la verdadera universidad petit de murat

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VERDAD Y VIDA LA VERDADERA UNIVERSIDAD ANFITEATRO rj e! /ugor cfc la opi- wc'.i. En él 1.1 OES I.-i acofc con agrado las colabc-raeioftes sobre materia contin- gente. Tero debe ñáwrfirsc que los trabajos firmados na reflejan necesaria- mente el criterio de ¡a Dirección. Estamos en una hora ríe la Historia nempianrí» :i\~ ni^rn. cientos de Roma /-despd C ) v-al 1-400 de la Fra Cristiana Es decir, una Edad* del mundo cae: la Moderna, mejor Hamadil Burcuesa. Su estructura histórica se quiebra ^nrosrándp/if» ^n baías luchas v desgarramientos de mercado"; farniln^amenrp aVinT. tadns; el hiVrrn ni rojo v Ja _atnmi7jpión dp las ro<:p^_r>s ]p rií» rencia del imoerio absoluto de la Industria v el Comercio propio _de gsta Era. -• La_Reculiar v más grave' en toda caída histórica es la crisis •- * Con esta obra del padre. Fray Mario José Petít de Mural, O.P., MOENIA, haciéndose eco. de -su! fecunda labor como maestro, inaugura . una^iutva seceión dedicada o difundir sus trabajos inéditos. _ El padre Petit de Murat nació en Buenos Aires enjSflS. De él parece haberse escrito: "Cuantío viihia al Altar Santo, hacia honor a ]af vestidun» sagradas" (Edesiústico. L. 12 V . Desde la primera edsd manifestó una intensa disposición para la? artes plásticas. Su encuentro, a los 23 años, con el pintor J. A. Ballester .Eeña. fue una x-aliosa continuación formativa para su espíritu. Participó en sus conocimientos e investigaciones y fue su ayudante en la enseñanza de! dibujo y la pintura. En 1933 abrazó la vida religiosa en la Orden de Predicadores, estu- diicdo Filosofía en Francia y Teología en Kspaña. Regresa a la Argentina y os destinado al Convento de Tucumán. donde es ordenado sacerdote a fi.-er de 1946. Por esos di¡»s etvri!>e; "Sé, Señor, que me envías como sacerdote

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La verdadera universidad. Petit de Murat

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Page 1: La Verdadera Universidad Petit de Murat

VERDAD Y VIDA

LA VERDADERA UNIVERSIDAD

ANFITEATRO rj e! /ugor cfc la opi-wc'.i. En él 1.1 OES I.-i acofc con agradolas colabc-raeioftes sobre materia contin-gente. Tero debe ñáwrfirsc que lostrabajos firmados na reflejan necesaria-mente el criterio de ¡a Dirección.

Estamos en una hora ríe la Historia nempianrí» :i\~ ni^rn.cientos de Roma /-despd C ) v-al 1-400 de la Fra CristianaEs decir, una Edad* del mundo cae: la Moderna, mejor HamadilBurcuesa. Su estructura histórica se quiebra ^nrosrándp/if» ^nbaías luchas v desgarramientos de mercado"; farniln^amenrp aVinT.tadns; el hiVrrn ni rojo v Ja _atnmi7jpión dp las ro<:p^_r>s ]p rií»rencia del imoerio absoluto de la Industria v el Comercio propio

_de gsta Era.

-• La_Reculiar v más grave' en toda caída histórica es la crisis

• - * Con esta obra del padre. Fray Mario José Petít de Mural, O.P.,• MOENIA, haciéndose eco. de -su! fecunda labor como maestro, inaugura. una^iutva seceión dedicada o difundir sus trabajos inéditos. _

El padre Petit de Murat nació en Buenos Aires enjSflS. De él parecehaberse escrito: "Cuantío viihia al Altar Santo, hacia honor a ]af vestidun»sagradas" (Edesiústico. L. 12 V .

Desde la primera edsd manifestó una intensa disposición para la?artes plásticas. Su encuentro, a los 23 años, con el pintor J. A. Ballester.Eeña. fue una x-aliosa continuación formativa para su espíritu. Participóen sus conocimientos e investigaciones y fue su ayudante en la enseñanzade! dibujo y la pintura.

En 1933 abrazó la vida religiosa en la Orden de Predicadores, estu-diicdo Filosofía en Francia y Teología en Kspaña. Regresa a la Argentinay os destinado al Convento de Tucumán. donde es ordenado sacerdote afi.-er de 1946.

Por esos di¡»s etvri!>e; "Sé, Señor, que me envías como sacerdote

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intelectual que siempre la acompaña. ^a razón se enlotjuecp yal fin desmaya como si hubiera, entrado en una disparatadasala de espejos. Por una parte, se argumenta con retardo —así,los políticos liberales de nuestros días— enarbolando cadáveresy sirviendo cadáveres a los pobres pueblos desvalidos; por otra,los más fuertemente orgullosos y perversos se desbocan trasilusiones que nunca llegan, mitos de progresos que son engrasa-miento y sistematización de la decadencia que. quisieran superar.

En tal situación urge, ante todo y por amor a todos, evitarconceptos supuestos. Debemos mirar las cosas al desnudo; pen-sar con principios .que pcrrp§nprj-^^ pernos pn medio de Jacaída de los puramente históricos. No podemos discutir términosni fundar nuestras actitudes en otras actitudes. No hay tiempoque perder; aquello nos llevaría a la deriva, de manera inexo-rable, en la general ruina. Se plantea una tarea importante,

tuyo » -un mundo que a fuerza de ensalzarse lo ha perdido todo. Debopredicar, no sólo a Ti, sino también al hombre. Los hombres han dejadode serlo"y sólo tu Palabra puede juntar los huesos dispersos, y cubrirestos huesos de carne nueva e infundir espíritu en ellos".. Después de 9 años vuelve al mundo de manera distinta. Como sa-cerdote, se aboca con el drama de la materia humana. Su actividad entraen dos cauces: les almas y el arte.

Junto a una vida de intenso apostolado ministerial, ejerció la docen-- .cia deLsrte por espacio de 12 años. Los estudios de metafísica y psicologíale proporcionaron una última luz ordenadora de su enseñanza, desarrollán-dose ésta tanto en el ámbito privado como en las cátedras de Historia yFilosofía del Arfe de la Universidad Nacional de Tucumán. -

En los años _12áfidSQ se ocupa en Buenos Aires de los Hermanos Es-tudiantes y Novicios de su Orden. Allí comprueba, amargamente, la diso-lución d.e la vida religiosa.

Al regresar a Tucumán _rentipi *jaj |efíiü'tivamente a- la docencia artís- —tisa^jenteniiendo que en el general desquicio no se puede" pronunciarpalabras de hombre a un mundo que ya perece, con horrible muerte,porque ha desechado al Señor y se ha estregado, una vez más, a la ado-ración de los ídolos. Por eso dice: "¡Qué hermoso callar y predicar con elsilencio sólo a Jesús!"

Luego de esto je _ocupa principalmente de su ministerio sacerdotal yse ciñe a la enseñanza de la Filosofía (Metafísica y Psicología) y laTeología en la Universidad del Norte "Santo Tomás de Aquino" y en elSeminario Mayor de Tucumán.

Oda vez más acuciado por ser fiel a su vocación monástica Inicia!,busca un camino para realizarle cabalmente en medio de la disgregacióncontemporánea de la vida religiosa, a la que, con dolor, asiste.

