la psicologia del soltero entre el mito y la realidad
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Juan Antonio Bernad
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LA PSICOLOGÍA DEL SOLTERO
Entre el mito y la realidad
C r e c i m i e n t o p e r s o n a l
C O L E C C I Ó
N
'eren
Desclée De Brouwerí3*
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© Juan Antonio Bernad, 2004
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Impresión: RGM, S.A. - Bilbao
Te recuerdo, por s¡ no habías reparado en ello, que
hay tres estados imperfectos, la soltería, el
matrimonio u todos los intermedios
ÍNDICE
Presentación ................................................................................................. 11
Saludo a los lectores, solteros y casados.................................................... 15
Los solteros: sus múltiples caras y sus numerosos
interrogantes ....................................................................................... 17
Mis convicciones personales y los objetivos de este libro ... 22
1. La soltería y sus dimensiones psicológicas ............................................ 31
Diferentes concepciones de la soltería ............................................ 33
Una tipología provisional de la soltería ........................................... 74
2. Solteros, ¿por qué? ................................................................................... 93
Razones psicológicas de la soltería ................................................... 95
El mito de "la media naranja" y la casualidad ................................ 113
Los factores ambientales o determinismo sociológico de
la soltería.......................................................................................... 117
Las mujeres solteras, ¿caso especial? ...............................................122
3. La vida del soltero: sus luces, sus sombras .......................................... 125
Rápida ojeada a las ventajas e inconvenientes de la
soltería ............................................................................................. 131
Los solteros: ¿juegan con ventaja? .................................................... 133
Inconvenientes en la vida del soltero ................................................161
__ . -rr/~ --
I-A PSICOLOGÍA 1 ) 1 1 SOI TF.KO: IÍNTKIII L MITO Y LA KIíALIDAD
4. El futuro de* los solteros: Los solteros en el futuro y su
desarrollo personal ................................................................................................. 223
Crecimiento personal del soltero: supuestos, experiencias
y metas .............................................................................................. 225
Directrices básicas para un programa de desarrollo pleno del soltero256
5. Apertura del soltero a l.i vida en pareja y al matrimonio ... 263
Encontrarás tu pareja donde menos lo esperas ................................ 268
Correr el riesgo de acertarte a la persona que te interesa . .270 El
salto al conocimiento personal y al amor pleno de
pareja ............................................................................................... 272
Las parejas de hecho y la supresión de los vínculos jurídicos
de pareja ........................................................................................... 285
Decálogo para solteros ........................................................................ 292
Anotaciones y comentarios al libro de Carmen Alborch (1999):
Solas. Gozos y sombras de una matiera.de vivir. Madrid:
Temas de Hoy, 7* ed ............................................................................ 295
Referencias bibliográficas............................................................................ 321
PRESENTACIÓN
Hasta fechas recientes, en el mundo occidental más del noventa por
ciento de los adultos estaban casados y, actualmente, ocho do cada diez
divorciados europeos se vuelven a casar antes de transcurrir los cinco años
siguientes a su ruptura matrimonial. En España, una de cada cuatro
personas en edad de casarse está soltera. ¿Por qué se casaba la mayoría y
hoy crece el número de solteros?, ¿es la soltería una cuestión de elección o
algo forzado "que te cae"?, ¿por qué no logran casarse muchos que lo
desean?, ¿tienen algo en común todos los solteros?, ¿cómo pueden alcanzar
los solteros un desarrollo pleno de su persona? Éstas y otras muchas
preguntas aparecen tan pronto como uno se adentra en el mundo de los
solos y solteros; sobre ellas tratan estas páginas.
Este manual se desmarca de todos aquellos estereotipos y estigmas con
que el pensamiento vulgar es proclive a implicarse tanto en una exaltación
a ultranza de la soltería como de quienes incurren en el atrevimiento de
despreciar con altisonantes palabras la pt>co menos que "infracondición
humana de todos los que han tenido que resignarse a la triste condición de
solteros". Mi posición es que la vida de los solteros merece tanta
consideración y aprecio como la de los casados, por lo que no tiene sentido
utilizar dos raseros a la hora
fe
11
I A 1’SKOIAK.lA 1)1 I SOI UTO): l-NIK! I I. MIIOV I A KKAI.IIMO
•Jo valorar la vida de los humanos, uno para los casados y otro dis tinto
para los solteros, longo, además, la firme convicción de que, en i uanto
grupo social, los solteros pueden ser personas tan maduras v un felices,
ricas y ambiciosas en su desarrollo personal como los < asados y que su
contribución a la buena marcha de la sociedad es ¡xrrfectamente
comparable enta* ambos grupos.
Tras varios años dedicado al estudio de la vida de los solteros, he
* «improbado que la mayoría de los juicios que se emiten en torno a los
pros y los contras de la soltería se fundamentan en un supuesto falso: que
las personas somos una especie de clones, todos iguales «•ntre sí, con
idénticas necesidades y afectados por los mismos problemas. No hacen
falta grandes esfuerzos para constatar que la realidad difiere sustancial
mente de tal versión de la peripecia humana.
No soy firme defensor de la soltería, ni tampoco del matrimonio, pues
pienso que ambos ofrecen grandes posibilidades de alcanzar una vida feliz,
de la misma manera que los dos estados están so molidos al idéntico y
largo proceso que conduce al logro de una vida rica y plena.
Este ensayo sobre la Psicología del soltero quiere contribuir al i
««conocimiento social de los valores positivos de la soltería y, al mismo
tiempo, proponer a los solteros un programa de desarrollo perenal,
especialmente en tres ámbitos, en el terreno del amor, de la . omunicación
afectiva con su entorno y del encuentro con un marco .Je vida connotado
por la serenidad y la alegría de vivir.
Al margen de intuiciones vagas y atrevidas, me gustaría dejar sentado
desde este momento que, frente a la falsa afirmación de que la soltería es
un "fallo o versión pobre ^el mundo del casado", hay *»tra vers ión más real
de la misma que la considera una situación plenamente normal y con las
mismas garantías de éxito que la experiencia vital del casado. Solteros y
casados coinciden en la condición .le personas, seres privilegiados cargados
de positividad y con capa- i idad para amar, soñar, trabajar y comunicarse
en una medida tan ¿mplia que nadie hasta el presente ha sido capa?, de
cuantificar.
PRESENTACIÓN
Abrigo la esperanza de que mis esfuerzos se verán recompensado'' con una
realidad tan gozosa como grande ha sido la ilusión que he puesto en la
elaboración de este trabajo que, con el mayor afecto y consideración hacia los
solteros, pongo en las manos de los lectores, tonto solteros como casados.
SALUDO A LOS LECTORES, SOLTEROS Y
CASADOS
Una de las experiencias escasamente gratificante por la que debe pasar
el profesional de la psicología es la superación de la carga de confusión
que comporta cualquier intento de iluminar alguna de las parcelas
constitutivas de la compleja vida de las personas. En mi caso, apreciado
lector, tal experiencia ha supuesto concienciarme de las perplejidades que
implica el compromiso de explorar y esclarecer el campo en el que los
hombres y las mujeres desarrollan esa inefable capacidad que todos
poseemos, dar y recibir amor dentro de la pareja. Mi punto de partida es
que, en cuanto seres humanos, tanto los solteros como los casados, estamos
igualmente llamados al amor y que poseemos todo lo necesario para
disfrutar de él recorriendo caminos sustancialmente idénticos y sólo y muy
parcialmente diferentes. En tal horizonte, estoy convencido de que una de
las experiencias más maravillosas de la vida es sentir que siempre
podemos amar y que nunca nos encontraremos en situaciones en las que
podamos decir "ya no puedo amar más y mejor, no encuentro nuevas for-
mas de mostrar el amor hacia mí mismo y a los demás, he agotado toda mi
capacidad de recibir el amor de los que me rodean".
En este ensayo me propongo explicar cómo los solteros, los que nunca
han estado casados ni vivido en pareja, los que aún no se han
fe
15
l.A PSICOLOGÍA DHL SOLTERO; ENTRK liL MITO Y LA REALIDAD
casado, los que aspiran a casarse y los que nunca se casarán pueden
realizar su vocación al amor lo mismo que los casados o emparejados y que
la soltería, el matrimonio y todos los estados intermedios, dentro de límites
que hasta el presente nadie ha sido capaz de fijar, gozan de unas
prácticamente ilimitadas posibilidades para recorrer los caminos que
conducen a la plenitud del amor entre las personas.
Fui soltero hasta los 37 años y desde entonces convivo con la misma
mujer, mi esposa, de la que por el momento no pienso separarme a pesar
do que más de una vez me he preguntado, como me han confesado haberlo
hecho muchos otros casados: ¿quién me mandaría meterme en el berenjenal
del matrimonio, qué habría sido de mi vida si hubiera optado por la
soltería, cómo vería y valoraría a mi persona en el diario discurrir por la
vida sin la cercana y penetrante mirada de otra persona que me ayuda a
saber quién soy en el fondo de mi intimidad, allí donde se toca la confusa
frontera que separa mi yo de un tú, o a salir de la indefinición que percibo
cada vez que intento comprender la unidad que implica el "nosotros" en
cuanto expresión del inextricable misterio que comporta el binomio
hombre-mujer? Acepto de buen grado que se me pueda hacer una objeción:
¿cómo puedes hablar para los solteros tú que eres un casado? La respuesta,
como en general siempre que se habla del trabajo de los psicólogos y
expertos en salud mental, es pensar que la tarea de estos profesionales es
escuchar a los demás ayudándoles a alcanzar la plenitud de vida a la que
están llamados y solucionar sus problemas, y ello tratando de ser neutrales,
a sabiendas de que la neutralidad total no se logra siempre y del todo. Por
mi parte y siguiendo el consejo de Wachtel (1999), me he prevenido hasta
donde me ha sido posible para no dejarme contaminar por lar. ideas,
generalidades y tópicos que circulan sobre el soltero, dedicándome a
proponer con toda honestidad y el más profundo de los respetos hacia mis
lectores mi personal visión acerca de la soltería en cuanto una de las
posibles formas, nunca la única, de entenderla, valorarla y vivirla. También
quiero advertirte que en mi largo discurrir por las páginas que siguen
SAI.UDO A LOS LECTORES, SOLTEROS Y CASADOS
intento apartarme en todo momento tanto del dogmatismo "esto es lo que
vale" como del escepticismo "todo vale lo mismo"; en cualquier caso, la
valoración última de lo que aquí digo te pertenece exclusivamente a ti.
Tras mi amistoso saludo inicial, te propongo algunos datos e inte-
rrogantes especialmente elocuentes para mí y algunas indicaciones acerca
de los objetivos, contenido y estructura que me han servido de pauta en la
redacción de este trabajo, con ello pretendo simplemente facilitarte la
lectura del libro que tienes en tus manos.
Los solteros: sus múltiples caras y sus numerosos interrogantes
Cuando uno se pone a hurgar en la variedad de connotaciones que
caracterizan al grupo numeroso de personas que denominamos "solteros",
aparecen muchos datos y gran número de interrogantes.
I le aquí algunos altamente significativas:
• hasta fechas recientes, en el ámbito de la cultura occidental, más del
90 por ciento de los adultos de mediana edad estaban casados y
entre el 70 y el 80 por cien de los divorciados se volvían a casar
antes de transcurrir los cinco años tras su ruptura de vida en pareja
(Kleen, 1994). A la luz de este simple hecho y al margen de
cualquier pretensión científica y sin prejuicios, surgen varias
preguntas intrigantes ¿por qué se casan unos, la mayoría, y otros
conviven al margen del matrimonio?, ¿la soltería es cuestión de
elección o algo forzado, "que te cae"?, ¿es el matrimonio una
necesidad "natural y básica" de la persona, una meta del ser
humano en cuanto tal o, por el contrario, un mero "imperativo
social"? (Jaeggi, 1995), si nacemos solos, ¿por qué tantas personas, a
todas las edades, buscan compulsivamente su media naranja? Hoy
hay consenso en afirmar que la psicología y sociología están lejos de
haber encontrado explicación suficientemente eSclarecedora a estos
interrogantes, lo que queda patente a la vista de las diferentes
interpretaciones que cabe dar a las siguientes informaciones:
17
. Y/
I.A IMUM.OGfA DI I.SOI.TKKO: INTUI-I MI. MITO Y l-A REALIDAD
• en el mundo «Kcident.il, sólo el 50 por ciento de los que se casan
consiguen salvar su matrimonio.
• de aquéllos que siguen casados, hasta otro 50 por ciento no se
sienten satisfechos en su vida de pareja, que mantienen sólo por
"deber" a la promesa de fidelidad que en su día hicieron y en
muchos casos por miedo a empezar de nuevo y en otros porque no
ven otra salida (Cray, 1992).
• según las estadísticas oficiales, en España uno de cada cuatro
españoles en edad de casarse es soltero/a lo que contrasta con la
realidad de hace 50 años cuando en amplias capas de la sociedad
española el 90 por ciento de las familias estaban constituidas por
casados y un 75 por ciento de ellas con hijos.
• en Europa, se está produciendo un aumento espectacular del
número de personas solteras o no emparejadas, hasta el punto de
que desde los años 8(1 hasta el presente dicho incremento alcanza
en muchos estratos sociales cifras superiores al 40 por ciento.
• es general la opinión de que la versión del matrimonio y de la
soltería proporcionada por los medios de comunicación social, la TV
y los ensayos sobre las relaciones entre los sexos depende
prioritariamente de la condición de soltero, divorciado o casado de
los guionistas, escritores e investigadores.
• la moderna versión de las relaciones entre el hombre y la mujer
están experimentando una apertura a variedad de formas hasta hoy
prácticamente desconocidas en nuestro ámbito cultural: 1) solteros y
solteras que comparten por largo tiempo en la cercanía su vida
diaria y laboral, incluidas sus aficiones personales y de ocio y sin
ningún atisbo de,inierés por convertirse en pareja, 2) hombres y
mujeres que tienen pareja pero viven habitualmente solos,
compartiendo parcialmente su vida y viviendo separados y sin
ningún deseo de institucionalizar su relación (LAT-Living Aparl
Togrther), 3) parejas que se consideran novios, comparten su vida
íntima personal a niveles profundos y sin embargo nunca se
plantean casarse ni vivir juntos, 4) solté-
SALUDO A LOS LECTORES, SOLTEROS Y CASADOS
ros/as que practican una convivencia esporádica con su pareja en
fines de semana o en vacaciones, sin perspectivas de matrimonio, 5)
parejas de hecho totalmente comprometidas que dicen tener terror a
dar el paso al compromiso que conlleva el matrimonio legalizado, 6)
sol teros/as que tienen pareja pero siguen viviendo habitualmente
separados y en la casa paterna, 7) parejas que conviven con parejas
diferentes en determinados períodos y en otros no, 8) solteros/as
que confiesan necesitar el complemento del otro sexo pero
reduciéndolo únicamente a la satisfacción de sus necesidades
sexuales, etc. (Lamourére, 1988; Gpolla, 1995; Alborch, 1999;
Alberdi, 2000). Curiosamente, los solteros que viven dentro de tan
amplia variedad de situaciones coinciden en dos notas: confiesan
sentirse suficientemente felices en tal modo de vida y están
decididos a no llevar más lejos su compromiso personal.
F.n función de los datos mencionados, me propongo responder en
estas páginas a preguntas como las siguientes:
• ¿por qué unos se casan y otros no?
• ¿en que se diferencian las vivencias de los solteros de las de los
casados?
• ¿por qué hay adultos que no quieren casarse?
• ¿por qué no logran casarse muchos que lo desean?
• ¿son los solteros de hoy diferentes de los de ayer?
• ¿qué tienen en común, si lo tienen, todos los solteros?
• ¿qué ha sido necesario que ocurriera para que en los momentos
actuales y en nuestra sociedad aumente el número de solteros? • ¿caminamos hacia una sociedad de solteros?
• ¿la soltería tiene sus principales causas en la sociedad o es una
conducta que hunde sus raíces en el núcleo personal del indi-
• ¿buscamos de la misma manera el amor los hombres y las mujeres?
viduo?
19
I.A FICOLOGÍA DEL SOLTERO: fiNTRF. EL MITO Y LA REALIDAD
En los últimos años y con ocasión de mis viajes por algunas capitales
europeas, he recorrido afanosamente algunas de sus librerías importantes
intentado localizar obras o estudios que clarifiquen lo que distingue en lo
psicológico a los solteros de los casados. Con el mismo objetivo he
recurrido a internet y, por ejemplo, en el amplio servidor Coogle he podido
encontrar hasta un total de 84 páginas bajo el epígrafe "psicología soltero"
y unos 120.000 webs particulares o fichas, así como otras 84 páginas sobre
el "celibato", con parecido número de webs referidos a este tema. Tras tan
amplia búsqueda, no ha sido pequeña mi extrañeza el comprobar que entre
tantas fuentes de información no existía un manual sistemático soba* la
"Psicología del soltero" y ésta ha sido una de las motivaciones más
decisivas que, como profesional de la psicología, me lia llevado a
emprender el arriesgado empeño de redactar el libro que tienes entre tus
manos. Mi motivación se acrecentó especialmente al constatar que muchos,
lo mismo solteros que casados, guiados más por los tópicos que por datos
científicos fiables y válidos, estaban implicados en el, a mi jui cio, estéril
debate de inclinarse bien a favor de una exaltación a ultranza de la soltería,
bien y por el contrario, incurren en el imperdonable atrevimiento de
ridiculizar hasta el escarnio la "despreciable situación de todos los que han
tenido que resignarse a la triste condición de solteros" (!).
Mi opinión, apreciado lector, es que las vidas de los solteros/as
merece tanta consideración y aprecio como las de los casados/as y, por
tanto, no tiene sentido utilizar dos raseros a la hora de valorar la vida de
los seres humanos, uno para los casados y otro distinto para los solteros.
Apoyándome en análisis propios y ajenos intento mostrar que los dos
estados, el de casado y soltero, tienen la misma entidad y que son dos
modos diferentes e igualmente posibles y válidos de realizarse como
persona (Schwartzberger y otros, 1995). Me desmarco, por lo mismo, de
tópicos tan insustanciados e hirientes como pensar que "si a los 25 años no
te has casado, tendrás una buena razón para sentirte avergonzado/a"
(Nothormb, 2000) o, como so los dice a las mujeres japonesas, que es tan
vergonzoso comer mucho,
SALUDO A LOS I F.CTORFS. SOI Ti: ROS Y C ASADOS
para no dejar de ser hermosas, como no tener hijos (Alborch, 2000). I’or las
mismas razones, tampoco comparto el consejo que, al parecer v según
Diógenes, dio Sócrates a uno de sus discípulos cuando le preguntó si era
mejor casarse o no: "I i a gas lo que hagas, le respondió el maestro, te
arrepentirás (...). I’em cásate, si tu matrimonio sale bien, serás feliz, y si
sale mal, serás filósofo".
Durante el tiempo dedicado a preparar este ensayo, he leído muchos
trabajos relacionados con la vivencia del amor entre personas de distinto
sexo y tengo que confesarte que mi paciente y largo recorrido por varios
miles de páginas c informes me ha permitido captar con bastante claridad
que sus autores, las más de las veces sin decirlo abiertamente, pretendían
una de estas dos finalidades contrapuestas: unos presentar el matrimonio
como la mejor solución para la persona, acompañando su argumentación
de una cierta y sublimi- nal descalificación de la soltería, y otros lo
contrario, proclamar a los cuatro vientos las cuasi ilimitadas ventajas de la
soltería, trente a las servidumbres sustanciales y graves penurias que
acompañan al matrimonio y la vida en pareja. Curiosamente y siguiendo
parecidos criterios sesgados o simplistas dicotomías, en lugar de analizar
el fenómeno de la soltería y el matrimonio mostrando sus respectivos pros
y contras, las dos posiciones mencionadas optan por los extremos del todo
o nada, blanco o negro, esto vale y esto no, y paralelamente, c?si todos
esos trabajos se muestran igualmente contundentes a la hora de
"reivindicar" el valor de sus respectivas posturas a favor
o en contra de los solteros, para lo que -y esto es a mi juicio lo más
llamativo- no se andan con tapujos intentando "demostrar" lo injusta que
es la sociedad a la hora de valorar la condición que defienden, ni muestran
el menor escrúpulo en convertir sus simples opiniones en pretendidas y
sesudas tesis científicas, lo que lleva a unos a insistir en que la historia y
las formas de relación entre los hombres y las mujeres deben permanecer
"como siempre han sido" y a otros a proclamar la imperiosa necesidad de
que "cambie el rumbo de la historia" en el modo de entender tales
relaciones. He llegado a la conclusión de que las dos posturas coinciden en
dos debilidades, por un
21
l.A I’SICOI.CXJÍA DEI.SOI l l-KO: KNTKI! III. MITO Y LA KKAI.IDAD
lado, comelen el sesgo de considerar totalmente positiva la tesis que
defienden y negativa V equivocada la contraria y, por otro y mucho más
decisivo, se olvidan di* que los sujetos que ostentamos la condición
humana gozamos de la suficiente consciencia y libertad para optar por la
soltería o el matrimonio y que en tal libertad radica precisamente el valor
definitivo del estado o condición de casado o de soltero. Mi posición parte
del principio de que cada persona, en cuanto ser irrepetible y libre, es más
que todas sus circunstancias juntas y, por lo mismo, en ningún caso tales
circunstancias bastan para explicar por qué unos se casan y otros no. listo
me obliga a adoptar la postura del analista que aspira a ser reflexivo y, a la
vez, honrado con el lector y, por ello, lo que con la mayor objetividad que
me es posible te presento es lo que he podido observar y deducir de los
datos disponibles en torno a la soltería, sin olvidarme que tienes la doble
posibilidad de decir sí o no a mis propuestas. Quiero decirte con esto que
te presento como claro lo que veo con claridad y no te ocultaré las zonas de
incertidumbre en todos los casos en que lo expuesto así me lo parezca. Una
última observación: para evitar el peligro de incurrir en los vicios de la
subjetividad y parcialidad, procuro presentar mis ideas y las ajenas con la
mayor fidelidad a las fuentes y testimonios de que he podido disponer y
sin ningún tipo de camuflaje o arriesgada interpretación personalista.
Asumo el compromiso de serte plenamente sincero.
Mis convicciones personales y los objetivos de este libro
No dudo de que me agradecerás, estimado lector, el que te proponga
una síntesis anticipada de lo que vas a encontrar en este manual, su
contenido y los objetivos que persigo; así seguramente resultará más fácil y
fructuoso el largo diálogo que nos espera mientras recorremos juntos el
contenido de estas páginas. Esto conlleva para mí, entre otros
compromisos, mostrarte desde este momento y al desnudo mis
"convicciones personales", entendidas como criterios vertebradores o
supuestos básicos con los que me he implicado en este trabajo; las resumo
en las tres siguientes.
SAI.UIX) A I.OS LECTORES. SOLTEROS Y CASADOS
1 I lay muchas i>ersione$ de la vida plena, una de ellas es la del soltero, ¡¡ne no es
mejor ni /vor que la del casado; una y otra conllevan grandes posi* ¡<¡lidades y también
numerosas limitaciones.
2 '. La vida del soltero constituye en estos momentos una experiencia psicológica y
social lujo muchos conceptos nueva que tiene poco que ver con la soltería de otros tiempos;
considero por ello necesario evitar cualquier tipo de generalización sobre ¡os solteros, lo
que me llevaría inevitablemente a incurrir en considerables y posibles márgenes de error.
y. Puesto que las personas emparejadas o aisladamente somos únicas, nada de lo que
aquí se dice sobre los solteros puede sustituir el acercamiento riguroso a la comprensión
total y última de la ‘vida de cada persona y,;tor tanto, de la tuya. Esto me invita a hacerte
una amistosa sugerencia: al margen de tu situación de casado o soltero, utiliza, modifica,
ajusta, asume, rechaza... lo que propongo aquí sin preocuparte de que te apartes o te aten-
gas a lo que digo; nada en mi propuesta es definitivo, totalmente seguro, ni sobre todo,
equivalente a la iría única de que dispones para alcanzar tu propia felicidad, que es lo que
verdaderamente te importa y me importa.
Insisto diciéndotelo de otro modo: pienso que, en cuanto grupo social,
los solteros pueden ser personas tan maduras, felices, equilibradas y tan
ricas y ambiciosas en su desarrollo personal como los casados y, por tanto,
no puedo aceptar como verdades definitivas todos aquellos enunciados
que denominamos estereotipos, creencias sociales vigentes en nuestra
sociedad que reflejan verdades a medias y equivalen, con demasiada
frecuencia, a visiones caricaturescas de la vida real de los solteros.
Objetivos de este libro
Con relación a los objetivos que me he marcado al escribir este
paquete de reflexiones quiero decirte que lo que he pretendido por encima
de cualquier otra consideración es llevar al ánimo del lector y
especialmente a los solteros una idea: el reconocimiento de que el estatuto
del soltero, tanto a nivel personal como social, guarda perfecto paralelismo
con todos aquellos valores positivos que se atribu-
23
I \ l’SICOIXXíÍA SCM.I IKO: EN IKE El. MITO Y I.A REALIDAD
vii «il i'sl.ido de casado y, en tal sentido, me gustaría contribuir al li»};ri»
de estos tres objetivos:
I". Que por su condición de casado o soltero, nadie se considere más m
menos digno de respeto que el resto de los demás adultos, ni que hava
quien se crea con razones suficientemente serias para pensar que por ser
soltero la persom carece de lo esencial para realizar- se en plenitud como el
resto de sus semejantes, y ello porque cualquier persona, por el hecho de
serlo, encarna un ser valioso, digno de recibir amor y consideración, al
margen de su opción por la soltería o la vida en pareja. Todos tenemos
nuestro haber y nuestro debe, nuestras cualidades y nuestras limitaciones
y, en consecuencia, no es adecuado pensar que el hecho de que una
persona tenga, por ejemplo, menos atractivo físico constituye un obstáculo
insalvable para disfrutar de su capacidad para ejercer la simpatía, la
honestidad, el amor y, en general, un alto nivel de desarrollo personal o
social al margen y por encima de su estatus de soltero o casado.
2". Tengo también el máximo interés en promover un mejor cono-
cimiento psicológico de la vida de los solteros que les facilite una adecuada
valoración de sí mismos y, como consecuencia, se sientan más libres para
no tener que poner en juego mecanismos de defensa tendentes a demostrar
la falsedad de los tópicos y exageradas limitaciones atribuidas a la soltería
-limitaciones, que son muy similares a las de los casados-. Espero que todo
ello redunde a la postre en un mejor conocimiento de los solteros por parte
de los casados y facilite el diálogo amistoso entre unos y otros dentro de la
red de relaciones sociales en la que todos, al margen de nuestra condición
de casados o solteros, jugamos el papel de protagonistas.
3". Por último, quisiera contribuir con mi aportación a iluminar los
caminos conducentes al desarrollo de la vida de los solteros, tanto en el
caso en que deseen dejar de serlo y pasar al estado de casados como en la
hipótesis, igualmente posible y digna, de que aspiren a permanecer s irte die
en su actual situación de soltería. En este segundo caso, todo mi empeño se
orientará a mostrar que no tiene sentido empeñarse en demostrar la
incapacidad o torpeza de los solteros
fe
SALUDO A LOS LliCPORFS, SOLTEROS Y CASADOS
para llegar a establecer con su entorno social unas buenas y sanas
relaciones en términos de entendimiento cordial, de profunda amistad e
incluso de intimidad, ni que nada tiene de extraño ni nos extra limitamos
cuando, en contra de los burdos mitos y tópicos que circulan contra los
solteros, afirmamos que en la convivencia del soltero con los demás
pueden brillar con luz propia las más valiosas y delicadas formas de amor
(Gail y Moon, 1997). Ello no significa, y esto también hay que decirlo con
toda claridad, que ninguno de los estados, ni el de casado ni el de soltero,
asegura por sí mismo una vida feliz, dado que la clave de la felicidad de
las personas depende básicamente de la gestión inteligente o pobre que
cada uno hace de las inmensas posibilidades que la vida nos ofrece de
amar, soñar, comunicamos)' compartir nuestra vida con nuestros
semejantes tanto dentro del matrimonio como fuera de él.
De que solteros hablo
Dada la variedad de situaciones que es posible incluir bajo el paraguas
del concepto "soltero", quiero comenzar proponiendo al lector una primera
aproximación al sentido que doy al término "soltero" a lo largo de mis
reflexiones. Desde mi posición, tal concepto queda delimitado por las
siguientes acotaciones:
• INCLUYO básicamente en la categoría de solteros a quienes no están ni
han estado nunca casados en sentido institucional o, lo que es lo mismo,
los que no han oficializado legalmente su convivencia en pareja; vendrían
a coincidir con los que hasta hace pocos años se incluían como soltero en el
apartado "estado" en el documento nacional de identidad (UNÍ).
• por extensión, también considero solteros a todas aquellas personas
que de hecho no viven emparejados con una pareja estable aunque
hayan mantenido relaciones eventuales o esporádicas con alguna o
varias parejas; en este sentido, soltero equivale a vida
"habitualmente no emparejada". En este grupo incluyo a los solteros
que viven con personas con las que les unen
25
I.A PSICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
lazos directos de familiaridad, en concreto con los padres, her-
manos, tíos, primos o sobrinos, pero con los que no mantienen las
relaciones peculiares entre un hombre y una mujer que viven
emparejados.
• EXCLUYO de la condición de solteros a los que viven solos tras haber
vivido en pareja: a los separados o divorciados legalmente o de hecho, a
los viudos/ viudas y, por extensión, a los padres y madres que conviven
con hijos habidos mientras eran solteros.
• igualmente excluyo a los gavs y lesbianas que viven solos o
emparejados, por considerar que se trata de una situación personal
que requiere diferente tratamiento de los problemas que afectan a
las personas y a los solteros en general.
En síntesis y dado que falta en español un vocablo que traduzca
adecuadamente el término inglés single (solo, singular, sin pareja) (Alborch,
1999), identifico a los solteros con las personas que "no están ni han estado
casadas", denominadas en castellano célilfes, en inglés unmarried y en francés
celibatones, al igual que hacen otros autores y es costumbre dentro de la
Comunidad Europea (Davies, 1995; Kaufmann, 1993). Por lo dicho
entenderá el lector que al adoptar este enfoque me desmarco de cualquier
posición que suponga identificar este trabajo como una teoría unitaria de la
soltería o de la vida de los "solitarios" en general; considero que tal postura
sería demasiado pretenciosa a la vez que peligrosa y arriesgada toda vez
que tratar en un mismo marco de referencia las complejas dimensiones
psicológica, social, económica, sexual, etc., de todos aquellos que no
conviven en régimen de pareja establecida es un objetivo, además de
escasamente útil, prácticamente inalcanzable. %
Contenido y estructura del libro
Con el título la psicología del soltero: entre el mito y la realidad quiero destacar
que en este ensayo me ocuparé de deslindar con la mayor claridad que me
ha sido posible dos modos de interpretar la vida del , soltero, el definido
por los mitos, estereotipos y creencias infundadas
fe
SALUDO A LOS LECTORES, SOI TEROS Y CASADOS
que circulan sobre los solteros en amplios sectores de nuestra sociedad. y
otro muy diferente y más objetivo, el que se corresponde con lo que
realmente sienten, piensan y viven aquellos adultos que por razones
diversas no viven en pareja. Este ensayo psicológico traduce mi intento,
necesariamente parcial y limitado, de describir lo que podríamos
considerar el retrato robot del soltero o, lo que es igual, los trazos más
sobresalientes de lo que se refiere a la experiencia vital de los solteros tal y
como se refleja tanto en los estudios psicológicos y sociológicos que he
podido compulsar como en función y a partir de las opiniones recogidas
por mí mismo a través de entrevistas mantenidas con un grupo
representativo de solteros sobre las que hablaré más adelante. Aprovecho
este momento para dar las gracias a todos los solteros/as que han confiado
en mí y me han concedido el honor de hacerme partícipe de su historia,
alegrías, conflictos, experiencias y secretos personales; sin su colaboración,
hubiera sido imposible expresar muchas de las ideas contenidas en estas
páginas.
Los cinco capítulos que integran el libro intentan clarificar 1) el
significado que tiene hoy la soltería, 2) cuáles son las causas o motivos que
conducen a ella, 3) qué vivencias psicológicas constituyen la experiencia
interna del soltero, 4) en qué horizonte cabe pensar que se desarrollarán en
lo personal quienes opten por vivir solteros y, por último, 5) con qué
criterios les conviene actuar a los solteros que aspiran a dejar de serlo y
formar una pareja feliz y duradera. Estos objetivos se corresponden con
otros tantos capítulos, cuyo contenido describo a continuación.
1. La soltería y sus dimensiones psicológicas. En este primer capítulo me ocupo
de definir los perfiles psicológicos y sociológicos variados y más
sobresalientes que identifican la personalidad del soltero. Debo aclarar
que, tras comprobar las dificultades experimentadas para establecer un
modelo unitario de soltero, he optado por centrar mi atención en la
variedad de situaciones en que viven los solteros proponiendo una
tipología sobre ellos que califico de "provisional" puesto que no estoy
seguro de haber reco-
27
LA PSICOLOGÍA DI I SOLTERO ENTRE El. MITO Y LA KHALIDAI)
gido en ella todos los tipos y modalidades de vivir, a lo largo del
tiempo y en nuestra sociedad, la diversidad de experiencias que
aparecen entre los solteros.
2. Solteros, ¿por qué? Este segundo capítulo analiza las causas que
conducen a la situación de soltero desde las motivaciones más
personales, como el disfrute de una mayor libertad e independencia
para orientar todos los recursos personales hacia el logro de objetivos
considerados especialmente valiosos por el soltero, pasando por el
temor al compromiso implicado en la entrega de lo más íntimo de uno
mismo a una persona del sexo opuesto, no renunciar a las específicas
posibilidades que permite la vida de soltero para afrontar
compromisos tanto en el ámbito de lo laboral como en los
intercambios personales en niveles de flexibilidad y libertad con
frecuencia inaccesibles para el casado, también cito la falta de
oportunidades en el entorno social que prácticamente hacen imposible
encontrar la "media naranja", etc., para terminar con la consideración
de la soltería en cuanto expresión de una opción claramente elegida y
libremente asumida basada en un conjunto de muy variadas razones
personales.
3. La vida del soltero: sus luces, sus sombras. Este tercer capítulo se ocupa de
describir en clave psicológica, las ventajas o luces y los inconvenientes
o sombras que conlleva la vida de soltero en las diferentes
dimensiones que configuran su vida personal: en el terreno del amor y
de la familia, de las relaciones sociales o experiencia de la soledad, de
la economía, del trabajo, de la autonomía y creatividad, de la
valoración y consideración social, del ejercicio de la propia sexualidad,
etc. El capítulo concluye afirmando que, salvando algunas diferencia^,
la lista de ventajas e inconvenientes de la vida soltera es básicamente
comparable con las ventajas e inconvenientes del casado.
4. El futuro de los solteros. Este capítulo equivale a una propuesta
o programa de desarrollo personal para aquellos que viven solteros y
quieren seguir siéndolo. Pensando en estos partidarios de la soltería,
aludo a directrices psicológicas que pueden facilitar a los
SALUDO A LOS LECTORES. SOLTEROS Y CASADOS
solteros, dentro de su peculiar situación, el logro de una vida ple- n,i y
feliz. Así, se indicarán formas de convivencia peculiares y
onriquecedoras para los solteros, sugerencias que les ayuden a superar
las situaciones problemáticas que les pueden surgir como consecuencia
de su soltería y la manera de librarse de incurrir en actitudes negativas
tales como el victimismo o la soledad como sufrimiento, etc., y sobre
todo, las múltiples posibilidades que tienen los solteros para
organizarse la vida en sentido positivo y felizmente.
i. La apertura del soltero a la vida en pareja y al matrimonio. Este último capítulo
propone un amplio listado de pautas, estrategias v criterios que, a
juicio de los expertos en el campo del amor y en relaciones de pareja,
pueden orientar al soltero que desea casarse a dar con eficacia y más
fácilmente los pasos implicados en el acercamiento, la elección y la
convivencia en una relación de pareja satisfetoria y duradera.
Para finalizar este largo saludo quiero indicarte, apreciado lector, el
criterio metodológico que he utilizado como eje vertebrador de mi
exposición: mezclo la referencia a experiencias concretas ton esquemas y
principios más teóricos, intentando que unas y otros te ayuden a encontrar
fórmulas que te faciliten el desarrollo de tu capacidad de amar en dos
direcciones, hacia tu interior, mediante el ejercicio del amor hacia todo lo
valioso que se encierra en tu persona, y hacia el exterior, amando a las
personas que te rodean; este manual apunta a la posibilidad de que una de
tales personas pueda -no necesariamente deba- ser tu pareja. Por encima de
todo, quiero desearte que en cualquiera de las situaciones que te ofrezca la
vida de soltero aciertes a encontrar personas con quienes puedas compartir
una de las realidades más bellas y profundas de la existencia humana: sentir
que vives allí donde el amor se muestra con toda su grandeza y más allá de ¡as limitaciones
que acompañan ¡a vida de esa pléyade de seres privilegiados que llamamos personas y al
que perteneces en calidad de ser único e irrepe
tible.
29
1
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES
PSICOLÓGICAS
Quiero comenzar este capítulo indicando al lector algunos de los
supuestos que me han guiado en el largo recorrido por el espacio interior o
experiencia personal del soltero. El primero y fundamental es reconocer que
la soltería no es algo así como un concepto mono- color almacenado en
alguna parte de nuestra estantería mental, por el contrario, tiene tantas
versiones como maneras de vivirla muestran sus numerosos protagonistas,
los distintos tipos de soltero; muy especialmente he querido desmarcarme de
un vicio frecuente, simplificar grotescamente el significado de lo que en el
plano real se esconde bajo los términos de "soltero" y "soltería". Esta actitud
me viene impuesta como consecuencia de un hecho tan llamativo como
plenamente comprobado en nuestros días, el dato de que en amplias capas
de nuestra sociedad uno de cada cuatro adultos vive -o se ve obligado a
vivir- como soltero y sin pareja estable. En los momentos actuales, el
concepto de soltero es una realidad personal, psicológica y social nueva por
muchas circunstancias que más adelante examinaremos, un estatus de tal
complejidad que no permite, so pena de incurrir en vanas simplificaciones,
considerar suficientes las definiciones de soltero a partir, por ejemplo, de sus
connotaciones meramente semánticas o etimológicas -del latín solus, y en
castellano
LA I'SICOLOGÍA DLL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
•i»/o-. I\>r parecidas razones, pienso también que sonaría a visión
superficial y fatua cualquier pretensión de comprender la soltería como el
reverso o mera negación de la vida en pareja dado que, a mi juicio y en
contra de lo que frecuentemente se dice, las vidas del casado y del soltero
coinciden en amplias zonas dentro del que denominamos ámbito del
desarrollo personal. La variopinta riqueza de la vida del soltero se capta
muy pronto apenas se adentra uno en el bosque de connotaciones
sociológicas, psicológicas, familiares, jurí-
* dicas o económicas por las que ha pasado esa forma de vida indivi-
dualizada, tan escasamente estudiada como poco conocida, a la que
etiquetamos con el escueto término de "soltería", pero cuya realidad cambia
drásticamente de significado cuando se observan las profundas variaciones
y cambios que ha experimentado desde los años 50 a esta parte la dinámica
interna y externa de la vida del soltero (Cipolla, 1995; Gail y Moon, 1997). A
título de ejemplo, si hasta los años 80 en España, los solteros se podían
identificar con los que vivían solos o aislados, a partir de tal década la soledad
ya no es una característica de los "oficialmente" solteros puesto que la
cohabitación comenzó a ser un fenómeno frecuente entre las parejas
civilmente no casadas, y en los principios de nuestro s. xxi, la vida "en
pareja no legalizada" se ha convertido en una situación muy generalizada en
toda Europa, incluida España (Kaufmann, 1993). Este es el motivo de que
para definir con cierta precisión lo que significa el término "soltero" en las
numerosas y diferentes situaciones en que puede darse esta condición se
utilicen variedad de sinónimos y delimitaciones: célibe, no casado, solo,
impar, soltero joven (joven aún no casado), solterón -según la Real
Academia de la Lengua, soltero entrado en años-, solcero a los 30, 40, 50
años, etc.
Desde las consideraciones precedentes, entiendo que para abordar con
un mínimo de rigor el estudio de la soltería bajo el punto de vista
psicológico, que es el objetivo que me he propuesto, debo centrar mis
reflexiones en la conducta del soltero, comprendiendo por tal el equivalente al
conjunto de experiencias, ideas, sentimientos, posibilidades y limitaciones
que constituyen la urdimbre de la vida de
I.A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES ECOLÓGICAS
|0< adultos que "viven solos, bien porque no han querido, bien porgue no
han podido casarse", lo que implica que sólo indirectamente debo ocuparme
de las dimensiones de índole social, jurídica, económica, etc. que inciden en
el desarrollo de la personalidad de los solaros (Schwartzberg y otros, 1995);
en esta perspectiva, me interesan |,is vivencias del soltero en el ámbito del
amor, la familia, bienestar, soledad, ocio, trabajo, sexualidad, salud,
amistades, economía y un largo etcétera, peculiares y en algún caso
exclusivas, que caracterizan la vida diaria de los adultos no casados
(Lamourére, 1988).
Diferentes concepciones de la soltería
I {ablando de la soltería, uno de los requisitos básicos del analista os
aceptar el diferente significado que posee esta experiencia humana tanto en
función de las distintas culturas, judía, oriental, occidental, sociedades
tribales africanas o de Oceanía, etc. como en el devenir histórico dentro de
cada una de ellas; en ambas perspectivas podemos observar profundas
diferencias y sobre todo cambios que afectan drásticamente tanto a la
vivencia como a la consideración social de la soltería. Es mi propósito
centrarme preferentemente en los significados que la soltería ha tenido en el
contexto y en el devenir de la cultura occidental, lo que me llevará a repasar
su doble cara, la más oscura, coincidente con la larga lista de mitos y
estereotipos entre insultantes y compasivos con los que el sadismo colectivo
se ha cebado en una visión caricaturesca de la soltería, y su cara brillante, la
que nos muestra lo que representa para muchos de positivo y realmente la
soltería en los momentos actuales y que no es otra cosa que una forma más
de realizarse como persona.
Estereotipos y mitos sobre los solteros
Los estereotipos y los mitos son coastrucciones sociales transmitidas por
los ranales de la opinión pública que suelen introyectarse por los sujetos a
modo de imperativo obligado y difícilmente rechazable (Gil Calvo, 2000).
Normalmente, se trata de verdades a medias
33
LA PSICOIXXÍÍA DEL SOLTERO: ENTRE El. MITO Y LA REALIDAD
que tienden a traducirse en normas de conducta esclavizantes, y ello porque se
fundamentan en ideas, expectativas y juicios de valor tan irracionales como
generalmente inalcanzables, lo que los convierte para quienes se rigen por ellos en
fuente de frustración y sufrimientos; sólo las personas que han alcanzado un alto
grado de desarrollo personal son capaces de librarse de tales mitos (Rogers, 1993).
Sobre el poderoso influjo negativo de los estereotipos aplicados a la MUJER
existen abundantes y diversas testimonios; presento algunos.
"Cuando una mujer comienza a salir con hombres /.../ siente (¡ne su valor se
refuerza. La sociedad le ha dicho que debe tener un acompañante en la fiesta. un
hombre a su lado y un esposo que dé sentido a su vida. Proteger este tipo de imagen
puede tener una importancia fundamental. Se dice que las mujeres que tienen estas
cosas son las que wn bien y que las que no las tienen son digtuis de lastima. A
menudo la familia refuerza estos sentimientos. Pensamos en una mujer soltera, que
debe sojrortar que sus parientes la cuestionen porque aún no ha conseguido un
marido. Cuando la ivan con un hombre, significa que alguien la desea y que, por
tanto, tiene valor" (Cárter y Sokol, 1996, p. 244).
Gil Calvo, en su reciente obra Mafias miradas (2000), cita un ejemplo de
cómo el estereotipo es exigente con la MUJEK; "Obligación de ser limpia, arreglada,
tener buena presencia, estar delgada, ir a la moda y parecer ¡oven'1 (p. 22).
Tampoco el HOMBRE se libra de los estereotipos y, así, hablando del
matrimonio, lo identifica con este juicio de valor: "Un ascenso en ¡a escala
social que proviene de fundar un hogar y formar una familia j la que debe proteger.
Ser hombre tiene que ver básicamente con ¡a actitud de res- fwnsabdidad y con el
ejercicio firme de esta responsabilidad en relación con su casa; ser cabrón [sic] es el
resultado de no asumir esa responsabilidad.
Ser hombre y ser cabrón dependen tanto dtl éxito o fracaso en el control de las
mujeres como en la competición masculina por ellas" (ibídem, p. 264).
En el portal Fuanz Kafka, proporcionado por el servidor Google (octubre,
2002), se puede leer esta descripción estereotipada y de trágicos tintes sobre
el SOLTERO varón: "Es tan terrible quedarse soltero como ser un viejo intentando
conservar la dignidad o pasar con otros una ivlada en compañía de otras personas,
[.../no subir nunca ¡as escaleras jun-
LA SOI.TERtA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
tu a la mu/er, contar solamente con una habitación con puertas laterales que llevan
a habitaciones de extraños, traer a casa la cena en un paquete, tener que admirar a
los niños de los demás y ni siquiera poder seguir diciendo 'los tengo', componer el
aspecto y el proceder según el modelo de uno o dos solterones que se conoció cuando
uno era joven
En el terreno del amor, un estereotipo que mina muchas ilusiones vitales
es dejarse llevar por el sofisma de que "sólo el amor de pareja es verdaderamente
amor y todos los demás sustitutivos frustrantes del único y verdadero amor, el del
casado".
En el ámbito de la familia, los estereotipos pueden hacer también su mella
tanto en los hijos solteros como en los padres pues, cuando un hijo/a se
aparta de la norma "adulto casado", los padres reaccionan como si de algún
mal piopio se tratara. Si el matrimonio representa la evolución "natural" de
la familia, la soltería equivale a cierta "anormalidad", y es que los padres no
tratan ya al hijo soltero según las relaciones "padre-hijo" sino "padre adulto-
adulto". Tal situación resulta en muchos casos incómoda y es origen de
muchos sufrimientos para los padres, pues piensan que no han sabido incul-
car en los hijos el amor que lleva al matrimonio; mientras que el hijo no $e
casa, no goza de la cualidad de adulto en la familia (Schw*rtz y otros, 1995,
p. 13).
Un criterio que sirve para entender lo que puede afectar la SOLTERIA a las
personas, mujeres y hombres, es el valor altísimo e incuestionable (!) que ha
representado el MATRIMONIO en el sistema de valores vigente en la sociedad
occidental hasta la década de los 80, fechas en que el estereotipo imponía
esta regla o cliché:
"El hombre trabaja y la mujer se ocupa de la casa y del cuidado de los hijos, la
mujer es dependiente del salario del mando, y la felicidad familiar se puede alcanzar
sólo cuando se toma como patrón la fórmuh "matrimonio- pareja-madre-hijos". Por
ello, no es de extrañar que por los años 50 las cuatro primeras tareas del
adulto fueran y por este orden: elegir pareja, aprender a convivir en ella,
tenor una familia v criar a los hijos, y el no casarse significara para el hombre
algo patológico y en la mujer inferioridad biológica (Schwartz y otros, 1995,
p. 15). Por las mismas fechas, el 80 por ciento de los americanos pensaban
que las personas solteras "eran enfermos, neuróticos e inmorales" (Coontz,
1992).
35
LA rSICOLOClA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
En un amplio «iludió tobrr U ollería en la Unión Europea,
(199)) hA hecho el recuento do los principales mitos
. qut drcuUn en el mundo occidental sobre los
i %ut padrrs: los visitan constantemente
M,dk» y especialmente con la madre. Esto so
U mujer soltera, a que no ha podido desa-
tan* dentro de la sociedad general; en el sol-
de un* figura medio trágica y medio ridicula
«nbt* casos, esto ocurre "porque [los hijos)
debido * que no supieron despegarse de la
¿fdr en honor a la verdad que ningún estudio
hasta hoy que los casados sientan menor
IpAdrrs que los solteros.
están centrados en sí mismos, piensan
y si llegan a casarse acaban divorciándose,
sería su escasa dedicación a los servicios
de los solteros no dedican ni una sola hora
y sólo el 9 por ciento dedican algunas pocas
y como máximo entre 5 y 10 horas semana*
|& piefiervn ocuparse del cultivo de sus manías,
de casa que renuevan y cambian constante-
ffciftlir viajes costosos, etc. En un alarde de exa-
<kdr que entre los solteros no hay santos: sólo
fueron solteros santos. Contra tales gruesas afir-
comprobar que en todos los tiempos ha habi-
litas solteros que dedicaron toda su vida a los
Intensidad canonizable y canonizada (!).
ricot esta afirmación carece de fundamento pues
Uf fl partir de los 30 años, los sueldos de los solteros y
^follare* y los solteros no son más ricos que los casa-
mát felices: esta afirmación, como tantos otros tópi-
odldo *er demostrada científicamente. De hecho, hay
LA SOLTI KIA Y SUS /v
bastantes datos a favor de que los casados son más Muxs Mlilvn menos de
insomnio, son menos propensos .1 u-ihm uWvmn. .1 sufrir de ansiedad, tienen
menor sentimiento do aiIjm so ,Mllo. valoran más, etc., por el contrario, los
sotaros son m.K pojvnsos a la bebida, a las drogas y al suicidio (55 por ciento
i’nl.v U*s solteros frente al 35 por ciento entre los europeos casada
r/ ^¡cros son más libres y tienen mas tiempo de «vio: a p um-i.i visto, parea* que sí
porque están libres del cuidado di* los v sin familia, pueden viajar solos, van
donde quieren y ,'u.tndo vjU¡o ren, gastan su dinero romo quieren y sin ri‘ndir
atontas Sin embargo y curiosamente, cuando se pregunta .1 los •.»<Ium»>s y
casados en qu¿ medida se sienten libres, los ponvnla|o*. K\x. IVS_ puesta son
similares, en torno al 31 por ciento en amln*., .,..os. sí parece ser cierto que salen
más de casa que los casados Um Mi por ciento más), pero este aspecto no es
suficiente para doi„,u .u|e- diadamente la libertad de las personas. Por otra
parlo. MIMxltl claro que dispongan de más tiempo libre puesto quo. i’Sivpluan-
do los solteros con altos ingresos que pagan el serví, 1,. ulr,,s personas, el resto
sueien tener más obligaciones oa*íetas #
Como en cualquier ámbito de la vida con alta signilu .it i,,n los mitos sobre los
solteros se dedican unos a su condona ,vrsi,iM vegatiiHi de la soltería- y otros a su
exaltación; estos lilliint*. |.ns«-ntan a los solteros como personas excepcionales,
dignas de sei admiradas e imitadas -versión positiva de la soltería-. Asi, hasta ¿|HH.I>.
„.llU.s y aún hoy en día, se vienen diciendo de los solteros/as m u, l».,s lindezas y
chismes -tal vez fuera mejor denominarlos insultantes disparates-, los más en contra,
y más bien pocos a favor.
Estereotipos en contra de la soltería
A pesar de que la soltería es una estado cuya valora, iñn »hh í,»I va ganando
puntos en sentido positivo, prácticamente nun, ,1 I.., s,d0 valorada socialmente igual
que el matrimonio; esto o* palmlr mando uno echa una mirada hacia el pasado y lo
es también ni la aelua-
fe
37
I.A l-SIC OI Ot.ÍA Dlil. SOI.TF.RO KNTRE II Mi uM I A RIVALIDAD
lidad. Los testimonios en este sentido son .IIM uníanles, como so desprende
de los datos que propongo n continua* u>n:
• las críticas dirigidas a los solteros *«• ivnumtan a los tiempos más
remotos y así se atribuye ya a Mi». .,-s una de las primeras condenas
del celibato, lo que no es d»- extrañar dada su pertenencia a una
sociedad en que la cstoi iltdad era un oproMo v los hijos corona de
los ancianos; por r.<> i.unbién la ley hebrea premiaba a los maridos
dejándoles libu-. de muchas de las cargas y obligaciones a los que los
solleu". estaban sometidos. Mucho después y en la misma línea,
M.dioma dio ejemplo del valor del matrimonio casándose a la edad
de seis artos (Díaz,
1998, p. 95).
• entre los romanos, el nombre de solteu* célibe se deriva del término
"caelebs" que aplicaban al soldado y es sinónimo de dejado,
abandonado, desamparado, árbol sin fruto, etc. Para los griegos, el
estatuto de soltero o célilv "koilos", iba asociado a la idea de cosa
hueca, vana, vacía, vio poco peso o fortaleza, árbol sin raíces, pompa
de jabón que se lleva cualquier viento (Díaz, ibídem, p. 143).
• en épocas más recientes, una visión nuiv generalizada considera a los
solteros personas indecisas y capidismuidas incapaces de realizar lo
que sí han sabido hacer los casados, llegar al matrimonio (Davies,
1995, p. 18).
• el soltero es un bicho aún no clasificado, rebelde a todas las leyes
naturales y sociales, divinas y humanas, civiles y religiosas,
monólogo empobrecido en medio del fastuoso y maravi lloso lenguaje
de los hombres, libro en blanco, ser a medias, caminante que no deja
huella de su paso, enemigo del bienestar moral de los Estados, etc.,
por eso, lo mejor que se ha podido decir de la soltería es que sólo es
buena para evitarla (Díaz, 1998).
• los solteros, en especial los de la clase media o acomodada, son
ejemplo del avaro por los cuatro costados y exponente de la
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
persona materialista cuyo objetivo principal es la acumulación de
riqueza (Díaz, ib ídem, p. 90).
• una actitud muy generalizada con respecto al soltero es considerarlo
un ser provisional y por tanto necesitado de otros pasos para
alcanzar su plenitud como persona; a partir de este supuesto, toma
entidad un sistema de valoraciones que se traduce en distintas
formas de insulto hacia la soltería, desde las más burdas hasta las
expresiones más sutiles de desprecio hacia todos los que, debido a su
pusilanimidad y cobardía, no habrían sabido enfrentarse a los
compromisos de la vida en pareja (Ferrándiz y Verdú, 1975).
• en la perspectiva del amor, una visión frecuente en relación con los
solteros es considerarlos sujetos adictos al "amor enfermizo" (Doueil,
2000).
• una de las conclusiones alcanzada por Nerín (2001), a través de su
reciente estudio sobre los solteros en la zona norte de Aragón, es que
para la opinión común cada soltero representa un problema y que la
única diferencia es la manera de vivirlo.
• los solteros serían personajes grotescos que, con excepción de
aquéllos que supieron sublimar sus instintos en aras de la ciencia, la
cultura o la política, como Platón, Orígenes, Miguel Ángel -decía que
se había casado con su arte-, Newton, Koosevelt, Orson Wells, etc.,
constituyen un monumento a la excentricidad (Jaeggi, 1995).
• a diferencia de aquellos hombres y mujeres maduijos que aceptan las
reglas del juego social, saben conquistar a su pareja y fundar una
familia, los solteros son cierta clase de minusválidos incapaces de
guardar la norma, raros, inadaptados e hijos de mamá, cuya cobardía
les impide llegar al compromiso del matrimonio (Cárter y Sokol,
1996; Cargan y Nlelko, 1982).
• del “solterón" se ha dicho que es el bicho más repugnante entre los
animatítos implumes: escéptico, avaro, egoísta refinado, sibarita,
contrabandista del amor por pura ignorancia de éste, vagabundo,
anzuelo de las solteras y con alma -si la tiene- de hue-
39
l.A I’SIC'OI.OGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REAI HMD
so, comodón, moscardón, parásito, siniestro, maniático, bestia,
alimaña, bicharraco, asesino, ladrón, gusano, hoja seca, culebra boba,
buey suelto, bandido urbano, alma de zorra, pozo di* malicia, y así ,
hasta una lista de S4 “piropos" más. Son, además, holgazanes
rezumadas que, en vez de asumir las obligaciones de conlleva el
matrimonio, optan por la zanganería; por eso, no merecen la menor
atención por parte de los Estados (Díaz, ibí- dem, p. 239).
• durante el siglo xix, comenta Alborch (1999, p. 32), las solteras
aparecieron con identidad propia, al margen de sus familias, hijos,
hermanos o tíos, pero esa situación conllevó el destino de la
compasión y ridículo, convirtiéndolas en carne de cañón de la
enfermedad femenina por excelencia, la soltería, que convierte a la
soltera en criatura incompleta y no realizada, sufriente de soledad,
infeliz, inculta y confinada entre las cuatro paredes de su casa; habrá
que esperar hasta el siglo xx para que esa imagen cambie de
fisonomía.
• a pesar de que los malos tratos a los solteros se remontan, como
hemos visto, a etapas muy anteriores, fue especialmente en el siglo
xix cuando comenzaron a lanzarse contra ellos los improperios más
hirientes: se les acusa de estériles, impotentes, licenciosos,
decadentes, se les considera una amenaza para la natalidad y se les
reserva las tasas contributivas más caras. Fue también en esta época
cuando se acuñan los términos peyorativos "solterones" y
"solteronas" como equivalente de objetos de lástima, primos pobres
de la familia, libertinos, seductores temidos por los padres de familia
con hijas en flor, etc. Si el ideal de la mujer es en lo biológico la
maternidad, en lo jurídico la dependencia del marido y en lo físico el
ejemplo de belleza, la solterona aparece como todo lo contrario de la
mujer ideal (Alborch, 1999, p. 47). Por la misma época, siglo xix, el
síndrome de estigmas atribuido a los solteros llegó hasta el extremo
de que médicos y sociólogos imaginativos afirmaban que los solteros
tienen peor salud, mueren antes y se
fe
LA SOLTERÍA V SUS DIMENSIONES I‘SICOLÓGICAS
suicidan mucho más que las personas casadas, dolos que ningún
estudio científico ha logrado demostrar (l.amourére, 1988; Davies,
1995).
• desde la "teoría psicológica del apego", el tópico lleva a pensar que
los solteros son dignos de compasión puesto que su temor a convivir
afectivamente con su pareja tendría como desgraciada causa el no
haber recibido durante la infancia el amor y cuidados suficientes
para aprender a conectarse confiadamente con las demás persona?, lo
que aplicado a nuestro tema, se podría traducir diciendo que los
solteros coinciden con aquellas personas que desconfían de que el
cónyuge les pueda colmar la necesidad de sentirse suficientemente
amados (Torrabadella, 2000, p. 73).
• socialmente, los solteros han sido considerados personajes
insensibles a los bienes que representan las nuevas generaciones para
la sociedad, por lo que no son merecedores de la consideración que
los Estados dan a los casados y padres de familia en razón de su
contribución a la renovación constante que la sociedad necesita para
sentirse viva y próspera (Díaz, 1998, p. 134).
• en la medida en que el marco de referencia del adulto y la norma
generalizada para la sociedad es el matrimonio, los solteros se ven
abocados al peligro de que se les considere menos hábiles para la
"vida normal" y, por lo mismo, se les vea como personas en cierto
modo "desviadas" (Schwartzber y otros,
• a los solteros se les confunde con los solitarios y aburridos y el
estereotipo les considera víctimas de la soledad y de una minusvalía
frente a la vida en pareia; esto lleva a que a las mujeres solteras, en
concreto, no se les suela preguntar por qué se han quedado solteras,
sino por qué no se han casado y tenido hijos; y a la postre, se las
compadece por ello (Alborch,
1999, 207).
• el calificativo de "solterón" o "solterona", relativo a las personas que
"no han conseguido" emparejarse, tiene aún en nuestra
1995).
41
I A I'SICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MI ID Y LA RI A! IDAD
sociedad actual una inequívoca connotación peyorativa pa rj algunos
(por otra parte, la propia expresión común "no conseguir pareja" es
un tanto reveladora). Y por el contrario, no nos es desconocida,
aunque lo ocultemos con cierto rubor, la sensación ufana de
presentamos en sociedad, ya sea en el trabajo, con los amigos, con la
familia..., con una pareja capaz de causar admiración y respeto entre
los demás (por los motivos que fuere, personales, físicos y/o
profesionales) (Yela, 2000, p. 222).
• nuestra sociedad sigue organizándose básicamente pensando en
adultos emparejados y se espera, por ejemplo, que viajemos en pareja
como si estuviéramos esperando embarcar en el arca de Noé.
Paralelamente, se favorece a la pareja a todos los niveles, dando
ventajas fiscales a los matrimonios y celebrando fiestas y días
dedicados a ensalzar la figura del padre y de la madre. Especialmente
en el caso de la mujer, el verla sola en determinadas situaciones
produce pena y compasión. A este respecto cuenta Carter-Scott,
(2000, p. 40) una curiosa y reiterativa experiencia personal: cuando
por razones de trabajo acude a un restaurante sola, el camarero de
turno, ignorante de su condición de casada, le suele preguntar ¿va
usted sola? Después de sentarse a la mesa, el mismo camarero/a le
acerca una revista con la implícita y caritativa finalidad de hacerle
más llevadera su soledad, dando por sentado, comenta esta autora,
que el no tener nadie con quien compartir ese momento equivalente a
una experiencia muy difícil de soportar.
• nuestra sociedad no entiende que para disfrutar de los demás y tener
libertad de elección en nuestras relaciones personales es primordial
aprender a aceptar e jncluso a disfrutar de la soledad, tampoco se ha
parado a pensar que pasar el rato con otra gente sólo por no estar
solos, nos empobrece. Y por eso, toda la dinámica social empuja al
matrimonio a la fuerza antes que exponerse a ser objeto de ser
tratado como raro o loco. Desde la misma actitud, está "mal visto"
que dertos puestos de responsabilidad sean ocupados por personas
que no tienen familia (Doueil,
I A SOLTLRÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
2000, p, 113). Esto lleva a la extraña e injusta conclusión de que, si no
quieres sufrir el acoso de tu enlomo (presiones, insultos, compasión),
solo existe una alternativa, casarte.
• hablando de los inconvenientes de la soltería, Schwarztberg y otros
(1995) se formulan esta pregunta: ¿por qué van al terapeuta los solteros?
Del estudio de múltiples casos estos autores han llegado a dos
conclusiones:
l‘\ La situación de soltero resulta un problema por cuanto implica la
desviación de las evpectatims de ¡os padres y familiares y porque la falta
de vida en pareja supone un acto de ruptura de las fases de desarrollo
personal en relación con lo que se considera evolución "natural" de la
persona, superar la fase de soltero y convertirse en casado. Esto afecta
grandemente al soltero/a.
2 ’. El apartarse de lo "normal" se traduce en muchas formas de intolerancia
y desprecio por parte de los familiares» amigos y la sociedad en
general La consecuencia para el soltero/a es la necesidad de tener que
luchar contra el prejuicio de que la soltería es un fracaso [tersonal. Esto
aparece con toda nitidez en las consultas de los psicólogos, a los que
los solteros/as acuden con vistas a que les ayuden a ''corregir'’
los;nodos ineficaces de acercara a la pareja y a “defenderá" de ¡as formas
agresivas de que son objeto.
• quiero terminar este incompleto listado sobre los estereotipos
negativos referentes a los solteros recordando al lector cuatro
anécdotas realmente expresivas:
- La primera tiene que ver con la leyenda transcrita en un plato de
cerámica y que representa un buen ejemplo de cómo la fantasía
popular moteja con tonos machistas entre ingenioso;., picaros y
despectivos los "inconfesables" desvarios sexuales de los solteros.
El contenido del texto que leí durante las Navidades de 2000 en un
bar del casco viejo de cierta ciudad española reza:
"La paloma es el pájaro de ¡a paz, el SOLTERO no deja el pájaro en paz,
¡a SOLTERA no conoce ¡a paz m el pájaro, el SOLTERON y CUARENTÓN, qué
suerte tienes, ladrón ".
43
i.a i’sicoi <h;(a IM-LSOI i i KM I \I KI i I Mnii y i a kkauimd
La segunda historia indita hasta qué punto el estereotipo vincula la
vida del adulto t on rl matrimonio. Un amigo mío com- pró
recientemente un mueble a un anticuario en una ciudad diferente do
aquella en que resillo. A la hora de trasladarlo a su domicilio, mi
amigo .sugirió la posibilidad de llevárselo en su propio coche
abatiendo para ello los asientos traseros. Ante tal propuesta, el
tendero comentó: "claro que si usted hace eso, no lo quedará espacio
para los niños". Aunque parezca sorprendente, ¡hasta para comprar
muebles hay que estar casado y tener hijos!
Me contaban recientemente que, en algunos buzones caseros, las
solteras, para ocultar su condición de tales, ponen el rótu lo "ívfiort'ü
de... -¡teguillo de su ¡impío apellido-, y también que por seguridad tienen
grabada voz de hombre en sus contestadores automáticos.
Una amiga mía soltera de cuarenta y tantos años asistió por
compromiso a una boda. A la hora del banquete, se trató de acoplar
en las mesas a los comensales, las parejas juntas y los más cercanos
familiares juntos. Mi amiga es hija única y acudió sola a la fiesta. Los
organizadores, con la mejor buena voluntad, optaron por colocar a mi
amiga junto a la única persona que quedaba "descolgada", una niña
de ocho años. Olvidándose de que la gente normal tiene sus tics en el
modo de tratar a los solteros, mi amiga reaccionó con un solemne
berrinche que todavía le dura. En mi posterior conversación con ella,
en la que me comentó el desprecio de que había sido objeto por haber
sido tratada como soltera y no como una persona adulta más, termi né
proponiéndole esta sencilla ^flexión: ¿crees que es una actitud
madura por tu parte exigir que quienes te invitaron se sintieran
obligados a olvidarse totalmente de tu condición de soltera y optaran
por tratarte sólo como adulta? Su respuesta fue muy clara a la vez
que sensata, "lo pensaré". Le recordé seguidamente un buen principio
para no pecar de intolerancia en nuestras relaciones con los demás:
"una forma de intolerancia
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES I*SICOLÓCICAS
os exigir que los demás nos traten en lodo y siempre con criterios de
plena madurez y como nos gustaría, olvidándonos de que, con
frecuencia, somos nosotros los que debemos suplir la inconsciencia e
inmadurez de los demás".
ialcreolipos a favor de la soltería
Naturalmente y como no podía ser por menos, los solteros se han
defendido del cúmulo de insultantes estereotipos, contrarreplicando con
argumentos que muestran, frecuentemente exagerándolas, las grandes
ventajas psicológicas y sociales de la vida soltera con respecto al
matrimonio. Propongo algunas de estas acritudes defensivas:
• el hombre soltero de hoy es el que tiene la valentía de desmarcarse de la
obligación del matrimonio impuesto por la sociedad y de librarse de
la esclavitud del modelo de la masculinidad mal entendida que
conlleva ser agresivo, conquistador, casado, racional, resuelto,
mandón, competitivo, taciturno, invulnerable, dominante, etc. (Gare,
2002). #
• la mujer soltera es la que es capaz de librarse de las relaciones
enfermizas que la convierten en marioneta en manos del hombre, la
que sabe enfrentarse a su individualidad prescindiendo de aferrarse
al clavo ardiendo que supone la engañosa situación de pretender ser
feliz por el solo hecho de estar con un hombre a su lado (Ladish,
1998, p. 24).
• en el ámbito del amor y la amistad, los solteros representarían la mejor
síntesis del amor sin barreras, con sexo o sin él, desarrollando su
capacidad de amar desde todas las diferentes formas posibles de
empatia y acercamiento entre las personas; fuera de la soltería, todas
las expresiones de la afectividad están sujetas a normas estrictas y, en
cierta medida, esclavizantes, no en el caso de los solteros (Cipolla,
1995).
• bajo el punto de vista psicológico, la soltería representaría el estado
de espíritu más perfecto ya que sólo en él puede resplandecer por
encima de todos los demás el cumplimiento del
45
I.A PSICOLOGIA DELSOLTfcRO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
primer mandamiento impuesto a todas las personas “amar a¡ prójimo,
entendiendo que el más prójimo (próximo) es uno mismo" (Lamourére, 1988, p.
17). En este sentido, tiene plena vigencia el pensamiento de Lndish
(1998, p. 22), aunque matizando que lo que ella expresa no es algo
exclusivo de los solteros, como marca el estereotipo:
"La úniütfuente de tunar es uno mismo. A fxirtir de esta premisa podemos
atrevernos iJ abrimos ti los dennfs. Es muy difícil la relación de personas que no
se quieren a $( mismas. Cumulo consigamos apreciarnos, valoramos y timamos
inctmdicionalmente a nosotros mismos, podremos amar y devolver sentimiento
• los solteros que eligen tal condición demuestran una inteligencia
superior al resto de sus semejantes en la medida en que, con su
aislamiento voluntario de la red de opresiones a que está sometido el
casado, se sitúan con ventaja de tara a su desarrollo personal
(Kaufmann, 1993).
• ante las dificultades para acertar con una vida feliz dentro del
matrimonio, la sabiduría popular alaba la inteligencia práctica del
que opta por la soltería:
"En punto de casamiento, gobiernan de casos ciento,
noventa y nueve locura, y uno el entendimiento".
• para muchos siempre es preferible la soltería al matrimonio puesto
que todo matrimonio es, en cierto sentido, una relación desajustada y
un estado que apenas permite obtener una pequeña parte de lo que se
soñó de él antes de contraerlo (Fis- cher y Hart, 2002).
• parafraseando el pensamiento de Fray Luis de León en su Perfecta
casada, se recalca que an{e la impreparación de los cónyuges para
enfrentarse a las dificultades de la vida matrimonial, es de alabar a la
vez que legítimo optar por la soltería en la que normalmente no se
dan los grandes y muchas veces dramáticos desequilibrios que
surgen en la vida de los casados.
• se habla mucho hoy en día de la incompatibilidad entre los sexos
como consecuencia del igualitarismo promovido desde
I A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
el movimiento feminista -las mujeres se quieren equiparar con los
hombres y ya se sabe que "dos polos del mismo signo se repelen"-.
Partiendo de la psicología diferencial entre los sexos, el argumento se
refuerza diciendo que la pretendida destrucción de las diferencias
entre los sexos conduce a hacer cada día más difícil el adecuado
entendimiento entre los miembros de la pareja, lo que se confirmaría
con el gran número de divorcios y desavenencias conyugales a las
que hoy asistimos. En tales condiciones, se llega a decir, el
matrimonio sería sólo apto para unos pocos, para el resto, la soltería
representa la opción más juiciosa y coherente (Fisher, 2000). Ante una
posición tan radical (!), se replica que todo lo anterior es válido pero
sólo cuando se exageran las diferencias entre los sexos y no se
atiende a lo que el hombre y a la mujer tienen en común en cuanto
personas; en esta segunda perspectiva, la oposición intersexos ya no
tiene por qué traducirse en incorn- patiblidad y el matrimonio y la
soltería representan dos estados igualmente aceptables y llevaderos
para el común de los hombres y mujeres (Alberdi y otras, 2000).
• muchos solteros, abogando por motivos semejantes al anterior,
aluden al "justificado y sano miedo" que les lleva razonablemente a
no asumir la responsabilidad de traer al mundo seres, los hijos, a los
que no están seguros de poderles hacer felices, criarlos y educarlos,
pues saben muy bien que los padres son causa muy directa de las
muchas calamidades a las que están expuestos los niños de hoy por
falta de recurso:: para atenderlos en sus necesidades básicas
(alimento, vestido, cobijo) en los países subdesarrollados, y en el
mundo desarrollado, por no disponer del tiempo necesario para
acompañar- les en su propia educación y desarrollo, debido a sus
numerosos compromisos laborales. El argumento anterior se tradice
diciendo que los solteros son plenamente conscientes de que la
humanidad no necesita sólo de individuos ni los individuos viven
sólo de la vida material y, en consecuencia, piensan que evitar el que
la sociedad se pueble de sujetos a los que no se
47
i rsit Di.ix.iA IM-J.SOLTI-KO. ENTKI; I:I \irix) YLA KHAIJDAD
los puede atender en debidas condiciones constituye un moti- vo más
que suficiente para que la soltería sea considerada como un estimable
servicio al bienestar social.
• tina muestra evidente de la superioridad de la soltería que algunos
defienden sería la falsedad de los "mitos románticos" relativos al
matrimonio: 1) el mito de que todos contamos con una "media naranja"
destinada para darnos la felicidad, 2) el mito de que el amor lo puede
todo por sí solo y conlleva necesariamente la fidelidad sexual, y 3) que
el emparejamiento (mera unión entre dos personas) es algo plenamente
natural v libre de cualquier condicionamiento sociocultural. F.n contra
de estos estereotipos, todos conocemos seguramente alguna pareja
(cuando no ñus ha sucedido a nosotros mismos) en que la validez de
estos mitos brilla por su ausencia tratándose de los casados (Yela, 2000,
p. 246).
• desde la psicología de las emociones, se argumenta a favor de la
soltería como la mejor condición para librarse del peligro en que
fatalmente (!) caen las relaciones íntimas dentro del matrimonio; estas
relaciones estables, se dice, suelen acabar en desilusión, en hastío y en
aburrimiento por falta de la dosis suficiente para la mutua
estimulación del amor en todas sus for mas, incluidas de manera
prioritaria, las relaciones sexuales. Por ello, frente al amor de pareja se
propone la forma de intimidad solteril a la manera de "cama musical":
cambiar constantemente de compañeros. Digamos de pasada, que los
defensores de este modo de entender el amor suelen subestimar la
posibilidad de desarrollar dentro del matrimonio el arte del amor y la
amistad erótica; la madurez en este campo supone aprender a crear
relaciones en las que haya tanto de excitación como de bienestar, sexo
y ternura, espontaneidad y continuidad. Y en tal sentido, un
especialista en el campo de las emociones como Kcen (1994, p. 185-190)
entiende el arte amatorio como un objetivo que se aprende no
precisamente a través de multitud de experiencias amorosas
románticas y pasajeras sino sobre la base de una relación profunda y
duradera.
I A SOI TFRÍA V SUS DIMENSIONES l*SICOLÓGICAS
• otro argumento a favor de la soltería es la dificultad de los cien tíficos y
grandes artistas para compaginar su dedicación a la creación con las
obligaciones de casado y la familia; esto expli- caría el que grandes
pensadores como Platón o Miguel Ángel optaran por la soltería.
Gardner, en su crítico análisis soba* la vida de los grandes creadores
del s. xx. Mentes creativas (1998, p. 201), describe el ejemplo prototípico
de tal dificultad encamada en la persona de Picasso: volvió loca a su
primera mujer, Olga; su amante adolescente, María Teresa Walter, se
ahorcó en 1977; su amante más intelectual, Dora Marr, sufrió una crisis
nerviosa; su nieto se suicidó bebiendo lejía concentrada cuando no se le
permitió asistir a su funeral, y su segunda mujer y viuda Jac- queline,
con quien se casó en 1961, se mató de un disparo la noche después de
haber ultimado los detalles de una exposición de su colección personal
sobre obras de Picasso. Todo lleva a pensar que, para este genio de la
pintura, la vida familiar fue acompañada de la tragedia; y, a la postre,
que la soltería hubiera sido seguramente preferible en la vida de este
gran pintor.
• otro argumento sociológico a favor de la soltería, muy socorrido entre
los partidarios de ella, es el bien social que supone el hecho de que
muchos adultos no se casen ni sometan a la sociedad a las cargas
inherentes a la superpoblación: si todos nos casáramos, se dice,
faltarían hospitales, escuelas, vivienda, etc., como ocurre en los países
con una fecundidad incontrolada.
Diferencias significativas entre los solteros y las solteras
Anticipando en parte lo que propondré más adelante sobre las grandes
diferencias existentes entre los componentes del colectivo de solteros, puede
ser esclarecedor considerar aquí lo que separa a los solteros en función del
sexo a que pertenecen, pues a las mujeres, por lo general, siempre se las ha
tratado peor que a los hombres y están sometidas a mayor número de
tensiones. Una comparación entre los rasgos peculiares entre los solteros y
solteras arroja, entre otras, estas notorias diferencias:
fe
49
LA rSKXN OGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
• est.í plenamente contrastado por estudios fiables que los solte-
ros jóvenes disfrutan más de la vida que sus colegas femeninas,
eso a pesar de que, en general, hay muchos datos para afirmar
que la soltería resulta a la postre más beneficiosa a las solteras
que a los solteros; todo lo cual no es óbice, por otra parte, para
que la validez de estos datos, y sobre todo, en su aplicación a
cada caso concreto, esté sometida y dependa de otros varios
factores que manifiestamente ejercen un influjo decisivo en la
experiencia de la soltería, me refiero, entre otros, al ruvel de
educación, ingresos y relaciones sociales en las que está inmer-
so el soltero/a (Davies, 1995, p. 17-18).
• la sociedad patriarcal, todavía vigente en nuestra sociedad,
entiende que debe seguir preparando a los hombres para el tra-
bajo y la responsabilidad fuera de casa, y reservar para la
mujer el ámbito de la casa y la crianza de los hijos. Como con-
secuencia de esta orientación educativa de los sexos, los solteros
varones que no triunfan en lo profesional tienden a sentirse des-
preciados por la sociedad y, paralelamente, la mujer soltera es
condenada al ejercicio de una maternidad sustitutiva y manca,
hacerse cargo de una familia que no es la suya, la de sus padres
mayores o cuidar de los niños de los hermanos, a la postre, a
vivir una soledad colmada de inseguridad, de falta de intimi-
dad o al sufrimiento de una soledad por carecer de objetivos
definidos (Alborch, 1999).
• una diferencia que marca la diferencia entre los solteros y solte-
ras es la forma distinta que tienen los hombres y las mujeres de
vivir el amor y las relaciones de convivencia con sus congéne-
res. Mientras para los hombres, el trabajo y las relaciones den-
tro de él es lo importante, para las mujeres, el contacto con las
amigas llena su vida de modo original y totalmente impensa-
ble para los hombres. ¿Quiénes entre éstos se pasan hablando
largas horas por teléfono con sus amigos, qué hombre cuenta
a sus amigos sus experiencias amorosas con las mujeres, qué
hombres dedican largos ratos a hablar con sus amigos de su
vida sexual? (Ladish, 1998).
I A SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
• algunos estudios recientes científicamente fiables parecen indicar que
las solteras disfrutan de más salud física y mental que las casadas y están
además menos afectadas por la depresión que los »olleros imanes; las
solteras se defienden también mejor que los hombres ante el cúmulo de
situaciones y experiencias que conlleva la soltería (Davies, 1995).
• a diferencia de los varones solteros, siempre se ha creído que las solteras
eran merecedoras del amor en función de su disponibilidad para los
demás. Esto explica el sentimiento dt vacío a que están especialmente
expuestas cuando su vida no se desarrolla como donación al marido y a
los hijos. A los varones solteros, por el contrario, se le concede el
privilegio de gozar de un mayor estatus de independencia.
• es muy frecuente que las solieras jóvenes tiendan mucho más que los
imanes de su edad a alardear de una virginidad cuasi profesional, en el
sentido de que hacen ostentación de su total exclusión de todo lo
vinculado con la maternidad, buscando por todos los medios que en su
imagen resplandezca la total inmunidad de la concepción. De robóte,
esos formalismos externos les sirven de reclamo publicitario para
acceder a las relaciones heterosexuales y al cortejo amoroso con más
libertad que las mujeres ya comprometidas o tímidas (Gil Calvo, 2000,
p. 32).
• debido a su mejor economía, tanto los solteros como las solteras suelen
ser especialmente sensibles a los dictados de la moda e invierten, por lo
general, más recursos en el cuidado de su imagen exterior. Así mismo,
son las mujeres las que consumen o desean consumir más productos de
actualidad, puesto que para ellas la imagen, como reflejo de identidad
y de acercamiento a los demás, es un instrumento más valorado y
necesario que para los hombres; los hombres suelen ser juzgados en
mucha menor medida que las mujeres por su atuendo y gracias a ello
ahorran esfuerzos y evitan que su tiempo psicológico se consuma en
muchas de estas preocupaciones, lo que indudablemente se convierte
en una ventaja comparativa a favor de los varones solteros (Alberdi y
otros. 2000).
51
I A I'SICOLOGÍA DEL SOLTERO INI Kl- Kl. MITO Y LA REAI.II)Al)
U>s roles del hombre y la mujer aparecen muy distintamente cargados
de connotaciones diferenciadoras desde el punió </,• vista biológico y, por
ello, es menos importante para un hombre 110 ejercer su paternidad que
para una mujer dejar de madre. Paralelamente, en el hombre el
ejercicio de la sexualidad dentro del amor libre y como actividad
fecundante de una mujer apenas repercute biológicamente en su
sistema hormonal, todo lo contrario ocurre tratándose de la mujer; en
definitiva, que en el ámbito de la "generologfa" los papeles del hombre
y la mujer son claramente asimétricos. Esto explica que algunas
solteras experimenten vivamente la contradicción que supone el deseo
de ser madres y sufran por no serlo y, al mismo tiempo, tengan claro
que el matrimonio y la maternidad no consti tuye una meta deseada en
sus vidas (Cipolla, 1995). Como, por otra parte, la biología de la
persona está íntimamente conectada con su psiquismo, habrá que
concluir que -al margen de las presiones sociales- la vida de los
solteros y solteras discurren por caminos difícilmente equiparables
(Sánchez, 1996, p. 41). si se admite que entre los objetivos más
importantes que marcan el desarrollo de la vida adulta están el
encontrar pareja, ser padres y lograr una competencia laboral, la
soltería es una fórmula que ofrece menos posibilidades de realización
personal para la soltera que para el soltero. A esto ayudan los
estereotipos sociales que marcan como imperativo casi exclusivo para
el hombre la “necesidad" de estar profesionalmente mejor situado y
por encima de la mujer. En este sentido, hoy son mayoría los que
piensan que la identidad de las solteras resulta más difícil de alcanzar
quq la del hombre soltero debido al hecho fundamental deque la soltería
femenina implica renuncia -o no realización- de la maternidad; dicho
en otras palabras y en términos comparativos, el binomio esposa-
madre no es equivalente al binomio esposo-padre. Hasta tal punto es
esto verdad que, en el tercer mundo la maternidad escapa a la
voluntad de la mujeres y no constituye, por lo general, objeto
I.A SOLI liKÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
do decisión personal, «íl monos en las clases popularos, tal y como so
reconoció en l.i reciente Conferencia Mundial sobre la mujer celebrada
en Pekín en 1995.
• hoy se libra una auténtica batalla por parte do las mujeres solteras para
que la sociedad les reconozca la libertad do ejercer su capacidad y
autonomía personales con igual valoración social que la maternidad, pero
os obvio que tal equiparación está lejos do haberse alcanzado incluso
en las sociedades desarrolladas como la occidental. En contra de la
mujer soltera y por culpa especialmente dol hombro (Alborch, 1999), en
nuestra sociedad siguen vigentes los modelos dominantes de la familia
tradicional que asigna roles marcadamente diferentes para los dos
sexos, lo que se traduce en fuente de graves desajustes en las relaciones
de pareja y, finalmente, en numerosos divorcios puesto que en tales
condiciones las fórmulas de convivencia difícilmente resultan
asumibles por sus protagonistas, hombres y mujeres. Por lo demás, la
solución a esta problemática no se ve cercana y ello debido tanto a los
hombres, que no están dispuestos a compartir con la mujer las cargas y
obligaciones de la vida familiar, como por parte de la mujer, a la que la
nueva situación le exige comportarse con un elevado nivel de
autonomía para la que muchas mujeres no han sido debidamente
educadas (Sánchez, 1996). En términos equivalentes, hoy asistimos a
una lucha encarnizada por la supremacía varonil en lo económico,
político, social, familiar, religioso y cultural difícilmente compatible
con los postulados del feminismo que intenta suprimir por todos los
medios a su alcance la injusta superioridad en el trato social de los
varones sobre las mujeres (Fernández, 1996, p. 22).
• en el terreno de los sentimientos hay también grandes diferencias que
separan a los hombres de las mujeres y, por lo mismo, a los solteros de
las solteras. La psicología diferencial ha puesto de manifiesto que la
vida de la mujer es "holística" (global) y, así, cuando se implica en
situaciones vitales se compromete con
53
I A IMt O I AX ; Í A ü l : l SO I TH KO R N TK I* I I M I TO Y I . A K I -A I . I D AD
lodo U> que t‘s su persona, a diferencia del varón que tiene más
facilidad para actuar, a la hora de comprometerse en vivencias
personales, dejando de lado unas para centrarse en otras; esto es
visible en el terreno del amor, de la amistad, de la profesión, etc En
función de tales rasgos psicológicos, resulta más fácil para el hombre
separar el sexo del amor, alternar relaciones de gran compromiso
personal con otras superficiales, disociar el matrimonio de las
relaciones íntimas de pareja y, en definitiva, trocear su experiencia
vital en tantas partes como posibilidades le vayan marcando las
coyunturas por las que discurre su vida. Todo ello hace posible que,
por ejemplo, en el terreno de la sexualidad, para la mujer sea más
difícil que para el hombro entenderla como mera forma de
comunicación afectiva al margen de la procreación y la maternidad; no
queda claro, por otra parte, si el hecho es debido a causas
fundamentalmente biológicas o a la menor libertad e independencia
económica que tienen la mayoría de las mujeres y que les impulsa a ser
más prudentes y conservadoras en cuanto al compromiso personal que
implican las relaciones sexuales (Alberdi y otras, 2000).
