la 'yihad' contra satán se libra en las iglesias _ el mundo.es

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 EGIPTO | Se celebra todas las semanas un ritual de exorcismo La 'yihad' contra Satán se libra en las iglesias Una mujer sometida a un exorcismo en una iglesia egipcia. | Miles de musulmanes van a iglesias cristianas coptas para librarse del maligno ELMUNDO.es habla con un exorcista y con personas a las que asiste Francisco Carrión | El Cairo 06/04/2013 Dicen que la fe mueve montañas. Los cristianos egipcios presumen de que su fervor deslizó Muqattam, una colina de piel árida y cuarteada, hasta el extremo sureste de El Cairo. Mil años después de tan extraordinario milagro, una procesión de 'endemoniados' desfila hasta las faldas de la sierra para liberarse de Lucifer. Horadada en su roca, la iglesia de San Simeón reúne cada  jueves a varios miles de fieles cristianos y musulmanes ávidos de redención. La ruta que conduce al purgatorio atraviesa la existencia infernal del barrio de los basureros. En sus calles polvorientas y oscuras, las ratas merodean entre

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La 'Yihad' contra Satán se libra en las Iglesias (El Mundo.es)

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  • EGIPTO | Se celebra todas las semanas un ritual de exorcismo

    La 'yihad' contra Satn se libra en las iglesias

    Una mujer sometida a un exorcismo en una iglesia egipcia. | Miles de musulmanes van a iglesias cristianas coptas para librarse del maligno ELMUNDO.es habla con un exorcista y con personas a las que asiste Francisco Carrin | El Cairo 06/04/2013

    Dicen que la fe mueve montaas. Los cristianos egipcios presumen de que su fervor desliz Muqattam, una colina de piel rida y cuarteada, hasta el extremo sureste de El Cairo. Mil aos despus de tan extraordinario milagro, una procesin de 'endemoniados' desfila hasta las faldas de la sierra para liberarse de Lucifer.

    Horadada en su roca, la iglesia de San Simen rene cada jueves a varios miles de fieles cristianos y musulmanes vidos de redencin. La ruta que conduce al purgatorio atraviesa la existencia infernal del barrio de los basureros. En sus calles polvorientas y oscuras, las ratas merodean entre

  • toneladas de desechos apilados a las puertas de las viviendas.

    El padre Samaan levant el templo en los aos 90 y desde entonces libra entre sus muros su particular guerra contra los estragos de Satans. La ceremonia semanal es una sucesin de cnticos y plegarias interrumpidos a menudo por los espeluznantes alaridos de los hechizados que pueblan los primeros bancos. "El cura tiene en su cuerpo el espritu de Jesucristro. Yo vine una vez porque me dolan los ojos y l me san con aceite", cuenta a ELMUNDO.es Um Ashraf, una cristiana que arrasta a sus 57 aos un cuerpo ajado.

    Con sotana negra y luengas barbas, "baba" Samaan -como le llama su batalln de seguidores- es uno de los ms reputados exorcistas del pas rabe. Con la promesa de la curacin, los peregrinos recorren cientos de kilmetros. En una ocasin una musulmana viaj desde Siria en busca de la salvacin de su hija discapacitada. Segn sus fieles, el sacerdote resuelve cada ao cientos de casos de posesiones demonacas.

    'Sntomas' de los posedos

    La presencia del maligno, aseguran, se manifiesta a travs de prolongados dolores de pecho o espalda y ciertas enfermedades graves. Incluso la falta de apetito sexual en las mujeres casadas es percibido como sntoma de que, sin saberlo, mantienen relaciones extramatrimoniales con luzbel. "Sanar a todos los que estn posedos por Satn", jura al micrfono el septuagenario Samaan cuando, despus de dos horas, la misa consume el preludio de los exorcismos. "A quien le toque una gota de este agua puede estar seguro de que Jess le curar".

  • La Iglesia de San Simen est horadada en la piedra de la montaa de Moqattam. La voz ronca del anciano, trufada de chascarrillos que encienden las sonrisas del pblico, instala en el templo una tensa expectacin. El olor a incienso permanece an suspendido en la atmsfera cuando el sacerdote abandona el altar y, escoltado por un ejrcito de jvenes voluntarios, se aproxima a las gradas donde se retuercen los vasallos de Belceb.

