la tensión de clase en la hora de la estrella o el derecho a grito.docx

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La tensión de clase en La Hora de la estrella o el derecho a grito Una de las dedicatorias del “autor” es a su pobreza, a su antigua pobreza, dice, cuando todo era más digno y él aún no había comido langosta. La autora del texto configura una marcada tensión de clases a lo largo del relato, la tensión se da entre el narrador y la muchacha nordestina, entre el narrador y el lector, a través de la interpelación constante a los privilegios de los que goza quien lee, porque de lo contrario no estaría leyendo el relato. Pero también hay una tensión constante entre la nordestina y el lector, pues, como poide el narrador, a través del relato se exige un reconocimiento del otro, un reconocimiento en el otro, de la existencia de otro. El narrador: “La muchacha es una verdad de la que yo no quería saber” Ricardo es quien va configurando el relato y a la vez quien va configurando esto que aquí he denominado tensión de clase. A través de ironías, interpelaciones directas y, sobre todo, un constante ponerse en el lugar de la nordestina, incluso dice que para escribirla tendría que dejarse la barba larga y no comer, como para sentir un poco el ser que representa la muchacha. También parece que a ratos padece demasiado el relato y se pregunta constantemente por lo que podría hacer por ella, se culpa por no hacer o se lava las culpa diciendo que no puede hacer nada. Él mismo cuestiona su posición de clase, al reconocer sus privilegios, pues mientras escribe goza de ciertas comodidades en contraste con la miseria de la nordestina. Yo creo que configura también la posición del intelectual, que Beatriz Sarló y Carlos Altamirano definen como un estrato social, como un estrato que se ubica entre la burguesía y el pueblo y que puede servir a uno u a otro. Lo ubico así sobre todo en los momentos en que cuestiona su práctica, su escritura, su poder hacer algo más, que escribir un relato sobre la chica pobre o la pobre chica. Pero también cuando se ubica fuera de las clases sociales, escribe: “Soy un hombre con más dinero que quienes pasan hambre, cosa que de alguna manera

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La tensin de clase en La Hora de la estrella o el derecho a gritoUna de las dedicatorias del autor es a su pobreza, a su antigua pobreza, dice, cuando todo era ms digno y l an no haba comido langosta. La autora del texto configura una marcada tensin de clases a lo largo del relato, la tensin se da entre el narrador y la muchacha nordestina, entre el narrador y el lector, a travs de la interpelacin constante a los privilegios de los que goza quien lee, porque de lo contrario no estara leyendo el relato. Pero tambin hay una tensin constante entre la nordestina y el lector, pues, como poide el narrador, a travs del relato se exige un reconocimiento del otro, un reconocimiento en el otro, de la existencia de otro. El narrador: La muchacha es una verdad de la que yo no quera saberRicardo es quien va configurando el relato y a la vez quien va configurando esto que aqu he denominado tensin de clase. A travs de ironas, interpelaciones directas y, sobre todo, un constante ponerse en el lugar de la nordestina, incluso dice que para escribirla tendra que dejarse la barba larga y no comer, como para sentir un poco el ser que representa la muchacha. Tambin parece que a ratos padece demasiado el relato y se pregunta constantemente por lo que podra hacer por ella, se culpa por no hacer o se lava las culpa diciendo que no puede hacer nada. l mismo cuestiona su posicin de clase, al reconocer sus privilegios, pues mientras escribe goza de ciertas comodidades en contraste con la miseria de la nordestina. Yo creo que configura tambin la posicin del intelectual, que Beatriz Sarl y Carlos Altamirano definen como un estrato social, como un estrato que se ubica entre la burguesa y el pueblo y que puede servir a uno u a otro. Lo ubico as sobre todo en los momentos en que cuestiona su prctica, su escritura, su poder hacer algo ms, que escribir un relato sobre la chica pobre o la pobre chica. Pero tambin cuando se ubica fuera de las clases sociales, escribe: Soy un hombre con ms dinero que quienes pasan hambre, cosa que de alguna manera hace de m una persona deshonesta () S, no tengo clase social, marginal como soy. La clase alta me tiene por un monstruo extravagante, la media me ve con la desconfianza de que pueda desequilibrarla, la clase baja nunca se me acerca. Para m, esta imagen es una referencia al papel ambivalente en ocasiones del intelectual, del artista, de escritor con respecto a su posicin frente a la palabra, frente a su contexto social. El narrador parece cuestionarse todo el tiempo, como si el