• continuando con el análisis de las diferencias entre el hombre y la
mujer, hay que destacar el desigual peso que representa para cada uno
de ellos las relaciones sexuales: las hembras de la especie humana
deben invertir un mínimo de nueve meses para tener descendencia,
mientras que a los machos les basta invertir unos pocos minutos; es
lógico que este hecho biológico se traduzca en diferentes estrategias a
la hora de relacionarse los hombres con las mujeres en el ámbito de la
sexualidad. Estas diferencias biológicas así coreo un mayor nivel de
tetosterona en el hombre hace que éste sea más agresivo e impulsivo
que la mujer en la búsqueda de relaciones sexuales y también más pro-
penso a la promiscuidad, junto con la tendencia a acortar el lapso
temporal entre el encuentro personal y la relación sexual; nada tiene de
extraño que estas diferencias condicionen las relaciones entre los
solteros y solteras (Vela, 2000, p. 44).
I.A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES SICOLÓGICAS
• independientemente de si los hombres casados comparten muchas
cosas o pocas con sus mujeres, lo cierto es que obtienen algo muy vital
de sus relaciones de pareja como queda patente en el hecho de que los
hombres casados normalmente son más sanos que los solteros, mientras
que en las mujeres ocurre lo contrario; además, la mayoría de los
hombres casados afirman que se volverían a casar pronto si perdieran a
su mujer, mientras que la mitad de las mujeres casadas no lo harían. De
estos datos se deduce que los solteros parecen estar más predispuestos
al matrimonio que las solteras (Fischer y Hart, 2002).
• en el terreno de los compromisos, la manera de comportarse los hombres
y las mujeres es también diferente: los hombres suelen tener más miedo
a perderse en la mujer y cuando han alcanzado un determinado grado
de acercamiento y de intimidad, tienden a dar un paso atrás, como para
recuperarse a sí mismos. A las mujeres esto les pasa en menor grado,
porque por naturaleza y por educación dan y comparten con más faci-
lidad su propia identidad y Ies resulta más fácil asumir el compromiso
de una relación (Ladish, 1998).
Varias experiencias personales confirman este hecho. Un sociólogo, le dio el
siguiente consejo a un amigo mío: "enamórate de seis mujeres y cásate con una".
Siguiendo su consejo, mi amigo tuvo relaciones can siete mujeres antes de casarse
con su actual esposa, con la que lleva conviviendo más de un cuarto de siglo. Pues
bien, a pesar de sus grandes diferencias personales, todas ellas coincidieron en una
ñola común: las siete "querían llevarle al altar" antes de que él lo hubiera pensado;
todo parece indicar que las mujeres son más lanzadas que el hombre en el terreno
del amor.
Pero esto no quiere decir que todas ¡as mujeres estén siempre y fácilmente
dispuestas al compromiso matrimonial. Me contaba una amiga mía que prefería las
relaciones con los casados porque, estando ya comprometidos, le libraban de
comprometerse a sí misma. Un día me llamó y me dijo: “he hecho un gran
descubrimiento, me he dado cuenta de por qué he preferido a los casados en vez de
relacionarme con solteros, éstos me podían comprometer y los casados
difícilmente“. Recientemente, esta amiga conoció a un soltero que le había
confesado experimentar el mismo
fe
55
LA PSICOLOGÍA DKL SOI ., Kl> , N pRI F.L MITO Y LA REALIDAD
temor que ella sentía han.. . 1% a partir tic «f momento enten
dió que encontrado /.. <fm. buscaba. alguien consciente y depuesto n conifHirtir
y >u¡h t.¡ lt.„lor „¡ compromiso de vida en ya reja".
es frecuente en la mu/., altera de hoy el deseo de vivir con un nivel de
autonomía p.u.j el que el hombre no está preparado, esto complica
mucho l.i elección de pareja en el hombre. Cuando dichas mujeres so
acercan a un hombre, en éste se produce un complejo mecanismo de
defensa: responde con extrañeza y temor y tiende a reaccionar
huyendo de una situación que implica poner en tela de juicio su
tradicional papel predominante sobre la mujer. Contar con este
supuesto sería de alta utilidad para todas aquellas mujeres que buscan
pareja: necesitan estar dispuestas a relacionarse con los hombres tal y
como son en realidad, no como ellas desearían que fueran (Alborch,
1999, p. 129). Paralelamente, muchos solteros varones deberían cambiar
de chip si quieren relacionarse satisfactoria con la pareja: deben tener
en cuenta que muchas mujeres ya no buscan en el hombre
principalmente alguien que les sustente, les defienda y les haga
madres; aspiran a más, que sea su socio y un amigo que les permita
seguir siendo ellas mismas (Díaz, 1998). En este sentido, Gray (1992)
destaca varias diferencias que dificultan las relaciones entre los
hombres y las mujeres. De ellas y a modo de muestra significativa
quiero recordar al lector las tres siguientes:
Ia. Los hombres se quejan de que apenas se acercan a una mujer, uno de
los primeros intentos de ella es mostrar que está dispuesta a
hacerle cambiar y se siente responsable de contribuir al crecimiento
de él intentando ayudarle a hacer mejor las cosas; los hombres son
más "liberales", lo que quieren es que les dejen ser ellos mismos (p.
33).
2“. Una conducta claramente asimétrica de las mujeres ante los.
hombres que las aman es que ellas dan por sentado que no
necesitan pedir apoyo y que se les ofrecerá sin pedirlo, se rigen por
el lema "amor es no tener que pedir nunca''. Los
LA SOI.H RÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
hombres, por el contrario, no se sienten obligados a ofrecer más
«ipoyo del que se les pide, por lo que tienden a pensar que siempre
están dando lo suficiente, lo que se traduce frecuentemente en una
experiencia de frustración para la mujer. Fste esquema de
comportamiento hace muy difíciles para la mujer poco enterada las
relaciones con los hombres (p. 304).
3\ En el plano de los valores sustentadores de sus respectivos yos, los
hombres y las mujeres adoptan posiciones muy distintas entre sí; para
ellos son importantes los objetivos laborales y profesionales y la
construcción del mundo con el apoyo de las tecnologías más
avanzadas, en cambio el interés de ellas se centra en la armonía, en
la comunidad y en la amorosa cooperación (p. 36).
• para muchos hombres y mujeres, el matrimonio representa un objetivo
vital y el paso a la vida de adulto. Pero ocurre de distinta manera en el
hombre y en la mujer. La mujer desea que 1 > vida en pareja no
signifique la ruptura con sus viejos lazos de amistad, en cambio el
hombre desea vivir más autónomamente y preocuparse menos de la red
de amistades; esto explica que, en general, los solteros sientan más
dificultades que las solteras para asumir el compromiso de la vida en
pareja y que las solteras prefieran vivir solas a tener que renunciar a
valores que apenas tienen significado para los hombres (Schwartzber-
ger y otros, 1995; Giroud y Lévy, 2000).
• numerosos estudios llevados a cabo a lo largo del último cuarto de
siglo han intentado definir las diferencias existentes entre los solteros y
solteras. Pues bien, después de una exhaustiva revisión de los mismos,
Davies (1995) acaba su balance prácticamente en tablas: mientras unos
estudios muestran que la inteligencia y la educación aparecen
positivamente asociadas con las mujeres más que con los hombres,
otros estudios dicen lo contrario; y así mismo aparece la contradicción
cuando se trata de las relaciones de los solteros y solteras con la
fe
57
l A l’SK'OUX .1 \ I »| |. SOI.TI-'KO: I N I KM I I. MI IX) V I.A REALIDAD
familia, padii-, y hermanos, pues l«i calidoz y armonio do tales
relaciones s«- muestran a favor en irnos cosos del soltero y en otros de
los solí.ros. Sin embargo, sí se comprueba que gene- rolmenle los
si*lu*ros están en desventaja en los ingresos y en la salud respe» l«*
de los solteros.
Valoración social del matrimonio en relación con la soltería
Uno vía fecundo p.iia profundizar en el significado de la soltería es
onalizar lo que ésto ho significado cuando se la compara con el matrimonio;
hasta cierto punto, los solteros son personas que representan la negación de
la opción matrimonial y se han desmarcado de los valores otorgados al
matrimonio. Desde esta premiso, querido lector que nu* sigues, te invito a
acompañarme en lo revisión del listado de valoraciones con que, a lo largo
del tiempo y especialmente en los sociedades modernas, se ho percibido el
binomio soltería-matrimonio. Huelgo el decirte que, como comprobarás,
bastantes de las afirmaciones rotundas que se hacen sobre el matrimonio, al
igual que veíamos al hablar de la soltería, pertenecen a esa clase de verdades
a medias o estereotipos.
Las relaciones entre las personas adultas ha tenido a lo largo de lo
historia una modalidad excepcionalmente relevante, la convivencia entre un
hombre y una mujer; de ello tenemos noticias que se remontan hasta hace
más de 2.500 años. Durante tan largo lapso de tiempo, la convivencia entre
personas de distinto sexo ha sido interpretada desde concepciones muy
diferentes y contrapuestas:
• desde la consideración de mero contrato ¡urálico e instrumento
facilitador de la transmisión de la propiedad privada hasta la
modalidad de compromiso ^matrimonial, realizado en presen cia de
un representante de Dios y equivalente al juramento sagrado de un amor
eterno, de fidelidad y comunión íntima de sentimientos entre dos
personas de distinto sexo (Valley, 2002).
• en un horizonte bien distinto, el matrimonio se ubica hoy en el marco
de la felicidad personal y con tintes preferentemente individualistas, por
oposición a su dimensión social, que tiende
fe
I A SOLI I RÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
.1 verlo como estado fundamentalmente orientado al servicio del
bienestar tocia! y beneficioso para la comunidad en la que se desarrollan
los individuos, especialmente en sus primeras etapas de vida (Fischer
y Hart, 2002). A pesar de ello, ningún Hslado moderno ha impuesto a
sus ciudadanos la obligación de casarse, algo que sólo se dio en
contadas circunstancias de la historia antigua, concretamente en la
Roma clásica.
¡ ílereotij'os que cuestionan el valor del matrimonio
|.a tradicional belleza del matrimonio ha sido desmitificada desde
muchos puntos de vista. Te propongo una muestra de las sombras que
adscriben a esta institución y que justificaría el que muchos rechacen el
casarse:
• indirectamente y con tintes casi dramáticos, el refranero popular
advierte al soltero de los infortunios a que se expone si decide casarse:
"Hombre cotí mujer, medio degollado”.
"Casar, casar, suena bien y sabe mal".
"Aules de que te cases mira ¡o que haces, que no es nudo que deshaces".
"Cásate y vení<, perderás sueño, nunca dormirás".
"Cásate, asi gozarás de los tres primeros meses y después desearás ¡a vida de los
solteros''.
"Los hombres nacen libres e iguales, después se casan". "El matrimonio no va le lo que cuesta".
A mal casar, más vale soltero andar".
"En punto de casamiento, gobiernan de casos ciento,
noventa y nueve, locura, y uno el entendimiento".
• autores tan influyentes como Durkheim o Lngels no se pararon en
barras a la hora de motejar las costumbres autoritarias y la disciplina
férrea que la familia ejerce sobre lodos sus miembros, marcando cada
paso de la vida y, en definitiva, ahogar .uo el ejercicio de la propia
libertad y autonomía (Morant y Bolufer,
1998).
59
LA INK OUX .ÍA 1)1:1. SOLTIiKO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
• para las mujeres, la visión tradicional del matrimonio se con. creta en
preceptos que las condenan a tres limitaciones: 1) "las mujeres deben
permanecer en la familia mientras que los hombres deben estar "en el
trabajo"; 2) en consecuencia, los hombres trabajan, las mujeres no; y 3)
por tanto, las tareas de la casa no constituyen una forma de trabajo"
(Myde, 1995, p.
• la convivencia dentro del matrimonio no tiene nada que ver con la
poesía que representa el noviazgo, la mejor etapa de la vida de un
hombre. Vallev (2002) describe muy gráficamente la diferencia entre
las relaciones de pareja en una y otra etapa:
"Tener novia, tacarla al arte, al campo, a ¡as vías del tren... Piensas que tu rula
será asi de ahí ai adelante: pasión, potencia, salidas nocturnas, restaurantes, sexo
en los ¡avalaos de los parkings. Pero en cuanto te casas con ellas, ¡plaf!, las tías
cambian. Dan un cambiazo de miedo. De hecho dan miedo en cuanto te casas con
ellas Ronquidos y mal aliento del compañero, por no hablar de la necesidad de
pensar en la comida diario Pelos atascando el lavabo, los platos sucios. Uno se
pregunta dónde estaban todas esas cosas repugnantes y horribles antes de casaros,
por que entonces no se ¡as veía por ninguna parte y ahora están ahí, delante de
uno, fastidiándole a uno ¡a vida, dejándole a ella sin ganas de hacer el amor,
dándote a ti ganas de hacer la guerra" (p. 309).
• según los detractores del matrimonio, uno de motivos que lo hacen
poco atractivo es el aburrimiento derivado de mantener relaciones
sexuales y de intimidad con la misma persona, dificultades que suelen
terminar fatalmente en el más espantoso hastío. El estado de soltero,
por el contrario, facilita las cosas en el sentido de que puede utilizar el
método común de la "cama musical", cambiar constantemente de
compañeros, lo que le asegura la permanente excitación y la
fascinación de lo nuevo. Esta posición se refuerza con el hecho
psicosociológico de que las relaciones sexuales con dis tintas parejas
hacen más flexibles el acercamiento personal y menos comprometida
la comunicación intersexual, lo cual redundaría en satisfacción de los
no casados (Alborch, 1999, p. 108).
162).
L
60
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
Obviamente, los partidarios del amor entendido como forma de
comunión confiada y generosa entre dos personas casadas sostienen lo
contrario, que para el desarrollo del amor auténtico y creativo no hay
barreras infranqueables al tiempo que afirman que la felicidad
difícilmente puede alcanzarse por la vía de las interacciones
superficiales y pasajeras, que no dan de sí para descubrir y gozar de lo
que se esconde en los últimos recovecos del amor pleno (Keen, 1994,
p. 186).
• desde los años 60, el feminismo y todo lo que le acompaña ha puesto
en evidencia que muchos de los objetivos y papeles tradicionalmente
atribuidos en exclusiva al matrimonio, como la necesidad de sentirse
acompañado por el otro sexo y, en el caso de la mujer, la maternidad,
caen por su propio peso y son insos tenibles a partir del momento en
que se reconoce que la maternidad de la mujer puede realizarse en
condiciones muy aceptables fuera de la pareja estable y cuando la
mujer despliega toda su capacidad de organizar su vida en el plano
afectivo y econó mico independientemente de un marido
(Schwartzberg y otros, 1995, p. 18; Alborch, 1999; p. 207). Hoy nadie se
atreve a sostener la vinculación "natural" entre el matrimonio de la
mujer y su maternidad, ni tan siquiera su predestinación, igualmente
"natural", a la maternidad (Díaz, 1998, p. 57).
• quienes afirman que el matrimonio es el estado perfecto de la persona
adulta suelen ser víctimas de un cierto narcisismo, que sólo admite y
se conforma con la imagen perfecta de la relación amorosa entre
personas de distinto sexo dentro del único modelo teóricamente
perfecto que sería el matrimonio permanente. En contra de tal visión
perfeccionista, se objeta que la relación de pareja vista en detalle
resulta en muchos casos una convivencia forzada y destructora del
verdadero y auténtico amor, y en tal sentido, si se asume la postura de
que la perfección raramente puede ser alcanzada, muchas de las
relaciones entre las hombres y las mujeres -y esto es válido
especialmente para las relaciones sexuales- sin llegar a ser
61
I A PSICOLOGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
perfectas son, no obstante, muy aceptables y satisfactorias para las
dos partes; todo depende de la mentalidad con que se establecen
dichas relaciones (Cárter y Sokol, 1996, p. 314).
• las debilidades del matrimonio resultan evidentes cuando se examina
lo que ha sido a lo largo de la historia esta institución: de hecho y en
tal perspectiva, el matrimonio aparece menos de derecho natural de lo
que algunos afirman, menos eterno y necesario, más contingente y
relativo de lo que suele afirmarse, multívoco semántica y
jurídicamente y variopinto en su concepción, presupuestos y efectos...
lo cual no es bueno ni malo, simplemente es (Llebaría, 1997, p. 17). Los
especialistas en temas matrimoniales se preguntan: ¿dónde está la
eticidad del matrimonio contraído por egoísmo o por pura convenien-
cia, o el continuarlo entre quienes se odian o cuando únicamente
queda la mera unión formal o legal, qué queda del matrimonio tras la
separación de hecho aunque se siga manteniendo externamente? A
pesar de ello, nadie niega que en el horizonte sociológico actual suele
reconocerse que el matrimonio conlleva una especial sensibilidad y
un talante ético y psicológico que facilita el disfrute de los valores
personales apoyados en la heterosexualidad, permanencia, estabilidad
de la relación, monogamia, entrega interior (imaginaciones, deseos,
quereres) y exterior (sentidos, porte, manifestación de respeto y
aprecio mutuo, etc.) (Guerra, 2002, p. 144).
• antaño un porcentaje notable de mujeres jóvenes funcionaban según el
esquema "cazar a un hombre", al más afortunado a ser posible, a
cambio de que hubiera que soportar algunas humillaciones y
dependencias; pero, hoy en día, eso ha cambiado y muchas mujeres
piensan en otras cosas, ser atractivas, viajar, sentirse dueñas de su
tiempo, del dinero y del amor y, pensando en estos objetivos, se
deciden por la soltería y, en su caso, por el divorcio (Giroud y Lévy,
2000, p. 31).
• como apunta Doueil (2000, p. 276), a partir de cierta edad muchas
mujeres caen en la gran estupidez de creer que existen
62
LA SOLI LUÍA Y SUS DIMENSIONES l*SICOI ÓCilCAS
hombres interesantes, cuando la realidad es que los que ella conoce
todos están emparejados o son adictos al trabajo, al deporte o están
obsesionados por sus exesposas o son rematadamente neuróticos.
• cada vez se defiende con más fuerza que la relación de hombre-mujer
sólo puede ser estable y vale la pena mantenerla en la medida en que
satisface las necesidades emocionales, psicológicas, intelectuales y
físicas de sus miembros. Pues bien, a juzgar por las estadísticas del
divorcio, en las sociedades desarrolladas como la nuestra tales
condiciones no se cumplen, de lo contrario sería inexplicable el gran
número de matrimonios, prácticamente uno de cada dos, que terminan
en separación. Ante este hecho que afecta tan drásticamente a los
implicados caben dos posturas: la de quienes ven el matrimonio
tradicional como una fórmula de emparejamiento definitivamente
acabada y proponen nuevas formas de convivencia (vivir juntos sin
casarse, vivir en comunas, formar centros bien dotados para el andado
de los niños, practicar la monogamia serial -un divorcio tras otro-,
seguir apoyando al movimiento de la liberación de la mujer, acogerse
a las nuevas leyes de divorcio que eliminan el concepto de culpa), y la
posición contraria, dispuesta a seguir defendiendo el matrimonio
como mejor forma de realizarse sus miembros en el plano personal y
favorecer la educación de las nuevas generaciones. Sería pretencioso
por mi parte ponerme a favor de una u otra postura dado el gran
número de interrogantes que hoy se plantean sobre el tema. Ixi único a
lo que me "atrevo" es a defender como psicólogo la posibilidad de
lograr una estabilidad matrimonial suficientemente compensadora y
armónica si, con espíritu creativo, los dos miembros de la pareja van
descubriendo y practicando las reglas que facilitan la convivencia en
común y están dispuestos además a llevar su amor mutuo hasta
alcanzar todas las posibilidades de desarrollo del amor humano adop-
tando para ello posturas flexibles e inteligentes (Keen, 19V4).
63
LA l’SICOI.1X.!A I)l:l. SOLTF.KO: ENTRI: III MITO Y LA RI -AI.IDAI)
Al .1 tirinar lo anterior, soy consciente de que en nuestra suciedad,
polivalente en sus valores y polifacética en sus experiencias (con más
libertad en las relaciones sexuales, más canales de comunicación y
convivencia entre los sexos, más servicios alencionales por parte de
los gobiernos a los hijos...), la tarea no es fácil pero sí posible, por lo
que considero un atrevimien- to afirmar que, en las actuales
circunstancias, para la mayoría de los adultos estos objetivos son
inalcanzables (Rogers, 1993). En este contexto, muchos expertos en
relaciones de pareja sostienen que el miedo al compromiso y de
quedar atrapado en el matrimonio, que muchos solteros aducen como
motivo para no casarse y los casados para continuar en su
matrimonio, es perfectamente comparable, y en cierto modo
compensado por el temor a las incomodidades que comporta el
estigma social y el ejercicio de la sexualidad en las condiciones de
inseguridad psicológica v económica que conlleva la soltería o la
ruptura de la pareja (Cárter y Sokol, 1996).
\M sobrevaloración positiva del matrimonio y sus estereotipos
De la misma manera que existen argumentos en contra del matrimonio,
hay otras visiones que exaltan en exceso sus grandes valores y virtudes:
• ya el libro sagrado del Fxlcsiastés se compadece de la triste situación
del soltero y proclama que es mejor que estén dos juntos a uno solo,
pues si uno se cae le sostendrá el otro, ¡ay del solo, que cuando cayere, no
tiene quien le levante!
• partiendo del mito de Platón, en su obra El Banquete, algunos ven el
matrimonio como la respuesta a! deseo profundo de sentirse seres
completados por el otro sexo, frente a la ilusión de quienes se dejan
llevar por el engaño de una falsa autosuficiencia (Hendrix, 1997).
• las leyes de Solón en la Greda clásica premiaban a los casados con
hijos, y en Roma a partir del s. m fue expresamente ordenado y
obligatorio el casamiento y el andado y crianza de los hijos.
64
I.A SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
• en los siglos posteriores, las leyes no dejaron de apoyar al matrimonio
y a la familia y, así, durante el Siglo de las Luces (s. xvm), autores
significados proponen sus argumentos a favor del matrimonio: en su
Diccionario filosófico (1764), Volt aire exalta la institución familiar
diciendo que "el casamiento hace al hombre virtuoso y más prudente.
Al padre de familia que maquina cometer un crimen, le evita muchas
veces su mujer que lo cometa, porque es más humana, más compasiva,
más temerosa y tiene más arraigada la religión. Además el padre de
familia trata de no avergonzarse ante sus hijos y teme dejarles el
oprobio por herencia", y por la misma época Mon- tesquieu, en su
famoso tratado El espíritu de ¡as Leyes (1748), expresaba la opinión de que
la sabia y civilizada Europa necesitaba de ordenanzas que
favoreciesen los matrimonios, al tiempo que en Inglaterra se ponía el
grito en el cielo por la escasez de matrimonios y el aumento de hijos
expósitos y sin familias que los atendieran, h'sto me lleva a pensar que
la historia se repite y que la disminución de la natalidad, que hoy
lamentamos en España y en varias naciones europeas; hunde sus
viejas raíces en los siglos pasados.
• del matrimonio se ha dicho que es la palabra más celestial del
diccionario, palabra que no tiene más que una acepción y que los
enamorados jóvenes definen como "felicidad suprema" (Díaz, 1998, p.
23).
• en nuestros días, el ataque a la familia como institución no figura en
ningún programa político, a no ser en minorías de orientación
anarquista o entre los jóvenes rebeldes; al contrario, la familia es
actualmente un objetivo a proteger, un punto de apoyo a partir del
cual se defiende la mejora del nivel de vida y la felicidad de la
sociedad, la familia tiene hoy "buena prensa".
• de manera especial, se piensa que los hijos son desde una visión sana
y tradicional del matrimonio, componente esencial en las relaciones de
pareja, y esto explicaría que todos los
65
LA 1’SK OI.OC.lA DLL SOLTERO: ENTRE El. MITO Y LA REALIDAD
legisladores vean con buenos ojos y positivamente el matrj. monio y
apoyen la cadena pareja-matrimonio-procreaci<5n.
complementariedad de los dos sexos (Talavera, 2001, p. 21«)
• frente a aquéllos que consideran tilde de gloria personal el sabor vivir de
su sola masculinidad o feminidad, otros so posición,m ante el tema de
muy distinta manera considerando al matrj. monio como la
investidura o acceso al nivel superior que convierte a los varones en
padres 1/ fundadores de una familia y, para, lelamente, a las mujeres,
cumplir la condición indispensable para encarnar el ideal de la
maternidad; fuera del matrimonio difícilmente pueden alcanzarse tales
nobles y valiosas cualidades (Gil Calvo 2000). En la sociedad
española, es patento el sentimiento generalizado de que la maternidad
fuera del matrimonio es una situación socialmente "no deseada" y, de
ahí, que entre nosotros resulte poco habitual -menos del 10 por ciento
de las madres- que las mujeres opten por la maternidad fuera del
matrimonio (Yola, 2000).
• muchos especialistas en sexología piensan que el matrimonio estable
representa una facilidad para el goce pleno de la intimidad sexual
difícilmente alcanzable fuera del matrimonio (Keen, 1994).
• del altísimo valor otorgado al matrimonio por los años 50 en la
sociedad occidental da fe el dato de que entre las ocho tareas más
importantes del adulto se citaban por este orden las cuatro siguientes:
elegir un compañero, aprender a convivir con la pareja, crear una
familia y criar a los hijos (Schwartzberger y otros, 1995, p. 13) y según
el psicólogo Coontz (1992, p. 15), por las mismas fechas, el 80 jx>r
ciento de los americanos afirmaban que las personas solteras "eran
enfermas, neuróticas e inmorales".
• en un amplio y reciente estudio llevado a cabo en los Estados Unidos,
a partir de 93 documentos relativos al matrimonio y a la familia, se
extraen hasta un total de 21 conclusiones que resaltan los beneficios
sociales del matrimonio, lo que lleva a
I A SOLI LUÍA Y SUS DIMüNSIONI-S1'SICOLÓGICAS
pensar que cuando los adultos no optan por el matrimonio es porque
hay por medio poderosas razones enfermizas que obstaculizan la
adhesión personal a lo que de positivo representa el matrimonio
(Schwarz, 2002).
•¡ollero, tmn nueva "profesión" en la sociedad moderna
líntender qué significa vivir soltero en nuestra sociedad es una r.irea
complicada por muchas causas, no siendo la menor que la sol tería V l<)
condición de célibe ya no es en los tiempos que corremos un simple estadio
transitorio, de la misma manera que, por ejemplo,
l.i elapa de andar a gatas es el precedente de correr bípedamente y con plena
libertad, o el noviazgo la fase preparatoria al matrimonio. 1 lev en día, la
soltería llega a alcanzar en grupos sociales una enti- dad equiparable a la
categoría de una "profesión" que se elige o se soporta lo mismo que cualquier
carrera o negocio lucrativo (Díaz, 1998). La cosas se entienden aún mejor -y
también se complican- a |,i vista de que para bastantes ciudadanos no se
trata de una carrera cualquiera sino de una opción hasta cierto punto
escandalosa (!) y lan importante que los libros sagrados llegan a considerada
bajo la categoría del precepto bien conocido y solemne "no es bueno que el
hombre esté sólo" (Génesis, 2,18).
En espera de posteriores aclaraciones, me apresuro a decir que, para bien
o para mal, muchos, entre los que me cuento, se niegan a interpretar como
exigencia "natural" el citado criterio bíblico pues, en tal caso, habría que
considerar "antinatural" la vida del 35 por ciento de los adultos que, en los
países nórdicos, y el 26 por ciento en los países latinos, viven solteros o solos
(Segura, 1997). Como analizaremos más adelante, todo lleva a pensar que el
abultado número de adultos que actualmente eligen la soltería como forma
de vida constituye un fenómeno emergente con nuevas e inéditas connota-
ciones, hasta el punto de que difícilmente nos libraríamos de caer en el más
grosero anacronismo intentando comprender al soltero de hoy con los
criterios y valoraciones de antaño (Cipolla, 1995). A títu
lo de ejemplo, hoy sabemos que muchas de las necesidades vitales de
6/
I A l*SICOI .OCÍA Dlil.SOLTERO' I NI lili I I MI 1(1 Y I A UEAI.IDAI)
las personas, hasta hace un cuarto de siglo asignadas en exclusividad
ii la familia {la comunicación o la seguridad económica y afectiva) pueden
cubrirse con relativa facilidad dentro de los grupos humanos que han
alcanzado el nivel de desarrollo propio de la sociedad del bienestar y han
hecho suya la cultura de la tolerancia; alcanzados ambos logros sociales, los
nuevos solteros únicamente necesitan para alcanzar el pleno desarrollo de
sus vidas algunos pequeños “ajustes" consistentes en concienciarse de lo
poco que realmente necesitan dar y recibir de los demás para sentirse felices
(Alborch, 1999).
Es evidente que, en el panorama actual, los estereotipos con los que
antaño se veía la soltería se han quedado, en buena medida, obsoletos.
¿Cuáles son hoy los perfiles últimos con los que, tanto en su versión positiva
como negativa, es valorado socialmente el estatuto del soltero? La respuesta
es compleja y nueva:
• bueno será comenzar a establecer el retrato robot del soltero
reconociendo que hoy todavía siguen vigentes en amplias capas de
nuestra sociedad muchos de los estereotipos mencionados
anteriormente. No es, por ello, exagerado afirmar que la fotografía
final que en estos momentos se hace de los solteros es en gran medida
reflejo de lo que de ellos se pensaba en la era victoriana, a mediados
del s. xix, y que se resume diciendo que "una sociedad con muchos
solteros es una sociedad enferma", afirmación que requiere algunas
matizadones que se irán aclarando a medida que vayamos avanzando
en el decurso de estas reflexiones y, sobre todo, a partir de los
cambios que nos esperan en el próximo y lejano futuro.
• admitido lo anterior y desde el punto de vista psicológico, coincido
con Jaeggi (1995) en c^ue saber lo que significa hoy ser
o estar soltero supone básicamente responder a una pregunta tan
cargada de contenido como ésta: ¿cómo se conquista en nuestra
sociedad ese "espacio interior" en el que es posible alcanzar una cierta
plenitud de vida sin miedo a la soledad y libres de presiones? Este
interrogante cobra toda su hondura cuando es acepta que no es lo
mismo satisfacer la necesidad de
LA SOLI HRÍA Y SUS DIMENSIONES l’SIC.'Ol.ÓCilC'AS
vivir momentos do soledad que vivir hnbitualmente solos y en contra
de la propia voluntad. Por lo demás, la mejor respuesta a la pregunta
anterior no es la que se obtiene siguiendo el camino de largos
discursos filosóficos ni incluso psicológicos sino preguntando a los
propios solteros cómo viven su vida en cuanto tales; por eso presento
en este manual abundantes datos extraídos de informes elaborados
por otros colegas o de mis propias conversaciones con un grupo
variado de solteros a los que he entrevistado y que me han mostrado
sus puntos de vista, ideas y sentimientos, sobre su vida como solteros.
• la nueva sociedad de los solteros se rige por valores antaño des-
conocidos: admite como normales y como un fin en sí mismos el
coqueteo, el ligue, el cortejo, las relaciones sexuales con dis tintas
parejas, la iniciativa en la mujer frente a la pasividad de tiempos
pasados, se considera importante mantenerse joven y guapo, trabajar
por presentarse más atractivo y seductor, elegir pareja según normas
y criterios mucho más flexibles (al margen de la cultura, religión,
edad, opción política, etc.), vivir en pareja pero con facilidad para
romperla si falta entendimiento mutuo entre sus miembros, derecho a
rehacer la pareja, dedicar dentro de la pareja recursos y tiempo para sí
mismo, etc.
Partiendo del nuevo sistema de valores, es difícil comprender todo lo
siguiente:
- las formas de relación tradicionales, familia, amigo/a, esposo/a se
quedan estrechas para asumir las nuevas condiciones de vida de los
adultos y de los solteros, hoy, el vivir solo o sola es una situación
sujeta a múltiples variantes desconocidas hasta ayer y plenamente
satisfactoria para muchos solteros y solteras; entre tales
modalidades sobresale una en el hombre, preferir la libertad a la
comodidad de vivir cuidado por la propia esposa, y en la mujer,
arriesgarse a mantenerse sin la ayuda del hombre protector
(Alberdi, 2000, p. 127).
69
I A I M C O I . ( X , Í A I ) l I S O M E R O l ' N I K I I I MITO Y 1.A REALIDAD
«■I nivel económico satisfactorio. c|ue afecta sobre todo a las
clases altas y medias, propicia el aumento del número de "solteros
y solitarios", y lo contrario sucede en aquéllos que tienen sueldos
bajos para los cuales vivir solos y confortablemente constituye una
meta escasamente alcanzable. j
lo mismo ocurre con el nivel cultural de los sujetos: los ciu*
dadanos, cada ve/, más comitentes, se defienden mejor ante los
problemas cotidianos v se sienten más seguros para afrontar en
solitario la compleja vida de hoy; esto aleja del matrimonio a
muchos solteros.
las redes de apoyo social permiten actualmente refugiarse en ellas y
no depender de la pareja para salir adelante en situaciones
adversas (Segura, 1997).
• desde las condiciones de vida que estamos analizando, los nuevos
solteros consideran que el compromiso de la vida en pareja no
solamente es innecesario sino que supone una cesión total de su
identidad e individualidad por lo que, en el caso de los varones
solteros, resulta injusto considerarles unos calzonazos a los que se les
puede perder el respeto, y a las solteras les permite sentirse
igualmente libres tanto cuando prefieren sentirse bajo "las garras del
enamoramiento" como cuando optan por ser ellas mismas y tan
independientes como los hombres (Roma, 1998, p. 205).
• si nos centramos en la mujer soltera prototipo de hoy, es evidente que aspira
a sentirse adulta, socialmcnte útil y autosuficien- te lo mismo que el
hombre. Esto le lleva a desear una vida que no se agota en el ideal del
"dulce hogar" y a querer compartir con el hombre sus preferencias o
discrepancias laborales, ideológicas, afectivas y eróticas en
condiciones de igualdad. Entre las nuevas demandas de la soltera está
el desarrollar libremente sus opciones de cortejo, seducción y amor,
incluida la opción del matrimonio basado en el amor y libre de las
ataduras económicas o de jerarquía y dependencia. En este nuevo
horizonte y a diferencia de lo que ocurría en el siglo pasado,
70
¡Lcr/jí.
LA SOLTERÍA Y S U S DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
una buena parte de las jóvenes no centran ya sus preferencias en
encontrar un marido sino en la realización de sí mismas y,
paralelamente, piensan que la felicidad no está vinculada al estado
civil de casada o soltera, como tampoco la dignidad y respeto que se
merecen (Segura, 1997; Alborch, 1999; Alberdi, 2000); en definitiva,
que las palabras de García Lorca en Doña Rosita ¡a soltera cuando,
hablando de las solteras, dice que "se trata de una línea trágica de
nuestra vida social", han dejado de tener vigencia para muchas
mujeres, lo mismo que ha pasado a la historia el estereotipo de la
mujer como equivalente de ser débil en lo físico, biológico e intelectual
como en épocas pasados defendieron filósofos como Aristóteles o
Kant.
• otra característica de las nuevas solteras es su distanciamiento en la
forma de vivir respecto de la casada. Antaño las mujeres sol teras
dedicaban su jornada completa a entrenarse en el desempeño de su
futuro papel de casada y, una vez casadas, a la gestión del hogar y el
cuidado de los hijos dedicando una ’ ¡ena parte de sus preocupaciones
a conservar intacta su imagen corporal para hacerla representación
ideal del estatus alcanzado el día de su boda. Tal imagen femenina ha
desaparecido prácticamente por completo, ahora las jóvenes se ocupan
prioritariamente de alcanzar el estatuto económico y profesional que
les permita actuar por cuenta propia, al margen de que su vida acabe
enmarcándose en el esquema familiar o, por el contrario, opten
libremente o por motivos circunstanciales por la soltería. En todo caso,
es oportuno recordar a los lectores, tanto hombres como mujeres, que
la nueva situación supone para la mujer pasar por la experiencia de
estar sometida a cierta tensión, pues por un lado, se le exige realizar el
eterno ideal de la mujer -"muñeca pintada", "alma bella", "esposa y
madre amo- rosa"- y por otro, embarcarse en una lucha competitiva
encaminada a adquirir la competencia y responsabilidades laborales
tradicionalmente asignadas a los varones. En tales supuestos, el
intento de construir una personalidad integrada y armo-
fe
71
I-A I'SICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MI LO Y I A REALIDAD
niosa implica para la nueva mujer un empeño nada fácil ni des-
deñable sobre todo cuando, como está ocurriendo, los hombres no
están dispuestos a colaborar en el logro de estas legítimas y 9
nuevas aspiraciones de las mujeres (Gil Calvo, 20Ü0, p. 275 ss).
Conviene por ello y finalmente, recordar a la nueva mujer lo que
constatan los expertos en relaciones de pareja, que muchos hombres
confiesan sentirse "destruidos" a medida que se acercan a una mujer
para la que lo normal y básico ya no es casarse y cuidar de una familia
sino definir su identidad en perfecta igualdad en lo personal y
profesional con el hombre que las ama y al que quieren amar (Cantor
y Sokol, 1996). Como me decía hace algún tiempo un amigo sociólogo,
"a pesar de todos los cambios percibidos en nuestra sociedad, los
hombres todavía aspiran a casarse con un ser diferente de ellos, con la
mujer que les haga padres y les complete en la esfera de su vida que
va más allá de su actividad profesional.
Retrato final del soltero: a mcnlo de síntesis
Hoy todos coinciden en que las semiverdades y, en muchos casos, los
insultantes y viejos estereotipos consignados en las páginas precedentes se
diluyen como niebla que escampa cuando uno penetra en el horizonte
psicológico y social en el que se desenvuelve en la hora presente la vida de
los soltems/as. He aquí algunos testimonios que definen el nuevo panorama
sobre la consideración social de la soltería:
• como apunta Alborch (2002, p. 309), los hombres y las mujeres pueden
vivir sus vidas separadamente y juntos en cuanto individuos
autónomos, solidarios e iguales. Las mujeres pueden estudiar carreras
sin tener que «invertirse en las "abejas reinas" o pueden ser madres de
una prole y vivir en casa grande sin necesidad de convertirse en la
"gran mamá". Los hombres pueden quedarse solteros y también tener
relaciones con las mujeres sin ser playboys, o pueden casarse y tener
hijos a quienes apoyar sin sentirse tiranos ni grandes papás |...J.
fe
I.A SOI.TKRIA Y SUS D1MINSIONKS PSIC'OI.ÓUICAS
• durante las décadas do los 80-90, en las sociedades desarrolladas
aparecen con indiscutible fuerza dos hechos que dcsmiti- fican el
matrimonio y dan pie a que comience a valorarse de manera nítida y
nueva la condición del soltero en cuanto opción personal plenamente
respetable, me refiero a la liberación económica y laboral de la mujer y
a la aceptación social del aborto. Las consecuencias de estos hechos
son muy relevantes, 1) un aumento considerable del número mujeres
solteras que renuncian al matrimonio y optan por la maternidad fuera
de él, 2) la equiparación de las relaciones de amistad fuera del
matrimonio con los inherentes a los vínculos derivados de la sangre, y
3) la aparición de profusión de productos directamente dirigidos para
los solteros que les facilita su vida individual. Todo ello conduce
definitivamente a la "negación" del matrimonio como ideal de nuestra
civilización y, por fin (!), a la aparición de una época dorada, en que
los solteros pueden vivir ya tranquilamente instalados en esa hermosa
realidad que SÍ* llama soltería y es aceptada por todos.
Sin embargo y como contrapunto a estos faústreos horizontes,
aparecen también algunas sombras en el nuevo y, para algunos,
irreversible panorama: las consultas de los psicotera- peutas se llenan
de solteros, los jornales de las mujeres solteras son muy inferiores a
los de los hombres, por lo que necesitan ser completados por los de
éstos, los solteros son explotados y manipulados por las empresas
sometiéndolos a ciertas desventajas en la rango y estabilidad laboral,
los padres siguen pensando que el casar a sus hijos sigue siendo un
importante ideal para sus vidas; todo lo cual lleva implícito el
reconocimiento de que, a pesar de los recientes y profundos cambios,
la vida del soltero tiene poco de envidiable y significa una realidad
escasamente atractiva a los ojos de la consideración social
(Schwartzberger y otros, 1995, p. 26-29).
• antaño la mujer era verdaderamente tal en función de la maternidad,
ahora la actividad reproductora es sólo una parte de
73
I A I M U M i K . l A D I I S O I I I K O I M K I I I MITO Y LA REALIDAD
l.i biografía femenina |>»»r «*l contrario, s1 l<‘ da gran impor- I.ino.i
.1 l.i sexualidad. niu' no tiene edad. Hn I«i nueva sitúa, ción. 1*1 l.uior
más decisivo di* diferenciación entre los honv lm*s y las mu|fivs i -s
I.» i-J.ul por li» que las diferencias por r.i/ón di- >o\o tienden .i
desaparecer y, paralelamente, quedan borneas las Ironteras enlre las
casadas y solteras (Gil Calvo, 2(HK>. p 2S2).
Una tipología provisional de la soltería
Vul.i resulta tácil cuando se trata de clasificar a los solteros en grupos
elar.imente diferentes y con un mínimo de rigor y de signifi cación. incluso
hav quien piensa que es injusto y frívolo cualquier miento de reducir la
experiencia única e irrepetible de cada soltero a los estrechos limites de un
determinado tipo o clase. A pesar de ello, considero lógico pensar que entre
los solteros, lo mismo que entre los casados y. en general, entre los
individuos pertenecientes a un determinado grupo humano, hay rasgos,
vivencias, alegrías y penas, maneras de pensar y de sentir coincidentes a
pesar de Ins diferencias individuales existentes entre ellos. Con este criterio
como guía, me propongo mostrar algunas manifiestas diferencias entre los
solteros y, en función de las mismas, establecer distintos tipos de soltero
(Cárter y Sokol, 19%). Por otra parte y persuadido de que las diferencias
entre los solteros son muy significativas, mis análisis me han llevado a hablar
de distintos tipos de soltero, aunque confieso que no soy ajeno a la dificultad
de establecer una tipología clara sobre la soltería. Aceptada la dificultad,
observo que aparecen desde el primer momento dos intentos extremos de
clasificar a los solteros:
• una posición timorata y, por lo mismo, escasamente sostenible por
infundada, propugna negar cualquier posibilidad de clasificar a los
solteros argumentando que cada soltero vive su soltería de acuerdo
con la peculiar situación que le viene marcada por su pasado y por las
irrepetibles circunstancias individuales y totalmente singulares. Los
partidarios de esta posfe
LA SOLI I RÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
tura acaban diciendo que prácticamente hay tantos tipos de solteros
como personas solteras hay en el mundo y, por ello, la única
alternativa posible es adherirse a la afirmación de que el soltero es un
"bicho aún no clasificado e incasiflicable", lo que constituye un
pequeño insulto a los logros alcanzados en todas las parcelas
cultivadas por las ciencias humanas y especialmente por la psicología,
entre cuyos objetivos está el haber conseguido reducir a conceptos y
leyes generales las semejanzas existentes entre el conjunto de sujetos,
hechos o fenómenos que tienen connotaciones comunes a pesar y más
allá de las diferencias particulares de cada uno de los individuos
(Lamourére, 1988; Díaz, 1998). Estimo que existen sobradas razones
para pensar que los solteros coinciden en rasgos diferenciales comunes
lo mismo que ocurre con las similitudes que los psicólogos establecen
atando hablan de la psicología, por ejemplo, de las edades (infancia,
adolescencia, adultez, vejez, sexo -psicología diferencial del hombre y
la mujer-, profesión -psicología del obrero y del patrón-, función social
(psicología del gobernante y del gobernado), estatus cultural -psicología
del intelectual y del profano- y, así, un sin fin de etcéteras que ponen
de relieve las características comunes existentes entre personas que
comparten la misma cultura, nación, pueblo o raza; no hay razones
para pensar que este criterio no tiene aplicación en el caso de los
solteros. En este horizonte, cabe hablar de importantes diferencias no
sólo entre los casados y solteros sino también entre los propios
solteros y, en consecuencia, me he preguntado ¿cuáles serían los
criterios en que podría apoyarse una clasificación de los solteros, es
decir, lo que diferencia a unos solteros de otros, hasta el punto de
tener fundamento el hablar de distintos "tipos de soltería"? Esta es la
cuestión que intentaré clarificar con todos los datos psicológicos y
sociológicos disponibles en el momento actual.
• uniéndome a la postura de quienes admiten la posibilidad de clasificar
a los solteros, propongo como criterio clasificador
75
i AiNia>L0t;ÍADi-:i.S0i;ri-:K0:ENTKHKL MITO Y L A R E A L I D A D
partir del grado de voluntariedad con que los solteros asumen su
condición de talos. En función de este criterio básico, divido a solteros
en dos grandes grupo*, y dentro de cada uno do ellos distingo variedad
de tipos:
a) Grupo de "$olleros por elección'': pertenecen a esto grupo aquéllos para
quienes vivir solos y sin emparejarse es fruto de una opción
libremente elegida y
b) Grupo de "solleros forzosos o por obligación": los que lo son al margen de
una voluntaria y premeditada elección y por imperativo do las
circunstancias ajenas a sus deseos.
Una puntualización: dado que los motivos por los que los solteros
pueden adscribirse a un determinado tipo particular no son puros ni
excluyentes, la tipología do solteros que propongo al lector es la que resultan
de tomar en consideración los que podemos considerarse rasgos "preferentes"
o de mayor peso en cada tipo o clase.
Solteros por elección y sus distintas motivaciones
Al hablar de solteros "por elección", intento contestar a pregun tas como
éstas: ¿qué motivos tiene el soltero para no casarse, qué temores siente, qué
satisfacciones busca, cómo entiende sus relaciones sociales, qué aficiones
cultiva, etc.? Todos los solteros por elección coinciden en buscar la soltería en
cuanto opción libremente asumida, aunque, como se verá, el juego de la
propia libertad varía notablemente de un soltero a otro.
Io. Solteros convencidos y satisfechos de serlo. Estos solteros son muy introvertidos y
sienten especial motivación por canalizar todas sus energías hacia
determinados objetivos profesionales, humanitarios o religiosos. En
ocasiones, esta adhesión a la soltería es consecuencia de una decepción
amorosa, de un luto familiar o de estar convencidos de que es
prácticamente imposible compaginar la libertad y total dedicación al
ejercicio de la profesión con los ritmos y obligaciones de la vida familiar
(bailarines, modelos, actores y actrices, viajantes, pilotos, hombres de
negocio,
I.A SOI TKRlA Y SUS DIMENSIONES I’SKOU'K ÍK AS
investigadores); otras veces, responden al influjo de un familiar que les
ha precedido en la total consagración al desarrollo de una dedicación
vocacional, como os el caso de los misioneros y determinados artistas
(cantantes, do ópera, pintores, arquitectos de alto nivel do creación, etc.)
(Pasini, 1994).
2", 5(j//(’ri)S atraídos por una vida de vids calidad y plenamente libre. Son sujetos que
dicen no encontrar el compañero/a adecuado que les permita una
convivencia en régimen de absoluta igualdad y paridad, igualdad entro
el esfuerzo y el tiempo dedicado al compañero/a y el reconoci miento,
afecto y, sobre todo, libertad para desarrollar su personalidad sin trabas
(Giddens, 1995). Su lema es "antes soltero que casado y esclavo" (Alberdi
y otras, 2000). Estos solteros/as no están en contra del matrimonio ni lo
descartan y hasta les atrae la paternidad o maternidad, pero son tan
exigentes consigo mismos que no encuentran la "media naranja" que les
permita disfrutar y desarrollar su plena autonomía personal.
3”. Solteros autosuficientes. Despojado este adjetivo de sus connotaciones
exclusivamente negativas, con él se quiere expresar la situación de los
solteros que lo son por una lúcida elección narci- sista. Son personas que, en
el fondo, piensan que no necesitan de nadie y cultivan una larga retahila
de aficiones; por eso prefieren la soledad, son amantes de la lectura, la
música, el teatro, los viajes... y encuentran más facilidad para
relacionarse con los objetos que con las personas. En especial, consideran
las relaciones con el sexo diferente demasiado complejas y problemáticas
y prefieren satisfacer sus necesidades sexuales con prácticas auto-
eróticas, la masturbación y las fantasías de fuerte componente
homosexual.
4o. Solteros libertinos. Estos solteros son defensores de una soltería a ultranza y
como instrumento al servicio de su libertad que entienden sin ningún
tipo de limitación, por pequeña que sea. Consecuentemente, son
opuestos al matrimonio en cuanto impone todo un programa de
obligaciones contrarias al ejercicio espontáneo de su propia iniciativa
(obligación de atender las
77
LA PSICOlAXllA DHL SOLI ERO. ENTRE EL Mri'O Y LA REALIDAD
necesidades do lo pareja o di* los hijos, sometimiento a las servj.
dumbres caseras constantes en horarios, gustos culinarios, viajes
negociados, etc.), en definitiva, tener que respetar los gustos v
preferencia do los demás o contar con el "permiso" de la pareja para
todo. Una meta fundamental de estos solteros/as es el dis frute de la
propia autonomía para ejercer el amor pasión, múltiple, diferente y sin
ninguna limitación, vivir formas do amar variadas que, no excluye la
ternura y cierta entrega, pero tampoco las exige ni necesitan, por eso no
están dispuestos a las ataduras de un "amor en exclusiva y para
siempre" (Giroud y Lévy, 2000).
5*’. Solteros rebeldes. Estos solteros saben muy bien lo que buscan, estar
liberados de toda clase de cortapisas e imposiciones. Generalmente
proceden de una familia presidida por un padre y, con menos
frecuencia, una madre autoritarios que imponían lo que podían y debían
hacer los hijos en todos los órdenes, un horario férreo, lo que so podía
gastar, comer o leer, en qué había que emplear el tiempo libre o una
actividad en la que los caprichos, la improvisación, el dejarse llevar por
los impulsos del momento eran experiencias totalmente vedadas. Son
sujetos que pueden pasar por las ocupaciones más estrambólicas y
originales como los viajes a países exóticos, la afición al paracaidismo, el
pilotaje, el yoga, el naturismo, el contacto con otras religiones o culturas.
El espacio de sus amistades está definido por compañías muían- tes, con
las que conviven mientras les proporcionan experiencias nuevas, por
ello no tienen el menor reparo en abandonarlas cuando ya no les sirven
para proporcionales descubrir algo realmente nuevo y apasionante. Para
estos solteros, el lema es "todo vale en la vida menos la rutina", hace*
libremente todo aquello que les prohibieron cuando no les dejaron ser
ellos mismos. Un subtipo dentro de esto grupo son los denominados
"solteros vip", jóvenes treintañeros con altos ingresos, que no quieren
saber nada del matrimonio ni de ningún tipo de ataduras y son
aficionados a todo lo que suene a novedad. El movimiento feminista
participa de este espíritu de rebeldía en la medida en que se desmarca
de
I A SOI 11 KÍA V SUS DIMENSIONES I•SICOLÓGICAS
lo rutinario, di» lo que viene haciéndose desde siempre y de k>s que
piensan que el mundo funciona bien cuando está regido por
l.i costumbre y por lo que so ha hecho siempre. A esle grupo por-
lonecen muchos de los grandes revolucionarios que asumieron su
soltería como trampolín para los cambios que protagonizaron on el
campo de lo social, del arte o de la política.
<v\ Soltero* tipo "homo faber". Jaeggi (1995) define a estos solteros como
sujetos distanciados del mundo de los sentimientos y con un
comportamiento que coincide con la frialdad de las máquinas. Son
admiradores y consumidores do la técnica y del progreso que, lejos de
sentirse solos, disfrutan de su trabajo que les llena plenamente y al que
ven como una inmensa plataforma para el desarrollo de su creatividad y
expansión personal; do alguna manera, buscan colmar sus ansias de
curiosidad apartándose de las relaciones sociales cotidianas que
consideran una pérdida de tiempo (cotilleos, fiestas de sociedad, clubes,
encuentros amistosos) v vuelcan toda su energía en la entrega a su pro-
pio trabajo y profesión. En síntesis, son sujetos para quienes la amistad,
el amor, el "dolcefar niente", la experiencia de "estar con los demás para
nada" o la actividad que no va acompañada de la "productividad"
carecen de sentido.
Solteros itinerantes. Son solteros que no aspiran a desarrollar el "amor de
compromiso e incondicional", bien porque no se imaginan su vida
plenamente dedicada y atenta a las necesidades únicas de su pareja, bien
porque se sienten incapaces para un compromiso dependiente de por
vida de otra persona. Para estos solteros, el amor es algo parecido a un
producto enlatado que se consume en calidad de *_:na suma de
experiencias irrepetibles que dejan de tener sentido apenas desaparece
la novedad y se entra en la rutina de lo cotidiano. Se les llama también
"solteros de toda la vida" porque a lo largo de ella alternan épocas en
que viven aislados con temporadas que comparten sus intereses,
aficiones y placeres con el amigo/a üel momento, amigo que utilizan sin
reparo a modo de instrumento de diversión o de
79
I A l'SKOUX.ÍA DI I SOLTERO: F N I K I I I MITO Y LA REALIDAD
descubrimiento personal y en función de sus transitorios y f|Uc. tuantes
sentimientos, lo que les permite, en muc hos casos, mantener relaciones
afectivas con varias parejas a la vez. Contra loquv pudiera parecer, las
sucesivas rupturas vividas por estos sol tenis itinerantes -Alberdi y
otras (2tX)0) los denomina "alternantes"- no son traumáticas ni atenían
contra su autoestima toda vez que nunca se plantean la relación de
pareja como algo total y definitivo ni en cuanto plataforma básica sobre
la que* debe girar su vida; más bien ocurre lo contrario, el paso por
varias relaciones fortalece su flexibilidad personal y les libra de perder
un valor prioritario para ellos, saborear la fascinación dejo inesperado.
8". Solteros egoístas. Estos solteros están cerrados a establecer lazos que
impliquen asumir cualquier tipo de dependencia que les impida vivir
de lo suyo y para sí mismos. Por ello, huyen del riesgo de tener que
compartir su tiempo, su dinero y sus aficiones con personas que les
obliguen a sentir las zozobras, limitaciones, enfermedades o,
sencillamente, los diferentes estados de ánimo de la pareja. Un subtipo
de soltero egoísta es el "individualista" cuyo principal placer consiste en
decir "no tengo nada, excepto el placer personal de disponer de mi
espacio propio, mis cosas propias y una vida que es solamente mía"
(Schwartzberger y otros; 1995).
Generalmente, este tipo de soltero es encarnado por sujetos muy
inseguros de sí mismos que piensan que los demás también lo son,
especialmente en el terreno del amor y, en consecuencia, consideran el
refugiarse en sí mismos como el mejor modo de evitar todas aquellas
situaciones difíciles para las que piensan que no cuentan con los
suficientes recursos personales de poderlas afrontar y salir exitosos. Si
hubiera que definir lo esencial de este tipo de solteros, podríamos decir
que, por una parte, sor. sujetos cuyo principal objetivo vital es apartarse
de todo lo que les expone a tener que soportar el sentimiento de
inseguridad que domina su vida v, por otro, la aspiración a regular su
vida dentro de un marco o plataforma en la que lo nuevo, lo impro-
visado o la indefinición tengan la menor cabida posible.
LA SOLTÉ-RÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
qr\ Solieron artistas. De algún modo, el soltero artista representa el polo
opuesto al egoísta o persona pusilánime que se contenta con una "vida
normal"; al contrario, el artista solitario es un insaciable buscador y
experimentador de la novedad, de la belleza, creatividad, sensibilidad,
fascinación y del ingenio en sus más altas cotas. Por eso, no se encuentra
allí donde todo resulta algo sabido, experimentado o dirigido por la
costumbre, como ocurre en la vida familiar convencional articulada
sobre un conjunto de rutinas atentas únicamente a colmar necesidades
siempre iguales y básicas (comer, dormir, descansar) y donde resulta
difícil la aparición y la dedicación a nuevos y fascinantes logros. Os
sabido que los grandes artistas son personas que se desmarran de lo
cotidiano y soportan penurias de todo tipo (soledad, falta de recursos,
incomprensión) con tal de llevar adelante logros que, en muchos casos,
sólo después de su muerte son reconocidos; diríamos que son personas
que se anticipan a los acontecimientos que les rodean creando nuevas
perspectivas y modelos de entender la vida.
10”. Solteros solidarios. Son sujetos que dedican toda su vida ayudar a los demás
y les parece que ocuparse solamente del grupo de personas que
componen una familia, la mujer y los hijos, constituye una forma de
egoísmo fruto de una mirada estrecha en relación con todo lo que
pueden hacer y dar a los demás. Son personas siempre atentas al mundo
que les rodea, por eso son desprendidas y no les importa pasar por
penalidades ni restricciones con tal de ver que con su actividad
contribuyen a la felicidad de los demás.
11°. Solteros religiosos. Quedaría incompleta mi clasificación de los solteros sin
aludir, aunque solo sea de pasada, al numeroso grupo de personas que
han elegido su soltería por motivos de fe. Es sabido que hoy este tema es
objeto de una cierta controversia debido especialmente a los atropellos
sexuales cometidos por algunos clérigos con menores y también con
adultos en diversas partes del mundo. Al margen de que haya quienes
consideran la
81
I A PSICOLOGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y 1.A REALIDAD
imposición del celibato sacerdotal no sólo inhumano sino incluso
contrario a los derechos fundamentales de In persona (Rodríguez, 1998),
no se puede obviar el hecho de que muchos religiosos y sacerdotes -
todos conocemos alguno- han elegido la virginidad de manera
totalmente libre y por motivos que sólo tienen sentido cuando se la
contempla desde el plano de la teología y de la fe. Quienes la viven así
son conscientes de que su celibato va más allá de una mera norma
eclesiástica, que se impuso en fecha relativamente tardía en la iglesia
católica (siglo iv) y es por lo mismo cambiable. Pero ello no quita que
haya quienes sientan la vocación de imitar a su modelo, Jesucristo para
el cristiano, que dedicó los mejores años de su vida consagrándola al
total servicio de Dios y de los hombres (Evangelio de San Matero, 19, 11-12;
Carta de San Pablo a los Efesios, 5, 26). Como Jesucristo, estos religiosos
practican la virginidad y dedican su actividad a personas generalmente
necesitadas de alguien que les arrope y les atienda desinteresadamente y
sin guardarse nada para sí. No debe entenderse que con ello desprecian
el matrimonio, al que reconocen como un don de Dios; no casarse
significa para ellos descubrir la grandeza y la felicidad que proporcionan
el darse sin reservas a los demás. Para los auténticos religiosos, la vida
consagrada más que una renuncia es una elección personal que, como
casi todas las elecciones en la vida, conlleva ciertas renuncias pero
también el gozo de hacer lo que pide el corazón, en este caso, el corazón
iluminado por la fe que transciende todo lo que de positivo tiene y es
alcanzable por quienes eligen el matrimonio como forma de desarrollar
esa original e inefable experiencia que denominamos amor. Una última
reflexión para terminar: el hecho de que el celibato
religioso conlleve ciertas dificultades para mantenerse virgen es
perfectamente comparable con las dificultades de los casados para
mantenerse fieles a los compromisos contraídos con su pareja, y carece
de realismo pensar que en uno y otro caso se trata de compromisos
imposibles de asumir. Un tema diferente, en el que como psicólogo no
entro, es juzgar si es aconsejable o no el que la Igle-
I A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
si.i deje plena libertad a los clérigos para ejercer el sacerdocio
imponiéndoles el celibato o haciéndolo compatible con la dedicación a la
vida religiosa, como ocurre en todas las iglesias cristianas excepto en la
católica romana.
12". IJK "neosoltcros". En los últimos veinte años ha aparecido un tipo de soltero
con características muy particulares. Carmen Alborch (1999, p. 92) los
define con este perfil: positivamente son profesionales muy cualificados,
desenvueltos, competentes, seguros di* sí mismos/as, con un alto nivel
cultural, y cuya actitud personal se define preferentemente por un
conjunto de "noes" que expresan la ausencia de cualquier tipo de
complejos: no tienen por referente social la pareja, no están obsesionados
por la seguridad económica, que ya han alcanzado, no renuncian a las
comodidades y más bien las buscan y saben disfrutarlas, no quieren
sufrir experiencias dolorosas o defraudantes en el terreno del amor, no es
para ellos una prioridad la vida en pareja ni casarse y no les supone
trauma la "cama vacía", que consideran suficientemente com pensada
con el éxito profesional. Para estos solteros, los logros de la revolución
francesa, libertad, igualdad, fraternidad, se traduce y se resume en un solo y
fundamental lema "independencia".
Solteros a la fuerza: variopinta realidad
La nota común de esta clase de solteros es la experiencia de soportar la
soltería en calidad de realidad inevitable y desagradable. Suelen ser solteros
que luchan para mantener su dignidad, erosionada por la presión social que
los estigmatiza como incolocables, impa- rejables, neuróticos y conflictivos y
a los que "seguro algo les pasa ya que no encuentran a nadie que les quiera"
(Larraburru. 2002). Con el fin de mantenerse erguidos ante tales afrentas,
muchos solteros de este grupo recurren a diversas racionalizaciones de tipo
personal para sentirse mejor: "las parejas que les rodean no son ningún mode
lo de felicidad", "todos sus amigos están separados", "yo no soy capaz de
aguantar a nadie"... Tipos dentro de esta heterogénea clase de "solteros
involuntarios" son:
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83 mr9
r -J
LA IMCOI.lH.lA DEL SOLTERO. ENTRE EL MI IO V I A REALIDAD
1 . Solieron con notables limitaciones física* o psíquicas. Por man parte
de este tipo personas que sufren graves incapacidades físicas,
como los parapléjicos, ciegos, sordos, etc. También, los solteros
con una personalidad con importantes disfunciones mentales o
emocionales que les imposibilitan la convivencia con otra perso-
na en régimen de pareja (psicóticos, neuróticos, dementes, afec-
tados por trastornos derivados de un trauma sufrido durante l.i
infancia -pérdida o separación de los padres, traumas provoca-
dos por situaciones bélicas, etc.-. Con frecuencia, algunos defec-
tos físicos, desmesuradamente exagerados, como el exceso de
sudoración, la fealdad extrema, la obesidad, la cojera severa o el
enanismo, les conduce a encerrarse en sí mismos y a renunciar a
cualquier intento de encontrar pareja.
. Solteros cotí temor al compromiso o timoratos. El grupo mayor de
solteros "a la fuerza" está integrado por aquéllos que no se sien-
ten con capacidad para afrontar el miedo que les produce asu-
mir la responsabilidad y entrega que conlleva la vida de pareja.
Este miedo puede manifestarse de distintos modos y obedecer a
motivos muy distintos entre sí (Cárter y Sokol, 1996):
a) Hay un miedo prudente o egoísta, encarnado en aquéllos que prefieren
"vivir solos a mal acompañados" o que sienten terror ante la
responsabilidad de crear una familia y sacarla adelante. Podemos ver
este tipo de miedo como una medida de prudencia y como reacción
ante el temor a "no dar la talla" ante los numerosos imponderables y
graves compromisos que suelen aparecer cuando menos lo esperas
dentro del escenario familiar. Estos solteros han oído de los casados
dos comentarios que les asustan: el primen*, que cuando se casaron
sabían muy pocas cosas de la pareja, pocas en comparación con lo que
después han descubierto en ella y, segundo, que antes de casarse
nunca se habían imaginado lo que supone adaptarse a las diferencias
de temperamento y aficiones de su pareja y sobre todo de los hijos,
cuando los hay. Como me decía un amigo soltero, "yo no quiero casarme
con una persona a ¡a que per-
I A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
C¡IK> con medio ojo abierto, ¡mes me han dicho que cuando se abren los dos, la cosa es
terrorífica". En cualquier caso, estos solteros afrontan la soltería no sólo
con cierta resignación sino en calidad de mal menor y necesario.
b) Un miedo especial, el patológico, es el experimentado por los
denominados "solteros fóbicos". La relación fóbica se caracteriza por la
vivencia de situaciones extremas y contrarias: un día se sienten
atraídos cuasi irresistiblemente por su pareja, y al día siguiente huyen
de ella sin saber por qué, alternan acercamientos y distanciamientos
con extraña rapidez y sin motivo alguno que lo justifique. Cárter y
Sokol (1996) han explicado con gran claridad las cuatro etapas por las
que pasan los fóbicos al amor: la primera es la fase de fascinación,
durante la cual el amor, el deseo y la excitación son tan intensos que se
sobreponen a cualquier temor y exigen a sus parejas que se involucren
completamente en la relación; en la fase intermedia, el miembro más
consciente se da cuenta de que su pareja fóbica le pide mucho más
compromiso del que imaginaba y comienza a poner barreras y
establecer límites, lo que provoca en la parte no afectada por el miedo
fóbico una gran carga de inseguridad y le lleva a realizar intentos de
ayuda para que se clarifique la postura del fóbico; esta etapa es la más
complicada y puede ser breve pero lo más frecuente es que dure años.
En la siguiente etapa, la tercera, el miembro afectado por el miedo
comprueba que la pareja le está invadiendo su espacio físico y
emocional y entonces reacciona buscando huir de la situación que le
resulta amenazante a la vez que inexplicable a sus propios ojos. El
ciclo se completa con una cuarta etapa final en la que la pasión inicial
se toma en descontrol emocional y en sentimiento de hostilidad y
hasta de desprecio hacia la pareja que inicialmente había sido objeto
de una atracción apasionada e incondicional.
c) Otro miedo muy frecuente entre los solteros procede de su baja
autoestima que les lleva a considerar la vida de pareja como un
85
i A IMUHJCX;ÍADI I SOLTERO I NTRF. EL MITO Y LA REALIDAD
ideal inalcanzable para ellos; en este sentido, piensan c¡ue sien do tan
pin a cosa no son dignos de amor ni serán capaces de darlo a su
pareja, todo lo cual les conduce a atrincherarse en los estrechos límites
de su intimidad, que eligen como único lugar en el que podrán
sentirse mínimamente seguros.
Dentro de este grupo, quedan encuadrados aquellos suje tos,
preferentemente hombres, que se sienten necesitados de que alguien
les ayude a salir de una situación problemática, por ejemplo, de la
adicción a las drogas o el alcohol. Estos solteros consideran que
"necesitan de alguien que les quiera a pesar de su miseria y les ayude
a salir de ella", pero al mismo tiempo dudan justificadamente de que
haya quien esté dispuesto a complicarse la vida ayudándoles.
Frecuentemente, se lanzan a la aventura del amor, temerosos pero, al
mismo tiempo, convencidos de que nada pierden puesto que, en caso
de ser rechazados, la derrota estaba ya asegurada desde el principio.
En mi experiencia profesional, he conocido casos de alcoholis mo que
dan pie a una penosa situación: la parte perjudicada confiesa haberse
dejado llevar por una actitud ingenua, le han fallado las fuerzas y ha
acabado por abandonar a la pareja que amaba. También conozco casos
en que la pareja ha sido capaz de asumir las limitaciones de la persona
alcoholizada y ha convivido con ella a pesar de todos los
inconvenientes que conlleva vivir con un alcohólico. Me sumo a los
que piensan que ante casos así hay que reflexionar muy mucho sobre
la propia capacidad para aceptar tanta responsabilidad y en caso de
duda, renunciar a tan grave compromiso.
d) En algunos solteros el miedo se produce como consecuencia de un
fAccso de autoestima y frdto de una actitud perfeccionista con respecto a
la propia vida. Estos solteros excluyen el matrimonio en cuanto
situación que podría poner en peligro el ejercicio y pleno desarrollo
de las propias cualidades, que se sobreestiman y responden a una
posición demasiado idealista Estos solteros/as suelen confundir
también sus deseos con sus necesidades y parecen estar hechos para
vivir únicamente en
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
mundos perfectos, en consecuencia renuncian al matrimonio que para
ellos representa un obstáculo insalvable para sus ideales de perfección. y\
Solteros sufridores. Lamourére (1988) habla de solteros que "padecen" la
soltería a manera de enfermedad que no les gusta pero que aceptan a pesar
de que para ellos supone convivir con su soledad, tristeza y la añoranza de
no tener a su lado alguien con quien compartir el amor y la intimidad.
Huyen del aislamiento y de la soledad viviendo inmersos en un recargado
programa de encuentros de todo tipo (comidas con amigos, salidas en los
fines de semana con otros solteros/as, vacaciones en grupo, etc.) con los
que intentan paliar su soledad. A lo largo de los años he conocido dos
amigos, un hombre y una mujer, que respondían claramente a este tipo de
"soltero sufridor".
El amigo, que acabó suicidándose arrojándose al río de su ciudad, se juntaba
periódicamente con su grupo de solteros para cenar en restaurantes e/tinos o
vegetarianos, para viajar, ir al cine o al teatro, pero me envidiaba porque, como él me
dijo en muchas ocasiones, "estos encuentros no duraban las veinticuatro horas del
día ni le libraban de la solidad que, tras morir su anciana madre, sentía sobre todo
cuando llegaba a casa y sólo le es/vraban ius paredes y la compañía de la TV".
amiga es una mujer de alto nivel profesional con muchos años de vida en
solitario y que dice haber encontrado por fin al hombre de su vida, con quien convive
actualmente. Repelidas i<eces me ha confesado lo intennina- bles que le resultaban
las lardes en su etapa de soltera -trabaja en horario de mañana- y sobre lodo los fines
de semana, por lo que se pasaba los sdbados y domingos llamando por teléfono a sus
amigos/as o conocidas invitándoles a salir aunque fuera a las ocho de la tarde del
domingo, hora en que todos nos retiramos a casa y nos preparamos fxira afrontar la
semana que nos espera.
En cierta ocasión n.e confesaba: “hay momentos en que no puedes remediar que se te
apodere la ne tira de la soledad, y cuando le viene no hay más remedio que quitártela
saliendo de casa sola o ton quien sea, si es preciso cogiendo un taxi y diciendo al
taxista que te lleve a dar una vuelta por el centro de la ciudad". En más de una
ocasión llegó a montarse en un taxi diciendo al conductor que le llevara por las calles
que quisiera hasta gastar el importe de
1.0 pías, que le entregaba en el momento de entrar ai el vehículo.
87
<
LA PSICOLOGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
4”. Solleros esperanzados. Estos solteros/as viven aparentemente en un mundo
feliz. Nada de tristeza profunda, muchos encuentros con amigos,
muchas reuniones, viajes, asistencia a fiestas con compañeros de
trabajo; so divierten mucho cuidando con especial esmero su ¡ook, su
casa, su ropa y pertenecen a varios clubs o asociaciones selectas (yoga,
bailes exóticos, de aficionados a refinamientos culinarios). Pero tras ese
oropel, esconden una vida que los parece hueca, echan de menos el
amor íntimo y completo y no aciertan a disfrutar de la libertad que
poseen para tomar decisiones por sí solos y sin tener que dar cuentas a
nadie. Un especial sufrimiento, que estos solteros difícilmente soportan
sin caer en la depresión, es el que nace de no saber por qué no hay
nadie que se fije en ellos. A pesar de todo, se consuelan pensando que
su situación es provisional y que algún día, tarde o temprano, cambiará.
5‘\ Solteros fatalistas. Este tipo está integrado por los solteros "pensantes" que
han hecho suya la teoría de la fatalidad aplicada al terreno del amor.
Por eso, siempre encuentran alguna razón coherente y de peso para
explicar su situación de solteros, lo mismo que para interpretar todo lo
que les ocurre en la vida: fallaron aquella "única" oportunidad de su
vida, en los ambientes en que se mueven no encuentran la persona
apropiada, se creen excesivamente románticos, no están hechos para
soportar las absurdas y nimias manías de las personas del otro sexo que
ha" conocido, etc. Y todo ello porque creen a pie juntillas que la vida se
rige por leyes que deben acatarse y según las cuales lo que nos ocurre es
"porque tiene que suceder". Están convencidos de que si con el
transcurso del tiempo no encuentran la pareja, la media naranja que
buscan, es "porque" -siempre la raxón de coherencia (!}- no están hechos
para el matrimonio dado que la madre naturaleza no les ha dotado de la
capacidad para soportar la vida en común. Con estas premisas por
delante, estos solteros convencidos buscan y casi siempre encuentran la
compensación a sus involuntarias limitaciones enmarcando su vida en
una especie de guarida en la que podemos encontrar todos los placeres
que
LA SOLTERÍA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGK AS
sus amigos casados envidian: la holgazanería, aficiones selectas como la
lectura o la música, confort, cultivo narcisista de sus propios
pensamientos, disfrute del trabajo sin ningún género de restricciones,
etc. A la postre, se trata do solteros convencidos de dos cosas, por un
lado, de que la soltería no es cuestión de libre elección y se trata, por
tanto, de aceptarla resignadamente porque "no existe la mujer o el
hombre que ellos/as necesitan" y, por otro, que los placeres que rodean
su vida compensan en una medida más que suficiente los para ellos
insalvables inconvenientes que conlleva su soltería (Neuburger, 1998).
t>". Solteros falsamente resignados. Son sujetas que se presentan como modernos,
dinámicos, liberados... y hasta se dicen felices, per*) cuando se rasca un
poco y se penetra en el terreno de la confidencia -si es que permiten
entrar en ella- desaparece el cuadro feliz y ya no son capaces de
disimular lo que para ellos supone de humillación, maltrato y malestar
el no ver cumplidos los deseos de un amor romántico pleno y la relación
sexual íntima y completa que nunca les llegó (Giroud y Lévy, 2000); una
gran parte de estos solteros se definen a sí mismos como enamorados no
correspondidos aunque, en realidad, son solitarios amargados. Al ser poco
realistas, pensaron que nunca tendrían que pasar por la amargura de la
inesperada desilusión amorosa en la que siguen inmersos, todo lo cual
aviva en ellos sentimientos de ira y de odio contra sí mismos y contra
aquéllos que les dejaron abandonados y traumatizados después de
haberse forjado junto a ellos una vida colmada con todas las alegrías del
amor perfecto e ideal (Ladish, 1998).
T. Solteros resentidos. Son aquéllos que han pasado por varios fracasos, por
relaciones sentimentales difíciles y hasta tumultuosas, las más de las
veces consecuencia de errores de cálculo como el haberse mostrado poco
flexibles y demasiado exigentes con el amor pretendido. Estos solteros
suelen pasar por dos etapas, la primera de resentimiento propiamente
dicho, "ese tipo que me ha dejado no era digno de mí"; la segunda, lo
que les diferencia dei soltero "resignado" anteriormente mencionado, no
darse por ven-
fe
89
I-A IMI OUX.ÍA DEL SOLTERO ENTKI: El. MITO Y I A REALIDAD
eido y el afianzamiento en el valor de sí mismo, "valgo demasiado para
resignarme a no merecer nadie que me acompañe en in¡ vida". Por lo di
dio se entiende que los solteros "resentidos" siguen abiertos al amor y se
consideran dignos de él, pues entienden que las experiencias fallidas
constituyen para ellos un proceso de aprendizaje necesario y altamente
útil para responder adecuadamente a los futuros encuentros amorosos
que buscan con algún temor, sí, pero también con la actitud segura
extraída de haber comprendido las causas de sus fracasos anteriores.
Cuando estos solteros consiguen olvidar su resentimiento, sí’ encuentran
en una situación que se vuelve a su favor y pueden llegar a superar
totalmente su resentimiento que, en resumidas cuentas, no ha sido más
que una etapa transitoria de su búsqueda amorosa. iS‘\ Solteros
calculadores. Estos solteros consideran la vida en pareja como una
institución que resulta demasiado cara tanto en tiempo -disponibilidad-
como en frustraciones -dificultades para vivir otras relaciones
concomintantes, imposibles de realizar si uno no sabe manejar la
complicada habilidad de someterse a juegos de malabar- Para ellos, el
matrimonio supone un gasto extra de sometimiento en todo lo que
respecta a los actos de la vida en común: elegir vivienda, lugar de
vacaciones, modo de vida, empleo del dinero, etc., por lo que abrigan
serias dudas de que la pareja les pueda compensar el plus de
independencia al que aspiran en el plano social, sexual, económico,
afectivo o intelectual; en tal horizonte, lo lógico es terminar
encerrándose en sí mismos y vivir para sí solos.
9”. Solteros retardados. Son aquéllos que consumen algunos años de su
juventud en sucesivos amores de mariposa, que van buscando de flor en
flor y cultivan los amores del juerguista maestro en el arto amatorio, que
vive distraído con muchos amores pasajeros y divertidos, amores que
nunca llegan realmente hasta el fondo de la entrega a las parejas que
conocen. Así, se plantan en sus cuarenta años, momento en que se dan
cuenta de que se les ha pasado la hora para establecer el compromiso de
un amor cabal y
I A SOLTERIA Y SUS DIMENSIONES PSICOLÓGICAS
maduro, y es entonces cuando en tono entre socarrón y decepcionado
intentan consolarse diciendo "ya es demasiado tarde".
K» Micros nos/iíl$icos. Pasini (2000) habla de un tipo de solteros dominados
por la nostalgia, entendida como recuerdo permanente de un bien
perdido, en este caso una preciosa historia de amor, r.l problema del
nostálgico radica en que centra su mirada en algo que nunca será ya
posible, una especie de vuelta y fijación en la etapa de un amor
generalmente primerizo e infantil, del que este tipo de soltero no acaba
de lograr desprenderse. Este .imor nostálgico implica una especie de
anclaje absoluto que absorbe y, lo que es peor, paraliza centrando todas
las vivencias en el recuerdo de lo que pudo ser y nunca será, de lo que se
vivió tan plenamente que se considera ideal irrepetible. Tal situación
suele traducirse en la experiencia de dolor producido por la ausencia de
alguien en quien se volcaron todas las ilusiones de amar y de recibir
amor y que, al mismo tiempo, cierra los ojos a otros posibles amores
capaces de proporcionar la felicidad perdida.
He conocido a dos solteras nostálgicas. La primera se enamoró tan perdidamente de un
hombre que en sus peores momentos de nostalgia dijo a una amiga suya, que ina's tarde he
conocido: "o me caso con fulano o no me caso con nadie". La historia posterior ha mostrado
que el acceso de nostalgia era pasajero, pues he sabido que después se casó con otro y es
esposa feliz y madre de tres hijos ¡M historia de la segunda soltera no ha terminado así,
pues tras halyer fracasado en el intento de convencer al hombre d>- su vida, sigue soltera y
desilusionada y no quiere saber nada de los hombres que, como en el caso de su primer
novio, pueden exponerle a sufrir el desencanto de no ser correspondida.
Comentario final
Presentado al lector el perfil psicológico de los veintidós tipos de soltero
listados en este capítulo, me queda una duda, que mis lectores solteros se
vean reflejados con un mínimo de fidelidad dentro de alguno de dichos tipos.
Tengo también una cierta esperanza, que sus vidas vistas "desde dentro" d e
alguno de los tipos se parezcan bastante a lo que la observación del psicólogo
ha visto "desde fuera", no
91
1.A PSICOLOGÍA DF.L SOLTERO ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
tan desde fuera, puesto que muchos de los rasgos y vivencias psico lógicas
asignadas a cada tipo han sido confesados y ratificadas p0r los numerosos
solteros que en la consulta de los psicoterapeutas abrieron sinceramente su
interior a aquéllos profesionales que les ayudaron en ocasiones a desarrollar
las posibilidades de su vida singular y, en otros casos, a encaminarla por
derroteros que les condujeron a vivirlas en cuotas de mayor satisfacción y
felicidad.
Debo decir, para terminar, que los tipos descritos en este capítulo no
agotan la tipología o clasificación completa de los solteros , por eso me he
sentido obligado a denominarla "provisional". Podría haberla ensanchado
hablando también de solteros cautos, felices, abiertos a! amor, timoratos, confusos,
masoquistas...; en cualquier caso, de una cosa estoy convencido, de que los tipos
descritos representan en conjunto un paquete de rasgos y vivencias
suficientemente esclarecedoras para que cualquier soltero pueda llegar a
reconocer "su" modelo o manera de asumir y vivir su soltería y, lo que es más
importante, que más allá de lo que se dice sobre cada tipo se esconden
vivencias felices y tristes al igual que ocurre entre los casados. Quiero
expresar con toda claridad mi convicción de que a pesar de las connotaciones
comunes asignadas a uno u otro tipo, cada soltero representa la irrepeti ble
experiencia de una vida humana, que es lo mismo que decir, algo manifiesto,
y también oculto, perteneciente en exclusiva al inaccesible y misterioso
reducto de lo estrictamente personal.
2 SOLTEROS, ¿POR QUÉ?
Hablando de los solteros, he oído repetidamente dos curiosos
comentarios. El primero se refiere a este interrogante, "si todos nace mos
solteros: ¿por qué unos continúan siéndolo toda la vida y otros no?"; el
segundo, algo m<1s ingenioso y con cierta carga pesimista, dice "nacemos
solteros y libres, después nos casamos".
Cuando he preguntado a numerosos casados por qué se habían casado, sus
respuestas resultan bastante numerosas y tan variadas como éstas: "no lo sé
muy bien", "no tengo una respuesta clara", "lo hice porque lo hacía la mayoría
de la gente de mi edad", "en mi época era normal", "tenía un novio desde
hacía años", "porque no me gusta estar solo", "porque quería amar y que
alguien me quisiera", "porque había que casarse" ("nací para ello", me dijo en
cierta ocasión un senegalés en una playa catalana), "porque me gustan los
niños" (preferentemente las mujeres), "porque me enamoré", "porque me sentí
muy atraído/a por una persona del otro sexo", "porque hubo alguien que me
lo pidió", "porque quería ser yo misma y librarme de ser tutelada por mis
padres", "porque las relaciones afectivas en el matrimonio contribuyen de
manera importante a la construcción de la personalidad"... Oyendo una y otra
respuesta, se llega a la conclusión de que mientras para unos el casarse ha
sido objeto de una decisión meditada y conscientemente motivada, por
93
LA PSICOLOGÍA DEL SOLTERO. ENTRE EL MITO Y LA RI-AI IDAD
tonto libro; para otros, el matrimonio es algo con lo que se han encon trado,
sin haber pasado previamente por el análisis riguroso de sus ventajas y sus
inconvenientes, por ello, les resulta difícil deslindar lo que Ies llevó
realmente al matrimonio de lo que después de casados han encontrado en su
vida en pareja y con hijos. Parece claro que, sal- vo unos pocos, la mayoría de
los casados nunca llegaron a formular- se preguntas como: ¿es para mí el
matrimonio una necesidad indispensable para ser feliz?, ¿considero el
matrimonio como opción preferente o simplemente como mal menor?, ¿son
más poderosas las razones que me han llevado al matrimonio que las que
hubiera podido poner en juego para quedarme soltero/a?
Si el tema se analiza desde los solteros, las contestaciones resultan
igualmente numerosas y confusas, pero algo más reveladoras que en el caso
de los casados. Así, desde el soltero que te dice "no sé por qué", otros aducen
razones que no dejan lugar a dudas: "no quería perder mi libertad", "me
asusta el matrimonio", "la vida en pareja es demasiado complicada", "me
abandonó mi primer novio/a y nunca más he querido saber nada de los que
se me han acercado", "no se me ha presentado la persona adecuada", "no he
sabido aprovechar las ocasiones que se me ofrecieron", "cuando me di cuenta,
se me había pasado ya la hora", "durante mis años jóvenes me dediqué a
cuidar a mis padres", "me quedé sin padres y tuve que ocuparme de mis
hermanos", "no me he casado por pereza", "soy hijo/a de padres separados",
"muchos de mis amigos han fracasado en su matrimonio, no quiero que a mí
me ocurra lo mismo", "no he tenido tiempo de ocuparme del tema, pues me
absorbe totalmente mi profesión y mi trabajo", "creo que no valgo para la
responsabilidad de ser padre/madre"... Evidentemente, la lista anterior no
agota los motivos de la soltería -he leído en Cipolla (1995) que en una encues-
ta dirigida hace unos años a 400 mujeres italianas solteras, se mencionan
hasta 17 razones posibles y diferentes que podrían explicar el porqué de su
soltería-. De cualquier forma, analizados con detención y por variado que sea
el conjunto de motivos aducidos por los solteros, la generalidad de ellos
acaban reflejando un estado de ánimo que se decanta hacia dos posiciones
distintas: aceptación de la solte-
fe-
94
SOLTEROS, ¿POR QUÉ?
ría como algo negativo y no deseado y, la segunda, satisfacción con 0| estado
de soltero, a pesar de algunos inconvenientes, que se reconocen sin tapujos y
se confiesa que se sufren.
1-1 presente capítulo intentará adentrarse en los causas de la sol- loria que,
como es sabido, afecta a un número creciente de la población adulta; en
España, por ejemplo, uno de cada cuatro adultos en edad de casarse
permanecen solteros y tanto es así que muchos se preguntan si no estamos
caminando hacia una sociedad de solteros, ,il tiempo que los políticos,
seriamente preocupados por el fenómeno, están arbitrando medidas para
incentivar la vida familiar y facilitar la crianza de los hijos (acceso a la
vivienda, rebaja de impuestos, ayudas económicas para la educación de los
hijos, etc.).
Profundizando en los diferentes motivos que se declaran o influ yen en la
soltería, aparecen tres grandes grupos:
• razones psicológicas personales,
• el mito de "la media naranja" y la casualidad, y
• factores ambientales o determinisrno sociológico.
Por motivos fundamentalmente prácticos, pasaré revista a todas estas
motivaciones analizándolas por separado, a pesar de estar convencido de que
en el plano real interactuan mezcladas a la hora de influir y explicar por qué
un adulto decide o en muchos casos acaba resignándose a "soportar" su
condición de soltero; dicho de otro modo, entiendo que la situación de soltero
equivale a una especie de largo itinerario en el que intervienen diversidad de
motivaciones y, desde tal supuesto, pienso que cualquier intento de
encuadrar el origen de la soltería en motivaciones únicas y puntuales implica
el riesgo de exponerse a considerables errores.
