la revolución francesa y las antillas

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La revolución francesa y las antillas

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  • 7/21/2019 La revolucin francesa y las antillas

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    RENE ACHEEN

    L A R E V O L U C IO N F R A N C E S AyL A S A N T I L L A S F R A N C E S A S

    La Abolicin de la Esclavitud fue ms una consecuencia

    de la insurreccin de los esclavos haitianos y de la guerra

    entre Francia e Inglaterra, que de la voluntad

    de los revolucionarios de aplicar a las Antillas

    los principios de la Revolucin.

    1

    DOS siglos despus de 1789, y, a pesar de laabundante literatura que existe sobre lagran Revolucin Francesa, no es fcil, para

    el historiador, estudiar las relaciones que existen entre laRevolucin Francesa y las Antillas Francesas.

    Primero que todo, porque el historiador se encuentra

    aqu en un territorio virgen o, por lo menos, muy pocoexplorado.Las obras generales que tratan de la actitud de la Re-

    volucin Francesa frente a los problemas antillanos, sonmuy escasas y han sido poco ledas por los historiadoresde la Revolucin.

    Estn, primeramente, los dos tomos voluminosos deJean Saintoyant (1), La colonizaci6nfrancesa durante laRevolucin, publicados en 1930y que no han sido reedi-tados.

    Existe tambin el libro del poeta martiniqueo AimCesaire (2), Toussaint Louverture, la Revolucin Fran-cesay elproblema colonial,escrito en 1962. El problemaes que este libro fundamental de Cesaire, si es citado enalgunas bibliografas, no ha provocado, en los grandeshistoriadores de la Revolucin Francesa, modificacio-nes en su visin global del fenmeno revolucionario.

    De una manera general, se puede decir que los gran-des estudios publicados en Francia, durante un poco ms

    (1) SAINTOYANT,JEAN.La Colonisation Francaisependant la Rvolu-

    tion (1789-1799), 2 tomes, Pars, La Renaissance du Livre, 1930.

    (2) CESAIRE. AIME. TOUSSAINT LoUVERTURE. La Rvolution Fran-caise et le probleme colonial, Pars, Prsence Africaine, 1962.

    de un siglo sobre la Revolucin Francesa, se contentancon evocar en algunas lneas la cuestin antillana.

    Michelet, Mathiez, Soboul, no mencionan ni siquiera,una de las ms grandes decisiones de la RevolucinFrancesa, la abolicin de la esclavitud. Lefebvre, otrogran historiador de la Revolucin, se contenta con haceruna discreta alusin al acontecimiento. Slo Jean Jau-res, en su monumental Historia socialista de la Revolu-cin Francesa, le consagra un estudio bastante amplio ala poltica colonial de la Asamblea Constituyente y de laAsamblea Legislativa; pero, cuando el gran Jaures llegaa la poca de la Convencin, olvida hablar de la Aboli-cin de la Esclavitud.

    La cuestin antillana, durante la Revolucin France-sa, sera para estos grandes historiadores, acaso, unacuestin tab? Es lo que afirma Yves Benot (3) en un en-sayo reciente, publicado en Pars en 1987, y titulado "La

    Revolucin Francesa y el ocaso de las colonias". Benothabla al respecto "del lento trabajo de deformacin [ o o . ]de los silencios y del ocultamiento de los historiadores

    profesionales". La crtica de Benot coincide con aqullams general expresada por Fran~ois Furet (4), quiendice que todos estos grandes historiadores, antes men-cionados, no escriben la historia de la Revolucin, sinola historia de la defensa de la Revolucin.

    Esta arqueologa de los silencios de los grandes histo-riadores de la Revolucin Francesa, nos ofrece un marcode reflexin fecundo para abordar la cuestin de las rela-ciones entre la Revolucin Francesa y las Antillas, y en

    (3) BENOT. YVES,La Rvolution Francaise et lafin des Colonies, Pa-

    rs, Editions La Dcouverte, 1988.

    (4) FuRET, FRAN

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    rre en Saint Domingue, la ms rica Colonia Francesa,donde, desde 1791, estalla la insurreccin general de losesclavos negros, bajo la direccin de Toussaint Louver-ture, una insurreccin que desemboca en la Indepen-dencia de Hait, la cual constituye el primer movimientode emancipacin de lo que se ha convenido en llamar

    Amrica Latina. Y esto, est lejos de ser una peripecia;es un fenmeno que tiene una dimensin universal.Nos proponemos centrar nuestro anlisis alrededor de

    estos dos ejes, y estudiar brevemente, por una parte, lapoltica colonial de la Revolucin Francesa, y, por laotra, el encuentro, en las Antillas, entre el hecho revolu-cionario y el hecho colonial.

    11

    Hablemos pues, en primer lugar de la poltica colonialde la Revolucin Francesa.

