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Las clases peligrosas: crimen y castigo en Jalisco, 1894-1910* Rodney D. Anderson State University of Florida La penitenciaría del estado de Jalisco, edificio elefantiásico, se hallaba situada en una extensión aproximada de ocho manzanas entre lo que hoy serían las calles de Pedro Moreno al norte, López Cotilla al sur, Tolsá al oeste y el parque Revo- lución al este. La construcción de la penitenciaría fue planea- da durante la administración del gobernador José Antonio Escobedo en 1843, pero no fue sino hasta 1858 que se inaugu- ró; aunque el edificio no haya sido completado sino hasta el porfiriato, de cualquier forma se usó como prisión durante la guerra de Tres Años.1 Entre septiembre de 1894 y septiembre de 1896, 1 250 hombres y 92 mujeres fueron condenados a prisión y destina- dos a compurgar su pena en la penitenciaría de Escobedo, que tal fue su nombre por muchos años (el número de encar- celados variaba con el tiempo aunque en esta época había de 833 a 931 prisioneros).2 La edad de los encarcelados era muy variable también y comprendía desde un muchacho de once años hasta un anciano de 86; los delitos cometidos eran también muy diversos, desde carteristas hasta asesinos. La mayoría fueron condenados a unos cuantos meses de prisión aunque había diez personas sentenciadas a veinte años o más. Treinta personas murieron en prisión, presumiblemen- te por causas naturales; dos fueron ejecutados y tres logra- ron fugarse; en total y durante el período estudiado, 863 personas permanecieron en prisión. Aquí y allá, entre los prisioneros podía encontrarse algún abogado o “letrado” pero la mayoría de ellos eran de la * Traducción del inglés por Marco A. Silva

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Las clases peligrosas: crimen y castigo en Jalisco, 1894-1910*

Rodney D. Anderson State University of Florida

La penitenciaría del estado de Jalisco, edificio elefantiásico, se hallaba situada en una extensión aproximada de ocho manzanas entre lo que hoy serían las calles de Pedro Moreno al norte, López Cotilla al sur, Tolsá al oeste y el parque Revo­lución al este. La construcción de la penitenciaría fue planea­da durante la administración del gobernador José Antonio Escobedo en 1843, pero no fue sino hasta 1858 que se inaugu­ró; aunque el edificio no haya sido completado sino hasta el porfiriato, de cualquier forma se usó como prisión durante la guerra de Tres Años.1

Entre septiembre de 1894 y septiembre de 1896, 1 250 hombres y 92 mujeres fueron condenados a prisión y destina­dos a compurgar su pena en la penitenciaría de Escobedo, que tal fue su nombre por muchos años (el número de encar­celados variaba con el tiempo aunque en esta época había de 833 a 931 prisioneros).2 La edad de los encarcelados era muy variable también y comprendía desde un muchacho de once años hasta un anciano de 86; los delitos cometidos eran también muy diversos, desde carteristas hasta asesinos. La mayoría fueron condenados a unos cuantos meses de prisión aunque había diez personas sentenciadas a veinte años o más. Treinta personas murieron en prisión, presumiblemen­te por causas naturales; dos fueron ejecutados y tres logra­ron fugarse; en total y durante el período estudiado, 863 personas permanecieron en prisión.

Aquí y allá, entre los prisioneros podía encontrarse algún abogado o “letrado” pero la mayoría de ellos eran de la* Traducción del inglés por Marco A. Silva

clase trabajadora, todos ellos, sin embargo, miembros de las “clases peligrosas” como son los llamados por los historiado­res franceses. Las clases alta y media de la época victoriana habían llegado a temer a estos “nuevos salvajes” que habita­ban en los barrios bajos de las ciudades industriales de occidente, la gente que según frase de Eugene Buret “planea­ba la invasión” de todo lo decente.3

En los tiempos del México colonial, la clase peligrosa había sido el lépero, prototipo del criminal urbano y que conformaba la chusma, responsable, según la gente decente, de los males del país desde las raterías hasta las revoluciones. En la Guadalajara republicana los herederos de los léperos fueron llamados “pelados”. A mediados del siglo pasado, un viajante extranjero había hecho notar que cada calle por la cual pasaba “vomitaba a una serie de astrosos pero hábiles pelados conocidos ya por su turbulencia, su corrupción y la energía que llevan al vicio”.4

Con el tiempo, los pelados de la ciudad se convirtieron en parte del folklor local otorgándoles a ciertos barrios una dudosa fama. Una canción popular de la época presumía “Soy pelado de San Ju an / (de Dios), tengo amigos rete-rea- ta s / del Molino de las Beatas/ y el barrio del alacrán”.5

Los científicos del porfiriato no hallaron nada de ro­mántico en el crimen y la delincuencia, ya que ésta amenaza­ba la imagen que el gobierno pretendía presentar en el exte­rior como un país seguro tanto para la inversión de capital como para los visitantes extranjeros. La visión que tenían los científicos de las clases bajas era muy deprimente: gente armada hasta los dientes, sin orden ni disciplina y propensos al crimen y la violencia. Francisco Bulnes escribió que el mexicano era “violento y con inclinaciones criminales espe­cialmente cuando estaba borracho”.6

La población “decorosa” de Guadalajara fácilmente aceptó dichos estereotipos sobre sus propios pelados y comen­zó a preocuparse por las actividades criminales. Periódicos como El Grito del Pueblo y especialmente Juan Panadero proclamaban constantemente en sus noticias y editoriales el dramático incremento de las conductas criminales.7

Bajo la influencia del positivismo y del darwinismo social los “científicos mexicanos hablaron de los orígenes

“naturales” del crimen y del deber del estado de prevenirlo y de reprimir al delincuente. El muy conocido “científico”, licenciado Miguel S. Macedo habló sobre este punto en la ceremonia inaugural de la penitenciaría de México en 1900. “La ciencia cree haber encontrado y formulado ya, las leyes que rigen el delito considerado como mero fenómeno natu­ral... Al lado de la función meramente punitiva del Estado surge su función preventiva, más eficaz y poderosa, aunque menos aparente.”8

El licenciado Macedo agregó que si bien no todos los prisioneros serían devueltos al seno de la sociedad como hombres virtuosos, al menos no habían aprendido nuevos y peores vicios en prisión tal y como sucedió en “los dantescos horrores de todas las prisiones hasta los principios de si­glo”.9 En la nueva penitenciaría los incorregibles estarán separados del resto de los internos y se exigirá silencio a todos los prisioneros excepto cuando se encuentren en hones­to recreo. Los talleres de la nueva cárcel enseñarán ocupacio­nes útiles al mismo tiempo que permitirán al estado recupe­rar algunos de los gastos que implica la encarcelación, incluso se pagará una pequeña suma al recluso para sus pequeños gastos.

El sistema penitenciario mexicano, del cual la peniten­ciaría de Escobedo es un buen ejemplo, fue el producto de las reformas penales que se hicieron en las naciones occidenta­les durante el siglo xix.10 Diseñada por el arquitecto español José Ramón Cuevas, la fase final de su construcción ocurrió después de la caída del imperio de Maximiliano.