Razones psicológicas de la soltería
Son tantas las razones internas que conducen a la soltería y tan
relacionadas están con la trama misteriosa de la propia biografía que para
muchos solteros es prácticamente imposible explicar con cierta precisión las
razones últimas por las que no han logrado encontrar
95
I.A PSICOLOGÍA DIXSOI .TI .KO: LNTRL EL MITO Y I.A RI-ALIDAD
pareja. Al mismo tiempo y como he podido comprobar, la opinión común
estima que nadie se queda sólo sin una explicación, "algo raro Ies pasa para
que no hayan logrado encontrar pareja" (joven de 25 años, recién casada). En
todo caso, se puede comprobar que prácticamente siempre alguno de los
factores psicológicos que comento a continuación juega un papel importante,
a veces decisivo, como antecedente de la soltería.
l'\ Sol uros i>oi libre dicción personal. Por más deterninismos sociales
o individuales que se busquen y se aduzcan como causa de la soltería,
hoy nadie niega la posibilidad de que la soltería puede y de hecho es en
muchos casos objeto de una decisión plenamente libre. Es cierto que para
muchas personas ejercer la libertad para casarse o no resulta asunto
harto difícil, dadas las presiones sociales de todo tipo que se ejercen aún
hoy en día contra los que se "atreven" a desmarcarse de la norma general
de casarse -no tan general a juzgar por del gran número de solteros-,
pero no se puede negar que hay adultos capaces de sobreponerse a todos
los estereotipos circundantes y considerar como un valor positivo
dedicar su vida entera al cultivo de todas las posibilidades individuales
que se les presentan cuando, echando una mirada hacia su interior,
contemplan el amplísimo programa de experiencias y de desarrollo
personal que se pueden realizar sin necesidad de contar con el apoyo
enmarcado en una vida de familia. Aquí están el conjunto de solteros/as
que han elegido el dedicarse con todas sus fuerzas al cultivo de la cien-
cia, las artes o las letras, los que consagran su vida virgen al cui dado de
los demás -clérigos y religiosos-, los líderes políticos y sociales
fascinados por la causa que les ocupa toda la vida, los trabajadores de
empresas y ÓSíGs multinacionales sometidos a una extraordinaria
movilidad difícilmente compatible con la vida familiar, etc. No puede
decirse a la ligera que estos solteros se realizan menos que los casados o
que son víctimas de su egoísmo, pues en muchos casos se muestran
mucho más generosos, y quizás también por ello, más felices que muchos
casa-
96
SOLTEROS. ¿POR QUÉ?
dos. Desde la psicología de la personalidad, hay que admitir que en los
ámbitos del amor, la creatividad y el servicio a los demás, el paquete de
posibilidades que se ofrece a los solteros es, bajo muchos conceptos,
perfectamente comparable con las del casado. Por otra parte y en el
plano de un sano realismo, nada impide que, mediante el proceso de
"sublimación", muy explicado por los expertos de la personalidad,
muchos de los objetivos y necesidades que desde el pensamiento vulgar
son considerados "naturales" o necesidades básicas ineludibles para el
equilibrio personal y una vida plenamente feliz (cercanía sentimental,
sexualidad, intimidad, complicidad) puedan alcanzarse orien tándolos
por cauces no necesariamente vinculados a la vida familiar. Por último,
en las sociedades modernas hay dos hechos que facilitan las cosas a los
solteros/as: en primer lugar, ha desaparecido el ancestral miedo a la
soledad, hoy ampliamente superado mediante los numerosos apoyos que
la sociedad del bienestar proporciona a las familias monoparentales y
personas que viven solas; y por otra parte, muchas mujeres de hoy son
tan autosuficientes que ya no necesitan del varón para encontrar un
lugar propio y la seguridad económica y afectiva necesarias en cualquier
vida humana. Por eso, en las actuales condiciones y afortunadamente, ya
no se puede defender sin pecar de extremismo el falso dogma de que la
vida plena estaría reservada exclusivamente a los casados (!).
2\ La fealdad corporal. La presencia física de la persona es un elemento decisivo
de inserción dentro de los grupos humanos y del contexto vital. En tal
inserción intervienen, además de los aspectos puramente externos como
la ropa, el peinado, el tono de voz, etc., factores biológicos mucho más
fundamentales y, por encima de todos ellos, la figura externa corporal,
fealdad o belleza, estatura, edad, aspecto agradable o desagradable. Es
de todos sabido, el importante influjo que, a través de los medios de
comunicación de masas, nuestra sociedad ejerce, especialmente en el
caso de las mujeres, sus peculiares y muchas veces esclavi-
97
LA PSICOLOGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
zantes cánones de belleza, rostro perfecto, aspecto juvenil, bolle- za
seductora, alargamiento y estrechamiento ideal (!) del cuerpo, modelos
"cartón piedra", etc. Basta con asomarse a la pequeña pantalla o a las
brillantes portadas de las revistas del corazón para comprender el
enorme peso que la imagen externa de la persona puede ejercer para
determinar el nivel de autoestima y seguridad o inseguridad con que las
personas en edad de casarse se acercan a sus posibles pretendientes;
dicho de otro modo, son pocos los realmente feos o que se ven tales que
se consideran capaces de olvidar la norma por la que se rigen las relaci o-
nes con las personas del otro sexo, "la fealdad incrementa la difi cultad
de seducir y la belleza la facilita" (Giroud y Lévy, 2000). En sentido
contrario, los expertos en psicología diferencial de los sexos sostienen
que la estética corporal basada en la estatura, peso, color de los ojos,
forma de la nariz, cabello, gracia en el andar, vigor, etc., no es en
muchos casos ni el punto de arranque ni el principal motivo de atracción
en el proceso de enamoramiento y, en tal perspectiva, hablan de una
cierta autonomía de
lo físico con respecto al atractivo global de la persona. Aquí se incluyen
todos aquellos casos de parejas que confiesan haberse enamorado de la
especial simpatía de su compañero/a, de su cálida o dulce voz, de sus
delicados ademanes o elegancia en el porte e incluso de la ternura que
les inspiró su extremada timidez; para nada se fijaron en el perfil más o
menos armonioso del cuerpo del otro. En este contexto, séame permitido
comentar un dato altamente significativo y es que, cuando he
preguntado a varias parejas cómo habían llegado a enamorarse, me he
encontrado frecuentemente con respuestas muy parecidas a ésta: "pri -
mero me enamoré de su inteligencia, de la claridad en su modo de
pensar, de su manera tolerante de ver a los demás, de su seguridad
personal, de la tenacidad que había sido capaz de poner en juego para
alcanzar el nivel profesional que había logrado con mucho sacrificio...,
de eso me enamoré y sólo posteriormente me fijé en su cuerpo y en el
resto de su persona".
SOLTEROS, ¿POR QUÉ?
I lablando de la imjiorlaiuia »/*7 fásico, un reciente estudio en el Reino Unido
puso de manifiesto que las mujeres prefieren a los hombres altos. Como prueba .*•
dice que los Mirones con una estatura medio de 1,83 m tentón titiis [fusibilidades de
casóme y tener hijos. Por el contrario y según el mismo estudio, los hombres las
prefieren tuds bajas. Aquéllas que no median mifs de 1,63 tenían más posibilidades
de estar casadas y con hijos <1 leraldo de Aragón, 25 agosto de 2002).
Al margen de las consideraciones anteriores, parece obligado el
reconocer que el antivalor de la fealdad física representa en nues tra
sociedad un importante obstáculo para iniciar los primeros pasos que
podrán conducir a una relación de vida en pareja o cuajar en un amor con
el otro sexo cuando el reloj biológico marca inexorablemente que el "estar
estupendo/a" se lia convertido en fatal imposibilidad (Segura, 1997;
Alberdi y otras, 2000). A las> feas, en particular, les cuesta asumir la
verdad de estas palabras que Díaz (1998) expresa poéticamente cuando
dice: "Brilla la mujer con todo el encanto de la rosa, y aún a las más feas
les da el diablo un punto de sal para que no se pudran".
Personalmente, lu- conocido dos profesionales solteros, altamente cualificados y
con deformidades físicas. El varón de 30 años, con una acusada joroba, me decía:
"Con los cánones de belleza imperantes, los jorobados no tenernos nada que hacer".
La mujer soltera, con un rostro extremadamente pálido y feo, me confesaba:
"Después de verme tedas las mañanas ante el espejo, comprendo y comprenderás por
qué estoy soltera". Y un enano de mi barrio me explicó asi lo que le condujo a la
soltería: "Cuando era mozalbete intenté acercarme a una chica de mi edad y un poco
más alta Todaiva recuerdo lo que me dijo: 'cuando crezcas un poco más, veremos’.
Aún no he superado la vergüenza que sentí'.
3a. Timidez para abrirse a ¡a pareja. La timidez es un rasgo personal que muchos
solteros confiesan sufrir a manera de pesada carga: "soy muy tímido, no
puedo remediarlo", "una vez participé en una reunión en la que me sentí
muy atraído por una chica soltera, pero no tuve valor para preguntarle su
nombre ni pedirle su teléfono para quedar", "en cualquier reunión donde
hay niños, prefiero sentarme junto a ellos, así no tengo que contar mi
vida
99
I A IMlOUX.lA ni i HH II KO. I NTKI-: 1-1 MIK) V I A Kl AI.IDA1)
.1 los demás", ",i jv-ardo MT invitado/a, no asisto a Lis bodas j, mis .unidos
porque ai and o lo he hecho todos me pregunta cuándo me toca a mí",
"siento vergüenza cuando en un grti|V de amigos, alguno de los casados
presentes me dice que han., nuiv buena pareja con otro/a de los
solteros/as presentes e n , i encuentro”, "cuando estoy con solteros/as
que me interesan, n,, mi’ atrevo ni siqi. v:a a insinuarme porque siento un
temor tn-- mendo a meter la pata o a que me digan que 110"...
f V l.i iriguenza i/«•.' altero fiara presentarse como tal dice mucho la
siguiente anécdota que ; : hace aigumvs aüos. Estaba yo bromeando con un
o>m¡umen> v amigo -<*/?ce fobrv “lo inifterfeclo que fs el calado de ¡a solte- n ])'
I n i-v momento. apareció otro colega también soltero cuyo estado <As-
conocínmo> mi interlocutor y yo. Duraitle algunos minutos seguimos hablando y
¡'romeando >rir el asunto. Pues bien, supe a! día siguiente que apenas almidontf el
despacho, nuestro colega le confesó a mi amigo que "también él era soltero ¡vro que
no se había atrevido a confesarlo en presencia de los dos".
-T. El excesivo coste del matrimonio. Un motivo aducido por ciertos los solteros
es el precio que hay que pagar por vivir en compañía do la pareja; para
estos solteros "el matrimonio no vale lo que cuesta", pues conlleva lal
cúmulo de incertidumbres, preocupaciones y compromisos que nunca
compensan los inconvenientes de vivir solo. Esta motivación se
alimenta de las historias de todos aquellos que han fracasado en su
matrimonio y se atreven a contarlo a sus amigos. En cierta ocasión, me
confesaba un amigo soltero que cuando oyó la confesión de cómo un
compañero, ahora en manos del psiquíatra y profundamente deprimido,
le describió lo que había representando para él su reciente separa ción,
se le quitaron todas las gimas de casarse.
y\ El ¡vsado fardo de Ui patcrnidadlmaternidad. A la mayoría de los solteros les
atrae la paternidad/maternidad pero no todos se sienten capaces de
asumir el compromiso de traer un hijo al mundo por lo< sufrimientos a
que está expuesto en una sociedad como la nuestra, con grandes
dificultades para salir adelante y buscar-
fe
100
w:
1
soi n uos ¿muyuí:'
so la vida, ti miedo al compromiso do la paternidad aparece con especial
claridad en los divorciados, que tras su separación suelen buscar
afanosamente otra pareja -los varones una mujer generalmente más joven
que ellos , pero a la vista del interés por los hijos de la nueva y joven
pareja, huyen de ella con la misma fuerza con que la buscaron (Duoeil,
2000). I (ablando de este tema, resulta realmente elocuente e ilustrativa la
confesión de Carmen Alborch (1999) cuando dice que en determinados
momentos siente admiración y envidia de las madres acompañadas de
sus hijos v hasta reconoce sor egoísta por vivir sola, pero no por ello se
siento frustrada porque "he tenido la suerte de ver crecer muy de cerca a mis
estupendos sobrinos y sobrinas. Y cuntido ahora me repiten la tipien pregunta /por ijue
no se ha casado y tenido hijos!, contesto que también cstdabierto el camino de la
adopción'' (p. 207). h . Acusado romanticismo. Horas (2001) caracteriza a los
solteros románticos como personas que buscan un amor ideal, excesivo y,
como consecuencia, siempre terminan frustrados, defraudados y
culpando al otro de su decepción, cuando verdaderamente el problema
está en olios mismos. Si se analiza su actitud, se descubre que, detrás de
este falso ideal, sus metas amorosas se dirigen más hada el amor en sí
que hacia la persona amada, lo que buscan a la postre es que el amante se
convierta en el mero pretexto o vehículo para llegar al amor narcisista de
sí mismos. A la luz de esta explicación, se entiende muy bien por qv.é
cuando el amante deja de serles útiles, que suele ser bastante pronto, lo
desechan por inservible. Ahondando en las raíces del amor romántico,
los psicólogos coinciden en que es propio de las personas inmaduras, de
aquéllas que confunden la realidad del amor propiamente humano con
las fantasías de los cuentos de hadas, y eso lo corroboran igualmente los
terapeutas cuando, en el trato diario con sus clientes, comprueban que
este tipo de amor tiene mucho que ver con la educación que en el campo
del amor recibimos de los padres, si tal educación no fue realista, cabe
esperar que en la vida do adultos carezcamos de las habili-
101
I A I M l O U X . i A m I S O I I ! I t t * I N I K I I I M I T O N I A K l V I I I >.\l >
dados necesarias para acercarnos y querer a las personas iv,i|, , tal y
como son (Cárter y Sokol, 19%). Calv añadir una precisi,.- más, que por
injusto que parezca y debido a su comvpo,,, superficial «.leí amor, para
los románticos el culpable de Ml decepciones amorosas siempre es su
pareja, ellos solanu'nt* “han tenido mala suerte o se han equivocado de
elección" | „ curioso constatar que, en contra de lo que cabía esperar v
tr.i cada decepción, la ilusión del romántico permanece intacta dan- do
pie a que la cadena de fracasos siga alargándose en numen» sos ensayos
de amores intensos que les satisfacen transitoria- mente, sí, pero que
nunca llegan a cuajar en un amor profundo, pues esta clase de amor no
tiene valor para ellos. Por último, ha\ que decir que en todo romántico
subvace una baja autoestima alguien que necesita compensar la idea
pobre que tiene de m mismo con el amor que los demás le demuestran
y, en este sentido, nada tiene de extraño que exijan que su pareja les
comprenda, se vuelque en ellos constantemente y les proporcione las
emociones intensas y nuevas que buscan y sienten necesitar en
desproporcionada medida. Hilo explica también que apenas notan que
tal exigencia no es satisfecha se pongan histéricos, entren en cólera y se
pueda esperar de ellos toda suerte de desprecios, descalificaciones y
hasta la violencia física. Para su desgracia, con ello sólo consiguen el
efecto que raramente esperan, que la pareja les abandone, momento en
el que suelen caer en l.i fuerte depresión que su baja autoestima se
encarga de alimentar.
7‘\ El egoísmo, ti matrimonio difícilmente puede resultar atractivo para
quienes piensan que no les sobra nada o que sólo tienen tiempo para
dedicarse a le guyo, y lo mismo les ocurre a los habituados a ver el
mundo de lo valioso únicamente en lo que se relaciona con sus
intereses y deseos individuales y narcisistas. Kl soltero egoísta vive
dominado por una mentalidad incompatible con el "amor donación"
exigido en la vida de pareja, una forma de querer que llama a vivir la
experiencia feliz de dar algo de lo propio para que el otro sea también
feliz. Kl egoísta suele ser un
102
soi.ii Kv*-.. <I\>K ut.;i■:?
•‘trepa" que, para su desgracia, lo convierte en ligura sncialmen - le
estigmatizada \ que acaba condenándole a la más espantosa «.olodad,
1111,1 vivencia ciertamente poco gratificante.
I 11 el origen de la personalidad egoísta suelen estar unos padres \
educadores que inculcaron en los hijos v pupilos la idea de que i -l único
patrón de conducta válido v natural es que cada uno se convierta en
protagonista en solitario a la hora de resolver sus problemas personales y
cubrir sus aspiraciones Hsta abusiva atribución de responsabilidad
individualista provoca en los hijos el sentimiento de inseguridad del que
se deriva el mecanismo de compensación que se traduce en "acaparar"
para sí todo aquello que les hará sentirse suficientemente fuertes y
seguros ante los rotos y dificultades que conlleva el salir adelante en la
vida. Como, por otra parte, este falso ideal es prácticamente inalcanza ble
-nadie es totalmente autosuíiciente-, el soltero egoísta tiende a hacer de la
pareja un puro instrumento al servicio de su> intereses personales, con lo
que da motivo a que se produzca la reacción lógica, que la pareja le
abandone y le deje ante algo que no espera, su soledad. Otra de las raíces,
fuente del aislamiento v la soledad experimentada por los solteros, t^s
una baja autoestima, pues piensan que no son lo suficientemente valiosos
para constituir objeto de amor de su pareja lo cual, en el fondo, no es más
que el signo evidente de su incapacidad para entender el amor generoso
y a cuenta de nada. Vistas así las cosas, no es desacertada la opinión bas-
tante común según la cual, en cada soltero hay -o suele haber- un
rezumado egoísta, una persona cuya única razón para amar a los demás
es el provecho que pueda sacar de ellos, olvidándose de que existe
también el amor generoso y gratuito. La historia de muchos divorciados
es la historia de un amor que sólo se entendió como una pura forma de
toma y daca, te doy para que me des (Jaeggi, 1995; Bernad, 2000, p. 210-
217).
N . Exigencia del amor ideal y perfecto. En la base de esta actitud está una
concepción excesivamente perfeccionista de la vid? que lleva al soltero a
no tolerar la mera posibilidad de pasar por la ver-
fe
103
| \ I N K O H M . I A n i i l . S O I I I KO I N i i u r I I M I H M I A l i l A l I I > , \ 1 »
gúon/a il«.- ser rechazado por quien, a sus ojos, debiera encarn^ el
amor per leelo e ideal y sólo Ies oí rece el amor común \ nil, ma!, ijne IH*
les convence, lis evidente que esla conducta asienta en el rechazo de la
imagen real de sí mismo que indi b damentc aplican también a la pareja,
lal rechazo está basado n, dos suposiciones injustas y casi siempre
falsas, 1) que sus pnM. bles parejas no están preparadas para ofrecerles
el amor al qu, aspiran, personas capaces de responder a sus
desmesuradas expectativas afectivas, y 2) paralelamente, que tampoco
el amor que pueden ofrecer a su posible pareja, con las imperfecciones \
limitaciones que ven en sí mismos, será el adecuado y suficiente para
colmar el alto nivel de perfección al que, en función de l.i primera falsa
suposición, piensan que aspiran igualmente sus parejas. El falso
razonamiento final del soltero perfeccionista se puede resumir así:
"solamente vale el amor perfecto, pero como yo no lo puedo ofrecer a mi
pareja ni ésta a mí, renuncio tanto a dar como a recibir un amor
demasiado imperfecto para los dos".
9‘. Baja autoestima. Ix>s solteros con baja autovaloración de sí mismos tienden
a ver en la pareja el instrumento ideal y necesario para superar el escaso
valor y la inseguridad que perciben en sí mismos. Desde tal perspectiva,
buscan en su pareja la persona en quien puedan confiar la
responsabilidad de asegurar el éxito en su vida y el logro de su propia
felicidad; para ello se pegan descaradamente a su pareja y si es preciso
la avasallan con tal de superar las propias limitaciones y miserias. Las
cosas ocurren de tal manera que, apenas comenzada la relación
amorosa, el soltero con una imagen empobrecida de sí mismo se
convierte en un sujeto sumamente exigente que nunca está contento con
lo que recibe de su pareja, dando lugar a la ruptura que provoca en la
otra parte el miedo a ser aniquilado/a por la insaciable necesidad de
entrega que le exige el compftaero con un bajo concepto de sí mismo
(Ladish, 1998; Horas, 200C); en este sentido, no es exagerado decir con
Carter-Scott (2000) que el bajo autoconcep- U> de sí mismo es el primer
factor de la soltería.
fe
10A
soi.ri-uos, ¿mR QUÉ?
t'ono/co una historia que ilustra muy bien el caso que estamos
.inalizando. Marín es una joven de 27 años muy agraciada físicamente.
Con ocasión de un viaje, conoció a un abogado soltero toii quien, según
sus palabras, hicieron "buenas migas". Comen zaron a salir y al principio
todo parecía marchar bien pero enseguida comprendió que su fervoroso
amante era un hombre extremadamente inseguro que le pedía a todas
horas consejo sobre los pleitos que llevaba entre manos, de los que
lógicamente María no tenía la menor idea. Esto le hizo comprender que
lo que su flamante abogado buscaba en ella no era más que el remedio a
todas sus inseguridades y, en consecuencia y por respeto a sí mis ma,
decidió dejar a quien en un par de meses había pasado de ser alguien que
la adoraba a una persona que ocultaba dentro de sí un "don nadie", que la
sofocaba y controlaba hasta extremos tan impensables como
insoportables.
|(l". A1 iodo til vínculo sexual. Hablando del sexo, hay tres afirmaciones que
pertenecen al abe de lo que significa la sexualidad en la vida de las
personas: 1) el ser humano es por naturaleza un animal sexuado, 2) cierto
ejercicio de la sexualidad entra en la lista de las "necesidades básicas" de
la persona, y 3) el encuentro camal entre personas de distinto sexo, con
sus componentes principales de intimidad total, excitación y cierta
pérdida de uno mismo en manos del otro, constituye una experiencia
irrepetible que pone en juego nuestro yo más profundo por cuanto, a
través de la fusión íntima, convierte nuestro cuerpo, en instrumento de
uno de los mayores placeres que podemos disfrutar en calidad de seres
de carne y hueso. En la perspectiva psicológica, la sexualidad de la
persona se presenta en forma de una tensión bipolar: por un lado, se
siente el sexo con enorme atracción v como un modo de colmar la
necesidad cuasi obsesiva de comunicación con la persona del otro sexo
pero, por otro, se experimenta el temor a convertirse en objeto de
posesión del compañero/a. Los afectados por el temor al vínculo sexual
tienden a resolver este conflicto interior entregándose a eventuales y
sucesivas experiencias amorosas con
105
I A I N K O l C X l f A D I I S O I I I K O : I M U I I I MITO V I.A Kb'Al.l lMl»
las que sacian sus necesidades sexuales y logran librarse del coin.
promiso del amor total para el que no se sienten seguros de podi-r ilar
respuesta (Branden, 1995).
En todos los tiempos lia habido un método común para evit Jf que la
intimidad de la persona se tradujera en compromiso amor y se limitara
al mero placer momentáneo, es la llamada técnica de la "cama musical",
consistente en cambiar frecuentemente de compañero (Kleen, 1994). A
este respecto, aparecen dos hechos de indudable significado; por un
lado, el feminismo a ultranza, considera un triunfo el que la mujer actual
haya logrado, con la necesaria colaboración del varón, el dudoso
privilegio del "sexo sin corazón", una conducta tradicionalmente reserva-
da en exclusiva al macho y que supone que dos personas acuerdan
sacrificar sus sentimientos (esperanzas, sueños, zozobras \ decepciones)
y tratarse como si fueran sólo cuerpos que se exci tan, se abrazan, se
tocan y se emborrachan con el placer; por otra parte, desde pequeños
todos hemos recibido el mensaje de que el mundo de lo sexual y de la
desnudez estaban prohibidos, eran tabú incluso en la esfera de las
relaciones familiares, "esto no se toca", "esto no se hace", "esto no se
enseña". Entre los dos polos de la sexualidad, acercamiento y temor,
atiborrarse de sexo y atenerse a su prohibición, está el "sexo con amor"
que supone compaginar amor y ternura, espontaneidad y continuidad y
que. según los sexólogos, es fruto de un aprendizaje muy tardíamen te
logrado por las personas, para algunas una meta nunca alcanzada. Del
rechazo del sexo sin amor disponemos de un dato elocuente: según la
encuesta del CIS (1995), el 50 por ciento de los españoles rechazan el
sexo sin amor, pero con una notable diferencia, el porcentaje es del 35
por ciento entre los hombres v del 65 por ciento entre las mujeres.
Los partidarios del amor libre de toda restricción, por su parte, nos
ofrecen una particular confesión, que el disfrute de la borrachera sexual
suele terminar mucho antes de lo que esperaban y que el amor reducido
al contacto de los genitales, el mero
106
soi iiKt*s.¿roKgur?
mogo erótico, el apareamiento a semejanza do los anímalo o "amor sin
alma y sin corazón" se traduce muy pronto en hastío
o insatisfacción llevándoles a la conclusión, especialmente en l.i mujer,
de que una condición para que el ejercicio de la so\uali- Jad resulte
plenamente satisfactorio «insiste en res peta i la paula. "del amor al sexo
y no al revés '.
Si analizamos la postura de los adultos que desde pequeño*,
aprendieron a ver el sexo como tabú, las cosas resultan especial mente
complicadas: se sienten incómodos as ante las diferentes turmas de
acercamiento (caricias, besos \ abrazos) y mucho más ante cualquier
gesto que pueda conducir hasta la habitación, lugar donde es muy difícil
quedarse sólo en lo exterior o peritoneos juegos de piel, lis frecuente que
dichas personas -\ aquí son especialmente protagonistas los solteros/as
con miedo al \ mcu- lo sexual- puedan sentir un alto nivel de
tetostorona. progoste- rona V, a la vez, terror ante la cercanía de la otra
persona; el moro acercamiento al otro sexo y, sobre todo, el saborear el
placer sexual a costa de entregar el propio cuerpo puedo repivsontar
para ellos una experiencia que les aterroriza y los supera, l es produce
pánico la fusión sexual en cuanto equivalente a u más allá de las
fronteras marcadas por la técnica, los encanti* y el atractivo físico y
permitir al otro descubrir lo que siempre han escondido tras la máscara
de la carne V por miedo a soi rechazados, los harapos de su propia
pobreza emocional, vulnerabilidad v falta do control de sí mismos; sólo
el amor equilibrado y maduro puede permitir estas concesiones, pero el
soltero con miedo al vínculo sexual no está dispuesto a otorgarlas (Richo;
ISWS).
11 . Miedo al compromiso del amor. Del amor se han dicho cosas sublimes, que es
el motor del mundo, la expresión más profunda del ser humano, la
condición indispensable para alcanzar la felicidad plena, el talismán que
hace bello todo lo que toca, la necesidad más universalmente sentida por
las personas, el arlo más difícil de dominar en nuestra vida, etc. No deja
do sor desconcertante, por otra parte, que después de reconocer la
decisiva importancia del amor en nuestras vidas, comprobemos la facili -
lO 7
I A l’SK 0I(K;IAI)I I SOI.TI KO ÜNTKI l l-MIION I \ Kl M ll>AP
dad i on que nos equivocamos .1 la hora Je ejercerlo v, m.ís p llr, dójico
aún, que nos dé miedo el implicarnos en su vivencia y V¡K fruto (Hernad,
2000).
I le dejado para el final de mi lista sobre las causas psicoló,., cas que
conducen a la soltería el miedo al compromiso. IX- |tl fuerza de este
miedo dice ya mucho el lenguaje utilizado p,i r,, expresarlo: "veo el
matrimonio como una trampa", "no sopón, que la mujer sea mi cadena y
mi copo", "me aterra ver a un hom. bre convertido en mi guardián y mi
carcelero". Lo que signjí¡ l4, el temor al compromiso del amor se aclara
analizando los dos tipos principales do miedo que afectan a las
personas: hay miedos normales o adaptativos que son aquéllos con los
que iuk defendemos de los peligros cotidianos, listos miedos nacen de!
instinto de conservación y actúan a través del mecanismo de alerta con
el que habitualmente reaccionamos ante las situaciones inciertas y
potencial mente peligrosas. En tales miedos, ,1 sujeto se mueve 011 un
clima de seguridad básica, apoyado en la convicción de que podrá
afrontarlos sin dar pie a la desorganización o alteración de su conducta.
Así, pensamos que podemos apartarnos del perro peligroso, conducir
con relajamiento a pesar de la posibilidad de sufrir un accidente,
soportar el dolor del dentista e incluso huir del eventual atracador. Poro
hay también otra clase de miedos, los neuróticos, que bloquean nuestra
energía, dejándonos paralizados e impidiéndonos dar la respuesta
adecuada y capaz de contrarrestar la amenaza que nos acecha. Kl miedo
a comprometerse con el amor do pareja es uno de los miedos neuróticos
más frecuentemente experimentados por los solteros: "no veo cómo
podría ser feliz aceptando el compromiso de dedicar mi tiempo, mi vida,
mi fidelidad a otra persona", "no me atrevo a casarme exponiéndome a
la mera posibilidad de que, como en muchos casos que conozco, mi
matrimonio termine en un espantoso fracaso", "todo lo que implique una
pérdida de mi libertad, de mi identidad y de mi autonomía me supera",
"he tenido varios novios/as, pero a la hora del sí me he echado atrás"...
(Richo, 1999; Ladish, 1998).
fe
lOf
l
SOITI KOS, ,1'ORQUf-?
Visto do cerca el miedo al compromiso de pareja, so llego a la
lOiK'liisión ile que se trata de im miedo que se sitúa en los confi* u s del
miedo neurótico, lo que explica que para muchos solieron ve traduzca en
el recha/o del matrimonio. Intentaré profundizar en este punto.
.i i Una forma de temor muy sentida por los solteros es el miedo a dejar
de estar solo, a no ser nunca más exduyirmiu'ii/i’ unn f>cr>c- itii niilónointi,
con un mundo propio y perfectamente controlado. Piensan, no sin
cierto fundamento, que por el hecho de casarse, aparte de nimiedades
como decidir a qué hora se cena en casa o cuánto espacio ocupará cada
uno en la cama, asuntos importantes quedarán sometidos a la voluntad
del otro: dejarán de ser una entidad para sí y tendrán que compartir
con la pareja estilo de vida, preferencias, ritmos, formas de divertirse,
negociar los criterios con los que se actuará a la hora de tomar
decisiones en lo económico, el amor, el trabajo, educación de los hijos,
etc. Snbe el soltero que sobre todos estos temas, el compañero/a tiene
ideas, sentimientos, aspiraciones, peculiaridades y conflictos internos
que el casado debe asumir y tratar con el mismo respeto que los
propios, todo lo cual implica hacer hueco en la propia vida a otro ser
humano tan rico y complicado como uno mismo (Carter-Scott, 2000).
Un programa de tales exigencias asusta tanto a ciertos solteros que les
lleva a la conclusión de que "las ventajas del matrimonio nunca podrán
compensar la renuncia al alto valor que representa para mí el disfrute
de mi autonomía y libertad individual". En opinión de Jaeggi (199S),
hay que interpretar tal actitud como señal segura de que no están
hechos para una relación permanente de vida en pareja: y Rogers
(1993) va más lejos, sugiere que a sujetos así debe decírseles
claramente que se desmarquen del compromiso matrimonial en
cualquiera de sus formas,
b) Otro motivo de temor al matrimonio es la diitriniiea competitiva en la que
muchos solteros enmarcan hoy en día el compromiso de vida en
pareja. La experiencia les dicta que tarde o temprano tal dinámica
acabará en rivalidad o en sentimientos de
fe
109
I A 1 S H O I i K . I A D I - I S O I I I K O I N I K I I I . M U I ) V I A l i l i A l I D A I )
on\ kIi.i v, finalmente, en el Iracaso do la porto más débil, geix».
raímente l.i" mujeres on nuestro sociedad dominada por v\ machismo.
i «uno, por olra parto, a nadie lo gusta pasar por | l4 ovjvrioncia del
fracasado o vivir junto a alguien que lo envidia i*l .soltero/a luiyo del
matrimonio comí» de cualquier situación que pueda convertirse* en
derrota personal (Horas, 2U01).
c) Otro tipo do miedo experimentado por determinados solteros os el
temor a la dependencia afectiw. Esto se entiende bien cuando se considera
que el amor une pero también ata y, por U> mismo, /*»><’ en juego los
sentimientos más sagrados e irrepetibles que la persona alberga en lo
más íntimo de su núcleo personal. Cuanto más profunda es la relación
amorosa más implica la pérdida de independencia en el ámbito de los
sentimientos por ello, para quienes no están dispuestos a llevar su
compromiso afectivo hasta las últimas capas de su intimidad, el
matrimonio les resulta asfixiante y tienden a evitarlo. Desde el punto
de vista psicológico, puede decirse sin temor a equivocarse
demasiado que la dependencia afectiva y el compromiso de pareja,
vividos intensamente, resultan valores incompatibles para los que se
sienten especialmente celosos e inseguros en el terreno de sus íntimos
sentimientos. Este hecho lo he podido comprobar en algunos solteros
que, inmersos en una cierta forma de narcisismo afectivo, me han
reconocido haber vivido a gusto durante algún tiempo dentro de una
relación sentimental superficial con su pareja, pero que no han
dudado en dejarla tan pronto les ha insinuado un compromiso total.
Algunos analistas, llevados quizás de un optimismo excesivo, se
inclinan a pensar que, aunque la relación de pareja pueda s«.-i en
determinados»momentos tensa y muy exigente en el día a día, es
perfectamente llevadera si cada una do las partes está dispuesta a
conceder a la otra el plus o margen de independencia que le permita
sentirse parte del "nosotros" y, a la ve/., ejercer su propio ámbito de
individualidad. Pero hay que decir paladinamente que conjugar
comunidad e individualidad dentro do la pareja no es asunto fácil y
aquí radicaría
SOLTEROS, ¿POK QUÉ?
la clavo do tjuo muchas relaciones de parejo m» acaben 011 niatrimonio
(Alborch, 1999).
d) So da un especial miedo transitorio a¡ matrimonio en personas ijue están
emborrachadas con el éxito y el reconocimiento social; piénsese, a
título de ejemplo, en determinadas modelos, deportistas, artistas o
directores/as de empresas muy conocidas o importantes a quienes el
disfrute momentáneo de la gloria les impide pensar siquiera en
someterse a las naturales restricciones que la vida en pareja impone.
Ocurre con frecuencia que estos solteros pronto comprueban que ni
sus éxitos duran tanto como suponían ni colman todas las ansias de
felicidad a la que se sienten llamados como las demás personas. Es
entonces cuando estos solteros exitosos experimentan un cambio en
sus motivaciones y ven el matrimonio, antaño considerado por ellos
un obstáculo para su desarrollo personal, como una vía especialmente
atractiva que les permitirá explorar y vivir dimensiones de su
personalidad altamente valoradas y nunca disfrutadas como son sus
sentimientos más personales y profundos; a partir de aquí, el miedo al
matrimonio desaparea* y se convierten en fervientes defensores de él.
Conocí una compañera de trabajo que lo expresaba muy bien:
"mientras fui soltera -se casó a los 34 años- fui una entusiasta
pregonera de todas las bondades de la soltería, desde el día en que me
enamoré de mi actual marido, veo las grandes ventajas del
matrimonio".
e) A veces el miedo al compromiso se manifiesta en forma de respuesta
fóbica al matrimonio. Las fobias son miedos que pueden disparar
reacciones físicas y emocionales fuertes, sudoración, palpitaciones,
sequedad de boca, actos fallidos, falta de concentración, dolores de
cabeza o espalda, temblor de piernas, etc. Muchos solteros confiesan
que sólo el pensar en el "para siempre" les asusta pues supone para
ellos firmar un cheque en blanco para que el compañero haga con ellos
lo que quiera (Cárter y Sokol, 1996). La fobia a la vida en pareja se
presenta bajo dos modalidades principales, como temor a ser absorbido
por el compañero y a ser abandonado por él.
111
I . A P SK O UX . lA 1 )1 :1 . S O I l ’ H R O l - N T K E L : L M I T O V I A K I C A I I D A I )
Hl miedo a la absorción, por algunos «nitores denomina^,, "síndrome
de persecución", es el temor a que alguien se nos acerque en exceso,
nos haga perder la intimidad y acabe con lo propiamente nuestro:
"tengo tan poco dentro de mí. tj,,,. si permito que alguien se ponga
en contacto conmigo a niw¡ anímico, perderé lo que tengo de mí
mismo", "te puedo permitir acércate, pero no demasiado". Hl miedo a
la absorción puede ser provocado por uno de los miembros de la
pareja simplemente al compartir sus sentimientos o mostrarse
solíci- to con el otro. Psicológicamente esto miedo suele tener su
pj¡n. cipal causa en el confinamiento a que nos sometieron unos
padres superprotectores y narcisistas, que nos obligaron ,1 renunciar
al derecho de gozar de nuestro propio territorio \ cuya principal
meta era encarnar en los hijos la imagen ideal de sí mismos, la que
ellos nunca lograron realizar. I.os solteros que vivieron esta
experiencia en su niñez son propensos .1 mantenerse a cierta
distancia de su pareja y a establecer con ella unos límites férreos de
individualidad dentro de los cuales se podrán sentir seguros y
libres de cualquier tipo do avasallamiento. Estos solteros pueden
dar muestra de las formas más sutiles de independencia:
desconfianza ante los demás, rechazo a aceptar compromisos,
calculada indiferencia, necesidad de más espacio para sus secretos,
límites rígidos en sus relaciones con el entorno, vergüenza ante las
muestras públicas de afecto, etc.; todas ellas, a la postre, no son
sino obstáculos que les alejan de la vida de pareja.
- En el polo opuesto al miedo de absorción está el tHiendo al abandono,
también llamado "síndrome de miedo a la soledad", que conduce a
afernyrse al otro para evitar el sufrimiento de sentirse solos o
experimentar el pánico que surgirá cuando el otro se retire y deje
de protegernos, pues se interpreta que si esto sucede careceremos
del referente en el que apoyar nuestra debilidad y nuestra pobreza;
en tal perspectiva, el mensaje interior invita a decir "puedes alejarle,
pero no demasiado". Se entiende, pues, que la combinación
112 — W
S O I l l -K O S . ¿ IV Í K Ol ! ■ ?
del miedo v l.i falta do confianza en sí mismo es el caldo do cultivo
para que ciertos solteros so aforren a su pareja sin importarles el
precio (jue toncan que pagar con tal do no pasar por la situación de
encontrarse con la soledad, que no soportan. Al proceder así y
curiosamente, no son conscientes de que tal ánimo posesivo acabará
propiciando en la otra parte la lógica huida. Esto lo saben muy bien
aquellos divorciados que apenas son abandonados por su pareja,
buscan compulsivamente otra en quien compensar su inseguridad
afectiva y personal, dando lugar así a sucesivos abandonos (Richo,
1990; Carter-Scott, 2000; Pisher y Hart. 2002).
1 . 1 mito de "la media naranja" y la casualidad
Llamamos casualidad a todo lo que ocurre sin que sepamos muy bien los
antecedentes que provocan los hechos que nos afectan, fundamentalmente
porque no hemos puesto de nuestra parte y de manera premeditada la acción
necesaria para que las cosas ocurrieran así. Esta afirmación se cumple en el
caso de ciertos hallazgos científicos que surgieron mientras los
investigadores encontraron "por causalidad" v sin esperarlo, respuestas a
interrogantes en los que nunca habían pensado previamente; tal es el ejemplo
de Mendel que descubrió las leyes de la herencia mientras trabajaba con
semillas en el jardín de su casa. En la vida cotidiana, hay cierta tendencia a
atribuir a la casualidad muchas de las cosas que nos ocurren; un caso
frecuente y que afecta al tema que nos ocupa es el encuentro con la pareja. Lo
explicaré con una historia real que coincide con lo que algunos identificar con
el curioso fenómeno del "flechazo".
Un amigo mío joven se montó en un tren camino de Santiago de Contéstela. Apenas se
sentó, vio enfrente de sí a una chica joven, su actual csfwsa. y se dijo para sí "ésta es la
mujer que yo buscaba, la mujer de tu i nda~ y durante todo el viaje no dudó en ningún
momento de que aquel encuentro ''inesperado'' iba a marcar el resto de su vida, como así
ha nido. Cuando le pregunte cómo explicaba él la fuerza de tal instantánea seguridad me
dijo: "es lo mismo que si volaras en avión sobre los naranjales de Valencia, supones que
alia abajo hay naranjas y. cuando bajas, le
fe
1 1 3
I A I M U Í I ( K . I A m N O I I I - K O I N I K l I I M I I O N I . A K I A I I I > A l l
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I/IU- el ».'(• r<7>ltü' 'lliiiiittlc corno i¡i(im¡<, /viv <is<m jjrr.vmn /<?> cusís".
Pasando do I.» anécdota a l.i experiencia personal del amor di-
pareja, hay solteros que encuentran explicación a su soltería en no
haber pasado por el lugar o la ocasión en que se diera la posibilidad
do encontrarse con la mujer/hombre destinada/o para ellos, M,
"media naranja". Asi, creen a pie juntillas que es la fatal casualidad
la que decide nuestro destino en relación con el matrimonio o la sol -
tería, una especie de herencia que nos llega por vías misteriosas \
que sin que nosotros podamos buscarla, porque tampoco sabemos
dónde se encuentra.
Paralelamente a la teoría de la "media naranja" muchos se ate-
rran al principio del "alma gemela". Según esta versión del amor, en
toda persona hay una parte esencial de su ser, el alma, que es atraí -
da por otra que busca otra similar y complementaria. El "alma geme-
la" es, por lo mismo, alguien único que nos necesita y es capa/ de
hacernos sentir una atracción y simpatía plenas. Cuando se pregun-
ta el porqué de tal atracción, algunos autores recurren a factores físi -
cos y otros van un poco más lejos, suponen que tal fuer/a de atrac-
ción se inscribiría en nuestro ADN, nuestros genes, de cuya acción
no somos conscientes, lo cual nos remite a un mundo platónico, inac-
cesible para le mundo de los sentidos, en el que el alma gemela esta-
ría destinada desde la eternidad para colmar nuestra necesidad de
amor (Torrabadella, 1999).
Al margen de cualquier interpretación, siempre habrá que pen-
sar que las cosas no suelen ocurrir "por accidente" y sin motivo algu-
no, aunque éste se oculte en los repliegues más recónditos de nues-
tra experiencia. Y en este sentido, nadie hasta hoy ha sido capaz de
explicar la soltería por el puro influjo do los biorritmos, o porque la
persona que interesaba estaba ya casada, o porque la persona desti -
nada para nosotros estaba geográficamente distante; algunos "bue-
nos candidatos" suelen estar cerca de uno mismo v somos nosotros j
mismos la causa de que no los elijamos (Cárter y Sokol, 1996).
fe
114
S O I T I R t í S , ¿ l O R Q UÉ ?
I n cualquier coso y o lo visto de hechos bien comprobados, no es ji tiVil
mostrar que los teorías de lo "media naranja" o "almo geme- I., resultan poco
convincentes. En primer lugar, la experiencia indi- V i, que muchos
enamorados pierden el atractivo mutuo muy pronto, ,i los pocos meses de
conocerse; es impensable que en tan escaso tiempo se dé ’>n cambio genético
suficiente poro explicar el paso del .unor más fervoroso al desinterés e
incluso el rechazo total. Dicen también los defensores del "alma gemela" que
el encuentro con la p.ireja que nos completa se traduce en sosiego e ilusión
creciente, pues nos permite comprobar que estamos ol Iodo de alguien que
está perfectamente dotado para admiramos, entendernos, querernos y .icobar
con nuestro soledad. Pues bien, de todos es sabido que el matrimonio v la
vida de pareja es en muchos casos todo lo contrario .» la paz y el sosiego y
que para la mitad de la parejas, otrora enamoradas, la convivencia se
convierte a portir de cierto día en una dura batalla que termina en lo
separación. En terccr lugar, las parejas que han sabido crecer juntas en el
amor saben muy bien que la hipotética "media naranja real", aquella persona
que te complemento, es una realidad cambiante que tiene poco que ver con lo
que se percibió en ello en el momento del acercamiento inicial o, en otras
palabras, que el "alma gemela", lejos de ser un sujeto acabado desde el
principio de la relación, se va configurando y mostrando a medida que se
profundiza en la experiencia amorosa común, por lo que resulta más
adecuado decir que la "media naranja" es más una construcción de dos
personas que se aman que un hallazgo casual de lo persona amada.
Con este último criterio suelen actuar las actuales agencias matri moniales
serias que ofrecen sus servicios a los solteros. Estas agencias no tienen reparo
en decir a sus clientes que su principal misión consiste únicamente en
conectar parejas que guardan entre sí cierta afinidad básica en una serie de
aspectos personales, cultura, gustos, nivel económico, etc., algo que nada
tiene que ver con mensajes parecidos a "con esta persona le aseguramos la
felicidad de por vida" o "eligiendo a esta persona, nunca se equivocará".
fe
115
1 A l * S k O I (K í fA I> | | S OI I I K O I N I K I I I M IT O V I A R F . A I . ID A D
1.0 mismo cabo decir do los que, seguros de la existencia di* |d "media
naranj,»", abrigan l.i firme convicción de que la encontrarán a través de
internet -un asombroso medio tecnológico con el quc pueden llegar hasta el
más (vqueño rincón del mundo donde los estaría esperando su "alma
gemela"-. La tozuda realidad se encarga de mostrar a los enamorados por
medio de la comunicación virtual que pueden ser víctimas de una
ingenuidad, pensar que la "media naranja virtual" coincide con "la media
naranja real". Esto no significa que haya que estar en contra de este medio de
acercamiento, ni de su capacidad para lograr un cierto conocimiento inicial
entre los solteros; lo que muchos pensamos es que tales medios virtuales no
son suficientes ni seguros para conocer componentes fundamentales do la
vida en pareja, por ejemplo, saber cómo nos tratará la persona virtualmente
conocida cuando discrepemos de sus gustos y manías, cómo reaccionará
cuando compruebe nuestros cambios de ánimo, qué sentirá de nosotros
cuando vea de cerca nuestra modo de reaccionar ante los eventuales fracasos
o contrariedades, cuando estemos junto ella y nos toque, gesticule y olamos
su aliento, cuando nos vea desnudos, sepa cómo cocinamos, conozca
nuestros hábitos higiénicos, manifestemos en el día a día nuestra escasa
habilidad para relacionarnos con las personas de nuestro entorno, etc., en
definitiva, cómo se sentirá cuando vea en vivo y en directo el menguado
cuadro que sobre sí misma dibuja la persona a través de la mera comunica-
ción internáutica.
Al final de este discurso llegamos a dos conclusiones importan tes: 1) que
por vía de la casualidad o de la magia virtual es difícil encontrar la "media
naranja", fundamentalmente porque no existe como producto terminado y
apto para ser consumido por los solteros, y 2) que el encuentro y el
compromiso con la persona que puede colmar la necesidad de amores un
proceso tan fascinante como complejo que requiere poner en juego actitudes
y conductas que superan claramente la creencia en el "mito de la media
naranja" (Duoeil, 2000; Torrabadella, 1999); de tal proceso hablaré en el
último capítulo do este manual.
1 1 <L w
SOLTEROS, ¿POR QUÉ?
los factores ambientales o detcrminismo sociológico de la soltería
La soltería, como muchas otras situaciones que afectan a la vida ji* ION
individuos, es un hecho estrechamente dependiente de las fuerzas y
presiones que actúan dentro de los grupos; en el caso de los solteros, tales
presiones se canalizan prioritariamente a través de la tamilia pero también
de la sociedad global. Desde el punto de vista MH-iológico, es innegable que,
aunque con menos virulencia que en épocas pasadas, todavía hoy los
solteros son conscientes del juicio común que les estigmatiza como sujetos
incompletos, raros y amargados -"los solteros son individuos solos y
amargados", me decía recientemente una monja- y esto explica la tendencia
de muchos solteros a ocultar la condición de tales.
La soltería como reacción a las presiones familiares
He encontrado bastantes solteros/as que explican su soltería como una
forma de oponerse a la actitud de un padre autoritario y, en algunos casos,
de una madre igualmente asfixiante. Estos solteros describen a sus padres
como personas que intentaron hacec de sus hijos sujetos sumisos, a la postre
marionetas sometidas en todo y por todo a unos progenitores
"manipuladores" hasta extremos tan amplios como grande era su
inseguridad y el narcisismo con que actuaban para hacer de sus hijos la
imagen ideal que ellos nunca encamaron. Para estos solteros, una forma de
liberarse del contexto familiar opresor es apartarse de todo lo que suponga
repetir la estructura familiar de origen o, lo que es lo mismo, evitar por todos
los medios el que su matrimonio acabe en supeditarles a la pareja e
impedirles gozar de vivir por sí, para sí mismos y sin tener que depender de
nadie (Cipolla, 1995; Ladish, 1998).
Una amiga soliera me explicaba su historia en estos términos. Soy hija única y desde
que nací tuve que hacer siempre lo que decidían mis padres y. sobre todo, mi madre.
Me mandaron a un internado y después a otro, hasta que terminé la carrera En el
internado de monjas había una disciplina férrea, pues no nos permitían tener amigas
-no sé si por celos- y nos eon- trolalnin hasta las más ¡requerías menudencias e
iniciath>as. En estos
1 1 7
i
LA PSICOIXXíÍA DF.I. SOLTF.KO: l-NIKK ti. MITO VIA Kl \l HMD
momentos, a mis 27 años, ¡>esa hutía el capítulo tic iinfxwcione> ijuc h„ torne!ida
que si Infiero otro hermano qtte cuidan) de mis padrv>. me mar. chana al extranjero
para citar lejos de ellos.
Motivaciones derivadas de las condiciones de la sociedad desarro•
Hay una serio de motivaciones que fundamentan la sol torio en
actitudes que se sitúan más allá de lo individual y de las presiona
procedentes del marco familiar. Me refiero a las que aparecen apenas se
presta un poco de atención a las características propias do la que
denominamos "sociedad del bienestar".
• Comenzando por lo b.ísico, observamos que en nuestra sociedad una
cantidad considerable de solteros pueden llevar una vida autónoma y
disponer de un espacio personal perfectamente habitable por el hecho
de contar con una serie de servicios más que suficientes para vivir
solos. En este sentido, sería difícil imaginar hoy la viabilidad y menos
el atractivo de la vida solitaria, si los solteros carecieran, como
muchas personas del tercer mundo, de los servicios que pueden
disfrutar en nuestro mundo desarrollado, con amplias prestaciones
sanitarias públicas, disponer de lavadora o lavavajillas, de transporte
público, contar con una estructura organizativa y social del trabajo,
etc.; en definitiva, sin tales condicionamientos, en los países ricos la
soltería sería seguramente sinónimo de vida miserable y muchos de
los solteros que nos rodean dejarían de serlo.
"Los ciudadanos de hoy, /con un ¡¡ivel cultura! amplio) san inris competentes
para planificar, llevar a cabo y,enfrentar los problemas cotidianos par síselos.
Una vez más, aquí se puede constatar que, cuando este nivel suficiente no se da.
la persona no puede permitirse vivir sola" (Segura, 1997. p. 39).
Con permiso de las mujeres y con total respecto hacia ellas, me tomo
la libertad de transcribir la serie de consejos que, en tono jocoso, se
proponían recientemente a los varones solteros en i n -
llada
ternet:
i ia u .
SOI lüROS, J\>KOUf¿?
IJ /'(«vi evúai tenei que lavar la ivjitla, usti wiilln ite plástico, amontona los
phtlo.< rii .7 fregaden», ¡wr ello, conviene que sea grande u ca/nz de *»/wfíi» mi
n/ios ni nrs«• de apuro, pide prestado* al invino lo> ¡>lati*> necesitrio* para
salir del paso, suprime el uso cotidiano de los .id’iertos, y suprime igualmente los
«visos pues <e puede beber directa- meiile de la botella: la sartén es casi
imprescindible aunque tampoco es m esaría puesto ¡pie el huevo se puede freír
directamente sobre la vitro- eer árnica.
2) para no tener que hacer la cama, se puede dormir en el suelo, sobre la<
mantas, en el sillón c incluso de pie.
Y ’>) para encontrar pareja, existen itrios métodos: a) el 'método de la
aspirina 11 de la eocmvla, una mezcla que, como es sabido, tiene injlujo
considerable en el aumento de la libido femenina; l<> el 'método gillifK’llas'
consistente m hacer simplemente el indócil, hasta que a alguna piadosa mujer le
demos pena y c) el 'método del busca y encontrarás' que supone, primero emlw
radiarse y, una vez ebrio, dirigirse a una hermosa mujer joca dieiéndole -bies-,
¿te importaría venirte conmigo a la cama? A lo cual la mujer átele contestar con
un derechazo magnífico que te deja aletargado profundamente durante dos días,
y por fin d) el 'método del incordio' <método gillipollas perfeccionado) que nos
lleva a varias conclusiones: la mujer es, cuando menos, peculiar, los hombres
ignoramos absolutamente todo sobre ¡a idiosincrasia femenina, las mujeres
aguantan todo de los hombres excepto las gilhpolleces provenientes drl Si’xo
contrario... (w w w. paisdcloi us.com. humor/familia_amor/3/)
• So comprendo también la soltería cuando se observa la dinámica
productiva imperante en el mundo industrializado. Ésto tiene sus
propias leyes y entre éstas la exigencia de un alto grado de
flexibilidad, disponibilidad y movilidad de los individuos. Una
sociedad así orientada por el imperativo de la productividad, no tolera
las largas ausencias del marido -menos frecuentemente de la mujer- y
plantea muchos problemas a medio y largo plazo para mantener vivos
los lazos que unen a la pareja y proporcionar la suficiente
compensación de una vida familiar mínimamente satisfactoria,
especialmente cuando hay por medio hijos que criar y educar. En tal
situación, se
fe
1 1 9
I A r S I C O U Xi Í A D I I S O I I I I U > I N I K l : I I M I I OY I A KK A I HM D
iu'U'mI.i haber alcanzado un nivel de desarrollo y autosU|, ciencia
personales por encima de lo común para v ivir cunu, casado/a, pues
al alejado del llorar se le exige vivir en la p r,v lica como soltero, vivir
ausente del hogar como si estuviera dentro de él. y para el que se
queda en casa y se ocupa de \¿ crianza y educación de los hijos,
prescindir del apoyo del cón- yugo cuando se piocisa lomar las
complejas decisiones i| lu. conlleva resolver los numerosos problemas
familiares. Todas estas circunstancias hacen do los solteros personas
especial- mente libres para dedicarse al quehacer profesional sin las
numerosas trabas y limitaciones del casado, y así me lo han
reconocido bastantes solteros a los que he entrevistado.
1 a soltería como /atóntenos derivado de la emigración
F1 término "emigrante" es una de las etiquetas más imprecisas utilizadas
para explicar el nexo de unión entre el medio que abandona una persona y el
lugar o contexto que le recibe. No siempa* dicho trasvase va acompañado do
alegrías sino más bien todo lo contrario, pues es frecuente que el encuentro
con la nueva situación, lejos de significar el cumplimiento del sueño de la
tierra prometida, se convierte en desconcertante desilusión y en gran número
de sufrimientos y frustraciones. Esto ocurre así porque cuando el emigrante
deja su lugar de origen, se encuentra con una realidad que le exige dos
penosos aprendizajes, por un lado, olvidar sus referentes pasados (vecindad,
costumbres, ocupaciones, clima, etc.) y, por otro y algo más arduo, adaptarse
a la nueva red de relaciones que articulan la dinámica social del nuevo medio
sociocultural que le recibe; en oslo consiste precisamente la experiencia del
"desarraigo" que no es otra cosa que el sentirse de alguna manera extraño y
perdido en el nuevo ambiente, junto con la necesidad do buscar los caminos
que le permitan dejar de ser "el otro", "el pobre advenedizo", hasta con-
vertirse en uno más del grupo social en el que intenta integrarse. Este proceso
es de tai complejidad que para muchos emigrantes acaba en el más rotundo
fracaso.
1 2 0
s o l T KK O S , ¿ P O R Q U Í ?
Centrándonos en el caso más fn»cuente, el de la emigración a la uiilad, la
experiencia enseña que cuando una familia abandona el unpo v se traslada a
la gran ciudad se le acumulan los problemas, .«.ira los padres, encontrar
vivienda y trabajo, y tratándole de los hijos, ¡v.irse nuevos círculos de
relación, nuevos amigos y compañeros. L (1,i los hijos pequeños o en edad
escolar, el problema suele resultar je fácil solución, pues los niños son muy
permeables a los nuevos oleres, costumbres y expectativas propias del
medio urbano, pero !\na los adolescentes y jóvenes la cosa se convierte en
un asunto bas- \inte más complicado por diversas razones, el nivel cultural
de los n«venes procedentes del campo suele ser inferior al de los jóvenes
que han nacido y crecido en la ciudad, las relaciones de compañerismo v1jm
urren por cauces muy distintos a los del pueblo, son distintas tam bién las
aficiones, las disponibilidades económicas de la familia, etc.
Conozco más de una v eintena de solteros/as cuyas familias emigra ron
a la ciudad entre los años 60 al 80 y cuando ellos/as eran adoles centes.
Una soltera me confesaba: "tenía un grupo de amigas en el pueblo con
las que nos lo pasábamos muy bien, pero cuando vinimos a la ciudad v
por más que lo intenté, no supe o no pude encontrar compañeras con
quien divertirme y salir. En ciertos momentos tuve una amiga en mi
barrio, pero me abandonó muy pronto, porque 'no caía bien entre el
grupo de sus amigas'. Al final, acabé quedándome en casa por
costumbre y salir de paseo con mis padres hasta que llegó el momento
en que ya me dio vergüenza ir con ellos por la calle".
Para entender lo problemática que resulta la situación del emigrante de
cara a la búsqueda de pareja, veamos lo que ocurre cuando los hijos de las
familias emigradas crecen y se convierten en jóvenes. Knlonces el problema
de encontrar pareja aparece como un reto desafiante, especialmente cuando
entre la vecindad más cercana a la familia emigrada o en el lugar de trabajo
no hay parejas semejantes a las que uno puede aspirar. En tal caso, el campo
de elección se reduce drásticamente, con el agravante de que la apertura a
otros ambientes resulta en la práctica una meta muy difícil de alcanzar.
Conozco muchos solteros/as que encaman en sus personas esta problemática
v que a lo más que han llegado es a unirse a otros solteros del mismo
1 2 1
I A i - SK O lA K. l A DI I S D IT I K O : l 'M K l i I I M IKM I A K l M I DA I i
con los que salen, so divierten v oonviven. Igualmente c«»mi/|( -
.olleros que, insatisfechos con oslo situación. acaban volviendo^- , pueblo
intentando encontrar on ól su media naranja. Pero aún n •"'tos casos, no
siempre* está asegurado el éxito, pues dado quo v¡ fenómeno emigratorio
afecta también a los jóvenes del pueblo t.„ edad ile casarse, tampoco en el
pueblo de origen hay jóvenes casado- ros; en tal desierto de juventud,
encontrar pareja so convierte en u|tj,. tivo imposible.
De lo que este problema representa para los jóvenes emigrados del
campo a la ciudad, existen on España documentados estudios qu t. analizan
cómo la emigración incide en la soltería. Un ejemplo paradigmático lo
encontramos en la provincia de Muesca (Nerín, 2(Ui|i. En esta zona de
Aragón, concretamente en el pueblo de Plan y aleda ños, los "tiones", hijos
mayores herederos do la propiedad y gestión de la hacienda familiar, se
encuentran con que prácticamente la totalidad de las mujeres en edad de
casarse han emigrado a la ciudad, con lo que la posibilidad de encontrar
pareja en su pueblo es prácticamente nula. En una encuesta recientemente
realizada en dichos pueblos, aparece un dato sumamente elocuente: el 47 por
ciento do los solteros de esta zona dan como principal razón do su soltería el
"no encontrar pareja". Posiblemente el lector conozca como vo la estrategia a
la que han recurrido los solteros ("tiones") de esta zona para encontrar
pareja: periódicamente organizan la llamada "caravana de mujeres solteras"
que consiste en provocar encuentros entre los solteros altoaragoneses con
solteras de otras regiones de España. Por sus resultados parece ser que estas
citas tienen su propia eficacia, pues algunos de estos encuentros acaban en
matrimonio.
Las mujeres solteras, ¿caso especial?
Antaño la aspiración de bastantes mujeres so centraba en la caza do un
hombre, preferentemente rico, que les mantuviera y les diera hijos, y si no
lograban tal objetivo la opinión común las consideraba unas fracasadas y
dignas de lástima. Las. cosas han cambiado tanto en los últimos tiempos que
para muchas mujeres do hoy el matrimo*
1 2 2 „
S O I l l - 'K O S . l ’ OK Ql . l '
v.i no e> MI principal mola v lo primorn quo buscan es situarse
.r,.iesionalmento igii.il que los hombres v después. sólo después, izarse 'i
comprenden que pueden comp^in.ir la vivía familiar con „,i ..U-dicación a
la profesión I as salidas o esta nueva situación dis- ;,rre p>'f dos derroteros
principales:
• hay solteras bien preparadas profesionalmente, tan competiti v ,is
como puedan serlo los varones, que tras saborear las mieles del éxito
profesional se cansan de la lucha y se orientan afanosamente hacia el
matrimonio; son solteras en la primera parte de su vida adulta y el
resto viv en corno casadas amantes do su familia. A este respecto,
cuenta Pasini (19%) el caso reciente de una mujer inglesa de 35 años
que, tras cosechar los mayores triunfos como gerente de una gran
empresa, le confesó: "quiero casarme y tener hijos, esto es más
importante para mí que todos mis logros profesionales juntos".
• otras solteras, empujadas por la corriente feminista, optan por
mantener su individualidad a cualquier precio y, así, no se permiten
enamorarse, se mantienen firmes en hacer de su tiempo algo
exclusivamente suyo y persisten en lograr el sueño de su
independencia por encima de todo lo demás. Es evidente que este tipo
de solteras encuentran dificultades para mantenerse solas pero
resisten y luchan y hasta logran instalarse en el ámbito de un cierto
equilibrio interior, el que resulta, por una parte, del cultivo de unas
buenas amistades, junto con la dedicación plena a su profesión y, de
otra, intentando vivir el amor libre con el que sacian, al menos
parcialmente, sus necesidades sexuales y de intimidad. 1 lasta hoy no
disponemos de estudios que nos permitan saber hasta qué punto esta
'■'ase de solteras constituyen una realidad socialmente transitoria o,
por el contrario, nos tendremos que habituar a verlas como una forma
común de soltería en la mujer. Por el momento, hay un dato evidente,
que tales mujeres viven implicadas en la lucha por alcanzar la total
igualdad con los hombres, lo que ocurra e.. el futuro es hoy por hoy
objeto de distintas hipótesis no contras-
1 2 3
I \ l*sl< OI (H.l \ P¡ sol II KO. IMKI I 1 MIIO'í I A Kl Al IIJ.AP
Lulas ,uin \ objeti» de numerosos \ sustantivos interrogóme algunos
vli* ellos afectan también a los vanines. Pues bien,, • este horizonte v
o»n respecto a t.íU**- mujeres, rabo preguntáis, ¿les bastará a la**
mujeres Lis relaciones labor.des pora o>lm„. sus necesidades
afectivas?, ¿pueden los mujeres -al igual liis hombres- llenar sus
vidas dejándose absorber por su tr.ib.j- jo profesional y olvidándose
de su maternidad?, ¿se sacian I.K ansias de reali/nción personal de la
mujer v de los hombre*, entregándose principalmente a la* tareas
profesionales? j número de preguntas en este terreno son más que las
respuestas, al menos dentro del mundo desarrollado. Por el momento
tenemos suficientes datos para pensar que la mayor parte d. las
mujeres sienten la necesidad de realizarse tanto profesie.- nalmente
como en calidad de madres y, en este sentido, los nn.i listas apuntan
hacia un previsible desenlace: cuando las reivindicaciones de las
mujeres en el mundo laboral hayan alcanzado el reconocimiento del
que hoy disfrutan los varones, entonces se habrá logrado la suficiente
igualdad para que las mujeres y los hombres lleguen a fórmulas de
un entendimiento igualitario en el que unas y otros disfruten del
equilibrio laboral y afectivo al que se sienten igualmente atraídos, Ln
cualquier caso, la situación actual parece decimos que estamos
todavía muy lejos de tal ideal y hay un hecho que lo confirmaría:
bastantes mujeres, obsesionadas (!) por disfrutar de las mismas
prerrogativas que los hombres en el mundo laboral, se sienten
rechazadas no sólo por los “hombres destronados" sino también por
las propias mujeres que ven con malos ojos e incluso como una forma
de explotación abusiva el que una persona de su propio sexo les trate
como serva subordinados e inferiores. Lo que dé de sí esta lucha de la
"mujer moderna" está aún por ver y, en consecuencia, considero
prudente renunciar a cualquier profecía en este terreno -la que hacen
ciertos varones que anuncian el fracaso total de las mujeres-, pues
reconozco que por este camino fácilmente podría incurrir en no
pequeños desatinos (Cipolla, 1995).
1 2 4
wr
3 LA VIDA DEL SOLTERO: SUS LUCES, SUS
SOMBRAS
Se habla mucho sobre do las ventajas c inconvenientes de la vida del
soltero, las más de las veces en tono de broma y recurriendo al tópico barato,
"qué bien vives, granuja", "quién pillara tu libertad", 'Vi buey suelto bien se
lame", "qué bonito vivir sin la esclavitud do los hijos y la mujer"..., para
acabar con lindezas tales como "sois unos jotas, unos egoístas" o con el chiste
de Forges que pinta en un bar a dos hombres sentados en sendos taburetes y
uno dice al otro "qué mundo más horrible nos ha tocado vivir", a lo que el
otro responde 'bueno, yo soy soltero". En numerosas ocasiones me ha llamado
la atención que los amigos de teorizar sobre el binomio casado-soltero
prácticamente siempre, a menos que se les exija lo contrario, centran sus
reflexiones en torno a uno solo de estos dos objetivos, o bien so dedican a
cantar las excelencias de la vida familiar, o lo opuesto, enfa tizan hasta un
extremo rayano con el escarnio las supuestas penalidades de los pobres
solteros. Indagando los motivos de tan dispare s visiones, uno llega a la
conclusión de que ambas cometen el mismo y fundamental sesgo, se
enaltecen los privilegios de la soltería pero resaltando sistemáticamente las desventajas
del matrimonio, o al revés, se proclama la felicidad del matrimonio pero cargando
las tintas en el negro paisaje y grandes limitaciones del soltero. Esto me da pie para
pensar
1 2 5
I A I M I O I O t . Í A D I I SO I . l l i KO I N ' I K I I I M I > I . A K Ü A I . I D A I»
que. desdo i*l punto Jo visto psicológico, las ra/ones que condm,.,^ valorar
positivamente la soltería denostando el matrimonio y vic u versa, utilí/an el
mismo mecanismo tic defensa, se tiende a valorar p<»s¡ l i va mente todo aquello
que facilita recrearse en la imagen utópiVdl, ideal del estado en que se vive,
luivendo en lo posible de onfronUry. con espíritu crítico ante la realidad tal y
como es, con sus pros v su*, contras. Así resulta que los solteros tienden a
barajar proferentenu-n. te el montón de razones que hacen ver la soltería
como estado venta- ¡oso y hasta maravilloso, y lo mismo hacen los casados
con respecte a su estado de casados.
Tiiív decoiiiprolnr lal mecanismo participando como psicólogo ,'ti mi car*' de
preparación /tini el matrimonio, dirigido a 35 ¡tanja* de ,¡a. h uían pnreisto casarse
en el transcunt) del siguiente año. A estas pureras h - propuse el siguiente ejercicio:
“coged un folio y escribid en una columna le,- razones a favor del matrimonio u en
olra sus desventajas", f'l resultado fue que las listas de ventajas y desventajas
elaboradas por las parejas de novios en vísperas de casarse eran prácticamente
equivalentes, los novios ivfan tantas razones a favor como inconvenientes y
dificultades para la vidr. en matrimonio. Pero lo q ne resultó más curioso fue que
cuando, al orív de un año, les hice llegar a las mismas parejas, ya casadas, el
anterior cuestionario, las listas quedaron claramente descompensadas, así las 33
parejas casadas y ¿pie permanecían unidas veían muchas más ventajas que
inconvenientes en su vida matrimonial. Interpreté e interpreto que la diferente visión
del matrimonio obedecía al mecanismo de defensa consistente ni mostrar "interés "
por centrar su atención r/i la bondad de la elación que habían realizado, fii este
caso. Siicar el mejor partido del matrimonio.
Antes de perdernos en la enumeración de las numerosas ventajas
o inconvenientes de la soltería, te propongo, querido lector, una cues tión
que, en mi opinión, es anterior a todo lo que con excesiva alegría y muy
superficialmente se suele decir sobre las bondades o contrain dicaciones de la
vida del soltero: ¿Se elige o se acepla la soltería y después se busca valorarla por todo lo que
tiene de positivo o, siguiendo el camino opuesto, se comienza por analizar los pros y contras del
soltero y, tras dicho análisis, la persona implicada se decide por no casarse? Por mis
conversaciones con bastantes solteros, deduzco que la mayoría lian seguido
la
fe ^
1 2 6
I A V I DA 1 )1 I S O I I I .K O M I S I . U i s . s u s s o M l lK . - V *
\ í.) y así, ante el hecho do su soltería tienden a ponsar, valorar j,«.arrollar
las posibilidades del oslado en el que se eiu uentran L na ....¡eba clara de lo
que estoy diciendo es que cuando he preguntado a .. ;;ju*rosos solteros cómo
los va la vida, a menos que havan sobrvpa- ^,jo les cuarenta, prácticamente
nunca me han hablado directamente las desventajas de su estado, todo lo
contrario, normalmente sólo •Mían de mostrar lo mucho que disfrutan
gracias a la* excepcionales ¡vrt.idos inherentes «1 su situación de solteros
(viajes, total independencia económica y profesional, disponibilidad de
tiempo, comodida* ;i h etc ); algunos van incluso más lejos y confiesan
sentirse envidia- J.is por sus antiguos amigos, ahora ya casados.
I a conclusión a la que he llegado tras ocuparme durante varios >ñi»s de
analizar las experiencias psicológicas que conlleva la vida de os solteros es
que hablando de la soltería, la mayoría de los juicios .nio so emiten sobre sus
pros y contras se fundamentan en un supuesto lalso o, en todo caso, alicorto
y superficial, penar que las personas ■.omos una especie de clones, todos
iguales entre sí. con idénticas necesidades y afectados por los mismos
problemas. Desde tales criterios, se supone erróneamente que todas las
personas, lo mismo solteros que casados, sentimos de igual modo y con la
misma intensidad •a necesidad de dar y recibir amor, somos igualmente
sensibles a la soledad, vivimos la misma idea de amistad, tenemos la misma
necesidad de intimidad y de sexo, las mismas aspiraciones económicas o di*
independencia y un sin fin de aspectos vitales más. La realidad, por el
contrario, evidencia que tal hipótesis es en el mejor de los casos discutible,
pues por poco que se profundice en la experiencia humana y en las
aspiraciones de las personas se comprueba que somos
muv distintos v entendemos de diferente manera todo lo relacionado * é
con el amor, no coincidimos en el nivel de apoyo que necesitamos para
sentirnos bien y suficientemente arropados por los demás, las aspiraciones en
la vida cambian de un sujeto a oiro, etc. De aquí extraigo la conclusión de
que casi siempre nos equivocamos cuando « mitimos enunciados generales
relativos a la experiencia de la vida de los solteros y, en consecuencia, resulta
difícil admitir que los solté*
fe
1 2 7
I . A 1 ‘ S K O I ( X . l \ l > l I S O I I I K ' l l i M U I I I M I T O N I A K l \ I I I J . \ | i
rus MIII Unios unos amargados, victimas do MI soledad. juerguist, pobres
huérfanos del amor, añoran los hijos, etc. Por ello, consij,.,, un atrevimiento
dar por válidos juicios absolutos y rotundos o»,».
los solteros son más felices que los casados", go/.an v|t
amor mucho más que los casados". "lodos disfrutan mucho másdf |,, \ ida,
por no tener que ocuparse de la mujer/marido o de los hijos Lo que ni final
de este discurso parece claro es que, hablando de lo- solteros, lo prudente es
considerar no sólo que cada soltero represni. ta un caso particular e
intransferible a l.i hora de desarrollar las dN. tintas dimensiones de su vida
en el ámbito del amor, de la amisiad del trabajo, de la economía, del ocio,
ele. sino que, además y solv,. todo, que la experiencia del soltero en estos
diferentes terrenos tioiu* finalmente una coloración positiva o negativa
dependiendo de su habilidad para elegir los caminos que les permiten
colmar esas necesidades a nivel individual e irrepetible. Aplicando, por
ejemplo, osi.i idea a la tan cacareada triste soledad del soltero, la realidad nos
¡musirá que la soledad de muchos casados, con graves problemas de pare ja,
puede ser mucho más dolorosa y más difícil de soportar que la soledad del
soltero que sabe rodearse de un buen grupo de amigos con los que comparte
ratas de ocio, aficiones deportivas, culturales, artísticas, viajeras,
gastronómicas, etc. Todo esto constituye una in\ i- tación a no incurrir en la
frivolidad de meter en el mismo saco a todo» los solteros ni a identificar su
vida como exponente del abandono y la tristeza. A este respecto, mi opinión
es que, en el plano de la experiencia más honda y personal, la vida de soltero
es fruto de un largo y con frecuencia penoso aprendizaje que le permite
alcanzar los propios y más valiosos objetivos vitales en la medida en que
sabe explotar con decisión las numerosas oportunidades que se le ofrecen en
el
marco de sus cotidianas circunstancias vitales. Aquí viene a cuento
recordarte, querido lector, una de mis convicciones y que te propuse ya en
mi saludo inicial cuando te decía: hay muchas versiones de la vida plena, una de ellas
es la del soltero, (¡ne no es necesariamente mejor ni peor i/ue la del casado; una y otra
conllevan grandes posibilidades pero también numerosas limitaciones.
1 2 8
\ \ I I ) \ I >11 st ) | l i l i l í sm i l US. M SNOMHKAS
] )|, lu» l<* ontei ior, U* in\ ilo .i un imaginolivo ejercicio. Suponga- ... ,|in ni"'
encontramos líenlo a dos edificios 011 cuya» fachada» . ,.:ivon sondo» letreros
que dicen: "I’KODLCTÍV PARA 11. soi 11 no" y , n 1 1. » IWKA 11 < \s u»o". Si nos
alonemos .1 lo que vulgarmente
• «uTis»i. on el primero los solteros encontrarán productos relaciono-' con ol
consumo dol amor libro do cualquier traba, con el dis- ;t«' do lo total
independencia y libertad personal ofertas variadas . .1 lo» posibles opciones
laborales do quien, como el soltero, goza plena disponibilidad como
consecuencia de no estar sometido a . obligaciones diaria» de atención a la
familia, amén de un sinfín de
• -chico» v rocelas orientadas a facilitar a los solteros el cumplí- , nto vio lodo»
su» refinado» gustos en lo referente a su*» preíeren- •, s,Míalos, divor»ión,
costosas vacaciones en países exóticos, j-K.i do la nueva era para el deleite de lo»
oídos más exigentes, •mida para delicados paladares, vestido de última ola, los
más r\quisitos lujos domésticos, etc. Dejándonos llevar por lo que dictan o-
lópicos, nuestro viajo imaginario por el almacén destinado a los s, Itero» acabaría
mostrándonos un mundo ideal, colmado de innumerables oportunidades, en fin,
el cielo reservado exclusivamente a lo» que, con sagaz inteligencia, lian sabido
librarse del complicado iHindo de los casados (!).
¿Y qué encontraríamos en el gran almacén destinado a los casado»? I’or
contraposición, podemos adivinar la oferta prevista para la t’i.n 01 ía de quienes
han optado por casarse: vestidos baratos para los niños, productos para bolsillos
escasos de dinero, vacaciones cortas 0*11 destino a lugares comunes, libros y
vídeos entretenidos para pequeños y grandes en los largos y bulliciosos fines de
semana, alimentos de consumo generalizado, prendas prét-á-porter, ofertas
variadas de televisores y electrodomésticos pasados de moda, ordenadores de
pasadas generaciones, coches de segunda mano, etc. Una manera de resumir lo
que ocurriría en la hipótesis que estamos barajando nos llevaría a pensar que la
vida del casado, a diferencia de la del soltero, es un mundo sometido a toda
suerte de limitaciones y penalidades, una experiencia de vida dominada por las
privaciones.
1 2 9
I A I ' s K i > 1 l U . I A I H I S O I T I R O 1 N i I U I I I M I T O Y I . A K l A l . 1 1 J A I >
ti\ianlede l.i libertad,sometimiento .itoda suertede»servidumbre •: i.i postre, un
mímelo colmado do obstáculos que impedirán el lu^r„
l.i telicid.ul piTS4tn.il. II.ibrás comprendido, lector inteligenteiju,. v sigues,
que lie caiga el o las tintas y lo lie hecho para conducirte
■ na refle\ión que*, .1 pesar de obvia, no parece haber calado en i,¡
• nte de todos aquéllos que conciben la vida del soltero y del casa- :<>
como sj de dos mundos opuestos se» tratara. La realidad es nim ■<•'.1 \
evidencia e|tie cuando abrimos los ojos .i ella observamos qur : vida del
soltero no es tan idílica como se dice y hasta puede mt >do lo contrario, y
lo mismo vale decir del casado. Te lo aclararé con . ¡ríos ejemplos.
• Se habla del placer del soltero durmiendo a sus anchas dentro de una
cama donde nunca la pareja le restará centímetros, n¡ le dará codazos
o le despertará con sus ronquidos. Pero no H- suele comentar que al
despertar el soltero se encontrará con que nadie le pregunta qué tal
ha descansado ni le dará los buenos días.
• Se dice también <]uo el soltero goza del especial placer de descubrir
como turista los más recónditos y maravillosos países. Pero no se
hace mención del hastío de muchos solteros que, tras sus numerosos
periplos por lejanas y atractivas zonas ele los cinco continentes -he
conocido dos solteros que responden a este patrón-, se encuentran
con que no cuentan con amigos dispuestos a acompañarles en sus
nuevas aventuras viajeras.
• Por último, se describe el gran número de placeres con que el soltea»
se regala comodidad y disfrute dentro de su paradisíaca casa. Pero se
olvida recordar que a partir de cierto nivel de confort lo que el
soltero suele echar de menos es compartir su dinero y sus
comodidades con una mujer y con hijos bulliciosos que con su gracia
y vitalidad compensarán con creces las incomodidades y el anodino
discurrir de los días, salpicados de los abundantes contratiempos que
acompañan el duro trabajo diario.
fe
1 3 0
I A VIDA DEL SOLTERO: SUS LUCES. SUS SOMBRAS
I v estos y otros ejemplos que pudiéramos mencionar, se deduce
•¡,.vj .i pensar que hay que ser muy cauto a la hora de confeccionar la ;, s¡,i de
ventajas e inconvenientes que conlleva la vida del soltero. Con ,._u premisa
por delante, dedicaré las siguientes páginas a comentar ¡ luces y las sombras
que aparecen en la vida real del soltero; espe- , Mímente me referiré a los
pros y contras de la soltería en tres principales ámbitos, en ¡a vivencia (id amor,
la autonomía personal, y la contnni- .■.¡don i' relaciones sociales del soltero; sólo
marginalmente me ocuparé de aspectos, del ocio, la economía y la salud del
soltero.
Rápida ojeada a las ventajas e inconvenientes de la soltería
Con tono entre jocoso y surrealista, el número 1 de la revista IMPAR (marzo
de 2001) ofrecía una lista de 35 ventajas (!) de la soltería; entreveo algunas de
las que al parecer únicamente los "neosolteros" podrían disfrutar.
"El hecho de que en Estados Unidos (país que nos lleva unos 20 años de ventaja)
¡a mitad de los matrimonios terminen en divorcio significa que al menos la mitad de
los casados añoran su situación anterior" (ítem 2)
"Hacer la compra en el supermercado es mucho mas sencillo. Uenas el carrito con
tooodo lo que quieres, tras pasearte libremente fwr los pasillos empleando el tiempo
que consideres necesario" (5).
"El sofd es para tu único uso y disfrute. y confirman lo que siempre habías
sospechado: estos muebles no están diseñados para sentarte, sino para estar
tumbadola" (10).
"Puedes improvisar planes en tu casa sobre la marcha, sin avisar a nadie: cenas,
copas de última hora, partidas de cartas o de Trivial...'' (13).
"La soltería es la época perfecta pañi subir en el escalafón profesional. Sí, sí
puedes hacer ese viaje de negocios. Sí sí puedes quedarte unas horas después de!
trabajo. Sí, sí te apuntas al curso deformación. Y claro que tendrás el informe listo
mañana a primera hora " (161
"Una de las mayores ventajas de ¡a soltería es la sensación de libertad. Lo que
hagas con tu tierrero libre defiende sólo de ti. Cuando piensas en el camino que
quieres seguir, no tienes que pensar por dos. Sólo tus circunstancias y tus deseos
guían tus fwos" (18).
1 3 1
I A IM< OUKíÍADI I SU IIKO FSTRI- KL MITO Y I A Kl Al HMD
/ 'i' ’ :JenU'. la ¡\>lig,¡iK:¿ t%. ¡ ■ . bien pisto entre /•**- M»/frms <2 <>
"Si «*i j momento dudas tít estás cu uno situación envidiaNe, ha: este cjercu :• >
pnii tico: Qtu'das «*J•»: \\»<> o la una de lu tarde con un pir,I,- ¡}iir,'i,i- d.
¡»ugik ftiim tomar un, - . IJtyrts inifWiiNoiidifc dtsamgla- do/a y hii ;• 'iitc ¡ti-
típicas or,r,ts y• ... r, i de id tu lunik' de juerga. Cuandi> it pregunten '¿de dónde sah> ’ .
tú L\ <tus: "i's que me itctúv de despertar" y otxfeii'tiui' ¡ti' miradas
deenvid::.:■:<* te lanzan de AW/m/c»" (35).
No hace falta sor excesivamente avispado para darse cuenta il, que el
cuadro anterior tiene su contrapunto v, así, el lector habrá podido oír como
yo comentarios sobre los inconvenientes que conll»-. va la vida dt soltero; de
tales inconvenientes saben mucho los psio». logos clínicos dedicados a
resolver los problemas de los solteros \„ digo nada nuevo si te recuerdo
que los despachos de estos especialistas están llenos de solteros que acuden
pidiendo consejo soba- cuestiones que les preocupan. La pequeña lista que
propongo a continuación resulta bastante ilustrativa.
Tengo ?] años y he compartido mi vida con dos hombres. Con el último lieiv
viviendo dos años y nos llei'Gmoi bien. Recientemente me pidió que me casará con
él, pero el solo hecho de peinar que mi matrimonio ¡nidria acabar como el de mis
padres, en diivrcio, me musía y no me atreiv a dar el paso.
¿C?ué me aconseja?“ (mujer)
Disde Lar tres años tengo un novio del que sé por mis amigas que me es in fiel.
Supongo que si me caso con él seguirá con su vida libertina. Pienso que no estoy
preparada para soportar sus infidelidades ¿Puedo esperar que una ir~ casado dejará
su vida libertina?~ fmujer de 27 afurs).
Soy una soliera dnvrtida y todos mis compañeros de trabajo se ríen con mis
gracia>, pero cuando me voy u mi casa echo de menos comentar con alguien mis
(omis. Noto además que siento la necesidad de que un hombre me diga que me quiere y
me ¡o demuestre abrazándome y acariciándome Aunque mi educación -me eduque
con monjas- me prohíbe la masturbación, me masturbo de vez en cuando, pero t yo
que eso no me llena. Estoy hecha un enredo. ¿Qué puedo hacer para salir de esta
situación ?“ (mujer de 34 años).
~Me gusta el traltajo que hago soy sec retana de un gran empresario- pero
apenas salgo de la fábrica me encuentro sola cenando, sola ante el televisor, sola en
la cama. No soporto tanta soledad. También soy muy niñera, me fl/w- >i*niaii ¡os
niños y a veces sueño con tener los míos y achucutarles. Me pre-
fe
132 w'
I \ VII >A I > 1 1 SOI 11 UO SI S | t ( . 1 s . s U s M > \ W K
tfinti*l'*,r que ningún hombn- •< ¡uní n <> ;/;í ,I pe-at de •/;<« jí;¡* '. i* «V ,ví
«•//«>> Vw ¡vcJ lahrinlocn el que estoy metida. »»«' •'.■'•ím-m ’ '<mu¡ct
"tengo 24 años y nunca he s,ilido con un chito. Ln U* dos últimos aiit*s i ne he
enamorado dos ¡tees. ¡'ero no he sitio cornfpondid.: A lis ai ingas tienen ;*i*r.'¡ti u w
mi tengo iwi iJiuVji salir, iengo que sopor ¡r ¡ti- bromas de /,is ¡/ne dicen ¡¡ne seré
mui solterona. ¿Qué puedo hacer? (consulta en Mt/ffs f'J HOY. abril de 21X11. p.
2K).
■ s'i>iy folleto y jefe ¡ie mui sección importante de m: caprcs¡. Luiré las empleadas
¡mu una que ni: atrae mucho, futes es muyguap.;:/ ¡le carde ler ale- ■ye. Ale gusta
comer junto a rila en el comedor de la empresa. Muchas ¡vees he ¡h'nstrdo en
profkmcrlc nlachm'S serias y cafamos, per.' no me he decidido portjne ella es una
persona ignorante y sin cultura ¿Puedo arriesgarme a easai me con una persona
tisí?" (varón de V) artos).
