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LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN EL MUNDO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS SAT 2014.indd 1 27/03/2014 03:56:39 p.m.

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  • La transmisin de La fe en eL mundo de

    Las nuevas tecnoLogas

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  • sociedad argentina de teoLoga

    La transmisin de La fe en eL mundo de

    Las nuevas tecnoLogasXXXII Semana Argentina de Teologa

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  • Agape Libros, 2014

    Sociedad Argentina de Teologa, 2014

    ISBN: 978-987-640-327-6

    Diseo y diagramacin: Equipo Editorial Agape1 edicin: abril de 2014Queda hecho el depsito que establece la Ley 11.723

    AGAPE LIBROSAv. San Martn 6863(1419) Ciudad Autnoma de Buenos [email protected] en Argentina - Printed in ArgentinaQueda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de esta obra sin contar con la autorizacin de los titulares de propiedad intelectual. La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

    Sociedad Argentina de TeologaLa transmisin de la fe en el mundo de las nuevas tecnologas - 1a ed. - Buenos Aires: Agape Libros, 2014.408 p. ; 22x15 cm. ISBN 978-987-640-327-61. Ensayo. 2. Teologa. 3. Cristianismo. I. Ttulo.CDD 230

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    ndice

    Presentacin: Jos Carlos Caamao ...............................................................9Crnica: Jorge A. Scampini ..........................................................................13

    i. conferencias1. La fe y el ambiente digital: nodos crticos y prospectivas: Antonio Spadaro ...................................212. Juventud, bsqueda de sentido y transmisin de la fe. Una aproximacin desde dos textos clsicos y la antropologa sociorreligiosa actual: Solange Lefebvre .....................................................453. Tecnologa, lenguaje y cultura: de medios y mediaciones: Gabriela Rebok .................................................69

    ii. PaneL interdisciPLinarioTecnologas, Esttica y Psicologa en dilogo con la Teologa

    Coordinado por Cecilia Avenatti de Palumbo1. Intermediaciones en tiempos de Internet: Martn Parselis .................912. La imagen errante y el arte contemporneo: perspectivas desde la obra en las producciones artsticas recientes: Agustn R. Dez Fischer ............................................1033. Nuevas tecnologas, nuevas vinculaciones: Alicia Zanotti de Savanti .....................................113

    iii. comunicacionesA. Teologa Bblica

    1. Creer en el IV Evangelio: un camino a seguir: Toms Castellarn ......1432. La salvacin como tema central del Libro de Isaas. Un aporte egipcio al concepto de redencin y consuelo: Olga gueda Gienini ....1533. Animacin Bblica de la Pastoral del Pueblo de Dios. Una experiencia online: Zoraida Carolina Insfran ......................................163

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    4. Palabra de Dios en palabras humanas. Algunos ensayos de comprensin de la inspiracin de las Sagradas Escrituras a partir de la exgesis bblica: Constanza Levaggi ...................................1795. La Paz en el Nuevo Testamento. Estudio de los textos ms significativos: Damin Nannini ........................................................191

    B. Teologa dogmtica, moral y espiritual

    6. Itinerarios de espiritualidad antigua y actual. Lectura de algunas prcticas de espiritualidad (ignaciana) en la ciudad de Buenos Aires: Virginia Azcuy .......................................2237. Los obispos y el Obispo de Roma: Jos Carlos Caamao ....................2378. Salir a la calle y evangelizar las periferias existenciales: La Carpa Misionera en la Plaza Constitucin de Buenos Aires: Jos Juan Cervantes .......................................................2459. La liturgia como prctica teolgica y poltica en los nuevos modos de participacin ciudadana virtual: Emilce Cuda .....................25910. La teologa frente a la hermenutica de la posmodernidad moderna: Pablo Sudar .........................................267

    C. Teologa pastoral11. La crtica de la cultura como deconstruccin del concepto de Dios. El aporte de la teologa argentina del pueblo al debate sobre modernidad y secularizacin: Omar Csar Albado .................................28112. La inseguridad en las tramas urbanas. Pecado social emergente e indicios de santidad social: Carolina Bacher Martnez .........................28913. Hacia un lenguaje de Alteridad. Una lectura de Michel de Certeau sobre el lenguaje religioso en teologa catequtica: Loreto Moya .......................................................30314. Del noviazgo al matrimonio. Comunicacin de la fe, ritos y ritual: Andrea Snchez Ruiz ..................31315. Comprendiendo las dimensiones y el impacto de una espiritualidad de ojos abiertos a partir de la experiencia de una comunidad de religiosas inserta en barrios precarios: Ana Lourdes Surez ................. 327

    D. Dilogo Interdisciplinario: Teologa, Ciencias, Literatura

    16. Figura y drama: dos categoras teolgicas para una sociedad en red: Lucio Florio .................................341

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    17. Las tecnologas actuales en las comunidades pastorales mirndolas como TEP: Mariel Caldas ......................................................35318. Algunos planteos morales o teolgicos sobre el uso de las nuevas tecnologas: Guillermo Cambiasso .....................................36719. Alguna oportunidad de la comunicacin virtual/digital a la transmisin evangelizadora de la Iglesia: Luis Oscar Liberti ................37520. Identidad narrada - identidad mostrada. Autobiografas, diarios, cartas y/o biografas en Facebook: Diana B. Violes .................38521. Desde la prctica del Derecho Ambiental hasta la reflexin teolgica: Josefina Zuloaga .......................393

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    Presentacin

    La historia de la teologa ha acreditado, a lo largo de los siglos, un inmenso esfuerzo de dilogo con la cultura y con las ciencias. De estos dos mbitos la teologa ha tomado sus lenguajes y escla-recido muchas de sus bsquedas, para enraizar la Palabra en la trayectoria de los procesos humanos y de su sabidura.

    Son muchos los testigos de este esfuerzo, pero basta con re-cordar a los dos primeros que ofrecieron una visin completa de la fe en dilogo con la cultura de su tiempo: Gregorio de Nissa, con su Gran Discurso de Catequesis, y Agustn, con su obra Sobre la Doctrina Cristiana. Ambos, en el marco de debates que solicitaban un esclarecimiento profundo, propusieron una visin integral del misterio en relacin con la sabidura humana. Iluminaron a los creyentes animndolos a vivir con un espritu abierto a la cultura y a los logros de la inteligencia. Esto, lejos de mostrar los lmites de la revelacin cristiana, permiti percibir con mayor ni-tidez que la salvacin se ofrece a la verdad presente en la cultura de todo tiempo y es capaz de dialogar con ella, asumindola y elevndola. Lo que manifestaba la actualidad salvfica y eficacia histrica de la palabra de Aquel que revel al Padre era que po-da ser situada frente a contextos diversos.

    Uno de los principales impulsos de lo que se ha llamado el desarrollo dogmtico ha sido dado, precisamente, por la con-ciencia de que la luz de Cristo se hace presente fecundando todo el hacer del hombre. De all que el dilogo con los nuevos pro-cesos del obrar humano nunca consisti simplemente en poner nuevas expresiones para comunicar el misterio revelado y hacer-lo comprensible a nuevos odos. Este esfuerzo, que se expres en nuevos lenguajes, tuvo como punto de arranque algo mucho ms desafiante: poner en contacto la Palabra con el sentido de la historia humana; Logos originado, finalmente, por la misma

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    Palabra. Logos del mundo, autnomo pero fundado, abierto a su origen y orientado a l para encontrar su sentido y plenitud.

    Este encuentro ha desplegado un camino hacia el interior de la realidad, no exento de tensiones, pero dispuesto a un dilogo apasionante.

    Los diversos itinerarios de la reflexin medieval acreditaron esta vocacin de la teologa. Los monasterios fueron la memoria de lo mejor de la cultura antigua. Y esto permiti que los nuevos saberes que surgan, con la integracin de la variedad cultural que conform la Europa medieval, fueran abordados desde un horizonte histrico inmenso. Las universidades fueron el lugar del encuentro de la cultura antigua con la nueva modalidad de la ciencia y el conocimiento.

    Ya en el siglo IX, el notable Escoto Erigena, en pleno rena-cimiento carolingio, haba desarrollado con sus lmites un in-menso esfuerzo por mostrar la mutua apertura entre la razn y el misterio. Hildegarda de Bingen, en el siglo XII, desarroll su re-flexin integrando una gran cantidad de saberes, que abarcaban desde las matemticas hasta las artes. Y Roberto de Grosseteste, en el siglo XIII, con su cosmologa lumnica, intent dialogar con la fsica, que ya buscaba respuestas al problema de la materia y del espritu. Estos, entre muchos otros, revelaron la disposi-cin del genio medieval a los desafos del conocimiento, no como aquello que pona en entredicho las verdades credas, sino como descubrimiento de la verdad en la finitud de la materia.

    Cuando Toms de Aquino, en las primeras cuestiones de la Primera Parte de su Suma Teolgica, se plante la pregunta acerca de si la teologa era ciencia, quiso ubicarla como interlocutora de este modo de conocer el cientfico, que exiga mtodo, princi-pios propios y conclusiones comunicables. La teologa era una interlocutora vlida, ya que su Verdad era pensable y desafiaba a la inteligencia, provocndola.

    En el medioevo tardo, a partir de los siglos XIV y XV, la teo-loga comenz a tentarse con dos caminos que pretendan garan-tizarle el monopolio de toda verdad, olvidando aquel aspecto autnomo, aunque fundado, de la verdad del mundo. Uno fue refugiarse en discursos que excluan la razn y otro fue quedar atrapada en sus lmites, para, finalmente, quedar reducida a una

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    extraa ontologa. La modernidad vino a poner en crisis esta pre-tensin mostrando la inviabilidad cientfica de un saber que no poda, finalmente, fundar sus conclusiones ni en una certeza ex-perimentable ni en la evidencia racional. La teologa, as desafia-da, comenz, en el siglo XIX, un camino, arduo y con altibajos, de relectura de su sentido y vocacin. La modernidad senta que la razn solo pensaba con rigor si era libre de aquellos presupues-tos que no consistieran en sus propias posibilidades autnomas. As, la razn moderna busc ser, ella misma, la garanta de todo principio que fundamentara la experiencia humana. Este proce-so, que gener un gran optimismo cientfico, choc con la vio-lencia que, inesperadamente, la tcnica la nia de los ojos de la razn moderna fue capaz de desplegar durante las dos guerras. La razn reclamaba un sentido fundante.

