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LA PROPAGANDA DEL PODER Y SUS TÉCNICAS EN LASCRÓNICAS LEONESAS Y CASTELLANAS

(SIGLOS IX-XIII)

Margarita TORRES SEVILLAUniversidad de León

Nuestro conocimiento del pasado necesita del aporte imprescindi-ble de los textos escritos, crónicas y documentos, que han pervivido através de los siglos desde el Medioevo. Sus peripecias existenciales,esto es, si a nuestros manos llegan como originales, interpolados,manipulados, copiados o censurados por el tiempo, en sí mismas sondatos nutricios de los que abastecernos y que contribuyen a una mejory más perfecta aproximación a estas fuentes.

El simple hecho de deberse a la mano de hombres cercanos a lascenturias de nuestro interés, conlleva una doble condición inherente aestos aportes de datos: su mismo carácter intrinseco informativo y laperspectiva psicológica de quien redacta el texto, ya sea notario, escri-ba o cronista.

Una perspectiva que fuerza un enfoque del estudio de tales mate-riales más complejo que la simple recapitulación que oferta: la posibi-lidad de retrogradar en el mismo modelo ideológico que palpita en estaforma historiográfica que denominamos cronística medieval.

Esta condición inicial nos llevaría a un planteamiento epistemoló-gico de carácter psicopolítico. 0, por utilizar un lenguaje más cercano,a intentar comprender la complejidad del mensaje propagandísticoque late entre esas páginas. En ŭ ltimo extremo la propaganda política

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MARGARITA TORRES SEVILLA

que se desliza entre sus líneas, ya sea a través de la reconstrucción pre-meditada y profundamente subjetiva de un episodio o merced al silen-cio que trata de condenar al olvido ciertos sucesos incómodos.

La ardua labor de publicación y edición sistemática de las crónicasnos permite iniciar un camino de tanteo en las mismas a la b ŭsquedade una senda de investigación cuyo primer problema es la compleji-dad del estudio de lo que se denomina "formas de propaganda política".Una dificultad que nace de la polimórfica condición de la propaganda,parte esencial de toda forma de comunicación social, y que se sirve deun elenco de recursos casi infinitos.

El profesor Ladero afirmaba, en su pionero trabajo sobre comuni-cación y propaganda de creencias, opiniones e ideas en la EuropaBajomedieval, que no sólo es complejo sino artificial intentar separarlo oral de lo escrito, en una masa de población destinataria de un men-saje que es, mayoritariamente, analfabeta. Además, junto al valorcomunicativo inmediato del texto, "cualquier historiador ha de pregun-tarse sobre su significado en este orden de realidades, porque una cosaes el valor cultural o de otro tipo que tal o cual escrito tenga en sí mismo,o su importancia significativa para el historiador actual, y, otra, muy amenudo distinta, la influencia y difusión que tuvo en su época.

Una forma de expansión social de unos ideales religiosos, éticos,morales e intelectuales o de unas directrices de poder bajo la forma deideario político. Si nos centramos, como Ladero hace en la segundaparte de su discurso científico, en la formación y difusión de éstas ŭlti-mas, hemos de abordar las vías nutricias de las que se abastecen, de,como el mismo sugiere, sus propias y diversas circunstancias ambien-tales y de época.

Si nos apartamos de los siglos entre la Caída de Roma y elRenacimiento, y abandonamos la historia por otras disciplinas huma-nas, observaremos que numerosos autores se han ocupado desde unaperspectiva sociológica o de comunicación de tales aspectos. Una sim-ple revisión de la producción historiográfica de los ŭltimos cincuentaarios, nos aportará una suma de obras todas ellas relevantes y queconstituyen una secuencia de interpretación política, semiológica, lin-

1. Nos referimos a su articulo titulado: Comunicación y propaganda de creencias, opiniones eideas en la Europa de los siglos XIV y XV, Revista de la Universidad Complutense de Madrid,nŭmero 3, (1981), pp. 193-211. La referencia pertenece a la página 193.En este trabajo propone un esquema operativo en tres niveles: propaganda de valores reli-giosos y morales, de las ideas politicas en su proceso de formación y difusión, y, finalmente,la comunicación de la cultura intelectual y literaria. Se trata de un articulo esencial y pione-ro, como ya hemos comentado en el cuerpo de texto principal, que desbroza el camino paralos que nos adentramos en las formas de propaganda del poder.

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gŭ ística o, simplemente psicosocial, que puede dirigirse también hacialas aportaciones escritas del Medioevo.

Quizás debamos a Lord Raglan y a Bartlett las primeras aproxima-ciones desde unos parámetros de análisis moderno a tan apasionantetema: la propaganda del poder2 . Nacían sus libros en un momento béli-co de intensidad: la década de gestación de la Segunda Guerra Mundial,posiblemente uno de los más fascinantes en cuanto a la manipulación de lainformación. Pronto se sumaron otras manos a este esfuerzo, sobre tododurante la Guerra Fría, periodo de depuración técnica y de grandes avances,como las de Smith y Casey, LasswelP, Fraser s , Sargant6, Packard', Wright8,Klapper9 , Brown'°, Pye", Hovland' 2 , Miller' 3 , Schramm'4 , Burgelin ySaussure ls , Domenach 16 . En todas ellas se abordaban los canales de trasmi-sión del mensaje, la caracterización interna del mismo, las relaciones entreemisor y receptor, así como la mayor o menor incidencia de éste en funciónde las formas de expansión empleadas en su manejo.

Nos hemos detenido en la enumeración de los clásicos. Faltan en lamisma aquellos nacidos en las ŭltimas dos décadas del siglo XX quetambién podrían ser incorporados a la relación, como la meritoria con-tribución recopiladora de O. Thomson'', el minucioso trabajo colecti-vo, editado por Lasswell, Lerner y Speier ls , el estudio de la desinfor-mación como forma de manipulación del poder emprendido por

2. Aludimos a: RAGLAN, Lord, The Hero: a Study in Tradition, Myth and Drama, London, 1936,y a BARTLETT, F.C., Political Propaganda, Cambridge, 1940.

3. SMITH, B. L., y CASEY, R.D., Propaganda, Communications and Public Opinion, Princeton,1946.

4. LASSWELL, H.D., Power and Society, New York, 1949.5. FRASER, L., Propaganda, London, 1957.6. SARGANT, W., The Battle for the Mind, London, 1957.7. PACKARD, V., The hidden Persuaders, New York, 1957.8. WRIGHT, C.R., Mass Communications, London, 1959.9. KLAPPER, J. T., The Effects of Mass Communication, New York, 1960.10. BROWN, J.A.C., Techniques of Persuasion, London, 1963.11. PYE, L., Communications and Political Development, New York, 1963.12. HOVLAND, C., Communication and Persuasion, Yale, 1965.13. MILLER, G., The Psychology of Communications, London, 1970.14. SCHRAM, W., The Process and Effects of Mass Communication, Chicago, 1971.15. BURGELIN, O. Y SAUSSURE, F. de, Sociology of Mass Communications, (ed. por D.

McQuail), London, 1972.16. DOMENACH, J. M., La Propaganda Politique, Paris, 1973.17. THOMSON, O., Mass Persuasion in History. An Historical Analysis of the Development of

Propaganda Techniques, Edinburgh, 197718. Se trata del primero de los tres vol ŭmenes que abordan el estudio de las formas de propa-

ganda y comunicación a través de los instrumentos simbólicos del mensaje durante la etapainicial y hasta el Medioevo:Propaganda and Communication in World History. Vol. I: The Symbolic Instrument in Earlylimes, (ed. Por H.D. Lasswell, D. Lerner, H. Speier), Honolulu, 1979.

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Jacquard' 9, o más recientemente y cercano a nuestra órbita espacial,las aportaciones de Alejandro Pizarroso sobre la historia de la propa-ganda", o las de Jesŭs Timoteo Álvarez quien nos introduce en laHistoria de la Comunicación, la Información y la Propaganda en unprimer estadio".

El parlamento bibliográfico podría prolongarse en exceso, como,también, nuestra propia justificación del tema que abordaremos en laspáginas que se si.guen. Un tema que llamó nuestra alención en un pri-mer momento cuando centrábamos nuestros esfuerzos investigadoresen las formas de manifestación del poder y del prestigio social de lanobleza leonesa y castellana en los siglos alto y plenomedievales, comolos usos emblemáticos. Pronto, la heráldica cedió paso a un nuevoaborde de las fuentes medievales de las mismas centurias, momento enel que comenzó a formarse la idea, partiendo de las previas lecturasemprendidas, de carácter genérico y sociológico esencialmente, decontrastar si, salvando las lógicas y evidentes distancias sobre todocronológicas, los sistemas de manipulación del mensaje aparecían ope-rativos a través de similares canales y modos a los de la propagandareciente.

