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LAS CONSTRUCCIONES CON SE EN UNA MUESTRA DEL CORPUS DE REFERENCIA DEL ESPAÑOL ACTUAL (CREA) Prof. Marcelo Taibo UDELAR - IPA INTRODUCCIÓN El presente trabajo tiene por objeto el estudio de las construcciones con se en una muestra del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia Española. Sin lugar a dudas, el análisis y la descripción de las distintas construcciones con se es uno de los temas más complicados de la gramática del español, ya que la presencia de este clítico tiene tanto efectos sintácticos como también semánticos e incluso pragmáticos. De hecho, los estudios dedicados a la clasificación, delimitación y caracterización de estas construcciones son numerosos y también diferentes en cuanto a la exhaustividad y al grado de detalle de los mismos. Por estos motivos, la siguiente investigación se propone varios objetivos. En primer lugar, es importante aclarar que este trabajo tiene un carácter esencialmente empírico, es decir, busca ser un estudio concreto sobre las construcciones con se presentes en el corpus seleccionado. Evidentemente, enunciar esta afirmación no implica olvidar el aspecto teórico de la cuestión. En efecto, a medida que se estudia cada tipo de estructura, se intenta realizar un análisis crítico de las explicaciones dadas por las distintas corrientes gramaticales que han abordado estos fenómenos.

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LAS CONSTRUCCIONES CON SE EN UNA MUESTRA DEL

CORPUS DE REFERENCIA DEL ESPAÑOL ACTUAL (CREA)

Prof. Marcelo Taibo UDELAR - IPA

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene por objeto el estudio de las construcciones

con se en una muestra del Corpus de Referencia del Español Actual

(CREA) de la Real Academia Española.

Sin lugar a dudas, el análisis y la descripción de las distintas

construcciones con se es uno de los temas más complicados de la

gramática del español, ya que la presencia de este clítico tiene tanto

efectos sintácticos como también semánticos e incluso pragmáticos. De

hecho, los estudios dedicados a la clasificación, delimitación y

caracterización de estas construcciones son numerosos y también

diferentes en cuanto a la exhaustividad y al grado de detalle de los

mismos.

Por estos motivos, la siguiente investigación se propone varios

objetivos. En primer lugar, es importante aclarar que este trabajo tiene un

carácter esencialmente empírico, es decir, busca ser un estudio concreto

sobre las construcciones con se presentes en el corpus seleccionado.

Evidentemente, enunciar esta afirmación no implica olvidar el aspecto

teórico de la cuestión. En efecto, a medida que se estudia cada tipo de

estructura, se intenta realizar un análisis crítico de las explicaciones

dadas por las distintas corrientes gramaticales que han abordado estos

fenómenos.

Como señala Cristina Sánchez, “a menudo el análisis de

cuestiones gramaticales complejas no puede hacerse sin una clasificación

previa que delimite los tipos de estructuras” (2002:16). Por eso, en el

primer capítulo se propone una clasificación inicial de los distintos valores

de se que se estudian en los capítulos subsiguientes: el se reflexivo y

recíproco, el llamado “se medio”, el se aspectual y el se en construcciones

pasivas e impersonales.

Cada uno de estos valores es abordado en un capítulo

independiente, en donde se analizan las interpretaciones dadas por las

teorías existentes. Asimismo, en cada sección se aporta la frecuencia de

aparición de estas construcciones en el CREA. Determinar la frecuencia de

estas estructuras es un dato interesante ya que, si bien muchos gramáticos

han realizado afirmaciones sobre este tema, no hay datos estadísticos que

acompañen y confirmen sus intuiciones1.

Del mismo modo, en cada capítulo se presentan algunos fenómenos

interesantes vinculados con diferencias diatópicas –a través del espacio

geográfico– o diafásicas –según las necesidades o intenciones del

hablante– que pueden apreciarse en el uso de estas estructuras. Esta parte

del trabajo aspira a ser fermental y a orientar futuras investigaciones sobre

aspectos más específicos de este tema.

En lo que respecta al corpus de datos empleado en el presente

estudio, deben hacerse algunas aclaraciones. Obviamente, escapa de las

1 Cano Aguilar, por ejemplo, señala que: “casi la cuarta parte de las formas verbales que aparecen en un texto español van incrementadas por se. Y de todas ellas, sólo una pequeña parte puede clasificarse como propiamente reflexiva. La mayor parte de los verbos incrementados por se indican un proceso desarrollado dentro del sujeto sintáctico. Por otro lado, el uso de se en la llamada pasiva refleja y en construcciones impersonales constituye también un apartado más numeroso que el de frases propiamente reflexivas” (Cano Aguilar, 1981:256). Sin embargo, no aporta datos estadísticos que confirmen sus afirmaciones.

2

posibilidades de esta investigación analizar todas las construcciones con se

presentes en el CREA. Por este motivo, se ha seleccionado un corpus inicial

de unas cinco mil formas extraídas de los textos orales que integran el

corpus académico2. Estas formas han sido seleccionadas siguiendo un

criterio de representación proporcional de modo que se incluyan

construcciones que pertenezcan a distintas variedades diatópicas y

diafásicas del español actual3.

Por último, el enfoque que se adopta en la descripción y explicación

de los hechos se inserta dentro de lo que se denomina gramática funcional.

Sin embargo, no se desconocen los aportes realizados tanto por la tradición

gramatical española como por la gramática generativa, que ha dado

explicaciones valiosas para varias cuestiones que se relacionan directa o

indirectamente con este tema.

2 El número de formas parece satisfactorio para una investigación de estas características. De hecho, es posible utilizar como marco de referencia la tesis doctoral del lingüista chileno Nelson Cartagena (“Sentido y estructura de las construcciones pronominales en español”). Este autor utilizó para su investigación un corpus de 20.000 construcciones pronominales procedentes de diversos géneros literarios. 3 En el apéndice uno se puede encontrar el listado de documentos que integran la muestra analizada.

3

CAPÍTULO 1: EL SE Y SU POLIVALENCIA FUNCIONAL 1.1. Propiedades de se

La forma se es un clítico de tercera persona (singular o plural) que

puede aparecer en numerosas construcciones que poseen características

muy diversas. De hecho, muchos son los autores que hablan de su

polivalencia funcional4 o de su carácter camaleónico5 que le permite

aparecer en estructuras tan diferentes como las siguientes:

“La ambición histórica de la República Argentina ha sido acceder al Pacífico.

Y Chile se lo está permitiendo sin compensación” (Chile).

“El Poder Ejecutivo se autoriza a renegociar y prorrogar los contratos”

(Argentina).

“La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica lleguen a conocerse mejor es

realmente muy importante” (Argentina).

“Cuando él llegó, ella ya se había muerto de amor”.

“El viaje se hizo muy largo”.

“¿Tú qué opinas de, por ejemplo, la gente que no salió nunca de Galicia, o

no se atreve?” (España)

“Aunque parezca mentira en el verano también se venden paraguas”

(España).

“En Arequipa se come bien” (Perú).

4 Di Tullio, 1997 5 Otero, 1999

4

Carlos Otero señala que esta versatilidad de la forma en cuestión

se debe a su minimidad o infimidad gramatical: “en lo que respecta a su

forma se reduce a una sola sílaba inacentuable compuesta de la

consonante fricativa más común (la fricativa que forma parte del inventario

consonántico de todas o casi todas las lenguas) y una vocal ‘neutra’ (una

vocal media de uso muy frecuente en las lenguas romances); en lo que

respecta a su contenido, carece, no ya de caso morfológico sino hasta de

especificaciones distintivas de género y número. Sintácticamente, su

propiedad más obvia, si no la única y fundamental, es que sólo puede ser

asociado a la ‘no persona’” (2002:168-169). Por estos motivos, Otero

concluye que este clítico es el elemento más desprovisto de contenido de

la lengua española y uno de los más diminutos e insignificantes. Estas

características permiten que oficie como “comodín” gramatical capaz de

representar todas las funciones que representan los otros clíticos y dos

más por añadidura (la pasiva y la impersonal).

1.2. Estudio de las construcciones con se en la gramática tradicional La tradición gramatical se ha preocupado por las distintas

funciones de esta partícula. Se han propuesto múltiples clasificaciones,

pero siempre se encuentran casos que no se acomodan a las clases

reconocidas, ya porque no se ajustan enteramente a sus rasgos

definitorios, ya porque se sitúan en el límite entre dos o más tipos.

Además, las diferencias entre las clasificaciones son, en la mayoría de los

casos, más terminológicas que conceptuales y solo parcialmente estas

diferencias terminológicas obedecen a verdaderas diferencias de análisis.

Sin lugar a dudas, una de las dificultades con la que se enfrentaron

los gramáticos tradicionales al estudiar estas estructuras fue la de utilizar

el término reflexivas o reflejas para englobar a oraciones con

5

características diversas y el empleo de una definición de las mismas ya

cristalizada6. En efecto, Martín Zorraquino señala que “casi todos los

gramáticos han considerado las oraciones reflexivas como aquellas en las

que una misma persona es agente y paciente a la vez, asignándoles,

en consecuencia, rasgos propios de lo activo y lo pasivo y tratando en

buena parte, de ‘explicarlas todas’ como si las relaciones entre sus

elementos tuvieran que ser siempre las mismas, o en otras palabras,

como si el ‘valor’ semántico -el significado- del término reflexivo hubiera

de estar siempre presente en ellas” (1979:21)

Sin embargo, muchos gramáticos se dieron cuenta de que el

término reflexivo parecía adecuado solamente para un grupo pequeño de

oraciones: las que contienen un pronombre reflexivo cuya función es

semejante a la de los pronombres lo, la, los, las en contextos transitivos

(él lo lava / él se lava), o a la de le, les en construcciones como él se lava

las manos opuesto a él le lava las manos. De modo que han reconocido la

necesidad de discriminar grupos diferentes de "oraciones reflexivas". Así,

Bello, después de estudiar y caracterizar las proposiciones reflejas y

recíprocas, se ocupa de "varias especies de construcciones en que la

reflexividad no pasa de lo material de la forma, ni ofrece al espíritu más

que una sombra débil y oscura" (1847:457). A estas construcciones las

denomina cuasi-reflejas. Amado Alonso, por su parte, divide las

6 Rafael Seco explica con claridad el empleo del término reflexivo: “De ahí la denominación de reflexivas que llevan estas oraciones y los verbos que las forman: de que la acción verbal vuelve como un rayo de luz en su espejo sobre el origen de donde procedió: yo me lavo es oración de este tipo” (1988:199).

6

oraciones reflexivas en reflexivas propiamente dichas7 y reflexivas sólo de forma8.

Si bien en general ha existido coincidencia en el análisis de las

estructuras reflexivas directas e indirectas, como también en el análisis de

las construcciones recíprocas9, las subclasificaciones han sido

particularmente abundantes para las llamadas reflexivas “sólo de forma”.

El hecho de que los verbos de estas oraciones expresen estados

de cosas muy diversos, con contenidos semánticos diferentes y con

características gramaticales distintas (algunos admiten la construcción

transitiva -levantar, alegrar-, otros solo pronominal o refleja -arrepentirse-;

algunos aparecen preferentemente con sujetos de persona, otros, de

cosa) ha dado lugar a planteamientos diferentes, según se haya centrado

el interés en lo semántico o en lo gramatical.

Bello, por ejemplo, las agrupa entre las cuasi-reflejas, junto con

los verbos intransitivos que admiten clíticos (reírse, morirse, etc.). Amado

Alonso concede importancia especial a lo semántico y subdivide los

reflexivos de forma en verbos que significan vida interior y verbos de 7 “Los verbos reflexivos son una clase especial de los transitivos. Tienen, como ellos, complemento directo, pero el complemento es un pronombre personal de la misma persona que el sujeto: yo me doblo, tú te desnudas, él se viste. Se llaman reflexivos porque la acción refleja o recae sobre el sujeto. Estos son los reflexivos propiamente dichos” (Alonso – Henríquez Ureña, 1971:104). 8 “Otros muchos verbos hay que, construyéndose también con el pronombre de la misma persona que el sujeto, no lo tienen como complemento directo, y, por lo tanto, la acción no recae sobre el sujeto: me voy, ¿te sorprendes?, se murió. Estos verbos son reflexivos por la forma, pues que llevan un pronombre reflejo, pero no por el sentido” (Alonso – Henríquez Ureña, 1971:104-105). 9 La noción de reciprocidad planteada por Bello se ha mantenido más o menos fielmente en todas las gramáticas posteriores: “el complemento acusativo es recíproco, cuando el verbo tiene por sujeto dos o más personas o cosas, cada una de las cuales ejerce una acción sobre la otra o las otras y la recibe de estas, significándose esta complejidad de acciones por un solo verbo, como en Pedro y Juan se aborrecen; ellos se miraban unos a otros” (Bello, 1847:456). Sin embargo, esta clase de oraciones ha sido estudiada de modo superficial y poco cuidadoso en la tradición gramatical española.

7

movimiento. Gili Gaya y el Esbozo se muestran partidarios de una

atenuación de lo puramente reflexivo en todas estas frases10.

Por otra parte, muy pocos estudiosos han asignado una función

precisa al clítico que aparece en estas oraciones. Del se que aparece en

las oraciones con sujetos inanimados (se produce la revolución soviética)

y de los clíticos que se presentan con verbos que admiten también una

construcción transitiva (miles de personas se acuestan cada día buscando

el descanso reparador), algunos estudiosos opinan que sirven para

intransivitizar el proceso expresado por el verbo. Esta función

intransitivizadora del se es destacada también tanto por la gramática

generativa como por algunos gramáticos funcionales. Sandra Babcock,

que se inscribe dentro de la corriente generativista, considera el clítico

como un morfema de intransitivización e índice de la diátesis media en

español. El funcionalista Lucien Tesnière, por su parte, habla de la

diátesis recesiva: “contrariamente a la diátesis factitiva, la diátesis

recesiva disminuye en una unidad el número de los actantes (…) El

marcante de la diátesis recesiva es, tanto en francés como en muchas

otras lenguas, el mismo que el de la diátesis reflexiva” (1994:473)11.

Por último, en el estudio de las construcciones con se se incluyen,

en la mayor parte de las gramáticas, las llamadas pasivas reflejas (Aunque parezca mentira, en el verano también se venden paraguas) y

las oraciones impersonales con se, también denominadas oraciones con

sujeto indeterminado (En Arequipa se come bien). 10 “Aunque volveremos a ocuparnos con más pormenores de estos matices de la función pronominal, diremos aquí que las gradaciones que atenúan y aun llegan a borrar su carácter reflexivo primario son muy numerosas y frecuentes. Van desde los llamados dativos ético y de interés (Ella se tomó el café; Se le hundió el mundo; No te me vayas), hasta las expresiones con verbos intransitivos, que se llaman seudorreflejas por sentirse ya muy distantes del significado reflexivo propiamente dicho, como: Me voy; Nos estamos en casa; Mi vecino se ha muerto; Me salí del despacho” (RAE, 1973:380). 11 Es importante notar que ambos gramáticos recurren a la noción de diátesis. La relación entre el clítico se y la diátesis verbal será estudiada en el próximo apartado.

8

Si bien la mayoría de las gramáticas tradicionales opuso estas dos

estructuras basándose en la dicotomía voz pasiva – voz activa, otros

autores no marcaron diferencias tan claras. Bello, por ejemplo, denomina

a las primeras construcciones regulares cuasi-reflejas de tercera persona

y señala que en estos casos “de la reflexividad significada por los

elementos gramaticales, la idea de acción se desvanece, y queda

solamente la idea de pasión, o de modificación recibida” (1847:462). A las

estructuras como el segundo ejemplo planteado (En Arequipa se come

bien) las denomina construcciones irregulares cuasi-reflejas. Como se

recordará, este autor denomina proposiciones irregulares o anómalas a

las proposiciones en las que no se expresa ni se sobreentiende el sujeto.

Por lo tanto, sobre estas estructuras realiza tres comentarios interesantes:

en primer lugar, desde el punto de vista formal, son cuasi-reflejas porque

se construyen con el acusativo reflejo se; en segundo lugar, y siguiendo

un criterio sintáctico, las denomina irregulares o anómalas porque no

poseen un sustantivo o sintagma nominal que desempeñe la función de

sujeto explícito; en tercer lugar, y desde el punto de vista semántico, estas

estructuras se asemejan al grupo anterior porque también poseen un

significado pasivo.

Evidentemente este breve repaso a los estudios de la gramática

tradicional permite demostrar que, más allá de las limitaciones de sus

planteos, los gramáticos han entendido que la presencia de este clítico

determina modificaciones tanto en la estructura sintáctica de las

construcciones como en los valores semánticos que se desprenden de las

mismas.

9

1.3. Las construcciones con se y su relación con la diátesis verbal.

Más allá de la clásica definición de las oraciones reflexivas a las

que ya se ha hecho referencia, que vincula estas construcciones con las

voces activa y pasiva, son varios los gramáticos que han postulado la

relación entre las construcciones con se y la noción de la diátesis (activa,

pasiva y media).

Si bien este tema será desarrollado al analizar algunas estructuras

en particular, es conveniente realizar algunas precisiones previas sobre

este aspecto.

Como se sabe, la noción de voz o diátesis (en griego, estado,

disposición, función) se refiere a la relación semántica que se establece

entre el verbo y los participantes de la acción verbal y se expresa

formalmente mediante elementos sintácticos y / o morfológicos. Ya las

gramáticas griegas clasificaban las oraciones en tres voces con flexiones

verbales específicas para cada una de ellas. Reconocían una voz activa

(vinculada con nociones como actividad, energía), la pasiva (lo que uno

experimenta o siente, pasión), y otra voz concebida como intermedia a la

oposición primaria entre activa y pasiva y en la que se ubicaban aquellas

formas verbales de difícil clasificación y con características tanto de una

como de otra voz (por ejemplo, formas activas con significado pasivo y

viceversa).

Evidentemente, el español, al igual que el resto de las lenguas

romances, carece de morfemas verbales propiamente pasivos (en

oposición al latín) o medios (al contrario que el griego), de modo que la

voz activa es la única representada en la morfología verbal.

10

Por este motivo, para que se hable de la existencia de una voz

media en una lengua como el español, que no tiene morfología verbal

específica, es necesario identificar tanto sus propiedades semánticas

como sus propiedades formales. Esta es una de las preguntas que se

intentarán responder en este trabajo: ¿es pertinente hablar de una voz

media en español? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué marcas formales y

qué propiedades nocionales la caracterizarían?

1.4. La Sintaxis funcional. El marco teórico de Tesniére y Dik.

Como se ha señalado en la introducción del trabajo, el enfoque que

se adopta en el análisis de las construcciones se inserta dentro de la

corriente que se denomina gramática funcional y, más específicamente,

en la línea de trabajo de los gramáticos Tesnière y Dik.

En este estudio se tienen en cuenta principalmente las

modificaciones que la presencia del clítico se determina en los marcos

predicativos.

Como se recordará, para Simon Dik los marcos predicativos

expresan las posibilidades combinatorias de los predicados y aportan la

siguiente información sobre los mismos:

- su forma léxica

- la categoría sintáctica a la que pertenecen

- el número de argumentos o actantes que requieren, es decir, su

valencia12, y la función sintáctica que estos desempeñan

12 Tesnière es el primero que explica la noción de valencia: “Podemos así comparar el verbo a una especie de átomo con ganchos susceptible de ejercer su atracción sobre más o menos actantes según el número de ganchos que comporte, para mantenerlos bajo su dependencia. El número de ganchos que presenta un verbo, y, por consiguiente, el número de actantes que es susceptible de regir, constituye lo que llamaremos la valencia del verbo” (1994:411). El contenido léxico de un verbo determina, por lo tanto, el número de actantes o argumentos que este

11

- las funciones semánticas de los argumentos

- las restricciones de selección válidas para los términos que han

de ocupar las casillas argumentales

Para describir los distintos tipos de construcciones con se se

intentará:

a) Determinar si el clítico desempeña una función sintáctica y, en

caso afirmativo, reconocer si la misma es argumental o no

argumental, es decir, si está comportada por el signo léxico

verbal o no.

b) Comprobar si la construcción admite refuerzos reflexivos del

tipo a sí mismo o recíprocos como mutuamente, el uno al otro.

c) Observar si el clítico produce modificaciones en la valencia del

verbo, es decir, si modifica el número o la función sintáctica de

los argumentos que comporta el predicado verbal.

d) Analizar si la presencia de la partícula se da en todo el

paradigma o si es exclusiva de la tercera persona gramatical.

e) Precisar las modificaciones semánticas o aspectuales que se

dan en aquellos casos en los que existe alternancia entre un

verbo no pronominal y uno construido con el clítico.

Teniendo en cuenta los criterios enumerados en el párrafo anterior,

se clasificarán las distintas construcciones con se en cuatro grupos

principales:

- Se con función sintáctica: Dentro de este primer grupo se

analizarán aquellas construcciones en las que el clítico

desempeña una función sintáctica y esta es reconocida

unánimemente por los gramáticos. Serán, pues, los casos en

verbo comporta, la función sintáctica que ha de desempeñar cada argumento y la función semántica de los mismos.

12

los que se es un sustituto de los pronombres le, les, y en los

que funciona como pronombre reflexivo o recíproco.

- El llamado “se medio”: En este grupo se incluye una serie de

construcciones diversas que tienen en común que sus clíticos

afectan a todo el paradigma verbal pero los mismos no cumplen

ninguna función sintáctica. Muchos autores llamaron a estas

construcciones medias ya que se trata, generalmente, de

predicados que denotan procesos internos al sujeto léxico.

- El se aspectual: En este trabajo se denominará se aspectual al

que puede aparecer de forma opcional tanto con verbos

transitivos como con intransitivos sin que ello modifique

sustancialmente las propiedades formales de la oración.

- El se en construcciones pasivas e impersonales: Se trata de

aquellas construcciones que no pueden tener flexión verbal de

primera o segunda persona. Por este motivo, el se de estas

estructuras se ha denominado no pronominal (Gómez Torrego,

1992) y a las construcciones en las que aparece estructuras

exclusivas de la “no persona” (Otero, 2002).

En los siguientes capítulos de este trabajo se abordará

separadamente cada uno de estos tipos. En cada caso se describirán sus

propiedades, se realizará un estudio crítico de los análisis propuestos, se

indicará la frecuencia de aparición de cada estructura y se presentarán

algunos fenómenos vinculados con diferencias diatópicas o diafásicas que

pueden apreciarse en el uso de estas estructuras.

13

CAPÍTULO DOS: EL SE CON FUNCIÓN SINTÁCTICA Los gramáticos coinciden en señalar que hay tres casos en los que

el clítico se desempeña una función sintáctica en la estructura oracional

de la que forma parte. Se trata de los casos en los que se es:

a) sustituto de las formas pronominales le, les,

b) pronombre reflexivo,

c) pronombre recíproco.

2.1. El se como sustituto de los pronombres le, les.

Si bien siempre se ha reconocido este valor de se en las obras

gramaticales, muchos autores lo excluyen al estudiar específicamente las

funciones de este clítico. Esta exclusión se debe principalmente a dos

motivos:

a) Tiene un origen histórico diferente a los demás se.

b) Es el único se que puede no formar una construcción

pronominal con el verbo al que complementa.

Es interesante, pues, desarrollar brevemente estos dos aspectos.

Con respecto a su origen histórico, y a diferencia de los otros se que

proceden del reflexivo latino, este deriva del dativo del pronombre

demostrativo ĭllī, illis. Menéndez Pidal señala que cuando este dativo va

unido al acusativo del mismo pronombre (ĭllum, -am; ĭllos, -as) se da la

siguiente evolución hasta desembocar en la forma actual se:

illi + illum > (i)lliello > gello > gelo > se lo

Agrega, además, que el gelo se propagó por analogía al plural y

que es en el siglo XIV cuando empieza a dejar su puesto a la forma

14

moderna se lo. Para Menéndez Pidal este cambio se produce por la

influencia analógica ejercida por expresiones reflexivas (analogía que se

da entre formas verbales como echóselo, atóselo -a sí mismo- sobre

echógelo, atógelo -a otro-).

Más interesante para el objetivo de este trabajo es profundizar en

el segundo motivo señalado para su exclusión y es el hecho de no

integrar una construcción pronominal con el verbo personal. En efecto, el

clítico se siempre se vinculó con la expresión verbos o construcciones

pronominales. Si bien la noción de verbo pronominal varía ampliamente

de un gramático a otro, en este estudio se seguirá la postura de Nelson

Cartagena (1971) y se considerará construcción pronominal a cualquier

estructura que contenga alguno de los pronombres personales átonos, me,

te, se, nos, os, en concordancia de persona y de número con la forma

verbal respectiva13.

13 Así como es polémico determinar los valores y las funciones de se, también lo es elegir una denominación para nombrar la totalidad de las estructuras en donde este clítico aparece. Las distintas ediciones del DRAE son un claro ejemplo de la evolución del pensamiento gramatical y de las dificultades para dar cuenta de estas construcciones con características tan diversas. Hasta el año 1956 (18ª edición) el DRAE habla de verbos pronominados y de reflexivos o reflejos sin trazar una clara distinción entre ambos. Define los verbos pronominados como “cualquiera de los que se conjugan teniendo por régimen o complemento un pronombre; como ausentarse, tutearse, enfurecerse, morirse” (1956:1327), y el verbo reflexivo o reflejo como “aquel cuya acción recae en la misma persona que la produce, representada o suplida siempre por medio de un pronombre personal como complemento del verbo: Yo me ausento; tú te avergüenzas; Pedro se arrepiente; el éter se volatiliza” (1956:1327). Como se puede observar, la distinción entre estos grupos no es clara, se incluyen verbos que exigen siempre un clítico, como arrepentirse, otros que alternan la construcción pronominal con la transitiva (avergonzar, avergonzarse), otros que admiten clítico en construcciones recíprocas (tutearse), y otros que admiten un se que hoy se denominaría aspectual (morirse). Incluso se utiliza el mismo verbo para ejemplificar ambos grupos (ausentarse). En la 19ª edición se encuentra por primera vez el adjetivo pronominal referido a un verbo: es “el que se construye en todas sus formas con pronombres reflexivos. Hay verbos exclusivamente pronominales, como arrepentirse. Otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en las formas reflexivas: caerse, morirse, frente a las no reflexivas: caer, morir” (1970:1333). Prevalece un criterio formal y la definición parece más clara. Sin embargo, es posible reconocer dos incongruencias: mantiene la noción de verbos pronominados (definidos exactamente igual que en la edición anterior) e identifica verbos reflexivos con pronominales. Esta identificación se da hasta la 21ª edición (1992) donde se mantiene la definición de verbos pronominales pero se señala que el verbo reflexivo es el “verbo pronominal en que el pronombre realiza la función de complemento directo o indirecto y corresponde a la misma persona que el sujeto. Tú te peinas” (1992:1473). Los verbos reflexivos serían, pues, un subconjunto dentro de los pronominales, caracterizados formalmente por la función sintáctica que

15

Si se tiene en cuenta esta caracterización, es evidente que el se que

se estudia en este apartado es el único que puede no integrar

construcciones pronominales con el verbo. Así, en el CREA se encuentran,

entre otros, los siguientes ejemplos de casos en los que el clítico de tercera

persona complementa a un verbo conjugado en otra persona gramatical:

“Terminé en estos días de leer una novela que usted escribió hace bastante

tiempo, que es Responso, y me pareció fascinante, pero se lo digo de

verdad” (Argentina).

“Hasta te podría agregar que mi inicial vocación histórica se la debo a mi

papá” (Perú).

Evidentemente en aquellos casos en los que el se complementa a

un verbo en tercera persona la entidad denotada por el clítico no es la

misma entidad del mundo a la que refiere el sustantivo o sintagma

nominal que funciona como sujeto explícito de la oración. No hay, pues,

correferencialidad entre el clítico y el sintagma que funciona como sujeto

léxico.