La filosofía de la reforma penitenciaria descansaba en tres pilares básicos: educación, trabajo y disciplina; funda­mentos necesarios para la creación de un sólido carácter moral. Ya en 1866 el estado fundó la escuela de primeras letras para enseñar a los reclusos a leer y escribir.11 Por otra parte, los internos recibían educación vocacional en los talle­res establecidos en la penitenciaría, donde aprendían herre­ría, carpintería, hojalatería, talabartería, zapatería, sombre­rería y un obraje. En ocasiones los prisioneros se ocupaban en el trabajo de metales y en una sastrería. Los bienes y mercancías producidos por los prisioneros eran vendidos al público y los ingresos repartidos en la siguiente forma: el 25%

aí prisionero, otro 25% al gobierno del estado y el 50% a la penitenciaría. En 1889 el taller más grande era el de sombre­ros, que empleaba a 76 trabajadores. Sin embargo, de cada diez prisioneros sólo a uno le era permitido trabajar en estos talleres mientras que otros prisioneros recibían entrena­miento en oficios menos estimados como picapedreros o jar­dineros, por ejemplo.12.

Los delitos

¿Cuál es el origen del comportamiento delictivo? Este proble­ma ha atraído la atención de los científicos sociales y ha recibido muchas explicaciones teóricas. Una de las teorías más tradicionales explica que la sociedad urbana disloca la organización social tradicional, armónica y estable, que se despliega en las sociedades rurales. La rápida urbanización e industrialización que se produjo en el siglo xix provocó la concentración de los emigrantes rurales en los guettos mise­rables de la clase trabajadora en donde rápidamente se pro­pagó el alcoholismo, la prostitución y el crimen.13 Sin embar­go, recientes investigaciones en este campo tienden a dudar que sea la “desorientación social” una característica típica de la vida urbana.14

Mi pretensión en el presente estudio es la de analizar la población delincuente que albergó la penitenciaría del esta­do entre 1894 y 1910 y tratar de encontrar algún valor que dé explicación a las estadísticas que existen sobre el crimen y sus orígenes en Jalisco. ¿Constituían los ocupantes de la prisión jalisciense una “clase peligrosa” en toda la extensión del término? Existía alguna relación entre los ciclos delicti­vos y los periodos de auge y depresión económica que ocurrie­ron en los quince años anteriores a la revolución mexicana. En la información existente sobre la delincuencia en Jalisco es posible localizar algún indicio de la tormenta que se aveci­naba. Sabemos, por ejemplo, que durante los años previos a las grandes revoluciones de 1848, hubo en Europa un dra­mático incremento delictivo, principalmente en los delitos contra la propiedad.15

El cuadro 4 nos indica que no hubo tal tendencia entre los reclusos de la penitenciaría de Jalisco. Los años pico en

que hubo más internos fueron 1904-1906; después el número de internos declinó durante el periodo revolucionario. En este punto, sin embargo, es necesaria una explicación, las estadísticas para Francia y Alemania se refieren a personas sujetas a juicio y no a convictos (sentenciados) como en el caso de Jalisco. Otra aclaración: analizamos una muestra seleccionada de la penitenciaría y no a todos los criminales. En este caso, la capacidad de la penitenciaría es un factor limitante al igual que otras influencias provenientes del exterior.

Tipos de delitos

¿Es posible que los delitos cometidos por los internos de la penitenciaría nos digan algo acerca de las conductas crimi­nales? Para poder obtener una imagen más clara de los delitos, éstos han sido agrupados en cuatro principales cate­gorías y ocho subcategorías (ver cuadro 1). Aunque los tribu­nales tratan en forma diferente a los distintos tipos de homi­cidio, para los propósitos del análisis hitórico todos ellos han sido considerados de igual importancia. La violación carnal es un delito que implica violencia y por lo tanto pertenece a dicha categoría. Los tribunales diferenciaban entre robo y hurto y también consideraban el grado de violencia y compli­cidad que implicaba en cada delito la participación de al­guien. En todo caso, para nuestros propósitos, las similitu­des en los delitos sobrepasan sus diferencias. También parece ser que la penitenciaría era el lugar en que compurga­ban su pena los acusados de robo, aunque no los de hurto.16

El “hurto mediante engaño” es una categoría desarro­llada por Eric Monkkonen para diferenciar los delitos en contra de las personas o su propiedad de los delitos en contra del “sistema”. El hurto mediante engaño incluye la estafa, falsificación de documentos, fraude y peculado.17 Los delitos contra el orden público son los llamados delitos sin víctimas como la prostitución, los juegos de azar, el adulterio, resisten­cia a las autoridades. El delito más importante de todos estos es la deserción del ejército.

Como lo muestra el cuadro 1, la mayoría de delincuen­tes recluidos en la penitenciaría fueron acusados de delitos

violentos, este tipo de delitos muestra un aumento constante a lo largo de la década de 1890 junto a una declinación en el número de delitos en contra de la propiedad de las personas. Puede suceder que estas cifras reflejan más bien la tendencia de las autoridades judiciales de enviar a la penitenciaría del estado a los acusados de actos de violencia que a un aumento en la violencia per se. Sin embargo, otras fuentes de estadís­tica criminal muestran la misma tendencia. De los 2 883 casos pendientes o sentenciados entre los años 1892-94, el 38.6% fueron delitos en contra de la propiedad y el 37.8% delitos contra la integridad física de las personas, es decir con violencia. Para el periodo 1898-1900 los delitos contra la propiedad disminuyeron a un 19.7% mientras que los delitos que implicaron violencia aumentaron hasta el 59.9% en 1 497 casos pendientes o sentenciados por los tres jueces que formaban el juzgado. Los Juzgados menores de Guadalajara y el Supremo Tribunal mostraban las mismas tendencias.18

Podría aún argüirse que estos delitos violentos fueron consignados y enjuiciados con más frecuencia en los últimos periodos, mientras que en los primeros pudieron haber sido manejados en forma no oficial por las autoridades. Es posi­ble que en esa época no hayan sido considerados como delitos sino como simples incidentes que se resolvían sin la presen­cia de la ley. Los pleitos personales o familiares seguían este patrón en las áreas rurales pre-industriales.19

Lo más probable es que las cifras estadísticas represen­ten un cambio real en el comportamiento delictivo. Estudios realizados en otras partes muestran esquemas similares. Por ejemplo, el trabajo de Hiward Zehr en Alemania y Francia llega a la conslusión de que los delitos contra la propiedad variaban en forma positiva con los incrementos en los pre­cios de los alimentos y la declinación en el ciclo del capital (en la segunda mitad del siglo xix). La tasa de criminalidad llegó a su máximo en ambos países a principios de la década de 1890 y declinó con el auge económico de 1895-1900.20

Los delitos violentos (asalto a mano armada, lesiones, homicidio) eran mucho más complejos. Zehr encontró que el número de este tipo de delitos aumentó entre 1882 y 1910 en los dos países, aunque un poco más en Alemania (nación más industrial y urbanizada).21

Más aún, los delitos contra las personas aumentaron en relación a los delitos contra la propiedad antes de 1870-80 pero disminuyeron después de esta década. Zehr encuentra que hay una correlación positiva entre los delitos contra las personas y las primeras etapas de la industrialización y urbanización (aunque no al nivel de la urbanización per se) anterior a la década 1870-1880.22 Esta experiencia es similar a la de Guadalajara, en donde el proceso urbanístico se expan­dió en la década de 1890 más rápidamente que nunca antes.23 La porción de sentenciados que pudieron ser identificados como nacidos en Guadalajara muestra un aumento muy consistente en relación al incremento de la población en Guadalajara de 1896 a 1906 (cuadro 2).24 La porción disminu­yó después, pero no al ritmo de las tasas anteriores.