Sou soltero i/ tengo dos amigos con los que salgo, vijio v me divierto Mwfns
juntos a todas pin tes, a discotecas, a restaurantes especializados en mentís
n’getaríanos. Últimamente noto que me aburro con ellos y que gastamos a lo tonto
en cosas que no me llenan, por ejemplo en vinos carísimos. /\ de/arlos no me atre;v
porque me quedaría solo ij no estoy según* de fvder vivir así Seguir con ellos
tampoco me convence por lo que le digo y pirque..., bueno, no sé muy bien por qué.
Dudo de que pueda vivir solo y. en el caso de apartarme de ellos, cómo ocuparía mis
tiem/ws libres. ¿Que <*> aconsejable en mi situación?" (varón de 31 años).
“Soy soltero y tengo un amigo, también soltero, hijo de una familia amiga de la
mía. Yo tengo carrera y él es un albañil. Veo que apenas coincidimos en nuestras
aficiones y gustos. Frecuentemente me propone ir a sitios (discote- cas, fútbol,
clubes) en los que él veo que se divierte mucho y yo me aburro.
So estoy dispuesto a seguir asi pero tampoco a dejarle fvrque temo quedarme solo y
como soy muy tímido dudo que pueda encontrar otros amigos. Aconséjeme, doctor"
(varón de 37 <mos).
Los solieres, ¿juegan con ventaja?
Antes de adentrarme en el comprometido empeño de analizar ias
ventajas o luces que brillan en la vida del soltero, considero indis pensable
hacerte partícipe, querido leclor, de dos importantes dudas metodológicas
que me han asaltado cuando me he planteado describir con el nivel suficiente
de objetividad los pros y contras de la sol-
fe
1 3 3
I \ IMl OI lU.I \ DI I SOI II KO | MUI | | MIUM I \ Kl Al II >A| t
tería. l.o primero olecto al rigoi cienlilico que debía mantener en i,
exposición, cmm> obligado muestra do respeto al lector y paro ¡ defraudarlo
en su deseo de enriquecer con ñus reflexiones su jM, juicio en lomo .1 lo vido
de los solteros, debió exigirme, por lo misim. presentar mis ideos sin jugar al
escondite \ así he procurado hacerle L na \e/ osumido tal compromiso,
comprendí que sólo por ra/oiu-v metodológicas cabe hablar por separado
di* las «vwlnjn< e /mwKvjjjn; /es ilel soltero, dado que en su \ ida real unas
y otros se entremezclan y se conjugan con características singulares, lo
mismo que ocurro , los casados Quiero decir con ello que hablando, por
ejemplo, de I. soledad cada soltero concreto sabe la medida en que le afecta
real- mente y lo que de penoso representa verdaderamente su soledod; \
paralelamente, únicamente cada soltero sabe lo que de positiva representa
gozar de no depender de nadie y gozar de plena autono mío sin echar de
menos en determinados momentos a alguien con quien sentirse arropado
ante el cúmulo de vicisitudes, preocupaciones, triunfos y fracasos que
acompañan su discurrir diario como persona. Tras meditar largamente sobre
este asunto, me he decidido a presentar por separado las ventajas y los
inconvenientes en la vida del soltero y de ese modo me desmarco no sólo de
los estereotipos superficiales y enfoques sesgados imperantes cuando se
habla de los solteros sino que contribuyo también a colmar la evidente
laguna de estudios sistemáticos sobre lo que significa en términos
psicológica la circunstancia individual de cada soltero.
La segunda dificultad es aún más grave y empalma con la anterior. Se
trata de reflejar con honestidad las grandes posibilidades o ventajas que se le
ofrecen al soltero cuando, haciendo uso de su singular creatividad y libertad,
sabe sacar partido de ciertas condiciones objetivas manifiestamente ausentes
en la vida del casado. Por lo que yo sé, este análisis no se ha llevado a cabo
hasta el presente y desde este supuesto te prevengo, querido lector, del
posible error en que puedes incurrir, pensando que soy un firme partidario
de la soltería V, lo contrario, que estoy en contra de ella. Mi ánimo es otro,
procuraré mantener hasta donde me sea posible una total neutralidad, acti -
134 - ^
i ,\ viln ni i sm ii KO SUSLIK i s. sus SOMBRAS
• I.i que i“’ he \ ¡sin reflejada en numerosos documentos que he revi- jo
cuidadosamente antes de implicarme y asumir las opiniones u• expreso en
las páginas que siguen. Te confieso sin rubor que en
•ii l.u'4o ' iaje por los entresijos de l.i vida del soltero v del casado lo «.obre
todo he intentado es hacer con sinceridad mi oficio de psi cólogo,
manteniéndome al margen de cualquier prejuicio que supusiera ocultar lo
que de positivo y negativo conlleva optar por uno u , : i , i de estos dos estados.
Aspiro a que en ningún momento identifique-» mis propósitos con el
quehacer de un "cronista interesado" en mostrar las \ enturas o desv enturas
de quienes gozan o sufren el estatuto de soltero o de casado, y abrigo la
esperan/a de que mi honestidad >crá correspondida por tu parte con una
cordial actitud de aper-
• ,n .i ante mis reflexiones v propuestas; da por descontado mi sincero
:»-s|vto al juicio final que de ellas llegues a formarte.
Pienso que más allá de los tópicos, proclives a presentar una imagen
triste y lastimera del pobre soltero/a, se esconde muchas veces la rii.i
realidad de un ser humano con amplias experiencias en todas las
dimensiones profundas de la persona humana. Como te he indicado
anteriormente, quiero detenerme especialmente en la consideración de tres
significativas vivencias que el soltero, sólo por ser persona, desarrolla o
puede desarrollar; me estoy refiriendo principalmente a su experiencia del
amor, de la autonomía personal y de la comunicación, entendiendo esta última tanto
en el plano físico o de las relaciones íntimas como en el de la convivencia
social con el entorno, círculo familiar, amigos, colegas, grupos de encuentro
culturales o de ocio, etc.
U soltero 1/ el autor en la sociedad actual
El amor es algo que todo el mundo conoce, de lo que todo el mundo
habla, pero que resulta difícil definir. Según la Real Academia de la Lengua,
el amor es un "sentimiento que mueve a desear que la realidad amada, otra
persona, un grupo humano o alguna cosa, alcance !o que se juzga su bien, a
procurar que ese deseo se cumpla y a gozar como bien propio el hecho de
saberlo cumplido" (edición 1992). La primera afirmación que se impone
cuando tratamos de identificar
fe
1 3 5
I \ INI» O! IH.I M>l I SOI II KO I \ I Kl’ II Mllin I A RliAl II >AI»
que i*s el .ininr os definirlo como un valor \ una necesidad absoluta, monto
lmul.itnent.il en la vida de cualquier persona, por lo qu t. arriesgado v
['lácticamente imposible negar una mínima capacid.ni del ser humano para
ejercer el amor en alguna de sus múltip|,.v modalidades y diversidad de
situaciones (Cipolla, 1995).
I lablando del amor del soltero, aparece especialmente indicada l. (
referencia dos formas fundamentalmente diferentes de amor: el IIMIIHIO \ el
enamoramiento. F.l primero es un sentimiento general v común a todas las
personas, aplicable por tanto a los solteros, que puede desarrollarse en
relaciones humanas muy distintas; el enamoro, miento, por el contrario, es
una forma de pasión que suele darse en ls) relación de pareja, surge sin
verdadera voluntariedad y tiende a quedarse en el exterior, sin implicar ni
comprometer al yo prof undo de los enamorados, lin esta perspectiva, no hay
inconveniente en caracterizar a los solteros en general como personas
especialmente proclives al enamoramiento -amor no comprometido
totalmente-, propio de sujo- tos que no logran conectar de manera natural y
estable el núcleo de su yo más íntimo con el de otro yo. Paralelamente, puede
decirse también que a diferencia del amor maduro, que es sosegado, liba*,
generoso, tolerante, paciente, abnegado y coherente, el enamoramiento es
exaltado, improvisador, impaciente, epidérmico e inconsistente (Horas,
2CXV1). tn cualquier caso, no procede exagerar la contraposición entro
enamoramiento y amor, pues como decía el filósofo Spinoza en su tratado de
Ética, "con la ayuda do la razón, la pasión del amor puede con vertirse y, en
muchos casos, llega a convertirse en un sentimiento plenamente lúcido y
sereno". En esta perspectiva psicológica, conviene no olvidarse de una
premisa, que no hay fórmulas simples y únicas para explicar los recovecos
del ampr, ni recetas sobre cómo se puede encarnar en cada persona este
sentimiento, por lo que carece de sentido otorgar valor de dogma indiscutible
a reglas como "tienes que amar así", "fuera de estas condiciones nunca podrás
disfrutar del amor", "el amor no admite términos medios, o existe o no
existe", "fuera del matrimonio nunca se da el auténtico amor" v otras simila - y
res; las posibilidades de encontrarse con distintas formas de amor son
• fe_
1 3 6
I . A V I DA M I I S O I l i : K O: S U S l . U' I . S . SL ' S S O \ I HK A S
como diferentes son las personas por ra/.ón Je su cultura. „nl»iente,
época, etc. y, por ello, hablaré con mucha cautela sobrv el unificado del
amor en I.) a>nca*la vida del soltero.
lis un hecho que entre las diferentes versiones del amor, hav algu nas
especialmente atractivas para los solteros y cultivadas prioritariamente por
éstos. De ellas, me propongo mostrar lo que dan de si t.,i manto experiencias
que conducen positivamente al desarrollo del .iinor fuera del específico
marco del matrimonio.
a) Una jornia de amor hacia la que muchos soltero> se sienten juerte- mcnlc atraídos rs
el amor ronnínlico, una especie de éxtasis que hace vivir el sentimiento
amoroso en una dimensión a caballo entre lo real y lo ideal, vivir el
beso y la ternura como fuera del propio cuerpo. Como indiqué en el
capítulo anterior, esta modalidad peculiar de amar es preferida por el
tipo de solteros que hemos denominado solteros con miedo al compromiso y
que son sujetos para los que el ideal de amor resulta atractivo en la
medida en que se atiene a reglas como "ámame pero no del todo", o
"estoy dispuesto a amarte o a que me ames, pero no tanto que ello
suponga la privación de mi libertad para elegir o cambiar la persona
objeto de mi amor". Los solteros que se inclinan por esta forma de
amar encuentran una salida a su necesidad de amor mediante
apasionados y exultantes encuentros en los que casi siempre la fusión
sexual da pie a la experiencia de una forma viva de sentir la cercanía
de la otra persona y una proximidad capaz de satisfacer dos
necesidades básicas que el soltero tiene en cuanto persona de carne y
hueso; primeramente, dar salida a la pulsión erótica que un sexo
provoca en el otro y, de otra parte, experimentar sentimientos que sólo
muy superficialmente se dan en la vida cotidiana, como la ternura, el
goce de una mirada iluminada y subyugante y, sobre todo, la sensa-
ción de felicidad que emana de la fusión de dos almas y dos cuerpos
que como, por arte de magia, sienten que son desbordados en sus
limitadas fronteras hasta convertirse v estrenar
1 3 7
I A l * M C O l . t X: Í A | > i ; t S O I I I K O l - N I K I I I M I T O V I A l í l Al I I ' su
una inesperada y gozosa riMlid.nl, I.» inefable experiencia v|,.: "nosotros" , dos
formando uno más grande y más rico.
anuir es ya de por sí v objetivamente valiosa a la vez que a|iu. tada
al nivel de comunicación íntima que buscan muchos H>|. teros y que,
al margen de diferentes dimensiones personales como la valoración
moral de tales relaciones, pretieren que comunicación amorosa,
incluida la fusión íntima, permanez- dentro de los límites propios de
unas relaciones sexuales realizadas periódicamente con la eventual
pareja; muchos solten». confiesan que estas relaciones les resultan
suficientemente satisfactorias.
Me hi explicáis asi mui ollera 1le 39 tutos. "Tengo cuatro amigo*, do- lie
rilo* casados, con /<* que ine junio fwra desfogarme. Me parece qu> ellos
buscan lo mismo que yo. satisfacer sus deseos sexuales y algo ift‘ intí- midad, en
eso coincidimos. Cuando liemos pisado un ralo juntos, estamos contentos de
habernos entregado el uno al otro, de habernos satis feclh» mutuamente, y ahí
termina todo. Cuando días después nos llamamos pare, un nuevoencuentro,
sabes que las cosas no irán a mas, que cada uno hará su vida sin comprometerse
en nada que vaya más allá de juntar nuestros cuerpos en un abrazo de placer y
de amistad A los cuatro les considero verdaderos amigos y creo que ellos también
a mi, aunque siendo totalmente sincera, pienso que ellos no disfrutan tanto como
yo, lo digo sobre todo ffor los casados, pues sospecho que e! ocultar nuestros
asuntos a sus mujeres no debe resultarles algo agradable, peív de esto nunca
hallamos
Hoy bastantes autores (Heras, 2001; Cárter y Sokol, 1996; Man- glano,
2001) se niegan a admitir que el amor romántico y su variante, el
enamoramiento, sea auténtico amor y sostienen también que pueda
resultar para los implicados verdaderamente placentero pues
entienden que, por su propia naturaleza, el amor aspira a la fusión
total en cuerpo y alma entre las personas, condición que, en su
opinión, no se cumple en el amor meramente pasional, dado que
prácticamente siempre se queda corto en cuanto que promete una
plenitud que la realidad le niega. Asi lo expresa Bayer (2001) cuando
dice:
Sería faltar a la verdad negar que esta manera de entender .
1 3 B
I \ VII >A l>! I M >1 11 KO S| s I I X I s. SUS SÍ >MI»K
"/11 *.v i> amor. i///iii/ //r #hi//n^ I«sm»i:».v* v Miifuiiildii r,»*:
ffrt ; í Í..J. Ciiiir.it* i/t»> emfnion/r. nos uwnno* un ;wu.v-
i f r i i J r » “ N í ' i Vi S éiJ i !* ;. i* u iVM¡n santos i / u n u r f c ' r/ < N ' J / c ' - r \ \ Y M > . M / i Vi r f r i ^
<•/; rJ ntMnmotw ;>rv< »;ru«K i/iirriffV s/n rozarnos i» intewonhti»:e> /j 1/1Á-.
//Mi ii’v; .'iipwimti{\V ru iijviifN >!<•/«• minuta fluir:*'' .«•
nV/¡vry«J4*riiii /
/.in /»>ic *'¡o¡¡o> ms/w/mw i/i«* /,i/initií i#r/ twwiiw/cuto <ií»rr
mente »«• senitmiñiti* más priiuiHiw ih' defhnJcniia u fhrtrrmn i \
11> ni»i. nmi con la •;«\vsr,f,n/ Jo >inibio*fc con la n/iUí»v Juran*e la in/mu :.;
fL>to * Jebe a ijiiW Je* riwwc>rifif<i> íwh imís allá Je >i m:>mo>, halagan el iur -
c'/rifsWéi* Je/ tálamo* enamorado* no* i?«v cantos nut> a
yi> ii/i'éfi m* úWf/,w:.ivm* /i? persona iftie sicn/pn' hanos Jcsaulo v /*w ij.v ivj
realiJaJ no x>wc>s, /|w «“soi eí enamoramiento surge «/<• pnmto si/ciV icminar Je
minera abrupta" Mw inituai, ií\ 52. nuir/o-tibril. p Sí>).
Frente a quienes hablan con cierto desprecio del amor romántico,
expertos en temas de amor no tienen dificultad en admitir que pueda darse
una saludable zona en la comunicación amorosa entre los vevos que, sin
implicar el compromiso de permanencia y exclusividad propia de las
relaciones sexuales de la pareja, hacen de la relación sexual romántica una
forma de comunicación suficientemente satis factoría para los dos partes. Así
mismo, ven como una posibilidad real que, en un momento dado, el amor
románico, superándose a si mismo, se desarrolle hasta alcanzar el
compromiso total y recíproco entre las personas inicialmente sólo
enamoradas. En tal caso, el enamoramiento representaría la fase inicial del
proceso que conduce al amor pleno, entendido como el deseo de retornar a
los hábitos de plena autonomía personal, en buena medida perdida durante
la vivencia del enamoramiento. F.n aquellos casos en que el amor romántico
no da pa^o al amor maduro -algo frecuente-, lo que suele ocurrir es que la
relación romántica suele caer muy pronto en el aburrimiento y, finalmente,
en la separación de la pareja. Si, por el contrario, la experiencia romántica
logra traducirse en el amor pleno y total de los enamorados, entonces la
pareja conseguirá vivir el nuevo amor en calidad de complemento enriquecedor y
fuente de equilibrio y pleno donación •ecíproca (Fromm, 2000). Quienes así
interpretan el amor romántico se
fe
139
I \ |N|i O H U . I A I M I s o I K O J \ ' K ¡ ! I M I U M I \ l í l A l I I » V I >
desm.m >111 A» ios que piensan que la motil ación básu .1 y principal los
amantas responde siempre .1 1, ac til ud interesada y egoísta 4|,. quien
únicamente busca en el amor cubrir la necesidad de sentid i ttinfilrhiilo por el
otro (Alborch, ? :V>); es evidente, que nuuh.ts
veces i-l juego del ,111101 romántico esconde el deseo de completar \
enriquecer .1 la persona amada, lo que constituye una actitud «’ .r.,. mente
positiva.
Otro argumento muy socorrido contra el valor positivo del aninr
romántico es subestimarlo por el lucho de que supone abandono,, pérdida
de uno mismo y. derivadamente, el dominio absorbente \ total por parte del
otro con lo que deja de ser verdaderamente libtv y por tanto propiamente
humano. Pero a esto se responde que no hay por qué excluir la posibilidad
de que, de mutuo acuerdo, se pueda pactar libremente el ejercicio de un
amor limitado a las meras exigencias del amor romántico y, en este sentido,
los solteros especialmente celosos de su autonomía corroboran con su
experiencia que el amor romántico no sólo es posible sino que es el que
mejor se adecúa a sus aspiraciones y que, por eso mismo, les resulta
satisfactorio y positivo. Pienso por mi parte que hay bastantes razones
psicológicas para pensar que esta dimensión positiva del amor romántico es
perfectamente creíble, pues cuando se analiza profundamente la relación
sexual realizada en clave de amistad, se convierte en una experiencia
profunda y emocionante en la que participa toda la persona en cuerpo y
alma. Como sugiere Lowen (1993), el cuerpo, contrariamente a los que sitúan
la sexualidad y la espiritualidad de la persona en polos diametralmente
opuestos, nunca deja de recibir alguna influencia de la vertien te espiritual
de la persona, algunos incluso hablan de tal influjo como, si de una especial
"experiencia mística" se tratara dado que puede y suele ir cargada de fuertes
componentes espirituales (ternura, donación mutua, supratempora- lidad),
lo cual, a su vez, resulta plenamente coherente con una nota esencial del ser
humano cuya verdadera entidad no es otra que la original unitotalidad
integrada por "un cuerpo espiritualizado o un espíritu encarnado".
fe
140 _■
I A V M M D I I S O I! ! K O : S I S L U CI S . S U S S OM B R A S
b) Frecuentemente, los solteros aducen mis preferencias y ven claras
ventajas en el amor desligado del matrimonio alegando las
eonnotacioires nc^atii'as que acontfHtñan las relaciones amowsas tic fuireja
dentro de una convivencia única y estable. En osla pers|x*cti- \ a, un hecho
biológico plenamente contrastado respalda la tendencia a la
promiscuidad que impera en las relaciones de pareja entn» los
mamíferos, pues es sabido que, salvo escasas excepciones, en las
escalas animales próximas al hombre, rara vez se da la pareja sexual
única y estable, al parecer únicamente los lobos y los chimpancés son
monogámicos (Vela, 20(X)). Este argumento biológico se apoya
también en la idea de que buscar la felicidad completa a través una
sola pareja sentimental tiende a poner demasiado peso sobre una
relación que en la práctica difícilmente llega a satisfacer todas las
necesidades de los individuos. De hecho, ocurre que la relación única
y estable provoca en numerosos casos una dependencia emocional
muy propia de personas que no se han realizado en otras áreas de su
vida, la amistad o el trabajo principalmente. A partir de estos datos, se
entiende que reducir la relación de pareja a su forma única y estable
conlleva en muchos casos un cierto empobrecimiento de las
posibilidades de desarrollo de las personas implicadas, lo que
explicaría en buena medida los altos porcentajes de infidelidad que
observamos actualmente entre las parejas dentro de nuestra sociedad
y la tendencia a la poligamia que aparece como normal en numerosas
culturas y pueblos cuya salud mental y social alcanzan niveles no sólo
iguales sino incluso superiores cuando se los compara con los
numerosos desajustes a que se ven sometidas las relaciones amorosas
en el interior de las sociedades monogámicas occidentales. En
cualquier caso y a la vista de estos hechos, resulta difícil negar cierto
valor positivo en el amor ejercido entre personas que no se rigen por
el criterio de ver únicamente amor allí donde dos personas se entregan
una a la otra en exclusiva (Ladish, 1998), y tampoco parece sostenible
la visión totalmen-
1 4 1
I A I’SK.'OIXX JÍA I>1-1 SOI.TI KO: J :NTKi: I I MITO Y I.A RliAl.llMI)
ti* negativo Je quienes están siempre dispuestos o conden,ir v
despreciar los manifestaciones de amor de pareja en la vida j,.
numerosos solteros -y esto vale también para los divorciado^ viudos,
listas premisas conducen a una importante conclusión desde el punto
de vista psicológico, la situación de soltci^ constituye una especial y
positiva posibilidad para implicar* en numerosas y sucesivas
historias afectivas susceptibles ^ colmar básicamente su necesidad de
comunicación amonts,i con el ota) sexo (Segura, 1997, p. 40).
c) Muchos solteros resaltan con especial énfasis las bondades del amor
libre sin las limitaciones objetivas y propias del matrimonio y, así,
sostienen que el amor vivido ui margen de h pareja entable no siempre ni
necesariamente es la consecuencia ■> expresión de un egoísmo rezumado, es decir,
del amor centrado exclusivamente en sí mismo. La experiencia es rica
en ejemplos en los que se muestra que el amor de muchos solteros,
lejos de agotarse en un proceso de desarrollo personal desde sí y para
sí, es todo lo contrario, la manifestación de una acti tud abierta y de
entrega generosa, en definitiva de amor, a personas y objetivos
nobles que desbordan totalmente los intereses individualistas y
acaban, en la práctica, repercutiendo en provecho de los demás. En
esta situación se encuentran los consagrados con todas sus fuerzas a
causas que sólo se entienden como despliegue de una total
dedicación vocacio- nal a ios otros, como ocurre con muchos
religiosos, artistas, políticos, escritores y profesionales sometidos a
condiciones laborales que les exigen total disponibilidad de horario y
dedicación a la consecución de objetivos afectados por cons tantes
cambios de lugar o programas de trabajo. En este contexto, cabe
preguntarse cómo puede "explicarse" psicológicamente esta forma de
darse a los demás que no pasa por la norma común de casarse ni se
traduce en dedicar prioritariamente la propia vida a atender las
necesidades de personas que no forman parte del propio núcleo
familiar. A la hora de
1 4 2
I.A VIDA ni I NOl.TlíKO: SI s I Ul I S, SL'S SOMUKAS
responder a esta jugosa cuestión, aparecen inmediatamente \ arias
razones. La primera arranca en la conciencia de que, en principio y en
contra del tópico, vivir a solas no significo vivir solo sino mas bien
facilitar el cultivo de una actitud de total disponibilidad y apertura
hacia todo tipo de relaciones sociales encaminadas al beneficio de los
demás, entre otras la de atender a los necesitados de sentirse
afectivamente arropadas por personas generosas dispuestas a darse
más allá, o simplemente de distinto modo, de lo exigido por los
condicionamientos familiares o de pareja (Segura, 1997). May un dato
que confirmaría tal interpretación: cuando sobreviene una catástrofe,
el reclutamiento del voluntariado suele estar integrado
mayoritariamente por solteros que, gracias a su estatus, pueden
permitirse el lujo de estar libres de las cargas y obligaciones
familiares y, en este aspecto, conozco un buen número de jóvenes que
tras acabar la carrera deciden enrolarse en alguna ONG dedicada al
desarrollo de zonas desfavorecidas de Latinoamérica, de África o la
India; rara vez son familias enteras las que optan por dejarlo todo y
embarcarse en proyectos de tan alto significado altruista y social.
A esto hay que añadir una dimensión nada desdeñable, que el amor
del soltero proyectado hacia los demás no dista tanto de la
motivación profunda que alimenta el amor de pareja, darse al otro, a
los otros, pues ambas situaciones están llamadas por igual al mismo
objetivo, implicarse en actividades)' actitudes amplias en las que no
cabe poner fronteras al amor; al fin y al cabo y al margen de estar
casado o soltero, el amor que suele colmar la felicidad de las persona*
se manifiesta en dedicar el propio tiempo y las disponibilidades
personales al cuidado de aquéllos que necesitan de nuestra solicitud y
atención. A la luz de estas reflexiones, el amor del soltero, connotado
con características de universalidad, no tiene por qu¿ ser necesa-
riamente de menor calidad o menos profundo, a la postre menos
satisfactorio, que el del casado (Fischer y Hart, 2002). Es
1 4 3
I A INKOl.iH.IA DI-I SOI II KO: I \ll<l II MIUM I \ Kl \l fl I \| >
nwis, en alguna medida puedo sor incluso superior er cuan:, implica
haber hecho libremente la opción tío dedicarse- j,, demás 011
ocupaciones y por derroteros i|ue a menudo s¡ ¡;. non superar
obstáculos que conllevan dosinarcaiso do ¡,, estigmas sociales a los
que oslan sometidos los solteros, . madurez de las personas se mide
por su capacidad para aclu., r con libertad, entonces muchos solteros
son -o pueden ser nu. libros que muclios casados. Por último, l'rente
a una sucieda,: que no parece haber caído en ¡a cuenta do la enorme
capacidad do «uñar del soltero y de ejercerlo do manera plenamente
libu y generosa, abrigo la esperanza de que futuros v sistemáticos
estudios sobro los valores positivos de la soltería acabaran
reconociendo el potencial de verdadero amor que reside en los no
casados y conseguirán aparcar la caricaturesca imagen de egoístas
con la que nuestra sociedad sigue subestimando toda vía .1 quienes,
por motivos que se sitúan más allá de una mirada superficial, hacen
la opción de amar y servir a la sociedad por caminos no coincidentes
con la vida familiar tradicional,
d) Partiendo del mito de la "media naranja", la opinión vulgar sostiene
que sólo cuando se encuentra aquella tínica persona que inislmosatnenle
sería nuestro complemento en el plano tí el amor podremos dar por satisfecha
nuestra necesidad de amar, en definitiva, cubrir las ansias de
comunicación afectiva, sosiego y felicidad a las que aspira toda
persona. Tal visión mítica del amor se desvanece apenas se
comprueba, por un lado, la posibilidad innegable de encontrar varias
medias naranjas -personas que sabrán recibir y reconocer por tiempo
limitado el amor que les otorga alguien que bysea su bien y felicidad-
y, por otro, que cualquier "media naranja", por completa que sea,
siempre dejará de colmar algún aspecto o vertiente del amor
necesario para cubrir todas las posibilidades de amar que caben en el
corazón humano. Si las cosas no fueran así, habría que admitir varios
hechos contrarios a la cotidiana realidad, entro otros la extraña
imposibilidad de que en el plano del
fe
144
I \ \ !P \ I>1 I M»l I I KiVSI SI l l< 1 S SI S SOV1IJKAS
amor, .1 diferencia di* lo que ocurre en el vasto espectro di* la
experiencia luim.ma. los humanos sólo dispondrían de ba/as únicas v
en cierto i iukIo siempre securas, o se acierta a la primera o nunca más
será posible desarrollar la vocación al amor t|iie anida en el alma de
las personas; no hay ra/ones decisivas para hacer una excepción en
un campo que, como el del amor, tiene lanías v tan protundas
repercusiones en la \ ida de las personas. Se impone, pues, admitir
sin tapujos estos hechos so jH’iia de considerar imposible, por
ejemplo, que cuando se pierde un amor queda abierta la puerta para
encontrar otro u otros amores capaces de convertirse en fuente
inagotable de recíproca donación sincera y cabal. Entiendo que
solamente cuando se asumen estos criterios encuentran suficiente
explicación tantas y tantas rectificaciones satisfactorias en el ámbito
del amor, como ocurre con los divorciados que no se resignan a vivir
solos y \ uelven a casarse, logrando así ser muchos de ellos
plenamente felices con su nueva pareja (Duoeil, 2000). Todas estas
reflexiones acaban certificando el hecho cotidiano de que la única
forma de amar no se agota en el amor de pareja estable y única dentro
del matrimonio, ni que la soledad es la única salida para quienes han
pasado por el trance de fracasar en sus intentos de encontrar la pareja
que colme su necesidad de amar y ser amado. I.a conclusión final es
que, hoy por hoy, no contamos con suficientes estudios científicos que
respalden la idea, bastante común por cierto, de que el amor ejercido
por los solteros es de inferior calidad humana que el amor vivido
entre los esposos (Vela, 2000, p. 2002).
/ n independencia, valor altamente cotizado por el soltero
Cuenta el psiquíatra Castilla del Pino (2000) que en cierta ocasión acudió
a su consulta el jefe de una gran empresa asustado por sus repentinos e
inexplicables cambios de humor. A los pocos minutos de iniciar la entrevista,
el cliente le confesó: "echo de menos cierta libertad, me pesa la familia,
envidio a un compañero que está soltero, aun-
1 4 5
I V I SK Ol . O l i l A P II S O I T IK O I MK K IT M I T O V I A K t i Al I I> A I )
que rni mujei lo compadece..." (p. 113). Realizada la exploración p M.
«ológica, el esperto diagnosticó depresión afectiva (distimia) v Cum :'robó que
i*| sujeto en cuestión quería huir de su situación, a lo q lu. mujet se oponía
por u>dos los medios. Especialmente, envidiaba •mpañero sollero que so
daba el gusto de sentirse libro y hacer I,, ne le apetecía en cada momento,
por ejemplo, salir con una lx*lla ■mijer que trabaja en la misma fábrica.
A partir de esta historia real, se puede entender el importante papel que
juega la autonomía personal dentro del matrimonio v. de r- bote, por qué
algunos solteros, ávidos de autonomía huyen del matrimonio como si de una
cárcel se tratara. Trataré de explicar esta («implicada cuestión.
a) Para determinados solteros, el compromiso matrimonial no lamente no es
necesario para realizar la vocación al amor sino que retid- ¡a en muchos casos
incompatible con el mantenimiento de la propu identidad y libertad individual. I
laciendo suya esta afirmación, la periodista Roma (1998, p. 205) critica
la insultante ligereza de mucha gente que tilda a los varones solteros
de calzonazos y ve a las solteras que optan por ser ellas mismas y no
se resignan a caer en "la ceguera del enamoramiento" pequeños
monstruo1' libertinos y desorientados, incapaces de encontrar los
caminos que les permitan seguir siendo ellas mismas y, al mismo
tiempo, amar en libertad. Si nos atenemos a los hechos, és tos con-
firman que frecuentemente la vida en pareja supone el sometimiento a
un abultado programa de pequeños compromisos que a muchos
solteros les resulta incompatible con la necesidad de sentirse libres, e
insisten en que, por más que se idealice el matrimonio, siempre acaba
en el sometimiento de uno mismo a los ritmos de vida del otro, la
mujer y, por extensión, a los hijos, dado que la vida en familia es
inviable si sus miembros no se ajustan a estrictas reglas de
comportamiento que afectan a todo, economía, viajes, salidas,
entradas, gustos culinarios, etc. Desde tal premisa, concluyen los
defensores de la soltería, un modo de ser respetuoso con la institución
del matrimonio es
fe
1 4 6
I A M O A H l -L S OL T E R O: S I S L U CE S. S U S S O M B RA S
reservarlo par«i aquéllos que se sienten ron fuerzas suficientes para
soportar l.i uniformidad en el hacer, sentir y pensar y,
equivalentemente, vivir al compás y en función de lo que dicta en
cada momento el pesado paquete de las obligaciones fami liares. Este
tipo de argumentación acaba poniendo en boca de muchos solteros la
afirmación de que nunca el beneficio de la seguridad y apoyo afectivo
que puede proporcionar el matrimonio queda suficientemente
compensado con la pérdida de la libertad y ataduras que lo
acompañan (Yela, 2000, p. 233).
b) A parecida conclusión llegan ciertos solteros tras considerar el
conjunto de compromisos a que queda sometida la persona dispuesta
a asumir seriamente su pertenencia a una sociedad orientada hacia la
productividad y la eficacia. Desde una concepción de la vida
profundamente tecnificada, la peculiar del "homo faber", prevalece la
opinión de que no hay tiempo para distraerse con el cultivo de los
sentimientos y, en consecuencia, el ideal de la persona que intenta
vivir a la altura de la vida actual es dedicar todo su tiempo y
esfuerzos al logro de las siempre nuevas y espectaculares
posibilidades que ofrecen al hombre de hoy los avances de la técnica.
En tal horizonte socio- laboral, se acaba reconociendo que los solteros
son las personas que más necesita nuestra sociedad tecnificada y,
añaden, que así lo reconocerían los ciudadanos si tuvieran la
suficiente sensibilidad de la que hov carecen; si el ciudadano de a pie
fuera persona madura, acabaría tributando profundo agradecimien to
a todos aquéllos que sacrifican los "pequeños placeres del
matrimonio" para consagrarse a la noble tarea de convertir en realidad
los fantásticos retos que el mundo desarrollado está demandando en
el campo de la ciencia, la técnica, las artes, etc. Es evidente, se
concluye, que a la vista de estas nuevas e irre- nunciables (?)
exigencias, la tradicional cadena que configuraba antaño la vida del
ciudadano, "colegio - buscar trabajo - buscar pareja - casarse - tener y
cuidar hijos", puede considerarse cuando menos una fórmula
insuficiente de entender la
1 4 7
! A l ' S I C O l < X . Í A D I - I . S O i m i O l - NT R I i I I M I T O V I A K l \l in\ l >
vida, por no decir mui postura totalmente superada (J.icj^, 1995). ¡lis
diík il encontrar mejor elogio a la independencia di I soltero en
cuanto plataforma que le facilita consagrarse .> | i( realización de
objetivos tan excepcionales! I le aquí una mu s Ira de dicho canto a la
iniciativa del soltero:
ios so/.'ents calamos ilispinvlos para rru/w.-w yrandes u Iteróte.* en que
si* necesita, como dice cí vulgo, echarse el olma oirás y ativpelhn ;m. todo. No es
esto i!car que los casullas no sean cuj taces ile gratuita hecho-, de abnegación y
de heroísmo, fvrque la historia nos da ejemplos de lo con >nn ¡o. /mi f’iirecc lo
natural, considerado el egoísmo y los intereses y afa - • iones ijue originan las
familias. que el soltero, Iilvc de estos /<>;<>>. se halle iijíñ desembarazado fiara
cllo.¡...¡. U soltero siempre esta en aptitud de nm-ktgrarse a empresas difíciles,
terribles y peligrosas, sin tjite su con- ■ remití en mida Je remuerda" (Díaz.
1998, p. 291).
Kn la misma línea de exaltación a la privilegiada independen cia y
disponibilidad del soltero con respecto a la del casado, encuentro en
una entrada del buscador Coogle algunas notos que no por jocosas
dejan de tener cierta entidad
(www.huandacareo.net/Entreten/soltero.html) (marzo 2003):
“Tu tiempo es siempre... tu tiempo. Tres el candidato n" 1 en las entre-
Pistas de trabajo tan solo fwr decir "Disponibilidad para Viajar”. Ll salir a algún
lado es únicamente una excusa para romper la rutina. Realmente siempre''
puedes decir la verdad sin que te pese. Tus hermanos menores te admiraran por
considerarle inalcanzable. Nadie critica el tiempo •pu- pisas en la oficina,
excepto tu jefe. Tu desorden siempre estara "ordenado“ (enero 2003).
c) Una forma de defender los solteros la bondad de su estado civil es
arremetiendo frontalmente contra el mito occidental que desde pequeños nos
inculcaron y que se sustancia en una hif>olélica y nunca probada ontnijwlencia del
amor: "el amor lo puede todo, i'stá por encima de todo". Desde tal
visión mítica del amor, se afirma ingenuamente que ninguna
circunstancia puede afectar ■> la vida del amor, lo cual es
obviamente absurdo y contrario a !*>s hechos. A esto cabe añadir otra
reflexión: los autores que
1 4 A ^
I A V I D M H I M i l I I K i » si s ! l ( I s. M>SSOMItK \S
han analizado seriamente el significado del <111101 canali/ado.i través Jo
la pareja res.ilt.m l.i contradicción manifiesta entro sus excelencias
entendidas en el plano teórico (!) y el deterioro al i]ue dicho amor, con
el transcurso del tiempo, se muestra sometido en el plano real y cuyas
manifestaciones más comunes v bien conocidas son la infidelidad, los
celos, las discusio- nes, los obstáculos derivados de las diferencias en
el ritmo de desarrollo personal de cada miembro de la pareja, el
cansancio y, finalmente, el hastío y la resignada desilusión, cuando no
la ruptura, lil hecho, repetidamente consignado en estas páginas, de
que uno de cada dos matrimonios termina en fracaso, constituiría a
juicio de estos estudiosos, el mejor alegato en contra de la defensa a
ultranza de la superioridad del matrimonio v de sus hipotéticas
ventajas con respecto a la soltería (Vela, 2000; I leras, 2001; Pischer y I
lart, 2002).
d) Una variante del anterior argumento aparece cuando se analiza de
cerca la manera simplista, por no decir llanamente falsa, con que se
valoran -más bien habría que decir, se "subvaloran"- en nuestra
sociedad las distintas y posibles variantes del amor plena y libremente desarrollado
fuera del matrimonio. A tenor de lo que se enseña en la familia, la escuela
y en ciertos medios de comunicación social, la única versión aceptable
y positiva del amor se identificaría exclusivamente con aquélla que
reúne todos sus grandezas sin mezcla de debilidad alguna, es decir, de
un amor teóricamente acompañado de total seguridad, estricta
fidelidad, renuncia ilimitada a la independencia y libertad personal,
ausencia de celos y de rutina vivido en el oasis tranquilo y paradisíaco
de la pareja. Es evidente, que aceptar sin atenuantes esta única forma
de amor perfecto equivaldría a identificarlo con cierto tipo de
"adicción" o de conducta ciega regida por fuerzas que niegan
cualquier posibilidad de elegir libremente aquella forma de amar que
resulta más acorde con las propias necesidades y recursos personales
y que son. como es bien sabido, generalmente mutantes en el
1 4 9
I \ I N K I ) | ( H I \ n i I S < ) | I I U O I M U I I I M I I O N I \ K l A l I I • V I •
transcurso del tiempo (IVele. 1975; Ca lio i \ Sokol, l‘)%| -\ ,,lt ció de
Velo (20(10, p. 04). visión ongelic.il del amor, pr«. v.,. lente otroro en
amplios copos sivioles de nuestro mondo >», dentol, no se
com*sponde Con los autenticas posíbilidodes ii, reo! i zar ho\ lo
vncoción ol amor por porte de muchos dudada- nos que, pora bien o
para mal, no contemplan el desarrollo d,- su dimensión afectiva
necesariamente vinculado a la** condi ciones impuestas por el
motrimonio tradicional; de hecho, en r¡ noventa por ciento de los
culturas que conocemos, amor \ matrimonio no von siempre ni
necesariamente unidos (fien- drick y I lendrik, 1992). En estos
momentos, asistimos a lo l uciente opción de vivir ivlunfiiriamente solo, lo
que supone I.* afirmación más rotunda, antaño desconocida, de la
búsqueda y disfrute del amor desde la propia autonomía y que libra a
l«* solteros del peligro del estrecho confinamiento en que incurren
muchas parejas que acaban en la separación. El exponente m.U claro y
nuevo de libertad en este terreno se da en ciertas mujeres que,
alcanzado un alto nivel económico y cultural, deciden con total
voluntariedad optar por vivir solas -aunque sólo sea por algún
tiempo- para poder volcarse con más facilidad y mm trabas en la
realización de importantes y valiosos programas de renovación social
o cultural demandados por la sociedad global y que no están adscritas
necesariamente a la vida en pareja; actualmente son pocos los que se
atreven a despreciar el valor altamente positivo de dichas opciones
plenamente clarividentes y libres (Alborch, 1999, p. 92).
e) Bastantes solteros se quejan de la injusta acusación que se hace contra
ellos, su tendencia al narcisismo individualista, que se traduciría en la
búsqueda compulsiva de satisfacer sus propios deseos y necesidades
olvidando las de los demás. Así, se dice que, imitando al narciso
encerrado en su torre de marfil, el soltero evita el contacto con los
demás porque sabe que el diálogo con ellos siempre le exigirá algún
tipo de concesión que le supondría a la media o a la larga la renuncia
a algo de sí inis-
I A V I DA D I - I S CM . T I - K O S U S I U C' K S. SU S S OM B R A S
mu, .1 l.i postre, poner en peligro su bienestar y tranquilidad personal.
Ciertamente, se constata que algunos solteros, los encerrados en sí
mismos, proclaman sin tapujos que MI bienestar es tan amplio como su
posibilidad de gozar de una situación en la que las personas del
entorno no les piden nada v
■ justifican" su actitud incomprometida con el argumento de que
tampoco ellos exigen nada a los demás -lo cual es casi siempre falso
(!)-.
Pero muchos solteros no se resignan .1 aceptar la falsa gene-
ralización que supone confundir sin más su libertad con la pos tura
del rezumado narcisista que va por la vida recibiendo por todas
partes prestaciones y atenciones a costa de nada. Una acti tud honesta
lleva a reconocer que este rechazo está especial mente justificado en el
caso frecuente del soltero que lo es a su pesar y que por circunstancias
de la vida no ha podido formar una familia, pero no lo es menos y
especialmente cuando si* tacha de egoístas a los solteros que
despliegan su actitud de generosa disponibilidad y donación de sí
mismos a través de diversas formas de cuidado y solicitud en
beneficio dé personas que gracias a ellos reciben el cariño y las
atenciones que nadie en la sociedad les ofrece. Explicaré lo que
pretendo decir con la historia ejemplar de una soltera que conocí
recientemente.
Con ocasión de mi estiman por vacaciones en un pequeño pueblo de montaña,
conocí a tina soltera de 38 años que asistió a sus padres ancianos Jurártelos
últimos ocho años de su vida. Fallecidos sus pedre-, murió su hermana en
accidente de circulación y dejó huérfanos a sus tres hijos.
La tía soliera se hizo cargo de sus sobrinos y de su cuñado. Con el paso de los
meses y felizmente, la tía soltera se convirtió en ¡a nueva esf'osa del padre y
madre de los niños. Resultaría un sarcasmo acusar de narcisismo egoísta a esta
generosa mujer cuya soltería le ¡levó a com<crtirsc en la generosa madre
adoptiva 1 ¡ue necesitaban sus sobrinos.
f) Por todo lo dicho podemos concluir que afirmaciones como "la mujer
se inclina al yugo del matrimonio por naturaleza, por instinto ciego,
por amor propio, por honor, por conveniencia social", aparte de no
dejar en buen lugar a la mujer en cuanto
1 5 1
I \ IM C 0 | . ( X . Í A 1 ) 1 1 S O I riiRO: I M U I I I M I I OY I A K l Al ID A I )
persona, pueden darse por superadas -bendita superación como lev
universalmente reguladora de la dinámica real *iv. nuestra sociedad.
V generalizando, no se puede triviali/.ir *| mundo afectivo y la
vivencia del amor del soltero reduciendo- lo al mero proceso abortivo
del verdadero amor, que únicamente se reservaría para el matrimonio
(Gail y Moon, 1997).
Comunicación afectiva en la vida del soltero 1/ sus grandes posibili. dades
I I viaje de la vida seria demasiado pobre y seguramente demasiado
triste si terminara en las fronteras de uno mismo. Ya en el pn- mer capítulo
del Génesis se define al homba* como un ser incompleto y necesitado de los
demás: el padre de la humanidad se entusiasmó cuando vio a su lado un ser
semejante a él v al ver a Eva exclamó: "esto sí que es carne de mi carne y
hueso de mis huesos". Desde aquella experiencia primigenia, la historia de l a
humanidad en el campo de la cultura, de la economía, de la política, etc. es la
historia del "nosotros", de la realización personal en conjunción con la vida
de otras personas (Bernad, 2000).
Según toda la tradición occidental, la más honda y común expresión
implicada en la creación del "nosotros" ha estado representado por la
convivencia en pareja, tal vez por eso o al menos en parte, a los que se
apartan de esta fórmula se les tacha bien de "bichos raros", bien de "solitarios
aburridos y víctimas de su soledad". De hecho, y como apunté ya en el
primer capítulo, nuestra sociedad sigue organizándose básicamente
pensando en adultos emparejados y, por este motivo y hasta cierto punto, es
lógico que el sentir común entienda -aunque no se justifique- que U\s
solteros, en cuanto sujetos que se apartan de la pauta generai establecida,
sean mal vistos por su entorno y algunos, incluso, necesiten la ayuda de los
expertos para afrontar el cúmulo de desprecios con los que la sociedad
formada por personas casadas les atosiga y los excluye. A partir de aquí,
surgen numerosas preguntas que afectan a los solteros: ¿en el plano de la
comunicación, carecen los solteros de elementos que les impidan
L . 152
I A VIDA OI I SOI .TI «O: SI SHK I s . St IS SOMBRAS
mullicarse plenamente con los domas?, ¿os posible para los solteros cubrir
su necesidad do comunicación (intimidad, complicidad, apo- vi», compañía,
amistad) viviendo al margen del matrimonioo vida on
monto el mal do la soledad?, ¿en términos psicológicos, os oquipara- Heol
nivel y calidad de comunicación afectiva que puedo alcanzarse dentro del
matrimonio con la red de relaciones sociales que los soltero* pueden
establecer y mantener con las demás personas? lin las páginas que siguen
intentaré mostrar que la vida de los solteros eslá .ibiorta a todo tipo de
comunicaciones positivas con el entorno, por lo que no procede adoptar una
postura de compasión hacia ellos v monos aún negarles la posibilidad de
sentirse suficientemente apo- vados y acompañados por el conjunto de
personas que a través do la nnulia, amigos o compañeros están cerca de él.
Una cuestión especial i*, dilucidar si esas vivencias compartidas son
suficientes para lograr el nivel concreto de comunicación y compañía que
cada soltero on particular necesita mantener con las personas cercanas a su
vida y, en caso negativo, cómo es posible hacer llevadera y convertir on
positiva su relativa soledad. Veamos lo que da de sí el análisis pormenori -
zado de estas complicadas cuestiones.
a) Podemos comenzar diciendo que la mayoría de los solteros son
conscientes de que la vida en pareja bien llevada os el marco
privilegiado para la complcla comunicación entre las personas, dado
que en cierto modo permite borrar con radicalidad las fronteras
existentes entre el vo limitado v el tú y vivir instala- do en el marco
del "nosotros", una realidad de suyo más completa y rica que el
reducido mundo individual. Los solteros son conocedores también de
muchas otras particularidades relacionadas con la comunicación, por
ejemplo 1) que entre los miedos universalmente más temidos por las
personas está el miedo a la soledad, 2) que es un hecho generalmente
reconocido que la calidad de vida y la felicidad de los seres humanos
dependen en gran medida de que estén acompañados por otras
personas cercanas de las que reciben y a las que pueden
1 5 3
I A INU OI Ot.lA DII.XM TriíO: l - 'NIKi: I I MIIO'I I A Kl \ l ll)\|.
dar comprensión y cariño, y 3) que el estar ron los dem.is cualquier
precio constituye una eniermetl.nl capa/ do ,irrm nar l.i autoestima y
convertir en infierno insoportable l.i u,„ vivencia. Estas valoraciones
sitúan al sol ten), lo mismo qu,. , casado, en un horizonte en el que
inevitablemente l.i por«.on. ; se enfrenta al roto de establecer la
fórmula do equilibrio entrf por una parto, el cultivo do la privacidad,
en cuanto condición para la plena o irrepetible autorrealización a la
que todas |,K personan aspiran en calidad de seres originales o
individuos y, do otra, la necesidad de contar con la compañía do
alguint que esté dispuesto <i compartir plenamente algo tan hon-
damente sentido como es el sentimiento de amor vivido en comunión
con los demás. A juicio do los psicólogos de la personalidad, la
variedad de fórmulas con las que puede alean, zarse el mencionado
equilibrio coinciden en esta nota común, en todas ellas siempre
aparece un cierto juego del vo en complicidad con el tú.
Algo que se olvida con frecuencia es que los solteros no son los
únicos sujetos sometidos a un cierto grado de soledad, pues la vive el
niño desdo los primeros momentos de su vida trasoí abandono del
seno materno, el joven que siente por primera vez y casi
compulsivamente la necesidad de abrirse a otras personas para que le
escuchen y le ayuden a identificarse como adulto, los padres que se
quedan solos tras la independencia de sus hijos mayores, el enfermo
encerrado en su dolor, el jubilado al que se le aparta del mundo
laboral, y el anciano recluido en la residencia donde se ve obligado a
relacionarse con personas que nunca trató en el transcurso de su vida
anterior. Es muy común interpretar toda esta cadena de rupturas y
separaciones como un pesado fardo y una experiencia negativa. Sin
embargo, vistas las cosas desde el lado positivo, esas soledades ni son
tan objetivamente reales ni tan irremediablemente negativas, como
se* desprende de las ideas que propongo a continuación:
154
I A VIDA 1)1 I Sen.II KO.SUSI llt I S. SI sSOMHUAS
S»lo el autovngaño o la inconsciencia puede hacernos i ixvr que
vivimos aislados y totalmente independientes do los demás. Listo lo
podemos comprobar imaginando lo imposible o i rival que sería
nuestro mundo interior si por arte de magia y por un solo instante
intentáramos borrar de nuestra mente todo lo que nos une a
nuestros semejantes: recuerdos, ideas, valores, sentimientos, saberes
y experiencias en general. Por poco que se piense, se comprueba que
nuestra vida está sustancialmente unida a la de los demás por
innumerables conexiones, pues los demás cubren nuestras
necesidades de vestido, alimento, información, diversión, casa,
salud, etc. El sentimiento de soledad desaparece en la medida en
que adquirimos la dimensión global de nuestra existencia y nos
damos cuenta de que formamos partes sustanciales e irrepe- tibles
del universo en que vivimos -"somos piezas únicas e irrepetibles del
gran rompecabezas del mundo", decía Eins- tein-. Cada persona, al
margen de su condición de casadoo soltero, puede avivar el
sentimiento de pertenencia a la humanidad, abrazando al levantarse
a los 300.000 niños que nacen cada día en el mundo y a las 180.000
personas que mueren, y vivir diariamente la capacidad que todos
tenemos de experimentar la conciencia de pertenencia, con derecho
propio e intransferible, a la realidad universal y omniabarca- dora
de la humanidad y del cosmos. De este modo, cada persona puede
transcender los estrechos límites de su individualidad y sentirse
"compañero" de todas las cosas.
- Por último, quiero aludir a una idea complementaria de las dos
anteriores y que muchos solteros a los que he entrevistado me han
expresado de manera más o menos explícita. Ei remedio contra la
soledad pasa por apartarnos de la falsa idea de que el estar solos es
una situación vergonzante o angustiosa pues cabe sustituirla por la
opuesta, la que se manifiesta en el cultivo del amor a uno mismo
como parte del todo, derivando así en el aumento de la propia
autoesti-
1 5 5
I A l ’ S U O I l H . 1 \ I > 1 1 S O I I I K O I M K I I I M I I O 1 I \ K l A l I I ) , \ l >
m.i \ I.) mejora do nuestra calidad Jo vida. lis más, sin un, buena
dosis di' soledad nunca podremos descubrir quiém-v simios, n¡
estar on paz y a gusto con nosotros mismos, coin, t «i ni poco sabor
lo que podemos dar v recibir di' los dcin,N tr.is descubrir lo que nos
falta; en esto sentido, únicamente :., s personas que han aprendido a
estar radicalmente solas están capacitadas para estar
verdaderamente acompañabas. Denuestos supuestos, cualquier
contacto social adquiere una nueva luz y se comprende -algo
decisivo para el soltero- que I.» interacción con los demás nunca
será satisfecha si no v entiende como complemento nunca un
sustituíivo- de l\- buenas relaciones con nosotros mismos (Ladish,
1998).
b) Aceptado que todos somos únicos v, en gran medida, estaniiK solos
011 el núcleo de nuestra vida interior (nuestras elecciones
o decisiones más profundas), podemos afirmar que la diferencia entre
el casado y el soltero en cuanto a la vivencia do la soledad es sólo de
grado, en el sentido de que el casado siempre estará afectado por
cierta soledad a pesar dol bullicio que puede percibir en el entorno
más cercano (la mujer y los hijos), y el soltero vive su peculiar
soledad gozando del privilegio de que nada extemo inmediato se le
impone ni le obliga a apartarse de la convivencia consigo mismo o,
dicho de otro modo, le permite vivir la soledad inherente a la
condición humana desde la propia riqueza, iniciativa y, al mismo
tiempo, hacer más plenamente libres sus conexiones con el mundo
circundante. En este sentido, resulta elocuente la confesión de I -
amourére (1988, p. 19-20):
para mí, la vida de soltera es ¡a antisoledad. E$ la etapa del "todo es
posible". Es ¡a ocasión que se nos da de aprender de nosotros mismos u de ensanchar
nuestro horizonte hacia los dAnás libremente (...J. F! tiempo se estira y yo también.
Me repito: el tiempo es mío, r.adic me lo puede robar. Me deleito con este privilegio
que no le quita nada a lo> demds. Aprovecho plenamente mi tiempo libre, es un
derecho. ¡Pero además uno debe concedérselo! Estas experiencias fueron mutaciones
para mí. Es cierto, no se puede negar !a soledad, forma parte del individuo. Pero ser
soltero es optar por hacer positñ'a es<i soledad, aprender a vivirla por lo que ruis
puede aportar
fe
1 5 6
W~
L A V I DA DKL S O I I I K i ) S U S I . UU I S , S U S S OM H K A S
, i IX'spués Jo lo dicho, »iparece lina cuestión importante que alec- ta
sustancialmente al soltero y i*s ésta: ¿cómo puede alcanzar el soltero el
nivel satisfactorio de acercamiento íntimo que necesita nwe ln> tiernas
/vrsoiws? Aunque 110 resulta fácil dar respuesta cumplida a este
interrogante, es evidente que las personas sentimos la necesidad de
reservar para uno mismo lo que se esconde en el sanctasanctórum de
nuestro núcleo más interior (algunos extraños y aberrantes
sentimientos, experiencias profundas que nunca compartiremos con
los demás) pero, al mismo tiempo. parece imposible saciar nuestra
necesidad de comunicamos limitando nuestras intercambios sociales a
los comentarios periféricos o casuales sobre lo que constituye el mero
anécdota rio de nuestra vida diaria. Cuando dos personas de distinto
sexo se atraen y se aman, la experiencia nos dice que necesitan realizar
incursiones relámpago a través de la mirada, las manos que se tocan y
acarician, las palabras que se entretejen en espirales inacabables de
conversación, la carne que se encamina a la carne hasta hacer de dos
cuerpos uno al compás de largas expediciones por las zonas erógenas
del otro, en una palabra, el amor pide llegar a la intimidad tanto en lo
corporal como en lo espiritual. De esta necesidad me habló un amigo
soltero, muy inteligente y de trato amistoso, meses antes de suicidarse:
"Me considero una persona que ha triunfado, en cierto modo, en la vida.
Tengo amigos con ¡os que salgo, viajo y en ocasiones ote divierto y me siento feliz
Pero no me atrevo a comentarles lo que n:e preocupa, ni ;w que me
acompañan del todo y como me gustaría en la celebración de mis éxitos
profesionales. Cuando alguna i*z he intentado hablar con ellos de mis
sentimientos íntimos, por ejemplo, de la falta de comprensión e i>1 flexibilidad de
mis padres -a los que por supuesto respeto y quien}- o de mi falta de mi habilidad
para acercarme a compañeras de trabajo solteras coi las que me hubiera gustado
formar pareja, no he encontrado el momento de hacerlo, ni creo que estuvieran
dispuestos a escucharme. En las fiestas familiares me ocurre lo siguiente, me lo
paso bastante bien, fvra cuando terminan, todos se imi a sus casas juntos, yo me
i\>y solo y en lugar de comentar con otros lo que he vivido en la fiesta, veo que
"sólo puedo pensar en ella y me gustaría saber lo que piensan los demds Tarn-
1 5 7
I A INK O L CX . Í A DI I S OI fERl): ENTRE K l M IT O Y LA KEAUlMh
/»;i ;rr me deprime no ¡uulcr comentar con otra f\i>ona. a se das u «vil
enluta las pit/treftas n»sií> t¡ue me pasan t(uio< las dios. A/wle esta la
soledad \¡ frialdad de la cama, donde me imagino muchas vece* a mu amibos
casado* abraziinditsc con sus mujeres, haciendo el amor o gozando viendo a >u
alrededor a su< hijos. Lis veces que he intentado hacer el amor con al<!#• na
amiga st'ltera. me ha puesto la objeción de que “nuestra amistad no ex:$ta hacer
el amor, to\lo menos eso‘\ Sin estas cosas. todo lo demás me Siibra, me falta Ja
salsa de la vida".
Esta trágica historia describe con toda crudeza cómo, a sus cuarenta
años, echaba de menos mi amigo el no ver cubierta su necesidad de
intimidad, lo que me obliga inevitablemente a retomar la pregunta ya
formulada: ¿pueden colmar los soltera su necesidad de intimidad? La
respuesta no es clara v sería urui frivolidad por mi parte responder
con el rotundo no que quizás espera el lector. El tema es complicado,
pues al margen de otras consideraciones, es obvio que muchas
personas casadas y muchas parejas que no han pasado por las
carencias que sufrió mi amigo se sienten muy solas, fracasadas y
deprimidas -preguntémoslo a muchos divorciados/as-.
Es sabido también que en la vida de muchas parejas la pasión no
siempre se mantiene, la rutina puede arruinar el más exul tante
romance, el corazón puede dejar de latir con la fuerza de la novedad
jadeante del amor pasional y la fulminante conquista del primer
momento puede convertirse en el más espantoso hastío. A esto hay
que añadir que la intimidad tiene distintas vertientes, así cabe hablar
al menos de intimidad en el ámbito espiritual y corporal. En este
sentido, conozco un soltero que cuenta con pelos y señales a su madre
todos sus amores y amoríos hasta el punto de decirle cosas que nunca
se hubiera atrevido la madre a comentar con su difunto marido. Tam-
poco se puede descartar la posibilidad de que determinados solteros,
especialmente los muy introvertidos y ocupados plenamente en su
vida profesional, no sientan la necesidad de la intimidad corporal y
vivan plenamente satisfechos hablando con sus amigos/as de las
cosas que les llenan en el terreno de
1 5 8
I A V I I M 1)1 I.SOI.I I KO S U S I U'I S, SUS >MI«K \s
su vocación artística o dedicación a programas sociales políti cos,
religiosos, etc. Por mi parte, el último comentario que se me ocurre
sobre la experiencia de la intimidad por parte del soltero es
desmarcarme de todos aquéllos que piensan que Inora del matrimonio
estable la comunicación afectiva y plenamente satisfactoria con los
demás es un objetivo inalcanzable; en estos mementos, yo no podría
sustentar tal afirmación. tl) Partiendo de la concepción mitológica del
amor, que para bien
o para mal se ha impuesto en Occidente en las postrimerías del siglo
xx, parece obligado sostener que un componente esencial de la
vivencia amorosa entre personas de diferente sexo es la l>n<¡óit. Pues
bien, los solteros plenamente conscientes de lo que significa su estatus
están convencidos de que el matrimonio, con sus exigencias de
igualitarismo, sosiego y sobre lodo estabilidad, no es el mejor marco
para dar cumplimiento a las con notaciones "pasionales" que
comportan las relaciones de pareja; dicho más directamente, si el amor
exige cierto climax pasional, una institución estable y duradera como
el matrimonio difícilmente puede cumplir con este requisito y, por
tanto y por más bondades o ventajas que se atribuyan al matrimonio,
lo normal es que acabe convirtiéndose pronto en fracaso, algo que la
experiencia de muchas parejas lo atestigua diariamente. En la
actualidad hay un 50 por ciento de posibilidades de que una pareja
muera antes de la defunción de uno u otro de sus miembros y en el
mundo Occidental la media de vida de la pareja es de 9 años
aproximadamente (Neuburger, 1998; Yela, 2000). Adivina el lector la
consecuencia final a la que llegan ciertos solteros desde el anterior
razonamiento: la soltería sería una forma de realizar la vocación al
amor que gozaría de una especial ventaja con respecto al matrimonio
estable, la posibilidad, vedada al casado, de cambiar el objeto de amor
al compás de las múltiples vicisitudes por las que pasa una vivencia
tan complicada y frágil como la conducta amorosa heterosexual. En
este sentido, la posición de bastantes solteros coincide con la de
muchos analistas cuando reconocen que, en buena ir.edi-
fe
1 5 9
I \ l ’ s U O l i H U AD I I s o l I I K l ' I M U I I I X I IU > ^ I A Ul \ l I I >A|.
da, el cauco por i-l que discurre mu-stra sociedad m el ampl,,
escenario protagonizado |>or los amantes os un perfecto n-il,.,. del
.íinor pasional, ol único capa/., al parecer, do -ustentai ,; amor do
paivja (l.amouivro, 1988; ( i polla, 1995: Jaeggi, |»•»,» Dojo para más
adolanlo explicar mi posición auto esta delú.uj. cuestión: ¿os
aceptable asignar al amor romántico ui categoría do componente
necesario en ol amor pleno entre personas' Coincido con otros
psicólogos y con muchos casados que h.u sobrados motivos para la
respuesta tanto positiva como rxg.i ti va, lo que supone admitir la
existencia, que no la necesidad, de verdadero amor sin las
connotaciones del romanticismo pasional (Keen, 1999; Torrabadolla,
2000; Vela, 2000).
e) A pesar del interés que suscita últimamente entre los psicólo gos y
sociólogos el análisis de la relación entre el estado ci\ i casado o
soltero, y el bienestar o felicidad do las personas (Avia y Vázquez,
1998; Vola 2000), realmente lo que hoy puede decirse con un mínimo
de rigor científico es que las conclusiones alcanzadas y disponibles
sobro el tema no son por el momento concluyentes y más bien
discrepantes, pues si es verdad que según algunos estudios las
personas que tienen una relación establo son algo más felices que los
que no la tienen, sin embargo, la conexión entre matrimonio y
felicidad siempre si* muestra en niveles de escasa significación
(correlación 0,14, sabiendo que la puntuación máxima o perfecta sería
1). Curiosamente, estas mismas investigaciones coinciden en un
punto, que más que el matrimonio en sí, os la calidad de éste la que se
relaciona con el bienestar personal.
En cuanto a los respectivos beneficios que los hombres y las
mujeres obtienen del matrimonio, los datos disponibles son
igualmente divergentes, unos reflejan mayor satisfacción en los
casados que en las casadas y otros lo contrario. Para sorpresa de no
pocos, también dicen algunos estudios recientes que las parejas que
han vivido juntas antes de casarse no expresan, una vez casados,
mayor satisfacción que las que no convivieron previamente a su boda
(Avia y Vázquez* 1998, p. 112)
fe
160 — W ' <
I A V I DA 1 )1 1 * > M I H O S l ¡ S I I X l \ S U S S OM B RA S
i i/«' snthuts
Insumo de tildo lo anteriormente expuesto diciendo que, en mi .piiiiun,
l.i soltería, más ijiio uu paisaje triste y empobrecedor. ofrece un .„,in i* vital
con importantes ventajas y luces, nada menos que todas las „ u* pueden
brillaren la vida de quienes no tienen por qué verse fuera U mundo de los
que se aman y, al mismo tiempo, se sienten libres y ,>/an de compartir su
vida con el grupo amplio de personas .1 las que .¡uieren y prestan su ayuda.
De las páginas anteriores, saco estas cua- (ro conclusiones sobre el
significado positivo de la soltería:
1 '. I lay distintas maneras de realizar la vocación al amor, la del
soltero es una más y no carente de positividad.
2 Hablando de los solteros, si oigo es evidente es que no renuncian al
amor, ni tienen por qué sentirse necesariamente mancos ni
condenados al subdesarrollo en el terreno de la comu n i cación a fecti
va.
y. Los solteros son excepcionalmente avaros en el cumplimiento de un
empeño, hacer posible realizar su vocación amorosa sin renunciar lo
más mínimo ¿1 su autonomía y libertad personal.
I . Ll estatuto de soltero conlleva una cierta dosis de soledad que puede
compensarse con el despliegue de auténticas relaciones amistosas
hasta alcanzar un nivel de intimidad suficientemente satisfactorio y
globalmente comparable con los contactos íntimos que se dan en la
relación de pareja.
Inconvenientes en la vida del soltero
Sin desdecirme un ápice de lo expuesto en las páginas preceden tes sobre
las innegables y amplias posibilidades que, desde su peculiar -algunos
prefieren decir "privilegiada" situación- goza el soltero, no sería ajustado a
la realidad cerrar los ojos a las numerosas dimensiones que objetivamente y
en mayor o menor medida vinculan la soltería con importantes limitaciones
y desventajas respecto a la vida del casado. En tal sentido, disponemos de
abundantes y significativos testimonios que muestran elocuentemente hasta
qué pun-
1 6 1
I A l ' SK O I I K . I A I ' I I S O! I I K O : I N I K l - I - I . M I T O Y I . A l \ l i A I , I I ) A I >
lo !.i \iil.i dol soltero iu> L'S pivcisamonlo uii.i Honda primavera oul. mada
di- satisfacciones. Sobro esto aspecto negativo do la sol ton ., ofrezco al Kvlor
algunos datos que muestran cómo la vida dol solu- i“ 110 está exenta tío cierta
carga do sinsabores y limitaciones; anj|¡. /aró unos y otras desde el punto de
vista psicológico. Comí» vi-n^, hai iendo a lo largo de este manual, hablaré
de las sombras do la sol- tona en general y seguidamente, entraré en un
detallado análisis de la*» mismas on el terreno del amor. el ejercicio de la
propia lilvrtad i rmfowij/fij y, por último, en el capítulo de las relaciones afectivas
y contu- Hilarión con el entorno social, especialmente en relación con las per-
sonas del otro sexo.
Entro en tema preguntándome: ¿puede decirse que, en términos generales, los
casados juegan con ventaja \j, por tanto, que los soltero* eshU-, en ¡rot es condiciones pata
realizarse en esos tres ámbitos de la vida, a pesar tle l:i< innegables dependencias 1/
restricciones que conlleva la vida en pate\¡ ufamiliar? Dejo constancia de que al
implicarme en la respuesta a esta comprometida cuestión y otras afines, es
mi propósito evitar a toda costa incurrir en la fácil tentación de convertirme
en el más ferviente e incondicional defensor de unas paradisíacas y
exclusivas ventajas de los casados frente a los solteros; estoy seguro de que
tal empeño sólo es posible si uno comete el error de adherirse
irreflexivamente a una descafeinada, banal y mojigata interpretación de la
soltería. ¡Para esto último ya está la larga lista de estereotipos y estigmas con
que el pensamiento vulgar moteja a los solteros!
Dicho lo anterior, vuelvo a apreguntarme: ¿en última instancia, la felicidad de
las personas depende, de! éxito, del amor, de la familia, del sexo, de la inteligencia, del arte?
Por haber analizado pacientemente este interrogante en uno de mis trabajos
anteriores (Bernad, 2001)), sé bien lo que cualquier lector que se lo proponga
puede comprobar fácilmente por si mismo. Lo que muestra la realidad,
cuando se pregunta a un colectivo amplio sobre estos decisivos temas vitales
para el individuo, es ver que las respuestas no son únicas ni coincidentes en
todas las personas sino todo lo contrario, lo que hace feliz a cada ser huma no
depende en amplios márgenes de las circunstancias particulares
f. **
1 6 2
L A V I D A O K I . S O I I l ; l \ 0 : S U S L U C I S . S U S S O M H K A s
ijui* le permiten o lo obstaculizan la consecución del conjunto de aspi-
raciones y objetivos que definen su propia existencia y, de^de oslo supuesto,
es fácil entender que el valor positivo o negativo otorgado milito al
matrimonio como a la soltería es un derivado del peculiar ,-.quema vital en
que cada uno se sitúa ante la vida.
soltería igual a satisfacción plena: ¿falsa ecuación?
Una vía relativamente sencilla do percibir el valor que se otorga a
l.i soltería es examinar de cerca la retahila de motivaciones que la i;ento
expresa atando se le pregunta sobre sus preferencias por el matrimonio o, lo
que os prácticamente lo mismo, sobre las ventajas del casado frente a las del
soltero. El dato es contundente: una inmen- -..í mayoría de los adultos dice
optar por el matrimonio a pesar de que cuando se les pregunta el porque las
razones aducidas son tan poco claras como convincentes; tendremos ocasión
de comprobarlo. Un todo caso, sería arriesgado suponer que la gente se
decanta por el matrimonio ciegamente y sin razones de peso, lo lógico os
pensar que algún motivo decisivo debe existir para que el matrimonio tonga
tan buena prensa y tan amplia aceptación, mientras que la soltería no es
valorada positivamente por la sociedad en general. Este es el tema que
intentaré aclarar seguidamente. Comienzo presentando al lector algunos
datos que apuntan claramente en la dirección de rechazar la soltería:
1". El 51 por ciento de los solteros manifiesten el deseo de casarse, frente
al 37 por cien que consideran mejor mantenerse sol teros. El reciente
estudio del que extraigo este dato aporta otro realmente curioso:
aunque la mitad de los solteros entrevistados pot Nerín (2001)
reconocen gozar de mayor autonomía que los casados, casi una
tercera parte de ellos opinan que es mejor casarse aun a costa de
renunciar a ciertas parcelas de su independencia y libertad.
2". Según la Fundación' Santa María (1990), el 82 por ciento de los españoles
son favorables ai matrimonio.
fe
1 6 3
i A I M C O I I X ; Í A I > I : I . S O I . I I : K I > i V I K I : I I virio Y I . A K I - A I I I > A I >
?*. líl 90 por cien tli* K»s .u!ulíos españoles mavon*s de 3t) ,i„ lK eslán
casados o lo han estado ((. IKI s. Centro de Investigaci,, nes sobre l.i
Realidad Social, 1992).
4". Según todas las estadísticas disponibles, más dt* la tercera p.u te de
los divorciados varones vuelvan a casarse dentro de |,K dos artos
siguientes a su separación, según dicen para remediar la soledad y
falta de apoyo afectivo que confiesan resU| tarles difícilmente
soportables (Ladish, 1998; Kicho, 1998).
5”. Numerosos estudios muestran que las dos terceras parles amplias de
los casados -el 70 por ciento- piensan que su i*st,( tus marital les
proporciona claras ventajas, concretamente, ,\ las mujeres el logro de
un mayor nivel de aceptación por parte de la comunidad a la que
pertenecen, recibir ayuda v sentirse más protegidas ante los
acontecimientos adversos o com«. vía para prevenirlos; en el caso de
los varones, las ventaja* estribarían principalmente en gozar de
mayor estabilidad emocional y estar menos expuestos a padecer
enfermedades (Davies, 1995; Richo, 1999; Carter-Scott, 2000; Fisher y
Hart, 2002; Duoeil, 2CKK)). A la vista de estos datos, resulta difícil,
por no decir imposible, negar que hoy por hoy la masa social w
ventajoso el matrimonio y, en consecuencia, es mayoritari.v mente
partidaria de él lo que, en buena lógica, sólo se explica si se piensa
que debe haber por medio importantes motivos para ello, máxime
tratándose de un asunto que afecta sustancialmente a la vida de las
personas.
Sombras en la vida del soltero: los datos hablan
He querido contrastar por ny mismo el valor de los datos anteriores
realizando un sondeo cuyo significado final, tanto psicológico como
sociológico, entenderá el lector a la vista del criterio estadísti co que he
utilizado para interpretar mis datos. Dicho criterio establece que cuando se
analiza cualquier manifestación significativa en la vida de los seres humanos
(amor, sentimientos, conocimientos, valor del trabajo, tolerancia,
sociabilidad, actitudes políticas, religiosa.
1 6 4
I A V I DA n i I S O I I I K O SI S l i l i S , S I S S OM I WA S
mora I o n , rio.) las frecuencias de las respuestas obtenidas s e d i ^ l r i b i i ton en un .mu
que acumula 1*11 su banda centr.il ol 70 por ciento di* .is mismas \ el rosto
m> desmarra dol grupo mayoritario. Ln mi caso ^ hablando di' los solteros,
observo que, como ora di* esperar, esta le\ estadística se cumple a la hora
de opinar sobre los pros y los contras Jo la soltería. Me explicaré. A lo largo
do tres años (2000-2001-2002), |K* lormulado la pregunta ¿que piensa tisled 11
qué se dice en su antbien- -.i)¡>ic los solteros? a una muestra aleatoria do 300
adultos entro 20 y 7/ años, residentes en 15 provincias españolas tan
distantes entro si ,om<> Almería, Madrid, Valencia y Principado do
Andorra -una treintena do los entrevistados oran extranjeros magrevies,
ingleses, tranceses, portugueses, rumanos, tres italiano y algunos sudameri -
canos-. De tal encuesta extraigo ol siguiente balance:
El 51 por ciento do los encuestados, salvo raras excepciones, lodos
los sujetos de menos de cuarenta años, asocian la soltería con una
situación personal que permite disfrutar ampliamente de la
propia autonomía y libertad: "/os .«ijfrras son personas que aman ¡\>r
enci-na He todo su indefvndeneia" (joven estudiante de 23 años); "/os
solteros *011 gente ineno* preocupada y nuk- libre que lo* casado* (joven
camarero de 24 años); "el soltero es mui persona libre hasta que se ¡tace
mayor” (mujer de 35 años, oficinista); "el soltero en la persona que tiene
mas libertad porque no depende de la mujer, de tos hijo*. 11 i de nadie" (varón
de 36 años, ferroviario);"soltero es igual a hlrrtad (rccepckmista en un
hotel, varón de 29 años); "soltero es ir [>or libre" (italiana de 26 años);
"uno que no tiene que dar cuenta a nadie, ni siquiera a sí mismo; ésta es ln
verdadera esencia del soltero" (limpiabotas de 34 años); ’ soltero, una
opción” (mujer estudiante de 22 años); "so» solteros porque quieren,
porque son antisociales, con eso le digo todo" (director de un hotel de 41
años); "soltero es una persona que no se quiere complicar la vida y quiere
libertad" (taxista de 44 años); "el soltero es una pe:;vna libre como cuando
éramos bachilleres" (varón ingles de 66 añus)
- Un 22 por ciento piensan que la vida del soltero una situación
difícil y aburrida porque están solos y ello es debido ¡> que sor.
personas raras, difíciles de tratar: "tengo de todo pero me falta lo princi-
pal, estar acomfxtñado" (varón de 34 años, profesor de enseñanza
media); "soltero y soledad es lo mismo" (mujer policía urbana d»* 25
años); 'soltero es alguien que busca el complemento que necesita en su
1 6 5
I A Psll OI i U .JA 1)11 SOI II KO I \ I K I I I MIIO V I \ Kl Al II >AI*
• l } • . tl . ’ l
dianle do 27 añosj; YJ x*/*e< un í'tcho raro ,/iir ando ¡¡eidulo
1‘JllJ. -I HO n'iS/iI tiHlofr/1/V' -i'Hí- i'- ¡'OhjhC >C tlClll' /llgO l'/W" l-.t i.ii' t.mo de
ayuntamiento de 1 añovi; cl^ti ¡k>r cíenlo de los x''!eto> ■. f/JV-. ÍVÍÍ.S, que l/i'l/i'H liarlos »'
I»1-; iMi/ny" (tendero di’ 4(> añosj; “r-: !,■ ¡n<n¡uc no he tennU> (YiMt’if i/f tnrrc/imu' a
una mujo unicivta (varón de 65 .ifu>s); "x'qued.in >«►/« ' ¡torqueson aburridla" (pintor di- -42
años); "///<• sionio una ¡Kisona rara, quiztis /i» eso no m«’ atre;i> ,t ircercurmea los hombres. a /vñ?»
de que muchas ¡uyi’S .<í«i/i) la- ¿r>ui> i j/srjrnic*" (enfermera do 38 años).
í i 10 por ciento ven a los solteros como personas enlistas, \ ¡v idilios y juerguistas
irresponsables: "t¡\lo> /<»> soltero* s<m im poco eg, - hi>" (varón de 70 años,
jubilado Jo banca)"; "/os sierros ñ>>; -y muyegoísta. ahora >pii ntiís huma(varón tic
63 años); "el -<>j\Vn t - ¿oí juerguista, de vida alegre y tranquila" (camarera de 41)
años); "r: >i'//iw quiere vivir la juerga ¡¡¡'teniente" (chica esludianle Jo 22 años).
"penuma muy egoísta i¡ue no quiere ayudar a mi:; mujer" (mujer de limpieza de 65
años); “alguien muy suyo que no se sujeta a nadie" (señara de 45 años, ama de casa),
"¡-altero igual a irresponsabilidad" (jo\ en marroquí de 24 años); "son solteros
porque no ltn:/ nadie que los aguante" (secretaria soltera (!) de 30 años).
1:1 9 por ciento consideran a le -, solteros personas tímidas, timoratas, incapaces de
acercarse al sexo contrario: ''siempre me ha resultado difícil acercarme a una mujer"
(camarero de 34 años);"no se sienten con (fuimos para formar una familia, les da
miedo enfrentarse a el/o ' (jubilado de 73 años); 'no se (¡tiie/vn complicarla vida ni
admiten res- ponsiilnlidades" (mujer de 2y años, taxista); "llevo una guerra de sexos
que no sé cómo acabará" (ingeniero de 5U años); "soltero es alguien como yo que
estoy a dos velas" (guarda jurado en un centro comercial, de 25 artos); "soltero es una
¡lersona tímida que no se casa porque es ra/v. pues lodo el que quiere se casa"
(jov¿n marroquí de 27 años); '/os alteros son gente retraída" (monja de onos 40 años).
L-l 4 por ciento opinan que la soltería es una situación transitoria debido
principalmente a que no se ha encontrado la persona adecuada para casarse: "soltero
es alguien que lucha para alcanzar un' vida mejor y casarse" (chica de 27 años,
inmigrante marroquí); ''nunca ha aparecido en mi vida la ¡tersona que busco''
(médico de 34 añosV
i'ida d, .upa pañi allá" (farmacéutico de 05 años); "<i ¡un tir de eit
1 6 6
W'
i a vida i>1 1 . soi n:i« >. susi ,uci:s,si .s sombras
"me casaré el día ijue fin imi/ir a la ¡vrsoita adecuada (conductor de autobús
lirismo, Je 33 años); "sai/ maestra ¡le pueNo d i h a c e doce 1 / en los pueblo*
u<> hay Itontbies para mí" (maestra do 35 años).
11 2 por ciento iu> asocian la soltería con característica especial alguna:
“nob asocio especialmente con nada" (chica de 21 años); “no sé. me pillas i ni
poco..." (universitaria de 26 años); "-ollero, nunca he entendido el porque" (jeta
de sección en un centro comercial de 42 años); " ser ¿ollero es uno co$a
totalmente normar (empleado de la construcción, ecuatoriano de 31 años).
I I 2 por ciento de los encuestados entienden que los solteros son personas
demasiado implicadas en su vida profesional para poderse ocupar de la
familia: "soy una /vrsona muy <«i ufnuia. demasiado puro complicarme lo vida
con ¡¡-unto- familian-s" (pn>fesor universitario de
o años); "tengo ya bastantes resfionsabilidatles y no puedo cargarme con una
mas, la familia" (empresario de la rama hotelera, de 40 años);
'cuando tenga tiempo me casaré, hasta alma no he encontrado ni tiempo m la
persona con quien catarme" (empleado on una gestoría, de 34 años); "mi vida
de piloto es incompatible con la vida familiar, tengo muchos compañeros
separados" (piloto de Iberia, de 42 años).
I latiendo ol balance de los datos anteriores entiendo que, a pesar do que
la muestra de sujetos entrevistados no goza de plena repre- sonlatividad, sin
embargo, por la variedad de escenarios en que se realizó la encuesta y la
diferencia de edad y profesión de losencues- lados, cabe otorgar a los
resultados obtenidos un nivel relevante de validez y fiabilidad. Y esto
supuesto, una primera lectura de los datos arroja algunas notables y valiosas
conclusiones:
1*\ La autonomía-libertad personal es el valor preferentemente atribuido
a la soltería por una gran parte de los sujetos (51 por ciento de las
respuestas), lo cual es altamente positivo y respetable loda vez que en
la medida y la profundidad on que somos capaces de hacer uso de
nuestra libertad os posible instaurarnos en una dinámica vital que nos
distingue de los animales, en definitiva, realizarnos como personas
libres.
2 ". Kesulta altamente significativo que uno do cada cinco res puestas (el
22 por ciento) vean la soltería como una conducta
1 67
I A INIt 01 ik;ia di i SOI 11 KO I N I Ki: I I MI lO V I.A ki:ai. idad
en cíctU» medida extraña y rara, además Jo aburrida, coiu,,
consecuencia do ln soledad que conlleva. Intuyo que tal va|«. ración
se fundamenta en el "complejo gregario" según el cu.il quienes se
apartan de la ñor ma general es porque son sujeto* insociables que no
aceptan las reglas del juego de la masa ,\ este respecto, pienso que
seria más justo calificar a tales personas de "atípicas" más que "raras",
dado que lo atipico m> connota de suyo ningún juicio peyorativo y
simplemente s<- limita a constatar el hecho de la diferencia, en este
caso, entro casados v solteros. Opino también que el "aburrimiento"
quise atribuye a los solteros es muchas veces más imaginado que real,
pues es patente que muchos solteros son todo menos sujetos anodinos
y aburridos; piénsese en el gran número de solteros ilustres y
creadores excepcionales o, simplemente, que destacan por su papel de
activadores de la dinámica social (políticos, periodistas, escritores,
artistas, profesores).
3\ Me llama la atención que sólo un lü por ciento identifiquen a los
solteros con tipos vividores, egoístas y juerguistas. El hecho de que
tales juicios procedan preferentemente de personas mayores me lleva
a pensar que interpretan la soltería de hoy con los criterios de ayer;
probablemente, cuando los jóvenes actuales se hagan mayores este
dato desaparecerá del pensamiento mayoritario y la soltería será
contemplada como un hecho común y de escasa relevancia ("soltero,
una opción como otras": respuesta de una joven de 23 años). A este
propósito, he comprobado que entre los solteros mayores que he
entrevistado muchos ponen énfasis en delimitar su "vida alegre" a los
años de su primera juventud, "después uno asienta la cabeza y ya no
interesa la juerga" (camarero de 49 años).
4a. La respuesta tópica de la timidez como causa de la soltería (9 por
ciento de los entrevistados) no aparece con la frecuencia que por lo
menos yo esperaba. ¿Es esto señal de que la solté ría, más que a
rasgos personales, es atribuida por los encues* tados a causas
ambientales o a la pura fatalidad? Mis datos no
1 68 w
I \ V IDA I > 1 1 SOI I I UO SI S I . I H I S . M NSOM IIKA S
permiten una a^spuesta tajante, aunque rwonozi'it que me gustaría
tenerla.
5 Los restantes porcentajes no llegan a -er significativos Con todo, sí me
parece altamente elocuente que <ólo el 2 por denlo de los encuestados
consideren la incompatibilidad entre el tr.i bajo y la vida familiar
"motivo suficiente" para vi\ ir soltero, lo que significaría que la
armonía entre los mundos representados por el binomio trabajo-
matrimonio es visto como objetivo posible y, por tanto, que la
eficiencia profesional es perfectamente compatible con la condición
de casado.
6’. Por último y leídos los datos en su conjunto, resulta evidente que para
un número importante de encuestados (el 41 por ciento) la soltería se
considera una experiencia caracterizada por aspectos y connotaciones
negativas, entre ellas el aburrimiento, la soledad, el egoísmo, la
ligereza y la timidez.
Desventuras del soltero: más dudas que evidencias
Una estrategia muy utilizada para poner al desnudo los inconvenientes
de la soltería consiste en contraponerla a las hipotéticas y exclusivas
excelencias del matrimonio. Confieso al lector que, a pesar de lo tentadora y
fácil que resulta tal postura, he preferido desmarcarme de ella por una razón
principal: la alternativa soltero-casado tiene tantas perspectivas y entresijos
que, cuando se analiza en detalle cómo vive cada persona su particular
experiencia de amor, resulta una tarea cuasi inextricable conocer las
motivaciones últimas y, sobre todo, el peso que cada una de ellas ejerce a la
hora de optar por la soltería o el matrimonio. Entiendo, por otra parte, que si
se pasa por alto este criterio, todo lo que se diga sobre los inconvenientes de !a
soltería se corresponde más con un canto al sol que con la versión de la
realidad, por ello prometo hacer todo lo posible para facilitar al lector mi
punto de vista sobre la verdadera cara de la soltería, huyendo de lo que
pudiera representar una interpretación caricaturesca de la misma.
