la santificacion del cristiano

LA SANTIFICACIÓN ¿QUÉ ES?

Tema: La Santificación Del Cristiano

Texto: Romanos 6: 19-23

Introducción:

El apóstol afirma en el verso 19 que así como antes en la vida pasada, cuando dominaba el viejo hombre, servíamos y vivíamos para el pecado; ahora en nuestra nueva vida, la vida en Cristo, presentemos nuestra vida para santificación y servicio a la justicia de Dios que es en Cristo.

Y en el verso 22 el apóstol Pablo plantea un presente diferente para el cristiano, al marcar un contraste entre la vida pasada y la presente (“más ahora” o “pero ahora”). Ahora en Cristo hemos sido libres de la esclavitud del pecado y fuimos hechos esclavos de Dios. Y esto connota dos cosas: Redención y Justificación. La redención que se logró mediante el derramamiento de la sangre de Cristo (Por la cual fuimos rescatados, lavados y comprados). Y la justificación, que es gracias a la resurrección de Cristo, y que es la que hace que seamos aceptados por Dios. Por esto, ahora, además de ser libres del pecado, también estamos al servicio de Dios.

Y ¿Cuál es el resultado o fruto de una vida libre del pecado y al servicio de Dios? El apóstol nos responde en el verso 22: La Santificación.

Oración Transicional: dividiremos nuestro sermón en tres puntos principales: La santificación y sus conexiones; La santificación y nuestra responsabilidad; y La santificación y los medios de gracia.

I. LA SANTIFICACIÓN Y SUS CONEXIONES ¿Qué Es La Santificación?

La santificación (Que proviene de la palabra griega “ jagiasmo s ” ), es la separación de nuestra vida para Dios. Recordando que antes de esta separación, nuestras vidas estaban entregadas en esclavitud al pecado. Y es de esta separación, de la cual resulta una conducta apropiada por parte de aquellos que han sido separados, y esto no es mero moralismo, sino que es ante los ojos de Dios y a la luz de Las Santas Escrituras.

La Santificación Y El Decreto Divino.

La santificación está ligada a la soberanía de Dios, por esto podemos afirmar que la santificación es el estado predeterminado por Dios para los cristianos (Leer Efesios 1: 4). A este estado y por la divina gracia manifestada en Jesucristo, Él Dios y Padre los llama para que comiencen y perseveren en un caminar cristiano genuino. Es por esta razón que los cristianos reciben el nombre de “santos (De la palabra griega “ jagioi ” )”, Leamos 1ª a Corintios 1: 2.

La Santificación Y El Sacrificio De Cristo.

La santificación del creyente que no es lograda por el mismo, sino por Dios, tiene como base el sacrificio de Jesucristo (Efesios 5: 25-26 - Colosenses 1: 21-22 – Hebreos 10: 28-29). En el sacrificio de Cristo hallamos la redención, y en la resurrección hallamos la justificación; y en la justificación hallamos la aceptación de parte de Dios; y en la santificación es donde aquel que ha sido justificado, aprovecha su aceptación por Él Dios y Padre para entrar en la privilegiada e íntima relación con Él. Y recordemos que todo esto es por la fe en Jesucristo (Leer Hechos 26: 18 - 1ª a Corintios 6: 11).

Pastor David Torres Iglesia Bautista Sublime Gracia Página 1


Jesucristo en la cruz obtuvo la victoria sobre el pecado, su esclavitud y todas sus maldiciones. Esto nos indica que el hecho de que nuestro Señor haya lavados nuestros pecados con su sangre, tiene que ver también, con la seguridad de separarnos del amor natural que hay en el hombre hacia los placeres de la carne y los deseos del mundo, es decir el pecado. Con base a ello, Él Dios y Padre nos dio un corazón nuevo y nos hizo ir ante la presencia de Cristo como nuestro redentor y salvador, haciéndonos aptos para el desarrollo de una vida cristiana santa (Juan 6: 44, 65).

La Santificación Y El Santo Dios.

Antes de la crucifixión, Jesucristo resalto mucho que Él no venía a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de Él Dios y Padre que le había enviado (Juan 4: 34; 5: 30; 6: 38-40). Teniendo en cuenta lo anterior y al leer Hebreos 10: 9-10, encontramos que en esa voluntad de Dios, la cual vino a cumplir Cristo, nosotros fuimos y somos santificados. Bien exhorta el apóstol pablo cuando en 1ª a Tesalonicenses 4: 3 afirma que la voluntad de Dios es nuestra santificación.

Al leer 1ª a Corintios 1: 2 “santificados llamados a ser santos”; y 1ª a Tesalonicenses 3: 12-13 “para que sean… irreprensibles en santidad”, logramos comprender que este carácter de una vida en santidad (Que proviene de la palabra griega “ jagiosune ” ), no puede ser transferido o imputado mientras mi vida se sumerge en un quietismo espiritual, y esto es debido a que la vida en santidad, es una posesión individual para cada creyente en Cristo, que será edificada poco a poco, como resultado de la obediencia a la Palabra de Dios y de seguir el ejemplo de Cristo, en el poder del Espíritu Santo (Juan 17:17, 19 – Salmos 17: 4; 119: 9) / (Mateo 11: 29 – Juan 13: 15 – Efesios 4: 20 – Filipenses 2: 5) / (Romanos 8: 13 – Efesios 3: 16).

Dios nos ha santificado porque Él es Santo, y una vez después de habernos santificado, la exigencia de la Palabra de Dios para nosotros, es que seamos santos porque Él nuestro Padre es Santo. Ahora bien, Cristo es nuestra santificación, en Él se logró, en Él es posible, y por lo tanto, los creyentes tenemos que buscarla seria y constantemente:

Hebreos 12: 14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.

La Santificación Como El Reflejo De Nuestra Salvación

Como hemos visto, este es un tema de suma importancia para nuestras almas. Pues según las Escrituras, la santidad en nuestra vida es la manera de demostrar la salvación que Él Eterno Dios nos ha concedido gratuitamente en Jesucristo.

Las Santas Escrituras nos indican claramente que hay cinco cosas principales en el tiempo presente, que una persona experimenta para determinar o demostrar su salvación:

1° Llamamiento eficaz (El llamado interno que Dios mediante Su Espíritu hace a nuestra vida).2° La regeneración (Que es el Nuevo Nacimiento, como resultado del llamado de Dios). 3° La fe y el arrepentimiento (Convicción de pecado y confianza en Él Salvador).4° La justificación (La justicia de Cristo aplicada a nuestra vida, mediante el sacrificio).5° La santificación (La consagración que el Espíritu Santo hace en nosotros).

Estas cinco cosas deben coincidir en cada hijo de Dios; pues cada uno de ellos ha sido llamado directamente por Dios, han nacido de nuevo, han recibido fe y arrepentimiento, han sido justificados y ha sido santificado (y está siendo santificado). Si en una persona que profesa cristianismo falta alguna de estas cosas, podemos decir que no es un verdadero cristiano ante los ojos de Dios, y que por lo tanto no ha recibido la adopción como hijo de Dios, no perseverara en la fe cristiana y no será glorificado en la Segunda venida de Cristo.



II. EL SANTIFICADOR Y NUESTRA RESPONSABILIDAD

Ya logramos observar que la santificación del creyente está asociada con la elección que Él Dios y Padre nos hizo desde la eternidad, pues según Efesios 1: 4, “la santificación es el estado predeterminado por Dios para los cristianos”; pero también, es un acto divino que precede a la aceptación del evangelio por parte del nuevo cristiano. Veamos los siguientes puntos:

Nuestro Santificador: EL ESPÍRITU SANTO.

