la verdad como objeto en disputa. producción historiográfica y legislativa alfonsí como...
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Prof. Daniel Alberto Panateri
Documento de Identidad: 31.965.994
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Dirección electrónica: [email protected]
Institución: Universidad de Buenos Aires
Tipo de participación: Expositor
Título de la comunicación: La verdad como objeto en disputa. Producción
historiográfica y legislativa alfonsí como paradigmas de la construcción textual de la
objetividad, procedimientos y alcances.
Ponencia:
El objetivo principal del siguiente comunicado será estudiar las maneras en las
que las formas de relato historiográfico y jurídico encontraron el modo de crear (o
recrear) la verdad. Para el primer caso, se analizará la Estoria de España1 (=EE) y, para
el segundo, las Siete Partidas2, ambas obras del Rey Sabio. De algún modo, los largos
años de reinado de este particular monarca estuvieron marcados por una fuerza inicial
que poco a poco fue dando muestras de escasez para terminar desapareciendo y entregar
el mando a su hijo don Sancho tras la ignominiosa muerte de Alfonso X. Asimismo,
esos años fueron de prolífico y profuso trabajo intelectual, espacio donde poco contó el
devenir concreto de sus aspiraciones políticas. Teniendo en cuenta todo lo dicho, se
buscará en las respectivas obras la forma textual en la que la verdad apareció narrada. A
sabiendas de lo disímil de estos formatos no se espera encontrar una estructura narrativa
unificada, pero se parte de pensar a la obra del Sabio rey como un universo en sí mismo
donde todo apuntaba un mismo objetivo3.
1 La edición que se utilizará será: Primera Crónica General de España. Ed. Ramón Menéndez Pidal, actualizada por Diego Catalán. Ed. Gredos, Madrid, 1977 2 Las Siete Partidas del sabio Rey don Alfonso el nono, nuevamente glosadas por el licenciado Gregorio López, edición de Salamanca, 1555 por Andrea Portonaris, (reproducción del Boletín Oficial del Estado, 1974). 3 Esto se puede certificar con Funes que destaca la comunicación y unicidad de la producción alfonsí como un todo, donde historiografía y producción legislativa parecen apuntar en un solo sentido, el proyecto político-cultural alfonsí en sus vertientes, tanto interior como exterior. Para ello, véase: Funes, L. “Dos versiones antagónicas de la historia y de la ley: una visión de la historiografía castellana de Alfonso X al Canciller Ayala”, en Teoría y práctica de la historiografía hispánica medieval, ed. Aengus Ward, pp. 8-31 y, también de su autoría, “La crónica como hecho ideológico: el caso de la Estoria de España de Alfonso X”. En, A Journal of Medieval Hispanic Languages, Literatures & Cultures, ISSN 0193-3892, Vol. 32, Nº 3, 2004 (Ejemplar dedicado a: The Historian's Craft in Medieval Iberia), pags. 69-90, Sin disminuir la precisión con la que este autor utiliza esta idea, el que primero versa
I
Alfonso no poseía enemigos, de manera exclusiva, en el exterior de su reino sino
que, y fundamentalmente, era asediado por su propia nobleza y hasta allegados y
familiares. En este sentido, escribir era un modo de pelear contra los sectores
refractarios que no podían ser atacados por el liso y llano filo de la espada. Por esto,
hablar de proyecto político-cultural no implica establecer algún tipo de relación de
subordinación o algo que se le parezca, sino que plantea un binomio, dos caras de una
misma moneda. En este sentido, la producción cultural resulta una punta de lanza de la
confrontación política, con lo cual la pluma no será ni mera justificación de una derrota
ni cómoda legitimación de una victoria, la EE es un instrumento de batalla que, hasta al
menos 12754, constituirá una pieza fundamental de la acción política y consumirá un
espacio considerable en la agenda del Sabio rey. De esta forma, se arriba a pensar en
una especie de “retórica de combate”5 como un concepto que articula los dos aspectos o
planos en los que el Sabio rey navega. Hemos llegado así a una posición ya visitada
pero no siempre bien definida, y la EE descubre su naturaleza como un hecho
ideológico6.
Un primer espacio de análisis podría ser cubierto por los procedimientos
analógicos y tipológicos que aparecen en el texto. Así, para explicar los hechos que
ocurrieron alrededor del primer emperador, Julio César para la tradición medieval, se
descarga en una lista que intenta explicar el por qué de su nombre. Así, por analogía
podemos identificar tres imágenes coincidentes, algunas quizás más evidentes que otras.
