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La viviendapalafítica del Pacífico

Expresión y persistencia de una forma de ver el mundo

Carlos Enrique Osorio Garcés

Osorio Garcés, Carlos Enrique

La vivienda palafítica del Pacífico : expresión y persistencia de una

forma de ver el mundo / Carlos Enrique Osorio Garcés ; ilustraciones

Ana Sofía Patiño Peláez, Carolina tabares urrea. -- Bogotá : Banco

de la República, 2016.

41 páginas : fotografías, acuarelas ; cm.

1. Vivienda - Pacífico (Región, Colombia) 2. Viviendas lacustres

- Pacífico (Región, Colombia) 3. Arquitectura - Pacífico (Región,

Colombia) I. Tít.

711.40986127 cd 21 ed.

A1547795

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

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La viviendaPalafítica del Pacífico

Carlos Enrique Osorio Garcés1

1 Antropólogo y doctor en Ciencias Ambientales, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad del Cauca y co-director del Grupo de Investigación Antropos.

4 La vivienda palafítica del Pacífico.CContenido

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Introducción 9

1. Agua y Selva. Componentes del mundo pacífico 13

2. Las formas de asentamiento 19

3. La arquitectura 23

4. La vivienda tradicional de comunidades negras 25

4.1 Materiales utilizados para la construcción de la vivienda tradicional negra 28

4.2 Las técnicas de construcción 29

4.3 El uso social del espacio habitacional 34

4.4 Vivienda y Salud 36

Conclusiones 41

Referencias citadas 43

6 La vivienda palafítica del Pacífico.

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ResumenLa vivienda palafítica de las comunidades negras del Pacífico colombiano cons-tituye un elemento cultural que hace parte sustancial de la identidad regional, a pesar de los cambios sufridos en el di-seño, el uso de materiales, las formas de decoración y las técnicas constructivas. La vivienda expresa un conocimiento lo-cal detallado de los factores climáticos, los ciclos del agua y el conocimiento de los recursos de la selva, difíciles de su-perar por cualquier disciplina científica. Hace parte del complejo sistema cultu-ral que las comunidades han elaborado en más de cuatro siglos de convivencia con la naturaleza, en uno de los lugares de mayor biodiversidad del mundo.

Palabras clave: vivienda palafítica, iden-tidad, territorio, selva húmeda tropical.

AbstractThe palaffite housing (stilt house) of the black communities from the Colombian Pacific represents a cultural element that identifies an important part of the region, despite the changes suffered in design, materials, ways of decora-ting and building techniques. The hou-sing demonstrates a huge and detailled knowledge of climatic factors, water cycles and jungle resources. This kind of wisdom is hard to overcome by any scientific discipline. This form of housing is part of the complex cultural system that the black communities have elabo-rated in more than four centuries of coe-xistence with nature –in one of the most biodiverse places of the whole planet–.

Key words: Palaffite housing, identity, territory, tropical rainforest.

8 La vivienda palafítica del Pacífico.IIntroducción

9

En el marco de la historia de la vida ma-terial de las sociedades humanas, la vi-vienda ocupa un lugar muy importante. Su existencia presupone un habitar, dar sentido y humanizar los lugares y trans-formar paisajes naturales en territorios dotados de significación, de formas de uso, de sentimientos. Es expresión de formas de organización social, conoci-miento, estética y tecnología.

La vivienda define el lugar habitado por las comunidades, estructura el espacio doméstico y la vida privada de las familias. Cada unidad de habitación

refleja las formas y el carácter de sus habitantes, su distribución interna, las relaciones que allí ocurren, el manejo del espacio, las reglas de privacidad y otros elementos asociados; se cons-tituye en expresión de sus valores y formas de articulación con la sociedad de la cual hacen parte. Cada vivienda dice algo de su dueño y de la cultura a la que pertenece.

El diseño palafítico de las viviendas tra-dicionales de las comunidades negras en el Pacífico colombiano no es exclu-sivo de esta zona del país.


En Colombia, muchas viviendas de este tipo se encuentran situadas principalmente en los litorales del Pacífico, como los del departamento del Chocó, pero también en el norte, como en la Ciénaga Grande de Santa Marta, o en ambientes insulares, como los de San Andrés. También los hay en el sur del país, en la frontera colombo-peruana, en las regiones selváticas del Amazonas y los territorios cercanos al rio Putumayo (Gómez, 2014, p.19).

Muchas comunidades de diversas cultu-ras han desarrollado esta estrategia de diseño arquitectónico como forma de contrarrestar las condiciones naturales de exceso de agua y de inundabilidad permanente o cíclica, característica de los ecosistemas que habitan. Esta forma constructiva presenta una importante

profundidad histórica, anterior al des-cubrimiento de América; las comunida-des indígenas habitantes del Pacífico ya empleaban esta lógica de construcción. Pedro Cieza de León, cronista de indias, en su obra sobre el Perú, publicada en 1553, describe la costa pacífica de la si-guiente forma:

La costa que corre en este término es baja, llena de manglares y otras montañas bravas. Salen a la costa muchos ríos grandes, y entre ellos el mayor y más poderoso es el San Juan, el cual es poblado de gentes bárbaras, y tienen las casas armadas en grandes horcones a manera de barbacoas o tablados, y viven allí muchos moradores, por ser los canelles o casas largas y muy anchas. (Cieza de León, 1553, p.23)

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Vista desde la perspectiva anterior, la vivienda palafítica presenta más de qui-nientos años de validez como solución arquitectónica, empleada por muchas culturas. Las comunidades negras lle-gadas desde África, como mano de obra esclava, desde el siglo XVI, a la antigua gobernación de Popayán, para la explo-tación aurífera del Pacífico, asumieron esta tradición arquitectónica de las co-munidades indígenas Embera y Wouna-na, efectuando aportes de diseño y fun-cionalidad que caracterizan y significan su vivienda en la actualidad.

