la visión sobre la función de las cárceles - bentham y foucault
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La visión sobre la función de las cárceles
en Jeremías Bentham y Michael Foucault
Seminario: Criminología Alumna: Laura Morales
Introducción
El presente trabajo busca comparar la concepción que tienen de la prisión dos autores
emblemáticos que han abordado la temática: Jeremías Bentham y Michael Foucault.
A tal fin se pasará revista al contexto de producción de las obras que se analizarán para realizar
la comparación: El Panóptico de Bentham y Vigilar y Castigar de Foucault; situado el primero en
el auge de la modernidad y los movimientos ilustrados y el segundo en una contemporaneidad que
descree, a la luz de distintos resultados y experiencias históricas, de las propuestas emancipatorias
propuestas en el Siglo de las Luces.
Además, se analizarán algunos conceptos claves que atraviesan esas obras como inspección,
vigilancia jerarquía, disposición arquitectónica, economía, derechos humanos y humanitarismo.
Finalmente, se consignarán los puntos de acuerdo y desacuerdo sobre la función de las prisiones
que han sostenido estos intelectuales y la influencia que han tenido a nivel socio-político sus
propuestas.
Contexto de producción de El Panóptico de Bentham y Vigilar y Castigar
El espíritu de la Ilustración alienta la obra El Panóptico de Jeremy Bentham (Inglaterra, 1748-
1832), pues es tanto una crítica al estado de cosa en el sistema penitenciario y una apuesta a una
mejora social no solo posible sino completa. Esta obra no tuvo un mero interés intelectual al ser
escrita, sino que respondió a la reforma penitenciaria que le había encargado el rey Jorge III de
Inglaterra y su autor consideró que era un arma eficaz para aplicar a otros ámbitos sociales.
La obra comenzó su génesis durante la estadía de Bentham en Rusia en 1787, cuando escribió
una serie de cartas a un amigo de Inglaterra. Cabe señalar que ya en la portada de primera
publicación en inglés se refiere a que la idea constructiva del panóptico si bien se atiene
particularmente a las casas penitenciarias, también puede ser aplicada a la industria, hospitales,
hospicios, casas para indigentes y escuelas (Bentham, 2004, p. 45). Aquí se ve que el jurista y
filósofo utilitarista tiene en mente la transformación social, que es un tópico clave de su tiempo.
Eso también se rebela en la publicación más leída del El Panóptico, que no es la obra completa
en inglés, sino una recensión en francés realizada para la Asamblea Nacional de Francia en 1791,
en pleno auge de la Revolución Francesa. En la carta que prologa el resumen afirma Bentham: “Mi
deseo sería obsequiarlo para que allí sea leído. (…) Francia, de todos los países, es donde una idea
nueva se admite con más facilidad en tanto será útil; Francia, hacia la que todas las miradas se
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dirigen y de la que se esperan modelos para todos los sectores de la administración, es el país que
parece prometer al proyecto que le envió, su mejor oportunidad”. (2004, p. 14)
En ese mismo país nació Michel Foucault (1926 – 1984), pero los más de 180 años que median
entre las propuestas de Bentham y la publicación de Vigilar y castigar (1975) erosionaron las ideas
de la Ilustración, con su fe en el progreso y el logro de la felicidad humana a través del ejercicio de
la razón.
Como toda su obra, Vigilar y castigar está atravesada por la vida de Foucault (Díaz, 1995, pp. 14
y 15): luego de los sucesos del Mayo Francés forma el GIP (Grupo de Información de las Prisiones).
Como parte de una generación que gracias a los sucesos del siglo que le tocó vivir -con sus guerras
masivas, holocaustos, totalitarismos políticos- ha perdido la confianza en el pregonado progreso
moderno y las verdades absolutas, ya no busca tomar la voz del intelectual universal, al modo de la
Ilustración, sino que es un intelectual específico (Pastor Martín y Ovejero Bernal, 2005, p.7). Así,
no es el vocero de los deseos y pedidos de los encarcelados, sino que su crítica la realiza a partir de
descripción del sistema penitenciario y para ello, entre otros analiza el panóptico de Bentham.
