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La República Por Platón

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LaRepública

Por

Platón

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LIBROI

SÓCRATES—GLAUCÓN—POLEMARCO—TRASÍMACO—ADIMANTO—CÉFALO—CLITOFONTE

SÓCRATES. —Bajé ayer al Pireo con Glaucón, hijo de Aristón, paradirigir mis oraciones a la diosa y ver cómo se verificaba la fiesta que porprimeravezibaacelebrarse.LaPompadeloshabitantesdellugarmepareciópreciosa; pero a mi juicio, la de los tracios no se quedó atrás. Terminadanuestra plegaria, y vista la ceremonia, tomamos el camino de la ciudad.Polemarco, hijo de Céfalo, al vernos desde lejos, mandó al esclavo que leseguíaquenosalcanzaraynossuplicaraqueleaguardásemos.Elesclavonosalcanzóy,tirándomeporlacapa,dijo:

—Polemarcoossuplicaqueleesperéis.

Mevolví,ylepreguntédóndeestabasuamo.

—Mesigue—respondió—;esperadleunmomento.

—Leesperamos—dijoGlaucón.

Unpoco después llegaronPolemarco yAdimanto, hermano deGlaucón;Nicérato,hijodeNiciasyalgunosotrosquevolvíandelaPompa.Polemarco,alalcanzarnos,medijo:

—Sócrates,meparecequeosretiráisalaciudad.

—Noteequivocas—lerespondí.

—¿Hasreparadocuántossomosnosotros?

—¿Cómono?

—Puesosoismásfuertesquenosotrosopermaneceréisaquí.

—¿Ynohayotromedio,quees convencerosdeque tenéisquedejarnosmarchar?

—¿Cómopodríaisconvencernossinoqueremosescucharos?

—Enefecto—dijoGlaucón—,entoncesnoesposible.

—Puesbien,estadsegurosdequenoosescucharemos.

—¿No sabéis —dijo Adimanto— que, esta tarde, la carrera de lasantorchasencendidasenhonordeladiosaseharáacaballo?

—¿Acaballo?Esunacosanueva.¡Cómo!¿Correránacaballo,teniendoenlamanolasantorchasqueenlacarrerahabrándeentregarlosunosalosotros?

—Sí—dijoPolemarco—,yademáshabráunaveladaquemerecelapena

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deverse. Iremosalládespuésdecenar,ypasaremosel ratoalegrementeconmuchosjóvenesqueallíencontraremos.Quedaos,pues,ynooshagáismásderogar.

—Yaveoqueesprecisoquedarse—dijoGlaucón.

—Puestoqueloquieresasí—lerespondí—,nosquedaremos.

Nos fuimos, pues, a la casadePolemarco, donde encontramosa susdoshermanosLisiasyEutidemoconTrasímacodeCalcedonia,Carmántides,delpueblo de Peanea, y Clitofonte, hijo de Aristónimo; Céfalo, padre dePolemarco,tambiénestabaallí.Hacíamuchotiempoquenolohabíavisto,ymepareciómuyenvejecido.Estabasentado,apoyadasucabezaenuncojín,yllevaba en ella una corona, porque en aquel mismo día había hecho unsacrificio doméstico. Junto a él nos situamos en los asientos que estabancolocadosencírculos.ApenasmevioCéfalo,mesaludóymedijo:

—Sócrates,muy pocas veces vienes al Pireo, a pesar de que nos daríasmuchogustoenello.Siyotuviesefuerzasparairalaciudad,noteharíafaltavenir aquí, sino que iríamos a verte.Comono es así, has de venir conmásfrecuencia a verme, porque debes saber que, amedida que los placeres delcuerpo me abandonan, encuentro mayor encanto en la conversación. Ten,pues, conmigo este miramiento, y al mismo tiempo conversarás con estosjóvenes,sinolvidarporesoaunamigoquetantoteaprecia.

—Yo, Céfalo —le dije—, me complazco infinito en conversar con losancianos.Como se hallan al término de una carrera que quizá habremos derecorrer nosotros un día, me parece natural que averigüemos de ellos si elcamino es penoso o fácil, y puesto que tú estás ahora en esa edad, que lospoetasllamanelumbraldelavejez,mecomplaceríamuchoquemedijerassiconsideras semejante situación como la más penosa de la vida, o cómo lacalificas.

—Por Zeus, Sócrates —me respondió—, te diré mi pensamiento sinocultartenada.Mesucedemuchasveces,segúnelantiguoproverbio,quemeencuentro con muchos hombres de mi edad, y toda la conversación por suparte se reduce a quejas y lamentaciones; recuerdan con sentimiento losplaceres del amor, de la mesa, y todos los demás de esta naturaleza, quedisfrutabanensujuventud.Seafligendeestapérdida,comosifueralapérdidade los más grandes bienes. La vida de entonces era dichosa, dicen ellos,mientrasquelapresentenomerecenielnombredevida.Algunossequejan,además,delosultrajesaquelesexponelavejezdepartedelosdemás.Enfin,hablan sólodeellaparaacusarla, considerándolacausademilmales.Tengoparamí,Sócrates,quenodanenlaverdaderacausadeesosmales,porquesifuese sólo la vejez, debería producir indudablemente sobre mí y sobre losdemásancianoslosmismosefectos.Porqueheconocidoaalgunosdecarácter

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biendiferente,yrecuerdoque,encontrándomeenciertaocasiónconelpoetaSófocles,comolepreguntaranenmipresenciasilaedadlepermitíaaúngozarde los placeres del amor y estar en compañía demujer, «Diosme libre—respondió—, ha largo tiempo he sacudido el yugo de ese furioso y brutaltirano».Entoncescreíaquedecíalaverdad,ylaedadnomehahechomudardeopinión.Lavejez,enefecto,esunestadodereposoydelibertadrespectode los sentidos. Cuando la violencia de las pasiones se ha relajado y se haamortiguadosufuego,seveunolibre,comodecíaSófocles,deunamultitudde furiosos tiranos. En cuanto a las lamentaciones de los ancianos que sequejan de los allegados, hacen muy mal, Sócrates, en achacarlos a suancianidad,cuandolacausaessucarácter.Concorduraybuenhumor,lavejezessoportable;peroconuncarácteropuesto,lomismolavejezquelajuventudsondesgraciadas.

Meencantóestarespuesta,yparaanimarlemásymása laconversación,añadí:

—Estoypersuadido,Céfalo,dequealhablartúdeestamaneralosmásnoestimarántusrazones,porqueseimaginanquecontralasincomodidadesdelavejez encuentras recursos,más que en tu carácter, en tus cuantiosos bienes,porquelosricos,dicenellos,puedenprocurarsegrandealivio.

—Dicesverdad:ellosnomeescuchan,yciertamentetienenalgunarazónen loquedicen,perono tantocomose imaginan.Ya sabes la respuestaqueTemístocles dio a un habitante de Serifo que le echaba en cara que sureputaciónladebíaalaciudaddondehabíanacido,másbienqueasumérito:le respondió que ni élmismo sería famoso de haber nacido en Serifo, ni loseríasuinterlocutordehabernacidoenAtenas.Lamismaobservaciónpuedehacersealosancianospocoricosydemalcarácter,diciéndolesquelapobrezaharía quizá la vejez insoportable al sabio mismo, pero que sin la sabiduríanuncalasriquezaslaharíanmásdulce.

—Pero—repliquéyo—esosgrandesbienesquetúposees,Céfalo,¿tehanvenidodetusantepasadosoloshasadquiridotúensumayorparte?

—¿Quéheadquiridoyo,Sócrates?Enestepuntoocupountérminomedioentre mi abuelo y mi padre, porque aquél, cuyo nombre llevo, habiendoheredadounpatrimoniopocomásomenosigualalqueyoposeoahora,hizoadquisicionesqueexcedieronenmuchoalosbienesquehabíarecibido;ymipadreLisaniaslaredujoamenosdeloqueahoraes.Yomedaréporcontentosi mis hijos encuentran, después de mi muerte, una herencia que no seainferior,sinoalgosuperioralaqueyoencontréalamuertedemipadre.

—Loquemehaobligado ahacerte esta pregunta—ledije—esquemeparecequeno tienesmuchoapegoa las riquezas, cosamuyordinariaen losque no han creado su propia fortuna, mientras que los que la deben a su

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industriaestándoblementeapegadosaella;porqueletienencariño,enprimerlugar,porserobrasuya,comoamanlospoetassusversosylospadresasushijos,yletienentambiéncariñocomolosdemáshombres,porlautilidadqueles reporta. También es más difícil comunicar con ellos, y sólo tienen enestimaeldinero.

—Tienesrazón—dijoCéfalo.

—Muy bien —añadí yo—. Pero dime ahora, ¿cuál es, a tu parecer, lamayorventajaquelasriquezasprocuran?

—Noesperoconvenceramuchosde laverdadde loquevoyadecir.Yasabrás,Sócrates,quecuandoseaproximaelhombrealtérminodelavidatienetemores e inquietudes sobre cosas que antes no le daban ningún cuidado;entoncessepresentaalespírituloquesecuentadelosinfiernosydelapenaqueallíhadesufrirquienaquíhadelinquido.Secomienzaportemerqueestosdiscursos, hasta entonces tenidos por fábulas, sean otras tantas verdades, yaprocedaesta aprensiónde ladebilidadde la edad,oyaque seven conmásclaridadtalesobjetosacausadesuproximidad.Lociertoesqueestáunollenodeinquietudesydeterror.Serecuerdantodaslasaccionesdelavida,paraversisehacausadodañoaalguien.Elque,alexaminarsuconducta,laencuentrallena de injusticia, tiembla y se deja llevar de la desesperación, y algunasveces,durante lanoche, el terror ledespiertadespavoridocomoa losniños.Peroelquenotieneningúnremordimientovesincesarenposdesíunadulceesperanza, que sirve de nodriza a su ancianidad, comodicePíndaro, que sevale de esta graciosa imagen, Sócrates, al hablar del hombre que ha vividojustaysantamente:

Laesperanzaleacompaña,meciendodulcemente

sucorazónyamamantandosuancianidad;

laesperanza,quegobiernaasugusto

elespíritufluctuantedelosmortales.

Está esto admirablemente dicho. Y porque las riquezas preparan talporvenir y son, a este fin, ungran auxilio, es por loque amisojos son tanpreciosas,noparatodoelmundo,sinoparaeldiscreto.Porqueaellasdebeengran parte el no haberse visto expuesto a hacer daño a tercero, ni aun sinvoluntad,ausardementiras,conlaventaja,además,deabandonarestemundolibre del temor de no haber hecho todos los sacrificios convenientes a losdioses,odenohaberpagadosusdeudasa loshombres.Lasriquezas tienen,además,otrasventajas,sinduda;perobienpesadotodo,creoquedaríaaéstaslapreferenciasobretodaslasdemás,ohSócrates,porelbienqueproporcionanalhombresensato.

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—Nadamásprecioso—repuseyo—queloquedices,Céfalo.Pero¿estábiendefinidalajusticiahaciéndolaconsistirsimplementeendecirlaverdad,yendaracadaunoloquedeélseharecibido?¿O,másbien,sonestascosasjustas o injustas según las circunstancias? Por ejemplo, si uno, después dehaber confiado en estado de cordura sus armas a su amigo, se las reclamaestandodemente,todoelmundoconvieneenquenodebieradevolvérselas,yquecometeríaunactoinjustodándoselas.Tambiénestántodosacordesenqueobraríamal si no disfrazaba algo la verdad, atendida la situación en que suamigoestaba.

—Todoesoescierto.

—Porconsiguiente, la justicianoconsisteendecir laverdad,niendaracadaunoloquelepertenece.

—Sinembargo,enesoconsiste—dijointerrumpiéndomePolemarco—,sihemosdecreeraSimónides.

—Pues bien, continuad la conversación—dijoCéfalo—.Yo os cedomipuesto;tantomáscuantoquevoyaconcluirmisacrificio.

—Y¿soyyoelquetesustituirá?—dijoPolemarco.

—Sí —repuso Céfalo, sonriéndose; y al mismo tiempo salió para ir aterminarsusacrificio.

—Dime, pues, Polemarco—dije yo—, puesto que ocupas el lugar de tupadre,loquediceSimónidesdelajusticia,ydimetambiénenquécompartessuopinión.

—Dicequeelatributopropiodelajusticiaesdaracadaunoloqueseledebe,yenestoencuentroquetienerazón.

—Difícil es no someterse a Simónides, porque era un sabio, un hombredivino.Pero¿entiendesquizá,Polemarco,loquequieredecirconesto?Yonolocomprendo.Esevidentequenoentiendequedebadevolverseundepósito,cualquieraqueélsea,comodijimosantes,cuandolopideunhombrequenoestáensurazón.Sinembargo,estedepósitoesunadeuda;¿noesasí?

—Sí.

—Luegoesprecisoguardarsedevolverlealque lopide,sinoestáensurazón.

—Escierto.

—Así,pues,alparecer,Simónidesdicecosadistintadeéstaalsostenerqueesjustodevolverloquesedebe.

—Sinduda, puesto quepiensa quedebehacerse bien a sus amigos y no

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dañarlesennada.

—Yaentiendo—dijeyo—.Noesvolverasuamigoloqueseledebeelentregarle el dinero que nos ha confiado, cuando sólo puede recibirlo enperjuiciosuyo.¿NoesésteelsentidodelaspalabrasdeSimónides?

—Sí.

—Pero¿debedarsealosenemigosloqueselesdebe?

—Sí,sinduda,loqueselesdebe;peroaunenemigonosedebemásqueloqueconvienequeseledeba,esdecir,elmal.

—Simónides, por lo tanto, seha explicadocomopoetaydeunamaneraenigmáticasobrelajusticia,puestoquehacreído,alparecer,queconsistíaendaracadaunoloqueleconviene,aunquelohayaexpresadocomolodebido.

—Asíparece.

—¡Oh, por Zeus! —exclamé—. Si alguno le hubiese preguntado:«Simónides, lamedicina, ¿a quiénda lo que le convieney qué es lo que leda?»,¿quécreesquehabríarespondido?

—Quedaalcuerpoalimentos,bebidasylosremediosconvenientes.

—Yelartedelcocinero,¿quéda,yaquiéndaloqueleconviene?

—Daacadamanjarsusazón.

—¿Y este arte que se llama justicia, qué da y a quién da lo que leconviene?

—Sócrates, si hemos de atenernos a lo que se ha dicho más arriba, lajusticiaproduceventajasparalosamigosydañoparalosenemigos.

—Entonces, Simónides llama justicia a hacer beneficios a los amigos ydañoalosenemigos.

—Porlomenos,asímeloparece.

—¿Quiénpuedehacerbienasusamigosymayormalasusenemigos,encasodeenfermedad?

—Elmédico.

—¿Yenelmaralosnavegantes,encasodepeligro?

—Elpiloto.

—Yelhombrejusto,¿enquéyenquéocasiónpuedehacermayorbienasusamigosymayormalasusenemigos?

—Enlaguerraamiparecer,atacandoalosunosydefendiendoalosotros.

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—Muy bien; pero mi querido Polemarco, no hay necesidad del médicocuandonohayenfermedad.

—Esoescierto.

—Nidelpilotocuandonosenavega.

—Tambiénescierto.

—Por la misma razón, ¿es inútil el hombre justo cuando no se hace laguerra?

—Yonolocreo.

—Entonceslajusticia,¿sirvetambiénparatiempodepaz?

—Sí.

—Perolaagriculturasirvetambiénenestetiempo;¿noesasí?

—Sí.

—¿Enlarecoleccióndelosfrutosdelatierra?

—Sí.

—Yeneloficiodezapatero,¿sirveenigualforma?

—Sí.

—Medirásquesirveparaobtenercalzado.

—Sinduda.

—Dimeahoraparaprovechoyobtencióndequéesútillajusticiadurantelapaz.

—Esútilenloscontratos.

—¿Entiendesporestolasasociacionesoalgunaotracosa?

—Lasasociaciones,ciertamente.

—Cuando sequiere jugar a las fichas, ¿aquiénconvieneasociarse: aunhombrejustooaunjugadordeprofesión?

—Aunjugadordeprofesión.

—Y para la colocación de ladrillos y piedras, ¿vale más dirigirse a unhombrejustoquealarquitecto?

—Todolocontrario.

—Mas así como para aprender la música me dirigiré al músico conpreferencia alhombre justo, ¿enquécasomedirigirémásbiena éstequeaaquéloalalbañil?

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—Cuandosetratedeempleardinero,meparece.

—Quizánocuandoseaprecisohacerusodeél;porquesiquierocomprarovenderuncaballoenuniónconotro,measociaréconpreferenciaaunchalán.

—Yopiensolomismo.

—Yconelpilotooelarmador,sisetratadeunanave.

—Sí.

—¿En qué, pues, me será el hombre justo particularmente útil cuandoquierayodarconotroalgúndestinoamidinero?

—Cuandosetrate,Sócrates,deponerloendepósitoydeconservarlo.

—Esdecir,¿cuandonoquierahacerningúnusodemidinero,sinodejarloocioso?

—Sí,verdaderamente.

—Deesamaneralajusticiameseráútilcuandomidineronomesirvaparanada.

—Alparecer.

—Luegolajusticiameservirácuandoseaprecisoconservarunapodaderaen común o particularmente; pero si quiero servirme de ella,me dirigiré alviñador.

—Enbuenahora.

—Asimismo, me dirás que si quiero guardar un broquel o una lira, lajusticia me será buena para esto; pero que si quiero servirme de estosinstrumentos,deberécultivarlamúsicaoelartemilitar.

—Forzosamente.

—Y,engeneral,trátesedelacosaquesequiera,lajusticiameseráinútilsiemprequequieraservirmedeesacosa,yútilcuandonomesirvadeella.

—Quizá.

—Pero queridomío, la justicia no es de gran importancia si sólo es útilparalascosasdequenohacemosuso.Atiendealoquetevoyadecir.Elqueeselmásdiestroparadirigirgolpes,seaenlaguerra,seaenlalucha,¿noloestambiénparalibrarsedelosqueledirijan?

—Sí.

—Elqueeshábilparapreservarsedeunaenfermedadyprevenirla,¿noes,almismotiempo,elmáscapazdepasarlaaotro?

—Esocreo.

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—¿Quiéneselmásapropósitoparaguardaruncampamento?¿Noloeselquesaberobarlosplanesylosproyectosdelenemigo?

—Sinduda.

—Porconsiguiente,elmismohombrequeesapropósitoparaguardarunacosa,loestambiénpararobarla.

—Asíparece.

—Luego,sieljustoesapropósitoparaguardareldinero,loserátambiénparadisiparlo.

—Porlomenos,esunaconsecuenciadeloqueacabamosdedecir—dijo.

—Luego el hombre justo es un bribón. Esta idea pudiste tomarla deHomero,quealabamuchoaAutólico, abuelomaternodeUlises,ydicequesuperóatodosloshombresenelartederobarydeengañar.Porconsiguiente,segúnHomero,Simónidesytú,lajusticianoesotracosaqueelartederobarpara hacer bien a los amigos ymal a los enemigos: ¿no es así como tú loentiendes?

—No,¡porZeus!,noséloquehequeridodecir.Meparece,sinembargo,que la justicia consiste siempre en favorecer a sus amigos y dañar a susenemigos.

—Pero¿quéentiendesporamigos?¿Sonlosquenosparecenhombresdebieno los que lo son en realidad, aun cuandono los juzguemos tales?Otrotantodigodelosenemigos.

—Meparecenaturalamaralosquesecreebuenos,yaborreceralosquesecreemalos.

—¿Noesfrecuentequeloshombresseengañensobreestepuntoytenganporhombredebienalqueloessóloenlaaparienciaoporunbribónalqueeshombredebien?

—Convengoenello.

—Aquellosaquienesestosucede,¿tienenporenemigoshombresdebien,yporamigoshombresmalos?

—Sí.

—Yasí,respectodeellos,lajusticiaconsisteenhacerbienalosmalosymalalosbuenos.

—Asíparece.

—Perolosbuenos,¿sonjustoseincapacesdedañaranadie?

—Asíes.

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—Esjusto,porconsiguiente,segúndices,causarmala losquenonos locausan.

—Nadadeeso,Sócrates,yesuncrimendecirlo—respondió.

—Luegoseráprecisodecirqueesjustohacerdañoalosinjustosyhacerbienalosjustos—dijeyo.

—Esoesmásconformealarazónqueloquedecíamosantes.

—Deaquíresultará,Polemarco,queparatodosaquellosqueseengañanenlos juiciosqueformandeloshombresserá justodañarasusamigos,porquelosmiraráncomomalos,yhacerbienasusenemigosporlarazóncontraria:conclusióncompletamenteopuestaaloquesupusimosquedecíaSimónides.

—La consecuencia es necesaria; pero alteremos algo la definición quehemosdadodelamigoydelenemigo,porquenomepareceexacta.

—¿Quéeraloquedecíamos,Polemarco?

—Dijimosquenuestroamigoeselquenosparecehombredebien.

—¿Quéalteraciónquiereshacer?

—Quisieradecirquenuestroamigodebe,alavez,parecernoshombredebienyserlorealmente,yqueelqueloparece,sinserlo,sóloesnuestroamigoenapariencia.Lomismodebedecirsedenuestroenemigo.

—Enesteconceptoelverdaderoamigoseráelhombredebien,yelmaloelverdaderoenemigo.

—Sí.

—¿Quieres,porconsiguiente,quemudemosalgoloquedijimostocanteala justicia,aldecirqueconsistíaenhacerbienalamigoymalalenemigo,yque añadamos: que es justo hacer bien al amigo que sea bueno y mal alenemigoqueseamalo?

—Sí,encuentroesomuyensulugar.

—Pero ¿es posible —dije yo— que el hombre justo haga mal a otrohombre,cualquieraqueélsea?

—Sinduda;debehacerloalosperversosymalvados.

—Cuandosemaltrataaloscaballos,¿sehacenpeoresomejores?

—Sehacenpeores.

—Pero ¿se hacen tales en la virtud que es propia de esta especie deanimales,oenlaqueespropiadelosperros?

—Enlapropiadeloscaballos.

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—Y así también los perros, cuando reciben daño, ¿se hacen peoresrespecto,noalavirtuddeloscaballos,sinoaladelosperros?

—Porfuerza.

—¿No diremos, igualmente, que los hombres a quienes se causamal sehacenpeoresenlavirtudqueespropiadelhombre?

—Sinduda.

—¿Noeslajusticialavirtudpropiadelhombre?

—Tambiénestoesforzoso.

—Así,pues,miqueridoamigo,necesariamente loshombresaquienessecausamalsehandehacermásinjustos.

—Esoparece.

—Pero¿unmúsicopuede,envirtuddesuarte,haceraalgunoignoranteenlamúsica?

—Esoesimposible.

—¿Unpicadorpuede,mediantesuarte,hacerdealgunounmaljinete?

—No,imposible.

—¿Elhombrejustopuede,mediantelajusticia,haceraunhombreinjusto?¿Y,engeneral,losbuenospuedenporsuvirtudhaceraotrosmalos?

—Esonopuedeser.

—Porque el enfriamiento, pienso, no es efecto de lo caliente, sino de sucontrario.

—Asíes.

—Asícomolahumedadnoesefectodeloseco,sinodesucontrario.

—Sinduda.

—El efecto de lo bueno no es tampoco el dañar; éste es el efecto de sucontrario.

—Exacto.

—Pero¿elhombrejustoesbueno?

—Seguramente.

—Luegonoespropiodelhombrejusto,Polemarco,eldañarniasuamigonianingúnotro,sinoqueloesdesucontrario,esdecir,delhombreinjusto.

—Meparece,Sócrates,quetienesrazón—repuso.

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—Por consiguiente, si alguno dice que la justicia consiste en dar a cadaunoloqueseledebe,ysiporestoentiendequeelhombrejustonodebemásquemala susenemigos,así comobiena susamigos,este lenguajenoeselpropiodeunsabio,porquenoesconformealaverdad,ynosotrosacabamosdeverquenuncaesjustohacerdañoaotro.

—Estoydeacuerdo—dijoél.

—Ysialgunoseatreveasostener—dije—quesemejantemáximaesdeSimónides, de Biante, de Pítaco o de cualquier otro sabio, tú y yo lodesmentiremos.

—Estoydispuestoaponermedetulado—contestó.

—¿Sabesdequiénesestamáxima:queesjustohacerbienasusamigosymalasusenemigos?

—¿Dequién?—preguntó.

—CreoqueesdePeriandro,dePérdicas,deJerjes,deIsmeniaselTebanoodecualquierotroricoysupuestamentepoderoso.

—Dicesverdad—apuntó.

—Sí—dije yo—, pero puesto que la justicia y lo justo no consisten enesto,¿enquéconsisten?

Durante nuestra conversación, Trasímaco había abierto muchas veces laboca, para interrumpirnos. Los que estaban sentados cerca de él se loimpidieron,porquequeríanoírnoshasta laconclusión;perocuandonosotroscesamosdehablar, nopudo contenerse, y volviéndosede repente, se vino anosotroscomounabestiaferozparadevorarnos.Polemarcoyyonossentimoscomoaterrados.Yél,alzandolavozenmediodetodos,dijo:

—Sócrates,¿aquévienetodaesapalabrería?¿Aquéesepuerilcambiodemutuasconcesiones?¿Quieressabersencillamenteloqueeslajusticia?Notelimitesainterrogaryaprocurarteneciagloriaderefutarlasrespuestasdelosdemás. No ignoras que es más fácil interrogar que responder. Respóndemeahoratú.¿Quéeslajusticia?Ynomedigasqueesloqueconviene,loqueesútil, loqueesventajoso, loquees lucrativo, loqueesprovechoso;respondeneta y precisamente; porque yo no admitiré vaciedades como buenasrespuestas.

Aloírestaspalabrasyoquedécomoabsorto.Lemirabatemblandoycreoquehubieraperdidoelhablasiélmehubieramiradoprimero;peroyohabíafijadoenélmivistaenelmomentoenqueestallósucólera.Deestamanerameconsideréenestadodepoderleresponder,yledije,nosinalgúnmiedo:

—Trasímaco,noteirritescontranosotros.SiPolemarcoyyohemoserrado

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en nuestra conversación, vive persuadido de que ha sido contra nuestraintención.Sibuscáramosoro,nonoscuidaríamosdeengañarnosunoaotro,haciendoasí imposibleeldescubrimiento;yahoraquenuestras indagacionestienenunfinmuchomáspreciosoqueeloro,estoes,lajusticia,¿noscreestaninsensatos que gastemos el tiempo en engañarnos, en lugar de consagrarnosseriamente a descubrirla? Guárdate de pensar así, queridomío. No por esodejo de conocer que esta indagación es superior a nuestras fuerzas.Y así, avosotros todos,que soishombresentendidos,debe inspirarosun sentimientodecompasiónynodeindignaciónnuestraflaqueza.

—¡PorHeracles!—replicóTrasímacoconunarisasarcástica—;heaquílaironíaacostumbradadeSócrates.Sabíabienquenoresponderías,yyahabíaprevenidoatodosqueapelaríasatusconocidasmañasyqueharíascualquiercosamenosresponder.

—Avisadoeres,Trasímaco—ledije—;sabíasmuybienquesipreguntasesaunodequésecomponeelnúmerodoce,añadiendo:«Nomedigasqueesdosvecesseis,tresvecescuatro,seisvecesdos,ocuatrovecestres,porquenomecontentaré con ninguna de estas vaciedades»; sabías, digo, que no podríaresponderaunapreguntahechadeestamanera.Perosiél tedecíaasuvez:«Trasímaco,¿cómoexplicaslaprohibiciónquemeimponesdenodarningunadelasrespuestasquetúacabasdedecir?¿Ysilaverdaderarespuestaesunadeésas, quieres que diga otra cosa que la verdad? ¿Cómo entiendes tú esto?».¿Quépodríasresponderle?

—¿Tieneverdaderamenteeso—dijoTrasímaco—algoqueverconloqueyodije?

—Quizá.Peroauncuandolacosaseadiferente,siaquelaquiensedirigela pregunta juzga que es semejante, ¿crees tú que no responderá según élpiense,yaseloprohibamosnosotrosoyadejemosdeprohibírselo?

—¿Esestoloquetúintentashacer?¿Vasadarmeporrespuestaunadelasqueteprohibídesdeluegoquemedieras?—preguntó.

—Bienexaminadotodo,notendréporquésorprendermesilohagoasí—dije.

—Ybien; si te hago ver—dijo él—que hay una respuesta tocante a lajusticiamejorqueningunadelasprecedentes,¿aquétecondenas?

—Alapena—repuse—quemerecen los ignorantes,esdecir,aaprenderdelosquesonmásentendidosqueellos.Mesometocongustoaestapena.

—Enverdadqueerescomplaciente—dijo—.Peroademásde lapenadeaprender,medarásdinero.

—Sí,cuandolotenga—dije.

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—Nosotroslotenemos—dijoGlaucón—.Sieseldineroloquetedetiene,habla,Trasímaco;todosnosotrospagaremosporSócrates.

—Conozcovuestra intención—dijoél—.QueréisqueSócrates,segúnsucostumbre, en lugar de responder, me interrogue y me haga caer encontradicciones.

—Perodebuenafe—dijeyo—,¿quérespuestaquieresquetedéquien,enprimer lugar, no sabe ninguna ni la oculta? En segundo, un hombre nadadespreciablehaprohibido todas las respuestasquepodíandarle.A ti te tocamásbiendecirloqueeslajusticia,puestoquetealabasdesaberlo.Yasí,notehagasrogar.RespondeporamoramíynohagasdesearaGlaucónyatodoslosqueestánaquílainstrucciónquedetiesperan.

En el momento de decir yo esto, Glaucón y todos los presentes leconjuraron para que se explicara. Sin embargo, Trasímaco se hacía eldesdeñoso, aunque se conocía bien que ardía en deseos de hablar paraconquistarse aplausos; porque estaba persuadido de que respondería cosasmaravillosas.Alfinaccedió.

—Tales—dijo—elgransecretodeSócrates;noquiereenseñarnadaalosdemás,mientrasquevaportodaspartesmendigandolaciencia,sintenerqueagradecerloanadie.

—Tienesrazón,Trasímaco—repuseyo—,endecirqueyoaprendodelosdemás,peronolatienesenañadirquenolesestéagradecido.Lesmanifiestomireconocimientoencuantodemídepende,ylesaplaudo,queestodoloquepuedohacer,careciendocomocarezcodedinero.Veráscómoteaplaudocongusto en elmomento que respondas, si lo que dicesme parece bien dicho,porqueestoyconvencidodequeturespuestaseráexcelente.

—Puesbien, escucha.Digoque la justiciano esotra cosaque loque esprovechosoalmásfuerte.¡Ybien!,¿porquénoaplaudes?Yasabíayoquenolohabíasdehacer.

—Espera, por lo menos —repliqué—, a que haya comprendido tupensamiento,porqueaúnnoloentiendo.Lajusticiadicesqueesloqueesútilalmásfuerte.¿Quéentiendesporesto,Trasímaco?¿Quieresdecirque,porqueel atleta Polidamante es más fuerte que nosotros, y es ventajoso para elsostenimientodesusfuerzascomercarnedebuey,seaigualmenteprovechosoparanosotros,quesomosinferiores,comerlamismacarne?

—Eresunburlón,Sócrates—dijo—,ysóloteproponesdarungirotorcidoaloquesedice.

—¿Yo?Nadadeeso—repuse—;peroporfavor,explícatemásclaramente.

—¿No sabes que los diferentes Estados son tiránicos, democráticos o

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aristocráticos?

—Losé.

—ElgobiernodecadaEstado,¿noeselquetienelafuerza?

—Sinduda.

—¿Nohaceleyescadaunodeellosenventajasuya,elgobiernodelpuebloleyes populares, la tiranía leyes tiránicas y así los demás? Una vez hechasestas leyes, ¿no declaran que la justicia para los gobernados consiste en loconvenienteparaellos?¿Nosecastigaalosquelastraspasancomoculpablesdeunaaccióninjusta?Aquítienesmipensamiento.EncadaEstadolajusticianoesmásquelaconvenienciadelquetienelaautoridadensusmanosy,porconsiguiente,delmás fuerte.Dedondese sigue,para todohombrequesabediscurrir,quelajusticiayloqueesconvenientealmásfuerteentodaspartesysiempreesunamismacosa.

—Comprendoahoraloquequieresdecir—dijeyo—;pero¿esoescierto?Examinémoslo.Defineslajusticiacomoloqueesconveniente,apesardequemehabíasamíprohibidodefinirladeesamanera.Esciertoqueañades:almásfuerte.

—¿Esonoesnada?—dijo.

—Yonoséaúnsiesunagrancosa;loqueséesqueprecisoversiloquedicesesverdad.Convengocontigoenquelajusticiaesunacosaprovechosa;peroañadesqueloessóloparaelmásfuerte.Heaquíloqueyoignoro,yloqueesprecisoexaminar.

—Examínalo,pues—dijo.

—Desde luego —repliqué—. Respóndeme: ¿no dices que la justiciaconsisteenobedeceralosquegobiernan?

—Sí.

—Pero losquegobiernanen losdiferentesEstados,¿puedenengañarseono?

—Puedenengañarse—dijo.

—Luego cuando hacen las leyes unas estarán bien hechas y otras malhechas.

—Asílocreo.

—Es decir, que hacerlas bien será hacerlas convenientes para ellos yhacerlasmal,inconvenientes.O¿cómoloconcibes?

—Así.

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—Sin embargo, los súbditos deben obedecerlas, y en esto consiste lajusticia,¿noesasí?

—Sinduda.

—Luegoesjusto,entuopinión,hacer,nosóloloqueesconveniente,sinotambiénloqueesinconvenienteparaelmásfuerte.

—¿Quéesloquedices?—preguntó.

—Lomismoquetú,creo.Peropongamoslacosamásenclaro.¿Noestásconforme en que los que gobiernan se engañan algunas veces sobre susinteresesaldarlasleyesqueimponenasussúbditosyqueesjustoqueéstoshagan sin distinción todo lo que se les ordena ymanda? ¿No estábamos deacuerdoeneso?

—Asílocreo—dijo.

—Creetambién,porconsiguiente,quesosteniendotúqueesjustoquelossúbditoshagantodoloqueselesmanda,tienesqueconvenirenquelajusticiaconsisteenhacerloqueesinconvenienteparalosquegobiernan,esdecir,paralos más fuertes, en el caso en que, aunque sin quererlo, manden cosascontrarias a sus intereses. De aquí, ¿no debe concluirse, sapientísimoTrasímaco,queesjustohacertodolocontrariodeloquedecíasalprincipio?Puesto que en este caso lo que se ordena y manda al más débil esinconvenienteparaelmásfuerte.

—Sí,porZeus;esoesevidente,Sócrates—dijoPolemarco.

—Sinduda—repusoClitofonte—,puestoquetúloatestiguas.

—¡Ah!,¿quénecesidadtienedetestigos?ElpropioTrasímacoconvieneenquelosquegobiernanmandanalgunasvecescosascontrariasasusintereses,yqueesjusto,hastaenestecaso,quelossúbditosobedezcan.

—Trasímacohadichosóloqueerajustoquelossúbditoshiciesenloqueselesordenaba,Polemarco.

—Perotambién,Clitofonte,quelajusticiaesloqueesconvenienteparaelmásfuerte.Habiendosentadoestosdosprincipios,convinoenseguidaenquelosmásfuerteshacenalgunasveces leyescontrariasasus interesesparaquelasejecutenlosinferioresporellosgobernados.Yhechasestasconcesiones,sesigue que la justicia es lo mismo lo que es conveniente que lo que esinconvenienteparaelmásfuerte.

—Peroporconvenienciadelmásfuerte—dijoClitofonte—,haentendidoloqueelmásfuertecreeserleconveniente,yestoes,ensuopinión,loqueelinferiordebepracticar,yenloqueconsistelajusticia.

—Trasímaconosehaexplicadodeesemodo—dijoPolemarco.

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—No importa, Polemarco—repliqué yo—; si Trasímaco hace suya estaexplicación,nosotroslaadmitiremos.

Dime, pues, Trasímaco: ¿entiendes así la definición que has dado de lajusticia? ¿Quieres decir que la justicia es lo que el más fuerte estima suconveniencia tantosi leconvienecomosino?¿Diremosqueésas fueron tuspalabras?

—¿Yo?Nadadeeso—dijo—.¿Creesque llameyomás fuertealqueseengañaentantoqueseengaña?

—Yo—dije—creíaqueestoeraloquedecíascuandoconfesabasquelosquegobiernannosoninfalibles,yqueseengañanalgunasveces.

—Eresunsicofanta,Sócrates,enlaargumentación—contestó—.¿Llamasmédicoalqueseequivocarespectoalosenfermosentantoqueseequivoca,ocalculador al que se equivoca en un cálculo en tanto que se equivoca? Escierto que se dice: el médico, el calculador, el gramático se han engañado,peroningunodeellosseengañanuncaentantoqueélesloquedecimosquees.Yhablandorigurosamente,puestoqueesprecisohacerlocontigo:ningúnprofesional se engaña, porque no se engaña sino en tanto que su saber loabandona,yentoncesyanoesprofesional.Asísucedeconelsabioyconelhombrequegobierna,aunqueenellenguajeordinariosediga:elmédicosehaengañado,elgobernantesehaengañado.Aquítienesmirespuestaprecisa.Elque gobierna, considerado como tal, no puede engañarse; lo que ordena essiemprelomásventajosoparaél,yesomismoesloquedebeejecutarelqueaél está sometido.Por lo tanto, es unaverdad, comodije al principio, que lajusticiaconsisteenloqueesconvenienteparaelmásfuerte.

—¿Soyunsicofantaentuopinión?—dijeyo.

—Sí,loeres—dijo.

—¿Creesqueheintentadotendertelazosenlaargumentaciónvaliéndomedepreguntascapciosas?

—Lo he visto claramente —dijo—, pero no por eso adelantarás nada,porquenosemeocultatumalafe,yporlomismonopodrásabusardemíenladisputa.

—Ni quiero intentarlo, bendito —repliqué yo—; mas para que en losucesivo no ocurra cosa semejante, dime si deben entenderse según el usoordinariooconlamásrefinadaprecisión,segúndecías,estasexpresiones:elquegobierna,elmásfuerte,aquelcuyaconvenienciaes,comodecías,laregladelojustorespectodelinferior.

—Alquegobiernaesprecisotomarloensentidoriguroso—dijo—.Ahoraponenobratodostusartificiospararefutarme;noquieroquemedescuartel;

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peronololograrás.

—¿Mecreestaninsensato—dije—,queintenteengañaraTrasímaco?

—Hasintentadohacerlo,perotehasalidomallacuenta—contestó.

—Dejemosestoyrespóndeme—dijeyo—.Elmédico,tomadoensentidoriguroso, tal como decías hace un momento, ¿es el hombre que intentaenriquecerseoseproponecuraralosenfermos?

—Curaralosenfermos—dijo.

—Y el piloto, hablo del verdadero piloto, ¿es marinero o jefe de losmarineros?

—Essujefe.

—Pocoimporta,creo,queestéconellosenlamismanave;noporestoselehadellamarmarinero,porquenolollamamospilotoporirembarcado,sinoacausadesuarteydelaautoridadquetienesobrelosmarineros.

—Escierto—dijo.

—¿Notienecadaunosupropiaconveniencia?

—Sinduda.

—Y el objeto del arte —dije yo—, ¿no es el buscar y procurarse estaconveniencia?

—Éseessuobjeto—dijo.

—Perounartecualquiera,¿tieneotrointerésquesupropiaperfección?

—¿Quéquieresdecir?

—Simepreguntasessibastabaalcuerposercuerpo—dije—,osilefaltaaúnalgunacosa, te responderíaque sí, yquepor faltarle seha inventadoelartedelamedicina,porqueelcuerpoesimperfectoynolebastaserloquees.Y lamedicinahasido inventadaparaprocuraralcuerpo loque leconviene.¿Tengoonorazón?—pregunté.

—Latienes.

—Te pregunto, en igual forma, si lamedicina o cualquier otra arte estásometidoaalguna imperfecciónysi tienenecesidaddealgunaotra facultad,comolosojosnecesitandelavistaylasorejasdeloído,ytienennecesidaddeunartequeexamineyproveaaloquelesesútil.¿Estácadaarteigualmentesujetaaalgúndefecto,ytienenecesidaddeotraartequevigileporsuinterés,y la quevigila, de otra semejante y así hasta el infinito? ¿Obien, cada arteproveeporsímismaasupropiaconveniencia?Omásbien,¿nonecesitanidesímisma ni del auxilio de ninguna otra para examinar lo conveniente a su

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propia imperfección, estando por su naturaleza exenta de todo defecto y detoda imperfección, de suerte que no tiene otramira que la conveniencia delobjetoaqueestáconsagrada,mientrasqueellasubsistesiempreentera,sanayperfectadurantetodoeltiempoqueconservasuesencia?Examinacontodoelrigorconvenidocuáldeestasdosopinioneseslamásverdadera.

—Laúltimapareceserlo—dijo.

—Lamedicinanopiensa,pues,ensuconveniencia,sinoenladelcuerpo—dije.

—Asíes—dijo.

—Sucedelomismoconlaequitación,quenoseinteresaporsímisma,sinopor los caballos;y lomismootras artes, queno teniendonecesidaddenadaparaellasmismas,seocupanúnicamentedelaventajadelobjetosobrequeseejercitan.

—Asíparece—dijo.

—Pero,Trasímaco,lasartesgobiernanydominanaquellosobreloqueseejercen.

Dificultadtuvoparaconcedermeestepunto.

—Nohay, pues, disciplina que examineni ordene lo que es convenienteparaelmásfuerte,sinoelinterésdelinferiorobjetosobrequeseejercita.

Alprontoquisonegarlo,peroal fin sevioobligadoaadmitir estepuntocomoelanterior;yunavezadmitido,dijeyo:

—Porlotanto,elmédicocomomédiconoseproponeniordenaloqueesunaventajaparaél,sinoloqueesventajosoparaelenfermo,porqueestamosconformes en que el médico como médico gobierna el cuerpo, y no esmercenario;¿noescierto?

Convinoenello.

—Yqueelverdaderopilotonoesmarinero,sinojefedelosmarineros.

Loconcediótambién.

—Semejantepiloto,pues,noordenaránisepropondrácomofinsupropiaventaja,sinoladelmarinerosubordinado.

Loconfesó,aunquecondificultad.

—Por consiguiente, Trasímaco—dije yo—, todo hombre que gobierna,considerado como tal, y cualquiera que sea la naturaleza de su autoridad,jamás examina ni ordena lo conveniente para él sino para el gobernado ysujetoasuarte.Aestepuntoesalquesedirige,yparaprocurarleloquelees

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convenienteyventajosodicetodoloquediceyhacetodoloquehace.

Llegadosaquí,yviendo todos lospresentesclaramenteque ladefinicióndelajusticiaeradiametralmenteopuestaaladeTrasímaco,éste,enlugarderesponder,exclamó:

—Dime,Sócrates,¿tienesnodriza?

—¿Aquévieneeso?—dijeyo—.¿Noseríamejorquerespondierasenvezdehacersemejantespreguntas?

—Lodigo—replicó—porquetedejamocosoysinhabertesonado.Tienesverdaderamentenecesidaddeello,cuandonosabessiquieraloquesonovejasyloqueesunpastor.

—¿Porquérazón?—dijeyo.

—Porque crees que los pastores o vaqueros piensan en el bien de susovejasyvacas,yquelasengordanylascuidanteniendoencuentaotracosaquesuinterésoeldesusamos.Tambiénteimaginasquelosquegobiernan—entiendosiemprelosquegobiernanverdaderamente—tienenrespectodesussúbditosotraideaquelaquetienecualquierarespectoalasovejasquecuida,yquedíaynocheseocupandeotracosaquedesuprovechopersonal.Estástanadelantadoacercadelojustoydeloinjusto,queignorasquelajusticiaesenrealidadunbienajeno,convenienciadelpoderosoquemanda,ydañoparaelsúbdito, que obedece; que la injusticia es lo contrario, y ejerce su imperiosobre laspersonas justas,quepor sencillezcedenen todoanteel interésdelmásfuerte,ysóloseocupanencuidarlosinteresesdeésteabandonandoalossuyos.Heaquí,hombreinocente,cómoesprecisotomarlascosas.Elhombrejustosiempre lleva lapeorpartecuandoseencuentraconelhombre injusto.Por lo pronto, en las transacciones y negocios particulares hallarás siemprequeel injustoganaenel tratoyqueelhombrejustopierde.Enlosnegociospúblicos,silasnecesidadesdelEstadoexigenalgunascontribuciones,eljustoconfortunaigualsuministrarámásqueelinjusto.Si,porelcontrario,hayalgoen que se gane, el provecho todo es para el hombre injusto. En laadministración del Estado, el primero, porque es justo, en lugar deenriquecerse a expensas del Estado, dejará que se pierdan sus negociosdomésticosacausadelabandonoenquelostendrá.Yaunsedaráporcontentosino le sucedealgopeor.Además, seharáodiosoa susamigosyparientes,porquenoquerráhacerporellosnadaquenosea justo.El injustoalcanzaráunasuerteenteramentecontraria,porqueteniendo,comosehadicho,ungranpoder, se vale de él para dominar constantemente a los demás. Es precisofijarse en un hombre de estas condiciones para comprender cuánto másventajosaeslainjusticiaquelajusticia.Conocerásmejorestosiconsideraslainjusticiaensumásaltogrado,cuandotieneporresultadohacermuydichosoal que la comete y muy desgraciados a los que son sus víctimas, que no

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quieren volver injusticia por injusticia. Hablo de la tiranía, que se vale delfraudeydelaviolenciaconánimodeapoderarse,nopocoapocoycomoendetalledelosbienesdeotro,sinoechándosedeunsologolpe,ysinrespetarlosagrado ni lo profano, sobre las fortunas particulares y la del Estado. Losdelincuentescomunes,cuandosoncogidos in fraganti, soncastigadosconelúltimosuplicioyselesdenuestaconlascalificacionesmásodiosas.Segúnlanaturaleza de la injusticia que han cometido, se les llama sacrílegos,secuestradores,butroneros,estafadoresoladrones;perosisetratadeunoquesehahechodueñode losbienesyde laspersonasdesusconciudadanos,enlugardedarleestosepítetosdetestables,selemiracomoelhombremásfeliz,lomismo por lo que él ha reducido a la esclavitud, que por los que tienenconocimiento de su crimen; porque si se habla mal de la injusticia, no esporquesetemacometerla,sinoporquesetemeservíctimadeella.Tanciertoes, Sócrates, que la injusticia, cuando se la lleva hasta cierto punto, esmásfuerte,máslibre,máspoderosaquelajusticia,yque,comodijealprincipio,lajusticiaeslaconvenienciadelmásfuerte,ylainjusticiaesporsímismaútilyprovechosa.

Trasímaco, después de habernos, a manera de un bañero, inundado losoídosconestelargoyterriblediscurso,selevantóconademándemarcharse;perolosdemáslecontuvieronylecomprometieronaquedierarazóndeloqueacababadedecir.Yotambiénselosuplicabaconinstanciayledecía:

—Pues, ¿qué,divinoTrasímaco,puedes imaginarte salirdeaquídespuésde lanzarnos un discurso semejante? ¿No es indispensable que antesaprendamosnosotrosde ti, oque túmismoveas si las cosaspasancomo túdices?¿Creesqueesdetanpocaimportanciaelpuntoquenosocupa?¿Nosetrata de decidir la regla de conducta que cada uno debe seguir para gozardurantelavidalamayorfelicidadposible?

—¿Quiénoshadichoqueyopiensedeotramanera?—dijoTrasímaco.

—Parece —dije yo— que te merecemos poca consideración, y que teimportapocoquevivamosdichososono;todoporignorarloquetúpretendessaber.Instrúyenos,porfavor,ynoperderáselbeneficioquenoshagas,siendotantoscomosomos.Encuantoamí,declaroquenopiensocomotúyquenopodrépersuadirmejamásdequeseamásventajosalainjusticiaquelajusticia,aunque tenga todo el poder del mundo para obrar impunemente. Dejemos,amigo,queelinjustotengaelpoderdehacerelmal,seaporfuerzaoseaporastucia:nuncacreeréquesucondiciónseamásventajosaque ladelhombrejusto.Nosoyseguramenteelúnicodelospresentesquepiensaasí.Pruébanos,por lo tanto, de unamanera decisiva que estamos en un error al preferir lajusticiaalainjusticia.

—¿Ycómoquieresqueyolopruebe?—dijo—.Siloquehedichonoteha

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convencido, ¿quémáspuedodecir en tuobsequio?¿Esprecisoqueyohagaquemisrazonesentrenporfuerzaentuespíritu?

—¡No, por Zeus! Pero por lo pronto, sostente en lo que has dicho, o simudas algo, hazlo con franqueza y no trates de sorprendernos, porquevolviendo a lo que se dijo antes, ya ves, Trasímaco, que después de haberdefinidoelmédicoconlamayorprecisión,túnotehascreídoeneldeberdedefinir con la misma exactitud el verdadero pastor. Nos has dicho que elpastor,comopastor,notienecuidadodesuganadoporelganadomismo,sinocomounglotóndispuestoalbanquete,parasupropioregalooparavenderlocomo mercader, no como pastor. Pero esto es contrario a su profesión depastor,cuyoúnicofinesprocurarelbiendelganadoquelehasidoconfiado;porque en tanto que esta profesión conserve su esencia, es perfecta en sugénero,yparaestotienetodoloquenecesita.Porlamismarazóncreíayoqueno podíamosmenos de convenir en que toda administración, sea pública oprivada, debe ocuparse únicamente del bien de la cosa que ha tomado a sucargo.¿Crees,enefecto,quelosquegobiernanlosEstados—entiendolosquemerecenesetítulo—esténmuycontentosmandando?

—PorZeusquenolocreo,sinoqueestoysegurodeello.

—¿Cómo?—contestéyo—.¿Nohasobservado,Trasímaco,respectoalosotros cargos públicos, que nadie quiere ejercerlos por lo que ellos son, sinoque se exigeun salario por entender quepor sunaturaleza sólo sonútiles aaquellos sobre los que se ejercen?Y dime, te lo suplico, ¿no se distinguenunasdeotraslasartesporsusdiferentesefectos?Ynocontestes,benditomío,contratuopinión,afindequeadelantemosalgo.

—Esoesdistinto—dijo.

—Cadaunadeellasprocuraaloshombresunautilidadqueleespropia,nocomúnaotras;lamedicina,lasalud;elpilotaje,laseguridadenlanavegación,yasítodaslasdemás.¿Noesasí?

—Sinduda.

—Ylaventajaqueprocuraelartedelmercenario,¿noeselsalario?Ésteesel efecto propio de este arte. ¿Confundes la medicina con el pilotaje? O siquieres continuar hablando en términos precisos, como hiciste al principio,¿dirásqueelpilotajeylamedicinasonlamismacosaporqueunpilotorecobrelasalud,ejerciendosuarte,acausadelosaludablequeeselnavegar?

—No,porcierto—dijo.

—Tampocodirásqueelartedelmercenarioyeldelmédicosonlamismacosaporqueocurraqueelmercenariogocedesaludejerciendosuarte.

—Tampoco.

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—¿Ylaprofesióndelmédicoserálamismaqueladelmercenarioporqueelmédicoexijaalgunarecompensaporlacuradelosenfermos?

Lonegó.

—¿Nohemosreconocidoquecadaartetienesuutilidadparticular?

—Sí—dijo.

—Si existe una utilidad común a todos los practicantes de un arte, esevidentequesólopuedeprocederdealgo idénticoque todosellosañadenalartequeejercen.

—Seguramenteesasí—repuso.

—Digamos, pues, que el salario que reciben los artistas lo adquieren encalidaddemercenarios.

Convinoenelloaduraspenas.

—Porconsiguiente,noessuarteelquedaorigenaestesalario,sinoque,hablandoconexactitud,esprecisodecirqueelobjetodelamedicinaesdarlasalud,yeldelmercenariado,rendirunsalario,yeldelaarquitectura,construircasas;ysielarquitectorecibeunsalario,esporqueademásesmercenario.Lomismosucedeenlasdemásartes.Cadaunadeellasproducesuefectopropio,siempreenventajadelobjetoaqueseaplica.Enefecto,¿quéprovechosacaríaunartistadesuartesiloejerciesegratuitamente?

—Ninguno,parece—dijo.

—¿Suartedejaríadeaprovecharlesitrabajaragratis?

—Creoquesíleaprovecharía.

—Así, pues, Trasímaco es evidente que ningún arte, ninguna autoridadconsultasupropiointeréssino,comoyahemosdicho,elinterésdesuobjeto;es decir, delmás débil y no delmás fuerte. Ésta es la razón que he tenido,Trasímaco, para decir que nadie quiere gobernar ni curar losmales de otrogratuitamente,sinoqueexigeunarecompensa;porquesialgunoquiereejercersu arte como es debido, no trabaja para sí mismo, sino en provecho delgobernado.Poresto,paracomprometeraloshombresaqueejerzanelmando,ha sido preciso proponerles alguna recompensa, como dinero, honores o uncastigosirehúsanaceptarlo.

—¿Cómoentiendeseso,Sócrates?—dijoGlaucón—.Yoconozcobienlasdos especies primeras de recompensas, pero no ese castigo, cuya exenciónproponescomounaterceraclasederecompensa.

—Noconocesentonces lapropiadelossabios, laquelesdecidea tomarparteen losnegociospúblicos.¿Nosabesqueser interesadooambiciosoes

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cosavergonzosayqueportalsetiene?

—Losé—dijo.

—Poreso—dijeyo—los sabiosnoquieren tomarparteen losnegocioscon ánimo de enriquecerse ni de tener honores, porque temerían que se lesmirara como mercenarios si exigían manifiestamente algún salario por elmando, o como ladrones si convertían los fondos públicos en su provecho.Tampocotienenencuentaloshonores,porquenosonambiciosos.Espreciso,pues,queselesobligueatomarparteenelgobiernosopenadealgúncastigo.Y por esta razón se mira como cosa poco delicada el encargarsevoluntariamentede laadministraciónpública sinversecomprometidoaello.Porqueelmayorcastigoparaelhombredebien,cuandorehúsagobernaralosdemás, es el verse gobernado por otromenos digno; y este temor es el queobligaalossabiosaencargarsedelgobierno,noporsuinterésniporsugusto,sino por verse precisados a ello a falta de otros, tanto o más dignos degobernar;desuerteque,siseencontraseunEstadocompuestoúnicamentedehombres de bien, se solicitaría el alejamiento de los cargos públicos con elmismocalorconquehoysesolicitanéstos;severíaclaramenteenunEstadodeestegéneroqueelverdaderomagistradonomirasupropiointerés,sinoeldesusadministrados;ycadaciudadano,convencidodeestaverdad,preferiríaserfelizmedianteloscuidadosdeotro,atrabajarporlafelicidaddelosdemás.No concedo, pues, aTrasímaco que la justicia sea el interés delmás fuerte,peroyaexaminaremosestepuntoenotraocasión.Loquehaañadido,tocantealacondicióndelhombremalo, lacual,segúnél,esmásdichosaqueladelhombre justo, es punto demayor importancia aún.Tú,Glaucón, ¿tienes esamismaopinión?Entreestasdosafirmaciones,¿cuálteparecemásverdadera?

—Lacondicióndelhombrejustoesmásventajosa—dijoGlaucón.

—¿Has oído —pregunté yo— la enumeración que Trasímaco acaba dehacerdelosbienesafectosalacondicióndelhombreinjusto?

—Sí,peroyonoloscreo—contestó.

—¿Quieresquebusquemos, sipodemos, algúnmediodeprobarleque seengaña?

—¿Cómonohedequererlo?—repuso.

—Sioponemos—dijeyo—allargodiscursoqueacabadepronunciarotrodiscursotambiénlargoenfavordelajusticia,yluegootroélyotronosotros,seráprecisocontarypesar lasventajasdeunayotraparte,yademásseríannecesarios jueces para pronunciar el fallo; mientras que, tratando el puntoamistosamente,hastaconvenirenloquenosparezcaverdaderoofalso,comoanteshicimos,seremosalavezjuecesyabogados.

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—Escierto—dijo.

—¿Cuáldeestosdosmétodosteagradamás?—dijeyo.

—Elsegundo—contestó.

—Pues bien, respóndeme de nuevo, Trasímaco—dije yo—. ¿Pretendesquelacompletainjusticiaesmásventajosaquelajusticiaperfecta?

—Loafirmodeplano—dijoTrasímaco—,yyahedadomisrazones.

—Muy bien; pero ¿qué piensas de estas dos cosas? ¿No das a la una elnombredevirtudyalaotraeldevicio?

—Sinduda.

—¿Dasprobablementeelnombredevirtudala justiciayeldevicioalainjusticia?

—Eso parece, querido —exclamó—, puesto que yo pretendo que lainjusticiaesútilyquelajusticianoloes.

—¿Quéesloquedices,pues?

—Todolocontrario—replicó.

—¡Qué!¿Lajusticiaesunvicio?

—No;esunagenerosacandidez.

—¿Luegolainjusticiaesunamaldad?

—No;esdiscreción—respondió.

—¿Luegoloshombresinjustossonbuenosysabiosatuparecer?

—Porlomenos—dijo—losquelosonensumogrado,yquesonbastantefuertes para someter a las ciudades y a los pueblos.Quizá crees que quierohablardelosrateros.Noesporqueesteoficionotengatambiénsusventajas,mientrascuenteconla impunidad;peroestasventajasnosonnadacotejadasconlasqueacabodemencionar

—Concibomuybien tupensamiento—dije—;pero loquemesorprendeesquedasalainjusticialosnombresdevirtudydesabiduría,yalajusticianombrescontrarios.

—Puesesoesloquepretendo.

—Esoesbienduro,amigo,yyanoséquécaminotomarpararefutarte—dijeyo—.Sidijesessencillamente,comootros,quelainjusticia,aunqueútil,esunacosavergonzosaymalaensí,podríaresponderteloquedeordinarioseresponde. Pero toda vez que llegas hasta el punto de llamarla virtud ysabiduría,nodudarásenatribuirlelafuerza,labellezaytodoslodemástítulos

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queseatribuyencomúnmentealajusticia.

—Noesposibleadivinarmejor.

—Peromientrastengamotivosparacreerquehablasseriamente,nomeesdadorenunciaraesteexamen,porquesemefigura,Trasímaco,queestonoesunaburlatuya,sinoquepiensasrealmenteloquedices.

—¿Qué te importa —replicó— que sea así o no? ¿No refutas miargumento?

—Pocome importa, en efecto—dije yo—; pero permíteme hacerte aúnotrapregunta.¿Elhombrejustoquerríatenerenalgoventajasobreelhombreinjusto?

—No,verdaderamente;deotramanera—dijo—noseríanitanencantadornitancándidocomoes.

—Pero¿qué?¿Nisiquieraconrespectoaunaacciónjusta?

—Niconrespectoaella—replicó.

—¿No querría, por lomenos, sobrepujar al hombre injusto, y no creeríapoderlohacerjustamente?

—Locreeríayloquerría,perosusesfuerzosseríaninútiles—repuso.

—Noesesoloquequierosaber—dije—.Yotepreguntosolamenteesto:si el justo tendrá la pretensión y la voluntad de tener ventaja, no sobre otrojusto,sinosolamentesobreelhombreinjusto.

—Sí,tieneestaúltimapretensión—dijo.

—¿Yelinjustoquerríaaventajaraljustoyalaacciónjusta?

—¿Cómono—dijo—,puestoquequiereprevalecersobretodoelmundo?

—¿Querrá,porconsiguiente,elinjustotenerventajasobreelhombreylaaccióninjustosyseesforzaráparatenerlasobretodos?

—Esoes.

—Por consiguiente, digamos—proseguí— que el justo no quiere tenerventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario,mientras que el hombreinjustoquieretenerlasobreunoysobreotro.

—Esoestámuybiendicho—asintió.

—¿Ynoeselinjustointeligenteybueno—pregunté—,yeljustonilounonilootro?

—Tambiénesexacto—contestó.

—¿El hombre injusto se parece, por consiguiente —dije—, al hombre

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inteligenteybueno,yeljustonosepareceaéste?

—¿Cómonohadeparecerseelqueesde talodecualmaneraa losquesonloqueéles,yelquenoestal,noparecerse?

—Muy bien, ¿cada uno de ellos es, por lo tanto, tal como aquellos aquienesseparece?

—¿Cómopodríaserdeotramanera?—dijo.

—Trasímaco,¿nodicesdeunhombrequeesmúsicoydeotroqueesno-músico?

—Sí.

—¿Acuáldelosdosllamasinteligenteyacuálno?

—Almúsicolollamointeligente;alotrono.

—¿Yaluno,comointeligente,bueno;alotromaloporlarazóncontraria?

—Sí.

—¿Nosucedelomismorespectodelmédico?

—Sí.

—¿Creestú,hombreexcelente,queunmúsicoquearreglasulira,querrá,alaflojaroestirarlascuerdasdesuinstrumento,sobrepujaraotromúsico?

—Nomeparece.

—¿Yalno-músico?

—Aése,porfuerza.

—Yelmédico, en la prescripción de la comida y de la bebida, ¿querríallevarventajaaotromédicooalartemismoqueprofesa?

—No,sinduda.

—¿Yalquenoesmédico?

—Sí.

—Mira,pues,conrespectoacualquiersabereignorancia,siteparecequeelentendidoquerráaventajarenloquediceyenloquehaceaotroversadoenelmismosaber,osisóloaspiraahacerlomismoenlasmismasocasiones.

—Podrásucederqueasísea—dijo.

—¿El ignorante no quiere, por el contrario, tener ventajas sobre elentendidoysobreelignorante?

—Probablemente.

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—Pero¿elentendidoessabio?

—Sí.

—¿Yelsabioesbueno?

—Sí.

—Por lo tanto, el que es buenoy sabionoquiere tener ventaja sobre susemejante,sinosobresucontrario.

—Asíparece—dijo.

—Mientrasqueelqueesmaloe ignorantequiere tenerventajas sobreelunoysobreelotro.

—Escierto.

—¿Nonoshaparecido,Trasímaco—dijeyo—,queelinjustoquieretenerventajasobresusemejanteysobresudesemejante?¿Noeraesoloquedecías?

—Lohedicho—reconoció.

—¿Y que el justo no quiere tener ventaja sobre su semejante, y sí sólosobresudesemejante?

—Sí.

—Separecen,pues,eljustoalhombresabioybueno—dije—,yelinjustoalqueesmaloeignorante.

—Puedesuceder.

—Pero hemos convenido en que ambos son como aquellos a quienes separecen.

—Sí,hemosconvenidoeneso.

—Luegoesevidentequeeljustoesbuenoysabio,yelinjustoignoranteymalo.

Trasímacoconvinoentodoesto,aunquenocontantafacilidadcomoyolorefiero,pueslearranquéestasconfesionesconuntrabajoinfinito.Sudabaengrande, con tantomásmotivo cuantoque eraverano, y entoncesvi queporprimeravezTrasímaco se ruborizaba.Pero cuandoestuvimosde acuerdoenquelajusticiaesvirtudysabiduría,ylainjusticiavicioeignorancia,ledije:

—Demos este punto por decidido. Pero además hemos dicho que lainjusticiaesfuerte;¿teacuerdas,Trasímaco?

—Meacuerdo—contestó—;peronoestoysatisfechodeloqueacabasdedecir,ysemeocurrealgoconqueresponderte.Perosémuybienque,sóloconque abra la boca, ya dirás que hago una arenga. Déjame, por lo tanto, la

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libertad de hablar, o si quieres interrogarme, hazlo; te responderé «sí», yaprobaréodesaprobaréconsignosdecabeza,comosehaceenloscuentosdeviejas.

—Pero te conjuro —dije yo— a que no digas nada contrario a lo quepiensas.

—Puestoquenoquieresquehablecomoesdemigusto,diréloqueseadeltuyo—contestó—,¿quieresmás?

—Nada, por Zeus, sino que, si has de hacerlo así, así lo hagas. Voy ainterrogarte.

—Interroga,pues.

—Te pregunto, pues, tomando el hilo de nuestra discusión, qué es lajusticiacomparadaconlainjusticia.Meparecequehasdichoqueéstaeramásfuerteymáspoderosaquelajusticia;perosilajusticiaessabiduríayvirtud,meseráfácildemostrarqueesmásfuertequelainjusticia,ynopuedehabernadiequenoconvengaenello,puestoquelainjusticiaesignorancia.Perosindetenermeenestapruebatanfácil,Trasímaco,heaquíotra.¿NohayEstadosque llevan la injusticia hasta atentar contra la libertad de otros Estados ysometermuchosalaesclavitud?

—Sin duda los hay —dijo—. Pero eso sucede en un Estado muy biengobernadoyquesabeserinjustohastaelmásaltogrado.

—Séqueesoesloquepiensas—dije—.LoquequeríasaberyoessiunEstadoquesehacedueñodeotroEstadopuedellevaracaboestaempresasinemplearlajusticia,osiseveráprecisadoavalersedeella.

—Silajusticiaessabiduría,comodecíasantes—respondió—,seráprecisoque este Estado acuda a ella; pero si las cosas pasan como yo he dicho,emplearálainjusticia.

—Te agradezco, Trasímaco, queme respondas explícitamente y no sóloporsignosdecabeza—dijeyo.

—Lohagoparacomplacerte—contestó.

—Loagradezco,perohazmeelfavordedecirmesiunEstado,unejércitoouna cuadrilla de bandidos y ladrones, o cualquiera otra sociedad de estegénero, podrían triunfar en sus empresas injustas si los miembros que lacomponenactuasen,losunosrespectodelosotros,coninjusticia.

—Nopodrían—dijoél.

—Ysinosehicieraninjusticia,¿nolesiríamejor?—Desdeluego.

—¿Noseríaporquelainjusticiadaorigenasediciones,odiosycombates

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entreunosyotros,alpasoquelajusticiamantieneentrelosmismoslapazylaconcordia?

—Loconcedo,paranodisputarcontigo—dijoél.

—Hacesbien,hombreexcelente;perodime:siespropiodelainjusticiaelengendrar odios y disensiones en todas partes donde se encuentra, ¿noproducirá indudablemente el mismo efecto entre hombres, sean libres oesclavos,ynolesharáimpotentesparaemprendercosaalgunaencomún?

—Desdeluego.

—Y si se encuentra en dos hombres, ¿no estarán éstos siempre endiscusiónyenguerra?¿Noseaborreceránmutuamentetantocuantoaborrecenalosjustos?

—Asíserá—dijo.

—Y ¿qué, hombre admirable? Cuando se encuentre en un solo hombre,¿perderálainjusticiasupropiedad,obienlaconservará?

—Enbuenahoralaconserve—dijo.

—Es tal, pues, el poder de la injusticia, ya se encuentre en unEstado ofamilia, ya en un ejército o en cualquier otro lugar que, en primer lugar, lohaceabsolutamenteimpotenteparaemprendernadaacausadelasquerellasysedicionesqueprovoca;y,ensegundolugar, lohaceenemigodesímismoyde todo loqueesaellocontrario,esdecir,delhombredebien.¿Noesestoverdad?

—Totalmente.

—Auncuandonoseencuentremásqueenunhombresolo,producirásusefectosnaturales,lepondrá,porlopronto,enlaimposibilidaddeobraracausade las sediciones que excitará y por la oposición continua en que lo pondráconsigomismo;yserádespuéssupropioenemigoyeldetodoslosjustos.¿Noesasí?

—Sí.

—Perolosdioses,amigo,¿nosontambiénjustos?

—Sea—dijo.

—Luegoel injustoseráenemigodelosdioses,Trasímaco,yel justoserásuamigo.

—Disfrutatranquilamente—dijo—detuargumentación;nomeopondréaella,atruequedenotenerqueenredarmeconlosquenosescuchan.

—Lleva pues tu complacencia hasta el fin —dije yo— y continúa

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respondiéndomecomohastaahora.Acabamosdeverqueloshombresdebiensonmejores,mássabiosymáscapacesdeactuar;mientrasquelosinjustosnopuedenemprendernada enunióndeotros, y cuandohemos supuestoque lainjusticianolesimpedíaejecutarencomúnalgúndesignio,estasuposiciónnodescansaba en la verdad, porque si fueran totalmente injustos emplearíanmutuamentelainjusticialosunoscontralosotros.Esevidentequeconservanentreellosunrestodejusticiaquelesimpidedañarseunosaotros,almismotiempoquecausandañoalosdemás,yquemediantelajusticiaescomollevana cabo sus empresas. A la verdad, la injusticia es la que les hace idearempresas criminales; pero sólo son malos a medias, porque los que soninjustosa todapruebaestán tambiénenuna imposibilidadabsolutadeobrar.Asípasanlascosasynocomodijistetúalprincipio.Nosrestaexaminarsilacondicióndeljustoesmejorymásdichosaqueladelinjusto.Tengomotivosparacreerlo,conformealoquequedadicho.Peroexaminemosestacuestiónmásafondo,tantomáscuantoquenosetratadeunabagatela,sinodeloquehadeserlaregladenuestravida.

—Examínala,pues—dijo.

—Esloquevoyahacer—repliqué—.Respóndeme.Elcaballo,¿notieneunafunciónqueleespropia?

—Sí.

—¿No llamas función propia de un caballo o de cualquier otra cosa aaquelloquenosepuedehacer,oporlomenoshacerbien,sinoporsumedio?

—Noentiendo—dijo.

—Deotromodo:¿puedesverdealgunamaneraquenoseaporlosojos?

—No,porcierto.

—¿Oírdeotramaneraqueporlosoídos?

—Enmodoalguno.

—¿Podremosdecir,pues,conrazónqueéstassonsusfunciones?

—Sí,sinduda.

—Y¿qué?¿Podríascortarunsarmientodeunacepaconuncuchillo,uncincelocualquierotroinstrumento?

—¿Cómono?

—Peroconnadaserámáscómodohacerloqueconunapodaderafabricadaexpresamenteparaesto,creoyo.

—Sinduda.

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—¿Noestableceremos,pues,queéstaessufunciónpropia?

—Asíloestableceremos.

—Comprenderás ahora, supongo, lo que últimamente inquiría: si lafuncióndeunacosaesaquelloquesóloellapuedehacerohacerlomejorqueningunaotra.

—Comprendo—dijo—,ymeparecequeésaesefectivamentelaoperaciónpropiadecadauna.

—Muybien—dije—.Todoloquetieneunafunciónparticular,¿notieneigualmenteunavirtudqueleespropia?Yvolviendoalosejemplosdequeyameheservido,¿nodijimosquelosojostienensufunción?

—Asíes.

—Luego,¿tienentambiénunavirtudquelesespropia?

—Tambiénunavirtud.

—¿Nohaytambiénunaoperaciónpropiadelosoídos?

—Sí.

—Y,portanto,¿haytambiénunavirtud?

—También.

—¿Ynoocurrirálomismocontodaslasdemáscosas?

—Asíes.

—Detenteunmomento.¿Podríanlosojosdesempeñarsusfuncionessinotuviesen lavirtudque lesespropia,o si,en lugardeestavirtud, tuviesenelviciocontrario?

—¿Cómohabíandepoder?—dijo—.Porquetúhablas,sinduda,delcasoenquelaceguerahubierasustituidoalafacultaddever.

—Cualquieraquesealavirtuddelosojos,pocoimporta—dijeyo—;noesesoloqueyoquierosaber.Preguntosólo,engeneral,sicadacosadesempeñabiensufunciónacausadelavirtudqueleespropiaymalacausadelviciocontrario.

—Verdadesloquedices—asintió.

—Deesamanera,¿losoídos,privadosdeesavirtudpropia,desempeñaránmalsufunción?

—Desdeluego.

—¿Nopuededecirseotrotantodecualquierotracosa?

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—Yolopiensoasí.

—Sigamos y pasemos a esto otro. ¿No tiene el alma su función, queninguna otra cosa que no sea ella puede realizar, como hacerse cargo,gobernar,deliberar,yasí lodemás?¿Puedenatribuirseestasfuncionesaotracosaquealalma?¿Notenemoselderechoparadecirquesonpropiasdeella?

—Deningunaotracosa.

—Vivir,¿noesunadelasfuncionesdelalma?

—Ciertamente—dijo.

—Elalma,¿notienetambiénsuvirtudparticular?

—Esodiremos.

—El alma, privada de su propia virtud, ¿acaso podrá, Trasímaco,desempeñarbiensusfuncionesobienleresultaráimposible?

—Imposible.

—Luegoesunanecesidadqueelalmamalasehagacargoygobiernemal;porelcontrario,quelaqueesbuenahagabientodasesascosas.

—Esnecesario.

—Pero ¿no estamos de acuerdo en que la justicia es una virtud y lainjusticiaunviciodelalma?

—Sí.Nospusimosdeacuerdoeneso.

—Por consiguiente, el alma justa y el hombre justo vivirán bien, y elhombreinjustovivirámal.

—Asídebesuceder,conformetúdices—asintió.

—Peroelquevivebienesdichoso;elquevivemal,locontrario.

—¿Cómono?

—Luegoeljustoesdichosoyelinjustodesgraciado.

—Sea—dijo.

—Pero no es ventajoso ser desgraciado; lo es, por el contrario, el serdichoso.

—¿Quiéntedicequeno?

—Luegojamás,benditoTrasímaco,serálainjusticiamásprovechosaquelajusticia.

—Regálate con estos discursos, Sócrates, y que éste sea tu festín de lasBendidias.

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—Banqueteportipreparado,Trasímaco—observéyo—,quetantotehassuavizadoyquehasdesechadoesacóleraqueteníascontramí.Sinembargo,nohe sido tan agasajado comoyohubieraquerido;pero la falta no es tuya,sinomía.Mehasucedidoloquealosglotones,quesearrojansobretodaslasviandasquese lespresentanynosaboreanninguna.Antesdehaberresueltoperfectamentelaprimeracuestiónquesehapropuestosobrelanaturalezadela justicia, he procurado indagar detenidamente si era vicio e ignorancia osabiduría y virtud. Otra cuestión nos ha salido al encuentro, a saber: si lainjusticiaesmásventajosaquelajusticia,ynohepodidomenosdeabandonarlaprimeraypasaralasegunda.Demaneraquenadaheaprendidodetodaestaconversación;porquenosabiendoloqueeslajusticia,¿cómopodríayosabersiesunavirtudono,ysielquelaposeeesdesgraciadoodichoso?

LIBROII

Despuésdehaberhabladodeestamanera,creíquesedaríaporterminadala conversación; pero, al parecer, todo lo dicho no fuemás que el preludio.Glaucóndioenestaocasiónunapruebadesuvaloracostumbrado,ylejosderendirse,comoTrasímaco,tomólapalabraydijo:

—Sócrates,¿tecontentasconfigurartequenoshasconvencidodequeserjusto es, de todas maneras, preferible a ser injusto, o quieres realmenteconvencernos?

—Yoquerría—lecontesté—convenceros realmente, siestoestuvieraenmimano.

—Entonces—dijo— túnohaces loquequieres,Sócrates;porque,dime,¿nohayunaclasedebienesquedeseamosyquebuscamospor loqueellosson,sincuidarnosparanadadesusresultados,comolaalegríayotrosplacerespurosysinmezcla,aunquenoproducenconsecuenciaalgunaduradera,sinoelplacerdegozardeellos?

—Sí—respondí—,hay,amiparecer,bienesdeestanaturaleza.

—Y¿qué?¿Nohayotrosqueamamosa lavezpor símismosypor susresultados,como,porejemplo,lainteligencia,lavista,lasalud?Aquellosdosmotivos,enmiopinión,nosmuevenigualmenteaprocurárnoslos.

—Escierto—asentí.

—Yporúltimo—dijo—¿noencuentrasunaterceraclasedebienes,comoel entregarse a los ejercicios del cuerpo, el recuperar la salud, el ejercer lamedicinaocualquierotraprofesiónlucrativa?Estosbienes,diremosqueson

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penosos, pero útiles, y los buscaremos, no por sí mismos, sino por lasgananciasydemásventajasquenosproporcionan.

—Reconozco—dije—estaterceraclasedebienes.Pero¿adóndequieresiraparar?

—¿Encuáldeestastresclases—preguntó—incluyeslajusticia?

—Creoqueen lamejorde las tres—respondí—,en lade losbienesquedeben amar por ellos mismos y por sus resultados los que quieren serverdaderamentedichosos.

—Noesesa—dijo—laopinióncomúndelasgentes,queponenlajusticiaenelrangodeaquellosbienespenososquenomerecennuestroscuidadossinoporlagloriaylasrecompensasqueproducen,ydelosquedebehuirseporquecuestandemasiado.

—Sé—respondí—que se piensa así ordinariamente, y en esto se fundóTrasímacopararechazarlajusticiayhacertantoselogiosdelainjusticia.Peroeso yo no puedo entenderlo, y precisamente debe ser muy torpe miinteligencia,aloqueparece.

—Pues bien —exclamó—, quiero ver si te adhieres a mi opinión.Escúchame.MeparecequeTrasímaco,amanerade la serpienteque sedejafascinar,seharendidodemasiadoprontoalencantodetusdiscursos.Yonohepodidodarmeporsatisfechoconloquesehadichoenproyencontradecadaunadelasdoscosas.Quierosabercuálessunaturaleza,yquéefectoproducenambasinmediatamenteenelalma,sintenerencuentanilasrecompensasquellevan consigo ni tampoco ninguno de sus resultados, buenos o malos. Heaquí,pues,loquemepropongohacer,sinolollevasamal.Tomarédenuevola objeción de Trasímaco.Diré por lo pronto lo que es la justicia, según laopinióncomún,yendóndetienesuorigen.Enseguidaharéverquetodoslosquelapracticannolamirancomounbien,sinoquesesometenaellacomoaunanecesidad.Y,porúltimo,demostraréquetienenrazóndeobrarasí,porquela vida del injusto es infinitamentemejor que la del justo, a lo que se dice;porqueyo,Sócrates,aúnestoy indecisosobreestepunto,pues tanatronadostengo los oídos con discursos semejantes al de Trasímaco que no sé a quéatenerme.Por otra parte, nohe encontrado a ningunoquemepruebe, comodesearía,quelajusticiaespreferiblealainjusticia.Deseooíraalguienquelaalabeensímismayporsímisma,yesde tidequienprincipalmenteesperoesteelogio;yporesta razónvoyaextendermesobre lasventajasde lavidainjusta.Así te indicaré elmodo en que yo deseo oírte atacar la injusticia yalabarlajusticia.Mirasisondetuagradoestascondiciones.

—Al máximo —dije yo—. ¿Y de qué otro objeto puede un hombreinteligentehablaryescucharconmásgusto?

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—Muybiendicho—señaló—.Escuchaahoracuálesson,comoanunciéalprincipio,lanaturalezayelorigendelajusticia.Sedicequeesunbienensícometer la injusticia y un mal el padecerla. Pero resulta mayor mal enpadecerla que bien en cometerla. Los hombres cometieron y sufrieron lainjusticiaalternativamente;experimentaronambascosas,yhabiéndosedañadopormuchotiempolosunosalosotros,nopudiendolosmásdébilesevitarlosataquesdelosmásfuertes,niatacarlosasuvez,creyeronqueerauninteréscomún impedir que se hiciese y que se recibiese daño alguno. De aquínacieron las leyes y las convenciones. Se llamó justo y legítimo lo que fueordenadopor la ley.Taleselorigeny tales laesenciade la justicia, lacualocupaun términomedioentreelmásgrandebien,queconsisteenpoderserinjustoimpunemente,yelmásgrandemal,queeselnopodervengarsedelainjuriaqueseharecibido.Ysehallegadoaamarlajusticia,noporqueseaunbien en sí misma, sino en razón de la imposibilidad en que nos coloca decometer la injusticia. Porque el que puede cometerla y es verdaderamentehombrenosecuidademeterseentratosparaevitarquesecometanosufraninjusticias, y sería de su parte una locura. He aquí, Sócrates, cuál es lanaturalezadelajusticia,yheaquíendóndesepretendequetienesuorigen.

Y para probarte aún más que sólo a pesar suyo y en la impotencia deviolarlaabrazaunolajusticia,hagamosunasuposición.Demosatodos,justose injustos, un poder igual para hacer todo lo que quieran; sigámoslos, yveamos a dónde conduce la pasión al uno y al otro. No tardaremos ensorprenderalhombrejustosiguiendolospasosdelinjusto,arrastradocomoélpor el deseo de adquirir sin cesar más y más, deseo a cuyo cumplimientoaspiratodalanaturalezacomoaunacosabuenaensí,peroquelaleyreprimey limitapor fuerza,por respetoa la igualdad.Encuantoalpoderdehacerlotodo,yolesconcedoqueseatanextensocomoelquesecuentadeGiges,unodelosantepasadosdellidio.GigeserapastordelreydeLidia.Despuésdeunaborrascaseguidadeviolentassacudidas,latierraseabrióenelparajemismodondepacíansusganados;llenodeasombroalavistadeestesuceso,bajóporaquella hendidura y, entre otras cosas sorprendentes que se cuentan, vio uncaballodebronce,encuyovientrehabíaabiertasunaspequeñaspuertas,porlasqueasomólacabezaparaverloquehabíaenlasentrañasdeesteanimal,yseencontróconuncadáverdetallaaparentementesuperioralahumana.Estecadáver estaba desnudo, y sólo tenía en un dedo un anillo de oro.Giges locogióyseretiró.Posteriormente,habiéndosereunidolospastoresenlaformaacostumbrada al cabo de un mes, para dar razón al rey del estado de susganados,Gigesconcurrióaestaasamblea,llevandoeneldedosuanillo,ysesentó entre los pastores. Sucedió que habiéndose vuelto por casualidad lapiedrapreciosadelasortijahaciaelladointeriordelamano,enelmomentoGigessehizoinvisible,desuertequesehablódeélcomosiestuvieraausente.Sorprendidodeesteprodigio,volviólapiedrahaciaafuera,yenelactosehizo

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visible.Habiendoobservadoestavirtuddelanillo,quisoasegurarserepitiendolaexperienciayotravezocurriólomismo:alvolverhaciadentroelengaste,se hacía invisible; cuando ponía la piedra por el lado de afuera se volvíavisible de nuevo. Seguro de su descubrimiento, se hizo incluir entre lospastoresquehabíande iradarcuentaal rey.Llegaapalacio,corrompea lareina,yconsuauxiliosedeshacedelreyyseapoderadeltrono.Ahorabien;siexistiesendosanillosdeestaespecie,ysediesenunoaunhombrejustoyotroa uno injusto, es opinión común que no se encontraría probablemente unhombre de un carácter bastante firme para perseverar en la justicia y paraabstenersedetocarlosbienesajenos,cuandoimpunementepodríaarrancardelaplazapública todoloquequisiera,entraren lascasas,abusarde todas laspersonas, matar a unos, liberar de las cadenas a otros y hacer todo lo quequisieraconunpoderigualaldelosdiosesenmediodelosmortales.Ennadadiferirían,pues, lasconductasdelunoydelotro:ambos tenderíanalmismofin, y nada probaría mejor que ninguno es justo por voluntad, sino pornecesidad,yqueel serlonoesunbienparaélpersonalmente,puestoqueelhombresehaceinjustotanprontocomocreepoderlosersintemor.Yasílospartidarios de la injusticia concluirán de aquí que todo hombre cree en elfondodesualma,yconrazón,queesmásventajosaquelajusticia;desuerteque,sialguno,habiendorecibidounpodersemejante,noquisiesehacerdañoanadie,nitocaralosbienesdeotro,selemiraríacomoelmásdesgraciadoyelmásinsensatodetodosloshombres.Sinembargo,todosharíanenpúblicoelelogio de su virtud, pero con intención de engañarse mutuamente y por eltemorde experimentar ellosmismos alguna injusticia.Esto es loquequeríadecir.

Sentado esto, sólo veo un medio de decidir con seguridad acerca de lacondicióndelosdoshombresdequehablamos,yeselconsiderarlesaparteelunodelotroenelmásaltogradodejusticiaydeinjusticia;sino,imposible.Y¿cómo hacer esa separación? Así: no rebajemos al hombre injusto ningunaparte de la injusticia, ni al hombre justo ninguna parte de la justicia, ysupongamosaambosperfectosenelgénerodevidaquehanabrazado.Queelhombre malo actúe como los mejores artífices, semejante a esos pilotoshábilesoaesosgrandesmédicos,queveninmediatamentetodoloquepuedesuarte,queenelactoconocenloqueesposibleyloqueesimposible,yquecuando han cometido una falta saben diestramente repararla; que el hombremalo,digo,conduzcasusempresasinjustascontantadestrezaquenosepongaenevidencia,porquesisedejasorprenderycogerenfaltayanoesunhombrehábil.Elgranméritode la injusticiaconsisteenparecer justosinserlo.Hayquedotar,pues,alhombreperfectamente injustode la injusticiaperfectasinquitarnadadeella,yquecometiendolosmásgrandescrímenessepacrearseunareputacióndehombredebien;quesillegaadarunpasoenfalsoserehagainmediatamente; que sea tan elocuente que convenza de su inocencia a los

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mismos ante quienes sus crímenes habrán de acusarle; bastante atrevido ybastantepoderoso,yaporsímismo,yaporsusamigos,paraconseguirporlafuerzaloquenopodríaobtenerdeotramanera.Heaquíelhombreinjusto.

Pongamosahorafrenteafrentealhombrejusto,cuyocarácteressencilloynoble,elhombre,comodiceEsquilo:

Másansiosodeserbuenoquedeparecerlo.

Quitémosle hasta la reputación de hombre de bien; porque si pasa porjusto,severá,comoconsecuencia,colmadodehonoresydebienes,ydeestamaneranopodremos juzgarsiama la justiciaporsímismaoacausade loshonores y bienes que ella le proporciona. En una palabra, despojémoslo detodo,menosdelajusticia,yparaquehayaentreélyelinjustounacompletaoposición, quepasepor elmásmalvadode loshombres sinhaber cometidojamáslamáspequeñainjusticia;desuertequesuvirtudseveasometidaalasmás duras pruebas, sin que se conmueva ni por la infamia ni por losmalostratos, sinoquemarcheconpaso firmeporel senderode la justiciahasta lamuerte, pasando toda suvidapor unmalvado, aunque seaunhombre justo.Teniendoalavistaestosdosmodelos,elunodejusticia,elotrodeinjusticiaconsumada, quiero yo que decidamos acerca de cuál de los dos es másdichoso.

—¡Conquéprecisión—exclamé—yconquérigor,miqueridoGlaucón,noshaspresentadoestosdoshombres,desnudoscomoestatuas,paraquelosjuzguemos!

—He procurado —contestó— ser todo lo más exacto que he podido.Despuésdehaberlossupuestotalescomoacabodedecir,noserámalo,amiparecer, consignar mi juicio sobre la suerte que espera al uno y al otro.Digámoslo,por lo tanto,ysi loqueyoacabodedecir teparecemuyfuerte,acuérdate,Sócrates,dequenohablopormicuenta,sinoennombredelosqueprefierenlainjusticiaalajusticia.Eljusto,dicen,elqueestalcomoyolohepintado,seráazotado,atormentado,encadenado,selequemaránlosojosy,enfin,despuésdehaberlehechosufrirtodaclasedemales,seleempalará,yporestemedio se le hará comprenderquenohayque cuidarsede ser justoy sísólodeparecerlo.Alhombreinjustoesmásbienaquiendebenaplicarselaspalabras de Esquilo, porque al no ajustar su conducta a la opinión de loshombres,sinoalaverdad,noquiereparecerinjustosinoserloenefecto:

Cosechandoenelprofundosurcodesucorazón,

delquebrotansusnoblesdesignios.

YconlareputacióndehombredebientienegrandeautoridadenelEstado,se enlazan él y sus hijos con lasmejores familias y llevan a cabo todas lasunionesqueleagradan,sacandoventajadetodoesto,porqueelcrimennole

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asusta. Cualquier cosa por la que dispute, sea en público o en privado, laconsiguesobreponiéndoseatodoslosconcurrentes;seenriquece,hacebienasus amigos, mal a sus enemigos, ofrece a los dioses sacrificios y presentesmagníficos,yseatraelabenevolenciadelosdiosesydeloshombresconmásfacilidad y seguridad que el justo. De donde puede deducirse, como cosaprobable,queestambiénmásqueridodelosdioses.Deestasuerte,Sócrates,es más dichosa que la del justo la vida que al injusto le deparan tanto losdiosescomoloshombres.

LuegoqueGlaucónacabódehablar,mepreparabaacontestarle,perosuhermanoAdimanto,tomandolapalabra,medijo:

—Sócrates,nocreerásquelatesisestásuficientementediscutida,¿verdad?

—¿Yporquéno?—ledije.

—Mihermanohaolvidadoloesencial—dijo.

—Pues bien —dije—, ya conoces el proverbio: venga el hermano enauxiliodesuhermano.Supletúloqueélhaomitido.Sinembargo,hadicholobastanteparaponermefueradecombateydejarmesinmediosparadefenderlajusticia.

—Todos tus subterfugios son inútiles; es preciso queme escuches a mítambién. Voy a exponerte una tesis contraria a la suya, la tesis de los quetoman el partido de la justicia contra la injusticia. Esta oposición harámáspatente lo que Glaucón, a mi parecer, se ha propuesto mostrar. Los padresrecomiendanlajusticiaasushijosylosmaestrosasusdiscípulos.¿Ylohacenenvistadelajusticiamisma?No,sinoacausadelabuenareputaciónquevaunidaaella,afindequedichareputacióndehombresjustoslesproporcionedignidades, uniones honrosas y todos los demás bienes de que Glaucón hahecho mención. Pero van aún más lejos, y les hablan de los inagotablesfavoresquelosdiosesderramanamanosllenassobrelosjustos.CitanalbuenHesíodo y aHomero; el primero dice que los dioses han hecho las encinasparaloshombresjustos,yqueparaellos

Sucopatienebellotasysutroncoabejas.

Suscorderossucumbenbajoelpesodesuvellón.

yotrasmilcosassemejantes.

Yelsegundodice,demanerasemejante:

Cuandounbuenrey,imagendelosdioses,

hacejusticiaasussúbditos,paraéllanegratierra

datrigoycebada,ylosárbolessecargandefrutos,

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susganadossemultiplican,yelmarlesuministrapesca.

Museoysuhijovanmásalláyprometenalosjustosrecompensasmayoresaún. Los conducen después de la muerte al Hades; los sientan a la mesacoronados de flores, y pasan su vida en medio de festines, como si unaembriaguezeternafueselamásbellarecompensaparalavirtud.Segúnotros,estas recompensasnose limitana suspersonas.Elhombresanoy fiela sussemejantesreviveensuposteridad,queseperpetúadeedadenedad.Talesoparecidossonlosmotivosquetienenparaelogiarlajusticia.Alosmalosyalosimpíos,encambio,lossumenenelcienodelHadesyloscondenanasacaraguaconunacriba.Añadenque,durantesuvida,nohayafrentasysupliciosaque sus crímenes no les expongan, y todo lo que Glaucón ha dicho de losjustosquepasanporinjustoslodicendelosinjustos.Heaquíloqueaducenenfavordeljustoycontraelinjusto.