Antes de cualquier otra consideración, quiero comenzar ponien do de
relieve una de las causas que provocan el que los solteros sean
1 69
I A INi O l l K . I A DI I S OI I I l id I \ I Ul I I M I U M I A Kl M II >- \ | i
mal vistos'' por su enlomo: los investigadores que vienen esludi.n. Jo el
envíenle fenómeno de la soltería confiesan sentir especial diii cuitad p.ir.i
dejar a un lado las visiones estereotipadas vigentes x.b,, los sol tenis, listo es
debido principalmente .1 una postura trocuenit entre los propios solteros que
buscan vender una imagen ideal tant,, de sí mismos como de su entorno y
tienden a disimular con linio ii|\, de medias razones, ocultas resistencias y
recelos su falta de disp(K| ción ,1 confesar sus problemas reales.
Hecieulemente tinv01visiíii itceompntlw i>!aaclitutl. Meenconl»■ ,,<1, un ti
amiga tallera tic 43 afu*. Tnis i7 constibido y cordial stilmb i jnc ¡a -it:«r ción exilia -
siempre he manlenitlo con tul persona relaciones ./«• fau na iwn>- hnl y ufei lo-, le
dije qne es t ahí redactando este libro sol>re h>- Mil teros. Fue e! linimento en que
ella me increpó con tono rehemenle 1/ claramente enfadado "Tú iiii *?ívs lo que pienso
sobre eso, estoy tic vuelta de iodo Al pc<ln le ¡¡m quería decirme con tales palabras,
me replicó: "Pues tot\\\lo, (¡arete mentí',,
¡fue con tus estudios no se/usa qué refiero''. Entendíque le moleslalui e¡ mero hecho
¡le que los p.sicólogos pudieran ocuparse 1 le la vida de los solteros I lace algún
tiempo sugerí a un soltero de 43 años Id posibilidad de formar parte de la
muestra de solteros que estaba entrevistando a>n vistas a realizar este trabajo.
“No cuentes conmigo, no quiero que nrc ¡<si• coanalices, los solteros somos gente
rara, va tengo bastante con entenderme ti mi mismo".
Reconocidas las dificultades que conlleva una evaluación precisa de las
desventajas que afectan a los solteros, me quedaba un recurso, intentar
aproximarme a las mismas con la mayor objetividad posible; esto es lo que
he hecho siguiendo un camino que me ha resultado bastante tortuoso por
cierto.
1". Como apunta Swartzberger (J995), hay diversidad de factores que
influyen decisivamente en el juicio que la gente se forma en torno a los
inconvenientes de la soltería. El primero y principal es el sistema emocional que
configura la dinámica familiar. Dentro de tal sistema, cada miembro de la familia
se rige por la norma implícita de que todos sus componentes están sometidos
a ley de una cierta interdependencia, por lo que el casarse o no es un asunto
que no pertenece en exclusiva
i \vin \nn soi itiío srsi ut i s. S U S S O M I M A S
,¡ |nj»i,a soltero/a Miio que aleda a linios los miembros de lo familia. ¡Villar
que li» hijos van "por libre" con relación al tenia del casa- es algo irreal, como
también lo es el que, a la hora de valorar el matrimonio, el hijo actúe con
total libertad y al margen de los "prejui- , h»s" (mitos, estereotipos,
costumbres culturales o étnicas) que tanto a ;,w padres como al resto de sus
familiares les llevan a valorar positiva ,* negativamente la soltería (Rogers,
1993). Desde esta perspectiva, se ,-iitiende que los padres v los hijos puedan
y de hecho discrepen parcialmente en su visión de los pros y los contras de la
soltería, pero al mismo tiempo cualquier observador puede comprobar que
las discrepancias entre generaciones prácticamente nunca son totales. Este
luvho es compatible a su ve/ con olio, que para la mayoría de los padies la
soltería del hijo constituye una situación cargada de tintes negativos,
mientras que para los hijos de esos mismos padres el estar soltero es una
situación positiva o, en el peor de los casos, indiferente. C uando se hace
tabla rasa de estas divergencias generacionales, cargando las tintas sobre
unas hipotéticas y graves desvetitajasóe la soltería tanto para la sociedad como
para la institución familiar y para los propios solteros, el resultado es el
escaso eco que merecen para los jóvenes de hoy las catastróficas profecías
que algunos anuncian para una sociedad integrada por numerosos solteros.
Es más, creo que c! tema de la soltería tiene todavía hoy tal categoría de tabú
que sólo quienes se sienten capaces de posicionarse honradamente y con
rigor ante I.» enorme complejidad de nuestra sociedad desarrollada, pueden
hablar con sensatez de lo que podrá significar para la dinámica social y el
desarrollo de las personas el fenómeno creciente de la soltería. Sé que emitir
afirmaciones como ésta conlleva cierto riesgo y no pocas dudas, pero ello no
justifica el pesimismo de todos aquéllos que han comenzado a hablar
simplonamente de la "plaga de los solteros". Si es cierto que "la verdad nos
hace libres", lo mínimo que nos podemos exigir es intentar descubrir lo que
de verdad se esconde tras la creciente elección que muchos adultos hacen
hoy de la soltería, y esto es aplicable tanto para bien como para mal, lo que
venga después habrá que aceptarlo como un reto más para la sociedad
futura; sólo un enfer-
1 71
I v l -» k OI i H. I .M H I st ' l l | K l» I N I K I I I M I l l > Y I A Kl \l I DAI l
ni .»is’simisin»* hace |vnsai que dicha s« piedad caatcrá do los txvur- ,«v
NIIIU ionios para organizarse do manera saludable.
J 1’ai.ilolamonlo .i l.i reflexión precedente, conviene recordar l. ( .onsisleiKÍa
ilo uniones hablan do l.i soltería como si i /<• un monten■ yutitmil m- tral.ua
d.ido que el ivdiazar el matrimonio y permaná i-r so lien* puedo resultar
una opción muy atractiva en los años jóve- u*s y. sin embargo, convertirse
con el paso dol tiempo en auténtica :vsadilla y fuente de importantes
frustraciones.
Recítenlo <t «sfr piMfhisito <7 cotth’ttlatio de ttttii soliera de 4$ tiflos que ine ií«i
üi. Cuando era jiHVti retí! a ñus hermanas y cuñadas criando .j >h> ¡iin>s jhvjiuvÍín
1/ m<- ifulwtt lástima y luiSltl tVilipasión, qué -crvrdinul’r,^. qué «v/ivs, /¡ne
acotamiento*..., lodo lo contrarui tic mi lilrrtatl ¡tara linxrtirme.
-tilir y i’injtu donde y n/mnít» quería: ahora que ¡w crecidos a rnif sobrinos
yiew¡o de otra manera, me dmi envidia sus madres que tienen más ¡vrsona* que les
quieren i/ salvn ¡tara qué trn/w/an".
"Yo valoro a la familia quinientas ivees más de lo que la tutloraba antes“ dia*
uno de los solteros entrevistados por Ncrín (2001, p. 82).
No tengo la menor duda de que el lector habrá llegado ya a las
inclusiones que extraigo de las consideraciones anteriores y espe- ¡almente a
una principal: la soltería constituye un hecho familiar ¡ue, dependiendo de la
mentalidad do los padres y demás miembros de la familia, puede
interpretarse desde dos perspectiva muy diferentes, en un caso como
"traición" a la historia de la familia que ve rotas sus expectativas de ver
continuada la propia saga y priva a los lujos de convertirse en padres, a los
padres alcanzar la categoría de •ibuelos y a los hermanos la de tíos, lo que
evidentemente afecta a ■oda la familia y, por parte de lo* hijos solteros, como
opción valiosa •/ rit a en posibilitados, a pesar da que casi nunca les libre do
algún "•chazo por parte do los suyos. F.n este mismo orden de cosas, muchos
padres siguen pensando que el hijo soltero es alguien de la familia que no ha
logrado ocupar de pleno derecho el lugar de adul- que le corresponde en la
comunidad de adultos pues, on cierto sentido, rompe con la dinámica y la
estructura natural de la familia que suelo estar compuesta por mayores
casados y por niños; añada-
1 7 2
I A V M M OI- I S OL T Ü RO. S I S I .Ul i s . S US SOV Il tK AS
nu»> que desdeostíl percepción de la vida familiar, en muchos padres surge la
duda poco tranquilizadora de si no habrán sido ellos los res ponsables do la
ruptura con la norma familiar, lo cual les lleva a pen- or, en no pocos casos,
que la soltería del hijo es el equivalente .il 'fracaso" de los padres.
y\ Tanto los solteros como sus padres difícilmente pueden sustraerse al
sentir común que vincula enormes expectativas i/ satisfacciones ¡ fais relaciones afectivas
dentro del matrimonio y la totalidad de la familia.
I ntre dichas expectativas está que los hijos se casen, tengan hijos v todos
juntos celebren los rituales familiares que marcan hitos en la vida familiar,
boda, nacimiento de los hijos, etc., todo ello de acuerdo con un calendario de
desarrollo de la familia perfectamente establecido. En tal perspectiva, la
alteración de este calendario por parte del hijo soltero obliga a los padres y
hermanos al correspondiente ajuste del programa familiar, que se traduce en
cierta incomodidad para »odos. Se entiende así mismo que, en este contexto,
nada tiene de extraño el que aparezca en los padres cierto sentimiento de
compasión hacia el hijo por lo que supone privar a éste del paquete de satis-
facciones que implica recibir los parabienes de toda la familia por su
contribución a la ampliación y enriquecimiento de la red de relacio nes
afectivas que articulan a la familia en su conjunto (Alberdi y otros, 20CX);
Schwartzberger y otros, 1995).
4°. I.os inconvenientes que se atribuyen a la soltería vienen a coin cidir
con una visión del soltero que, en mayor o menor grado, casi siempre
aparece con las connotaciones de persona explotada y víctima del entorno. lista
visión no es del todo desacertada sino muy real pues, como ocurre en
numeroso casos, es el hijo soltero el que se cuida de los padres mayores -los
demás hermanos tienen ya bastante con ocuparse de su familia-, es el tío que
entretiene y cuida a los sobrinos, es el compañero de trabajo soltero que por
carecer de obligaciones familiares está siempre disponible para realizar los
viajes menos agradables o alargar la jornada de trabajo hasta confundirse con
las veinticuatro horas del día si así lo exigen las urgencias de la empresa.
Puede ser
fe
173
I A IM C OJ. t X. fA Dl l . S OI I I K O I N I K i : l - l . M IT O Y I A Kl M H U I )
también i*l comensal que está siempre bien colocado en el estrecho rm. cón
que queda libre en el restaurante o el cliente para el que siempre está
suficientemente bien la pequeña habitación perdida del hotel; ,^ veces, el
papel del soltero, en cuanto víctima explotada por el medio, llega hasta el
extremo de que la sociedad global tiende a deíinirhw exclusivamente como
ciudadanos contribuyentes, nunca como benefi- i iarios de alguna de las
ventajas fiscales otorgadas a los casados. Pude comprobar la queja de los
solteros por el tratamiento de ciudadano* de segunda que les otorga la
sociedad: con ocasión de mi asistencia a mu reunión de solteros de mi
ciudad, observé en el local en el que se celebraba el encuentro un letrero que
decía en grandes caracteres: "soy s SOI.TI ROS PERO TAMBIÉN CIUDADANOS".
Quiero hacer patente que ante la ambivalencia de muchas de i¿s
afirmaciones que aparecen en las páginas precedentes y, especialmente, las
referidas a los inconvenientes del soltero, me pongo en guardia ante todo
tipo de enunciados indiscriminados y absolutos sobre la vida cotidiana del
soltero y, en consecuencia te sugiero, apreciado lector, que entiendas lo que
sigue en calidad do una descripción del "tipo general" de soltero, una
realidad que prácticamente nunca coincide con el perfil y las características
concretas y personales de los solteros que podemos conocer (solteros de toda
la vida, solteros a la fuerza, solteros de libre elección, solteros intermitentes,
deliberados, heridos, orgullosos de su independencia, hedonistas,
rencorosos, maniáticos); por otra parte, nada te imposibilitará completar con
el bagaje de tu experiencia y reflexión lo que aquí te propongo. Dicho lo cual,
paso a hablar de los inconvenientes inherentes a la vida del sol tero
analizando tres importantes dimensiones de su vida personal, el amor, la
libertad y la comunicación afectiva.
a) Los amores cid soltero y sus sombras
En principio y como hemos visto en la primera sección de este capítulo,
las relaciones amorosas del soltero gozarían de un especial privilegio, estar
libres de toda la carga de trabas y limitaciones inhe- renies al amor del
casado, de la pareja exclusiva y estable. A tenor de
1 74 w
I \ VIDA ni 1 SOI II !KO: SI M IJO S SUS SOMBRAS
,-sU* criterio, se defiende la posibilidad de a lean Air el desarrollo del .uní»
gi'uiiinv 1/ plmo sm pasar por la renuncia a determinadas dimensiones que lo
hacen especialmente atractivo, entro otras: I) la acoplaren de que el
verdadero amor es perfectamente compatible con cierta práctica de
promiscuidad o intercambio con distintas parejas sexuales tal y como ocurro
generalmente entro las especies animales próximas al hombre, y 2) que lo
apropiado y natural es vivir el amor al compás de las necesidades cambiantes
de los amantes, loque supo ne desmarcarse de la visión utópica del amor
perfecto que se encarnaría únicamente en el modelo tradicional del "amor
para siempre" ,i de la “media naranja". Fn la misma línea argumentativa y
con pequeñas variantes, todos los defensores do los modelos nuevos y más
realistas del amor libre coinciden en afirmar que ol cansancio, la decepción y
el desgaste son atributos siempre presentes en toda experiencia prolongada
de amor entre las personas, por lo que no procede ni existen razones de peso
para someter la vivencia del amor entre adultos a las limitaciones del amor
matrimonial, dicho de otro modo, la prudencia más elemental no es
partidaria do aconsejar la búsqueda del amor pleno a través precisamente do
la pareja estable y exclusiva (Alberdi y otros, 2(101); Duoeil, 2000). Desde este
supuesto, ¿qué podemos decir de los amores ejercidos al margen de I?. pareja
estable?
Para contestar a esta pregunta, partamos del siguiente principio: nadie
hasta el presente ha conseguido definir los límites exactos den tro de los
cuales puede desplegarse el verdadero amor, por lo que no puede afirmase
sin matices que la forma prototípica y tradicional del amor estable, el de los
casados, es necesariamente la única y la mejor vía para el desarrollo en
plenitud del amor entre personas de distinto sexo. Por lo mismo y al margen
de cualquier prejuicio interesado, es difícil asumir que preguntas como las
que propongo a continuación admitan respuestas únicas v tajantes: ¿qué
elementos constituyen el núcleo básico o son componentes esenciales del
amor?, ¿en qué medida están ausentes tales componentes en la vida del
soltero?, ¿en qué se distingue el amor de pareja establo del resto de amores?,
¿qué consecuencias negativas o limitaciones suele tener el amor heterosexual
fe
1 75
I \ l ’ SK OUX .IA l» l I si i| || K O l iNT K l I I U I K U I A K l M I I»\|•
« II.IIHÍO si* realiza al margen de la pareja única \ establo? l’Aamin.id.K l.is
respuestas que d.i I.» gente ante esto tipo do preguntas, >«.• ob^n., que sus
posiciones «iparecen contrapuestas, pues junto a la «.lo quiote. piensan que
todos los ¿moros pueden sor igualmente valiosos v pos¡i| vos, dependiendo
do quien los ojera* -postura relativista-, osla la ^ 0,, traria, más matizada, que
considera necesario distinguir las diferente formas de amor y, a tenor do las
mismas, vor lo que da do sí cada un., do ollas. Tras optar por esta segunda
opción, me propongo hacer H lecuento do las limit«cioneso inconvenientes
que conllevan las formas tío amor hacia las que so sienten especialmente
atraídos los solteros.
— ¿Sólo enamorado y quizan no del lodo feliz?
Mucho so ha dicho acerca del misterioso fenómeno del enamoramiento.
Cuando la pareja acaba de conocerse, ambos se sienten felices, quieren estar
juntos día y noche, les sabe a corto el tiempo que comparten y cuando
concluye el momento de la convivencia, siempre vibrante, siguen pensando
uno en el otro ansiando llegue la hora en que desaparezca la distancia v se
vuelva a producir la cercanía física, -y digo "física" porque la comunión
mental sigue activa \ en permanente tensión, las más de las veces rayana con
la obsesión-. Curiosamente, esa fuerte atracción inicial dura poco tiempo,
algunos autores la comparan a la hoguera cuyo combustible, la pasión, se
consume en unos pocos meses. Pero no es la fugacidad lo que mejor
caracteriza el amor romántico, su mayor debilidad radica en su ines tabilidad
y su escasa fiabilidad dado que la base en que se sustenta es la falsa
idealización dol otro a partir de su apariencia más inmediata y tangible; ésta
es la razón de que numerosos ensayistas en temas de amor establezcan claro
paijalelismo entre el creciente número de separaciones y la importancia
concedida a las experiencias románticas tan intensas como carentes de
realismo (Alberoni, 19b6; Manglano, 2001; Dalai Lama, 1999). Ahondando en
los entresijos del amor romántico y como agudamente ha explicado Vela
(2000, p. 132), la debilidad de los amores románticos tendría su mejor expli-
cación en el hecho de estar organizados a manera de un montón do
1 76 ^
i a VIHA i>n soi ii uo sus i ne is. sus SOMBRAS
..,|>iíicacionos en lomo a la verdadera identidad personal desuspro-
..miinisi.is: so emplea un lenguaje ambiguo tendente a reducir el sen- . monto
de posible fracaso ante el eventual rechazo del otro, se real- .-.in
desmedidamente las características socialmente deseables del «ínado
(simpatía, sentido del humor, generosidad), se exageran has-
• i el atrevimiento más sonrojante las similitudes en los gustos, opiniones e
intereses entre los amantes, so tiende a mostrar que los deseos y necesidades
de uno y otro son complementarios (hablador- avente, protector-desvalido,
dadivoso-receptivo, etc.) y, sobre todo, «o realzan los atractivos tísicos de la
pareja (ojos expresivos, mirada Juico, voz cadenciosa y segura), todo ello
rayando descaradamente t-n la adulación. Diríamos que el mundo de los
enamorados bascula -obre la actitud, un tanto esquizofrénica, del que so
aíerra a un mundo ideal" porque carece de la madurez, el atrevimiento y la
sinceridad para presentarse ante el otro con la "imagen real" y poco atractiva
de sí mismo. Mientras tanto, pueden aparecer conductas •an estrambóticas
como la del enamorado que dice "mi novio/novia no es en realidad una
buena persona, pero a pesar de todo me atrae irresistiblemente". Es obvio,
que ante el cúmulo de ingredientes que configuran la postura del romántico y
amores similares, la experiencia de este amor resulte a la postre escasamente
gratificante y, sobre todo, difícilmente sostenible a medio y a largo plazo.
Analizando en detallo y do cerca los porqués, aparecen con valor de
argumentos importantes, por no decir decisivos, los siguientes:
1”. Por su propia naturaleza, el amor romántico carece de una de las
bases en que se asienta la relación amorosa verdadera y saludable, la
sinceridad. En ausencia de ésta, lo natural es que las relaciones románticas
generen la larga lista de desajustes afectivos derivados de confundir lo real
con lo aparente, la figura externa do las personas en juego con su realidad
más profunda y completa, lo plenamente conocido con lo desconocido o
apenas adivinado, el sentimiento duradero con la fragilidad del momento
divertido, el simple coqueteo frente al total compromiso y responsabilidad
respecto a la felicidad del otro, el mero contacto físico o sexual de la pareja
sin la dimensión de entrega
I \ I NKO UX. IA 1 > H S OI I I K O. I - M U I l - : i M IT O ^ I . A Rl Al IDA I)
mutua entro tíos personas que va más allá dol eventual juego placen- loro o
la vivencia del amor sin caer en la cuenta de que también so pUo. de disfrutar
del sentimiento amoroso traducido en la donación de l«> más personal, por
ejemplo, dedicando el propio tiempo a acompaña a la persona amada en todo
el cúmulo de vicisitudes, altibajos y cambios de ánimo por los que pasa, o
compartir la intimidad corporal ocupándose también de los pensamientos,
sentimientos o deseos que dan concomitantemente con la fusión sexual o tras
ella; la conjunción armónica y completa de la pareja en todas i-stas vivencias,
que es pro- cisamento lo que falta en el amor romántico, es lo que impediría
quv- éste se convierta en experiencia plenamente satisfactoria, positiva v
propiamente humana.
De esta frustración me hablaba una mujer de 27 año* que. Ira- convivir como yare ja
de hecho ¡rea año* con su afutra ex marido. se casaron y -u matrimonio acabó en
sejmración a los siete meses tic legalizar >i, relación Cuaiuio le pregunte a ella cómo
había sido posible que. después de vivir t into! tempo iunios les resultara imposible ¡a
convivencia, me dijo: "Creo que J . M no se dio nunca cuenta de ¡o que iyc> aspiraba 1/
deseaba, estar ¡untos a las duras y no sólo a las maduras". V añadió entre
entrecortados sollozos;
“Me engañé pensando que. una vez casados, le gustaría estar conmigo tanto como con
sus amigos solteros 1/ que le bastaría estar junio a mí los fines de semana para
sentirse feliz ly contento”.
2". Los inconvenientes del amor romántico, vivido al margen del pleno
compromiso personal, se perciben fácilmente apenas se sopesa la futilidad de ¡0$
motivos en que se fundamenta ¡a versión romántica del amor. Los defensores de este tipo
de amor dicen, por ejemplo, que el amor entre los miembros de la pareja
permanente o estable conduce de necesidad a la rutina y al hastíu dado que
carece de la pasión y ¡a novedad que difícilmente se da entre los casados. No hace falta
demasiado esfuerzo para ver que tal argumento no se sostiene a menos que
se admitan dos supuestos nunca probados: por un lado, que la vida en pareja
es de por sí incapaz de proporcionar suficientes ocasiones para croar
novedad ni permite el paso por etapas suficientemente atractivas y variadas
dentro de la experiencia amorosa y, en segundo lugar,
1 7 B
I .A V I DA n i l . som KO SU SI IX ' l -S . SU SS OM HKA S
,juc todo lo que se a*pite conduce necesariamente c*.I aburrimiento y .,1
hastío, a la postre, se convierte faltamente en algo insoportable, En contra de
tan rotundas afirmaciones, la opinión de muchos especializas es que no hay
ra/ón para negar la posibilidad de que la pasión .*\» compatible con el amor
vivido dentro de la pareja estable, quizás no con tanta vehemencia como al
principio pero sí con suficiente l'uer/a y en niveles altamente gratificantes y
novedosos. En este sentido, una de los mayores atractivos y grande/as de la
vida es comprobar que los amores auténticos no se acaban ni cansan, como
no se .icaba el amor de madre, de hijo, de esposo/a, de amigo... ni, en otro
orden de cosas, no cabe poner límites prefijados al disfrute de la música, del
trabajo, del arte, viajar o al placer de descubrir nuevos matices literarios en
las obras del autor que nos encanta leer; más bien sucede todo lo contrario,
que a medida que ahondamos en el conocimiento y la experiencia de las
cosas que nos agradan, más disfrutamos de ellas, sencillamente porque no
tratamos de hacer siempre lo mismo sino de hacerlo de manera distinta,
nueva v más profunda (Hendrick y Hendrick, 2000). A este respecto, los
medios de comunicación son proclives a presentar edulcorados de "salsa
rosa" los fracasos del amor de los personajes populares, ofreciendo sus his -
torias con tintes de falso realismo, y no sólo eso sino que tienden a
proponerlos como paradigma o patrón del amor endeble al que pueden
aspirar los millones de televidentes lo cual es, a todas luces, contundir e!
amor con los fracasos o las formas infradesarrolladas del mismo. Nótese de
paso y, por supuesto con el debido respeto a sus personas, que los
entrevistadores que se ocupan de mostrarnos las miserias de tales amoríos
suelen ser o solteros con escasa experiencia en el tema del amor, o fracasados
en sus respectivas historias senli- mentales. Un ejemplo.
En el programa GRAN HERMANO de 7V5. ¡¡i periodista Mercedes Mild(16 de enero de
2003). citando /<; autoridad de su hermana (!) - como dice mi hermana"-,
contrapuso la amistad duradera, especialmente cultivada dentro del programa, con
¡a temporalidad y precariedad del resto de los amores que observamos en la
vida real. Curiosamente, la hermana de la finalista Desirée puso las cosas en su punto
apostillando que ''todo se gasta menos el
1 79
I A IMCOllX. lA DII SOI MIRO I N I K I I I Mil O V I A K f \l l l )A I>
i\i is iUxir, >uslífui/n <7 Ulrutila* "ruuMrfif‘ js>r r¡ Jr ”, ^
ev/ínn/iT <///!* /<f #mirs/ir</" fi/Vn IUM fomui tir "amor" l.stt>u
/'íriwww/rA' Miento con ¡ti milizrti'khi
Dando un paso más, pienso que inciden en grave error quim, „
pretenden reducir l«is variadas formas tlel amor saludable y atractn a su
expresión meramente exultante, de arrobamiento y con los inten- MÍS
efluvios sentimentales de los recién enamorados (Calle,
Dicho de otro modo, nada impide disfrutar de la sinfonía del am •
construido solm* la base de ir alternando a lo largo del tiempo M inólas de
calma y serenidad, los pequeños gestos, la cómplice mirad.t
o la caricia tierna de quien siempre tiene algo nuevo que regalarte, cm los
momentos más vehementes. Como dice I leras (2001, p. 229), el art, de vivir
no es otra cosa que saber disfrutar en cada momento de lo qi v si* tiene al
alcance y para esto no es tan necesario acceder continuamente a novedades o
hechos extraordinarios como adoptar la actitud de búsqueda de todo lo que
nos depara de novedoso la polifacética realidad diaria. Y, así, en la medida
en que se aprende a descubrir ep cada situación las múltiples facetas que
ofrece la vida en pareja, prácticamente nada se repite, nada aparece como lo
"ya visto y vivido” más bien al contrario, se comprueba que para el amor
siempre hav lugar para las pequeñas sorpiesas, alegrías y satisfacciones.
3°. Frente al amor romántico, el amor madurado de pareja tiene además
una clara ventaja, estar libre de v.na de las mayores servidumbres o
dependencias negativas que acompañan al amor reducido a sus expresiones
meramente románticas. La razón es obvia, el placer de la fogosidad pasional
que caracteriza el amor romántico conlleva casi siempre el inconveniente de
enfrentarse cada día y en cada momento a la angustiosa duda de si se podrá
retener junto a sí a la persona que sabes que te ama pero sólo muy
parcialmente y sin. pasar por la prueba del tiempo (Keen, 1994). Esto no
significa negar que el amor puramente erótico o pasional vaya acompañado del
peculiar goce de lo mágico, lo novedoso, lo extraordinario y voluptuoso,
pero todos sabemos que tal experiencia amorosa tiende a durar lo que dura
el momento fugaz del encuentro pasajero de dos cuerpos -mejor
I \ V II > \ D I I SO I l l :K O:St l s|. l J ( | S . M S S OU HKA ^
^•ria decir, de dos pillos que so locan y exploran periféricamente, lo , (K1i que
da do si' I.I fusión sexual, quo suelo acabar dejando a los aplicados trente a la
imperiosa nocosidad do buscar ansiosamente el ^{•iiionfo objeto amoroso y
someterse al tortuoso v por muchos conceptos nada gratificante proceso de
seducir a una nueva pareja. Lo ¡ver do tal situación es que, realizada la nueva
conquista, el sujeto j,«minado por el romanticismo suele disfrutar por nuu
poco tiempo Je la presa conquistada, pues al comprobar que apenas le sirve
para librarle de su soledad y del vacío momentáneo tiendo a abandonarla, , ,m
lo que se ve abocado a iniciar nuevamente el círculo vicioso de buscar para
perder" sus sucesivos y fugaces objetos de amor. Pocas peí ipecias humanas
son tan desagradables para el común de los mor- l.iles como el paso por la
experiencia de que los sentimientos nacidos .«.I compás v en función del
amor pasajero acaban sólo en el drama del "donjuán", que es lo mismo que
decir en el amor perpetuamente insatisfecho, toda vez que no es otra cosa que
la consecuencia de con- mndir la verdadera esencia del amor con la
experiencia del placer intenso, pasajero y egoísta del objeto amado (Heras,
2001. p. 80). Abundando en las desventuras dol "donjuán" moderno -existe
también la variante femenina aparece su perfil con trazos tan poco atractivos
como falaces son sus manifestaciones (Gil Calvo, 200Ü):
- curiosidad inagotable ly malsana, aI safar que el fracaso está asegurado y se rqwtird.
- en el hombre, búsqueda incesante de nuevas emociones mediante Ui repetición de
conductas eróticas traducidas en gestos calculados y excitantes, caricias, brillante
vestimenta, flores, ftalabras aduladoras, etc.
- y en la mujer, demostración del atractivo erótico a trai-es de faldas corlas, ¡xin- talones
togados, peinado llamativo, senos semiabierios, fiienes perfumes y la cara escondida bajo
la máscara de variedad de cremas que se expanden pot el rostro de acuerdo con lo que
conviene resaltar o disimular en cada zona de l¿i cara (ojos, párpados, mejillas, labios).
So preguntará el lector cómo, en el plano real, el amor de pareja estable
puede librarse de tanto disfraz y llenar de grada la vida de casados, sin
perder por ello los mejores ingredientes del amor román-
1 81
I \ INK OI t X . I \ l>l I M>l II ICO I M K I I I \tlim I.A Kl Al l|)\|»
t i v t * j > I h>-122) \Ie lo explicaba asi un.i panoja con uiu| lN.
loria (.lo .mu>r do veinticinco largos añtvs de convivencia a mis osp.ild.K
"II ;v_ rij . luíluh' nroulanuis la en ipie //i*> enamoramos, hacenio- m.inifu-,i hnttadtllas mientras pascaniits
jimio- /un el ¡uirqne u ni»> "mete- "ii>- ma>t¡> (i eualquh'r hora en 47 f iili'ón ///¿/>
tnst*>p*xluido de ¡a út>a. Silbiett» do que el olro disfrutará de la eanntloña <Kastonal. A ;v<r> pasamos ¡uní.s
huyo- mío- leyendo hi pren<¡; v sin decirints nada, i» di despertar cu ¡o- i/m«
..V w-í.r. dirruí timos un rolo ¡rnstindo junti* que nueslnutmot e* tangible U
¡vrviaiuxe Ú»I el /uv» «ir A>> irnos. durante los i jm/is «wí/w/hnm*
iju,* hento* ¡¡prendido algo hm i infartante como dejar de Indo el egoísmo y is<
«‘//(i,* /íf> iiec,--idade* v sentimienUis únU\*s del olro. Ilemo* comprendido
también que paru nada mresitantoa recordar nuestros viejo* problema-, ¡¡ne lo-
hemo> vivido. u i pie sai'cmos y piulemos disfrutar de niuclni> de la* cosas
i pie Jiaaumt*s cuando envino novios o «’ir lo- primero* licm¡M<> de mahinio- nio.
.Vi» ncci-silnmos inris ¡wa ser fefict's ni nos salv a fwo las niui,slra< d,
< ¡n iño ijue nos dannis ahora Una de las alegrías que más no* llena e* *al\ r que
nui-stros lujos, a los que dedicamos muchos días y nuches en sus printe- m» años,
nos recompensan a *u manera con su cariño".
Lo que venimos diciendo sobre las grandes posibilidades de crecimiento
y transformación del amor dentro de la pareja se resume en algo tan simple
como esto: frente al amor romántico de los enamorados está el amor más
maduro que so convierte en gozosa realidad cuando los implicados en él se
toman el lujo del emplear el tiempo necesario para reconocerse sin prisas y
en un nivel suficiente que facilita la construcción do una permanente relación
satisfactoria a partir y en función de las múltiples caras del amor que
prácticamente sienv pre aparecen cuando se tiene la suficiente paciencia para
recorrer en compañía do la pareja los caminos que conducen al amor pleno.
A esto propósito so ha dicho, no sin fundamento, que "ningún hombro
o mujer sabe realmente qué es el’amor perfecto hasta que no lleva casado un
cuarto de siglo" (Dalai Lama, 1999, p. 96). Los que han logrado encontrar el
amor pleno y maduro saben muy bien que os mucho más que el deseo
incontenible do estar físicamente juntos, do mirarse a los ojos, do tocarse o
acariciarse, placeres T los que los casados no renuncian pero tampoco
identifican con el halago narcisista al lalso "yo ideal" del otro que, para
desgracia de sus protagonistas, casi
fe
; •
! \ V IDA I>1 I S OI I IROSU SI .U CIIS. SU S SOM K R AS
..ieinprc va acompañado del temor <1 que se rompa el amor de mane- m
abrupta >■ repentina. De la inestabilidad de tal amor a medias, da v el doble y
desigual desenlace a que da lugar el amor romántico y ,¡ue conduce, en unos
casos y en negativo, a l.i resolución pobre del .,nu»r abortivo y pasajero, que
no tiene otro destino que el vacío y, en
versión positiva, a la culminación del amor de pareja estable cuyos
miembros, hábiles en el dominio de las claves que articulan la dona* ,u>n
mutua e incondicional, logran saborear todo lo que se puede aperar del amor
total y pleno. Es dentro de este amor donde es difí- vil encontrar el
aburrimiento y es posible gozar, entre otras vivencias positivas, de la
tolerancia de los propias limitaciones por parte del .■tro, de sentirse
complementado con lo que se recibe de él a lo largo Je la compleja peripecia
amorosa diaria o comprobar que es perfectamente compatible la salvaguarda
de la dimensión individual de coda miembro de la pareja con el juego de
todos lo<; posibles intercambios enriquccedores que libremente se establecen
entre ellos; esto \ nada más que todo esto es lo que puede dar de sí el amor
para quienes se han decidido a implicarse en la aventura de llevarlo hasta sus
últimas posibilidades (Cray, 1992).
A". Entre los retos más difíciles con que se enfrenta el soltero está el saber
estar solo, lo que supone carecer en muchos momentos de aquella persona
cuya sensibilidad esté lo suficientemente desarrollada como para estar junto
al que siente la necesidad de que alguien, dispuesto a dejar de lado el núcleo
de sus preocupaciones personales y, movido por el amor desinteresado, se
entregue al noble empeño de compartir y vibrar al compás de los
pensamientos v sentimientos de euforia, inseguridad, esperanzas, fracasos,
alegrías o tristezas del otro. Sin negar que esto sea posible para el soltero, es
difícil encontrar fuera de la pareja personas dispuestas a desarrollar un
programa con tal nivel de exigencias pues supone, aparte de haber superado
todas los barreras que tienden a imponer la tendencia universal al narcisis mo
-percepción del mundo circundante desde la única y exclusiva perspectiva
particular-, tratar al otro por encima de los criterios de utilidad, pragmatismo
y hedonismo imperantes en nuestra sociedad.
1 83
I A PSK ' OI XXi ÍA I M il , S OI r i K O I N I K I I I M I IO Y I .A Kl íAI I IM l)
I labra que reconocer, por olio, que en la práctica sólo el amor i| Urj doro v
pleno es capa/ de entregarse con fe y decisión al descomunal empeño que
implica .«cercarse y comprender todos los entresijos ,j,.¡ alma del «uro y es
obvio, por lo demás, que los encuentros pasajen* de los recién enamorados
difícilmente dan de si para un objetivo^, tanta complejidad y desinterés
humano (Froinm, 2000, Cipolla, 1903)
5". Según los datos aportados por estudios sistemáticos sobre los
sentimientos y necesidades afectivas de las personas, un inconw- niente
frecuente en la vida del soltero es comprobar que en el amar, que
indudablemente puede ejercerse fuera del matrimonio o vida i*n pareja
estable, aparecen ausentes algunas de las dimensiones cualita tivamente más
significativas y valiosas del amor pleno y cabal (Yela, 2000). Concretamente:
a) faltan componentes esenciales asignados al amor maduro v que
implica, además de la pasión meramente erótica (excitación sexual) o
romántica (deseos de compartir algunas vivencias parciales y
transitoriamente con la persona amada), dar cumplimiento a las
necesidades de intimidad (vínculo afectivo, comunicación, confianza
y apoyo entre los amantes) y de compromiso (existencia de planes
comunes y percepción de la pareja como algo estable y a pesar de las
dificultades, enfermedad, accidentes, fracasos, etc.) (Stemberg, 1986).
b) difícilmente el amor vivido fuera de la pareja estable puede cubrir un
conjunto de necesidades afectivas básicas, generalmente sentidas por
los seres humanos, entre otras, la de protección, estabilidad,
seguridad y de apoyo emocional (tanto darlo como recibirlo), de
intimidad (conocer y darse a conocer íntimamente a alguien), de
afiliación, compañía o pertenencia (reconocerse como miembro de un
grupo de personas que proporciona referencias objetivas en el ámbito
de los valores, patrones reguladores de los sentimientos y de la
conducta), la necesidad de dar sentido a la vida (vivir para algo y,
sobre todo, para alguien) (Fromm, 2000) y, sobre todo, ser objeto de
aceptación por parte de los demás, a pesar de la dificultad que pueda
1(U-
I WIDA DII H * 1 ITK v>. SU S 1 .1 U - ' S ,NISNI» MHK A ‘>
suponer p.ir.i olios «id.ipl.irso y tolerar las incomodidades dori vadas
dol peculiar modo do sor dol soltero o do MIS limitaciones, errores o
fracasos (Domad, 201)0). En la estimación común, estos complicados
aprendizajes rara ve/ so consiguen \ i viendo al margen de la red de
relaciones y estrechos vínculos o condicionamientos que, en la
práctica, únicamente suelen aprenderse dentro del marco f.miiliar y
de la convivencia con la pareja estable. A la luz de este criterio,
resultan lógicos varios hechos de experiencia común, entre otros, que
los solteros sean generalmente tildados de "egoístas", "bichos raros",
"insociables", amén de otros calificativos que traducen la idea de que
vivir solo v ser socialmente maduro son dimensiones raramente
coincidentes dentro de la misma persona (Meras, 2001. p. 129), y un
segundo hecho, bastantes solteros confiesan las incomodidades que
tienen que soportar por el hecho de demarcarse do la pauta cultural
según la cual oí estado natural del adulto es vivir emparejado v
formar una familia. El peso ejercido por esta pauta ha sido tan fuerte
que, como sugiere Giddens (2000), hasta finales del siglo xvm siempre
que se hablaba dol amor entre adultos se hacía en relación con el
matrimonio o de las responsabilidades comunes y recíprocas de los
esposos, en def initiva, de las obligaciones derivadas del amor
enmarcado en la familia. ¿Quién se atrevería a negar que esto es
también válido hoy? Todo apuiáa a que dicho patrón cultural sigue
plenamente vigente en la actualidad, pues de lo contrario no so
entenderían muchas de las tensiones y presiones familiares y sociales
a las que son sometidos muchos solteros on nuestros días. Do ellas me
hablaba en ciera ocasión un soltero de 42 años:
' Desde ¡¡ace bastantes años y por principio, no suelo asistir a las Mas de mis
amigos, pues desde que cumplí los turnia casi siempre que he asistido a una boda,
ha habido invitados que me preguntaban ¿y tú cuando pasas por el altar?,
otros, más desvergonzados y atrevidos y a tos que detesto IsicJ, me han mirado
con cierta compasión y con desprecio, o asi me lo parece. En las bodas hay sitio
pira las parejas y los niña-. para los solteros de cierta edad".
1 85
I A IN Il OKX. IA D! I S O I 1 1 KO I N I K I I I M l l O ’ i I \ K l A l I I > \ | i
íV Diversos analisis sobre l.i dialéctica interna i|tu* condiciona, pleno
desarrollo del amor llego 11.» I.i conclusión de que dicho uhj t ., vo no se logro
hasta lanío no se alean/a la fórmula equilibrada di- ./Dior v recibirlo. Sólo dai
conduce al agotamienlo psíquico d< I qu. ama. v sólo recibir acaba en el
sentimiento de vergüenza y la pórduj.. de la autoestima de quien sólo está
átenlo a disfrutar de la geiu u*s;. dad del otro. Podemos entender lo mismo
diciendo que cuando alcan/a la plena vivencia del amor hay un momento en
que la Wiv if/til 11 gozo de dar se corresponde con otra no menor intensa
jfc ,<y<id,-,.. 1/ placer de recibí) y, en este sentido, los \ erdaderos amantes no
sienin, vergüenza de recibir todo lo mucho que procede de la generosidad
del otro, ni tienden a cansarse fácilmente de corresponder con la mis. ma
medida generosa al que les ofrece su amor (Cray. 1992; Mangl.i- no, 2001).
Desde estos supuestos, se comprende que la condición d<- casado, con las
continuas y múltiples ocasiones que proporciona la vida familiar para los
intercambios amorosos en los niveles más profundos, representa una
situación privilegiada para el disfrute de la total expansión del amor entre
personas de distinto sexo. Un este con texto, creo necesario aclarar dos
posibles equívocos:
a) Reconocer un estatus privilegiado del matrimonio, en cuanto
situación que facilita el despliegue total del amor, no significa negar
sus numerosos inconvenientes o fallos. Pero el hecho de que lo»
tenga, tampoco autoriza a subestimar sus ventajasen el plano del
amor; sólo quienes padecen una enfermiza miopía con respecto a la
verdadera entidad del amor pueden negarlas, lo que significa que, a
la postre, se verán obligados a reconocer que "el dar u cambio de nada ¡/
sólo por amor parece algo irracional, pero dar para recibir es un camino que conduce a
sentir la ivrgüenza del que convierte el verdadero amor en el rastrero egoísmo"
(Cipolla, 1995; Bernad, 2000).
b) Con frecuencia, se intenta negar la posibilidad de llevar el amor hasta
una de sus más sublimes manifestaciones, mostrarse totalmente
generoso y desinteresado con respecto al otro. Se lie
1 86
; W l i u n i l Si i| I I .KC >: SU S L U CI S. SU S S OM Ulí AS
ga, incluso, a decir que afirmar l.il posibilidad no os v»ír.i cosa ijui’ ol
ívsultado di* confundir la verdadera nato rale/a del amor humano
que, por sor siempre imperfecto, no si* debe confundir cim la forma
idealista de entenderlo. Pues bien, mi opinión es que tal afirmación i*s
simplemente una falacia, dado que lo que so valora v ama en los
demás cuando se ejerce el verdadero v total amor hacia ellos no es
ulgo distinto do lo valorado en nosotros mismos, en definitiva, el
valor intrínseco de la persona, de lo humano y, en tal horizonte, el
amor bien entendido conduce a valorar desde el mismo patrón la
integridad, libertad y originalidad el propio yo y el yo de los demás
(Fromm, 2000, p. 62). A la luz de estas ideas, se entiende la
profundidad y el verdadero sentido del precepto bíblico que cuando
dice "ama al prójimo como a ti mismo", no significa que haya que
amarlo "ntds ni tampoco menos que a uno mismo"; lo primero sería anti-
natural. lo segundo manifestación de cierto desprecio hacia los demás.
Desde esta perspectiva, se comprende que, teniendo el mismo el
fundamento el amor a sí mismo y a los demás, el. mor de pareja puede
alcanzar el mismo grado de satisfacción y grandeza que el amor a sí
mismo (Bemad, 2000).
- Intimidad: ¿experiencia frustrada en Itt vida del soltero?
Hoy, la palabra intimidad tiene preferentemente una connotación sexual,
pero ciertamente es mucho más. Incluye, también, compartir todas las
dimensiones de nuestra vida física, emocional, mental, aspectos espirituales y
sociales; realmente, intimidad significa compartir totalmente. No se puede negar
que estar en la cama con alguien haciendo el amor durante una hora puede
resultar un alivio temporal, pero la cruda experiencia enseña que tales
contactos superficiales y pasajeros no resuelven plenamente la necesidad de
intimidad, entendida a un nivel mucho más profundo, el que supone abrir las
puertas de la propia alma al otro, hasta sus últimos recovecos. Cuando esta
apertura no se da, a la larga la intimidad sexual suele desembocar en
insatisfacción y en altas dosis de inseguridad y soledad.
1 87
i M M I ' O M K . I A P I - I so i . i rRc > I : NT R I - : I - I M i im I . A K I A I I D A I »
A!. J.> doiiibú i <>/' mil i tic 24 uñtm: ’Ueiv $alteado «tur mi nov t»i i/,is .rúiw.
.viw.k ,i 1,1,/ih ¡untes juntos y »<» entendemos bien cii la cama, atando comienzo a
hablarle de cirsrfnni.s i//í»i m<?r «i;<» familia es como >t ¡viviera ■.,»,/,> if me
ilicc i ¡ne tic esc tema va hablaremos md> udelante Tengo ■ inl'ici; inuchtK dudas
si'bre sus ividadcrns intenciones y si esta <fis;>rri>f|i i* ir.> a comprometerse
ionmigo. Vo necesito ¡mis inlimidad. hablar de >N futuiv u tlcl rrirí», tic lo que iros
¡mvcu/w. de nuestras titulas, saber ijué yicn- ><i i/«- mi itimiliti 1/ tic la rnitt, i1e la
religión sou muy religioso . «i definiti- «v. necesito salk'r s: esta dispuesto a
compartir todo y totla su vula conmigo.
I. n medio de tantas dudas y u estas alturas, no se si me conviene seguir con él o de/a/lo".
I . IX*I anterior relato se deduce que para disfrutar plenamente la
relación de pareja no basta la intimidad sexual o, dicho de otro modo, que
difícilmente liona la comunicación sexual si no va acompañada do otros
componentes psicológicos como la confianza, interés por sabor qué
repercusiones tienen las relaciones sexuales en el resto de la vida del
compañero (principalmente en su felicidad y equilibrio), tener un mínimo de
seguridad de que el otro sabrá adoptar una actitud de respeto ante las
diferentes circunstancias que implican las relaciones sexuales plenamente
satisfactorias, por ejemplo comprender, en un momento dado, la posible
inapetencia de la pareja, o la atención generosa a las preferencias del otro en
la forma, ritmo, duración, momento... de realizar el amor; sin tales
ingredientes y reduciendo ol sexo a "solo sexo y nada más que sexo" suele
conducir a la sensación desagradable, difícilmente asumibie, do que la
totalidad de la persona se confunde con una parte de ella, su cuerpo. Los
psiquíatras y psicólogos (Lowen, 1994; Richo, 2000) que más profundamente
han estudiado esta experiencia la identifican con el sentimiento negativo que
denominan "extrañamiento" y que consiste en que el sujeto percibe que, por
unos momentos, su ser corporal y psíquico se escinden en dos partes
incomunicadas -extrañas entre sí-; estos mismos autores indican también que
tal percepción está abocada a una do estas dos salidas, o bien a una vivencia
depresiva que paraliza a la jK’rsona y le quita la ilusión do vivir, o en la
búsqueda compulsiva de otras relaciones de las que se espera y se desea una
comunicación
1 88
I A V IDA 1)1 I SOLTERO: SU S I IX I S , SU S SOMBRA S
(«tl.il do persona .1 persona, l-sto lo saben muv bien las personas que lian
pasado por el trauma del abuso sexual; muchas do estas porso ii,is quedan
marcadas para toda la vida li.isla el punto de renunciar .1 todo encuentro
íntimo con otras personas ante el temor do ser trata- jas como trozos de carne
o simples objetos de placer.
'Tener sexo con uno mujer «*m lugar de hacer el amor cutí ella i'S como come>
<ni saborear lo ¡¡ne estás ¡wniendo en tu Iwa"
(Darío Fo. Premio Nobel de Literatura).
2". Se preguntará el lector qué tiene que ver todo esto con los sol teros. De
momento, permíteme que te lo aclaro con el reciente comentario de una
soltera de 46 años, que tras relacionarse do modo poco satisfactorio con
hombros -algunos casados- convive desde hace algún tiempo sólo en los fines
de semana con un soltero de parecida «•dad y con el que, según dice ella,
sólo coinciden en una cosa, en no comprometerse del todo ni para siempre:
“Nuestras relaciones marchan bien aunque no sé cuanto durarán. Como nuestra
convivencia es tan corta, apenas leñemos tiempo para otra cosa que no sea dormir
juntos, hablar del trabajo y poco más. Por ahora parece que la situación se ajusta a lo
que los dos aspiramos, comunicamos a un mee! muy superficial y no vlantearnos
nuestro futuro. Es posible que algún día salte ¡a chispa y digamos "nos casamos no es
que verdaderamente lo desee pero me parece que me ¡o está pidiendo el cuerpo. Mis
mejores amigos me dicen que valdría la pena
Siempre que tengo la ocasión de hablar durante un rato con r.Igún
soltero, procuro que llegue el momento en que le pregunto por qué no se ha
casado. Pues bien, de un modo u otro casi siempre su respuesta final es
"tengo miedo, me falta confianza para comprometerme totalmente con otra
persona". Si les digo que me aclaren qué quieren decir con tales expa*siones,
me dan una de estas dos respuestas: "dudo de si soy capaz de dar a otra
persona lo que necesita", o "me da miedo intimar con un hombre/mujer". Si
del dato pasamos a su interpretación psicológica, cabe pensar que, por
encima de todo, lo que busca el soltero es evitar la situación de convivencia
diaria, estable y total, la que permite al compañero/a llevar a cabo un
análisis
fe
1 89
l .AI* I Ul l AX; ÍA I) i ; i .S OI.T l - :KO : I - N I K I M I M I I O V I . A K C A I I I M D
tot.il Je su intimidad, y oso no por razones cualesquiera o Miperíio.. li*s sin o
porque recela de que la "imagen real" de su persona tenga l.j suficiente
entidad y valor para que prevalezca el amor del olro solí,,, los posibles
motivos de rechazo. Llevando el análisis hasta sus ulii mas consecuencias, se
acaba concluyendo que sólo la baja autoestima del soltero puede sustentar la
posición de desconfianza ante la total cercanía del otro (Keen, 1994). Por lo
demás, las consecuencias psicológicas de tal actitud son bien conocidas: I) el
rechazo de la imagen real que el soltero siente con respecto a sí mismo le
lleva a encerrarse en su propia torre de marfil y a privarle de la alegría de
sentirse ur. ser valorado y amado por quien está dispuesto a quererle tal
como es. 2) le priva también de enriquecerse y ser completado por quien es
capaz de amarle sin exigirle ser un dechado de perfección, un ser ideal, 3) le
conduce a la experiencia de soledad y de vacío que, en Kk casos más graves,
suele traducirse en conductas esquizofrénicas -ruptura radical entre el
propio yo y el mundo circundante que Ir resulta extraño- y 4), por último v
más grave aún, a la desconexión consigo mismo, por carecer del marco de
referencia que la persona amada proporciona al soltero para su propia
identificación y valoración de sus ideas y sentimientos (Lowen, 1994).
Seguramente son estas carencias y no otras razones la causa principal de que
el vulgo tienda a identificar a los solteros con unos "bichos raros y sin defini -
ción". Con el máximo respeto a los solteros que se sientan afectados por las
vivencias comentadas, les invitaría a reflexionar sobre esto:- pensamientos
(Bernad, 2000, p. 230):
"Cualquier sentimiento o extienda eomjwrtiáa con la persona que nos ama nos
permite comprender y gozar dimensiones de nuestra vida que nunca podremos
descubrir encerrándonos en nosotros mismos".
"Nunca logramos gozar de nosotws mismos sin el concurso del otro "En
buena medida, la vida solitaria y la vida pobre son ¡o mismo".
"El apartarnos de la persona que está dispuesta a timarnos, lejos de pro-
funcionarnos enriquecimiento personal, es una fuente de empobrecimiento y de
limitaciones personales; nos equivocamos cuando pensamos que somos autosuficientcs
y que no necesitamos estar junto a alguien que nos acepte y nos quiera como somos".
1 9 0
I A \ I DA m I SO I I I K O: S US I A V I s. S I S S OYI I HÍ \ S
V. l n el contexto do Lis ideas procedentes. considero útil doto normo .1
reflexionar con el lector sobro la interpretación psicológica ^ tio cabo dai .t I
fenómeno dol número i miente tic soltero* ¡¡ne oJisrr. v/-
en l<¡ i»{ íjífi/ji/iri/ Todos los analistas, sociólogos v psicólogos, com-
pilen on definir nuestra sociedad tecnificada on función do dos nulas,
l.i masticación y la tendencia a homogenoizar a las personas y cuya
consecuencia m»1s decisiva, a juicio de dichos expertos, es impedir e l
josarrollo do los mecanismos implicados en la comunicación profunda v total
entre las personas. Kl hecho es do fácil comprobación alan- jo observamos lo
que ocurre en los centros productivos en los que los obreros pasan gran
parto do su vida. En la dinámica do l.i empresa, el obroro so convierte en
mero eslabón anónimo cuyo cometido no va más allá de responder con el
gesto limitado y en gran parte robotiza- do exigido por el trabajo en cadena;
nada ni nadie le invita a compartir con sus compañeros lo que le preocupa
en la vida real, expec- «aiivas, sentimientos, inseguridades, alegría, rechazos,
etc., es decir, ido lo que comporta una relación total entre las personas.
La convivencia en pareja es todo lo contrario a una vida roboti - /adn: los
objetivos nunca están definidos desde el principio, desde fuera y de una vez
por todas, toparse con lo inesperado y eventual es norma común v necesaria
dentro de la convivencia familiar, la vida de pareja necesita estar atento a lo
que los diferentes miembros de la familia necesitan o demandan en cada
situación, las metas cambian al compás de las variadas circunstancias que
marcan la vida en familia, etc. Iodo ello conduce a la conclusión de que el
mundo laboral y ¡a vida familiar responden a dinámicas en buena medida
contradictorias y, por tanto, difíciles de armonizar dentro de la misma perso -
na. A la luz de estas exigencias, cabría entender que lo que pretende el
soltero es trasladar las leyes del mundo laboral, poco flexible, fun-
cionalmente simple y superficial, a su vida personal o, dicho de otro modo,
inhibirse de la complejidad, indefinición y permanente ajuste que conlleva la
convivencia de vida en pareja y familiar.
Desde las reflexiones anteriores y vistas la* cosas desde lo* casados, so llega a la
conclusión de que quienes optan por el matrimonio o el
1 91
I A IN Il D I I X . I A I ' I I M M I I KO I \ : ICI I I M I I O ' l I .A K l \l l l ) AI >
compromiso do pareja suele» sei personas que han sabido dejar d,. Indi» sus
temores y asumido el rolo do comprometerse totalmente o»n su pareja en
cuanto IOI.IIKI.HI, ron sus lucos v sus sombras sus seg.i '¡dados v sus
incortidumbres. F :.sto ciertamente conlleva algún»* importantes riesgos e
inconvenientes, poro también ofrece la no dos- paviable ocasión do poder
desarrollarnos en lodo lo que, como per sonas libres cargadas de energía y
creatividad, los seres humaniw estamos dispuestos a vivir sin dejarnos
vencer por miedo o enfrentarnos a lo nuevo, lo inesperado y complejo, ni
negarnos la posibilidad de vivir nuevas experiencias y descubrimientos
positivos capaces de convertirse en fuente de impensables motivos di-
alegría y felicidad. Nadie que no esté aferrado a una visión raquítica de la
vida en el terreno del amor puede negar que, bajo este punto de vista, la
situación del casado se presta con especial fuerza a vivir el reto de convertir
en hermosa y gozosa realidad la aventura de llevar hasta sus últimas
posibilidades todo lo que de grande y noble cabe dentro del amor pleno y
totalmente comprometido.
4°. No quisiera terminar mis consideraciones en torno a las grandes
posibilidades del amor de pareja sin aludir de pasada a sus limi taciones,
porque las tiene. Digamos de entrada que el amor total y perfecto no existí -
ni en el matrimonio ni fuera de él, entre otras razones porque nunca el amor
acaba suprimiendo las fronteras que separan a dos personas que se quieren,
tal supresión sólo os posible en la situación irreal, engañosa v provisional de
los enamoradas pues, por acendrado que sea el amor, el amado siempre
sigue siendo el "otro", alguien en parte desconocido e incontrolable. Cuando
esto no se reconoce, surge la desilusión, los celos y una serie de sufrimientos
destructores del amor de pareja, especialmente la intolerancia y la incom-
prensión. En este sentido, el símil que identifica el amor de pareja con la
unión de las dos mitades de la misma naranja no se corresponde con la
realidad; para bien y para mal, la unión de pareja consiste en la coincidencia
en algunas vivencias esenciales, no en la total identificación de dos personas
que se instalan en la nueva realidad del "noso- tri>s' a costa de perder sus
respectivas individualidades. Hilo implica
fe
1 92
I A V I DA OKI. S OL I HR O SU S I IR I S , S IS SOM B RA S
ober oslar íronlo al otro como alguien distinto v valioso por sí mismo v .1 la
voz, semejante en un conjunto de vivencias significativas, valo-
pensamientos, sentimientos y conductas (Giroud y Lévv, 2000).
i.ü solediul, ¿enfermedad ¡psicológica del soltero?
Sobre la soledad de los solteros hablan dos datos contrapuestos: ,•1
primero, sociológico, señala que durante el último cuarto de siglo ,•1 número
de hogares unipersonales ha crecido en el mundo occidental hasta alcanzar la
proporción del 40 por ciento, en contraposición a los países del tercer mundo
donde sólo es del 14 por ciento; p.iatería que. según estos datos, el estar solo,
lejos de ser una situación temida y de la que se huye masivamente, constituye
un estado apetecible para muchas adultos de nuestro entorno. El segundo
dato •v refiere a un conjunto de informaciones extraídas de fuentes solventes
que, de manera inequívocamente clara, indican que la soledad ensombrece
negativamente la vida de los solteros; me refiero a las encuestas dirigidas a
solteros y realizadas con las debidas garantías científicas -la reciente de
Nerín (2001) sería un buen ejemplo-. Otra luonte abundante y no menos
importante sobre la soledad de los solteros está representada por la
publicidad erótica que ofrece contactos de todo tipo tendentes a encontrar
compañía eventual con personas del sexo opuesto y, en determinados casos,
ofreciendo ayuda para encontrar la pareja de toda la vida. Aquí aparecen las
largas páginas de los periódicos de cualquier ciudad del mundo (sección de
clasificados: "relaciones"), numerosos webs en internet y una larga lista de
agencias matrimoniales que se reparten la abundante clientela de los que
buscan amor. Al margen de cualquier consideración, es lógico suponer que lo
ofertado en tales fuentes informativas coincide con lo que piden los clientes
que, al fin de cuentas, no es otra cosa que poner al alcance de los solitarios
algún remedio contra su soledad posibilitándoles la compañía de alguien,
necesitado como ellos, de ver, oír, tocar, escuchar, huir de la anodina
realidad desprovista de cauces para las relaciones amorosas. Hace algún
tiempo me dejé llevar por
1 93
I A l * SK OM X.I AI JI - i l .S Ol IL KO: K NT Ki ' t l . M IT O Y L A RK AI. IDA I)
l.i pequeña curiosidad Je examinar qué se ofrece a los usuarios en esas
múltiples "red»*s del amor" y mi conclusión es bastante clara: s j algo es
evidente es que, en su conjunto, todos esos reclamos y ofertas constituyen ol
grito de* los solos en busco de alguien que remedie su soledad. Hsto es lo
que se deduce:
a) dd lisiado de demandas \r ofertas que se proponen: "deseo pareja estable"
(soltera de 31 años, médico), "busco chica para relaciones, serias"
(soltero de 46 años, universitario), "soltera, 50 años, de- seo pareja
estable", "si no tienes pareja, búscame, dejarás de tirte solo-sola"
(grupo de amigos de 37-42 años), "para más de 30 años y solo-sola"
(sigue el teléfono correspondiente), "chais entre amigos"
(wwiv.amigar.com), "no más días solitarios, u- ayudamos, si quieres
formar una familia, ven a conocer a tu pareja, si buscas pareja ven a
nosotros" (diversas ofertas de una agencia matrimonial), "soy
amorosa, nadie quiere sexo conmigo, lo necesito" (mujer de 62 años,
empresaria), "ofrezco amistad y compartir la soledad" (mujer de 25
años, enfermera), etc.
b) de Jo que se promete a cambio de un poco de compañía; "ya no más fines de
semana solo" (teléf...), "acariciémonos juntos, excitémonos,
desfoguémonos" (varón de 40 años, soltero), "te ayudaremos a
conseguir la felicidad" (teléf...), "soltero 31 años, pago bien" (teléf..),
"Marina, 28 años, pelirroja, bonita, cuerpo de modelo, pechos
perfectos, muy cariñosa, con mucho dinero" (teléf...), "María, piel
canela y culo respingón" (27 años, soy rica), "canaria, vicio puro y
total" (38 años), "soy gordita, 65 años, nadie quiere sexo conmigo,
pago bien, ayúdame", etc. Dentro del polifacético paquete de ofertas,
resultan especialmente llamativas dos lista*:
1J. las cualidades que se ofrecen como carta de presentación o señuelo de la
mujer preciosa (18 años), soñadora (20 años), traviesa (19 años), salvaje (22
años), romántica (21 años), tímida (18 años), cuerpo diseñado para el vicio
(23 años), femenina (35 años), soltera de labios jugosos (25 años), cuerpo
barby (29 artos), morenaza cordobesa (23 años), etc.
1 94
I A V I DA I >1 1 S OL I E R O. SU S I . UC I S . SU S SOM B RAS
2 . hite tu mui da mu de formas de realizar et ceifi»: MISO (masaje del .m« •». Itir- ot» (l.i mujer con las
monos atadas, espera a dar placer o recital lo), dratv (el hombre está boca arriba v la
mujer "cabalga"), >iiji'm (la mujer presiona la base del |x*ne con el fin de retrasar la
eyeculación 1. japones (coito en el suelo o sobro almohadas, con nuniciosas posiciones ile
cuclillas), sruve (sexo en grupo), cubana (masiurba» ion con el pene entre los pechos),
tailandés (masaje realizado con los senos por todo el cuerjH»), /mures (sexo oral, llamado
así por la supuesta habilidad de las galas pan la (elación), griego (coito anal). I n algunos
casos se especifica si es con o sin preservativo.
c) del recurso a los aw/rtefos meramente sexuales ofrecidos 11 trovés del teléfono o
internet, lo que supone renunciar a la riqueza ele la comunicación
corporal directa entre personas y convertir el propio cuerpo en
materia invisible e intocable para el otro, en cierto modo, su reducción
a realidad virtual. Entiendo que a eso conducen propuestas como:
"sexo a través de grabaciones", "chat sexual", "sólo escucho", "relatos
pomo", "escucha mis aventuras sexuales", "escúchame gemir, oye mis
fantasías grabadas", etc. etc.
Son muchas las conclusiones que pueden extraerse de los datos
anteriores; a mí me interesa destacar una sobre todas las demás: un gran
número de personas se sienten afectadas }wr la experiencia de soledad. Y esto supuesto, me
pregunto dos cosas: ¿quiénes son lo que se sienten solos y de qué soledad
hablamos/ A lo primero podemos responder diciendo que viven y sufren la
soledad todos aquéllos que no han logrado conectar satisfactoriamente con
las personas de su entorno, especialmente a través de una relación de pareja,
y por ello se sienten frustrados: "estoy solo, nadie me quiere" (soltero de 30
años, taxista); "nadie quiere estar conmigo" (mujer, 43 años), "soy maestra de
50 años, me siento sola y busco pareja", "quiero encontrar nu media naranja"
(36 años, médico). Sobre lo segundo, hablamos de la soledad entendida no a
modo de realidad objetiva que se pueda coger o dejar, vender o comprar,
quitar o poner, sino de algo tan profundo como es el sentimiento doloroso de
quien oye en su interior una voz que le dice
1 95
I A l 'SK OI IX JA Dll MU II KD: l -NTKI II MIIOI I A Kl ‘Al ll)AI>
que algo importante falta on su vida mientras no cuento con alguu-r, i]uo lo
escuche cuando necesita comunicarse y sentirse arropado Ahondando on oí
análisis psicológico de la soledad interior, |., primera valoración que si' o
troco .)l estudioso dol toma es compro!*.,, i]ue la soledad on sí misma ni os
buena ni mala, todo depende il« cómo la vivo cada persona concreta. Así, so
entiendo que, on uruw casos, nos podemos sentir bien v tranquilos aunque
no estenios acompañados y hasta disfrutemos por ello y, en otros, la falta de
alguien a nuestro lado se convierta en una pesadilla difícil de soportar. A
este propósito, nadie duda do que una cierta dosis de soledad representa por
lo general una experiencia enriquecedora y positiva, pues nos permite
descubrir quiénes somos, estar en paz e identificados con nosotros mismos,
además do sabor lo que podemos dar \ recibir de los otros desde la
conciencia de lo que nos falta. En esto sentido y como he dicho
anteriormente, únicamente la persona que h.i aprendido a estar radicalmente
sola está capacitada para disfrutar de estar acompañada o, en otras palabras,
hasta que no establecemos un contacto profundo con nosotros mismos, no
podemos descubrir lo que significan los otros en cuanto complemento
necesario y enriquo- cedor para nuestra persona (Rojas, 1998).
Hablando en cierta ocasión con un matrimonio sol>re la experiencia de relaciona u lo
largo de sus veinte años de convivencia, me ofrecían esta visión retrospectiva
altamente aleccionadora: "Al principio estábamos tan enamorados que cada un o vivía
totalmente jrara el otro, era como la sombra del otro, hacíamos prácticamente lodo
juntos (comprar, solidas, encuentro con amistades), para todo nos teníamos que poner
de acuerdo Luego nos dimos cuenta de que eso más que amor, era una esclavitud,
aunque no sabíamos cómo resolver el problema". En cierta ocasión la esposa
tuvo que ausentarse durante vanas semanas para atender a sus
padres residentes en otra dudad: "Fue la ocasión para comprobar que ¡labia
cosas que era mejor no compartir- las sino buscarlas por separado, asistencia a ciertas
reuniones de amigos, al fiítbol, en los fines de semana salir el marido a correr por la
mañana con su club ciclista, mientras la mujer talía al cine por la tarde con un par de
amigas
o comía con ellas una vez a la semana. Fuimos comprendiendo que sólo éramos en
parle iguales y podíamos ser felices dejando al olro algunas iniciativas.
A partir de ese momento, desa¡Hireció el criterio de unanimidad en nuestra vida y no
por eso nos sentirnos solos ni menos felices".
1 96
I A V I I >. \ I >1 1 S OI I I K O . S l M . l < I .S . StS St Al l iK AS
Reconociendo que l.i soledad OS OH muchos caso* .itr.uMiv.i, existo un
hecho umversalmente asumido, que la calidad tic vida y l.i loli - cidad de los
sores humanos depende do que so sientan acompañados ;u»i otr.is personas
y especialmente de ser hábil para establecer con Jl.is un sistema de relaciones
positivo y constructivo; esto plantea el conflicto entre dos necesidades, la de
estar solos y estar con los Jem.is. Un conflicto asi sólo so resuelve asumiendo
qu- somos sores incompletos, necesitados de compañía para ser felices y, al
mismo tiempo y con igual peso, que en cuanto personas desarrolladas desea-
mos cultivar la privacidad como condición para la plena autorreali - /.íción.
Cualquier fórmula que so aparte de esta norma de equilibrio ost.í
inevitablemente condenada a uno do estos dos fracasos, o bien a sufrir el
infierno de sentirse sometido y aniquilado por los demás, o el dolor de la
soledad derivado de haber cortado los lazos que nos unen .1 los otros en el
ámbito de la comunicación afectiva (Bernad, 2000). Cuando ocurre lo
segundo, la soledad se impone como dolo rosa experiencia negativa que
percibimos a través do manifestaciones tan significativas y desagradables
como comprobar que no nos sentimos queridos por los otros, que nadie
quiere estar con nosotros, que nuestros pensamientos, sentimientos y
vivencias no repercuten en la felicidad do los demás, que no tenemos nada
que ofrecer a los otros o que sentimos miedo a ser anulados por ellos, en
definitiva, que nos ahogamos dentro del mundo cerrado de nuestros propios
límites individuales; cuando esto ocurre es señal inequívoca de que estamos
viviendo el gravo problema de la soledad (Richo, 1999).
Sería caricaturesco adjudicar todos estos males a los solteros, sólo los
vulgares estereotipos carentes del mínimo rigor y respeto a la rea lidad son
capaces de llega'- ^1 extremo de considerar idénticas soltería y soledad. Tal
identificación carece de base toda vez que, como es bien sabido, muchos
solteros se sienten menos solos y mejor acompañados que muchos casados.
Ello no obstante, también hay que admitir que bastantes solteros sufren y
mucho por no poder compartir de manera habitual con su pareja no
solamente los grandes triunfos o fracasos de su vida, sino sobre todo la
cotidianidad de las pequeñas
fe
1 97
I A IN C OI I H . I A I M I M ) | I I K O I N I K I I I M I I O V I A Kl AI . IDA I)
cosas. Que oslo noos una ensoñación sino una experiencia vivida p, vr lo>
solteros queda on evidencia cuando se analiza la lisia de obstáculos con U»
que so enfrentan quienes no viven en pareja. Vivir soltero
.1) carecer de tener al lado alguien dispuesto a escuchar el latido del
propio corazón, lo mismo las pequeñas alegrías diarias qui la rabia, el
desencanto, a veces las póquer ’s traiciones de personas en las que se
había puesto la fe y la confianza.
b) impide también comprobar que hay alguien que lo acopio como eres
y como estás, cansado, agotado, derrotado u optimista y eufórico,
fuerte o transitoriamente agobiado por un revés económico o
profesional tanto eventual como duradero.
c) supone ausencia de alguien que sabes te ofrece la seguridad de poder
contar con él para compartir las propias limitaciones, que todos
tenemos, y te seguirá ayudando a superar el reto de llevar a cabo
esfuerzos y adaptaciones a la realidad que cambia con las diferentes
etapas de la vida, o que no te exigirá ser perfecto para merecer su
amor.
d) implica carecer del que te servirá de espejo para alcanzar lo
identificación de la propia valía, por encima y más allá de los fracasos
y los triunfos pasajeros. Frente a un mundo hostil y competitivo, las
relaciones amorosas de pareja reducen la inseguridad y el temor a la
soledad cuando el mundo circundante vuelve la espalda (Sánchez,
1996, p. 255; Yola, 2000, p. 223).
e) supone no tener a tu lado alguien que te hará fácil ejercer la
generosidad, dar tanto como recibes de la bondad ejercitada a cuenta
de nada y puramente gratuita.
f) ausencia también del que, además de proporcionarte seguridad
afectiva y material, podrá dar respuesta a las necesidades sexuales o
espirituales, al compás en que éstas aparezcan (Neuberger, 1998, p.
19).
g) ausencia de alguien que sabrá cuidarte cuando la enfermedad y la
vejez te deje desvalido e incapaz de cuidar de ti mismo. Según el
estudio de Nerín (2001), el futuro y la vejez son las preocupaciones
mayores de los solteros (2,47 en escala de 5 puntos).
fe
J9 8
I .A V I DA D l i l . SÜ I. I K RO : S US I .U CI. S. SU S S OM B RA S
Identidad personal u social del soltero
I «i pareja que funciona normalmente se instala en un horizonte en el que
cada miembro goza de su propia identidad y. a la vez, de un punto de
referencia con respecto al otro: "soy marido de, mujer Je, madre/padre de...".
I.a experiencia de esa imagen, por borrosa quesea, representa una
identificación singular e individualizada que nada tiene que ver con quien
"no pertenece a nadie" o, mejor, a tantos, que difícilmente puede adquirir un
sentido mínimamente claro Je la propia identidad; a esto se llama soledad
(Jaeggi, 1995, p. 143). Una laguna importante de los solteros es el carecer, a
muchos efectos, de una definición propia.
Esto lo percibí recien temenle mientas comentaba con un separado la grave soledad
por la que ha tenido que ¡mar tras su separación. "Tu ere* un rado -le decía yo-,
pero has estado unido a alguien que en cierto modo tiene algo de ti. con quien has
compartido esperanzas y alegrías, vuestra hija es de los dos y ello para siempre: tú
siempre serás padre de ... Sólo por ello ostentas la categoría de persona definida,
connotada por atributos que te estardn marcando durante toda tu vida y (¡ne te
permitirán decir Yo soy alguien'. Vivir de acuerdo con ese "alguien" <•» ya
suficiente para ser feliz".
\'oté que se le iluminaban los ojos a medida que íbamos inteqnetando su situación.
1.a vida en pareja facilita, además del proceso de identidad consi go
mismo, otro tipo de identidad que los sociólogos y psicólogos denominan
“sentido de pertenencia al grupo". Nadie se libra de la soledad hasta que se siente
integrado en un grupo del que participa a través de sus mitos, sus rituales y,
a un nivel más profundo, de sus valores. A juicio de los expertos, el estatuto
familiar es el que mejor -tal vez el único- permite definir la totalidad de la
persona en relación con los demás, pues ni los clubes, asociaciones de amigos,
tertulianos, viajes, partidos políticos, etc., son capaces de cubrir plenamente
el sentido de pertenencia (Neuburger, 1998; Yela, 2000, p. 220).
— La maternidad/paternidad y el soltero
El hecho de la maternidad/paternidad se presenta en dos perspectivas,
social y psicológica. Desde la primera, la sociológica, se consi-
1 99
I .AI* Sia >I . CX, ÍAni I M U .T E RO . E NT RE I I . M I T O Y L A RE AL IDA D
dora que los padres son personas que contribuyon a aportar ol mayor bion
do la familia y de la sociedad, los nuevos ciudadanos, y do ahí que so tildo a
los solteros de insociables, egoístas y, en cierto modo zánganos de la sociedad.
Según el ejemplar estudio de Norín (2001. p *7), aparte de que el tener hijos
constituye una ilusión valiosa norm.tl y generalizada, se considera el
cumplimiento de un deber social y, en este sentido, no estamos lejos de
aquella época en que el cumplí- miento del deber reproductivo de la mujer
representaba por sí solo el principal fundamento de su identidad, y ello
hasta el punto de qm- una mujer -y un hombre- no casada/o y sin hijos venía
a ser una especio de "anormalidad" socialmente sancionada con ol desprecio
(Ci polla, 1V95, p. 323).
Las cosas comenzaron a cambiar con la revolución feminista iniciada on
los años 60, década en la que se propone como criterio socialmente válido y
aceptable que el vínculo entre mujer y maternidad deje de verse como hecho
"natural" y se presente la soltería como una norma "social" catalogada como
opción plenamente libre y respetable. Sin negar que, en el plano teórico esto
es verdad, en la práctica todavía hoy en día, la valoración positiva de la
mujer/hombre se vincula a su condición de madre o padre, al tiempo que se
sigue viendo la maternidad/paternidad como un objetivo que contribuye al
desarrollo del adulto tanto en su vertiente individual como social. A pesar de
la valoración altamente positiva de la paternidad/maternidad, hoy se piensa
que la contribución del soltero al bien de la sociedad puede ser altamente
positiva a pesar de no estar canalizada a través del matrimonio y la crianza
de los hijos. Sin embargo y en el plano real, las cosas son distintas y siguen
confusas, como bien lo pone de manifiesto la "añoranza" que confiesan sentir
muchos solteros, y especialmente solteras, cuando se comenta con ellas el
hecho de la maternidad/paternidad.
Me lo relataba en estos términos uno soliera de 35 años: “Creo que he aceptado no
srr madre pero atando oeo a las parejas de mr's amigos acompañados de
'/<> lujos siento que me falta algo importante en mi vida. I.o tengo claro, si lle-
2 0 0
I A V I DA D I I S OI IT KO: SU S I . I X l ' S . S US SOM IM A S
gil et ihti r u ijnc mi" 01 s r . haré h>¡li> ¡o ¡losihle j uirii >ei U;IÍI/ IV; < - r r « > i > nnn fuente ik' snil¡ífnci'ittne> ¡¡ne
yo no he tenido minen y no tur puedo m'gw "
Como el lector ya lia adivinado, lo que esta mujer está desen tiendo son
aspectos relacionados con la nrlic/ile }'<icotógiai de la maternidad, algo
implícitamente equivalente al reconocimiento de que para ella la maternida d
es una fuente muy importante para la felicidad de la persona y la plena
realización de la pareja; según de Miguel (1992), de tal sentimiento participa
el SO por ciento de los españoles. Entiendo que llegados a este punto, el
lector que me sigue me está exigiendo el pequeño esfuerzo de clarificar las
implicaciones psicológicas de la maternidad/paternidad; me presto a ello
resumiendo mi posición en los siguientes puntos que, con pequeñas dife-
rencias, se aplican lo mismo al hombre que a la mujer:
1". Para una parte significativa de las mujeres actuales, las aspiraciones
económicas, profesionales, de bienestar material y de vivir para sí mismas -
disponer de tiempo propio, principalmente- se sitúan en un nivel de aprecio
paralelo al deseo de casarse y ser madres.
2”. La maternidad es importante pero no un objetivo primordial en la
vida de bastantes mujeres modernas; algunas -no hay estadísticas fiables
sobre el número de ellas- quieren ser otras cosas antes y además de ser
madres y piensan que la maternidad no tiene por qué agotar las posibilidades
de la mujer como persona.
3”. La maternidad puede considerarse desde dos perspectivas
principales:
a) como hecho básicamente biológico impuesto por la naturaleza a la mujer y
del que sólo ella puede ser auténtica protagonista. Es manifiesto que
quienes se centran con preferencia en este aspecto suelen cometer la
exageración de presentar a la mujer como el arquetipo de altruismo,
sensibilidad y total disponibilidad, en oposición al hombre que
quedaría reducido a
2 0 1
I A I M l O U X . Í A P I I S O I I I K O IM KI I I M I I O Y I A K l V I I I » M »
moro acompañante dol proceso quo culmina en el humus,, objetivo ilo
sor madre. Cobo destacar, por otra p.irte, i|uo din. ilo esta
porspoctiv.i biologicista, os fácil comprobar cierta p r,. pensión a
presentar l.i maternidad como ivís/iyo bíblico ("nuil tiplicaró on gran
manora tus sufrimientos v tus prenocev. dar,is a lu/ hijos con dolor,
Gc/u’sxs, 3, 12), o como cm$a qu,. tras el pecado original, so convirtió
on una situación que comporta una serie de exigencias que «acaban
coartando la libertad do l.i mujer y reducirla a la exclusiva condición
de "madre d. los vivientes" (Gcucs/s X.H)> (Alberdi, 2000, p. 208;
Albonh 2002, p. 74).
b) on otra perspectiva, la maternidad so presenta como > r«iu libre y
fvmonnl con tres tipos do connotaciones que se aplicarían directamente
a la mujer y sólo indirectamente al varón: 1) ,\v- nolóxicii* (control do
natalidad por métodos artificiales), 2) />m- cológicns (alegría do sor
transmisora do la vida), y 3) >ocinlc< (aportar a la sociedad ciudadanos
en calidad de capital humano y cultural) (Schwarkberger y otros,
1995, p. 110; Giroud v Lévy, 2000, p. 176; Alberdi, 2000, p. 275;
Alborch, 2002, p. 47).
4". Las personas que han pasado do la relación de pareja a la con dición
de madres/padres confiesan que tal transformación les ha supuesto infinidad
de experiencias que afectan a su relación de pareja, a su vida social, trabajo,
ocio, prioridades y sentimientos sobre sí mismos. Tal paso conlleva
inconvenientes» pues el dinero ya no sobra y el tiempo para sí se reduce
drásticamente, pero también permite que los padres vivan el excitante
descubrimiento de que algo do sí mismos se convierte en felicidad fie los
hijos, en hogar donde se respira un bullicioso frescor y alegría, abunda la
ternura, las mañanas son saludadas con ilusión renovada... y esto supone, a
la postre, un cambio de sus vida para mejor. Algunos padres hablan del
nacimiento de sus hijos como si do una experiencia cuasi religiosa o mística
se tratara, como la asistencia a un cierto milagro do la creación (Fischer y
Hart, 2002).
fe
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I \ \ IDA I > 1 1 ^>1 I IK O: SU S LU CIS. SU S SOMBK AS
nw/A i'í h 'S Oi:<m>s
l\\h íamos imaginar los fíe* la mata nidad/patemidad ivpresentdndola a manera de IIII< Í i/diir/f en la
que tos zigotos O m- reúnen en asamblea u. coir- :vrtuh*s i • ¡no ;\>r arle de magia rn seres maduros
y plenamente conscientes, comptirlen iV yio» i/t* /iu/vr nribido W rfnn ifc* /¡i vida. se re»?
vibrando y alra- ¡/CndilSC C/Upufados por Id misteriosa fuaza iit' SUS IVSfWtíiW y COmpleiUCIl-
tarios furfilefift ’siivs y, vityw'tw. /mwoo’iJ su ea/meidad de recibir y dar ¡mor,
•fe* celebrar ¡untos su alegría de vivir, de comunicarse. de s*mar. de trabajiir, de compartir rebs. dudas,
éxitos, proezas, de participir en la exploración, admiración y dominio del cosmos. Esto y HflrfiJ más
<jnt- /in/i> t*>fo iS lo que representa f\vi¡ muchos matrimoni<>s jugar las bazas de realizar
el pa/h'l de ¡.Kidres on nwnfii transmisores de la vida. Desde este horizonte, habría que concluir que e>
difícil valorar la maternidad/paternidad como condición irre/evaute o mnrginen la vida de la mu jer o del
hombre o entender tales prerrogativas en función de meros supuestos legalistas o ivrii.‘iri?iV>
r<v<iMiii'i»irc'»/us s/iciales.
* Zigoto célul.i originaria do la persona resultante do la unión del
espermatozoide masculino y del óvulo femenino.
5". A la luz de lo expuesto, entiendo que merece la pena repensar la
maternidad/paternidad en un marco superador deja visión ali corta del
matrimonio y de los hijos sustentada hoy por una buena parte del
movimiento feminista. No tengo inconveniente en reconocer con lal
movimiento la plena libertad de la mujer y del hombre para optar por la
soltería y orientar todas las fuerzas personales hacia la realización de
objetivos sociales, culturales o políticos no derivados directamente del estatus
de casado, pero creo que sería menoscabar la dimensión espiritual del pape!
de madre/padre contemplándola únicamente desde la perspectiva de la
igualdad en derechos y deberes del casado y del soltero, pues cabe valorar
también al hombro y a la mujer como sujetos dispuestos a ejercer su libertad
en el ámbito del amor paternal/maternal. Normalmente, cuando esta
dimensión hace acto de presencia en la vida de pareja los hijos representan el
preciado don nacido al compás del amor mutuo entre el hombre y la mujer y
se entienden sus relaciones amorosas y libres como gesto complementario
que alcanza su plenitud en el amor a los
hijos (Cipolla, 2001, p. 84).
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I A PS IC OI. < X¡ ÍA l )M . SO I. ' I l :KO. I NT U I I I M I IO Y I A K CA I I I ) AI)
- A lltutfo de Siu/CSÍS
I lay muchas formas do compartir la vida con nuestros semejan- tos a
través dol amor, todas ellas valiosas y dignas del mayor reconocimiento a
nivel tanto personal como social. Hl amor de las perdonas adultas, doquiera
se encuentre, no puede ser subestimado a pesar de las flaqu /.as y
limitaciones que pueden darse tanto en la concreta vida del soltero como en
la del casado. Pero, dada la condición humana y las leyes que regulan el
pleno desarrollo del amor, hay que reconocer que el amor de pareja, con sus
notas de intimidad, profundidad y compromiso, representa un modelo
rodeado do un conjunto de circunstancias y motivaciones que, lejos de
impedir r| logro de las aspiraciones de los adultos, constituye tal vez el
mejor v más esplendoroso horizonte para convertir el amor en fuente inago-
table de felicidad.
10 la autonomía de los solteros: ni tan libres, ni tan independientes
Desde la Filosofía y Psicología, la libertad es el componente esencial, la
definición del ser humano en cuanto persona, por eso se ha podido establecer
la equiparación entre ser libre y ser persona. La libertad no tiene fronteras, al
menos nadie hasta hoy ha sido capaz de establecerlas, y esto vale tanto en el
campo del amor como del trabajo o en el do las relaciones afectivas, sociales,
culturales, etc.; desde este supuesto v en teoría, se entiende que la opción por
el matrimonio o la soltería es una muestra de libertad que todos los adultos
gozan por el solo hecho de ser personas.
Pero supuesta la validez de la precedente afirmación, es sabido que en el
plano real la libertad de elección entre celibato y matrimonio ha sufrido
importantes limitaciones a lo largo de la historia: Moisés condenó, zahirió y
anatematizó el celibato, Platón en las Leyes dice estas terminantes palabras "El
que no se casare a los treinta y cinco años será castigado en lo que más le
duele, que es la honra y en el provecho", y en luí República afirma "Nadie está
obligado a saludar al solterón, ni a cederle la acera, ni a preguntarle cómo va
de salud".