Inspira y dirige una fundación religiosa femenina en lo provincia,

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tanto como la suerte de nuestra carao y de nuestro espíritu: larealidad, sobretodo la humana, nos mira con rostro sangrante,pidiendo que, al fin, se la vea. Es necesario enfrentarnos con las.cosas hasta deshollarnos en sus escarpadas laderas: hasta al-canzarlas, descubrirlas en su limpidez primera, Hregenerante de la verdad, por encima de las hundidas disputas.Ello nos ermitirá \wir_denuevo engendrar£ra. LA única respuesta e n l a m e d d a de los -tiemposesplartainos, despojados, en medio del desmoronamiento, con los ojoslavados por los escarmientos y las enmiendas.

La labor fundamental corresponde a la inteligencia; tene-mos que aprovechar su intemporalidad para revalorar, reajustar,desechar, distinguir y hallar los pci-files de las disciplinas huma-nas reales, sus consiguíentes instituciones, con la misma nitidez

por la década de 1950, debiendo sobrellevar obstáculos -y contradicciones.Esta fue la Congregación de Religiosas Artesanas -de la Cruz y -María, tam-bién conocida como Taller Litúrgico "Santo Domingo". .

No pudiendo, luego de más de 20 años encontrar lugar donde "equi-»librar a Martíia con fc porción- de Msría", pide a sus superiores realizara fondo su vocación en el camino del eremo, entendiendo como modoposible de esa vida para nuestro siglo el de retirarse a un lugar apartadoy pobre, de gentes huérfanas de sacerdote. .*'.'• :-••• - • -

Luego <l- prolongadas' petición es, sostenidas* en la oración, recibe elpermiso par* acerse cargo de una capilla en «1 campo tucumano, en lossuaves collados del Timbó Viejo. . . . .

Desde ese lugar, donde vivió los dos últimos años de íu vida, escri-be: "Fue un «cierto venir a Timbó; con razón todo lo que me rodeabano pronunciaba otra cosa: lo único que cabía era el destierro voluntario.Todo, sin excepción, me lesionaba* como hom'bre, como religioso y. comosacerdote. Dije destierro voluntario pero se ha dado la paradoja de siem-pre: el destierro ha resultado un "casi solemne retorno al universo de Diosy a las almas. Como al convaleciente de una grave enfermedad se me dantodas las coses de nuevo; las estrellas tienen el tamaño que tenían en miinfancia, los follajes se elevan anhelantes y translúcidos como cuando losdescubrí en mi adolescencia y los ritmos que se multiplican y juegan enlas cosas, las ramas, las nubes, las patas de los caballos, cantan la gloriade Aquel que los hizo. Todo viene a mí denso y jugoso: los patéticos ta-lones de los crepúsculos de Tucumán —ignorados— que parecen prontospara correrse y darnos una nueva epifanía del Cristo".

Falleció el 8 de marzo de 1972.Su sola presencia predicaba el gozo nuevo.A todos llamó poderosamente la atención el júbilo de su rostro.Porque había pasado por la Cruz, traía a las almas el esplfidor de

Cristi resucitado, ¿e \& muerte vencida.

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que un árbol se dibuja en un ciclo de luz.Una de las formas más aviesas de ]a decadencia qt'e pade-

cemos es que las cosas del hombre se han desplazado del hom-bre hasta el punto de no tener su cojiraens,urapión p" él sino,cada una en sí como otros tantos cánceres.- asi la máquina, elderecho, la economía, la política, la guerra'.

Y así la Universidad. Su potencialidad tanto activa comopasiva no es, netamente, Ja del hombre frente al universo, estoes, a las ingentes posibilidades de poseerlo como cultura; ellavuelca en nuestros días el caudal de sus energías y de sus grue-sos presupuestos en cosas, intereses, en un enorme mecanismoburocrático, en profesiones pragmáticas, casi nunca en la pre-cisa libertad altísima de Ja ciencia y de la investigación cien-tífica y artística con fin de trepar hasta la Sabiduría.

En consecuencia, IQ i;ni'oo que non proponemos PS plantarla Universidad-.en el hombre, reencontrarla en él, desconociendoen absoluto (oda circunstancia eventual, toda ramificación yactitud que se desglose hacia la frustración y el ayer, en pasio-.nes y cosas sin medida auténtica en el ser humano.

_Ella nn signe al hombre en su parte vegetativa. Se puedecomer sin acudir a tan alta sociedad. Tampoco en so parte sen-sible. Para la vida de los Asentidos, y sus apetitos basta ser ve-lloso, tener una lanza y un arco como Esaú.

Se debe,-en-cambio, a la parte especificante del hombre.Es note > que sin la inteligencia no puede haberla'." Aquellas,las Universidades, evidentemente, no existirían si no existieraésta. Nadie se atrevería a pedir otra cosa que cultura de la inte-ligencia a tal institución; también cultura de otras cosas, perosiempre en el aspecto intelectual. - - - -

r.npgo( nb<:ervpmn< y subrayemos qng Ifr r^lapjón «ntre la•Universidad y 15 mteligerteí^ es nada'mengs que trascendental:el <pr rfc la'iiim se riehq a la existencia de la otra: todo el serdel ojo depende del color en luz, el pulmón del aire.

Logrados estos principios evidentes, algunas conclusiones, nomenos ciertas, se imponen de inmediato: dijimos que no sigue,al hombre "" "' parts vpgptativa; qtie rse puede comer sin ella.T.negó una Universidad puramente pragmática, una Jabríra fteprofes;o'ñaTes7 rio" llega a serlo. Xan -exigente es f > . /;'" da unflcferminado ¿er que en cuanto se lo ¡fera, alteramos la natu-raleza del mismo. isL-si-eLiactQJL-jeconómica-^e- convierte para .los profesores y el alumnado en el principal, la Ciencia se extip-. - t . . . . . . „._ .V • -— -r~?; . .'•: -.—.•;•- "-- - 4T - - 1t . k

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-gue, el profesional desciende a Ips bajos niveles deJ comercioy las mismas fuentes económicas se secan.

Tampoco sigue al hombre en su parte sensible. El valorinstrumental de Jos sentidos interviene legítimamente en el es-tudio, en cambio cuando su concupiscencia pretende imperaren lo humano, cuando se erige en señor y conductor, las riva-lidades, Jas envidias, enconos, desconfianzas, riñas, astucias, sec-,tarismos fanáticos, la justicia identificada con Ja venganzaobnubilan la inteligenca e impiden la ciencia y la Sabiduría. Lainstitución de que hablamos se convierte en un memorablearmazón destrozado por invasión innominable. *

La reforma que urge llevar a cabo en la Argentina, en lacual el estudiante tiene hegemonía absoluta, consiste en que serenuncie a ese enfrentamiento de pasión y pasión, de recelo yrecelo, de prejuicio y prejuicio, lo cual lo mete en un tirabuzónhacia las tinieblas y la descomposición de lo humano, e instaureuna límpida, potente, directa ambición por los viriles caminosy la alta vida de la inteligencia. --------

Para aquello no hace falta dicho órgano del saber (fin nues-tros días está sobrando), basta la maza y el hacha de piedra;para esto último y sobre esa realidad sí se explica y despliegael complejo y admirable cosmos de la Universidad verdadera.

Universidad es ünq. sociedad imperfectaenn B? fin dg alcanzar la más encumbrada etapa de la educación.deLhojoabre. '

Detengámonos unos instantes en -los términos expresados,los cuales perfilan su naturaleza real..- .Es .sociedad; aquí tocamos conceptos difíciles. No podemos-dar por sentado que todos entendemos una misma cosa bajo eltérmino sociéUad. Para apreciar su valor de primer orden en elcampo humano, tendríamos que tener bien deslindados concep-tos previos, de los cuales aquella realidad depende. Tendríamos,ante todo, que distinguir persona de individuo.