Foucault también hizo una crítica a dicho sistema cuando prologó el libro de Roger
Knobelspiess1 Cárcel de alta seguridad donde da por tierra con la premisa de que las cárceles
sirven para reformar a los delincuentes. Con estas palabras lo dicen en una entrevista al diario
Liberación: “¿Dónde está el error? Aquellos que intentaron plantear seriamente el problema de las
prisiones lo dijeron después de algunos años: la prisión fue creada para castigar y corregir. (…) El
libro de Knobelspiess lo muestra bien: la prisión dentro de la prisión, las cárceles de alta seguridad
en las que se corre el riesgo generar resentidos sociales con posturas radicales. Knobelspiess lo ha
dicho, nosotros lo hemos dicho, y había que divulgarlo. Los hechos, tal como los podemos conocer,
corren el riesgo de confirmarlos” (Foucault, 1983)
A continuación se rastrearán algunos conceptos claves que comparten las dos obras a fin de
realizar una posterior comparación de la visión que tienen de las cárceles los intelectuales que son
abordados en esta monografía.
Conceptos claves
Disposición arquitectónica: panóptico
Bentham realiza su propuesta de reforma penitenciaria a través de la una determinada
construcción arquitectónica que, por sus características, permitirá cumplir con los objetivos de
distribución de las penas: castigar y reformar a los convictos y prevenir el delito en virtud del
ejemplo, con el menor gasto posible y sin acudir a ningún tipo de tormento.
1 Knobelspiess fue encarcelado por el robo de ochocientos francos, hecho que negó en el juicio que lo condenó a 15 años de prisión, que luego es reducida por el Tribunal Penal de Ruán 9, por considerarla exagerada. Luego, al perder la libertad condicional con la que se lo benefició al ser nuevamente arrestado por robo, fue enviado a una cárcel de máxima seguridad donde inicia su denuncia sobre el sistema penitenciario.
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La construcción está definida por esos objetivos y para ello, según se enuncia en el resumen que
presenta la edición española de 1812 (Bentham, 1979, pp 75 a 78), tiene las siguientes
característica: edificio circular ó polígono; celdas circulares; habitación del inspector en el centro,
con forma de torre rodeada por galerías para vigilantes subalternos; paredes interiores de las
celdas que permitan la vista a los inspectores sin que los presos sepan si son efectivamente
vigilados y que entre celdas impidan el contacto entre los reclusos; iluminación artificial para que
las celdas pueden ser visibilizadas durante la noche y se permita la mayor cantidad de horas de
trabajo; foso exterior rodeado por empalizada para impedir fugas; camino único y recto que
conduzca a las entradas del establecimiento; medios de ventilación que garanticen el aire limpio y
de temperatura adecuada, según la estación del año; sistemas cañerías para provisión de agua y
eliminación de desechos; pisos que impidan la acumulación de suciedad; instalaciones para visitas
de la población penitenciaria en su conjunto que impidan el contacto directo con los presos; celdas
que cumplan con las múltiples funciones necesarias, fundamentalmente con las del trabajo
productivo; división de las instalaciones teniendo en cuenta que se albergará población femenina y
masculina.
Foucault a partir de esta disposición arquitectónica hace una extensión conceptual, y para ello
sigue lo sostenido por Bentham de que es posible la “Aplicación de este principio general
(subrayado nuestro) a todos los casos en que un gran número de hombres debe estar
constantemente bajo la inspección de unos pocos, sea para el simple encierro de las personas
acusadas, sea para el castigo de los culpables, sea para reforma de los malos, sea para forzar a los
perezosos al trabajo , sea para facilitar la asistencia de los enfermos, o sea para hacer fácil la
enseñanza y llevar el poder de la educación a un punto inconcebible hasta el día” (1979, p. 80).
En tanto esta disposición arquitectónica puede ser considerada un principio, Foucault la hace
parte de los dispositivos de ejercicio del poder que, por las características de dicho ejercicio,
denomina dispositivos disciplinarios y que son aquellos donde se puede aplicar este principio:
casas de seguridad, cárceles, casas de corrección, de trabajo, hospitales, manufacturas y escuelas
(Bentham, 1979, p. 81).