Ocupación

Para mejor identificar a su “clase peligrosa” la burocracia penitenciaria de la época porfiriana registraba la ocupación u oficio de los recién llegados. Es posible que tal información nos sea útil para definir una clase criminal o que sirva para aclarar los orígenes socioeconómicos de la criminalidad. Claramente se desprende que los sentenciados eran distintos a la población geneal, tendían a ser hombres jóvenes y solte­ros. Sólo el 4% de los sentenciados eran mujeres en el período 1894-96. Ello no debe sorprender, ya que las mujeres tendían a ser sentenciadas por lesiones simples y robo sin violencia. Casi la mitad de dichas mujeres eran sirvientas, las otras ocupaciones más comunes eran planchadora y trenzadora. Debido a que la cantidad de mujeres delincuentes es insigni­ficante como para obtener algunas conclusiones significati­vas, el presente estudio analizará principalmente hombres.

Las edades de los reclusos en el periodo 1894-96 son similares a las de otras poblaciones carcelarias.25 Más de dos tercios tenían entre dieciséis y treinta años (en comparación con el 47% de la población masculina entre las mismas eda­des según el censo de Jalisco de 1895. Como podría esperarse de su edad la mayoría eran solteros (60.6%) casados el 36.2% y el 3.2% viudos. El censo de Jalisco registró una población masculina adulta dividida en las siguientes categorías; 43.2% solteros, 49.7% casados y 7.1% de viudos.

Para nuestros propósitos es la ocupación la que puede aportar mayor información. El cuadro 3 reordena las ocupa­ciones en categorías industriales al comparar la población encarcelada (en 1894-96) con los resultados del censo de 1895 para Guadalajara y el resto del estado. El cuadro 4 muestra a la población de la cárcel de 1894 a 1910 por industria. A pesar de las dificultades inherentes para condensar la informa­ción sobre ocupación en categorías industriales, creemos que las ventajas son mayores que las desventajas.26

De los reclusos varones que entraron a la penitenciaría entre 1894-96, el 39.4% trabajaba como jornalero o labrador (éstos últimos probablemente trabajaban como jornaleros varias veces al año).27 Como lo indica el cuadro 3 ese porcen­taje es mucho menor que el 74.2% de la población masculina del estado que se dedicaba a la agricultura en 1895.

Es posible que la sobrerrepresentación de habitantes urbanos en la penitenciaría indique que ellos estaban más inclinados al delito que los habitantes rurales. Ciertamente no, la población reclusa no puede ser considerada represen­tativa de la población delictiva en general. Puede suceder que los delitos cometidos en el campo hayan sido manejados a nivel local.

Si comparamos la estructura ocupacional del censo de 1895 (cuadro 3) con la población reclusa entre 1894-96 encon­tramos que hay una sobre representación de empleados de la construcción y manufacturas, particular en ocupaciones in­dustriales semicalificadas. Las ocupaciones profesionales y comerciales están razonablemente representadas al igual que la miscelánea de empleados calificados y semicalifica- dos en el sector servicios.

La comparación puede ser una mala guía por el hecho de que la población carcelaria no es una muestra de la pobla­ción del estado, sin embargo, entre 1894 y 1910 el 60.6% de todos los reclusos de los que se conocía su origen eran del cantón de Guadalajara. A pesar de ello puede hacerse una comparación que puede ser útil. Hemos estudiado el registro de entradas de la penitenciaría estatal de los meses de abril, mayo y junio de ] 907. En los libros fueron anotados la edad, el estado civil, lugar de residencia y ocupación.28 Como pue­de verse en el cuadro 7, la estructura ocupacional de los

internos durante esos meses fue muy similar a la de la pobla­ción carcelaria tanto en 1906-08 como para todo el periodo (1894-1910).

Los registros citan a la ciudad de Guadalajara, no al cantón, como el lugar de residencia de casi la cuarta parte de los que estuvieron internados en la penitenciaría. Incluso si tomamos los datos por categoría industrial del censo de 1907 y lo comparamos con la población reclusa entre 1894 y 1902, podemos tener una imagen más clara del problema (ver cuadros 6 y 7).

Cuando hacemos comparaciones sobre el lugar de resi­dencia (de acuerdo a las proporciones de 1907) vemos que la ciudad se encuentra sobrerrepresentada en los oficios relati­vos a la construcción y en el sector industrial/obrajero de la manufactura. Ello no sucedió cuando comparamos la pobla­ción total de la prisión con la de la ciudad, según el censo de 1895.

El censo de 1900 es diferente en algunos aspectos al de 1895. No sabemos si ello se debe a que hubo cambios reales en la estructura ocupacional de Guadalajara o que el censo fue llevado a cabo con una filosofía distinta a la del anterior o si hubo deficiencias en el registro central de la información. Los empleos en la construcción aumentaron en forma dra­mática (en 1900 había el doble de albañiles que en 1895). Es cierto que el número de obras en construcción aumentó signi­ficativamente, pero el gran número de albañiles bien puede reflejar a un amplio sector de trabajadores de baja califica­ción que se denominaban “albañiles” en lugar de “jornale­ros” (esta última clasificación no apareció en el censo de 1900).

La otra diferencia significativa entre el censo de 1895 y el 1900 es que en el último se manifiesta una caída en las ocupaciones industriales. La razón puede deberse al registro de la información, por ejemplo, los sastres no aparecen en el censo de 1900 y el número de tejedores disminuyó de 718 a 191. Si hacemos algunos ajustes a las cifras para las dos ocupaciones veríamos que el censo de 1900 se parece más al de 1895. En cualquier caso la sobrerrepresentación de las ocupaciones en la construcción y la industria es obvia, al igual que la baja representación de las ocupaciones comer-

cíales y profesionales, en el transporte y en la categoría miscelánea entre la población de la cárcel (cuadro 6).

Según el censo del Estado (sin incluir Guadalajara) los trabajadores de la construcción y la manufactura también se hallaban sobrerepresentados entre la población carcelaria en relación a la población rural durante el porfiriato.

Para que la información ocupacional tenga sentido, el cuadro 4 necesita ser analizado en relación a los cuadros 8,9, 10 y 11. En primer lugar la porción de la población encarcela­da (en 1894-96) dedicada a la manufactura fue lá más alta de todo el ciclo comprendido. En este punto los problemas que se presentan son complejos: es muy probable que los que entra­ron a prisión en este periodo (1894-96) hayan cometido sus delitos en años anteriores. En este punto es tentador anotar que los años anteriores a 1894 fueron muy malos desde el punto de vista económico (la recesión de 1889-91 y la crisis de la plata en 1893). Más aún, incluso en los buenos tiempos (1884-86) y con la llegada del ferrocarril en 1888, ciertas ocupaciones se vieron afectadas por importaciones tanto del interior del país como del extranjero.

