la promesa del deseo -...

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LAPROMESADELDESEO

VeronicaWings

TraduccióndeIreneSaslavsky

Títulooriginal:VerheissungsvolleSehnsuchtTraducción:IreneSaslavsky1.ªedición:Diciembre2015©EdicionesB,S.A.,2015ConselldeCent,425-427-08009Barcelona(España)www.edicionesb.com

ISBNDIGITAL:978-84-9069-291-2

Todoslosderechosreservados.Bajolassancionesestablecidasenelordenamientojurídico,quedarigurosamenteprohibida,sinautorizaciónescritadelostitularesdelcopyright,lareproduccióntotaloparcialdeestaobraporcualquiermediooprocedimiento,comprendidoslareprografíayeltratamientoinformático,asícomoladistribucióndeejemplaresmediantealquileropréstamopúblicos.

Contenido

Caerdydd,Gales123456789101112131415161718

Caerdydd,Gales,principiosdelsigloXVI

Elvientogélidoavanzabaimpulsadoporlatormenta.SoplabadetierraamaryenlosmuellesdeCaerdyddnadaofrecíarefugio,almenosnoallí,justo en el embarcadero.Más allá, tierra adentro, había cobertizos y unastillero;pordetrásseencontrabaelmercadodecaballos,dondeacababade desaparecer el duque de Glenmorgan. El grumete, un muchachitodiligente,debíacuidardelequipajedelduqueytambiéndesuesposa,queaguardabaenelmismolugar.La joven duquesa de Glenmorgan se arrebujó en su amplio manto;

tiritabayqueríavolver a encontrarse enelbarco,donde,pesealoleaje,bajocubiertasehubierasentidomuysegurayprotegidadelaviolenciadela tormenta. En realidad, deseaba regresar al punto de partida de aquelviaje.EnSiciliahacíacalorylucíaelsol;casihabíaolvidadoelfrío,lastormentas y la persistente lluvia del invierno galés. Por unmomento sesumió en una ensoñación: el huerto de naranjos que lindaba con losjardines del castillo, una manta tendida en la hierba tibia, su amadopelando una naranja para ella con manos torpes y el zumo salpicandosobresucorpiño...«¡Prestaatención,caballero!¡Sinoquedamásremedio,cogelaespada

paracortarlanaranja!»Ylapícarasonrisadeélmientrasdecía:«Enlosjardines del amor no suelo llevar espadas de hierro. Pero vamos,pongámosle remedio. Si yo no necesito espada, tú tampoco necesitascoraza...»Lentamente, éldesabrochóel corpiño revelando lospechosdeella,queaúnnotabaeljugodelanaranjaenlapiely,luego,lalenguadeél lamiéndolo. Todavía recordaba con cuánto placer ella le ofreció sucuerpo, lo ayudaba a quitarse la ropa y reía al ver su lanza dispuesta aarremeter.«Asíquenoerastanpacífico,¿verdad,caballero?»Seamaronconplacenteralentitudalasombradelnaranjoydespuésapagaronlasedconsusfrutos.Ellanuncadejaríadesaboreareldulzordeaquellosbesos,depercibirlasuaveytibiabrisadelsurenlapielyelmaravillosoaromadelhuertodenaranjos.

Una ráfaga helada arrancó de sus recuerdos a la duquesa, queabruptamente regresó a la realidad. ¿Dónde estaba aquella sensación deseguridad que siempre la había envuelto en Sicilia? Desde el inicio delviajey,sobre todo,desdela llegadaaaquella tierra—dondeenrealidadtenía que haberse sentido como en casa— se encontraba temerosa eirritada aunque no pareciera existir ningún motivo. Estaba allí con sulegítimo esposo, el heredero de extensas tierras, de aldeas y castillos.QuizácabalgaríanhastaelcastillodeGlenmorganesemismodíaconelfindereivindicarsusderechosy,sisuesposolahacíaesperar,seguroquese debía a que escoger dos caballos para el viaje y negociar su precioexigíamás tiempo.Conocía al duque: cuando se trataba de caballos, noparabahastaencontrarunanimalmuy tranquiloparaellayotroparaél,que fuera brioso pero lo bastante sereno como para adaptarse a losandaresdelpalafrén.¡Ymientrasseencargabadetodoesoeramuycapazde olvidar que ella permanecía allí, bajo la lluvia y en compañía de unmuchachito que no le inspiraba demasiada confianza! Procuróconvencerseasímismadequeloslatidosapresuradosdesucorazónysunerviosismo solo se debían al enfado con su esposo, y el temblor y losescalofríos los causaban el viento y la lluvia. Sin embargo, un malpresentimiento poco claro se había adueñado de ella, un temor difusofrentealfuturoylascomplicacionesquelosaguardabanenelcastillodeGlenmorgan.Enunintentodesesperadodeprotegersedelfrío,secubriólacabeza,coronadaporuncuidadosopeinado,conlacapucha;todavíanose había acostumbrado a sujetarse los rizos con peinetas y hebillas, talcomo le correspondía a una esposa.EnSicilia disponía de unadoncellaque se encargaba de eso y en el castillo de Glenmorgan tambiénencontraríaunamuchacha,unavezquesehubieseaclaradolasituación...Elcorazóndeladuquesavolvióalatirmásdeprisa,comosiexistieseunmotivoparasentirtemor.—¡Aquíestoy,amadamía!¡Lamentohabertehechoesperar!Seacercarondoscaballosalmismotiempoqueellaintentabareprimir

lainquietudquelacarcomía;suesposomontabaunodeellosyconducíaelotrodelasriendas.Ellanotóqueestabaensilladoconunaconfortablesilladeamazonaysonrió.—Nohacía faltaque temolestaras enconseguirunayeguapalafrény

unasillademontardeamazona:mehubieraconformadoconuncaballonormal—dijoella en tonoafectuoso.Comosiempre, lapresenciade sumaridoahuyentabatodassuspreocupaciones.Sucabellobastantelargo,enaquelmomento empapado y rizado por la lluvia, su rostro ligeramentebronceado...—. A lo mejor hubiésemos avanzado más deprisa con uncaballonormal.Entonces volvió a experimentar aquellos extraños sentimientos

ambivalentes: avanzar, dejar atrás la lluvia. Ansiaba encontrarse en unlugarsecoydesprendersedelpesadomanto,peronoenGlenmorgan,noenelcastillodeGlenmorgan...—Milady entrará en su castillo montada en una yegua digna de su

rango, aunque para lograrlo me vea obligado a empeñar mis últimasperlas.Noteimporta,¿verdad?—No—dijo la joven riendo—, no necesito joyas. ¡Me basta con este

anillo! —añadió, haciendo girar su sencilla alianza que, además de undiminutoprendedor,eraloúltimoquelequedabadesudote—.Peroesunbonitonombreparaunayegua.LlamémoslaPearl...La yegua de pelaje oscuro —cuyo color apenas se adivinaba en la

penumbraybajolalluvia—parecíacontemplarlaconexpresiónamistosa.Aunquelajovenprotestó,elduquedesmontóylaayudóaencaramarseala silla.Ella aprovechó la ocasiónpara apoyarse contra él y percibir sucuerpo.Acondicióndequepermanecieranjuntos,todosearreglaría...—¿De verdad tenemos que cabalgar hasta Glenmorgan esta misma

noche?—preguntó—.Estoymuertadefríoytumantotampocoteprotegedelalluvia.¿Nohabráunmesónconformeanuestrorango?El duque reflexionó. A diferencia de su esposa ardía en deseos de

volveraverlasmurallasdelcastillodeGlenmorganytomarposesióndeél,perolaideadecabalgardenocheenmediodelatormentanoresultabaatractiva. El viento helado ya le afectaba los pulmones y tenía la ropaempapada por la lluvia. ¿Realmente quería regresar a la casa de susantepasados como un ladrón en medio de la noche, muerto de frío yexhausto?PensandoenunaposiblediscusiónconOsbert,eso lopondríaendesventaja.Sopesólosprosyloscontrasyasintióconlacabeza.—Tienes razón. Nos detendremos en El Cisne de Plata, un mesón

sencilloqueseencuentraunpocomásalládelbarriodelpuerto,peroesunacasadecente...—¡Como si no recordara El Cisne de Plata!—replicó ella, riendo—.

Allí pasamos nuestra noche de bodas, ¿acaso no lo recuerdas? Pero túsolo podías pensar en las joyas albergadas en tus alforjas y en losladronesybandolerosquetalvezdormíanenlahabitacióncontigua.—¿Esquenofuistegenerosamenterecompensada?—preguntóelduque

en tono cariñoso, acariciándole la mano con la que ella sostenía lasriendas.Layeguanoeramuyalta,asíquepudoinclinarsehaciadelanteybesarlo,peroelrocedesuslabios,ásperosporelvientoylalluvia,ylasmanosheladasleadvirtieronquedebíandarseprisa:erahoradeponersearesguardodelatormenta.—¿Acasomehequejado?—preguntóellaconvozseductora.AquellanocheyanoquedabanjoyasquevigilarenlahabitacióndeEl

Cisne de Plata, tendría a su amado para ella sola... y ya se le habíanocurridovariasideasparahacerloentrarencalor.No tardaron en alcanzar el mesón y encontrar un lugar seco en el

establo para alojar los caballos.Elmesonero saludó respetuosamente alduqueyasuesposa,lessirvióvinoycarneasadaysumujerlesllevópancaliente. A la joven duquesa le parecieron demasiado serviles y suscontinuas reverencias e inclinaciones de cabeza le resultaron zalameríasdesagradables. Tres veces hicieron hincapié en el honor que suponíaalojaralduqueyaladuquesadeGlenmorganyparecíanansiososporqueno los contradijeran, hasta el punto de resultar fastidiosos para la jovenpareja,quenotardóenretirarseasualcobamuytemprano...sinpercatarsede que, inmediatamente después, un mensajero abandonaba el mesón ydirigíasucaballohaciaelcastillodeGlenmorgan.

Alamañanasiguienteelvientohabíaamainadounpocoyhabíadejadode llover. El duque y la duquesa se pusieron en marcha temprano; elmesónlesresultabacadavezmásinquietante:lamesoneraquenodejabadesoltarleszalamerías,elmesoneroqueyalesservíavinotempranoporlamañana...Eracomositratarandeimpedirquesemarcharan.Dehechotardaron mucho en ensillar los caballos y la joven duquesa soltó unsuspiro de alivio cuando, por fin, pudieron emprender viaje: su ropa sehabía secado, la yegua avanzaba a paso ligero, y el rostro alegre ydespreocupado de su amado apaciguó sus temores. A lo mejor aquelextraño presentimiento solo era una pesadilla causada por un estado deánimo lúgubrederivadode la tormenta.Le lanzóunasonrisaalduquey

espoleólayeguaparaquegalopara.Ellatambiénteníaprisaporllegaralcastillo de Glenmorgan; cuanto antes dejaran atrás el encuentro con elprimo del duque tantomejor. Y, amedida que el tiempomejoraba, ellatambiénsealegrabadereencontrarseconsus tierras,el inmensocastilloposado en el acantilado y la aldea acogedora y hogareña situada en lascolinasdelcondadodeGlenmorgan.Sinembargo,noibanallegarhastaallí.Enunbosquecillo,aunasdos

horasacaballodelcastillo,suviajeseviobruscamenteinterrumpido.UnbrillometálicohizoquelayeguaPearl—quealaluzdeldíaresultóserunaalazanaoscura—seespantara.Laduquesatuvoquehacerunesfuerzopara refrenarla cuando seis hombres fuertemente armados salieron delbosquecillo.—¿Quiénessois?—preguntóelcabecillaconvozsonora,peroclaray

aún juvenil.Laviseradelyelmo leocultabael rostro, al igualquea losotros caballeros—. Pisáis las tierras de Glenmorgan. ¿Qué os trae poraquí?Elduquemiróasualrededorconexpresiónsorprendida.Norecordaba

que en aquel bosque hubiese un puesto fronterizo; hasta ese momentosiempre habían dejado pasar a los extraños y solo les habían hechopreguntasalllegaralaaldea.—Soisjóvenesynomereconocéis,perodebieraderesultarleconocido

a alguno de los vuestros. Soy el nuevo duque de Glenmorgan. Cuandorecibílanoticiadelamuertedemipadre,mepuseencaminoparatomarposesión de mi herencia. Esta es mi esposa y me alegra que vosotrosvayáisaescoltarnos,asínonosveremosobligadosallegaralcastillosinséquito—dijoelduqueconunaampliasonrisa.Siemprehabíamantenidobuenarelaciónconsushombres.Peronologróimpresionaraljovencabecilladelgrupo.—¿DecísquesoiselduquedeGlenmorgan?Puesaquíosllamandeotra

manera: perro sarnoso, por ejemplo, saqueador del tesoro de vuestropadre.Elduquefruncióelceño.—¡Tencuidadoconloquedices!—leadvirtióaljoven—.Séquesolo

repitesloquetehancontado,peroesoequivaleaunaofensaycasimeveoobligado a retarte a duelo. No obstante, de acuerdo, rendiré cuentas: esverdadquemellevéunsacollenodejoyasdelacámaradeltesorodemipadre.Eranlasjoyasdemimadrequemiprometidadebíarecibireldíade

suboda.Fuemimadrequientomóesadecisiónymipadrenuncalapusoenduda.¿Asíqueporquéhablasderobo?—De todos modos es igual —dijo la duquesa. De vez en cuando el

duque era demasiado amable y condescendiente. Él no tenía por quérendirle cuentas a ese descarado,más bien debería plantarle cara—.Miesposoheredaasupadreyahoraelcontenidodelacámaradeltesoroleperteneceaél,daigualloquehubieseocurridoantes.—¡Puespordesgraciamiseñornoopinalomismo!—comentóunode

los caballeros. Era más alto que el joven, su voz era la de un hombremayor y resultaba evidente que consideraba necesario calmar alimpetuoso e impedir que la situación empeorara todavía más—. Segúnnuestra información, el ancianoduque ledejóel castilloy las tierrasdeGlenmorgan a su sobrino Osbert antes de emprender aquella fatídicacruzada.QueDiosconcedalapazasualma.—Su alma residirá en el Paraíso, como la de todos los valientes

cruzados —dijo el duque, y se persignó. El viejo caballero lo imitó,ambosconlaesperanzadequitartensiónalencuentro—.Yesverdadquedejó la regencia en manos de Osbert, pero solo mientras durara lacruzada.Nosetratabademodificarlasucesión.—Pues resulta que ahora eso está en discusión —lo interrumpió el

joven—.Entodocaso,amímehanencargadoqueostomeprisioneroyos trasladealcastillo.Allíseaclarará lasituación—añadióapoyando lamanoenlaespada.Elduquefruncióelentrecejo.—Notengoinconvenienteenacompañarosalcastillo,pero...—¡Deningunamanera!—exclamóladuquesa.Hizoavanzarlayeguay

echó la cabeza hacia atrás con gesto tan enérgico que los rizos de suapretado peinado se soltaron—. ¡De ninguna manera iremos aGlenmorgancomoprisioneros!Sihaytensionesencontraremosunlugarneutralparasolucionarlas,quizáanteunjuezquenohayatomadopartido,¡peronoapareceremosencadenadosanteunusurpador!—¡Nopermitiréqueacuséisami...señordeserunusurpador!—gritó

eljoven.—Teniendoencuentaquehaceunmomentoacusasteisamiesposode

ser un ladrón, diría que es una ofensa menor... —replicó la duquesa,lanzándoleunamiradafuribunda—.¡Notengoporquérendirlecuentasauntoscocampesinodelaúltimafiladelaguardia!

Estaba muy bella, erguida en la silla y envuelta en su vestido deterciopeloazuloscuro, elmantocolgadosobre loshombrosyel rostrodelgado arrebolado de cólera. Sin embargo, el joven no percibía subelleza,estabaciegode iraporquenadie lo tomabaenserioyhastaunamujerteníaeldescarodeenfrentarseaél.Presadelafuria,desenvainólaespada,peroantesdequepudieraabalanzarsesobreladuquesa,elduquehizoavanzarsucorcelyseinterpusoentreelcaballeroylainquietayeguadeladuquesa.El duque también había desenvainado la espada y sabía utilizarla. El

jovenerafuerteysedefendíaconpoderososmandobles,peroelduquelosdetuvocondestrezay,finalmente,medianteungiroapenasperceptibledela muñeca, le quitó la espada de un golpe. El combate podría haberacabado allí, pero el joven se negaba a darse por vencido; como si sepelearaconundoncel, seabalanzósobreelcaballodelduquey tratódearrancarlodelasilla,peroelcorcelnoerauncaballodebatallaqueantesemejanteataqueseencabritaraointentaragolpearconloscascos.Envezdeeso,retrocediótemeroso.Elduquecasinologródominarloyperdióelcontrolsobresupropiocontraataque;soltóunmandobleconelquesolopretendía rechazar al atacante y que, sin embargo, penetró en el huecoentreelyelmoyelpetodeljovenyleperforóelcuello.Elmuchachonisiquieratuvotiempodesoltarungrito,solosellevólamanoalcuelloconexpresión horrorizada; la sangre le empapó el peto, cayó de rodillas ymurióantesdequesurostrochocaracontralatierra.Elduquerefrenósucaballoyclavóunamiradaincrédulaenelcadáver.—Noquise...¡Diosmío,jamástuvelaintencióndemataraeseestúpido

muchacho!Desmontó lentamente y se acercó al muerto. Mientras lo tendía de

espaldas, la visera se levantó dejando ver un redondeado rostro infantilenmarcado por rizados cabellos rubios; un rostro cuyos ojos azulesexpresabandesconciertoyterror.—¡Edmond! —exclamó el duque al reconocer al muchacho. Y al

pronunciar su nombre, un nudo doloroso se formó en su garganta—.Edmond, mi pequeño primo. ¡Debería haberte reconocido! ¡Tuimpetuosidad,tucarácterindómito...!¿Cuántasvecesteensangrentaronlasnaricesporello? ¡Yqueahora seamimano laquehayaacabadocon tuvida!Juroquenoquisehacerlo.—¡Lo sabemos, milord! —dijo el caballero más viejo, que también

había alzado la visera de su yelmo y se dio a conocer. El duque lorecordabamuybien.Se llamabaRobertdeKentyhacía añosque servíacomo comandante en el castillo—. El muchacho os retó, tuvisteis quedefenderos.Erademasiadojoveneimpetuosoparaunmandocomoeste...Elduquelequitóelyelmoasuprimo,leacariciólosrizosylotendió

enlahierba.—Seguroquesehancometidomuchoserrores,peroahoraregresaréal

castillo de Glenmorgan y volveré a poner orden. Vosotros cabalgaréisconmigo.Puedequemiprimorecuperelasensatezcuandoveaelcadáverdesuhermano.—¡No!—gritó la jovenduquesaen tonodesesperado.Aúnmontaba la

yeguaylaobligóaavanzarhastaacercarseasuesposo,aunqueelanimalseespantóalolerlasangre—.No,noentresenlacuevadelleón.Ahoratodohaempeoradoeinclusoacabaránporacusartedeasesinato.Elviejocaballeroasintióconlacabeza.—Perdonadme,señor,perohededarlelarazónaladuquesa.Siahora

regresáisalcastillo,sinarmasysinunejércitodecaballerosleales,lordOsbertharáqueosencadenen.Siqueréisprestaroídosamiopinión,osaconsejoquehuyáis.RegresadaSiciliaobuscadotrolugarseguro,¡peroalejaosdelcastillodeGlenmorgan!Almenoshastaquedispongáisdeunejércitoparaimponervuestrosderechos.—Yvos,¿nodebieraisimpedirquehuyamos?—preguntóladuquesaen

tonoburlónylanzandounamiradaaRobertyasushombres,unamiradatandesvalidacomofuriosa.Comoparalizado, el duque aúnpermanecíadepie ante el cadáverdel

jovenEdmond.Robertseencogiódehombros.—Sí, supongo que sí. Pero estábamos demasiado horrorizados por la

repentina muerte de nuestro joven comandante. Intentaba ayudarlo, losostuve en brazos cuando murió... los demás hombres se quedaron depiedra y así vos lograsteis huir. ¿Verdad, hombres?—dijo el caballerodirigiéndosealosdemás,queseapresuraronaasentir—.Notodosestáncontentos con el gobierno deOsbert,milady, peromientras el legítimoherederopermanezcaenlibertadhayesperanzas.SicaéisenlasgarrasdeOsbert,Glenmorgannuncavolveráaserloqueera.La duquesa lo saludó con la cabeza y lanzó una mirada a los otros

caballerosenlaquesemezclabanlacompasiónyelagradecimiento.—¡Ven!—ledijoasuesposo—.Enmarcha,tenemosquecabalgar.Aquí

yanopuedeshacernadamás.

1

SeismesesdespuésVenecia,PalazzodeiMarcelli

LaaterciopeladanochesecerníasobreloscanalesdelaSerenísima,enelairetibiodelanocheestivalflotabaelaromadelmar,perotambiénlosolores de las tabernas y los mercados del Canal Grande; sin embargo,aquelbarrionobley tranquilonoestaba invadidoporelalborotode losbebedoresnocturnos.ElPalazzodeiMarcelliseencontrabaaorillasdeuncanal estrecho y poco transitado, solo recorrido por las góndolas y lasbarcas de escaso calado y no por grandes embarcaciones. El canal noestabailuminado.DougdeCaernonaguardabaconimpaciencia,oteandolaoscuridad.¿Se

equivocabaorealmentehabíaunasombraqueseaproximaba?Eraextrañoe irreal, desde el balcón del pequeño palacio apenas se distinguía lagóndola. Doug no oyó el sonido de los remos sumergiéndose en lasaguas,solovislumbrólagóndolaoscuraacercándoseensilenciocomolabarcadeunhada.Lamujersentadaen laproade labarca tambiéneradeunabellezade

ensueño, si bien en aquel momento su esbelta figura y sus rasgosaristocráticos estaban ocultos bajo un manto y una amplia capucha, ypuedequeinclusollevaraunantifaz.Dougignorabasihabíaalquiladolagóndola o si la pilotaba una persona de confianza de su casa, pero nocabíadudadequelacondesaLetiziasabíaloquehacía.Dougnocreíaserel primero con el que la condesa escapaba durante unas horas de sumatrimonio con el conde Da Monti; ella era demasiado bonita ydemasiado vivaz para dedicarle todo su tiempo al anciano con el queestaba casada. ¡Pero Doug se negaba a formar parte de una ristra deamantes! Se encargaría de que aquella noche quedara grabada en lamemoriadelacondesa,¡viveDios!Sonriendo,echóunúltimovistazoala

alcobaquehabíapreparadoparaella,alasexquisitecesdispuestasporloscriadosantesdequeDouglesordenaraquesemarchasen.Todoeraperfecto,desdelasfloreshastaelvinodulcedePortugalque

embriagaba los sentidos y hacía olvidar los sentimientos de culpa y elsecretismo. Doug se volvió, dispuesto a recibir a la dama comocorrespondíae, invadidoporunaalegríaanticipada,bajó lasescalerasyalcanzó el atracadero privado del palacio casi al mismo tiempo que lagóndola de la condesa. El atracadero se encontraba en una suerte debodega y allí la góndola permanecería oculta a las miradas de loscuriosos. Cuando Doug descendió los peldaños, la barca se deslizabadentrodelasilenciosabóvedayelsonidodelosremossevolvióaudible.ElgondoleroacercólagóndolaalmuellesinmiraraDoug:estabaclaroquelehabíanordenadomostrarsediscreto.—Gracias,Pedro;espérameaquí,porfavor—dijolacondesa.No ocultaba su rostro tras un antifaz, así que debía de confiar en el

gondolero,queseguroqueleeratandevotocomotodosaquellosenlosquealgunavezsehabíaposadolamiradadesusojosresplandecientes.Se volvió haciaDoug y deslizó la capucha hacia atrás, revelando sus

negroscabellos,apartadosdel rostroysujetosmediantepeinetas,quesederramabanporsuespaldaenformadeuncomplicadopeinado.—¿Meaguardabais?¿Acasoestabaistansegurodequecederíaavuestra

insistencia?Douglebesólamano.—Osaguardodesdeelprimerdíaqueosvi.Desdeentoncesmicasay

micorazónestándispuestosarecibiros—respondió.Lainvitóaremontarlos peldaños demármol que conducían del atracadero a los salones delpalacio.EllalosrecorrióconpasosgrácilesyDouglasiguióbajolaluzdelasvelasqueiluminabanelpasillo.—¿Comprasteisestacasa?—preguntólacondesacomoparainiciaruna

conversación.Suvozerasorprendentementeprofunda,oscurayaterciopelada.«Comosiladiosadelamorlehubieraotorgadolacapacidaddecantar

aunarosa...»Dougsonrióalrecordaresacomparaciónideadahacíapocotiempopor

un jovenyapasionado trovador,y talvez tambiénunamantede labellamujerqueenaquelmomentorecorríalacasadesunuevocompañerodejuegosconunaseguridaddeensueñoysinlamenortimidez.

—No,laalquilé,puespormásqueanheletendermividaavuestrospiesy deshacerme en el brillo de vuestramirada...mi estancia en este lugarserá limitada. Veréis, mis propiedades se encuentran al norte, en Gales.Aún las administrami padre y él esmuy generoso, deja que recorra elmundoyconozcaloqueseencuentraallendelascolinasdemipatria...yquerecorraorillasconlasquejamáshabíasoñado—dijoDougmientrasayudabaaladamaaremontarelúltimopeldañodeslizandounamanoporsucadera—;peroenalgúnmomentodeberéregresaryhacermecargodemiherencia.Abrió la puerta que daba a los salones y la condesa casi se vio

deslumbradaporlaluzdecentenaresdevelasenpreciososcandelabrosdeoroycristaldeMurano.Unafrascadecristaltalladollenadelmejorvinoreflejabalaslucestitilantesdelasvelas.LacondesasonrióyvolviósubellorostrohaciaDoug.Eradelgadoy

derasgosfinos,dealtospómulosyunanarizrectacasipuntiaguda.Alomejorhubieseparecido severo si no fuerapor los carnososy sensualeslabios. Los ojos de Letizia eran grandes, de mirada expresiva, e irisoscuros casi negros, en los que parecían danzar pequeñas estrellas.Dirigió la mirada al joven, un gigante rubio que la contemplaba conbrillantesojosazules.—¿Así que en primer lugar hemos de agradecer este encuentro a la

generosidaddevuestropadre?—preguntóentonocasiburlón.Doug de Caernon llenó dos copas de vino y le tendió una de ellas.

Cuando los dedos se rozaron, un placentero estremecimiento agitó elcuerpodeLetizia,comounhálitodedeseo.—Hemosdeagradecérseloaldiosdelamor,quemecondujohastaeste

benditolugarparaalabaralamásbelladesuscriaturas...—Sois diestro con las palabras, conde —dijo Letizia, quitándose el

manto.Latelasuaveyligerasedeslizódesucuerpoyaparecióunvestidode

sedaroja.Alverelescote,quecasinoocultabalospechos,larespiracióndeDougsevolvióentrecortada.Lapieldelacondesaeramásoscuradeloesperado, la clásica tez de los habitantes del sur nacidos de miles degeneracionesdemujeresbesadasporelsolquetransmitíansubellezademadresahijas.Dougcreyópercibirunaromadealmendrasyolivas,peroeraimposible.Letiziapreferíalosperfumespesados,extractosderosasylirios que allí en Italia no eran consideradas flores de difuntos. Doug

recordó su primer encuentro con Letizia, en el palacio de su esposo.Primerosoloviounretratoquedominabaelsalón,eldeunamujermuyhermosa envuelta en un vestido color nata que sostenía un lirio en lamano. Y después la realidad que dejaba el arte en segundo plano: nisiquieraelmásgrandedelospintorespodríahabercapturadoelfulgordeesosojos.—Podríareemplazarlaspalabrasporactos...—dijoél.Acontinuación

alzólamanopararozarlapieldeellaporprimeravez.Unrocequelepareciócasisagrado;dehecho,eracomositemieraque

la mujer retrocediera como un hada tímida que se convierte en polvocuandounmortallatoca.PeroLetizianosemoviócuandoélrecorriósushombrosconlasmanos,leacaricióelcuelloyluegodescendióhacialospechos.Letizianotóquesuspezonesseendurecíanyanhelódejarsecaerenlosbrazosdeél,peroellatambiénsabíajugaraaqueljuegoyseapartóconunmovimientosuave.—Vuestroscoqueteosmedancalor—afirmóella.Bebió un sorbo de vino lentamente. Le ofrecía a su compañero la

oportunidaddeobservar lasdulcesgotasen sus labios.Labesaría, teníaquebesarla...Dougtambiénalzósucopa.—Tal vez vuestro vestido sea demasiado pesado para una noche

sofocante,¿no?—preguntóél—.Permitidmequeosproporcionealivio.Labesó,peronoenlaboca,sinoenelhombro,al tiempoquesoltaba

los lazos que cerraban el vestido por encima de los pechos. Los lazosentrecruzadoscasiformabanuncorpiño,peronoacababanenlacintura,sino que, seductores, descendían casi hasta el monte de Venus. Dougseparólasdospartesdelvestidoydescubrióunacamisoladeencajequellevabapordebajo; apenasocultaba lospechosy sublancuraofrecíaunexcitantecontrasteconlapielmorena.Dougcomenzóabesarleelescote,luego deslizó el vestido de los hombros... pero, antes de que cayera alsuelo,ellavolvióarecogerlofingiendopudor.—¡Me parece que lo único que os importa es embriagaros con mi

cuerpo!—dijoentonosevero—.Peroamínomeconcedéisnada.¿Esquenohededescubrir loqueseocultabajovuestracamisadeseda?¿Quizácarnesfláccidasenvezdemúsculosfuertesyfirmes?Dougseechóareir.—Frenteavuestrabelleza todos losdemáscuerpospalidecen,peroen

lamedidadeloposibleestoydispuestoasatisfacervuestracuriosidad.Osatisfacedlavosmisma,bellamía.Tanteadmismúsculosycomprobadsicumplenconvuestrasexigencias.Él sealegróalver el anhelobrillandoen losojosdeellamientras le

abríalacamisayledesnudabasupecho.Dougerafuerte;desdeniñohabíaaprendido todas las artes dignas de un noble y durante sus viajes habíalibradoalgúnqueotrocombate,avecesconsalteadoresdecaminos,peromás a menudo con los esposos o los admiradores de sus numerosasconquistas.Entodocaso,evitaríaqueelbrazoconelqueblandíalaespadaperdiera fuerzayquesuscarnessevolvieran fláccidas.Entonces resultóevidente que a Letizia le agradaba lo que veía y empezó a recorrer loscontornosdelcuerpodeélconundedo,jugueteóconsuspezonesysoltóunsuavegemidocuandoéldeslizósuvestidohaciaabajoaltiempoqueleacariciabalacintura,lasuavecurvaturadelvientreydespuéselmontedeVenus. Letizia no se quedó atrás y sus manos se deslizaron dentro delpantalóndeDougytantearonsusexoerecto.—¡Aquí, no!—susurró él cuando ella se apretó contra su cuerpo—.

Espera,este lugaresdemasiadoprofanocomopara revelar tussecretos.Solounjardíndelamoresdignodeti...La alzó enbrazos, el vestido cayó al sueloy la llevóhasta la alcoba,

dondelaenvolvióelaromaembriagadordemilesderosas;floresrojas,aterciopeladasycarnosascubríanelsueloporelqueDougcargabaconsudulcepeso.Latendióenunlechocubiertodepétalosrojosyrosados...unaúnicarosablancareposabaenlaalmohada.—¿Unrecuerdodemiinocenciaperdida?—preguntóellacoqueta.Dougsonrióyrecogiólarosa.—Un nuevo comienzo. Quiero que esta noche sea algo más que una

aventura para ti. Esta noche volverás a descubrir tu inocencia. Teconduciré hasta orillas que nunca jamás has alcanzado, pero despuésquierovolveradestruirtodolointactoquedespertaréenti.—Arrancólospétalosde rosablancay losdejócaersobreelcuerpodeella—.Porquequieroconquistarte,mibellacondesa,quieroamartecontodomiser,micorazónymismanos.Letizia no contestó. En cambio, se incorporó y le ofreció sus labios

trémulos.Parpadeabayundeseosalvajeseasomóasumirada.Douglabesó,lentayplacenteramente,comosifueseelprimerbesoque

daba o recibía en su vida. Los labios de ella tenían un sabor dulce; le

acaricióelpaladarconlapuntadelalenguaaltiempoqueélexplorabasuboca. Pero Letizia quería más, irrumpió entre sus labios e hizo que lapasión de Doug se encendiera como una llamarada. Entonces ella seinclinóhaciaatrás,loarrastróyélsetendiósobreella.Seestremecióbajosusbesoshastaqueambostuvieronqueapartarseparatomaraliento.Letizia se quitó de la cara unos cabellos que se habían soltado de su

complicado trenzado y el gesto hizo que Doug empezara a liberar susrizosdelcorséde trenzas,hebillasyredesque lossujetaban,ysequedócomohechizadocuandoellapermaneciósentadaanteélentodasubelleza,envuelta en una nube de cabellos negros y sedosos, la acalorada pielcubiertadepétalosderosasyundeseonadadisimuladoensumirada.Doug se tomó su tiempo. Sabía que estaba preparada, pero quería

llevarlamuchomásalládelapasajeravoluptuosidadanterior.Retirólospétalosde rosamediantesuavesbesos, loscogiócon losdientescuandonosedespegabandeinmediatoyLetiziagimióbajoelrocedesuslabios.Peroélnohabíacontadoconeldesenfrenadodeseodeella:pormássuavey delicada que pareciera, podía ser muy decidida cuando la pasión seapoderabadeella.Dougquisoquitarlelacamisolaconsuavidad,peroellase la arrancó del cuerpo y él vio que debajo estaba desnuda, solo unportaligas sostenía las medias de seda y también se lo arrancó con unmovimientorápidoyviolento.—Comoverás, la fortalezaestápreparadaparaser tomadaporasalto.

Después podrás explorar los terrenos circundantes, ¡pero ahora quierosentirtedentrodemí!Doug abandonó y cedió ante su propio deseo. Volvió a besarla, se

tendiósobreellaeintrodujosuherramientadelamorenelportalsecreto.Ella se corrió en el acto, alcanzó la cima del placer soltando un suavegrito y después empezó amecerse conmovimientos delicados.Doug laimitó, al principio lenta y sosegadamente, después con rapidez cada vezmayor. Su excitación alcanzó alturas insospechadas y arqueó la espaldaabrasadoporel fuegode lavoluptuosidad,presionólasmanoscontra ladelicadapieldeloshombrosdeellayporfinsedesplomóconelrostroentre los pechos de Letizia, jadeando, el fuego apagado en medio delaromadelasrosasydelamor.CuandoDougrecuperófuerzas,comenzóaacariciarlade inmediatoy

esta vez ella permitió que su lengua recorriera sus pechos trazandocírculos diminutos y tiernos, al tiempo que ella le acariciaba la espalda

con manos delicadas que hacía unos instantes se habían clavado en sushombroscomolasgarrasdeuntigre.En el momento en que los labios de Doug se disponían a descender

hastaelportaldelavoluptuosidadyexplorarloconlaboca,llamaronalapuerta.Erangolpesmuyenérgicos,peroquizáelintrusohabíaempezadoa llamar con timidez y entonces solo la aporreaba presa de ladesesperación, pues fuera la que fuera, su petición debía de ser muyurgente.La servidumbre deDoug sabía que en noches como aquella nodebía ser molestado, así que solo incumplirían sus órdenes en caso demáxima urgencia. Se incorporó soltando un suspiro y se envolvió lascaderasconlasábana.—¿Será... tu marido? —preguntó en voz baja, lanzando una mirada

vacilanteasuespada,apoyadacontralapareddelaalcoba.Lacondesanegóconlacabeza.—No, no se atrevería; no tiene el menor interés en comprometerme.

Nuestro trato funciona, nuestromatrimonio es ejemplar. Soy una piedrapreciosa en la vaina de su espada: ¿qué hace allí cuando él nuncadesenvainasuarma?Sin embargo, Doug no perdió de vista su espada mientras abría la

puerta, solo un poco para que ningún extraño viera a la condesa. Noobstante,elhombrequeestabaantelapuertasabíaguardarunsecretoyenningúnmomentoalzólavista.DougreconocióaPedro,elgondolero.—Perdonad, señor, sé que no debo molestaros, pero abajo hay un

mensajeroqueinsisteenhablarconvos.Heintentadoconvencerlodequesemarche,perodicequeelasuntoesimpostergable.Poresohevenidoabuscaros;hepensadoqueseríamásdiscretosiyo...—Has actuado con mucha prudencia, Pedro. Te lo agradezco y te

recompensaré. Acompaña al mensajero al pequeño salón junto aldespacho.Loalcanzarásatravésdeunpasilloquepartedelatracadero.Mevestiréybajarédeinmediato.El Palazzo dei Marcelli había sido construido por un hombre de

negociosque recibía a sus clientes y amigos en los salonesde la plantabaja.Pedroasintió.—Permitidme otro comentario señor: deberíais llevar un atuendo

formal,pueselmensajerovistedeluto.

Pocodespués,cuandoDougregresóalaalcobadondeloaguardabalacondesa,eldolorleensombrecíaelrostroyleencorvabalaespalda.—Perdona que te haya hecho esperar y que esta noche ya no anhele

retozar en los jardines del placer. Pero la noticia me ha afectadoprofundamente.—Sedejócaerenelbordedelacama,exhausto,ybebióun trago de la copa de vino que Letizia le alcanzó—. Hablas con eldesignado conde de Caernon. Hace unos días mi padre falleciórepentinamente. Tengo que regresar a casa y tomar posesión de miherencia.Letizialeacaricióloshombros.—Estásmuyafectado.¿Loamabas?—Lo amaba y lo respetaba y nunca pensé que no volvería a verlo

cuando regresara a Gales. Que Dios me asista: si hubiese sabido queestabaenfermo...—Puessisumuertefuemuyrepentinanodebedehaberestadoenfermo

mucho tiempo—concluyó la condesa—.No te hagas reproches, nuestraexistencia en laTierra es limitada.Nopodíashacernada.—Entonces loabrazóconmuchaternurayélhundióelrostroensuscabellos.Suaromaleproporcionóunextrañoconsuelo.»¿Temarcharáshoymismo?—preguntóellaenvozbaja.—No—respondióél,negandoconlacabeza—.Puedequetardevarios

díasenencontrarunbarco.Emprenderelviajeacaballoesunainsensatez,esmejorirdirectamentepormar,peroprocuraréacabarconmisasuntoslomásrápidamenteposibleyentonces...—¿Y entonces jamás volverás? —dijo con voz ronca, como si de

verdadfueraaecharlodemenos—.¿AbandonaráslaSerenísimayelsoldelsur?Meabandonarás...—¡Venconmigosi lodeseas!—soltóDougdepronto.Suabrazoysu

voz profunda lo embriagaban—. ¡Ven conmigo, como condesa deCaernon!Ellasoltóunacarcajadacansina.—¡Ah, sí! Tendrás que cortejar a una muchacha. El joven Doug de

Caernonquisieraperteneceratodoelmundo,peroelcondedebeescoger.¡Escogeconprudencia,mitiernoamante!Ypormásquedetestetenerquedecirlo,olvídamecuantoantes.Soy lacondesaDaMonti.¿CómopodríaconvertirmeenlacondesadeCaernon?

—¡JuntospodríamosenfrentarnosaDiosyalmundo!—exclamóélconvozapasionada.Letizia le acarició la frente como una madre cariñosa que procura

tranquilizaraunniñorebelde.—En realidad no quieres hacer eso. Y yo tampoco, ¡no soy una

luchadora,milord!Sí,puedosersalvajeyapasionada,ydevezencuandocorrociertosriesgosparaapagarlasllamasqueardenenmí.Peroadoromiseguridad,mipalazzoymisjoyas.Inclusoaprecioalconde,¡queDiosmeasista!—serio—.Claroquenocomoteaprecioati,peroesunbuenhombre y respeta nuestros acuerdos. Nunca podría deshonrarlomarchándomeconundesconocido.—Yo tambiénpuedoofrecerteoroy joyas.Poseomuchas tierras, una

mina,uncastillo...Cuantomás la contemplaba,menos podía imaginar separarse de ella,

peroLetiziayaseapartabadeél.—Enunpaíslejanodondeelmaresoscuroylosinviernosfríos,donde

hablan una lengua que no comprendo, donde no existe la ópera, no haygalerías de arte, donde no existen los alegres coqueteos del carnaval...Deshonradaantelosojosdemimundo,perdidaeneltuyoyenfrentadaalos terrores del infierno... Puede que sea adúltera, pero creo que demomentoladiosadelamormeprotege.Siabandonaraamiesposotodoseríadistintoyestaríacondenadaalinfierno.No,miapuestoamante,dejaque siga con mi vida actual. Yo ya he elegido, a ti aún te aguarda laaventura.¡Disfrútala!Doug pensó en las colinas de su tierra y en la risa de lasmuchachas

rubiasconlasquejugódeniño,alasquelestomabaelpeloyperseguíahastaquetodosquedabantendidosenlahierbasoltandorisitas.Noeraunatierraparaliriosyrosasdolorosamenterojas,noeraunlugarparaLetiziadaMonti.—Puesentonces,almenos,dimeadiós—susurróyvolvióaabrazarla.Laamóapasionadamentepero llenodemelancolía,susbesossabíana

satisfacciónyadespedida.Alamañanasiguiente,cuandoellasemarchóconlosúltimospétalosde

larosablancaocultosenlosplieguesdesuvestido,Dougaúndormía.

2

EltiempoerafrescoylluviosocuandoDougdesembarcóenCaerdydd,perohacíamuchoquehabíadejadodepensarenlasorillasmeridionales.SealegrabademasiadodellegaralcondadodeCaernon,unaalegríasoloempañada por el dolor que le causaba la muerte de su padre; tambiénlamentaba que la época de los viajes y la absoluta libertad hubieranllegado a su fin demanera tan abrupta, desde luego, pero sabía lo quedebíaa supaísya suestirpe.Seencargaríade seguiradministrando laspropiedades del mismo modo que su padre, aunque pensaba introduciralgunasnovedades.Alfinyalcabo, losañosdedicadosaviajarnosolosupusieronunpasatiempoplacentero,sinoquetambiénhabíainvestigadolas modernas técnicas de minería y agricultura. Estaba ansioso porinspeccionarlaminaytomarposesióndelcastillodesuinfancia,ylaideade buscar novia le resultaba atractiva.Letizia fue un sueñomaravilloso,unaexcursiónalreinodelasrosasylosjardinesencantados,peroestabacada vez más convencido de que la esposa idónea lo aguardaba enCaernon.Dispuesto a emprender todo eso, se colgó el petate al hombro(durante sus viajes resultó más práctico que los arcones y las cajas) ybrincódelbarcoalmuelleantesdequelanaveterminaradeamarrar.Elancianoqueloesperabaenelmuellecondoscaballosensilladosserioalverlo.—Soistanimpetuosocomosiempre,milord—dijo,saludandoalnuevo

señor de Caernon—. ¿Es que no podéis esperar hasta que amarren ydesembarcarcomounnoble?—Lamaneradeabandonarunbarconoguardarelaciónconlanobleza

—replicóDoug,queseacercóyabrazóalanciano—.¡Tesaludo,Francis!ConfiabaenquealguiendeCaernonmerecogiera,peronoestabaseguro,claroestá.¿Cómoteenterastedecuándollegaría?¡YtambiénhastraídoaCougar!Tras saludar al viejo mayordomo, el joven conde se volvió hacia el

sementalcuyasriendassosteníaFrancis.Cougarerasucorcel,siemprelohabía sido, su padre se lo regaló cuando aún era un potrillo. El condeacarició las crines y rascó la frente al cob galés, un caballo negro,pequeño y fuerte que también reconoció a su amo, soltó un relinchosatisfechoyrestrególacabezacontraelhombrodeljoven.—¡Ya hace una semana que os aguardo, milord! —dijo Francis

regañándolo con suavidad—. El mensajero tenía órdenes de instaros apartirdeinmediato.¿Dóndeestabais?¿Otravezpersiguiendofaldas?Dougsoltóunacarcajada.—Vaya, vaya, Francis, ¡mide tus palabras! Enmi situación uno ya no

persigue faldas. Como mucho intenta conquistar los favores de bellasmujeres.—Conquistar es una palabra bien escogida —gruñó el viejo

mayordomo—. Nunca cambiaréis y eso que hace solo unos días queenterramosavuestropadre—dijoentonomalhumorado,alcanzándolelasriendasdelsemental.Douglascogióyguardósupetatedetrásdelasillademontar.—¡Mipadre tambiénamabalavida!—replicó—.Poreso lamentoque

noshayadejadotanpronto.¿Quéocurrió,Francis?—Un síncope, al parecer. Bebió un trago de vino, se atragantó y se

desplomó.Alcaeralsueloyaestabainconsciente.Quisimosllevarlohastalacama,peromurióenlasala.No,noloenvenenaron:probamoselvino;talvezlefallóelcorazón.Losiento.—Supongoquehaypeoresmanerasdemorir.QueDiosacojasualma.Doug montó en la silla. Que su padre no hubiera sufrido supuso un

alivio. Esa, precisamente, era la muerte que el viejo conde hubiesedeseado:unpequeñobanquete,untrovadorentreteniéndoloyelsabordelvinodulceenlaboca.Alomejorlaúltimamiradadesupadreseposóenunabonitacriada.Mientrasconducíasucaballoalaciudad,Dougsesintiócuriosamente reconfortado: era casi como si la sonrisa de su padre lohubieserozado.Aligualquesuhijo,LesleydeCaernonhabíaamadoalasmujeres.—¿CómovatodoenCaernon?¿Produceingresoslamina?¿Yquépasa

conlacosecha,serábuena?—preguntóDoug,quesevolvióhaciaelviejocriado.DejaronatrásCaerdyddycabalgaronhacialasverdescolinasdeGales.

LadistanciaquelosseparabadelcastillodeCaernoneraescasa,debíande

alcanzar el condado en dos o tres horas. Impaciente de natural, Doughubiesequeridoespolearalsementalygaloparhacialaslluviosascolinas,porqueentonceshubierapodidoecharunvistazoasustierra,cuandoaúneradedía,peroteníaquepensarenFrancis,queyanoerajoveny,encima,nuncahabía sidobuen jinete.Layeguaquehabía ensilladopara el viajeeramuymansa,perotambiénbastantelenta.—Vossoiselquemejordebierasaberloquerindelamina—respondió

Francis—, puesto que con los escasos ingresos de las granjas apenaspodríais haber financiado vuestros viajes. La plata sigue siendo muyapreciada,yeladministradoresdiligenteyseencargadequelosminerostrabajen.Loscampostambiénprosperan,segúnmehandicho,peronolosabremoshastaqueelúltimosacodecerealestéenelgranero.Dougsonrióaloírlainformación.Francisnoteníapelosenlalenguay

siempre consideró que el joven conde era unmimado; sin embargo, loapreciabadeverdady lo habría defendido conuñasydientes si alguienhubieraosadocriticarsuestilodevida.—Tuyegua esmuy bonita—comentóDoug para cambiar de tema—.

¿Esnueva?Nolaconozco.—Haymuchascosasqueyanoconocéis.Tendréisqueadaptarosaun

montóndecosastrasvuestravidalicenciosaentierrasremotas...Doug suspiró y dejó de intentarlo. El humor del viejo mayordomo

empeoraba cada vez más, tal vez por la ciática. El joven lord aúnrecordababienaquellosdías:cuandoeraunniño,Francisdescargabasumal humor con ocasionales bofetadas. Aunque fuese un noble, Francisinsistía en que tenía que recibir una educación severa, sobre todo en unhogarcarentedemadre,comoeraelcastillodeCynan.ElpadredeDougadorabaa su esposa,pero laperdiómuyprontoypor esomimabaa suhijo;yFrancisconsiderabaquesutareaconsistíaenservirdecontrapeso.Mientrascabalgabanhabíallegadoelocasoylasmontañasalasquelos

jinetes se aproximaban lentamente parecían elevarse ante ellos,amenazadorasyenvueltasennubes.Empezabaahacerfríoylalluviacaíaconmásintensidad.Dougcasipercibíaeldisgustodesuacompañanteporverseobligadoacabalgarenesascircunstancias.Porelcontrario,élcasino le daba importancia. Tras el eterno sol de Italia, el aire cargado dehumedad deGales le resultaba refrescante y disfrutaba del olor a tierramojadadeloscamposanegados.Cougar tampocosedejaba impresionarpor la lluvia, avanzaba con paso tranquilo y apoyaba los cascos en el

enfangado camino con asombrosa seguridad; de tanto en tanto, cuandoDouglorefrenabaenlostramossecos,sacudíalacabeza.Alsementallepasabalomismoqueasuamo:elritmoleresultabademasiadolento.Cuando,porfin,alcanzaronloslímitesdelcondadodeCaernoncasiera

denocheylalluviatorrencial lesimpedíaverconclaridad;noobstante,Doug notó que los caminos y los campos estaban en buen estado. Loscaminosestabanreforzados:inclusocuandollovía,lospesadoscarrosdela cosecha podían recorrerlos sin quedarse atascados; al borde de loscampos no crecíanmalezas, las espigas eran altas, crecían con fuerza yresistían ante el viento. Las casas de la aldea también estaban en buenestadoymuycuidadas,oalmenosesoleparecióaDougenmediodelapenumbra. En general, las casas de los campesinos estaban alejadas delcamino,seelevabanenmediodeloscampos,y,bajolalluvia,laschozasde losmineros anexas a pequeños huertos parecían pequeñas fortalezasdefensivas.Al menos una luz brillaba en la mayoría de las chozas, así que los

habitantespodíandarseellujodeencenderunavelaoelfuegodelhogar.Claroquelascallesdelaaldeaestabandesiertas.Amediasemananadie

acudía al pub; por lo demás, dado el clima, nadie tenía un buenmotivoparaabandonarsuchoza.Pero,unmomento:másallá,unasolitariafigurase abría paso bajo la lluvia.Doug vio que se trataba de un hombrecillomenudo y flaco envuelto en un manto y arrastrando un saco,evidentemente,pesado.Avecestambiénlolevantabaytratabadecargarloahombros,peronoparecíatenerlafuerzasuficiente.Surgíadeunodelossenderos que recorrían los campos. ¿Acaso había aprovechado laoscuridad para robar grano e intentaba poner su botín a buen recaudo?Peronoparecíalobastantealertaparaeso,sinoqueseguíaarrastrandoelsacopeseaquedebíadehabervisto loscaballos.Seencontraronconélallídondeelsenderodesembocabaenelcaminoreforzado.—¡Osdeseounabuenanoche!—dijoDougentonocordial—.¿Adónde

vaisenunanochecomoesta?Elhombrecilloalzólavistay,bajoelempapadoyraídomanto,Doug

reconocióformasfemeninas:¡unamuchacha!—Yo tambiénosdeseounabuenanoche,milord—lo saludóconvoz

tanclaraqueDougaguzólosoídos.Era casi como si cantara las palabras; parecía proporcionar una

melodíaalaoración,unamelodíamuydulce.AsuladooyócomoFrancis

resoplaba.—Vaya,nuestrabrujadelaaldeavuelveavagarporoscurossenderos...Lajovendejóelsacoenelsueloytratóderecuperarelaliento.—Sifueraunabruja,señorFrancis,hacetiempoquehabríapuestofina

estalluviayhabríahechoquelalunanosproporcionaraunpocodeluz.Amí tampocome gusta ese sendero, pero los niños nacen incluso en lasnocheslluviosasypordesgracianoenelcentrodelaaldea.HeayudadoaMary,laqueviveenlagranjadelasafueras,adaraluzmellizos.Yahoramegustaríairacasaycalentarme,sinotenéisinconveniente.—¿Y cómo ha ido? ¿Los niños están vivos o has hecho la misma

chapuzaqueconmihija?Dougle lanzóunamiradasorprendida.SabíaqueFranciseraunviejo

gruñón,peronuncalohabíavistolanzarunamiradatanfuribundacomolaquedirigióalamuchacha.Ella suspiró, pero incluso ese suspiro de resignación sonaba en su

gargantacomounacanción.—Unoestávivo,elotronaciómuerto,perolamadreseencuentrabien.

Siyonohubieseestadoallí, el campesinoestaría llorando tresmuertos.¿Cuántas veces he de decíroslo, señor Francis?: nadie de este mundo,exceptoNuestroSeñorJesucristo,podríahabersalvadolavidadevuestrahija. Y ahora dejadme pasar, por favor. Estoy cansada y este saco pesamucho.—¿Así que eres comadrona? —preguntó Doug en tono cordial—.

Debes de ser nueva aquí, recuerdo que antaño los aldeanos solían ir enbusca de unamujer deBlaemarvan. ¿Qué es eso que arrastras contigo?¿Esquelosinstrumentosdeunacomadronasontanpesados?Ellanegóconlacabezaylacapuchasedeslizóhaciaatrás.Dougvioun

rostro claro y cabellos largos y rizados, pero la oscuridad le impidiódistinguir sus rasgos; además, ella volvió a cubrirse la cabeza deinmediato.Debíadeestarmuertadefríoy,ajuzgarporlalentituddesuspasos,tambiénexhausta.—Mibolsanocontienemuchascosas,perolaguardobajoelmanto.En

elsacollevonabos,señor.Porlogeneral,loscampesinosmepaganconproductosdesuscampos.Aquínadietienemuchodinero.—Elcampesinotambiénpodríahabertransportadoelsacohastatucasa

envezdeobligarteaarrastrarlo—dijoDoug.Ellaserio.

—A lo mejor es supersticioso como el señor Francis y cree que encuantoabandonolacasamontoenmiescobayechoavolar.Francis soltóunasuertedegruñidoyDoug tomóunadecisión.Puede

quenofueramuyapropiadoparaunlord,peroseramablenoteníanadademalo.Sedeslizódel lomodeCougar y cargóel sacodenabos en lasilla.—Micaballoesmáscapazdecargarconelsacoquetúyyonotengo

prisa.Teacompañaréacasa,enagradecimientoporminuevosúbdito,alquehasayudadoanacer.Lamuchacha alzó la vista y lo contempló, y aunque esa vez tampoco

viosusrasgos,creyóoírqueunasonrisaacompañabasurespuesta.—PorvuestraspalabrassupongoquesoiselnuevocondedeCaernon;

enlaaldeatodoshablandevuestrallegada.Dehecho,elhijodeMaryesunaniñaynoseráunnuevocampesinoquelabrevuestroscampos,asíquecorro el riesgo de tener que cargar con los nabos yo misma. Perotampocodependedemíelsexodelacriatura,señorFrancis.¡Notengolaculpadequehaceunosdíasvuestrasobrinahayadadoaluzaunaniña!EntreFrancisyesacomadronadebíadeexistirunaquerellarealmente

considerable.—Como el campesino de la granja ya tiene tres hijos, una niña será

bienvenida—dijoDoug,riendo.CondujoaCougarjuntoalajoven—;¿oacaso me equivoco? ¿Hacia dónde nos dirigimos, muchacha? Has deindicarmeelcamino,porquesidejoquelodecidamicaballonosllevarádirectamentealestablo.—Hemosdeseguirporestecamino—contestóella.Tras haberse deshecho de la carga, sus movimientos se volvieron

rápidosygrácilesyDougsepreguntócómohabíapodidotomarlaporunhombre. Incluso envuelta en el raídomanto se notaban sus redondeadascaderas y sus andares eran los de una mujer sensual consciente de subelleza. Además, caminaba con la cabeza erguida, más erguida que lamayoríadelasmuchachascampesinas,ytambiénparecíaasombrosamenteintrépida.Dougerasuseñor,yaqueseguroquesupadre trabajabaen laminaocomojornaleroensustierras.Noobstante,ellasedirigíaaéldemanera directa y divertida, casi como si hablara con un igual.Doug semoríadeganasdeversurostroycomprobarsideverdadteníacabellosrojos,talcomodecíandelasbrujas,apesardequenocreíaenlasbrujas;había visto demasiadas hogueras ardiendo por toda Europa en las que

moríanabrasadaspersonasquenoeranmásque sereshumanosencuyaayudanoacudíaningúndiosniningún satanás.Si aquellamuchachaeraunabuenacomadrona,mejorqueotras,yconocíaremediosparaunaqueotra enfermedad, se debía a que otra comadrona se lo había enseñado.Seguro que el diablo no semolestaba en ayudar a parir a la campesinaMary.—Puestoqueahorayasabesquiénsoy,megustaríasabertunombre—

dijoDoug, por fin, cuando la joven se detuvo ante una choza oscura ymiserable.Una luz tenue iluminaba el interior, pero no parecía proceder de las

llamas de un brasero, como mucho era como si alguien hubiesealimentadoelfuegoconunpocodeleñaparaquelasbrasasduraranhastalamañanasiguiente.—Me llamo Elizabeth y os agradezco de corazón vuestra ayuda. Si

algunavezpuedoserosútil,avosoavuestradama...—Seechóelsacodenabosalhombroysedispusoaentrar.—PorahoranohayningunadamaenelcastillodeCaernon.Aúnnohay

unamujerquehayalogradohechizarme—dijoDoug,guiñándoleelojo.Pero era improbableque ella loviera enmediode laoscuridadde la

noche.Entodocaso,lecontestóentononeutral.Alparecer,prefiriópasarporaltosusinsinuaciones.—También podría daros un remedio para vuestro criado —dijo

señalandoaFrancis—.Paraaliviarle losdoloresdelaciática,peroélseniega, aunque dicen que en la noche de Walpurgis quien se aplica elungüentodeunabrujapuedevolar.Seguroquesemejantecosalevendríamuybienaunjinetealquecabalgarledisgustatantocomoaél.Francis volvió a soltar un gruñido de cólera solo a duras penas

reprimido.Dougserio.—Pensaré en ti cuando tenga ganas de echar a volar—dijo en tono

burlón—.Hastaentoncestedeseobuenosnoches,Elizabeth.—Yotambiénoslasdeseoavos,milord.Doug la siguiócon lamiradaal tiempoqueellaarrastrabael sacode

nabos hasta un cobertizo junto a la puerta y luego desaparecía en elinterior de la choza. Se sentía extrañamente ligero y de un buen humorcasidescarado.Alomejoresamuchachaeracapazdeobrarmagia.Aldíasiguiente iríaensubuscayaveriguaríadequécoloreransuscabellosy

susojos...