Cierto es que podríamos adentrarnos en todas y cada una de lasfuentes cronísticas del momento, centrarnos sólo en una o dos, u ope-rar con sistemática comparación a través de las aportaciones islámicasy cristianas. Hablaríamos de un arduo trabajo propio de una mono-grafía de mayor densidad y peso que este artículo, labor que esperamosque un día se realice.

Nuestra perspectiva es más modesta. Simplemente deseamos adver-tir y evidenciar ciertos fenómenos y procedimientos que delatan uninterés político manipulador por parte de algunos de nuestros escribasy cronistas. Para ello, hemos perseguido la visión de unos hechos con-cretos, de fuerte carga simbólica, que saltan entre las páginas que reco-gen tales sucesos en la cronística latina leonesa y castellana de lossiglos IX-XIII.

Se asemeja tal postura a un pequerio y modesto experimento delaboratorio. No busca, por tanto, abrumar con un abanico de flecosdesgajados ni sentar ning ŭn tipo de doctrina sistematizadora.

19. Este libro, intitulado: La guerre du Mensonge, publicado en 1986, ha visto la luz en castella-no bajo el epígrafe: La desinfonnación: una manipulación del poder, en Madrid, a finales dela década de los arios ochenta del pasado siglo (1988).

20. PIZARROSO, A., Historia de la Propaganda, Madrid, 1993.21. ÁLVAREZ, J. T., Del viejo orden informativo. Introducción a la historia de la Comunicación, la

Información y la Propaganda en Occidente, desde sus ortgenes hasta 1880, Madrid, 1997.

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Simplemente intentará abrir una pequeria y nueva brecha en la mura-lla medieval para permitir un paso de luz diferente.

Una comunicación política que abraza, en el periodo objeto de aná-lisis, diversos niveles: el iconográfico, esencialmente de valor morali-zante, el de transmisión oral, a través de leyendas, cantares y gestas, eldestinado a la élite y que encontramos vertido en las fuentes cronísti-cas. Los unos y los otros contribuyen a afianzar un modelo de mensa-je, no exento de dificultades apriorísticas para el investigador actual.Conviene, pues, que nos detengamos en algunos de estos obstáculos.

1.-EL MEDIO: LAS FUENTES LATINAS DEL REINO ASTURLEONÉS YCASTELLANO (SS. IX-XIII)

Como avanzábamos, centraremos nuestro interés en la cronísticalatina medieval, asturiana, leonesa y castellana, de los siglos IX-XIII.El principal problema con el que topamos, desde el inicio, es que latradición oral ha sido y sigue siendo en ese momento el primer bagajede transmisión tanto para los grupos iletrados como para las elites cul-turales y alfabetizadas. Pero, desafortunadamente, carecemos de unhilo conductor para tal secuencia de datos, ya que no se han preserva-do las distintas versiones de los sucesos que se relataban de villa envilla por juglares a propósito de los acontecimientos más singulares decada momento histórico.

Centrándonos en los testimonios escritos, el siglo IX ha sido consi-derado como el momento de esplendor de la historigrafía asturianacon el denominado "Ciclo de Alfonso III". De estos momentos arrancanlas dos versiones, Rotense y "A Sebastián", que recogen los sucesos deeste reinado y anteriores episodios alusivos a la monarquía asturiana ysu propia justificación vital. Coetánea al monarca magno fue una pri-mitiva crónica de la que derivará, tiempo después, la así llamadaAlbeldense. Gracias a ellas conocemos el primer estadio evolutivo deesa forma de transmisión de la propaganda de poder que pretenderegalarnos la dinastía en el trono de Pelayo.

Las centurias siguientes, especialmente el X y el XII, fueron losmejores momentos de la historiografía leonesa. Irrumpe con fuerzapropia la Crónica de Sampiro, inserta en la Silense, cuyo autor la incor-pora sin indicar procedencia, y en la del obispo Pelayo de Oviedo, unode los mejores y más hábiles manipuladores del mensaje, quien síadvierte al lector que se debe esta fuente a la mano de un clérigo nota-rio de Vermudo II, que terminó sus días en la silla episcopal deAstorga.

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El siglo XII actŭa a manera de bisagra productiva entre León yCastilla pues, a lo largo de éste, las fuentes castellanas también acce-den a un puesto de relevante importancia. La ya aludida Crónica delobispo Pelayo de Oviedo, la misma Silense, debida a un monje de Silos,de Sahagŭn o al mismismo Pelayo referido, se une en este bagaje inte-lectual a la Historia Compostelana, el Liber Sancti Iacobi, el ChroniconIriense, el Anónimo de Sahagŭn, la Crónica del Emperador Alfonso, laCrónica Najerense inicialmente denominada Leonesa, y que aporta grancantidad de elementos épicos-legendarios, son pruebas más que sufi-cientes de esta riqueza productiva.

Especialmente significada es la ŭltima de las fuentes aludidas, en laque se amalgaman lo leonés y lo castellano y se funden en una fraguacomŭn los elementos definidores de la historiografía del s. XIII, en queremataremos nuestro camino, momento en el que nacen la Crónica deVeinte Reyes, la Historia de los Hechos de España de Jiménez de Rada yel Chronicon Mundi de Lucas de Tuy. La relación de hechos del obispode Tuy, que se debe a la iniciativa de la corona leonesa, contribuyónotablemente al embellecimiento del género historiográfico ya queaporta a su discurso elementos poéticos, además de nuevos mitos ycantares de gesta, como los de la mora Zaida, la peregrinación de Luisde Francia a Compostela, la vida de Bernardo del Carpio, entre otros.

Finalmente, por lo que a nosotros atarie, el XIII se transforma en elmomento de producción de una historiografía de amplias miras queprecede a la eclosión en lengua romance y a otras formas mejoradas ymás accesibles de conocimiento. El latín cede su paso a las lenguasromances en un principio lentas y tímidas en su incorporación, peroque pronto se afianzan en los Anales Toledanos I o en la PrimeraCrónica General de Alfonso X.

Hemos querido rematar aquí porque aunque no se trata de una rup-tura en la evolución, sino de una adaptada transición, en el siglo XIIIencontraremos activados todos los medios de manipulación y ahorma-miento de la información política con fines propagandísticos que sim-plemente se bosquejaban en el IX. No utilizaremos, sin embargo, todasy cada una de las fuentes, sino aquellas que mejor sirvan a nuestroobjetivo de evidenciar las reglas básicas de la propaganda del poder através del seguimiento comparativo de un episodio histórico, que ennuestro caso será la batalla de Covadonga. Un relato que no siemprehallaremos en todas las crónicas referidas, por lo que nos habremos deceriir a las versiones del Ciclo de Alfonso 111, la Albeldense, Silense y,como remate final cronológico, las que debemos a las manos de Lucasde Tuy y Rodrigo Jiménez de Rada.

A pesar de su carácter de relatores de los hechos, se perciben en losautores importantes matices subjetivos que hemos de resaltar a priori.

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Por centrarnos en algunos ejemplos significados, advertimos con nota-ble transparencia estos rasgos en algunas fuentes leonesas y castella-nas. Asi, por ejemplo, la Cránica de Sampiro es escueta en su narracióny monótona, centrándose en la descripción de episodios bélicos y en laretórica de lugares y espacios comunes. La Silense, por su parte, aun-que incluye noticias de allende los Pirineos, muestra una fuerte cargade providencialismo histórico y de desprecio hacia lo musulmán y losfrancos. Además, su autor es devoto de Salustio, al que Ilega a copiarfrases completas y en el que se basa, al menos teóricamente, para losmodelos de ligazón de relato. La del Obispo Pelayo es tendenciosahacia Vermudo II y su prole, amigo de genealogias y enemigo de rela-tos bélicos. Un escritor obsesionado con la gloria de Oviedo, ambicio-so, puntilloso hasta el extremo y, sin embargo, falsificador y manipu-lador cuando lo considera necesario.

Hijos los autores de su momento vital, las luchas entre Urraca yAlfonso de Aragón quedan plasmadas con feroz ensañamiento personalhacia "El Batallador" por el anónimo redactor de Sahag ŭn que le llevaa menudo a olvidar la objetividad.