Para entender esta extensión de la noción de panóptico, cabe introducir la noción de dispositivo.
Si bien en Vigilar y Castigar hace uso de la noción, la misma no es definida en esa obra. Es una
entrevista donde aclara a qué denomina dispositivo: "Lo que trato de indicar con este nombre es,
en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones,
instalaciones arquitectónicas (subrayado nuestro), decisiones reglamentarias, leyes, medidas
administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas,
brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo
mismo es la red que se establece entre estos elementos.” Todo ello se entrama para el ejercicio del
poder.
Por lo tanto, la disposición arquitectónica ideada por Bentham es parte de una forma de
ejercicio del poder que, según Foucault, se caracteriza por la inspección jerárquica y económica a
fin de que los presos en particular, y las personas en general se comporten de determinada manera.
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Inspección
Esa disposición arquitectónica, que Bentham califica como simple (2004, p.16), es la que
permitirá cambiar el estado de cosas; al preguntarse cómo será posible, se responde: "El único
principio para establecer el orden y conservarlo consiste en la inspección; pero una inspección de
una nueva especie que aguza la imaginación antes que excitar los sentidos; que pone a centenares
de hombres bajo la subordinación a uno solo, otorgándole a éste entidad de presencia universal en
el recinto de su dominio.” (p. 17) De allí la disposición concéntrica de la torre y las celdas de los
prisioneros que son vigilados sin ser vistos.
Según el resumen de la edición española ya citada, el primer principio característico del
panóptico es: “1.º Presencia universal y constante del gobernador del establecimiento.” En tanto
que el último de los enumerados dice: 4. º Facilidad que se da al legislador, la nación en general y a
cada individuo en particular para asegurarse a todo momento de la perfección del plan y su
ejecución (sic).” (1979, p. 75)
Según Foucault esta inspección suplanta a otra forma de punición que es la espectacularización
de los suplicios y el ocultamiento en las mazmorras y calabozos, que se dio con los dispositivos de
las sociedades de la soberanía (época de las monarquías absolutas) y que él trata en la primera
parte de Vigilar y castigar.
La inspección instaura un ver constante que invierte el principio del calabozo, que a la sombra
de la oscuridad tenía tres funciones: encerrar, privar de luz y ocultar. En cambio, “la plena luz y la
mirada de un vigilante capta mejor que la sombra, que en último término protegía.” (Foucualt,
2002, p. 204)
El poder, de esta forma es visible e inverificable; lo primero, en tanto el detenido tendrá, sin
pausa, la visión de quien lo vigila; e inverificable pues con el panoptismo, el sujeto nunca sabe si
efectivamente lo están vigilando. Por ello enuncia: “El Panóptico es una máquina de disociar la
pareja ver-ser visto” (p. 205).
Foucault asocia esta cuestión de la mirada que inspecciona con la tendencia dominante de la
modernidad de iluminar la vida humana a la luz de la razón. De la mano de ello se encuentra lo que
denomina “aspecto jardín” que asocia con el deseo de la observación individualizadora, de la
caracterización y por ello asocia al Panóptico con una “máquina de hacer experiencias, de modificar
el comportamiento, de encauzar o reducar la conducta de los individuos” como aspectos más caros
del proyecto de la modernidad (p. 207). Este laboratorio de encauzamiento de los cuerpos se da
tanto en el plano médico, jurídico, educativo y productivo. Así este ejercicio continúo y sistemático
del poder se difumina por todo el cuerpo social; como queda expresado en el principio cuarto,
citado más arriba.
Vigilancia jerarquía y economía
Sin embargo no hay que confundir esta difuminación del poder con falta de jerarquía al
momento de la inspección. Ello queda claramente expresado así:
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2. º Efecto inmediato de este principio en todos los miembros del establecimiento: la
convicción de que viven y obran incesantemente bajo la inspección perfecta de un hombre
interesado en toda su conducta.
