lágrimas pasajeras

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Mi compañera de viaje duerme acomodada en el asiento del bus. No la conozco y de vez en cuando observo a hurtadillas su perfil, sus manos entrelazadas, su piel blanca, su cabello largo y castaño. Creo escuchar su respiración acompasada. Es hermosa, no sé su nombre y no conozco su destino. Observo el paisaje que se desplaza esta mañana de otoño. En un prado un álamo con sus hojas oro-viejo resplandece con furia. De pronto una lágrima comienza a rodar por la mejilla de mi compañera de viaje: se desliza con lentitud en búsqueda de las concavidades y pliegues del rostro hasta desaparecer en el mentón. Luego aparece otra lágrima. Tomo mi pañuelo y las enjugo. Ella no se da cuenta porque continúa dormida y soñando. No sé si son lágrimas de pena, de despedida, de separación, de ruptura. Mientras tanto sus lágrimas ruedan y se cobijan en mi pañuelo. Mi compañera de viaje llega a su destino, desciende. La observo desde la ventanilla. Habla por celular. El bus parte. El asiento está vacío. El álamo resplandece. Duermo. Lágrimas pasajeras Pedro Guillermo Jara

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Page 1: Lágrimas Pasajeras

Mi compañera de viaje duerme acomodada en el asiento del bus. No la conozco y de vez en cuando observo a hurtadillas su perfil, sus manos entrelazadas, su piel blanca, su cabello largo y castaño. Creo escuchar su respiración acompasada. Es hermosa, no sé su nombre y no conozco su destino. Observo el paisaje que se desplaza esta mañana de otoño. En un prado un álamo con sus hojas oro-viejo resplandece con furia.

De pronto una lágrima comienza a rodar por la mejilla de mi compañera de viaje: se desliza con lentitud en búsqueda de las concavidades y pliegues del rostro hasta desaparecer en el mentón. Luego aparece otra lágrima. Tomo mi pañuelo y las enjugo. Ella no se da cuenta porque continúa dormida y soñando. No sé si son lágrimas de pena, de despedida, de separación, de ruptura. Mientras tanto sus lágrimas ruedan y se cobijan en mi pañuelo. Mi compañera de viaje llega a su destino, desciende. La observo desde la ventanilla. Habla por celular.

El bus parte. El asiento está vacío. El álamo resplandece. Duermo.

Lágrimas pasajeras

Pedro Guillermo Jara