/i*A
I.A \ IDA ni! SOLTERO: SUS I.UC'ES, SUSSOMHKAS
Igual trato recibieron los solteros en la legislación de la Roma clásica orí la
que tue expresamente ordenado el matrimonio y obligatorio el tener hijos,
recompensándose con la rebaja de un año la edad en que se podían alcanzar
los honores públicos por hijo nacido dentro del matrimonio. Dando un salto
en la historia, nos encontramos con parecidas leyesen la vieja Europa, y así,
en la Inglaterra del siglo xvu, l’itt impuso un tributo especial a los solteros y,
por la misma época, en España se valoraba como un "cero a la izquierda el
varón que no contribuyera a cuadruplicar el número de sus pobladores"
(Díaz,
En los tiempos modernos, ciertamente las cosas han cambiado pues, por
ejemplo, ningún Estado obliga a casarse a sus ciudadanos ni a tener hijos,
pero el número de presiones a las que el soltero se ve sometido por parte de
la familia, los amigos, los medios de comuni- cadón social y las costumbres
locales (hasta hace bien poco en ciertos lugares de Navarra la hija más joven
estaba obligada a quedarse soltera para hacerse cargo de los padres) no son
pocas ni irrelevantes. I.a legislación actual de muchos Estados, por otra parte,
da.pie para afirmar que el cambio no es el se corresponde precisamente con
los atributos de una libertad omnímoda, pues hay leyes que prohíben con-
traer matrimonio a los menores, o por razón de consanguinidad o de sexo
(gavs v lesbianas). Tampoco hay que olvidar otras limitaciones personales,
analizadas ya en capítulos anteriores, y que tienen que ver con las derivadas
del miedo al compromiso o a la intimidad, o son consecuencia de la despoblación de
muchas regiones y pueblos en los que encontrar pareja se ha convertido en
un problema prácticamente irresoluble para un gran número de solteros.
A te lo explicaba así en t'l verano de 2002 una soliera de 52 años residente en un
pueblo perdido del Pirineo nai'arro y que. como nos confesó, hacia una semana que no
había visto n nadie más que a sus padres: ‘Casarse aquí es tan difícil como encontrar
mere en pleno agosto. Quien ha querido casarse ha tenido que emigrar porque en esta
tierra sólo hay sitio para los viejos y los solteros, ni tenemos escuela, ni cura, ni
médico... y todas las que han querido casarse han tenido que emigrar a la capital
1498).
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I A r SKOl .Ol . ÍA DI I S OI I I KO. I NT Ki : I I M IÍ O ^ I A KI M ID AD
- ¿ilt&tti dónde llega la independencia de los Milenta?
I l.iv un refrán popular que algunos solteros han convertido en »•;
telón do Aquiles Jo su independencia y libertad "edsate, asi gozará* de
los tres meses primen* y después desearás la zuda de los solteros". A Ioiuh
do osla discutible sabiduría popular, el matrimonio sólo permitiría
gozar do la libertad durante el corto lapso de tres meses, después sólo
espera a los casados la añoranza de la libertad perdida. Siguiendo con
tal lógica, llegaríamos a establecer una igualdad con dos formulacio-
nes que suenan diferentes poro que, en el fondo, son equivalentes:
soltero - libertad, casado = sometimiento. Ahondando en el sentido
do tan sagrado principio, se descubre que se trata do un sofisma de
escasos vuelos, pues se asigna el valor de la libertad más a lo que so
elige y do las condiciones externas favorables -¿placenteras?- que
acompañan y facilitan la propia elección que a la fuerza de voluntad
y los valores con que las personas asumen sus compromisos por enci-
ma y más allá de la comodidad y facilidad. Pongo un símil sencillo:
el poder elegir entre los seis platos que se ofertan en el restaurante al
que acudimos a comer supondría un ejercicio de libertad muy varia-
do y amplio, pero nadie duda de que la decisión que nos llevaría a
elegir el plato que menos nos gusta pero que se acomoda mejor a
nuestro delicado estado de salud implicaría una actuación más valio-
sa de la propia libertad. Generalizando el razonamiento, pensar que
cuanto más numerosas, fáciles y cómodas son las posibilidades do
elegir, más resplandecerá en ellas nuestra libertad o más libres nos
podremos sentir, es una afirmación que ofende al sentido común
(Neuberger, 1998, p. 18). Intentaré profundizar en este pensamiento
proponiendo algunas reflexiones más particulares.
1". Libertad del soltero y las presiones sociales. En teoría, hoy nadie
discute en nuestra sociedad la plena libertad de los adultos para ele-
gir entre matrimonio y soltería. En el plano real sin embargo, la liber-
tad de muchos solteros a la hora de desmarcarse del matrimonio se
ve afectada por el rechazo de una buena parte de la sociedad, lo que
al monos en parte limita su libertad. Entiendo que, por injusta que
parezca, esta actitud no está exenta de cierta lógica, dado que todos
k '
*** W "•
I .A V l |) . \ 1 )1 I SO I I I KO S U S L I K I .S . S US S OM UKA S
los grupos y organizaciones humanas M.« desarrollan, sobreviven v
prosperan en la medida en que los miembros que las integran se someten a
determinadas reglas v son sensibles a las necesidades \ objetivos del grupo al
que pertenecen. Un ejemplo. Aceptado el principio de plena libertad del
soltero para no casarse ni tener hijos, en la lispaña de hoy, con la natalidad
más baja del mundo, no se entiende fácilmente -ni es justo (?)- que pueda
recibir la misma valoración social el hecho de comprometerse con la creación
de una familia y la crian/a de los nuevos españolitos, necesarios para
asegurar la continuidad generacional, que vivir al margen del problema de la
despoblación de nuestro país. Y desde este supuesto, tachar de cierta insen-
sibilidad social a los solteros tiene algún fundamento y sería lo adecuado por
parte de ellos atenerse a tal crítica, aunque no les resulte cómodo oír
determinados comentarios o presiones sociales (Yela, 2000, P. 80).
En la misma línea, pienso que el rechazo por parte de los solteros de las
críticas y presión social a las que les somete el entorno familiar, los amigos o
los medios de comunicación social no queda plenamente justificado
acudiendo a la curiosa pirueta mental de atribuir el amor de pareja estable a
una especie de adicción enfermiza en virtud de la cual habría que hacer tabla
rasa o renunciar a dimensiones personales tan valiosas como la búsqueda de
seguridad y apoyo afectivos entre los miembros de la pareja o, en otro orden
de cosas, no valorar muy positivamente la renuncia a cierto grado de
autonomía personal en aras de la salud social que, como es reconocido en
todos los meridianos del mundo, aporta el matrimonio; es más, en el peor de
¡os casos, actuar con cierta sensibilidad hacSr. los problemas sociales es
condición esencial tanto para el pleno desarrollo individual como colectivo.
Por ello, subestimar la búsqueda de tales necesidades sociales a través del
matrimonio, supone entrar en el mundo de lo esperpéntico, pues supondría
ver la sociedad como la suma de ciudadanos individualistas instalados en
casas sin puertas ni ventanas (Peele, 1975). A la luz de estas reflexiones, nada
tiene de extraño que, según el estudio de Nerín (2001, p. 141), casi la mitad
de los solteros
l .A I N Il OKH. ( \l» M S OI I I K O l - M K i : I I M I K > " i I A Kl A I . I DM )
so sientan presionados pot MI familia, o que una gran mayoría i| t. mujeres y
hombría independientes españoles se quejen del peso iji K. supone paro ellos
soportar I.» exclusión y críticas que reciben del entorno por -u manera de
"retar" al sistema de valores establecido con respecto al matrimonio (Alberdi,
2<X)0, p. 132). Tal ve/ convenga decir aquí que, para su desgracia y por
injusto que pare/ca, los solt ros que peor parados salen del "ataque" son
aquéllos que lo son a su pesar y, por lo tanto, los que menos merecerían la
desconsideración de los demás.
Una parle de la clientela de los terapeutas son estos solteros K»s cuales,
tras haber ensayado infructuosamente una serie de racional:- /aciones
personales ("es mejor estar solo que mal acompañado", "las parejas no son
precisamente un modelo de felicidad", "todos mis amigos se están
separando", "en mí no manda nadie"...), han acabado quitándose la propia
máscara y aceptando en cierto grado la crítica social hacia ellos. Me lo decía
en estos términos un soltero de 33 años: "o pesar tic las apariencias, esfoy con /os
que dicen que todos \ECis/- TAMOS CASARNOS".
En este contexto, resulta elocuente la anécdota que cuenta una famosa
española que ha estudiado ejemplarmente la vida de las mujeres solteras, me
refiero a la exministra socialista Carmen Alborch (Solas, 1999). Ha habido
momentos en la historia, comenta, en que ningún estado europeo nombraba a
embajadores solteros pues se pensaba que ninguna nación podía estar bien
representada por el hombre a medias, o la mujer a medias; un ciudadano al que le
falta su mitad, la mujer o el marido, no es apto para representar por comple-
to a su país (Díaz, 1998, p.136). Textualmente Alborch dice:
"Mus de una JV2, estando en el Gobierno, he recibido una invitación cu la que
afktrecia «... y esposo», y en muchas ocasiones han preguntada a mi sci retaría, con
cierta extrañeza: “¿La ministra va a ir sola?". Incluso se ofrecían acompañantes
rsfwttáñeos que no podían comprender que fuera ai teatro y me sentara sola en un
palco. La verdad es que yo me encontraba bien asi. /.../. Después, cuando no era
ministra: "¿Cómo tvj usted sola ;wr al;:?,
¿no tiene miedo que le pase algo?".
2 08
I .A V I DA DE L S OL T E RO: SI S L U CE S . S US SOM B RA S
2". I.a lilrrtad del soltero 1/ la fuerza del miedo. El canto ¿1 l.i tol.il libertad del
soltero tiene una sombra que se llama miedo, una especie de üidena que
conlleva la experiencia negativa de depender de algo a mi lo que es obligado
convivir y, en muchos casos, apenas se alcanza a soportar. Al igual que
cualquier persona, el soltero tiene miedo, pero sus miedos son en cierta
medida específicos:
a) Miedo a Ja suplantación por el sexo contrario. El caso más notorio de este miedo
lo encarnan las neosolteras, mujeres con alto nivel económico y
profesional, que han decidido librarse de las dependencias del varón,
especialmente de la dependencia afectiva. I.a pretensión que muevo a
estas mujeres es ser idénticas a los hombres, buscando una igualdad a
ultranza en la que se borrarían las diferencias. Así mismo, muchos
hombres comprueban cómo hoy en día hay mujeres capaces de
sentirse igual que ellos, lo que les enfrenta al miedo de perder el trono
que ocupan como rezumados machistas. Comenta el prestigioso
psicólogo Fromm (2000, p. 25), refiriéndose al falso ideal de ocupar un
lugar seguro y sin sometimiento a nada ni a nadie, que tal actitud es
fomentada por la sociedad contemporánea que necesita átomos, todos
idénticos, para hacerlos funcionar según las leyes de la masa,
presuponiendo falsamente que cuando todos seamos y nos
comportemos como iguales, desaparecerán las tensiones y se habrá
conseguido la utopía del "humano estandar" y finalmente la paz. El
sofisma cae por su propio peso, pues si lo que pretendemos es ser
idénticos al otro, lo que estamos fabricando es nuestra propia
destrucción, la negación de nosotros mismos, a la postre, vivir de
acuerdo con un patrón ajeno, que no es otra cosa que perder la inde-
pendencia y la verdadera libertad, pues de lo que se trata no es ser
diferente sino de usar la propia libertad desde las propias y únicas
convicciones personales. Ciertamente, dentro del matrimonio caben
todo tipo de suplantaciones, pero a veces la estructura de
complementariedad en muchos aspectos de la vida familiar hacen más
difícil la prevalencia omnímoda de
2 09
I .A PS IC OL OG ÍA DE L S OI I l iK O: E NT RE E L M IT O Y I .A RE AL I DA D
uno do sus miombros sobro ol olro y, al misino tiempo, constj. luye
una buena plataforma para aprender a compaginar autonomía y
libertad.
/>) i.l míalo inherente a la falsa autosuficiencia. Muchos solteros confiesan temor
<1 que la vida en pareja se traduzca on la pérdida de su libertad. La
expresión suena sincera y hasta muy bien, poro lo que se esconde tras
olla no es todo brillo y positividad sino algo tan poco c onfesable como
tener que soportar la carga do la falsa autosuficiencia. Cuando el
soltero dice "yo no necesito de nadie", lo que en realidad está diciendo
es "tengo miedo a tener confianza" en alguien que necesitaría para
completarme o, en términos equivalentes, "me da miedo el duro com-
promiso de aprender a convivir con el que me puede poner ante el
riesgo de acabar con lo poco que me siento y decirme lo mucho que
me falla". El soltero sabe muy bien que es un animal de relación y, por
tanto, que necesita del otro como el resto de las personas, poro le falta
la valentía para reconocerlo en la práctica. Esto le convierte en esclavo
del temor a enfrentarse con su propia debilidad y, así, lo que parecía
signo de su poder, se convierte en síntoma de su debilidad y falta de
libertad.
c) Miedo al compromiso del amor total. Una nota esencial del amor espiritual es
la libertad, pues nadie ha concebido nunca el amor como obligación o
limitado por ciertas restricciones. Amar es poner al servicio de la
felicidad del otro mi propia libertad de modo total, con todo lo que
soy, siento y aspiro. A muchos solteros este ideal les resulta
demasiado comprometido y, en consecuencia, se refugian tras el
miedo a la pérdida de una pretendida libertad plena que, a la postre,
no es sino la privación del ejercicio del amor libre de sus numerosas
trabas y limitaciones. Esto mismo puede expresarse de otro modo:
quienes sostienen que defender la libertad exige renunciar al amor
pleno es porque no han alcanzado a comprender que el amor
constituye la suprema manifestación de la libertad (Manglano
(2001, p. 94).
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L A V IDA OK I S OI T E RO SI S I U C I s . SU S S OM KKA s
d) Miedo a implicar*'en la dialéctica mire do< necesidades contradnio riiia,
sentirse unido a otro ser humano y ser tmicfvmhcnte. Los solteros que
aducen su libertad como razón para no comprome terse son sujetos
que, de algún modo, no lian sido suficientemente eficientes para
resolver la contradicción que encabeza este párrafo: incurren en el
error de pensar que se pierde la libertad comprometiéndose, cuando
en realidad es todo lo contrario, comprometerse implica hacer el
mejor uso que puede hacerse de la libertad orientándola hacia el amor
al otro (Cárter y Sokol, 19%, p. 25).
e) Miedo a ln intimidad. De este miedo he hablado ampliamente en otras
páginas de este mismo capítulo. El mito romántico, desbordante de
éxtasis, se olvida de que en realidad el amor crece poco a poco y a
medida que el conocimiento mutuo se profundiza, que es lo mismo
que decir, cuando llega hasta los límites de la intimidad. Tal mito
pretende hacernos ver falsamente que la alternativa estriba entre
elegir la libertad, aventura, novedad..., lo cual nos fascina, o
decantamos por la fidelidad y seguridad del matrimonio y el hastío.
En realidad, tales dicotomías son tan falsas como artificiales, pues lo
que en realidad ocurre es que la opción por una de las dos
posibilidades no resuelve sino que acrecienta la tensión, derivada de
aferramos a uno de los polos opuestos que, por su propia naturaleza,
están llamados a convivir y armonizarse dentro del amor. Desde el
punto de vista psicológico, el diagnóstico no deja lugar para la duda:
muchos solteros rechazan el matrimonio porque les domina el miedo
fóbico a la intimidad y todo el conjunto de profundos compromis os
que la acompañan (Keen, 1994).
Del miedo a la intimidad me hablaba en cierta ocasión una mujer que había
tenido un nono, aunque, como me decía, dudada de si habían llegado a ser
verdaderos IMPÍOS. Cuando rompió con él y tras convivir con varios otros
amigos. <e dio cuenta de que "la amistad verdadera es aquélla que aparece
cuando dejas de tener miedo a la cama". Para aceptar ir a la cama, hay que querer
mucho a la otra persona y tener toda la confianza en ella”.
2 1 1
3". LII libcrlmi tlcl ¡viten* pnr<f concederse cotinulidudcs i/ ¡fíncetes. ( ,,n frecuencia,
si* tribuía ol más encendido elogio .1 las numerosos lilH., tades del soltero:
convivencia pacífica con un cómodo desorden dentro de casa, placer de no
tener que preguntar a nadie sobre lo que te apetece comer a mediodía o por la
noche, salir o entrar cuan, do y donde se te antoja, vacaciones libres de
cualquier presión También, y como acabamos de comentar, facilidad para
poner en práctica un “donjuanismo" moderado o no tanto, el cual dará de si
para embarcarse en el amor apasionado hacia el hombre o la mujer que
aparece por la esquina a la hora más insospechada, y tantas otras fantasías
nacidas de una imaginación que, muchas veces, tienen poco que ver con las
posibilidades reales del soltero, pues, como es bien sabido, da poco de sí la
libertad azarosa, transitoria o periférica, pues tal tipo de libertad está cargada
de inseguridad de cara a la siguiente noche.
La pregunta es obvia: si tanto llenan estos amores libres ¿por qué se
abandonan tan pronto para sustituirlos por otros fugaces, 110 será porque el
amor que llena es el que resiste el tiempo, da seguridad para el futuro, se
saborea sin prisas ni recelos y se profundiza hasta hacer de dos almas una? (1
leras, 2001, p . 217). Y qué decir del atropello que representa para el propio
ritmo de vida y la incomodidad de vivir a la caza de presas siempre inciertas,
¿eso es como didad? La libertad para el placer tiene muchas limitaciones,
también para los solteros. Me lo contaba gráficamente así mi amigo soltero
que se suicidó:
“Con i'l grupo de amigos salimos a cenar al menos una vez por semana en algún
restaurante vegetariano. Al principio los platos saben a gloria, luego los mentís $e
repiten, los sabores resultan cotidianos y ¡os vinos también. Cuando sales, te queda el
estómago Heno y el ahx.i vacía. ¿Vale la p:tta cenar contando aventuras, la mayoría
de las cuales son falsas? Al final te haces el remolón y pones excusas para lo ¿jtte
siempre acabti siendo una frivolidad, encuentros en los que sabes que el desencanto es
tan descomunal como grande la falsa apariencia de felicidad y la soledad de tu casa
vacía".
2 1 2
— A ¡mulo itr síntesis
lis obvio, que l.i soltería se presta a disfrutar de determinadas dosis de
libertad e independencia difícilmente alcanzables en la vida del casado. Pero,
Iras los anteriores análisis, coincidirá el lector conmigo (Mi que la cuestión
no es tanto el número de libertades de las tjuej’o/a el soltero cuanto de la
hondura, voluntad, satisfacción personal y atractivo profundo que tales
libertades representan en la dinámica interna de la propia persona. F.n este
último aspecto, todas mis reflexiones acaban respaldando la idea de que
"tener mayor número de libertades" no significa "sentirse más libre" y esto
resulta claro cuando se entiende que el ejercicio de la verdadera libertad no
puede contemplarse como un hecho aislado sino como experiencia que
resulta gratificante en la medida en que va acompañada de un conjunto de
motivaciones profundas que dan sentido a lo que hacemos con libertad. Así y
por ejemplo, ejercitar la paciencia con los hijos puede tener sus ribetes de
incomodidad pero, a la postre, saber que tienes al lado alguien que te
necesita y, a su manera, te agradece con sus sonrisas la felicidad y seguridad
que le transmites, puede resultar una fuente de satisfacción más completa
que el silencio de la casa. Lo mismo cabe decir de las relaciones de pareja,
supone sí el esfuerzo de recorrer el camino, muchas veces largo y penoso, de
acercarte al alma del otro, pero la recompensa de saber que "otorgas" sin
miedo a ser víctima de futuros chantajes, compensa los pequeños sin sabores
cotidianos de ajustarte a los gustos y necesidades singulares del consorte. En
este sentido, ninguna posición puede defender seriamente hoy en día la
imagen caricaturesca del "matrimonio estándar", regido por las leyes de un
sometimiento cuasi metafísico, pues caben también otras formas más
democráticas de convivir en pareja, donde la compiensión y la comunicación
a todos los niveles se despliega en condiciones de igualdad y camaradería; a
la postre, cada casado tiene el matrimonio que se merece y sabe construir
desde su propio concepto de libertad. Y entendidas las cosas así, matrimonio
y libertad es un binomio tan válido como la libertad del soltero.
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I A I N K O U H . i A l > l I S O I M I Í O I N I K I I I M I I O Y I A k l AI . I DAM
¡ i I J I S i i in i> lt i< ic> del ollero: entre h i cercanía y la distancia
l n dorio reunión do "solteros ,1 l.i fuer/a", uno de los asistentes
sugirió que i*l grupo se denominara "de ayuda mutua", ya que cuan-
do no era uno era otro el que estaba en "depro" y necesitaba terapia
grupal de apoyo. Lo más llamativo del caso fue que el portavoz con-
cluyó su intervención con estas palabras q ,,e fueron aplaudidas calu-
rosamente por sus contertulios: "Ya liemos constituido una familia
swbromante o tucetiánea". Me inclino a pensar que lo ocurrido en la ci-
tada reunión no era sino una cierta pirueta psicológica mediante la
cual los solteros asistentes reconocían, por un lado, la importancia d^>
la familia como instrumento natural para colmar la necesidad que
todos sentimos de contar con un grupo de referencia afectivo tan
seguro como la familia y, por otro, que el grupo de amigos, por cer-
cano que sea, se queda en eso, en un "sucedáneo" o aproximación a
los fuertes la/os afectivos que se viven dentro de la verdadera fami-
lia y que los solteros, por su condición de tales, difícilmente pueden
disfrutar plenamente. La interpretación final es clara, lo que preten-
día ese grupo de solteros no era otra cosa que un ejercicio de racio-
nalización, buscar la seguridad afectiva mediante la creación de un
grupo sustitutivo similar al peculiar de la dinámica familiar o, dicho
más directamente, reconocer que, en ol plano de la comunicación, los
lazos afectivos que crea la familia no tienen equivalente en otras for-
mas de convivencia entre las personas. A este propósito, recuerdo la
preocupación de un soltero de 39 años que me decía:
"Uno ilc mis problemas es que tengo que estar buscando continuamente une-
JiK amibos jtorqtie los que tengo se casan y me dejan en la estacada. Sólo por
ello, valdría la pena casarme’'.
Do la amistad se han dicho cosaí tan hermosas como "el que tiene
un amigo ha merecido un don divino", "la amistad leal, sincera y
desinteresada es la verdadera comunión de las almas, es más fuerte
que el amor porque éste suele ser celoso, egoísta y vulnerable, la ver-
dadera amistad perdura y se fortalece a través del tiempo y la distan-
cia, para quien tiene un amigo no existe la soledad (Richo, 1999). Reco-
nozco que este canto a la amistad constituye la expresión un tanto
fe
I A V I DA |)E I . S OL T E R O S US I I X F S. SU S S OM B R AS
hiperbólica de la verdadera amistad. El contrapunto a tan encendidas loas de
la amistad me lo ofrecieron hace un par de años una pareja de amigos que,
tras diez años de convivencia, decidieron casarse. Cuando les manifesté mi
sorpresa por el cambio de rumbo en sus relaciones afectivas, me dieron la
siguiente explicación:
"La amistad nos ha dado todo, mi mudad, sexo, diversión, segundad económico,
algunas lágrima* v muchas risas... ¡tero al final coincidimos en que nos faltaba una
cosa 'decirnos que nos fiábanlo* uno del otro para siempre y ocurriera lo que
ocurriera'. Comprendimos que lo que teníamos era sólo (!) amistad y queríamos llegar
al amor. Sabíamos que el amor es más difícil que la amistad, pues U*s i/<k tenemos
amigos separados, pem heñios decidido casarnos y arriesgarnos; queda- invitado a la
IKHUI".
1". Amor de cusados y amistad entre los solteros. Al hilo del testimonio anterior,
podemos entender el plus que el matrimonio aporta en comparación con las
meras relaciones de amistad. Según Alberoni (1986), prestigioso experto en
temas de relaciones afectivas, lo que diferencia sustancial mente la amistad del
amor de pareja no es la mayor o menor dosis de erotismo implicada en la
relación, ni la fuerza y seguridad en la respuesta del amigo/a, lo específico y
más importante en el amor de los casados es la comunicación y el contacto a
través de las pequeñas cosas do lo cotidiano. Y, así, frente a la afirmación de
que el amigo no necesita ver frecuentemente al amigo para que la amistad
perdure, pues "le basta saber que éste responderá cuando sea necesario y con
un acto de afecto, de comprensión y aún de sacrificio", el amor no necesita
que ocurra algo extraordinario ni especial, lo abarca todo sin distinción; esto
es lo que explica que parejas que llevaban juntas largos años, en cierto
momento sientan la necesidad de casarse para expresarse lo que de algún
modo nunca se dijeron mientras "sólo" fueron buenos amigos. Si ser ami gos
fuera lo mismo que estar casados, no se explicaría que "amigos de toda la
vida", cuando se casan, se separen; lo que en realidad ocu rre en tales casos es
que se pone de manifiesto aquélla o aquéllas parcelas profundas de la propia
persona que nunca estuvieron realmente unidas a la otra. En síntesis: la
gracia del matrimonio, en opo-
2 15
I .A PSK OKK;f .AI ) i : i S Ol .T l iK O; F .NT RF Kl . M IT O V I A Kl A l I I> A I)
sición «i la amistad enta* los solteros, radicaría en la facilidad p,j rj estar junto
al otro de manera constante y para todo, en las experu»rv cia grandes y en las
pequeñas, participando en la sucesión v variaciones del marido/mujer en sus
pensamientos, sentimientos y acci«. nes; ésta es precisamente la zona en que
el matrimonio se integra en un "nosotros" que va mucho más lejos y es más
rico que el "nos*,, tros de amistad" peculiar de los solteros. Huelga decir, que
adopta esta interpretación es perfectamente compatible con aceptar que vn la
amistad puede haber, v de hecho la hay, una buena dosis de ¿mor e,
igualmente, que entre los componentes del amor de pareja h, amistad es uno
de los principales.
2”. Ijts solteros 1/ tas rales de attnslnd. Se ha dicho, con fundamento, que la
amistad es el mejor sustitutivo del amor, por lo que se cumple la ley de que
en la medida en que falta el amor más necesidad se tiene de suplirlo con la
amistad; de hecho, es frecuente ver a muchos solteros participando en grupos
de amistad. Tengo un amigo soltero de 41 años, con las tardes libres, que
pertenece a cuatro círculos de amistad: el lunes juega al tenis con sus amigos
deportistas, el miércoles va al cine con los cinefilos, el viernes cena en su club
gastronómico y el domingo va al fútbol con su peña. Esto ocurre porque los
seres humanos somos seres gregarios, necesitados de sentirnos en compañía
de otros semejantes. Cuando no nos es dado cubrir tal necesidad con el amor
de pareja, buscamos suplirlo arropándonos con los amigos y esto explica
también el que se pierda el contacto con los amigos solteros cuando entramos
en la dinámica familiar.
No es extraño, por otra parte, que en una sociedad poblada por una
pléyade de solteros, se multipliquen los grupos de amistad y de ayuda. Los
grupos de amistad constituyen sistemas de apoyo entn* los individuos que
sirven para mejorar la competencia adaptativa a la hora de tratar crisis a
corto plazo y también otros desafíos vitales, pues ofrecen guía, consejo,
información, cierto grado de intimidad y, en general, promueven el
sentimiento de comunidad, de integración, de solidaridad y de afecto; es
obvio, por ello, el beneficio psicológico de tales encuentros.
I A V I DA D I - I S Ol . l l íK l >: SU S I . UC Ii S, S US N ( JM HKA S
I s difícil saber hasta qué punto los grupos de amistad pueden aimpl< r
con tan ambiciosos objetivos, pues no existen estudios rigu- r0>os ni fiables
sobre el tema (Requena, 19%, p. 81-83). Aunque disonemos de datos
parciales, según los cuales el 85 por ciento de los miembros pertenecientes a
algún grupo de amistad declaran que la experiencia les ha resultado positiva,
no tenemos información acerca Je las personas para las que dicha experiencia
no ha sido satisfactoria, va que los que no se benefician del grupo abandonan,
con lo cual la muestra está sesgada. A esto habría que añadir una variante de
la mencionada dificultad: por el momento, carecemos de modelos psi-
cológicos para afrontar estos estudios o los disponibles son todavía muv
provisionales (Barrón, 19%). Resumiendo, aunque es evidente ijtie las
personas que acuden a grupos de amistad y de apoyo obtienen ciertos
beneficios y mejoran su grado de bienestar, hoy por hoy desconocemos dos
aspectos muy importantes y decisivos en torno a esta cuestión, cuál es la
eficacia de estos grupos para lograr los fines que pretenden v qué actividades
son más adecuadas para conseguirlos. Volveré a ocuparme del tema en el
siguiente capítulo.
3". La amistad y ¡as computadoras. La era del internet ofrece nuevos caminos
para las relaciones de amistad. Entras en un café cibernético y te encuentras
toda clase de personas, jóvenes y otros que no lo von tanto, ensimismados en
ordenadores silenciosos, absortos y "chateando" (del inglés, chal = chismorrear) a
través de estos nuevos instrumentos de la relación amistosa, has ta puede
ocurrir en algunos casos, que la amistad virtual acabe en el amor total y
duradero. Como he explicado en otro lugar de este manual, esta modalidad
de "amor virtual" no está exenta de algunos peligros. En efecto, los ami gos
cibernéticos pueden estar en cualquier rincón del mundo pero por eso mismo
tienen el inconveniente de que no se les ve la cara, sobre todo los ojos, a
través de los cuales los humanos nos comunicamos el 70 por ciento de lo que
hay en nuestro interior y mostramos lo que realmente somos. Tampoco
aparece en la pantalla la elocuencia de los silencios, tan importantes para
comunicar la calma y el equilibrio en una sociedad desajustada y poco
vertebrada en valores
fe
2 17
1 A I fSK OU X.lA l>M SC>1 .1 1 K O I M K I I I MITO' i I A K l M IM \|>
consistentes. Y no olvidemos la ausencia de otro elemento ommiimI <•11 ol
amor, la imprescindible confianza y la ausencia del temor .i¡ compromiso,
pues cuando so apaga ol ordenador, ninguno ilr |,K onntertulios \ iitualos se
compromete con nada ni con nadie, rn iv.i lidad son unos personajes
filtrados que pueden ser personas gener.i si> pero también la encarnación
dol egoísmo y la maldad nario.coni.mx (2003); es posible incluso que lo que
ofrece la peqiu n, pantalla no tenga nada que ver en muchos casos con las
verdaderos aficiones, valores y sentimientos íntimos y personales dol que
nos entusiasma por su gracia verbal o su ingenio del momento. ¡Q lh. gran
espejo para saborear los efímeros impulsos del amor romántico!
Probablemente el lector conocerá alguna historia parecida a hr de aquella pareja ác
inlernautas lint idos que vivían en casas continuas y >e hablahu- casi huios ios días
por internet. En cierta ocasión, ambos se encontraron e>. la calle y él. por despiste, le
habló a ella cujj el exagerado acento catalán que utilizaba durante el chuteo. Las
sorpresa fue morrocotuda, sobre todo a la vista de que ella comprendió -¡intuición
femenina!- que su amigo internan,‘a era su vecino, tenia el áol’le áe edad y de peso
que decía tener y no era el l¡rj\>- ti'tico estudiante de medicina sino un mecánico del
taller de enfrente ... A partir de entonces, como es lógico, la amistad fue sustituida por
el más absoluto desprecio.
— luí amistad en el soltero y en (’/ casado
Dado* los rasgos y las muchas prerrogativas positivas asignadas a la
amistad, ¿en qué sentido cabe hablar de carencias afectivas en las relaciones
amistosas del soltero cuando las comparamos con el amor dentro do la vida
de familia?
a) Se lo he preguntado a bastantes r.olteros de manera indirecta: "En
escala de 0 a 10, di en qué medida asocias <i crees que van junhrs estos dos términos
"niños" y "amistad". En las numerosas ocasiones en que he formulado
esta pregunta, la respuesta ha estado siempre más corea del 0 que del
10. Para muchos solteros, amistad y niños son dos conceptos muy
lejanos entre sí, lo que me lleva pensar que en la relaciones do
amistad practicadas
fe
2 18
I A V I D A m I S OI I I K O: SU SI . Ut l -S . SU S SOM B R AS
por los soltero* laltan dos ingredientes importantes de la vida,
l.i ingenuidad v la ternura de los niños. Esto me trae a la memoria el
conocido refrán popular "a quien Dios no da hijos, /«’ da ' muchos sobrinos ",
que explicaría lo aficionados que son rundios solteros a encontrar en sus
sobrinos lo que no pueden darle sus propios hijos.
Me lo comentaba así una casada a raíz de tener su primer hijo a los
34 años:
“Siempre fui muy niñera, desde joven tenia posters de niños en mi habilite iáu i<
híisla en el baño Destle que pimío tener mi propio hijo en mis brazos, un no miro
los anieles, ineonMesa contemplando las sonrisas y inundas de mi Mv; la cam de
mi hijo supl' todas las fotografías que estuve mirando durante los años que fui
soliera".
Una mujer de 29 años, madre por fecundación artificial, me
decía: He tenido y tengo buenas amigas y amigos, pero me faltaba algo, dar tinto
mi amor a alguien con quien cruzar la mirada. Después de cansarme de esperar a!
hombre de mi vida, me decidía tener un hijo: ahora tengo alguien que con su
mirada da sentido a mi vida, comprendo que ¡o que necesitaba era que alguien me
mirara: la mirada de mi hijo me hace la madre mas feliz del mundo''.
b) Una de las experiencias negativas por las que pasan los solteros es la
pérdida frecuente de los amigos a lo largo de las diferentes etapas de la
vida y por razones diversas, la distancia es una de ellas pero, sobre
todo, los importantes cambios experimentados en las diferentes fases
de! desarrollo personal a través de los años; por ello, la afirmación de
que la amistad es para siempre es sólo una verdad a medias. Casi todos
hemos tenido amigos en la adolescencia, etapa crucial y sin identidad
propia en la vida, cuando la amistad sirvió para no encontrarnos en
una especie de limbo entre la adultez y la infancia y sin identidad
propia; hemos tenido también amigos de juventud, que suelen ser casi
siempre más duraderos y con los que hemos compartido de manera
real y profunda preocupaciones que nos acompañarán toda la vida,
pero cuando nos preguntamos cuántos y
2 19
I A l’SKOKX.IA l»l I SOITI KO I NIKI I I MITO Y I.A l il AUD.M)
sobro lodo qué amigos perduran. Lis más de las voces la canti. dad y
calidad brillan por su ausencia. Me lo explicaba así un amigo soltero:
" \ l o s »l (iií«>s luir varios buenos amigos. Los tmv de niño en i ni
pueblo itiihn i/«- emigrar mi familia a Ja ciudad. ¡Jetado* a Ja capital, nw c«Kfii
ciicontnn amigos ¡no al final me hice con dos eon los que pasé muchos buenos
jyi/hs durai.:, mis estudios en el instituto. A estos aniigik los jh'iih. ¡'lie- ellos
íuenm a ¡a universidad y yo me puse a trabajar eon un ¡/adre. Aun en e-a etapa,
logre congeniar con i los compañeros de tia- hijo, ¡kio UMIO s<- iicalv cuando
i'stos comparten* se casaron. Seguí teniendo i on tac tos con ellos y sus mujeres y
hasta me encariñé con un hijo de ellos del i] ne me hicieron padrino. Pero al fin
comprendíque en sus fiestas y reuniones sobraba pues lo i pie yo vivía tenía poco
que wr con sus proH ii/mciones de casados y con las relaciones de sus familias.
Conozco otro caso que pono de manifiesto cómo se va arrinconando al
hijo soltero cuando los demás hermanos se casan y x> multiplica la
familia con la llegada de los sobrinos:
Se trata de una familia que veranea en Ja casa de origen que los abuelos ¡roseen en un
pueblo castellano. Mientras no hubo nidos, sobraban las habitaciones pero, cuando
aparecieron éstos, el tío tuvo que dejarles la habitación pira que estuvieran al lado de
sus padres, y mas adelante la segunda... La reducción del espacio reservado al tío
soltero fue tal que finalmente "se le echó de casa' invitándole amablemente a irse a
dormir al chalet vacío que otro de los liémonos posee <*n el mismo pueblo.
Creo conveniente terminar este apartado, sobre las relacione* afectivas y
de amistad de los solteros, recordándo al lector algo que supongo está
en su ánimo: la grandeza y plenitud que pueden proporcionar las
amistades entre los solteros en nada quedan empañadas por algunas
carencias que las acompañan pues, a poco que se profundice en el
tema, se observará que ninguno de los ingredientes que aparecen en
el amor de pareja está totalmente ausente en la experiencia del amor de
amistad (compañía, intimidad, confianza, apoyo). En este sentido, re-
sulta cark.iturcsco y también algo insultante identificar al sol tero
como un pequeño esbozo del adulto sin corazón.
>
220
I.A VIDA DELSOLTERO: SUS I IK.ES. SUS SOMBRAS
/Vitvsiiiiji'rr/i' porque no tengo familia propia, cuento siempre con mis amigas, ,i las tpie
cuido y quiero como hermanas. No sé el futuro que me esjh'ra, ¡vio huyo ¡a total confianza
ile acompañarlas hasta la tumln. como si fueran uno tic mi tínni- lia" (española
emigrante y residente en Sui/.i que convive con una amig.i como si fueran
hermanas de toda la vida).
A modo de epílogo
En este tercer capítulo hemos podido sopesar lo que implica en la vida de los
solteros el amor, la independencia y las relaciones de amblad.
I n estas dimensiones, la experiencia del soltero constituye un cuadro en el
que pueden percibirse algunas penumbras e inconvenientes pero también
brillar muchas luces. Es evidente que, on estos tros ámbitos se dan diferencias
importantes con las vivencias del casado normal, pero sería un error y falsear
la realidad entender que talos diferencias dan origen a dos mundos
contrapuestos o, incluso, antagónicos, -del casado y del soltero- como piensan
quienes caen en la trampa do dejarse llevar por los dictámenes y verdades a
medias del estereotipo fácil e insultante. Siguiendo el impulso que dirigen
estas reflexiones, considero que tal vez lo más apropiado y justo es decir que
la sociedad actual carece de la madurez suficiente para promover en sentido
positivo las posibilidades y riqueza que, para el desarrollo personal, ofrece la
soltería tanto para aquéllos que la viven por imperativos ajenos a sus deseos
como para quienes han decidido hacer de olla una opción libre. Considero
una tarea importante de la psicología seguir profundizando on la clarificación
de interrogantes tan importantes para una sociedad que cuenta con el 25 por
ciento de adultos solteros. Entre dichos interrogantes, formulo los siguientes:
T\ ¿Qué objetivos vitales se pueden proponer a los solteros para el
desarrollo pleno de su persona?
2°. ¿Qué instrumentos y recursos está dispuesta la sociedad a poner en
manos de los solteros para que éstos alcancen los mencionados
objetivos?
3". ¿Qué campañas de mentalización cabrían en los medios de
comunicación social para reivindicar ol estatus del soltero, de
221
I.A l’SICOLOCílA l)M SOl.THKO I MiKI IM.MlíXn I.A KI.A1.IDAI)
tal modo que pierdan fuerza y queden desenmascarados d, una ve/
por todas los estigmas con que el pensamiento vulg,i r moteja a los
solteros?
4". ¿Qué estudios psicológicos y sociológicos merece la pena vm prender
para que los solteros y los casados comprendan v: papel
complementario que, en la dinámica social, lo:-, dos esta- <los están
llamados a ejercer con vistas al logro de un obji-tivt común, la salud
mental de la sociedad global? No podemo- olvidar que la sociedad
actual avanza a pasos agigantado* hacia una sociedad en la que los
casados y solteros serán igua les en número, ¿por qué negarles la
igualdad en lo social, económico y cultural?
5". Y por último, considero urgente plantearen términos científi cos y
rigurosos la creación de un marco de referencia o programa en el
que, reconociendo el derecho y honorabilidad d« optar en
condiciones de igual libertad lo mismo por la soltería que por el
matrimonio, a diferencia de lo que ocurre en el presente, el valor de
uno de ellos no se haga restringiendo o falseando las posibilidades
del otro.
Como resumen de este programa, quiero terminar aportando el
pensamiento un tanto amargado de un soltero de 42 años:
"Lo que pedimos los solteros es que nos dejen en paz y tranquilos, que quienes
nos rodean no nos mareen diáéndoitos lo que tenemos que hacer. Somos ya
mayorcitos f*ara saber lo que queremos y cómo construirlo \'o necesitamos ni
nos merecemos el paternahsmo insultante".
222
4 EL FUTURO DE LOS SOLTEROS: Los solteros
en el futuro y su desarrollo personal
No es fácil hacer profecías sobre el futuro de los solteros máxime en un
mundo que, como el actual, cada día que pasa arrincona por inservibles
sistemas de producción o economía y reestructura las organizaciones
humanas en función de nuevas bases y nuevos valona culturales y sociales
(usos de la ciencia y tecnología, cambio de intereses, expectativas,
costumbres, criterios morales, gustos, temores, retos, pautas de consumo y de
diversión). Cualquier cambio significativo en alguno de estos campos afecta a
la familia, a los grupos culturales y recreativos, a los grupos de presión, a los
partidos políticos, iglesias, etc., y a la postre, a los individuos que integran los
diferentes grupos de la plurivalente sociedad que nos toca vivir. Según todos
los analistas, uno de los cambios más notables -algunos lo califican de
"preocupante"- es el que se refiere a la nueva configuración de las relaciones
afectivas y comunicación entre ¡as parejas tanto hetero como homosexuales;
ante estos drásticos cambios y como es lógico, no actúan como meros
espectadores ni las familias ni los solteros cuyo número aumenta en
proporciones hasta ahora desconocidas; piénsese que uno de cada cuatro
españoles en edad de casarse están/son solteros.
I \ I S I U M t K . I A 1 ) 1 1 . S O I . T I - K O I M ' K I II MII'lM I.A KI'AI.IOAI)
Ante este panorama, definir con cierta prei isión la repercusión tantos y
l.iii rápidos cambios on el devenir di' aquéllos que en calidad de ^olleros
buscan su desarrollo personal j\»r caminos distintos ,, |Us de la vida familiar
resulta un asunto, además de arriesgado, dilícil de pronosticar sobre todo a
la vista de que el escenario de la vida humana se confunde v se complica con
el conjunto de variables y factores que actúan dentro del gran ecosistema que
hemos convenido en lia. mai la "aldea global". Hoy es prácticamente
imposible saber por anticipado cómo influirán en el soltero de hoy las
condiciones del mañana v mucho menos listar el conjunto de factores nuevos
que condicionarán el nuevo patrón de la futura soltería.
A la vista de tales premisas, se me ofrecían dos posibles opciones para
encuadrar el desarrollo psicológico del futuro soltero: 1') extra polar las
dimensiones de la vida del casado a su correspondiente pn>- yección en la
vida de los solteros; esto me exponía a incurrir en considerables errores por
las razones arriba apuntadas, y 2') intentar algo más arriesgado y al mismo
tiempo más constructivo consistente en proponer un modelo de desarrollo
personal específico y adaptado a aquellos adultos, hombres y mujeres, que
por imperativo de las circunstancias o por libre decisión intentan encontrar
su equilibrio y una vida saludable desde su peculiar condición de solteros.
Situándome en esta segunda opción, la meta del presente capítulo arranca en
el siguiente supuesto: el futuro de los solteros no está escrito a manera de
acontecimiento fatalmente necesario sino que será el resultado conjunto de
una larga lista de actitudes, valores y acciones protagonizadas por los
propios solteros y que, en buena medida, pueden responder a un programa
lúcidamente programado y realizado por ellos. Me anticipo a decir aquí que
no soy el primer'-* ni el único en ocuparme del tema, pues tengo not'cias de
que grupos muy significados, como el Ci.UBJ.MR4R (www.revistaimpar.com),
están implicados hace algunos años en el diseño de programas encaminados
al desarrollo personal de los no emparejados. Se trata en definitiva de escla-
recer, por un lado, el perfil psicológico de los seis millones largos de
españoles, de entre 25 y 65 años, que en los comienzos de 2003 viven
* 224
-wr 2
I:I. i-irruRO DE LOS SOLTEROS
«.oíos (INI¡, 2003. www.ine.es), y, desde el punto de vista sociológico. Je
ubicar, con todos los honores, a los solteros en el lugar que le* corresponde
personificar dentro de la dinámica y del bienestar de la sociedad global a la
que pertenecen por derecho propio, lis juslo reconocer que los solos y los
solteros son personas que, como el resto de ciudadanos, están llamados a
vivir felizmente y cuentan, además, con grandes posibilidades para contribuir
al bien común desde el original puesto que ostentan en la sociedad adulta. Es
mi propósito contribuir (il esbozo de un programa que marque las líneas
vertebradoras y los campos en que podemos entender el pleno desarrollo
personal y -ocial de los solteros.
Crecimiento personal del soltero: supuestos, experiencias y metas
Todas las personas, lo mismo casados que solteros, necesitan para su
desarrollo personal físico y psíquico un "espacio interior" propio. IX* él
dimanan las directrices y el impulso que marca y dirige la actua- ción del
soltero en los campos profesional, afectivo y cultural y en osos mismos
ámbitos se le ofrecen al soltero unas específicas posibilidades. En las
siguientes páginas me ocuparé de estas posibilidades proponiendo un
programa de desarrollo para el soltero que estructuro en función de tres
dimensiones: 1) los supuestos o variables que condicionan la dinámica personal
del soltero, 2) el contenido de cada uno de los ámbitos principales en que se
despliega el desarrollo personal del soltero, amor, trabajo y relaciones
socioalectivas, y como consecuencia 3) la comparabilidad de las nielas del soltero con
las del casado, lo que equivale a establecer una valoración final positiva do la
vida del soltero en cuanto opción vital original y distinta de la del casado.
Diseñar un programa de desarrollo personal para los solteros
mínimamente coherente implica respetar la realidad y, por lo mismo,
atenerse a los condicionamientos objetivamente significativos que
obligadamente debe tener en cuenta quien pretende establecer las líneas
maestras del itinerario que conduce a facilitar al soltero el logro de un
objetivo esencial, la articulación de aquellos compromisos que
225
I A l’SK OI < X iÍA DEL SOLI ERO: ENTRE : I I MITO V LA REALIDAD
lo permitirán cubrir las expectativas de satisfacción implicadas en |j
experiencia de .su armonía interior y el establecimiento de unas buenas
relaciones con el entorno; ambos aspectos van inseparablemente unidos, por
lo que no caben ni los reduccionismos de un individua- lismo a ultranza
ejercido por el soltero ni hacer tabla rasa de los obs- táculos con que puede
toparse cuando aspira a insertarse de manera satisfactoria en el mundo social
y personal que le rodea. Entiendo qu«. un listado mínimo de tales requisitos
equivale a establecer como punto de partida los siguientes supuestos:
1". La vida de los solteros es especialmente apta para afrontar la
evolución v de desarrollo de la sociedad si saben adoptar una aclitu,l de gran
flexibilidad y movilidad dentro de la marea de circunstancias que marcan la
trepidante dinámica de nuestra sociedad. Tal actitud facilita al soltero, entre
otras cosas, asumir de modo original y creativo las exigencias derivadas del
amplio escenario en que se desarrolla actualmente el mundo del trabajo y de ¡a
empresa. El hecho de que los solteros renuncien a la paz del "dulce hogar" les
sitúa en una posición privilegiada para poner al servicio de los demás todo el
caudal de riqueza y habilidades personales no menos valiosas, en principio,
que la aportación de los casados; desde esta perspectiva, los solteros pueden
dejar de lado la posición individualista del egoísta rezumado, tal v como el
estereotipo social gusta asignarles, y abrir toda su persona a las necesidades
de la sociedad.
2°. En el campo del desarrollo afectivo, el soltero goza de una mayor libertad
para realizar gran cantidad de vinculaciones y asociaciones afectivas, algunas de las cuales,
por su peculiar estatuto, les están vedadas a los casados. En este sentido, la
inversión afectiva del soltero puede ser
más polifacética y amplia que la del casado, cuya silueta está sujeta a los
requerimientos o límites precisos del núcleo familiar. Por ello y a ciertos
efectos, no es descabellado afirmar que el número de contactos afectivos de
quienes libremente eligen vivir solos son comparables con la profundización
de la experiencia afectiva del casado o, dicho de otro modo, el ideal de
"pareja feliz" dentro del matrimonio tiene su per-
226
I I rUTUKOPI I.OSSOt.TKKOS
ti*cto correlato en ol latir al compás de los varios fura/unes que pueden
vibrar en torno al soltero (Tala vera, 2001, p. 22; Jaeggi, 1995. p. 23),
lintel perspectiva so enriquece cuando se comprueba que, dentro del
mundo de lo afectivo, los solteros, a diferencia de los casados, son ,ii.is libros
para !a práctica del erotismo que brota tic la fantasía. Ciertamente, el mundo afectivo
dol casado tiene innegables ventajas, pero tiene también el lado negativo,
estar anclado en la realidad de las atrochas relaciones do pareja, lo que so
traduce en ser más reducido t>l número de incursiones que suele realizaren el
campo de las fantasías eróticas; de hecho es un dato contrastado que los
solteros suelen practicar con facilidad el amor fantasioso con cualquier
hombre/ mujer que se les cruza en su vida. Por otra parte, aunque es obvio
que en la generalidad de los casos estas fantasías no cubren lo que ofrece la
realidad, las fantasías amorosas dol soltero pueden constituir una base
suficiente para compensar el posible dolor de su soledad (Cárter y Sokol,
1996, p. 285; Duoeil, 2000, p. 263).
3". Lo que dicen muchos solteros coincide con la opinión de los
psicólogos sociales cuando reconocen que en la mitad dol siglo pasado se
produjo, tal vez para siempre, la ruptura con ¡a "cultura áel amor" que definía las
relaciones entre los sexos exclusivamente en función de ¡a maternidad o paternidad. Sin negar
las dimensiones positivas de la vida en pareja y el papel decisivo de los hijos
on ol logro de una convivencia plenamente satisfactoria entre los esposos,
hoy en día los solieres, tanto mujeres como hombres, pueden alcanzar en un
nivel muy aceptable la realización de su identidad personal por caminos más
amplios y variados, mediante el trabajo generosamente compartido, la
comunicación amistosa con los pares, la búsqueda más profunda y ol cultivo
del propio yo en calidad de realidad original, indonable y, en buena medida,
autosuficiente. Otra cosa bien distinta es calibrar las dificultades que para
determinados solteros pueda suponer alcanzar el pleno desarrollo afectivo de
acuerdo con este patrón individual y al margen de la experiencia de pareja;
poro éste es otro tema, del que ya me he ocupado en el capítulo anterior. En
cualquier caso y al margen de otras consideraciones menores,
227
I A l’SICOl.OC.ÍA I >11 NOI.IIKO I MI KL I.I.M1TOY I A K I AI I I »A l >
nada impide concluir que, «il mareen do la "cultura dol amor", e\js. lo la
"cultura do la amistad" que, plenamente desarrollada, oíreo,- amplias
posibilidades para ol pleno desarrollo de la dimensión au\ tiva do los
solteros.
4". Una actitud mínimamente respetuosa con la realidad impidt contemplar
la vida del soltero dc<dr <•/ "fwradigma anem ia!", que suponi definirlo en calidad
de sujeto cuyo atributo principal sería carecer di un largo listado de
posibilidades exclusivamente reservadas a 1<k casados; algunos han
identificado este modelo carencial con dos etiquetas, "el soltero como
problema" (Díaz, 1998), o su equivalente. I.i "técnica del no". Desdo es ta
perspectiva, el estereotipo superficial ve al soltero como alguien que;
• No ha alcanzado la adultez -muchas madres siguen llamando "mi
niño" al hijo soltero-.
• No ha conseguido enmarcar su vida de acuerdo con el principal
organizador social que ve el matrimonio como ol único marco
apropiado para las relaciones plenas del hombre y la mujer.
• No ha llenado las aspiraciones de los padres cuya última y mayor
aspiración respecto a los hijos es verlos rodeados do niños que les
convertirán en abuelos y perpetúen su saga.
• No se siente acompañado sino solo frente a los contratiempos do la
vida y, especialmente, de cara a la vejez.
• No cuenta con una red de relaciones afectivas y sociales comparable
con la que proporciona seguridad y apoyo en las relaciones de pareja,
pues los clubs de amigos tan sólo son por ahora un pobre sustituto de
la familia.
• No recibe y más bien está especialmente expuesto a perder en ciertos
ambientes laborales el aprecio y la consideración que se otorga a los
casados, a los que se les ubica en una posición de mayor estabilidad
emocional y con más capacidad para asumir responsabilidades
fuertes como las implicadas en hacerse cargo de una familia.
228
I I l l ¡ l l Kl) l>l IOSSOLTI KOS
3". l-.n ol sor humano, lo imico lijo y común os la necesidad que tiono do
estar con los demás, relacionarse con sus semejantes, fvro c•sir? ,i(\csidad no rs
igual en tintas tas personas ni está sometida a ninguna do |,i> modalidades
concretas con que el sujeto puede vincularse social x afectivamente con su
entorno (Manglano, 2001, p. S8). En este con- u*\to do ideas y principios,
tiene pleno sentido preguntarse cómo pueden vivir en plenitud quienes so
sitúan al margen del estado marital (Schwartzberg, 1995, p. IX). Desdo hace
más de un cuarto de siglo, autores tan reconocidos como Rogers (1993, p. 19)
se vienen preguntando sobre la exigencia del matrimonio (o vida en pareja
establo) como condición necesaria para la consecución del pleno desarrollo y
madurez afectiva del adulto. Su respuesta es tajante: las presiones,
incertidumbres y desintegración que experimenta actualmente la institución
matrimonial -el éxito del matrimonio no alcanza al 50 por ciento de las
parejas- dan pie para pensar que vivir juntos sin casarse, vivir en comunas,
formar centros bien dotados para ol cuidado de los niños, practicar la
monogamia serial (un divorcio tras otro), atenerse al movimiento de
liberación de la mujer (que pretende convertirla en un ser humano de pleno
derecho), acogerse a las nuevas leyes de divorcio que eliminan el concepto de
culpa...; todas es las circunstancias marcan pasos en la búsqueda de una
nueva forma de relación hombre-mujer que, sin duda, sedimentará en el futu-
ro. Así pensaba Rogers en 1972 cuando resumía su postura diciendo: "No tengo
In audacia necesaria para pronosticar lo que resultará de todo esto" (Ibídem, p. 20).
Sabemos que más tarde tradujo su pronóstico on afirmaciones que dejan
amplio margen para la incertidumbre, pues matizaba que en tales preguntas
se encierran demasiadas "exigencias morales, de viabilidad y de inclinación
personal" que hacen difícil pensar que tales propuestas puedan llegar algún
día a convertirse en efectiva experiencia satisfactoria. Por mi parte, no quiero
cometer aquí la deshonestidad intelectual de silenciar una afirmación que so
desprende del pensamiento y, sobre todo, de la larga experiencia clí nica de
este autor: "no siempre el amor de pareja tiene que acabar en matrimonio'' (p. 15). Muy
lejos de la postura dubitativa de Rogers, digna do
229
I A IMt OI.1)1 .1 A DI I SOI II KO I \ l Kl- II MITO'* LA KI-AI.IDAI)
io i iK'jor consideración, hay otras \ ikvs monos rigurosos que n(, M, paran on
borros y afirman rotundamente quo "tonto en España conu» on l-roncio jfiirr
abrumadora mayoría de las mujeres de mato* de treinta ;> ico uño* creen ¡fue so puede ser
feliz sin tener pareja..." (Duoeil, 2000. p 2^s. I I *ubrnyado es tuto); ignoro on que
datos estadísticos y ciontííicus m- basa esto outora para llegar a ton rotundo
afirmación -y lo digo i on respetuoso espíritu crítico- (!).
Dondo por descontada, lo plena legitimidad del soltero par.i optor por
dosmarcarse del compromiso de pareja y las nada despn».
(iablos obligaciones do la vida familiar, queda on pie lo necesidad por porte
del soltero de aceptar con ol mejor talante los importante* lenun- > ia* objetiva* ij
ne conlleva *u sil nación o estado y que no se exigen normalmente ol casado. Entre
toles limitaciones es preciso mencionar:
a) Cierta renuncia a enriquecerse con la exploración y experiencia comunicativa en
Jo* nivele* más profundo* i/ propios de la vida del casado. Estoy pensando
concretamente en los últimos desarrollos y matices que adquiere el
amor de pareja a lo largo de sus diferentes momentos evolutivos y
cambiantes, y sobre todo, referidos a la experiencia de la
comunicación íntima (física y espiritual) llevada hasta sus últimos
entresijos y posibilidades. También hay que pensar en la seguridad
proporcionada por la incondicionalidad que libera al amor de pareja
estable de toda restricción limitadora y lo enmarca en motivaciones
que van más allá dol tiempo y de su posible caducidad por razón de
los dificultodes tanto internas como externas a que está expuesto el
amor (Dolai Lama, 1999, p. 96). Pocos se atreven a negar ciertas
ventajas de1 soltero en el plano de la comunicación afectiva.
b) F.1 soltero renuncia también a contar con un sistema de relaciones tan fuerte y
seguro como el que proporciona la familia propia; hasta hoy, nadie que
se sepa ha logrado definir y menos instaurar un sistema de
comunicación que goce de la riqueza y equilibrio equiparables al que
proporciona la familia (Neubur- ger, 1998, p. 123ss).
fe
......................................... . .
lil FUTURO DL LOS S0LTLR05
7'. Por último y dentro de la fisonomía difusa y nueva con que en estos
momentos so presentan las relaciones afectivas entre los sexos, l,is dos
opiniones que consigno a continuación me parecen una buena síntesis de lo
expuesto en las páginas anteriores. Refiriéndose a las mujeres y hablando de
la variedad de opciones posibles que caben entre el matrimonio tradicional y
la soltería, dice Carinen Alborch (1999):
"No sabemos qué va a pasar en el futuro cotí las nuevas generaciones, formulas por
ninas nacidas i/ educadas en una sociedad en principio mds libre, más permisiva y,
sobre Unto, en tu que, aunque de manera lenta, se i*? aproximando la igualdad real a
la igualdad legal ¡...I y que parecen no tener espacios ni caminos vedados '1 (p. 09).
Parecida es la opinión de Neuburger (1998) que, tras preguntarse por el
futuro de la pareja e imaginar la posibilidad de entender el matrimonio a
manera de contrato sometido a constante reconsideración, concluye:
f Lo que ocurrirá en e! futuro con el matrimonio y la soltería! "nadie lo salv.
Probablemente siempre existirán parejas, pero no es imposible que la$ expectativas
que depositamos en ellas, sobre todo como soportes de identidad disminuyan. En
algunos casos, estas parejas podrían verse reemplazadas por otras estructuras, por
ejemplo, ¡>or circuios de amigos, los hermanos u ofws grupos, cuya existencia ni
siquiera imaginamos hoy en día. A menos que el futuro de la pareja... sea el individuo:
cada vez son más las personas que viren solas, sin por ello ser necesariamente
solteras" (p. 124).
Nuevos modelos de convivencia parcial entre parejas no casadas
Con todas las reservas indicadas por Rogers, no podemos pasar por alto
un hecho de gran significación sociológica, me refiero a la creciente
aceptación por parte de la sociedad de distintas formas de convivencia
heterosexual que se regulan por normas en buena parte novedosas: 1 )
renuncia al compromiso total entre los miembros de la pareja, 2) convivencia
limitada a determinados momentos o encuentros periódicos, y 3) relaciones
temporales acompañadas, de mutuo acuerdo, de una larga lista de
posibilidades y especialmente de una,
fe
231
I A l’SICOLOl.ÍA DELSOL1 ERO: ENTRE EL MITO V LA REALIDAD
lo separación temporal o definitiva en condiciones de normalidad cuando las
relaciones dejan de ser suficientemente satisfactorias.
No se pueden negar ciertas ivntajas en este tipo de emparejamion- lo pues:
1) libra a la pareja de la monotonía del trato cotidiano, 2) permite un amplio
margen para el ejercicio de la propia autonomía y creatividad, 3) mantiene lo
más propio de la experiencia en el amor, hacer algo para la felicidad del otro
y 4) esta convivencia parcial puede llevarse* libremente al terreno de la
intimidad sexual habida cuenta de l.i s actuales facilidades para el control de
la concepción y la natalidad.
Pero también tiene algunos inconvenientes: 1) mantener el equilibrio entre
la entrega al otro y la reserva para sí mismo de aspectos importantes de la
propia persona, 2) las restricciones morales y presiones sociales que pueden
ensombrecer el frescor de las relaciones de pareja, y, sobre todo, 3) la
incertidumbre y falta de confianza en los sentimientos íntimos del otro, así
como dudas sobre su disponibilidad para darse el apoyo mutuo en los
momentos adversos como ocurre en el compromiso de matrimonio.
Ante este cúmulo de perspectivas inciertas y desde el punto de vista
psicológico, que es lo que aquí estamos valorando, parea* adecuado adoptar
una postura de prudencia y de sana espera ante el futuro de estas relaciones.
Esto excluye, tanto el aplauso entusiasta ante los novedosas posibilidades de
este tipo de relaciones, como el anuncio del seguro fracaso de las mismas.
Una precisión para terminar: ne confunda el lector estos "emparejamientos a
efectos parciales" con las "parejas de hecho" cuya única diferencia con el
matrimonio consiste en que no se oficializa-legaliza la unión; de las parejas
de hecho hablaré en el capítulo siguiente.
Al margen de las intuiciones necesariamente vagas y atrevidas de los
autores citados, Rogers, Neuburger y Alborch, hay una afirmación que me
gustaría dejar bien sentada: ¡a soltería no es un "fallo" ni la versión pobre del mundo del
casado. Frente a una visión de la soltería en términos negativos, propongo la
alternativa de entenderla con estatuto propio y como situación plenamente
"normal" y, en consecuencia, con las mismas garantías de éxito que la
experiencia vital del
232
EL l'UTUKO I >lv 1.13S SOLTEROS
casado. No se me* oculta por otra parto que, en este horizonte, queda todo
prácticamente por hacer, por lo que me atrevo a pedir comprensión ante el
programa de desarrollo que propongo a continuación; entiéndase como una
propuesta inicial. Lo que en todo caso no parece razonable es seguir
hablando de los solteros por contraste con los casados y mucho menos en
función de los estereotipos superficiales y obscenos estigmas con que la gente
suele posicionarse ante ol tema de los solteros.
I'¡ desarrollo personal del altero y sris supuestos
Siguiendo el mismo esquema que utilicé para vertebrar las líneas
maestras de un programa de desarrollo para las personasen general (Hernad,
2000), podemos establecer que el crecimiento armónico del soltero se
estructura a partir de dos supuestos principales:
PRIMERO. Todas las personas cuentan con su "yo positivo" y su "yo negativo". Por su
condición de persona adulta, el soltero dispone do una gran cantidad de
energía biológica, física y mental, prácticamente ilimitada y que nadie hasta el
presente ha sido capaz do cuantificar. Tal energía constituye nuestro "yo
positivo" o "héroe", que se manifiesta en la medida on que desarrollamos
nuestra posibilidad de ser cada día más inteligentes, maduros, sensatos,
competentes, confiados, tolerantes, etc. Esto "héroe" se identifica y os
expresión de nuestra sabiduría entendida como actitud que nos impulsa a
vivir de la alegría do sentirnos seres originales y valiosos por sí mismos y con
capacidad para pensar, crear, amar, vivir con esperanza e ilusión y resolver
nuestros conflictos con amplias posibilidades de éxito. El héroe del soltero
goza de ¡as mismas prerrogativas que el del casado.
Paralelamente, el soltero cuenta también con su "vo negativo" o "máscara" de
sí mismo, que es equivalente al conjunto de las desvir- tuaciones o salidas
erróneas que puedo dar a su energía positiva y cuvos frutos son las
subestima do sí mismo o de los demás, la cobar- •
día para cambiar y progresar, la impaciencia, intolerancia, mentira, envidia,
rencor, etc.
233
I.AI’SkOi.lK.ÍADH SOI.II-KO INIKI II MITO Y I A KI-AI II > \|»
Si i.i nik). Principios IHÍSÍIOS yw/jj mejorar nuestro “heiw" 1/ suprimí, nuestra
'mikairn". 1:1 sol loro so encontrará on las mejores condicione, para ol logro
do su paz inloriory roalización porson.il siguiendo i>suK cuatro principios
que lo afectan lo mismo que .1 los casados v al rosto tío las personas:
I". Ln el origen del >tr humano eatd el bien, la paz y <•/ amor. I'n con- secuencia,
debemos enlender que los estados mentales negativos n„ constituyen una
parte intrínseca do la mente sino que son obstáculos transitorios en la
expresión de nuestro estado fundamental de alegría y felicidad; dicho en
otras palabras, nuestra energía original es Unía positiva y sólo por
desvirtuación de la misma incidimos en ol error v la desdicha. Desde esta
perspectiva, el soltero puede hacer suvos estos pensamientos:
"Sai/ un ¡¡unto tic! tnwvrso cargado de energía y tic vida: puedo disfruta/ todos los
días de mi vida irradiando mi energía entre h*s que rodean
"Para ser feliz sólo necesito una cosa: tener conciencia del ser noble v grande que
llevo dentro de mí".
2°. Aceptar nuestras limitaciones y errores es una condición para ser felices. El soltero
debe tener presente que una experiencia, con frecuencia dramática y no fácil
de asumir, es comprobar que el ser que actúa dentro de nosotros mismos
tiene poco de ideal y más bien se muestra como la encarnación de vivencias
negativas, miedos, inseguridades* cobardías, impaciencias, intolerancia,
mentira, agresividad, etc. En tal situación, para ser felices es imprescindible
aceptar nuestro ser real con todas sus debilidades y su carga de negativi -
dad. Muchas personas se avergüenzan de la verdad de lo que son y ante la
dificultad de aceptarse a sí mismas optan por la vía errónea de atribuir la
causa de sus males y desdichas al destino o a la injusticia de quienes les
rodean; es más fácil sentirse víctimas que asumir con hones tidad la verdad
de que la felicidad está en nuestras manos.
' Todas las energías que emplee en ocultar lo negativo que hay en mi la* restaré fwra
crecer como persona*.
234
I I I UTI UODI : 1.05 SOLTEROS
pretendo haca tic mi mundo interior un mundo ideal y perfecto, fracasaré en
el intento y no setc feliz".
"Uniré an uirme .1 mi mitin o [wrque -01/ bueno u Aliarme¡urque soy uiafo e>hi
la tu lilmi sana: .muirme como soy en ivalidad~.
y\ Los demás frenen su "héroe", su ser noble, y también su "máscara", , i ite necesita ¡le
nuesire ontprensión. Todo lo que somos comenzó con el jinoi que oíros nos
ofrecieron, con el regalo de alguien que nos amó tal v como éramos. Una de
las experiencias mas maravillosas de la vida es comprobar que alguien nos
ama con nuestras cualidades y a pesar de nuestros defectos y limitaciones.
Amar y reconocer todo lo positivo que se esconde en los demás, con sus luces
y sombras, es uno ile los medios más poderosos y eficaces que todas las
personas, los solteros incluidos, podemos utilizar para alcanzar la propia
felicidad v la de los otros.
"/.n tu medida ni .'.,r doy ¡nitor y consideración a los demás, disfruto de lo mejor de
mí mismo \> ayudo a los demás a {percibirse como seres valiosos y dignos de amor".
"Una burda excusa jmii negar mi aprecio y amor a los demás es dudarme de que
tienen el derecho a ser imperfectos como uo".
4". Somos seres mltosos y dignos de ser respetados por los demás. Nadie puede ser
feliz si desconoce sus derechos o no sabe defenderlos. Pretender ser felices a
costa de destruir nuestra propia identidad y negando nuestro lado positivo es
un camino sin retorno y condenado al fracaso. Por lo mismo, si queremos ser
felices tendremos que cultivar en alto grado el amor a nosotros mismos, lo
que no impedirá que nos enriquezcamos dando y recibiendo el amor y
aprecio de los demás.
"Proclama en iodo momento tu derecho a cambiar de opinión, sostener posturas
distintas de ia- ajenas, tener secretos y ser libre para dar a conocer o 110 las razones
de tus decisiones y el discurrir de tus sentimientos: estos cambios no afectan al valor
intrínseco de tu persona”.
"En lugar de pensar que para ser feliz tengo necesidades absolutas, debo
convencerme de que prácticamente nada en la vida es absolutamente necesario".
2 3 5
¡ \ INKOl.lX.lA 1)1 I SOI.TEKO: F.NTRF. F.l MITO V I.A Kl Al ll)AI>
A partir de estos cuatro principios, el soltero puedo articular su vida
totalmente convencido de que, al igual que los casados, jK*sec lodo lo necesario
para ser feliz y ello le permitirá ver su soltería desdi* una perspectiva cuyos
horizontes no encontrarán prácticamente limites en la expansión de su
persona. Tal fascinante programa podrá materializarlo el soltero desplegando
estas capacidades:
a) Ejerciendo plenamente el .•uiok, desmaredndost' de cualquier actitud de
egoísmo, iiutod esprecio o envidia.
b) Mostrar su roofR, a trairs del Induljo y su vida profesional, desechando !u
competitividad insana, la agresividad, hi ostentación o fanfarronería y
el e<t res.
c) Viviendo la soltería desde la SFRlMlOAO, libre del retraimiento,, del miedo id
rechazo social, a la soledad y al sufrimiento.
a) El soltero \j sus posibilidades de ejercer plenamente el AMOR
A lo largo de estas páginas hemos hablado repetidamente de las
específicas diferencias de realizarse en el campo del amor los solteros en
contraposición a los casados. También hemos tenido ocasión de recordar que
la diferencia entre los amores de unos y otros es, en principio, sólo de matiz,
pues ambos buscan el mismo objetivo, ser felices y hacer felices a los demás.
Reconociendo que el amor sano y maduro implica la conjunción armónica de
nuestra capacidad de dar con nuestra posibilidad y necesidad de recibir,
nada impide que los solteros disfruten del amor de manera sustancialmente
idéntica a los casados. En ambas situaciones:
- DANDO AMOR sin límites a los demás, nos sentimos útiles, crece la imagen positiva de nosotros
mismos y nuestra autoestima, y esto será siempre gratificante tanto p^ra el casado como para el
soltero. "Dar a cuenta de nada parece algo irracional, pero dar para recibir es una
forma de egoísmo de la que mds o menos pronto me sentiré avergonzado
- RECIBIENDO F.I. AMOR de los demás los solteros y casados enriquecemos nuestro mundo interior y
nos engrandecemos reconociéndonos en calidad de seres limitados necesitados de los demás.
"Cuando recibo amor y comprensión de los demás es insensato preguntarme si me
los merezco, el amor es un regalo que siempre puedo recibir". ■Il
»
236^ _
EL FUTURO DI! I OSSOI.THR05
¡ji (’xju'n'cncm de AMOR en el ¡¡ollero 1/ sirs mnnift'stncioiies
Admitido que la experiencia del amor en los casados y solteros responde
esencialmente a una misma entidad, nada impide que nos detengamos a
resaltar algunas particularidades que muestran cómo los solteros pueden
desarrollar su vocación al amor por derroteros específicamente diferentes a
los del casado. Ahondando en esta línea de pensamiento, vemos que el amor
del soltero puede desarrollarse de acuerdo con el siguiente patrón:
a) Amarse ti sí mismo. El amor a sí mismo, "ámate a ti mismo", es un
mandato bíblico que se asienta en la misma naturaleza de la persona. Por eso,
nunca pecamos de excesivo amor a nosotros cuando nos amamos en calidad
de seres valiosos en sí mismos, cargados de prerrogativas tan decisivas como
la capacidad de amar, decidir, soñar, comunicarnos, trabajar, etc. Amarnos a
nosotros mismos es amar una parte de la creación con entidad propia y
original, como seres irrepetibles e inclonables; nadie sobra ni falta en el
mundo y esto es verdad al margen de que tengamos conciencia de ejlo o nos
lo a*conozcan los demás. De ahí que tratarse bien, cuidando de nuestro
cuerpo y de nuestra mente es, además de un deber, una fuente inagotable de
felicidad. Nadie puede decir sensatamente "ya no puedo amarme más y
mejor, he agotado todas las posibilidades de amarme". Los solteros no tienen
razón alguna para pensar que todo esto no va con ellos.
Los solteros tienen también sobrados motivos para buscar su propia
felicidad por todos los medios honestos a su alcance, lo contrario sería
antinatural, pues es lógico que el amor comience por el amor a nosotros
mismos, dado que somos el más cercano a nosotros mismos. Esta sana actitud
nada tiene que ver con el amor egoísta que excluye a los demás.
Los solteros pueden demostrarse el amor a sí mismos de un modo
fundamental, aceptándose como son en realidad, con sus luces pero sobre
todo con sus sombras, siendo tolerantes consigo mismos y con sus
limitaciones, no maltratándose, perdonándose los propios errores,
237
I AINK Ol.OilAm i.SOni KO I NTKHEI MITOYI ARÍ-AI II)Al»
no castigándose con autoconsignas masoqu islas tales como "me | u merezco",
soy una m...'\ "soy un inútil", "110 sirvo para nada", ' |0 mío es fracasar"...
Nunca nos merecemos tales insultos (!) y, así, nadie por el hecho de ser
soltero "es una m...", ni merece ser despreciólo por nadie aunque, como
todos sabemos, hay quienes carecen di* i., mínima sensibilidad para ejercer
el respeto y el amor a sus semejantes
Una especial forma de amor a sí mismos que los solteros pueden poner
en práctica consiste en dejar de pensar que para ser merecedores del amor de
los demás es imprescindible ser perfecto e ideal, tst.j creencia irracional, las
más de las veces inconsciente, constituye un insulto a la generosidad de los
demás, pues con esta actitud lo único que hacemos es considerarles
incapaces de amarnos tal y como somos, con nuestros defectos y
limitaciones.
I lay varias técnicas que pueden facilitar el ejercicio del verdiultTo amor o
sí mismo:
1J. "Conócete a ti mismo". Este viejo mensaje socrático tiene plena
vigencia en calidad de condición necesaria para otorgarnos el buen trato que
merecemos ejercitar hacia nosotros mismos. Es más, sólo podremos amar a
los demás cuando tenemos claro que merecen el mismo amor que nos
concedemos a nosotros. Este recurso al valor intrínseco de la persona es
imprescindible para evitar el error de valorarnos por lo que dicen los tópicos
que, en el caso de los solteros, son numerosos y los únicos que utiliza el
pensar vulgar y común.
De aquí brota una exigencia: para amamos con todos los valores
positivos que ostentamos, necesitamos conocernos. Te presento un
CUESTIONARIO que suelen proponer los terapeutas a sus clientes:
I / Cuáles son mis cualidades. mis puntos fuertes, aquello de lo que estoy
contento conmigo mismo. ’ 2/ Qué necesito para estar mínimamente satisfecho conmigo mismo.
3/ Cuáles son mis principales debilidades en los diferentes campos de
mi persona (como individuo, profesional, amigo...).
4/ Qué desearía y en qué debería cambiar para eslar contento conmigo
mismo. *>/ Qué estoy dispuesto a hacer para cambiar lo que no me gusta de mí.
fe
. _ ___________________________ ,
II Mil URO ni: I.OSSOl.TIROS
(»/ l’or dónde funtría 1/ detvn'a nimenzui ii ounbúir las tiNb qm* no me gustan
on mí.
7i Comí* podría formular t'l owilw eoiureU' ijue csfi>y dispuesto <1 hacei par.i
que lo entendiera un niño de diez años.
Aplicándonos este cuestionario, nos facilitamos adoptar una pos tura
coherente con respeto al conjunto de valores positivos que poseemos.
Comprobaremos también que no somos perfectos pero, al mismo tiempo, que
nada impide tratarnos con indulgencia v que siempre tenemos ocasión de
conquistar nuevas cotas de desarrollo personal, lo que redundará en
satisfacción íntima y reconocimiento de los demás.
2\ Entre los remedios fmra no incurrir en ln falta de amor a $¡ mismo y en el
autodesyrecio, los solteros pueden atenerse a la siguiente norma "Nunca me
consideraré enemigo de mí mismo". Los especialistas en salud mental piensan
que la condición para no bloquear el propio desarrollo personal conlleva la
exigencia de saber perdonarse, no echarse constantemente en cara los
pequeños fallos que todos cometemos, ser indulgentes con nosotros mismos.
Cuando nos-apartamos de este criterio, lo único que hacemos es instalarnos
en un clima de descontento interior, lo que resta energías a nuestras posibi lid
ades de crecer. En este horizonte, los solteros no debieran preocuparse por no
reproducir en sus vidas las mismas manifestaciones de amor del casado, pues
no hay razones objetivas para pensar que el modelo del casado es el mejor
para el soltero; igualmente pienso que se equivocan los solteros cuando se
dejan llevar por el complejo de que su forma de amar es menos valiosa y
digna por el mero hecho de ser diferente en sus manifestaciones del amor del
casado. Cuando se deja de lado este criterio, el soltero se convierte en esclavo
de los modelos ajenos y se priva de la fórmula correcta y equilibrada que le
permitirá realizar su verdadera vocación al amor. Por lo dicho se compren de
que la preocupación sana del soltero es preguntarse todos los días cómo
puede, desde su situación, ejercitar de la forma mejor sus mani festaciones de
amor; si así lo hace comprobará que nunca encontrará límites a las formas
más creativas y gozosas de amar.
fe
239
I .A i ’su.m.cK.ÍA I> I : I sol nun I-NI IÍ I-ü l .MlIXn i A KI ANDAD
10 Amar a /os demás. El amor a los demás so manifiesta en tres niveles: l)
la tolerancia con la parte de los demás que no nos gusta, 2) la amistad, que
consiste en buscar desinteresadamente el amor del otro sin egoísmo y sin
envidia, siendo con los demás sinceros, serví, cíales, respetando sus
opiniones y sentimientos, buscando su felicidad. La amistad nos lleva a
compartir generosamente con los demás nuestras riquezas materiales V
espirituales, a prestarles ayuda, consuelo, cariño. Por último, podemos amar
a los demás ofreciéndoles 3) nuestro amor incondicional que supone, entre otros
gestos nobles, aceptar su amor sin exigirles que nos amen como a nosotros
nos gustaría, recibiendo de ellos cualquier muestra de reconocimiento y amor
por imperfecta que ella sea, no teniendo miedo cuando bus cando su propio
amor -al que tienen la obligación de atender- nos dejan solos; cuando
amamos a los otros de este modo podemos estar seguros de que les amamos
de verdad y sin condiciones.
Ninguno de estos amores está excluido en la vida del soltero sino todo lo
contrario. Por su situación personal, el amor del soltero go/a de todas las
cualidades para ser un amor plenamente generoso y libre de cualquier
particularismo alicorto. Y así 1) puede ser tolerante con sus padres,
familiares y amigos, que con frecuencia se sienten incómodos o molestos a
causa de su estado, 2) prestando servicios que otros hijos no suelen prestar a
sus padres o amigos, 3) mostrándose comprensivos con la sociedad que
tiende a motejarlos con todo tipo de estigmas V estereotipos, tachándoles de
egoístas, libertinos, etc., 4) dedicándose al bien común dentro del trabajo y
con su contribución al erario público, alistándose en algún grupo de atención
y servicio a los demás (ONGs, obras de beneficencia, de servicio social, etc.).
La capacidad del soltero para ejercer este conjunto de "amores" a los demás
no tiene fronteras (!). 1
El soltero y la envidia
La envidia es una de las conductas del ser humano mas radicalmente
opuestas al amor. Los solteros tienen un gran campo para desarrollar su
capacidad de amar evitando incurrir en la conducta del
El. FUTURO DE LOS SOLTEROS
envidioso, (.'on frecuencia, he podido observar que cuando los solteros hablan
de los casados o éstos de aquéllos tienden a poner el acento on destacar los
"especiales beneficios" que acompañan la situación del otro en contraposición
a las carencias del propio estado o situación. Todo lleva a pensar que esta
forma de proceder equivale a una cierta forma de envidia camuflada de falso
masoquismo con el que se aparenta minusvalorar lo propio a costa de
exagerar las bondades que acompañan la situación del otro; la realidad es que
cuando se comparan serenamente el matrimonio con la soltería, ambos
estados tienen sus importantes y respectivas luces y sombras. Y, en esta pers -
pectiva, es falso afirmar que la soltería representa sólo y básicamen te el
"fracaso" de alguien que ha conseguido encontrar pareja y formar una familia,
pues es claro que es también una elección-aceptación que conlleva como
posibilidad todo un programa de positiva realización personal para el soltero.
Vistas así las cosas, el soltero puede ejercitarse en vivir con alegría todos los
logros que tanto familia res (hermanos principalmente), amigos y conocidos
han conseguido en sus vidas y compartirlos con ellos, dejando de lado
cualquier asomo de envidia que le impida disfrutar de los triunfos de los
demás. Procediendo así, el soltero demostrará no sólo que es inteligente sino
que sabe amarse disfrutando de la felicidad que nace de participar de la
alegría de los demás (Bemad, 2000, 231-240).
El test del amor maduro y el soltero
Lo mismo los solteros que los casados saben por experiencia la
importancia del amor en sus vidas y seguramente han conocido también las
dificultades para alcanzar el grado de madurez necesario para disfrutar
plenamente de él. ¿Por qué resulta tan difícil amar bien, lograr que el
sentimiento del amor nos llene? Los especialistas en psicología de los
sentimientos reconocen que ésta es una de las preguntas sobre la conducta
humana más complicadas de responder. Sin embargo y a pesar de la
dificultad para explicar por qué nos detenemos en el proceso de maduración
del amor, sí contamos con algunas claves o directrices que facilitan el
aprendizaje para el disfrute del
241
I.A PSICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
.;»w maduro; el logro fundamental de esla modalidad de amor consiste en
hacer propia ln complicada ecuación que regula la armonio entre d i.-'-AZÓn 1/ la cabeza
(Richo, 1998).
Quiero proponer al lector este decálogo de directrices que le ayu daran a
desarrollar plenamente su capacidad de amar (Bernad, 2(XX)):
l'\ Intenta aceptar que tal vez nunca sientas que estás recibiendo o has
recibido totalmente la atención que buscas y esperas de los demás.
2a. Procura ajustar los límites de lo que te dan los demás con lo que das
tú a ellos.
3‘. Valora tu integridad y acepta decir "no" y quedarte Milu en
cualquier ocasión en que los demás olviden que deben respetar tus
derechos.
-r. Sé capaz de cuidarte y quererte por encima del cuidado y amor que
te ofrezcan los demás.
5\ Da sin exigir agradecimiento, aunque siempre puedes pedir lo y
recibirlo.
6J. Entiende que en la medida en que los demás te conozcan te amarán
simplemente por el hecho de ser humano como ellos.
7*. Piensa que cuando los demás no te dan el amor que esperabas de
ellos, más que a su egoísmo y maldad debes atribuir tal conducta a
que no han descubierto la grandeza del amor que ellos mismos se
merecen y necesitan.
S\ Piensa que arrastrarte hasta 'vender tu alma a los demás' para
recibir su amor y aprobación es una forma muy eficaz de impedir tu
desarrollo y el suyo.
9*. Acepta como normal comprobar que no siempre das la talla a la
hora de mostrarte generoso y comprensivo con los demás.
10a. Confía en tu capacidad para amarte a ti mismo y a los demás tal
como eres y son ellos en cada momento y en cualquier cir-
cunstancia.
I-I. FUTURO ni; LOS SOLTLRC >s
\t)El ejercicio del PODLR en el soltero y sus moni/estaciones
En todas las culturas, ol poder va asociado a la divinidad di* la que es su
principal prorrogativa. En cuanto imagen do "dios", el hombro manifiesta el
poder en tros dimensiones o significados: 1) como medio para superar la
propia indigencia, 2) como expresión de su capacidad creadora, y 3) modo de
estar junto a aquellos que necesitan ayuda para crecer. Desde esta triplo
perspectiva, el soltero lo mismo que el casado disfruta de amplios poderes o
posibilidades en todos los ámbitos con vistas a la plena expansión do su
persona. Por desgracia, las personas disponemos también de una gran
capacidad para ejercitar el poder en sentido negativo y bajo las más sibilinas
formas do agresividad y de estrés. Voy a dedicar mis siguientes reflexiones a
mostrar tanto las conductas positivas como negativas que, en el terreno del
poder, pueden aparecer en la vida del soltero.
] ’. La plena realización de sí mismo. Una profunda alegría en la vida es
comprobar que cada día que pasa podemos ser más, descubrir algo de
nuestro interior, experimentar que nos sentimos dueños do nuestros
pensamientos y sentimientos, que podemos mostramos más inteligentes,
nobles, sensatos, afectuosos y comprensivos con nosotros mismos y con los
demás. Igualmente, podemos crecer en la conciencia de que somos una parte
viva del universo, con unas posibilidades de crecer prácticamente ilimitadas
y que desarrollando lo que llevamos dentro de nosotros mismos contribuimos
a que esa parte del mundo, la nuestra, brille con más esplendor; sólo por oso
moroco la pena vivir.
Por lo que se refiere a nuestra dotación corporal, los solteros disponen como
el resto de los humanos de cinco sentidos con los que pueden disfrutar de un
sinnúmero de experiencias y realidades (movimientos, gestos, palabras,
sonidos, colores, la naturaleza en toda su polifacética variedad, etc.); pueden
agruparse con personas que han descubierto este bagaje de cualidades y
saben encaminarlas sanamente hacia su despliegue armónico a través de
programas de entretenimiento y disfrute de los sentidos (música, encuentros
esporádi-
243
LA PSICOLOGÍA DLI.SOLIÜRO. I-NTKK KL MI IO Y LA Kl Al HMD
eos, viajes, etc.). Olvidarse de sacar partido de esta posibilidad supo, ne una
gran torpeza por parte del soltero.