Para llevar a cabo el cumplimiento de esta gran y beneficiosa responsabilidad, debemos primero reconocer quien es el que santifica. En 1ª a Tesalonicenses 5: 23, el apóstol Pablo dice: “y el Dios de paz, OS SANTIFIQUE por completo…”. Así que según el apóstol, nosotros somos santificados por Él mismo Santo Dios.

Sin embargo, así como Dios mismo siendo Salvador, nos ha dejado a Jesucristo como medio para nuestra Salvación, siendo Jesucristo en esencia divina también nuestro Salvador, de la misma manera nos ha dejado un mediador para nuestra santificación, que es Su Santo Espíritu. Esto hace que el Espíritu Santo en esencia divina, sea también nuestro santificador.

Observemos algunos textos que nos muestran al Espíritu Santo como el agente de nuestra santificación:

Romanos 15: 16 “…santificada por el Espíritu Santo” 2ª a Tesalonicenses 2: 13 “…mediante la santificación por el Espíritu” 1ª de Pedro 1: 2 “…en santificación del Espíritu” 1ª a Corintios 6: 11 “…habéis sido santificados,… por el Espíritu de nuestro Dios”

Al conocer esto, debemos entonces comprender que ser santos por nuestras propias fuerzas o medios, es imposible, por esto debemos acudir con toda necesidad y diligencia ante el Espíritu Santo. Intentar hacerlo de otra manera, seria ahogarnos en el lodo del moralismo, que aunque aparentemente nos hace ver limpios, en realidad nos mantiene en la misma inmundicia del pecado.

Nuestra Responsabilidad: BUSCAR LA SANTIFICACIÓN.

Es totalmente necesario que nos demos cuenta de nuestra total dependencia del Espíritu Santo en el proceso de santificación, pues cuando reconocemos nuestra debilidad carnal y corremos al Espíritu Santo por ayuda, es ahí donde seremos fortalecidos, iniciando de esta manera nuestra búsqueda de la santificación. Y no solo iniciándola, sino logrando nuestra santificación. Observemos lo que dice el apóstol en 2ª a Corintios 7: 1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

El predicador John Murray dice: “Los efectos de esta actividad constante e ininterrumpida (la santificación) entran en el campo de nuestra conciencia, del entendimiento, el sentimiento y la voluntad”

Esta búsqueda de la santificación tiene que ver con la lucha del cristiano para no dejarse desviar por los malos caminos de adonde fue arrebatado, para así, no inclinarse hacia por los deseos vanos de su carne y de este mundo. Recordemos que Las Santas Escrituras nos enseñan acerca de la santificación inmediata, que es la que sucede en el instante que llegamos a los pies de Cristo en verdadero arrepentimiento. Y Las Escrituras nos enseñan de una santificación progresiva que es la que obtenemos mediante nuestra búsqueda continua de la Presencia de Dios, mediante



Jesucristo y Él Espíritu Santo. Pero no olvidemos, que esta búsqueda es manifestada en nuestra entrega total a su voluntad, marcada en Su Santa Palabra. Esta búsqueda está totalmente relacionada con los medios de gracia (Tema del cual hablaremos más adelante).

Mientras tanto, debemos dejar en claro que debemos invertir nuestro mayor esfuerzo en lograr la santificación, lo cual implica nuestra lucha contra el pecado nuestro y contra los placeres de este mundo. Como también, nuestra responsabilidad de ir en comunión íntima y congregacional a la fuente de la santificación, esto es, al Buen Consolador de nuestras almas, el Espíritu Santo de Dios; y esto sin olvidar, la necesidad de sumergirnos en el deleite y meditación de las Santas Escrituras, las cuales son iluminadas a nosotros por El Espíritu Santo. Leer Romanos 8: 26-27.

Nuestro Cuerpo: EL TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO.

El apóstol Pablo nos enseña en 1ª a Corintios 3: 16-17 que nosotros como iglesia de Cristo, somos el templo de Dios, y que Su Santo Espíritu mora dentro de nosotros. Ahora, esto es muy serio, pues implica que no podemos hacer con nuestro cuerpo, ni con los miembros de nuestro cuerpo lo que queramos. En Romanos 6: 5-11 (leer), el apóstol nos presenta la unión que existe entre los cristianos y Cristo en su muerte expiatoria. Y luego en Romanos 6: 12-13 (Leer), se plantea una breve conclusión de lo anteriormente dicho (No reine, pues… Ni tampoco…). Por lo tanto, nuestro cuerpo no puede ser convertido en un basurero, ni en un recipiente de agua sucia del sistema de este mundo. ¿Qué oye? ¿Qué ve? ¿Qué tipo de información comparte?...

Las Escrituras nos enseñan que somos comprados a precio de Sangre, por lo tanto no nos pertenecemos a nosotros mismos (Leer 1ª a Corintios 6: 18-20). Por esta razón, cada vez que nos dejamos llevar por los deseos de nuestra carne, no solo pecamos deshonrando a Dios, sino que también contristamos al Espíritu Santo. En Efesios 4: 30-32 (Leer), el apóstol nos exhorta a no contristar al Espíritu, y añade una exhortación a renunciar a ciertos pecados que dañan nuestra comunión con Dios.

La Santidad: SIN LA CUAL NADIE VERA AL SEÑOR.

Él Buen Dios y Padre, no solo decreto el redimirnos por Cristo, sino regenerarnos por Su Espíritu, por lo tanto, pecar es una acción de desagradecimiento por lo que Dios ha hecho por nosotros. Y no es que Dios nos esté cobrando sus favores inmerecidos, pues ellos mismo son impagables. Él Dios y Padre, nos exige un comportamiento acorde con lo que Él ha hecho en nuestra vida, y lo exige, porque Él mismo nos ha dado las herramientas para poder hacerlo. Por eso se marca la exigencia de Hebreos 12: 14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”.

Este texto hace referencia al momento de la glorificación final de la iglesia, y se requiere de la santidad de Dios para poder verle en aquel día. Ahora, cabe recordar nuevamente que no es moralismo de lo que estamos hablando, sino del resultado que se manifestó del haber sido librados del pecado y del haber sido hechos esclavos de Dios, teniendo esto como base, el sacrificio y resurrección de Jesucristo.

Y reitero lo anterior, debido a que esta santidad, sin la cual nadie vera al Señor, es impulsada en el tiempo presente por la exigencia que tiene el cristiano de ser a la imagen de Jesucristo (Romanos 8: 29). Lo cual es la restauración de nuestro diseño inicial, pues mientras que por causa de Adán entramos en pecado y muerte, por causa de Jesucristo entramos en justicia, santidad y vida eterna en Dios. Y esto lo menciona el apóstol Pablo en Efesios 4: 24 (Leer).



Como refuerzo a los anterior, cito al predicador John Murray: “La santificación tiene como su meta la eliminación de todo pecado y la completa conformación a la imagen del hijo de Dios para que sea santo así como El Señor es santo. Si tomamos el concepto de la santificación total en serio, nos vemos conducidos forzosamente a la conclusión de que no será culminada hasta que el cuerpo de nuestra humillación sea transformado a la semejanza del cuerpo de la gloria de Cristo, cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible y lo inmortal se revista de inmortalidad (Filipenses 3: 21; 1ª a Corintios 15: 54)”.

Es por esto que la gracia y la santidad son propiedad divina que se logran solo en Jesucristo, y aunque muchos intentan separarlas, la realidad es que son dos eslabones seguidos e inseparables del cristianismo. Algo así como: la santidad de Dios le dice al hombre: nunca podrás tenerme por tus fuerzas; y la gracia de Dios le dice al hombre: ahora en Cristo podrás vivir en santidad.

Nuestro Pecado: LA DISCIPLINA DE DIOS PARA LA SANTIDAD.

