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Páginas 47-‐56
La fotografía de naturaleza geolocalizada como estrategia de Educación Ambiental
Fernando F. Rojero y Domitila Viñas Canelas
Introducción
2010 ha sido el “Año Internacional de la Biodiversidad”, 2011 es el “Año Internacional de los Bosques”. Los organismos internacionales a través de estas conmemoraciones, intentan concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de conservar nuestro patrimonio natural. Nuestra propuesta intenta responder al papel que pueden jugar las salidas de campo escolares para contribuir a conseguir los objetivos de estas conmemoraciones.
Las excursiones a la naturaleza son ya una vieja estrategia en el mundo de la educación. En España empezaron a realizarse desde los tiempos de la Institución Libre de Enseñanza, y han vivido su apogeo en la época de los “Itinerarios didácticos” iniciada en los años 70 y que todavía conserva cierta pujanza como estrategia didáctica.
Básicamente, una salida educativa a la naturaleza pretende mostrar al alumnado un mundo hasta cierto punto desconocido para él y que de ese descubrimiento surja un sentimiento favorable hacia el medio ambiente. Está claro que se aspira a que la naturaleza inspire de alguna forma esos buenos sentimientos. Esta idea, en realidad, procede de una vieja tradición iniciada con la creación de los primeros
parques nacionales de USA, creados para “preservar la naturaleza tal como era
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para el disfrute de las generaciones venideras”. En gran medida sigue vigente en la declaración de numerosas figuras de protección ambiental en todo el mundo.
Pero la realidad suele ser tozuda, sobre todo si se trata de adolescentes. No parece haber estudios que demuestren que las numerosas salidas de campo realizadas han conseguido estos resultados. Es más, nuestros propios datos, que no vamos a hacer públicos en este artículo, pero que han sido contrastados a lo largo de muchos años, nos muestran cómo estas actividades fuera del aula, cuando son ofrecidas por organizaciones externas a los centros educativos, han sufrido un curioso sesgo para acabar dirigiéndose preferentemente a alumnado de edades “poco problemáticas”, es decir menores del segundo ciclo de ESO.
Abundando en esta visión negativa, hemos llegado a ver cómo los alumnos participantes en este tipo de actividades llega, con frecuencia, a no saber siquiera adonde han ido de excursión y, generalmente, a no poder explicar mínimamente algo de lo aprendido. Da igual que el profesorado advierta de que lo aprendido sobre el terreno va a “contar” para la nota, o que haya que entregar un trabajo, etc.
No nos vamos a quedar solamente en los aspectos negativos. Es evidente que se pueden conseguir resultados muy interesantes para el aprendizaje tras una salida de campo, pero es imprescindible que el profesorado o los monitores, cuando se trata de una organización externa a los centros educativos,
sean conscientes de que se enfrentan a una tarea harto compleja que no se va a resolver favorablemente sólo con esa “buena voluntad” que tanto abunda en estas actividades.
Algunas ideas sobre metodología
¿Qué puede hacer que los adolescentes se impliquen en una actividad de este tipo hasta conseguir aprendizajes? En principio hay un requisito fundamental: Que lo que se vaya a hacer allí les interese, o les interese lo suficiente como para compartir el interés con lo que realmente les apetece, que es sociabilizarse entre ellos. Nos permitimos sugerir algunas ideas que, solas o combinadas y aún con matices, hemos visto que pueden llegar a funcionar:
1. Formación de grupos por afinidades personales. Aunque es un asunto complicado en algunos casos, porque siempre hay alumnos que no son elegidos por nadie. Es una estrategia insuficiente en sí misma, pero que puede reforzar las estrategias competitivas como la siguiente.
2. Tarea de resolución de pruebas, a modo de ginkana. Bien diseñada es una estrategia muy interesante. Luego la comentaremos con más detalle.
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3. Utilización de croquis o planos del recorrido que se ha de hacer por los equipos durante la realización de la actividad. Es complementaria de la anterior y, como veremos aporta contenidos de interés.