Ciertamento fueron tiempos malos para los artesanos como lo hace notar la carta abierta del señor presidente de la república aparecida en un periódico en enero de 1893 y firma­da por “varios artesanos”. El mismo periódico que publicó la carta, desde hacía varias semanas venía insistiendo en el aumento de la criminalidad en la ciudad echándole la culpa al hambre y a la falta de empleo, ya que “la vagancia y la embriaguez son la ocupación de una gran parte de nuestra población”, según el mismo periódico.30 El problema consiste en que el delito es el hijo de la miseria, insistía el editor, “el pueblo está hambriento”, no de “justicia” como lo afirmaba Justo Sierra, sino “de hambre de pan, hambre en el estóma­go”. El periódico, enseguida, pasaba a condenar a los ricos; “los ricos propietarios tapatíos en lugar de favorecer y ali­mentar al pueblo lo explotan y lo oprimen”, el editorialista terminaba sugiriendo que el estado proveyera de empleo y talleres para los delincuentes” sin necesidad de grandes gastos”.31

Como ya lo hicimos notar previamente, la relación en­tre la criminalidad y los ciclos económicos está ya bien esta­

blecida (particularmente el robo y el hurto). Sin embargo, dada esta relación ¿quién es de hecho el delincuente durante esos periodos? Después de todo ni todos los trabajadores se ven dañados durante las malas épocas ni todos los trabaja­dores se benefician durante las épocas de prosperidad econó­mica.

Analizando las ocupaciones individuales de los encar­celados entre 1894-1908, los cuadros 8, 9 y 10 muestran las quince ocupaciones más comunes y las compara con la por­ción de adultos con empleo que aparecen en el censo de 1895 (comprendidos Guadalajara y Jalisco) y el de 1900 (sólo Guadalajara).

Cualesquiera que sean las medidas usadas, esas ocupa­ciones que se hallaban sobrerrepresentadas entre la pobla­ción encarcelada fueron precisamente las ocupaciones más afectadas por la competencia fabril, por las importaciones y por los ciclos económicos. Entre la gente implicada se encon­traban los pobremente educados: jornaleros, albañiles, car­niceros, zapateros y panaderos. En el censo de 1900, los curtidores desaparecieron de las quince principales ocupa­ciones pero se encontraban sobrerrepresentados entre la po­blación interna en los dos censos (a razón de 1 455 para el periodo 1900-08). Panaderos y zapateros empezaron ligera­mente sobrerrepresentados al principio del periodo, pero su cantidad relativa se incrementó en prisión con el transcurso del tiempo. Los carniceros y los albañiles constituían la excepción, la inmensa mayoría de estos últimos era origina­ria de la ciudad, por lo que no es de sorprender que la propor­ción para el estado de Jalisco haya sido tan baja.

Las ocupaciones que tendían a tener una representa­ción menor en prisión (relativa a la población de la ciudad o el estado) eran las menos amenazadas por la industrializa­ción a las importaciones, y en general poseían una califica­ción más alta y caracterizada por el empleo regular y mejor remunerado. Entre las quince ocupaciones más comunes y con menor representación se hallaban los comerciantes, em­pleados y labradores, en el resto se encuentran sastres, car­pinteros, reboceros, obrajeros y otras con menos representa­ción como los herreros (1 000) y los sombrereros. Para el periodo 1900-08, estas dos últimas ocupaciones ya se encon­traban sobrerrepresentadas entre los internos en prisión.

El cuadro 10 muestra el porcentaje de alfabetismo por ocupación. Este cuadro está basado en un registro de traba­jadores arrestados por la policía de la ciudad de México entre 1913 y 1914.32 En la mayoría de los casos las ocupaciones por debajo del 50% de alfabetismo estaban sobrerrepresentadas en prisión y aquellas con más del 50% de alfabetismo tende­rían a estar subrrepresentadas. Las ocupaciones con alto índice de alfabetismo, pero que no eran lo suficientemente numerosas entre la población interna (calificadas entre las quince más comunes) se hallaban los electricistas (85%), impresores (100%), mecánicos (67%) y los pintores (67%).

La correlación no es perfecta; los mecánicos que en general son relativamente bien pagados y saben leer y escri­bir tenían una gran representación en prisión (65 fueron encarcelados entre 1900 y 1908). El censo de 1895 registra a 106 mecánicos en la ciudad y 231 en el estado, el censo de 1900 lista a 245 mecánicos sólo en la ciudad. Por otra parte los obrajeros, aunque medianamente alfabetizados para los estándares de la ciudad de México eran muy pobremente pagados, como era de esperarse en el caso de tejedores tanto domésticos como de obraje. De cualquier forma, el patrón es­tablecido para la mayoría de las ocupaciones mencionadas se sostiene. Es posible que en la ciudad de México los porcen­tajes de alfabetismo no representen las ocupaciones de Gua­dalajara, pero sobre este problema no poseemos informa­ción.

El mismo patrón se manifiesta respecto de los salarios. Mientras más alto el salario devengado en una ocupación, menor será la probabilidad de que se encuentre representada en la población penitenciaria.33 En este punto es necesaria una advertencia precautoria sobre la “clase peligrosa”. Las prisiones siempre han estado llenas con las personas más iletradas y con más bajos salarios, sin embargo es difícil decidir si ellos representan una clase peligrosa o si las autori­dades judiciales los consideraban peligrosos por ser pobres, iletrados y sin calificación ocupacional.

De cualquier forma, es un hecho que existe una correla­ción de causa y efecto (aunque no muy clara) entre los delitos y los ciclos económicos entre el crimen y la economía que parecen ir de la mano. Tomemos por ejemplo el caso de los

zapateros que conformaban la ocupación artesanal más ex­tendida en el estado y que desde hacía largo tiempo se encon­traban en dificultades económicas.34 El arribo del ferrocarril a Guadalajara trajo consigo la competencia extranjera y doméstica al igual que capitales y nuevas técnicas. Pronto se vería cómo, incluso los talleres más primitivos, tenían que tener su “Singer” y “ojaleros” para poder sobrevivir ante la competencia externa. El costo de tal equipo era, por supues­to, muy alto.35

La inmensa mayoría de las zapaterías no lograron so­brevivir en el mercado. De las 57 registradas en el censo de comercios de 1880, sólo una permaneció en el negocio para 1907 (censo industrial). La Flor de Oro propiedad de Ramón García fue la única zapatería que sobrevivió a la competen­cia gracias a los costosos gustos de su exclusiva clientela.36

Según el censo de 1907 había en la ciudad 19 fábricas de calzado. Las tres más grandes fueron establecidas durante 1898 y poco después. Producían veinticinco mil pares de zapatos al año y empleaban a 96 trabajadores a los que se les pagaba en promedio 54 centavos diarios, salario un poco mayor que el de los jornaleros del campo.37

Los restantes productores eran más bien talleres arte­sanales que empleaban a 66 trabajadores y que ganaban en promedio 68 centavos, un poco mejor que en las grandes fábricas. El resto de los 1 652 zapateros censados en 1900 debieron ser “remendones” en el mejor de los casos. No tenemos cifras exactas sobre desempleo y subempleo, pero éste debió haber sido muy alto incluso en la época “próspera” de 1895-1900. Una fuente afirma que en 1895, el 52.2% de los internos en la cárcel estaban desempleados en el momento de su arresto; sin duda muchos zapateros se encontraban entre ellos.38

Notables entre la población carcelaria estaban los ru­dos albañiles; entre éstos muchos eran “ladrilleros”, oficio dominado por los bajos salarios y el trabajo irregular. In­cluso los “maestros albañiles” recibían menos de un peso diario.39 De hecho, muchos albañiles no eran sino jornaleros disfrazados.40

Las otras ocupaciones sobrerrepresentadas en la penal eran en su mayoría semi-calificadas y mal pagadas. Por

ejemplo, las cuatro panaderías más grandes de la ciudad pagaban según la encuesta industrial de 1907 unos 58 centa­vos diarios a sus 185 trabajadores. Las restantes catorce panaderías más pequeñas pagaban 60 centavos a sus 176 trabajadores.