    El Concilio Vaticano II impulsado por los grandes telogos que lo precedieron y sucedido de esfuerzos receptivos tom cuenta de este peregrinaje del conocimiento, reconociendo el va-lor de la historia, la autonoma relativa de las realidades creadas y la importancia del dilogo fundado en la lgica de la Encar-nacin con las grandes conquistas que, en la modernidad, haba alcanzado la humanidad.

    Los procesos histricos, la historia, la ciencia, la vida en ge-neral seran considerados un lugar en el que Dios demanda, in-terroga y da seales. Esto provoc el retorno de la teologa her-manada con la evangelizacin y el compromiso con las grandes experiencias humanas del hombre contemporneo. En Amrica Latina, este desafo con el mundo se visibiliz a travs de la re-flexin sobre la historia, la cultura y los pobres, concretndose en un estilo reflexivo con un arraigo muy hondo con los itinerarios de la vida de los pueblos, las comunidades polticas y los que-haceres del hombre en la historia. Entre nosotros, como en los primeros tiempos del cristianismo y probablemente originado por el estilo del anuncio del Evangelio en esta tierra, la evan-gelizacin ha sido un motor decisivo para la reflexin teolgica.

    Hoy, las nuevas tecnologas de la comunicacin y su impacto en la vida de millones de personas son un escenario particular del estilo de vida de los hombres y mujeres que buscan para su vida sentido, respuestas y caminos. El mundo que nos hemos

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    acostumbrado a llamar virtual es el espacio de la realidad coti-diana de una multitud. Es un estilo que forma parte de nuestro mundo, afecta nuestros lenguajes y cuestiona nuestro modo de entender. Los encuentros de nuestra Sociedad, del trienio 2010-2013, han sido dedicados al desafo del dilogo interdisciplinar, el cual dej abierto entre nosotros el horizonte provocador que las nuevas tecnologas presentan a las relaciones humanas. Qui-simos descubrir la posibilidad de volver amigables disciplinas que nos resultaban ajenas, extraas y distantes, pero que sin embargo se nos imponan como una exigencia al debate teolgico, debido a su presencia desbordante en la vida cotidiana. Hemos querido tomar cuenta de esto, conversar sobre sus desafos, ponernos en contacto interior con sus lenguajes, descubrir sus lmites y, sobre todo, su verdad.

    Esperamos que este libro nos aporte caminos para que la teo-loga sea, en cuanto inteligencia de la fe, tambin sabidura del mundo.

    Pbro. Dr. Jos Carlos caamaoPresidente de la Sociedad Argentina de Teologa

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    Crnica

    A modo de introduccin del contenido del presente libro, como lo hemos hecho en las actas de la Semana de Teologa de 2012, nos ha parecido conveniente publicar una crnica. Y esto por dos razo-nes. En primer lugar, como un modo de ofrecer un contexto a las contribuciones publicadas, dejando constancia de los objetivos que se tuvieron presentes al momento de definir el tema general, las te-mticas especficas de cada conferencia o panel, la eleccin de los invitados y el orden asignado a cada una de las actividades. Y en segundo lugar, como memoria institucional de la Sociedad Argen-tina de Teologa (SAT), ya que la Semana de Teologa es de hecho la oportunidad en la que todos sus socios tienen la posibilidad de encontrarse cada ao, manifestando as su affectus societatis, y expre-sar sus inquietudes al participar activamente en la celebracin de la asamblea. Tener en cuenta esto es importante no solo para entender el orden de presentacin de los textos, sino como clave de lectura de las actas; nuestro propsito no es solo ofrecer un libro, sino dejar constancia y hacer partcipe al lector de un espritu y de un trabajo.

    En los ltimos tres aos (2011-2013), la SAT ha intentado dar una cierta continuidad temtica a la reflexin desarrollada en las sucesivas semanas, de modo tal que esto permitiera profundizar en ciertas problemticas consideradas prioritarias y alentando, al mismo tiempo, el posterior trabajo de investigacin. Para este pro-psito, el tema general ha sido el anuncio del Evangelio en el mar-co del dilogo fe-cultura, el que, en reconocimiento de la compleji-dad del mundo contemporneo, ha sido abordado siempre desde una perspectiva interdisciplinar. En 2011, lo hicimos desde el n-gulo del anuncio del Evangelio en una sociedad plural;1 en 2012,

    1 Cf. sociedad argentina de teoLoga (ed.), Dar razn de un nuestra esperan-za. El anuncio del Evangelio en una sociedad plural. XXX Semana Argentina de Teologa, Buenos Aires, Agape, 2012.

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    desde el dilogo con los nuevos saberes, especialmente las ciencias duras.2 La ltima Semana, por su parte, intent atender ms el de-safo que ofrece el nuevo contexto generado por la omnipresencia de las nuevas tecnologas y sus lenguajes. En cierto modo, se trata de atender al ltimo paso del desarrollo cientfico, aplicado al m-bito de las comunicaciones, que desafan tanto al evangelizador como al evangelizado, y tambin al telogo al momento de ofrecer el servicio del intellectus fidei. Esto explica el ttulo de la Semana: La transmisin de la fe en el mundo de las nuevas tecnologas.

    Como ha sido habitual en la Semana de Teologa, la apertu-ra tuvo lugar con la celebracin de la Eucarista, el lunes 15 de julio, al final de la maana as como, cada da, al finalizar las sesiones de la tarde, hemos dado gracias por el trabajo realizado, unindonos a la accin de gracias de Jess al Padre. La Eucarista del mircoles 17 fue presidida por el obispo de Lomas de Za-mora, Mons. Jorge R. Lugones, SJ, en cuya dicesis se encuentra situada la Casa Cristo Rey. En la predicacin, y tomando como base unas reflexiones de Rafael Tello, Mons. Lugones nos invit, como telogos, a dejarnos desafiar por la fe de los sencillos.

    El inicio de las conferencias tuvo lugar por la tarde del da lunes. La conferencia inaugural, bajo la modalidad de video-con-ferencia, estuvo a cargo de la Prof. Solange Lefebvre, de la Fa-cultad de Teologa de Montral (Qubec). El cometido era ofre-cer elementos sobre los destinatarios del anuncio del Evangelio, especialmente los jvenes, desde una perspectiva de teologa pastoral; de all el tema de la conferencia: Juventud, bsque-da de sentido y transmisin de la fe: Una aproximacin desde dos textos clsicos y la antropologa sociorreligiosa actual. A la conferencia sigui un momento de dilogo con la expositora y, concluida la conexin, el tema se abri a una discusin en plenario. La primera impresin que me ha quedado del mismo ha sido la diversidad de frentes de reflexin que se abren, por los diferentes temas implicados; la necesidad de precisar la razn formal bajo la cual estos temas son abordados; y la necesidad

    2 Cf. sociedad argentina de teoLoga (ed.), Discursos cientficos y discursos teolgicos. Creer en el contexto de los nuevos saberes. XXXI Semana Argenti-na de Teologa, Buenos Aires, Agape, 2013.

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    de verificar cmo se utiliza un determinado lenguaje cuando las miradas provienen de diferentes contextos culturales.

    El da martes 16 fue un da muy intenso no solo por el nmero de exposiciones, sino tambin por la calidad de las mismas. Los trabajos de la maana estuvieron dedicados a las presentaciones provenientes desde otros mbitos disciplinares. Estas se desarro-llaron en dos momentos y bajo dos modalidades diferentes. En la primera parte de la maana tuvo lugar un panel interdiscipli-nar, coordinado por la Dra. Cecilia Avenatti de Palumbo, con un acercamiento a las nuevas tecnologas desde las ciencias de la comunicacin en dilogo con la filosofa, desde un punto de vista de la esttica, y por ltimo, desde la psicologa. Los con-tenidos vertidos en el panel se presentan ahora en las contribu-ciones del Mag. Martn Parselis: Intermediaciones en tiempos de Internet; del Lic. Agustn Dez: La imagen errante y el arte contemporneo: perspectivas desde la obra en las producciones artsticas recientes; y de la Dra. Alicia Zanotti de Savanti: Nue-vas tecnologas, nuevas vinculaciones. La segunda parte de la maana abri el espacio a la mediacin filosfica, que permitiera abordar las nuevas problemticas relativas al lenguaje. Esa fue tarea de la Dra. Gabriela Rebok: Tecnologa, lenguaje y cultura: de medios y mediaciones. Y la primera sesin de la tarde se des-tin a la conferencia del P. Antonio Spadaro, SJ director de La Civilt Cattolica y profesor en la Facultad de Teologa de la Uni-versidad Gregoriana: La fe y el ambiente digital: nodos crti-La fe y el ambiente digital: nodos crti-cos y prospectivas.3 Su planteamiento contribuy a terminar de definir, si no las respuestas, al menos las preguntas verdadera-mente teolgicas que deben ser formuladas ante el reto de las nuevas tecnologas. Estas hacen no solo al modo de comunicar el Evangelio, sino, ms bsicamente, al modo de comprender la fe desde una nueva racionalidad y al modo de pensar la comu-

    3 La invitacin al P. Spadaro estuvo motivada por sus publicaciones re-lativas al tema que nos ocupaba, de lo que hay constancia en el breve CV publicado en este libro. En ese momento, para la mayora de los socios su persona era nueva. En los ltimos meses, despus de su breve visita a la Argentina, el P. Spadaro ha adquirido una gran notoriedad por la entrevis-ta realizada al Papa Francisco, la que, comenzando por La Civilt Cattolica, ha sido publicada en diferentes lenguas por gran diversidad de medios.

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    nidad cristiana, como comunin, en un mundo donde han sido, consciente o inconscientemente, reconfiguradas las relaciones.

    Las conclusiones de lo reflexionado acerca de la temtica central de la Semana fueron presentadas en un panel de sntesis coordinado por Guillermo Rosolino e integrado por el Dr. Fer-nando Kuhn y la Dra. Loreto Moya.

    En la ltina parte de la jornada del martes 16, comenzaron las presentaciones de las comunicaciones por reas disciplina-res. Estas han sido cuatro: Teologa Bblica; Teologa Dogmtica, Moral y Espiritual; Teologa Pastoral; Dilogo Interdisciplinario: Teologa, Ciencias, Literatura. Esto explica el orden de presenta-cin de las comunicaciones en el presente libro:

    A. Teologa Bblica: 1) Creer en el IV Evangelio: un cami-no a seguir (Toms Castellarn); 2) La salvacin como tema central del libro de Isaas. Un aporte egipcio al con-cepto de redencin y consuelo (Olga gueda Gienini); 3) Animacin Bblica de la Pastoral del Pueblo de Dios: una experiencia online (Z. Carolina Insfran); 4) Pala-bras de Dios en palabras humanas (Constanza Levaggi); 5) La paz en el Nuevo Testamento (Damin Nannini).