Escuchaahora,Sócrates, un lenguajemuydiferente sobre la justiciay lainjusticia, lenguaje que el pueblo y los poetas tienen sin cesar en la boca.Cantan todos a una lo bello, y al mismo tiempo lo difícil y penoso de latemplanza y la justicia; que, por el contrario, nada hay más dulce que lainjusticiayellibertinaje,ninadaquecuestemenosalanaturaleza;queestascosassólosonvergonzosasenlaopinióndeloshombresyporquelaleylohaquerido así; que las acciones injustas son más útiles que las justas; que lamayorpartedeloshombresseinclinanahonrarsinescrúpulos,enpúblicooen privado, y a mirar como dichoso al hombre malo que tiene riquezas ycrédito,amenospreciaryvilipendiaralhombrejusto,siesdébileindigente;aunque convengan en que el justo esmejor que el malvado. Pero de todosestosrazonamientos,losmásextrañossonlosqueserelacionanconlosdiosesyconlavirtud.Losdioses,dicen,notienen,muchasveces,paraloshombresvirtuososmásquemalesydesgracias,mientrasquecolmanalosperversosdeprosperidades.Porsuparte lossacrificadoresyadivinos,asediandolascasasde los ricos, les persuaden de que si ellos o sus antepasados han cometidoalguna falta, pueden expiarla pormedio de sacrificios y encantamientos, defiestas y de juegos en virtud del poder que los dioses les han conferido. Sialgunotieneunenemigoalquequierehacerdaño,seajustooinjusto,locualimportapoco,puedeapocacostahacerlemal,porquelostalessacrificadoresyadivinostienenciertossecretosparaatraerseelpoderdelosdiosesydisponerdeélasugusto.Ytodoestolocompruebanvaliéndosedelaautoridaddelospoetas,confiriendoalamaldadfácilacceso:

Semarchafácilmenteporelcaminodelvicio;

elcaminoesllanoycercanoacadaunodenosotros.

Porelcontrario,losdioseshanpuesto

elsudorcomocondicióndelavirtud.

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Yelcamino,enestecaso,eslargoyescarpado.Ysiquierenhacerverqueesfácilaplacaralosdioses,citanestosversosdeHomero:

Losdiosesmismossedejanaplacar

porsacrificiosyoracionesaduladoras,

ycuandoseleshaofendido,

selesaquietaconlibacionesyconhumodegrasa.

En cuanto a los ritos de los sacrificios producen unamultitud de libros,compuestosporMuseoyOrfeo,quehacendescenderalunodelasMusasyalotro de la Luna, y hacen creer falsamente no sólo a los particulares, sino aciudadesenteras,quepormediodevíctimasydejuegossepuedenexpiarlasfaltas de los vivos y de losmuertos.Llaman purificaciones a los sacrificiosinstituidosparalibrarnosdelosmalesdelaotravida;ysostienenquealosquenolospracticanlesaguardanlosmásterriblestormentos.

Todoeso,amigoSócrates—prosiguió—,es loquesedicede lavirtudydelvicio,asícomodelaestimaciónquehacenlosdiosesdeunayotro.

¿Qué impresión, mi querido Sócrates, deberán causar semejantesrazonamientosenelalmadeun jovendefelicescondicionesycuyoespírituseacapaz,comolibando,desacarconsecuenciasdetodoloqueoye,tantoconrelaciónaloqueélmismodebesercomoalgénerodevidaquedebeabrazarparaserdichoso?¿NoesprobablequesedigaasímismoaquellodePíndaro:

Subiréalaaltafortalezaporelcaminodelajusticia,

omarcharéporeltorcidosenderodelfraude?

Paraasívivir luegoenellaatrincherado.Todoloqueoigomehacecreerque nada me acarreará ser justo si no adquiero la reputación de tal, salvotrabajosypenalidades.Semeasegura,porelcontrario,quealcanzarélasuertemásdichosa,siséconciliarlainjusticiaconlareputacióndehombredebien.Yo debo atenerme a lo que dicen los sabios, y puesto que afirman que laaparienciavencealarealidadyesdueñadeladicha,aceptoresueltamenteestecamino; vestiré formas exteriores de virtud, y llevaré detrás demí el zorroastutoyengañadordelsabioArquíloco.Sisemedicequeesdifícilalhombremaloocultarsepormuchotiempo,responderéquetodaslasgrandesempresastienensusdificultades,yque, suceda loquequiera, sideseoserdichoso,notengootrocaminoaseguirqueel trazadopor losdiscursosqueoigo.Por lodemás, para escapar de las pesquisas, se pueden organizar sectas yhermandades.Haymaestrosquenosenseñaránelartedeseducircondiscursosartificiososalpuebloya los jueces.Emplearemos laelocuenciay,afaltadeella,lafuerzaparaescaparalcastigodenuestroscrímenes.Perolafuerzayelengaño nada pueden contra los dioses. Aunque si no hay dioses o si no se

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mezclanenlascosasdeestemundo,¿paraquépreocuparsedeengañarles?Silos hay y toman parte en los negocios humanos, sólo sabemos de ellos deoídas y por los poetas que han escrito su genealogía; y precisamente estosmismos poetas nos dicen que es posible aquietarlos y aplacar su cólera pormedio de sacrificios, de votos y de ofrendas. Es preciso, pues, creerlos porenteroonocreerlosennada;y si escosadeque se leshadecreer, seamoscriminalesyconelfrutodeloscrímeneshagamossacrificiosalosdioses.Esciertoquesiendojustosnadatendríamosquetemerdesuparte,perotambiénperderíamos las ventajas que ofrece la injusticia, mientras que ganamosindudablementeenserinjustos;sinque,porotraparte,hayaquetemernadadepartedelosdioses,sinosprocuramoselperdóndeloscrímenesconvotosysúplicas.Peroseremoscastigados,dicen,enelHadesennuestrapersonaoenlasdelosdescendientesporelmalcometidosobrelatierra.Pero,amigomío,se nos responderá con cálculo: también hay dioses liberadores y sacrificiosmísticosquetienenungranpoder,aldecirdeciudadesenterasydelospoetas,hijosdelosdiosesyprofetasinspirados.

¿Porqué,pues,habríamosde inclinarnosmása la justiciaquea la sumainjusticia,cuando,segúnlaopinióndelossabiosydelpueblo,todonossaldrábiensiendoinjustos,durantelavidaydespuésdelamuerte,asírespectodelosdiosescomodeloshombres,contalquedemosaloscrímeneslaaparienciadevirtud?

Despuésdetodoloqueacabodedecir,¿cómoesposible,Sócrates,queunhombre con capacidad de espíritu, riquezas, vigor corporal o buen linaje sedeclare respetuoso de la justicia, y no se burle de los elogios que puedanprodigarse a la misma en su presencia? Digo más: aun cuando un hombreestuvierapersuadidodequeloquehedichoesfalso,ydequelajusticiaeselmás grande de todos los bienes, lejos de enfadarse contra los que viesecomprometidos en el partido contrario, no podría menos de disculparlos;porquesabeque,aexcepcióndeaquelloscuyaexcelenciadecarácterhacequeelvicio les inspirehorrornatural,oqueseabstienendeélporsuacendradosaber,nadieesjustoporpropiavoluntad;yquesialgunocombatelainjusticiaesporquelacobardía,lavejezocualquieraotradebilidadlehacenimpotenteparaobrarmal.Ylapruebadeestoesquedetodoscuantosseencuentranenestecaso,elprimeroqueconsigueelpoderdehacermaleselprimerotambiénenservirsedeélhastadondeleesposible.

Lacausadetodoestoesprecisamenteloquenoshacomprometidoaésteya mí en la presente discusión; quiero decir, varón extraordinario, que,comenzandoporlosantiguoshéroes,cuyosdiscursossehanconservadohastanosotros en la memoria de los hombres, todos los que se han proclamado,comotú,defensoresdelajusticia,nohanreprobadolainjusticiayalabadolajusticiasinoenvistadelareputación,loshonoresyrecompensasquedeellas

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derivan.Nadiehaconsiderado la justiciay la injusticia talescomosonensímismas, en el almadel justo y del injusto, ignoradas de los dioses y de loshombres;ynadiehaprobadoaún,nienprosa,nienverso,quelainjusticiaseael mayor mal del alma y la justicia su mayor bien. Porque si os hubieraispuesto de acuerdo para usar de este lenguaje desde el principio, y desde lainfancianoshubieraisinculcadoestaverdad,enlugardeprevenirnoscontralainjusticiadeotro,cadaunodenosotrossepondríaenguardiacontrasímismo,y temeríaobrar injustamentepornoconvivir así conelmayorde losmales.Trasímacoo cualquier otro ha podido decir, sin duda, Sócrates, tanto omásqueyosobreesteobjeto,confundiendociegamente,amiparecer,lanaturalezadelajusticiaydelainjusticia.Respectoamí,noteocultaréqueloquemehamovidoaextendermeenestasobjecioneseseldeseodeoír loquemevasaresponder.Notelimitesaprobarnosquelajusticiaespreferiblealainjusticia;explícanoslosefectosqueambasproducenporsímismasenquienlaspracticay que hacen que la una sea un bien y la otra un mal. No tengas ningúnmiramientoconlaopinión,comoGlaucónteharecomendado;porquesinotedesprendes en ambos casos de la opinión verdadera y llegas, en cambio, aadmitir la falsa,diremosquenoalabas la justicia,sino loqueseopinade lajusticia;que tampococombatesde la injusticiamásque las apariencias;quenosaconsejasqueseamosinjustoscontalqueseaensecretoyqueconvienesconTrasímacoenquelajusticiaesunbien,peroparalosdemás,útilalmásfuerteynoalquelaposee,yque,porelcontrario,lainjusticia,útilyventajosaparaquien lapractica, sóloesdañosaalmásdébil.Puestoqueconvienesenquelajusticiaesunodeestosbienesexcelentesquesedebenbuscarporsusventajasy,aúnmás,porsímismos,comolavista,eloído, la inteligencia, lasaludylosdemásquesonfecundosporsunaturaleza,independientementedelaopinióndeloshombres,alabalajusticiaporloquetieneensídeventajosaparaeljusto,yvituperalainjusticiaporloquetieneensídeperjudicialparaelinjusto. Deja que los demás hagan esos elogios que se fundan en lasrecompensas y en la reputación. Podría yo, quizá, sufrir en la boca decualquierotroestamaneradealabarlajusticiaydereprenderlainjusticiaporelrenombreylasgananciasqueacarrean;peronopodríaperdonárteloati,amenosqueasímelomandases,teniendoencuentaquelajusticiahasidohastaahora el único objeto de tus reflexiones. Y así no te contentes condemostrarnosqueesmejorquelainjusticia.Haznosvercuálessonlosefectosdeunayotraporsímismas,envirtuddequésonporsímismaslaunaunbienylaotraunmal,tenganonoconocimientodeellolosdiosesyloshombres.

Quedé agradablemente sorprendido al oír los discursos deGlaucón y deAdimanto.Nuncacomoenestaocasiónadmirétantosusdotesnaturales,ylesdije:

—Hijosdeunpadre ilustre:conrazónelamantedeGlaucóncomenzólaelegíaque compusoparavosotros, cuandoosdistinguisteis en la jornadade

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Mégara, diciendo: Hijos de Aristón, linaje de una raza divina. Porque esprecisoquehayaenvosotrosalgodedivino,sidespuésdeloqueacabáisdedecir en favor de la injusticia no estuvierais persuadidos de que valeinfinitamentemásquelajusticia.Perono;enmiopiniónnoestáisrealmentepersuadidosdetalcosa,porquevuestrascostumbresyvuestraconductamelopruebanbastante,auncuandovuestrosdiscursosmehicierandudar;ycuantomásprofundaesmiconvicciónenestesentido,tantomásembarazadomeveosobre el partido que debo tomar. Por una parte, no sé cómo defender losintereses de la justicia. Esto es superior a mis fuerzas. Y si lo creo así esporque pensaba que había probado suficientemente contra Trasímaco queaquélla es preferible a la injusticia; y, sin embargo, mis pruebas no os hansatisfecho.Porotraparte,hacertraiciónalacausadelajusticiaysufrirqueselaataquedelantedemísindefenderlamientrasquemequedeunsoplodevidaybastantefuerzaparahablaresloqueyonopuedoconsentirsinincurrirenuncrimen;yasí,lomejorserádefenderlahastadondepueda.

Enelmomento,Glaucónylosdemásmeconjuraronaqueempleasetodasmisfuerzasensudefensa,yparaque,envezdedejar ladiscusión, indagaraconelloslanaturalezadelajusticiaydelainjusticia,yloquehayderealenlasventajasqueselesatribuyen.Lesdijequemeparecíaquelaindagaciónenquequeríanempeñarseeramuyespinosayexigíaunentendimientomuyclaro.

—Asípues—añadí—,puestoquenomeparecequeestemosmuydotados,heaquídequémanerapiensoprocederenestaindagación.Sisediesealeerapersonas de vista corta letras en pequeños caracteres, y ellas supiesen queestasmismasletrasseencuentranescritasenotropuntoencaracteresgruesos,indudablemente sería para ellas una ventaja ir a leer las letras grandes yconfrontarlasenseguidaconlaspequeñas,paraversieranlasmismas.

—Es cierto —dijo Adimanto—. Pero ¿qué relación tiene esto con lainvestigaciónsobrelojusto?

—Voy a decírtelo—respondí—. ¿No existe la justicia propia de un solohombreytambiénladeunEstadoentero?

—Ciertamente—dijo.

—PeroelEstadoesmásgrandequeelhombreparticular.

—Másgrande—asintió.

—Porconsiguiente,lajusticiasemostraráenélconcaracteresmayoresymás fácilesdediscernir.Yasí indagaremosprimero, siosparece, cuál es lanaturalezade la justicia en losEstados, en seguida, la estudiaremos en cadaparticular; y comparando estas dos especies de la justicia, veremos lasemejanzadelapequeñaconlagrande.

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—Muybiendicho—aseguróél.

—Pero si examináramos con el pensamiento—proseguí— lamanera deformarseunEstado,quizádescubriríamoscómolajusticiaylainjusticianacenenél.

—Podríaser—dijo.

—Entonces, ¿tendremos la esperanzadedescubrirmás fácilmente loquebuscamos?

—Muchomás.

—Pues bien, ¿queréis que comencemos?No es pequeña empresa la queemprendemos.Pensadlo.

—Estamosresueltos.Hazloqueacabasdedecir—dijoAdimanto.

—Pues bien —comencé yo—, lo que da origen al Estado, ¿no es laimpotencia en que cada hombre se encuentra de bastarse a sí mismo y lanecesidaddemuchascosasqueexperimenta?¿Ohayotracausa?

—Ningunaotra—contestó.

—Asíesque,habiendolanecesidaddeunacosaobligadoaunhombreaunirseaotrohombre,yotranecesidadaotrohombre,laaglomeracióndeestasnecesidadesreunióenunamismaviviendaamuchoshombresconlamiradeauxiliarsemutuamente, y a esta sociedad hemos dado el nombre deEstado;¿noesasí?

—Sí.

—Pero¿acasonosehacepartícipeaotrodeloqueunotieneoserecibedeélloquenosetieneporquesecreequedeellohaderesultarventaja?

—Sinduda.

—Construyamos, pues —continué—, un Estado con el pensamiento.Nuestrasnecesidadesseránevidentementesubase.

—¿Cómono?

—Ahora bien, la primera y mayor de nuestras necesidades, ¿no es elalimento,delcualdependelaconservacióndenuestroserydenuestravida?

—Naturalmente.

—Lasegundanecesidadesladelahabitación;latercera,ladelvestidoycosassimilares.

—Escierto.

—Bueno —dije yo—. ¿Y cómo podrá nuestro Estado proveer a tantas

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necesidades?Seránecesarioparaestoqueunosealabrador,otroconstructoryotro tejedor. ¿Añadiremos también un zapatero o cualquier otro artesanosemejante?

—Enbuenahora.

—Todo Estado se compondrá, pues, esencialmente de cuatro o cincopersonas.

—Asíparece.

—Pero ¿será preciso que cada uno ejerza en provecho de los demás eloficio que le es propio? ¿Que el labrador, por ejemplo, prepare el alimentoparacuatro,ydestineparaellocuatrovecesmásdetiempoydetrabajo?¿Oseríamejorque,sincuidarsedelosdemás,empleaselacuartapartedeltiempoenprepararsualimento,ylasotrastrespartesenconstruirsucasayhacersevestidosycalzado?

YAdimantocontestó:

—Meparece,Sócrates,queelprimerprocedimientoserámáscómodoparaél.

—Nomeextraña,porZeus—dijeyo—,porqueenelmismomomentodehablar se ha fijadomi pensamiento en que no todos nacemos con elmismotalento, yqueuno tienemásdisposiciónparahaceruna cosayotro la tieneparaotra.¿Nolocreesasí?

—Locreo.

—¿Cómo irán mejor las cosas, haciendo uno solo muchos oficios, olimitándosecadaunoalsuyopropio?

—Cadaunoalsuyopropio—dijo.

—Es también evidente, ami parecer, que una cosa se frustra cuando noestáhechaoportunamente.

—Esoesevidente.

—Porque la obra nodebedepender de la disponibilidaddel obrero, sinoqueeselobreroelquedebeacomodarsealasexigenciasdesuobra.

—Necesariamente.

—Dedondesesiguequesehacenmáscosas,mejoryconmásfacilidad,cuandocadaunohacelaqueleespropiaeneltiempodebidoysincuidarsedetodaslasdemás.

—Totalmentedeacuerdo.

—Pero entonces necesitamos más de cuatro ciudadanos para las

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necesidades de que acabamos de hablar. Si queremos, en efecto, que todomarchebien,el labradornodebehacerporsímismosuarado,suazadón,nilos demás aperos de labranza. Lomismo sucede con el constructor, el cualnecesitamuchos instrumentos; y lomismo con el zapatero y con el tejedor;¿noesasí?

—Sí.

—Heaquí,portanto,quetenemosyanecesidaddecarpinteros,herrerosyotrosobrerosdeestaclase,quetienenqueentrarennuestropequeñoEstado,quedeestemodoseagranda.

—Sinduda.

—Sin embargo, no aumentaremos mucho el Estado si le añadimosboyeros, ovejeros y pastores de todas las especies, a fin de que el labradortengabueyesparalalabor;elconstructoryelcampesino,bestiasdecargaparaeltransportedemateriales;elzapateroyeltejedor,pielesylanas.

—Un Estado en que se encuentren tantas gentes no es ya un Estadopequeño—dijo.

—No es esto todo —continué—. Es casi imposible que un Estadoencuentreunpuntodelatierraenelquenoseannecesariaslasimportaciones.

—Esimposible,enefecto.

—También tendrá necesidad nuestro Estado, por consiguiente, de quevayanalgunaspersonasalosEstadosvecinosabuscarloquelefalta.

—Lonecesitará.

—Peroestaspersonasdaránlavueltasinhaberrecibidonadasinollevanparacambiarcosasqueallísenecesiten.¿Noesasí?

—Asíparece.

—Por lo tanto, laproduccióndelpaísnohabrádesersuficiente tansólopara sus habitantes, sino también, en calidad y cantidad, para aquellosextranjerosdequienessetienenecesidad.

—Escierto.

—Porconsiguiente,nuestroEstadotendránecesidaddeunnúmeromayordelabradoresydeotrosobreros.

—Sinduda.

—Habránecesidadtambiéndegentesqueseencarguendelaimportacióny exportación de los diversos objetos que se cambian.Los que tal hacen sellamancomerciantes;¿noesasí?

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—Sí.

—Necesitamos,pues,comerciantes.

—Desdeluego.

—Y si este comercio se hace por mar, se necesitará una infinidad depersonasparalanavegación.

—Escierto.

—Pero en el Estado mismo, ¿cómo se comunicarán unos ciudadanos aotroselfrutodesutrabajo?PorqueéstaeslaprimerarazónquetuvieronparavivirensociedadyconstruirunEstado.

—Esevidentequeserápormediodelacompraydelaventa—contestó.

—Luego senecesitaráunmercadoyunamoneda, signodel valorde losobjetoscambiados.

—Sinduda.

—Perosiellabradorocualquierotroartesano,alllevaralmercadoloquepretende vender, no acude precisamente en el momento en que los demástienen necesidad de sumercancía, ¿su trabajo quedará interrumpido duranteestetiempo,ypermaneceráociosoenelmercadoesperandocompradores?

—Nadadeeso—respondió—.Haygentesqueseencargandesalvaresteinconveniente, y en las ciudades bien administradas son de ordinario laspersonasdébilesdecuerpoyquenopuedendedicarseaotrosoficios.Elsuyoconsiste en permanecer en el mercado y comprar a unos lo que llevan avender,paravolverloavenderaotrosquequierencomprar.

—Esdecir,quenuestraciudadnopuedepasarsinmercaderes.¿Noesésteelnombrequesedaa losque,permaneciendoen laplazapública,nohacenmásquecompraryvender,reservandoelnombredecomerciantesparalosqueviajanyvandeunEstadoaotro?

—Exactamente.

—Hay,también,amiparecer,algunosquenoprestanungranservicioalasociedadporsuinteligencia,peroquesonrobustosdecuerpoycapacesdelosmayores trabajos. Trafican con la fuerza de su cuerpo y tienen opción a unsalarioendineroporeste tráfico,dedonde lesviene,yocreo,elnombredeasalariados.¿Noesasí?

—Asíes.

—Son,pues,losasalariados,enmiopinión,elcomplementodelEstado.

—Asílocreo.

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—Puesbien,Adimanto, ¿tenemosyaunEstadobastante grandeypuedemirárselecomoperfecto?

—Quizá.

—¿Cómo podremos, pues, encontrar en él la justicia y la injusticia? ¿Ydóndecreesquetienensuorigenenmediodetodosestosdiversoselementos?

—No lo veo claro, Sócrates —contestó—, a menos que no sea en lasrelacionesmutuas,quenacendelasdiversasnecesidadesdelosciudadanos.

—Quizá—dije yo—has dado precisamente en ello; veámoslo y no nosdesanimemos.Comencemosporecharunamiradasobrelavidaqueharánloshabitantes de este Estado. Su primer cuidado será procurarse grano, vino,vestidos, calzado y habitación; trabajarán, durante el estío, desnudos y sincalzado;y,duranteelinvierno,bienvestidosybiencalzados.Sualimentoseráde harina de cebada y de trigo, con la que harán panes y tortas, que se lesservirán sobre juncoso sobrehojasmuy limpias; comerán acostados ellosysushijosenlechosdeverdura,denuezaydemirto;beberánvino,coronadoscon flores, cantando alabanzas de los dioses; juntos pasarán la vidaagradablemente;y,enfin,procurarántenerelnúmerodehijosproporcionadoal estadode su fortuna, para evitar las incomodidadesde lapobrezaode laguerra.

EntoncesGlaucóninterrumpiódiciendo:

—Meparecequenolesdasnadaparacomerconelpan.

—Tienes razón—le dije yo—; seme olvidó decir que, además de pan,tendrán sal, aceitunas, queso, y hervirán cebollas y otras legumbres queproduce la tierra. No quiero privarles ni aun de postres. Tendrán higos,guisantes,habasydespuésbayasdemirtoybellotas,queharánasaralfuegoyquecomeránbebiendoconmoderación.Deestamanera,llenosdegozoydesalud, llegaránaunaavanzadavejez,ydejarána sushijosherederosdeunavidasemejante.

Peroélrepuso:

—SiformasesunEstadodecerdos,¿losalimentaríasdeotramanera?

—Pues entonces, ¿qué es lo que debe hacerse,mi queridoGlaucón?—pregunté.

—Lo que se hace de ordinario—respondió—. Si no quieres que vivanmiserablemente, haz que coman en la mesa, acostados en lechos, y que sesirvanlasviandasypostresqueestánhoyenuso.

—Muybien,yateentiendo—exclamé—.NoessolamenteelorigendeunEstadoelquebuscamos,sinoeldeunEstadoquereboseenplaceres.Quizáno

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obraremosmalenesto,porquepodremosdeestamaneradescubrirpordóndelajusticiaylainjusticiasehanintroducidoenlasociedad.Seadeestoloquequiera,elverdaderoEstado,elEstadosano,eselqueacabamosdedescribir.SiquieresahoraqueechemosunamiradasobreelEstadoenfermoyllenodehumores,nadahayquenosloimpida.Esprobablequemuchosnosedenporcontentosconelgénerodevidasencillaquehemosprescrito.Añadiráncamas,mesas, muebles de todas especies, viandas bien condimentadas, perfumes,sahumerios, cortesanasygolosinasde todas clasesy conprofusión.No serápreciso incluir sencillamenteenel rangode lascosasnecesariasesasdequehemos hablado antes—habitación, ropa y calzado—, sino que, yendo másadelante,secontaráconlapinturayelbordado.Habránecesidaddeloro,delmarfilydeotrasmateriaspreciosasdetodasclases;¿noesasí?

—Sí—dijo.

—El Estado sano, de que hablé al principio, va a resultar demasiadopequeño.Seráprecisoagrandarloyhacerentrarenélunamultituddegentes,queellujo,nolanecesidad,haintroducidoenlosEstados,comoloscazadoresde todos los géneros y aquellos cuyo arte consiste en la imitaciónmediantefiguras, colores o sonidos; además, los poetas, con todo su cortejo, losrapsodos, losactores, losdanzantes, losempresarios.Tambiénfabricantesdeartículos de todos los géneros, sobre todo los que trabajanpara lasmujeres.Tambiénprecisaremosdenuevosservidores:¿nocreesqueharánfaltaayosyayas, nodrizas y camareras, peluqueros, pinches, cocineros y hastaporquerizos?En el primerEstadono había que pensar en todas estas cosas;peroenéste,¿cómoesposiblepasarsinellas,lomismoquesintodaesaclasedeanimalesdestinadosaregalarelgustodelosgastrónomos?

—Enefecto,¿cómono?

—Peroconestegénerodevida,losmédicos,¿nosehacenmásnecesariosqueantes?

—Muchomás.

—Yelpaísquebastabaantesparaelsostenimientodesushabitantes,¿noserádesdeestemomentodemasiadopequeño?

—Escierto—dijo.

—Luego, si queremos tener bastantes pastos y tierra de labor, nos serápreciso robarla a nuestros vecinos; y nuestros vecinos harán otro tantorespecto a nosotros, si traspasando los límites de lo necesario, se entregantambiénaldeseoinsaciabledetener.

—Nopuedesucederotracosa,Sócrates—dijo.

—Comoconsecuenciadeesto,¿haremoslaguerra,Glaucón?Porque,¿qué

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otropartidopuedetomarse?

—Elquetúdices—respondió.

—No hablemos aún —proseguí— de los bienes y de los males que laguerrallevaconsigo.Digamossolamentequehemosdescubiertosuorigenenaquelloque,cuandoseproduce,originalosmayoresmalesparalosEstadosyparalosparticulares.

—Exactamente.

—Ahora es preciso, querido amigo, dar cabida en nuestro Estado a unnumerosoejército,quepuedairalencuentrodelenemigoydefenderelEstadoytodoloqueposee,delasinvasionesdelmismo.

—¡Puesqué!—arguyóél—,¿nopodrán losciudadanosmismosatacarydefenderse?

—No —repliqué—, si el principio en que hemos convenido, cuandoformamoselplandeunEstado,esverdadero.Convinimos,siteacuerdas,enqueeraimposiblequeunmismohombretuviesemuchosoficiosalavez.

—Tienesrazón—dijo.

—¿Yqué?—continué—.¿Noes,ajuiciotuyo,unoficioeldelaguerra?

—Sí,ciertamente—dijo.

—¿Creesquemerecemásatencióneloficiodezapateroqueeldemilitar?

—No,seguramente.

—Ahorabien, nohemosqueridoque el zapatero fuese almismo tiempolabrador,tejedoroconstructor,sinosólozapatero,paraquedesempeñemejorsuoficio.Almismo tiempo,hemosasignadoa losdemásartesanosunasolatarea,lamásadecuadaasusaptitudes,sinpermitirleaningunomezclarseeneloficiodeotro,nitener,durantesuvida,otraocupaciónquelaperfeccióndelsuyo.¿Nocreesquetambiéneloficiodelasarmasesdelamayorimportancia,oquees tan fácildeaprender,queun labrador,unzapateroocualquierotroartesanopuedaalmismotiemposerguerreroyque,encambio,noesposibleserbuenjugadordedadosodechaquetesiunonoseejercitadesdejoven,ocuandosólosejuegaaintervalos?¿Ybastaconcogerunbroquelocualquieraotra armapara estar en condicionesdepelear en seguida comohoplita o encualquier otra arma, siendo así que en vano se cogerían en la manoinstrumentos de cualquier otro arte, creyendo, con esto, hacerse artesano, oatleta, puesto que de nada servirán no teniendo un conocimiento exacto decadaarteynohabiéndoseejercitadoenellaspormuchotiempo?

—Siasífuese,todoelméritodeunartesanoestaríaenlosinstrumentosdesuarte—dijo.

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—Por consiguiente —dije yo—, cuanto más importante es el cargo deestos guardianes del Estado, tanto más han de estar exentos de otrasactividadesydedicarsealasuyaconcompetenciaycelo.

—Locreoasí—dijo.

—¿Pero no se necesita disposición natural para desempeñar semejantecargo?

—¿Cómono?

—A nosotros, pues, nos corresponde escoger, si podemos, entre losdiferentescaracteres,losquesonmáspropiosparalaguardiadelEstado.

—Estaelecciónesdenuestraincumbencia,enefecto.

—¡Difícil cosa es, por Zeus! —dije—; sin embargo, no hay quedesanimarse;caminemoshastadondenuestrasfuerzaslopermitan.

—Esprecisonodesalentarse—dijo.

—¿Encuentrasquehaydiferencia entre las cualidadesdeguardiándeunjovennobleylasdeunperroderaza?

—¿Quéquieresdecir?

—Quiero decir que ambos deben tener un sentido fino para descubrir alenemigo, actividad para perseguirle y fuerza para pelear después de haberlealcanzado.

—Escierto—asintió—,todoelloesnecesario.

—Ybravuratambiénparacombatirbien.

—¿Cómono?

—Perouncaballo,unperroocualquierotroanimal,¿puedeservalientesinoesfogoso?¿Nohasobservadoquefogosidadesalgoindomable,quehacealalmaintrépida,eincapazderetrocederanteelpeligro?

—Sí.Loheobservado.

—Talesson,pues,lascualidadescorporalesquedebetenerunguardián.

—Sí.

—Asícomotambiénciertatendenciaalafogosidadrespectoalalma.

—También.

—Pero,miqueridoGlaucón—dijeyo—,siellossontalescomoacabasdedecir,¿noserán feroces losunosparacon losotros,asícomorespectoa losdemásciudadanos?

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—Esmuydifícilquenolosean,porZeus—dijoél.

—Sinembargo,esprecisoqueseansuavesparaconsusconciudadanos,yqueguarden toda su ferocidadpara los enemigos; de noobrar así, nohabráqueesperarqueotroslosaniquilen,porquenotardaránendestruirselosunosalosotros.

—Escierto—dijo.

—Entonces, ¿qué partido deberá tomarse? —pregunté—. ¿Dóndeencontraremosuncarácterqueseaalavezdulceyfogoso?Alparecer,unadeestascualidadesdestruyelaotra.

—Asíparece.

—YcomonosepuedeserbuenguardiándelEstadosifaltaunadeellas,ycomotenerlasambasparececosaimposible,seinfieredeaquíqueenningunaparteseencuentraunbuenguardián.

—Metemoqueasíes—dijo.

Después de haber dudado por algún tiempo y reflexionado sobre lo queacabábamosdedecir,continué:

—Mi querido amigo, si nos vemos en este conflicto, nos está bienmerecidoporhabernosseparadodelejemploquepusimosantes.

—¿Cómo?

—No hemos reflexionado que, efectivamente, se encuentran esoscaracteres, que hemos tenido por quiméricos, y que reúnen estas doscualidadesopuestas.

—¿Dóndeestán?

—Seobservanendiferentesanimalesy,sobretodo,enelquetomamosporejemplo.Sabesqueelcarácterdelosperrosdebuenarazaconsisteenquenohay animales más mansos con la familia y con los que conocen y todo locontrarioconlosdefuera.

—Losé.

—La cosa es, por lo tanto, posible —dije yo—; cuando queremos unguardiándeestecarácter,noexigimos,pues,nadaqueseacontranaturaleza.

—Noparece.

—¿Nocreesquelefaltaaúnalgomásanuestroguardián,yqueademásdefogosoconvienequeseanaturalmentefilósofo?

—¿Cómo?Noteentiendo—dijo.

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—Esfácilobservartambiénesteinstintoenelperro,yenesteconceptoesmuydignodenuestraadmiración—dije.

—¿Quéinstinto?

—Queladraalosquenoconoce,aunquenohayarecibidodeellosningúnmal,yhalagaa losqueconoce,aunqueno lehayanhechoningúnbien;¿nohasadmiradoesteinstintoenelperro?

—Nohefijadohastaahoramiatenciónenestepunto—dijo—,peroloquedicesesexacto.

—Sinembargo,estopruebaenelperrounnaturalfelizyverdaderamentefilosófico.

—¿Enqué?

—Enquenodistinguealamigodelenemigo—dije—,sinoporqueconocealunoynoconocealotro;ynoteniendootrareglaparadiscernirelamigodelenemigo,¿cómonohadeestaransiosodeaprender?

—Nopuedeserdeotramanera—respondió.

—Peroestaransiosodeaprenderyser filósofo—continué—,¿noesunamismacosa?

—Lomismo,enefecto—convino.

—¿Podemosdecir,pues,conconfianzadelhombreque,parasersuaveconsusfamiliaresyconlosqueconoce,esprecisoquetengauncarácterfilosóficoansiosodeconocimiento?

—Seaasí—dijo.

—Y,porconsiguiente,queunbuenguardiándelEstadodebetener,ademásdevalor,rapidezyfuerza,filosofía.

—Convengoenello—dijo.

—Tal será el carácter de nuestros guardianes. Pero ¿de qué maneraformaremos su espíritu y su cuerpo? Examinemos antes si esta indagaciónpuede conducirnos al fin de nuestra búsqueda, que es el conocer cómo lajusticia y la injusticia nacen en la sociedad, para no despreciar este dato, sipuedeservir,oparaomitirle,siesinútil.

IntervinoentonceselhermanodeGlaucón:

—Creoqueestaindagacióncontribuirámuchoaldescubrimientodeloquebuscamos.

—Nodejemos,pues,porZeus,esteexamen,miqueridoAdimanto,aunqueseaoperaciónlarga—dijeyo.

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—No.

—Formemos, pues, a nuestros hombres como si tuviéramos tiempo paranarrarcuentos.

—Asíhadeser.

—¿Qué educación, pues, conviene darles? ¿No será difícil darles otramejor que la practicada entre nosotros tradicionalmente, y que consiste enformarelcuerpomediantelagimnasiayelalmamediantelamúsica?

—Enefecto.

—¿Comenzaremos su educación por la música más bien que por lagimnasia?

—Sinduda.

—Losdiscursos,atuparecer—pregunté—,¿sonunapartedelamúsica?

—Sí,porcierto.

—Yloshaydedosclases,unosverdaderos,otrosfalsos.

—Sí.

—¿Entrarán unos y otros igualmente en nuestro plan de educación,comenzandoporlosdiscursosfalsos?

—Nocomprendotupensamiento—dijo.

—¿No sabes—dije yo— que lo primero que se hace con los niños escontarles fábulas, y que aun cuando se encuentre en ellas a veces algo deverdadero, no son ordinariamente más que un tejido de falsedades? Asíintervienenlasfábulasenlaeducacióndelosniñosantesquelosgimnasios.

—Escierto.

—Ésta es la razón que tuve para decir que era preciso comenzar sueducaciónporlamúsicaantesqueporlagimnasia.

—Tienesrazón—asintió.

—Tampocoignorasquetododependedelcomienzo,sobretodotratándosedelosniños,porqueenestaedadsualma,aúntierna,recibefácilmentetodaslasimpresionesquesequieran.

—Nadamáscierto.

—¿Llevaremos,portanto,conpacienciaqueestéenmanosdecualquieracontarindiferentementetodaclasedefábulasalosniños,yquesualmarecibaimpresionescontrariasensumayorpartealasideasquequeremosquetenganenunaedadmásavanzada?

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—Esonodebeconsentirse.

—Comencemos, pues, ante todo por vigilar a los forjadores de mitos.Escojamos los mitos convenientes y desechemos los demás. En seguidacomprometeremosalasnodrizasyalasmadresaqueentretenganasusniñosconlosmitosautorizados,yformenasísusalmasconmáscuidadoaunqueelqueponenpara formar suscuerpos.Encuantoa las fábulasque les cuentanhoy,debendesecharseensumayorparte.

—¿Cuáles?—preguntó.

—Juzgaremosdelospequeñosporlosgrandes,porquetodosestánhechosporelmismomodeloycaminanalmismofin.¿Noescierto?

—Sí,peronoveocuálessonesosgrandesmitosdequehablas—dijo.

—Los que Hesíodo, Homero y demás poetas han divulgado —dije—;porquelospoetas, lomismolosdeahoraquelosdelostiempospasados,nohacenotracosaquedivertiralgénerohumanoconfalsasnarraciones.

—Pero ¿qué clase de narraciones? —preguntó—. ¿Y qué tienes quereprenderenellas?

—Lo que merece serlo y mucho —dije—, especialmente si soninvencionesindecorosas.

—¿Quéquieresdecir?

—Quierodecirquenosrepresentanconpalabrasalosdiosesyaloshéroesdistintosdecomoson,comocuandounpintorhaceretratossinparecido.

—Convengoqueesoesreprensible—dijo—,pero¿aquécasoconcretoterefieres?

—Ante todo—respondí—,¿noesunafalsedadde lasmásenormesydelasmás graves la deHesíodo relativa a los actos que refiere deUrano, a lavenganza que provocaron en Crono, a las hazañas de éste y los malostratamientosquerecibióéstedesuhijo?Auncuandotodoestofueracierto,noson cosas que deban contarse delante de niños desprovistos de razón; esprecisocondenarlasalsilencio;osisehadehablardeellas,sólodebehacerseensecretodelantedeuncortonúmerodeoyentes,conprohibiciónexpresaderevelar nada, y después de haberles hecho inmolar, no un puerco, sino unavíctimapreciosayraraafindelimitarelnúmerodelosiniciados.

—Sinduda—dijo—,porquesemejanteshistoriassonpeligrosas.

—Por lo mismo no deben oírse nunca en nuestro Estado —dije—. Noquieroquesedigaenpresenciadeunjovenque,cometiendolosmásgrandescrímenesyhastavengándose cruelmentede sumismopadrepor las injuriasquedeélhubierarecibido,noharánadadeextraordinario,ninadadequelos

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primerosymásgrandesdiosesnohayandadoelejemplo.

—¡No,porZeus!Nomeparecetampoco—dijo—quetalescosaspuedandecirse.

—Ysiqueremosque losdefensoresdenuestra república tenganhorroralas disensiones y discordias —seguí—, tampoco les hablaremos de loscombatesdelosdioses,nideloslazosquesetendíanunosaotros;ademásdequenoesciertotodoesto.Menosaúnlesdaremosaconocernipormediodenarraciones,nidepinturasodetapicerías,lasguerrasdelosgigantesytodaslas querellas que han tenido los dioses y los héroes con sus parientes y susamigos. Si nuestro propósito es persuadirles de que nunca la discordia hareinado entre los ciudadanos, ni puede reinar sin cometer un crimen,obliguemosalospoetasanocomponer,yalosancianosdeunoyotrosexoano referir a tales jóvenes, nada que no tienda a este fin.Que jamás se oigadecirentrenosotrosqueHerafueaherrojadaporsuhijoyHefestoprecipitadodelcieloporsupadre,porhaberqueridosocorrerasumadrecuandoéste lamaltrataba, ni contar todos esos combates de los dioses inventados porHomero,hayaonoalegoríasocultasenel fondodeestos relatos,porqueunniñonoescapazdediscernirloqueesalegóricodeloquenoloes,ytodoloqueseimprimeenelespírituenestaedaddejarastrosqueeltiemponopuedeborrar.Porestoesimportantísimoquelosprimerosdiscursosqueoigaseanapropósitoparaconducirlealavirtud.

—Lo que dices es muy sensato —asintió—; pero si se nos preguntasecuálessonesasfábulasadmisibles,¿quéresponderíamos?

Yocontesté:

—Adimanto,nitúniyosomospoetas.Nosotrosfundamosunarepública,yen este concepto nos toca conocer según qué modelo deben los poetascomponersusfábulas,yademásprohibirqueseseparennuncadeél;perononoscorrespondeanosotroscomponerlas.

—Tienes razón—dijo—; pero ¿qué deberán enseñarnos esas fábulas enordenaladivinidad?

—Porlopronto,esprecisoquelospoetasnosrepresentenportodaspartesaDiostalcuales,seaenlaepopeya,seaenlaoda,seaenlatragedia.

—Sinduda.

—Pero ladivinidad,¿noesesencialmentebuena?¿Debehablarsedeellanuncaenotrosentido?

—¿Quiénloduda?

—Loqueesbuenonoesnocivo,¿verdad?

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—No.

—Loquenoesnocivo,¿perjudica?

—Enmodoalguno.

—Loquenoperjudica,¿hacealgúndaño?

—Tampoco.

—Yloquenohacedañoalguno,¿podrásercausadealgúnmal?

—¿Cómopodría?

—Yloqueesbueno,¿noesbenéfico?

—Sí.

—¿Escausa,pues,delbienquesehace?

—Sí.

—Loqueesbuenonoes,portanto,causadetodaslascosas;escausadelbien,peronoescausadelmal.

—Nocabeduda—dijo.

—Porconsiguiente—proseguí—Dios,siendoesencialmentebueno,noescausa de todas las cosas, como se dice comúnmente. Y si los bienes y losmales están de talmanera repartidos entre los hombres que elmal domina,Dios no es causa más que de una pequeña parte de lo que sucede a loshombresynoloesdetodolodemás.Aélsólodebenatribuirselosbienes;encuantoalosmalesesprecisobuscarotracausaquenosealadivinidad.

—Nadamásciertoqueloquedices—contestó.

—No hay, pues, que dar fe a Homero ni a ningún otro poeta, bastanteinsensatoparadisparataracercadelosdiosesyparadecir,porejemplo,que:

SobreelumbraldelpalaciodeZeushaydostoneles,unollenodedestinosdichososyotrodedestinosdesgraciados,

siZeustomadeunoyotroparaunmortal,

suvidaseráunamezcladebuenosymalosdías;

perositomasólodeunouotrosinmezclarlos,

unaterriblemiserialeperseguirásobreladivinatierra.

NohayquecreertampocoqueZeuses

Eldistribuidordelosbienesydelosmales.

Si alguno dice también que por instigación de Zeus y de Atenea violó

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Pándarosusjuramentosyrompiólatregua,nosotrosnosguardaremosbiendeaprobarlo.LomismodigodelaquerelladelosdiosesprovocadaporTemisyporZeus,ydeestosversosdeEsquilo,quenoconsentiríamosquesedijerandelantedenuestrajuventud:

Ladivinidadhacecrecerlaculpaentreloshombres

cuandoquierearruinarunafamiliatotalmente.

Ysi algunocantaenyamboscomoéstos lasdesgraciasdeNíobe,de losPelópidas o de Troya, no le dejaremos decir que estas desgracias son obradivina,sino,comoantesdijimos,quesiDioseselautor,nohahechonadaquenoseajustoybueno,yqueestecastigosehaconvertidoenprovechodelosmismosquelohanrecibido.LoquenodebepermitirsedeciraningúnpoetaesqueaquellosaquienesDioscastigasondesgraciados;diganenbuenahoraquelos malos son dignos de compasión por la necesidad que han tenido delcastigo,yquelaspenasqueDioslesenvíasonunbienparaellos.Ycuandoalguno diga delante de nosotros queDios, que es bueno, ha causadomal aalguno,nosopondremoscontodasnuestrasfuerzas,siqueremosquenuestrarepública esté bien gobernada; y no permitiremos ni a los viejos ni a losjóvenes decir ni escuchar semejantes discursos, estén en verso o en prosa,porquesoninjuriososaDios,inconvenientesalEstadoeinconsistentes.

—Meagradaestaleyysuscribocongustosuestablecimiento—dijo.

—Por lo tanto —dije—, nuestra primera ley y nuestra primera reglatocantealosdiosesseráobligaranuestrosciudadanosareconocer,lomismocuandohablenquecuandoescriban,queDiosnoeselautordetodaslascosas,sinosólodelasbuenas.

—Conesobasta—dijo.

—¿Qué dices ahora de la segunda ley? ¿Debe mirarse a Dios como unencantador,quesecomplaceentomarmilformasdiferentes,yquetanprontoaparecebajounafiguraextraña,comonosengañaafectandonuestrossentidoscualsi realmenteestuvierapresente?¿Noesmásbienunsersimpley,entretodoslosseres,elmenoscapazdemudardeforma?

—Enestemomentonoséaúnquéresponderte—dijo.

—Pues¿qué?Cuandoalgunoabandonasuformanatural,¿noesnecesarioqueesecambiovengadeélmismoodeotro?

—Sí.

—Perolascosasmejorconstituidas,¿nosonlasqueestánmenosexpuestasacambiosprocedentesdecausasextrañas?Porejemplo,loscuerpossufrenlaaccióndelalimento,labebidayeltrabajo.Loprimerosucedeconlasplantasconrelaciónalosvientos,alardordelsolyaotrostrastornossimilares.Pues

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bien,¿nosonlosmássanosyrobustoslosmenosexpuestosalaalteración?

—¿Cómono?

—¿Y el alma no es tanto menos alterada y turbada por los accidentesexteriores,cuantomásenérgicaeinteligente?

—Sí.

—Por la misma razón los artefactos, que son producto de la mano delhombre,losutensilios,losedificios,losvestidos,resistenaltiempoyatodoloque puede destruirlos en la proporción en que están bien trabajados yformadosdebuenosmateriales.

—Sinduda,asíes.

—En general, todo lo que es perfecto, ya nazca su perfección de lanaturaleza, ya del arte, o de ambos, estámuy poco expuesto a cambios porefectosdeunacausaextraña.

—Asídebedeser.

—PeroDios,asícomotodoloqueperteneceasunaturaleza,esperfecto.

—¿Cómonohadeserlo?

—LuegoconsideradoDiosdesdeestepuntodevista,deningunamaneraessusceptibledeadoptarmuchasformas.

—No,desdeluego.

—¿Recibiráelcambioylaalteracióndesímismo?

—Es evidente que si tuviera lugar algún cambio en Dios —dijo—, nopodríavenirdeotraparte.

—Pero ¿este cambio se verificaría para mejorar y embellecerse o paraempeorarydesfigurarse?

—Necesariamenteparaempeorar,siesquesealtera—dijo—,porquenosupondremosqueaDiosfalteningúngradodebellezanidevirtud.

—Dicesbien—asentí—.Ysentadoesto,¿crees,Adimanto,quenadie,seahombreodios,tomedesuyounaformapeorenalgúnsentidoquelasuya?

—Esoesimposible—repuso.

—Luegoes imposiblequeDiosquieracambiar—concluí—.Ycadaunode los dioses, muy bueno y muy bello por naturaleza, conserva siempre laformaqueleespropia.

—Meparecequelascosasnopuedensucederdeotramanera—dijo.

—Porconsiguiente,amigo—dije—,queningúnpoetavengadiciéndonos

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que

Losdioses,disfrazadosbajoformasextrañas,

andanportodaspartes,deciudadenciudad,

ni divulgando falsedades conmotivo de lametamorfosis de Proteo y deTetis. Que no se nos represente en la tragedia o en cualquier otro poema aHerabajolafiguradesacerdotisa,mendigando

ParaloshijosbenéficosdelríoÍnacodeArgos,

y que no se nos cuenten mentiras de esta naturaleza. Que las madres,ilusionadas con estas ficciones poéticas, no amedrenten a sus hijos,haciéndolescreerfalsamentequelosdiosesvanatodaspartes,porqueesoesalavezblasfemarcontralosdiosesyhacerasushijoscobardesytímidos.

—Esprecisoqueseabstengandehacercosassemejantes—dijo.

—Pero ¿quizá los dioses —dije yo—, no pudiendo mudar de figura,puedenporlomenosinfluirsobrenuestrossentidos,yhacernoscreerenestoscambiospormediodeprestigiosyencantamientos?

—Esopodríasuceder—admitió.

—¿Y acaso un dios puede querer mentir de hecho o de palabra,presentándonosunfantasmaenlugardesupersonalidad?

—Nolosé—contestó.

—¡Qué! ¿No sabes que la verdadera mentira —pregunté—, si puededecirseasí,esigualmentedetestadaporloshombresqueporlosdioses?

—¿Quéentiendesporeso?—dijo.

—Entiendo—aclaré—quenadiequiereacogerlamentiraenlapartemásnoble de sí mismo, sobre todo con relación a las cosas de la mayorimportancia;porelcontrario,nohaycosaquemássetema.

—Aúnnotecomprendo—dijo.

—Creesquedigoalgodemasiadosublime—apunté—.Loquedigoesquenadiequieresernihabersidoengañadoensualmatocantealanaturalezadelascosas,yquenohaynadaquemástemamosymásdetestemos,queabrigarlaignoranciaylamentiraennosotrosmismos.

—Tienesmucharazón—dijo.

—Lamentira,hablandoconpropiedad,eslaignorancia,queafectaelalmadel que es engañado; porque lamentira en las palabras no esmás que unaexpresióndel sentimientoque el alma experimenta; no esunamentira pura,sinounfantasmahijodelerror.¿Noescierto?

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—Sí.

—¿La verdadera mentira es, por lo tanto, igualmente detestada por loshombresqueporlosdioses?

—Asílocreo.

—Pero¿quédecirdelamentiraenlaspalabras?¿Nohaycircunstanciasenquelamentiradepalabrapierdeloquetienedeodioso,porquesehaceútil?¿Notienesuutilidadcuando,porejemplo,sesirveunodeellaparaengañarasuenemigo,ylomismoasuamigo,aquienelfurorylademenciaarrastranacometerunaacciónmalaensí?¿Noesenestecasolamentiraunremedioqueseempleaparasepararledesudesignio?Yaunenlotocantealamitologíadela que estábamos hablando, la ignorancia en que estamos en punto a loshechosantiguos,¿nonosautorizaparaacudira lamentiraquehacemosútil,dándoleelcoloridoquelaaproximemásalaverdad?

—Cierto—asintió—.Asíes.

—Pero ¿por cuál de estas razones puede ser lamentira útil aDios? ¿Laignoranciade loquehapasadoen tiempos lejanos leobligaríaadisfrazar lamentiraoamentirbajolasaparienciasdeloverosímil?

—¡Esoseríaridículodecirlo!—exclamó.

—¿LuegoDiosnoesunpoetaembustero?

—Nolocreo.

—¿Mentiríaportemorasusenemigos?

—Nadadeeso.

—¿Oacausadesusamigosfuriososoinsensatos?

—Pero los furiosos y los insensatos no son amados por los dioses —apuntó.

—LuegoningunarazónobligaaDiosamentir.

—No.

—Luegotodoloqueesespiritualydivino,¿esenemigodelamentira?

—Totalmente—dijo.

—Dios,portanto,esesencialmenterectoyverazensuspalabrasyensusacciones, no muda de forma, ni puede engañar a los demás, ni mediantefantasmas,nimediantediscursos,nivaliéndosedesignos,seaduranteeldíaylavigilia,seadurantelanocheyensussueños.

—Meparecequetienesrazónaldecireso—asintió.

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—¿Apruebas,porconsiguiente,nuestrasegundaley,queprohíbehablaryescribir, respecto a los dioses, como si fueran encantadores que tomandiferentesformasyqueintentanengañarnosconsusdiscursosysusacciones?

—Laapruebo.

—Por tanto, aunque haya enHomeromuchas cosas dignas de alabanza,nunca aprobaremos el pasaje en que refiere que Zeus envió un sueño aAgamenón, ni el pasaje de Esquilo, donde hace decir a Tetis que Apolo,cantandoensusbodas,celebrósufelizdescendencia:

quemishijos,libresdeenfermedades,tendríanlargavida.

Mehabíaanunciadounasuerteprotegidaporlosdioses,

conelcantodeunpeónquemecolmódealegría.

QuelamentirapudierasalirdelabocadivinadeFebo,

quepronunciatantosoráculos,yonolotemía.

Peroestedios,quecantóyasistióamisbodas,

quemehabíaprometidotanto,es,

élmismo,elasesinodemihijo.

Siempre que alguno hable de los dioses de estamanera lo rechazaremoscon indignación.No consentiremos tampoco tales discursos en bocas de losmaestros encargados de la educación de los jóvenes si queremos que losguardianesguardenelrespetoalosdioses,hastahacerlossemejantesaellosencuantoloconsienteladebilidadhumana.

—Apruebotodasestasreglas—dijoél—,ysoydeopiniónquetodasellasdebenconvertirseenleyes.

LIBROIII

—Tales son —concluí—, en orden a la naturaleza de los dioses, losdiscursos que conviene, a mi parecer, que oigan y que no oigan, desde lainfancia, hombres cuyo principal fin debe ser honrar a los dioses y a suspadres,ymantenerentresílaamistadcomounbiennadapequeño.

—Lo que hemos dispuesto sobre este punto —dijo— me parece muyrazonable.

—Ahora,siqueremoshacerlosvalientes,¿noesprecisoqueloqueselesdiga tienda a hacerles despreciar la muerte? ¿Crees que se puede temer la

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muerteytenervalor?

—No,¡porZeus!—exclamó.

—Ahorabien,unhombrequeestápersuadidodequeexisteelHadesyeshorrible,¿podrádejardetemerlamuerte?¿Podrápreferirlaenloscombatesaunaderrotayalaesclavitud?

—Esoesimposible.

—Luego nuestro deber es estarmuy en guardia respecto a los discursosque tengan esta tendencia y recomendar a los poetas que no denigren tansimplistamente todo lo delHades, con tantomásmotivo cuanto que lo querefierenniesverdaderonibeneficiaalosquehandeserguerreros.

—Sinduda—asintió.

—Borremos,pues,desusobras—dijeyo—todos losversosquesiguen,comenzandoporlossiguientes:

Yopreferiríalacondicióndelabrador

alserviciodeunhombrepobre,

quevivadeltrabajodesusmanos,

areinarsobrelamultitud

todadelosmuertos.

Yéstos:

Semostraríaalasmiradas

delosmortalesydelosinmortales

estaestanciadetinieblasydehorrores,

aborrecidaporlosdiosesmismos.

Ydespués:

¡Aydemí!,enlasestancias

deHadesaúnnosqueda

unalmayunaimagen,pero

privadadetodoentendimiento.

Ytambién:

Élsólopiensa;losdemás

sonsombraserrantes.

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Yéstos:

Sualma,alsalirdelcuerpo,volóalHades

llorandosudestinoyechandodemenos

suvirilidadysujuventud.

Ytambién:

Sualma,comoelhumo,sesume

bajolatierradandogemidos.

Y,enfin:

Comolosmurciélagos,queenelfondo

deunantrosagradorevoloteandandochillidos,

cuandounodeelloshacaído

delaroca,yseenganchanlosunosalosotros,

asíellasseibandandogemidos.

Conjuremos aHomero y a los demás poetas a que no lleven amal queborremosdesusobrasestospasajesyotrossemejantes.Noesporquenoseanmuypoéticosyquenohalaguenagradablementeeloídopúblico;perocuantomás bellos son, tanto sonmás peligrosos para los niños y para los hombresque,destinadosavivirlibres,debenpreferirlamuertealaservidumbre.

—Tienesrazón.

—Borremos también estos nombres odiosos y formidables de Cocito,Estigia,Infiernos,Manesyotrossemejantes,quehacentemblaralosquelosoyen.Quizátienensuutilidadparaotroobjeto;peroesdetemerqueelterrorqueellosinspiranenfríeydebiliteelvalordenuestrosguardianes.

—Estetemoresmuyfundado—dijo.

—¿Lossuprimes,pues?

—Sí.

—Y ¿nos serviremos, lo mismo en la conversación que en poesía, deexpresionesenteramentecontrarias?

—Evidentemente.

—¿Quitaremosigualmenteesaslamentacionesysollozosqueseponenenbocadelosgrandeshombres?

—Es una consecuencia necesaria —convino— de lo que acabamos dedecir.

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—Veamos antes si la razón autoriza o no esta supresión—seguí—. ¿Noadmitimos que el hombre de bien nomirará como unmal lamuerte de unamigosemejanteaél?

—Escierto,loadmitimos.

—No llorará, por consiguiente, por él, como si le hubiera sucedido unadesgracia.

—No,ciertamente.

—Digamosigualmentequeesehombresebastaasímismoparavivirbien,yquetienesobrelosdemáshombreslaventajadenonecesitardenadieparaserdichoso.

—Nadamáscierto—dijo.

—Luego no será para él una desgracia perder un hijo, un hermano,riquezasocualquierotrobiendeestanaturaleza.Cuandoestolesuceda,noselamentará,sinoquelosoportarácontodalapacienciaposible.

—Sinduda.

—Luegoconrazónsuprimimosenloshombresilustreslaslamentaciones,ylasreservamosalasmujeres,ynoalasmásdignasentreellas,asícomoaloshombresviles;puestoquequeremosquelosquedestinamosparaguardarnuestropaísseavergüencendesemejantesdebilidades.

—Enestoobramosperfectamente—dijo.

—ConjuremosunavezmásaHomeroya losdemáspoetasparaquenonosrepresentenaAquiles,elhijodeunadiosa,

Tanprontoechadosobreelcostado,tanpronto

bocaarribaobocaabajosobrelatierra,

tanprontoerrante,presadeldolor,

sobrelariberadelmarestéril,

ni

Tomandoelpolvonegruzcocondosmanos,

ycubriéndoseconéllacabeza,

ollorandoygimiendo;niaPríamo,reycasiigualalosdioses,suplicandoy

Revolcándoseporelestiércol,

yllamandounotrasotro

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acadaunoporsunombre.

También les suplicamos que no nos representen a los dioses llorando yexclamando:

¡Aydemí!¡Cuánlamentableesmisuerte,

madredesgraciadadeunhéroe!

Y si no respetan a los demás dioses, que no tengan al menos elatrevimientodeponerenlabocadelmásgrandedeellosestaspalabras:

¡Aydemí!Veoconsentimiento

aunmortalquemeesquerido,

huyendoalrededordelasmurallas;

micorazónestáturbado.

Yenotropasaje:

¡Desgraciadodemí!Heaquíelmomento

enqueSarpedón,elmortalquemásquiero,

vaporlavoluntaddeldestinoaperecer

enmanosdePatrocloelMenecíada.

Porque,miqueridoAdimanto,sinuestrosjóvenestomanenserioestaclasedehistorias,ysinoseburlandetodasestasdebilidades,comoindignasdelosdioses, les será difícil creerlas indignas de sí mismos; puesto que de todasmaneras no son más que hombres, no se avergonzarán de tales acciones ydiscursos, y a la menor desgracia que les suceda, se abandonaráncobardementealosgemidosyalaslágrimas,sinvergüenzanientereza.

—Nadamásciertoqueloquedices—asintió.

—Acabamosdeverquenodebeserasí,ydebemosatenernosalasrazonesexpuestasmientrasnosenospresentenotrasmejores.

—Sinduda,nodebeocurrir.

—Perotampocoseráconvenientequesesientaninclinadosalahilaridad.Unarisaexcesivadalugarcasisiempreaunaalteracióntambiénviolenta.

—Locreoasí—dijo.

—Luego no debemos consentir que se nos represente a los hombresgrandes, ymenos aún a los dioses, dominados por una risa que no puedancontener.

—Muchomenos—dijo.

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—YnoaceptaremosaHomerocosascomoésta:

Unarisainextinguibleestallóentrelosdioses,

cuandovieronaHefestoagitarsecojeando.

Esto,segúnturazonamiento,esinadmisible.

—Sitúdicesqueesmío…—dijo—.Sea,nohayqueadmitirlo.

—Sinembargo,laverdadtienederechos,queesprecisorespetar.Porque,sinonosengañamoscuandodijimosquelamentiranuncaesútilalosdioses,peroqueloesalgunasvecesaloshombres,cuandosesirvendeellacomodeunremedio,esevidentequesuusosólopuedeconfiarsealosmédicosynoatodoelmundoindiferentemente.

—Esevidente—dijo.

—Sólo a los magistrados supremos pertenece el poder mentir, a fin deengañaralenemigooa losciudadanosparabiendelarepública.Lamentiranodebenuncapermitirsealosdemáshombres,yasídiremosqueunparticularqueengañaalmagistradoestantoomásculpablequeunenfermoqueengañaasumédico,queunatletaqueocultaalmaestroencargadodesuformaciónlasdisposicionesdesucuerpo,yqueunmarineroquedisimulaalpilotoelestadodelanaveydesímismoodelrestodelatripulación.

—Esmuycierto—dijo.

—Porconsiguiente,sielmagistradocogeenmentiraaalgúnciudadano,

seadelacondicióndelosartesanos,

seaadivino,seamédico,seacarpintero,

le castigará severamente, comoaquien introduce en elEstado lomismoqueenlanaveunmalcapazdetrastornarleyperderle.

—Este mal indudablemente perdería al Estado, si los actoscorrespondiesenalaspalabras—dijo.

—¿Nodeberemostambiéndesarrollarennuestrosjóveneslatemplanza?

—¿Cómono?

—¿No son los principales efectos de la templanza para la mayoríahacernossumisosparaconlosquemandanydueñosdenosotrosmismosentodolorelativoacomerybeberyenlosplaceresamorosos?

—Sí,asímeloparece.

—Porlomismo,aprobaremoselpasajedeHomeroenqueDiomedesdice:

Amigo,siéntate,guardasilencio

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siguemisconsejos.

Yesteotro:

Losgriegosmarchanllenos

deardorydevalor,

ensilencio,mostrando

surespetoalosjefes,

ytodoslosdemáspasajessemejantes.

—Losaprobaremos.

—¿Diremoslomismodeestaspalabras?:

Borracho,quetienes

losojosdeunperro

yelcorazóndeunciervo,

¿y lo que sigue, así como todas las injurias que los poetas y los demásescritoresponenenbocadelosinferioresencontradelossuperiores?

—Ésosnoestánbien.

—Semejantesdiscursosnosonapropósito,creo,parainspirarmoderacióna nuestros jóvenes, aunque si les inspiran algún deleite, no debesorprendernos.¿Quépiensas?

—Piensocomotú—respondió.

—¡Pero qué! Cuando Homero hace decir al sabio Ulises que nada leparecíamásbello

Quemesascubiertas

depanycarne,

yunescanciadorsacando

elvinodelacrátera

parallevarloyderramarlo

enlascopas,

¿tepareceaptoparaqueeljovenquelooigatengaautodominio?

Yenotraparte,

Quelamuertemástriste

esperecerdehambre.

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OcuandonospresentaaZeusolvidando,por el excesode lapasión, losproyectosquehabíaformadocuandosóloélvigilabaduranteelsueñodelosdiosesydeloshombres;ydetalmaneraimpresionadoalavistadeHeraqueno espera a retirarse a su palacio, sino que quiere yacer con ella en aquelmismo sitio, protestándole que jamás había sentido tanto cariño por ella, nicuandoporprimeravezsevieronsinsaberlosuspadresocuandoserefierealaaventuradeAresyAfrodita,sorprendidosenlasredesdeHefesto.

—Deningunamanera,porZeus,mepareceapto.

—Encambio—dijeyo—,cuandonospintasushéroeshablandoyobrandocon espíritu invencible, entonces sí que es preciso admirarle y escucharle;como,porejemplo,cuandodice:

Golpeándoseelpecho,reprendió

asucorazónconestaspalabras:

Mantentefirme,corazónmío,

túhassoportadolosmásterriblesmales.

—Sí,ciertamente—asintió.

—Tampoco debe consentirse que nuestros hombres sean ansiosos deriqueza,niquesedejencorromperporpresentes.

—No,sinduda.

Quenosecantedelantedeellosque

Lospresentesgananalosdioses,

gananalosreyesvenerables.

Yquenose tengapor sabioelconsejoqueFénix,ayodeAquiles,dioaéste,diciéndoleque socorrieraa los aqueos si lehacíanpresentes,yque lesguardararesentimientosinoseloshacían.TambiénnosnegaremosacreeryconfesarqueAquileshayasidocodiciosohastaelpuntoderecibirpresentesdeAgamenón,ydenoentregaruncadáverhastanohaberrecibidoelrescate.

—Taleshechosnosondignosdealabanza—dijo.

—MeabstengodedecirporrespetoaHomeroqueesunaimpiedadatribuirtaleshechosaAquilesyhaberdadocréditoaloqueotrosantesqueélhabíanpublicado.OtrotantodigodelasamenazasqueestehéroedirigeaApolo:

Túmehasengañado,arquero,

elmásfunestodelosdioses:

yotecastigaríasituviera

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poderparaello.

Y de su resistencia frente a un dios, el río Janto, contra el que estabadispuestoabatirse;yde loquedijoconocasiónde sucabellera,queestabaconsagradaaotrorío,elEsperqueo:

AlhéroePatroclo

quierodarmicabellera.

No es creíble que haya hecho eso cuando murió Patroclo, ni que hayaarrastradoel cadáverdeHéctoralrededorde la tumbadeaquél,niquehayainmoladoyhechoquemarenlahogueratroyanoscautivos.Sostendremosquenadadeestoescierto,ynoconsentiremosquesehagacreeralosnuestrosqueAquiles,elhijodeunadiosaydelsabioPeleo,ydescendienteésteentercergradodeZeus,Aquiles,eldiscípulodelsapientísimoQuirón,hayatenidounalmatandesarregladaquesedejaradominarpordospasionestancontrarias,comolosonunamiserableavariciayunorgulloquelellevabaadespreciaralosdiosesyaloshombres.

—Tienesrazón—dijo.

—GuardémonosdecreeresoydepermitirquesedigaqueTeseo,hijodePoseidón,yPirítoo,hijodeZeus,hayanintentadolosraptossacrílegosqueseles atribuyen, ni que ningún otro hijo deZeus, ningún héroe se haya hechoculpablede lascrueldadesyde las impiedadesdeque lesacusanfalsamenteahora. Obliguemos a los poetas a reconocer que los héroes nunca hancometido semejantes acciones; o que, si las han cometido, ya no sondescendientes de los dioses. Pero no les permitamos decir que son a la vezhijos de los dioses y culpables de semejantes crímenes, ni que persuadan anuestrosjóvenesdequelosdioseshanproducidoalgomaloyqueloshéroesno valen más que los hombres. Porque, como dijimos antes, esta clase dediscursos ofenden a la verdad y a la religión y ya hemos demostrado lorepugnantequeessuponerquelosdiosesseanautoresdemalalguno.

—¿Cómono?

—Añadamos que tales discursos son muy peligrosos para los que losescuchan.Enefecto,cualquierhombrejustificaráasusojossupropiamaldadcuando esté persuadido de que no hace más que lo que han hecho losdescendientesde losdioses, losparientesdeZeus,que tienenen lacimadelIda,enmediodelpuroéter,unaltarenquehacensacrificiosasupadre,yquellevanaúnen susvenas la sangrede los inmortales.Por todas estas razonesdesterremos de nuestra ciudad esta clase de ficciones, por temor de queengendrenen la juventudunalamentablefacilidadparacometer losmayorescrímenes.

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—Desdeluego—dijo.

—Puesto que hemos comenzado a fijar—continué— los discursos quedeben decirse y los que no, ¿hay todavía algunos de otra especie de quetengamosquehablar?Yahemostratadotodoloquehacerelaciónalosdioses,alosgenios,aloshéroesyalHades.

—Ciertamente.

—Aquícorresponderíaagregarlorelativoalosdiscursosqueserefierenaloshombres,¿noesasí?

—Sinduda.

—Pero,miqueridoamigo,enestemomentoestoesimposible.

—¿Porqué?

—Porqueyocreoquediríamosquelospoetasylosautoresdefábulasseengañangravementeconrelacióna loshombrescuandodicenque losmalossondichosos en sumayor parte y los hombres de bien desgraciados; que lainjusticia es útil en tanto que permanece oculta y, por el contrario, que lajusticia es dañosa al que la practica y útil a los demás. Les prohibiríamossemejantes discursos y les prescribiríamos que en lo sucesivo cantaran yrelataranlocontrario,¿noesverdad?

—Estoypersuadidodeello—dijo.

—Pero si confiesas que en esto tengo razón, ¿no deberé concluir queconvienesenloquesecuestionadesdeelprincipiodeestaconversación?

—Esjustatureflexión—dijo.

—Porconsiguiente,¿reservaremoseltratardecuálessonlosdiscursosquedebenadmitirserespectodeloshombresparacuandohayamosdescubiertoloqueeslajusticiaysiesventajosoensíserjusto,seaunoonotenidoportal?

—Tienesmucharazón—dijo.

—Basta lo dicho sobre los discursos, y pasemos a la dicción. De estamanerahabremostratadoafondoloquedebesermateriadelosdiscursosylaformaqueconvienedarle.

—Noentiendoesoquedices—replicóAdimanto.

—Pueshayqueentenderlo—respondí—.Veamossimeentenderásmejordeotramanera.Todoloquedicenlospoetasylosautoresdefábulas,¿esotracosaqueunanarracióndelascosaspasadas,presentesofuturas?

—¿Quéotracosapuedeser?—dijo.

—Para ello, ¿no empleanounanarración simple, o una imitativa, o una

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compuestadeunayotra?

—Tesuplicoqueteexpliquesmásclaramentetambiénenesto—dijo.

—Soy un maestro singular, a lo que parece, porque no puedo hacermeentender—exclamé—.Voyaver,siguiendoelejemplode losqueno tienenfacilidad en explicarse, si puedo hacerte comprender mi pensamientopresentándotelo, no en general, sino en ejemplos sucesivos. Respóndeme.¿SabeslosprimerosversosdelaIlíada,dondeHomerorefierequeCrisesfueenbuscadeAgamenónpara suplicarleque le entregara suhija,yquecomoAgamenón se negara con aspereza, él se retiró y conjuró al dios para queenviaramalesalosaqueos?

—Losé.

—Sabestambiénquehastaenestosversos:

Implorabaatodoslosaqueos,

ysobretodoalosdoshijosdeAtreo,

jefesdepueblos,

elpoetahablaensunombre,ynotratadehacernoscreerqueseaotroelquehablaynoél.PerodespuésdeestosversoshablaennombredeCrisesyempleatodosuarteparapersuadirnosdequenoesHomeroelquehablasinoelancianosacerdote.LamayorpartedelasrelacionesdeloocurridoenIlióneÍtacaydelaOdiseaenterasondeestegénero.

—Escierto—dijo.

—Ahorabien,¿noessiempreunanarración,yahableelpoetaporsíoyalohagaporbocadeotros?

—¿Cómonohadeserlo?

—Ycuandohablaporbocadeotros,¿nodiremosquetratadeconformarsetodoloposibleconellenguajedeaquelencuyonombrehabla?

—Sílodiremos.

—Ahorabien,asimilarseunomismoaotroporelgestoopor lapalabra,¿noesimitarle?

—¿Qué,sino?

—Porlotanto,enestoscasoslasnarraciones,tantodelpoetaconsideradocomodelosdemás,sonnarracionesimitativas.

—Enefecto.

—Porelcontrario,sielpoetanoseocultasenuncabajolapersonadeotro,

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todosupoemaysunarraciónseríansimplesysinimitación;yparaquenomedigas que no comprendes cómo puede hacerse esto, voy a explicártelo. SiHomero, después de haber dicho que Crises había venido al campo con elrescate de su hija y que había suplicado a los aqueos, sobre todo a los dosreyes, hubiera continuado la relación como tal Homero, y no como Crises,reconocerásquenoseríayaunaimitaciónsinounanarraciónsencilla.Heaquí,porejemplo,cómosehubieraexplicado;ymeservirédelaprosa,porquenosoypoeta:

«El sacerdote, al llegar al campamento, suplicó a los dioses quepermitieranalosgriegostomaraTroya,yquelesconcedieranunavueltafeliz.Al mismo tiempo conjuró a los griegos, por respeto al dios, a que ledevolvieran a su hija y aceptaran su rescate. Todos los griegos llenos derespeto por este anciano, consintieron en su demanda; pero Agamenón selevantócontraél,lemandóqueseretirarayquenosepresentarajamásensupresencia, no fuese que ni el cetro ni las ínfulas del dios le librasen de sucólera.Queantesdeentregarlahija,ellaenvejeceríaconélenArgos;quesemarchase y no le irritase más, si quería volver sano y salvo a su casa. Elanciano se retiró temblando y sin decir nada. Luego que se alejó delcampamentodirigióunasúplicaaApolo,invocándolecontodossusnombres,recordándoletodoloquehabíahechoporagradarle,yaconstruyendotemplos,yainmolándolevíctimasescogidas;yenrecompensadesupiedadlesuplicóque lanzara sus flechas sobre los aqueos, para vengar las lágrimas que lehabíanhechoderramar».

Aestollamoyounanarraciónsimpleysinimitación.

—Loentiendo—dijo.

—Comprendeigualmente—añadí—quehayunaespeciedenarraciónquees opuesta a ésta. Es aquella en la que el poeta, suprimiendo todo lo queintercalaporsucuentaenlosdiscursosdeaquellosaquieneshacehablar,sólodejaeldiálogo.

—Comprendo también eso —dijo—. Esta narración es la propia de latragedia.

—Justamente —dije—. Creo ahora haberte hecho entender lo que nocomprendíasalprincipio;asaber,queenlapoesíayentodaficciónlaprimeraclasedenarraciónesimitativay,comoacabasdedecir,pertenecealatragediayalacomedia.Lasegundasehaceennombredelpoeta,ylaverásempleadaenlosditirambos.Laterceraesunamezcladeunayotra,ynosservimosdeellaenlaepopeyayenotrascosas,¿meentiendes?

—Sí,entiendoloquequeríasdecir—asintió.

—Recuerda también lo que dijimos antes: que después de haber

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establecidoloquesedebedecir,nosfaltabaexaminarelmododedecirlo.

—Lorecuerdo.

—Queríadecirtequenecesitábamosdiscutirjuntossihemosdedejaralospoetaslalibertaddeservirsedenarracionespuramenteimitativasodeunasyotrasalavez,yquéreglaslesprescribiremosparaestaclasedenarraciones,osilesprohibiremostodaimitación.

—Adivino tu intención —dijo—: quieres ver si admitiremos o no latragediaylacomediaennuestroEstado.

—Quizá—dije yo—, y acaso algomás.En estemomento no lo sé aún.Peroiréadondeelsoplodelaargumentaciónmelleve.

—Biendicho—señaló.

—Examinaahora,miqueridoAdimanto,siseráconvenientequenuestrosguardianes sean imitadores o no. ¿No resulta, de lo que antes dijimos, quecadaunosólopuedehacerbienunasolacosa,yquesiseaplicaamuchasnoconseguiráserbienconsideradoenninguna?

—¿Cómonovaaserasí?

—¿Nosucede lomismoconrespectoa la imitación,queunhombresolonopuedeimitarmuchascosastanbiencomounasola?

—No,ciertamente.

—Menos podría aplicarse a una función importante y al mismo tiempoimitar muchas cosas y sobresalir en la imitación, cuando se ve que en doscosas,quetantosedanlamanocomolacomediaylatragedia,esdifícilqueunmismohombresobresalgaenambas.¿Nolasllamabasantesimitaciones?

—Sí,ytienesrazónendecirquenosepuedesobresaliralavezenestosdosgéneros.

—Tampoco sevequeunmismohombrepueda ser a lavez rapsodistayactor.

—Escierto.

—Losmismosactoresnosonsiquierabuenospor igualpara lo trágicoyparalocómico.Y,sinembargo,estosdosgénerosnosonmásqueimitaciones,¿no?

—Loson.

—Esmás,meparece,Adimanto,quelasfacultadesdelhombresedividenconrelaciónaaplicacionesmás limitadasaún;desuerteque lees imposibleimitar bienmuchas cosas o hacer seriamente las cosas que reproducepor la

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imitación.

—Nadamáscierto—dijo.

—Si nos atenemos, pues, al primer principio establecido, según el cualnuestros guardianes, libres de toda otra ocupación, deben ser únicamenteartesanoshábilesdelalibertaddelEstadoportodoslosmediospropiosaesteefecto,nolesconvienehacerniimitarningunaotracosa;osiimitanalgo,quesea,desdeniños,aquelloquepuedeconducirlesasufin,esdecir,elvalor,latemplanza, lapiedad, lagrandezadealmay lasdemásvirtudes;peroquenoimitennadaqueseabajoyvergonzoso,noseaquesehagantalescomolosqueimitan.¿Nohasobservadoquelaimitación,cuandosecontraeelhábitodesdela juventud, trasciende a las costumbres y a la naturaleza, modificando elaspectocorporal,lavozyelpensamiento?

—Esosucedecomúnmente—dijoél.

—No consintamos, pues —seguí—, que los que son objeto de nuestrocuidado y para quienes es un deber llegar a ser hombres de bien, secomplazcan, siendo varones, en imitar a una mujer, sea joven o vieja,querellosaparaconsumaridoollenadeorgullo,quepretendaigualarsealosdioses,jactanciosadesusupuestafelicidad,oqueseabandoneenladesgraciaaquejasylamentaciones.Menosimitaránalaenferma,alaenamoradaoalaqueestáconlosdoloresdelparto.

—Deningúnmodo—dijoél.

—Quetampocoimitenalosesclavos,hombresomujeres,enlasaccionespropiasdesucondición.

—Tampocoeso.

—Nialoshombresmalosycobardes,oconcualidadesopuestasalasqueantes citábamos, que se querellan, se dirigen burlas u obscenidades unos aotros,yacuandoestánembriagados,yaasangrefría;nilasdemásaccionesodiscursos en que tales gentes faltan a lo que se deben a sí mismos y a losdemás.Nocreo tampocoquedebanacostumbrarsea remedar loquedicenohacenlosdementes.Debeconocersealosdementesyalosmaloshombresymujeres,peronoselesdebeimitarniparecérseles.

—Escierto—dijo.

—Pues ¿qué?—proseguí—. ¿Deben imitar a los herreros o a cualquierotroobrero,alosremerosdetrirremesoalosquelesmarcanelritmo,enfin,apersonassemejantes?

—¿Cómo han de poder hacerlo—dijo—, cuando no les es permitido niaunprestaratenciónaningunadeestasprofesiones?

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—Y ¿qué hay del relincho de los caballos, el mugido de los toros, elmurmullodelosríos,delmar,delrayoytodolodemás?¿Lesconvieneimitartodoesto?

—¡Perosiseleshavedadoqueseanlocosyqueimitenalosqueloson!

—Entonces—dije—,sicomprendobientupensamiento,hayunmododehablar y de narrar de que se sirve el hombrede bien cuando tiene algoquedecir;yhayotromodomuydiferentedeéste,delcualsesirvenloshombrescuyonaturaloeducaciónsonopuestosaaquéllos.

—¿Cuálessonesosmodos?—preguntó.

—Enmiopinión—dije—elhombrecabal,cuandosudiscursole llevaareferir lo que ha dicho o hecho un hombre semejante a él, se esforzará porrepresentarleensupersona,ynoseavergonzarádesemejanteimitación,sobretodocuandotengaporobjetopintarleenunasituaciónenquehayamostradosabiduríayfirmeza,ynoloharácontantogustoyasiduidadcuandosehayavisto abatido por la enfermedad, vencido por el amor, embriagado o encualquierotrasituaciónanáloga.Perocuandoselepresenteunpersonajequeestéporbajodeél,nuncaserebajaráhastaelpuntodeimitarloseriamente,yloharásólocomodepasoycuandoaquélhayaderealizarunabuenaacción;yaun en este caso no dejará de ruborizarse, porque no está acostumbrado aimitarestaclasedepersonas,ysequerríamuymalsiseamoldaseyformasesegún un modelo inferior a sí mismo; y sólo por ser cosa momentánea norechazaráestaimitacióncondesprecio.

—Esnatural—dijo.

—Su narración será, pues, como la que referimos antes de Homero, enpartesimpleyenparteimitativa,sibienhaciendoqueaparezcapocasveceslaimitaciónentodoeldesarrollodeldiscurso;¿tengorazón?

—Sí,asíescomodebehablarunhombredeesecarácter—dijo.

—Conrespectoalquetieneuncarácteropuesto,encambio—continué—,cuantomásmalosea,mayorserásutendenciaaimitarlotodo;creeráquenohaynadaqueseainferioraél,yasíharáestudioenimitarenpúblicoatodaslas cosas que antes enumeramos: el ruido del trueno, de los vientos, delgranizo,delosejesdeloscarros,delasruedas;elsonidodelastrompetas,delas flautas, siringes y toda suerte de instrumentos, incluso las voces de losperros,loscorderosylasaves;todosudiscursosereduciráaimitareltonoylasexpresionesdeotro,sinqueapenasentreenéllanarraciónsimple.

—Nopuedeserdeotramanera—convino.

—Talessonlasdosclasesdenarracióndequequeríahablarte.

—Asíson,enefecto—dijo.

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—Laprimera,comoves,admitepocoscambiosy tanprontocomosehaencontrado la armoníayel ritmoque le convienen, al recitador lebasta conceñirsealamismacadenciayarmonía—puessonescasaslasvariaciones—yaunritmotambiénmuyuniforme.

—Asíes—dijo.

—Lasegundaclase,porelcontrario,¿no teparecequenecesitade todaslas armonías y de todos los ritmos para expresar bien lo que quiere decir,puestoqueabrazatodosloscambiosimaginables?

—Esciertotambién,enefecto.

—Pero¿acasotodoslospoetas,yengenerallosquerefierenalgunacosa,noempleanyauna,yaotradeestasnarraciones,olasmezclan?

—Forzosamente—admitió.

—¿Quéharemosenestecaso?—pregunté—.¿DaremoscabidaennuestroEstadoaestastresclasesdenarracionesosóloadmitiremosunauotradelassimplesolamixta?

—Si ha de vencer mi opinión—dijo—, nos atendremos a la imitaciónsimple,hechapararepresentaralhombredebien.

—Sí;peromiqueridoAdimanto,lanarraciónmixtaestambiénmuygrata;perolanarraciónopuestaalaquetúescogeseslaqueagradamásalosniños,alosquegobiernanalajuventudyalpuebloengeneral.

—Enefecto,eslaquemásagrada.

—Aunque quizá alegarás—dije—que no se conforma esto con nuestroplandegobierno,porqueentrenosotrosnohayunhombrequereúnaensílostalentosdedosomáshombres,ycadaunosólopuedehacerunacosa.

—Enefecto,noseajusta.

—Por este mismo motivo, sólo en nuestro Estado el zapatero essimplementezapateroynopiloto;ellabrador,labradorynojuez;elguerrero,guerreroynocomerciante;yasídelosdemás.

—Escierto—dijo.

—Luego,siunodeestoshombres,hábilesenelartedeimitarlotodoydeadoptarmilformasdiferentes,vinieseanuestraciudadparaexhibirsuarteysus obras, nosotros le rendiríamos homenaje como a un hombre divino,maravilloso y arrebatador; pero le diríamos que nuestro Estado no puedeposeerunhombredesucondiciónyquenonoseraposibleadmitirpersonassemejantes. Le despediríamos después de haber derramado mirra sobre sucabeza y de haberla adornado con ínfulas de lana; y nos daríamos por

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contentos con tener un poeta y recitadormás austero ymenos agradable, sibienmásútil,queimitaraeltonodeldiscursoqueconvienealhombredebien,ysiguieraescrupulosamentelasfórmulasquehemosprescritoaltrazarelplandelaeducacióndenuestrosguerreros.

—Sisenosdejaralaelección,preferiríamoselúltimosindudar—dijo.

—Pues bien, me parece, mi querido amigo —continué—, que hemostratadoafondoestapartedelamúsicaquecorrespondealosdiscursosyalasfábulas,puestoquehemoshabladodeloquehayquedecirydelaformadedecirlo.

—Soydetupareceryotambién—dijo.

—Nos resta hablar —proseguí— de esta otra parte de la música quecorrespondealcantoyalamelodía,¿no?

—Sí,evidentemente.

—¿Quiénnove,desde luego, loquedeberemosdecir sobreestepuntoyquéreglashabremosdeprescribir,siseguimosnuestrosprincipios?

EntoncesGlaucón,echándoseareír,dijo:

—Nosoydeestenúmero,metemo,Sócrates,porquenopodríadecirconexactitud a qué debemos atenernos sobre esta materia, aunque lo entreveaconfusamente.

—Por lo menos —repliqué—, puedes decirnos algo primordial: que lamelodíasecomponedetreselementos:laspalabras,laarmoníayelritmo.

—¡Ah,esosí!—dijo.

—Encuantoalaspalabrascantadas,¿nodeben,comolasnoacompañadasdemúsica,componersesegúnlasleyesquehemosyaprescrito?

—Sinduda—dijo.

—Esprecisoque la armoníay el ritmo,por suparte, correspondana laspalabras.

—¿Cómono?

—Pero hemos dicho ya que no hacían ninguna falta en el discurso lasquejasylaslamentaciones.

—Ninguna,enefecto.

—¿Cuálessonlasarmoníaslastimeras?Dímelo,yaqueeresmúsico.

—Lalidiamixta,lalidiatensayotrassemejantes—enumeró.

—Es preciso, por consiguiente, suprimirlas como malas—dije yo— no

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sóloparaloshombres,sinotambiénparaaquellasmujeresquesepreciandesersabiasymoderadas.

—Totalmentedeacuerdo.

—Nadamás indigno de los guardianes, asimismo, que la embriaguez, lamolicieylaindolencia.

—¿Cómono?

—¿Cuálesson,pues,lasarmoníasmuellesyusadasenlosfestines?

—Algunas variedades de la jónica y la lidia, consideradas armoníasrelajantes.

—¿Puedenserdealgúnusoparalosguerreros,querido?

—Deninguno—aseguró—,y,porlotanto,noquedanotrasqueladóricaylafrigia,metemo.

—Yo no conozco todas las especies de armonía —dije—, escoge sóloéstas: una fuerte, que traduzca el tono y las expresiones de un hombre decorazón,seaenlapelea,seaencualquierotraacciónviolenta,comocuando,sinqueledetenganlasheridasnilamuerteoestandosumidoenladesgracia,esperaentalesocasiones,confirmezaysinabatirse,losazaresdelafortuna;otra más tranquila, propia de las acciones pacíficas y completamentevoluntariasdealguienqueintentaconvenceraotrodealgo,consúplicassiesun dios, con advertencias o amonestaciones, si es un hombre; o que, alcontrario, se rinde a sus súplicas, escucha sus leccionesy susdictámenes, yque por lomismo nunca experimenta elmenor contratiempo, y que, en fin,lejos de enorgullecerse con sus triunfos, se conduce con sabiduría ymoderación y está siempre contento con su suerte. Reservemos estas dosarmonías,violentaypacífica,quepuedenimitarlasvocesdelosdesdichadosolosfelices,losprudentesolosvalerosos.

—Lasquepidessonprecisamentelasdosúltimasqueyohenombrado—dijo.

—¿Tampoco tendremosnecesidadde instrumentosdenumerosascuerdasnidelatécnicapanarmónicaennuestroscantosyennuestramelodía?

—No,sinduda—aseguró.

—¿Ni sostendremos fabricantes de triángulos, de plectros y otrosinstrumentosdecuerdasnumerosasydemuchasarmonías?

—Noloparece.

—¿Peroconsentirías ennuestra repúblicaa los constructoresy tocadoresdeflauta?¿Noequivaleesteinstrumentoalosquetienenelmayornúmerode

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cuerdas?Ylosquereproducentodoslostonos,¿sonotracosaqueimitacionesdelaflauta?

—Loson,enefecto—dijo.

—Así,nonosquedanmásquelaliraylacítaraparalaciudad—dije—yparaloscamposlasiringa,queusaránlospastores.

—Esevidente,despuésdeloqueacabamosdedecir—reconoció.

—Porlodemás,miqueridoamigo,noharemosnadaextraordinarioaldarpreferencia aApolo sobreMarsias, y a los instrumentos inventadospor estediosalosdelsátiro.

—No,ciertamente,porZeus—exclamó.

—¡Por elCan!—exclaméyo—,ya tenemos reformado, sin apercibirnosdeello,esteEstado,quedecíamosquerebosabaendelicias.

—Ylohemoshechosabiamente—asintió.

—Reformémoslo, pues, por entero —dije— y digamos del ritmo comodijimosdelaarmonía,queesprecisodesterrarlavariedadymultiplicidaddemedidas; indagar qué ritmos expresan el carácter de la vida ordenada yvalerosa,ydespuésdehaberlosencontrado,someterelpieylamelodíaalaspalabras,ynolaspalabrasalpieyalamelodía.Atitetocadecircuálessonestosritmos,comolohashechorespectoalasarmonías.

—¡Por Zeus! No me es fácil satisfacerte —replicó—. Sólo te diré quetodaslasmedidassereducenatrestipos,asícomotodaslasarmoníasresultandecuatrotonosprincipales;esolodigoporqueloheobservado,peronopodrédecirte qué medidas convienen a los diferentes caracteres que se quierenexpresar.

—Examinaremos más adelante con Damón qué medidas expresan labajeza, la insolencia, la demencia y otros defectos semejantes, así como lasque convienen a las virtudes opuestas. Creo haberte oído hablar algoconfusamentedeciertometrocompuestoquellamabaenoplio,deundáctiloyun heroico, y que componía, no sé cómo, igualando la parte tónica con laátona y terminando en sílabas largas o breves; además, formaba otro quellamabayambo,aloquecreo,yyonoséquéotroquellamabatroqueo,quesecomponían de largas y breves. Observé también que en algunas ocasionesaprobabaocondenabatantoelmetrocomoelritmomismo,ounnoséquéqueresultaba del uno y del otro, porque no puedo decir con claridad lo que es;perodejemosestepunto,comotedijeantes,paradiscutirloconDamón.Meparecequeestadiscusiónexigemuchotiempo;¿opiensasotracosa?

—Enabsoluto,porZeus.

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—Por lo menos, podrás decirnos si se encuentra gracia allí donde seencuentra la perfección del ritmo, y lo contrario allí donde esta perfecciónfalta.

—¿Cómono?

—Pero la perfección del ritmo sigue de ordinario a la belleza de laspalabrasylaarritmiaalocontrario;porque,comodijimosantesalhablardeloarmónico y lo inarmónico, el ritmo y la armonía están hechos para laspalabras,ynolaspalabrasparaelritmoylaarmonía.

—Esciertoqueunoyotrodebenacomodarsealdiscurso—dijoél.

—Pero el género de la dicción y el discurso mismo, ¿no se siguen delcarácterdelalma?