Hemos dicho que desde que el cristiano ha sido justificado, ya no tiene más el título de pecador o de impío (sin amor de Dios), pues o se es justo o se pecador o impío, pero no las dos cosas. Tanto así, que las Santas Escrituras siempre nos han planteado un contraste entre el justo y el impío (Salmos 37: 12, 17, 32 - Proverbios 3: 33; 10: 16, 24; 11: 5, 18; 12: 12-13; 17: 15; 28: 1 - Romanos 4: 5). Ante Él Santo y Justo Dios existen solo dos estados: culpables y no culpables, justos e impíos, santos y pecadores. En cuanto al cristiano ahora ha sido libre de la esclavitud del pecado, de la culpa del pecado y de la condenación del pecado, y por ello ahora tiene la capacidad de luchar contra ese pecado.

Entonces, si el que ahora es cristiano ha sido librado del pecado ¿Por qué peca? Y ¿Qué ocurre cuando peca? En primera medida, el que es cristiano peca porque se descuida en su vida espiritual con Dios. Y cuando peca por haber descuidado su vida espiritual, el será disciplinado por Dios para seguir el camino de la santidad.

Leamos el siguiente texto: Hebreos 12: 5-10

La primera medida disciplinaria para un cristiano que ha pecado es la pérdida del gozo y la paz de Dios dada en Cristo. Es por esto que el pecado en el cristiano trae amargura y decepción. Y esto ocurre en la vida del cristiano, debido a que Él Espíritu Santo de Dios que mora en el cristiano, ha sido contristado (entristecido), ha sido afrentado; y esta es la manera en como Él nos recuerdo y nos hace ver lo terrible y vergonzoso que hemos hecho ante y contra Dios.

Muchos predicadores llegaron a afirmar que cuando el cristiano peca el Espíritu Santo se aparta de ese cristiano, pues si eso fuera así, como serian nuevamente santificadas nuestras vidas, si es Él quien nos sigue convenciendo de pecado y quien nos ayuda en nuestras debilidades.

A diferencia del pecador, cuyo pecado será para condenación, debido a que no ha sido redimido del tal, el efecto que el pecado tiene en el cristiano es para santificación. Pues cuando el cristiano pecado, Él buen Dios y Padre entra a disciplinar y corregir íntimamente y en caso tal que sea necesario, lo hará también públicamente.

Dios es Él Buen Padre que entra a disciplinar a sus hijos cuando se portan mal, para que de esa manera no incurran más en trasgresión y así no sean condenados con el mundo

Leamos 1ª Corintios 11:31-32 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.



III. LA SANTIFICACIÓN Y LOS MEDIOS DE GRACIA.

1ª Pedro 1:13-16: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Dos preguntas que pueden surgir en el vivir cristiano son:

¿Cómo Avanzar En La Santificación? Y ¿Cómo Preservarla?

Sin desprendernos de los dos puntos anteriores, debemos tener bien en cuenta la necesidad que tenemos de conocer y experimentar los medios de gracia que Dios ha establecido para nosotros sus hijos, y esto con el propósito de avanzar y preservar la Santificación de nuestras vidas.

Debe quedar en claro que nuestra santificación ha sido predeterminada para nosotros desde la eternidad, lográndose en el sacrificio de Cristo y aplicándose mediante la obra regeneradora del Espíritu Santo; después de ello, hay en el cristiano una capacidad espiritual de buscar a Dios y cumplir con la responsabilidad que se tiene de vivir en santidad. Y al tener en cuenta que quien santifica al pecador es Dios mediante Jesucristo y su Santo Espíritu, queda claro que esta responsabilidad no está basada en, ni será lograda por nuestras fuerzas humanas, sino en la búsqueda y aplicación de los medios de gracia dejados por Dios.

Cabe recordar y resaltar que las Santas Escrituras declaran que: la voluntad de Dios es nuestra santificación (1ª Tesalonicenses 4: 3), y por lo tanto nuestro llamado divino es a la santificación y no al pecado (1ª Tesalonicenses 4: 7).

Ahora bien, así como sabemos de la absoluta necesidad de Jesucristo y Él Espíritu de Dios para alcanzar la santificación, también debemos saber que se requiere de una vida disciplinada en los asuntos espirituales de nuestro diario vivir. La disciplina en el cristiano, es clave en la responsabilidad de nuestra santificación. Observe el siguiente texto:

1ª Timoteo 4: 7-8 Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.

En este texto encontramos la palabra clave que es: “Ejercítate”, o como lo traduce LBLA “disciplínate”. Ante esto, sabemos que el ejercicio tiene que ver con una vida disciplinada que conlleva diferentes labores, las cuales facilitaran la agilidad en el movimiento y resistencia de cualquier deporte o profesión. Pero el Apóstol Pablo le pide que se ejercite no en un deporte, sino en la piedad, es decir, en el vivir cristiano. Esto obviamente nos lleva por el camino de la santidad.

Otro texto que nos ayuda a comprender esta disciplina es 1ª a Corintios 9: 22-27 (Leer). En donde podemos ver que la disciplina conlleva acción, pero también conlleva abstinencia o abnegación de los placeres personales. Y esto con el propósito de tener un buen desempeño y llegar a ser eliminado.

La siguiente pregunta que podría surgir es:

¿Qué Son Los Medios De Gracia?

Los Medios de Gracia son aquellos canales o ejercicios espirituales que Dios ha dejado con el fin de que los tomemos o usemos para lograr el crecimiento y madurez espiritual de nuestras vidas, cimentándonos en Dios nuestro Padre y llevando una vida de santidad, a la cual fuimos llamados.



El título “Medios De Gracia” no aparece en las Escrituras, debido a que este es un término teológico. Este título lleva el propósito de hablar de aquellos ejercicios espirituales que ha dado Dios a Su Iglesia redimida y lavada por la sangre de Jesucristo para llevar una vida de santificación.

Hablaremos entonces de cuatro (4) medios de gracia que Dios nos ha dejado para tomarlos y cumplir con nuestra responsabilidad de buscar nuestra santificación diaria y progresiva.

A. Primer Medio De Gracia: LA PALABRA DE DIOS.

Leamos: Juan 17: 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

Este texto afirma que La Verdad es La Palabra de Dios. Por eso cuando se plantea este primer punto como Medio de Gracia es porque La Verdad y La Santidad no se pueden separar, siempre deben ir juntas.

Efesios 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Toda revelación que necesitamos conocer está en la verdad y únicamente en la verdad, y la verdad es la Palabra de Dios. No es necesario estar buscando nuevas revelaciones en sueños, momentos de éxtasis o tipos de supuestas visiones. Sino que hemos de estar cimentados en la Palabra Profética más segura, es decir, en nuestra Santa Biblia que es el canon cerrado, completo y sagrado de Dios para nosotros Su Pueblo. Por esto son las Sagradas Escrituras.

Observemos al salmista planteando la comunión con las Sagradas Escrituras, como un requisito para no pecar contra Dios:

Salmo 119:11 _En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.

Ahora observemos al salmista planteando la comunión con las Sagradas Escrituras, como un medio para soportar la aflicción:

Salmo 119: 92 _Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.

Ahora bien, es verdad que La Biblia como meramente un libro, no santifica, pues se necesita de los siguientes pasos a seguir:

1° La asistencia del Espíritu Santo con nosotros, para que nuestra vida sea iluminada por la gloria de Dios en Cristo que ha revelada en Las Sagradas Escrituras.

2ª a Corintios 4: 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Me atrevo a afirmar que en este texto de 2ª de Corintios, el termino conocimiento está relacionado con el penetrarse en las Sagradas Escrituras, debido a que es por medio de Ellas, que vendrá iluminación y/o la luz para nuestras vidas.