No obstante, durante los días siguientes, Doug tuvo otras cosas quehacerenvezdeperseguirlaimagendeensueñodelapequeñahechicera.Los asuntos relacionados con el condado de Caernon eranimpostergables;supadrenohabíacontratadounadministradorysehabíaocupado de los asuntos del condado hasta el final, por lo que, tras sumuerte,muchosasuntosquedarondesatendidos,yhabíaqueinspeccionarlaminayloscampos.Era importantequeelnuevocondedeCaernonsepresentaraantelosminerosyloscampesinos.Lanoblezavecinatambiénlomanteníaocupado:habíaquecontestar lascartasdepésamedelduquedeGlenmorganydelosotrosparesdelreino;losprimerosenacudiralcastilloparapresentar sus condolenciasyahicieronactodepresencia aldíasiguientedelallegadadeDoug,antesdequehubiesetenidotiempodevolver a familiarizarse con las tierras y sus habitantes. Se preguntabacómo se había enterado de su llegada con tanta rapidez el conde deBlaemarvan,perosuponíaquelavozsehabíacorrido.Fueracomofuera,al día siguiente por la tarde, el señor de la propiedad vecina llegóacompañado no solo por una escolta de veinte caballeros, sino tambiénporunamuchacha.Desdelasalmenas,Dougobservócómolaayudabaadesmontarcongestogalante.Eljovencondesuspiró.¿Seríalaesposadelancianocaballero?Sieseeraelcaso,debíadehaberlaconquistadohacíapoco,porquelamujerparecíabastantejoven.Alomejorsetratabadesuhija.Claro:elpuestodeladyCaernonestabavacante,asíqueibaaverseobligadoacontarconalgunasvisitasdemuchosquedeseabanpresentarleasushijasysobrinas.No importaba el motivo de la visita: las costumbres exigían que

recibieraalordBlaemarvanconcortesía,asíqueDougbajóalpatioynoolvidóordenaraloscriados,decamino,quellevaranvinoytentempiésala sala de su padre; después saludó al grupo en la escalera que daba aladarveyalossalones.LordBlaemarvaneraunhombrefuerte,decararoja,conocidoporsu

carácter colérico y su a menudo exagerada dureza en el trato con suscampesinos y jornaleros. Sin embargo, se aproximó a Doug concordialidaddesbordante.—¡Doug de Caernon! El heredero que creíamos perdido. ¡No os

imagináis loscuentosdehadasque los trovadoresrelatansobrevuestrasaventuras en el extranjero! Pero ahora habéis regresado al hogar,lamentablementepormotivospenosos.LordBlaemarvanpresentósuscondolenciasunayotravezaDoug,que

lasrecibióconexpresiónseria.Nopudoevitarecharunvistazocuriosoalamuchacha,quepermanecíadiscretamenteunpardepasospordetrásdelconde,conelrostroocultotrasunvelo.—¡Y, en todo caso, quería ser el primero en daros la bienvenida a

vuestrohogar!Sinecesitáisayuda,sihedeponerjornalerospararecogerla cosecha a vuestra disposición u otro personal, solo tenéis quedecírmelo.Doug se lo agradeció con palabras corteses, pero no tenía ninguna

intención de aceptar. ¿Por qué un Caernon, de pronto, iba a requerir laayuda de los campesinos de Blaemarvan para recoger la cosecha?Aquellos hombres se pondrían furiosos si su señor los obligaba aabandonar sus propias tareas y a trabajar para otro condado. No: aquelgeneroso ofrecimiento debía de tener otros motivos. Al parecer, lordBlaemarvansoloqueríameterlasnaricesenlosasuntosdeDougloantesposible.—Por lo demás, ¿permitís que os presente ami hijaLissiana?—dijo

porfin—.Insistióenacompañarme,yaquelehandichoqueaquíhayunpotrilloenventa,unoqueleinteresa.Doug no tenía la menor idea de cuántos potrillos había en las

caballerizas de Caernon y pensó que se trataba de una excusa: era másprobable que Lissiana sintiera mayor interés por la sangre fresca delmercado matrimonial que por la de las caballerizas. Pero entonces seacercó,alzóelveloyeljovensequedósinaliento.¡Aquellamuchachaeraunabelleza!Unacabelleracastañaoscura,suave

yaterciopeladaenmarcabasurostroaristocráticodetezclara,enelquesedestacaban unos ojos vivaces de color verde esmeralda, un pocoalmendradosydemiradadesconfiada.SeguroqueseasemejaríanalosdeunagatacuandoLissianaseenfadaba,pero la impetuosidadreprimida lavolvíamuyatractiva.Sutezeraclaracomolaporcelanayniunasolapecaestropeaba la imagen perfecta; tenía los labios rojos y suaves, comocerezasmaduras,ypuedeque laboca fuerademasiadogrande,peroesosoloaumentabalaimpresióndesensualidaddormidabajolaaristocráticafachada.

Lissianahizounareverencia.—Yotambiénosdoy labienvenidaa la tierradevuestrosantepasados

—dijoenvozbaja.Suspalabras sumamentecortesesparecían transmitirunasecretapromesa—.Nosoisdeltododesconocidoparamí:¿recordáisquedeniñossolíamosjugarjuntos?Dougfruncióelceñoydespuéselrecuerdolohizosonreír.—¿Jugar?¡Mearañasteislacaracuandoosderrotéenunacarrera!—¡Solodespuésdequeexigieraisunbesocomorecompensa!Dijisteis

queesoeraloacostumbradoenlacortedelreyArturo,peroyonoteníaganas de besaros—exclamó. Sus ojos brillaron al recordar sus antañotorpesintentosdeacercarse...ylamaneracomoellaloshabíarechazado—.Esperoquenohayanquedadocicatrices.Ella aprovechó el comentario para escudriñar el rostro deDoug y lo

quevioparecíaagradarle.Losrasgosdeljoveneranangulosos,denarizrectayunabocadibujadaacincel.Cuandoloatacaban,undestelloaceradoseasomabaasusojosazulesyenuncombateclavabasumiradafríacomoelhieloensuadversario.Sinembargo,engeneral,contemplabaelmundoconmiradaalegreopícaraymaliciosa,comoenaquelmomento.—¡Soloenmialma,milady!Peroalomejoralgúndíaqueréiscurarlas;

hededecirqueahorasoymuchomásdiestroenelartedebesar.—Pero no más elegante, puesto que ya amenazáis con deshonrarme

antesdequehayapisadovuestrocastillo—dijoLissianaenrespuestaasusburlas—. Quizá podríais invitarnos a entrar, está a punto de echarse alloverunavezmás.Dougsoltóunacarcajadaylefranqueóelpaso.—Sois bienvenidos al castillo de Caernon, milord y milady, desde

luego—dijoDougentonoformal—.Miscriadosyahanpreparadovinoyuntentempié.¿Permitísqueosquitelacapa,ladyLissiana?Lissiana le lanzó una mirada que casi parecía seductora. ¿Solo se lo

imaginóoellalerozóelcuerpoconunmovimientosensualcuandoéllequitó la capa de los hombros? En todo caso, retiró la pesada tela conelegancianaturalydesvelólaperfectafigura.Sucinturaera tanestrechaque Doug podría haberla rodeado con ambas manos; sus caderas,redondeadas,ysuspechosprometedoramenteturgentes,cubiertosporuncorpiñodeencajequeseasomabademaneradescaradadelescotedesuvestido verde oscuro. Lissiana llevaba un atuendo sencillo (a fin decuentas, oficialmente, se trataba de una visita de condolencia), pero el

vestidodecorterectoysencillodestacabasusformas.Lamelenalecubríalos hombros; tal como correspondía a unamuchacha soltera, la llevabasuelta, solo sujeta por una cinta de terciopelo verdemientras cabalgaba.Seday terciopelo... loscabellosdeLissianaresplandecíancomohilosdeseda,lustrososyflexibles.Con gesto grácil, Lissiana cogió la copa de vino especiado que le

ofrecióDoug.—Sientabiendespuésdelacabalgada,yanodeberíahacertantofríoen

estaépocadelaño.Seguroqueestabaisacostumbradoaotracosaalláenelsur—comentólordBlaemarvan.Doug aprovechó la oportunidad para seguir la conversación y narró

algunosdetallesdesusúltimosviajes,esforzándosepordesviarlamiradadeLissiana,nosoloporquesubellezalofascinaba,sinotambiénporquelamuchacha no dejaba de contemplarlo conmirada escudriñadora. Ellaparecía concentrada en las palabras de él, pero también se tomaba eltiempo de admirar su cuerpo fuerte, las largas piernas y el musculosotorso bajo el jubón de cuero. Bebía despacio; muchas veces solo sehumedecíaloslabiosconelvinoyluegolamíalasgotascomounaniñalame lamiel. El deseo de besar aquellos labios se adueñó deDoug, deembriagarse con el dulce sabor del vino y la boca seductora de lamuchacha.—¿Y habéis hechomuchas conquistas en vuestros viajes?—preguntó

ella por fin, entreabriendo los labios y lanzándole unamirada un tantoirónica.—No emprendí una campaña militar, lady Lissiana —contestó él en

tonodechanza;tambiénsehumedecióloslabiosconlalengua—;perosios referís a los corazones femeninos... sí, conquistémásdeuno, aunqueningunoestabaalbergadoenuncuerpotanbellocomoelvuestro.—Soismuy lisonjero,milord—lo reprendió ella—. Estoy segura de

queenalgunaparte tenéisunaamadacuyocorazónseconsumeporvos.¿NohayunacondesadeCaernonenalgunaremotaorillaqueaguardaquesuesposovayaarecogerla?—¡Sienalgunapartetuvieraunamujercuyabellezafuesecomparablea

lavuestra,noladejaríasola!Estoyceloso,milady...Disfrutaba del coqueteo con Lissiana, era como un juego, pero, sin

embargo,cuandoella lepreguntópor lamujerdesucorazón, surgióelecodeunavozcantarina,unafiguraesbeltadecabellosempapadosporla

lluvia y andares danzarines. Dougmovió la cabeza. ¿Qué eran aquellasfantasías?El día anterior ni siquiera había visto a lamuchacha con luz,quizánisiquieralareconocería,perosuvozhabíadespertadoalgoenélque lohacíamenossensiblea losencantosdeLissianade lonormal.Entodo caso, se volvió hacia el padre y escuchó lo que lord Blaemarvandecíasobresuminadeplata,cuyosingresossehabíanduplicadodurantelosdosúltimosaños.Dougpronunciópalabrasdeadmiración:—La nuestra también proporciona buen dinero, pero semejante

aumento... ¿Cómo lo lograsteis, lord Blaemarvan? ¿La ampliasteis?¿Empleasteismétodosmodernos?TengolaintencióndeimportarnuevasherramientasdeInglaterra.Queremosapuntalarlasgaleríasporqueasíesposible alargarlas y ensancharlas; además, simplifica el trabajo de losmineros.Blaemarvansoltóunacarcajada.—¡Eseesvuestroerror,Doug!Elmismoquecometióvuestrocapataz.

Dais demasiado valor a la seguridad y os preocupáis en exceso por laformadeextraerlaplata.Yoledoypocaimportancia,losminerossonlosresponsables de ello. Si alguien quiere alimentar a su familia tiene quedeslomarse:nopagosalarioselevados.Esolosobligaatrabajarmásduroqueenesasnuevasgalerías,enlasquequizáseencuentrentanagustoquedejendepicar.Dougfruncióelceño.—Esoesunaexageración,milord.¿Algunavezpisasteisunamina?Allí

abajoresultadifícilencontrarseagustosiunonoesuntopo,allítodoesoscuro, estrecho, húmedo y caluroso. Siempre que he bajado me healegradodevolveraverlaluzdeldía;alosminerosdebedeocurrirleslomismo.¿Porquéhabríademaltratarlosaúnmás?ElcondadodeCaernonesrico,tengotodoloquenecesitoparavivir.—Peropuedequeenalgúnmomentovuestraesposadeseealgunoslujos

—murmuróLissiana.La conversación de los hombres la aburría y jugueteaba con la copa,

unacopaquedebíadeparecerlebastantelujosa.Estabaincrustadadeoroyla ornaba un fino cincelado: flores estilizadas y zarcillos en torno apiedraspreciosas.Lissiana los recorrióconeldedo,unmovimientoqueparecíaunacaricia.—Demomento,ningunamujermehaechadoencaraquefuesecicatero

—replicó Doug en tono desenfadado—. Además, pienso casarme poramor. La mujer que escoja debe estar dispuesta a compartir la másmiserabledelaschozasconmigo.—Sois un soñador, lord Caernon —gruñó Blaemarvan—, pero no

importa:alasmujereslesencanta.¿Quépasabaconesecaballo,Lissiana?Lamuchacha volvió a ser el centro de atención y dejó la copa en la

mesa.—Oíqueteníaisunpotrillonegro,unayegüitahijadevuestrosemental,

y estoybuscandounanuevayeguapalafrén. ¿Quizá estaríaisdispuesto amostrármela?Susojos brillaban. ¿Acaso realmente sentía interés por los caballos o

solosetratabadeotraexpresiónqueindicabaatracciónyseducción?—Misementalnoengendrapalafrenes,milady,másbiencaballospara

montar o para trabajar. Son bonitos, fuertes y también bastante veloces,perosusandaresnosonmuysuaves.Doug decidió tomarse su solicitud de manera práctica, como si se

trataradeunacompranormal.—¿Leparecequenecesitouncaballomanso?—preguntóLissianacon

undestellomaliciosoenlamirada.Seirguió,alzólacabezacongestoorgullosoyadoptólaposedeuna

amazona. Si montaba con la misma confianza en sí misma con la queestaba sentada en su sillón, erade suponerquepodíadominar cualquiercorcel.—Nohablabadeanimalesimpetuosos,sinodelosdeandaressuaves.Doug no reaccionaba a sus provocaciones y no sabía por qué.

Normalmentehubiesedisfrutadosoltandounaspalabrassobreladomadelos caballos y las gatas salvajes, pero la imagen fantasmagórica de lamuchacha bajo la lluvia se interponía ante aquella personificación delencantosentadaanteél,querepresentabaunjuegoentrelaseducciónyelcortejo. La voz cantarina de la pequeña comadrona lo perseguía, yrecordó el ademándelicado y nada retador, sinomás bien interrogativoconelquesedespidióacariciandoelmorrodeCougar.Unademánsuave,casi tímido y, sobre todo, nada impertinente, ni siquiera con respecto alcaballo.—Dehecho, lospotrillosdeCougar sonauténticosángeles, fácilesde

dominar.Quienpretendalucharconsucaballonolosapreciará.—¡Puesmostradleelcaballodeunavez!

LordBlaemarvanparecíaestarperdiendolapaciencia.Porlovistonosentíainterésporloscaballos,excepto,quizá,comoinversiónocomounasuertedeadornodecuatropatas.ElcaballoblancoquemontabaLissianaerauncorcelselecto.—Sí,deverdad,quisieraverelanimal—dijoLissiana,poniéndosede

pie—.Talvezpuedaaparearseconmicaballoblanco;asíladescendenciaposeería belleza, suavidad... y fogosidad —añadió, y lanzó una miradadecididamenteseductoraaDoug.Teníaloslabiostrémulos.—Puesentoncesacompañadme—lepropusoDoug.Suponía que habría algún potrillo hembra en los establos. Condujo a

Lissiana escaleras abajo hasta las caballerizas. Al parecer, lordBlaemarvannoconsiderabanecesarioacompañarasuhija.Trasecharunaprimeramirada,viounayeguadeunañoquemirabahaciafueraconairenostálgicoybailoteabayrelinchabatratandodellamarlaatencióndelossereshumanos.Claro, la pequeñayeguaya le había llamado la atenciónayer.Estabaenelestabloporquehabíasufridounaligeraherida;alcabode un par de días volvería a reunirse con el resto de la manada en lasmontañas.Eraevidentequeestabamuyimpaciente.—Creoqueestapodríaconveniros—dijoDoug.Lissianasoloechóun

brevevistazoalayegüita.—Un animal fogoso —murmuró—. ¿También estaríais dispuesto a

domarloparamí?Estoyconvencidadequetenéisexperienciaenladomademujeresfogosas.Se acercó a él, fingió querer echar un vistazo y tropezar. Doug la

sostuvo y al hacerlo le rozó el pecho y la delgada cintura. Lissiana nointentóapartarse.—Perdonad mi torpeza—fue lo único que dijo—. Es este corsé. Mi

doncella suele ajustarlo demasiado. A veces es como si no pudierarespirar—añadióalzandolacabezaconloslabiosentreabiertos.Ese acercamiento apenas disimulado hizo sonreír a Doug, pero

entonceselaspectodeellalohechizó.Erabellayteníalapielsonrosadaacausade la excitación reprimida, peroquizá tambiénpor la tensióny elpudor,ysusojosbrillaban.¿Porquénohabríadebesarla?¿Ofrecerseaaflojarleel corsé?Se inclinócongestodecididoy saboreóeldulzordesus labios. Su lengua exploró la boca tibia e invitadora, recorrió susdientespequeñosyacariciósupaladar.Dougnotóelsabordelasespeciasy el vino, se sintió acogido y acariciado por una lengua y una boca

femenina,yestabaconvencidodequeaquellabocanobesabaporprimeravez,altiempoquepercibíaalamuchachacontodossussentidos.Deslizólasmanosdesdelacinturahastalascaderasyacariciólasredondecesbajoelceñidovestido.Dispuestaysintimidez,ellapresionósucuerpocontrael de Doug con excitación apenas reprimida. Cuando las manos deLissiana tantearon sus partes íntimas, la reacción de Doug fue violenta.Notóquesumiembroseendurecíayseaproximabalentamentealéxtasis.Surespiraciónseagitóyaspiróelaromadeella,unamezclaexcitantedezarzamorasyvioletas,yunfamiliararomadetierraquehabíaechadodemenosdurantemuchotiempo.ElolordeLissianaeraeldelatierraqueélamaba.Noobstante,ellaprometíaviajesvoluptuososalosextremosmásremotosdeladicha.Alomejoreralaqueeldestinohabíadispuestoparaél. La muchacha con la cual soñaba desde que abandonó Venecia. Peroentoncesunavozcantarinaensucabezaapagólallamadaseductoradelavoluptuosidad.«Si pudiese obrar magia, milord...» La pequeña bruja de anoche, esa

criaturadelicadayflexiblequeseabríapasovalientementeatravésdelalluvia y que se defendió cuando Francis la atacó. ¡Dios sabe que sabíaobrarmagia!Dougaúnestabahechizadoporellae inclusoelabrazodeLissiananologrababorrarelrecuerdo.Lentaycautelosamente,seseparódeellay,todavíasinaliento,seacomodólasropas.—¿Qué ocurre? ¿Acaso no logro atraeros? —preguntó Lissiana

sorprendida.Pretendíahablaren tonoburlón,peroalgodeofensae, incluso,cierta

cólerasubyacíanasuspalabras.—No, no es eso...—dijoDoug—.Ningún beso podría sermás dulce

queelvuestro,perohayalgoa loqueaúnnolehepuestofinyquisierahacerloantesdeemprenderalgonuevo.—Así que existe una amada enplayas remotas quenopodéis olvidar,

¿verdad?—preguntólajoven,frunciendoelceño.Acontinuaciónsequitóunmechónde cabello de la frente con gesto lascivo, unmechónque sehabíasoltadodesupeinadoduranteelbesoapasionado.«Quizánotanremotas...»,pensóDoug.Peronoteníalamenorintención

decontárseloaLissiana.Sehizoelremolónyhablódedeberesolvidadosy del dolor por lamuerte de su padre y que, demomento, aún no teníaganasdepensarencomprometerseyqueLissianaleresultabademasiadopreciosaparaunbrevemomentodeexcitación.

Lamuchacha no parecía enfadada cuando poco después él la ayudó amontaren sucaballoblanco;porel contrario, sedespidióconunagransonrisa. Podía ser que el encuentro en las caballerizas no se hubieradesarrolladodeunmodotanapasionadocomoellahabíaesperado,perola joven no parecía estar demasiado insatisfecha con el resultado de suprimerencuentro.¿YDoug?TrasdespediralordyladyBlaemarvan,regresólentamentea

las caballerizas sin saber muy bien qué pensar. Lissiana era un buenpartido. Una condesa de Caernon ideal: del mismo rango que él, deeducación excelente y única heredera de los bienes y propiedades de supadre que además lindaban con Caernon; resultaría muy sencilloadministrar ambas propiedades. En el caso de Lissiana, Doug cortejabauna de las mayores fortunas del país. Y encima la muchacha eramaravillosamentebella...ynoparecíanadapudibunda.Solo debía desprenderse del recuerdo de Elizabeth, la pequeña

hechicera...queinsistíacontantavehemenciaenquenoeraunabruja.Alrecordarelreprochepronunciadoconsuvozcantarina,tuvoquesonreír,pero también debía olvidar su extraño eco. No podía ser que siempreirrumpieraensuspensamientos.Talvezfueramuysencillo;quizábastaraconencontrárseladedíayreemplazarlaimagendeensueñoporladeunamuchachareal,quizámenosencantadora.Porsegundavez,Dougdecidióir en busca de Elizabeth, pero por desgracia no recordaba exactamenteante qué choza la había dejado. Pero eso daba igual: de todos modos,hubiese sido bastante impropio que el conde de Caernon visitara a unacomadrona en su choza. Al día siguiente inspeccionaría la mina y decamino era probable que se encontrara con media aldea. Si ella noaparecía,debíahallarunaexcusaparapreguntaralosaldeanosporella.AlomejormencionandolaciáticadeFrancis...Laidealehizoreír.Elviejocriadosoltaríaunamaldicióncuandoseenterara.

3

Doug llegóa laminapocodespuésdelamanecer,perono lobastantetempranocomoparaacompañaralosminerosalasgalerías.Elturnodelosminerosempezabacuandoaúneradenocheydurabadiezhoras,perosolo contaba el tiempo en el que realmente picaban la plata. A ello sesumabalaentradaalaminaylasalidadeella,yparalasdoscosashabíalargashorasdeespera,asíqueunmineropasabahastadocehorasen lamina y a veces, en invierno, los mineros solo veían la luz del día losdomingos.Douglosabíaytratabaasusmineroscongranrespeto.Demuchacho,

él mismo había trabajado unos cuantos días en la mina, pues su padreinsistió enqueno solo aprendiera a administrar los ingresosy a lucharcon los banqueros y los intermediarios de la plata, sino que tenía quesaberenquéconsistía laexplotacióndeunaminay,conelfindequeloaprendiera de primera mano, lo puso bajo las órdenes de RichardEdwards, sumás experimentado capataz. Hacía varios años, Richard—Dick,comolollamabanlosmineros—salióheridodeuncorrimientodetierras y se quedó cojo; entonces el padre de Doug le adjudicó tareasadministrativas.AlrecordarcómohabíatratadoasujovenyaristocráticoaprendizelviejoDick,Dougsonrió,aunquecuandoeraaqueljovenlordestabaprofundamenteofendidodebidoaltonobruscoconelqueDicksedirigíaaél;perotrasunashorastrabajandoenlagaleríalopasóporalto.Quienestrabajabanallínoteníanencuentalasdiferenciasderango:siunoqueríasobrevivirdependíadelosdemásynosetolerabanlaschapuzasnilaarrogancia.Alfinalladesconfianzaseconvirtióenamistad,yeljovenlordyelcapatazseabrazaronconcordialidadcuandoRichardsaliódelaminadespuésdequeDoughicierarepicarlacampana.Alhacerlo,unanubedepolvoenvolvióaljovenconde,porquesibien

Richardyanotrabajabacomopicadorysolosupervisabaeltrabajodelosdemás,nadiesalíalimpiodelamina.

—¿Os apetece tomar una cerveza conmigo, milord? —preguntó elcapataz,queestabadebuenhumor—.Mimujerlaelaboróayer,ossabrábien tras todoese tiemposinprobarla.¿Otalvezaprendisteisaapreciarotrosplaceresallí,entierrasremotas?Dougnegóconlacabezayserio.—¿Algo mejor que la cerveza elaborada por Anna? ¿Cómo podría

existirtalcosa?Dehecho,supusounaespinapermanente:¡echabamuchode menos su cerveza! Pero primero el trabajo y después el placer. Túmismo me inculcaste que hasta el más pequeño sorbo de una bebidaembriagadoraestáprohibidoantesdeentrarenlamina.—¿Queréis bajar a las galerías,milord? Pues nome lo esperaba. He

separadoloslibrosparavos,creíaquesetratabadeexaminarlosasientos.Pero,deacuerdo,siqueréisbajarharésubirlajauladeextracción—dijoelviejoDick.Mediante un tirón a un par de cuerdas envió una señal y un instante

despuésoyeronunchirridometálicoylascuerdassetensaron.—Claro que me importan los asientos contables, Dick —dijo Doug.

Echóunvistazoalapoleaylascuerdasalasqueconfiaríasuvida—,perosuorigennoresideenloslibros.Tambiénhevisitadominasdurantemisviajes;hayunpardenovedadestécnicasquequizásirvanparamejorarlaexplotaciónysimplificareltrabajo.Entretanto,lajauladeextracciónhabíallegadoalabocadelaminay

Doug inspeccionóminuciosamenteelprimitivosistemaantesdemeterseenél.Lainstalaciónerapequeñayvieja,solodabacabidaadoshombresala vez. Además el descenso tardaba bastante y resultaba complicadomanejar el aparejo; eran necesarios seis hombres para hacer girar elrodillo.Eso suponíaunpeligroconsiderable: encasodecorrimientodetierras, incendio o inundación, sería casi imposible salvar a todo elequipo.Esverdadquelainstalaciónestababiencuidadayhacíapocoquehabían renovado el aparejo; nadie debía temer que el montacargas loprecipitara a la muerte. Por desgracia, esa clase de accidente ocurría amenudo; nadie supervisaba las minas: que se tomaran las medidas deseguridad necesarias dependía por completo de la buena voluntad delpropietario.—¿Qué aspecto tiene la galería? —preguntó Doug dirigiéndose a

Richard—.¿Hemosdeexcavarunanuevapronto?Richardseencogiódehombros.

—Me temo que sí, milord. Allí abajo aún hay bastante plata, pero lagaleríaesdemasiadolarga.Temoquesederrumbe.Dougasintióconlacabeza.—Precisamente de eso quería hablarte. Hay nuevos métodos de

asegurar las galerías; podremos construir galerías más largas y seguirusandolaminadurantemástiempo.—Suena bien —dijo Richard—, pero en ese caso tenemos que

ensancharelpozodeaccesosisetratadebajarvigasytablones.Venid,yaqueinsistísenecharunvistazoalinfierno.¡Muchasuerte,milord!PorfinfijaronlajaulayDickencendióunadelaslámparasdeminero.—¡Mucha suerte, capataz! —respondió Doug en el mismo tono

respetuosoqueutilizabadeaprendiz.Dickleguiñóunojo.Dougyelcapatazmontaronenlajaula;comosiempre,tuvoquehacer

un esfuerzo por reprimir el pánico cuando dejaron atrás el sol y la luzdiurna para sumergirse en la eterna oscuridad de la mina. No era unhombretemeroso,peroestabasegurodequeatodoscuantosbajabanalamina les ocurría lomismo, bajaranunavez en la vidao todos los días.Antes de descender, hasta los viejosmineros comoDick se persignabancadavezante la imagendesantaBárbara, lapatronade losmineros.Noestaban completamente a oscuras, desde luego; al contrario: la de losCaernon era considerada una mina bien iluminada. El padre de Dougnuncahabíaahorradoenlámparasparailuminarlasgalerías,peronilasmejores lámparasdeaceiteerancapacesdegenerarmuchomásqueunasemioscuridad irreal y amarillenta. La vista de Doug tardó unosmomentos en acostumbrarse a la penumbra; a Richard le llevó menostiempo.Abriólapuertadelajaulaylecedióelpaso.Elrecintoenelquese encontraban era relativamente amplio y se podía estar de pie sinagachar la cabeza.Lasparedesparecían segurasy la ideade reforzarlasmediantevigasdemaderayaselehabíaocurridoaDickporsucuenta.Unpardeminerospaleabanelmineralqueconteníalaplataylodepositabanenlascestasqueotrosacarreaban,yunjovenapuntabaminuciosamentelacifradecestasllenasqueacarreabacadapicador.Loshombressaludaronal capataz con la cabeza y echaronmiradas curiosas a su acompañante.CuandoRichardpresentóaDoug,lehicieronprofundasreverencias,perocomenzaron a cuchichear entre ellos de inmediato: un noble queinspeccionabapersonalmentelasminaseraunhechoexcepcional.RichardcondujoaDougmáslejos.

—Estaeslagaleríaprincipal,unpocomásallásaleotra.Dick tuvo que alzar la voz, el ruido en el interior de la mina era

infernal,losgolpesdelospicadoresretumbabanenlasestrechasgalerías.Cuantomás seadentrabanen lamina, tantomásestrechas sevolvían lasgaleríasytantomásaumentabaelcalor.Lacienciaafirmabaquesedebíaaque se acercaban al centro de la Tierra, que supuestamente era de lavalíquida, semejante al diabólicomaterial que los volcanes, como elEtna,seguíanvomitando.DurantesuestanciaenItalia,Douginsistióeniraverelvolcán.Losminerosbromeabanyafirmabanqueenlaminapercibíanel aliento del infierno y durante toda su vida muchos temían queaparecieraeldiabloyselosllevaraasureino.Dougsevioobligadoaagacharsemuchoparapoderavanzaralolargo

delagalería;dehecho,muchasvecesloshombrestrabajabanderodillas.Laslámparasapenaslograbaniluminaraquellagaleríayencimaelpolvoimpedíaverconclaridad.Dougtuvoqueesforzarseporno toseryechóunamiradanerviosaalajaulacolgadaenmediodelagalería.Elpajarilloparecía encontrarse perfectamente, lo cual indicaba que el aire erarespirable. Si hubiese un escape de gas de alguna parte o existiera elpeligro de que el aire se acababa, el pajarillo habría advertido a loshombresatiempo.—Si ampliáramos esta galería, los hombres podrían estar de pie —

comentó Doug—. La visión sería mejor y sobre todo aumentaría laseguridad.Pornohablardequesepodríapicardurantemástiempo.Demomento, laminadeplatadeCaernon se limitaba aunasgalerías

relativamente cortas. A más tardar, cada tres años excavaban nuevasgalerías y abrían un nuevo pozo de acceso. Resultaba caro y siemprearriesgado,porquenadiepodíasabersienlanuevaminahallaríanplata.Mientrashacíanaquellavisita, losminerosquedescargaban las cestas

junto a la entrada habían regresado. Se quitaron los yugos de los quecolgabanlascestas,cogieronsuspicasyvolvieronaltrabajo.Casitodosgolpeaban lasparedesde laminaa labuenadeDiosysoloun jovendecabellososcurosparecíareflexionar.—¡La veta no pasa por ahí, Rob, es una pared rocosa y picar en esa

direcciónesinútil!—dijo,tratandodeexplicárseloalmineromásfuerte.Elhombrecorpulentoyrechonchogolpeabalasrocascomounlocoy

eracomosiseadentraraenlamontañaconcadagolpe,peronolograbadesprendermineral.

—¡Enseguida aparecerá el mineral! —rugió el minero en tonoconvencido,peroeljovennegóconlacabeza.Dougloreconociócomoelhombrequehabíaapuntadolascifras.—No es cierto, Rob, puede que no aparezca nunca. Verás, has de

imaginartelamontañacomo...bien,comosiungigantehubieraplegadoyaplastadounpanuntadoconmantecadecerdo—dijoeljovenhaciendounmovimientocomosicolocaraunarodajadepanencimadeotra,plegaralasrodajasyporfinlasaplastara—.Entonceslavetanoestáencualquierparte,sinosoloallídondelafuerzadelapresiónlogróempujarla.Dondecuatro capas de pan se encuentran unas sobre las otras no hallarásmanteca, pero si la has encontrado has de seguir su recorrido, entoncesencontrarásmás.Debesseguirlavetadelaplatayesacorreendirecciónopuesta.La explicación, tan simple como ilustrativa, hizo reír a Doug. Y en

efecto:el fornidopicadorparecíadispuestoaseguir las indicacionesdeljovenuntantodelgaducho.ElviejoDicktambiénseacercóparaexaminarlagalería.—Tienerazón,Rob—dijoelcapataz—.Mira:el rastroconducehacia

aquí.¡Siguepicandoenesadirecciónyalfinaldeldíahabrásganadounascuantasmonedasdecobre!—añadiósoltandounacarcajadayanimandoalosdoshombres.Un instante después el mineral surgió de la pared bajo los potentes

golpes del picador. Doug y Richard los saludaron con miradas deaprobaciónylosdejaronallí.—¡Te felicito,Richard, tushombresestánexcelentementecapacitados!

EsverdadqueeseRobtienemásfuerzaquecabeza,perolamaneracomoel pequeño se lo explicó... yo no podría haberlo hechomejor. ¿Les hasdichocómoantañolaplatafueapararalamontaña?Richardseencogiódehombros.—Devezencuandoselocuentoaalgunodeellos,peroaesenotuve

quedecirlenada;esecasisabemásdelasminasylasmontañasqueyo.Alomejorsupadreeracapataz;nolosé,noesdeaquí.Lefaltafuerzaparaser picador, no logra desprender el mineral; sospecho que por eso lodespidierondeotramina,peroyoloconservo,esdiligente,sabepesaryapuntarcifras,yavecesseganasusueldoconotrascosas,comohaceunmomento.Robhubieraseguidoarrancandorocasdelaminaantesdequesedieracuenta.

—¡Lohacesmuybien,Dick!—exclamóDoug,riéndose—.Bien,ahoramuéstrame losplanesde lanuevagaleríaydespuéssubamosyechemosunvistazoaloslibros.Doug siguió a Richard hacia la salida cuando, de pronto, oyeron un

estruendoygritosasusespaldas.Eracomosihubieraestalladoelinfiernoyelecodelasrocasquecaíanylasparedesquesederrumbabanhicierontemblarlagalería.—¡Lagalería!¡Diosmío,estáderrumbándose!Dougresistióelimpulsodehuirysedirigióallugardelaccidente.El

estruendo se apagó con rapidez y por suerte la situación tampoco erademasiado grave. Al parecer, Rob, presa del entusiasmo, había picadodemasiado profundamente en una galería que todavía no era lo bastantealtayancha;quizásuscompañerosyahabíanaflojadolasrocas;entodocaso, los golpes demasiado potentes del picador habían causado unpequeñocorrimientoyRobestabasepultadobajodosrocas.—¡Estávivo!—gritóunodelosotrosmineroscuandoDougyRichard

seacercaronpresurosos.Losdosempezaronacavar intentando liberaraRob,pero lamontaña

soltó un gruñido de advertencia: si quitaban las rocas caídas demasiadodeprisa,podíaderrumbarseotrotramodelagalería.—¡Ysicaeesodeallí la situaciónsevolverá realmentepeligrosa!—

añadió Richard indicando las rocas y las piedras por encima de suscabezas.Quizá fuese roca sólida,pero talvezno.Si caían trozos sepultaríana

másdeunhombre.—Perdonad, señor, pero debemos apuntalar el espacio en torno al

herido —dijo una voz tímida. Doug reconoció la delgada figura delhombrequeapuntabalascifras.EljovenBriansehabíaarrodilladojuntoaRobylecogíalamano—.Nocreoqueestéapuntodemorir,supulsoesfuerte.—¡Qué va,me encuentro perfectamente!—gritóRob. Fue como si la

gravavolvieraacaersobresuscabezas—.Puedequemehayaausentadounosmomentos,pero...¡quitadmedeencimaestacosa!Elforzudotratódeapartarlarocadesupecho,perotodosalunísonole

ordenaronquesequedaraquieto.—Ya lo veis. Puede esperar —dijo Brian, que veía confirmado su

diagnóstico—. Lo más seguro sería apuntalar la galería con vigas de

madera; si algo se desprende, será detrás de Rob. Después deberíamoslevantar la roca que lo aprisiona conuna palanca y conmucho cuidadoarrastrarloaunladolomásrápidamenteposible.Sientoncessederrumbayanoimportará,lomásimportanteesliberaralhombre.—¿Nohaafectadoanadiemás?Noencontraremoscadáveresallídetrás

cuandoabandonemosestagalería, ¿verdad?—preguntóRicharden tonosevero.Loshombresintercambiaronunamirada.No,nofaltabanadie.Robera

elúnicoafectado.—¡Bien!—dijoDoug—.Idenbuscademaderas.Yotrabajaréconcinco

hombresaladerecha;túalaizquierda,Dick.¡Actuadconrapidezperoenorden, lavidade todosnosotrosdependedeello.Ytú,Brian,ocomotellames,quédatecontucompañeroeimpidequesemueva;quenopatalee,delocontrariopuedeprovocarotrodesprendimiento.Depaso,miraaverdóndetenemosqueapoyarlapalanca.Los hombres trabajaron con rapidez febril y varios lanzaron una

miradadeadmiraciónaljovencondequeallíabajoseafanabacomounode ellos. Por fin lograron apuntalar la zona y el propioDick encajó laúltimaviga.—¡Listo!—dijoentonosatisfecho—.Ahoratreshombresfuertespara

tirar. ¿Has sujetado las cuerdas, Brian? Bien. Y aquí apoyaremos lapalanca...El jovenBrian ya había hecho todos los preparativos necesarios para

protegerelcuerpodeRobynoleresultónadafácilimpedirqueelotrosemoviera. El corpulento picador no comprendía en absoluto para quéservían todos aquellos aparatosos preparativos. Bastaban tres hombresfuertesparaliberarlodesudesagradablesituación;quealhacerloeltechopodríacaerlesenlacabezaibamásalládesuraciocinio.Dickcogiólapalanca.—¡Poneos a resguardo, hombres y vos también,milord! Sostendré la

rocahastaqueRobsehayadeslizadoaunlado.Despuésecharéacorrer.—Tonterías,Dick, yo cogeré la palanca. Soymás veloz ymás fuerte

quetú.Ynomecontradigas:¡esunaorden!Dickseapartódemuymalagana,peroDougnocedió.Quienquieraque

sostuviese la palanca debía ser joven y diestro; y fuerte. El delgaduchoBrian, el único, aparte deDick, del que se hubiera fiado para apoyar lapalanca en el lugar adecuado, estaba descartado de antemano. En todo

caso,BrianyahabíasujetadocuerdasentornoalaspiernasdeRobyyaindicabaaloshombresquedebíanarrastrarlo.—Teneis que tirar todos a la vez, porque queremos salvarlo, no

descuartizarlo. Y no os apresuréis, empezad a tirar cuando yo os loindique.DougnotóqueBrianhabíaapostadoaloshombreslomáslejosposible

del punto peligroso; allí la galería eramás ancha y teníanmás espacioparaenderezarsemientras tiraban.ElpropioBrianocupóun lugarentreDougyloshombres,seencargódequelascuerdaspermanecierantensasy les trasladó las órdenes de Doug, que apoyó la palanca y empujó elpesadogarrotedemaderahaciaabajo.Larocaselevantólentamente,peronolobastantecomoparaarrastraraRobfueradepeligro.Dougvioquedos rocas lo aprisionaban y las apartó con cautela al tiempo que lamontaña soltaba un gruñido. Los demás murmuraban supercherías orezabanenvozalta.Brian,no;observabaloqueDoughacíaydiolaseñalaloshombresdequetirarandelascuerdasenelprecisoinstanteenelquelagranrocasedespegódelpechodeRobyseelevólobastantecomoparanorozarlacabezadelaccidentado.—¡Baja la cabeza! —susurró Doug al nervioso Rob, que quiso

incorporarse de inmediato y no pudo—. Limítate a no hacer nada, asísaldrásantesdeahí.Dougnecesitó todas sus fuerzas para sostener la roca levantada en lo

alto;devezencuandoeracomosituviesequesostenertodalamontaña.Jadeando, se apoyó primero en una pierna y luego en la otra, pero concadamovimientolamontañareaccionabaconrenovadasvibraciones.PorfinRobestabalibre;Brianseabalanzósobreélylequitólascuerdas.—¿Aguantáis,señor?SerámejorquesaqueaRobdeaquíantesdeque

lagaleríatalvezsederrumbe;nocreoqueseacapazdecorrer.Doughizounamuecayasintió.Creyóquenoaguantaríaniunsegundo

más, pero Brian actuó con destreza y rapidez y, con el rabillo del ojo,Dougvioqueayudabaasuamigoaponersedepieyescapaba.—¡Ahora!—gritóRichard.Dougsepreguntóquéseríamejor:¿bajarlarocalentamenteodejarla

caer?Peroencuantohizounmovimientolamontañasoltóotrorugidoyoptóporhuirlomásdeprisaposible.Soltólapalancayechóacorrer,yasus espaldas estalló el infierno. Oyó gritos, el estruendo pareció agitartodalamina,peroporfinsehallóentresushombresyeldeslizamientose

redujo lentamente. Con expresión estupefacta, Rob contempló el lugardondehabíaestadotendidohacíaunmomento:estabacubiertoderocasypiedras.—Nohubiesesobrevividoaeso—murmuró,persignándose.Doug,DickyBriannolograroncontrolarse:contemplaronaltontoque

habían logrado rescatar y prorrumpieron en sonoras carcajadas; losdemástambiénsereíanysedabanpalmadasenloshombrosunosaotros.—¡Bien,hombres!—dijoDickporfin.Luegovolvióaponerorden—.

Parece que lamontaña se ha encargado de ahorrarnos parte del trabajo.Mirad lo que se ha desprendido: ¡ahí hay plata pura! Así que volved altrabajoy encargaosdequitar los escombros.Hoyhabéis ganadodinerofácil... si no tenemos en cuenta el susto. ¿Qué te pasa, Rob? ¿No teencuentras bien? ¿Quieres subir con nosotros para queAnna te eche unvistazo?Anna, la mujer de Dick, solía encargarse de las heridas leves de los

mineros.Robnegóconlacabeza.—Puedequesemehayarotounpocounacostilla,capataz,peroesono

esnadaencomparaciónconlaúltimapeleaconHank.Seguirétrabajando.No quiero perderme el dinero que recibiré por la plata, ¡que casi ladesprendíyosolo!—Deacuerdo,¡peroqueesemétodonoseconviertaenunacostumbre!

—dijoDick,riéndose.Doug quiso dirigirse a Brian para darle las gracias, pero este ya

cargabaelmineralensucestayselimitóasaludarloconlacabezacuandoDouglosaludóconlamano.«Unbuenhombre»,pensóDoug.Lociertoesque todos loeranydestacaraunodeellosnoerabuena

idea; sería mejor prometerles una recompensa a todos. Los minerosreaccionaronconalegríayvitorearonasuseñorcuandoDougsedispusoaabandonarlaminajuntoconDick.—Tengo la garganta bastante seca —comentó—. Propongo que

posterguemoslainspeccióndelasotrasgalerías.Richardasintió.—¡Mehabéisleídoelpensamiento,milord!

Cuandosalierondelpozo,Dougestaba tancubiertodepolvo,sudorymugre que parecía un minero. Riendo, imitó a Richard y se lavóapresuradamenteenunatinallenadeaguajuntoalmontacargas.Richardbombeóagua,Dougsequitóeljubónylacamisaymetiólacabezadebajodel chorro para refrescarse. Después se sacudió como un cachorromojadoydijo:—Esungustovolveraverelsol.Pero entonces algo que no era el sol atrajo su atención: una joven se

acercabaaellosalolargodelcaminoqueibadesdelaaldeaalamina;suslargoscabellosondeabanalvientoyllevabaunacestacolgadadelbrazo.Al parecer, se dirigía a la casa de Richard, próxima a la entrada de lamina. ¿Era la hija de Richard? No; Doug la recordaba como unamuchacharegordeta,mientrasquelaqueveíaleparecíatandelicadacomoun hada. Era menuda, grácil y de cintura delgada, aunque seguro quejamáshabíallevadouncorsé.Peroloquemáslellamólaatenciónfueronsus andares, que le evocaban algo: aquella muchacha no caminaba,danzaba.Eracomosielvientolecantaraunamelodíayhastasuscabellos,unamagníficacabelleraderizoscobrizos,parecíamecerserítmicamente.Cuando la muchacha se acercó, Doug vio su tez clara sembrada deminúsculaspecasquenodisminuíansubelleza;alcontrario:aumentabanlaimpresióndevivacidadyoptimismoyofrecíanunencantadorcontrastecon los ojos azules y brillantes demirada inteligente que contemplabancon expresión intencionada a Doug, cuyos ancho pecho y poderososmúsculosparecíandespertarelinterésdelajoven.—¿Un nuevo minero, señor Dick?—preguntó la muchacha con voz

cantarina—.¿Yhabajadoa lamina tan temprano?¿Sufrióclaustrofobiaallíbajo?Aunqueenrealidadparecebastantesereno.Richard le lanzó una mirada de desaprobación, casi de espanto ante

semejanteimpertinencia.—Hazel favordemedir tuspalabras,Elizabeth. ¡Pontede rodillas, so

descarada!Elhombrealquecontemplascontantadesenvolturaydelqueencima teburlascomosi fuese tu igualesel condedeCaernon. ¡Podríaechartedetucasaydelaaldeaporloquehasdicho!EntoncesDoug contempló a lamuchacha profundamente sonrojada y

nopudo impedirque los latidosde sucorazónseaceleraran.Elizabeth...asíquelaprimeraimpresiónnolohabíaengañado:eralapequeñabruja.Dedíaparecíamásjovenyalegre.Claro,estabadescansada,noexhausta

tras una noche junto a una parturienta, pero de día seguía teniendo elmismo aspecto indómito, incluso en aquel momento en que hacía unareverenciaconlacabezagacha.—¡Noosreconocí,milord,osruegoquemeperdonéis!—dijo.Por la noche ella también lo había visto solo como una sombra y, al

encontrarseyadedía,élnolehabíadadolaoportunidaddereconocerlelavoz, en caso de que enmedio de la noche lluviosa y tormentosa ella sehubieratomadolamolestiaderecordarunavoz.Peroélsírecordabaladeellaperfectamente,porqueerainconfundible,desdeluego.—Estabaistansudadoycubiertodepolvoqueostoméporunminero...

Noquiseserdescortés,creedme...Elizabeth parecía realmente temerosa y con razón. Doug podía

imaginarmuy bien elmodo en el que hombres como lord Blaemarvanhubiesen reaccionado ante sus impertinencias. No obstante, le tendió lamanoparaayudarlaaenderezarseyunasensacióntiernaseapoderódeélalrozarsusdedosdelgados,peroásperosyagrietadosporeltrabajo.—Tranquilízate,muchacha, acepto tus disculpas.A fin de cuentas, aún

debodisculparmeporlosinsultosquetesoltómicriadoFrancislaúltimavezquenosencontramos;¿acasonotellamóbruja?Ellalesonrióynolesoltólamanodeinmediato.Susonrisalohechizó

por completo; el rostro de ella se iluminó, sus ojos resplandecientesparecieronvolversemásprofundamenteazules.—Loperdonotambiénaél—dijoconvozsuave—.Nosabeloquedice.

Sunietomurióenelpartoytalvezlamadrenopuedavolveratenerhijos.Eso esmuy amargo y en esas circunstanciasmuchas personas buscan aalguienmásfácildealcanzarqueDiosparahacerloresponsable.—¿Cómo sabes que Helen nunca volverá a quedarse en cinta? —

preguntóRichard,asustado.LosdelgadosdedosdeElizabethaúndescansabanenlamanodeDoug.

Éllospresionóunpocoypreguntóconunalevesonrisa:—¿Loleísteensumano?Siesasí,¿porquénomeleeslamía?¿Qué

creesquemedeparaeldestino,pequeñabruja?Elizabethseruborizóunavezmásconexpresiónuntantodesvalida.Se

notabaquehubierapreferidoretirarsumanode ladeél,peronoqueríavolveraofenderlo,porsupuesto.—Nosédecirlabuenaventura,milord.Ajuzgarporvuestramanosolo

séquenosoisunmineroniuncampesino,perotampocounjuglaroun

vividor. Los callos me dicen que manejáis la espada con frecuencia ytambién las riendas de un caballo de batalla. Y en cuanto a vuestrodestino...nocabedudaqueseráfeliz,pueshabéisnacidoenuncastilloyposeéis un rico feudo. Ahora una adivina se pondría a decir tonteríassobre una bella mujer que pronto entrará en vuestra vida, lo cual esbastanteprobable.¿Porquéhabríaisdecortejaraunafea?Peroesoesunapura conjetura. Las líneas de vuestra mano no me dicen nada. Soycomadrona,milord,yni siquieramuyexperta.Nosénadadehechicería—dijo,yretirólamanodeladeDoug.—PeroteatrevesapronosticarqueHelen...—dijoDick.Doug se preguntó por qué sentía tanto interés por el tema, pero las

palabrasdeElizabethselorevelaronenelacto.—Soncosasdemujeres,señorDick.Yo...esimposiblequeleexplique

elmotivoporelcuallamujerdesuhijoquizánuncavuelvaatenerhijos,perocréame:nosetratadenadaextraño.Nadielamaldijonilahechizó...soloque...lomásprobableesquealgosehayarotoensuinteriorcuandonacióeseniño.Tienesuertedeestarconvida,perohijos...Noobstante,loscaminosdelSeñorsoninescrutablesynadiesabesitodavíaquerráobrarunmilagro.Elizabeth se persignó. Doug se preguntó si sus últimas palabras se

debían a un deseo de consolar aRichard o si procuraba protegerse a símisma.Muchosmurmurabanque las comadronas teníanunpactoconeldiablo,asíqueparaellaeraaconsejablemencionaraDiosconfrecuencia.—¡Nadieteacusadenada!—seapresuróaafirmar—.Cuandotellamé

«bruja»estabatomándoteelpelo;notienesnadaquetemerenCaernon.Elizabeth le lanzó una suave sonrisa en la que Doug podría haberse

perdido.Susrasgosexpresivosydelicados, loshoyuelosdesusmejillasque aparecían cuando sus labios sonrosados sonreían y revelaban susdientes pequeños y blanquísimos... Aquel rostro pecoso de narizrespingadanoeradeunabellezaclásica;nosepodíacompararconeldeLetizia o el de Lissiana y su cuidado aspecto y su juventud floreciente,peroalgolohacíainolvidable.Susrasgosreflejabanlavidadelpaís,ojosquetodolocomprendíanyquedebíandehaberseasomadoalosabismosdeldolorhumano,peroque,sinembargo,encendíanunachispadealegríaen cuantos la contemplaban. A Doug le hubiese gustado rozarle loscabellos, aquellos rizos que no formaban un complicado peinado, sinoque danzaban en torno a ella como si tuvieran vida propia. Le hubiera

gustado besarla en los labios y abrazar su cuerpo tierno y flexible. Pordebajo de su blusa blanca se destacaban unos pechos pequeños yredondeados, y las caderas envueltas en una raída falda azul tambiénalbergaban una promesa. Pero lamirada de Elizabeth no era seductora,solo expresaba agradecimiento y confianza, y él no debía destruirla enningún caso. Si quería conquistar a la joven tenía que proceder conlentitudycautela.Ydebíapreguntarsesirealmentedeseabahacerlo.Enesesentido,lasórdenesdesupadrehabíansidomuyclaras:«Laspuertasdelmundo están abiertas para ti, hijo mío, pero no seduzcas a ningunamuchachadelaaldea.Noquieromadresllorosasenelsalónquejándoseporque sus hijas han sido deshonradas y, sobre todo, no quiero quebastardosdemi sangrecultivenmiscamposyalberguen rencorpor sushermanastros y hermanastras del castillo. Hay bastantes muchachas ymujeres de tumismo rango... ¡y si insistes en liarte con una campesina,hazlo en el condado de otro! Pero piénsalo bien antes: esas personastambiéntienenunavida,tambiénsoncapacesdediferenciarunavirgendeunaputaytambiénellascuelganlasábanaporlaventanatraslanochedebodas. Puede que regales un par de sueños a lamuchacha, pero al finaldestruirássuvida.¡Pregúntatesideverdadmerecelapena!»Dougsuspiró.Sihabíaalgoqueniselepasabaporlacabezaerahacer

dañoaElizabeth.Alcontrario,eldeseoquelamuchachadespertabaenélera el de amarla y mimarla, volverle más sencilla su vida dura y, sí,llevarlaconsigoalacasa,alcastillo,aunqueesoestabafueradecuestión.DoughizounesfuerzoydesviólamiradaconlaquehacíaunbuenratocontemplabaaElizabethcomosiestuvierahechizado...Richardtambiénparecíahaberlonotado.—¿Qué querías, Elizabeth? —dijo metiéndose en la conversación—.

¿VeraAnna?Estádetrásdelacasa,conlosanimales.Entoncesella tambiénseapartódeDougconunaexpresiónmásseria

enelrostro.Debiódepercibiralgo,perosureacciónfuemásdecautelaquedeentrega.—¡Puesesoesjustamenteloquenodebierahacer!—loregañó—.Anna

debecuidarse,señorDick,delocontrariojamásdesaparecerálainfeccióndelosriñones.¡Ayervolvióaelaborarcervezadesdelamadrugadahastalanoche!Lapróximavezquememandeabuscar,laayudaréconmuchogusto, pero primero dele estas hierbas. Ha de preparar una infusión ybeberlatresvecesaldía, lesentarábien.Ylodicho:¡eldescansoesmás

importantequetodolodemás!Dickasintióconciertoaireculpable.—Se lo diré. ¿Quieres llevarte una jarra de cerveza, Elizabeth? ¿En

agradecimientoporlashierbas?—Ahora no—dijo ella, negando con la cabeza—. No quiero seguir

interrumpiendosu reuniónconmilord,pero, sime lopermite,vendréaporellamástarde,cuandoregresedelaaldea.Aúntengoqueirhastalasgranjas de las afueras y visitar a mi parturienta. La jarra solo sería unincordio.Lamuchachasedespidiócortésmentey,antesdemarcharse,hizootra

profundareverenciaantesuseñor.Douglasiguióconlamirada,hechizado.Unavezmás,fuecomosiel

vientolaimpulsarayelladanzarasobrelosrayosdesol.—¡Unamuchacha encantadora!—comentóDoug—. ¿Es la hija de un

minero?Richardnegóconlacabeza.—Eslaesposadeunodemiscompañeros.¿RecordáisaBrian,eljoven

queleexplicóaRoblodelamontaña?Estácasadaconél.Lanoticiafuecomounapuñaladaenelcorazón.¿Estabacasada?¿Esa

muchachaqueacababadeconmoverleelcorazónlepertenecíaaotro?Enrealidaddebieradehabersupuestounalivio:encasodellegaraseducirla,tendríamenos importancia si estaba casada que si era virgen. Pero, aunasí...loscelosseadueñarondeél.—Yesoque todavíaparecemuy joven—seesforzóporcomentarsin

quesussentimientosloasfixiaran—.¿Esunmatrimoniofeliz?ElviejoDickseencogiódehombros.—Nosoyexpertoen losasuntosdel amor,milord,peroparecenmuy

felices.Y también tienen un hijo. Solo tiene un par de semanas, pero loaman tiernamente, así que ella ya no puede ser tan joven. Decid lo quequeráis, pero esas curanderas siempre pactan un poco con el diablo. Labrujadelaaldeavecinatampocopareceenvejecer.Dougtratódereírlelabroma.—¿Y no sabes de dónde provienen ambos? —preguntó luego—.

¿Cuántohacequeestánaquí?—Unoscuatromeses—dijoRichard,calculando—,talvezcinco.Yde

dónde provienen... Yo no soy curioso y Brian tampoco parece tenermuchasganasdehablardeello.¿Insistísenquelointerrogue?