—¿Cómono?

—Ytodolodemás,¿nosiguetambiénalaexpresión?

—Sí.

—Porconsiguiente,labellezadeladicción,laarmonía,lagraciayelbuenritmodeldiscursosonconsecuenciadelasimplicidaddelalma.Ynoentiendoporestapalabralaestupidez,comoconelfindesuavizarlaexpresiónsellamaalanecedad,sinoqueentiendoelcarácterdeunalmacuyascostumbressonverdaderamentebellasybuenas.

—Escierto—dijo.

—Nuestros jóvenes, ¿no deben proponerse, pues, adquirir todas estascualidades,siquierencumplirsusdeberes?

—Sindudadebenperseguirlas.

—Porlomenos,ésteeselobjetodelapinturaydetodaartesaníaanáloga,del arte de tejer y bordar, de la arquitectura y de la naturalezamisma en laproduccióndelasplantasydeloscuerposvivos.Lagraciaolafaltadegraciaseencuentraensusobras;yasícomolafaltadegracia,deritmoydearmoníase hermanan con el lenguaje grosero y el mal carácter, así las cualidadesopuestas son la imagen y la expresión del carácter opuesto, sensato ybondadoso.

—Tienestodalarazón—dijo.

—No bastará, pues, que vigilemos a los poetas, obligándoles a que nospresenten en sus obras modelos de buen carácter o a no divulgarlas enabsoluto. Será preciso que fijemos nuestras miradas sobre todos los demásartistas,paraimpedirquecopienenpintura,enarquitecturaoencualquierotrogénero,lamaldad,laintemperancia,lavilezaolafealdad.Encuantoalosque

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no pueden obrar de otra manera, deberemos prohibirles que trabajen entrenosotros por temor de que los encargados de la guarda de nuestro Estado,educados en medio de estas imágenes viciosas, como en malos pastos, yalimentándose,pordecirloasí,cadamomentoconlavistadetalesobjetos,nocontraigan al fin algún mal vicio en el alma, sin apercibirse de ello. Nosinteresa,porelcontrario,buscarartistashábiles,capacesdeseguirlahuelladela naturaleza de lo bello y de lo gracioso, a fin de que nuestros jóvenes,educadosenmediodesusobrascomoenunaatmósferapuraysana,recibansincesarsaludables impresionespor losojosypor losoídos,yquedesde lainfancia se vean insensiblemente conducidos a imitar y amar lo bello, y aestablecerentreésteyellosmismosunperfectoacuerdo.¿Noesasí?

—Nadapuedeserpreferibleaunaeducaciónsemejante—respondió.

—¿No es por esta misma razón, mi querido Glaucón —dije yo—, lamúsica la parte principal de la educación, porque insinuándose desde muytempranoenelalma,el ritmoy laarmoníaseapoderandeella,yconsiguenque lagraciay lobelloentrencomoun resultadonecesarioenella, siempreque se dé esta parte de educación como conviene darla, puesto que sucedetodo lo contrario cuando se la desatiende? Y también porque, educado unjoven cual conviene, en lamúsica, advertirá con lamayor exactitud lo quehayadeimperfectoydedefectuosoenlasobrasdelanaturalezaydelarte,yexperimentaráasuvistauna impresión justaypenosa;alabarápor lamismarazónconentusiasmo labellezaqueobserve, ledará entrada en su alma, sealimentaráconella,y sehará,porestemedio,excelente;mientrasqueenelcasoopuestomirarácondesprecioyconunaaversiónnaturalloindecoroso;ycomoestosucederádesdelaedadmástierna,antesdequeleiluminelaluzdelarazón,apenashayaéstaaparecidolaverávenirconmásalegríaquenadiealreconocerlacomoalgofamiliar.

—Heaquí,amiparecer,lasventajasquesebuscanaleducaralosniñosenlamúsica—dijoél.

—Puesbien—continué—,enlamismaformaquenopodemossuponernosinstruidosenlalecturamientrasnoconozcamosperfectamentetodaslasletraselementales, que son pocas, en todas sus combinaciones, sin despreciarninguna,pequeñaogrande,comoindignadeatención,ynonosdediquemosareconocer por todas partes estas letras, porque de no saberlo así nuncallegaríamosasaberleer…

—Escierto.

—Lo mismo que, si no conociésemos las letras en sí mismas, jamáspodríamos reconocer su imagen representada en el agua y en los espejos,siendolounoylootroobjetodelamismacienciaydelmismoestudio…

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—Deltodocierto.

—De la mismamanera, en nombre de los dioses inmortales, ¿no podrédecir que nunca seremos nosotros, ni serán los guardianes que nosproponemos formar, excelentes músicos, si no nos familiarizamos con lasformas específicas de la templanza, de la valentía, de la generosidad, de lagrandezadealmaydemásvirtudes,hermanasdeéstas,quesenospresentanen mil objetos diferentes, así como de sus contrarias respectivas; si no lasdistinguimosaprimergolpedevista,asícomosusimágenes,dondequieraqueestén, en grande o en pequeño, sin despreciar ninguna, persuadidos de que,cualquiera que sea la forma en que se presenten, son el objeto de lamismacienciaydelmismoestudio?

—Nopuedeserdeotramanera—dijo.

—¿Ynoserá,portanto—dije—,elmásbellodelosespectáculosparaelquepuedacontemplarlo,verunalmayuncuerpo igualmentebellos, unidosentresí,yenlosqueseencuentrentodaslasvirtudesenunperfectoacuerdo?

—Sí,ciertamente.

—Peroloqueesmuybelloestambiénmuydignodeseramado.

—Sinduda.

—Elverdaderomúsico,porconsiguiente,nopuedemenosdeamaratodosaquellos en quienes encuentre esta armonía; pero no amará a aquellos quecarezcandeesaarmonía.

—Siesta faltadeacuerdoestá enel alma—objetó—,convengoenello;perosisóloseencuentraenelcuerpo,elmúsicoporestonodejarádeamarlo.

—Veo—repliqué— que tú has amado o que amas en este momento aalgunapersonadeesascondiciones,ylocomprendo;perodime:latemplanzayelplacerexcesivo,¿puedenestarjuntos?

—¿Cómo puede ser esto—dijo—, cuando el exceso de placer no turbamenoselalmaqueeldolor?

—¿Seconcierta,porlomenos,conlavirtudengeneralesteabusodelosplaceres?

—Enabsoluto.

—¿Concuerdaentoncesconladesmesuraylaincontinencia?

—Másqueconningunaotracosa.

—¿Conocesunplacermásgrandeymásvivoqueelamorsensual?

—No;nitampocootromáspróximoalalocura—respondió.

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—Por el contrario, el recto amor es un amor sensato y concertado de lobelloylohonesto.

—Efectivamente—respondió.

—Luegonodebedejarsequeseunaaesterectoamornadaqueadolezcadelocuraoincontinencia.

—No—dijoél.

—Luego el placer de que hablábamos no puede mezclarse con él niintervenirentrelosqueseamancomoesdebido.

—No,Sócrates—convino—,nodebenmezclarse,porZeus.

—Porconsiguiente,enelEstadocuyoplanestamos formando,ordenarásporunaleyexpresaqueelamantebesealamado,estéconélyletoquecomounpadreasuhijo,paraunfinhonesto,desuerteque,enlacomunicaciónqueelamantetengaconelqueama,jamásdélugarasospecharquehanidomásadelante,porque,enotrocaso,selehabrádeecharencarasupocadelicadezaysufaltadeeducación.

—Consientoenello—dijo.

—¿Te parece —concluí— que aún nos resta algo que decir sobre lamúsica?Porlomenosnuestrodiscursohaconcluidopordondedebíaconcluir,porquetodaconversaciónsobrelamúsicadebevenirapararenelamoralobello;¿noesasí?

—Estoydeacuerdo—dijo.

—Despuésdelamúsica,formaremosanuestrosjóvenesenlagimnasia.

—¿Cómono?

—Esprecisoqueseconsagrenaellaseriamentedesdemuytempranoyportodalavida.Heaquímipensamientosobreestepunto;mirasiestambiéneltuyo.Noes,amiparecer,elcuerpo,porbienconstituidoqueesté,elqueporsu propia virtud hace al alma buena; por el contrario, el alma, cuando esbuena,eslaquedaalcuerpo,porsupropiavirtud,todalaperfeccióndequeessusceptible;¿quéteparece?

—Soydetudictamen—respondió.

—Si después de haber cultivado el alma con el mayor esmero, leencargamos que forme el cuerpo, contentados con indicarle de qué manerageneralparanoextenderlodemasiado,¿noobraremosbien?

—Sinduda.

—Ya dijimos que habían de renunciar a la embriaguez, porque a nadie

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convienemenos embriagarse y no saber dónde se encuentra que al que estáencargadodeguardarlarepública.

—En efecto, sería ridículo que un guarda tuviese necesidad de serguardado—apuntó.

—En cuanto al alimento, ¿no han de ser nuestros hombres atletasdestinadosalmásfuertedetodosloscombates?

—Sí.

—¿Lesconvendríaelrégimendelosatletasordinarios?

—Quizá.

—Este régimen, sin embargo—objeté—, concede demasiado al sueño yhace depender la salud de los menores accidentes. ¿No ves que los atletaspasanlavidadurmiendo,yque,porpocoqueseseparendelrégimenqueselesprescribe,contraenpeligrosasenfermedades?

—Lotengoobservado.

—Necesitamos, pues—dije—,un régimendevidamás flexible para losatletasguerreros,quedebenestar,comolosperros,siemprealerta,verlotodo,oírlotodo,mudandosincesarencampañaelalimentoylabebida,sufrirelfríoyelcalory,porconsiguiente,teneruncuerpoapruebadetodaslasfatigas.

—Piensocomotú.

—La mejor gimnasia, ¿no será, pues, hermana de esa música de quehablamoshaceunmomento?

—¿Cómoquieresdecir?

—Entiendo una gimnasia sencilla,moderada, tal como debe ser para losguerreros.

—¿Yenquéconsiste?

—En Homero lo puedes aprender. Sabes que en la mesa de sus héroesnuncase sirvieronpescadosaunqueestuviesenacampadosenelHelesponto,nicarneguisada,sinosóloasada,alimentocómodoparalasgentesdeguerra,aquieneslesesmásfácilentodasparteshacerfuegoquellevarconsigoútilesdecocina.

—Muchomás.

—Tampoco recuerdo queHomero hagamención jamás de golosinas; losatletasmismos,¿nosabenqueesprecisoabstenersedeellas,siquierenestarenbuenascondiciones?

—Losaben,yefectivamenteseabstienendeellas—asintió.

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—Siestegénerodevidateagrada,noaprobarás—creo—losfestinesdeSiracusa,niesavariedaddeguisadostandemodaenSicilia.

—No,segúncreo.

—También censurarás que tengan una joven amiga corintia gentes quequierengozardeunasaludrobusta.

—Porsupuestoquelocensuro.

—¿Llevarás también a mal las golosinas tan estimadas de la pasteleríaática?

—Porfuerza.

—Puede entonces decirse con razón, creo, que ese género de vida y demanjaresesrespectoalagimnasialoqueesparalamúsicaunamelodíayuncantoenqueentrantodoslostonosytodoslosritmos.

—Pues¿cómono?

—¿No vimos que allí la variedad producía licencia y aquí engendraenfermedad?Enlamúsica,lasencillezhace,encambio,alalmacontinente;enlagimnasia,hacealcuerposano.

—Esmuycierto—dijo.

—PeroenunEstadodondereinanlalicenciaylaenfermedadnotardaránenhacersenecesarios los tribunalesy loshospitales.Yla jurisprudenciay lamedicina se verán bien pronto honradas, cuando un gran número deciudadanosbiennacidoslascultivenconardor.

—¿Cómonohadeserasí?

—¿HayenunEstado señalmás seguradeunamalayviciosaeducaciónquelanecesidaddemédicosydejueceshábilesnosóloparalosartesanosypueblo bajo, sino también para los que se precian de haber sido educadoscomo hombres libres? ¿No es cosa vergonzosa y una prueba insigne deignorancia el verse forzado a acudir a una justicia extraña por no ser unomismojusto,yelconvertiralosdemásendueñosyjuecesdesuderecho?

—Nadamásvergonzoso—convino.

—¿No lo es aún muchomás—seguí— no sólo pasar casi toda la vidalitigando ante los tribunales, sino también, dando muestras de bajeza desentimientos, jactarse de ello y hacer alarde de ser injusto, como si fuerabuenosabertodaslastrampascurialesygirostortuosos,acudiratodaclasedesubterfugiosyescapardoblándosecomoelmimbreafindeevitarelcastigo,aunenasuntosintrascendentes?Ytodoestosehaceporquenosecalculaquees infinitamente mejor y más decoroso conducirse de manera que no haya

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necesidaddeacudiraunjuezsoñoliento.

—Sí,esoaúnesmásvergonzoso—afirmó.

—¿Yloserámenoselacudirsincesaralmédico—proseguí—,noencasodeheridasodecualquierenfermedadproducidaporlaestación,sinoportenerelcuerpo llenodehumoresydevapores,comolospantanos,acausadeesavida muelle que hemos descrito, obligando a los ingeniosos Asclepíadas ainventar para tales enfermedades las palabras nuevas de «flatulencia» y«catarro»?

—Escierto—dijo—queestaspalabrassonnuevasyestrambóticas.

—Ydesconocidas,enmiopinión—dijeyo—,entiempodeAsclepio.Loquemeobligaapensarasíesquesusdoshijos,queseencontraronenelsitiode Troya y que se hallaron presentes cuando unamujer dio a Eurípilo, queestaba herido, una bebida hecha de vino de Pramno, de harina y de queso,cosas todas a propósito para engendrar inflamaciones, no reprendieron ni aestamujerniaPatroclo,quecurólaherida.

—Sinembargo,eraunabebidabienextraña,dadoelestadodelhombre—comentó.

—Juzgarás de otra manera —repliqué—, si reflexionas que antes deHeródicolosAsclepíadasnoconocíanestemétodotandemodahoydía,queconsiste en conducir «pedagógicamente» las enfermedades. Heródico habíasidomaestrodegimnasia;cuandoseencontróvaletudinario,hizounamezcladelamedicinaylagimnasia,dequesesirvióprimeroparaatormentarseasímismo,ydespuésparaatormentaramuchosmás.

—¿Cómo?—inquirió.

—Procurándoseunamuerte lenta—respondí—;comosuenfermedaderamortal y no podía curarla enteramente, se obstinó en seguirla paso a paso,despreciandotodolodemás,paraconsagraraellatodasuatención,ysiempreestaba devorado por la inquietud, a poco que se separara de su régimen; desuerteque,afuerzadearteydecuidado,llegóhastalavejez,arrastrandounavidamoribunda.

—Suarteleprestóungranservicio…—observó.

—Lomerecíabien—dije—pornohabersabidoquenofueporignorancianipor faltadeexperienciaelnohaber transmitidoAsclepioa susdiscípulosestemediode tratar lasenfermedades,sinoporquesabíaqueen todoEstadobienordenadocadacualtieneunaocupaciónqueesnecesarioquedesempeñe;yquenadiedebepasarlavidaenfermoyhaciéndosecuidarcomotal.Vemoslo ridículode este uso en los artesanos, pero tratándosede los ricos, que setienenpordichosos,nonosapercibimosdeello.

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—¿Cómoeseso?—preguntó.

—Quecaigaenfermouncarpintero,yveráscómopidealmédicoqueledéunvomitivoounpurganteo,siesnecesario,recurraalhierrooelfuego.Perosileprescribeunlargotratamiento,abasedecubrirseconungorritodelanalacabezaylodemásqueseestila,dirábienprontoquenotienetiempoparaestarmaloyqueletienemáscuentamorirquerenunciarasutrabajoparaocuparsedesumal.Enseguidadespediráalmédicoyvolveráasumétodoordinariodevida, con lo que o bien recobrará la salud viviendo para su trabajo, o si elcuerpo no puede resistir la enfermedad, vendrá la muerte en su auxilio yquedarálibredepreocupaciones.

—Enefecto—dijo—esemododetratarlasenfermedadesparececonveniraesaclasedegentes.

—¿Yacaso—dijeyo—noesporquetienenunoficio,yquesintrabajarnopuedenvivir?

—Claro—dijo.

—Encambio,el rico, segúnsedice,no tieneningunaclasede tareaa laquenopuedarenunciarsinrenunciaralavida.

—Esoesloquesedice,almenos.

—¿Hasoído,pues,loquediceFocílides?:

Esprecisocultivarlavirtudcuandosetieneconquévivir.

—Creoqueasídebehacerse,aunantesdetenerconquévivir.

—NolediscutamosaFocílides—dije—laverdaddeestamáxima;peroinvestiguemos nosotrosmismos si el rico debe practicar la virtud, demodoqueleseaimposiblevivircuandonolapractique,osilamaníadeatenderalaenfermedad,queimpidealcarpinteroyaotrosartesanosatendersusoficios,impideigualmentealricocumplirconlaexhortacióndeFocílides.

—Sí,¡porZeus!,seloimpide—exclamó—.Yhastapuedequenadahayaquepongaaestefinmásobstáculosqueesteexcesivocuidadodelcuerpo,queva más allá de las reglas de la gimnástica, pues este cuidado excesivo esverdaderamenteunarémora,tantoenelmanejodelascosasdomésticascomoenlasmilitaresyeneldesempeñodecargossedentariosenlaciudad.

—Pero lo peor es que es incompatible con el estudio de cualquierdisciplina, con lameditacióny con la reflexión.Pues tememos sin cesar losdolores de cabeza y los desvanecimientos, que se imputan a la filosofía, demodo que, dondequiera que este cuidado del cuerpo se dé, será unimpedimentoparaejercitarseen lavirtudydistinguirseenella,porquehacequeunosecreaenfermoyquenosepreocupesinodelmalestadodesusalud.

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—Esnaturalquesuceda—dijo.

—Digámoslodeunavez;éstassonlasrazonesqueobligaronaAsclepioano prescribir tratamiento alguno, como no fuese para los que, dotados debuena complexión y observando una vida frugal, se veían acometidos dealgunaenfermedadpasajera,limitandosusremediosabebidaseincisiones,ysinalterarnadaelmétodoordinariodevidadelpaciente,paraquelarepúblicanorecibieseningúndaño.Respectoaloscuerposradicalmenteenfermizos,nocreyó conveniente alargarles la vida y los sufrimientos por medio de unrégimen constante de infusiones y evacuaciones biendispuestas, ni ponerlestampocoenelcasodetenerdescendientesqueselespareciesen.Creyó,enfin,quenodebencurarseaquellosqueporsumalaconstituciónnopuedenaspiraral términoordinariode lavidamarcadopor lanaturaleza,porqueestonoesconvenienteniparaellosniparaelEstado.

—TúconviertesaAsclepioenungranpolítico—dijo.

—Esclaroqueloera—dije—,ysushijossonunapruebadeello.¿Novesque, además de portarse con bravura en el sitio de Troya, siguieron en elejerciciodesuartelasreglasqueacabodedecir?¿NorecuerdasquecuandoMenelaofueheridoconunaflechaporPándaro,secontentaron

Conexprimirlasangredelallaga,

yaplicaraellaremedioscalmantes.

sin prescribir, ni a él, ni a Eurípilo lo que habían de comer y beberdespués? Sabían que para curar a hombres que antes de sus heridas eransobriosydebuentemperamento,bastabanremediossencillos,auncuandoenaquel mismo acto hubiesen tomado el brebaje de que hablamos antes. Encuanto a los que están sujetos a las enfermedades y a la intemperancia, nocreyeron que estaba en su interés ni en el interés público el prolongarles lavida,niquelamedicinaestuvierahechaparaellos;nitampocoquesedebieraasistirlesaunquefuesenmásricosqueloeraMidas.

—¡DicescosasmaravillosasdeloshijosdeAsclepio!—exclamó.

—Nadadigoquenoseaexacto—dije—;sinembargo,lospoetastrágicosyPíndaronosondenuestrodictamen.DicenqueAsclepioerahijodeApolo,y además que se comprometió a precio de oro a curar a un hombre ricoatacadodeunaenfermedadmortal,yqueporestarazónfueheridodelrayo.Nosotros,segúnloquesentamosarriba,nodaremoscréditoalasdospartesdeestahistoria.SiAsclepioerahijodeundios,nopudocegarlelacodicia;ysilecegó,noerayahijodeundios.

—Tienesrazón,Sócrates—dijo—,perorespóndemeaesto:¿noesprecisoquenuestroEstadosehalleprovistodebuenosmédicos?¿Ypuedenhacerse

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tales de otro modo que tratando a la mayor cantidad de personas, sanas yenfermas?Enigualforma,¿puedeunoserbuenjuezsinohatratadocontodaclasedecaracteres?

—Sinduda—convine—;quieroquetengamosmuybuenosmédicos,pero¿sabesloqueyoentiendoporesto?

—Sitúmelodices—respondió.

—Es lo que voy a hacer—dije—; pero tú has complicado en lamismacuestióndoscosasbiendiferentes.

—¿Cómo?—preguntó.

—Se hará más hábil médico —dije— aquel que, después de haberaprendidoafondolosprincipiosdesuarte,hayatratadodesdesujuventudelmayornúmerodecuerposmalconstituidos,yque,enfermizoélmismo,hayatenidotodaclasedeenfermedades.Porquenoesmedianteelcuerpocomolosmédicoscuranelcuerpo,porqueentoncesnuncadeberíanellosestarnaturaloaccidentalmenteenfermos;esmedianteelalma,lacualnopuedecurar,comoespreciso,cualquiermal,siella,asuvez,estáenferma.

—Esoesexacto—asintió.

—Mientrasque el juez, amigomío, como tienequegobernar el almadeotromediante lasuya,nonecesitahaberfrecuentadodesdemuytempranoeltratodealmasperversas,nihabercometidoélmismotodaclasedecrímenesparaconocerdesdeluegolainjusticiadelosdemásporlasuyapropia,comopuedeelmédicojuzgarporsusenfermedadesdelasdelosdemás.Espreciso,porelcontrario,quesualmaseapura,exentadevicioenlajuventud,paraquesubondadlehagadiscernirmásseguramenteloqueesjusto.Poresarazónloshombres de bien son en su juventud sencillos y están expuestos a serseducidosporlaastuciadelosmalos,porquenotienenensímismosningúnmodeloquelespermitaidentificaralosmalos.

—Esciertoquesonmuchasvecesengañados—dijo.

—Así—proseguí—que un buen juez no puede ser joven, sino anciano,que haya aprendido tarde lo que es la injusticia, que la haya estudiado pormuchotiempo,noensímismo,sinoenlosdemás,yqueladistingabien,antesporcienciaqueporexperiencia.

—Sí,éseesunjuezexcelente,segúnparece—dijo.

—Unbuenjuez,talcomotúreclamabas—proseguí—;porqueelquetieneelalmabuenaesbueno.Peroelhombrehábilysuspicaz,avezadoalaprácticadelainjusticia,yquesecreeastutoeinteligente,noaparecetalsinocuandotienequehabérselasconotrossemejantesaél,porquesupropiaconciencialeadvierte lanecesidaddeestarentoncesenguardia.Mascuandoseencuentra

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con hombres de bien, avanzados ya en edad, entonces su incapacidad semuestraensusdesconfianzasyensussospechasindebidas;sevequeignoraloquesonlarectitudylafranquezapornotenerensímismounmodelodeestasvirtudes,yque,sipasamásbienporinteligentequeporignoranteasusojosya losdelvulgo,esporque tienemás tratoscon losmalosquecon loshombresdebien.

—Esoesexactamentecierto—convino.

—Noes,pues,eljuezbuenoysabioquenecesitamos,sinounoqueseatalcomoyolohedescritoantes;porquelamaldadnopuedeconocerseafondoasímismayconocerlavirtud,sinoquelavirtud,auxiliadaporlaeducaciónyalcabo de los años, se conocerá a sí misma y conocerá al vicio. Y así, laverdaderasabiduríaespatrimoniodelhombrevirtuosoynodelhombremalo.

—Piensocomotú—dijo.

—Porconsiguiente,establecerásennuestrarepúblicaunamedicinayunajudicaturaqueseancomoacabamosdedecir,yquese limitenalcuidadodelos que han recibido de la naturaleza un cuerpo sano y un alma bella. Encuantoaaquelloscuyocuerpoestámalconstituido,se losdejarámorir,ysecastigará con la muerte a aquellos cuya alma es naturalmente mala eincorregible.

—EslomásconvenienteparaellosyparaelEstado—aprobó.

—Es evidente que nuestros jóvenes —continué—, educados en losprincipios de esta sencilla música que hace nacer en el alma la templanza,obrarándemaneraquenotendránnecesidaddelosjueces.

—Sinduda—respondió.

—Yelmúsico,siobservalasmismasreglasrespectodelagimnasia,podrápasarsesinmédicos,fueradeloscasosdenecesidad.

—Asímeparece.

—Enlosejerciciosdelcuerposepropondrá,empero,sobretodo,aumentarlafuerzamoralmásbienqueelvigorfísico,adiferenciade losotrosatletasque,fielesobservantesdeunrégimen,sóloseproponenhacersemásrobustos.

—Muybien—dijoél.

—¿Noes cierto,miqueridoGlaucón—continué—,que, en contrade loquemuchosotrosseimaginan,lamúsicaylagimnasianohansidocreadas,launaparaformarelalma,laotraparaformarelcuerpo?

—¿Paraqué,sino?—preguntó.

—Me parece que ambas han sido creadas para formar el alma

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principalmente—dije.

—¿Cómo?

—¿Has tenido cuidado de observar —pregunté— las condiciones decarácter de los que durante toda su vida se consagran en exclusiva a lagimnasiaoalamúsica?

—¿Quépasaconellos?—preguntóasuvez.

—Quelosunossonduroseintratables,ylosotros,blandosymuelles—aclaré.

—Enefecto—dijo—,heobservadoquelosqueúnicamentesededicanalagimnasiaadquieren,porloordinario,másrudezadeladebida;yquelosquesólo han cultivado la música tienen una suavidad que no les hace muchohonor.

—Y,sinembargo,semejanterudeza—dijeyo—nopuededarsesinoenuncarácter ardiente y lleno de fuego, que produciría el valor si estuviese biencultivado;peroquecuandosehacedemasiado tirante,degeneraendurezaybrutalidad.

—Asílopiensoyo—asintió.

—¿Y la dulzura no es señal de un carácter filosófico que, si se relajademasiado,seconvierteenexcesivasuavidad,peroquesiselecultivacomoesdebidoseconvierteenmansedumbreygentileza?

—Escierto.

—Pero nosotros queremos que nuestros guardianes reúnan estos doscaracteres.

—Sí,esnecesario.

—Espreciso,pues,buscarelmediodeponerlosenarmonía.

—Sinduda.

—Porqueelacuerdoentreelloshacealalmaalavezvalienteymoderada.

—Sí.

—Ysudesacuerdolahacecobardeygrosera.

—Desdeluego.

—Así,pues,cuandounhombre,dedicándoseporenteroalamúsica,sobretodoalasarmoníasdulces,suavesylastimeras,ladejainsinuarseydeslizarsesuavementeenelalmaporelcanaldeloído,ypasatodasuvidacantandoydejándosellevarporlabellezadelcanto,¿noesciertoqueelprimerefectode

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lamúsica es dulcificar su valor, lomismoque el fuego ablanda el hierro, yaflojaresa tirantezque le inutilizabaantesy lehacíadedifícil trato?Perosicontinúa entregándose a su hechizo sin contenerse, ese mismo valordesaparece y se derrite poco a poco, cortados, por así decir, los nervios delalma,yeltalnoesyamásqueunguerreropusilánime.

—Tienesrazón—asintió.

—Esteefectono tardaráenproducirse—continué—,siharecibidode lanaturaleza un alma sin fogosidad. Si es fogosa, en cambio, bien pronto sucoraje, aldebilitarse, sehace inestable; elmáspequeñomotivo lo irritao localma, y en lugar de ser fogoso se vuelve colérico, irascible, lleno demalhumor.

—Escierto.

—Peroqueelmismohombresedediquealagimnasia,queseejercite,quecoma mucho y que desprecie enteramente la música y la filosofía. ¿No leinfundirá su buen estado corporal, al pronto, arrogancia y coraje? ¿No setornarámásvalientequeantes?

—Sinduda.

—Pero si no se ocupa de nada más, si no tiene comunicación con lasmusas; y si su alma, aun cuando tenga algún deseo de aprender, no cultivaningunaciencia,ningúnestudio,ningunaconversación,ni,enfin,partealgunade lamúsica, ¿no se hará insensiblemente débil, sorda y ciega, a causa delpoco cuidado que ella pone en despertarse, alimentarse y purificar sussensaciones?

—Asíes—dijo.

—Puesahíletienesya,enemigodelasletrasydelasmusas.Noseguiráelcamino de la convicción por argumentos para llegar a los fines que seproponga;sinoque,amaneradeunabestiaferoz,emplearáentodasocasioneslafuerzaylaviolencia.Viviráenla ignoranciayenlarusticidad,yajenoalritmoyalagracia,

—Absolutamente—dijo.

—Losdioseshanhechoaloshombres,pues,segúnparece,elpresentedela música y de la gimnasia, no con objeto de cultivar el alma y el cuerpo(porquesiesteúltimosacaalgunaventaja,essóloindirectamente);sinoparacultivar el alma sola, y perfeccionar en ella el amor al saber y el coraje,concertándolos, ya dándoles expansión, ya conteniéndolos dentro de justoslímites.

—Meparecequeasíes—convino.

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—Porconsiguiente,elquehallegadoaencontrareldebidoacuerdoentregimnástica ymúsica, y las aplica como conviene a su alma,merecemuchomáselnombredemúsicoyposeemejorlacienciadelasarmoníasqueaquelqueselimitaatemplarlascuerdasdesuinstrumento.

—Probablemente,Sócrates—dijo.

—Así,pues,¿podrásubsistir,miqueridoGlaucón,nuestraconstituciónsielEstadonotieneasucabezaaunhombredeestecarácterquelagobierne?

—Esdeabsolutanecesidadunapersonadetalescondiciones.

—Aquítienesya,pues, laspautasdelacrianzaylaeducaciónquehadeimpartirse,porqueseríainútilquenosextendiéramosahoraentodolorelativoaladanza,alacazayalascompeticionesecuestresygimnásticas.Esevidenteque en todos estos puntos es preciso seguir los principios que hemosestablecido,yqueesfácilprescribirlasreglasconsiguientes.

—Nocreoqueesoseadificultoso—dijo.

—¿Qué es lo que ahora tenemos que arreglar?—proseguí—. ¿No es laeleccióndelosquedebengobernarosergobernados?

—¿Porquéno?

—Es claro que los ancianos deben ser los gobernantes y los jóvenes losgobernados.

—Sinduda.

—Yqueentrelosancianosdebenescogerselosmejores.

—También.

—Losmejoreslabradores,¿nosonlosmásdotadosparalaagricultura?

—Sí.

—Puesto que es preciso entonces escoger igualmente por jefes a losmejoresguardadoresdelEstado,escogeremoslosquetienenenmásaltogradolascualidadesdeexcelentesguardadores.

—Sí.

—Para esto es preciso que, además de la prudencia y de la energíanecesaria,tenganmuchoceloporelbienpúblico.

—Asíes.

—Perodeordinarioseconsagraunosobretodoaaquelloqueama.

—Forzosamente.

—Yamamossobretodolascosascuyosinteresessoninseparablesdelos

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nuestros, y de cuya desgracia o felicidad estamos persuadidos que dependenuestrafelicidadonuestradesgracia.

—Escierto—dijo.

—Escojamos, pues, entre todos los guardianes, aquellos que, previo unmaduro examen de toda su vida, nos parezcanmás dispuestos a procurar elbienpúblicoydeningúnmodoalocontrario.

—Enefecto,esossonlosquenosconvienen—convino.

—Creoque será oportuno seguirles en sus diferentes edades, observar sisonconstantementefielesaestamáxima,ysilaseducciónolacoacciónnoleshahechoperderalgunavezdevistayarrojardesílaobligacióndetrabajarporelbienpúblico.

—Pero¿quéentiendespor«arrojardesí»?—preguntó.

—Voy a explicártelo —contesté—. Las opiniones abandonan nuestroespíritudedosmaneras:odebuengrado,oapesarnuestro.Renunciamosdebuengradoalasopinionesfalsas,cuandosenosdesengaña,yabandonamos,apesarnuestro,lasquesonverdaderas.

—Concibofácilmenteelprimerpunto;peronocomprendoelsegundo—dijo.

—¿Qué?¿Noconcibes—proseguí—queloshombresrenuncianalbien,apesarsuyo,yrenuncianalmaldebuengrado?¿Noesunmalsepararsedelaverdadyunbienelencontrarla?¿Noesencontrarlatenerunaopiniónexactadecadacosa?

—Tienes razón —dijo—. Concibo ahora que los hombres renuncian apesarsuyoalasopinionesverdaderas.

—Esta desgracia no puede, pues, sucederles sino mediante robo, porencantamientooporviolencia.

—Noentiendotampocoestomuybien—dijo.

—Me sirvo, al parecer, de expresiones trágicas —aclaré—. Por roboentiendoladisuasiónyelolvido;ésteesobradel tiempo,yaquélla,obradelaspalabras.¿Meentiendesahora?

—Sí.

—Por violencia entiendo la pena y el dolor, que obligan a mudar deopinión.

—Loconcibo,ytienesrazón—dijo.

—Creoquecomprenderás sindificultadqueel encantamientoobra sobre

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losquemudandeopiniónseducidosporelatractivodelplaceryporeltemordealgúnmal.

—Sinduda—dijo—,puedemirarsecomounencantamiento todo loqueproduceennosotrosengaño.

—Anosotros toca,pues,observar, comodije antes, losqueguardanmásfielmentesupropiaconviccióndequedebehacersetodoloquesejuzguequeexige el bien público; experimentarlos desde la infancia, poniéndolos encircunstancias en quemás fácilmente pueden olvidar estamáxima y dejarseengañar; y aprobaremos a aquel que más fácilmente la conserve en lamemoria,yquesea,porlotanto,elmásdifícildeseducir;ydesecharemosalqueno.¿Noteparece?

—Sí.

—Enseguidalospondremosapruebadetrabajos,decombates,dedolor,yveremoscómolasoportan.

—Muybien—asintió.

—Enfin—seguí—,ensayaremosenellosuna terceraclasedeprueba: laseducción;yasemejanzadeloquesehaceconloscaballosjóvenes,queseloslleva en medio del ruido y del tumulto, para ver si son espantadizos, losllevaremos, cuando aún son jóvenes, a lugares terribles y luego a otrosplacenteros;yprocuraremosprobarlosconmáscuidadosquesepruebaeloroporelfuego;ysientodosestoslanceselencantonopuedenadasobreellosysemantienenenladecencia;si,atentossiempreavigilarseasímismosysinolvidar las lecciones de la música que han recibido, hacen ver en toda suconductaquesualmasearreglasegúnlasleyesdelritmoydelaarmonía;enunapalabra,quesontalescomodebenserparaservireficazmenteasupatriayparaserútilesasímismos.Yharemosjefeyguardadordelarepúblicaalque,en la infancia,en la juventudyen laedadviril,hayapasadopor todasestaspruebasysalidodeellaspuro;lecolmaremosdehonoresdurantesuvidaylelevantaremos, después de su muerte, un magnífico mausoleo con todos losdemásmonumentosapropósitoparaperpetuarsumemoria.Losquenoreúnanestas condiciones los desecharemos. He aquí, a mi parecer, mi queridoGlaucón,ensumaeimperfectamente,dequémaneradebemosconducirnosenlaeleccióndegobernantesyguardianesdelEstado.

—Soydetudictamen—dijo.

—¿No son estos los que debemos mirar como los verdaderos y losprimerosguardianes,tantorespectodelosenemigoscomodelosciudadanos,paraquitar aéstos lavoluntadyaaquélloselpoderdedañar,no siendo losjóvenes,aquienesdamoseltítulodeguardianes,realmentemásqueministroseinstrumentosdelpensamientodelosmagistrados?

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—Lopiensoasí—dijo.

—¿Dequémaneranosgobernaremosahora—seguí—para inventarparalosmagistradoso,porlomenos,paralosdemásciudadanos,unamentiradelgénerodeaquellasque,segúnhemosdicho,sondegrandeutilidad?

—¿Cuálesesegénerodementira?—preguntó.

—Noesnuevo—dije—,tienesuorigenenFenicia;y,porloquedicenlospoetas, que al parecer hablan convincentemente, es un hecho real que se haverificadoenmuchospuntos.Peroennuestrosdíasnoha tenido lugar,niséquepuedatenerloenlosucesivo.Noespoco,siseconsigueelhacerlocreer.

—Parecequetienesdificultadendecírnoslo—observó.

—Cuandolohayasoído,verásquenomefaltarazónparaello—repliqué.

—Hablaynotemasnada—dijo.

—Voyadecirlo;peroenverdad,noséadóndeacudir,paracobraránimoyencontrar las expresionesquenecesitopara convencer a losmagistradosy alosguerreros,ydespuésalrestodelosciudadanos,dequelaeducaciónqueleshemos dado no es más que un sueño; que donde han sido efectivamenteeducadosyformadoshasidoenelsenodelatierra,asíelloscomosusarmas,comotodoloquelespertenece;quedespuésdehaberlesformadolatierra,sumadre,leshadadoaluz;yque,porlotanto,debenconsiderarlatierraenquehabitan como sumadre y su nodriza, defenderla contra todo el que intenteatacarla, y tratar a losdemás ciudadanos comohermanos salidosdelmismoseno.

—Nosinrazóndudabas,alpronto—dijo—,encontarnosestamentira.

—Convengoenello—observé—.Peroyaquehecomenzado,escuchalodemás. «Vosotros, que sois todos parte del Estado, vosotros —les dirécontinuando la ficción— sois hermanos; pero el dios que os ha formado hahecho entrar el oro en la composición de aquellos que están destinados agobernar a los demás, y así son los más preciosos. Mezcló plata en laformacióndelosauxiliares,yhierroybronceenladeloslabradoresydemásartesanos. Como poseéis todos un origen común, aunque tendréis, por loordinario, hijos que se os parezcan, podrá suceder, sin embargo, que unapersonadelarazadeorotengaunhijodelarazadeplata,queotradelarazadeplatadéaluzunhijoderazadeoro,yquelomismosucedarespectoalasdemásrazas.Ahorabien,estediospreviene,principalmentealosmagistrados,que,detodaslascosasdelasquedebenserbuenosguardianes,sefijensobretodo en elmetal deque se compone el almade cadaniño.Y si suspropioshijostienenalgunamezcladehierroodebronce,noquierequeselesdispenseninguna gracia, sino que les releguen al estado que les conviene, sea al de

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artesano, sea al de labrador. Quiere igualmente que, si estos últimos tienenhijosenquienessemuestreneloroolaplata,seloseduquealosdeplataenlacondicióndeauxiliares,ya losdeoro,enladignidaddeguardianes,porquehayunoráculoquedicequeperecerálarepúblicacuandoseagobernadaporelhierrooporelbronce».¿Sabesdealgúnmedioparahacerlescreerestafábula?

—Noveoqueseaposible—respondió—convenceralaspersonasdequehablamos;perocreoque sepodrá conseguirde sushijosyde todos losquedespuésnazcan.

—Comprendo lo que quieres decir. Esto sería excelente para inspirarlesmásaúnelamoralEstadoyasusconciudadanos.

Queestainvencióntengatodoeléxitoquelafamaquieradarle.Respectoanosotros,armemosdesdeluegoaestoshijosdelatierrayhagámoslosavanzarconducidosporsusjefes.QueseaproximenyqueescojanennuestroEstadounsitioparacampamento,desdeelquepuedanreprimirmejorlassedicionesdedentroyrechazarlosataquesdefuera,sielenemigovienecomounloboaecharsesobreelrebaño.Quedespuésdehaberdesignadoelsitioparaacamparyhechosacrificiosaquienconvenga,montensusalojamientos;¿noesasí?

—Sinduda—respondió.

—Queseantalesqueloslibrendelfríoydelcalor,¿noeseso?

—¿Cómono?Porquesupongoquehablasdehabitaciones.

—Sí—dije—;perohabitacionesdeguerrerosynodenegociantes.

—¿Quédiferenciaencuentrasentreunasyotras?—preguntó.

—Voyaexplicártelo—respondí—.Nohabríacosamáspeligrosanimásvergonzosaparalospastoresqueelalimentar,paralaguardadesusrebaños,perros cuya intemperancia, hambre o cualquier otro apetito desordenado lesarrastrara a dañar a los ganados, y que en lugar de perros, fuesenmás bienlobos.

—Seríaterrible—asintió—.¿Cómono?

—Procuremos,pues,a todo trance,que losministrosnohagan lomismorespecto a sus conciudadanos, tanto más cuanto que tienen en su mano lafuerza,yqueenlugardesersusdefensoresyprotectores,puedanconvertirseensusdueñosytiranos.

—Esprecisoprevenirestedesorden—convino.

—Pero ¿no es el modo más seguro de prevenirlo darles una excelenteeducación?

—Peroyalahanrecibido—exclamó.

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Entoncesdijeyo:

—Aúnno tenemosplena seguridad,mi queridoGlaucón.Loquehaydecierto es, comoantesdijimos,queunabuenaeducación, cualquieraqueellasea,lesesnecesaria,especialmenteenunpuntomuyimportante,queconsisteenquetengandulzuratantolosunosrespectodelosotros,comorespectodetodosaquelloscuyadefensalesestáencomendada.

—Tienesrazón—dijo.

—Ademásde esta educación, todohombre sensatohabráde convenir enque las habitaciones y bienes que se les asignen deben ser tales que no lesimpidan ser excelentes guardadores, ni les induzcan a dañar a susconciudadanos.

—Ytendrárazón.

—Mira,pues—dijeyo—,sielgénerodevidaylaclasedehabitaciónqueles propongo sonpropios para este objeto.Enprimer lugar, queningunodeellostenganadasuyo,anoser loabsolutamentenecesario;quenotengannicasanidespensadondenopuedaentrartodoelmundo.Encuantoalalimentoquenecesitanguerrerossobriosyvalientes,susconciudadanosseencargarándesuministrárseloenjustaremuneracióndesusservicios,yentérminosquenisobreni falteduranteelaño.Quecomansentadosenmesascomunes,yquevivan juntos como deben vivir los guerreros en el campo. Que se les hagaentender que los dioses han puesto en su alma oro y plata divina y, porconsiguiente,quenotienennecesidaddeloroydelaplatadeloshombres;queno les espermitidomanchar laposesióndeesteoro inmortal con ladeloroterrestre;queeloroqueellostienenespuro,mientrasqueeldeloshombreshasidoentodostiemposorigendemuchoscrímenes.EnelEstadoseránelloslosúnicos,entrelosdemásciudadanos,aquienesestéprohibidomanejaryhastatocareloroylaplata,guardarlosparasí,adornarconellossusvestidos,beberencopasdeestosmetales,yésteseráelúnicomediodeconservaciónasíparaellos como para el Estado. Porque desde el momento en que se hicieranpropietarios de tierras, de casa y de dinero, de guardianes que eran seconvertirían en empresarios y labradores, y de defensores del Estado seconvertirían en sus enemigos y sus tiranos; pasarían la vida aborreciéndosemutuamenteyarmándoselazosunosaotros;entonceslosenemigosquemásdeberían temerse serían los de dentro, y el Estado y ellosmismos correríanrápidamente hacia su ruina. He aquí las razones que nos han obligado aestablecer este régimen sobre la habitación y las posesiones de nuestrosguerreros.¿Haremosdeestounaley?

—Desdeluego—dijoGlaucón.

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LIBROIV

Tomandoentonceslapalabra,Adimantodijo:

—¿Quéresponderás,Sócrates,siseteobjetaquenohacesaesoshombresmuydichosos,yestoporfaltasuya,puessonrealmentedueñosdelEstadoy,sinembargo,estánprivadosdetodaslasventajasdelasociedad,noposeyendocomo los demás ni tierras, ni casas grandes, bellas y bien amuebladas; nopudiendonisacrificaralosdiosesenunahabitacióndoméstica,nitenerdonderecibirhuéspedes,niposeeroroyplata,yenfin,nadadeloqueenopinióndeloshombressirveparahacerunavidacómodayagradable?EnverdadsediráquelostratascomoauxiliaresmercenariosqueestánasueldodelEstado,sinotrodestinoqueeldeguardarle.

—Sí.Yañade—ledijeyo—quesusueldosóloconsisteenelalimentoyqueademásdeestonotienenpagacomolosdemásy,porlotanto,nopuedenniviajarporsucuentaniregalaralibertinas,nidisponerdenadaasugusto,comohacen losquepresumendedichosos. ¿Porquépasasen silencioestoscapítulosdeacusaciónyotrosmuchossemejantes?

—Únelos,siquieres,aloquehedicho—contestó.

—¿Mepreguntasquédefensapodemosoponeratodoesto?

—Sí.

—Sinsepararnosdelcaminoquehastaaquíhemosseguido—respondí—,creoqueencontraremosennuestromismoplanrecursosparajustificarnos.Porloprontodiremosquenoseríaunacosasorprendentequelacondicióndelosreciéndescritosfuesemuydichosaapesardetodosestosinconvenientes.Quede todosmodos, al formar un Estado, no nos hemos propuesto como fin lafelicidaddeunciertoordendeciudadanos,sinoladelEstadoentero,porquehemos creído deber encontrar la justicia en un Estado gobernado de estamanera y la injusticia en un Estado mal constituido y por medio de estedescubrimientoponernosenposicióndedecidir lacuestiónqueesobjetodenuestra polémica. Ahora bien, en este momento nuestra tarea consiste enfundarungobiernodichoso,anuestroparecerporlomenos,unEstadoenelquelafelicidadnoseapatrimoniodeunpequeñonúmerodeparticulares,sinocomún a toda la sociedad. Examinaremos bien pronto la forma de gobiernoque se opone a ésta. Si nos ocupáramos en pintar estatuas y alguno nosobjetaraquenoempleábamoslosmásbelloscoloresparapintarlasmásbellaspartes del cuerpo, por ejemplo, que no pintábamos los ojos con bermellón,sinoconnegro,creeríamosrespondercumplidamenteaestecensordiciéndole:noteimagines,hombresorprendente,quenosotroshabíamosdepintarlosojostanbellosquedejarandeserojos,yloquedigodeestapartedelcuerpodebe

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entendersedetodaslasdemás,yasíloquedebesexaminaressidamosacadaparteelcolorque leconviene,desuerteque resulteunconjuntoperfecto.Yahora te digo a ti otro tanto: no nos obligues a hacer que vaya unida a lacondición de nuestros guardianes una felicidad que les haría dejar de ser loque son.Podríamos, si quisiéramos, vestir a nuestros labradores conmantosseñoriales, cargarlos de oro y no hacerles trabajar la tierra sino por placer.Podríamos acostar a los alfareros al pie del horno, cerca de sus ruedas, enreposo,comiendoybebiendoanchamente,yconlalibertaddetrabajarcuandoquisieran. Podríamos hacer dichosos de lamismamanera a todos los de lasdemáscondiciones,paraqueelEstadoenterogozasedeunaperfectafelicidad;pero no nos des semejante consejo, porque si lo siguiésemos, el labradorcesaría de ser labrador, el alfarero de ser alfarero; cada cual saldría de sucondición y no habría ya sociedad. Además, que los otros artesanos semantenganonoensusrespectivosoficios,noesnegociodegranimportancia;queelzapateroseamalzapatero,quesedejecorromper,oquealgunosetengaporzapaterosinserlo,lacomunidadnosufriráporestoungrandaño.Perosilos que están designados para guardar el Estado y las leyes sólo songuardadoresenelnombre,yaconocesqueconduciránlarepúblicaalaruina,porquedeellosesdequienesdependesubuenaadministraciónysufelicidad.Porconsiguiente, siqueremos formarbuenosguardianes,pongámoslosen laimposibilidaddedañarenlomásmínimoalacomunidad.Elqueseadeotrodictamenyquierahacerdeelloslabradoresoalegresconvidadosaunafiestapública, tendráencuenta todo loque sequieramenos la ideadeunEstado.Por lo tanto, veamos si nuestro propósito, al establecer los guardianes, esproporcionarles lamayor felicidad posible, o si esmás bien el proveer a lafelicidad de todo el Estado, y de convencer y precisar a los auxiliares yguardianes, como a todos los demás ciudadanos, a que cumplan lo mejorposiblelatareaquelesestáasignada;desuertequecuandoelEstadosehayarobustecido y esté bien administrado, todos participarán de la felicidadpública,unosmás,otrosmenos,segúnlanaturalezalesprocure.

—Loquedicesmeparecemuysensato—convino.

—Nosésiesteotro razonamiento,queesdelmismogénero, teparecerámenosexacto—dijeyo.

—¿Dequésetrata?

—Mirasiloquevoyadecirnoesloquecorrompeypierdedeordinarioalosartesanos.

—¿Quéesloquelespierde?

—Laopulenciaylapobreza—contesté.

—¿Cómo?

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—Delamanerasiguiente:elalfarero,sisehacerico,¿seocuparámuchodesuoficio?

—Deningúnmodo—respondió.

—Sehará,porlotanto,cadadíamásholgazánymásnegligente.

—Mucho,sinduda.

—Y,porconsiguiente,peoralfarero.

—También—dijo—.Muchopeor.

—Por otra parte, si la pobreza le quita los medios de proporcionarseinstrumentos y todo lo necesario para su arte, se resentirá su trabajo, y sushijosylosdemásobrerosaquienesélenseñeseránmenoshábiles.

—¿Cómono?

—Yasí,lasriquezasylapobrezadañanigualmentealasartesyalosquelasejercen.

—Asíparece.

—He aquí dos cosas en que nuestros guardianes deberán poner grancuidadoparaquenoentrenennuestroEstado.

—¿Cuálesson?

—Laopulenciaylapobreza—dije—,porquelaunaengendralamolicie,la holgazanería y el amor a las novedades; y la otra estemismo amor a lasnovedades,labajezayelobrarmal.

—Convengo en ello —dijo—; pero Sócrates, te suplico que fijes tuatención en una cosa. ¿Cómo podrá nuestro Estado sostener la guerra si notiene tesoros, sobre todo si tiene que habérselas con una república rica ypoderosa?

—Esciertoquehabrádificultadparadefendersecontraunasola—dije—;perosedefenderámásfácilmentecontrados.

—¿Quéesloquedices?—preguntó.

—Porlopronto,siesprecisoluchar—dije—,nuestrasgentes,ejercitadasenlaguerra,¿notienenquehabérselasconenemigosricos?

—Sí,porcierto—replicó.

—Pero Adimanto, un luchador ejercitado al máximo en su oficio, ¿novenceráfácilmenteadosadversariosnopúgiles,ricosyobesos?—pregunté.

—Quizáno,sihadehabérselasconlosdosalavez—contestó.

—¡Qué! —señalé—, si tuviese la posibilidad de huir y pudiese herir,

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volviéndose,alquelesiguiesemásdecerca,ysiempleasemuchasvecesestaestrategiaalaluzdelsolyenmediodeuncalorardiente,¿leseríadifícilbatiramuchos,unosenposdeotros?

—Verdaderamentenotendríanadadeextraño—dijo.

—¿Nocreestúquelosricosdequehablamosesténmásejercitadosenlaguerraqueenlalucha?

—Nocreo—contestó.

—Por consiguiente, a lo que parece, nuestros atletas se batirán sindificultadcontraunejércitodosotresvecesmásnumeroso.

—Estoyconforme—dijo—,porquemeparecequetienesrazón.

—YsipidiesensocorroaloshabitantesdeunodelosdosEstadosvecinos,diciéndoles lo que es verdad: nosotros no tenemos necesidad de oro ni deplata, y nos está prohibido tenerlo; venid a nuestro socorro, y osabandonaremos los despojos denuestros enemigos; ¿crees tú que aquellos aquienessehiciesentalesofrecimientosquerríanmáshacer laguerraaperrosflacosyrobustos,queunirseaelloscontraunganadogordoydelicado?

—Nolocreo—dijo—;perosialgúnEstadovecinoreúnedeesamaneratodas las riquezas de los demás, temoque se haga temible al que carece deellas.

—¡Dichosotú,quecreesqueelnombredeEstadopuedaconveniraotroquealquenosotrosformamos!

—¿Porquéno?—preguntó.

—Es preciso—dije— dar a los demás un nombre de significaciónmásextensa;porquecadaunodeellosnoesunosinomuchos,comosediceeneljuego.Porlomenosencierradosquesehacenlaguerra:elunocompuestodericos,elotrocompuestodepobres;ycadaunodeellossesubdivideenotrosmuchos.SilostratascomosiformaranunsoloEstado,errarásporcompleto:pero si consideras cadaunodeestosEstadoscomocompuestodemuchosyabandonaslasriquezas,elpoderyaunlavidadelosunosalosotros,tendrássiempremuchosaliadosypocosenemigos.TodoEstadogobernadoporleyessabias, como las nuestras, será muy grande, no digo en apariencia, sino enrealidad, aun cuando no pueda poner sobre las armas más que milcombatientes. Con dificultad encontrarás otromayor entre los griegos y losbárbaros,aunquehayamuchosqueparezcanserlo.¿Creestúlocontrario?

—No,porZeus—dijo.

—Ya tenemos, pues, fijado el límite más perfecto —proseguí— quenuestros magistrados pueden poner al acrecentamiento del Estado y de su

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territorio,elcualnodebentraspasarnunca.

—¿Cuálessulímite?—preguntó.

—Es,ami juicio—dije—,eldejarleagrandarcuantopuedaser,perosinquejamásdejedeserunoconperjuiciodelaunidad.

—Muybien—asintió.

—YasíordenaremosanuestrosguardianesqueobrendetalmaneraqueelEstado no parezca grande ni sea pequeño, sino que deba permanecer en unjustomedioysiempreuno.

—¡Esonoesdemuchaimportancia!—dijo.

—De menos es lo que arriba les recomendamos —continué—, cuandodijimos que era preciso hacer descender a la condiciónmás humilde al hijodegenerado del guardián, y elevar al rango de los guardianes a los hijos debaja condición que se hiciesen dignos de ello. Quisimos por este mediohacerlesentenderquecadaciudadanosólodebeaplicarseaunacosa,aquellaparalaqueestádotado,afindequecadaparticular,ajustándosealaprofesiónque le conviene, seauno;paraqueelEstado sea tambiénuno,ynohayanimuchos ciudadanos en un solo ciudadano, ni muchos Estados en un soloEstado.

—Esciertoqueestepuntoesmásinsignificantequeelprimero—dijo.

—Todo lo que nosotros, Adimanto, les ordenamos aquí no es tanimportantecomopudieraimaginarse,sinodepocamonta.Interesasolamenteobservarunpunto,elúnicogrande,omásbiensuficienteenvezdegrande—dije.

—¿Cuáles?—preguntó.

—Laeducaciónylacrianza—contesté—.Sinuestrosciudadanossonbieneducados y se hacen hombres en regla, verán por sí mismos fácilmente laimportanciadetodosestospuntosydemuchosotrosqueomitimosaquí,comotodolorelativoalasmujeres,almatrimonioyalaprocreacióndeloshijos;yverán,digo,quesegúnelproverbio,todaslascosasdebensercomunesentrelosamigos.

—Seríalomejor—dijoél.

—Más aún—dije—: en un Estado, si el primer impulso va bien, sigueagrandándosecomoelcírculo.Unabuenacrianzayeducaciónformanbuenoscaracteresyéstos,asíimbuidos,sehacencapaces,entreotrascosas,dedaraluz hijos que les superan a ellos mismos en mérito, como sucede en losanimales.

—Asídebeser—dijo.

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—Porlotanto,paradecirlotodoendospalabras,losquehayandecuidardenuestroEstadovigilaránespecialmenteparaquelaeducaciónsemantengapura;y,sobretodo,paraquenosehaganingunainnovaciónirregularnienlagimnasianienlamúsica;temiendoque,sialgúnpoetadice:

Loscantosmásnuevosquesurgendebocadelosaedossonlosquemásagradan,

no sea porque el poeta se refiere a canciones nuevas, sino a unamaneranuevadecantar,ypor lomismonodebenaprobarsemejantes innovaciones.No debe alabarse ni introducirse alteración ninguna de esta especie. Enmateriademúsicahandeestarmuyprevenidosparanoadmitirnada,porquecorrenelriesgodeperderlotodo,ocomodiceDamón,yyosoyenestodesudictamen, no se puede tocar las reglas de lamúsica sin conmover las leyesfundamentalesdelgobierno.

—Cuéntameentrelosquepiensanasí—dijoAdimanto.

—Nuestros guardianes, pues—dije—, establecerán en la música, segúnparece,sucuerpodeguardia.

—En efecto, ahí es donde el desprecio de las leyes se desliza insensibleconmásfacilidad—dijo.

—Esoescierto—asentí—.Alprontoparecequeesunjuegoyquenohayningúnmalquetemer.

—Enefecto—señaló—;enunprincipionohacemásqueinsinuarsepocoapocoydeslizarsesuavementeen loshábitosyen lascostumbres.Despuéssigue aumentándose, y se introduce en las relaciones que tienen entre sí losmiembrosdelasociedad,ydesdeaquíavanzahastalasleyesyprincipiosdegobierno, que ataca, mi querido Sócrates, con la mayor insolencia;concluyendoporproducirlaruinadelEstadoydelosparticulares.

—¿Sucedeesto?—pregunté.

—Porlomenos,asímeloparece—contestó.

—Por consiguiente, y tal como decíamos, habrá que someter muy entiempolosjuegosdelosniñosalamásseveradisciplina,porqueporpocoqueésta llegue a relajarse y que nuestros niños se extravíen en este punto, esimposiblequeenlaedadmaduraseanvirtuososysumisosalasleyes.

—¿Cómono?—dijo.

—Mientras que si los juegos de los niños se someten a regla desde elprincipio;sielamoralordenentraensucorazónconlamúsica,sucederáalcontrario que antes: que aquél los seguirá por doquier y los haráperfeccionarseyenderezarálaanteriorpostracióndelEstado.

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—Escierto—dijo.

—Yellosmismos restableceránestas reglasquepasanporminuciosas,yquesuspredecesoreshabrándejadocaerenteramenteendesuso—añadí.

—¿Cuálessonesasreglas?

—Las siguientes: estar los jóvenes callados delante de los ancianos,levantarse cuando éstos se presentan, cederles siempre el puesto de honor,respetar a los padres, conservar elmodo de vestir, de cortarse el pelo y decalzarse, todolorelativoalcuidadodelcuerpoyotrasmilcosassemejantes,¿noteparece?

—Ciertamente.

—Sería una locura hacer leyes sobre tales objetos, pues ya se imponganporescritooavivavoz,noporesoseríanmejorobservadas.Porotraparte,ningúnlegisladorhadescendidonuncaasemejantespormenores.

—¿Cómoibanaserobservadas?

—Parece, pues, mi querido Adimanto —dije yo—, que todas estasprácticas sonun resultadonaturalde la educación,porque lo semejante, ¿noatraesiempreasusemejante?

—¿Quéotracosa,sino?

—Porconsiguiente,al términodelprocesosurgiráalgoplenoyvigoroso,seabuenooalrevés.

—¿Cómono?—dijoél.

—Poresta razónyonoquerríaestatuirnadasobreestaclasedecosas—añadí.

—Tienesrazón—dijoél.

—Peroennombredelosdioses—proseguí—,¿emprenderemoselformarreglamentos sobre el contrato de compra y venta, los convenios, los tratossobre la mano de obra, los insultos, las violencias, los procesos, elnombramiento de los jueces, la imposición o supresión de derechos por laentrada o salida de lasmercancías pormar o tierra y, en una palabra, sobretodolorelativoaltráfico,alaciudadyalpuerto?¿Nosatreveremosalegislarsobreello?

—Noesnecesario—repuso—prescribirnadasobreesoaloshombresdebien;ellosencontraránporsímismossindificultadlosreglamentosqueseanprecisos.

—Sí,mi querido amigo—dije—, siDios les da el don de conservar entodasupurezalasleyesquenosotroshemosestablecidoalprincipio.

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—Si no, pasarán su vida redactando cada día nuevos reglamentos sobretodos estos artículos, los adicionarán haciendo correcciones sobrecorrecciones,imaginándosesiemprequeasíconseguiránlaperfección—dijo.

—Es decir, que su conducta —respondí— se parecerá a la de aquellosenfermosqueporintemperancianoquierenrenunciaraungénerodevidaquealterasusalud.

—Justamente.

—La vida de tales enfermos es ciertamente encantadora. Todos losremediosquetomannohacenmásquecomplicaryempeorarsuenfermedady,sinembargo,esperansiemprelasaludencadaremedioqueselesaconseja.

—Éseesprecisamentesuestado—dijo.

—¿Ynoeslomássingularenellos—proseguí—elqueconsiderencomosumásmortalenemigoalquelesanunciaquesinocesandecomerybeberconexcesoydevivirenellibertinajeyenladesidia,denadalesserviránnilasmedicinas,ni loscauterios,ni lassajaduras,ni losencantamientos,ni losamuletos?

—Notienenadadeencantadora,pueslagraciaquetengaelirritarsecontralosquenosdanbuenosconsejosbrillaporsuausencia—dijo.

—Meparecequenoerespartidariomuydecididodeestaclasedegente—dije.

—No,¡porZeus!—dijo.

—Tampoco aprobarás, pues, volviendo a nuestro asunto, un Estado queobserveunaconductasemejante.¿Quéteparece?¿NoeséstalaconductaqueobservanlosEstadosmalgobernadoscuandoprohíbenalosciudadanosbajopenademuertetocarlaConstitución,mientrasque,porotraparte,elquesabeadular suavemente los vicios del Estado, adelantándose a sus deseos,previendo muy en tiempo sus intenciones, y que es bastante hábil paraatenderlas, pasa por un ciudadano virtuoso, por un gran político, y se vecolmadodehonores?

—Esomismohacenprecisamente—dijo—,yestoydistantedeaprobarlo.

—¿No admiras, sin embargo, el valor y la complacencia de los que seavienenyhastaseapresuranaconsagrartodossuscuidadosatalesEstados?

—Sílosadmiro—dijo—,peroexceptúoaaquellosque,dejándoseengañarporlamultitud,seimaginansergrandespolíticosacausadelosaplausosquelesprodigan.

—¡Qué!¿Noquieresexcusarles?—pregunté—.¿Creesqueunhombrequeignoraelartedemedir,yaquien lamultituddiceque tienecuatrocodosde

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alto,puedadejardecreerlo?

—Noesposible—dijo.

—Noteirrites,pues,contraellos;sonlasgentesmásdivertidasdelmundoconsusreglamentosminuciosos,quemodificansincesar,persuadidosdequeremediarán así los abusos que se infiltran en los contratos y en todos lospuntos que he hablado.No pueden imaginarse que realmente no hacenmásquecortarlascabezasdelahidra.

—Efectivamente,nohacenotracosa—dijo.

—Porlotanto—dije—,nocreoque,cualquieraqueseaelEstadodequese trate, esté bien omal gobernado, deba un legislador sabio entrar en estepormenordeleyesydereglamentos;eneluno,porqueesinútilynadaseganaconesto;yenelotro,porqueestánalalcancedecualquieraosededucenporsímismosdelasformasdevidaprecedentes.

—¿Quéleynoscorrespondehacerahora?—preguntó.

—Ninguna—contesté—.PerodemosaApoloDélficoelcuidadodehacerlaslegislacionesmásgrandes,másbellasymásprimordiales.

—¿Cuálesson?—preguntó.

—Lasrelativasa laconstruccióndetemplos,a lossacrificios,alcultodelos dioses, los genios y los héroes, a las sepulturas de los muertos y a lasceremoniasque sirvenparaaplacara losdelmásallá.Nosotrosno sabemoscómosedebenarreglarestascosas,ypuestoquefundamosunEstado,noseríade razónque acudiésemos a otros hombres, ni consultáramosotro intérpreteque el paterno; y el intérprete natural enmateria de religión para todos loshombresesestedios,quehaescogidoelcentroycomoelombligodelatierraparagobernardesdeallíestosasuntos.

—Dicesbien;sóloaéldebemosacudir—convino.

—Así,pues,hijodeAristón,nuestroEstadoestáporfinformado.Llamaatu hermano, a Polemarco y a todos los que aquí se encuentran. Tratad dedescubrir juntos, con el auxilio de alguna antorcha, en qué punto residen lajusticiaylainjusticia,enquésediferencialaunadelaotra,yacuáldelasdosdebe uno atenerse para ser sólidamente dichoso, ya pueda o no evitar lasmiradasdeloshombresydelosdioses.

—Envanointentascomprometernosenestaindagación—dijoGlaucón—;porquetúmismotehasofrecidoahacerlo,aldeclararteimpíosinodefendíaslajusticiacontodastusfuerzas.

—Son mis propias palabras las que me recuerdas —repuse yo—. Voy,pues,ahacerloqueheprometido;peroesprecisoquemeayudéis.

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—Teayudaremos—replicó.

—Me prometo de este modo encontrar lo que buscamos. Si está bienconstituido,nuestroEstadodebeserperfecto.

—Sinduda—replicó.

—Porlotanto,esclaroquenuestroEstadoesprudente,valeroso,templadoyjusto.

—Esevidente.

—Sidescubrimoscualquieradeestascualidadesenél,loquequedeseráloquenohayamosdescubierto.

—¿Qué,sino?

—Sidecuatrocosasbuscamosuna,porejemplo,ysenosmuestradesdeluego,limitaremosaellanuestrasindagaciones;perosiconociésemosdeigualmodo las tres primeras, conoceríamos también la cuarta, que seríaevidentementelaquequedaraporencontrar.

—Tienesrazón—observó.

—Apliquemos, pues, este método a nuestra indagación, puesto que lasvirtudesdequesetratasoncuatro.

—Apliquémoslo.

—No es difícil, en primer lugar, descubrir la prudencia, pero encuentroalgodesingularconrelaciónaella.

—¿Qué?—preguntó.

—Laprudencia reinaennuestroEstado,porqueelbuenconsejo reinaenél;¿noesasí?

—Sí.

—Noesmenosclaroqueesuntipodeciencia,estebuenconsejo,puestoquenoeslaignoranciasinolaciencialaqueenseñaabiendeliberar.

—Esoesclaro.

—PerohayennuestroEstadocienciasdetodasclases.

—Sinduda.

—¿Es debido a la ciencia de los constructores el que el Estado seaprudenteysabioensusconsejos?

—Poresesabernose la llamaríaasí, sinohábilen lasconstrucciones—dijo.

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—TampocosellamaráprudentealEstadocuandodeliberesobrelamaneradehacermueblesdeformaóptimasegúnlasreglasdeesteoficio.

—No,porcierto.

—Niporelsabersobrelasobrasdebronceodecualquierotrometal.

—Porningunodeéstos—aseveró.

—Ni cuando se trate de la producción de los bienes de la tierra, porqueestocorrespondealaagricultura.

—Asíparece.

—¿Hay, pues, en el Estado que acabamos de formar—pregunté— unaciencia que resida en algunos de susmiembros y cuyo fin sea deliberar, nosobrealgunapartedelEstado,sinosobreelEstadotodoysobresugobierno,tantointeriorcomoexterior?

—Sinduda,lahay.

—¿Quécienciaeséstayenquiénreside?—pregunté.

—EslaquetieneporobjetolaconservacióndelEstado—dijo—,yresideenaquellosmagistradosquellamamosguardianesperfectos.

—Conrelaciónaestaciencia,¿cómollamasanuestroEstado?

—Verdaderamenteprudenteysabioensusconsejos—repuso.

—¿Yde qué crees que hayamás entre nosotros: excelentes broncistas oauténticosguardianes?

—Muchosmásbroncistas—repuso.

—En general, de todos los cuerpos que toman su nombre del saber queprofesan,¿noseráelcuerpodelosmagistradoselmenosnumeroso?

—Conmucho.

—Por consiguiente, todo Estado organizado naturalmente debe suprudencia a la ciencia que reside en lamás pequeña parte de élmismo; esdecir, en aquellos que están a la cabeza y que mandan. Y al parecer lanaturaleza produce en mucho menos número los hombres a quienes tocaconsagrarseaestaciencia;cienciaquees,entretodaslasdemás,laúnicaquemereceelnombredeprudencia.

—Esmuyciertoloquedices—convino.

—Noséporquéespeciedefortunahemosencontradoestacosa,primeradelascuatroquebuscábamos,asícomoelpuntodelasociedadenquereside.

—Meparecesuficientementeindicada—dijo.

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—Encuantoalvalor,noesdifícildescubrirlo,asícomoelcuerpoenquereside,yqueobligaadaralEstadoelnombredevaleroso.

—¿Cómo?

—¿Hayotromedio—dijeyo—deasegurarsedesiunEstadoescobardeoanimosoqueexaminarelcarácterdelosqueestánencargadosdesudefensa?

—Nadiepodríaexaminandootracosa—dijo.

—Porque los demás ciudadanos, sean cobardes o valientes, en nada sondueñosdehaceralEstadodeunamanerauotra.

—No,enefecto.

—ElEstado es valiente, pues,mediante aquella parte de élmismo en laque reside cierta virtud que conserva en todo tiempo, respecto de las cosastemibles,laideaqueharecibidodellegisladorensueducación.¿Noesésta,enefecto,ladefinicióndelvalor?

—No he comprendido bien lo que acabas de decir. Explícalo más —contestó.

—Digoqueelvaloresunaespeciedeconservación—señalé.

—¿Dequé?

—Delaideaquelasleyesnoshandadopormediodelaeducacióntocantea las cosas que son de temer. Digo «en todo tiempo» porque, en efecto, elvalorconservasiempreestaidea,ynolapierdejamásdevistanieneldolor,nienelplacer,nien losdeseos,nienel temor.Voy, siquieres,aexplicarteestoconunacomparación.

—Síquiero.

—¿Sabes —dije— la manera como se arreglan los tintoreros cuandoquieren teñir la lana de púrpura? Entre las lanas de toda clase de coloresescogenlablanca,lapreparanenseguidaconelmayorcuidado,afindequetomeelcolormásbrillanteposible,ydespuésdeesto la tiñen.Estaclasedetintura no se borra; y la tela, ya se lave simplemente o ya se la jabone, nopierdesubrillantez;mientrasquesi la lanaquese intenta teñir tieneyaotrocolor,osisesirvedelablancasinlaconvenientepreparación,yasabesloquesucede.

—Sí—repuso—,nielcolordura,nitienebrillantez.

—Imagínateahora—repliquéyo—quenosotrosnoshemosesforzadoparahacerlomismo,escogiendonuestrosguerrerosconlasmayoresprecaucionesypreparándolosmediantelamúsicaylagimnasia.Nuestraintenciónalobrarasínoesotra,créelo, sinoque tomenuna tinturasólidade las leyes;quesu

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alma,biennacidaybieneducada,sepenetrede talmanerade la ideade lascosasquesondetemer,lomismoquetodaslasdemás,queningunaclasedelejía pueda borrarla: ni la del placer, que para este efecto tiene una virtudmayorque lade la sosacalestrana,nieldolor,niel temor,nieldeseo,máspoderosos que cualquier otro detergente.Esta fuerza y preservación en todacircunstanciadelaideajustaylegítimadeloqueesdetemerydeloquenoloes,esoesaloqueyollamovalor,sitúnoopinasotracosa.

—No—dijo—,porquemeparecequedarásaestaideaunnombredistintodeldevalorsinoesfrutodelaeducación,sitieneuncarácterbrutalyservil;entoncesnolaconsideraráscomolegítima.

—Dicesverdad—observé.

—Portanto,admitoqueesoeselvalor.

—Admite igualmente —añadí— que es una virtud política, y no teengañarás.Enotraocasiónhablaremosmásporextensosobreestepunto,siteparecebien.Por ahorayahemosdicho lobastante,porquenoes eso loquebuscamos,sinolajusticia.

—Tienesrazón—dijo.

—Aúnnosrestandoscosas—dije—quedescubrirennuestroEstado: latemplanza y después la justicia, que es el objeto principal de nuestrasindagaciones.

—Muybien.

—¿Cómo haremos para encontrar directamente la justicia sin tomarnosanteseltrabajodeindagarquésealatemplanza?

—Yo no lo sé—dijo—, no me gustaría que se nos mostrara aquélla laprimera, si entoncesyanonos tomamosel trabajodeexaminar loquees latemplanza.Yasíteagradeceríaquecomenzarasporésta.

—Haríayomalennoconsentirenello—repliqué.

—Comienza,pues,elexamen—dijo.

—Es lo que voy a hacer—dije—.A lo que puedo alcanzar, esta virtudconsisteenciertoacuerdoyarmoníaenmayorgradoquelasprecedentes.

—¿Cómo?

—La templanza no es otra cosa que un cierto orden, un dominio que elhombreejercesobresusplaceresyapetitos.Deaquívieneprobablementeestaexpresión, queno entiendobastante bien: ser dueñode símismo; y algunasotrassemejantes,queson,pordecirloasí,vestigiosdeestavirtud.¿Noesasí?

—Sinduda—contestó.

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—Estaexpresión:dueñode símismo, tomadaa la letra, ¿noes ridícula?¿Porque quien es dueño de sí es también esclavo de símismo, y el que esesclavo, también dueño, puesto que esta expresión se refiere a la mismapersona?

—¿Cómono?

—Heaquí,amiparecer,sinembargo,elsentidoenquedebetomarse—dijeyo—.Hayenelalmadelhombredospartes:unasuperioryotrainferior.Cuando la parte superior por naturaleza manda a la inferior, se dice delhombrequeesdueñodesímismo,yesunelogio.Perocuando,porfaltadeeducación o por cualquier mala compañía, la parte inferior, que es mayor,imperasobrelasuperior,queesmenor,sedicedelhombrequeesdesarregladoyesclavodesímismo,locualsetieneporvituperable.

—Esaexplicaciónmepareceexacta—dijo.

—Echa ahora una mirada —dije— sobre nuestro nuevo Estado, yencontrarásenélunadeesasdossituaciones,yverásquepuededecirseconrazóndeélqueesdueñodesímismo,siesciertoquedebellamarsetempladoydueñodesípropioa todohombre,a todoEstado,enelque lapartemejormandaalapeor.

—Yamiroyencuentroquedicesverdad—respondió.

—Sinembargo,noquieredecirestoquenoseencuentrenenélpasionessinnúmeroydetodasclases,lomismoqueplaceresypenasenlosniñosylasmujeres,enlosesclavosyhastaenlamayorpartedelosquesedicenserdecondiciónlibreyquevalenpocacosa.

—Sinduda.

—Pero con respecto a los sentimientos sencillos ymoderados, fundadossobre opiniones exactas y gobernados por la razón y el buen juicio, sólo seencuentranenunpequeñonúmerodepersonas,queunenaunextensonaturalunaexcelenteeducación.

—Escierto—dijo.

—Pero ¿no ves que también en nuestro Estado ocurre esto? ¿Que losdeseosy laspasionesde lamultitud,quees laparte inferior, sondominadospor la prudencia y la voluntad del pequeño número, que es el de los másaptos?

—Loveo—dijo.

—Sidealgunasociedadpuededecirse,pues,queesdueñadesímisma,desusplaceresydesuspasiones,esprecisodecirlodeésta.

—Enteramente—dijo.

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—Yqueporestarazónestemperante;¿noesasí?

—Enaltogrado—dijo.

—Ysihayalgunasociedadenlaquelosmagistradosylossúbditostenganlamismaopiniónacercadelosquedebenmandar,esseguramentelanuestra.¿Noteparece?

—Sindudaalguna—dijo.

—Cuandolosmiembrosde lasociedadestánasídeacuerdo,¿enquiénesdirásqueresidelatemplanza,enlosquemandanoenlosqueobedecen?

—Enunosyenotros,seguramente—repuso.

—Ya ves —dije yo— cuán fundada era nuestra conjetura, cuandocomparábamoslatemplanzaconunaciertaarmonía.

—¿Porquérazón?

—Porquenosucedeconellaloqueconlaprudenciaylavalentía,puestoqueencontrándosecadaunadeéstassóloenunapartedelEstado,hacen,sinembargo, que el Estado entero sea prudente y valiente; mientras que latemplanza está derramada por todos losmiembros del Estado, desde los demás baja condición hasta los de la más alta, entre los cuales establece latemplanzaunacuerdoperfectodesdeelpuntodevistadelaprudencia,delafortaleza, del número, de las riquezas de los ciudadanos o de cualquier otracosa semejante. De manera que puede decirse con razón que la templanzaconsiste en este buen acuerdo, y que es una armonía establecida por lanaturalezaentre lapartesuperiory laparte inferiordeunasociedadodeunparticular,paradecidircuáleslapartequedebemandaralaotra.

—Soydecididamentedetudictamen—repuso.

—Ya hemos encontrado, a mi parecer —dije yo—, tres cualidades delEstado.Quédanosahorapordescubrirloquedebecompletarsuvirtud,yqueesclaroquetienequeserlajusticia.

—Esoesevidente.

—Hagamos como los cazadores, mi querido Glaucón, rodeando elmatorral; averigüemos el puntodonde la justiciadebe encontrarse, tomemostodas lasmedidaspara impedirqueseescapeydesaparezcaanuestrosojos.Enverdad,debeestarenalgúnpunto.Mira,yavísamesilavesprimero.

—Pluguieraalosdioses—dijoél—,perobastanteharésipuedoseguirteypercibirlascosasamedidaquemelasmuestres.

—Invoquemosalosdiosesysígueme—dijeyo.

—Esloquevoyahacer.Marchatúdelante—replicó.

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—Ellugarmepareceoscuro,embarazosoydedifícilacceso.Sinembargo,avancemos—dijeyo.

—Puesadelante—exclamó.

Despuésdehabermiradoporalgúntiempo:

—¡Ea, ea,mi queridoGlaucón!—exclaméyo—.Meparece que sigo lapista,ycreoquenosenosescapalajusticia.

—¡Buenanoticia!—dijoél.

—Enverdad,queloquemehapasadoeshartoestúpido—dije.

—¿Quécosa?

—Hacemuchotiempo,miqueridoamigo,que,segúnparece,latenemosanuestrospiesynolahabíamosvisto.Merecemosqueseríandenosotroscomode los que buscan lo que tienen entremanos. Fijamos nuestrasmiradas allálejos,enlugardemirarcercadenosotros,queesdondeestá.Quizáeséstalacausadehabérsenosocultadoportantotiempo.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Digo —respondí— que ha mucho tiempo que hablamos de nuestroasuntosinfijarnuestraatenciónenqueesdeéldeloquehablamos.

—Largoeseseexordio—apremió—paralasganasquetengodeescuchar.

—Puesbien,escuchayvesi tengo razón—dije—.Loqueestatuimosalprincipio, cuando fundamos nuestro Estado, como un deber universal eindispensable, es la justicia misma o, por lo menos, algo que se le parece.Dijimosyhemos repetidomuchasveces, si teacuerdas,quecadaciudadanono debe tenermás que un oficio, aquel para el que desde su nacimiento hadescubiertomejoresdisposiciones.

—Esoesloquedijimos,enefecto.

—Pero hemos oído decir a otros, y nosotros mismos lo hemos repetidomuchasveces,quelajusticiaconsisteenocuparseúnicamenteensusnegociossinafanarseenmilactividades.

—Asílohemosdicho.

—Entonces,miqueridoamigo—dije—,meparecequelajusticiaconsisteen que cada uno haga lo que tiene obligación de hacer. ¿Sabes lo que meinduceacreerlo?

—No;dilo—repuso.

—Meparece—dije—quedespuésdelatemplanza,delafortalezaydelaprudencia, loquenos faltaexaminarennuestroEstadodebeserelprincipio

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mismodeestastresvirtudes,loquelasproducey,despuésdeproducidas,lasconservamientras subsiste en ellas.Ya dijimos que, si encontrábamos estastresvirtudes,loquequedara,puestaséstasaparte,seríalajusticia.

—Precisamentetienequeserella—dijo.

—Si nos viéramos en la necesidad—añadí— de decidir qué es lo quecontribuirá más a hacer nuestro Estado perfecto, si la concordia entre losmagistradosylosciudadanos,olaidealegítimaeinquebrantabledenuestrosguerrerosdeloquedebetemerseydeloquenodebetemerse,olaprudenciaylavigilanciadelosquegobiernano,enfin,estavirtudmediantelaquetodoslos ciudadanos, mujeres, niños, hombres libres, esclavos, artesanos,magistradosy súbditos, se limitancadaunoa suoficio sinmezclarseen losdemás,nosseríadifícildarnuestrofallo.

—Muydifícil—dijo—.Y¿cómonohabíadeserlo?

—Yasí esta virtud, que contiene a cada uno en los límites de su propiatarea, no contribuyemenos, segúnparece, a la perfección delEstadoque laprudencia,lafortalezaylatemplanza.

—Desdeluego—dijo.

—Así,pues,¿tendrásalajusticiacomoigualmenteimportanteparaelbiendelEstadoqueaquellasotras?

—Enteramente.

—Asegurémonos de esta verdad por otro camino. Los magistrados ennuestroEstado,¿nohandeestarencargadosdedarsusfallosenlosjuicios?

—Sinduda.

—¿Yquéotro fin puedenproponerse en sus juicios, sino el impedir quenadieseapoderedelosbienesajenos,nitampocoqueseleprivedelossuyospropios?

—Ningúnotro.

—¿Pensandoqueestoeslojusto?

—Sí.

—Luego laposesiónyprácticade loqueacadaunocorrespondeserá loqueconsideramosjusticia.

—Esoes.

—Mirasierestúdelmismodictamenqueyo.Queelcarpinteroseinjieraeneloficiodelzapaterooelzapateroeneldelcarpintero;quecambiensusinstrumentosy sus retribucionesoqueelmismohombredesempeñe losdos

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oficiosalavez,¿creestúqueestedesordencauseungranmalalasociedad?

—No,sinduda—dijo.

—Pero si el que la naturaleza ha destinado a ser artesano o negociante,ensoberbecidoconsusriquezas,sucrédito,sufuerzaocualquieraotraventajasemejante,se injiereeneloficiodelguerrero,oelguerreroen las funcionesdel consejeroydel guardián, sin capacidadpara ello; si hiciesenun cambioconlosinstrumentospropiosdesuoficioyconlasventajasquevanunidasaellos, o si un mismo hombre quisiese desempeñar a la vez estos oficiosdiferentes, entonces creo yo, y tú indudablemente creerás conmigo, quesemejante trastorno y tal confusión producirán infaliblemente la ruina delEstado.

—Infaliblemente.

—Laconfusiónymezcladeestostresórdenesdefuncioneses,portanto,el acontecimiento más funesto que puede tener lugar en un Estado. Puededecirsequeesunverdaderocrimen.

—Totalmentecierto.

—Y bien, el más grande crimen contra el Estado, ¿no dirás que esinjusticia?

—¿Cómono?

—Enesto,pues,consistelainjusticia.Dedondesesigue,alainversa,quecuando cada unode los órdenes delEstado, el de los negociantes, el de losauxiliaresyeldelosguardianes,semantieneenloslímitesdesuoficioynolostraspasa,estodebeserlocontrariodelainjusticia;esdecir,lajusticia,yloquehacequeunEstadoseajusto.

—Meparecequenopuedeserdeotramanera—dijoél.

—No loafirmemosaúndemasiadoalto—observé—.Veamosantes si loque acabamos de decir de la justicia así considerada puede aplicarse a cadahombreenparticular,porque¿quémáspodemosexigir?Enelcasocontrario,seráprecisoencaminarnuestras indagacionesenotradirección.Peroenestemomentoprocuraremosdarfinycaboalaindagaciónquehemosemprendidoenlaseguridaddequenosseríamásfácilconocercuáleslanaturalezadelajusticiaenelhombre,siensayábamosantescontemplarlayencontrarlaenunmodelomásgrande.HemoscreídoqueunEstadonosofreceríaelmodeloquedeseábamos, y sobre este fundamento hemos formado uno, el más perfectoque nos ha sido posible, porque sabíamos bien que la justicia habría deencontrarse necesariamente en un Estado bien constituido. Traslademos anuestropequeñomodelo,esdecir,alhombre,loquehemosdescubiertoenelgrande,ysienelunocorrespondetodoalotro, lascosasmarcharánbien.Si

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hayenelhombrealgoquenoconvengaanuestrogranmodelo,repetiremoselensayo, y comparándolos de nuevo, frotando el uno con el otro, por decirloasí,haremossalirlajusticiacomosaltalachispadelfrotededosastillas,yalaclaridad que arroje la reconoceremos en nosotros mismos sin temor deengañarnos.

—Asíprocederemosconmétodo,yasíhayquehacerlo—dijo.

—Ahorabien—dije—,cuandosedicededoscosas,delascualesunaesmásgrandeyotramáspequeña,quesonlamismacosa,¿sononosemejantesenrazóndeloquehacequesedigaquesonunamismacosa?

—Semejantes—contestó.

—Luegoelhombrejusto,entantoqueesjusto,nosediferenciaráennadadeunEstadojusto,sinoqueseráperfectamentesemejanteaél.

—Loserá—convino.

—PeroyahemoshechoverquenuestroEstadoes justoporquecadaunode los tres órdenes que lo componen obra conforme a su naturaleza y a sudestino; y hemos visto también que participa de ciertas cualidades ydisposicionesdeestostresórdenesporsuprudencia,suvalorysutemplanza.

—Escierto—dijo.

—Luego si encontramos, amigo mío, en el alma del hombre estas tresespecies, y entre ellas hay la misma subordinación, le daremos la mismaconsideraciónquehemosdadoalEstadoconidénticadisposicióndesustrescualidades.

—Nopodremosmenosdehacerloasí—dijo.

—Aquínostienesenvueltos,miqueridoamigo—dije—,enunacuestióntrivialrelativaalalma.Setratadesabersitieneonoensílastresespeciesdequeacabamosdehablar.

—Noestantrivial—replicó—,segúncreo,porquealparecer,Sócrates,elproverbiotienerazón:lobelloesdifícil.

—Pienso como tú —dije—, pero ten entendido, Glaucón, que sicontinuamosaplicandoelmismométodo,nosseráimposibledescubrirloquebuscamos.Elcaminoquedebeconducirnosaltérminoesmuchomáslargoymucho más complicado. Sin embargo, este método puede darnos aún unasoluciónqueconvengaanuestrainvestigaciónanterior.

—Meparecequeesoquedicesdebebastarporelmomento—dijo.

—Seaasí;yomedarétambiénporsatisfecho—añadí.

—Entra,pues,enmateria—dijo—ynotedesanimes.

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—¿Nodebemosnecesariamenteconvenir—proseguí—enqueelcarácterylascostumbresdeunEstadoseencuentranencadaunodelosindividuosquelocomponen,puestoquesólopormediodeelloshanpodidopasaralEstado?En efecto, sería ridículo que ese carácter ardiente e indómito atribuido aciertasnaciones,comoalostracios,alosescitasyengeneralalospueblosdelNorte,oeseespíritucuriosoyávidodecienciaqueconrazónsepuedeatribuiranuestranacióno,enfin,eseespíritudeinterésquecaracterizaalosfeniciosy a los egipcios tengan su origen en otra parte que en los particulares quecomponencadaunadeestasnaciones.

—Sinduda—dijo.

—Estoesmuyciertoynoofreceningunadificultad—añadí.

—No.

—Lo verdaderamente difícil es decidir si nosotros obramos en virtud deuna o de tres especies diferentes. Si es uno el elemento que en nosotrosconoce,otroelqueseirritayunterceroelquesedejallevardelplacerquevaunidoalaalimentaciónoalareproducciónyalosdemásplaceresdelamismanaturaleza;obieneselalmatodalaqueproduceennosotroscadaunodeestosefectoscuandonosaplicamosaello.Heaquíloqueesdifícilexplicardeunamanerasatisfactoria.

—Convengoenello—dijo.

—Ensayemos decidir por este camino si hay en el alma tres elementosdistintosouno.

—¿Porquécamino?

—Es cierto que el mismo sujeto no es capaz, al mismo tiempo, en lamisma parte y con respecto al mismo objeto, de acciones y pasionescontrarias. Y así, si encontramos en el alma algo semejante a esto,concluiremoscontodacertidumbrequehayenellatreselementosdistintos.

—Muybien.

—Fíjateenloquetevoyadecir.

—Habla—dijo.

—La misma cosa, considerada bajo la misma relación, ¿puede estar almismotiempoenmovimientoyenreposo?

—Deningúnmodo.

—Asegurémonos más de esto para no vernos después embarazados. Sialgunonosobjetasequeunhombre,puestoenpieyquesólomuevelasmanosylacabeza,estáalavezenreposoyenmovimiento,lecontestaríamosqueno

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hablaconexactitud,yqueloquedebedecirseesqueunapartedesucuerposemueve,mientrasquelaotraestáenreposo;¿noesasí?

—Sí.

—Si para darmuestras de sutileza sostuviese que la peonza o cualquierotrodeloscuerposquegiransobresuejesinmudardesitioestáalaveztodaellaenreposoyenmovimiento,nosotrosnoconfesaríamosqueestoscuerposesténa lavez en reposoy enmovimientobajo lamisma relación.Diríamosqueesprecisodistinguirenellosdoscosas,elejeylacircunferencia,queencuantoasuejeestánenreposo,puestoqueéstenoseinclinaaningúnlado;pero que, en cuanto a su circunferencia, se mueven con un movimientocircular;yquesieleje llegaraa inclinarsea laderechao la izquierda,haciadelante o hacia atrás, entonces sería absolutamente falso el decir que estoscuerposestabanenreposo.

—Ésaseríaunarespuestaoportuna—dijo.

—No debemos, pues, detenernos por esta clase de dificultades, porquenuncanosconvencerándequelamismacosa,miradabajolamismarelación,yrespectoalmismoobjeto,seaalmismotiemposusceptibledeaccionesydepasionescontrarias.

—Amíno,desdeluego—aseguró.

—Sin embargo—dije—, para no detenernos mucho en enumerar todasestas objeciones y en demostrar su falsedad, pasemos adelante suponiendociertoelprincipiodequehablamos.Convengamostansóloenque,sidespuéssedemostrasequeerafalso,todaslasconclusionesquehubiésemosdeducidoseránnulas.

—Asíhayquehacerlo—dijo.

—Dime ahora: mostrar asentimiento y disentimiento, tender hacia unobjeto y alejarse de él, atraerle a sí y rechazarle, ¿son cosas opuestas, seanaccionesopasiones(porque,paraelcaso,eslomismo)?

—Sonopuestas—dijo.

—¿Y qué? —proseguí—. El hambre, la sed y, en general, los apetitosnaturales,eldeseo,lavoluntad,todoesto,¿noestáreferidoalasespeciesdeque acabamos de hablar? Por ejemplo, ¿no se dirá, de un hombre que tienealgúndeseo,quesualmatiendealoqueelladesea,queatraeasílacosaqueellaquerría tener,yqueen tantoquedeseaquese ledéunacosa,sedaasímismaseñalesdeque laquiere,comosise lepreguntase,anticipándoseellamismaenciertomodoalcumplimientodesudeseo?

