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Las cruzadas señoriales fueron ocho, aunque los movimientos cruzados reales y señoriales duraron mucho más, hasta mediados del siglo XVI. Esto, sin tener en cuenta las guerras dirigidas por el papado en contra de los herejes o enemigos de la Iglesia, que fueron consideradas por ésta también como Cruzadas. R. P. LUIS EUGENIO SILVA CUEVAS, Licenciado en Historia Eclesiástica de la Universidad Gregoriana de Roma. Licenciado en Teología y Licenciado en Historia PUC. Profesor de la Universidad Gabriela Mistral, Finis Terrae y PUC. Profesor de la Red Cultural.

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Las cruzadas señoriales fueron ocho, aunque los movimientos cruzados

reales y señoriales duraron mucho más, hasta mediados del siglo XVI.

Esto, sin tener en cuenta las guerras dirigidas por el papado en contra de

los herejes o enemigos de la Iglesia, que fueron consideradas por ésta

también como Cruzadas.R. P. LUIS EUGENIO SILVA CUEVAS, Licenciado en Historia Eclesiástica de la Universidad Gregoriana de Roma. Licenciado en Teología y Licenciado en Historia PUC. Profesor de la Universidad Gabriela Mistral, Finis Terrae y PUC. Profesor de la Red Cultural.

Las Cruzadas

Para entender la historia de las Cruzadas es necesario remontarse atrás en el tiempo y ver el contexto que envolvió este avance de Occidente hacia Oriente. Es fundamental entender que hacia 1064 los Turcos Selyúcidas, que venían desde Armenia, comienzan a hacer peligrar al Imperio de Oriente. Ello, porque derrotaron en Mantzikert al emperador bizantino y en 1071, tomaron Jerusalén, que hasta entonces estaba en manos Fatimitas. Del mismo modo para el 1076 se adueñaron de Siria y Palestina. Para el 1077 el turco Aziz retomó Jerusalén y en el 1085 la guarnición bizantina en Jerusalén se rindió finalmente a los Turcos, hecho que complicó a la Cristiandad en Oriente.Por su parte en Occidente la situación no estaba ajena a dificultades. El Papado y el Imperio luchaban por ver quién se imponía sobre el otro en la llamada “Querella por los Investiduras”. También en el año 1077 se produce un hecho clave, los Normandos de Italia se alían al Papado en contra del emperador, pero éste triunfa y el 1090 el Papa Urbano II es expulsado de Roma. Tan compleja es la situación tanto en Occidente como en Oriente, que el 1095 Alexis Comneno, emperador de Bizancio, le pide ayuda a Occidente.Estos fueron los conflictos anteriores a las Cruzadas, dónde las ten-siones se daban por todas partes: El Imperio Germánico con la Roma Papal y los Normandos de Italia; el Imperio Bizantino con los Turcos Selyúcidas; los Petchenegos y los Normandos de Italia; también las crisis entre los árabes fatimitas egipcios con los Turcos y los Nor-mandos y entre los Turcos con Bizancio y con los mismos árabes.En general los historiadores consideran que las causas de las Cruza-das fueron múltiples: la Caída de Jerusalén, el nuevo fervor religioso y espíritu escatológico, la llamada de Oriente después de la derrota en la batalla de Manzikert, la esperanza caballeresca de aventura o el crecimiento de población en Europa occidental. Pero para muchos sigue siendo fundamental entender cómo se desarrolla la doctrina de la Guerra en Occidente para entrar en el terreno de las Cruzadas.