—No, él no ha hecho nada malo. Un interrogatorio solo loamedrentaría.Peroahoraechemosunvistazoaloslibros.¿Yquéhaydeesajarradecerveza?Richardcondujoaljovencondeasucasaydurantelashorassiguientes

se ocuparon de examinar los libros de la mina. No estaban muy bienllevados. Richard no sabía leer y, aunque conocía los números y sabíaescribirlos, los había anotado en las columnas equivocadas y había unagranconfusión.Dougtardóbastantetiempoendescifrartodoelembrollo,peronoselorecriminóalcapataz.Enrealidaddeberíaproporcionarleunescribiente, pero ¿dónde encontrar uno salvo en los conventos y lasiglesias?YenCaernonnohabíauneclesiástico; loshabitantesacudíanaunaiglesiadelaaldeavecina,pornohablardequelaideadeaceptarotrotrabajo como escribiente de lamina no habría provocado el entusiasmodelpárroco.Asíque el propioDoug intentóponerordenenel asuntoyvolvió a explicarle conmuchapaciencia aDickdónde teníaqueapuntarlosgastosdelacompradeherramientasyelcontenidoenplomoyplatadelmineral.—Peroenlossueldosdeloscompañerosnoteequivocas,¿verdad?—

preguntó,porfin,entonosevero—.¡Engañaralosminerosmeresultaríamuydesagradable!En su mayoría, los mineros de Doug recibían un sueldo según las

cantidades extraídas.Un picador bueno y diligente podía ganar un buensueldo.—¡No,milord!¿Cómoseosocurre?Brianloapuntatodo,abajoenel

pozode lamina.Hayuna listaparacadamineroyal finalde la semanarecibesusueldo.¡Asíqueenesecasonadapuedeirapararalacolumnaequivocadacomoaquí!—exclamóelviejoDick,ycontemplóellibrocondisgustoevidente.Alparecer,echabalaculpadesufracasoalcuero,latintayelpapely

noasuincapacidadpersonal.—¿Y qué pasa con los mineros que no pican? —preguntó Doug de

pronto.Nuncasehabíahechoesapregunta,peroentoncesseleocurrió,alpensarenelesposodeElizabeth—.¿Loshombresquemanejanelrodilloylosportadores?¿Cómocalculassusalario?—Cobran una suma deducida del sueldo de los demás —respondió

Dick,encogiéndosedehombros—.Sinportadoresysinmontacargasnohayplata,esotodoslotienenclaro.Porsupuestoqueesastareasnosonlas

preferidas, pero va por turno y a todos les toca en algún momento. Aveces también se presentan voluntarios, por ejemplo, los hombres másviejos que ya no pueden trabajar tan duro. O cuando uno se encuentraenfermo, pero no quiere ni puede quedarse en casa. Es una vida dura,milord.Doug asintió. Sus hombres estabanmejor pagados quemuchos otros,

pero no querría estar en su lugar. «Vuestra vida será feliz, pues habéisnacido en un castillo...»; la joven Elizabeth tenía razón. Puede que lafelicidadyladesgraciaafectarantantoalosseñorescomoaloscriados,pero tenían una dimensión diferente si uno las experimentaba en uncastilloynoenlachozadeuncampesino.—Porcierto, toca la fídula enelpub...—comentóDickdemaneraun

tanto repentina cuandoDoug ya casi se había despedido y el capataz loacompañabahastasucaballo—.Lossábados,cuandosepaganlossueldos.—¿Quién? —preguntó Doug desconcertado—. ¡No me vengas con

adivinanzas,Dick!—Brian,elmaridodelacomadrona.Conellolograganarunpocomás

dedinero.¡Ycómotocalafídula,viveDios!¡HastamiAnnavuelveaserjovencuandobailaenelpub!¿Porquénoosdejáiscaerporallí,milord?Loshombressealegrarían.Doug se permitió dudarlo. Estaba convencido de que losmineros no

disfrutarían si la autoridad los observaba durante su diversión de lossábados. Pero el jovenBrian despertaba su interés. ¿Un sencillomineroque«casisabíamásdelasmontañas»queelpropioDick?¿Yqueencimahabíatenidotiempodeaprenderatocarlafídula?EnGaleshabíapersonasconuntalentonatural.Dougsiempresehabíaasombradoalverminerosycampesinosqueporlasnochescogíanunaflauta,untamborounafídula.Solíantocarsusinstrumentoslossábadosenelpub:siemprehabíaunoencadapueblo.InclusoenunaaldeapequeñacomoCaernon,quenisiquieradisponíadeunaiglesia.Dougdecidióqueelfindesemanasiguientepasaríaporelpub.Podía

donar un barril de cerveza para festejar su llegada y el final feliz delaccidenteenlagalería.Ytampocoteníaquequedarsemuchorato,yaqueDick tenía razón: los años dedicados a viajar, sobre todo a través de laItaliatanversadaenlasartes,habíanacabadoconsucapacidaddedisfrutarde la música de taberna. Era poco probable que las sencillas melodíasinterpretadas por Brian con la fídula le resultaran atractivas durante

muchotiempo.

4

Dougdedicólosdíassiguientesainspeccionarsustierrascabalgandoalomos de Cougar y quedó agradablemente impresionado: todos loscamposestabancultivados,elganadopastabaenpradosdehierbaverdeylas cosechasde losúltimosañoshabían sido tanbuenasque también lasdespensas de los campesinos estaban repletas.Apenas había granjas quenecesitaran que les perdonaran los impuestos porque sus habitantespasaran hambre, y, en caso de que fuera así, más bien se debía a malaadministración. En esos casos, Doug solía reprender a los granjeros yofrecerlesayudaatravésdeadministradoreseinspectores.Sinadasurtíaefecto, losarrendatariosdebíanmarcharse,perodemomentonoseveíaobligado a intervenir en ninguna parte. No obstante, Doug tomó buenanota de que las excelentes condiciones reinantes en las propiedades deCaernon no eran generales; por ejemplo, en el linde con las tierras delduque de Glenmorgan, las personas estaban demacradas y los camposinvadidos por las malezas, y en las propiedades de los Blaemarvan losarrendatarios también protestaban y se lamentaban de que los impuestosnolespermitíanreunireldinerosuficienteparacomprarsemillas.Dougconsideró que era perfectamente posible. El viejo Blaemarvan erancodicioso,deelloyalohabíaconvencidolabreveconversaciónquehabíamantenidoconélenelcastillo;elpropioDougconsiderabaquedesangrara la gentehasta esepunto suponía, cuantomenos, una falta devisióndefuturo, porque a la larga abandonarían las tierras y se las arrendarían aotro. Entonces Blaemarvan se vería obligado a cultivar sus tierras élmismo.Doug sonrió al imaginarse a la bella Lissiana arrancando malezas:

seguroquetendríaunaspectoencantadorsiserecogíalasfaldasydejabaver las piernas, comounamuchacha campesina.Sepreguntó si la jovenera consciente de la codicia y la avaricia de su padre. Quizá apenas sepercatabade ladiferenciacon respectoa losotros señores feudales.Las

muchachascomoLissianasolíanocuparsedesusvestidosysuscaballos,y loúnicoque les importabadesufuturoeraencontrarunbuenpartido.Entonces volvió a comparar a Lissiana conElizabeth; puede que ambastuvieranlamismaedad,peroElizabethseocupabadesufamiliay,encima,demediaaldea,mientrasqueLissianasolosededicabaadivertirse.Es verdad que hasta hacía poco tiempo el propioDoug se dedicaba a

otra cosa; también Lissiana maduraría cuando llegara el momento deadministrar su castillo y encargarse de los habitantes de las aldeas y laspropiedadesde sumarido. ¡Quehasta entonces sededicara a coquetear!:los hijos de la nobleza disponían de más tiempo para convertirse enadultos.«Vuestravidaseráfeliz,pueshabéisnacidoenuncastillo...»

De todosmodos,Doug no dejaba de pensar en Elizabeth y el sábadoestabafirmementedecididoaescucharasumaridotocandolafídulaenelpub.A lomejor ella también acudiría. Lasmuchachas y lasmujeres notenían prohibido beber en el pub e incluso lasmujeresmás honorables,comoAnna,lamujerdeDick,acudíanaveces,bebíanunpardecervezaseintercambiaban losúltimoscotilleosde laaldea.Soloaaltashorasde lanocheelpubsolíaestarocupadoúnicamenteporloshombressinohabíabaile, pero era raro que no lo hubiera. Tras pasar una semana en loscamposoenlamina,todosteníanganasdebailar.Poco antes de partir reclamaron la presencia de Doug en las

caballerizas.UnpardedíasanteshabíadadopermisoalcaballerizoparaviajaraCaerdyddporquesumadreestabaenferma,asíqueeldesbordadoFrancis y un inexperto mozo de cuadras se enfrentaban a una yeguaaquejadadeuncólico.Dougsuspiróysedispusoa tratara layegua:asíque,envezdepasarlanocheoyendomúsicaybailando,ibaaencargarsede obligar al animal a beber aceite, indicarle al mozo de cuadra queaplicara paños calientes en el vientre de la yegua y hacerla caminar encírculounayotravez.Cuandoelasuntoporfinquedóresuelto,laluzdelamaneceryaapagabaladelalunayhacíahorasquelosaldeanosestabantendidos en sus camas. Doug tuvo que postergar su propósito hasta lasemanasiguiente.Asíqueeldomingoporlamañanaestabacansadoydemuymalhumor,

peroestesedisipóconrapidezcuandopocoantesdemediodíaoyóqueuncarruajeentrabaenelpatiodelcastillo.Eraunligerocochedecazayel

caballoqueloarrastrabaeraunelegantecobquenodejabadebailotear,conducidoconmanofirmeporunajovendama.LissianaBlaemarvanlelanzóunasonrisaretadora.—¡Ya suponía que os encontraría en vuestro castillo, triste y

melancólico!Llevar luto estámuybien, lordCaernon, peroundíadebellegarasufin.¿Acasonoveiscómoluceelsolenelcielo?Venid,montaden el coche... o id en busca de vuestro caballo si preferís montar. Hepreparado un almuerzo, podemos tomarlo junto al río y disfrutar de laprimavera.La joven llevaba un ligero vestido de seda verde; no era un traje de

amazona, sinounatuendomás indicadoparauna fiesta.Eradeuncolormásclaroydeuncortemenosseveroqueelvestidoquellevabadurantesu primer encuentro; la parte superior revelaba el profundo escote y supícaro corpiño de encaje. La falda era amplia y destacaba su estrechacintura.Era evidenteque llevaba corsé, peroDoug teníaganasde soltarlas cintas que lo sujetaban si Lissiana se lo pedía. Adoraba liberar a lamujer que cortejaba de su estrecha coraza de ballenas y acariciar suscarnesturgentes.Lissiana le lanzó unamirada burlona, como si hubiese adivinado sus

pensamientos, pero sus ojos verdes también expresaban una suerte dealegría al contemplar los músculos del torso de Doug. Este se habíalevantado tarde y solo se había vestido demanera negligente. Su anchacamisaestabaabiertaydejabaverelpecho,apenassehabíapeinadoyelrostro quedaba enmarcado por rizos desordenados: parecía uno de esoshéroesindómitosdelassagasyloscuentosdehadas.—¿Ybien,milord?Douginclinólacabeza.—¿Cómo podría rechazar semejante invitación? Iré con vos, desde

luego,peroaguardadmeunosinstantes,mepondréalgomásdecente...Ledijoalmozodecuadraqueensillarasucorcelyotromozocogiólas

riendasdelcaballodeLissiana.—¡También os aceptaré con ropas indecentes! —dijo ella, riendo—.

¡Ah!, olvidaba que podríais perder la buena reputación, puesto queatravesaremos vuestra aldea y el conde no debe presentar un aspectodescuidado.¿Esverdadquetodaslasmuchachasdelaaldeaseconsumenporvos,milord?—preguntóLissiana,ysusojosdegatabrillaban.—LasmuchachasdeCaernonsoncastasysumisas—dijoDougconuna

sonrisamaliciosa—.Nisiquieraosaríanmirarasuamoyseñoralacara,por no hablar de clavar miradas lascivas en su pecho. Pero ahoradisculpadme;regresarédeinmediatoyserétodovuestro.Francisyahabíadispuestounatavíodedomingopara él, aunque,una

vezmás,suestadodeánimonoeradelosmejores.—¡Que no se os ocurra comenzar algo con esa bruja! —siseó—,

aunque nomonte en una escoba, sino solo en los caballosmás bonitos.¿Quésehahechodelavirtuddenuestrasmuchachas?¡Lahijadeuncondequerecorrelacomarcaasolasyseosofrececomounaputacallejera!—Vamos,vamos,Francis,modérate.Últimamentevesbrujasportodas

partes—dijoDoug—.LavirtuddeladyLissianaesindudable.Loquepasaes que le gusta jugar con fuego, pero opino que eso es inofensivo. Eincluso si el amor nos abrasara a ambos: lady Blaemarvan es un buenpartido.—Quienjuegaconfuegoesfácilquesequeme—gruñóFrancis—.En

serio, milord: ¿de verdad consideráis la posibilidad de convertir a esamuchachaenvuestraesposa?Porqueenesecasoos ruegoqueantesmedespidáiscontodosloshonores.Soydemasiadoviejoparadejarqueellamemangonee.Dougsoltóunacarcajada.—Lascosasnohanllegadohastaesepunto,Francis,peroadmítelo:¡es

muy bonita!No cabe duda que podría atraerme.Rara vezme he topadoconunamuchachaquecombine tantoencantocon tantovalor.¿Oesqueno te parece osado que haya venido aquí y se arriesgue a que le dencalabazas?Francisabriómucholosojos.—Yaostienecogido,milord,asíquetodaadvertenciaresultainútil;sin

embargo,metomolalibertaddeindicarosqueelvalorylaosadíanosonlamismacosa.Entretanto,Dougsehabíapuestounjubónazulclaroporencimadela

camisablancayescogióunospantalonesceñidosysuavesbotasdecueroque le daban un aspecto apuesto; las prendas eran italianas y de últimamoda, aunque tal vez lo hacían parecer un petimetre; a fin de cuentas,Lissianaeraunamuchachadecampo.Quizáseríamejorllevarpantalonesdecuero.¡Tonterías!ElvestidodelajovendamatambiénimitabalamodadeMilányelladebíasaberloquesellevabaenlasgrandesciudades.Y, en efecto, cuando Doug bajó las escaleras y montó enCougar, la

miradadeLissiananoeraburlona,sinofrancamenteadmirativa.—¡Parecéisunauténticocaballero!—comentó—.Mesentirécomouna

princesa cuando tome asiento a vuestro lado. Pero, ahora, ¡en marcha!¿Queréisescogerunlugarbonitoparaalmorzar?El condado de Caernon se encontraba a orillas del ríoWye y Doug

conocía varios lugares discretos y rodeados de juncos, más o menosalejados de los caminos reforzados. Sobre todo recordó una pequeñalaguna donde de niño pasó mucho tiempo jugando a exploradores ypiratas.Allílasaguasfluíanlentamente,losjuncosdelasorillasreducíanla corriente y permitían que anidaran numerosas aves acuáticas. Ríoarriba,laorillaestabacubiertadehierbayunpardesaucescuyasramascasi rozaban las aguas proporcionaban sombra. Formaban una cortinanatural verde y dorada que protegía de las miradas curiosas a todoscuantosbuscabanrefugiobajoeltechodehojas.Doughabíaaprovechadodichoefectobastanteamenudocuandosuscriadososuscompañerosdejuego lo buscaban. Podía pasar horas tendido bajo la peculiar cúpula,soñandoconaventurasemocionantesypaísesremotos;ymásadelanteconlasmuchachasqueundíaplaneabaconquistar,desdeluego.Elrecuerdolehizosonreír.Bien,estabapróximoarealizardichossueños,peroprimerodebía volver a encontrar el condenado lugar y con el coche resultaríadifícil. Así que pidió a Lissiana que esperara en el camino hasta quedescubrieraelsitio.LosgrandescascosdeCougarseabríanpasoatravésde los juncos. Desde la orilla resultaba más fácil descubrir los lugaresdiscretos.¡Peroenaquellaocasiónresultaronnotandiscretos!Dougoyórisascristalinasalacercarsealaorillayloprimeroquevio

fue una cesta entre los juncos—cuidadosamente cubiertos de mantas ypaños—,enlaqueestabatendidounniñocomosifueraMoisésenelNilo.Elbebéestabaprofundamentedormido.Dougviounrostrodelicado,unacabezacubiertadeunapelusillarojizayunospuñosdiminutos.Además,lacestanoflotabaenlasaguas,claroestá,sinoquereposabaentierrafirme,seguramentea lavistadelospadresqueocupabanel lugarpredilectodeDoug.Casiindignadoportalprofanación,eljovencondeatisbóentrelosjuncos y la cortina de sauces... y reconoció a la muchacha de cabellosrubiorojizosqueenaquelmomentoalcanzabauntrozodemanzanaaunjovendecabellososcuros,conungestoquelahacíaparecerunretratodeEva.Habíadeslizadosucamisahastalacinturayofrecíaasuamadounavistade supielblancay suspechos turgentes.ElpropioDougno logró

vertantoporqueseloimpedíalacortinaderizosquelecubríalaespalda.Conelcorazónpalpitante,observócómoElizabethlequitabalasgotasdezumodemanzanadelmentónconunbeso.—¿Verdadquelasmanzanassondulces?MelasdioLeona,unadelas

galopillasdelcastilloalaqueayudéacurarsedeunahemorragia.Sondeljardíndelconde.Dougfruncióelceño.Noleagradabaenabsolutoquelaservidumbrese

apropiaratandescaradamentedesusbienesyqueinclusolosaprovecharapara pagar a la hechicera de la aldea por sus servicios. Por otra parte,¿cuántasmanzanaspodíacomerseél?LasgalopillascobrabanunsueldomíseroysolorecibíanalimentosyunvestidonuevoenNavidad,asíqueresultababastantecomprensiblequedevezencuandosedieranellujodeapropiarsedeunaminuciadelamesadesuseñoryavecesllevaranalgode alimento a su familia. Además, no hubiera tenido el menorinconveniente en dar las manzanas a Elizabeth, pero, en cambio, a sumarido...Dougnopudoevitarqueloscelosseapoderasendeélcuandoeljovensedispusoa seguirdesvistiendoaElizabeth, lebajó lacamisadeltodoy,alparecer,gozabadesubelleza.—Eratanbellacomounacancióndeamorquecantaronaunhada,pero

el cantor era un mortal a quien ella no podía dispensar sus favores.Derramóamargaslágrimasyconunadeellasladiosadelamortecreóati—susurróBrianmientrasacariciabaelcuerpoesbeltodeElizabeth.Doug solo pudo imaginar el modo en que sus dedos le rozaban los

pechosyrecorríansucontorno.Imaginóquesuspezonesseríancomosuslabios,firmesydeundelicadotonorosa,yquevibraríanyseerguiríanbajo el roce de las manos. Casi percibía sus carnes tibias y firmes yaspiraba el aroma de sus cabellos, como el aroma tibio a manzanas ycanela,oafloresdeestíodelmulticolorjardíndeAnna.—¿Crees que fui creada a partir de una lágrima, mi amor? —dijo

Elizabethentonoburlóncuandosuespososeapartódeella.Aprovechóelmomentoparaquitarse la camisapor completoyDoug

observóelperfildesuspechosturgentes.Noerantanpequeñosyfirmescomohabía imaginado,aunquedebíadeestaramamantandotodavíaasuhijo.—Esperoqueno.Prefieroserun rayodesolqueelastro reydejóen

lospradosensecreto,para regalárseloa la luna.Y túereselbesode lalunaqueporfinleproporcionasatisfacción.

Elizabethdesabrochólacamisadesuesposoyseinclinósobreél.Suspechosflotabanporencimadelcuerpodeélyloacariciaronantesdequeloslabiosdeambosseuniesenenunbeso.Dougcasicreyópercibiraquelbeso;eldulzordelafruta,launióntiernayfamiliarperoquesiempreeraelcaminoqueconducíaanuevosplaceres.SoñóqueocupabaellugardeBrian, deseó abrazar a la muchacha con pasión y tantear la delicada ysonrosadaflorocultaentresusmuslos.Perorecuperóelcontrol.¿Quéestabahaciendoallí?¿Eradignodeun

Caernon presenciar el juego amoroso de sus súbditos como un ladrónnocturnoyalevoso?Loqueestabasucediendonoleincumbíaenabsolutoy además Lissiana lo esperaba a la vera del camino. Hacía horas, lepareció.¿Ysihubieraperdido lapacienciay lohubieraencontradoallí?¡No,no!Conmuchocuidado,paranosobresaltaralaparejadeamantes,hizogiraraCougar;elsementalhabíaaguardadoenmediodelaguasinmoverseysuscascosibanaagitar lasaguas,peronadielonotaríaenlaorilla.Sinembargo,Dougsoltóunsuspirodealiviocuandovolvióapisartierra firme a cierta distancia del lugar sombreado por los sauces y notardóenregresaraltramodelcaminodondehabíadejadoaLissiana.Elcocheyanoestabayunescalofríolerecorriólaespalda:¡quizáella

lo había seguido y había observado su vergonzosa actitud! Pero laencontrópocodespuésenelarranquedeunsenderoqueconducíaalrío.Lissiana, aburrida de esperar, había avanzado un poco más allá; luegosujetóelcaballoaunárbolyllevólacomidahastaelrío.EllugarnoeratanrománticocomoelsitiopredilectodeDoug,peronadiepodíaverlosdesdeelcamino.Unasrocasjuntoalaorillaproporcionabansombrayelpanoramadelríoeracautivador,puesallílosjuncosnoobstruíanlavista.Durantelaespera,Lissianasehabíadistraídocontemplandolosbotesylasbarcasdecargaquerecorríanelanchoríoyrefrescándose.Estabasentadaenunarocajuntoalaorilla,sehabíaquitadoloszapatosylasmedias,yhabíametidosuspiesblancosydesnudosenelagua.Ofrecíaunaspectoencantador yDoug no podía despegar la vista de ella. Era evidente queLissiana pretendía interpretar el papel demuchacha campesina, pero susdelgados tobillos no estaban hinchados tras pasar horas de pie en loscampos y no tenía las plantas de los pies cubiertas de callosidades porandar descalza. En vez de eso, los dedos de los pies parecían pequeñasfloresy su aspecto le evocó las estatuasdemármoldediosasgriegasyromanasquehabíavistoenItalia.

—¡Porfin,milord!—dijoLissiana,riendo—.¿Quéosdetuvo?¿AcasonoencontrasteiselJardíndelEdén?Doug se ruborizó. ¡Menos mal que ella ignoraba lo cerca que había

estadodeEvaysuesposo!—Debo reconocerlo, milady. No he podido encontrar el lugar donde

jugabadeniño,perovosyaencontrasteislasendaalparaísoenotrositio.¡SolotemoquequienlohabitanoseaEva,sinoVenus!DougsesentódetrásdeLissianayleacariciólanuca.Aqueldíallevaba

los cabellos oscuros recogidos; una redecilla verde y una coronita deflores los sostenían dejando a la vista la nuca, que se ofrecía a Dougblancacomoelcuellodeuncisne.—¿QuiénsientenostalgiaporEva?—preguntóLissianaentonoburlón

ysinvolverse—.Esverdadqueeraunpocodesobediente,pero tambiénbastante aburrida; y poco exigente. Si tenéis en cuenta cuántos ángelesdeambulaban por aquel jardín, cada uno más bello que el otro,resplandecientes como el mármol. Además estaba Lucifer, queseguramente también tenía sus encantos. ¿Qué mujer realmente sensualhubieseseducidoalviejoAdán?Dougserioycomenzóacubriraquellanucadepequeñosbesos.—DesdeentonceslosdescendientesdeAdánseesfuerzanporaprender

más—dijo, soltándoseelpelo.Cuandoél le rozóelcuerocabelludo, seestremecióycomenzóavolversemuylentamente.»De lo contrario, las hijas de Eva los regañarían...—añadió la joven

condesa.Mientras la larga y pesada cabellera se derramaba por su espalda,

Lissiana empezó a soltar el jubón de Doug, pero era poco diestra yarrancóunpardebotonesdelacamisa.Dougsedescubriópensandoqueunpocomás alláElizabeth seguramente trataría a su esposo conmayordelicadeza, pues al final era ella quien tenía que volver a coser losbotones, pero ¿cómopodíapensar enElizabeth cuandoen esemomentoloslabiosdeLissianaleacariciabanelpecho?Alparecer,lajovenestabadecidida a apropiarse de lo que antes solo había podido observar conexpresión anhelante. Empujó a Doug contra la hierba hasta que quedómedio tendido debajo de ella, le lamió el pecho y jugueteó con lospezoneshastaquelaexcitaciónseadueñódelcondeyesteseincorporó.—¡Permanecetendido,serafínmío,noqueremosllamarlaatenciónen

elJardíndelEdén!

LoscabellosdeLissianacayeronhaciadelanteyacariciaronelpechodeél.Ellacogióunmechónycomenzóaprovocarlocomosituvieraunpincel en la mano. Le hacía cosquillas y él no pudo evitar reírse, perodespuésunrelámpagodeexcitaciónlerecorrióelcuerpocuandoLissianaledesabrochóelcinturónquesosteníasuspantalonesdeterciopelo.Ellalebajó lospantalonescentímetroacentímetro, sindejardeacariciarloconsucabellera.Hacíatiempoquesumiembrovirilpalpitabayseirguióbajoelrocedelamanoizquierdadeella.—Asíquemiángeldemármolsienteemocioneshumanas—murmuró

ella,riendo—.Laúltimaveznoestabanadaseguradeello.Peroahora...Lissianase inclinósobreelvientre lisoydurodeDoug, locubrióde

besosydelametazos.—Tenéis...unconceptoextrañodeloqueesunalmuerzo—dijoél.Casinopodíahablarsinjadearylentamenteperdióeloremus,flotóa

través de cascadas de voluptuosidad y, no obstante, había algo que ledesagradaba.No quería perder el control por completo, era como si enrealidadnoconfiaraenellalobastanteparaentregarsedeltodo.Peroyanohabíamarchaatrás.Cuandoellaenrollóunmechóndecabelloentornoasuvergaydespuéslacubrióconlaboca,Dougderramósuexcitaciónentre sus labios suaves y acariciadores. Pero ella no lo soltó, sino quecontinuó acariciándolo, mordisqueándolo y succionándolo hasta que sumiembro volvió a ponerse tieso. Doug se removió y, atenazado por undulce dolor, no sabía si quería quitársela de encima o penetrarlaprofundamente. Por fin se desplomó soltando un gemido de placer altiempoqueellaloacariciabaconmovimientoslentosytranquilizadores.—¿Os apetecería una copa de vino,milord?—preguntó ella con una

sonrisa—.Vosyameofrecisteisunrefresco,peroalomejornecesitáisunpocodeambrosíapararecuperarvuestrasfuerzas.Doug aún temblaba un poco cuando descorchó la frasca de excelente

vino que formaba parte del almuerzo. Sediento, bebió varios sorbos,todavía conturbado por los placeres que acababa de proporcionarleaquellacastavirgen.YesoqueanteshabíaelogiadolavirtuddeLissianaanteFrancis...Bien, Doug no era pudoroso y las muchachas que lo eran no le

interesaban. El amor era demasiado bonito para ocultarlo debajo de lasmantas y deseabaque su dama lo disfrutara en lamismamedidaque él.Lissiana parecía fácil de excitar, y cuando él invirtió los papeles y le

desatóelcorpiño,ella lodejóhacer.Dougprocedióconmayorcuidadoque la joven,desabrochóelvestidoy lacamisolaconminuciosidadcasitorturantey luegosoltó los lazosdelcorsécomosiabrieraunpreciosoregalo. Las carnes blancas de Lissiana que surgían libres del corsé yturgentes también supusieron una fuente de placer. Besó sus pechosabundantes de grandes pezones blandos y hundió el rostro entre ambasperfumadas colinas... y mientras disfrutaba de aquel banquete tibio yvoluptuoso no pudo dejar de recordar la breve visión de los pechos deElizabeth,altosymásbienpequeños.SeguroqueBrianpodíarodearcadaunodeaquellospechosconlamano,alzarlosyamasarlosconsuavidad.Dougnotóquesumiembronopalpitabaalsumirseenlosencantosque

Lissiana le ofrecía, sinomás bien al pensar en el delicado cuerpo de lapequeñabruja.¡Nopodíapermitirlo!Alzó lacabezacomosiestuvieraasustadoycasi tuvoqueobligarsea

seguir acariciando a la joven con los labios. Todo en aquella beldadblancaymarmóreaeraperfecto:lospechosgrandesyopulentos,el talletambién firme, inclusosinelcorséque lohabíaceñido.Dougdeslizóelvestido hacia abajo y aparecieron unas caderas maravillosamenteredondeadas: un marco ideal para su combado monte de Venus. Solodurante unos segundos, Doug disfrutó de la preciosa imagen, pero nopudoevitarquedeprontose interpusiera la imagendelcuerpoesbeltoyfeérico de Elizabeth, cuyas formas solo se adivinaban bajo la rizadacabelleraycuyoaspectosolosereflejabaenlamiradahechizadadeBrian.—¡Aguarda, allí viene alguien!—Lavoz deLissiana advirtiéndolo lo

arrancó de su ensimismamiento—. ¡Date prisa, cúbreme! ¡Y cúbrete tútambién,nadiedebepensarque...Doug se subió los pantalones y se colocó delante de la muchacha

tendidaen lahierba. Intentarocultar ladesnudezdeLissianaconrapidezera en vano; como mucho podría haberle cubierto la cabeza con unamanta,peroconfióenquequienquieraquefueraelquepasabaporallíseavergonzaría y no trataría de descubrir quién estaba jugando con lordCaernon.Y,enefecto,losdospaseantesbajaronlavista,abochornados.Veníande

los prados junto al río y seguramente ya habían reconocido a Doug.Confióenquenohubiesenreconocidoaladama.Porotraparte,alguienque no fuera completamente tonto y viera su coche de caza junto alcaminoadivinaríadequiénsetrataba.Yseguroqueaquellosdosjóvenes

noerantontos.Dougseruborizóhastalasorejascuandolosreconoció.—¡Buenos días, milord! —dijo la voz cantarina de Elizabeth, que

llevabalacestadelacomida,mientrasqueBriancargabaconelmoisésenelquedormíaelbebé.—¡Quetengáisunbuendía,señor!—dijoBrian.Él también se había ruborizado.Era la primera vez queDoug veía al

joven de cerca y de día: cabellos oscuros y rizados, muy cortos comosolían llevarlos los mineros, un rostro pálido y delgado de rasgosangulosos y casi aristocráticos, ojos—que entonces se esforzaban pormirarhaciadelante—grisesysoñadorescomolasnubesylaniebla.Doug no les devolvió el saludo, quizá no hubiese podido pronunciar

palabra. En todo caso, las ganas de seguir explorando el cuerpo deLissianasehabíanevaporadoporcompleto.—¿Quéocurre,milord?—preguntóellaunavezqueElizabethyBrian

se hubieron marchado, pero Doug no parecía dispuesto a proseguir eljuegoamoroso.—Tenemosqueirnos—contestóDoug—.Estazona...noessegura.Lissianaseincorporófrunciendoelentrecejo.—¿Debidoa ese campesino sinvergüenzay a suputilla? ¿Aquécrees

quehanestadojugandoesosdos?¡Alomismoquenosotros!Al parecer, ella no había visto la cesta con el niño yDoug se enfadó

cuandoellatratódeputaaElizabeth.—Para esos dos, estos juegos no están prohibidos, están casados.

Además,noeslomismoquedoscampesinossinvergüenzasserevuelquenporlahierbaaorillasdelríoquelohagandosnobles.Perdonadquehayaperdidoelcontrol,Lissiana.—¿Quehayáisperdidoelcontrol?—exclamóella.Lelanzóunamirada

furiosaycogiósusprendasdevestir.Doug volvió a sonrojarse. Ella tenía razón; en realidad, él no había

hecho nada. Lissiana le había proporcionado todos los placeres de lalubricidad,mientras que él la había dejado insatisfecha. Pero no podía...sencillamentenopodía,aquellaúltimaybrevemiradaintercambiadaconElizabeth hacía que continuar fuera casi una profanación. No dijo nadamás,sepusodepieysevolviómientrasLissianasevestía.Por suerte el enfado de la joven se disipó con rapidez o, al menos,

logrócontrolarlo.Sinembargo,apartirdeentonces,loobservóconaire

suspicaz. Había algo que no encajaba; Lissiana conocía su fama deatrevidoydetenorio.Seguroqueeraunamanteexperto,asíque¿aquésedebía aquella vacilación repentina, aquella súbita retirada sin motivoaparente?¿Acasodeverdadtemíaacercarsedemasiadoaella, lavirgen?¡Peroéldebíasabercómosatisfaceraunamujer,inclusosintraspasarlasúltimas fronteras! Lissiana decidió que no abandonaría. Ella lo habíaelegidocomoesposo,peronoqueríaunjovenzueloavergonzadoqueseacercaraaellarespetuosamenteenlanochedebodas.Dougdebíacaerasus pies antes de que ella le permitiera cortejarla; para que después, enaquella noche de todas las noches, la poseyera por completo en uncrescendodeplacer.Dougrecogiósuscosasaltiempoqueellavolvíaaponerselafaldayse

acomodaba el corpiño; ambos actuaron como si no pasara nada cuandoellalepidióquevolvieraaajustarleelcorsé.Lohacíacongrandestreza,otrapruebadequehastaaquelmomento suvidanohabía sidomonacal.Lissianasolodebíatenerpaciencia.Porfinellatambiénvolvióasonreírcuandomontóenelcochedecaza

ehizotrotarsucaballoendirecciónaCaernon,locualdisgustóaDoug.Hubierapreferidoavanzarconlentitud,conelfindenocorrerelriesgode volver a encontrarse con Brian y Elizabeth, pero les dieron alcanceincluso antes de llegar a la aldea. Brian mantenía la vista baja, peroElizabeth la alzó durante un instante cuandoCougar pasó trotando a sulado.Lissiananosehabíamolestadoenrefrenarelcaballo,desdeluego,paraevitarqueambosjóvenessevieranenvueltosenunanubedepolvo.SumiradaelocuenteyligeramenteirónicarozóelrostrodeDougantes

dequeélpudieradesviarlasuya.Confióenqueellanohubieranotadolabreve llamaradadedeseo en susojos.Quiso reprimirla, pero cuando lamuchacha alzó la vista y lo contempló y sus ojos resplandecieron, fuecomosiunrelámpagodepasiónleatravesaraelcuerpo.LamiradadeElizabethsolorozóaDoug,mientrasque ladeLissiana

estaba clavada en él. Su cuerpo todavía palpitaba de insatisfacción y elaspecto del hombre alto y rubio que montaba a caballo con muchaelegancia,comosiélyelsementalnegroyfuertefueranunosolo,hizoquelaexcitaciónseapoderaradeella.Almenoshastaqueviolanostalgiaasomadaasumiradaalpasarjuntoaaquellamuchachadecabellosrubiorojizos.

5

ErasábadoporlanocheydelpubdeCaernonsurgíanvocessonorasyalegres.Tambiénunafídula,conunadelasantiguascancionesceltascuyamelodía de tonos rápidos y vibrantes no parecía tener principio ni fin.Doug abrió la pesada puerta de madera para escapar de la lluviatorrencial;enlosañosquepasóenelsurcasihabíaolvidadoconcuántafrecuenciallovíaenGales,pero,porotraparte,talclimaeraidealparalacosecha:unocasipodíavercrecerlahierbaymadurarloscereales.Cuando el joven conde entró en el pub se interrumpieron varias

conversaciones,el ruidodisminuyódemaneranotabley lamúsicade lafídulasevolviómássonora;elmúsicocontinuótocando,quizánisiquierasepercatódequeelambientesehabíaenfriado.—¡Noosdejéismolestar,hombres!—exclamóDoug—.Talvezno lo

creáis, pero hasta los aristócratas tienen sed a veces. ¡Y en cuanto amicastillo,allínadieelaboraunacervezatanbuenacomoladenuestroviejoJohn!—añadió,saludandoalmesoneroconlacabeza,queinmediatamenteleofreciócerveza recién tirada—.¿Yquépasacon losdemás, John?—preguntó,riendo,trasbeberuntragoyquitarselaespumadeloslabios.Nohabíamentido:enefecto,hacíaañosqueunacervezanolesabíatan

biencomoaquella,disfrutadaenelcírculodesushombres.—Quieroqueestanochetodosbebanconmigo,John.Esverdadquemi

regreso a casa se debió a un motivo triste; no obstante, me alegro devolver a estar aquí. ¡Un barril de cerveza para celebrar mi regreso alhogar,John,yenhomenajeamipadre,queDioslotengaensugloria!Fue un discurso muy apreciado por los hombres. Los vítores de los

minerosyloscampesinosresonaronenelpubenhonordesujovenseñor.Doug también insistió en abrir el primer barril, la cerveza no tardó enfluiramaresy loshombres retomaronsusalegresconversacionesantesinterrumpidas.El viejo Dick, sentado en un rincón junto a otros mineros demayor

edad,leindicóqueseacercara.—¿Os apetece sentaros con nosotros, milord? —preguntó—. Porque

entoncesnocontaréaAnnaquelacervezadeJohnossabemejorquelasuya.—¡Noselodigas,porelamordeDios!—exclamóDoug,acercándose

consujarradecervezaalamesadeRichard.Entonces vio que John, el mesonero, llevaba una pinta de cerveza al

músico,queacababadeponerfinasumelodía.ElhombreseloagradecióaDouginclinandolacabeza,peroluegopareciórecordarelembarazosoencuentrojuntoalríoybajólavista.—¿Ese es el marido de la pequeña bruja? —le preguntó Doug a

Richard.—Sí—contestóDick,asintiendoconlacabeza—.Yelmejorintérprete

defídulaquehatocadoenelpubdeJohn.Perolasmujeresdicenqueporlasnochestambiéntocalafídulaenlachoza,parasuElizabeth,yquetocaaúnmejor,quelearrancasonidoscomolosángelesdelcielo.Losotroshombressegolpearonlosmuslosyrieron.—¡Eres un poeta, Dick! O quizá lo sea tu Anna. ¿Qué mujer se ha

inventadoesesueño?A Doug, acostumbrado a los sonidos dulces y dolorosos que los

músicos italianos sabían arrancar a sus instrumentos, el comentario lehizoaguzar losoídosy lanzóunamiradaescrutadora al instrumentodeBrian.Eramásgrandeymásartísticoquelasfídulasbaratasdelamayoríade los músicos aldeanos y parecía estar hecha de una madera vieja yoscura.Dougloignorabatodosobrelaconstruccióndelasfídulas,perono creía que el instrumento se hubiera construido en su origen paraentretener a losmineros de los pubs. Elmúsico volvía a tocar, una vezmás, antiguas canciones que parecían envolver a las personas que sereunían en torno al músico en un anillo mágico. Doug podía imaginarmuybienque lasmuchachasbailaranal sonde lamúsica,peroallí soloera el sonido de fondo de las conversaciones de los hombres, que, demomento,girabanentornoaunacarreradecaballosqueibaatenerlugaren Blaemarvan, la semana antes de la luna llena. Dick y sus amigospensabanapostarporunodelosparticipantes,peronolograbanponersedeacuerdosiapostarporunaldeanodeRhondda—quealparecerposeíaun caballo que era un auténtico diablo— o por un joven caballero deGlenmorgan.

—¡Noolvidesalajovendama!—dijootro;asíintroducíaaunadelaspróximascampeonasenlaconversación—.Sí,sí,soloesunamuchacha,pero¿te acuerdasdequeel añopasadogalopóa travésde la aldea, trescuerpospordelantedetodoslosdemásjinetes?—Perodespuésnisiquieraseencontróentrelosprimeros—dijoDick,

defendiendoasupropiocampeón—.YquienllegóprimerofueCharly,deRhondda.—PorqueellaseperdióenelbosquedeCaernon.Aventurarseallí fue

unerror,yaquenopodíaverlatorredelaiglesiadeRhondda,mientrasqueCharlysolodebíadejargaloparasucaballo,quesabíacómollegaracasa;ypornohablardequeCharlyconoceelbosquecomolapalmadesumano. Pero eso no volverá a ocurrirle a ella. ¿Nunca la habéis vistocabalgarunayotravezendirecciónaRhondda?Estavez tomaráporelcaminomás corto y saltará por encima del arroyo junto a la granja deDorson.—¿Una dama participando en una carrera de obstáculos?—preguntó

Doug.Porelcomentarioacercadelatorredelaiglesiasupoquesetratabade

unadelascarreraspredilectascelebradasenellugar,quetradicionalmenteiban desde una torre de iglesia hasta otra. Daba igual qué caminorecorrieranlosjinetes,peroporsupuestoquienessolíanganarlaseranlosmás intrépidos que optaban por el trayecto más directo y saltaban porencimadezanjas,arroyosysetos.—¿Quiéneslaamazona?—¿Pues,quiénhabríadeser?¿Quémuchachadeaquítienetiempopara

practicar la equitación y encima dispone de un purasangre?—preguntóDick, soltando una carcajada—. ¡La condesa de Blaemarvan, claro está!Creedme,milord,cabalgacomounhombre.Dicenquelaeducaronenunacorteirlandesaypuedequeallílasdamasesténdispuestasatodo.Doug no lo dudó. Lissiana hablaba de caballos como un experto y

montabademaneraeleganteensucorcelblanco.Yademáseralobastanteatrevidacomoparanodejarseintimidarporlosobstáculos.—Claro que si vos también participarais, milord, cabalgando sobre

Cougar,apostaríamosporvos—dijounodeloshombresmásjóvenesdela mesa vecina, metiéndose en la conversación—. ¿Qué os parece, noquerríaisrepresentarloscoloresdeCaernon?Losotroshombresasintieronygolpearonelsueloconlospies.

Dougsonrió,halagado,peronegóconlacabeza.—Cougar ya no es joven y además no está entrenado, supongo que

nadiehasaltadoobstáculosconéldesdequepartídeviaje.—¡Mejor, así estará descansado! —gritó un impertinente hijo de

campesinos y los hombres aplaudieron—.Cougar es un cob, nacido enCaernonyfuertecomounbuey.¡Eseseguirásaltandoobstáculoscuandotengaveinteaños!Dougseencogiódehombros.—Precisamente,uncob.YcomoacabadedecirDick,ladyBlaemarvan

montaunpurasangre.Los cobs galeses, caballos pequeños pero fuertes de la isla, eran

conocidos como excelentes saltadores, resistentes, fuertes y muyinteligentes, pero la velocidad no era una de sus virtudes y en terrenollanocualquierpurasangrelosderrotaría.—¿Acaso teméis a lady Blaemarvan?—preguntó una voz clara cuyo

tonocantarínapagólasmássonorasdeloshombres.Dougsevolvióbruscamente.Estabasentadodeespaldasalapuertayno

habíavistoentraraElizabeth,peroseencontrabaallí,adospasosdeél,conelrostrodelgadoenmarcadoporlosrizoshumedecidosporlalluvia,comotambiénloestabalacara:unagotatodavíacolgabadelapuntadesunaricita.MientrasseburlabadeDoug,unbrillomaliciososeasomóasusojos azules y los hombres de las mesas vecinas guardaron silencio,esperandolarespuestadelconde.—Si la hechicera de Caernon prepara un bebedizo adecuado a mi

caballo, que le proporcione la velocidad de un corcel árabe y a mí laligereza de un jinete de carreras inglés, no le temo a nadie —replicóDoug.—Un corcel árabe tropezaría en los bosques de Caernon y los

muchachitosqueaprendenacorrercarrerasenInglaterranosuelentenermás de doce o catorce años. No enviaría semejante niño a saltar porencimadelarroyodeDorson.Paraesohacefaltaunhombre... ¡ysucobgalés!Los presentes aplaudieron y manifestaron su aprobación a voz en

cuello.Alosminerossiempreleshabíangustadolasapuestasyleshubieseagradadoqueunjinetedellugarcompitieraenlacarrera;loscampesinosestabanorgullososdeloscaballosdesupatria.Casitodoscultivabansuscampos con hijos e hijas del semental Cougar tirando del arado. Los

domingos acudían orgullosos a la iglesia en sus carros arrastrados porsuscobsenjaezadosyenotoñolosensillabanparasalirdecaza.Mientras tanto,Elizabeth se acercó almostrador y pidió otra jarra de

cervezay,conunagrácilreverencia,selaofrecióasuseñor.—Aquí tenéis un bebedizo, milord —dijo en tono conciliador—,

aunquenoseamágico.—Cualquier bebida servida por vuestrasmanos, señora Elizabeth,me

hechizará —dijo Doug, lanzándole una sonrisa y aceptando la cervezaagradecido.—Y bien, entonces ¿cabalgaréis?—preguntó uno de los hombres del

grupo.Doug suspiró.Ya era demasiado tarde para darmarcha atrás; se veía

obligado a hacer todo lo posible para que esos tunantes noperdieran eldineroganadocontantoesfuerzo.—Yaqueinsistís...¡PorelhonordeCaernon,susfuertescaballos...ysus

bellasmujeres!—dijo,ybebióalasaluddeElizabeth.Perosolocosechóunamediasonrisayentoncesdesviólamirada,avergonzado,convencidodequeellarecordabaaLissianaentresusbrazos.Mientras los aplausos y los vítores se repetían, Elizabeth regresó al

mostrador, intercambió unas palabras con varios hombres y no parecíaestar haciendo bromas; quizá les preguntaba cómo se encontraban susmujeresehijos.Enrealidadibaacercándoseasuesposo.Cuandoéldejódetocarlafídula,lobesóenlamejillaytambiénlealcanzóunajarradecerveza.Porlovistolepedíaquedejaradetocarunratoysesentaraconella.Susojosresplandecían,elaspectodelhombredelgadodeojosclarosparecíavolverlamásvivazyllenarladeunamornadadisimulado.Selopidióconlabiostrémulos,parecíaestarseduciendoaBrian;sehumedeciólos labios con una lengua pequeña y rosada, y se los mordisqueó conexpresión casi infantil. Doug se preguntó si hacía aquellos seductoresgestosadredeosiexpresabaninseguridadypreocupación.Briansonrióylequitólaúltimagotadelluviadelanarizconeldedo.Ellaseacurrucócontra él, riendo y restregando la cara contra su jubón comouna gatitaqueapoya la cabeza contra lamanoque la acaricia.LosdedosdeBriandespeinaronsuscabellosrizados,perocontantasuavidadyrespetocomositocaralosdoradoscabellosdeunángel.Finalmentelocondujohastaunamesadetrásdelescenarioimprovisado

para elmúsicoybebióun sorbode supinta de cerveza.Le acarició las

manosquereposabanociosasenlamesa,dededoslargosydelgados,lasmanosdeunviolinistanato.DougrecordóelcomentariodeDick:que,aBrian, el trabajo en la oscuridad de la mina le resultaba difícil. Alcontemplarlonoresultabasorprendente.Elhombreeraesbelto,casiflacoybajosuampliacamisaysujubóndelananoseocultabanlosmúsculosdeunpicadornilosdeunluchador,sino,másbien,laendeblefiguradeunartista.Enaquelmomento,trasdejarelinstrumentoaunlado,parecíaexhausto,teníaelrostropálidoyenjutoylosojosojerosos.Senotabaelesfuerzo que debía de suponerle tocar la fídula después de doce horasencerradoenlamina.No obstante, la mirada de sus ojos, de un suave gris, no parecía

apagada, sino iluminada por un brillo cálido y soñador: debía de habersidolamaneracomolostrovadorescontemplabanelmundo,alejadosdetoda realidad relacionada con enfrentamientos caballerescos y en suslabios solo juramentos de amor para la dama de su corazón. DougrecordólaspalabrashalagüeñasqueBriandirigióaElizabeth,lasqueoyóaorillasdelrío.Purapoesía,¡unsoñadorsinremedio!Y, sin embargo, un hombre que había resultado experto y decidido

cuando su compañero Rob sufrió el accidente en la mina; «no seasinjusto», se dijo Doug a sí mismo. Aquel Brian era raro, pero parecíatenertodoelamordeElizabeth,quenopodíadespegarlosojosdeél;sumirada seguía hasta los más mínimos movimientos de sus manos y surostroexpresivoreflejabacadaunadelasemocionesdeBrian.Aunquenoteníaelmenorderechoasentirlos,loscelosabrasabanaDoug.Elizabethjamás le había dado motivos para albergar esperanzas y, en cualquiercaso,élnohabíahechonadaparacortejarla.ConairedecididosededicóatomarcervezayaconversarconDick.Hastaqueunasuavecanciónquesurgíadelrincóndelintérpretedelafídulahizoqueaguzaralosoídos.BrianhabíavueltoacogerelinstrumentoyElizabethcantaba.Convoz

delicada, pero increíblementemelódica, relataba la historia de Jackaroe,unamuchachaquevaa laguerravestidadehombreparaencontrara suamado.Doug olvidó todos los placeres musicales que había disfrutado hasta

aquel instante: las canciones y los coros italianos, los deslumbrantessonidos de las guitarras, todo eso se convertía en nada en comparaciónconaquellacanciónangelical.Elizabethlocondujoaunmundodecuentodehadasquebailabanconreyes;sinembargo,advertíadeloqueocurría

cuando losmortales seenamorabandeesas figurasdeensueño.Duranteunahoraloshombres,hechizados,escucharonsusbaladassobreelamory la muerte, la soledad y la esperanza. Después Elizabeth se retiró, tanrápidaydiscretamentecomohabíallegado.Cuandosedirigióalapuerta,Brianlasiguióconunamiradallenadeamor...yDougconunallenadedeseo.—Deberíais verla bailar—dijo el viejo Dick, a quien no se le había

escapado el interés deDoug por ella, y, con la lengua suelta tras bebervarias pintas, llamó a lamuchacha antes de que saliera por la puerta—.¿Yatemarchas,Elizabeth?¿EsquehoyBriannotocarápiezasparabailar?Lajovenlelanzóunasonrisacordial,peronegóconlacabeza.—Hoyno,señorDick,yasabéiscuántardesehaceaquícuandotodos

comienzanabailar.YBrianyaestácansado,eldíaenlaminafuelargo.Aguardadhastalafiestacelebradadespuésdelacarrera.Briantocarátodoeldía.LaaldeadeCaernonseencontrabacasiamediocaminodellugardonde

se iniciabayfinalizaba lacarrera.Solían interrumpirladuranteunahorapara que los jinetes y los caballos pudieran descansar, una oportunidadparaqueelpubhiciesebuenosnegocios.—Entoncesyamereservounbaile—declaróDick—;siemprequeno

rechacesaunviejo.—¡Pero si vos no sois viejo,Dick!—exclamó ella, ruborizándose—.

Ayerosvicargandosacoscomounhombrejoven.Dicksonrió,halagado,—Aún soy capaz de revolear por el aire a unamuchacha como tú—

afirmó.—¿Y también bailaréis conmigo, señora Elizabeth?—preguntóDoug

envozbaja.Procuróhablarentonodechanza,perounmatiznostálgicosubyacíaa

suspalabras.—Solo si ganáis la carrera, milord—dijo Elizabeth con voz severa,

peroguiñándoleelojo.Doug no se cansaba de contemplar su expresión traviesa; le hubiese

gustado besar los hoyuelos de sus mejillas y acariciar su onduladacabellera.Elizabethnotósumiradayseladevolvióconaireuntantosorprendido

peroamistoso.Eralaprimeravezqueparecíacontemplarloatentamentey

el brillo de sus ojos pareció aumentar al percatarse de sus rasgossimétricos, su figura esbelta y fuerte, y sus ojos azules y claros que lamirabanfijamente.Dougcreyóreconoceralgoquecasiparecíaunapromesaensumirada.

¿Acaso esta se volveríamás profunda y grave si un día él la condujeramás allá del umbral del coqueteo, hasta una pasión sin límites? ¿O enaquelmomento laoscurecería la tristeza,porqueparaelloeranecesariosuperarunfosomuchomásanchoyprofundoqueelarroyodeDorson?¿Sería capaz de traicionar su amor haciaBrian porDoug?Y él, ¿acasoqueríahacerlesesoaambos?¿Podíadarletantoparaqueellaabandonaraeseamorpuro,paraqueabandonaraasumaridoysuhijo?Más tarde, sumido en sus pensamientos, Doug regresó al castillo. Le

hubieragustadolucharporElizabeth,pero¿conquéarmashabríaderetara Brian? ¿Y no sería contrario a todo el espíritu de la caballerosidadenfrentarseaunhombrealquesuperabacontantaclaridad?

Doug no tardó ni un día en comenzar a entrenar su semental para lacarrera. No se hacía demasiadas ilusiones, pero Cougar lo sorprendiódemostrando un evidente entusiasmo. El corcel negro no se cansaba degaloparyningúnobstáculo leparecíademasiadoaltoo ancho.Nadie lohabíamontadodurantelaausenciadeDoug,perohabíatiradodecarretasy durante la cosecha también de pesados carros cargados de cereales.Claro que había que aumentar su resistencia, así que Doug emprendíalargascabalgadas,engeneralporlasmañanas,sobretodoexplorandolaregiónentreCaernonyRhondda.EltrechodeBlaemarvanaCaernonnoofrecíademasiadasvariantes,elcaminoerarectoyestababienreforzadoy solo resultaba posible acortar algunas curvas cabalgando campo através.CualquierpurasangrehubiesedejadoatrásaCougarenesetrecho,pero Doug sabía que la carrera no se decidía durante la primera etapa.Hubieraresultadopeligrosohacergalopara loscaballoshastaagotarlosporque un animal cansado no lograría superar los obstáculos de lasegundaetapaentreCaernonyRhondda.PoresointerrumpíanlacarreraenCaernon, para que los caballos descansaran y los jinetes tomaran unrefresco.Dougcontabaconque,antesdellegaraCaernon,losjinetesdeloscaballosmásvelocesgozaríandeunapequeñaventaja,perodespuéstododependíadelacapacidaddesaltaryelaguantedelosanimales...yde

la intrepidez de los jinetes.El tramomás corto conducía por encimadediversaszanjas,arroyos,setosymuros,yatravésdeunazonapantanosaenlaqueinclusoDougnoosabaadentrarse.Eneselugar,unpasoenfalsopodía costarles la vida al caballo y al jinete. Puede que quienes vivíanjunto al pantanoso brezal lo conocieran lo bastante bien como pararecorrerlosinpeligro,peroeramejorquequiennosehabíacriadoallíloevitara.Entodocaso,CougarsaltósinvacilarporencimadelazanjadeDorson,queseconsiderabaelobstáculomáspeligrosodelrecorrido.Enrealidadsoloeraunprofundoarroyo,peroestababordeadodeunacerca,asíqueloscaballosdebíansuperarelarroyoylacercaalmismotiempo,locualsuponíatenerfuerzaparasaltarybuenavista.Muchosanimalesnoseatrevíanadarelsaltoysedeteníananteelarroyo.Unacálidamañanadejunio,muysatisfechoconelentrenamiento,Doug

condujo sucaballodevuelta aCaernon.Sehabíahechomás tardede loplaneadoyCougar estaba empapado de sudor.Doug decidió cabalgar aorillas del río y buscar un lugar poco profundo dondeCougar pudierabañarse, pero por lo visto su destino consistía en encontrar ocupadostodossuslugarespredilectoscadavezquesedirigíaalaorilla.¿OacasosetratabadeundestinourdidoporpoderessuperioresqueunayotravezloconducíanhastaElizabeth?Entodocaso,cuandocondujoelsementalatravésdelosprados,desde

el camino orillero hasta el río, se le presentó una imagen maravillosa.Elizabeth se disponía a desprenderse de la ropa en aquel discreto lugarbajolossauces.Dougsololaentreveíadetrásdelacortinadehojas,perolareconocióenelacto.Elcontornodesudelicadafigurasehabíagrabadoen su memoria para siempre y sus cabellos desprendían destellosdemasiadodoradosyrojizoscomoparanollamarlaatención.Ocultaensuescondite,ellanosospechabanadaysemovíasintimidez.Dougsabíaque no debía haberla observado mientras se desnudaba, pero elespectáculoleresultabademasiadoplacenteroparahacerquesucaballosedieramedia vuelta. Elizabeth se apresuró a quitarse la blusa, se soltó elcorpiño y dejó los pechos al aire. Dorada por el sol, tenía la piel másmorena que antes. Al parecer, acudía a aquel lugar con frecuencia paratomarunbaño.Nollevabamedias,ningunadelasmuchachasdelaaldeallevabamediasenverano,perosuspiernas fuertesymorenasy suspiespequeñosyendurecidosdecaminardescalzaloexcitabanmuchomásquelaspantorrillasenvueltasenmediasdesedadeLissiana.

Elizabeth, que ni imaginaba que alguien la observara, se acercó a laorillayleofrecióunavisióndetodosucuerpodesnudo.Doug admiró sus caderas redondeadas, su cintura estrecha acariciada

porlaspuntasdeloscabellosysutraseropequeñoyfirme.Debíadeserelcolmodelplacerrodearesasnalgasperfectascomounamanzanamaduracon lasmanos y acariciarlas.Notó que sumiembro viril palpitaba y sehinchaba.Intentóavergonzarseporobservaralamujerdeotroensecretomientras tomaba un baño, pero no lo logró. Había soñado con aquellamuchachatodasuvida,nopodíaperteneceraotro.Elizabeth se había sumergido en las aguas delWye. Con lasmejillas

ardiendo, Doug observó cómo la ligera corriente le acariciaba laspantorrillas,cómolasolaslelamíaneltraseroylascaderasylecubríanlospechos;finalmente,elríoocultótodaladesnudezdelamuchachaantesumirada curiosa. Se sorprendió al ver que Elizabeth sabía nadar. Ellaavanzó hasta el centro del río con movimientos lánguidos y flotó deespaldas. Doug casi deseaba que una corriente la arrastrara: hubierasupuestounmotivoparalanzarsealaguayrescatarla,perosabíaqueallíno había corrientes; por eso se había dirigido allí para que su caballotomaraunbaño.Elizabeth también confiaba en el río; estaba tendida de espaldas en el

aguaylasolasacariciabansubrillantecabellera:eracomosienlasaguasflotaraunpolvodoradoquelerozabaelrostro.Perotambiénloexcitabala punta de los pechos que surgían de las olas y que parecían llamarlo.Duranteunossegundossoñóconestarasulado,nadarhastadondeellaseencontraba,abrazarlatiernamente,atraersucuerpoenelaguaysentirsutibieza:uncontrasteencantadorconlafrialdaddelWye.¿Acasonopodríaserunaninfadelrío?¿Unacriaturairrealnacidasoloparaéldelasaguasdel río durante unas breves horas de felicidad? Pero no, ello no seríasuficiente.Enelfondodesucorazón,Dougsabíaqueconesamuchachaquería vivir algomás que una pasajera aventura. Elizabeth debía ser lamujerdesuvida,sudama,lamadredesushijos...UngemidoenvozbajaarrancóaDougdesuensoñacióny tambiéna

Cougar, quequizáhabía aprovechado la pausapara echar un sueñecillo.En todo caso, cuando el niño empezó a chillar, el semental pegó unrespingo.Alparecer,ElizabethhabíavueltoadejarasupequeñoMoisésbajo los sauces,peroelniñohabíadespertadoy llamabaa sumadre.Lamujer, en el río, oyó los gritos de su hijo y nadó rápidamente hasta la

orilla. Por desgracia, también notó la presencia del semental quebailoteabay unprofundo rubor le cubrió el rostro cuando reconoció alcaballoysujinete.¿Unruborpudoroso?¿Oelrubordelairaaldescubriralobservador

secreto?Entodocaso,Elizabethnologrópronunciarunsaludocortés.—¿Podríaisdaroslavuelta,milord?—selimitóapreguntardespuésde

nadarcasihastalaorilla;queríaponersedepie—.Creoquedemomentonoheofrecidounaspectodemasiadoimpropio,perohedeocuparmedemihijo,meestállamandoyyo...perdonad,peroestoydesnuda.Dougsoltóunsuspirodealivio.Asíquealmenosellanosospechaba

quehacíaunbuenratoquelaobservaba.Claro:habíaoídoelgolpedeloscascos de Cougar y había concluido que el caballo acababa deaproximarsealaorilla.—¿Novaisaconcedermeunabrevemiradaavuestrabelleza,señora?