—Sí.

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—Yelnoquerer,noanhelar,nodesear,¿noes lomismoque rechazaryalejar de sí? Y estas operaciones del alma, ¿no son contrarias a lasprecedentes?

—Sinduda.

—Sentado esto, ¿no diremos que tenemos una cierta clase de apetitos y,sobretodo,dosqueestánmásalavista,quesonlasedyelhambre?

—Esodiremos—admitió.

—¿Notienenporobjetoelunoelbeberyelotroelcomer?

—Sí.

—La sed, en tanto que sed, ¿es otra cosa en el alma que el deseo de lodicho?Enotrostérminos,lasedensí,¿tieneporobjetounabebidacalienteofría,engrandeoenpequeñacantidad,yengeneraltalocualbebida?¿Onoesciertomásbienque si se une a la sed el calor, este calor añade al deseodebebereldebeberfrío;quesiseleuneelfrío,estefríoañadeeldeseodebebercaliente; que si la sed es grande, se quiere beber mucho, y si pequeña, sequiere beber poco;mientras que la sed en símisma no es otra cosa que eldeseode labebida,quees suobjetopropio, comoel comeres elobjetodelhambre?

—Escierto—dijo—.Cadadeseo,consideradoensímismo,sedirigeasuobjeto,consideradotambiénensímismo;ylascualidadesaccidentalessonlasque,uniéndoseacadadeseo,hacenquesedirijahaciatalocualmodificacióndesuobjeto.

—Nonos dejemos alucinar, pues—dije yo—, por la objeción siguiente:nadie desea meramente la bebida, sino una buena bebida: ni meramente lacomida,sinounabuenacomida,porquetodosdeseanlascosasbuenas;porlotanto,silasedesundeseo,eseldeseodealgobueno,cualquieraqueseasuobjeto,sealabebida,seaotracosa,ylomismosucedeconlosdemásdeseos.

—Esta objeción, sin embargo, parece que es de alguna importancia —observó.

—Perotenencuenta—concluí—quelascosasquetienenalgunarelaciónconotras,serefierenatalocualotracosa,comoresultadodeserellasdetalocualmanera,aloquemeparece;yque,porelcontrario,tomadacadacosaensí,sóloserefiereasuobjetoensí.

—Noentiendoloquedices—dijo.

—¿No entiendes que lo que es más grande no lo es sino a causa de larelaciónquetieneconunacosamáspequeña?—pregunté.

—Loentiendo.

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—Yesaotracosa,¿seráalgomáspequeño?

—Sí.

—Y si esmuchomás grande, lo es con relación a una cosamuchomáspequeña.¿Noescierto?

—Sí.

—¿Yquesihasidoosialgúndíahadesermásgrande,esconrelaciónaunacosaquehasidooqueserámáspequeña?

—Sinduda—replicó.

—Enlamismaforma,lomástienerelaciónconlomenos,lodobleconlamitad, lomáspesado con lomás ligero, lomás rápido con lomás lento, localienteconlofrío,yasídelodemás.¿Noesasí?

—Enteramente.

—Y¿quédecirrespectodelasciencias?¿Noocurrelomismo?Lacienciaensítieneporobjetotodoloquepuedeodebeserconocidoensí,sealoquesea;perounacienciaparticular tieneporobjeto talocualconocimiento.Porejemplo, cuando se inventó la ciencia de construir casas, ¿no se le dio elnombredearquitecturaparadistinguirladelasotrasciencias?

—Escierto.

—¿Ynoprocedía estadistincióndeque esta ciencia especial ennada separecíaaningunaotra?

—Sí.

—¿Y por qué era así, repito, sino porque tenía tal objeto particular? Lomismodigodelasdemásartesydelasdemásciencias.

—Asíes.

—Ya comprendes ahora, sin duda alguna —dije yo—, cuál era mipensamiento cuando decía que las cosas referidas en símismas a un objetosólose refierenaeseobjetoensímismo;yque teniendo talocual relaciónconunobjeto,sonellastalesocuales.Porlodemás,noquierodecirporestoqueunacosaseatalcomosuobjeto;que,porejemplo,lacienciadelascosasquesirvenodañanalasaludseasanaoenferma,niquelacienciadelbienydelmalseabuenaomala;loúnicoquepretendoesque,puestoquetalcienciano tiene el mismo objeto que la ciencia en general, sino que tiene unodeterminado,esdecir,loqueesútilodañosoalasalud,estacienciaresultaasítambiéndeterminada,loquehacequenoseledésimplementeelnombredeciencia,sinoeldemedicina,caracterizándolaporsuobjeto.

—Comprendotupensamiento,ylotengoporverdadero—dijo.

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—¿Noincluyeslased—pregunté—enelnúmerodelascosasquetienenrelaciónconotras,yqueserefierenaalgunacosa?

—Sí—dijo—,alabebida.

—Demaneraquetalsedtienerelacióncontalbebida,mientrasquelaseden sínoes la seddeuna talbebida,buenaomala, engrandeo enpequeñacantidad,sinosimplementedelabebida.

—Totalmentedeacuerdo.

—Por consiguiente, el alma de un hombre quemeramente tiene sed, nodeseaotracosaquebeber.Estoes loquequiereyestoes loúnicoaque sedirige.

—Esevidente.

—Yasí,cuandobuscalabebidayhayalgoqueleseparadesupropósito,esimposiblequeseaelmismoprincipioelqueleobligaaabstenerseyelquele excita a la sed y le arrastra como una bestia hacia la bebida. Porque yadijimosqueunamismacosanopuedehacerlocontrarioenlamismapartedesímisma,conrelaciónalmismoobjetoyalmismotiempo.

—Esonopuedeser.

—Lomismoquenohabríarazónparadecir,amijuicio,deunarquero,queconsusdosmanosatraeelarcohaciasíy lo rechazaalmismotiempo,sinoquedebedecirsequeatraeelarcohaciasíconunamanoylorechazaconlaotra.

—Muybien—dijo.

—¿Nohaypersonasquetienensedynoquierenbeber?

—Seencuentranmuchasvecesyengrannúmero—dijo.

—¿Qué puede pensarse de tales personas, sino que hay en su alma unprincipioquelesordenabeber,yotroqueseloprohíbeyquepuedemásqueelprimero?

—Yoasílopienso—dijo.

—Este principio que les prohíbe beber, ¿no nace, cuando nace, delrazonamiento? El que los lleva y arrastra a ello, ¿no es un resultado desufrimientosyenfermedades?

—Talparece.

—Tenemos, pues, derecho—proseguí—a decir que son éstas dos cosasdistintas,yllamarracionalaestapartedenuestraalmaquerazona,yapetitiva,privadade razón, amigade losgocesyde losplaceres, a estaotrapartedel

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almaqueeselprincipiodelamor,delhambre,delasedydelosdemásdeseos.

—Nosinrazónlosconsideraremosasí.

—Sentemos, pues, como cierto —seguí— que estas dos especies seencuentran en nuestra alma. Pero la fogosidad y aquello por lo que nosenardecemos,¿esunaterceraespecie?,¿oserádelamismanaturalezaquelasotrasdos?

—Quizádelamismaquelaparteapetitiva.

—Peromecontaronunacosa—dijeyo—quetengoporpruebaverdadera,y es la siguiente: Leoncio, hijo de Aglayón, volviendo un día del Pireo,percibió de lejos, a lo largo de la muralla septentrional, unos cadáverestendidosjuntoalverdugo,ysintióalavezundeseoviolentodeaproximarseparaverlosyuntemormezcladodeaversióna lavistadecuadrosemejante.Alprontoresistióyse tapólacara,perocediendoalfina laviolenciadesudeseo, se dirigió hacia los cadáveres, y abriendo los ojos cuanto pudo,exclamó: «¡Y bien! ¡Desgraciados, gozad anchamente de tan magníficoespectáculo!».

—Heoídoreferirlomismo—dijo.

—Estesuceso—observé—indicaquelafogosidadseoponealgunasvecesennosotrosalapetito,yporconsiguientequeesunacosadistinta.

—Esoindica—dijo.

—¿No observamos también, enmuchas ocasiones—dije—, que cuandouno es arrastrado por sus deseos a pesar de la razón, se dirige cargos a símismo, se irrita contra loque lehaceviolencia interiormente, yque en estaespeciedediscordia la fogosidad seponedepartede la razón?Nocreo, encambio,quehayasexperimentadoentimismo,niobservadoenlosdemás,quelacólerasepongajamásdepartedeldeseocuandolarazóndecidequealgonodebehacerse.

—No,porZeus—dijo.

—¿No es cierto que cuando se cree obrar injustamente—pregunté— senota,amásgenerosidaddesentimientos,menosmotivoparaenfadarse,aunenmediodesufrimientoscomoelhambre,elfrío,ocualquiermaltratodeotro,cuandosecreequeesetaltienerazónparaconducirsedeestamanera,contraelcual,paradecirlodeunavez,lacóleranopuededespertarse?

—Nadamáscierto—dijo.

—Pero si estamos persuadidos de que se comete con nosotros unainjusticia,¿noseinflamaentoncesnuestracóleraynoseinclinadelladodeloque nos parece justo? En lugar de dejarse dominar por el hambre, el frío o

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cualquier otromal trato, ¿no intenta sobreponerse a todo? ¿Cesa ni un solomomentodehaceresfuerzosgenerososhastaquehaobtenidosatisfacción,olamuertelehaquitadoelpoder,olarazón,siemprepresenteennosotros,lahaapaciguadoydulcificadocomounpastortranquilizaasuperro?

—Esacomparaciónestantomásjusta—dijo—,cuantoque,comohemosdicho, los auxiliares en nuestro Estado deben estar sometidos a losmagistradoscomolosperrosestánalospastores.

—Comprendesmuy bien lo que quiero decir—observé—. Pero he aquíunareflexiónquetesuplicomeoigas.

—¿Quéreflexión?

—Que la fogosidad nos parece ahora una cosa distinta de como laentendimos al principio. Pensábamos que era parte de lo apetitivo, y ahoraestamosmuydistantesdepensarloasí,yvemosquecuando se suscita enelalmaalgunarebelión,lacóleratomasiemprelasarmasenfavordelarazón.

—Deltodocierto—dijo.

—¿Yesdiferentedelarazónotienealgodecomúnconella,desuertequenohayaenelalmatres,sinodosespecies,larazonableylaconcupiscible?Omásbien,asícomonuestroEstadosecomponedetresórdenes,elnegociante,elauxiliaryeldeliberante,¿elapetitoirascibleentratambiénenelalmacomoun tercer principio, cuyodestino es secundar la razón, siempre que no hayasidocorrompidoporunamalaeducación?

—Necesariamenteesuntercerelemento.

—Muy bien. Pero necesitamos demostrar que es distinto del racional,comohemosdemostradoqueesdistintodelapetitivo—dije.

—Esonoesdifícil—dijo—.Vemosquelosniños,apenassalenalmundo,estányasujetosa lacólera,yqueparaalgunosnunca luce la razón,yen lamayorpartemuytarde.

—Dicesmuybien,porZeus—observé—.Tambiénpuedeservirdepruebalo que pasa con los animales. Y asimismo podemos traer a colación eltestimoniodeHomerocitadomásarriba:

golpeándoseelpecho,reprendeasíasualma.

Es evidente que Homero presenta aquí dos principios distintosincrepándosemutuamente:loquerazonasobrequéesmejoropeorcontraloqueseenardeceirracionalmente.

—Perfectamentedicho—convino.

—Enfin,hemosllegado,aunquecongrandificultad,amostrarclaramente

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quehayenelalmadecadahombrelasmismaspartesqueenelEstadoyenigualnúmero.

—Escierto.

—¿No es ahora necesario que el particular sea prudente de la mismamanerayenlamismaformaqueelEstado?

—¿Cómosino?

—¿Yque, igualque el particular esvaliente, de lamismamanera lo seatambiénelEstado?Enunapalabra,quetodoloquecontribuyealavirtudseencuentrelomismoenunoqueenotro.

—Porfuerza.

—Por lo tanto,mi queridoGlaucón, diremos que el hombre es justo delmismomodoqueelEstado.

—Tambiénésaesunaconsecuencianecesaria—dijo.

—NohemosolvidadotampocoqueelEstadoesjustocuandocadaunodelostresórdenesquelocomponenhaceúnicamenteloquelecorresponde.

—Nocreoquelohayamosolvidado—dijo.

—Acordémonos,pues,dequecadaunodenosotrosserájustoycumplirásudebercuandocadaunadelaspartesdesímismorealicesutarea.

—Sí;esprecisonoolvidarlo—dijo.

—¿Nopertenecealoracionalmandar,puestoqueenelloesdonderesidelaprudencia,yqueaellotocatambiénlainspecciónsobretodaelalma?¿Ynotocaalafogosidadobedecerloysecundarlo?

—Enteramente.

—¿Ycómosepodrámantenerunperfectoacuerdoentreestasdospartessinomedianteesamezcladelamúsicaydelagimnasiadequehablamosmásarriba,ycuyoefectoserá,deunaparte,nutriryfortificarlarazónconbuenospreceptos y enseñanzas, y de otra, dulcificar y apaciguar el valor por elencantodelritmoydelaarmonía?

—Bienseguro—dijo.

—Estas dos partes, así educadas e instruidas en lo que les es propio,gobernaránlaapetitividad,queocupalamayorpartedenuestraalmayqueesinsaciableporsunaturaleza.Tendránbuencuidadodeque,despuésdehaberseaumentadoyfortificadoconelgocedelosplaceresdelcuerpo,nosalgadesuslímitespropiosynopretendaarrogarsesobreelalmaunaautoridadquenolepertenece,yqueproduciríaenelconjuntounextrañodesorden.

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—Sinduda—dijo.

—En caso de un ataque exterior, tomarán las mejores medidas para laseguridad del alma y del cuerpo. La una deliberará; la otra combatirá; y,secundadaporelvalor,ejecutarálasordenesdeaquélla.

—Esoes.

—El hombre merece el nombre de valiente, según pienso, cuando estesegundoelemento,elfogoso,sigueconstantementeenmediodelosplaceresydelaspenaslosjuiciosdelarazónsobreloqueesonoesdetemer.

—Exactamente—dijo.

—Es prudentemediante esta pequeña parte de su alma quemanda y daórdenes,yqueeslaúnicaquesabeloqueesútilacadaunadelasotrastrespartesyatodasjuntas.

—Escierto.

—¿Ynoestambiéntempladamediantelaamistadylaarmoníaquereinanentrelapartequemandaylasqueobedecen,cuandoestasdosúltimasestándeacuerdoenquea larazóncorrespondemandaryquenodebedisputársele laautoridad?

—Latemplanzanopuedetenerotroprincipio—dijo—,seaenelEstado,seaenelparticular.

—Enfin,mediantetodoloquehemosdichorepetidasveces,serátambiénjusto.

—Forzosamente.

—¿Qué,pues?¿Hay,por ahora—dije—,algoquenos impida reconocerquelajusticiaenelindividuoeslamismaqueenelEstado?

—Nolocreo—replicó.

—Sienestepuntonosquedasealgunaduda, laharíamosdesaparecerdeltodoaportandociertasideascorrientes.

—¿Cuáles?

—Por ejemplo, si respecto de nuestroEstadoy del varón formado sobreestemodeloporlanaturalezayporlaeducación,setratasedeexaminarsiestehombrepodríaquedarseparaélundepósitodeoroodeplataprestado,¿creesque nadie le supondría capaz de un hecho semejante, sino aquellos que noestáncomoélformadossegúnelmodelodeunEstadojusto?

—Nadie—dijo.

—¿No estará, asimismo, lejos de profanar los templos, dilapidar y hacer

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traiciónenlavidapúblicaalEstadooenlaprivadaasusamigos?

—Bienlejos.

—¿Defaltarenmaneraalgunaasusjuramentosyaotroscompromisos?

—Sinduda.

—Eladulterio,lafaltaderespetoparaconsuspadresydeveneraciónparaconlosdioses:heaquífaltasdelasqueserámenoscapazqueotrocualquiera.

—Quecualquierotro—convino.

—La causa de todo esto, ¿no es la subordinación establecida entre laspartesdesualmaylaaplicacióndecadaunadeellasacumplirsuobligación,tantodegobernarcomodeobedecer?

—Nopuedeserotra.

—Pero ¿conoces tú alguna otra virtud que no sea la justicia, que puedaformarhombresyEstadosdeestecarácter?

—No,porZeus—dijo.

—Vemos, pues, ahora con toda claridad lo que al principio no hacíamosmásqueentrever.Apenashabíamosechado loscimientosdenuestroEstado,cuando,graciasaalgunadivinidad,hemosencontradocomounmodelodelajusticia.

—Enteramentecierto.

—Yasí,miqueridoGlaucón,cuandoexigíamosqueelquehubiesenacidopara zapatero o carpintero, o para cualquier otra cosa, desempeñase bien suoficioyno semezclaseenotra cosa,nosotros trazábamosuna imagende lajusticiaquenoshasidodeprovecho.

—Espatente.

—Lajusticia,enefecto,esalgosemejantealoqueprescribíamos,aunqueno se refiere a las acciones exteriores del hombre, sino a su interior, nopermitiendoqueningunade laspartesdelalmahagaotracosaque loque leconcierne y prohibiendo que las unas se entremetan en las funciones de lasotras. Quiere que el hombre, después de haber ordenado cada una lasfuncionesquelesonpropias:despuésdehabersehechodueñodesímismoydehaberestablecidoelordeny laconcordiaentreestas trespartes,haciendoque reine entre ellas perfecto acuerdo, como entre los tres términos de unaarmonía, el grave, el agudo y el medio, y los demás intermedios, si loshubiere; después de haber ligadounos conotros todos los elementos que locomponen,desuertequedesureuniónresulteuntodobientempladoybienconcertado; entonces es cuando comienza a obrar, ya se proponga reunir

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riquezasocuidarsucuerpo,yaconsagrarsealavidaprivadaolavidapública;queentodasestascircunstanciasdéelnombredeacciónjustaybuenaalaquecreaymantieneenélestebuenorden,yelnombredeprudenciaalacienciaquepresidelasaccionesdeestanaturaleza;que,porelcontrario,llameaccióninjustaalaquedestruyeenélesteorden,eignoranciaalaopiniónquepresideunaacciónsemejante.

—MiqueridoSócrates,nadamásverdaderoqueloquedices—observó.

—Porlotanto—dije—,nosediráquementimossiaseguramosquehemosencontrado loqueesunhombre justo,unEstado justo,yenquéconsiste lajusticia.

—No,porZeus—dijo.

—¿Loafirmaremos,pues?

—Loafirmaremos.

—Seaasí—dije—,yahorameparecequenosfaltaexaminarloqueeslainjusticia.

—Claroestá.

—¿Puedeserotracosaqueunasedicióndeaquellostreselementos,queseextralimitan entrando en lo que no es de su incumbencia, usurpandoatribucionesajenas?¿Unasublevacióndelapartecontraeltododelalma,paraarrogarse una autoridad que no le pertenece, porque, por su naturaleza, estáhechaparaobedeceraloqueestáhechoparamandar?Ydiremosnosotrosqueeste extravío y turbación es injusticia, indisciplina, cobardía, ignorancia, enunapalabra,totalperversidad.

—Esoes—convino.

—Así, pues —dije yo—, el cometer acciones injustas y actuarinjustamente, así comoel realizaracciones justas, ¿sabemosdistinguirloconclaridadsirealmentetenemosclaralainjusticiaylajusticia?

—¿Cómo?

—En realidad—dije— sucede con ellas respecto al alma lo que sucedeconlascosassanasynocivasalcuerpo.

—¿Enquéaspecto?—preguntó.

—En que las cosas sanas dan la salud y las cosas nocivas dan laenfermedad.

—Sí.

—Lo mismo que las acciones justas producen la justicia, las acciones

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injustaslainjusticia.

—Necesariamente.

—Darlasaludesestablecerentrelosdiversoselementosdelaconstituciónhumana el equilibrio natural, que somete los unos a los otros; engendrar laenfermedadeshacerqueunodeestoselementosdominea losdemáscontralasleyesdelanaturalezaoseadominadoporellos.

—Escierto.

—Porlamismarazón,producirlajusticia—dije—¿noesestablecerentrelaspartesdelalmalasubordinaciónquelanaturalezahaqueridoquehaya;yproducir la injusticia es dar a una parte sobre las otras un imperio que escontralanaturaleza?

—Exactamente—admitió.

—Lavirtud,porconsiguiente,es,sipuedodecirloasí,lasalud,labelleza,labuenadisposicióndelalma;elvicio,porelcontrario,eslaenfermedad,ladeformidadylaflaqueza.

—Asíes.

—¿Nocontribuyenlasaccionesbuenasacrearennosotroslavirtudylasaccionesmalasaproducirelvicio?

—Forzosamente.

—Por consiguiente, lo único que nos queda por examinar es si es útilejecutaraccionesjustas,consagrarsealoqueeshonesto,yserjusto,seaonotenidounoportal;osi loescometerinjusticiasyserinjusto,contalquenotengaunoque temerelcastigoniverse forzadoahacersemejormedianteelmismo.

—Pero, Sócrates —dijo—, me parece ridículo detenerse en semejanteexamen;porque,sicuandolanaturalezadelcuerpoestáenteramentedestruida,la vida sehace insoportable aun enmediode losplaceresde lamesa, de laopulencia y de los honores, con mucha más razón debe ser para nosotrospesadacargacuandoelalma,queessuprincipio,estéalteradaycorrompida,auncuandoporotrapartetengaelpoderdehacerlotodomenoseldelibrarseasímismadel vicioy alcanzar la justiciay lavirtud.Esto suponiendoque lainjusticiaylajusticiaserevelentalescomohemosexplicado.

—Sería,enefecto,ridículo—acepté—detenerseenesteexamen;peroyaquehemosllegadoalpuntodedarnosporcompletamenteconvencidosdeestaverdad,nodebemospararnosaquíporcansancio.

—Guardémonosmuchodeperderelánimo,porZeus—dijo.

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—Atiende y mira, pues—dije—, bajo cuántas formas, entiendo formasdignasdeserobservadas,sepresentaelvicio.

—Tesigo—dijo—.Habla.

—Puesbien—dije—,mirandodesdelaalturaaquenoshaconducidoestaconversación, me parece ver, como desde una atalaya, que la forma de lavirtud es una, y que las del vicio son innumerables; sin embargo, puedenreducirseacuatrolasquemerecenquenosocupemosdeellas.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Quierodecirqueelalmatienetantasformasdiferentescomoelgobierno—dije.

—¿Cuántas?

—Cincolasdelgobierno—repuse—ycincolasdelalma.

—Dicuálesson—pidió.

—Digo, por lo pronto —respondí—, que la forma de gobierno quenosotroshemosestablecidoesuna,peroqueselepuedendardosnombres.Sigobierna uno solo, se dará al gobierno el nombre de monarquía; y si laautoridadsedivideentremuchossellamaráaristocracia.

—Verdades—dijo.

—Digoqueaquínohaymásqueunasolaformadegobierno—proseguí—;porqueelqueelmandoestéenmanosdeunosolooenlasdemuchos,estono alterará en nada las leyes fundamentales del Estado, si los principios decrianzayeducaciónquehemosestablecidosonrigurosamenteobservados.

—Noparecequelasvayaaalterar—convino.

LIBROV

—Consideroeste tipodeEstadoydeconstitución,pues,yaeste tipodehombre,buenoyrecto,yañadoquesiesta formaesbuena, todas lasdemásson malas, tanto con relación a los Estados como con relación a losparticulares.Yselaspuedereduciracuatro.

—¿Cuálesson?—preguntóGlaucón.

Ibayoahacer la enumeraciónde lasmismas, enelordenenque, enmiopinión, se derivan unas de otras, cuando Polemarco, que estaba sentado aciertadistanciadeAdimanto,extendiendoelbrazo,letiródelapartesuperior

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del manto e, inclinándose hacia él, le dijo al oído algunas palabras, de lascuales sólo oímos las siguientes: «¿Le dejaremos pasar adelante—dijo— oquéhacemos?».

—Nadadeeso—respondióAdimanto,levantandoyalavoz.

—¿Quéeseso—intervineyo—quenoqueréisdejarpasaradelante?

—Tú.

—¡Yo!,¿yporqué?—pregunté.

—Nos parece —dijo Adimanto— que vas perdiendo el ánimo y quequieres robarnos una parte de esta conversación, que no es la menosinteresante.Hascreídoquizá librartedenosotrosdiciendosencillamentequerespecto a lasmujeres y a los niños era evidente que todo debía ser comúnentreamigos.

—¡Y qué!, ¿no he tenido razón para decirlo, mi querido Adimanto?—pregunté.

—Sí—respondió—,peroestepunto,lomismoquealgunosotros,necesitaexplicación. Esta comunidad puede practicarse de muchas maneras. Dinos,pues, de cuál quieres hablar. Ha mucho tiempo que estamos en espera,aguardandosiempreaquehagasmencióndelaprocreacióndeloshijos,delamaneradeeducarlos,enunapalabra,detodoloquepertenecealacomunidaddelasmujeresydeloshijos;porqueestamospersuadidosdequeladecisiónquepuedatomarsesobreestepuntoesdeunagranimportanciao,másbien,escompletamentedecisivaconrespectoalasociedad.Porlotanto,ahoraquetevemos dispuesto a pasar a otra forma de gobierno sin haber desenvueltosuficientemente este punto, hemos resuelto, como acabas de oír, no dejartepasaradelantemientrasnohayasdadoexplicacionessobredichamateriacomolohashechorespectoalosdemáspuntos.

—Pues ponedme a mí también como votante de ese acuerdo —dijoGlaucón.

—Sí,Sócrates; es cosaacordadapor todos losqueaquínoshallamos—dijoasuvezTrasímaco.

—¿Quéhacéis—exclaméyo—echándoossobremídeesemodo?¿Enquédiscusión me queréis envolver de nuevo en torno al Estado? ¡Yo que mefelicitaba de haber salido de ese mal paso, y me creía feliz por la buenaacogida que ha merecido lo que dije entonces! Al obligarme a ocuparmenuevamentedeesteasuntonosabéiselenjambredenuevasdisputasquevaisadespertar.Yahabíaprevistoyoeste resultadoy,paraevitarlo,noquisedecirmásqueloquedije.

—¿Creestú—dijoTrasímaco—queéstoshanvenidoaquíafundiroroy

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noaoírtusrazonamientos?

—Sí—dije—,peroesprecisohablarconmesura.

—Para hombres sabios, Sócrates —dijo Glaucón—, la medida paraconversarsobremateriastanimportanteseslavidaentera.Yasí,créeme,dejaa nosotros lo que a nosotros toca, y procura sólo decirnos tu pensamientorespondiéndonossobre lamaneracomohade tener lugarestacomunidaddemujeresydehijosentrenuestrosguardianes,ysobrelamaneracomohabrándesereducadosloshijosdesdeeldíadesunacimientohastaaquelenqueseancapacesderecibirunaeducación,esdecir,durantelaépocaenqueexigenlosmás penosos cuidados. Explícanos, pues, por favor cómo ha de tener lugartodoesto.

—No es fácil, mi querido Glaucón —dije—, porque se dará por losespíritusmenos crédito aún a lo que tengo que decir que a todo lo que haprecedido.Loquevoyamanifestar,onoseconsideraránuncaposible,oauncuandosevealaposibilidad,sedudarádesubondad.Aquítienesloquemeimpidedecir librementemipensamiento.Temo,miqueridoamigo,queselotomeporunvanodeseo.

—Notemasnada—dijo—,puesnosonhombresignorantes,obstinadosnimalintencionadoslosquetevanaescuchar.

—Al hablarme de esta manera, excelente Glaucón, ¿te proponestranquilizarme?—preguntéyoentonces.

—Sí—replicó.

—Pues bien; tus palabras producen en mí —dije— un efectocompletamentecontrario.Siyomismoestuviesebienpersuadidodelaverdadde lo que voy a decir, tus exhortaciones estarían en su lugar; porque puedehablarseconseguridadyconfianzadelantedeoyentesbenévoloseinteligentescuando se cree que se dirá la verdad sobre objetos importantes y que lesinteresan.Perocuandosehabla,comoyo lohago,dudandoy titubeando,espeligroso y debe temerse, no provocar la risa (este temor sería pueril), sinosepararse de lo verdadero y arrastrar consigo a sus amigos, para caer en elerror sobre cosas respecto de las que es funesto equivocarse. Conjuro aAdrastea,Glaucón, a queme perdone lo que voy a decir, porque considerocomouncrimenmenormataraunosinquererloqueengañarlesobrelobello,lobueno,lojustodelasinstituciones;yvaldríamáscorreresteriesgoconlosenemigosqueconlosamigos.Heaquíporquéhacesmalalapurarmeasí.

—Sócrates—replicó Glaucón riéndose—, si tus discursos nos llevan alerror, desistiremos de perseguirte, como sucede en el caso del homicidio;jamástemiraremoscomounengañador;explícate,pues,sintemor.

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—Enbuenahora—dije—,ypuestoqueenelprimercaso la leydeclaralimpio al absuelto, es bastante probable que suceda lo mismo en el casopresente.

—Ésaesunarazónparaquehables—dijo.

—Esprecisoquevolvamos, pues, a ocuparnosdeun asuntoquehubierasidomejorhabertratadocuandosepresentólaocasión.Sinembargo,noestaráfueradesulugarsacaralaescenaalasmujeresdespuésdehaberlohechoconloshombres,tantomáscuantoquetúmeinvitasaello.Paradaraloshombresnacidos y educados de la manera que hemos dicho buenas reglas sobre laposesiónyusodelasmujeresydelosniños,notenemosotracosaquehacer,enmiopinión,quemandarlesquesiganelmismocaminoquehemostrazadoal comenzar. Ahora bien, hemos presentado a los hombres como losguardadoresdeunrebaño.

—Sí.

—Sigamos, pues, esta idea, dando a los hijos un nacimiento y unaeducaciónquecorrespondanaella,yveamossiestonossalebienomal.

—Y¿cómoloharemos?—preguntó.

—Delamanerasiguiente:¿Creemosquelasperrasdebenvigilarcomolosperrosguardandolosrebaños,iralacazaconellos,yhacerlotodoencomún,obienquedebanpermanecerencasa,comosi,ocupadasenpariryalimentarcachorros,fuesenincapacesdeotracosa,mientrasqueeltrabajoycuidadodelosrebañoshandepesarexclusivamentesobrelosperros?

—Nosotros queremos que todo sea común —dijo—; sólo que en losservicios deben tomarse en cuenta la mayor debilidad de las hembras y lamayorfuerzadelosmachos.

—¿Se puede exigir de un animal los servicios que pueden obtenerse deotro, cuando no ha sido alimentado y enseñado de la misma manera? —preguntéyo.

—Noesposible.

—Porconsiguiente, sipedimosa lasmujeres losmismos serviciosquealoshombres,esprecisodarleslamismaeducación.

—Sí.

—¿No hemos educado a los hombres en el ejercicio de la música y lagimnasia?

—Sí.

—Serápreciso,porlotanto,hacerquelasmujeresseconsagrenalestudio

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de estas dos artes, formarlas para la guerra, y tratarlas en todo como a loshombres.

—Esunresultadodeloquedijiste—aseguró.

—Perosisepusieraenpráctica,pareceríaquizáunacosaridícula,porqueesopuestaalacostumbre—dije.

—Muyridícula,ciertamente—admitió.

—Peroentodoesto,¿quéteparecemásridículo?—preguntéyo—.Será,sinduda,elvera lasmujeresdesnudasejercitándoseen lagimnasiacon loshombres, y no hablo sólo de las jóvenes, sino de las viejas, a ejemplo deaquellos ancianos que se complacen en estos ejercicios, a pesar de loarrugadosydesagradablesquesepresentanalavista.

—Sí, por Zeus—exclamó—. En nuestro tiempo, al menos, eso sería elcolmodelridículo.

—Pero ya que hemos comenzado—dije—, no temamos las bromas deciertos graciosos por mucho que comenten una innovación de esta especierespectoalamúsicayalagimnasia,ynodigamosalmanejodelasarmasylamontadecaballos.

—Tienesrazón—dijo.

—Empero, puesto que hemos comenzado, sigamos nuestro rumbo yvayamosderechosaloqueestainstituciónparecetenerdechocante.Paraelloconjuremos a esos burlones para quedejen a un lado, por unmomento, susgraciasyexaminenseriamenteelasunto.Recordemosquenohamuchoquelosgriegoscreíanaún, como locreehoydía lamayorpartede lasnacionesbárbaras,quelavistadeunhombredesnudoesunespectáculovergonzosoyridículo;yquecuandolosgimnasiosfueronabiertosporprimeravezenCreta,ydespuésenLacedemonia,losburlonesdeaqueltiempotuvieronmotivoparachancearse.¿Nocrees?

—Sí,porcierto.

—Perodespuésquelaexperiencia,creo,hahechoverqueeramejorhacerlos ejercicios desnudos que ocultar ciertas partes del cuerpo, la razón,descubriendoloqueeramásconveniente,hadisipadoelridículoquealavistaproducíaladesnudez,yhademostradoqueesnecioelquehallaelridículoenotra cosa que en lo que es malo en sí, el que sólo intenta mover a risa,tomandoporobjetodesusburlasotracosaqueloirracionalylomalo,oelquesedirigeseriamenteaunfinquenoeselbien.

—Esciertoporcompleto—dijo.

—¿No es preciso, entonces, que nosotros decidamos primero si lo que

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proponemosesposibleono,yconcederaquienquieraquesea,hombreseriooburlón, la libertad de examinar si las mujeres son capaces de los mismosejerciciosqueloshombres,osinosonacomodadasparaningunoo,enfin,sisoncapacesdeunosejercicioseincapacesdeotros?Despuésveremosencuáldeestasclasesesprecisocolocar losejerciciosde laguerra.Sicomenzamostan bien este examen, ¿no podremos lisonjearnos de llegar felizmente altérmino?

—Desdeluego—dijo.

—¿Quieres,pues—pregunté—,quenoshagamoscargodelasrazonesdenuestros adversarios, para que su causa no quede sin defensa ante nuestroataque?

—Nohayinconveniente—dijo.

—Digamos,pues, en sunombre:«SócratesyGlaucón,nohaynecesidaddequeotrososcontradigan.Cuandosentasteislasbasesdevuestrarepública,¿no convinisteis en que cada uno debía limitarse al oficio que más seconformase con su naturaleza? —Es cierto; en eso convinimos. —¿Y esposibledejardereconocerqueentrelanaturalezadelamujeryladelhombrehay una inmensa diferencia? —¿Cómo no han de ser diferentes? —¿Espreciso,por lo tanto,destinarlosaoficiosdiferentessegúnsunaturaleza?—Sinduda.—Porconsiguiente,¿noesunerroryunacontradiccióndevuestraparte decir que es necesario destinar a los mismos empleos y oficios a loshombres y a las mujeres, a pesar de la gran diferencia que hay entre susnaturalezas?».Miinteligenteamigo,¿tienesalgoqueresponderaesto?

—No sería fácil —dijo— responder en el acto, pero te suplicaría y tesuplico, en efecto, que interpretes nuestra argumentación como mejor teparezca.

—Ha largo tiempo, Glaucón, que había previsto esta objeción y otrasmuchas semejantes a ella—dije—.Y aquí tienes la razón demi reparo enentrarenpormenoressobrelamaneradeadquirirytenermujeresehijos.

—¡PorZeus!,laobjeciónnomeparecefácilderesolver—dijo.

—Verdaderamente, no —dije—. Pero tanto si un hombre cae en unestanquecomoenaltamar,noporesodejadeverse igualmenteprecisadoanadar.

—Sinduda.

—Hagamos,pues,comoél;echémonosanadoparasalirdeestadificultad.Quizá algún delfín vendrá a recogernos, o recibiremos algún otro auxilioimprevisto.

—Parecequesí—dijo.

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—Veamos, por lo tanto—dije—, si encontramos alguna salida. Hemosconvenido en que es preciso consagrar las naturalezas diferentes a oficiosdiferentes.Porotraparte,estamos tambiénconformesenqueelhombrey lamujersondenaturalezadistinta,yapesardeestoqueremosdestinaraambosaunosmismosoficios.¿Noeséstalaobjeciónquesenoshace?

—Exactamente.

—En verdad, mi querido Glaucón, el arte de la disputa tiene unmaravillosopoder.

—¿Porqué?

—Porquesemefigura—dije—quesecaemuchasvecesenladisputasinquererlo, y que cuando se cree discutir no se hace más que disputar. Estoprocededequepornodistinguirlosdiferentessentidosdeunaproposición,sededucencontradicciones aparentes, tomandoaquéllos a la letra, yde aquí ladisputa;cuandoloquesedebehaceresilustrarseinterrogándosemutuamente.

—Ése es ciertamente—dijo— un desliz en que incurren muchos; pero¿afectaenalgoalapresentecuestión?

—Delleno,ycorremoselriesgodevernosarrastradosaladisputa,apesarnuestro—dije.

—¿Cómoasí?

—Porque,obrandocomoverdaderosdisputadores,nosceñimosa la letradeestaproposición:quelasfuncionesdebenserdiferentessegúnladiversidadde naturalezas; cuando no hemos examinado aún en qué consiste estadiversidad, ni lo que tuvimos en cuenta cuando decidimos que las mismasnaturalezas debían tener los mismos oficios, y las naturalezas diferentes,oficiosdiferentes.

—Escierto—dijo—;aúnnohemosexaminadoestepunto.

—Estamos,pues,a tiempo—dije—parapreguntarnossi loscalvosyloscabelludossondelamismanaturalezaodenaturalezaopuesta;y,despuésdehaberrespondidoquesondenaturalezaopuesta,siloscalvoshaceneloficiodezapateros,seloprohibiremosaloscabelludos,yrecíprocamente.

—Perosemejanteprohibiciónseríaridícula—dijo.

—¿Por qué? —dije—. ¿No es porque en dicha ocasión no habríamosconsiderado la diferencia o la identidad de naturalezas por sí mismas, sinobajo la relación que tienen con los mismos oficios? Por ejemplo, ¿no nosfundábamos en esto para decir que eran una misma cosa la naturaleza delmédicoyladelamédicaconalmasaptasparalamedicina?

—Sí.

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—¿Ydenaturalezadiferenteelmédicoyelcarpintero?

—Totalmente.

—Luego,sinosencontramos—dije—conqueelsexodelhombredifieredeldelamujerconrelaciónaciertasartesyaciertosoficios,inferiremosquetalesoficiosyartesdebenasignarsecadaunoalsexorespectivo.Perosientreellosnohayotradiferenciaqueladequeelvarónengendraylamujerpare,no por esto consideraremos como cosa demostrada que lamujer difiere delhombreenelpuntodequeaquísetrata;ynossostendremosenlacreenciadequenodebehacerseningunadistinción respecto a losoficios entrenuestrosguerrerosysusmujeres.

—Tendremosrazónparaello—dijo.

—Ahoraquenosdiganuestroargumentantecuálesenlasociedadelarteuoficioparaelque lasmujeresnohayanrecibidode lanaturaleza lasmismasdisposicionesqueloshombres.

—Esjustohacerleesapregunta.

—Quizánosresponderíaalgúnotroloquetúhacepocodecías;quenoesfácil contestar en el acto, pero que, después de algunos momentos dereflexión,nadamássencilloqueresponder.

—Podríamuybiendarnosesarespuesta.

—Supliquémosle, si quieres, que nos escuche, mientras intentamosdemostrarle que no hay en la república oficio alguno que sea propioúnicamentedelasmujeres.

—Consientoenello.

—Responde, le diremos: la diferencia que hay entre el que tiene aptitudpara una cosa y el que no la tiene, ¿consiste, según tú, en que el primeroaprendefácilmenteyelsegundocondificultad;enqueeluno,conunligeroestudio, lleva sus descubrimientosmás allá de lo que se le enseña,mientrasque el otro, con mucha aplicación y cuidado, no puede retener lo que haaprendido;y,enfin,enqueenelunolasdisposicionesdelcuerposecundanlasoperacionesdel espíritu, y que en el otro las entorpecen? ¿Hayotros signosmediante loscualespuedasdistinguiraldotadoparacada tareadeaquelquenoloestá?

—Nadie—dijo—afirmaráquehayaotros.

—Entrelasdiferentesartesaquelosdossexosseconsagranalapar,¿hayunasolaenlaqueloshombresnotenganunasuperioridadseñaladasobrelasmujeres? ¿Habrá necesidad de que nos detengamos en algunas excepciones,comoeltrabajotextil,lapreparacióndetortasydelasviandas,trabajosenque

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lasmujeresllevanventajaaloshombresyenquelainferioridadseríalomásridículo?

—Tienes razón de decir —convino— que, en general, un sexo es muyinferioralotroentodo.Noesquemuchasmujeresnotengansuperioridadenmuchos puntos y sobremuchos hombres, pero hablando en general, lo quedicesesexacto.

—Ya ves, mi querido amigo, que en el gobierno de un Estado no hayocupaciónqueseapropiadelamujerodelhombreencuantotales,sinoque,habiendodotadolanaturalezadelasmismasfacultadesalosdossexos,todoslosoficiospertenecenencomúnaambos,sóloqueentodoselloslamujeresmásdébilqueelhombre.

—Escierto.

—¿Impondremos,pues, todosa loshombres,yno reservaremosningunoparalasmujeres?

—¿Quérazónhabríaparaello?

—Haymujeres,diríamosnosotros, segúncreo,que tienenaptitudpara lamedicinayparalamúsica,yotrasquenolatienen.

—¿Cómono?

—¿No las hay que tienen disposición para los ejercicios gimnásticos ymilitares,yotrasquenotienenninguna?

—Asílocreo.

—Y,enfin,¿nolashayamantesyenemigasdelsaber,fogosasycarentesdearrojo?

—Tambiénlashay.

—Porlotantohaymujeresapropósitoparaserguardianas,yotrasquenolo son; porque ¿no son aquellas las cualidades que exigimos en nuestrosguerreros?

—Ésasson.

—La naturaleza de la mujer es, pues, tan propia para la guarda de unEstadocomoladelhombre,ynohaymásdiferenciasinoqueaquéllaesmásdébilyéste,másfuerte.

—Asíparece.

—Éstas son las mujeres que nuestros guerreros deben escoger porcompañerasyconlasquedebencompartirelcuidadodelavigilancia,porquesoncapacesdeello,yhanrecibidodelanaturalezalasmismasdisposiciones.

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—Totalmentedeacuerdo.

—¿Ynoesprecisoasignarlasmismastareasalasmismasnaturalezas?

—Lasmismas.

—Henosaquíotravezenelpuntodepartida,yhabremosdeconfesardenuevo que no es contrario a la naturaleza ejercitar las mujeres de nuestrosguerrerosenlamúsicayenlagimnasia.

—Verdaderamente.

—La ley que nosotros establezcamos, pues, por ser conforme a lanaturaleza, no esni unaquimera, ni unvanodeseo.Loqueverdaderamentechocaconlanaturalezaeselusoopuestoquesesiguehoy.

—Asíparece.

—¿No nos habíamos propuesto examinar si esta nueva institución eraposibley,almismotiempo,sieraóptima?

—Sí.

—Puesyaacabamosdeverqueesposible.

—Sí.

—Nosrestaahoraconvencernosdequeesóptima.

—Sinduda.

—¿Noesciertoquenootrasinolamismaeducación,quehaservidoparaformarnuestrosguerreros,deberáservirigualmenteparaformarsusmujeres,puestoqueeslamismalabasesobrelaqueactúan?

—Nosondistintas.

—¿Cuálestuopiniónsobreesto?

—¿Sobrequé?

—¿Crees que los hombres son, unos,mejores, y otros, peores; o que nohayentreellosningunadiferencia?

—Deningúnmodo.

—EnelEstado,pues,cuyoplantrazamos,elguardiánquehayarecibidolaeducación que hemos dicho, ¿valdrá, en tu opinión, más que el zapateroeducadodeunamaneracorrespondienteasuprofesión?

—Ésaesunapreguntaridícula—repuso.

—Entiendo—respondí—.¿Nosonéstoslosmejoresciudadanos?

—Sincomparación.

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—Sus mujeres, ¿no tendrán la misma superioridad sobre las demásmujeres?

—Sindudatambién—dijo.

—Pero ¿hay nada más ventajoso para el Estado que tener muchos yexcelentesciudadanosdeunoyotrosexo?

—Nolohay.

—¿Ynolograránestegradodeexcelencialamúsicaylagimnasia,comoyahemosdicho?

—Sinduda.

—Nuestrosistema,pues,noessóloposible,sinoque,además,eselmejorparaelEstado.

—Asíes.

—Porconsiguiente, lasmujeresdenuestrosguerrerosdeberándespojarsede sus vestidos, puesto que la virtud ocupará su lugar. Participarán de lostrabajos de la guerra y de todos los que exija la guarda del Estado, sinocuparse de otra cosa. Sólo se tendrá en cuenta la debilidad de su sexo, alasignarlescargasmásligerasquealoshombres.Encuantoalqueseburlealavistade lasmujeresdesnudasqueejercitan sucuerpoparaun finbueno;nosabeni loquehace,nipor loque se ríe; porquehayyhabrá siempre razónparadecirqueloútilesbello,yqueesfeoloqueesdañoso.

—Tienesrazón.

—Digamos,pues,queelreglamentoqueacabamosdeestablecersobrelaposición legal de las mujeres puede ser comparado a una oleada de la quehemospodidoescaparanado;yque,lejosdehabersidosumergidosalsentarporbasequetodoslosoficiosdebensercomunesentrenuestrosguardianesyguardianas,creemoshaberprobadoqueestadisposiciónes,alavez,posibleyventajosa.

—Ciertamente,noerapequeñaesaoleadaquehasesquivado—dijo.

—Nodirásesosilacomparasconlaquenosvieneencima—dijeyo.

—Veamos,habla,quelaveayo—dijo.

—Laleyquevoyaproponerteseligaconlaprecedente,amientender,ycontodaslasdemás—comencé.

—¿Cuáles?

—Lasmujeres de nuestros guerreros serán comunes todas y para todos;ningunadeellascohabitaráenparticularconningunodeellos;loshijosserán

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comunesylospadresnoconoceránasushijosniéstosasuspadres.

—Mayordificultadvasaencontrar—dijo—parahacercreerqueestaleyseaposibleyútil.

—No creo —repliqué— que se me nieguen las ventajas que el Estadosacaríadelacomunidaddelasmujeresydeloshijos,silaejecucióndeestaley es posible; pero creo también que lo que se discutirá mucho es estaposibilidad.

—Podrámuybiendiscutirselounoylootro—dijo.

—Es decir, que son dos dificultades las que se agolpan contra mí —respondí—.Esperabasalvarmedeunadelasdoscreyendoqueconvendríasenla utilidad de este sistema, y que sólo tendría que discutir la posibilidadmisma.

—Noteescaparásmercedaesaexcusa;responderás,sigustas—dijo—,aestasdosdificultades.

—Veoquenohaymásremedioquesufrirelcastigo—dije—.Concédemesólounagracia: consiente que tengayo carta blanca para espaciarme, comoaquellos espíritus ociosos que tienen costumbre de alimentarse con susilusionescuandoseabandonanasímismos.Sabesqueestaclasedepersonas,cuandotienenenlacabezaalgúnproyecto,antesdeexaminarporquémediospodránconseguirsuobjeto,yportemordemolestarsediscutiendosilacosaesposibleoimposible,lodanporhechoamedidadesusdeseos;levantansobreeste fundamento el resto del edificio, regocijándose de antemano con lasventajasquehabránderesultarlesdelaejecución,yaumentanporestemediola indolencia natural de sus almas. Aterrado como ellos, en vista de lasdificultades que se presentan ami espíritu, deseo dejar para otra ocasión elexamendelaposibilidaddeloquepropongo.Quierosuponerlademostrada,yvoyaverquémedidastomaránnuestrosmagistradosparalaejecución.Trataréde convencerte de que no hay cosa más útil para el Estado y para losguardianes.Despuésdemostraremoslaposibilidad,siteparececonveniente.

—Hazloquequieras—dijo—;investígalo.

—Meconcederás,por lo tanto,sindificultad,quenuestrosmagistradosysus auxiliares, si son dignos del nombre que llevan, estarán en disposición,éstosdehacerloqueselesmande,yaquéllosdenoordenarnadaquenoestéprescrito en la ley, y de seguir el espíritu de ésta en los reglamentos, queabandonamosasuprudencia.

—Asídebeser—dijo.

—Por lo tanto tú, en calidad de legislador —dije—, después de haberescogidolasmujerescomolohashechoconloshombres,lasunirásaellos,en

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cuantoseaposible, segúnsuscaracteres.Ahorabien;unosyotros,comonoposeennadaenpropiedady todoescomúnentreellos,casaymesa,viviránsiemprejuntos,yencontrándosedeestamaneraconfundidosenelgimnasioyentodoslosdemáspuntos,lainclinaciónnaturaldeunsexohaciaelotrolesllevará,sinduda,aformaruniones.¿Noesnecesarioquesucedaesto?

—No será una necesidad geométrica —dijo—, pero sí erótica, cuyasrazones tienenmás fuerza para persuadir y arrastrar a «grandesmultitudes»quelasdemostracionesdelosgeómetras.

—Dices verdad. Pero ¡qué!, mi querido Glaucón, ¿sufrirán nuestrosmagistrados que en estas uniones no haya orden ni decencia? ¿Podríapermitirse este desorden en una república en la que todos los ciudadanosdebenserdichosos?

—Nadaseríamáscontrarioalajusticia—dijo.

—Luego es evidente que deberemos formar losmatrimoniosmás santosque nos sea posible; y los más ventajosos serán, indudablemente, los mássantos.

—Esoesevidente.

—Pero¿cuálesseránlosmásventajosos?Atitetocadecirlo,Glaucón.Veoqueen tu casa críasperrosde cazay avesde raza engrannúmero. ¿Tehasfijado, por Zeus, en lo que se hace cuando se los quiere aparear para tenerhijosdeellos?

—¿Quésehace?—preguntó.

—¿Nohaysiempreentreestosanimales,aunquetodosseandebuenaraza,algunosquesuperanalosdemás?

—Loshay.

—¿Yesindiferenteparatitenerhijosdetodos,oprefierestenerlosdelosmejores?

—Delosmejores.

—¿Delosmásjóvenes,delosmásviejos,odelosqueestánenlaflordelaedad?

—Delosqueestánenlaflor.

—Sinosetomarantodasestasprecauciones,¿noestáspersuadidodequelarazadetusperrosydetusavesdegeneraríabienpronto?

—Sí—admitió.

—¿Creesquesucederáalgodistinto—pregunté—conloscaballosycon

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losdemásanimales?

—Seríaabsurdo—dijo.

—¡Puesay!Sisucedelomismorespectoalaespeciehumana,miqueridoamigo,¿cuántahabilidadnonecesitantenernuestrosmagistrados?

—Seguramente,elcasoesigual—dijo—,pero¿porquéexigesdenuestrosmagistradostantahabilidad?

—Acausadelgrannúmeroderemediosquehabrándeemplear—dije—.Unmédicocualquiera,aunelmásadocenado,bastaparacuraruncuerpoquesólotienenecesidadderégimenpararestablecerse;perocuandollegaelcasodeaplicarremedios,seexigeunmédicomáshábil.

—Convengoenello;pero¿aquévieneeso?

—Alosiguiente:meparecequenuestrosmagistradosseveránobligadosmuchas veces a acudir a engaños y mentiras mirando el bien de losciudadanos,yhemosdichoyaquelamentiraesútilcuandonosservimosdeellacomodeunremedio.

—Muyrazonable—dijo.

—Puesen lo tocantealmatrimonioy la reproducciónparecequeeso tanrazonableseránopocacosa.

—¿Cómo?

—Espreciso,segúnnuestrosprincipios—dije—,quelasrelacionesdelosindividuosmássobresalientesdeunoyotrosexoseanmuyfrecuentes,ylasdelos individuos inferioresmuy raras; además, esprecisocriar loshijosde losprimerosyno losde los segundos, si sequierequeel rebaño seaexcelente.Por otra parte, todas esas medidas deben ser conocidas sólo de losmagistrados,porquedeotramaneraseríaexponerelrebañodelosguardianesamuchasdiscordias.

—Muybien—dijo.

—Habrá, pues, que instituir fiestas, donde reuniremos a los espososfuturos. Estas fiestas irán acompañadas de los convenientes sacrificios ehimnos compuestos por nuestros poetas. Dejaremos a los magistrados elcuidadodearreglarelnúmerodematrimonios,a findequehayasiempreelmismo número de ciudadanos, reemplazando las bajas que produzcan laguerra, las enfermedades y los demás accidentes, y que nuestro Estado, encuantoseaposible,noseanidemasiadograndenidemasiadopequeño.

—Bien—dijo.

—Enseguidasesacaránalasuertelosesposos,haciéndolocontalmaña,

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quelossúbditosinferioresachaquenalafortunaynoalosmagistradosloqueleshacorrespondido.

—Enefecto—dijo.

—Encuantoalosjóvenesquesehayandistinguidoenlaguerraoenotrascosas, se les concederá, supongo, entre otras recompensas, el permiso deunirseconmás frecuenciaa lasmujeres.Éste seráunpretexto legítimoparaqueelEstadoseaenlamayorparteposiblepobladoporellos.

—Bien.

—Loshijos,amedidaquenazcan,seránpuestosenmanosdeorganismosformados por hombres o por mujeres, o por hombres y mujeres reunidos,encargadosdeeducarlos;porquelasfuncionespúblicasdebensercomunesaambossexos.

—Sí.

—Llevarán al hogar común los hijos de los mejores ciudadanos, y losconfiaránaayas,quehabitaránenunsectorseparadodel restode laciudad.Encuantoaloshijosdelossúbditosinferiores,lomismoquerespectodelosquenazcanconalgunadeformidad,selosocultará,puesasíesconveniente,enalgúnsitiosecretoqueestaráprohibidorevelar.

—Eselmediodeconservarentodasupureza—dijo—larazadenuestrosguardianes.

—Esas mismas personas tendrán cuidado del alimento de los niños,conduciránlasmadresalhogarcomúnenlaépocadeasomarlaleche,yharándemodo que ninguna de ellas pueda reconocer a su hijo. Si lasmadres nobastanparalactarles,haránquelasauxilienotras;yrespectoalasquetienensuficiente leche,procuraránqueno laprodiguendemasiado.Encuantoa lasveladasydemáscuidadosmenores,correríanacargodenodrizasmercenariasydelasayas.

—En verdad, haces bien cómoda la maternidad para las mujeres de losguardianes—exclamó.

—Es conveniente—dije—; pero prosigamos lo que hemos comenzado.Hemosdichoquelaprocreacióndeloshijosdebíatenerlugarenlaflordelaedad.

—Cierto.

—Yladuraciónordinariadeeseflorecimiento,¿noesdeveinteañosparalamujerytreintaparaelvarón?

—Pero¿quépuntodepartidafijas?—dijo.

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—Lamujer—dije—daráhijosalEstadodesde losveintea loscuarentaaños,yelhombredesdequehayapasadoel«momentodemayorímpetudesucarrera»hastaloscincuentaycincoaños.

—Es,enefecto,laépocadelavidaenquelamenteyelcuerpoestánensumayorvigor—dijo.

—Si un ciudadano, antes o después de este plazo, da hijos al Estado, ledeclararemosculpablede injusticiayde sacrilegioporhaber engendradounhijocuyonacimientoesobrade tinieblasyde libertinaje;pornohaber sidoprecedido ni de los sacrificios ni de las oraciones que los sacerdotes, lassacerdotisasytodoelpueblodirigiránalosdiosesporlaprosperidaddecadamatrimonio,pidiéndolesquehaganquenazcadeciudadanosvirtuososyútilesalapatriaunaprogeniemásvirtuosaymásútilaún.

—Tienesrazón—dijo.

—Estaleyvatambiénconelque,teniendoaúnlaedaddeengendrar,entreencontactoconmujeresqueesténenelmismocasosinelconsentimientodelosmagistrados.Puessetendráporilegítimo,comonacidodeunconcubinatoysinlosauspiciosreligiosos,alhijoqueéldéalEstado.

—Muybien—dijo.

—Perocuandoambossexoshayanpasadolaedadfijadaporlasleyesparadarhijosa lapatria,dejaremosa loshombresen libertadde tenerrelacionesconlasmujeresquelesparezca,menosconsusabuelas,susmadres,sushijasy sus nietas. Las mujeres tendrán la misma libertad con relación a loshombres,menosconsusabuelos,suspadres,sushijosysusnietos.Peronoselespermitirásinodespuésdehabérselesprevenidoexpresamentequenohande dar a luz ningún fruto concebidomediante tal unión, y si a pesar de susprecaucionesnaciesealguno,deberántenerencuentaquenadieseencargarádealimentarlo.

—Muyadecuadoloquedices—comentó—.Pero¿cómodistinguiránasuspadres,asushijasyalosdemásparientesdequeacabasdehablar?

—Nolosdistinguirán—dije—.Cuandounguardiánsehayaunidoaunamujer, a contar de este día hasta el séptimo o décimomes, mirará a todosaquellosquenazcanenunoyotrodeestosperíodos,alosvaronescomosushijosyalashembrascomosushijas,yestoshijosledaránelnombredepadre.Loshijosdeéstosseránsusnietosyleconsideraráncomosuabuelo;ytodosaquellosquenazcanenelintervaloenquesuspadresysusmadresdabanhijosalEstado,setrataráncomohermanosycomohermanas.Todocontactocarnal,como ya hemos dicho, estará prohibido entre parientes. Sin embargo, loshermanosylashermanaspodránunirsesilasuerteolaPitialodeciden.

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—Muybien—dijo.

—Tales,miqueridoGlaucón,lacomunidaddemujeresydehijosqueesprecisoestablecerentre losguardadoresdelEstado.Restahacerverqueestainstituciónserámuyventajosa,yqueconciertaperfectamentecon lasdemásleyesquehemosestablecido.¿Noesestoloquetengoquedemostrar?

—Sí,esoes,¡porZeus!—asintió.

—Para convenir en ello, preguntémonos a nosotros mismos cuál es elmayorbiendeunEstado,aquelqueellegisladordebeproponersecomofindesusleyes,ycuáleselmayormal.Examinemosdespuéssiestacomunidad,queacabodeexplicar,nosconduceaestegranbienynosalejadeestegranmal.

—Sientasbienlacuestión—dijo.

—¿TenemosmayormalparaunEstadoqueloquelodivide,haciendodeunosolomuchos?,¿omayorbien,porelcontrario,queelqueligatodassuspartes,haciéndolouno?

—Notenemosotro.

—¿Y qué cosamás propia para formar esta unión que la comunidad deplaceresydepenasentretodoslosciudadanos,cuandotodosseregocijanconlasmismasfelicidadesyseafligenconlasmismasdesgracias?

—Seguramente—dijo.

—¿YnosedivideunEstado,porelcontrario,cuandolaalegríayeldolorsonpersonales,yloqueocurrealEstadoyalosparticularesesobjetodesumaalegríaparaunosydesumatristezaparaotros?

—¿Cómono?

—¿Dedónde nace esta oposición de sentimientos, sino de que todos losciudadanos no dicen al unísono las palabras «mío» y «no mío», y otrasanálogasrespectoaloajeno?

—Exactamente.

—ElEstado en quemás personas digan igual y respecto a lomismo laspalabras«mío»y«nomío»,¿noseráelmejorgobernado?

—Conmucho.

—¿Ynoseráporquetodossusmiembrosnoconstituirán,sipuededecirseasí,másqueunsolohombre?Cuandohemosrecibido,porejemplo,unaheridaeneldedo,enelmomentotodalacomunidadcorporal,envirtuddesuunióníntimaconelalmarectora,loadvierteyelhombreenteroseafligedelmaldeunadesuspartes,yasísedicedeunhombrequetieneeldedodolorido.Lomismosedicerespectodelosdemássentimientosdealegríaydedolor,que

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tenemos con ocasión del bien o del mal que experimente alguna parte denosotrosmismos.

—Exactamentelomismo—dijo—.Perovolviendoaloquedecías,ésaeslaimagendeunEstadobiengobernado.

—Que un particular experimente algo bueno o malo; todo el Estado losentirá y lo compartirá, porque siempre se regocijará y se afligirá con él,supongo.

—AsídebesucederenunEstadobienconstituido—dijo.

—Pasemos ahora al nuestro—dije—, y veamos si lo que acabamos dedecirleconvienemejorqueaningúnotro.

—Veámoslo—dijo.

—EnlosdemásEstados,lomismoqueenelnuestro,¿nohaymagistradosypueblo?

—Loshay.

—¿Nosedantodosunosaotroselnombredeciudadanos?

—Sinduda.

—Peroademásdeestenombrecomún,¿quétítuloparticulardaelpuebloenlosdemásEstadosalosgobernantes?

—En la mayor parte los llaman dueños o señores; y en los gobiernosdemocráticos,esemismonombrede«gobernantes».

—Entrenosotros,¿quénombredaráelpuebloasusgobernantes,ademásdeldeciudadanos?

—Eldesalvadoresydefensores—dijo.

—Éstos,asuvez,¿quénombredaránalpueblo?

—Pagadoresdesalarioysustentadores.

—EnlosdemásEstados,¿cómollamanlosgobernantesalospueblos?

—Siervos.

—Yentresí,¿cómosellaman?

—Colegasdegobierno.

—¿Ylosnuestros?

—Compañerosdeguarda.

—¿PodríasdecirmesienlosotrosEstadoslosmagistradossetratanentresíyacomoamigos,yacomoextraños?

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—Sí,enmuchoscasos.

—Yasí,¿alosamigoslosconsideranytratancomodelossuyos,yalosdemáscomoextraños?

—Sí.

—Entre tus guardianes, ¿hay uno solo que pudiera decir o pensar quealgunodelosquevigilancomoélporlaseguridaddelapatrialeseaextraño?

—Nadade eso—dijo—, puesto que cada uno de ellos creerá ver en losdemásunhermanoounahermana,unpadreounamadre,unhijoounahija,ocualquierotroparienteenlíneaascendenteodescendente.

—Muybien,perodime—pregunté—:¿lesprescribiríasquesetratencomoparientessólodepalabra?¿Noexigirásademásquelasaccionescorrespondanalaspalabras,yquelosciudadanostengan,paraconaquellosaquienesdanelnombredepadre,todoelrespeto,todaslasatencionesytodalasumisiónquela leyprescribe a loshijospara con suspadres? ¿Nodeclararásque faltar aestos deberes es hacerse culpable de injusticia y de impiedad y, porconsiguiente, merecer el aborrecimiento de los dioses y de los hombres?¿Haránresonartodoslosciudadanosenlosoídosdesushijosotrasmáximasqueéstas,enrazóndelaconductaquedebenobservarparaconlosqueselesdesignecomopadresoparientes?

—No, sino ésas; y sería ridículo que tuviesen sin cesar en los labios losnombresqueexpresanelparentesco,sincumplirlosdeberesconsiguientes—dijo.

—Por lo tanto, éste será el Estado en que, como dijimos antes, cuandosobrevengaunbienounmalaalguno,dirán todosmása lapar:«miscosasvanbien»o«miscosasvanmal».

—Esmuycierto—dijo.

—¿Nohemos añadido que, como resultado de esta convicción y de estamaneradehablar,habríaentreelloscomunidaddeplaceresydepenas?

—Conrazónlohemosdicho.

—Nuestrosciudadanos,másque losdecualquierotraparte,participarán,por consiguiente, en común de los intereses de cada particular, quemiraráncomosuyospersonales,yenvirtuddeestauniónseregocijaránoseafligirántodosporunasmismascosas.

—Muycierto.

—Tanadmirablesefectos,¿aquépuedenatribuirsesinoa laconstitucióndenuestroEstado,yparticularmentea lacomunidadde lasmujeresyde loshijosentrelosguardianes?

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—Nopuedenatribuirseaningunaotracausa—dijo.

—Pero ya hemos reconocido cuál era el mayor bien para un Estado, yhemoscomparadosobreestepuntounEstadobiengobernadoconelcuerpo,cuyos miembros experimentan a la vez el placer y el dolor de un solomiembro.

—Conrazón—dijo.

—Luego la comunidad de mujeres y de hijos entre los auxiliares es lacausadelmayorbienparanuestroEstado.

—Conclusiónexacta—dijo.

—Tambiénquedamosdeacuerdoen loquedijimosantes;porquehemosdichoqueellosnodebentenerenpropiedadnicasas,nitierras,niposesiones,sinoquetienenquerecibirdelosdemássumantenimiento,comojustopagode su vigilancia, y consumir en común, si quieren ser verdaderamenteguardianes.

—Perfectamente—dijo.

—Ahora bien, ¿puede dudarse que lo que hemos dispuesto ya y lo queacabamosdedisponerrespectodeellosesloprocedenteparahacerqueseanmás y más unos verdaderos guardadores, y que impedirá que dividan elEstado,locualsucederíasicadaunodeellosnodijeserespectoalosmismosobjetos que eran suyos, sino que éste dijese una cosa, aquél otra, unoprocuraseparasítodoloquepudieseadquirirsincompartirloconnadie,otrohicieselomismoasuvez,ycadaunotuvieseapartesusmujeresysushijos,que serían para ellos necesariamente una fuente de placeres y de penas queningún otro sentiría? Mientras que teniendo cada uno por máxima que elinterés de otro no es diferente del suyo, tenderán todos a unmismo fin contodassusfuerzasyexperimentaránungoceyundolorqueseráncomunes.

—Estoesincontestable—dijo.

—Deestemodo,¿quécabida tendrán lasdemandasy losprocesosenunEstado donde nadie tendrá más propiedad que su cuerpo y donde todo lodemásserácomún?Alostalesnoalcanzaránlasdisensiones,quenacenentreloshombresporlaposesióndesusbienes,desusmujeresydesushijos.

—Forzosamente—dijo—estaránexentosdetodosestosmales.

—Noconocerántampocolosprocesosporviolenciasyultrajes,porquelesdiremos que es justo y bueno que las personas de una misma edad sedefiendanrecíprocamente,y les impondremoscomoundeberelproveera laseguridaddesuscuerpos.

—Muybien—dijo.

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—Estaleytendrádebuenotambién—añadí—quesialguno,enelprimermovimiento de la cólera, maltrata a otro, este choque no tendrá mayoresconsecuencias.

—Sinduda.

—Porque daremos al de más edad autoridad sobre el más joven con elderechodecastigarle.

—Esoesevidente.

—Noloesmenos,creoyo,quelosjóvenesnoseatreverán,sinunaordenexpresadelosmagistrados,niaponerlamanoenlosancianos,niahacerlesningunaespeciedeviolencia,niaultrajarlesenningunaocasión.Eltemoryelrespeto son dos guardianes poderosos que los contendrán; el respeto,mostrándolesqueesunpadreaquienintentanofender;eltemor,haciéndolesrecelarquelosdemástomenladefensadelofendido,éstosencalidaddehijos,aquéllosencalidaddehermanosydepadres.

—Asíhadeocurrir,enefecto—dijo.

—Nuestroshombresgozarán,porlotanto,deunapazinalterableenvirtuddelasleyes.

—Granpaz,enefecto.

—Suprimidas, pues, las reyertas entre éstos, no hay que temer que seintroduzca la discordia entre ellos y las demás clases de ciudadanos, ni quedividatampocoaestasúltimas.

—No,ciertamente.

—Estáfueradelugarentrarendetallessobrelosmalesmenoresdequeselibrarán. Los pobres no se verán obligados a adular a los ricos. No seexperimentarán los obstáculos, ni los disgustos, que llevan consigo laeducacióndeloshijosyelansiadeamontonarriqueza,queobliganasostenerungrannúmerodeesclavos,yatomarparaelloscrecidospréstamos,algunasveces a negar las deudas, y casi siempre, adquirir dinero sin reparar en losmedios,paradejarlodespuésadisposicióndelasmujeresydelosesclavosyconfiarles la administración. ¡Qué bajezas en todo esto, mi querido amigo,lamentableseindignasderepetirse!

—Seríaprecisoserciegoparanoverlo—dijo.

—Al abrigo de todas estas miserias, pasarán una vida mil veces másdichosaqueladelosatletascoronadosenlosjuegosolímpicos.

—¿Porqué?

—Porqueaquéllosnotienenmásqueunapequeñapartedelasventajasde

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que gozan nuestros hombres. La victoria que consiguen estos últimos esinfinitamentemásgloriosa,yelsustentoquelesdaelEstado,máscompleto.Sutriunfoeslasalvacióndelpuebloenteroyobtienenelpropiosostenimientoyeldesushijosdurantesuvida,ydespuésdesumuerteleshacenfuneralesdignosdesusméritosenpruebadereconocimiento.

—Estasdistincionesson,enefecto,muylisonjeras—dijo.

—¿Recuerdas—pregunté—laobjeciónquesenoshacíaantes,dequenoprocurábamoslobastantelafelicidaddelosguardianes,puespudiendoposeertodolodelosdemásnoteníannadaenpropiedad?Creoquerespondimosqueexaminaríamos la verdad de esta objeción, si la ocasión se presentaba; quenuestroobjetoporelmomentoeraelformarverdaderosguardadores,crearelEstadomásdichosoquefueseposibleynotrabajarúnicamenteporlafelicidaddeunodelosórdenesquelocomponen.

—Yameacuerdo—dijo.

—¿Te parece ahora que la condición del zapatero, del labrador o decualquier otro artesano puede compararse con la de nuestros auxiliares, queacaba de parecernosmás honrada ymás feliz que la de los atletas que hanganadoelpremio?

—Nomeloparece—dijo.

—Porlodemás,esmuyjustoqueyorepitaahoraloquedijeentonces:sielguardiánbuscaunafelicidadquelehaceperderelcarácterdesuempleo;si,descontentodelasventajasmodestas,perociertas,quesuestadoleprocura,sedeja seducirpor idealespuerilesyquiméricosde felicidadhastaelpuntodeservirsedelpoderconquelehemosrevestidoparahacersedueñodetodoenelEstado,conoceráentoncesconcuántarazónHesíodohadichoquelamitadesmásqueeltodo.

—Siquierecreerme,semantendráensucondición—dijo.

—Apruebas,porconsiguiente,quetodoseacomúnentreloshombresylasmujeres, de la manera que acabo de explicar, en todo lo relativo a laeducación, a los hijos y a la guarda de los otros ciudadanos, de suerte quepermanezcanellasconellosenlaciudad,quejuntosvayanalaguerrayquecompartan,comohacenlashembrasdelosperros,lasfatigasdelasvigiliasydelacaza;enunapalabra,quevayanamedias,encuantoseaposible,entodaslas empresas con ellos, institución que no es contraria a la naturaleza delhombreydelamujer,puesqueambosestándestinadosavivirencomún.

—Convengoenello—dijo.

—Por consiguiente, sólo resta examinar—dije—si esposible establecerentre loshombres esta comunidadque la naturalezaha establecido entre los

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demásanimales,yporquémediossepodráconseguir.

—Temehasadelantado;ibaahablartedeeso—dijo.

—Porque,conrespectoalaguerra—señalé—,secomprendebiencómolahandehacer.

—¿Cómo?—preguntó.

—Es evidente que la harán en común, y que llevarán consigo aquelloshijosqueseanbastanterobustosparasoportarlasfatigasdelamisma,afindeque,aejemplode losartesanos,veandesde luegoloqueundía tendránquehacerellosmismos,yademás,queayudenasuspadresymadres,haciéndoleslos servicios que estén a su alcance en todo lo relativo a la guerra. ¿Hasobservadoloquesepracticaentodoslosdemásoficios?¿Cuántotiempo,porejemplo, no pasa el hijo del alfarero ayudando a su padre ymirando cómotrabaja,antesdetocarlaruedaélmismo?

—Loheobservado.

—Y¿handeponermásempeñoestosalfareroseneducarasushijosquelos guardianes a los suyos con la práctica y observación de lo propio de suoficio?

—Seríaunaextravagancia—dijo.

—¿Noes tambiénciertoque todoanimalcombateconmásvalorcuandosushijosestánpresentes?

—Sí,peroesdetemer,Sócrates,quesilleganaservencidos,comopuedemuybiensuceder,perezcanellosysushijosenelcombate,yqueelEstadonopuedarepararlapérdida.

—Convengoenello—dije—,pero¿creesquenuestroprimercuidadodebeserelnoexponerlesnuncaaningúnriesgo?

—Enmodoalguno.

—Y si se presenta la ocasión de hacerlo, ¿no será esto cuando, si elresultadoespróspero,sehaganmejores?

—Esevidente.

—¿Creesque seapocaventaja,yquenomerezcacorrer algún riesgo, elquejóvenesquehandellevaralgúndíalasarmas,asistanauncombateyseantestigosdeloqueallípasa?

—Creo,porelcontrario,queesunagranventajadesdeestepuntodevista.

—Sehará,pues,aloshijosespectadoresdeloscombates,sinperjuiciodeproveer a su seguridad en forma conveniente, y todomarchará bien; ¿no es

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así?

—Sí.

—Porlopronto,suspadressabránprever,encuantoesposiblealhombre,cuálessonlasocasionespeligrosasylasquenoloson.

—Naturalmente—dijo.

—Conduciránasushijosalasunas,ynolosexpondránenlasotras.

—Exacto.

—Lesdaránporjefesyconductores—dije—ahombresnoindignos,sinodeedadmaduraydeunaexperienciaconsumadaparadirigiralosniños.

—Asídebeser.

—Perosediráqueocurrentodoslosdíasmilaccidentesimprevistos.

—Sí,porcierto.

—¡Ybien,amigomío!Parapreservaraloshijosdetodoslospercances,espreciso darles desde muy temprano alas, para que puedan escapar de lospeligrosvolando.

—¿Quéquieresdecirconeso?—preguntó.

—Quiero decir —aclaré— que desde sus primeros años es precisoenseñarlesamontar,ydespuésconducirlesa lapeleacomoespectadores,noencaballosardientesybelicosos,sinoencaballosdócilesymuyligerosenlacarrera.Deestamaneraveránmuybienloquetienenquever;ysielpeligroapura,sesalvaránfácilmenteconsusayosveteranos.

—Meparecebieneserecurso—dijo.

—Ahora,¿quédisciplinaestableceremosparalaguerraycómoseserviránlossoldadosdeellarespectoalenemigo?Mirasipiensoonoconaciertosobreestosdospuntos.

—Explícate—dijo.

—¿Noesconvenientequeelqueporcobardíaabandonelasfilas,arrojeelescudoocometacualquierotrohechoindignodeunhombredecorazón,seadegradadoyrelegadoentrelosartesanosolabradores?

—Sinduda.

—¿Queseabandonealenemigo,comotrofeodeguerra,alquehayacaídovivoensusmanos,paraquehagadeélloquequiera?

—Sinduda.

—Encuantoalquesehayadistinguidoporsubravura,¿nocreesmuyjusto

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quelosguerrerosjóvenesyloshijospongansucesivamenteunacoronasobresucabezaenelmismocampodebatalla?

—Sí.

—¿Quémás?¿Queledenlamano?

—También.

—Semefiguraquenovasaadmitirloquevoyadecirahora—agregué.

—¿Quées?

—Quetodoslobesenyseanporélbesados.

—Consiento en ello con todomi corazón.Y a esto añado—dijo—que,mientrasdurelacampaña,anadieseapermitidorechazarsusbesos.Seráparatodos los que amen a alguien, sea de un sexo o de otro, un aliciente paraesforzarseconmásardorpormerecerelpremiodelvalor.

—Muybien;esoconvieneperfectamente—dije—conloquehemosdichoantes, deque esprecisodejar a los ciudadanosdemásmérito la libertaddeaproximarsea lasmujeresconmás frecuenciaquea losdemásydeescogeraquellasqueselesparezcan,afindequesurazasehagatannumerosacuantoseaposible.

—Recuerdoquehemosdichoeso—dijo.

—Homeroquieretambiénquelosguerrerosjóvenes,quesedistinguenporsubravura,seanhonradosdeotramanera.Dicequedespuésdeuncombate,enqueÁyaxsehabíadistinguido,selesirvióparahonrarleelancholomodelavíctima como una recompensa acomodada a un joven y valiente guerrero,puestoqueeraalavezunadistinciónyunmediodeaumentarsusfuerzas.

—Muybien—dijo.

—Eneste punto seguiremos, pues, la autoridaddeHomero—dije—.Enlos sacrificios y en las fiestas se celebrarán con cantos las empresas de losguerreros; se les dará asientos preferentes, carnes y copas rebosantes,distinciones todaspropiasa lavezpara lisonjearlosyhacerlosmásrobustos,yaseanhombresomujeres.

—Muybiendicho—asintió.

—Conrespectoa losquehanmuertogenerosamentecon lasarmasen lamano,¿nodeberemosdecirdesdeluegoquepertenecenalarazadeoro?

—Másqueningúnotro.

—Y¿nonosconformaremoscon laopinióndeHesíodoqueaseguraquelosdeestaraza,cuandomueren,

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Seconviertenengenios

quemoranenlatierra,

geniosbienhechores,

quecombatenlosmales

queamenazanaloshombres

devozarticulada,

ycuidandesuconservación?

—Nospersuadiremosdeello—dijo.

—Así, pues, consultaremos el oráculo sobre el culto funerario que debedarse a estos hombres superiores y divinos, y arreglaremos las ceremoniasconformealarespuestaquenosdé.

—¿Quéhabremosdehacer,sino?

—Los honraremos como genios tutelares, y les dirigiremos nuestrassúplicassobresutumba.Losmismoshonoresdispensaremosalosquemueranporenfermedadoporvejezdespuésdehaberpasadosuvidaenelejerciciodelamásnoblevirtud.

—Esjusticiahacerlo—dijo.

—Pero¿cuálserá,además,laconductadenuestrosguerrerosrespectodelenemigo?

—¿Enqué?

—En primer lugar, en punto a la esclavitud. ¿Te parece justo que losgriegosreduzcanalaservidumbreaciudadesgriegas?¿Nodeberíanmásbienprohibirloa todos losdemás, encuanto fueraposible,y sentarporprincipioquenohayaesclavitudparalospueblosgriegos,paraevitarquecaiganenlaesclavituddelosbárbaros?

—Ciertamenteesdegrandeinteréshacerloasí—dijo.

—Y, por lo tanto, no debe tenerse ningún esclavo griego y se debeaconsejaratodoslosdemásgriegosquesiganesteejemplo.

—Sinduda.Porestemedio,enlugardedestruirseunosaotros,volverántodassusfuerzascontralosbárbaros—dijo.

—¿Yteparecebien—pregunté—quedespojenalosmuertosyquequitenasusenemigosvencidosotracosaquesusarmas?¿Noesunpretextoparaquelos cobardesdejende atacar a losqueaún sedefiendenhaciendocomoquecumplen un deber cuando están inclinados sobre los cadáveres para

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despojarlos?Porotraparte,estacodiciaporelbotínhasidoyafunestaamásdeunejército.

—Escierto.

—¿Y no es una bajeza y una concupiscencia innoble el despojar a unmuerto?¿Noesunapequeñezdeespíritu,queapenasseríaperdonableaunamujer,eltratarcomoenemigoalcadáverdeladversario,cuandolacalidaddeenemigohadesaparecido,quedandosóloelinstrumentodequeseservíaparacombatir?Losqueobrandeestamanerahacenloquelosperros,quemuerdenlapiedraqueloshaheridosinhacerningúnmalalamanoquelahaarrojado.

—Nimásnimenos—convino.

—Por lo tanto, hay que acabar con el despojo de losmuertos, y con elrehusaralenemigoelpermisoparallevárselos.

—Hayqueacabar,porZeus—dijo.

—Tampoco llevaremos a los templos de los dioses las armas de losvencidos,sobretodosisongriegos,comoparahacerconellasofrendas,sienalgoapreciamoslabenevolenciade losdemásgriegos.Temeríamosmancharlostemplos,adornándolosconlosdespojosdenuestrosvecinos,amenos,sinembargo,queladivinidaddispongalocontrario.

—Muybien—dijo.

—¿Quépiensasdeladevastacióndelterritoriogriegoydelincendiodelascasas?¿Quéharántussoldadosrespectoalosenemigos?

—Deseosabertuopiniónenestepunto—dijo.

—Miopiniónesquenosedebedevastarniquemar;ysícontentarsecontomarlestodoslosgranosyfrutosdelaño.¿Quieressaberlarazón?

—Conmuchogusto.

—Me parece que así como la guerra y la discordia tienen dos nombresdiferentes, son también dos cosas distintas que hacen relación a dos objetostambiéndiferentes.Launasedaenloqueestáunidoanosotrosporlazosdelasangreyde laamistad, laotra,en loquenosesextraño.Laenemistadentreallegadossellamadiscordia;entreextraños,sellamaguerra.

—Novaserradoenloquedices—admitió.

—Mirasi loquevoyadecirnoloes tampoco.Digoquelosgriegossonentresíallegadosyparientes,yextranjerosrespectoalosbárbaros.

—Biendicho—señaló.

—Por consiguiente, cuando entre griegos y bárbaros surja cualquier

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desavenencia y vengan a las manos, ésa, en nuestra opinión, será unaverdadera guerra; pero cuando sobrevenga una cosa semejante entre losgriegos, diremos que son naturalmente amigos, que es una enfermedad, unadivisión intestina, la que turba la Hélade, y daremos a esta enemistad elnombredediscordia.

—Soycompletamentedetuopinión—dijo.

—Por consiguiente, si siempre que se suscite cualquier discordia en elEstado,losciudadanoshandearrasarlastierrasyquemarlascasaslosunosalosotros,considera,telosuplico,cuánfunestoseríaycuánpocosensiblesemostraríacadapartidoalosinteresesdelapatria.Silamirarancomosumadreycomosunodriza,¿cometeríancontraellas talesexcesos?¿Nodeberían losvencedores darse por satisfechos, en razón delmal que debe causarse a losvencidos, arrancándoles la cosecha del año? ¿No deberían tratarlos como aamigosconlosquenohandesostenerunaguerraperpetua,yconquieneshandereconciliarsealgúndía?

—Esa manera de pensar —dijo— es mucho más propia de gentescivilizadasquelaprimera.

—Pero¡qué!,¿noesunEstadogriegoelqueintentasfundar?—pregunté.

—Tienequeserlo—repuso.

—LosciudadanosdeesteEstado,¿nohandeserbuenosycivilizados?

—Biencierto.

—¿Nohandeser tambiénamigosdelaHélade?¿Nolamiraráncomolapatriacomún?¿Notendránlamismareligiónquelosotrosgriegos?

—Sindudaigualmente.

—Luegosusdesavenenciasconlosdemásgriegos lasconsideraráncomodiscordiasynolesdaránelnombredeguerras.

—No.

—Y en estas desavenencias deberán conducirse teniendo en cuenta quellegaráundíaenquesereconciliaránconsusadversarios.

—Abuenseguro.

—Los traerán suavemente a la razón, sin que para castigarlos tengannecesidad de hacerlos esclavos ni aniquilarlos. Los corregirán como amigosparahacerlosprudentes,ynocomoenemigos.

—Asíloharán—dijo.

—Puestoquesongriegos,noasolaránningúnpuebloositiodeGrecia;no

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quemaránlascasas;nomiraráncomoadversariosatodosloshabitantesdeunEstado, hombres, mujeres y niños, sin excepción, sino a los autores de ladiscordia, y en consecuencia, respetando las tierras y las casas de loshabitantes,porqueelmayornúmerosecomponedeamigos,nousaránde laviolenciaencuantonoseanecesariaparaobligaralosinocentesaquetomenellosmismosvenganzadelosculpables.

—Reconozcocontigoque losciudadanosdenuestroEstadodebenseguirestaconductaensusquerellascon losadversarios—dijo—;yrespectoa losbárbaros,hacerconellosloquehoyestánhaciendolospueblosgriegosunosconotros.

—Así,pues,prohibimosanuestrosguardianesporunaleyexpresalastalasylosincendiosdecasas.

—Conmucho gusto—dijo—; doymi aprobación a esta ley y a las quepreceden.

—PeroSócrates,semefiguraquesisetedejaproseguir,nuncallegarásalpunto esencial cuya explicación aplazaste antes, por haberte engolfado entodosestosdesarrollos.SetratadesabersiunEstadosemejanteesposibleycómoloes.Convengoenquetodoslosbienesdequehashechomenciónseencontrarían en nuestro Estado, si pudiese existir. Y aún yo añado otrasventajasquetúhasomitido;porejemplo,quesusguerrerosseríantantomásvalientes,cuantoqueconociéndose todosydándoseen lapelea losnombresdehermanos,depadresydehijos,volarían losunosalsocorrode losotros.Tambiénconozcoque lapresenciade lasmujeres losharían invencibles,seaque ellas combatan con ellos en lasmismas filas, sea que se las coloque aretaguardia para imponer al enemigo y para servirse de ellas en un casoextremo.Veotambiénquedisfrutarían,durantelapaz,otrosmuchosbienesdequenohashechomención.Todoestoteloconcedoyotrasmilcosasaún,silaejecución corresponde al proyecto. Por lo tanto, abandona estos pormenoresquesonsuperfluosyhaznosvermásbienquetuproyectonoesunaquimera,ycómopuedellevarseacabo.Detodolodemásteeximocompletamente.

—¡Cómo has caído de repente sobre mi discurso sin dejarme respirardespués de tantas divagaciones! Quizá no sabes que después de haberescapado, no sin dificultad, de dos oleadas furiosas, tú me expones a unaterceramuchomásgrandey terrible.Cuando lahayasvistoyhayasoídosuruido, no extrañarás mi terror y todos los rodeos que he tomado antes deabordarunaproposicióntanextraña.

—Cuantos más pretextos alegues —dijo—, tanto más te estrecharemosparaquenosexpliquescómoesposiblerealizar tuEstado;habla,pues,ynonostengasmásenespera.

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—Seaasí—dije—.Esbueno,pordepronto,recordarosqueloquenoshaconducidohasta aquí es la indagaciónde lanaturalezade la justiciayde lainjusticia.

—Sinduda;pero¿aquévieneeso?—preguntó.

—Anada; pero cuando hayamos descubierto la naturaleza de la justicia,¿exigiremos del hombre justo que no se separe nada de la justicia y que semantenga enperfecta armonía con ella, o bastará que se aproxime a ella encuantoesposibleyquereproduzcaunmayornúmeroderasgosdelamismaqueelrestodeloshombres?

—Esonosbastará—replicó.

—Portanto—dije—,cuandoindagábamoscuáleralaesenciadelajusticiaycómodebíaserelhombrejusto,suponiendoqueexistía,ycuáleslainjusticiayelhombreinjusto,nosproponíamosnadamásqueencontrarmodelos,fijarnuestrasmiradasenelunoyenelotro,parajuzgarlafelicidadodesgraciaqueacompañaacadaunodeellos,yobligarnosaconcluirconrelaciónanosotrosmismosqueseremosmásomenosdichosossegúnquenosparezcamosmásaluno o al otro; pero nuestro designio nunca ha sido el aprobar que estosmodelospuedanexistir.

—Verdaddices—admitió.

—¿Creesqueunpintor,despuésdehaberpintadoelmásbellomodelodehombrequepuedaverseydehaberdadoa cada rasgo laúltimaperfección,seríamenoshábilporqueno le fueraposibleprobarque lanaturalezapuedeproducirunhombresemejante?

—No,porZeus—contestó.

—Y nosotros, ¿qué hemos hecho en esta conversación sino trazar elmodelodeunEstadoperfecto?

—Nohemoshechootracosa.

—Y lo que hemos dicho, ¿pierde algo si no podemos demostrar que sepuedeformarunEstadosegúnestemodelo?

—No,porcierto—dijo.

—Éstaes,pues,laverdad—dije—;perosiquieresquetehagavercómoyhasta qué punto un Estado semejante puede realizarse, lo haré para quemequedesobligado,contalquemeconcedasunacosaquemeesnecesaria.

—¿Cuál?

—¿Es posible ejecutar una cosa precisamente como se la describe? ¿Noestá, por el contrario, en la naturaleza de las cosas que la ejecución se

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aproximemenosaloverdaderoqueeldiscurso?Otrosnopiensanlomismo;pero¿túquédices?

—Soydetudictamen—dijo.

—No exijas, por tanto, demí que realice con una completa precisión elplanquehetrazado;ysipuedohacervercómounEstadopuedesergobernadodeunamaneramuyaproximadaa laquehedicho,confiesaentoncesqueheprobado, comome exiges, que nuestro Estado es posible. ¿No te darás porsatisfechosillegoaconseguirlo?Pormiparteloestaré.

—Yyotambién—dijo.

—Trataremos ahora de descubrir por qué los Estados actuales estánmalgobernadosyquécambiomínimoseríaposibleintroducirenellos,paraquesugobiernosehiciesesemejantealnuestro.Nocambiemossinounsolopuntoodos;o,entodocaso,unpequeñonúmeroydelosmenosconsiderablesporsusefectos.

—Muybien—asintió.

—Encuentro que, con sólo cambiar un punto —proseguí—, ya puedodemostrarquelosEstadosmudaríancompletamentedeaspecto.Esciertoqueestepuntoniesdepocaimportancia,niseprestafácilmentealcambio,aunquesíesposible.

—¿Quépuntoesése?—preguntó.

—Heaquí—repuse—quehellegadoaloquehecomparadoconlaterceraoleada;peroauncuandohubiesedevermeagobiadoycomosumergidoenelridículo,voyahablar;escúchame.

—Habla—dijo.

—ComolosfilósofosnogobiernenlosEstados—dije—,ocomolosquehoysellamanreyesysoberanosnoseanverdaderayseriamentefilósofos,desuertequelaautoridadpúblicaylafilosofíaseencuentrenjuntasenelmismosujeto,ycomonoseexcluyanabsolutamentedelgobiernotantaspersonasqueaspiran hoy a uno de estos dos términos con exclusión del otro; como todoesto no se verifique, mi querido Glaucón, no hay remedio posible para losmalesquearruinanlosEstadosniparalosdelgénerohumano;niesteEstadoperfecto,cuyoplanhemostrazado,aparecerájamássobrelatierra,niverálaluzdeldía.Heaquíloquehamuchodudabasideberíadecir,porquepreveíaquelaopiniónpúblicasesublevaríacontrasemejantepensamiento,porqueesdifícilconcebirquelafelicidadpúblicaylaprivadasólopuedanrealizarseenunEstadoasí.

—Al proferir un discurso semejante, mi querido Sócrates—exclamó—,debes esperarquemuchos, y entre ellosgentesdegranmérito, sedespojen,

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por decirlo así, de sus ropas, y armados con todo lo que se les venga a lasmanos,searrojensobreticontodassusfuerzasydispuestosatodo.Sinolosrechazas con las armas de la razón, te vas a ver agobiado por sus burlas, yrecibiráselcastigodetutemeridad.

—¿Noserástambiéntúlacausa,sitalsucede?—pregunté.