    Una joven musulmana, con su cabellera cubierta por el "hiyab" (velo), es una de las primeras dolientes sobre las que Samaan roca el agua bendita. "En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas", grita mientras los espasmos sacuden el cuerpo de la muchacha y chillidos de pnico se propagan entre quienes aguardan su turno. "Sal del cuerpo", insiste armado con una pequea cruz de madera.

    Unos segundos ms tarde, el forcejeo cesa. De sbito el terror desaparece del rostro. La cabeza cancela su temblorosa agitacin. Las extremidades dejan de batirse contra el suelo. Y el cuerpo febril de la joven, desposedo de cualquier resistencia, cae rendido en los brazos del cura. Los aplausos de jbilo retumban en la piedra cuando la chica, empapada y extraviada, escapa del trance y se levanta socorrida por sus compaeras.

  • Samaan talla con un rotulador la cruz en la frente y la palma de las manos y se abre entre la multitud para lanzarse sobre el siguiente espirtu. El litigio no siempre resulta tan pulcro y breve. Si Satans se enroca, el exorcista zurra y escupe al enfermo hasta que el enemigo se esfuma y el cuerpo -vctima de la tunda y la saliva- desfallece o vomita.

    Cuando recobran el hlito, pocos redimidos recuerdan los segundos de agona. Quienes dicen haberlo vivido evocan lenguas de fuego devorndoles. "Estoy enferma. He acudido a muchos mdicos sin sentir el ms mnimo alivio. Mis amigos me aconsejaron que viniera porque me han hecho magia negra", relata Manal Adl Falil, una musulmana de 35 aos llegada desde la provincia de Menufiya, en el frtil Delta del Nilo.

    Una musulmana se retuerce de dolor. La brujera tambin 'habita' el cuerpo de la musulmana Azza, una madre de 28 aos y habitante de la mediterrnea Alejandra. "Est endemoniada desde hace 6 aos. Grita constantemente y cuando escucha recitar el Corn se queja de que le duele el corazn y se desploma", asegura su progenitora Zeinab. "Es la primera vez que entramos en una iglesia porque en la mezquita no pudieron curarla".

    Siglos de pecado

    La "yihad" (la guerra santa de los musulmanes) contra el leviatn se libra en misa y con versculos bblicos. Los

  • poderosos fogonazos del ritual de la minora cristiana -que representa el 10% de la poblacin egipcia- seduce desde hace centurias a los creyentes de Al. As, la tradicin cuenta que en el siglo XIX el gobernador Mohamed Ali, padre del Egipto Moderno, recurri a un exorcista cristiano para desterrar al demonio del alma de su hija Zuhra.

    "Los exorcismos son necesarios porque cada vez se comenten ms pecados y, como resultado, se han disparado las enfermedades", explica a este diario el tambin sacerdote exorcista Makari Yunan. Licenciado en Teologa y Pedagoga, Yunan declara cada viernes la guerra a Lucifer desde la antigua catedral copta de El Cairo.

    La calle egipcia, con tendencia al insomnio, no descansa jams y el sacerdote no da abasto para expulsar a un diablo que anida en quienes poseen una devocin dbil, profesan los "pecados del dinero o del cuerpo como el adulterio" y veneran las "aficiones del amor propio, la ambicin del poder y el egosmo". Para 'infiltrarse', dicen que el anticristo aprovecha los momentos de vulnerabilidad: la oscuridad, la visita a ciertas casas, las cadas al suelo o el paso por el cuarto de bao.

    Decenas de vdeos se erigen como prueba del "don divino" que Yunan comenz a practicar en 1976 y con el que ha recorrido el planeta. "No soy yo el que cura, sino Jesucristo. No hay ningn nombre que domine al diablo, salvo el de Jesucristo", matiza antes de glosar alguno de sus ltimos 'prodigios'. "El pasado viernes 2 mujeres enfermas de cncer y otra con parlisis dijeron que se haban curado", agrega el religioso.

    Tanto la Biblia como el Corn mencionan a los "jinn ifrit" (espritus del diablo) y los jeques tambin celebran exorcismos. Pero algunos de sus fieles acaban recalando en las iglesias fascinados por la luminosa ceremonia copta y atormentados por el peregrinaje fallido de predicadores y

  • curanderos. "Cualquier persona de cualquier clase o religin y con cualquier enfermedad es bien recibida. Nuestros das son como el vapor del agua. Se viven fugazmente y se desvanecen. Hay que aceptar a Jesucristo antes de que se acabe el tiempo", zanja el cura.