Salmo 119: 105 _Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

La lámpara y la lumbrera traen luz. Estas dos analogías representan lo que son las Santas Escrituras para la vida de un hijo de Dios. Por lo tanto, si las Escrituras que son lámpara y lumbrera para nuestra vida están ausentes, entonces en nuestra vida hay oscuridad.



2° La lectura de las Santas Escrituras con estudio y meditación.

Nuestra Santa Biblia no es un mero libro de información, sino que muchísimo más allá que eso, es un libro de formación. Las Escrituras nos forman para la eternidad, así que no debe ser meramente leído.

La siguiente oración del apóstol Pablo por los cristianos de Colosas no es solo para que simplemente lean las Escrituras:

Colosenses 1: 9-10 _9Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;

Para solamente leer las Santas Escrituras, se necesita saber leer bien. Pero para estudiar y meditar bien las Escrituras, se necesita de la sabiduría e inteligencia espiritual. Observemos la orden para Josué (sucesor de Moisés), con respecto a solamente la Ley:

Josué 1: 7-8 _ 7Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Y observe lo que afirma el salmista:

Salmo 1:1-3 _ 1Bienaventurado el varón que… 2Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3Será como…

Ahora, si esta es la ordenanza para la Ley, cuanto más lo será para toda Las Escrituras, y en especial el Nuevo Pacto, que es en donde está contenido los misterios revelados de las maravillosas riquezas de la gracia de Dios para nosotros, las cuales fueron concedidas en Cristo. Bien exhorto el Apóstol Pablo: “la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándonos y exhortándonos en toda sabiduría” (Colosenses 3: 16).

Creo que no está por demás decir que las marcas o características de un nuevo hombre o de alguien que ha nacido de nuevo, se desprenden de lo que dicen las Sagradas Escrituras para llevar una correcta vida de santidad. Y qué bueno que cada día podamos profundizar y meditar en lo que nos enseñan Las Santas Escrituras.

B. Segundo Medio De Gracia: LA ORACIÓN.

Al considerar la Palabra de Dios, se pudo presentar la importancia de la actividad de Dios en el proceso de la comunicación de su gracia al hombre. Ahora, al considerar la oración hemos de enfocarnos mayormente en la actividad de Dios en y para con sus hijos (los cristianos).

Cuando Él Soberano Dios nos dio su Santa Palabra, lo hizo para comunicarse al hombre quién y cómo es; por medio de la oración, el hombre se acerca a Dios para comunicarse con El.

Bien podemos definir la oración, como la manera de interactuar con nuestro Buen Dios y Padre. Que a su vez es la manera de demostrar nuestra absoluta confianza y dependencia de Dios. Lastimosamente hoy en día la oración se ha convertido en dos cosas: 1) la manera de ordenar a



Dios lo que yo quiero; y 2) la manera en cómo puedo llevar a cabo todos mis caprichos personales.

Y es por esto en los medios de gracia, se planteó primero la Palabra de Dios antes que la oración. Debido a que si no hay fluidez de la Palabra de Dios sobre nuestras vidas, lo más seguro es que no haya fluidez de una buena y correcta oración.

Observemos Mateo 7: 7-11: “7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”.

Al tener en cuenta el contexto de este verso, nos damos por enterados que esto no se trata de una promesa que se extiende para toda clase de persona, sino solamente para los cristianos (y para todo pecador que llamado por Dios, en medio de su impiedad invoque el Nombre de Dios por medio de Jesucristo para arrepentimiento y salvación). El argumento para afirmar lo anterior esta, en que este texto precede al Sermón del Monte, conociéndosele como la cúspide del mismo. Bien sabemos que el sermón del monte nos habla de la manera en como el cristiano debe vivir. Es decir que, cuando nuestro Señor Jesús plantea el sermón del monte, lo hace para establecer una regla de vida, un estándar de santidad para el pueblo de Dios. Y es cierto, cuán difícil lo ha puesto El Señor para nuestra capacidad humana al punto que parece casi imposible poder cumplir con esos estándares.

Es por eso que Nuestro Señor Jesucristo nos brinda este medio de gracia para poder poner en práctica una correcta vida de santidad. Asegurándonos mediante promesa la eficacia del uso de este maravilloso medio de gracia como lo es la Oración. Observe en el verso 7 el mandato de Jesucristo y la promesa de respaldar ese mandato: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

Como bien afirmo un gran predicador: “la fe nos lleva a pedir; la esperanza nos lleva a buscar; y el amor nos lleva a llamar”. Sin duda alguna en los tres casos Dios nuestro Padre ha de respondernos.

Es por esto que la práctica de la oración forma parte de esos medios de gracia o ejercicios espirituales, con los que fortalecemos y estabilizamos nuestra vida cristiana para llegar a estar en la paz que Dios ha querido para cada uno de nosotros. Esta paz divina, es precisamente la idea de gozar de la presencia santa de nuestro Dios y Padre, junto con el experimentar a cada momento sus bendiciones. Aprender a disfrutar de una buena conversación (oración) con nuestro Dios-Padre, es algo que siempre traerá bendición a nuestra vida. Por esto, es que debemos perder oportunidad alguna de practicar la exhortación del apóstol Pablo en Efesios 6: 18: “Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

Volvamos a Mateo 7…

En el verso 11 nuestro Señor establece el por qué cumplirá la promesa: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

Jesucristo confronta el cumplimiento de la promesa hecha por Él mismo, al afirmar que aunque por naturaleza somos malos en comportamiento, aun así con nuestros hijos nuestras respuestas



a las peticiones de nuestros hijos serian positivas, pues esa es nuestra responsabilidad como padres. Dos preguntas reflexivas y para confianza serian:

¿Seremos más responsables como padres que Él Buen Dios en el comportamiento con los hijos? ¿Sabremos nosotros más de paternidad compasiva que Él?

R/= Yo creo que absolutamente no, y nunca será así.

Leamos un pasaje paralelo al de Mateo 7 en Lucas 11: 13

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Este texto de Lucas es mucho más objetivo y consolador, pues lo que Mateo declara como buenas dadivas (regalos), Lucas lo hace más objetivo refiriéndose al Espíritu Santo como la principal y la más importante petición que deben tener los cristianos. Ante esta petición, está la promesa de Jesucristo, que nuestro Buen Dios y Padre Eterno con toda seguridad nos concederá su Santo Espíritu si se lo pedimos. Una pregunta para refrescar nuestra memoria:

Después de la regeneración (Nuevo Nacimiento) ¿Cuál es la labor del Espíritu Santo sobre nuestra vida?

R/= Así es, Nuestra Santificación.

Así que una principal petición en nuestra oración debe ser la asistencia del Espíritu Santo en gracia divina y fuerzas espirituales para los buenos y santos propósitos de nuestra Santificación. Y esa petición sin duda alguna será respondida a favor nuestro.

Cito las palabras de cierto predicador: “Para la fe Cristiana la oración es esencial. No se trata de un mandato que deba cumplirse, sino de la comunicación que el Pueblo de Dios guarda con su Creador, Señor y Redentor. La Oración es el medio que Dios ha diseñado para que cada creyente establezca una comunicación personal con Él. Esto ya es en sí mismo una revolución conceptual, pues implica la posibilidad de que lo eterno y lo finito tengan comunicación. Y no solo eso, sino que no se trata de que hablemos con Dios en un monólogo, sino que podamos encontrar respuesta a nuestra oración sea esta individual o comunitaria. La primera presuposición con la que el creyente inicia su oración, es precisamente con la seguridad de que del otro lado, Él Dios y Padre está escuchando y habrá de responder a toda oración, de acuerdo con su perfecta voluntad”.