Si se recurre al corpus que se analiza en el siguiente trabajo, se

puede observar que 91 de los 5.000 se estudiados (aproximadamente un

2% del corpus) corresponden a este se, variante combinatoria de los desempeña la forma pronominal. Sin embargo, los cambios continúan y llegan hasta la última edición del DRAE (2001). En esta se elimina lógicamente la definición de verbos pronominados y se realizan modificaciones interesantes en la noción de verbo pronominal y reflexivo. Del verbo pronominal se dice que es “el que se construye en todas sus formas con un pronombre átono que concuerda con el sujeto y que no desempeña ninguna función sintáctica oracional” (2001:2286). Si el DRAE mantuviera la definición anterior de verbos reflexivos, estos no serían, pues, verbos pronominales. Pasarían de ser un subgrupo a una categoría independiente. Sin embargo, el DRAE vuelve a sorprender al señalar que un verbo reflexivo es “tradicionalmente, el que se construye con un pronombre reflexivo átono. Tú te peinas” (2001:2286). Evidentemente esta definición plantea nuevas interrogantes: ¿Qué considera el DRAE como pronombre reflexivo átono? ¿El pronombre reflexivo átono sería, a diferencia del pronombre átono incluido en la caracterización de los verbos pronominales, aquel que desempeña una función sintáctica? Es imposible saberlo porque en ningún lugar del diccionario se define qué se entiende por pronombre reflexivo.

16

pronombres le / les. Obviamente, en estos casos el clítico desempeña la

función sintáctica de objeto indirecto en las estructuras oracionales en las

que aparece.

Sin embargo, es interesante analizar si en todos los casos este

objeto indirecto es un argumento del verbo, es decir, si la función está

comportada por el signo léxico verbal14.

2.1.1. El se (alomorfo de le/les) como objeto indirecto argumental. En la mayoría de los 91 casos estudiados (aproximadamente en un

70%) este se funciona como un objeto indirecto argumental. En estos

casos, ya que este se aparece solamente en aquellas estructuras

oracionales en las que también “clicticiza” el objeto directo, es evidente

que los predicados son trivalentes o triactanciales, es decir, predicados

que comportan tres argumentos y que podrían esquematizarse en forma

abstracta mediante la secuencia de indefinidos: “alguien (algo) – verbo –

algo – a alguien”. A continuación se enumeran algunos ejemplos

extraídos del corpus analizado:

“¿Es cierto que las profesoras tiene(n) que dar detalle de lo que iba(n) a

hacer en cada clase? Sí, eso se lo pidieron en algunas escuelas”

(Argentina).

“Al final me gasté todo lo que tenía, le di a Tato unas pelas que se las

quería devolver” (España).

14 Con respecto a este tema, conviene recordar que Strozer (1978) fue la primera lingüista que reconoció en español dos clases de objetos indirectos, a los que denominó IND1 e IND2. Otros gramáticos españoles, como Violeta Demonte (1994) o Salvador Gutiérrez Ordóñez (1999), asumieron también esta distinción.

17

“La libertad que está adquiriendo la mujer es porque se la está dando

precisamente la sociedad” (España).

“Don Carlos Sahagún también es obligado preguntarle, como se lo habrán

preguntado muchas veces, si tiene algo que ver con el futuro exalcalde de

Madrid” (España).

“Tener una paragüería (de guardia) no estaría mal. Yo se lo estoy diciendo

a mi padre, a ver si podemos hacer la idea esa” (España).

“Bueno este no dedicarse nada más a enseñar puras fórmulas, ¿no?, como

lo hacen casi todos los maestros, sino enseñarles algo que digan: Bueno,

esto se los enseño porque les va a servir para esto y esto” (México).

Como se puede observar, los predicados que admiten un

complemento indirecto argumental presentan características semánticas

en común. De hecho, ya Tesnière ha señalado que los predicados de tres

actantes son, en principio, los verbos del tipo de decir y de dar, lo que

muestra que el repertorio de verbos que llevan prefigurada una casilla

para el complemento indirecto en su esquema argumental es escaso.

Esta observación es compartida por los demás gramáticos que han

estudiado este tema. Tanto Strozer (1978) como Demonte (1994) señalan

que estos verbos triactanciales suelen ser verbos de transferencia: “la

transferencia implica un origen o causa de esa transferencia, más lo

transferido y el nuevo destino de ello” (Demonte, 1994:438).

En efecto, es posible agrupar los verbos que en el corpus se

construyen con un objeto indirecto argumental en las siguientes listas:

18

Tabla 1: Verbos en el que se funciona como objeto indirecto argumental

Transferencia material

Transferencia comunicativa

Moción abstracta

Construcción causativa

31 casos 28 casos 3 casos 1 caso

dar, devolver,

pedir, conceder,

prestar, ofrecer,

entregar,

alquilar…

decir, preguntar,

aconsejar,

indicar, repetir,

recordar, pedir,

revelar, enseñar

dedicar, deber… hacer practicar

Es interesante fundamentar la inclusión de algunos verbos en las

categorías correspondientes. En primer lugar, como se puede observar

en la tabla, se ha incluido el verbo pedir en dos grupos, tanto en los

verbos de transferencia material como en los de transferencia

comunicativa. Esto se debe al hallazgo de los siguientes ejemplos en el

corpus:

“Y te tendrás que comprar los libros y eso. Sí, se los voy a pedir a CEN”

(Transferencia material).

“Yo pedí, y se los pedí humildemente, que me pusieran en el asunto

indígena” (Transferencia comunicativa).

De hecho, Tesnière también reconoce que el verbo pedir pertenece

a las dos series, ya sea que exprese pedir para tener (transferencia

material) o pedir para saber (transferencia comunicativa). En efecto,

algunas lenguas, como el alemán, emplean dos verbos distintos para

expresar estas significaciones15.

15 En alemán se dice Alfred bittet Karl um das Buch, pero Alfred fragt Karl nach der Zeit.

19

Otra observación interesante es que se ha incluido el verbo deber

como un verbo trivalente de moción abstracta. De hecho, es posible

reconocer dos significaciones fundamentales de esta forma verbal:

deber = estar obligado a pagar una cantidad

deber = tener que agradecer algo a alguien

Es precisamente esta última significación la que aparece en el

corpus y es por eso por lo que se ha incluido esta forma verbal en la serie

mencionada:

“Hasta te podría agregar que mi inicial vocación histórica se la debo a mi

papá” (Perú).

Una última consideración necesaria es la que se refiere a la última

forma verbal presente en el cuadro (hacer practicar):

“En esa época también nos enseñaban muchísimos cursos de italiano, y

además teníamos dos horas diarias del idioma, ¿no?, entonces realmente

se podía aprender el idioma porque, desde que uno entraba, se lo hacían practicar” (Perú).

Evidentemente, este es un caso de lo que Tesnière denomina

diátesis causativa: “si el número de actantes se ve aumentado en una

unidad, se dice que el nuevo verbo es causativo con respecto al antiguo” (Tesnière, 1994:449). En efecto, el verbo practicar es un verbo bivalente

(Uno practica idiomas), en la construcción causativa hacer practicar el

sujeto del infinitivo aparece como objeto indirecto del grupo, dando lugar a

un nuevo argumento:

Uno practica el idioma - A uno le hacían practicar el idioma – Se lo hacían practicar

20

2.1.2. El se (alomorfo de le / les) como objeto indirecto no argumental.

En el corpus se ha encontrado también algunos casos en los que el

clítico se funciona como complemento indirecto de verbos que no

comportan en su valencia lexemática este hueco funcional. Se trata de los

complementos indirectos que Strozer (1978) y Demonte (1994)

denominaron IND2 y que habitualmente son predicados de preparación,

creación o destrucción del tipo: preparar, cocinar, hacer, arreglar, romper,

encontrar, abrir, etc.

Strozer (1978) propone un criterio sintáctico para diferenciar estos

complementos de los IND1: mientras que el IND1 si no es pronominal no

necesita comparecer con el correspondiente clítico, un IND2 no

pronominal debe aparecer siempre con el clítico correspondiente. Por eso,

cuando el objeto directo también es un clítico éste no puede aparecer solo

en las construcciones de IND2, aunque sí lo haga en las de IND1:

IND1

El Tony se la devolvió al Pablo. El Tony devolvió la pelota al Pablo.

Se lo pregunto al juez. Lo pregunto al juez.

Esto se los enseño porque les va a servir. Esto lo enseño a mis alumnos porque les

va a servir.

IND2

El transplante se lo hicieron en Europa. * El transplante lo hicieron al hombre en

Europa.

Van a investigar quién se lo abrió. * Van a investigar quién lo abrió a los

dueños.

21

Esto se debe a que el clítico en estos últimos casos es un

capacitador funcional que habilita a estos verbos biactanciales para que

puedan incorporar un tercer argumento.

En muchos casos la presencia de estos complementos indirectos

no valenciales puede explicarse por un fenómeno al que Masullo (1992)

denomina incorporación. Este fenómeno puede ser descrito como un

proceso de ascenso en la escala de jerarquía funcional: un complemento

adjetivo, nominal o preposicional se incorpora a la dependencia directa

del verbo bajo la forma de uno de sus adyacentes centrales, el

complemento indirecto.

Así, en el corpus es posible reconocer algunos casos de

incorporaciones del poseedor, como:

“Entonces (el perro) tenía el pelo así como rasta, enrollado, comiquísimo,

comiquísimo, comiquísimo, se lo iban a peluquear para que le creciera” =

Iban a peluquear16 el pelo del perro para que le creciera.

“En muchos lugares han hecho operaciones que nunca habían sido vistas,

causando asombro, verdaderamente asombro, y son operaciones sencillas

que se hacen en nuestro país. Hay, por ejemplo, algunas personas que

tienen el rostro deformado y se lo arreglan” = Arreglan el rostro deformado de algunas personas.

16 María Moliner recoge esta forma verbal en su diccionario, indica que se usa en Hispanoamérica, que es un verbo transitivo y que significa “cortar el pelo a alguien” (1967:625). Sin embargo, su empleo no es común a toda Hispanoamérica. Su uso en el corpus se limita a Venezuela y se emplea también en Colombia. Otra aclaración necesaria es que el uso que aparece en el corpus no es el más frecuente. Es más común la expresión: Iban a peluquear el perro (que es la descrita en el diccionario de Moliner). En el corpus aparece un complemento directo (el pelo) que habitualmente permanece implícito en el lexema verbal, por lo que el otro sintagma (al perro) funciona como complemento indirecto.

22

“¡Vámonos, vámonos! Porque si no, ahora que vengan los dueños de ese

carro, van a investigar quién se los abrió y nos van a llevar hasta la policía”

= Van a investigar quién abrió su auto.

En estos tres casos el poseedor del complemento directo es

promovido al estatus de un argumento verbal: el indirecto.

En otros casos es posible la paráfrasis entre construcciones

preposicionales y secuencias de complemento indirecto. En las primeras

una preposición plena introduce un circunstancial dotado de una función

semántica (benefactivo, locativo, origen…). En su paso a la construcción

de complemento indirecto se producen algunos cambios: la preposición

originaria es sustituida por a, aparece obligatoriamente el clítico dativo y el

se cuando el objeto directo también es un clítico:

“Cuando el capitalismo tiene ya más de doscientos años de existencia y

jamás nadie le encontró remedio, mucho menos se lo van a encontrar en un

mundo donde hay cinco mil millones de pobres que no tienen capacidad

adquisitiva” = Mucho menos van a encontrar remedio para el capitalismo en un mundo donde hay cinco mil millones de pobres. “Está especializada en imitar trajes de famosos. Sí, a la Luisa le hizo para

otra boda el mismo traje rosa que llevó Rocío Jurado para la boda de

Rociito, con el floripondio que llevaba en la cabeza. Se lo hizo igual, igual,

igual” = Hizo un vestido igual para Luisa.

Para el final se ha dejado un caso interesante que es el que se da

con el verbo permitir:

“La ambición histórica de la República Argentina ha sido acceder al Pacífico.

Y Chile se lo está permitiendo sin compensación” (Chile).

En este ejemplo el clítico lo refiere anafóricamente a la

construcción de infinitivo acceder al Pacífico. El verbo permitir admite,

23

pues, un infinitivo o una construcción de infinitivo (para algunos autores,

una subordinada completiva de infinitivo) como segundo argumento. Los

sujetos de ambas formas no pueden ser idénticos, a menos que aparezca

en una forma reflexiva (Chile se permitió rechazar la propuesta). En casos

como el ejemplo planteado, el sujeto o el adyacente temático –como lo

denominaría Alarcos– del infinitivo es atraído a la oración principal y

aparece como objeto indirecto de permitir:

Chile está permitiendo que Argentina acceda al Pacífico – Chile le está permitiendo a

Argentina acceder al Pacífico – Chile se lo está permitiendo.

Como conclusión, este se, que presenta características que

permiten diferenciarlo de los demás valores que se estudiarán, es una

variante combinatoria de las formas dativas le, les. Como estas,

desempeña la función de complemento indirecto. En la mayoría de los

ejemplos analizados, funciona como complemento indirecto exigido por

verbos de transferencia. En un número menor funciona como

complementos no valenciales. En todos estos casos es posible reconocer

algún fenómeno de incorporación que permite explicar la inclusión de esta

función no prevista por la valencia lexemática del verbo.

2.1.3. Un fenómeno interesante: esto se los enseño a ustedes. Antes de estudiar otros valores de se es pertinente analizar un

fenómeno que aparece con elevada frecuencia en el corpus y que se

observa con claridad en los siguientes ejemplos:

“Yo a veces les digo: Realmente iría a vender ballenitas al subterráneo, si

no fuera que yo sé que soy una gran profesora, se los digo” (Argentina).

24

“Ustedes demuéstrenme que ese perro es de ustedes y yo se los doy”

(Venezuela).

“El problema va a seguir latente en Chiapas, se los digo ahora y se los voy

a repetir nuevamente cuantas veces sea necesario” (México).

En todos estos ejemplos la marca de plural que se observa en el

clítico que funciona como complemento directo es en realidad el plural del

complemento indirecto, el cual, al aparecer en la forma se, deja de indicar

el número.

No hay muchos comentarios sobre este fenómeno en la mayoría

de las gramáticas. Kany parece ser el autor que más se ha preocupado

de estas construcciones y señala que “el habla popular de numerosas

regiones de Hispanoamérica trata insistentemente de indicar la pluralidad

del complemento indirecto se añadiendo una s al complemento directo

que sigue inmediatamente, lo o la, convirtiendo a estos en los y las aun

cuando dicho complemento se halle en singular” (1969, 141).

De la observación de Kany interesa destacar dos aspectos que

serán sometidos a verificación empírica: por un lado, este autor limita el

fenómeno a Hispanoamérica; por otro, señala que se trata de una

construcción propia del habla popular.

Si se analiza la primera observación, es evidente que este corpus

confirma la afirmación del gramático. De hecho, no se encuentra ningún

ejemplo de se los (las) por se lo (la) en ningún texto de la península17. La

17 Si bien en este corpus no se han encontrado casos del fenómeno estudiado en España, hay gramáticos que señalan su existencia en el habla española. Kany, por ejemplo, afirma que “este error sintáctico, ejemplo de interferencia asociativa, puede hallarse ocasionalmente en España, pero evidentemente es raro” (1969:141). Gili Gaya también reconoce este fenómeno en el uso peninsular, pero limita su empleo al dialecto aragonés: “Es notable el empleo aragonés de ya se les he dicho en lugar de ya se lo he dicho (a ellos, a ellas). En este caso el se personal dativo va acompañado de un les acusativo, con la particularidad de que este no concierta con el objeto que

25

presencia de este fenómeno se limita al territorio hispanoamericano

aunque la frecuencia de aparición del mismo varía de acuerdo a la zona

geográfica.

Como se desprende de la segunda tabla, el país que arroja el

porcentaje de uso más alto de esta construcción es México, seguido por

Argentina y Venezuela.

Tabla 2: Casos de se los y se lo con antecedente singular

País Se los (las)

% Se lo (la)

%

Argentina 5 42 7 58

Colombia 1 33 2 67

Chile 3 33 6 67

Cuba 1 33 2 67

España 0 0 16 100

México 12 63 7 37

Perú 0 0 3 100

Uruguay 0 0 3 100

Venezuela 6 43 8 57

Total 28 45 54 55

Estos datos coinciden inicialmente con la ejemplificación propuesta

por Kany. De hecho, de los 52 ejemplos que utiliza, provenientes de

catorce países, 17 de ellos (casi la tercera parte) son de México;

Argentina, Chile y Venezuela cuentan con cinco ejemplos cada uno;

Colombia y Cuba proporcionan tres cada uno. Los demás países van

representa (singular o neutro colectivo), sino con una pluralidad que correspondería realmente a se si este tuviera plural” (1964: 234). Alarcos, por su parte, restringe el uso de esta construcción a América y a Canarias: “Es incorrecto introducir una marca de plural (cuando se equivale a les) en el otro incremento singular, como sucede a veces en el español americano y canario” (1994: 205).

26

representados por solamente uno o dos ejemplos. Del mismo modo,

George De Mello (1997), quien estudia este fenómeno en el Proyecto de

Habla Culta, señala que el mismo aparece con mayor frecuencia en la

Ciudad de México, seguida por Buenos Aires y luego por Bogotá.

Aunque no se presenta ningún caso del empleo de se los por se lo

en Perú y en Uruguay, el uso de tal construcción en estas áreas

geográficas sí se atestigua en otros estudios. De Mello (1997) recoge una

cita de un artículo de José Rivarola en el que estudia el empleo peruano

de este uso y declara que “en el Perú lo he observado desde hace mucho

tiempo” y que “la ocurrencia del fenómeno está lejos de ser esporádica”

(1997:72). Kany, por su parte, nota la presencia de esta construcción en

Uruguay, Bolivia, Ecuador, Panamá, El Salvador y Guatemala18.

Así como los ejemplos confirman la primera observación de Kany y

coinciden en señalar el uso predominantemente hispanoamericano de

esta construcción, rechazan, sin embargo, su segunda afirmación19. Si

bien en el corpus que se analiza solo hay textos orales, es posible

observar este fenómeno tanto en registros informales como formales. Los

mejores ejemplos sobre este aspecto los proporciona México ya que en el

corpus se recogen casos de este uso en actas de las sesiones de la

Cámara de Senadores:

“No quieren dialogar con un soldado detrás de cada árbol, detrás de cada

árbol, no se puede dialogar con una pistola en la sien. Yo se los he dicho

aquí”.

18 No hay ningún estudio específico sobre el uso de se los con antecedente singular en Uruguay y los corpus consultados, en general, no tienen un volumen documental sobre este país que permita llegar a una conclusión definitiva. Intuitivamente, se puede señalar que esta construcción aparece con frecuencia en periódicos y revistas uruguayos, pero se abre aquí un camino de investigación. 19 Kany señala inicialmente, como ya se ha citado, que el fenómeno pertenece al “habla popular”, aunque luego matiza esta afirmación y agrega que “en determinadas zonas americanas constituye un uso popular; en otras es general incluso entre la gente culta y en estilo literario” (1969:141).

27

“Hablan de todas las reuniones, yo pedí, y se los pedí humildemente, que

me pusieran en el asunto indígena, no lo hicieron, no he recibido una sola

invitación para pertenecer a ella”.

Muchos gramáticos, entre ellos Kany, señalan que el empleo de se

los por se lo ocurre cuando se los no va acompañado por una frase

preposicional, como a ustedes, que clarifique la referencia plural del

pronombre se. Sin embargo, el corpus proporciona ejemplos en los que

se los se emplea en la misma estructura oracional junto con la frase

preposicional:

“Se los dan más caro a los pobres turistas, pero si vas conmigo, no va a

ser tan caro” (México).

“Se los comentamos a los viejos” (Argentina).

En otros casos, el antecedente al que se refiere el clítico se se

encuentra en el mismo enunciado o en el inmediatamente anterior, de

manera que no existe ambigüedad posible:

“Ustedes demuéstrenme que ese perro es de ustedes y yo se los doy”

(Venezuela).

“Yo con mis padres he sido muy comunicativa, ellos tienen mucha

confianza, mucha, porque yo se las he dado” (Venezuela).

“Ahora que vengan los dueños de ese carro, van a investigar quién se los

abrió y nos van a llevar hasta la policía” (México).

Descartada la hipótesis de la ambigüedad, probablemente el

empleo de se los por se lo se deba a que el hablante hispanoamericano

trate el grupo se lo como si fuera un solo vocablo en forma singular, con

plural se los. Se trataría, pues, de un caso de lexicalización.

28

Con respecto a la cuestión de la gramaticalidad del empleo de esta

construcción, es adecuado registrar la opinión de distintos gramáticos que

han abordado este tema. Amado Alonso y Henríquez Ureña (1971)

incluyen esta estructura entre los errores que hay que evitar cuando se

utilizan los pronombres personales. Alarcos (1994) también considera

incorrecto este uso. Independientemente de las consideraciones

normativas, este fenómeno mantiene su vitalidad, se extiende por la casi

totalidad del territorio hispanoamericano y su uso es común en el habla

culta de una gran parte del mismo. Por eso, parece sumamente lúcida la

opinión de Kany al afirmar que: “Imposible es predecir actualmente si con

el tiempo se aceptará se los (las) por se lo (la), pero lo que no se puede

negar es que en determinadas regiones este fenómeno se halla en

camino de tácita aceptación” (1969:142).

2.2. El se como pronombre reflexivo. En la introducción se ha señalado que estas construcciones fueron

las más estudiadas por la tradición gramatical española. Sin embargo,

como se puede observar en el tercer cuadro, solo un 4% de las

estructuras analizadas se encuentran en este grupo.

Tabla 3: Construcciones reflexivas en el corpus

Construcción Número de casos

Porcentaje

Se reflexivo 194 3,88 %

- reflexivo directo 136 2,72 %

- reflexivo indirecto 58 1,16 %

29

Con respecto a la noción de reflexividad, es importante tener en

cuenta que el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española

(1973) maneja dos criterios para definir este concepto. Por un lado, en la

segunda parte se señala que “cuando el verbo de una frase verbal

pertenece a la misma persona y al mismo número gramatical que sus

complementos pronominales, preposicionales o no, decimos que estos

pronombres son reflexivos o reflejos, o están en construcción reflexiva o

refleja”. (RAE, 1973:208).

El concepto de reflexividad que el Esbozo maneja hasta aquí es,

pues, el de identidad de persona y número del verbo y su complemento pronominal y aclara que “el concepto de lo reflejo no debe entenderse en

gramática como el proceso que consiste en dirigir hacia uno mismo el acto

que normalmente se dirige a los demás… aunque este sea el comienzo del

tecnicismo” (RAE, 1973:208).

Como para el Esbozo el término reflejo o reflexivo tiene como único

presupuesto las condiciones dichas (identidad de persona y número en el

verbo y su complemento pronominal), estas condiciones se dan tanto en las

construcciones que se estudian en el siguiente apartado como en muchas

otras: por ejemplo, en los verbos que exigen la presencia de un clítico, como

Me arrepiento, Nos arrepentimos, o que funcionan como intransitivos: Te

vas, Os vais.

Por otro lado, esta noción de reflexividad también lleva a que el

Esbozo considere construcciones reflexivas a oraciones como Habla para

sí, Lo trae consigo, ya que también hay un complemento pronominal que

presenta la misma persona que el verbo20.

20 Evidentemente, en las construcciones con se, por la indistinción de número que caracteriza a este clítico, solo se da la identidad de persona entre esta forma y el verbo.

30

Sin embargo, en la tercera parte del Esbozo, cuando se habla de las

oraciones de verbo reflexivo, se dice que en ellas “el sujeto es a la vez

agente y paciente” (RAE, 1973:379), y que representan el tipo reflexivo puro “porque la acción vuelve de un modo u otro sobre el sujeto que la realiza”

(RAE, 1973:380). Sin lugar a dudas, esta caracterización parece contradecir

la definición anterior, y alude a las relaciones semánticas que se establecen

entre las entidades que participan del estado de cosas denotado.

Esta aparente contradicción pone en evidencia los dos niveles del

análisis lingüístico comprometidos en el estudio de estas construcciones: el

nivel formal, es decir, el de las unidades gramaticales y las relaciones que

establecen entre sí, y el nivel semántico, que atiende a las relaciones entre

el predicado y sus argumentos.

Estos dos niveles no han sido suficientemente precisados en la

gramática tradicional y ha llevado a introducir nociones híbridas -a caballo

entre la sintaxis y la semántica- como las de sujeto agente o paciente.

Para evitar estas ambigüedades, de aquí en adelante se utilizará el

término "reflexivo" solamente para referir a aquellas construcciones en las

que el sintagma que funciona como sujeto explícito y el clítico que

desempeña la función de objeto directo o indirecto refieran, en la realidad

designada, a la misma entidad del mundo.

2.2.1. Se en construcciones reflexivas directas. Como se muestra en la tercera tabla, dentro de las construcciones

reflexivas el grupo más numeroso es aquel en el que el clítico se funciona

como objeto directo. Se trata de casos como los siguientes:

31

“Nos vinieron a conquistar aquí, al sur, y no crearon la Costa del Sol, sino

destruyeron todos los encantos árabes que tenía esta tierra. Cuando ellos no

se lavaban, aquí ya había una cultura del agua impresionante” (España).

“¿Qué aspiraciones tienen los argentinos hoy? ¿Cómo se ven frente al resto

del mundo?” (Argentina).

“Un niño sin respeto es un niño al que no se le han dado los instrumentos

apropiados para que se valore a sí mismo” (Costa Rica).

En todas estas construcciones hay verbos divalentes, es decir,

verbos que comportan dos argumentos (alguien lava / ve / valora algo o a

alguien). La característica fundamental de estas construcciones es que el

clítico que funciona como segundo argumento refiere a la misma entidad del

mundo a la que refiere el sintagma que funciona como sujeto explícito. Hay,

pues, correferencialidad entre el sujeto léxico y el objeto directo.

De hecho, el clítico se opone a la serie /lo, la, los, las/. Esta serie de

pronombres se utilizaría en caso de que no existiera correferencialidad: Ellos no lavaban su ropa. * Ellos no lavaban a ellos mismos.

Ellos no la lavaban. Ellos no se lavaban.

Los hijos no valoran a sus padres. *Los hijos no valoran a los hijos.

Los hijos no los valoran. Los hijos no se valoran.

Alarcos Llorach considera que no constituye un caso especial de

implementación el hecho de que la referencia al sujeto que realizan los

morfemas del núcleo verbal coincida con la misma “persona” expresada por

el implemento (objeto directo). Es decir, que desde el punto de vista de las

relaciones formales que contraen no hay diferencia entre

Ellos no la lavan Ellos no se lavan

32

en ambos casos podemos reconocer la misma relación: núcleo oracional -

objeto directo21.

Con respecto a las funciones semánticas que desempeñan los

términos que ocupan los huecos argumentales, es necesario señalar que la

gran mayoría de estos predicados son acciones22, es decir, estados de

cosas dinámicos y controlados. Por lo tanto, el primer actante o sujeto

explícito de estas estructuras desempeña la función semántica de agente,

es decir, de entidad que controla la acción.