Este tipo de vivienda es distintiva de las formas de poblamiento sobre los cursos de agua, que configuran el eje de orde-namiento territorial del Pacífico (Clavijo, 2014), denominado como rio centrismo (Restrepo, 2005, 2009, 2013). Los centros urbanos han variado sustancialmente la composición de la vivienda –ajustándose a las necesidades de los incipientes pro-cesos de urbanización–, quedando la es-tructura tradicional de palafitos relegada a sectores marginales de las ciudades. En la zona rural de los municipios del Pacífico aún se conserva el diseño y la tecnología

de elaboración, tanto en zonas ribereñas como en sectores cercanos a la costa, esteros y playas.

La vivienda en su sentido funcional y sim-bólico se constituye en una expresión de la cultura, refleja su capacidad cognitiva y las formas con las cuales entienden y clasifican el medio ambiente del Pacífi-co. Lo palafitico es solo una estructura llamativa y vistosa; su fundamento se encuentra en una forma particular de conocer, clasificar, usar y representar la inmensa biodiversidad contenida en sus sistemas ecológicos y las complejas rela-ciones que se establecen entre el mundo natural y el cultural.

La persistencia histórica de este tipo de vivienda es una forma de entender la eficacia cultural y la capacidad de las co-munidades negras del Pacífico de orde-nar sus conocimientos sobre su entorno por medio de la creación de estructuras, conocimiento, representación y simboli-zación de su hábitat.

El reconocimiento del valor de las sa-bidurías locales sobre la naturaleza de la selva tropical del Pacífico se acerca a


las posturas denominadas como teorías poscoloniales (Quijano, 1992; Mignolo, 2000; Dussel, 1994). Estas cuestionan la universalidad del saber de la ciencia y la construcción de la verdad a través de ella, estableciendo así la colonialidad del saber, que instaura una hegemonía o ti-ranía epistémica, desde el siglo XVI, ne-gando el valor del conocimiento del otro y sometiéndolo al ejercicio del poder y a su invisibilidad.

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Agua y Selva.Componentes del mundo pacífico

Desde la perspectiva del conocimiento de la ciencia, el Chocó Biogeográfico está compuesto, por lo menos, de cuatro ecosistemas estratégicos, cuyas características explican su megadiver-sidad y la complejidad de sus formas de funcionamiento biofísico. Del mar hacia la montaña, se es posible encontrar los ecosistemas marinos y de transición entre el agua salada y la dulce, conocidos como manglares. El manglar no es

solo la denominación de un bosque homogéneo de árboles que en su proceso de adaptación han desarrollado mecanismos de procesamiento de exceso de sal y formado un sistema de aguas salobres; ha sido bautizado como la sala cuna del mar (Von Prahl, 1998) por su gran importancia para muchas especies que inician su ciclo de vida en el abrigo de las raíces del bosque y la abundancia de medios para su alimentación.


Después de la línea de manglares, se encuentra una forma de bosque conocida localmente como Guandales; bosques de suelos permanentemente inundados de agua dulce proveniente de los ríos que nacen en la cordillera occidental y drenan hacia la cuenca del Pacífico. Después de los Guandales se presenta, en todo su complejo esplendor, la selva húmeda tropical SHT. Bajo esta clasificación se integran un conjunto de elementos que hacen de este bioma, hábitat de una extensa variedad de especies animales y vegetales, cuyas características más sobresalientes son la frondosidad de la estructura del bosque –con doseles cerrados, en constante lucha por recibir la acción del sol, compuesto regularmente por arboles de más de 40 metros de altura que impiden la penetración de la luz al interior de bosque–, acompañado de una alta humedad relativa que impregna el ambiente y la existencia de una altísima biodiversidad botánica y animal.

Desde 1898, el término de Bosque Húmedo Tropical (IUCN, 1990) ha sido empleado para definir áreas bosco-sas ubicadas alrededor de la línea del

ecuador en algunas partes del mundo, presentando lluvias que superan los 2000 mm de promedio al año, con presencia de árboles de gran altura, perennifolios y con extensas asociaciones de plantas epifitas, lianas, enredaderas, líquenes, musgos y bromelias. Regularmente, los suelos del BHT son pobres, ácidos y deficitarios en materia orgánica, no aptos para la agricultura. La distribución en el mundo de este bosque abarca países como el Congo, Costa de Marfil, Borneo y Sumatra, Ecuador, Costa Rica, Brasil y Colombia, entre los países más representativos alrededor de la línea Ecuatorial, lugares que unen altas temperaturas y elevados gradientes de humedad.

El Pacífico colombiano presenta una al-tísima existencia de este tipo de vege-tación. Comprende una extensa faja de tierra que se extiende desde la provin-cia del Darién (frontera con Panamá en el Norte), hasta la provincia de Manabí (frontera con el Ecuador al sur) de acuer-do con la delimitación establecida a raíz de la expedición de la ley 70 de 1973, la cual reconoció los derechos territoriales y culturales de las comunidades negras

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de la zona. De esta región denominada como Chocó Biogeográfico, hace parte la totalidad del Departamento del Chocó más áreas parciales de los Departamen-tos del Valle del Cauca, Cauca y Nariño, principalmente, incluyendo zonas de los Departamentos de Antioquia y Risaral-da, por compatibilidades ecosistémicas.