El hombre que vive nada más que sus aptitudes tempera-mentales —temperamento, apetito, pasiones— no necesita de lasociedad; por el -contrario, la trastorna y desgarra; usufructúa alos otros hombres como cosas; los daña y los excluye. Aquí nosencontramos una vez más con el pelaje, la lanza y el arco deEsaú, así este Esaú ande en auto y se recubra con trajes im-pecables.

El hombre que sólo realiza las exiguas dotes de su indivi-

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dualidad es un hombre frustrado.Lo específico del hombre, en el sentido que hablamos, es

tener abierta su individualidad en persona. Esto es, su inmanen-cia se consuma no en la sucesión superficial de las percepcionessensibles, sino en la unidad fundamental y desnuda del ser; lacual unidad plantea, a su vez, una potencialidad capaz de al-canzar las riquezas entitativas del universo entero e, incluso,del Primer Princip'o al cual llamamos Dios.

Tal capacidad radical se abre, sedienta, hacia el infinito.La industria y el comercio no pueden satisfacerla: sólo la saciael triple necesario: la Verdad, el Bien v la Belleza. Estos sonbienes ardnos,r Y todos los dpmás. «tile<: PI| 1? rppdida en que<:irvan para ales

Miremos otro aspecto del problema: pasemos a considerar-la en la sociedad humana completa.

I7n hombre aislado no puede obtener pnr sí snln el enormecomoleio t3e bienes que necesita para ser -feliz Cada uno llevadentro de sí toda la inmensa potencialidad de la naturalezahumana, pero el tamiz coartante de las disposiciones-corporalesadmite sólo la actualización de un adarme de esa potencialidad.En uno se da €l-predominan <íp apHfrudss f>specu1ativ,i^ gn otrQ-lá Tni.STPfl PEfojra^ftza, sfi fflX>uentra ínpliTtafla -a tal ft CfrAfll flCti*vidad practica. Este se manifiesta cabal en. la filosofía, aquéltiene especial lucidez para las matemáticas; en cambio su amigolas rechaza y versifica con facilidad; ese otro parece inclinadaal piano; Juan se delinea como un buen industrial; los entusias-mos de Diego se agudizan cuando piensa en el campo.

No' terminaríamos. A 'la dicha distribución de aptitudessumemos la breve ¿oración de cada vida individual; el hombredispone de poco tiempo apto para desarrollar y hacer fructuo-sas en algo sus peculiares disposiciones. Añadamos a los límitesmencionados los impuestos por la contrariedad de los vicios

es, de ]as indisposiciones nativas, de ks circunstanciasi i .,externas calamitosas que en mayor o menor grado sobrevienena todo destino en la tierra, y veremos a qué se reduce la ex-pansión dé la naturaleza racional humana en cada individuo.

Pero a pasar AP las limitaciones qne la materja y el tiempoimponen, cada hombre apetece, no una, felicidad parcial -lassatisfacciones que las dotes individuales pudieren proporcionar-le— jincLJa^total, la que colme toda la naturaleza humana queposee íntegramente, pues esta constituido tal por una substari-

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cia completa., numéricamente distinta de la de los otros. Es evi-dente que un panadero desempeña una determinada actividady alcanza un bien necesario no sólo para él sino para todos;mas no le basta el pan para ser feliz; necesita, además, delvestido y la casa, de zapatos y muebles, de ciencias que loilustren y socorran y, por encima de todo, de la sabiduría quele enseñe la prudencia suprema, la que auna todos esos bienesen la Unidad de donde ellos emanan y donde ellos encuentranexplicación, razón y armonía.

Como conclusión nos encontramos con una intensa paradoja:Cada hombre puede con sus fuerzas y en el tiempo alcanzarun bien y, sin embargo, cada hombre apetece todo el Bien.

¿Cómo se remedia tan flagrante desacuerdo? Para subsa-nar los límites individuales y ser una naturaleza total en el tiempo,el hombre se recompone en sociedad. De esa manera tt» apti-tudes y disposiciones parciales, desperdigadas en multitud deindividuos, se -combinan en -una realidad humana plena. ~ ""

La Sociedad divino-humana. la iglesia _A* Pista »c Ja so-ciedad perfecta por antonomasia; la capaz de colmar al hombrecon el Bien universal, de manera que excede a la m¡sma sedde infinito del hombre. Debajo, se desenvuelven las sociedadesciviles, capaces de cumplii las posibilidades temporales huma-nas; relativamente perfectas; alcanzan su fin temporal en lamedida en que sepan reconocer la tendencia obediencial queel hombre,' tanto individual como social, tiene para con el EternoSer. principio y fin de todas las cosas, y para con el único Me-diador, Jesús, el Cristo, en quieri todas las cosas son recapitu-ladas y restauradas en la Verdad.

- !¿>s miembros de la sociedad natural hasta tal 'punto pue-den unirse, compensarse, armonizarse y combinarse sobre la basede la común naturaleza cuyas aptitules'se distribuyen en todos,que se la puede considerar sin temor de errar, un inmenso cuerpoorganizado y viviente; unidad de la esencia humana, ubérrimaen posib:lidades, que se despliega al repartir su virtualidad envariedad de miembros y disciplinas.

Estas disciplinas son ya típicas y de mayor o menor impor-tancia según los bienes que con ellas, la sociedad puede adqui-rir para felicidad de la persona. _Dos abastecen la parte vpgpta-tivo-sensible del hombre: son la industria y el comercio. Tresintentan servir fie inmediato aí pspírihi humano: Sonlas artes,las ciencias y la sabiduría. Según sea )a fufinfi ^p la «af>idnrÍQ_

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ya la razón, va la Revelación divina, ella constituye disciplinasdistintas que pueden compenetrarse sin confundirse: la Filoso-fía y la Religión, que PS a su vez Teología y Sacramentos. Enadelante cuantas veces mencionemos a la sabiduría entendamosa la primera, a la natural, esto es, a la Filosofía, pues así con-viene a nuestro propósito.

Las dichas disciplinas, en una sociedad bien concertada, no^ion de un mismo valor, sino distinto según el bien que quierenalcanzar. Para que una civilización sea típicamente -cu!ta tieneque cumplir eo~ñ una escala de valores, de otra manera cae enser una civilización anti-humana o perversa; así debe conside-rarse a aquéllas, las modernas, por ej., que dan desarrollo eimperio absoluto al comercio y la industria sobre~ las disciplinas.superiores. La escala es de le más bajo a lo más elevado: in-dustrias, comercio, labores rurples y marítimas, ciencias expe-rimentales, artes, ciencias especulativas y. por último,, en lacima, bañando de orden, unidad -v luz al todo, la príncey»^sci&iíiarumet artium,estoes, la Sabiduría,. . . _ _ _ . _ . _ _ . _ . .

Cada una de esas disciplinas tiene ,rus. órganos propios.instituciones y empresas, sociedades' más o menos pequeñas, es-pecificadas por fines parciales y propios, dentro de la sociedadtotal civil: Así una fábrica de alpargatas, una agrupación depor-tiva; así una empresa naviera o un instituto meteorológico, etc.

En ese concierto llamamos Universidad al órgano que inrtonta adquirir, fomentar y trasmitir las disciplinas más altas.esto es. las ciencias, las artes y la Sabiduría.