    B. Teologa Dogmtica, Moral y Espiritual: 1) Itinerarios de espiritualidad antigua y actual. Lectura de las prc-ticas de espiritualidad (ignaciana) en la ciudad de Bue-nos Aires (Virginia Azcuy); 2) Los obispos y el obispo de Roma (Jos Carlos Caamao); 3) Salir a la calle y evangelizar las periferias existenciales: la carpa misio-nera en la Plaza Constitucin de Buenos Aires (Jos Juan Cervantes); 4) La liturgia como prctica teolgica y poltica en los nuevos modos de comunicacin (Emil-ce Cuda); 5) La teologa frente a la hermenutica de la posmodernidad moderna (Pablo Sudar).

    C. Teologa Pastoral: 1) La crtica de la cultura como de-construccin del concepto de Dios. El aporte de la teo-loga del pueblo en dilogo con la nocin de cultura (Omar Csar Albado); 2) La inseguridad en las tramas urbanas. Pecado social emergente e indicios de santidad social (Carolina Bacher Martnez); 3) El kairs de la

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    Iglesia latinoamericana y la teologa pastoral de Fran-cisco (Carlos Mara Galli); 4) Hacia un lenguaje de la alteridad. Una relectura de Michel de Certeau sobre el lenguaje religioso en la teologa catequtica (Loreto Moya); 5) Del noviazgo al matrimonio. Comunicacin de la fe, ritos y ritual (Andrea Snchez Ruiz); 6) Com-prendiendo las dimensiones y el impacto de una espiri-tualidad de ojos abiertos a partir de la experiencia de una comunidad de religiosas inserta en barrios preca-rios (Ana Lourdes Surez).

    D. Dilogo Interdisciplinario: Teologa, Ciencias, Literatu-ra: 1) Figura y drama: dos categoras teolgicas para una sociedad en red (Cecilia Avenatti - Lucio Florio); 2) Las tecnologas actuales en las comunidades pastora-les mirndolas como TEP (Mariel Caldas); 3) Algunos planteos morales o teolgicos sobre el uso de las nue-vas tecnologas (Guillermo Cambiasso); 4) Algunos interrogantes que despierta la comunicacin virtual y digital a la teologa prctica (Luis Oscar Liberti); 5) Identidad narrada-identidad mostrada. Autobiografa, diarios, cartas y/o biografas en Facebook (Diana B. Violes); 6) Desde la prctica del Derecho Ambiental hasta la reflexin teolgica (Josefina Zuloaga).

    Si bien no se publica en este libro nada al respecto, cabe men-cionar que el mircoles 17, en la primera sesin de la maana, los participantes de la Semana de Teologa recibieron el informe del estado de elaboracin del proyecto sobre la situacin de la teo-loga en la Argentina. Este estudio forma parte de un proyecto global ms ambicioso coordinado por la International Network of Societies for Catholic Theology (INSeCT), de la que la SAT es miem-bro, y cuyo propsito es hacer una evaluacin de la situacin de la teologa en el mundo. Un momento clave de ese proceso ser el encuentro de la INSeCT que se realizar del 16 al 20 de julio de 2014 en Belo Horizonte (Brasil), para el cual la SAT espera tener concluido su informe. En nuestro pas, la primera fase de la tarea, nada fcil, ya que se trata de un estudio de campo capaz de recoger todos los datos y ofrecer, al mismo tiempo, una pri-mera lectura de los mismos, ha sido encomendada al grupo de

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    investigacin sobre la teologa en la Argentina que funciona en la Facultad de Teologa de la Universidad Catlica Argentina, bajo la coordinacin de Carlos M. Galli. El estado del proyecto, ya terminado en lo que hace a algunas de las reas disciplinares, fue presentado bajo la modalidad de panel, dirigido por el mismo C. Galli y con intervencin de algunos de los responsables de la investigacin en curso.

    Finalmente, cabe dejar constancia de que, en el marco de la Semana, se celebr la asamblea ordinaria de la SAT, que en 2013 ha sido asamblea electiva. Resultaron elegidos para el trienio 2013-2016 los siguientes socios: Jos Carlos Caamao (presiden-te), Cecilia Avenatti de Palumbo (vicepresidente); Omar Alba-do (secretario); y Guillermo Rosolino, Alejandro Bertolini, Pablo Etchepareborda y Luis Liberti (vocales). De acuerdo con lo que estipula el estatuto de la SAT, el presidente y la vicepresiden-te fueron confirmados por la Comisin Permanente de la CEA, segn consta en la Resolucin n 2 de la Reunin n 165, con fe-cha 20 y 21 de agosto de 2013.

    Jorge A. scamPiniUNSTA-UCA

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  • I. Conferencias

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    1. La fe y el ambiente digital: nodos crticos y prospectivas

    1. La red es un ambiente

    Internet es una realidad que ya forma parte de la vida coti-diana. Si hasta hace poco tiempo la Red se asociaba a la imagen de algo fro, tcnico, que exiga competencias especficas, hoy se ha convertido en un lugar a frecuentar para estar en contacto con los amigos que viven lejos, para leer las noticias, para com-prar un libro para reservar un viaje, para compartir intereses e ideas. Y esto tambin en movilidad, gracias a aquellos que en un tiempo se llamaban celulares y que hoy son verdaderas com-putadoras de bolsillo.

    Pero, qu es internet? No es como la red hdrica o la de gas. No es un conjunto de cables, hilos, modem y computadoras.1 Se-ra errado identificar la realidad y la experiencia de internet con la infraestructura tecnolgica que la hace posible. Sera como decir, por ejemplo, que el hogar domstico (home) se puede reducir al edificio habitacin (house) de una familia.

    Internet es ante todo una experiencia. Hasta que razonemos en trminos instrumentales no comprenderemos nada de la Red y de su significado. La Red es una experiencia, es decir, la ex-periencia que esos cables hacen posible, as como las paredes domsticas hacen posible la experiencia de sentirse en casa. Internet, pues, es un espacio de experiencia que se est convir-

    1 Cf. A. BLum, Tubes. A Journey to the Center of the Internet, New York, Harper Collins, 2012.

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    tiendo cada vez ms en parte integrante, de manera fluida, de la vida cotidiana: un nuevo contexto existencial.

    Las tecnologas de la comunicacin estn creando un ambien-te digital en el cual el ser humano aprende a informarse, a co-nocer el mundo, a estrechar y mantener en vida las relaciones, contribuyendo a definir tambin un modo de habitar el mundo y de organizarlo, guiando e inspirando los comportamientos indi-viduales, familiares, sociales.

    Ms bien: si en nuestro cerebro estn conectadas las neuronas, en la Red estn conectados nuestros cerebros, nuestras capaci-dades culturales, espirituales, relacionales, creando una especie de Global Brain, como ha sido definido. Teilhard de Chardin es-criba ya en 1947: Pienso en la extraordinaria red de comuni-caciones radiofnicas y televisivas, que, anticipando quiz una sintonizacin directa de los cerebros mediadas las fuerzas an misteriosas de la telepata, nos correlacionan ya a todos, actual-mente, en una especie de co-conciencia.2 Teilhard atribuye a la comunicacin tecnolgica un papel fundamental en la creacin de una conciencia comn, de una suerte de cerebro constituido por la interconexin no de fibras nerviosas pensantes, sino de otros cerebros pensantes.

    La Gaudium et spes haba hablado de un preciso impacto de las tecnologas sobre el modus cogitandi del ser humano (n. 5). Juan Pablo II, en la carta apostlica El rpido desarrollo (24 de enero de 2005), individuaba como territorio de impacto de los procesos mediticos la formacin de la personalidad y de la conciencia, la interpretacin y la estructuracin de lazos afectivos, la arti-culacin de las fases educativa y formativa, la elaboracin y la difusin de fenmenos culturales, el desarrollo de la vida social, poltica y econmica (El rpido desarrollo, n. 3).

    El reciente Snodo sobre la Nueva Evangelizacin ha recono-cido en los desafos de la comunicacin uno de sus seis esce-narios fundamentales que los cristianos estn llamados hoy a comprender, porque se lee en los Lineamenta ya no hay lugar en el mundo que hoy no pueda ser alcanzado y, por tanto, no

    2 P. teiLhard de chardin, Lavvenire delluomo, Milano, Il Saggiatore, 1972, 257.

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    estar sujeto al influjo de la cultura meditica y digital que se es-tructura cada vez ms como el lugar de la vida pblica y de la experiencia social (n. 6).

    El Instrumentum Laboris ha retomado esa observacin, agre-gando:

    Al ejercer una influencia sobre la vida de las personas, los pro-cesos mediticos, que son factibles con estas tecnologas, llegan a transformar la misma realidad. Intervienen en modo incisivo en la experiencia de las personas y permiten una dilatacin de las potencialidades humanas. La percepcin de nosotros mismos, de los otros y del mundo dependen del influjo que tales tecnologas ejercen (n. 60).

    Resulta evidente el hecho de que la Red no se entiende ya como un instrumento, sino como un lugar, un espacio or-dinario de experiencia humana en el cual el ser humano estruc-tura y vive su vida pblica, social y cultural.

    Nos lo ha recordado Benedicto XVI con su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones (2013), que tiene por ttulo: Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espa-cios de evangelizacin. El ambiente digital escribe el Papa en su Mensaje no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, espe-cialmente de los ms jvenes. El espacio digital no es inautn-tico, alienado, falso o aparente, sino una extensin de nuestro espacio vital cotidiano, que reclama responsabilidad e inters por la verdad.

    Habitar significa inscribir los propios significados en el espa-cio. Y es este propiamente el desafo: inscribir los significados y los valores de nuestra vida en el ambiente digital, y tambin comprender qu nos ensea la Red acerca del modo de pensar la fe hoy. Sin embargo, obviamente, el habitar el mundo digital no puede prescindir de la sabidura de una adaptacin no siem-pre fcil. Esta domesticacin del espacio exige la conciencia necesaria para habitar lo que los obispos italianos han definido como un nuevo contexto existencial. La Red es una realidad que cada vez interesa ms a la existencia de un creyente e incide sobre su capacidad de comprensin de la realidad y, por tanto, tambin de su fe y de su modo de vivirla.

