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UNIVERSIDAD DE SEVILLA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN ASIGNATURA: EL HECHO LITERARIO PROFESORA: ELENA GUICHOT MUÑOZ GRUPO: 1 CURSO: 3º EDUCACIÓN INFANTIL Fátima Pliego Góme Fátima Pliego Gómez Clara Romero Maqueda Mari Carmen Ruiz Alba María de los Ángeles Sánchez Jiménez Las aventuras de Diego y su perrita Laila

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Page 1: Las aventuras de Diego y su perrita Laila...Las aventuras de Diego y su perrita Laila Erase una vez, una calurosa tarde de verano, en un pequeño pueblo de la montaña vivía un niño

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UNIVERSIDAD DE SEVILLA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA

EDUCACIÓN

ASIGNATURA: EL HECHO LITERARIO

PROFESORA: ELENA GUICHOT

MUÑOZ

GRUPO: 1

CURSO: 3º EDUCACIÓN INFANTIL

Fátima Pliego Góme

Fátima Pliego Gómez

Clara Romero Maqueda

Mari Carmen Ruiz Alba

María de los Ángeles Sánchez Jiménez

[Seleccionar fecha]

Las aventuras de Diego y su

perrita Laila

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Erase una vez, una calurosa tarde de verano, en un pequeño pueblo de la montaña vivía

un niño llamado Diego, más conocido como “el aventurero”. Este era muy alto, moreno

y de ojos verdes. Una de sus grandes aficiones

era soñar que vivía mil y una aventura con

peligrosos piratas, enormes dinosaurios y

terribles monstruos. Así pasaba sus largas

vacaciones de verano.

Aquella tarde, después de merendar decidió ir a

jugar con su peluda y pequeña amiga Laila, la

cual le acompañaba en todas sus aventuras, ya

que ella también era un poco aventurera.

Paseando por una larga y soleada calle, Laila

comenzó a correr cayendo así en una profunda y

apestosa alcantarilla. Diego, el aventurero, se asustó al ver caer su pequeña perrita y

comenzó a decir: “¡Ayudaaa! Mi perrita se ha caído en aquel sucio y oscuro agujero”.

Pero nadie le oía, entonces el pequeño niño decidió ir en su búsqueda, teniendo la

oportunidad de vivir una gran aventura.

(Con ayuda de los oyentes se contará hasta tres, para introducir a Diego en la

alcantarilla) Todos: ¡Una, dos y tres, Diego se tiro de pies!

De repente, todo era verde con colores muy vivos y

llamativos, había enormes y frondosos árboles rosas,

naranjas, rojos, amarillos… un sinfín de colores

inimaginables. También, había un transparente y

cristalino río que cruzaba todo aquel precioso pasaje,

el cual el pequeño aventurero nunca había visto. Por

tanto, decidió acercarse para beber un poco de agua

en aquellas maravillosas aguas, y para su sorpresa

apareció un celeste conejo.

Celeste Conejo: “¡Hip Hip!” Soy el conejo Tejo.

Diego: Hola conejo Tejo, soy Diego el aventurero. ¿Has visto por

aquí a una peluda perrita, llamada Laila, que hace: “Guau-Guau”?

Celeste Conejo: Si la respuesta quieres saber, mi adivinanza

deberás responder:

“Oro parece, plata no es,

El que no lo adivine tonto es.

¿Qué es?”

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Diego: Ummm…. Un plátano.

Celeste Conejo: Esa era muy fácil, atrévete con esta:

“Este banco está ocupado por un padre y un hijo, el padre se llama Juan y el hijo ya te

lo he dicho”

Diego: Ummmm…. Juanillo.

Celeste Conejo: “¡Hip Hip!” Por el principio deberás buscar.

Diego: Ummm… Ah ¡ya sé! Esteban.

Celeste Conejo: Muy bien pequeño aventurero. El río has de seguir para tu amiga

conseguir.

Así pues, Diego siguió las indicaciones del celeste conejo. Rio arriba vio a una morena

y pequeña niña jugando con unas mariposas preciosas, entonces decidió ir a preguntarle

si había visto a su amiga Laila.

Diego: Hola chica, mi nombre es Diego el aventurero, ¿has visto por aquí a una pequeña

y peluda perrita?

Sira: Hola soy Sira, he visto a tu perrita antes, y vi como se la

llevaba el temible león Gaspar.

Diego: (con voz miedosa) ¿Un temible león?

Sira: Si, eso dicen por aquí, que es un león temible y feroz, pero

eso son habladurías y yo no me creo nada.

Diego: Entonces… ¿Crees que podré derrotarlo?

Sira: No sin mi ayuda, juntos lo conseguiremos.

Así fue como Sira y Diego se conocieron y a partir de ese

momento, juntos comenzaron a vivir mil y una aventura,

mientras se dirigían a la cueva del león Gaspar.

Tras recorrer un largo camino y haber conocido grandes amigos como los hermanos

Dalindos, que eran dos monos muy divertidos, al lagarto Juancho, a la jirafa Rafa, al

elefante gigante y a la tortuga Manuelita, llegaron a su esperado destino.

La cueva se encontraba en una zona muy desierta, donde no había arboles ni flores

preciosas, solo había cosas feas y tristes. Sira y Diego, muy valientes, entraron en la

cueva en busca de Laila, sin pensar que el león Gaspar podría estar allí.

(Los oyentes hacen sonidos con algunas partes del cuerpo, imitando así los sonidos de

la cueva).

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Cada vez que se iban adentrando más y más en la cueva, se podían escuchar por todas

partes sonidos terribles y asustadizos, que provocaban en estos dos aventureros un

sentimiento de miedo y de angustia. A pesar de ello, decidieron avanzar y avanzar, hasta

que escucharon un fuerte crujido a sus espaldas “Crash, Crash”.

Sira: ¿Quién está ahí?

Gaspar: “Grr,grr” ¿Cómo osáis entrar en mi temible cueva?

Diego: (con voz miedosa) Por favor, señor león no nos hagas daño, solo quiero

recuperar a mi peluda perrita Laila.

Gaspar: “Ja Ja Ja Ja” Si a Laila queréis recuperar una poesía debéis recitar. Pero

tenéis que saber, que si no me gusta

me la comeré.

Entonces, Sira y Diego comenzaron a

pensar durante un largo tiempo. De

repente, Sira recordó que había una

leyenda que contaba que el león

Gaspar temía a los ratones, puesto

que estos eran sus mayores

enemigos. Así, que Sira y Diego planearon recitar la siguiente poesía:

Arriba y abajo,

Por los callejones,

Pasa una ratita,

Con veinte ratones,

Unos sin orejas,

Otros orejones,

Unos sin patitas,

Y otros muy patones,

Unos sin narices,

Y otros narigones.

El león comenzó a temblar y a llorar diciendo: -¿Ratones? ¿Ratones?, ¿Dónde?-

aterrorizado el león salió corriendo y desapareció. Entonces, Diego y Sira corrieron en

busca de Laila. La pequeña estaba muy asustada en el fondo de la cueva sin parar de

ladrar.