Por este motivo, numerosas gramáticas han señalado como prueba

para reconocer estas estructuras la posibilidad de agregar el refuerzo

reflexivo tónico a sí mismo. De hecho, en el corpus analizado

aproximadamente el 10% de las construcciones reflexivas directas llevan

este refuerzo reflexivo:

21 Interesa destacar que para Alarcos la distinción reflexivo / no reflexivo solo tiene valor en la tercera persona. En la primera y en la segunda persona los sujetos explícitos no admiten más especificación léxica que yo/nosotros, tú/vosotros. Por lo tanto, la coincidencia en persona y número entre el sujeto gramatical y el implemento implica forzosamente identidad de persona en la realidad de la situación expresada. me lavo - yo te lavas - tú Sin embargo, en la 3ª persona, por su infinita posibilidad de referencia, la coincidencia de persona gramatical no tiene por qué suponer coincidencia en la realidad: lo lava - Juan - La madre - María Por eso, si en la realidad denotada coincide la 3ª persona del implemento con el sujeto, aparece una forma especial: Él se lava En inglés, sin embargo, todas las personas se marcan con el sufijo reflexivo -self cuando hay coincidencia de persona gramatical y de referente. 22 Se opta por utilizar la nomenclatura postulada por Dik en su tipología de los estados de cosas (Dik, 1981). Véase el tercer apéndice de este trabajo.

33

“El heroinómano ya en estado avanzado es una persona profundamente

sensible, con una inmensa tristeza, que se desprecia a sí mismo” (España).

“Pasolini se condena a sí mismo” (Argentina).

Cano Aguilar percibe esta relación entre construcciones reflexivas y

verbos agentivos y señala que “estas reflexivas sólo se dan con los

llamados verbos no estativos, los que designan acción, y se reconocen por

poder aparecer en contextos como: imperativo (¡lávate!); depender de

verbos como obligar (me obligó a lavarme); llevar ciertos tipos de

complementos de modo (me lavé con todo cuidado), etc.” (1981:260 – 261).

Sin embargo, es necesario realizar dos precisiones. En primer lugar,

no todo se que se construya con un verbo agentivo tiene valor reflexivo. De

hecho, en este trabajo no se considera reflexiva una estructura como Juan

se levanta por más que exprese una acción y pueda ser utilizada en los

contextos señalados por Cano Aguilar. En segundo lugar, este valor de se

se da también en estructuras que no pueden considerarse prototípicamente

agentivas como:

“Él se veía23 reflejado en ese hijo y la muerte de ese hijo lo chocó

enormemente” (Perú).

“Ellos se consideran elegidos por la mayoría” (Bolivia).

“Mucha gente que se declara antipsicoanalista acérrima, sin embargo, cuando

hace terapia, usa cosas del psicoanálisis” (Chile).

23 Es interesante destacar que en el español peninsular existe una oposición marcada entre los verbos ver y mirar. Este último verbo tiene un carácter más activo y su sujeto podría interpretarse como un agente, mientras que ver designaría un proceso y, por lo tanto, su primer argumento tendría como función semántica la de ser un paciente o procesado. Sin embargo, esta oposición se diluye en Hispanoamérica.

34

Sin embargo, estas estructuras tienen algo en común que podría

explicar la posición de Cano Aguilar. De hecho, la reflexividad se da por otro

motivo. En los tres casos es posible reconocer un clítico (se) y un elemento

predicativo (reflejado, elegidos, antipsicoanalista acérrima) referido a este.

Esta relación se muestra claramente mediante la concordancia en el

siguiente ejemplo en el que no hay relación de correferencialidad:

Él ve a su mujer reflejada en ese hijo. La ve reflejada en ese hijo.

Alarcos (1973, 1994) considera que en estos casos hay un atributo

del objeto directo. Es decir, el verbo determina la existencia de un objeto

directo o implemento y este se ve modificado por un adyacente atributivo.

Sin embargo, este análisis no explicaría por qué es aceptable una

estructura como Ellos consideran inteligente a Pedro y no aceptable otra

como Ellos consideran inteligente a esa piedra.

La gramática generativa proporciona una explicación más

satisfactoria para estas construcciones. De hecho, entiende que estos

verbos seleccionan como complemento un contenido proposicional que se

expresa mediante una cláusula mínima24. En estas cláusulas mínimas, el

objeto directo o acusativo del verbo conjugado desempeña el papel de

sujeto de la cláusula y el elemento nominal – adjetivo, sustantivo o derivado

verbal – constituye el predicado. Estas construcciones son denominadas

cláusulas porque es posible reconocer una relación semántica de

predicación; son mínimas porque carecen de un verbo en forma personal.

La paráfrasis mediante la oración subordinada completiva corrobora

este análisis:

Él veía que (él) estaba reflejado en ese hijo.

24 Véanse Demonte (1990:147–149), Campos (1999:1540), Demonte y Masullo (1999:2501).

35

Ellos consideran que (ellos) fueron elegidos por la mayoría.

Mucha gente declara que es antipsicoanalista acérrima.

Esta interpretación podría explicar por qué la oración Ellos

consideran inteligente esa piedra no es aceptable. De hecho, el adjetivo

inteligente, predicado de la cláusula mínima, selecciona como argumento

una entidad humana o, por lo menos, animada.

Una vez que asciende el sujeto de la cláusula mínima a

complemento de la oración principal, se produce un proceso de reflexividad

ya que ambos sujetos son correferenciales, es decir, refieren a la misma

entidad del mundo.

Un caso similar se da en el siguiente ejemplo:

“Es un absurdo que el Congreso de la Nación se obligue a sí mismo a dictar

una serie de leyes que nadie le prohíbe sancionar” (Argentina)

El verbo obligar suele construirse, como en este caso, con un objeto

directo y un sintagma encabezado por la preposición a. En este caso la

reflexividad también se da por existir correferencialidad entre el sujeto de

obligar y el sujeto del infinitivo25.

Sin embargo, otros verbos, como dejar, no admiten este proceso:

“Entonces el niño se deja llevar por impulsos” (México).

25 Los infinitivos, junto a los participios y los gerundios, constituyen las formas verbales no personales (también denominadas no flexivas, nominales o derivados verbales). Carecen de los morfemas propios de las formas conjugadas y no pueden funcionar como núcleo oracional (de hecho, son incapaces de establecer la relación predicativa que Alarcos considera esencial para la existencia de una oración). Sin embargo, estas unidades conservan las posibilidades combinatorias admitidas por el signo léxico verbal, es decir, conservan la misma valencia combinatoria y pueden construirse con complementos verbales. De ahí que en el trabajo se hable de sujeto, objeto directo, etc., de los infinitivos. Se pueden consultar Cano Aguilar (1981) y Bosque y Demonte (1999).

36

Evidentemente en este caso los sujetos del núcleo verbal y del

infinitivo no son idénticos. Con este verbo el se indica la correferencia entre

el sujeto explícito del verbo dejar y el objeto directo del infinitivo llevar cuyo

sujeto aparece como un sintagma introducido por la preposición por:

Entonces el niño deja que los impulsos lo lleven.

Para finalizar el estudio de las construcciones reflexivas directas, es

interesante mencionar que un número abundante de las mismas

(aproximadamente un 15%) aparece en estructuras en las que el indefinido

uno funciona como sujeto léxico:

“Uno se ve anticuada si no está al día” (Perú)

“Con un hijo bastante criado, uno se defiende perfectamente” (Argentina)

“Si uno se conociera uno mismo, yo creo que caería en verdadera crisis”

(Chile)

“Uno podía bañarse incluso en la noche, especialmente en las noches de

invierno” (Costa Rica)

Mucho se ha hablado en las gramáticas de la forma uno y de su

relación con la impersonalidad gramatical26. Gómez Torrego (1994) incluye

estas estructuras dentro de las impersonales exclusivamente semánticas ya

que, si bien en estas oraciones es posible reconocer un sujeto léxico (uno),

este asume un valor generalizador o encubridor del agente.

En efecto, en la gran mayoría de estas estructuras uno encubre un

yo “diluido en una generalidad” (Gómez Torrego, 1994:15). De hecho, se

puede notar que en el primer ejemplo la hablante utiliza el indefinido uno

pero luego se resiste a emplear el adyacente atributivo en masculino ya que

evidentemente siente que se refiere a sí misma.

26 Véase Gómez Torrego, 1994.

37

Sin lugar a dudas, la relación entre estas estructuras reflexivas y uno

se debe a que, cuando un verbo se acompaña de un se reflexivo, solamente

puede expresar ese valor encubridor o semánticamente impersonal con el

indefinido, ya que nuestro sistema no admite dos se para el mismo verbo.

2.2.2. Se en construcciones reflexivas indirectas.

En la tercera tabla se ha mostrado que estas construcciones

constituyen el 1,16% de la totalidad de las estructuras con se que se

analizan en este trabajo.

El clítico en estas construcciones se caracteriza por desempeñar una

función sintáctica y por aparecer en los casos en que hay correferencialidad

entre el sintagma que funciona como sujeto explícito y el objeto indirecto. Se

opone, pues, a la serie le, les, pronombres de tercera persona que

aparecerían en caso de no haber correferencia:

“Uno se pregunta qué es lo que realmente hace si no puede motivar a la

gente” (Perú). (Le pregunta qué es lo que realmente hace…)

“Para ganar la confianza pública, nuestro gobierno debió atarse las manos a sí

mismo” (Argentina). (Nuestro gobierno debió atarle las manos)

“Él mismo se cosió, se metía las agujas y se cosía” (Venezuela). (Él la cosió, le

metía las agujas…)

Alarcos plantea que la única diferencia formal de este tipo de

construcciones con respecto a las anteriores consiste en la presencia de un

sintagma o un referente inequívoco de implementación junto al núcleo

incrementado por se. La presencia de ese sintagma nominal o construcción

38

equivalente, que en los ejemplos se encuentra subrayado, determina que el

clítico funcione como objeto indirecto.

En efecto, son muchas las características en común entre las

reflexivas directas y las indirectas. Como en las estructuras ya estudiadas,

los verbos expresan habitualmente acciones, por lo que también admiten el

refuerzo reflexivo a sí mismo. Sin embargo, el porcentaje de reflexivas

indirectas que en el corpus se construyen con el refuerzo reflexivo es mucho

menor (5%). Por otra parte, como lo demuestra el primer ejemplo, también

es frecuente que las estructuras reflexivas indirectas aparezcan en

oraciones que tengan al indefinido uno como sujeto léxico.

Tabla 4: Cuadro comparativo entre reflexivas directas e indirectas

Estructura Frecuencia en el corpus

Presencia de a sí mismo

Uno como sujeto léxico

Reflexivas directas 2,72% 10% 15%

Reflexivas indirectas 1,16% 5% 24%

En la página 20 se ha hecho referencia a la distinción propuesta por

Strozer (1978) y Demonte (1994) para diferenciar complementos indirectos

argumentales y no argumentales. También en estas estructuras el clítico se,

que funciona siempre como objeto indirecto, puede estar comportado por el

significado léxico del verbo o no. De hecho, en la mayoría de estas

construcciones (61%) el objeto indirecto es argumental. Se trata de verbos

triactanciales, agentivos, que comportan tres argumentos: un sujeto cuya

función semántica es la de agente, un objeto directo que asume la función

semántica de meta y un objeto indirecto que puede tener diferentes

funciones semánticas: receptor, dirección u origen.

39

“Y fueron tan lejos los estatuyentes que se dieron a sí mismos el nombre de

constituyentes” (Argentina). Función semántica: receptor, “entidad a la que se

transfiere algo” (Dik, 1981: 60)

“Esa máscara era totalmente de cobre. Este señor se la ponía y normalmente

este tipo debería bailar por alguna devoción” (Bolivia). Función semántica:

dirección, “entidad hacia la que se mueve algo” (Dik, 1981:60)

“Los que venían del norte, que eran guerreros, no se quitaban la armadura”

(España). Función semántica: origen, “entidad desde la que se retira algo”

(Dik, 1981:60).

En el resto de las estructuras (39%) el objeto indirecto no es

argumental. Se trata de verbos biactanciales, que no comportan un tercer

actante en su valencia lexemática, pero este se agrega o se incorpora

mediante diferentes mecanismos. Algunos ejemplos en los que se funciona

como objeto indirecto no argumental son los siguientes:

“El caballo de Pavía se ha roto la patita de atrás” (España).

“Nuestro gobierno debió atarse las manos” (Argentina).

“Como te decía, uno no se reconoce la voz” (Chile).

En todos estos casos, el objeto indirecto designa el poseedor del

objeto directo. De hecho, el clítico se y el artículo que determina el objeto

directo pueden sustituirse por el posesivo correspondiente27:

“El caballo de Pavía ha roto su patita de atrás” (España).

“Nuestro gobierno debió atar sus manos” (Argentina).

“Como te decía, uno no reconoce su voz” (Chile).

Se trata del fenómeno de incorporación del poseedor al que ya se ha

hecho referencia en la página 22. 27 Gómez Torrego reconoce que “hay diferencias semántico-pragmáticas entre las construcciones de se y las del posesivo. En aquellas se pone de relieve (se topicaliza) el actor; en estas, el complemento directo” (1992:15).

40

Finalmente, es necesario señalar que en el corpus existe un número

relativamente numeroso de estructuras (aproximadamente el 18% del total

de reflexivas indirectas) como las del primer ejemplo del grupo anterior:

“Se rompió una pierna y entonces ya después no pudo esquiar” (Argentina)

“El esquí salta y evita que uno se rompa una pata” (Argentina)

“Se rajó todo el brazo” (Venezuela)

Muchos gramáticos hablan del carácter ambiguo de estas oraciones

que se construyen con verbos que expresan daño físico. En efecto, es

posible imaginar algún contexto en el que estos verbos expresen acciones

controladas por el sujeto (Se rompió una pierna para tener más vacaciones,

Él mismo se rompió la pierna). Sin embargo, esta interpretación, que Di

Tullio considera “un tanto forzada, masoquista” (1997:174), no es la

habitual. En su interpretación normal, se entiende que el verbo expresa un

proceso, es decir, un acontecimiento no controlado por parte del primer

argumento, que asumiría la función semántica de entidad procesada o

experimentadora.

2.3. El se como pronombre recíproco. Como lo demuestra la quinta tabla, el número de estructuras

recíprocas en el corpus estudiado es reducido: solamente 16 de los 5.000

se analizados tienen este valor.

Muchos gramáticos consideran que se trata de meras variantes de

las estructuras reflexivas. El Esbozo de una nueva gramática de la lengua

española caracteriza las oraciones de verbo recíproco como “una especie

de las reflexivas de las cuales no se distinguen por la forma, sino porque

41

dos o más sujetos ejecutan la acción del verbo y a la vez la reciben

mutuamente” (RAE, 1973:381).

Tabla 5: Construcciones recíprocas en el corpus

Construcción Número de casos

Porcentaje

Se recíproco 16 0,32 %

- recíproco directo 15 0,3 %

- recíproco indirecto 1 0,02 %

Alarcos es más radical y entiende que la distinción entre estructuras

reflexivas y recíprocas “es una distinción sin sentido gramatical alguno. No

hay verbos recíprocos. El hecho de que un sujeto plural se refiera a dos o

más entes de la realidad entre los cuales se establece una actividad mutua,

es cuestión de pura sustancia que no se refleja en la forma del contenido”

(1970: 215).

Sin embargo, existen diferencias que permiten considerarlas como

estructuras distintas.

En primer lugar, es necesario aclarar que una lengua como el

español puede expresar la noción de la reciprocidad (entendida como una

relación de bidireccionalidad) mediante diferentes recursos. Hay, por

ejemplo, verbos que expresan esta noción en su significado léxico (como

casarse), estructuras sintácticas del tipo Juan y Pedro viven el uno al lado

del otro, etc.

Sin embargo, en este trabajo solo serán consideradas estructuras

recíprocas aquellas construcciones que implican dos acontecimientos

42

paralelos e inversos en los que los actantes intercambian sus funciones

sintácticas:

“Ni los historiadores ni los pintores se podían ver unos a los otros” Los historiadores no podían ver a los pintores. No los podían ver.

Sujeto léxico Obj. directo

Los pintores no podían ver a los historiadores. No los podían ver.

Sujeto léxico Objeto directo

Por este motivo, el clítico se desempeña una función sintáctica. La

misma puede ser la de objeto directo, como en el ejemplo anterior y como

en la mayoría de los casos analizados, o puede ser la de objeto indirecto

como se da en el único ejemplo que proporciona el corpus:

“El anhelo de vida llevó a Sabines a entregarse en su poesía como único

recurso para sobrevivir, para tocar esa posible frontera de la inmortalidad, así,

vida y muerte se dieron la mano en su poética” (México).

La vida le dio la mano a la muerte en su poética (y viceversa).

Otra característica que permite diferenciar las construcciones

recíprocas de las reflexivas es que no admiten el refuerzo reflexivo a sí

mismo, pero sí otros como los que se observan en los siguientes ejemplos:

“Ni los historiadores ni los pintores se podían ver unos a los otros” (Puerto

Rico)

“Se comprometieron todos, con sus errores y sus aciertos, a respetarse

recíprocamente y a cumplir fielmente la Constitución de la Nación Argentina”

(Argentina)

43

“Los mismos que peleaban juntos por la libertad se odiaban y se mataban

entre ellos mismos” (Venezuela)

Por último, una característica formal evidente de estas

construcciones es que exigen, por las peculiaridades ya señaladas, un

sujeto léxico coordinado o plural:

“La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica lleguen a conocerse mejor…

es realmente muy importante” (Argentina).

“Ha ganado Peñarol, ha ganado el Manya. Festejan los carboneros, se

abrazan hasta sin conocerse” (Uruguay).

El primero de estos enunciados sirve de ejemplo para demostrar

que, fuera de todo contexto, es posible confundir una estructura recíproca

con una reflexiva. De hecho, el ejemplo puede tener tanto una

interpretación recíproca, que es la que corresponde en este contexto (La

posibilidad de que Argentina y Sudáfrica se conozcan mutuamente), como una

interpretación reflexiva (La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica se conozcan

mejor a sí mismas)28.

Como conclusión, es posible señalar que en todas las estructuras

estudiadas en este capítulo el clítico se desempeña una función

sintáctica, ya sea esta argumental o no argumental. En estos casos, la

presencia del clítico no modifica el lexema verbal ni su marco predicativo,

es decir, no modifica ni el número ni la función sintáctica o semántica que

desempeñan los argumentos comportados por el verbo.

Para finalizar el capítulo se adjunta la sexta tabla como forma de

retomar las cifras planteadas a lo largo del mismo. Este cuadro pone en

28 Para una visión diferente de este tipo de estructuras se puede consultar Bosque (1985). Este autor considera construcciones sintácticamente recíprocas a todas las que admiten el sintagma el uno P el otro, donde P es una preposición.

44

evidencia que este tipo de estructuras, largamente estudiadas por la

tradición gramatical, constituyen un grupo muy reducido dentro de la

totalidad de las construcciones con se presentes en el corpus.

Tabla 6: Construcciones en las que se desempeña una función sintáctica

Construcción Número de casos

Porcentaje

Se sustituto de le/les 91 1,82 %

- como complemento indirecto

argumental

63 1,26 %

- como complemento indirecto no

argumental

28 0,56 %

Se reflexivo 194 3,88 %

- reflexivo directo 136 2,72 %

- reflexivo indirecto 58 1,16 %

Se recíproco 16 0,32 %

- recíproco directo 15 0,3 %

- recíproco indirecto 1 0,02 %

45

CAPÍTULO 3: SE SIN FUNCIÓN SINTÁCTICA. El llamado se medio En el capítulo anterior se han analizado las estructuras que

tradicionalmente han sido denominadas reflexivas propias. En este

capítulo se pretende iniciar el estudio de las llamadas construcciones

cuasi-reflejas o reflexivas solo de forma.

Como se observa en el esquema que se adjunta, se trata de un

grupo muy numeroso de construcciones que presentan características

heterogéneas.

Tabla 7: Cuadro comparativo de frecuencias

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1

"Se" sustituto de le/les"Se" reflexivo"Se" recíproco"Se" sin función sintáctica

Algunos autores han denominado medio al clítico que aparece en

estas estructuras y han afirmado que la presencia de los llamados

pronombres reflexivos constituiría la marca formal de la voz media en

español. Por este motivo, se considera pertinente, antes de iniciar la

descripción de los distintos tipos de construcciones que se incluyen en

este capítulo, indicar qué se ha entendido tradicionalmente por voz media

46

y plantear cómo se ha relacionado la noción de diátesis con las

construcciones pronominales.

3.1. La noción de voz media. En el capítulo uno se ha señalado que las gramáticas griegas

distinguían tres diátesis: la activa, la media y la pasiva29. En efecto, esta

triple división de la diátesis aparece testimoniada por primera vez en la

obra de Dionisio de Tracia en la que se establece una oposición principal

entre voz activa y pasiva. La media aparece, pues, como una diátesis

mixta que reúne rasgos de las anteriores y que aparece como

secundaria30.

Para establecer estas distinciones diatéticas, la gramática clásica

tenía en cuenta criterios nocionales (las relaciones que se establecen

entre el verbo y los participantes en el evento verbal) y criterios formales

(presencia de morfemas verbales flexivos).

Por este motivo, para postular la existencia de una voz media en

español es necesario reconocer, por un lado, un conjunto de criterios

nocionales que se relacionen y sean exclusivos de esta y, por otra parte,

identificar ciertas marcas formales al servicio de su explicitación.

Con respecto a sus valores semánticos, Roca Pons recoge la

caracterización tradicional de la voz media y señala que en ella se

29 Para un tratamiento más desarrollado de la noción de voz se pueden consultar Lyons (1981) y Benveniste (1981). Se debe precisar, además, que en el presente trabajo se utilizarán los términos diátesis y voz como sinónimos. 30 Sin embargo, Lyons (1981) considera que la distinción entre voz media y pasiva ni siquiera era clara en griego ya que la mayoría de las formas flexivas del verbo eran comunes para ambas voces.

47

expresa “un proceso que se desarrolla en el sujeto sin que este aparezca

como el autor del mismo ni se conciba un agente exterior” (1960:261). En

un sentido amplio, la voz media se caracterizaría, pues, por expresar que

la acción o el proceso denotado por el verbo afecta al sujeto.

La pregunta que se debe plantear, entonces, es si existen marcas

formales que estén al servicio de la expresión de este contenido.

Evidentemente, a diferencia del griego, el español carece de morfemas

verbales específicos para esta voz, por lo que es necesario buscar otro

recurso formal. Los autores que admiten la existencia de esta voz media

recurren a los llamados pronombres reflexivos como su marca formal.

Sin embargo, se plantean dos problemas de entidad para admitir la

existencia de esta voz en una lengua como el español.

En primer lugar, aun entre los gramáticos partidarios de su

existencia, no hay acuerdo sobre qué construcciones deben ser incluidas

en ella.

Sandra Babcock (1970), por ejemplo, considera que el clítico en

español es siempre un morfema de intransitivización y un índice de

diátesis media. Otros autores, como Mendikoetxea (1999b), incluyen

dentro de esta voz varias construcciones pronominales, como las

oraciones reflexivas, las pseudo-reflexivas y las que tienen verbos de

cambio de estado físico, cambio psíquico y cambio de posición, pero

excluyen las llamadas pasivas reflejas y las impersonales31. Lázaro Mora

(1983), por su parte, admite la existencia de una diátesis media, pero no

31 Si bien Mendikoetxea reconoce que todas estas estructuras estarían incluidas dentro de una voz media entendida en sentido amplio, luego se dedica a estudiar un grupo más reducido de oraciones medias a las que caracteriza por ser proposiciones estativas, de aspecto genérico, como Esta camisa se lava bien con lejía.

48

incluye en esta a las construcciones en las que interviene el se reflexivo,

construcciones a las que clasifica como activas. Estas posiciones

permiten demostrar, pues, la ausencia de consenso a la hora de definir

con precisión qué estructuras deberían ser consideradas medias.

Por otra parte, la segunda dificultad que se plantea es que el

contenido nocional que se ha señalado como propio de esta voz no

solamente se expresa mediante verbos construidos con clíticos. De

hecho, varias formas verbales expresan esta noción sin necesidad de

integrar una construcción pronominal: Juan crece, Juan está nervioso, etc.

Por estos motivos, en este trabajo se prefiere no recurrir a la noción

de voz media32. Si bien en muchas de las construcciones que se estudian

en este capítulo es posible reconocer un contenido medio, se intentará

dar cuenta de ese contenido recurriendo a la noción de modo de acción o

Aktionsart33.

3.2. Características de las estructuras estudiadas en este capítulo. Si bien se decide prescindir de la noción de voz media, es posible

reconocer la existencia de una serie de construcciones que pueden ser

incluidas en un mismo grupo por poseer una serie de rasgos en común,

rasgos que, a su vez, permiten diferenciarlas de las estructuras 32 Se coincide, pues, con la posición de Roca Pons quien señala que “sería exagerado considerar el empleo del reflexivo como una modalidad de voz: por una parte, es difícil reducir a unidad todos los valores que se obtienen con el reflexivo y, por otra parte, falta una relación general y homogénea con la pasiva, como la hallamos, por ejemplo, desde el punto de vista formal en la voz media griega. En resumen, no vemos razones suficientes para afirmar la existencia de una verdadera voz media o reflexiva, aunque es indudable que por medio del reflexivo se se obtiene, en primer lugar, - en algunos casos -, una expresión que podemos considerar lógicamente media, entre la activa y la pasiva, y, además, otros matices, que de un modo menos directo se relacionan con la voz” (1960:261-262). 33 Como ya se ha señalado, se puede consultar el apéndice tres en el que se esquematizan las posiciones de Vendler y de Dik sobre los modos de acción.

49

analizadas en los demás capítulos. De hecho, las construcciones

pronominales que serán estudiadas en este capítulo poseen las

siguientes características:

a) El clítico que aparece en estas estructuras concuerda en persona y

número con el sujeto gramatical y con el sujeto léxico de la

estructura oracional si este se explicita. Esta característica permite

diferenciar este grupo de aquellos casos en los que se funciona

como alomorfo de las formas pronominales le, les.

b) Afecta a todo el paradigma verbal, es decir, el se puede alternar

con los pronombres átonos de primera y de segunda persona

(tanto singular como plural): Yo me alegro, tú te alegras, él se

alegra, etc. Evidentemente este rasgo no se da en las llamadas

pasivas reflejas o impersonales con se.

c) El clítico no desempeña una función sintáctica determinada, como

sí ocurre en las construcciones reflexivas o recíprocas. Por lo

tanto, estas estructuras no admiten refuerzos como a sí mismo,

mutuamente, entre sí, etc. Por este motivo, Bello (1847) las ubica

dentro de las construcciones a las que denomina cuasi-reflejas y

Alonso y Henríquez Ureña (1971) las clasifican como reflexivas

solo de forma.

d) Ninguna de estas estructuras admite la presencia del objeto

directo. Se trata, pues, de verbos intransitivos o de verbos que han

sido intransitivizados por la presencia del clítico.

e) Su presencia en la estructura oracional no es facultativa, es decir,

su supresión implica un cambio sustancial en el estado de cosas

denotado por la predicación: Yo me alegro, ?Yo alegro. Esta

característica permitirá oponer estas construcciones a las que

serán estudiadas en el capítulo siguiente.

f) Desde el punto de vista semántico, estas estructuras expresan

generalmente procesos que afectan al primer argumento.

50

Gómez Torrego (1992) señala que los verbos que aparecen en

estas estructuras son los “auténticos verbos pronominales, pues para

significar lo que significan y tener el régimen sintáctico que tienen es

imprescindible que se (o me, te, nos, os) se una al verbo formando con él

una unidad, si no morfológica, sí sintáctica, indivisible” (1992:20). Otero

(1999) coincide con esta posición y considera que estas construcciones

son inherentemente reflexivas ya que se trata de formas verbales que

exigen siempre la presencia de un clítico como requisito léxico.

Como ya se ha señalado, este grupo es numeroso y bastante

heterogéneo. De hecho, representa aproximadamente el 26% de las

construcciones con se presentes en el corpus. Conviene, pues, realizar

clasificaciones internas para describir con mayor exactitud las

características formales y semánticas de estas estructuras.

3. 3. La presencia del clítico y las modificaciones que provoca en los marcos predicativos.