    Ante todo, conviene aqu indicar, que, contrariamen-te a lo que se cree, no hay, en vsperas de la Revolucin,dentro de la filosofa de la Ilustracin, una corriente uni-taria o coherente de anti-colonialismo. Como dice Mar-cel Merle (6), "sera un grave error anotar, en bloque,en 'el activo del anti-colonialismo, el pensamiento de loshombres de la Revolucin". Naturalmente, no setrata aqu de negar una verdad histrica. Es bien sabidoque antes de la Revolucin, la crtica al rgimen colonialfue uno de los grandes temas de la Filosofa de las Luces.

    Montesquieu, Voltaire, Diderot y muchos otros mul-tiplicaron, en efecto, sus ataques contra la colonizaciny denunciaron ampliamente, en especial, la trata de ne-gros, la esclavitud y el "despotismo ministerial". Sloque, en la gran mayora de los casos, estas crticas se si-tan al interior mismo del sistema pidiendo, ciertamentereformas, pero no la Abolicin del rgimen colonial.Slo unos pocos filsofos, entre los cuales se encuentranJ.J. Rousseau, el Abate Raynal y el Marqus de Sadefueron ms all y atacaron el principio mismo de la colo-nizacin. Pero se trataba slo de una minora. La mayo-ra de los autores que han abordado la cuestin colonial,son ms sensibles a la igualdad entre loshombres, que ala igualdad entre lospueblos, y han hablado ms de losDerechos delHombre que de los Derechos de lospue-blos.Por lo dems, esta corriente de pensamiento mayo-ritaria, se inscribe totalmente en la lgica natural del hu-manismo francs. En efecto, contrariamente al empiris-mo ingls, que parte del reconocimiento de las socieda-des reales, el clasicismo francs, por su parte, por el he-cho de estar basado en la autonoma del ser humano, noconoce ms que al hombre en s, y no a los grupos. Ade-ms, el uni\rersalismo francs, por el hecho de conside-rar que el hombre es invariable en su esencia, no llega a

    (6) MERLE, MARcEL, L'anticolonialisme euroen de Las Casas a

    Marx, Pars, Armand Colin, ColI. V., 1969, pp. 22-23.

    ninguna idea deself-government, sino, al contrario, con-duce a la asimilacin. Ya que, si es cierto que todos loshombres, a pesar de diferencias superficiales, son, en elfondo, idnticos, no hay lugar, a los ojos de la Ilustra-cin, para tratamientos diferentes (7).

    En 1789, cuando estalla la Revolucin en Francia, el

    choque entre los principios y los intereses no se produceinmediatamente. Ef>slo en una segunda etapa que losverdaderos herederos de la Ilustracin van a ejercer el

    poder y se encontrarn, entonces, frente al problema an-tillano (8).

    Durante la primera etapa de la Revolucin, que vadesde 1789 hasta 1792, las Asambleas Revolucionarias

    (7) DESCHAMPS, HUBERT. Mthodes et doctrines coloniales de la Fran-ce,Pars, Armand Colin, 1953, pp. 72-79.(8) d. PIERRE-CHARLES. GERARD. El pensamiento sociopoUtico mo-

    derno en el Caribe, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1985, pp. 36

    a62.

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    estn sobre todo dominadas por el Lobby Colonial,constituido, por una parte, por los plantadores y azuca-reros blancos de las Antillas, y, por la otra, por los repre-sentantes de los comerciantes y refinadores metropolita-nos. En una palabra, por las personas que harn todo lo

    posible para impedir cualquier decisin susceptible de

    modificar elstatus quo colonial (9).La Asamblea Constituyente mantiene la exclusividadmetropolitana, es decir, el privilegio que tena la metr-

    poli de aprovisionar sus colonias. Del mismo modo, laConstituyente se niega a aplicar a las gentes de color li-

    bres y a los esclavos negros antillanos los Grandes Prin-cipios de la prestigiosa Declaracin de los Derechos delHombre y del Ciudadano. Lo peor es que refuerza los

    poderes de la clase dominante blanca de las colonias,puesto que concede a las Asambleas Coloniales, com-puestas exclusivamente de blancos criollos, el derechode administrar los asuntos internos de cada colonia (10).

    Los Jacobinos no permanecern inactivos ante estefrente comn de plantadores antillanos y comerciantesmetropolitanos. Robespierre, Brissot, El Abate Gregoi-re, en particular, no cesarn de defender, aunque infruc-tuosamente, los grandes principios.

    A partir de la primavera de 1792, se inicia una nuevafase de la Revolucin. Una etapa durante la cual emergeuna nueva clase dirigente. En primer lugar, tendremosel Gobierno de los Girondinos, al final de la AsambleaLegislativa y al principio de la Convencin; luego, des-

    pus de la cada de estos ltimos, Francia, que es desdeentonces una Repblica, ser dirigida por la dictadura

    de Robespierre y de los Montaeses. Dicho de otra ma-nera, desde 1792hasta 1794son las fuerzas de progreso,son los herederos de la Ilustracin, quienes controlan,desde entonces, el poder. Un gran nmero de esos nue-vos dirigentes revolucionarios fueron miembros de laSociedad de Amigos de los Negros y dirigieron, desde1789, el combate contra las fuerzas esclavistas y en favorde los Derechos del Hombre, en las colonias.

