la subversión del sujeto

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Jacques Lacan: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” Notas para el comentario del texto realizado en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona el 22 de noviembre de 2003. 1. En esta breve aportación a la lectura del escrito de Jacques Lacan “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” 1 que he preparado para hoy, he seguido el hilo de la orientación lacaniana tal como la elabora Jacques-Alain Miller 2 . La ubicación del texto tiene toda su importancia y los “Los seis paradigmas del goce” 3 nos permitirán hacerlo de manera efectiva. Ese texto es una herramienta imprescindible para leer Lacan. Allí Miller ubica el “Paradigma 1: la imaginarización del goce”; el “Paradigma 2: la significantización del goce” y el “Paradigma 3: el goce imposible”, en el que se hallan ubicados la “Observación sobre el Informe de Daniel Lagache”, el Seminario VII y Subversión del sujeto” entre otros. ¿Por qué el goce como imposible? Porque en ese momento el goce es definido como real, como fuera de lo simbólico. El Seminario VII testimonia de ese corte en la enseñanza de Lacan. Consecuente con esta definición el goce se alcanza por transgresión y se halla en primer plano la defensa en relación con el síntoma. Miller señala que este tercer paradigma no está vinculado a la tachadura significante sino al modelo de la vasija que Lacan toma de Heidegger. Es un objeto en más que viene al mundo e introduce un menos que puede ser llenado. Es a partir de aquí que Lacan hará equivaler la Cosa al vacío que introduce la castración, vacío de borramiento de goce que es equivalente al sujeto tachado y podrá ser llenado con un suplemento que no complementa. Es la vía del objeto que aparece en primer plano y -si bien se trata aquí del objeto del deseo y no del objeto causa-, abre la vía para ulteriores desarrollos. En el Seminario VII 4 las barreras que impiden el acceso al goce son la del bien y lo bello, barreras culturales que están en resonancia con el “Malestar en la Cultura” 5 y la defensa que es anterior a las condiciones de la represión. En “Subversión del sujeto …” se trata de otras barreras, la del lenguaje dado que el goce está prohibido a quien habla y no puede decirse sino entre líneas lo que remite a la metonimia del objeto y a la marca del sacrificio operado que reenvía al falo 6 . Se configura así un imposible para la palabra. El sujeto definido como discontinuidad aproxima ya este imposible 7 . 2. Lacan trata de pensar el psicoanálisis a partir de la pulsión de muerte. En su retorno a Freud Lacan toma, a diferencia de los postfreudianos, la pulsión de muerte pero la hace equivaler al orden simbólico. De ello se derivarán los efectos de borramiento de goce, de mortificación. Es verdad que ya Freud, en el “Malestar en la Cultura”, había presentado la génesis del súper yo a partir de la pulsión de muerte. La función del super yó limita la pulsión por lo cual la pulsión de muerte aparece al servicio de la cultura. Lo que aparece como medio cultural para apaciguar la pulsión de muerte y permitir la vida en sociedad es la misma pulsión de muerte. Hay así un avatar de la pulsión de muerte que es el súper yo. Lacan toma la relación de la pulsión de muerte con la cultura y hace la translación al orden simbólico haciendo una equivalencia entre ambos lo que implica un intento de reducción del goce al significante.

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Page 1: La Subversión Del Sujeto

Jacques Lacan: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”

Notas para el comentario del texto realizado en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona el 22 de noviembre de 2003.

1. En esta breve aportación a la lectura del escrito de Jacques Lacan “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”1 que he preparado para hoy, he seguido el hilo de la orientación lacaniana tal como la elabora Jacques-Alain Miller2 .

La ubicación del texto tiene toda su importancia y los “Los seis paradigmas del goce”3 nos permitirán hacerlo de manera efectiva. Ese texto es una herramienta imprescindible para leer Lacan. Allí Miller ubica el “Paradigma 1: la imaginarización del goce”; el “Paradigma 2: la significantización del goce” y el “Paradigma 3: el goce imposible”, en el que se hallan ubicados la “Observación sobre el Informe de Daniel Lagache”, el Seminario VII y “Subversión del sujeto” entre otros.

¿Por qué el goce como imposible? Porque en ese momento el goce es definido como real, como fuera de lo simbólico. El Seminario VII testimonia de ese corte en la enseñanza de Lacan. Consecuente con esta definición el goce se alcanza por transgresión y se halla en primer plano la defensa en relación con el síntoma.

Miller señala que este tercer paradigma no está vinculado a la tachadura significante sino al modelo de la vasija que Lacan toma de Heidegger. Es un objeto en más que viene al mundo e introduce un menos que puede ser llenado.

