la promesa del rey brujo

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LA PROMESA DEL REY BRUJO (LOS MERCENARIOS II) R.A. SALVATORE

MATAR AL REY BRUJO

Cuando la sagrada espada de Gareth brill en lo alto Cuando la forma de Zhengyi fue destrozada Una llama ennegrecida de detritus Su forma corprea se arruin. Cuando el clamor de la victoria bram estruendosamente Cuando los corazones se hincharon de esperanza Regocjense valientes hombres, ante el golpe de Gareth Los fragmentos de Zhengyi se esparcieron.

Pero no puedes matar aquello que no est vivo No puedes golpear una idea No puedes atacar a fuerza de brazo La magia de la negra devocin. As pues la espada de Gareth s deshizo Lo fsico, lo corpreo destroz. La atencin del Rey Brujo fue negada La esencia mgica esparcida

Entonces, nios escuchen atentamente las palabras de mam Caminen derecho hasta el padre, sigan. Ya que un fragmento de Zhengyi los vigila En el vaco oscuro del pramo.

PRLOGO El hombre menudo patinaba por el mgicamente engrasado, pasillo inclinado hacia abajo, sus pies movindose en cortas pualadas para continuar escarbando hacia adelante y mantenerlo derecho tarea nada fcil. Ribetes de humo se elevaban de su estropeada capa de viaje y una larga rasgadura se mostraba el costado izquierdo de su pantaln, con reluciente sangre manando debajo. Artemis Entreri se desliz por el muro de la mano derecha y rod a lo largo de ste, no usndolo para romper su vertiginoso salto, ya que al hacerlo le permitira al lich verlo. Y eso, sobre todo, era lo que el asesino no quera. Apareci de una vuelta y plant sus brazos firmemente contra el muro frente a l, luego se propuls hacia abajo diagonalmente bajando el angosto pasillo. Escuch el sonido de llamas rugir tras l, seguidas por la tensa risa de Jarlaxle, su compaero drow. Entreri reconoci que el confiado elfo oscuro estaba tratando de poner nervioso al perseguidor con esa carcajada, pero incluso Entreri la escuch como realmente era: un sonido discordante agitndose sobre un lecho de total desasosiego. Pocas veces en los meses que haban estado juntos, Entreri haba escuchado un indicio de preocupacin por parte del calmado elfo oscuro, pero no se equivocaba en ello, y eso nicamente reforzaba sus propios temores reales. Estaba ya muy lejos de la iluminacin de la ltima antorcha puesta a lo largo del extenso corredor para ese entonces, pero un sbito y violento destello detrs de l ilumin el camino, mostrndole que el pasillo terminaba abruptamente a una docena de pies ms all y se curvaba bruscamente a la derecha. El asesino tom en cuenta aquel curso perpendicular, su nica oportunidad, ya que en ese resplandor, l vio claramente el final del juego de la asquerosa trampa del lich: un puado de palos afilados sobresaliendo del muro. Entreri golpe el muro de la mano izquierda y nuevamente rod. En una vuelta, envain su conocida daga enjoyada, y en la siguiente se las arregl para deslizar su espada, la Garra de Charon, dentro de su funda en la cadera izquierda. Con sus manos libres, control mejor su patinazo a lo largo del muro. El piso era ms resbaladizo que un declive de hielo en una caverna sin viento en el mismo Gran Glaciar, pero los muros eran lisos y de roca slida. Sus manos trabajaban duramente cada vez que se recobraba, y sus pies derrapaban y giraban en el lugar mientras tiraba atrs sus hombros para mantenerse erguido. Se aproxim a la afilada curva y a la mortalmente abrupta parte final.

Grit al tiempo que otra estruendosa explosin sacudi el pasillo detrs de l. El asesino se alej con todas sus fuerzas mientras se acercaba a la curva, midiendo el tiempo perfectamente para el mximo efecto. Voltendose, inclin la parte superior de su cuerpo para reforzar el movimiento, tomando un atajo por el pasillo hacia el pasaje lateral. Tan pronto como sus pies se deslizaron por ese pasillo principal, tropez ya que el engrasado mgico terminaba abruptamente. Tom la curva y se impuls nuevamente en ella, entrando duramente, con el rostro contra el muro. Mir hacia atrs solo una vez, y en la dbil luz pudo ver las puntas afiladas de las fatales estacas. Comenz a ojear alrededor, hacia atrs por donde haba venido, pero casi grit de la sorpresa al ver agitndose una forma pasar a su lado. Trat de sujetar a Jarlaxle, pero el drow lo eludi, y Entreri pens que su compaero terminara en la punta de una estaca. Pero Jarlaxle no golpe las estacas. De algn modo, el drow se detuvo abruptamente, vir a la izquierda, y se estrell fuertemente contra el muro en frente de Entreri. El asesino trat de alcanzarlo pero grit y volvi a caer detrs de la curva al tiempo que un rayo azulado pasaba a su lado explotando en una lluvia de chispas ardientes mientras chocaba contra el muro del fondo, cortando varias de las estacas en el proceso. Entreri oy la carcajada del lich, una criatura esqueltica y demacrada, cubierta parcialmente por una piel macilenta. Resisti la urgencia de alejarse a toda velocidad bajando por el corredor y en cambio gru en desafo. Saba que haras que me maten! le espet a Jarlaxle. Temblando de furia, Entreri salt de vuelta al medio del resbaladizo pasillo principal. Vamos, entonces, pen de Zhengyi! rugi el asesino. El lich sali a la vista, con una andrajosa tnica flotando por detrs, un rostro sin labios, de un marrn putrefacto y blanco esqueltico, sonriendo ampliamente. Entreri fue por su espada, pero cuando el lich se extendi con sus dedos huesudos, el asesino en cambio empuj su mano enguantada ante l. De nuevo, Entreri grit desafiante, negndose, de furia mientras otro rayo estallaba. Entreri sinti como si estuviera en un abrasador viento caliente. Sinti la quemadura y hormigueo de tremendas energas encresparse a su alrededor. Estaba de rodillas pero no lo saba. Haba sido arrojado contra el muro, justo debajo de las estacas, pero ni siquiera haba registrado el firme equilibrio de la base de la pared del fondo contra sus pies. l todava se estaba arrojando hacia adelante con su guante encantado, su brazo temblando notablemente, chispas blancas y azules girando en el aire y desapareciendo dentro del guante.

El asesino no registr nada de esto, y sus dientes estaban tan fuertemente apretados que ni siquiera pudo proferir un grito ms fuerte que un gruido gutural. Puntos danzaban ante sus ojos, y olas de mareo lo asaltaban. Escuch la vituperante carcajada del lich. Instintivamente se propuls contra la pared, formando un ngulo de vuelta hacia su izquierda y dentro del pasillo. Plant un pie en la superficie desengrasada y salt hacia arriba. Sac su espada, todava ciego, y se tambale por el costado del pasaje, luego se lanz tan rpido y tan lejos como pudo, balanceando la Garra de Charon ampliamente y sin tener idea si estaba algo cerca del lich. Lo estaba. La oscura hoja baj, chispas danzando a su alrededor, ya que el guante haba atrapado la mayora de la energa del rayo y la solt de vuelta a travs del metal de la espada de su compaero. El lich, sorprendido por lo lejos y rpido que haba llegado el adversario, alz un brazo para bloquearlo, y la Garra de Charon lo cercen a la altura del codo. El golpe de Entreri habra destruido a la criatura entonces, excepto que el impacto con el arma le provey el conducto para soltar la energa del rayo. Nuevamente la explosin envi a Entreri resbalando de vuelta a la pared del fondo, siendo arrojado dura y lentamente. El chillido del lich forz al asesino a alzarse y despejar su embotamiento. Se dio vuelta, asentando la mano en el suelo hasta que una vez ms agarr la empuadura de la Garra de Charon. Alz la mirada al pasillo justo a tiempo para ver al lich retirarse con la capa flameando. Jarlaxle? pregunt el asesino, mirando de vuelta a su derecha, hacia donde haba estado el drow presionado contra la pared. Confundido al ver tan solo la pared, Entreri mir en un rincn, esperando ver un bulto de drow calcinado. Pero no, Jarlaxle simplemente... no estaba. Entreri mir fijamente la pared y avanz lentamente hacia el pasillo opuesto. Fuera del sector engrasado, recobr su equilibrio y casi salt de sus botas cuando vio dos ojos rojos mirarlo fijamente desde dentro de la piedra del pasillo de enfrente. Bien hecho dijo el drow, adelantndose para que el perfil de su rostro apareciera en la piedra. Entreri permaneci all impresionado. De alguna manera Jarlaxle se haba fundido con la piedra, como si hubiese convertido a la pared en una gruesa pasta y se hubiera sumergido en ella. En verdad, Entreri no saba por qu estaba tan sorprendido haba su compaero hecho alguna vez algo dentro del mundo de lo ordinario? Un fuerte chasquido volvi su atencin hacia el otro lado, por el pasillo. Lo supo inmediatamente por el picaporte de la puerta encima de la rampa, donde

l y Jarlaxle haban quedado de encontrarse, y haban sido perseguidos por el lich. Scame de aqu le dijo Jarlaxle, la voz del drow sonaba arenosa y burbujeante, como si estuviera hablando bajo piedras lquidas, lo cual, de hecho haca. Empuj una mano afuera para alcanzar a Entreri. El estruendo creci a su alrededor. Entreri asom la cabeza por el rincn. Algo malo se vena. El asesino agarr la mano ofrecida por Jarlaxle y jal fuerte pero se encontr con la sorpresa de que el drow tambin jalaba fuerte hacia su lado. No dijo Jarlaxle. Entreri mir el inclinado y curvado pasillo detrs y sus ojos se abrieron tanto que casi se le saltaron de la cabeza. El estruendo vena en la forma de una bola de hierro que le llegaba a la cintura y bajaba rodando rpidamente hacia ellos. Se detuvo y reflexion sobre cmo podra esquivarla, cuando ante sus ojos, la bola duplic su tamao, casi llenando el corredor. Con un alarido, el asesino regres al pasadizo lateral, tropez y gir. Mir la forma retirada de Jarlaxle en la piedra una vez ms, pero no tena tiempo para detenerse y sopesar si su compaero poda escapar de la trampa. Entreri se volte y gate, finalmente poniendo los pies debajo de l y corriendo por su vida. La explosin detrs de l, cuando la enorme bola de hierro colision contra la pared del fondo hizo que trastabillara de nuevo, la sacudida lo puso de rodillas. Ech una mirada atrs para ver que el impacto se haba llevado la mayor parte del impulso de la bola pero no fren su movimiento. Estaba viniendo nuevamente, lentamente, pero tomando impulso. Entreri se arrastr sobre manos y rodillas, maldiciendo a Jarlaxle una vez ms por haberlo trado a este lugar. Se puso de pie y avanz a brincos, poniendo distancia entre la bola y l. Eso no durara, lo saba, ya que la bola ganaba velocidad y el pasillo segua y rodeaba la torre circular por un largo, largo trecho. Corri velozmente y busc alguna salida. Empuj con los hombros varias puertas mientras pasaba pero no se sorprendi de descubrir que la trampa haba sellado los portales. Busc un lugar en donde el techo fuera ms alto, a donde quizs pudiera trepar y dejar que la bola rodara debajo de l. Pero no haba nada. Mir hacia atrs para ver si la bola se estrechaba contra una u otra pared, as l podra deslizarse hacia un costado, pero para su asombro, si no su sorpresa, la bola volvi a crecer, hasta que sus lados prcticamente raspaban las paredes. Corri.