    Sin embargo, asistimos a un ca~bio radical de laorientacin de la poltica colonial de la Revolucin?Slo en cierta medida. Ciertamente, al principio de estanueva era, las cosas parecen querer avanzar. Un primerpaso decisivo est franqueado cuando BRISSOT y elgrupo de los Girondinosimponen a la Asamblea Legis-lativa el voto del Decreto del 25 de marzo de 1792, queconcede la igualdad poltica a las gentes de color libresde las colonias. Aclaro: a la clase de los libertos, llama-dos comnmente los mulatos, pero no a los esclavos ne-gros. Slo que, entre esta primera medida de emancipa-cin y el Decreto histrico de14de febrero de 1794, se in-

    (9) cf. JAMES, C.L.R., Les Jacobins Noirs, Toussaint Louverture et la

    RvOlution de Saint-Domingue, Paris, Editions Caribennes, 1983,

    377p.

    (10) cf. CESAIRE,A., op, cit. pp. 171 a 190.

    tercala un largo perodo de casi dos aos, dos aos ante!!de que los revolucionarios se decidan, por fin, a abolir laesclavitud.

    La historiografa clsica de la Revolucin Francesa haevitado o ha olvidado preguntarse sobre las causas pro-fundas de este desfase. Tratemos de hacerlo.

    Entre 1792 y 1794, asistimos a una muy grave crisistanto a nivel colonial como a nivel metropolitano. Unacrisis que tendr como consecuencia la demora en laadopcin de medidas de emancipacin en favor de lascolonias y, al mismo tiempo, el condicionamiento de lanueva poltica colonial de la Revolucin.

    En las islas antillanas sopla un viento de insurreccin ode rebelin. El poder metropolitano es puesto en tela de

    juicio por todos lados. En 1792, Martinica y Guadalupehan escogido la bandera blanca de la monarqua y se ad-ministran ellas mismas. En Saint Domingue (la actualHaiti), la situacin es, an, ms crtica. No slo los ingle-ses y los espaoles ocupan ciertas partes del territorio,sino tambin, y sobre todo, se asiste a la persistencia y aldesarrollo de la insurreccin general de los esclavos ne-gros bajo la direccin de Toussaint Louverture; una in-surreccin que el poder metropolitano no ha podidoaplastar. As pues, es la totalidad del prspero imperiocolonial la que est amenazada, y, en particular, la msrica de las colonias esclavistas, Saint Domingue, en esemomento el primer productor mundial de azcar.

    A nivel metropolitano, la situacin ha cambiado, tam-bin profundamente. La Revolucin est amenazadapor todas partes. Francia est en guerra contra Inglate-rra y contra la mayor parte de las grandes monarquaseuropeas. La nueva clase dirigente est dividida, codi-ciada por intereses divergentes: los Girondinos y losMontaeses se disputan el poder (11) adems, y sobretodo, como dice Francois Furet, "de ahora en adelantela guerra gobierna la Revolucin mucho ms de lo que laRevolucin gobierna la guerra" (12).

    En esta situacin de crisis, el gobierno revolucionario,a nivel metropolitano, que, como sabemos, se radicalizacada vez ms, adoptar, en lo concerniente a la cuestinantillana, una actitud ambigua e imprecisa.

    Como no es posible, en el marco de esta conferencia,hacer un estudio detallado de esta poltica, citamos algu-

    nos hechos significativos:- E15 de marzo de 1793, Camboulas y sus amigos losGirondinos hacen votar por la Convencin un decretoque autoriza a los Comisarios de la Repblica en las islasa tomar, en el lugar mismo, en el caso en que las circuns-tancias lo exijan, todas las medidas susceptibles de mo-dificar "el mantenimiento del orden en los talleres de es-clavos". De manera ms precisa, eso significa que los re-

    (11) cf, CHAUSSINAND-NoGARET, "Girondins et Montagnards: la lutte

    a mort" inL'Histoire, Paris, Mai 1987, pp. 8 a 20,

    (12) FURET, FRANCOIS,op, cit. p. 201.

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    presentan tes del poder revolucionario tienen carta blan-ca... pueden llegar hasta abolir localmente la esclavitud;si es necesario. Ahora bien, unas semanas ms tarde, losMontaeses intervienen en la Convencin y obtienen lasuspensin de este importante decreto, el cual, sin decir-lo de manera explcita, haca posible la abolicin de la

    esclavitud (13).- El4 de Junio de 1793, el Abate Gregoire y Chaumet-te, dos autnticos antiesclavistas, conducen hasta laConvencin, depurada ya de los Girondinos, una impor-tante delegacin de antillanos que viene a pedir la aboli-cin de la esclavitud. Los Montaeses los reciben, es-cuchan y aplauden su peticin ,pero ,despus ,deciden ar-chivar esta iniciativa.