Nuestra idea de utilizar la fotografía de naturaleza geolocalizada como estrategia educativa, es una continuación de otra ya utilizada por nosotros repetidas veces (por ejemplo, Rojero, 1997. CAPO: Cuaderno de Campo del País de los Osos. FOP.), en la que se le pide al alumno participante que consiga una serie de puntos a través de la superación de pruebas, que suelen incluir la recogida de muestras, la identificación de huellas, o de especies, formaciones geológicas, etc.
El uso de mapas, croquis, etc. que el alumno debe interpretar para recorrer por libre un itinerario marcado en el que se realizan las actividades, ha sido una experiencia que hemos utilizado también con frecuencia, y aunque implica cierta pérdida del control sobre el alumnado, si se realiza sobre un terreno “controlable”, es enormemente gratificante y, generalmente, muy divertida.
El apoyo de las nuevas tecnologías: geolocalización y fotografía digital
La geolocalización y la fotografía digital son las dos grandes revoluciones tecnológicas que han venido para quedarse y cambiar el enfoque de estas actividades a poca imaginación que le echen sus promotores.
Hablaremos en primer lugar de la geolocalización, la cual, a pesar de sus innumerables valores científicos y económicos, tiene una vertiente lúdica que la convierte en algo que puede servir para interesar a los alumnos. Todo el mundo conoce los navegadores de coche, hasta ahora la versión más popular de esta tecnología, aunque, curiosamente, pocas personas son capaces de dar una
explicación acertada de qué es lo que hay detrás de ella.
Pasado el “boom” de los navegadores para coche, parece que ahora llega el de los “smartphones” o teléfonos inteligentes como los iPhone, las Blackberry o los modelos recientes de diferentes marcas que utilizan el sistema operativo Android. Aunque lentamentamente, como corresponde a su elevado precio, este tipo de terminales se van implantando también entre los adolescentes, anunciando un futuro próximo en el que la geolocalización forme parte de sus vidas cotidianas.
Las aplicaciones que utilizan la tecnología GPS o de geolocalización a partir de la red de telefonía móvil, son cada vez más numerosas. Y, lógicamente, los alumnos
acabarán haciendo uso de ellas, al menos y principalmente, en sus aspectos
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lúdicos. Y lo harán porque empresas tecnológicas se lanzarán a conseguir este mercado. No menospreciemos el impacto de las nuevas tecnologías entre el público juvenil. Generan una “minería de datos” de enorme valor económico como lo prueba la reciente compra por parte de Telefónica de la red social “Tuenti”, a la que pertenecen todos los jóvenes españoles casi sin excepción, por la suma de 70 millones de euros.
Nuestros datos apuntan a que son muy pocos los estudiantes de bachillerato y de secundaria que están utilizando en la actualidad alguna forma de teledetección para su ocio, pero la experiencia de lo ocurrido con Tuenti, nos dice que la aparición de alguna aplicación que les “enganche” podría multiplicar en pocos meses por varios millones el número de sus usuarios entre este público adolescente.
Algunos ejemplos dignos de mención de que esto está empezando a pasar, son por ejemplo “Foursquare”, una sencilla aplicación de la cual se ha anunciado en diciembre de 2010 que había llegado a los 5 millones de usuarios. La aplicación consiste en algo tan sencillo como que uno marque el lugar donde se encuentra: bares, restaurantes, o cualquier otro lugar para que sus amigos sepan que está o ha estado allí. Existen incentivos “virtuales” como ser nombrado “mayor” (alcalde) de un lugar cuando eres el que más veces ha hecho “Checking” allí.
O “Wikitude”, una aplicación también para teléfono móvil que te permite saber qué lugares de interés hay en los alrededores del sitio donde te encuentras, lo mismo que hace “Layar”. Éstas y otras muchas, se nutren de la llamada web 2.0, es
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decir, que son los propios usuarios los que las llenan de datos mediante sus contribuciones.
Antes que estas aplicaciones enfocadas prioritariamente a los móviles, otras como “Panoramio”, para publicar fotografías geolocalizadas y después “Wikiloc”, para hacerlo con itinerarios de senderismo, bicicleta, etc. grabados con un GPS, han tenido tanto éxito que se consideran de los grandes éxitos empresariales derivados de las TIC. Ambas fueron elegidas por la todopoderosa Google para que pasaran a formar parte de su programa “Google Earth”, el buque insignia de la geolocalización en el ordenador y en los móviles.
