la tona

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Errantes como siempre, los chavos de La Tona inician el próximo año un viaje que los distanciará continentes uno del otro. La aventura llega a su fin: La To- na se interna en los caminos de Xibalbá. [LA TONA] YA SE FUE A las 18:05 supe que tendría que esperar más tiempo del acordado. No es estigma, pero hay un aura que rodea a los artistas que los hace perder la concepción del tiempo. Pedí un café. Al rato, por la puerta del lo- cal apareció un tipo tocando una guitarra que cantaba algo inentiligible junto a otro que brincaba y saludaba a un comensal en el local. Se me acer- có. “Perdoná vos, vos sabés eso del tráfico y ya salimos tarde de la entrevista en la radio...” etcé- teras, luego llegó el otro, el de la guitarra y nos presentamos. Aca- baba de conocer a Germánico y al Neco, del grupo La Tona. En repe- tidas ocasiones les había visto en antros y lugares y personas, pero nunca habíamos hablado. Reforma + Monitor + La Tona = Reformatorio De inmediato emprendimos el viaje a la casa del Neco, en la zo- na 3. Atravesamos La Reforma y las personas en sus carros subían los vidrios y se quedaban viendo cómo tres peludos pasaban brin- cando, tocando guitarra y rién- dose entre las filas de carros que se forman a las 18:30 horas en las arterias de la zona viva. En el arriate de la avenida los ni- ños que hacen malabares se reían al vernos pasar y dejaban su acto para el siguiente semáforo. Siempre cae bien entretener a los que entretienen. En la 65 Tomamos el bus en la plazuela Es- paña, una 65 fue la que nos lleva- ría a la casa del Neco. Por la ho- ra, iba atestada de todos los que formamos el brazo laboral de Guatemala, albañiles, secreta- rias, receptores-pagadores, al- guna que otra pareja de traidos, etc. El viaje, aproximadamente media hora, fue un poco soso, aderezado eventualmente con canciones que se quedaban a medias e interrumpidas por la conversación entre Neco y Ger- mánico que hablaban acerca de los amigos que pronto se irían al extranjero: “si vos, a ver que tan- to dura aquel por allá”, “ojalá le v a ya bien”, “si hombre, aquella chava estaba buena, me hubiera gustado conocerla”, y comenta- rios por el estilo que eran como una telenovela para los usuarios del transporte público. Yo entre ellos pensaba que esa conversa- ción era como una nostalgia ade- lantada, un presagio de la inmi- nente separación. Las cuerdas se rompen en la 20 calle Y es que si no lo sabían, La Tona se desintegra y a manera de funeral organizan un concier- to mañana en el parqueo Fiore (4a. Ave. 15-46 Z.10, Q40.00). Acerca del concier- to, no averigué nada. No era necesario cuando un viaje en bus urbano está acompañado de risas y música, elementos que contagian a los demás usuarios que no dejan de mi- rar con cierto morbo a esos tres chavos que se ríen y can- tan. Justo en la 20 calle de la zona 1, el sonido seco de la sexta cuerda de la lira del Neco se dejó oir por última vez: se rompió. Ni modo, a pocas cuadras del accidente musical nos bajamos y empezamos a ca- minar rumbo a la guarida del cantante de la banda. La cuerda no se extrañaba, algo de sonido siempre sale cuando se quiere acompañar una caminata. Un bocadito en El Bocadito Antes de llegar a la casa del Neco pasamos a un comedor que ofre- cía sus productos en la calle. El comedor El Bocadito es el prefe- rido por el Neco en cuanto a hot- dogs se refiere. Dos por cabeza pidieron los músicos y yo uno (es- taba a tres días días de fin de mes, ustedes