—preguntó Doug en tono burlón—. No os creía capaz de semejantecrueldad.—Más bien sois vos el cruel, por tomarme el pelo —lo regañó

Elizabeth, frunciendo el ceño; una conducta bastante insolente para unamuchachaaldeanaquesevolviómásinsolente—.Porcierto:¿consideráisque es propio de un caballero espiar a una mujer decente mientras sebaña? ¿Nodeberíais haber girado vuestro caballo en el acto cuandomehabéisvisto?Dougrio:niseleocurriótomárseloamal.Estabapreciosacuandose

enfadaba.Entoncesunaprofundaarrugaseformóentrelosojosclarosyrefulgentes de la joven e hizo unamueca de desaprobación. Parecía unelfoenfadado.PeroelniñoempezóachillaryDougsediocuentadequesiseguíatomándoleelpelonoforjaríaunaamistad,precisamente,ehizogiraraCougar.Perosedetuvoenlaorilla.—¿Estáis lista?—preguntó por fin, después de darle bastante tiempo

paravestirse.Elniñosehabíatranquilizado,asíqueelladebíadehaberloalzadoenbrazosyacunado—.Porquenoestoyaquíparaespiarmujeres,sinopararefrescaramicaballo.—Puede ser, pero hace un momento vuestra mirada era demasiado

brillantecomoparaqueoscrea—comentóElizabeth,unavezmásentonomuydescarado.Perosuvozvolvíaaserrisueñaycantarina,asíqueyanoparecíaestar

disgustada.

Dougsehabíagiradoylaviosentadabajoelsauce;sosteníaalniñoenbrazos y por lo visto lo amamantaba, pero esa vez no concedió unamiradaasupecho:sehabíacubiertoloshombrosconunchalytambiénalniño.Noobstante,suaspectoloexcitó.Loscabelloshúmedosdelosquecolgabanramitasdesauce—debíadehaberatravesadolacortinadehojasa toda prisa—, el rostro fresco y claro, y el gesto tierno con el quesostenía al niño... Doug no logró ocultar el brillo de su mirada yagradeciólasolidezdesupantalóndecueroqueocultabalapalpitacióndesuverga.—Noseríaunhombresicerrara losojosantesemejante imagen.Sia

unoleconcedenunvistazoaunaninfadelrío,resultaimposibledesviarlamirada.Esmágicoycomohechicera,vosdeberíaissaberlo.—Asíquemetomabaisporunasirena.Esoloexplicatodo,claroestá.

¿Haymuchassirenasporaquí?Yonuncameheencontradoconninguna.Pero deberíais tener cuidado, pues seguro que les encantaría robar uncaballotanbonitocomoelvuestro.¿Nohabéisoídohablardelosshelties,loscorcelesde losespíritusdel río?Arrastrana los jinetesal fondodelríohastaqueseahogan—dijoElizabeth,unavezmásconpicardía.—Vaya,sénadarmuybien—dijoDoug,encogiéndosedehombros—.

Ymicaballotambién.Comoparademostrarlo,DougdesensillóaCougaryluegosequitóla

camisa. Satisfecho, notó que Elizabeth lo contemplaba con agrado. ¡Oh,no!: aunque estuviera casada, la dama no permanecía indiferente alcontemplarsusmúsculosfirmespordebajodesupiellisayaúnhúmedade sudor; por el contrario, observó con placer evidente cómo Dougmontaba a lomos del semental desensillado y se adentraba en el río.Cougar no se resistió: le gustaba nadar. Cuando el animal perdió pie,Dougsedeslizóenlasaguas,seagarróalascrinesyCougarloarrastróatravésdelrío,unjuegodelqueambosdisfrutaban.—Ahora se han mojado vuestros pantalones —comentó Elizabeth

cuandoelhombreyelanimalregresaronalaorilla.ElpantalóndemontardeDougestabapegadoasucuerpoydejabaver

sus fuertes pantorrillas y sus bien formadas nalgas; afortunadamente, elagua fría al menos había hecho desaparecer la delatora curvatura en lapartedelanteradelpantalón.—Sufriréisrozadurassigalopáisderegresoalcastilloeneseestado.—Pues entonces primero tendré que secarme —dijo Doug en tono

casual y se dejó caer a un lado de la joven, al tiempo queCougar sededicaba a arrancar la verde hierba con mucho entusiasmo. Doug lodejabapastarlibremente,elcaballonoescaparía.—Asíqueeseesvuestrohijo...Esunvarón,¿verdad?—preguntó.Echó

unvistazoalniño,queunavezmásvolvíaadormirensucestita.Elizabethasintióconexpresiónorgullosa.—SellamaJulian—dijo,acariciándolelamejillaconundedo—yesun

niño muy bueno. Solo chilla cuando tiene hambre, puedo llevarloconmigo a todaspartes.De lo contrario sería complicado, porque estoyfueramuyamenudo.—¿Porvuestratareadecomadrona?—preguntóDoug—.Creíqueeso

soloocurríadenoche.ElizabethrioyDougvolvióagozardeesadulceseriedetonosquelo

envolvíancomolossonidosdeunarpa.—Tambiénhederecogerlashierbasqueadministroalasparturientas.

Poresovisitoalasmujerescuandoestánembarazadas...yprocuroayudarcon otras dolencias. Mis conocimientos son escasos, no sé mucho pordesgracia, pero, en todo caso, son mayores que los de esa mujer deBlaemarvanalacualvuestragentesolíarecurrir.¡CasiacabaconmividayladeJulianduranteelparto!—La hubiese hecho descuartizar por ello —afirmó Doug en tono

severo—.Tenéisalgoallí...¿puedo?—preguntóylequitóunaramitadesaucedelcabello.Elizabethnoseresistió,perosumiradasevolviódesconfiaday,como

paradisimularsudesconfianza,volvióareír.—Espero que no, porque de lo contrario puede que también me

descuartizarais a mí si vuestros criados vuelven a hablar mal de mitrabajo. Esas sandeces sobre la hechicería no son tan inofensivas comovoscreéis;aúnsiguenquemandobrujas.—NoenCaernon—replicóélentonosereno—.Perodecidme,¿dónde

adquiristeisvuestrosconocimientos?¿Dedóndeprovenís,señora?«¿Y de dónde proviene vuestro marido, que toca la fídula con tanto

talentoysabetantascosasacercadelaminería?¿Yquéostrajoaambosaquí demanera tan repentina, pese aqueno tenéis amigosni familia enCaernon?», quería preguntar Doug, pero Elizabeth ya parecía habersepuestoenguardia.—Mecriéenunaaldeadelsury,comomimadremuriópronto,unatía

cuidódemí.Eracomadrona,peroconrespectoalasbrujas,mipadreeratantemerosocomolosdemáshombres,asíquenomedejóvivirconella,solopodíavisitarladevezencuando.Aprendímuchascosas,peronometuvorealmentecomoalumnayahorahedearreglármelasconlopocoquesé.—Y tampoco tardasteis en encontrar un esposo, ¿verdad? ¿Lo

escogisteisoloescogióvuestropadreparavos?Elizabethnocontestóenseguida,sinoquepareciósopesarsuspalabras

concuidado.—Mipadreno...tuvonadaencontradeBrian—respondióysedispuso

aponersedepie—.Ahoradeboirme,meaguardanenlaaldea.Doug le quitó otra ramita de la cabellera.Cuando los rozó, los rizos

húmedosparecíanflexibles.—¿No os agrada hablar de vuestro esposo, señora hechicera? —

preguntósonriendo.—Nomeganoelpanconconversaciones—replicóella—.Ynocreo

queamimaridolegustaraquecoquetearaconundesconocido.—¿Es que soy un desconocido para vos? —preguntó Doug en tono

suave—.¿Yacasounaspalabrasyasuponenuncoqueteo?—No sois un desconocido, pero sois nuestro señor. Es impropio que

hablemos aquí, tanto para vos como paramí. Todos cuantos nos vierandiríanqueestamoscoqueteando;amíyamellamanbruja,peronoquieroque encima me llamen frívola —dijo Elizabeth. Se puso de pie condeterminación.Dougnotóquelapartedeatrásdelvestidoestabamediodesabrochado.—En ese caso, seríamejor que no anduvierais por ahí con el vestido

desabrochado, porque de lo contrario quién sabe lo que dirían denosotros.Permitidqueosayude.Elizabeth pareció luchar consigo misma, pero quizá realmente tenía

muchaprisa.Finalmente, ledio laespaldaaDougy,demalagana,dejóqueleabrocharalosbotones,altiempoqueélejerciótodosucontrolparanotocarlamásdelonecesario,acariciarlelapieloalisarleelvestidoporencima de las caderas. Sin embargo, creyó notar que ella se estremecíabajoelrocedesusdedos.—Gracias—dijoellaporfinconvozáspera.—Hasidounplacer—respondióél,mirándolaalosojos.Duranteunossegundosellaledevolviólamiradayporprimeravezél

creyó vislumbrar un hálito de deseo en sus ojos resplandecientes, peroentonceslapicardíavolvióaasomarseasumirada.—También tenéis experiencia en estas cosas, ¿verdad, milord? —

preguntóentonoimpertinente.—Siosreferísanuestropenúltimoencuentro...—respondióDougtras

soltarunacarcajada.—Perdonadme, eso fue una insolencia —se disculpó Elizabeth,

desviandolamirada—.SoloqueesaladyBlaemarvan...—Parecíaquererdeciralgo,perosereprimió—.SeguroqueladyBlaemarvanosharámuyfeliz—añadióenvozbaja.Doug pensó en justificarse, decirle que no estaba comprometido con

Lissiananinadaqueselepareciera,peroalfinaloptóporcallar.Durantesegundos,ambospermanecieronunofrentealotrosinmoverse;eracomosi estuvieran atrapados en un círculo mágico, no por propia voluntad,perotampocoluchandocontraelhechizo.—¿Asíquemedeseáisfelicidad?—preguntóélconvozronca.—Todalafelicidadylasuertedelmundo...—susurróella.Peroentonceselhechizoserompió,Elizabethinspiróprofundamentey

sealejódeél.AcaricióaCougar,quetodavíapastabajuntoaellos.PorfinDougcogiólasriendasdelcaballoyElizabethrecogiólacesta

conelniño.Casidemalagana,ambosabandonaronsudiscretopuntodeencuentroyrecorrieronlosprados.—¿Así que participaréis en la carrera? —preguntó Elizabeth cuando

alcanzaronelcamino.Seapartóunpocodeél,yaqueporaquellazonaelcaminodeCaernonaRhonddaestabamuyconcurrido.—Allítambiénnecesitarésuerte—respondióél,asintiendo—.Yseguro

quenoseráladyBlaemarvanquienmelaproporcionará,puesellamismaquierehacerseconelpremio.¿Queréissermihadaesedía?Elizabethlelanzóunasonrisa.—EntodocasoestaréenCaernon,juntoconlagentequeosvitoreará.

Tampocoheolvidadoelbebedizomágicoparavuestrocaballo—dijoenvozbajaytonoconspirador,perosurisacantarinarevelóquenohablabaenserio.—¿Y tambiénos inquietaréisunpocopormí?—quisosaberDoug—.

Quiero decir... esos obstáculos son bastante altos...—añadió, guiñándoleunojo.—Siosdamiedo,noesnecesarioquesaltéisporencimadeellos—dijo

Elizabethentonoburlón—.Unhombrehadesaberloquehace.Yahoradisculpadme,deboiraunadelasgranjas.Losaludóconlamano,sonriendo,yemprendióelcaminohaciaunade

lasgranjasmásdistantes.Pese a sus pantalones mojados, Doug montó a caballo, silbando. Le

pareció que nunca se había sentido tan despreocupado y feliz. Aunque,comohastaentonces,nohabíaocurridonadaentreélysuhechicera.

6

Eran muchos los participantes en la carrera de obstáculos deBlaemarvanaRhondda,perosolounospocosjinetesteníanlaposibilidadreal de ganar. Cualquiera podía participar y en su mayoría eranmuchachos campesinos que habían sacado los cobs de sus padres delestablo.Unoscuantosnisiquieraposeíanunasillademontar,perotodosestaban convencidos de que sus caballos de labor eran capaces decompletar el recorrido. Muy de vez en cuando surgía un verdaderocampeón entre sus filas, tal comoCharly, de la aldea deRhondda, cuyoanimalprodigiosoresultóserunapequeñaehirsutayeguaalazana.—Dicenquetúereseljinetedelquemásdebocuidarme—ledijoDoug

mientrashacíanentrarencalorasusanimalesantesdelacarrera—.Todosmishombresqueríanapostarportiymesientomuyincómodo,porquealfinalhanapostadosudineroamicaballo.Halagadoporlaatencióndellord,yaquetodoslosdemásparticipantes

de la nobleza no semezclaban con el pueblo llano,Charly le lanzóunasonrisa.Eljoveneramenudoylivianocomounjineteinglésyparecíauntantoaudaz.Suscabellosdecolorcastañoclaroerantanhirsutoscomolascrinesdesuyegua.—Según como se mire, milord, pues quien ganó la carrera el año

pasadofuemiRosie.Peronolelleganialasueladeloszapatosavuestrobonitosemental.Almenossiestanvalientecomohermoso.Dougfruncióelceño.—Deesosetrata,muchacho,¿verdad?Noganasteporquetuyeguasea

muyveloz.—No, señor —negó Charly, también con la cabeza, sonriendo—,

aunqueesunayeguaendiablada:supadreesunodelosponissalvajesdelasmontañas. Por eso es tan pequeña, pero corre como el viento.Claroquefrenteaesos...Señaló hacia el grupo de los nobles y sobre todo a una yegua

purasangrepardamontadaporLissianadeBlaemarvanalestiloamazona.Lamuchachapresentabaunaspectomaravilloso.Estabasentadaenlasillademontar erguida y con porte orgulloso, los cabellos castaños oscurosrecogidos en un pequeño moño bajo un sombrero que, pese al severopeinado, la hacía parecer osada. Llevaba un traje de amazona de colorrojooscuroyenaquelmomentosaludabaaDougcongestodesenfadado.ÉlledevolvióelsaludoyvioqueestabahablandoconunjovencaballerodeGlenmorgan,quemontabaunpesadocaballodecaza,bastantemásaltoyfornido,yseguramentemásveloz,quelapequeñayeguadeCharly.También estaban presentes los dos hijos del barón de Rhondda. El

mayormontabaunpurasangrequenodejabadebailotearyelmenor,uncaballo de abundante sangre árabe. Doug consideró queCougar tal vezpodía ganar al caballo de caza, pero los purasangres y el poni livianomontadoporelcasiniñolodejaríanatrásconfacilidad,aligualquealayegüita de Charly. Este no parecía asustado por los rivales; el jovenmenudoacariciabalascrinesdesuRosieconexpresiónserena.—EltramodecisivoeselquevadeCaernonaRhondda—dijoDoug—.

Sobretodolossaltos.Ytúdebesdeconocerunpardetrucos,porquedelocontrariotuponinohubieraganado.—Peronoos los diré—respondióCharly, asintiendo conuna amplia

sonrisa.Dougserio.—¡Queganeelmejor!—legritóalmuchacho.Fueaunirse a sus semejantes.Quería evitarqueLissianay losdemás

cuchichearansobreél.—Vuestra yegua es magnífica —dijo, lisonjeando a la muchacha

cuandoseencontróasulado.Ellalelanzóunasonrisaluminosaysequitóeldiminutovelofijadoal

sombrerito,quelerodeabaelrostroylobañabaenunaluzmisteriosa.Eraencantador,peroquizánoresultabamuyprácticoparacabalgar.—¿Verdad que sí? Es oriunda de Inglaterra, mi padre me la trajo

despuésdeasistiralasgrandescarrerasenotoño.Esmuyveloz.—¿Pero también sabe saltar?—preguntó el caballero deGlenmorgan

en tono escéptico—. Seguro que en el llano resulta imbatible, pero elarroyodeDorson...—Dejaossorprender—declaróellaconunasonrisa—.¿Yquépasacon

vos,DougdeCaernon?¿Aúnmontáiseseviejosemental?Mehandicho

queloentrenabais,supongoqueeseeselmotivoporelcualnooshemosvistodurantelasúltimassemanas.Doug trató de evitar que el sentimiento de culpa hiciera que se

sonrojara.SabíamuybienquedebíaunainvitaciónalosBlaemarvany,enrealidad,tambiénalbarónyalabaronesadeRhondda.HacíatiempoqueDoug debiera haber celebrado su regreso con sus semejantes, así comohacerse cargo de las tierras. Lo mínimo que se esperaba de él era unbanquete y seguro que el duque de Glenmorgan también esperaba unainvitación. Era imprescindible queDoug se ocupara un pocomás de lapolíticadelducado,alfinyalcaboelduqueeraelseñorfeudaldetodosellos, así que empezó por saludar a su enviado con la cortesíacorrespondiente.Leonard deStaine era un joven caballero queDougyaconocía de antes; se había criado en la corte de Glenmorgan, pero nodisponíadeunfeudopropio.Douglediosaludosparasuseñoryanuncióuna fiesta, apesardequeno teníaningunasganasdecelebraruna fiestaformal;ymenosdeencontrarseconOsbertdeGlenmorgan,que,segúnsuopinión,eraunindividuoviscosoydesagradable.—Estaba realmente muy ocupado, milady. Estamos haciendo ciertas

reformasenlamina:galeríasnuevas,másanchasymejorapuntaladas;yhemosencargadounnuevomontacargas...,pero todoesonodebedeserdevuestrointerés,desdeluego,ytampocosuponeunadisculpa.Hacedíasquedebierahaberhalladolaoportunidaddevolveradisfrutardevuestrabelleza.Bien,hoyestamosaquílosdos...—Pero desde atrás y montado en vuestro poni no creo que tengáis

muchas oportunidades de apreciar la belleza de milady —dijo el hijomayor del barón deRhondda, un pequeño noble campesino cuyo feudoapenasocupabamástierrasquelagranjadelmayorarrendatariodeDoug—.Claroqueoshonraqueaúnnohayáisdesechadoaeseviejosemental,peronocreoquetengalamenoroportunidad.¿Oacasocreéisqueladamarefrenarásuyeguasoloporamoravuestrosojosazules?DouglanzóunamiradaintencionadaaLissiana.—Quiénsabe,quiénsabe...¿Ysijuegomiscartascorrectamente?¡Alo

mejorresultamásfácilseduciraladamadeloquevoscreéis!Lissianaagitólafustaconairejuguetón.—¡Intentadlo, milord! Pero consolaos: dicen que presento un aspecto

bonitotambiéndesdeatrás.Dougseencogiódehombros.

—Norepartáislospremiosantesdelacarrera.Pero,mirad,estáapuntodeempezar.Allíestávuestropadre,Lissiana,dandolaseñalparaquenosreunamos;ynotardaráendarlasalida.Cuando tomaron la salida, Dougmantuvo aCougar junto a Lissiana.

Comoeradeesperar,elgrupodelosnoblesfueelprimeroenpartir,peroDougvioaCharlymontadoensupequeñayeguaalazanajustodetrásdeellos.Demomento,el ritmoera lento.Lodeseableeraqueelpelotónseabriera y los muchachos campesinos, que cabalgaban sin la menorestrategia, se pusieran inmediatamente en cabeza y salieran al galopesoltandogritos.Cuando llegasenaCaernonsuscabalgadurasyaestaríanmuy cansadas. La mayoría de esos jinetes ni siquiera emprenderían elrecorridodelsegundotrecho.LissianayloshijosdelbaróndeRhonddanotardaronenadoptarunritmobastanteacelerado.Doughubierapreferidorecorrer lasprimerasmillasal trote,pero los

purasangres empezaron a galopar de inmediato y los jinetes solo losrefrenabanunpocoparaevitarqueselanzaranalacarreraymantenerlosgalopando a un ritmo normal. Cougar los imitó y Doug procuró noquedarseatrás,aligualqueCharly,quetodavíacabalgabadetrásdeellos.Por fin, Doug lo dejó pasar: a Cougar no le gustaba que las yeguascorrieran tras él, prefería no perderlas de vista, y su amo tambiéndisfrutaba contemplando a Lissiana desde atrás. Era una excelenteamazonayelestrechotrajedemontartambiénofrecíaunamagníficavistadesuredondeadotrasero,sucinturaesbeltaysusdelicadascaderas,quesedestacabancadavezquelafaldadeltrajeseelevabaduranteunsalto.Esedíatambiénllevabauncorsé,locualsindudavolveríabastanteagotadorala larga cabalgada bajo el sol. Pero Lissiana montaba con destreza yseguridad, y cuando tomaron un atajo, atravesaron un par de prados ytuvieronquesuperarunacerca,lasaltóconlamásabsolutaelegancia,locualtambiénseaplicabaasuyegua,quesuperóelobstáculoconligerezayfacilidad.ElarroyodeDorsonnosignificaríaunproblemaparaella.Demomento,lacarreranosuponíaunesfuerzoparaDoug.Algalopar

rodeado de tres bonitas yeguas (el poni del joven baronet de Rhonddatambiéneraunayegua),CougarseencontrabaensuelementoyDougnoteníaniqueespolearloniquerefrenarlo.Estoúltimodebíadeagotaralospurasangres: sobre todo al del hijomayor del barón, que no dejaba deluchar con el temperamento impetuoso de su caballo. Ni el jinete ni elcaballo aguantaríanmuchas horas yDoug se sentía optimista respecto a

eseparticipante.Layeguaeramástranquila,peroestabapocoentrenada,yyaquedópordetrásdeRosieamediocaminodeCaernon.Algunos jinetes adelantaban a otros que también habían arrancado a

toda velocidad, pero cuyos caballos ya se habían quedado sin fuerzas.Otros se dejaban arrastrar por el pelotón, pero después se quedabandefinitivamente rezagados. Llegó unmomento en que solo había tres ocuatrocaballospordelantedeellos,ymientrasDougcabalgabaalolargodeunanchocamino juntoaCharly,este leconfesóqueen realidadesosmuchachoscorríanunacarreraparticular.—Esos apostaron que llegarían antes que vos a Caernon —dijo,

abarcando a todo el grupo de los nobles— y entre ellos también hanapostado quién es el más veloz. No piensan seguir cabalgando hastaRhondda, tal vez uno o dos como mucho, impulsados por la locura.Ningunodeellosesdetemer,peroprestadatención:pocomenosdeunamilla antes de Caernon, allí donde el camino transcurre junto al río,vuestros amigos arrancarán, puestoque el primero en alcanzarCaernondespuéstendráunaventajaconsiderablesobrelosdemáscuandolacarrerasereinicie.Procuradquenoosdejenatrás.Doug le agradeció el consejo asintiendo con la cabeza y, en efecto,

Lissiana y los hermanos de Rhondda cabalgaban con lentitud cada vezmayor; era evidente que preparaban sus caballos para el esprint final y,cuandodejaronatráslaúltimacurvadelcaminojuntoalrío,LissianayelmayordelosdeRhonddaaflojaronlasriendasdesuscabalgaduras.Dougse preguntó si allí habría un lugar por donde tomar un atajo, pero solopudoespolearaCougarparaquegaloparalomásrápidoposible,peroelsementalyadabalomejordesímismo.SelanzótraslayeguadeLissianaal galope tendido, adelantó aRosie de inmediato y también al poni delmenorde losdeRhonddaencuantohizounas ligerascosquillascon lasespuelas a Cougar. Sin embargo, acercarse a los purasangres eraimposible pues estos aumentaban la distancia que los separaba de loscaballosmáspequeñosconcadazancada.El caballo de caza de Leonard aguantó un poco más, pero al final

tambiénquedó rezagado.Para sorpresadeDoug,Cougar semantuvoenlospuestosdecabezasinelmenorproblema.Aunqueelcaballoeramásgrande y entrenado, el joven no parecía darle importancia e hizo queRosiesacarasuchispa.Dougsevolvióyvioqueaúnseencontrabadetrásdeél.Pordelante, layeguadeLissianayelcaballodelmayorde losde

Rhonddalibrabanunaluchaencarnizada.Lissianadespertólaadmiraciónde Doug: no se despegaba de la silla de montar pese a que la yeguagalopaba rápidacomoelviento.Cuando llegaronaCaernon,ella ibaencabezayenlaplazadelaaldeadetuvosucabalgaduracongestotriunfal.El hijo mayor del barón era el segundo, Doug y Leonard, terceros,seguidosporelsatisfechoyalegreCharly.—¡Bien hecho, Rosie! —animó a su yegüita, dándole una zanahoria.

Rosiemasticabasatisfecha,perosindespegar lavistadeCougarqueaúnestabalobastanteenformacomoparasoltarleunrelinchoretador.El excitado Francis —que ese día era el lugarteniente de Doug y

directordelfestejo—proclamólosnombresdelquinto,sexto,séptimoyoctavo de los jinetes participantes y, por fin, el de un par de caballosempapadosensudoryeldesusjóvenesjineteshenchidosdeorgulloquellegaronalaplazadelaaldea.Doug le indicó a Francis que repartiera tres premios especiales entre

losganadoresdelaetapa,peroloquetuvomayoraceptaciónfueelbarrildecervezaqueelviejoJohnregalóalcuartovencedor.Losmuchachoslodestaparonenelactoyabandonaronla ideadeseguirparticipandoen lacarrera.Lissiana disfrutaba de la admiración de Leonard y los hermanos de

Rhondda,yDougtampocoseahorrólassincerasalabanzasporsutalentocomoamazonaylavelocidaddesuyegua.—Cabalgar a vuestras espaldas es una experiencia que recomiendo a

todoelmundo—dijo,bromeando—.¿Quiéntendríaganasdeadelantarosy perderse el aspecto encantador de vuestro trasero y de vuestros rizosondeandoalviento?Durante la cabalgada elmoño y el sombrerito de Lissiana no habían

resistidoylalargacabelleraenmarcabasubonitorostro,enrojecidoporla excitacióny el viento.Habíaperdido el sombreritoyCharly lohabíarecogido y se lo alcanzaba con ademán ceremonioso en medio de lascarcajadasgenerales.—Esperoquenomelotoméisamalsi,peseatodo,despuésosadelanto

—comentóen tonocándidoysoloLissianademostrócarecerdesentidodelhumoradoptandounaexpresiónagria.Setomabatodoelasuntomuyenserio,porqueelañoanteriorCharlyla

había dejado en uno de los últimos lugares. Pero Doug recorría lamultitudconlavista,enbuscadeotrorostrobonitoy,alnoencontrarlo,

optóporpreguntaraFrancisporElizabeth.—¿Nuestrabrujita?—preguntóelmayordomodebuenhumor—.Echó

a correr como impulsada por el viento cuando vos galopasteis hasta laplazade laaldeaal ladodeesesirLeonard.Antespreguntósieseseñorprovenía de Glenmorgan y cuando respondí afirmativamente le entrómucha prisa por ayudar a las mujeres a preparar los tentempiés. ¿Lahabéisenfadado,milord?Dougfruncióelentrecejo.—No, que yo sepa. Pero ¿desde cuándo vuelves a hablar con ella?

¿Acasonodijistequequeríascolgarladelárbolmásalto?—No,señor—dijoFrancis,sonriendo—,noquisedecireso...Yahora

quemiHelenvuelveaestarembarazada...—¿Tu hija vuelve a esperar un niño? Creí que... ¿No dijo Elizabeth

que...?Dougsintióunasinceraalegríaporsucriado,peroestabacentradoen

otracosa.¿DequiénhabíaescapadoElizabethtanrepentinamente,deélodesirLeonard?—Pues resultaque lasbrujasno son infalibles—dijoFrancis en tono

alegre—.Pero,mirad,estáallíatrás,consumarido,elquetocalafídula.EntoncesDougtambiénviolamelenarojizadeElizabeth.Anteelpub,

enunaesquinadelaplaza,habíaninstaladomesasybancos,ylasaldeanassedisponíanadaralgopararefrescarsealosparticipantesyespectadoresdelacarreraquenofuerannobles.Reinabaungranajetreoylosjinetesseacercaban a las mesas uno tras otro, hambrientos y sedientos.Mientrastanto, los hombres de la aldea se encargaban de los caballos y habíamozosdecuadracuidandodeCougarylosdemáscaballosdelosnobles.Las muchachas de la aldea se peleaban por dar algo fresco a aquellosmuchachos, en su mayoría jóvenes y con un buen puesto. En realidad,Doughabía contado con queElizabeth también atendiera lasmesas y seencontraraconéljuntoaCougar,peroellaservíadentrodelpub,asíqueélsereunióconlosaldeanosypidióunacerveza.EntonceselvirtuosismodeBrian tocando la fídula volvió a llamarle la atención.Tocabadelantedel pub y unas cuantas muchachas del pueblo ya bailaban al son de lamelodía.¿Se equivocaba o Elizabeth deslizaba miradas cautelosas sobre los

demás hombres sentados ante su mesa? Pero entonces se acercó a él ydepositómediapintaenlasencillamesademadera.

—Más no, milord, para que no tenga que temer por vos—dijo ellacuandoéllelanzóunamiradadereprocheeindicóalosdemás,aquienesleshabíanescanciadouna jarrabastantemásgrande—.Vuestromozodecuadra llevará la segundamitad a vuestro caballo.Dicen que la cervezavuelve más veloces a los caballos; me lo dijo vuestro caballerizo acambio de unas hierbas para su madre. Está realmente enferma, quierepedirosqueleconcedáisunosdíaslibresmás.—¡Dejadehablardelosbebedizosmágicosydemicaballerizo!—dijo

Doug, un tanto malhumorado—. ¿Dónde estaba mi hada de la suertecuandolleguéalaplaza?—Delantede todo, con lasmujeresqueosvitoreaban, juntoavuestro

mayordomoFrancis.Perovos solo teníaisojosparael traserodeciertadama que galopaba delante de vos. ¿Es que el sentido de la carrera noresideendejarlaatrás?—exclamó,ysurostrodeelfoenfadadohizoreíraDoug.Suspalabrasysu rostrodelatabanqueestabacelosa. ¡Asíqueporeso

no se acercó a él! No tenía ganas de servir a Lissiana mientras seencontrabaasulado.—Aguardad a la segunda parte,milady, entoncesCougar yamostrará

loscascosa layegua inglesa—dijounode loshombressentadoante lamesa de Doug, soltando una carcajada—. ¡Muy bien hecho, milord!; almenoshastaahora.Osresultaráfácilrecuperarlostresocuatrolargosdeventajaqueosllevaladama.Ydebéishacerlo,¡heapostadoelsueldodeunmesporvos!—¡Yyoeldeunasemana!—¡Yyotreschelines!LoshombressesuperabanlosunosalosotrosconsuspujasyDougse

mordióloslabiosypreguntó:—Ytumarido,Elizabeth,¿apostópormí?—No tenemos dinero para apostar, señor—dijo ella en tono serio—.

Nosconformamoscuandoeldineroalcanzaparacomprargranoyleche.Ganarunaapuestanosvendríamuybien,desde luego,peroel riesgoesdemasiado grande.Y por cierto: para un par de esos también—añadió,señalando a los mineros sentados en el banco junto a Doug—. Si noganáis,enpocotiempoalgunosdelosniñosdeCaernonpasaránhambre.Abochornadoporsuspalabras,Dougregresójuntoasucaballo.Debía

ocuparsedeCougar,pueslatareaqueleesperabanoeranadafácil.Pero

antes quería echar un último vistazo a Elizabeth, que ese día tenía unaspecto dulce y fresco, como una lozana camarera, cargando con laspesadasjarrasdecerveza.Yellatambiénsevolvióunavezmásantesdequeélsealejaraparaemprenderlasegundapartedelacarrera.—Os deseo mucha suerte. Pero tened cuidado, los hombres se

sobrepondránaunapérdidadedinero,perosiosrompéiselpescuezo,elfuturodeCaernonserámuynegro.PrefieronosaberquénuevoseñornosendilgaráelusurpadordeGlenmorgansivosmoríssindejarunheredero.Dougseemocionó.Asíqueellatemíaporél.—Antañolasdamassolíandespedirasucaballeroconunbesocuando

estossedirigíanalcombate—dijoentonoburlón,enpartepararelajarelestadodeánimo.Elizabethnegóconlacabeza.—¡Ohno!El beso era el premioporun combateganado.Antesde la

batalla las damas entregaban una prenda a su señor. Un pañuelo o algosemejante —dijo, rebuscando entre sus prendas, hasta que, un tanto demalagana,sequitóundiminutoprendedordesuvestido—.Tomad,perotenéisquedevolvérmelo.Es laúnica joyaqueposeo, a excepcióndemialianza. ¡Así que no lo perdáis! —le advirtió Elizabeth, depositando elpequeñoobjetoensumano.Conmovido,Dougloprendiódesujubón.Quizánoteníaningúnvalor

ysoloeraunapiritacompradaen la feria,perodebíadesignificaralgoparaElizabeth;talvezeraunregalodesumarido...—Despuéslointercambiaréporunbeso—dijo,riendo,ysealejó.¿Se equivocaba o en el rostro de ella apareció una sonrisa tierna y

soñadoraaltiempoqueloseguíaconlamirada?

Cuando reemprendieron la carrera una hora después,Cougar parecíadescansado.ElmozodecuadradeDouglohabíalavadoylamediapintadecervezadebíadehaberlesabidobien.Elmozoledijoqueelsementalhabíabebidodoscubosdeaguayquehabíalamidohastalaúltimagotadecerveza.Charly,depieasuladoconRosie,tandescansadacomoCougar,lelanzóunasonrisamaliciosa.—Unviejotruco,señor,esedelacerveza.Mipadreyaloconocía,pero

soisunpocotacañoconlacerveza:miRosiebebiódospintas.Y,alparecer,Charlyhabíabebidoalmenosuna.Peroporlodemásse

había ocupado de su yegua de un modo ejemplar, también la habíadesensilladoylavadomientrasqueloshombresdelaaldeaselimitaronadarunpocodecomerydebeberaloscaballosdelosotrosparticipantes.Lasalidasedesarrollóporordendellegadaycomolosprimerosaún

seguían celebrando y renunciaron a participar en la segunda parte de lacarrera,Lissianafuelaprimeraensalir,seguidadeinmediatoporeljovenbaronetdeRhondda,cuyocaballocojeaba.Nollegaríamuylejosconél,enrealidadnodebieradehabertomadolasalida,peroosuorgulloseloimpedíaobiensabíatanpocodecaballosquelacojeraselepasóporalto.Leonardparecíamuycombativoyelvino lehabíaenrojecido lacara.

Enlatiendadelosnoblesnohabíanservidocerveza,desdeluego.Entodocaso,hizogaloparasucaballoenelactoyseunióalospurasangrestrastomarlasalidaaunladodeDoug,quientambiéncabalgabaconrapidez;sinembargo,dejóqueCougarpermitieraqueRosieseadelantaraunavezmás. La pequeña yegua luchaba con el coraje de una leona, tratando deimpedir que los purasangres se distanciaran demasiado. En el caminojuntoalríosequedóatrás,porsupuesto,perodetodosmodoselpelotónsedividióunpocomásadelante.Lissianatambiénabandonóelcaminoygalopóhaciaelbosque,peronoosóadentrarseentrelosárboles,sinoquegalopóatravésdeloscamposyrodeólaprimerazonaboscosa.Allílospradosestabandivididosenpequeñasparcelasylayeguasaltóporencimadelascercassinesfuerzo.Conciertapena,DougpensóenelcaballodelhijomenordelbaróndeRhondda,queseguíaalayeguadeLissianaconvalor.Sieljinetetardabamuchomásenrecuperarlasensatez,destrozaríaaquelmagníficocorcel.En cambio, Charly y Doug no se dejaron amilanar y el caballo y la

yegua se adentraron en el bosque y así lograron acortar caminoavanzandoa lo largode sinuosos senderos.Rosie tomaba las curvas sintropezarniunavez,ycuandoellayCharlycomenzaronafatigarse,DougyCougarsepusieronencabeza.—¿Conocéis el bosque? —preguntó Charly sorprendido, galopando

detrásdelsemental.Dougasintióconlacabeza.—¡Mecriéaquí!Conozcocadaárboldeestebosquecillo.Máscercade

Rhonddalacosasecomplicaytútendrásqueponerteencabeza.—¡Si para entonces no me habéis dejado completamente atrás! —

exclamóCharly.

—No tengo intención de hacerlo —dijo Doug, encogiéndose dehombros—.A ningún caballo le gusta correr solo. Juntos tenemosmásposibilidadesdevenceralospurasangres.Peroenlosúltimosmetrosnoteregalarénada,¿estáclaro?—Si para entonces no soy yo quien os ha dejado atrás—dijoCharly

conunasonrisamaliciosa.Cuando ambos abandonaron el bosque, sus cabalgaduras aún estaban

bastantefrescas,yaquesolopudieronrecorrer losestrechossenderosaltrote.Cuandosevolvieron,vieronqueLissianasaltabaporencimade lapenúltima cerca, el próximo salto volvería a conducirla al caminoprincipalalolargodelcualtambiéngalopabanDougyCharly.ElbaronetdeRhonddaysucaballohabíandesaparecido.Lissianaespoleósuyeguacuando alcanzó el camino y en unos instantes dio alcance a los doshombres. No se dignómirar a Charly, pero lanzó una media sonrisa aDougalpasarjuntoél.—Ahoraosconcederéotrovistazodemitrasero.—¿Dóndeestáelpequeñobaronet?—gritóDoug.—Ha caído, allí atrás en alguna parte —respondió la muchacha

encogiéndosedehombros.Doug no le preguntó si estaba herido; era obvio que Lissiana no se

habíadetenidonihabíacomprobadosielmuchachoseencontrababienyyasehabíaadelantadodemasiadocomoparapodercontestar.—¡Esaesunmalbicho!—dijoCharlycuandoRosie volvióa situarse

juntoaCougar—.Perdón,milord.Lissiana también se aventuró en el bosque siguiente, bastante menos

tupidoqueelanterior;oyahabíaexploradoelbosquecilloobiencreyóver la torre de la iglesia deRhondda entre las copasde los árboles.Noobstante, Charly enfiló un sendero lateral de inmediato;Rosie galopabacon entusiasmo. Se acercaban lentamente a su aldea y la yegua ansiaballegar a su establo; los senderos que cogió para alcanzarlo eran muypeligrosos y la yegua purasangre de Lissiana no hubiese podidorecorrerlossintropezarytambalearse,peroloscobspequeñosyrobustostrotaron tranquilamente y sin vacilar por encima de troncos caídos, y atravésdezonaspantanosasyramasbajas,ante lasqueDougyCharlyseinclinaban sobre los cuellos de sus animales y se veían obligados aconfiarenlavistadeestos.Sihubieranalzadolacabezahabríanchocadocontralasramas.

Pero todo eso no les sirvió de mucho. Cuando dejaron atrás elbosquecillo,vieronqueLissianayagalopabaalolargodelcaminoqueseextendía ante ellos y en esemomento giraba en dirección al arroyo deDorson.—¿Tuyeguaescapazdesaltarporencimadelarroyo?—lepreguntó

Doug a Charly, que galopaba a su lado. Estaban concentrados en norezagarse.—¡Seguro,milord!Peromirad:elaguapareceintimidaralayegüitade

milady.Y,enefecto,alalcanzarlaorilladelarroyo,layeguadeLissianaclavó

laspatasenlatierraysenegóasaltar.Dougenseguidasediocuentadelmotivo: había llovido mucho en los últimos días y el arroyo bajabacrecido.QuizáLissiana solo había practicado el salto después de variosdíassecosycuandoelaguadelarroyoeraescasa.Casisecayódelasillaa causa de la súbita parada, pero se enderezó con rapidez, hizo que layeguadieramediavueltayvolvióapreparaseparasaltar.Peroelanimalvolvióanegarse.Entre tanto, Doug y Charly alcanzaron el arroyo. Doug titubeó, la

cortesía exigía que cediera el paso a la dama, pero a Charly lacaballerosidadleeraajena.—¡Abrid paso! —gritó, y Rosie se adelantó a la desconcertada

muchacha.—¡Perdón,milady!—dijoDoug,azuzandoaCougar.Elsementalestuvoapuntodedetenerse,porqueRosieteníaunamanera

untantocuriosadesuperarelarroyo.Erademasiadopequeñaparasaltarpor encima de todo el obstáculo, pero, como eramuy valiente, aterrizócon las cuatropatas enel arroyoy luego recurrió a todas sus fuerzasysaltóporencimadelacerca.Eraunlogroconsiderable,peroqueparecióirritar aCougar.Doug le clavó las espuelas yCougar saltó, tal vez pormiedoaquelayegualodejaraatrásoquizágraciasalaenergíadeljinete.Saltócasi sin tomar impulsoydemanera tanabruptaquecasiderribóaDoug,perologróalcanzarlaotraorillasanoysalvoygalopóenposdeRosie. Ambos hombres intercambiaron una sonrisa y sus cabalgadurasavanzaronapasorápido.Entoncesoyerongolpesdecascosasusespaldas.—Nosalegramosdemasiadotemprano,alparecer—comentóCharly.Lissianayaseencontrabajustodetrásdeellos.Arrastradaporlosotros

doscaballosycruelmenteespoleadaporsuama,layeguahabíasuperado

su temor. Lissiana había logrado atravesar el arroyo de Dorson, y suyeguagalopóydejóatrásalosotrosdossinelmenoresfuerzo.—Supongoquetodohaacabado—murmuróDoug.—Depende de vuestro coraje, milord. Aún nos queda el pantano —

replicóCharly,negandoconlacabeza.Elcaminoquedabaa lospradospantanososestabaunpocomásallá;

Dougreflexionó.ElcaminoenfiladoporLissianatrazabaunamplioarcorodeando la zona pantanosa, pero si tomaban el camino directo podíanahorrarsealmenosdosmillas.Sinembargo...—¿Conoceselterreno?Charlyasintióhaciendounamueca.—¿Osparecequequieroestirarlapatahoymismo?Claroquesiempre

secorreciertoriesgo...Dougsabíaaquéserefería.Unpantanoeracambiante,sobretodotras

laslluviastorrencialesdelosúltimosdíasquehabríanhechoquemuchossenderos firmes desaparecieran y que las zonas poco profundas seconvirtieranenfangaleshondos.Allí estaba el cruce de caminos; la yegua de Charly galopó hacia la

derecha.«Siperdéislacarrera,losniñospasaránhambre...»DougrecordólaspalabrasdeElizabethydejóquesucaballotambiéngiraraaladerecha.El semental siguió a la hirsuta alazana a lo largo de un sendero que alprincipioeraancho,peronotardóenestrecharse.DespuésDougyanofuecapazdedistinguirningúnsendero,peroCharlynosedejóconfundir.ConlaseguridaddeunsonámbulosuyeguabuscabasucaminoyDougsoloteníaqueobligaraCougaraseguirsushuellas.Avecesgalopaban,otrasavanzaban al trote y un par de veces tuvieron que ir al paso porque elsendero parecía demasiado estrecho. Entre tanto, Doug se relajó y casilogródisfrutardelacabalgada.Iluminadoporelsol,elbrezalpresentabaunaspectomaravilloso;elresplandecientecieloazulyalgunasnubecillasse reflejaban en los charcos, a veces círculos perfectos; el terreno, deaspecto engañosamente firme, estaba cubierto de suave hierba y parecíaunaalfombradeterciopeloydeentrelosjuncosnodejabandesurgiravesqueprotestabanavozencuelloporlairrupción.Enaquellugareramejornomontar un caballo nervioso, ya que si se espantaba cuando las aveslevantaban el vuelo de repente, podía dar un brinco lateral deconsecuenciasfatídicas.RosieyCougarparecíanindiferentes,peroambosrelincharonsatisfechoscuandosuscascosvolvieronapisartierrafirme.

AntelosdosjinetesaparecióelcaminoaRhondda,anchoytransitable.Lissianaestabamuchomásatrásqueellos.Sindudalograríaacercarsealo largo de la última milla, pero ya no tenía opciones reales de ir encabeza.ODougoCharlyganaríanlacarrera.—¡Ha llegado la hora! —gritó Charly, y espoleó la yegua para el

esprintfinal.Dougvacilóun instanteal tiempoqueCougarya seechabaagalopar.

En realidad el triunfo le correspondía a Charly, porque Doug nuncahubieraosadoatravesarelpantanoasolas.Peroporotrapartellevabaelpequeño prendedor de pirita de Elizabeth y quería salir victorioso:«Entonceslointercambiaréporunbeso...»CuandopasaronjuntoalasprimerascasasdeRhondda,CougaryRosie

iban parejos. Al borde del camino ya se habían apostado numerososespectadoresquevitoreabanyanimabanalosjinetes.Dougsepreguntósidebíamantenerel tándem:siambos jinetesalcanzaban lametaalmismotiempo, podrían compartir la victoria. ¡Pero detrás de ellos se acercabaLissiana! En el trecho recto su yegua debía de haber desarrollado unavelocidadincreíbleyLissiananodejabadeazotarlaconlafusta. Inclusolosdospequeñosyrobustoscobsseasustaronaloírelsilbidodelafustaenelaireylosgolpessobreelcuerpojadeanteyempapadodesudorasusespaldas. Doug olvidó toda caballerosidad y espoleó a Cougar. Elsemental reunió todas sus fuerzas y galopó hacia la torre de la iglesiacomounposesoytambiénRosieaceleróparanoquedarrezagada.Ambosanimales atravesaron la meta con una velocidad impresionante,CougarsuperóaRosieporunacabezayRosiea layeguadeLissianapormediocuello.—¡Vaya, qué carrera! —gritó Charly, se dejó caer de la yegua y

recuperófuerzasconunapintadecerveza—.Ungrancaballo,milord—añadió,dirigiéndoseaDougyacariciando lasdoscabalgaduras—. ¡Quégrancaballo!Lissiana no era tan buena perdedora.Con gesto furibundo, arrojó las

riendasdelayeguaaunmozodecuadra.—Cabalgaratravésdelpantanoesunalocura—leespetóaDoug—.La

próximaveztodosloharánylamitadperecerán.Dougserio.—¡Vaya,milady! ¿Deprontoospreocupáispor la saludde losdemás

jinetes?CuandoeljovenbaronetdeRhonddacayódelcaballomientrasos

perseguía,vuestrapreocupaciónfuebastantemenor.Noosenfadéis,soisunaexcelenteamazonayhabéishechounaexcelentecarrera,peroresultaquecontralahijadeunponisalvajedelasmontañas...—dijo,acariciandolas crines de Rosie— y un amante experto —añadió, lanzándole unasonrisadescaradaaltiempoqueacariciabaaCougar—noesfácilganar.Durantelacaceríadeotoñoosdarélarevancha.—Todavíafaltamuchoparalacaceríadeotoño—contestóLissianade

morros.Pero su ira por la derrota se redujo tras echar un vistazo al rostro

traviesodeDougyasufiguraesbeltaymusculosabajoeltrajedemontarempapadoensudor.Puedequeaquelhombrefuesemejorjinetequeella,peroenotrosterrenoslograríasometerlo.—Prefiero que ya me deis un premio de consolación que seque mis

lágrimas.¿Quéospareceunbeso?Lentamenteyconciertatorpeza,adredeparaquesutrajedeamazonase

deslizarahaciaarribaydejaraversuspantorrillas,seescurriódelasillade montar. Doug le rodeó la cintura y aspiró su aroma, una mezclaembriagadoradeperfumefloral,sudorequinoypielacalorada.Elmoñose había soltado casi por completo y las mechas oscuras y sudorosasenmarcabansurostrosonrosadoyencendido.Doug sabía que estaba alimentando el cotilleo de la aldea durante

semanas, perodaba igual: le gustababesarla. ¿Quién se hubieseperdidoesarecompensatraslasalvajecabalgada?¿Quéhombrenohubiesecedidoanteaquelloslabiossuavesyhúmedosqueseentreabrían?Riendo,larodeóconelbrazoypresionósuslabiosconlossuyos.Pero

nosetratabadeunpremiodeconsolación:labesóconinsistencia,comounvencedor,yellasepresionócontraélcomositodavíaquisieramás,allímismo. Los aldeanos que los rodeaban aplaudieron y soltaronimpertinencias.Envezdevitorearalosjinetes,sededicaronajalearalosquesebesaban.SoloCharlynosedejóimpresionar:lamiradaquelanzóaladamaeradeindiferenciaycasidedesprecio.CuandocondujoaRosiehastaelimprovisadopodiodelvencedor,parecíaquererdeciralgo,peroreprimióelcomentario.Mientrastanto,DougnotóquelayeguadeCharlytratabadepegarsea

Cougar. El semental volvió a relinchar y por lo visto solo su buenaeducaciónimpidióqueseacercaraalayegua.Dougserioylepalmeóelcuello.

—Parece que nuestros caballos también desean recibir un beso derecompensa—dijo,dirigiéndoseaCharly—.AunquedudoqueCougarsedierapor satisfecho con eso.Si te apetece, venmañana conRosie amiscaballerizas y entonces los dejaremos juntos. Creo que un potrillo deCougartambiénseríaunabuenamaneradedartelasgracias.Charlylocontemplóconexpresiónatónita.—¿Un apareamiento gratuito? ¿Un potrillo de Rosie y Cougar? —

preguntó el joven, presa del entusiasmo—. Eso valemuchomás que elpremiodelvencedor.¡Yaloveréis,milord!,enunpardeañoselpotrilloganaráestacarrera.UnaalegríacasisobrenaturaliluminóelrostrodeCharly.Eramozode

cuadradelascaballerizasdelbaróndeRhonddayRosiesolíaarrastrarelaradodesupadre.LosdiezpeniquesdecobrequeDougacostumbrabaacobrar por aparear una yegua con Cougar eran una fortuna para él.Excitado por su premio y un poco achispado por la cervezaapresuradamentebebida,seatrevióahacerelcomentarioantesreprimido.—Pero...milord... con respecto a vuestro premio... ¿Pensáis cortejar a

ladyLissiana?Dougseencogiódehombros.—Las cosas aúnno han llegado a ese punto, pero ¿qué quieres decir,

muchacho?¿Acasoyatehasidoprometidaati?Soltóunacarcajadaylepalmeóelhombrocongestoamistoso.Perono

habíacontadoconlamiradaespantadadelmuchacho.—¿Amí? ¡Por amor deDios, señor, no la aceptaría ni con todos sus

castillos!Dougsoltóotracarcajada.—¡Vaya,vaya,esasnosonlaspalabrasdeuncaballero!¿Quéesloque

teasustatantodeella,muchacho?Esmuyhermosa.Charlyseruborizó.—Perdonadme, señor,mis palabras fueron impropias. Claro que lady

Lissiana es muy hermosa, pero... no tiene corazón. No para con loscaballos —dijo, indicando la yegua de Lissiana con la cabeza, quepermanecía junto al mozo de cuadra, exhausta, temblorosa yensangrentada por las espuelas. Lissiana ni siquiera se había dignadomirarla—.Ytampocoparaconlaspersonas.Durantelaúltimacaceríaunodelosjinetescayóanteellaalsaltar;eraunmuchachohumildedesualdeaqueseatrevióaparticiparenlacaceríamontandoenelponidesupadrey,

encima,sinsilla.Ellapodríahabersedetenidoconfacilidad,yolovi.Peroquería ser la primera en galopar tras la jauría y no aguardó a que elmuchacho se pusiera de pie, sino que saltó por encima de él con sucaballo.Uncascolegolpeólacabeza.Sobrevivió,perosequedóidiota.Dougseestremeció.—Peroseguroquenolohizoadrede,tuvoqueserunaccidente;talvez

nopudorefrenaralcaballo.—Creed loqueosparezca,milord—replicóCharly,encogiéndosede

hombros—. ¡Pero tened cuidado! Lo que es seguro es que, si algo seinterponeensucamino,ellaloaplastaráconloscascosdesucaballo.ElbaróndeRhondda—quesedisponíaaentregarlacopadeltriunfo—

interrumpió la conversación. Doug aceptó el trofeo con una sonrisa yCharlytambiénsealegróderecibirelbarrildecervezaqueconstituíaelsegundopremio.Lohizoabrirenseguidayapaciguólosánimosdetodoscuantoshabíanapostadoporélyhabíanperdidoconunapintagratuitadecerveza.—Solotenéisqueaguardar,dentrodecuatroañosmontaréunpotrillo

hijo de Rosie y Cougar —dijo, consolando a sus desilusionadosseguidores—.¡Entoncesnadiemevencerá!DougpasóunosmomentossentadojuntoaLissiana,perolaslisonjasy

las chanzas que intercambió con ella no eran sinceras. Pensaba enElizabeth. ¿Ya sabría que había ganado la carrera para ella? Le hubieragustado decírselo él mismo y si todavía quería lograrlo debía partirpronto,peroCougarsemerecíaundescanso;y,detodosmodos,nopodíacabalgarde regreso aCaernonaun ritmodemasiadoveloz.A lomejorteníaquehaberordenadoasumozodecuadraqueacudieraconuncaballoderepuesto,talcomohizoLissiana.Aellalaaguardabasupequeñocarrodecazaysucob trotón.Sumozodecuadra llevaría layeguaacasa,«sibientendráqueregresarandando»,pensóDougalverlayeguaenlaplazadelaaldea:laeleganteyeguadecarrerasinglesaestabacoja.Lissianaseencogiódehombros.—Vaya, no servía para galopar por estos terrenos.Yaveremos, quizá

echeunvistazoalapequeñayeguaquetenéisenvuestrascaballerizas...Dougnodijonada,peroparasusadentrosyabuscabaunaexcusa.Hacía

tiempoquelapequeñayeguanegraansiosaderecuperarsulibertadhabíaregresadoalasmontañas,y,aunqueibaaserunaanimaladulto,Lissiananolamontaríahastareventarla.

Porfinlogróponerseenmarcha.Cougarlollevóderegresoalaaldeade Caernon a paso lento. Allí proseguía la fiesta y Doug sintió unapequeñapunzadadecelosalveralviejoDickbailandoconElizabeth.Supiernaentumecidanoparecíamolestarloenabsoluto,peroBriantampocotocaba lasmelodíasmás desenfrenadas para el viejo capataz. Claro quetodosyasabíanquesuseñorhabíaganadolacarrera,ycuandolovieronllegar lo saludaron dando vítores y enviaron a una pequeña niña rubiaparadarlelabienvenida.Sonriendo,Dougaceptóunapintadecervezademanosde la excitadapequeña,perobuscandoaElizabethcon lamirada.Ellalosaludóconlacabeza,peronoseabriópasoatravésdelamultitudquelojaleaba.Loshombresinsistieronenbeberasusaludporlavictoriayélnoqueríadecepcionarlos.ElizabethllevóaCougar,acompañadaporel entusiasta vocerío de los bebedores, un cubode agua en el quehabíavertidounapintadecerveza.Elsementalbebiógrandessorbosylagenteaplaudió.—Un bebedizo mágico de nuestra bruja —balbuceó Francis, que ya

estababastanteborracho.DougleindicóaDickqueseacercarayleordenóquealdíasiguiente

dieraeldíalibrealosmineros.—Hoy todos ellos están borrachos y mañana estarán enfermos. Es

demasiadopeligrosoquebajenalamina.Dick asintió y al informar a los mineros del día libre estos

prorrumpieronenmásaplausos.—No les faltará dinero —gruñó—, hoy han ganado más de lo que

suelenganarenunmes.«ExceptoBrian»,pensóDoug,ylanzóunamiradadesoslayoaljoven

intérprete de la fídula, que no parecía tan contento como los demás. Sidaba crédito a las palabras de Elizabeth, su familia necesitaba cadapenique.Porlodemás,esedíadebíadehaberhechobuenasgananciasenelpub;Dougdecidióque, antesde irse, ledejaríaunapequeña sumadedinero a John destinada a Brian, pero todavía tardó un buen rato enmarcharse.Finalmente,tuvoqueescabullirsecasiensecreto,porquecadavez que intentaba despedirse los hombres querían volver a beber a susalud.SesorprendióalveraElizabethaguardándolojuntoaCougar.—Queríarecuperarmiprenda—dijoella,sonrojándose.Lajovenparecíauntantofatigadatrashaberhechodecamarera,perola

alegría por la victoria de Doug y las ganancias de los aldeanos le

iluminabanlacara.Teníalapielencendida,losojosbrillantesylosrizosdesgreñados, entre otras cosas porqueCougar había hundido el morroentre su pelo. Doug no pudo evitar sentir envidia por el semental... Éltambiénqueríasurecompensa.—Hablamos de un intercambio, ¿verdad? —preguntó, apartando a

Cougaryapoyandolasmanosenloshombrosdelajoven.Jugueteóconsusrizosaltiempoqueellaquitabaelprendedordeljubón

deDoug.Erabonitoestartanpróximoaellayanhelabaqueleofrecierasuslabios,peroElizabethseseparóencuantohubosoltadoelprendedor.—Hablamosdeunarecompensa,peroenrealidadyalahabéisrecibido,

¿no?¿Quiénsoyyoparabesar losmismoslabiosquehaceunmomentopertenecieron a ladyBlaemarvan?Noquisiera interponermeentrevosyesadama—dijo,sevolvióysealejóconpasoscadenciosos.Doughubiesepodidodetenerla;estabaapuntodesoltarleunaironía,de

regañarlaporsucrueldadconsucaballero,decirleunacoquetería,hacerleunapreguntasobreelbaileenlaplazadelaaldea,puestoquepodríahaberregresado en cualquier momento..., pero las últimas palabras de ellaprovocaron que un escalofrío le recorriera la espalda. «Si algo seinterponeensucamino,ellaloaplastaráconloscascosdesucaballo»:laspalabrasdeCharlyrefiriéndoseaLissiana.¿AcasoexponíaaElizabethaunpeligroenelquenadiehabíapensado?