Las sacudidas le hacan doler los dientes en la boca. Dentro de las piedras, cada repercusin al tiempo que la bola se estrellaba contra la pared hacia eco dentro del mismsimo ser de Jarlaxle. Lo senta hasta los huesos. Por un momento solo hubo oscuridad, luego la bola comenz a retroceder, rodando a lo largo del pasillo adyacente. Jarlaxle inspir profundamente varias veces. Haba sobrevivido a esa pero tema que iba a tener que encontrar un nuevo compaero. Comenz a pujar para salir de la piedra de nuevo pero se detuvo cuando escuch una familiar risa jadeante. Retrocedi, sus ojos escudriando a travs de una fina capa de piedra, y el lich se par delante de l. El drow no se atrevi a respirar o moverse. El lich no lo estaba mirando a l sino que miraba el corredor, rindose a carcajadas victorioso. Para gran alivio de Jarlaxle, la poderosa criatura no muerta comenz a alejarse, deslizndose como si estuviera flotando sobre el agua. Jarlaxle se preguntaba si simplemente podra presionar hacia atrs fuera de la torre y luego sencillamente levitar hacia el suelo y salir del lugar. Not las obvias heridas del lich, aunque, infligidas por la revocacin del rayo de Entreri y el pesado golpe de la Garra de Charon, y se le ocurri otra posibilidad. Haba venido con la idea de un tesoro despus de todo, y sera una lstima irse con las manos vacas. Dej que el lich se alejara doblando una esquina. Luego, el drow comenz a empujar para salir fuera de la pared.

Tiene que ser una ilusin se dijo repetidamente a s mismo Artemis Entreri. Las bolas de hierro no crecan, despus de todo, pero cmo poda ser? Era tan real, en sonido, forma, y sensacin... Cmo poda una ilusin imitar tan perfectamente una cosa? El truco para derrotar una ilusin era poner los propios pensamientos en contra de ella, Entreri lo saba, negarla, con el corazn y el alma. Mir hacia atrs de nuevo y supo que esa no era una posibilidad. Trat de bloquear el creciente estruendo detrs de l. Agach la cabeza y corri a toda velocidad, forzndose a rememorar todos los detalles del pasillo ante l. No sigui intentando empujar las puertas con los hombros, ya que estaban cerradas para l y solo estara perdiendo el tiempo en el intil esfuerzo. Tir de la pequea mochila en su espalda mientras corra. Extrajo una cuerda plateada y un arpeo, y arroj la bolsa al piso detrs de l, esperando contra toda esperanza que interrumpiera el creciente impulso de la bola de piedra. No lo hizo. La bola la aplast.

Entreri no permiti que sus pensamientos volvieran a la amenaza rodante, ms bien, manipul la cuerda frenticamente, encontrando el largo, imaginndose el punto en el pasillo todava a cierta distancia ms adelante, calibrando el largo que necesitara. El suelo se sacudi debajo de l. Pensaba que cada uno de sus pasos sera el ltimo, con la esfera rodndole encima. Jarlaxle le haba dicho una vez que incluso una ilusin poda matar a un hombre si este crea en ella. Y Entreri crea en ella. Sus instintos le decan que se tirara al suelo a un costado, con la esperanza de que hubiera suficiente espacio para l entre el fino rincn y los bordes redondeados de su perseguidora. Sin embargo, nunca encontr el valor para seguir esa idea, y rpidamente se la quit de la mente, concentrndose en cambio en la mejor oportunidad que yaca ante l. Entreri prepar la cuerda mientras se abalanzaba a toda carrera por su vida. Dio un salto en la siguiente curva, la bola justo detrs de l. Pas de largo el muro que a su mano derecha llevaba a un enrejado que le llegaba a la cintura, dando al centro de una enorme torre, con el camino que continuaba en crculo a lo largo de su permetro. Afuera fue el arpeo, expertamente arrojado para engancharse alrededor de un gran candelabro que estaba colocado encima del cavernoso vestbulo de la torre. Entreri sigui corriendo llanamente. No tena opcin, ya que detenerse significaba ser aplastado. La cuerda estaba firme en sus manos, y cuando se termin de tensar dej que la fuerza lo virara a la derecha. Lo elev de un tirn sobre el enrejado mientras la rodante esfera de hierro pasaba veloz por debajo, casi rozndole un hombro ligeramente mientras se balanceaba en el aire. Gir en pequeos crculos dentro de los crculos ms grandes del impulso de la cuerda. Se las arregl para observar el continuado descenso de la bola, golpeando los bordes, pero rpidamente fue distrado por un an ms ominoso chirrido desde arriba. Entreri se revolvi, sus manos para liberarse y soltar la cuerda. Comenz su deslizamiento a toda velocidad, las manos bajando por la soga. Sinti un sbito tirn, y luego otro mientras el decorativo candelabro de cristal se soltaba del techo. Luego estaba cayendo.

La puerta permaneci ligeramente entreabierta. Dada la trampa que haba dispuesto, no haba razn alguna para que el posadero creyera que alguno de los intrusos pudiera llegar hasta all. An as, el drow sac una varita y utiliz un poco de su magia. La puerta y la jamba brillaron con una irrompible y slida luz azul, revelando que no haba trampas, mgicas o mecnicas.

Jarlaxle avanz y la empuj cautelosamente. La habitacin, el ltimo piso de la torre, estaba mayormente vaca. Las grises paredes de piedra no tenan adornos, siguiendo en un semicrculo detrs de una silla peculiarmente alta, de amplio respaldo y madera pulida. Ante ese asiento yaca un libro, abierto sobre un pedestal. No, no un pedestal, Jarlaxle se dio cuenta cuando se aproxim sigiloso. El libro estaba suspendido sobre un par de gruesos zarcillos que llegaban hasta el suelo del cuarto y penetraban la piedra. El drow sonri, sabiendo que haba encontrado el corazn de la construccin, el arquitecto mgico de la torre misma. Se movi alrededor del libro a cierta distancia, luego se acerc al lado de la silla. Observ las escrituras desde lejos y reconoci unas cuantas runas mgicas all. Un rpido recitado de un sencillo hechizo le permiti enfocar mejor las runas y con mayor claridad. Se arrim, atrado por el poder del tomo. Not que haba imgenes de runas en el aire por encima del libro, girando y sumergindose en las pginas debajo. Recorri unas pocas lneas despus se arriesg a empezar por el principio. Un libro de creacin mascull, reconociendo algunos de los primeros pasajes como frases comunes para tales duomers. Cerr el libro y trat de sacarlo de all, pero no cedi. Por lo que volvi a leer, examinndolo ms bien, buscando algn indicio, alguna pista sobre los secretos de la torre y su propietario no muerto. Mi nombre no encontrars all le lleg una voz chillona que pareca al borde de la agudeza, una voz sostenida tenuemente, como una nota alta, lista para estallar en un berrido tembloroso. Jarlaxle se maldijo silenciosamente por dejarse atraer tanto por el libro. Consider al lich, quien permaneca en la puerta abierta. Tu nombre? pregunt l, reprimiendo su genuino deseo de gritar de terror. Por qu deseara yo saber tu nombre, oh gran putrefacto? La putrefaccin implica muerte dijo el lich. Nada podra estar ms lejos de la verdad. Jarlaxle retrocedi lentamente detrs de la silla, queriendo poner la mayor distancia y la mayor cantidad de obstculos entre esa horrible criatura y l como pudiera. T no eres Zhengyi remarc el drow, aunque el libro era de l. Uno de los suyos, por supuesto. Jarlaxle salud tocando la punta del sombrero. Piensas en Zhengyi como si fuera una criatura explic el siempre sonriente lich a travs de sus dientes sin labios, como una entidad peculiar. Ese es tu error. No s nada de Zhengyi. Eso es muy obvio, o nunca habras sido tan tonto como para venir aqu! finaliz el lich con un sbito incremento en el volumen y intensidad, y apunt con sus dedos huesudos.

Rayos verdosos de energa irrumpieron de sus dgitos, uno de cada uno, volando por el aire, ondulando y retorcindose alrededor del libro, para que el pedestal de tentculo y la silla explotaran contra el drow. Esa fue la intencin, al menos, pero cada rayo mgico, mientras se aproximaba, se desviaba hacia un punto especfico de la capa del drow, justo debajo de su garganta y hacia un costado, sobre el hueso de su cuello, en donde un gran broche abrochaba su capa. El broche absorba los misiles, los diez, sin un sonido, sin un rastro. Muy buena jugada lo felicit el lich. A cuntos puedes contener? Mientras la criatura no muerta terminaba de hablar, le envi otra descarga. Jarlaxle ya se estaba moviendo para entonces, alejndose con un giro de la silla, hacia atrs. Los misiles mgicos bulleron en su espalda como un montn de abejas, pero de nuevo, mientras se le acercaban, viraban y se abatan a su alrededor para ser tragados por el broche. El drow acort por un costado, y al tiempo que se volva a medias hacia su enemigo, sac su brazo febrilmente. Con cada retraccin, su brazal mgico alimentaba su mano con otra daga, la cual enviaba prontamente girando a travs del aire hacia el lich. Tan furioso fue su flujo que la cuarta daga estuvo en el aire antes de que la primera siquiera diera en el blanco. O tratara de dar en el blanco, ya que el lich no estaba desprotegido. Sus barreras protectoras detuvieron las dagas a pocos centmetros y las dejaron caer al suelo con un repiqueteo. El lich se ri a carcajadas, y el drow lo envolvi en un globo de completa oscuridad. Un rayo de energa verde estall desde el globo y Jarlaxle se alegr de haberse movido velozmente. Observ al rayo socavar el muro de la torre, desintegrando la piedra mientras pasaba. Entreri pleg sus pies estrechamente y los movi en ngulo a un costado para que cuando golpeara, se girara de soslayo. Entr su cabeza muy tiesamente y hundi los hombros, permitindose rodar una y otra vez, absorbiendo la energa de la cada de quince pies. Sigui rodando, poniendo la mayor distancia posible entre l y el punto de impacto del candelabro, donde el vidrio y el cristal se hicieron aicos y volaron por todas partes. Cuando finalmente se coloc sobre sus pies, Entreri se tambale y dio un respingo. Un taln le daba fuertes dolores a lo largo de la pierna. Haba evitado heridas graves pero no haba escapado ileso. Ni tampoco haba realmente escapado, se dio cuenta un momento ms tarde. Estaba en el vestbulo de la torre, una habitacin amplia y circular. A un costado, bien en lo alto, la bola de piedra continuaba su bamboleo atronador.

Ante l, ms all del destrozado candelabro y justo pasando el fondo de aquellas escaleras perimetrales, yaca la puerta cerrada por la cual l y Jarlaxle haban entrado a la mgica construccin. A un costado permaneca la enorme estatua de acero que el par haba notado cuando apenas haban ingresado, una construccin que Jarlaxle prontamente haba identificado como un golem. Tenan que tener cuidado, le haba dicho Jarlaxle a Entreri, de no activar ningn dispositivo que pudiera animar al peligroso centinela de hierro. Entreri descubri ahora que aparentemente haban hecho justo eso. El metal cruji y gimi al tiempo que el golem cobraba vida, fuegos rojos aparecieron en sus ojos huecos. Dio un enorme paso adelante, aplastando el cristal y aplanando el retorcido metal del candelabro cado. No llevaba armas, pero Entreri cay en la cuenta de que no necesitaba ninguna, ya que era ms del doble de su altura y varios kilos ms de su peso. Cmo puedo lastimar a eso? susurr el asesino y extrajo sus espadas. El golem se acerc un paso ms y exhal una nube de gases venenosos. Demasiado gil como para ser atrapado en eso, Entreri gir a un lado. Vio un hueco en la pesada criatura y supo que poda alcanzarlo rpido y golpear duro. Pero en cambio corri, a toda velocidad hacia la puerta cerrada. Las piernas de hierro del golem se quejaron en protesta mientras se volva para perseguirlo. Entreri empuj la puerta con su hombro, aunque saba que no la abrira. Aunque exager el impacto, y se movi como si estuviera furiosamente aterrorizado por atravesarla. El golem se le arrimaba, concentrndose solamente en l. Esper hasta el ltimo segundo y se tir a un costado del muro por la izquierda mientras el golem golpeaba fuerte contra la inquebrantable puerta. El centinela se volvi y lo persigui, con los brazos extendidos en busca del asesino. Entreri se mantuvo en sus trece al menos por un tiempo y lanz una descarga de fintas y estocadas que mantuvieron al golem confundido y en el lugar justo... ...el tiempo suficiente. El asesino se arroj a su izquierda, hacia el centro de la habitacin. La esfera de acero rodante baj retumbando el ltimo tramo de las escaleras y choc con fuerza contra la espalda del desprevenido golem de hierro, arrojando a la construccin hacia adelante y al suelo, luego rebot sobre l, mellando y retorciendo el acero. La bola continu rodando por su camino, pero la mayor parte del impulso haba sido descargado sobre la desafortunada construccin. En medio de la habitacin, Entreri observ al crispado golem. Trat de levantarse, pero sus piernas estaban inutilizadas y abolladas, y no pudo hacer ms que levantar su torso sobre un brazo. Entreri comenz a poner sus armas a un lado pero se detuvo ante un sonido desde arriba.