saben, la recesión y todo eso). Caminamos y caminamos, pasamos un partido de futbol frente a la estación de bomberos de la zona 3, las mi- radas seguían. Ya en nuestro destino, la entrevista inició y lancé mis preguntas. Pero más que la entrevista, lo intere- sante de la noche fue la casa del Neco. Pareciera como si le tuviera cierto pavor a la iluminación eléctrica, ya que toda la estancia se ilumina con velas, solamente dos aparatos eléc- tricos hacían uso de la corriente: una lámpara a lo lejos y la grabadora que repetía canciones de Spinetta. Motivos ma- yas en papel, una panorámica de Tikal realizada a mano, va- rios santos de madera, tzutes y tapetes de varios lugares del país, completaban la estancia. Ya en el corredor, comimos a la sombra de la noche: Germánico contestaba y el Neco can- taba, y todos masticábamos pan y tomábamos cola. Ni mo- do, los chavos se desatirculan por razones profesionales: Neco continuará sus estudios de Arqueología en Australia, Germánico piensa graduarse de economista, Alexis viajará a estudiar arte a Argentina y Mario se casa. 9 años de música que se agradecen. Habitan ahí el Plástico Pesado y Quetzalumán, la Medalla inolvi- dable del SOS, el Son-rock del Cuerpo y Alma, los covers del Apple Pie, Caballo Loco, Pastel de Fresa (fresa), Santa Fe, Mó- dulo 5, Siglo XX y grupos capa- ces de amontonar a la mara al- rededor de sus ojeras. Ataúd Eléctrico y La Cuarta, por ejemplo, hicieron happenings en garajes y aserraderos abandonados. Luego, el terrorismo de Estado. Y entre los pliegues de la clase media, una sensibilidad rockera que omitió la historia y la advertencia de una aldea encendida en llanto: Alux Na- hual nace con una renuncia trágica y una falsa conferencia de prensa encima de sus caderas. Su aporte es decisivo, y hay 2 o 3 piezas, gestos y apellidos suyos que no se arrugan y acompañan en el tiempo a Ser- piente Visión y Xzot. Al final de los 80 cabía desvestirse, volver a empezar. Ignorar a Talking Heads o Neville Brothers para embriagarse con Bono: U2 para el Tercer mundo. A Bohemia Suburbana le toma trabajo abandonar la Zona Viva, pero valió la pena. Entre tanto, La Tona fra- gua su encuentro con la historia (la del país, la del rock latinoamericano) sin caer en la trampa de MTV (Fuck tu fórmula, pen- dejos... ¿recuerdan?). Hacen rock ingenuo y sincero, moshan con afecto, echan raíces. Los Cafés, Pie de Lana, la Casa Bizarra, el arte urbano... De pronto el rock anima a la ciudad y combate a la intolerancia en la Concha Acústica. Mientras Fábulas Aticas dice adiós, Fernando Varela y los trasheros cavan nuevos subterráneos. En los noventa, las Rocas Vivas acuden al teatro, se produ- cen Milagros a domicilio y un homenaje a Rony de León. También el Gigio se muere y su colega Carlos Cush prefiere salir de viaje. La Caye toca en la calle, Domestic Fool canta por la radio e Isabel Ruano se busca en la dulzura. Cuando el rock y la canción se reencuentran en las cuerdas de Juan Carlos Gómez, Josué Eleazar, Fernando López y Ar- mando Pineda, La Tona hunde sin misericor- dia sus manos en las entrañas de la vida y la posguerra. Hoy que el rock nacional carga con nuevas heridas (la pérdida de Andrade es una de ellas), el Neco, Germánico, Alexis y Mario se despiden del escenario, para permanecer como gesto irrenunciable de la memoria. ¡Que viva La Tona! Los Picapiedra y Los Jets anunciaron los años 60. Luego, en los 70, se fundaron peca- dos cuyas culpas aguardan en el olvido la reverencia que pre- cede a la conciencia histórica.