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De repente Diego despertó de su profundo sueño en medio de la oscuridad. Asustado se

incorporó y vio a su perrita Laila a los pies de su cama durmiendo. Éste se puso muy

feliz de estar con su perrita aunque un poco triste porque su amiga Sira no era de

verdad.

FIN

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MARTÍN NO TIENE MIEDO.

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Una noche cualquiera en una casa cualquiera como la tuya, estaba Martín en su habitación intentando

dormir. Una vuelta para allá, otra para acá, se ponía bocabajo, miraba hacia el techo, hacia la

puerta, hacia la luz que entraba por las rendijas de la persiana, contó una ovejita, dos ovejitas, cincuenta ovejitas...A las tres mil quinientas

veintiuna ovejitas, Martín lo dio por imposible, esta noche no pegaría ojo.

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Comenzó a desesperarse cuando escuchó un ruido, “ñññiiiiiiiiii”, la puerta se estaba abriendo y dejaba entrar un humo blanco

que... ¡Sorpresa! Se transformó en un fantasma.

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- ¿Qué haces despierto? ¡Tendrías que estar dormido! –exclamó sorprendido el fantasma.

- ¿Por qué? – preguntó el curioso Martín. - Porque tendrías que estar dormido para yo despertarte y

asustarte – le explicó el fantasma. - ¡Pero si ya estoy despierto! – respondió el niño.

- Pues no vale. Duérmete–le ordenó el amiguito de humo. - Es que no puedo – argumentó Martín. Pues hazte el dormido,

que tengo que asustarte – volvió a insistir el fantasma.

Martín, que era muy astuto, decidió engañar al fantasma, y se hizo el dormido pero dejó un ojo abierto.

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-Uhh, soy el fantasmito Fito.

Mientras estás en la cama calentito,

yo vengo a darte un sustito. – canturreaba el fantasma.

Pero Martín, que era muy valiente, no se asustó, sino que fingió hacerlo. El fantasmito Fito, que era muy listo, se

dio cuenta de esto, y muy indignado le dijo:

- No te rías de mí, hace poco tiempo que salí de la escuela de sustos. Ayúdame, ¿dónde crees que he fallado?

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Esperaba el fantasmito Fito la respuesta cuando la cama empezó a temblar. El fantasmito Fito, asustado, se metió

en la cama con Martín y se tapó con las sábanas. Ambos, no dieron crédito a lo que vieron cuando...una

pelusa gigante salió de debajo de la cama.

- ¡Pues sí que hace tiempo que no paso la escoba por debajo de la cama! – se sorprendió el niño.

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Y la pelusa, que se hacía cada vez más grande, se fue transformando en un horrible monstruito con tres ojos y lleno

de pelos, mocos, uñas y polvo. Cuando vio a Martín y al fantasmito Fito sobre la cama, salió corriendo a esconderse en el armario, porque le daban miedo los fantasmas. Martín, que era muy curioso, fue a abrir la puerta del armario para verlo mejor.

¡Oh! Das más repelús de lo que pensaba. ¿Qué haces aquí dentro? ¿Por qué te has escondido? – le preguntó Martín.

¡Corre, entra, entra, que te va a coger el fantasma! – le pidió el monstruito asustado.

¿Fito? ¡Pero si es un encanto! ¡Ven, que te lo presento! – le sugirió Martín.

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¡Que no, que no! ¡Que los fantasmas son muy malos y dan mucho miedo! – le respondió el monstruito de las

pelusas.

Bueno... Él intenta asustar, pero es que no le sale muy bien. Tenemos que ayudarle – le explicó el niño.

Martín y el monstruito de las pelusas, cogidos de la mano, se acercaron al fantasmito Fito.

Fito, este es...Por cierto, ¿cómo te llamas? – le preguntó el niño.

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Soy el monstruito Peluso, No seré muy robusto, Pero sí especialista en sustos – declaró el nuevo

amiguito. No había acabado de decir esto cuando... ¡Toc, toc!

Llamaron a la ventana. Permiso, ¿se puede? Vengo a asustar – anunció una

bruja. Pasa, pasa –le pidió Martín.

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¡Uy! ¡Cuánta gente! Un niño despierto, un fantasma, un monstruito asustado- dijo la bruja sorprendida.

¿Tú quién eres?- preguntó el niño.

La bruja Maruja soy,

Volando en mi escoba voy,

Y en cuanto te descuides...

¡Un susto te doy! – recitó la nueva amiga.

¿Pero a vosotros quién os ha enseñado a asustar? Así no se dan sustos. Vamos a pensar cómo podríamos hacerlo – sugirió Martín.

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Entonces, todos se sentaron en la cama a discutir cuál era la mejor forma de asustar.

¡Catapún, chimpún! Algo cayó desde la lámpara que colgaba del techo y el fantasmito Fito, el monstruito Peluso y la Bruja Maruja salieron

corriendo, mientras que Martín, viendo la cara de quien había caído, se partía de risa.

¿Pero quién eres tú y qué hacías ahí arriba? – preguntó Martín divertido.

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Soy el coco Quico,

En la sombra te espero,

Porque asustarte quiero

Seas chica o chico. – se presentó el coco.

¿Y qué hacías ahí arriba? – le preguntó el niño.

Pues venía asustarte, porque ese es mi trabajo, y me subí a la lámpara para asustarte cuando te durmieras, pero

como no te dormías, fui yo el que se quedó dormido esperando. Pero, al dar media vuelta, me caí. ¿Y

quiénes son todos estos? – pidió explicación coco.

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Pues una panda de miedicas que a la mínima de cambio salen corriendo. ¡Míralos! Tienen miedo unos de otros. – le

respondió el niño. A Martín, después de haber dicho esto, se le ocurrió una gran idea, pero se la guardó. Y seguidamente dijo:

Calmaros, calmaros y estaros aquí quietecitos, que voy un momento al baño.

Martín salió de su cuarto, cerró la puerta, y en lugar de ir al baño, se dirigió al despacho de su padre, donde había

una gran cabeza de león disecada. Se la puso como si fuera una careta, y sigilosamente regresó a su habitación.

Page 19: Las aventuras de Diego y su perrita Laila...Las aventuras de Diego y su perrita Laila Erase una vez, una calurosa tarde de verano, en un pequeño pueblo de la montaña vivía un niño

Abrió cuidadosamente la puerta y vio que todos estaban despistados y que podría pillarlos

desprevenidos. Entonces, de un golpe entró rugiendo ¡Arrrrrggggg!

¡Madre mía, cómo empezaron a gritar todos! Martín, viendo la reacción de sus visitantes, no

pudo evitar reírse, y les dijo divertido:

¡Así es como se da un buen susto!

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Abrió cuidadosamente la puerta y vio que todos estaban

despistados y que podría pillarlos desprevenidos. Entonces, de un golpe entró rugiendo ¡Arrrrrggggg!

¡Madre mía, cómo empezaron a gritar todos! Martín, viendo la reacción de sus visitantes, no pudo evitar reírse, y les dijo divertido:¡Así es como se da un buen susto!