Cerremos este segundo medio de gracia con textos que nos exhortar a la oración:

Buscad al Señor…; buscad su rostro… (1ª de Crónicas 16: 11). …Tu rostro buscare, oh Jehová (Salmo 27: 8). Salmos 40: 1-3 _Su oración y clamor tuvo resultados santos para su vida. Pero tú, cuando ores,… (Mateo 6: 6). …la necesidad de orar siempre y no desmayar (Lucas 18: 1). La viuda y el juez injusto. Perseverad en la oración,… (Colosenses 4: 2-3). Orad sin cesar; (1ª a Tesalonicenses 5: 17-18). Exhorto ante todo… (1ª a Timoteo 2: 8).

Cada uno de estos versículos enfatizan la actividad del hombre en la oración: su perseverancia, su constancia, su necesidad. Sin embargo, debemos estar conscientes que



nuestro Buen Dios es el principal activo en la oración. Sin Él, la disciplina de la oración sería totalmente inservible, y no sería un medio de gracia para santificación.

Ahora vayamos a nuestro tercer medio de gracia:

C. Tercer Medio De Gracia: LA VIDA Y COMUNIÓN DE LA IGLESIA LOCAL

Es cierto que la salvación es individual, que la fe y la santidad, el arrepentimiento y el perdón son propios de quien los está experimentando. Nadie atesora para la salvación y santificación de otro, pues eso es una obra exclusiva del Soberano Dios. Como también es cierto que crecemos espiritualmente en nuestra intimidad con nuestro Buen Dios y Padre por medio de Jesucristo nuestro Redentor. Sin embargo, la vida y comunión de la Iglesia Local es de gran necesidad para el crecimiento y la madurez espiritual de la vida del cristiano.

Con lo anterior, aclaramos que este tercer medio de gracia, será visto en el contexto de la predicación expositiva de las Santas Escrituras, la comunión fraternal, el bautismo y la participación de la santa cena, y el servicio en la iglesia.

¿Por Qué Es Tan Importante Pertenecer A Una Iglesia Local?

Podríamos decir secamente, que es importante porque ayuda en nuestra santificación. Pero ¿De qué manera ayuda en nuestra santificación?

Observemos el texto de Efesios 4: 11-16

11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes , llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

En este texto encontramos que El Señor Jesucristo constituyo ciertos ministerios, con el propósito de:

Perfeccionar (capacitar) a los santos para la obra del ministerio… Edificar del cuerpo de Cristo… Llevar a la iglesia a la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo… Madurar a la iglesia en formación doctrinal… Ayudar a la iglesia a crecer en Jesucristo…

Estos ministerios fueron establecidos para la iglesia, con el propósito de fortalecer la unidad de ella como cuerpo de Jesucristo, y es esto lo que se ha hecho desde los tiempos de la iglesia primitiva mediante la fiel enseñanza y la constante exhortación de las Santas Escrituras. De esta manera, la iglesia ha logrado su edificación, su madurez y su crecimiento espiritual.

En el verso 16, el Apóstol Pablo usando la analogía del cuerpo humano, afirma: “de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre si…”. Aquí se confirma la necesidad de que una iglesia como congregación se mantenga unida a Cristo y unida a ella misma.



El apóstol Pablo continuando con su analogía del cuerpo humano para hablar de la unidad menciona: “por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro”. Y si formar un absoluto doctrinal, me atrevo a afirmar que aquellas coyunturas que ayudan en la unión de la iglesia, son aquellos dones y el fruto del Espíritu Santo que Él Dios y Padre nos ha concedido para la edificación mutua de los cristianos.

Cito a MacArthur: “El crecimiento bíblico y piadoso de la iglesia viene como resultado de cada miembro del cuerpo que utiliza al máximo su don espiritual, en sumisión al Espíritu Santo y en cooperación con los otros creyentes”.

Observemos Colosenses 2: 19 “…todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios”

Concluye el apóstol Pablo que este trabajo en equipo de la iglesia, o este progresar de la iglesia como un solo cuerpo tiene como resultado el “recibir su crecimiento para ir edificándose en amor”.

¿Hablan Las Santas Escrituras Del Congregarse?

Leamos Hebreos 10 24-25 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

En este texto, el escritor de hebreos presenta dos exhortaciones:

1° La consideración mutua en la iglesia Para la estimulación al amor Y la estimulación a la buenas obras

2° Y el no dejar de congregarse Para no seguir el mal ejemplo de otros Para la exhortación mutua Para perseverar juntos en la espera de la venida de Cristo

Se observa que el propósito en la consideración mutua, es la estimulación (motivación) hacia el amor y las buenas obras, pero estando en primer lugar el amor, para que de esta manera podamos ver un trabajo y una unidad eclesiástica envuelta por la misericordia y la compasión fraternal. Y el propósito en el congregarse, está en la exhortación mutua, esto tiene que ver con la reprensión y el ánimo fraternal en amor, teniendo como motor de impulso la pronta venida del Señor Jesucristo. Así que estas dos exhortaciones llevan como propósito la unidad de la iglesia en la edificación espiritual, y en una vida de santificación, hasta cuando nuestro Señor Jesucristo vuelva para llevarnos en gloria eterna.

Veamos otros textos bíblicos de la reunión de los santos:

Salmo 22: 3 y 22: Con el salmo 22 debemos saber que somos la Israel espiritual y que en este pacto de gracia este verso 3 se hace más vivo y real para nosotros, la Iglesia de Cristo.

Salmo 133: Este salmo dice que es bueno y deleitoso el congregarnos, en especial cuando hay armonía en dicha reunión de personas santas y redimidas por Dios.



Cierto dicho popular dice que: “juntos pero no revueltos”. Y este dicho aunque popular, no tiene nada que ver con la iglesia de Cristo aunque lastimosamente es muy vivido tanto por congregaciones individuales como denominacionales. Ahora bien es cierto que la defensa de la sana doctrina puede producir división, pero que no sea esto mismo lo que ocurra con simples nombres denominacionales. Debido a esto es necesario luchar contra este mal tan grande de la falta de unidad, pues dice el salmo 133 que en la unidad, “Dios envía bendición y vida eterna”.

Textos Que Manifiestan La Importancia De La Unidad Congregacional.

Leamos: 1ª a Tesalonicenses 3: 12-13 _12Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, 13para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

En el texto a los tesalonicenses se observa claramente como el amor entre cristianos fortalece la vida de santidad, sin dejar de lado la búsqueda constante de la presencia de nuestro Dios, pues el apóstol Pablo tiene su petición elevada hacia a Dios, que es quien les hará crecer.

Leamos: Hebreos 2:11-12 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.

En el texto nos encontramos con palabras importantes como “los santificados – hermanos – congregación”. Estas palabras nos dejan por sentado el llamado que Dios ha hecho a los cristianos que han sido santificados por Dios, y hechos hermanos en la fe, por cuanto ahora son la gran Familia de Dios en Jesucristo. Este llamado es a congregarse, para que por medio de las Escrituras escuchemos a nuestro Señor Jesucristo anunciarnos el Santo Nombre de Dios, y de esta manera, nuestro Buen Dios y Padre sea adorado y alabado en todo lugar donde se reúnan sus redimidos hijos. ¡Recordemos que ahora Dios no habla por Su Hijo!

Mateo 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Aunque en su contexto, este texto se nos presenta para respaldar la disciplina bíblica eclesial, el texto debe provocar por lo menos dos sentimientos en nuestras vidas:

Consuelo porque Su Presencia está en medio de nosotros. Reverencia porque Su Presencia esta en medio de nosotros.

Romanos 12: 1-3, 10-11 (Leer).

Si bien, hemos dicho que cada cristiano debe tener vida espiritual íntima, también es cierto que el cristiano debe tener vida espiritual congregacional, y este texto es aplicable para ello, pues apunta hacia la iglesia en el culto de la Adoración pública. Es ahí, donde los cristianos juntos y en armonía, hemos de presentar no solo nuestras almas, sino también nuestros cuerpos “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (12: 1).