Es a partir de aquí que Lacan hará equivaler la Cosa al vacío que introduce la castración, vacío de borramiento de goce que es equivalente al sujeto tachado y podrá ser llenado con un suplemento que no complementa. Es la vía del objeto que aparece en primer plano y -si bien se trata aquí del objeto del deseo y no del objeto causa-, abre la vía para ulteriores desarrollos.

En el Seminario VII4 las barreras que impiden el acceso al goce son la del bien y lo bello, barreras culturales que están en resonancia con el “Malestar en la Cultura”5 y la defensa que es anterior a las condiciones de la represión. En “Subversión del sujeto …” se trata de otras barreras, la del lenguaje dado que el goce está prohibido a quien habla y no puede decirse sino entre líneas lo que remite a la metonimia del objeto y a la marca del sacrificio operado que reenvía al falo6 . Se configura así un imposible para la palabra. El sujeto definido como discontinuidad aproxima ya este imposible7.

2. Lacan trata de pensar el psicoanálisis a partir de la pulsión de muerte. En su retorno a Freud Lacan toma, a diferencia de los postfreudianos, la pulsión de muerte pero la hace equivaler al orden simbólico. De ello se derivarán los efectos de borramiento de goce, de mortificación.

Es verdad que ya Freud, en el “Malestar en la Cultura”, había presentado la génesis del súper yo a partir de la pulsión de muerte. La función del super yó limita la pulsión por lo cual la pulsión de muerte aparece al servicio de la cultura. Lo que aparece como medio cultural para apaciguar la pulsión de muerte y permitir la vida en sociedad es la misma pulsión de muerte. Hay así un avatar de la pulsión de muerte que es el súper yo.

Lacan toma la relación de la pulsión de muerte con la cultura y hace la translación al orden simbólico haciendo una equivalencia entre ambos lo que implica un intento de reducción del goce al significante.

En este sentido Subversión del Sujeto es la última tentativa de Lacan para tratar de formular el goce en términos de significante y significado. S<> D es el momento capital de la significantización del goce ya que Lacan inscribe en la demanda del Otro la fórmula de la pulsión, es decir, da el matema de su trascripción en términos simbólicos8. La pulsión aparece así como una cadena significante paralela. Se puede decir que “habla” con otros significantes diferentes del lenguaje articulado. De allí que Lacan escriba que está tanto más lejos de hablar cuanto más habla. La gramática pulsional es lo que se halla en juego.

Como ya he señalado el goce prohibido lo es, en este texto, por limitaciones estructurales y esto hace caer el Edipo y formular no hay Otro del Otro. El intento de transcribir la libido freudiana en deseo encuentra su límite porque el deseo es por definición un deseo muerto, de allí que queda el goce. Es la pregunta que queda abierta: “¿Pero de dónde proviene ese ser que aparece como faltando en el mar de los nombres propios?” Se trata de lo que no se agota en el cogito.

3. En “Función y Campo…” Lacan habla del inconsciente como el capítulo censurado y de la palabra plena como correlativa a una reestructuración del sujeto, de allí que se hable de resubjetivización. Este inconsciente aparece así como el lugar de lo que no es integrado en un nuevo sentido por lo que rompería con la continuidad del sentido.

Como señala Miller la palabra clave del Informe de Roma es la continuidad ya que el inconsciente como capítulo censurado aparece como la parte que falta para que el sujeto pueda restablecer la continuidad de su discurso consciente. La discontinuidad del sentido aparece en primer plano y la cura, a través de las palabras, opera como restitución de la continuidad.

Page 2: La Subversión Del Sujeto

En este momento el de sujeto la palabra es un operador de la continuidad del sentido por la vía de la interlocución. Será necesario un cambio para que Lacan defina al m sujeto ismo como discontinuidad. En el texto que nos ocupa ese cambio ya se ha realizado.

Hay que recordar el estructuralismo de Lacan tiene un rasgo propio y es la inclusión del sujeto en la hipótesis estructural. Por eso da lugar a la pregunta princeps que hemos visto ¿Qué clase de sujeto podemos concebir a la estructura del lenguaje una vez reconocida en el inconsciente?. Esta frase marca la diferencia entre el sujeto de la palabra y la nueva definición que identifica al sujeto con la discontinuidad significante. Este sujeto será efecto de la emergencia significante de allí que Lacan le da el lugar de significado.