Aunque las cifras totales de internos en la penal no lo muestran, el estado de Jalisco padeció severos problemas económicos, cada vez más graves, desde el principio del siglo. La mayor parte de la producción se hallaba paralizada para 1910. Ya en 1906, 80 de las 157 fábricas de tequila habían cerrado.41 Para empeorar las cosas, la población rural del estado aumentó a fines del porfiriato casi al mismo tiempo que el empleo urbano se volvía aún más escaso.42

A fin de cuentas, las cifras manejadas no han demos­trado que los “tiempos duros” para ciertas ocupaciones em­pujen a sus trabajadores a una vida delictiva para poder sobrevivir.43 Para poder desarrollar una teoría sobre la rela­ción entre el delito y la ocupación del delincuente tendríamos que analizar en profundidad una muestra confiable de indi­viduos encarcelados, lo que no hemos hecho en este estudio.

Lo que sí hemos logrado es inferir, a partir de unos datos estadísticos generales, el impacto de lo económico en el ambiente en que se produce el delito. No sabemos con exacti­tud la relación que hay entre el delito y la ocupación o la clase social, excepto en términos muy amplios. Es cierto que la mayoría de los delincuentes recluidos en las cárceles de J a ­lisco pertenecían a las clases laborantes. Sin embargo, esa “estadística” posee un valor explicativo muy marginal ya que igualmente es cierto que la mayor parte de la población no-delincuente de Jalisco que no estuvo encarcelada entre 1894 y 1910 también pertenecía a la clase trabajadora, mu­chos de ellos con graves angustias económicas.

La correlación exacta entre causas y efectos del delito sigue siendo alusiva, aunque la evidencia circunstancial mostrada es lo suficientemente convincente. Aquí he presen­tado sólo prolegómenos para descubrir y evidenciar una “clase peligrosa”. De ese término podemos concluir algo cierto que nos dice mucho, tanto de las clases medias como de los orígenes sociales del delito.

NOTAS

1. Juan B. Iguiniz. Guadalajara a través de los tiempos. Relatos y descrip­ciones de viajeros y escritores desde el siglo XVIhasta nuestros días. To­mo II. Guadalajara: Banco Refaccionario de Jalisco, 1950, pp. 206-266. Ver también el Boletín de N oticias , 13 febrero 1866, p. 1; Ibid., 10 de fe­brero 1866, p. 2. La penitenciaría fue derribada en este siglo debido a la expansión de la ciudad.

2. La fuente manuscrita se halla en el Archivo Histórico de Jalisco, Ramo Justicia , 1896, legajo 1. La información para los años 1894-96 y siguien­tes se halla en las Memorias del Estado de Jalisco en el Archivo Histó­rico de Jalisco. Los “procesados” también eran recluidos en la peniten­ciaría, al igual que un gran número de sentenciados a un breve término al que se le llamaba “correccional”. De septiembre de 1894 a septiem­bre de 1896 casi 30 000 encarcelados estuvieron en una u otra categoría.

3. Louis Chevalier. Laboring Classes and Dangerous Classes in Paris During the First Half of the Nineteenth Century. Trans. Frank Jelinek. New York, 1973, p. 360.

4. Iguiniz, op. cit., tomo I. pp. 137, 247.5. José T. Laris, Guadalajara de las indias. Historia de sus crónicas, m a ­

pas, planos, glosa, edificios monumentales, templos, calles y barrios. Guadalajara, 1945, p. 232.

6. Moisés González Navarro. El Porfiriato: La vida social. México: Ed. Hermes, 1957, vol. 4, Historia Moderna de México, ed. Daniel Cosío V i­llegas, pp. 415-416, 419-420.

7. Por ejemplo, El Grito del Pueblo, 21 de julio 1874, p.4 y Juan Panadero, 25 de julio 1875, p. 3.

8. Boletín del Archivo General de la Nación , tomo v, núm. 4, oct.-dic. 1981 y vol. VI, núm. 1, ene.-mar., 1982, p. 11.

9. Ibid., p. 12.10. Michael Ignatieff. A Just Measure of Pain. The Penitentiary in the In­

dustrial Revolution 1750-1850. New York Random House, 1978, pp. 15-16. En contraste con las duras penas establecidas en la mayor parte de los países europeos las de España eran las más benignas. Ver Colin M. Maclachlan. La justicia criminal en el siglo XVillen México: un estudio sobre el Tribunal de la Acordada. México: Secretaría de Educación Pú­blica, 1976. También Michael C. Scardaville. “Crime and the Urban Poor: México City in the Late Colonial Period”. Ph. D., University of Florida, 1977. p. 278. La relación entre la cárcel, el trabajo y el capita­lismo es explorada en el importante trabajo de Darío Meosi y Massimo Pavarini. Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario. Mé­xico: Ed. Siglo xxi, 1980.

11. Boletín de Noticias, 13 de febrero de 1866, p. 1-2.12. Iguiniz, op. cit., vol. 1, pp. 265-266; Juan Panadero, 16, núm. 73, p. 7 y

7 de enero 1876, p. 2. Periódico Oficial del Estado de Jalisco, 16 de febre­ro 1890, pp. 1-2. Para reformas penitenciarias recientes ver: Carmen Castañeda García. Prevención y readaptación social en México, (1929- 1979). México: Instituto Nacional de Ciencias Penales, 1979.

13. Para una discusión de la historiografía sobre la conducta criminal ver Howard Zehr. Crime and the Deuelopment of Modern Society. Patterns of Criminality in Nineteenth Century Germany and France. London: Croom Helm Ltd., 1976, pp. 19-30.

14. Ver por ejemplo Oscar Lewis. “The Culture of Poverty” en J. J. TePaske y S.N. Fischer (eds.). Explosiue in Latín America (Columbus, Ohio, 1964), pp. 149-173.

15. Zehr, op. cit., pp. 41-42.16. En 1878 el Supremo Tribunal de Justicia sentenció al doble de personas

por hurto que por robo, pero ya en la década de los noventa parece que el tribunal ya no usó el término “hurto” sino robo; Estado de Jalisco, Memoria, 1878. Guadalajara, 1879. pp. 77-78; Archivo del Supremo Tri­bunal de Justicia, legajo 15,1895 y legajo 185,1894. Este archivo se en­cuentra en la Biblioteca del Estado de Jalisco.

17. Eric H. Monkkonen. The Dangerous Class. Crime and Poverty in Co­lumbus, Ohio, 1860-1885. Cambridge, Massachusetts: Harvard Univer- sity Press, 1975, pp. 24-33.

18. Memoria del Estado de Jalisco 1892-1894. Guadalajara, 1895, pp. 105- 106. Memoria del Estado de Jalisco 1898-1900. Guadalajara, 1901, pp. 212, 214. Memoria del Estado de Jalisco 1878. Guadalajara, 1879, pp. 77-78. Memoria del Estado de Jalisco 1898-1900. Guadalajara, 1901, p. 210. Si bien es cierto que estos tres tribunales sentenciaban a la mayo­ría de los reos de la penitenciaría también es cierto que dicha población representaba un porcentaje pequeño del total de los juicios examina­dos. Entre 1894-96 los tres tribunales enviaron a prisión a sólo el 17.1% (736 de 4 307 de los casos sentenciados).