Primero, César vendría del hecho de nacer con cerda (exceso de pelo), igualándose al
sucesor oficial al reino castellano, Fernando de la Cerda, quien era el primogénito varón sobre ella es Maravall, José Antonio. “Del régimen feudal al régimen corporativo en el pensamiento de Alfonso X”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 157: 213-68. 1965 4 La discusión con respecto a esto es muy vasta, rica e interesante, pero nos excede en demasía. La idea es que para el año señalado Alfonso ya no tiene posibilidades de seguir peleando por la efectivización de su cargo como emperador y, de tal manera, se abandona la redacción de la EE. Sin embargo a esta idea que expone Fraker , contraargumentan con notable calidad tanto Funes como Fernández Ordóñez. Se puede encontrar el debate resumido y las referencias a los originales en: Funes, L. “Nuevas y viejas lecturas de la historiografía alfonsí”. En, Incipit, ISSN 0326-0941, Nº 17, 1997, pags. 255-273. 5 Este concepto aparece por primera vez en: Panateri, D. “Producción historiográfica alfonsí y retórica regia. De los héroes al pueblo y del pueblo al rey”. En Actas de Congreso Internacional de Estudios Medievales. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2009. ISBN: 978-987-23972-4-1 6 A través de diversas “vías” la crónica alfonsí asume particularidades específicas que se relacionan con la práctica misma. Así, la actividad historiográfica asume la tarea de reconstruir el pasado bajo un intento de rehacerlo para que constituya un modelo para el presente. Por ello, no vehiculizan ideología sino que son en sí mismas hechos ideológicos. Funes, L. “La crónica como hecho ideológico: el caso de la Estoria de España de Alfonso X”, en, Journal of Medieval Hispanic Languages, Literatures & Cultures, Vol. 32, Nº 3, 2004 (Ejemplar dedicado a: The Historian's Craft in Medieval Iberia) , pags. 69-90
y debía suceder conforme a la ley castellana. Segundo, podría provenir de la idea de una
igualación entre César y campeador. Estos puntos si bien son simples resaltan el hecho
de la utilización ya no sólo de la “etimología” como todo el análisis está mostrando,
sino de una “filología”7. En último lugar, se podría pensar en otra, quizás más compleja
pero no por esto menos viable. Dice el texto: “(…), en comienço de su mancebía que
lidio solo con un elephant et quel uencio yl mato que fue mucho, ca es animalia muy
grant et muy braua; et por que en griego dizen ceson por elephant, tomaron los sabios
desta palabra Cesar”8. Lo que podemos ver es que si bien César se llamará así por haber
dominado y matado a un animal de ese nombre en griego, así Julio adquiere una imagen
de elefante, en este caso de ceson y de ahí César. Lo cual podemos vincularlo de manera
directa con Alfonso ya que él mismo era un elefante dentro de su entorno cortesano. La
esfera intelectual castellana conocía muy bien el lenguaje simbólico de la patrística
latina, por esto siguiendo las lecturas de San Gregorio Magno encontramos que la idea
de elefante es asociada de manera directa con los letrados y sabios, mientras que los
corderos serían los iletrados o idiotas9. De esta manera, se encuentra una serie de
procedimientos discursivos sumamente simples que demuestran, en su carácter de
evidentes, modelos narrativos que aportarían eficacia comunicativa pero, lo que cabría
preguntar es la medida de las posibilidades de considerar cierto a lo narrado. A este
eslabonamiento de equivalencias semánticas sobreviene una idea general en donde se
puede observar la prefiguración imperial de Alfonso en un camino unidireccional de
continuo perfeccionamiento que lleva a mostrar figuras históricas alejadas en tiempo y
espacio como predecesores con rasgos positivos a partir de una clave general que es
espacial. Esto se debe a que para Alfonso, el territorio es un ámbito cordial y vital de la
comunidad, por ello es fundamental para su ideario y constituye su componente más
original puesto que no hay precedentes ni en el derecho romano ni en Aristóteles. El
territorio se constituye así como el límite a lo historiable10.