Se abre así la distancia entre el sujeto de la palabra y el sujeto del inconsciente. Cuando Lacan define el sujeto como discontinuidad aparece la pregunta ¿Quién habla? Y ya no se puede responde Je cuando se trata del sujeto del inconsciente porque, como señala Lacan, ese sujeto no sabe lo que dice ni tampoco que habla. Esto introduce una hiancia entre el sujeto que habla como Je y el sujeto del inconsciente.

¿Qué anima al sujeto así definido? Lo que la experiencia analítica enseña es que ese sujeto mortificado se anima por el objeto. Es a partir de este momento, y no antes con las leyes de la palabra, que puede formularse la pregunta ¿Qué soy? Porque soy al lugar del goce y este es el punto de Subversión del sujeto que prepara el lugar para la teoría del objeto a. Efectivamente más adelante aparecerá de otra manera la equivalencia entre el sujeto y el goce y llevará a Lacan a hablar de parletre, que incluye sujeto más el cuerpo como condición del goce.

4. Lacan señala el carácter decisivo de la referencia a la máquina para fundar su biología. Lo que implica un rechazo de la armonía de lo orgánico con el medio sino que toma la fragmentación como inicial9 . Es efecto del significante que no exista un todo armónico: hay elementos que pueden organizarse en combinatorias.

En el Seminario VII, texto contemporáneo al que nos ocupa, hay una explicación de la función de la muerte en la vida, una muerte que no se refiere del todo a la biología sino al significante. Introduce allí la idea de una doble muerte: natural y producida por el significante.

Esto indica que la muerte no es el complemento de la vida. Se trata de la relación de la muerte en tanto que nosotros tenemos relación a la muerte en la vida y eso no puede ser otra cosa que una muerte significante. La pregunta de la Ética es cómo un cuerpo vivo puede acceder a su propia relación con la muerte. Esto hace equivaler la pulsión de muerte con la relación subjetiva a la muerte. De ello se deduce que la muerte anticipada es equivalente a una desaparición significante, al S barrado, al sujeto en tanto significante en menos.

La segunda muerte de la que habla Lacan, la verdadera muerte, es el sujeto sustraído a la cadena significante, es la falta en ser. De hecho esto implica una segunda vida, podemos decir una vida significante.

Como ha señalado Miller hay así dos caras del sujeto, su cara desaparición que se identifica con la segunda muerte y el S1 que es el significante del sujeto de la segunda muerte. De un lado hay entonces la falta en ser, del otro el S1 que es lo inanimado de la petrificación significante. Si se representa la cadena como una sucesión de elementos significantes el intervalo es representado por el sujeto. Este rasgo de corte lo encontramos también en el objeto dado que no existe el objeto total cuerpo, hay la imagen especular y el objeto parcial no especularizable.

Lacan intenta con el grafo estructurar la pulsión como una demanda sin sujeto, con un sujeto eclipsado. El grafo será así una deducción que parte del inconsciente como cadena significante que repite y la pulsión como una forma límite de la demanda. Es una demanda en la que el sujeto desaparece y donde la demanda desaparece también para dejar sólo el corte dignificante equivalente al borde de la zona erógena. Por esto al sujeto del inconsciente no se le puede designar a nivel del enunciado. Lacan lo designa a partir de una ubicación orgánica:

“De donde el concepto de la pulsión donde se le designa por una ubicación orgánica, oral, anal, etc., que satisface esa exigencia de estar tanto más lejos del hablar cuanto más habla.”10

Para Lacan no se trata así de las posibles aportaciones del psicoanálisis a la fisiología dado que el psicoanálisis implica lo real del cuerpo y de lo imaginario de su esquema mental. Por eso podemos retomar lo dicho anteriormente sobre el goce fálico en tanto predestinado a dar cuerpo al goce. La marca de la prohibición del goce es el falo que dará cuerpo al goce en la dialéctica del deseo11 .

El estadio del espejo hace creer que la pulsión está ligada a la imagen. En el texto que trabajamos la pulsión está definida como la enunciación inconsciente, muda. Sin duda que esta conclusión es provisoria para Lacan y por ello dejará la definición de la pulsión como demanda para extraer el goce:

“Una vez aparejada la pulsión, la pulsión en el esquema de la comunicación, satisface tan poco las exigencias de dar cuenta de lo que se trata que es necesario ahí ya la extracción del concepto de goce. Y Lacan hace un añadido concerniente al goce en tanto tal, el goce en tanto que totalmente diferente de esto de lo que se trata en este concepto de pulsión. No habla más del goce como un mensaje que tiene su tesoro de los significantes, su punto de capitón, etc. Se tiene un desarrollo del goce como tal. Ciertamente, es arreglado conectándolo especialmente sobre este S(A)[A barrado], este punto de almohadillado.”12