Volviendo a la definición recordemos otro de sus términos:es .sociedad imperfcctaT Lo es por lo que queda dicho: no abas-tece a todo el hombre como la sociedad divjno-humana, la Igle-sia, lo Jiaoc^n orden- a la Regeneración de todas-«las cosas; nicorno la sociedad civil, en orden a los fines temporales del hombre.

Mas, si bien es verdad que es imperfecta, su alcurnia es talpqT los fines que persimie. que nn hav-jórgano dg rnavor dignidaddocente que ella en una sociedad temporal. El gobierno es .surruTior^ryro en otro orden, es decir, en el potestativo y pruden-i'uHT en cambio, llamada, aquella, a cultivar la Sabiduría con-juntamente con las ciencias y las artes, tiene una responsabili-dad directa frente al nivel del país a que pertenece. Por estarazón ef Estado depende en ese sentido de. .la Universidad, enlu misma proporción en que la prudencia depende de la sabidu-

.lÍa^ No caeremos en el jaiterio simplista de pensar, que toda

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cultura se debe a_g]]a. Las sendas de los hombres ascienden-desde multitud de entrañas y compensaciones QUC jamás podre-mos abarcar de manera exhaustiva. Por de pronto nos encontra-mos- a primera vista con otros dos elementos cujtyrajes de pri-

la tierra y la Iglesia. La primera es fundamentonecesario, raíz, de toda cultura típica: la Historia muestra quela humana no puede tener otra iniciación normal. La Iglesia escausa eminente, regenerante v erfeccionante, no sólo en el or-

ría l-i famhién en el natural encuanto que asume la tierra, el hombre v lo humano para de-

^vglycrln ron la maynr aproximación posible a la Verdad. ^1primer Ser y a la Vida. Sin embargo, aunque es evidente queno es la fuente única de la cultura, desde la Universidad fluyehacia la materia varia e informe, que es el hombre, un abun-dante y decisivo torrente cultural.

En consecuencia, su fin es de tan alta nobleza, tan gravesson sus deberes que altos y graves deben ser sus derechos. Sudesarrollo normal necesita gozar de toda l'bertad y medios con-venientes al cumplimiento de aquéllos. " "*' •'"—-'

El Estado no puede intervenir er. ella de manera directa.Este, por ser el órgano de la prudencia con respecto a todo -elbien que ha de lograr la comunidad, es superior a la,-Uñiversi-dad y debe actuar extrínsecamente cuando ésta, abusando, pasalos'límites de su -Caeros' y 'afecta' de alguna manera 'a dicho bien :común; en camk* Va Universidad es última frente a ja Sabiduríay no ha de recibir en ese sentido determinaciones de parte deía potestad civil. La búsqueda de las ciencias y las artes no pue-de ser presionada por nada. El derecho inalienable de imperarsobre el'as pertenece .únicamente a. la Verdad. . Cuando, ya departe del Estado, ya de situaciones o deficiencias económicas, •ya. de parte de los miembros que 4a integran, los intereses o laspasiones actúan en ese campo, ella se convierte en fuente co-rruptora del país, tanto cuanto lo tendría que ser de la perfección.

No es fácil destacar en la brevedad del espacio de que dis-ponemos hasta qué punto es ilegítimo y odioso el monopoliode los estudios universitarios por el Estado. Esa actitud signifi-cará siempre una coacción y un despotismo para con disciplinassobre las cuales no puede pesar interés temporal alguno. ElEstado que procede así y la sociedad que lo permite han demedir las consecuencias de su actitud. Cuando esta arbitrarie-dad se estabiliza, se sabe donde comienza el camino de un país

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j>mun ciad divi ,. -** mn J .« \¿c jos* arcanos.escondidos desde Ja fundación del mundo" Je otorgan.

Con Jo dícho hasta aquí, huelga Ja explicación de Jos tér-' minos finajes de Ja definición: -"...con el fin de alcanzar Jamás alta etapa de Ja educación de] hombre".

Claro está, ^upone etapas anteriores. Una Universidad noes un islote sino una continuidad, de savias que ascientfraíces fnp flamen tales como Jo es el *"••

cuaJ es Ja ensef" ^ uesarrolJc delhábito de Ja estumusiaad.

En Jos tiempos en que Ja Universidad vivía todo su ser sedenominó con ese nombre al gremio de Jos Profesores que en-señaban y de Jos discípulos que querían aprender.

Dicha definición jurídica tan precisa —Ja de gremio— esta-blece de inmediato un sistema también muy preciso de deberesy derechos mutuos fundados en realidades distintas exactamen-te Jo mismo que el sol y Ja luna. De parte del Profesor el deberde enseñar y Jos derechos a todo el honor que merece eJ queejerce una paternidad; de parte de] .alumno el deber -de recibir--

... .con-fó~da-Ja gratitud, Heí que" de otra manera sé'quedaría pri-vado de un gran bien En fin, Jas cosas con Ja cabeza puesta ensu Jugar. . • • -

En tiempos nebulosos como Jos actuales no se .distingue bienel término principal de estas relaciones de justicia. Tanta es Janiebla que ya oo.se. ve cuál es el maestro y cuál él discípulo.

Universidad se puede entender también con respecto al finmismo que Ja especifica. Es notorio que intente alcanzar, cul-tivar y trasmitir la universalidad de Jas ciencias y Jas artes. Talmovimiento de expansión comprensiva de toda disciplina estu-diosa es eJ suyo más Jegítimo; el único legítimo; emana de suser y constituye su vida. No tendríamos nunca por usurpaciónel que multiplicara tanto sus institutos e investigaciones quelas abarcara a todas sin faltar ninguna.

La universalidad de Ja ciencia humana _se puede tomar en.^¿o; sentidos: material y formal

Probaremos que sólo el úlHmo permite que exista Universi-

VERDAD y vri>A

dad con fuerza intrínseca, dinamismo recto y cohesión de partes.La primera, la material, es la extensi%'a y también se la

llama numérica. La segunda va en penetración; se eleva hacialas últimas causas. Cuanto más alta y universal es una causa másprofundas y concluyentes son sus explicaciones de la realidad.La universalidad formal no aleja de esta última como pensarony piensan_muchos, errando, sino que, por el contrario se internaen Ja intimidad radical de las cosas. Abundan los científicosque se aferran a Ja cosa creyendo que así se aferran a k reali-dad; en cambio una ciencia resulta tanto más descriptiva y me-nos demostrativa cuanto más se localiza en el conocimiento,de la cosa en sí.

- Detengámonos unos instantes en una y otra universalidad.El hacerlo es de capital importancia a la intención del presentetrabajo.

La universalidad material es necesaria: elJa consiste en^la-multiplicidad de las ciencias particulares, especializadas. Tal di-versificación enriquece el acervo de datos pero no aumenta lamagnitud de la ciencia. El hombre .alcanza una posesión másexacta de .la-'realidad sensible mas no pasa de allí. No excedeel Lecho de la tuberculosis el descubrir que.ella consiste en unainvasión y colonización de nuestro cuerpo por el bacilo de Koch;

... se ha llegado a conocer- el hecho, con precisión, tal-cooo es,más aún no lo conoce en una explicación definitiva, en sus causas.

Comprendemos que'es necesario detenernos en los concep-tos enunciados. Para conocer una cosa no es suficiente conside-jarla de cualquier manera; mejor dicho, nunca se la considerade cualquier manera, sino, con todo rigor, según un ángulo depenetración,' el propio del principio intelectual que rija a larazón en esa búsqueda.--Una inteligencia por sí sola no se mo-vería a conocer nada pues, según su naturaleza, se encuentranaturalmente indeterminada con respecto de todos los objetos.Un conocimiento previo y obvio, una convicción la cual contraela absoluta universalidad de aquella hacia una determinadazona del cosmos o de las cosas, proyecta su nativa apetenciapor las esencias y las causas hacia esa zona.