Si se repasa la bibliografía especializada que ha estudiado este

tipo de construcciones, es posible reconocer que estas han sido

analizadas desde perspectivas diferentes. Algunos autores destacan los

estados de cosas denotados por las predicaciones y señalan que todas

estas construcciones denotan procesos que afectan al primer actante o

argumento. Otros clasifican los verbos que aparecen en estas estructuras

en distintas clases semánticas. Un último grupo describe las

modificaciones que la presencia del clítico determina en la estructura

oracional. Por este motivo, resulta interesante realizar una clasificación

que tenga en cuenta estos criterios y que permita confirmar o refutar las

conclusiones a las que los gramáticos llegan en sus trabajos.

51

3. 3. 1. Clasificación de los verbos pronominales por su significado léxico.

Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña (1971) señalan que los

verbos que integran las construcciones reflexivas solo de forma pueden

agruparse en diferentes clases por la proximidad de su significación34. Por

este motivo, se considera pertinente identificar cuáles son los tipos de

verbos que aparecen con mayor frecuencia en estas estructuras.

Si bien resulta difícil agrupar la totalidad de las formas verbales

encontradas, es posible reconocer cinco clases semánticas

fundamentales que son explicitadas en la tabla 8.

Tabla 8: Clasificación de las construcciones de acuerdo con el significado léxico del verbo pronominal.

Clases léxicas Frecuencia Porcentaje

Verbos de cambio de estado 321 24, 54 %

Verbos de cambio psíquico 275 21, 02 %

Verbos de cambio de posición 193 14, 76 %

Verbos de aparición 162 12, 39 %

Verbos de contenido simétrico 89 6, 80 %

Otras clases semánticas 268 20, 49 %

Total 1.308 100 %

34 En efecto, estos autores señalan que: “puede observarse que hay ciertos grupos de verbos emparentados por la significación, que se construyen siempre o se suelen construir con el pronombre reflejo, sin ser por eso reflexivos propiamente dichos, sino sólo de forma. Son, en primer lugar, los verbos que significan vida interior; en segundo lugar, los verbos de movimiento” (1971:105).

52

A continuación se aportan algunos ejemplos prototípicos de cada

uno de estos grupos35:

a) Verbos que denotan cambio de estado:

“El mundo se ha ido unificando” (Colombia).

“Cuando empezaba la carrera, yo salía rápido … y a los setenta y cinco yo

iba delante de todos, pero de los setenta y cinco a los cien metros, allí era

adonde se desinflaba uno” (México).

“De todas formas el conservatorio de aquí se ha puesto duro” (España).

b) Verbos que expresan procesos psíquicos:

“Era un movimiento que lo encabezaba un jesuita, padre argentino… En esa

época se preocupó del problema habitacional” (Chile)

“Esos educadores en salud se frustraban” (Puerto Rico)

“Estuvo en Canarias, me dijo que se decepcionó, porque buscaba un

ambiente español” (España).

c) Verbos que denotan cambio de posición:

“Millones de personas se acuestan cada día buscando el descanso

reparador” (España).

“Se le dice que, por favor, se retire lo antes posible porque en este mundo

del negocio de las armas cualquier represalia es imaginable” (Argentina).

“Un golazo de centro cruzado de Pablo… Pablo viró, tiró el centro cruzado,

dio altura y se tiró” (Uruguay).

d) Verbos que expresan aparición:

“La personalidad se manifiesta a través del estilo” (Argentina).

35 Si bien no se considera necesario realizar una caracterización semántica de cada clase léxica, es importante brindar ejemplos para tipificar estos grupos que luego serán retomados al analizar las características formales y aspectuales de estas construcciones.

53

“Puedo incluso competir con algún interino que se presente a esa

especialidad” (España).

“Pero también tenemos crisis política interna… por la corrupción que se ha

dado en los medios políticos” (Costa Rica).

e) Verbos con contenido simétrico:

“Ella ha estado casada con Héctor Campero Barrón y luego se divorciaron”

(Bolivia).

“Se fue separando una disciplina de la otra, más y más, cada día” (Puerto

Rico).

“¿Qué opina de esa simbiosis, que es tan común aquí en Las Palmas, de

tantos europeos y gentes de otras tierras que se fundieron con nosotros?”

(España).

3. 3. 2. Clasificación de las estructuras por sus características formales. Después de reconocer los verbos que aparecen con mayor

frecuencia en estas estructuras, es necesario estudiar las modificaciones

que la presencia del clítico determina en la valencia verbal.

El primer criterio que se puede utilizar para clasificar y para

describir el comportamiento sintáctico de estos núcleos verbales es

observar si se trata de lexemas que admiten también construcciones no

pronominales (y más específicamente transitivas) o si se trata de verbos

que solo se pueden construir con la presencia del clítico. Como se

desprende de la tabla que se adjunta, la mayoría de los verbos

encontrados en estas estructuras admiten también una construcción no

pronominal, y solamente el 1, 54% de las mismas se construyen con

verbos obligatoriamente pronominales.

54

Tabla 9: Clasificación de las estructuras con se (sin función sintáctica) de acuerdo con los argumentos exigidos por el núcleo verbal

Construcciones Frecuencia Porcentaje

- Lexemas verbales que admiten una construcción transitiva

1.231 24, 62%

- sujeto 591 11, 82%

- sujeto – objeto preposicional 358 7, 16%

- sujeto – complemento predicativo 263 5, 26%

- sujeto – objeto indirecto36 19 0, 38%

- Lexemas verbales que solo admiten construcción pronominal

77 1, 54%

- sujeto 15 0, 30%

- sujeto – objeto preposicional 45 0, 90%

- verbos doblemente pronominales 10 0, 20%

- sujeto – complemento predicativo37 7 0, 14%

Total 1.308 26, 16%

En el primer grupo (lexemas verbales que admiten una

construcción transitiva) se incluyen los verbos que aceptan dos tipos de

estructuras.

Por una parte, pueden funcionar como verbos transitivos que

exigen dos argumentos: un sujeto y un objeto directo. Por otra parte,

pueden aparecer en construcciones pronominales en las que el clítico

bloquea la aparición del objeto directo:

36 Se trata de construcciones como: “Pero los dos estaban así, ¿no? Entonces, como él se le acercó a la muchacha…” (Venezuela). 37 Se incluyen en este grupo las construcciones que tienen como núcleo la forma verbal portarse:

- “Pero, por otro lado, sabe uno que la niña se porta bien” (México). - “Usted se portó muy mal en eso” (Venezuela). - “Esta gente se portó muy bien conmigo, me dejaron, me eligieron presidenta”

(Colombia).

55

Los niños metían las ranas en la casa.

“Las ranas se metieron en la casa” (España).

El viento rompió un caño.

“Se rompió un caño hace meses” (Argentina).

Los médicos resolvían los problemas.

“Los problemas en el Hospital Militar se resolvían por sí solos” (Puerto Rico).

Estos ejemplos demuestran que el primer argumento de las

construcciones transitivas puede desempeñar el papel semántico de

agente o de fuerza y debe ser interpretado como la causa del evento,

mientras que el segundo actante funciona como meta38 o tema.

Sin embargo, cuando estas formas verbales se construyen con un

clítico, el se no funciona como objeto directo sino que intransitiviza al

verbo, es decir, bloquea la aparición del segundo actante. Se trata, pues,

de un ejemplo del fenómeno que Tesnière denomina diátesis recesiva ya

que la presencia del clítico “disminuye en una unidad el número de los

actantes” (1994:473)39.

38 Se utiliza el término meta como traducción del término goal empleado por Dik en sus estudios. Según este autor, esta función semántica expresa “the entity affected or effected by the operation of some controller (Agent / Positioner) or Force” (1989, 103). 39 Tesnière reconoce que el marcante de la diátesis recesiva es en muchas lenguas, entre ellas en español, el mismo que el de la diátesis reflexiva y explica este fenómeno de la siguiente manera: “El empleo del reflexivo con valor recesivo se justifica fácilmente. Y es que, a falta de una forma recesiva sintética, o simplemente especializada, la lengua ha recurrido de un modo natural a la forma mediante la cual los verbos con dos actantes se acercan más a los verbos con un actante. Ahora bien, es evidente que esta forma es la de la diátesis reflexiva, ya que, aunque esta comporta dos actantes, estos actantes, sin embargo, no representan más que a un sola y misma persona, o mejor dicho, es la misma persona la que aparece, a la vez, en el papel de primer actante y en el papel de segundo actante. Por tanto, se entiende que, de la noción de dos actantes que representan a una misma persona, se puede pasar muy fácilmente a la noción de un solo actante” (1994:473).

56

Estas formas verbales se convierten, pues, en monovalentes o

intransitivas. De hecho, como se observa en la tabla anterior, la mayoría

de estas estructuras se construyen con un solo actante que funciona

sintácticamente como sujeto explícito40.

Si bien en la mayoría de los ejemplos el clítico actúa como un

elemento anulador de uno de los argumentos previstos en la valencia

verbal, es posible encontrar algunas construcciones en las que la

presencia del clítico no elimina un actante sino que lo codifica como un

objeto preposicional y no como un objeto directo. Algunos gramáticos han

denominado este proceso con el nombre de antipasiva41:

“El Ejecutivo olvidó su compromiso de generar un millón de empleos por

año” – El Ejecutivo lo olvidó.

“Lo metieron en el baúl del auto. Y detalle: se olvidaron de sacarle el

Movicom” (Argentina) – Se olvidaron de eso.

40 Son numerosos los autores que destacan la función intransitivizadora del clítico que aparece en estas estructuras. Ya se ha señalado que Babcock (1970) y Cartagena (1971), por ejemplo, destacan el papel intransitivizador de este signo. Fernández Ramírez habla en estos casos de neutralización de los verbos transitivos y señala que “cuando estos verbos se emplean con pronombre personal átono, se convierten en verdaderos verbos intransitivos” (1986: 399). Martínez (1981) considera que el se que aparece en estas estructuras “es ante todo un transpositor de verbos transitivos a intransitivos… el /se/ es un elemento que bloquea la función de implemento, y… de este comportamiento fundamental (derivado de su entidad originaria de acusativo reflexivo) se derivan a su vez todas las diversas construcciones con /se/” (1981:89). Álvarez Martínez (1989) y Di Tullio (1997) denominan a este clítico se intransitivizador. Gutiérrez Ordóñez (2001), por su parte, también señala que el clítico tiene como función suspender una valencia verbal. Sin embargo, no lo concibe como un elemento intransitivizador, ya que entiende que la presencia del clítico afecta al sujeto de la estructura transitiva (cuya función semántica es la de denotar la causa del evento verbal). Al suprimirse el sujeto, y solo como efecto secundario, el objeto directo es arrastrado a ese hueco funcional. 41 Es necesario aclarar que para Tesnière (1994) estos casos también deben ser considerados ejemplos de diátesis recesiva, ya que no concibe al suplemento u objeto preposicional como uno de los actantes del verbo. Con respecto a estos adyacentes, el gramático francés señala que, si bien se aproximan a los actantes por la estrechez de su conexión con el lexema verbal hasta el punto de que el sentido aparece incompleto sin ellos, deben considerarse formalmente circunstantes por el hecho de comportar una preposición.

57

En el caso de olvidar / olvidarse la presencia de se y la alternancia

entre objeto directo y objeto preposicional no provocan un cambio léxico

sustancial. Esto sí ocurre, por ejemplo, en otros casos como los que se

agregan a continuación:

“Llamó por teléfono a toda la familia, a los amigos, a cuantos números se

acordó de memoria” (Argentina).

“Trabaja en una empresa que se ocupa de la construcción, no solamente de

construcciones, sino también de acabado de interiores” (Perú).

La presencia del clítico, que obviamente no desempeña ninguna

función sintáctica, provoca dos consecuencias:

a. Modifica el contenido léxico de la forma verbal.

b. Como consecuencia de esa modificación semántica, hay

también una modificación en la estructura sintáctica: el clítico

impide la presencia del objeto directo y exige un objeto

preposicional42.

Juan ocupó su lugar / lo ocupó (Tomó posesión, se instaló)

Se ocupa de la construcción (Se encarga)

Acordaron la paz / la acordaron (Resolvieron de común acuerdo)

Se acordó de memoria (Recordó)

42 Alarcos explica con claridad las modificaciones que se dan en estos ejemplos: “Parece, pues, que en los casos de alternancia de incrementación reflexiva, el papel del reflexivo es puramente el de variar el signo léxico verbal. La aparición del suplemento en lugar del implemento es corolario forzoso, puesto que habiendo incremento reflexivo obligatorio el implemento es imposible” (1970:217). Señala, además, que se da una situación análoga a la que ocurre en los casos de verbos compatibles con objeto directo y preposicional:

Entiende los negocios. (=Comprende...) Entiende de negocios. (=Sabe de...)

Reparó los baches. (=Arregló...) Reparó en los baches. (=Notó, Miró con cuidado...)

58

Es importante destacar que en algunos diccionarios, como en el de

María Moliner (1967), estos verbos tienen dos entradas léxicas. El DRAE,

incluso en su última edición, los incluye en la misma entrada y diferencia

el uso pronominal: U.t.c.pron.

También se construyen con objeto preposicional los llamados

verbos simétricos. Estas estructuras tienen un contenido muy próximo a

las construcciones recíprocas que se han estudiado en el capítulo anterior

ya que también implican una acción de doble sentido. Sin embargo, el

clítico no desempeña ninguna función sintáctica sino que es, como señala

Gómez Torrego, “un mero componente verbal” (1992:18):

“Empezó a trabajar por su cuenta, se casó con la doctora Frida von Ryman,

que es una psiquatra” (México). Objeto preposicional

“Justo en ese restaurante se encontraron con algún conocido” (España).

Objeto preposicional

“Jamás he tenido un reproche de nadie, bueno, y eso hace que uno se

encariñe con todas estas personas que lo están apoyando diariamente”

(Uruguay). Objeto preposicional

Otro grupo de verbos, al construirse con clítico, se convierten en

verbos pseudocopulativos que exigen, pues, la presencia de un

complemento predicativo. Dentro de este grupo se debe destacar la alta

frecuencia de la forma verbal llamarse en secuencias como:

“Además, cuando llegó abajo yo creo que no sabía ni cómo se llamaba

porque estaba deshecha” (Argentina).

“Entonces, ¿la película se llama ‘Nicola y Bart’?” (Bolivia).

“Creo que se llama Jim ese muchacho” (México).

59

Además de estas estructuras, también se construyen con un

adyacente predicativo una serie de verbos cuyo contenido semántico es

esencialmente aspectual y que denotan un cambio de estado. En estas

construcciones el complemento predicativo hace explícito el estado

resultante:

“Un día no viene la profesora, otro día se ha puesto mala” (España).

“La gente se volvió como loca” (Venezuela).

Por otra parte, en el corpus se ha encontrado un grupo de

estructuras que se construyen con verbos que no pueden prescindir del

clítico. Por este motivo, han sido denominados reflexivos propios,

reflexivos obligatorios o pronominales puros.

Evidentemente, todos ellos comparten la característica de carecer

de usos transitivos no reflexivos. En estos casos el clítico no desempeña

ninguna función sintáctica sino que forma una unidad con el lexema

verbal. En efecto, tradicionalmente ha sido considerado como un morfema

que forma parte del verbo y que carece de significado43.

El comportamiento valencial de este grupo tampoco es

homogéneo. Algunas de estas formas verbales son monovalentes y

exigen solamente un argumento que funciona como sujeto explícito. Sin

43 Alarcos considera que estos verbos son los únicos que deben ser llamados pronominales. La descripción que realiza de los mismos (exclusivamente formal) es muy clara: “Otros verbos...exigen obligatoriamente el incremento de una referencia personal idéntica a la del sujeto: me arrepiento, te arrepientes, se arrepiente, nos quejamos, os quejáis, se quejan. No son posibles expresiones como *arrepiento, *le arrepientes, *me arrepiente… En estos verbos, los signos constituyentes no son ninguno autónomo: como sintagmas, son unidades indisociables. Su lexema exige la presencia forzosa de los signos dependientes pronominales, y son los signos morfológicos de la relación predicativa (la indicación del sujeto) los que seleccionan uno de aquellos (la “primera persona” sujeto exige /me/, la “segunda” /te/, etc. En cuanto sintagmas son elementos unitarios: funcionan como otros más simples (Juan se queja = Juan grita)” (1970:216).

60

embargo, la mayoría de los verbos obligatoriamente pronominales exigen,

además, un objeto preposicional:

“En realidad era un colegio en el que había una marcada, así, diferenciación

social, y se jactaba hasta cierto punto de que educaba gente de clase media

alta o clase alta” (Chile).

“Solo una loca como yo se atrevió a entrar” (México).

“Los políticos españoles en ese terreno no se pueden quejar de los

periodistas” (España).

Por último, se debe señalar que dentro de estos verbos

obligatoriamente pronominales se incluyen formas verbales como las que

se observan en las siguientes construcciones extraídas del corpus:

“Pues ahí va a hacer mi chica la delineación. Se le ha antojado” (España).

“Nunca se me ocurrió escribir en guaraní” (Paraguay).

Se trata de casos especiales, ya que estos verbos se construyen

siempre en tercera persona y, por lo tanto, el clítico se no puede alternar

con los otros pronombres átonos. Sin embargo, se incluyen en este

capítulo ya que esta limitación está condicionada por las características

morfológicas de estos verbos44. Es necesario agregar, además, que estas

formas verbales exigen siempre la presencia de otro clítico que funciona 44 Se ha decidido no incluir en este grupo casos como: “¿En qué año de la Prehistoria se nos rompió a los españoles la muñeca de la convivencia?”. De hecho, estos dativos no concordados (nos en el ejemplo anterior) pueden aparecer como clíticos pospuestos a cualquiera de los tipos de se que se han estudiado. Si bien algunos autores, como Martín Zorraquino (1979) y Cano Aguilar (1981), clasifican estas estructuras en un grupo aparte y destacan el rasgo de “involuntariedad” que provoca la presencia del dativo, en este trabajo se sostiene la idea de que el rasgo de involuntariedad se mantiene tras la eliminación del dativo. Por lo tanto, la aparición de tal característica semántica no es responsabilidad del dativo sino de la construcción misma como se verá al estudiar el estado de cosas denotado por estas construcciones. La presencia del clítico puede considerarse, pues, como una marca de “afectación” en el proceso denotado por la predicación.

61

como objeto indirecto. Alarcos (1970) considera que se funciona en estos

casos como un implemento u objeto directo. No obstante, parece forzada

esta interpretación y parece más adecuado considerarlo como forma que

integra una unidad con el lexema verbal.

Ahora que se ha intentado describir formalmente las estructuras

que han sido incluidas en este capítulo, conviene preguntarse si es

verdad que las mismas denotan, en su mayoría, procesos que afectan al

primer actante.

3. 3. 3. Clasificación de las estructuras de acuerdo con la tipología de los estados de cosas propuesta por Dik.

Al comienzo del capítulo se indicó que estas construcciones han

sido vinculadas tradicionalmente con la noción de voz media. También se

señaló que el contenido de esta voz se ha definido como “un proceso que

se desarrolla en el sujeto sin que este aparezca como el autor del mismo

ni se conciba un agente exterior” (Roca Pons, 1960:261).

Por este motivo, es interesante clasificar estas estructuras teniendo

en cuenta la tipología de los estados de cosas planteada por Dik y que se

desarrolla con mayor profundidad en el Apéndice 3 de este trabajo.

Como se desprende de la tabla que se adjunta, es verdad que la

mayoría de estas construcciones denotan procesos, es decir, eventos

dinámicos no controlados, pero también se expresan acciones e incluso

situaciones, es decir, estados de cosas no dinámicos.

62

Tabla 10: Las construcciones con se sin función sintáctica y los estados de cosas denotados.

Estado de cosas Frecuencia Porcentaje

Acciones 298 22, 78%

Procesos 783 59, 86%

Estados 215 16, 44%

Posiciones 12 0, 92%

Total 1.308 100 %

De hecho, es interesante vincular estos datos a los analizados en

los apartados anteriores. En efecto, en los últimos años muchos

gramáticos han señalado que el grupo de verbos intransitivos no es un

bloque homogéneo y han identificado dos tipos de intransitivos: los verbos

inergativos y los inacusativos, que se diferencian principalmente por el

papel agentivo del primer argumento o actante45. Interesaría precisar,

pues, a cuál de estos dos grupos se adscriben los verbos que integran

estas construcciones. Para eso es necesario, además, tener en cuenta la

clase semántica a la que pertenecen ya que las características

aspectuales varían de un grupo a otro.

3. 3. 3. 1. Los estados de cosas denotados por las construcciones con verbos de cambio de estado y de posición.

Con respecto a los verbos de cambio de estado y de posición, tanto

Mendikoetxea (1999a) como Sánchez López (2002) consideran que todos

45 Mendikoetxea (1999a) aporta una breve caracterización de estas dos clases de verbos intransitivos: “Los verbos inergativos, formas como llorar, reír, saltar, toser, denotan actividades o procesos que dependen de la voluntad de un agente. Los verbos inacusativos son verbos que denotan bien estados o bien eventos no agentivos (logros), como existir, aparecer, llegar, florecer, crecer, etc., cuyo único argumento se interpreta como el elemento que recibe la acción o en el que se produce o manifiesta la eventualidad que denota el verbo” (1999:1579). Como se puede observar, la clasificación de estas formas intransitivas se puede relacionar con la distinción entre procesos y acciones. Sobre este tema se pueden consultar, además, De Miguel (1992), Otero (1999, 2002), Sánchez López (2002) y Gutiérrez Ordóñez (2002).

63

estos son inacusativos46. Sin embargo, parece necesario hacer una

distinción entre aquellos casos en los que el verbo se construye con un

sujeto léxico [+ animado] y los casos en los que el sujeto explícito es

[- animado]:

“Desde el lugar donde estaba él colocado, simplemente se levantó, disparó

su cámara fotográfica” (España).

“Me tiré en un tobogán grande que estaba ahí, y había una tabla que se

levantó y me reventó el pantalón” (Venezuela).

Martín Zorraquino (1979) señala que en el primer caso la supresión

valencial se debe a que, en los eventos denotados por estos verbos, el

agente no puede hacer consigo lo mismo que hace con otro, mientras que

sí lo aceptan los verbos del tipo de peinar, lavar, etc. Esta sería la

restricción que impide la aparición del refuerzo reflexivo:

* Simplemente se levantó a sí mismo.

Si bien Mendikoetxea (1999a) defiende el carácter inacusativo de

estos verbos argumentando que los mismos denotan un cambio de

ubicación del elemento del que se predican (que se vería, pues, afectado

por la noción verbal), parece claro que este único argumento, al ser

46 Conviene aclarar que el español carece de marcas claras para distinguir la inacusatividad. En otras lenguas romances, como en italiano y en francés, los inacusativos y los inergativos seleccionan un auxiliar distinto para la formación de tiempos verbales compuestos. Además, en estos tiempos, el sujeto explícito de un verbo inacusativo concuerda en género y número con el participio. Por otra parte, existen clíticos partitivos (por ejemplo, ne en italiano) que se pueden asociar con los objetos directos de los verbos transitivos y con los sujetos de los inacusativos, pero nunca con el primer actante de los inergativos. Al no tener estas marcas, algunos gramáticos han propuesto una serie de pruebas para diagnosticar si una forma verbal española es inacusativa:

a) Los participios de estos verbos pueden funcionar como un modificador adjetival de un sintagma nominal. Los inergativos, en cambio, no lo admiten.

b) Los participios de verbos inacusativos pueden aparecer en cláusulas absolutas. c) El sujeto explícito de un verbo inacusativo puede ser un sintagma nominal sin

determinante y puede posponerse al núcleo verbal.

64

animado, continúa siendo un agente que tiene la capacidad de controlar el

evento expresado por el lexema verbal. Se tratarían, pues, de

construcciones inergativas en las que el primer argumento mantiene su

carácter agentivo.

Cuando el sujeto explícito es [- animado] no hay ninguna duda de

que los verbos son inacusativos. Se trata de predicados que expresan

procesos para los que son irrelevantes la mención del agente o causa. En

efecto, al eliminarse la referencia explícita a la causa (prevista en la

valencia del verbo transitivo), el evento denotado se interpreta como un

proceso que se desarrolla sin la intervención de un agente que participe o

actúe intencionadamente. Mendikoetxea realiza una afirmación

interesante sobre el carácter espontáneo de los estados de cosas

denotados por estas construcciones inacusativas. Esta gramática señala

que: “es importante subrayar la necesidad de establecer una diferencia

entre lo que son los eventos en el mundo real y la forma en la que

aparecen codificados en la lengua. En el mundo real, la apertura de una

puerta o el hundimiento de un barco son hechos que no suceden de forma

espontánea sino que casi siempre se les puede atribuir una causa

externa: el viento, una ola, etc. En la lengua, sin embargo, es posible

obviar la existencia de esa causa externa utilizando una construcción

inacusativa” (1999:1593).

Evidentemente, el único argumento exigido por estos verbos

funciona sintácticamente como sujeto explícito y tiene como función

semántica la de tema (para algunos marcos teóricos) o la de entidad

procesada47.

47 Dik entiende que el procesado es “the entity that undergoes a Process” (1989:101).

65

3. 3. 3. 2. Los estados de cosas denotados por los verbos de cambio psíquico. Ya se ha señalado anteriormente que muchos verbos que denotan

cambios psíquicos se pueden construir con o sin clítico. Cuando integran

construcciones transitivas, el primer argumento se interpreta como

agente, fuerza o causa del evento, mientras que el segundo desempeña

la función semántica de meta o experimentante. En las construcciones

pronominales, en cambio, la entidad experimentante o procesada

funciona sintácticamente como sujeto explícito y la causa se elimina o se

codifica como un objeto preposicional o un adyacente circunstancial48.

Al eliminar el argumento que denota la causa, el evento verbal se

expresa como un proceso. De hecho, Cano Aguilar señala que estos

verbos construidos con clítico “indican un proceso psíquico, una emoción,

que se produce en alguien, sin que ese proceso sea provocado, ni por el

sujeto ni por otro agente” (1981:279). Evidentemente, todos estos verbos

se pueden considerar inacusativos.

3. 3. 3. 3. Los estados de cosas denotados por los verbos obligatoriamente pronominales.

Desde el punto de vista semántico, muchos de estos verbos

también expresan procesos psíquicos. De hecho, Lázaro Mora señala que

48 Melis (1999) señala que los verbos que expresan emociones admiten tres construcciones alternativas:

- construcción transitiva básica: sujeto preverbal y objeto directo: Los fantasmas asustan al niño.

- construcción de voz inversa: objeto directo o indirecto inicial y sujeto posverbal: Lo asustaron los fantasmas.

- verbo con incremento pronominal y presencia de una frase preposicional: El niño se asustó con los fantasmas.

La distinción entre las dos primeras estructuras, que no es tenida en cuenta en el cuerpo del trabajo, se establece principalmente a nivel pragmático-discursivo por la función informativa que se le otorga a los argumentos comportados por el verbo.

66

todos ellos “significan algo que acontece en el sujeto” (1983:304). Esto

llevó a algunos autores a considerar estos verbos como inacusativos.

Sin embargo, si bien es cierto que en algunos casos el predicado

denota un proceso que se desarrolla dentro del sujeto sin la intervención

de ningún agente, en otros casos estas formas verbales exigen sujetos

que pueden considerarse agentivos:

“Ese mismo día se fugó de la cárcel Pablo Escobar” (España).

Por este motivo, verbos como el ejemplificado anteriormente se

podrían considerar inergativos.

