observar que, a la derecha dejamos un enorme campo, hoy de sementera, conocido con el nombre de Bancal de la Herradura, en razón de la peculiar forma que adopta. La visión desde este pequeñísimo atalaya es sorprendente, tanto de la Vall como de la misma población, especialmente de las construcciones más modernas de la misma. El descenso, corto y pronunciado también, nos conducirá a otro punto de reflexión y disfrute en nuestro discurrir: el segundo puente del trayecto. Aunque antes de llegar allí, habrá que dejar constancia de los pocos restos del empedrado que protegía el piso del camino. Cruzamos la carretera y, al finalizar la zona de descenso, nos encontramos con un panel anunciador de no se sabe qué cosas; pero allí está a la izquierda de la marcha y obstruyendo la visión del desaguador proveniente de los regueros del Altico Redondo y del Tío Viceño. Estos dos regueros discurrían sus agua de lluvia por la cuneta existente a la izquierda del camino y por el puente existente, a pesar de las aguas y de la acción de los responsables municipales de gestión del patrimonio, vertían aquellas, por el centro del valle, al barranco de la Fonteta a la altura del puente del mismo nombre, allí donde la senda Mataovejas utilizaba su cauce para transitar, como veremos cuando recorramos el camino del Ral.

Vistas interior y exterior del puente

Nos encontramos, pues, ante un nuevo elemento, un puente, construido según sistema tradicional muy antiguo. Se trata de un nuevo vestigio de nuestro importante acervo cultural. Esperemos que esos técnicos de que disponen los gestores municipales del patrimonio, además de paralizar obras de los vecinos así como de descubrir rodadas de carros anteriores a la aplicación de los metales al transporte, tengan tiempo para datar estas construcciones entre publicación y publicación de folletitos socioculturales. Ah, ¡y dejar ya en paz el Cerro de Lucena! Pero nuestro camino sigue, así como nuestro deambular por él. En efecto, a partir de este punto, salvo alguna inapreciable oscilación en el desnivel del terreno, el camino vuelve a aparecer de una agobiante inalterabilidad debida, principalmente, al blancor de los campos por los que transcurre. En este tramo por el que estamos discurriendo también es fácilmente observable las múltiples salidas que, especialmente por el lado izquierdo de nuestra marcha, servían de

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acceso a los bancales de la Umbría. En cualquier caso, la aparición de la carretera en

los años 20 del siglo pasado, propició el abandono y, consiguientemente, la desaparición de trozos de los mismos por el servicio del que fuera relevado nuestro camino por la carretera. De pronto el color de la tierra cambia del blanco cegador a rojo férrico. Se trata del cambio que se describió en anterior publicación4. No volveré, pues, a lo allí ya escrito, dejando de hacer referencia, por tanto, al maravilloso puente, al incomparable empedrado del vado, al majestuoso pozo de Benacancil, a la singular y monumental encina etc., etc.

Con todo no puedo sustraerme de acotar el nacimiento de tres grandes rutas que partían de este enclave: las sendas de la Higuela (verde), la del Medio (azul) y la ruta a Vallada por Carañana y Benamil (añil). Y el orden en la enumeración no es fruto de la casualidad sino, exactamente del arco que, de derecha a izquierda, se produce partiendo del eje del camino, con inicio en el mismo pozo de Benacancil.

Las tres grandes rutas que partían desde el pozo de Benacancil

Espero me perdonen y puedan comprender la necesidad que siento de despejar ignorancias que, desde este instante, dejarán de ser invencibles. Es por ello que, siguiendo la enumeración anterior, describa cada una de las tres comenzando por la de la derecha para, finalmente, volver a nuestro camino original: Enguera a Vallada y, posteriormente, a Mogente. Sin más dilación tomemos el primero de ellos:

I.- Camino de la Higuela. Como su nombre indica arrancaba de este punto y, tras cruzar la partida de dicho nombre, finalizaba en los pastos del otro lado del río Minguez, a la altura del denominado azagador de Norillas.