Contabilizó en una décima parte de una hectárea de las selvas de la zona del bajo calima cerca de las riberas del río San Juan, 265 clases distintas de plantas leñosas, cifra que constituye hasta hoy el récord mundial de este tipo de inventarios florísticos y que es superior al de todas las plantas conocidas, del archipiélago de las Bahamas y de toda Islandia (Diaz & Gast, 2009, p.60).

El BHT o selva húmeda tropical contiene la mayor diversidad de árboles por hec-tárea del mundo. Las investigaciones de José Cautrecasas, Robert West y Alwin Gentry permitieron advertir al mundo sobre la biodiversidad de la región; este último investigador, en un lugar cercano a Buenaventura:

Complementan esta abrumadora pre-sencia de biodiversidad de especies arbóreas, conocimientos generados por el convenio SENA-tropenbos, que buscaba la creación de sistemas educativos y oferta institucional de formación técnica basada en las particularidades ambientales y culturales de la región del Pacífico. Se estableció, como uno de los tantos aportes significativos de sus

intervenciones y de los resultados del trabajo en tres municipios de la costa caucana, el hallazgo de más de 200 clases diferentes de especies vegetales en los patios de las viviendas rurales de las familias de comunidades negras.

Esta situación no solo expresa la validez de los (re)descubrimientos de los inves-tigadores, sino que representa un indi-


cador de la biodiversidad de especies vegetales maderables y no maderables con las cuales conviven los pobladores del Pacífico. Más aún, cuando cada una de ellas ha sido nombrada, identifica-da, en ocasiones domesticada, clasifi-cada, descrita y caracterizada por esta población, donde se incluyen plantas alimenticias, medicinales, ornamenta-les, aromáticas, aliños, frutales y otras categorías que reflejan el conocimiento y manejo de la naturaleza.

Desde la perspectiva de conocimiento local sobre la naturaleza de las comu-nidades negras del Pacífico, detrás de las formas de diseño, técnicas de edificación, elección de materiales y demás acciones que presuponen la construcción de una vivienda tradicional, se pone en funcionamiento un enorme proceso cognitivo, de gran profundidad, en métodos de clasificación, representación y conceptualización de la naturaleza y sus recursos.

Desde la perspectiva de relación natu-raleza y cultura, la vivienda puede ser considerada como un microcosmos del

mundo de la vida en el Pacífico negro. Refleja un complejo entramado de re-laciones entre objetos naturales y re-presentaciones creadas por la cultura para dar sentido y orden a su entorno, creando un orden cultural del mundo que ocupan.

La vivienda es un elemento esencial en la configuración de una identidad regio-nal. En el Pacífico, se han desarrollado soluciones propias y se han dominado materiales vegetales que la selva apor-ta, teniendo las comunidades una in-formación precisa sobre la ubicación y selección de los recursos ambientales, lo que exige un conocimiento riguro-so del medio. Trabajos de investigación establecidos con comunidades del Cho-có Biogeográfico determinaron que las comunidades de la zona utilizan en la elaboración de su cultura material, in-cluida la vivienda, 67 clases de árboles diferentes, clasificados, de acuerdo con sus sistemas locales por sus caracterís-ticas vegetales, como: madera pesada, balsuda fuerte o fina, vidriosa o chiltosa, flexible, durables, etc... Estos elementos hacen parte de un sistema clasificatorio

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de los árboles y de los recursos del bos-que (Osorio, 2015, p.155- 211).

Una de las características más sobre-salientes de la vivienda tradicional del Pacífico es su diseño palafitico o lacus-tre, utilizado como respuesta a las con-diciones naturales, como la humedad y las inundaciones periódicas producidas por los repuntes diarios de marea y los llamados, en la zona, periodos de Puja, consistentes en el represamiento de los ríos por la acción de la marea –hasta el sector del rio donde ocurre este fenó-meno, son llamados localmente como ríos de barro–. Las viviendas existentes en esta parte del curso de agua son las que presentan una mayor altura, que puede variar entre 1,7 y 2,2 metros so-bre el nivel del suelo. En las partes altas clasificadas culturalmente como ríos de piedra, asociadas a menores desborda-mientos, la altura palafítica disminu-ye aproximadamente hasta los 60 cm, conservados para contrarrestar el exce-so de humedad.

Este diseño arquitectónico adaptado a las condiciones ambientales ha permanecido

sin alteraciones sustanciales, como se deduce de la lectura de crónicas como la de Fray Juan de Santa Gertrudis, que en su obra “Maravillas de la Naturaleza” (Santa Gertrudis, 1970) relata un viaje efectuado en la segunda mitad del Siglo XVIII por la zona de Tumaco y el pueblo de Barbacoas, llamado así –como toda la provincia ubicada al sur de Buenaventura– por su configuración arquitectónica. La persistencia en patrones arquitectónicos se debe probablemente a la eficacia mostrada por este diseño y al carácter de frontera que la zona siempre ha tenido, tanto en sus elementos sociales como económicos1.

En el tipo de economía extractiva que articula el Pacífico a los mercados re-gionales y nacionales como productor de materia prima y de alimentos de ori-gen marino, no generó, en el pasado,

1 El carácter de frontera de la zona del Pacífico es planteado por Germán Colmenares en el texto Historia Económica y Social de Colombia. Tomo II. “Popayán una Sociedad Esclavista” y por Alfonso Valencia Llano en Resistencia Militar Indígena en la Gobernación de Popayán.


un movimiento migratorio con fines de poblamiento que llevara consigo nuevas formas y materiales de construcción y que pudiera alterar la dinámica seguida por la vivienda. Al estar al margen de los desarrollos y las corrientes que hicieron auge en la nación, la vivienda robusteció su presencia y se constituyó en un im-portante factor de identidad cultural.