19. Zehr, op. cit., p. 134.20. Ibid., pp. 52-54, 79-83. El esquema de los delitos contra la propiedad en

Buenos Aires, 1890-1914 se movió en la misma dirección. Ver Julia Kirk Blackwelder y Lyman L. Johnson. “Changing Criminal Patterns in Buenos Aires, 1890-1914” en Journal of Latin American Studies, vol. 14, nov., 1982, pp. 375-376.

21. Zehr, op. cit., pp. 88-89, 94.22. Ibid., p. 95.23. Ellen McAuliffe Brennan. “Demographic and Social Patterns in Ur-

ban México: Guadalajara, 1876-1910”, Ph. D. Dissertation, Columbia University, 1978, p. 37.

24. El cuadro tres fue construido con base en el número de prisioneros de los que se conocía su cantón de origen. No se conoce el lugar de origen de aproximadamente un tercio de la población interna (oscila entre el

25% y el 33%). Una lista de sentenciados contiene a la cuarta parte de nacidos en Guadalajara (43 de 171). Archivo del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco, legajo 5, Ramo Criminal, Biblioteca Pú­blica del Estado de Jalisco. Los individuos listados lo fueron del lo. de abril a junio 30 de 1907.

25. Ver por ejemplo Michael B. Katz, Michael J. Doucet, Mark J. Stern. The Social O rganization of E arly Industria l C apita lism . Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1982, p. 212; Blackwelder and John­son. “Changing Criminal Patterns in Buenos Aires”, pp. 571-572; Mon- kkonen, The Dangerous Class, p. 83.

26. Para una discusión de los problemas ver Michael B. Katz. “Ocupatio- nal Classification in History” en Journal of Interdisciplinary History, vol. 3, núm. 1, 1972, pp. 63-88.

27. El término “labrador” había cambiado bastante desde principios del siglo XIX cuando era aplicado a propietarios de tierras e implicaba cier­tos status. Para fines de siglo ya no era el caso, fue usado en 1894 y en 1906-1910.

28. Archivo del Supremo Tribunal de Justicia, Ramo Criminal, legajo 5, 1891-1907.

29. El Continental, 29 de enero 1893, pp. 2-3.30. El Continental, 14 de enero de 1893, p. 1.31. Ibid.32. Archivo General de la Nación, Departamento del Trabajo, caja 30, ex­

pediente 2, ficha 619-645. Las estadísticas son para junio, julio y agosto de 1913 y mayo y junio de 1914. Fueron tomados de los libros de registro del departamento de policía del Distrito Federal.

33. Ver el estudio de este autor “Estadística e historia de la clase obrera: el censo industrial de Guadalajara de 1907” en Revista Jalisco , vol. II,

núm. 3, jul.-sep., 1982, pp. 21-32.34. Ver de este autor Guadalajara a la consumación de la Independencia ,

p. 101.35. Brennan, “Demographic and Social Patterns”, p. 224.36. Ixca Farías. Casos y cosas de mis tiempos. Artículos costumbristas so­

bre Guadalajara. Guadalajara: Colegio Internacional, 1963, p. 150. Farías menciona que su padre poseía una tabaquería que quebró, junto con otras varias en la ciudad cuando el ferrocarril comenzó a traer pro­ductos más baratos desde México: p. 151. El censo de 1980 se encuentra en el Archivo Histórico Municipal de Guadalajara, Jalisco, “Padrón de Negocios”, paquete 144, expediente 1.

37. Para ver los salarios rurales por estado en 1893 ver Matías Romero. México and United States: A Study of Subjects Affecting their Politi- cal, Comercial and Social Relations, Made with a View to their Promo- tion, vol. 1, New York: G.P. Putnam and Sons, 1898, p. 514. Las afirma­ciones de Romero sobre los salarios en las otras ocupaciones me pare­cen exageradas.

38. El Litigante , 21 de octubre 1895. Citado por Brennan en “Demographic and Social Patterns”, p. 243.

39. Ver los salarios para la construcción del Hospital de Belén; Archivo Histórico de Jalisco, Ramo Fomento , 1890, legajo 10, expediente 399.

40. Es interesante hacer notar que en 1895 había 1 323 albañiles, para 1900 había 2 908 pero no había jornaleros listados. Es posible que los 3 127 jornaleros de 1895 se hayan convertido en albañiles en 1900.

41. Brennan. “Demographic and Social Patterns”, p. 243.42. Lo mismo es cierto para la nación. Ver El Colegio de México. E stadísti­

cas económicas del porfiriato: fuerza de trabajo y actividad económica por sectores. México: El Colegio de México, pp. 39, 45-50.

43. Howard Zehr concluye que sus evidencias muestran una especie de “modernización” de la conducta delictiva paralela a la modernización de los procesos sociales, Zehr, Crime and the Development of Modern Society, p. 139.

C u a d r o 1

Tipos de delitos cometidos por los reos de la Penitenciaría del Estado 1892-1900 .

Tipos de delitos 1892-1894 1894-1896 1896-1898 1898-1900

Delitos contra la propiedad: # % # % # % # %Hurto/robo 504 39.2 362 30.9 269 23.5 263 21.8

Fraude, abuso de confianza 42 3.3 21 1.8 31 1.7 24 2.0Daño en propiedad ajena 11 0.9 11 0.9 8 0.7 5 0.4

Totales 557 43.3 394 33.6 308 26.9 292 24.2

Delitos contra la vida y laintegridad corporal:Lesiones 401 31.2 433 37.0 465 40.7 611 50.5Homicidio 148 11.5 149 12.7 153 13.4 152 12.6Violación 11 0.9 2 0.2 11 1.0 0 0.0

Totales 560 43.5 584 49.9 629 55.1 763 62.1Delitos contra el orden público:Ultrajes a la moral pública 39 3.0 45 3.9 24 2.1 15 1.2Resitencia de particulares 93 7.2 133 11.4 159 13.9 103 8.5

Totales 132 10.3 178 15.3 183 16.0 118 9.7

Misceláneas: 38 3.0 17 1.5 24 2.1 36 3.0Totales para todas lascategorías 1287 * 1173 * 1144 * 1209 100.0

* Por ajustes en el redondeo de cifras no da exactamente 100%

C u a d r o 2

Reos de la Penitenciaría del Estado cuyo lugar de origen es Guadalajara

(por cada 1 000 habitantes de la ciudad)1

Años Población citadinaReos originarios de Guadalajara

Tasa por cada 1 000 habitantes

1894-96 83540 294 3.51896-98 894292 240 2.71898-1900 953192 266 2.81900-1902 101208 289 2.91902-1904 105773:< 337 3.21904-1906 110338* 457 4.11906-1908 114903* 362 3.21908-1910 119468 383 3.2

1. Estimación basada en la proporción de reos originarios de Guadalaja­ra que ingresaron entre abril 1Q y junio 30 de 1907, relativo al número de reos originarios del cantón dé Guadalajara para el periodo de 1906-1908 (362/578).