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Errantes como siempre, los chavos de La Tona inician el próximo año un viaje que los distanciará continentes uno del otro. La aventura llega a su fin: La Tona se interna en los caminos de Xibalbá

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Page 1: La tona

C YA N M A G E N TA A M A R I L LO N E G R OC YA N M A G E N TA A M A R I L LO N E G R O

Errantes como siempre,los chavos de

La Tona inicianel próximo año

un viaje que losdistanciará

continentes unodel otro. La

aventura llegaa su fin: La To-

na se internaen los caminos

de Xibalbá.

[LA TONA]YA SE FUE

A las 18:05 supe que tendríaque esperar más tiempo delacordado. No es estigma,pero hay un aura que rodeaa los artistas que los haceperder la concepción deltiempo. Pedí un café.Al rato, por la puerta del lo-cal apareció un tipo tocandouna guitarra que cantabaalgo inentiligible junto a

otro que brincaba y saludaba a uncomensal en el local. Se me acer-có. “Perdoná vos, vos sabés esodel tráfico y ya salimos tarde dela entrevista en la radio...” etcé-teras, luego llegó el otro, el de laguitarra y nos presentamos. Aca-baba de conocer a Germánico y al

Neco, del grupo La Tona. En repe-tidas ocasiones les había visto enantros y lugares y personas, peronunca habíamos hablado.

Reforma + Monitor + La Tona = ReformatorioDe inmediato emprendimos elviaje a la casa del Neco, en la zo-na 3. Atravesamos La Reforma ylas personas en sus carros subíanlos vidrios y se quedaban viendocómo tres peludos pasaban brin-cando, tocando guitarra y rién-dose entre las filas de carros quese forman a las 18:30 horas en lasarterias de la zona viva.En el arriate de la avenida los ni-ños que hacen malabares se reían

al vernos pasar y dejaban su actopara el siguiente semáforo.Siempre cae bien entretener a losque entretienen.

En la 65Tomamos el bus en la plazuela Es-paña, una 65 fue la que nos lleva-ría a la casa del Neco. Por la ho-ra, iba atestada de todos los queformamos el brazo laboral deGuatemala, albañiles, secreta-rias, receptores-pagadores, al-guna que otra pareja de traidos,etc. El viaje, aproximadamentemedia hora, fue un poco soso,aderezado eventualmente concanciones que se quedaban amedias e interrumpidas por la

conversación entre Neco y Ger-mánico que hablaban acerca delos amigos que pronto se irían alextranjero: “si vos, a ver que tan-to dura aquel por allá”, “ojalá lev a ya bien”, “si hombre, aquellachava estaba buena, me hubieragustado conocerla”, y comenta-rios por el estilo que eran comouna telenovela para los usuariosdel transporte público. Yo entreellos pensaba que esa conversa-ción era como una nostalgia ade-lantada, un presagio de la inmi-nente separación.

Las cuerdas se rompenen la 20 calleY es que si no lo sabían, La To n a

se desintegra y a manera defuneral organizan un concier-to mañana en el parqueo Fiore(4a. Ave. 15-46 Z.10,Q 4 0 . 0 0 ) . Acerca del concier-to, no averigué nada. No eranecesario cuando un viaje enbus urbano está acompañadode risas y música, elementosque contagian a los demásusuarios que no dejan de mi-rar con cierto morbo a esostres chavos que se ríen y can-t a n .Justo en la 20 calle de la zona1, el sonido seco de la sextacuerda de la lira del Neco sedejó oir por última vez: serompió. Ni modo, a pocas

cuadras del accidente musicalnos bajamos y empezamos a ca-minar rumbo a la guarida delcantante de la banda. La cuerdano se extrañaba, algo de sonidosiempre sale cuando se quiereacompañar una caminata.