Page 3: La Subversión Del Sujeto

Hebe Tizio

Notas:

1. Miller,J. “La pulsión es palabra” Op,cit. p.45: Miller se interroga sobre qué es el goce en este escrito y dice “Se encuentra allí una reflexión sobre el goce centrada en el falo, y como un esbozo del concepto de goce fálico, ciertamente embrollado porque se trata todavía del falo como significante, pero se ve desarrollarse, como al lado –con esfuerzos particularmente astutos para articular los dos-, una reflexión sobre el goce fálico como tal, en tanto predestinado a dar cuerpo al goce. Esta frase anuncia ya la noción de que el modelo del goce, es el goce fálico. Y eso retoma elementos de salida en los Seminarios. ”

2. Lacan,J. “Subversión del sujeto” Op. cit.p. 781: “Este corte de la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real”.

3. Miller,J-A. « La pulsión es palabra » Op.cit. 49: “Todas estas las últimas páginas de Subversión del sujeto están ya fundadas sobre una dialéctica entre el goce fálico y el goce del Otro, por el sesgo de la castración. Estamos aquí con ciertos límites porque lo que se nos presenta, en efecto, es la figura de otro especialmente presente, pesado, cuyas intenciones, de todas maneras, no son buenas. Por cualquier sesgo que cojamos este esquema, la ley del deseo pasa por una renuncia, un desgarramiento, un sacrificio, al cual se puede consentir alegremente, o al que se puede renunciar, pero que erige la imagen de otro especialmente horrible, exigente, incluso cruel.Esta figura está totalmente ausente del seminario Aún. Deja de existir la cuestión de esta patología, de este romanticismo del Otro que, allá, se despliega, para articular el goce fálico y el goce del Otro. ”

En « Subversión del sujeto y dialéctica del deseo», en una de sus escasas referencias a este tema, Lacan señala el valor de interpretación que puede llegar a tener «una vacilación calculada de la neutralidad del analista». Precisa que tal vacilación puede valer para un sujeto histérico «mas que todas las interpretaciones» (3).

Tenemos derecho a inferir que con esta afirmación Lacan confronta «la vacilación de la neutralidad del analista» como interpretación frente al conjunto «todas las interpretaciones». La «vacilación de la neutralidad» sería como interpretación de un orden distinto del resto de las interpretaciones.

¿A cuales interpretaciones se refiere Lacan en « Subversión del sujeto »? No sería aventurado decir que se está refiriendo a las interpretaciones que tradicionalmente han regido en el psicoanálisis: la interpretación que otorga sentido, la interpretación que opera desde el lugar del sujeto supuesto saber, es decir desde la consistencia de un Otro del saber. Por su parte la vacilación de la neutralidad como interpretación se sostiene en el desfallecimiento, en la inconsistencia del Otro. Opera en tanto interpretación en la cura desde la falla del Otro encarnado en el analista. Se trata de una interpretación que funciona no desde el saber del Otro sino desde su falla: S(A/), escritura también planteada por Lacan para el deseo del analista. Y es que si la interpretación-sentido es ejercida desde la posición del saber supuesto del analista, la interpretación que apunta al goce del sin sentido se sostiene en el deseo del analista, tal como señala Lacan cuando precisa que la «vacilación calculada» no constituye un consejo técnico sino « un punto abierto sobre la cuestión del deseo del analista», agregando que su observación tenía destinatario: aquellos psicoanalistas que de otro modo no podían tener idea sobre el deseo del analista (4).

En un sentido estricto o restricto, el deseo del analista no participa en el tratamiento analítico desde una posición de neutralidad, conlleva riesgos y por ello su presencia en la vacilación de la neutralidad amerita de un calculo. Lacan plantea en « Subversión » que la vacilación calculada de la neutralidad del analista puede traer consigo riesgos: el «enloquecimiento» del analizante y la ruptura del lazo analítico (5).

La función del deseo del analista expone la inconsistencia del Otro, frente a la cual viene a situarse la consistencia lógica del objeto (a), consistencia que toma su valor de goce de la inconsistencia o de la falta de goce del Otro. Un «enloquecimiento» puede resultar en la medida en que el sujeto pueda aspirar a constituirse en la consistencia lógica, en el objeto de goce que venga a darle consistencia al Otro, condición siempre exigida al analista, no solo en el campo del saber sino también en el del goce. De aquí que Jacques-Alain Miller considere que el analista no es solamente un sujeto supuesto saber sino también un sujeto supuesto gozar (6). El «enloquecimiento» podría sobrevenir en el momento en que el sujeto, cual Schreber, pase a considerar que el analista goza de él, erigiéndose en objeto de goce que da consistencia al Otro del analista.