—Nomearrepiento;peroprometonoabandonarte—dijo—,ysíapoyartecon todasmis fuerzas, esdecir, alentándote e interesándomeen tus triunfos.Quizáresponderéyoatuspreguntasconmásoportunidadqueningúnotro,yconesteauxilioprocuracombatiratusadversariosyhacerlesverquelarazónestádetuparte.

—Lo haré —dije—, puesto que me ofreces un auxilio que estimo enmucho. Si queremos salvarnos de los que nos atacan, me parece que esindispensable explicarles cuáles son los filósofos a quienes nos atrevemos aentregar el gobierno de los Estados. Conocidos éstos, podremos yadefendernosconmásfacilidadyprobarquesóloataleshombrespertenecelacualidad de filósofos y demagistrados, y que todos los demás no deben nifilosofarnimezclarseenelgobierno,sinoseguiralquedirige.

—Yaestiempodequeexpliquestupensamientosobreestepunto—dijo.

—Esloquevoyahacer.Síguemeyreparasiteconduzcobien.

—Vamos—dijo.

—¿Seránecesarioquerecuerdesoterecuerde—pregunté—quecuandosedicedealgunoqueamaunacosa,sihablaconexactitud,debeentenderseporesto,noqueamaunapartesíyotrano,sinoqueamaeltodoentero?

—Hacesbienenrecordármelo,porquenosédóndevasaparar—dijo.

—Enverdad,Glaucón,propiodecualquierotroynodetiesloqueacabasdedecir,perounhombreexpertocomotúenmateriasdeamordeberíasaberque todo lo que es joven causa impresión sobre un corazón amante y loconsideradignodesuscuidadosydesuternura.¿Noesestoloqueossucedea todos vosotros respecto a jóvenes bien apuestos? ¿No decís de una narizromaqueesgraciosa,delaaguileña,queesunanarizregia,ydelaqueocupaun término medio, que es perfectamente proporcionada? ¿Que los morenostienenunairemarcial,yquelosblancossonloshijosdelosdioses?¿Yquéotro que un amante complaciente pudo inventar la expresión por la que secomparaalcolordelamiellapalidezdelosqueestánenlaflordelaedad?Enunapalabra,nohay registrosdevozquenoempleéis,nipretextosaquenoechéismano,paraquenoseosescapeningunodelosqueestánenlaprimerajuventud.

—Si quieres tomarme como ejemplo de lo que los demás hacen en esta

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materia,teloconcedo,paranointerrumpirelcursodeestadiscusión—dijo.

—Y¿qué? ¿No adviertes que los aficionados al vinoobservan lamismaconductayhacenelelogiodetodaclasedevinos?

—Escierto.

—¿Novestambiénquelosambiciosos,cuandonopuedentenerelmandogeneral, mandan un tercio, y que cuando no pueden ser honrados por losgrandessecontentanconloshonoresqueleshacenlospequeños,porqueestánávidosdedistinciones,cualesquieraqueellassean?

—Exactamente.

—Ahora respóndeme sí o no: cuando se dice de alguno que desea unacosa,¿quieredecirsequenodeseamásqueunaparteoqueladeseatodaella?

—Toda—dijo.

—Porlotanto,diremosdelfilósofoqueamalasabiduría,noenparte,sinotodayporentero.

—Sinduda.

—Nodiremos,porconsiguiente,delquenotieneaficiónalestudio,sobretodosiesjovenynoestáendisposicióndedarrazóndeloqueesútilonoloes que es filósofo ansioso de adquirir conocimientos; lo mismo que de unhombrequecomeconrepugnancianosedicequetienehambre,niquetienegustoencomer,sinoquenotieneapetito.

—Esodiremosconrazón.

—Peroelquetienebuenadisposiciónparatodaslascienciasconunardorigual, que desearía abrazarlas todas y que tiene un deseo insaciable deaprender,¿nomereceelnombredefilósofo?¿Quépiensasdeesto?

—Según te explicas —respondió Glaucón—, tendría que ser infinito elnúmerodefilósofos,ytodosdeuncarácterbienextraño;porqueseríaprecisocomprender bajo este nombre a todos los que son aficionados a losespectáculos,quetambiéngustandesaber,yseríacosasingularverentrelosfilósofosaestasgentesquegustandeaudiciones,queciertamentenoasistiríancongustoaestaconversación,peroquetienencomoalquiladoslosoídosparaoír todos loscorosyconcurrira todas las fiestasdeDionisosin faltaraunasola,seaenlaciudad,seaenelcampo.¿Yllamaremosfilósofosalosquenomuestran ardor sino para aprender tales cosas o que se consagran alconocimientodelasartesmásínfimas?

—Enmodoalguno—dije—;sólosonfilósofosenapariencia.

—Entonces, ¿quiénes son, en tu opinión —preguntó—, los verdaderos

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filósofos?

—Losquegustandecontemplarlaverdad—respondí.

—Tienes razón, sin duda—dijo—, pero explícame lo que quieres decirconeso.

—No sería fácil si hablara con otro —dije—; pero creo que tú meconcederáslosiguiente.

—¿Qué?

—Quesiendolobelloloopuestodelofeo,sonéstasdoscosasdistintas.

—Y¿cómono?

—Porconsiguiente,siendodos,¿cadaunadeellasesuna?

—También.

—Lomismo sucede respecto a lo justo y a lo injusto, a lo buenoy a lomalo,y a todas lasdemás ideas.Cadaunadeellas, tomadaen símisma, esuna; pero consideradas todas en las relaciones que tienen con nuestrasacciones,conloscuerposyentresí,revistenmilapariencias.

—Dicesbien—asintió.

—He aquí cómo distingo —continué— esas gentes curiosas quemencionabas,quetienenmaníaporlosespectáculosyporlasartesyselimitana la práctica, de aquellos a quienes conviene en exclusiva el nombre defilósofos.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Losprimeros,cuyacuriosidadestáporenteroenlosojosyenlosoídos—dije—,secomplacenenoírbellasvoces,verbelloscolores,bellasfigurasytodaslasobrasdelarteodelanaturalezaenqueentralobello;perosumenteesincapazdeverygustarlaesenciadelabellezamisma,reconocerlayunirseaella.

—Asíes,sinduda—dijo.

—¿No son muy escasos los que pueden elevarse hasta lo bello en sí ycontemplarloensuesencia?

—Muyraros.

—Unhombre,pues,quecreeenlascosasbellas,peroquenotieneningunaidea de la belleza en sí misma, ni es capaz de seguir a los que quieranhacérselaconocer,¿viveenunsueñoodespierto?Fíjate.¿Quéessoñar?¿Noconsiste,seaqueseduerma,seaqueseestédespierto,entomarlaimagendeunacosaporlacosamisma?

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—Sí,esoesloqueyollamaríasoñar—dijo.

—Porelcontrario,elquecreequehayalgobelloensíypuedecontemplarla belleza, sea en sí misma, sea en lo que participa de su esencia, que noconfunde dichas cosas participantes con lo bello de lo que participan niviceversa,¿vivecomoenunsueñooenvela?

—Bienenvela—repuso.

—El pensamiento, pues, de éste diremos que es conocimiento de buenconocedor;yeldeaquél,encambio,parecerdequienopina.

—Exacto.

—Perosiesteúltimo,queennuestrojuiciojuzgaenvistadelaaparienciay no conoce, se volviese contra nosotros y sostuviese que no decimos laverdad,¿notendríamosnadaqueresponderleparatranquilizarleypersuadirlesuavemente de que se engaña, ocultándole, sin embargo, que no está en sujuicio?

—Asíconvendríahacerlo—dijo.

—Veamos lo que hemos de decirle. ¿Quieres que le interroguemos,asegurándole que, lejos de tenerle envidia por su saber, si es que sabe,tendremos,porelcontrario, lamayorsatisfacciónenoíraalguienque tengaconocimientodealgo?Yolepreguntaré:«Dime,elqueconoce,¿conocealgoonada?».Respóndemeporél.

—Respondoqueconocealgo—dijo.

—¿Queexisteoquenoexiste?

—Algoqueexiste,porque,¿cómopodríaconocerloquenoexiste?

—Demaneraque,sinllevarmásadelantenuestrasindagaciones,sabemos,anodudar,queloqueexisteabsolutamenteesabsolutamentecognoscible,yloquedeningunamaneraexiste,deningunamanerapuedeserconocido.

—Perfectamente.

—Pero si hubiese una cosa que a la vez existiera y no existiera, ¿noocuparíaunlugarintermedioentreloquepuramenteexisteyloquenoexisteenabsoluto?

—Enmedioestaría.

—Luego,silacienciatieneporobjetoelser,ylaignoranciaelno-ser,esprecisobuscar,respectoaloqueocupaelmedioentreelseryelno-ser,unamanera de conocer que sea intermedia entre la ciencia y la ignorancia,suponiendoquelahaya.

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—Sinduda.

—¿Sostendremosquehayalgollamadoopinión?

—Y¿cómono?

—¿Esunafacultaddistintadelaciencia,obienlamisma?

—Esdistinta.

—Luego la opinión tiene su propio objeto, y la ciencia tiene el suyo,manifestándosecadaunadeellassiemprecomounafacultaddistinta.

—Asíes.

—Laciencia,¿noversapornaturalezasobreloqueexisteparaconocerloen tanto que existe? O, más bien, antes de pasar adelante, me pareceindispensablehacerunadistinción.

—¿Cuál?

—Digoque las facultades sonuna especie de seres por los quenosotrossomoscapacesdehacerloquepodemos,ylomismocualquierotroquepuedaalgo.Porejemplo, llamofacultadesalavistayaloído.¿Comprendesloquequierodeciralusarestenombreespecífico?

—Comprendo—dijo.

—Escuchaloquepiensoacercadeellas.Encadafacultadnoveonicolor,ni figura,ninadasemejantea loqueseencuentraenotrasmilcosasdequepuedanayudarsemisojosparadistinguirunafacultaddeotra.Sóloconsideroencadaunadeellassudestinoysusefectos,yasíescomolasdistingo.Llamofacultadesidénticasa lasquetienenelmismoobjetoyproducenlosmismosefectos,ydistintasa lasquetienenobjetosyefectosdiferentes.Ytú,¿cómolasdistingues?

—Delamismamanera—dijo.

—Ahoravolvamosalpuntoprincipal.¿Colocastúlacienciaenelnúmerodelasfacultadesoenotraespeciedeseres?

—Lamirocomolamáspoderosadetodaslasfacultades—dijo.

—Y la opinión, ¿es también una facultad, o bien alguna otra especie deser?

—De ninguna manera; la opinión no es otra cosa que la facultad quetenemosdeopinar.

—Perotúconfesasteantesquelacienciadiferíadelaopinión.

—Sinduda.¿Cómounhombresensato—dijo—podríaconfundir loque

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esinfalibleconloquenoloes?

—Muybien—dije—.¿Hemosreconocidoquelacienciaylaopiniónsondosfacultadesdistintas?

—Distintas.

—Cada una de ellas tiene un objeto diferente, pues tienen diferentescapacidades.

—Porfuerza.

—Laciencia, ¿no tieneporobjeto loqueexistepara conocerlo tal comoexiste?

—Sí.

—Perolaopiniónnotieneotrofin,segúnhemosdicho,queelopinar.

—Sí.

—¿Tiene elmismo objeto que la ciencia, de suerte que unamisma cosapuedesometersealavezalconocimientoyalaopinión?¿O,antesbien,estoesimposible?

—Segúnloconvenido,esimposible;porquesifacultadesdiferentestienennaturalmenteobjetosdiferentes,ysi,porotraparte,lacienciaylaopiniónsondosfacultadesdiferentes,sesiguequeelobjetodelaciencianopuedesereldelaopinión.

—Luego si el ser es objetode la ciencia, el de la opinión seráotra cosadistintadelser.

—Otradistinta.

—¿Será el no-ser? ¿O es imposible que el no-ser sea el objeto de laopinión?Atiendealoquevoyadecir:elquetieneunaopinión,¿nolatienesobrealgo?¿Puedetenerseunaopiniónquerecaigasobrenada?

—Esonopuedeser.

—Luegoelquetieneunaopinión,latienesobrealgo.

—Sí.

—Peroelno-ser,¿esalgunacosa?¿Nodebellamarsemásbiennada?

—Exacto.

—Por esta razónhemosdesignadoel ser comoobjetode la ciencia, y elno-sercomoobjetodelaignorancia.

—Hemoshechobien—dijo.

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—Luegoelobjetodelaopinión,nieselser,nielno-ser.

—No,ciertamente.

—Porconsiguiente,laopiniónnoseráciencianiignorancia.

—Noparece.

—Perolaopinión,¿vamásalláquelaunaoquelaotra,demaneraqueseamásluminosaquelacienciaomásoscuraquelaignorancia?

—Nilounonilootro.

—¿Sucede,pues, todolocontrario;esdecir,quetienemásoscuridadquelacienciaymásclaridadquelaignorancia?

—Desdeluego—replicó.

—Luego¿laopiniónestáenmitaddeambas?

—Sí.

—Será,pues,untérminomedioentreellas.

—Sinduda.

—¿Peronodijimosantesque,siencontrábamosunacosaquefueseynofuesealmismotiempo,estacosaocuparíaunmedioentreelpuroserylapuranada, y que no sería el objeto ni de la ciencia ni de la ignorancia, y sí dealgunafacultadquejuzgábamosintermediaentrelaunaylaotra?

—Exactamente.

—¿No acabamos de ver que esta facultad intermedia es lo que se llamaopinión?

—Esoparece.

—Resta,pues,porinvestigaraquelloqueparticipadeambascosas,delserydelno-ser,yquepropiamentenoesnilounonilootro,ysidescubriéramosqueésteeraelobjetodelaopinión,entoncesasignaríamosacadaunadeestasfacultadessusobjetos,losextremosalosextremos,yelobjetointermedioalafacultadintermedia.¿Noesasí?

—Sinduda.

—Sentadoesto,quemerespondaesehombrequenocreequehayanadabelloensí,niquelaideadelobelloseainmutable,yquesóloadmitecosasbellas; ese apasionadode los espectáculos que no puede consentir que se ledigaquelobelloesunoylojustoesuno.«Respóndeme—lediréyo—,¿noteparecequeestascosasmismas,quetújuzgasbellas,justasypuras,bajootrasrelacionesnosonbellas,nijustas,nipuras?».

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—No —dijo—; las mismas cosas, examinadas diversamente, parecenbellasyfeas,yasísucedeconlodemás.

—Y las cantidadesdobles, ¿acasonosparecenmenosvecesmitades quedobles?

—Paranada.

—Otrotantodigodelascosasquesellamangrandesopequeñas,pesadaso ligeras: cada una de estas calificaciones, ¿les conviene mejor que lacalificacióncontraria?

—No,porqueparticipandelaunaydelaotra—dijo.

—¿Estascosassonmásbienquenosonaquelloquesedicenser?

—Separecenaesasproposicionesdedoblesentido,queestánenbogaenlos banquetes, y al acertijo infantil sobre lamanera como el eunuco tira almurciélago,enquesehadeadivinarconquéysobrequéletira.Laspalabrastienendossentidoscontrarios,porquenosepuededecirconcertidumbre,nisí,nino,nilouno,nilootro,nidejardedecirlounoylootro.

—¿Qué debe hacerse con esta clase de cosas—dije— y dónde puedencolocarsemejor que entre el ser y el no-ser?Porque, enverdad, noparecenmás oscuras que el no-ser para tenermenos existencia que la nada, nimásluminosasqueelserparaexistirmásqueél.

—Escierto—dijo.

—Hemos visto, pues, al parecer, que este cúmulo de cosas, a las que elvulgoatribuye labellezaydemáscualidadessemejantes, ruedan,pordecirloasí,enelespacioqueseparaalpuroserdelanada.

—Lohemosdescubierto.

—Peroyadeantemanohemosconvenidoenqueestascosasquefluctúanentre el ser y la nada debían de ser el objeto, no de la ciencia, sino de lafacultadintermedia,delaopinión.

—Asíconvinimos.

—Porconsiguiente,paralosquevenlamultituddecosasbellas,peroqueno distinguen lo bello en su esencia, ni pueden seguir a los que intentandemostrárselo,quevenlamultituddecosasjustas,peronolajusticiamisma,ylomismo todo lo demás, diremos que todos sus juicios son opiniones y noconocimientos.

—Sinduda—dijo.

—Porelcontrario,losquecontemplanlaesenciainmutableeidénticaasímismadelascosastienenconocimientosynoopiniones.

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—Esigualmenteindudable.

—¿Unosyotrosnogustanyabrazan,éstoslascosasquesonobjetodelaciencia,yaquéllos lascosasquesonobjetode laopinión?¿Norecuerdas loquedijimosdeestosúltimos,quesecomplacenenoírpreciosasvoces,enverpreciosos colores, pero que no pueden sufrir que se les hable de la bellezaabsolutacomodeunacosareal?

—Meacuerdo.

—Ninguna injusticia les haremos, por tanto, llamándoles amigos de laopinión, más bien que amigos de la sabiduría. ¿Crees que se enojarán connosotrossilostratamosdeestamanera?

—Simecreen,noloharán,porquenuncaespermitidoofenderseporquelediganaunolaverdad—dijo.

—Por consiguiente, será preciso dar el nombre de filósofos, y no el deamantesdelaopinión,alosqueseconsagranalacontemplacióndecadaserensí.

—Totalmentedeacuerdo.

LIBROVI

—Alfin,pues—dijeyo—,despuésdemuchasdificultadesydeunrodeode palabras bastante largo, hemos fijado,mi queridoGlaucón, la diferenciaentrelosverdaderosfilósofosylosquenoloson.

—Quizánoerafácilconseguirporotromedioelobjeto,enefecto—dijo.

—Nolocreoyoasí—dije—.Amiparecer,hubiéramospodidollevareneste punto la evidencia más alta aún, si sólo de esta cuestión hubiéramostenido que tratar, y si no tuviéramos que recorrer ahora otras muchas parasaberenquédifierelavidajustadelainjusta.

—Despuésdeesto,¿quéesloquenosfaltaporexaminar?—preguntó.

—¿Qué—respondí—,sino loque sigue inmediatamente?Puestoque losverdaderos filósofos sonaquellosquepuedenalcanzar loqueexiste siempredeunamanerainmutable,yquetodoslosdemásquegiransincesarentornodemilobjetossiempremudablesserántodomenosfilósofos,esprecisoveraquiéneshemosdeescogerparagobernarnuestroEstado.

—¿Yquédeberíamosdejarsentado—preguntó—paraacertarenello?

—Designarparaguardianesa losquenosparezcanmásapropósitopara

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mantenerlasleyesylasinstitucionesdelEstado—dijeyo.

—Muybien—dijo.

—Y¿noescuestiónclara—proseguí—decidirsiunbuenguardiándebeserciegooperspicaz?

—¿Cómonohadeserclara?—replicó.

—¿Y qué diferencia encuentras entre los ciegos y los que, privados delconocimiento de lo que existe de una manera simple e inmutable, y noteniendo en su alma ningún modelo claro, no pueden, a semejanza de lospintores,fijarsusmiradassobreelejemplareternodelaverdad,ydespuésdehaberlo contemplado con toda la atención posible, trasladar a este mundo,cuando corresponda, lo que han observado, y servirse de ello como de unareglaseguraparafijarpormediodeleyesloqueeshonesto,justoybueno,yvigilarparaconservarestasleyesdespuésdehaberlasestablecido?

—Ningunadiferenciaencuentro,porZeus—dijo.

—¿Y serán estos los quehabremosde escoger para guardianes? ¿Omásbien, deberemos escoger a los que conocen la esencia de las cosas, y queademásnocedenalosotrosnienexperiencia,nienningunaclasedemérito?

—Sería una locura escoger a otros, si, por otra parte, éstos en nada soninferiores a los primeros, puesto que los superan en la cualidad másimportante.

—Ahoranos tocaanosotrosexplicarporquémediospodránunirambasventajas.

—Perfectamente.

—Como ya dijimos al principio de nuestra conversación, es precisocomenzarpor tenerunperfectoconocimientodel carácterque lesespropio,porque estoy convencido de que si llegamos a ponernos de acuerdo, nodudaremosunmomentoen reconocerquepuedenreunirambascualidadesyquenohaynadiequepuedaserpreferidoaellosparaelgobierno.

—¿Cómo?

—Convengamos, por lo pronto, en que el primer signo de la naturalezafilosóficaesamarconpasiónlaciencia,quepuedeconducirlealconocimientodeestaesenciainmutable,inaccesiblealasvicisitudesdelageneraciónydelacorrupción.

—Convengoenello.

—Conellossucedeademás loqueconlosenamoradosyambiciososconrelación al objeto de su ambición y de su amor, porque aman todo lo que

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afectaaestaesencia, sindespreciarningunaparte,grandeopequeña,másomenosimperfecta.

—Tienesrazón—admitió.

—Examina después si no es necesario que los que hayan de ser comohemosdichoesténdotadospornaturalezadeestaotracondición.

—¿Cuál?

—Elhorroralamentira,alaquenegarántodaentradaenelalma,alpasoquehabrándetenerunamorigualporlaverdad.

—Asíparece.

—No sólo así parece, mi querido amigo, sino que es absolutamentenecesarioqueelqueamaaalgunoametodoloqueleperteneceytodoloquetienerelaciónconél.

—Exacto—dijo.

—¿Y encontrarás algo que estémás estrechamente ligado con la cienciaquelaverdad?

—¿Cómopodríaencontrarlo?—dijo.

—¿Esposiblequetenganlamismanaturalezaelamantedelasabiduríayeldelafalsedad?

—Deningúnmodo.

—Por consiguiente, el espíritu verdaderamente ávido de ciencia debe,desdelaprimerajuventud,amarybuscarlaverdad.

—Conformeentodo.

—Perosabemosquecuando losdeseossedirigenconviolenciahaciaunobjeto, tienenmenos vivacidad respecto a todo lo demás, porque el torrentecorre,pordecirloasí,enestasoladirección.

—Sinduda.

—Porconsiguiente,aquelcuyosdeseossedirigenhacia lascienciassólogustadelosplacerespuros,quepertenecenalalma.Respectoalosdelcuerpo,losdesdeña,sinoesfilósofofingidosinoauténtico.

—Forzosamente.

—Unhombredetalescondicionesestempladoyenteramenteextrañoalaavaricia,porquelasrazonesqueobliganalosdemásacorrertraslasriquezascontodosudispendionotienenningunainfluenciasobreél.

—Sí.

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—Para distinguir el verdadero filósofo del que no lo es precísase fijarsetambiénenotracosa.

—¿Encuál?

—Quenohayaensualmanadaqueloenvilezca,porquelapequeñeznopuede tener absolutamente cabida en un alma que debe abrazar en susindagacionestodaslascosasdivinasyhumanas.

—Nadamáscierto—dijo.

—Pero¿creesqueunalmagrande,queabrazaensupensamientotodoslostiemposytodoslosseres,mirelavidadelhombrecomocosaimportante?

—Esimposible—dijo.

—Luegounalmadeestetemple,¿notemerálamuerte?

—Enmodoalguno.

—Deestamanera,unalmacobardeyvil jamástendránilamáspequeñacomunicaciónconlaverdaderafilosofía.

—Nolocreo.

—Pero ¡qué!, un hombre ordenado, exento de avaricia, de vileza, devanidadydecobardía,¿puedeserinjustoodeuncarácterintratable?

—Nopuede.

—Cuando se trate, pues, de discernir cuál es el alma nacida para lafilosofía,observarássidesde losprimerosañosdamuestrasdeequidadydedulzura,osieshurañoeintratable.

—Totalmentedeacuerdo.

—Tampocodejarás,amijuicio,defijartuatenciónenotropunto.

—¿Cuál?

—Si tiene facilidad o dificultad para aprender. ¿Puedes esperar que unhombre tome gusto por cosas que hace con gran trabajo y con escasoresultado?

—Noseríafactible.

—Perosinoretienenadadeloqueaprende,sitodoloolvida,¿esposiblequesalgadesuvaciedaddesaber?

—¿Cómopodría?

—Viendoquetrabajasinfruto,¿noseverá,alfin,precisadoaodiarseasímismoyaodiartalejercicio?

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—¿Cómono?

—Por lo tanto, no incluiremos en el rango de las almas nacidas para lafilosofíaaaquellaquetodoloolvida,porquequeremosqueestédotadadeunaexcelentememoria.

—Absolutamente.

—Perounalmasinarmoníaysingracia,¿nosevenaturalmentearrastradaaobservaruncomportamientosinmesura?

—¿Quéotro,sino?

—Laverdad,¿esamigadeladesmesuraodelamesura?

—Delamesura.

—Busquemos,pues,unamenteamigadelagraciaydelamedida,ycuyatendencianaturalapuntealacontemplacióndelaesenciadelascosas.

—¿Cómono?

—Y todas las cualidades cuyo deslinde acabamos de hacer, ¿no se liganentre sí, y no son todas ellas necesarias al alma que debe elevarse al másperfectoconocimientodelser?

—Todaslesonnecesarias—dijo.

—¿Merecerásercriticadabajoningúnconceptounaprofesiónparalaqueno puede ser capaz sino el que está dotado dememoria, de penetración, degrandezadealma,deafabilidad,yqueesamigoy,enciertomodo,aliadodelaverdad,delajusticia,delafortalezaydelatemplanza?

—ElmismoMomonoencontraríanadaqueobservar—dijo.

—Ataleshombres,perfeccionadosporlaeducaciónyporlaexperiencia,ysóloaellos,deberásconfiarelgobiernodelEstado.

Adimanto,tomandoentonceslapalabra,medijo:

—Sócrates,nadiepuedenegartelaverdaddeloqueacabasdedecir.Peroheaquíunacosaquesucededeordinarioa losqueconversancontigosobreesto. Se imaginan que, por no estar versados en el arte de interrogar y deresponder, se ven conducidos poco a poco al error mediante una serie depreguntascuyasconsecuenciasnovenalpronto,peroque,ligadaslasunasalasotras,concluyenporhacerlescaerenunerrorcontrarioenteramentea loque habían creído al principio.Y así como en el juego de fichas losmalosjugadores se ven de talmanera entorpecidos por los hábiles, que concluyenpornosaberquépiezamover,enlamismaformatuhabilidadenmanejar,nolas piezas, sino las palabras, concluye por poner a los interlocutores en laimposibilidaddesaberquédecir,sinqueporellohayaverdadentuspalabras;

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ydigoestoconmotivode loqueacabodeoírte.Enefecto, se tedebedecirque es imposible en verdad oponer nada a cada una de tus preguntas enparticular,peroquesiseexaminalacosaensí,sevequelosqueseconsagranalafilosofía,nolosquelohacensólodurantesujuventudparacompletarsueducación,sinolosqueenvejecenenesteestudioson,ensumayorparte,deuncarácterextravagantee incómodo,pornodecirotracosapeor,y losmáscapaces de ellos se hacen inútiles para la sociedad por haber abrazado esteestudiodequehacestantoselogios.

—Adimanto,¿creesquelosquehablandeestamaneranodicenlaverdad?—dijeyoaloírle.

—Yonolosé;perotendrégustoenoírtuopinión—contestó.

—Puesbien;miopiniónesquedicenverdad.

—Si es así, ¿en qué has podido fundarte para decir antes que no hayremedioparalosmalesquearruinanlosEstadosmientrasnoseangobernadosporesosmismosfilósofos,quetúreconocesquesoninútiles?

—Me haces una pregunta —dije— a la que no puedo responder sinvalermedeunacomparación.

—Pues no es, sin embargo, tu costumbre, a mi parecer, emplearcomparacionesentusdiscursos—exclamó.

—Muybien.Veoqueteburlasdespuésdehabermecomprometidoentandifícil discusión. Escucha la comparación de que voy a servirme, y asíconocerásmejoraúnmipocotalentoenestegénero.EltratoquesedaalossabiosenlosEstadosestancruel,quenadiehaexperimentadonuncaalgoqueseaproximeaello;desuertequemeveoobligadoaformarconmuchaspartes,que no tienen entre sí ninguna relación, un cuadro que debe servir para sujustificación, imitando a los pintores, cuando nos presentan animales mitadcabrasymitadciervos,uotrasmonstruosidades.Figúrate,pues,unpatróndeunaodemuchasnaves,talcomovoyapintártelo;másgrandeymásrobustoque el resto de la tripulación, pero un poco sordo, de vista corta, y pocoversadoenelartedelanavegación.Losmarinerossedisputaneltimón;cadaunodeellospretendeserpiloto,sintenerningúnconocimientodetimonel,ysinpoderdecirniconquémaestronienquétiempolohaadquirido.Ademásdicenquenoesunacienciaquepuedaaprenderse,yestarándispuestosahacertrizasalqueintentesostenerlocontrario.Imagínatequelosvesalrededordelpatrón,sitiándole,conjurándoleyapurándoleparaquelesconfíeeltimón.Losexcluidos matan y arrojan al mar a los que han sido preferidos: despuésembriagan al patrón o le adormecen haciéndole beber la mandrágora, o selibran de él por cualquier otromedio. Entonces se apoderan de la nave, seechansobre lasprovisiones,bebenycomenconexceso,yconducen lanave

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delmodoquesemejantesgentespuedenconducirla.Además,considerancomounhombreentendido,comounhábilmarino,atodoelquepuedaayudarlesaobtenerporlapersuasiónoporlaviolencialadireccióndelanave;despreciancomoinútilalquenosabelisonjearsusdeseos;ignoran,porotraparte,queunpiloto auténtico ha de tener conocimiento exacto de los tiempos, de lasestaciones,delcielo,delosastros,delosvientosydetodoloqueperteneceaestearte;yencuantoaltalentodegobernarunanave,hayaonooposicióndepartedelatripulación,nocreenqueseaposibleadquirirlonicomociencianicomo práctica del pilotaje. En las naves que pasan tales cosas, ¿qué ideaquieresquesetengadelverdaderopiloto?Losmarineros,enladisposicióndeespíritu en que yo los supongo, ¿no le considerarán como visionario quepierdeeltiempoencontemplarlosastros,charlatáneinútil?

—Abuenseguro—dijoAdimanto.

—No creo —dije— que haya necesidad de examinar en detalle lacomparación para ver que es la imagen fiel del tratamiento que se da a losverdaderos filósofos en los diversos Estados. Comprendes, sin duda, mipensamiento.

—Porsupuesto—dijo.

—Presenta,pues,estacomparaciónalqueseasombredeveralosfilósofostratados en los Estados de una manera tan poco honrosa; trata de hacerlecomprenderqueseríaunamaravillamuchomayorquesucedieralocontrario.

—Selapresentaré—dijo.

—Dile también que tiene razón al considerar a los más sabios de losfilósofoscomoagentesinútilesparaelEstado;peroquenoesaestosaquienesesprecisoatacarechándolesencarasuinutilidad,sinoalosquenosedignanemplearlos,porquenoesnaturalqueelpilotosupliquealatripulaciónquelepermitaconducirlanave,niquelossabiosvayandepuertaenpuertaahacerlamisma súplica a los ricos. El que se ha atrevido a emitir esta idea se haengañado. La verdad es que al enfermo, sea rico o pobre, es al quecorresponde acudir al médico; y, en general, lo natural es que el que tienenecesidaddesergobernadovayaenbuscadelquepuedegobernarle,ynoqueaquellos cuyo gobierno pueda ser útil a los demás supliquen a estos que sepongan en sus manos. Y así no te engañarás comparando los políticos queestánhoyalacabezadelosnegociospúblicosconlosmarinerosdequeacabode hablar; y a los que éstos consideran comogentes inútiles, perdidas en lacontemplacióndelosastros,conlosverdaderospilotos.

—Muybien—dijo.

—Sesiguedeaquíqueesdifícilquelamejorprofesiónseveahonradaporlos que siguenun caminodel todoopuesto.Pero lasmayores ymás fuertes

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calumnias que a la filosofía se han inferido son debidas a esos que dicenpracticarla.Aellosserefieretuacusadordelafilosofíaaldecirquelamayorpartedelosquelacultivansonhombresperversos,yquelosmejoresdeellosson,cuandomenos,inútiles;acusaciónquetúyyohemostenidoporfundada.Di,¿noesasí?

—Sí.

—¿Noacabamosdeverlarazóndelainutilidaddelosbuenos?

—Enefecto.

—¿Quieresqueindaguemosahoralacausainevitabledelaperversidaddelamayoríadelosfilósofos,yquenosesforcemosendemostrar,siesposible,quenoeslafilosofíasobrelaquehaderecaerlafalta?

—Porsupuestoquesí.

—Sigamos,pues,dialogando,peronosinantesrecordarloquedioorigenaestadigresión,esdecir,cuálessonlascualidadesnecesariasparallegaraserunhombredebien.Laprimerayprincipales,comorecordarás,laverdad,quedebebuscarseentodoyportodo,siendolaverdaderafilosofíaabsolutamenteincompatibleconelespíritudementira.

—Esoeslomismoquedijiste.

—Ysobreestepunto,¿noopinandemuydistintamaneralamayorpartedeloshombresalreferirsealfilósofo?

—Enefecto—dijo.

—A tu parecer, ¿no tendremos razón para responder que el que tieneverdaderoamoralaciencianosedetieneenlascosasquenoexistenmásqueenapariencia,sinoque,nacidoparareconocerloqueexisterealmente,tiendehacia lo mismo con un amor y con un denuedo infatigables, hasta llegar aunirseaellomediantelapartedelalmaquetienemásíntimarelaciónconlamismarealidadquesebusca;yhastaque,porúltimo,creandoenélestauniónyestedivinoconsorcioelconocimientoylaverdad,alcanzaunavistaclaraydistinta del ser, y vivemediante éste una verdadera vida, dejando de ser sualmapresadelosdoloresdelalumbramiento?

—Noesposiblerespondermejor—dijo.

—¿Y puede amar la mentira un hombre de estas condiciones? ¿No lecausará,porelcontrario,ungrandeodio?

—Laodiará—dijo.

—Ycuandoeslaverdadlaqueabreelcamino,jamásdiremosquepuedallevartrassíelcortejodelosvicios.

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—¿Cómopodría?

—Antes bien, a la verdad van unidas siempre costumbres puras yarregladas,siendolatemplanzasucompañera.

—Exacto—dijo.

—¿Y habrá necesidad de poner por segunda vez en fila el coro de lascualidades inseparablesde lanaturalcondicióndel filósofo?Debes recordar,creo yo, que el valor, la grandeza de alma, la facilidad en aprender y lamemoria eran sus cualidades esenciales; y entonces tú nos interrumpiste,diciendoque,enverdad,eraimposibleresistiranuestrasrazones,peroquesi,dejandoaparte losdiscursos, se echabaunamirada sobre la conductade losseresencuestión,nosepodíamenosdeconfesarqueunossoninútilesyotros,que son los más, enteramente perversos. Después de habernos ocupado deindagar la causa de esta acusación, hemos llegado a examinar por qué lamayorpartedeellossonperversos,yestonoshaobligadoatrazardenuevoelcarácterdelverdaderofilósofo.

—Esoes—dijo.

—Ahoraesprecisoexaminar—proseguí—cómouna índole tanbella secorrompe y se pervierte, de suerte que sonmuy pocos los que escapan a lacorrupcióngeneral,yéstosson,precisamente,aquellosaquienessemira,nocomoperversos,sinocomohombresinútiles.Despuésconsideraremoscuáleselcarácterdeesosqueimitanysuplantanensusmenesteresesanaturalezayquéclasedealmassonquienes,usurpandounaprofesióndequesonindignosyqueestáfueradesusalcances,incurrenenmilextravíosyocasionan,entuopinión,eldescréditouniversaldelafilosofía.

—¿Cuáles son, entonces, las causas de corrupción a que te refieres?—preguntó.

—Voy a decírtelas, si soy capaz de ello—dije—.Por lo pronto, todo elmundo convendrá conmigo en quemuy raras veces aparecen sobre la tierrahombresdeíndolenaturaltanfelizquereúnanensítodaslascualidadesqueexigimosenunverdaderofilósofo;¿nocrees?

—Enefecto.

—Miraahoralascausaspoderosasqueinfluyenparaquesemalogreestepequeñonúmero.

—¿Cuálesson?

—Lo que más te ha de sorprender es que estas mismas cualidades quehacen tan apreciables estos caracteres corrompen algunas veces el alma delquelasposee,yleseparandelafilosofía;merefieroalvalor,alatemplanzayalasdemáscualidadesdequehemoshechomención.

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—Esoes,enverdad,bienextraño—dijo.

—Además de esto —continué—, todo lo que los hombres considerancomobienes:labelleza,lasriquezas,lafuerzadelcuerpo,lasgrandesuniones,que dan poder político, y todas las demás ventajas de esta naturaleza, nocontribuyenmenosapervertirelalma.Debescomprenderaloquemerefiero.

—Sí,peroquisieraquemeloexplicarasmásporextenso—dijo.

—Fíjatebienydirectamenteenesteprincipiogeneral,ylejosdeparecerteextrañocuantoacabodedecirte,seráparaticompletamenteevidente.

—¿Quéquieresquehaga?—preguntó.

—Detodogermenoservivo,seaplantaoanimal,sabemosque,sinacenen un clima poco favorable y, por otra parte, no tienen ni el alimento ni latemperatura que necesitan, se corrompen tantomás cuanto su naturaleza esmásrobusta,porqueelmalesmáscontrarioaloqueesbuenoquealoquenoloes.

—Y¿cómono?

—También es una verdad que un mal régimen daña más a lo que esexcelenteporsunaturalezaquealoquenoesmásquemediano.

—Esoes.

—Podemos asegurar igualmente, mi querido Adimanto, que las almasmejornacidassehacenlaspeoresmedianteunamalaeducación.¿Creestúquelosgrandescrímenesy lamaldadconsumadapartendeunalmaordinaria,omás bien de una naturaleza noble que la educación ha corrompido? De lasalmasvulgarespuededecirsequejamásharánnimuchobiennimuchomal.

—Noopinosinocomotú—dijoél.

—Porconsiguiente,creoyo,unadedos:si la índolenatural filosóficaescultivadadeformaadecuada,necesariamentehade llegardegradoengradohastalamismavirtud;si,porelcontrario,essembrada,creceysedesenvuelveenunsueloextraño,llegaatodolocontrario,anoserquealgúndiosveleporsuconservacióndeunamaneraespecial.¿Crees,comose imaginanmuchos,que losquepierdenaalgunos jóvenessonalgunossofistas,queactuandoenprivado los corrompen grandemente, o más bien los que lo atribuyen a lossofistassonellosmismossofistasmuchomáspeligrosos,porquevaliéndosedesus propias máximas saben formar y torcer a su gusto el espíritu de loshombresydelasmujeres,delosjóvenesydelosancianos?

—Pero¿enquéocasiónlohacen?—preguntó.

—Cuandoenlasasambleaspúblicas,enelforo,enelteatro,enelcampo,o en cualquierotro sitiodonde lamultitud se reúne—repuse—,apruebano

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desaprueban ciertas palabras y ciertas acciones con gran estruendo, grandesgritos y palmadas, redoblados al retumbar los ecos en las piedras del lugar.¿Quéefectoproducirántalesescenasenelcorazóndeunjoven?Porexcelentequesealaeducaciónquehayarecibidoenparticular,¿notienequenaufragarpor precisión enmedio de estas oleadas de alabanzas y de críticas? ¿Podráresistiralacorrientequelearrastra?¿Noconformarásusjuiciosconlosdelamultitudsobreloqueesbuenoovergonzoso?¿Noharáestudioenimitarla?

—Forzososerá,Sócrates—dijoél.

—Sin embargo —dije—, no he querido hablar aún de la prueba másviolentaaquesesometesuvirtud.

—¿Cuáles?—inquirió.

—Ella tiene lugarcuandoestoshábilesmaestrosyestosgrandessofistas,no pudiendo nada con sus discursos, añaden los hechos a los dichos. ¿Nosabesquecastiganconlapérdidadederechos,conmultasyconlamuertealosquerehúsansometerseasusrazones?

—Losémuybien—dijo.

—¿Quéotrosofista,pues,niquéinstrucciónparticularpodríanprevalecerensuresistenciacontraellos?

—Creoquenadie—dijo.

—No, sin duda; y sería una locura intentarlo —dije—. No hay, ni hahabido,nihabrájamásuncarácterdistintoencuantoalavirtud,mientrassueducación se vea combatida por las lecciones de tales maestros. Esto debeentenderse hablando de caracteres humanos y poniendo aparte, según elproverbio, a los divinos; porque si en un Estado gobernado según estasmáximasseencuentraalgunoqueseescapedelnaufragiocomúnysealoquedebeser,sepuedeasegurar,sintemordeengañarse,queesdeudoralosdiosesdesusalvación.

—Noopinodiferente—dijo.

—Entoncescreerástambiénloquevoyadecir—seguí.

—¿Qué?

—Todosesosparticularesmercenariosqueelpueblollamasofistas,yquejuzgaquelasleccionesquedansonopuestasaloqueelmismopueblocree,nohacenotracosaquerepetiralajuventudlasmáximasqueelpuebloprofesaensusasambleas,yaestollamansabiduría.Figúrateunhombrequehubieseobservado losmovimientos instintivos y los apetitos de un animal grande yrobusto,elpuntoporelquesepodráaproximaraély tocarle,cuándoyporquéseenfureceoseaplaca,quévozproduceencadaocasión,yporquéyqué

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tonodeladeotrosleapaciguaoleirrita,yque,despuésdehaberaprendidotodoestoconel tiempoy la experiencia, formaseunacienciaque, comounsistema,sepusieseaenseñar,sinservirse,porotraparte,deningunareglaparadiscernir loqueenestoshábitosyapetitoseshermosoofeo,buenoomalo,justo o injusto; conformándose en sus juicios con el instinto del animal,llamando bien a todo lo que le halaga y causa placer,mal a todo lo que leirrita;justoybelloaloqueesinevitable;sinhacerotradistinción,porquenosabe la diferencia esencial que hay entre lo que es bueno y lo que esinevitable; diferencia que no conoció jamás, ni está en estado de hacerlaconocer a los demás. ¿No te parecería, por Zeus, bien ridículo un maestrosemejante?

—Enefecto—dijo.

—¿Ynoesésta,puntoporpunto,laimagendelosquehacenconsistirlasabiduríaenconocerloquedesealamultitudreunida,loquelalisonjea,seaenpintura,seaenmúsica,seaenpolítica?¿Noesevidentequesialgunopresentaen estas reuniones alguna obra de poesía o de arte, o cualquier proyecto deutilidad pública, remitiéndose al juicio de la multitud, tiene una necesidaddiomedea de conformarse en todo a lo que ella ha de aprobar? ¿Has oídojamásaunosolodelosquelascomponenprobardeotromodoquevaliéndosederazonesridículasylamentablesqueloqueasíjuzgabuenoyhonestoseatalenefecto?

—Niesperooírselonunca—dijo.

—A todas estas reflexiones une la siguiente: ¿es posible que lamultitudoigacongustoymirecomoverdaderoesteprincipio:queexistelobelloensí,peronolapluralidaddelascosasbellas,ycadacosaensí,peronolamultituddecosasparticulares?

—Enmodoalguno—dijo.

—Porconsiguiente,esimposiblequeelpuebloseafilósofo—dije.

—Imposible.

—Y,porlotanto,necesariamentehadedespreciaralosquesededicanalafilosofía.

—Necesariamente.

—Y los despreciarán también esos particulares que viven entregados alpuebloyqueseconsagranacomplacerle.

—Esevidente.

—Ahorabien:¿cuáleselasilodondeelverdaderofilósofopuedaretirarseparaperseverarenlaprofesiónquehaabrazadoyllegaralpuntodeperfección

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aqueaspira?Júzgaloporloqueacabamosdedecir.Hemosconvenidoenqueelverdaderofilósofodeberecibirdelanaturalezalafacilidaddeaprender,lamemoria,elvalorylagrandezadelalma.

—Sí.

—Desdelainfancia,¿seráeltalelprimeroentresusiguales,sobretodosilasperfeccionesdelcuerpocorrespondenenélalasdelalma?

—¿Porquéno?—dijo.

—Cuandohayallegadoalaedadmadura,suspadresysusconciudadanosseapresuraránaservirsedesustalentosyaconfiarlesusintereses.

—¿Cómono?

—Leabrumaránconhalagosysúplicas,previendodeantemanoelcréditoquealgúndíaalcanzaráensupatria,yleobsequiaránparatenerlosegurodeantemano.

—Asísucededeordinario—dijo.

—¿Quéquieresquehagaenmediodetantosaduladores—dijeyo—,sobretodosihanacidoenunEstadopoderoso,siesrico,dedistinguidonacimiento,hermoso de cara y de ventajosa talla? ¿No alimentará las más locasesperanzas,hastaimaginarsequetienetodoeltalentonecesarioparagobernaralosgriegosyalosbárbaros,exaltándoseasímismo,henchidodeorgulloyarroganciaasícomodehueraylocavanidad?

—Sinduda—dijo.

—Si mientras se encuentra en tal disposición de espíritu, alguno,aproximándose a él con dulzura, se atreviese a hacerle oír la verdad,diciéndole que le falta la razón y que tiene gran necesidad de ella paragobernarse,peroquenoseadquieresinoapreciodemayoresesfuerzos,¿creestú que en medio de tan halagüeñas ilusiones preste con gusto oídos asemejantediscurso?

—Muylejosdeeso—dijo.

—Sinembargo—dijeyo—,siacausadesubuenaíndoleylasrelacionesqueexistenentreestosdiscursosylasfacultadesdesualma,llegaaatenderlosy se deja convencer y arrastrar hacia la filosofía, ¿qué crees que haránentonceslospersuadidosdequeestecambiolesvaahacerperdersusfavoresy todas lasventajasquedeél seprometían?Discursos, acciones,de todosevaldrán para disuadirle, al paso que dirigirán todos sus esfuerzos contra elimportuno consejero, para perderle, sea armándole lazos en secreto, seallevándoleantelostribunales.

—Nopuedemenosdeserasí.

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—Ybien,¿esperasaúnquenuestrohombreseconsagrealafilosofía?

—Rotundamente,no.

—Yaves—seguí—larazónqueyoteníaparadecirquelascualidadesqueconstituyen al filósofo, si están pervertidas por una mala educación,contribuyen en cierta manera a separarle de su destino natural y lo mismosucedeconlasriquezasylasdemáspretendidasventajasdeestaespecie.

—Reconozcoquenosedijosinrazón—contestó.

—Tantasytangrandesson,miqueridoamigo—dije—,lascausasdequesecorrompanysepierdanesasnaturalezasprivilegiadastanbienconstituidaspara la mejor de las profesiones; naturalezas que, por otra parte, son muyraras,comohemosdicho.Estoshombres,asípervertidos,sonlosquecausanlosmayoresmalesalEstadoya losparticulares,y losque,porelcontrario,cuandocambiandedirecciónenbuensentido,producen losmayoresbienes.Una medianía no es capaz de nada grande, ni para el particular ni para elEstado.

—Muycierto—dijo.

—Demodoqueestosmismoshombres,despuésdehaberabandonado laprofesiónparaquenacieron,ydehabercondenadolafilosofíaalasoledadyaldesprecio,llevanunavidacontrariaasustendencianaturalesyalaverdad;y,almismo tiempo, la filosofía,abandonadadeestamanerapor suspropioshijos,vequeéstossonreemplazadosporotrossupuestosqueladeshonranyatraen sobre ella todos esos cargos de que hablabas; y de todos los que lacultivan, los unos no sirven para nada, y la mayor parte son dignos de losmayoresmales.

—Esoes,ciertamente,loquesedicedecontinuo—asintió.

—Y no sin fundamento—dije yo—. Hombres de poco valor, al ver elpuesto desocupado, y alucinados por los nombres distinguidos y títulos quelleva consigo, abandonan con gusto una profesión oscura, llegando acaso amostrar gran habilidad en su modesta técnica, y se echan en brazos de lafilosofía, a lamanera de esos criminales fugadosde las prisiones quevan arefugiarseenlostemplos.Porquelafilosofía,apesardelestadodeabandonoaquesevereducida,conservaaúnsobrelasdemásartesunascendienteyunasuperioridad que hacen que la busquen esos que no nacieronpara ella, esosvilesartesanosqueconuntrabajoservilhandesfiguradoelcuerpoy,almismotiempo,degradadoelalma.¿Noesforzosoqueasísea?

—Porsupuesto—dijo.

—Al verlos—pregunté—, ¿dirás que esto difiere de cuando un herrerocalvoydemenguadaestaturaqueacabadeverselibredelascadenasydelos

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grillos,quehareunidounpocodedinero,despuésdelimpiarseenelbañoydevestirseconuntrajenuevo,vaacasarseconlahijadesuamo,reducidaalapobrezayelabandono?

—Nohayningunadiferencia—dijo.

—¿Qué hijos saldrán de semejante matrimonio? Indudablemente hijoscontrahechosydegenerados.

—Porfuerza.

—En igual forma, ¿qué pensamientos y opiniones han de salir delcomercio de estas almas bajas y sin cultura con la filosofía? ¿No seránpensamientosdignosdeser llamadossofismas,desprovistosdenoblezaydetodaverdaderainteligencia?

—Absolutamente—dijo.

—Queda,pues,miqueridoAdimanto,reducidoelnúmerobienescasodeverdaderos filósofos—dije—a algún espíritu elevado, perfeccionado por laeducación,que,aisladoporeldestierro,debesuperseveranciaenelestudiodelasabiduríaalcuidadoqueha tenidodealejarsede loscorruptores;obienaalguna alma grande que, nacida en un Estado pequeño, se consagre a lafilosofía por el desprecio que, con razón, le inspiran los asuntos públicos ocualquier otra profesión. Otros, en fin, se ven contenidos por las mismascausasqueretienenenelcampodelafilosofíaanuestroamigoTeages.Todocuantopuedealejaraunhombredelafilosofíaparecehabersereunidocontraél,perosucuerpoenfermoleimpidemezclarseenlosasuntospúblicos.Conrespecto amí, no vale la pena hablar de ese genio queme acompaña ymeaconseja sin cesar. Apenas se encontrará otro ejemplo en todo el pasado.Ahorabien,elque,entreestepequeñonúmerodehombres,gustayhagustadoladulzuraylafelicidadqueseencuentranenlasabiduría,viendolalocuradelrestodeloshombresyeldesordenintroducidoenlosEstadosporlosquesemezclanen sugobierno;nopercibiendo,porotraparte, en torno suyonadieque quiera secundarle en los esfuerzos que habría de hacer para sacar lajusticiadelaopresión,desuertequenotuviesequetemernadaporsímismo;viéndose, comoquiendice, enmediodeunamultituddebestias feroces, decuyasinjusticiasnoquierehacersepartícipe,yacuyasañaenvanointentaríaoponerse,segurodeserinútilasímismoyalosdemás,ydeperecerantesdehaber podido hacer servicio alguno a la patria y a sus amigos; haciéndosetodasestas reflexiones, semantieneen reposoyentregadoexclusivamenteasus propios negocios; y así como un viajero, asaltado por una violentaborrasca,seconsideradichososiencuentraunparedónquelesirvadeabrigocontraelaguaylosvientos,enlamismaforma,viendoquelainjusticiareinapor todas partes impunemente, se da por satisfecho si puede, exento deiniquidady de crímenes, pasar sus días en la inocencia, y salir de esta vida

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tranquilo,alegreyhenchidodebellasesperanzas.

—Noespocoelconseguirsalirdeestemundodespuésdehabervividodeesamanera—dijo.

—Pero no ha cumplido —dije— el fin más grande que encerraba sudestino,pornohaberencontradounaformadegobiernoquelecuadrase.Enun gobierno de tales condiciones, el filósofo se hubiera desenvuelto más yhubierasidoútilasímismoyalacomunidad.Creo,sinembargo,quehemosdemostradosuficientementelacausaylainjusticiadeloscargosquesehacenalafilosofía.¿Tienesaúnalgunadificultadqueoponer?

—Nada tengoqueañadir sobreestamateria—contestó—.Perodime:detodoslosgobiernosactuales,¿cuáleselqueconvendríaaunfilósofo?

—Ninguno—dije—;precisamenteloquelamentoesquenoencontramosniunasolaformadegobiernoqueconvengaaunfilósofo.Asíesquelevemosalterarsey corrompersey, a lamaneraqueungrano sembradoenuna tierraextrañadegeneraytomalacalidaddelsueloadondehasidotransportado,asíelverdaderofilósofopierdelavirtudqueleespropiaycambiadenaturaleza.Si,porelcontrario,seencuentraconungobiernocuyaperfeccióncorrespondaa la suya, entonces se verá que encierra verdaderamente en sí algo divino,mientras todos los demás caracteres y todas las demás profesiones sóloparticipandelohumano.Indudablemente,mevasapreguntardequéformadegobiernoquierohablar.

—No acertaste—dijo—.No te iba a preguntar eso, sino que lo que yoquerríasaberessielEstadocuyoplanhemostrazadoeselmismoqueelquetienesentumente,osiesotrodistinto.

—Eselmismo—dijeyo—,salvounpuntoquelefaltaaún.Hemosdicho,en verdad, que era preciso buscar elmedio de conservar en el gobierno denuestro Estado el mismo espíritu con que tú, el legislador, estableciste susleyes.

—Lohemosdicho,enefecto—asintió.

—Pero no quedó del todo claro —dije—, porque tuve miedo de lasobjecionesmismas que habéis hecho, y cuya solución es tan larga y difícilcomovosotroshabéismostrado,sincontarconqueloquefaltapordecirnoesenmaneraalgunafácildeexplicar.

—Pues¿dequésetrata?

—DecómopracticarlafilosofíaunEstadoquenoquieraperecer;porquelasempresasgrandessonazarosasy,comosueledecirse,lascosasbellassondifíciles.

—Sinembargo,hayqueculminarelargumentoaclarandoestepunto.

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—Sinollegoahacerunademostraciónclara,noseráporfaltadevoluntad—dije—, sino por no poder más. Te hago juez del empeño que pongo encomplacerte.Mira,porlopronto,conquévalor,omásbien,conquéaudaciasiento por principio que es preciso para ello observar una conductaenteramentecontrariaalaquesesigueennuestrosdíasrespectoalafilosofía.

—¿Cómo?

—Sededicanahoraaellagentesdemasiado jóvenes, recién salidasde laniñez, que renuncian a ella cuando están a punto de entrar en la partemásdifícil,quierodecir,enladialéctica,paradedicarsealacasayalosnegocios,pasando ya con eso por grandes filósofos. Después creen hacermucho conasistiraconversacionesfilosóficas,cuandoaellassoninvitados,ymiranesto,másquecomounaocupación,comounpasatiempo.Cuandolleganalavejez,salvas muy pocas excepciones, su ardor por esta ciencia se extingue másprontoqueelsoldeHeráclito,puestoquenovuelvealucirmás.

—¿Ycómodebeprocederse?—preguntó.

—Haciendo todo lo contrario. Es preciso que los niños y los jóvenes sedediquenalosestudiospropiosdesuedad,yqueenesteperíododelavida,enquecreceysefortificaelcuerpo,setengauncuidadoparticulardelmismo,afin de que pueda, en su día, auxiliar mejor al espíritu en sus trabajosfilosóficos.Conel tiempo,yamedidaqueelespírituseformaymadura,sereforzarán los ejercicios a que haya de sujetársele. Y cuando, gastadas lasfuerzas, no les sea posible ir a la guerra ni ocuparse de los negocios delEstado, entonces se lespermitiráquepazcanen libertad sinhacerotra cosa,comonoseadepaso,afindealcanzarasíunavidadichosaenestemundo,yobtener,despuésde lamuerte,otraquecorrespondaa la felicidaddeque sehabrágozadosobrelatierra.

—Sócrates, pareces, en verdad, hablar de esta materia con gran ardor.Creo, sin embargo, que lamayor parte de los que te escuchan, comenzandoporTrasímaco,lomostraránmayoraúnencombatirloyenresistirseaaceptartusrazones.

—Te suplico que no trates de ponerme a mal con Trasímaco—dije—;somos amigos de poco tiempo a esta parte, aunque jamás hemos sidoenemigos. Por lo tanto, no hay esfuerzo que debamos escatimar paraconvenceraélyalosdemás;o,cuandomenos,queloquedigamoslessirvaparaotravida,cuandocomenzandounanuevacarrera,seencuentrentomandoparteenconversacionessemejantes.

—Enbuenahora.¡Cortoeselplazodequehablas!—dijo.

—Di más bien que no es nada en comparación con la totalidad de lossiglos —dije—. Sobre todo, no es extraño que semejantes discursos no

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merezcancréditoalamayorparte.Nosehavistoaúnpuestoenplantaloquedecimos.Lejos de ello, sobre estasmaterias no se oyenordinariamentemásque discursos estudiados de forma que los miembros de cada frase secorrespondan en una exacta consonancia, y no compuestos fortuitamente,comolosnuestros.Peroloque,sobretodo,nosehavistoesunhombrecuyoshechos y palabras estén en real consonancia con la virtud, con toda laexactitudqueladebilidadhumanaconsiente.¿Nocrees?

—Deningúnmodo.

—Tampoco habrá asistido nadie con asiduidad a conversacionesverdaderamentehermosasynobles,enlasquesebusquelaverdadconardorpor todas las vías posibles con el solo objeto de conocerla; en la que serechacen los vanos adornos y la falsa sutileza, que no buscan sino causarefectoyprovocardiscordiaenelforoyenlasconversacionesparticulares.

—Tampocoeso—dijo.

—Todas estas razones son las que antes preveíamos —dije— y noscausabantemor.Sinembargo,laverdadhapodidomás,yhemosdichoquenoeraposibleesperar sobre la tierraunEstado,ungobierno,y si sequiere,unhombreperfecto,amenosqueunadichosanecesidadobligaseaestepequeñonúmerodefilósofosacusados,nodeperversos,sinodeinútiles,aencargarse,convoluntadosinella,delgobierno,yalEstadoaescucharles;o,almenos,quelosdiosesinspirenunamorsinceroporlaverdaderafilosofíaaloshijosdelos que gobiernan en nuestros días lasmonarquías y los demásEstados o aellosmismos.Decirqueunauotradeestascosasoambassonimposiblesessentar un hecho extraño a la razón. En otro caso, seríamos nosotros muyneciosalentretenernosenformaraquívanosdeseos.¿Noesasí?

—Sí.

—LuegosienlosinfinitossiglospasadossehavistounverdaderofilósofoenlanecesidadderegireltimóndeunEstado,osiestomismoseverificaenalgúnpaísbárbaro tandistantequeseoculteanuestrasmiradas,osi llegaaverificarsealgúndía,estamosprontosasostenerquehahabido,quehay,oquehabráunEstadotalcomoelnuestro,cuandoestamusaejerzaenéllasupremaautoridad.Nadadeimposiblenidequiméricohayennuestroproyecto;aunquesomoslosprimerosenconfesarquelaejecuciónesdifícil,peronoirrealizable.

—Soydetudictamen—dijo.

—Pero¿mevasadecirquelageneralidaddeloshombres,encambio,nopiensalomismo?—pregunté.

—Talvez—dijo.

—¡Oh,miqueridoamigo!—dije—.Notengasformadatanmalaopinión

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delamultitud.Cualquieraqueseasumaneradepensar,enlugardedisputarcon ella, trata de reconciliarla con la filosofía, destruyendo las malasimpresionesquelehainspirado.Muéstralelosfilósofosdequequiereshablar;define,comoacabamosdehacer,sucarácteryeldesuprofesión,noseaqueseimaginequehablasdelosfilósofosquesoncomoellapiensa.¿Dirásque,aun cuando vean en claro lo que son, siempre formarán de ellos una ideaconformeconlaquetenían?¿Creesquecorazonesquenoconocenlahielnilaenvidiaseirritaráncontraelquenoseirrita,yquequerránhacermalaquienno loquiereparanadie?Preveo tuobjecióny tedeclaroqueuncarácter tanintratablenoeseldelamultitud,ysíeldemuypocos.

—Convengoenelloporcompleto—dijo.

—Pues bien, entonces convendrás también en que los que indisponen atantos con la filosofía son esos intrusos que, después de irrumpirindebidamenteenella,sellenandeinjuriasmutuamente,ycuyosdiscursosnotratansinocuestionespersonales.Semejanteconductaesbienimpropiadeunfilósofo.

—Sí—dijo.

—Porque, mi querido Adimanto, el que mira como su único estudio lacontemplacióndelaverdad,notienetiempoparahacerdescendersusmiradassobrelaconductadeloshombresniparaponersealucharconellosllenodeenvidiayacritud,sinoque,teniendosincesarfijoelespíritusobrelosobjetosque guardan entre sí un orden constante e inmutable, los cuales, sinperjudicarselosunosalosotros,conservansiemprelosmismospuestosylasmismasrelaciones,consagratodasuatenciónaimitaryaexpresarensíesteordeninvariable.¿Esposible,enefecto,queseadmireyseconvivaconunacosasinhaceresfuerzosporimitarla?

—Esonopuedeser—dijo.

—Por lo tanto,el filósofo,graciasa laestrecha relaciónenqueviveconlosobjetosdivinos,entrelosquereinaunordeninmutable,sehaceunhombredivinoy ajustadoen todo loquepuede serlounhombre; aunqueen todo seencuentraexcusaparalacalumnia.

—Tienesrazón.

—Si, pues, algúnmotivo poderoso—dije— le obligase a no limitar suscuidadosasupropiaperfección,ysíahacerlosextensivosalgobiernoyalascostumbresdesussemejantes, introduciendoelordenquehaadmiradoen laesenciadelascosas,¿creestúqueseríaunmalmaestroentodolorelativoalatemplanza,justiciaydemásvirtudespúblicas?

—Enmodoalguno—dijo.

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—Pero si el pueblo llega a penetrarse una vez de la verdad de lo quedecimosde él, ¿se irritará contra los filósofosy rehusará creer connosotrosque un Estado no puede ser dichoso, a menos que el plan del mismo seatrazadoporestosartistassegúnelmodelodivino,queconstantementetienenalavista?

—No se irritará—dijo— si se da cuenta de ello. Pero ¿de qué maneratrazaránlosfilósofoseseplandequehablas?

—Mirarán al Estado —dije— y el alma de cada ciudadano como unatablilla que es preciso ante todo limpiar, lo cual no es fácil; porque losfilósofos, adiferenciade los legisladoresordinarios,noquerránocuparsededictar leyes a un Estado o a un individuo si no los han recibido puros ylimpios,osilosmismosfilósofosnoloshanhechotales.

—Haránbien—dijo.

—Ydespués,¿nocreesqueesbozaránlaslíneasgeneralesdegobierno?

—¿Cómono?

—Trabajarán en seguida sobre este lienzo, dirigiendo sus miradasrepetidamenteya sobre lonaturalmente justo,belloy temperantey todas lasdemás virtudes, ya sobre el punto a que el hombre puede arribar en larealizacióndeesteideal;ymediantelamezclaycombinacióndeinstituciones,formaránelhombreverdaderoconformeaaquelmodelo,queHomero llamadivinoysemejantealosdiosescuandoloencuentraenunhombre.

—Muybien—dijo.

—Y pienso que será preciso borrarmuchas veces y otras añadir nuevosrasgos,hastaqueelalmadelhombreseaproximelomásposibleaesteestadodeperfección,quelahaceagradablealosdioses.

—Nopuedehaberunapinturamáshermosa—dijo.

—¿Qué te parece?—pregunté—. ¿Hemos probado suficientemente a losquetúmepresentabasantesmarchandoenordendebatallaparaatacarnosqueel único que puede trazar el plan de una república es esemismo filósofo aquiensentíanellosquenosotrosentregásemoselgobiernodelosEstados?Loqueacabandeoír,¿nocontribuiráaapaciguarlos?

—Muchomássidanlosoídosalarazón—dijo.

—¿Quépodrányaobjetarnos?¿Quelosfilósofosnosonamantesdelserydelaverdad?

—Esoseríaunabsurdo—dijo.

—¿Quesuíndolenatural,talcomolahemospintado,noseaproximaalo

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másperfecto?

—Tampoco.

—¿Oqueunnaturalsemejante,favorecidoporunaeducaciónconveniente,no es más propio que cualquier otro para adquirir la virtud y la sabiduría?¿Concederán más bien esta ventaja a los que nosotros hemos excluido delnúmerodelosfilósofos?

—No,porcierto.

—¿Seirritaráncuandonosoigandecirquenohayremedioparalosmalespúblicos y particulares y que el proyecto de un Estado tal como nosotroshemosimaginadonoserealizarájamásmientraslosfilósofosnoejerzantodalaautoridad?

—Quizáseirritaránmenos—dijo.

—¿Prefieres—inquirí—quedejemosaunladoesemenosydigamosquelos hemos aplacado y persuadido enteramente para que, si no otra cosa, lavergüenzasolalesobligueaconfesarlo?

—Convengoenello—dijo.

—Démoslos,pues,porconvencidosenestepunto.Yahora,¿quiénpuededudarqueloshijosdelosreyesydelosjefesdelosEstadospuedennacercondisposicionesnaturalesparalafilosofía?

—Nadie—dijo.

—Y¿podríadecirseque,auncuandonazcanconsemejantesdisposiciones,esunanecesidadinevitableelqueseperviertan?Convinimosenqueesdifícilque se salven de la corrupción general, pero que en todo el curso de lostiemposnosesalveniunosolo,¿haynadiequeseatrevaadecirlo?

—¿Cómovaahacerlo?

—Por lo tanto, basta que se salve uno —dije— y que encuentre sussúbditos dispuestos a obedecerle, para ejecutar lo que se tiene hoy porimposible.

—Bastaunosolo—dijo.

—SillegaelcasodequeeljefedeunEstado—dije—hagalasleyesylosreglamentos de que hemos hablado, no es imposible que sus súbditosconsientansometerseaellos.

—No,sinduda.

—¿Yesunacosaextrañaychocantequeelproyectoquehemosconcebidonosotrosloconcibaundíaelpensamientodeotro?

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—Nolocreo—dijo.

—¿Nohemosdemostrado,amijuiciosuficientemente,queunavezquesetengaporposiblenuestrosistema,esmuyventajoso?

—Sí,suficientemente.

—Concluyamos, por lo tanto, que si nuestro plan de legislación puedetener lugar,esexcelente;yquesi laejecuciónesdifícil,por lomenosnoesimposible.

—Asíes—dijo.

—Puestoquedespuésdemuchos esfuerzoshemos llegadoya al términoqueapetecíamos,veamosloquesigue,esdecir,conelauxiliodequécienciasy con qué clase de ejercicios formaremos hombres capaces de mantener laconstituciónpolíticaensuintegridad,yaquéedaddeberánconsagrarseaesteservicio.

—Veámoslo—dijo.

—Entonces de nada me ha servido hasta ahora—dije— mi maña paradejardehablardelaposesióndemujeres,delaprocreacióndeloshijosydelaelección de losmagistrados, sabiendo cuán delicada era estamateria y cuálsería la dificultad en la ejecución de un sistema enteramente conforme a laverdad,puestoquemeveoahoraprecisadoatocarestospuntos.Esciertoquehehabladode lo relativoa lasmujeresya loshijos;peroconrelacióna losmagistradostengoquevolverloatratardelleno.Dijimos,siteacuerdas,quedebíanmostrarungranceloporelbienpúblico,yqueestecelodebíaprobarseenmediodelplacerodeldolor,detalmaneraquenilostrabajos,nieltemor,niningunaotrasituacióncrítica leshicieseperderdevistaestamáxima:queeraprecisodesecharaaquelquehubierasucumbidoenestaspruebasyescogerpor magistrado al que saliera tan puro como el oro pasado por el fuego,colmándole de honores y de distinciones durante su vida y después de sumuerte.Entoncesnodijemásydisfracémipensamientoymevalíderodeosportemoracomprometermeenladiscusiónenqueahoranosencontramos.

—Dicesverdad;meacuerdodeello—dijo.

—Temía entonces, mi querido amigo, decir lo que al fin he decididodeclarar, pero ahora digamos abiertamente que losmejores guardadores delEstadodebenserotrostantosfilósofos—dijeyo.

—Sostengámosloconresolución—dijo.

—Tesuplicoqueobservescuáncortoserásunúmero,porquerarasvecessucedeque lascualidadesqueennuestraopinióndebenentrarenelcarácterdelfilósofoseencuentrenreunidasenunsolohombre,porqueporloordinarioserepartenentremuchos.

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—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Noignorasquelosquetienenfacilidaddeaprenderyreteneryqueestándotadosdeunespíritusagaz,vivoydotadodeotrascualidadessemejantesnounen comúnmente a ello una nobleza y grandeza de ánimo que lospredisponga al orden, la calma y la constancia; sino que dejándose llevaradondelesarrastrasuvivacidad,notienenensímismosnadaestable,seguroyfijo.

—Tienesrazón—dijo.

—Por locontrario, loshombresdeuncarácterconsistente,quenomuda,con el que puede contarse siempre, y que en la guerra se manifiestanimpasibles en medio de los mayores peligros, son por esto mismo poco apropósitopara lasciencias.Deespíritu tardo,pocosensibleyembotado,pordecirloasí,bostezanyseduermentanprontocomointentandedicarseaalgúnestudioserio.

—Escierto—dijo.

—Sinembargo,hemosdichoquenuestrosmagistradosdebíantenerambostiposdecualidades,yquesinellonohabíaparaquécuidarsedesueducación,nielevarlosaloshonoresyalasprimerasdignidades.

—Razóntuvimosparadecirlo—convino.

—¿Ynocreesquehaypocasnaturalezasdeestacondición?

—¿Cómono?

—Ahoradiremos loqueantesomitimos,yesqueademásde lapruebaaque se les ha de someter enmedio de los trabajos, de los peligros y de losplaceres,habrándeejercitarseenungrannúmerodeciencias,paraversisuespíritu es capaz de sostener los estudios más profundos, o si se acobardacomosucedealasalmasdébilesenotrosejercicios.

—Es justo someterlos a esa prueba —dijo él—; pero ¿cuáles son esosestudiosprofundosdequehablas?

—Recordarás,sinduda—dijeyo—,quedespuésdehaberdistinguidotresespeciesenelalma,nosservimosdeestadistinciónparaexplicarlanaturalezadelajusticia,delatemplanza,delafortalezaydelasabiduría.

—Sinolorecordara,noseríamerecedordeoírloquetefaltaporexponer—dijo.

—¿Recordarástambiénloquedijimosantes?

—¿Qué?

—Quesepodíatenerdeestasvirtudesunconocimientomásexacto,pero

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que para llegar a conseguirlo era indispensable hacer un largo rodeo, y quepodíamosconocerlastambiénporunavíaquenosseparasemenosdelcaminoque habíamos emprendido. Al parecer, os disteis por contentos, y enconsecuenciatratéestepunto,amientender,muyimperfectamente,yahoraostocaavosotrosdecirsiquedasteissatisfechos.

—Con respecto a mí, lo quedé—dijo—; yme pareció que los otros loquedaronigualmente.

—Peroenmateriasdeesta importancia,miqueridoamigo—dije—,todamedidaalaquefaltaalgoyanoessuficiente:porquedeningunacosapuedeserjustamedidaloimperfecto.Sinembargo,esachaqueordinarioenmuchoseldarsedesde luegopor satisfechos,ycreerquenohaynecesidadde llevarmásadelantelasindagaciones.

—Ése es un defecto común amuchos—dijo—, que tiene por origen laindolencia.

—Pero también, sihayalgunoquedebaestar libredeestedefecto, es elguardiándelEstadoydelasleyes.

—Naturalmente—dijo.

—Espreciso,por lomismo,quedéestegran rodeodequeacabamosdehablar—dije— y que se ejercite lo mismo en aprender que en los demásejercicios, o jamás llegará al más alto grado de esta ciencia sublime, queconvieneaélmásqueaningúnotro,comopocohadecíamos.

—Pero ¿hay conocimientomás sublime que el de la justicia y el de lasdemásvirtudesdequehemoshablado?—preguntó.

—Sinduda;yañadoquerespectoaestasvirtudeselbosquejoquehemostrazadonobastayquenosedebe renunciarauncuadromásacabado.Pues¿no sería ridículoque se esforzaraunopordar lamáximaprecisión a cosaspoco importantes, y que no pusiera un especial cuidado en dar la máximaexactitudalascosasmáselevadas?

—Estareflexiónesmuysensata,pero¿crees—dijo—quevamosadejarquepasesadelantesinpreguntartecuáleseseconocimientosuperiora todoslosdemásycuálessuobjeto?

—Enmodoalguno,ypuedespreguntarlo—dije—;despuésdetodo,melohasoídohastalasaciedad,yahoraonotienesmemoriao, loquemeparecemásprobable,sólointentasentorpecermeconobjeciones.Meinclinoporestoúltimo,puesmehasoídodecirmuchasvecesquelaideadelbieneselobjetodelmássublimeconocimientoyquelajusticiaylasdemásvirtudesdebenaesta idea su utilidad y todas sus ventajas. Sabesmuy bien que estomismo,poco más o menos, es lo que tengo que decirte ahora, añadiendo que no

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conocemos esta idea sino imperfectamente, y que si no llegáramos aconocerla, de nada nos serviría todo lo demás; así como la posesión decualquier cosa es inútil para nosotros sin la posesión del bien. ¿Crees, enefecto,queseaventajosoposeeralgo,sealoquesea,sinoesbueno,oconocertodaslascosasaexcepcióndelobelloydelobueno?

—No,porZeus;nolocreo—dijo.

—Tampoco ignoras que los más hacen consistir el bien en el placer, yotros,másilustrados,enelconocimiento.

—¿Cómono?

—También sabes, mi querido amigo, que los que son de esta últimaopiniónsevenembarazadosparaexplicarloqueeselconocimiento,yalfinsevenreducidosadecirqueeselconocimientodelbien.

—Sí,yesoesmuychistoso—dijo.

—Sindudaesunacosamuygraciosadesuparteecharnosencaranuestraignorancia respecto al bien, y hablarnos en seguida de él como si loconociéramos. Dicen que es el conocimiento del bien, como si nosotrosdebiésemosentenderlesdesdeelmomentoenquepronuncianlapalabrabien.

—Esmuycierto—dijo.

—Pero los que definen la idea de bien por la de placer, ¿incurren en unerror menor que el de los otros? ¿No están precisados a confesar que hayplaceresmalos?

—Enefecto.

—Y,por consiguiente, ¿no les pasa que llegan a admitir que lasmismascosassonbuenasymalas?

—¿Quéotracosa,sino?

—Es evidente que esta materia está llena de numerosas y grandesdificultades.

—¿Cómono?

—¿Ynoesevidentetambiénquerespectoalojustoylobellomuchosseatendránalassimplesaparienciasensuspalabrasyensusacciones;peroquecuandosetratedelbien,aquéllasnosatisfaránanadie,ysebuscaráalgorealsindejarsellevardetalesapariencias?

—Efectivamente—dijo.

—Yestebien,acuyogoceaspiratodaalma,envistadelcuallohacetodo,cuya existencia sospecha, pero en medio de la incertidumbre y sin poder

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definirlo con exactitud, ni con esa fe inquebrantable que tiene en las demáscosas,locualleprivadelasventajasquepodríasacardeellas;estebien,tangrandeytanprecioso,¿seráconvenientequelaparteescogidadelEstado,alaque deberemos confiar todo, lo desconozca como la generalidad de loshombres?

—Deningunamanera—dijo.

—Piensoefectivamente—dijeyo—quenoseráunseguroguardiándelojustoydelobelloelquenoconozcalasrelacionesquemantienenconelbien;y auguro que nadie podrá conocer suficientemente lo bello y lo justo sinconocerpreviamenteelbien.

—Tienesrazónalaugurarlo—dijo.

—Nuestro Estado estará, por tanto, bien gobernado, si lo guarda unguardiánqueposeaelconocimientodetodasestascosas.

—Asídebeser—dijo—.PeroSócrates,¿enquéhacesconsistirtúelbien:enlaciencia,enelplaceroenquéotracosa?

—¡Vayaconéste!—dije—.Haceratoqueconocíaquenoqueríasatenertealoquehandichoaquellosdecuyasopinionesnoshemosocupado.

—Loquenomeparecerazonable,miqueridoSócrates—dijo—,esqueunhombrequehareflexionadodurantetodasuvidasobreestamateria,digacuáleslaopinióndelosdemásynodigalasuya.

—Pero¿qué?¿Teparecemásrazonable—dijeyo—queunhombrehabledeloquenosabecomosilosupiese?

—No como si lo supiese—dijo—, pero puede acceder a expresar comounaopiniónloquecree.

—¡Cómo! ¿No te haces cargo —pregunté— de lo defectuosas que sontodas esas opiniones que no están fundadas en ningún principio cierto?Lasmejores de ellas, ¿no son completamente oscuras? Y los hombres que porcausalidad encuentran la verdad, pero sin poder dar razón de ella, ¿sediferencianenalgodelosciegosquesiguenelcaminorecto?

—Ennada—dijo.

—¿Quieresver,entonces,cosasinformes,oscurasymalfundadas,cuandopuedesoírlasclarasymagníficasdeotros?

—¡PorZeus,Sócrates!—medijoentoncesGlaucón—.No teparesaquí,comosihubierasllegadoaltérmino.Nosotrosnosdaremosporsatisfechossinos explicas la naturaleza del bien en la forma que has explicado la de lajusticia,ladelatemplanzayladelasdemásvirtudes.

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—Tambiényomedaríaporcontento,compañero—dije—,perotemoquesemejantecuestiónseasuperioramisfuerzas,yqueporelempeñodequererdaros gusto, vaya a exponerme a vuestras burlas. Creedme, mis queridosamigos;dejemosporestavezlaindagacióndelbientalcomoesensímismo,porque nos llevaría muy lejos y sería muy penoso para mí explicaros sunaturalezatalcomoyolaconcibo,siguiendoelcaminoquehemostraído.Yensulugar,siosparece,conversaremossobreunaespeciedehijodelbien,queeslarepresentaciónexactadelbienmismo;ysinoosagrada,pasaremosaotroasunto.

—No.Háblanos del hijo, y en otra ocasión nos hablarás del padre. Estadeudalareclamaremosasutiempo—dijo.

—Bienquisiera—dije—pagarosprincipalyréditosenlugardeofrecerossóloel simple interésde ladeudaquehoyosofrezco.Sinembargo,aceptadeste interés, este hijo del bien, y cuidad de que no os engañe, sin quererlo,pagándoosenmonedafalsa.

—Procuraremosponertodoelcuidadoquenosseaposible;peroexplícateya—dijo.

—Sí—contesté—perodespuésdehaberosrecordadoloquehemosdichoprecedentementeenmuchospasajes,ydehacerosconvenirenello.

—¿Dequésetrata?—preguntó.

—Quehaycosasquellamamosbellasyotrasquellamamosbuenas,yotrasmuchas de las demás clases—dije— lo afirmamos y definimos en nuestraargumentación.

—Esciertoqueloafirmamos.

—Existeademáslobelloensí, lobuenoensí,y lomismorespectoalasotras múltiples cosas, a lo que referimos todas estas bellezas y todas estasbondadesparticularescomoaunaideasimpleyuna,yllamamosacadacosa«loquees».

—Talsucede.

—Delascosasmúltiplesdecimosquesonvistasperonoconcebidas,ydelasideas,encambio,decimosquesonconcebidas,peronovistas.

—Conformedeltodo.

—¿Yporquésentidopercibimoslosobjetosvisibles?

—Porlavista—dijo.

—Ypercibimoslossonidosporeloído—dije—,ytodaslasdemáscosassensiblesporlosotrossentidos,¿noesasí?

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—¿Cómono?

—¿Has observado —pregunté— que el autor de nuestros sentidos hahechoungastomayorparaelórganodelavistaqueparalosdemássentidos?

—Enmodoalguno—dijo.

—Pues bien, nótalo. ¿Tienen el oído y la voz necesidad de una terceracosa,elunoparaoír,ylaotraparaseroída,desuertequesiestaterceracosallegaafaltar,eloídonooiránitampocolavozseráoída?

—Deninguna—dijo.

—Creotambién—dijeyo—quelamayorpartedelosdemássentidos,porno decir todos, no tienen necesidad de un medio semejante. ¿Hay algunaexcepción?

—No,porcierto—dijo.

—Pero respecto de la vista, ¿no te has dado cuenta de que esta sí lonecesita?

—¿Quéquieresdecir?

—Quierodecirqueauncuandohayavistaenlosojosyselosapliqueasuuso, y el objeto tenga color, sin embargo, si no interviene una tercera cosadestinada a concurrir a la visión, los ojos noveránnaday los colores seráninvisibles.

—¿Cuálesesacosaquedices?—preguntó.

—Loquellamasluz—contesté.

—Tienesrazón—dijo.

—El sentidode lavistano tiene,por lo tanto,pequeñaventaja sobre losdemás,queesladeestarunidoasuobjetoporunlazodemuchísimovalor,anoserquesedigaquelaluzesunacosadespreciable.

—Estámuydistantedeserlo—dijo.

—De todos los dioses que están en el cielo, ¿cuál es el dueño de estascosasyproductordelaluz,quehacequenuestrosojosveanyquelosobjetosseanvistosconlamayorperfecciónposible?

—Enmiopinión,comoenlatuyayenladetodoelmundo,eselsol—dijo.

—Ahora bien,mira si la relación que une a la vista con este dios es talcomovoyadecir.

—¿Cómo?

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—Lavista,lomismoquelaparteenqueseformayquesellamaojo,noeselsol.

—No,enefecto.

—Perodetodoslosórganosdenuestrossentidos,elojoes,amiparecer,elquemássemejanzatieneconelsol.

—Conmucho.

—La facultad que tiene de ver, ¿no la posee como una emanación cuyafuenteeselsol?

—Absolutamente.

—Yelsol,quenoeslavista,peroqueeselprincipiodeella,espercibidoporlamisma.

—Asíes—dijo.

—Puestenencuenta—continué—quecuandohablodelhijodelbien,esdelsoldelquequierohablar.Elhijotieneunaperfectaanalogíaconsupadre.Elunoesenlaesferavisibleconrelaciónalavistayasusobjetosloqueelotroesenlaesferaidealconrelaciónalainteligenciayalosseresinteligibles.

—¿Cómo?Tesuplicoquemeloexpliquesalgomás—dijo.

—Sabes—dije—que cuando se dirigen los ojos a objetos que no estániluminadosporelsolysísóloporlosastrosdelanoche,apenasselospuededistinguir;pareceunocasiciego,ylavistanoestáclara.

—Asísucede—dijo.

—Pero cuando los ojos miran a cosas iluminadas por el sol, las vendistintamenteylavistasemuestrapresenteenellos.

—¿Cómono?

—Puesconsidera,quelomismosucederespectoalalma.Cuandofijasusmiradasenobjetosiluminadosporlaverdadyporelser,losveclaramente,losconoce y muestra que está dotada de inteligencia; pero cuando vuelve susmiradassobreloqueestáenvueltoentinieblas,sobreloquenaceyperece,suvistaseturba,seoscurece,yyanotienemásqueopiniones,quemudanacadamomento;enunapalabra,parececompletamenteprivadadeinteligencia.

—Asíparece,enefecto.

—Ten por cierto, pues, que lo que derrama sobre los objetos delconocimiento la luz de la verdad, lo que da al cognoscente la facultad deconocer,eslaideadelbien,queeselprincipiodelacienciaydelaverdad,alavezqueobjetodeconocimiento.Porbellosquesean,pues,elconocimiento

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ylaverdad,puedesasegurar,sin temordeengañarte,que la ideadelbienesdistintadeellos,ylossuperaenbelleza.Yasícomoenelmundovisiblehayrazónparacreerquelaluzylavistatienenanalogíaconelsol,peroseríafalsodecirquesonellaselsol;enlamismaforma,enelmundointeligiblepuedenconsiderarse la ciencia y la verdad como imágenes del bien, pero no habrárazón para tomar la una o la otra por el bienmismo, cuya naturaleza es devalorinfinitamentemáselevado.

—¡Quéinefablebelleza—dijo—leatribuyes!Puestoqueeselorigendelacienciayde laverdad,yesaúnmásbelloqueellas.Porconsiguiente,noquieresdecirqueelbienseaelplacer.

—¡Tentulengua!—dije—.Peroconsiderasuimagenconmásatenciónydeestamanera.

—¿Cómo?

—Indudablemente túcrees,comoyo,queelsolnosólohacevisibles lascosasque lo son, sinoque lesda también lageneración, el crecimientoy elalimento,sinserélmismogeneración.

—¿Cómohabríadeserlo?

—Lomismo puedes decir que los seres inteligibles no sólo reciben delbiensuinteligibilidad,sinotambiénsuserysuesencia,aunqueelbienmismono sea esencia, sino una cosa muy por encima de la esencia en razón dedignidadydepoder.

—¡GranApolo!—exclamóGlaucónconsumagracia—.¡Quéexcelenciamaravillosa!

—Tútieneslaculpa—repliquéyo—.¿Porquésemehaobligadoadecirloquepiensosobreestamateria?

—Notedetengas,telosuplico—dijo—,yacabalacomparacióndelbienconelsol,siaúnfaltaalgo.

—Verdaderamentesí,yaúnfaltamucho—dije.

—Puesteruegoquenoomitaselmenordetalle.

—Me temo—dije— que no dejarán de escapárseme muchos rasgos desemejanza,muyapesarmío.Peronadaquepuedaserdichoahoraloomitiréasabiendas.

—Nolohagas—rogó.

—Imagínatequeelbienyelsolsondosreyes,elunodelmundointeligibleyelotrodelmundovisible;nodigodelcieloportemordequecreasque,conocasión de esta palabra, quiero dar lugar a un equívoco. Aquí tienes, por

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consiguiente,dosespeciesdeseres,unosvisiblesyotrosinteligibles.

—Lastengo.

—Toma,pues,una líneacortadaendospartesdesiguales,y cadaunadeéstas, que representan elmundo visible y elmundo inteligible, cortada a suvezenotrasdos,proporcionalesalasprimeras,ytendrásdeunladolaparteclaraydelotrolaparteoscuradecadaunodeellos.Unadelassecciones,enel mundo visible, te dará las imágenes; entiendo por imágenes, en primerlugar,lassombras,ydespuéslasfigurasqueseformanenlasaguasysobrelasuperficie de los cuerpos compactos, tersos y brillantes. ¿Comprendes mipensamiento?

—Síquelocomprendo.

—Enlasegundasecciónpon losobjetosqueestas imágenesrepresentan,quierodecir, losanimalesquenosrodean, lasplantasy todas lasobrasdelanaturalezaydelarte.

—Lospongo—dijo.

—¿Admites—seguí—que,aplicandoestadivisióna loverdaderoya lofalso,resultalaproporciónsiguiente:loquelasaparienciassonalascosasqueellasrepresentaneslaopiniónalconocimiento?

—Convengoenello—dijo.

—Veamosahoracómodebedividirseelsegmentodelointeligible.

—¿Cómo?

—Endospartes: laprimerade lascualesnopuedealcanzarelalmasinosirviéndose de las cosas del mundo visible, que antes considerábamosimitadas, como de otras tantas imágenes, partiendo de ciertas hipótesis, nopara remontarse al principio, sino para descender a las conclusiones másremotas;mientrasqueparaobtenerlasegundaparte,vadelahipótesishastaelprincipioindependientedetodahipótesissinhacerningúnusodelasimágenescomo en el primer caso y procediendo únicamente mediante las ideasconsideradasensímismas.

—Nocomprendobienloqueacabasdedecir—dijo.

—Locomprenderásluegodeloquevoyadecirahora.Noignoras,creoyo,quelosgeómetrasylosaritméticossuponendosclasesdenúmeros,losparesylos impares, figuras, tres especies de ángulos, y así otras cosas semejantes,según la demostración que intentan hacer; que miran en seguida estassuposicionescomootrostantosprincipiosciertosyevidentes,delosquenosedanrazónasímismosniladanalosdemás;yenfin,quepartiendodeestashipótesis, descienden por una cadena no interrumpida de proposición en

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proposiciónhastallegaralaqueintentabandemostrar.

—Esoyalosé—dijo.

—Sabes también que se valen para esto de figuras visibles, a las querefierensusrazonamientos,aunquenopiensenenellas,sinoenotrasfigurasrepresentadasporaquéllas.Porejemplo,norecaensusrazonamientossobreladiagonalqueellostrazan,sinosobreelcuadradotalcualesensímismoconsudiagonal.Lomismodigodelasdemásfigurasquerepresentan,seaenrelieve,sea por el dibujo, y que se reproducen también, ya en su sombra, ya en lasaguas.Losgeómetraslasempleancomootrastantasimágenes,quelessirvenpara conocer las verdaderas figuras, que sólo pueden conocer por elpensamiento.

—Dicesverdad—admitió.

—Éstaeslaprimeraclasedelascosasinteligibles.Elalma,parallegaraconocerlas,seveprecisadaavalersedesuposiciones,nopararemontarseaunprimerprincipio,porquenopuede irmásalláde lashipótesisquehahecho,sinoqueempleandocomoimágeneslosobjetosterrestresysensibles,imitadosasuvezporlosdeabajo,ysuponiendoquesonclarosyevidentes,sesirvedeellos.

—Veoqueelmétododequehablaseseldelageometríaydemáscienciasdeestaclase—dijo.

—Hazte cargo ahora de lo que yo sitúo en el segundo segmento de lointeligible.Esloqueelalmacomprendeinmediatamentepormediodelpoderdialéctico,haciendoalgunashipótesisquenoconsideracomoprincipios,sinocomosimples suposiciones,yque le sirvendegradosydepuntosdeapoyopara elevarse hasta un primer principio independiente de toda hipótesis. Seapoderade este principio, y adhiriéndose a todas las conclusionesquede éldependen,desciendedesdeallíhasta laúltimaconclusión;perosinapoyarseen nada sensible, sino sólo en ideas puras, por las que su demostracióncomienza,procedeytermina.

—Comprendo algo—replicó—, pero no lo bastante; me parece enormeestaempresa.Sinembargo,figúrasemequeloqueteproponesesprobarqueelconocimientoquedelserylointeligibleseadquiereporladialécticaesmásclaroqueelqueseadquierepormediode lasartes,quese sirvendeciertashipótesiscomoprincipios.Esciertoqueestasartesestánobligadasavalersedel pensamiento y no de los sentidos; pero como están fundadas ensuposicionesynoseelevanhastaunprincipio,creesquenotieneneseclaroconvencimiento que tendrían si se remontaran a un principio; y llamaspensamientodiscursivo,peronointelección,amiparecer,elqueseadquierepor medio de la geometría y demás artes semejantes, y le colocas entre la

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opiniónylaintelección.

—Hascomprendidoperfectamente.Aplicaahoraaestascuatroseccioneslas cuatro diferentes operaciones del alma, a saber: a la primera, la puraintelección;alasegunda,elpensamientodiscursivo;alatercera,lacreencia,ya lacuarta, lafiguración,yconcedeacadaunadeestasmanerasdeconocermásomenosevidencia segúnque susobjetosparticipenmásomenosde laverdad.

—Entiendo—dijo—,estoydeacuerdocontigoyadoptoelordenquemepropones.