Orígenes de las CruzadasLa Cruzada predicada por el papa Urbano II marca el término de una real revolución doctrinal. En un milenio, la Iglesia pasa de un recha-zo a la violencia armada, al uso de las armas bendecidas, esto es, del pacifismo a la Guerra Santa y posteriormente a la Cruzada. El Islam no tuvo necesidad de tal revolución pues Mahoma, al contrario de Cristo, no rechazó el poder político ni el uso de las armas. La Jihad, esfuerzo en el camino hacia Dios, implicó desde sus orígenes una dimensión militar: la Guerra Santa. ¿La Jihad entonces impulsó al Cristianismo a la Guerra Santa? Podríamos responder que Sí y que No.No, ya que la evolución del Cristianismo respecto de la guerra, se inicia antes de la confrontación con el Islam. Desde que el Cristianis-mo fue religión oficial del Imperio en el siglo IV y también con San Agustín en el año 430.Sí, ya que la confrontación contribuyó en el seno del Cristianismo a la progresiva sacralización de la guerra hecha por la Iglesia y espe-cialmente por el Papado.La Cruzada no nace espontáneamente en 1095, ella fue el final de dicho proceso de sacralización de la guerra, que provenía de la santificación de la causa en favor de la defensa del mundo cristiano. Por otro lado, era la consecuencia de la diabolización del adversario pagano, invasor o musulmán.

La Iglesia y la guerra, desde los orígenes del año mil.El Mensaje de Jesús ha sido siempre interpretado como pacifista, contrario a la violencia, pero ya San Pablo deja claro que no se obra mal al corregir a los “malos con la espada”. De este modo la postura de los cristianos con respecto a la guerra irá cambiando con el tiempo. A pesar que el servicio militar fue rechazado por Oríge-nes, Tertuliano e Hipólito de Roma, los cristianos participaban en el ejército. El Imperio tenía un ejército profesional y muchas veces cuando los cristianos se negaban a participar, terminaban como

El Crac de los caballeros en Siria, sede de los caballeros Hospitalarios durante las Cruzadas

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mártires. Todo esto cambió con el emperador romano Constantino, quien les otorgó libertad y dio a entender que Dios quería al Imperio como medio para extender la fe. Es así como el Concilio Arles del 314, excomulga a los cristianos que se niegan a llevar armas en tiempos de paz. De esto los sacerdotes quedaban exentos. A pesar de estos cambios, la guerra no es vista aún como santa ya que se considera que quién mata en combate comete pecado. Pero se avanza en el concepto de que es justo defenderse de los invasores y proteger al Imperio Cristiano. San Agustín fue quien puso los fundamentos para la idea de la guerra justa, idea que permanecerá toda la Edad Media: se puede agradar a Dios siendo soldado. Otro gran paso para aceptar la guerra se da al integrar el espíritu guerrero de los bárbaros en la mentalidad cristiana. La conversión de Clovis (500 d. C.) al Cristianismo, lleva a valorizar la guerra hecha por los intereses de la Iglesia y en el siglo IX se avanza más en este sentido. Esta es la época de la monarquía asturiana, merovingia; la de “Los Reyes Holgazanes”, llamados así porque fue un periodo casi carente de luchas y de conquistas para el Reino. En el 732 los Carolingios, al mando de Pepino el Breve, realiza-ron un golpe de Estado derrocando a Childerico III, merovingio. Con esto se estableció la idea de la Unción Real y nació la nueva dinastía de los Carolingios, defensores de la Cristiandad. Sus guerras son vistas como positivas. El Papado hace una alianza con los Carolingios, a través de la coronación de Carlomagno, con lo se pone fin al poder longobardo.Las guerras se ven como positivas, ya que el emperador Carlomagno lucha por los intereses de la Iglesia y las batallas comienzan a sacra-lizarse. Los Sarracenos invaden España y es absolutamente necesa-ria la defensa. Estos hechos representan los hitos esenciales en el nuevo proceso de sacralización de la guerra, que ya no es considera-da un mal absoluto en sí, sino un bien cuando es en defensa de la fe. Se hacen oraciones y se bendicen las banderas porque los paganos, a los que hay que vencer en la batalla, son enemigos de Dios. Pero has-ta ese momento son guerras defensivas que encaminan a la Guerra Santa, hacia la conquista de territorios que antes fueron cristianos (norte de Europa y España y, posteriormente, Medio Oriente).La idea de guerra santa en los siglos X y XI.Dos hechos marcan el cambio de mentalidad hacia la visión de la Guerra Santa. El primero es que desde 638 los árabes conquistan por la guerra lugares santos cristianos, con lo que se terminan en gran parte las peregrinaciones a dichos lugares. Los árabes tienen el concepto de Jihad, o santidad de guerra, aunque toleran a judíos y cristianos, llamándolos “los del Libro (Dhimmi)”, y exigiéndoles pagar un impuesto si desean peregrinar en sus territorios. Pero la paz arábiga existente hasta ese entonces se deshace con el Califa al – Hakim, quién persigue a los cristianos y en el 1009 destruye incluso el Santo Sepulcro. Eco de este hecho se ve en los textos de Raúl Glaber y Ademar de Chavagnes como también en la encíclica de Papa Sergio IV.