En razón de que la maniobra del analista podría acarrear la ruptura, la resolución de la relación analítica, se impone la necesidad del calculo de la vacilación de la neutralidad, de tal manera que si bien el analista pueda correr el riesgo de provocar «enloquecimiento», este no llegue a producir la ruptura del lazo transferencial. En el fondo la llamada «vacilación calculada» remite a la noción del orden táctico de toda interpretación, respondiendo a un calculo, no solo de la estructura en juego sino también de la coyuntura por la que atraviesa en un momento dado la cura analítica. En un excelente libro del agudo pensador argentino Eduardo Rinesi «Política y tragedia» queda establecido que la virtu de todo príncipe según Maquiavelo queda reducida a la prudencia. Esta virtu, obrando a través de la prudencia, la podemos hacer análoga a la interpretación psicoanalítica: «debe ejercerse siempre en una cierta situación de hecho, en una cierta coyuntura» (7). Y es que la interpretación no responde al registro de la intuición o de la inspiración, el énfasis puesto sobre el calculo de la vacilación de la neutralidad subraya lo que el calculo de la interpretación debe a lo aleatorio y al encuentro,

Page 4: La Subversión Del Sujeto

lo que muchas veces constituye una sorpresa para el mismo analista, tal como leemos en la presentación de la publicación de una serie de conferencias recogidas con el titulo «El calculo de la interpretación», serie auspiciada por el Institut de la Recherche del Matheme Analytique, IRMA (8).

En un texto preparatorio a estas Jornadas de la EOL Graciela Brodsky nos recuerda el origen etimológico de la palabra neutralidad: ni lo uno ni lo otro. La posición del analista en la dirección de la cura estaría marcada al contrario por un ir mas allá de la neutralidad habitualmente exigida, por un «tomar partido. La vacilación de la neutralidad implica efectivamente un dejar de estar en una posición imparcial frente a la consistencia suministrada por el analizante al Otro del analista en función del sujeto supuesto al saber.

La interpretación analítica que apunta a tocar lo real del goce, haciendo el esfuerzo de ir mas allá del inconsciente no guarda ninguna relación con la neutralidad analítica.

En la medida en que puede dejar al descubierto el desfallecimiento de la neutralidad del Otro del saber, medio de goce, la interpretación analítica evita que la transferencia se eternice, tal como nos plantea Jacques-Alain Miller en su curso «Extimidad» y que nos recuerda Samuel Basz en su articulo «El lugar del analista: ¿una innovación ética? (9). En el capitulo IX del Seminario «Aun» Lacan afirma que el inconsciente no es lo que el ser piensa sino que es goce: el ser, hablando, «goza» (10). De allí la consideración de la interpretación como un corte a la intención de significación apunta al goce, a introducir un limite al goce. Para ejercer este tipo de interpretación el analista no puede permanecer neutro, el acto del analista descarta toda neutralidad en lo referente al goce: es necesario que el analista vaya por él, que toque con su interpretación la sustancia de goce.

La interpretación que versa sobre la verdad reprimida u oculta del inconsciente, en la medida en que se apoya en la suposición de saber de un Otro consistente, se presenta como correlato de una posición de neutralidad del analista. Pero la interpretación que tiene por objetivo al goce exige del analista operar desde un Otro inconsistente asumiendo una posición que va mas allá de la neutralidad requerida para hacer «consciente lo inconsciente» o para puntuar el discurso del inconsciente del sujeto.

Lacan planteaba en LEtourdit la característica «apofantica» del decir eficaz del análisis, decir que se distingue de la proposición y se renombra tomando prestado el termino de interpretación. Miller en su reciente curso «Un esfuerzo de poesía» (11) señalaba que la interpretación en tanto anula lo falso y se constituye en siempre verdadera, escapa a la proposición aristotélica, no estando sometida por tanto ni a duda ni medida. La interpretación en tanto apofantica estaría mas allá de cualquier consideración de lo verdadero y lo falso, rasgo por el que estaría entonces emparentada con el modo poético de la enunciación, agrega Miller.Considerar la interpretación del lado de la enunciación, o mas bien del decir poético, es situarla mas allá de la verdad, mas allá del inconsciente freudiano, mas allá del saber supuesto del analista, mas allá de toda neutralidad analítica. Es situarla del lado del deseo del analista, es decir del lado de la inconsistencia del Otro.