4 Cerdá, J. Benacancil: camino y barranco. Un enclave de mi pueblo. www.engueraenlapalabra.blogspot.com.

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Esta ruta es la más deteriorada de las tres que parten del mismo punto. En efecto sólo

un tramo, el que transcurre desde el camino del Murre hasta el azagador de Norillas, es fácilmente reconocible; el resto o bien está abandonado, cual es el tramo desde el cruce del camino del Murre hasta el desaguador de la Hoya de Pepe Juan, o bien ha desaparecido total o parcialmente, como es el caso del tramo desde su nacimiento al camino actual de la Higuela, o bien ha desparecido bajo los nuevos trazados de caminos y entradores en las partidas de la Higüela y Hoya de Pepe Juan. En todo caso, su reposición no es complicada: una máquina de desbrozar y alguien que lo ordene haría reaparecer el ochenta por ciento del mismo; el resto ya existe o bien se utilizan como trazados de las rutas actuales.

… lo cruzaba en pendiente y, arqueando hacia izquierda

A mi parecer, siguiendo el trazado inverso, este camino, que denominamos de la Higüela antiguo, debió discurrir, desde el abrevadero de Norillas, por el azagador del mismo nombre hasta el Minguez y, tras discurrir unos metros por su alvéolo izquierdo, lo cruzaba en pendiente y, arqueando hacia izquierda en sentido de nuestra marcha, llegaba al actual camino asfaltado del Murre. Este tramo, de unos dos metros de ancho, se conserva enmarcado por piedras, salvedad hecha de algún trozo en el que un propietario de parcela lindante las retiró pues, al parecer, le molestaban para hacer los giros en la labranza. Un pequeño aclarado de unas protectoras piteras, justo en el mismo campo, permitirían el tránsito incluso de la actual maquinaria agrícola.

Senda de la Higüela entre los pozos de Benacancil y Norillas (círculos amarillos)

Los colores del trazado indican: verde caminos actuales en uso marrón sendas en desuso

Al otro lado del antedicho camino del Murre se aprecia una pendiente en el ribazo del campo superior que, auspiciada por el tránsito de animales nocturnos en búsqueda de alimentos y, sobre todo, de agua, nos van indicando el discurrir del trazado del camino.

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El desuso del mismo, que conduce al abandono y, consiguientemente, a la aparición de

hierbas y otros elementos, nos impiden transitar por él, pero no la posibilidad de seguirle el curso. Un tramo más adelante, en efecto, la aparición de varios carrascales nos permite proseguir con mayor claridad, si cabe, el trazado del mismo. De pronto, el curso de nuestro camino desaparece, si bien unos desprendimientos del terreno nos pueden valer de excusa para imaginar cuál sería el recorrido que tenía. Igualmente, los restos del desaguador de la partida, así como la llegada a un camino, antigua senda, nos conducen al último tramo de este tramo del recorrido. Nos encontramos ya en la fase final del recorrido. Junto al hidrante de la partida retomamos una nueva fase de la senda que, cual guadiana, aparece y vuelve a aparecer según el sentir que de la propiedad hayan tenido los vecinos de la misma. Nuevo encinar, casi al final del recorrido, nos devuelve a la realidad del desaparecido trazado. Unos pasos, tras la opacidad de la vegetación, nos permiten aventurar que nos encontramos a escasos metros de la carrasca de Benacancil, punto buscado en nuestro recorrido inverso.

Así pienso que nuestros antepasados pudieron marchar a los pastos de poniente, desde el camino de Benacancil por la senda de la Higüela. Así creo que llegaban también a sus propiedades y labores agrícolas, especialmente a los campos al poniente del Murre5. Y, tal vez, éste era el camino de allegarse al mercado los vecinos de las heredades del otro lado del Minguez, especialmente: Casa del Mincho, Villaseca, el Borch, el Curro, Valles, la Carrasquilla, la Seneca, Merita, la misma Guarañonera, etc. Porque no sólo de pastos se recopilaba la renta de nuestros antepasados… Y este precioso camino también me recuerda que, junto a los pastos más al oeste, existían caseríos que albergaban personas y enriquecieron los patrimonios de los señores feudales, burgueses y demás mandamases que la historia nos ha hecho padecer, así como sus respectivos administradores… El abandono de esta ruta, por la desidia de los sucesivos administradores, pienso que no ha sido involuntaria, toda vez que como la distancia hace el olvido, según cantaban en mi niñez, ¿qué mayor distancia de aquellos rentistas que olvidar las sendas de sangre, sudor y lágrimas de nuestros antepasados gente de gleba?