De la misma manera, la cercania de Alfonso VII hacia la noblezacatalana y occitana se deja ver entre las lineas de la Crónica delEmperador Alfonso y en los versos del Poema de Almería. No obstante,en este caso, su autor bebe de los modelos clásicos, que trata de imitar,y narra recreándose en el discurso más que en los hechos los sucesosde los que fue testigon

Estas pinceladas de descripción psicológica y de estilo de algunosde los redactores de estas fuentes, consideramos que son lo suficiente-mente clarificadoras para que se advierta cómo el posicionamiento delautor puede contribuir a la censura o a la manipulación del mensaje,prescindiendo de, o sumándose a, los elementos de propaganda desli-zados desde el poder.

En resumen, hemos de reconocer que carecemos de muchos ele-mentos esenciales de contraste, lo que no nos impedirá, con la necesa-ria humildad que al investigador le imponen las fuentes, apuntar unaserie de aspectos relevantes y clarificadores de las formas y reglas uti-

22. Clarificadores nos parecen los trabajos de edición y estudio de fuentes del profesor MaurilioPérez. En concreto, y de especial relevancia para nosotros aquí y ahora:PEREZ, M., Crónica del emperador Alfonso VII. Introducción, traducción, notas e indices,León, 1997."La historiografía del Reino de León", en C. ÁLVAREZ (coord.), La historia de León. Vol.Fdad Media, León, 1999, pp. 388-404, especialmente, pp. 388-400.

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lizadas por los historiadores de aquellos momentos del pasado pararegistrar los sucesos de su ayer y de su presente.

2.-LAS FORMAS CLÁSICAS DE FIJACIÓN DE UNA IDEA: EL PROCESOPERSONAL Y SUBJETIVO DE CREACIÓN, SELECCIÓN, MANIPULA-CIÓN Y CENSURA DE UN FLUJO INFORMATIVO.

En el mundo antiguo quien conoce la tradición tiene la palabra,quien tiene la palabra tiene el poder. Sin excavar demasiado en los pre-cedentes más lejanos de las formas de comunicación social pŭblica, sihemos de apuntar que el modelo latino ofertaba diversas vías de trans-misión de la información a la masa poblacional:

1.-Los Annales Maximi, en los que, con estilo breve y conciso sedaba cuenta de los sucesos anuales.

2.-Una forma de diario de sesiones senatoriales (Acta Senati).3.-La enunciación pŭblica de los sucesos más relevantes: Acta

Diurna, también denominadas "actas del pueblo".4.-La exposición de los acontecimientos judiciales, civiles y milita-

res de mayor interés para los romanos a través de otros cami-nos".

5.-Los símbolos numismáticos, escultóricos, urbanísticos y arqui-tectónicos del poder24.

6.-Mitos, leyendas y oráculos".

Unos y otros permitían responder a la necesidad de saber de lapoblación y convertían estos canales de información en los cauces

23. Así, las actas judicales (acta forensia), las civiles, las militares (acta militaria o bellica), etc.Como aproximación al tema, remitimos a:-ÁLVAREZ, J. T., Del viejo orden informativo. Introducción a la historia de la comunicación, 1ainfonnación y la propaganda en Occidente, desde sus orígenes hasta 1880, Madrid, 1997, espe-cialmente pp. 32.

24. Nos referimos a los memoriales, las inscripciones, la acuriación de moneda con insigniasimperiales o divinidades, la construcción de monumentos laudatorios a un emperador o a unmiembro de su estirpe, amén de la erección de templos o cualesquiera otros edificios debi-dos al erario o la iniciativa del César o alguno de sus representantes en las provincias o losmunicipios. El impacto visual es uno de los canales de transmisión de propaganda más efec-tivo, todavía en la actualidad.Para el mundo antiguo véase:-FERGUSON, J., "Classical Civilization", en LASSWELL (ed.), Propaganda andCommunication, pp. 257-298.

25. A menudo cargados de fuerte dosis de ideología religiosa o de explicatio mítica basada en elsupuesto rigor que confiere la transmisión durante generaciones de un suceso.

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oportunos para difundir un mensaje políticamente correcto y acorde acada momento. Un modelo igualmente operativo durante el Medioevo,aunque con ciertos matices y salvedades de los que nos ocuparemos.

La cierta carencia de materiales de contraste nos obliga a caminarde la mano de las fuentes cronísticas, circunstancia que nos fuerza aconsiderar que se trata de un elemento de transmisión de informaciónorientada desde las élites en el poder y sin posibilidad de derecho aréplica, aunque, tal vez, tal derecho pueda advertirse en las versionesorales de ciertos acontecimientos históricos convertidos en carne deleyenda o cantar por la población.

Si la propaganda es un proceso comunicativo que busca difundiry promocionar ideas, para ello es necesario recurrir a otro procesocomunicativo cuya clave se encuentra en el intento de promover unarelación de dependencia interactiva entre emisor y receptor cuyo obje-tivo es la influencia del primero en el segundo. A este se le denominapersuasión. Una persuasión que puede ser lógica o psicológica.

Cualquier individuo que, desde el poder, se sirva de este instru-mento de manipulación que es la propaganda a través de la plasma-ción escrita de unos sucesos del pasado esenciales para explicar elpresente, ha de ser un persuasor. Debe buscar, ante todo, establecer uncierto lazo de complicidad con aquellos cuya respuesta pretende yasea provocar, ya sea modificar. La dimensión psicológica de esta res-puesta es inherente a los matices emocionales o políticos que se adhie-ran a la propia dinámica de diseminación de ideas, desde su primernivel: la crónica, hasta el ŭltimo: la transmisión oral de los hechos.

La trascendencia de los textos escritos, como las crónicas, radicaen la fijación de una idea, en que son la consecuencia directa de todoun largo proceso personal y subjetivo de creación, selección, manipu-lación y, en gran medida, también de censura, de un flujo informati-vo. Especialmente significado en el caso de la propaganda de guerra,cuyo objetivo es enaltecer los ánimos de un grupo humano con episo-dios ejemplares, gestas y ejemplos heroicos, y justificar un conflictointimidando al enemigo o desacreditándole.

Las fuentes latinas medievales, que nos servirán como laborato-rio de trabajo, responden a esta necesidad apuntada: recordar el por-qué y el cómo se llegó a una situación de enfrentamiento con unadversario, en nuestro caso musulmán.

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Para que estas dosis medidas y selectas de inforrnación consigan elpropósito deseado, deben de ser acompariadas de ciertas reglas o paráme-tros operativos básicos. Cinco en opinión de Domenach26:

1.-Simplificación: mensaje breve, claro y concentrado en un objetivo alque se dedican la suma de los argumentos explicativos.

2.-Desfiguración o engrandecimiento: exageración y repetición del men-saje buscando las filias y fobias comunes entre emisor y receptor oreceptores.

3.-Orquestación: el mismo mensaje debe transmitirse a través de diversoscauces paralelos, para aumentar su eficacia y la profundidad de suimpacto.

4.-Mecanismo de contagio o unanimidad: el mensaje debe irnpactar enprimer lugar a las élites, después, se ha de esparcir a las masas deforma piramidal.

5.-Contrapropaganda: para contrarrestar el efecto de la defensa ante unataque propagandístico y neutralizar su efecto, se ha de buscar loselementos más débiles del mensaje para descalificarlos o ridiculizar-los. La variante denominada propaganda negra consiste en falsearciertas verdades propias considerándolas elementos introducidosmaquiavélicamente por el enemigo. Si el p ŭblico receptor no admitealgŭn aspecto de estas prácticas de contrapropaganda, la explicacióndebe aludir a la voluntad divina, el azar o el destino.

Estos son los rasgos f-undamentales que garantizan la eficacia de unmensaje propagandístico. Pero, en si mismo, éste, por el propio estilo deldiscurso en el que se inscribe, su estructura interna e, incluso, por los toquesemocionales que evoca en él, se transforma en un arma ideológica, moral,política o bélica de primer orden y sumamente eficaz.

El creador busca con técnicas ling- ŭísticas lograr un clímax emocionalpara, a continuación, fijar el verdadero mensaje. Una construcción querequiere un ritual de ritmo, alternancia de suavidad y rudeza, y un depura-do lenguaje figurado o, por el contrario, la brusca expresión de ideas paraaumentar el impacto. Recursos, todos ellos, que anhelan un mismo objeti-vo: clavar el mensaje en la mente del receptor. Metáforas, clichés, exaltacióndel héroe, casi un mártir, aclaración de un cierto misterio que se revela, cas-tigo al criminal, milenarismo, intervenciones sobrenaturales, incluso ciertadosis de humor a manera de parodia ridiculizante del otro, para acentuar elabismo que separa a "los nuestros" de "ellos ".