7

Durante las semanas siguientes, Doug no tuvo mucho tiempo depreocuparse por Elizabeth y Lissiana. La cosecha estaba a punto decomenzaryélestabamuyocupadoensupervisarlasiegaylatrilladeloscerealesensuspropiedadesydirigirloscarroscargadosalosgraneros,ytodoellosinperderdevistaelclima.Devezencuandoélmismocogíalaguadañaolahorcacuandoaparecíannubesdetormentayerannecesariasmuchasmanos.Cougar también dejó de ser un caballo de carreras y letocóarrastrarpesadoscarroscuandosetratabadetransportarlapajahastaelgraneroantesdequecayeraunchaparrón.Porfinllegaronloscarrosde los aparceros con los tributos anuales y Doug maldijo su falta deprevisión.Resultóqueenelcastillonadiesabíaleeryescribirlobastantebiencomoparaapuntarlosproductosyentregarrecibosadecuadosaloscampesinos.AsíqueDoug también tuvoquehacerse cargodeesa tarea,queademásdetestaba.Elescritorionoerasuterritoriopredilecto,preferíatrabajar en los camposyhubiera intercambiado su tarea conunode losjornalerosqueformabanhacesdehenoybromeabancon lasmuchachasque los ataban en vez de quedarse sentado en el escritorio contandominuciosamentelossacosdecereales.Perotampocoqueríaescaquearsey,yaquenolequedabamásremedio

que cumplir conobligaciones que le desagradaban, tambiénorganizó elbanquete para sus nobles vecinos y para el duque deGlenmorgan. Solocuando todos confirmaron su asistencia se dio cuenta de que iba aperderse la fiesta de la cosecha en la aldea, pues las fiestas estabanconvocadasparaelmismodía.Suscriadosysusgalopillasprotestarían,peroyanopodía cambiar la fecha.Adecir verdad, él hubiesepreferidobailar con las muchachas de la aldea en vez de recibir al duque, haciaquien no albergaba sentimientos demasiado amistosos. Ignoraba si losrumores de que el hombre no había obtenido el ducado de manera

honorableeranciertos.CuandoDougemprendióviajeparavermundo,elantiguoduqueaúngobernabaGlenmorgan,perolabrevevisitadecortesíadel nuevo a los pocos días de regresar Doug le bastó a este paracomprobar que su señor era bastante antipático. Osbert de Glenmorganeragroseroygritón,unpatándemalosmodales,peroungranluchador.Gobernabaelducadoconmanodehierro,exprimíaaloscampesinosyalosmineroshastalaúltimagotadesangreytratabaaloscaballerosbajosumandoconmuchaseveridad.CuandoDougsepresentócomoelnuevoseñor de Caernon, no tardó ni unmomento en informarle de que iba aaumentarlosimpuestosasusaldeanos.—Vuestropadreamenudoerauntantolaxo.Laminapodríaproducir

muchomás, así que encargaros de que los ingresos aumenten, entoncestodosestaremossatisfechos.Doughabíaasentidoconairesumiso;parasusadentroscalculóquelos

nuevos impuestos eran asumibles sin que su gente se viera obligada avestirharaposyapartara lavistacontemorencuantoaparecíaunjinete,comolesocurríaalosquetrabajabanparaGlenmorgan.«¡Esperoqueelduque no note el ajetreo festivo en Caernon!», pensó; porque, de locontrario,seguroquesellevaríalaimpresióndequeelcondadoeramásricodeloquerealmenteerayqueelgobiernodeDougeratanlaxocomoeldesupadre.Dougseesforzópormostrarseamableyenvióunaescoltade jóvenes caballeros al duque; estos iban a conducirlo directamente alcastillo sin atravesar la aldea. Allí iba a entretenerlo con un par decompeticiones de caballos y a explicarle en qué consistían lasinstalaciones defensivas del castillo. De todos modos eso le interesaríamás al entusiasta luchadorque los ingresosobtenidospor la cosecha.ADoug le interesababastantemenos; él eraunbuen combatiente, peronotemíaqueasediaranelcastillodeCaernon.Porotraparte,nosesabíaquépugnas podía urdir el duque; si los rumores eran ciertos, había tenidoconflictoscontodoslosgobernadoreseinclusosehabíaenfrentadoalreyde Inglaterra. Lissiana y su padre también llegaron por la tarde,acompañadosdeunpar de caballeros listosparaparticipar enuna justa.Lissianaadorabalascompeticionesdecaballosyasupadreleagradabanlascompeticionesdetodotipo.—¿Os veremos desfilando? —preguntó el conde en tono animado a

Doug—. ¿O en el combate con espada? ¡Vamos, no seáis modesto: avuestraedadnosepresideuntorneo,separticipaenél!

Doug no tenía ganas de contestarle que no los había convocado a untorneoyqueelespectáculosoloestabadestinadoaentreteneralduque.Sino quedaba más remedio se mediría con un par de sus hombres en uncombate de exhibición. Lanzando un suspiro, ordenó a su nuevocaballerizoqueprepararaaCougar.Charly,eljovenjinetedecarreras,asintióconelentusiasmohabitual.Al

día siguiente de la carrera, cuando Charly llevó su yegua a lascaballerizas, Doug lo contrató de inmediato; su último caballerizo sehabía despedido definitivamente y consideró que Charly era ideal paraocuparelpuesto;enaquelmomentovolvióademostrarloalpreguntar:—¿DeverdadqueréisqueensilleaCougar?Teniendoencuentaquese

trata de un torneo, ¿creéis que podréis batir a sir Leonard montando aCougar?¿Noseríamejorensillarlayeguadebatalladevuestropadre?Dougseencogiódehombros.—Esa no está entrenada, Charly. Sé que debiera haberlo hecho, pero

teníademasiadascosasquehacer.Casinohasalidodelestablodesdequemuriómipadre.Charlynegóconlacabezaylelanzóunasonrisapícara.—No es exactamente así... Ando entrenándola desde que estoy aquí,

porque... bien, prometisteis una revancha a la dama durante la próximacacería.Y ahora no podéis negaros.Y la gorda de vuestro padre puedesaltar,loheprobado.Dougtuvoquereír.—Piensasentodo.Deacuerdo,ensillalagorda.Porcierto:lagordase

llamaPriscilla y tiene antepasadosdaneses, ¡así que trátala conunpocomásderespeto!—¿De qué dama habláis? —oyó preguntar a Lissiana con su voz

aterciopelada—.¿Tengomotivosparaestarcelosa?Dougsepreguntócómopudodejardenotarsupresencia,perotalvez

se había separado de su padre y del duque, que debían de estarinspeccionando las instalaciones defensivas, algo que seguramenteaburriría a Lissiana... y también estaba convencido de que nadie habríanotadosuausencia.—¿Es que aquí nadie se hará cargo de mi caballo? —preguntó,

lanzandounamiradadereprocheaCharly.El joven se apresuró a coger las riendas de su caballo pese a que en

realidad dicha tarea le correspondía a unmozo de cuadra, pero Charly

todavía no se había acostumbrado a su nuevo rango y se alejó con elcaballo blanco al tiempo que Lissiana abandonaba el establo junto conDoug.—Mi padre y el duque se dedican a hacer interminables comentarios

sobreelmecanismodelpuentelevadizo—dijo,suspirando—.Asíquemepuseacabalgaryaquíestoy.Lasmurallasdefensivassolomeinteresan...siyomismapuedoderribarlas—añadióconunasonrisa.AlzólamanoydeslizólosdedosporelrostrodeDoug,desdeelpómulohastasucuellocongestolascivo.Luegorozósujubóndesedaconexpresiónadmirativa.»¿Dóndeestávuestraarmadura,milord?¿Acasonoteníaislaintención

demedirosahoramismoconloscaballerosdelduque?Penséqueprimeroosdaríamiprenda;¿oesquenoqueréiscombatirporvuestradama?—Seacercóaél,alzólacabezayleofreciósuslabiosentreabiertos.Doug sonrió. Lissiana volvía a presentar un aspecto maravilloso:

llevabaunvestidodeveranode sedade colorverdepálidoy el lazodeterciopeloverdeoscuroalrededordelcuellorealzabasuescote.Esedíasupielinmaculadaolíaamanzanasyfloresestivales,ysolounacintaverdesostenía su cabellera.En general la llevaba suelta, como correspondía auna mujer soltera. Doug admiró las ondas brillantes y pesadas que lerozaban lacintura,peronopudoevitar lacomparacióncon loscabellosrizados y ligeros como una pluma de Elizabeth, que el viento siempreparecíaarremolinarentornoaella.—¿Quién no querría alcanzar la gloria por una mujer tan bella? —

preguntógalantementeyenrollóunade las largasmechasen tornoaundedo con gesto juguetón—. Pero lo dicho: esto no es un combate, nisiquierauntorneo.Aúnignorosiparticiparé.—Todavíamedebéisunarevancha—dijoella—.Ynosoloenlasilla

demontar...Entre tanto, habían remontado la escalera hasta el adarve del castillo.

Desde allí podían divisar al duque y su séquito, pero las intenciones deLissianaeranotras.—Mi padre habló de un torneo. ¡Vamos, Doug, hacedme ese favor!

Siempre he deseado ver partir a mi caballero al combate llevando miprenda,comolasdamasdeantaño.DougvolvióarecordaraElizabeth,queantesdelacarreraleprestósu

prendedordelasuerte.¿QuéledaríaLissiana?Lissiana se apretó contra él. El adarve estaba desierto y a ella le

resultabaexcitantecoquetearenaquellugar.Dougpercibiósutensiónyelestadodeánimotambiénloafectóaél.Elpanoramadelastierras,lasuavebrisaylasbanderasondeando;enlasviejasnovelasdecaballeríaelhéroebesaríaa laheroína.AbrazóaLissianademaneraespontánea,sus labioserandulcesysuavesysulengua,exigente.—¿Osdaisporsatisfechaconesto?—preguntó,jadeando.—No del todo. Pero primero tenemos que hablar de la prenda. ¿Qué

queréis? ¿La cinta que sujeta mis cabellos? —Se quitó la cinta deterciopelo y sus rizos enmarcaron su rostro como un torrente desensualidad—. ¿O tal vez el lazo que me rodea el cuello? —añadió,acariciandoelesbeltocuelloydejandoqueellazosedeslizaracasihastasuspechos—.¿Oalgomásíntimo?¿Queréisqueabradisimuladamentemicorpiño?Metió lamanoenelescoteyconunlevemovimientosacólacintade

seda blanca que sujetaba los bordes del corpiño de encaje, que seguíaoculto a la vista, pues el ceñido vestido impedía que el corpiño sedesplazara; sin embargo, la excitación se apoderó de Doug. Si ledesabrochabaelvestido,elcorpiñosedeslizaríahaciaabajoysolounpardebotonesdesedalosepararíandesuspechosblandosyblancoscomolanata.—¿Oquizáqueréismiliguero?Perotendréisquesoltarlovosmismo...Lissianaapoyóunpieen lamuralla,deslizó la faldahaciaarribay le

ofreciólavistadesusmuslos.Laspiernaslargasybienformadasestabanenvueltasenmediasdecolorverdemanzana,sostenidasporcintasverdeoscuras.Doug casi se sonrojó. No era la primera vez que veía piernas

femeninas, pero aquel vistazo sensual por debajo de la falda... No pudocontrolarsey,presadelaavidez,searrodillóanteella,soltólacintaylecubrió losmuslosdebesos.Recorrióelcontornodesusrodillasconundedo,lecosquillóladelicadacorvaconlalenguaydeslizólamanohaciaarribahastaqueellagimiódeplacer.Despuésdeslizólamediahaciaabajolentamenteyempezóaacariciarle losmuslosy laspantorrillas;y luegovolvióaavanzarhastaladelicadasedaquecubríaelrosadoportaldesuvoluptuosidad. Trazó pequeños círculos con el dedo por encima de lafrescatelaynotóquesehumedecía.ElaromadeLissianaloembriagaba,susfaldasloenvolvíancasiporcompletoyeracomosinosolosubocaysumano,sinotodosucuerpo,seencontrarananteaquellaoscuracaverna

deldeleite,dispuestosasumergirseporcompletoenlatibiezayeldulzor.Él apartó la seda de su monte de Venus y empezó a besarlo. Ella seretorcíabajosuscaricias,encontróunlugardondeapoyarseyempujóelbajovientrehaciadelante.ElsuavevellodesupubiscosquillóloslabiosaDoug.PensóenElizabethy,alinstante,unaoleadadelujurialoarrastró.Ensufantasía,suslabiosnoseabríanpasohastalarosadeLissiana,sinoque acariciaban el vello dorado de Elizabeth, buscaban sus labiossonrosados allí donde entonces exploraba el secreto más profundo deLissiana.Succionósuscarnestibiasydelicadas,lasexcitóconlalenguaysiguiópenetrandoenellashastaque seagitarony temblaron... al tiempoqueimaginabasaborearlabocadeElizabeth,jugardelicadamenteconellayllevarlahastalasorillasdelplacer.Apuntodealcanzar el éxtasis,Lissiana seestremeció soltando suaves

gritos, su sexo sehumedeció aúnmás, el sabor eradulcey el aroma seintensificó.Peroelgritoquesoltóexigiendosatisfaccióneraáspero,nodulce y melódico como el que él imaginó que proferiría Elizabeth alalcanzar la dicha... E hizo queDoug volviera a la realidad. ¿Qué estabahaciendo? ¿Satisfacía a una muchacha y pensaba en otra? ¿Se permitíatocar a la hija de un lord en un lugar casi público como el adarve demanera tan impúdica? ¿Y si alguien hubiese pasado por allí? Doug seapresuróaponersedepie.—¿Quépasa, señor?—preguntóLissiana,confusaysinaliento.Tenía

las mejillas enrojecidas y los labios húmedos, pero su mirada eraacusadora. El corazón le palpitaba como un caballo desbocado, habíaestado a punto de estallar de placer, pero lo único que sentía era unapulsacióndolorosaensuscarnesexcitadasperoinsatisfechas—.¿Porquévolvéisadejarmeasí?Estabaapunto...yaveíalasorillasdeléxtasis,peronomehabéisdejadoalcanzarlas.¿Quéossucede?—Veo... veo venir al duque, con vuestro padre. Debemos bajar —

tartamudeóDoug.Enefecto:loshombresestabancabalgandoatravésdelpuentelevadizo,peronopodíahaberlosvistollegardesdedebajodesusfaldas,porsupuesto.Lissianafruncióelentrecejoconexpresiónmuydisgustada.—Os loadvierto:nopermitiréque juguéis conmigoeternamente. ¿En

quéestabaispensando,DougdeCaernon,mientrasvuestralenguajugabaconmissecretos?Dougsesonrojó.

—Quizá haya perdido la práctica,milady. Pero ahora debéis arreglarvuestroatuendo.ElduquedeGlenmorganselotomarámuymalsinoloreciboenelpatiodelcastillo.Lissianasesujetólacintadeloscabellosyvolvióaponerseellazode

terciopeloentornoalcuello.Noseprendióelcorpiño;nadielonotaría,soloDougseríaconscientedelabellezaindómitaqueseocultababajosuvestido, pero a él eso parecía resultarle bastante indiferente. Ella no sepercatódequeélaúntemblabacuandobajóalpatioatodaprisa:unansiatambiénlohacíapalpitar,unansiaqueLissianaeraincapazdesatisfacer...El duque de Glenmorgan era un hombre alto, robusto y musculoso.

Hasta Doug, que era más alto que la mayoría de sus hombres, se veíaobligadoaalzarlacabezaparamirarloalacara.Noobstante,loqueveíanoleagradabademasiado:OsbertdeGlenmorganteníalosojosgrisesyfríos;elpelooscuro,untantoralo,lellegabaaloshombros,aligualquea lamayoríade los caballeros,perono formaba rizos, sinoquecaíaenunamelenadesordenadaygrasienta.Teníaloslabioscarnososylanarizpuntiagudadeunazor.Unhombreescasamenteapuesto,peroalquehabíaque tomarse muy en serio. Nadie igualaba a Osbert en las justas y loconsiderabanunestrateganato.Además,eraricoydivertido.Doug comprobó que Lissiana también parecía reflexionar. En todo

caso,aquellatarderepartíasusfavoresentreDougyelpoderosoduqueycoqueteabaconél, inclusomásqueconDoug.PeroesonodespertabaelinterésdeOsbert.AlabóaDougporsusinstalacionesdefensivas,peroloregañópornohabérselaspresentadoélmismo.—Claroqueestabaisenagradablecompañía—dijo,mirandoaLissiana

desoslayo.Dougcasiseruborizó.Eraimposiblequeelduquesehubiesepercatado

delasactividadesdeamboseneladarve.—¿Os veré en la justa o solo utilizáis vuestra espada en la cama?—

preguntó Osbert en tono impertinente—. He oído que durante vuestrosviajes,másquealoscombatescaballerescos,osdedicasteisalasdamas.—Lounoconllevalootro—comentóDoug,sonriendo—.Engeneral,

haymás de un hombre que intenta conquistar una verdadera beldad, asíque las espadas no se oxidan. Pero como queráis.Bebamos algo frescomientrasmisjóvenescaballerosnosentretienenbatiéndoseenlajusta.YsidespuéshedesaliralapalestrayenfrentarmeaunodevuestroshombresoalosdelseñordeBlaemarvan,loharéconmuchogusto.

Resultó que durante la cabalgada hasta el castillo los hombres deGlenmorganydeBlaemarvanyahabíancelebradounoscuantoscombatesyhabíanapostado,asíquelamaniobradedistracciónmontadaporDougseconvirtióenunauténticopequeño torneo.Conojosbrillantes,Charlyobservabalosacontecimientosdesdeelbordedelapalestra;eraindudableque lehubieragustadoparticipar,pero lo teníaprohibido.En todocaso,había ensillado y enjaezado la vieja yegua de lord Caernon con losarneses más lujosos y el viejo Francis también había preparado laarmaduradeDoug.Doughabíahechomontarunapequeñatiendaparalosespectadoresante

el castillo donde les escanciaban vino. El duque, sediento tras la largacabalgada, bebió copiosamente, a diferencia deDoug, que quería evitarqueloscaballerosdeGlenmorganloderribarandelcaballoensupropiocastillo.LacompeticiónsevolviómásseriadeloqueélhabíaimaginadoyparasusadentrosagradecióaCharlyqueensillaralayeguagorda,puestodos losdemáscaballerosmontabanenpesadoscorcelesymontadoenCougarnohubiesetenidolamenoroportunidad.El jovenLeonard derrotó al último de los caballeros deBlaemarvan.

Lissiana, ya un tanto embriagada, se disponía a recompensarlo con unbesoenlamejilla,peroelduqueladetuvo.—¡Sinprisas,sinprisas,milady!Norepartáispremiosalosvencedores

antesdequesehayanlibradotodosloscombates.Elseñordelcastillo,porejemplo,aúnnohacombatido.¿Qué,sirLeonard,loretaréis?—Pormí,conmuchogusto—dijoLeonard,saludandoaDougconla

cabeza,queasintió,aunquecondesgana.—Unmomento,mepondrélaarmadura—dijo,yseacercóaFrancisy

aCharly.—Vencedlo, pero no tengáis demasiadas contemplaciones con él —

gruñó el viejo Francis—. Después de su última visita a Glenmorgan,vuestro padre dijo que al duque le gustaba retar personalmente a losmejorescombatientesynosésiseríabuenaideaquederribaraisavuestroseñor.Dougnegóconlacabeza.—Preferiríano tenerqueenfrentarmeaél.Tendremosqueconfiar en

queestaréalaalturadeeseLeonard.En todo caso, por Priscilla no quedó. La vieja yegua parecía muy

entusiasmadaconlaideadevolveraparticiparenuntorneoy,sinvacilar,

se lanzó contra el semental de Leonard durante el anticuado juego delanzas.Noobstante,Dougnoteníaintencióndejugarsegúnlasreglas.Noeradiestro enderribar aotrosde la silla con la lanza,pero sabía cómodesarmaraLeonard.Cuandoeljovencaballeroselanzócontraélconlaspiernasfirmementeapoyadasenlosestribosyelcuerporígido,lequitólalanzadelamanomedianteunrápidomovimientoydesenvainólaespadaenelacto.ALeonardleresultabadifíciladaptarsealasituación,peroseenfrentóa

Doug con valor y ambos proporcionaron un excelente combate deexhibición a los espectadores. Al final, el corcel de Leonard tropezó yDougdesmontóparaenfrentarseaLeonardalamismaaltura.Amboseranpoderosos luchadores que sabíanmanejar la espada, pero los combatesanteriores habían fatigado a Leonard y Doug estaba fresco, así que elamistosodueloprontosedecidióasufavor.Seestrecharonlamanoyseinclinaronanteelduque.LissianalanzóunasonrisaseductoraaDoug.—Alparecer,miprendaostrajosuerte.—Vaya, combatisteis bajo su prenda—dijo Leonard con una sonrisa

maliciosa—.Claroquenotengoningúninconveniente...—Fuisteismuyhábilalevitarcombatirconlalanza—comentóelduque

deGlenmorgan,conelceñofruncido,lanzandounamiradaaDougenlaquesemezclabanelreprocheylafascinación.—Creoqueempiezaacarecerdesentido—dijoDoug,asintiendoconla

cabeza—. Ese estilo de combate ya no está de moda. A la larga seimpondránloscañonesylosmachetes.Lacaballeríadebeserflexible,loslancerossondemasiadorígidos,porquetraslaprimeraoleadadelataqueaduraspenaslogranqueloscaballossedenlavuelta.—Vaya,tambiénsienteinterésporlaestrategiayseconsideraungran

espadachín.Bien, resultaquenoesdifícilderrotaraun jovenyfatigadocaballero,pero¿osatrevéisacombatirconmigo?Elduqueentrecerrólosojos,peroDouglosviobrillar.Aquelhombre

adorabacombatiryderrotarlonosería fácil;y,además,¿eraeso loquequería? Un momento después, cuando empezó el combate, la preguntadejóde tenersentido.ElcombateconelduqueibamuyenserioyDougtuvo que echar mano de todo su talento para resistir; ni hablar de unavictoria fácil.Eramásvelozymásdiestro, peroOsbert eramuchomásfuerte, aunque su técnica era más bien sencilla: no dejaba de asestarle

cintarazos, dejar que Doug los detuviera y volver a arremeter; suestrategiaconsistíaencansaraladversario.Douglaconocíayyanotabaque funcionaba, pero el duquehabía bebidomuchovino, así queno erainvencible,alcontrario:devezencuandomostrabapuntosdébilesqueunhábilespadachínpodíaaprovechar.Doug lo observó con atención: su única opción era una finta; estaba

seguro de que antes o después podría hacerla. Y así fue, pero vacilócuandosepresentó laoportunidaddearremeterpordebajode la espadaalzadadel duquey soltar un cintarazo en el puntonoprotegido entre elyelmo y el peto. Su instinto le dijo que aquel hombre no era buenperdedor.PodríaserdemásprovechoparaélyparatodoelcondadodeCaernon si retrocedía. Mientras esa idea se le cruzaba por la cabeza,Osbertleasestóungolpedefinitivo.Dougyahabíalanzadoelbrazohaciadelanteparaaprovecharlaoportunidad,perolegolpeóelbrazolaespadadel duque, que desarmó al joven conde con un movimiento rápido; surostroseiluminócuandoDouginclinólacabezaanteél.—Un buen combate, milord. Reconozco que hoy el beso de la dama

seráparavos.Osbert no parecía dar mucha importancia al beso de Lissiana, pero

estabahenchidodeorgulloporhaberganadoelduelo.—Vos también luchasteis muy bien —dijo en tono displicente—. Y

ahoratengoganasdetomarunbuentrago.Hacedtraerotrafrascadeesebuen vino... de Venecia, ¿verdad? Supongo que os recuerda vuestrasaventuras.Para entretener al duque, Doug narró un par de historias un tanto

atrevidas,perotodavíaaptasparalosoídosdeLissiana.Eraindudablequerenunciaralavictoriaeraloqueteníaquehacery,aliviado,ordenóquecondujeranasushuéspedesa lamesamientrasélsequitabalaarmaduraayudadoporCharly.Eljovenparecíauntantodesilusionado.—Con vuestro permiso, señor, permitid que os diga que cuando os

asestóelúltimogolpe,elduquedejósucuelloaldescubierto.¡Sienelpubalgunohacelomismo,pasopordebajodesubrazoylepegounganchoenlamandíbula!DougsoltóunacarcajadaimpresionadoporlamiradadeCharly.—Derribaraunadversarionosiempreeslomásindicado,sobretodo

si eres su vasallo. Prefiero guardarme los golpes decisivos para losauténticoscombates.

Mientras Charly se esforzaba por comprender el comentario, FrancisayudóaDougaponersesuatavíodefiesta.Loúnicoquelequedabaporhacer era soportar el banquete, entonces el duque volvería a darse porsatisfecho.LapróximavezseríacuandoDougloinvitaraasubodayesoaún no entraba en sus planes. Pero la suerte no le sonreiría. CuandoacabarondeservirelprimerplatoylordBlaemarvanbrindóalasaluddeDoug y acompañó el gesto con palabras grandilocuentes—sin dejar demencionar algunos comentarios atrevidos acerca de su relación con suhija—,unpajeentróapresuradamenteenlasala.—Ha llegado un mensajero, milord. Debéis... tenéis que... bajar de

inmediato.HaocurridounadesgraciaenBlaemarvan:vuestraminasehaderrumbado.Asustado,Doug se levantóy también el duque.Solo lordBlaemarvan

permaneciósentadoconexpresiónindiferente.—¿Yqué? ¿Qué se supone que he de hacer? ¿Volver a excavarla?De

todosmodosyaestabaagotada.Planeábamosexcavarotradentrodepocassemanas.—¡Perohaydoceminerossepultados!—gritóelmensajero.Nohabíaaguardadoenelpatiodelcastillo, sinoquehabíaseguidoal

paje y estaba de pie ante los nobles. Tenía un aspecto atroz, sudado ymugriento tras la apresurada cabalgada y, por lo que se veía, por haberparticipadoenlaexcavación.Alparecer, losminerosprimerointentaronliberaratodosloshombresporsucuentaantesdepedirayudaasuseñoryalospropietariosdelasminasvecinas.—Necesitamos más hombres y más herramientas, de lo contrario no

hayesperanzaparaellos—informó,jadeando.—¿Se sabe si están con vida? —preguntó Doug—. ¿Y dónde se

encontrabanexactamentecuandoocurrióelaccidente?—Sí, milord, se oyen golpes, pero no podemos localizarlos con

exactitud.Enlamina...eleco...escomosilosgolpesprovinierandetodaspartes...—Lo sé —dijo Doug, asintiendo—, pero un capataz experimentado

deberíapoderdeterminarlo.¿Elvuestroes...?—Se encuentra entre los sepultados y cuando cavamos se desprende

mástierra,sedesmoronangaleríasenterasyloshombrestienenmiedodeseguir cavando. Solo entran en la mina porque... vaya, porque podríahaberlestocadoaellosynodejanaloscompañerosenlaestacada.

Elhombremanoseabalagorra,estabatensoyasustado.Seguroquelosmineros de Blaemarvan pensaron con cuidado a quién mandar comomensajerocon la terriblenoticiay tambiénsehabríanpreguntadocómoreaccionaríaellord.—Bien,muchacho—dijoDoug—.Hazque tedenalgodebeberen la

cocina y un caballo fresco en los establos. Después cabalgarás aBlaemarvany les dirás a tus compañerosquevamosde camino, quenosigan cavando, que eso sería pescar en río revuelto, pero quizá podríandevolver las señales o hacer algo para dar esperanzas a los sepultados.Acudiréconmicapatazymáshombres.»Yvos,Blaemarvan—añadiódirigiéndosealcondeencuantoeljoven

minero semarchó—, cabalgaréis a casapor el caminomás rápidoyosencargaréis de animar a vuestros hombres. Doce hombres sepultados...Corréiselpeligrodequelosdemástambiénselarguencuandocirculeelrumor de que en vuestrasminas los hombresmueren comomoscas, osenfrentaréisaunproblemaenorme,porqueningúnmineroquerrátrabajarenvuestrasminas.Elargumentoconvencióalconde,quedemalaganasepusodepieyse

dirigióaLissiana.—Enmarcha,hija, ya lohasoído.Haremosactodepresencia;piensa

algunaspalabrasdeconsueloparalasmujeresdelosmuertos...—¡Todavía no están muertos! —exclamó Doug en tono duro—. Lo

habéisoído:estánvivosytenemosquesacarlosdeallícuantoantes.Sedispusoapartir,aunqueseacordódelduquedeGlenmorgan,aquien

debía honrar con su compañía; pero no podía enviar a Dick y a sushombresaBlaemarvansoloseinclinólacabezarespetuosamenteanteél.—Osruegoquemedisculpéis.Reuniréamishombresycabalgarécon

elloshastaBlaemarvan.—¿Cómo pretendéis ayudar allí?—le preguntóOsbert, frunciendo el

ceño—.¿Deverdadcreéisquetodavíaestáisatiempodedesenterraralosmineros?Loúnicoqueharéisesponerenpeligroamáshombres.¡Inclusoavuestro capataz!No.Creoque lordBlaemarvan tiene razón: similadypronunciaunaspalabrasamables,seocupaunpocodelosheridosylograconmoveralaspersonas...Glenmorgan también había dado por perdidos a losmineros yDoug

notóquelairaseadueñabadeél.—¿Habéis estado en una mina alguna vez, señor? —preguntó—.

¿Podéis imaginaros estar sepultado vivo y morir de hambre y de sedenvuelto en lamás absoluta oscuridad? ¿O asfixiaros cuando ya no haymás aire?No es unamuerte plácida y no se la deseo a nadie, a ningúnseñor ni a ningún siervo. Si hay algo que yo pueda hacer por esoshombres,entoncesloharé.Ypermitidqueosdigalosiguiente:¡entiendomásdetécnicasminerasqueladyLissiana!Seinclinóantelajovenyotravezanteelduque,perodespuésabandonó

lasala.Teníacosasmásimportantesquehacerquepelearseconaquellospresuntuosos autocomplacientes. Pero lo que habían dicho acerca delcuidado de los heridos era importante. Pediría a Elizabeth que loacompañara.Alpensarenellaseemocionó;élmismocabalgaríacon lanoticiahastalaaldea,sibienseveríaobligadoainterrumpirlafiesta.No tuvo necesidad de hacerlo.Cuando abandonó la sala del banquete,

oyóvocesenelpatiodelcastillo:porlovistolosminerosdeCaernonsehabían enterado del accidente y se reunieron allí sin que nadie losconvocara.DicksepresentóanteDougcomoportavoz.—OspedimospermisoparairaBlaemarvan,señor.Sehaderrumbado

laminayqueremosayudar.—Todos iremos —dijo Doug, asintiendo con la cabeza—. O, mejor

dicho, cabalgaremos,pues si vais andandono llegaréis antesdemañanaporlamañana.Detodosmodos,seestáhaciendodenoche...—Siempre es de noche en las galerías—dijo Dick, mirándolo a los

ojosconexpresiónseria—.Ycuandoyanohaysalidaesmásoscuroqueenelinfierno.Yoyaloheexperimentado.Debemossacaraloshombresahoramismo,nomañanaporlamañana.—Poresohemandadoprepararcaballos,carrosymateriales.Ajuzgar

por lo que dijo elmensajero, lamina deBlaemarvan se derrumba cadavezmás.¿Aúnseencuentraantelaentradadelaminalanuevamaderadeencofrado que encargamos? —Dick asintió—. Entonces haz que lacarguen en los carros. Y llama a un par de mujeres que sepan cuidarheridos.TuesposaAnna...yElizabeth.—¡Estoyaquí,milord!—resonólavozcantarinadeElizabeth.Douglabuscóconlamirada,y,alverla,eldeseovolvióaapoderarse

deél.Alparecer,habíaacudidodesdelafiestaquesecelebrabaenlaplazay se le debía de haber soltado el pelo al bailar. Su vestido de fiesta, decorte sencillo y color azul claro, seguramente teñido por ella misma,realzaba su figura de elfo, pero también los pechos abundantes y las

caderas. Llevaba el pequeño prendedor que había dado a Doug comoprendadurantelacarreraenelhombro;sobreella,labaratijacasiparecíapreciosa;unchaldelanalaprotegíadelfríonocturno.Eraindudablequesu vestido de fiesta se estropearía si cabalgaba y se encargaba de losmineros heridos, pero no pensó en perder tiempo cambiándose, aunquedebíadehaberpasadoporsuchoza,yaquellevabasubolsoconhierbasyvendas.¿QuiénsehabríaquedadoalcuidadodelpequeñoJulian?Doug se sorprendió de símismo. ¿Cómo podía pensar en niñeras en

aquelmomento?Noerapropiodeélhacersesemejantepregunta:¿cómocuidaban de sus retoños las beldades con las que bailaba y coqueteaba?PerotodolorelacionadoconElizabethloafectaba,tambiénlaimagendelpequeñoJulian,durmiendounsueñodulceeinocenteensucestitaojuntoalpechodesubellamadre.Dougseobligóadejardepensarenello.Entreloshombrespresentes

tambiénreconocióaBrianyaRob,elpicadorfuertecomounoso,ytomóunadecisiónrápidamente.—Rob,Brian...yElizabethcabalgaránconmigoahoramismo.Hazque

te den un caballo, Dick, pero primero acompañarás los carros hasta laminayallísupervisaráslacargadelamaderaylasherramientas.Sinlospuntales y la madera del encofrado estaremos perdidos allí enBlaemarvan, así que encárgate de llevarlo todo, ¡y también martillos yclavos!Y escoge un par de hombres que sepanmanejarlos. Cuando loscarros estén en camino nos seguirás deprisa. Necesitamos hombresexpertos; se oyen golpes, pero allí nadie sabe distinguir de dóndeproceden.Charly ya había preparado varios caballos y presentó una tranquila

yegua alazana a Dick —un jinete poco experto—, que solía montarFrancis.Elizabethcontemplabalayeguayparecíaquelehubieragustadomontarla, locualsorprendióaDoug.Elanimal legustaba.Tantomejor:tenía la intención de dejarla montar enseguida y lo que más le hubiesegustado hubiera sido cabalgar con ella sobre Cougar. Durante unossegundos soñó con sostener su tibio cuerpo entre los brazos, con losbrazosde ella rodeándole la cintura para no caersey el rostro apoyadocontraelcuellodeél...PeroElizabethyBrianyaestabandepieantelainmensaPriscillaqueen

aquelmomentoCharlyconducíafueradelascaballerizas.—No te preocupes, no necesito silla de montar —dijo el joven,

tranquilizandoalcaballerizo—.YElizabethpuedeagarrarseamicintura.Supongoqueaguantaráunpardemillas.—Creoquesivanamontarenelmismocaballo,mejorelmásfuerte—

dijoCharly,explicandosuelecciónaDoug—;peroparaesenotengounasillademontarcómoda.DougfruncióelceñoysevolvióhaciaBrian,queyahabíamontadoa

lomosdelayeguaytendíalamanoaElizabeth.—La yegua es muy incómoda. ¿Estás seguro de que no te caerás,

muchacho?¿Yencimasinsillademontar?Cabalgaremosalgalope.Briannegóconlacabeza.EralaprimeravezqueDougveíaunasonrisa

iluminándole el rostro sin dirigir la mirada a Elizabeth. Palmeaba elcuelloaPriscillaconsuavidad.—¡Sémontarbastantebien!—afirmóconvozsosegada.Su tono no era jactancioso como el de lamayoría de losmuchachos

campesinoscuandohablabandecabalgar.Estabasegurodesímismo;enefecto:Brianmontabaconlaespaldarectaysosteníalasriendascomosihubiese aprendido a hacerlo. Entre tanto, Elizabeth se había acomodadodetrásdeélenlaanchagrupadePriscilla.Tuvoquesepararlaspiernasyse le subió la falda. Doug vio los muslos firmes y desnudos que sepegabanal cuerpode layegua;vislumbró suavespelillosdoradosen supielligeramentemorena,erizadosporlabrisa;yluchócontraeldeseodeacariciarle losdelicados tobillos.Suspieseran tanpequeñosydelicadosque podría rodearlos con una mano. Una de sus amantes de tierrasmeridionales, una muchacha portuguesa perteneciente a la noblezacampesina, salvaje e indómita a espaldas de sus severos padres, llevabauna cadenita de oro en torno al tobillo. Doug se imaginó a Elizabethllevandounadornosimilar...—¿Unavezmássumidoenlacontemplacióndeunamujer?—dijouna

voz burlona pero también en tono de advertencia que surgía de lascaballerizas—. Creí que queríais hacer de misericordioso samaritano ysalvaranuestroshombresdelinfierno.EraLissiana.Dougcreíaquehacíatiempoquegalopabaendireccióna

Blaemarvan, pero al parecer su padre y el duque habían bebido unascuantascopasmásdevinoytambiénsehabíanentretenidotomandounosbocadosdelasexquisitecespreparadasparaelbanquete,queacababandeservir cuando elmensajero llegó con la noticia del accidente. En aquelmomento,porfin,sepreparabanparapartir.Lissianaestabadepiejuntoa

sucaballoblancoylelanzóunamiradasarcásticaytambiénairada.—Almenospodríaissostenermeelestribo,¿no?DougdirigióunamiradadedisculpaasushombresyaElizabeth,que

procurabamostrarseindiferente,yseapresuróaprestarayudaaLissianaamontar.—Nos veremos en Blaemarvan—dijo, suponiendo que Lissiana y su

padreseleadelantarían.Sinembargo,elcondeysuhijanoteníanprisa.AguardaronaqueDoug

montaraa lomosdeCougar yRob en su robustoponi.Entonces resultóqueelfornidopicadorqueenlaminanosedejabaintimidarpornadanodejabaqueelgrupoavanzara:eralaprimeravezquemontabaacaballoyestabamuertodemiedo.Douglesmetióprisaatodos:nadiesabíacuándoselesacabaríaelairealosminerossepultados.BrianyElizabethsemostraronvalienteseinclusointercambiaronunas

palabrasconLissiana,quecontemplabaaladelicadamuchachaconmuchacuriosidad y también con antipatía apenas disimulada. No se le habíanescapadolasmiradasanhelantesdeDoug,peroelcondesetranquilizóalconstatarquenoparecíatomárselasmuyenserio.Dehecho,Lissianacasihizounesfuerzoporaparentaralgosimilaralacordialidad,talvezcomoun ensayo para las palabras de consuelo que dirigiría a las mujeres deBlaemarvan.PreguntóaElizabethporsutrabajoytambiénporsuniño,yDougsesorprendióalverlobieninformadaqueestaba.¿AcasolafamadeElizabethcomocomadronayasehabíaextendidohastaBlaemarvanoesqueLissianahabíaestadoindagando?Elizabethcontestó laspreguntasconserenidad,peroconmonosílabos.

SumiradaeracasiirónicacuandoLissianasequejabadequeelfangolesalpicabaelvestidoacausadetenerquecabalgartandeprisa.—Pero,engeneral,noosasustan lascabalgadasveloces,¿verdad?—

dijoElizabethcuandoLissianaprotestóentonoairadoporterceravez—.Alfinyalcabo,casiganasteislacarrerahastaRhondda.—Pero entonces se trataba de alcanzar una victoria. Y un traje de

amazonasepuedecepillarparaquitarelbarro—lereplicóLissianacontonomordaz—; en cambio, hoy ensillaronmi caballo para visitar a unvecino,locualsuponíaunsencillopaseoveraniego.Nohaymotivoparaconvertirloenunagalopadaenloquecida.Elizabethibaacontestarle,peroladelgadamanodeBrianpresionóla

suya, apoyada en su cadera. Elizabeth se contuvo y no respondió a las

palabrasdeLissiana.Doug también tuvo que contenerse. LordBlaemarvan había puesto su

caballoalaparycharlabacontantadespreocupacióncomosicabalgarantraslajauríaduranteunacaceríaenvezdepensarenelpeligrosorescatedelosmineros.Elaccidenteacaecidoensuminanoloinquietaba.Claroque suponía un fastidio que durante un par de semanas los hombrespermanecieran ociosos y la pérdida del capataz tampoco resultabaagradable, pero ya estaba pensando dónde podía encontrar un sustituto.Quizá contrataría a un hombre del continente, porque era posible quefueranmás expertos enminería y, a lomejor, seríanmás eficaces paraabrirunanuevamina.ComoRob y Lissiana cabalgabanmás despacio,Dick les dio alcance

antes de llegar a Blaemarvan. El viejo capataz resollaba: no estabaacostumbradoacabalgary, sinembargo,habíahechogalopara laviejayegua durante casi todo el trayecto. Informó de que los carros con lamaderadeencofradoyloshombresestabandecaminojustodetrásdeél,queCharlyhabía elegido losmejores caballos de tiro y los conducía élmismo;tambiéndequeacudíanunpardemujeresydequeFrancistuvoeldetallededecirlesquesellevaranlosrestosdelbanqueteyotrasvituallasdelacocina;yqueJohnhabíadonadounbarrildecerveza.—Hayquecuidarycuraramuchaspersonas—dijoDick—,yseguro

que lasmujeres deBlaemarvan tienen otras cosas en que pensar que enpreparar unaolla común.Mirad, allí ante lamina ardenhogueras y hanencendidolámparas.Parecehabersereunidomediaaldea.De hecho, la mina de Blaemarvan ya se veía desde lejos. Cuando se

acercaron,oyeronlosgritosdeloshombres,losllantosdelasmujeresylos relinchos de los caballos. El rodillo funcionaba, por lo visto habíahombresqueentrabanysalíandelaminaconstantemente.Eljovenquehabíahechodemensajerolossaludójuntoalaentradade

la mina, pero uno de los caballeros de Blaemarvan se abrió paso paraanunciarlallegadadellord.—¡Prestadatención!—exclamó—.¡Elcondeylajovendamaestánaquí

paramanifestarossuscondolencias!DejópasaraBlaemarvan,quedeinmediatoadoptóunaposturaafectada.—Hombres y mujeres de Blaemarvan, cuando me informaron del

espantosoaccidentemontéenelcaballomásvelozconelfinde...—¡Diosmío,estoesinsoportable!—murmuróDoug,desmontandodel

caballo—. Ven, Dick. ¿Quién supervisa los trabajos de desescombro,Brian?MientrasBlaemarvan soltaba sudiscurso, le presentaronun anciano a

Doug que hasta entonces había procurado coordinar el rescate de losmineros.Habíasidoelcapatazdelaminahastahacíacincoaños:unodelosatrapadoserasuhijo.—Lo vi venir—se lamentó—. Las galerías son demasiado largas, se

extiendencincuentapasosmásalládelaentradayencimasedividen.Delpuntodonde sehaderrumbado laminaparten tresgalerías en formadeestrellayallíabajosolohayarenisca,quesedesmoronaconfacilidad.Mihijoseloadvirtióalconde,peroeneselugarlavetadeplataeratanrica...—Todo eso ya es inútil —dijo Dick, sin aclarar si se refería a los

lamentosdelviejocapatazoalainacabablevetadeplata—.¿Decísqueseoyengolpesquevienendealláabajo?¿Quetodavíaseoyen?Elancianoasintióyañadió:—Pero no sabemos dónde cavar. Y cada vez hay más derrumbes.

Perderemosmáshombres...—Entremos en la mina, Dick, el hombre está completamente

desbordado—dijoDoug,queestabaempezandoaperder lapaciencia—.Probemos, a ver si hay suerte. Que haya tres galerías que se abren enformadeestrellasignificaquehaytreslugaresdondepodríanencontrarseloshombres.Hayquedescubrircuáleselcorrecto.—Convuestropermiso,señor:puedehaberhombresenlastresgalerías

—lecontestóBrian,negandoconlacabeza—.Esoexplicaríaqueseoiganseñalesdesdetresdirecciones.Talveztengamosqueabrirlastres.Dougsuspiró.—Yantestenemosquerecorrerunagaleríanoapuntaladadecincuenta

pasos de largo; eso es precisamente lo que me temía. Pero primeroescuchemoslasseñales...La jauladeextraccióndeBlaemarvanno inspirabaningunaconfianza.

Solo cabía un hombre y el rostro expresivo de Brian palideció cuandoechó un vistazo al montacargas. Doug se percató de que el muchachobuscaba la mirada de Elizabeth; también Doug la buscó antes de ser elprimeroenpisarelmontacargas.Siibaaserlaúltimavezquerespirabaairefrescoyveíalatierrabañadaporlaluzdelaluna,queríaconservarelrecuerdodesuscabellosdoradoscomoelsolysudulcesonrisa.Peroenaquelmomento la expresión de la joven eramás bien severa.No había

tardado nada en reunirse con algunasmujeres ymuchachas de la aldea;preguntó por los heridos y empezó por servir infusiones. Entonces sedirigióaLissiana,aúnsentadaenlasillademontarconactitudrígida.—¿Quépasa,milady?¿Noqueréisdesmontaryayudar?¡Esolevantaría

el ánimo a vuestra gente, mucho más que todos los discursosdomingueros!DougnooyólaréplicadeLissianaysealegródeello.Luego,cuando

sesumergióenlaoscuridaddelamina,olvidótodocuantolorodeaba.EltrayectolepareciómáslargoqueenCaernon,peropodíadeberseaquelaviejajaulaseagitabayelaparejocrujíaygemíacomosiestuvieraapuntodefenecer.Abajoenlaminareinabaungranajetreo,aunque,enrealidad,nadie sabía muy bien qué hacer. Los que ayudaban retiraban algunosescombros y, sobre todo, aguzaban los oídos tratando de percibir lasseñales cada vezmás débiles, pero nadie estaba cavando.Doug empezóporordenaralamitaddeloshombresquevolvieranasubir.—Noavanzaremossinospisamosmutuamentelospies.Serámejorque

ayudéis a descargar la madera cuando lleguen mis hombres y osencarguéisdetransportarlahastaaquíloantesposible.Hayqueapuntalarlasparedes,delocontrariolagaleríaacabaráporderrumbarsedeltodo.Alfinaldelagalería,enunespacioqueantesdebíadehabersidomás

amplio y del que surgían otras galerías, un hombre alto no dejaba degolpearlasrocas.CuandoDougyDickseacercaronaél,alzólacabezaconexpresióndesesperada.—Nocreoquemeoigan.Peroyolosoigoaellos.¿VenísdeCaernon?

¡Diosmío,perosiesel jovenconde!Osconozcode lacarrera,milord.Por favor, tenéisquehacer algo,mihermanopequeñoestá ahí dentroysolo tiene trece años.Y siempre tuvo tantomiedo... justo hoy no queríabajar.Lepeguéunabofetaday...—Empieza por tranquilizarte—dijoDoug, tratando de calmarlo—.Y

no hagas ruido, necesitamos oír las señales. ¿Dick? Ven aquí, creo queoigoalgo.DickseacurrucójuntoaDougyasusespaldastambiénaparecióBrian.

En efecto, se oían señales; eran débiles pero resonaban en la estrechagalería. Por más que hubiera querido, Doug no podría haber dicho dedóndeprocedían.—¿En qué dirección se extendían las galerías? —preguntó al joven

minero.

Esteindicólamontañadeescombrosanteélyrespondió:—La veta de plata se bifurcaba aquí.Queríamos seguir picando en el

lugarmásfirme,perolordBlaemarvanordenóquepicáramosenlastresgalerías.Mi hermano estaba allí para quitar escombros, aún no tiene lafuerzasuficienteparapicar.—Entonces las señales provienen de allí, supongo; o de allá —dijo

Dick,indicandoaladerecha.Briannegóconlacabeza.—No, perdonad capataz, pero no lo creo. Si esas señales claras

procedierandeallí,loshombrestambiéndeberíanoírlasnuestras;ynolohacen, porque de lo contrario hubieran reaccionado. Creo que osconfundeeleco.Probablementehayacámarasdeaireenlastresgalerías.Amímeparecequelosgolpesprovienendeaquí—aventuró,indicandolagaleríacentral—.Ylosgolpessuavesqueoímoscomounecoprovienende la galeríameridional.En esadirecciónnohaynada; lo sientopor tuhermano.Eljovenminerosoltóunsollozo.—Pero... pero puede estar vivo pese a todo, tenemos que abrir la

galería,debemos...—Primerocavaremosenellugardedondeprovienenlosgolpes—dijo

Doug—.Despuésyaveremos.Cálmate,hombre,puedequetuhermanosehayarefugiadoenotragalería.Ahorasubeyayudaadescargarlamadera:cuantoantesempecemos,másprobabilidadestenemosdesacarlos.Dickvolvióaaguzareloídointentandooírlasseñales.—¿Estás seguro de que oyes dos? —preguntó a Brian con el ceño

fruncido—.Porqueyosolooigouna,laotraesuneco.—¡Pero el ritmo es diferente! —declaró Brian en tono seguro—.

¡Escuchad!Unosgolpeantresvecesydespuéshacenunabrevepausa.Losotrossologolpeandevezencuandoyconmuchamenosfuerza.Hayquesacarprimeroaestos,queparecenestarenpeorestadoquelosotros.—Detodosmodos,loprimeroquedebemoshaceresasegurareltúnel

deentradaydesdeallídesescombrarlagaleríaprincipal—ordenóDougasusayudantes—.Entoncestambiénoiremosdedóndeprocedenlasseñalesconmayornitidez.¿Dóndeestá lamadera?Loprimeroquehandebajarloshombressonlospuntales...Entonces oyeron un estrépito en la entrada del pozo; estaban bajando

vigas y luego, uno tras otro, descendieron los hombres de Dick ya

experimentadosen instalarpuntales.Dick supervisó la instalaciónde losprimeros puntales y, con cierta pena, pensó en el dinero que le habíancostado a Doug. Quizá Blaemarvan le devolvería el importe, pero noparecíaprobable.—Quizá deberíais subir a la superficie y hablar con el conde—dijo,

dirigiéndoseaDoug—.Aquínopodéishacergrancosa,peroloshombresseanimaránsi seenterandequealgunosdesuscompañerossiguenconvida.Doug asintió. Dick tenía razón: allí bajo había hombresmás diestros

queélyenlagaleríaapenashabíaespacioparaalguienqueestabamanosobremano.AsíqueselimitóadarunapalmadaamistosaenelhombroaBrianyalcapatazy,tanteando,seabriópasohastalasalida.InclusoelevóunabrevejaculatoriaasantaBárbaracuandovolvióarespirarelairepurodelanocheestivalyviolaluzdelaluna.Mientras tanto,en tornoa labocade lamina, reinabaungranajetreo.

LasmujeresdeCaernonhabíanllegadoyseocupabandelosparientesdelos sepultados, pero también de los extenuados y desesperanzadosayudantes.Para sorpresadeDoug, vioqueLissiana repartía racionesdecomida; no parecía entusiasmada con la tarea, pero los hombres quehacían cola ante ella para obtener otra ración de carne, sí. Ninguno deelloshabíavistoalajovencondesadecercaydisfrutabandesubellezaysu encanto. Doug tuvo que reconocer que incluso cortaba una pata decerdoconeleganciainimitable,comounaauténticadama.Sinembargo,lamiradaquelelanzóaélerabastantedistinta:empezóporreflejardeseoydespuésenfadoalverqueeljovenhablabaconlahechiceradelpueblo.—¿Creéis que podréis cuidar de unos cuantos heridos, señora? Es

bastante probable que salvemos a algunos, pero podría haber heridos.¿Hayunanaveounasala...?—DebéisdirigirosalordBlaemarvan—respondióElizabeth.Estabade

muymalhumoryevidentemente furiosa,hasta sucabellera rubio rojizaparecía temblarde ira—.Yase lopreguntéa ladyLissiana,peroseguroquelasaladelcastillodeBlaemarvannoestádisponibleparalasangreylas lágrimas. Allí atrás hay almacenes, probablemente se podría vaciarunode ellosy limpiarlo, pero alguienhadedar la ordeny envista deltratoqueacaboderecibirdeladamanovolveréapreguntárselo.—Bien,peroahoraalmenosseestáocupandodelagente—dijoDoug,

intentando calmarla—. Todos se animarán si milady se ocupa de los

ayudantesylosheridos.—Perocasihahechofaltaquesupadreledieraunpuntapiéparaquelo

hiciera—comentóElizabethen tonoenfadado—.Y,porcierto,elpadre,pusopiesenpolvorosaencuantoacabódesoltarsudiscursoydescargóla tarea en su hija...Y perdonad,milord, si nome refiero a los señoresaristócratasconeldebidorespeto.Dougtuvoquereír.—Solo debéis evitar que lo noten demasiado, pequeña bruja, de lo

contrario todavía acabaréis en la hoguera.Milady ya nos abrasa con lamirada;meacercaréaellay lemanifestarémigratitudporsuabnegadatarea. Entonces seguro que encontrará un granero para albergar a losheridos—dijo,ysevolvió,peroElizabethlodetuvo.—¿Cómo... cómo se encuentrami esposo, señor?—preguntó en tono

insistenteysinsuhabitualpicardía.Doug viomiedo y preocupación en sus ojos, esos ojos que hacía un

instanteaúnbrillabandeira.—Se encuentra bien y realiza un trabajo extraordinario. No os

preocupéis,señora.—¿Notrabajademasiadoduro,señor?¿Noestáagotandosusfuerzas?Elizabeth jugueteaba con el pequeño prendedor con gesto nervioso.

Teníalacaraenrojecidaporlatimidez,peronopodíaevitarpreguntar.Douglacontemplóconairedesconcertado.—Notrabajamásdurodelohabitualenlamina.Esunminero,señora,

manejarunpicoyunapalanodebieradesernadanuevoparaél.Elizabeth frotaba el diminuto prendedor cada vez más deprisa y su

miradaeracasisuplicante.—Yo...¡osruegoquecuidéisdeél,milord!—soltóporfin—.Nodejéis

queseesfuercedemasiado.¡Traédmelodevuelta,milord,porfavor!Elizabeth bajó la vista; sabía que se había excedido revelando sus

temores.Brianlaregañaríasilosupiera.Doug apenas logró dominarse. Quería acariciarle los cabellos para

consolarlayasegurarlequeestaríapendientedesumarido,peroparasusadentros cabeceó: teniendo en cuenta lo que sentía por Elizabeth, leconveníamás pensar en cómo deshacerse de Brian, pero el amor de lajovenloconmovía,aunqueleperteneciera,todavía,aotro.Lissianalosaludóconunasonrisa.—Parecéisunminero,milord.Osquitaréelpolvo.