    Tambin hay que citar el famoso informe de Robes-pierre sobre la poltica exterior de la RevoluCin del 18de noviembre 1793, en el cual el Incorruptible denuncialo que l llama "el crimen de los Girondinos", Girondi-

    nos a quienes l acusa de haber querido "en un instante,libertar y armar a todos los negros para destruir nuestrascolonias" (14).- Finalmente, es de anotar, que el decreto histricoque aboli la esclavitud, no proviene de una iniciativa delos Montaeses. Por una parte, ha sido impuesto por losesclavos de Saint Domingue, como lo explicaremos msadelante. Pero por otra parte, hay que aadir, que la de-cisin de la Convencin de abolir la esclavitud,.se impo-na cada da ms, no slo en nombre de los grandes prin-cipios, sino tambin y sobre todo en nombre del realis-mo poltico. En 1794, en efecto, la repblica estaba en

    peligro; no dispona de muchos recursos para tratar dedefender sus colonias, que los ingleses soaban con con-quistar; la nica solucin que se poda adoptar era la deofrecer a los esclavos negros su libertad, para que elloscombatieran contra los ingleses, en nombre de la Rep-

    blica Francesa. Quin, mejor que Danton, ha expresa-do esta idea, cuando el4 de febrero de 1794, grit, desdela tribuna de la Convencin, estas palabras clebres?:"S, echemos la libertad a las colonias; desde entoncesel ingls est muerto!".

    Para explicar esta actitud ambigua y en aparienciadesconcertante de los Jacobinos sobre la cuestin anti-llana, se han propuesto varios argumentos. Muchas delas vacilaciones de los Jacobinos se explican por su des-conocimiento de las realidades antillanas y por su temora la incompetencia. A esto, hay que aadir el hecho deque, en esta poca, las corrientes esclavistas antillanastenan en Pars unos agentes, ultra-jacobinos, recinconvertidos, que se infiltraron en el seno mismo de laConvencin y que, explotando hbilmente las contradic-ciones que oponan cada da ms a los Girondinos y a losMontaeses, llegaban a manipular la mayora de la

    (13) BENOT, YVES, op, cit., p. 164-175.

    (14) CESAIRE, AIME, op. cit., pp. 215-223.

    Asamblea y de los Comits revolcionarios, y, as, a fre-nar la adopcin, por el poder revolucionario, de una le-gislacin resueltamente emancipadora en favor de lasAntillas.

    Tambin las contradicciones de los Jacobinos son unade las consecuencias de la nueva orientacin de la polti-

    ca exterir de la Revolucin. Desde 1793 la Revolucinha abandonado la idea de realizar una guerra de propa-ganda revolucionaria y hace, en adelante, una guerra deanexin en nombre del Derecho Natural de la Gran Na-cin, de tener fronteras naturales. Ahora bien, en el es-

    pritu de los Jacobinos, las colonias antillanas estn si-tuadas dentro de las fronteras naturales (15).

    Sin embargo, hay que mencionar que, a pesar de susvacilaciones, la nueva poltica colonial de la RevolucinFrancesa es ms coherente de lo que parece a primeravista, porque se inscribe, en la lgica de la filosofa fran-cesa de la Ilustracin.

    En efecto, como la gran mayora de los pensadores dela Ilustracin, los revolucionarios estn interesados msen los derechos del hombre que en los derechos de los

    pueblos. Quieren la emancipacin de los hombres y nola emancipacin de las colonias. Son partidarios de la in-tegracin, de la asimilacin, y no de la ruptura de los la-zos entre las colonias y la metrpoli (16).

    Por otra parte, la conservacin de los lazos colonialesno es percibida por los dirigentes revolucionarios comouna opresin, sino, por el contrario, como un factor deemancipacin, puesto que consideran que la integracinde las colonias es el nico medio que permite imponer a

    los plantadores esclavistas de las Antillas el respeto a losprincipios de igualdad y de libertad.As, aboliendo la esclavitud, la Francia revoluciona-

    ria, ha producido una nueva poltica colonial, que tratade conciliar, los derechos del hombre con la conserva-cin de los fundamentos de su poder y de su prosperi-dad. Y es a este nivel que la Revolucin Francesa se dis-tingue radicalmente de la otra gran revolucin del finaldel siglo 18, la Revolucin Norteamericana. Estas dos"revoluciones atlnticas", como dice Jacques Godechot(17), nos presentan dos concepciones de la emancipa-cin de las colonias, que son totalmente opuestas.

    Por un lado tenemos el modelo revolucionario fran-cs, creacin original de la Revolucin Francesa, y quepropone reformas sociales, la emancipacin de los hom-bres, la abolicin de la esclavitud, pero, la conservacinde la obediencia colonial.