(…)
3. º Gobernador revestido de un poder desconocido hasta ahora por el efecto de este
principio panóptico, e interesado por la constitución misma del establecimiento, lo más posible,
en la salud, en la industria, en la buena salud y en la reforma de las personas sujetas á él (1979,
p. 75).
Justamente esa jerarquía, según lo visto en el punto anterior sobre la inspección, es la que
permite el éxito del panóptico como principio. Esto está relacionado con la denominada por
Bentham como “Regla de Economía” (2004, pp. 24 y ss.). Con ella se busca hacer viable un
régimen penitenciario que no por benévolo con los prisioneros en su afán de reeducación, lo haga
inviable por excesivamente costoso, sino que por lo contrario sea redituable económicamente. A tal
fin hay que lograr que las cárceles funcionen como una fábrica según el principio liberal de la
vigilancia del propio interés (p. 25). Por esta razón Benthan considera más beneficioso que la
administración de las mismas esté en manos de un responsable particular y no de funcionarios
públicos.
Si bien la difuminación del poder lo hace más económico y eficaz, según Foucault ello no se debe
a la búsqueda de salvar a la sociedad sino que “se trata de volver más fuertes las fuerzas sociales,
aumentar la producción, desarrollar la economía, difundir la instrucción, elevar el nivel de la moral
pública; hacer crecer y multiplicar” (2002, p. 211). Ello alcanza su máxima expresión con lo que
denomina la nacionalización de los mecanismos de disciplina, encarnada en la organización del
aparato policíaco (p. 219). Sin embargo, y por eso Foucault emplea la noción de dispositivo en el
sentido definido más arriba, la disciplina no se puede identificar con un aparato ni con una
institución sino que en las prácticas tanto macro como microsocial tal como se verá a
continuación.
Derechos humanos y humanitarismo
Bentham pertenece a un grupo de juristas y filósofos que durante el siglo XVIII buscaron,
levantando las banderas del humanitarismo, la reforma de las condiciones de quienes se
encontraban privados de su libertad en las prisiones. En todos ellos estaba la tensión de cómo
hacer cumplir un castigo a quienes habían infligido la ley, y por ende las normas de justicia, en un
marco de respeto a los derechos del hombre.
En esa búsqueda Bentham enuncia las normas de benevolencia y severidad que deberán regir
en el panóptico. En su tercer principio reza que la prisión debe estar dirigida por un: “Gobernador
revestido de un poder desconocido hasta ahora por el efecto de este principio panóptico, e
interesado por la constitución misma del establecimiento, lo más posible, en la salud, en la
industria, en la buena salud y en la reforma de las personas sujetas a él” (1979, p.75).
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Esto está en consonancia con las normas de benevolencia que consagran que la vida de quienes
están en trabajos forzados “no debe ir acompañada de sufrimientos corporales nocivos ni
peligrosos para su salud o su vida” (2004. p.24). Es que, si el objetivo es reformar a quien esta
privado de su libertad, ello porque en ser humano sujeto a una serie de derechos inalienables por
los que el jurista y el legislador deben velar; y con ello permitir que, tras el cumplimiento de la
pena, pueda ejercer de manera plena todos sus derechos, entre ellos el de la libertad.
Sin embargo, y a fin de que se dé ese proceso de reeducación, el mismo debe estar sujeto a las
normas de severidad: “Excepto las consideraciones debidas a la vida, a la salud y al bienestar físico,
un preso que soporta ese género de sufrimiento debido a faltas cometidas –casi siempre de la clase
más pobre-, no debe gozar de mejores condiciones de vida que las de los individuos de su mismo
clase que viven en un estado de inocencia y de libertad” ( p. 24). De no ser así, quien delinque, ante
las condiciones de vidas ofrecidas en la prisión, podría verse tentado en reincidencia y, además,
tampoco se lograría la disuasión de los que no han violado la ley, ante la posibilidad de una vida
más holgada y cómoda.