En este texto, también se corrobora lo mencionado, debido a que desde los versos 4 al 9, el apóstol nos habla de los dones manifiestos en cada persona del cuerpo de Cristo, y aunque no concluyendo su mensaje, pero si para dejar en claro surge el verso 10: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.”. Y este amor verdadero lo que nos ayudara a llevar a cabo tan semejante exhortación del verso 3 (leer nuevamente).



Cada día de reunión eclesial y en especial los domingos como nuestro día de Reposo Cristiano, la Santa Iglesia de Jesucristo nos reunimos para recordar el propósito de su vida perfecta en obediencia y su sacrificio de amor y entrega: “26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5: 25-27.

Ahora observemos:

Excusas O Razones Que Surgen Para No Congregarse

Cuando uno lee el libro de Nehemías en el capítulo 6 (leer versos 1 al 4), se observa cuando ciertos hombres llamados Sambalat, Tobías, Gesem y otros malos hombres procuraban hacer desistir a Nehemías de finalizar la construcción de las puertas de la ciudad. Siendo esto una enseñanza que podemos aplicar a la manera en cómo nuestro adversario mediante el sistema del mundo ataca al pueblo de Dios para desviarlo de lo que debe hacer. Así que, esta historia, se convierte en un reflejo para nuestros días de cómo de la misma manera nuestros enemigos espirituales se oponen a nuestra firmeza y madurez espiritual. Y parte de esta oposición tiene que ver con el impedir la asistencia fiel a la iglesia local.

Satanás nuestro adversario, sabe que tienes grandes problemas con aquellos que viven sometidos a Dios (Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Santiago 4: 7). Sin embargo y en contraste a lo anterior, surge el gran problema sobre aquellos cristianos que han bajado tanto su guardia y vigilancia espiritual (como lo dice 1ª a de Pedro 5: 8), o han perdido tanto su amor y convicción por lo que enseñan Las Santas Escrituras, que no ya les parece que el no querer o no poder congregarse de manera constante, sean ataques del adversario con el propósito de causar el enfriamiento espiritual sobre el cristiano.

Es triste pensar que hay personas que por más años que lleven profesando cristianismo, todavía no han comprendido o dejaron de comprender la guerra espiritual en la que todos los cristianos vivimos. Bien afirma una imagen: “no podemos jugar al cristianismo, pues satanás no juega a ser diablo”.

Con respecto a las excusas creo que hay dos clases de personas:

Las que buscan excusas Y las que no buscan excusas, pero todo se les convierte en excusa.

Por esta razón, me atrevo a presentar el siguiente pequeño sermón no elaborado por mí, para no causar sin sabores personales entre mis hermanos lectores y oyentes:

Creo que hay una necesidad de develar las excusas o razones más comunes por las cuales un “cristiano” no va a congregarse un día domingo. Quizás a usted se le ocurra alguna otra para aportar. Espero que esto pueda hacer reflexionar a aquellos inconstantes y quienes se engañan a sí mismos (Añado: pensando que el congregarse no es tan importante como han querido plantearlo desde los pulpitos), como así también que sirva de ánimo para aquellos que luchan por agradar a Dios con una asistencia fiel.

El sermón a artículo se titula “excusas o razones”. Debido a que la trampa del enemigo está en transformar las excusas en razones para así calmar o cerrar la conciencia ante todo juicio



bíblico. (Añado: Es cierto que pueden llegar a haber razones válidas para no congregarse, pero a veces esas razones, son simples excusas ante Dios aunque sean muy valederas para nuestro a veces engañoso corazón). Veamos algunas:

1. Estoy muy cansado/a: ¡Toda la semana trabajando o estudiando; algunas trasnochadas; el bebé que no me dejó dormir; el lunes me tengo que levantar temprano y no doy más… etc.!

El cansancio puede ser un gran problema, sobre todo cuando sabemos que tendremos que estar por casi una hora escuchando un sermón y el sueño nos jugará una mala pasada. ¡Qué vergüenza si me ven cabeceando! Mejor me quedo y descanso. Lo necesito… además es el día de reposo.

Para muchas cosas es fácil hacer un esfuerzo en situaciones similares. Estas cansado pero puedes ver televisión, puedes navegar por Internet o en las redes sociales, quizás hablar por teléfono con algún amigo/a. El cuerpo siempre da para más y eso lo comprobamos cuando hacemos esfuerzos inmensos por aquello que nos deleita a pesar del cansancio.

¿Que revela esto? La falta de deleite por recibir la enseñanza de la Palabra y la falta de deleite por edificar y servir a nuestros hermanos (Añado: esto revela la falta de deleite por adorar a nuestro buen Dios y Padre junto con nuestros hermanos).

Si de cansancio se trata, recordemos la siguiente cita bíblica: “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. Isaías 40: 29

2. Tengo una reunión con familiares o amistades: ¡Es que me llego un amigo o familiar – es que tal familiar me invito a una fiesta – es que hace tiempo no me veo con ellos… etc.!

Generalmente la gente del mundo aprovecha los días domingo para entretenimiento y vida social. Dios no está en sus prioridades y si lo está eso sólo para cumplir en ciertas ocasiones pero ellos están seguros que pueden tomarse licencia cuando lo deseen.

El cristiano debe saber que va a la iglesia por obediencia a la Palabra de Dios. Ese día es separado para la adoración de Dios en la iglesia local. Esto es una prioridad en su vida. Es cierto que no hay nada de malo en compartir con familiares, de hecho debemos procurarlo para testificarles de nuestra fe en Jesucristo, pero tienes 6 días más en los cuales realizar eso sin sacrificar el tiempo que le pertenece a Dios. ¿Cederás en la prioridad de congregarte para hacer esta “buena obra”? ¡Cuidado!, no sea que caigamos en el engaño sutil de una desobediencia para un supuesto “dar testimonio”. ¿Cómo verán tus familiares que de veras eres un adorador de Dios y tu compromiso con él es prioritario? ¿Cómo demostrarás que tu amor por Dios es mayor que por ellos? Si quieres conciliar las dos cosas, entonces invítalos a la iglesia para que ellos reciban el mensaje de la Palabra. Si ellos no quieren venir, tampoco querrán escucharte hablar de Dios aunque faltes a la iglesia para ir con ellos. ¡No cedas! Permanece firme en las prioridades.

Recordemos este mensaje directo del Señor Jesucristo marcado en tres evangelios:

Mateo 10: 37 “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;”

Marcos 10: 29-30 _29Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por



causa de mí y del evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Lucas 14: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

3. Voy de paseo o vacaciones: Yo también debo sacar tiempo para disfrutar y descansar de mi rutina.

(Añado: Para eso precisamente nuestro Buen Dios dejo el día de reposo, pues al guardar y santificar el día de reposo cristiano, no solo nuestros cuerpos descansan de la rutina de este mundo, sino también nuestras almas.)