    Por el otro lado, tenemos el modelo norteamericano,al cual se ligarn ms tarde, al principio del siglo 19, la

    (15) BENOT. YVES, op. cit., p. 15.

    (16) MERLE, MARCEL, op. cit., p. 24.

    (17) cf. GODECHOT J.et PALMER R.R., "Le problme de I'Atlanti-que" in X Congresso internazionale di Scienze Storiche, Roma, 1955,

    pp. 175-239.

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    gran mayora de los movimientos de emancipacin lati-

    noamericanos (18), y que propone la emancipacin po-ltica, la independencia de las colonias, pero la conserva-

    cin de orden social antiguo y conservador (19).Es el Acta de Abolicin de la Esclavitud la que intro-

    duce este cambio radical en el orden de las prioridades.

    yes eso lo que explica que, a partir de 1794, los patriotasnorteamericanos, pero tambin, un gran nmero de losLibertadores Latinoamericanos, tomen su distancia res-

    pecto del modelo jacobino francs (20).Lo anterior, en lo tocante a nuestra primera parte, la

    poltica colonial de la Revolucin Francesa. Hablemosahora del encuentro, en las Antillas, del hecho revolu-

    cionario y el hecho colonial.

    III

    La Revolucin genera en las colonias una situacin con-

    fusa, compleja y, en muchos aspectos, anrquica. Con-trariamente a lo que deja entender la historiografa tra-dicional, no hay una sola revolucin que se produzca en

    Francia y que despus se extienda a las colonias. Pero, alcontrario, la Revolucin Francesa suscita, sin quererlo,

    mltiples y contradictorios movimientos revoluciona-rios en las Antillas. Como bien lo anota Fran't0is Furet

    para el mismo caso de Francia y a fortiori para las Anti-llas, "hay varias revoluciones en la revolucin" (21).

    No se puede entrar aqu en los detalles, contentmo-nos con dar una visin sinttica, que ser, necesariamen-

    te, esquemtica.Desde el momento en que la noticia de la Revolucin

    Francesa es conocida en las Antillas, sta provoca una si-tuacin insurreccional compleja y confusa. Los diferen-

    tes grupos de la sociedad colonial esclavista interpretanen funcin de sus intereses propios las ideas de la Revo-

    lucin. No habr, pues, una lectura del mensaje revolu-cionario, sino numerosas lecturas opuestas y contradic-

    torias.Los grandes blancos, la clase dominante de la socie-

    dad esclavista, son los primeros que, paradjicamente,van a empezar la revolucin en las Antillas. Estos "gran-

    des blancos" poseen la mayor parte de las plantacionesazucareras y de los esclavos. Su movimiento insurreccio-

    nal empieza en Saint Domingue, pero muy rpidamentese extiende a Martinica y a Guadalupe. Por qu los

    grandes blancos son los primeros en tomar el relevo delglorioso pueblo de Pars? Porque, para ellos, la revolu-

    (18) d. LYNCH. JHN. Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826, Barcelona, Editorial Ariel, 1983,430 p.(19) PERTIN-DuMN. ANNE, Etre patriote sous les tropiques, la Gua-de/oupe, la colonisation et la Rvolution (1789-1794 J, Basse- Terre, So-cit d'Histoire de la Guadeloupe, 1985,p. 242.(20) d. VERNA, PAUL,Petion y Bolivar, Caracas, Ediciones de la Pre-sidencia de la Repblica, 1980,564 p,

    (21) FURET,FRANl;OIS,ibid.

    cin parisina les da la oportunidad de obtener satisfac-cin a sus reinvindicaciones ya antiguas. En Pars se ha-

    bla de libertad y de igualdad. Para ellos la libertad signi-fica ponerle punto final al despotismo ministerial; dicho

    de otra manera, desean que les dejan administrar porellos mismos sus asuntos. La igualdad, para ellos, es la

    abolicin del sistema exclusivista metropolitano, enten-dido como el privilegio que tiene la metrpoli de aprovi-sionar las colonias. Tambin los grandes blancos recla-

    man el trnsito de un estado de subordinacin a una si-tuacin de igualdad entre el colono blanco y el metropo-

    litano respecto de la administracin de los asuntos anti-llanos (22).

    Pues la revolucin blanca es una revolucin ultracon-

    servadora que desde el principio se diferencia en dospuntos de la revolucin parisina. Primero, digamos quela revolucin blanca es un movimiento autonomista y

    hasta an separatista, que busca distender e incluso rom-per los lazos entre las colonias y Francia. Segundo,

    mientras que en Pars se habla de igualdad y de libertad,los grandes blancos, que se proclaman revolucionarios,

    descartan a las gentes de color libres y a los esclavos ne-gros, de su obra de regeneracin. Quieren conservar in-

    tacto el orden colonial antiguo. As, pues, muy rpida-mente los grandes blancos van a romper con la revolu-

    cin parisina y llevar a cabo su propia revolucin.