En Foucault hay una lectura muy distinta del movimiento ilustrado en el tema de la reforma
penitenciaria, en particular y social, en general. Según el francés “Las Luces, que han descubierto
las libertades, inventaron también las disciplinas” (2002, p. 225). Estas son una especie de
“cotraderecho” al generar disimetrías y excluir reciprocidades. Para ejemplificar esto basta
recordar como ha sido caracterizado por Bentham el inspector general del panóptico. La
modernidad ha generado una maquinaria de dominación tanto inmensa (por ejemplo, a nivel
macrosocial con los Estados Nacionales) como minúscula (los procedimientos de ejercicios
microfísico del poder en la relación individual entre el carcelero y el preso y la internalización de la
vigilancia) donde los derechos proclamados, a su vez son conculdados.
La función de las prisiones: acuerdo y desacuerdo e influencias generadas
Si comparamos la visión que tienen Bentham y Foucault de la función de las prisiones podemos
decir que el primero, imbuido por el espíritu de la época considera que éstas, si son bien
construidas y administradas, pueden lograr la reeducación de los presos. A lo que se sumarán otros
dos beneficio para el mejoramiento social: en función de la severidad de las penas servirán como
ejemplo y con sus trabajos forzados han de contribuir en la producción de riqueza social. Todo ello
a un costo económico razonable, en función de los beneficios obtenidos por el cuerpo social.
En cambio para Foucault, lejos de responder a una visión humanitaria, el dispositivo panóptico
en virtud de su visibilidad constante es una trampa (2002, p. 204). Es que lo que han establecido
las instituciones disciplinarias modernas es una economía política de los cuerpos; cuerpos dóciles y
productivos que minimizan los costos sociales y maximizan los beneficios del sistema capitalista.
Se podría sintetizar que si bien las prisiones pueden punir, no sirven para corregir.
Es indudable que Bentham ejerció profundas influencias en Europa y América durante el
siglo XIX y el XX, al construirse siguiendo su modelo panóptico, cárceles, escuelas, hospitales.
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Influencia que a fines del siglo XX y en el nuestro también ha ejercido Foucault con la crítica de los
dispositivos disciplinarios que el mismo Bentham contribuyó a conformar a fin de lograr resquicios
que buscan otras prácticas sociales que hagan más libre a los sujetos.
¿Se puede decir que hay acuerdos entre estos dos pensadores? A primera vista, pareciera que
nada los une, más allá de la influencia epocal que han ejercido. Uno profundamente optimista, el
otro decepcionado por el sistema que Bentham ayudó a plasmar. Sin embargo, cuando Foucault
piensa en el sistema penal de su país a la luz del caso Knobelspiess sostiene: “¿Dónde está el
coraje? Está en la seriedad que aporte el preguntar y repreguntar sin cesar sobre estos problemas,
que se encuentran entre los más antiguos del mundo: la justicia y el castigo. Una justicia nunca
debe olvidar cuán difícil es ser justo y fácil ser injusto, qué trabajo demanda descubrir un átomo de
verdad y cuán peligroso es su abuso de poder. Esa fue la grandeza de sociedades cómo la nuestra:
después de siglos, a través de discusiones, polémicas, también errores, ellas son interrogadas sobre
la manera en que la justicia debe ser dicha, es decir practicada.” (Foucault, 1983)
No cabe duda que Bentham también ha ejercido un rol crítico ante su época, no solo en su
denuncia de las condición de las prisiones y sus propuestas para superarla, sino también con
disidencias y disconformismo con los poderes político estatales de su época: desencuentros con el
rey Jorge y con la misma Asamblea Nacional de Francia a la que le dedicó su obra a punto tal de
rechazar, un año después de esa dedicatoria, el nombramiento de ciudadano francés honorífico que
el cuerpo le hizo. Y es uno de los que han contribuido con sus discusiones, polémicas y errores a
interrogarse y con ello plantearse mejores condiciones de vida social.
Bibliografía
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PASTOR MARTÍN, Juan y OVEJERO BERNAL, Anastasio (2005). “Michel Foucault, pensador,
intelectual específico y profesor universitario comprometido” en Aula Abierta Nro. 86, Universidad
de Oviedo, Oviedo. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2328692 (Consultado por
última vez el 2 de febrero de 2006)