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    2. El significado espiritual de la tecnologa digital

    La Red, al alcance de la mano, comienza a incidir en la ca-pacidad de vivir y pensar. De su influjo depende, de alguna manera, la percepcin de nosotros mismos, de los otros, del mundo que nos circunda y de aquello que an no conocemos. En realidad, el ser humano ha buscado siempre comprender la realidad a travs de las tecnologas. Pensemos cmo la foto-grafa y el cine han cambiado la forma de representar las cosas y los acontecimientos; el avin nos ha hecho comprender el mundo de modo muy distinto al del automvil; las publicacio-nes nos han hecho comprender la cultura de manera diversa. La tecnologa, pues, no es un conjunto de objetos modernos y de vanguardia. Es parte del obrar con el que el ser humano ejercita la propia capacidad de conocimiento, de libertad y de responsabilidad.

    Un hecho curioso, bajo ciertos aspectos: esa especie de ca-nonizacin de Steve Jobs a la que hemos asistido hace exacta-mente un ao con ocasin de su muerte. Jams nos habramos imaginado poder asistir a la canonizacin en masa del admi-nistrador delegado de una empresa que produce mquinas. Si esto ha sucedido es porque estas mquinas estn asumiendo cada vez ms un valor que toca las dimensiones ms elevadas del ser humano: pensar, expresarse, comunicar, comprender el mundo. Nuestra tarea como cristianos y animadores es ver con ojos nuevos la tecnologa y sus productos, interrogndo-nos acerca de su significado y valor en el proyecto de Dios sobre el mundo.

    Hay aqu un punto clave: el vnculo profundo y radical en-tre la tecnologa y la espiritualidad. La tcnica, escribe Benedicto XVI en la Caritas in Veritate (n. 69), es un hecho profundamente humano, vinculado a la autonoma y a la libertad del hombre. En la tcnica se expresa y confirma el dominio del espritu sobre la materia. La tecnologa, pues, expresa la capacidad del ser hu-mano de organizar la materia en un proyecto de valor espiritual. Comentara Teilhard de Chardin: cada paso adelante realizado por el Hombre en la mecanizacin del Mundo va ms all del plano de la Materia. En efecto, se aade a las nuevas posibilida-des que nacen de los perfeccionamientos causados a la materia

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    organizada para determinar en el individuo un acrecentamiento de la energa espiritual.3

    El cristiano, por lo tanto, est llamado a comprender la natu-raleza profunda, la vocacin misma de la tecnologa digital en relacin con la vida del espritu. Obviamente, la tcnica es ambi-gua porque la libertad del ser humano puede emplearse tambin para el mal, pero justamente esta posibilidad pone en evidencia su naturaleza vinculada a la vida espiritual.

    Un momento crucial de la comprensin espiritual de las nue-vas tecnologas fue la promulgacin del Decreto del Concilio Va-ticano II Inter mirifica, el 4 de diciembre de 1963, que comienza afirmando que la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud a aquellos que ataen especialmente al espritu huma-no y que han abierto nuevos caminos para comunicar con ex-traordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo.

    Poco menos de un ao ms tarde, Pablo VI, en uno de sus discursos, us palabras, segn mi opinin, de una belleza des-concertante. Cito estas palabras sintetizndolas un poco: La ciencia y la tcnica nos hace percibir nuevos misterios: el cerebro mcanico viene en ayuda del cerebro espiritual. Y continuaba el Pontfice: El esfuerzo de infundir a instrumentos mecnicos el reflejo de funciones espirituales es elevado a un servicio que toca lo sagrado. El esfuerzo del ser humano consiste, pues, en infun-dir el reflejo de funciones espirituales a los instrumentos me-cnicos. Esta es la definicin que podramos llamar teolgica de la tecnologa, su vocacin. Es gracias a la tecnologa que la materia puede ofrecer al espritu mismo un sublime obsequio.4

    Pablo VI siente, pues, elevarse del homo tecnologicus el gemido de aspiracin a un grado superior de espiritualidad. El hombre tecnolgico es, por tanto, el mismo hombre espiritual. La tecno-loga se convierte en uno de los modos ordinarios que el ser hu-mano tiene a su disposicin para expresar su natural espirituali-

    3 ivi, Lenergia umana tra scienza e fede, Parma, Pratiche, 1977, 164.4 El texto ha sido publicado en: Pontificio consigLio deLLa cuLtura, Fede e Cultura. Antologia di testi del Magistero Pontificio da Leone XIII a Giovanni Paolo II, Citt del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2003, 457-460.

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    dad. Ms an, si se usan sabiamente, las nuevas tecnologas ha escrito Benedicto XVI en su 45 Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que permanece en la aspiracin ms profunda del ser humano .

    Por lo tanto, el creyente est llamado a una tarea empeativa: a no relegar la investigacin cientfica aplicada

    - a la moda (que reduce los instrumentos a gadget) o- a la voluntad de poder (que reduce los instrumentos a armas),- sino a considerar su valor humano.Este valor humano es cada vez ms parte de nuestra experien-

    cia porque ahora nosotros, en un cierto modo, estamos en Red; parte de nuestra vida est all. Nos damos cuenta ahora de que existimos tambin en Red. Una parte de nuesta vida es digital. Por lo tanto, tambin una parte de nuestra vida de fe es digital, vive en el ambiente digital. Uno de mis estudiantes africanos de la Pontificia Universit Gregoriana me dijo una vez: Amo mi computadora porque dentro de ella estn todos mis amigos.

    Mientras se mantenga el dualismo on/off, se multiplicarn las alienaciones. Mientras se diga que es necesario salir de las rela-ciones en Red para vivir relaciones reales, se confirmar la esqui-zofrenia de una generacin que vive el ambiente digital como un ambiente puramente ldico en el que se pone en juego un segun-do yo, una identidad doble que vive de trivialidades efmeras, como en una burbuja privada de realismo fsico, de contacto real con el mundo y con los otros.

    3. La fe en el ambiente digital y la cyberteologa

    En un tiempo en el que la tecnologa tiende a convertirse en el tejido conectivo de muchas experiencias humanas como las relacio-nes y el conocimiento, es necesario preguntarse: Puede la Red ser una dimensin en la cual vivir el Evangelio? La respuesta parece decisivamente positiva. Y an: Si la tecnologa y, en particular, la revolucin digital ejercen un impacto en el modo de pensar la rea-lidad, esto no terminar por afectar tambin, de algn modo, a la fe? No tendr un impacto sobre el modo de pensar la fe? Cmo?

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    La reflexin hasta este momento ha estado atenta sobre todo a la religin en Red en trminos generales, o tambin a las cyberreligiones,5 al tecnognosticismo y al tecnopaganis-mo. Ha estado, por tanto, ms atenta a lo religioso que a lo teolgico, con el consiguiente riesgo de nivelar y homologar las identidades y las teologas especficas, cuando no se las ter-mina reduciendo a un puro acercamiento sociolgico nivelador. Ciertamente, el hecho de que hayan nacido algunas formas de religiosidad virtual en Red es el epifenmeno de un cambio com-plejo y amplio en la comprensin de lo sagrado. Sin embargo, no es suficiente detenerse aqu. En realidad, la reflexin cyberteol-gica ha sido iniciada, pero sin la certeza de su estatuto epistemo-lgico. El trmino, en efecto, es usado poco, y a menudo su sen-tido no es claro. La pregunta, en cambio, es clara: Si los medios electrnicos y las tecnologas digitales modifican el modo de comunicar e incluso de pensar, qu impacto tendrn en el modo de hacer teologa?.

    Los primeros intentos, tmidos y rpidos, de alcanzar una definicin han buscado en realidad clarificar los trminos de la cuestin. Susan George ha recogido cuatro definiciones de cyber-teologa como ejemplo de una posible comprensin.6 La primera definicin la encuadra como teologa de los significados de la co-municacin social en los tiempos de internet y de las tecnologas avanzadas. La segunda la entiende como una reflexin pastoral sobre cmo comunicar el Evangelio con las capacidades propias de la Red. La tercera la interpreta como el mapa fenomenolgi-

    5 El trmino cyberespacio fue inventado en 1984 por William Gibson en su novela de ciencia ficcin Neuromante. La definicin citada, ahora ya clsica, es de Pierre Lvy. Ella comprende el conjunto de los sistemas electrnicos de comunicacin en la medida en que concentran informaciones provenientes de fuentes digitales o en va de digitalizacin. Lvy insiste sobre la codificacin digital porque ella condiciona el carcter plstico, fluido, calculable y refinadamente modificable en tiempo real, hipertextual, interactivo y, para concluir, virtual de la informacin, que es el rasgo distintivo del cyberespacio. Cf. P. Lvy, Cybercultura. Gli usi sociali delle nuove tecnologie, Milano, Feltrinelli, 1999, 91.6 Cf. S. george, Religion and technology in the 21st Century. Faith in the e-World, Hershey (PA), Information Science Publishing, 182.

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    co de la presencia de lo religioso en internet. La cuarta, como el horadar de la Red entendida como lugar de las capacidades es-pirituales. Se trata, como se ve, de un intento interesante, si bien inicial, de definir un campo de reflexin.

    La teloga inglesa Debbie Herring, por su parte, en el sitio cybertheology.net, que es una coleccin razonada de recursos y enlaces, distingue tres secciones: teologa en el, teologa del y teologia para el cyberespacio. La primera recoge ma-teriales teolgicos disponibles en Red; la segunda ofrece una lista de contribuciones teolgicas al estudio del cyberespacio; la tercera consiste en una recopilacin de lugares en los que se hace teologa en Red (forum, sitios, mailing lists). Estas dis-tinciones son interesantes y ofrecen mayor claridad, enrique-ciendo la reflexin.

    Carlo Formenti, en su Incantati dalla rete,7 dedica un cap-tulo a la cyberteologa entendindola como el estudio de las connotaciones teolgicas de la tecnociencia, una teologa de la tecnologa, a la que, a diferencia de George, tiende a conside-rar distinta. El fascculo monogrfico de la revista Concilium de 2005, titulado Cyber-espacio, cyber-tica, cyber-teologa, ofrece, en cambio, una contribucin interesante que implcitamente pare-ce definir a la cyberteologa como el estudio de la espiritualidad que se expresa en y a travs de internet y de las representa-ciones e imaginaciones hodiernas de lo sagrado. Se tratara, pues, de la reflexin sobre el cambio en la relacin con Dios y la trascendencia.

    Sin embargo, tal vez ha llegado el momento de dar un paso adelante, buscando un nuevo estatuto ms preciso para esta dis-ciplina que parece tan difcil de definir. Es necesario considerar, pues, a la cyberteologa como la inteligencia de la fe en el tiempo de la Red,8 es decir, la reflexin acerca de la pensabilidad de la fe a la luz de la lgica de la Red. Nos referimos a la reflexin que

    7 Cf. C. formenti, Incantati dalla rete. Immaginari, utopie e conflitti nellepoca di internet, Milano, Raffaelo Cortina, 2000, 59-107.8 Cf. A. sPadaro, Cyberteologia. Pensare il cristianesimo al tempo della rete, Milano, Vita & Pensiero, 2012 y Cybergrace, Milano, 40k Edition, 2012 (e-book).