relato que va escribiendo lo pusiera en crisis, y el tuviera que irse definiendo. Un relato sobre una muchacha pobre patrocinado por cocacola. Como Juanito Lagunas. Pero por qu me siento culpable? Y procuro aliviarme el peso de no haber hecho nada concreto en beneficio de la muchacha. En constante tensin, el propio relato pone en tensin al narrador, quien se cuestiona su hacer y su ser a partir de Macabea, quien alude a que la realidad se le presenta como irremediable y desbordante. Incluso en una de las imgenes buscas aliviar lo que la chica le provoca, queriendo a su perro. Una de las caractersticas que distinguen a la muchacha, quien represente a cualquiera de las muchachas de su misma clase social, es la aceptacin de su destino. A lo largo del texto son recurrentes las alusiones al aceptar el orden de las cosas porque son as, a aceptar que su condicin no puede cambiar, dice el narrador: Nunca se quejaba de nada, saba que las cosas son como son. Ya el narrador desde los inicios la introduce como alguien que no tiene, como caf fro, como insignificante, enferma, como alguien que siente que ocupa un lugar, que se siente culpable por ocupar un lugar en la existencia. Aunque no se muere de hambre, porque hay gente, dice el narrador, que tiene ms hambre que ella. Una subclase. Quiso ms, porque es una gran verdad que cuando se da la mano, esa gentuza quiere todo el resto, el pobretn suea con hambre de todo. A ver si hay alguien con menos derecho, no es as?. Sin derecho al arcoris. Est marcada la cuestin de esta ficcin del destino manifiesto, del orden inamovible de las cosas: pasaba el resto del da representando con obediencia el papel de ser. Esa muchacha que incluso tiene que inventarse una infancia feliz. Quien sonre en la calle, pero nadie mira, nadie la ve, porque en una ciudad como aquella, las muchachas como ella no existen. Creo que se consideraba sin derecho, ella era un azar. Un feto abandonado en el cubo de la basura, en vuelto en un peridico. Hay millares como ella? S, y que apenas son un azar. Esta ignorancia, esta no conciencia de s es caracterstica de Macabea y es en parte lo que la sostiene, el pensar que las cosas tena que ser as, porque la vida es as. Dice el narrador que no se daba cuenta de que en una sociedad como la nuestra ella representaba un tornillo prescindible (Como todos). No tena conciencia de s o la conciencia que tena es que no era nadie y no tena derecho a nada. Con tan slo la descripcin de su fsico podemos inferir la vida que llevaba, una descripcin que la muestra todo el tiempo enferma, cuerpo enfermo, piel enferma, por la falta de alimento. La tensin de clase se revela an ms fuerte cuando entra en escena con los otros personajes, Gloria, quien la invita a su casa, le da galletas y el Mdico, quien en un acto de crueldad le recomienda comer spaguetti, algo que Macabea ni siquiera conoca. El doctor quien tiene conciencia de que la condicin de la nordestina, su salud deteriorada, se debe a la falta de nutricin.Una de las caractersticas esenciales de la muchacha es un no saber, su no conciencia de clase, precisamente, su no saber que las cosas pueden ser distintas. Ella es, hasta cierto punto feliz y tranquilo, en su ignorancia. La ltima estampa me recuerda una discusin que tuvimos en alguna clase sobre el mito de Ssifo, el hombre condenado a subir una roca, luego soltarla, dejarla caer y volver abajo por ella y empezar su jornada, cumplir con su destino. Como el trabajador y la trabajadora en el sistema capitalista, que tiene que levantarse todos los das, cumplir con la jornada de trabajo, hacer lo mismo una y otra vez, cumplir con su destino, llevar la roca a la cima y luego dejarla caer. Pero hay un punto cumbre en la historia de Ssifo, el momento de suspensin de la jornada, cuando la roca va cayendo y el baja, ese breve momento le permite pensar y tomar conciencia de s, de lo que est haciendo, en ese momento se reconoce infeliz. Algo de aquel mito me record la escena final de La Hora de la estrella, el momento cumbre de la tragedia de la nordestina, quien durante todo el relato baso su existencia en el aceptar que las cosas son as, que no hay ms. Asumirse como insignificante, agachar la cabeza, aceptar que su novio se vaya, que su patrn la despida, aceptar su destino. Pero cuando Madama Carlota le construye un destino distinto, le dice lo que tendr, los abrigos de piel, el coche, el amor, ella entrev otra realidad. Y al salir, en el momento de suspensin, cuando ella deja de llevar la roca, entonces toma conciencia de su condicin, de su miseria y llora, justo antes de morir, toma conciencia de s, de que su destino podra ser distinto, luego muere y esa es quiz, la verdadera tragedia. Ya haba anticipado la autora, en la hora de la muerte uno se vuelve una brillante estrella de cine.