Estas convicciones primeras, las cuales pueden ser científi-cas o -^aligares según el mayor o menor examen al aceptarlas,ejercen el oficio de principios demostrativos con respecto a todoun comportamiento ulterior. Si un científico, por ejemplo, se(Iccr'de a estudiar las plantas en cuanto cuerpos organizados es

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porque está convencido de que los seres sensibles son cuerposbien reales y en el caso de los vegetales, con una animaciónpropia que los organiza; si pensara como un hindú, que todala realidad corpórea no es tal sino una mera apariencia o sueño,nunca proyectaría su inteligencia en ese sentido. De aquí quesean de tan grave peso las primeras convicciones de un hombre.*Devorará de la realidad para sí todo lo que el ámbito y direc-ción de ellas le permita devorar, y lo hará suyo según e] criterio"que esas convicciones establezcan. *

1.a verdad que acabamos de expresar reveja una radicaldeficiencia de toda la filosofía y la ciencia moderna. Ignorando

.el mecanismo de la razón humana se ignora también el decisivovalor de las convicciones primeras como principios de demostra-ción. Este es'fundamento del conocimiento humano completa-mente abandonado. Semejante punto de partida no puede darorigen más que a ciencias frustradas. Sí se parte de upa con-vicción vulgar o científicamente errónea todos los análisis yexperiencias, por -admirables que sean, serán interpretados bajo"la luz de dicha convicción o_error y. así, Jas conclusiones no ex- —cederán los límites de la una o el otro. Spinoza. Hegel apenasconsideran los principios de sus; sistemas: poco imporfo el rigorde _Jaargumentación ulterior; a esc primer hecho se debe quelos mismos se proyecten hacia las afueras de la realidad. Eaotro orden podemos afirmar con' seguridad que 1 rpsiquipadece ese proceso de frustración^ ella se' mueve bajo el

i . '

.—•—~-,*w. i»ppcujarivn ni el prácriqp, ni,Javida común ni la labor científica. Lo podemos palpar a cadapaso. Un melanr-nüpf) no percibe la lluvia desbordante de bie-nes de todos los días, en cambio anota de manera indeleblela más pequeña contrariedad que se le cruce y la agrega parasiempre al catálogo de sus desdichas. Un positivista, movidopor la convicción de que la materia es toda la realidad y el ser,atisbará a cada paso un pretendido principio material homo-géneo causante de Ja organización del mundo sensible. Los ex-perimentos, al negarle ese principio, lo volverán a los cabales dela realidad; proyectará entonces su ilusión en otro y otro ensa-

VERDAD y VIDA 117

yo. La aprehensión ansiada nunca llegará. La dialéctica de laspruebas no anula la opción: o bien se rendirá y como AlexisCarrell, cambiará su principio unívoco y físico por el metafí-sico y analógico del ser, o bien se meterá en la espiral del es-cepticismo. Al comprobar que por más que hurga, descomponey analiza no descubre un principio material de la materia, ter-minará petrificado como el hindú, en Ja convicción de que 'todala materia y la realidad sensible es pura ilusión; así exactamente,se encuentra hoy más de un físico materialista con la inteligen-cia yerta frente al desmenuzamiento logrado por ellos mismos,del átomo en energía.

No puede ser de otra manera. Todo objeto necesita engen-drar previamente en la potencia correspondiente una disposiciónsimilar, para actualizarse en ella. La vista, por ejemplo, cuandopasa repentinamente de la oscuridad a la luz, no ve nada; nece-sita de unos instantes, que la misma Juz anule la púrpura visu^*para poder entrar en la visión diurna. Otro tanto el estómago;si se bebe un vaso de leche a sorbos lentos, los primeros provo-can la secreción de jugos necesaria, con lo cual se dispone, arecibir toda la leche; acaece lo contrario si se la toma con pre-cipitación.

'La inteligencia, en otro orden, y con mayor raz$n, por launiversalid.ad de su objeto, -"Se 'comporta de la misma manera.Una intuición primera bebida .en la realidad o en las sugeren-cias del ambiente, define una actitud y aptitud frente a Dios,el hombre, el cosmos y la vida. Por más que se extienda la apli-cación de esa determinada intención intelectual a muchos, ob-jefos, siempre los verá según el ámbito de luz que le es propio.Si se piensa que el hombre 'es 'nada más que animal, determi-nados métocíbs derivarán de esa posición, los cuafes permitiránhallar y comprobar todo lo que el hombre tiene de animal. Alllegar a hechos como el pensamiento y la palabra, el científicoreconocerá que" ha tocado una zona que excede su objeto, o bien,si ha caído en universalizar su especialización, los violentará,cohibiéndolos con el fin de meterlos de cualquier manera en elmundo animal. ,

c< la ímport? ici /"inicial, llamada porf ivq n c a , a m a a por

los antiguos con mucho tino, objeto "qyo". Es objeto porqueconsiste en una presencia de la realidad en la inteligencia biendefinida y, a la vez, muy genérica y elemental; es "quo" (porel cual) pues ese aspecto genérico de las cosas contiene poten-

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'•xz-r/Ez.SgEZZZ:

118 VERDAD y VERDAD v VTOA 119

cialmentc a muchos singulares los cuales resultan conocidoscuando por la fuerza demostrativa de tal principio entran enJa realidad verdadera o errónea ya poseída por Ja inteligenciaen virtud de dicho principio aceptado. Se podrá conocer todo~lo que cae dentro de la fuerza demostrativa o luz potencia] delprincipio escogido; cuando un científico ambiciona explicar ob-jetos de causa mayores a su objeto "quo", enooge al mundo ylo ahoga dentro de su especialización.

Resumamos lo dicho acerca de este objeto con referenciaa la magnitud de la ciencia;

I9 Dicho objeto determina la potencialidad de la inteligen-cia por el ser, con respecto a un aspecto de la realidad y las cosas.

2? Es un primer conocimiento genérico, verdadero o falso,que proporciona dirección argumentativa, en un sentido y ám-bito, a la indeterminada energía de la razón.

39 Ese principio ejerce imperio sobre la actividad del en-tendimiento; la" conduce de manera que abre un cauce definido,a -la infinita potencialidad de la inteligencia. Se actualiza todaesencia y causa que pueda ser demostrada en la luz de eseprincipio.

4<" Un objeto "quo" no actualiza toda la potencialidad dela inteligencia en un sentido ni mucho menos. Sejjuede agotar.las demostraciones_.posibles a un objeto y, posterior o simultá-neamente, argumentar según el hábito, originado por otro ob-jeto "quo". .

5? Por más que se multipliquen las demostraciones o sesubdividan las ciencias dependientes de un mismo objeto "quo"no se magnifica la. ciencia. La diversidad no amplía su poderdemostrativo. - • "

Es evidente, pór^o tanto," que la ciencia 'humana no pro-..gresa como comúnmente se- creé pnn la miílrip.Ucacirin ¿p lasespecializaciones. Si ellas se mueven dentro de los términos deun objeto "quo" la suma de ellas" equivale a la ciencia madre especi-ficada por dicho objeto. Las empíricas son diversifícaciones queno exceden, ninguna de ellas, el primer grado de abstracción;hifipg rnrla-i ellas Juntas no possen más pnnnrimipptfí que el que

_potencia]mente posee la Filosofía de la Naturaleza r y componenel objeto material de la

El racionalismo ha descuidado por completo este aspectoesenc'al; otorgando a la demostración inductiva una virtualidadcientífica omnímoda, se debate dentro de los estrechos límites

qne Je pertenecen. La humillación ha sido grande. Pensaron queesa actitud intelectual los libraba del mito y les entregaba todala realidad; en cambio se localizaron de hecho, en una parceladel universo, eliminando del conocimiento humano todo lo 'queno está sujeto, "in causa et per se", a la materia. El especialistaembebido generalmente por su especialización, considera causaal elemento más universal que encuentra dentro de .su particu-laridad y a ésta, totalidad.