LIBROVII

—Ahora—proseguí—represéntateelestadodelanaturalezahumana,conrelacióna laeducaciónyasuausencia,segúnelcuadroque tevoya trazar.Imaginaunantrosubterráneo,quetengaentodasuanchuraunaaberturaquedé libre paso a la luz, y en esta caverna, hombres encadenados desde lainfancia,desuertequenopuedanmudardelugarnivolverlacabezaacausadelascadenasquelessujetanlaspiernasyelcuello,pudiendosolamenteverlos objetos que tienen enfrente.Detrás de ellos, a cierta distancia y a ciertaaltura,supóngaseunfuegocuyoresplandorlosalumbra,yuncaminoelevadoentreeste fuegoy loscautivos.Supóna lo largodeestecaminoun tabique,semejantealamamparaquelostitiriterosponenentreellosylosespectadores,paraexhibirporencimadeellalasmaravillasquehacen.

—Yamerepresentotodoeso—dijo.

—Figúrateahoraunaspersonasquepasanalolargodeltabiquellevandoobjetosdetodaclase,figurasdehombres,deanimalesdemaderaodepiedra,de suerte que todo esto sobresale del tabique. Entre los portadores de todasestas cosas, como es natural, unos irán hablando y otros pasarán sin decirnada.

—¡Extrañosprisionerosycuadrosingular!—dijo.

—Se parecen, sin embargo, a nosotros punto por punto—dije—. Por lopronto,¿creesquepuedanverotracosa,desímismosydelosqueestánasulado,quelassombrasqueelfuegoproyectaenfrentedeellosenelfondodelacaverna?

—¿Cómohabíandepodervermás—dijo—,sidesdesunacimientoestánprecisadosatenerlacabezainmóvil?

—Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra

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cosaquelassombrasdelosmismos?

—¿Quéotracosa,sino?

—Si pudieran conversar unos con otros, ¿no convendrían en dar a lassombrasquevenlosnombresdelascosasmismas?

—Porfuerza.

—Ysienelfondodesuprisiónhubieraunecoquerepitieselaspalabrasde los transeúntes, ¿se imaginarían oír hablar a otra cosa que a las sombrasmismasquepasandelantedesusojos?

—¡No,porZeus!—exclamó.

—En fin, no creerían que pudiera existir otra realidad que estasmismassombrasdeobjetosfabricados—dijeyo.

—Esforzosoporcompleto—dijo.

—Mira ahora —proseguí— lo que naturalmente debe suceder a estoshombres,siseleslibradelascadenasyselescuradesuignorancia.Quesedesligue aunode estos cautivos, que se le fuercede repente a levantarse, avolverlacabeza,amarcharymirardelladodelaluz;harátodasestascosasconuntrabajoincreíble;laluzleofenderáalosojos,yelalucinamientoquehabrádecausarleleimpedirádistinguirlosobjetoscuyassombrasveíaantes.¿Quécreesqueresponderíasiseledijesequehastaentoncessólohabíavistofantasmas y que ahora tenía delante de su vista objetos más reales y másaproximadosalaverdad?Sienseguidaselemuestranlascosasamedidaquesevayanpresentandoyafuerzadepreguntasseleobligaadecirloqueson,¿noselepondráenelmayorconflictoynoestaráélmismopersuadidodequeloqueveíaanteseramásrealqueloqueahoraselemuestra?

—Muchomás—dijo.

—Ysiseleobligaseamirarlaluzmisma,¿nosentiríadolorenlosojos?¿Novolveríalavistaparamiraralassombras,enlasquesefijasinesfuerzo?¿Nocreeríahallarenéstasmásdistinciónyclaridadqueentodoloqueahoraselemuestra?

—Asíes—dijo.

—Sidespuésselesacadeallíalafuerzayselellevaporelsenderoásperoy escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¿qué suplicio sería para élversearrastradodeesamanera?¡Cómoseenfurecería!Ycuandollegaraalaluzdelsol,deslumbradossusojoscontantaclaridad,¿podríaverningunodeestosnumerososobjetosquellamamosseresreales?

—Alprontonopodría—dijo.

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—Necesitaríaindudablementealgúntiempoparaacostumbrarseaello.Loquedistinguiríamásfácilmentesería,primero,sombras;después,lasimágenesdeloshombresydemásobjetosreflejadossobrelasuperficiedelasaguas,yporúltimo, losobjetosmismos.Luego,dirigiríasusmiradasalcielo,alcualpodría mirar más fácilmente durante la noche a la luz de la luna y de lasestrellasqueenplenodíaalaluzdelsol.

—¿Cómono?

—Yal fin podría, creo yo, no sólo ver la imagendel sol en las aguas ydondequiera que se refleja, sino fijarse en él y contemplarlo allí dondeverdaderamenteseencuentraytalcuales.

—Necesariamente—dijo.

—Despuésdeesto,comenzandoarazonar,llegaríaaconcluirqueelsoleselquecrealasestacionesylosaños,elquegobiernatodoelmundovisibleyelquees,enciertamanera,lacausadetodoloqueseveíaenlacaverna.

—Es evidente que llegaría, después de aquéllas, a hacer todas estasreflexiones—dijo.

—Y¿qué?Sienaquelactorecordabasuprimeraestancia,laideaqueallísetienedelasabiduríayasuscompañerosdeesclavitud,¿noseregocijaríadesumudanzaynosecompadeceríadeladesgraciadeaquéllos?

—Efectivamente.

—¿Creesqueenvidiaríaaúnloshonores,lasalabanzasylasrecompensasqueallí,supuestamente,sedieranalquemásprontoreconocieralassombrasasupaso,alqueconmásseguridadrecordaraelordenenquemarchabanyendounasdelanteydetrásdeotraso juntas,yqueeneste concepto fuera elmáshábilparaadivinarsuaparición;oquetendríaenvidiaalosqueeranenestaprisión más poderosos y más honrados? ¿No preferiría, como Aquiles enHomero, «trabajar la tierra al servicio deunpobre labrador»y sufrirlo todoantesquevivirenaquelmundodeloopinable?

—Nodudoqueestaríadispuestoasufrircualquierdestinoantesquevivirdeesasuerte—dijo.

—Fija tu atención en lo que voy a decirte —seguí—. Si este hombrevolvieradenuevoasuprisiónparaocuparsuantiguopuesto,aldejardeformarepentinalaluzdelsol,¿noselellenaríanlosojosdetinieblas?

—Ciertamente—dijo.

—Y si cuando no distingue aún nada, antes de que sus ojos hayanrecobrado su aptitud, lo que no podría suceder en poco tiempo, tuvieseprecisióndediscutirconlosotrosprisionerossobreestassombras,¿nodaría

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lugaraqueéstosserieran,diciendoqueporhabersalidodelacavernaselehabíanestropeado losojos,ynoañadirían, además,que seríapara ellosunalocurael intentarsemejanteascensión,yquesialguno intentaradesatarlosyhacerlossubirseríaprecisocogerleymatarle?

—Sinduda—dijo.

—Ybien,mi queridoGlaucón—dije—, ésta es precisamente la imagenquehayque aplicar a loque sehadichoantes.El antro subterráneoes estemundovisible;elfuegoqueleiluminaeslaluzdelsol;encuantoalcautivo,quesubealaregiónsuperioryquelacontempla,silocomparasconelalmaqueseelevahastalaesferainteligible,noerrarás,porlomenos,respectoaloqueyopienso,yaquequieressaberlo.SabeDiossólosiesconformecon laverdad.Encuantoamí,loquemepareceenelasuntoesloquevoyadecirte.En los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que sepercibecondificultad;perounavezpercibidanosepuedemenosdesacarlaconsecuenciadequeellaeslacausaprimeradetodoloquehaydebelloyderectoeneluniverso;que,enestemundovisible,ellaeslaqueproducelaluzyelastrodequeéstaprocededirectamente;queenelmundoinvisibleengendralaverdadylainteligencia;yenfin,quehadetenerfijoslosojosenestaideaelquequieraconducirsesabiamenteenlavidapúblicayenlavidaprivada.

—Soydetudictamenencuantopuedocomprendertupensamiento—dijo.

—Admite, por lo tanto, también y no te sorprenda—dije—que los quehan llegado a esta sublime contemplación desdeñan tomar parte en losnegocios humanos, y sus almas aspiran sin cesar a fijarse en este lugarelevado.Asídebesucedersiesquehadeserconformeconlaimagenqueyohetrazado.

—Sí,asídebeser—dijo.

—¿Esextrañoqueunhombre—dijeyo—,alpasardeestacontemplacióndivina a la de los miserables objetos que nos ocupan, se turbe y parezcaridículo cuando, antes de familiarizarse con las tinieblas que nos rodean, sevea precisado a entrar en discusión ante los tribunales o en cualquier otroparaje sobre sombras y figuras de justicia, reflejos las unas de las otras, yexplicar cómo él las concibe delante de personas que jamás han visto lajusticiaensímisma?

—Noveoenesonadaquemesorprenda—dijo.

—Antesbien—dije—,unhombresensatoreflexionaráquelavistapuedeturbarsededosmanerasypordoscausasopuestas:poreltránsitodelaluzalaoscuridadoporeldelaoscuridadalaluz;yaplicandoalosojosdelalmaloquesucedealosdelcuerpo,cuandoveaaaquéllaturbadayentorpecidaparadistinguir ciertos objetos, en vez de reír sin razón al verla en tal embarazo,

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examinarásiésteprocededequeelalmavienedeunestadomásluminoso,osiesquealpasardelaignoranciaalaluz,sevedeslumbradaporelexcesivoresplandor de ésta. En el primer caso, la felicitará por su turbación; y en elsegundo lamentará su suerte; y si quiere reírse a su costa, sus burlas seránmenosridículasquesisedirigiesenalalmaquedesciendedelaestacióndelaluz.

—Loquedicesesmuyrazonable—asintió.

—Si todoesto es cierto—dije—,debemosconcluir que la cienciano seaprendedelamaneraqueciertasgentespretenden.Sejactandepoderhacerlaentrarenunalmadondenoexiste,pocomásomenosdelmismomodoquesevolveríalavistaaunciego.

—Lodicenresueltamente—convino.

—Peroloqueestamosdiciendonoshacever—dije—quecadacualtieneen su alma la facultadde aprendermedianteunórganodestinadoa este fin;quetodoelsecretoconsisteenllevaresteórgano,yconélelalmatoda,delavistadeloquenacealacontemplacióndeloquees,hastaquepuedafijarlamiradaenlomásluminosoquehayenelsermismo,esdecir,segúnnuestradoctrina,enelbien;enlamismaformaquesielojonotuviereunmovimientoparticular, sería necesario que todo el cuerpo girase con él al pasar de lastinieblasalaluz;¿noesasí?

—Sí.

—En esta evolución, que se hace experimentar al alma, todo el arteconsisteenhacerlagirarde lamaneramásfácilymáseficaz.Nose tratadedarlelafacultaddever,porqueyalatiene;sinoqueloquesucedeesquesuórganoestámaldirigidoynomiraadondedebíamirar,yestoesprecisamenteloquedebecorregirse.

—Talparece—dijo.

—Y así, mientras con las demás virtudes del alma sucede poco más omenoscomoconlasdelcuerpo:cuandonosehanobtenidodelanaturaleza,se adquieren mediante la educación y la cultura; respecto a la facultad desaber, en cambio, como es de una naturaleza más divina, jamás pierde supoder: se hace solamente útil o inútil, ventajosa o perjudicial, según ladirecciónqueseleda.¿Nohasobservadohastadóndellevansusagacidadloshombres conocidos comomalos pero inteligentes? ¿Con qué penetración sualmaruindisciernetodoloqueles interesa?Suvistanoestánidebilitadaniturbada,ycomolaobliganaservircomoinstrumentodesumalicia,sontantomásmaléficoscuantosonmássutilesyperspicaces.

—Enefecto—dijo.

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—Pues bien —dije—, si desde la infancia se hubieran atajado estastendenciasnaturales,quecomootrostantospesosdeplomoinnatosarrastranal alma, por adherencia a los placeres sensuales y groseros, y la obligan amirar siempre hacia abajo; si después de haberla librado de estos pesos, sehubiera dirigido su mirada hacia la verdad, aquella misma alma la habríadistinguidoconlamismasagacidadqueveahoraaquellohacialoquemira.

—Asíparece—dijo.

—¿Noesunaconsecuencianatural—dije—,omásbiennecesaria,detodoloquehemosdicho,quenilosquenohanrecibidoeducaciónalgunayquenotienen conocimiento de la verdad, ni aquellos a quienes se ha dejado quepasaran toda su vida en el estudio y lameditación, son a propósito para elgobiernodelosEstados;losunos,porqueensuconductanotienenunpuntofijoporelquepuedandirigirtodoloquehacenenlavidapúblicayenlavidaprivada; y los otros porque no consentirán nunca que se eche sobre ellossemejantecarga,creyéndoseyaenvidaenlasIslasdelosBienaventurados?

—Esverdad—dijo.

—Anosotrosquefundamosunarepública—dijeyo—nostocaobligaraloshombresdenaturalezaprivilegiadaaqueseconsagrenalamássublimedetodaslasciencias,contemplandoelbienensímismoyelevándosehastaélporesecaminoásperodequehemoshablado;perodespuésquehayanllegadoaesepuntoyhayancontempladoelbienduranteciertotiempo,guardémonosdepermitirlesloquehoyselespermite.

—¿Qué?

—No consentiremos que se queden en esta región superior —dije—,negándoseabajaralladodelosdesgraciadoscautivos,paratomarparteensustrabajos,yaunensushonores,cualquieraquesealasituaciónenquesevean.

—Pero ¿habremos de ser tan duros con ellos? —preguntó—. ¿Por quécondenarles a una vida miserable cuando pueden gozar de una suerte másdichosa?

—Vuelves, mi querido amigo —dije—, a olvidar que la ley no debeproponerseporobjetolafelicidaddeunadeterminadaclasedeciudadanosconexclusióndelasdemás,sinolafelicidaddelEstadotodo;queaestefindebeunirseatodoslosciudadanosenlosmismosintereses,comprometiéndosepormediode la persuasiónode la autoridad aque se comuniquenunos aotrostodaslasventajasqueestánenposicióndeprocuraralacomunidad;yquealformarconcuidadosemejantesciudadanos,nosepretendedejarloslibresparaquehagandesusfacultadeselusoquelesacomode,sinoservirsedeellosconelfindefortificarloslazosdelEstado.

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—Esverdad—dijo—;semehabíaolvidado.

—Porlodemás,tenpresente,miqueridoGlaucón—dije—,quenosotrosnovamosaperjudicara losfilósofosqueseformenentrenosotros,sinoquepodremosexponerlesmuybuenasrazonesparaobligarlesaqueseencarguende la guarda y de la dirección de los demás.Les diremos: en otrosEstadospuede excusarse a los filósofos que evitan la molestia de los negociospúblicos, porque deben su sabiduría sólo a sí mismos, puesto que se hanformadosolos,apesardelgobiernoy,porlotanto,esjustoqueloquesólosedebea símismoensuorigenyensudesarrollonoestéobligadoaningunaclase de retribución para con nadie; pero a vosotros, en cambio, os hemosformadoconsultandoelinterésdelEstadoyelvuestro,paraque,comoenlarepúblicadelasabejas,seáisenéstanuestrosjefesynuestrosreyes,yconestaintención os hemos dado una educación más perfecta, que os hace máscapacesquetodoslosdemásparaunirambosaspectos.Descended,pues,unotras otro, cuanto sea necesario, a la vivienda de los demás, acostumbradvuestrosojosalastinieblasqueallíreinan;ycuandooshayáisfamiliarizadocon ellas, veréis infinitamentemejor que los de allí; distinguiréismejor queelloslasimágenesyaquelloquereflejan,porquehabéisvistoenotrapartelaverdaddelobello,delojustoydelobueno.Yasí,elEstadonuestroyvuestrovivirá a la luz del día, y no en sueños, como lamayor parte de los demásEstados, donde los jefes se baten por sombras vanas y se disputan conencarnizamientolaautoridad,quemirancomoungranbien.Perolaverdadesque todo Estado en que los que deben mandar no muestren empeño porengrandecersenecesariamentehadeserelquevivamejor,yhadereinarenélla concordia;mientras que al que tenga otra clase de gobernantes no puedemenosdesucederletodolocontrario.

—Escierto—dijo.

—¿Seresistirán,pues,nuestrosdiscípulosaestasrazones?¿Senegaránacargar alternativamente con el peso del gobierno, para ir después a pasarjuntoslamayorpartedesuvidaenlaregióndelaluzpura?

—Es imposible que lo rehúsen —dijo—, porque son justos y justastambiénnuestrasexigencias;peroentoncescadaunodeellos,alcontrariodeloquesucedeentodaspartes,aceptaráelmandocomounyugoinevitable.

—Asíes,miqueridoamigo—dijeyo—.Sipuedesencontrarparalosquedebenobtenerelmandounacondiciónqueellosprefieranalmandomismo,también podrás encontrar una república bien ordenada, porque en ella sólomandaránlosquesonverdaderamentericos,noenoro,sinoensabiduríayenvirtud,riquezasqueconstituyenlaverdaderafelicidad.Perodondequieraquehombrespobres,hambrientosdebienesyqueno tienennadaporsímismos,aspiren al mando, creyendo encontrar en él la riqueza que buscan, allí no

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ocurriráasí.Cuandosedisputayseusurpalaautoridad,estaguerradomésticaeintestinaarruinaráalfinalEstadoyasusjefes.

—Nadamáscierto—dijo.

—¿Conocesalgunacondición—pregunté—,comonosealadelverdaderofilósofo, que pueda inspirar el desprecio de las dignidades y de los cargospúblicos?

—Noconozcootra,¡porZeus!—dijo.

—Además no conviene confiar la autoridad a los que están ansiosos deposeerla,porqueentalcasolarivalidadharánacerdisputasentreellos.

—Pues¿cómono?

—¿A quién obligarás a aceptar el mando, entonces, sino a los que,instruidosmejorquenadieenlacienciadegobernar,cuentanconotravidayotroshonoresqueprefierenalosqueofrecelavidapolítica?

—Nomedirigiríaaotros—dijo.

—¿Quieresahoraqueexaminemos juntosdequémaneraformaremos loshombresdeestecarácter,ycómolosharemospasarde las tinieblasa la luz,comosedicedealgunosquepasarondelHadesalaestanciadelosdioses?

—¿Cómonohabíadequerer?—dijo.

—Nosetrataaquídeunlancedetejocomoeneljuego,sinodeimprimiralalmaunmovimientoquelaelevedelaluztenebrosaquelarodeahastalaverdaderaluzdelserporelcaminoqueporestomismollamaremosverdaderafilosofía.

—Muybien.

—Conviene ahora ver cuál es, entre las ciencias, la propia para produciresteefecto.

—¿Cómono?

—Ybien,miqueridoGlaucón,¿cuáleslacienciaqueelevaelalmadesdeloquenacehastaloquees?Almismotiempo,fijomireflexiónenotracosa.¿Nohemosdichoqueeraprecisoquenuestrosfilósofosseejercitasendurantesujuventudenelejerciciodelasarmas?

—Síquelodijimos.

—Por lo tanto, esprecisoque lacienciaquebusquemos,ademásdeestaprimeraventaja,tengaotra.

—¿Cuál?

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—Ladenoserinútilalosguerreros.

—Sindudaasídebeser,siesposible—dijo.

—Ahorabien,¿nohemoscomprendidoyaennuestroplandeeducaciónlamúsicaylagimnasia?

—Esoes—dijo.

—Perolagimnasiatieneporobjeto,sirecuerdas,loqueestáexpuestoalageneración y a la corrupción, toda vez que su destino es examinar lo quepuedeaumentarodisminuirlasfuerzasdelcuerpo.

—Esoparece.

—Luegonoeséstalacienciaquebuscamos.

—No,noloes.

—¿Serálamúsicatalcomoquedaexplicadamásarriba?

—Pero recordarás —dijo— que la música corresponde a la gimnasia,aunque en un género opuesto. Su fin, decíamos, es el de arreglar lascostumbresdelosguerreros,comunicandoasualma,nounaciencia,sinounciertoacuerdomedianteelsentimientodelaarmonía,yunaciertaregularidaddemovimientosmediante la influenciadel ritmoyde lamedida.Lamúsicaempleaconunpropósitosemejantelosdiscursos,seanverdaderosofabulosos—siguió—, pero no he visto que comprenda ninguna de las ciencias quebuscas,osealaspropiasparaelevarelalmahastaloquetúinvestigasahora.

—Me recuerdas exactamente lo que ya hemos dicho —dije yo—; enefecto, no hemos creído que lamúsica comprenda nada semejante a lo quebuscamos. Peromi queridoGlaucón, ¿dónde encontraremos esa enseñanza?No es ninguna de las artes mecánicas, porque nos han parecido demasiadoinnoblesparaelcaso.

—¿Cómo no? Sin embargo, si descartamos lamúsica, la gimnasia y lasartes,¿quémásenseñanzasnosquedan?

—Si no encontramos nada más fuera de ésas, acudamos a una que seapliqueatodasellas.

—¿Cuál?

—Laqueestancomún,porejemplo,quetodaslasartesyrazonamientossesirvendeella,yqueesimprescindibleaprenderentrelasprimeras.

—¿Quéesello?—preguntó.

—Conocerloqueesuno,dos,tres;esacienciatanvulgar.Yolollamo,engeneral, números y cálculo: ¿no es cierto que toda ciencia y arte deben

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participardeella?

—Muycierto—dijo.

—¿Nolohacetambiénelartemilitar?—pregunté.—Leesabsolutamentenecesaria—dijo.

—Enverdad—dije—Palamedes,enlastragedias,nosrepresentasiempreaAgamenóncomounrarogeneral.¿Nohasobservadoquesealaba,porhaberinventadolosnúmeros,dehaberformadoelplandecampañadelantedeIlión,ydehaber hecho la enumeraciónde lasnavesyde todo lodemás, como siantes de él hubiera sido imposible practicar todo esto, y como si, almismotiempo, Agamenón no supiese cuántos pies tenía, puesto que, si hemos decreerle,no sabíani auncontar?¿Qué ideacreesquedebería formarsedeungeneralsemejante?

—Siesciertoeso,resultaríaciertamenteextravagante—dijo.

—¿Pondremos, pues, comootra enseñanza necesaria a un guerrero la delosnúmerosydelcálculo?

—Leesindispensable,másqueningunaotra—dije—,aaquelquequieraentenderalgosobreelmododeordenarunejército;o,másbien,alquequieraserhombre.

—¿Tieneslamismaideaqueyoconrelaciónaestaenseñanza?—dije.

—¿Quéidea?

—Parece tener por naturaleza la ventaja que buscamos: la de llevar a lacomprensión;peronadiesabeservirsedeellacomoesdebido,peseaqueeslamásaptaparaatraerhacialaesencia.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Trataré de explicarte lo que pienso—dije—. A medida que vaya yodistinguiendolascosasquecreopropiasparaconduciradondedecimosdelasqueno lo son, considera tú sucesivamente elmismoobjetoqueyo;despuésconcedeoniegasegún lo tengasporconveniente,yporestemedioveremosmejorsilacosaestalcomoyomeimagino.

—Vemostrándolo—dijo.

—Mira,pues—dije—,siquieres, loque temuestro:que,entre lascosassensibles,unasnoinvitanenmaneraalgunaalentendimientoafijarenellassuatención,porquelossentidossonlosjuecescompetentesenestecaso;yotrasobligan al entendimiento a reflexionar, porque los sentidos no podríanpronunciarunjuiciosanosobreellas.

—Hablas,sinduda,delosobjetoslejanosydelaspinturassombreadas—

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dijo.

—Nohascomprendidobienloquequierodecir—contesté.

—Pues¿quéquieresdecir?—preguntó.

—Entiendo por objetos que no invitan al alma a la reflexión —dije—aquellos que no excitan al mismo tiempo dos sensaciones contrarias; y porobjetosque invitanalalmaa reflexionarentiendoaquellosquedanorigenadossensacionescontrarias,puestoquelossentidosnosedancuentadequeseatalcosaotalotraopuesta,yahieraelobjetolossentidosdecercaodelejos.Parahacertecomprendermejormipensamiento,heaquí loque llamaríamostresdedos:elpequeño,elsiguienteyeldelmedio.

—Muybien—dijo.

—Ten entendido que los supongo vistos de cerca; y ahora haz conmigoestaobservación.

—¿Cuál?

—Cadaunodeellosnospareceigualmenteundedo;pocoimportaenesteconcepto que se le vea en medio o al extremo, blanco o negro, gordo odelgado, y así de lo demás. Nada de esto obliga al alma de la mayoría apreguntar al entendimiento qué es un dedo; porque jamás la vista haatestiguadoqueundedofuese,almismotiempo,locontrariodeundedo.

—No,sinduda—dijo.

—Esnatural, pues—dije—,que en este casonada exciteni despierte alentendimiento.

—Esnatural.

—Pero¿lavistajuzgacomoesdebidodelamagnitudodelapequeñezdeestos dedos? Para juzgar bien, ¿es indiferente que el uno de ellos esté enmediooa losextremos?Lomismodigode logruesoyde lodelgado,de lablanduraydeladurezaporloquerespectaaltacto.Engeneral,larelacióndelos sentidos sobre todosestospuntos, ¿noesmuydefectuosa?¿Loquepasaconcadaunodeellosnoeslosiguiente:queelsentidodestinadoajuzgarloqueesduronopuedehacerlosinodespuésdehaberjuzgadoloqueesblando,ydicealalmaqueelcuerpoquelaafectaesalmismotiempoduroyblando?

—Asíes—dijo.

—¿No es inevitable entonces —dije— que el alma se encuentreembarazada al preguntarse qué entiende esta sensación por duro, ya quetambiénlollamablando?Lasensacióndepesantezydeligereza,¿noproduceenelalmaigual incertidumbreacercadelanaturalezadelapesantezydelaligereza,cuandolamismasensaciónledicequeelmismocuerpoespesadoy

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ligero?

—Semejantes testimoniosdebenparecerbienextrañosal alma, enefecto—dijo—,yexigendesuparteunserioexamen.

—Es,pues,naturalqueelalma—dije—,llamandoentoncesensuauxilioal entendimiento y al cálculo, trate de examinar si cada uno de estostestimoniosrecaesobreunasolacosaosobredos.

—¿Cómono?

—Mas si resulta que son dos cosas, ¿no le parecerá cada una de ellasdistintadelaotra?

—Sí.

—Ahora bien, si cada una de ellas es una, y ambas juntas son dos, lasconcebirá ambas como separadas; porque, si las concibiese como noseparadas,noseríayalaconcepcióndedoscosas,sinoladeunasola.

—Muybien.

—Lavista,decíamos,percibe,pues, lamagnitudylapequeñez,nocomodoscosasseparadas,sinocomocosasconfundidas,¿noescierto?

—Sí.

—Yparadistinguirestasensaciónconfusa,elentendimiento,haciendolocontrariodeloquehacelavista,seveprecisadoaconsiderarlamagnitudylapequeñez,noconfundidas,sinocomodistintaslaunadelaotra.

—Escierto.

—Yasívesaquílacausadequenospreguntemosanosotrosmismosquéesmagnitudyquéespequeñez.

—Totalmentedeacuerdo.

—Porestotambiénhemospodidodistinguirunacosacomovisibleyotracomointeligible.

—Muybien—dijo.

—Puesaquítienesloqueyoqueríahacertecomprendercuandodecíaque,entrelosobjetossensibles,hayunosqueincitanalareflexión,quesonlosqueproducen, a la vez, dos sensaciones contrarias; y otros que no incitan areflexionarporquesóloproducenunasensación.

—Comprendoahora,ypiensocomotú—dijo.

—Y¿encuáldeestasdosclasescolocaselnúmeroylaunidad?

—Notengoidea—dijo.

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—Juzga —dije— por lo que acabamos de decir. Si obtenemos unconocimiento suficiente de la unidad en sí por la vista o por cualquier otrosentido, este conocimiento no podrá dirigirnos hacia la contemplación de laesencia,comodijimosantesdeldedo.Perosilavistanosofrecesiempreenlaunidadalgunacontradicción,desuertequenoparezcamásunaunidadqueloopuestoalaunidad,enestecasohaynecesidaddeunjuezquedecida;elalmaembarazadadespiertaalentendimientoyseveprecisadaahacerindagacionesyapreguntarsea símisma loquees launidaden sí.El conocimientode launidad,enestecaso,esunadelascosasqueelevanalalmaylavuelvenhacialacontemplacióndelser.

—Perolavistadelaunidad—dijo—produceennosotroselefectodequehablas;porquevemoslamismacosaalaparunaymúltiplehastaelinfinito.

—Pero lo que sucede con la unidad—dije yo—, ¿no sucede igualmentecontodonúmero,cualquieraqueélsea?

—¿Cómono?

—Perolaaritméticaylacienciadelcálculotienenporobjetoelnúmero.

—Enefecto.

—Porconsiguiente,unayotrasonaptasparaconduciralconocimientodelaverdad.

—Perfectamenteaptas.

—Heaquíya,pues,dosdelasenseñanzasquebuscamos.Enefecto,ellasson necesarias al guerrero para disponer bien un ejército, y al filósofo parasalirdeloquenaceymuere,yelevarsehastalaesenciamismadelascosas,porquesinestonoseránuncaunverdaderocalculador.

—Asíes—dijo.

—Peroocurrequenuestroguardiánes,alavez,guerreroyfilósofo.

—¿Cómono?

—Demos, por lo tanto, Glaucón, una ley a los que hemos destinado ennuestroplan a desempeñar los primerospuestos, para que se consagren a lacienciadelcálculo,paraquelaestudien,nosuperficialmente,sinohastaque,pormediode lapura inteligencia,hayan llegadoaconocer laesenciade losnúmeros,noparaservirsedeestacienciaenlascomprasyventas,comohacenlosmercaderesynegociantes,sinoparaaplicarlaalasnecesidadesdelaguerray facilitar al alma el camino que debe conducirla desde la generación a lacontemplacióndelaverdadydelaesencia.

—Muybiendicho—contestó.

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—Ahoraadvierto—dije—cuánsutilesestacienciadelcálculoycuánútilal objeto que nos proponemos, cuando se la estudia en símisma y no parahacerunnegocio.

—¿Porqué?—preguntó.

—Por la virtud que tiene de elevar el alma, como acabamos de decir,obligándola a razonar sobre los números, tales como son en símismos, sinconsentirjamásquesuscálculosrecaigansobrenúmerosvisiblesypalpables.Sabes, sin duda, lo que hacen los que están versados en esta ciencia. Siintentasdividirensupresencialaunidadpropiamentedicha,seburlandetiynoteescuchan;ysiladivides,elloslamultiplicanotrastantasveces,temiendoque la unidad no parezca como ella es, es decir, una, sino un conjunto departes.

—Granverdadeslaquedices—asintió.

—Si se les pregunta: «Varones admirables, ¿de qué número habláis?,¿dóndeestánesasunidades talescomosuponéis,perfectamente igualesentresí sin que haya la menor diferencia, y que no se componen de partes, miqueridoGlaucón?»,¿quécreesqueresponderán?

—Creo que responderían que ellos hablan de cosas que no se puedencomprenderdeotramaneraqueporelpensamiento.

—Yaves,miqueridoamigo—dijeyo—,quenopodemosabsolutamentepasarsinestaciencia,puestoqueesevidentequeobligaalalmaaservirsedelentendimientoparaconocerlaverdadensí.

—Asílohace,efectivamente—dijo.

—¿No has observado también que los que han nacido para calculistastienenmucha facilidadparaaprendercasi todas lasciencias,yquehasta losespíritus tardos, cuando se han ejercitado con constancia en el cálculo,alcanzan,por lomenos, laventajadeadquirirmayor facilidadypenetraciónparaaprender?

—Asíes—dijo.

—Porlodemás,noteseríafácilencontrarmuchascienciasmáspenosasdeaprenderydepracticarqueésta.

—No,enefecto.

—Portodasestasrazonesnodebemosdespreciarlaysídedicaraellaalosquenazcanconunexcelentenatural.

—Consientoenello—dijo.

—Por consiguiente, la adoptamos—dije—.Veamos si esta otra ciencia,

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queserelacionaconaquélla,nosconvieneono.

—¿Cuáles?¿Serálageometría?—preguntó.

—Lamisma—dijeyo.

—Esevidentequenosconviene,porlomenosencuantotienerelaciónconlasoperacionesdeguerra;porque,encondicionesiguales,ungeómetrapodrámejorqueningúnotroacampar, tomarplazasfuertes,concentrarodesplegarunejército,yhacerqueejecutetodaslasevolucionesqueestánenusoenunaacciónoenunamarcha.

—Adecirverdad—observé—,nosenecesitamuchageometríanimuchocálculo para todo esto. Pero es preciso ver si la parte más elevada de estacienciatiendeahacermásfácilparaelespíritulacontemplacióndelaideadelbien,porqueéstees,segúndijimos,elresultadodelascienciasqueobliganalalma a volverse hacia el lugar donde se encuentra este ser, que es el másdichoso de los seres, y que el alma debe esforzarse en contemplar en todosconceptos.

—Tienesrazón—asintió.

—Luego si la geometría mueve al alma a contemplar la esencia de lascosas,nosconviene;sisedetieneenlageneración,nonosconviene.

—Asíhemosquedado.

—Pues bien, ninguno de los que tienen la más pequeña experiencia degeometríanosnegaráqueelobjetodeestacienciaesdirectamentecontrarioallenguajequeusanlosquelatratan—dijeyo.

—¿Cómo?—dijo.

—Enefecto,su lenguajeesridículoyforzado.Hablanpomposamentedecuadrar,aplicar,añadir,yasídelodemás,comosiellosobrasenrealmente,ycomositodassusdemostracionestendiesenalapráctica,siendoasíqueestaciencia,todaella,notieneotroobjetoqueelconocimiento.

—Desdeluego—dijo.

—Hasdeconvenirtambiénenotracosa.

—¿Enqué?

—Enquetieneporobjetoelconocimientodeloqueexistesiempre,ynodeloquenaceypereceenalgúnmomento.

—No tengodificultad en convenir en ello—dijo—,porque lageometríatieneporobjetoelconocimientodeloqueexistesiempre.

—Por consiguiente, noble amigo, la geometría atrae al alma hacia la

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verdad,formaenellaelespíritufilosófico,obligándolaadirigiraloaltosusmiradas, en lugar de abatirlas, como suele hacerse, sobre las cosas de estemundo.

—Sí,yengranmanera—dijo.

—Portanto,ordenaremostambiénengranmaneraalosciudadanosdetuCalípolisquenodesprecienelestudiodelageometría,tantomáscuantoque,ademásdeestaventajaprincipal,tieneotrasquenosondespreciables.

—¿Cuálesson?—preguntó.

—Nosólo,porlopronto,lasrelativasalaguerra,dequehablasteantes—dijeyo—.Además,daalespíritufacilidadparaaprenderlasotrasciencias,yasívemosquehaydesdeestepuntodevistaunacompletadiferenciaentreelqueestáversadoenlageometríayelquenoloestá.

—Ladiferenciaesabsoluta,porZeus—dijo.

—Porlotanto,¿laestableceremoscomosegundaenseñanzaparanuestrosjóvenesalumnos?

—Establezcámosla.

—Ylaastronomíaserálatercera.¿Onoteparecebien?

—Soydetuopinión—dijo—,tantomáscuantoquenoesmenosnecesarioal guerrero que al labrador y al piloto tener un exacto conocimiento de lasestaciones,delosmesesydelosaños.

—Verdaderamente,mehacesgracia—dije—.Parececomoquetemesqueelvulgoteecheencaraqueincluyascienciasinútilesentuplandeeducación.Las ciencias de que hablamos tienen una ventaja inmensa, pero que pocossabrán apreciar; y consiste en que purifican y reaniman un órgano del almaextinguido y embotado por las demás ocupaciones de la vida; órgano cuyaconservaciónnosimportamilvecesmásquelosojosdelcuerpo,puestoquesólo por él se percibe la verdad. Cuando digas esto, los que piensan comonosotrosenestamateria teaplaudirán;perono teatengasalvotode losquejamás se han empleado en reflexiones de esta clase, y que no ven en estasciencias otra utilidad que aquella de que tú hablaste.Mira ahora para quiénhablas, a no ser que tú no razones, ni en consideración a los unos, ni enconsideraciónalosotros,sinoparatimismo,sinqueporesollevesamallautilidadquelosdemáspuedansacardetuspalabras.

—Esciertoqueprefieroestoúltimo:interrogaryrespondersobretodoparamipropioprovecho.

—Siesasí,volvamosatrás—dijeyo—,porquenoshemosequivocadoaltomarlacienciaquesigueinmediatamentealageometría.

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—Pues¿cómolohemoshecho?

—Delassuperficieshemospasadoalossólidosenmovimiento—dijeyo—, antes de ocuparnos de los sólidos en sí mismos. El orden exigía que,después del segundo desarrollo, hubiéramos tomado el tercero, es decir, elcuboytodoloquetieneprofundidad.

—Esoescierto—dijo—.Peromeparece,Sócrates,queenestecampoaúnnosehahechoningúndescubrimiento.

—Eso procede de dos causas —dije yo—. La primera es que ningúnEstado hace aprecio de estos descubrimientos y que se trabaja en ellosdébilmente,porquesonpenosos.Lasegunda,esporquelosquesededicanaellatendríannecesidaddeunguía,sinelcualsusindagacionesseráninútiles.Encontrarunobuenoesdifícil,yauncuandoseencontrase,enelestadoactualdecosas,losqueseocupandeestasindagacionestienendemasiadapresunciónparaquererobedecerle.PerosiunEstadopresidieseaestostrabajosylesdieraestimación, los individuos se prestarían a sus miras, y mediante trabajosconcertadosysostenidosnosetardaríaendescubrirlaverdad;puestoquehoymismo, a pesar del desprecio que se hace de estas cuestiones por nocomprendersuutilidad,nisiquieralospocosqueaellasseconsagran,sóloporlafuerzadelencantoqueproducen, triunfandetodoslosobstáculosyhacencadadíanuevosprogresos.Nosería,pues,extrañoquesalieranalgúndíaalaluz.

—Convengo —dijo— en que es un estudio sumamente atractivo. Peroexplícame, te lo suplico, lo que decías antes. Pusiste en primer término lageometríaoestudiodelassuperficies.

—Sí—dijeyo.

—Inmediatamente después —dijo—, la astronomía; y luego te volvisteatrás.

—Esporque,queriendoapresurarmedemasiado,voymásdespacio—dije—.Despuésde lageometríadebíhablardeldesarrolloenprofundidad;peroviendoqueenestamaterianosehanhechosinodescubrimientosridículos,lahe dejado aparte, para pasar a la astronomía, es decir, al movimiento enprofundidad.

—Muybien—asintió.

—Pongamoslaastronomíaencuartolugar,entonces—dije—,suponiendoque la disciplina aquí omitida será accesible desde el momento en que unEstadoseocupedeella.

—Es,enefecto,muyprobable—dijoél—.Perocomomehasechadoencara, Sócrates, el haber hecho un elogio indebido de la astronomía, voy a

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alabarladeunamaneraconformecontusideas.Esevidente,amiparecer,paratodoelmundo,quelaastronomíaobligaalalmaamiraraloalto,yapasardelascosasdeaquíalacontemplacióndelasdeallá.

—Eso quizá es evidente para cualquier otro que no sea yo, porque nopiensolomismo—dije.

—Pues¿cuálestuopinión?—preguntó.

—Creo que, de lamanera que la estudian los que la erigen en filosofía,hacemirar,nohaciaarriba,sinohaciaabajo.

—¿Quéquieresdecirconeso?—inquirió.

—Meparecequeteformasunaideanoprecisamentemezquinadeloqueyollamoconocimientodelascosasdeloalto.¿Creesquesiunodistinguiesealgo al considerar de abajo arriba los adornos de un techo, miraría con lainteligencia y no con los ojos? Quizá tengas razón y yo me engañogroseramente.Peroyonopuedoreconocerotracienciaquehagaalalmamiraraloaltoquelaquetieneporobjetoloqueesyloquenoseve.Mientrasque,ya sea a lo alto con la boca abierta, ya bajando la cabezay teniendomediocerradoslosojos,sialgunointentaconoceralgosensible,niegoquellegueaconocernada,porquenadade losensibleesobjetode laciencia,ysostengoque su alma nomira a lo alto, sino hacia abajo, aunque esté nadando bocaarribasobrelatierraosobreelmar.

—Tienes razón en reprenderme, porque bien lo merezco—dijo—. Perodime:¿quéesloqueencuentrasdereprensibleenlamaneraconqueseenseñahoy laastronomía,yquévariaciónconvendríahacerquefueraútilanuestrodesignio?

—La siguiente—dije yo—.Que se admire la belleza y el orden de losastrosqueadornanelcielo,nadamás justo;perocomo,despuésde todo,nodejandeserobjetossensibles,quieroquesepongasubellezamuyporbajodelabellezaverdadera,delaqueproducenlavelocidadylalentitudrealesensíen sus relacionesmutuas y en losmovimientos que comunican a los astros,segúnelverdaderonúmeroytodaslasverdaderasfiguras.Estascosasescapanalavista,ynopuedencomprendersesinoporlarazónyporelpensamiento:¿creestúlocontrario?

—Deningunamanera—dijo.

—Quiero, pues, que el cielo recamado —dije— no sea más que unaimagenquenossirvaparanuestra instruccióncomoserviríanaungeómetralas figuras ejecutadas por Dédalo o por cualquier otro escultor o pintor.Considerándolas,enefecto,comoobrasmaestrasdearte,ungeómetratendríapor ridículo, sin embargo, estudiarlas seriamente, para descubrir en ellas la

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verdadabsolutadelasrelacionesdeigualdad,delodobleocualquierotra.

—Seguramenteseríaridículo—dijo.

—Puesbien—dijeyo—,elverdaderoastrónomo,¿nopensará lomismorespectoalasrevolucionescelestes?Creerá,sinduda,queelquehahechoelcielohareunidoenélyenloquecontienelamayorbellezaqueesdadoreunirencosassemejantes;peroencuantoalasrelacionesdeldíaalanoche,delosdíasalosmeses,delosmesesalosaños,yenfin,deunosastrosconotros,ode ellos con aquéllos, ¿no crees quemirará como una extravagancia que seimaginequeestasrelacionesseansiemprelasmismasyquejamásmuden,auncuandosólosetratadefenómenosmaterialesyvisiblesydebuscarportodoslosmediosentodoestoeldescubrimientodelaverdadmisma?

—Ahorayateentiendo,ycreoquetienesrazón—dijo.

—Yasínosserviremosdelosastrosenelestudiodelaastronomía—dijeyo—comonosservimosdelosproblemasenlageometría,sindetenernosenloquepasaenelcielo,siqueremoshacernosverdaderosastrónomosysacaralgún provecho de la parte inteligente de nuestra alma, que sin esto no nosseríadeutilidadalguna.

—Deestamanerahaceselestudiodelaastronomíamuchomásdifícilqueloesenlaactualidad—dijo.

—Yaunmeparecequedebemosprescribirelmismométodo—dijeyo—respecto a las demás ciencias, pues de no ser así, ¿qué utilidad tendríamoscomo legisladores? XII. ¿Puedes recordarme aún alguna otra ciencia quepuedaserviranuestrosplanes?

—Ningunavieneahoraamimemoria—dijo.

—Sinembargo—dije—,elmovimiento,amiparecer,nopresentaunasolaforma,porquetienemuchas.Unsabiopodríaenumerarlastodas,peronosotrossólonombraremoslasdosqueconocemos.

—¿Cuálesson?

—Layacitadaeslaprimera;laotraeslaquecorrespondeaésta—dijeyo.

—¿Cuálesesaotra?

—Pareceque losoídoshansidohechospara losmovimientosarmónicos—dije—,comolosojosparalosmovimientosastronómicos;ylospitagóricosdicen que estas dos ciencias, la astronomía y la música, son hermanas, ynosotrossomosdesuopinión;¿noesasí,Glaucón?

—Asíes—dijo.

—Pues bien—dije yo—, como la labor es grande, les preguntaremos a

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aquéllos su opinión sobre estas cosas y algunas otras si es preciso, peroobservandocuidadosamentenuestramáxima.

—¿Quémáxima?

—Vigilar para que no se den a nuestros discípulos enseñanzas en estamateriaqueseanimperfectasynoconduzcanalpuntoadondedebeniraparartodos nuestros conocimientos, como dijimos antes, con motivo de laastronomía. ¿No sabes que la armonía es hoy tratada igual que aquélla? Selimitaestacienciaalamedidadelostonosydelosacordessensibles,trabajotaninútilcomoeldelosastrónomos.

—Porlosdiosesqueestambiénhartoridículo—dijo—.Nuestrosmúsicoshablan sin cesar de intervalos condensados, extienden su oído como parasorprenderlossonidosalpaso;yunosdicenqueoyenunsonidomedioentredostonos,yqueestesonidoeselmáspequeñointervaloquelosseparayhayquemedirconél;otrossostienen,porelcontrario,que lascuerdashandadodostonosperfectamentesemejantes;ytodosprefiereneljuiciodeloídoaldelamente.

—Hablasdeesosfamososmúsicos—dijeyo—quenodandescansoalascuerdas,quelasponenentorturaylasatormentanpormediodelasclavijas.Podríallevarmásadelanteestadescripciónyhablardelosgolpesqueconelplectrodanalascuerdasydelasacusacionesquedirigenaéstasyqueéstasniegan,desafiandoasusverdugos;perodejandoestepuntodeclaroquenoesde éstos de los que quiero hablar, sino de aquellos a quienes nos hemospropuesto interrogar sobre la armonía.Éstos,por lomenos,hacen lomismoque los astrónomos; indagan los números de que resultan los acordes quehiereneloído;perono lleganaversolamenteenestosacordesunmediodedescubrir cuáles números son armónicos y cuáles no lo son, ni de dóndeprocedeestadiferencia.

—Esaindagaciónseríaverdaderamentedignadeungenio—dijo.

—Ellaconduce,indudablemente—dijeyo—,aldescubrimientodelobelloydelobueno;perosisellevaacaboconotrofin,noservirádenada.

—Esnatural—dijo.

—Pienso,enefecto—dije—,quesielestudiodetodaslascienciasdequeacabamosdehablartuvieseporefectohacerconocerlasrelacionesíntimasygenerales que tienen unas con otras, este estudio sería entonces un granauxiliarparaelfinquenoshemospropuesto,puesenotrocasonomereceríalapenaconsagrarseaél.

—Soyde tuopinión—dijo—;peroSócrates,semejante trabajoserámuylargoymuypenoso.

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—¿Hablasdelpreludio—dijeyo—odeotracosa?¿Nosabemosquetodoestonoesmásqueunaespeciedepreludiodelcantoquedebemosaprender?Enefecto;¿sonatuparecerdialécticostodoslosqueestánversadosenestasciencias?

—No,porZeus;heencontradomuypocosentreellos—dijo.

—Ybien;elquenoestáenposicióndedarodeentenderlarazóndecadacosa, ¿crees que pueda conocer jamás lo que, según hemos dicho, eranecesariosaber?—pregunté.

—Nocreotampocoeso—dijo.

—Aquí tienes, pues, mi querido Glaucón—dije—, el canto mismo queinterpretaladialéctica.Ésta,aunsiendointeligible,puedeserrepresentadaporelórganodelavistaque,segúnhemosdemostrado,seelevagradualmentedelespectáculode losanimalesalde losastrosy,enfin,a lacontemplacióndelmismosol.Yasí,elquesededicaaladialéctica,renunciandoenabsolutoalusodelossentidos,seeleva,sólomediantelarazón,hastaloqueescadacosaen sí, y si continúa sus indagaciones hasta que haya percibido mediante elpensamiento el bien en sí, ha llegado al término de los conocimientosinteligibles,asícomoelqueveelsolhallegadoaltérminodelconocimientodelascosasvisibles.

—Exactamente—dijo.

—Y¿noesesteviajeloquetúllamasmarchadialéctica?

—¿Cómono?

—Y—dijeyo—elverselibredesuscadenasydespués,abandonandolassombras,dirigirsehacialasfigurasartificialesyhacialaluzquelasalumbra;salirdeestelugarsubterráneoparasubirhastalossitiosqueiluminaelsol;yalnopoderfijarse,desdeluego,nienlosanimales,nienlasplantas,nienelsol,recurriralasdivinasimágenesdelosmismos,pintadasenlasuperficiedelasaguasyensussombras,aunqueestassombraspertenezcanaseresreales,noaobjetosartificialescomosucedíaenlacaverna,ynoesténformadasporaquella luz, que nuestro prisionero tomaba por el sol: he ahí el efecto delestudio de las ciencias de que hemos hablado.Eleva la partemás noble delalmahasta lacontemplacióndelmásexcelentede losseres;comoenelotrocaso,elmáspenetrantedelosórganosdelcuerposeelevaalacontemplacióndelomásluminosoquehayenelmundomaterialyvisible.

—Estoyconformeen todo loquedices—admitió—;sinembargo,desdecierto punto de vista me parece difícil de aceptar, y desde otro me parecedifícildedesechar.Perocomonoeséstalaúnicavezquehablaremosdeestamateria,ymásadelantevolveremosmuchasvecesaella,doyporsentadoque

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asísea;yahorapasemosaotrocantoyestudiémosloconelmismoesmeroqueelpreludio.Dinos,pues,enquéconsisteladialéctica,encuántasespeciessedivide,yporquécaminosellegaaella.Porquehaytrazasdequeeltérminoadondevanapararestoscaminoseselreposodelalmayelfindesuviaje.

—Nopodríasseguirmehastaesepunto,miqueridoGlaucón—dije—;pormásquenotefaltaramidecididavoluntad.Noseríayalaimagenloqueyoteharía ver, sino la verdadmisma, por lomenos tal como yo la pienso. Si alpensarasímeengañoono,estonohacealcaso;loquesetratadeprobaresqueexistealgosemejantedignodever;¿noesasí?

—¿Cómono?

—¿Y no es cierto que sólo la dialéctica puede descubrirlo a un espírituejercitadoenloquehapocoenumerábamos,sinqueseconozcaotrocamino?

—Tambiénesomereceserprobado.

—Porlomenoshayunpuntoquenadiepuedenegar—dijeyo—,yesqueestemétodoeselúnicoporelquepuedellegarseconregularidadadescubrirlaesenciadecadacosa;porque,porlopronto,lamayorpartedelasartessóloseocupandelasopinionesdeloshombresydesusgustos,delaproducciónydelafabricación,ysisequiere,sólodelapreparacióndelosproductosdelanaturalezaodelarte.Encuantoalasotrasartes,comolageometríaytodaslasde lamisma clase, que a nuestro parecer tienen alguna relación con el ser,vemosqueelconocimientoquedeéste tienensepareceaunsueño;que lesserá siempre imposible verlo con esa vista clara que distingue la vigilia delensueño,mientrasnoseelevenporencimadesushipótesis,delasquenodanla razón. ¿Cómo es posible que lleguen nunca a ser conocimientodemostracionesfundadasenprincipiosinciertos,yquesirven,sinembargo,debaseaconclusionesyproposiciones intermediasmezcladasconloquenosesabe?

—Noesposible—dijo.

—Elmétododialécticoes,pues,elúnico—dije—que,dejandoaunladolas hipótesis, se encamina hacia el principio mismo para afirmar su pie,sacando poco a poco el ojo del alma del cieno en que estaba sumido, yelevándolealoaltoconelauxilioyporelministeriodelasartesdequehemoshablado.Hemos distinguido éstasmuchas veces con el nombre de ciencias,paraconformarnosaluso;peroseríaprecisodarlesotronombre,queocupaseunpuntomedioentrelaoscuridaddelaopiniónylaevidenciadelaciencia.Antesnos servimosdelnombredepensamientodiscursivo.Peroami juiciotenemoscosasdemasiadoimportantesdequetratar,paraquenosdetengamosahoraenunadisputadepalabras.

—Noteequivocas—dijo.

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—Pero ¿bastará que el alma emplee sólo aquel nombre que de algunamanerahagaverclaramentelacondicióndelacosa?

—Bastará.

—Midictamenesquecontinuemos llamandociencia a laprimeraymásperfectamaneradeconocer—dijeyo—;pensamientodiscursivoalasegunda;creencia a la tercera; figuración a la cuarta; comprendiendo las dos últimasbajoelnombredeopinión,ylasdosprimerasbajoeldeinteligencia;desuertequelageneraciónseaelobjetodelaopinión,ylaesenciaeldelainteligencia;yquelainteligenciaseaalaopinión,lacienciaalacreencia,elpensamientodiscursivoa la figuración, loque laesenciaesa lageneración.Dejemosporahora, mi querido Glaucón, el examen de las razones en que se funda estaanalogía, así como lamanera de dividir en dos especies la clase de objetossometidos a la opinión y la que pertenece a la inteligencia, para no vernosenvueltos en discusiones más largas que todas aquellas de que ya hemossalido.

—Pormiparte—dijo—convengo también en esto en lamedida enquepuedoseguirte.

—¿No llamasdialécticoalqueposeenociónde laesenciadecadacosa?¿Ynodices de unhombre que no tiene inteligencia de una cosa cuandonopuededarrazóndeellaniasímismonialosdemás?

—¿Cómopodríadecirotracosa?—aseguró.

—Razonemosdelmismomodorespectoalbien.Unhombrequenopuedesepararporelentendimientolaideadelbiendetodaslasdemás,nidardeellauna definición precisa, ni vencer todas las objeciones, como un hombre decorazón en un combate, ni fundar sus argumentos en la esencia, no en laapariencia, destruyendo todos los obstáculos mediante un razonamientoirresistible,¿nodirásdeélqueniconoceelbienensí,niningúnotrobien;quesipercibealgunaimagendelbien,noesmediantelacienciasinomediantelaopinión como él la comprende; que su vida se pasa en un profundo sueño,acompañadodeensueños,delquenosaldráenestemundoantesdebajaralHades,dondedormiráunsueñoverdadero?

—Sí,porZeus,lodirécontodavehemencia—exclamó.

—Perosialgunavezteencargasesrealmentedelaeducacióndeestoshijosimaginarios, que formas aquí de palabra, no los pondrías a la cabeza delEstadoyno los revestirías conungranpoderparadisponerde losnegociospúblicos,sieranincapacesdedarrazóndesuspensamientos,siendoestosparaelloscomoengeometríalaslíneasquesellamanirracionales.

—No,seguramente—dijo.

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—¿Lesordenarías,porconsiguiente,quesededicasenespecialmentea lacienciadeinterrogaryderesponderdelamaneramássabiaposible?

—Sí,seloprescribirédeconciertocontigo—dijo.

—Porlotanto—dijeyo—,¿juzgasqueladialécticaes,pordecirloasí,elcoronamientoyelcolmodelasdemásciencias;quenohayningunaquepuedacolocarseporencimadeella,yquecierralaseriedelascienciasqueimportaaprender?

—Sí—dijo.

—Por consiguiente —dije yo—, te falta ahora designar las personas aquienesdebemoshacerpartícipesdeestasenseñanzas,ydequémanera.

—Esevidente—dijo.

—¿Recuerdascuáleselcarácterdelosquehemosescogidoparagobernar?

—¿Cómono?

—Entonces considera que también en otras cosas debemos escogerhombresdeaquel temple,yqueeraprecisopreferir losmás firmes, losmásvalientesy,siesposible,losmáshermosos;peroestasventajascorporalesylanobleza de sentimientos no eran bastante, y se exigió que tuviesen lasdisposicionesconvenientesparalaeducaciónquequeríamosdarles.

—¿Cuálessonestasdisposiciones?

—Buen amigo —dije—, la sagacidad necesaria para el estudio de lascienciasylafacilidadparaaprender;porquealalmarepugnanmásprestolasdificultades que presentan las ciencias abstractas, que las que ofrece lagimnasia, porque el trabajo es sólopara el alma,queno lo comparte con elcuerpo.

—Cierto—dijo.

—Ademásesprecisoquetenganmemoriaytesón,queamentodaespeciede trabajo sin distinción; pues de no ser así, ¿cómo crees que habrían deconsentir la amalgama de tantos trabajos corporales y tantas reflexiones yejercicios?

—Jamás lo consentirían de no haber nacido dotados de las condicionesmásfelices—contestó.

—Enefecto,elerrorenqueseincurreennuestrosdías—dijeyo—yquetantodañohacausadoalafilosofíaprocede,comoyahemosdicho,delapocaconsideraciónenqueselatieneporquenoestáhechaparaespíritusbastardos,sinoparaverdaderosylegítimostalentos.

—¿Cómo?—preguntó.

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—Porlopronto,losquequierandedicarseaelladebenserdetalsuertequenadahayaenellosdecojeraenamoral trabajo.Nobastaqueenparte seanlaboriososyenparteindolentes,queesloquesucedecuandounjoven,llenode ardimiento por la gimnasia, por la caza y por todos los ejercicios delcuerpo, rechaza todoestudioy lasconversacionese indagacionescientíficas,esquivando esta clase de trabajos. Igualmente cojean de amor al trabajo losquetienenuncarácterenteramenteopuesto.

—Nadamáscierto—asintió.

—¿Ynodeberemoscolocar—pregunté—enelrangodelasalmaslisiadasconrelaciónalestudiodelaverdadlasque,detestandolamentiravoluntariaynopudiendosufrirlasinsentirrepugnanciadentrodesíeindignaciónparalosdemás,notienenelmismohorrorporlamentirainvoluntaria,niseconsideranrebajadosasuspropiosojoscuandoselosconvencedesuignorancia,yantesbien se revuelcan en ella con la misma complacencia que un puerco en elfango?

—Sí,sinduda—dijo.

—No menos atención es preciso prestar —dije yo— para discernir loscaracteresnoblesde loscaracteresbastardosen razónde la templanza,de lafortaleza, de la grandeza de alma y de las demás virtudes. Por no saberdistinguirlos, los particulares y los Estados someten sus intereses, éstos amagistradosdébileseincapaces,yaquéllosaamigosdeigualescondiciones,porservirsedeellosinconscientemente.

—Esosucede,enefecto—dijo.

—Tomemos,pues—dije—, todas lasprecaucionesparahacerunabuenaelección, porque si sólo dedicamos a los estudios y ejercicios de estaimportanciaapersonasaquienesnada falteniconrelaciónalcuerponiconrelaciónalalma,lamismajusticianadatendráqueecharnosencara,ynuestroEstado y nuestras leyes se mantendrán firmes; pero si dedicamos a estostrabajos personas indignas, sucederá todo lo contrario, y pondremos aún enmáscompletoridículoalafilosofía.

—Esoseríaparanosotrosunavergüenza—dijo.

—Sinduda,peronomehagocargodequeyomismoestoydandolugaraqueseríanamicosta—dije.

—¿Porqué?—preguntó.

—Porqueolvidoque todoestonoesmásqueun juego—dije—yhablocondemasiadocalor.Loquemeha irritadoesqueal echarunamiradaa lafilosofía y verla tratada con el mayor desprecio, no he podido contener miindignacióncontralosquelaultrajanyhehabladocondemasiadaseriedad.

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—Tuauditorionoadviertequetehayasexcedido,porZeus—dijo.

—No lo cree así el orador—dije—. Pero sea de esto lo que quiera, noolvidemosquenuestraprimeraelecciónrecaíasobreancianos,yqueaquínoestaríamuyensulugar,porquenohayquecreeraSolóncuandodicequeunancianopuedeaprendermuchascosas;másfácilseríaparaélcorrer.No;todoslosgrandestrabajosestánreservadosalajuventud.

—Porfuerza—dijo.

—Desde la edad más tierna es preciso destinar nuestros discípulos alestudio de los números, de la geometría y demás ciencias que sirven depreparaciónaladialéctica;peroesnecesariodesterrardelaenseñanzatodoloqueseantrabasycoacciones.

—¿Porquérazón?

—Porque un espíritu libre —dije yo— no debe aprender nada comoesclavo.Quelosejerciciosdelcuerposeanforzososovoluntarios,noporesoelcuerpodejadesacarprovecho;pero las leccionesquesehacenentrarporfuerzaenelalmanotienenenellaningunafijeza.

—Escierto—dijo.

—Noempleeslaviolencia,pues,conlosniñoscuandolesdeslaslecciones—dije—;hazdemaneraqueseinstruyanjugando,yasítepondrásmejorensituacióndeconocerlasdisposicionesdecadauno.

—Loquedicesmeparecemuysensato—asintió.

—Y¿recuerdas—pregunté—que,segúndijimosantes,esprecisollevaralos niños a la guerra a caballo, hacer que presencien el combate, y hastaaproximarlos a la pelea cuando no haya en ella gran peligro, y procurar enciertamaneraquegusten la sangre, como sehace con losperros jóvenesdecaza?

—Meacuerdodeeso—dijo.

—Pondrás,pues,aunladolosquehayanmostradomásagilidadenestostrabajos,estudiosypeligros—dije.

—¿Aquéedad?—preguntó.

—Cuando hayan concluido su curso de ejercicios gimnásticos—dije—,porque durante este tiempo, que será de dos a tres años, les es imposiblededicarseaotracosa,porquenohaynadamásenemigodelascienciasquelafatigayelsueño.Porotraparte,losejerciciosgimnásticossonunapruebaalaqueimportamuchosometerlos.

—¿Cómono?—dijo.

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—Pasadoestetiempo,ycuandohayanllegadoalosveinteaños—seguí—,concederás,alosquehayasescogido,distincioneshonrosas,ylespresentarásen conjunto los conocimientos que hayan adquirido por separado durante lainfancia,afindequeseacostumbrenaverdeunaojeadaydesdeunpuntodevistagenerallasrelacionesquelasdisciplinasguardanentresí,yaconocerlanaturalezadelser.

—Estemétodo es el únicoquepuede afirmar en ellos los conocimientosquehabránadquirido—dijo.

—Tambiéneselmediomássegurodedistinguirlanaturalezadialécticadecualquierotra—dije—;porqueelquesabereunirlosobjetosdesdeunpuntodevistageneralhanacidoparaladialéctica;losquenoestánenestecaso,no.

—Soydelmismoparecer—dijo.

—Después de haber observado—continué— cuáles son los mejores deeste género, a los que hayan mostrado más constancia y firmeza, ya en elestudio, ya en los trabajos de la guerra, ya en las demás pruebas prescritas,cuando hayan llegado a los treinta años, les concederásmayores honores; ydedicándolosaladialéctica,distinguiráslosque,sinauxiliarsedelosojosydelosdemás sentidos, puedanpor la sola fuerzade la verdad elevarsehasta elconocimientodelser;yaquíes,miqueridoamigo,dondeesprecisotomarlasmayoresprecauciones.

—¿Porqué?—preguntó.

—¿No has fijado tu atención—pregunté— en el granmal que reina ennuestrosdíasenladialéctica?

—¿Quémal?—dijo.

—Creo—dije—queestáinficionadadeiniquidad.

—Escierto—dijo.

—¿Creesquehayanadadesorprendenteenestedesorden?¿Noexcusasalosqueseentreganaél?—pregunté.

—¿Enquéconceptosonexcusables?—dijo.

—Lessucedelomismo—dije—queaunhijosupuestoque,educadoenelseno de una familia noble y opulenta, en medio del fausto y rodeado deadulaciones,seapercibiese,cuandofueseyagrande,dequelosquesedicensuspadresnoloson,sinpoderdescubrirlosverdaderos.¿Podríasdecirmequépensaría de sus aduladores y de sus pretendidos padres antes de conocer suposiciónydespuésdehaberlaconocido?¿Oprefieressaberloqueyopienso?

—Prefieroestoúltimo—dijo.

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—Meimaginoqueenelprimercasotendríarespetoasupadre—dije—,asumadreyalosdemásquemirabacomoparientes,quenoasusaduladores;que estaría más dispuesto a socorrerlos si los veía en la indigencia; que loestaríamenosamaltratarlosdepalabraodehecho;y,enunapalabra,queenlascosasesencialeslesobedeceríaantesqueasusaduladoresdurantetodoeltiempoqueignoraselaverdad.

—Esnatural—dijo.

—Pero apenas supiera la verdad, en el momento, sus respetos y susatenciones disminuirían para con aquéllos y aumentarían para con losaduladores;seentregaríaaéstosconmenosreservasqueantes,siguiendoentodosusconsejos,yviviendoconellospúblicamenteenlamayorfamiliaridad,mientrasquenada le importaríani supadreni sus supuestosparientes, anoestardotadodeunnaturalmuybueno.

—Lascosasnodejaríandepasarcomodices.Pero¿cómoserelacionaestaimagenconlosqueseconsagranaladialéctica?

—De la manera siguiente: ¿no se nos educa desde la infancia en losprincipiosdejusticiaydehonestidad,principiosquehonramosyobedecemoscomoanuestrospadres?

—Asíes.

—¿No hay también —seguí— máximas opuestas a estos principios,máximas que sólo prometen placer y que asedian nuestra alma como otrostantos aduladores, pero que no arrastran a los que tengan un mínimo demesura, que conservan siempre el mismo respeto y la misma sumisión aaquellosotrosprincipiospaternos?

—Asíes.

—¿Y qué? —dije yo—. Si llega a preguntarse al que está en estadisposicióndeespírituquéesloquesellamahonroso,ysidespuésdehaberrespondidoconformealoqueaprendiódebocadellegislador,selerebatesurespuesta,seleconfundeenrepetidasocasionesyseleponeenlanecesidaddedudar si aquello esmáshonrosoquedeshonroso; si se repite esta escenacon respectoa lo justo, a lobuenoya lasdemáscosasqueél reverenciaba,¿quépartidoteparecequetomaráenrazóndelrespetoydelasumisiónqueprestabaantesalosprincipios?

—Necesariamenteloshonraríayobedeceríamenosqueantes—dijo.

—Pues bien—dije yo—, cuando llegue el caso de no sentir el mismorespetoportalesprincipiosydenoreconocerlasrelacionesíntimasqueconéltienen,ysi,porotraparte, leesimposibledescubrirporsímismolaverdad,¿cómopuedemenosdeabrazarotravidasinoaquellaquelelisonjea?

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—Nopuedemenos—dijo.

—Sehará,porconsiguiente,rebeldealasleyesaqueeraantessumiso.

—Porfuerza.

—Porconsiguiente,losquesededicanaladialécticadeestamanera,¿nodeben caer en este inconveniente y, después de todo, merecer que se lesperdone?

—Yademásqueselestengacompasión—dijo.

—Pues para no exponer a nuestros discípulos a la misma compasión,cuandohayanllegadoalostreintaañosyantesdedestinarlosaladialéctica,procurarástomartodaslasprecaucionesnecesarias.

—Desdeluego—dijo.

—¿Noesunaexcelenteprecauciónquenogustendeladialécticacuandoson demasiado jóvenes?No ignoras, sin duda, que los jóvenes, cuando hangustado de los primeros argumentos, se sirven de ellos como de unpasatiempo,y tienen fruiciónenprovocarcontroversiassincesar.Aejemplodelosqueloshanconfundidoenladisputa,ellos,asuvez,confundenalosdemás y, semejantes a los perros jóvenes, se complacen en dar tirones ymordiscosverbalesacuantosselesaproximan.

—Sí,gozansoberanamente—dijo.

—Después demuchas disputas en que han salido unas veces vencidos yotrasvencedores,concluyen,deordinario,pornocreernadadeloquecreíanantes.Deestamaneradanocasiónaquelosdemáslosdesacreditenaellosyalafilosofía.

—Nadamáscierto—dijo.

—Enunaedadmásmadura,encambio—dijeyo—,noseincurriráenestamanía;seimitará,másbien,alosquetrabajanparadescubrirlaverdad,quealosquecontradicen sólopor entretenimientoydiversión.Deestamanera secomportaráéldeformamásmoderadaysepondrálaprofesiónfilosóficaenungradodeestimaciónquenoteníaantes.

—Muybien—dijo.

—Porvíadeprecaucióndijimosantesquealosejerciciosdeladialécticasólodebían admitirse espíritus sólidosygraves, envezde admitir, como sehaceennuestrosdías,alprimeroquellega,auncuandomuchasvecesnotengadisposiciónparaello.

—Totalmentecierto—dijo.

—¿Serábastantedaraladialécticauntiempodobledelquesehadadoala

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gimnasia,yconsagrarseaellasin treguay tanexclusivamentecomosehizoconlosejerciciosdelcuerpo?

—¿Cuántosaños?¿Cuatrooseis?—preguntó.

—Noimporta:poncinco.Despuésdeestolosharásdescenderdenuevoalacaverna,enefecto,obligándolesapasarporlosempleosmilitaresyporlasdemás funciones propias de su edad, a fin de que no cedan a nadie enexperiencia.Observarássientodasestaspruebassemantienenfirmes,aunqueesténdistraídosyseansolicitadosportodaspartes,osivacilan.

—¿Ycuántotiempohandedurarestaspruebas?—dijo.

—Quinceaños—contesté—.Entoncesesllegadalaocasióndeconduciraltérmino a aquellos que a los cincuenta añoshayan salido indemnesde estaspruebas, y se hayan distinguido en el estudio y en toda su conducta,precisándoles a dirigir el ojo del alma hacia aquello que alumbra todas lascosas,acontemplarelbienyaservirsedeéltodasuvidacomodeunmodeloparagobernar,cadacualensudía,suscostumbres,lasdelEstadoylasdelosparticulares, ocupándose casi siempre del estudio de la filosofía, perocargando, cuando toque el turno, con el peso de la autoridad y de laadministración de los negocios sin otro fin que el bien público, y en lapersuasióndequesetratamenosdeocuparunpuestodehonorquedecumplirun deber indispensable.Entonces es cuando, después de haber trabajado sindescanso en formar y dejar al Estado sucesores dignos de reemplazarles,podrán pasar de esta vida a las Islas de los Bienaventurados. El Estado leserigirámagníficosmausoleosy,silaPitialoautoriza,selesharánsacrificioscomo a genios tutelares o, por lo menos, como a almas bienaventuradas ydivinas.

—Acabas, Sócrates —exclamó—, de fabricar, como un hábil escultor,perfectoshombresdeEstado.

—Ditambiénmujeres,miqueridoGlaucón—dijeyo—,porquenocreasquehayahabladoyomásbiendehombresquedemujeres,siemprequeesténdotadasdeunaaptitudconveniente.

—Así debe ser, puesto que en nuestro sistema es preciso que todo seacomúnentrelosdossexos—dijo.

—Y bien, amigos míos —dije—, ¿me concederéis ahora que nuestroproyectodeEstadoydegobiernonoesunavanaquimera?La ejecuciónesdifícil,sinduda,peroesposible;ysóloloes,comosehadicho,cuandoesténalacabezadelosgobiernosunoomuchosverdaderosfilósofosque,mirandocon desprecio los honores que hoy con tanto ardor se solicitan, en laconvicción de que no tienen ningún valor, no estimando sino lo recto y loshonoresquedeellodimanan,poniendolajusticiaporencimadetodoporsu

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importanciaysunecesidad,sometidosentodoasusleyesyesforzándoseenhacerlasprevalecer,acometanlaorganizacióndesupropioEstado.

—¿Dequémanera?—preguntó.

—Enviarán al campo a todos los ciudadanos que pasen de diez años; ydespuésdehaber,deestasuerte,sustraídoalinflujodelasactualescostumbresa los hijos de estos ciudadanos, los educarán conforme a sus propiascostumbres y a sus propias leyes, que son las que nosotros hemos expuestoantes. Por este medio establecerán en el Estado, en poco tiempo y sindificultad, el gobierno de que hemos hablado, brindando así grandesbeneficiosalpueblo.

—Desde luego—dijo—. Creo, Sócrates, que has encontrado la maneracomodebellevarseacabonuestroproyecto,enelsupuestodequealgúndíaseverifique.

—¿Daremos,pues,aquíporterminadonuestrodiscursosobreelEstadoysobreelhombrequese leparece?Puesesfácil tambiénverahoracuáldebeserestehombresegúnnuestrosprincipios.

—Está claro —dijo—; y, en lo tocante a tu pregunta, la materia estáagotada.

LIBROVIII

—Es,pues,cosaconvenidapornosotros,miqueridoGlaucón,queenunEstado bien constituido todo debe ser común; mujeres, hijos, educación,ejerciciospropiosdelapazydelaguerra,yquedebedesignarsecomoreyesdelmismoahombresconsumadosenlafilosofíayenlacienciamilitar.

—Convenidoestá—dijo.

—Tambiénhemosconvenidoenque,unavezdesignadoslosgobernantes,hay que asentar a los guerreros en casas del género que hemos dicho, queseráncomunesyenlasquenadietendránadapropio.Ademásdelahabitaciónrecordarásloquedispusimossobrelaclasedebienesqueposeerán.

—Sí—dijo—.Recuerdoquenospareciónecesarioqueningunodeellosfuese propietario de nada, que es lo contrario de lo que sucede actualmentecon los demás; y que, considerándose como atletas destinados a combatir yvigilar por el bien público, debían proveer a su seguridad y a la de susconciudadanos,yrecibirdelosdemás,enretribucióndesusservicios,loquenecesitarancadaañoparasumanutención.

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—Bien—repuse—. Pero puesto que sobre estamateria hemos dicho yacuanto había que decir, recordemos la altura a que estaba nuestra polémicacuandodimoscabidaalapresentedigresión,ytomemosdenuevoelhilodeldebateparacontinuarlo.

—No es difícil hacerlo—dijo—. Parecía, en efecto, que habías agotadotodolorelativoalEstado,yconcluíaspocomásomenoslomismoqueahora,diciendo que unEstado, para ser perfecto, debía parecerse al que acabas dedescribir, y que sería hombre de bien el que se condujese conforme a losmismosprincipios,sibienteparecióposibledardelunoydelotrounmodelomásacabadoaún.Peroañadíasque,siestaformadegobiernoerabuena,todaslas demás serían defectuosas. En cuanto alcanzamimemoria, recuerdo quecontabas cuatro especies cuyos defectos era conveniente examinar,comparándolosconlosde los individuoscuyocarácterrespondíaacadaunade estas especies, a fin de que, después de haberlos considerado todos concuidadoydeestarseguroacercadecuáleselmejorycuálelpeor,nosfueseposiblejuzgarsielprimeroeselmásdichosoyelsegundoelmásdesgraciadodeloshombres,osilascosaspasandeotramanera.Yenelpuntomismoenquetesuplicabayoquenosdierasaconoceresascuatroespeciesdegobierno,AdimantoyPolemarconosinterrumpieronytecomprometieronaentrarenladigresiónquehaconcluidoenestemomento.

—Melohasrecordado—dije—contodaexactitud.

—Hazcomolosluchadores;dameelmismoasidero,yrespondeahoraalamismapreguntaaqueteproponíascontestarentonces.

—Loharé,sipuedo—dije.

—Deseosabercuálessonesoscuatrogobiernosdequehablabas—dijo.

—Notendrédificultadensatisfacerte—respondí—,porquetodosellossonbienconocidos.ElprimeroymásalabadoeseldeCretayLacedemonia.Elsegundo, que ocupa también el segundo rango en fama, es la oligarquía,gobierno expuesto a un gran número de vicios. El tercero, opuestoenteramentealsegundo,eslademocracia.Enseguidavienelagloriosatiranía,que aventaja a todos los otros tres gobiernos, como cuarta y postreraenfermedadquepuedepadecerunEstado. ¿Puedesnombrarme, si no, algúnotro gobierno que tenga una forma propia y distinta de éstos? Porque lasdinastías y los reinos venales y otros gobiernos semejantes entran comointermediosentreesosmismosdequehemoshablado,ynosehallanmenosentrelosbárbarosqueentrelosgriegos.

—Efectivamente,secitanmuchosymuyextraños—dijo.

—¿Sabes ahora —proseguí— que hay necesariamente otros tantoscaracteresdehombrescomoespeciesdegobiernos;porquenocreerásquelas

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constitucionesdelosEstadosprocedandelasencinasodelaspiedras,sinodeloscaracteresmismosde losmiembrosque loscomponen,yde ladirecciónqueesteconjuntoimprimeatodolodemás,porasídecir,alinclinarse?

—Efectivamente,nocreoquevengansinodeahí—dijo.

—Por lo tanto, puesto que hay cinco especies de gobiernos, debe haberotrostantoscaracteresdelalmaindividualquecorrespondanaaquéllos.

—¿Cómono?

—Yahemostratadodelcarácterquecorrespondealaaristocracia,yhemosdichoconrazónqueesbuenoyjusto.

—Descritolotenemos.

—Ahoratenemosquerecorrer loscaracteresviciados;enprimerlugar,elque ansía victorias y honores, formado según el modelo del gobierno deLacedemonia;yenseguida,loscaracteresoligárquico,democráticoytiránico.Cuando hayamos reconocido cuál es el más injusto de estos caracteres, lopondremosfrenteafrentedelmásjusto,ycomparandolajusticiapuraconlainjusticiatambiénsinmezcla,concluiremosporverhastaquépuntolaunaylaotra nos hacen dichosos o desgraciados, y si deberemos acogernos a lainjusticia,siguiendoelconsejodeTrasímaco,ocederemosa lafuerzade lasrazonesquenosprecisanaabrazarelpartidodelajusticia.

—Esprecisohacerloasí—dijo.

—YasícomohabíamoscomenzadoaexaminarlascostumbresdelEstadoantesdepasaralasdelosindividuosporquecreímosqueestemétodoeramásclaro,ahora,¿quéserámásconveniente,quecontinuemosenlamismaformay que después de haber considerado, desde luego, el gobierno ambicioso(porquenoséquéotronombredarle,comonosea,quizá,eldetimocraciaodetimarquía),pasemosenseguidaalhombrequeseleparece?¿Observaremoslamismaconductarespectoalaoligarquíayalhombreoligárquico,despuésdehaber echado una mirada sobre la democracia, nos fijaremos en el hombredemocráticoy,porúltimo,llegaremosalgobiernotiránicoyexaminaremossuconstitución, en la cual se nos presentará el alma tiránica, y trataremos depronunciarnuestrofalloconconocimientodecausasobrelacuestiónquenoshemospropuestoresolver?

—Sí—dijo—;asíseharáconmásordenesteexamenyestejuicio.

—Procuremos, pues, por lo pronto—dije yo— explicar de qué manerapuedetenerlugarelpasodelaaristocraciaalatimocracia.¿Noescierto,engeneral, que los cambios de todo gobierno político tienen su origen en elpartido que gobierna, cuando se suscita en él alguna escisión, y que, porpequeño que se suponga este partido, mientras mantenga en su seno la

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armonía,esimposiblequetengalugaralgunainnovaciónenelEstado?

—Talsucede,enefecto.

—Porconsiguiente—dije—,¿cómoenunEstadode lascondicionesdelnuestro podrá darse un movimiento, Glaucón? ¿Por dónde la discordia,infiltrándoseentrelosauxiliaresylosgobernantesenfrentarácadaunadeestasclasescontralaotraycontrasímisma?¿Quieresque,aimitacióndeHomero,conjuremosalasmusasparaquenosexpliquenelorigendelaquerella,yquelashagamoshablarentonotrágicoysublime,cuandoloquehacenesjugarydivertirse,tratándonoscomoniños?

—¿Cómo?

—Pocomásomenosdelamanerasiguiente:«EsdifícilqueenunEstadoasíconstituidohayamovimientos;perocomotodoloquenaceestádestinadoaperecer,tampocoesesistemadegobiernosubsistiráeternamente,sinoquesedisolveráalgúndía,yheaquícómo.Hay,nosóloparalasplantasquenacendelsenodelatierra,sinotambiénparaelalmayelcuerpodelosanimalesquevivensobresusuperficie,cambiosdefertilidadydeesterilidad.Estoscambiostienenlugarcuandocadaespecieterminayvuelveacomenzarsurevolucióncircular,lacualesmáscortaomáslargasegúnquelavidadecadaespecieseamás larga o más corta. Vuestros magistrados, por hábiles que sean y pormucho que los auxilien la experiencia y el cálculo, podrán no determinarexactamenteel instantefavorableocontrarioa lapropagacióndesuespecie.Selesescaparáesteinstante,ydaránalEstadohijosenépocasdesfavorables.Las generaciones divinas tienen un período que comprende un númeroperfecto,pero,respectoalarazahumana,hayotronúmeroqueeselprimeroenel cual seproducen incrementosdepotencia simpley reforzada, con tresintervalos y cuatro términos, semejantes y desemejantes, crecientes ymenguantes,yquehacenaparecertodaslascosascomoacordadasyracionalesentre sí. La base, cuatro, conjugada con el cinco y aumentada tres veces,produce dos armonías: la una, uniforme,multiplicada otras tantas veces porcien;laotra,equiláteraenunsentido,perooblongaenconjunto,resultantedecien números de la diagonal racional de cinco, disminuidos en uno, o dediagonales irracionales de cinco, disminuido cada número en dos, así comociencubosdetres.Heaquíelnúmerogeométrico,quedeestemododominatodo él sobre los nacimientosmejores o peores. Ignorando la virtud de estenúmero,vuestrosmagistradosharáncontraerenépocasindebidasmatrimoniosde los quenaceránbajo funestos auspicios hijos demala índole.Suspadresescogerán,escierto,losmejoresdeentreellosparaqueocupensulugar;perocomoserán indignosde sucederles en suspuestos, apenas seveanelevados,cuandoyacomenzaránadespreciarnosanosotras(lasMusas),nohaciendodelamúsicaelcasoquedebieran,ydespreciandoenigualformalagimnasia,dedonde resultará que la educación de vuestros jóvenes será mucho menos

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perfecta.Yasílosmagistradosquefuerenescogidosdeentreellosnotendráneltalentodediscernirlasrazasdeoro,deplata,debronceydehierro,dequehablaHesíodo,yqueseencuentranentrevosotros.Llegando,pues,amezclarelhierroconlaplatayelbronceconeloro,resultarádeestamezclaunafaltadeconveniencia,deregularidadydearmonía,defectoque,allídondeaparece,engendra siempre la enemistad y la guerra. Ésta es la raza origen de ladiscordiaentodaspartesdondesurge».

—Ynosotrosdiremosquenoseengañan—aseveró.

—Nadamásnatural,puessonMusas—dijeyo.

—Puesbien,¿quéesloquedicenlasMusasdespués?—inquirió.

—«Unavezproducidaladisensión,lasrazasdehierroydebroncetratabandeenriquecerseydeadquirir tierras,casa—dijeyo—,oroyplata,mientrasque las razasdeoroyplata, ricaspornaturaleza,ynoestandodesprovistas,intentaban llevar las almas a la virtud y al sostenimiento de la constituciónprimitiva. Después de muchas luchas y violencias entre unos y otros,convinieronendividirentresílastierrasylascasas,destinandocomoesclavosal cuidado de sus tierras y sus casas al resto de los ciudadanos, a quienesconsideraban antes como hombres libres, como sus amigos y comoproveedores de su mantenimiento, y continuando ellos mismos haciendo laguerrayproveyendoalacomúnseguridad».

—Meparecequesemejantemutación—dijo—tieneahílacausa.

—Ungobiernodeestaclase,¿seráuntérminomedioentrelaaristocraciaylaoligarquía?—pregunté.

—Enefecto.

—Elcambiosehará,pues,delmodoqueyoheexplicado;pero¿cuálserála forma de este nuevo gobierno? ¿No es evidente que, por ser un términomedio,retendráalgodeloantiguoyquetomaráalgodelgobiernooligárquicoperoque,enfin,tendráalgoqueseapropioydistintivo?

—Asíes—dijo.

—Conservarádelrégimenanteriorelrespetoalosmagistrados,laaversiónde los guerreros a la agricultura, a los oficiosmanuales y a las profesioneslucrativas,lacostumbredelascomidaspúblicasyelcuidadodepracticarlosejerciciosgimnásticosymilitares.¿No?

—Sí.

—Loquetendrádepropio,¿noseráel temordeelevara lossabiosa lasprimerasdignidades,porqueyanose formaránensusenocaracteresdeunavirtudsencillaypura,sinoqueapareceráncaracterescompuestosdediversos

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elementos; el elegir para elmandoespíritusmás fogososy simples, nacidosmásparalaguerraqueparalapaz;eltenermuyencuentalasestratagemasyardidesdelaguerra,yelestarsiempreconlasarmasenlamano?

—Sí.

—Hombres de esta condición—dije yo— estarán ansiosos de riquezas,comoenlosEstadosoligárquicos.Ciegosadoradoresdeloroydelaplata,loshonrarán en la oscuridad, y los tendrán secretamente encerrados en cofres.Ellosmismos, atrincherados en el recintode sus casas comoenotros tantosnidos,gastaránenmujeresyentodoloquehalaguesuspasiones.

—Esmuycierto—dijo.

—Serán, pues, avaros de su dinero, porque lo aman y lo poseenclandestinamente, y al mismo tiempo serán pródigos de los bienes de losdemásacausadeldeseoquetienendesatisfacersuspasiones.Entregadosensecretoa todos losplaceres, seocultaránde la ley,comounhijo relajadoseoculta de su padre; y todo esto gracias a una educación fundada, no en lapersuasión,ysíenlafuerza,porhaberdespreciadolaverdaderaMusa,laquepresidea ladialécticaya la filosofía,yporhaberpreferido lagimnasiaa lamúsica.

—Ésedequehablasesungobiernomezcladodebienydelmal—dijo.

—En efecto, es una mezcla —dije—. Pero dado que domina aquí lafogosidad,loquemássobresaleeslaambiciónylaseddehonores.

—Engranmanera—dijo.

—Tales serían, pues —dije yo—, el origen y las costumbres de estegobierno.Nohehechounapinturaexactadeélsinosólounbosquejo,porqueestobastaanuestropropósito,queesconocerelhombrejustoyelinjusto;yporque,porotraparte, tendríamosqueentraren interminablespormenoressiquisiéramosdescribirconcompletaexactitudcadagobiernoycadacarácter.

—Tienesrazón—dijo.

—¿Cuáleselhombrequecorrespondeaestegobierno?¿Cómoseformaycuálessucarácter?

—Me imagino—dijoAdimanto—quedebeparecerse aGlaucón,por lomenosenpuntoaambición.

—Podráser—ledijeyo—;peromeparecequedifierebajootrosmuchosconceptos.

—¿Cuáles?

—Debe sermásobstinado—dijeyo—ymenos educadocon lasMusas,

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aunque lasamabastante.Oirácongusto,perono tendráningún talentoparahacerusode lapalabra.Duroconlosesclavos,envezdesentirsesuperioraellos, comohacen los quehan recibidobuena educación, será dulce con loshombres libres y respetuoso con los gobernantes. Aspirará a los honores ydignidades,noporlaelocuencianiporningúnotromediodelmismogénero,sino por las virtudes guerreras, y así tendrá pasión por la caza y por losejerciciosgimnásticos.

—Heahí—dijo—elcarácterdeesteEstado.

—Durantesujuventudpodrámuybiendespreciarlasriquezas—proseguí—,perosuapegoaellascreceráconlaedad,porquesucarácterleinclinaalaavaricia,yporque,privadasuvirtuddelmásexcelenteguardián,noespuranidesinteresada.

—¿Dequéguardián?—preguntóAdimanto.

—La razón combinada conmúsica, porque sólo ella puede conservar lavirtudenuncorazónquelaposee—dijeyo.

—Dicesbien—asintió.

—Tal es el joven timocrático —dije yo—, imagen del Estado que lecorresponde.

—Exacto.

—He aquí ahora—dije— de quémanera se forma. Tendrá a veces porpadreunhombredebien,ciudadanoenunEstadomalgobernado,quehuyedelos honores, de las dignidades, de lasmagistraturas y de todas lasmolestiasqueloscargosllevanconsigo;y,enfin,queprefiereperderderechosasufrirmolestias.

—¿Cómoseformaelcarácterdeestejoven?—preguntó.

—Enprimerlugar—dijeyo—,porlosdiscursosdesumadre,aquienoyequejarsea todashorasdequesumaridono tienecargoalgunoenelEstado;queasíesellamenosconsideradaentrelasdemásmujeres;quesumaridonoseafanaporaumentarsuriqueza;quenoquierepeleaconnadienienprocesosprivadosnienpúblicos;yqueellaveclaramenteque,consagradoasípropio,tienepara ella lamayor indiferencia.Estamadre, resentidadeuna conductasemejante,repitesincesaralhijoquesupadreesunhombreindolenteysincarácter,yotrascienfrasessemejantesdelasquelasmujeresacostumbranadecirentalesocasiones.

—Esciertoquesevalendetaleslamentos,porqueestánensucarácter—dijoAdimanto.

—Tampoco ignoras—proseguí— que también los criados, aun pasando

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por ser leales, con el hijo de la casa usan en secreto el mismo lenguaje.Cuandoven,porejemplo,queelpadrenoentablareclamaciónparaelpagodeunadeudaolareparacióndealgunainjuria,ledicenalhijoque«cuandoseagrande, haga valer sus derechos, y procure sermás hombre que su padre».Cuando sale de casa, oye por todas partes el mismo lenguaje; ve que sondespreciadosyconsideradoscomoimbécileslosqueseocupanenloquelesimporta,mientrasquesonhonradosyalabadoslosquesemezclanenloquenolesinteresa.Estejoven,queescuchayvetodoesto,yqueoyedebocadesupadreun lenguajeenteramentedistinto,yqueobservaque laconductadeésteesopuestaaladelosdemás,esatraído,alavez,pordosfuerzas:porsupadre,quecultivayfortificalaparteracionaldesualma,yporlosdemás,queinflamansufogosidadysusdeseos.Comosunaturalnoesmalodesuyoy,sies solicitado por el mal, es sólo por los hombres malos con quienes trata,adoptauntérminomedioentrelosdospartidosextremos,yentregaelmandodesualmaaestapartedesímismoenqueresidenlafogosidadylaambición,queocupauntérminomedio,ydeestamanerasehaceunhombreambiciosoyaltanero.

—Me parece —dijo— que has explicado perfectamente el origen ydesarrollodeestecarácter.

—Ya tenemos,pues, la segundaespeciedehombreydegobierno—dijeyo.

—Latenemos.

—Pasemosrevista,comodiceEsquilo,aotrohombreformadofrenteaotraciudad,yparaseguirelmismoorden,comencemosporlaciudad.

—Conforme.

—Elgobiernoquecorrespondeexaminarahoracreoqueeslaoligarquía.

—¿Quéclasedeconstituciónllamastúoligarquía?

—Entiendounaformadegobiernodondeelcenso—dijeyo—decidedelacondición de cada ciudadano; donde los ricos, por consiguiente, ejercen elmandosinquelospobresparticipendeél.

—Comprendo—dijo.

—¿No deberemos decir, ante todo, cómo la timarquía se convierte enoligarquía?

—Sí.

—Pues no hay nadie—seguí—, por poca perspicacia que tenga, que noveacómoseverificalatransicióndelaunaalaotra.

—¿Cómo?

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—Aquellasriquezas,acumuladasenloscofresdecadaparticular,sonunacausa de la ruina de aquel gobierno. Su primer efecto es arrastrar a cadaciudadano a gastar en lujo para sí y para su mujer y, por consiguiente, adesconoceryeludirlaley.

—Esnatural—dijo.