Se deja por entendido, que no hay nada de malo en los paseos o en las vacaciones, pero la pregunta es… ¿Hemos de darle también vacaciones a nuestra vida cristiana? Yo escuché (dice el autor del artículo) de un muchacho que no llevaba su Biblia cuando iba de vacaciones. “Él decía que se iba de vacaciones él y le daba vacaciones a Cristo”. Sin duda alguna este joven no entendía lo que era seguir a Cristo. Irse de paseo no es excusa tampoco para dejar de ir a la iglesia. Una pregunta que debemos hacernos: ¿Tengo que hacer este viaje un día domingo que es para Señor? Sé de algunos hermanos que organizan sus vacaciones para estar de regreso el viernes o sábado para ir descansados el domingo a la iglesia (Añado: yo también conozco testimonios de esa clase). Eso muestra respeto en guardar el día de reposo para adorar al Señor Jesucristo y también muestra amor por la iglesia local donde Dios los ha colocado. Ahora bien, si las vacaciones implican viajar muy lejos y no hay posibilidad de volver a la iglesia local de su membresía entonces deberían buscar una iglesia para congregarse donde estén. El mandamiento de guardar el día de reposo sigue vigente aún en las vacaciones:

Recordemos: Hebreos 10: 25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre…”

4. Tengo que estudiar o trabajar: ¡Primero mis compromisos!

El nombre «domingo» proviene del latín “dies Dominicus” (día del Señor), debido a la celebración cristiana de la Resurrección de Jesús. Este día es el que los cristianos tomaron desde el tiempo de la iglesia primitiva para separarlo para la adoración y el reposo y diferenciarse así del sistema judaico basado en la ley mosaica que continuó guardando el sábado. Se conserva el principio moral del día de reposo, pero se festeja el día domingo por causa de la resurrección de Cristo quien es NUESTRO REPOSO.

Es verdad que muchos no consideran vigente el cuarto mandamiento, sin embargo si creen en la vigencia de los 9 mandamientos restantes, tienen un problema al querer excluir este. Guardar el día de reposo tiene un carácter moral que aún hoy debe ser observado al igual que lo hacemos con los otros mandamientos tales como no tener ídolos, no hurtar, no matar, no comer adulterio, no mentir, no codiciar, etc. Los 10 mandamientos no caducan ni pasan de moda, por lo menos para quien teme la Palabra de Dios. Por esta razón, las tareas cotidianas como trabajos o estudio y algunas clases de entretenimientos que nos desvían el foco de nuestra adoración a Dios deberían ser excluidas en este día. Nadie guarda este mandamiento como se debe, pero el verdadero cristiano se esforzará por hacerlo en el temor de Dios y conforme a la luz que tiene.



Recordemos Éxodo 20: 8-11 _8Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna,… 11Porque…; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

Deuteronomio 5: 12-15 _Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado.

5. Hoy no tengo ganas: ¡Estoy desanimado, Dios conoce mi corazón!

Este mundo está tan lejano de los principios y valores de la Escritura, que hasta hemos sido ampliamente influenciados a pensar y sentir muchas cosas como los incrédulos. El humanismo ha hecho del hombre el centro del universo y así lo ha transformado en señor de su propia vida haciendo lo que quiere. El cristiano ha sido salvado de esa cosmovisión antropocéntrica, con el propósito de vivir para Dios en todo lo que hace. Es cierto que luchamos contra nuestras emociones y sentimientos frecuentemente, pero no por eso desistiremos de formar disciplinas en nuestra vida, (Añado: sobretodo en la espiritual). Quizás alguien se levanta y no tiene ganas de bañarse, entonces no se baña, otro no tenga ganas de cepillarse los dientes, de ir al colegio, a trabajar, de lavar la ropa o preparase desayuno, etc. Sin embargo, aunque puede que no tenga ganas de hacer muchas cosas sabe que debe hacerlas… hay un sopesar imaginario que nos pone en aprietos al suponer las consecuencias (es decir: ¿qué pasa si no voy al colegio, al trabajo, si no me cepillo, sino me baño, sino me alimento?). La pregunta reflexiva entonces es ¿Pasa eso con tu vida espiritual? ¿Qué pasa si pones en la balanza de un lado: ir a la iglesia, recibir la enseñanza de la Palabra, compartir con tus hermanos, servirles, ser edificado y del otro lado: no tengo ganas? ¿No es esto acaso la pereza que debo confesar como pecado? ¿No será que más bien, me estoy idolatrando al querer hacer lo que complace mi carne?

Recordemos lo siguiente: Romanos 12: 11 “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.

6. Es que está muy lejos: “No tengo como viajar”

Quizás nos sorprenda saber cómo viajan algunas personas que viven en la selva o en lo escondido de las montañas, estas personas viajan en canoas o en caballos, mulas burros, y lo hacen durante varias horas, para llegar a recibir la Palabra.

Vale el traer a memoria dos exhortaciones del apóstol Pablo a su hijo en la fe: “Ejercítate para la piedad – Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. 1ª a Timoteo 4: 7 / 2ª a Timoteo 2: 1.

Y qué diremos de otras tantas “razones o excusas” para no ir a la casa de Dios: ¿Y qué de los que por entretenimiento dejan de lado el culto a Dios? Prefiriendo una salida al parque, un partido de fútbol, un evento esperado, etc.

Conclusión : Deberíamos sentirnos humillados y avergonzados al ver como muchos que son perseguidos por su fe en algunos países se esfuerzan por congregarse, exponiéndose aún hasta la muerte por causa de su fidelidad a Dios. ¿Será necesaria una persecución para comprender el valor de reunirse en el nombre de Cristo?

Creo que estas reflexiones pueden ayudar, pero aún todas ellas carecen de valor si quien las lee y lucha con la fidelidad al congregarse no reflexiona sobre el tema principal del asunto que es El



Evangelio de Jesucristo. Congregarse tiene que ver con el evangelio (Buenas Nuevas). Y este evangelio es que Cristo vino a salvar a su pueblo, y pagó el precio del rescate con su propia sangre. Sufrió, murió y resucito para nuestra justificación. El Señor Jesucristo nos ha llamado y nos ha separado para sí, para que seamos un pueblo apartado y santo para Dios, unido a Él, y que congregados en su nombre le rindamos adoración al Santo Dios por medio de Él.

Recordemos este texto de Salmo 89: 5 _”Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová, Tu verdad también en la congregación de los santos”.

D. CUARTO MEDIO DE GRACIA: LAS AFLICCIONES DE LA VIDA.

Aprender y afirmar que la medicación en las Santas Escrituras, llevar una vida de oración diaria y tener comunión con la iglesia local, son medios de gracia es válido y normal para nosotros como cristianos. Pero mencionar este cuarto medio de gracia, parece ser algo no muy gratificante para nuestras vidas. Sin embargo, hemos de dejar por sentado, que los medios de gracia deben ser tomados en su totalidad para así llevar una vida de santificación y agrado a nuestro Buen Dios y Padre. Leamos 2ª Corintios 4: 17-18

“17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”.

¿Un Cristianismo Sin Aflicciones?

Hoy en día se nos presenta un cristianismo con un evangelio moderno y agradable al oído humano como la solución final y efectiva, que pondrá fin a las aflicciones y/o pruebas de esta vida. Este tipo de cristianismo esta lleno de solo promesas de comodidad y prosperidad material. Y en donde al hablarse de una prosperidad interna o espiritual, se hace desde la premisa: “que si estamos rodeados de una supuesta vida sobreabundante de riquezas terrenales que Dios concede a los que andan en sus caminos, es porque estamos bien espiritualmente”. Esto indica que la santificación para esta clase de “cristianismo” no es una marca principal de que hemos sido salvos y regenerados, sino más bien, el tener una vida de buena y abundante economía (y como no, si su texto principal que es Dios es el dueño del oro y la plata, entonces nosotros debemos tener su oro y su plata).

En este tipo de falso cristianismo con falso evangelio, surgen “supuestos” profetas que recorren congregaciones donde con un ignorante o intencionado engaño se dirigen a los afligidos y angustiados, con el propósito de “profetizarles” que el término de sus pruebas y aflicciones ha llegado. Posterior a estas supuestas profecías (que en realidad son falsas, porque no provienen de Dios), tristemente estas personas engañadas por su débil fe y afán por salir de esas aflicciones y angustias, sienten que al transcurrir de los días estas mismas siguen y se dan cuenta que las profecías no se cumplieron, sirviendo esto, para afectar y confundir la débil fe de estos incautos.