En el plano espiritual, el poder del soltero se puede manifestar dando
cancha a su creatividad y perfeccionamiento en el cultivo personal, en el
trabajo, participando en programas de atención hacia quienes están
esperando algo de amor para sentirse bien y seres valiosos. Qué agradable
me resultó oír de labios de un soltero de 42 años que me contaba en cierta
ocasión:
' Cumulo nte levanto dedico unos minuto* a pensar en la> personas que me
encontraré a lo higo de la jornada: ine fascina pensar que ¡uniré contribuir a .¡ne se
sientan más felices y nuis dignos de mi aprecio, todo esto me lo imagino y me lo digo n
mí misino mientras me aseo y desayuno. Tengo la impresión de que, cuando les
saludo al llegar al trabajo, estreno algo, una parte de *ni ¡vrsona que aún no he
utilizado nunca. Me gustan estos sentimientos 1/ disfruto compartiendo el sentido de
fraternidad con todo lo que me rodea".
2". F.l soltero y la agresividad. En la cultura occidental está firmemente
arraigada la idea de que el comportamiento humano es con- génitamente
agresivo. Hobbes defendió a ultranza esta idea (homo homini lupus, el hombre es
lobo para el hombre) y Freud sostenía que la inclinación hacia la agresión es
una disposición original e instintiva que se sustenta a sí misma, lo que le
llevó a admitir la existencia de un "instinto de muerte" (zdnatos") tan fuerte
como el "instinto de amor" (eros). Identificados con estos principios, que
muchos consideramos falsos, muchas personas ven su vida como un campo
de batalla. He aquí algunas posibles manifestaciones de la batalla protago-
nizada por los solteros.
a) Ll desprecio de sí mismo. Frecuentemente he entrevistado a solteros cuyo
discurso ha terminado en expresiones tales como "me lo merezco" o
"me he convencido de que no valgo para el matrimonio". Cuando uno
indaga qué hay detrás de tan evidentes manifestaciones de profundo
masoquismo (maltrato a sí mismo), se deduce que el soltero
contertulio de tumo confunde su eventual "fracaso" en el terreno del
amor con la totalidad de su persona, "nací para el fracaso, soy incapaz
de amar", "no quie-
!
El. I-I I URO DI: I OS SOLTEROS
ro más fracasos en mi vida". Frente a tal pesimismo, cabe otra visión
muy diferente de la vida: "lo que soy es tan bello, grande y noble que
me sobran motivos para estar convencido de que lo que me ofrece la
vida es más que suficiente y me sobra para disfrutar de ella". Cuando
la persona se ejercita en esta actitud positiva de la vida, comprueba
que realmente cada instante equivale a un espectáculo de lo
inesperado, a cierto estreno de lo nunca vivido.
b) Lo conipetilividad. Ciertos estudios sugieren que el soltero está
especialmente propenso a relacionarse con los demás en el plano
competitivo más que en el cooperativo, igualitario o de cont-
plementación. Y esto sucede porque, a diferencia de lo que ocurre en
la vida cotidiana del casado, en la red habitual de las relaciones del
soltero apenas hay nadie que le esté demandando amor gratuito, no
tiene a su lado una mujer/marido cuya actitud fundamental se define
a modo de esperanza de recibir todo a cambio de nada. Frente a un
mundo dominado por la gratui- dad, la vida del soltero se
desenvuelve en una matriz en la que estar por encima de los demás,
ser el primero, es un objetivo primordial y casi necesario, pues junto al
soltero apenas hay nadie que sólo le pida algo a cuenta de nada, ser
objeto de la donación totalmente desinteresada y, paralelamente,
tampoco suele contar con alguien que le dé amor al margen de sus
merecimientos. Me recordado al lector algunos de los sentimientos
que me expresaba un íntimo amigo meses antes de suicidarse. Pues
bien, este mismo amigo me decía en otra ocasión:
"Una de las cosas que mis echo de menos es que apenas tengo nadie a mi lado yara
celebrar mis importantes triunfos profesionales (mis libros, mis videos). Todo lo
contrario, he sabido que algunos compañeros me envidian".
3o. El soltero \j el estrés. A primera vista, la vida del soltero tendría que estar
dominada por un plus de tranquilidad ya que se encuentra libre de las
obligaciones familiares, pero frecuentemente ocurre lo contrario, lo que no es
difícil entender si se tiene en cuenta que el escenario de la vida del soltero se
desarrolla en un horizonte que se
245
I \ l’SIC O l c X ; i A |)FI.SOLTERO PNTRü I I MI IO Y LA REALIDAD
alimenta principalmente de la búsqueda del éxito, la conquista, los desafíos
profesionales v todo elle» desde la más pura individualidad I I soltero apenas
tiene nadie a su lado que le valore por sí mismo y sin necesidad de mostrarse
triunfador. Por ello no es de extrañar que muchos solteros hagan suyo el lema
"seré afortunado y amado en la medida en que me muestre triunfador; me
aterra enfrentarme a la vaciedad del fracaso" -se entiende, visto por los
demás-.
F.l estrés del soltero es la consecuencia directa de vivir instalado en ln
ntcnlira de sí mismo, que le lleva compulsivamente a ocuparse de crear una
imagen ideal de sí, aquélla con la que se presentará a los demás y la única
con que espera ser reconocido y aceptado por ellos Esta situación le condena
a vivir encadenado a sus acciones sobresalientes ya que en ellas encuentra su
justificación vital, lo contrario le llevaría a sentirse insignificante y a no
merecer el aplauso social, lo que le dejaría ante la soledad más espantosa.
Para que resulte más complicada su posición y dado que a nadie le gusta
vivir con quien vive obsesionado por alcanzar prestigio y de sus triunfos, los
demás se apartan de él, lo que nuevamente le conduce a la soledad (Blay,
1990).
Los remedios contra el estrés y contra el trabajo alienante son tan
conocidos como poco practicados en nuestra sociedad; de este tema me ocupé
ampliamente en una obra mía anterior, por lo que aquí me limitaré a resumir
para el lector algunas reflexiones principales (Ber- nad, 2000, p. 200ss). Para
comenzar, diré que hoy nadie en sus cabales pone en duda que el trabajo
dignifica al hombre puesto que es expresión de su creatividad y equivale a la
expansión de sus capacidades personales; negarlo supondría vaciar la
conciencia de todos aquellos que consiguen hacer del trabajo una experiencia
noble y feliz. Tampoco se trata de subestimar la dimensión económica del tra -
bajo en cuanto medio honrado de ganar dinero, gozar de comodidades,
adquirir bienes, viajar, cultivar el hobby preferido, etc. El problema surge
cuando el trabajo y la vida se desgajan hasta tal punto que constituyen
dimensiones yuxtapuestas y contradictorias dentro de la propia existencia, en
vez de armonizarse y complementarse entre sí. Por otra parte y contra
quienes piensan que la armonía entre vida y
fe
EL FUTUR() I JE IX>S SOLTEROS
trabajo es un objetivo inalcanzable, otros están convencidos de qm* dicha
meta es perfectamente realizable si se respetan determinadas condiciones
(Rodríguez Delgado, 1999; Blay, 1990). Hablando de éstas, podemos
mencionar las siguientes:
a) Amar lo que /tacaños. La experiencia nos dice que cualquier trabajo por
sencillo que sea puede dar pie para configurarlo con la impronta
personal y convertirlo en una actividad creativa, con tintes de
originalidad hasta hacerlo "algo nuestro". Está comprobado que las
personas que aman su trabajo dejan siempre algún rastro personal en
él.
b) Guiarse por lo vocacional. Un buen punto de partida en la vida de todo
trabajador es gastar energías y entusiasmo para conseguir el trabajo
que responde a la vocación personal; los solteros tienen en este
aspecto muchas más facilidades que los casados por su especial
estatuto de mayor libertad para cambiar de ocupación. En cualquier
caso, es difícil encontrar un empleo que no dé de sí para proponerse
como objetivo profesional la realización personal -sentirse útil- y
servir a los demás, que es al fin y al cabo la sustancia y el verdadero
sentido del trabajo.
c) ¡erarqu'.zar los objetiivs del trabajo. Esta directriz nos dice que entre los fines
lucrativos del trabajo y el gusto por hacer lo que a uno le gusta, lo
segundo es antes que lo primero, que vendrá por añadidura. Por otra
parte, en la sociedad actual, dominada por ritmos acelerados de
constante transformación, hay que estar dispuesto a cambiar de
trabajo, asumir que entrar en el campo laboral es un proceso que se
repetirá obligatoriamente a lo largo de la vida profesional; de algún
modo, hoy siempre estamos comenzando nuevos trabajos y, por ello,
hay que despedirse de las elecciones profesionales válidas para toda
la vida. Esto puede provocar estrés pero también es ocasión para
hacer del trabajo un campo de constante creatividad y descubrir
nuevos horizontes laborales, algo desconocido para nues tros
antepasados.
247
l.A PSICOLOGÍA DF.LSOLTERO: F.NTRF. F.l. MI IO V LA REALIDAD
d) Motivación profundo del trabajo: el amor y servicio a ¡os druida Todos los
sinsabores y cansancios que conlleva el trabajo quedan compensados
cuando se trabaja por amor a uno mismo v a los demás. Otros motivos
tales como alcanzar la fama, celebridad o reconocimiento ajeno suelen
acabar en el vacío y en H fracaso. Si no fuera así, resultaría
inexplicable el hecho frecuente de que muchos "triunfadores" acaben
en el tedio y lo más espantosa soledad.
c) Ct ejercicio de la SERENIDAD en ln inda del soltero
La serenidad constituye una experiencia gozosa que resulta de percibir
en estado de equilibrio los diversos aspectos o componentes de la vida
personal y se traduce en el sentimiento de contemplar l«i propia vida en orden
-saber a qué atenerse, orientada -saber lo que se quiere- y controlada -sentir que
nada de lo que verdaderamente importa en ella escapa a nuestro dominio y
control. Es sabido que los solteros, a diferencia de los casados, se mueven en
un marco de experiencia vital donde prácticamente todo está por definir; esto
provoca cierta dificultad para percibir la identidad personal en todo lo que
respecta a su dinámica y objetivos vitales. Una soltera de 33 años reflejaba tal
dificultad con estas palabras:
“Te levantas y nadie te dice ¡o que puedes desayunar, nadie te invita a
acompañarle en sus gustos, nadie le dice lo que puedes hacer el/in de sen lona. F.sto
me da la sen&tción de encontrarme perdida en un mundo en el que todo y nada es
siempre posible, porque nadie te pide nada".
La búsqueda de la serenidad: sus falsas salidas
Los solteros están especialmente expuestos ?. buscar la serenidad por
falsos derroteros. Comento seguidamente algunos de ellos.
a) Ll retraimiento o aislamiento social. El retraimiento es un intento de alcanzar
la tranquilidad y la seguridad personal mediante el distanciamiento
de todas las circunstancias y personas que nos abocan a situaciones en
que nos podemos encontrar con lo
EL IUTURO DE I.OS SOLTEROS
desconocido, lo nuevo o simplemente diferente. Bastantes sol teros
confiesan que buscan afanosamente que* nadie se cruce en el camino
pidiéndoles dar respuesta a algo que "no es propiamente suyo" u
optan por apartarse de aquéllos que les exigen cierto esfuerzo de
adaptación a los gustos y deseos ajenos. ¿De dónde nace esta
tendencia al retraimiento? Los especialistas de la personalidad aluden
a varias causas:
- Una primera causa es la actitud excesivamente perfeccionista con relación a
los demás que nos lleva a apartamos de quienes pueden hacernos
pasar por la vergüenza de ser rechazados por lo poco que nos
creemos ser o valer. Casi siempre nos equivocamos, pues
generalmente los demás se sienten tan imperfectos como nosotros y
necesitan que les amemos lo mismo que a nosotros mismos, con sus
imperfecciones y limitaciones.
- El retraimiento se basa también en el miedo al compromiso con los otros,
una característica muy propia del soltero. El retraído piensa que
cuando recibe algún bien de los demás, su libertad queda
comprometida sin ocurrírsele, por ejemplo, que lo que le dan los
demás es fruto de su generosidad. Algunos solteros dan por sentado
que la generosidad de los otros conlleva el tener que soportar la
carga de "sentir que debemos algo" a trueque de recibirlo, lo cual es
falso en la medida en que nos instalamos en el campo del amor
(Richo, 1998).
- El retraimiento procede frecuentemente del miedo ai diálogo con los
demás, partiendo de la base de que las personas somos demasiado complejas,
inesperadas o peligrosas y, en consecuencia, una fuente de conflictos
prácticamente imposibles de resolver. Es cierto que todos somos
complicados -sólo en las novelas rosa ocurren las cosas a pedir de
boca-, pero se equivoca el retraído cuando piensa que el contacto
con los demás equivale al sacrificio total de uno mismo, más bien es
lo contrario, que los demás contribuyen a completarnos con aquello
de lo que carecemos.
249
I.A PSICOLOGÍA DliLSOLTERO: l-'NTKl I I. MITO Y I A Kl -ALUJAD
- La vergüenza de depender de los demás es, frecuentemente, | tl base del
retraimiento. Los retraídos tienden a pensar que la dependencia es
señal de l.i propia debilidad o de infantilismo y esto les repugna.
Creen también que vivir encerrados en sí mismos es siempre más
fácil y llevadero que soportar las incomodidades de vivir con los
demás, lo cual y como dice la experiencia es casi siempre falso.
b) La perturbación de la serenidad por la fe excesiva en el bienestar de /,; sociedad
tecnificada. Una sociedad como la nuestra facilita el sentimiento de
autosuficiencia, pues permite tener cubiertas las necesidades básicas
de alimento, cuidado de la salud, la imprescindible compañía (a través
de la TV nos entra el mundo entero en casa); aparentemente tal mundo
tecnificado es la solución ideal para las personas que olvidan su
dimensión social.
Uim soliera ¡le 42 míos me decía: "Afrenas entro en casa pongo la radio o la
TV, la tengo en la cocina, en el salón 1/ en el dormitorio. I's una numera de 110
estar sola. Pero con frecuencia, me canso de pensar sólo en función de los demás y
me dedico a escuchar mis pensamientos o rumiar algún sentimiento vivido en el
trabajo".
El caso de esta soltera pone de manifiesto las consecuencias negativas
a que puede dar lugar la conexión ininterrumpida con el mundo
exterior, tanto más cuando tal contacto es sólo superficial. En tal caso,
se pierde la conexión radical con uno mismo, lo que impide disponer
de marcos de referencia y de contraste de las propias ideas y
sentimientos en cuanto distintos de los de los demás. Lowen (1993) ha
identificado este sentimiento con el fenómeno patológico del
"extrañamiento", una experiencia de soledad radical, que es fruto de la
falta de aquellos estímulos internos que nos permiten sentirnos
orientados en la propia vida.
c) La serenidad y el miedo al cambio. Cualquier cambio que nos afecta implica
entrar en la esfera de lo desconocido, tener que afrontar y aprender
nuevos esquemas de conducta y, también,
2 5 9
EL FUTURO DE LOS SOLTEROS
nuevas posibilidades de equivocarnos. La convivencia en pareja, en
particular, exige constantes adaptaciones y cambios tanto para
satisfacer las necesidades únicas de la otra parte (cambios de ánimo,
de gustos o preferencias, de salud, etc.) como para que el otro se
adapte a las nuestras (Branden. 1995). Esta exigencia resulta
demasiado pesada para personas poco decididas. Así me lo comentaba
un soltero de 35 añi>s:
"Nunca he dejado de sentir algún deseo de casarme. pero cuando he y,-tinado
(fue no tengo derecho a exigir a una mujer que se adapte a m¡> ./iSims y mis
vaivenes, me he echado a atrás En cierta ocasión tuve relacu»:es ron uní3 mujer
durante casi un año: comprobé que nunca era la misma cada día me encontraba
con una mujer distinta. No tuve coraje ;w»,j modarme a tanto cambio y la dejé.
Después he visto que, para bien u futra mal. es más fácil entenderme a mí mismo:
lo prefiero a }>esar de que ,on frecuencia me encuentro muy solo y no me entiendo
del todo a mí mismo".
c) El miedo al sufrimiento. La verdad de que "una alegría compartida es doble
alegría, y un dolor compartido es medio dolor" es una expresión muy
certera del conjunto de experiencias que nos acompañan y tejen
nuestra vida; así mismo, la sabiduría popular ha sabido descubrir muy
bien los extremos del continuo que se muestra entre el gozar y el
sufrir. Aunque lodos necesitamos compartir nuestras alegrías, es obvio
que necesitamos mucho más estar acompañados en el sufrimiento, la
tristeza y la soledad. Entre los sufrimientos concomitantes con la vida
de todo ser humano está la enfermedad, la veje/ y la muerte. Es raro el
soltero de cierta edad -a partir de los cuarenta años- que no exprese
cierto temor a eslar solo en estas muestras de la debilidad y limitación
humana. Asi me lo expresaba un jubilado recogido desde hace cinco
años en una residencia de la tercera edad:
~Hasta que cumplí los 45 años me bastaba a mí mismo, luego me cuse pero
perdí la mujer al año y desde entonces me siento solo y triste, rsjf- cialmente
cuando estoy enfermo. Ahora que tengo 65 años, me gustaría tener a mi lado
alguien que me demuestre que me quiere verdaderamente
251
LA PSICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y I.A REALIDAD
y me cuide con tunar. Pienso también en mi vejez, cua/ulo lodo lo que me quede de
l/i vida cu esta residencia sea sólo una foto de ¡a familia en la mesita de noche. Coda
vez que pienso en ello sien lo cierta tristeza y no sé cómo podré sojwrtar, si
¡lego, mi ancianidad y esto ¡o digo ahora cuando me risita mi hijo u sé que esití
bien y hace lo que tiene que hacer, cuidar de sus hijos, los dos nietos que tengo".
Cómo evitar el retraimiento en todas su manifestaciones
Cometería una falta do atención con el lector no proponerle aquí algunas
directrices para afrontar el error del retraimiento y ayudarle a convivir con las
limitaciones y sinsabores que todos, tanto solteros como casados, estamos
expuestos a experimentar a lo largo do nuestra vida y especialmente en la
última parte de ella.
a) Para superar la actitud de retraimiento. Nos ayudará a libramos del
retraimiento el pensar que nunca careceremos de ¡os suficientes motivos para mantener la
dignidad de nuestra persona al margen y por encima del reconocimiento de los
demás y ello a pesar de que no seamos un dechado de perfección. El valor de
la persona radica en su capacidad para pensar, amar, aceptar la vida,
comunicarse, estar con los demás..., estas prerrogativas las podemos mantener
hasta el último instante de nuestra vida. No se trata, por tanto, de "comprar" a
los demás para que otorguen valor a nuestra vida, el valor de ésta está
asegurado por el hecho de ser personas con su propia e irrepetible his toria, su
propia conciencia, voluntad, imaginación y demás prerrogativas de la mente.
Estar con nosotros mismos es estar con una parte valiosa de la creación y, en
este sentido, somos en medida suficiente dignos do amarnos a nosotros
mismos; lo que nos viene de los demás es por añadidura y a modo de
complemento no necesario. Dejándonos llevar por estos pensamientos y
sentimientos, difícilmente incurriremos en la enfermedad que se llama
"victimismo" y que consiste en encerramos en el círculo vicioso e insano do
valorarnos sólo en función y en la medida en que el mundo exterior nos
valora y nos reconoce. Para alimentar la imagen positiva de nosotros mismos,
los terapeutas proponen las siguientes sugerencias y prácticas (Richo, 1999):
EL FUTURO DE LOS SOLTEROS
- Seleccionar aquellas decisiones que nos llevan a sentirnos bien con
nosotros mismos, aunque no se correspondan con el gusto
o criterio de los demás. Esta es la norma por la que se rigen las
personas maduras y la condición para gozar de buena salud mental.
"F.s imfwtible dar gusto a todo el mundo, jwro puedo cometer la gran torpeza de
morir en el intento".
"Arrastrarme hasta vender mi alma a los demás para recibir su aprobación y
simpatía es una forma muy sutil de egoísmo que me impedirá ser feliz".
- Dejarnos aconsejar por personas que consideramos íntegras y merecen
nuestra confianza; luego tomar las propias decisiones guiándonos por
nuestros propios valores.
"Siempre que tomo decisiones con sensatez, estoy disfrutando de algo que no
tiene el más perfecto de los robots: vivir sintiendo que soy libre y dueño de mí
mismo".
- Pensar que, con frecuencia, los demás nos rechazan no por nuestra
falta de valía, sino porque con los valores que encarnamos en nuestra
persona les estamos recordando sus limitaciones y su falta de
madurez para aceptarse como son. Por eso, si somos asertivos y
practicamos el respeto y amor hacia nosotros mismos, prácticamente
siempre preferiremos estar con nosotros mismos antes que estar bien
con aquéllos que nos tratan con frialdad o no nos muestran su aprecio
llevados por una actitud de hipocresía con la que pretenden disimular
la poca estima de sí mismos.
b) Afrontamiento del miedo al cambio. Para luchar contra las resistencias a los
cambios exigidos para nuestro propio desarrollo personal, puede resultar
eficaz el uso de algunas técnicas cuya utilidad está sobradamente probada.
Una de ellas es la denominada "jugar al riesgo medido".
- Hablamos de "juego" porque uno se expone por propia voluntad y
como puro experimento personal a situaciones que conllevan cierto
riesgo.
253
I AINKOIIK.ÍADI I SOI II KO INIKI I I MIK M I A Kl Al II),Mi
"Kiosgo medido" en cuanto que so trata «.lo dar pequeños pas,, s
adelante, previamente programados y, a la visla de lo que r,. M|| ta.
echar marcha atrás en caso de fracaso. Si se toma esta r«-^| como
norma de conducta, suele producirse el "efecto pigm., lión" o profecía
que so aimple a sí misma: cuainlo nos pn.p,, nenios metas nuevas y, a
la voz, ajustadas a nuestras posibilid.i. des. nos situamos en las
mejores condiciones de conseguirlos \ no sufrir la desagradable
experiencia del fracaso. Comprenda remos al mismo tiempo la
flagrante torpe/a que supone renun- ciar a los posibles
desaibrimientos y satisfacciones que com porta ol crecer diariamente
en los distintos campos de la Mda.
c) Afnvilamiaito del miedo al sufrimiento. La vida del soltero, como la del
casado, está sometida al dolor y al sufrimiento, dado que son realidades que
afectan a todos los humanos. Pensar lo contrario, qui la vida equivale a un
conjunto ininterrumpido do placeres, alegrías \ felicidad, sólo conduce a
padecer mayores niveles de sufrimiento. Nada tiene de innoble que
intentemos vencerlo y aliviarlo por los medios razonables a nuestro alcance,
la medicina, la ayuda psicológica o distrayéndonos con otras ocupaciones,
pero a la postre ninguna medida resultará eficaz si adoptamos la actitud de
rechazar radicalmente ol sufrimiento como hecho absurdo que no debiera
existir, una anomalía o violación de nuestro derecho inalienable a la felici -
dad. De poco servirá, por otro lado, rebelarse contra el sufrimiento
intentando suprimirlo con pseudorremedios, como proyectándolo en forma
de culpa hacia los otros o aliviándolo con salidas aberrantes -drogas
principalmente-, pues estas medidas sólo servirán para ocultarlo
momentáneamente y facilitar su posterior aparición con más virulencia y
gravedad. ,
“Mientras veamos el sufrimiento como un estado antinatural, una a udición
anormal que tememos y rechazamos, nunca lograremos desarraigar sus causas y
llevar una vida feliz" (Dalai Lama).
Por lo dicho se desprende que el modo más adecuado de actuar fronte al
dolor pasa por hacer nuestros estos criterios básicos:
254
!
I I . I I lUKODti LOS SOI ri:iíOS
l-.l dolor os un componente esenci.il y necesario en toda vida humana
y, por tanto, la única postura racional ante él os su aceptación. En la
medida en que reconocemos nuestra capacidad para esta aceptación, nos
libramos ya en parte del dolor y, en cierta medida, también lo
superamos (Dalai Lama, 1999). Los creyentes, por su parte, saben que
el dolores una realidad providencial que sobrepasa la comprensión
humana, por lo que no procede caer en ol autoengaño de "exigir" la
exclusión do cualquier sufrimiento y dolor en nuestra vida (Blay,
1990).
L'l mejor modo do hacer llevadero ol dolor es acoparlo e incorporarlo
como un componente natural más de nuestra existencia. lista actitud nos
libra dol desamparo y la tensión que implica vivir guiados por el
rechazo y la rebeldía y, por el contrario, nos ayuda a convivir con la
"verdad dolorosa" de nuestra existencia. Hilo no quita que hagamos
todo lo posible para evitar el sufrimiento por todos los medios a nuestro
alcance y si, después do adoptarlos, el dolor se apodera de nosotros, lo
mejor es aceptarlo "disfrutando" en tal caso de saber sintonizar con las
leyes do la naturaleza, que son siempre superiores a nosotros mis mos.
Cion frecuencia nos atormentamos más de la cuenta pensando sin
fundamento que no disponemos do la capacidad suficiente para
afrontar los males que nos afectan en el presento o los muchos que
puedan sobrevenirnos en el futuro. A este respecto resulta elocuente
esta observación de Caballero (1992):
"El 40 ¡>or ciento de las co¡>as que nos preocupan jamás sucederán, el 30 por
ciento siguiente gira en tomo a l¡>> consecuencias Je antiguas decisiones que no se
pueden alterar, e¡ 12 por ciento tiene que ¡w con críticas y comentarios Je otros
sobre nuestra persona, el 10 por ciento solne la salud u estado de ánimo -que
empeora con nuestras preocupaciones-y sólo el S por ciento de las preocupaciones
se refiere a prcblentas reales de la vida a los que merece la pena hacer frente". En
consecuencia -añado por mi cuenta- nuestro "horno sapiens" que
dicen que somos sólo se ocupa del 8 por ciento de preocupaciones
sanas; lo demás es pérdida de tiempo y de energía, expresión de
nuestro "homo nccius".
255
>Hx•(\I>M. SOLTERO: l:NTKI ; . EL M1TOV LA Kl Al IDAO
• . final 011 el que oí sufrimiento puctie ser parcialmente maní.
, ^iijh'nulo por los seres humanos os ol reconocimiento de . • • vncia > do
nuestra afección constante por ól y, por el con. no aceptar el dolor como parte do
nuestra experiencia
• . equivale «i comenzar a sufrir, lo que ocurrirá sivmpie
lleguemos a aceptar que ol sufrir y ol gozar son viven-
• jamadas a coo istir en plano de igualdad en nuestras vidas
I' trices básicas para un programa de desarrollo pleno del soltero
:• del soltero hay cabida para la ilusión, la esperanza y la : -,11'-
acompañan el éxito en toda aventura personal. Lo con- .jr, quienes ven a los
solteros como un sores capidistni- ’ - ■ -r :• 'mi/.os y sin recursos personales. En la
vida del soltero '.irnbién para el pesimismo, el desinterés, la soledad y el 1*0ro por
encima de esos contrarios, constituiría una /•. imperdonable por parte del soltero
olvidarse de la riqueza q *• •• > ierra «-r» su interior y que no es otra cosa que la
gran posibili- realizarse plenamente como persona al margen del modelo < .n que
consiste en casarse y crear una familia. No tengo la menor «]«• (jiH- )i^s solteros
poseen en lo más profundo de sus personas I»/-;*, necesario para sor felices y hacer
felices a los demás y, desde v ' jpuirslo, el programa que propongo es el equivalente
a un epí- t«»u < i, síntesis do lo que en el plano de la acción se les ofrece y se les i-/i/i
<<, jmo < amino fecundo que les conducirá a su plena realización (.•ni •. jMTson.is
cabales y completas. Para mostrárselo y siguiendo el es<|«j« rn,i utilizado a lo largo
de este capítulo, indicaré las directrices qu«- pueden ayudarles a convertir en
atractiva y gratificante realidad sus (»*•« uli.ires posibilidades en el campo del
amor, del poder y de la sen iiid.id. lin este sentido, el programa que describo a
continuación se siiii.i en la antítesis de la visión superficial y caricaturesca de la vid.i
«l.-| soltero, y, hasta cierto punto también, constituye una postura r.uln .límenlo
opuesta con respecto al paradigma reduccionista que ve .il -.ollero como un sujeto
inadaptado a la matriz social propia del miinilo de los t asados o cliente asiduo de
los despachos del terapeuta, |*mm»|o>;os i línieos y psiquíatras.
EL FUTURO HE I.OS SOLTEROS
ptwbilidades especificas del soltero en el pinito del AMOR
Sucintamente, el soltero puede desarrollar su vocación al amor con
actitudes y prácticas capaces de proporcionarle una experiencia altamente
satisfactoria de su capacidad de amar. Tales experiencias se traducen en:
1) Ejercitar un trato exquisito con su persona, amando y cuidando su
cuerpo y su mente, apartándose de todo tipo de excesos y lujos
innecesarios en el cuidado personal, en la alimentación y, t*n general,
en el consumo compulsivo de bienes o programas de diversión.
2) Cultivar las mejores relaciones de amor y amistad con su familia de
origen, padres, hermanos, sobrinos, primos, etc., estando cerca de
ellos en todo momento y especialmente en las celebraciones familiares
y en sus situaciones de preocupación.
3) Implicándose con amigos y compañeros en programas y campañas
encaminadas a atender a los grupos especialmente necesitados de
asesoramiento, compañía, apoyo psicológico, etc.
4) Abriendo su corazón a las relaciones de intimidad con las personas que
le merecen confianza. La intimidad es lo contrario de la soledad que,
en términos psicológicos, es nuestro mayor sufrimiento por cuanto
implica la experiencia de que nadie se ocupa de nosotros.
Positivamente se traduce en el sentimiento de tener una vinculación
muy próxima con al menos una persona, que la vida es algo que
compartimos, que lo que me ocurre le importa mucho a esta persona y
viceversa (Fischer y Hari, 2002). Normalmente, se piensa que los
solteros están condenados a vivir privados de intimidad por la razón
principal de que difícilmente se puede dar ésta cuando falta el
contacto corporal y sexual completo, además del espiritual. Entiendo
que aclarar este punto puede ser algo importante para los solteros.
- Lo primero que conviene dejar claro es que el sexo es un símbolo
maravilloso de la intimidad, pero los símbolos pueden
257
I.AINCOL(X;ÍAI>I-:I.SOLTI:KO . I-NTRE ni. MI ID Y LA REAI.IIMI>
estar desprovisto» de todo significado en el plano re.il. F.sU» es lo
que ocurre cuando la intimidad se limita a lo puramente sexual: es
posible hacer el amor con otra persona v, al mismo tiempo,
sentirnos profundamente solos y vacíos tras acabarse el momento
de placer que acompaña el contacto carnal; y por el contrario,
podemos compartir nuestra propia vida con otra persona y
terminar sintiéndonos bien, cercanos y queridos, a pesar de que no
se produzca ningún tipo de contacto físico. Todo lo que tiene el
sexo de verdadera satisfacción depende de que se cumpla el
acercamiento en el nivel más profundo de nuestras necesidades
espirituales. Me lo explicaba a su manera una casada recordando la
transformación que habían experimentado sus relaciones de pareja:
"Al principio, »os ¡lamban las relaciones sexuales pero a partir de los dos
años surgieron muchas dificultades en nuestra convivencia diana Acudimos a
un ¡neólogo que nos hizo comprender ttanas cosas en las que nunca habíamos
¡rengado: 1) que, en contra de (o que se dice, los problemas de las parejas no se
resuelven en la cama, sino dialogando, escuchando, tolerando, perdonando,
etc.; 2) que el sexo nunca es loiio en el matrimonio sino sólo un complemento
importante dentro de él; 3) que el verdadero problema de la pareja radica más
en el acercamiento de los sentimientos que en el plano sexual.
A partir de ahí, comenzamos a trabajar nuestras relaciones de intimidad
espiritual y entonces pudimos descubrir nuevas posibilidades, por ejemplo, que
1) la intimidad exige coraje, fiarse del otro aunque en determinados momentos
nos pueda hacer daño; 2) los verdaderos regalos no son las flores o las frases
bonitas ("te quiero") sino que te trate con respecto y delicadeza y te escuche la
pareja; y 3) el dar a conocer nuestra cara negativa, por incómodo que sea, es
una elemento necesario que acrisola y da sentido a ¡a verdadera intimidad entre
los miembros de la pareja".
-Con frecuencia, la intimidad conlleva algunas incomodidades:
mostrar las propias necesidades al otro percibiendo que él no las
siente, contar los propios fracasos pasados o presen-
258
n i-u I UKO DI-: i AIS soi n uos
tos y, 011 gonor.il, exponernos al rechazo o a una aceptación a
medias del otro cuando nos descubrimos tal como somos. Llegar a
superar estos miedos es una auténtica conquista que pocos acaban
con éxito, que os lo mismo que decir que muchas personas,
incluidos los casados, jamás llegan a disfrutar de la verdadera y
total intimidad cuyo núcleo esencial, se mire por donde se mire,
siempre radica en uno mismo.
piK¡büidniie$ especifica* del soltero en el plano del PODER
Como homos visto, el poder de la persona se manifiesta en la acti vidad
laboral y creadora orientada a remediar la propia indigencia y la de los
demás; en este sentido, la mejor expresión del poder do la persona se
identifica con los productos derivados de su trabajo vivido con actitud de
responsabilidad y creatividad. Desde esta perspectiva, los solteros son
personas en cierto sentido privilegiadas por varias razones:
1) Gozan de una especial flexibilidad para orientar su trabajo en la linea
de sus aficiones, puesto que están libres de las necesidades
perentorias de atender a la familia. Piénsese a este respecto que la
mitad de los españoles no trabajan en lo que les gusta, se sienten
"desajustados laborales".
2) Al igual que los casados, la dedicación laboral del soltero le permite
disfrutar de sentirse útil en la provisión de medios para su propia
subsistencia y para el resto de la sociedad en general. En este sentido,
la "mística del trabajo" puedo alcanzar on la experiencia personal del
soltero unas dimensiones que se confunden con la humanidad.
Posibilidades especificas del soltero en el plano de ia SERENIDAD
La serenidad se deriva de la aceptación de sí mismo y de los demás libre
de toda visión egoísta de la vida, de la ansiedad malsana y del ais lamiento.
Es sabido, que la calidad de vida depende de tres factoa'S, de cómo
experimentamos nuestro verdadero amor hacia nosotros mis-
fe
259
L A I ’ S I CO I .C XI ÍA 1 )1 I . S OL TI - KO : l ' M' K I I I MI T O ' i I A K l iAL I DAI )
mus, vivimos ol tr.ib.ijo y nos relacionamos con los demás. En campos, l.i
vid.i del soltero, aunque con diferencias de matiz, no INI¿ privada de l.i
riqueza y variedad que disfrutan los casados. El soltero puede disfrutar de la
serenidad en su vida de muchas maneras y espo cialmente:
1) Cultivando el trato exquisito hacia los demás, mostrándose ante ellos
con sinceridad y aceptando lo que recibe de ellos con talante
agradecido.
2) Aceptando las incomodidades de sentirse solo en los momen tos en
que necesitaría de alguien que le acompañara y proporcionara ayuda
en las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Pero hay más, en realidad
nadie está solo, todos pertenecemos a una red de servicios que cuida
de nuestra salud, nos provee de medios de subsistencia, nos permite
participar en el disfrute de todas las amplias conquistas de la ciencia,
del arte, del ocio, etc. La sociedad occidental y el mundo desarrollado
cada día son más generosos en poner a disposición de sus miembros
un largo listado de posibles modos de ocupar el tiempo, distraerse,
viajar, colaborar en grupos de participación ciudadana, recreativa,
social, etc. Se trata de vivir "viviendo la confirmación de los demás" y
esto se puede lograr por medios tan fáciles como hojeando la agenda
de teléfonos para hablar con cualquiera, paseando por las calles de
nuestro pueblo o ciudad, invitando a tomar unas copas al vecino, etc.
(Jaeggi, 1991, p. 147)
Conocí una colega soltera de 47 años que periódicamente se subía en una taxi,
entregaba 1.000 pesetas al taxista y le dería: 'lléveme a ver las últimas novedades,
cambios y mejoras que ha visto en la ciudad en los últimos meses"’.
Y en un reciente estudio sobre el diálogo afectivo de los ciu dadanos
con su ciudad, los entrevistados decían cosas verdaderamente
curiosas sobre cómo se divertían observando simplemente lo que
sucede en las calles (Bernad, 2003):
260
HL FUTURO DF. IX)S SOLTEROS
"Me fijo en ¡ti gente, t ihno ríen los jóvenes y los niños. í.n ln calle tro
personas elegantemente irstidas, amigos hablando, movimiento, vida, comercios
muy transitada. O/ras vece.s me siento en el banco de una plaza y me convierto
en espectador Je lodo lo que ocurre en ella como si fuera un gran teatro" (mujer
de 50 artos). "A veces me fwro y saludo al barrendero de turno y le felicito
por tener la ciudad limpia y charlo un poco con é¡~ (jubilado de 60 años)
3) Cuando con el paso del tiempo, el soltero se encuentra con las
limitaciones de la vejez y de la muerte, siempre encontrará razones
para aceptar las leyes de la naturaleza que nos ha hecho mortales. Al
margen de cualquier creencia religiosa, la mera consideración racional
de nuestra existencia nos hace ver que nada hasta el presente, ni la
ciencia ni la razón, nos lleva a pensar que la muerte física supone el
convertimos en nada, de nada, de nada de lo que somos hoy, a menos
que se confunda la muerte con el proceso de total aniquilación de
nuestra actual realidad personal, algo que ninguna mente bien
pensante ha conseguido entender hasta el presente.
261
5 APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN
PAREJA Y AL MATRIMONIO
Pensando en los solteros, vienen a mi memoria dos historias que, aunque
opuestas en su desenlace, coinciden en que sus protagonistas son solteros que
desean casarse. Antes de nada, me apresuro a decirte, apreciado lector, que el
leiv tttotiv de este último capítulo -y quiero dejar expresa constancia de ello- no
es "deja tu soltería y cásate”. sino algo menos imperativo, "si deseas vivir en pareja, hay
algunas reglas de juego que te conviene seguir".
Las primera historia que te cuento sucedió hace unos meses en un parque
de mi ciudad. Encontré a una pareja paseando con el carrito de bebé. F.1 papá
de 30 años me explicó así cómo llegó al matrimonio.
"Desde que cumplí los veinte, el matrimonio fue una posibilidad lejana y
confusamente percibida. No tenia tiempo para pensar en el .casamiento, era más
divertido la juerga y Ja libertad. No sé cómo y por qué llegó un día en tj:ie me cansé de
tanta diversión. Quería vivir de otro modo, con alguien y para alguien. Pensado y
hecho. Salí con mi amigo como de costumbre, entramos en un bar y a la primera pareja
de mujeres que vunos en la barra las saludamos, nos caímos simpáticos, «os ofrecimos
a salir con ellas y aceptaron.
Asi", tan simplemente, encontramos nuestra pareja y /ios casamos Y hasta ahora.
Llevamos dos años casados los dos amigos con las dos amigas, los dos tenemos un
bebé de meses y estamos encantada. No me explico por qué la gente hace tanto
problema de lo que a nosotros nos ha resultado tan sencillo*.
263
I A PSICOLOGÍA OKI.SOI.TKKO: I-NTKI- l-L MITO V I .A KI- AI IOAP
I -i segunda historia se ivmonta a varios años atrás y tiene todos los tintes
de pequeño drama. Se trata de una mujer de 40 años que, según me confesó
con tristeza, acababa de perder la esperanza de casarse.
"Mis amigas iban aullido. Cada año que ¡usaba suponía mris preocu¡>a- ción por
encontrar ¡mreja y me daba cuenta, o al menos asi losen tía, que cada vez fialrn
menos hombres de mi edad dispuestos a caxirse conmigo. Comencé a sentir ivrgileirji
de relaeionanne con los hombres. Fu el traba/o. todos bromealxw ofreciéndose para
presentarme un buen nooio. Sin apenas darme cuenta, me fue entrando un cierto
temor ¡i los hombnr, me parecía que UKIOS me rechazarían. Al final opté por
quedarme en oís» 1/ rrc» salir. Fn un viaje conocía un hombre, también soltero,
residente en otra ciudad. Sos dimos el teléfono y nos llamamos algunas ivces. Me
pareció que él no cstalxi entusiasmado por mí ni 1jo por él. V /o dejamos. Cuando
me pregunto ¡hir qué estoy soltera no tengo respuesta: no sé si por indecisión, por
cobardía, porque soy torpe para acercarme a los hombres o porque no los cutiendo.
Ln 1 tslos momentos me gustaría encontrar a un hombre con las mismas ganas de
casarse que tengo yo, pero por mas que cavilo no sé dónde puedo encontrarlo. fie
perdido la esperanza de poderme casar".
Este testimonio representa una elocuente explicación de la situación en
que se encuentran muchos psicólogos, yo incluido, y me refiero a lo
misteriosas que resultan las cosas cuando se intentan aclarar los motivos y
caminos por los que un soltero con ganas de casarse no logra encontrar la
pareja de su vida. Pasa lo mismo con las explicaciones tan poco convincentes
que he obtenido de los propios casados siempre que Ies he preguntado cómo
llegaron al matrimonio: "no lo sé muy bien", "no tengo una respuesta
c l a r a " m e casé porque lo hacía la mayoría de la gente de mi edad", "tenía
un novio desde hacía años", "porque no me gusta estar solo/a", "porque
quería amar y que alguien me quisiera", "en mi país^se casa el que quiere"
(un marroquí), "porque me gustan los niños" (preferentemente las mujeres),
"porque me enamoré", "porque me sentí muy atraído/a por una persona del
otro sexo", "porque hubo alguien que me lo pidió"... Reconozco que estos
testimonios apenas dan de sí para extraer criterios seguros y capaces de
orientar al soltero que se enfrenta a interrogantes tan comprometidos como
los siguientes: ¿cómo y cuándo surge el
264
AI’l-KI UKA I >i I SOI I l-KO A I.A VIDA L :N l’AKL'JA Y Al. MATRIMONIO
amor?, ¿dónde y cómo puedo encontrar la pareja que me va?, ¿qué debo
hacerse para que el amor aparezca y se desarrolle?, ¿cómo se consigue que la
otra persona vea que estás dispuesto/a a amarle para toda la vida?, ¿cómo se
pasa del atractivo físico al amor que compromete a toda la persona? De las
reflexiones que vengo ofreciendo a lo largo de estas páginas, extraigo una
conclusión: los que entienden en las claves de la afectividad y del amor no
consiguen esclarecer estas cuestiones de tanta transcendencia para los
solteros por una ra/ón fundamental, porque el amores una realidad
demasiado profunda y misteriosa para permitimos descifrar los secretos que
se encierran en su interior. Comprenderán mis lectores solteros que, tras esta
afirmación, todo lo que pueda decirles aquí no pasa de meras sugerencias,
directrices parciales que, aunque pueden ayudarles para llegar al matrimonio,
no deben tomarse a modo de recetas seguras para alcanzar el logro do la meta
que persiguen, encontrar la pareja de su vida, casarse y vivir felizmente
juntos. Tampoco pretendo desanimarles, sino todo lo contrario; el empeño
que pongan en resolver uno de los más bellos retos de su vida, compartir el
amor pleno con su pareja, puede quedar ampliamente recompensado con el
éxito si se atienen a dos condiciones fáciles de cumplir: un poco de sabiduría
y mucha generosidad. No es pecar de exagerado optimismo suponer que
todos mis lectores solteros poseen estas cualidades y, en consecuencia, les
animo a que las pongan a trabajar sin prisas y siguiendo algunas de las
orientaciones que con el mejor deseo indico a continuación.
Tara empezar v como síntesis anticipada del capítulo, propongo a la
consideración del lector este corto listado de hechos y reflexiones:
• Salvo raras excepciones, todos los solteros que conozco han querido o
quieren casarse y lo mismo me confiesan haber comprobado las
personas de mi entorno, al margen de estar casadas o solteras.
• Hoy en día flota la idea de que el matrimonio tradicional es un reto
difícil de asumir, algo muy distinto a emprender un camino que
conduce fácilmente al encuentro con el ser soñado perfecto e ideal. La
experiencia indica que quienes identifican matrimo-
265
I A INKX >I.IK JA I »H SOI II KO I \ I Kl- Kl. MITO V LA KKAI .lOAl)
nio con facilidad suelen ser los mejores candidatos para conv^r- tirio
en objetivo imposible.
• 1 >ar el paso de soltero a casado tiene mucho de aventura por |<>
que no cabe esperar realizarlo con total seguridad; de ahí el dilema, o
te arriesgas dejando de lado el miedo que obstaculiza conseguir el
éxito, o eliges la excesiva prudencia y te condenas a convertirte en
jubilado del amor.
• A pesar de todas sus limitaciones, el matrimonio se presenta como
experiencia que facilita alcanzar dos objetivos de especial
transcendencia para la felicidad de las personas: tener al lado alguien
cercano que de apoyo, a la vez que constituye un impulso decisivo
para el desarrollo de la capacidad de vivir sintiéndose un ser útil y
valioso ante los ojos de los demás.
• Una de las dimensiones más atractivas del matrimonio es su especial
potencialidad para vivir en plenitud las satisfacciones derivadas del
amor incondicional y libre de cualesquiera límites previamente
fijados.
• El matrimonio no es una cuestión de dos sino de tres: la propia
experiencia, la de la pareja y las experiencias compartidas por los dos.
• TI matrimonio es más un camino que un hecho puntual, alienes no
entran en él con el ánimo de enriquecerlo y actualizarlo
permanentemente se sitúan en las condiciones idóneas para hacerlo
fracasar.
• Todas las edades son aptas para casarse si se dejan de lado los falsos
temores y se está en disposición de recibir amor y ofrecerlo.
• Ir al matrimonio para que alguien afiance nuestra autoestima,
resuelva nuestros problemas y asuma nuestras inseguridades y
complejos es una vía muy eficaz para complicarnos la vida y no
encontrar las satisfacciones que el matrimonio está llamado a
proporcionar en la vida en pareja.
• I loy prácticamente nadie se arriesga a hacer profecías sobre el
porvenir, éxito o fracaso de los nuevos modelos convivenciales
fe
266. r..
APERTURA DEL SOLI ERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIO
de pareja que so desmarcan dol matrimonio tradicional y cuya
característica más doíinitoria es la exclusión del compromiso total en
la relación afectiva entre sus miembros: parejas a prueba, parejas do
hecho, parejas do relevos (amores fieles y consecutivos, uno después
do otro), parejas con encuentros periódicos, parejas sin hijos, etc. Los
pocos que se atreven a pronosticar sobre la "pareja que viene" se
limitan a señalar que en ella serán decisivos dos rasgos hasta ahora
desconocidos, la relación erótica se desmarcará totalmente de la
procreación y ocupará un lugar secundario en las relaciones de pareja
y, por otro lado, la limitación en el tiempo del emparejamiento será
algo normal, por lo que cabe esperar que la separación dejará de
constituir el acontecimiento traumático que actualmente representa
para muchas parejas (Pasini, 200U; Duoeil, 20CK)).
• La base imprescindible para una buena relación de pareja es la
valoración positiva de uno mismo y un nivel mínimo de auto-
suficiencia, faltando estas condiciones es difícil que la convivencia en
pareja resulte satisfactoria y duradera.
A la vista del listado precedente, posiblemente te preguntes, apreciado
soltero, para qué puede serte realmente útil este capítulo. La respuesta es
sencilla: como he dicho en otro lugar, mi modesta pretensión es ofrecer
algunas sugerencias y directrices al numeroso grupo de solteros que se
encuentran incómodos con su situación y buscan realizar su vocación al amor
compartiendo su vida en pareja. A fuer de sincero, también quiero indicar al
soltero que desea dejar de serlo el reto que le espera: tendrá que poner en
juego toda su inteligencia y bastante decisión para superar las dificultades
que prácticamente siempre aparecen en el camino que conduce al
matrimonio. También me permito recordar al lector algo bastante común, que
a la hora de implicarse en la búsqueda de su pareja, está expuesto a come ter
importantes errores y patinazos, el mayor de los cuales será sin duda el darse
por vencido ante las primeras dificultades y zozobras que suelen surgir
especialmente en los primeros pasos que conducen al encuentro pleno con la
pareja.
267
I A PSICOLOGIA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
Encontrarás tu pareja donde menos te esperas
Todos conocemos un montón de personas, las encontramos en el trabajo,
en el portal, en un viaje, en una fiesta familiar o social, en el bar, hoy es
posible que se nos presente en la pantalla de nuestro ordenador... ¿Cuántas
personas del otro sexo conocemos? Nadie es capaz de enumerarlas. Sin
embargo y en medio de tanto trajín de encuentros y contactos, casi siempre
hay algtina persona de edad parecida a la nuestra que nos gusta más que el
resto, en unos casos nos atrae su físico (sus ojos, su esbeltez, su silueta, su
pelo), en otros sus ademanes, su timbre de voz, su modo de andar, reír,
mirar, vestir o su manera cariñosa de saludar... Estímulos tan simples suelen
ser los comienzos de la "seducción" que, bien administrados, pueden
conducir a la conexión profunda y definitiva que acaba en la relación afectiva
que forja y sustenta la vida feliz en pareja. Es curioso que, a pesar de tratarse
de una experiencia común, no dispongamos de explicaciones racionales sobre
cuándo y por qué, en un momento dado, nos fijamos en una determinada
persona y en algún atractivo rasgo de ella que nos atrae con especial fuerza.
Autores notables como Jung y Freud sugieren que la atracción inicial surge
cuando las personas en juego son complementarias -los opuestos se atraen-, y
así, los extrovertidos se sienten atraídos por los introvertidos, los reflexivos
por los intuitivos y espontáneos, los egoístas por los generosos, los serios por
los juerguistas, los tímidos por los seguros y un largo etcétera. Pero esta
explicación no parece del todo convincente toda vez que comprobamos que,
con frecuencia, son varias las personas por las que sentimos algún interés y
sobre todo porque se da el hecho paradójico de que las diferencias extremas
en lugar de producir atracción alimentan la sensación de peligro que termina
en rechazo (Torrabadella, 2001).
Un marido enamorado de su mujer me relataba así lo que le atrajo en
el momento en que la conoció: "Yo soy muy extrovertido y fwrlanchin,
fácilmente acaparo ¡a conversación ai cualquier círculo de amigos o familia- res que
con tersan sobre los mds diversos temas, hasta el punto de no dar cancha a que los
demás expresen sus opiniones. En cierta ocasión coincidimos
208
APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA ^ AL MATRIMONIO
con mi actual mujer en un encuentro ¡fe amigos v descubrí lo atractivo que resulta
lener ante si una ‘persona que salte escuchar Asi que da ¡di casarme con ella 'piirque
hablaba poco y escuchaba mucho'. De ella he aprendido ii escuchar. ¡Ha valido la
pena!".
Posiblemente el medio más eficaz para encontrar la propia pareja es el
que propone Segura (1997) al final de su libro sobre los secretos de la
atracción, seducción y el amor: "Deje de buscar fórmulas, consiga más tiempo
libro y vaya en busca de personas: sintiendo aprenderá mucho más,
anímese..." (p. 317). Una señal clara de que estás "animado" es cuando prestas
atención a las personas de tu entorno, dando por descontado que
prácticamente en todos los escenarios en que te mueves hay varias personas
que esperan tu mirada, que te fijes en ellas. Si tienes en cuenta que con
nuestras miradas expresamos el 70 por ciento de nuestra comunicación con los
demás, no te importará mirar a la persona que te interesa; esto es lo decisivo y
principal, al margen do que mientras miras hagas los más banales
comentarios sobre el tiempo, el tráfico, el trabajo que te espera, etc.
La eficacia de la mirada se fundamenta en dos hechos, uno sociológico y
el segundo biológico. Con respecto al primero, es sabido que una extraña e
injustificada norma social considera una incorrección mirar a los ojos de la
persona con quien se está dialogando pues se interpreta que una mirada fija
es el equivalente a cierta invasión de la intimidad del otro. Desde este
supuesto, se deduce que todo juega a favor de quien se desmarca de esta
norma y, a través de la mirada, da pie a que el otro reaccione pensando: "si me
mira es porque algún especial interés despierto en él/ella". El argumento
biológico lo proponen los especialistas del lenguaje gestual que aseguran que
cuando miramos con interés hay un brillo especia! en nuestros ojos y la pupila
se nos dilata, es entonces cuando la mirada equivale al mensaje "me atraes". Si
con la mirada acompañas la sonrisa, entonces obtendrás una combinación de
especial fuerza atractiva, pues se cumplirá la igualdad: mirada + sonrisa =
acércate (ibídem, p. 265).
269
I.A l’SK OI OCiÍA 1)1 .1 SOl.ll -KOl-NTKI: I I MITOY I.A REALIDAD
Correr el riesgo de acercarte a la persona que le interesa
Ante la primera atracción, hay sujetos propensos a considerar que se
extralimitarán siempre que muestren interés por la persona que les ha
llamado la atención y creen que el acercarse a su vida, sus ocupaciones, saber
dónde vive, sus relaciones sociales, en qué trabaja... es sinónimo de conducta
ridicula, descortés, atrevida, inadecuada, impertinente y, finalmente,
despreciable. Tales personas cometen el error de pensar que abordar al recién
conocido del otro sexo con el único interés de conocerle más os algo
incorrecto, cuando en realidad significa todo lo contrario; y esto es así
porque en el acercamiento .1 una persona siempre hay algo tan positivo como
demostrarle el valor que representa para nosotros. Tratándose en especial de
los solteros, puede constituir además uno de los medios más eficaces para
brindar la ocasión a la otra persona de que manifieste el interés que tal vez
ha sentido o siente hacia ellos. Por lo demás, nada obliga a cometer el
despropósito de pensar que abordar a una persona con el intento de
conocerla mejor equivale siempre a una declaración de amor en toda regla.
Un amigo mío cuenta con gracia cómo realizó el primer acercamiento a su
actual mujer:
'Nos habíanlos visto un montón de veces, ¡mes éramos compañeros de carrera. Cierto
día. entre clase y dase, levanté la vista y vi a distancia a una compañera que jnr
primera vez me pareció bellísima. No he sabido por qué fue en ese momento cuando
me Jijé en ella. El Cttso es ¡pie me atreví tam/veo me lo explico- a hacerle un gesto con
el índice de la mano dándole a entender que quería hablar con ella. Tampoco sé muy
bien qué le dije, sé que le pregunté algo sobre el tema explicado por e! profesor. IM
cuestión es que al día siguiente nos buscamos y nos sentamos juntos en el aula y
hablamos de la asignatura y de otros asuntos relacionados con nuestra carrera. Así
pasaron parios días hasta que le dije que me gustaba y .'¡ne sí no le importaba
podríamos salir y aceptó. Más adelante me confesó que también ella en cierta ocasión
se había fijado en mí y no se atrevió a confesármelo. Así y sin saber por qué comenzó lo
nuestro
Conocimiento de la pareja y timidez. Un impedimento importante y que
frecuentemente juega malas pasadas en la aproximación a los demás es la
timidez. La timidez es una emoción que combina el miedo con el interés hacia el
objeto social, por ello suele provocar una reac-
270
I APEKI UUA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AI. MATRIMONIO
don emocional negativa, avivar en nosotros un excesivo temor a ser
rechazados. El mejor remedio psicológico contra la timidez consiste on ln
aceptación de nosotros mismos y amarnos como somos, con nuestras
cualidades y nuestras limitaciones, pues sólo así podremos comprender las do
los demás y olios las nuestras. No hay que olvidar que la vida es un
grandioso don, no sólo por lo que los otros nos dan sino por ol bien inmenso
de permitimos damos a ellos y, en tal sentido, nuestra actitud de generosidad
es la medida do la aceptación que podemos esperar de la persona que nos
interesa v a la que queremos amar (Torrabadella, 2000).
Los celos: un grave obstáculo para el acercamiento y conocimiento mutuo. Los celos
hunden sus raíces en una falseada percepción de la pareja y se manifiestan a
través do comportamientos que el amante celoso realiza para impedir que su
pareja pueda ser mínimamente compartida por otro. La actitud básica del
coloso es el temor a que alguien fuera de la pareja pueda arrebatarle la
“posesión absoluta" de la persona amada que se percibe en calidad de objeto
amoroso exclusivo (Manglano, 2001). A este tipo de conducta celosa se
refieren los expertos cuando hablan de los celos enfermizos, personificados por
los sujetos posesivos y cuya inseguridad les lleva a alejar a la propia pareja
del contacto con cualquier posible "conquistador", por lejano que sea el lugar
que éste ocupo en las relaciones afectivas con la persona amada. Es sabido,
que estos celos son una fábrica de resentimientos y desconfianza y que
generan casi siempre una gran tensión y hasta deseos de venganza. Su
pronóstico es muy negativo, puesto que supone la destrucción de cualquier
atisbo de verdadero amor entro la pareja y puede llegar a convertir al
enfermo de celos en salvaje verdugo del otro. ¡Las páginas do "sucesos"
relatan diariamente las más truculentas historias fruto do los celos entre la
pareja!
Hay también celos buenos, dirigidos hacia alguien y a favor de alguien,
que son la consecuencia inmediata de querer preservar a la persona amada de
todo lo que lo puede dañar. Se dice de estos celos que son ol fruto del amor
de apreciación y no constituyen ningún peligro para la verdadera y
satisfactoria relación con la pareja puesto
271
I-A PSICOLOGÍA DPI. SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
que, además de alimentar el mutuo amor, tienden a facilitar y poten ciar el
desarrollo afectivo desplegado por los miembros de la pareja con otras
personas.
Remedio contra los celos. Si los celos proceden de la frustración, apoyada en
la creencia de que alguien puede dar a la persona amada algo que r.osotros
no podemos ofrecerle, una forma eficaz de superar los celos es el cult ivo de
aquellos gestos de atención a la pareja que. por un lado, sabemos que son de
su agrado y, por otro, pertenece a lo más propio y positivo de uno mismo.
Hay un test o señal de que nuestro amor a la pareja es verdadero y no está
movido por los celos, comprobar que disfrutamos ofreciéndole aquello que
más le agrada y sabemos que valora muy positivamente. Por ultimo, ante
cualquier amago de celos se aconseja tomar dos medidas: 1) examinar deteni -
damente las acciones que los provocan en nosotros o en el otro y, n
continuación, 2) intentar compensarlos mostrando la máxima aten ción hacia
todo aquello que recibimos de la pareja o le facilita comprender y disfrutar de
todo aquello que le ofrecemos como peculiar lo mejor de nosotros mismos
(Torrabadella, 2000).
El salto al conocimiento personal y al amor pleno de pareja
Surgido el interés por una determinada persona, se impone la necesidad
de conocerla puesto que sólo podemos amar aquello que conocemos. En el
acercamiento de la pareja, ello implica ir más allá de las apariencias y entrar
en el ámbito de las intenciones, sentimientos y expectativas más personales
del otro. Es normal que tal paso vaya acompañado de algunas resistencias y
recelos por alguna de las partes o por ambas: ¿cómo presentarme ante el otro
sin falsear mi realidad, con mis luces y mis sombras, qué debo mostrarle de
mi persona para que se sienta atraído por mí y no me rechace, le merecerá la
pena comprometerse conmigo si me presento tal como soy, hay algo
incompatible entre nosotros, en qué medida puedo esperar que el otro se me
manifieste tal como es y no sólo en función de la imagen ideal de si mismo...?
Prácticamente ninguna pareja se libra de las
222
APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIO
incomodidades que supone dar estos primeros pasos en el encuentro personal
y especialmente dejar de lado el miedo que éstas y otras preguntas similares
provocan en los momentos iniciales de la relación de pareja; de tales miedos
he hablado ampliamente en los capítulos segundo y tercero de este manual,
se trata ahora de desentrañar sus recovecos psicológicos y, sobre todo, ofrecer
criterios para superarlos. Con este objetivo, analizaré las conductas que
suelen aparecer en los primeros pasos de la relación de pareja, y
especialmente aquéllas que facilitan el paso de la etapa de la "seducción" a las
verdaderas relaciones de amor, una experiencia que modifica sustancialmente la
vida personal y permite crear el proyecto en común resultante del acerca-
miento mutuo llevado con decisión y sin complejos.
Io. No ocultar la propia intimidad. 1 iay personas que deliberadamente no se
dejan conocer y son propensas a impedir que el otro les conozca. No es que
intenten dar una imagen falseada de sí mismas sino más bien una imagen
incompleta. Esta actitud obedece a dos motivos principales, por un lado, al
sentimiento de inferioridad o baja autoestima que les lleva a la conclusión
práctica, las más de las veces falsa, de que si se muestran tal como son serán
rechazados por el otro, y una segunda razón no menos importante, el temor a
que el otro, abusando de la confianza que se le otorga, pueda hacerles daño.
¿Cómo procede reaccionar ante tales dificultades? La respuesta es bastante
clara: superando la desconfianza y dejándose llevar por cri terios que
permitan y faciliten el conocimiento de nuestra persona por parte del otro; se
trata en definitiva de no impedir que el otro nos conozca, lo que conlleva
evitar a toda costa cometer el despropósito de exigirle que adivine o intuya
todo lo que se encierra en nuestro carácter, nuestros sentimientos, nuestras
ilusiones, nuestros gustos o preferencias, etc. (Heras, 2001). Paralelamente,
hay que ser muy precavido para no dejarse dominar por una sospecha
irracional, cavilar falsamente sobre unas hipotéticas malas intenciones del
otro para ocultarnos su realidad; el hecho de que el otro no nos dé a conocer
toda su intimidad no es razón suficiente para alimentar la falsa supo sición de
que nos intenta engañar. En este sentido, un comporta-
273
LA PSICOLOGÍA DHL SOLTERO: EN I RE EL MITO Y LA REALIDAD
miento sano es regirse por la norma "te creo lo que me dices y acepto lo que
todavía no puedes o no tienes la valentía de manifestarme" De aquí se
desprende la necesidad de que los primeros y más decisivos pasos del
acercamiento a la pareja vayan acompañados de la confianza mutua, lo que
se logra actuando en clave de sinceridad y de aceptación de la imagen con
que se nos presenta la persona que deseamos conocer (Castilla del Fino, 2000,
p. 319).
2°. La lista de requisitos básicos. Un modo eficaz de realizar con pie firme y
seguro el proceso de acercamiento mutuo entre la pareja es confeccionar la
lista de requisitos con los que se quiere actuar y llevar adelante la relación
(Torrabadella, 1999; Carter-Scott, 2000). En este caso, se traía de elaborar la
doble lista de requisitos "imprescindibles o no negociables" y la de aspectos
"preferenciales". Los primeros incluyen cualidades, comportamientos,
habilidades, actitudes, creencias y aficiones que exiges ver encarnados en la
persona amada y de los que no podrías prescindir. Ciertas personas
considerarán condiciones imprescindibles para la vida en pareja una
personalidad íntegra y positiva, una mínima capacidad de escucha, cierto
nivel cultural, el sentido religioso de la vida, la actitud de lucha ante las
dificultades de la vida, la entrega al trabajo y a la profesión, aceptar ser
algún día padre/madre, ejercer una profesión que no impida la convivencia
física y permanente de las dos partes...; en otros casos, se considerarán
incompatibles con las propias aspiraciones problemas graves de salud, la
presencia de trastornos serios de conducta tales como el alcoholis mo, la
drogadicción, la promiscuidad sexual, la aceptación de la vio lencia como
recurso normal para la resolución de conflictos, etc. Es prudente clarificar
este paquete de exigencias mínimas antes de llevar adelante la relación y, en
caso de djjda sobre algunos de estos puntos, lo aconsejable es cortar la
relación tras reconocer la incompatibilidad; recuerda que siempre te resultará
más fácil vivir solo que soportar la derrota en que puede terminar una larga
guerra con la pareja.
Fuera de los temas mencionados, prácticamente todo lo demás es
negociable. Así por ejemplo, son negociables muchas de las aficiones en que
puede emplear la pareja, juntos o por separado, su tiempo de
2IA
Al'EKTUKA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIO
ocio (cultura, deportes, viajes, convivencia con antiguas amistades), el
régimen e intensidad de las relaciones con las familias de origen, la
dedicación a los amigos, mantener relaciones de respetuosa amistad con el
miembro de la anterior pareja tras el divorcio, la convivencia con los hijos de
la anterior pareja, etc.; de hecho, la experiencia indica que parejas que pasan
por este tipo de condicionamientos son perfectamente viables y satisfactorias.
3". Las dudas que nunca desaparecen. A la luz de lo expuesto, pudiera pensarse
que un sesudo recuento de las apetencias personales en relación con la pareja
bastaría para disipar toda clase de dudas y disponer de total seguridad para
llevar a feliz término el conocimiento mutuo y decidirse inmediatamente por
el compromiso o rechazo final. Nada más lejos de la realidad, en los primeros
momentos del acercamiento las dudas más punzantes pueden hacer acto de
presencia del modo más inesperado y sobre los asuntos de mayor gravedad:
¿tendré la suficiente fuerza y paciencia para soportar lo que no me guste en
él/ella?, ¿cómo puedo estar seguro/a de que no evolucionaremos por
derroteros incompatibles?, ¿cómo reaccionaré y reaccionará cuando
descubramos lo que pertenece a nuestra intimidad?, ¿estoy seguro/a de que
quiero esta relación y estoy eligiendo bien? Hay que decir paladinamente que
sobre estos temas prácticamente ninguna pareja juega con total garantía, así
que lo mejor que se puede hacer en tales casos es buscar la verdad del
corazón y si él dice que esa es una persona que ofrece motivos serios para
quererle, entonces debes hacer un acto de fe en ti mismo y entrar con decisión
en el sublime reino del amor, pensando que siempre te quedará el recurso de
rectificar si, llegado el caso, comprendes que te has equivocado (Carter-Scott,
2000). A este propósito, no hay que olvidar que en el plano del amor, como en
todos los ámbitos de la vida, el aprendizaje es un factor decisivo cuyos
resultados no se rigen por la "ley de todo
o nada", por la visión instantánea, sino que suelen aparecer tras pasar
pacientemente por distintas fases y peripecias que nos enseñan a ir
cambiando nuestra actitud ante el objeto que consideramos digno de amor
(Torrabadella, 1999; Fischer y Hart, 2002).
I.A PSICOLOGÍA DHL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
4Amor y sexo, ¿en qué orden? Uno de los anhelos humanos más profundos es
oslar cerca de alguien con quien compartir todo lo que snrrif»s y sentimos. So
piensa asi mismo que una vía eficaz para lograr t.iJ objetivo y libramos de la
soledad es el acercamiento a los demás He. vado hasta el nivel de total
intimidad; es aquí donde se plantean en clave psicológica las relaciones entre
amor, intimidad y sexo. Hablando de la sexualidad, está fuera de duda que
constituye un medio fundamental de expresión e intercambio de las
emociones más profundas entro las personas (confianza, entrega,
intemporalidad, éxtasis), pero oslo no justifica, como so hace con frecuencia,
confundir amor y carnalidad, como tampoco excluye la posibilidad de
experimentar un pl.Kí-r sexual intenso con personas de las que no se está
enamorado.
1 ijblando del sexo, es fácil constatar la existencia do grandes discrepan j.is a
ln hora do calibrar su papel en el engranaje de la comunicación mterpersonal
y, dentro de ésta y más concretamente, la conexión pre< is<i entre ol sexo y el
amor. La importancia del tema, exige entrar en H análisis de las mencionadas
discrepancias y, así, voy a pronunciarme sobre las dos principales posturas
que se sustentan en tomo al significado psicológico de las relaciones entre ol
amor y el sexo, me refiero a las posturas tradicional y nueva.
Pix.i< ión tradicional
l-i mayoría do personas y especialmente aquéllas que sienten miedo para
abrirse a la pareja suelen situarse en el polo totalmente opuesto a lo que
significa establecer la comunicación interpersonal limitándola al moro
análisis de la piel, algunos gemidos, monosílabos
o espasmos genitales. Los afincados en esta postura, confiesan sentirse
incómodos ante aquellas situaciones en las que los abrazos, el "hacer
manitas", el beso apasionado y el flirteo son introducidos por la pareja -
preferentemente por el varón- desde el primer momento de l.i relación. En
cierta ocasión, me decía una mujer de 25 años que astviaba tales gestos con el
miedo a la cama, un lugar que para olla sólo tiene sentido cuando
previamente se ha establecido con total claridad el compromiso de amor
pleno con la otra persona; es obvio que
APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIO
para personas así el sexo se considera el fruto o manifestación del amor y no al revés.
Adoptada esta perspectiva, se llega a una decisiva conclusión, que el sexo en
sus diversas manifestaciones y, especialmente, en cuanto experiencia intensa
no se considera condición necesaria para llegar a la auténtica intimidad sino
que más bien es consecuencia y manifestación de ella y, por tal motivo, debe
reservarse para el momento en que sirve para traducir y expresar la
verdadera entrega y dentro del amor percibido con seguridad y plenitud.
Este enfoque, la visión del sexo como consecuencia del amor y no al
revés, es apoyada por muchos psicólogos actuales para los cuales el sexo sin
amor suele dar pie a una experiencia traumática y carente de sentido y esto
por una razón fácil de entender: en la medida en que la intimidad sexual deja
a la intemperie nuestro yo profundo y suprime todas las barreras que
impiden que el otro nos perciba en toda nuestra integridad y tal como somos
se convierte en una situación amenazante que tiene muy poco que ver con la
tranquilidad y sosiego que acompañan al auténtico amor. En tal sentido, estos
mismos estudiosos se pronuncian negando incluso la posibilidad de que
puedan resultar verdaderamente gratificantes las relaciones sexuales
reducidas a un conjunto de divertidas prácticas amatorias, realizadas de
acuerdo con un variado programa donjuanesco de técnicas eróticas, llamativa
ropa interior o el juego corporal llevado hasta el delirio paroxístico del
orgasmo. A este respecto, quiero manifestar que una parte de los sol teros que
me han hablado de su fracaso en sus intentos de acercamiento a la pareja
reconocen haber corrido demasiado en llegar al encuentro sexual, y
consideran que su fallida experiencia les ha servido para comprender que la
relación sexual adecuada sólo puede darse en un contexto claramente
definido por la total transparencia emocional y madurez espiritual de la
pareja; todo lo demás, vienen a decir, les parece una frivolización de los
profundos vínculos que unen el amor con el sexo lo que, a la postre, implica
que para ellos el sexo viene a representar la ritualización externa o
celebración de la donación íntima y plena de sí mismo que previamente se ha
realizado de mutuo acuerdo en el ámbito más íntimo y profundo de las
personas. Desde
2 77
I.A PSICOLOGÍA DELSOl.THRO: ENTRE EL MITO Y I.A REALIDAD
esta posición, muchos adultos rechazan el sexo como punto de parti da o
previo al amor por entender que, así practicado, implica, al margen de otros
posibles desajustes, una exigencia excesiva en la medida en que da pie a que
aparezcan todos los harapos de la propia pobreza emocional, vulnerabilidad y
falta de sentido, dimensiones personales que todavía no se está seguro de que
serán aceptadas por la pareja inmersa en los primeros pasos conducentes al
amor pleno y total.
Siguiendo nuestro análisis, nos encontramos con un segundo aspecto
digno de consideración. La psicología profunda ha puesto de manifiesto que
el sexo al margen del amor no es otra cosa que una pobre técnica de camuflaje
mediante el cual se oculta el miedo al amor y al compromiso total; en tales
condiciones, el sexo no es sino un intento inútil y abortivo de superar la
propia soledad y su práctica el equivalente a: "aunque no te amo ni me siento
verdaderamente unido a ti, me gusta pasar un rato placentero en la cama
contigo" o, también, "mientras estoy abrazado a ti haciendo el amor dejo de
sentirme solo y desaparece el sentimiento de soledad que me asusta y no soy
capaz de soportar". De la perturbación que puede provocar la práctica del
sexo sin amor, habla elocuentemente la consulta que hace algún tiempo me
hizo una joven de 24 años:
" Vengo a hablar con usted porque no sé qué debo hacer. Resulta que todos los
compañeros del grupo de chicos y chicas con los que salgo tienen relaciones sexuales
entre sí. I!no de esos chicos, a! que he comenzado a querer, me ha estado presionando
hasta que he consentido hacer e¡ amor con él. a pesar de que yo siempre le decía que me
daba miedo y me rqmgnaba. IJ? malo no es eso, es que después de acostarme con él y de
no haber podido hacer el amor, me siento fracasada y avergonzada y, todavía peor,
siento asco hacia esc chico. La joven terminó preguntándome: ¿Hay algún
remedio para mi situación?".
Sintetizando lo anterior, podemos decir que no es aventurado concluir
que el miedo a la soledad y el deseo malsano de amor a cualquier precio es lo
que explicaría en muchos casos la sexualización prematura de la relación
amorosa, una interpretación, por otra parte, que coincide con el diagnóstico
de muchos estudiosos de la afectividad y del amor cuando paladinamente
afirman que el sexo sin o
APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIl >
antes del amor pleno es con más frecuencia de lo que parece una falsa salida o
desbordamiento incontrolado del ansia de recibir y dar amor, a la postre una
experiencia negativa derivada de haberse saltado algunas de las etapas y
procesos necesarios para llegar al pleno gozo del sexo dentro del auténtico
amor (Richo, 1998; Keen, 1994, Cárter y Sokol, 1996).
La nueva interpretación del binomio amor-sexo
En contra de la postura anterior, inclinada a ver el "sexo sin amor" como
experiencia totalmente negativa, hay datos sociológicos que por honestidad me
siento obligado a ofrecer al lector; de tales datos se desprende que en la
mentalidad de bastantes españoles las relaciones sexuales no tienen por qué ir
necesariamente unidas con el amor de pareja estable ni con la entrega total de
las personas implicadas en la comunicación sexual. Los datos a los que me
refiero son los siguientes: por un lado, según la encuesta del CIRES (1992), en
escala de 10, las relaciones prematrimoniales sólo obtienen entre los adultos
españoles una puntuación fawrable del 5,5. Y en la misma dirección y para de
Miguel (1992), sorprendentemente, los porcentajes de personas contrarias a las
relaciones sexuales prematrimoniales siguen siendo significativamente elevados (más
del 50 por ciento de los adultos entre 30 y 64 años, y casi el 20 por ciento de
los jóvenes entre 18 y 2° años). Pero en contra de estos datos, contamos con
otros que se pronuncian a favor y consideran legítimas las relaciones sexuales plenas entre
personas no casadas: así, según la encuesta de Salustiano del Campo (1993),
actualmente casi la mitad de los españoles, tanto hombres como mujeres,
admiten como normales y se muestran a favor de las relaciones sexuales
prematimonialcs -entre personas menores de cuarenta años este índice se
sitúa en torno al 80 por ciento- (!). No hay, pues, lugar a dudas, en términos
sociológicos y en la mentalidad de los españoles y especialmente de los más
jóvenes, las relaciones sexuales tienen sentido aunque no vayan acompañadas
del compromiso de amor ni con la entrega personal y plena entre los
miembros de la pareja sexual.
279
l.A PSICOLOGÍA DHL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
¿Qué ocurre cuando, más allá y al margen de los datos sociológicos, se
analizan las relaciones entre el sexo y el amor en su vertiente propiamente
psicológica? Algo de la respuesta que cabe dar a esta delicada cuestión lo he
anticipado ya en el capítulo segundo de este manual. Hablando del sexo, digo
allí que, entre las afirmaciones que pertenecen al abe de lo que significa la
sexualidad en la vida de las personas, hay dos altamente significativas y que
aquí es oportuno retomar para esclarecer más y mejor las relaciones
psicológicas entre sexo y amor. En el lugar citado decía lo siguien te:
"Cierto ejercicio de la sexualidad entra en la lista de las "necesidades básicas"
de la persona y el encuentro carnal entre personas de distinto sexo, con sus
componentes principales de intimidad total, excitación y cierta pérdida de uno
mismo en manos del otro, constituye una experiencia irrepetible que pone en
juego nuestro yo más profundo por cuanto, a través de la fusión íntima,
nuestro cuerpo se convierte en instrumento de uno de los mayores placeres
que podemos disfrutar en calidad de seres de carne y hueso. Un términos
psicológicos, esto conduce a Ja afirmación de que la sexualidad de la persona
se presenta en forma de tensión bipolar: por un lado, se siente el sexo con
enorme atracción y como un modo de colmar la necesidad cuasi obsesiva de
comunicación con la persona del otro sexo, pero, por otro, se experimenta el
temor a convertirse en mero objeto de posesión del compañero/a". Y
terminaba diciendo: "los afectados por el temor al vínculo sexual tienden a
resolver este conflicto interior entregándose a eventuales y sucesivas
experiencias amorosas que les permiten saciar sus necesidades sexuales -cabría
añadir, librarse de la soledad- y ahorrarles pasar por el compromiso del amor
total que les asusta y para el que no se sienten seguros de poder dar respuesta,
en cierto modo, el sexo resulta por sí solo suficientemente valioso aunque les
prive de gozar plenamente del amor" (Branden, 1995).
A la luz de estas consideraciones, una cosa parece clara: para muchas
personas, las relaciones sexuales íntimas conllevan una carga tal de entrega
personal que, desvinculadas del amor, pueden resultarles y de hecho resultan,
una situación cargada de violencia interior. Buscando una explicación a tal
violencia, aparecen diferentes motivos y es evidente que los imperativos
morales son en muchos casos el fac-
%
APERTURA DEL SOLTERO A LA VIDA EN PAREJA Y AL MATRIMONIO
tor decisivo y de mayor peso. Esto es así porque, como muy bien explican los
expertos en moral sexual, toda la tradición católica occidental ha vinculado
exclusivamente el sexo con el matrimonio y la procreación; piénsese a este
propósito que hasta fechas recientes las autoridades religiosas católicas
condenaban no sólo las relaciones sexuales fuera del matrimonio sino incluso
estas mismas relaciones practicadas dentro del matrimonio y sin estar abiertas
a la procreación. Por mi experiencia profesional he tenido ocasión de conocer
el trauma que ha supuesto para muchos matrimonios católicos atenerse a una
moral tan restrictiva.
En cierta ocasión acudió a mi consulta un matrimonio católico con el siguiente
problema: "Llevamos seis años casados y tenemos tres hijos y el que viene. Nuestra
economía no da para mantener más hijos. Sabemos que existen medios para controlar
la natalidaii pero nuestra conciencia nos prohíbe usarlos. ¿Qué debe hacer un católico
en nuestra situación?".
Pienso que, desde la psicología, una respuesta honesta y coherente ante
situaciones como la descrita debe atenerse a criterios como éstos. En primer
lugar, es evidente que, aunque la Iglesia puede proponer normas morales a
sus seguidores, y es lo suyo, tales normas no pueden exigirse literalmente y al
margen de las circunstancias personales y familiares; pensar lo contrario
supondría identificar la moral católica con la ética del héroe, del timorato o de
personas con la prudencia atrofiada. El buen sentido dicta que sea la propia
conciencia, prudentemente asesorada, el criterio seguido en cada caso. Y,
desde esta perspectiva, no puede considerarse inmoral limitar el número de
hijos haciendo uso prudente de los medios disponibles de control de la
natalidad y, al mismo tiempo, se impone reconocer que un objetivo noble de
los casados es dedicar la propia vida al cuidado de la familia compuesta por
los hijos que razonablemente se pueden criar y educar.
Pero hay más. Si admitimos el hecho de que las normas morales de
muchos sujetos no coinciden con la moral católica -caso en que se encuentran
bastantes ciudadanos-, entonces cabe también otra interpretación psicológica
de las relaciones sexuales fuera del matrimonio,
fe
281
I A i 'SK Ol.l X.lA PEI. SOLI ERO ENTRE EL MI I X ) Y LA RLAI ll>AI>
\ e> l.i pt>sibilidad do entenderlas como una forma de diálogo amis toso a
nivel meramente carnal entre los sexos, algo equivalente .1 |., prestación del
propio cuerpo como instrumento y fuente de placer \ felicidad para la pareja
amiga. Desde este supuesto, nada impui t. pensar que tal gesto, la relación
sexual, tiene un valor positivo p t>rj ciertas personas que por ningún concepto
pueden tacharse de inm». rales. De todos modos, conviene advertir también
que, a juicio de los expertos en cuestiones de amor, no debe olvidarse la
dificultad que conlleva mantener las relaciones de amistad en términos
puramente sexuales; lo que generalmente suele ocurrir en estos casos es que
alguna de las partes siente la necesidad de llevar a más la relación \. ^i ello
no se ve como posible, la pareja acaba abandonando las relaciones sexuales,
que se perciben demasiado vacías e incompletas y. por lo mismo, carentes de
sentido (Kogcrs, 1993). Una soltera de 35 años me comentaba en cierta ocasión
la experiencia de vaciedad que le asediaba después de mantener relaciones
sexuales con amigos v compañeros de profesión:
"Me he acostado con varios amigos durante algunos años. La verdad es que nos h
hemos pasado bien, en ciertos casos hasta diría que muy bien. Pero después de
hartarme de sexo, he dejado de practicarlo porque al final nadie se quiere casar
conmigo ni quererme en cuerpo y alma".
Resumiendo lo anterior, cabría entender las relaciones entre el sexo v el
amor en tres niveles:
a) Como fuente de excitación erótica y de placer en ausencia de amor y
de compromiso personal. Lo mejor que se puede decir de esta versión
de comunicación sexual es que no suele resultar gratificante por largo
tiempo para las personas implicadas en ella por cuanto supone reducir
el amor a sus dimensiones erótica, narcisista y pasional, a la postre,
tratar al otro más como cosa u objeto de placer que como persona.
b) Hay otra modalidad de relacionarse sexualmente que conlleva, además
de placer, cierta donación de sí mismo como instrumento de placer y
felicidad para la otra persona, lo cual supo-
282 i
f AI’I-RTURA DEL SOLTERO A LA VIDA I \ PARI |A V Al MATRIMONIO
no cierto grado do amor. En esto caso, al placer soxual so añado
ol gozo do dar algo do sí al otro, lo que representa para la pare ja
amiga la experiencia de sentirse reconocida y acompañada por el otro,
"si no nos quisiéramos, no haríamos esto el uno por el otro".
c) Por último, se pueden entender las relaciones sexuales como la
celebración del amor recíproco, total, incondicional v libre de toda
restricción entre las partes implicadas. A este nivel, la comunicación
sexual más que una meta en sí misma es la manifestación de haber
alcanzado el amor que, sin subestima del componente corporal,
conlleva el reposo espiritual, la seguridad y la complacencia en el
amor en cuanto donación. Muchos autores (Alberoni, 1986; Segura,
1997; Richo, 2002, entre otros) enmarcan este nivel de amor en el
matrimonio o su equivalente, la pareja estable, al tiempo que
proponen como señal de haberlo alcanzado el abandono de cualquier
actitud de egoísmo narcisista y una disposición que se proyecta en la
atención a las necesidades únicas del otro.
Las nuevas formas aceleradas y superficiales de acercamiento a la pareja
En este contexto, quiero referirme a ciertos planteamientos que considero
superficiales y que, de manera surrealista, muestran con supina ingenuidad la
posibilidad de realizar increíbles atajos en el complicado proceso de
acercamiento entre la pareja. Valga a modo de ejemplo, y no es único, el
televisivo programa "Xti". Consistía en introducir en una casa a un nutrido
grupo de solteras con tres varones solteros, con el objetivo de que en pocas
jornadas surgiera el amor definitivo entre algunos de ellos: "entre usted
soltero y salga casado" sería un buen resumen de las pretcnsiones de dicho
programa que, como es lógico, tuvo que retirarse inmediatamente de la
pantalla tras un estrepitoso fracaso. Basta el sentido común para darse cuenta
de que un escenario tan artificial no da de sí para que aparezca la reali dad de
la persona con la que uno está dispuesto a jugarse el devenir de toda su vida,
compartiendo por amor sus gustos, problemas, com-
LA PSICOLOGÍA 1)1-1. SOI II KO LNTKE I I MITO V LA KKAI.IIMD
piejos, sus cambios de humor, sus actitudes ante las muchas vicisiui- des y
experiencias por las que pasa la vida en pareja y que, por nin gún concepto, es
recomendable poner entre paréntesis cuando se tr.» ta de conocer con un
mínimo de respeto hacia sí mismo a la persona capaz de darte la felicidad.
Lo mismo cabe decir del conocimiento de la pareja a través de las nuevas
tecnologías, especialmente, el "chateo" por internet. Comn he dicho en el
capitulo tercero, las computadoras ofrecen nuevos r increíbles caminos para
las relaciones amorosas. Sin salir de tu pro pía casa, puedes contactar con
toda clase de personas y, aunque no contamos con estadísticas, es posible que
a través de la pantalla surja algunas veces el amor. No repetiré aquí los
peligros a que está expuesta la experiencia del amor codificado en clave de
"amor virtual", pues si bien es cierto que a través de estos nuevos medios
cibernéticos es posible conocer amigos, a estos amigos no se les ve la cara,
sobre todo los ojos, a través de los cuales los humanos nos comunicamos el
70 por ciento de lo que hay en nuestro interior y nos mostramos realmente lo
que somos. Tampoco aparece la elocuencia de los silencios, tan importantes
para comunicar la calma y el equilibrio en una sociedad estresada y envuelta
en profundos desajustes. Y no olvidemos la ausencia de otro elemento
esencial en el amor, la imprescindible confianza y la ausencia del temor al
compromiso que conlleva el amor pleno. Vale ia pena sopesar muy bien el
hecho do que cuando se apaga el ordenador, ninguno de los contertulios vir-
tuales se compromete con nada ni con nadie, son en realidad personajes
"filtrados" que pueden ser personas generosas pero también la encarnación
del egoísmo y la maldad, es posible incluso que lo que ofrece la pequeña
pantalla no tenga nada que ver en muchos casos con las verdaderas aficiones,
valores y los sentimientos íntimos y personales del que nos entusiasma por
su gracia verbal o su ingenio momentáneo e incomprometido. ¡El amor es un
asunto demasiado serio y complicado para esperar que se puede alcanzar
mediante el fácil recurso a los impulsos cibernéticos!