Mir hacia arriba para ver que muchas de las decoraciones del techo, estatuas de grgolas, flexionaban sus alas. Suspir.

Su globo de oscuridad se desvaneci y Jarlaxle se encontr una vez ms enfrentando a la horrible criatura no muerta. Mir al lich y luego al libro de nuevo y viceversa. Estuviste vivo hasta hace unas pocas semanas atrs razon el elfo oscuro. An estoy vivo. Tu existencia puede estirar el significado de la palabra. Pronto sabrs lo que significa y lo que no significa eso prometi el lich y levant sus huesudas manos para comenzar a realizar otro hechizo. Extraas la sensacin del viento sobre tu piel viva? le pregunt el drow, esforzndose por sonar verdaderamente curioso y no condescendiente. Extraars el tacto de una mujer o el aroma de las flores en primavera? El lich se detuvo. Vale la pena la no muerte? sigui Jarlaxle. Y si es as, puedes ensearme el camino? Pocas expresiones poda mostrar el mayormente huesudo rostro del lich, por supuesto, pero Jarlaxle reconoca la incredulidad cuando la vea. Mantuvo sus ojos clavados en los de la criatura pero torci sus pies despacio para ponerse camino de una carga sobre el libro. Hablas de inconvenientes menores respecto al poder que he encontrado le rugi el lich. Incluso mientras la criatura aullaba, el drow salt hacia adelante, una daga apareci en una de sus manos. Dio vuelta una pgina a medias, se ri del lich, y la arranc, confiado en que haba encontrado el secreto. Una nueva rasgadura apareci en la desgarrada capa del lich. Los ojos de Jarlaxle se ensancharon y comenz a trabajar furiosamente, arrancando pgina tras pgina, hundiendo su daga en la otra mitad del tomo. El lich aull y tembl. Caan partes de su tnica y aparecieron astillas en sus huesos. Pero no era suficiente, se dio cuenta el drow, y supo de su error cuando las pginas arrancadas revelaron algo oculto dentro del libro: una diminuta gema violeta brillante con la forma de una calavera. Ese era el secreto, cay en la cuenta, el lazo entre el lich y la torre. Esa calavera era la llave de toda la construccin, del resto innatural de Zhengyi, el Rey Brujo. El drow quiso tomarla, pero su mano se ampoll y fue arrojada a un lado. El drow la apual, pero la daga se astill y sali volando. El lich se ri de l. Somos uno! No puedes derrotar a la torre de Zhengyi ni al encargado que ha elegido.

Jarlaxle se encogi de hombros y dijo: Podras tener razn. Luego dej caer otro globo de oscuridad sobre el lich, quien nuevamente estaba conjurando. El drow desliz un anillo que guardaba hechizos mientras se iba. Considerando lo sobrenatural que era su enemigo, pens para s mismo, fro o caliente? Y rpidamente eligi. Eligi correctamente. El hechizo que solt del anillo cubri su cuerpo con un clido escudo de llamas justo al tiempo que el lich hacia estallar un roco cnico de fro mgico tan intenso que lo habra congelado a medio camino. Jarlaxle se haba ganado un momento, pero solo un momento, lo saba, y ante las tres opciones que surgan ante l rebatir con magia agresiva, abalanzarse y golpear fsicamente, o huir slo una tena sentido prctico. Tir de la enorme pluma de su sombrero y la dej caer con una palabra directiva que llam a un gigantesco pjaro sin alas, un ave de ocho patas con un grueso pescuezo y un mortal y poderoso pico ganchudo. Con un pensamiento, el drow envi a su convocada diatryma a la batalla, y sigui su curso pero rompi completamente su velo mientras entraba en el globo de oscuridad. Jarlaxle rez para que se torciera en el ngulo correcto y rez de nuevo para que el lich no hubiera cerrado la puerta. Respir mucho mejor cuando sali de la oscuridad para encontrarse una vez ms en el pasillo, corriendo libre. Y corriendo rpido.

Un lquido oleoso, la sangre de las grgolas, corra por el canal a lo largo de la roja hoja del la Garra de Charon. Una criatura con una sola ala se tambaleaba en el piso, herida mortalmente pero negndose a detener su intil vapuleo. Otra se sumergi en busca de la cabeza de Entreri mientras l corra rpidamente por el piso. Se agach bien bajo, luego ms abajo, y despus se arroj hacia adelante rodando, rpidamente acercndose a otra de las criatura que se aposentaba sobre el suelo frente a l. Se puso de pie velozmente, lanzndose espada adelante. La mano de piedra de la grgola barri a lo largo, parando la arremetida, y Entreri baj su hombro y lo empuj con fuerza. La poderosa criatura apenas se movi, y Entreri gru cuando sinti el embate del dao por la colisin l mismo. La daga del asesino sali volando hacia las entraas de la grgola. Entreri gru y salt hacia atrs, llevando su mano arriba mientras abra ms profundamente el corte. Comenz a golpear con la Garra de Charon de nuevo pero en el ltimo momento salt a un costado. Una grgola que bajaba en picada pas por su lado, estrellndose de cabeza contra su compaera herida. Entreri acuchill a la criatura voladora desde atrs, recorriendo fuertemente la espalda de la grgola con la Garra de Charon. La criatura chill y su destripada compaera gru y se retir tambaleante. Entreri no pudo

perseguir a las enredadas criaturas, sin embargo, ya que otra grgola se le vino encima velozmente, forzndolo a retroceder. Rod a un costado, parando justo bajo una mesa y se dio duro contra la base de una caja rectangular puesta contra el muro. Se puso de pie con la mesa encima de l, la levant y la arroj lejos. La caja se abri detrs de l. El asesino sacudi la cabeza y mir atrs para ver a una carnosa criatura humanoide espindolo desde adentro de la caja. Era ms grande que l, ms alto de lo que poda ser cualquier hombre. Supo que era otro golem, pero uno de carne suturada ms que de hierro esculpido. La criatura avanz y el asesino se alej trastabillando, voltendose slo lo justo para cortar con la Garra de Charon los antebrazos del golem. El golem sali en su persecucin, y detrs de este, Entreri vio el fondo de la caja, el falso fondo, abrirse para revelar a un segundo golem de carne. Encantador dijo el asesino, agachndose de nuevo para esquivar otra grgola que bajaba en picada. Mir arriba y vio que se formaban ms grgolas, creciendo a lo largo del alto techo. La torre estaba cobrando vida y estaba incubando un ejrcito para defenderse. Entreri corri a toda velocidad a lo largo de vestbulo pero se detuvo en seco al tiempo que vislumbr otra forma que vena hacia l. Recul unos pasos y prepar su espada, luego reconoci a su ms reciente oponente. Jarlaxle salud tocando la punta de su sombrero, pero sin detener su rpido descenso, y toc el suelo delicadamente. Entreri gir y rastrill nuevamente su espada sobre los brazos estirados del golem de carne que lo persegua. Me alegro que por fin hayas podido llegar hasta aqu farfull el asesino. Pero me temo que no vine solo le advirti Jarlaxle, haciendo que sus palabras voltearan al asesino hacia l. La mirada del elfo oscuro lo llev a Entreri arriba, al alto balcn donde el lich corra hacia las descendentes escaleras. El lich se detuvo en la cima de los escalones y empez a menear sus huesudos dedos en el aire. Detn a la bestia! grit Entreri. Lanz una rutina ms vigorosa contra el golem, lanzando cortes con la Garra de Charon y usando su magia para traer una nube de cenizas negras. Con esa barrera ptica colgando en el aire, Entreri se apresur a pasar al primer golem y acuchill al segundo ferozmente. Debemos salir lo llam Jarlaxle, mientras Entreri se agachaba para esquivar una grgola que caa a pique. La puerta est cerrada! le grit Entreri. Ven y apresrate! replic el elfo oscuro.

Entreri se dio vuelta mientras iba y vio una serie de rayos verdes salir de los dedos del lich, retorcindose y arrojndose hacia abajo. Cinco golpearon a Jarlaxle o lo habran hecho excepto que fueron recogidos por la magia de su broche mientras que los otros cinco surcaron el aire para darle certeramente a Entreri. El asesino arroj al aire la Garra de Charon en el aire y extendi su mano enguantada, absorbiendo los misiles unos tras otro. Atrap el arma y mir atrs para ver que los delgados dedos de Jarlaxle los estaban llamando. Arriba, el lich bajaba a toda prisa las escaleras. Entreri se agazap en el ltimo momento, apenas evadiendo un pesado golpetazo de uno de los golems que le hubiera podido arrancar la cabeza de los hombros. Gru y corri hacia el drow, enfundando la espada mientras avanzaba. Jarlaxle sonri, toc la punta de su sombrero, dobl las rodillas y brinc hacia arriba. Entreri tambin salt, agarrndose del cinturn de Jarlaxle mientras la levitacin del drow los elevaba rpidamente, arrastrando a Entreri. Debajo, los golems se estiraron y balancearon sus brazos intilmente en el aire vaco. Desde el costado lleg el ataque de una grgola, la criatura dando zarpazos con fuerza a las piernas de Entreri. El asesino hbilmente se repleg, justo por encima de las garras y pate duramente la cara de la grgola. Sin embargo le hizo poco dao, y la grgola regres velozmente y con fuerza o empez a hacerlo, pero luego se dirigi arriba batiendo las alas furiosamente mientras Entreri extenda su guantelete y le enviaba los misiles que el lich le haba arrojado a l. Los dardos mgicos crepitaron contra la negra piel de la grgola, haciendo que la criatura se sacudiera de un lado a otro. Sin embargo, se coloc detrs de la pareja suspendida y desde arriba llegaron los chillidos de ms grgolas, ya crecidas y listas para lanzarse en picada desde las alturas. Pero los compaeros ya haban alcanzado la balaustrada para ese entonces, y Jarlaxle se agarr de ella y se propuls por encima, con Entreri rpidamente tras l. Retrocede de espaldas! grit el drow. Hay una manera! Entreri lo mir fijamente por un momento, pero con las grgolas vinindoseles desde arriba y ms all de la balaustrada, y el lich retrocediendo y corriendo de espaldas por las escaleras hacia ellos, la orden de Jarlaxle pareca bastante obvia. Saltaron hacia atrs por el inclinado pasillo, con las grgolas pisndoles los talones, obligando a Entreri a detenerse prcticamente a cada paso para espantar a las criaturas. Rpido! llam Jarlaxle.