Las observaciones formuladas en estos últimos apartados parecen

sugerir la necesidad de revisar la clasificación propuesta entre verbos

inergativos e inacusativos. De hecho, muchas veces el único argumento

que plantean algunos gramáticos para demostrar el carácter inacusativo

de un verbo es recurrir al correspondiente verbo italiano y descubrir con

qué auxiliar se combina en los tiempos compuestos. No parece ser este

un argumento sólido para demostrar que esta división sea pertinente en

español. Por otro lado, muchos verbos que se consideran inergativos

(como dormir) dan positivo en las pruebas que se postulan como válidas

para diagnosticar el carácter inacusativo de una forma verbal: el niño

dormido; Dormido el niño, los padres salieron; etc. Es necesario, pues,

intentar describir con mayor rigor estas dos clases de verbos intransitivos.

Por último, es posible que la inergatividad y la inacusatividad se

puedan explicar mejor si son consideradas propiedades de todo el

predicado (y no solamente del verbo conjugado).

67

4. Algunas reflexiones sobre variaciones diatópicas de estas estructuras.

Para finalizar el capítulo, es necesario señalar que algunos usos de

este se se asocian con determinadas variedades geográficas. En efecto,

Rafael Lapesa (1981) reconoce que algunos verbos que en España no

admiten la presencia del clítico se construyen con se en algunas

variedades del llamado español de América49.

Para ejemplificar este fenómeno se estudiarán tres formas verbales

que aparecen en el corpus analizado. Estos verbos son: devolverse,

recordarse y enfermarse.

La forma verbal devolverse aparece en ejemplos venezolanos

como los siguientes:

“- Ella además fue para hacer un curso.

- ¿O sea, que se devuelve?

- No, porque ella tiene el dinero para hacer el curso” (Venezuela).

“Papá se va para Nueva York creo que con mamá. Y mamá se devuelve

para recoger la casa” (Venezuela).

Sin embargo, su uso se extiende a otras zonas del continente

americano. De hecho, Kany (1969) recoge ejemplos de este verbo

pronominal en textos de Chile, Colombia, Costa Rica, México y Puerto

Rico, ejemplos que son confirmados, además, por los informantes que

han sido consultados en este trabajo.

49 Rafael Lapesa (1981) señala que “se construyen como reflexivos enfermarse, soñarse ‘soñar’, devolverse ‘volver a un lugar’ y su sinónimo regresarse, los dos últimos a causa de su empleo transitivo con otro significado… para tardarse ‘demorarse’ hay precedente en las Glosas Emilianenses” (1981:587).

68

El DRAE reconoce esta distribución y señala que el uso pronominal

es exclusivo de América, si bien no especifica en qué zonas se emplea y

en cuáles no50.

Evidentemente, en este caso la presencia del clítico tiene dos

consecuencias. Por un lado, el se modifica el signo léxico verbal. Además,

como consecuencia de este cambio léxico, se bloquea la aparición del

objeto directo, es decir, se intransitiviza la forma verbal.

Probablemente, el uso pronominal de este verbo se vio estimulado

inicialmente por su uso transitivo (devolver el libro) y por la analogía con

otros verbos pronominales de significado próximo como irse, regresarse y

volverse.

Otro verbo que resulta interesante estudiar es recordarse. El DRAE

registra algunos usos pronominales de esta forma verbal con la acepción:

“hacer presente a alguien algo de que se hizo cargo o que tomó a su

cuidado. U.t.c.intr. y c. prnl” (2001:1917). Además agrega que en algunas

zonas de América se utiliza como sinónimo de despertar, dejar de dormir.

Esa misma acepción también está contenida en el diccionario de María

Moliner (1967) en la única entrada que se reseña como uso exclusivo de

algunas zonas de América (Argentina y México)51.

Sin embargo, no se ha registrado ese sentido en las expresiones

extraídas del corpus seleccionado:

"¿Lo recuerda su empleada? Ella se recuerda, se recuerda. Ahora, este,

tampoco se le dio el comprobante de pago porque fue rapidísimo" (Perú).

50 El DRAE registra el uso pronominal en la última acepción del verbo: “prnl. Am. Volverse, dar la vuelta” (2001: 810). 51 “Arg. Méx. intr. Despertar. prnl. Despertarse” (Moliner, 1967:884)

69

"¿Qué veían de Caracas cuando estaban allá? ¿Qué noticias les llegaban?

¿Se recuerda?" (Venezuela).

Como se desprende de los ejemplos planteados, recordarse se

emplea como sinónimo de acordarse de, recordar. Es importante notar,

además, que en el caso venezolano es el propio encuestador el que

utiliza el verbo con el clítico, lo que permite suponer una extensión

generalizada del fenómeno.

Sin embargo, los ejemplos con se no permiten comprobar si la

presencia del clítico provoca alguna modificación en el régimen verbal.

Por este motivo, se considera pertinente recurrir a otras estructuras donde

esta forma verbal aparece conjugada en otra persona gramatical:

“El hombre se paraba y me recuerdo que una vez, en una de sus clases,

nos abrió los ojos a todos diciendo que nosotros no éramos nada más que

hijos de la conquista” (Perú).

“Me recuerdo del colega acá” (Venezuela).

“Creo que me recuerdo de algo, pero muy vagamente” (Venezuela).

Como se observa en estos ejemplos, recordarse admite dos

construcciones:

- Puede construirse con un objeto directo (Me recuerdo que una vez…

nos abrió los ojos…). En estos casos el clítico debe entenderse

como un marcador aspectual similar a los que serán analizados

en el capítulo siguiente. Su presencia es, pues, facultativa en la

estructura oracional.

- En otros casos, la presencia del clítico modifica el régimen

verbal. De hecho, bloquea la aparición del objeto directo y

determina la presencia de un objeto preposicional o suplemento

(Me recuerdo del colega; Me recuerdo de algo).

70

No aparecen ejemplos actuales de recordarse con objeto

preposicional en la península52, sin embargo era frecuente en el español

clásico. Kany, por ejemplo, identifica una expresión de "La Celestina"53 en

la que se recoge este uso. Por lo tanto, su presencia en América podría

explicarse, pues, como un arcaísmo que ha quedado vigente en algunas

variedades.

Por último, interesa estudiar una forma verbal que aparece con

relativa frecuencia en el corpus y que sirve para demostrar el límite difuso

que existe entre las estructuras analizadas en este capítulo y las que

serán abordadas en el siguiente. Se trata del verbo enfermarse en

construcciones como:

“El modelo es fantástico para quien, con una renta alta, se enferma de un

mal menor” (Chile).

“Aquí uno tiene que trabajar para cuando se enferma gastar los realitos”

(Venezuela).

“Si se enferma cualquiera de esos mercenarios, va más pronto a un hospital

de lo que va un ministro o un dirigente de la salud del país” (Cuba).

“El pensionado que se retire totalmente de la actividad se enferma” (Costa

Rica).

Si bien esta forma es reseñada por Kany (1969) como un

americanismo, no es considerada así por el DRAE54. El propio Kany, por

52 Hay unos pocos ejemplos de recordar con un marcador aspectual, como lo demuestra el siguiente ejemplo: “No me recuerdo cómo se apellidaba” (España). 53 "¡Mala landre te mate si de risa puedo estar, viendo el desamor que deues tener a essa vieja, que su nombre has verguença nombrar! Ya me voy recordando della. ¡Vna buena pieça! No me digas más" (De Rojas, La Celestina, Acto Cuarto). 54 “tr. Causar enfermedad. Debilitar, quitar firmeza, menoscabar, invalidar. intr. Contraer enfermedad. U.t.c.prnl.” (DRAE, 2001:911).

71

su parte, admite que la construcción pronominal puede encontrarse en

ciertas zonas rurales de España o en el habla popular. Esto permitiría

suponer que el mantenimiento del clítico en América también podría ser

considerado como un arcaísmo arraigado.

Una pregunta que podría formularse es si este clítico no es, de

alguna manera, facultativo en la estructura oracional. De hecho, para un

hablante peninsular puede resultar así. Sin embargo, se ha decidido

incluir estos casos en este capítulo ya que en el español de varias

regiones americanas la forma pronominal ha desalojado prácticamente al

verbo enfermar. De hecho, varios hablantes consideran afectada la

construcción sin clítico.

Estos datos se ven corroborados por el corpus que se analiza en

este trabajo. En efecto, si se estudian exclusivamente las construcciones

americanas, el verbo enfermarse se utiliza en veintiséis estructuras,

mientras que la forma enfermar sólo se emplea en dos oportunidades:

“Voy a citar la situación que vive en este momento una familia de clase

media… cuya madre enfermó y se encuentra internada” (Chile).

“Después fue que mi hermana enfermó y ya tuve que venirme a Mérida”

(Venezuela).

Estos datos estarían demostrando que en la mayoría de las

variedades del español americano la forma pronominal es la que se ha

convertido en normal55. De hecho, esta prevalencia podría explicarse, en

parte, por la necesidad de distinguir entre enfermarse (con el sentido de 55 Kany (1969), por ejemplo, recoge la posición de Monner Sans quien piensa que enfermarse está justificado cuando la enfermedad se la acarrea la persona misma por sobretrabajo, malas costumbres, etc., pero si la persona no es responsable en absoluto, entonces la forma indicada es enfermar. Evidentemente los ejemplos tomados del corpus permiten demostrar que esta distinción no se aplica.

72

contraer una enfermedad) y enfermar (como verbo transitivo, con el

sentido de causar o transmitir una enfermedad).

Como ya se ha señalado, este análisis de enfermarse se sitúa en el

límite difuso que separa las estructuras estudiadas en este capítulo, en

las que el clítico es necesario como requisito léxico, de aquellas en las

que su presencia es, en cierto modo, facultativa. Este se facultativo será

el objeto de estudio del próximo capítulo.

73

CAPÍTULO CUATRO: EL SE ASPECTUAL En este capítulo se estudian las construcciones en las que el clítico

se tiene un uso facultativo, es decir, su presencia no modifica

sustancialmente las estructuras oracionales a las que afecta: no implica

una disminución en el número de actantes, no modifica la función

sintáctica de estos ni su papel semántico. Se trata de un clítico en cierto

modo expletivo desde el punto de vista gramatical que aparece tanto con

verbos transitivos como con intransitivos y cuya presencia tiene una

frecuencia relativamente importante en el corpus analizado.

Tabla 11: Frecuencia del se aspectual en el corpus

Construcción Número de casos Porcentaje

Se aspectual 442 8, 84 %

- en oraciones transitivas 102 2, 04 %

- en oraciones intransitivas 340 6, 80 %

Como en los casos estudiados en los capítulos precedentes, el

clítico presente en estas construcciones concuerda en número y persona

con el sujeto explícito de la estructura oracional o, si se prefiere, con los

morfemas verbales. Sin embargo, se diferencia de los usos

verdaderamente reflexivos en que no admite el refuerzo tónico a sí

mismo, lo que acerca estas construcciones a las que se estudiaron en el

capítulo anterior.

Si bien la gran mayoría de los gramáticos mencionan estos usos de

se, son muy pocos los que intentan dar una explicación única para su

aparición en construcciones transitivas e intransitivas. Por eso es

adecuado estudiar separadamente su presencia en ambas estructuras y

luego encontrar aspectos que permitan un análisis unificado.

74

4.1. El se aspectual en construcciones transitivas.

Como se observa en la tabla anterior, aproximadamente el 2% de

los se que aparecen en el corpus se encuentran dentro de esta categoría.

Se trata de estructuras como las siguientes:

“Se comió diez arepas por cuarenta bolívares” (Venezuela).

“Es una gran persona de todas maneras, ¿verdad?, y, bueno, él se tomó

esta bebida” (Paraguay).

“Y mi marido, morado de la risa, porque él por poner una alfombra de un

bus se ganó diez mil pesos en una tarde” (Costa Rica).

4.1.1. El llamado dativo superfluo.

Como se recordará, estos se serían ejemplos de aquellos casos

que Andrés Bello denomina dativos superfluos. El mencionado gramático

diferencia entre los dativos propios, “que pertenecen al régimen propio del

verbo” (1847:558) y que aparecen como postulados por él, y los dativos

superfluos, que mantienen con el verbo una relación menos necesaria

desde el punto de vista semántico y que solo sirven “para indicar el

interés que tiene uno en la acción significada por el verbo, o para dar un

tono familiar o festivo a la oración” (1847:557). Los denomina así porque

si uno los quitara “se diría sustancialmente lo mismo” (Bello, 1847:457).

Este valor expresivo es reconocido en general en todas las

gramáticas. Alarcos, por ejemplo, considera que en estos casos el clítico

75

“cumple aquí más que nada un papel afectivo, enfático, expresivo, pero su

función gramatical es la de complemento” (1970:218)56.

De hecho, muchos gramáticos, al analizar estas estructuras, se

preocuparon principalmente por determinar si el clítico desempeña una

función sintáctica o no.

Manuel Seco, por ejemplo, considera que el clítico funciona como

“un complemento indirecto innecesario; solamente hace más expresiva la

comunicación” (1989:117). Da esta misma explicación para casos como

Pablo se murió o Pablo se cayó por la escalera, construcciones que

también se estudian en este capítulo.

Gili Gaya (1964), por el contrario, señala que el se no es ya

complemento indirecto sino que indica vagamente una participación o

interés en la acción producida y se adhiere a la tradición gramatical al

llamarlo dativo ético o de interés.

Cano Aguilar coincide con la posición de Gili Gaya ya que entiende

que “aunque sean verbos que se suelen construir con objeto indirecto, se

no desempeña propiamente en estas frases esa función” (1981:264).

Llega a esta conclusión al observar que en estas construcciones no es

frecuente que el clítico pueda duplicarse por a sí mismo. En efecto, no

existe la expresión * se tomó esta bebida a sí mismo, lo que implica una

desvalorización del uso reflexivo.

56 Sin embargo, en una obra posterior cambia su posición inicial y señala que “a veces aparecen junto al verbo incrementos pronominales átonos que no pueden identificarse con los que en los casos de elisión representan a los sustantivos (o equivalentes) en función de objeto indirecto. Bello los denominó dativos superfluos y podemos llamarlos incrementos átonos de interés” (Alarcos, 1994:293).

76

Gómez Torrego, por su parte, entiende que el clítico desempeña

una función nominal diferente a la de objeto directo e indirecto y que “a

falta de un nombre más adecuado, nosotros hemos llamado dativo, y a la

que consideramos no como una variante del complemento indirecto

(dativo de interés o ético para muchos gramáticos), sino como una

función autónoma” (1992: 15-16).

Gutiérrez Ordóñez (1997 y 1999) intenta fundamentar formalmente

la oposición complemento indirecto / dativo y para eso propone una serie

de rasgos que caracterizarían los dativos y que permitirían diferenciarlos

de los complementos indirectos. Las principales características que

menciona son las siguientes:

- Mientras que el complemento indirecto es una función nominal, el

dativo es una función esencialmente pronominal, es decir, siempre

reclama la presencia del pronombre. El complemento indirecto, en

cambio, puede prescindir de su presencia57.

- Un dativo puede coexistir con otro clítico que funcione como

complemento indirecto (se te tomó toda la bebida). Esto

demostraría que son categorías funcionales diferentes ya que dos

átonos simultáneos en una estructura oracional no pueden realizar

la misma función sintáctica.

- Los dativos no ocupan ninguna función sintáctica. No son

argumentos o actantes ni circunstanciales. Para este autor, “se

limitan a marcar el énfasis, el interés o la afectación que el

57 Ya se ha señalado en el capítulo dos que los complementos indirectos que pueden prescindir de la presencia del pronombre son los que Strozer y Demonte denominaron IND1. Los IND2 exigen la presencia del clítico porque este es el que habilita que el verbo se construya con un objeto indirecto no previsto en la estructura argumental.

77

acontecimiento descrito tiene para elementos externos al propio

evento” (1999:1909).

- Dado que son independientes de la valencia verbal, en principio

pueden adosarse a cualquier tipo de verbos.

- Al no asumir función sintáctica, cuando se eliminan no afectan la

estructura oracional ni se desfigura la representación que se

pretende realizar del acontecimiento. Por este mismo argumento

Bello los denominó superfluos.

Dentro de los dativos este autor reconoce dos grupos: los dativos

concordados o reflejos y los no concordados. Evidentemente los que se

analizan en este apartado son dativos concordados que introducen un

factor de realce o enfatización que afecta a toda la secuencia.

Sin embargo, esta corriente de análisis ha dejado algunas

preguntas sin responder. En primer lugar, parece vaga la explicación

tantas veces repetida de que el se aporta un matiz expresivo, enfático:

¿es posible precisar un poco más qué efecto provoca su presencia? Por

otra parte, no se menciona por qué estos dativos se construyen con

algunos predicados y no con otros. Posiblemente, acercarse a cuáles son

las características de los marcos predicativos que admiten este valor de

se dará pistas para entender más cabalmente su funcionamiento.

Para intentar responder estas preguntas es necesario recurrir a

Salvador Fernández Ramírez (1986), quien se aproxima a este tema con

su lucidez característica. En primer lugar, intenta precisar en qué casos

aparece este clítico y llega a la conclusión de que el mismo solo se

78

legitima si aparece un objeto directo definido58. En segundo lugar, admite

que la oración con clítico expresa una acción perfectiva59. Por otra parte,

señala la necesidad de realizar una investigación minuciosa para delimitar

con claridad el valor expresivo y significativo del clítico en cuestión60.

Sin lugar a dudas, reflexiones como las de Fernández Ramírez

sirvieron como antecedentes para estudiar este valor de se desde otra

perspectiva.

En síntesis, de sus afirmaciones es posible concluir que este se

que aparece con verbos transitivos se caracteriza por dos restricciones.

En primer lugar, para que una construcción transitiva admita un

clítico no argumental, el objeto directo, sea singular o plural, no puede

carecer de determinante. Esta afirmación permite explicar la oposición

entre los siguientes ejemplos:

“Se tomó esta bebida” (Paraguay)

? Se tomó bebidas.

“Se ganó diez mil pesos en una tarde” (Costa Rica).

? Se ganó dinero.

58 “La presencia del pronombre reflexivo exige, en efecto, un complemento determinado, pero sería mejor decir que la acción reflexiva, con los verbos de beber, comer y gozar, supone el hecho de que la masa o el objeto significado por el complemento directo es ingerido de una manera total y completa por una persona” (Fernández Ramírez, 1986:396). 59 “El pronombre se acentúa el carácter perfectivo de la acción verbal” (Fernández Ramírez, 1986:395). 60 “El pronombre reflexivo representa, en estos casos, a la misma persona que el sujeto del predicado, y sería una palabra superflua, no sólo desde el punto de vista funcional, sino desde el semántico, si no concurriera esta construcción con el uso del verbo sin pronombre. La dificultad está, por consiguiente, en delimitar el valor significativo o expresivo del pronombre átono, cuando aparece en la construcción, o la dosis de uno y otro elemento” (Fernández Ramírez, 1986:395).

79

La segunda restricción es que no todos los verbos transitivos, aun

cuando se construyan con un objeto directo determinado, admiten la

presencia de este clítico.

* Mi hermana se reconoció el error.

* Esa caja se contiene los papeles que buscas61.

Estas restricciones permiten concluir que el clítico se se combina

únicamente con predicaciones que tengan unas determinadas

características que dependen estrechamente del significado del verbo y

de las propiedades de sus complementos.

Por estos motivos es interesante recurrir a una noción que

últimamente se ha convertido en el centro de los estudios que se

proponen investigar las relaciones entre sintaxis y semántica: la noción de

aspecto léxico, modo de acción, Aktionsart o, en términos de Dik,

tipologías de los estados de cosas.

4.1.2. La noción de aspecto léxico y su naturaleza composicional. Si bien desde la antigüedad varios estudiosos clasificaron los

verbos teniendo en cuenta la información aspectual contenida en sus

lexemas62, la noción de aspecto léxico como tal es relativamente reciente.

Para Elena de Miguel el aspecto léxico “es la información sobre el evento

(por ejemplo, sobre si es delimitado o no delimitado) que proporcionan las

61 Ejemplos tomados de Sánchez López, 2002. 62 Aristóteles, en el libro IX de su Metafísica, reconoció la existencia de verbos que denotan eventos que han llegado a un punto final (verbos de kinesis) y verbos que denotan eventos que carecen de ese punto final (verbos de energeia). Bello retoma esta distinción y clasifica los verbos en desinentes y permanentes: “en unos verbos el atributo, por el hecho de haber llegado a su perfección, expira, y en otros, sin embargo, subsiste durando: a los primero llamo desinentes, y a los segundos permanentes” (1847:401).

80

unidades léxicas que actúan como predicados” (Miguel, 1999:2983). El

significado léxico de los predicados no comporta solamente el número de

actantes o argumentos exigidos y las funciones semánticas de los

mismos, sino que también indica el modo en que se desarrolla la situación

o evento denotados.

Sin embargo, el aspecto léxico no está determinado solamente por

el significado del lexema verbal, sino que tiene un carácter sintáctico. En

efecto, la información aspectual contenida en un verbo puede ser

modificada por la información que aportan otros participantes en la

predicación (los argumentos) y otros elementos, como los modificadores

adverbiales de tiempo y lugar o la propia flexión verbal63.

Esta naturaleza composicional del aspecto léxico se manifiesta con

mayor claridad al estudiar el criterio de delimitación o telicidad, que ha

sido utilizado por distintos gramáticos como uno de los parámetros que

permiten tipificar los distintos modos de acción. Por otra parte, se

considera pertinente desarrollar brevemente esta noción ya que varios

estudios modernos relacionan la presencia del clítico con eventos

delimitados o télicos.

Dik señala que “a [+ telic] SoA is an SoA which, if it is fully

achieved, reaches a natural terminal point” (1989:92). Una definición

63 Este carácter del aspecto léxico también fue reconocida por Dik: “What is here called the typology of SoAs (states of affairs) is sometimes discussed in terms of a typology of predicates. This, however, is less appropriate, since many predicates can occur in predications which designate different types of SoAs. In such cases, the semantic nature of the whole predication may be co-determined by the nature of the arguments and satellites with which the predicate combines. The SoAs type is then a compositional function of the semantic properties of both predicate and terms” (1989:90). En la misma línea de razonamiento, de Miguel señala: “supuesto básico de este trabajo (aunque no siempre lo precisemos de forma explícita) es el de que la información aspectual en su conjunto (léxica, morfológica o sintáctica) tiene que ver con el lexema verbal y la forma verbal que adopta, con la presencia o no de un Objeto Directo (OD), con si éste es un Sintagma Nominal (SN) definido o no, con la aparición de una partícula con valor terminativo …y otros factores por determinar, que hacen referencia conjunta al evento verbal” (1992:26).

81

similar adoptan los autores que abordan este tema en la gramática del

español. Morimoto, por ejemplo, proporciona una caracterización muy

clara del fenómeno: “un evento es delimitado si dispone de un límite final

definido dentro de su estructura temporal” (1998:16). Evidentemente esta

distinción solamente es válida para eventos dinámicos, es decir, para

estados de cosas que cambian o progresan en el tiempo y que, por lo

tanto, pueden tener un límite o carecer de él.

Un evento no delimitado es un evento homogéneo, una actividad

que ocurre a lo largo de un período y que carece de límite inherente. Por

el contrario, un evento delimitado supone un punto final, un estado al que

se debe llegar para considerar que el evento ha tenido lugar64.

Muchos autores, además, señalan el paralelismo entre esta

distinción y la existente entre nombres continuos y discontinuos. Al igual

que los eventos delimitados, los nombres discontinuos denotan entidades

que poseen un límite físico–espacial y, por lo tanto, como señala Bello “no

pueden dividirse sin dejar de ser lo que son” (1847:187). Por el contrario,

64 Dik aclara esta distinción mediante el siguiente esquema:

a) Evento [- télico] John is painting John has painted ------------------- ti tj

b) Evento [+ télico] John is painting a portrait *John has painted a portrait ------------------------- ti tj

“When it is truly said that, at some time interval ti, a [-tel] SoA obtains, then it may be concluded at some later interval tj, that this SoA has obtained. This is symbolized in [a]. But when the original SoA was [+ tel], as in [b], no such conclusion is warranted. For example, even if it is true that at some time interval, John was painting a portrait, we cannot with certainty conclude that John has painted a portrait is true at some later interval. This is because the Perfect (has painted) presupposes that the SoA was fully achieved, whereas the Progressive (is painting), in the case of [+ tel] SoAs, is compatible with the non-achievement of the Action” (Dik, 1989:94).

82

los nombres continuos denotan sustancias homogéneas carentes de

límite inherente, “significan cosas que pueden dividirse y subdividirse

hasta el infinito, conservando siempre su naturaleza y su nombre” (Bello,

1847:187)

Esta relación entre eventos delimitados/no delimitados y nombres

continuos/discontinuos permite explicar por qué objetos directos contables

o definidos pueden delimitar nociones léxicas que podrían ser

interpretadas como eventos no delimitados65.

Una vez aclaradas estas nociones básicas, que serán retomadas

en el análisis, es posible volver a las oraciones que se han planteado al

inicio del capítulo para intentar explicar la presencia del clítico como un

operador aspectual.

4.1.3. El se como marcador aspectual.

Como se recordará, en el parágrafo 4.1.1. se analizó la posición de

Fernández Ramírez y se concluyó que las estructuras transitivas que

admiten este clítico se caracterizan por dos restricciones: el carácter

definido del objeto directo y el hecho de que no todos los verbos

transitivos admiten la construcción con se. Ahora que ya se ha presentado

la noción de aspecto léxico y que se ha señalado que el modo de acción

es una propiedad sintáctica del predicado completo es posible demostrar

que las restricciones anteriormente señaladas son de naturaleza

aspectual.

65 Por ejemplo, el verbo comer, sin la presencia de objeto directo, se interpreta como un evento no delimitado pero, al construirse con objetos directos definidos (como un asado), el carácter delimitado del sintagma nominal impone el mismo carácter aspectual a la totalidad de la estructura oracional.

83

En efecto, estas mismas restricciones son también reconocidas por

Arce Arenales, quien ha sido el primer gramático en estudiar este clítico

como un marcador aspectual66.

Si se observan nuevamente los ejemplos planteados al comienzo

del capítulo (“Se comió diez arepas por cuarenta bolívares”, “se tomó esta bebida”,

“por poner una alfombra de un bus se ganó diez mil pesos en una tarde”), se puede

concluir que son predicados que denotan acciones completas, delimitadas

en el tiempo. Esta afirmación permite explicar por qué el clítico no se

combina con algunos predicados transitivos (solo será admitido por

aquellos predicados que denoten eventos delimitados) y por qué exige un

objeto directo determinado o un complemento que explicite la completitud

del objeto denotado.

Sanz y Laka (2002), basándose en Tenny, señalan que estos

objetos directos son temas incrementales, es decir, complementos

capaces de ser medidos de alguna manera y que aportan una escala con

la cual medir el progreso del evento. Nishida (1994), por su parte, señala

que un objeto contribuye a delimitar al núcleo verbal cuando satisface una

condición de gradualidad y habla de un homomorfismo entre el evento y la

entidad denotada por el sustantivo que funciona como objeto directo. Ese

homomorfismo determina que la completitud del evento coincida con la

consideración del objeto en su totalidad67.

66 Si bien la tesis doctoral de Arce Arenales se encuentra inédita, Nishida (1994) recoge algunas de sus conclusiones en uno de sus artículos: “The first extensive treatment of SEq [SEq, se en cuestión] appears in Arce (1989). He observes that the transitive sentences with SEq which he calls HYPERTRANSITIVE sentences, express completive actions, and he defines se in these sentences as an aspectual marker. Arce claims that the two nominal arguments, that is, the subject and the direct object, of hypertransitive sentences are subject to certain constraints: (A) the direct object must be accompanied by a determiner, and (B) the subject must be a specified agent” (Nishida: 1994:429). 67 “… the homomorphism that exists between an event and the object involved in that event. That is, every part of the event corresponds to some part of the object, and vice versa… In short, for events such as to drink a glass of wine, the entity denoted by the direct object goes through a gradual change in such a way that the portion of the entity affected by the event increases as the

84

Sin embargo, no es posible considerar que en la oración “por poner

una alfombra de un bus se ganó diez mil pesos en una tarde” el objeto directo (diez

mil pesos) sea un tema incremental. Probablemente esto se deba a que los

temas incrementales se explican mejor al vincularlos a eventos durativos

o realizaciones, mientras que este predicado denota un evento

relativamente puntual, un logro en la terminología de Vendler (1967).