2. El cálculo de la población se basa en el censo del900 extrapolado del censo de 1895.

3. El cálculo de la población se basa en el censo de 1910 extrapolado del censo de 1900.

C uadro 3

Ocupación industrial de los reos que ingresaron a la Penitenciaría del Estado en 1894-1896; comparado con la estructura industrial

de las ocupaciones 'masculinas de la ciudad y el estado según el censo de 18951

Población de laCategorías ocupacionales Penitenciaría Censo 1895 Censo 1895

1894-1896 Jalisco Guadalajara

# % # % # %I. Profesionales, comerciales: 65 5.2 22519 6.1 5720 21.6

II. Empleo en la construcción: 149 12.0 14415 3.9 3077 11.6III. Transportes: 5 0.4 4358 1.2 390 1.5IV. Manufactura: 452 36.4 41894 11.4 9102 34.4

A. Oficios artesanales (70) (5.6) (11785) (3.2) (2302) (8.7)B. Oficios industriales (382) (30.8) (30109) (8.2) (6800) (25.7)

V. Trabajadores no calificados,semicalificados y servicios 82 6.6 11922 3.2 7658 29.0

VI. Agricultura: 489 39.4 272918 74.2 538 2.0

Totales 1242 100.00 368026 * 26485 *

* Cifras redondeadas.1. Para consultar el censo oficial de 1895 por cantón, ver Ministerio de

Fomento. Censo General de la República Mexicana. Censo del Estado de Jalisco. México: See. de Fomento, 1898. Los datos aquí usados fueron tomados de una fuente manuscrita con los totales para la ciudad y el es­tado; Biblioteca del Estado “Censo de 1895”. Ver también un censo de edificios por cuartel de Guadalajara; Archivo Histórico de Jalisco, Ramo Estadística, 1895. Las cifras del cuadro 5 incluyen a Guadalajara.

C uadro 4

Ocupación industrial de los reos de la Penitenciaría del Estado por periodos de ingreso1

Ocupación 1894-1896 1896-1898 1900-1902 1902-1904 1904-1906 1906-1908 1908-1910 No. Total

I. Profesional, comercial 65 5.2 62 5.4 106 7.9 93 6.2 122 7.5 99 6.8 114 8.4 661 6.8II. Construcción 149 11.9 124 10.8 163 12.2 199 13.2 228 14.1 167 11.5 138 10.1 1168 12.1

III. Transporte 5 0.4 — 0.0 7 0.5 10 0.7 14 0.9 18 1.2 27 2.0 81 0.8IV. Manufactura 452 36.2 322 28.0 351 26.3 408 27.1 447 27.6 398 27.5 367 27.0 2745 28.4

A. Oficios artesanales (70) (5.6) (95) (8.3) (68) (5.1) (106) (7.0) (121) (7.5) 125 (8.6) (102) (7.5) (687) (7.1)1. Trabajo en metales 22 42 29 35 31 48 43 2502. Vidrio y cerámica 13 18 13 29 24 17 13 1273. Carpintería 2 2 — — — 1 1 64. Carreteros, carretas 16 12 7 24 21 15 10 1055. Mise, de oficios cal. 7 9 8 8 25 30 24 1116. Mise, de servicios cal. 10 12 11 10 20 13 11 87

B. Industria y obrajes (382) (30.6) (227) (19.8) (283) (21.2) (302) (20.0) (326) (20.1) (273) (18.8) (265) (19.5) (2058) (21.3)1. Costura y ropa 204 132 175 188 201 158 139 11972. Bebidas y alimentos 109 53 82 83 91 77 96 5913. Químicos 6 12 3 6 9 7 6 494. Textiles 25 11 — — — 4 8 485. Curtiduría y deriva­

dos 25 14 10 20 13 13 15 1106. Mise. Industrial 13 5 13 5 12 14 1 63

V. Trabajadores no califica­dos, semicalificados yservicios 82 6.5 84 7.3 85 6.4 91 6.0 106 6.6 80 5.5 97 7.1 625 6.5

VI. Agricultura 489 37.7 548 47.7 608 45.5 677 44.9 672 41.7 661 45.7 596 43.8 4251 44.0VII. Sin clasificación 11 0.1 8 0.1 16 1.2 30 2.0 23 1.4 25 1.7 23 1.7 136 1.4

Totales 1253 * 1148 * 1336 * 1508 * 1612 * 1448 * 1362 * 96672 100.0

1. El periodo 1898-1900 no se incluyó porque la información era cuestionable.2. En total son 17 reos menos que en la cifra publicada para el mismo período (9684).

toCn

Las

cla

ses

pe

ligr

os

as

, 1894-1910

C u a d r o 5

Ocupación por industria (de los reos que ingresaron a la Penitenciaría del Estado entre

el 1 de abril y el 30 de junio de 1907). Comparada con el lugar de residencia de la población carcelaria en 1906-08 y 1894-1910

Poblacióncarcelaria

Ocupación de Guadalajara de otra parte Total 1906- 1894-1908 1910

# % # % # % % %

I. Profesional, comercial 2 4.7 8 6.4 10 6.0 6.8 6.8II. Construcción 11 25.6 9 7.2 20 12.0 11.5 12.1

III. Transporte 1 2.3 3 2.4 4 2.4 1.2 0.8IV. Manufactura 18 41.9 37 29.6 55 32.7 27.5 28.4

A. Oficios artesanales (5) (11.6) (15) (12.0) (20) (12.0) (8.6) (7.1)1. Trabajo en metales (4) (7)2. Vidrio y cerámica (0) (4)3. Carpintería (0) (0)4. Carreteros, carretas (0) (0)5. Mise, de oficios cal. (1) (4)6. Mise, de servicios calif. (0) (0)

B. Industria y obrajes (13) (30.2) (22) (17.6) (35) (20.8) (18.8) (19.5)1. Costura y ropa (9) (13)2. Bebidas y alimentos (3) (5)3. Químicos (0) (0)4. Textiles (0) (0)5. Curtiduría y derivados (1) (1)6. Mise. Industrial (0) (3)

V. Trabajadores no calificados 9 20.9 5 4.0 14 8.3 5.5 6.5VI. Agricultura 0 0.0 63 50.4 63 37.5 45.6 44.0

VII. Sin clasificación 2 4.7 0 0.0 2 1.2 1.7 1.4

Totales 43 125 168 * * 100.0

* En cifras redondas.

C u a d r o 6

Ocupación de los reos por lugar de residencia comparada con los censos de 1895 y 1900 para el período

1894-19021

Censo de 1895 Reos de Guada- Censo de 1910Ocupación Guadalajara lajara para Guadalajara

1894-19022% % %

I. Profesional, comercial 21.6 5.5 23.6II. Construcción 11.6 28.2 18.7

III. Transporte 1.5 0.4 1.9IV. Manufactura 34.4 43.2 26.1

A. Artesanales (8.7) (12.0) (8.7)B. Industria y obrajes (25.7) (31.2) (17.4)

V. Trabajadores no califica­dos, semi-calificados yservicios 29.0 18.9 27.9

VI. Agricultura 2.0 3.9 1.8

1. La información para 1898-1900 no está incluida.2. Basado en el cuadro 4 para los años 1894-96,1900-20 la residencia en Guadalajara

se estableció de acuerdo a la razón de cada categoría industrial tomada del cuadro 5.