Hoy, los cambios se presentan especial-mente en los sectores más nucleados con la sustitución de algunos materia-les de origen vegetal por otros traídos de fabricación industrial, especialmen-te los elementos constitutivos de las cubiertas; a medida que se aleja de las poblaciones y decae su influencia, dis-minuye igualmente la alteración de los materiales y diseños que componen la vivienda tradicional. 2

192 El agua determina los ritmos del tiempo, parte de sus actividades económicas y la configuración y simbolización del terri-torio. El asentamiento es lineal, toman-do como eje los cursos del agua.

A pesar de tener costa, las poblaciones humanas se encuentran en su mayoría sobre la ribera de los ríos, aquellos que explotan el ecosistema marino viven en los deltas que forman los grandes ríos, y muy pocos sobre la costa.

Las formasde asentamiento

En el trópico húmedo del Pacífico, las corrientes de agua constituyen la única vía de desplazamiento eficaz; son, igual-mente, fuente de alimento y transporte: cultura traducida en mitos, tradición, música y santos. En las márgenes de sus cauces, se ha organizado la vida cultural en la zona; nadie vive sustancialmen-te alejado de una corriente, el hacerlo equivaldría a quedar aislado, incomuni-cado, sin la posibilidad de ayuda en un momento determinado.


La forma de asentamiento en las comunidades negras presenta un pa-trón donde la mayor concentración de pequeños núcleos poblacionales se encuentra en los ríos de mayor tamaño, especialmente en las partes medias y bajas. A medida que se sube por el río, los asentamientos negros son menos frecuentes y de menor tamaño: el número de viviendas por cada concentración de residencia generalmente no sobrepasa las 60, sus habitantes conforman una comunidad compuesta en su mayoría por miembros de una misma familia por consanguinidad o afinidad, quienes desarrollan un sistema en interacción y ayuda mutua.

Robert West afirma que los núcleos po-blacionales del Pacífico surgieron como antiguos campamentos mineros (West, 2000), corroborado por poblaciones como Santa Bárbara de Timbiquí y Santa Rosa del Saija, Barbacoas, Raposo, No-vita y Tadó, centros mineros del periodo colonial asentados en todos los cursos altos, ya que en las partes bajas, en los llamados ríos de barro, es imposible la explotación minera.

Con el decaimiento de la producción aurífera y la libertad de los esclavos, se intensificaron nuevas formas de ex-plotación del medio y la dispersión de los grupos por los cauces de agua, asu-miendo diferentes tipos de economía de acuerdo con su cercanía de la costa. En la desembocadura, predomina la ex-plotación pesquera del río y del mar, la recolección de ostras, cangrejos y otros recursos hidrobiológicos regularmente explotados en las zonas del ecosiste-ma del manglar, situación que los acer-ca a los mercados regionales del inte-rior, haciendo crecer poblaciones como Quibdó, Buenaventura, Guapi y Tumaco, situadas en la costa o cerca del mar. En las partes medias y altas de los ríos, se presenta la combinación de actividades económicas de agricultores, mineros y madereros; asentados en poblados cada vez más reducidos. Es aquí donde se han preservado mejor las formas arquitectó-nicas y el uso de los materiales vegetales que tipifican la vivienda de esta zona, lu-gares aislados geográfica y socialmente del resto del país y de difícil articulación con las dinámicas de la zona pacífica.

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La dinámica del grupo negro, en refe-rencia a sus formas de asentamiento, es la de seguir la linealidad del agua con una tendencia mayoritaria de acercarse a la costa como vía de comunicación con el resto del país. Al contrario de las culturas Embera y Waunana que buscan, preferiblemente, la cabecera de los ríos e internarse selva adentro, con una gran movilidad, pero siempre en el interior de su territorio cultural, que va desde el Chocó hasta el norte de la costa ecuatoriana.

El grupo negro o libre, como es llamado por los indígenas, presenta una alta tasa de migración hacia los Departamentos de Antioquia, al norte, y del Valle, al sur, en polos de atracción como Medellín, Buenaventura, Cali y, en menor pro-porción, Popayán y el norte del Cauca, incluyendo los ingenios azucareros en Palmira y Buga. De allí regresan cargados de innovaciones culturales que son inte-gradas a la vivienda y a su vida material.

La organización espacial de los sitios de habitación no obedece a la cuadrícula española que tuvo la plaza como centro

de poder y la estructura de las poblacio-nes, de líneas rectas y ordenadas. Por el contrario, la ubicación de las viviendas sigue paralelamente el curso del río. Es-tos centros de población no configuran un tejido preconcebido de ocupación y denotan la débil presencia del Estado en su momento de fundación. La plaza solo aparece en las cabeceras y no como punto inicial de la creación del lugar.

Los lugares seminucleados suelen ser independientes entre sí, es decir, pre-sentan un aislamiento espacial relati-vo, con relaciones sociales, económicas y familiares con otros asentamientos de un mismo río y de otro de la región. Posiblemente, este hecho reafirme la apreciación del carácter minero de es-tas poblaciones y nos lleve a pensar en la cuadrilla de esclavos como fundamento sociológico de las poblaciones actuales2, lo que podría dar elementos para expli-car el patrón de asentamiento y los prin-cipios de la territorialidad de hoy.