    La insurreccin blanca se prolonga en las islas hasta elao 1792. El movimiento finalmente va a fracasar en

    Saint Domingue y en Guadalupe por razones por lo de-ms diferentes. En Saint Domingue, el movimiento es

    arrasado por la revolucin de las gentes de color libres ysobre todo por la de los esclavos negros. En Guadalupe,

    fracasa porque el poder revolucionario francs, apoyadopor el grupo de los pequeos blancos y en cierta medida

    por las gentes de color libres, llega a recuperar la isla y aestablecer un rgimen republicano calcado sobre el de la

    metrpoli. Notemos aqu que es slo en Guadalupe don-de ser aplicada la nueva poltica colonial de la revolu-

    cin.En Martinica, al contrario, los grandes blancos que

    constituyen una clase ms unida, que posee un asenta-miento local ms slido y ms antiguo, los grandes blan-

    cos prolongan el movimiento insurreccional y llegan a

    controlar la situacin. Frente a la voluntad del gobiernorevolucionario de introducir en la isla las nuevas ideas deigualdad y de libertad, los seores de Martinica rechazanen bloque la Francia revolucionaria y deciden entregarla isla a los ingleses. Mediante el tratado de Whitehall

    del 19 de febrero de 1793, su Majestad britnica, GeorgeTercero, les promete mantener sus privilegios, sus fran-quicias, darles un rgimen de libertad y cnservar intac-

    to el orden social. As pues, la nueva poltica colonial de

    (22) d. JACHIM, BENIT, Les racines du sous-dveloppement en Hai-

    ti,Port-au-Prince, Deschamps, 1979,p. 22.

    12

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    la Revolucin no ser aplicada en Martinica, puesto queesta isla estar bajo el dominio ingls desde 1794 hasta1802(23).

    AlIado de la revolucin de los grandes blancos existetambin la de los pequeos blancos. Los pequeos blan-cos constituyen una clase aparte. Siendo blancos son de

    cierto modo privilegiados dentro de esta sociedad colo-nial esclavista, donde existe una muy rigurosa jerarquaracial. Pero los pequeos blancos son menos ricos quelos grandes. blancos. Generalmente son artesanos y, so-

    bre todo, comerciantes: representan el mundo del co-mercio, de la ciudad frente al mundo de la plantacin,del mundo rural de los grandes blancos. Adems son so-

    bre todo metropolitanos o personas instaladas desdepoco tiempo en las colonias. Su conflicto con los grandesblancos es principalmente de orden econmico. Deseanlos comerciantes menoscabar el poder econmico de losdueos de las plantaciones y asegurar para ellos el con-

    trol de la economa colonial.Desde 1789 la revolucin de los pequeos blancos sedesarrolla sobre todo en las ciudades portuarias de las

    (23) LEMERY, HENRY, La Rvolution Francaise a la Martinique, Paris,Larose, 193~, pp. 225-335.

    Antillas francesas, como Saint Pierre de Martinica,Pointe a Pitre de Guadalupe y Port au Prince de SaintDomingue. Pero este movimiento fracasa rpidamente;de una parte porque el grupo es minoritario y por otra

    parte porque su mensaje revolucionario es tambin con-tradictorio como el de los grandes blancos: ellos igual-

    mente descartan a los negros y las gentes de color libresde su obra de regeneracin. Y, finalmente, porque elmovimiento de los pequeos blancos es eliminado rpi-damente en Saint Domingue por las revoluciones mula-tas y negras, y en Martinica por el movimiento de losgrandes blancos.

    Solamente en Guadalupe el movimiento logra xitopuesto que se extiende a los mulatos y a los negros y sefunde con la revolucin metropolitana. En enero de1793 es una multitud unida donde hay pequeos blan-cos, mulatos y esclavos negros, pero, claro, no grandes

    blancos, que acogen a Lacrosse, el primer emisario de la

    Primera Repblica Francesa en las pequeas Antillas.Lacrosse establece el rgimen republicano y hace desa-parecer las principales barreras entre los blancos y lasgentes de color libres. Despus, a partir de junio de1794, Vctor Hugues, l mismo un antiguo pequeo.

    blanco de Saint Domingue, llega a Guadalupe en repre-sentacin de la Convencin con el Decreto de la Aboli-

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    cin de la Esclavitud, Vctor Hugues, quien establece enla isla un rgimen autoritario, parecido al que entoncesexista en la Metrpoli, va a abolir la esclavitud, pero

    para reemplazarla por una forma tropical de servidum-bre. As pues es en Guadalupe, solamente, dond seaplica hasta el final de la Revolucin el modelo metropo-

    litano, bajo la forma de una dictadura jacobina que semantiene en esta isla por mucho ms tiempo que enFrancia. Tambin es importante aadir que es por inter-medio de los corsarios negros de Guadalupe que el men-saje revolucionario francs ser conocido y en muchoscasos temido en todos los parajes del mediterrneo ame-ricano (24).