Page 21: Las aventuras de Diego y su perrita Laila...Las aventuras de Diego y su perrita Laila Erase una vez, una calurosa tarde de verano, en un pequeño pueblo de la montaña vivía un niño

Poco a poco, todos volvieron a la calma y juntos

empezaron a reírse de lo que había pasado aquella noche. Se dieron cuenta de que sería más divertido quedar como amigos que ir dándose sustos por ahí.

No tengáis miedo de cocos, fantasmas, brujas ni monstruos, que más miedo os tienen ellos a

vosotros. Y colorín, colorado, este susto se ha acabado.

Page 22: Las aventuras de Diego y su perrita Laila...Las aventuras de Diego y su perrita Laila Erase una vez, una calurosa tarde de verano, en un pequeño pueblo de la montaña vivía un niño

María Díaz Manzano Almudena Gallardo Torres

Miriam Gila Molina

Rabito de lagarto

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La historia que os vamos a contar seguro que os gustará, así

que no perdáis el hilo pues queremos veros disfrutar. No

muy lejos de aquí, en un pequeño jardín, el lagarto y la

lagarta vivían bajo un bonito jazmín. A su alrededor todo

era verde y estaba lleno de mosquitos. ¡Cómo se los comían

los lagartos! ¡Anda que no estaban gorditos!

Pero hoy no era un día igual a los demás el lagarto y la

lagarta lo estaban pasando mal:

El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta Con lacitos blancos.

Han perdido sin querer Su rabito largo.

(Adaptación de la primera estrofa de “El lagarto está llorando” de Federico García Lorca)

Rabito de lagarto

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Un gorrioncillo que volaba por allí al verlos tan apenados les dijo: ¿Qué pasa aquí?

LAGARTO: ¡No imaginas qué desastre! ¡Qué susto nos hemos llevado!

LAGARTA: ¡Un gato muy malaje ha intentado cazarnos!

GORRIONCILLO: Pero, “pio” ¿qué me estáis diciendo? Pero,

“pio” ¿qué me estáis contando? Si yo lo hubiera visto, se habría llevado un picotazo.

LAGARTO Y LAGARTA: Y ¿Ahora qué hacemos? ¿Cómo lo solucionamos?

GORRIONCILLO: Pues… “pio” “pio” juntos vamos a buscarlos.

Mientras buscaban por el jardín, repetían este estribillo sin fin:

Plico, plico, plico, buscamos nuestro rabito. Plica, Plica, plica, con esta cancioncilla. Plico, plica, plón, nos ayuda el señor gorrión.

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Y un escarabajo que los escuchó corrió a enterarse de la situación.

ESCARABAJO: Escuchando vuestra canción una idea se me ocurrió. Podríamos buscar los rabitos, de rincón en rincón.

LAGARTO, LAGARTA Y GORRIONCILLO: ¡Qué idea tan buena! ¡Qué ilusión! Seguro que los encontramos sin más dilación.

Plico, plico, plico, buscamos nuestro rabito. Plica, Plica, plica, con esta cancioncilla. Plico, plica, plón, se une don escarabajo a la investigación.

Y siguieron el camino, ahora eran cuatro amigos. Y así era más fácil encontrar lo perdido.

Una hormiga que estaba comiendo migas sintió curiosidad y quiso ayudar.

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HORMIGA: Aquí tenéis a una amiga diminuta que os ayudará en vuestra disputa.

LAGARTO, LAGARTA, GORRIONCILLO Y ESCARABAJO: Muchas gracias amiga hormiga por compartir nuestra fatiga.

Plico, plico, plico, buscamos nuestro rabito. Plica, plica, plica, con esta cancioncilla. Plico, plica, plón, esta hormiga es un primor. Finalmente, cuando más entusiasmados estaban, apareció el Búho diciendo estas palabras:

BÚHO: ¿Qué hacéis buscando? ¡Si el rabo ya os ha crecido!

El lagarto y la lagarta miraron hacia atrás sorprendidos.

LAGARTO Y LAGARTA: ¡Qué locura que después de este lío el rabito nos haya crecido! ¡Qué disparate no caer en que nuestro rabito siempre vuelve a crecer!

Plico, plico, plico, tenemos nuestro rabito. Plica, plica, plica, con esta cancioncilla. Plico, plica, plon, nos creció de sopetón.

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Plico, plico, plico, el gato nos robó el rabito. Plica, plica, plica, se lo llevó en su boquita. Plica, plico, plon, al gato lo castigaron por ser tan ladrón.

Y así es como todos en ese jardín acaban satisfechos y contentos al fin. Cada lagarto con su rabo y cada animal por su lado, pero eso sí, felices y amigos por la gran aventura que han vivido. Y no olvidemos al gato que por su mal comportamiento ha recibido un merecido escarmiento.

Final

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CUENTO

COLECTIVO:

RESPLANDECIENTA

María Inmaculada Asensio Serrano

América del Rocío Castillo Lérida

Cristina Martínez Torres

Marina Pérez Melgar

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RESPLANDECIENTA

Érase una vez que se era,

en un mundo tan normal

como otro cualquiera,

una pequeña bebé

tan blanquita de piel

que cuando la miraban

parecía que brillara.

Por eso os contaremos la leyenda

de la que llamaron Resplandecienta.

Su mamá tenía la costumbre de sacarla

a pasear por la pradera

todas las tardes después de tomar

su leche con magdalenas.

Tan bella y luminosa la niña era

que las flores se giraban

en su paseo por la pradera.

- Ooooh ¡¡Qué niña tan brillante!!

- ¡¡Su brillo es impresionante!!

Tan bella y luminosa la niña era

que el sol siempre despertaba

sonriendo de oreja a oreja.

- Buenos días luz de mayo,-

le saludaba

con una sonrisa de rayo a rayo.

Tan bella y luminosa la niña era

que en la oscuridad de la noche

la protegían las estrellas.

- Tranquila preciosa niña,

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en nuestro regazo estelar

la oscuridad no va a entrar.

Era tal el poder de Resplandecienta

que cuando amanecia nublado

hacía que el sol luciera radiante

con solo cantar campante...

Sal solecito,

acariciame un poquito,

con tus rayas amarillas,

que me dejan dormidita.

Todos mucho la querían

menos Los mariposos,

hasta entonces los más hermosos,

que celosos se sentían

y de ira volando salían,

en cuanto que la veían:

- Niña brillante,

¿Te crees la más bella y alucinante?

Brilla, brilla, sin temor,

pronto tu brillo apagaré yo.

La niña se fue haciendo mayor

brillando y brillando siguió

y su poder también fue aumentando

porque un día cuenta se fue dando

de que a la luz que irradiaba

podía subir como si volara.

Ante ese descubrimiento

se fueron todos sorprendiendo

y cuando la veían por su lado

exclamaban asombrados:

- ¡¡¡Resplandescienta sabe volar!!!

exclamaban pasmadas

las florecillas de aquel lugar

- ¡ Es como un pajarillo luminoso!

gritaba el Sol muy animoso.

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Volaba y volaba alto por el cielo,

y todos y todas la miraban desde el suelo

todos menos Los mariposos

que de un verde envidioso

revoloteaban furiosos:

- ¡Esto ya es el colmo!