—Enseguida,excitadoslosunosconelejemplodelosdemás,yqueriendoimitarles,enpocotiempoelcontagiosehacegeneral,segúncreo.

—Naturalmente.

—En fin —dije yo—, se dejan dominar más y más por la pasión deamontonar riquezas, y cuanto más aumenta el crédito de éstas, tanto másdisminuye el de la virtud. La riqueza y la virtud, ¿no son como dos pesospuestosenunabalanza,quesemuevenenopuestasdirecciones?

—Enefecto—dijo.

—Porconsiguiente,lavirtudyloshombresdebiensonmenosestimadosenunEstadoenlaproporciónenqueseestimanmáslosricosylasriquezas.

—Esoesevidente.

—Perosepracticaloqueseestimaysedescuidaloquesedesestima.

—Talsucede.

—Por consiguiente, los ciudadanos, de ambiciosos y amigos de honoresque eran, concluyen por hacerse codiciosos y avaros. Reservan todos suselogiosytodasuadmiraciónparalosricos;losempleossonparaellossolos,ybastaserpobreparaversedespreciado.

—Completamente.

—Entoncessefijanporunaleylascondicionesnecesariasparaparticipardelpoderoligárquico,yestascondicionesseresumenenlacuotadelarenta.La cuota que se requiere es más o menos grande, según que el principiooligárquicoestémásomenosenvigor,yestáprohibidoaspirara loscargospúblicosa todosaquelloscuyarentanoasciendea la tasaseñalada.Yhacenquepaseestaleyvaliéndosedelafuerzaydelasarmas,obienseaceptaportemordequeelloscometanalgunaviolencia.¿Nopasanasílascosas?

—Asíes,ciertamente.

—Heaquí,pues,cómoseestableceporlogeneralésta.

—Sí;pero¿cuálessonsuscostumbresycuáleslosviciosquenosotrosleechamosencara?—preguntó.

—Elprimero es el principiomismode esteEstado—dije—.Escucha lo

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que voy a decir. Si en la elección de un piloto se atendiese únicamente alcenso, y se excluyese del gobierno del timón al pobre, a pesar de suexperiencia…

—¡Lasnavesllevaríanmuymalanavegación!—dijo.

—¿Noserálomismorespectoaotragobernación,cualquieraqueellasea?

—Locreoasí.

—¿Y deberemos exceptuar el gobierno de unEstado?—pregunté—. ¿Otambiénenéste?

—Muchomásqueenningúnotro—dijo—,porqueeselmásdifícilyelmásimportantedetodoslosgobiernos.

—Luegolaoligarquíatieneesteviciocapital.

—Talparece.

—¿Yesmenosgraveesteotro?

—¿Cuál?

—Que este Estado no sea uno, sino que encierre necesariamente dosEstados,unocompuestodericosyotrodepobres,quehabitanelmismosueloyqueseesfuerzansincesarendestruirselosunosalosotros.

—Ciertamente—exclamó—estevicionoesmenosgravequeelprimero,porZeus.

—Tampoco es unagranventaja para este gobierno la impotencia en queestádehacer laguerra,porquenecesitaparaello,oarmara lamultitud,a laquetienequetemermásquealenemigo,onoservirsedeellayentrarenluchacon un ejército que merecerá entonces verdaderamente el nombre deoligárquico,prescindiendodequelosricossenieganporavariciaapagarlosgastosdelaguerra.

—Estámuylejosdeserunaventaja.

—Además, ¿no ves que los mismos ciudadanos son, a la vez, en esterégimen, labradores, guerreros y comerciantes? ¿Y no hemos proscrito estaacumulacióndemuchosoficiosenmanosdeunsolo individuo?¿Oacaso teparecebien?

—Enmodoalguno.

—Miraahorasielmayoryprimerviciodeestaconstituciónnoeselquevoyadecir.

—¿Cuál?

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—Lalibertadenquesedejaacadaunodedeshacersedesusbienesodeadquirir losde losdemás;depermanecerenelEstadoelqueloshavendidosin tenerningunaocupación, sin ser artesano, ni comerciante, ni soldado, niotrotítulo,enfin,queeldepobreeindigente.

—Síqueeselprimervicio—asintió.

—EnlosEstadosoligárquicosnosetratadeimpedirestedesorden,porquesisehiciese,losunosnoposeeríanriquezasinmensasmientraslosotrossevenreducidosalaúltimamiseria.

—Escierto.

—Fijatuatenciónenloquevoyadecir.Cuandoestehombre,ricoenotrotiempo,searruinabahaciendogastosinsensatos,¿quéventajasacabadeelloelEstado?¿Pasabaporunodesusjefes,onoeranijefeniservidor,niteníaotrodestinoqueeldegastarsusbienes?

—Eraunpródigoynadamás,pesealaapariencia—dijo.

—¿Quieres entonces—pregunté— que digamos de este hombre que, aligualqueensuceldillanaceunzángano,azotede lacolmena,naceélensucasacomootrozángano,azotedelEstado?

—Asíes,Sócrates—dijo.

—Pero¿acasonohayestadiferencia,miqueridoAdimanto:queDioshaqueridoqueloszánganosaladosnazcansinaguijón,mientrasquesientreloszánganosdedospiesloshayquenotienenaguijón,otros,porelcontrario,lotienenmuypunzante?Losquenolotienen,¿acasonoenvejecenymuerenenla indigencia, mientras que entre los que lo tienen se encuentran todos losmalhechores?

—Nadaesmáscierto—dijo.

—Es claro que en todo Estado en que veas pobres —dije yo—, hayladronzuelos,rateros,sacrílegosymalvadosdetodasespecies.

—Evidente—dijo.

—Peroenlosgobiernosoligárquicos,¿nohaypobres?

—Casi todos los ciudadanos lo son —dijo— a excepción de losgobernantes.

—Por consiguiente—dije—, ¿no estamos autorizados para creer que entales Estados se encuentran muchos malhechores armados de aguijón, aquieneslosmagistradosvigilanycontienenporfuerza?

—Asílopensamos—dijo.

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—Pero¿nodiremosquelaignorancia,lamalaeducaciónyelviciomismodelrégimensonlacausadequeexistaesamalagente?

—Lodiremos.

—Tal es el carácter del Estado oligárquico, tales son sus vicios, y quizátieneaúnmás.

—Quizá—dijo.

—Deestamanera resulta acabado—dije yo—el cuadrode este sistemaque se llama oligarquía, en el que el censo determina los gobernantes.Pasemos ahora al hombre oligárquico.Veamos cómo se forma y cuál es sucarácter.

—Veámoslo—dijo.

—Elcambiodelespíritutimárquicoenoligárquicoenunindividuo,¿noseverificadeestamanera?

—¿Dequémanera?

—Elhijodeuntimócrataquiere,porlopronto,imitarasupadreyseguirsus pasos; pero después ve que su padre se ha estrellado contra el Estado,como una nave contra un escollo; que después de haber zozobrado en susbienes y su persona, ya a la cabeza de los ejércitos, ya en otro cargoimportante,esconducidodelantedelosjuecesy,calumniadoporimpostor,escondenadoamuerte,aldestierro,alapérdidadesuhonorodesusbienes…

—Esosuelesuceder—dijo.

—Viendo,digo,caersobresupadretantasdesgracias,quetambiénlleganaél; despojado de su patrimonio, y atemorizado, arroja de cabeza aquellaambiciónyaquellafogosidaddeltronoqueleshabíalevantadoensualma;yhumilladoporelestadodeindigenciaenqueseencuentra,yanopiensasinoen amontonar bienes de fortuna, y por medio de un trabajo asiduo y demezquinos ahorros consigue al cabo enriquecerse. ¿No crees que entonceshará subir a aquel mismo trono el espíritu de codicia y de avaricia,convirtiéndoleensugranrey,yciñéndolelatiara,elcollarylacimitarra?

—Ciertamente—dijo.

—Poniendo en seguida a los pies de este nuevo señor, de una parte larazón,deotraelvalor,yencadenadosamboscomovilesesclavos,obligaalauna a no reflexionar, a no pensar sino en los medios de acumular nuevostesoros;yobligaalotroanoadmirarnihonrarmásque las riquezasya losricos,aponertodasugloriaenlaposesióndeunagranfortunayenelartedeacumularla.

—En un joven no hay cosa más rápida y violenta que el paso de la

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ambiciónalaavaricia—dijo.

—¿Noesésteelcarácteroligárquico?—dije.

—Por lo menos la metamorfosis parte de un hombre semejante a laconstituciónque,segúnhemosvisto,concluyeenoligarquía.

—Veamossiesigualaella.

—Veámoslo.

—Por lo tanto, ¿no tiene comoprimer rasgode semejanza el colocar lasriquezasporencimadetodo?

—¿Cómono?

—Además, se le parece por el espíritu de ahorro y por la industria; noconcede a la naturalezamásque la satisfacciónde los deseosnecesarios; sepriva de todo otro gasto, y domina todos los demás deseos considerándoloscomoinsensatos.

—Exactamente.

—Essórdido—dijeyo—,entodobuscaganancia,nopiensamásqueenatesorar; en fin, es de aquellos a quienes el vulgo admira. ¿No es éste unretratofieldelcarácteranálogoaaquelsistema?

—Asílocreo—dijo—,porqueniparaaquelEstadoniparaaquelhombrehaynadaquedebaserpreferidoalasriquezas.

—Sindudaqueestehombre—dije—apenassihapensadoeninstruirse.

—Nohaytrazasdeello—dijo—,porqueentalcasonosedejaríaconducirporunguíaciegonilotendríaentalestima.

—Bien—dije—.Atiendealoquevoyadecir.¿Nopodremosafirmarquela falta de educación ha hecho nacer en él deseos que corresponden a lanaturalezadeloszánganos,unossiempreindigentes,otrosinclinadossiempreaobrarmal,deseosquecontienecongranviolenciaportenerotrosintereses?

—Desdeluego—dijo.

—¿Sabesdóndehasdemirarparaversusdeseosmaléficos?

—¿Dónde?

—A las tutorías de huérfanos o a cualquier otra comisión en que tengalibertaddeobrarmal.

—Tienesrazón.

—¿No es claro que, si en otros negocios goza de buena reputación porparecerunhombrejusto,esporquecontienesusmalosdeseosconunaespecie

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de prudente violencia, no por virtud ni por exigencia de la razón, sino pornecesidadoportemordeperdersusotrosbienes?

—Escierto—dijo.

—Pero cuando se trata degastar bienes ajenos—dijeyo—, entonces es,por Zeus, mi querido amigo, cuando descubrirás en los hombres de estacondicióndeseospropiosdelanaturalezadeloszánganos.

—Estoyconvencidodeello—dijo.

—Un hombre de tal carácter experimentará necesariamente rebelionesdentro de sí mismo; habrá en él dos hombres diferentes, cuyos deseoscombatiránentresí,ydeordinariolosmejorespodránmásquelospeores.

—Asíes.

—Por esta razón, creoyo, en el exterior aparecerámásmoderadoymásdueñodesímismoquemuchosotros.Perolaverdaderavirtud,laqueproducelaarmoníaylaunidad,estámuydistantedeencontrarseensualma.

—Piensocomotú.

—Si se suscita alguna cuestión de honor entre particulares o una luchaentreconciudadanos,estehombre,portacañería,noseráunrivaldecuidado.Nogustadegastarsudineroporcosasdehonorniporestaclasedecombates,porque temedespertarensualmadeseospródigosy llamarlosensuauxilio.Sepresenta,pues,enlalidalamaneraoligárquica,esdecir,conunapequeñapartedesusfuerzas;quedacasisiemprederrotado;perosiguerico.

—Abuenseguro—dijo.

—¿Dudaremosaúndelaperfectasemejanzaquehayentreelhombreavaroynegocianteyelgobiernooligárquico?

—Enmodoalguno—dije.

—Meparecequecorrespondeahoraexaminarelorigeny lascostumbresde lademocracia,yobservardespuésestasmismascualidadesenelhombredemocrático,afindequepodamoscompararlosentresíyjuzgarlos.

—Esoes,sihemosdeseguirnuestrométodoacostumbrado—dijo.

—Puesbien—dijeyo—, ¿no sepasade la oligarquía a la democracia acausa del deseo insaciable de estasmismas riquezas, que semiran como elprimerodetodoslosbienesenelgobiernooligárquico?

—¿Cómo?

—Los gobernantes, que deben los cargos que ocupan, creo yo, a lasinmensas riquezas que poseen, se guardan bien de reprimir mediante la

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severidaddelasleyesellibertinajedelosjóvenescorrompidos,nideimpedirquesearruinenconsusdespilfarros,porquesuplanescomprarleslosbienes,hacerles préstamos con crecidos intereses, y aumentar por este medio susriquezasysucrédito.

—Sinduda.

—Pero ¿no es evidente que en todo Estado, cualquiera que él sea, esimposible que los ciudadanos estimen las riquezas y practiquen al mismotiempo la templanza,sinoqueesunanecesidadquesacrifiquenunadeestasdoscosasalaotra?

—Esoescompletamenteevidente—dijo.

—Asíesqueen lasoligarquías, losmagistrados,porsu toleranciaconellibertinaje,hanreducidomuchasvecesalaindigenciaahombresbiennacidos.

—Ciertamente.

—Esto da origen a que haya en elEstado gentes provistas de aguijones,unos oprimidos con las deudas, otros despojados de sus derechos y algunosque padecen de ambas cosas, todos los cuales se hallan en permanentehostilidadcontralosquesehanenriquecidoconlosdespojosdesufortunaycontra el resto de los ciudadanos, no aspirando más que a promover unarevolución.

—Asíes.

—Sinembargo,losnegociantesvanconlacabezagacha,preocupadosconsu negocio y sin reparar en los que han arruinado; hieren, hincándoles elaguijón de su dinero a los que se ponen a su alcance y recogen losmultiplicadosinteresesqueengendrasucapital,multiplicandoporestemedioenelEstadolarazadeloszánganosydelospobres.

—¿Cómonohademultiplicarse?—dijo.

—Noquieren,apesardeeso,contenerestaplagacreciente—dijeyo—,yaimpidiendo a los particulares disponer de sus bienes a su capricho, o yamedianteunaleyqueimpidaigualmenteelprogresodelmal.

—¿Ycuálesesaley?

—Unaqueesnaturalemplearafaltadelprimerremedio,yqueobligaríaalosciudadanosapreocuparsedesuvirtud;porquesiloscontratosvoluntariossecelebrasenacuentayriesgodelprestamista,lausuraseejerceríaconmenosdescaroyenelEstadonoabundaríantantolosmalesdequehehablado.

—Muycierto—dijo.

—Asísevenlosciudadanosreducidosaestetristeestado—dijeyo—por

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culpadelosgobernantes,ycomounaconsecuencianecesaria,estosmismossecorrompenycorrompenasushijos, loscuales,pasandounavidavoluptuosasinejercitar sualmanisucuerpo,sehacendébilese incapacesde resistiralplaceryaldolor.

—¿Cómono?

—Ocupados sus padres únicamente en enriquecerse, desprecian todo lodemás,ynotomanmásinterésporlavirtudquelosindigentes.

—No,enefecto.

—Con esta disposición de espíritu, cuando gobernantes y gobernados seencuentran juntos en viajes, u otras ocasiones, como en una teoría, en elejército, tanto en mar como en tierra, o en cualquier otra coyuntura, y seobservan mutuamente en circunstancias peligrosas, los ricos entonces notienenningúnmotivoparadespreciaralospobres;porelcontrario,cuandounpobre, flaco y quemado por el sol, se ve en una pelea al lado de un ricoeducadoa lasombraymuyobeso,viéndole jadeanteyagobiado,¿quécreesquepensará?¿Nosediráasímismoqueestasgentessólodebensusriquezasalacobardíadelospobres?Ycuandoseencuentranjuntos,¿nosedicenunosaotros:«Enverdad,estoshombressonnuestros,puessonbienpocacosa»?

—Estoypersuadidodequehablanypiensandeesamanera—dijo.

—Y así como a un cuerpo enfermizo le basta el más pequeño empujónpara caer en la enfermedad, y enocasiones cae sin que sobrevenganingunacausa exterior, así unEstado que se encuentra en la situación que acabo dedecirnotardaenserpresadesedicionesyguerrasintestinasenelmomentoenque, con el menor pretexto, unos y otros, llaman en su auxilio a aliadosexterioresdeEstadosoligárquicosydeEstadosdemocráticos;yalgunasveceslasdosfaccionessedespedazanconsuspropiasmanos,sinquelosextranjerostomenparteensusquerellas.

—Sí,ciertamente.

—El gobierno se hace democrático cuando los pobres, consiguiendo lavictoriasobrelosricos,degüellanalosunos,destierranalosotrosyrepartenconlosquequedanloscargosylaadministracióndelosnegocios,repartoqueenestosgobiernossearregladeordinarioporlasuerte.

—Asíes,enefecto,comolademocraciaseestablece—dijoél—,seaporlavíadelasarmas,seaquelosricos,temiendoporsímismos,tomenelpartidoderetirarse.

—Y¿cuálserálaadministración—dijeyo—,cuállaconstitucióndeestenuevo sistema? Veremos luego el hombre que se parece a él y podremosllamarleelhombredemocrático.

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—Evidentemente—dijo.

—¿Noserán,antetodo,hombreslibresenunEstadollenodelibertadydefranqueza,ynotendrácadaunolibertadparahacerloquelevengaengana?

—Asísedice—contestó.

—Perodondequieraqueexistaesta licencia,esclaroquecadaciudadanodisponedesímismoyescogeasuplacerelgénerodevidaquemásleagrada.

—Evidente.

—Por consiguiente, éste será el régimen con más clases distintas dehombres.

—¿Cómono?

—Enverdad, esta formadegobierno—dije— tiene trazasde ser lamásbella de todas, y esta diversidad prodigiosa de caracteres es de admirableefecto,comolasfloresbordadasquehacenresaltarlabellezadeunatela.Porlomenos lo será—seguí diciendo— para aquellos que juzgan de las cosascomolasmujeresylosniñoscuandoseembobanantelosobjetosabigarrados.

—Enefecto—dijo.

—EnesteEstado,miqueridoamigo,puedecadaunobuscarelgénerodegobiernoqueleacomode—proseguí.

—¿Porqué?

—Porque los comprende todos, gracias a la licencia que cada cual tieneparavivircomoquiera.Efectivamente,sialgunoquisieraformarelplandeunEstado, como antes hicimos nosotros, no tendría más que trasladarse a unEstadodemocrático,porqueesésteunmercadodondesevendetodaclasederegímenes.Notendríamásqueescoger,ydespuésrealizarsuproyectobajoelplanquehubierapreferido.

—Seguramentenolefaltaríanmodelos—dijo.

—Si hemos de juzgar a primer golpe de vista, ¿no es una condiciónagradable y cómoda en semejante gobierno el no poder ser uno obligado adesempeñar un cargo público, aunque tenga méritos para ello; el no estarsometidoaningunaautoridad,sinosequiere;elnoiralaguerracuandolosotrosvan;elnoestarenpaz,sihaygustoenello,mientraslosdemásvivenenpaz;yelserjuezymagistradosiseleponeaunoenlacabeza,pormásquelaleyprohíbaelejerciciodetalesfunciones?

—Aprimeravista,sinduda,asíparece—dijo.

—¿No tiene tambiénalgodeadmirable la tranquilidadconquese tomanalgunos su condena? ¿No has visto hombres condenados a muerte o al

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destierro permanecer y pasearse en público, con una desenvoltura y uncontinentedehéroes,sinquenadiepresteatenciónnihagacasodeellos?

—Yohevistoamuchos—dijo.

—¡Y esta indulgencia, esta manera de pensar ajena a todo escrúpulomezquino,quehacequesedesdeñenaquellasmáximasdequenosotroshemostratadocon tanto respetoal trazarelplandenuestroEstado,cuandodijimosque, a no estar dotado de una naturaleza extraordinaria, ninguno podríahacersevirtuososidesdelainfancianohabíajugadorodeadodecosasbellaspara después aplicarse a cosas semejantes!… ¡Ah! ¡Con qué magníficaindiferencia se pisotean todas estas máximas, sin tomarse el trabajo deexaminarcuálhasidolaeducacióndelosqueseinjierenenelmanejodelosnegociospúblicos!¡Quéempeño,porelcontrario,enacogerlosyenhonrarlos,contalquesediganamigosdelpueblo!

—¡Noblerégimen,sinduda!—dijo.

—Talesson,entreotrasmuchas,lascaracterísticasdelademocracia—dijeyo—:Es,comoves,ungobiernomuycómodo,dondenadiemanda;enelquereina una mezcla encantadora y una igualdad perfecta, lo mismo entre lascosasdesigualesqueentrelasiguales.

—Nadadicesquenosepatodoelmundo—dijo.

—Consideraahora—proseguí—estecarácterenunindividuoparticular,omásbien,paraseguirsiempreelmismoorden,¿nodebemosverantescómoseforma?

—Sí—dijo.

—¿Nose formadeestamanera?Elhombreavaroyoligárquico tieneunhijoalqueeducaensusmismascostumbres.

—¿Cómono?

—Estehijo, a ejemplode supadre, dominapor la fuerza losdeseosquepodríanconducirlealdespilfarroyquesonenemigosdelaganancia,losquesellamansuperfluos.

—Evidentemente—dijo.

—¿Quieres que para no avanzar a tientas—dije yo— comencemos pordistinguirbienlosdeseosnecesariosdelosdeseossuperfluos?

—Sí,loquiero—asintió.

—¿Nohay razónpara llamardeseosnecesarios a aquellosde losquenopodemos prescindir, y cuya satisfacción por otra parte nos es útil? Porqueevidentementeestosdeseossonnecesidadesdenuestranaturaleza;¿noesasí?

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—Enefecto.

—Conjustarazónlosllamaremos,porconsiguiente,deseosnecesarios.

—Conrazón.

—Encuantoaaquellosdequeesfácildeshacerse,sidesdejovensetomanprecauciones,ycuyapresencia,lejosdeproducirennosotrosningúnbien,noscausamuchasvecesgrandesmales,¿nodiremosbiensilosllamamosdeseossuperfluos?

—Muybien.

—Tomemosunejemplodeunosyotros,paraformarnosdeellosunaideamásexacta.

—Convienehacerlo.

—Eldeseodecomeralgocondimentado,encuantoesindispensableparamantenerlasaludylasfuerzas,¿noesnecesario?

—Creoquesí.

—Elsimpledeseodealimentarseesnecesariopordosrazones:porqueesútilcomer,yporqueenotrocasoseríaimposiblevivir.

—Sí.

—Yeldelcondimentotambién,encuantovienebienalasalud.

—Escierto.

—Pero el deseo de toda clase de comidas y de guisados, deseo que sepuedereprimiryhastaquitarporenteromedianteunabuenaeducacióndesdelajuventud,deseodañosoalcuerpoyalalma,alarazónyalatemplanza,¿nodebesercomprendidoconrazónentrelosdeseossuperfluos?

—Conmuchísimarazón.

—¿Diremos,por tanto,queéstossondeseospródigos,yaquéllos,deseosprovechosos,porquenossirvenparahacernosmáscapacesdeobrar?

—¿Quéotracosa,sino?

—El mismo juicio formaremos de los apetitos sexuales y de todos losdemás.

—Asíes.

—¿Nohemosdicho,deaquelaquienhemosdadoelnombredezángano,que estaba dominado por los deseos superfluos, mientras que el hombreahorrativoyoligárquicosóloesgobernadoporlosdeseosnecesarios?

—¿Cómono?

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—Expliquemos de nuevo cómo este hombre oligárquico se hacedemocrático; y he aquí de qué manera, a mi juicio, se verifica estoordinariamente.

—¿Cómo?

—Cuando un joven mal educado, en la forma que hemos dicho, yalimentadoenelamorallucro,llegaagustarlamieldeloszánganos,yaviviren relación con estos insectos ávidos y hábiles para procurar toda clase deplaceres, ¿no sufre entonces el gobierno interior de su alma un cambio,pasandodeoligárquicoqueeraademocrático?

—Esunanecesidadinevitable—dijo.

—Así como elEstado hamudado de forma, porque una facción ha sidoauxiliadaporextranjerosquefavorecíansusdesignios,delmismomodo,¿noes una necesidad que este joven mude también de costumbres a causa delapoyo que sus pasiones encuentran en las pasiones ajenas de la mismanaturaleza?

—Totalmentedeacuerdo.

—Sisupadreosusparientesenviasenporsuparteauxiliosalafaccióndelosdeseosoligárquicos,yparasostenerlareprendiesenyafeasensuconducta,¿noseríasucorazónentoncesteatrodeunaguerraintestinaentrerevoluciónycontrarrevolución?

—¿Cómono?

—Algunas veces sucede que la facción democrática cede ante laoligárquica, y entonces ciertos deseos son en parte destruidos, en partearrojadosdelalma,efectodeunpudorquesedespiertaeneljoven,queentraasídenuevoenlasendadeldeber.

—Algunasvecessucedeeso—dijo.

—Pero bien pronto, a causa de lamala educación que ha recibido de supadre, nuevos deseos, más fuertes y numerosos, suceden a los que hadesterrado.

—Asísueleocurrir—convino.

—Estos nuevos deseos le arrastran otra vez a buscar los mismoscompañeros,ydeestarelaciónclandestinanaceunamultituddeotrosdeseos.

—¿Cómono?

—Porúltimo,seapoderandelaciudadeladelalmadeestejoven,despuésdehabervistoqueestabavacíadeciencia,denoblescostumbres,demáximasverdaderas,quesonlasalvaguardiamásseguraymásfieldelarazóndelos

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mortalesamadosdelosdioses.

—Sinduda—dijo.

—Bienpronto juicios falsosypresuntuososyopinionesatrevidasacudenentropelyocupanellugardeaquéllos.

—Escierto—dijo.

—¿Noesentoncescuandovuelveaunirseaaquelloscomedoresdelotos,no se ruborizayademantener relación íntima con ellos?Si departe de susamigosodesusparientesllegaalgúnrefuerzoalelementoparcodesualma,lasmáximaspresuntuosas,cerrandoprontamente laspuertasdelcastilloreal,niegan la entrada a este socorro; ni siquiera escuchan los consejos que, amaneradeembajada,envíanancianosllenosdebuensentidoydeexperiencia.Secundadas estas máximas presuntuosas por una multitud de perniciososdeseos, consiguen la victoria, y calificando el pudor de imbecilidad, lorechazan ignominiosamente, destierran la templanza después de haberlaultrajado dándole el nombre de cobardía, y proscriben la moderación y lafrugalidad,alasquecalificanderusticidadybajeza.

—Sí,verdaderamente.

—Despuésdehabercreadoestevacíoenelalmadeldesgraciadojovenyde haberlo purgado como a quien se inicia en los más grandes misterios,introducenensualma,connumerosoacompañamiento,ricamenteadornadasycon coronas sobre la cabeza, la insolencia, la anarquía, el desenfreno y ladesvergüenza, de los quehacenmil elogios, encubriendo su fealdad con losnombresmáspreciosos:lainsolencia,coneldebuenaeducación;laanarquía,con el de libertad; el desenfreno, con el demagnificencia; la desvergüenza,coneldevalor.¿Noesdeestamanera—dije—comounjoven,acostumbradodesdelainfanciaanosatisfacerotrosdeseosquelosnecesarios,pasaalestadodelibertad,enelquesedejadominarporunainfinidaddeplaceressuperfluosyperniciosos?

—Estoespatente—dijo.

—Después de todo esto, vive, creo yo, sin distinguir los placeressuperfluosdelosplaceresnecesarios,seentregaalosunosyalosotros,ynoahorra,parasatisfacerlos,bienes,cuidadosnitiempo.Sitienelafortunadenollevar eldesordenal exceso,y si la edad,habiendoapaciguadoun tanto suspasiones, le obliga a llamar del destierro a la facción perseguida y a noentregarsesinreservaalinvasor,entoncesestableceunaespeciedeequilibrioentresusdeseos,yhaciéndoles,pordecirloasí,echarsuertes,entregasualmaalprimeroquehasidoporéstafavorecido.Satisfechoestedeseo,sesometealimperiodeotro,yasísucesivamente;ysinfijarseenninguno,atiendeatodosporigual.

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—Sinduda.

—Sialgunollegaadecirle—seguí—quehayplaceresdedosclases,unosquesonresultadodedeseosjustosylegítimosyotrosquesonfrutodedeseosperversos,yqueesprecisoestimarybuscarlosprimeros,reprimirydomarlossegundos, vuelve la cabeza a todo esto y sólo responde a ello por signosdesdeñosos, y sostiene que todos los placeres son de lamisma naturaleza ymerecensersatisfechos.

—Taldebeser,enefecto,suconducta,dada ladisposicióndeespírituenqueseencuentra—reconoció.

—Vivealdía.Elprimerdeseoquesepresentaeselprimeroquesatisface.Hoytienedeseodeembriagarseentrecancionesbáquicasymañanaayunaráyno beberá más que agua. Tan pronto se ejercita en la gimnasia como estáociosoysincuidarsedenada.Algunasvecesesfilósofo,lasmáseshombredeEstado;subealatribuna,hablayobrasinsaberloquediceniloquehace.Undíaenvidia lacondicióndelosguerrerosyheleaquíconvertidoenguerrero;otro día se convierte en negociante, por envidia de los negociantes. En unapalabra,ensuconductanohaynadafijo,nadadearreglado;yllamaalavidaquepasa,vidalibreyagradable,vidadichosa.

—Noshaspintadoalnaturallavidadeunamigodelaigualdad—dijo.

—Estehombre,quereúneensítodaclasedecostumbresydecaracteres,tiene toda la gracia y la variedad del Estado popular; y no es extraño quetantas personas de uno y otro sexo encuentren tan encantador un género devidaenelqueaparecenunidascasitodaslasclasesdegobiernosycaracteres.

—Asíes—dijo.

—¿Pondremos,pues, frenteafrentede lademocraciaaestehombre,quesepuedeconrazónllamardemocrático?

—Pongámoslo—dijo.

—Ahora nos queda por examinar —dije yo— la forma más bella degobiernoyelcaráctermásacabado;quierodecir,latiraníayeltirano.

—Deacuerdoporcompleto—dijo.

—Veamos,miqueridoamigo,cómoseformaelgobiernotiránico;por loprontoparecequedebesuorigenalademocracia.

—Escierto.

—Elpasodelademocraciaalatiranía,¿noseverificapocomásomenoslomismoqueeldelaoligarquíaaldelademocracia?

—¿Cómo?

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—Loqueenlaoligarquíaseconsideracomoelmayorbien,yloquepuededecirsequeeselorigendeestaformadegobierno,eslariqueza;¿noesasí?

—Sí.

—Lo que causa su ruina, sin embargo, ¿no es el deseo insaciable deenriquecerse, y la indiferencia que por esto mismo se siente por todo lodemás?

—Esverdad—dijo.

—Porlamismarazón,paralademocraciaeslacausadesuruinaeldeseoinsaciabledeloquemiracomosuverdaderobien.

—Y¿quéesesoquedefinecomotal?

—La libertad —repliqué—. En un Estado democrático oírás decir portodaspartesque la libertad es elmáspreciosode losbienes, yquepor estarazóntodohombrequehayanacidolibrefijaráenélsuresidenciaantesqueenningúnotropunto.

—Enefecto,esmuyfrecuenteoírsemejantelenguaje—dijo.

—¿No es, pues, y esto es lo que quería decir, este amor a la libertad,llevadohastaelexcesoyacompañadodeunaindiferenciaextremadaportodolodemás,loquepierdealfinaesterégimenyhacelatiraníanecesaria?—dijeyo.

—¿Cómo?—preguntó.

—Cuando un Estado democrático, devorado por una sed ardiente delibertad, estágobernadopormalos escanciadores,que laderramanpuray lahacen beber hasta la embriaguez, entonces, si los gobernantes no soncomplacientes,dándoletodalalibertadquequiere,sonacusadosycastigados,sopretextodequesontraidoresqueaspiranalaoligarquía.

—Efectivamenteesoesloquehacen—dijo.

—Conelmismodesprecio—dije— tratan a losquemuestran aún algúnrespetoysumisiónalosmagistrados,echándolesencaraqueparanadasirveny que son esclavos voluntarios. Pública y privadamente alaban y honran laigualdad que confunde a losmagistrados con los ciudadanos. En un Estadosemejante,¿noesnaturalquelalibertadseextiendaatodo?

—¡Cómonohadeextenderse!

—¿Nopenetraráenel interiorde las familias la anarquía,y al fin,no secomunicaráhastaalosanimales?—dije.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

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—Quelospadres—dije—seacostumbranatratarasushijoscomoasusigualesy,sicabe,atemerles;estosaigualarseconsuspadres,anotenerlesnitemornirespeto,paragozardecompletalibertad;yquelossimplesmetecosse igualana losciudadanosyviceversa,yhasta losextranjerosaspirana losmismosderechos.

—Asísucede—dijo.

—Eso y otras pequeñeces por el estilo —dije—: los maestros, ensemejante Estado, temen y adulan a sus discípulos; éstos se burlan de susmaestros y de sus ayos. En general, los jóvenes quieren igualarse con losviejosypelearseconellos,yadepalabra,yadehecho.Losviejos,asuvez,condescendiendoconlosjóvenes,sellenandehumoryjocosidadparaimitarsusmaneras,temiendopasarporpersonasdecarácteraltaneroydespótico.

—Esciertoporcompleto—dijo.

—Peroelabusomásintolerablequelalibertadintroduceenlademocracia—dijeyo—esquelosesclavosdeambossexosnosonmenoslibresquelosqueloshancomprado.Yyacasisemeolvidabadecirquégradodelibertadydeigualdadalcanzanlasrelacionesentreloshombresylasmujeres.

—Noolvidemosnaday, según la expresióndeEsquilo, digamos todo loquenosvengaalaboca—dijo.

—Muybien—dije—;eslomismoqueestoyhaciendo.Dificultadhabráencreer, a no haberlo visto, que los animales domésticos son en este gobiernomáslibresqueenningúnotro.Lasperras,segúnelproverbio,sehacencomosusdueñas;yloscaballosylosasnos,acostumbradosamarcharconlacabezaerguida y sin agacharse, chocan con todos los que encuentran, si no se lespermiteelpaso.Enfin,todogozaaquídeunaplenayenteralibertad.

—Merefieres—dijo—mipropiosueño.Másdeunavez,cuandovoyalcampo,mesucedeeso.

—¿Noves—dije—losmalesqueresultandetodoesto?¿Novescómosehacensuspicaceslosciudadanoshastaelpuntoderebelarseeinsurreccionarsealamenoraparienciadecoacción?Yporúltimollegan,comotúsabes,hastano hacer caso de las leyes, escritas o no escritas, para no tener así ningúnseñor.

—Losémuybien—contestó.

—Deesteprincipiotanbelloytanencantadoresdedondenacelatiranía,porlomenosamientender—dije.

—Encantadorenverdad;perocontinúaexplicándomesusefectos—pidió.

—El mismo azote que ha perdido a la oligarquía —seguí—, tomando

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nuevasfuerzasynuevoscrecimientosacausadelalicenciageneral,arrastraalaesclavitudalEstadodemocrático;porquepuededecirseconverdadquenose puede incurrir en un exceso sin exponerse a caer en el exceso contrario.Estomismoesloqueseobservaenlasestaciones,enlasplantas,ennuestroscuerpos,yenlosEstadoslomismoqueentodaslasdemáscosas.

—Esnatural—dijo.

—Porconsiguiente,lomismoconrelaciónaunEstadoqueconrelaciónaunsimpleparticular,lalibertadexcesivadebeproducir,tardeotemprano,unaextremaservidumbre.

—Esoparece,sinduda.

—Porlotanto—proseguí—,esnaturalquelatiraníatengasuorigenenelgobierno popular; es decir, que a la libertad más completa y más ilimitadasucedaeldespotismomásabsolutoymásintolerable.

—Estáenelordendelascosas—dijo.

—Pero no es esto lo que túme preguntas, según creo—dije—.Quieressabercuáleseseazoteque,formadoenlaoligarquíayaumentadodespuésenlademocracia,acabaesclavizandoaésta.

—Tienesrazón—dijo.

—Por este azote entiendo —dije— ese linaje de personas pródigas yociosas,unasmásvalientesquemarchanalacabeza,yotrasmáscobardesqueles siguen. Hemos comparado los valientes a los zánganos armados deaguijón,yloscobardesazánganossinaguijón.

—Mepareceexactaesacomparación—observó.

—Estasdosespeciesdehombrescausanenelcuerpopolítico—proseguí— los mismos estragos que la flema y la bilis en el cuerpo humano. Unlegisladorsabio,comomédicohábildelEstado, tomarárespectodeellos lasmismas precauciones que un hombre que cuida abejas toma respecto a loszánganos. Su primer cuidado será impedir que nazcan, y si a pesar de suvigilancia nacen, procurará erradicarlos lomás pronto posible, así como lasceldillasquehaninfestado.

—Sí,porZeus,desdeluego—dijo.

—Para comprender mejor aún lo que queremos decir, enfoquémoslo deotromodo—dijeyo.

—¿Cómo?

—SeparemosconelpensamientoelEstadodemocráticoenlastresclasesde que efectivamente se compone. La primera es la que nace de la licencia

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pública,quehacequesunúmeronoseamenorqueenlaoligarquía.

—Asíes.

—Sinembargo,hayladiferenciadequeesaquímuchomásmaléficaqueenaquélla.

—¿Porquérazón?

—Porque como en el otro Estado no tiene ningún crédito y se procuraalejarladeloscargospúblicos,quedasinacciónysinfuerza;mientrasqueenelEstadodemocráticoesellalaqueexclusivamenteestáalacabezadetodo.Los más ardientes hablan y obran; los demás murmujean alrededor de latribuna y cierran la boca a todo el que intente manifestar una opinióncontraria; de suerte que en este gobierno todos los negocios pasan por susmanosconrarasexcepciones.

—Escierto—dijo.

—Lasegundaclaseviveaparte,ynosecomunicaconlamultitud.

—¿Cuáles?

—Comoen esteEstado todo elmundo trabajapor enriquecerse, losmásorganizadossontambiéndeordinariolosmásricos.

—Esnatural.

—Deéstos,sinduda,esdedondeloszánganossacanmásmielyconmásfacilidad.

—¿Quépodríansacar,enefecto,delosquetienenpocoonada?—dijo.

—Asíesquedanalosricoselnombredepastoparaloszánganos.

—Esoparece—dijo.

—La tercera clase es la plebe, compuesta de artesanos, ajenos a losnegociospúblicosyqueapenas tienenconquévivir.En lademocracia,estaclaseeslamásnumerosaylamáspoderosacuandoestáreunidaenasamblea.

—Sí,peronosereúnecomonotengaesperanzaderecibiralgunamiel—dijo.

—Porestolosquepresidenaestasasambleashacenlosmayoresesfuerzosporproporciónársela.Conestaideaseapoderandelosbienesdelosricos,querepartenconelpueblo,procurandosiemprequedarseellosconlamejorparte.

—Asíescomoelpueblorecibelamiel—dijo.

—Sin embargo, los ricos, viéndose despojados de sus bienes, sienten lanecesidad de defenderse, se quejan del pueblo, y emplean todos losmedios

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posiblesparaello.

—¿Cómono?

—Losotros, a su vez, los acusan, inocentes y todo como son, de quererintroducirlaturbaciónenelEstado,deconspirarcontraelpuebloydeformarunafacciónoligárquica.

—¿Quéotracosacabe?

—Pero cuando los acusados se apercibendeque el pueblo,másquepormala voluntad, por ignorancia, y seducido por los artificios de suscalumniadores,seponedepartedeestosúltimos,entoncesquieranellosonoquieran, se hacen de hecho oligárquicos. No es a ellos a quienes hay queculparporesto,sinoaloszánganosquelospicanconsusaguijones.

—Totalmentedeacuerdo.

—En seguida vienen las denuncias, los procesos y las luchas entre lospartidos.

—Enefecto.

—¿No es natural que el pueblo tenga entonces alguno a quien confíeespecialmentesusintereses,yavecesprocureengrandeceryhacerpoderoso?

—Esosuelehacerenefecto.

—Esevidente,pues—dije—,quedeestaestirpedeprotectoresdelpuebloesdelaquenaceeltirano,ynodeningunaotra.

—Lacosaesclara.

—Pero el protector del pueblo, ¿por quéprincipia a hacerse tirano? ¿Noserá evidentemente cuando comienza a hacer una cosa parecida a lo que sedicequepasabaenArcadiaeneltemplodeZeusLiceo?

—¿Quédicenquepasabaallí?—preguntó.

—Sedicequeelquecomíaentrañashumanas,mezcladasconlasdeotrasvíctimas,seconvertíaenlobo.¿Nohasoídodecirlo?

—Sí.

—Enlamismaforma,cuandoelprotectordelpueblo,encontrandoaéstecompletamentesumisoasuvoluntad,empapasusmanosenlasangredesusconciudadanos; cuando en virtud de acusaciones calumniosas, que sondemasiadofrecuentes,arrastraasusadversariosantelostribunalesyhacequeexpirenen lossuplicios,bañandosu lenguaysuboca impíaen lasangredesushermanos,valiéndosedeldestierroydelascadenas,yproponelaabolicióndelasdeudasyunanuevadivisióndetierras,¿noesparaélunanecesidadel

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pereceramanosdesusenemigosohacersetiranodelEstadoyconvertirseenlobo?

—Forzosamente—dijo.

—Yaletienesaquíenguerraabiertaconlosqueposeengrandesbienes—dije.

—Escierto.

—Ysiseconsiguieseexpulsarlo,yvolvieseapesardesusenemigos,¿novendríahechountiranocompleto?

—Sinduda.

—Perosilosricosnopuedenconseguirecharlonihacerquelecondenenamuerte, acusándoledelantedelpueblo,naturalmenteconspirarán sordamentecontrasuvida.

—Almenossuelesucederasí—dijo.

—Entonces el hombre ambicioso, que ha llegado a este punto extremo,aprovecha laocasiónparahaceralpueblounapetición.Lepideunaguardiapersonalparaprotegeraldefensordelpueblo.

—Sí,verdaderamente—dijo.

—Elpuebloselaconcede,temiéndolotodoporsudefensor,ynotemiendonadaporsímismo.

—Sindudatambién.

—Cuando las cosas llegan a este punto, todohombre queposeegrandesriquezas y que por esta razón pasa por enemigo del pueblo, tomapara sí eloráculodirigidoaCreso:huyesiguiendoelríoHermos,delechopedregoso,ynotemaslatachadecobardía.

—Enefecto—dijo—,porquenotendríaocasióndetemerladosveces.

—Sileprendenensuhuida,lecuestalavida—dijeyo.

—Noesotralasuertequeleespera.

—En cuanto al protector del pueblo, no creas que «yace grande en granespacio»; sube descaradamente al carro del Estado, destruye a derecha eizquierda a todos aquellos de quienes desconfía, y se declara abiertamentetirano.

—¿Quiénpuedeimpedírselo?—dijo.

—VeamosahoracuáleslafelicidaddeestehombreyladelEstadoquelesufre—dije.

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—Conforme,veámoslo—dijo.

—Por lo pronto, en los primeros días de su dominación —dije—, ¿nosonríegraciosamenteatodoslosqueencuentra,ynollegahastadecirqueniremotamentepiensaen ser tirano?¿Nohace lasmáspomposaspromesasenpúblicoyenparticular,librandoatodosdesusdeudas,repartiendolastierrasentreelpuebloysusfavoritos,ytratandoatodoelmundoconbenevolenciaymansedumbre?

—Esnaturalqueempiecedeestamanera.

—Cuando se ve libre de sus enemigos exteriores, en parte portransacciones, en parte por victorias, y se cuenta seguro de este lado, tienecuidado demantener siempre en pie algunas semillas de guerra para que elpueblosientalanecesidaddeunjefe.

—Naturalmente.

—Y,sobretodo,paraquelosciudadanos,empobrecidosporlosimpuestosqueexigelaguerra,sólopiensenensusdiariasnecesidades,ynosehallenenestadodeconspirarcontraél.

—Claro.

—Ytambiénhaceesto,creoyo,paratenerunmediosegurodedeshacersede los de corazón demasiado altivo para someterse a su voluntad,exponiéndolosa losataquesdel enemigo.Por todasestas razonesesprecisoqueuntiranotengasiempreentremanosalgúnproyectodeguerra.

—Alafuerza.

—Perosemejanteconductanopuedesinohacerlemásymásodiosoasusconciudadanos.

—¿Cómono?

—Yalgunosde losquecontribuyeronasuelevación,yqueson losque,después de él, tienen mayor autoridad, ¿no hablarán con él o entre sí conmuchalibertaddeloquepasa,censurándolo,almenoslosmásatrevidos?

—Parecequesí.

—Espreciso que el tirano se deshaga de ellos si quiere reinar en paz; yque, sin distinguir amigos de enemigos, haga que desaparezcan todos loshombresdealgúnmérito.

—Esevidente.

—Debesermuyperspicazparadistinguirlosquetienenvalor,grandezadealma,inteligenciayriqueza;ysufelicidadestriba,quieraonoquiera,enhaceratodoslaguerra,ytenderleslazossintreguahastaquehayapurgadodeellos

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alEstado.

—¡Extrañamaneradepurgar!—dijo.

—Hace lo contrario de losmédicos, que purgan el cuerpo quitándole lomaloydejándolelobueno.

—Tienequeobrarasísiquieregobernar—dijo.

—Enverdad,¡benditanecesidadlasuyadeperecerovivirconcanalla,quetampocopuedeevitarqueleaborrezca!—dije.

—Talessusituación—dijo.

—¿No es claro que cuanto más odioso se haga a sus conciudadanos, acausade sus crueldades, tantamásnecesidad tendrádeuna fiel y numerosaguardia?

—¿Cómono?

—Pero¿dóndeencontraráesasgentesfieles?¿Dedóndelasharávenir?

—Sipagabien,acudiránengrannúmerodetodaspartes—dijo.

—Me parece que ya te entiendo, por el Can —exclamé—: acudiránenjambresdezánganosdetodoslospaíses.

—Esverdadloqueteparece—dijo.

—¿Peroporquénoagentedesupaís…?

—¿Cómo?

—Formandosuguardiadeesclavos,aquienesdeclararíalibresdespuésdehaberhechomorirasusdueños.

—Muybien,porquetalesesclavosleseríanenteramenteadictos—dijo.

—¡Dichosa,pues—dije—, la condicióndeun tirano si seveobligadoadestruir a aquellos ciudadanos y a convertir éstos en sus amigos y fielesservidores!

—Perodeellossesirve—dijo.

—Estos nuevos ciudadanos le admiran y viven con él en lamás íntimafamiliaridad,mientrasqueloshombresdebienleaborrecenyhuyendeél—dije.

—¿Cómonohandehacerlo?

—Conrazónsealabalatragediacomounaescueladesabiduría—dije—,yparticularmentelasdeEurípides.

—¿Apropósitodequédiceseso?

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—PorquedeEurípidesesestamáximaquetieneunsentidoprofundo:lostiranossehacensabiosmedianteeltratoconlossabios,conloque,sinduda,haqueridodecirquelosquecomponensusociedadsonsabios.

—Es cierto que él y los demás poetas califican la tiranía de divina enmuchospasajesdesusobras.

—Perocomo lospoetas trágicosson tambiénsabios,nosperdonaránqueennuestroEstado,yentodosaquellosqueestángobernadossegúnprincipiosanálogos,serehúseadmitirlosacausadesuselogiosalatiranía—dije.

—En cuanto yo alcanzo, creo que los más razonables de ellos nos loperdonarán—dijo.

—Peronadie lesquitaderecorrercomoquieran losdemásEstados.Allí,reuniendoalpueblo,ypagandolasvocesmáselocuentes,másenérgicasymásinsinuantes,inspiranalamultitudelgustodelatiraníaydelademocracia.

—Sinduda.

—Conestoconseguirándineroyhonores,enprimerlugardepartedelostiranos, como es natural que suceda; y en segundo lugar, de parte de lasdemocracias. Pero a medida que remonten su vuelo hacia gobiernos másperfectos,sunombradíasedebilitaráynopodráseguirles.

—Tienesrazón.

—Pero dejemos esta digresión —dije—: volvamos al tirano, y veamoscómopodrá proveer el sostenimiento de su preciosa, numerosa ymulticolorguardia,renovadaacadamomento.

—Esevidentequecomenzaráporsaldarlostesorosdelostemplos,siloshay,ymientrasdurelaventadelascosassagradasyleproduzcalosuficiente,noimpondráalpueblograndescontribuciones—dijo.

—Muybien;perocuandolefalteesterecurso,¿quéhará?

—Entonces vivirán con los bienes de su padre él, los suyos, susconvidados,susfavoritosysusqueridas—contestó.

—Entiendo: es decir que el pueblo, que ha engendrado al tirano, lealimentaráaélyalossuyos—dije.

—Asítendráquesuceder—afirmó.

—Pero¿quédices?—pregunté—:sielpueblosecansasealfin,yledijesequenoes justoqueunhijoyagrandey fuerte seaunacargapara supadre;que,porelcontrario,aél tocaprocurarelmantenimientoasupadre;que,alformarleyeducarle,nohasidosuánimoqueseconvirtieraendueñocuandofueragrande,niserél,elpadre,esclavodesusesclavos,nialimentarleaélya

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esa muchedumbre de extranjeros que le rodean; que lo que se propuso fuesolamentelibertarseporsumediodelyugodelosricosydelosquesellamanenlasociedadhombresdebien;¿nodeberáenesteconceptomandarlequeseretireconsusamigos,conlamismaautoridadqueunpadrearrojadecasaasuhijoconsuscompañerosdelibertinaje?

—Entonces, ¡por Zeus! —exclamó él—, el pueblo verá qué hijo haengendrado,acariciadoyencumbrado,yque losque intentaarrojar sonmásfuertesqueél.

—Pero ¿qué dices? —pregunté—. ¿Se atrevería el tirano a emplear laviolenciaconsupadre,yhastamaltratarlesinocedía?

—Sí—dijo—,sianteslohadesarmado.

—¿Llamas al tirano, por consiguiente —dije—, parricida y perversosustentadordelavejez?Yheaquíquehemosllegadoaloquetodoelmundollama tiranía.Elpueblo,queriendoevitar,comosueledecirse,elhumode laesclavitud de los hombres libres, cae en el fuego del despotismo de losesclavos, y ve que la servidumbre más dura y más amarga sucede a unalibertadexcesivaydesordenada:laesclavitudbajoesclavos.

—Castigocasisiempreirremediable—dijo.

—Y bien —dije—, ¿podremos lisonjearnos de haber explicado de unamanera satisfactoria la transición de la democracia a la tiranía y a lascostumbresdeestegobierno?

—Laexplicaciónescompleta—dijo.

LIBROIX

—Nos queda por examinar—dije— el carácter del tirano en sí mismo,cómo del hombre democrático sale el hombre tiránico, cuáles son suscostumbres,ysisusuerteesdichosaodesgraciada.

—Esloúnicoquenosfaltaporconsiderar—asintió.

—¿Sabesloqueechodemenosahora?—dije.

—¿Qué?

—Nohemosexpuesto,amiparecer,conbastanteclaridad,lanaturalezaylas diferentes especies de deseos. Mientras falte algo que decir sobre estepunto, el descubrimiento de lo que buscamos quedará siempre envuelto entinieblas.

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—Aúnestamosatiempodetratarlo,¿no?—dijo.

—Sin duda. He aquí principalmente lo que yo querría conocer de unamaneramásclara.Entrelosdeseosylosplaceressuperfluosloshayquesonilegítimos.Estosdeseosnacenenelalmadetodosloshombres;peroenunos,reprimidos por las leyes o por otros deseos mejores, se desvanecenenteramente,graciasalarazón,osondébilesopocosennúmero,mientrasqueenotros,porelcontrario,estosdeseossonmásnumerososy,almismotiempo,másfuertes.

—¿Dequédeseoshablas?—preguntó.

—Hablodelosquesedespiertanduranteelsueño—repuse—;cuandoestapartedelalma,queesracional,pacíficayapropósitoparamandar,estácomodormida,ylaparteanimalyferoz,excitadaporelvinoyporlabuenacomida,se rebela y, rechazando el sueño, intenta escaparse y satisfacer sus apetitos.Sabesqueentalesmomentosestapartedelalmaatodoseatreve,comosisehubiera liberado violentamente de todas las leyes de la conveniencia y delpudor;nosecontiene,ensufantasía,decohabitarconsumadreniconningúnotroser,humano,divinoobestial.Ningúnasesinato,ningúnalimentoindignolecausahorror;enunapalabra,nohayacción,porextravaganteyporinfamequesea,quenoestéprontaaejecutar.

—Dicesgranverdad—convino.

—Pero cuando un hombre observa una conducta sobria y arreglada;cuando antes de entregarse al sueño reanima la antorcha de su razón,alimentándola con reflexiones saludables, conversando consigo mismo;cuando, sin saciar a la parte animal, le concede lo que no puede rehusarse,para que se tranquilice y no turbe con su alegría o su tristeza la parteinteligente del alma, sino, antes bien, la deje en su propio ser y puranaturaleza, para continuar en sus observaciones sobre lo que ignore de lopasado,delopresenteydelovenidero;cuandoestehombre,apaciguadaasílaparte en que reside la fogosidad, se acuesta tranquilo y sin resentimientocontranadie;enfin,cuando,mientraslasotrasdospartesestánquietas,poneen movimiento aquella tercera en la que reside el juicio, entonces ve másfácilmente laverdadyno se siente turbadopor fantasmas impurosy sueñoscriminales.

—Estoypersuadidodeeso—dijo.

—Quizámeheextendidodemasiado.Loúnicoque importasaberesquehayencadaunodenosotros,incluyendoalosqueparecenmásdueñosdesuspasiones,unaespeciededeseoscrueles,brutales,sinfreno,comolopruebanlossueños.Examinasiloquedigoesválidoysiestásconforme.

—Estoyconforme.

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—Recuerda ahora el retrato que hemos hecho del hombre democrático.Dijimosquehabíasidoeducadoensujuventudporunpadretacaño,quesóloestimaba la pasión por el dinero, cuidando poco de satisfacer los deseossuperfluos,cuyoobjetonoesotroqueellujoylosplaceres;¿noesasí?

—Sí.

—Queencontrándosedespuésenrelacióncongentesfrívolasyentregadasa esos placeres superfluos de que acabo de hablar, sentía aversión por lasleccionesdesupadreyseentregabaalaembriaguezyallibertinaje;que,sinembargo,comosuíndoleeramejorqueladesuscorruptores,viéndoseatraídoen dos direcciones opuestas, tomaba un término medio entre la de suscorruptoresy ladesupadre;que,proponiéndoseseguiryauna,yaotra,conmoderación,creíaobservarungénerodevida igualmente lejano,asu juicio,de una sumisión servil y del desorden que no conoce ley, y que, de estamanera,deoligárquicoqueeraseconvertíaendemocrático.

—Escierto.Taleslaideaquenosotrosnoshemosformadodeél—dijo.

—Supón ahora —dije— que este hombre, ya anciano, tiene un hijoeducadoenlasmismascostumbres.

—Losupongo.

—Imaginaenseguidaquelesucedelomismoqueasupadre;quierodecir,queseencuentraempeñadoenunavidalicenciosa,quellamanlibrelosqueleseducen; que, de una parte, su padre y sus parientes apoyan de firme a lafacción de los deseosmoderados,mientras que, de otra, estos encantadoreshábiles,queposeenelsecretodehacertiranos,secundancontodosupoderlafaccióncontraria.Cuandodesesperendeencontrarotromediodereteneraestejoven en su partido, harán nacer en su corazón, por medio de artificios, elamorquepresidealosdeseosociososypródigos,yqueenmiopiniónnoesmásqueungranzánganoalado.¿Creestúqueseaotracosaelamorenestoshombres?

—Nadamásqueeso—dijo.

—Bien pronto los demás deseos, coronados de flores, perfumados,brillantes, embriagados con licores y acompañados de placeres frenéticos,vienenazumbaren rededordeesezángano, lealimentan, leengrandeceny,porúltimo,learmanelaguijóndelapasión,ydesdeaquelactoel tiranodelalma no tiene ningún freno. Escoltado por la demencia, extermina y arrojafueradesí todos lossentimientoshonestos, todos losdeseosvirtuosos,hastaque, después de haber borrado de su alma todo vestigio de sensatez, la vehenchidadeunfurorquenoconocíaantes.

—Esésaunafielpinturadelamaneracomoseformaelhombretiránico

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—dijo.

—¿Noes ésta la razónporque sehadadodespuésaEroselnombredetirano?—pregunté.

—Asíparece—respondió.

—El hombre embriagado, ¿no tiene también tendencias tiránicas? —inquirí.

—Sílastiene.

—En igual forma, un hombre demente, ¿no se imagina que es capaz demandaraloshombresytambiénalosdioses?

—Sinduda—dijo.

—Entonces, mi querido amigo —dije yo—, ¿qué es, hablandopropiamente, el hombre tiránico, sino aquel a quien la educación o lanaturalezaoambashanhechoborracho,enamoradoyloco?

—Totalmentecierto.

—Acabas de ver, me parece, cómo se forma el hombre tiránico. Pero¿cómovive?

—Talcomoseacostumbraadecirenbroma—replicó—:túereselquemelohasdedecir.

—Sea así. Todo se volverán fiestas —seguí—, juegos, festines,francachelas, cortesanas y placeres de todos géneros, a que le arrojará Erostiránico,quehadejadopenetrarensualmayquedirigetodassusfacultades.

—Necesariamente—dijo.

—¿Ynosentiránacer juntoaestos,díaynoche,unamultituddenuevosdeseostanindómitoscomoinsaciables?

—Multitud,enefecto.

—Yasí sus rentas, si es que las tiene, se verán bien pronto agotadas ensatisfacerlos.

—¿Cómono?

—Detrásvendránlospréstamosy,comoconsecuencia,ladisipacióndesufortuna.

—¿Quéremedio?

—Y cuando no tenga ya nada, ¿no será importunado por los gritostumultuososdeestamuchedumbrededeseosqueseagitanensualmacomoensunido?Estrechadoporsusaguijones,ysobretodoporeldelamor,alque

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sirven losdemásdeseos,pordecirloasí,comodeescolta,¿nocorrerádeunladoparaotro comoun furiosobuscandopor todaspartes algunapresa,quepuedasorprenderporartificiooarrancarporlafuerza?

—Sí,ciertamente—dijo.

—Y así será para él una necesidad, o agarrar cuanto se le venga a lasmanos,oversedespedazadoporlosmáscruelesdolores.

—Esforzoso.

—Ylomismoquelosnuevosplacereshansuplantadoalosantiguosensucorazón,enriqueciéndoseconsusdespojos,así,aunquemásjoven,¿noquerráapoderarse de los bienes de su padre y de su madre, y aprovecharse delpatrimonioquequedaaéstosdespuésdehaberdisipadosuparte?

—¿Cómoseríadeotromodo?—dijo.

—Y si sus padres rehúsan satisfacer sus deseos, ¿no empleará, por depronto,contraelloselhurtoyelfraude?

—Desdeluego.

—Siporestemedionoconsiguenada,¿noapelaráalroboyalafuerza?

—Locreo—dijo.

—Siseoponenalaviolenciaelancianoylaanciana,siresisten,¿respetarásuancianidad?¿Dejarádecometerconellosalgúnactotiránico?

—Temomuchoporlospadresdeunjovensemejante—dijo.

—PorZeus,miqueridoAdimanto,¿creestúqueporunaamigasuperflua,a quien por capricho obsequia desde la víspera, o por un joven a quienpersiguetambiéndesdeeldíaanteriorinnecesariamente,serácapazdeponerlas manos en su padre o en su madre, en sus amigos más antiguos y másnecesarios, sin miramiento a sus muchos años; y llegará hasta someterloscomoesclavosaestamujeryaesejoven,quehabráintroducidoenlacasadesuspadres?

—Sílohará,porZeus—dijo.

—Luegogranfortunaesparalospadreselhaberdadoaluzunhijodeesecarácter—dije.

—Desdeluego—dijo.

—Pero¡qué!,cuandohayaconsumidotodoslosbienesdesupadreydesumadre, y el enjambre de pasiones se haya multiplicado y fortificado en sucorazón, ¿no se verá reducido a forzar las casas, despojar de noche a lostranseúntesyrobar los templos?Lasopinionessobreelhonory laprobidad,

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consideradas como justas, que le habían inspirado en su infancia,desapareceránentoncesdelantedeaquellasotras,conelamoralacabeza,queseharándueñasdesualma,apenas liberadasde laesclavitud.Estasmismasopiniones, que cuando estaba él sometido a la autoridad de las leyes y a lavoluntad de su padre, apenas se atrevían a emanciparse en los sueños de lanoche,hoyqueelamorsehahechosutirano,leconduciráncienvecesaldíaalasmismasaccionesqueantesexperimentabararasvecesduranteelsueño.Nilos asesinatos, ni las horribles orgías, ni los crímenes de ninguna clase ledetendrán, porque reinando en su alma sólo el amor tiránico, le inspirará lalicencia y el desprecio a las leyes, y mirando esta alma como un Estadosometido a su imperio, le obligará a emprenderlo todo, para tener con quealimentarleaélyaesaturbaquellevatrasdesí,venidaenpartedefueraporlasmalascompañías,ynacidaenpartedentro,desencadenadapor supropiaaudaciaoliberadaporélmismo.¿Noseráéstalavidaqueharáéste?

—Ésa,sinduda—dijo.

—Si en un Estado se encuentran —dije— pocos ciudadanos de estecarácter, siendo todos los demás prudentes y arreglados en sus costumbres,entonces esos pocos saldrán y se pondrán al servicio de cualquier tiranoextranjero;oparavendersecomoauxiliaresdondequieraquehayaguerra;ysien todas partes hay paz y tranquilidad, producirán en su patria un númeroinfinitodepequeñosmales.

—¿Quémales?

—Porejemplo,robar,forzarlascasas,escamotearlasbolsas,despojaralostranseúntes,cometersacrilegiosyraptosdehombreslibres.Sisonelocuentes,haráneloficiodeacusadores,presentarántestigosfalsosysevenderánalquemáslesdé.

—Pequeñosmalessonéstos,siellossonencortonúmero.

—Sí,yasabes—dije—quelascosaspequeñaslosonencomparaciónconlasgrandes;y todosestosmales,puestosal ladode losque sufreunEstadooprimido por un tirano, son una bagatela. Pero cuando en un Estado haymuchosciudadanosdeestecarácter,yaumentándosecadadíasupartidovenquetienenmayoría,entoncesescuando,apoyadosenunpopulachoinsensato,danalEstadoportiranoaaqueldeentreellosquetieneensupropiaalmaelmásfuerteeimperiosotirano.

—Sí,porquesemejantehombresabráperfectamenteeloficiodetirano—dijo.

—Silosdemásceden,nopasanada.Perosino,almenormovimientoquehagalaciudad,eltiranocometerácontrasupatrialasmismasviolenciasqueusó contra su padre y sumadre; la maltratará, la entregará al poder de los

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nuevosamigosquelerodean,yreduciráalaesclavitudmásduraaestapatria,omatria, sirviéndome de la expresión de los cretenses. A este punto irán apararsusdeseos.

—Tienestodalarazón—dijo.

—Por lo demás —proseguí—, en ese hombre, antes de gobernar, sucaráctersedejaverensucondiciónprivadadelamanerasiguiente.Obienseverodeadodeunamultituddeaduladores,dispuestosaobedecerleentodo;oarrastrándoseélmismoimpúdicamenteasuspies,cuandotienenecesidaddelosdemás,nohabrácosaquenohagaparaconvencerlesdesudecididoafecto;peroapenashabráobtenidoloquedeseaba,cuandolesvolverálaespalda.

—Muycierto.

—Y así estos hombres pasan la vida sin ser amigos de nadie, siendodueños o esclavos de voluntades ajenas, porque es un signo del caráctertiránicoelnoconocernilaverdaderalibertadnilaverdaderaamistad.

—Desdeluego.

—¿Nopuedellamarseaestoshombresconrazóndesleales?

—¿Cómono?

—¿Ynopuededecirsetambiénquesoninjustosensumogrado,siloquehemosdichoantesapropósitodelajusticiaesverdadero?

—Verdaderoes,sinduda—dijo.

—Resumamos,pues—proseguí—,losrasgosqueconstituyenalperfectocriminal.Debeserenvelatalcomolodescribimosensueños.

—Sinduda.

—Es el hombre que, teniendo el carácter más tiránico que puedeconcebirse, está revestido con la autoridad tiránica; y cuanto más tiempoejerzalatiranía,másseafirmaráensumaneradeser.

—Ésaesunaconsecuencianecesaria—exclamóGlaucónporsuparte.

—Y si es el más malo de los hombres, ¿no será también el másdesgraciado—dije—,ynoloserátantomáscuantopormástiempoydeunamaneramásabsolutahayaejercido la tiranía?Distintaes,aeste respecto, laopinióndelvulgo.

—Nopuedeserdeotramanera—observó.

—Lacondicióndelhombretiranizadoporsuspasioneseslamismaquelade un Estado oprimido por un tirano; como la condición del hombredemocrático se parece a la de un Estado democrático, y así sucede con los

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demás.

—¿Cómono?

—Y lo que un Estado es con relación a otro Estado, en razón, ya de lavirtud,yadelafelicidad,unhombreloesconrelaciónaotrohombre.

—¿Quéotracosacabe?

—Pero¿cuálesladiferenciaenvirtuddelEstadogobernadoporuntiranocon el Estado gobernado por un rey tal como nosotros lo describimos alprincipio?

—Sonenteramenteopuestos;elunoeselmejor,elotroelpeor.

—No te preguntaré cuál de los dos es el mejor o el peor—dije yo—,porque es cosa clara; lo queyo te pregunto es si el que tienespormejor estambién dichoso, y el que tienes por peor el más desgraciado. No nosalucinemosenestepuntoporfijarnossóloeneltiranoyenelcortonúmerodefavoritos que le rodean; entremos en el Estado mismo, examinémosle todoentero,penetremosenélportodaspartes,yenseguidademosnuestrofalloaloobservado.

—Pidesunacosamuyjusta.EscosaevidenteparatodoelmundoquenohayunEstadomásdesgraciadoqueelqueobedeceauntirano,nimásdichosoqueelqueestágobernadoporunrey.

—¿Notendrérazón—dije—paraexigirquesevayaconelmismopulsocuando se trate de dar parecer sobre la felicidad de los individuos, y paraquerer que nos atengamos a la decisión del que pueda penetrar con elpensamientohastaelinteriordelhombre,sindejarsellevar,comolosniños,deapariencias,nitampocodelasexterioridadesfastuosasdequeelpodertiránicose reviste para imponerse a lamultitud, sino penetrando en el fondo de lascosas? ¿Si pretendiese yo, por consiguiente, que en la cuestión presente nodeberíamosdaroídosaotrojuezquealquealaslucesdeljuiciounelasdelaexperiencia, al quehavivido con los tiranos, que loshavisto en su interiordespojadosdelaparatoypompateatral,yquesabelaimpresiónquelecausanlas crisis políticas; si comprometiese a este hombre a dar su fallo sobre lafelicidad o desgracia de la condición del tirano, comparada con todas lasdemás?

—Seríamuycorrectoexigirlo—dijo.

—¿Quieres que supongamos por un momento —dije— que nosotrosmismos nos encontramos en estado de juzgar, y que hemos vivido con lostiranos, para que de estamanera tengamos alguien que responda a nuestraspreguntas?

—Sí,loquiero.

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—Sígueme,pues,yrecordandolasemejanzaqueexisteentreelEstadoyelindividuo,consideraelunodespuésdelotro,ydimecuáldebeserlasituacióndeambos.

—¿Quésituación?—preguntó.

—ComenzandoporelEstado,dime:unEstadosometidoaun tirano,¿eslibreoesclavo?—inquirí.

—Digoqueestodoloesclavoquesepuedeser—replicó.—Sinembargo,ensemejanteEstado,¿vespersonasquesondueñasdeloquetienenylibresensusacciones?

—Sí;lasveo,peroenmuycortonúmero—dijo—,puesadecirverdad,lamayor ymás sana parte de los ciudadanos se ve reducida a la más dura yvergonzosaesclavitud.

—Luego si con el individuo pasa lomismoque con elEstado—dije—,¿noesunanecesidadqueseverifiquenenél lasmismascosas,quesualmagima en una servidumbre baja y vergonzosa, que la partemás excelente deesta alma esté sometida a los caprichos de la parte más despreciable, másdepravadaymásfuriosa?

—Asídebesuceder—dijo.

—¿Quédirásdeunalmaquesehallaenesteestado?¿Eslibreoesclava?

—Esclava,sinduda.

—PerounEstadoesclavoydominadoporuntiranonohaceloquequiere.

—No,ciertamente.

—A decir verdad, un alma tiranizada, hablando de ella en su totalidad,tampocohaceloquequiere,sinoquearrastradasincesarporlaviolenciadelaguijón,sesentirállenadeturbaciónydearrepentimiento.

—¿Cómono?

—ElEstadoenquereinauntirano,¿esricoopobre?

—Espobre.

—Luegounalmatiranizadaestambiénsiemprepobreeinsaciable.

—Asíes—dijo.

—¿NoesunanecesidadqueesteEstadoyesteindividuoesténenuntemoryenunterrorcontinuos?

—Sinduda.

—¿CreesqueseaposibleencontrarningúnotroEstadoenqueseanmáslas

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quejas,laslágrimas,losgemidosylosamargosdoloresqueenéste?

—Deningúnmodo.

—¿Ni ningún otro individuo en quien lo sean más que en este hombretiránico,aquienelamorylasdemáspasioneshacenfurioso?

—¿Cómopodríaserdeotromodo?—dijo.

—Así,pues,pensandoentodosestosmalesyenotrosmil,hascreídoqueesteEstadoeraelmásdesgraciadodetodoslosEstados…

—¿Nohetenidorazón?—preguntó.

—Sinduda,perocolocándoteenelmismopuntodevista,¿quédicesdelhombretiránico?—dijeyo.

—Queeselmásdesgraciadodeloshombres—afirmó.

—Eneso—dije—yanotienesrazón.

—¿Porqué?—preguntó.

—Porquenoesaúnéseelmásdesgraciado,amimododever—dije.

—Pues¿quiénloseráentonces?

—Elquetevoyacitarteparecerámásdesgraciado,quizá.

—¿Quién?

—Aquelque,estandotiranizadoyadeporsí,nopasasuvidaenlaesferaprivada,sinoquesumalaestrella lepresenta laocasióndehacerse tiranodeunEstado.

—Vistoloquehemosdicho,conjeturoquetienesrazón—dijo.

—Así puede suceder—dije—, pero en unamateria de esta importancia,dondesetratanadamenosquedeexaminardequédependelafelicidadoladesgraciadelavida,nohayqueandarconconjeturas,sinollegar,sipuedeser,hastaunacompletacertidumbre.

—Muybien—dijo.

—Mirasirazonoconexactitud.Parajuzgarbienlacondicióndeuntirano,heaquí,amiparecer,cómoesprecisoconsiderarle.

—¿Cómo?

—Sucede con un tirano lo que con esos particulares ricos que tienenmuchos esclavos; porque tienen de común con él quemandan amuchos; ladiferenciaestásóloenelnúmero.

—Enesodifieren,enefecto.

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—Yasabesqueestosparticularesviventranquilos,notemennadadepartedesusesclavos.

—Pues¿quéhandetemer?

—Nada;pero¿sabeslarazón?—dije.

—Sí;esporquetodoelEstadocuidadelaseguridaddecadaciudadano.

—Muy bien—asentí—. Pero si algún dios, arrancando del seno de estasociedadaunodeestoshombresquetienenasuserviciocincuentaesclavosomás,consumujer,sushijosydomésticos,letransportaraconsucasaybienesaundesierto,dondenopudieraesperarauxiliodeningúnhombre libre,¿noestaríacontinuamentetemiendoqueibanapereceramanosdesusesclavosél,sumujerysushijos?

—Estaríaaterrado—dijo.

—Se vería precisado a agasajar a algunos de entre ellos, a ganarlos afuerza de promesas, y a darles libertad, aunque no la mereciesen; en unapalabra,aconvertirseenaduladordesusesclavos.

—Tendríaquehaceresooperecer—dijo.

—¿Yquésucedería—proseguí—siesemismodioscolocasealrededordelaestanciadeesericoungrannúmerodegentesdecididasanosufrirqueunhombre ejerciera imperio alguno sobre sus semejantes, y a castigar con elúltimosuplicioalquesorprendieraintentandounacosasemejante?

—Rodeado por todas partes de tantos enemigos, sería para él unmotivomayoraúnparatemerporsusdías—dijo.

—¿Noestáencadenadoenunaprisiónsemejanteel tirano?Suponiéndolecon el carácter con que le hemos pintado, ¿no debe verse devoradoincesantemente por temores y deseos de toda clase? Por viva que sea sucuriosidad,nopuedeviajarcomolosdemásciudadanos,niiravermilcosasque llamen su atención. Encerrado en el recinto de su palacio, como unamujer,envidialafelicidaddesussúbditoscuandosabequehacenalgúnviaje,yquevanavercosasqueexcitansucuriosidad.

—Esmuycierto—dijo.

—Mayores aún son los males que cosecha el hombre tiránico, que hasconsideradotúcomoelmásdesgraciadodeloshombres,gobernándosemalasímismo,cuandolasuerteleobligaarenunciaralavidaprivada,yleelevaala condición de tirano; es incapaz de conducirse a sí mismo y habrá deconducir a los demás. Su condición se parece a la de un enfermo que noteniendobastantesfuerzaspropias,enlugardepensarsóloensusaludsevieseprecisadoapasartodasuvidaencombatesatléticos.

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—Esacomparación,Sócrates,esmuyexactaymuyverdadera—dijo.

—Semejante situación, mi querido Glaucón—dije yo—, ¿no es la mástristequepuedeimaginarseylacondicióndetiranonoañadeunaumentodedesgracia al mismo que, en tu opinión, era ya el más desgraciado de loshombres?

—Convengoenello—dijo.

—Yasíenrealidad,ycualesquieraqueseanlasapariencias,eltiranonoesmásqueunesclavo,esclavosometidoalasmásduraybajaservidumbre,yeladulador de lo más abyecto de la sociedad. Jamás podrá satisfacer porcompleto susdeseos,porque loque le falta excedea loqueposee;y elquepudiera penetrar en el fondo de su alma encontraría que es verdaderamentepobre,yvivesiempresobresaltado,ysiemprepresadedoloresyangustias:talessusituación,siesciertoqueesparecidaaladelEstadodequeélesdueño;yseparece,enefecto,o¿nolocreesasí?

—Ymucho—dijo.

—Atantasmiseriasañadamossobre todo loqueyahemosdicho;quededía en día, y en razón del rango que ocupa, se hace necesariamente másenvidioso, más pérfido, más injusto, más falto de amigos, más impío, másdispuestoarecibiryalimentarensucorazóntodoslosvicios,siguiéndosedeaquíqueeselmásdesgraciadodeloshombres,yquecomunicasudesgraciaalosmismosquelerodean.

—Ningúnhombredebuensentido tepuedecontradecirenestepunto—contestó.

—Revístete ahora, pues —dije yo—, con el carácter de juez último ydictamina quiénes de entre los cinco caracteres, el real, el timocrático, eloligárquico, eldemocráticoyel tiránico, sonmásdichososyquiénes lo sonmenos.

—Elfalloes fácildepronunciar—dijo—.Doyacadaunomásomenosvirtud,másomenosfelicidad,segúnelordenenquesenoshanpresentado,comoloscorosqueentranenlaescena.

—¿Quieresquehagamosvenirunheraldo—dije—,oquepubliqueyoenaltavozqueelhijodeAristónhadeclaradoqueelmásdichosodeloshombreseselmásjustoymásvirtuoso,esdecir,elquereinasobresímismoyquesegobierna según los principios del Estado monárquico; y que el másdesgraciadoeselmásinjustoymásdepravado,esdecir,aquelque,teniendoelcaráctermástiránico,ejercesobresímismoysobrelosdemáslatiraníamásabsoluta?

—Proclámalo—dijo.

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—¿Ypodréañadir—pregunté—queunoyotrosonloquehemosdicho,auncuandoniloshombresnilosdiosestenganconocimientoalgunodeello?

—Añádelo—dijoél.

—Por consiguiente, he aquí que hemos llegado al término de la primerademostración.Voy,siquieres,adarteunasegunda.

—¿Cuáles?

—Sielalmadecadaunodenosotrossedividerealmente—dije—entresespecies a la manera que el Estado se divide en tres, ello da lugar, a miparecer,aunanuevademostración.

—¿Cuál?

—La siguiente. A estas tres partes del alma corresponden tres placerespropios de cada una de ellas: y por consiguiente, tres clases de deseos y dedominaciones.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Loprimeroesaquellopor loqueelhombrecomprende; losegundoesaquelloporloqueelhombreseirrita;lotercerotienedemasiadasformasparaque pueda ser comprendido bajo un nombre particular; pero ya lo hemosdesignadoporlomásnotableyporloquemáspredomina.Lohemosllamadoconcupiscibleacausadelaviolenciadelosdeseosquenosarrastranacomer,beber, al amor y a los demás placeres de los sentidos; y lo hemos llamadoamigodelasriquezas,porqueeldineroeselmediomáseficazparasatisfacerestaclasededeseos.

—Razónhemostenidoparaello—dijo.

—Siañadiésemosqueelplaceryquerenciapropiosdeestafacultadesellucro,¿noseríafijarlaideaydesignarlacontodaclaridad?¿Quéotronombre,enverdad,puedeconvenirlemejorqueeldeamoralasriquezasyallucro?

—Bienmeparece—dijo.

—Y la parte irascible, ¿no nos arrastra demanera total y constante a ladominación,alavictoriayalagloria?

—Muycierto.

—Luegopodemosconrazónllamarlaarroganteyambiciosa.

—Leconvieneperfectamente.

—Encuantoalapartequecomprende,esevidentequetiendesincesarypor completo a conocer la verdad, tal cual es, importándole bien poco lasriquezasylagloria.

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—Escierto.

—¿Notendremos,porlotanto,razónparallamarlafilosóficayamigadelainstrucción?

—¿Cómono?

—¿Noescierto,igualmente—proseguí—,que,segúnelcaso,unasvecesdominaesteelementoreciénnombrado,otrasveces,unodelosotrosdos?

—Asíes—dijo.

—Poreso,¿diremosquehaytresprincipalescaracteresentreloshombres,queson:elfilosófico,elambiciosoyelavaro?

—Totalmentedeacuerdo.

—¿Ytresespeciesdeplaceresradicadosenellos?

—Muycierto.

—Si preguntaras a cada uno de estos hombres en particular —dije—:«¿cuáleslavidamásdichosa?»,yaconocerásquehabrádedecirquelasuya;yqueelinteresadocolocaráelplacerdellucroporencimadetodoslosdemásplaceres,yquedespreciarálacienciayloshonores,amenosquenocreaquesonunmediodereunirdinero.

—Escierto—dijo.

—Por su parte, ¿qué dirá el ambicioso? —proseguí—. ¿No tratará debajeza el placer de acumular tesoros, y de humo vano el estudio de lasciencias,aexcepcióndelasquepuedanacarrearhonra?

—Asíes—repuso.

—En cuanto al filósofo —seguí—, diremos resueltamente que de nadahaceaprecioencomparacióndelplacerqueleproporcionaelconocimientodelaverdadtalcuales,ysuaplicacióncontinuaaesteestudio;yconrespectoalosdemásplaceres,silosllamanecesidades,esporquenoselosprocuraría,silanaturalezanolosexigiese.

—Hayqueestarconvencidodeello.

—Ahora,puestoquesetrata—dije—dedecidircuáldeestastresespeciesdeplaceresydecondicioneses,nodigolamáshonestaovergonzosaomejoropeor,sinolamásagradableyexentadepesar,¿cómopodremossaber,entreestaspretensionesopuestas,dequéladoseencuentralaverdad?

—Yonopodríadecirlo—replicó.

—Veamos la cuestión de estamanera: ¿cuáles son las cualidades que serequieren para juzgar bien? ¿No son la experiencia, la reflexión y el

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razonamiento?¿Esposibleseguirmejoresguíascuandosetratadeformarunjuicio?

—¿Cómopodríaserlo?—dijo.

—Atiende,pues:¿cuáldenuestrostreshombrestienemásexperienciadelastresclasesdeplaceresdequeacabamosdehablar?¿Creesqueelavaro,sise dedicase al conocimiento de la verdad, sería más capaz de juzgar de lanaturalezadelplacerqueacompañaalaciencia,queloeselfilósofodejuzgarelplacerquecausaellucro?

—Deningunamanera—dijo—,porqueelfilósofosehaencontradodesdelainfanciaenlanecesidaddegustarotrosplaceresquelosdelainteligencia;mientras que ninguna necesidad ha tenido el hombre interesado deexperimentar, al estudiar los seres, la dulzura del placer de conocer y deadquirir la experiencia: difícil le resultaría, pese a todos sus esfuerzos paraconseguirlo.

—Luego el filósofo tiene mayor experiencia que el avaro respecto deambosplaceres—dijeyo.

—Muchomayor.

—¿Noconocetambiénelfilósofoporexperienciaelplacerquevaunidoalos honores mejor que conoce el ambicioso el placer que produce elcomprender?

—Cadaunodeestostreshombres—dijo—estásegurodelahonraqueleresultará si llega a conseguir el objeto que se propone, porque las riquezastienen muchos admiradores, como los tienen el valor y la sabiduría. Y asírespecto al placer que resulta de verse honrado, todos tres tienen igualexperiencia.Peroesimposiblequeningúnotro,comonoseaelfilósofo,gusteelplacerqueresultadelacontemplacióndelserdelascosas.

—Porconsiguiente—dije—,sisóloseatiendealaexperiencia,elfilósofoestáenmejorposicióndejuzgarquelosotrosdos.

—Conmucho.

—Yeselúnicoquealaslucesdelaexperienciaunelasdelacomprensión.

—¿Cómono?

—En cuanto al instrumento necesario para juzgar, no pertenece enpropiedadnialavaronialambicioso,ysísóloalfilósofo.

—¿Cuáleseseinstrumento?

—¿Nohemosdichoqueesprecisoemplearelrazonamientoenlosjuicios?

—Sí.

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—Pero el razonamiento, hablando con propiedad, es el instrumento delfilósofo.

—¿Cómono?

—Si la riquezayel lucro fuesen la reglamássegurapara juzgarbiendecada cosa, lo que el avaro estima o desprecia contendría efectivamente lamáximaverdad.

—Convengoenello.

—Si fuesen los honores, las victorias o el valor, ¿no sería precisosometerlosaladecisióndelhombreambiciosoyarrogante?

—Esevidente.

—Peropuestoquealareflexiónyalaexperienciayalarazónpertenecejuzgar…

—No puedemenos de reconocerse que lo quemerece la estimación delfilósofo,delamigodelarazón,esverdaderamenteestimable.

—Luego de los tres placeres de que se trata, el más dulce es el quedepende de esta parte del alma por la que adquirimos conocimientos, y elhombrequedaaestaparteelmandosobresímismopasalavidamásdichosa.

—¿Cómovaaserdeotromodo?—dijo—:comoapreciadorsoberano,elhombreinteligentealabasupropiavida.

—¿Quévidayquéplacerdeberánponerseensegundolugar?—dije.

—Es claro que será el placer del guerrero y del ambicioso, el cual seaproximamuchomásaldelfilósofoqueeldelhombreinteresado.

—Segúntodaslasapariencias,alavarolecorresponderáelúltimorangodevida.

—¿Quéotracosacabe?—dijo.

—Por lo tanto, he aquí dos pruebas y dos victorias consecutivas que eljusto consigue sobre el injusto. Pero va a conseguir una terceraverdaderamente olímpica, por la que deberá dar gracias a Zeus Salvador yOlímpico.Es la siguiente: todootroplacerqueno seaeldel sabionoesunplacercompleto,nipuro,sinocomosombreado,segúnloqueheoídodeciraalgunodelossabios.Ysiesasí,laderrotadelinjustoescompleta.

—Seguramente,pero¿cómoloexplicas?

—Bastaparaelloqueyopregunteytúmerespondas—dije.

—Interroga,pues—dijo.

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—Dime—proseguí—:eldolor¿noeslocontrariodelplacer?

—Sinduda.

—¿Nosereconoceunestadoenelquenoseexperimentaplacernidolor?

—Lohay,sinduda.

—Esteestado,queesunmedioentreaquellosdoscontrarios,¿noconsisteenunciertoreposoenqueseencuentraelalmarespectodelosotros?¿Notepareceasí?

—Esoes—repuso.

—¿Recuerdasloquedicendeordinariolosenfermosenlosaccesosdesumal?—pregunté.

—¿Quédicen?

—Queelbienmásgrandees lasalud,peroquenohanconocido todosuvalorantesdeenfermar.

—Lorecuerdo—dijo.

—¿Nooyesatodoslosquesufrenundolorquenadahaymásdulcequeelcesedeldolor?

—Looigo.

—Yobservarás,creoyo,queentodaslascircunstanciasdelavidanoeselplacerloqueloshombresdoloridosmirancomolacosamásdeliciosa,sinolacesacióndeldoloryelreposo.

—Es porque ese reposo —dijo— les resulta agradable y apetecible encomparacióndelestadoenqueseencuentran.

—Porlamismarazón,lacesacióndelplacerdebeserundolorparaaquelquedisfrutabaantesdelplacer—dije.

—Seguramente—dijo.

—Porconsiguiente,esacalmadelalmaque,segúndijimosantes,ocupauntérminomedioentreelplaceryeldolor,nospareceahoraqueeslounoylootro.

—Asíparece.

—Pero¿esposiblequeloquenoesnilounonilootro,seaalavezlounoylootro?

—Yonolopiensoasí.

—Además,elplaceryeldolor,¿nosonambosunmovimientodelalma?

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—Sí.

—Pero¿noacabamosdedecirqueesteestadoenquenosesienteplacernidolor es un reposo del alma y cierta cosa intermedia entre estos dossentimientos?

—Escierto,asísenoshamostrado.

—¿Cómo, pues, se puede creer racionalmente que la negación del dolorseaunplaceryladeunplacerundolor?

—Nopuedecreerse.

—Porconsiguiente—dijeyo—,esteestadonoesensímismoniagradableni desagradable; pero se le juzga agradable por oposición al dolor, ydesagradableporoposiciónalplacer.Entodasestasaparienciasnohayplacerreal;todoestonoesmásqueunalucinamiento.

—Porlomenos,elrazonamientolodemuestra—dijo.

—Para que no te sientas tentado a creer —dije— que en esta vida lanaturaleza del placer y del dolor se reduce a no ser más que, el uno, lacesacióndeldolor,yelotro,lacesacióndelplacer,consideralosplaceresquenosonresultadodeningúndolor.

—¿Dóndeestánycuálessunaturaleza?—dijo.

—Sonnumerososydediferentesespecies—dije—:fíjate,porejemplo,enlos placeres del olfato. La viva sensación que causan en el alma no esprecedidadedoloralguno;ycuandocesan,nodejantampoconingunotrasdesí.

—Estoesmuycierto—admitió.

—Nonosdejemos,pues,persuadirdequeelplacerpuronoseamásqueunasimplecesacióndeldoloryeldolorpurounasimplecesacióndelplacer.

—No,enefecto.

—Con todo eso, aquellos placeres —dije— que pasan al alma por elcuerpo, y que son quizá los más numerosos y los más vivos, son de estanaturaleza;sonverdaderascesacionesdedolor.

—Loson,enefecto.

—¿No sucede lo mismo respecto a los presentimientos de alegría y dedolor,causadosporlaexpectación?

—Lomismo.

—¿Sabes loquedebepensarsede estosplaceresy conqué se lospuedecomparar?—pregunté.

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—¿Conqué?—dijo.

—¿Sabesqueen las cosashayunpuntoalto,unomedioyunobajo?—dije.

—Esocreo.

—Elquepasadeunaregión inferioraunaregiónmedia,¿nose imaginasubiralomásalto?Ycuandohallegadoalaregiónmedia,yechaunamiradaalpuntodedondehapartido,¿quéotraideapuedeocurrírselesinoqueestáenloalto,porquenoconoceaúnlaregiónverdaderamentealta?

—Nocreoquepuedaimaginarseotracosa,porZeus—exclamó.

—Sidesdeallívolvieseadescenderalaregiónbaja,creeríadescender,ynoseengañaría—proseguí.

—¿Quéotracosacabe?

—¿A qué puede atribuirse su error, sino a la ignorancia en que estárespecto a la región verdaderamente alta, verdaderamente media,verdaderamentebaja?

—Esevidente.

—¿Yesextrañoquehombresquenoconocen laverdadse formen ideasfalsasdemilcosas,entreotras,delplacer,deldolorydeloqueesintermedioentreunoyotro,desuertequecuandopasanaldolor,creensufrirysufrenenefecto,ycuandodeldolorpasanalestado intermedio, sepersuadenquehanllegado al pleno goce del placer? ¿Es extraño que gentes que jamás hanpercibidoelverdaderoplaceryquenoconsideranelplacersinoporoposición,como la cesación del dolor, se engañen en sus juicios, poco más o menoscomosinoconociendoelcolorblancotomasenelcolorgrisporloopuestoalnegro?

—Todo eso no es extraño; y lo queme sorprendería sería que vieran locontrario,porZeus—dijo.

—Reflexionasobreloquevoyadecir—seguí—.Elhambre,lasedylasdemásnecesidadesnaturales,¿nosonunaespeciedevacíoenelcuerpo?

—¿Quéotracosacabe?

—Enigualforma,laignoranciaylasinrazón,¿nosonunvacíoenelalma?

—Sinduda.

—¿Nose llena laprimeraclasedevacío tomandoalimentoy la segundaadquiriendointeligencia?

—¿Cómono?

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—¿Cuáleslamásrealyverdaderaplenitud,laqueprovienedelascosasquetienenmásrealidadolaqueprovienedelascosasquetienenmenos?

—Esevidentequeladelasquetienenmás.

—Peroelpan,labebida,lasviandasy,engeneral,todoloquealimentaelcuerpo, ¿tiene más realidad, participa más de la verdadera esencia que lasopinionesciertas,laciencia,lainteligencia,enunapalabra,todaslasvirtudes?Heaquíeljuicioquedebeformarse.Loquecorrespondeaalgoigual,inmortaly verdadero y representa en sí estos caracteres y se produce en un objetosemejante,¿notienemásrealidadqueloquenacedeunanaturalezasujetaalcambioyalacorrupción,yseproduceenunasustanciaigualmentemortalymudable?

—Loquemásparticipadel ser igual a símismo tiene infinitamentemásrealidad—dijo.

—Segúneso,elserdelosiempremudable,¿tienemásrealidadqueeldelaciencia?

—Deningúnmodo.

—¿Yqué,tieneacasomásverdad?

—Tampoco.

—Siestesertuviesemenosverdad,tendríamenosrealidad.

—Porfuerza.