26. En su referido estudio, La Propaganda Politique, editado en París, 1973. Remitimos a él, para unseguimiento más minucioso de cada uno de estos aspectos en extensián, labor que por nuestraparte no podemos emprender aquí al escaparse al propio discurso de nuestro trabajo.

27. Aspectos todos ellos abordados en profundidad en la obra ya clásica de O. Thomson sobre la per-suasión de magas en la historia, trabajo al que remitimos:-THOMSON, O., Mass Persuasión in Histoty. An historical Análisis of the Development ofPropaganda Techniques, Edinburgh, 1977.

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Ya se resume en el clásico titulado Sun Tzu, conocido en occi-dente por El Arte de la Guerra", que la victoria no pertenece a la bata-11a, sino que la vulnerabilidad del adversario y el triunfo del comba-tiente eficaz radica en la manipulación de la información: todo el artede la guerra se funda en el engaño. Un engario que categoriza la trans-misión del mensaje a través de la diferente codificación: preventiva-defensiva, represiva-ofensiva, agresiva. Las dos primeras se encuen-tran en manos de los elementos de seguridad, quizás el más antiguo lacensura, y espionaje del estado, la tercera de los que se ocupan de lapropaganda".

Voltaire, en el siglo XVIII, sentenció lamentándose lo manipula-ble de la historia y su acomodaticia conveniencia. Sin caer en su desa-zón, si hemos de admitir que cualquier versión de los hechos del pasa-do que debamos a hombres cercanos a los mismos, lejos de gozar detotal crédito, han de ser filtrados con sumo cuidado. No descubrimosnada nuevo, si aludimos al carácter panegirista de nuestros redactoresdel ayer. La distorsión de cifras, las exageraciones, los silencios, la cen-sura, se hayan presentes en todos aquellos que, desde los clásicos tes-tigos oculares como el mismisimo Julio César en su narración de laconquista de las Galias, tratan de magnificar los acontecimientos pro-picios a su causa y abandonar en el olvido los adversos. Toda fuente es,por tanto, hija de su tiempo y de las intenciones subjetivas de su autor. .

En la introducción al primer volumen de su labor colectiva,Propaganda and Communication in World Histoly, los editores advier-ten de la importancia de las preguntas previas para adentrarse en elmensaje: quién inicia el mensaje, qué contiene, con que intención seconfiguró, en qué contexto se realiza, a través de qué canales llega alreceptor, cuál es el propósito del emisor, a qué audiencia se destina yqué efectos busca lograr».

Robert Brentano considera la Propaganda en su misma esencia unade las partes fundamentales de la sociedad medieval. Sus canales detransmisión, reducidos, se ciñen a los sermones, las obras iniciadas por

28. Este libro es la suma del conocimiento de una dinastía de insignes militares chinos. Se dataentre los siglos VI y IV a. C. y su misión era servir como manual de trabajo a los miembrosde la estirpe y a los príncipes a quienes servían. La confusión en el nombre deriva de la tra-dición china arcaica de identificar la obra con el auton Así, se habla del "Lao Tse", "MaestroKong", "Chuang Tztt" o "Sun Tzu", aunque, por comodidad y para facilitar la identificaciónen occidente sobre todo, se llama a su producción: Tao Te King (Lao Tse), El Camino deChuang Tzu (Chuang Tu), o El arte de la guerra (Sun Tzu). Para la cita y la lectura de este ŭlti-mo, nos hemos servido de la edición llevada a cabo por EDAF (Madrid, 2001).

29. JACOUARD, R., La desinfonnación, p. 26.30. LASSWELL, H.D., LERNER, D. y SPEIER, H. (eds.), Propaganda and Communication, pp. 7-9.

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la Iglesia o el Poder civil, las representaciones escultóricas o pictóricas, pero,también, se trasmiten a través de símbolos e imágenes orales o escritos quebuscan persuadir a la audiencia sirviéndose de técnicas de alteración con-cienzuda de la verdad que se inserta en su captatio benevolentiae 3 '. Poemas,cantares, gestas, mitos, grandes héroes y significativas victorias, correncomo la pólvora por los caminos y atraviesan ciudades y n ŭcleos mrales,salpicando en su recorrido a nobles, eclesiásticos, burgueses y plebeyos,amigos y enemigos.

La importancia del testimonio oral se suma a la contundencia supuesta-mente objetiva del escrito. Juntos, atraviesan el imaginario colectivo y lamemoria del reino o del estado gracias a una serie de técnicas propias deeste momento. Veamos algunos significativos ejemplos.

3.-LA MANIPULACIÓN EN LAS CRONICAS: EL EJEMPLO DE COVA-DONGA.

De sobra conocido es, por la comunidad científica, las muchas dudas ydebates abiertos que, a lo largo del siglo XX, ha abierto la existencia o no dela célebre batalla de Covadonga. No es nuestro propósito incidir en unaminuciosa relación de autores, por todos conocidos, para aportar unapequeria pieza más, si es que ello ya es posible, a esta interesantísima polé-mica, sino tratar de recomponer las técnicas de propaganda empleadas enlas crónicas que recogen este acontecimiento.

3.1.-Los hechos segŭn las crónicas del Ciclo de Alfonso

Comencemos por las que corresponden al Ciclo de Alfonso III. Tanto laversión Rotense como en la "A Sebctstián" se comienzan intitulando a quémano ŭltima debemos estas narraciones: Alfonso III. Se trata, pues, de unainiciativa del monarca que supervisaría o trazaría algunas directrices aprio-rísticas ŭtiles para quienes redactan los sucesos acaecidos entre los tiemposde Wamba y los del Rey Magno32.

31. BRENTANO, R., Western civilization: the Middle Ages, en H.D. LASSWELL, D. LERNER yH. SPEIER (eds.), Propaganda and Communication, pp. 552-595, cita en pp. 552-553.

32. La Rotense dice así: "empieza la cranica de los visigodos, compilarla desde el tiempo del reyWamba hasta ahora, el tiempo del glorioso rey Ordoño, de santa memoria, por el rey Alfonso, suhijo". La "A Sebastitín", inicia su camino de similar manera y añade, al principio ya del textonarrativo propiamente dicho: "...E1 Rey Alfonso a nuestro Sebastián, salud. Toma conoci-miento de la historia de los godos, en demanda de la cual nos enviaste recado por el presbiteroDukidio, y que no han querido escribir por pereza ante las cosas antiguas, sino que la oculta-ron en el silencio. Y dado que la crónica de los godos hasta el tiempo del glorioso rey Wamba laexpuso con toda amplitud Isidoro, Obispo de la Sede Hispalense, también nosotros, a contardesde ese tiempo, tal como le hemos oído de los antiguos y de nuestros predecesores y sabemosque es verdad, vamos a darte breve noticia..." (J. GIL FERNÁNDEZ, J. L. MORALEJO y J. I.RUIZ DE LA PEÑA, Cranicas asturianas, Oviedo, 1985, p. 195 (en adelante citaremos indi-cando si se trata de la Rotense o la "A Sebastián")).

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LA PROPAGANDA DEL PODER Y SUS TÉCNICAS EN LAS CONICAS LEONESAS...

En su cumplida noticia de los acontecimientos de Covadonga,aunque surjan algunas diferencias, las dos primeras narraciones utili- -zan las siguientes reglas de manipulación y propaganda:

A.-SIMPLIFICACIÓN: el objetivo queda fijado y concentrado con cla-ridad: recordar la primera gran victoria sobre los invasores musulma-nes después de la invasión. Para ello suman argumentos explicativosen los que, igualmente, se emplea con largueza este recurso. Veamosun ejemplo centrado en la figura del propio protagonista central: donPelayo;

1.-Ouién es el héroe:

"Un cierto Pelayo, que habiasido espatario de los reyes Vitiza yRodrigo" (Rotense, 8). "Los sarra-cenos dejaron de perseguirle. Y él,dirigiéndose a las tierras montaño-sas, reunió a cuentos halló queiban a concejo...los astures se reu-nieron y eligieron a Pelayo como suprincipe" (Rotense, 8).

"En la tierra de los asturianos,y a Pelayo, hijo del antaño duqueFavila, de linaje real, lo eligieronpor su principe" (A Sebastián, 8).

2.-Razones personales de su conducta:

"Agobiado por la dominación de los ismaelitas se metió en Asturiasen compañía de su hermana...Munnuza envió al dicho Pelayo a Córdobacon el pretexto de una comisión, a causa de su hermana; pero antes deque volviera, por medio de un engaño, se unió en matrimonio con la her-mana. Cuando él volvió, no lo aprobó en modo alguno" (Rotense, 8)."Los soldados que habían venido a prenderlo, volvieron a Córdoba y con-taron todo a su rey: Pelayo, sobre el que Munnuza había hecho una peti-ción, era rebelde manifiesto" (Rotense, 8).