¡No puede volar como nosotros!

Pronto esto acabará,

¡Nosotros nos vamos a asegurar!

En secreto Los mariposos

reunidos en la cueva de un oso

en la oscuridad del mal

decidieron trazar

un malévolo plan

para con la niña acabar.

Un tarde brillante

como otras muchas antes,

esperaron a Resplandescienta

escondidos tras una piedra.

Cuando la niña pasó por al lado

aprovecharon que iba distraída

oliendo unas florecillas

y la metieron en un saco.

-¡Atrapada ha quedado

ella está penando!,

-¿Qué me ha ocurrido?

¿Qué me ha pasado?

- Ya no brilla, ya no vuela,

no surcará más la pradera.

¡Atrapada queda

por siempre la bella!

Y así se la llevaron

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a un país muy lejano

donde no podría brillar

ni por supuesto volar.

Así fue como Resplandecienta llegó

a un país oscuro y tenebroso

donde no había ninguna flor

y el sol no lucía ni un poco.

En aquel lugar distante

encontró seres extraños

elefantes verdes enanos

hormigas blancas gigantes

y pingüinos enmarronados.

Habitado el sitio estaba

pero era como estar sola

pues ninguno allí hablaba

solo pasaban las horas.

Y pasaron horas oscuras,

y siguieron días inciertos,

hasta que llegó el séptimo

y un gris descubrimiento:

Una flor color ceniza,

pero que era muy hermosa

algo así como una rosa

le inspiró la tonadilla

que latía en su memoria:

Sal solecito,

acaríciame un poquito,

con tus rayas amarillas,

que me dejan dormidita.

Sorprendida quedó cuando

la fría Rosa le contestó:

-Niña triste no llores

No crees un mar de flores

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Triste pequeña ¿qué ocurre?

No dejes que las dudas te inunden

Niña llorosa, tu eres hermosa

Yo solo soy una rosa

Pero tu luz me ha llegado

y de mi letargo me ha despertado.

Y de repente lo oscuro

se lleno de resplandor

las sombras desaparecieron

la luz todo lo inundó.

Resplandescienta brillaba

se había vuelto a encender

la alegría volvió a su rostro

había vuelto a renacer.

- ¡Vuelvo a brillar, a brillar vuelvo!

exclamó casi sin creerlo

El triste reino encontrado

quedó todo iluminado

porque la luz de la niña

del todo no se había apagado.

Las laboriosas gigantes

los enanos elefantes

fueron de repente amigos,

y los marrones pingüinos

se volvieron elegantes…

empezándola a querer

los extraños habitantes.

Resplandecienta fue libre

y voló hacia su pradera

aunque en el fondo supiera

que en el otro reino las puertas

para siempre tendría abiertas.

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Ay prado, pradito mío,

me quedaré aquí contigo

aunque guarde en el alma

a mis recientes amigos.

Muchas gracias mariposos

sin vosotros no habría podido

conocer ese increíble sitio.

Y esta rosa yo os entrego

extraña rosa de invierno

rosa de ceniza oscura,

rosa fría, rosa tierna

y su solidaridad eterna.

BUSCA LA LUZ EN TÍ

Y HAZ A LOS DEMÁS FELIZ.

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

¡SHH!… SILERE YA LLEGÓ.

Érase una vez que se era, en una clase cualquiera, de cuyo grado no me acuerdo,

aguardaban impacientes un grupo de pequeños locos bajitos la llegada de su seño. Lo

que aun no sabían era la gran visita que iban a recibir.

Cuando más ruido había en la clase, cuando los gritos superaban las nubes,

entraron en escena, dentro de la clase, dos curiosas y estrambóticas profesoras que

venían acompañadas de una caja muy peculiar…

(Se apaga la luz. Entra en escena la profesora)

(VOZ EN OFF) Rigoberta, viste una falda rosa tan larga como una pitón, con

una tremenda raja que deja ver unos leotardos morados acompañados de unos calcetines

desiguales. Lleva una blusa vaquera medio remetida por la falda, con algunos botones

cojos, unos zapatos negros de pico y una melena medio recogida. De su cara cuelgan

unas gafas de ojos de gato y sus labios van pintados de rojo pasión, como la que surge

entre dos adolescentes en su primer beso. Su piel es blanca como la nieve, sus ojos

marrones como el de los frutos de un castaño y sus uñas muy llamativas pintadas cada

una de un distinto color.

Mira a su alrededor y al oír completo silencio dice en voz suave:

- Rigoberta: Tribujena, Tribujena, pasa, pasa, corre, corre, que

aquí no hay ruido y podremos soltar a nuestro amigo.

(Entra en la clase la profesora Tribujena)

(VOZ EN OFF) Tribujena, viste con un toque primaveral; lleva unos botines

tan negros como el pelo de un gato, unas medias poco usuales de color rosa y amarillo

acompañadas de unos pantalones, que en principio eran largos, pero tanto querer

ponerlos a la moda, fue cortándolos y cortándolos hasta dejarlos casi invisibles.

También lleva una camiseta rosa por la que deja ver parte de su ombligo, y dos moñitos

a falta de uno, a diferentes alturas, de color azul y naranja. Tribujena tiene unos ojos

verdes preciosos, y unos labios rosados como un helado.

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

- Tribujena: ¡Voy, voy! Es que a Silere le pesa el culo. ¡Rigoberta,

Rigoberta…! (Entra arrastrando una caja) Grrr…. ( Mira hacia el público)

¿Dónde te has metido? ¡Qué esto esta lleno de chiquillos y chiquillas mujer, que

Silere no va a querer estar aquí! (dice muy nerviosa, zarandeando a Rigoberta)

- Rigoberta (es zarandeada) arrrgg….

- Tribujena: ¿Ahora qué hacemos?

- Rigoberta: No te preocupes, si a Silere le encantan los niños,

pero claro, ahora que lo dices, lo que no le gusta es estar rodeado de ruido. Y

quizás esta clase, hace mucho ruido…

- Tribujena: ¡Hola! ¿ustedes sabéis lo que es el ruido?

(Espera respuesta de los niños)

- Os lo vamos a enseñar. – dice Tribujena.

Al unísono ambas profesoras recitan a la par:

Tan fuerte como la lluvia que en invierno reina sin cesar

Tan frágil como el rayo que al mar va a parar

Tan suave como la voz de un niño diciendo mamá

Tan desagradable cuando el silencio quiere reinar

- Os ha gustado la poesía – preguntan las profesoras impacientes.

(Esperan respuesta de los niños)

- Pues a mí no me gusta el ruido Tribujena.- dice Rigoberta

- No te preocupes compañera, ¡yo traigo la solución! – contestó Tribujena.

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

- ¿Tú? Ja ja ja ja. No me hagas reír. Si tu lo único que has hecho en este tiempo ha sido

hablar y hablar y cargar ese trasto viejo.

- Pues para que te enteres tú y todos los niños y niñas que hay en esta clase, en este trasto

viejo como tú lo llamas traigo la solución para acabar con el ruido. ¿Queréis que os lo

enseñe?