La Edad Moderna S" afita <*n un nrm muy limitado Su

pretendida libertad ahogó al hombre. Los principales especifi-cantes de una ciencia son de tal manera soberanos que la esen-cial virtualidad analítica de Ja experimental, por más que quie-ren buscar lo diametralmente opuesto, esto es, las causas delmundo sensible, no logran otra cosa que una desintegración deese mismo mundo y orden. Lo que hacen por poseer esencial-mente la cosa en sí con prescindencia de las causas metafísicas,desvanece la materia y aniquila -al ser sensible. Sobre todo, cuan¿.do aparece la vida animal, Jas hipótesis- empíricas saltan inesta-bles; por más que se las quiere reducir a categorías físicas yquímicas, las causas del conocimiento sensible, de las apetencias,se escapan, intangibles. Al llegar al hombre producen el caos;no hay;doda. de que el .antiguo Jp conocía mucho; mejor: Losaportes de las ciencias npíricas podrían en este campo sermínimos pues hasta el iriismo cuerpo humano, si bien material-mente considerado jesuíta -animal, formalmente es racional ypor ende, como objeto excede en mucho a las posibilidades dedichas ciencias. Sin embargo es allí donde se congregan comoobstinadas hormigas intentando penetrarlo; la multitud de psi-cologías son decisivas en minimizac ese gran desconocido; no secansan de' describirlo según las zonas bajas, las únicas dondepueden entrar.

Esta trágica experiencia moderna manifiesta que no es sóloel agotamiento de la vitalidad la fuente de la decadencia de unpueblo. La dialéctica de Jas convicciones es inflexible. La li-bertad del hombre actúa en la elección de los principios, peroJuego, su desenvolvimiento depende, no de Jo que él quiere, sinode la virtualidad de aquél. Y ésta, cuando el principio es erróneo,causa una peculiar decadencia trágica, ahita de vida atormen-tada en sus propias raíces.

«H^hjencfo probad^ ^ufioíentf-'mc'ntf1 fjU^ ^a f'if1fíf*1;í DO- pro-gresa rnn la universalidad material n extensiva, pasemos ahora.

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n Ja formal o intensiva. lujemos la atención en un' hecho cual-quiera, digno de una lectura científica; veremos que el conoci-miento de] mismo es tanto más perfecto y exhaustivo cuanto másal to sea el principio que lo ilumine.

Vayamos al subconsciente del hombre. Quedarse en él, ana-lizarlo al exceso, será precisar más el hecho en sí, abarcar demanera más definida su extensión, composicióa y posibilidades.Así procede el psicoanálisis. Esta labor, sin embargo, no cons-t i tuye aún propiamente una ciencia sino una preparación cien-tífica del objeto cognoscible. Tampoco basta para desenredarconvenientemente sus estados patológicos el solo conocimientode los estados patológicos.

Algunos espíritus fuertes circunscriptos por la especializa-c-ión, al descubrir esa realidad complicada y tantas veces des-hecha, notan Ja necesidad de explicarla en un principio que nos'^el hecho mismo; entonces echan mano de uno de los ele-i)i< jitos más constantes —la libido, por ejemplo— que hayan en-contrado, no precisamente en todo el hombre, sino en el sub-consciente enfermo. - • .

En cambio, para que el estudio de esa zona anímica lleguea ser verdaderamente científico, tendrá que pedir sus principiosa una psicología que abarque el hombre total, desde la form?-ción sustancial.-hasta- los element;-» mfegtaJes y accidentales de'-"Su compleja" naturaleza psicosom, -ca. tínicamente el conoci-miento completo de ésta, ]a definida posesión de su diferenciaespecífica, la racionalidad; del exacto comportamiento del gé-nero próximo, la animalidad, con respecto de aquélla, es decir,la proporción, modo y función que pueden tener los .sentidos .externos e internos, los apetitos sensibles y las pasiones en unanaturaleza de unidad formal racional; además es -fundamental" •conocer con precisión el papel que juega el libre albedrío entocio ese concierto de potencias y apetitos. Luego, e] conoci-miento de las relaciones normales de la razón con los apetitosy pasiones, no de éstos a solas y entre sí, constituye el principioinmediato para solucionar los problemas planteados por el.subconsciente enfermo. El conocimiento perfecto de la raciona-luiad, más que el de la libido, es lo que permitirá discernir connitidez el Jugar que ocupa y el papel que desempeña en la es-tructura humana total, tanto el subconsciente normal como lostraumas, complejos y represiones que pueden afectarlo. Única-mente así, Ja especialización que se ocupa de aspecto humano

VERDAD Y VIDA 121

tan restringido, se librará de definir a todo el hombre según unageneralización del conocimiento parcial que del hombre ha po-dido obtener con sus propios medios.

En consecuencia, una especialización psicológica cualquiera—la reflexología o la neurobiología. la caracterología o la for-malista— si qurere lograr conclusiones ciertas ha de referir losresultados de sus investigaciones a aquel principio, la racionali-dad, donde lo del hombre adquiere medida, sentido y configu-ración humana.

Pero, si bien es verdad que la Tacioriyljd.gfj es primer princi-pio que aclara todo lo que se refiere a los sentidos, apetitos ypasiones, en cambio, no lo es con rpsppptn a <í misma, "demanera que el conocimiento científico de filia, se ha dg buscarbajo luz más alta y genérica donde esa perfección específica seencuentra potencialmente inrltiirtfl^ El hilemorfismo es el uni-yprsal inmediato que permite llevar todo lo Que se observe enla naturaleza racional a conclusiones últimas y ciertas. Dicho '.principio termina con el interminable drama' del ser humano

. dividido en alma y cuerpo: yendo más allá se interna en laesencia-niísnia del hombre y explica: la racionalidad es la inte-ligenc-'a que armoniza con la animalidad. Supone e inc'uye loanimal de tal manera que, si no existiera ésta, aquélla tampoco.-existiría. Su rnodo -de- ser abstractivo y argumentativo es el

. adecuado para operar en 4o sensible. No funciona con órganopero si funciona a través de los órganos, adecuadamente. Poreso, la animalidad del- animal es una y. otra la del hombre. Ladel priviero, cíclica, completa en sí; la del ser humano abierta-en aptitud potencial con respecto .a la razón. .• _ La realidad Memórfica. e's decir, el mundo corporal t'ene.a su vez, su universa] principio argumentativo en aquél altísimo,la división del ser en acto y potencia, primero: después del Prin-cipio sin principio, en todo lo que se refiere al ser que nn Heneel ser por sí. Ciertamente, ese mundo sensible donde la criatu-ra racional se encuentra inmersa no presenta un ser estable;antes, por el contrario, se manifiesta c-omo un caudal entitativoinmenso y a lampar frágil, el cual, con vórtices ingentes de muta-ciones y cambios, se realiza, no en una plenitud simultánea sinopor sucesión de seres y estados. El no ser por sí de los serescorpóreos proclama que lo reciben; en consecuencia, la inteli-gencia no puede descansar del todo en él y ha de seguir inter-nándose en la realidad, en prosecución de las causas, no ya

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122 VERDAD Y VIDA

inmanentes, sino de las que lo trascienden.Al llegar a este punto vemos que sobre un hecho, el sub-

consciente humano, se han abierto para explicarlo, tres círculosde realidad y argumentación: la racionalidad, la composición

. hilemórfica del mundo sensible y la división del ser en acto ypotencia. Aprehensiones cada vez más universales y simplesotorgan una escala de luz donde Jos singulares que no se expli-can por sí mismos quedan patentes y definidos. Tanto cuantomás alto es un principio en cuva virtualidad se mueve la razóntanto mayor será su penetradón demostrativa Cuanto más altaes una causa, asi también más directa e íntimamente conmen-sura las cosas.