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    nace de la pregunta sobre el modo en que la lgica de la Red, con sus potentes metforas que operan sobre el imaginario adems de sobre la inteligencia, pueda modelar la escucha y la lectura de la Biblia, el modo de comprender la Iglesia y la comunin eclesial,9 la Revelacin, la liturgia,10 los sacramentos: los temas clsicos de la teologa sistemtica. La reflexin es tanto ms im-portante, porque resulta fcil constatar cmo internet contribuye cada vez ms a construir la identidad religiosa de las personas. Y si esto es verdad en general, lo ser cada vez ms para los as llamados nativos digitales.

    La reflexin cyberteolgica es siempre un conocimiento refle-jo a partir de la experiencia de fe. Ella permanece teologa en el sentido de que responde a la frmula fides quaerens intellectum. La cyberteologia es, pues, no reflexin sociolgica sobre la re-ligiosidad en internet, sino fruto de la fe, que emite de suyo un impulso cognoscitivo en un tiempo en que la lgica de la Red marca el modo de pensar, conocer, comunicar, vivir. Tal vez es bueno precisar, finalmente, que no ser suficiente considerar la reflexin cyberteolgica como uno de los muchos casos de teo-loga contextual, es decir, que tiene presente de manera espe-cfica el contexto humano en que ella se expresa. Hasta ahora es ciertamente as. Sin embargo, el contexto de la Red tiende a no ser (y lo ser cada vez menos) aislable como un contexto espec-fico y determinado, sino a ser (y lo ser cada vez ms) integrado en el flujo de nuestra existencia ordinaria.

    La cultura del cyberespacio plantea nuevos desafos a nues-tra capacidad de formular y escuchar un lenguaje simblico que hable de la posibilidad y de los signos de la trascendencia en nuestra vida. Buscar individuar algunos mbitos para proble-matizarlos.

    9 Cf. D. Zanon, Chiesa e societ in rete. Elementi per una cyberecclesiologia, San Paolo, Cinisello B. (MI), 2013.10 Cf. La celebrazione fra tecnologia e virtualit, nmero monogrfico de Rivista Liturgica, XCIX n.5 (2012) y S. J. White, Christian worship and technological change, Nashville, Abigdon Press, 1994.

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    4. Buscar y encontrar a Dios en el tiempo de los motores de bsqueda

    En un tiempo, el ser humano era atrado seguramente por el mundo religioso como por una fuente de sentido fundamental. Como la aguja de una brjula, saba que estaba radicalmente atrado hacia una direccin precisa, nica y natural: el Norte. Si la brjula no indica el Norte es porque no funciona, y no cierta-mente porque el Norte no exista. Dios era el Norte.

    Ms tarde, el ser humano, especialmente con la Segunda Gue-rra Mundial, ha comenzado a usar el radar, que sirve para estudiar y determinar las posiciones de objetos fijos o mviles. El radar va a la bsqueda de su target e implica una apertura indiscriminada tambin de la ms sosa seal, no la indicacin de una direccin precisa. Y as el ser humano ha comenzado tambin a ir a la bs-queda de Dios. Y su pregunta ha sido: Dios, dnde ests?. El ser humano era entendido como un buscador de Dios, de un men-saje del que senta necesidad profunda. De aqu tambin la espera de Godot y tantas pginas de la gran literatura del Novecento, por ejemplo. El ser humano se entenda, sin embargo, como un au-ditor de la palabra para usar una clebre expresin del telogo Karl Rahner, que implcitamente ha dado forma teolgica a la me-tfora tecnolgica del radar en busca de un mensaje.

    Y hoy? Todava vale esta imagen? En realidad, si bien siem-pre vivas y verdaderas, las imgenes de la brjula y la del radar rigen menos. La imagen que hoy est ms presente es la del ser humano que se siente perdido si su celular no tiene seal o si su dispositivo tecnolgico (computadora, tablet o smartphone) no puede acceder a alguna forma de conexin de red inalmbrica. Si antes el radar estaba en la bsqueda de una seal, hoy en cambio estamos en la bsqueda de un canal de acceso a travs del cual los datos puedan pasar.

    La extrema consecuencia es la lgica introducida por el siste-ma push, que funciona de manera opuesta al pull. El primero im-plica que cuando un dato est disponible (un e-mail, por ejemplo) lo recibo de manera automtica porque tengo abierto un canal de recepcin. El segundo sistema implica que puedo recuperarlo cuando quiera establecer una conexin.

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    El hombre de hoy, ms que buscar seales, est habituado a procurar siempre la posibilidad de recibirlas sin tener que bus-carlas. Por lo tanto, en otras palabras, se vive sin hacer tantas preguntas sobre Dios: si existe, se har presente de algn modo. Por esto hoy nadie es ateo de manera radical.

    El hombre de la brjula, primero, y del radar, luego, se est transformando, pues, en un decoder, es decir, un sistema de ac-ceso y de decodificacin de las preguntas de sentido sobre la base de las mltiples respuestas que lo alcanzan sin que l se preocupe por ir a buscarlas. The teacher doesnt need to give any answers because answers are everywhere (Sugata Mitra, profesor de Educational Technology en la Newcastle University).11 Vivi-mos bombardeados por mensajes, sufrimos una sobreinforma-cin la as llamada information overload. El problema hoy no es encontrar el mensaje, sino decodificarlo, es decir, reconocerlo importante para m, significativo sobre la base de las mltiples respuestas que recibo. Entonces, hoy no es tan importante dar respuestas. Todos las dan! Hoy es importante reconocer las pre-guntas importantes, aquellas fundamentales. Y de este modo, que nuestra vida permanezca abierta, y que Dios nos pueda an hablar. Podremos decir, siguiendo a san Pablo, que solo el Espri-tu Santo es un motor de bsqueda realmente confiable para los cristianos, efectuando bsquedas semnticas que superan todo motor. Leemos en Romanos 8,26: El Espritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque no sabemos cmo pedir para orar como conviene.

    La gran palabra a redescubrir, entonces, es un viejo conocido del vocabulario cristiano: el discernimiento. El discernimiento espiritual significa reconocer entre tantas respuestas que hoy re-cibimos cules son las preguntas importantes, aquellas verdade-ras y fundamentales. Es un trabajo complejo, que exige una gran preparacin y una gran sensibilidad espiritual.

    11 http://learnstreaming.com/the-future-of-learning-in-a-networked-society/

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    5. Escuchar la Palabra en el tiempo de la escucha shuffle

    Una forma singular de information overload est vinculada a la msica. El contexto comunicativo nos est haciendo vivir una transformacin propiamente vinculada a la msica. En particu-lar vinculada al iPod y a los otros lectores de msica digital.

    Muchos de nosotros escuchamos msica deambulando. Pero en realidad hoy no se escucha ya algo preciso: se escucha m-sica. Se ponen los auriculares y se hace comenzar la msica. A menudo se la escucha en modalidad mixta y casual, esto es shuffle. Es este el nombre de un particular tipo de iPod que per-mite escuchar las canciones sin un orden predefinido. Esta es-cucha nos habita cada vez ms a vivir una escucha casual: a menudo el iPod esta cargado con msica de la que no se conoce ttulo o autor.

    Ponerse los auriculares es un modo de cambiar la relacin con el ambiente que nos circunda mediante la insercin de una suer-te de columna sonora, que a veces hace ms agradable la ruti-na, pero introduce ciertamente una modalidad diferente de vivir una dimensin importante de la vida: la escucha. Y la escucha se relaciona directamente con la fe, porque la fe nace de la predi-cacin, y la predicacin se realiza por la palabra de Cristo, como leemos en la carta a los Romanos (10, 17). La escucha es esencial a la fe desde la invitacin Escucha, Israel (Dt 6, 4). Aqu Dios se revela como aquel que busca una relacin profunda con el ser humano, una relacin que toque corazn, mente y fuerzas.

    En el tiempo de la comunicacin digital, el iPod, cambiando la modalidad de la escucha, puede modificar la escucha propia de la fe. La escucha no es ms, principalmente, una actividad, sino el inicio de una columna sonora de todo aquello que hacemos. No se escucha ms; se hacen cosas y nuestro hacer asume la msica como fondo. En sntesis: la escucha crea un ambiente ms que comunicar un mensaje.

    Ahora la pregunta: cmo escuchar a Dios, pues, en el tiempo de la escucha ambiental y mixta? Es necesario, obviamente, re-sistir a la sordera difusa hacia un mensaje que exige una escucha especfica y querida, pero ciertamente la fe debe hacer las cuen-

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    tas con una habilidad a la escucha que no prevee, en absoluto, tiempos de escucha especficos, sino una escucha difusa, capaz de acompaar la vida del hombre ms que llamarlo a una aten-cin concreta. Dos consecuencias, pues:

    1) Los jvenes estn aprendiendo a escuchar el Evangelio como columna sonora de la vida y no solo como mensa-je especfico y directo.

    2) La palabra de Dios est llamada a convertirse en am-biente, gracias, tal vez, a formas de oracin que alcan-cen de la vida ordinaria su fuerza.

    6. Interiorizacin en el tiempo de la interaccin

    Adems de la escucha, ms en general, la vida espiritual del hombre contemporneo est ciertamente tocada por el mundo en el que las personas descubren y viven estas dinmicas de la Red, que son interactivas e inmersivas. El ser humano que tiene un cierto hbito de la experiencia de internet parece, de hecho, ms pronto a la interaccin que a la interiorizacin. Y, generalmente, interioridad es sinnimo de profundidad, mientras interac-tividad es sinnimo a menudo de superficialidad. Estaremos condenados a la superficialidad? Es posible conjugar profundi-dad e interactividad? El desafo es de gran envergadura.

    La primera respuesta consiste en la importancia y la necesi-dad de salvaguardar espacios que permitan a la interioridad de-sarrollarse sin interferencias o rumores que distraigan al hom-bre de sus preguntas radicales y de su necesidad de silencio y meditacin. Recientemente, un escritor ha expresado de manera paradjica su deseo de hacerse eremita sosteniendo que las hor-migas estn siempre interconectadas entre s de manera obligada dentro de una red hecha de molculas qumicas, mientras que el hombre se distingue por su libertad para alejarse de los otros para meditar.

