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LA TELEBASURA
Por Cayo Mori Encinas
La televisión basura en el Perú, en realidad, no es tan joven como podríacreerse; ya tuvo su nacimiento exitoso, su infancia feliz, su adolescencia
tempestuosa y hasta su juventud prolífica con Augusto Ferrando, sí, el finado de la
"sabia" sentencia: ¡Eso es lo que le gusta a la gente!
¿Y qué era lo que según don Ferrando le “gustaba” a la gente?
Pues la basura mediática que contenía su Trampolín a la Fama; un cóctel
corrosivo con, prácticamente, los mismos ingredientes de los que ahora estánformados los talk show, los magazines del chisme, los vacuos realitys
tercermundistas, los programas “cómicos” en los que medra el más pésimo de los
gustos, en fin.
Claro que don Ferrando era más burdo, más directo, más chusco, y
humillaba al pobre Tribilín sin administrarle ni una sola micra cúbica de anestesia,
y a Carbajal, y a la Gringa Inga, y a doña Violeta Ferreyros. Y nunca dejó de
humillar a la pobre gente que tenía que hacer el ridículo para llevarse algo de esa
pulpería (el adjetivo se lo puso alguna vez, certeramente, doña Martha
Hildebrandt) llamada Trampolín a la Fama.
Y cuando alcanzó la mayoría de edad, la telebasura llegó al paroxismo con
las lamidas de axila y el cloacal y estrepitoso verbo de la abogada de los pobres ,
con las naderías del “Aló Gisela ”, con el grotesco transformismo de los
Chibolines y las Cholas Chabucas … ¡porque eso es lo que le gusta a la
gente! (Ferrando dixit).
Ahora, ya madura y refinada, la telebasura se ocupa de las “causas sociales”. Y
entonces, es hora de las “Vidas Extremas ”, es decir, del patético jugar a ser
pobre por un día , o una semana, o quince días , que para el caso es lo mismo,
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como si la pobreza fuera un destino turístico que hay que visitar de vez en cuando
-claro que, en estas circunstancias, con una buena recompensa de por medio-
para aliviarse del estrés que causa la abundancia; casi casi como cuando la gente
va al campo por unos días, o una horas, huyendo del tráfago de la ciudad, aunque
en este caso cada quien gasta de la suya y la única recompensa es el alivio
emocional obtenido. Y también es la hora de los “Grandes Shows”, en donde
bataclanes y bataclanas se revuelven y se retuercen entre ellos y con algunos que
no lo son, o no lo son tanto, para hacer cumplir: en primer lugar, la meta de los
magnates de la TV, esto es, ver el diario y desproporcionado incremento de sus
ganancias; en segunda instancia, el sueño dorado de la señito de ver infladas sus
cuentas bancarias y su astronómico ego; y, en última instancia, los deseos de
“soñadores” y “soñadoras” que por necesidad, o por otras causas, no dudan en
renunciar a su dignidad e invocar la caridad pública como medio de supervivencia,
lanzándose a los brazos de un sueño que más parece una pesadilla por el tiempo
que demora en concretarse, si es que se concreta, claro.
Pero como toda realidad adulta, junto a su faceta discreta y refinada, la telebasura
exhibe su lado más grotesco, su segmento especializado en la chacota y el
chisme, en la que Magaly no tiene competencia; y eso que la Medina, antes de
entrar a la televisión despotricaba contra el programa de Augusto Ferrando,
porque decía que era chabacano, de mal gusto, y que le bajaba el "nivel" a la
teleaudiencia. ¡Las vueltas que da la vida!
¿Qué la Telebasura no sirve para nada?
¡Cómo que no!
Claro que sirve como elemento de análisis de la realidad cultural de nuestro país,
claro que nos ayuda a entender porqué las conversaciones de los jóvenes son tan
vacías de contenido como quizás no lo fueron a lo largo de toda la historia de la
humanidad.
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Sólo viendo la telebasura puede uno acercarse a la explicación del por qué no
queda espacio para la cultura en el cerebro de una inmensa mayoría de
televidentes.
Y vaya que la telebasura estará ya madurita, pero aún no tiene esperanza de
muerte.