Entreri le lanz una mirada al drow y vio que tena una varita en la mano, y solo pudo imaginarse la catstrofe que pudiera estar contenida en ese delgado objeto. El asesino sali volando. Jarlaxle apunt la varita detrs de Entreri y pronunci la palabra de comando. Apareci un muro de piedra en el pasillo, bloquendolo de pared a pared hasta el techo. Detrs, escucharon el golpe seco cuando una grgola colision contra ste y luego ms ruidos de rasguos mientras las frustradas criaturas hundan sus garras en la inquebrantable roca. Sigue corriendo, le dijo Jarlaxle a su compaero. Los golems pueden demolerla con el tiempo, y no va a demorar al lich para nada. Que alegre dijo Entreri. Lo adelant en la carrera a Jarlaxle y no esper a que el drow lo alcanzara. Aunque s mir hacia atrs al tiempo que el muro de piedra desapareca de vista al doblar por el pasillo, y vio que la advertencia de Jarlaxle era cierta ya que el lich apareci pasando a travs de la barrera de piedra. La puerta de la habitacin ms alta de la torre estaba cerrada pero no asegurada y Entreri la empuj con el hombro. Se detuvo abruptamente, mirando fijamente al parcialmente destrozado libro y el brillo que emanaba desde su rea central. Sinti un empujn en la espalda. Ve a l, rpido! le pidi Jarlaxle. Entreri corri hacia el libro y lo rode al igual que al pedestal de tentculos. All vio claramente la brillante calavera, pulsando con luz y poder. Un temblor estruendoso se estrell contra la puerta, la cual Jarlaxle haba cerrado, y qued abierta, con ribetes de humo elevndose desde un punto calcinado en el centro. Ms all de sta y abajo por el pasillo vena el lich, deslizndose mgicamente, los ojos brillando, los dientes apretados en una eterna mueca no muerta. No hay escape llegaron las palabras de la criatura, llevadas por un aliento fro que barri la habitacin. Agarra la calavera le indic Jarlaxle. Entreri estir su mano izquierda y sinti un sbito pinchazo doloroso. Con el guantelete! le implor Jarlaxle. Qu? El guantelete! grit el drow, y se bambole y sacudi para adelante y atrs mientras una serie de misiles con un resplandor verde lo golpeaban. Su broche absorbi los primeros y luego brill y despidi humo al tiempo que los misiles restantes lo hacan tambalear. Dos rpidos pasos sacaron al drow de la mira del lich, y Jarlaxle se tir de cabeza y rod a un costado de la habitacin. Eso dej a Entreri mirando a travs de la puerta abierta al lich, consciente de que se haba convertido en el blanco principal de la horrible criatura. Pero Entreri no se hizo un costado. Saba que no tena a donde correr y as desech el pensamiento que tena fuera del alcance. Mirando fijamente al enemigo que se aproximaba, con su rostro lleno de determinacin sin

el ms mnimo asomo de temor, el asesino levant su mano enguantada y la dej caer sobre la resplandeciente calavera. El lich se paraliz tan abrupta y completamente como si se hubiera dado contra una pared slida. Entreri no lo vio, sin embargo, porque en el momento en que su guante comemagia cay sobre la palpitante calavera, rayos de poder formaron un arco hacia el asesino. Los msculos de su brazo derecho se anudaron y retorcieron. Sus dientes se apretaron fuertemente sobre la punta de su lengua, y comenzaron a mascar incontrolablemente, escupiendo sangre con cada apertura, su cuerpo se tensaba y sacuda con cada espasmo poderoso mientras rayos rojos y azules de energa crepitaban y echaban chispas a travs del guantelete. Agrralo rpido! le implor Jarlaxle. El drow rod de vuelta ante la vista del lich, quien permaneca rasgando y clavndole las garras al aire. Parches de oscuridad parecan sujetar a la criatura no muerta y comerla, compactndolo, disminuyndolo. No puedes vencer el poder de Zhengyi! gru el lich, las palabras perplejas y desiguales. La risa de Jarlaxle fue interrumpida de golpe mientras miraba de vuelta la forma sacudida y convulsionada de Entreri, quien se estremeca al borde del desastre, como si estuviera pronto a ser arrojado por la habitacin y a travs de los muros de la torre. Sus ojos se hincharon extraamente, como si fueran a saltrseles de las cuencas. An escupa sangre de su boca y le goteaba de sus odos tambin, sus brazos se retorcan, los hombros desencajados, los msculos tensndose tanto que parecan como si simplemente fueran a desgarrarse. Los gruidos se le escaparon de la boca del asesino. Hizo una mueca, se tens y luch con todas sus fuerzas y todo su poder de voluntad. Entre la resonancia de sus gruidos lleg la palabra No, repetida frecuentemente. Era un desafo. Era un combate. Entreri lo acept. Resisti. Afuera en el pasillo, el lich gimi y ara el aire vaco, y con cada momento que pasaba, pareca disminuir un poquito ms. La torre comenz a tambalearse. Aparecieron rajaduras en las paredes y los pisos. Jarlaxle corri hacia su compaero pero se cuid de no tocarlo. Resiste le implor el drow. Entreri rugi de rabia y se sujet ms fuerte an. El humo comenz a levantarse del guantelete. La torre se tambale una vez ms. Un trozo enorme cay de una de las paredes, y los rayos del sol se asomaron. Afuera en el pasillo, el lich grit. Ah s, amigo mo, resiste susurr Jarlaxle.

La calavera se sali del libro, y fue agarrada rpidamente por el ardiente guante. Entreri se las arregl para dar vuelta la mano y mirarla tan solo por un momento. Luego la torre se desplom bajo l. Entreri sinti una mano en su hombro. Mir a un costado. Jarlaxle sonrea y se tocaba la punta del sombrero. PRIMERA PARTE LEGADO DE INTRIGA Para cuando haba dejado la derrumbada torre, Jarlaxle ya haba asegurado la gema mgica en forma de calavera en un lugar indetectable: un bolsillo extradimensional en uno de los botones de su chaleco diseado para protegerlo de emanaciones mgicas. Aun as, el drow no confiaba que el objeto permanecera indetectable, ya que en verdad lata con energa arcana. A pesar de ello, lo llev consigo ya que dejar su familiar chaleco habra levantado sospechas cuando fue al palacio-torre de Ilnezhara inmediatamente despus del colapso de la construccin de Zhengyi. Encontr a su patrona descansando en una de sus muchas cmodas sillas , con sus pies arriba de un banquillo y mostrando sus bien formadas piernas a travs de un tajo alto en su vestido de seda blanco que haca que el material flotara hasta el suelo como una fantasmal extensin de su cremosa piel blanca de mujer. Ella movi su largo y grueso cabello rubio al tiempo que Jarlaxle haca su entrada, para que as enmarcara su hermoso rostro. Se asent cubrindose uno de sus azules ojos, aadindole un toque de misterio a su aura. Jarlaxle comprendi que todo era una artimaa, por supuesto, una ilusin de magnfica belleza. Ya que la verdadera forma de Ilnezhara estaba cubierta por escamas de color cobre y portaba grandes cuernos y una boca llena de varias hileras de colmillos cada uno tan largo como el brazo del drow. Aunque, ilusin o no, Jarlaxle ciertamente apreci la belleza que se reclinaba frente a l. Era una construccin de Zhengyi, declar, no pregunt la dragona convertida en mujer. En verdad, eso pareca ser, respondi el drow, sacndose su sombrero de ala ancha para descubrir su calva cabeza mientras haca una profunda reverencia. Lo era, declar Ilnezhara con toda certeza. Hemos rastreado su creacin mientras estabas lejos. Lejos? Querrs decir dentro de la torre. Me fui debido a tu insistencia, recurdalo por favor.

No era una acusacin, y tampoco nos apresuramos en enviarte a ti y a tu amigo a investigar. Mi hermana encontr ms informacin casi por accidente y bastante inesperadamente. An as, no sabemos como fue facilitada esta construccin, pero ahora lo sabemos, por supuesto, que en verdad fue facilitada, y sabemos por quin. Fue un libro, un enorme y antiguo tomo, replic Jarlaxle. Ilnezhara se inclin hacia adelante en su silla pero se contuvo. No poda negar el brillo de inters en sus azules ojos, por lo que el drow dej que el 21 anzuelo colgara en el aire. Se mantuvo calmado e inmvil, dejando que pasara el momento de silencio y forzando el inters de Ilnezhara. Mustralo entonces. No puedo, admiti l. La torre fue construida por la magia del libro y controlada por el poder de un lich. Para derrotar a ste ltimo, Artemis y yo tuvimos que destruir al primero. No haba otra manera. Ilnezhara hizo una mueca de dolor. Eso es desafortunado, dijo ella. Un libro redactado por Zhengyi sera de lo ms interesante, beneficioso y rentable. La torre tena que ser destruida. No haba otra manera. Si hubieras matado al lich, el efecto habra sido el mismo. La torre habra muerto, si no cado, pero no se habran levantado ms defensas en tu contra. Quizs mi hermana y yo podramos haberte dado la torre a ti y a Entreri como una expresin de nuestra gratitud. A pesar de la vaca promesa, haba ms que una pizca de frustracin en la voz de la dragona, not Jarlaxle. Una tarea fcil? replic, dejando que su voz derramara sarcasmo. Ilnezhara carraspe, y movi su mano descartando el comentario y dijo: Era un mago menor de Heliogabalus, un tonto llamado Herminicle Duperdas. Puede un hombre con semejante nombre asustar al gran Jarlaxle? Quizs mi hermana y yo te sobrestimamos a ti y a tu amigo humano. Jarlaxle hizo otra reverencia. Un mago menor en vida, tal vez, pero un lich es un lich despus de todo. De nuevo, la dragona carraspe y puso sus azules ojos en blanco. Era un mediocre usuario de magia cuanto ms, muchos de sus compaeros estudiantes los consideraban un novato. Incluso en su estado no muerto no puede haber demostrado ser demasiado formidable para el gusto de ustedes dos. La torre misma lo estaba ayudando a defenderse. No los enviamos a ustedes dos a destruir el lugar, sino para explorarla y saquearla, le rega Ilnezhara. Nosotras bien podramos haberla destruido por nuestra cuenta. Ruego que lo hagan, la prxima vez. La dragona entrecerr sus ojos, recordndole a Jarlaxle que sera ms sabio

tener ms cuidado. Si no nos beneficiamos con tus servicios, Jarlaxle, entonces no te necesitamos, le advirti Ilnezhara. En verdad es ese el curso que deseas? Una tercera reverencia tuvo lugar. No, milady. No, claro que no. Herminicle encontr el libro y lo subestim, explic Ilnezhara, aparentando haber puesto a un lado el desacuerdo. l lo ley, como lo hara usualmente todo necio y curioso hechicero, y lo consumi, tomando su magia y fuerza vital como propia. El libro lo at a la torre al igual que la torre se at a l. Cuando destruiste los lazos el libro robaste la fuerza compartida de ambos, enviando a la torre y al lich a la ruina. Qu otra cosa podramos haber hecho? 22 Si hubieras matado al lich, quizs la torre se hubiera derrumbado, lleg otra voz femenina, una un poco ms profunda, menos femenina y menos melodiosa que la de Ilnezhara. Jarlaxle no estaba realmente sorprendido de ver a Tazmikella salir caminando por detrs de una cortina en el fondo del enorme y desordenado saln. Pero aunque no lo quisieras, habras destruido la fuerza que inicialmente le haba dado vida y material. En cualquier caso, el dao habra pasado, pero el libro habra permanecido. No te lo ha dicho ya Ilnezhara? Por favor, aprende esta leccin y recurdala bien, le instruy Ilnezhara, y molestamente aadi, para la prxima vez. Prxima vez? Jarlaxle no tuvo que fingir inters. La aparicin de este libro nos confirma lo que ya sospechbamos, explic Tazmikella. En algn lugar en los yermos de Vaasa, ha sido descubierto un tesoro del Rey Brujo. Los artefactos de Zhengyi estn apareciendo por toda la regin. Ha pasado antes despus de los aos de su cada, sigui Ilnezhara. Cada tanto, uno de los calabozos personales del Rey Brujo es encontrado, una de sus celdas es abierta, o una tribu de monstruos es derrotada, tan solo para que los victoriosos se encuentren en medio de las armas, varitas y otros artefactos de las bestias y de las cuales las estpidas criaturas no tenan conocimiento. Sospechbamos que una de las bibliotecas de Zhengyi, quizs su nica biblioteca, haya sido saqueada recientemente, aadi Tazmikella. Un par de libros sobre el arte de la necromancia, tomos verdaderos y no los tpicos desvaros de hechiceros completamente necios y que se creen importantes, fueron comprados en los Halfling Downs no hace un mes. Por ustedes, presumo, dijo Jarlaxle. Por nuestros agentes, por supuesto, confirm Ilnezhara. Agentes que han sido ms beneficiosos que Entreri y Jarlaxle hasta el momento. Jarlaxle ri ante el desaire e hizo una reverencia una vez ms.