    Los medios no son, en su esencia, enemigos de la interioridad, pero es un deber trabajar por una cultura meditica que se abra a la trascendencia y promueva los autnticos valores espirituales. La pregunta es: cmo?

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    Sustancialmente podemos constatar que el hombre de hoy, habi-tuado a la interactividad, interioriza las experiencias si est en con-diciones de establecer con ellas una relacin viva y no puramente pasiva, receptiva. El hombre de hoy retiene vlidas las experiencias en las cuales se requiere su participacin y su implicacin.

    Un camino es aquel propuesto por los Ejercicios Espirituales ignacianos. Quien los hace es invitado a una inmersin en el tex-to bblico al menos de tres modos: proyectando con la imagina-cin el propio cuerpo en la escena representada; participando en las emociones de los personajes; reviviendo paso a paso los acontecimientos del misterio contemplado interactuando con los personajes y los ambientes.

    Por lo tanto, la profundidad se conjuga con una inmersin en una verdadera y propia realidad virtual: aquella de los aconte-cimientos bblicos hechos actuales con la imaginacin. Y con una interaccin viva con los personajes y el ambiente circundante. El contemplativo no ve la escena de la natividad, de la gruta de Beln, sino que se ve a s mismo transferido dentro de aquella escena.

    En este punto, sin embargo, aparece muy clara una cosa: la experiencia de los Ejercicios Espirituales no es de tipo puramente interiorizante. Ellos generan una experiencia interactiva: el ejercitante es llamado a una inmersin en la realidad contempla-da y a interactuar plenamente con ella sin filtros. La profundidad que deriva de la intensidad de las relaciones y las interacciones que se crean durante la contemplacin.

    En la web entendida como lugar antropolgico no hay pro-fundidades a explorar, sino nodos a navegar y conectar entre s de manera gruesa. Esto que parece superficial es solamente el proceder, en un modo quiz inesperado y no previsto, de un nodo al otro. La espiritualidad del hombre contemporneo es muy sensible a estas experiencias: la superficie en lugar de la profundidad, la velocidad en lugar de la reflexin, las secuencias en lugar del anlisis, el surf en lugar de la profundizacin, la co-municacin en lugar de la expresin, el multitasking en lugar de la especializacin.12

    12 A. Baricco, I barbari. Saggio sulla mutazione, Milano, Feltrinelli, 2006, 178.

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    Cul ser, pues, la espiritualidad de esas personas cuyo mo-dus cogitandi est en proceso de mutacin como consecuencia de su habitar en el ambiente digital? Hoy ell hombre est lla-mado a aprender a vivir la propia espiritualidad de una mane-ra interactiva y por inmersin con la Palabra de Dios. Y este es tambin uno de los principales desafos educativos de nuestros das. El riesgo de perder el valor de las pausas meditativas, del silencio, de la necesidad de interiorizacin es grande y es evitado en todos los modos. Una va para evitar esta prdida consiste en evitar oponer demasiado velozmente profundidad e interaccin, superficialidad e interiorizacin.

    7. Hacer comunidad en el tiempo de las networks

    La verdadera novedad del ambiente digital es su naturaleza de social network, es decir, el hecho de que permite hacer emer-ger no solo las relaciones entre t y yo, sino mis relaciones y tus relaciones. Es decir, en la red emergen no solo las personas y los contenidos, sino las relaciones. Comunicar, pues, no significa ms transmitir, sino participar.

    En su homila en la solemnidad de Pentecosts de 2012, Bene-dicto XVI plante una pregunta importante y empeativa: Es verdad, hemos multiplicado las posibilidades de comunicar, de tener informaciones, de transmitir noticias, pero podemos decir que ha crecido la capacidad de comprendernos, o quiz, parad-jicamente, nos comprendemos cada vez menos?.

    Es una pregunta que tiene un significado que podremos definir radical: Es suficiente con multiplicar las conexiones para desarro-llar la comprensin recproca entre las personas y las relaciones de comunin? He aqu, entonces, nuestra vocacin en el tiempo de la conexin relacional: la vocacin a vivir la Red de lugar de conexin como lugar de comunin. El riesgo de estos tiempos es confun-dir ambos trminos: la conexin no produce automticamente una comunin. Estar conectados no significa automticamente estar en relacin. La conexin de su suyo no es suficiente para hacer de la Red un lugar de participacin plenamente humana.

    El vnculo intrnseco entre tecnologa de la comunicacin y el deseo de comunin exige una visin del ser humano y de su

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    desarrollo sobre la tierra. En esto Teilhard de Chardin ha sido un gran profeta. Obviamente, no es posible hacer aqu la historia de la humanidad. Sin embargo, sabemos cmo el hombre naci cazador. Los hombres se agrupaban bajo la forma de cazadores di-seminados en diferentes lugares, luego en forma de agricultores, y as nacieron, pues, las primeras civilizaciones y los primeros imperios. La red se encuentra en el interior de este proceso de agrupacin y conexin de la humanidad.

    La tecnologa reciente, con la invencin del ferrocarril, el auto-mvil, el avin, ha hecho que la influencia fsica de cada hombre, que en un tiempo se reduca a pocos kilmetros, se extendiese a miles. Gracias a la red, todo individuo se encuentra ahora pre-sente al mismo tiempo en todos los mares y continentes, coex-tensivo a la Tierra.

    Es necesaria una meditacin prolongada sobre esta tenden-cia de la humanidad a la agrupacin . La Red es una etapa del camino de la humanidad que el creyente sabe que es movida, solicitada y guiada por Dios. Un dato entre tantos posibles: en el mundo, sobre 7 mil millones de poblacin mundial, 2,5 mil millones estn conectados con un aumento desde el ao 2000 al 2012 del 566%. El digital device persiste (frica 15%, Asia 27%, Medio Oriente 40%, Amrica latina 43%, Europa 63%, Oceana 68%, Amrica del Norte 79%).

    Benedicto XVI, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de 2009, ha ledo teolgicamente este deseo que, escribe el Papa, es ledo sobre todo como reflejo de nues-tra participacin en el comunicativo y unificante amor de Dios, que quiere hacer de la humanidad una nica familia. Esta afir-macin del Papa es importante porque relaciona directamente la transformacin de internet entendida como social network, la as llamada web 2.0,13 a la llamada de Dios, que quiere hacer de la humanidad una nica familia. He aqu, pues, una tarea especfica del catlico en Red: hacer madurar la Red de lugar de conexin a lugar de comunin.

    13 Cf. A. sPadaro, Web 2.0. Reti di relazione, Milano, Paoline, 2010.

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    Pero para la comunin que los catlicos experimentan en la Iglesia no basta una comunicacin bella, buena, sana. No basta: la comunin no es fruto de nuestros esfuerzos. La Iglesia no es fruto de un consenso, es decir, no es un producto de la co-municacin. Si as fuese, estara en un fuerte riesgo la compren-sin de la Iglesia como cuerpo mstico, que parece diluirse en una especie de plataforma de conexin. El riesgo es pensar que la comunin advenga no ya a travs de un medio simblico (li-turgia), sino a travs de un medio tcnico.

    Si las relaciones en Red dependen de la presencia y el eficaz funcionamiento de los instrumentos de comunicacin, la comu-nin eclesial, en cambio, es radicalmente un don del Espritu. Y es este don que transforma la conexin en comunin.

    Es necesario, sin embargo, sealar un riesgo relevante: la Red como burbuja filtrada.14 Sean las redes sociales, como Facebook, sean los motores de bsqueda, como Google, conservan las infor-maciones de las personas que las frecuentan, y estos datos son utilizados para dirigir las respuestas y las actualizaciones acerca de los contactos personales. Es como si Google construyese nues-tro perfil de intereses sobre la base de nuestros accesos a la red, de los sitios que visitamos, de las cosas que nos interesan ms.

    Por lo cual nuestras bsquedas jams estn basadas en criterios exclusivamente objetivos, sino en nuestros intereses especficos. Estn orientadas al sujeto, y por lo tanto, sujetos diversos obtienen resultados diferentes. La ventaja es inmediata: llego de manera ve-loz a lo que presumiblemente ms me interesa, porque Google me conoce y me sugiere qu puede serme ms atractivo.

    Pero, por otra parte, hay un gran riesgo: permanecer cerrados en una suerte de burbuja que hace de filtro a lo que es diverso de m, por lo que no estoy ya en condiciones de darme cuenta de que hay personas, artculos, libros, investigaciones que no co-rresponden a mis ideas o que expresan una opinin diferente de la ma.

    14 Cf. E. Pariser, The Filter Bubble: What the Internet Is Hiding from You, New York, Penguin Press, 2011.

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    Por lo tanto, finalmente, estar circundado por un mundo de informaciones que se me asemejan, corriendo el riesgo de per-manecer cerrado a la provocacin intelectual que proviene de la alteridad y la diferencia. El riesgo es evidente: perder de vista la diversidad, aumentar la intolerancia, clausura a la novedad, a lo imprevisto que sale de mis esquemas relacionales o mentales. El otro se vuelve para m significativo si me es de algn modo semejante; de otro modo, no existe.

    En este punto, hoy ms que nunca la confrontacin en el in-terior del ambiente eclesial asume un valor fundamental en un mundo que tiende a construir, tambin en red es decir, el lugar en trminos de principio ms abierto posible, islas de autorre-ferencialidad.

    Una reflexin bblica como apndice: es necesario en este punto releer el relato de la torre de Babel. Estamos convencidos de que la diferencia de las lenguas ha sido el castigo de Dios para una humanidad que ha proyectado invadir el espacio de Dios. La exgesis bblica reciente nos est haciendo comprender que Babel, en cambio, es una nueva creacin, que denuncia y liquida el proyecto de un monolitismo totalitario de una civiliza-cin para la que toda la tierra tena una nica lengua y palabras nicas (una civilizacin replegada sobre s misma). Orienta as al hombre hacia un proyecto de comunin que parta de aquella condicin de pluralismo descrita en la mesa de los pueblos de Gnesis 10, donde la variedad de las lenguas y de las culturas constituye una riqueza y no un obstculo a la comunicacin y a la comunin de los pueblos.

    8. Dar testimonio de la fe en el tiempo del sharing

    La lgica de las redes sociales, en su mejor acepcin, va preci-samente en esta direccin. La sociedad digital no es ya pensable y comprensible solamente a travs de sus contenidos. No hay ante todo cosas, sino personas. Hay sobre todo relaciones: el intercambio de contenidos se produce dentro de las relaciones entre personas. La base relacional del conocimiento en Red es radical. La comunicacin se produce no ya por broadcasting, sino por sharing.