(Respuesta de los niños)

(Se vuelve a apagar la luz)

Rigoberta: ¡Pero Tribujena que…!

Tribujena: Shh… Shhh… Necesito que Silere salga y para ello necesito una pequeña

ayudadita vuestra. Es muy sencillo solo tenéis que cantar conmigo…

Si me quedo calladito

Mi voz no se oirá

Y así consigo que Silere

Salga de su caja

Para jugar.

(TODOS JUNTOS)

Si me quedo calladito

Mi voz no se oirá

Y así consigo que Silere

Salga de su caja

Para jugar.

Y de repente una pequeña luz blanca comienza a salir de la caja y a ir de un lado a otro de

manera desconcertada. Los pequeños asombrados siguen a esa diminuta luz con meneando

la cabeza de punta a punta de la clase, mientras como si de una pelota se tratara el tímido

Silere rebotaba sin saber muy bien en que lugar del aula posarse. Cansado de mover y girar

la cabeza como un trompo un pequeño loco bajito grito:

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

- seño estoy cansado de mirar a esa revoltosa luz…

En ese momento, la pequeña ráfaga de luz blanca desapareció y PUM, de nuevo el aula se

ilumino con una luz mucho más fuerte que la anterior, los niños volvían a gritar, las persianas se

volvían a alzar, en definitiva, el ruido volvía a reinar.

- ¡Silencio! – decía Rigoberta- ¡Niños ya esta bien! Pedro con tu grito has logrado asustar

a Silere y este ha huido.

- Pero seño… ¿Por qué llamas Silere a una luz blanca? – intervino Paloma con cara de

asombro.

- En mi casa hay muchas luces blancas por la mañana y por la tarde y también por la

noche – grito Juan- pero siempre que están encendidas hay ruido… mis padres hablan,

mi hermano ve la televisión y yo juego con mis cromos de fútbol. Cuando es de noche y

estoy cansado no se si hay luz por que yo cierro mis ojos muy fuerte para que se pase

rápido la noche.

- Si que hay luz Juan- corto pronto la profesora Tribujena- Y esa luz es Silere, lo que pasa

que cuando tu cierras los ojos esa luz es tan pequeña como cada una de las pequitas de

tu moflete color rosado, y se va haciendo mayor a medida que la noche va avanzando.

- Pues esta noche no dormiré, engañaré a Silere y me haré el dormido y cuando aparezca

me acercaré para ver si quiere ser mi amigo – dijo Lucia muy decidida.

- Y yo… y yo… - gritaban cada vez más los niños.

Y el ruido iba a más y más y más y de repente la luz volvió a ser apagada y Silere volvió a

reinar. Los pequeños revoltosos callaron al igual que calla la tormenta en pleno mes de Agosto.

Así pasaron unos minutos y de repente uno de los niños pregunta en voz muy bajita.

- Seño Tribujena, ¿Puedo hablar?

- No se pequeño Angelito para ello a Silere deberás de preguntar.

- Amigo Silere amigo Silere una cosa te quiero preguntar, necesito hablar porque algo

importante tengo que contar.

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

La gran y escurridiza marca de luz blanca se fue haciendo más pequeña hasta que se transformo

en un grano igual de diminuto que un grano de arroz, y seguidamente, la seño Rigoberta

continuó:

- Ahora en voz bajita ya puedes decir todo lo que quieras, que al no haber nada de ruido

todos te oirán.

- Me gusta que Silere haya venido a visitarnos ¡es genial! Gracias a él hoy he aprendido

que no debemos gritar. A partir de hoy será mi amigo y juntos nos lo pasaremos genial.

- Seño seño yo también quiero hablar- intervino Teresa- Yo he aprendido que si quiero

hablar no tengo por que gritar y que si no grito mi mamá no se enfadará.

- Además así es más sencillo hablar con los demás todos nos escuchamos y no nos dolerá

la garganta nunca más- decía Damián.

- Muy bien mis pequeños corazones, la lección de hoy habéis aprendido ya, decidle adiós

a Silere que ya se tiene que marchar. – dijo Tribujena.

- ¡No queremos que se vaya! Silere se debe quedar.

- Nos os preocupéis niños que Silere volverá siempre que hablemos bajito a nuestro lado

estará y si ya nos quedamos calladitos de nuevo aparecerá.

Y, justo en ese momento, cuando el silencio reinaba por encima de todas las cosas, esa diminuta

luz blanca termino por desaparecer y la luz volvió a ser la protagonista del aula. A pesar de ello,

los niños, seguían en silencio y sin articular palabra alguna, se pusieron a colorear y otros a

jugar con la plastilina.

No hacía falta nada más, Silere estaba presente en el aula aunque ya no se pudiese ver por

ningún rincón de la misma. Las señoritas recogieron sus trastos y su gran caja y salieron del

aula sin hacer ningún tipo de ruido.

Pasados unos minutos entro en el aula la señorita Maria sorprendida de tanto silencio comenzó

diciendo:

- Buenos días mis pequeños, hoy os enseñaré un color muy especial, el color blanco…

Y así, como si nada de lo anterior hubiese sucedido Silere volvió a estar presente entre esos

grandes locos bajitos

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SILERE = SILENCIO EN LATIN

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Profesora: Elena

Guichot

Alumnas: Macarena

Ortega Hernández

Paula Real Jiménez Grado en Educación

Infantil

Grupo 1 Subgrupo 2

Curso 2013-2014

Creación Colectiva El Hecho Literario

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rase una vez una gran ciudad, llamada Mocedad. Esta ciudad estaba

rodeada de grandes edificios y fábricas. Por sus calles circulaban numerosos

coches, camiones, bicis… ¡Era horrible caminar allí! En él vivía una pequeña abeja

llamada Treja. Treja la abeja era muy risueña y divertida pero en su panal nadie

la entendía. Ella no podía volar, nació con un ala más pequeña y no era capaz de

mantenerse en el aire. Sin embargo esto no le impedía a Treja ser la abeja más

feliz de su colmena.

É

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2

Le encantaba cantar a todas horas. Cantaba mientras desayunaba, paseaba o

merendaba.

TODOS LOS BICHITOS,

SON AMABLES Y DICHOSOS,

VIVEN ENCANTADOS

EN UN BOSQUE MARAVILLOSO.

COLÍN COLÁN ES UNA SERPIENTE,

POR LAS MAÑANAS MADRUGA

Y A TODOS SALUDA,

ENSEÑANDO SUS DIENTES.

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CASAÑA LA ARAÑA,

CON AIRE SEÑORIAL,

VA DE ÁRBOL EN ÁRBOL

SIN PARAR DE TRABAJAR.

CASILDA LA ABEJA,

NUNCA SE QUEJA,

HACE MIEL CON ARMONÍA,

TANTO DE NOCHE, COMO DE DÍA.

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Pero la pequeña abeja Treja tenía un sueño. ¡Conocer la primavera en el bosque

Morosque! Morosque, el bosque estaba bastante lejos de Mocedad, su ciudad. En

Mocedad el cielo estaba gris por el humo de las fábricas y de los coches, no había

grandes parques verdes, ni altos arboles cargados de frutos, ni flores de todos los

colores. En su ciudad apenas podían ver los rayos del sol.