2 Colmenares asume a la cuadrilla como unidad de análisis para la explotación minera y de las haciendas en Historia Económica de Colombia. Tomo II. “Popayán una Sociedad Esclavista”

22 La vivienda palafítica del Pacífico. 3

233La arquitectura

por último, los horcones cumplen con la función de las raíces que sustentan el bosque en un suelo blando.

Como forma adaptativa para lograr un control del hábitat, la vivienda del Pací-fico no rompe con el paisaje, se integra a él con elementos vegetales de escasa transformación, contrarrestando así el exceso de humedad con el diseño pala-fítico, que logra una circulación de aire debajo, disminuyendo el calor y una cu-bierta de cumbrera alta de 3 a 4 aguas que forma pendientes hasta de 45°. En

La vivienda tradicional del Pacífico es bosque transformado por la acción del hombre, y sigue en la edificación y la dis-posición de sus componentes la misma lógica de la selva tropical que, además, aporta la totalidad de los materiales para su construcción. Arriba está el parasol vegetal de hojas que disminuye la tem-peratura interior y actúa como techo; la parte de la estructura, pisos y paredes, está conformada como el bosque: una heterogeneidad de especies de madera, que dependiendo de sus característi-cas, tienen sitios específicos en la casa;


la cultura indígena especialmente, ba-jan a formar aleros hasta la mitad apro-ximadamente de la altura entre el piso y el techo. La inexistencia de cielo raso en construcciones de las dos culturas y de paredes en la indígena, permite que el aire y el paisaje atraviesen la vivienda por todos sus costados.

Por el tipo de materiales empleados en la construcción, la vivienda tradicional del Pacífico es una estructura liviana y flexi-ble; de acuerdo con las necesidades y los imponderables del clima, el suelo y los agentes atmosféricos.

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posterior. Por debajo de la construcción, se halla una acequia que conduce agua hasta el río. La existencia de este tipo de excreta no es generalizada.

La forma de la vivienda es rectangular, con dos variaciones de acuerdo con su orientación al río. Si el frente lo constru-ye el ancho del rectángulo, primero en-contramos la parte social, la más amplia e importante de la vivienda, cuyo sitio más significativo es el balcón. Posterior-mente, a lado y lado de un corredor que une por el centro de la sala a la cocina, se encuentran las piezas; luego, están la cocina y la azotea, donde se lavan los

4La vivienda tradicional de comunidades negrasEstructuralmente, la vivienda negra es elaborada con materiales vegetales que se disponen de acuerdo al lugar que ocupen y a las características específicas de cada clase de madera. La diferencia sustancial de las diversas tipologías exis-tentes de la vivienda está dada por la dis-tribución física del interior y la presencia de paredes, puertas y ventanas que for-man y delimitan los espacios interiores de la vivienda con el exterior. También se diferencian por la disposición de las excretas; por lo general, cada vivienda del grupo negro posee una construcción aledaña y comunicada por un corredor elevado al aire libre ubicado en la parte


utensilios domésticos y se extiende la ropa, además esta última se une con la caseta del servicio sanitario. La segunda distribución se forma cuando el frente de la vivienda es el largo del rectángu-lo que forma la parte social y el balcón, desaparece el corredor y se forman las habitaciones con puertas que dan fron-talmente con el área social; en uno de los costados están la cocina y la azotea.

La temperatura en el interior de la vivienda del grupo negro es más elevada que en la de los indígenas, debido a que el aire no circula libremente por la presencia de las paredes y el escaso diámetro de puertas y ventanas; el área social es la única que goza de ventilación permanente. Influye, igualmente, en el exceso de calor, el cambio muy extendido de material de la cubierta, sustituyendo la paja por eternit o zinc.

Los balcones revisten especial impor-tancia, pues por su grado de elaboración y la calidad de su calado se puede inferir al estatus del ocupante; es la única parte de la vivienda que muestra una clara intencionalidad decorativa.

Existen infinidad de tipos de calados, cuya elaboración es encargada a algún artesano experto en este oficio, que no es necesariamente el constructor de la vivienda. Llama la atención la casi ausencia de colores en la gran mayoría de las construcciones; eventualmente, se aprecian viviendas pintada, y entre aquellas que se pintaron solo se utilizan dos colores: el azul claro y el verde claro, en ocasiones el azul combinado con el rojo o con el azul fuerte.

La clasificación cultural de los elemen-tos que componen la vivienda de los cimientos hasta el techo es la siguien-te: los pilares o “hijeros” forman la base palafítica de la vivienda, sobre los cua-les se levanta la estructura de la casa; el número depende del tamaño de la construcción. Sobre estos, van empo-trados y clavados con puntillas de acero unos bloques también de madera deno-minados “madres”, que hacen el oficio de vigas de amarre de la estructura del piso. Sobre las madres, van clavados con puntillas unos bloques de madera de menor espesor denominados “chanclo-nes”, “durmientes” o “tiembutes”, sobre

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los cuales descansa el piso de la vivienda, generalmente construido en tablas cla-vadas en forma contraria a la ubicación de los chanclones. Las tablas que se uti-lizan para el piso tienen unas dimensio-nes definidas (1 pulgada de espesor por 10 pulgadas de ancho, por 3 metros de largo). Luego, vienen en forma vertical, entre las madres del piso y las vigas del techo, unos bloques de madera denomi-nados portales o parales, estos hacen el papel de soporte de la estructura del te-cho y a la vez de columnas de soporte de las paredes de la vivienda. Las paredes se elaboran generalmente en la tabla, estas tablas van superpuestas horizontalmen-te y también tienen unas dimensiones definidas de (3/4 de pulgada de espesor, por 10 pulgadas de ancho, por 3 metros de largo). Siguiendo el orden, se encuen-tra la estructura del techo conformada por las vigas, que tienen como punto de apoyo los portales o parales. Sobre las vigas, se asientan las denominadas sole-dades, que sirven como base a las varas encargadas de darle la forma al techo; sobre las varas, van ubicadas cintas, en-cargadas de sostener los materiales uti-

lizados para el techado, que pueden ser trenzas de paja, hojas de eternit, tejalit o zinc (Figuras 1 y 2).