II.- Senda del Medio. Como indica su nombre, arrancaba entre las otras dos rutas para finalizar en los límites de la Vall, sirviendo a los amplios bancales de la Hoya de Pepe Juan, fincas y caseríos de Llorúz, Benamil de abajo, Casa Dineros, etc. que quedaban a esta parte del Minguéz. El trazado y recorrido de la misma, en un gran porcentaje, es fácilmente reconocible siempre que evitemos dejarnos confundir por las señales de un nuevo sendero, conocido irónicamente como el del colesterol. También es conveniente dejar constancia que, desde su inicio, hay que prestar atención para no errar; así como constatar la desaparición de ella en su fase final. Como venimos de afirmar, su recorrido se inicia en el mismo punto que las otras tres rutas: exactamente se localiza siguiendo en dirección recta a partir del pozo, se sube un pequeño repecho, por el que discurre un pequeño desaguador, que la limita. Alcanzado

5 Releyendo el texto, previamente a su publicación, no puedo dejar de recordar la expresión de Dña. Amparo Marín Palop. Recuerdo haberla invitado a ver mi caseta una tarde agosteña del 2010. Andaba como perdida. Preguntada sobre si le ocurría algo, exclamó: “Es que no entiendo nada. A tu caseta yo siempre venía por otro camino. La caseta no se veía desde el camino y quedaba a la izquierda…” Testigo de excepción de cuanto dejo escrito fue su ahijada Mª Teresa Aparicio Fabra.

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el final del repecho, nos encontramos con un amplio camino para maquinaria agrícola

que, tomándolo por nuestro lado izquierdo, nos conduce a un camino asfaltado que aparece por la derecha. Se trata de un antiguo ramal de nuestra senda que accedía al caldero de la Hoya de Pepe Juan. Nosotros, que estamos caminando por la Senda del Medio, no debemos ser confundidos por las apariencias y debemos seguirla hasta llegar al azagador, denominado actualmente del río Minguez, aunque siempre se conoció como azagador de Benacancil, en referencia a la zona que transita, al igual que su hermano el azagador del Río (Fraga) que, como veremos en su momento, conformaban los pasos intermedios de los ganados por la Vall, desde los pastos de la Umbría a los de la Solana y viceversa.

Senda del Medio desde su inicio hasta el cauce del Benamil Lo encerrado en círculo amarillo es la fase del inicio (hasta el azagador) no asfaltado

Una vez alcanzado dicho azagador, y ya en dirección hacia el río Minguez, torcemos a la izquierda y, en rápida ascensión, volvemos a encontrarnos en la continuación de lo que fuera Senda del Medio y hoy es un precioso camino de tierra, habilitado para la actual maquinaria agrícola. Bajo unos enormes ribazos, a la izquierda del sentido de nuestra marcha, y ricos olivares a nuestra derecha, nos encontramos en una de las rinconadas de más fácil acceso a las verduras propias de la Vall: espárragos, colejos y alizones de las más variadas especies tienen en estos ribazos su abrigo. Los buenos conocedores aprovechan estas exquisiteces vegetarianas, a la vez que no dejan de controlar sus respectivos niveles de colesterol, mientras saludan a los aficionados al deporte del footing, la media maratón o el ciclismo. En tales pensamientos, mientras podemos observar enormes y mutilados olivos milenarios así como acompañados por el tendido de unos postes eléctricos, nos encontramos con uno de los barrancos de mayor incidencia en el devenir de nuestra agricultura de la Vall. Hacemos referencia al barranco de Carañana que, al cruzar la senda, marca un antes y un después en la fisonomía del terreno y la vegetación. En efecto, las grandes extensiones de terreno de olivos centenarios se convierten en planicies y nos devuelven a la zona de grandes sementeras y, más recientemente, frutales de verano. Una nueva bifurcación del camino nos hace dudar por dónde seguir; aunque la decisión ya estuvo tomada desde tiempos muy antiguos: nuestra Senda no puede marchar ascendiendo, salvo el lógico desnivel que pueda aparecer en su trazado. En tal caso, seguiremos llaneando por el de la derecha hasta que nos vuelva a aparecer un nuevo desaguador, el del barranco de Benamil en su caminar hacia el Carañana. El estrechamiento del camino que sigue recto, frente al amplio de la derecha, pudiera volver a hacernos dudar. Sin embargo, como venimos de establecer, nos

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encontramos ante el cauce del Benamil que, por la derecha, facilita el nuevo acceso a

la vieja casa de Lloruz o Casa Fillol; nosotros seguiremos nuestra ruta por el cauce del Benamil aguas arriba que tenía empedrado el firme en este tramo, para evitar las cárcavas y el hundimiento del mismo con el consiguiente estrechamiento del camino.