Y provocando el entusiasmo de los que la rodeaban, alzó sus faldas,arrancóun trozodesuenaguay limpióel rostroaDoug; le restregó lafrente y los ojos con gesto tierno y,mientras le quitaba el polvo de lasmejillas, le rozó los labios con el dedo, suave pero tambiénseductoramente.Doug percibió su aroma impregnado en la enagua y seexcitóalrecordarlahorasecretaquehabíanpasadoeneladarve.Estabacansadoylehubieragustadoacurrucarseentreunosbrazosconsoladores.Pero la idea de un consuelo sincero y una profunda ternura hizo que laimagendeElizabethseleaparecieraunavezmás.—Ahoravolvéisa tenerunaspectorespetable—dijoLissianaconuna

sonrisa—.Y tal vez también demostraréis un pocomás de cortesía porvuestradama.¿Quéospareceunbeso,antesdequeregreséisa lanocheeterna,milord?Loshombresquelosrodeabandieronvocesyaplaudieron.Dougprocurónopensarque,contodaseguridad,Elizabethtambiénlo

observabaconmiradairónica,peroyanohabíamarchaatrás.DepositóunligerobesoenlalisafrentedeLissianayrecordólaprofundaarrugaquehacíauninstantesurcabalafrentedeElizabeth,unaseñalmuyvisibledesuenfado. ¡Laenfermería!Dougrecordó loque lehabíanencargado,seseparó de Lissiana y le presentó la demanda de las mujeres en tonopráctico.Comoeradeesperar,Lissianasemostró receptiva;no rechazaríauna

solicituddeDoug.Abriríanlosalmacenes,desdeluego,conelfindequelasmujerespudieranlimpiarlosydisponerlascamas,peronopusolasaladesucastillo—quesolíaserlaprimeraeleccióncuandoseproducíaunacatástrofe que afectaba a los arrendatarios y los trabajadores de unafamilia noble— a su disposición. Quizá temía que el desorden y lasuciedad estropearan las valiosas alfombras, los preciosos tapices, lossillonesylasdelicadassillasdesugransala.—Además, el castillo está demasiado lejos—afirmó, por fin, cuando

Douginsistióporsegundavezynotóquelosminerosestabanescuchando—.¿Pretendéistransportaratodoslosheridosallí?Podemostraercamas,sábanasymantasdelcastillo.«Algo es algo», pensó Doug. Además, tenía razón con respecto a la

distancia:sehubieranvistoobligadosatrasladarlosheridosencarros,asíque se contentó con que Lissiana mandara los carros al castillo paraacarrear lo necesario y que abriera uno de los almacenes. Elizabeth y

Annadistribuyeronlastareasdelimpiezaentrelasmujeres,sobretodolaspertenecientes a las familias de los atrapados. Así, las mujeres tendríanalgoquehacerynosequedaríanallíllorandoyestorbandoalosdemás.Lissiana,quefinalmentehabíacomprendidoloimportantequeresultaba

su actitudpara el estadode ánimo reinante, también cogióuna escobaylogró presentar un aspecto atareado, frágil y absolutamente encantador.Noquitómuchopolvo,perolaspersonaslaalabaronyafirmaronqueeraelángeldelamina.Alobservarla,Elizabethpusolosojosenblanco,peronodijonada.Porsuparte,Dougayudóaserrarlasvigasyabajarlasalpozo.Dado

que allí abajo el espacio escaseaba, Richard había ordenado queprepararan los puntales y la madera de encofrado en el exterior, peroinformaronaDougdequelostrabajosenelpozoavanzabanconrapidezy que se seguían oyendo los golpes de las señales. Dos horas despuésrecibióelavisotanlargamenteesperado.—El capataz dice que bajéis, si queréis hacernos el honor,milord—

dijountímidomensajeroentonorespetuoso—.Hanaseguradoelaccesoyestánvaciandoel recintoprincipaldelqueparten lasgalerías.Despuésalguien ha de decidir de cuál de las galerías proceden las señales yvuestroshombrestodavíanosehanpuestodeacuerdo.Doug suspiró.Parecía enfrentarse aunadifícilmisióndiplomática; el

propioDougtendíaaestardeacuerdoconlaopinióndeBrianynosolodebidoaqueconfiabaensuoído,sinoporqueelesposodeElizabetheraunexcelentemúsico.Siunhombresencillohabíaaprendidoadominaruninstrumento con tanto virtuosismo—o lo aprendió imitando a otros—debíadeteneroídoabsoluto.Encambio,Richardhabíatrabajadodurantetoda su vida en medio del ruido infernal de las galerías y además eraviejo.Suoídoyaestabaunpocodeteriorado.Encambio,su tozudezeraconsiderable.—Puesentoncesbajaré—dijoDougaljovenmensajero—.Serámejor

queyomismovuelvaaescucharlas.Dougya se sentíamenos inseguro en el fondodel pozo.El acceso al

lugardel accidente estaba aseguradoy cadapalmode lagaleríaque loshombresdesescombrabanestabaapuntalado.Enel extremode lagaleríatreshombresseturnabanenblandirlapica,yotrosquitabanlasrocasylaarenisca.Doug reconoció aBrian entre los hombres que paleaban,Roberaunexpertocavando.Elforzudoalternabasutareapicandoyquitando

rocas con las manos, casi había logrado desescombrar el espacio másamplio del cual partían las tres galerías en cuestión y los accesos ya sevislumbraban.Lasseñaleseranmenosfrecuentes,peromássonoras.Loshombres debían de estar exhaustos, pero quienes intentaban salvarlos seacercabancadavezmás.—Solooigounaseñal—dijoDougcuandoordenóaloshombresque

se detuvieran un momento para que él pudiera intentar localizar lossonidos—.Supongoquelootrosoloerauneco.Briannegóconlacabeza.Teníaelrostrodemacradoporelesfuerzoy

el polvo que lo cubría hacía que pareciera negro, pero su miradainteligenteseguíaexpresandocerteza.—Lasotrasseñalesseacabaronhaceunahora.Procedíandelagalería

de la izquierda, tal como os dije. Hay que cavar allí primero. ¡Esoshombresestánmuriendoallídentro,milord!Doug no sabía qué hacer; él también creía oír los golpes desde la

derecha. Brian golpeó la pala contra una roca y también allí el sonidoparecíaprovenirdeotrolugardelacaverna.—Hay dos cavidades, señor, tres con esta, quizá incluso cuatro, que

proyectanel sonidodeun ladoaotro,pordecirlodeunmodosencillo,peroestoycompletamentesegurodequeelorigenseencuentraallí.—¿Estáscompletamenteseguro?—preguntóDoug,tragandosaliva.—Noapostaríamivida,perosítodosmisbienes.—Esonoesmucho—soltóDickentonoburlón.Douglomandócallar.—Cavaremosalaizquierda—decidió.AltiempoqueDickprotestaba,Robempezóapicar,Brianarrojabalas

rocasylaspiedrasalascestasquelosayudantesseapresurabanaretiraryDougayudabaaapuntalarlostramosdespejadosdelagalería.Trabajarondurante una hora en silencio; el único sonido era el resuello de loshombresylosgolpesdelaspicas.HastaqueBrianaguzóeloído.—Aguardad un momento... sí, vuelvo a oírlo. Los golpes. ¿Vosotros

tambiénlosoís?Doug pegó la oreja a las rocas y entonces creyó oír unos débiles

golpes.Briangolpeólasrocastresvecesconlapala.Loshombrescontuvieron

elaliento...yentoncesocurrióelmilagro:larespuestafuerontresdébilesgolpes.

Robylosdemássoltarongritosdejúbilo.DickdedicóunasonrisaaBrian.—No lo creía posible, muchacho. Tu oído es más joven que el mío.

¡Bienhecho!Era lamáxima disculpa que se podía esperar del viejo capataz.Brian

sonrió,agotado.Tardaron una horamás en abrirse paso hasta los hombres. Un joven

minero les tendió losbrazos, sollozandode alivio.Había logradohacerlasseñalesmedianteunvasodelatónquellevabaconsigo.Robsedispusoa arrastrarlo fuera del pequeño agujero que daba a la caverna. Eradiminuta, no debía de quedar apenas aire respirable; por detrás delmuchachovislumbrarondoshombresmás.—Despacio,Rob,serámejorqueprimeroapuntalemoslagaleríapara

que no se derrumbe sobre los demás—advirtióDoug—. ¿Estás herido,muchacho?—No, señor. Pero los otros... están muertos —contestó meneando la

cabeza.Al pensar en las últimas horas que el joven minero había pasado en

aquel diminuto agujero junto a sus camaradas muertos, un escalofríorecorriólaespaldadeDoug.¡Noqueríanipensarloquehabríaocurridosihubieranempezadoacavarporlagaleríaequivocada...!—Peroenlagaleríacentraldebedehaberunoscuantosconvida.Losoí

golpear,primerocreíqueeranlosqueveníanarescatarnos...RobarrastróalmuchachofueradelagujeroyBrianloenvolvióenuna

de las mantas que Elizabeth había dado a Doug. El rescatado estabaempapadoensudoryelaguaquesehabíaderramadoenlaminalohabíamojado,porloquetemblabacomounahoja.—¿Quieresacompañarlofuera,Dick?—preguntóDoug.Elcapataznegóconlacabeza.—No.Cogeréunapicayharéloposiblepordespejarlagaleríacentral.

Eslomínimoquepuedohacer.Por fin, uno de los hombres de Blaemarvan acompañó al joven y

transmitió la triste noticia a las familias de sus compañeros. Los demásempezaron a cavar y picar en la galería central con fuerzas renovadas.Robnoparecíafatigado,peroBriansetambaleabadecansancio.Dougsepreguntósidebíaenviarlofuera,peronoquisoquitarleeltriunfodetenerrazón en la segunda evaluación. Después de tres horas de duro trabajo

lograronliberaraseisminerosvivos.Todosestabanheridos,dosdeellosdegravedad.Solounologrósalirdelagaleríaporsupropiopie,paralosdemás tuvieronqueusarcamillas.Dougestabasegurodeque,almenos,arribalosaguardabanlosmejorescuidados.Cuandosellevaronalúltimodejócaerlapica,exhausto.—Bien,creoqueesoestodo.Buentrabajo,hombres,rescatamosasiete

delosdoceconvida.—Perosolohaydosmuertos—comentóDick—.¿Nopodríaserque...?—¿Quieres desenterrar cadáveres, capataz? —preguntó uno de los

hombres de Blaemarvan—. Vi cómo se derrumbaba la galería. Allí noquedanadievivo.—¿Ysi hubierauno?—preguntóBrian envozbaja—.Quisieraverlo

conmispropiosojos.Yahemosapuntaladoellugaryhemosabiertodosgalerías.Debiéramospoderabrirlatercera.En realidad,Dougconsideróque,a juzgarpor suaspecto,el jovenni

siquieraeracapazdepegarotrogolpeconlapica.Surostroparecíamásdelgado,teníalosojoshundidosenlascuencas,elsudorhabíaarrastradoparte del polvo, que debía de habérsele metido en los ojos porque nodejabaderestregárselos.AquelhombreestabaalfinaldesusfuerzasyelpropioDougsentíaqueélmismodebíadetenerunaspectosimilar.Pero¿quélesdiríanalasmujeresyaloshijosdeloshombresqueyacíanallíabajo?¿Quesuponíanqueestabanmuertosperoquenadiehabíavistosuscadáveres?—Quien desee seguir por su propia voluntad que se quede.Quien no

creaquetengamoséxitopuedesubirydormir—decidióDougyvolvióacogerlapica.Robempezóapicardeinmediato;puedequenofuesemuyinteligente,

pero era de buen corazón. Durante las horas siguientes, la cifra de losayudantesse redujocadavezmás.Yadebíadesermásdemedianocheyloshombressoloanhelabanunabocanadadeairepuroyunlugardondetenderse.Al final losúnicosque seguían trabajando en la últimagaleríaeran loshombresdeCaernonyelhermanodelmuchachoperdido.Peroellos también trabajaban con lentitud cada vez mayor e incluso Robempezóamostrarcansancio.Peroentonceselgolpedesupicaprodujounsonidohuecoporprimeravez.—¡Ahíhayunacavidad!—dijoelpicadorconentusiasmo—.Lagalería

nosederrumbódeltodo.

—Yo tampoco lo creí—gruñó Dick, que por fin había recobrado elsuficiente valor como para manifestar su opinión—. En sí mismas, lasgaleríasnosederrumbaron,porqueentoncessolosehabríaderrumbadouna. Lo que cayó fue el techo de este gran acceso, estaba demasiadoextendidoynoaguantósinunencofrado.Peroahoradateprisa,puedequeallíefectivamenteaúnhayaalguienconvida.RobyWilliam,elhermanodelmuchachoperdido,cavaronconfuerza

renovada.Doug,BrianyDickpaleaban losescombrosy losarrojabanaunlado.Yanohabíanadiequelosretirara,perodabaigual.Douginstaríaa Blaemarvan a abandonar aquella mina en cuanto hubiera acabado elrescate.—Mihermano...allíestámihermano...esacamisadecuadros...Temblandodeemociónydecansancio,Williamintrodujolavelaenel

primeragujeroqueRobfinalmentelogróabrir.Noobstante,enlagalería,labolsadeaireeraminúscula,apenasmásgrandequelajauladelpajaritoque Doug había transportado concienzudamente a través de todas lasgalerías.El muchacho estaba medio enterrado bajo los escombros. Estaba

inconsciente,perocuandoDougletomóelpulso,notóqueteníalamanotibia.—¡Estávivo!Excavadconcuidado—exclamóellord.El cuidado no era la virtud principal de Rob, y fueron Brian y Dick

quienesintentaronquitarlasrocas.Trabajabanatodaprisa.BriantosíayDougcreyóquesedebíaalpolvo,peroparaDicksignificóunaseñaldealarma y echó un vistazo nervioso al pajarito en su jaula... y entró enpánicoenelacto:elanimalitosetambaleabaensupercha.—¡Gas!¡Aquíhaygas!¡Tenemosquesalirdeaquíenseguida!Arrastrad

fueraalmuchacho,Rob,Will.Sinololográistendremosquedejarloaquí.Cuando Rob y William lo arrastraron fuera, el muchacho soltó un

quejido.BriantosíamásviolentamenteytambiénDougcreyópercibirunextrañoolor.—¡Rápido,saliddeaquí!—gritóDick,quenegóconlacabezacuando

Douglanzóunamirada inquisidoraa laderrumbadagalería—.Allíbajoyanohaynadieconvida,quienesnomurieroncuandosederrumbósehanasfixiado.¡Daosprisa!Ven,muchacho.Sostuvo a Brian mientras William y Rob arrastraban al muchacho

rescatadohasta la entradade lagalería.Estevolvióagemir, asíqueera

evidente que seguía vivo. Doug echó un último vistazo a la galería, sepersignó,cogiólajauladelpájaroyechóacorrertrassushombres.Brianestaba apoyado en la pared, jadeando,mientrasWill y Rob cargaban almuchachoenlajauladeextracción.Douglelanzóunamiradaescudriñadora.—Túseráselpróximoensubir—decidió.—No...vos...vosdebéisseguirvivo,vos...soiselcondedeCaernon...—

replicóBrian,negandoconlacabeza.—Heaspiradomuchomenosdelmalditogasquetú.—Nosetratadeeso.Elcondadoosnecesita.En aquel momento a Doug le daba lo mismo lo que necesitara el

condado. Era desconcertante que aquel sencillominero pensara en ello.Sin embargo, quiso meterlo en la jaula de extracción cuando por finvolvióadescender.—Los dos podéismontar en la jaula. Acabamos de subir aWill y al

muchacho en ella —dijo Dick, poniendo fin al debate—. Creo queaguantará.Almenos lo espero.Porqueelgas se aproxima,nopodemosesperarhastaquenossubanunoporuno.Doug tuvo que esforzarse para no ser presa del pánico cuando las

cuerdas del montacargas se tensaron. Si se rompían, los cuatro estabancondenadosamorir.Asulado,Briantemblaba,demiedoodecansancio;Douglorodeóconelbrazoylosostuvo:loúnicoquelefaltabaeraqueelmuchachosecayera.Traslagaleríainvadidaporelgas,elairefrescoteníaelmismoefecto

que un sorbo de champán y Doug se sentía embriagado cuando loshombresloayudaronaabandonarlajaula.Briansetambaleaba.—IdabuscaraElizabeth—susurróDoug—.Haaspiradogas,necesita

ayuda.Yvolved a bajar y a subir estemontacargas una vezmás, por elamordeDios...Comoenunsueño,observóquevolvíanabajarlajauladeextraccióne

interminablesminutos después apareció conRob yDick.Brian se habíadesplomadoasuladoyvioqueElizabethseocupabadeél;Annahacíalopropioconelmuchachoherido.DougsearrastróhastaElizabeth.—Quise...quisecuidardeél...—susurró—.Losiento.—Estáconvida, señor—dijoellaconvozsuave,yelúnicodeseode

Doug era que ella lo rodeara con los brazos como abrazaba aBrian—.Mirad: ya está recuperando el conocimiento. Pero ahora vos también

debéisdescansar.Bebedunpocoydespuésdormid.DougnotóelrocefrescodelamanodeElizabethenlamejilla.Lequitó

loscabellosempapadosensudordelafrenteydijoaunamuchachaqueletrajeraagua.DespuésDougnosupocómohabíallegadohastaelgraneroen el que cuidaban de los heridos y donde los ayudantes dormían,agotados.Solorecordabaquetropezóhastaunacama,quesedejócaerenella y que cerró los ojos.Descansar, solodescansar...El jovenduque serindió al cansancio y, rodeado de sus hombres y de los mineros deBlaemarvan,cayóenunprofundosueño.

8

Dougnopudodisfrutarmuchotiempodesudescanso.Encuantollegóal castillo la noticia del milagroso rescate del último minero, Lissianaenvióensubúsquedaaunpaje,que,noobstante,esperóunpocoporque,al igual que las escasas mujeres que aún estaban despiertas en laenfermería,consideróquedespertaralcondeeraunainsensatez.—Puede iralcastillomañanapor lamañana—dijoAnna—.Ahora lo

que más necesita es una cama y puedo asegurar a la joven dama delcastillo que hoy no notará si duerme entre sábanas de seda o de bastoalgodón.Elpajenoseatrevióa regresaral castillocon talmensaje, asíque lo

postergóduranteunahora,perodespuésdespertóaDoug.—Milord,perdonadme,peroesimpropioquepernoctéisaquíentrelos

hombres.LadyLissianahapreparadounaalcobaparavosenelcastillo.—¿Pernoctar?—sequejóDoug—.Yanoesdenoche,estásaliendoel

sol.Dilealacondesaqueacudirémástarde,queaúnhedeinspeccionarlamina—añadió.Acontinuaciónsediolavueltayvolvióacerrarlosojos.—Nomecreerá,milord—dijoelpaje,inquieto—.Acompañadmepor

favor,soloesunabrevecabalgada.Estabatentadodezarandearalconde,peroesohubierasidodemasiado

osado.Dougestabalobastantedespiertocomoparacomprendereldilemadelpaje.—Deacuerdo,muchacho,iré...Y todavía adormilado se quitó la manta en la que alguien lo había

envuelto. Recordó haber soñado que Elizabeth se hallaba al pie de sucama,peroellaprimeroseocuparíadeBrian.Cougarloaguardabadelantedelgranero,yaensillado.—¿Al menos tú has dormido bien, viejo amigo? —preguntó al

semental,quelerozóelhombroconelmorro.Eraevidentequenolehabíafaltadodenada,puesCharlyhabíaestado

allíparaocuparsedetodo.Dougesperabapodervolveratenderseenunacamaencuantollegaraalcastillo,peronofueasí.Lissianaloaguardabaen los aposentos que había dispuesto para él. Llevaba un chal amplio yligero de seda verde y por debajo quizá solo un camisón. Sus largoscabellos se derramaban sobre los hombros, aterciopelados y pesadoscomounvelo.—Os saludo, héroe mío —dijo con voz suave, y sus ojos brillaban

comoel terciopeloverde iluminadoporelsol—.Mehandichoqueestanoche habéis salvado otra vida. ¡Espero que al menos haya sido paramayorgloriadevuestradama,caballero!Segúndicen,durantesemejantesheroicidades,LanzarotesiemprepensabaenGinebra.Lissianalededicóunasonrisa;parecíadescansadaypulcra,yelaroma

desupeloeraelde lasfloresde losprados.Seguramente,cuandohabíaregresadoalcastillo,susdoncellaslahabíanbañadoypeinado,porquedelos esfuerzos realizados como ángel de la mina no quedaba ni rastro.Lissianaestabadepieanteél,frescayseductoracomolamañana,yDougnotóquesucansanciosedesvanecíalentamente.—Pero¡venid!Oshepreparadounbaño.Yunacama,claroestá,pero

nopodéisdormireneseestado.Estáiscubiertodepolvoyvuestroatuendoestácompletamenteestropeado.Entoncesledesabrochóeljubónconmanosdiestras.HastaaquelmomentoDougnosehabíadadocuentadequeaúnllevaba

el trajedefiestadeldíaanteriorysiguióaLissianahastaunahabitaciónanexadondehabíaunagrantina.—Desvestíosymeteosenlatina.¿Oacasonecesitáisayuda?Interpretando el papel de una diligente doncella, Lissiana lo ayudó a

quitarselacamisa.Dougteníalosmúsculosdoloridostraseltrabajoconla pica, al que no estaba acostumbrado, pero también temblaban bajo elligerorocedelasmanosdeella.Elchalsedeslizódesuhombromientrasloayudabaadesvestirsey reveló supielblancacomo la leche.Dougseavergonzóaldarsecuentadequeéltodavíateníaelcuerpocubiertodeunagruesacapadepolvoysudor.Lissianaseapresuróaretirarlasmanosydijo:—Soisrealmenteapuesto,milord,peromeniegoaacariciarosmientras

estéis cubierto de mugre. Y ahora quitaos los pantalones, no seáismelindroso. Anoche ayudé a vuestra amiguita a curar a los heridos. Sécómoestánhechos los hombres.—Dougnodudóde ello, pero sí de la

intervencióndeLissianacomoenfermera.»Osagradaesapequeñabruja,¿verdad?Noloneguéis,hevistocomo

le lanzabais miradas anhelantes, aunque ella solo tiene ojos para sumenudo y debilucho minero. Pero si os apetece un poco de magia, notengoinconvenienteendemostrarosqueyosoyunahechiceramásgrandequeella.Lissiana deslizó las manos por encima del vientre de Doug y le

desabrochóelpantalón.Élquisoagacharseparaquitárselo,perosoltóungemido cuando una punzada dolorosa le atravesó la espalda: tenía losmúsculosmuytensos.—Dejadmehacer,milord,vuestravaritamágicaestáenbuenasmanos

conmigo.Yparademostrárselorodeóelmiembroviril,queempezabaaerguirse,

yloliberódelatelaqueloenvolvía.Doug,desnudoanteella,tiritópesealacalidezdelamañanaestival.Latinadeaguaresultabamuytentadora.—Vamos,meteos en la tina, yo os frotaré la espalda—dijo Lissiana,

dandounpasoaunlado.Al sumergirse en el agua perfumada, Doug inspiró profundamente:

Lissiana había esparcido pétalos de rosa en la superficie y el jabóntambiéndespedíaelaromaseductordelasfloresdelestío.—Enseguidaosdaréunmasaje,peroprimero lavaos lacara;parecéis

unnegro.Lissiana sumergió un dedo en el agua y le salpicó espuma en las

mejillas. Doug cerró los ojos para evitar que entrara el jabón. Hubierasidoagradabledejarsecaerenelaguatibiaydormirse.Cuandolaespumapegada a sus mejillas se enfrió, creyó volver a sentir la mano suave yconsoladoradeLissiana.—Necesitáisdescansar,señor...Peroellaestabaallíyélnopodíaquedarsedormidoenpresenciadeuna

damaqueseocupabadeélcon tantoafán.Entoncessesumergióbajoelagua para deshacerse del cansancio y los sueños, lo cual no bastó paraeliminarelpolvograsientoquelecubríalapielyelpelo.PorfindejóqueLissianaleenjabonaraloscabellosylosenjuagaravertiendoagualimpiadeunjarro.—Tenéiselpelobonito—dijoellalisonjera—.Comolaluzdelsoldel

verano. Qué opináis: ¿si tuviesemos hijos serían rubios como vos omorenoscomoyo?

—Esperoqueposeanvuestrabelleza,Lissiana—dijoDoug,suspirando.El agua estaba tibiay le acariciaba el cuerpo,y lasmanosdiestrasde

Lissiana acariciaban y amasaban los músculos tensos. Empezó pormasajearle lanuca; era como si su cuerpovibrara al tiempoqueella lomasajeabaydepositababesosmuydelicadosenelnacimientodelcabello.Estaba de pie, a su espalda, y dominaba el juego con las manos y loslabioscongranvirtuosismo.Cuandolelamióloslóbulosdelasorejasytanteólosmúsculosdesupecho,untemblorrecorrióelcuerpodeljoven.—Soisfuertecomounosoyvuestrosmúsculosduroscomoelacero,

casicomositrabajaraisenlamina.¿Osagradaría,milord?Imaginadquesolofuésemosunahumildeparejademineros.Yodirigiríavuestracasayordeñaríalascabras,yvosregresaríaistodaslasnochesdelamina,sucioyexhausto,yyoosaguardaríaconelbañopreparado.LaideadequeLissianaordeñaraunacabralehizograciay,riendo,la

cogió del brazoy la obligó a inclinar la cabeza para besarla.No, no lediríaque loshumildesmineros,por logeneral,ni siquieradisponíandeuncubodondelavarseniquesusmujerestambiéntrabajabanduroyqueseguroqueporlasnochesnotendríanganasdecalentaraguaycargarconcubos. En la aldea de Caernon, las personas que querían asearse sebañabanenelrío.EntoncesvolvióapensarenElizabeth,ensufiguradeninfacuandose

sumergió en las aguasdel río rodeadade su cabellerahúmeday rizada.Lissiananotóque,mientraslabesaba,élvolvíaaretirarseysesituódetrásdeélunavezmás.Lemasajeólaespalda,lefrotóelfirmetraseroconunpaño y tanteó su entrepierna. La verga estaba erecta hacía un buen rato.SiguióporencimadelostestículosyelmiembrodeDougpalpitó.A Doug le hubiese gustado verla ante él; en parte para saber que

realmenteeraellaconlacualseuníaenunsueñoynolaesposadeotro.Pero ese día Lissiana permaneció invisible y solo sus manos de coloralabastro juguetearon con su sexo; un mechón de sus oscuros cabelloscayóporencimadelhombrodeDougyflotóenelagua.Douglocogióyse lo enrolló en un dedo, lo frotó y lo acarició, y notó el temblor deLissiana,comosipercibieraeltiernoroceatravésdelpelo.Ellanotocóelmiembroerectoytembloroso,eraunamaestraenpostergarelestallidode sus sentidos. En vez de eso, frotó por encima de las caderas y losmuslos.Doug quiso volverse, una vezmás, peroLissiana se lo impidiócondulceviolencia.

—Noosmováis,relajaos,dejadmehacer.Cuandolosdedosdeellarodearonelglandeyacariciaronelmiembro

contoquesminúsculos,Dougarqueólaespaldaydeseóqueellaporfinlocogieraconlamano, lomasajearaconfuerzayleproporcionaraalivio,peroellaselimitóaseguirjugando.—¿Quéesunabrujasinunavaritamágica?LosdedosdeLissianaparecían trazaranillosmágicosalrededorde la

verga y al notar las palpitaciones soltó una carcajada, la cogió con lamano derecha, comenzó a trazar círculos en el agua y le cosquilleó lapunta con la izquierda. Miles de llamas abrasaban el cuerpo de Doug.Lissiana había logrado lo que quería: en su cabeza y su corazón ya nohabía lugar para otra mujer, Doug solo vivía para su tacto y estabadispuestoaservirlahastaelfindesuexistenciasiellaleregalabaladulcesatisfacción.Finalmente,ellaaumentólapresión,formóunhuecoconlasmanos similar a la rosa oculta en su entrepierna y lo acogió. Dougembistióyseperdióenunarco irisdearomas, tibiezaysensualidad;seincorporó en la tina conmovimiento espasmódico y presionó la cabezacontrauncojíndesuavepiel.Lissianadebíadehabersebajadoelcamisónydesnudadolospechos.Élpercibíasucuerpoenlanucayenloshombrosy,soltandoungemido,apoyólacabezaenelhuecoentreambospechos.Despuésvolvióadeslizarseenelaguayflotó,exhausto,mientrasLissianareuníavariastoallas.—¡Casimesalpicáisyempapáis!—dijoentonoburlón—.Asíquehice

bienenquitarmeelchal.—Solollevabaunafinacamisablanca,que,másqueocultarla,destacabalabellezadesucuerpo—.Yahoravenid,quierosecaros.Dougabandonólatina,pero,antesdequeellapudieraenvolverloenla

toalla,laalzóenbrazosylallevóhastalacamadelahabitacióncontigua.Los juegosen la tinaysuaspectoseductor lehabíanabiertoelapetitoyqueríamás.Learrancólacamisaconunmovimientorápidoylecubrióelcuerpodebesosapresurados.Suspechosdesnudoseimpúdicosresultabanmuyexcitantes.Ellaseapretujócontraél,presionósubajovientrecontrael suyo y Doug notó que su miembro volvía a endurecerse.Completamente desnuda, parecía una diosa italiana de mármol, pero supieleramáscremosa,ynolisayfría,sinotibiayuntantohúmedadespuésdequeélpresionarasucuerpodesnudocontraeldeella.ElúnicodeseodeDoug era poseer toda la sensualidad de aquellamuchacha.La flor entre

suspiernasestabaabierta,debíadeestarhúmedaydispuestaaacogerlo.Dougapoyóunapiernaencimadeella,notósucaloryseincorporóporencimadesucuerpo.Volvióabesarlelospechos,percibióelansiadeellaysedispusoapenetrarensumásíntimoportal.Peroenelúltimoinstanteella lo empujóhacia atrás yDoug soltó ungemido cuando sumiembroduroydispuestoaembestirresbalóporencimadelacaderadeLissiana,quiso presionarse contra ella de costado... pero Lissiana se apartó conexpresióncasihorrorizada.—¿Quéestáshaciendo,Doug?¿Cómohaspodidoaprovechartedemi

debilidad?Soyvirgen,perocasi...¡Estonuncadebieradehaberocurrido!¡Estuvimosapuntodeperderlacompostura!Ahoradejaquememarche.¡Estohasidoimperdonable!—exclamó.Luegorodóaunladoytratódecubrirseelsexoconloquequedabadesucamisa.—Pero...tútambiénlodeseabas,Lissiana.—ElcuerpodeDougtodavía

palpitaba de excitación—. Jamás hubiese hecho nada en contra de tuvoluntad...—¡Estonotienenadaqueverconmivoluntad!Alcontrario:¿acasono

me entregué a tu abrazo? Peromi virginidad es sagrada; y tú lo sabes.Hastaque...¡bien,esotambiénlosabes!Asíque,siquieresposeermeporcompleto,siquieresnavegarconmigohastalasorillasdeladichaconmiconsentimiento,tendrásquecortejarme.Lissianaestabasentadajuntoaél;elcubrecamadesedalecubríaelsexo

yloslargoscabelloscaíanporencimadesuspechoscomounveloylosocultaban a la mirada de él. Era increíblemente bella con sus rasgosaristocráticos y perfectos, su cuerpo blanco y voluptuoso, que laexcitación parecía iluminar desde el interior y que había invadido unanheloquecasilallevóaatravesarlímitesinauditos.—Piénsatelo, Doug de Caernon, y no tardes demasiado. Mi padre

tambiénhaestadobuscandoporotraspartes.Dicenque inclusoelduquedeGlenmorganhamanifestadosuinterés...CuandoLissianaabandonólahabitación,Dougyanopudoconciliarel

sueño. Todavía ansiaba descansar, le dolía la cabeza y estaba fatigado,pero su cuerpo aún temblaba debido a la insatisfecha excitación; elcorazón le palpitaba con fuerza y tenía la piel ardiendo. Lissiana habíatendido sus redes con astucia: él jamás averiguaría si lo que casi laimpulsóaentregarseaéleralalujuriaoelpurocálculo.¿Lohabíadejadoabrasándose de deseo para castigarlo por haberla tratado de modo

similar? ¿O se trataba de aquel matrimonio? ¿Pretendía acelerar unadecisiónquede todosmodos estaba pendiente?Daba igual lo queDougsintieraporElizabetho loqueCharlydijeradeLissiana: lahijade lordBlaemarvaneralaprimeraelecciónparaocuparlaposicióndecondesadeCaernon.Erainteligente,sensual,educadaparagobernar...¡ysuactuaciónen laminabastabaparademostrarquequizáno se compadecierade sussúbditos,perosabíamuybiencómoconquistarlos!Yaellosesumabasubellezasobrenatural.LagentedeCaernonlaadoraríaporqueparecíaunaprincesadeuncuentodehadas.Pero no parecía un elfo.Daba igual queDoug procurara ser sensato:

antesusojossoloveía la imagendeElizabeth,en lahierbacon lospiesdescalzosyhojasenloscabelloshúmedos,flotandoenelrío,acariciadapor las aguas, el cuerpo pequeño y delicado bronceado por el sol... Sefrotólassienes.Todoesoeraunatontería.Podíasoñarconlashadas,perono casarse con ellas. Había que casarse con una mujer de su rango,educaciónycostumbres.SiencimaeransensualesybellascomoLissiana,eraunabendición.Elamor...¿quiénhablabadeamor?Dougserevolcabaenlacama,inquieto,yvolvióarecordarlosúltimos

comentariosdeLissianasobreposiblespretendientesElinterésdelduquedabaatodoelasuntounadimensiónpolítica.ElviejoBlaemarvannoteníahijos varones, así que, si el duque se casaba con Lissiana, Glenmorganrecuperaríaelcondadoyvolveríaaconcedérseloaalgúnhombrequelefueraleal,aunansiosoporelpodercomoél,aundesenfrenadoguerrerooaunaduladorinfame.Dougnocreíaqueleagradaramuchoservecinodeunfavoritodelduque,quesiempreestaríavigilandoCaernon, loque,talvez,despertarasuenvidia.No,resultabaindudablequeparaDougseríamuchomejorhacerseconelcondadovecinoyesosignificabacasarseconLissiana.Desmoralizadoporsuspensamientosreiterativos,abandonólaluchay

laideadeconciliarelsueño;además,teníahambreysed.Seguroqueenlasaladelcondeserviríaneldesayunoyporotraparteelsolyalucíaenelcielo. Era improbable que Blaemarvan lo esperara para desayunar y,además, en realidad no tenía ganas de encontrarse con el conde ni conLissiana. Seríamejor que bajara a lamina; allí seguro que lasmujeresdedicabantodoeldíaaprepararcomidaparalosheridosylosayudantes;muchosdeloshombres,quealigualqueélhabíantrabajadodurantetodalanoche,aúndormíanyesperaríanque lesproporcionaranundesayuno

cuandodespertaran.Sepusodepieybuscó suscosas: la ideadevolveraponerseaquella

ropa sucia no le agradaba, pero no le quedaba otro remedio. Se quedóestupefactoalverqueenlahabitacióncontigua,aunladodelatinaenlaqueelaguasehabíaenfriadohacíatiempo,habíandispuestoropaslimpiasparaél.Debíandepertenecerleauncriadopues,sibienerandeunbuenpaño,elcorteerasencillo;el típicouniformedeuncriadocuyoaspectonodebíaofenderni llamar la atenciónde los señores.Doug sepuso lasropas oscuras y poco llamativas; el jubón era un tanto estrecho y lospantalones, demasiados cortos, pero todo estaba limpio. En cuanto sevistióyabandonólahabitaciónquedabaaladarve,sesintiómejor.Noseencontró con nadie en la escalera que daba al patio del castillo y soloCharlyaguardabaenlascaballerizasalmohazandouncaballo.—¿Ya estáis despierto, milord? —preguntó el caballerizo en tono

sorprendido pero desacostumbradamente respetuoso—. En la minadijeronquecavasteiscasihastalamadrugada,juntoavuestroshombres.Afemía,señor,queyonuncahubieraosadohacerlo.Allíabajo,enmediodela noche eterna... ya tengomiedo cuando la luna se oculta detrás de lasnubes.¡Yencimalograsteissalvaramáspersonas!Lagentehabladevoscomodeunsanto.Dougserio.—Nosoyunsanto;niladyLissianaesunángel.PeroensillaaCougar,

Charly, quiero comprobar que todo funciona correctamente en lamina.¿Qué opinas, crees que después podremos reunir a nuestros hombres yregresaracasa?¿Oallíaúnnecesitanmásayudantes?—Tal vez un par de mujeres —respondió Charly, encogiéndose de

hombros—.Algunoshombreshan sufridoheridasmuygravesyayer laúnicamujerunpocoentendidaentratarlasperdióasumaridoyasuhijo,asíquenoestarámuydispuestaavendarlasheridasdeotros.Dougasintió.—AlomejorAnnayElizabethquerránquedarse...Le hubiese gustado preguntar a su caballerizo por Brian y por

Elizabeth,peronolohizo.Charlyeraunmuchachodespierto,conmuchooídoparalosmatices;nopodíadejarquepensaraquehabíaalgoentresuseñorylacomadrona,¡porelamordeDios!Noobstante,DougapenaslogródominarsudeseodeveraElizabethy

condujoaCougarhasta laentradadelaminadondeaúnreinabaungran

ajetreo. Numerosos hombres se dedicaban a trabajar: al parecer, lordBlaemarvan ya había mandado desmontar las instalaciones de la viejamina. Tras el escape de gas en la galería, hasta él tuvo que admitir quedebíaabandonarla.Empezaríanlasexcavacionesloantesposible.Losfamiliaresdelosmuertosaúnseapiñabanentornoalabocadela

mina y lloraban: se lamentaban por no haber logrado recuperar loscadáveres. El rescate de los heridos les había dado esperanzas, pero elescape de gas acabó con ellas. Los hombres quedarían enterrados en lamina.—¡Almenosseráenunataúddeplata!—comentóunadelasmujeresen

tonoamargo.Doug hubiese querido decirle algo para consolarla, pero las palabras

resultabaninútiles.Antelosgraneroselambienteeramásalegre.LasmujeresdeCaernon

habían vuelto a abrir su improvisada cocina. Un aroma a pan frescoflotaba en el aire, y había leche y mantequilla. Doug vio yuntas de lasgranjasvecinasysupusoquehabíanllegadomásprovisiones.Vestidodecriado,casino llamaba laatención,y loagradeció. ¡Serveneradocomounsantoeraloúltimoquelehacíafalta!SoloAnna,lamujerregordetadeDick, lo reconocióenelactoy losaludócordialmente.Parecíaexhaustaperotambiéndemuybuenánimo.—¿Ya estáis en pie, milord? ¡Dick aún duerme a pierna suelta! ¿Os

apetece un poco de pan y queso? También puedo ofreceros puré deciruelas.¿Oesqueyadesayunasteisenelcastillo?Doug negó con la cabeza y aceptó el ofrecimiento con entusiasmo.

Todavíateníadolordecabeza,peroconfióenqueselepasaríasicomíaalgo.Entretantotambiénlohabíanreconocidounoscuantoshombresyseacercaronparadarlelasgracias.Dougsesentójuntoaellosenunodelostoscosbancosdemaderarápidamentemontadosyescuchólasinacabablesalabanzas acerca de su intervención y las historias que intercambiabansobrelaaventuradeldíaanterior.Soloentoncessediocuentadequeteníamucha hambre. Tras saciar su sed bebiendo tres vasos de leche fresca,devoróvariasrodajasdepan.Sesintiórealmenterepuestoydecidióqueerahoradepreguntarporlosheridos;nadieconsideraríaimpropioquesereunieraconElizabeth.Noestabaconlasotrasmujeres,asíquedebíadeencontrarseenelgranero.—Todos sobrevivieron a la noche—le informó uno de los hombres

acerca del estado de los mineros—. Pero dos de ellos están graves.Vuestra comadrona de Caernon y Anna, la mujer del viejo Dick,estuvieron atareadas toda la noche. El últimomuchacho que rescatasteisestámuymalherido...—Iréaverlo—dijoDoug,levantándose.SucorazónpalpitómásdeprisaalpensarqueveríaaElizabeth,aunque

podíaserqueno tuvieraganasdehablarconél:soloalbergabaunvagorecuerdo del aspecto que tenía Brian el día anterior, pero parecía másmuertoquevivo.Al menos en el granero no reinaba el ambiente de un depósito de

cadáveres;porelcontrario,loshombresquesolohabíansufridoheridasleves bromeaban entre ellos, con sus familias y con las diligentesayudantasquetambiénlesservíanpanyleche.Enelsuelo,entrelascamas,estabantendidosotroshombres,que,alparecer,noestabanheridos,sinoagotados y dormían a pierna suelta. Rob roncaba y Dick abrazaba unamantadelanacomosifueseAnna,sumujer.Los heridos más graves estaban alojados en un rincón tranquilo del

granero. Allí más bien se oían gemidos y no risas, y allí encontró aElizabeth.Estabasentadajuntoalacamadesumarido;Brianseremovíainquieto, agitado por un sueño febril y balbuceando fragmentos depalabras, como si estuviera enredado en una pelea o un combate.Dougoyósuvozdesesperadamurmurando:—No,no,tú,no...tú,no...Oyóquesusurrabaunnombreydespuésunsollozoahogado.Asulado,

Elizabeth intentaba calmarlo hablándole en voz baja, acariciándolo yobligándoloa tenderseunavezmáscuandocorríapeligrodecaerde lacama. Por fin sus esfuerzos dieron fruto y Brian se quedó quieto, perorespirarlecostabaunesfuerzo.Aúnteníalacarasuciadepolvoycubiertadesudor.—Tranquilo,amadomío,estoyatulado...LavozdeElizabetheradulceyconsoladora,comosicantaraunananaa

unniño.Nodejódeacariciarleelpeloylasmanosinquietasquetanteabanla manta. Después cogió un paño dispuesto junto a un cuenco lleno deaguapararefrescarlelafrenteyquitarelrestodelpolvodesurostro.Conungestoinfinitamentetierno,lequitólasuciedaddelasprofundasarrugasqueel esfuerzode lanocheanteriorhabíagrabadoen sus rasgos.Brianestaba pálido, tenía los ojos cerrados rodeados de sombras y los labios

agrietados.Elizabethloshumedecióconelpañoyluegolosumergióenelagua, lo escurrió y empezó a masajear las sienes de Brian conmovimientos suaves. Le cubrió la frente con el paño en forma decompresaylequitóunpocomásdesuciedaddelrabillodelosojosydelasmejillasantesderepetirtodoelproceso,sindejardeacariciarybesaral enfermo. Doug no podía apartar la vista de ella y, de pronto, deseóocupar el lugar del hombre tendido en el estrecho camastro, a pesar dequeenaquelmomentolasituacióndeBrianerapocoenvidiable.—¿Cómo se encuentra? —preguntó en voz baja—. Quiero decir...

¿está...?¿Elgaslohaenvenenado?Elizabeth se volvió sorprendida y, para alivio de Doug, le sonrió al

reconocerlo.—No, no os preocupéis, milord. Solo tiene fiebre, pero más por el

cansancioqueporelgas.¡Mirad!Indicó una ventana a sus espaldas, un rayo de luz la atravesaba e

iluminaba la camadeBrian.Habíapuesto la jauladel también rescatadopajarillo ante la ventana; el animalito pegaba saltitos en su percha ysoltabaalegrestrinos.—Estácontento.Nocreyóquevolveríaaverlaluzdeldíaunavezmás

—dijoella,traduciendolostrinosdelaavecilla.Dougrio.—Entonces el escape de gas no debe de haber sido mortal. De lo

contrarioesasavesmuerenconrapidez.—Brian se recuperará—añadióElizabeth, asintiendocon lacabeza—.

Soloestáexhausto.Osagradezcoquelosacarais,milord.—Nohaydequé;quesubieraconmigosedebióalacasualidadmásque

aotracosayquenotáramoslapresenciadelgasatiempofuegraciasaesepequeñocantor—explicó, rascando losbarrotesde la jaulahastaqueelpajarillolepicoteóeldedo—.Yelmuchacho,¿cómoseencuentra?Elizabeth lanzó unamirada de preocupación a la figura tendida en la

camajuntoaladesumarido.Soloentonces,cuandoellavolvióelrostrohacia la ventana, Doug tuvo oportunidad de observarla másminuciosamente. Parecía casi tan exhausta como su marido. Estabaojerosa,sutezhabíaadoptadountonogrisyapagado,ysehabíamordidoloslabios.Unjiróndetelalesosteníaelpelo,quizáporqueloscabellosleestorbabanmientrascuidabadelosheridos.Elvestidoquellevabaestabasuciodepolvoymanchadodesangre,peroparaDougerahermosa.No

veía las huellas del cansancio, sino solo la compasión que sentía por elmuchacho.—Está gravemente herido. Tiene las dos piernas rotas, pero creo que

sobrevivirá.Elmuchacho soltóunquejido.Elizabeth se acercó a él, le refrescó la

frenteytratódehacerlebeberunpocodeagua.—Tiene que bebermucho—dijo—.Y, por cierto, vos también. Si es

verdadquetrabajasteistandurocomolosotrosmineros,sudaríaismucho.Entonces contempló a Doug con mayor atención, con la mirada

escudriñadoradeunasanadora.Dougconsideróquesuaspectonodebíadeagradarle,porqueéltambiénpareceríafatigado,extenuadoyreseco,ynopresentabaelaspectodelhombreatractivodesonrisaluminosaqueélqueríaofrecerle.PeroquizáElizabethsepercatódesuaspectocuidadoydesusropaslimpias.—Veo que se han ocupado de vos—dijo con una sonrisa torcida—.

SupongoquefueelángeldeBlaemarvan,¿verdad?Lo dijo con tono casi despectivo yDoug semaldijo a símismo por

avergonzarse,puesteníatodoelderechodeaprovecharlacomodidaddelcastillo,¿no?—Sí, lady Lissiana me preparó un baño. ¿Es que os molesta? —

preguntóintentandobromearapesardeusaruntonoduro.Elizabethbajólavista.—Nomeincumbe,señor,perdonad;estoycansada.—Según me han dicho, lady Lissiana también hizo lo suyo para

ayudarosacuidardelosheridosyencargarsedetodo—añadióél,severo.Lairabrillabaenlamiradadelajoven,peroluegosurostroadoptóla

expresión pícara habitual, los hoyuelos aparecieron en sus mejillas ydejaronadivinarsubelleza.—¡Oh, sí! Se comportó de manera realmente angelical. Sobre todo

aprovechó el talento de los ángeles para salir volando en cuanto lasprimerasgotasdesangreamenazaronconmancharleelvestido.Dougtuvoquereírse.—Ladamaposeeotrascualidades.Lamirada deElizabeth se deslizó por encima de su pelo lavado y su

rostroysusropaslimpias,ysedetuvouninstanteenlaligeracurvaturadesuentrepierna.—Supongoquesí—dijoentonoirónico.

Despuésvolvióasutareaylavólacaradeljovenrescatado.Quizánotuvotiempodehacerlodurantelanoche.—¿Podrá volver a andar?—preguntó Doug para intentar cambiar de

tema.Seacercóalacama—.¿Yganarseelsustento?—Todavía no lo sabemos —respondió Elizabeth, encogiéndose de

hombros—.DependedequeAnnayyohayamoshechobiennuestratarea.Intentamosenderezarlasfracturasyluegoleentablillamoslaspiernas.Alzó la manta que cubría al muchacho y dejó ver los miembros

cubiertosdegruesasvendasyapoyadosensacosdeheno.Lasmujeres debían de haber trabajado durante horas confeccionando

aquellascomplicadasguías;estabaconvencidodequeElizabethnohabíapegadoojoyDougvolvióa sentirseculpable:almenosélpudodormirdespués de trabajar en lamina; y encima tuvo la fuerza suficiente paranavegarhaciaorillasprohibidasconLissiana.—Creo que tuvimos bastante éxito —continuó diciendo Elizabeth,

cubriendoalmuchachoconlamanta—,peroalfinaleltiempolodirá.Loúnicoquepodemoshaceresobligarloaguardarcamadurantetreslunascomomínimo. Si lo hace... bien, no volverá a trabajar en lamina, peropodrá andar con muletas. Y entonces también encontraremos una tareamás sencilla para él, con un poco de buena voluntad.—Su tono de vozdenotabaqueelladudabadelabuenavoluntaddelosBlaemarvan.—Hablaré con el conde al respecto—dijoDoug en tono escasamente

esperanzado.—Tal vez seríamejor que confiarais en el buen corazón de la joven

dama—aventuróElizabethconmiradapícara.Dougnosupoquécontestar,peroentoncesBrianleahorrólarespuesta.—Elizabeth...milady...—murmuró,removiéndoseenlacama.—Estoyaquí,Brian—dijoella,corriendoasulado.Leacaricióel rostroy lequitóel restodepolvode losojosque,por

fin, había abierto.Le lanzóunadébil sonrisa, pero al ver aElizabeth sucara volvió a iluminarse, como siempre cuando estaba junto a ella. UnbrillosurgidodelinteriortambiéniluminóaElizabethysuvozsetornócantarinaunavezmás.—Estoyaquí,nomehemovidodetuladoentodalanoche.—Milord...—Brian lohabía reconocidodetrásde sumujery tratóde

incorporarseeinclinarlacabeza,peroDougleindicóquepermanecieratendido con un ademán—,me alegra ver que os encontráis bien. ¿Y los

demás?—Todos lograron salir —dijo el joven lord, tranquilizándolo—.

¡Inclusoesedeahí!—añadió,señalandoelpajarillo.Brian se rio y la risa lo hizo toser.Elizabeth le acercó un vaso a los

labiosyBrianbebió,sediento.—Enseguida...me levantaré...Seguroquequeréisponerosenmarcha...

Vuestrapropiamina...Dougnegóconlacabeza.—Hoy no habrá actividad en lamina de Caernon, Brian, no tenemos

prisa.Notepreocupesporlapaga,todosloshombresqueprestaronayudaaquírecibiránunabonificaciónytambiéninstaréalordBlaemarvanaquedispongaunapagaparalosayudantes.Alfinyalcabonosdebelavidadeochohombres.—¿Yelmuchacho...?—Elmuchachoestávivo.MientrasloshombreshablabanyElizabethestabaarrodilladajuntoasu

esposoyloacariciabaconlamirada,algoocurriójuntoalaentradadelgranero. Doug notó el enmudecimiento que era común entre lostrabajadoresenpresenciadeunrepresentantedelanobleza;unmomentodespués oyó que pronunciaban respetuosos saludos. Lord y ladyBlaemarvanentraronenelgraneroysevolvieronhacialaspersonascongesto cordial. Él intercambió unas palabras con cada uno de losrescatados.Lissiana,envueltaenunvestidodepreciosasedaverdeoscuraquemanifestaba tanto su dolor por losmuertos como la alegría por laoperación de rescate, les dedicó una sonrisa encantadora. Con el rostrocrispado, Elizabeth observó como bailoteaba de una cama a la otra, aveces acomodaba una almohada y otras acariciaba la mejilla a unmuchacho, sobre todo a los que no estaban gravemente heridos y yahabíantenidolaoportunidaddeasearse.Elizabethparecíaenfadada.Pero a Doug todo el asunto le resultaba más bien cómico. El

espectáculoofrecidoporLissiana eraperfecto.Todauna lady. «Lady...»,pensó Doug, y recordó que Brian había llamado milady a Elizabethcuando se despertó. ¿Acaso ellos jugaban al mismo juego que él yLissiana había inventado por lamañana, pero al revés? ¿Se imaginabanque eran señoresviviendo enun castillo,mimadosy favorecidospor eldestino,mientrasqueLissianaadoptabaelpapeldelahumildemujerdeunminero?

LissianaseacercóalacamadeBrianyclavólavistaenElizabeth.EralaprimeravezqueDougveíaaambasmujeresunajuntoalaotra,y,alverla sonrisa triunfal deLissiana, se dio cuenta de que ella también notabaquesalíaganandoenlacomparación.Elizabeth,pálidayexhausta,conloscabellossinbrilloehirsutos,sudadaymugrienta,ytodavíamásdelicadade lo que ya era. Lissiana, de una belleza deslumbrante, aseada ydescansada, los labios rojosyhúmedos, losojos refulgentes, laestrechacintura, lospechosabundantesy lascaderasdestacadasporelcorséyelvestidodecortesofisticado.LissianasedirigióaBrianconunasonrisa.—Mehandichoquetuvisteunaactuacióndestacadadurantelabúsqueda

denuestrosmineros.Teharán llegarunapequeñasumadedinerocomorecompensa.—Gracias,milady, pero no necesitamos limosnas—dijo Elizabeth en

tonoduro—.Loquehicimoslohicimosconmuchogusto.Notenéisquerecompensarnos.Brianlanzóunamiradadedesaprobaciónasumujeryfruncióelceño,

pero Doug notó que, pese a la reprimenda, sus ojos brillaban alcontemplarla, mientras que había hecho caso omiso de la sonrisa deLissiana.—Ah, sí, tú eres Elizabeth, la bruja de la aldea de Caernon. Así que

tambiénhededartelasgraciasati—dijoLissiana,lanzándoleunamiradaarrogante—. Pero no te recompensaré, porque considero que tus tareasaquímás bien son una compensación. ¡La gente dice que hechizastemiyeguadurantelacarrera!Elizabethalzólavista;elcansanciohabíadadopasoaunaexpresiónde

alerta,susojosseoscurecieronysuspupilasseestrecharon.—¿Quiéndiceeso?—preguntóDougantesdequelamuchachapudiese

responder.—La gente deCaernon y deRhondda.Dicen que os oyeron a ambos

cuchicheando,milord, en el atajo que conduce aRhondda.Hablabais entonoíntimo,acercadeunhechizo.Eraunayeguamuyvaliosa,Elizabeth,yhoy está coja —explicó Lissiana, mirando alternativamente a Doug,ElizabethyBrian,comosidirigiesesusúltimaspalabrasaljoven.—Esosontonterías—balbuceóElizabeth.—¡Vamos,Lissiana!Nodaréiscréditoasemejantescuentosfantásticos,

¿verdad?—exclamóDoug en tono apaciguador.No debía enfadarse, ya

que podían pensar que tenía sentimiento de culpa—. La yegua está cojaporque cabalgasteis sin la menor contemplación. Si os place, haré quevayamicaballerizoaexaminelapatadelanimal.—¿Yporquénovuestrabrujita?¿Conquétepagan,pequeña?¿Conoro

yplata?Llevasunprendedormuyvaliosoparaunamuchachadetuclase—dijo, tratando de coger la pequeña joya. La joven retrocedióinstintivamente.Brianquisoincorporarse,perotodavíaestabaagotadoyvolvióatoser.

Latosseconvirtióenunaconvulsiónqueleagitótodoelcuerpo.—Más bien se parece al regalo de un lord que al de un minero —

prosiguióLissiana.Elizabethno leprestó atención, solo teníaojosparaBrian.Loabrazó

cariñosamenteyleapoyólacabezacontrasupechohastaque,porfin,élse tranquilizó. Después volvió a tenderlo en el lecho y le dio de beber.Cuando vació el vaso de agua, se volvió hacia Lissiana con expresiónserena.—La joya la heredé y como comadrona recibo el mismo pago que

cualquier otra mujer que realice ese trabajo. No tengo motivos paraavergonzarme de ello. A lo mejor un día os alegraréis, milady, si unaexperta en lamateria comoyo se encargade vos cuandoos pongáis departo.Elizabeth se quitó el pelo de la frente, un par demechones se habían

soltado,y, comodecostumbre, flotabanen tornoa su rostro.Suenfadoparecíahaber agitado los rizosyvolvía a parecer un elfo; peroun elfomuyenfadado.—No domino la brujería, de lo contrario no me encontraría aquí.

Creedme: una mujer capaz de hacer brujería no estaría sentada en unachozadelaaldeaconstruidasobreunaminadeplata.Nopasaríalosdíasylasnochestemiendoporsumaridoquesacavuestrariquezaenmediodela noche eterna—exclamó Elizabeth, cada vez más encolerizada, y eracomo si sus ojos lanzaran chispas—. Hace tiempo que una hechicera,sobre todo si tuviera pocos escrúpulos, hubiera conquistado un castillo.Así que tened cuidado,milady, y procurad no encontraros con alguna yofenderla, porque podría escoger el vuestro y vos os encontraríaisordeñandocabras.ElizabethhabíapronunciadoeltítulodeLissianacomosiescupiera.Ya

no se molestaba en disimular su desprecio por la muchacha rica e

insensible que se rodeaba de un lujo por el cual hombres en minasinsegurasymalapuntaladasperdíanlavida.Brianlecogiólamanoparaapaciguarla,peroyaerademasiadotardeparaevitarladesgracia.Lissiana estaba muy pálida y Doug casi creyó ver sus agitados

pensamientostraslafrentedealabastro.Aquellamañanahabíahabladodelalechedecabra,¿verdad?Sierasupersticiosa,pensaríaqueElizabethlehabíaleídolospensamientos.—¡Esto tendrá consecuencias! —murmuró. Echó un breve vistazo al

muchacho de la cama vecina, el último de los heridos, y se alejó conactitud arrogante—. ¡Quitad a estamuchacha demi vista, milord, de locontrariolaharéencadenarhoymismo!

9

HacíahorasqueCharlyhabíaorganizadolapartidadelosaldeanosdeCaernon; los caballos estabanuncidos a los carrosy aguardabanante lamina, así que, tras marchar Lissiana, se pusieron en marcha casi deinmediato.IbaaquedarseAnnaparaindicaralasmujeresyalasmadresdelosheridosgravesloscuidadosquedebíanprodigarles.—Pero solo hastamañana, antes de que yo también adquiera famade

bruja—comentópersignándose.La noticia de la disputa entre Elizabeth y Lissiana se extendió con

rapidez, pero, por suerte, la gente de Caernon no se tomó el asunto enserio. Apreciaban a Elizabeth y tampoco daban crédito al tema de unayegua embrujada, porque estaban firmemente convencidos de laimbatibilidad de Cougar, el semental del conde de Caernon. Pero noocurríalomismoentreloshabitantesdeBlaemarvan,dondeunoscuantoshabían apostado dinero a la victoria de Lissiana y, por tanto, no iban atenerelmenorinconvenienteenadjudicarladerrotaalabrujería.Entodocaso,Dougconsideróqueseríamejorcumplirconeldeseode

Lissiana y alejar a Elizabeth de Blaemarvan lo antes posible. Estabafuriosoyalprincipioquiso soltaruna reprimendamuyduraa la joven,puesunarrebatocomoel suyoera impropio frenteaunanoble.Pero lamirada de reproche de Brian y el terror manifiesto de Elizabeth lodetuvieron.Lapropiamuchachasabíamuybienquesuspalabraslahabíanpuestoenunasituaciónmuypeligrosa.Dougsololeordenóquereunierasus pertenencias y montara en el carro cuanto antes. Poco despuéscontemplaba el asunto con mayor serenidad: había ocurrido y podíacomprendermuybienlaindignacióndeElizabeth,porque,alfinyalcabo,Lissianano solo lahabía acusadode serbruja, sinocaside ser adúlteraconaquel«hablabaisentonomuyíntimo...»,locualtambiénsuponíaunaindirectacontraDoug.EraimpensablequeBriancabalgarayDougordenóquelotendieranen

unacamilla,peroelmaridodeElizabethinsistióenabandonarelgraneroporsupropiopiey,apoyadoenRob,searrastróhastaunodeloscarros;despuéssufrióotroataquedetosytuvoquetenderse.Dougsupusoquealdía siguiente notificaría que estaba enfermo, sin embargo, Dick leinformóquesehabíapresentadoenlamina,peroquelehabíaordenadoquenobajaraysededicaraacumplirconotrastareas.—El muchacho ya ha tragado bastante polvo en los últimos días; y

tambiénunpar de sapos.Vuestra pequeña ladydeBlaemarvan tiene unalenguaviperina.Os recomiendoqueosencarguéisdedomarla si esquepensáiscortejarla—gruñóDick.Doug sepreguntócómo lohabía averiguado,pero los aldeanosy los

criados de los castillos no eran tontos ni ciegos, desde luego. EllostambiénsabíanqueunvínculoentreCaernonyBlaemarvaneralomejorquepodíasucederalaregión,ydabaigualloqueopinaransobreLissiana.