—Luego, en general, todo lo que sirve para el sostenimiento del cuerpoparticipa menos de la verdad y de la realidad que lo que sirve para elsostenimientodelalma.

—Muchomenos.

—Ydelcuerpo,¿nocreeslomismorespectoalalma?

—Sí,porcierto.

—Luegoloqueestállenodecosasmásrealesyesmásrealensímismo,¿noestámásrealmentellenoquelollenodecosasmenosrealesymenosrealensímismo?

—¿Cómono?

—Porconsiguiente,sielplacerconsisteenllenarsedecosasconformeasunaturaleza, lo que se puede llenar verdaderamente de cosas que tienenmásrealidaddebegozardeunplacermásrealymássólido;yloqueparticipadecosasmenos reales debe llenarse de unamaneramenos verdadera ymenossólida,ygozardeunplacermenosseguroyverdadero.

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—Todoesoesforzoso—dijo.

—Por consiguiente, los que no conocen ni la inteligencia ni la virtud, yestánsiempreentregadosalosfestinesydemásplaceressensuales,pasansincesar de la región baja a la región media, y de la media a la baja; vivenerrantesentreestosdostérminos,sinpodernuncatraspasarlos.Jamássehanelevado a la alta región ni han levantado hasta allí susmiradas; jamás hanestado en posesión del ser; jamás han experimentado un gozo puro yverdadero.Sinoque,inclinadossiemprehacialatierracomoanimalesyfijossusojosenelpastoquereciben,seentreganbrutalmentealabuenamesayalamor;ydisputándoseelgocedeestosplaceres,secorneanycoceanentresí,concluyendopormatarseunosaotrosconsuspezuñasdehierroysuscuernos,llevadosdelainsatisfaccióndesusapetitos;porquenosecuidandellenarconobjetosrealessupropiosernilapartedeellosmismosqueeslaúnicacapazdeunaverdaderaplenitud.

—Hablascomounoráculo,Sócrates,yacabasdepintarfielmentelavidadelamayorpartedeloshombres—dijoGlaucón.

—¿Noesunanecesidadquesólogustendeplaceresmezcladosdedolores,fantasmas de placer verdadero, que sólo tienen color y brillo cuando se lescotejaentresí,ycuyavistaexcitaenelcorazóndelosinsensatosunamortanvivoytransportestanviolentosquesebatenporposeerlos,comosebatíanlostroyanos, según Estesícoro, por el fantasma de Elena, por ignorancia de laverdad?

—Esforzosoquesucedanlascosasdeestamanera—dijo.

—Pero ¡qué! ¿No sucede lomismo respecto a esa parte del alma donderesideelvalor,cuandolaenvidiamovidaporlaambición,laviolenciamovidapor lasoberbiay lacóleramovidaporelmalhumorhacenalhombrecorrersinreflexiónysindiscernimientotrasunavanaplenituddehonor,devictoriaydevenganza?

—Esomismotienequesucedernecesariamente—dijo.

—Por consiguiente—seguí—, podemos decir con confianza que cuandolosdeseosquepertenecenalacodiciaylaambiciónsedejanconducirporlacienciaylarazón,ybajosusauspiciossólovanenbuscadelosplaceresqueles indica la sensatez, entonces experimentan los verdaderos placeres y losmásconformesconsunaturalezaentodoloposible;porquedeunapartelesguíalaverdady,porotra,loqueesmásventajosoacadacosaesigualmenteloquetienemásconformidadconsunaturaleza.

—Lomásconforme,enefecto—dijo.

—Cuandoelalmaenteramarchaguiadaporelelementofilosófico,sinque

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sesusciteenella rebeliónalguna,cadaunadesuspartessemantieneen losjustoslímitesdesuacción,aúnlequedaelgocedelosplaceresmáspurosymásverdaderosdequepuedegozar.

—Totalmentedeacuerdo.

—Mientrasque,cuandounadelasotrasdospartesusurpalaautoridad,nopuedeproporcionarselosplaceresqueleconvieneny,paracolmo,obligaalasotraspartesaprocurarseplaceresfalsosyquelessonextraños.

—Asíes—dijo.

—Loquemássealejade lafilosofíayde larazón,¿noes igualmente lomáscapazdeproducirestosfunestosefectos?

—Sinduda.

—Peroloqueseseparamásdelordenydelaley,¿noseseparadelarazónenlamismamedida?

—Escierto.

—¿Nohemosdichoquenada se alejabamásde la razónque los deseostiránicosyloseróticos?

—Conmucho.

—¿Y que nada se separaba menos que los deseos moderados ymonárquicos?

—Sí.

—Por consiguiente, el tirano será el que esté más lejos del placerverdadero y apropiado, mientras que el otro se aproximará a él cuanto esposible.

—Forzosamente.

—Luegolacondicióndeltiranoserá—dije—lamásingrata,yladelreylamásplacentera.

—Esdeltodonecesario.

—¿Sabeshastaquépuntolacondicióndeltiranoesmásdesagradablequeladelrey?—pregunté.

—Losabrésitúmelodices—respondió.

—Nosparecequehaytresespeciesdeplaceres:unadeplacereslegítimosydosdeplaceresbastardos;yeltirano,enemigodelaleyydelarazón,sitiadosiempre por un cortejo de deseos esclavos y rastreros, está colocado en laextremidad de los placeres bastardos.Ahora, hasta qué grado es inferior en

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felicidadalotro,esunpuntodifícildedeterminar,anoserdeestamanera.

—¿Dequémanera?—preguntó.

—Eltiranoeseltercerodespuésdelhombreoligárquico,porqueentrelosdosseencuentraelhombredemocrático.

—Sí.

—Porconsiguiente, si loquedijimosantesesverdadero,el fantasmadelplacerquegozaeltiranoestátresvecesmásdistantedelaverdadqueelquegozaeloligárquico.

—Asíes.

—Pero si contamos por uno el hombre monárquico y el hombrearistocrático,eloligárquicoesigualmenteeltercerodespuésdeél.

—Loes,enefecto.

—Luegoeltiranoestáalejadodelverdaderoplacereltripledeltriplo.

—Sí,amiparecer.

—Porconsiguiente—dije—,laaparienciadeplacerdeltirano,conformeaestenúmerolineal,puedeexpresarseporunnúmeroplano.

—Desdeluego.

—Porque multiplicando este número por sí mismo, y elevándolo a latercerapotencia,esfácilvercuántosgradosestádistante.

—Nadamásfácilparauncalculista—dijo.

—Ahorabien;siseconsideraalrevésestaprogresiónysequiereaveriguaren cuántos grados el placer del rey es más verdadero que el del tirano,resultará,hechoelcálculo,quelavidadelreyessetecientasveintinuevevecesmás grata que la del tirano, y que la de éste es más ingrata en la mismaproporción.

—Acabas de encontrar, por medio de un cálculo completamentesorprendente, el intervalo que separa, en cuanto a placer y dolor, al hombrejustodelinjusto—dijo.

—Este número expresa exactamente, sin embargo—dije—, la diferenciadelacondicióndeambos,siporunayotraparteestánacordesenlosdías,enlasnochesylosmesesylosaños.

—Deacuerdoestánporunayotraparte—dijo.

—Perosilacondicióndelhombrejustoybuenosobrepujatantoenplacera la del malvado e injusto, ¡cuánto más la sobrepujará en honestidad, en

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bellezayenvirtud!

—Infinitamente,porZeus—dijo.

—Ahorabien: puestoquehemos llegadoya a este punto, volvamos a loquesedijomásarribayquedioocasiónaestaconversación.Sedijo,simalnorecuerdo, que la injusticia era ventajosa al perfecto malvado, con tal quepasaseporhombrejusto.¿Noesestomismoloquesedijo?

—Asísedijo,enefecto.

—Puesvamos—dije—adialogarconquiensostuvoeso,ahoraquehemosconvenido en los efectos que producen las acciones justas y las accionesinjustas.

—¿Ycómoloharemos?—preguntó.

—Paraqueelquelohasostenidoveabienloquehadicho,formemosconelpensamientounaimagendelalma.

—¿Quéclasedeimagen?—dijo.

—UnaimagenhechaporelmodelodelaQuimera,deEscila,delCerberoy de otrosmonstruos, que la tradición nos representamediante la unión demuchasnaturalezasdiferentes.

—Esoesloquesedice—convino.

—Forma,porlotanto,unmonstruovariopintodemuchascabezas,unasdeanimales pacíficos y otras de bestias feroces; dale también el poder deproducirtodasestascabezasydecambiarlasasucapricho.

—Unaobradeestacalidad—observó—exigeunartistamuyentendido;perocomoesmásfácil trabajarconla imaginaciónqueconceraocualquierotramateriasemejante,melofigurotalcomolepintas.

—Forma, en seguida, la imagen de un león y de un hombre; pero esprecisoqueaquellaprimeraseamásgrandeylasegundalasigaentamaño.

—Esoesfácil,ydadoporhecho—dijo.

—Reúneestastresimágenesdemaneraqueconstituyanuntodo.

—Yalashereunido—dijo.

—Por último, envuelve este compuesto modelándolo con la imagenexternadeunhombre,demaneraqueelquenopuedaverelinteriortomeeltodoporunhombre,juzgandosóloporlasapariencias.

—Estáya—dijo.

—Respondeahoraalquesostienequelainjusticiaesventajosaalhombre

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formado de estamanera, y que de nada le sirve ser justo. Digamos que escomo si se pretendiese que es ventajoso para él alimentar con esmero yfortificaralmonstruoyalleón,ydebilitaralhombre,dejándolopasarhambre,demanera que esté amerced de los otros dos y puedan llevarle y traerle adondelesacomode;yañadiremos,¿noequivaleestoasosteneryafirmarqueen lugar de acostumbrarles a vivir juntos en un perfecto acuerdo, valemásdejarlesbatirseydevorarselosunosalosotros?

—Elquealabalainjusticia,enrealidad,diceesoexactamente—asintió.

—Recíprocamente,decirqueesútilelserjustoequivaleasostenerqueelhombredebe,consusdiscursosysusacciones,trabajarparadarmayorfuerzaalhombreinteriordentrodelotrohombreyconducirseconestemonstruodemuchas cabezas como un entendido labrador, auxiliándose de la fuerza delleón, para impedir el crecimiento de los aspectos feroces, y alimentar yfomentar los pacíficos, distribuyendo sus cuidados entre todos, para que semantenga una perfecta inteligencia entre unos y otros y entre todos y élmismo.

—Heaquí,precisamente,loquediceelpartidariodelajusticia.

—Porconsiguiente,elqueelogia la justicia tiene razónyelquealaba lainjusticia no la tiene.En efecto, ya se atienda al placer, o a la gloria y a lautilidad, la verdad toda está por entero de parte del defensor de la justicia.Nadasólidoseencuentraenlosrazonamientosdelquelacensura,nitieneideaningunadelacosamismaquecensura.

—Amiparecer,ninguna—dijo.

—Comosuerrornoesvoluntario, tratemosdedesengañarlesuavemente.Le preguntaremos: «Mi querido amigo, ¿sobre qué fundamento descansa ladistinciónestablecidaentrelodignoyloindigno?¿Noconsisteenquelounosomete laparte salvajedenuestranaturalezaa lapartehumana,omásbien,divina, y que lo otro somete a la parte salvaje la que es mansa?»; ¿noconvendráenesto?

—Sí,siquierecreerme—repuso.

—«Sentado esto —dije—, ¿puede ser útil a nadie tomar dineroinjustamente,sinopuedehacerlosinsometerlamejorpartedesímismoalamás despreciable? ¡Qué! Si por recibir este oro sacrificara la libertad de suhijo o de su hija y los pusiera enmanos de amos feroces y crueles, creeríaperder en ello y rehusaría adquirir por este medio las mayores riquezas; ycuando lo que hay en él de más divino se convierte en esclavo de lo másdepravadoymásenemigodelosdioses,¿nohabíadeserestoparaélelcolmodeladesgracia?Yeloroquerecibeaesteprecio,¿nolecuestamáscaroqueloquecostóaErifilaelcollarfatalporelquesacrificólavidadesuesposo?».

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—Yorespondoporélquenocabecomparación—dijoGlaucón.

—Dime,pues,¿porquérazónsehacondenadoentodostiemposunavidalicenciosa,sinoporqueellibertinajeaflojalariendaaestemonstruoenorme,cruelypolimorfo?

—Esclaroqueporesarazón—dijo.

—¿Porquéofendenysecritican la insolenciayelhumor irritables, sinoporquedesenvuelvenconexcesoenelhombreelmodoleoninoycolérico?

—Sinduda.

—Sisecondenalavidamuelleyvoluptuosa,¿noesporqueenervayhacequedegenereestemismonaturalencobardía?

—¿Quéotracosacabe?

—¿Porquésevitupera laadulacióny labajeza, sinoporqueproducenelefecto de sojuzgar la fogosidad a estemonstruo turbulento, y porque la sedinextinguible de las riquezas, envileciéndole desde su juventud, hace que elleónseconviertaenmono?

—Escierto—dijo.

—¿De dónde nace, según tú, el vituperio al artesanado y al trabajomanual? ¿No es porque estas gentes la parte mejor la tienen débil pornaturaleza,nopudiendoadquirirelascendientesobreesasbestiasinterioresyviéndose precisada a servirlas, y que sólo ejercen la industria para inventarnuevosmediosdesatisfacerlas?

—Asíparece—asintió.

—Luegoparadara taleshombresundueñosemejantealquegobiernaalhombresuperiorexigimosqueobedezcanentodoaestehombre,queobedeceélmismointeriormentealavozdeladivinidad,yellonoporquepretendamosque el esclavo haya de ser gobernado en su perjuicio, como Trasímacopretendía al decir que era en perjuicio de los súbditos en general; sino quecreemos, por el contrario, quenada esmásventajosopara todohombrequedejarseconducirporunguíasabioydivino,yalotengadentrodesímismoydispongadeélcomodebiensuyopropio,queseríalomejor,oya,afaltadeesto,sesometaaunguíaextraño;porquenuestrodesignioesestablecerentreloshombresestaconformidaddecostumbres,queeselorigendelaamistad,sometiendoatodosaunmismorégimen.

—Exactamente—dijo.

—No es menos evidente —dije yo— que la ley se propone el mismoobjetocuandopresta igualmentesuauxilioa todoslosmiembrosdelEstado.La dependencia en que están los hijos se funda en el mismo principio. No

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permitimosquedispongandesímismoshastaquehayamosestablecidoensualma, como en unEstado, una forma fija de gobierno, y hasta que su partemejor, como cultivada por la nuestra, pueda, como ésta hace respecto anosotros, vigilar sobre ellos y arreglar su conducta; entonces es cuando losdejamosenlibertad.

—Eldesigniodelaleyesclaro—dijo.

—¿Enquéyporquérazón,miqueridoGlaucón,podríamosdecirqueseaventajoso a alguno cometer una acción injusta, u obrar con intemperancia ocometeraccionesignominiosas,pormásquealempeorarenmaldadsehicieraunomásricoymáspoderoso?

—Deningunamanera—dijo.

—¿De qué serviría que la injusticia quedase oculta e impune? Laimpunidad, ¿no hace al hombre malo más malo aún? Mientras que,descubiertouncrimenycastigado,laparteanimalseapaciguayseamansaylopacíficoselibera.Elalmaentera,volviendoalrégimendelprincipiomejor,se eleva,mediante la adquisición de la templanza, de la justicia y del buenjuicio,aunestadotantomássuperioraldeuncuerpodotadodefuerza,bellezaysalud,cuantoqueelalmamismaestámuyporencimadelcuerpo.

—Totalmentecierto—dijo.

—Porconsiguiente,todohombresensatodirigirátodassusaccionesaestemismo fin. En primer lugar, cultivará y estimará por encima de todo lasenseñanzaspropiasparaperfeccionarsualma,despreciandotodasaquellasquenoproducenelmismoefecto.

—Esevidente—dijo.

—En segundo lugar, en su régimen corporal—proseguí—nobuscará elgocedelosplaceresbrutalese irracionales,ni tampocobuscarálasalud,pormordeserfuerte,sanoyhermoso,encuantotodasestasventajasnoseanparaél medios para la salud de su mente; y, en una palabra, no mantendrá unaperfecta armonía entre las partes de su cuerpo, sino en cuanto pueda servirparamantenerelacuerdoquedebereinarensualma.

—No se propondrá otro objeto, si quiere ser verdaderamentemúsico—dijo.

—Enconsecuencia,¿nobuscará—pregunté—lamismaarmoníayordenrespectoalasriquezas,obiensedejarádeslumbrarporlaideaquelamultitudseformadelafelicidad?¿Acasoaumentarásusriquezashastaelinfinitoparaaumentarsusmalesenlamismaproporción?

—Nolocreo—dijo.

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—Por contra—seguí—, teniendo siempre fijos los ojos en su gobiernointerior,atentoaimpedirquelaopulenciadeunaparteylaindigenciadeotradesarreglenlosresortes,haráestudioenconservarsiempreelmismoplandeconductaenlasadquisicionesygastosquepuedahacer.

—Exactamente—dijo.

—Rigiéndose por estos mismos principios respecto de los honores,participaráy,sisequiere,gustaráinclusodelosquepuedanhacerlemejor;yhuirálomismoenlavidaprivadaqueenlapúblicadelosquepuedanrelajarladisposicióndesuser.

—Pero teniendo siempre fijos sus ojos en lo dicho, no querrá actuar enpolítica—dijo.

—No, ¡por el Can! —reconocí—. En su propio Estado interior seencargarácongustodelgobierno;perodudoquelohagaasídeldesupatria,anosobrevenirunasituacióndeorigendivino.

—Entiendo—dijo—.Hablas de este Estado cuyo plan hemos trazado yque sólo existe en nuestro pensamiento; porque no crees que exista unosemejantesobrelatierra.

—Por lomenos—dije—,quizáhayaenelcielounmodelopara losquequieranmirarloy fundara su imagensuciudad interior.Por lodemás,pocoimportaque talEstadoexistaohayadeexistiralgúndía; lociertoesqueelsabionoconsentirájamásgobernarotroquenoseaéste.

—Esmuyprobable—dijoél.

LIBROX

—Porcierto—dije—queentretodoslosmotivosquemeobliganacreerqueelplandenuestroEstadoestanperfectocuantoesposible,lotocantealapoesíanoeselquemenosmellamalaatención.

—¿Quéesello?—preguntó.

—El no admitir aquella parte de la poesía que es puramente imitativa.Ahora que hemos fijado con toda claridad la distinción que existe entre lasespecies del alma, este reglamento me parece más que nunca de unaincontestablenecesidad.

—¿Quéquieresdecir?

—Puedo decíroslo con confianza, porque no temo que vayáis a

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denunciarmea lospoetas trágicosy a losdemáspoetas imitadores.Nada esmáscapazdecorromperelespíritudelosqueloescuchanqueestegénerodepoesía cuando aquéllos no están provistos del antídoto conveniente, queconsisteensaberapreciarestegénerotalcuales.

—¿Quéesloqueteobligaahablardeestamanera?—dijo.

—Voy a decírtelo —repliqué—, si bien mi lengua se ve contenida porciertocariñoyciertorespetoquedesdeniñohetenidoaHomero,porqueéstees sin duda elmaestro y el jefe de todos estos bellos poetas trágicos; perocomolosmiramientosdebidosaunhombresonsiempremenoresquelosquedebentenersealaverdad,esprecisoqueyohable.

—Muybien—dijo.

—Escucha,pues;o,másbien,respóndeme.

—Interroga.

—¿Puedes decirme lo que es la imitación en general? Por mi parte, teconfiesoquetengodificultadencomprenderquéhadeser.

—¿Ycreesquepuedayocomprenderlamejorquetú?—exclamó.

—No tendría nada de extraño—dije—.Muchas veces los de vista débilpercibenlosobjetosantesquelosquelatienenmuypenetrante.

—Asíes—admitió—.Perojamásmeatreveréadecirentupresenciamiopiniónsobreningunamateria.Túverás,portanto.

—¿Quieresqueprocedamosennuestra indagaciónsegúnnuestrométodoordinario?Tenemoscostumbredeabrazarbajounaideageneralcadamultituddeseres,comprendidostodosbajounmismonombre.¿Entiendes?

—Entiendo.

—Tomemosdeesasmultitudesdesereslaquetúquieras.Porejemplo,hayunamultituddecamasydemesas.

—¿Cómono?

—Peroestasdosespeciesdemueblesestáncomprendidas,launa,bajolaideadecama,ylaotra,bajolaideademesa.

—Sí.

—Tambiéntenemoscostumbrededecirqueelartesanoquefabricaunauotradeestasclasesdemuebleshacelacamaolamesadequenosservimosconformándosealaideaquedeellastiene,porquenoeslaideamismalaqueelartesanofabrica,pues¿cómopodríahacerlo?

—Deningúnmodo.

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—Miraahoraquénombreconvienedaralartesanoquetevoyadecir.

—¿Acuál?

—Alquehaceélsolotodoloquelosdemásobreroshacenseparadamente.

—Enverdadquehablasdeunhombreadmirableyextraordinario.

—Aguarda,queaúntehadecausarmayoradmiración.Estemismoobreronosólotieneeltalentodehacertodoslosmuebles,sinoquehacetambiénlasobrasdelanaturaleza,todoslosseresvivosy,enfin,hastasehaceasímismo.Ynoparaaquí,porquehacelatierra,elcielo,losdioses,todoloquehayenelcieloybajolatierra,enelHades.

—Hablas—dijo—deunartistaverdaderamenteadmirable.

—¿Dudasdeloqueyodigo?—pregunté—.Perorespóndeme:¿creesquenoexisteabsolutamenteunobrerosemejante,ocreessóloqueelhacedordetodoestopuedeexistirenciertosentido,yenotrosentidono?¿Novesquetúmismopodríashacertodasestascosasdeciertamanera?

—Dimedequémanera—rogó.

—No es cosa difícil—contesté—, se ejecuta frecuentemente y en muypocotiempo.¿Quiereshacerlapruebaenelacto?Cogeunespejo,dirígeloatodaspartes,yenelmomentoharáselsolytodoslosastrosdelcielo,latierra,atimismo,losdemásanimales,losutensilios,lasplantasytodoloqueantesmencionamos.

—Sí; haré todo lo que dices en apariencia. Pero nada de eso existirá nitendrárealidad—dijo.

—Muybien.Comprendesperfectamentemipensamiento—dijeyo—.Elpintoresunoperariodeestaespecie.¿Noesasí?

—¿Cómono?

—Medirásquizáquenotienerealidadnadadeloquehace;sinembargo,elpintorhacetambiénunacamaenciertamanera.¿Noesasí?

—Sí,peroesunacamaaparente—dijo.

—Yelfabricantedecamas,¿quéhace?¿Noacabasdedecirquenohacelaideamismaquedijimosqueera laesenciade lacama,sinouna talcamaenparticular?

—Esohedicho.

—Luego,sinohacelaesencia,nohacenadareal,sinotansólounaciertacosaquerepresentaloreal,peronoloes.Ysialgunosostuviesequelaobradel fabricantedecamasodecualquierotroobrero tieneunaexistencia real,

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muyprobablementeseengañaría.

—Porlomenosésaeslaopinióndelosversadosenestasmaterias—dijo.

—Porlomismo,nodebemosextrañarqueestasobras,comparadasconlaverdad,valganbienpoco.

—Nodebemosextrañarlo.

—Partiendo,pues,deesasobras—dije—,¿quieresqueexaminemosquéideadebeformarsedelimitadordequehablábamosantes?

—Convengoenellosilocreesoportuno—dijo.

—Hay tres clases de camas: una, que está en la naturaleza y cuyo autorpodemos,amiparecer,decirqueesDios.Pues¿aquéotropuedeatribuirse?

—Aningúnotro,creo.

—Lasegundaeslaquehaceelcarpintero.

—Sí—dijo.

—Ylatercera,laqueesobradelpintor.¿Noesasí?

—Enbuenahora.

—Porlotanto,elpintor,elfabricantedecamasyDiossonlostresartistasquedirigenlaelaboracióndecadaunadeestastrescamas.

—Sí,lostres.

—RespectodeDios,yaporquenohayaquerido,yaporquehayasidounanecesidadparaélelnohacersinounasolacamapornaturaleza,elresultadoesquenohahechomásqueuna,queeslacamaesencial.Jamáshaproducidonidosnimuchas,ninuncalasproducirá.

—¿Porquérazón?—dijo.

—Porquesihiciesesiquierados,apareceríaunatercera—dije—cuyaideaseríacomúnalasotrasdos,yaquéllaseríalacamaesencial,ynolasotrasdos.

—Escierto—dijo.

—Sabiendo Dios esto, y queriendo ser verdaderamente autor, no de talcamarealmenteexistenteynocualquierfabricantedecamas,haproducidolacamaqueesunapornaturaleza

—Talparece.

—¿Ledaremos,pues,eltítulodeproductordelanaturalezadeésta,uotrosemejante?

—Esetítulolepertenece,enjusticia—dijo—,tantomáscuantoquelaha

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hechopornaturaleza,asícomotodaslasdemáscosas.

—Y al carpintero, ¿cómo le llamaremos? ¿No es también artífice decamas?

—Sí.

—Respectodelpintor,¿diremostambiénqueesartíficeyproductordelomismo?

—Deningunamanera.

—Pues¿quéesconrelaciónalacama?

—Creoqueelúniconombrequerazonablementeselepuededar—dijo—eseldeimitadordelacosarespectodelaquelosotrossonartífices.

—Muybien. ¿Llamas,por lo tanto, imitadoral autordeunaobraque sealejadelanaturalezatresgrados?—dije.

—Justamente—repuso.

—En lamisma forma, el autor de tragedias, en calidadde imitador, seráterceroenlasucesióndelreyydelaverdad.Lomismosucedecontodoslosdemásimitadores.

—Asíparece.

—Puestoqueestamosdeacuerdoacercadelaideaquedebeformarsedelimitador,responde,telosuplico,alapreguntasiguiente:¿elpintorseproponecomoobjetodeimitaciónloqueenlanaturalezaeslaesenciadecadacosa,oloquesaledelasmanosdelartesano?

—Laobradelartesano—dijo.

—¿Talcomoesotalcomoparece?Explícameestepunto.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Lo siguiente: una cama, ¿no es siempre lamismacama, ya se lamiredirectamente, ya de perfil? Pero aunque sea la misma en sí, ¿no parecediferente?Otrotantodigodelasdemáscosas.

—Sí;laaparienciapuedeserdiferente,aunqueelobjetoseaelmismo—dijo.

—Fíjateahoraenloquevoyadecir.¿Quéesloqueseproponelapintura?¿Esrepresentar loquees, talcomoes,o loqueparece, talcomoparece?Lapintura,¿eslaimitacióndelaaparienciaodelarealidad?

—Delaapariencia—dijo.

—Elartedeimitarestá,porconsiguiente,muydistantedeloverdadero,y

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siejecutatantascosasesporquenotomasinounapequeñapartedecadauna;yaunestapequeñapartenoesmásqueunfantasma.Elpintor,porejemplo,nos representará un zapatero, un carpintero o cualquier otro artesano, sinconocer nada de estos oficios. A pesar de esto, si es un excelente pintor,alucinaráalosniñosyalvulgoignorante,mostrándolesdelejoselcarpinteroquehayapintado,desuertequetomaránlaimitaciónporlaverdad.

—¿Porquéno?

—Y así, mi querido amigo, cuando alguno venga a decirnos que haencontradounhombrequesabetodoslosoficiosyquereúneélsoloengradoeminente todos los conocimientos repartidos entre los demás hombres, espreciso responderle que se equivoca; que se ha dejado engañar por uncharlatán, por un imitador a quien ha creído un hombre hábil, por no poderdistinguirlaverdaderaciencia,laignoranciaylaimitación.

—Esmuycierto—dijo.

—Nosfaltaahora—proseguí—examinarlatragediayaHomero,queessu guía. Como oímos decir todos los días a ciertas gentes que los poetastrágicosestánmuyversadosentodaslasartes,entodaslascienciashumanasquetienenporobjetoelvicioylavirtud,ylomismoentodoloconcernientealos dioses; que es indispensable a un buen poeta conocer perfectamente losasuntosquetrata,siquierecomponerbien,yque,denoserasí,esimposiblequecomponga,debemosnosotrosaveriguarsilosquehablandeestamanerasehandejadoengañarporestaclasedeimitadores;sisuerrorprocededeque,al ver las produccionesde estos poetas, hanolvidado la observacióndequeestántresgradosdistantesdelarealidad,yquesólocomponenfácilmenteparaquiennoconocelaverdad,puessusobras,enúltimotérmino,nosonmásquefantasmas que no tienen ninguna realidad.O, en otro caso, averiguar si hayalgodeverdadenloqueestaspersonasdicen,ysi,efectivamente,losbuenospoetasentiendenlasmateriassobrequeelcomúndeloshombresestimaquehanescritobien.

—Esloquedebemosexaminarcuidadosamente—dijo.

—¿Creesquesialgunofueseigualmentecapazdehacerlarepresentacióndeunacosaylacosamismarepresentada,preferiríaconsagrarsutalentoysuvida a no hacer más que vanas imágenes, como si no pudiera emplear eltiempoenotracosamejor?

—Nolocreo.

—Porque si estuviera realmente versado en el conocimiento de lo queimita,creoquequerríamásdedicarseaproducirporsí,quenoimitar loquehacen los otros; que haría un esfuerzo en distinguirse, dejando para laposteridad, como otros tantos monumentos, numerosos trabajos y preciosas

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obras;enunapalabra,quepreferiríamerecerelogiosdelosdemásatenerquetributarlosélaéstos.

—Locreoasí—dijo—,porquesonmuydiferenteslahonraylautilidaddecadaunodeesosejercicios.

—Noexijamos,sinembargo,deHomeronide losdemáspoetasquenosdenrazóndelasmilcosasdequenoshanhablado.Nolespreguntemossieranmédicos o si sabían únicamente imitar el lenguaje de los mismos; si algúnpoetaantiguoomodernohacuradoenfermos,comoAsclepio,osihadejadoasumuertediscípulos sabios enmedicina, comoelmismoAsclepiohizo consushijos.Demosdemanotodaslasdemásartes,ynoleshablemosdeellas.Pero puesto que Homero se ha arrojado a hablar sobre las materias másimportantes y más preciosas, tales como la guerra, la conducción de losejércitos, la administraciónde losEstadosy la educacióndel hombre, quizásea justo interrogarle y decirle: «Querido Homero, si es cierto que eres unartistaalejadoen tresgradosde laverdad, incapazde fabricarotracosaqueapariencias (porque tal es la definición que hemos dado del imitador); siocupas, en cambio, el segundo orden; si has podido conocer lo que puedemejoraroempeorarlosEstadosolosparticulares,dinos,¿quéEstadotedebela mejora de su constitución, como Lacedemonia es deudora a Licurgo ynumerososEstadosgrandesypequeños ladebenamuchosotros?¿Quépaíshabladeticomodeunsabiolegislador,ysegloríadehabersacadoventajadetus leyes? ItaliaySiciliaseñalanaCarondas;nosotrosaSolón,pero¿dóndeestáelpuebloqueteseñalaati?».

—Creoquenohayniunosolo;nisiquieraloshoméridasdicennada.

—¿Sehacemención de alguna guerra dirigida con fortuna en tiempodeHomeroporélmismoosegúnsusconsejos?

—Deninguna.

—¿Sedistinguióporesasmúltiplesinvencionesútilesenlasartesoenlosdemásoficiosquesonpropiasdeunhombresabio,comosecuentadeTalesdeMiletoydelescitaAnacarsis?

—Nadadeesosecuentadeél.

—SiHomeronohaprestadoningúnservicioa la sociedad, ¿lohahechosiquiera a los particulares? ¿Se sabe que haya influido en la educación dealgunosjóvenesaéladictos,yquehayantransmitidoalaposteridadunplande vida homérico, como se refiere de Pitágoras, que durante su vida fuebuscadoconeseobjeto,yquehadejadodiscípulosquesedistinguenaúnhoyentretodoslosdemáshombresporelgénerodevidaquellamanellosmismospitagórico?

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—No,Sócrates—dijo—,nadaqueseparezcaaloquedicessecuentadeaquél.Creófilo,sucompañero,hadebidodeseraúnmásridículo,ohSócrates,por sus costumbres que por el nombre que llevaba, si lo que se cuenta esexacto. Se dice, en efecto, que Homero fue en vida completamenteabandonadoporestepersonaje.

—Asísecuenta,efectivamente.Pero¿crees,Glaucón—dijeyo—,quesiHomero hubiera estado en situación de instruir a los hombres y de hacerlesmejores; si hubiera tenido un perfecto conocimiento de las cosas que sólosabía imitar; crees, digo, que no se hubiera atraído un gran número depersonas que le habrían honrado y querido? ¡Qué! Protágoras de Abdera,PródicodeCeosy tantosotros tuvieron toda la influencianecesariasobreelespíritu de sus contemporáneos para convencerles en conversacionesparticularesdequejamásseríancapacesdegobernarsupatria,nisufamilia,sinosehacíansusdiscípulos; sonqueridosy respetadospor susaber,hastaelpuntodemarchar,pordecirloasí,entriunfoporlospuntospordondepasan;encambio,¿losquevivíanentiempodeHomeroyHesíodohabríanpermitidoa estos poetas andar solos de ciudad en ciudad, recitando sus versos, sihubieranpodidosacardeellossaludablesleccionesdevirtud?¿Nosehabríansentido atraídos hacia ellos más que hacia todo el oro del mundo? ¿Nohubieranhecholosmayoresesfuerzosporretenerloscercadesíy,casodenoconseguirlo, no les habrían seguido a todas partes hasta haber logrado unaeducaciónconveniente?

—Loquedices,Sócrates,meparececompletamentecierto—asintió.

—¿Diremos,por lo tanto, de todos lospoetas, comenzandoporHomero,queyatratenensusversosdelavirtudodecualquierotramateria,nosonmásque imitadores de imágenes, sin llegar jamás a la verdad?Y lomismo quedijimosantesdelpintor,elcualharáunretratodeunzapatero,aunqueningúnconocimiento tenga de este oficio, con un parecido tal que los ignorantes,engañadosporeldibujoyporelcolorido,¿creeránverunverdaderozapatero?

—Sindudaalguna.

—Diremos,creoyo,enlamismaforma,queelpoeta,sinotrotalentoqueelde imitar, sabe,conunbarnizdepalabrasydeexpresiones figuradas,dartan bien a cada arte los colores que le convienen, ya hable de zapatería, yatrate del arte de la guerra o de cualquier otro objeto, que con lamedida, elritmo y la armonía de su lenguaje convence a los que le escuchan, y quejuzgan, sólopor losversos,queestáperfectamente instruidoen lascosasdequehabla;¡tanpoderosoeselprestigiodelapoesía!Porlodemás,yasabes,porotraparte,elpapelquehacenlaspalabrasdelospoetascuandoselesquitaelcoloridomusical;nopuedesmenosdehaberloobservado.

—Sí—dijo.

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—¿No se parecen—dije yo— a esos semblantes que, no teniendo otrabellezaqueunciertoaspectodejuventud,lleganaperderlo?

—Exactamente—dijo.

—Pasemosadelante.Elautorde imágenes,esdecir,el imitador,decimosque sólo conoce la apariencia de los objetos, y de ninguna manera lo quetienendereal;¿noesasí?

—Sí.

—No nos contentemos con tratar someramente esta materia, yexaminémoslaafondo.

—Habla—dijo.

—Elpintor,dijimos,pintaráunabridayunbocado.

—Sí.

—Peroelguarnicioneroyelherrerolosfabricarán.

—Biencierto.

—Peroencuantoalaformaqueesprecisodaralabridayalbocado,nielpintor,nielguarnicionero,nielherrerosoncompetentes.Elquesabeservirsedeestasprendas,esdecir,elcaballista,¿noeselúnicoquedebesaberlo?

—Esmuycierto.

—¿Ynodiremosquesucedelomismocontodaslasdemáscosas?

—¿Cómo?

—Quierodecirquehaytresartesquerespondenacadacosa:elartequesesirvedeella,elquelaconstruyeyelquelaimita.

—Escierto.

—Pero¿aquétiendenlaexcelencia,labelleza,laperfeccióndeunmueble,de un animal, de una acción cualquiera, sino al uso a que cada cosa estádestinadaporsunaturalezaoporlaintenciónconquesehizo?

—Asíes.

—Luego es una necesidad que el que se sirve de una cosa conozca suspropiedadesmejor que ningún otro, y que dirija al fabricante en su trabajo,enseñándoleloquesuobratienedebuenoydemaloconrelaciónalusoquedebehacersedeella.Eltocadordeflauta,porejemplo,enseñaráalquefabricaeste instrumento cuáles son las flautas que ofrecen más ventajas, y leprescribirálamaneradehacerlas,yésteleobedecerá.

—¿Cómono?

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—Yasí,elprimerohablarácomounhombrequeconoceloqueconstituyeunaflautabuenaomala,yelsegundotrabajarábajolafedelprimero.

—Sí.

—Respectodeunmismoobjeto,todoproductorhabrádetener,pues,unacreencia sobre su buena o mala calidad, fundada en las instrucciones querecibió del que se sirve de ella, y a cuyos conocimientos tiene precisión desometerse;mientrasqueestetieneunconocimientorealdelascualidadesydelosdefectosdelinstrumento.

—Escierto.

—En cuanto al imitador, ¿esmediante el uso de la cosa que pinta comoaprende a juzgar si es bella y si está bien o mal hecha? ¿Adquiere, por lomenos, una opinión exacta a causa de la necesidad en que se encuentra deconversarconelqueconocelamateriayqueleprescribeloquedebeimitar?

—Nilounonilootro.

—Luego el imitador no tendrá ni saber ni una opinión fija tocante a labuenaomalacalidaddeloqueimita.

—Noparece.

—Siendoasí,elimitadordebeposeer,sinduda,unbonitoconocimientodelascosassobrelasquecompone.

—Nomuybonito,laverdad.

—Sinembargo,noporesodejarádeimitar,aunquenosepaloquehaydebuenoydemaloencadacosa;ysepondráa imitar loqueparecebelloa lamultitudignorante

—¿Quéotracosacabe?

—Parece, pues, que hemos quedado totalmente de acuerdo en esto: quetodoimitadornotienesinounconocimientomuysuperficialdeloqueimita,quesuartenotienenadadeserio,yquenoesmásqueunjuegodeniños;ylasegunda,que todos losquesededicana lapoesía trágica,yacomponganenyambos,yaenversosépicos,sontodoloimitadoresquesepuedeser.

—Sinduda.

—Pero¡qué!,¿estaimitación—exclaméyo—noestádistantedelaverdadtresgrados,porZeus?

—Sí.

—Por otra parte, ¿sobre qué facultad del hombre ejerce la imitación elpoderquetiene?

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—¿Quéquieresdecir?

—Vasasaberlo.Unacosadelmismotamaño,miradadecercaodelejos,nopareceigual.

—Ciertamenteno.

—Yloqueparecederechoo torcido,convexoocóncavo,visto fueradelagua,noparecelomismocuandosevedentrodeella,acausadelailusiónqueloscoloresproducenenlossentidos,locualocasionaevidentementeunagranperturbaciónenelalma.Puesbien,aestadisposicióndenuestranaturalezaesa la que el arte del dibujo sombreado, el de los prestidigitadores y otrossemejantestiendenloslazos,sinolvidarningúnartificioquepuedavalerparaseducirla.

—Tienesrazón.

—Y¿nosehaencontradocomoremediomássegurocontraestailusiónlamedida, el número y el peso, para impedir que la relación de los sentidos,tocantealoqueesmásomenosgrande,másomenosnumeroso,másomenospesado,prevaleciesesobreeljuiciodelapartedelalmaquecalcula,quepesayquemide?

—¿Cómono?

—Todas estas operaciones, ¿no son obra del elemento calculador denuestraalma?

—Suyason.

—Perocuandoeseelementohamedidobienunacosa,yhareconocidoquees más grande, más pequeña o igual, se dan entonces en nosotros dosaparienciasopuestas,relativasalasmismascosas.

—Sí.

—¿Y no hemos dicho que era imposible que a la misma facultad se lemostrasenalmismotiempoysobrelamismacosadoscosasopuestas?

—Sí,yhemostenidorazónparadecirlo.

—Porconsiguiente,loquejuzgaennosotrossinconsideraciónalamedidanoeslomismoqueloquejuzgaconformealamedida.

—No,enmodoalguno.

—Perolafacultadqueseatienealamedidayalcálculoeslapartemejordelalma.

—¿Cómono?

—Luegolafacultadopuestaesalgunadelascosasinferioresennosotros.

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—Esprecisoqueasísea.

—Aesta confesiónquería conduciros cuandodecía que, de una parte, lapintura,yengeneraltodaartequeconsisteenlaimitación,estámuydistantede la verdad en todo lo que ejecuta; y que, de otra, esta parte de nosotrosmismosconlaqueelartedeimitarestáenrelación,seencuentratambiénmuydistantedelasabiduría,ynoaspiraanadasanoniverdadero.

—Estoyconforme—dijo.

—Porconsiguiente,laimitación,siendomaladesuyoyuniéndosealoquehaydemaloennosotros,sólopuedeproducirefectosmalos.

—Asídebedeser.

—Peroesto,¿escierto tansólo—pregunté—respectoa la imitaciónquehiere la vista? ¿No puede decirse otro tanto de la que hiere el oído y quellamamospoesía?

—Creoquesepuededecirlomismo—admitió.

—Nonosdetengamos—dije—ensemejanzasfundadasenlaanalogíaconlapintura;penetremoshastaesapartedelalmaconlacualtienelapoesíauncomercioíntimo,yveamossiellaesdeleznableovaliosa.

—Asíconvienehacerlo.

—Consideremoselpuntodeestamanera.Diremosquelapoesíaimitativanospresenta a loshombres entregados a acciones forzosasovoluntarias, decuyo resultado depende que se crean dichosos o desgraciados y que seabandonenalaalegríaoalatristeza.¿Hayenloqueellahacemásqueloquedigo?

—Nadamás.

—Ybien; ¿en todas estas situaciones elhombre estáde acuerdoconsigomismo? ¿No se encuentra, por el contrario, en razón de su conducta, encontradicción,enluchaconsigomismo,comoseencontrabaantesconocasiónde la vista cuando formaba a la vez, sobre un mismo objeto, dos juicioscontrarios? Pero recuerdo que es inútil disputar sobre este punto, porqueconvinimos en que nuestra alma estaba llena de una infinidad decontradiccionesquereinanenellaalmismotiempo.

—Razónteníamosalconvenirenello—dijo.

—Sin duda. Pero me parece imprescindible examinar ahora lo queentoncesomitimos—dije.

—¿Dequésetrata?—preguntó.

—Dijimosentoncesqueunhombrediscreto—respondí—,aquienhubiera

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sucedido alguna desgracia, como la pérdida de un hijo o de algún otro serextremadamente querido, sufrirá esta pérdida con más resignación quecualquierotro.

—Seguramente.

—Veamosahorasiserácompletamenteinsensibleaestapérdida,osi,nopudiendo existir semejante insensibilidadpondrá, por lomenos, límites a sudolor.

—Adecirverdad,meparecequetomaráesteúltimopartido—dijo.

—Dimeahora:¿enquémomentosseharámásviolenciaparadisimularsudolor? ¿Será cuando se encuentre en presencia de otros, o cuando esté solofrenteasímismo?

—Muchomáscuandolovean—dijo.

—Pero viéndose sin testigos, dejará escapar quejas que sentiría se leoyeran;yharáotrosmuchosextremosenquenoquerríasersorprendido.

—Asíes—dijo.

—Loqueleordenamantenersefirmeeslaleyylarazón;porelcontrario,loqueleobligaaabandonarseaéleslapasión,¿no?

—Cierto.

—Pero cuando el hombre experimenta dos movimientos contrarios conrelaciónalmismoobjeto,esunaprueba,decimos,dequehayenéldospartesopuestas.

—¿Cómono?

—Una, que está pronta a obedecer a la ley en todo aquello que ellaprescribe.

—¿Cómo?

—Porejemplo,laleydicequeesbuenomantenersefirmeenlasdesgraciasy no dejarse llevar de la desesperación, y las razones que tiene son que seignorasilosaccidentessonbienesomales;quenadaseadelantaconafligirse;quelossucesosdelavidahumananomerecenquetomemosporellosungraninterés;y,sobretodo,quelaaflicciónesunobstáculoparaaquelloquehadeayudarnosentalescircunstancias.

—¿Aquéterefieres?

—A la reflexión sobre lo que acaba de suceder—dije—, al reparar losefectosdelamalasuerte,comosereparaunamalajugadadedados;esdecir,porlosmediosquelarazónhayademostradoquesonlosmejores,ynoobrar

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comolosniños,quecuandosufrenunacaídallevanlamanoalaparteheridaypierden el tiempo en llorar; antes bien, acostumbrar su alma a aplicarprontamenteelremedioalaherida,levantarlocaídoyenfermoysuprimirconlacuralosplañidos.

—Eselmejorpartidoquepodemos tomar cuandoacaecendesgracias—dijo.

—Yeslapartemejordenosotrosmismoslaquesiguedegradoalarazón.

—Esoesevidente.

—Yestaotrapartequenosrecuerdasincesarnuestrasdesgracias,quenoshace exhalar lamentos, y que nunca se sacia, ¿temeremos decir que es unairracionalperezosaycobarde?

—Sindudarlodiremos.

—Porque nada se prestamejor a una imitación variada que el elementoirritable; mientras que un carácter sabio, tranquilo, siempre semejante a símismo, hay dificultad en imitarle, y la pintura que de él se hiciese no lellegaríaaesamultitudconfusaquesereúnedeordinarioenlosteatros;porquesería presentarle la imagen de una clase de sentimientos que le escompletamenteextraña.

—Deacuerdoentodo.

—Porotraparte,esevidentequeelgeniodelpoetaimitadornolellamaenmaneraalgunaarepresentarestapartedelalma,yque,ensuafándeagradarala multitud, no le atrae esa sabiduría, y más bien se inclina a expresar loscaracteresapasionados,cuyavariedadhacequeseamásfácilelrepresentarlos.

—Esevidente.

—Luego tenemos justosmotivos para condenarle y ponerle en lamismaclasequeelpintor.Tienedecomúnconélelcomponersóloobrassinvalor,siselascotejaconlaverdad;ytambiénselepareceensurelaciónestrechaconuna parte del alma que no es la mejor; y, por lo tanto, tenemos fundadosmotivos para rehusarle la entrada en unEstado que debe ser gobernado porleyes sabias, puesto que remueve y despierta la parte mala del alma, y alfortificarladestruyeelimperiodelarazón,talcomosucederíaenunEstadoenque a los más malos se les revistiese de toda la autoridad, traicionando alEstado y haciendo perecer a todos los ciudadanos de más valía. Ésta es laimagendeldesordenqueelpoetaimitadorintroduceenelgobiernointeriordecada hombre, por la excesiva complacencia que tiene para con la parteirracionaldenuestraalma,quenosabedistinguirloqueesmásgrandedeloque esmás pequeño; que sobre unmismo objeto se forma ideas tan prontodemasiadograndescomodemasiadopequeñas;queproduceapariencias,yque

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permanecesiempreaunadistanciainfinitadelaverdad.

—Esmuycierto.

—Peroaúnnohemosdichonadadelmayormalquecausalapoesía.¿Noes,enefecto,unacosabientristeverqueescapazdedeshonraralaspersonasdiscretas,aexcepcióndemuypocas?

—¿Cómono,siproducesemejanteefecto?

—Escucha, y luego juzga. Sabes que hasta los más razonables, cuandooímosrecitarpasajesdeHomeroodecualquierotropoetatrágico,enqueserepresentaaunhéroeangustiado,deplorandosusuerteenun largodiscurso,prorrumpiendo en gritos y dándose golpes de pecho, sabes, repito, que enaquel acto percibimos un vivo placer, del que nos dejamos llevarinsensiblemente,yalabamosel talentodelpoetaquenos transportaconmásfuerzaaeseestado.

—Losé;y¿cómono?

—Sin embargo, has podido observar que en nuestras propias desgraciaspresumimosdelocontrario,demantenernosfirmesytranquilos,cualconvienea la condición del hombre, abandonando a las mujeres esas mismaslamentacionesqueacabamosdeaplaudir.

—Sí,loheobservado—dijo.

—Pero¿acasoestábien—proseguí—aprobarconentusiasmoenotrounacondición que no consentiríamos en nosotrosmismos, avergonzándonos delparecido,ynosentirrepugnancia,sinogozarlaycelebrarla?

—Enverdad,noesrazonable,porZeus—dijo.

—Sobretodosimiramoslacosacomodebemirarse—dije.

—¿Cómo?

—Si consideramos que esta parte de nuestra alma, contra la que nosmantenemos firmes en nuestras propias desgracias, que está sedienta delágrimas y lamentaciones de las que querría saciarse, y a las que busca pornaturaleza, es la misma que los poetas adulan y a la que hacen estudio encomplacer;yque,entalesocasiones,estaotrapartedenosotrosmismos,quees lamejor,noestandoaúnbastante fortificadapor la razónyporelhábito,afloja la rienda a la otra parte llorona, excusándose con que no esmás quesimpleespectadoradelasdesgraciasdeotro,yquenoesvergonzosoparaelladarseñalesdeaprobaciónydecompasión,alverlaslágrimasqueotro,quesedicehombredebien,derramaindebidamente;desuertequetieneporunbienelplacerquedisfrutaenaquelmomento,ynoconsentiríaverseprivadodeél,comoseveríasicondenaraabsolutamenteestaclasedepoemas.Estoprocede

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dequesonpocoslosquefijansureflexiónenquelossentimientosdeotrosehacen infaliblemente nuestros, y que, después de haberse mantenido yfortificadonuestrasensibilidadmediantelavistadelosmalesajenos,esdifícilmoderarlaenlospropios.

—Esmuycierto—dijo.

—¿Nodiremosotrotantocuandosetratadelocómico?Simanifiestasunplacerexcesivoenoírbufonadassobreloqueentimismoteavergonzaríasdetomar a risa y no detestarías como malo, sea en el teatro, sea enconversaciones particulares, te sucederá lo mismo que en las emocionespatéticas.Porqueentoncesdasriendasueltaaldeseodehacerreírquelarazónreprimía antes en ti por temor de pasar por bufón; y después de haberalimentado ese deseo en la comedia, no tardarás en dejarlo escapar en tusrelacionesconlosdemás,hastaconvertirteenunfarsantedeprofesión.

—Tienesrazón—dijo.

—Lapoesíaimitativaproduceennosotroselmismoefectoconrespectoalamor,alacólerayatodaslaspasionesdelalmaquetienenporobjetoelplaceryeldolor,yquesiguen,segúndecimos,atodasnuestrasacciones.Enlugardehacer que se seque lo quehade secarse, lo rocía y alimenta, instaura comogobernante lo que había de ser gobernado para asegurar nuestra virtud ynuestrafelicidad,ynohacernospeoresymásdesdichados.

—Nopuedomenosdeconvenirenello—aseguró.

—Y así, mi querido Glaucón —proseguí—, cuando oigas decir a losadmiradoresdeHomeroqueestepoetahaeducadoaGrecia,yque,leyéndole,seaprendeagobernaryconducirbienlosnegocioshumanos,yquelomejorquesepuedehaceressometerseasuspreceptos,deberástenertodaclasedemiramientosydeconsideracionesconlosqueempleenestelenguaje,comosiestuvierandotadosdelmayoréxito,yhastaconcederlesqueHomeroeselmásgrandepoetayelprimeroentrelostrágicos;peroalmismotiemponopierdasdevistaqueennuestroEstadonopodemosadmitirotrasobrasdepoesíaqueloshimnosa losdiosesy loselogiosde loshéroes;porque tanprontocomodes cabida a la musa voluptuosa, sea lírica, sea épica, el placer y el dolorreinarán en tu Estado en lugar de las leyes, en lugar de aquella razón cuyaexcelencialacomunidadreconozcaencadacaso.

—Nadamáscierto—dijo.

—Puesto que por segunda vez—dije— se ha presentado la ocasión dehablar de la poesía, he aquí lo que tenía que decir para justificarnos porhaberladesterradodenuestroEstado:larazónnosobligaaello,porlodemás,y para que la poesía misma no nos acuse de haberla tratado con rudeza ytosquedad,serábuenodecirlequenoesdeahorasudisensiónconlafilosofía.

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Sirvandetestigos lasfrasessiguientes:Aquellaperraariscaqueladracontrasu dueño… Ese gran hombre que brilla en un círculo de dementes… LacuadrilladesabiosquequiereelevarseporencimadeZeus…Estoshombrescontemplativos,sutiles,cuyoingenioaguzalapobrezayotrasmilquepruebanloantiguodeestaquerella.Apesardeesto,protestamosresueltamentequesilapoesíaimitativa,quetieneporobjetoelplacer,puedeprobarnosconbuenasrazonesquenoseladebedesechardeunEstadobiengobernado,nosotroslarecibiremosconlosbrazosabiertos,porquenopodemosocultarnosanosotrosmismos la fuerza y la dureza de sus encantos; pero en ningún caso espermitidohacertraiciónalaverdad.Enefecto;túmismo,miqueridoamigo,¿noeresunodelosapasionadosporlapoesía,sobretodosisetratadeladeHomero?

—Sobremanera.

—¿Noesjusto,porlotanto,queledemoselderechodeveniradefendersucausadelantedenosotros, sea enunpoema lírico, sea en cualquieraotraclasedemetro?

—Sinduda.

—En cuanto a sus defensores oficiosos, esos que, sin hacer versos, sonamantesdelapoesía,lespermitiremosquedemuestrenenprosa,nosóloquees agradable, sino que también es útil a los regímenes políticos y a losparticulares para el régimen de la vida; los escucharemos con gusto yganaremosenello,sisenoshaceverqueuneloútilaloagradable.

—¿Cómonohabríamosdeganar?—dijo.

—Pero si no consiguen probarnos esto, imitaremos la conducta de losenamorados,quesehacenviolenciaparalibertarsedelapasióndespuésquelahanreconocidonoprovechosa.Efectodelamorquehemosconcebidopor lapoesíadesdelainfancia,yquesenoshainspiradoenestasbellasrepúblicasen que hemos recibido nuestra educación, desearíamos que nos pudieraparecermuybuenayverdadera, peromientras ella no tenga razones sólidasquealegarensudefensa,laescucharemosprecaviéndonoscontrasusencantosporlasrazonesqueacabodeexponer,yprocuraremosnovolveracaerenlapasiónqueporellahemossentidoennuestrajuventud,ydecuyainfluencianoselibraelcomúndeloshombres.Laescucharemos,pues,persuadidosdequenosedebemirarestaespeciedepoesíacomounacosaseria,niqueseatengaalaverdad;quetodohombrequetemeporelgobiernointeriordesualmadebeestar en guardia contra ella y escucharla con precaución; y, en fin, observartodoloquehemosdichodelapoesía.

—Consientoenellocontodomicorazón—dijo.

—Porque,miqueridoGlaucón,esungrancombate—dije—,ymásgrande

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deloquesepiensa,aquelenquesetratadeserhonradoomalo.Nilagloria,ni las riquezas, ni las dignidades, ni, en fin, la poesía merecen quedespreciemosporellaslajusticiaylasdemásvirtudes.

—No puedo menos de conformarme a ello—dijo— después de lo quehemosdicho,nicreoquesepuedapensardeotramanera.

—Sin embargo —dije—, aún no hemos hablado de las mayoresrecompensasofrecidasalavirtud,delospremiosqueleesperan.

—Es preciso que sean de una magnitud infinita, si superan a las queacabamosdeexponer—repuso.

—¿Puede—dijeyo—llamarsegrandeloquepasaenunpequeñoespaciode tiempo?Enefecto,el intervaloqueseparanuestra infanciade lavejezesbienpocoencomparaciónconlatotalidaddeltiempo.

—Puededecirsequenoesnada—admitió.

—¡Y qué! ¿Piensas que un ser inmortal debe limitar sus cuidados y susmiradasauntiempotancortoenvezdeextenderlasalaeternidad?

—Nolocreo—dijo—,pero¿aquévieneestaobservación?

—¿No sientes que nuestra alma es inmortal —dije— y que no perecejamás?

Aloírestaspalabras,mirándomeconairedesorpresa,medijo:

—No,porZeus,ytú¿puedesasegurarlo?

—Sí—repuseyo—,sinomeengaño;creoquetúpodríashacerotrotanto,porquenoesunpuntodifícil.

—Paramí lo es; pero escucharía de ti con gusto un punto que crees tanfácil.

—Escucha,pues—dije.

—Habla,sinmás—dijo.

—¿Hayalgoaloquellamasbienymal?

—Sí.

—¿Tienesdelounoydelootrolamismaideaqueyo?

—¿Quéidea?

—¿Queelmalestodoprincipiodecorrupciónydedisolución;yelbien,todoprincipiodeconservaciónydemejoramiento?

—Esocreo—dijo.

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—¿Yqué?¿Noadmitesquetienecadacosasumalysubien?Laoftalmía,porejemplo,eselmaldelosojos;laenfermedad,elmaldetodoelcuerpo;eltizóneselmaldeltrigo;lapodredumbre,eldelamadera;elorín,eldelhierroy el bronce; en una palabra, hay para cada cosa unmal y una enfermedadconnaturales;¿noadmitesestoconmigo?

—Asíes—dijo.

—Estemal,¿nodañaalacosaaqueafecta?¿Noconcluyepordisolverlaydestruirlatotalmente?

—¿Cómono?

—Porconsiguiente,cadacosaesdestruidaporsumalconnaturalyporelprincipio de corrupción que lleva en sí; de suerte que, si estemal no tienefuerzaparadestruirla,nohaynadaqueseacapazdehacerlo;porqueelbiennopuedeproduciresteefectorespectoaningunacosa,comonopuedeproducirloloquenoesnibiennimal.

—¿Cómopodríahacerlo?—dijo.

—Luegosiencontramosenlanaturalezaunacosaalaqueunmalpuedahacermiserable,peronopuededisolverlanidestruirla,desdeestemomento,¿nopodremosasegurarqueestacosanopuedeperecer?

—Asíparece—dijo.

—Pero¡qué!,¿nohayalgoquehaceperversaalalma?—pregunté.

—Sí,ciertamente;losviciosdequehemoshechomención;lainjusticia,laintemperancia,lacobardía,laignorancia—replicó.

—¿Entre estos vicios hay alguno que pueda alterarla y disolverla? Tencuidado, no sea cosaque incurramos en error imaginándonosque cuando elhombre injusto e insensato es sorprendido en su injusticia, su muerte seaefectode ésta, que es elmalde su alma.He aquídequémanera esprecisoexaminar este punto. ¿No es cierto que la enfermedad, que es el principiodisolventedelcuerpo, lominapocoapoco, lodestruyey lo reducehastaelpuntodeperderlaformadecuerpo?¿Noloesquetodaslasdemáscosasdequehemoshabladotienensumalpropio,quelascorrompeporlaestanciaqueenellashace,ylasreducealextremodenoser?

—Sí.

—En la misma forma, pues, haciendo la aplicación de esto al alma, esprecisoversilainjusticiaylosdemásvicios,llegandoaaposentarseyfijarseenella,lacorrompen,laarruinanhastaconducirlaalamuerte,separándoladelcuerpo.

—Deningúnmodoesasí—dijo.

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—Porotraparte,seríacontratodarazóndecirqueunmalextrañodestruyeunasustanciaquesupropiomalnopuededestruir—observé.

—Absurdo.

—Enefecto;fijatureflexión,miqueridoGlaucón—proseguí—enqueniaun respectoa loscuerposcreemosquesudestrucciónhayadeserelefectoinmediatodelamalacalidaddelosalimentos,yaportenerdemasiadotiempo,ya por estar corrompidos o por cualquier otra razón. Si el alimento maloengendraenelcuerpoelmalque leespropio, loquediremosseráque,conocasióndelalimento,elcuerpohasidoarruinadoporlaenfermedad,lacualespropiamentesumal;yjamássostendremosquelosalimentos,quesondeunanaturalezadiferentedeladelcuerpo,tenganporsumalacalidadlavirtuddedestruirlo,amenosqueestemalextrañonohaganacerenélelmalqueleespropio.

—Muyexactoesloquedices—asintió.

—Porlamismarazón,amenosquelaenfermedaddelcuerponoengendreladelalma—dije—,jamáspodremosdecirqueelalmapuedaperecerporunmalextrañosinlaintervencióndelmalqueleespropio,esdecir,éstaporelmaldeaquél.

—Nadamásrazonable—dijo.

—Porlotanto,asentemoslafalsedaddeestademostración,omientrassemantengaentodasufuerza,sostengamosqueniporlafiebre,niporningunaotraespeciedeenfermedad,nipordegüello,niauncuandoresultareelcuerpohecho pedazos, puede sobrevenir lamuerte al alma, amenos que no se noshagaverqueelefectodeestosaccidentesdelcuerpoconsisteenhacerelalmainjustaymásimpía.Ynoconsintamosquesedigaquenielalmanicualquieraotra sustancia perecen por el mal que la sobrevenga de una sustancia denaturalezadiferente,sielmalqueleespropionollegaajuntarseconaquél.

—Nadienosdemostrarájamásquelasalmasdelosquemuerensehacenmásinjustasporlasolarazóndemorir—afirmó.

—Si alguno —dije yo— fuese tan atrevido que combatiese lo queacabamosdedecir,ysostuviesequelamuertehacealhombremásmaloymásinjusto,paranoverseobligadoareconocerlainmortalidaddelalma,nosotrosleobligaríamosaconvenirenquesiloquediceescierto,sesiguedeaquíquelainjusticia,comolaenfermedad,conducenaturalmentealamuerte,quemataporsupropianaturaleza;yquelosquedanentradaensualmaalainjusticiamuerenmásomenosprontoperodemaneradistintaacomolacausaordinariadelamuertedelosinjustoseslajusticiaqueselesaplica.

—¡PorZeus!—exclamó—,silainjusticiafueseunmalcapazdedarporsí

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mismalamuertealoshombresmalos,nohabríarazónparamirarlacomounacosaterrible,puestoqueseríaunremedioparatodoslosmales.Pienso,porelcontrario, que evidentemente la injusticia mata a los demás en cuanto ellapuede,mientrasqueconservallenodeviday,además,muydespiertoaaquelenquienfijasuestancia.¡Tandistanteestálainjusticiadedarlelamuerte!

—Dicesverdad—observé—,porquesilacorrupcióndelalma,sisupropiomalnopuedematarlaydestruirla,¿cómounmal,destinadoporsunaturalezaaladestruccióndeotrasustancia,podríahacerpereceralalmaocualquierotracosaquenoseaaquellasobrelaquepuedeproducirnaturalmenteesteefecto?

—Difícilmente,meparece—dijo.

—Peroesevidentequeunacosaquenopuedeperecerniporsupropiomalni por unmal extraño, debe necesariamente existir siempre, y que si existesiempreesinmortal.

—Necesariamente—dijo.

—Sentemos,por lo tanto,estocomounprincipio incontestable—dije—.Ahorabien, si es así, es fácil de concebirqueestasmismasalmasdebendeexistirsiempre,yaquenopuedensermenos,puestoquenopereceninguna;nitampocomás,puesyacomprendesque,sielnúmerodelosseresinmortalessehiciesemásgrande,estosnuevosseresseformaríandeloquefuesemortal,yqueentoncestodaslascosasacabaríanporserinmortales.

—Dicesverdad.

—Nonospermitelarazóncreereso,nitampocopensarquenuestraalma,considerada en el fondomismode su ser, sea de una naturaleza compuesta,llenadedesemejanzaydiversidadconsigomisma.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.

—Esdifícilqueloqueresultadelareunióndemuchaspartesseaeterno,yconunacomposiciónquenoeslamásconveniente,comoacabadeparecernosladelalma—dije.

—Enefecto,esonoesprobable.

—Lasrazonesqueacabamosdealegarymuchasotrasdemuestran,porlotanto,deunamanerainvenciblelainmortalidaddelalma.Masparaconocersuverdaderanaturalezanoseladebeconsiderar,comoloestamoshaciendo,enelestadodedegradaciónaquelaconducensuuniónconelcuerpoytodoslosmales que son resultado de esta unión, sino que debe contemplárselaatentamenteconelraciocinio,talcomoesensímisma,desprendidadetodoloque a ella es extraño. Entonces se verá que es infinitamente más bella; seconoceráconmásclaridadlanaturalezadelajusticia,delainjusticiaydelasdemás cosas de que hemos hablado. Todo lo que hemos dicho del alma es

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verdadero con relación a su estado presente; pero así como los que viesenahoraaGlaucoelmarino tendríandificultadenreconocersuprimeraforma,porquelasantiguaspartesdesucuerpohansidounasrotas,otrasgastadasytotalmente desfiguradas por las olas, y se han formado otras nuevas deconchas, yerbas marinas y chinarros, de suerte que más bien parece unmonstruo que un hombre, tal como antes era, de igual modo el alma sepresentaanosotrosdesfiguradapormilmales.Porello,miqueridoGlaucón,esprecisomiraraotraparte.

—¿Adónde?—preguntó.

—Asuamorporelsaber.Esprecisoquefijemosnuestrareflexiónenlascosasaqueelalmasedirige,enlosobjetosconquequierecomunicarse,enelenlace íntimo que naturalmente tiene con todo lo que es divino, inmortal,imperecedero,yenloquedebeconvertirsecuando,entregándoseporenteroaestesublimefin,seelevemedianteunnobleesfuerzodesdeelfondodeestemarenqueestásumida,ysedesembaracede lasconchasyguijarrosquesepeganaellaacausadelanecesidadenqueestádealimentarseconlascosasterrenas, costra térrea, rocosa y silvestre quemerece el aplauso demuchos,considerándolacomounfelizbanquete.Entoncesescuandoverásclaramentecuáleslanaturalezadelalma,siessimpleocompuesta;enunapalabra,cuálessonsuesenciaysumaneradeser.Encuantoalpresente,hemosexplicado,amiparecerbastantebien,laspasionesylasinclinacionesaqueestásujetaenestemundo.

—Muybien—convino.

—En esta indagación—pregunté—, ¿no hemos resuelto las dificultadespropuestasydespojadolajusticiadetodoloqueesaccesorioypuestoaparteloshonoresy las recompensasquevosotros lehabéisatribuidobajo la fedeHomeroydeHesíodo?¿Nohemosdemostradoquelajusticiaesporsímismaelmayorbiendelalma,consideradaen suesencia,queéstadebe realizar loqueesjusto,yaposeaonoelanillodeGiges,ysisequieretambiénelcascodeHades?

—Puraverdaddices—respondió.

—Así, pues —dije—, ¿parecerá mal, mi querido Glaucón, que ahorarestituyamosalajusticiayalasotrasvirtudes,ademásdeestasventajasquesonpropiasdeellas,lasrecompensasqueloshombresylosdioseshanunidoalas mismas, y que el hombre justo recibe durante la vida y después de lamuerte?

—No,ciertamente—dijoél.

—Ahora, ¿me devolveréis a su vez lo que os presté al principio de estaconversación?

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—¿Quéesello?

—Quiseconcederosqueelhombrejustopasaraporinjustoyelinjustoporjusto,porquecreísteisque si bienera imposible engañar en estepunto a loshombresyalosdiosesera,sinembargo,indispensablesuponerlopormordela argumentación, para que se pudieran apreciar plenamente la justicia y lainjusticiatomadasensímismas.¿Noteacuerdas?

—Seríaenmígravefaltaelnoacordarme—dijo.

—Por tanto —seguí—, puesto que ahora ya están juzgados, pidonuevamente, en nombre de la justicia, que reconozcamos que esta se nosmuestra tal como corresponde a la buena fama de que goza entre dioses yhombres,paraqueasírecojaalfinlostrofeosqueobtieneporsuaparienciayque otorga a los que la poseen, puesto que ya se ha hecho evidente queconcedelasbondadesprocedentesdelarealidad,sinengañoparaquienesdeveraslaabrazan.

—Pidesalgoqueesmuyrazonable—dijo.

—Así—dije—,meconcedéisenprimerlugarqueelhombrevirtuosoyelhombremalosonconocidosporlosdiosestalescomoson.

—Teloconcedemos—dijo.

—Y que si no se ocultan, el uno es querido de los dioses y el otroaborrecido,comoconvinimosdesdeelprincipio.

—Asíes.

—¿Nomeconcederás tambiénque el hombrequeridode losdioses sólopuede esperar de suparte bienes, y que si algunas veces recibemales es enexpiacióndelasfaltasdesuvidapasada?

—Totalmenteseguro.

—Es preciso reconocer, por lo tanto, respecto del hombre justo, ya seencuentre pobre o enfermo o en cualquier otra situación que se considerecomodesgraciada,que suspretendidosmales seconvertiránenventaja suyadurantesuvidaodespuésdesumuerte.Porque laprovidenciade losdiosesnecesariamente se fija en el que se esfuerza en hacerse justo y en llegarmediantelaprácticadelavirtudalamásperfectasemejanzaquepuedetenerelhombreconladivinidad.

—Esdecreer—dijo—queunhombredeestecarácternoseráabandonadoporsusemejante.

—Delhombreinjusto,¿nodebepensarselocontrario?

—Sinduda.

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—Yasí,departedelosdioses,éstosseránlosgalardonesquepertenecenaljusto.

—Porlomenos,ésaesmiopinión—dijo.

—Ydepartedeloshombres,¿nosucedelomismo,puestoqueesprecisodecirlaverdad?¿Nosucedealoshombresredomadoseinjustosloquealosatletas, que correnperfectamente a la ida, peroquenohacen lomismoa lavuelta?Alprontoselanzanconrapidez,peroalfinaldelacarreradanlugaraque se burlen de ellos, cuando se los ve, con las orejas caídas, retirarseprecipitadamente sin ser coronados, mientras que los verdaderos corredoresllegan al término, consiguen el premio y reciben la corona. ¿Los justos notienen,deordinario,lamismasuerte,quierodecir,quealtérminodecadaunadesusempresas,desucarreraydesuvidarecibendeloshombreseltributodegloriayderecompensaquelesesdebido?

—Tienesrazón.

—¿Consentirás,pues,enqueyoapliquealosjustosloquetúmismohasdicho de los injustos? En efecto, sostengo que los justos, cuando hanalcanzadolaedadmadura,lleganaobtenerenelEstadoenqueviventodaslasdignidadesaqueaspiran;quecontraenunionesasuelecciónellosysushijos;enunapalabra, todo loque túhasdichodeaquéllos lodigoyodeéstos.Encuantoalos injustos,sostengoqueauncuandodejóveneshayanconseguidoocultar loque son, en sumayorparte sedescubrenal finde sucarrera;quecuandolleganalavejez,vencaersobresíelridículoyeloprobio;quesoneljuguete de los extranjeros y de sus conciudadanos, y para servirme deexpresionesqueconsiderabasdemasiado fuertes respectodel justo,peroquesonverdaderasrespectodelperverso,digoqueseránazotadosysometidosaltormento;enunapalabra,imagínatequeoyesdemibocatodoslosgénerosdesupliciosdeque túhacíasmenciónentonces.Veamossiquieresconcedermequehabrándesufrirtodoesto.

—Sí,tantomáscuantoquenadadicesquenosearazonable—admitió.

—Talesson—dije—lasventajas,elsalarioylasrecompensasqueeljustorecibedurantesuvidadepartedeloshombresydelosdioses,ademásdelosbienesqueleproporcionalaprácticadelajusticia.

—Estasventajassonalavezgloriosasypositivas—dijo.

—Peronosonnada,niporelnúmeroniporlamagnitud—dijeyo—,encomparación de lo reservado tras la muerte a cada uno de esos hombres.Necesitamos hacermérito de ello para dar al justo y almalo lo que tienenderechoaesperardenosotrosenestaconversación.

—Pocascosashayqueestéyomásdeseosodeescuchar—dijo—,habla,

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pues.

—NoeslahistoriadeAlcínoo,laquevoyareferir,sinoladeunhombredecorazón,ErelArmenio,originariodePanfilia.Despuésdehabermuertoenuna batalla, como a los diez días se fuera a recoger los cadáveres, que yaestabancorrompidos,seencontróelsuyosanoyentero;yconducidoasucasa,cuandoelduodécimodíaestabasobrelahoguera,volvióalavidayrefirióaloscircunstantesloquehabíavistoenelotromundo.Dijoqueenelmomentoque su alma salió del cuerpo, llegó con otra infinidad de ellas a un sitio detodopuntomaravilloso,dondeseveíanenlatierradosaberturas,launafrentealaotra,yenelcielo,otrasdos,quesecorrespondíanconlasprimeras.Entreestas dos regiones estaban sentados jueces, y así que pronunciaban sussentenciasmandabanalosjustostomarsucaminoporladerecha,porunadelasaberturasdelcielo,despuésdeponerlespordelanteunrótuloqueconteníaeljuiciodadoensufavor;yalosinjustoslesobligabanatomarelcaminodela izquierda,porunade las aberturasde la tierra, llevandoa la espaldaotrorótulo semejante, donde iban consignadas todas sus acciones. Cuando él sepresentó,losjuecesdecidieronqueeraprecisollevasealoshombreslanoticiade loquepasabaenelotromundo,y lemandaronqueoyerayobservaraenaquelsitiotodaslascosasdequeibaasertestigo.Yasívio,enprimerlugar,alasalmasdelosquehabíansidojuzgados,unassubiralcielo,otrasdescenderalatierraporlasdosaberturasquesecorrespondían;mientrasqueporlaotraaberturadelatierraviosaliralmascubiertasdesuciedadydepolvo,almismotiempo que por la del cielo descendían otras almas puras y sin mancha.Parecían venir todas de un largo viaje y detenerse con gusto en la praderacomolasacampadasenunaferia.Lasqueseconocíansepedíanunasaotras,alsaludarse,noticiasacercadeloquepasaba,respectivamente,enelcieloyenla tierra. Unas referían sus aventuras con gemidos y lágrimas, que lesarrancaba el recuerdo de los males que habían sufrido o visto sufrir a losdemásdurantesuestanciaen la tierra,cuyaduraciónerademilaños.Otras,quevolvíandelcielo,hacíanlahistoriadelosdeliciososplaceresquehabíandisfrutadoyde lascosasmaravillosasquehabíanvisto.Seríamuy largo,miqueridoGlaucón,referirteporenteroeldiscurso.Peroloprincipal,decía,eraquecadaunoeracastigadodiezvecesporcadaunadelasinjusticiasquehabíacometido durante la vida; que la duración de cada castigo era de cien años,duración natural de la vida humana, a fin de que el castigo fuese siempredécuplo para cada crimen. Y así, los que se han manchado con muchosasesinatos,quehanvendidolosEstadosylosejércitos,queloshanreducidoalaesclavitudoquesehanhechoculpablesdecualquierotrocrimensemejante,eranatormentadosconeldécuploporcadaunodeestoscrímenes.Aquellos,porelcontrario,quehabíanhechobienaloshombres,quehabíansidojustosypiadosos, recibían en la misma proporción la recompensa de sus buenasacciones.Respectoalosniñosmuertosluegodesunacimiento,dabadetalles

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que es superfluo referir.Había, según su historia, recompensasmás grandesaún para los que habían honrado a los dioses y respetado a sus padres, ysuplicios extraordinarios para los impíos, los parricidas y los homicidas amanoarmada.

Habíaestadopresente,añadía,cuandounopreguntóaotrodóndeestabaelgranArdieo.ArdieohabíasidotiranodeunaciudaddePanfiliamilañosantes;había dado muerte a su padre, que era de avanzada edad, y a su hermanomayor, y cometido, según se decía, otros muchos crímenes enormes. «Noviene,respondióelpreguntado,nivendrájamás.Todosfuimostestigosenesaocasióndelespectáculomásaterrador.Cuandoestábamosapuntodesalirdelabismo subterráneo, después de haber purgado nuestras culpas y sufridonuestroscastigos,vimosaArdieoyamuchosmás,queeranensumayorpartetiranoscomoél,ytambiénvimosaalgunosparticulares,queensucondiciónprivadahabíansidograndescriminales.Enelmomentoqueintentaronsalir,laaberturalesimpidióelpaso,ytodaslasvecesquealgunodeestosmiserables,cuyoscrímenesnoteníanremedioonohabíansidosuficientementeexpiados,sepresentabaparasalir,sedejabaoírenlaaberturaunbramido.Alproducirseesteestruendo,contaba,acudieronunoshombressalvajesqueparecíancomode fuego. Por lo pronto, condujeron a viva fuerza a un cierto número deaquéllos, se apoderaron de Ardieo y de los demás, les ataron los pies, lasmanos y la cabeza, y después de haberlos arrojado en tierra y desollarlos afuerza de golpes, los arrastraron fuera del camino sobre sangrientas zarzas,diciendoalosquepasabanelmotivoporquetratabanasíaestoscriminales,yqueibanaprecipitarlosenelTártaro».Estaalmaañadíaqueentrelosdiversosterroresporqueseveíanagitadasduranteelcamino,ningunolescausabatantoespanto como el temor de que se oyera el bramido en la abertura en elmomento de salir, y que había sido para ellas un placer inexplicable el nohaberlooídoaltiempodesusalida.

Tales eran, pocomás omenos, las penas y suplicios y las recompensascorrespondientes. Después que cada uno había pasado siete días en esapradera,aloctavodebíanlevantarseyponerseenmarcha,yencuatrodíasdejornada llegaban a un punto desde el que se veía una luz que atravesaba elcieloy la tierra, recta comounacolumnay semejante al arco iris, peromásbrillanteymáspura.Aestaluzllegarondespuésdeotrodíadejornada.Allívieronquelasextremidadesdelascadenasveníanaparardelcieloalcentrode esta luz, que les servíade lazoyque abrazaba toda la circunferenciadelcielo,pocomásomenos,comoesas ligadurasqueciñen loscostadosde lastrirremesysostienentodalaarmadura.DeestasextremidadesestápendienteelhusodelaNecesidad,elcualdaimpulsoatodaslasrevolucionescelestes.Elcuerpodelhusoyelganchoerandeacero,ylatorteraeraunamezcladeéstayotrasmaterias.Estatorteraseparecíaporlaformaalasdeestemundo.Maspara tenerde ellauna idea exacta, espreciso representársela comouna

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torterahuecapordentro,enlaqueestéengastadaotramáspequeña,comolascajasqueentranunaenotra.Enlasegundatorterahabíaunatercera,enéstaunacuarta,yasísucesivamentehastaelnúmerodeocho,dispuestasentresíamaneradecírculosconcéntricos.Seveíaporarribaelbordesuperiordecadauna,ytodaspresentabanalexteriorlasuperficiecontinuadeunasolatorteraalrededordelhuso,cuyotroncopasabaporelcentrodelaoctava.Losbordescircularesdelatorteraprimerayexterioreranlosmásanchos,despuéslosdelasexta,losdelacuarta,losdelaoctava,losdelaséptima,losdelaquinta,los de la tercera y los de la segunda iban disminuyendo en anchura en estemismoorden.Elcírculoformadoporlosbordesdelatorteramásgrandeeraestrellado. El de la séptima era de un color muy brillante. El de la octavatomabadelaséptimasucolorysubrillo.Elcolordeloscírculossegundoyquintoeracasielmismo,ytirabaaamarillo.Elterceroeraelmásblancodetodos. El cuarto era un poco encarnado. En fin, el sexto, era segundo enblancura.Elhusoenterorodabasobresímismoconunmovimientouniforme,mientras que en el interior los siete círculos concéntricos se movíanlentamente en unadirección contraria.Elmovimiento del octavo era elmásrápido.Losdelséptimo,elsextoyelquintoeranmenoreseigualesentresí.Elcuarto era al parecer el tercero en velocidad; el tercero era el cuarto, y elmovimientodelsegundoeraelquinto.ElhusomismogirabaentrelasrodillasdelaNecesidad.Encadaunodeestoscírculoshabíaunasirenaquegirabaconél,haciendooírunasolanotadesuvozsiempreconelmismotono;desuertequedeestasochonotasdiferentesresultabaunacordeperfecto.AlrededordelhusoyadistanciasigualesestabansentadasentronoslastresParcas,hijasdela Necesidad: Láquesis, Cloto y Atropo, vestidas de blanco y ceñidas suscabezasconcintillas.Acompañabanconsucantoalde las sirenas;Láquesiscantabalopasado,ClotolopresenteyAtropolovenidero.Cloto,tocandoporintervalos el huso con la mano derecha, le obligaba a hacer la revoluciónexterior.Atropo,con lamano izquierda, imprimíaelmovimientoacadaunodeloscírculosinteriores.YLáquesis,oraconunaoraconotramano,tocabatanprontoelcírculoexteriorcomolosinteriores.

Luego que llegaron allá, contaba, les fue preciso presentarse delante deLáquesis. Por lo pronto, un profeta los colocó en fila; en seguida, habiendotomadodelregazodeLáquesis ladistintasuertey lasdiferentescondicioneshumanas,subióauntabladoelevadoyhablódeestamanera:«Heaquíloquedice la virgen Láquesis, hija de la Necesidad: “Almas pasajeras, vais acomenzarunanuevacarrerayaentrarenuncuerpomortal.Noseráelhadoquienosescogerá,sinoquecadaunadevosotrasescogeráelsuyo.Laprimeraque la suerte designe escogerá la primeray su elección será irrevocable.Lavirtud,empero,notienedueño;cadaquienparticipadeellasegúnsilahonraola desprecia. Cada cual es responsable de su elección, porque Dios esinocente”».

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Dichas estas palabras, echó las suertes, y cada alma recogió la que cayódelantedeella,exceptoelpropioEr,puesnoselepermitióhacerlo.Entoncesconociócadacual enquéordendebía escoger.En seguidaelmismoprofetaarrojóentierra,delantedeellos,génerosdevidadetodasclases,cuyonúmeroera mucho mayor que el de quienes debían escoger, porque todas lascondiciones, tantode loshombrescomode losanimales,seencontrabanallírevueltas. Había tiranías, unas que debían durar hasta la muerte, otras quehabían de verse bruscamente interrumpidas y concluir en la pobreza, eldestierro y la mendicidad. Se veían igualmente condiciones de hombrescélebres,éstosporlabelleza,porlafuerza,porsureputaciónenloscombates;aquéllosporsunoblezaylasgrandescualidadesdesusantepasados;seveíantambién condiciones oscuras bajo todos estos conceptos. Había, asimismo,destinos de mujeres igualmente varios. Pero nada había dispuesto sobre elrango de las almas, porque cada una debía necesariamente mudar denaturalezasegúnsuelección.Porlodemás,lasriquezas,lapobreza,lasalud,las enfermedades se encontraban en todas las condiciones; aquí sin ningunamezcla,allájustamentecompensadoslosbienesylosmales.

Aquítienesevidentemente,miqueridoGlaucón,lapruebademayorriesgopara el hombre.Y así, cada uno de nosotros, despreciando todos los demásestudios, debe dedicarse sólo a aquel que le haga conocer al hombre cuyaslecciones puedan ponerle en estado de discernir las condiciones dichosas ydesgraciadasyescogersiemprelamejor;yllegaráaconseguirlosiemprequerepaseensuespíritutodoloquehemosdichohastaahorayjuzguedeloquepuedecontribuirmásalafelicidaddelavidaporelexamenquehemoshechodelasdiferentescondicionesconsideradasjuntaoseparadamente.Asíescomoaprenderá,porejemplo,quégradodebelleza,mezcladoconunaciertadosisderiquezaodepobrezayunaciertadisposicióndelalma,hacealhombrebienomal,quéefectodebenproducirelnacimientoilustreyelnacimientooscuro,lavidaprivadaylasdignidades,lafuerzadelcuerpoyladebilidad,lamayoromenor aptitud para las ciencias; en una palabra, las diferentes cualidadesnaturalesoadquiridas,cotejadaslasunasconlasotras.Desuerteque,despuésde haber reflexionado sobre todo esto, sin perder de vista la naturaleza delalma,podrádistinguirelgénerodevidamejordelpeor;llamarápeoralqueleconduzcaahacersualmamás injusta,ymejoralque lahagamás justa, sintener en cuenta todo lo demás; porque ya hemos visto que éste es elmejorpartidoquepuedetomarse,seaenestavida,seaparalaotra.YaliralHadesesprecisoconservarfirmecomoelaceroestaopinión,paranodejarsealucinarallíniporlasriquezasniporlosdemásmalesdeestanaturaleza;paranocaerentiraníasoprácticassemejantes,ycometerasíungrannúmerodemalessinremedio, y sufrirlos aún mayores; antes bien, debe uno saber fijarse parasiempre en un estado intermedio, evitando igualmente los dos extremos, encuantoseaposible,asíenlavidapresentecomoentodaslasdemásporlasque

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habrádepasar.Enestoconsistelafelicidaddelhombre.

Además, según la relación del mensajero del más allá, el profeta habíaañadido: «Incluso aquel que escoja el último, con tal que lo haga condiscernimiento y que después sea cuidadoso con su conducta, puedeprometerseunavidadichosaybuena.Así,pues,quenielprimeroquehayadeescogerseentregueaunaexcesivaconfianza,nielúltimodesespere».

Despuésqueelprofetahubohabladodeestamanera,contaba,elprimeroaquientocólasuerteseadelantóapresuradamente,ysinmásexamencogiólatiranía de más cuenta que encontró allí, arrastrado por su avidez y suimprudencia; pero cuando hubo considerado y visto que su destino era eldevorarasuspropioshijosyelcometerotroscrímenesenormes,selamentóy,olvidando las advertenciasdelprofeta, acusóde su suerte a la fortuna, a losdioses,enfin,atodosmenosasímismo.Ésteeraunodelosqueveníandelcielo; había vivido antes en un Estado bien gobernado, y había debido suvirtuda lafuerzadelhábitomásbienquea lafilosofía.Heaquíporquélosprocedentes del cielo no eran los menos entre los que se engañaban en suelecciónpor no tener experiencia de penalidades.Por el contrario, lamayorparte de los que habían permanecido en la región subterránea, y que a laexperienciadesuspropiossufrimientosuníanelconocimientodelosmalesdeotros,noescogíantanalaligera.Estaexperiencia,apartedelasuertequelestocaba,hacíaquelamayorpartedelasalmascambiasenunabuenacondiciónporunamala, oviceversa.Así unhombreque cadavezquevolviese a estemundoseaplicaseconstantementealasanafilosofía,contalquesuturnodeelección no fuese el último de todos, seríamuy probablemente, conforme aestahistoria,nosólofelizenlatierra,sinotambiénensuviajeaestemundo,yal volver, marcharía por el camino llano del cielo y no por el senderosubterráneoypenoso.

Tal,decía,eraelcuriosoespectáculodeverdequémaneracadaalmahacíasueleccióndevida;nadamásextrañonimásdignoalavezdecompasiónyderisa.Lasmásseguiabanenlaelecciónporloshábitosdelavidaprecedente.DijoquehabíavistoelalmadeOrfeoescogerlacondicióndecisneenodioalasmujeres,quelehabíandadomuerteenotrotiempo,noqueriendoporellonacer engendrado por ninguna de ellas; y el alma de Támiras escoger lacondiciónderuiseñor.Viotambiénauncisneadoptarlacondiciónhumana,ylomismohicieronotrosanimalescantores.Otraalmaescogiólacondicióndeleón,quefueladeÁyax,hijodeTelamón,elcual,recordandoeljuiciodelasarmas,rehusótomaruncuerpohumano.DespuésllegóelalmadeAgamenón,que teniendo también aversión al género humano a causa de sus pasadasdesgracias,escogió lacondicióndeáguila.ElalmadeAtalanta,quesacósuturno hacia lamitad, como se fijara en los grandes honores que reciben losatletas,nopudoresistireldeseodehacerseellatambiénatleta.Despuésvioel

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alma de Epeo, hijo de Panopeo, que prefirió la condición de una mujerlaboriosa;elalmadelbufónTersites,quesepresentódelosúltimos,vistióelcuerpodeunmono.ElalmadeUlises,quefueelúltimollamadoporlasuerte,vino también a escoger, pero recordando sus infortunios pasados y ya sinambición,anduvobuscandopormuchorato,hastaqueal fin ladescubrióenun rincón, como despreciada, la condición pacífica de un simple particular,quetodaslasdemásalmashabíandejado;yexclamóalverlaque,auncuandohubierasidolaprimeraenescoger,nohabríahechonuncaotraelección.Habíaigualmentealmasdeanimalesquemudabansucondiciónporlanuestraoporladeotrosanimales; losanimalesinjustossecambiabanenespeciesferoces,los justos, en especies domesticadas; lo cual daba lugar a mezclas de todaclase.

Despuésquetodaslasalmasescogieronsugénerodevida,seaproximaron,enelmismoordenqueleshabíatocado,aLáquesis,lacualdioacadaunoelhadoqueellahabíapreferido,paraquelesirviesedeguardaduranteelcursode su vidamortal y le ayudase a cumplir su destino.Este hado la conducíaprimero aCloto, para que con sumano y una vuelta de huso confirmase eldestino escogido. Después que el alma había tocado el huso, el genio lallevabadesdeaquíalhiladodeAtropo,parahacerirrevocablelodispuesto.Enseguida,nosiendoyaposiblevolveratrás,sedirigíaaltronodelaNecesidad,por bajo del cual pasaba. En el momento que todos habían pasado, seencaminaban a la llanura del Olvido, donde hacía un calor insoportable,porqueenestellanonohabíaplantasniárboles.Llegadalatarde,pasaronenseguidalanochealpiedelríodelaDespreocupación,cuyaaguanopuedesercontenidaporningunavasija.Eraprecisoquecadaunobebieradeestaaguahastaciertacantidad.Lasquepor imprudentesnosecontienenybebenmásalládelamedidaprescrita,pierdenabsolutamentelamemoria.Enseguidaseentregaron todosalsueño,peroamedianocheseoyóun truenoacompañadode temblores de tierra, y cada uno se elevaba acá y allá, como estrellaserrantes,marchandoalosdistintospuntosenquedebíanrenacer.EncuantoaEr,seleimpidióbeberelaguadelrío;perosinembargo,sinsaberpordóndenicómo,sualmasehabíaunidoasucuerpo;yalabrirsusojosderepenteenlamadrugadavioqueestabatendidosobrelapira.

Esta fábula,miqueridoGlaucón, sehapreservadoasí del olvido,y si ledamoscrédito,puedepreservarnosanosotrosmismos,porquepasaremosconfelicidad el río del Olvido, y mantendremos nuestra alma libre de todamancha.Porlotanto,siqueréiscreerme,convencidosdequenuestraalmaesinmortal y capaz por su naturaleza de todos los bienes como de todos losmales, marcharemos siempre por el camino que conduce a lo alto, y nosconsagraremoscon todasnuestras fuerzas a laprácticade la justiciayde lasabiduría. Por estemedio viviremos en paz con nosotrosmismos y con losdioses, y después de haber alcanzado en la tierra el premio destinado a la

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virtud, a semejanza de los atletas victoriosos, que son llevados en triunfo,seremosdichososenestemundoyduranteeseviajedemilaños,cuyahistoriaacabamosdereferir.

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