Por lo expuesto hasta "aquí comprendemos que las cienciassi quieren ser tales, no pueden quedarse estancadas en las espe-cializaciones ni fraccionarse interminablemente sin nunca re-componerse. Para reflejar fielmente a la naturaleza, deben tenersu objeto propio bien determinado, sin ambigüedad alguna; ade-más, autonomía de métodos que emanen de su mismo objeto;pero también se han de enlazar, relacionándose y sirviéndosemutuamente, como los grandes géneros del ser se enlazan ysirven entre sí en la realidad sin que por eso pierdan la per-fección privativa que a cada uñó pertenece. -

...Esta-.concepción de la ciencia es habltaal a la mente* ymétodos peripatéticos de Sto. Tomás de Aquino. Entre otrostextos en la Suma Teológica (I-II, q. LVII, c. II, ad 2um) seexpresa así: *—Los principios -de demostración pueden serconsiderados separadamente de las conclusiones. También pue-den ser considerados simultáneamente con las conclusiones encuanto que. las conclusiones son deducidas de los principios.Considerar los'principios según ellos mismos pertenece al hábitode los primeros principios. De donde si pensamos rectamente,estos tres hábitos (de los primeros principios, de ciencia y desabiduría) no se distinguen entre sí del mismo modo sino porun cierto- orden; como acaece en todos los potenciales, en loscuales una parte es más perfecta que otra, como el alma racio-nal es más perfecta que la sensible y ésta más que la vegetativa.De esta manera la ciencia depende del hábito de los primerosprincipios como de algo principal: y el uno y la otra de la sabi-duría como de algo principalísimo que contiene el hábito delos primeros principios y a la ciencia, ya que puede juzgar delas conclusiones de las ciencias y de los principios de las mismas."

VERDAD Y VIDA 123

He aquí la universalidad que proporciona rigor científicoy nexo a teda ciencia: la sabiduría, que es Filosofía, que esTeología. Sin ella resultan mudos los datos acumulados por lasciencias experimentales; estériles los esfuerzos de los investiga-dores; miembros dispersos, las disciplinas estudiosas. Ella es laúnica fuerza intrínseca que otorga cohesión, vitalidad y pu-jante desarrollo científico a la Universidad verdadera.

Siendo esta conclusión cierta, debemos enfrentarnos ahoracon la cuestión final y decisiva: ¿Cuál es. entonces el hori/onteen qnp SQ miievn ]a Univcrsírlnri moderna? F.l principio filosóficoque la anima, es: la materia v el ser son términos unívocamen-te convertibles. Dicho de otra manera: !a materia es la reali-dad. el ser primero; toda otra forma carente de sujeto experi-mentable deriva de las inagotables energías que le son propiasy sólo en ella ha de buscarse la causa próxima o remota del mismo.

Vayamos más adelante. La consecuencia inmediata de undeterminado principio es un método, cuya índole y proporc'ónestán causadas y conmensuradas por el principio que los origina.Dicho nexo es tan necesario que el método escogido por uncientífico romo seguro y óptimo, revela la convicción que real-mente lo anima,, aunque la ignorancia se lo oculte o el conflictocon otras primeras razones le vede confesarlo.

T.A rpip rlpcMTnns de los individuos lo decimos de las épocas.51 Renacimiento. • al -escoger el experimento sensible comq r el

jgétodo omnímodamente demostrativo, manifestó hasta que. pun-to abrazaba al mundo corporal como a la única realidad y rom-pía con las sustancias y operaciones espirituales. Tal actitud

especie _dg :_£gtadp original o^jmei'or dirhn, .nn_ _ ^ ,paso decisivo de incalculable trascendencia en el desenvolvimien-to de aquella primera resolución. SP. estabiliza en el pampo delconocimiento humano cnrfifT*prífirip-Jr> HpnHfírn la- rfiprura q.liRel hombre había planteado en su esencia metafísica de matura,Miles miles de silos han sido menester para negar lacia. del espíritu_y_jel_grigen_djyiriQ^d.e1 hombre, pero se ha vio -.leritado tanto durante tan largo tiempo la lucidez intelectual.que no cuesta nada, hoy, concebir la .. »"^ala al..hombre procede, del simio; que la realidad sensible es toda la

jrgaÜdasLSemejantes enunciados son las trompetas de la catástrofe. La

perversión del universo en el hombre consta de tres pasos b'en

El primero: La ciencia empírica es la únú-a Ciencia propia-

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124 VERDAD y VTDA

mente dicha: no existe otra evidencia que la verificarle en e^.campo físico; el conocimiento directamente inducido de expe-ciencia es último y llegará con el tiempo a ser exhaustivo de larealidad; ls3^jCQSceritos debidos al tercer grado de abstraccioón-el .ser,_5us__DtQp:edade?. la división del mismo acjo y potencia,el prinrinin de raiisalfdad- no tienen fundamento pn las posa^sino en la razón misma.

El segundo: El espíritu es producto del hombre» Concebidoen un comienzo como un principio panteísta sin principio. luegoresulta ser una inexplicable emanación (sublimación) del somahumano. Único inmanente, va logrando su propia posesión por eldesarrollo de la autoconcfencia. Unas veces se llama racionalidadomnímoda. Poderoso y encastillado, genera sus objetos en sí ypara sí. Trasciende hacia la realidad sólo por la acción fáctica.

£1 tercero: El ser sensihlt». desrr[enuzadn por el ingente pro-ceso analítico de las ciencias empíricas, es recompuesto en _sín-

-tesis matemáticas, no metafísicas. (Física, química, biología ma-temáticas, lógica matemáticas). No se quiere conocer a dichoser como presencia óntica dependiente de la infinita trascen-

• dencia de las pr'meras causas sino que se intenta estabilizarlocomo materia existente por sí. La consecuencia necesaria de esa

: actitud, e» evidente! la. prnpipdad pspnriaJ de la Batería. k>-qqev. pila y cYplimVampntg pila ría q] ser, p< |a cantidad; es por .donde

revela a Ja inteligencia, no la forma óntica recepta en su poten-cialidad, sino, sobre todo, su ser-materia. T.a cantidad,. lp erieu-

_sión. es lo único que Je es propio, de allí que se la llame su pro-piedad esencial. .

Al llegar a este punto vemos que la localizacióq j|ff la cien-.cia moderna en el "ens mobile"--nO-Jgs/U!f descuido ingenuo como/pareció en un primer momento. El deslumbramiento causado porla apertura de la física hacia los campos de la experiencia podríaexplicar el completo descuido de la especificación y subordina-ción de las .ciencias en que se cayó. Pero la supresión obtinadade dichos preámbulos, siendo como son indispensables, no pue-den justificarse tan superficialmente.