Si hubiramos sabido que la destruccin del lich habra preservado el libro, entonces habramos peleado contra la bestia mucho ms ferozmente, se los aseguro. Perdonen nuestra inexperiencia. No hemos estado por mucho tiempo en esta tierra y las historias sobre el Rey Brujo son nuevas para nosotros todava. Sospecho que la inexperiencia, no es uno de los defectos de Jarlaxle, dijo Tazmikella, y su tono le revel al drow las sospechas de ella que quizs l les estaba ocultando algo de su reciente aventura en la torre. Pero no teman, soy un rpido estudioso, replic. Y me temo que yo, nosotros, no podemos repetir nuestros errores con esta torre si apareciera otra. Sostuvo en alto un guantelete, negro con puntadas rojas, y lo dio vuelta para mostrar un agujero en la palma. El precio de un artefacto al derrotar la magia del libro. El guantelete que acompaaba la magnfica espada de Entreri? pregunt Tazmikella. S, aunque la espada no tiene control sobre l, con o sin el guantelete. De hecho, desde su encuentro con la sombra, creo firmemente que la espada se ha 23 encaprichado con l. Aun as, nuestra excursin ha probado ser bastante costosa, ya que el guantelete tena muchas otras utilidades valiosas. Y qu quieres que hagamos al respecto? pregunt Ilnezhara. Recompensarlo? se atrevi a preguntar el drow. Estamos debilitados sin el guantelete, no lo duden. Nuestras defensas contra los usuarios de la magia han sido enormemente vaciadas. Ciertamente que no puede ser beneficioso dadas nuestros deberes para con ustedes. Las hermanas se miraron una a la otra e intercambiaron sonrisas de complicidad. Si este tomo ha salido a la superficie, podemos esperar otros artefactos Zhengyinianos, dijo Tazmikella. Que el tomo haya llegado tan al sur nos indica que alguien en Vaasa ha descubierto un tesoro con los artefactos de Zhengyi. aadi Ilnezhara. A tales objetos poderosos no les gusta permanecer dormidos. Encuentran un camino para resurgir, una y otra vez, para la ruina del mundo. Interesante... comenz el drow, pero Tazmikella lo cort en seco. Mucho ms de lo que comprendes, insisti ella. Rene a tu amigo, Jarlaxle, por que el camino los espera, uno que todos podemos encontrar bastante lucrativo. No era un pedido sino una orden, y ya que las hermanas eran, despus de todo, dragonas, no era una orden que el drow pretendiera ignorar. Not algo ms en el timbre de voz de las hermanas, sin embargo, que lo intrig al menos tanto como el remanente en forma de calavera de la construccin Zhengyiniana.

Estaban aparentando entusiasmo, como si una gran aventura y ganancia potencial los esperaran a todos ellos, pero detrs de eso, Jarlaxle claramente escuchaba algo ms. Las dos enormes dragonas estaban asustadas.

En las remotas y fras tierras del norte de Vaasa, una segunda calavera, brillaba hambrienta. Senta la cada de su pequea hermana en Damara profundamente, pero no con el pavor de alguien que ha perdido a un miembro de la familia. No, los acontecimientos lejanos eran el simple orden de las cosas. La otra calavera, era menor y dbil. De lo que se haba llegado a enterar el lejano remanente de la devocin del Rey Brujo sobre todo lo dems era que los poderes podan despertarse, que los poderes se despertaran. Demasiado tiempo haba pasado en la memoria de los necios humanos y de aquellos otros que haban derrotado a Zhengyi. Ya estaban dispuestos a importunar su sabidura y fuerza contra los artefactos de un ser mucho ms grandioso que ellos, un ser ms all de su entendimiento. Su arrogancia los llevaba a creer que podan alcanzar ese poder. No entendan que el poder del Rey Brujo haba venido de adentro, no de fuera, y que sus remanentes, la esencia de la magia dispersada, las partes esparcidas de Zhengyi, en las canciones de los tontos e ingenuos bardos, a 24 travs del acto de la creacin, los abrumaran y tomaran de ellos incluso cuando ellos trataran de sacar provecho de los esparcimientos de Zhengyi. Esa era la verdadera promesa del Rey Brujo, la que haba enviado a las dragonas volando a su lado. La diminuta calavera solo encontr alivio. El libro que la contena fue encontrado, las mentes se preguntaban sobre ella, pero los recuerdos eran breves. La pieza de esencia esparcida conocera la creacin, el poder, la vida en la muerte. Algn necio mortal se encargara de ello. El dragn gru sin sonido. 25 CAPTULO LA COMPAA 1

Parissus, la mujer Impilturiana hizo una mueca mientras el enano de barba roja

le pasaba un vendaje ajustado alrededor de su antebrazo herido. Ms vale que ests aqu para decirme que has decidido entregar el resto de nuestro tesoro, dijo ella al soldado sentado al frente del otro lado del pequeo cuarto en donde el clrigo haba establecido su capilla. Su apariencia, con anchos hombros, cabello rubio muy corto y despeinado, le aada amenaza a sus palabras, y cualquiera que hubiera visto alguna vez a Parissus blandir su espadn hubiera dicho que la sensacin de amenaza estaba en lo cierto. El hombre, apuesto de manera tosca, con grueso cabello negro y barba, y con una piel bronceada por estar muchas horas afuera en el sol, pareca bastante divertido por todo. No sonras, Davis Eng, dijo la compaera de la mujer, una semielfa, mucho ms menuda que Parissus. Ella estrech su mirada y luego abri sus ojos ferozmente, y de hecho, aquellos ojos haban provocado miedo en muchos enemigos. Celestes, casi grises, los ojos de Calihye haban sido la ltima imagen que muchos oponentes haban visto. Aquellos ojos! Tan intensos que hacan que muchos ignoraran la ardiente cicatriz sobre la mejilla derecha de la mujer, donde el garfio de un pirata la haba atrapado y casi desgarrado el rostro, dejndole una spera lnea desde su mejilla hasta el borde de sus finos labios y hacia la mitad de su mentn. Sus ojos parecan aun ms sorprendentes por el contraste entre ellos y su largo cabello negro, y sus rasgos angulosos lficos del rostro que, de no haber sido por la cicatriz no podran haber sido considerados sino hermosos. Davis Eng se ri por lo bajo. Qu piensas, Pratcus? le pregunt al clrigo enano. Esa pequea herida de ella parece lo suficientemente fea como para haber sido hecha por un gigante? Es la oreja de un gigante! le gru Parissus. Pequea para ser de un gigante, le replic Davis Eng, y rebusc entre la bolsita de su cinto y sac la oreja arrancada, sostenindola en lo alto ante sus 26

ojos. Pequea para ser de un ogro, dira, pero podras persuadirme con una moneda a cambio del tesoro de un ogro. O podra sacrtelo cortando tu pellejo le dijo Calihye. Con tus uas, espero le respondi el soldado, y el enano se ri. Parissus lo palme en la cabeza, lo que por supuesto hizo que se riera ms fuerte todava. Todas las semanas es el mismo juego remarc Pratcus, e incluso la amargada Calihye no pudo evitar rer por lo bajo ante eso. Ya que de hecho, cada semana cuando llegaba el momento de repartir los botines, Davis Eng, ella y Parissus jugaban su pequeo juego, discutiendo sobre el nmero de orejas de goblins 1 , orcos, bugbears, hobgoblins y gigantes que la exitosa dupla haba despachado a la Puerta de Vaasana. Solo un juego ya que esa est pensada para embolsar un poco las monedas de Ellery, dijo Calihye. Comandante Ellery, corrigi Davis Eng, y su voz tom un tono serio. Eso, o l no sabe contar, dijo Parissus, mientras grua de nuevo cuando Pratcus tir del vendaje en su lugar. O no sabe la diferencia entre un ogro y un gigante. S, eso debe ser, supongo, ya que no ha puesto un pie fuera de Damara en aos. Tuve mis peleas, arguy el hombre. En la Guerra del Rey Brujo? le respondi abruptamente. Eras un nio. Vaasa no est ni cerca de ser tan indmita como lo era despus de la cada del Rey Brujo, dijo Davis Eng. Cuando primero me un al Ejrcito de Bloodstone, monstruos de todo tipo merodeaban por estas colinas. Si al Rey Gareth le hubiera parecido apropiado pagar un botn en aquellos primeros meses, a su tesoro se le habran acabado las monedas, no lo duden. Mataste algn gigante? le pregunt Calihye, y el hombre la mir. Ests seguro que no eran ogros? O goblins, siquiera? Eso hizo rer nuevamente a Pratcus. Bah, ese siempre es el problema en medir las cosas, agreg Parissus. Eso es lo que estn diciendo en la Taberna Cabeza de Hierro y en Botas

Embarradas y en Hojas Ensangrentadas. Pero l no tiene consistencia, por que si est midiendo ahora como lo haca entonces, de seguro que constatara que le hemos dado la oreja de un titn! Pratcus resollaba y se sacuda de la risa, y Parissus termin con un chillido cuando inadvertidamente l le retorci el vendaje. Calihye tambin se estaba riendo, y despus de un momento, incluso Davis Eng se les uni. Nunca haba podido resistirse ante esas dos, cuando todo estaba dicho y hecho. Dir que es un gigante, entonces, se rindi. Un beb gigante. Nunca vi nada referido a la edad en la tabla de botines, dijo Calihye mientras Davis Eng comenzaba a contar las monedas. Una matanza es una matanza, concord Davis Eng. 1 Goblin significa duende en ingls. 27 T has estado tomando un inters particular en nuestras ganancias estas ltimas semanas, dijo Calihye. Hay alguna razn? Pratcus comenz a rerse disimuladamente, dndole informacin a la mujer. Parissus lo alej con una mano y lo mir hoscamente. Qu sabes? Pratcus mir a Davis Eng, quien estaba rindose igualmente y asinti. Vuestro amigo ha estado con Athrogate, explic el sacerdote enano y mir a Calihye. Estar de regreso en unas semanas, y no le agradar que todo el tiempo que haya pasado fuera sea invertido en contar el botn ganado por Calihye. La mirada que entrecruzaron entre Parissus y Calihye fue ms una de preocupacin que de orgullo. Era ese honor realmente deseado, considerando la disposicin de Athrogate y sus conocidas conexiones con la Ciudadela de Asesinos? Y t, Parissus, te ests acercando rpidamente al enano, agreg Davis Eng. Davis Eng le arroj una pequea bolsa de plata a Calihye y dijo: l estar fumando y carraspeando y corriendo furioso cuando regrese. Har estpidas rimas sobre ustedes dos. Luego, saldr y masacrar a la mitad de los monstruos en Vaasa, solo para ponerlas a ustedes dos en su lugar. Probablemente contrate carretas para transportar las orejas de vuelta.