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    Se comprende bien, pues, cun importante es la categora y la praxis del testimonio. Este es un aspecto determinante. Hoy el hombre de la Red se fa de las opiniones en forma de testimo-nio. Ofrezcamos un ejemplo: si hoy quiero comprar un libro o formarme una opinin acerca de su valor, voy a una red social de libros (Anobii, Goodreads, LibraryThing) o a una librera online y leo las opiniones de otros lectores. Estas tienen ms el estilo de los testimonios que de las clsicas recensiones. El testimonio se debe considerar, pues, en el interior de la lgica de las redes participativas, un contenido generado por el usuario.

    La lgica de las redes sociales nos hace comprender mejor que antes que el contenido compartido est siempre estrechamente vinculado a la persona que lo ofrece. En efecto, no hay en estas redes ninguna informacin neutra: el hombre est siempre in-volucrado directamente en lo que comunica. Cada uno est lla-mado a asumir las propias responsabilidades y el propio empe-o en el conocimiento.

    En este sentido, el cristiano que vive inmerso en las redes so-ciales est llamado a una autenticidad de vida muy exigente: esta toca directamente el valor de su capacidad de comunicacin. En efecto, ha escrito el Papa en su Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones de 2011, cuando las personas se intercambian informaciones, estn ya compartindose a s mismas, su visin del mundo, sus esperanzas y sus ideales. La tecnologa de la informacin, contribuyendo a crear una red de conexiones, por lo tanto, parece vincular ms estrechamente amistad y conoci-miento, alentando a los hombres a hacerse testigos de aquello en lo que fundan su propia existencia. Hoy comunicar significa testimoniar!

    Por lo tanto, un anuncio del Evangelio que no pase por la autenticidad de una vida cotidiana personal compartida per-manecera, hoy ms que nunca, como un mensaje expresado en un cdigo comprensible tal vez con la mente, pero no con el corazn. La fe, pues, no solo se transmite, sino que puede, sobre todo, ser suscitada en el encuentro personal, en las rela-ciones autnticas.

    Evangelizar no significa en absoluto hacer propaganda del Evangelio. No significa transmitir mensajes de fe. El Evangelio

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    no es un mensaje entre tantos otros. Evangelizar, por tanto, no significa inserir contenidos declaradamente religiosos en Face-book y Twitter. Y, adems, la verdad del Evangelio no adquiere su valor de su popularidad o de la atencin que recibe.

    La Iglesia en Red no est llamada, por tanto, a una emisin de contenidos religiosos, sino a compartir el Evangelio en una sociedad compleja. Derrick De Kerckhove, reconocido experto en el mundo de los medios digitales, ha acuado la expresin de aureola electrnica para indicar la red de conexiones co-municativas que conectan a la persona con el mundo y con otras personas. Es ante todo con esta suerte de aureola, pues, que en los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresin el hombre de hoy est llamado a ofrecer una respuesta a quien le pida razn de su esperanza (cf. 1 Pe 3,15).

    No se da testimonio del Evangelio en Red limitndose a in-serir contenidos declaradamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, cerrndose a las preguntas verdaderas y urgentes, a las dudas y los desafos de los hombres de hoy. Al contrario, el Papa subraya la necesidad de estar disponibles para involucrarse pacientemente y con respeto en sus preguntas y en sus dudas, en el camino de bsqueda de la verdad y del sentido de la existencia humana. Parecen resonar las palabras de Pablo VI, que en la Encclica Ecclesiam Suam de 1964 se preguntaba re-tricamente:

    No se ha querido dar al mismo, y con toda razn, un fin pas-toral, dirigido totalmente a la insercin del mensaje cristiano en la corriente de pensamiento, de palabra, de cultura, de costumbres, de tendencias de la humanidad, tal como hoy vive y se agita sobre la faz de la tierra? Antes de convertirlo, ms an, para convertirlo, el mundo necesita que nos acerquemos y le hablemos (n. 70).

    Es necesario, pues, superar la lgica de las barreras, las con-traposiciones, los grupos cerrados y autorreferenciales que finalmente, de manera paradjica, la Red corre el riesgo de fomentar. El compromiso autntico e interactivo con las pre-guntas y las dudas de aquellos que estn alejados de la fe nos debe hacer sentir la necesidad de alimentar con la oracin y la reflexin nuestra fe en la presencia de Dios, como as tambin nuestra caridad activa.

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    9. Dar el tiempo de la open source

    Una transformacin muy importante concierne a nuestra ca-pacidad de dar. La Red es el lugar del don. Conceptos como file sharing, free software, open source, creative commons, user generated content, social network tienen todos en su interior, si bien de ma-nera diferente, el concepto de don. Pero de qu tipo de don estamos hablando?

    Aqu el don asume la forma de lo gratis. No impulsa a dar y recibir, sino a tomar y dejar que los otros tomen. Es el concepto mismo de don, pues, que hoy est cambiando.

    En efecto, ms que un don personal de un yo a un t, hoy nos estamos habituando a un don generalizado. La lgica del don en Red parece estar vinculada a lo que en slang es llamado freebie, es decir, algo que no tiene precio en el sentido de que no cuesta nada, que se puede tomar libremente. Esto se funda en la pregunta implcita: cunto cuesta?, y la respuesta es nada, y la ptica est puesta sobre quien toma y, por tanto, no reci-be. Otra versin de intercambio que sigue a esta lgica es aque-lla vinculada al freemium, que consiste en algo que se puede to-mar o descargar.

    El don en el sentido cristiano, en cambio, no se toma, sino que se recibe, y entra siempre en una relacin fuera de la cual no se comprende. El don crea vnculos, es una lgica de comu-nin. El verdadero don tiene en s, al menos de manera implcita, la potencialidad de crear relaciones, al contrario del puro merca-do, que genera intercambio. El don es un gesto que tiene sentido en el interior de una experiencia de relacin.

    Esto no significa en absoluto que la participacin general y difusa sea equivocada o mala. Sin embargo, es importante comprender que la lgica cristiana es algo ms. La lgica del don que se desarrolla en internet conduce a la puesta en comn, a la solidaridad, a la cooperacin, en las cuales la generosidad puede permanecer annima. La lgica del don como gracia, en cambio, insiste en la relacin personal, de la que no puede prescindir.

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    10. Pensar juntos en el tiempo de los wiki

    Esta puesta en comn puede ser mucho ms radical que un simple intercambio. En realidad, Internet comporta la conexin y la puesta en comn de recursos, tiempo, contenidos, ideas El ejemplo ya clsico es el de Wikipedia. Ms all de cualquier otra consideracin, es el fruto de la convergencia de tantas personas conexas entre s en el planeta que piensan y escriben. Todos es-criben una misma voz de enciclopedia, contribuyendo a un ni-co trabajo comn. De algn modo, es como si pensaran juntos.

    El cableado de las redes est dando vida a una fuerza emer-gente y vital, al punto de reunir a las personas y hacerlas pensar juntas ms all del tiempo y el espacio. Hoy se piensa y se cono-ce el mundo no solo en la manera tradicional de la lectura o del intercambio en un contexto reducido de relaciones (enseanza, grupos de estudio), sino realizando una vasta conexin entre in-teligencias que trabajan en red. Podramos decir que la inteligen-cia est distribuida por donde hay humanidad, y esta hoy puede ser fcilmente interconectada. La red de estos conocimientos da vida a una forma de inteligencia conectiva.

    Los medios sociales, pues, no solamente ayudan a expresar a los otros el propio pensamiento, sino que tambin ayudan a pensar junto con los otros, a elaborar reflexiones, ideas, visiones de la rea-lidad. La comunicacin hoy ayuda al comunicador a pensar junto a una comunidad. Pero dir ms: puede ayudar al comunicador a pensar junto a las personas a las que se dirige gracias a la posibi-lidad de recibir continuamente feedback y comentarios. La comu-nicacin es siempre un gesto que conecta a las personas entre s.

    La actitud de compartir plasma el modo en que el hombre piensa y busca sinceramente la verdad. En las redes sociales los hombres estn envueltos se lee en el Mensaje en el ser esti-mulados intelectualmente y en el poner en comn competencias y conocimientos. Internet comporta la conexin y la puesta en comn de contenidos e ideas. Ya en el Mensaje de 2011 el Papa notaba que la web est contribuyendo al desarrollo de nuevas y ms complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de conciencia compartida.

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    Deca hace un momento que la red de estos conocimientos da vida a una forma de inteligencia conectiva. Mons. Gerhard Ludwig Mller, hoy prefecto de la Congregacin para la Doc-trina de la Fe, en noviembre 2012 haba captado lcidamente el desafo, es decir, la responsabilidad de la Iglesia en la formacin de una cultura humana colectiva, por la cual sociedad hodierna, con su red de conexiones internacionales globales, suministra ptimos presupuestos.15

    ***

    Podramos decir an muchas cosas. Estoy convencido de que ha llegado verdaderamente el momento de tener el coraje de pen-sar de modo ms profundo, como ha sucedido en otras pocas, la relacin entre la fe, la vida de la Iglesia y los cambios que el ser humano est viviendo. Y esto para responder tambin al llama-do del Papa Francisco, que en una entrevista afirm: buscamos tambin alcanzar a las personas lejanas a travs de los medios digitales, la web y breves mensajes.16 Tambin por esto creo que ha llegado el momento para aquella que llamo cyberteologa, es decir, el intento de comprender la fe en un tiempo en que la Red est transformando nuestro modo de pensar, conocer, co-municar, vivir.

    Antonio sPadaroLa Civilt Cattolica

    Traducido por Jorge scamPini

    15 G. L. mLLer, Nella rete con gli occhi aperti, en http://www.vatican.va/news_services/or/or_quo/cultura/2010/262q04a1.html. El texto es el discurso que monseor Mller, obispo de Regensburg, expuso en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura, en noviembre de 2010.16 A. tornieLLi, Carrierismo e vanit, peccati nella Chiesa, en http://vaticaninsider.lastampa.it/inchieste-ed-interviste/dettaglio-articolo/articolo/america-latina-latin-america-america-latina-12945/

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    2. Juventud, bsqueda de sentido y transmisin de la fe.

    Una aproximacin desde dos textos clsicos y la antropologa

    sociorreligiosa actual1

    Nous ne voyions aucune certitude laquelle nous rattacher.Augustin, Les Confessions, IVe sicle (6.10)

    Es un honor para m poder dirigirme a la prestigiosa Socie-dad de Teologa Argentina. Evidentemente, debo felicitarlos en especial por la eleccin de un papa argentino, quien seduce al mundo entero por su simplicidad, su realismo, su calor. Yo cubr el cnclave en Roma para la televisin canadiense y fue un gran momento histrico, inolvidable.