Figura 1. Distribución y calificativo dado a los elementos que conforman la estructura de la vivienda – comunidad negra ribereña (Costa Pacífica). Elaboró Carolina Tabares, con información Osorio (2015)

Figura 2. Proyecto Costa Pacífica Vivienda Grupo Negro – Rio Bubuey – Timbiquí. Elaboró Carolina Tabares, con información Osorio (2015)


El cielo raso, cielo falso, o forro no se presenta frecuentemente en la vivienda negra, se encuentra generalmente en casas de población nucleada, esencial-mente en aquellas donde se hace uso para techar materiales como el eternit, tejalit y zinc.

4.1 Materiales utilizados para la construcción de la vivienda tradicional negraAl igual que la vivienda indígena, la vi-vienda negra en la Costa Pacífica, es construida esencialmente con mate-riales de origen vegetal, predominando entre estos la madera. Es sorprendente el conocimiento que las comunidades ribereñas tienen de los diversos tipos de madera existentes en la zona y de sus ca-racterísticas: textura, resistencia durabi-lidad, peso, dureza, etc., que les permi-te construir sus casas consiguiendo un equilibrio en los materiales.

Las maderas más utilizadas en la cons-trucción de viviendas negras son las

siguientes: para la base palafítica, es decir, los “hijeros” o pilares es muy fre-cuente el uso del guayacán, el genene, el nato, el mangle y el amargo. Para las “madres”, es utilizado el nato, el ma-chere, el chaquiro, el palo mulato, el comino, el chachajo y el chachajillo. Los durmientes, chanclones o tiembutes son generalmente en tangaré, aceite mario, amarillo y querré y chaquiro. Las tablas del piso son de madera, como aceite mario, comino y machere. En los porta-letes o parales, se usan el quinde, el nato, el palo mulato y el aceite mario. Para las paredes externas, se utiliza generalmen-te el aceite mario por la gran resistencia y durabilidad de este tipo de madera; y para las paredes internas, el jigua negro y el peine mono. Para puertas son muy utilizados el jigua negro, el sajo y el guai-te. La estructura del techo está construi-da en maderas resistentes pero flexibles. En las vigas, se usan el nato, el quinde, el jigua negro, el tangaré y el nalde; para las soledades se utilizan el quinde y el guaite. Las varas pueden ir en madera elaborada o pueden ser palos rústicos que generalmente son en quinde, palo

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mulato, guabo y comedero. Finalmente, las cintas sobre las cuales descansa el techado son en guadua, chonta o pambil y en tiras de zapotillo.

Los escalones de la vivienda negra son, generalmente, de palo mulato y aceite mario y la estructura de comino y cha-chajo; para los balcones, elemento típi-co de la vivienda negra, las maderas más utilizadas son el comino, el chachajo y el chachajillo. Hay dos tipos de balcones, el torneado, generalmente elaborado en talleres de carpintería, y el canalado, elaborado, esencialmente, con hacha y machete por los miembros de la vivienda. Para el cielo raso, el cielo falso o forro, se utilizan generalmente dos tipos de ma-dera que se caracterizan por ser livianas (balsudas) y porque son elaboradas en aserraderos: el entablillado de machi-dumbre de peine mono y el de sangre de gallina; estas, por su fibra tan balsuda, son atacadas por la broma y el comején. Es decir, el material más utilizado en la cons-trucción de la vivienda negra es la ma-dera, que se hace presente en todas las expresiones arquitectónicas de la casa.

Entre los materiales de construcción, un elemento muy usado en la actualidad, es el clavo o puntilla de acero; sin embargo, siguen existiendo gran cantidad de vi-viendas en las que se sigue utilizando el amarre de los bejucos, como el tortugo, la pitigua y el chalde. Otro material vegetal de importante uso para el techado de las casas es la hoja de palma, que está siendo actualmente desplazada por materiales de tipo industrial como el eternit, el tejalit y el zinc, más como resultado de acciones o programas estatales que por iniciativa propia de los pobladores.

4.2 Las técnicas de construcciónSe emplean en la región dos tipos de formas constructivas. La primera, de-nominada de Horcón Entero, que forma una sola estructura desde el suelo o plan de tierra hasta el techo. Este sistema de construcción es escaso debido a que presenta demasiada rigidez de la es-tructura, pudiéndose ladear o cantiar la


vivienda si una de sus bases no se apoya firmemente en el suelo blando.

La segunda forma se denomina de pla-taforma, y la construcción se divide es-tructuralmente en dos partes: la primera es la estructura portante que soporta el suelo de la vivienda y que va desde las bases en tierra, terminando en el en-tablado que forma el piso, excepto los postes de los costados que se levantan hasta el techo. Con base en el piso, se le-vanta la estructura del techo. Este siste-ma permite una mayor flexibilidad de la estructura y contrarresta la poca capa-cidad portante del suelo. Cuando existe demasiada humedad en la base de los horcones, se ponen piedras o una bam-ba de nato que ayuda a dar firmeza a las bases (Figura 4).

En el cuadro siguiente, se pueden apre-ciar el tipo de maderas que son utiliza-dos en la construcción de una vivienda tradicional y la lógica de su uso en partes específicas de la vivienda.