Tramo final de la Senda del Medio, desaparecida desde el entrador a la casa la Viuda Lo encerrado en círculo amarillo es el tramo en que discurre por el fondo del Benamil

Siguiendo el trayecto nos encontraremos que el cauce del barranco de Benamil gira a la izquierda, si bien la senda sigue recta su traza en lenta y constante ascensión, con empedrado por firme hasta llegar al pozo de la finca de Benamil, cuya casa de abajo fuera conocida como Casa Grande, epíteto que dieron, como apodo, a sus propietarios pues como “casagrandre” les identificaban nuestros antepasados más recientes. En nuestro plano aparece como Casa la Viuda.

Hasta aquí el curso actual de la Senda del Medio. A partir de este momento, sólo nos queda el recurso a personas mayores para entender cómo accedían a propiedades y, especialmente, a sus casas los habitantes de las otras fincas del llano de la partida de Benamil, en especial antes de la construcción de la carretera, allá por los años veinte del siglo pasado. Y estas son nuestras conclusiones: * Por una parte, la aparición de la carretera, así como la generalización del carro de tiro, hizo desviar el tránsito a la carretera. Las transformaciones agrarias iniciadas en los años setenta hicieron el resto. * Con todo, por las informaciones de personas mayores así como por la existencia de algunos planos cartográficos de inicios del siglo veinte, pensamos que nuestra senda, de servicio y utilidad pública, continuaba su recorrido hasta finalizarlo exactamente uniéndose al camino de Rechama, tras cruzar el barranco de Barbas y, arrollado por la carretera, volver a aparecer a la altura del pozo que existe a la izquierda de la carretera. Era así como daba acceso a Casa Dineros y Nueva Casa (la actual del Barreno). Por lo demás, este camino de Rechama, a partir de la Casa Dineros, discurría paralelo al Minguez, por su margen derecho, en forma de pequeña senda equivalente a una vara en amplitud, hasta integrarse en lo que, con el tiempo, llegara a ser el actual camino del Murre. Como se observará, la Senda del Medio era el trazado de acceso a las grandes explotaciones del sur de la Vall. Era, pues, un auténtico camino agrícola; y tanto fue así que algunas personas, en la actualidad, quieren que el nombre de Senda del Medio alcance desde la calle san Jaime hasta la casa del Barreno e, incluso, por Rechama a las casas de la Perereta y la Balsablanca.

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Por la importancia que la agricultura hoy tiene en la economía agraria, tal vez tengan

razón quienes así piensan, sólo que los rendimientos de la agricultura enguerina, especialmente los relativos a las explotaciones del último tramo de nuestra senda, no podían disgregarse de la renta pecuaria. La existencia de los tres grandes pozos árabes que, en la actualidad, nos quedan (Benacancil, Norillas y Benamil, pues para nuestra desgracia el de Benifalda fuera tapiado por orden de un alcalde en pleno período democrático), así como la catalogación de abrevaderos que se les asigna e, incluso, el topónimo del azagador, son testimonios de la verdadera composición agropecuaria real de las rentas reales de los enguerinos, en general, y las de los propietarios, arrendadores o jornaleros de estas fincas, en particular.