284
API RTL'RA I > C I S OI I I K O A l \ VII >A F.N PAREJA Y AL MATRIMONIO
Las parejas de hecho y la supresión de los vínculos jurídicos de la pareja
En los últimos años ha aparecido con especial fuerza una modali dad de
pareja que se opone a la funiializadón legal de la convivencia afectiva y de sus
efectos jurídicos, son las denominadas "parejas de hecho" que se definen
como la unión estable de un hombre y una mujer, o de dos personas del
mismo sexo, con la intención de desarrollar un proyecto de vida en común,
semejante al del matrimonio. No se trata, y esto es importante destacarlo, de
un intento de degradar o superar la situación tradicional en la que la
legitimidad y aceptación social de la pareja venían obligatoriamente
sancionadas legalmente, sino de una actitud cuyos protagonistas legitiman su
convivencia basándose en la "libertad ideológica" individualmente
considerada y en la posibilidad y el derecho de mantener una convivencia
enrique- cedora en la esfera personal al margen de las leyes del derecho
positivo reguladoras del compromiso matrimonial (Talavera, 2001).
Ix>s motivos que se aducen para justificar la pareja de hecho son varios:
uno frecuente es la diferencia de edad entre sus miembros, factor que origina
dudas razonables sobre el mutuo entendimiento de la pareja en el futuro, otro
es el rechazo expreso al compromiso que vincula a la pareja de por vida o
"para siempre", lo que se traduce en considerar la unión con cierto carácter de
provisionalidad -mientras las circunstancias se mantengan y lo aconsejen-,
otro motivo es la imposibilidad de contraer legalmente un nuevo matrimonio
por estar implicados los dos miembros de la pareja o alguno de ellos en el
proceso de anulación o separación de un anterior matrimonio, a veces y, por
último, son razones de tipo económico, no perder los derechos de jubilación
que legalmente desaparecen cuando se legaliza la convivencia de la pareja
entre personas mayores.
Las parejas de hecho, cuyo número en España oscila entre 600.000 y
220.000 según las diferentes estadísticas, son actualmente objeto de los más
encendidos debates por parte de los ciudadanos, los grupos sociales y
juristas, dando lugar a posicionamientos claramente encontrados en todos los
niveles. Lo demuestran estos datos:
285
I M>l« OLOOÍADII SOLI ERO: EN I Kl lí l. MIJO V LA REALIDAD
a) I os representantes de la iglesia católica lian criticado con duro- za
estas parejas por su dudosa moralidad y por considerarlos contrarias
al verdadero progreso y bienestar de la sociedad (Ar/obispo de
Valencia, obispo de Castellón y otros obispos \ arzobispos). El Tapa
se pronunció sobre el tema en la audiencia de 4 do junio de 1999
dando su rotundo "no" a las parejos do hecho porque "erosionan el
sentido mismo do la institución familiar y fomentan una alarmante
capacidad destructiva de la familia, célula básica de la sociedad".
b) l a plataforma para la promoción de la familia (Profam), que
representa a más de 300.000 familias madrileñas, ha recogido ya
15.000 firmas y espera llegar pronto a las 100.000 en contra do la Ley
de Familias -parejas de hecho- de la Comunidad de Madrid.
c) Los partidos políticos han tomado también postura ante el toma
defendiendo tesis difícilmente compatibles y así, mientras los de
izquierda se manifiestan decididamente defensores de estas parejas y
piden su reconocimiento pleno con los mismos derechos y ventajas del
matrimonio civil, los de derechas se niegan a reconocerles un estatuto
equivalente en todo al matrimonio.
d) Por su parte, varias Comunidades Autónomas (Cataluña, Aragón,
Comunidad Canaria, Andalucía, Castilla-La Mancha, entre otras)
disponen ya de sus propias leyes sobre las parejas de hecho y, con
pequeñas diferencias, todas estas leyes proponen como fundamento
jurídico de las mismas varios artículos de la Constitución Española,
especialmente los que se refieren a la libertad individual (Art. 1.1),
igualdad ante la ley (Art. 14) y libre desarrollo de la persona (Art.
10.1).
e) L1 toma ha llegado también hasta el Parlamento Europeo que, tras
una reñida votación, aprobó en el año 2001 el informe de los Quince
que reconoce a esias parejas los mismos derechos que a los
matrimonios.
APERTURA DM.SOl.TliRO A LA VIDA EN PAREJA V Al. MA I KIMONIO
Al margen de las leyes y debates soba* el tema, hay algunos datos que
ponen de manifiesto la vigencia de la familia tradicional en amplias capas
sociales. Por ejemplo:
• según una reciente declaración del Consejo de Europa, "el matrimonio
sigue siendo un valor fundamental de la sociedad".
• en Suiza el 94 por ciento de los niños nace en el seno de un
matrimonio, en Alemania, el 85 por ciento y en España (2003), de los
12 millones de uniones estables contabilizadas, 11.850
0 son matrimoniales y sólo el 2 por ciento de los mayores de 18 años
viven en unión de hecho.
Los parejas de hecho instas desde la sociología
Por lo que respecta a la perspectiva sociológica del tema, compruebo que
ha hecho acto de presencia una determinada corriente que parece recrearse en
cierta exaltación de las uniones de hecho aduciendo que son más profundas y
estrechas porque "al gozar de total libertad, tienen que reiterar constantemente
su voluntariedad de vivir en común, lo que las hace mejores, más libres o
espontáneas o satisfactorias que las que pueden hacer esos mismos individuos una
vez contraigan matrimonio" -el subrayado es mío- (Alberdi, 2000, p. 115). Con el
debido respeto a esta opinión y similares, pongo en duda la fuerza de esta
argumentación, pues entiendo que una decisión libre no es de suyo "mejor" y
"más satisfactoria" por el mero hecho de estar sometida a permanentemente
revisión, y mucho menos me convence la razón de que la unión de hecho es
de suyo "más libre" que la libertad implicada en el compromiso toial y de por
vida que vincula a la pareja dentro del matrimonio tradicional. Con la misma
actitud respetuosa, quiero decir que me parece caricaturesco considerar la
libertad de la persona a manera de suma de actos puntuales, de escasa
duración o permanencia, momento a momento; más bien pienso lo contrario,
que la manifestación más clara y plena de la libertad humana se corresponde
con una actitud dispuesta a la superación de lo
i
I AISKiH.tH.fADM SOLTE»» EN'IKE EL MITO Y LA REALIDAD
,.io\ isnm.il y .HvplJ corno Iialur.ll l.i incondicionalidad do la decisión
,.|.,sm.ul.i en l.i oniivga «“‘J1 vivida por encima do cualquier límiii- aipir.il
preestablecido y relativo a toda la vida de la pareja, indui- su miuro l\»r
o\trapolación, veo una sustancial identidad entreoí ,.,UM *le patvj.i estable y
los sólidos vínculos que unen a la madre con
l |u|«> »> al amigo con el amigo de verdad; nadie pone en duda que el
innegable y el significado profundo, positivo y satisfactorio de , amores
radica muy especialmente en no estar sometido a cons- tanlo revisión y
ofrecer un horizonte de seguridad y permanencia.
(Jms dice ¡a psicología sobre las parejas de hecho?
A la hora de explicar en clave psicológica el fenómeno creciente de las
parejas de hecho, vienen a cuento dos preguntas ineludibles; de dónde nace
(percepciones, motivaciones, actitudes, sentimientos) W deseo de vivir como pareja
formalmente no-casada y, la segunda, en qué se traduce la experiencia interior de vivir de
eso modo? Si nos atenemos a lo que expresan las propias parejas de hecho, el
motivo fundamental de optar por este tipo de emparejamiento es de
naturaleza "ideológica", básicamente la radical oposición a que las
instituciones públicas intervengan en la esfera de los sentimientos personales
que, por su propia naturaleza, pertenecen al ámbito de la conciencia
individual. Por tal motivo, consideran una intromisión abusiva del Estado
regular sobre la fuerza y funcionalidad que deben ejercer en el reconoci-
miento de la vida en pareja aspectos vivenciales íntimos de la misma y que,
objetivamente sopesados, desbordan los límites en que razonablemente
pueden y deben estar supeditados al control de la autoridad pública y de la
ley. En el terreno práctico, se considera improcedente que el Estado ponga
impedimentos legales para que una pareja no marital goce de todos los
derechos de los casados por el hecho de establecer relaciones afectivas no
coincidentes con los lazos de estabilidad y totalidad que se asignan al
compromiso matrimonial, pues no es el Estado a quien corresponde decidir
en nombre de la pareja cuándo su permanencia conviene o no a las personas
implicadas ni a qué nivel de profundidad afectiva han de comprometerse.
fe
288 ---------- — ------------- .WTiirí-
AI'I'KTUKA I>1-1 SOI 1 l-K( > A I A VIDA KN PARI |A ^ Al MAIKIMOMO
La lógica de estos argumentos termina postulando el reconocimien to de dos
marcos diferentes en las relaciones de pareja, el marco legal v el afectivo,
desde el primero no se pueden ni deben valorarse todos los supuestos vi
vencíales y fluctuaciones del segundo. A l.i postre, lo que en definitiva se
pide es que la legalidad sea más flexible y respete el ámbito de la libertad
individua! cuando, desde ella, se decide establecer relaciones afectivas de
pareja al margen de la ley que, no se olvide, tiene como principal cometido
favorecer el bienestar de los ciudadanos y que lo compromete siempre que se
entromete en el campo que denominamos “decisiones pertenecientes a la esfera de lo
estrictamente personal". Hasta el presente, todos los intentos de definir con
precisión el contenido y significado último de los términos que entrecomillo y
subrayo lian resultado fallidos.
Mi punto de vista es que las razones anteriores son insuficientes para
"justificar" y explicar psicológicamente el conjunto de dimensiones afectivas y
personales que conducen a optar por la pareja de hecho. Y, así, un mínimo
análisis de la cuestión pone de manifiesto que, bajo la fachada de los
mencionados motivos "ideológicos" aducidos por las parejas de hecho, se
esconde una actitud que se nutre de motivaciones y vivencias cuyo
significado en el encuentro y la convivencia en régimen de pareja de hecho
dan a este tipo de unión unas dimensiones claramente específicas, pero
también y sobre todo negativas. ¿De qué dimensiones se trata?
Io. Para empezar, cabe pensar que la pareja de hecho está basada en una
desconfianza todo lo respetable que se quiera pero insana, puesto que se
plantea en clave de un cierto recorte a las propias capacidades y recursos
personales: "¿seré capaz de...?, "¿conseguiré que el otro me quiera en todo
momento tal y como soy?", "si fracaso ¿podré soportar los graves
inconvenientes de la ruptura?, o "¿no es mejor dejar la puerta lo más abierta
posible para que en caso de darse la ruptura sea la salida del compromiso lo
menos traumáticamente posible?". Es obvio, que estas dudas esconden una
baja autoestima o, lo que es igual, la falta de confianza en sí mismo para
afrontar las eventuales y probables dificultades por las que suel en pasar
i 289
I.A INi OI IH.IA l>f I SOLTERO ENTREN MITO 1* I -Mil ANDAD
tocias las parejas. Desde esta interpretación, parece lógico alirmai que las
paa'jas de hecho basculan sobre la baso do la desconfianza en los propios
recursos tanto de uno mismo como do la pareja. A esto hay que añadir que
comenzar la vida en común con tales actitudes no os sino encarar y alimentar
la convivencia desde supuestos do debilidad, algo nada recomendable para
potenciar ol pleno desarrollo afectivo de la pareja.
2". Empalmando con la explicación anterior, otra do las debilida des que
veo personificada en las parejas de hecho es cierta incapacidad para asumir la
propia existencia con el margen prudente de inseguridad que le es inherente.
Es cierto que podemos considerar sano cierto temor ante las nuevas
situaciones que podrán sobrevenir pero, si no se asume que la vida del ser
humano tiene una buena dosis d, aventura y do riesgo, los excesos de
prudencia a lo único que conducen os a hacer imposible que la capacidad de
amar y recibir amor quede limitada a horizontes que nada tienen que ver con
la plena expansión y disfrute del amor entre los miembros de la pareja. Sin
ánimo de ofender a los lectores, pienso que encerrar el amor de pare ja dentro
de los límites de lo seguro y controlable os trasladarlo al mundo animalesco
de lo instintivo, sólo los instintos animales -a veces, se añado, y ol mundo de
los muertos- son mundos seguros, por eso las personas maduras actúan
convencidas de que libertad v seguridad total son términos incompatibles;
sólo quienes son capaces de renunciar a esa total seguridad se sitúan on el
camino que puede conducir al pleno goce dol amor en las parejas. A partir de
aquí, se llega a una conclusión altamente significativa y que, aunque sue na
fuerte, creo que constituye un buen criterio para valorar las pare jas de hecho:
sólo la excesiva o falsa prudencia lleva a sustituir el compromiso total del
matrimonio por el vínculo conscientemente condicionado y limitado en las
parejas de hecho. Hay un dato sociológico que confirmaría esta tesis: las
"parejas a prueba", las que se someten a un "tiempo de rodaje" y las "parejas
de hecho" se separan más que las unidas por los vínculos de matrimonio,
siendo para todas ellas la separación un acontecimiento igualmente negativo en sus vidas.
290
Al’l RTl KA DI I SOI IKKO A I A VIDA EN PAREJA 'r Al MATRIMONIO
3“. Las parejas de hecho, sobre todo después de que legalmente existen
leyes reguladoras del matrimonio civil y de divorcio, tienen más motivos que
nunca para actuar pensando que siempre les quedará la posibilidad di* la
separación si, llegado el momento, se hace imposible la convivencia en pareja.
¿Qué es, entonces, lo que motiva el no incluir en sus previsiones esta "fácil"
posibilidad? No encuentro mejor explicación para responder a este
interrogante que trasladarlo a aquella esfera de la personalidad en donde se
conjugan de manera cuasi inextricable tres términos decisivos en la conducta
humana, libertad, prudencia y miedo ante lo desconocido. Con todos los reparos
imaginables, permítame el lector caer en la tentación (!) de decir que es <■/
r/so de ¡a propia libertad, indebidamente limitada \K>r un exceso de prudencia v de miedo, lo
que conduce ii la elección de la pareja de hecho.
Si se admite la conclusión anterior, es fácil determinar la condición o
requisito necesario para pasar del compromiso de pareja de hecho a aquel
otro llamado a realizar el amor hasta los confines de su total desarrollo y
plenitud, me refiero a la fe en la vida, que consiste en actuar dominados por la
convicción de que, más lejos de lo que nuestros ojos ven en nuestro horizonte
más inmediato, hay un más allá cargado de posibilidades por las que vale la
pena luchar dejando de lado cualquier atisbo de desidia, desaliento o
escepticismo en nuestras propias fuerzas. La fe en la vida consiste en damos
cuenta de que la vida nos supera y que no podemos atraparla ni definirla
mediante el recurso a fórmulas o m ni comprensivas, algo parecido a lo que
pudiéramos denominar la "ecuación de la vida" y que posibilitaría el que
encajaran dentro de un marco plenamente coherente v totalmen te iluminado
el conjunto de dimensiones en que se despliega nuestra existencia,
pensamientos, sentimientos, dudas, inseguridades, temores, etc. (Lowen,
1993). Muchas conductas de la gente carecerían de la más elemental lógica si
no se interpretan como expresión de la fe en la vida que, de forma encubierta,
nos permite gozar anticipadamente de un futuro que, aunque incierto,
esperamos feliz, una especie de vuelta al paraíso en el que podremos ver
cumplidos los sueños aún
i 291
I \ INU (H.CH.ÍA I>1 I MM.TERO: liNTRE El. MITO Y I.A REALIDAD
no logrados hasta ol presento; ninguna gran empresa do nuestra vida es
alcan/ablo si nuestra esperanza no nos sitúa por encima y más allá do todas
nuestras limitaciones y miserias, convencidos do que tenelín»'. los suficientes
recursos para superarlas. ¡Hay motivos suficientes para pensar que ol gozo
del amor pleno dentro del matrimonio es una de las empresas en que pueden
implicarse todas las personas! (Bornad, 2000, p. 160-163).
Decálogo para solteros
Un modo de resumir este capítulo es proponer a mis lectores sol teros el
equivalente a un decálogo específico para ellos. Es sabido, que los decálogos
aglutinan reglas o normas fundamentales tendentes a regular alguna parcela
do la conducta humana. En este caso, mi propuesta más que do normas trata
de ofrecer un listado de principios o criterios que, desde la psicología, cabe
proponer al soltero que aspira a recorrer con eficacia los caminos del amor y
vivir felizmente con su pareja:
1" F.1 matrimonio es una opción libre, nada ni nadie puedo imponernos
la obligación de casarnos; en este sentido, el matrimonio no es una
cuestión que pertenece al ámbito de la ética sino de los valores, "me
merece la pena casarme poique el matrimonio representa para mí
una situación que me ayuda a enriquecer mi persona desarrollando
mi capacidad de dar y recibir amor".
2o. El disfrute del amor pleno no es patrimonio de los casados pues, al
igual que éstos, los solteros pueden disfrutar de relaciones afectivas
suficientemente satisfactorias.
3o. El matrimonio no cambia la dignidad y el valor de la persona, una y
otro radican en la condición del ser humano en cuanto sujeto libre,
único e irrepetible.
4o. La "media naranja" es un mito, todos estamos rodeados de varias
personas del otro sexo que pueden ofrecernos el regalo de su amor y
recibir el nuestro.
292
AI’KKTUKA DMI. SC»I ILUOA I .A VIDA l-.N l 'AKI JA ^ \l MAIKIMi « Mi >
5". El matrimonio no es el remedio a la soled.id ni .1 mientras
inseguridades, tal remedio es innecesario en nuestra v ida cuando
somos conscientes de que estamos rodeados de per sonas que se
fijan en nosotros y dedican alguna parte de ^ti vida a escucharnos y
¡1 cuidar de nosotros.
6o. La timidez os mala consejera para encontrar la pareja que puede
hacernos felices, por ello dejarnos llevar de la timidez nos priva del
inmenso don de la vida que nos permite gozar dando y recibiendo
amor.
T\ El amor pleno de pareja exige intimar con ella, cualquier paso
respetuoso encaminado a descubrir lo que se encierra en el alma de
la persona con la que pretendemos compartir toda nuestra vida es
una actividad cuya dignidad está fuera de cualquier duda.
8\ Casarse para recibir amor de la persona a la que queremos amar, sin
la paralela actitud de ofrecerle lo más propio de nosotros mismos, es
una conducta egoísta que arruina el amor y, tarde o temprano, nos
conducirá a sentir vergüenza de nosotros mismos.
9°. El matrimonio no implica la destrucción del amado ni su conversión
en lo que somos o sentimos, supone la construcción de una tercera
realidad, el "nosotros", respetuosa con las diferencias individuales
de cada miembro de la pareja.
10". El amor perfecto e ideal no existe, como tampoco el matrimonio
perfecto, por ello la aspiración de los casados debe consistir en
disfrutar de la persona amada tolerando magnánimamente sus
limitaciones y defectos y ayudándole a desarrollar sus cualidades.
i 293
ANOTACIONES Y COMENTARIOS al libro de
Carmen Alborch (1999): Solas. Gozos i/ sombras de una
numera de vivir. Madrid: Temas de Hoy. T ed.
Observación inicial
En estas páginas ofrezco reflexiones y formulo preguntas orien tadas
básicamente a aclararme yo mismo sobre algunos de los interrogantes que me
han surgido durante la atenta lectura y relectura de Solas. Mi intención no es
otra que ofrecer un punto de vista psicológico -confieso que no exento de
dudas en bastantes casos- sobre la interpretación de la vivencia de la soltería
en esta obra de Carmen Alborch que, como es sabido, ha gozado de
extraordinaria audiencia entre los lectores. A mi entender, las ideas de esta
mujer, que se define como sola, no son cuestión baladf y suponen una notable
penetración en la problemática de la vida del soltero en el final del siglo
veinte y en la sociedad a la que hemos dado en llamar "sociedad
desarrollada". Quiero dejar constancia, por un lado, mi total respeto hacia la
persona e ideas expresadas con encomiable sinceridad en esta obra de la
exministra socialista y, por otro, posicionarme ante ellas con la máxima
honestidad que me es posible; me he prestado a estas reflexiones movido,
sobre todo, del ánimo de comprender mejor lo mucho que como varón
seguramente me queda por aprender sobre la problemática que afecta a una
amplia parte de la socie-
fe
295
dad. los mujeros solteras. c mmi jHuJr.i comprobar ol lector qtu- Iwva leído ol
libro do Alborch, me centm especialmente on la porto del libro dedicada por
lo autora o exponer sus ideas inós personales (*n torno .1 l.is nuijoros solo* o
solloros.
1. I «i confianza en nosotros mismos
Dioo l.i .wtor.i (p. 101): "I I Inifiiijii personol oi/iutd o stilrcntar ¡,<~ prol'le- »»!.(>
,'ioilóm'tCOS U ti ilwri'thlt lltoHifodl'S iVlltO l’J SCIltido u ti! IT'fMI-n! ;. lidad, lo
mvndad. ln£i'iwh*>¡dad i» taem¡>otia jwn? el troto ¡con tos otros] ¡vn> no nos hoce
aumentar lo eonfion:o en nosotiw mismos yo ,fuc tenemos ¡o profunda ciuivicción de
ipie virina* /vio les otros".
Comentario
Si ontiondo la precedente afirmación, lo que la autora parecí’ decirnos es
que ol darse a los dem<1s con ol intento de serlos útiles no aporta nada a la
construcción de una imagen positiva y valiosa de sí mismo ni al desarrollo do
la autoestima, en otras palabras, que nada añade de positivo al
reconocimiento del valor personal do nosotros mismos el hecho de orientar
una parte de nuestra actividad a la específica finalidad de contribuir al
desarrollo de los demás. Con relación a estas afirmaciones, quieio decir:
1\ Una opinión muy extendida entro los estudiosos de la personalidad
sostiene que, por ley general, cualquier acción voluntaria, realizada con la sana
intención de contribuir al desarrollo de los que nos rodean, todo intento
consciente de hacerles felices, los gestos do amor hacia los o tros, moverse
dentro del marco del "nosotros"... supone una ampliación positiva do lo
personal que ™s enriquece y agranda nuestra condición de sores
individuales. Cuando talos conductas son libremente realizadas implican la
actualización de una capacidad personal positiva, la do compartir las propias
riquezas con aquéllos a los que amamos y servimos; en definitiva, que el
significado último del amor libremente ejercitado hacia los demás no os sino
la expansión y desarrollo de una dimensión valiosa y positiva de la persona
ANOTACIONES V COMENTARIOS AL LIBRO PE CARMEN ALUORCII
íl'romm, 2000). Por ello resulla chocante que la autora de So/as no vea en oí
despliegue de estas posibilidades personales un valor positivo qur redunda,
por .su propia naturaleza, en el logro de mayores cotas tic autoestima y, en tal
sentido, estoy convencido de que la demostración del amor gratuito y libre
hacia los demás, lejos de impedit el desarrollo de la autoestima, contribuye a
la elevación del concepto positivo que la persona hace de sí misma en cuanto
instrumento útil y valioso puesto al servicio do los demás. A título de
ejemplos paradigmáticos, pocos dudan hoy do que la entrega de Teresa de
Calcuta a los pobres y desvalidos tuvo un alto valor humano a los ojos de la
propia protagonista y de su entorno, y lo mismo cabe decir de la dedicación
de las madres al cuidado de sus hijos, del profesor a sus alumnos, del
gobernante a sus gobernados, etc. Todos estos gestos generosos tienden a
traducirse en mayores niveles de autoestima, toda vez que lo que tales
acciones significan y lo que se está realizando a través de ollas es hacer
patente la dimensión de nobleza y generosidad que se esconde en el interior
de cada persona en forma de capacidad potencial de crear escenarios más
positivos y completos del entorno en ol que se despliega la propia existencia.
Desde tal perspectiva, parece lógico afirmar que las personas que eligen
libremente casarse y consagrarse al amor de la esposa/o y a los posibles hijos
nacidos de su amor no es sino un caso más de donación a los demás, lo que
lleva implícito el reconocimiento y despliegue del ser positivo que se lleva
dentro. Es por ello natural que estas vivencias se traduzcan en el desarrollo
do la autoestima personal.
2\ No veo por qué Carmen Alborch reconoce que el amor es algo positivo
en lo que tiene de valioso y noble en relación con uno mismo y le niega tal
dimensión cuando el amor es ejercitado hacia los demás.
En síntesis pues y desde lo dicho, creo que puede afirmarse sin peligro de
equivocarse que cualquier manifestación de amor liba* y generoso hacia los
demás tiende a aumentar la autoestima -lo contrario de lo que parece decirnos
la autora-.
297
I.A l’SK'OI 1XJÍA 1)1 1. SOl.TKRO: l -'NTRK IiL MITO Y I.A REALIDAD
2. I.a misión de Id mujer como esposa y m.idre
Vis tv/Sí’M/ín»» dice l.i autora cu la p. 103- que el matrimonio es y dely.
n.i ser el sítalo tic iwtu mujer; la familia tradicional, su estado ideal y sata- (¡ti lorio: y.
tener lutos. mí< un destino marcado por mn’sfm biología, sino mi deber ÍIII/O i
umphmiento se verá convenientemente recompensado. Una mujer, pues, no >e realiza si
no es madre. Una mujer sin pareja es irremediablemente infeliz y socialmente no cumple
con su misión". Y más adelante añade: Tu consecuencia, a las mujeres les es
inherente la abnegación, el Sitcrifieio e, incluso, el olvido de si mismas, en tanto que
cuidadoras y pro- iveilora< de los afecto* y responsables del buen funcionamiento de la
familia /.../, ¡tero la felicidad no puede ser impuesta y no tiene jwr qué conducirnos a
ella un camino único".
Comentario
1" Me pregunto si Alborch mantendría la misma postura si fuera hombre
y comprobara que la misma sociedad que asigna la función de madre a la
mujer le impusiera como hombre-varón, por ejemplo, la obligación del trabajo
como un imperativo natural y derivado de su condición de miembro de la
sociedad a la que pertenece y para provecho de ésta. Entiendo que la sociedad
no puede hacer imposiciones cualesquiera a sus miembros pero nada tiene de
extraño que otorgue una especial valoración positiva al cumplimiento de las
funciones que espera recibir de ellos para la buena marcha de la sociedad de
la que forman parte; todavía mejor se entiende tal juicio positivo cuando se
trata de funciones que pertenecen en exclusiva a algunos de sus miembros,
como es la maternidad en calidad de prerrogativa natural y exclusiva, hoy por
hoy, de la mujer.
2". Tampoco encuentro nada de extraño el que se vea positiva y fuente de
satisfacción para los miembros de la sociedad, en este caso de la mujer, la
relación que el sentir común establece entre el servicio a la sociedad corno
madre y la satisfacción que ésta puede experimentar por el servicio prestado a
la sociedad mediante y a través de la maternidad. La consideración de la
dimensión social de la persona es, creo, suficiente respaldo psicológico y
sociológico para establecer tal
298 ^
ANOTACIONES V COMENTARIOS AE I IBKODE t'AKMI N AEISOIUH
paralelismo. En estos tiempos en que el descenso de la natalidad se ha
convertido en algunos estados en grave problema social, parece poco menos
que insultante rechazar la posibilidad de que muchas mujeres disfruten en
ve/ de "sufrir" la maternidad en cuanto servicio generoso a la sociedad.
3°. Admito que la realización de la mujer como persona no tiene por qué
pasar necesariamente por ejercer su potencial capacidad de ser madre y, por
lo mismo, que su felicidad personal se haga depender exclusivamente del
ejercicio de tal potencialidad, como apunta el estereotipo de la mujer esposa y
madre, pero al mismo tiempo y habida cuenta de que, en el plan de la
naturaleza, la maternidad está reservada a la mujer, no entiendo por qué el
ejercicio de tal papel deba traducirse, de suyo, en fuente de un cierto
empobrecimiento personal, menos aún que constituya un obstáculo al
desarrollo personal de las mujeres. En este sentido, me parecería más
apropiado ver la maternidad como un gozoso servicio y una fuente normal de
expansión y autorrealización positiva para la mujer.
3. La soledad en las mujeres independientes y solteras y su salud mental
Dice la autora en la p. 111:"... los manuales de psicología aluden a la soledad de las
mujeres independientes como un importante problema de salud mental: las mujeres son
infelices porque son libes. Eslo es algo terrible, injusto y falso".
Comentario
Io. Los manuales que, como profesional de la psicología conozco, no
suelen presentar con carácter general tal argumento, al menos no lo he visto
reflejado en los ensayos que he leído sobre la mujer independiente y soltera.
Lo que sí dicen tales estudios es que de hecho muchas mujeres independientes
confiesan que para ellas una fuente de infelicidad es la soledad, una
experiencia desagradable que, según confiesan, se deriva en buena medida de
su condición de solteras.
I
I A l*SirO!.lX;ÍA DI-I.SOI II -KO: INTUI- II. MU O Y I.A Ul Al ll»AI>
l-ntieiulo que ante estas confesiones m«1s que evidentes, lo lógico es
admitirlas con honestidad V sin tapujos, lo que no debe llevar, p«,, otr.i
[•'.irle, a la equivocada conclusión de que muchas mujeres solo*, o
independientes faltan a la verdad cuando dicen sentirse felices \ go/ai de
una envidiable salud mental.
2". Aceptado que no se puede decir sin más que la soledad sufri da por
muchas mujeres independientes y solteras sea una consecuencia necesaria de
su independencia -en esto estoy con Alborch-. nada obsta para reconocer que
la situación de mujer independiente conlleva en bastantes mujeres una
especial dificultad para librarse del mal de la soledad; en términos
equivalentes, parece claro que vivir independientes y sentir cierto
"sufrimiento" a causa de la solo- dad es una experiencia frecuente que muchas
mujeres confiesan abiertamente.
3". Admito también que la soledad no es patrimonio exclusivo di las
mujeres independientes y solteras, como repetidamente y con razón expresa
la autora de Solas, pues es sabido que muchas mujeres casadas confiesan
sentirse muy solas. Pero ello no es óbice para admitir el hecho real de que en
nuestra situación cultural actual, muchas mujeres independientes y solteras
consideren especialmente difícil librarse de un cierto nivel de sufrimiento a
causa de la soledad que conlleva su vida independiente. En este sentido,
entiendo que, más fructífero que "acusar" a los estereotipos sociales de
exagerar el mal de la soledad que acompaña la independencia y soltería en la
mujer, sería más conveniente promover el desarrollo personal de las muje res -
y también de los hombres solos- para que asuman con madurez los
inconvenientes de la soledad qutj les toca vivir, lo que se traducirá en una
mejor salud mental. Cabe pensar que, en la medida en que se dé tal
aceptación libre, las mujeres -y los hombres- independientes dejarán de sufrir
y ya no considerarán "terrible" el lote de soledad que conlleva su situación de
independencia. Me desmarco, por ello, del carácter de "terrible" que el
estereotipo asigna a la soledad de los independientes y solteros y estoy con
Alborch cuando entiende que
300
ANOTAl IONliS Y C OMKMARIOS AL UBKODI: C'AKMI \ AI.HOKUI
l. vs mujeres independientes y solteras pueden disfrutar de buena salud
mental, pero ello con una condición, que sepan asumir su independencia y
soltería como una elección plenamente libre y responsable, lo que implica que
están dispuestas también a someterse a las correspondientes limitaciones que
conlleva su condición de solteras y, entre ellas, una cierta carga de soledad.
4. No hay que sentirse culpables por buscar la propia felicidad
En la p 112 de Srt/rts so dice: 'Si ¡wr fin hemos descubierto que In felicidad
lyoi nuestra titilación de solas] es preferible al sacrificio o la abnegación, no dclviiu»
sentirnos culfHtbles". Y en la página siguiente añade: “L> esencial es vivir la
propia vida, no la del otn>. Y desde huyo, mundo se vive «’hi se aprende a vivir así
(felizmente solas
Comentario
1°. En términos generales, no hay inconveniente alguno en admitir que el
no vivir exclusivamente para la abnegación y el sacrificio de sí mismo sean
motivos suficientes y por sí solos para sentirse culpable. Al fin y al cabo, el
amor bien entendido comienza por uno mismo puesto que el amor es querer
al prójimo y el prójimo primero y más cercano, somos nosotros mismos. En
teoría, pues, nada que objetar. Pero los hechos están ahí y nos dicen que en
nuestra sociedad hay mujeres que relacionan su independencia con algún
sentimiento de culpa.
2°. A la hora de establecer la relación entra* estos dos hechos, inde-
pendencia y culpa, una explicación plausible puede obedecer a la
identificación que muchas personas hacen de la independencia con una
actitud egoísta. La lógica nos lleva a pensar que es esta actitud y no otra la
principal fuente de la que se derivaría la vivencia poco gratificante del
sentimiento de culpa en algunas mujeres -y hombres-.
3o. Si se admite que tal es la causa del sentimiento de culpa, la cuestión
parece que debiera orientarse a dilucidar en qué medida la independencia y la
soltería constituyen realmente una forma de
301
I . A l * SK O I I X¡ Í A 1 )1 -1 . S O I I I U O I N T K I I I M IT O Y I A KK AI . ID A I)
egoísmo vicioso y criticable, capaz do producir la vivencia de culpa on l.is
personas que, por encima de todo, eligen su independencia Por descontado
i|uo el hecho de que el estereotipo social de egoísta*, así lo considere no es
motivo suficiente para que las personas independientes tengan que asumir tal
interpretación, pero tampoco se justifica adoptar ante este juicio social una
actitud victimalista; más bien lo que parece adecuado y eficaz es que los
solteros muestren con sus hechos a los ojos de quienes les rodean que no está
justificado el estigma social de egoístas que se Ies atribuye. Así llegaríamos .1
l.i conclusión de que en la medida en que las personas solas hacen l.i opción
de vivir independientemente y, a la vez, dan muestras de una actitud
generosa practicando cierta dedicación a los demás on sus entornos sociales,
cabe esperar que acabará por carecer de funda- monto la acusación de
egoísmo que se les atribuye y, paralelamente, se verán totalmente libres del
sentimiento de culpa que la sociedad pone en ellas v algunas dicen padecer.
Por último, me inclino a pensar que esta meta, la experiencia de una vida
gozosa por parte de los independientes y solteros, difícilmente se convertirá
en realidad mientras éstos se rijan por el lema de que para ser feliz "lo esencial
es vivir [sólo] !a propia vida, no la del otro".
5. ti difícil equilibrio de las mujeres que optan por vivir solas
"Muchas mujeres -[solas), se dice en la página 113 de la obra que estoy
'comentando, manifiestan no saber qué hacer para conciliar el deseo de autonomía,
sus intereses profesionales, sus exigencias en la relación con la pareja 1/ su nostalgia
de una vida feliz idealizada".
Comentario %
r. En muchas esferas de la vida aparece como problema acuciante
compaginar dentro de un marco de vida equilibrado v armónico los diferentes
roles ejercidos por las personas, por ejemplo, depender de los demás v ser
uno mismo, ser amigo de los hijos y recriminarles por sus incorrectos
comportamientos, tratar a los alumnos como amigo y suspenderles cuando su
rendimiento acadé-
L. 302
ANOTACIONES Y COMEN! ARIOS Al. LIBRO DE CARMI N ALBORCII
mico no es satisfactorio, disfrutar de la vida y asumir los achaques de la
vejez, compaginar el papel de marido y padre con el ejercicio de las
obligaciones profesionales, etc. Hay que reconocer que, en general, articular
adecuadamente los distintos requerimientos en los que se despliega la
conducta global de las personas es un problema universal que obliga
frecuentemente a difíciles equilibrios y momentos de indecisión v de zozobra,
y esto es igualmente válido tanto para las mujeres como para los hombres, al
margen de su estado de casados
o solteros. Confieso que no acabo de entender por qué Alborch con sidera
especialmente difícil y, sobre» todo, con carácter de exclusividad y hasta con
tintes dramáticos alcanzar tal equilibrio en el caso de las mujeres solas, a
menos que se parta de un supuesto, que 110 comparto, que se Ies considere
especialmente incapaces para armonizar las dificultades y problemas que
conlleva vivir un cierto grado de independencia con el resto de sus
compromisos en el marco de su desarrollo personal, en especial, compaginar
lo profesional con sus necesidades afectivas.
2o. Manteniendo lo anterior, suena a queja de tintes victimistas no sólo
las dificultades mencionadas puestas en boca de las mujeres solas por la
autora, sino otras muchas que aparecen aquí y allá a lo largo de So/ns.
Valgan de ejemplo las cinco preguntas -más bien lamentos- que en forma de
punzantes interrogantes aparecen en la misma página que comentamos y que
Alborch expresa en nombre de las mujeres solas: ¿Quién o qué es el
responsable de que haya tantas mujeres solas? ¿La demografía, demasiadas
mujeres?, ¿las exigencias marcadas por la revolución sexual y el feminismo?,
¿los hombres demasiado tradicionales?, ¿la búsqueda de las mujeres de una
mayor calidad en ios sentimientos, de una mayor autonomía? Desde cual -
quier punto que se mire, salvo que se echen todas las culpas de tan tos males a
los hombres "tradicionales" -opinión que la autora no parece defender,
aunque tampoco la descarta- la respuesta es bastante simple: la opción por
determinados objetivos en la vida conlleva la renuncia de otros, y esto no
vale sólo para las mujeres solas, es ley universal y un gaje de la vida (!).
303
I A l’SICOLCX'.ÍA DEL SOI I ERO: ENTRE I I M I IO Y I.A REALIDAD
y. La autora termina el párrafo que contiene las anteriores peguntas con
la solemne afirmación ya citada: "Lo esencia! es vivir la propia vida, no la del
otro". Yo me pregunto, ¿por qué no ttnubwu |,, del «'tro? o ¿por qué no es al
menos tan bueno y valioso vivir la \ ¡da del i>tro que vivir sólo la propia
vida? Me inclino a pensar que Alborch hace suya una exigencia vital excesiva
por parte de las mujeres solas, la pretensión de gozar de su autonomí a sin
asumir sus correspondientes servidumbres o limitaciones; a esto se llama
pecar de idealismo y da pie para formularse otra pregunta ¿por qué no es tan
responsable v culpable de los males que sufren las mujeres solas su excesivo
idealismo que el "tradicionalismo excesivo" del que se dice que hacen gala
muchos hombres? Hs una pregunta digna de analizarse en profundidad so
pena de exponerse a confundir el tópico con la realidad.
6. ¿Son más felices las solteras que las casadas?
En la p 115 cita la autora un estudio realizado en Estados Unidos
entre 1985-1986 del que se extrae el siguiente dalo: "el 60 por denlo de las
solieras opinaban que eran más felices que sus amigas casadas y las mujeres entre
veinte y treinta años mostraban una preferencia cada vez mayorjwr la soltería”.
Comentario
1". Lo primero que hay que decir es que se trata de un estudio puntual,
realizado en un contexto concreto y, además, bastante dis tante en el tiempo lo
que exige, aun aceptando su fiabilidad, interpretarlo con cautela y sobre todo
ser prudentes en cuanto a la legitimidad y validez de su extrapolación a los
momentos actuales y a los variados contextos en que se desenvuelve hoy en
día la vida de la mujer soltera.
2". A lo anterior hay que añadir un dato de especial relevancia: los
expertos en psicología de los sentimientos (Castilla del Pino, 2000),
consideran que actualmente no disponemos de criterios válidos y fiables, ni
de instrumentos consistentes para medir la intensidad de las
¿04
A NOTACION l¡S V COMEN TARIOS Al I.IHKODI C AKMl \ Al HOKCII
vivencias emocionólos y, poi lo mismo, los diferentes niveles de íeli - cidad en
las solteras y casadas, pues las medidas de tales vivencias emocionales son en
la actualidad tan imprecisas y groseras que suena .1 frivolidad decir cuánto
más felices son unas personas respecto de otras, en nuestro caso, las solteras
respecto de las casadas, máxime cuando los estudios disponibles sobre este
tema no son concordantes y en muchos casos contradictorios (Gail y Moon,
1997).
3". En cualquier caso y desde los datos del estudio citado por Alborch. no
queda claro por qué, si la soltería conduce tan claramen te a la felicidad,
todavía hay tantas mujeres que aspiran a casarse y esperan ser felices en el
matrimonio. En este contexto, recuerdo la confesión de una amiga que, tras
haberse casado a los 35 años, me decía: "yo siempre fui defensora de la
soltería mientras estuve soltera, ahora que estoy casada soy partidaria de las
ventajas del matrimonio". Cuando uno se pregunta por qué tantas mujeres se
casan, varias son las hipótesis posibles explicativas: ¿Será porque a) las casa-
das son inconscientes y no saben en qué berenjenales se meten?; b) ¿será más
bien porque son más maduras e inteligentes y saben que la felicidad no es una
experiencia vinculada de oficio a determinados estados ni patrimonio de
situaciones únicas, como la soltería?; o c) ¿tal vez es debido a que muchas
mujeres consideran que, a pesar desús dificultades, el matrimonio, si se
aprende a sacar partido de él, resulta "rentable" en términos de desarrollo
personal y un medio de conseguir logros vitales positivos profundamente
deseados y vinculados a la vida en pareja...? Cualquiera de estas preguntas
están abiertas a varias respuestas perfectamente asumibles. A este propósito,
me viene al pensamiento lo que suelo decir a los jóvenes con los que por mi
trabajo profesional trato diariamente: "por si no lo ¿abes, te recuerdo que hay
tres estados imperfectos, la soltería, el matrimonio y todos los intermedios".
4°. Todo lo anterior me lleva a proponer el siguiente criterio práctico: la
opción por el matrimonio o !a soltería depende de un compli cado y rico
conjunto de actitudes y expectativas pertenecientes al
i 305
LA PSICOLOGIA OH SOI 11-110: l;MKI : I I V 70'. I A kl --ALIDAI)
ámbito di’ lo personal, profesional y afectivo, Jo que significa que is
prácticamente imposible decidir de una ve/ por todas y con carácter general
cuál de los dos estados, la soltería o el matrimonio, es para cada mujer -y para
cada hombre- la mejor vía de alcanzar el lote do relativa felicidad que puede
disfrutar la persona a lo largo de su vida Kn este sentido, me inclino a pensar
que es a partir de la consideración de (odas las posibilidades que nos ofrece la
vida y al margen de falsas utopias, reduccionismos ingenuos o torpeza para
definir las propias aspiraciones, de donde se puede deducir con cordura y
adecuadamente la orientación personal hacia la soltería o el matrimonio, listo
es lo mismo que decir que para llegar al juicio definitivo sobre la pre ferencia
de la soltería o el matrimonio es obligado empeñarse en el análisis detenido
del propio talante personal y del contexto social en el que a cada hombre o
mujer se le ofrecen las mejores posibilidades de desarrollo y felicidad. Es
evidente, que estas posibilidades responden a un patrón tan decisivamente
individual que asumir por la vía de simple mimetismo el juicio de las amigas
sobre el matrimonio resulta un criterio insuficiente, frívolo e infantil para
decantarse por la soltería.
7. Excesivo deseo de agradan un especial peligro para las casadas
Cuenta Alborch en su obra -p. 116- el caso de una amiga que le expli-
caba cómo cuando se enamoraba se situaba en otra realidad y de for
ma muy sutil empezaba a acomodarse y subordinarse al rol que
desempeñaba en la pareja y así "en cuanto te descuidas estas en la cocina
encantada, sin que nadie te lo haya impuesto, hasta que un día, te preguntas ¿que
hago yo aquí? y suena la alarma, porque tus deseos de complacer se están
convirtiendo en una obligación".
Comentario
1°. Encuentro lógico que suene la alarma en el desempeño de las tareas
domésticas en la medida en que se actúa en las relaciones de pareja y en el
marco familiar al margen dol amor. Efectivamente, si el deseo de complacer
no se asienta en el amor, estar en la cocina, hacer
306 _
A NO I Al IONES Y COMb'N'IARICIS AL LIBRO 1)1 < ARMEN ALüORCI I
l.i colada, ocuparse de las rutinarias tareas del hogar o realizar cual quier
actividad casera de interés para la familia y, cabría añadir, muchas otras
obligaciones en la vida... pueden resultar acciones no sólo poco gratificantes
sino aburridas y esclavizantes para quienes las realizan; concédaseme que esto
vale también para los cada día más numerosos hombres que comparten las
tareas del hogar con sus mujeres. Pero éstas y otras muchas vivencias
personales pueden adquirir, y adquieren de hecho, un sentido muy distinto
cuando el tema se enmarca en otro terreno, en el de las motivaciones
profundas de las personas y especialmente en el ámbito del amor. Desde la
perspectiva del amor, las acciones más rutinarias se transforman en ges tos de
gran valor humano y convierten "pesadas obligaciones" en acciones altamente
gratificantes en el plano íntimo de la persona. Así lo ven quienes opinan, -y
creo que es lo correcto- que el valor de las acciones personales no depende
tanto de su consideración de meros gestos materiales y externos sino de los
móviles que las dirigen. I.o contrario equivaldría a cometer la grave injusticia
de subestimar en bloque la dedicación de nuestras madres a la casa y las
muchas actividades sencillas en que hoy emplean su vida muchas personas
dentro del hogar dedicando mucho tiempo y esfuerzos a llevar a cabo las
tareas necesarias para la buena marcha de la familia.
2o. Al hilo de estas consideraciones y centrando el tema en las actividades
de la mujer dentro del hogar, pienso que en el planteamiento de Alborch se
insinúan varios equívocos y principalmente uno, que el ideal de la dinámica
familiar consistiría en que cada uno de los miembros de la pareja se implique
en las tareas domésticas siguiendo criterios de un igualitarismo funcional a
ultranza "participación en todo y en la misma proporción", en lugar de regirse
por las leyes peculiares de los ecosistemas según las cuales las partes contri -
buyen a la buena marcha del organismo considerado en su unitotali - dad y
realizando funciones diferentes y complementarías. Puesto por medio este
último criterio, se entiende que lo que cuenta dentro del complejo familiar ya
no es lo que cada uno realiza dentro de la casa en calidad o a manera de pieza
aislada e impersonal sino que las
I 307
I.A I'SICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE II MITO Y LA REALIDAD
acciones diarias y rutinarias se valoran desdo ol sentido profundo v positivo
que les confiere la consideración de que son gestos de amor puestos al servicio
del bienestar de las personas a las que se ama y que forman un mismo hogar.
Sólo cuando se rechaza este principio, so encuentra lógica la amarga queja que
la autora pone en boca de su amiga en relación con los trabajos culinarios y se
justifica el que se considcie motivo suficiente de alarma aceptar la "obligación"
de contribuir a las cargas familiares.
3”. Hay más. Los expertos en el tema del amor no tienen la menor duda
en diagnosticar que el mal experimentado por nuestra apenada cocinera es la
enfermedad que denominamos "victimismo", una enfermedad propia de las
personas que, llevadas de una pretendida ilimitada capacidad de darse hasta
el sacrificio, dejan que el sentimiento de amor se les desmadre (Manglano,
2001). Estas personas caen en la trampa sutil de "dar para lograr ser
imprescindibles, dar para estar satisfechas de sí mismas, dar para sentirse
entregadas...". En tono irónico Lewis (1997) llama a este mal la enfermedad de
"la señora Atareada", mujer que da "porque necesita que le necesiten, porque
teme que le dejen de necesitar y pretende ser imprescindible". Estos objetivos
ocultos y en buena medida inconscientes hacen que el dar ya no genere amor
sino que lo destruya, y es así porque lo que se intenta con este modo de amar
es enganchar al otro, forzarle a que acepte el amor y así obligarlo a que te
tenga presente. No son otros los efectos de esa forma de amar que llamamos
"amor de pura donación" o amor por exceso y cuyos síntomas son el deseo de
"morir innecesariamente", hasta llegar a sentirse "consumido" en la entrega. Se
preguntará el lector por el remedio contra esta enfermedad. La receta no es
otra que estar atento a ejercer el amor desde la íntima y consciente decisión de
poner a quien lo recibe en una situación tal que no se le obligue a recibir lo
que se le da y se le permita gozar de su persona, de sus cualidades y de su
libertad. Cuando se da amor con y desde esta actitud, difícilmente se incurre
en el error del victimismo que acusa la mencionada ama de casa, pues el
ajuste entre lo que st? quiere dar y se da hace difícil la aparición de cualquier
actitud
308 > • •
ANOTACIONES Y COMENTARIOS AL LIBRO I>E CARMEN ALW >Kt 11
enfermiza. Podemos concluir diciendo que lo que le pasa a nuestra alarmada
cocinera es que no Ha aprendido a amar con el equilibrio suficiente para
darse de acuerdo con una medida de amor que permite ejercerlo gozando de
él y sin sufrirlo.
8. La donación a los demás como falta de respeto hacia sí mismo
Comenta Alborch -p. 116-117- que en el contexto de la fascinación que
acompaña todo proceso de enamoramiento, puede ocurrir que "tras la
fascinación inicial percibes que no existe equilibrio entre lo que das y
lo que recibes; te has comprometido muchísimo y lo peor es que ha sido de una forma
unilateral, con lo que descubres que no merece la pena haber entregado tanto, sobre
todo si llegas a perder el respeto y la estima hacia t¡ misma".
Comentario
1°. Comparto con la autora el criterio de que para ejercer el amor en clave
desana normalidad tiene que darse una cierta reciprocidad y que, por lo
mismo, amar totalmente y siempre a los demás sin contraprestación alguna
suele resultar generalmente una áctitud demasiado sublime para poderla
mantener largo tiempo sin incurrir en el sufrimiento y los desequilibrios
personales derivados de la autoin- molación. Pero, admitido esto, también
conviene recordar en este contexto que aunque amar a los demás "a cuenta de
nada" parece algo irracional, "amar sólo para recibir'' es una forma de
egoísmo que a la postre conduce a la subestima y desprecio de sí mismo, "soy
un egoísta y un aprovechado", "no soy capaz de amar de verdad y con un
mínimo de generosidad", etc. La conclusión es clara: también en el campo del
amor los excesos son malos.
2o. En la cita de Carmen Alborch y una vez más, nos volvemos a
encontrar con el tema del amor como tema fundamental dentro de las
relaciones de pareja. Pues bien, todos los estudiosos del amor son concordes
en afirmar que tales relaciones no pueden regirse por normas y criterios
mercantiles "te doy para que me des", "te doy en la misma medida en que
recibo de ti". Un mundo regido por principios
i-A rsicoi OÍ; ÍA ni i SOLTERO : r.Ni KI: I i MI IIJ v LA KHAI.IDAD
que no dejan ol mínimo resquicio para ol ejercic io di’ Id pino grolm- dad,
resulla no sólo impensable sino radicalmente inhumano; basta para caer en la
cuenta de ello el recuento de todos los gestos gratui tos de amor que hemos
recibido a lo largo de la vida.
3". Supuesto lo anterior, surge una decisiva cuestión: ¿cuál es l.i medida
del amor equilibrado, el que engrandece a las personas sin menoscabo de su
propia identidad? 1.a psicología del amor aporta algunos datos de interés
para dar con la respuesta planteada. Vendo a su clarificación, podemos
comenzar diciendo que el amor es lanías cosas que pocas empresas hay tan
difíciles como explicarlo y definirlo. Es por ello que los más finos análisis
psicológicos sobre el amor acaban reconociendo que este sentimiento es en
buena medida un misterio v, por lo mismo, una vivencia indescriptible,
imposible de traducir en palabras, dado que éstas son categorías mentales y
ol amor una experiencia de vida. No deja de ser, por otra parte, una paradoja
que después de reconocer el decisivo papel del amor en nuestras vidas,
comprobemos la facilidad con que nos equivocamos por exceso o por defecto
a la hora de ejercerlo, y ello tanto cuando damos amor como cuando lo
recibimos.
4". A la vista de estas consideraciones, todo conduce a pensar que el
lamento expresado en la cita con que se inicia este apartado no es otra cosa
que la expresión del dolor de una mujer que considera excesiva la medida del
amor que da en comparación con el que recibe. Tomando postura ante estas
manifestaciones y tras remitir al lector a mi reciente obra (Bemad, 2000, p.
202ss.), en la que dedico largas páginas a hablar del amor en las principales
dimensiones y vivencias que lo desarrollan, intentaré resumir en unas pocas
afirmaciones ni i respuesta al problema concreto planteado por la confidente
de Carmen Alborch.
a) Como he recordado anteriormente, el amor bien entendido comienza
por uno mismo, dado que el amor sano consiste en la búsqueda de la
felicidad del prójimo y el prójimo más cercano somos nosotros mismos.
Apartarse de este principio es sencillamente antife
310
ANOI A( ÍONI S Y COMENTARIOS Al. LIBRO lili CARMKN ALBORCI!
natural. I’or oso mo llama la atención ol hecho do que la mujer citada por
Alborch no haga referencia alguna al amor que so profesa a si misma y sólo so
quoja del amor que no recibe de los demás. ¿No es esto señal de que está
olvidando el papel que en el plano del amor significa amarse a sí misma y do
que está cometiendo el error de fundamentar su autoestima exclusiva y
básicamente en ol amor que le viene de las demás personas?
b) 1:1 amor entre personas es mucho más que un mero derivado del
deseo natural, puro gesto instintivo, por cuanto implica poner en jue go el uso
do la propia libertad y el respeto debido tanto hacia la propia persona que
ama como a la persona que recibe el amor. F,n este sentido, so dice con
fundamento que el amor es un regalo, una donación libre, que siempre
podemos dar y siempre recibir, lo que en términos equivalentes es lo mismo
que decir que el ejercicio del verdadero amor no es posible sin el respeto a la
propia libertad y, al mismo tiempo, sin cierta entrega generosa y gratuita de
uno mismo a los demás.
c) Por su propia naturaleza, el amor no es algo que podamos tener o no
tener, como no se puede tener o no tener inteligencia o v oluntad. Esto
planten el problema de sabor qué hacemos con el amor y cómo lo podemos
ejercitar. Y es llegados a este punto, cuando comprobamos que ei amor puede
ser tan profundamente creativo como destructivo. Es creativo en la medida en
que, bien ejercitado, sirve para hacernos felices, y destructivo cuando lo
convertimos en fuente de nutrimiento.
d) Aunque pueda sonar a cruel y resultar incómodo, no hay modelos
estandar para definir las formas de amar, por lo que cada persona debe
encontrar su propia medida en el ámbito del amor; esto constituye uno de los
problemas más acuciantes del ser humano -como muy bien queda reflejado y
con no pequeña dosis de amargura en la cita que origina estos comentarios-.
Por mi parte y la vista del estado de indefinición con que nos vemos
obligados a situarnos ante el hecho del amor y sobre todo ante la dificultad
para fijar los límites precisos con que hay que ejercerlo para que no acabe en
"pérdida del respeto y de la autoestima", considero útiles los siguientes
criterios:
311
I A PSK'OI.CXIÍA DHL SOI IT-KO l-NTKK EL MITO Y I A RF.AI IDAD
- El <*.v<rs<> de amor hacia no solios mismos, llevado hasta el extremo de
excluir nuestro amor a los demás, nos convierte en seres mezquinos, a
la postre en unos pobres narcisos egoístas. Así mismo, el e.vivsúw amor
a los demás, exigiéndoles que acepten nuestro amor, no es sino un
disimulado intento de esclavizarles v de manipularles con virtiéndolos
en posesión nuestra; en definitiva, constituye una forma sibilina de
privarles de uno de sus derechos más sagrados, de su libertad, lo que
difícilmente es compatible con el disfrute del amor a medio o largo
plazo.
- Por el lado opuesto, ejercer el amor en medida insuficiente equivale,
tratándose de nosotros mismos, al desprecio de nuestra persona y la
negación del valor que nos merecemos en cuanto seres individuales y
valiosos por el solo hecho de ser personas -en esto consiste la falta de
autoestima o bajo concepto de sí mismo-. Por otra parte, una medida
insuficiente de amor a tos demás nos lleva a tratarles con actitudes
destructivas, intolerancia ante su peculiar forma de ser, rechazo de
cualquier tipo de acercamiento a ellos mediante el diálogo y la
empatia, olvido de sus necesidades únicas, desconsideración del amor
que nos ofrecen, etc.; en definitiva, la falta de amor a los demás acaba
por traducirse en la desproporcionada e injusta exigencia de que nos
amen a cualquier precio, aunque ello suponga el sacri ficio de sí
mismos y su autodestrucción.
- Por último, en la medida en que vamos adquiriendo claridad en las
ideas sobre el amor y lo ejercemos al margen de los extremos que
acabamos i^le señalar, hacemos posible que este nobilísimo
sentimiento humano se convierta en experiencia equilibrada y feliz
tanto para el que da amor como para el que lo recibe. Tal medida ideal
de amor podría plasmarse en el lema: "ámate a ti mismo con todo el respeto y
la intensidad que te sea posible e intenta reproducir tal amor respetuoso e intenso en la
forma de amar a los demás". La validez de esta regla se funda-
.312
ANOTACIONES Y COMENTARIOS AL LIBRO DE CARMI N Al.BORCI I
monta en el hecho de que ol amor a los demás no os sino el reflejo y
prolongación del verdadero amor a sí mismo. Asumido este principio,
se llega precisamente a la conclusión contraria a la consignada en la
cita que estamos comentando y, así, el "haber entregado tanto", en
lugar de constituir un peligro para perder el respeto y la estima hacia
uno mismo, conducirá a la vivencia de la fascinante y gozosa
experiencia que acompaña la expansión personal que se realiza a
través del amor pleno a los demás.
9. La realización profesional del hombre y la mujer dentro de la pareja
Alude Carmen Alborch -p. 121- a uno de los obstáculos que suelen
darse dentro de la pareja por el hecho de que "mientras que la incom-
patibilidad entre el ámbito profesional y pida privada no se plantea por lo general en
los hombres. /.../, muchas mujeres han tenido que elegir y renunciar Aunque las
mujeres estén dispuestas a asumir talas las responsabilida- des, con gran esfuerzo por
su parle, los hombres en ocasiones, no están a la misma altura y surgen los celos
profesionales". Y concluye el párrafo dicien do: "de ahí al deterioro matrimonial sólo
hay un paso".
Comentario
Io. Los celos a los que alude la autora existen, es más, muchos se inc linan
a pencar que irán creciendo en nuestra sociedad a medidai que se vaya
incorporando la mujer casada al ejercicio profesional. Pero también opino que
Alborch está reflejando en su cita un mundo afortunadamente ya superado
por muchas parejas jóvenes. Ho> en día, las parejas jóvenes suelen plantearse
el tema con un talant» de diálogo más maduro, lo que les permite encontrar
fórmulas d- equilibrio; así, todos conocemos parejas, de diferente nivel
cultural profesional, en las que el hombre y la mujer saben repartirse la tareas
de la casa y de los hijos y algunas incluso en las que el cuid£ do de la casa
corre a cargo del marido y es la mujer la única que tr; baja fuera del hogar.
I.A I'SICOLOGÍA DLL SOLTERO: ENTRE EL MITO Y LA REAI IDAD
2 '. Por otra parto, ol hecho de que la normativa legal de muchos estados,
incluido el español, reconozcan a las parejas decidir cuál de los dos miembros
de la pareja usa la baja laboral con ocasión del nacimiento de un nuevo hijo
nos está indicando a las claras hasta qué punto han cambiado ya las cosas en
relación con el presente tema. En tal sentido, considero excesivamente
desproporcionada y en cierta medida ya obsoleta la actitud generalizada que
la autora de Solas asigna a las mujeres que "de hecho siempre han creído que
se las amaba por su disponibilidad para los demás, confundiendo así el amor
con la necesidad" (p. 168); de igual manera, que considero cri ticable la postura
de muchos hombres, totalmente entregados a la profesión y que no saben
compaginarla con un mínimo de atención a la mujer y a los hijos.
y\ I.ejos de mi intención el simplificar el problema que apunta Alborch
negando su existencia o suponiendo que es de fácil solución, más bien pienso
con ella que lograr el deseado equilibrio de la dinámica familiar en una
sociedad como la nuestra, dominada por la competí ti vidad, la eficacia y el
consumisnio, es para muchas parejas un asunto enormemente complicado y
fuente de muchos sacrificios, desequilibrios, frustración y conflictos. En este
sentido, confieso que no tengo fórmulas mágicas, si es que existen, para
proponérselas al lector. Lo que sí me atrevo es a valorar la actitud de muchas
mujeres -y también de muchos hombres- que, por el bien de la familia que han
fundado y a la que se sienten pertenecer, han optado por sacrificar libremente
algunas posibilidades de promoción y dedicación al trabajo en beneficio de la
familia.
4o. Buscando referentes más completos, creo que a muchos hombres y
mujeres les conviene repensar con calma determinados principios v, entre
otros, sugiero los siguientes: 1) no hay por qué considerar el éxito en la vida
únicamente en el plano del trabajo y de la actividad profesional, en la vida
hay otros muchos objetivos nobles capaces de llenar el corazón humano, uno
posible, y que afecta hoy
3 1 4 ,
ANOTACIONES V COMENTARIOS Al. 1.IUKO DI CARMEN Al.BORC11
por hoy principalmente a las mujeres, es ocuparse de la familia y de la casa
para que cuando el marido o los hijos llegan al hogar encuentren alguien que
les acoja libre del agotamiento, del estrés y de las prisas que marcan la vida
profesional de muchos hombres; 2) tampoco es recomendable considerar el
trabajo únicamente como fuente de riquezas ni trabajar -y esto es
especialmente aconsejable a los hombres- mientras "el cuerpo aguante", que es
lo mismo que decir, "a costa de lo que sea", incluida la propia salud o el
olvido de los deberes familiares más sagrados. A este propósito, recuerdo la
reciente confesión de un presentador de TV que a la pregunta "¿tra bajas por
necesidad o por gusto?" contestó: "trabajo por dinero; es saludable (!) que la
gente trabaje para ganarse la vida y no para realizarse, me encanta ganar
dinero porque es la forma de comprar tiempo en el futuro". Lo curioso es que
ese mismo presentador a renglón seguido decía: "quiero que los domingos
sean sólo depresivos, no depresivos y terroríficos como los míos, el ritmo de
un programa diario (como el mío] es devastador". Cuando contemplo tales
niveles de incongruencia no puedo por menos que recordar con pena la
historia de personas que he conocido, totalmente desorientadas con relación al
trabajo, como la de aquella florista que, con mucho dinero en el banco, moría
dos meses después de jubilarse, o la del camionero que dejaba viuda y cinco
hijos a la semana siguiente de confesarme "no sé hacer otra cosa que trabajar";
por todo ello 3) hago expresa invitación a rechazar algunos falsos dogmas
tales como el que la autoestima se fundamenta principalmente en el tipo de
trabajo que realizamos o que el trabajo es la medida de la persona.
5°. Por último, me desmarco de una sociedad que hasta ahora apenas se
ha ocupado de asegurar económicamente a las esposas v madres que, tras una
crisis matrimonial o separación, quedan a merced de su suerte, es decir, sin
recibir una compensación por parte de aquéllos a los que han dedicado una
gran parte de su vida, los maridos o compañeros.
I 3 1 5
I A PSICOLOGÍA DEL SOLTERO: ENTRE EL MITO V LA REALIDAD
10. Lo que hacemos con el propio cuerpo es asunto exclusivamente
Dice Alborch en la p. 176 citando .< Naomí Wolf: "cuando una mujer
><• otorga a ti misma y a las demás ¡H'iiniso para comer, ser sexual, envejecer, lle-
var lejanos /.../ taparse culera o ir medio desnuda, hacer cuanto se le antoje respecto
a seguir o ignorar una v/sidn estética, es que ¡¡a triunfado". V arta- de por su
cuenta: "Una mujer gana cuando decide que lo que cada uno haga con su cuerpo es
exclusivamente asunto suyo".
Comentario
1". Comienzo por reconocer que, en mi condición de hombre, no soy el
más indicado para decir a las mujeres cómo deben usar su libertad y, sobre
todo, lo que pueden y deben hacer con su cuerpo. Recuerdo lo que decía
Unamuno: "Siempre existe la libertad que uno se quiere tomar", aunque se
olvidó añadir "con todas sus consecuencias". Una mujer puede salir a la calle,
siguiendo el dictamen de sus gustos personales o de la moda, semidesnuda o
semivestida, dependiendo de la parte del cuerpo que cada espectador quiera
observar; lo que pasa es que a la minifaldera y para su disgusto se le escapa el
control de las reacciones que provoca en los demás. El tema toma un tono
especial cuando uno oye ciertas declaraciones de las mujeres sobre el acoso
sexual de los varones -de todos los varones, dicen algunas, porque todos son
iguales-, acoso, por otra parte, que nunca es justificable. En el contexto
español, la cosa viene de lejos. Recuerdo dos hechos de interés para el caso.
Cuando por los años 70 invadieron las nórdicas las tradicionales tierras
hispanas, un columnista madrileño tituló su artículo del día con el sabroso
encabezamiento "Está visto que lo veremos todo". Por aquellas mismas
fechas, un municipal de Palma de Mallorca se acercó a una señora muy ligera
de ropas y balbuceando la lengua de los galos le dijo algo así: "Madame
...vous ... habiller", a lo que la interesada replicó "puede hablarme en
castellano, soy española". Al urbano le faltó tiempo para replicarle "pues vaya
usted señora a vestirse". La moda crea estos pequeños problemas de tener que
mostrar el desconocimiento de las lenguas extranjeras (!) o, por qué no decirlo
también, en el caso de las mujeres sufrir el "acoso" de los varones que
nuestro
IMN» 316 i
ANOTACIONES Y COMEN I ARIOS Al I IRRO DE CARMEN AlBORCt i
van por la calle "marcando paquete" y los hombres el de las mujeres
semidesiuidas que les excitan solo Dios sabe cuánto (!). Así llegan muchos a la
conclusión de que los mejor dotados económica o físicamente buscan más o
menos conscientemente intranquilizar a sus congéneres haciendo que el
binomio de su cuerpo-vestimenta resplandezca para envidia y tentación de los
semejantes.
2°. Pasando del plano teórico de los derechos de los hombres y mujeres
sobre el modo de vestir al de los hechos diarios, nos encontramos con que
algunos varones reaccionan ante las mujeres vestidas provocativamente
deparándoles piropos de mal gusto y yerbas del género; tales reacciones que,
en el plano teórico, son absolutamente injusti ficables e intolerables, dejan de
ser tan claramente inexplicables habida cuenta de los instintos con los que la
madre naturaleza ha dotado tanto a los hombres como a las mujeres y con los
que es prudente contar.
3°. Lo que en cualquier caso parece lógico es admitir que cuando una
mujer "se viste como quiere", en la práctica, se expone a no poder controlar en
todos los casos las reacciones que origina en su alrededor, ni los piropos
soeces ni las molestias que con su semidesnudez puede provocar en muchas
personas, tanto hombres como mujeres. A su vez, imponer una tolerancia
ilimitada de los otros con relación a los propios gustos en la esfera de lo
público, lo mismo en el vestir que en otras facetas del comportamiento regidas
por la costumbre, equivale a una forma de individualismo intolerante y, en
cualquier caso, discutible. No me parece razonable proponer como norma de
vida que los otros se acomoden siempre y en todo a las costumbres personales
de uno. Por lo demás, las sociedades civilizadas tienen para éste y casos
parecidos una vía bastante eficaz para dar con soluciones equilibradas a los
problemas de la convivencia en sana tolerancia y comprensión: recurrir, más
que a doctas teorías y fórmulas sacadas de la manga y a gusto del
consumidor, a sondeos de opinión seriamente elaborados y científicamente
realizados. Sería partidario de que mientras las mujeres no estén seguras de lo
que pueden dar de sí tales sondeos, ninguna mujer prudente debiera actuar en
público como si los que le rodean fueran ciegos y carentes de sensibilidad o,
dicho de otro modo, no me parece la mejor
fe
317
I.A l'SK. OLOt.ÍA DEL SOLTERO: I N I RE EL MITO Y LA REALIDAD
conquista de l.i mujer vivir como si .su cuerpo fuera únicamente suyo y >111
tener en cuenta que, en parte, es también y en cierta medida algo de quienrs
lo contemplan.
A modo de síntesis
I le pensado que tal vez aigunos lectores tengan interés y hasta puede ser
que me agradezcan el que a manera de síntesis resuma en pocas palabras las
conclusiones a las que he llegado tras mi análisis ile la obra Sotos, de Carmen
Alborch. Me presto a ello advirtiendo que, .1 la hora de comprometerme en
este empeño, no es mi intención imponer mi particular manera de entender
esta obra, por el contrario, reservo al propio lector el juicio final que de ella se
forme. Desde esta actitud, sintetizo mi pensamiento sobre Sotos en tres
capítulos: a) qué contiene esta obra; b) cómo podría completarse; y c) qué
preguntas quedan pendientes de respuesta en ella.
a) Qué contiene el libro Solas de Carmen Alborch
En mi opinión, el lector encontrará en Sotos:
1. El listado de expectativas que, en opinión de Carmen Alborch, los
hombres de hoy impiden alcanzar a las mujeres.
2. El listado de las numerosas situaciones y actitudes que hacen dudar
a las mujeres si les merece la pena amar como aman a los hombres.
3. El listado de las muchas ventajas que supone vivir solas y los pocos
inconvenientes que implica el vivir solas e independientes.
b) Cómo podría completarse Solas
En la obra de Carmen Alborch faltan:
1. Propuestas sobre las muestras de amor, respeto y consideración que
los hombres podrían ejercer para con sus mujeres o compañeras y
que éstas hoy echan especialmente de menos en sus maridos y en la
sociedad en general.
ANOTACIONES Y COMENTARIOS AL LIBRO DE CARMI N Al IK >Rl 11
2. Listado de las numerosas situaciones en que los casados, hombres y
mujeres, podrían gozar juntos si acertaran «i desarrollar las
posibilidades de un amor recíproco maduro v sano.
3. Listado de gestos concretos mediante los cuales el hombre podría
mostrar más y mejor el amor a su pareja y la mujer acrecentar su
amor a su marido o compañero.
4. Listado de las prácticas y actitudes creativas a partir de las cuales
los hombres y las mujeres podrían dar muestras a sus parejas de un
amor más maduro, sano y generoso.
c) Qué preguntas quedan sin respuesta en Solas
Hago constar que en este punto, el más largo de los tres, mi listado no
se limita a los temas e interrogantes que propongo y, así mismo, que
me ha costado mucho llegar a su formulación. En la línea de los
propósitos de este libro, esto me parece muy positivo pues ello
significa que el horizonte que nos espera en las relaciones hombre-
mujer, el futuro puede depararnos tanto a los hombres como a las
mujeres nuevas formas de entender el amor, a la larga mayores cotas
de disfrutar de las ilimitadas posibilidades de gozar de nuestro mutuo
entendimiento. Dicho lo cual, he aquí las preguntas que me parecen
especialmente pertinentes tras las reflexiones expuestas en las páginas
precedentes.
1. ¿En qué medida la falta de un amor maduro de las mujeres con
relación a sí mismas contribuye a que sientan tanto el desamor de
los hombres?
2. ¿Por qué con frecuencia duele a las mujeres profesar un amor total y
sin problemas a los hombres y éstos se muestran insensibles al amor
que les profesan sus mujeres?
3. ¿Cuáles podrían y deberían ser los gestos de amor de las mujeres
hacia los hombres para obtener de ellos una respuesta de amor más
satisfactoria, y viceversa?
319
I A l’SICOLOíIÍA DEL SOLTERO. ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
4. ¿Cuáles serían las líneas maestras de un plan de desarrollo del amor
pleno y gozoso entre los hombres y las mujeres?
5. ¿Qué deberían hacer los hombres y las mujeres para que el amor
recíproco del que un día gozaron, en lugar de entrar en crisis y
acabe en fracaso, aumente y se desarrolle felizmente?
6. ¿Cómo, en el ámbito del amor, se puede facilitar el paso de
"enemigos" a "aliados" entre los hombres y lds mujeres?
7. ¿A partir de qué medida el amor que se profesan el hombre y la
mujer sirve para facilitar su propio desarrollo personal en vez de
convertirse en menoscabo de la autoestima de uno de los dos o de
ambos?
8. ¿Qué mecanismos y prácticas hay que introducir en la vida de los
solteros y en las relaciones de pareja para que tanto los casados
como los solteros se libren del mal de la soledad que muchas
sufren?
9. ¿Cuáles son las claves para que, tanto los casados como los solteros,
puedan alcanzar el máximo de felicidad que es alcanzable en uno y
otro estado?
10. ¿A partir de qué momento el deseo de agradar y ejercer el amor se
convierte en peligro de autodestrucción?
3¿0
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ALBERDI, í. y otros: Pareja*, matrimonios: actitudes, comportamientos y exfieriencias. Madrid:
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2001.
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SyCICIIdipiL/
DIRECTOR: CARLOS ALEMANY
1 Relatos para el crecimiento personal CARI os A. FMANY (EO.). RAMIRO ALVAREZ. JOSÉ VIO-NU BONCT.
losu CADODEVILLA. EDUARDO CHAMORRO, CARLOS DOMÍNGUEZ. JOSÉ ANTONIO GARCIA-MONGE. ANA
GIMENO-BAYÓN. MATE MELENOO. ALEJANDRO RCCAMORA. PRÓLOGO ne JosE Lu«s P NILLOS (6* ed.)
2 La asortiwdad expresión do una sana autoestima Oto A CASTANYER. (21* ed.) 3 Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de lo personalidad AMA
GIMENO-BAYÓN COBOS. (5* ed.) 4 Aprendiendo a vivir. Manual contra el abummiento y la pnsa Espíranaa Borus. (5* ed ) 5. ¿OLIÓ OS el narcisismo? J O S É L u « S
Trechera (2* ed )
6 Manual práctico do P.N.L. Programación neuroüngüistica RAV*<O J ALVARÉ/ (5* ed.) 7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EOS.)
8. Manual de Terapia infantil Gcstalttca LORETTA ZAIRA CORNEJO PAKOLINI. (5* ed.)
9. Viajes hada uno mismo Diano de un psicolerapeuta en la postmodemidad FERNANDO JIMÉNEZ
HERNANDEZ-PINZÓN (2* ed.) 10 Cuerpo y Psicoanálisis Por un psicoanálisis más activo JEAN SARWSSOFF. (2J ed.) 11 Dinámica de grupos. Cincuenta arios después Luis LOPEZ-YARIO EUZALOE. (5* ed ) 12. El eneagrama de nuestras relaciones MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIOHARDT. (5a ed.)
13. ¿Por qué me culpabihzo tanto? Un anáfisis psicológico do los sentimientos de culpa Luis
ZABALEGU. {3* ed ) 14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. BRUNO GCRDANI. PRÓLOGO DE M. MARKOQUIN. (2' ed.)
15. La fantasía como terapia de ¡a person&Msd FERNANOD JIMÉNEZ HERNANCCZ-PMZÓN. (2* ed.)
16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVÍR GAFO (ED.) JAVIER GAFO, CARLOS OOMINGUEZ, JUAN-
RAMÓN LACAUENA, ANA GIME NO BAYÓN. JOSÉ LUIS TRECHERA. (3* ed.)
17. Diario de un asombro Antonio GarcIa Rteio Prologo de J. Martin Velasco. (3* ed )
18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama DCN RCKARO R<SO. (5* ed.) 19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia THOMAS HARI. 20 Treinta palabras para la madurez JOSÉ ANTONO GARCIA-MONGE. (8* ed.)
21. Terapia Zen. DAVID BRAZ*R PROLOGO OE ANA MARÍA SCHLÜTER ROOÉS. (2* ed.)
22 Sencillamente cuerdo La espmtual.dad de la salud mental. GE RAID MAY. PRÓLOGO OE JOSÉ-VICENTE BONET.
23 Aprender do Orente: Lo cotidiano, lo lento y lo caltado. Juan Masía Clavel. 24 Pensamientos del caminante M. SCOTT PECK. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.
25 Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico. RAMIRO J ALVAREZ. (2* ed.)
26 Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la Integración Psicológica y Espiritual DAVIO RICHO.
(2" ed ) 27. El acompañante desconocido De cómo h masculino y lo femenino que hay en cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. John A. Sanford. 28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN PRÓLOGO oe JUAN MANUEL G LLAÜOSTERA
29. El cr’cto de ¡a vida: Una visión sistémica de la familia ASCENSIÓN BELART - MAP \ FERRER. PRÓLOGO DÉ LUIS ROJAS MARCOS. (2* ed.)
30. Yo. limitado Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías. MIGUEL ANGEL CONESA FERRER.
31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Gula práctica para sobrevivir a los exámenes KEVIN FLANAGAN. PROLOGO DE JOAQUÍN M° GARCÍA DE DIOS. 32. AJI Babá y tos cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico. VERENA KAST. PRÓLOGO DE GABRIELA WASSERZIEHR
33 Cuando ol amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3* ed.) 34. Anhelos del corazón. Integración psico/ogtca y espiritualidad WIXIE AU - NOREEN CAMIÓN. 35 Vivir y morir conscientemente losu CABOOEVULA PRÓLOGO ce CELEDONO CASTAÑEDO. (3* ed ) 36. Para comprender la adicción al luego MAR LA PRIETO URSÚA PRÓLOGO CE LUIS LLAVONA.
37. Psicoterapia psicodramática individual. TEOOORO HFRRANZ CASTILLO. 38 El comer emocional. Edward ABRAMSON 39. Crecer en intimidad Guia para me/orar las relaciones mterpersonales. JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH.
40, Diario dit una mae'stm u do tuc /'liáronla afnmnst* icmci A<~ñrn* Cmr c • mrmi
•51 Valórate por lj fvt;c’<Jod que ¿lcxnc.es Xavií:h Moreno Lara.
42 Pensándolo bien.. Guia práctica para asomarso a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ. Prólogo DE José Klwgbfii 43. Limites. fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar
de uno mismo CHARLES L. WMITFICLD. PRÓLOGO oe John Awonco 44 Humanizar el encuentro con el sufrimiento. José Carlos Bermejo. 45 Para que la vida te sorprenda. MATILDE OE TORRES. (24 ed.) 46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y la pasión. David
Brazier. 47 Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.
PR<XOGO OE Lúe LÓPEZ-YARTO.
48. Palabras para una vida con sentido. M*. ANGELES NOBLE JAS. 49 Cómo Nevamos bien con nuestros deseos PHILIP SHELORAKE. 50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica dol altruismo.
LUIS CENCILLO. PRÓLOGO de ANTONIO BLANCH. (2® ed.)
51. Emociones: Una guia interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESUE S. GREENBERG. PRÓLOGO OE CARMEN
MATEU. (2J ed.)
52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto AMADO RAMÍREZ WLAFAÑEZ 53 Desarrollo de la armonía interior. JUAN ANTONIO BERNAD 54. Introducción ol Rote-Playmg pedagógico PABLO POBLACIÓN KNAPPC y ELISA LÓPEZ BARBERA Y COIS.
PRÓLOGO DE JOSÉ A. GARCIA-MOGE.
55. Cartas a Pedro Guia para un psicoterapeuta que empieza LORETTA CORNEJO 56. El guión de vida JOSÉ LUIS MARTORE.L. PRÓLOGO Ü€ JAVIER ORTIGOSA.
57. So/nos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEORA.
58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre /os juegos familiares. GIULIANA PRATA;
MAR a VIGNATO y SUSANA BULLRICH. 59. Amor y traición. JOHN AMOOEO. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY.
60. El amor. Una visión somática. STANLEY KCLEMAN. PRÓLOGO DE JAME GULLÉN DE ENRÍQUEZ.
61. Ala búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivado y a dónde nos guía. KEVIN FLANAGAN.
62. A corazón abierto.Confcsionos de un psicoterapeuta FERNANDO JIMÉNEZ HERNANDEZ-PN- ZÓN. 63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento persona!.
IOSJ CABODEVILLA ERASO. PRÓLOGO DE RAMÓN Martín ROORIGO.
64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA.
65. El diario intimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S J. (2* ed ) 66. Caminos sapienciales de Onente. Juan Ma&A. 67. Superar la ansiedad y el miedo Un programa paso a paso PEDRO MC*ENO. PRÓLOGO oe DAVO H.
BARIOW, PH D (2* ed.) 68. El matrimonio como desafio. Destrezas para vivido en plenitud. KATW.EEN R FISÓHER y THOMAS N
HART 69. La posada de los peregrinos Una aproximación al Arle de Vivir Esperanza BORÜS. 70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad mediante los
cuentos JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU. 71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNANDEZ-PINZÓN.
72. Desde mi ventana. Pensamientos de autotiheración. PEDRO M;GUEL LAMET. 73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser.
JEAN SARK'SSOFF.
74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUNCIO.
75. Arte la enfermedad de Afzheimer. Pistas para cuidackxes y fasribares. MARGA Ñero OBRERO 76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros JESÚS OE LA GANDARA
MART-N. 77. La nueva sofrologia. Guia práctica para todos. CLAUDE IMBERT. 78. Cuando el silencio habla. Matilde de Torres VillagrA.
79. Atajos de sabiduría CARLOS DAZ. 80. ¿Ouó nos humaniza? ¿Quó nos deshumamza? Ramón ROSAL CORTÉS
Mác allá rio' iniiii/iiinalitmn ftrcnc i (?crw,irn
82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos ai/ancos en la teoría y en la práctica. DAVE MEARNS y
BRIAN THORNE. PRÓLOGO DE MANUEL MARROOUIN PÉREZ 83. La técnica de .tas movimientos oculares La promesa potencial de un nuevo avance psteo-
terapéuüco. FREO FRIEOSERG. IKIKUUUCUÚN A LA ED»OC« ESPAÑOLA POR RAMÍW J. ALVAREZ 84. No seas tu peor enemigo... ¡.. Cuando puedes ser tu mejor amtgo1 ANW-MARIE ^MAMÓN. 85 La memoria corporal Bases teóricas de la diafreoterapia Luz Casasnovas Susanna. 86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas IGNACIO BERCIANO PÉREZ CON LA COLABORACIÓN OE llZlAR
BAHHfcNENtiOA
87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M Pilar Quiroga MÉNDEZ, 88. Crecer en grupo Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. BAR- TOMEU BARCELÓ,
PROLOGO DE JAVIER ORTIGOSA. 89. Automanqo emociona! Pautas para la intervención cognñrva con gnjoos ALEJANDO BELLO GOMEZ.
ANTONIO CREGO DÍAZ PROI OGO OE GUILLEM FEIXAS I VIARI ANA.
90. La magia de la metáfora. 77 retalos bfeves para educadores, formadores y pensadores. Nck OAEN.
PROLOGO DE RAMIRO J. ALVAREZ. 91. Cómo volverse enfanno mental JOSÉ LUISPOABREU PRÓLCGO DÉ ERNESTO FONSECA- FÁBRÉGAS.
92. Psicoterapia y espiritualidad La integración de la dimensión espiritual en la práctca terapéutica. AGNETA SCHREURS. PROI OGO OE José MARÍA MAROONES.
93. Ftuir en ta adversidad. A/w¡o Ramiro Vii ¡aFAÑEZ. 94. La psicología del soltero: Entre el mto y la reahdad. JUAN ANTCNO BEHNAD.
Serie MAIOR
1. Anatomía Emocional. STANLEY KGLEMAN. (4a ed.)
2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN. (2* ed.)
3. Psicoanálisis y Análisis Corporal do la Relación. ANDRÉ LAPIERRE. 4. PsKOdrama. Teoría y práctica. José AGUSTÍN RAMÍREZ.
PRÓLOGO DE JOSÉ ANTONIO GARCIA-MOMGE. (2* ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). ANTONIO GARCÍA RUBIO. JOSÉ A. GARCIA-MONGE. CARLOS R.
CABARRUS, LUIS CENC LLO. JOSÉ M. DÍEZ-ALEGRIA. OLGA CASTAMYER. IOSU CABOOEVILLA, JUAN MASÍA, Dc«.ORes
ALEIXANDRE, MIGUEL DE GUZM¿N. JESÚS BURGALETA. Mb. JOSÉ CARRASCO. ANA GIMENO. (8* cd.)
6 Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. PROLOGO DE LUIS PELAYO. EPILOGO OE ANTONIO
NÚÑEZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo. Taller de crecimiento personal. CARLOS RARAEL CABARRÚS. S J. PRÓLOGO OE CARLOS ALEMANY. (64 ed.)
8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico. CAROLYN J.
BKADOOCK. 9. Para ser uno mismo Oe la opacidad a la transparencia. JUAN MASÍA CLAVEL 10 Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3* ed.) 11. Codependenda La dependencia controladora La depencencia sumisa. Dorothy May, 12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guia psico-histórico-espiritual. CARLOS RAFAEL
CABARRÚS. (3* ed.) 13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en pareja y una
convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ. 14 La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARIA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DC**N«JCZ MORANO. 16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para et tratamiento de 33 problemas
psicosensoriales. cognitrvos y emocionales. ANA G MENO-BAYÓN Y RAMON ROSAL. 17. De/a que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENOLIN.
PRÓLOGO DE CARLOS R. CABARRÚS.
18. Cómo afrontarlos desafíos de la vida. CHRIS L. KLEMHE. 19. El valor terapéutico del humor. Ángel RZ. Idigoras (Eo.). (2* eo.) 20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días Ron DAI RYMPI E, PH D . F.R.C. 21. El hombre, la razón y el instinto JOSÉ M* PORTA TOVAR. ??. Guia práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación. BRUCE M. HYMAN Y
CHERRY PEQRICK. PRÓLOGO CE ALEJANDRO RCCAMC*SA.