    Puesto que ya he viajado en una ocasin una vez a la Argenti-na, pude apreciar la belleza y la riqueza cultural y natural de ese grandioso pas, sin duda el ms fascinante del Sur de las Amri-cas. No puedo estar presente fsicamente con ustedes, pero espero que lo electrnico me permita hablarles sin inconvenientes. No son acaso nuestra reflexin las nuevas tecnologas, el mundo de la juventud y de la fe cristiana?

    He trabajado muchos aos sobre la juventud y la adolescencia, siendo los perodos ms intensos de la vida, llenos de promesas y

    1 Esta conferencia est basada en el siguiente artculo: S. LefeBvre, Jeu-nesse et qute de sens, dhier aujourdhui Revista Counseling et spiritualit (otoo 2013), Peeters, Belgique/Universit dOttawa.

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    riesgos. Cuando termin mi primer libro sobre este tema, publica-do en 2008, Facebook comenzaba a devenir un fenmeno plane-tario. Entonces me interrogu: habra escrito mi libro de manera diferente si ya hubiese habido Facebook y todo el fenmeno de internet que se masific en esa poca? De hecho, hubiese incluido una seccin, pero ella se habra adaptado simplemente a las otras. La juventud es la juventud; poco importan las pocas. Ella abarca las tendencias con lo que ella es, simplemente. La cultura y los jvenes danzan un perfecto tango. S, yo no hago referencia ac al tango para complacerlos o solamente porque hablo a argenti-nos, sino porque verdaderamente la imagen del tango resulta muy conveniente. Los jvenes invierten las producciones de la cultura y la tecnologa como un hombre y una mujer se enlazan para bai-lar tango, con pasin, habilidad, naturalidad y proximidad, con aquello que son. He aqu por qu, antes de hablar un poco ms de los aspectos tecnolgicos, quisiera hablarles de los jvenes.

    En mis lecturas sobre la juventud, me sorprendi una retrica de lo novedoso y lo indito. Segn ciertos autores, la crisis de la adolescencia sera una elaboracin del comienzo del siglo XX: la distancia que significa la fase adolescente con los padres y la religin datara del perodo de la posguerra, y as en adelante. Ciertamente, nos faltan datos para trabajar una verdadera com-paracin exhaustiva con las sociedades pasadas. Sin embargo, evocar brevemente dos ejemplos de textos que revelan que la juventud siempre ha sido, en cierta medida, lo que ella es, por lo menos en nuestra civilizacin llamada occidental. Se trata de Las Confesiones de Agustn y LEmilie ou lducation, de Rousseau.2

    Como estos textos parecen casi ignorados por los expertos de la ju-ventud, y de la misma manera, por los filsofos y telogos que tratan las edades de la vida, los cito muchas veces para que el lector pueda realizar su propio examen. La tercera seccin dar algunos ejemplos

    2 Este artculo se apoya en S. LefeBvre, Cultures et spiritualits des jeunes, Montral, Bellarmin, 2008, captulos 7 (Agustn y Rousseau) y 4 (transmi-sin), y retoma y completa el artculo deL mismo autor Jeunesse et religion: Lge de la qute, depuis toujours?, en J. hameL; C. PugeauLt-ciccheLLi; O. gaLLand y V. ciccheLLi (dir.), La jeunesse nest plus ce quelle tait, Rennes, Presses de lUniversit de Rennes, 2010, 263-278.

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    de datos contemporneos sobre la juventud y la religin en Occiden-te, permitiendo desprender brevemente las grandes tendencias.

    Mis estudios sobre los jvenes de los ltimos quince aos me convencen de que uno de los aspectos que parecen caracterizar una antropologa religiosa de la juventud es que la adolescen-cia y la juventud se presentan como un perodo efervescente de creencia y bsqueda de sentido.

    1. Agustn, este joven buscador de la verdad

    Se busca en vano, en los estudios agustinianos, un anlisis de las ricas perspectivas que ofrece Agustn sobre las edades de la vida. La famosa obra Las Confesiones puede, sin embargo, ser leda desde este ngulo. Constitua una fina observacin de las etapas de la vida en otros, a la vez que un gran trabajo autobio-grfico. Se presta para diversos niveles de lectura: de los hechos simblicos, filosficos y teolgicos. Por qu la atencin de los especialistas a la visin de la juventud que se desarrolla en esta obra fue siempre menor e incluso ambivalente? Es una gran pre-gunta, sin duda, ya que Agustn es sujeto de estudio filosfico y teolgico sobre todo. La cuestin misma de la juventud solo ha sido planteada de manera menor.

    Queriendo hacerlo yo misma, me entretuve en leer numero-sos comentarios de las Confesiones de Agustn, concluyendo que diversos detalles bibliogrficos y los propsitos que tena Agus-tn sobre su sexualidad adolescente deban ser considerados como metforas y relatos simblicos. Ahora bien, yo pretendo y su mayor analista contemporneo, James J. ODonnell, lo pien-sa que leer a Agustn en el 2000 es simplemente encontrar la biografa realista de un hombre joven. Pero, lo que es an ms interesante, se descubre que esta biografa se asemeja sorpren-dentemente a los itinerarios contemporneos.

    Ciertamente, el universo de Agustn es diferente: presupone, como parte de s, un orden del mundo regulado por la Providen-cia.3 El suyo es el de un hombre joven favorecido y escolarizado,

    3 R. Brague, La sagesse du monde: Histoire de lexprience humaine de lunivers, Paris, Fayard, 1999.

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    donde la clase social le permitir vivir muchos aos con una con-cubina (con la cual tendr un hijo), de la que luego deber sepa-rase, a pesar del amor que le tiene, para entablar un matrimonio con una mujer ms conveniente a su clase. Sin embargo, hay que reconocer que su condicin es privilegiada y que no est genera-lizada a todos los individuos de su edad. Adems, Agustn, sien-do cristiano, elabora una dura crtica del pecado, la carne, la debilidad humana, las cosas intiles, lo que puede irritar a los herederos de las crticas modernas de la religin.

    Sin embargo, ms all de estos aspectos de la obra, me pa-rece que entramos casi en la intimidad y la subjetividad de un contemporneo, de un ser que nos es cercano: Agustn no solo presenta numerosos tratados siempre actuales de la adolescencia y la juventud, sino que da prueba de una bsqueda personal de la verdad, en el contexto pluralista de la antigedad tarda. Es cierto que algunos socilogos han captado este parentesco del perodo moderno con los comienzos del cristianismo. Peter Ber-ger, por ejemplo, estima que el perodo moderno, salido de la cristiandad, sera contemporneo de la Iglesia primitiva, donde la fe se basaba nicamente sobre la eleccin personal.4

    Antes de entregar algunos elementos de anlisis, dejo hablar a Agustn y recuerdo en primer lugar los principales momentos de su itinerario.5 Nacido alrededor del 354, Agustn comienza su adolescencia a los 16 aos (369-70). Toma una concubina un poco despus de ese momento, tal como es permitido en el seno de su clase social. Lee el gran texto del Hortensius de Cicern a los 18 o 19 aos, y poco despus se une a la secta cristiana de Mani (de donde se forjar el concepto de maniquesmo). Permanece en ella durante ocho o nueve aos, y finalmente se convierte al cristianismo hacia los 32 aos, en el 386.

    4 P. L. Berger, Questions of Faith. A Sceptical Affirmation of Christianity, Mal-Mal-den, MA, Blackwell Publishing, 2004, viii-iX5 Existen diversas ediciones y nosotros nos apoyamos en dos de ellas: Les Belles Lettres, Paris, 1994 (BL) y Garnier-Flammarion, Paris, 1964 (GF). La referencia en el texto indica el libro, el captulo y el prrafo; por ejemplo, para el Libro VI, captulo 16, prrafo 2, se encontrar: 6.16.2. Todas las citas que siguen estn tomadas de GF, salvo cuando encontremos la mencin BL.

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    Los dos primeros captulos de las Confesiones cubren la niez (infantia), la infancia (pueritia, 1.8.13 - segunda infancia) y el co-mienzo de la adolescencia (adulescens: exarsi enim aliquando satiari inferis in adulescentia, BL 2.1.1: Yo arda entonces, en mi adoles-cencia, de colmarme de las infernales voluptuosidades, y yo no tuve vergenza de abrirme salvajemente en los cambiantes y tene-brosos amores). Viene enseguida la juventud en el captulo 7 (ju-ventus: iam mortua erat adulescentia mea mala et nefanda et ibam in iu-ventutem, BL 7.1.1: Haba muerto mi adolescencia mala y yo me encaminaba hacia mi madurez). No hay ninguna mencin a las edades subsiguientes, porque Agustn escribe las Confesiones en el 297, alrededor de los 45 aos, al momento donde se preparaba para dejar la juventud y entrar en la cincuentena. La ltima edad o etapa de vida sobreviene en su poca en torno a los 60 aos.6

    Sealemos brevemente seis jalones del itinerario: la lectura decisiva de un gran texto; la adhesin a un grupo religioso sin-crtico; el probar la doctrina de este grupo; la prctica astrol-gica; el desprendimiento y la duda sobre todo; la influencia y la conversin al cristianismo.

    1.1. Jalones de un itinerario

    1.1.1. Infancia y adolescenciaAl pequeo Agustn no le gusta la escuela: no me gustaba el

    estudio y me horrorizaba ser contrariado. l prefiere mil veces los juegos; relata haber dado una gran importancia a la compren-sin interior y personal. De la infancia a la juventud, su amor a la ficcin no se puede negar. De nio amaba, de las partes del juego, el orgullo de la victoria, los cuentos que despertaban un mayor deseo de ficcin resonando en mis odos; esta curiosidad, pasando por mis ojos, brillaba cada vez ms y me haca abando-nar a los espectculos, juegos de adultos (1.10.1). En cuanto a los espectculos, aquellos que le dan alegra de una eminente consideracin. Durante la adolescencia y la juventud, l apro-vecha los espectculos y las tragedias, investiga las aventuras

    6 Sobre el tema de la taxonoma de las etapas de la vida en Roma, ver S. LefeBvre, Cultures, captulo 1.

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    trgicas puestas en escena; l ama experimentar la tristeza gra-cias a las ficciones (3.2.2).

    1.1.2. Lectura de un gran texto y vuelco de vida: la gran adolescenciaA los 19 aos, la lectura de un texto de Cicern lo despierta a

    las preguntas filosficas y espirituales: Esta lectura cambi mis sentimientos []. Todas mis vanas esperanzas, repentiname