Ella deseaba con todas sus fuerzas ir hasta aquel lugar, ya que todas las abejas de

su colmena habían viajado hasta allí alguna vez y Treja quedaba maravillada al

escuchar las grandes historias que sus amigos contaban.

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Una mañana ocurrió lo siguiente:

(Treja acude a la habitación de sus padres. Llama a la puerta. La habitación era

de color azul y tenía una bonita cama con dos mesillas de noche a cada lado.)

Padre de Treja: Adelante

Treja: Papa, Mamá, me gustaría hablar con ustedes.

Madre de Treja: (Acariciándola) Cuéntanos pequeña abejita, ¿Qué te pasa?

Treja: Sabéis que soy feliz aquí en nuestra colmena. Pero me gustaría viajar al

bosque Morosque y ver por primera vez la primavera. Quiero oler las flores,

posarme en ellas y sentir su frescor, probar el rico polen que ellas fabrican,

conocer animales nuevos…

(Su padre le interrumpe)

Padre de Treja: Tonterías Treja. Nunca irás al bosque Morosque. No puedes volar

y nunca podrás escapar de algún peligro que allí te aceche,

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Treja: Pero papa…

Madre de Treja: Treja lo hacemos por tu bien. Una abeja como tú no es capaz de

sobrevivir fuera de su colmena.

(Treja con tristeza abandona la habitación)

La pequeña abeja estaba empezando a perder su sonrisa. Cada día deseaba más y

más poder acudir al lugar que deseaba. Ella no estaba de acuerdo con su padre,

ella se sentía una abeja fuerte e inteligente y sabría defenderse de cualquier

peligro.

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Una mañana de Abril se encontraba como cualquier otra, sentada en el lugar de

siempre cantando su canción preferida.

La primavera ya ha venido

Nadie sabe cómo ha sido.

Ha despertado la rama

Y el almendro ha florecido

Y en el campo se escuchaba

El gri gri del grillo.

La primavera ha venido

Nadie sabe cómo ha sido.

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De pronto Treja, la pequeña abeja, se asomó demasiado al borde con tanta mala

suerte que acabó cayendo al vació. Treja pensó que tras ese golpe moriría y cerró

los ojos fuertemente. Pasado un rato cuando los abrió estaba sobre la mariposa

Latosa que pasaba por allí justo en aquel momento. Treja le gritaba para que se

diera cuenta que estaba sobre ella pero Latosa la mariposa no se enteraba con el

ruido de su aleteo. La abeja miraba a su alrededor y solo veía mar.

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Recitaba una conocida poesía entre las abejas sobre el mar.

Oh mar, verde azul

Hermano de la tierra

Tesoro misterioso

¡Me asombra tu belleza!

Latosa la mariposa empezó a descender y paró sobre una hermosa rosa roja.

Cuando Treja la abeja miró a su alrededor no lo podía creer. ¡Estaba en el bosque

Morosque! ¡Por fin!

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(Latosa se percató de la presencia de Treja)

Latosa: Treja ¿Qué haces aquí?

Treja: Caí de mi colmena y gracias a ti me he salvado. Intente decírtelo pero no

me escuchabas

Latosa: Oh Treja cuanto me alegro. Estaré aquí hasta la noche para visitar a unos

familiares. Ven conmigo para que estés a salvo.

(Latosa le estrecha un ala a la abeja)

Treja: No Latosa, déjame disfrutar de este paisaje tan maravilloso. Quedaremos

aquí en el ocaso. Sabré cuidarme.

Latosa: Esta bien pero ten cuidado con los pájaros. Le encantan los insectos.

La pequeña abeja Treja estaba feliz. No sabía a donde mirar, si observar las flores

de todos los colores del arco iris, probar su jugoso néctar o buscar nuevos insectos.

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Tras haber visitado el bosque una gran sombra envolvió a Treja. Pensó que era

una nube pero cuando quiso mirar era un gran pájaro de color amarillo. Treja la

abeja que era muy astuta cogió una rama que se encontraba cerca y se la tiró al

pájaro para despistarlo. Mientras ella corrió lo más rápido que pudo hasta un

lirio cercano y se escondió en él. El pájaro se marchó y la abeja estaba feliz de

haberse defendido ella -sola.

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A pesar de lo que todas pensaban lo había conseguido.

Treja volvió a casa y contó a sus padres lo ocurrido.

Desde ese momento Treja cada primavera volaba al bosque Morosque a lomos de

cualquier insecto amigo.

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Mientras Treja la pequeña abeja siguió animando a toda la colmena con sus

canciones.

CANTA, CANTA, PAJARITO

CANTA, CANTA TU CANTAR,

QUE EL BUEN TIEMPO SE ACERCA

PODRÁS SALIR A VOLAR.

CUANDO PASES POR MI CASA,

ME VENDRÁS A VISITAR,

ME ASOMARÉ A LA VENTANA

Y ESCUCHARÉ TU CANTAR.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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Erase que se era…en un pequeño pueblo al norte de Andalucía, rodeado de

montañas, vivía una niña llamada Rosa.

Rosa: Adiós mamá.

Era una niña muy extrovertida y simpática que le gustaba volar la cometa, jugar

a la pelota, bailar, cantar…, y sobre todo le gustaba salir al bosque y coger todas

las flores que se encontraba en su camino.

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Rosa:

Poema alegre

Me gustan las flores

Me gusta cantar

Me gusta me gusta

Me gusta bailar

Con la llegada de la primavera su mamá le mandó al campo para que cogiera

flores y así poder adornar toda la casa dándole un aire muy primaveral.

Rosa: ¡Que buen día hace hoy!, me encanta que mi mamá me mande a coger

flores al campo y así poder disfrutar de este gran paisaje.

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Rosa empezó a coger todas las flores rojas que se iba encontrando en su camino y

así se fue adentrando en la montaña, cuando se da cuenta tiene toda la cesta

llenita de flores entonces decide descansar a la sombra de un gran roble.

Rosa: ¡Que cansada estoy! –Rosa pone cara de sueño-, creo que he cogido todas

las flores rojas que había en el bosque, pero antes del volver a casa voy a

descansar un poquito sentándome aquí, al lado de este gran árbol - Rosa se

sienta en el árbol y empieza a mirar al cielo, viendo los pájaros que están

volando alrededor del árbol-

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De repente algo extraño sucede.

Árbol: ¡Eh! Oye, oye que me estas pisando ¡Quita tu sucio culo de mis pies y

vete a acostarte a la cama! -Rosa no se podía creer lo que estaba viendo. Un

árbol que se movía y hablaba-

Rosa: ¡Madre mía! Un árbol que habla y que se mueve. ¿Esto qué es, un bosque

encantado?

Árbol: ¡Qué bosque encantando ni que ocho cuartos! ¡Lo que tienes que hacer es

irte de aquí y no molestar más que es la hora de dormir la siesta y estoy muy

cansado!

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Rosa: ¡Que árbol más antipático! ¿Podrías ser un poquito más amable no?