Al día siguiente Anna también regresó de Blaemarvan y la situaciónpareció serenarse. Doug ya comenzó a albergar la esperanza de queLissianahubieseolvidadoelasuntodeElizabethyquenoocurriríanadamás. Pero entoncesBrian se presentó en el castillo; acudió al atardecer,despuésdetrabajarenlamina,yparecíacasitanextenuadocomoaquellanocheenBlaemarvan.Aguardabaenelpatiodelcastillo,pálidoysucio,ycuandohizoacudiraDoug,queseencontrabaenlascaballerizas,inclinóla cabeza con aire sumiso. El joven conde se preguntó si tenía quereprocharle su aspecto: presentarse ante su señor e incluso pedirleaudiencia vestido de manera negligente se consideraba una falta derespeto.PeroBriannoparecíairrespetuosoy,encuantoempezóahablar,Doug comprendió por qué no había pasado por su casa antes depresentarseenelcastillo.Alparecer,Elizabethignorabasusintenciones.—Perdonad que os moleste. Me desagrada incordiaros, pero sois el

único que puede ayudarnos, milord. Mi mujer ha recibido orden depresentarse ante el párroco de Blaemarvan, la acusan de brujería y elsacerdotequiereaclararelasunto.Osruegohumildementequedeclaréiscomo testigo y que le aseguréis que no existió un acuerdo entre vos yElizabethparahechizaralayegua.Brianhabíabajado lavistaalhablar,pero,alacabar, lamiradadesus

ojosdecolorgrisclarobuscóladeDoug,aquienaloírlo,lerecorrióla

espalda un escalofrío. El sacerdote de Blaemarvan iniciaba unainvestigación. ¿Qué significaba eso? ¿Un interrogatorio? ¿O acaso unprocesoporbrujería?Doughabíavistomuchascosasdurantesusviajesymás que había oído. A veces aquellas investigaciones se convertían enescenas terribles. La mujer sospechosa de ser bruja no tenía la menoroportunidad: la ahogaban o le rompían todos los huesos, y entoncesquedaba rehabilitada,o superabael juicioy esodemostrabaqueeraunabruja. Doug apenas conocía al clérigo de Blaemarvan, pero no queríacorrerelmenorriesgo.—Porsupuestoquedeclararéasufavor—contestó—.Todoesteasunto

esundisparate.Meencontrécontuesposaaorillasdelríoylaacompañéduranteun trecho.Hablamosde la carrerayyomeburléunpocode sutalento como hechicera. Alguien debe de haber malinterpretado mispalabras.Brianasintió.—Eso fue loqueellamecontó,peroesas indiscreciones siempreson

peligrosas. Perdonad,milord, no quería reprocharos nada, pero ya veisadonde conducen. Las personas son supersticiosas, señor, y tienden apensar lo peor de los demás.—Susojos grises demirada inteligente seclavaronenelrostrodeDoug.Enaquelmomentosetratabadeotracosa,nodebrujería.Dougsemordióloslabios,noteníaporquéjustificarse,perolohizo.—Nohubonadaentretuesposayyo.Intercambiamosunaspalabrasun

pardeveces.Meparecebonitaeinteligente,perojamásmeacerquéaellaconintencionesimpúdicas...yellatampocohizonadaparaanimarme.Tedoymipalabra,comotuseñorycomonoble.Brianasintióconairesosegado.—Noesnecesario—dijo en tonodigno—.Yoya tengo lapalabrade

unanoble.

A la mañana siguiente Doug insistió en cabalgar a Blaemarvan juntoconBrianyElizabeth.Noaguardaríaaquelocitaran,sinoquevigilaríalainvestigación desde el principio; en todo caso lograría evitar queJohnston, el párroco de Blaemarvan, hiciese daño a Elizabeth, pero nosabíaquéaconteceríasisehacíancargodelasuntoeclesiásticosdemayorrangoosielduquedecidíaintervenir.Comomedidadeseguridadreunió

unaescoltaformadaporcuatrodesuscaballerosyordenóaCharlyqueseunieraalgrupo.—Encárgatedeecharunvistazoalayeguaencuestión,Charly—dijoa

sucaballerizomientrasconducíanfueraloscaballos—.Nohacefaltaquete presentes ante los señores, pero habla con los mozos de cuadra ypregúntalesdemipartesipodemosdejarnuestroscaballosenelcastillodurante la entrevista e intenta tirarles de la lengua: debo saber qué leocurrealayeguadelacondesa.—Hacetiempoqueséloqueleocurrealayegua—dijoCharlyconuna

sonrisa maliciosa—. El caballerizo de Blaemarvan me preguntó quéopinaba mientras vos os encontrabais en la mina. La yegua sufre unaheridaenlarodilla;tardaráensanar,peronoesgrave.Notienenadaqueverconlamagia.Doug soltó un suspiro de alivio. Al menos podía aducir eso ante el

párroco y confió que lo comprendiera.A veces los eclesiásticos podíanserbastanteignorantes.Durante el camino a Blaemarvan, Elizabeth guardó un silencio

desacostumbrado. Volvía a cabalgar detrás de Brian, en la grupa dePriscilla,yparecíaintimidada,pálidaydelgada.Llevabaunseveromoñocubierto por una redecilla negra, una decisión inteligente porque asíocultaba su cabellera rubio rojiza. Se sospechaba de las pelirrojas antesquedecualquierotramujerdepracticarlabrujería.Llevabaunvestidodecolor oscuro que le quedabademasiadogrande.Suvestidodemudar sehabíaestropeadoaqueldíaenBlaemarvany,aunqueunamujerdelaaldeaacudió en su ayuda, no tuvieron tiempo para modificar el vestido.Elizabethsolohabíareducidoelescoteparaocultarelnacimientodelospechos. En todo caso, el vestido ocultaba sus curvas y el sacerdote nopodría acusarla de tratar de perjudicar la investigación mediante laseducción. Tampoco llevaba su amuleto de la suerte, el pequeñoprendedor;debíaevitartodaseñaldepresunciónodearrogancia.Era como si Doug percibiera el temor de Elizabeth de manera casi

corporal;vioqueclavabalosdedoseneljubóndeBrian;adiferenciadela última vez que cabalgaron juntos, se aferraba a él desamparada ybuscando protección. El viaje pareció prolongarse horas. Doug habíapartido temprano y se tomaba su tiempo: quería evitar que el vientodespertaraelrubordelasmejillasdeElizabethyladespeinara.El caballo de Lissiana ya se encontraba ante la iglesia, así que ella

estaría presente para formular su acusación. Doug suspiró; Elizabethparecíamuytensa,demasiadotensa.Nopodíapermitirseotroarrebatodeira.Dougnosabíasihacíalocorrecto,perolamuchachaledabapenaysuinstinto le dijo que debía hacer algo para animarla. Mientras Brian yCharlyseencargabandeloscaballos,seacercóaellaylamiróalosojos.—Lamentoloqueosocurre.Esculpamíaenparte.—Tonterías—replicóElizabeth,negandoconlacabeza—.Laculpaes

mía:me dejé ir, fui descortés con ladyBlaemarvan y ahorame lo hacepagar.Noosacusaráavos.—Notemopormí,nadieacusaalordCaernondebrujería,perovos...

veréis,señora:cuandoparticipéenlacarrerayvossentíaistemorpormí,medisteisunaprendacomoseñaldevuestroaprecio.Permitidqueahoraosentregueotra.Dougextrajoundiminutocrucifijocolgadodeunacadenitadeoro.Lo

habíaencontradoensucámaradel tesorotrasunaprolongadabúsqueda;simal no recordaba, había pertenecido a su abuela, que eramonja. Lasdamas de Caernon llevaban crucifijos más ostentosos, en generaladornadosdepiedraspreciosas.Elizabethsonrió.—¿Osáisdármelo?¿Esqueloscrucifijosnoseabrasancuandolostoca

unabruja?Dougtuvoquereírse.—¡Puesesosupondríaunapruebainocua!No,señora,perosoloesun

préstamo, desde luego. Quiero recuperarlo cuando hayáis superado laprueba.LaburlavolvióaasomarenlamiradadeElizabeth.—¿Paraquepodáisregalárseloavuestradama?—Lohabéisadivinado.Hoyrecibirásuconsagración.Ellapermitióquelerodearaelcuelloconlacadenita.Élrozósucuello

tibioalcerrarlayviocomoelvellodoradodelanucaseerizaba.Elruborcubrió lasmejillasde la jovencuando lamiradadeDougseposóensuescote,dondeelcrucifijodestacabasobrelapielmorena.—Decid que lo intercambiasteis por vuestro prendedor para expiar

vuestraarrogancia—susurró.Elizabeth asintió y, con la cabeza bien alta, se encaminó a la iglesia

seguidadesumaridoysucaballero.

—¡Ohno,noenmi casa!—exclamóelpárroco Johnston,unhombremenudoybelicosodevozdura.HabíarecibidoaElizabethysuséquitoensu propia casa, y Doug lo había instado a iniciar el interrogatorio deinmediato—.Labrujahaderendirmecuentasen lacasadeDios,anteelrostrodenuestroSeñor. ¿Oacaso temesentraren lacasade tucreador,muchacha?—¡Nosoybruja!—contestóElizabeth—.Ytodoslosdomingosvosme

veisenestaiglesia.¿Porquéahorahabríadenegarmeapisarla?Diosserámimejortestigo.JugueteódemodoostensibleconelcrucifijoyDougsepreguntósise

debíaalosnerviososiallíinterpretabasupapelconelmismotalentoqueLissiana,hacíaunpardedíasenlamina.Noobstante, lapuestaenescenadeLissianatampocoeradespreciable.

Lajovencondesaestabasentadaaladerechadelpárroco,conlavistabaja.Llevabaunvestidoverdeoscuroyloscabellossueltos,sinornamentacióny solo sostenidospor un lazode terciopelo, tal como le correspondía aunavirgen.Elizabeth,BrianyCharlynosedignaronamirarla,soloDouglasaludóconunabrevesonrisacasidedisculpa.—Lamentoqueosveáisinvolucradoenesto,milord—dijoellaconvoz

áspera.—Noeranecesarioqueacudierais—comentóelpárroco.Dougtuvoquecontrolarseparanodarriendasueltaasuenfado.—Resulta que esta mujer de mi aldea ha sido acusada de haber

embrujadouncaballoporindicaciónmía.AlmenosesofueloquecolegídelaspalabrasdeladyLissiana,asíqueesdeleyqueyotestifique.Bien,vayamos a la iglesia y acabemos con este asunto; ¿o acaso pretendéisdedicartodoeldíaaestastonterías?—¡La brujería no es ninguna tontería, milord! —lo reprendió el

párroco—.Esunaacusacióngravey...—He visto mucho mundo, reverencia, y no tengo inconveniente en

admitirqueeldiabloandametidoenciertoschanchulloshumanos,¡peronoaquíenGales,enunacarreradeobstáculos!Yestaríamuyatareadosiquisiera prestar oídos a las murmuraciones de todas las muchachascampesinascuyoamadohaperdidosudineroapostandoenunacarrera—añadióDoug,meneandolacabezaydedicandounasonrisaaElizabethyaBrianparaanimarlos.

—Túereselesposode laacusada—dijoelsacerdoteaBrianen tonosevero—.¿Apostastedineroporunodelosjinetes?Brianlocontemplóconexpresiónserena.—Niunpenique,señor—respondió.—Bien —dijo el sacerdote, asintiendo con la cabeza—, entonces

seguidme todos, es decir... ¿qué hace aquí este muchacho? —preguntóseñalandoaCharly,queretorcíasugorraconmanosinquietas.—Ese hombre es mi caballerizo —le explicó Doug—. Ha de

pronunciarserespectodelayeguademilady.El sacerdote parecía disgustado, pero no puso más reparos cuando

Charlysiguióalosdemásalaiglesia.Elizabethhizounareverenciaanteel altar y se persignó, y fue la única que no pegó un respingo cuando,sorprendentemente, el párroco los salpicó a todos con aguabendita: eraevidentequecontabaconelloy,así,habíasuperadolaprimeraprueba.—Bien,Elizabeth,esposadeBriandeCaernon...—DeGlenavon—corrigióBrian.Doug aguzó el oído. Que él supiera, era la primera vez que Brian o

Elizabethmanifestabansusorígenes.—Elizabeth de Glenavon. Te acusan de provocar cojera a la yegua

mediantelabrujeríaydehaberreforzadootrocaballoadministrándoleunbebedizomágico conel finde afectar el resultadodeuna carrera. ¿Quétienesquedeciralrespecto?Elizabeth comenzó a hablar con la cabeza gacha, pero al poco la

picardía volvió a apoderarse de ella y su voz cantarina parecía casidivertida.—Perdonad,perosieso fueunbebedizomágico, tendríaisquecitara

todoslosmesonerosyelaboradoresdecervezadelaisla.AdmitoquediabeberunapintadecervezaalcaballodelordCaernon,perotambiénotroslo hicieron, todos losmozos de cuadra conocen ese truco. Claro que alady Blaemarvan le escanciaron vino, a lomejor también lo compartióconsuyegua,locualasuvezpodríaexplicarquetropezara.—¡Déjate de palabrería,muchacha!—tronó el párroco—. ¿No sientes

respetoporestasagradacasa?—Perdonad,señor—contestóElizabeth,bajandolavista.—Bien.LayeguadeladyBlaemarvanperdiólacarrera.Desdeentonces

cojeaynadiesabeaquésedebe.Mehaninformadoquelapatadelanimalestá hinchada y fría. ¡Todo ello indica brujería! Si no, ¿cómo lo

explicaríastú?Elizabethseencogiódehombros.—Nosoymozodecuadra,señor.Puedoayudaraunamujeradaraluz

y también conozco algunas hierbas que ayudan a mitigar algunasdolencias.Pero,pormásquequiera,ignoroporquécojeauncaballo.—Entonces será mejor que se lo preguntemos a un caballerizo—se

inmiscuyó Doug para abreviar el asunto—. Habla con toda libertad,Charly,CharlesdeRhondda.Segúntuopinión,¿quécausalacojeradeesayegua?Charly sacópecho.Era evidenteque tenía talentopara las actuaciones

públicasimportantes,pero,antesdequepudiesehablar,Lissianadijo:—¡Perosiélnolahavisto!—Sí,milady—objetóCharlytrashacerunareverencia—.Convuestro

permiso,vuestrocaballerizomepidióconsejocuandomeencontrabaenBlaemarvan con mi señor. Y ambos opinamos que vuestra yegua tieneafectadalaarticulacióndelarodilla,ysabed,milord,milady,queenloscaballos las rodillas están bastante arriba, allí donde uno más biensupondría que está la cadera, y está rodeada de músculos grandes yfuertes,asíqueresultadifícilverdóndeestálainflamación...—¿Y,segúntuexperiencia,dichadolenciasueledebersealosefectosde

lamagia?—preguntóelpárrococontemplándoloconmiradafría.Charly,porelcontrario,lomiróconexpresióncándida.—No, señor, en general es el resultado de pisar mal, tropezar y

quedarseenganchadoduranteelsalto.—¿Peronopodríasereldiabloquientendióesatrampaehizotropezar

alayegua?—gritóJohnston.Doug casi tuvo que reprimir una carcajada; la expresión de los ojos

redondosycastañosdeCharlyeramuycómica.Contemplabaalsacerdotecomositrataraconunbromistaoconunniñounpocoretardado.Peronobajó la guardia y le dio una respuesta cargada de toda su astuciacampesina.—Puedeser,milord,peronolocreo.Veréis,hevistoamiladymontary

esunaamazonatanvelozqueSatanásapenaslograríadarlealcance.Doug se rio. Lissiana parecía halagada. El párroco no parecía muy

satisfecho.SedirigióaDoug:—¿JuráisquenohuboningúnacuerdoentrevosylapresenteElizabeth

conelfindeperjudicaraesayegua?

Dougsepusodepie,seacercóalaltaryapoyólamanosobreél.—JuroporDiosyporlaVirgenMaría,pormihonorymistierras,que

nuncainstéaunabrujaaactuarencontradealguienenestemundo,pornohablardeunayeguainofensivapropiedaddeunadamatanhermosacomoLissiana de Blaemarvan. Hubiese dejado que la dama me venciera conmuchogusto,perononecesitébrujeríaalgunaparaderrotarla.—Bien...—Elsacerdoteasintióconlacabeza.El delicado rostro de Elizabeth expresaba alivio y lanzó una sonrisa

agradecidaaDougytambiénaCharly,queseladevolvió.—Esonoestodo.—LavozcortantedeLissianaestropeóelambientey

latensiónvolvióaaumentar—.ElizabethdeGlenavonnosoloembrujóamiyegua.Tambiénamenazóconembrujarmeamí,quitarmemicastilloymisbienesmediantelabrujeríayreducirmealrangodemozadecuadra.—Sumiradaestababrillanteporlairayteníaunairetriunfal.—¡Esonoesverdad!—gritóDoug—.Yo fui testigode ese incidente,

reverencia,ytambiénelesposodeElizabeth.Admitoquelamuchachasecomportó de manera impertinente. Se dejó llevar por la cólera y escomprensible que milady se sienta ofendida. Elizabeth debería pedirleperdónderodillas.Peronadieamenazóanadie.—Bien, ¿y qué fue lo que dijiste, muchacha?—preguntó el párroco,

fulminándolaconlamirada.Elizabethsehabíapuestomuypálida.—Milady me acusó de ser una bruja y yo le dije que, si lo fuera,

emplearíamis artes para otras cosas que para embrujar a su yegua.Mimarido y yo somos pobres, señor. Si pudiese hacer uso del poder deSatanás, ¿acaso no modificaría dicha circunstancia? —dijo, y volvió apersignarsealpronunciarelnombredeldiablo.Elpárrocosequedópensando.Noeralaprimeravezquealolargode

lamañanaDougpensabaquenoeramuyinteligente.—¡Las brujas suelen fingir! ¡Ante los ojos de los buenos cristianos

vivenenchozasmiserables,peroporlasnochessedanlagranvidaentrelosbrazosdesucornudoamante!Brian se puso de pie; su enfado era evidente, pero se controló de

maneraejemplar.—Perdonad, señor, pero hace dos años me uní cristianamente en

matrimonioconestamujer.Desdeentonceshadormidoentremisbrazostodas las noches—dijo, y la mirada con la que contempló a Elizabeth

manifestabatodoelamorquesentíaporella.—Eso es lo que crees tú,muchacho—le replicó el párroco—. ¡Pero

quiénsabeconquéespírituhascompartidoellecho!Dougpusolosojosenblanco.—Así no lograremos avanzar, señor párroco —dijo con toda la

autoridaddesucargo—.Podemosdedicartresdíasmásaelucubrarsobredequémaneraunabrujapuedeengañaralacomunidadcristiana,encasodequedesearahacerlo.Dejadquelamuchachajurequenohaembrujadoanadie.Pormípodéisbañarlaenaguabenditaodecirlequebeseelaltaroquerealicelasotraspruebas,seanlasquesean,queaquíyahorapodemosllevaracabosininconveniente.Todoesteasuntoesridículoyvostambiénlosabéis,asíqueabreviémoslo.El párroco pareció volver a reflexionar, pero entonces un brillo se

asomóasusfríosojosazulesyseñalóaElizabethconsunudosoíndice,—¡Marcas de brujas! Una hechicera no puede ocultar las marcas de

brujas.Examinaremossucuerpoparaversitienealguna.—¡Meniegoaquemimujerseaexhibidaenpúblico!—exclamóBrian

entonofuribundo.—Yyomeniegoaquemissúbditosseanmaltratados.Nopermitiréque

dedoslascivostoquenaunamujervirtuosayquequizáinclusoleclavenagujasporquesucuerpopresentaunoscuantoslunares—dijoDoug.La sugerencia del sacerdote fue como una puñalada. No recordaba

ningunamarcallamativaeneldelicadocuerpodeElizabeth,peroafindecuentassololahabíavistodelejosydetrásdeunacortinadehojas.Comoerapelirrojaydepieldelicadaypecosa,eradesuponerqueteníalunares,tal vez muchos y llamativos. Y Doug había oído historias espantosasacercadeloquehacíanlossacerdotesparadiferenciardichosinofensivoscambiosdepigmentacióndelasmarcasdebrujas.Lissianaalzólamanocongestoeleganteypidiólapalabra.—Yo tampoco quiero que hagan daño a una mujer que tal vez sea

inocente —dijo con voz melosa—, pero ¿por qué no hacéis que laexamineunamujer?Esonoafectaríasupudor.—¿Acaso os estáis ofreciendo, milady? —preguntó Doug en tono

gélido.Lissiananegóconlacabezaconexpresiónhorrorizada.—Enningúncaso,conde,ellayaamenazóconembrujarmeunavez,así

quenocorreré ese riesgodenuevo.No,piensoen laviejaErmingarde,

nuestracomadronadeBlaemarvan.Vivefueradelaaldea,perosabemosque es una buena cristiana. Vos podríais darle unas indicaciones, señorpárroco.—Esoes...—«infame»queríadecirDoug,perologrócontrolarseenel

últimoinstante.Enfurecer más a Lissiana resultaba inútil, pero su proposición era

increíblemente malvada, porque, si había una mujer en el ducado deGlenmorgan que detestaba a Elizabeth, a buen seguro que sería esaErmingarde, ya que la joven quitaba los clientes a la vieja curandera.Además, Elizabeth no se había referido a la vieja con comentariosamablesacercadelaayudaqueleprestóduranteelpartodesuhijo.SielpárrocodejabalavidadeElizabethenmanosdeaquellamujer...Elizabeth parecía opinar lomismo y sus bellos ojosmanifestaban su

terror.Brianlerodeóloshombrosconelbrazo.—¿Queréis dejar que una bruja opine sobre otra posible bruja? —

preguntóconvozronca—.Nolopermitiré.Entodocaso,silopermitiera,entoncesalguiendebesupervisardichoexamen.Yo.—Túeressuesposo;yalomejoreressucómplice.¡Nihablar!—gritó

elpárroco.Brian guardó silencio, pero Doug vio que apretaba los puños. Su

mirada,normalmenteserena,reflejabatensiónycólera,pero,pordetrás,elmiedotambiénseasomabaasusojos.SidesenmascarabanaElizabethcomobruja,tambiéninterrogaríanasumarido,talvezbajotortura.Todoelasuntopodíatenerenormesymuypeligrosasconsecuencias.Elpárrocosepasólalenguaporloslabios.—En ese caso, un miembro de la Iglesia o de la nobleza ha de

supervisarelexamen—dijo,dedicandounamiradalascivaaElizabeth.Lamuchacha,quehastaentonceshabíapermanecidodepieensilencioy

con lacabezagacha,yque solomanifestaba su inquietud toqueteandoelcrucifijo con gestos nerviosos, tan nerviosos que Doug temió que lacadenaserompiera,alzólavistaypercibiólainfamiareflejadaenlacaradeLissiana, laavidezenladeleclesiástico, la impotenciadeCharlyy lamudadesesperacióndeBrian.DirigiólamiradaaDougysusurró:—¡Oslosuplico!Osruegoquemeconcedáiselfavordesertestigode

ese examen. Sois un noble, no permitiréis que me hagan daño yreprimiréiscualquierpensamientoimpropio.Porfavor...Dougcontempló su rostrodelicado, el temblorde suspárpadosy sus

labios trémulos. Tenía los ojos llenos de lágrimas y estaba a punto deperder el oremus. En manos de su rival podría estar perdida y bajo lasupervisióndeunextrañoperderíasuhonor,siesquenolaobligabanacometer adulterio. Aquel párroco baboso a duras penas lograba ocultarsus intenciones.PeroElizabeth todavíanosehabía rendidoyduranteuninstantesealegródequeconfiaraenél.—Siaceptáis,señorpárroco,supervisarélapruebaconmuchogusto—

dijo Doug en tono firme—. Si ambas brujas conspiraran entre ellas lodescubriré y también examinaré los posibles indicios, lo juro porDios.Peroexijounagarantía:queellopongafinalasuntodemaneradefinitiva.¡Nopermitiréningúnotrointentodeahogaroinclusoquemaralajovenenlahoguera!El párroco reflexionó y luego asintió, aunque era evidente que lo

lamentaba.—Considero que, como vos sois su señor, podemos adjudicaros ese

tristedeber.Aguardadaquíydedicaosavuestrasplegarias;iréenbuscadelaviejaErmingarde.LasonrisadeLissianaeratriunfalysepersignóantesdevolveratomar

asientoenunodelosbancosdelaiglesia.DougsearrodillójuntoaBrian.Elizabethnodirigiólamiradaaningunodelosdos,sinoquesedirigióalanavelateraldelaiglesia,dondesedesplomóanteelaltardelaVirgenMaría.Losdoshombreslaoyeronllorar.Dougseacercóasuesposo.—Enconfianza,Brian,¿tienelunaresenalgunaparte?¿Puedeencontrar

algoesamujer?Brian asintió con expresión seria, pero sin dejar de dirigir lamirada

haciadelanteysimularquesusurrabaplegarias.—Claroque tiene lunares; inclusounomuygrande.Si laviejaquiere

engañaros,estáperdida.Debéishaceralgo,almenosdebéis impedirqueladetengandeinmediato.Porqueentoncespodremoshuir.¿Oacasocreéisenesashistoriasdebrujas?Doughizounmovimientonegativoconlacabeza.—Ninguno de los presentes lo cree, excepto ese párroco memo que

cree que el diablo hace zancadillas a los caballos. Ni siquiera Lissiana:está enfadada y le da igual el daño que puede ocasionar. Pero anímate,hombre,primerohayqueesperarlallegadadeesacomadrona.Alomejorpodemossobornarla.Notengasmiedo—dijo,poniéndoleunamanoenelhombro.

Nopodía evitarlo: se sentía unido al esposo deElizabeth. Su corazóntambiénseencogióalverlaarrodilladaanteelaltar,conlacabezagachayla espalda agitada por los sollozos. Sus rizos indomables volvían asoltarse de la fina redecilla y el vestido demasiado grande temblabaalrededorde su cuerpode elfo.Dougcompartía ladesamparada tensióndelhombrearrodilladoasuladoque,aligualqueél,ansiabaabrazaralamuchacha,consolarlaydespuésllevarlalomáslejosposibledeeselugar.TalvezBrianloharíainclusoesemismodía.Doug,porsuparte,duranteel resto de su vida echaría de menos el brillo de su mirada, la brisajugando con sus rizos y su voz, dulce como una melodía. ¡No podíasuceder!Doug se removió en el banco, inquieto.Quizá podría soportarqueElizabethamaraaotro,peronovolveraverlanuncamásleresultabainsoportable. Deslizó una mirada desesperada a través de la nave casidesiertaysedetuvoenLissiana,aúnsentadaenelbanco.Sí, esa era la solución. Si lograba embaucar y seducir a Lissiana, si

conseguía que ella retirase la acusación... Eso ahorraría a Elizabeth lahumillacióndelexamenytambiénlarevelacióndesupactoconeldiablo.Dougluchóconsigomismo.Trasloquehabíaocurrido,susimpatíaporLissianasehabíaevaporado.Yanoteníaganasdeverla,pornohablardetocarlaydejugarsusjuegos,peronohabíaotraposibilidadytalvezseveríaobligadoaofrecerlealgomásqueunrenovadocoqueteo.Semordiólos labios y tomó una decisión. El conde de Caernon se puso de piedispuesto a cerrar su pacto con el diablo. Devoto y murmurando laprimeraplegariasinceradeldía,hincó larodillaanteelaltary luegoseacercóaLissiana.—Perdonad, milady, ¿os apetece salir fuera conmigo? Creo que a

ambosnosvendríabienunpocodeairefresco—dijo,tendiendolamanoaLissiana.Lajovenlomiróconexpresiónsorprendida.—¿No preferís quedaros aquí y apoyar a vuestra brujita?—preguntó

conunasonrisamalvada.Dougseobligóaresponderentonoamable.—Demomento,laúnicamanoquemeapetecesostenereslavuestra—

dijoentonogalante—.Asíqueconcededmeelhonor.Nodejaremosquelos asuntos de una aldeana hechicera se interpongan entre nosotros,¿verdad,queridamía?Al pronunciar las últimas palabras Doug casi se atragantó, pero

surtieronelefectodeseado.Lissianasepusodepieehizounareverenciaante el altar. Al abandonar la iglesia junto a Doug, lanzó una miradamalvada a Elizabeth, que ni siquiera alzó la vista. Estaba demasiadoenvuelta en el capullo de miedo y desesperanza, y puede que tambiénestuvierarezando.Dougconfióquelorecordaraensusoraciones.¿AprobaríanDiosyla

Virgen lo que estaba haciendo? Condujo a Lissiana al otro lado de laiglesia,dondehabíaunpequeñocementerioque,traselopresivoambientereinanteenlaiglesia,resultabacasisorprendentementenormal.Alladoseencontraban lacasadelpárrocoy losestablos.Dougabrió lapuertadelestablo.Eramejorquenadiepresenciaraloquequeríaydebíahacer.—¡Milady!—Empezó su discurso cogiendo lamano de Lissiana con

gesto cariñoso—. Os ruego que aceptéis mis disculpas. Sé que os heofendido,porejemplo,en lacarrera:no laganémediantebrujería,perotampocofueunacompeticiónjusta.Cabalgaratravésdelpantanofueunapresunción,unauténticocaballerohubiesetenidomuchogustoenresultarderrotadoporvos,ytambiénconfiesoquelancémiradasimpropiasalasmujeresde laaldea,algoqueenvuestrapresencia resulta imperdonable.Pero las miradas no pasaron a los hechos, pues ¿cómo podría habergozado con el cuerpo de otra cuando, durante unos momentosabsolutamentepreciosos,meconcedisteiselplacerdetocarelvuestro?Siqueréiscastigarme,milady,aceptaréloscastigosquequeráisimponerme.¡Mividaestáenvuestrasmanos!—Jugueteabaconlosdedosdeella,yseesforzabaennohablardemaneraapresuraday,sobretodo,ennoresultardemasiadoinsistente.»Noobstante,conrespectoaElizabethdeGlenavon...Sabéisqueellano

hahechonadasalvosoltaralgunastonterías.Acusarladeserunabrujaporellonoesdignodeunadama;noesdignodeunacondesadeCaernon.—¿UnacondesadeCaernon?¿Osheoídobien,milord?—preguntó.Su

vozprofundaeracomoelronroneodeunatigresa.Dougasintióysearrodillóanteella.—Sí,Lissiana,comomáximaexpresióndemiaprecio,comoseñalde

mirespetoyveneración,osofrezcominombreymistierras.Permitidmequeoscorteje,milady.Dougalzó lavistaconmiradasuplicantey,esperanzado,notóquesus

palabras encendían las mejillas de ella, pero su mirada le causó unescalofrío: era la primera vez que se percataba de que aquellos ojos

brillanteserangatunosyquebrillabancomolosdeunafiera.—¿Asíquemeamáis,DougdeCaernon?—preguntóellalentamente.Dougasintióytratódehablarentonofervoroso.—Sí,milady.Osadoro.Encomparaciónconvosnopuedeexistirotra

mujerparamí.Lissiana le tendió lamano indicando que se pusiera de pie. Su rostro

adoptóuna luminosidadsobrenatural,peronoera la tierna luzdelamorporfincorrespondido,sinoelardordeltriunfosobreunarival,sobreelhombrearrodilladoanteella;talvezsoloelardordeltriunfoenunjuegoideadoporellamisma.—Puesdemostrádmelo.—Suvozeracomouna ráfagaqueanuncia la

tormenta:seductora,perotambiénamenazadora.Douglaabrazóeintentóqueellanonotarasudisgusto.Buscóelescote

con los labios, el nacimiento de los pechos.Quería seducirla, besarla yexcitarlasinprisas,comounexperto.Leresultabadifícil,pero,porotraparte, el amor no era necesario para satisfacer a unamujer. Él conocíatodos los pequeños trucos, los toques suaves... había jugado ese juego amenudo.PeroLissiananoqueríaquelacondujeralentayplacenteramentehasta las orillas de la voluptuosidad. Presionó el cuerpo contra el delhombre demanera tan salvaje que era como si quisiera absorberlo porcompleto,convertirseenpartedeélenaquelprecisoinstante.Apenasdejóespacioparaquelasmanosdeéllaacariciarany,encambio,restregósucuerpocontraeldeDoughastaquesumiembrovirilseendureció,inclusoencontradesuvoluntad.EsedíaLissiananoqueríacaricias,queríaqueelencuentrofueseembriagadoryarrebatador.Loscuerposdebíansellarelcortejo de Doug, aunque tenía la intención de seguir conservando eltesorodesuvirginidad.Contodo,restregósupubiscontralacaderadeél,le clavó los dedos en la espalda y se le aferró con tanta violencia quelogrólevantarlaspiernasyrodearlelascaderas.Douglelevantólafalda,tanteólosmuslosylosfrotóconelmismoritmosalvajeexigidoporlosmovimientosdeella.Secentróensuaromaysuscarnesfirmes,notóqueeldeseoloinvadíaysedetestóporello,pero,detrásdetodalalujuriaporla cual se sentía sucio, no dejó de pensar en Elizabeth. Cuanto antespusiera fin a aquella situación, antespodría regresar a la iglesiay antesLissianaretiraríasusacusacionesyElizabethestaríaasalvo.Jadeando, tanteó en busca de su sexo bajo las numerosas camisas y

enaguas que Lissiana llevaba. Seguro que durante la extraña visita a la

iglesia ella no había contado con que una mano lujuriosa tendría queabrirsepaso,yaquenohabíaescogidosuatuendoparafacilitarlatareaasuamante.Depronto,DougsediocuentadehastaquépuntosusanterioresencuentroshabíansidoplaneadosydirigidosporLissiana:aquelloqueaéldebíaparecerleunapasiónespontánea,soloeraunfríocálculo.Obligándose a tener paciencia, jugueteó con su liguero al tiempoque

ellasoltabaungemidodeplacer.Apartó laropa interiordeencajeysusdedosdescubrieronelnidovelludoysuavequecubríasusexo.Seenrollóunos mechones con el dedo. Después su mano tanteó la rosa, sintió lacarne tibia y palpitante, y la cubrió con lamano como para protegerla.Lissianasecontorsionó,susurrósuplicandomásyélseabriópasohastalahendiduraqueconducíaalportaldesufeminidad.Lissianaseenderezó,cabalgó en sumano y trató de que la penetraramás profundamente. Laparteinferiordesucuerposeretorcióyporfinunespasmovoluptuosolaagitó.Doug separó un dedo y penetró en su portal conmucho cuidado,paranoromperantesdetiempolamembranaprotectoraquedabaaccesoasu lubricidad. Lissiana soltaba grititos reprimidos; eran como las vocesahogadas de las aves. El pequeño pajarillo cantor ante la ventana deElizabeth...«Creyóquenuncavolveríaaverelsol.»DougtratódezafarsedelabrazodeLissiana;sumiembroaúnpalpitaba,

peronoansiabalasatisfacción.Alcontrario:desolopensarenelloselepartía el corazón. En última instancia toda la excitación causada por elbello cuerpo de Lissiana solo era un espejismo, una breve pasión, unéxtasis pasajero. La idea de casarse con ella lo horrorizaba, volvería adejarsearrastrarporlasensualidaddeellaynocabíadudadequepodíasatisfacerla. Tal vez él también volvería a estallar de voluptuosidad unavez que la ira y el temor por Elizabeth se apaciguaran. Puede que lasnoches juntoaLissiana fuesenunaúnicahogueradepasión,peronuncadejaríadeserunapasióntenebrosa.Élnuncavolveríaaverelsol...Apartóalamuchachaconsuavidad.—Tenemos que irnos, Lissiana, nos echarán demenos.Y tú querías...

Elizabeth.—Sedispusoaarreglarleelatuendo.PeroLissiananoqueríaponerfinaljuego.—He de retirar la acusación contra tu brujita, ¿verdad? ¿Acaso lo

prometí...?—preguntó.Luego restregó lacabezacontraelhombrodeélcongestojuguetón—.¿Esqueyahemencionadomiprecioporhacerlo?El corazón de Doug latía deprisa. No sabía cuánto tiempo había

transcurrido,peroestabasegurodequeelpárrocohabríavueltohacíaunbuenrato.Además,seguroquenohabíaidoélenbuscadeErmingardeyno podía tardarmucho enmandar unmensajero. Si Lissiana insistía enmalgastar más tiempo con besitos y jueguecitos, Elizabeth se vería endificultadesy,además,siambosseausentabandurantedemasiadotiempo,élyLissianaseveríancomprometidos.Enaquelmomentoseabriólapuertadelestablo.Dougquisoapartara

Lissiana de un empellón, pero ella se resistió, así que Charly los vioestrechamenteabrazadoscuandoentró.—¿Milord?—dijo,contemplándoloscon losojosmuyabiertos.Doug

violasorpresayelapenasdisimuladodesprecioensumirada—.Milord...milady—añadió el joven caballerizo con el rostro crispado y haciendounareverenciaanteLissiana—,requierenvuestrapresenciaen la iglesia.La...viejacomadronayahallegado.—¿Cómohapodidollegarcontantarapidez?—susurróalcaballerizo

cuando ambos salieron, haciendo caso omiso de Lissiana y de laexpresiónfríadeCharly.Lissiananoabandonóelestabloenseguida,sinoquesetomóeltiempodearreglarselasropasyelcabello—.Pensabaquelamujervivíafueradelaaldea.—Se encontraba en Blaemarvan —contestó Charly seco—. Con una

embarazadauocupadaenotrosmenesteres.Quizásoloestabaesperando;puede que la hubieran convocado con antelación —añadió y echó unvistazoelocuentealestablo.Lissianaeraperfectamentecapazdealgoasí.—¡Maldita sea! —exclamó Doug, y encima sentía la necesidad de

justificarse—.Loqueacabasdever,Charly...—Nomecorresponde juzgaros—dijoel jovenconvoz inexpresivay

encogiéndosedehombros.—Noesloquetúcrees...Doug se interrumpió cuando entraron en la iglesia. Elizabeth todavía

estaba arrodillada ante el altar de la nave lateral y Brian escuchaba lasindicacionesqueelpárrocodabaalaancianaconexpresiónhorrorizada.A primera vista Ermingarde no presentaba un aspecto intimidante. Lamujerhabíasidoalta,peroestabaencorvadaporlaedadhacíatiempo.Sucuerpoflacoestabaenvueltoenharaposyseenvolvíalosescasoscabellosconunpaño,perocuandodirigiólavistahaciaDougvioquelamiradadesusojosazulclaro,casiincoloros,erajuvenilymuydespierta.—¡Yo ya sé cómo se reconoce una bruja, señor párroco! —dijo,

soltandounarisitacuandoelsacerdotesiguiódescribiendootraspruebas—.Hevistomuchascosasdurantemilargavida,podéiscreerme,contodaseguridad más que vos en cuanto a la caza de brujas y los diosesprohibidos.Dejadmesolaconlapequeña.¡Ah,sí!Lasmuchachasjóvenesy bonitas son fáciles de seducir... por su afectación... para fornicar...Asíqueamenudoeldiablolotienemuyfácil.LavozdeErmingarde,agudaychillona,típicadeunaanciana,flotaba

comounhálitoemponzoñadopor lavejezy lamaldadporencimade lajovenydelicada figuradeElizabeth.Doug,másquede asistirla duranteuna vil comprobación de brujería, tenía ganas de escapar. Elizabeth sehabía vuelto. Ella también debía de haber oído la descripción de laspruebasparacomprobarsieraunabruja,peroparecíaserena.SumiradaseposóenBrian, llenadeamorycasiconciertacompasión,y luego ladirigióaDougcondesesperadaesperanza.—¿Estáispreparado,milord?Dougaguardó.¿DóndeestabaLissiana?Laúnicaqueaúnpodíadetener

la farsa era ella. Suspiró aliviado cuando, por fin, entró en la iglesia,sonriente,relajadayconelcutissonrosado,comosilahubierabesadoelsol.Dougseenderezóyalzólavoz.¡Ibaaobligarlaaponerfinalasunto!—Antes de que avancemos más en este absurdo examen: acabo de

hablar con milady Blaemarvan y creo que ha de deciros algo, señorpárroco.¡Lissiana!La joven condesa se acercó a ellos con paso sosegado y lanzó una

miradamalvadaaElizabethyotradedesdénaBrian.SaludóaErmingardeconunabreveinclinacióndelacabezaybajólavistaanteelpárrococonexpresiónsumisa.—Vaya, no creí que fuese necesario ahora mismo —dijo con voz

melosa—, pero puesto que insistes, Doug, mi amor... ¡Acabamos decomprometernos!AntevosseencuentralafuturacondesadeCaernon.

Elizabethnodijoniunapalabra.Brian lanzóunamirada fríaaDoug,vio suexpresiónde espantoy entoncespareció comprender,y su rostrodejódemanifestarindignaciónydiopasoalacompasiónyalrespeto.—Hagoloquepuedo—susurróDougcuandopasóasulado.Siguióa

ElizabethyaErmingardealasacristía.

—Yahabéishechomásdeloqueesbuenoparavos—respondióBrian—.Siyopudiera...Doug no supo si continuó hablando o si se le quebró la voz, a sus

espaldaslapuertadelasacristíayaseestabacerrando.—¡Venga, desvístete, niña! —cacareó la vieja curandera. El asunto

parecíadivertirle;habíaencontradounasábanaenalgunaparteylatendióentreDougylasmujerescomounasuertedeligeracortina—.Ysuéltateloscabellos,noexaminaremostucuerocabelludoenbuscademarcas.Elizabethobedecióconlentitud,comosiestuvieraentrance.Estabamuy

pálida,teníaelrostrohinchadoylloroso,perotambiéninexpresivo.Dougprocurónomostrarlascivia,peroatravésdelasábanavislumbróqueellase quitaba el vestido y los contornos de su cuerpo eran perfectamentevisibles.Suexcitaciónloavergonzaba,peronopudodespegarlavistadeella; sus pechos pequeños y firmes se destacaban detrás de la cortina, ytambiénelencantodeloshombrosredondeados,peroencorvadosporlaangustia, la curvatura del vientre y las manos pequeñas y fuertes quecubríanelsexocongestoprotector.DougnotócadadetallealtiempoqueErmingarde obligaba a la muchacha a volverse. Elizabeth temblaba, defríooacausadelahumillación.Porfinsesoltóelpelo,queenvolvióelcuerpo esbelto comounveloprotector.Ermingarde lo apartó congestogrosero,ysededicóaexaminarytantearcadapalmodesucuerpo.Cuando la vieja le apartó lasmanos del pubis y examinó la abertura

entresuspiernas,introdujoundedoenelportaldesufeminidadytocólacarainteriordelosmuslos,Elizabethsoltóunasuertedeahogadosollozo.—¿Es eso realmente necesario?—preguntóDoug, asqueado. Pero un

temblor le recorría todoelcuerpoenelqueeldeseoy lacompasión, lalasciviaylavergüenza,luchabanentresí.Laviejasoltóunacarcajada.—Hedehacerlocorrectamente,¿verdad?Porquedespuésquizádiríais

quesolosetratódeunpactoentredosbrujas.¡Yaquítenemoslamarca!¿Queréisecharunvistazo,milord?La anciana contemplaba la espalda de Elizabeth y por encima de las

nalgashabíadescubiertouncambiodepigmentación.Elizabethestabatanpálida que sus rasgos parecían grises y demacrados, pero un rubor loscubriócuandoErmingardesedispusoaretirar lacortinaante lavistadeDoug.—¡Primero cubrid a la muchacha!—ordenó Doug—. Examinaré ese

lunar, pero eso no significa que tenga que contemplar a una mujervirtuosaconmiradaimpúdica.—¿Acaso no lo estáis haciendo todo el tiempo?—cacareó la vieja—.

¿Es que vuestros pensamientos impúdicos no están abultando vuestrospantalones?Doug reprimió el deseo de matarla en el acto. Elizabeth volvió a

ruborizarseydespuésseenvolvióensusprendas,demodoquelamayorpartedesucuerpoquedabacubierta,perosincubrirellunar.—¿No reconocéis los labios del diablo? —preguntó Ermingarde en

tonoserio—.¡Miradcómolahamarcadoafuego!Doug consideró que el lunar más bien parecía el contorno de una

mariposa;presentabaunaspectoencantadorensupieldelicada,comosiunartistahubiesedibujadoalasdeelfodeunsuavetonorojizoenelmásfino de los pergaminos. Debía de ser dulce besarlo durante el juegoamorosoyrecorrerelcontornoconeldedo,perounamarcadebruja...—¡No!—gritóDoug.Elizabethnegóconlacabeza.—Adelante,pinchadme—dijoenvozbaja—;yveréisquesangrocomo

cualquier otra persona, ¡a condición de que clavéis la aguja a unaprofundidadsuficiente!Ermingarderio.—No, no, hija mía, ya basta, ya he visto bastante. Vístete. El

reverendísimosentiráaliviocuando lepresentemi informe.—Seapartósoltandorisitas.—¡Lamandaráalahoguera!—exclamóDoug—.¡Diosmío,vieja!¿Es

que no tienes corazón? ¿O acaso crees en estas tonterías? ¡Decidmevuestro precio, Ermingarde! ¿Cuánto queréis por no haber visto eselunar?Ermingardelocontemplóconmiradaclarayelocuente.—¡Vaya, vaya, al parecer la pequeña no solo embruja caballos! —

cacareóydeprontosepusoseria—.Bien,milord,nosoysobornable;yvos, mi señor, haréis bien en cumplir con la voluntad de vuestra ladyLissianaoquitárselade la cabezademaneradefinitiva.De lo contrario,prontoarderánlashoguerasaquí.Peroesverdadquevostenéisdebilidadporlasbrujas.TodavíamurmuróunaspalabrasparasusadentrosmientrasElizabethse

vestíaconmovimientostorpes.Dougquisoayudarlaavolveraponersela

redecilla,peroellamoviólacabezayseacercóaunapalanganaquehabíasobrelamesaenunrincóndelasacristíayselavólacaraconaguafría.Luego se alisó los rizos con los dedos, se enderezó y abandonó lahabitación con la cabeza erguida, con la resplandeciente cabellera rubiorojiza suelta envolviéndola como un aura y el fino rostro serio perosereno.Cuando volvió a pisar la iglesia, Elizabeth parecía firme, ya nomanteníalavistagacha,yanoteníanadaqueperdery,conlaexpresióndeunareina,seplantóantesujuez.Ermingarde la siguió y parecía seguir soltando risitas. A Doug le

hubieragustadonohabersedesprendidodelaespadaantelapuertadelaiglesia.—Bien,¿tenéiselresultadodelexamen?—preguntóelpárroco.—Yo...—Dougquisodeciralgo,peroentoncesnotóquelamanofríay

seca,perosorprendentementefuertedeErmingarde,leaferrabaelbrazo.—¡Chssst,callad,señor!—lechistó.Sorprendido,Dougcallómientraslaancianaseplantabaanteelpárroco

conexpresiónsevera.—Sí, señor. Y me alegro de poder aseguraros que Elizabeth de

Glenmorgan...Brianpalideció.Laancianalelanzóunasonrisamaliciosa.—QueElizabethdeGlenavonnoesunabruja.Comotampocoloesla

joven y bonita dama sentada en la parte posterior de la iglesia—dijo,señalando a Lissiana, que, asustada, dio un respingo—. He examinadocadapalmodesupiel,comoconfirmarámilord,ylaheencontradopurayblancacomounasábana.Además,haceunpardemeseslaayudéadaraluzaunniño,ypuedojurarquesangraysientedolorcomocualquierotramujer.Seguroquenohahechounpactoconeldiablo.»Pero... —añadió, extrayendo de uno de los bolsillos de su extraño

atuendounashierbas.SelasarrojóaLissiana,quecogióelmanojo,perolo dejó caer de inmediato, como si estuviera candente—. Dádselas avuestra yegua, milady; se le curará la pata mucho antes. Y Dios es mitestigodequenorecogílashierbasbajolaluzdelalunayqueelúnicoquelashizocreceresnuestroCreador,noeldiablo.¡Aligualquelaraízconlaquetropezóesayegua!Charlyserioysualegríahizoque losdemás tambiénabandonaran la

inmovilidad.ElizabethcontemplóaErmingardeconlosojoscomoplatos,como si no pudiese dar crédito a sus palabras. Tenía las pupilas tan

dilatadasquelosojoscasiparecíannegros.Brianabrazóalaancianaconexpresiónagradecida.DougtuvoganasdeabrazaraElizabeth,peronotóla mirada de Lissiana posada en él y se quedó quieto. Sin embargo,Lissiana no parecía enfadada; había logrado lo que se había propuesto.Que se prendiera una hoguera o no era irrelevante, y lanzó una dulcesonrisaaDougyErmingarde.—¡Queelasuntofinalmentehayaresultadoinofensivosuponeungran

alivio!—comentóparpadeandocomounaniñapequeña.Elizabeth le lanzó una mirada iracunda. Doug nunca había visto a la

joven tan fuera de sí y tan furiosa. Si de verdad hubiera sido capaz dehacer brujerías, Lissiana hubiese ardido en llamas bajo aquella mirada,pero lo único que perdió fue la seguridad en símisma y se incorporó,dispuestaaemprenderlahuida.—Bien...entonces...—Elpárroconosabíamuybiencómoponerpunto

finalalasunto.PorfinmanifestósualegríadequeBlaemarvanyCaernonnoestuvieraninfestadasdegentuzadiabólica—.PerocomotodoaquelloqueDios permite que suceda, este examen también tiene su lado bueno.Hoy dos personas se confesaron su amor y espero que pronto seencuentrenanteestealtarparaunirseenmatrimonio.Yahora,idconDios,hijosmíos.Lissianafuelaprimeraenabandonarlaiglesia.Cuandoyasedisponíaa

dejar que un mozo de cuadra la ayudara a montar, Brian acompañó aElizabethfueradelaiglesia,ambosseguidosdeDougyCharly.Elizabethavanzóconporteorgullosoyerguidohastaqueloscuatroentraronenelestablo.EntoncessedesplomóenbrazosdeBrian,sollozandodealivio,altiempoquesumaridolaconsolabaylaacariciaba.Doug y Charly no querían presenciar la íntima escena, así que

abandonaronel establocomosi lohubiesenacordadoy sedirigieronalcementerio.Lavieja se acercó.Parecía conocer aCharly.A lomejor sededicaba a curar caballos con frecuencia. Doug tuvo que inspirarprofundamenteantesdeatreverseadirigirlelapalabra.—Séqueno sois sobornable, señora—dijo envozbaja—,pero ¿hay

algoconlocualpuedadaroslasgracias?Laancianaserio.—Nohaydequé.Hehecholoqueteníaquehacer.¡Hedichoquehago

lo queme viene en gana! Pero apuesto a que le di un susto espantoso,¿verdad? Esa pequeña tonta temblaba como una hoja y vos también,

milord.Soyvieja,perotodavíanoestoyciega.—Pero¿porqué?—preguntóDoug,desconcertado—.Elizabethestaba

muertademiedo.—¡Es que tenía que estarlo, milord!—exclamó la vieja soltando una

risita—;así,lapróximavezquesemetaconeldiabloserámásprudente.Es demasiado presuntuosa e impertinente. No conoce su rango... o loconocedemasiadobien.Sesientedemasiadosegura,demasiadopoderosa;yesotambiénvaleparavos,DougdeCaernon,alquetantolegustabailarconlasbrujas...Tenedcuidado,milord,denoquemaros.Ermingardelosaludóconlamano,serioysoltóunúltimocacareoal

tiempoquedesaparecíaentrelastumbas.

Dougysuséquitocabalgaronderegresoacasaensilencio.Elizabeth,acurrucadacontraBrian,montadaeneltibiolomodePriscilla,devezencuando parecía tambalearse. Tenía los ojos cerrados; el balanceo y latensión que se iba reduciendo la fatigaban y se adormilaba. Charly, decostumbremuyparlanchín, solo intentóentablarconversaciónunavezysepreguntóenvozaltacuálesseríanesashierbasquelaviejaErmingardehabíarecogidoparacurarlacojeradelayeguadeLissiana;pero,exceptoaél,eltemanoparecíainteresardemasiadoanadie.Finalmente, dejaron a Brian y a Elizabeth cerca de la choza. Ambos

parecían tan afectados que Doug quiso ahorrarles el trayecto desde elcastillo hasta la aldea. Estaba seguro de que Charly se encargaría dedifundirlahistoriadelexamenylanoticiadelcompromisodeDougportodoelcondado.DougdesmontóyayudóaElizabethahacer lomismo.Ellalelanzóunasonrisacansada.—Os agradezco lo que habéis hecho, señor.Muy especialmente por...

esto.—Sequitóelcrucifijoyseloentregó—.Puestoqueahorayatenéisunadamaaquienregalárselo.—Solotemoqueseconvertiráenhumocuandoentreencontactoconsu

piel—soltóDoug.AElizabethlehizograciayserio.—Veoque habláismovido por elmás profundo amor—dijo en tono

burlón, pero luego se puso seria—. Pero desearía que fueseis feliz,milord.Brianobservabalaconversaciónconexpresióninquieta.Estabatensoy

vigilanteypermanecíadepieantesuseñorcomosiambosfueseniguales.Doug recordó que tampoco se había arrastrado sumisamente ante elpárroco, comosehubieraesperadodeunhombrede su rango.Brian sehabíamostradotannobleyserenocomoElizabeth.—Milord—dijopor finenvozbajaymelódica—,yo tambiénquiero

manifestar mi más profundo agradecimiento y... mi enhorabuena —añadió,inclinandolacabezaantesuseñor,perosindejardemirarlealosojos—.Sin embargo, estoy convencidodeque tenéis claroque tras estealboroto,quedespuésdeestahistoria,nuncamáspuedenvolveracircularrumoressobrevosyElizabeth,¿verdad?Séquenopuedodarosórdenes,señor,solosoyunmineroyvos,unconde.Peroosruegoquenovolváisaverlajamás.

Cuando Doug cabalgó hasta el castillo, descubrió que en su corte y,sobretodo,entreloscaballerosmásjóvenes,reinabaunagranexcitación.Francis aguardaba a los hombres en el patio del castillo y tendió un

documentoasuseñor.—Osconvocana lasarmas.ElduquedeGlenmorganhadeclarado la

guerra al duque deClevey. ¡Debéis estar preparado, porque la orden departirpuedellegarencualquiermomento!

10

Durante los días siguientes Doug estuvo atareado de la mañana a lanocheenprepararasushombresysuequipoparalacampañamilitar.ElduquedeGlenmorganyahabíapartidohacialafronteradeCleveyconelprimerdespliegueyaguardabalosrefuerzosconimpaciencia.Resultóqueladisputa tratabadeunderechodepaso,unpuentederrumbadosobreelríoWyedecuyaconservaciónnadie sabíamuybien sidebíaencargarseGlenmorgan o Clevey. El duque de Clevey quería encajar la tarea aGlenmorganporquelosdueñosdelasminaseranlosprincipalesusuariosdel camino que iba desde el interior hasta los puertos. Glenmorganargumentabaque laconservaciónincumbíaalseñordeCleveyporque,afin de cuentas, obraba el derecho de paso. Dos hombres más sensatoshabríanresueltoelcontenciosobebiendounapintadecervezaencualquierpubounacopadenoblevinoenlagransaladelunoodelotro.PeroelduquedeCleveyeraunindividuotanbelicosoeimpetuosocomoOsbertdeGlenmorgan,asíqueelasuntoadquirióunadimensión insalvable.Enrealidad aDoug le parecía ridículo, pero era vasallo deGlenmorgan y,por tanto, tenía el deber de proporcionarle caballeros y campesinosarmados.Habíaquereclutarhombresyarmarlos,prepararcabalgadurasytiendas

paraelcampamentomilitar.ParalosjóvenescaballerosdeDoug,suponíaunaaventuraalaqueselanzabanconelmásabsolutoentusiasmo.PeroelpropioDougyloscaballerosmásviejostemíanquelacampañamilitarenplenoinviernosololesproporcionaracombatesenelfangoysabañonesen vez de gloria y honor. Ya estaban en septiembre, antes de queemprendieran la marcha sería octubre y nadie contaba con un rápidoarreglo del conflicto. La única ventaja de la campaña militar invernalresidía enque los campesinos armadosno seperderían la siembrani lacosecha;poresonoprotestabandemasiado.ElconsuelodeDougconsistíaenquenotendríaoportunidaddeencontrarseconLissianadurantemeses.

Un matrimonio apresurado era impensable, pero, a cambio, el viejoBlaemarvan —encantado con el compromiso— le adjudicó el mandosobreloshombresdelcondadovecino.Blaemarvantambiénteníadeberesdevasallo,pero,teniendoencuentasuedad,nadieesperabaquecondujeraa sus hombres en el combate. Doug inspeccionó sus tropas y, de malagana, nombró a otro jefe de provisiones, que vació las despensas y lacámara del tesoro de Caernon un poco más. El equipo presentado porBlaemarvan era totalmente insuficiente. Si los hombres iban a la guerratanmalequipadosnotardaríanenrebelarse.