Ninguna de las mujeres sonri siquiera. Ah, pero estas dos pueden pasarle por encima de Athrogate, dijo Pratcus. Davis Eng se ri y tambin lo hizo Calihye y un momento despus Parissus. Podra alguien pasar sobre Athrogate? l tiene un fuego interno que nunca antes he visto algo parecido, admiti Calihye. Y nunca corre tan rpido como cuando hay cientos de enemigos parados delante de su camino. Pero nosotras estamos all, justo a su lado, y pretendo pasarlo tambin, dijo Parissus, permitindose desplegar su orgullo. Cuando nuestros compaeros cazadores vean el tablero afuera de la Cabeza de Hierro, van a ver los nombres de Parissus y Calihye escritos all en la punta! Calihye y Parissus, corrigi la semielfa. Davis Eng y Pratcus estallaron en carcajadas. Solo por que estamos siendo generosos con esta ltima matanza, dijo Davis Eng. Era un gigante! dijeron ambas mujeres al unsono. Despus de eso, replic el soldado. Ustedes dos estaban muertas antes de llegar al muro, si la Comandante Ellery no se hubiera apresurado. Eso solo debera negarles el botn. Eso lo dices t solo, chistoso pendenciero! le rugi Calihye en desafo. Derrotamos a los goblins limpiamente. Tu mismo compaero quera un poco de pelea para s mismo. A l es a quien Ellery necesit salvar. Comandante Ellery, lleg el aviso desde la puerta, y las cuatro cabezas se volvieron para ver a la importante mujer en persona, entrar al cuarto. Pratcus trat de parecer sobrio y decoroso, pero las risitas se le seguan escapando de la boca mientras se esforzaba por ajustar el vendaje de Parissus. 28 Comandante Ellery, dijo con deferencia Calihye, y le ofreci una ligera reverencia de disculpas. Un ttulo bien ganado, aunque todos los ttulos no me salen fcilmente de los labios. Ruego me disculpe, Comandante Ellery, Dama Dragonsbane. Dada la ocasin, tu indiscrecin no preocupa, dijo Ellery, tratando de no sonrojarse ante el halago de usar su apellido, Dragonsbane, un apellido de gran renombre a lo largo de las Tierras de Bloodstone. Tcnicamente, el apellido de Ellery era Peidopare, aunque Dragonsbane enseguida precedi ese nombre, y el

uso de la semielfa del apellido ms prominente de la familia era uno de los mayores cumplidos que se le poda hacer a Ellery. Ella era alta y delgada, pero no haba ninguna fragilidad en su contextura, ya que haba visto muchas batallas y haba blandido su pesada hacha desde la niez. Sus ojos eran grandes y de un azul brillante, su piel bronceada, pero an as delicada, y con muchas pecas alrededor de la nariz. Estas no hacan menor su belleza, sino ms bien la exaltaban, aadindole un toque infantil a un rostro lleno de intensidad y poder. Quera agregar esto al botn. Sac una pequea bolsa del cinto y se lo arroj a Calihye. Una recompensa extra del Ejrcito de Bloodstone por vuestro heroico trabajo. Estbamos discutiendo si Athrogate estara satisfecho cuando regresara, explic Davis Eng, y eso aadi una sonrisa burlona al rostro de Ellery. Espero que no tome la degradacin de rango como segundo puesto al igual que Mariabronne acept el ascenso de Athrogate. Con todo respeto a Athrogate, remarc Parissus, Mariabronne el Errante posee ms matanzas en Vaasa a su crdito que nosotros tres juntos. Un punto difcil de discutir, aunque el explorador no acepta ningn botn ni ovaciones pblicas, dijo Davis Eng, y por la forma en que habl fue evidente que estaba haciendo una distincin entre Mariabronne el Errante, un nombre legendario en toda Damara, y las dos mujeres. Mariabronne obtuvo tanto su nombre como su reputacin en los primeros aos que siguieron a la muerte de Zhengyi, aadi Ellery. Una vez el Rey Gareth lo tuvo en cuenta y lo nombr caballero, no tena sentido para Mariabronne que continuara compitiendo por los botines de Vaasa. Quizs nuestras dos amigas aqu, y Athrogate encuentren honores similares pronto. Athrogate convertido en caballero por el Rey Gareth? dijo Davis Eng, y Pratcus, se bamboleaba con esfuerzo tratando de contener su risa ante la absurda imagen que esas palabras conjuraban que casi se cae de cabeza. Bueno, tal vez no se, concedi Ellery, para sorpresa de todos.

Algo no se senta bien, no ola bien. Su rostro mostraba el trabajo duro, las batallas de ms de veinte aos. Aunque

todava era apuesto, con sus rizos castaos sueltos y su desaliada barba. Sus brillantes ojos marrones brillaban con el realce de la juventud ms apropiados para un hombre la mitad de su edad, y esa sonrisa de l era tanto autoritaria como picaresca, una sonrisa que poda derretir a una mujer y una que el guerrero 29 nmada haba sabido utilizar bien. Haba ascendido a travs de los rangos del Ejrcito de Bloodstone en aquellos aos durante la guerra con el Rey Brujo, y haba seguido ms all incluso de aquellas distinciones sobre su liberacin del servicio oficial al Rey Gareth despus de la cada de Zhengyi. Era llamado Mariabronne el Errante, un nombre que casi todo hombre, mujer y nio en Damara conoca bien, y uno que provocaba un golpe de miedo y odio en los monstruos de Vaasa. Ya que la finalizacin de su servicio en el Ejrcito de Bloodstone haba sido solo el principio del servicio de Mariabronne al Rey Gareth y a la gente de los dos estados respectivamente conocidos como las Tierras de Bloodstone. Atravesando los estrechos norteos del Paso de Bloodstone, el cual conectaba Vaasa y Damara a travs de las imponentes Montaas Galena, Mariabronne haba servido como incansable guardaespaldas de los trabajadores que haban construido la enorme Puerta de Vaasa. Ms que nadie, incluso ms que los hombres y mujeres que rodeaban al Rey Gareth mismo, Mariabronne el Errante haba trabajado para domar la salvaje Vaasa. El progreso fue lento, tan lento, y Mariabronne dudaba si vera Vaasa realmente civilizada en su vida. Pero terminar el viaje no era el objetivo. No poda resolver todos los problemas del mundo, pero poda ayudar a sus compaeros a recorrer el camino que eventualmente llevara a ello. Pero algo ola mal. Una sensacin en el aire, un sexto sentido, le deca al explorador que grandes pruebas pronto podran estar por delante. Deban haber sido las convocaciones de Wingham, se dio cuenta, ya que haba el semiorco alguna vez solicitado a alguien a su lado antes? Todo lo

relacionado con Wingham el Raro Wingham, era llamado, y orgullosamente se llamaba a s mismo levantaba sospechas, por supuesto, del tipo curioso sino malicioso. Pero, qu poda ser? Se preguntaba Mariabronne Qu sensacin traa el viento, oscureciendo el cielo de Vaasa? Qu presagio de malvolo portento haba notado l inconscientemente por el rabillo del ojo? Te ests volviendo viejo y tmido, se reprendi. Mariabronne hablaba consigo mismo a menudo, ya que Mariabronne estaba solo con frecuencia. No quera ningn compaero para su cacera o para su vida, a menos que fuera un arreglo temporario, un cuerpo tibio y suave, en una cama tibia y suave. Sus responsabilidades estaban ms all de sus deseos personales. Sus visiones y aspiraciones estaban enraizadas en la esperanza de toda una nacin, no en los antojos de un solo hombre. El explorador suspir y cubri sus ojos contra el sol naciente mientras miraba al este a travs del pantanoso llano de Vaasa de esa maana. El verano haba llegado a los yermos, aunque la brisa todava cargaba una pizca de fro. Muchos de los monstruos ms brutos, los gigantes y los ogros, haban migrado al norte cazando los rebaos de alces, y sin los enemigos ms formidables rondando por ah, las razas humanoides ms pequeas orcos y goblins mayormente permanecan fuera de vista, en las profundidades de las cuevas o arriba entre las rocas. Mientras consideraba eso, Mariabronne dej que su mirada se demorara hacia la izquierda, hacia el sur, y hacia la vasta muralla de la fortaleza conocida como la Puerta Vaasana. 30 Su enorme rastrillo estaba levantado pero el explorador poda ver los puntos oscuros de los aventureros desplazndose para comenzar la cacera matutina. Ya haba conversaciones sobre construir ms torreones fortificados al norte de la gran puerta, debido a que el nmero de monstruos all estaba declinando y los

cazadores de recompensas no podan seguir asegurndose sus monedas de plata y oro. Todo iba como lo haba planeado y deseado el Rey Gareth. Vaasa sera domesticada, milla por milla, y las dos naciones se fundiran como una sola entidad de Bloodstone. Pero algo lo tena a Mariabronne al borde. Un sentimiento le adverta en el fondo de su mente, que la oscuridad no haba sido erradicada completamente de las tierras salvajes de Vaasa. Todo es por las convocaciones de Wingham, decidi, y regres a la hondonada cubierta y comenz a recoger sus armas.

La Comandante Ellery paseaba por la cima de la gran muralla que fue la puerta Vaasana un breve tiempo despus. Conoca escasamente a las dos mujeres, Calihye y Parissus, quienes haban ascendido hasta el momento tan rpido en el ranking de los cazadores de botines, y a decir verdad, Ellery no senta aprecio por la pequea, Calihye. El carcter de la semielfa era tan aterrador como su anterior rostro bonito, Ellery lo saba. Aun as, Calihye poda combatir con los mejores guerreros en la puerta y beber con ellos tambin, y Ellery tena que admitir, para ella misma al menos, que senta un poco de regocijo al ver a una mujer obtener el rango ms alto en la cuenta de los botines. Todos ellos se haban estado riendo de la reaccin de Athrogate, pero Ellery entenda que no era una broma. Ella conoca bien al enano, aunque pocos entendan que los dos haban forjado un compaerismo de beneficio mutuo, y ella comprenda que el enano, lo que sea que pudiera indicar su continua risotada, no se tomaba a bien el ser sobrepasado. Pero todos distinguan a Calihye, y pronto a Parissus, pens la sobrina de Gareth Dragonsbane. Sin importar como se sintiera ella al respecto y en

verdad, la grandota era un poco tosca para el gusto de Ellery, tambin ella, Athrogate y cualquier otro en la Puerta Vaasana tenan que admitir sus proezas. Calihye y Parissus eran buenas peleadoras y mejores cazadoras. Los ataques de los monstruos haban decado abruptamente alrededor de la Puerta de Vaasana, pero esas dos siempre se las arreglaban para encontrar goblins u orcos para masacrar. Era raro el da en que Calihye y Parissus dejaban la fortificacin para regresar sin una bolsa llena de orejas. Y s, le caa bien a Ellery que un par de mujeres, entre las pocas en la Puerta de Vaasana, hubieran logrado tanto. Ellery saba bien por experiencia personal cuan difcil era para una mujer, incluso una enana, escalar posiciones en los rangos patriarcales de la clase guerrera, ya fuera informalmente como una cazadora de recompensas o formalmente en el Ejrcito de Bloodstone. Ella se haba ganado el rango de Comandante con una pelea y una discusin de por vez. 31 Haba batallado por cada promocin y cada tarea difcil. Se haba ganado su grandiosa hacha de la mano de un ogro que la blanda y se haba ganado la pluma en su grandioso casco por medio de hazaas y slo hazaas. Pero siempre estaban esas voces, susurros al borde de su consciencia, gente insistiendo por lo bajo que la herencia de la mujer, jactndose de ambos nombres el de Tranth y particularmente el de Dragonsbane, serva como explicacin de su ascenso. Ellery se movi hacia el borde norte de la gran muralla, plant sus manos sobre la barandilla de piedra y mir las yermas tierras de Vaasa. Sirvi bajo el mando de muchos hombres en el Ejrcito de Bloodstone que ni siquiera haban visto la mitad de las batallas que ella haba iniciado y ganado. Sirvi bajo el mando de muchos hombres en el Ejrcito de Bloodstone que no saban como liderar una patrulla, o establecer una vigilancia apropiada y hacer un permetro

alrededor de un acantonamiento nocturno. Sirvi bajo el mando de muchos hombres en el Ejrcito de Bloodstone cuyas tropas se quedaban sin suministros regularmente, todo por un mal planeamiento. A pesar de ello, las voces dudosas todava permanecan, susurrando en su cabeza y golpeando su corazn. 32 CAPTULO MIRANDO EN EL ESPEJO 2