Árbol: ¡Fuera de aquí!

Rosa salió corriendo por todo el bosque para alejarse del árbol y de camino se

encontró con otro cargado de manzanas.

Rosa: ¡Que susto me he pegado! ¿Habrá sido fruto de imaginación? Hablando

de frutas, que manzanas tan ricas veo aquí- Rosa señala con el dedo

manzanas que había caída en el suelo- con el hambre que tengo… voy a coger

todas las que pueda para llevárselas a mamá y que me haga una gran tarta

de manzana –dice Rosa con cara de alegría-

Rosa recogió todas las manzanas que encontraba por el suelo y de mientras

cantaba…

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Rosa:

Las manzanas

Manzanas manzanitas

Para las niñas bonitas.

Manzanas manzanitas

Para las más chiquititas

Manzanas manzanitas

Para todas mis amiguitas.

Manzanas manzanitas

Os venís todas a mi casita.

Rosa estaba muy alegre cogiendo las manzanas y había olvidado lo que le había

sucedido con el roble y…

Rosa: ¡Ala! ¿Pero qué es esto? ¡Parece una manzana gigante! Voy a intentar cogerla -Rosa pone cara de sorpresa pero a la vez de inseguridad, por lo que frunce el ceño y habla con voz entrecortada-

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Rosa tiró de aquella manzana gigante con todas sus fuerzas.

Rosa: ¡Pesa mucho! Creo que no podré con ella, pero no me iré de aquí sin

probarla -Rosa se agacha y pega un gran bocado a la manzana-

Manzana: ¡Ay! ¡Ay! Deja de morderme que me duele -Dice la manzana con

cara de dolor-

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Rosa vuelve a quedarse asombrada por lo que estaba viendo por lo que se limpió

los ojos como si fuera una imaginación lo que estaba viendo.

Rosa: Perdón, creo que mejor me iré a casa –Rosa con voz nerviosa y con las

lágrimas por la mejilla-

Manzana: ¿Cómo que a casa? Antes de irte tienes que soltar todas las

manzanas que has cogido, porque son mis hijitos.

Rosa: No pienso soltar ni una, son para mi mamá. Adiós.

Rosa sale corriendo con la cesta llena de manzanas y la gran manzana sale

detrás de ella. Corren y corren hasta que de repente tropieza y ¡zas!

Rosa: ¡Oh, no! ¡Qué mala suerte! Se me ha mojado todo el vestido y con el

vientecito que hace se me secará cuando las ranas críen pelos –Dice Rosa con

cara de preocupación al ver todo su vestido mojado-

Rana: Croa, croa.

Rosa: ¡Madre mía! Una rana con pelos –Rosa pone cara de asombro-

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Rana: No soy una rana con pelos, soy una rana flamenca. Y si quieres te

canto y todo. Ay como el agua, ay como el agua... –La rana baila y canta con

cara de entusiasmo-

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Rosa no se podía creer lo que estaba viendo, una rana gigante cantando

flamenco… Extrañada por todo lo que le había visto empezó a gritar con todas

sus fuerzas.

Rosa: Qué se vayan todos los animales, frutas y árboles que hablen y que me

dejen ya en paz recogiendo flores tranquila como cualquier día normal.

Rana: No mi reina, la que te tienes que ir eres tú, que has venido aquí a

meterte en mi charcha con lo cómoda que estaba yo tomando el sol –Se ve la

rana tumbada en la charca boca arriba y con las patas cruzadas-

Rosa: pues mírame tú a mí que me he mojado todo mi vestido y mi mamá me

regañará cuando llegue a casa- Rosa con voz de lloro y cara de preocupación-

Rana: ¿Mojada? Tú no sabes lo que es estar mojada…

La rana gigante empieza a salpicarle agua a Rosa y esta, echa a correr mientras

que la rana sigue intentando mojarla. Mientras que Rosa corre por el bosque…

Robot: ¡Oh! Que niña tan guapa.

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Rosa: ¡Fuera, fuera! ¡Vete de aquí! ¡Mamá ven por mí! – Rosa empieza a

retroceder en el suelo y llora llamando a su madre-

Robot: Oye, oye. ¿Pero qué te pasa? No llores, yo no te haré nada malo. Quiero

ser tu amigo. Ven, confía en mí. Te llevaré a casa.

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Rosa: ¿Pero qué pasa en este bosque? He encontrando un árbol que habla, una

manzana gigante que me ha perseguido por todo el bosque, una rana

flamenca que me ha mojado y ahora me encuentro con un robot ¡Qué bosque

más raro! –Rosa y el robot van caminando mientras hablan-

Mientras Rosa le contaba todo esto los dos caminaban dirección al gran al árbol,

en el que la niña había estado sentada. Al llegar allí, el robot le dijo…

Robot: Antes de llevarte a casa es mejor que descanses un rato –el robot le

señala que se siente junto al roble-

Rosa: ¿Otra vez ese árbol? ¡No, no quiero! – Rosa pone cara de miedo y

retrocede mientras el robot le habla-

Robot: No te preocupes, confía en mí, ven y veras que es un árbol normal –el

robot le tiende la mano-

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Rosa temerosa se sentó junto al robot y se quedó dormida. Al rato se despertó y se

dio cuenta de que el robot ya no estaba. Miró su cesta y descubrió que en ella solo

había flores y que no había manzanas. Cuando se dio cuenta que estaba sentada

en el árbol, se levantó de un salto. Se quedó un instante esperando a que este le

dijera algo y como no le dijo nada se acercó a él y lo tocó para ver si reaccionaba,

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pero el árbol no respondió. Rosa se dio cuenta que todo había sido un sueño. Cogió

su cesta y se fue camino de casa con todas sus flores, recitando una bonita

canción:

Rosa:

Las flores de la primavera

Las flores de mi jardín

Son todas amarillas

Yo las quisiera verdes

Rojas y azulillas.

Hay mi pequeño jardín

Si tú vivieras en Sevilla

Con su bonito paisaje de sol,

Arte y alegrías

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Todas tus flores serían

Verdes, rojas y azulillas

Y podría yo formar con él

Una preciosa y bonita canastilla.

Y colorín colorado este cuento ha terminado y Rosa, la manzana, la rana, el árbol

y el robot esperan que les haya gustado.

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Autoras:

Elena Contreras Tello

Sara Fernández Ortega

Piedad Mancheño Ruiz

Asignatura: El hecho literario y la literatura

infantil.

Curso y grupo: 3º E.I. 1.1

Profesora: Elena Guichot Muñoz.

Curso lectivo: 2013/2014

Fecha de entrega: 13/03/2014

CREACIÓN COLECTIVA: UN DULCE PLANETA

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Riiing riiing, sonó la alarma del patio. Todos los niños salieron corriendo al

recreo. ¡Qué recreo! Había un arenero, una pista de fútbol, otra de

baloncesto y una zona que ponía “Prohibido pasar”, lo cual llamaba

bastante la atención de los niños más traviesos. Dos de ellos se quedaron a

un lado jugando con un balón, eran Pablo Diablo y Elsa Traviesa, qué

peligro. Mientras jugaban y entre carcajadas decían:

- ¿Has visto las gafas de Rafa?, que raro.