El segundo hecho que ayuda a esta nueva visión, es la penetración del Islam en España, lo que es visto como una agresión. Hacia el 720 se organiza en Asturias la Reconquista cristiana y las Crónicas Astu-rianas del siglo IX se refieren a este hecho. La invasión islámica es vista como un castigo de Dios y Dios restablecerá la soberanía goda por medio del rey Alfonso III. Pero la profecía tarda en cumplirse. El Califa Almanzor restablece su autoridad y hasta los monjes cristia-nos toman las armas para pelear. El cronista Raúl Glaber afirma que “los monjes muertos en combate se aparecieron en Galia diciendo que habían entrado al cielo”.A pesar que la situación de los cristianos era precaria en Oriente, aún no se concebía la idea de Cruzada. Esto respondía a que el modus vivendi entre Imperio Bizantino y mundo musulmán, sólo se había roto con el aparecimiento selyúcida en 1070 y en Occidente con los reinos taifas que suceden al Califato.Por otra parte el Papado se desentiende de la situación por un tiem-po debido a los conflictos que debe enfrentar. Se inicia la Reforma Gregoriana y luego surgen tentativas de liberar algunos Estados del poder de la Iglesia. El papa León IX conduce sus ejércitos en la gue-rra. Por su parte Alejandro II debe afrontar conflictos permanentes y Gregorio VII, pelear contra los simoníacos para lograr la purificación eclesiástica. Aquí ya se ve a los soldados como combatientes de Cristo. La lucha entre sacerdocio e imperio consume las energías de Roma y recién cuando se supera este conflicto, se puede pensar en la lucha en contra del Islam.

La Guerra contra los musulmanes antes de 1095.En Occidente, ya para el 1064, Alejandro II se interesa por los que hacen Reconquista y comienza a otorgar la remisión de los pecados. Por su parte, Gregorio VII continúa con esta política y afirma que las tierras conquistadas por el Islam son de San Pedro. De este modo hay dos motivaciones claras, reconquista y liberación de iglesias.

mêlée durante las cruzadas

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Ya para el Papa Urbano II, quien tenía una concepción bíblica de la Historia, el perdón de Dios era otorgado para quienes se convertían. Es por esto que se concibe la idea de liberar Tierra Santa. De este modo Reconquista se asimila a peregrinaje.Por otro lado, en el mundo islámico se reafirma la Jihad. En Oriente en el 1055 los Turcos Selyúcidas atacan y conquistan Persia el 1071. Los musulmanes vencen en la batalla de Mantzikert a Romano IV Diógenes de Constantinopla, conquistando todo Siria, con la excep-ción de Antioquía. Pero a pesar de estos éxitos, entre los musulma-nes se dan conflictos, lo que facilitará la idea de Cruzada.

Los proyectos de “Cruzada” en Oriente.Gregorio VII ya tenía planes de Cruzada en el año 1074. La batalla de Mantzikert impresiona al Papa, quien invita al conde Hugo de Borgo-ña a ir en auxilio de Bizancio y alienta a los combatientes con la idea que los apóstoles Pedro y Pablo los bendecirían y recompensarían en esta pelea. Posteriormente Urbano II seguirá esta línea de hacer promesas espirituales a los combatientes.