Eres un arma de desproporcin, susurr Artemis Entreri. Sentado al borde de la cama en el pequeo aposento, mirando fijamente a travs del cuarto a su arma distintiva, la daga enjoyada. Colgaba en la pared a una pulgada 2 del alto espejo, atascada rpidamente por un lanzamiento hecho de frustracin apenas unos minutos antes. Su empuadura haba dejado de oscilar, pero la forma en que la luz de la vela jugaba sobre el rojo granate cerca de la base del pomo la haca parecer como si el arma an se estuviera moviendo, o como si estuviera viva. No te satisface herir, pens Entreri, o ni siquiera matar. No, eso no es suficiente. La daga le haba servido bien a Entreri por ms de dos dcadas. Se haba hecho un nombre en las duras calles de Calimport, desgarrando y escarbando desde sus primeros das como un mero muchacho contra aparentemente insuperables obstculos. Haba estado rodeado por asesinos toda su vida y los haba abatido en su propio juego. La daga enjoyada colgada en la pared haba jugado una gran parte en ello. Entreri la poda usar para hacer ms que herir o matar; poda usar sus propiedades vampricas para robar la fuerza vital de una vctima. Pero ms all de la proporcin, pens l. Tienes que tomar todo de tus vctimas, sus vidas, sus mismas almas. Cmo ser, ese vaco que traes? Entreri buf suavemente y desvalidamente ante la ltima pregunta obvia. Se

removi un poco en la cama, colocndose de manera tal que pudiera ver su reflejo en el alto y ornamentado espejo. Cuando primero se haba despertado, enarbolando la daga en su mano para dejarla volar, le haba apuntado al espejo, pensando destrozar el vidrioso recordatorio. Slo en el ltimo segundo haba cambiado la direccin de su objetivo, colocando la daga en la pared en cambio. Entreri odiaba el espejo. Era el premio de Jarlaxle, no el suyo. El drow se pasaba demasiado tiempo parado en frente del espejo, admirndose a s mismo, 2 1 pulgada = 2.54 centmetros. 33 acomodndose el sombrero para que su ancha ala quedara en el ngulo justo con sus cejas. Todo era una pose para ese, y nadie apreciaba la belleza de Jarlaxle ms que Jarlaxle mismo. Tirara la capa hacia atrs por encima del hombro y luego simplemente se volteara, dara vuelta la capa y se pondra en una pose exactamente opuesta a la anterior. Igualmente movera el parche del ojo derecho al izquierdo, y luego al revs, coordinndolo con la capa. No se le escapaba el ms mnimo detalle de su apariencia al astuto ojo de Jarlaxle. Pero cuando Artemis Entreri miraba en el espejo, se encontraba enfrentado con una imagen que no le gustaba. No aparentaba ni de cerca sus ms de cuatro dcadas de vida. En forma y acicalado, con msculos finamente modelados y la agilidad enjuta de un hombre de la mitad de su edad, pocos que lo miraran a Entreri pensaran que pasaba los treinta. Ante la insistencia de Jarlaxle y constante acoso, mantena su negro cabello pulcramente recortado y partido de izquierda a derecha, y su rostro casi siempre estaba afeitado excepto por el pequeo bigote que haba dejado crecer. Usaba ropas de seda, finamente cortadas

y ajustadas Jarlaxle no permitira otra cosa. Sin embargo, haba una sola cosa respecto de la apariencia de Entreri, que el meticulosos y quisquilloso drow no poda remediar, y mientras consideraba el tono de su piel, de una cualidad griscea que lo haca sentir como si estuviera siendo exhibido en un atad, la mirada de Entreri inevitablemente se desliz de vuelta hacia esa daga enjoyada. El arma le haba hecho eso a l, haba tomado la esencia de la vida de un humanoide extraOdimensional conocido como una sombra y la haba atrado hacia la forma humana de Entreri. Nunca es suficiente para ti simplemente matar, no? pregunt Entreri en voz alta, y su mirada altern entre la sentencia de la daga a su imagen en el espejo y viceversa. Al contrario, le lleg una suave y lrica voz del costado. Me enorgullezco solo cuando es necesario, y usualmente encuentro eso ms que suficiente para saciar cualquier sentimiento que me haya incitado al hecho en primer lugar. Entreri volte su cabeza para ver entrar a Jarlaxle en el cuarto, con sus altas botas de cuero entrechocando ruidosamente contra el suelo de madera. Un momento antes, esas botas no susurraban sonido alguno, lo saba Entreri, ya que Jarlaxle poda silenciarlas o amplificarlas con un simple pensamiento. Luces desaliado, remarc el drow. Se acerc al tocador de oscura madera y sac una de las camisas blancas de Entreri, luego se la arroj al asesino sentado. Me acabo de despertar. Ah, la tigresa que te traje anoche te agot hasta el cansancio. O me aburri hasta que me dorm. Me preocupas. Si supieras con cuanta frecuencia el pensamiento de matarte entr por mi mente, pens Entreri, pero se detuvo al tiempo que una sonrisa burlona de conocimiento se ensanchaba en el rostro de Jarlaxle. Jarlaxle estaba adivinando

sus pensamientos, lo saba, si no leyndolos en detalle con algn medio mgico. Dnde est la muchacha pelirroja? 34 Entreri mir alrededor de la pequea habitacin y se encogi de hombros. Sospecho que se fue. Incluso con el sueo nublndote los ojos, sigues siendo el perceptivo. Entreri suspir y mir de reojo su daga, y su reflejo, las dos imgenes juntas provocndole sentimientos similares. Meti su rostro entre las manos y se restreg sus legaosos ojos. Levant su cabeza al sonido de un traqueteo para observar a Jarlaxle usar el pomo de su daga para clavar un adorno en la jamba encima de la puerta. Un regalo de Ilnezhara, explic el drow, retrocediendo y poniendo sus manos a un lado para revelar el amuleto del tamao de su palma: una estatuilla de un dragn plateado, encabritndose, con las alas y mandbulas desplegadas. Entreri no estaba sorprendido. Ilnezhara y su hermana Tazmikella se haban convertido en sus benefactoras, o sus empleadoras, o sus compaeras, o lo que fuera que Ilnezhara y Tazmikella queran, o eso pareca. Las hermanas mantenan cada triunfo en la relacin porque, despus de todo, eran dragonas. Siempre dragonas ltimamente. Entreri nunca haba posado sus ojos sobre un dragn hasta que conoci a Jarlaxle. Desde ese tiempo, haba visto demasiado a las bestias. Rayo del azul, le susurr Jarlaxle a la estatuilla, y los ojos de la figura llamearon con una intensa, glida luz azul por un momento y luego palideci. Qu acabas de hacer? Jarlaxle se volvi para mirar a Entreri, su sonrisa radiante. Digamos que no atravesara esa puerta sin identificar primero el tipo de dragn. Azul? Por ahora, lo molest el drow. Cmo sabes que no lo cambiar cuando salgas? pregunt Entreri determinado a darle vuelta a la tortilla al atrevido elfo oscuro. Jarlaxle le dio unos golpecitos al parche del ojo. Porque puedo ver a travs de las puertas, explic. Y los ojos siempre lo delataran. Su sonrisa desapareci y mir alrededor por el cuarto una vez ms. Ests seguro de que la tigresa se ha ido? pregunt. O se ha vuelto muy, muy pequea. Jarlaxle lo mir a Entreri con una expresin agria.

Est bajo tu cama? T eres el que usa el parche en el ojo. Tan solo mira a travs de la cama. Ah!, me lastimas otra vez, dijo el drow. Dime, amigo mo, si mirara detenidamente tu pecho, vera nada ms que una cavidad en donde debiera estar tu corazn? Entreri se levant y se puso la camisa. Infrmame si ese es el caso, dijo caminando hacia la pared para sacar su daga. As podra arrancarle el corazn a Jarlaxle para que me sirviera de reemplazo. Demasiado grande para el gusto de Entreri me temo. Entreri comenz a responder pero se dio cuenta que no estaba de nimo para ello. 35 Hay una caravana que sale en dos das, le inform Jarlaxle. Puede que no solo encontremos pasajes al norte sino que adems juntemos algn empleo remunerado en el proceso. Vers, estn necesitando guardias. Entreri lo consider a l cuidadosamente y curiosamente, no sabiendo exactamente que hacer con la sbita, continua promocin de viajar a las Puertas de Damara, las dos masivas murallas que bloqueaban cualquier entrada al Paso de Bloodstone a travs de las Montaas Galena hacia las tierras salvajes de la vecina Vaasa. Esta campaa por una aventura nortea haba comenzado enseguida despus de que el do haba sido casi asesinado en su ltima escapada, y esa batalla en la extraa torre todava lo tena conmocionado a Entreri. Nuestra buena fe, mi amigo, dijo el drow, y el rostro de Entreri se torci ms an por la curiosidad. Muchos hroes se estn haciendo un nombre en Vaasa, le explic Jarlaxle. Las oportunidades para la fortuna, la fama, y la reputacin raramente son tan buenas. Pens que nuestro objetivo era hacernos una reputacin en las calles de Heliogabalus, replic Entreri, entre potenciales empleadores. Y actuales empleadores, concord Jarlaxle. Y as lo haremos. Pero piensa en cuantos servicios y ganancias podramos lograr con una reputacin heroica. Nos elevar de sospechas, y quizs aislar del castigo si nos atrapan en

una accin indiscreta. Unos cuantos meses en las Puertas de Vaasa elevarn nuestra reputacin ms de lo que unos cuantos aos haran en Heliogabalus. Los ojos de Entreri se entrecerraron. Tiene que haber algo ms que esto, pens. Ellos haban estado en Damara por varios meses, y se haban enterado de las oportunidades para hroes en las tierras salvajes de Vaasa desde el comienzo, cmo no podra cuando en cada taberna y mitad de las esquinas de la ciudad de Heliogabalus estaban empapeladas con esos anuncios? Y a pesar de eso, slo recientemente, solo despus del casi desastre en la torre, Jarlaxle haba tenido la idea de viajar al norte, algo que Entreri encontraba bastante poco peculiar. El trabajo en Vaasa era difcil, y los lujos inexistentes, y Entreri saba demasiado bien que Jarlaxle apreciaba los lujos sobre todo lo dems. Entonces, qu te ha dicho Ilnezhara sobre Vaasa que te ha intrigado tanto? pregunt Entreri. La sonrisa de Jarlaxle vino en la forma de una risa sardnica, una que no negaba las sospechas de Entreri. Sabes de la guerra? pregunt el drow. Poco, admiti Entreri. He odo de la gloria del Rey Gareth Dragonsbane. Quin no, en la ciudad que le sirve de relicario para el hombre y sus compaeros hroes? Ellos en verdad combatieron con Zhengyi, el Rey Brujo, explic el drow, un lich de tremendo poder. Y con andanadas de dragones, le cort Entreri, sonando bastante aburrido. S, s ya lo he escuchado todo. Muchos de los tesoros de Zhengyi han sido descubiertos, solicitados y trados a Damara, dijo Jarlaxle. Pero lo que han encontrado es una miseria. Zhengyi posea artefactos, y una horda de tesoros suficientes como para 36 persuadir bandadas de dragones para que respondieran a su llamado. Y era un lich. Saba el secreto. Y t mantienes tales aspiraciones? Entreri no ocult el disgusto en su voz. Jarlaxle se mof de tal idea. Yo soy un drow. Vivir por muchos siglos ms, aunque los siglos han