C uadro 7Ocupación industrial de los reos del Estado de Jalisco

que ingresaron en prisión en el periodo 1894-1902, comparada con el censo de 18951

Ocupación Censo de 18952 Sentenciados3

I. Profesional, comercial: 4.9 6.5II. Construcción 3.3 6.9III. Transporte 1.2 0.3IV. Manufactura 9.5 26.6

A. Oficios artesanales (2.7) (10.8)B. Oficios industriales (6.7) (15.8)

V. Oficios semicalificados,no calificados y servicios 3.4 3.2

VI. Agricultura 77.8 56.6* *

* Cifras redondeadas.1. No incluye información para 1898-1900.2. Menos la ciudad de Guadalajara.3. Residencia establecida de acuerdo a la proporción de cada categoría

industrial con base en el cuadro 5.

C u a d r o 8

Personas que ingresaron a la Penitenciaria del Estado 1894-1898 por ocupaciones seleccionadas de acuerdo a su

proporción en la población carcelaria con dichas ocupaciones en relación con las mismas ocupaciones

según el censo de 1895 (Guadalajara).1

Total Radio Guadalajara Censo de 1895

Ocupaciones Sentenciados Sentenciados Guadalajara1894-1898 1894-1898

# % # % # %Carniceros 37 1.8 1.929 15 2.7 178 1.4Curtidores 39 1.8 1.688 15 2.7 206 1.6Albañiles 119 5.6 1.619 93 17.0 1323 10.5Alfareros 31 1.5 1.500 8 1.5 129 1.0Zapateros 181 8.6 1.186 91 16.6 1765 14.0Panaderos 107 5.1 1.074 40 7.3 855 6.8Jornaleros 1070 50.6 1.028 139 25.4 3127 24.7Sombrereros 44 2.1 0.935 16 2.9 394 3.1Reboceros 66 3.1 0.708 25 4.6 815 6.5Herreros 53 2.5 0.706 13 2.4 431 3.4Carpinteros 120 5.7 0.689 40 7.3 1339 10.6Sastres 45 2.1 0.561 17 3.7 831 6.6Obrajes 32 1.5 0.386 12 2.2 718 5.7Comerciantes 106 5.0 0.148 21 3.8 3248 25.7Labradores 64 3.0 0.013 2 0.4 403 3.2

Totales 21142 * 547 * 12635 *

* En cifras redondas.1. La distribución geográfica es una estimación basada en

la razón de Guadalajara a Jalisco establecida en un con- teo que va del lo. de abril al 30 de junio de 1907. Ver Cua­dro 5 para la explicación.

2. Basado en ocupaciones seleccionadas que representan el 88.2% del total de sentenciados en el período 1894-1898.

C u a d r o 9

Personas que ingresaron a la Penitenciaría del Estado 1894-1898 por ocupaciones seleccionadas de acuerdo a su

proporción en la población carcelaria con dichas ocupaciones en relación con las mismas ocupaciones

según el censo de 1895 (Jalisco).1

Jalisco Censo de 1895sentenciados Jalisco

Ocupaciones Radio 1894-1898# % # %

Reboceros 3.250 41 2.6 885 0.8Panaderos 1.433 67 4.3 3196 3.0Jornaleros 1.411 931 59.4 44746 42.1Curtidores 1.000 24 1.5 1594 1.5Herreros 1.000 40 2.6 2799 2.6Zapateros 1.000 90 5.1 6088 5.7Carniceros 0.875 22 1.4 1678 1.6Carpinteros 0.823 80 5.1 6612 6.2Sastres 0.750 28 1.8 2543 2.4Sombrereros 0.643 28 1.8 3013 2.8Obrajeros 0.052 20 1.3 2548 2.4Comerciantes 0.446 85 5.4 12820 12.1Labradores 0.444 62 4.0 9539 9.0Alfareros 0.441 23 1.5 3634 3.4Albañiles 0.395 26 1.7 4571 4.3

1567 * 106266 *

* En cifras redondas.1. Ver el cuadro 8 para una mejor explicación de este cuadro.

C u a d r o 10Personas que ingresaron a la Penitenciaría del Estado 1894-1898

por ocupaciones seleccionadas de acuerdo a su proporción en la población carcelaria con dichas ocupaciones en relación con las mismas ocupaciones

según el censo de 1900 (Guadalajara)1

Total Guadalajara Censo 1900 Saben leerOcupaciones sentenciados Radio sentenciados Guadalajara y escribir2 Sueldos3

1900-1908 1900-1908# % # % # % %

Carniceros 105 1.9 2.230 39 2.9 252^ 1.3 33.3 -____Sastres 72 1.3 2.000 27 2.0 2055 1.0 89.5 1.00 -1.25Panaderos 258 4.8 1.895 96 7.2 740 3.8 27.0 .58Zapateros 427 7.9 1.739 214 16.0 1814 9.2 44.0 .60Sombrereros 72 1.3 1.538 27 2.0 249 1.3 75.0 2.17Albañiles 362 6.7 1.419 281 21.0 2908 14.8 18.0 .31 -0.62Jornaleros 2367 43.6 1.271 308 23.0 35556 18.1 ----- .25 -0.50Alfareros 83 1.5 1.067 21 1.6 292 1.5 ----- ----

Herreros 112 2.1 1.000 32 2.4 469 2.4 50.0 .75 -1.50Carpinteros 291 5.4 0.923 97 7.2 1541 7.8 69.8 1.00E scolares/estudiantes 90 1.6 0.900 727 5.4 11708 6.0 ----- ----

Reboceros 128 2.4 0.720 48 3.6 979 5.0 ----- ----

Labradores 463 8.5 0.280 9 0.7 486 2.5 -- ----

Empleados 128 2.4 0.221 26 1.9 1691 8.6 ----- ----

Comerciantes 295 5.4 0.142 42 3.1 4310 21.9 ----- ----------

Totales 5253 * 1339 * 19661 *

* En cifras redondas1. Ver cuadro 5 para una explicación de la determinación de los orígenes

de la población carcelaria (Jalisco a Guadalajara).2. Tomados de las estadísticas sobre arrestados y enjuiciados de la poli­

cía en D.F. (1913-1914).3. Fuente Archivo Histórico de Jalisco. Ramo Fomento , Estadística In­

dustrial 1907, legajo 10, exped. 399; Matías Romero. México and the United States, p. 514, 544.

4. Incluye matanceros 106 y tablajeros 146.5. Esta cifra es para “m odistas” y probablemente es incorrecta, los sas ­

tres no fueron registrados en el censo de 1900, aunque el censo de 1895 registra a 831.

6. N o fueron registrados los jornaleros en el censo de 1900. La cifra apa­rece bajo el rubro “peones del campo”.

7. La razón usada fue de .80 para Guadalajara.8. El número real fue de 6215. La cifra (1170) fue una “cuña” para prevenir

la distorsión en las otras ocupaciones.

C u a d r o 11

Reos que ingresaron a la Penitenciaría del Estado entre 1894-1910, por orden de frecuencia1

Ocupaciones # % Industria2

1. Jornaleros 3996 45.3 VI, V2. Labradores/agricultores 610 VI3. Zapateros 696 IV-B4. Albañiles 625 II5. Carpinteros 534 II6. Comerciantes 476 I7. Panaderos 365 IV-B8. Reboceros 220 IV-B9. Herreros 200 IV-A

10. Matanceros/carniceros 178 V11. Empleados 177 I12. Sastres 158 IV-B13. Alfareros 127 IV-A14. Sombrereros 123 IV-B15. Escolares 121 VII16. Curtidores 110 IV-B17. Talabarteros 97 IV-A

1. No se incluyen los años 1898-1900.2. Ver cuadros 5 y 8.