    Aparte de los movimientos ya mencionados de losgrandes blancos y de los pequeos blancos hay que men-cionar tambin la revolucin de las gentes de color libresque se produce sobre todo en Saint Domingue. Estosmulatos constituan la clase intermedia de la sociedadcolonial esclavista. Ellos son libres, a menudo ricos,

    pero, siendo de color, la ley no les concede los mismosderechos que a los blancos, en esta sociedad particulardonde existen estrictas barreras de razas. Desde 1789losmulatos antillanos se sublevan tambin y reclaman laaplicacin en las colonias de los principios de igualdad yde libertad. Pero, siendo muchos de ellos propietariosde esclavos, no desean que estos principios de libertad yde igualdad, le sean aplicadas a los esclavos negros. A

    pesar de la ley de 1972que les concede la igualdad polti-ca con los blancos, el movimiento mulato va a continuary radicalizarse en Saint Domingue, puesto que los gran-des y pequeos blancos se niegan a aplicar en la coloniala ley de Pars. Muy rpidamente el movimiento mulatova a fundirse dentro de la revolucin negra (25).

    Finalmente, tenemos que referirnos a la revolucin delos esclavos negros. Ellos tambin reclaman, claro, quese les aplique el mensaje revolucionario y que sea aboli-da la esclavitud. En Martinica y en Guadalupe, los le-vantamientos de esclavos son rpidamente reprimidos.Por el contrario, en Saint Domingue, la revolucin delos esclavos se desarrolla y tr,iunfa.

    En Saint Domingue, los esclavos negros son ms nu-merosos que en las otras islas; son 500.000, contra83.000 en Martinica y 89.000 en Guadalupe. Adems,

    existe all un gran desequilibrio numrico entre los amosy los esclavos. Yeso va a constituir una fuente de preo-cupacin cada da ms fuerte para los esclavistas. Unfactor importante es que los esclavos negros de este te-rritorio, en su mayora, son "bossales", es decir, que noson nacidos en las Antillas sino en Africa y que, a la dife-rencia de los de Martinica y Guadalupe, siendo poco

    (24) d. PEROTIN-DuMON. A., op. cit.; d. aussi Bangou, Henri, La

    Rvolution et l'esclavage a la Guadeloupe, Paris, MessidorlEditionsSociales, 1989,200p.

    (25) d. CE5AIRE. Aim, op. cit.

    criollizados, aceptan todava menos el sistema inhuma-no de la esclavitud. Finalmente, por dems, es necesariodestacar, que los esclavos de Saint Domingue, designanmuy pronto un jefe, un hombre superior, un gran hom-

    bre digno de los Robespierre y de los Napolen de la me-trpoli, y este hombre es Toussaint Louverture.

    Toussaint va a organizar el ejrcito de los jacobinosnegros. Tambin es l quien va a dar a la revolucin delos esclavos su sentido profundo y su objetivo, el cual es:obtener y conservar la libertad para todos, todo esto pormedio de la fuerza. Frente a la determinacin de Tous-.saint y de sus jacobinos negros, y ante los peligros de unaconquista de la colonia por los ingleses, Sonthonax, elrepresentante de la metrpoli, no tiene otro remedioque proclamar, sin esperar las rdenes de Pars, la liber-tad general e inmediata de todos los esclavos de SaintDomingue (26).

    Despus del decreto histrico de la Convencin, que

    ratifica la decisin de Sonthonax, Toussaint va a incor-porarse alIado de la Francia revolucionaria, de la Fran-cia abolicionista. Pero su hazaa no est por lo tanto ter-minada. Ms que nunca Toussaint va a seguir su lucha

    para, como dice l, ofrecer a los suyos un mejor porve-nir. Lo que sigue lo conocemos: al final de la RevolucinFrancesa, cuando Napolen Bonaparte querr restable-cer la esclavitud, el combate de Toussaint va a desembo-car en la independencia de Hait.

    Conclusin

    Para concluir nos resta por tratar de explicar por qu engeneral la Revolucin Francesa llega a una especie defracaso en las Antillas por los actos de separatismo enMartinica, revolucin emancipadora en Hait, dictadurade Salud Pblica que se prolonga en Guadalupe.

    En primer lugar eso proviene de las vacilaciones de lapoltica revolucionaria misma. Como lo hemos visto, lapoltica colonial de la Revolucin Francesa no se definisino progresivamente; se ha adaptado lentamente a lasmutaciones coloniales. El resultado que eso provoc enlas Antillas, es la exasperacin de cada grupo social de-seoso de un cambio. Frente a la indecisin de la metr-

    poli cada clase ha llevado a cabo su propia revolucin.

    En segundo lugar, y sobre todo, la confusin que pro-voca la Revolucin en las Antillas se explica por las con-tradicciones y los lmites del pensamiento revoluciona-rio cuando se aplica a las realidades antillanas.