Ante estos datos, está claro que hoy en día cualquier proyecto en la Web que pretenda tener un poco de éxito, debería contemplar la geolocalización como un requisito imprescindible.
La segunda tecnología que nos ocupa, la fotografía digital, lleva ya mucho más tiempo implantada, y se ha convertido en una tecnología tan cotidiana que es muy posible que gran parte de nuestros alumnos no recuerden o ni siquiera hayan llegado a conocer la fotografía tradicional analógica.
Un dato relevante para nuestra tesis, es que el intercambio de fotografías entre adolescentes a través de la red “Tuenti” alcanza cifras espectaculares. Podemos visitar el perfil de cualquiera de nuestros alumnos (si nos lo permite o lo tiene “abierto”), para comprobar que una cifra del orden de quinientas fotografías publicadas por cada joven, podría ser una estimación incluso modesta.
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En cualquier excursión o salida de campo, estamos viendo cómo los alumnos portan sus cámaras digitales o utilizan sus teléfonos móviles de forma constante, pero vemos que lo hacen evidentemente para sus intereses sociales, como lo demuestra que estas fotos aparecen en Tuenti a las pocas horas de acabar la excursión. Pero lamentablemente, rara vez utilizan esta tecnología para ilustrar o “tomar notas” del trabajo encomendado. Y, sin embargo, es algo que está fácilmente al alcance de la mayoría de ellos, pues sus teléfonos móviles se lo permiten.
Qué menos que pedir a los alumnos que tras la salida, presenten algún tipo de trabajo que incluya fotografías tomadas, interpretadas y geolocalizadas durante ésta. Esto es algo que empieza a ser bastante habitual, incluso hemos visto cómo en muchas ocasiones son los propios alumnos los que toman la iniciativa y, obviamente, parece el camino más fácil para ir introduciendo al alumnado en las formas de aprendizaje que estas tecnologías, convenientemente usadas, podrían facilitar.
A partir de esta posibilidad está claro que la imaginación del profesorado a la hora de proponer actividades y retos es la clave para una buena explotación del recurso y de la salida.
La fotografía como forma de mirar
Si después de ver las fotos de nuestros alumnos en Tuenti, dedicamos un rato a curiosear en algunos lugares de Internet dedicados a la fotografía como “Flickr”, o algunos de los múltiples blogs de fotografía, donde hay millones de fotografías de todo tipo, publicadas por sus autores, no tendremos duda alguna de la importancia que la fotografía tiene en el mundo actual, y podremos comprender más fácilmente
la tesis de este artículo: hacer fotografías enseña a mirar.
Realizar fotografías enseña a mirar, pero en nuestro caso es muy importante porque es que también consigue que “al menos se vea”. Si alguien va haciendo fotografías, va observando cosas que, en otras circunstancias, le pasarían desapercibidas.
Una tercera faceta de la fotografía que no debemos menospreciar es su eficacia
como “ayudante de la memoria”. Las fotografías ayudan a recordar, como todos los que hemos perdido las fotografías de un viaje, de un acontecimiento social o familiar, o de una época de la vida, sabemos y sufrimos con nostalgia.
¿No estamos hablando de objetivos educativos? Interpretar, observar, recordar… A estas alturas del discurso, parece que hacer fotografías debería ser una herramienta educativa de primerísimo orden.
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Hacer fotografías implica tener una mirada analítica e incluso inquisidora en ocasiones. Los fotógrafos van por el mundo mirándolo todo, justo lo contrario que gran parte de nuestros alumnos en las excursiones.
Cualquier fotógrafo sabe que hacer buenas fotos implica acercarse mucho en ocasiones. “Si una foto no es buena es que no estabas lo suficientemente cerca”. (Robert Capa.). Esto nos lleva a considerar que en la fotografía educativa debe tener máxima importancia un tipo de fotografía que podríamos llamar fotografía “de detalle”, en la que incluimos la fotografía “macro”. Es fascinante el descubrimiento de lo pequeño, o de lo que, simplemente, pasaba desapercibido que se puede conseguir con este planteamiento.