nacido y muerto durante mi vida. En Menzoberranzan hay un lich de gran poder. Lo s, el Lichdrow Dyrr, le record Entreri. La criatura ms vil en la ciudad, de lejos. Trat con l en una ocasin, lo suficiente para saber que prcticamente todos sus esfuerzos estn dedicados a perpetuar su existencia. Ha comprado la eternidad para s mismo as que tiene miedo de perderla. Es una existencia retorcida, tan fra como su piel, y un estado solitario de ser que sabe que no le gusta la compaa. Cuntas barreras tiene que tejer para sentirse seguro, cuando ha llegado al punto donde puede llegar a perder demasiado como para comprenderlo? No, el ser un lich no es algo a lo que aspire, te lo aseguro. Tampoco yo. Pero te das cuenta del poder que obtendras al poseer el conocimiento de Zhengyi?, pregunt el drow. Sabes cun grande sera el precio que pagaran los envejecidos reyes, temiendo su inevitable muerte? Entreri simplemente mir fijamente al drow. Y quin puede decir que otras maravillas posea Zhengyi?, prosigui Jarlaxle. Hay arcas llenas de poderosos amuletos mgicos o montculos de gemas del tamao de un dragn? Tena el Rey Brujo armas que empequeeceran el poder de propia Garra de Charon? No hay otro propsito en tu vida ms all del acto de adquirir? Eso puso pies en tierra a Jarlaxle, una de las pocas veces que Entreri lo haba visto temporalmente estremecido. Pero por supuesto, eso pas rpidamente. Si lo es, entonces parece que es el propsito de mi vida y la tuya, le retruc finalmente el drow. Acaso no cruzaste la faz de Faerun para cazar a Regis y el pendiente de rub del baj Pook? Era un trabajo. Uno que podras haber rechazado. Disfrut la aventura. Entonces vaymonos, dijo el drow, moviendo su brazo de manera exagerada sealando la puerta. La aventura espera! Experiencias ms all de cualquier cosa que hayamos conocido. Cmo puedes resistirte?

Vaasa es una tundra vaca y congelada durante la mayora del ao y un pozo fangoso el resto. Y debajo de esa tundra? lo acos el drow. Hay tesoros all fuera ms all de nuestros sueos. Y hay cientos de aventureros buscando esos tesoros. Por supuesto, concedi el drow, pero ninguno de ellos sabe buscarlos como yo. Podra tomar eso de dos formas. 37 Jarlaxle puso una mano sobre su cadera, se volte ligeramente e hizo una pose. Y estaras en lo cierto en ambos clculos, le asegur a su amigo. El drow busc en la bolsa de su cinto y extrajo una tortita de pan de maz artsticamente decorada con una cubierta dulce blanca y rosada. La sostuvo delante de sus ojos, una gran sonrisa maliciosa ensanchndose en su rostro. Tambin se como encontrar, y retener tesoros, dijo, y le arroj la confitura a Entreri con la explicacin, Un presente de Piter. Entreri mir la torta, aunque no estaba de humor para confituras o ninguna comida. Piter, susurr. Saba que el hombre en s era el tesoro al que Jarlaxle se estaba refiriendo y no la torta. Entreri y Jarlaxle haban liberado al gordo cocinero, Piter McRuggle, de una banda de ineptos forajidos, y Jarlaxle consecuentemente lo haba establecido al hombre y su familia en un lindo negocio en Heliogabalus. El drow reconoca el talento cuando lo vea, y con Piter no haba dudas. La panadera estaba haciendo maravillosos negocios, llenando los bolsillos de Jarlaxle con monedas extras y llenando sus apuntes con informacin. Se le ocurri a Artemis Entreri que l, tambin, poda caer en la categora de Jarlaxle de tesoros encontrados y retenidos. Era bastante obvio cual de los dos llevaba el liderazgo y quien estaba siguiendo. Ahora, he mencionado ya que hay una caravana que sale en dos das? remarc Jarlaxle con esa sonrisa irresistible de l. Entreri comenz a responder pero las palabras murieron en su garganta. Cul era el propsito? Dos das despus, l y Jarlaxle cabalgaban sobre fornidos ponis, protegiendo el flanco izquierdo de una caravana de seis carretas que se abra camino fuera de la puerta norte de Heliogabalus. 38

CAPTULO VIDA EN FUGA 3

Entreri se sali despacio de su tienda, se puso de pie y se estir lentamente hasta sus lmites. Se retorci mientras se estiraba lo ms alto hasta que una sbita punzada en la parte baja de la espalada le record su edad. El duro suelo no le serva mucho como cama. Finaliz su estiramiento restregndose los ojos y luego mir alrededor a la planicie llena de tiendas establecidas entre las monumentales murallas de montaas al este y oeste. Justo al norte del campamento de Entreri se vislumbraban las piedras grisceas y el acero de las Puerta Vaasana, la de ms al norte de las dos grandes murallas de la fortaleza que sellaba el Valle de Bloodstone al norte y al sur. La Puerta Vaasana finalmente haba sido terminada, si tal trabajo viviente poda ser considerado como terminado, con fortalezas en los extremos oriental y occidental de la estructura principal establecida en las laderas de las montaas Galena, la puerta serva como ltima barrera entre Entreri y las salvajes tierras de Vaasa. l y Jarlaxle haban acompaado a la caravana a travs de la ms grande de las dos puertas, la Puerta de Damara, la cual estaba bajo construccin en el sur todava. Haban conducido las carretas durante otro da, movindose hacia el noroeste bajo la sombra de la ladera de la montaa, hacia el Pueblo de Bloodstone, hogar del Rey Gareth aunque el monarca estaba bajo presin de mover su asentamiento de poder a la ciudad ms grande del reino, Heliogabalus. No queriendo permanecer en el ms lcito de los lugares, el do rpidamente

haba partido, movindose nuevamente hacia el norte, una jornada de una docena de millas los haba llevado a un rea amplia, relativamente llana que reuna aventureros los cuales la haban bautizado como el Plano de la Fuga. Un ttulo adecuado, pens Entreri, ya que se rumoreaba que el nombre en s del Plano de la Fuga era un estado extra dimensional del limbo para las almas que partan recientemente, la regin en donde se congregaban lo muertos recientes antes de su viaje final al paraso o al tormento. El lugar entre los cielos y los infiernos. La ciudad de campaa no era menos que una encrucijada, ya que al sur yaca Damara en paz, unida y prspera bajo el liderazgo del Rey Paladn mientras 39 que al norte ms all de la muralla estaba la tierra de aventuras salvajes y batallas desesperadas. Y por supuesto, l y Jarlaxle se estaban dirigiendo al norte. Todo tipo de rufianes habitaban la ciudad de campaa, el tipo de gente que Entreri conoca bien desde sus das en las calles de Calimport. Aspirantes a hroes, todos los hombres y unas pocas mujeres que haran cualquier cosa para ganarse un nombre por ellos mismos. Cuntas veces se haba aventurado el joven Entreri con semejante gente? Y ms a menudo que no, el viaje haba terminado con un conflicto entre los miembros de la banda. Mientras consideraba eso, la mano de Entreri instintivamente iba hacia su daga enfundada en su cadera. Saba bien que no deba confiar en la gente ambiciosa. El aroma a carne cocinndose impregnaba el aire matutino colmado de roco. Marcas de fogatas para el desayuno se esparcan por el campo, y el siseo como de lagartijas de los cuchillos siendo afilados rompa el canto de las aves que merodeaban por all. Entreri divis a Jarlaxle en una de las fogatas para el desayuno a una docena de yardas 3 en un costado. El drow permaneca en medio de varios personajes de

aspecto rudo: un par de hombres que lucan como si pudieran ser hermanos o padre e hijo posiblemente, ya que uno tena el pelo ms gris que negro un enano con la barba partida al medio, y una mujer elfa que llevaba su dorado cabello trenzado en una cola en la espalda. Entreri poda decir por la postura de ellos que los cuatro no estaban excesivamente confiados con la inesperada presencia de un elfo oscuro. La posicin de sus brazos, sus hombros ligeramente torneados, mostraban de una que estaban preparados para una veloz reaccin defensiva si el drow realizaba algn movimiento inesperado. A pesar de eso, pareca como si el encantador Jarlaxle estuviera echando abajo esas defensas. Entreri observaba como el elfo oscuro realizaba una reverencia corts, sacndose su enorme sombrero y barriendo el suelo con l. Cada uno de sus movimientos mostraba una postura inofensiva, manteniendo sus manos a la vista en todo momento. Unos instantes despus, Entreri solo poda rerse por lo bajo mientras aquellos que rodeaban a Jarlaxle comenzaban a rerse presumiblemente de un chiste que hubiera contado el drow. Entreri observaba, su expresin atrapada en algn lugar entre envidia y admiracin, mientras la semielfa comenzaba a inclinarse hacia Jarlaxle, su postura revelando claramente su creciente inters por l. Jarlaxle se acerc al enano y manipul su mano para hacerla parecer como si justo hubiera sacado una moneda de la diminuta oreja del compaero. Eso trajo un momento de confusin en el que los cuatro espectadores instintivamente se llevaron una mano a sus respectivas bolsas en los cintos, pero fue rpidamente reemplazado por unas sonoras carcajadas, con el hombre ms joven palmeando al enano en la nuca. La alegra y la atencin de Entreri fueron robadas cuando un estruendo de pezuas volvi la atencin de todos ellos al norte.

3 1 yarda = 0.91 metros. 40 Un pequeo pero poderoso caballo negro cargaba entre las tiendas, con armaduras plateadas en sus flancos y el pecho. Su jinete estaba igualmente armado con brillantes lminas plateadas, decoradas con suaves grabados y delicados diseos. El caballero llevaba un gran yelmo, con la punta chata y emplumada con un penacho rojo del lado izquierdo. Al tiempo que el caballo pasaba por la posicin de Entreri, not un hacha de guerra bien adornada a un costado de la gruesa y fornida silla de montar. El caballo se desliz hasta detenerse justo en frente de Jarlaxle y sus cuatro compaeros, y en el mismo fluido movimiento el jinete se desplaz hasta pararse cara a cara con el drow. Entreri se apresur a acercarse, esperando problemas. Se preguntaba si el recin llegado, alto pero delgado, tendra algo de sangre lfica pero cuando se sac el yelmo y un dej al descubierto una larga y gruesa melena de un rojo furioso, cayendo por la espalda, Entreri se dio cuenta de la verdad de ello. Retom su paso apresurado y se acerc lo suficiente como para escuchar y a su vez para ver mejor su rostro, y lo que vio, ciertamente lo intrig. Pecosa y con hoyuelos, el aspecto del caballero chocaba con su vestimenta, ya que no pareca el traje de un guerrero. Por la forma en que se paraba, y la forma en que haba cabalgado y desmontado tan graciosamente a pesar de su pesada armadura, Entreri poda ver que ella estaba curtida y era resistente cuando tena que serlo, se dio cuenta. Pero esas caractersticas tambin le dijeron que haba otro lado de ella, uno al que le gustara explorar. El asesino se detuvo de golpe y consider sus propios pensamientos, sorprendido por su inters. Entonces los rumores son ciertos, dijo la mujer, y l estaba lo suficientemen