3.-Sanción divina inicial de su misión:

"Con el mayor ánimo se aprestó a poner en práctica lo que ya teníapensado en tor-no a la salvación de la Iglesia" (Rotense, 8).

Entre los dos redactores hay notables diferencias en la eficacia conla que uno y otro utilizan esta forma de lograr el impacto del mensaje.La versión "A Sebastián" se muestra parca en motivos personales. Selimita a informar de quién es Pelayo y de su carácter de rey electo, loque le permite enlazar con la legitimidad gática pero con el apoyo delos pueblos de la región astur. La simplificación, aqui, consigue sumayor grado de eficacia: quién, hijo de quién, dánde, por qué, son pre-

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guntas a cuya explicación el receptor accede en una sola pincelada.Este recurso confiere fuerza y su aceptación se muestra más fácil.

En la Rotense, por el contrario, si bien los datos se muestran conclaridad, la simplificación no aparece trabajada. El autor se recrea endatos menores, buscando la credibilidad en la abrumación. Se difumi-na la propia personalidad del héroe, "un cierto Pelayo, que había sidoespatario", y las razones primeras de su conducta son absolutamenteprivadas: un problema familiar mal resuelto. El azar, o el destino, dosde los argumentos a los que se recurre cuando no se consigue de otramanera el efecto deseado o no se sabe cómo obtenerlo, salva al héroe,le acerca a los astures y le confiere el poder necesario: nombrarle prin-cipe. Pero el mismo cronista cae en su propia trampa, a la hora derecrear preciosista el relato: considera a Pelayo un rebelde manifiestoal que tan sólo la voluntad divina le confiere el carácter de salvador dela Iglesia.

El impacto es bien diferente: se siembra la duda (elegido de Dios,rebelde, vengador de la "honra" de su hermana, un cierto espatario...)en la Rotense, se asevera con fuerza y claridad en A Sebastián que sesirve del recurso de la simplificación: Pelayo es de linaje real, principeelecto de los astures, defensor suyo frente a los musulmanes.

B.-DESFIGURACIÓN 0 ENGRANDECIMIENTO: como ya explicamos, setrata de exagerar y repetir el mensaje, buscando filias y fobias comu-nes entre cronista y pŭblico destinatario de su obra. Centrémonos enla propia batalla:

1.-Los protagonistas:

"Pelayo estaba en el Monte "Cuando Pelayo supo de su lle-Auseva con sus camaradas" gada, se refugió en el Monte(Rotense, 9). Auseva, en una caverna que se

llama Cueva de Santa María" (ASebastián, 9).

2.-El enemigo:"Una hueste innumerable, y

puso a Alkama...al frente del ejérci-to, a cierto Oppa, obispo de la sedeToledana, hijo del rey Vitiza, porcuya alevosía se perdieron losgodos, le ordenó ir a Asturias conAlkama en el ejército...entraron enAsturias unos 187.000 hombres enarmas" (Rotense, 8).

"Un innumerable ejército, pormedio del general Alkama, que conTarik había hecho irrupción enEspaña, y Oppa, Obispo Metro-politano de la Sede Hispalense, hijodel rey Vitiza, por cuyo fraude seperdieron los godos" (A Sebastián,8).

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3.-El desarrollo:-Cruce de argumentos entre los protagonistas:

"Creo que no se te oculta, primo ehijo mío, cómo antaño estaba Españatoda gobernada por una sola ley, bajoel reino de los godos, y brillaba sobrelrJ s demás tierras en saber y ciencia. Ycuando el entero ejército de los godos,como arriba dije, se congregó, no fuecapaz de resistir el embate de los isma-elitas; icuánto menos podrás tŭ defen-detie en la cima de ese monte, lo quedifi'cil me parece! Más bien escuchami consejo, y apea tu ánimo de eseempeño, de ese empeño, de maneraque disfrutes de muchos bienes ygoces de la amistacl de los musulma-nes. A esto respondió Pelayo: Cristo esnuestra esperanza de que por estepequeño monte que tŭ ves se restaurela salvación de España y el ejército del

"El obispo Oppa le habla asídiciéndole: Sé que no se te oculta, her-mano, cómo antaño toda Españaestaba constituída bajo el ŭnico reinode los godos, y cómo el ejército de todaEspaña . se había congregado a una, yno fue capaz de resistir el embate delos ismaelitas; icuánto menos podrástú defenderte en ese hueco del monte!Escucha má s bien mi consejo, y apeatu ánimo de ese empeño, para que dis-frutes de muchos bienes, y en paz conlos árabes uses de todo lo que habíasido tuyo.. A esto dijo Pelayo: Ni meuniré a las amistades de los árabes nime someteré a su imperio. Pero tt't nosabes que la Iglesia del Señor se ase-meja a la luna, que sufre ttn eclipse yluego vuelve por un tiempo a su prís-tina plenitud? Pues confiamos en la

pueblo godo. Pues confío en que secumpla en nosotros la promesa delSeñor que fue dicha por David:Revisaré con la vara sus iniquidades,y con el látigo sus pecados; pero mimisericordia no la aparlaré de ellos. Yahora yo, fiado en la misericordia deJesucristo, desdeño a esa multitud yno la tempo en absoluto. En el com-bate con que tŭ nos amenazas, tene-mos -por abogado ante el Padre alSeñor Jesucristo, que poderoso es paralibrarnos de esos pocos. Y volviéndoseel obispo al ejército dijo: Aprestóos aluchar. Pues vosotros mismos habéisoído cómo me ha respondido. Segŭnveo que es su voluntad, no tendréiscon él acuerdo de paz si no es por lafuerza de la espada" (Rotense, 9).

misericordia del Señor, que desde estepequeño monte que tŭ ves se restaurela salvación de España y el ejército delpueblo godo, para que en nosotros secumplan aquellas palabras proféticasque dice: Revisaré con la vara sus ini-quiclades y con el látigo sus pecados,pero mi misericordia no la apartaré deellos. Por ello, aunque hemos recibidomerecidamente una severa sentencia,esperamos que venga su misericordiapara la recuperación de la Iglesia y delpueblo y del reino. Por esto desprecia-mos a esa multitud de paganos y enabsoluto los tememos. Entonces, vol-viéndose el nefando obispo hacia elejército dijo así: Aprestaos a lucha.Porque, si no es por el castigo de laesparla, no tendréis con él actterdos depaz" (A Sebastián, 9).

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-Desarrollo de la batalla en sí:

"Alkama ordena que se inicieel combate. Toman las armas, sealzan las catapultas, se disponenlas hondas, brillan las espadas, seerizan las lanzas, y sin cesar dis-paran saetas. Pero en esto no fal-taron las grandezas del Señor:pues una vez que las piedrashabían salido de las catapultas yllegaban a la Iglesia de SantaMaría Virgen, que está dentro, enla cueva, recaían sobre los quelas lanzaban y hacían gran mor-tandad a los musulmanes. Ycomo el Señor no cuenta las lan-zas, sino que tiende las palmas aquien quiere, una vez que de lacueva salieron a combatir, losmusulmanes se dieron a la fuga yse dividieron en dos grupos. Y allí

"Y al momento toman las armase inician el combate. Se alzan lascatapultas, se preparan las hondas,brillan las espadas, se erizan las lan-zas, y sin cesar se disparan las flechas.Pero en esto no faltaron las grandezasdel Señor. Pues, una vez que las pie-dras eran lanzadas por los que mane-jaban las catapultas, y llegaban a laIglesia de Snta María siempre Virgen,recaían sobre los que las lanzaban, ycausaban gran mortandad a losmusulmanes. Y como el Señor nocuenta las lanzas, sino que tiende laspalmas a quien quiere, una vez quelos fieles salieron de la cueva a com-batir, los musulmanes se dieron alpunto a la fuga y se dividieron en dosgrupos. Y allí fue preso al momento elobispo Oppa, y se dio muerte a

fue preso al momento el obispoOppa y se dio muerte a Alkama. Yen el mismo lugar fueron muer-tos 124.000 de los musulmanes,y 63.000 que habían quedadosubieron a la cima del MonteAuseva, y por el lugar de Amuesabajaron a la Liébana. Pero nisiquiera ésos escaparon a la ven-ganza del Señor. Cuando marcha-ban por lo alto del monte que estásobre la ribera del río que sellama Deva, junto a la villa quellaman Cosgaya, ocurrió por sen-tencia de Dios que ese monte,revolviéndose desde sus funda-mentos, lanzó al río a los 63.000hombres, y allí los sepultó atodos" (Rotense, 10).