7 Se usan las comillas porque con filología se quiere referir a una “ciencia” explicativa de cuestiones que en realidad parecen sacadas a partir de procedimientos cognoscitivos trabajados desde categorías del sentido común, pero que en la época, esto lo acercaba a la idea de un rey sabio. 8 Primera Crónica General de España, Op. Cit. Pp. 90. 9 No estaría de más aclarar el hecho de que sobre la base de su etimología (proviene de idios, griego, y significa privado de) y sus usos conocidos hasta al menos el siglo XIX, cuando el cientificismo rodeó todos los entornos sociales, la palabra idiota denominaba a alguien privado de conocimiento, generalmente analfabeto. En cuanto a la idea de corderos y elefantes y sus aplicaciones en general, y no referido en absoluto la figura de Alfonso, recomendamos: Burucúa, J. E. Corderos y elefantes. La sacralidad y la risa en la modernidad clásica: siglos XV a XVII. Miño y Dávila editores, Madrid, 2001. 10 Funes, L. El modelo historiográfico alfonsí: una caracterización. (Papers of the Medieval Hispanic Research Seminar, 6) London: Queen Mary and Westfield College. 1997
La llegada de Hércules mostrando el sitio de construcción de una gran ciudad, el
paso de Alejandro Magno y la construcción final de esa ciudad, Sevilla, que se concreta
con la persona de Julio César unifica a todos los héroes encerrándolos en lo que parece
ser el núcleo de donde sobrevendrá la salvación de Europa, España. En este sentido, no
sólo Alfonso establece su corte principal en Sevilla sino que, además, escribe que:
Otrossi fallamos en la estorias que a aquella ora que Ihesu Christo nascio,
seyendo media noche, apparescio una nuue sobre Espanna que dio tamanna claridat et tan
grand resplandor et tamanna calentura cuemo el sol en mediodía (…). Et departen
sobresto los sabios et dizen que se entiende por aquello que, depues de Ihesu Christo,
uernie su mandadero a Espanna a predigar a los gentiles en la ceguedat en que
estauan, et que los alumbrarie con la fe de Christo; et aqueste fue Sant Paulo. Otros
departen que en Espanna auie de nacer un princep cristiano que serie señor de tod
el mundo, et ualdrie mas por el tod el linaje de los omnes, bien cuemo esclarecio toda
la tierra por la claridat daquella nuue en quanto ella duro11
Lo primero a pensar es este agregado que hace las veces de análisis “correcto”
de lo que se escribió inmediatamente más arriba. En este punto resulta evidente la
función adoctrinadora de la obra en tanto que ni siquiera libra la posibilidad de una
“imaginación conducida”. Directamente agrega sobre el final una interpretación que
atribuye de manera directa a Alfonso, el princep cristiano que serie señor de tod el
mundo, una imagen de Cristo mismo, pero en un plano únicamente terreno12. Inés
Fernández Ordoñez explica que este pasaje se encuentra en profunda consonancia con
los textos jurídicos que apuntaban a una superposición entre Alfonso y Cristo13.
Si bien es cierto que la EE es en sí misma una legitimación de las aspiraciones
imperiales, es posible encontrar en los modelos narrativos ya estudiados más arriba que
a través de ellos14 se desentraña la práctica misma de esta forma narrativa y son, de
alguna manera, independientes de intencionalidades específicas de los agentes de la
escritura. Por todo lo expuesto, la EE busca plantear un consenso en el reino para poder,
partiendo de este apoyo local, impulsarse con más fuerza hacia el exterior. Este
consenso se pretende a través de la difusión de la dimensión histórica y necesaria de los
11 PCG, Pp. 108b (34). Las negritas son nuestras. 12 Más abajo aclararemos esta afirmación que no se desprende únicamente de ese pasaje. 13 Fernández Ordóñez, I. “Los frutos del análisis discursivo: a propósito de una caracterización reciente del modelo historiográfico alfonsí”. Incipit, 17: 249, 253. 1997. 14 Entre otro los procedimientos son: anécdota, fazaña, exemplum, leyenda, etc.
actos del rey. Al objetivo de imponer normas de conducta social que generasen las
condiciones necesarias para el establecimiento de un nuevo orden socio-político se le
superpuso, entonces, un proceso relativamente autónomo que explica cómo la obra
siguió siendo redactada tras la Conjuración de Lerma en 1271-72 y también explica
cómo a pesar de la muerte en 1284 del rey Sabio la EE continuaba con vida en una
versión crítica que aún poseía sus elementos más “duros” en lo que refiere al intento de
legitimar la candidatura imperial. Rico determina que:
El proceso a través del cual Alfonso parte de una densa trama de referencias (clásicas,
bíblicas, medievales) y llega a una comprensión global de la realidad, diacrónica y
sincrónicamente, supone una articulación de un sistema de prosa y unas pautas de estilo cuyo
genial acierto se aprecia sin más que reparar en su vigencia durante dos siglos largos15.
Para concluir, como bien sugiere Funes16, se puede asentar que la actividad
historiográfica alfonsí se debe entender como la fundación de un nuevo universo de
hechos historiables.
Las características generales de este trabajo imposibilitan un estudio in extenso
de las verdades judiciales, por lo cual sólo se planteará el proceso a través del cual las
Partidas reconocen una modalidad específica de creencia: la fama17.
Esta cuestión abarca a quien testimonia, desde dos aspectos. Por un lado, la
veracidad agustiniana (interior), de la cual no se ocupará este trabajo18, y la fama
hominis quoad alios (exterior) que sí será de importancia para los fines presentes.