Ejemplos como el precedente, además, permiten refutar la conclusión a la

que llegan Sanz y Laka (2002) ya que la presencia del clítico no se

combinaría solamente con realizaciones68.

En síntesis, la mayoría de los autores que han estudiado este se

como un marcador aspectual admiten que se trata de un clítico que se

combina con predicados télicos, preferentemente realizaciones, y cuyo

primer argumento debe desempeñar el papel semántico de agente.

Sin embargo, no todos los predicados delimitados aceptan la

presencia del clítico:

* Juan se entregó dos libros a la biblioteca.

Es necesario, pues, precisar un poco más la explicación. Para que

el clítico esté presente en oraciones transitivas no alcanza que el estado

de cosas denotado sea un evento delimitado, es necesario también que

ese evento culmine en una fase final en la que tenga lugar un cambio de

estado en el objeto. Esto explicaría por qué en la oración anterior no es

event temporally advances. Given this homomorphic relation, when the glass of wine is totally consumed, the drinking event must automatically come to an end; the last sip of wine corresponds to the end of the event” (Nishida, 1994:436-437). 68 “Así, pues, hemos defendido que la presencia del clítico se en oraciones transitivas en español es una marca sintáctica de la telicidad de un determinado tipo de evento; en particular, de la telicidad de los eventos con delimitación y medida, es decir, de los eventos denominados realizaciones” (Sanz y Laka, 2002:334).

85

posible la presencia del clítico (entregar es un verbo que no implica un

cambio de estado en el objeto)69.

Por otra parte, la presencia de ejemplos como el siguiente:

“Yo empecé a estudiar donde la señorita Alejandrina Rovira, una persona

muy interesante, porque se sabía la historia patria hasta en sus más

mínimos detalles” (Colombia)

parecen cuestionar la afirmación de que el primer argumento debe ser

agentivo. En efecto, en esta estructura el papel agentivo del sujeto

explícito se encuentra disminuido, es más, se le podría atribuir la función

de procesado o de cero en la terminología empleada por Dik, ya que el

estado de cosas denotado podría interpretarse como un proceso o un

estado. Sin embargo, en estos casos es posible considerar que saber

denota un evento dinámico que implica un momento final que determina

un cambio de estado (pasar a saber la historia patria hasta en sus más

mínimos detalles).

En síntesis, parece adecuado interpretar este clítico como un

marcador aspectual, de carácter culminativo o resultativo: aparece en

predicados que denotan eventos que tienen una fase culminante seguida

de un cambio de estado. Esta perspectiva de análisis aproxima este clítico

al que aparece en oraciones intransitivas, objeto de estudio del siguiente

parágrafo70.

69 Del mismo modo, esta afirmación permitiría explicar por qué el objeto directo debe ser delimitado, ya que solo de las expresiones nominales no existenciales se puede predicar un cambio de estado. 70 Es interesante hacer notar una variante de este se que se extiende en varias zonas del español pero que no aparece en el corpus que se analiza. Se trata de ejemplos como: Juan se estudia todo, María se comió todo, Pedro se camina todo para conseguir trabajo. En algunos casos parece que el clítico no se puede suprimir (? Pedro camina todo para conseguir trabajo, ? Juan estudia todo). En todos los casos se trata de expresiones que tienen un valor cuantificacional y que indican el grado extremo en que se realiza una actividad (Juan se estudia todo = Juan estudia muchísimo;

86

4.2. El se aspectual en oraciones intransitivas. Como se puede observar en la Tabla 11, este uso de se tiene una

frecuencia significativa en el corpus seleccionado (aparece en el 7% de

las construcciones analizadas). Probablemente esta frecuencia de

aparición sea uno de los motivos que expliquen por qué este valor está

incluido en todos los trabajos que analizan los usos del clítico en cuestión

y que numerosos estudios se hayan centrado en discriminar los matices

significativos que se dan en un verbo intransitivo cuando se utiliza con y

sin clítico. Sin embargo, son pocas las investigaciones que intentan dar

una explicación unitaria a la aparición de este se en estructuras

intransitivas como:

“Le dio la pasta para que se fuera a las Américas” (España)

“Me da vergüenza que Menem lleve a los jugadores de River en su avión

para jugar un partido amistoso mientras miles de personas se mueren de

hambre” (Argentina)

“Después de la reforma agraria, han abandonado los terrenos y se han

venido a trabajar a las ciudades porque económicamente les convenía más”

(Bolivia)

“Uno le daba el tetero y entonces otra vez el show para que se durmiera”

(Venezuela)

Como ya se ha señalado en otras oportunidades, la principal

preocupación de la gramática tradicional fue determinar si el clítico

María se comió todo = María comió muchísimo). En la bibliografía específica este uso solo aparece registrado en Di Tullio (1997). Aunque la autora restringe su aparición al dialecto rioplatense, informantes consultados señalan que estas expresiones no solo son frecuentes en el Río de la Plata, sino también en Colombia, Chile, entre otras zonas. Sería interesante investigar con mayor profundidad este fenómeno seleccionando un nuevo corpus. Esta es otra de las líneas que se abren para investigaciones ulteriores.

87

presente en estas construcciones desempeña o no una función sintáctica.

Amado Alonso y Henríquez Ureña (1971), por ejemplo, incluyeron estos

verbos, junto con los estudiados en el capítulo anterior, dentro de los

reflexivos solo de forma ya que el clítico no funciona como complemento

directo71.

Alarcos, por su parte, realiza una afirmación congruente con su

línea de pensamiento. Prescinde de consideraciones semánticas y se

limita a señalar que: “algunos verbos, generalmente no implementados

por su significación precisa, pueden a veces incrementarse

reflexivamente: vienes conmigo / te vienes conmigo; dormían / se

dormían… Discutir aquí si el incremento personal es implemento o

complemento carece de sentido. La modificación de contenido que se

introduce se refleja puramente en el lexema del núcleo verbal. Su

aparición no condiciona en nada la estructura del predicado” (Alarcos,

1970: 218).

En la posición contraria se encuentra Manuel Seco (1989) quien,

como se ha visto en el parágrafo 4.1.1., considera que en estas

estructuras el se funciona como un complemento indirecto innecesario y

que, por lo tanto, puede ser suprimido. Sin embargo, identifica una serie

de oraciones, que también se estudiarán en este apartado, en las que el

clítico no es objeto directo ni indirecto sino que aporta al significado verbal

un valor incoativo:

El niño se ha dormido (ha empezado a dormir)

71 Sin embargo, también intentan precisar los matices significativos que se dan cuando el clítico modifica un verbo intransitivo: “Otros, siendo intransitivos siempre, se usan con el pronombre reflejo o sin él. En estos casos hay alguna diferencia de matiz en la significación. Irse o marcharse indican la partida de un sitio, ir o marchar se refiere más a la dirección o destino. Salir, entrar, subir, bajar, en la forma reflexiva, se refieren, más que a la acción misma, a su resultado: súbete aquí significa quédate aquí subido, bájate de ahí es abandona ese sitio alto” (Alonso y Henríquez Ureña, 1971:107).

88

El niño ha dormido (ha terminado de dormir)72

Sin lugar a dudas, en estos casos en los que un verbo intransitivo

se puede construir con o sin clítico es más interesante estudiar las

diferencias significativas que determina la presencia de se que discutir si

el mismo desempeña una función sintáctica en la estructura oracional.

Estas distinciones semánticas han sido tratadas de manera

bastante superficial en las gramáticas tradicionales. Bello, por ejemplo,

señala que “si fijamos la consideración en la variedad de significados que

suele dar a los verbos neutros73 el caso complementario reflejo,

percibiremos cierto color de acción que el sujeto parece ejercer en sí

mismo. Estarse es permanecer voluntariamente en cierta situación o

estado… La misma diferencia aparece entre quedar y quedarse, ir e

irse” (Bello, 1847:460).

Gili Gaya destaca el valor afectivo y estilístico de las

construcciones en las que aparece el clítico y señala que “el leve matiz de

percepción o participación, que el pronombre indica, es suficiente para

distinguir el valor expresivo de estas oraciones de las activas o de estado

que se obtendrían suprimiendo el pronombre” (1964:74). Este autor,

además, agrega una reflexión sobre su empleo y reconoce que son muy

usuales, especialmente en la lengua hablada, a pesar de que algunas de

ellas se consideran “excesivamente vulgares” (1964:74).

Como conclusión, se podría señalar que la tradición gramatical

relacionó la presencia del clítico con los siguientes factores: 72 Seco considera que en estas estructuras el clítico “es un elemento que transforma la significación del verbo indicando comienzo de la acción” (Seco, M., 1989:117). Este valor incoativo ya fue señalado por Alonso y Henríquez Ureña. Estos autores señalan que verbos como dormirse o despertarse “ significan entrar en un estado, o sea ponerse … dormido, despierto, etc.” (Alonso y Henríquez Ureña, 1971:106). 73 Se recordará que Bello denomina verbos neutros a los intransitivos.

89

- en los verbos de movimiento, como irse, marcharse, la presencia

de un sentido de abandono respecto del lugar de procedencia (A.

Alonso y Henríquez Ureña),

- en otros verbos, como despertarse, dormirse, el clítico expresaría

un matiz semántico incoativo (Seco), y

- en la mayoría de las construcciones, estaría al servicio de lo

volitivo, de lo expresivo o afectivo (Bello, Gili Gaya).

Posiblemente, una de las dificultades con las que se enfrentó la

gramática tradicional al abordar este tema es la heterogeneidad de los

verbos que admiten la alternancia construcción pronominal / no

pronominal. De hecho, en el cuadro 12 se enumeran los verbos

intransitivos más frecuentes en el corpus analizado. Como se puede

observar, varios de ellos se pueden incluir dentro de los llamados verbos

de movimiento, pero aun dentro de una misma clase semántica la

alternancia no responde a las mismas características.

Tabla 12: Frecuencia de verbos intransitivos con clítico

Verbo Frecuencia Verbo Frecuencia

Irse 106 Montarse 10

Quedarse 39 Salirse 10

Morirse 33 Acabarse 9

Caerse 30 Reírse 8

Venirse 19 Mejorarse 7

Dormirse 16 Marcharse 6

Aparecerse 13 Terminarse 6

Otros (regresarse, bajarse, estarse, aumentarse, tardarse, soñarse,

pasearse, imaginarse, etc.)

28

90

Esta heterogeneidad llevó a muchos gramáticos a preocuparse por

oponer parejas de verbos, como morir, morirse, para buscar con mayor

profundidad los matices significativos diferenciales entre estos núcleos

verbales. Hay, pues, un abundante número de trabajos que se realizaron

con este objetivo y que tienen como supuesto el hecho de que la

alternancia pronominal/no pronominal es una cuestión léxica, que varía de

acuerdo con las características semánticas de cada verbo en particular.

Especialmente numeroso es el conjunto de estudios dedicados a la

forma verbal irse, que es la que aparece con mayor frecuencia en el

corpus seleccionado.

Sobre la oposición ir / irse, Mª del Carmen Bobes Naves señala que

“hay un matiz que opone ambas expresiones, y no es precisamente de

orden físico, la acción no revierte hacia el sujeto como en los verbos

reflexivos que indican labores en el cuerpo (peinarse, lavarse,

rascarse…), sino de orden moral, la acción se manifiesta como más

consciente, más voluntaria” (1974:106) cuando el verbo está afectado por

la presencia del clítico.

Sin embargo, al analizar algunos ejemplos se puede observar que

no en todos los casos el clítico puede ser eliminado74:

“Se fue a Bariloche una semana, quince días” (Argentina)

Fue a Bariloche.

74 Si bien inicialmente se ha caracterizado al se aspectual como facultativo, se ha decidido incluir en este capítulo todos los casos en los que se utiliza la forma verbal irse, sea el clítico prescindible o no. Se adopta este criterio ya que parece interesante confrontar estas estructuras para esbozar una explicación más adecuada del fenómeno. Evidentemente no se incluyen las construcciones en las que el verbo ir se utiliza en una estructura con sujeto indeterminado.

91

“No querían que él estuviera en ese pueblo, querían que se fuera de ese

pueblo” (Venezuela).

* Querían que fuera de ese pueblo.

En efecto, como lo demuestra el cuadro 13, en casi el 50% de las

construcciones en las que aparece el verbo irse el clítico es obligatorio o

su ausencia implica un cambio semántico de entidad.

Tabla 13: Construcciones con la forma verbal irse

Verbo ir Frecuencia Porcentaje en el conjunto de construcciones con irse

- con clítico

“expletivo”

56 53%

- con clítico

obligatorio

50 47%

Esta primera observación sirve para comprobar la afirmación

realizada por A. Alonso y Henríquez Ureña y para demostrar que la

presencia del clítico es obligatoria cuando el verbo ir implica abandonar

un lugar, haya en la estructura oracional un adyacente que explicite el

punto de partida, como en el segundo ejemplo (“de ese pueblo”) o no

(“Entonces él se fue” ≠ Entonces él fue). Probablemente esta noción de

abandono, de dejar un punto de partida, permita explicar por qué el verbo

ir se construye con clítico cuando se emplea como sinónimo de morir75 en

ejemplos como el siguiente:

“Se cristalizan las lágrimas en los hinchas aurinegros y hasta en Gregorio

con la camiseta de Perea otra vez en el pecho, … de este pibe que se ha ido y que hoy se ha homenajeado” (Uruguay).

75 Es interesante señalar que el DRAE recoge esta acepción de ir: “prnl. Morirse o estarse muriendo” (RAE, 2001:1300).

92

En síntesis, se podría concluir que el verbo irse se ha especializado

semánticamente, significa salir, abandonar y se construye con un

complemento de lugar que marca el origen, explícito o implícito.

Cuando el contexto o la situación no acentúan el abandono del

punto de partida en el movimiento, entonces la forma verbal puede

construirse con o sin clítico y en estos casos sí se podría hablar de un

matiz estilístico o expresivo.

Las características de este trabajo no permiten hacer un estudio

específico de cada uno de los verbos que aparecen en el corpus, pero la

distinción reflejada entre ir / irse sirve para demostrar una de las

afirmaciones compartidas por la gran mayoría de los gramáticos: la forma

pronominal supone en todos los casos una restricción de los valores que

el verbo intransitivo puede tener cuando se construye sin clítico76.

La hipótesis más convincente a la hora de explicar esta

especialización semántica de los verbos intransitivos que admiten

construcción pronominal es la de considerarlos aspectualmente

marcados.

En efecto, como se ha señalado para los verbos transitivos

analizados en la primera parte de este capítulo, el se constituye una

marca de la delimitación del evento y, por lo tanto, se combina con

predicados que denotan eventos delimitados que tienen un momento

inicial y un cambio de estado.

76 Mª Antonia Martín Zorraquino explica esta conclusión con gran claridad: “el verbo en construcción pronominal puede especializarse semántica y sintácticamente adquiriendo un significado y una estructura distintos de los del verbo en giro no pronominal. Por lo que en algunos mensajes la construcción pronominal y la no pronominal son compatibles, mientras que, en otros casos no lo son, el hablante sólo puede utilizar una de las dos” (1979:110).

93

Esta interpretación permitiría explicar, por ejemplo, por qué ir, que

denota un evento sin límite, se construye obligatoriamente con el clítico

cuando existe un adyacente que señala el origen del movimiento.

Evidentemente este complemento sirve para delimitar el evento, no

expresando el límite final, como se ha visto en el caso de los verbos

transitivos, sino el inicio del evento. En suma, irse se interpreta como un

evento delimitado con el significado de dejar un lugar (para ir a otro)

mientras que ir se interpreta como una actividad sin límite, con el

significado de dirigirse.

Esta interpretación también podría explicar el valor incoativo que la

gramática tradicional ha atribuido a estas estructuras, ya que el cambio de

estado expresado por estos verbos incluye una fase final y un ingreso a

un nuevo estado. Como señala Cristina Sánchez López, “en cualquier

caso, el aspecto ingresivo derivaría de la existencia de un cambio y

estaría íntimamente ligado a la de un estado resultante” (2002:120). Es

por este motivo por el que cuando estos verbos intransitivos construidos

con se se emplean en presente tienen un valor habitual o de futuro

inmediato:

“Las chicas, por ejemplo, cuando yo digo que Literatura es Castellano, se

mueren” (Argentina) = valor habitual

“Ahorita se va la muchacha de la casa, la que tenía diez, once años con

nosotros” (Venezuela) = futuro inmediato: ahorita está a punto de irse la

muchacha de la casa.

Por último, se ha señalado que varios gramáticos indican que el

clítico expresa el matiz significativo de la intencionalidad del sujeto. Desde

esta interpretación aspectual, este fenómeno podría explicarse por el

hecho de que los eventos télicos están mayoritariamente relacionados

con sujetos que desempeñan el papel semántico de agente. Esta

94

observación permitiría dar cuenta de oposiciones como la que se

establece entre estar / estarse. De hecho, mientras que la forma verbal

estar expresa un estado y su primer argumento tiene, generalmente, el

papel semántico cero de acuerdo con la terminología de Dik, estarse

puede considerarse un evento agentivo que exige un primer argumento

que se concibe como controlador o responsable del estado de cosas

denotado:

“Ese niño no se está un solo día en la casa tranquilo” (Venezuela)77.

Esta explicación del clítico como marcador aspectual permite dar

cuenta de por qué se combina con algunos predicados y no con otros. Sin

embargo, deja sin explicar por qué el hablante decide emplear el clítico en

algunos contextos y no en otros cuando es posible la alternancia.

Probablemente, todavía se deba señalar el matiz afectivo o volitivo como

uno de los rasgos que permitan fundamentar la alternancia construcción

pronominal / no pronominal, pero todavía faltan estudios que exploren

este aspecto con mayor profundidad.

Por último, al igual que en el capítulo anterior, es importante

dedicar unas líneas a algunas formas verbales que admiten este

marcador aspectual en algunas zonas del mundo hispánico con mayor

frecuencia que en otras.

77 Sin embargo, muchos gramáticos llegan a conclusiones contrarias al basarse en otros ejemplos. En efecto, al estudiar la oposición entre dormir/dormirse se señala que la forma pronominal determina la involuntariedad del sujeto mientras que la forma sin clítico exige un primer argumento agente. Sin embargo, la oposición entre expresiones como Disculpe, llego tarde porque me dormí / ?Disculpe, llego tarde porque dormí puede explicarse como una consecuencia del valor aspectual de se, ya que en estos contextos el verbo dormirse denota un evento delimitado, no una actividad.

95

Por ejemplo, es frecuente que en algunas zonas de

Hispanoamérica el verbo regresar se construya con un marcador

aspectual78:

"Entonces con ella misma nos mudamos a Sabana Grande, pero no lo pudo

resistir y se regresó, se fue a Caucagua, o a no sé dónde" (Venezuela).

"¿Y se regresó pronto aquí, a México? No, siete años estuvo allá" (México).

"Se regresaron veintidós años, de nada ha servido todo el financiamiento a

los partidos políticos, de nada ha servido esta enorme fuerza que ahora

tienen todos los partidos políticos en todos los Estados y en los Municipios,

y este vigor de la democracia mexicana de ahora, que se regresaron al

artículo diecinueve del código de la famosa Loppe" (México).

En efecto, tanto el DRAE como el diccionario de María Moliner

señalan que el uso de esta forma verbal con clítico se limita a América,

aunque es necesario reconocer distintos grados de aceptación de

acuerdo con las variedades diatópicas. Con respecto a este punto, se

decidió incluir el último ejemplo para destacar que en México parece ser

aceptado en la norma culta ya que el mismo está tomado del diario de

una sesión de la Honorable Cámara de Senadores. Sin embargo, en

algunas zonas de América continúa siendo un uso estigmatizado79.

Gómez Torrego (1994) señala que este uso podría explicarse por

analogía con verbos como irse, volverse, marcharse.

78 A diferencia del verbo enfermarse, la alternancia entre regresar / regresarse es admitida por todos los hablantes que emplean la forma construida con clítico. 79 Mientras que los informantes colombianos consultados señalan que la forma regresarse se utiliza prácticamente en los mismos contextos que la variante no pronominal y que no existen diferencias diafásicas o diastráticas de entidad, en otras regiones como en Chile y en el Río de la Plata su uso no es tan extendido e incluso es censurado.

96

Rafael Lapesa (1981), por su parte, explica su utilización como una

extensión del empleo transitivo que este verbo admite en variedades

americanas. Sin embargo, si bien es necesario estudiar con mayor

profundidad el desarrollo histórico del fenómeno, resulta curiosa esta

hipótesis ya que la variante transitiva (Juan le regresó el cuaderno a

María) es menos frecuente e incluso más estigmatizada en zonas donde

la variante pronominal no tiene ninguna marca diafásica ni diastrática.

Por último, en el corpus se encuentran dos expresiones en las que

se emplea el marcador aspectual con el verbo soñar conjugado en

primera persona:

“Y luego me soñé una vez con la muerte de mi papá” (Costa Rica).

“Yo me soñé con una serie de personas que compartíamos alimentos”

(Costa Rica).

Si bien en este trabajo solamente se han planteado ejemplos con el

clítico se, se considera valioso incluir estas expresiones ya que este uso

no está recogido en ninguno de los diccionarios consultados, ni siquiera

como un americanismo. Como ocurre para la casi totalidad de los

fenómenos, su empleo no es homogéneo en todo el territorio americano.

Si bien en el corpus solamente aparecen ejemplos en Costa Rica, este

uso se emplea también en otras zonas de Centroamérica y en países del

norte del continente sudamericano, como Colombia y Venezuela. En

estas regiones, además, el verbo admite tanto un objeto preposicional

(construcción que se puede observar en los ejemplos planteados) como

un objeto directo (Me soñé que compartía alimentos con otras personas).

Sin embargo, no sería posible la expresión: *Me soñé toda la noche (pero

sí: Soñé toda la noche). Esta restricción podría explicarse recurriendo al

valor aspectual del clítico: soñar denota un evento no delimitado, solo

aparecerá el clítico en aquellos casos en los que exista un complemento

97

directo o preposicional que delimite el evento denotado por el lexema

verbal.

Como conclusión del capítulo, es importante señalar que este

trabajo deja planteadas nuevas líneas de investigación. En efecto, sería

interesante analizar con mayor profundidad esta variación geográfica

reflejada en las últimas páginas del capítulo.

Por otra parte, si bien la consideración de este clítico como un

marcador aspectual implica un avance en la descripción de su uso,

todavía faltan estudios que expliquen por qué en contextos donde es

posible la alternancia construcción pronominal / no pronominal el hablante

escoge una de estas soluciones. En algunos casos, se intentó demostrar

que esta opción surge como consecuencia del valor aspectual de la forma

pronominal. En otros casos no es tan evidente el criterio de uso.

98

CAPÍTULO CINCO: EL SE NO PARADIGMÁTICO. En los capítulos anteriores se han presentado las construcciones

en las que el clítico se puede alternar con los pronombres átonos de

primera o segunda persona. En este último grupo se incluyen aquellos

casos que comparten un rasgo formal: exigir un sujeto gramatical de

tercera persona. Esta característica es destacada por algunos gramáticos

al denominar estas construcciones. Gómez Torrego, por ejemplo,

considera que el clítico que aparece en estas estructuras es no

pronominal, “pues no participa de ningún paradigma pronominal ni

tampoco desempeña función nominal alguna” (1992:10). Otero (2002), por

su parte, nombra estas construcciones “exclusivas de la no persona”.

Dentro de este capítulo se estudiarán dos estructuras que

tradicionalmente han sido denominadas como pasivas reflejas e

impersonales con se y que se ejemplifican mediante las siguientes

expresiones:

“Llueve muy poco en Sevilla, pero el año que sale bueno se venden

muchos paraguas” (España).

“No se bautizaba a los niños, sino a los adultos” (España).

Evidentemente entre estas construcciones es posible reconocer

una serie de diferencias formales. En la primera estructura se observa la

presencia de un sintagma nominal (muchos paraguas) que concuerda en

persona y número con el núcleo verbal y que, por lo tanto, funciona como

sujeto explícito. Este sujeto explícito, además, se corresponde con el

objeto directo que aceptaría este verbo en una construcción transitiva

como: Los comerciantes venden muchos paraguas.

99

Por el contrario, en la segunda estructura no hay un sujeto léxico

que concuerde con el núcleo verbal, conjugado en tercera persona de

singular. Si bien aparece un sintagma nominal, el mismo está precedido

por la preposición a y funciona como objeto directo (a los niños)80.

La gramática tradicional reconoció estas diferencias formales y

asoció las primeras estructuras con las llamadas pasivas perifrásticas

(Los paraguas fueron vendidos por los fabricantes). Tanto en unas como

en otras el argumento que actúa como sujeto explícito no tiene un papel

agentivo sino que funciona semánticamente como paciente o tema.

Por otra parte, relacionó el segundo ejemplo que se ha planteado

con oraciones transitivas sin clítico (como El sacerdote bautizaba a los

niños) por la realización sintáctica de la meta o tema como objeto directo

en ambas estructuras.

Por este motivo, la gramática tradicional vinculó las diferencias

formales entre estas estructuras con diferencias semánticas y opuso

estas dos construcciones basándose en la dicotomía voz pasiva – voz

activa con sujeto indeterminado.

Sin embargo, la distinción entre un significado activo y uno pasivo

no es tan clara. De hecho, algunas de las llamadas pasivas con se no

admiten una estructura perifrástica equivalente:

“Aparte de beber, se fuma droga” (España)

* Aparte de beber, es fumada droga.

“Se necesitan sacerdotes bastante liberales y comprometidos” (Paraguay).

* Son necesitados sacerdotes bastante liberales.

80 La función sintáctica de este sintagma nominal será estudiada más adelante al analizar la serie de clíticos se les, se los, se las, en oraciones impersonales.

100

mientras que algunas impersonales pueden parafrasearse recurriendo a

una pasiva perifrástica:

“Antes se adoraba al dios Baco” (España).

El dios Baco era adorado.

“Se hace constar que se consultó a la Excelentísima Corte Suprema” (Chile)

Se hace constar que fue consultada la Excelentísima Corte Suprema.

Por este motivo, en este trabajo se considera que la distinción entre

pasivas con se e impersonales con se es una distinción basada

exclusivamente en sus características formales. Desde el punto de vista

semántico, ambas construcciones admiten tanto paráfrasis activas como

pasivas, y esta doble interpretación se debe a la indeterminación del

agente en ambos casos. En efecto, en las dos estructuras el clítico

funciona como un recurso gramatical que permite afectar la valencia

verbal y que anula el agente, previsto en la estructura argumental de la

forma verbal.

Más allá de las semejanzas entre ambas estructuras, es

interesante estudiarlas por separado para intentar realizar una descripción

exhaustiva de las mismas.

5.1. Construcciones pasivas con se.

101

Las oraciones pasivas81 se construyen con verbos transitivos que

tienen dos actantes o argumentos. Al construirse con el clítico se, el

argumento que denota el agente deja de ser requerido por el verbo. Se

suprime, pues, el papel semántico que ocupa la función sintáctica

jerárquicamente superior. Como efecto secundario, el segundo argumento

o actante pasa a ocupar la función prioritaria, es decir, pasa a actuar

como sujeto léxico o explícito82.

Por este motivo, estas estructuras pueden considerarse

semánticamente impersonales y uno de los recursos que ofrece la

gramática para acallar el agente cuando se desea.