Alkama. Y en aquel mismo lugar fue-ron muertos 124.000 de los musul-manes, y 63.000 que habían quedadosubieron a la cima del Monte Auseva,y por el cortaclo del monte que el pue-blo llama Amuesa, descendieron pre-cipitadamente al territorio de laLiébana. Pero ni siquiera esos escapa-ron a la venganza del Señor: pues,cuando marchaban por la cima delmonte, el cual está situado sobre laribera del río Deva, junto al preclioque se llama Cosgaya, ocurrió, porevidente sentencia del Señor, que unaparte del mismo monte, revolviéndosedesde sus funclamentos, lanzó al río alos 63.000 musulmanes de modoasombroso, y los sepultó a todos" (ASebastián, 10).

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-Consecuencias inmediatamente posteriores del encuentro armado:"Munnuza, al saber del hecho, escapó de la ciudad marítima de Gijón

y se dio a la fuga. Apresado en el pueblo Clacliense, fue muerto junto asus hombres. Entonces se puebla la tierra, se restaura la Iglesia y todosen comŭn dan gracias" (Rotense, 11).

"Por el mismo tiempo, en estaregión de los asturianos, en la ciu-dad de Gijón, había un gobernadorde los musulmanes de nombreMunnuza. Este Munnuza fue unode los cuatro generales que ocupa-ron por primera vez las Españas. Yasí, cuando supo del exterminio delejército de su pueblo, abandonan-do la ciudad se dio a la fuga. Ycuando los astures que lo perseguí-

an dieron con él en el lugarOlaliense acabaron con él y con suejército por la espada, de maneraque no quedara ni uno de losmusulmanes dentro de los puertosdel Pirineo. Entonces, por fin, sereŭnen los grupos de fieles, se pue-blan las tierras, se restauran lasiglesias, y todos en com ŭn dan gra-cias a Dios" (A Sebastián, 11).

Filias y fobias comunes. El miedo a un enemigo superior en efec-tivos es uno de los temores más habituales entre cualquier ejército quepresente batalla o choque sus armas en proporción netamente desi-gual. El objetivo que se busca es claro, en este caso: no importa elnŭmero de adversarios, ellos no poseen la razón de su lado, somos cris-tianos, protegidos por Dios, frente a los osados que desafían a su pue-blo.

Los asturianos son menos, los árabes más. Llegan acompariadosde un personaje siniestro a los ojos de ambos cronistas: Oppas, hijo deWitiza. Aquí los dos redactores comparten un mismo recurso: la fobiaa los witizanos, por cuya traición se facilitó tanto la derrota deGuadalete como la propia rápida expansión del dominio musulmán enla Península. Se muestra más hábil y astuto, de nuevo, el autor de la ASebastián cuando describe al enemigo árabe. Si para la Rotense es ungeneral llamado Alkama, para A Sebastián es un general que habíaacompariado a Tarik. Colocar una clara identificación al adversario,situarlo junto a quien arrebató la victoria a los godos en Guadalete,Tarik, supone dibujar un nombre y dotarle de personalidad. Un perfilhumano que magnifica el mismo triunfo de Pelayo, capaz de vencer aquien había contribuido a humillar al pueblo visigodo.

En el diálogo sostenido entre el defensor de CoVadonga y Oppas,de nuevo, vuelve a triunfar la maestría operativa de A Sebastián. Su

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comparación es más cercana al oyente e infinitamente más visual paraél: "la Iglesia del Señor se asemeja a la luna". No por ello prescinde deaportar referencias biblicas, en las que se alude Pelayo se convierte enun nuevo David salvador, vara de justicia. Sin embargo, su héroe sehumaniza, lo que aumenta el valor de la transmisión del mensaje: aun-que Oppas le ofrece recuperar "todo lo que habia sido tuyo", circuns-tancia que nos permite incluso sugerir una previa situación no muydiferente a la del propio metropolitano, él opta por una respuesta con-tundente: "Ni me uniré a las amistades de los árabes, ni me someteré asu imperio". A pesar de las ventajas evidentes, mantiene su razón.Filias y fobias comunes, como decimos.

En cuanto a la desfiguración y engrandecimiento en si mismos,ambos recursos técnicos de la propaganda del poder aparecen marca-damente en ambos textos: 187.00 hombres de armas, una cantidad des-proporcionada, 124.000 muertos en Covadonga, 63.000 sepultados pordivina decisión. Además, la plástica del cuadro narrativo que sitŭa elataque de Alkama, desfigura la escena por completo, convirtiendo laley de la gravedad en un combatiente más de las huestes asturianas.

La resolución del asedio de la cueva es distinta en ambas fuentes.Una vez más, A Sebastián consigue convencer al pŭblico con éxito.Alertado de las posibles suspicacias ante el final sorprendente de labatalla, ejerce una sutil captatio benevolentiae a través de una afortu-nada figura:

"Ocurrió, por evidente sentencia del Señor, que una parte del mismomonte, revolviéndose desde sus fundamentos, lanzó al río a los 63.000musulmanes de modo asombroso".

Los sucesos no se alteran, respecto a la Rotense, pero junto a lavoluntad divina, reconoce la sorpresa que tal milagro causó, entoncesy en su propio tiempo vital. Si el autor muestra a las claras su asom-bro, el receptor no recela del mensaje, ya que el también participa delas mismas extrariezas que el emisor.

Finalmente, a propósito del episodio de la captura de Munnuza,gobernador de Gijón, una vez más supera en recursos A Sebastián a laRotense. Munuza, en la Rotense, es el delegado del poder musulmán enaquellas tierras, se le captura y muere. En A Sebastián, es uno de loscuatro generales que ocuparon por primera vez Esparia. Huye, es cap-turado, y, en campo abierto, los asturianos consiguen una segunda vic-toria, exterminando a su ejército. El éxito convoca a los cristianos, quese unen a la causa de Pelayo y, gracias a ellos, se puebla la tierra y sedevuelve el honor a los templos.

También en el manejo de estos parámetros operativos en las téc-nicas básicas de la propaganda, triunfa A Sebastián.

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C.-CONTRAPROPAGANDA: Si el receptor del mensaje duda de suveracidad, ya sea por el propio discurso o porque han llegado otras ver-siones de los sucesos a su conocimiento —fundamentalmente proce-dentes del enemigo-, el emisor suele contrarrestar y neutralizar el efec-to nocivo de tal posibilidad mediante el empleo de un recurso un tantocomplejo al que se denomina "propaganda negra". Se construye sobrela falsificación de ciertas verdades propias considerándolas elementosintroducidos por el enemigo. Si el p ŭblico no admite tal posibilidad,entonces la explicación recurre al azar, el destino o la voluntad delTodopoderoso.

Tanto en la Rotense como en la A Sebastián, hallamos un ejemplode contrapropaganda después de narrar los hechos acontecidos unavez derrotados los musulmanes en Covadonga y sepultados en el Deva:

"Todavía ahora ese rz'o, cuandoretorna a su cauce, muestra muchasseñales evidentes de ellos. No juz-guéis esto vano o fabuloso; antesbien, recordad que el que abrió lasolas del Mar Rojo al paso de loshijos de Israel, ése mismo sepultóbajo la inmensa mole del monte aestos árabes que perseguían a laIglesia del señor" (Rotense, 10).

"Todavía ahora ese río, cuandoen tiempo invernal llena su cauce ycubre sus riberas, muestra de mane-ra evidente indicios de armas y hue-sos de ellos. No juzguéis este milagrovano o fabuloso, antes bien recor-dad que el que anegó en el Mar Rojoa los egipcios que perseguían aIsrael, ese mismo sepultó bajo lainmensa mole del monte a estos ára-bes que perseguían a la Iglesia delSeñor" (A Sebastián, 10).

Si éstas son las dos versiones más cercanas a los hechos, veamosqué ocurre cuando el suceso narrado aparece recogido en fuentes másdistantes.

3.2.-Covadonga en la posterior cronística latina leonesa y castellana anteriora 1250.

A medida que nos alejamos en el tiempo y el reino se consolida conmayor fuerza frente al enemigo andalusí, la recreación de Covadongapierde interés, deja de convertirse en un episodio de uso por parte dela propaganda palatina para transformarse en un acontecimiento béli-co, con mayor o menor verosimilitud, que se recoge en las fuentes lati-nas de los siglos X-XIII.