Un bocadito en El BocaditoAntes de llegar a la casa del Necopasamos a un comedor que ofre-cía sus productos en la calle. Elcomedor El Bocadito es el prefe-rido por el Neco en cuanto a hot-dogs se refiere. Dos por cabezapidieron los músicos y yo uno (es-taba a tres días días de fin demes, ustedes saben, la recesión y

todo eso). Caminamos y caminamos, pasamos un partido defutbol frente a la estación de bomberos de la zona 3, las mi-radas seguían. Ya en nuestro destino, la entrevista inició ylancé mis preguntas. Pero más que la entrevista, lo intere-sante de la noche fue la casa del Neco. Pareciera como si letuviera cierto pavor a la iluminación eléctrica, ya que toda laestancia se ilumina con velas, solamente dos aparatos eléc-tricos hacían uso de la corriente: una lámpara a lo lejos y lagrabadora que repetía canciones de Spinetta. Motivos ma-yas en papel, una panorámica de Tikal realizada a mano, va-rios santos de madera, tzutes y tapetes de varios lugares delpaís, completaban la estancia. Ya en el corredor, comimos ala sombra de la noche: Germánico contestaba y el Neco can-taba, y todos masticábamos pan y tomábamos cola. Ni mo-do, los chavos se desatirculan por razones profesionales:Neco continuará sus estudios de Arqueología en Australia,Germánico piensa graduarse de economista, Alexis viajará aestudiar arte a Argentina y Mario se casa. 9 años de músicaque se agradecen.

Habitan ahí el Plástico Pesado yQuetzalumán, la Medalla inolvi-dable del SOS, el Son-rock delCuerpo y Alma, los covers delApple Pie, Caballo Loco, Pastelde Fresa (fresa), Santa Fe, Mó-dulo 5, Siglo XX y grupos capa-ces de amontonar a la mara al-rededor de sus ojeras. Ataúd

Eléctrico y La Cuarta, por ejemplo,hicieron happenings en garajes yaserraderos abandonados.Luego, el terrorismo de Estado. Yentre los pliegues de la clase media,una sensibilidad rockera que omitióla historia y la advertencia de unaaldea encendida en llanto: Alux Na-hual nace con una renuncia trágica

y una falsa conferencia de prensa encimade sus caderas. Su aporte es decisivo, y hay2 o 3 piezas, gestos y apellidos suyos que nose arrugan y acompañan en el tiempo a Ser-piente Visión y Xzot.Al final de los 80 cabía desvestirse, volver aempezar. Ignorar a Talking Heads o NevilleBrothers para embriagarse con Bono: U2para el Tercer mundo. A Bohemia Suburbanale toma trabajo abandonar la Zona Viva,pero valió la pena. Entre tanto, La Tona fra-gua su encuentro con la historia (la delpaís, la del rock latinoamericano) sin caeren la trampa de MTV (Fuck tu fórmula, pen-dejos... ¿recuerdan?). Hacen rock ingenuo ysincero, moshan con afecto, echan raíces. Los Cafés, Pie de Lana, la Casa Bizarra, elarte urbano... De pronto el rock anima a laciudad y combate a la intolerancia en laConcha Acústica. Mientras Fábulas Aticasdice adiós, Fernando Varela y los trasheroscavan nuevos subterráneos. En los noventa,las Rocas Vivas acuden al teatro, se produ-cen Milagros a domicilio y un homenaje aRony de León. También el Gigio se muere ysu colega Carlos Cush prefiere salir de viaje.La Caye toca en la calle, Domestic Foolcanta por la radio e Isabel Ruano se buscaen la dulzura. Cuando el rock y la canción sereencuentran en las cuerdas de Juan CarlosGómez, Josué Eleazar, Fernando López y Ar-mando Pineda, La Tona hunde sin misericor-dia sus manos en las entrañas de la vida yla posguerra.Hoy que el rock nacional carga con nuevasheridas (la pérdida de Andrade es una deellas), el Neco, Germánico, Alexis y Mario sedespiden del escenario, para permanecercomo gesto irrenunciable de la memoria.¡Que viva La Tona!

Los Picapiedra y LosJets anunciaron losaños 60. Luego, en los70, se fundaron peca-dos cuyas culpasaguardan en el olvidola reverencia que pre-cede a la concienciahistórica.

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