Lo que se observa en el centro de la imagen es cuanto nos queda del Benifalda

Al fondo derecha los cipreses del Camposanto y en primer plano la cárcava del desagüe de Lobares

III.- Camino a Vallada. Como la ruta que venimos de describir, y partiendo del mismo punto, cruzaba el azagador y, ya en solitario, cruza y vuelve a cruzar o ser cruzada por la actual carretera en su discurrir hasta Vallada, por Benamil de arriba o por la Casa Rovira y senda de la Perereta, o hasta Mogente, a través de la Cuesta de Mogente, buscando el camino de los Vallaínos a la altura de la Maravillosa. El recorrido, salvo algún tramo sepultado por el trazado de la carretera, es fácilmente identificable mientras transita por la Vall. No podemos decir lo mismo cuando, saliendo de ella, nos internamos en las estribaciones de la Plana, a ambos lados del linde con Vallada, donde el desuso, la desidia y el abandono nos hacen tener que especular sobre sus antiguos trazados. Con todo, no renunciaremos a narrar nuestro caminar por él, toda vez que, a nuestro juicio, representa por una parte el origen y razón misma del ser de nuestra Sierra dentro de la Contestania (a saber: tramo del recorrido de acceso a aquella desde los reinos del norte) y, de otra, flujo comercial desde la zona del sureste peninsular a nuestro pueblo. Con estas premisas intentemos retomar el relato donde lo dejamos6, a saber, en el cruce de la carretera y los daños ocasionados, por la imprevisión de los diferentes técnicos, como consecuencia de la evacuación de las torrenteras provenientes del tramo comprendido entre los barrancos de Benacancil y Carañana. En efecto, al otro lado de la carretera encontramos, de nuevo, el sendero que, en figura de medio arco, volverá a ser sepultado por la carreta, al menos por tres veces. Pero no adelantemos acontecimientos.

6 Volvemos a hacer referencia a nuestro trabajo ‘Benacancil: camino y barranco. Un enclave de mi pueblo’. Número 1, 11 de agosto de 2.009, [email protected].

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Las cuatro grandes vías antiguas (Sur). José Cerdá

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Si retomamos nuestra ruta, como venimos de afirmar, al otro lado de la carretera

estaremos completando la cuesta que habíamos iniciado en el valle del Benacancil, es decir, en el punto de partida de esta tercera ruta. Al finalizar la ascensión, y a nuestra izquierda, arranca un camino que alcanza hasta los campos que en su día fueran de la familia de los “choteros”: tierras rojas y resecas, preludio de la zona alta propiedad del Cardero. Pero nosotros proseguiremos por nuestro camino, que vuelve a ser cruzado por la carretera, exactamente en el punto en que cierra el arco su recorrido. En tal punto, y también por la izquierda, arrancaba la antigua senda de la partida de Carañana, cruzada en su centro por el barranco del mismo nombre, que la cartografía militar nombra como Guarañona. Seguimos nuestra ruta por la derecha de la carretera para volver a encontrarla precisamente donde el barranco Carañana cruzaría nuestro camino. En este mismo punto también convergen, además de la carretera y nuestro camino, el barranco y el nacimiento del actual acceso a la zona alta de la partida de Carañana, que usa el lecho del barranco en el primer tramo de su recorrido, hoy con firme de cemento.

Recorrido de la Senda entre los pozos de Benacancil y Benamil (trazado añil)

El trazado azul es el cauce del Benacancil y el marrón el azagador

A partir de este punto y hasta llegar al cruce del barranco de Benamil, nuestro recorrido sigue paralelo a la carretera, por la derecha de la misma; así la vemos descender por entre el carrascal; desaparece a la altura de los muros de contención de la carretera; se observan los restos que de ella dejaron las torrenteras que descienden desde la Plana, por entre las propiedades de la familia de mi amigo Enrique Gómez, “Catarro”.

El camino desciende entre carrascales, desparece con los muros y reaparece bajo el olivo

Cuando se vuelve a encontrar en condiciones normales para el tránsito, por la derecha divide hacia Llorúz, donde se encontrará con su gemela la Senda del

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Medio, mientras por la izquierda se desprendía del camino que ascendía a lo que fuera

la “cordillera Chepa”, habiendo pasado por las tierras de los Gómez y servir, en la actualidad, de trazado a la conducción de aguas de riego a los campos del otro lado de la carretera. Siguiendo nuestra ruta, y tras un tramo de amplitud suficiente para la maquinaria agrícola actual, vuelve a retomar su dimensión original, aunque mermada por la reciente colocación de un hidrante o bien por asolamientos del terreno. El tramo, que transcurre por mitad de un altísimo ribazo, nos conducirá al pozo de Benamil, tras haber vadeado el barranco del mismo nombre y haber llegado al alvéolo de la margen izquierda.