Si retomamos las reglas operativas que antes nos sirvieron para eva-luar la técnica del recreador del hecho —simplificación, desfiguración y

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engrandecimiento, contrapropaganda-, extraeremos una serie de con-clusiones que hablan por sí solas del proceso evolutivo del hecho his-tórico desde que se produce su fijación fuerza y necesidad en la memo-ria colectiva.

Si comenzamos por la Albeldense y nos atenemos a similares con-ceptos básicos (héroe, enemigo, batalla), encontraremos algunas dife-rencias iniciales:

El héroe: hallaremos dos versiones sobre su origen, contradictoriasentre sí: en una de ellas es hijo del duque Favila, en otra de un talBermudo y nieto de Rodrigo, rey de los godos". Pelayo es el hilo con-tinuador entre la dinastía toledana y la que se inicia en Asturias.

Razones de su conducta: no se mencionan. Sólo se narra que fue elprimero que inició la rebelión contra los invasores musulmanes.

El enemigo: Munnuza, gobernador de Gijón, Alkama y el obispoOppa. No se ofrece mayor noticia de ellos34.

Sanción divina de su empresa: se emplea para justificar el episodiodel argayo en la Liébana35.

La batalla y sus consecuencias: se inicia la rebelión, el adversario esaniquilado. Munnuza y Alkama se sobreentiende que pierden la vida yel obispo Oppa la libertad. Después, los que escapan de la batalla, sonaplastados por sentencia divina. Ni siquiera se establece relación direc-ta entre Covadonga y estos hechos36.

No puede ser más escueto el autor. Para él, Covadonga es el prin-cipio de una sucesión de éxitos y se recuerda porque es el hito históri-co que marca el inicio del reino de Asturias. Carece de interés para elnarrador ensalzar al protagonista, crear un clímax épico o, sencilla-mente, recomponer un encuentro armado pletórico de problemas decompleja resolución. El planteamiento, por tanto, lejos de servir a lapropaganda, se utiliza como punto de inflexión en su crónica, o decomienzo de la parte que comienza con Pelayo y el nuevo estado cris-tiano del norte.

33. "Duque Favila, el padre de Pelayo....Pelayo, el hijo de Favila, que después se rebeló con los astu-res contra los sarracenos" (Albeldense, XIV, 33) "Pelayo, hijo de Bennudo, nieto de Rodrigo, reyde Toledo. El fue el primero que se metió en las asperas montañas, bajo la peña y cueva deAuseva" (Albeldense, XVa, 1).

34. Albeldense, XV, 1.35. Albeldense, XV, 1.36. Albeldense, XV, 1.

La ŭnica alusi ŭn a Covadonga procede de XVa, 1. Dice así, a prop ŭsito de Pelayo: "fue el pri-mero en meterse en las dsperas montañas, bajo la peña y cueva de Auseva".

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Se podría considerar que estamos ante un estilo diferente, perotodo lo que constririe el relato en Covadonga, se explaya a propósito delos éxitos de Alfonso III, con similar riqueza cromática que Rotense oA Sebastián. Lacónico, sí, pero selectivamente.

La versión que nos regala el Silense, ya en el s. XII, recupera estoshechos y recrea para sus lectores el escenario, a Pelayo, el ejército ene-migo, el diálogo entre el espatario de Rodrigo y Oppa, introduce enescena a don Julián, a quien califica de "ministro de Satanas", nosmuestra un héroe impertérrito, buen cristiano y mejor combatiente.Un defensor de la Fe y la Cristiandad a quien ayudan los cielos median-te la parábola que trazan las flechas y proyectiles en su recorrido y queacaba clavándolos en los pechos enemigos, provocando la confusión yla huída. Pelayo triunfa, Oppa es capturado, Alkama y 124.000 musul-manes pierden la vida y, los que quedaban, son aplastados en el Deva.

Por si nos resta algŭn episodio que incorporar, suma la muerte deun moro, un tal Muza", gobernador de Gijón, y la decapitación del

conde Julián, del que no se nos indica cómo y dónde fue hecho preso".(1A qué se debe tan colorista recreación? En nuestra opinión, el

hecho vuelve a convertirse en elemento propagandístico, ahora notanto para justificar la existencia de un reino cuando para advertir alos enemigos del apoyo divino, la fuerza de los hombres de estas tierrasy su resistencia ante todo aquel que busque su control o destrucción.Es decir, el Silense está sutilmente utilizando Covadonga como ejemploa esos francos -enemigos foráneos como los musulmanes-, traicione-ros servidores del poder, como Julián y Oppa, que desprecian a los cris-tianos leoneses y castellanos y quieren gobernarlos. Se trata, pues, deun aviso a navegantes entre las líneas de una oportunísima recreaciónhistórica del pasado.

Consuma en la narración todos los mejores parámetros de la téc-nica de la propaganda política: engrandecimiento, simplificacióndonde es necesario, desvirtŭa o introduce elementos -la figura del trai-dor Julián-, aumenta la participación divina en el relato y, magistral-mente, ariade un elemento más: frente al pragmatismo interpretativode quienes leen o escuchan el relato y advierte la escasa maravilla deque un proyectil caiga a la tierra cuando se lanza al aire en un ánguloexcesivo que evita el impacto, nuestro autor se sirve de una práctica dela contrapropaganda negra:

37. Hemos tomado el relato de la edición de las Crónicas de los Reinos de Asturias y León edita-da por J. Casariego, Leán, 1985. Corresponde el relato de Covadonga, en la versión delSilense, a las páginas 124-126. A partir de este momento, citaremos la fuente como 'Silensen

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"Yo ruego a mis lectores que no me juzguen gárrulo y parlanchin vanopor todo esto que digo, y si parece de estilo, téngase en cuenta que no esa mí, sino al que hace obras admirables al que se juzga. Así en otras épo-cas se realizó la confusión de lenguajes para excitar la consumación dela ilegal obra de la torre (de Babel) y así también se volvieron los pedrus-cos y los dardos (en Covadonga) contra los mismos que vengativamentelos arrojaban. Pero si se afirma que ambos hechos milagrosos son de dis-tinto mérito, yo pregunto si se sabe una arma arrojadiza lanzada porquien la empuña y vuelta contra el que la maneja, le hiciese herida letal.Es un caso que ni en David ni en otros triunfos de los israelitas, conce-didos por Dios a pocos contra muchos, leímos que hubiese ocurrido"".

Si alguno duda, porque ha escuchado otras versiones, éstas no pue-den sino deberse a la mala fe de quien las propaga, capaz de cuestio-nar el poder de Dios y sus manifestaciones, circunstancia que despres-tigia al que así osa murmurar. El mensaje es claro: no prestéis oídos aun enemigo desacreditado y capaz de confundiros.

Si tenemos dudas sobre sus verdaderas intenciones, comprobe-mos cuál es el mensaje del colofón del relato:

"Las gentes godas ciertamente como si saliesen de un sueño se fueronacostumbrando, poco a poco, a irse constituyendo, a seguir a la guerralas banderas y a reconocer una autoridad legítima en el reino; a volver ala vida pacífica y restaurar los templos y sus ornamentos con devoción yalabar con toda sinceridad a Dios que a los pocos había concedido eltriunfo sobre tantos extranjeros"39.

No puede el autor ser más explícito. Su pŭblico necesita, después delas ŭltimas derrotas de Alfonso VI (Sagrajas, Uclés), elevar su moralcon hazarias dignas de alabanza. Y quien cuestione la veracidad, espe-cialmente si es foráneo a estas tierras, no merece otro crédito que elque corresponde a quien osa cuestionar la voluntad divina en forma demilagro.

Llegamos al s. XIII, donde remataremos esta visión del uso de losacontecimientos singulares de la historia como medios de expresión dela propaganda del poder de las élites.

Lucas, obispo de Tuy40 , y Rodrigo Jiménez de Rada 41 nos serviránpara concluir. Redactan sus noticias superada la amenaza almohade enla victoria de las Navas de Tolosa. Es un instante de triunfo para los

38. Silense, p. 125.39. Silense, p. 126.40. PUYOL, J. (trad.), Crónica de España por Lucas, Obispo de Tuy, Madrid, 1926. En adelante

citaremos esta fuente como LUCAS DE TUY, Chronicon Mundi.41. JIMÉNEZ DE RADA, R., Historia de los hechos de España, Madrid, 1989.

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cristianos peninsulares, aunque el enemigo no haya desaparecido porcompleto del horizonte y reste mucho camino por recorrer.

No obstante, la cierta seguridad que se percibe autoriza a los dosautores a completar las lagunas que muestra el primer relato, de nuevocon una intencionalidad politica clara, como tendremos ocasión deadvertir.