Cuadro 1. Tipo de maderas utilizados en la construcción de una vivienda tradicional

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Parte de la vivienda Árbol Características

Base palafitica; Hijeros y pilares Guayacán, Genene, Nato, Mangle, Amargo Madera pesada, con mucha fibra, resistente al agua y difícil de quemar

Madres Nato, Mangle, Machere, Chaquiro, Palo mulato, Comino, Chachajo y Chachajillo. Resistente y liviana

Durmientes, Chanclones o Tiembutes Tangaré, Aceite Mario, Amarillo Querre y Chaquiro Liviana y fina

Escalones Palo mulato y Aceite mario

Tablas de piso Aceite Mario, Comino y Machere Suave y resistente

Portaletes o parales Quinde, varas de nato, Palo Mulato, Aceite Mario Flexibilidad y manejo

Paredes externas Aceite Mario Resistencia y durabilidad

Paredes internas Jigua Negro, Peine mono Liviana y fácil de trabajar

Puertas Jigua negro, Sajo y Guaite

Balcones Comino, Chachajo y Chachajillo Fácil de trabajar

Cielo raso, cielo falso o forro Sangre gallina y Peine mono Madera de aserradero liviana

Estructura del techo - Vigas Nato, Quinde, Jigua negro, Tangaré, Nalde Resistente y flexible

Estructura del techo - Varas Quinde, Palo mulato, Guabo y Comedero Rústica o elaborada

Estructura del techo - Cintas Guadua, Chonta o Pambil y Zapotillo Liviana


Las herramientas más frecuentes en la construcción de las viviendas son el ha-cha, la sierra manual, el machete, el cor-del, la plomada y el martillo.

El corte de madera se realiza en los pe-riodos de luna menguante, periodo en el cual el árbol se encuentra sin exceso de agua, lo que determina un proceso len-to de la consecución de madera –que en ocasiones puede durar hasta un año–.

El transporte es efectuado en balsadas, aprovechando los momentos en que el río lleva agua suficiente.

En la construcción intervienen, frecuen-temente, familiares y, ocasionalmente, se paga a expertos en el grupo negro para que levanten la vivienda y elaboren los calados.


Figura 3. Fuente: Osorio (2014)

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Figura 4. Elaboró Carolina Tabares, basado en información de Gómez (2014), Osorio (2015).


4.3 El uso social del espacio habitacional

El concepto cultural de la vivienda rebasa el ámbito arquitectónico para las culturas del Pacífico, los alrededores hacen parte del manejo mental del territorio. Lugares como el arrimadero, el espacio entre la ribera y la casa, el caudal del río que está en su proximidad, los lugares de baño y los sitios de disposición de excretas amplían considerablemente el espacio territorial de la vivienda que, a su vez, permite que el paisaje se integre cumpliendo funciones que hacen parte de la casa. En las partes bajas de los ríos, donde la actividad de la pesca se lleva a cabo en el mar, la vivienda se extiende a las tarimas de madera burda donde reposan los aparejos, redes y mallas que cada mañana entran en acción en las bocanas o en el mar abierto.

La prolongación de la vivienda a lugares del entorno se cumple estando aislada en líneas sobre el río o integrando un sector seminucleado, en esta última, los espacios comunitarios adquieren

funciones que complementan el área socializada como lugar de residencia. Los entornos colectivos no se construyen, sino que se asumen del sistema natural, especialmente con referencia al río. En sitios de mayor concentración de vivienda y en las cabeceras municipales, donde se han construido obras públicas –como la muralla que sirve de muelle, de mercado, de lavadero de ropa y baño, de lugar de interacción social– en las cuales se efectúan las actividades que complementan las funciones de residencia, se han convertido en el espacio colectivo más importante de la población, reafirmando el carácter de no concentrar su vida social y económica en un punto interno, sino con referencia al curso del agua sobre el cual se asienta.

Otros fenómenos del mundo natural pueden variar ocasionalmente el territo-rio, durante las invasiones de los jejenes, ocurrida en la Puja Grande, las activida-des domésticas, como el lavado de ropa que se lleva a cabo regularmente en la orilla del río frente a la casa, se hacen en el potrillo en la mitad del río, lugar hasta donde no llega el mosquito.

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Con referencia al grupo negro, el manejo espacial de su vivienda ofrece un sentido particular. Se presentan tres espacios claramente diferenciados por usos so-ciales y divididos por tabiques de madera elaborados con tablas.

El principal y más amplio de todos, que representa aproximadamente el 40% del área construida, es la sala; abarca todo el frente de la casa y su límite anterior está dado por el balcón, siendo el lugar me-jor ventilado y vinculado al paisaje. En su interior, se pueden encontrar bancas, mesas y asientos fabricados en madera, igualmente, se guardan canaletas, ban-cas, canastos y artefactos para la pesca. La concepción espacial hace que este territorio sea un lugar de tránsito entre el exterior y la parte privada de la vivien-da; su uso social hace que, en cierta for-ma, posea una connotación de carácter semipúblico, pues personas no residen-tes en ella lo usan a voluntad, sin invadir la privacidad de sus habitantes. En este espacio social, se llevan a cabo chigua-los, velorios y arullos; cuando, por su ta-maño, resulta insuficiente para albergar a los asistentes, se construye temporal-

mente una prolongación del techo con hojas de zinc y una pequeña estructura de madera invade entre 2 y 3 m de la zona adyacente al frente de la vivienda.