- Y tú Pablo, ¿has visto como cojea Andrea?, que rara – contestaba

Elsa Traviesa.

- Sí, y ¿has visto la piel de Miguel?, que oscura, que rara.

- Jajajaja - seguían riéndose de los compañeros sin parar.

Como estaban entretenidos mirando a los demás no se dieron cuenta de

que la pelota se había colado por la zona que ponía “Prohibido pasar”. Elsa

Traviesa que era muy curiosa dijo:

- Pablo, ya tenemos la excusa perfecta para entrar, ¡vamos corre!, a

ver qué es lo que hay detrás del cartel.

Pablo Diablo no tardó en cruzar la valla junto a su amiga Elsa Traviesa y

no os vais a creer lo que había justo al lado de la pelota. ¡Era una nave

espacial! Tenía un montón de luces y de colores. Los niños estaban

asombrados y entraron a la nave para saber si había algún extraterrestre

dentro.

- Jo… aquí no hay nadie, solo un montón de botones- dijo Elsa

Traviesa mientras Pablo toqueteaba todos los botones que veía.

De repente la puerta se cerró y una voz mecánica dijo:

- Suwitiano todo está listo,

estarás en Suwiti

en un visto y no visto

La nave empezó a moverse y los niños se tambalearon dentro de ella.

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3

- Elsa que no es de mentira, esto va a despegar, tengo miedo- dijo

Pablo Diablo aterrorizado.

- ¡La puerta no se abre, no podemos salir! – contestó la niña entre

sollozos.

La nave despegó con tal intensidad que, como los pequeños no llevaban

puesto los cinturones de seguridad, se cayeron al suelo y ¡PUM! se dieron un

fuerte golpe en la cabeza. Los amigos se quedaron inconscientes hasta que…

- ¿Dónde estamos Pablo Diablo?- preguntó Elsa Traviesa cuando se

despertó.

- No sé, pero he estado mirando por la ventana de la nave y ahí fuera

todo es precioso, vamos a salir ¡corre!

Cuando salieron vieron que habían aterrizado en ¡algodón de azúcar! Era un

lugar precioso con un lago de chocolate, una cascada de batido, flores de

piruletas y el suelo de gelatina ¡cómo temblaba! Pablo Diablo y Elsa Traviesa

estaban alucinando.

- Yo creo que estamos en la fábrica de chocolate del señor Wonka –

dijo Pablo mientras cogía un trozo de árbol de galleta y se lo comía

de un bocado.

- ¿Cómo va a ser la fábrica de chocolate del señor Wonka? Si aquí hay

de todo, mira cuantas gomitas. – le contestó Elsa Traviesa.

Se pusieron a comer y a comer cuando de repente escucharon algo que se

parecía a una canción:

Suwitianos levantaooos

Pedid chuches y libertad

Sea por una suwiti libre

Sin extraños ni maldad.

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Cuando se acercaron vieron a diversas criaturas, todas diferentes, unas

tenían 4 ojos, otras 10 piernas, 3 orejas, 5 brazos… ¡qué locura! Estaban

cantando esa canción, parecía que era el himno del planeta.

Pablo Diablo que había cogido un trozo de galleta del tronco de un árbol no

se pudo contener y mordió, los extraños extraterrestres lo escucharon y se

giraron hacia ellos:

¿Suwi? ¿Suwi?

Vosotros no tenéis piel switiana

Vosotros aquí no pintáis nada

Os estáis comiendo nuestras casas

No entendemos ¿qué os pasa?

Pablo Diablo les contó su historia tartamudeando:

- No sabemos dónde estamos…nos montamos en una nave y acabamos

aquí, además en nuestro planeta las chuches se comen, no se vive en

ellas ¿entonces vosotros qué coméis?

- Pues ladrillos, yeso, sopa de cemento

Y todos contentos.

Pablo Diablo y su amiga Elsa se miraron con cara de pasmados.

- ¡Qué raros!- dijeron los dos a la vez.

- ¿Raros? Pues claro

somos switianos

aquí todos somos diferentes

por ejemplo mi amigo no tiene dientes

y yo tengo los ojos en la frente. – Contestó uno de los suwitianos.

Elsa Traviesa después de pensar un rato les preguntó:

- Si todos sois diferentes ¿entonces porque somos nosotros los raros?

A lo que uno de los suwitianos contestó:

- Suwi, sois todos iguales,

yo no sé como os diferenciáis,

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con dos ojos, dos orejas y hasta la misma estatura,

el mismo aspecto aparentáis.

Pablo Diablo y Elsa Traviesa se dieron cuenta de que los switianos tenían

razón, lo que ellos pensaban que era raro en su colegio no lo era tanto. En

realidad, todos eran iguales, solo depende del punto de vista desde el que se

mire.

Otro de los suwitianos continuó con la explicación:

- Lo raro no es malo, suwi

mi amigo como tiene tres manos

puede ayudar a sus hermanos.

Las diferencias nos enriquecen

y todos los problemas desaparecen.

- ¡Anda es verdad! - dijo Pablo Diablo. Entonces él y Elsa se miraron y

empezaron a llorar.

- ¿Qué os pasa? Suwi – les preguntaron preocupados los switianos.

- Que hemos sido muy malos con nuestros amigos, les hemos dicho que

eran raros como si eso fuese algo malo y ahora sabemos que si somos

diferentes todo puede ser más fácil – contestó Elsa entre sollozos.

- Quiero volver a mi colegio, pedirles perdón a mis amigos y amigas y

jugar con ellos. – añadió Pablo Diablo.

Un suwitiano sorprendido por aquel mal comportamiento de los niños

respondió:

- Suwi suwi suwi,

lo hecho, hecho está.

Y aunque es peor que comeros nuestras casas,

os queremos ayudar.

Otro switiano añadió asintiendo:

- Por supuesto, tenéis que volver

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lo que habéis hecho no está bien,

sentimos haberos tratado así

nos hemos dado cuenta de que sois como los suwits.

Nos habéis enseñado que no debemos ser tan desconfiados,

los extraños no siempre son malos.

Entre todos los suwitianos acordaron cambiar el himno con ayuda de esos

niños y le pidieron cantarlo todos juntos.

Suwitianos levantaooos

Pedid chuches y libertad

Sea por una suwiti nueva

Con extraños e igualdad.

Lo switianos ayudaron a Pablo Diablo y Elsa Traviesa a volver a su planeta.

Mientras se alejaban en la nave Elsa gritó:

- ¡Prometemos volver! Muchas gracias por todo lo que nos habéis

enseñado.

En cuanto llegaron a la Tierra corrieron a ver a sus amigos Miguel, Andrea,

Rafa y muchos más. Estos los perdonaron sin dudar, todos jugaron juntos y

se lo pasaron genial.

Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO QUE UN SWITIANO ME HA

CONTADO, SE HA ACABADO.

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Escrito y dibujado por:

Marina Chiara Llanos

Aída García Solís

Rocío Lobato Reche

3º Grado en Educación Infantil

Grupo 1