Evidentemente, estas fotografías de pequeñas cosas, de detalles que hubieran pasado desapercibidos de no ser por las fotografías, pueden y deben ser utilizados después en el aula para ilustrar los conocimientos curriculares, por ejemplo ¿cuántas patas tienen los insectos? O ¿Cuáles son las partes de una flor?
Pero, pensemos que la fotografía exige también una mirada global además de la analítica que tratábamos en los párrafos anteriores. La fotografía “de lejos”, de paisajes, aporta la necesaria visión complementaria a la anterior.
Hemos utilizado en varias ocasiones las fotografía como herramienta de análisis de paisaje y de comprensión de las preferencias paisajísticas. De hecho esta estrategia
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fue seguida por el grupo de González Bernáldez para sus estudios sobre preferencias paisajísticas (González Bernáldez, Fernando (1981). Ecología y paisaje. Madrid: Blume.)
Y es que cuando fotografiamos un paisaje, estamos eligiendo una “ventana” por la que mirarlo, lo cual implica seleccionar de manera consciente o inconsciente qué elementos de ése paisaje nos resultan significativos, pero al mismo tiempo estamos haciendo una labor de síntesis de todos los elementos en una visión única, integrada en nuestros conocimientos y preferencias.
Ni qué decir tiene que entre el análisis extremo de la macro y microfotografía y el global de los grandes angulares, hay sitio para miles de posibilidades de interpretación intermedias. Los objetivos “zoom” de focales variables, son una herramienta adecuada para esta tarea que siempre puede ser completada con la herramienta “recortar”, son también un paradigma de lo que buscamos en el alumno durante una salida de campo: que sea capaz de “enfocar” la realidad a muy diferentes niveles y reconstruirla en su cerebro.
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Para conseguir estos propósitos proponemos algunas estrategias sencillas:
“Ginkana fotográfica”. El profesor da un recorrido en el que es obligatorio conseguir determinadas fotografías en determinados lugares. Por ejemplo, los canecillos de una iglesia románica o, en nuestras materias de naturaleza, las flores de determinadas plantas, las huellas de determinados animales en la orilla de un
arroyo…
“Concurso por puntos”. Similar al anterior, pero ahora no es necesario conseguir todas las pruebas. Por el contrario, la puntuación se consigue por objetivos, por ejemplo, el que más insectos distintos fotografíe, o frutos distintos, o setas u hojas, etc.
Tratamiento posterior: las fotografías captadas por los alumnos, obviamente deben pasar a formar parte de algún tipo de material, donde se recojan los resultados del trabajo de campo. Existen programas como “Picasa” que favorecen enormemente esta tarea. Las fotos previamente seleccionadas, geolocalizadas y editadas con él, pueden ser publicadas en carpetas accesibles solamente a los
miembros de la clase. Aunque no tenemos por qué conformarnos con ello. Hoy en día la mayor parte de los centros educativos disponen de su propio sitio web y si no, se puede elaborar un blog de forma gratuita también en Google.
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Fotografiar la naturaleza. Una buena propuesta para el “Año internacional de los bosques 2011”.
El año 2010 fue el año internacional de la Biodiversidad, una magnífica ocasión para haber puesto en práctica estrategias educativas como la que proponemos. Y aunque siempre es tiempo de realizar este tipo de prácticas, el año 2011 nos brinda una nueva oportunidad: es el Año Internacional de los Bosques.
Fotografiar el bosque es un perfecto ejercicio de visión complementaria entre lo particular y lo general, entre la síntesis y el análisis. En una afirmación típicamente sistémica, podríamos decir que el bosque es mucho más que los árboles.
Imaginar a decenas de estudiantes intentado ver más allá de lo que “los árboles dejan ver”, para_ fraseando el famoso dicho, es una imagen educativa que nos resulta especialmente grata. INVESTEA va a poner en práctica en el 2011 un proyecto para conseguir estos fines didácticos.
Para ello se abrirá un espacio dentro del sitio Web www.ambientalhitos.com
en el que se irán poniendo los resultados de las experiencias educativas, es decir, fotos de alumnos geolocalizadas e interpretadas, realizadas durante sus salidas de campo.