15 Rico, F. Alfonso el Sabio y la ‘General estoria’: tres lecciones. Ariel, Barcelona. 16 Funes, L. El modelo historiográfico alfonsí, op. cit. 17 Por lo demás, este tema resulta apasionante y enorme. Todo esto hace que nos sea imposible desarrollarlo mejor. Sin embargo, para lograr una aprehensión más profunda sobre la cuestión, se puede recomendar: Madero, M. Las verdades de los hechos. Proceso, juez y testimonios en la Castilla del siglo XIII. Ediciones Universidad de Salamanca, 2004. 18 Aunque excede presentar aquí lo que San Agustín plantea para esta cuestión, se pretende dejar por sentado un marco que posibilite el estudio futuro de la cuestión. San Agustín, entonces, expondrá dos formas de mentira. Por un lado la falsa significatio que cum voluntate fallendi (Contra mendacium XII). Por otro lado, Qui mentitur contra id quod animo sentit loquitur, voluntate fallendi (Enchiridion VII). Estas propuestas diversas habilitan dos planos distintos de verdad. Mientras uno es puramente lógico, por ello lingüístico, el otro implica una relación metafísica entre el alma y la palabra. Al respecto ver: Casagrande, C. y Vecchio, S. Les Péchés de la langue, París, 1991. Para brindar un acercamiento más profundo a cuál podría haber sido la concepción del siglo XIII se puede presentar la interpretación que Santo Tomás expone de la mentira. Para él, de nuevo, al igual que en la segunda de Agustín, aparece con mayor fuerza el problema de la contradicción entre espíritu y lenguaje. Summa Theologiae, IIa, IIae. q. 89.
Partidas VII, 6, 1 define: “fama es el buen estado del ome que biue
derechamente, e según ley, e buenas costumbres (…)”19. En este sentido, una de las
maneras de evaluar a la fama es la del peso de la autoridad. Así mismo, esta fama debe
ser refrendada a través de argumentos que comporten formas específicas que puedan ser
identificadas por la esfera que las evalúa. De otro modo, la fama cae en “vana vox
populi”. Por supuesto que esta creencia de las cosas fundada en la fama es sensible de
errar. Así, Partidas distingue la creencia a partir de si es sensorial o propia del saber. En
este sentido, como afirma Madero: “La creencia está destinada a ofrecer,…, un
suplemento a la afirmación para el caso en que las pruebas visuales sean imposibles”20.
De este postulado, aparece el “saber”, que se define como “todo proceso cognitivo, y no
solamente la certeza transmitida por la vista”21.
II
Las obras alfonsíes demuestran por un lado una gran riqueza textual, en especial
por sus fuentes, aunque en la mayoría de los casos no se especifiquen, y, por el otro
lado, una gran unicidad, que se refleja en la posibilidad de convalidar argumentos de un
espacio desde el otro. Este estudio resulta una breve muestra de esta posibilidad.
Los mundos historiográfico y jurídico son diametralmente opuestos. Sin
embargo, por un lado se tiene un relato, construido desde una disciplina del saber, que
desde su escritura utiliza formas y figuras de otros formatos (ficcionales) para establecer
un supuesto de verdad (histórica). Mientras que por el otro, se posee un modelo de
comprensión de la realidad que funciona a partir de una enunciación específica y que,
por lo tanto, organiza las posibilidades de la verdad. Joan W. Scott afirma que la
experiencia no es “el origen de nuestra explicación”22. En este sentido, la construcción
de la fama desde su sentido argumental no difiere del método “filológico” o
“etimológico”. Lo que se puede ver es que las maneras de narrar la historia, con sus
recursos específicos, contribuyen, dentro del universo cultural en el que escribe
19 En este mismo punto, la glosa de Gregorio López, correspondiente a la edición que se eligió para este trabajo, aclara este punto reforzando la proposición Alfonsina con otra de autoridad jurídica superlativa, la de Baldo de Ubaldis, In Quartum et Quintum Cod. Lib. Commentaria, Venecia, 1599. Este gran comentarista y jurista italiano decía: Fama est testimonium vulgi sui dicti ratio rationem non reddentis, sed opinantis. 20 Madero, M. Las verdades…, op. cit. pp. 66. 21 Ídem anterior, pp. 67. 22 Scott, J. “The evidence of experience”, en James Chandler Arnold I. Davidson y Harry Harootunian, Question of evidence. Proof, Practice and Persuasion Across the Disciplines, Chicago y Londres, 1994.
Alfonso, a plantear como posible aquello que describe. Del otro lado, la condición de
fama y su relación con el saber, más allá de haber visto o no la cosa (debe recordarse
que se habla de un testigo en un proceso judicial), expresan un condicionamiento de la
realidad a partir del modo de su manifestación. De algún modo, la credibilidad de las
cosas depende muy en última instancia de lo real. Ya que, por el contrario, es el lugar y
el sujeto de la enunciación lo que funda su condición de cierto.