Saladino Victorioso por Gustave Doré

Llamado del Papa Urbano IIUrbano II en 1095 escucha quejas de peregrinos y sabe que la situación es grave porque los turcos tienen el poder. El emperador bizantino Alexis I, por su parte, pide auxilio a Occidente y man-da sus emisarios al Concilio de Plasencia. Es posible que Alexis exagerase acerca de las dificultades de las peregrinaciones para lograr convencer a Occidente de intervenir. Sin compartir la idea de Guerra Santa, escribe al abad de Monte Casino, que los que van a Tierra Santa, recibirán palmas del martirio. Alexis, no piensa en la Cruzada, sino en conseguir mercenarios que reconquisten Jerusa-lén, caída en manos musulmanes. Es así como el Papa Urbano II lleva una doble lucha, contra ene-migos internos (herejes) y también externos. El hecho de ayudar al Emperador, aportaría a la unión de los cristianos. Es muy probable que el Papa no buscase hacer estados cruzados en tierra bizantina, sino que éstos surgirían como efecto de la I Cruzada. El Papa veía la Cruzada como una expedición militar dirigida por él.Se sabe que el llamado a la Cruzada en Clermont fue lacónico y sólo se conoce de él por las fuentes. Se dirige a los caballeros feudales francos, diciendo: “A quienes tomen el camino de Jerusalén, con el fin de liberar la Iglesia de Dios, por piedad y no por causa de honor o dinero, ese viaje será tenido como penitencia”.Aquí, como antes en España, la expedición se supedita a otra pena (penitencia), prescrita para la remisión de los pecados confesados. No es la guerra al Islam como religión, sino en contra de una poten-cia que domina a fieles de Cristo.

¿Peregrinaje armado?Los peregrinajes anteriores a las Cruzadas no eran armados. En el siglo IX Nicolás I les permite portar armas para luchar en contra de paganos y ya en el año 1050 se ven peregrinajes armados. La Cruza-da es uno de ellos. Como peregrinos, se dan privilegios materiales y espirituales a los que van a las Cruzadas. Los llamados a participar de esta peregrinación especial son solamente los caballeros y no los clérigos, ni los monjes, ni las mujeres o las proles. Pero la idea de la Tierra Santa los atrae y van incluso mujeres de mal vivir. Se pide, eso sí, explícitamente a los españoles que no vayan, ya que tienen una Cruzada propia en sus tierras.

Cruzada como medio de salvaciónLa expedición así concebida se ve más que como Reconquista, como un itinerario sacro y se establece que sólo los militares deben liberar Jerusalén. Con esto se une la idea de peregrinaje y Guerra Santa y se le agregan privilegios anexos.Se hace propaganda para lograr asistencia a esta magna em-presa y se dramatiza la situación de los cristianos en Oriente, enfatizando en la necesidad de liberar el Santo Sepulcro de la idolatría sarracena. Las Cruzadas son vistas como la oposición: “Anticristo – Cristo”. •

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ConclusiónEl llamado del Papa Urbano II fue un suceso notable, que movió mu-cho más gente de la que en principio se había pensado, formándose una peregrinación penitencial a la que se dio el nombre de Cruzada.Finalmente las Cruzadas señoriales fueron ocho, aunque estos movimientos cruzados reales y señoriales duraron hasta mediados del siglo XVI. Esto, sin tener en cuenta las guerras dirigidas por el papado en contra de los herejes o enemigos de la Iglesia, que fueron consideradas por ella también como Cruzadas.En resumen, el largo proceso que se iniciaba, terminaría como resul-tado con ocho Cruzadas, las que finalmente no lograrían devolverle los lugares santos a la Cristiandad: La I Cruzada: 1096 – 1099 Con la toma de Jerusalén. Se crean principados cristianos en Oriente. Fue la única con éxito.La II Cruzada: 1140 – 1149De Luis VII y Conrado III. Sin éxito.La III Cruzada: 1188 – 1192 De Felipe Augusto, Ricardo Corazón de León y Federico Barbarroja.La IV Cruzada: 1199 – 1204 Falsa Cruzada que llega y toma Constantinopla fundándose allí el imperio Latino, que desaparece en 1260.La V Cruzada: 1215 – 1221De Leopoldo II y Andrés II de Hungría.La VI Cruzada: 1227 – 1229Diplomática de Federico II de Hohenstaufen.La VII Cruzada: 1245 – 1264De San Luis IX – Sin éxito. Fue la mejor planeada.La VIII Cruzada: 1271 – 1272Nuevamente el rey San Luis IX.

La toma de Damieta

Estatua de Godofredo de Bouillón en Innsbruck

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