Como revela la tabla que se adjunta, estas construcciones con se

son las más numerosas en el corpus analizado. De hecho, representan

algo más del 40% de las estructuras estudiadas. Conviene, pues,

describir con profundidad algunos aspectos característicos de estas

construcciones y someter a verificación empírica algunas afirmaciones

formuladas reiteradamente por diferentes estudios gramaticales. Se

tendrán en cuenta, específicamente, dos aspectos:

- la posición y la naturaleza del sujeto explícito, y

81 No es posible, por las características específicas de este trabajo, tratar con profundidad el tema de la diátesis en español. Sin embargo, es inevitable recordar la posición de Alarcos (1970, 1994) sobre este tema. Este gramático rechaza explícitamente la existencia de una voz pasiva en español. Sobre la pasiva con se señala: “estas construcciones llamadas de pasiva refleja no presentan en su estructura ningún rasgo especial, aunque desde el punto de vista de la sustancia del contenido pueda decirse que el ente a que se refiere el sujeto no efectúa la acción. Ya hemos dicho arriba que para el español las nociones agente y paciente carecen de pertinencia gramatical” (1970:219). Más adelante, al explicar construcciones como se construye una casa, se construyen casas, indica que “/una casa/ y /casas/ serán sujetos y el otro sintagma un verbo incrementado reflexivamente, donde /se/ es implemento, ya que en estas construcciones cabe introducir un complemento: se construye una casa al maestro, se le construye una casa” (1970:219). Si bien sus planteos son coherentes con su propio sistema teórico, resulta un tanto forzado concebir el clítico como objeto directo en estas estructuras. 82 Es importante tener en cuenta que en el caso de las pasivas, como se verá posteriormente, se asiste a un tercer estadio ya que es posible recuperar el argumento elidido como complemento agente.

102

- la presencia de un adyacente que explicite el agente83.

Tabla 14: Frecuencia de las construcciones con se exclusivas de la tercera persona en el corpus analizado

Construcciones Frecuencia Porcentaje en el total del corpus

Pasivas con se 2. 079 41, 58 %

Impersonales con se 665 13, 30 %

No concordadas 66 1, 32 %

5. 1. 1. La posición del sujeto explícito en las oraciones pasivas con se.

Tradicionalmente se han señalado dos características

fundamentales del sujeto explícito que aparece en estas estructuras. En

primer lugar, se ha indicado que su posición más frecuente es la

posverbal. Además, varios gramáticos afirman que este sujeto no puede

ser un sintagma nominal definido y animado.

Es importante, pues, confrontar estas afirmaciones con los datos

que aporta el corpus analizado en este trabajo.

Tabla 15: Posición del sujeto explícito en las pasivas con se

Posición del sujeto explícito Frecuencia Porcentaje - Sin sujeto explícito 124 5, 96 % - Con relativo o interrogativo como sujeto explícito

466 22, 42%

- Con sujeto preverbal 166 7, 98 %

83 Más adelante, en el parágrafo 5.3. se estudiará el problema de la concordancia (o su falta) entre el núcleo verbal y el sintagma nominal.

103

- Con sujeto posverbal 1.323 63, 64% Total 2.079 100 %

Como refleja la tabla anterior, la posición normal del sujeto explícito

en las construcciones pasivas con se es la posverbal84. Probablemente,

esta posición se vea favorecida por la función semántica de tema o

paciente que asumen los sintagmas nominales que funcionan como sujeto

en estas estructuras, tan próximos a los objetos directos de las

construcciones transitivas.

Sin lugar a dudas, otro elemento que condiciona la posición del

sujeto explícito es el carácter determinado o indeterminado del sintagma

que asume esa función sintáctica. En efecto, como se observa en la tabla

siguiente, cuando el sintagma nominal es no determinado solamente

aparece pospuesto al núcleo verbal. Cuando el sintagma es determinado,

puede preceder o seguir al verbo.

Tabla 16: Relación entre el carácter [+ determinado] del sujeto explícito y su posición en la estructura oracional

Carácter [+ determinado] y posición del sujeto

Frecuencia Porcentaje

Sujeto determinado 897 100 %

- en posición preverbal 166 18, 5%

- en posición posverbal 731 81, 5%

Sujeto no determinado 397 100 %

84 Barrenechea y Manacorda de Rosetti (1977) señalan que el 79,47 % de las construcciones pasivas con se tienen el sujeto pospuesto al verbo. Sin embargo, estas autoras no incluyen en sus estadísticas las dos primeras categorías que se han incluido en la tabla anterior ni analizan ejemplos en los que el sujeto se encuentra en singular ya que consideran que estos casos son ambiguos entre una lectura pasiva y una impersonal. Si se toman en cuentan solamente aquellos casos en los que el sujeto es un sintagma nominal expreso, la posposición del sujeto en el corpus analizado alcanza un porcentaje cercano al 87% frente a un 13% de anteposición.

104

- en posición preverbal 0 0 %

- en posición posverbal 397 100 %

En los casos donde es posible la alternancia en la posición del

sujeto explícito, la misma dependerá de factores discursivos. En efecto,

cuando el sintagma nominal sujeto funciona como tema o tópico, es decir,

como información conocida, el mismo precede al verbo. En cambio, si el

sintagma aporta información novedosa, su posición es la posverbal.

La segunda observación realizada al comienzo del apartado tiene

que ver con el carácter [+ animado] de los sintagmas que funcionan como

sujetos explícitos en estas estructuras. Mendikoetxea (1999b), por

ejemplo, señala que la pasiva con se solo es posible en aquellas

construcciones que se corresponden con oraciones transitivas con sujeto

explícito en las que el complemento directo de persona no va introducido

por la preposición a. Por este motivo, concluye que “con determinantes

definidos, no es posible la construcción pasiva, tal y como la hemos

definido aquí, con sujetos animados… siendo únicamente viable la

construcción impersonal, con el sintagma nominal introducido por la

preposición a” (1999b:1675).

Los datos estadísticos demuestran que la gran mayoría de las

construcciones pasivas con se que se han analizado se construyen con

un sujeto que posee el rasgo [-animado]85. Sin embargo, de las veinte

estructuras que presentan un sujeto animado, es posible reconocer una

en la que este sujeto es determinado:

85 Esta conclusión fue señalada, sin el apoyo de datos empíricos, por Cano Aguilar: “La pasiva es el último grado de la pérdida de un valor medio con participación del sujeto en la acción verbal, y esa participación la pierde menos un sujeto animado. Por ello, en la pasiva refleja son muy poco frecuentes los sustantivos animados como sujetos pacientes” (1987:298).

105

“Los alcohólicos antes empezaban a verse en los hospitales a los cuarenta

años y ahora se ven antes” (España).

Si bien se trata de un único ejemplo, cuya corrección gramatical

puede ser cuestionable, se podría dudar de la conclusión a la que llega

Mendikoetxea. Se trata de un sujeto que funciona como tema, que está

antes del núcleo verbal y cuya posposición al verbo no resulta tan

aceptable:

? Antes empezaban a verse los alcohólicos en los hospitales a los cuarenta

años…86

Parece ser, pues, que las pasivas con se admiten un sujeto

animado y determinado si el mismo se interpreta como una clase, un tipo,

y no como una entidad específica.

Por último, se debe señalar que, además de los sintagmas

nominales, hay otras estructuras que también pueden funcionar como

sujetos explícitos de estas construcciones. De hecho, los sujetos léxicos

de los siguientes ejemplos son oraciones subordinadas sustantivas o

infinitivos verbales:

“Se dice que sin Bizancio el Renacimiento no se comprende” (España).

“Se necesitaba que ella fuera a San Cosme” (México).

“A los norteamericanos se les prohíbe viajar a Cuba” (Cuba).

86 La escasa frecuencia de sujetos animados determinados en estas construcciones se ha explicado tradicionalmente por la posible ambigüedad que se produciría entre las pasivas resultantes y las construcciones recíprocas. De acuerdo con esta posición, el ejemplo anterior podría interpretarse también como: Los alcohólicos antes empezaban a verse unos a otros en los hospitales a los cuarenta años. Evidentemente, la interpretación recíproca resulta un poco forzada en este contexto. Según los partidarios de esta posición, la posibilidad de confusión habría hecho descartar esta construcción y favorecer la aparición de las impersonales con se en las que la preposición a indica claramente que el argumento debe entenderse como meta o paciente y no como agente de la acción.

106

En estos casos, se podría dudar de su función ya que estas

unidades no explicitan la relación de concordancia, como sí lo hacen los

sintagmas nominales. Sin embargo, esta relación se manifiesta si se

conmutan estas estructuras por un sintagma nominal o por un pronombre:

Se dice esa verdad. Se dicen esos rumores.

Se necesitaba esa acción. Se necesitaban esos hechos.

Se les prohíbe el viaje. Se les prohíben los viajes.

5. 1. 2. Presencia de un adyacente que explicite el agente.

Anteriormente, se ha señalado que las oraciones pasivas se

construyen con verbos transitivos y que la presencia del clítico provoca la

desaparición del argumento que expresa el agente responsable del

evento verbal. Sin embargo, parece ser que en algunas oportunidades

este agente puede recuperarse mediante un adyacente introducido por la

preposición por.

No hay acuerdo entre los gramáticos en cuanto a la aceptabilidad

de este complemento. El Esbozo, por ejemplo, recoge el ejemplo Se firmó

la paz por los embajadores (1973:379). Sin embargo, otros autores

cuestionan estas estructuras. María Moliner (1967) señala que es una

construcción poco frecuente y gramaticalmente incorrecta. Cano Aguilar

(1987), por su parte, considera que este tipo de estructuras son

gramaticales, pero poco frecuentes ya que van en contra de la tendencia

característica de las oraciones pasivas que es la de no expresar el

agente.

Los datos que ofrece el corpus analizado corroboran la posición de

Cano Aguilar. De hecho, solamente en ocho oraciones pasivas se

encuentra este adyacente preposicional:

107

“ - Jugada ilegal, porque ha entrado desde fuera.

- Sí, ¿recuerdas una parecida?

- Sí, se ha producido por Nacho Solozábal en la primera parte.” (España)

“Ahora lo que se trata de estudiar por los tribunales británicos es

simplemente si en España se le otorgará las garantías necesarias”

(Argentina).

“Yo recibo la nota, controlo a ver si ya se ha hecho algo y se le avisa: No lo

hagan, porque ya se hizo por otra empresa” (Argentina).

“En tercer lugar, que, en el momento de suscribirse el acuerdo, se defina

simultáneamente por la autoridad una política de reactivación y fomento

para el sector agrícola” (Chile).

“Se me negó, por las mismas monjas, tomar el examen de la Universidad de

Puerto Rico” (Puerto Rico).

“Estamos chocando con un grave problema que es el de la nueva

disposición que se ha tomado en raíz de los equipajes, por las autoridades

de aviación americanas” (Bolivia).

“Y este Año Internacional de la Mujer se ha convertido justamente por la

Comisión Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas en una

década” (Perú).

“Se están dictando cursos por profesoras especializadas” (Colombia).

Como se puede observar en los ejemplos trascritos, solo en un

caso el adyacente preposicional expresa un agente animado específico

(se ha producido por Nacho Solozábal). En las demás oportunidades se trata

de un plural (se trata de estudiar por los tribunales británicos; se me negó por las

mismas monjas; se están dictando cursos por profesoras especializadas; la nueva

disposición que se ha tomado por las autoridades de aviación americana) o de un

108

sustantivo singular que indica un cuerpo constituido por varias personas (ya se hizo por otra empresa; se defina simultáneamente por la autoridad; este año…

se ha convertido por la Comisión Jurídica y Social de la Mujer…). En ambos

casos se crea, pues, una referencia generalizada, que diluye un poco la

noción de agente, entendida prototípicamente como una persona

específica. Posiblemente por este motivo Cristina Sánchez López (2002)

considera que este complemento encabezado por la preposición por no

representa un verdadero agente, “sino un medio, instrumento o causa que

de forma secundaria contribuye al cumplimiento de la acción” (2002:61)87.

En síntesis, el empleo de un adyacente preposicional que explicite

el agente en las construcciones pasivas es muy poco frecuente (se da en

menos del 0,5% de las construcciones pasivas estudiadas)88. Esta

característica vincula estas estructuras a las que serán analizadas en el

próximo apartado. En efecto, tanto las pasivas como las impersonales con

se denotan acciones que implican necesariamente un agente con

intencionalidad, que no se menciona porque interesa destacar la acción

verbal.

5. 2. Construcciones impersonales con se. Las construcciones analizadas en este apartado, al igual que las

pasivas estudiadas en los parágrafos anteriores, denotan eventos 87 Esta interpretación ya fue señalada por Lenz quien cuestiona el valor agentivo del adyacente introducido por por. Este autor entiende que en un ejemplo como Se vigilaba a los prisioneros por los negros el verdadero agente sería la autoridad que ha dado tales órdenes a los negros y que “estos mismos sólo serían el instrumento por medio del cual se ejecuta el acto” (1935:96). Más adelante, agrega que “La expresión del sujeto activo en construcciones reflejas no es imposible en frases como los árboles se cortaron por sus propios dueños, pero es muy poco grata; se prefiere entonces la verdadera pasiva” (1935:96). 88 Por otra parte, como se puede deducir de los ejemplos propuestos, ningún país tiene un número significativo de casos. De hecho solo Argentina proporciona dos ejemplos, luego se encuentran Bolivia, Chile, Colombia, España, Perú y Puerto Rico que aportan un ejemplo cada uno.

109

agentivos en los que no se expresa el agente. Sin embargo, es posible

reconocer una serie de rasgos formales que permiten diferenciar ambas

estructuras. De hecho, las llamadas impersonales con se se construyen

solamente en tercera persona de singular y en ellas no es posible

identificar un sujeto explícito que concuerde con el núcleo verbal:

“Da una sensación de fulgor extraordinario cuando se entra” (España).

“Se estaba denigrando a los artistas que verdaderamente estaban haciendo

investigaciones puramente artísticas” (Puerto Rico).

“Aquí se ha hablado de democracia” (México).

Los ejemplos anteriores demuestran que los verbos que integran

estas estructuras se pueden construir sin ningún argumento (como en el

primer caso), con un objeto directo que expresa el paciente, la meta o la

entidad afectada por el evento verbal (Se denigraba a los artistas)89 o con

un objeto preposicional (Se ha hablado de democracia – Se ha hablado

de eso). Por este motivo, se ha decidido clasificar las oraciones

impersonales con se en función de los adyacentes que comporta el

núcleo verbal:

Tabla 17: Construcciones impersonales con se

Construcciones impersonales

Frecuencia Porcentaje

-sin ningún argumento 362 54, 44%

-con objeto directo 132 19, 85%

-con objeto preposicional 171 25, 71%

Total 665 100 %

89 Como ya se ha señalado, más adelante se discutirá con detalle la función sintáctica de este adyacente verbal.

110

Como demuestra la tabla anterior, las oraciones impersonales más

numerosas son las que se construyen con un verbo intransitivo. En

efecto, aceptan este tipo de construcción tanto verbos inergativos, como

inacusativos, copulativos e incluso aquellos que expresan una pasiva

perifrástica90:

- Verbo inergativo: “Se trabajaba en un ambiente tan bueno” (Puerto Rico).

- Verbo inacusativo: “Cuando se crece en las calles de una ciudad preñada de

violencia, los juegos se vuelven violentos” (España).

- Verbo copulativo, verbo comúnmente transitivo, verbo en pasiva perifrástica:

“No siempre se es feliz cuando se ama, ¿no es cierto? No siempre se es

correspondido” (Chile).

El bajo porcentaje de las oraciones impersonales con objeto

directo se debe a que solo se construyen así los verbos transitivos cuyo

objeto es animado y definido y que, por lo tanto, están encabezados por

la preposición a91.

Varios gramáticos destacan que estas oraciones impersonales con

objeto directo introducido por a suponen una evolución posterior a las

oraciones pasivas92.

90 Evidentemente, no admiten una construcción impersonal con se los verbos que presentan este clítico por otros motivos: * Se se lavó; *Se se levantó; *Se se comió un asado. En estos casos la impersonalidad semántica se expresa con uno. 91 Ya se ha señalado anteriormente que si el objeto directo de un verbo transitivo no está precedido por la preposición a, en la diátesis pasiva es arrastrado al hueco funcional dejado por la pérdida del argumento que denota el agente del evento verbal. Pasa, pues, a funcionar como sujeto léxico y surge una estructura pasiva con se. 92 El Esbozo recoge esta posición y explica su origen señalando que: “El uso de la pasiva refleja aparece consolidado desde los primeros textos literarios… y sigue en progresión creciente hasta nuestros días. Tratándose de cosas, esta construcción no ofrecía dificultad; pero cuando se aplicaba a personas, nacía ambigüedad entre los significados reflexivo, recíproco y de pasiva refleja… Para resolver esta ambigüedad posible, el idioma fue extendiendo la práctica de poner el verbo en singular acompañando al sujeto pasivo con la preposición a. Por ejemplo, la frase ambigua Se obsequian las señoras se convierte en Se obsequia a las señoras, donde no hay duda posible. Pero entonces, inmovilizando al verbo en singular y acompañando las señoras con la preposición a, las construcciones de este tipo quedaron convertidas en oraciones activas de sujeto indeterminado (se) y un complemento directo de persona con la preposición a (las señoras)”

111

Sin embargo, no es esta la única preposición que fuerza la

construcción impersonal. Todos los verbos que exigen un objeto

preposicional en su estructura argumental forman oraciones impersonales

con se:

“Se abusa del uso de la medicación” (España).

“Hoy no se cree en las grandes causas ni en las grandes pasiones

colectivas” (Argentina).

“Antes de que empezara el Mundial, en Paraguay a lo menos, ya se pensó

en una final entre Alemania con Brasil” (Paraguay).

Todas las construcciones impersonales, más allá de su estructura

interna, se caracterizan porque sugieren un agente no específico, ya sea

este interpretable como un indefinido (alguien) o como genérico (todo el

mundo)93.

Algunos autores han postulado que esta interpretación derivaría de

que el clítico se funciona, en estos casos, como un sujeto explícito

indeterminado, similar al on francés o al man alemán. Sin embargo,

ningún gramático actual es partidario de esta hipótesis y varios señalan

argumentos en contra de esta posición. Entre estos argumentos es

posible enumerar los siguientes:

- Se es un elemento átono y la función sujeto siempre es

desempeñada por elementos tónicos.

- No puede preceder a la negación (Él no abusa de la medicación,

*Se no abusa de la medicación).

- No puede omitirse sin que cambie el significado de la oración (Se

abusa de la medicación ≠ Abusa de la medicación).

(1973:382-383). Con respecto al carácter activo o pasivo de estas construcciones conviene releer el inicio de este capítulo donde se plantea la posición defendida en este trabajo. 93 Para estudiar con mayor profundidad esta interpretación inespecífica del agente en las impersonales con se se pueden consultar De Miguel (1992) y Sánchez López (2002).

112

Por otra parte, otra de las características de las construcciones

impersonales con se es que las mismas permiten incluir o excluir al

hablante. En efecto, el ejemplo:

“De la mujer española se podría estar hablando muchísimo tiempo”

(España).

podría parafrasearse recurriendo a una construcción impersonal con uno

(construcción que siempre incluye al hablante) o a una construcción de

tercera persona de plural (que no permite la inclusión del mismo):

De la mujer española uno podría estar hablando muchísimo tiempo

(inclusión del hablante).

De la mujer española podrían estar hablando muchísimo tiempo (exclusión

del hablante).

Luego de estudiar las características generales de este tipo de

construcciones conviene presentar dos aspectos que han dado lugar a

polémicas entre distintas posiciones teóricas. En primer lugar, se

estudiará con mayor profundidad la función sintáctica del adyacente

introducido por a en las construcciones impersonales con verbos

transitivos. Por último, se presentarán algunas estructuras que muestran

el límite difuso entre estas construcciones y las pasivas que ya han sido

abordadas.

5. 2. 1. Las secuencias se le, se lo, se la en las construcciones impersonales. Si bien al iniciar el estudio de estas estructuras se ha señalado que

los adyacentes introducidos por a, funcionan como objeto directo, no son

113

pocos los gramáticos que consideran que los mismos desempeñan la

función de complemento u objeto indirecto.

Alarcos (1994), siguiendo a Bello, sostiene que el clítico funciona

como objeto directo tanto en las pasivas con se como en las

impersonales. Por eso, considera que el sintagma introducido por a es un

objeto indirecto94.

También llegan a esta conclusión otros autores, como Martínez

(1981) o Álvarez Martínez (1989). Estos entienden que el clítico que

aparece en estas construcciones y en las pasivas con se es un elemento

intransitivizador que bloquea la función de implemento u objeto directo.

En las pasivas el sintagma desplazado de la función de objeto directo

puede ocupar la función de sujeto léxico. En cambio, en las

construcciones impersonales, el sintagma desplazado no puede funcionar

como sujeto explícito por estar encabezado por la preposición a y, por lo

tanto, se ve desplazado a la función de objeto indirecto.

De hecho, los estudios diacrónicos demuestran que la construcción

impersonal transitiva regía originariamente un clítico dativo. Por este

motivo, Fernández Ordóñez (1999) considera que la secuencia se

impersonal + le, les no puede considerarse un caso de leísmo, sino un

uso etimológico de le, les.

94 Es necesario destacar que a lo largo de las obras publicadas por este gramático se puede reconocer una evolución en su pensamiento. De hecho, inicialmente Alarcos entendía que en estas construcciones el clítico se “es un elemento que transpone el núcleo verbal a la categoría de los caracterizados por la indeterminación léxica del sujeto, o construcción impersonal” (1970:220). Además, consideraba que los adyacentes introducidos por la preposición a desempeñaban la función de implemento u objeto directo. En una obra posterior y quizás, como señala el propio Alarcos en su prólogo, por la “difícil búsqueda de equilibrio entre la relativa claridad y la exactitud de la exposición” (1994:20), simplifica sus planteos y llega a sostener que el clítico funciona como objeto directo no solo en las construcciones reflexivas o recíprocas sino también en las pasivas y en las de carácter impersonal.

114

Sin embargo, hay motivos suficientes para entender que este

adyacente debe ser considerado objeto directo. En primer lugar, algunos

autores señalan que su conmutación por le o les puede ser obligada

porque permite evitar secuencias ambiguas. Así, para una construcción

como Se los entregó, podría suponerse una interpretación impersonal (Se

entregó a los delincuentes) o una interpretación con un agente

determinado que no se explicita por motivos contextuales (Juan se los

entregó). En cambio, secuencias como Se les entregó nunca serían

ambiguas y solo podrían ser interpretadas como impersonales.

Por otro lado, zonas americanas característicamente no leístas,

como la región rioplatense, admiten la conmutación por los clíticos

acusativos: lo, los, la, las. Incluso en España este adyacente es sustituido

por la, las en zonas no laístas. Martín Zorraquino ofrece un testimonio

que confirma esta afirmación ya que, al criticar la posición de Alarcos a la

que se ha hecho referencia, señala que este autor “postula, así, un

supuesto laísmo en las expresiones impersonales (en, v. gr., se la coloca

–por se coloca a la dama– o en se las coloca –por se coloca a las

damas–) que resulta realmente sorprendente para un hablante que

habitualmente no sea laísta. Para mí, al menos, en cuanto hablante

perteneciente a una zona claramente no laísta dentro del dominio

hispánico, el la o el las de los ejemplos que preceden no son

representativos de un objeto indirecto sino directo; yo diría siempre se

la colocó a la dama –y no se le colocó– y no diría nunca, en cambio,

una frase como la dije que viniera (por le dije que viniera)” (1994:58).

Es interesante, pues, estudiar estas secuencias de clíticos en el

corpus analizado. En la totalidad de la muestra hay cincuenta y seis

oraciones impersonales en las que se da una secuencia de clíticos. En la

siguiente tabla se muestra cómo se distribuyen estas construcciones por

115

países y se explicita cuáles son los clíticos preferidos por cada variedad

diatópica.

Tabla 18: Secuencia de clíticos en oraciones impersonales

País Se le, les Se lo, los Se la, las Total

Argentina 0 0% 8 73% 3 27% 11 100%

Bolivia 1 14% 5 72% 1 14% 7 100%

Chile 4 57% 2 29% 1 14% 7 100%

Colombia 1 100% 0 0% 0 0% 1 100%

Costa Rica 2 100% 0 0% 0 0% 2 100%

Cuba 2 100% 0 0% 0 0% 2 100%

España 9 75% 1 8% 2 17% 12 100%

México 1 100% 0 0% 0 0% 1 100%

Paraguay 2 50% 2 50% 0 0% 4 100%

Perú 2 50% 1 25% 1 25% 4 100%

Puerto Rico 2 100% 0 0% 0 0% 2 100%

Venezuela 2 67% 0 0% 1 33% 3 100%

Total 28 50% 19 34% 9 16% 56 100%

Los datos que aporta el cuadro anterior permiten deducir que se

está frente a un proceso gramatical en evolución en el que se observan

vacilaciones y soluciones diferentes en las distintas variedades

diatópicas. Es significativo que solo se obtengan datos absolutos

(próximos al 100% o de 100%) en aquellos países que proporcionan

pocos ejemplos del fenómeno que se analiza. Parece que la situación

generalizada es una tendencia a equiparar las construcciones

impersonales con se a las construcciones transitivas con sujeto explícito.

Esta tendencia se encuentra en su fase inicial en algunos países y está

plenamente consolidada en otros, como en Argentina donde se establece

un paralelismo total entre ambas estructuras:

116

“Como se encuentra en las inmediaciones el senador que debe prestar

juramento, si hay asentimiento se lo invitará a pasar al recinto” (Argentina)

“Autores como Borges y Cortázar no se los puede discutir” (Argentina).

“Cuando se lo procesa a Camilión ya, en fin, él está procesado…”

(Argentina).

“Hace que el libro sea intraducible. No intraducible porque no se lo pueda

traducir, se lo puede traducir” (Argentina).

“Además, a la democracia se la cura precisamente con más democracia”

(Argentina).

“Es cierto que cuando aparecen estas megaobras uno se asusta. Si no se las construye, muchas veces la Historia nos puede demandar por no haber

estado trabajando en forma paralela al tiempo” (Argentina).

Como se observa en los siguientes ejemplos, la variedad argentina

conmuta el adyacente introducido por a por clíticos acusativos tanto en

aquellos casos en los que el antecedente es una entidad animada como

inanimada. Por otra parte, estas expresiones permiten ilustrar otros

fenómenos interesantes. La tercera construcción, por ejemplo, muestra la

coexistencia del clítico con un objeto directo pospuesto al núcleo verbal

(Se lo procesa a Camilión). Pero, sin lugar a dudas, el fenómeno que se

debe destacar es la presencia de construcciones impersonales en

contextos donde se esperarían pasivas con se:

“Hace que el libro sea intraducible. No intraducible porque no se lo pueda

traducir”

“Es cierto que cuando aparecen estas megaobras uno se asusta. Si no se las construye…”

117

En estos casos ni los verbos exigen un objeto directo preposicional

ni el sintagma que es sustituido por el clítico denota una entidad animada.

Estos ejemplos parecen demostrar que se está produciendo un proceso

de extensión de la construcción impersonal con clíticos, proceso que no

es exclusivo de la variedad argentina:

“El chairo es una sopa que se la prepara con chuño” (Bolivia).

“Es muy frecuente ahora el divorcio por cosas sin importancia… O sea que

algo que se debía haber tomado como una medida última y en casos

extremos, ahora se lo toma con ligereza” (Bolivia).

“En Europa se paga cincuenta y tres por ciento sobre las utilidades y aquí

cerca del quince por ciento. Sin embargo, tampoco se les puede comparar

con los existentes en países emergentes de Asia” (Chile).