    El pensamiento revolucionario, hijo de la Ilustracin,no se interesa, como lo hemos dicho, en el hombre en s,en el hombre invariable en su esencia. Pero, este pensa-miento, ha sido ms bien elaborado a partir de un cono-cimiento del hombre europeo. El problema de los revo-

    (26) d. PLUCHON. PIERRE. Histoire des Antilles et de la Guyane, Tou-

    louse, Privat, 1982,pp. 265-295.

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  • 7/21/2019 La revolucin francesa y las antillas

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    lucionarios es el hacer demasiado rpido una analogaentre la realidad europea y la realidad antillana. Y es poreso que ellos llegan en las Antillas a confusiones y con-tradicciones casi insolubles (27).

    En efecto, en 1789 en las Antillas francesas, coloniza-cin y esclavitud estn ntimamente ligadas. Aqu, y

    contrariamente a lo que sucede en otros sistemas de co-lonizacin, estamos frente a un tipo de sociedad colonialesclavista sui generis. Este tipo de sociedad particular secaracteriza por la desproporcin numrica entre la masade los esclavos y el ncleo de origen europeo, dueo dela tierra que, por este mismo hecho, acentu su carcterelitista. Igualmente existe en esta sociedad una estratifi-cacin social hecha segn un modelo jerrquico riguro-so. Aqu los grupos sociales, a partir de la coincidenciade barreras tnicas y de clase aparecen como castas. Porltimo, decimos que estas colonias Antillanas son enaquel momento verdaderas fbricas de azcar y que de-sempean un papel esencial en la economa metropoli-tana (28). En tal contexto, no es fcil, como trata de ha-cerlo la Ilustracin, de condenar la esclavitud en nombrede los grandes principios, y al mismo tiempo de quererconservar el sistema colonial.

    En efecto, separados de su contexto social, los gran-des principios de la Revolucin Francesa ya no tienen elmismo sentido. Cuando en Pars se lucha contra la suje-cin, se quiere liberar al Tercer Estado de la sujecin alos dos estamentos privilegiados y no suprimir la suje-cin de las colonias a la metrpoli. Cuando en Pars seopone a desigualdad, se quiere sobre todo fundar la desi-gualdad sobre el mrito y no el nacimiento y los privile-gios. Dicho de otra manera, los revolucionarios en Fran-cia no quieren poner en duda las diferencias entre las cla-ses sociales, por el contrario, quieren fundarlas en razny en derecho. Quieren modificar los estatus sociales,

    pero no las clases sociales (29).Ahora bien, en el caso de los esclavos antillanos es di-

    fcil hacer la distincin entre estatu~ social y clase social.El estatus social de los esclavos es desigualitario y en con-tradiccin total con el objetivo de igualdad formal de laIlustracin. Eso lo condenan los revolucionarios. Perono se dan cuenta que los esclavos negros constituyentambin en la sociedad esclavista sui generis de las Anti-

    llas, una clase social cuya funcin es vital en las econo-mas coloniales y metropolitanas. La 'contradiccin del

    pensamiento revolucionario reside en el hecho de que-rer cambiar la condicin de los esclavos, manteniendo almismo tiempo un sistema que precisamente necesita alos esclavos para funcionar.

    (27) BENOT, YVES,op. cit. p. 34.(28) ACREEN. RENE. "Pour une grammaire de l'histoire antillaise -tentative de dfinition'':'in Les Temps Modernes, Pars, No. 441-442,1983, pp. 1823-1824.

    (29) BENOT. YVEs, op. cit.

    En el fondo est contradiccin es Toussaint Louvertu-re quien la va a resolver, a sobreponer. Y es en este sen-tido, que Toussant Louverture es hijo de la Ilustracin,hijo de la Revolucin Francesa. El mrito de Toussaint,a propsito del cual Lamartine ha dicho "Este hombrefue una nacin" , el mrito de Toussaint ha sido tomar al

    pie de la letra la prestigiosa Declaracin francesa de losDerechos del Hombre y del Ciudadano, de encamar yvivificar el mensaje de libertad y de igualdad de la Revo-lucin Francesa.

    Como dice Aim Cesaire, "el combate de Toussaint-Louverture fue el combate por la transformaci6n del de-

    recho formal en derecho real, el combate por el reconoci-

    miento del hombre ypor eso l se inscribe e inscribe la re-vuelta de los esclavos negros de Saint Domingue en la his-

    toria de la civilizaci6n universal" (30).

    Ren Acheen (historiador martiniqueo)

    forma parte de la Misi6n Cultural Francesa

    en Colombia. Vice-Presidente

    de la Asociaci6n de Universidades

    del Caribe (UNICA)

    y miembro del Comit de Redacci6n

    de la "Historia general del Caribe"

    de la UNESCO. Este texto fue leido

    en la Alianza Francesa el19 de abril de 1989.

    (30) CESAIRE, AIME, op. cit., p. 344.

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