Imágenes del pozo de Benamil

Tomando un merecido reposo en este punto de nuestro caminar, podremos observar en el morrón que existe a nuestra izquierda, mirando a la umbría, el cerro origen del poblado de Benamil donde recientemente y a flor de tierra encontramos una vasija y una moneda, presumiblemente, de época íbera.

Vasija, moneda y panizos autóctonos:

de Benali el amarillo y de La Perereta el colorado

Pero nuestra ruta, llegada aquí, no se detuvo y por tanto también nosotros iniciamos la ascensión que, pasando por el caserío de Benamil de arriba, nos llevaría al alto de la Plana para alcanzar, zigzagueando entre los lindes de los términos de Vallada y Enguera, la antigua vía heraclena que atravesaba nuestra Sierra de norte a sur, aunque de ella nos ocuparemos en su momento. Aquella ruta es conocida en la cartografía como camino de Benamil a Vallada. Por lo demás, desde el mismo pozo de Benamil también se podía acceder a Mogente, salvo que a esta segunda alternativa se la denomina camino de Benamil a Mogente. Describamos ambas rutas.

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Bifurcación desde el pozo de Benamil por Caminos de Vallada (derecha de la imagen) y de Mogente

A.- Camino a Vallada. Para identificar su recorrido, previamente debemos describir que el barranco de Benamil, en las inmediaciones del pozo, recibe aguas de otras dos anteriores vertientes más, ubicadas ambas en dirección sur. Es precisamente en el cruce de nuestro camino con la vertiente más alejada de la población donde se separarán nuestras dos alternativas. La de la derecha es la denominada Benamil a Mogente y la de la izquierda se la denomina Benamil a Vallada. En este mismo punto, en la actualidad, luce una preciosa higuera en el mismo vértice de separación; higuera que queda de las conocidas como “higueras de Belija”.

Imágenes antigua de la ereta y actual de los restos de la Casa Benamil

Nuestra ruta a Vallada, siempre en suave pero continuada ascensión deja la era, el pozo y el caserío antiguo de Benamil a su izquierda. Comenzará la ascensión de forma más pronunciada, habiendo olvidado la vertiente del Benamil, en busca de los respectivos nacimientos de las dos vertientes más orientales del barranco de los Albertos, volviendo a reducir la anchura de la ruta hasta un metro, próximo a alcanzar la vertical del nacimiento del barranco de Barbas, el que se halla en la vertiente donde está el pozo abrevadero del mismo nombre. Pasado la vertical de tal nacimiento, ya en marcada dirección sur, alcanzará la cota 10:97 del linde con Vallada.

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B.- Camino a Mogente

Recorrido del Camino a Mogente por la Cuesta de Mogente y por Rechama/Perereta

Su recorrido se inicia, como venimos de decir, dejando la antedicha higuera de Belija a la izquierda y, en un suave discurrir por las antiguas fincas de Benamil y los Albertos, proseguirá hasta la vertical de la casa Chorlas donde inicia la ascensión por la conocida como Cuesta de Mogente hasta alcanzar la cuota 16 del linde con Vallada, después de haber cruzado con el camino de los Vallarinos que, desde la Balsablanca y por la Casa Rovira, ascendía a la Plana. Esta ruta, pasado el pozo de Figueretas, por su lado derecho bifurcaba en dirección a Rechama, dejando la casa Chorlas (Panblanc) a la izquierda buscando la de Aparicio, que debe ser el caserío que conocemos como Rechama. Proseguía hacia casa Matón y, tras cruzar el anteriormente citado camino de los Vallarinos, a la altura de Casa Rovira se convertía en senda de una vara de amplitud para llegar, por la derecha de la Casa la Perereta y el pozo del mismo nombre, a la cota 32:13 donde se unía a la senda que desde la ruta denominada Camino de Vallada zigzagueaba, como dijimos en su momento, entre ambos términos hasta alcanzar la cota 46, habiendo pasado por Puntal Cortado y por Plá del Pushuezo; para lo cual debía vadear en el punto de encuentro de los barrancos las Piletas y la Cueva Santa, ya en término de Vallada.