Por último, en España continúa predominando la sustitución del

adyacente por los clíticos le, les. Solamente en tres construcciones

aparecen clíticos acusativos:

“No se la considera ya como una mujer igual que las demás” (España).

“(Las plantas) se benefician mucho si después de un período de media

actividad o de casi inactividad, como es el mes de agosto, los meses de

verano en concreto, se las estimula un poco mediante dos acciones: una,

cortar las puntas de todos aquellos tallos, sobre todo los que parezcan en

peor estado” (España).

“Se los llamó contratos basura” (España).

Si bien por el escaso número de construcciones no es posible

realizar generalizaciones muy contundentes, es interesante observar que

en todas las oportunidades en las que se emplea el clítico le(s) este

sustituye a un sintagma que contiene un sustantivo masculino de

referente animado. El clítico la(s) se utiliza para sustituir sustantivos

femeninos referidos tanto a personas como a otras entidades. Por último,

la única presencia del clítico los refiere a un sustantivo masculino que

designa una entidad no animada. Estos datos permiten postular que

118

también en la península se produce un proceso de equiparación de las

construcciones impersonales con se a las correspondientes oraciones

transitivas con sujeto explícito.

5. 2. 2. Construcciones esporádicas. En este apartado se presentan dos construcciones que aparecen

con una frecuencia muy baja en el corpus, pero que son interesantes

porque muestran el límite difuso y las contaminaciones que se pueden

producir entre estas construcciones impersonales y las pasivas con se.

Se ha señalado anteriormente que en las pasivas es posible,

aunque también poco frecuente, la presencia de un adyacente introducido

por la preposición por que explicite el agente controlador del evento

verbal. Este adyacente también puede aparecer en oraciones

impersonales. De hecho, el corpus nos ofrece el siguiente ejemplo:

“El problema de la juventud es un problema muy traído y muy llevado por

todo el mundo y de él se ha hablado ya muchísimo por personas más

competentes que yo” (España).

Si bien la normativa condena su uso, su presencia es otro

argumento que permite demostrar las semejanzas que, desde el punto de

vista semántico, se pueden establecer entre las oraciones impersonales y

las pasivas con se. En efecto, la distinción entre ambas estructuras solo

debe hacerse recurriendo exclusivamente a los motivos formales que ya

han sido reiteradamente señalados.

La segunda construcción que también aparece en una sola

oportunidad es la siguiente:

119

“Ahí se llevan a los chiquitos que pueden ambular, los llevan y ahí les ponen

juegos” (México).

Estas construcciones en las que un verbo en plural concuerda con

el sintagma que funciona como objeto directo son rechazadas

unánimemente por los gramáticos y todos los estudios estadísticos

realizados sobre el tema coinciden en destacar su presencia esporádica.

Sin embargo, el corpus aporta otro ejemplo interesante en el que

un verbo intransitivo concuerda en número con un adyacente

circunstancial:

“Son dos lugares estupendos pero que a los que todavía no se pueden

llegar porque incluso no existen vías de comunicación cómodas para llegar

allá” (Bolivia).

Habitualmente, estos ejemplos no han sido tratados en ningún

estudio gramatical. De hecho, solo es posible encontrar alguna referencia

en una nota al pie de página en un artículo de Mendikoetxea en el que se

señala que “es posible encontrar ejemplos en los que el verbo concuerda

incluso con locuciones adverbiales temporales, como el que recogimos

en un local comercial de Valladolid: Se abren domingos” (1999b:59).

Estos ejemplos, esporádicos por cierto y en gran medida propios de la

lengua oral, se explicarían por la tendencia mayoritaria a la concordancia

en oraciones construidas con el clítico se.

Sin lugar a dudas, es más interesante estudiar otras estructuras

que también han sido consideradas anómalas por algunas tradiciones

gramaticales y que presentan una frecuencia de aparición más elevada

que las mencionadas en los párrafos anteriores. Se trata de casos como

Se vende pisos y son el objeto de estudio del siguiente parágrafo.

120

5. 3. Construcciones no concordadas. Para finalizar el capítulo se ha reservado una de las cuestiones

más debatidas en el estudio de las construcciones con se exclusivas de

la tercera persona. Se trata de las secuencias como Se vende pisos en

las que el verbo no concuerda con el sustantivo en plural.

La gramática tradicional sancionó estas construcciones y las

consideró incorrectas desde el punto de vista gramatical. En efecto, ya

Bello (1847) reconoce su empleo y recrimina duramente su uso. El

Esbozo (1973), menos radical, recomienda la construcción concordada

por considerarla más culta y literaria. Entiende que en las estructuras

concordadas prevalece el significado pasivo (los pisos son vendidos)

mientras que en las no concertadas predominaría el sentido activo con

sujeto determinado (alguien vende pisos). Por este motivo, denomina a

las primeras impersonales pasivas y a las segundas impersonales

activas.

Otros autores, como Otero (1968), entienden que la construcción

no concordada es gramatical y que debe ser analizada como una oración

activa impersonal. Para este autor, la construcción concordada sería un

caso especial de concordancia con el objeto.

En un tercer grupo se puede ubicar a una serie de gramáticos que

entienden que ambas construcciones son posibles y gramaticales. Para la

mayoría de estos, las estructuras no concertadas serían casos de

oraciones impersonales ya que no se establece la concordancia entre el

121

verbo y el sintagma nominal. Mendikoetxea (1999b), por el contrario,

prefiere estudiarlas como variantes de las estructuras pasivas95.

Más allá de esta discusión teórica, es interesante identificar si en el

corpus analizado hay construcciones no concordadas, cuál es su

porcentaje de aparición y en qué contextos se dan con mayor frecuencia.

Asimismo, resulta interesante comparar los resultados obtenidos en esta

investigación con los que reflejan dos estudios estadísticos anteriores

realizados por Martín Zorraquino (1978) y DeMello (1995).

En nuestro corpus hay 749 construcciones con se no

paradigmático y un sustantivo en plural no precedido de preposición. En

el 91% de las mismas se produce la concordancia entre la forma verbal y

el sustantivo o sintagma nominal en plural, mientras que solo en 66

estructuras (aproximadamente un 9%) no se produce la concordancia.

Estos porcentajes son muy similares a los señalados por los

estudios a los que se hacía referencia anteriormente. DeMello, por

ejemplo, encuentra un 13% de estructuras no concordadas en su corpus,

mientras que Martín Zorraquino llega a la conclusión de que la frecuencia

de las estructuras concordadas es superior al 90% del total de casos

recogidos.

Por otra parte, la presencia de estructuras no concordadas no

puede considerarse un fenómeno regional, ya que en el corpus hay

ejemplos de prácticamente todas las variedades geográficas del mundo

95 Mendikoetxea fundamenta esta posición de la siguiente manera: “A lo largo de este capítulo hemos seguido una clasificación de carácter formal, reservándose el término impersonal a aquellas oraciones en las que el objeto nocional de un verbo transitivo va introducido por la preposición a. Seguimos aquí manteniendo esta definición… considerando así el giro no concertado (Se vende botellas), no como una oración impersonal sino como una ‘variante’ de las oraciones pasivas con se” (1999b:1677).

122

hispánico y la frecuencia de aparición de estas estructuras en todas ellas

es muy similar96:

“A veces se tiene muchísimas dificultades para hablar de lo que no existe””

(España).

“Pido que se dé instrucciones para que en el acta correspondiente se

establezca lo que me ha permitido solicitar a usted” (México).

“Se vende el motor, se vende aparte las piezas” (Paraguay).

“Ahora lo que se trata de estudiar por los tribunales británicos es

simplemente si en España se le otorgará las garantías necesarias”

(Argentina).

Otro elemento interesante que se desprende del análisis de estas

estructuras tiene que ver con la posición del sintagma nominal

pluralizado. De hecho, los giros no concertados se dan si el mismo va

pospuesto al núcleo verbal. Solo se dan casos de anteposición cuando el

sustantivo es el antecedente de un pronombre relativo:

“¿No cancelan esos derechos los tratados que se ha firmado al fin de la

guerra?” (Bolivia)

“Eso demuestra la mala orientación que había en la escuela superior y las

actitudes tan arcaicas sobre educación que se tenía” (Puerto Rico).

Sin embargo, como demuestra la tabla siguiente, los casos de

ausencia de concordancia entre el verbo y un sustantivo antecedente de

un pronombre relativo son aun menos frecuentes.

96 Cartagena (1971) rechaza también esta clasificación de la construcción como regional y señala ejemplos de uso extraídos de publicaciones argentinas, cubanas, guatemaltecas y españolas. Además, agrega que numerosos informantes hispanoamericanos (procedentes de Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia y México) le han confirmado la existencia de estos giros no concordados en sus respectivos países.

123

Tabla 19: Distribución de las construcciones no concordadas de acuerdo con la posición del sintagma nominal

Posición del

sustantivo

Estructuras concordadas

Estructuras no concordadas

Anteposición 75 100% 0 0%

Antecedente

de relativo

165 96% 7 4%

Posposición 443 88% 59 12%

Por otra parte, los dos estudios mencionados muestran datos

contradictorios sobre la presencia de construcciones no concordadas con

sustantivos modificados por un determinante. Martín Zorraquino (1979)

señala que el rasgo [+ determinado] del sintagma nominal obstaculiza el

empleo de la construcción no concordada. Esta autora llega a considerar

que usos como Se vende los libros “quedan totalmente excluidos de una

gramática del español” (1979:275). La investigación realizada por

DeMello contradice esta afirmación ya que él encuentra que la

construcción no concertada con determinante es dos veces más

frecuente que la misma construcción sin determinante.

Los datos que aporta el corpus analizado en este trabajo confirman

la posición de DeMello. El 55% de las construcciones no concertadas

presentan un sintagma nominal determinado.

Por último, es necesario destacar que más del 40% de las

construcciones no concertadas se construyen con una perífrasis verbal:

“Por lo tanto, eso no implica que haya una relación de, digamos,

compañerismo o camaradería, si es que se puede utilizar estas palabras”

(Bolivia).

124

“Y el propio Gatt ha establecido que se puede poner excepciones” (Chile).

“Ese es el origen de la lógica mayor, ¿no? Y entonces sí se tiene que estudiar diferentes posiciones” (México).

“Se ha estado derrochando de una manera sistemática, degradante para

estos países, los recursos de esos países” (España).

La falta de concordancia en estos casos puede deberse a que el

hablante supone que el infinitivo, en lugar de constituir una unidad

funcional con el verbo auxiliar, es el adyacente de la forma conjugada97.

En síntesis, estas construcciones no concordadas son minoritarias

frente a los giros concertados, pero están presentes en una amplia zona

del mundo hispánico. Hay algunos factores que favorecen su uso, como

la presencia de un sintagma nominal pospuesto al verbo y el carácter

definido de este. Es llamativo, además, el número importante de

construcciones no concordadas que presentan perífrasis verbales. Entre

ellas, las más frecuentes en estas estructuras son las modales.

97 Para una visión distinta de este fenómeno se puede consultar Mendikoetxea (1999b).

125

CONCLUSIONES En los capítulos precedentes se ha pretendido clasificar, analizar y,

en la medida de lo posible, explicar la presencia del clítico se en unas

5.000 construcciones extraídas de una muestra del Corpus de Referencia

del Español Actual (CREA) de la Real Academia Española.

Si se revisan los objetivos planteados en la introducción de este

trabajo, se puede considerar que los mismos han sido cumplidos.

Por un lado, se pudo llegar a una clasificación de las distintas

estructuras con se que intenta ser un aporte para la discusión teórica de

este tema al determinar la frecuencia de aparición de cada tipo de

construcciones98. Si bien muchos gramáticos habían realizado

afirmaciones intuitivas sobre este aspecto99, este tipo de estudios

estadísticos en sintaxis no es muy común y solo se tiene conocimiento de

una serie de investigaciones realizadas desde esta perspectiva por De

Kock y DeMello, citadas en la bibliografía de la tesis.

Por otra parte, para que esta clasificación resultara coherente, se

utilizó una serie de criterios comunes para determinar a qué grupo

pertenecía cada ejemplo. En efecto, se tuvo en cuenta si en ellas el clítico

desempeña o no una función sintáctica, si puede alternar con los demás

pronombres átonos o si se trata de estructuras exclusivas de la tercera

persona, si admite un refuerzo reflexivo como a sí mismo, si implica un

mecanismo de reducción valencial, si afecta a un verbo que exige un

primer argumento con una función semántica determinada y si su

presencia es gramaticalmente facultativa en la estructura oracional.

98 En el Apéndice dos se encuentra la frecuencia de aparición de cada una de las estructuras analizadas. 99 Véase, por ejemplo, la nota uno con la posición de Cano Aguilar (1987).

126

Este trabajo pretendió, además, ofrecer un análisis crítico de

distintas propuestas teóricas sobre estas construcciones que, como ya se

ha señalado, son numerosas y variadas. Frente a esta heterogeneidad en

las perspectivas de abordaje, se pretendió ser coherente con un marco

teórico: la sintaxis funcional y sus presupuestos, explicitados por

gramáticos como Tesnière, Dik o Gutiérrez Ordóñez. Sin embargo,

también fueron tenidos en cuenta los aportes de la tradición gramatical y

algunas investigaciones de la gramática generativa que, últimamente, se

ha dedicado al estudio de este tema.

Desde esta perspectiva teórica, el trabajo plantea algunas

interrogantes para futuras investigaciones, como la necesidad de

reflexionar con mayor profundidad sobre la pertinencia de la clasificación

de los verbos intransitivos del español en inacusativos e inergativos, o

como la importancia de continuar estudiando los motivos por los que un

hablante utiliza el clítico como marcador aspectual. Si bien en los últimos

años se ha avanzado al demostrar que el mismo no puede aparecer en

cualquier estructura oracional, todavía es necesario explicar con mayor

profundidad por qué en determinados contextos comunicativos los

hablantes sienten la necesidad de emplearlo.

También se recogen en esta investigación algunos fenómenos

relacionados con variedades diatópicas o con procesos de evolución en

marcha. En el segundo capítulo, por ejemplo, se estudió la presencia de

estructuras como esto se los he dicho a ustedes y se identificó que este

tipo de construcciones se encuentran, en mayor o en menor medida, en

todas las variedades del llamado español de América. Se intentó explicar

este fenómeno, además, como un proceso de lexicalización en marcha.

En los siguientes capítulos, se intentó recoger aquellos verbos que se

construyen frecuentemente como pronominales en determinadas

127

variedades. Se observó que muchos de estos verbos admitieron un clítico

en el español clásico, por lo que su pervivencia en el español de algunas

zonas americanas podría explicarse como arcaísmos arraigados en estas

variedades. Al estudiar las construcciones exclusivas de la tercera

persona se analizó la secuencia de clíticos en las oraciones impersonales

transitivas y se intentó demostrar que también hay un proceso de cambio.

Este proceso tiende a equiparar estas construcciones con las estructuras

transitivas correspondientes con sujeto explícito. Por último, se decidió

cerrar el trabajo analizando la presencia de construcciones no

concertadas del tipo Se vende pisos y se señaló que, si bien se trata de

una solución aún minoritaria con respecto al giro concordado, es posible

encontrar estas expresiones en todas las variedades del mundo hispánico

y se enumeraron los factores que parecen favorecer la no concordancia,

como la posición del sintagma nominal, su carácter definido o indefinido,

la presencia de perífrasis verbales, etc.

Evidentemente un trabajo que pretenda estudiar la totalidad de las

construcciones con se no puede dejar de ser un trabajo panorámico. De

hecho, esa es una de sus características: permitir una aproximación

general a este problema tan complejo y dejar planteadas interrogantes

para investigaciones posteriores. Es interesante, por ejemplo, estudiar

estos fenómenos de variación apenas esbozados en la variedad

uruguaya, sobre la que no hay estudios específicos. El CREA tampoco

aporta documentos suficientes como para realizar una investigación sobre

la variedad diatópica señalada. Por eso, sería necesario elaborar un

corpus específico, que contenga tanto textos orales como textos escritos y

que permita demostrar con qué frecuencia se dan fenómenos como los

señalados en el párrafo anterior.

Sin lugar a dudas, uno de los aciertos de este trabajo es, pues, su

carácter fermental.

128

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137

APÉNDICE UNO: DOCUMENTOS QUE INTEGRAN LA MUESTRA ANALIZADA

Nº País Documento

1 Argentina BA-3. Mujer de 28 años. Profesora de Filosofía.

2 Argentina BA-4. Mujer de 31 años. Estudios de computación

científica. 1987.

3 Argentina BA-5. Hombre de 49 años. Médico. 1987.

4 Argentina BA-6. Hombre de 39 años. Directivo de un canal de

televisión. 1987.

5 Argentina BA-9. Mujer de 48 años. Profesora de Letras. 1987.

6 Argentina BA-13. Mujer de 63 años. Asistente social. 1987

7 Argentina BA-14. Mujer de 57 años. Administradora de su estancia.

1987.

8 Argentina Pinky. Magacine. 1998.

9 Argentina El refugio para la cultura, Radio América, 21 de

diciembre de 1998.

10 Argentina Reunión 6, sesión ordinaria, 7 de abril de 1999.

11 Argentina Reunión 28, Sesión ordinaria, 1 de julio de 1998.

12 Argentina Reunión 39, Sesión ordinaria, 26 de agosto de 1998.

13 Argentina Reunión 42, Sesión ordinaria, 3 de septiembre de 1998.

14 Argentina Reunión 64, Sesión ordinaria, 25 de noviembre de 1998.

15 Argentina Reunión 53, Sesión ordinaria, 21 de octubre de 1998.

16 Argentina Reunión conjunta de Senadores y Diputados en

homenaje al Presidente de la República de Sudáfrica.

1998.

17 Bolivia LP-1. Hombre de 25 años. Estudiante universitario.

1992.

18 Bolivia LP-4. Mujer de 25 años. Ama de casa. 1992.

19 Bolivia LP-5. Hombre de 41 años. Gerente de empresa. 1992.

20 Chile CH-1. Hombre de 25 años. Estudiante de Medicina.

21 Chile CH-4. Mujer de 31 años. Asistente social.

138

22 Chile CH-7. Hombre de 36 años. Sicólogo.

23 Chile CH-13. Mujer de 56 años. Nutricionista.

24 Chile Sesión 5, sábado 16 de octubre de 1999.

25 Chile Sesión 26, martes 31 de agosto de 1999.

26 Chile Sesión 42, 20 de marzo de 1996.

27 Colombia BO-2. Hombre de 26 años. Doctor en Derecho.

Periodista.

28 Colombia BO-9. Mujer de 40 años. Radióloga.

29 Colombia BO-14. Mujer. Licenciada en Bellas Artes.

30 Costa Rica CR-3. Mujer de 34 años. Licenciada en Administración

Pública.

31 Costa Rica CR-5. Hombre de 37 años. Profesor universitario. 1992.

32 Costa Rica CR-11. Hombre de 64 años. Licenciado en Economía.

1992.

33 Cuba Discurso de Fidel Castro en la clausura del VIII

Congreso de la Federación Latinoamericana de

Periodistas. 1987.

34 Cuba Discurso de Fidel Castro ante un grupo de niños. 1999.

35 Cuba Respuesta de Fidel Castro a una pregunta de una joven

estudiante norteamericana. 1999.

36 España MA-1. Hombre de 25 años. Estudiante de Ingeniería.

1981.

37 España Si yo fuera presidente, TVE2, 18 de octubre de 1983.

38 España Televisión, Retransmisiones deportivas, Madrid, febrero

de 1991.

39 España Conversación entre amigas, Segovia, 27 de marzo de

1991.

40 España A debate. Madrid. 26 de noviembre de 1991.

41 España Conversación entre amigos, vía pública. Madrid. 23 de

mayo de 1991.

42 España Cadena COPE, Madrid, 1 de marzo de 1991.

43 España Hablando se entiende la gente, Tele 5, Madrid, 8 de

febrero de 1991.

139

44 España Clase de Bachillerato. Madrid. 19 de diciembre de 1991.

45 España Radio, Madrid y Málaga, 3 de octubre de 1991.

46 España GC-6. Hombre, periodista. 1992.

47 España Telediario matinal. 6 de noviembre de 1996.

48 España Entrevista CSC003, hombre, 22 años. 1998.

49 España Mujer de 46 años. Entrevista CSC005. 1998.

50 México ME-1. Hombre de 26 años. Contador público.

51 México ME-2. Hombre de 25 años. Ingeniero químico.

52 México ME-3. Mujer de 25 años. Artes plásticas.

53 México ME-5. Hombre de 49 años. Profesor de Filosofía.

54 México ME-7. Hombre de 38 años. Ingeniero civil.

55 México ME-8. Mujer de 42 años. Psicoanalista.

56 México ME-9. Mujer de 49 años. Ama de casa.

57 México ME-10. Mujer de 55 años. Ama de casa.

58 México ME-13. Mujer de 80 años. Obstetra.

59 México Sesión de la Honorable Cámara de Senadores, 6 de abril

de 1998.

60 México Sesión de la Honorable Cámara de Senadores. 7 de

noviembre de 1999.

61 México Fox en vivo, Fox contigo. Radio ACIR, 23 de septiembre

de 2000.

62 Paraguay Entrevista 26. Esteban Acevedo Flor.

63 Paraguay Encuesta 112.

64 Paraguay Encuesta 118.

65 Perú LI-4. Mujer de 26 años. Profesora de Literatura. 1980.

66 Perú LI-5. Hombre de 37 años. Historiador.

67 Perú LI-14. Mujer de 60 años. Educadora. 1980.

68 Puerto Rico PR-2. Hombre de 31 años. Profesor de arte y pintor.

1990.

69 Puerto Rico PR-10. Mujer de 46 años. Profesora universitaria.

70 Puerto Rico PR-13. Mujer de 57 años. Educadora de Salud Pública.

1990.

71 Uruguay Peñarol, clásico del 4-3. Campeonato uruguayo. 1997.

140

72 Uruguay Peñarol, clásico del 3-2. Campeonato uruguayo. 1997.

73 Uruguay Peñarol contra Liverpool. 1999.

74 Venezuela CSCH-87. Entrevista 25. 1987.

75 Venezuela CSHC-87. Entrevista 36. 1987.

76 Venezuela CSHC-87. Entrevista 62. 1987.

77 Venezuela CSCH-87. Entrevista 117. 1987.

78 Venezuela CSMV, texto MDA5FA. 1990.

79 Venezuela CSMV, texto MDA2FA. 1990

80 Venezuela CSMV, texto MDA2MB. 1993.

81 Venezuela CSMV, texto MDA5FB. 1993.

82 Venezuela CSMV, texto MDB3MA. 1993.

141

APÉNDICE DOS: FRECUENCIA DE APARICIÓN DE LAS

CONSTRUCCIONES CON SE

Construcción Número de casos

Porcentaje

Se sustituto de le/les 91 1,82 %

- como complemento indirecto

argumental

63 1,26 %

- como complemento indirecto no

argumental

28 0,56 %

Se reflexivo 194 3,88 %

- reflexivo directo 136 2,72 %

- reflexivo indirecto 58 1,16 %

Se recíproco 16 0,32 %

- recíproco directo 15 0,3 %

- recíproco indirecto 1 0,02 %

Se sin función sintáctica (el se medio) 1.308 26, 16%

- Lexemas verbales que admiten una

construcción transitiva

1.231 24, 62%

- sujeto 591 11, 82%

- sujeto – objeto preposicional 358 7, 16%

- sujeto–complemento predicativo 263 5, 26%

- sujeto – objeto indirecto 19 0, 38%

- Lexemas verbales que solo admiten

construcción pronominal

77 1, 54%

- sujeto 15 0, 30%

- sujeto – objeto preposicional 45 0, 90%

- verbos doblemente pronominales 10 0, 20%

- sujeto– complemento predicativo 7 0, 14%

142

Se aspectual 442 8, 84 %

- en oraciones transitivas 102 2, 04 %

- en oraciones intransitivas 340 6, 80 %

Pasivas con se 2. 079 41, 58 %

- sin sujeto explícito 124 2, 48 % - con relativo o interrogativo como sujeto explícito

466 9, 32%

- con sujeto preverbal 166 3, 32 % - con sujeto posverbal 1.323 26, 46% Impersonales con se 665 13, 30 %

-sin ningún argumento 362 7, 24%

-con objeto directo 132 2, 64%

-con objeto preposicional 171 3, 42%

No concordadas 66 1, 32%

- con un sustantivo antecedente de

relativo

7 0, 14%

- con sustantivo pospuesto al núcleo verbal

59 1, 18%

Estructuras descartadas100 139 2, 78% Total 5.000 100 %

100 En este apartado se incluyen los casos de se que se eliminaron por tratarse de reiteraciones o vacilaciones del hablante.

143

APÉNDICE TRES: TIPOLOGÍAS DE LOS ESTADOS DE COSAS

En el trabajo ha sido fundamental la noción de modo de acción o

de tipologías de los estados de cosas, por eso se considera oportuno

esquematizar brevemente las dos tipologías a las que se ha hecho

referencia en el cuerpo de la investigación.

- Tipología de Vendler (1968)

Vendler utiliza tres criterios para tipificar los modos de acción. En

primer lugar, mediante el criterio de la dinamicidad, opone los estados

(situaciones estables, carentes de dinamismo) a los demás modos de

acción que son eventos, es decir, situaciones dinámicas. A su vez, los

eventos pueden subdividirse en dos grandes grupos de acuerdo con el

criterio de la delimitación o telicidad. Las actividades, al constituir

situaciones homogéneas carentes de límite final inherente, son eventos

no delimitados en oposición a los logros y las realizaciones, que incluyen

en su estructura temporal un límite final definido. Por último, los logros se

oponen a las realizaciones mediante el criterio de la puntualidad. En

efecto, los logros se conciben como eventos puntuales, mientras que las

realizaciones se extienden o perduran a lo largo del tiempo.

Logro [+puntual]

Cruzar la meta

[+télico]

Realización[-puntual]

Escribir una carta

Beber una cerveza

Eventos [+ din ]

[- télico] Actividad Correr / Escribir cartas

No eventos[ - din ]

Estado Ser alto / Estar cansado

144

- Tipología de Simon Dik (1989) Dik también utiliza tres parámetros principales para tipificar los

diferentes estados de cosas. En primer lugar, aplica el parámetro del

dinamismo y llega a conclusiones similares a las planteadas por Vendler.

En segundo lugar, emplea el parámetro del control, que le permite

distinguir estados de cosas controlados (acciones y posiciones) y no

controlados (procesos y estados)101. Por último, dentro de los eventos

realiza una última oposición teniendo en cuenta el parámetro de la

telicidad102.

Realización [ + télico ]

Juan corrió la carrera en tres horas.

Acción [ + control ]

Actividad [ - télico ]

Juan corre carreras.

Cambio [ + télico ]

La manzana se cayó del árbol.

Eventos [ + din ]

Proceso [ - control ]

Dinamismo [ - télico ]

El reloj está sonando.

Posición [ + control ]

Juan guardó su dinero en una media vieja.

Situaciones[ - din ] Estado

[ - control ]

El dinero de Juan está en una media vieja.

101 “We distinguish SoAs into [+ controlled] and [- controlled]. An SoA is [+ con] if its first argument has the power to determine whether or not the SoA will obtain. If so, the first argument entity is the controller of the SoA” (Dik, 1989:96). 102 En su obra Dik plantea otros dos parámetros: el de la momentaneidad y el de la experiencia. El primero de estos se aplicaría a los eventos télicos y permitiría distinguir eventos puntuales y durativos. Sin embargo, el propio Dik no considera necesario usar términos especiales para nombrar los eventos ± momentáneos. Con respecto al parámetro de [± experiencia], entiende que no tiene un impacto profundo en la organización gramatical y que por este motivo no es un parámetro semántico tan importante como los anteriormente señalados.

145