En esta clase de cristianismo falso, sus progenitores cada año “declaran y decretan” (sin tener en cuenta la voluntad de Dios) año de victoria financiera, prosperidad material y/o bendición económica. Engañando de esta manera a sus feligreses, haciéndoles creer que las aflicciones y las angustias no son parte del cristianismo puro y verdadero. Lo peor de esto se hace manifiesto cuando al transcurrir el tiempo y las aflicciones junto con él, la única respuesta que sus avaros líderes pueden dar, es que a estos feligreses “les falta más fe, les falta reprender el espíritu de pobreza o escases económica, deben ir a un encuentro (que les cuesta dinero) para romper esa maldición generacional, o en el peor de los casos, deben hacer un pacto financiero, es decir,



llevar dinero al “ungido” de la congregación, para que Dios les acomode sus finanzas económicas”.

Es por esto que estamos rodeados de mega templos que albergan miles de miles de personas que buscan la prosperidad financiera, la salud física o el milagro familiar. Pero mientras eso llega el único que supuestamente ve la respuesta financiera de Dios, es el líder de dicho mega templo.

Observemos tan solo cinco textos que mencionan las aflicciones como parte del caminar del pueblo de Dios: Salmos 34: 19 – Lamentaciones 3: 31-33 - Santiago 1: 2-3 - Juan 15: 18-19; 16: 33.

Las Aflicciones Son Leves Y Momentáneas.

En 2ª a Corintios 4: 17-18 (leer nuevamente) el Apóstol Pablo hace un contraste entre sus tribulaciones y La Gloria de Dios. En este contraste el considera sus tribulaciones como leves “en peso” y momentáneas “en duración”, que en otras palabras, seria ligeras y efímeras. Sin embargo, cuando se hace un breve análisis de la vida ministerial del Apóstol Pablo, se llega a la conclusión que sus tribulaciones fueron humanamente duras, pesadas y bastante extensas, observemos: 2ª a Corintios 11: 22-28…

Entonces, ¿Porque el Apóstol Pablo las ve leves y momentáneas?

Una respuesta inmediata seria: Dos cosas, y son La Gracia de Dios y La Esperanza de Gloria Eterna en Jesucristo. Estas dos cosas, nos ayudan a permanecer firmes en Jesucristo y con la mirada puesta en Él. En el texto de 2ª a Corintios 4: 17-18 observamos al Apóstol comparando sus tribulaciones con la Gloria de Dios, y cuando lo hace, encuentra que aquella Gloria Divina, es excelente, eterna y pesada. Con este tipo de lenguaje, el Apóstol Pablo nos ayuda a entender que la vida en esta tierra es un parpadeo de ojos, es neblina que aparece y desaparece, es transitoria, es flor del campo que hoy esta y mañana no, en contraste a eso, la vida en y con nuestro Buen Dios es Eterna y Gloriosa.

Ahora, lo interesante es que además de hacer un contraste entre las tribulaciones y la gloria eterna, también hace una relación entre las dos cosas. El apóstol Pablo afirma que aquella “leve tribulación momentánea PRODUCE EN NOSOTROS un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Esto nos lleva a ver con mayor claridad y tranquilidad que las tribulaciones no son producto de una maldición generacional, una brujería que nos están haciendo, o el adversario que se volvió más fuerte con el fin de destruirnos, sino que estas tribulaciones o aflicciones de la vida son producto de la voluntad de Dios para nuestras vidas y su propósito es producir en nosotros, lo mismo que produjo en el apóstol pablo, y es: “un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”.

Necesarias Para Acercarnos Más A Dios

Ahora, no estoy rechazando a Cristo al decir que ellas son necesarias para acercarnos a Dios, más bien intento afirmar que nuestro Buen Dios y Padre, tiene como propósito acercarnos cada vez más y más a Él, mediante las aflicciones. Observemos el siguiente texto de Hechos 14: 22 “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.

El Apóstol Pablo habla de entrar en el reino de Dios, pero también dice que es necesario hacerlo por medio de muchas tribulaciones. Dios ha establecido las tribulaciones como medios de gracia para santificarnos, pues es por medio de ellas que Dios ablanda el orgullo de nuestros corazones, la terquedad de nuestra razón y la quejadera de nuestra lengua, todo esto con



el propósito de quebrantar nuestro espíritu, humillar nuestro corazón, cerrar nuestra boca y abrir más nuestros oídos espirituales.

Observemos los siguientes textos:

Deuteronomio 8: 1-6, 11-17. El propósito estaba en impedir que el corazón se envaneciera y llenara de soberbia, olvidándose de Dios, quien le había libertado.

Oseas 2: 14. Es en el desierto donde la gente deja de hablar tanto consigo mismo y de sí mismo, para empezar a elevar su oración hacia Él Dios Eterno y colocar su mirada solo y únicamente en Él.

Salmos 119: 71. Observamos que el salmista dice que las aflicciones fueron buenas para él, y esto da a entender que o era masoquista o entendía el propósito de ellas. Y bien podemos leer que las aflicciones lo humillaban y lo inclinaban hacia las Santas Palabras del Santo Dios.

Veamos otros dos textos de los salmos que nos dicen la reacción que debemos tener ante las aflicciones: Salmos 70: 5 (estoy afligido y menesteroso) y Salmos 73: 26 (mi corazón y mi carne desfallecen). En los dos textos vemos al personaje afligido, pero clamando a Dios.

Ahora observemos lo que dice el Apóstol Pablo en otras epístolas:

Romanos 5: 1-4 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;”.

En la epístola a los Romanos el Apóstol Pablo habla de una Iglesia que además de gloriarse en la esperanza de la Gloria de Dios (La Vida Eterna), también se gloria en las tribulaciones. Y esto es, por los resultados que producen el recibir las aflicciones como un medio de gracia para mi crecimiento espiritual y santificación

2ª a Timoteo 1: 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios .

En este texto el Apóstol Pablo le hace una invitación al Pastor Timoteo a participar de las aflicciones por el Evangelio, pues bien sabe tanto el apóstol como Timoteo que estas son parte de la vida cristiana, no para mi destrucción, sino para mi edificación como cristiano.

1ª de Pedro 1: 6-7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.

Aquí el Apóstol Pedro, presenta las aflicciones como una posible necesidad: “si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”. Obviamente esta necesidad conlleva un propósito: “para que sometida a prueba vuestra fe… sea hallada en alabanza, gloria y honra…”.

Todos estos textos Bíblicos y otros, establecen las aflicciones y las pruebas como un medio de gracia para nuestra santificación y edificación espiritual.

Conclusión Y Aplicación



De todo esto dicho en el transcurso del tema se trata el proceso de la santificación. Donde es cierto que es una lucha por la vida espiritual, pero no es una lucha sola. Tenemos a Dios nuestro Padre de nuestro lado, Su Espíritu, está a nuestra disposición para ganarle al pecado. Es cierto que es un proceso arduo, pero es un proceso con un fin glorioso y seguro. Recordemos que nuestro Señor Jesucristo volverá prontamente, y vendrá a poner fin al pecado una vez y para siempre. Y cuando venga nos glorificará. Es decir, que completará el proceso de nuestra santificación de tal manera que llegaremos a ser santos como Él es santo, y esto también debe motivarnos aún más en nuestra lucha contra el pecado. Pues asegura nuestra victoria, debido a que estamos del bando ganador, y por ello, la lucha no es para siempre. En aquel día habrá perfecta armonía en cada uno de nosotros entre lo que deseamos, lo que hacemos y la hermosura de Dios. Estaremos plenamente satisfechos en El y llenos de su santidad.


la santificacion del cristiano

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