Lucas de Tuy, cuando recoge el episodio de Covadonga, fija la filia-ción regia de Pelayo con mayor eficacia que sus predecesores: hijo delduque Favila, nieto del rey Chindasvinto, pariente de Rodrigo el deGuadalete. Se trata de salvar una cuestión hasta entonces oscura de lamejor forma posible: enlazando con toda soltura al héroe con losmonarcas góticos precedentes, avalando, asi, tanto su carácter de con-tinuador de la realeza toledana, como la legitimación de la propiadinastia en el trono a quien sirve el cronista, sucesora del primer señorde los asturianos. La figura de Pelayo, pues, se instrumentaliza.

El héroe, además, adquiere un elevado tono épico cuando elTudense recuerda que se rebeló a la autoridad musulmana y fue elegi-do a uno tanto por los godos supervivientes al desastre del 711 comopor los astures, convirtiéndose en un caudillo cuyo puesto de mando esCovandoga.

Dado que su pŭblico gusta de escuchar hazañas pero es ante todouna élite militar en plena actividad bélica, recrea los movimientos dela hueste musulmana con mayor rigor explicativo que sus antecesores.La cifra de atacantes se rebaja considerablemente, el castigo de Dioscontinŭa presente en forma de argayo y todos los enemigos pierden lavida. Incluso se suma a la cuenta de cabezas cercenadas las de doshijos de Witiza, que adornarán junto a la de Julián el relato 42 . Asi, todoslos cristianos que favorecieron con su traición la entrada de los sarra-cenos, reciben su justo pago.

Recurre Lucas de Tuy a la simplificación, la precisión en el relato,evitando los incómodos posibles accidentes del mismo bajo la formade duda entre los oyentes, que ya advertimos existia en el Silense, ycompleta su narratio con un mensaje igualmente preciso: Dios ayuda alos que defienden su causa y castiga a quienes la abandonan. Nosmovemos en un momento histórico, primera mitad del XIII, donde losrelatos caballerescos hacen furor entre las élites. Covadonga juega elpapel de mito ejemplarizante del pasado, plagado de insólitos momen-tos, hazarias heróicas, traición, triunfo de los justos y castigo de losmalvados.

42. LUCAS DE TUY Chronicon Mundi, pp. 272-278.

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La cordura ejemplarizante también prevalece en la versión que nosnarra el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada. Juega como pará-metro técnico no ya con la filiación precisa del héroe, sino con sucarácter de elegido del Todopoderoso, ya que Witiza quiso castigarlecon la pena de la exorbitación y sólo una oportunisima huida de privóde carecer de vista. Arios después, este fugitivo se transforrnará en elcaudillo de la Reconquista. Aqui, el mensaje primero también se esca-pa con claridad entre las lineas: Dios escoge con su mano a quien deseautilizar como instrumento de su voluntad. Una sentencia que bienpodria aplicarse al mismisimo monarca a quien sirve, Fernando III, unprincipe a quien una serie de propicias muertes abrió el camino hastael trono, y que está llamado, como el propio Pelayo, a servir comoespada terrenal al Altisimo y sus intenciones.

Sobre el despliegue de las tropas musulmanas en Covadonga, loshechos del choque armado, las muerte y el argayo que sentencia losrestos del ejército andalusi, no encuentra necesario incurrir en el errorde introducir nŭmeros que lleven a plantearse serias dudas de la vera-cidad de la narración a su p ŭblico. Prefiere completar que hallaron lamuerte en la Liébana, sepultados en el lecho del rio Deva".

CONCLUSIONES

La eficacia del mensaje propagandistico radica en el propio estilodiscursivo del cronista que recoge los sucesos empleados como mediode impactar en el receptor. Las técnicas de construcción de este mode-lo, a menudo responden a las propias cualidades del escritor, en otrasocasiones al recurso a ciertas reglas básicas pero sumamente eficacesen el impacto que consiguen en el pŭblico al que se destinan.

En una sociedad mayoritariamente analfabeta, como es la medieval,corresponde a las élites en el poder lograr estos éxitos a través de lamanipulación de la palabra escrita, desinformando oportunamente,ensalzando en otras ocasiones, engrandeciendo los episodios o a susprotagonistas o, a menudo, acudiendo a la intervención divina. Laconexión entre el que redacta y su destinatario no termina en la lectu-ra, sino que, de forma piramidal, se extiende al resto de la sociedad enforma de leyendas posteriores o cantares de gesta. La cultura oral,desafortunadamente muy perdida, también se suma a esta iniciativamediática del poder.

43. R. JIMÉNEZ DE RADA, Historia, pp. 142 y 159-162.

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La fijación de la idea a través de la creación, manipulación y cen-sura del flujo informativo se percibe en las crónicas latinas asturianas,leonesas y castellanas de los siglos IX-XIII, y el ejemplo de la batalla deCovadonga nos ha servido en las páginas precedentes a manera deexperimento de laboratorio. No se trata, en modo alguno, de un uni-cum, sino de una toma de muestras que podría ampliarse en trabajosposteriores e, incluso, rematar en una monografía más extensa queincluyese la visión de la cronística nacida en los territorios de laCorona de Aragón y a propósito de sus propios mitos legendarios, sinduda los mejores canales para introducir elementos de impacto propa-gandístico en el receptor.

Entre las fuentes más cercanas al acontecimiento, hallamos, conmayor o menor eficacia, el empleo de tres grandes recursos técnicos:simplificación, desfiguración o engrandecimiento y contrapropaganda.Mensajes escuetos y concentrados se suman al recurso a las filias yfobias comunes y el azar o los deseos del Altísimo completan el reco-rrido operativo. Así lo advertimos en el Ciclo de Alfonso III, con unamayor eficacia en A Sebastián.

La Albeldense, por su parte, censura ciertos puntos del relato, en unarapidez escueta que, en modo alguno, se advierte en otras partes de lacrónica, por lo que hemos de considerar que, en este caso, se trata deun elemento más de propaganda: si el propio autor muestra sus dudasa la hora de plasmar un hecho, debe esperar que el receptor tambiénlas manifieste, por lo que el relato ha de reducirse a las informacionesmínimas y precisas para no vulnerar la verosimilitud.

En el Silense, el recurso a las filias y fobias comunes se maquillabajo el sutil recurso al pueblo elegido frente a los enemigos de la fe,buscando la complicidad entre el emisor y el destinatario. Sus recep-tores, después las derrotas a manos de los almorávides, de la intromi-sión en el gobierno de elementos foráneos -francos y aragoneses-,necesita recurrir a grandes acontecimientos del pasado para encontrarallí las fuerzas necesarias para apuntalar su propia causa. Covadonga,ahora, se torna en un mito más que necesario. La eficacia del impactoradica, además, en el uso del arma ideológica y moral, inyectando lamoral requerida a través de ciertos clichés y alusiones bíblicas querefuerzan el mensaje: a pesar de las dificultades derivadas de la pre-sencia de extranjeros que quieren hacerse con el poder, Dios jamásabandona a los suyos si son justos.

Ya en el s. XIII, Lucas de Tuy y Rodrigo Jiménez de Rada tambiénse sirven de Covadonga para su propio beneficio, instrumentalizandolos acontecimientos en una narración conducida a través de ciertostoques emocionales, persuasivos cuya finalidad ŭltima es la disemina-ción piramidal, partiendo la élite receptora, de unas informaciones cla-

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ras: el Todopoderoso ayuda a quienes luchan por su causa con verda-dera fe y confianza en su voluntad y castiga a todos los que la cuestio-nan o abandonan. Un relato moralizante, ejemplarizante y que recreatodos los elementos caballerescos que justifican su propia validez enun periodo histórico en el que este tipo de relatos legendarios gozabande un pŭblico afecto . entre las élites de poder. Además, en el caso deRada, incorpora la narración el carácter de elegido de Dios de Pelayo,a quien el Altísimo salva de una muerte o una ceguera segura en tiem-pos de Witiza y convierte en rey llegado el momento oportuno, porqueel destino de los hombres sólo lo conoce su creador. La alusión directaal propio Fernando III se muestra implícita en este recurso propagan-dístico.

Como recapitulación final, en esta reflexión creemos haber eviden-ciado la maestría en el manejo de las reglas básicas de la propagandaque advertimos en la cronística en latín nacida entre los siglos IX-XIIIen las tierras asturianas, leonesas y castellanas. Tal vez sea interesanteque la comunidad científica aborde el estudio sistemático de las fuen-tes como canales de propaganda del poder. Por nuestra parte, sólohemos mostrado la estratigrafía de una simple cata.

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la propaganda del poder y sus tÉcnicas en ...la propaganda del poder y sus tÉcnicas en las...

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