La ciencia moderna ha revelado en sus últimos estadios, laintención que siempre la ha animado y le ha imprimido esaorientación en continua rencilla con los caracteres perennes delas disciplinas científicas. ES notorio qnp su aptitud fundamental _

..aate_el_ Uní verso consiste en el repudio de las causas de lasgon tal de_ ignorarlasjia cometido la bárbara violencia

VERDAD Y VIDA 125

de negar los princinjos inmediatamente evidente. Ante estehecho indudable, preguntamos: ¿Qué queda de una ciencia que£e niega a conocer las causas? ¿Xo es acaso esa su pasión esen-cial, su ser mismo?

En definitiva se entiende que le importa poco la tarea pro-' Lo que lepíamente que Je apasiona

es apoderarse de la materia de d,icho ser: si es posible, de susresortes recónditos para crear uq ujiiverso del hombry frente aluniverso de Dios: "Seréis como dioses."

Este movimiento comienza con una labor aún científica, estoes, la analítica empírica. Pero obsen'emos que el fin ya no loes, pues le preocupa disgregar para no componer. El análisisse interna en la composición del ser sensible y deliberadamenteno retorna más a io formal del mismo. Se complace en mostrarque la química descubre tres o cinco elementos en un gas ometal cdÉKderado como simple por los antiguos; de dichos ele-mentos se proyecta en la molécula, de ésta en el átomo; desdeel átomo en el electrón y protón. ¿Desde el protón? Para esemismo, criterio un árbol es un conjunto de células; la célula, pi o-toplasma. ¿El prptoplasma?

Con el fin de que los datos adquiridos por esos admirables""g vuelvan a su causas leítimas, se romió con latmas

'sabiduría. Se desacre3ité"á sí misma foSoiñin'ali'smo ) _ V se ladesacreditó de todas maneras:Ja_metafi&4l eL tercer grado deabstracción, la escala de las analogías, el método deduct,iv;opadecieron los embates más despiadados. Los filósofos sp con-vencieron de que la realidad no les pertenecía v olímpicamenteJa: despreciaron. Encastillados- en las regiones mentaicsT conci-bieron al pensamiento en fuerza y actividad creadora inmanen-te, digna de iln di»s I-T insnlpnria se desbordíTpor encimala medida del hombre. En los fondos de Fichte, de Hegel sevislumbra el latrocinio del ser frente al que Es. En la medija enque nos ensoberbecemos, nos despojamos: Nadie mide la jnj-seria. de la filosofía actual. Se ha reducido al más espectral venredado de Jos conceptualismos: sus últimas formas, se puedenconsiderar las manifestaciones seniles de un idealismo hirilingrá-

^ conversación del filósofo lejos de ser con el universo y^ii«: raii«:a<. ha terminado en un balbuceo de libros, opinionesy sistemas de otros filósofos. De esta manera el cientificista ha_logrado su propósito de librarse del sabio: ahora Hene razon-en despreciarlo y no permitirle que toque • los frutos de susexperimentos.

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126 VERDAD Y VIDA

La ciencia humana no podía quedar en una analítica ingen-te y disgregante. Si la razón divide es para componer y si evitóde todas maneras, recurriendo incluso a ia calumnia, el que lasabiduría se ocupara de esa, su tarea más propia ("Sapientis est"rd'nare") fue porque una antigua intención lograba al fin in-vadir las ciencias. El hyrpbre :moderpo np quiere ciencias espe-culativas, sino sólo prácticas yr fotas. pragrn.átitffl5 ^n un tiem-po. los compadecíamos al verlos insumidos por el torbellino delos trabajos puramente utilitarios. "Pobre*: —decíamos— epga,n-dilados no entienden que van hacia el vacio." Hoy se nos repe-la la médula diabólica de ese fervor: querían llegar al vacío.Si negaron fines y causas a sus acciones e. invertí gaciones, era

^para algo. Sabían muy bien lo que hacían cuando Hume con-fundía inteligencia con imaginación y rompía con el principiofifi r.iii'ali^flj; rilando TTanf Hfymojaba al pTHyerSO de Su Senti-do tpnUtrtVn F*tpt np p-n simples errores o torpe?** sinn \agradual realización de p.anes inflexibles que. hay se revelan eninda su snmbria proyerríón: El '"Me esconderé de tu Faz" deCaín, hacprrído oculto por dentro de tanto jiomhre distinto.quizár-ferTITánte. y hoy aflora en una carcajada final. _,

Era necesario negar de cualquier manera el concierto de lascausas y los fines, esconderse de esa elocuencia que impulsatoda cosa hacia ei primer Principio. -,-párá- desglosar la 'atería...reducirla a sus energías más elementales v recomponerla ;q ununiverso cionde el liomb,re desgajado de Dios encuentrerealidad conmensurada por él mismo. liberada de la Faz.

• por lo fin

la verdad sino una materia laborable parji hacer su mundo.' No tjueda la menor duda; hoy vemos que el absoltitn

tismo moderno ..se' proyecta gn un -fín_hipp delibera do; fo Crea-~ción de satélites, de ciudades Astrales; inútil, tanto como inútiles el fin de los instrumentos que el monje usa para llegar a lacontemplación de Dios.^La diferencia, sin embargn P<: radical:mientras crece el diminuto cosmos humano, el hombre, alejadode sus fuentes, se agrieta, vacía y _ agoniza arrimándose a la.muerte interior del ave sin muerte: el m onja se explica y pleni-.fica en el Ünico necesario; se colma de luz y Vida, junto, a ]ns

—ríos de la Sangre y de las Aguas.La ciencia experimental-analítica arrebata la materia a las

macro formas sustanciales, las reduce a un minino tle informa-ción entitat'Va y a una máxima disponibilidad con respecto del

hacer técnico del hombre. Luego la entrega a Jas matemáticasmediante la lógica matemática, la física y Ja química matemá-tica. la bioquímica, la mecánica, y por último la monstruosastandardización de la industria. Por la sabiduría las cosas y Joshombres se recomponen y ordenan en la luz como Cosmos delDios vi%-o; por las matemát:cas son deglutidos por las intencio-nes fácticas del hombre y convertidos en cosmos del hombre.

La ciencia moderna no busca la verdad. La Universidad ofi-cial ¿la busca?

£1 católico es el único que PiKtndia ^ la vüipndiafífl Sahí.ria^ Tanta ha sido la mofa en «ni derredor, que 5 5. guardas

—los teólogos de la Iglesia del Cristo— la llevan a modo de cruz.no de corona. Ellos, ejercitados en círculos escolásticos bajanla-cab£za frente a los enemigos v adm|ten que, de hecho se laconsidere una especialfcag?ó,n ^nác Aquí hace falta el árabeque nos diga su refrán: "El que sabe y no sabe que sabe estádormido, despiértale". • . •

Mas, mucho mejor suena Ja voz del que Es, fue y será: "Lasabiduría clama fuera, en Jas plazas da su voz; en la cabezade la> turbas, en jas puertas de la ciudad profiere su verbo,diciendo: "¿Hasta ruando, niños, amaréis la puerilidad y Josnec'os codiciarán Jo que Jes es nocivo .y los imprudentes odiaránla ciencia? "Convertios a mis requerimientos; Yo derramaré so-bre vosotros mi espíritu y os manifestaré mi palabra.

"Pues os he llamado y no "habéis escuchado; tendí misbrazos y nadie se ha allegado; porque despreciasteis mis conse-jos y descuidáteis mis advertencas:

_ También yo me reiré, de /vuestra ruina. .. Cuando sobre-venga la repentina calamidad y la muerte como tempestad os'trague." (Prov- I, gQr-g7Y- *

Fray Mario José Petit de Murat, O.P.