El segundo espacio delimitado, y el me-nos usado, son los dormitorios, que re-gularmente son dos o tres de acuerdo a la distribución de la vivienda; su uso social está restringido a las horas de la noche. Individualmente, son los sitios más pequeños de la casa y los de peor ventilación. En su interior, se encuentran catres o esteras de fibra vegetal que son empleados para dormir; durante el día, son enrollados y colocados en los rinco-nes de la habitación. Es generalizada la presencia de clavos en las paredes, uti-lizados para colgar ropa y templar tol-dillos. Para el uso de los dormitorios, no se encontró ningún principio de división por edad o sexo; estos son utilizados en forma indiscriminada.

El tercer territorio es la cocina, ubicada en la parte posterior o en un costado, de acuerdo a los diseños descritos anterior-mente. Este es un lugar básicamente fe-menino por las funciones que en él se de-


sarrollan; de acuerdo a la división sexual del trabajo de la cultura negra, la totali-dad de las labores domésticas son exclu-sividad de la mujer. Como accesorios para cumplir con las funciones propias de este espacio, se encuentran dos elementos: el fogón, que consiste en una cama de ma-dera rellena de barro y arena, endurecida por la acción del calor, sobre la cual son montadas tres piedras en forma de tulpa; y una estantería en madera, en la cual se colocan los utensilios de uso doméstico. La cocina se comunica con el exterior y con las construcciones sanitarias, cuando estas existen.

4.4 Vivienda y SaludEs difícil determinar la influencia de este tipo de vivienda y de los materiales em-pleados para su construcción sobre la salud de sus ocupantes.

A nivel de salud, y con relación direc-ta a la vivienda, se observa un inade-cuado manejo de las aguas residuales empleadas durante el aseo de los útiles

domésticos. En ocasiones, estas aguas atraviesan los núcleos poblacionales, especialmente de la cultura negra, en acequias mal construidas, drenando al río cerca de los sitios usados frecuente-mente para el baño y el lavado de ropas. Igualmente, esta agua es tomada por animales domésticos que luego hacen parte de la dieta tradicional.

El hacinamiento durante la noche puede constituir otro vector de enfermedades, pero este es solo parcial, ya que, duran-te el día, la mayoría de las actividades se realizan a campo abierto o en diferentes espacios de la casa, con abundante airea-ción y un adecuado espacio por persona.

La vivienda tradicional del Pacífico pre-senta una buena protección ante las condiciones climáticas. Su diseño y los materiales que la componen disminu-yen la temperatura interior, permitien-do una ventilación que, al provenir del río y cruzar el bosque, crea un ambiente confortable en el interior. A medida que la vivienda tradicional sufre transfor-maciones en su diseño y los materiales para su construcción son sustituidos, se

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pierde esta adaptación a las condicio-nes ambientales.

El cambio de cubierta de fibras vegetales por zinc o eternit aumenta considerable-mente la temperatura interior. Las pare-des de ladrillo o bloques de cemento que se emplean en algunas edificaciones rá-pidamente se saturan de humedad y son invadidos por hongos y lama, creando un ambiente denso, húmedo y malsano. Este fenómeno no aparece en las cons-trucciones tradicionales debido a que la madera no retiene la humedad por mu-cho tiempo y se seca fácilmente.

Es notoria la ausencia de olores y humo en las viviendas, gracias a la aireación de la cocina y el tipo de madera utilizado como leña en la cocción de los alimentos.

La disposición de excretas se efectúa ocasionalmente en casetas, acequias o a campo abierto, sin que se pueda medir el grado de contaminación o las enfer-medades producidas por este hecho. Sin embargo, necesariamente influye sobre el estado de salud de la población, en es-pecial aquellas que habitan las cabeceras

municipales donde no existe red de al-cantarillado ni colector de aguas lluvias.

La contaminación por excretas, basuras y aguas residuales se reduce por la baja densidad demográfica que presenta la zona y la gran capacidad de descompo-sición de materia orgánica que posee la selva para incorporarla como energía en sus redes tróficas. Las comunidades hu-manas contrarrestan en parte este pro-blema tomando el agua de fuentes se-cundarias o quebradas que son cuidadas para conservar la calidad del agua. En las poblaciones del área de influencia mari-na, el agua se recoge durante los periodos de vaciante donde corre más abundante evitando la contaminación y salinidad.

El agua, a pesar de su abundancia, repre-senta el problema sanitario más sufrido por las comunidades del Pacífico Caucano.

40 La vivienda palafítica del Pacífico.CConclusiones

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La vivienda tradicional del Pacífico presenta una propuesta adecuada a las condiciones naturales que el medio les determina y a la oferta ambiental de la selva húmeda tropical. Los recursos naturales empleados en la construcción y las formas arquitectónicas propias generan un principio de identidad regional que las sociedades humanas asentadas en la zona asumen como parte integral de su dimensión física, creando un principio de empatía entre la vivienda y sus ocupantes.

Se hace igualmente notorio que la elementalidad de sus formas

arquitectónicas y sus técnicas construc-tivas contrastan con su riguroso conocimiento del medio y la elaboración y significación de su espacio territorial; lo que nos permite terminar diciendo que “la nobleza de construir según estas técnicas aparentemente primitivas nos remite entonces a la necesidad perentoria en entender que el llamado “progreso” no eliminó el derecho de otras culturas a mantener su vigencia ni que el hombre puede apartarse de las imágenes primordiales de las cuales nace la cultura como experiencia de vida” (Ruiz, s.f.).

42 La vivienda palafítica del Pacífico.RReferencias citadas

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Carlos Enrique Osorio Garcés

la vivienda palafítica del pacífico...9 en el marco de la historia de la vida ma-terial de las...

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