Las tropasdeBlaemarvanllegaronaCaernon.Desdeallí ibanapartirhaciaelfrenteyLissianainsistióenacompañarasushombresdurantelatriunfal partida del condado. Unamultitud se apiñaba en los bordes delcaminodeBlaemarvanaRhonddavitoreándolos;lasmuchachasarrojabanlas últimas flores del otoño a los caballeros y a la infantería, y lascampesinas repartían exquisiteces. Doug ignoraba qué animaba aquelentusiasmo del pueblo; en sí, la guerra no era motivo de alegría paranadie, pero les concedía el derecho a divertirse. Dejó que Lissiana —vestidadeblanco,loscabellosondeandoalviento,unaespadacolgadadelcinturónyorgullosacomounadiosadelaguerra—cabalgaraasuladoy,cuandolagenteinsistía,tambiénlabesaba,incapaz,noobstante,desentirlamenorpasión.HastaelúltimodeloshabitantesdelaaldeadeCaernonhabíaacudido

paradespedirsedesuseñor.Dickhizoquenoseabrieralamina,asíqueBrian y Elizabeth también se encontraban al borde del camino, con elpequeño Julian en su cestita. Brian parecía agitado y tenso, Elizabethmanteníalavistabaja.Douganhelabaunaúltimamiradadeella,talvezunsaludoounaseñal,peroellanoparecíadispuestaaalzarlamiradahastaque Lissiana, riendo, le dirigió la palabra. Por lo visto ya se habíarepuestodelsustocausadopor lamiradafuribundaque lehabía lanzadoElizabeth.—Mirad,nuestrapequeñabruja¿Quétepareceunhechizoparaalcanzar

lavictoria,muchacha?¿Noledebesunfavora tuseñorpor todoloquehizoportienBlaemarvan?Elizabethlelanzóunamiradafuriosa.—Lesdeseo,amiseñoryalossuyos,queregresensanosysalvosde

esta estúpida y desdichada guerra. ¡En Clevey necesitan obreros de laconstrucción,no soldados!Así elpuenteestaríaarregladoen tresdíasynadietendríaquedesenvainarlaespada.Doug se sorprendió. No pensaba que su gente estuviera tan bien

informada acerca de los motivos de la campañamilitar. ¡Y que encimaestuvieran al tanto de lo que suponía! Pero ¿acaso en cierta ocasiónElizabethnohabíadichoqueGlenmorganeraunusurpador?—Elizabeth...—dijoBrian,procurandoapaciguarla,ylecogiólamano.—¡¿Quéosparece?!Labrujitasepermiteopinarsobreelsentidoyel

sinsentidodelaguerra—dijoLissiana,quesoltóunacarcajadaydespeinólascrinesdesucaballo—.¿CómosabescontantaexactitudloqueocurreallíenClevey?Elizabeth lanzó la cabellera hacia atrás y Doug se alegró al ver que

volvía a tener mejor aspecto; los rastros del duro trabajo durante elaccidente en lamina y el posteriormiedo y la humillación sufridos enBlaemarvanhabíandesaparecido.Supielvolvíaaser tersay luminosayensusojosardíalabelicosidadylamalicia.—Alomejorheidohastaallívolandoenmiescobaymehehechouna

idea.—¡Elizabeth!—exclamóBrian,reprendiendoasumujer.DougprocurabanoreírseehizoavanzaraCougaraltroteparaseparar

aambascontendientes.PuedequelaviejaErmingardefueseunaexpertaenlas curas de caballo, pero en el caso de Elizabeth no habían dadoresultado. No iba a dejar de soltar lo que pensaba así, sin más. AlabandonarCaernon, una sonrisa atravesó el rostrodeDoug.Lissiana seseparó de los hombres en cuanto dejaron atrás Rhondda y empezó allover.Aquella noche Charly acudió a la tienda de Doug en el primer

campamento.Elestadodeánimodeloshombresyanoeraelmismo.Noera divertido montar las tiendas en la tierra reblandecida. Como la deDougeralobastanteampliaydisponíadeunasalidadehumo,yélestabatiritando,undoncelsedispusoaencenderelfuego.DouginvitóaCharlyaacercarseyesteobedecióconmuchogusto.—Fueranoseestámuybien,milord,peroalmenosloscaballosestán

enunlugarseco.Dougasintió.Charlyformabapartedelcontingentecomosucaballerizo

yeraelresponsabledelcuidadodeCougaryPriscilla.

—Porlodemás,¿todoenordenenelcampamento?¿Hayalgunaqueja?—preguntóDoug,alcanzándoleunacopadevinoespeciado.Charlylaaceptó,alegrementesorprendido.—No, milord, salvo sobre el tiempo, pero supongo que todavía

empeorarámás.Solohevenidoporque... tengoalgoparavos.EstoosloenvíaElizabeth,lamujerdeBrian.Ydiceque,porfavor,selodevolváis,quesoloesunpréstamo.Las palabras del caballerizomanifestaban su perplejidad acerca de lo

quelamujerdeunmineropodríaprestaralcondedeCaernon,perodesdeluegonohizoningunapregunta.Dougtampocolehizoelfavordeabrireldiminutopaqueteensupresencia,perosealegróysesintiócuriosamenteprotegidocuandomástardefijóelpequeñoprendedorensucamisa.

YaestabanenenerocuandoDougcabalgabaderegresoaCaernon;élysushombresdejaronatráscuatroenervantesmesesenelcampamentoenlos que llovió casi sin cesar, excepto en los momentos de ocasionalesheladas y nevadas. Durante ese tiempo, los hombres se afanaron en lossenderos enfangados entre unidades del campamento, las tiendas en lasquepenetrabalalluviaylasletrinasdesbordadas.Tiritabanbajolanieveylos deberes deDoug como comandante, amenudo, consistían en buscarhombres borrachos durmiendo junto a hogueras nocturnas apagadas,despertarlos y arrastrarlos hasta sus tiendas antes de que se congelaran,pero apenas hubo auténticos enfrentamientos con el enemigo. Los dosduques contendientes se dedicaban sobre todo al ruido de sables. Seexhibíanmutuamente sus ejércitos, organizaban ejerciciosmilitares a lavista del enemigo y no dejaban de proferir amenazas de atacar demadrugada.Enefecto:loscombatessereducíanapequeñasescaramuzas,ensumayoríaemprendidasporcaballerosaburridosopor la infantería.Segúnquienparticipabaseconvertíanentorneosoenpeleastabernarias.Detodosmodos,Dougsospechabaqueporlasnochesloshombresdevezen cuando se emborrachaban con el enemigo o jugaban a los dados ydespuésresolvíansusdisputasprivadas.De día, Doug se enfrentaba a los inconvenientes de la vida en el

campamentoyseencargabademediarentrelaspeleasdesushombres;denochesededicabaabebercon losdemáscomandantesde suspeculiaresejércitosconelfindeentrarencalor.Porlomenosleservíapararenovar

su amistad con los demás vasallos de Glenmorgan; en total, el ducadoestaba formado por diez condados. Los señores intercambiabaninformaciónsobresusaldeas,suscaballosysusminasdeplata,ytambiénsobresusnumerosasexperienciasconmujeres,asuntosobreelqueelmuyviajado Doug contribuía con muchos relatos. Pero también tuvo queescucharunascuantasburlasrelacionadasconeldiminutoprendedorquesiemprellevabayacercadecuyadonantesenegabaadecirunapalabra.De vez en cuando, tarde por la noche y entre los pares, osaban hacer

algunoscomentariosacercadelacampañamilitarydesuduque.Ningunosentía un gran aprecio por Osbert de Glenmorgan y las lenguas sesoltaban, sobre todo cuando hablaban de los impuestos exigidos. Losoficialesseencargabandeobtenerloquelesengrasabalalengua:whisky,vinoyunaguardientedealtagraduaciónelaboradoporeldueñodelpubde Clevey, que estaba más próximo y era más barato que la siguientetabernaenelducadodeGlenmorgan.Dougsolíabromearafirmandoqueelmesonero podría acabar con la guerra de golpe si vertía un poco desulfatode sosa en la cerveza.Ambosejércitos—incluso losdosduquesbastante borrachines— serían incapaces de combatir. No obstante, elmesonero no tenía la menor intención de hacerlo, porque la extrañacampaña militar le proporcionaba pingües ganancias; si fuese por él,podríahaberduradoaños.Pero,dehecho,acabócuandoambospendencierosacordarondirimirel

asunto con un duelo. Primero se enfrentaron dos caballeros y ganóGlenmorgan,peroelduquedeCleveyseenfurecióhastatalpuntoqueseabalanzó sobre su adversario. Los duques se enzarzaron en un combatefrenético, intercambiaron numerosos cintarazos, se cubrieron demoratones y rozaduras y después se palmearon los hombrosentusiasmadosporque trasdoshorasdecombateningunohabía logradoderrotar al otro. Luego pusieron fin a sus rencillas con un trago deaguardiente. Compartirían los costes de la reparación del puente. Añosdespués aún seguían hablando de su exitosa campaña militar y de suimbatibilidadenelduelo.Al día siguiente los dos ejércitos pudieron retirarse; ambos como

vencedoresysinpérdidasdignasdemención.DoshombresdelejércitodeGlenmorganhabíanmuertoendudososcombatesque,enrealidad,ningúnlord les había ordenado librar.Del lado deClevey, un hombre se habíaahogado en el ríoWye—no precisamente sobrio, desde luego—y tres

másmurierondefríoydedisentería.LoshombresdeCaernonydeBlaemarvannosufrieronpérdidasysu

estado de ánimo era de alivio cuando se aproximaron a sus respectivasaldeas. En realidad podrían haber alcanzado Caernon aquella mismanoche,perohacíamesesqueloscaballerosmásjóvenessoñabanconunaceremoniosa entrada, rodeados de los vítores en su honor de susconvecinos.AsíqueDougpostergóelregresohastalamañanasiguiente,ordenóaloshombresdeRhonddaqueacamparanyabandonóunejércitodecaballerosycampesinosarmadosdedicadosaalegrescelebraciones.ElpubdeRhonddainauguróunasucursalenelcampamento:abuenseguroque esa noche las hogueras no se apagarían. PeroDoug hizo ensillar aCougar.Estabahartodetiendashúmedasexpuestasalascorrientesdeaireyde aguardientebarato.Si loúnicoqueaún lo separabade supropioytibiolecho,unconfortablefuegodechimeneayunacopadelicorcalientede zarzamoras recogidas en los setos de Caernon eran dos horas acaballo,senegabaavolveradormirenvueltoenmantashúmedasyfrías.Cougar parecía ser de la misma opinión. El semental tenía prisa y

trotaba a ritmo acelerado a lo largo de los también allí enlodadoscaminos. Doug solo lo refrenó cuando las primeras casas de Caernonaparecieronalbordedelcamino.Lamayoríadeellasestabaniluminadaspor la luz de las velas, las lámparas de aceite y los fuegos de laschimeneas. De la choza de Brian y Elizabeth solo surgía un pálidoresplandor.Elcorazónlepalpitómásdeprisacuandocondujoelsementalhaciala

choza.Duranteaquel inviernonotranscurrióniunsolodíaenelquenoecharademenosaElizabeth.Sutalentocomocuranderaamenudohubierasido valioso en el campamento, y sus risas y su voz cantarina hubiesenanimadoatodos.Todaslasnochessoñóconsucuerpopequeñoyfirme,suscaderasflexiblesyelligerovelodesupelorizadoycasichispeante.Creyóoírsusburlasylascancionesquecantabaenelpub.Peroentonces,¿lo engañaba su sobreexcitada fantasía o realmente surgíamúsica de lachoza?DougdetuvoaCougary,cuandoelgolpedecascosseapagó,oyóel sonido de una fídula. En el pub sus sentidos no lo habían engañado:aquello no era un rasgueo; los tonos que atravesaban la noche no erancomparablesconlasmelodíasalegresperosencillasdeloscampesinosolasquelostrovadoresinterpretabanenlafídulaoellaúd.Briantocabalafídula, casi tan capaz de expresar el canto y los lamentos, las risas y el

llantocomolavozhumana.EnVenecia,Doughabíaasistidoaconciertosen los cuales se presentaban los virtuosos de ese instrumento, pero lainterpretacióndeBriancasilepareciómásconmovedorayprofunda,ydeuna gran intensidad en los pasajes más rápidos. El joven reprimió elanhelodellamaralapuertadelachoza,desentarsejuntoalfuegoconsushabitantes y escuchar la música. En su sueño Elizabeth se acurrucabacontra él, apoyaba la cabeza sobre su hombro y él acariciaba la sedosacabellera,entibiabavinoparaellayobservabacómolasgotashumedecíansus labios. Percibía la cálida mirada que con tanta frecuencia le habíadedicadoaBrianynotabaelrocedesumanoenlasuya.«Estáscansado,miamor»,habíadichoenelpubcuandoobligóaBrianahacerunapausa.Dougaúnveíaconcuántaternuralehabíaacariciadolasmanos.Lamelodíaseapagóenlachozayparecíaqueelfuegotambién.Doug

dirigió la vista a la ventana y vio la silueta de Elizabeth junto a lachimenea. Llevaba el cabello suelto y un amplio camisón ocultaba sucuerpo: estaba amamantando al niño ante los rescoldos. ¿Es que algunavezdejabaqueseapagaran?Eraunanochefría,peroallídentrolosdosseres humanos debían proporcionarse calormutuamente.Doug se sintióinvadido por una desesperanzada envidia y, sin embargo, se alegró dehabersedetenido.Soloelbrevevistazoatravésdelaventanaysaberqueella estaba allí ya suponía un consuelo, y la melodía de Brian era unsaludo procedente de un mundo distinto, mejor y más pacífico, pero¿dónde había aprendido a tocar aquellas melodías? ¿Dónde habríaconseguido un minero de Glenavon un instrumento musical de esacalidad?¿Ycómologrópagarlafídula,que,sinduda,eramuycara?Aquella noche Doug no tenía ganas de cavilar sobre esos asuntos.

Como transportado por la música, abrigado por el aura de cuidado yafectoirradiadoporElizabeth,condujosucaballohaciaelcastillo.Yanoechabademenoslosviajes.Erabuenoestarencasa.

Durmió a pierna suelta, pero al amanecer cabalgó de regreso aRhondda con el fin de conducir a su victorioso aunque completamenteresacosoejércitoacasa.ConfióenveraElizabethentrelosaldeanosquevitoreabanaloshombres,pero,comollovíaacántaros,elentusiasmonosedesbordó.Habíaunascuantasmujeres,ElizabethnoseencontrabaentreellasytampocoreconocióaBrian.Bien,debíadeencontrarseenlamina.

Noeranecesariovolveracerrarla:aquellaabsurdacampañamilitaryalesalía bastante cara. Se despidió de los hombres deBlaemarvan, aliviadoporqueLissiananoaparecióparaescoltarlos;agradecióaDios la lluviaque lo había evitado. A Lissiana le gustaba presentarse como una diosaresplandeciente,elpapeldegatamojadanoleinteresaba.Solo al caer la noche Doug pudo tomarse un respiro y condujo a

Cougarendireccióna lamina.EncontróaDickensucasa.Siemprequepodía,elviejocapatazevitababajaralaminaeninvierno.Supiernatiesaledolíayhabíahombresmásjóvenescapacesdeencargarsedesustareasallí bajo. Cuando Doug llegó estaba examinando los libros y saludó aljovencondeconalegría.—Entrad,milord;salidde la lluvia.Conun tiempoasínosedejaa la

intemperie ni siquiera a un perro, ¿verdad? Pero a quién se lo estoydiciendo:seguroqueen losúltimosmesesvosdisfrutasteisaúnmásquenosotrosdelalluvia.¿Esverdadqueganamoslaguerra?Dougseencogiódehombrosysequitóelmanto.—Entodocaso,todosseguimosconvidayesopuedeconsiderarseun

triunfo, pero si te refieres a un rico botín, he de desilusionarte. LascámarasdeltesorodeCaernonnuncahanestadotanvacías.Sielduquenonoscompensaporlosgastos,oinclusoaumentalosimpuestos,tendremosqueincrementarelrendimientodelamina.—Eso no les gustará a los hombres —dijo Dick, suspirando—. Ya

trabajan once horas diarias. Pero nuestras cifras son buenas.Mirad vosmismo;nosepuedesacarmuchomásdeestamina.Mientras Doug tomaba asiento y cogía los libros, Dick le sirvió una

jarradecervezatibiayDougselabebiódeungrantrago.Esotambiénlesentaba bien, la cerveza del pub de Cleyvey no podía competir con laelaboradaporAnna.Además,loslibrosleofrecieronunagratasorpresa.Por fin Dick parecía haber comprendido cómo llevarlos. Los asientoseranclarosyprolijos,yDougnotuvoqueabrirsepasodificultosamentecomo la última vez. Encima, el rendimiento de la mina había seguidoaumentando, no se produjeron accidentes ni se malgastó tiempo omateriales.Dick realizaba una tarea de primera; también sus hombres yDoug confió en que no se vería obligado a someterlos a más presión,porqueenesecasonecesitaríamáspersonalyesosignificabaampliarlaaldea.Suspiró.Puedequeelduquenotuvieraniideadeloquelesexigíaatodosellossiseguíadandoriendasueltaasucodicia.Fuerahabíacaídola

noche,elrepicardelacampanaanunciabaelfindeltrabajoyloshombrescomenzaronasalirdelamina.DougbuscóaBrianconlamirada,peronolovioypreguntóporélalcapataz.—¿El joven Brian? —preguntó Dick—. ¡Ay, señor!, es una tragedia.

Estáenfermo,tieneafectadoslospulmones.Hacesemanasquenolodejobajaralamina,peronofinge:noesperezoso.Alcontrario,cuandolograarrastrarse de la cama se presenta por lamañana, pero en su estado nopuedodejarlobajar;encuantotragaunpocodepolvosufreunataquedetos. No puede trabajar. Tendría que despedirlo, pero se me parte elcorazón. Así que le dejo pesar los sacos, encargarse del papeleo y lopongo a manejar el rodillo cuando puede, aunque incluso eso me sabemal.NuestroBrian;sucabezaesmáspoderosaquesusmúsculos.—¿Qué papeleo? —preguntó Doug—. Es verdad, dijiste que sabe

escribirnúmeros,perolossacossepesanabajo,enlamina,¿no?—Sí, sepesan las cestasparacalcular el sueldo,perono se realizael

registrode todoel ingreso,porque tambiénhayquepesarelplomoy laplataporseparado,yclasificarelmineralporsucontenidodemetal.Esoes lo que estoyhaciendo junto conBrian, ¡porque resulta que sabe algomásqueescribirnúmeros!Habéisvisto los libros,¿verdad?Briannoseequivocadecasillero.Creoqueélsabeleer,milord—dijoelcapatazsindisimularsurespeto.Dougechóotrovistazoaloslibrosminuciosamentellevados.—¿EstolohahechoBrian?—volvióapreguntar.—Estácorrecto,¿verdad?—seaseguróelcapataz.—Estámuybien.¿Cuántolepagasporello?Dickseencogiódehombros.—Vaya,nomucho;tampocoesmuchotrabajo.Yoclasificoelmineral

enseguidaylopesoelsábado.LedictolascifrasaBrianyéllasapuntaenlos libros; apenas tardamos un día en hacerlo, sobre todo porque él esmuchomásrápidoqueyo.Lodicho,señor:élsabeleer.Dougsonrió.—Vamos,noexageres.Bien,¿cuántolepagas?¿Trespeniques?—Sí—contestóDick—,tambiéndejoqueseocupedelosanimalesde

cargaqueacarrean lamaderay se llevanelmineral.Comprobamosqueresultamuchomás sencillo que los caballos destinados a lamina esténaquíenvezdevenirsiempredesdeelcastillo,milord.Doug asintió. Había introducido esa novedad después del accidente.

Anteselviejomineronuncasehabíaencargadodeloscaballosy,másqueenorgullecerlo, el nuevo establo junto a su casa lo ponía nervioso. EncambioBrianparecíaentenderdecaballos.DougrecordóquenotuvonielmásmínimotemoralmontaraPriscilla.—Sedamañaconloscaballos—dijo,confirmandolareflexióndesu

señor—, pero en realidad los cuatro ponis no requieren un mozo decuadrapropio.Hagoloquepuedo,señor,peronopuedodarlimosnas,nisiquieracuandoalguienestanbuenapersonacomoBrian.—¿Gana lo bastante como para salir adelante? —preguntó Doug, y

pensóenElizabeth.—Nolocreo—contestóDicknegandoconlacabeza—.Enesafamilia

están sumidos en la más absoluta pobreza. Anna de vez en cuando leregala una hogaza de pan cuando ha horneado, pero Brian la acepta adisgustoporque,además,losdossonorgullosos.Doug suspiró.No conseguía imaginarse aBrian recibiendo limosnas,

pornohablardesumujer.—¿Esquesumujernoganaunpocodedinero?Puestoqueellatraelos

niñosalmundoaquíenlaaldea...LarisadeDickerauntantoamarga.—¿Creéis que uno se enriquece trabajando de comadrona, señor?

Veréis:lamayoríadelasfamiliastambiénsonmuypobres,sobretodolasde losmineros.No pueden pagarlemucho, sobre todo cuando acaba denacerotrabocaquetienenquealimentar.Aloscampesinoslesvaunpocomejor: enesecaso, cuandoella ayudaenelpartodelprimerhijopuedequesemarcheconunjamón,oconunpocodegranoodeconservas,peronocreáisquesemuestranmuygenerosossielniñomuereosilaquenaceeslaséptimaniña.DougrecordóelsacodenabosqueElizabetharrastrabalaprimeravez

que la vio; en aquella ocasión le había dicho que la gente le pagaba enespecie.No,conesounonosehacíarico.Meneólacabezaalpensarenlasuperstición de la Iglesia, que desconfiaba de las comadronas ysospechaba que hacían brujerías. Elizabeth tenía razón: si pudiese obrarmagianohubieseescogidolavidaquetenía.—¿Qué opináis, milord? —preguntó Dick, que empezaba a sentirse

incómodofrentealsilenciodeDoug,porquelomalinterpretaba—.¿Hedeseguir tratando a Brian como antes o debo despedirlo? No quierodespilfarrar vuestros bienes y, a decir verdad, lamina también funciona

sinBriandeGlenavon.—Peronosinesoslibrostanbienllevados—contestóDoug,sonriendo

—.No,Dick, loquehacesestábien.Siguedándoletrabajoalmuchacho,en lamedida de lo posible. En primavera se habrá recuperado y podrávolverabajaralamina.¿Aúnsiguetocandoenelpub?Meparecióoírlotocarayer,cuandoregresédelacampañamilitar.Dickpusolosojosenblanco.—¡Dios mío! Toca tan bien que Anna dice que sería capaz de hacer

lloraralaspiedras.Cuandonolluevecomoahora,cadadosdíasmimujerencuentraunmotivopara iravisitara suprimaquevivealbordede laaldea. Las mujeres merodean en torno a la casa, confiando que Briantoque la fídula. Anna dice que es mejor que en la iglesia, donde solocantamosnosotros,peroquecuandoBriantocalafídula,oyelashuestescelestiales. Pero en el pub... Lo dicho,milord: cuando logra salir de sucasalointenta,peroyanopuedetocardurantetodalanochecomohacíaantes.

Elizabeth estaba completamente exhausta. Hacía una hora que searrastraba a través de la lluvia y el frío. Tenía elmanto empapado y elfango de los caminos a veces le cubría los tobillos. Hacía rato que lahumedad había penetrado en sus zapatos, tenía los pies helados y eldobladillodelvestidoydelmantoestabanincrustadosdebarro.Eracomosi su falda pesara una tonelada y el manto mojado le pesaba en loshombros.Haber aceptado el trabajo enRhondda era una locura, ya querecorrerelcaminohastaallísuponíaunesfuerzoaúnmayorquetraerelniñoalmundo,perohabíamerecidolapena.Satisfecha,apretóelpequeñosacodegranocontrasupecho.Ademáselgranjerolehabíadadounpocodemiel aunqueel reciénnacidoeraunaniña.La familiaya teníacuatrohijosvaronesypuedequelamujerdesearaunahija.Entodocasoestabaencantada con el bonito y sonrosado bebé que, tras doce horas decontraccionesElizabethpudoapoyarle enelpecho.Al recordar eldulcearoma de la niña, sus manos diminutas y sus gritos sonoros, Elizabethsonrió.Enesosmomentosadorabasu trabajo,peroelcampesinopodríahaberuncidoelcaballoyhaberlaacompañadoacasa.Hacíacasicatorcehorasquehabíasalidodeellayestabacansadayhambrienta.Alpensarenlasgachasdegranoselehacíaagualaboca,perotardaríahorasantesde

queelcerealseablandaraypudieracocerloyconvertirloenunapapilla.Nolequedabanfuerzasparahacerlo.Alomejorquedabaunpocodepanode la sopadeverdurasquehabíapreparadopor lamañanaparaBriancon la esperanza de que los comiera. No comer mucho de los escasosalimentosqueteníanparaquelequedaraalotrosehabíaconvertidoenunjuego tonto. Claro que Brian tenía razón cuando afirmaba que ellanecesitabacomermásporqueamamantabaaJulian,peroéltambiéndebíarecuperar fuerzas; no podía realizar trabajos pesados si no comía.Además, aterrada, pensó lo difícil que les resultaría alimentar otra bocamás cuando destetara a Julian: ¡a buen seguro que al mediodía habríaacabadoconlamitaddelpotaje!UnasonrisatiernaatravesóelrostrodeElizabethalpensarensuhijo.Sehacíamayor,susojosyanoeranazules,sino que adoptaban el color de los del padre: grises y suaves como laniebla de las tierras altas. Pero cuando se enfadaba —y eso sucedía amenudo cuando no lograba ponerse de pie tirando de las faldas de sumadreocuandoBrianimpedíaquesearrastraradentrodelachimenea—,sevolvíanoscuros,casiazules:comounestanqueenelquesereflejaraelcielo.Lachimenea.Deesotambiéntendríaqueocuparse.Labrevellamarada

de alegría al pensar que pronto se reuniría con su familia se apagó alrecordarelproblemade la leña.Bien,quizáBrianhabía logradosaliryrecogerramassecasopartirlosúltimostroncosconelhacha,aunqueporlamañananoparecíacapazdehacerlo;alcontrario,parecíaquedenuevotenía fiebre. Le hubiera gustado no dejarlo solo, pero llegó el aviso deRhondday...Elizabethseesforzóporavanzarcontraelviento.Eraeneroyeltiempo

que faltaba para la primavera parecía eterno. Aún se vería obligada aabrirse paso a través de la lluvia noche tras noche y a resbalar en elomnipresente fango.Entonces ya vio las luces deCaernon y siguió convalor.Enseguidaalcanzaríaelcaminoempedrado,Dougseencargabadequeallínadiesehundieraenellodo.Yenseguidallegaríaallugardondese habían encontrado por primera vez. Podría soñar con que volvía aaguardarlaelcaballerorubioy,comosifueraunángelsalvador,almenoscargaríaconelsacoqueellaarrastraba.Además,leagradabacharlarconél.Elizabethalbergabaunsentimientocálidoporeljovenlord.Asuladosesentíasegura,sibienpercibíaeldeseoapenasdisimuladoqueasomabaen su mirada. También era verdad que le resultaba atractivo, con sus

músculos firmes bajo las amplias camisas siempre limpias, sus piernasfuertes enfundadas en los viejos pantalones de cuero y, sobre todo, surostro de rasgos finos y su risa juvenil. Tiempo atrás Brian tambiénpresentaba ese aspecto despreocupado, juvenil y luminoso; cuando seenamoraron y la vida todavía les parecía una cadena de tranquilos díasestivales.ElizabethsoñabaconlosabrazosdeBrianenlatibiahierba,susbesosexigentesydespuéssucortejotansorprendenteyserio.Deambulabaconsuamadoa travésde las suavescolinas juntoalmar,permanecíaalbordedelosacantiladosyprocurabaadivinarelfuturoatravésdelembatede las olas. Él tocaba la fídula y ella entonaba antiguas canciones: «¿Ycuando muera, amado mío, cabalgarás en tu blanco corcel hasta losacantilados y dejarás que el viento dispersemi recuerdo? ¿Para quemividaacabeallídondecomenzómicanción?»Cuando por fin abrió la puerta de la choza, un reflejo de aquellos

luminosos días iluminaba su rostro. Aunque sabía que era imposible,confiaba en encontrar calor y el fuego encendido, pero la casa estabahelada y llena de humo. Brian estaba acurrucado junto a la chimenea eintentaba encender las ramas húmedas bajo la olla, tosiendo mientrasavivabalasdébilesllamitas.Elizabethechóunvistazoasucarademacradayenrojecidaporlafiebre.Éltemblabadefríooacausadelesfuerzo;ellasequitóelmantoempapadoylerodeóloshombrosconelbrazo.—Brian,mi amor,dejaque lohagayo.Tienesquequedarte tumbado.

¿Cómoquieresrecuperarlasaludsinodejasdehaceresfuerzos?Brianlediounbesoenlamejilla.—Quería... estás medio congelada, milady, quería esperarte con el

fuegoencendido.Elizabethpegósumejillacontraladeél:estabaardiendo,teníamucha

fiebre.Lajovenleacaricióloscabellos.—Pero no con ramas húmedas, querido, ¿no hay más leña en el

cobertizo?Enseguidairéaporunpocodeleña,peroprimerotiéndeteenlacama.¿Julianduerme?Echó un vistazo a la cesta junto a la cama; Julian empezaba a ser

demasiadogrande,perodemomentodormíadichoso,conelpulgarenlaboca.Brian lohabía envuelto en todas lasmantasy lospañosquehabíaencontradoenlachoza.Eraevidentequeelniñonoteníafrío.Brianasintió.—Ledidecomertupotajedeayer.NuestravecinaGertrudetrajopany

añadíunostrozosalpotaje.Dijoquehabíahechomásdelonecesarioparasufamilia.Aúnquedaunpocoparati.Elizabethnolepreguntósiél tambiénhabíacomido; tenía tantafiebre

queseguroquenoteníaapetito,alcontrarioqueella,quedevoróeltrozodepanquereposabaenlamesa.DespuésayudóaBrianatenderseenelnichoquealbergabaellechoque

amboscompartíanylocubrióconlamanta.Singrandesesperanzastratódeencenderelfuegoderamas.Sepusoelmantomojadoporqueteníaquevolver a salir de la choza y dirigirse al diminuto cobertizo dondealmacenabalaleña.Comoeradeesperar,soloquedabanunospocosleñosyunagruesaraízquenoseencendería.Elizabethpensóencogerelhacha,peronoteníaganasdeemprenderlaluchaconlaraíz.Losrestosdeleñatendríanquesersuficientes;losrecogióysedirigióalapuerta;cuandosedisponía a entrar en la choza, el viento le arrancó el haz de lasmanosentumecidas.Laleñacayóalsueloytuvoquevolverarecogerla,perolalluvialahabíamojadoyvolveríaahumear...Elizabeth estaba extenuada, helada y desesperada, y apenas logró

reprimirlossollozos.¡Noteníaganasdeencenderelfuego,prepararunainfusión, ir a por aguaparaponer en remojo el cereal ypoder tomarloporlamañana!Soloqueríasentarseenunrincónydarriendasueltaalaslágrimas o tenderse entre los brazos de Brian y soñar con tiemposmejores.¡EnlosbrazosdeBrian,perosano!Lehorrorizabaenfrentarsealadesesperanzadatareadeintentarbajarlelafiebreytemíalasespantosaspesadillasdeélqueimpedíaneldescansodelosdos.Perollorarerainútil,asíquesetragólaslágrimascondeterminación,

sequitóelmantoylosempapadoszapatosybuscóunpardemediassecas.Logró avivar el fuego y el agua empezó a hervir, arrojó unas hojas desalvia en la olla y endulzó la infusión con un poco de la preciosamielantesde servirle unvaso aBrian, tendido en el lecho.Mientras él bebíalentamente,ellaseacurrucóasuladobuscandosucalor.Éllarodeóconlosbrazosy lebesó los labios.Ellasaboreó lashierbasy lamielen lossuyos,lobuscóconlalenguayseperdióenunmardeternura.Brianlaabrazó, la besó lentamente, su lengua acariciaba la de ella y también elpaladar,yexcitócadapulgadadesubocamediantediminutosroces.Pocoa poco Elizabeth entró en calor entre los brazos de él; Brian besó lascomisurasdesuslabiosylaspequeñasarrugasquelafatigayelcansanciohabían dibujado en sus rasgos. Sus labios acariciaron el cuello de

Elizabeth, buscaron la curva de sus hombros..., pero entonces volvió atosery ellayanopudo seguir engañándose: entraba en calor junto auncuerpo afectado por la fiebre. Elizabeth separó las manos de él de suspechosylasbesó,seretiróconsuavidadysepusodepie.Teníaqueiraporaguayprepararcompresasparabajarlelafiebre.Y,sobretodo,haceralgoparaquelamalditachimeneadejaradehumearydieracalor.—¡Malditasea,Satanás,sideverdadestástanempecinadoenconquistar

brujas, hazme una oferta!—refunfuñó cuando el segundo leño tambiénprodujomáshumoquecalor.Brianserioydespuésvolvióalucharconotroataquedetos.Entoncesllamaronalapuerta.Elizabethnoerasupersticiosa,perosepersignóantesdedirigirsea la

puerta.¿EsqueSatanásreaccionabacontantarapidezfrentealaspalabrasblasfemas?En realidad, encenderyavivarun fuegonodebíade serunatarea demasiado difícil para él y a lo mejor solo exigía un pecadointrascendenteacambio.Peroelhombrequeestabadepieante lapuertanoeraeldiablo, sino

aquelqueensussueñosselehabíaaparecidocomounángelsalvador:elcondedeCaernon.—¿Puedopasar?—gritóDougsobreelrugidodelatormentaquecasi

apagabasuvoz. Impidióqueelvientoarrancara lapuertade lamanodeElizabethponiendolasuyaconfuerza—.Sinoentro,lalluviaentraráenlacasa.—Desde luego, milord —dijo Elizabeth, recuperando el control—.

Perdonadme,vuestravisitaes... inesperada—añadió,bajandolacabezayhaciendounaprofundareverencia.—A juzgar por la manera en la que me contemplabais, parece que

esperabais la visita del diablo —gruñó Doug—. Os saludo, señoraElizabeth. Pasaba por aquí y pensé que... pensé que podría devolverosvuestroprendedor—añadióconunasonrisacasitímidamientrashurgabaenbuscadelajoya;peronologróencontrarla.Elizabeth se ruborizó. Sus pensamientos se arremolinaron: ¡era

imposiblequesupequeñoamuletofueseelúnicomotivoporelcuallordCaernonacudieraalachozadeunodesusmineros!Debíadetenerotrosmotivos.QuizáelhechodequeBriannoacudieraalamina.Hacíatiempoque ella temía que Dick despidiera a su marido, pero que el conde semolestaraenacudirenpersona¡yaesashoras!

Dougnotósumiradatemerosaysupoenelactoquesuvisitasuponíaun error. Justo después de su conversación con Dick, había decididocomprobarquetodoestuvieseenordenencasadeElizabethyBrian.PeroentoncesCougarperdióunaherradurayDougpasóunahoraenervanteenla herrería, aguardando la llegada de Arnold. Aquel día el herrerotrabajaba en las granjas más alejadas y regresó muy tarde, enfadado,empapado y rendido tras luchar con los cuatro percherones que seresistían a ser herrados. Antes de que por fin pusiera la herradura aCougar,elcondesevioobligadoacompartirunacopadeaguardienteconélyahablarlede lacampañamilitar.Cuandoel sementalpor finestuvoherrado,yasehabíahechodemasiadotardeparacabalgarhasta lachozadeBrian,peroelaguardientelehabíadadovalor;además,ArnoldledijoqueacababadeveraElizabethenelcamino,asíqueBrianysumujeraúnno estarían dormidos, si bien la luz que surgía de la choza era bastantetenue.Doug deslizó la mirada por el interior de la pequeña casucha. Era

diminuta; toda la familia de Brian compartía una única habitación, máspequeñaquelaalcobadeDougenelcastillo:unamesa,dossillasyunparde tablas pegadas a las paredes en las que estaban apoyados algunosenseresdearcilla.Novioalimentos,aexcepcióndeunosrestosdepanenlamesa.Unaúnicachimeneahacíalasvecesdefogónydefuentedecalor;y, al menos de momento, también proporcionaba la única iluminación.Doug tardó unos momentos en acostumbrarse a la penumbra, peroentoncesviolacestaconelniñodormidoylacamaenelnichoenelqueBrian estaba recostado y se calentaba lasmanos sosteniendo el vaso deinfusiónapenascaliente.CuandoreconocióaDougtratódeponerseenpie,peroélleindicóque

nolohiciera.—Notelevantes.Mehandichoqueestásenfermo.Pesealpequeñofuegohacíamuchofríoenlachoza.Dougsedirigióa

lachimeneayacercólasmanosalasllamas.Elfuegohumeabatantoqueestuvoapuntodesufrirunataquedetos.—¡No es grave, señor!—exclamó Brian, que se incorporó e intentó

hablar en tono firme—.Yame encuentromejor.Mañana regresaré a lamina.Lamentohabermeausentadodurantetantotiempo.Doug lo escudriñó.Brian estabamuy flaco, tenía el rostro huesudo y

gris,yunardorfebrilenlosojos.Eracompletamenteimpensablequeal

díasiguienteaquelhombreacudieraatrabajaralamina;tampocoalcabodeunasemanaounmes.Brianadivinósuspensamientosybajólavista.—Diosmío,señora,aquíhacemuchofrío...¿Nopodéisañadirunpoco

de leña al fuego? ¿Y nadie os ha dicho que antes de quemarla hay quesecarla? —Doug solía reaccionar con irritación cuando estabadesorientado.Elizabethpegóunrespingo.Brianalzólacabezaydijo:—La culpa esmía.No almacené la suficiente leña en verano.Cuando

llegamos aquí la época de recoger leña ya había pasado y no quiseexponermeauncastigo.Enciertasépocasdelañosepermitíaquelosaldeanoscortaranleñaen

elbosque.Losplazosseadaptabana lascaceríasque lanoblezapensabacelebrar en sus bosques y el padre de Doug había sido un cazadorentusiasta.Quieneradescubiertoenelbosqueconunhachafueradeépocadebía contar con un castigo considerable, porque el ruido espantaba lacaza.Dougsesintióvagamenteculpable.—Aúnquedaunpocodeleñaenelcobertizo,lapartiréconelhacha—

dijo Elizabeth; estaba casi contenta de tener algo que hacer y cogió sumanto.Dougnegóconlacabeza.—¿Dóndeestávuestrocobertizo?—preguntóresignado.Salió en busca del cobertizo y Elizabeth se quedó mirándolo con

expresiónatónita.Notardóenencontrarelcobertizo,laraízyelhacha.Sequitóelmanto,apoyólaraízyalzóelhacha.Apesardesusesfuerzos,laraíz se resistía y tras unpar de hachazos tuvoquedetenerse para tomaraire.Elizabethestabaen lapuertaprocurandoevitarqueunavelamedioconsumida se apagara. La luz un tanto fantasmal le iluminaba el rostrodelgadoytemeroso,lafrágilfigurayloscabellosmojadosporlalluvia.Parecíaexhaustaydesolada;noseveíanadadesubellezachispeantey,sinembargo,alverla,loúnicoqueDougsentíaeraamor.Deseabaabrazarla,consolarla y volver a encender la llamaqueunavezhabía ardido en suinterior;yloquemásdeseabaeraestrecharlaentresusbrazosysecarconsusbesoslasgotasdelluviaquelemojabanelrostro.—¿Porquéhacéisesto?—susurróElizabeth.Dougseencogiódehombros.—Digamosquetengofríoyvostenéisunfogón,asíqueprefierocortar

unpocodeleñaynocabalgarderegresoalcastillomuertodefrío.

—Yanotenéisfrío...Eraverdad.Eltrabajodurolehabíahechoentrarencaloreinclusounas

gotasdesudorlecubríanlafrente.Selasrestregócongestoavergonzado.Elizabethseacercó;ignorabaquélaatraía,peroalzólamanoylerozólacara. Después retrocedió abruptamente como si se hubiese quemado ycomenzóarecogerlostrozosdeleña.—Quiero volver a agradeceros vuestro amuleto de la suerte, señora.

NosprotegióamíyaloshombresdeCaernon—dijoelcondemientraslaayudabaarecogerlaleña—.Peroporlovistovoslonecesitabaisaúnmásqueyo.Cuandoarrojó los trozosde leñaen sumanto, losdedosdeElizabeth

rozaron los suyos, fríos y húmedos, y Doug le cogió la mano consuavidad;lamanodeElizabeth,delicadacomounpajarillo,reposabaenlasuyafuerteynervuda.Primeroquisoretirarla,perodespuésdisfrutódelatibieza.Dougpercibióel fríodesusdedos,aunque,almismotiempo,elroceeraabrasadoryuntemblorlerecorrióelcuerpo.AElizabethparecíaocurrirlelomismo:elruborlecubriólasmejillasysuslabiostemblaban.Ellamantuvolacabezabajaunmomento,pero,allevantarla,lasmiradasse encontraron en una suerte de reconocimiento, de absoluta confianza.Eracomosilosdosestuvierananteeliniciodeunlargoviajeencomún.Elizabeth hubiese negado indignada que un día el viaje los conduciríahastalasorillasdelavoluptuosidad.YenaquelmomentoaDougledabalomismo,soloqueríapermanecerasulado,sostenerlaydarlecalor.Sesentíaunidoaella;porprimeravezensuvida,realmenteenarmoníaconelmundotormentoso,inhóspitoyconfrecuenciainjustoquelosrodeaba.TodaslasnochesdeamorsalvajeenlasquehabíayacidoconlasmujeresmásbellasdeEuropanopodríanhaberletransmitidoaquellasensación.SellevólamanodeElizabethaloslabiosmuydespacio.Ellalodejóhacer,quizátambiéndisfrutódelbeso,peroleindicóensilencioquenoiríamásallá.Éllesoltólamanoyellalaretiró,nodemaneraabruptanitemerosa,más bien como una caricia, como una tierna despedida del primer rocetímidodesusmanosysusalmas.—Señor...yo...hemosde...elfuego...Elizabethparecióregresaralarealidadcuandoseparósumanodelade

élysumiradasevolviótemerosaunavezmás.—Desde luego—dijoDoug, asintiendo con la cabeza—. Perdonad si

duranteunmomentomeperdíentresueños—añadióentonosereno.

—Yotambiénsueñoamenudo—contestóellaconunadébilsonrisa—.Peroestonoesnada.—Sí,estonoesnada—dijoélenvozbaja.Élsostuvolapuertaabiertayelvientoapagólavela.Avanzaroncontra

elviento.Douglasostuvo,lerodeólacintura,ysudelicadezaylanuevaconfianzaconlaqueaceptabasuayudaloconmovió.Porfinellaseapoyócontralapareddelachozayéllasoltó.Cougar,atadoaunposteantelachoza,soltóunrelincho:teníahambrey

ansiabaregresarasuestabloseco.—Lodejaréenelcobertizo—dijoDoug.Mientras conducía el caballo al cobertizo recordó la frasca de

aguardiente que, destinada a Charly, Arnold había depositado en sualforja: «¡Una pequeña sorpresa!», dijo el herrero en tono irónico. Elcaballerizodebíaencontrarlafrascadeaguardientecuandodesensillaraelsemental. Cogió la frasca. Compensaría a Charly con una botella de labodegadelcastillo,peroBriannecesitabauntragodealgofuerte.Cuandoentró en la choza, Elizabeth ya atizaba el fuego y Brian se habíaincorporado en el lecho envuelto en las mantas. Parecía asustado ydesesperanzado,perotambiéndispuestoaaceptarcualquierdecisióndesuseñorcondignidad.Dougcogióvasosdelestanteyescancióaguardienteparaambos.Brian

quisoponersedepie,peroDouglealcanzóelvaso.—No te levantes,amínomeengañas—dijoen tonososegado—.No

volverásapisarlamina.Almenosnoduranteesteinvierno.Brianbajólavista.Habíacontadoconundespido,peroestuvoapunto

de derrumbarse ante la certeza, porque al menos en invierno la únicaalternativaparaunjornaleroeraeltrabajoenlamina.—Dick dice que sabes leer y escribir un poco—dijo Doug con una

mirada interrogativa. —Brian asintió—. ¿Dominas ambas cosas o solosabesescribirtunombre?Una chispa de esperanza y de inesperada seguridad en sí mismo se

asomóalosojosdeBrian.—Dominolasdos—respondió.—Bien.—No se lo creía del todo, pero soltó un suspiro de alivio—.

Necesitamosunescribienteenelcastillo.Venmañana.No,venelpróximolunes,haremosunintentocontigo.ElrostrodemacradodeBrianseiluminó.

—Señor,estaréallíencuantosalgaelsol.Dougpusolosojosenblanco.—¡Enelcastillo reina lamásabsolutaoscuridadantesdequesalgael

sol!Asíquenisiquieraveríaselpergamino.Venalasdiez.Yahorabebe,aquítodavíahacefrío.Dougvacióelvasodeuntrago.Brianbebiólentamente,disfrutandode

cada gota. Parecíamás relajado, pero tambiénmás extenuado, como unhombrequeacabadeescapardeungolpemortal.—Quédate con la frasca—dijo Doug con generosidad y dispuesto a

partir—.ElseñorArnolddicequeesunremedio.Alomejorteayuda.—Un bebedizomágico—dijoElizabeth en voz baja al tiempo que le

abría la puerta a Doug y hacía una reverencia respetuosa—. Tenedcuidado:noseaqueosacusendeserunbrujo.Dougsoltóunacarcajada.PerosuchanzahizoquerecordaraaLissiana

ysusnumerosasadvertenciasmásomenosseriasdequenolaenfadara.Volvería a verla el próximo sábado, su padre lo había invitado a unabatida.

11

En invierno cazaban jabalíes en el bosque que se extendía entreBlaemarvan y Caernon. Doug no tenía muchas ganas de ir de caza, lareciénacabadacampañamilitarhabíasatisfechosunecesidaddepracticarellanzamientodejabalinaylosataquesconlanzaacaballo.Además,elamenudosangrientodeporteconsistenteenmedirfuerzasconunjabalínoformaba parte de sus ocupaciones predilectas, si bien dichas caceríasproporcionaban carne fresca, que en invierno escaseaba en los castillos.Además,labocaselehacíaaguaalpensarenunjugosoasadodejabalíyrechazar la invitación hubiese equivalido a una ofensa frente aLissiana.Las damas no solían participar en la caza del jabalí y se limitaban a lacetreríaydevezencuandoalacaceríadelzorro.PeroLissianadisfrutabadelespectáculo.Claroqueellamismanoarrojaríalajabalina,peroqueríaestar presente y saludó a las visitas adecuadamente ataviada. Su traje decheviot de corte estrecho para poder superar la cabalgada a través delsotobosquelaabrigabainclusoenlosdíasmásfríosylluviosos.Llevabaelcabellorecogidoyellohacíaquesubonitorostroparecieramásseveroque de costumbre, pero sus ojos almendrados brillaban de alegría; y elbrilloaumentóencuantodivisólaaltafiguradeDoug.—¿No queréis besarme? —preguntó, ofreciéndole los labios cuando

ambossesaludarondemaneraformal—.Afindecuentasacabodedejaratráscuatromesesde inquietudporvuestravida.La ideadequeestabaissoloymuertodefríoenunatiendaenCleveycasiimpidióqueconciliaraelsueño.—Puesnoloparece,milady—dijoDougentonohalagüeño.Lebesóla

mejilla—.Entodocaso, la faltadesueñonohaafectadovuestrabelleza.Ilumináislosdíasinvernales.Elanheloporvosmeconsume.Lissianario.—Entonces no debiéramos postergar la boda durante demasiado

tiempo, ¿verdad? Mi padre quiere celebrarla en primavera, pero si

insistís...—Pronto llegará la primavera, bella mía. Y bajo el sol vuestra luz

resplandeceráconmayorintensidad,peroahorapermitidmequeosayudeamontar,loscuernosdecazayaestánsonando.Doug casi había llegado demasiado tarde adrede. No tenía ganas de

estarjuntoaLissiana.ElrecuerdodelamanodeElizabethreposandoenlasuya aún estaba demasiado próximo, la confianza expresada por sumirada, la cercanía que no requería ninguna unión física paraproporcionarle satisfacción y apaciguar sus anhelos. Elizabeth era unhechizoquesecreabaconlentitud,unsueñoquequizánuncasecumpliría,yque,noobstante,loconmovíaycasilecausabaalgosimilaraladicha.Lissiana era una llama y el temor de Doug de que podría abrasarloaumentabacadavezquepensabaenella.Ese día Lissiana volvía a montar en su palafrén gris y el animal se

deslizabajuntoaCougarcuandoambosseunieronalgrupodecazadores.Era un grupo numeroso, hasta el duque había acudido. Confiaban encobrar un rico botín. Blaemarvan cuidaba su coto de caza y desde lamuerte del viejo conde casi nadie había salido de caza en Caernon; almenos no las personas autorizadas a hacerlo. Doug sospechaba de susguardabosques y de ciertosmineros y criados, encabezados porCharly,que también cabalgaba a su lado; el caballerizo y Lissiana secontemplaban con desaprobación mutua. Eso también supondría unproblemacuandoLissianaseinstalaraenCaernon,porqueabuenseguroqueinsistiríaenquedespidieraalarrogantecaballerizo.—¿Deverdadqueréiscabalgarconlosdemáshastarodearlapresa?—

DougpreguntóaLissianaentonodubitativo.Los cazadores acababan de formar un amplio círculo. Los batidores,

todosmuchachosjóvenesdelasaldeasdelosalrededores,impulsabanlacazahaciaellosyamenudolograbanenfureceralosjabalíesmachos.Lashembras tambiéneran irritables,peromásbienatacabanparaprotegerasuscríasquepor la iracausadapor lamolestia.Entodocaso,habíaquecontarconunadversariobastantefuribundodemásdedoscientaslibrasdepeso.Uncazadordiestroacababaconlapresaqueseabalanzabasobreéldeuncerterolanzazo;sinembargo,sinodabaenelblancoosoloheríaelanimal,seproducíauncombate,quenosiempreacababaconlamuertedelanimal.—¡Desde luego, milord! Vos me protegeréis, ¿verdad? ¿O es que os

disgusta mi compañía? —preguntó Lissiana, adoptando su habitualexpresiónaniñadayhumedeciéndoseloslabios.Doug asintió con aire resignado. En la caza del jabalí eso de la

protección era un asunto dudoso: incluso el más experimentado de loscazadores no siempre podía prestarle ayuda a otro durante el ataque deunodeesosanimales.Doughabíaparticipadoencaceríasen lasque loscolmillos del enfurecido animal derribaban al caballo de un cazador eninstantes,y laescenaseconvertíaenunasangrientaconfusióndearmas,cascosdecaballoydentelladasenmediodelacualnadiepodíaasestarunlanzazocerteroparasalvaralatacado.Perovaya,conunpocodesuerte,LissianayDougnosetoparíanconningúnjabalí.Douglacondujohastaelbordeexteriordelcírculo:allí la trampanosecerrabaylosanimalessolopasaríanalacarrera.SesorprendióunpococuandoLissiananoprotestó,peroquizáteníasus

propios planes respecto al transcurso de ese día. En cuanto ambos sealejaron de la posición del cazador afirmó que su yegua cojeaba ydesmontóparacomprobarloscascos.—¿Alguienhavueltoaembrujarla,milady?—preguntóCharlyentono

impertinente.Lissianalelanzóunamiradafuriosa.—No lo soporto más, Doug—exclamó, enfadada—. No comprendo

porquéteacompañaestedescarado.Dilequesemarcheinmediatamente.DouglanzóunamiradadedesaprobaciónaCharly.—Ladamatienerazón.Tuconductaesinaceptable.Lárgate,Charly—

dijo,peroentonopococonvencido.Enrealidad,DougnoqueríaqueCharlysemarcharaporquenoteníael

menor deseo de quedarse a solas con Lissiana; le había dicho que loacompañara para que le cuidara las espaldas. Doug no se fiaba de losjabalíes y tampoco de los demás cazadores. Hacía años que lordBlaemarvan, por ejemplo, solo había manejado la lanza durante lascaceríasynoeraunexperto.Sinodabaenelblancoerabastanteprobablequeelanimalloatacara,perotambiénpodíavolverse,escaparyarrollarelcírculodesdeatrás.Además,Dougestabaconvencidodequeuncazadortorpe era capaz de dejar pasar toda una manada de jabalíes sin darsecuenta, pero estos podían entrar en pánico y regresar al círculo a todavelocidad.Preferíanoenfrentarseadichospeligrosasolas.—Me volveré invisible, milord —dijo Charly con una sonrisa

maliciosa,peroenvozbaja—.Afindecuentas,esotambiénesbrujería.Lissianaexaminóloscascosdesuyegua.—Noveonada.Venid,querido,echadunvistazo.Dougcabeceó;noqueríadesmontar.—Aquípuedeaparecerunamanadade jabalíesencualquiermomento,

Lissiana,ynotengoganasdeenfrentarmeaellosapie.—Vamos, Doug, estamos muy lejos del círculo. Por aquí no pasará

ningunapresa—dijo,seapoyócontrauntroncoconexpresiónlascivayse desabrochó dos botones de su falda de amazona—. Si queréis hallarsuerteenlacaceríatendréisquebuscarenotraparte.Doug suspiró y desmontó del caballo, pero no estaba dispuesto a

coquetear,soloexaminaríaloscascosdelayeguagrisyentonces...—¡Por fin!—exclamóLissianaypresionó su cuerpo impetuosamente

contraeldelcondeencuantoestesebajódelcaballo.Le rodeó el cuello con los brazos y buscó sus labios con los suyos

como alguien a punto de ahogarse. Doug no tuvo más remedio quedevolverle el beso: deslizó la lengua en torno a la de ella, le penetró labocaconmovimientosbrevesyrápidosyaguardóquesoltaraungemidode excitación.Laúltimavez logró satisfacerla pronto; puedeque en esaocasión también estallara de placer tras un breve juego amoroso.Dougtanteóenbuscadesusexoparaacariciarlayexcitarla.Demomento,todose limitaba a ser un ejercicio obligatorio, pero no bajó la guardia y semantuvo alerta, mirando alrededor. Pero Lissiana quería prolongar eljuego,enrollólalenguaentornoaladeDougylamordióconsuavidadaltiempoquedeslizabalasmanoshastalascaderasdeél,pordebajodesujubón y hasta su entrepierna. Atrajo el cuerpo del conde hacia el suyo,introdujo una pierna entre las suyas y frotó el muslo contra su verga.Doug no pudo impedir que una oleada de lujuria lo invadiera, casiincrementadaporlapeligrosasituaciónenlaqueambosseencontrabansise dejaban arrastrar por el deseo. Lissiana se deslizó hacia abajo a lolargodel troncodel árbol contra el cual se había apoyadoy tiró de loslazosquesosteníanlospantalonesdecuerodeDoug.Éljugueteóconloscabellos de ella, que se soltaron cuando la redecilla que los sostenía seenganchóenlarugosacortezadeltronco.Sufraganciaerairresistible;noera un aroma a flores de primavera como la otra vez, sino a algomásintenso,más animal.Unavez, en Italia,Doughabía aspiradoel olordelalmizcle y recordaba su aroma, pero la extraña aura que envolvía la

delicada belleza marmórea y el salvajismo animal de Lissianaincorporabanelolorasudoryapasióndesenfrenada.Perfumede rosasen el pelo y de almizcle en el sexo: el olor del bosque, del traje deamazonaydelacazasecombinabaformandounamezclaembriagadora.Comoloslazosdelospantalonesseleresistíandemanerainesperada,

ella comenzó por desabrochar los botones de la chaqueta de su traje deamazona y, lentamente, dejó aparecer un ceñido corpiño. Jadeaba, lospechosseagitabanseductoresbajoladelgadateladestacandolospezoneserectos. Lissiana jugó con los lazos de su corpiño; parecía quererprovocar a Doug, pero hacía un buen rato que él ya estaba demasiadoexcitadocomoparaseguirleeljuego.Learrancóelvestidoyelcorpiño,yhundióelrostroentrelospechostibiosyturgentes.Sumiembropalpitabacontralaresistenciaofrecidaporlospantalones,perounúltimorestodedominio sobre sí mismo impidió que apartara el impedimento. Queríaamasar los pechos de ella, pero Lissiana ya se había arrodillado yrestregabasucuerpocontra losmuslosdeél;presade lavoluptuosidad,presionó sus pechos contra el bajo vientre deDoug y le abrió el jubónpara sentir su piel desnuda contra la suya.Aún hacía bastante frío, peroDoug solo sentía abrasadoras oleadas de pasión que amenazaban conarrastrarelúltimorestodesensatezylasúltimasinhibiciones.Amedidaqueseesfumabaneljuicioylaprudencia,unasuertedeiraseadueñódeél.¡SiesedíaLissianasehubiesetendidodesnudaasuspiesnolehabríapermitidoquelorechazara!Habríaobtenidoporlafuerzaaquelloqueellasiempre le negaba; la hubiera forzado a rendirse como para castigarlaestaba harto de ser el conducido. Lissiana había llevado las cosasdemasiado lejos y lo que lo impulsaba no era solo su pasión, sino lacólera.Embistió contra ella, presionó el bajovientre entre suspechosycasisevolviólococuandoellacomenzóamordisquearleelpecho.—¡Tómame!—susurróella—.Tómameaquí;aquíresultamásexcitante

queenun lecho tibio.Noesperemosmás.Desnúdate,aquí,enelbosque.Comoantaño,comocuandolosreyesylasreinasseuníanconsustierrasmedianteelacto.Quiso obligarlo a tenderse y volvió a tirar de los lazos del pantalón,

peroenaquelprecisoinstanteungritorasgóelairedelbosque.—¡Jabalíes,milord!¡Vienenjabalíes!ConelrabillodelojoDougviocomoCharlyaparecíacorriendoentre

los árboles, empuñando la lanza y dispuesto a defender a su señor del

ataque,peroyaerademasiado tarde.Los jabalíesse lesechabanencima,encabezadosporunmachogigantescoyunahembra tanpesadacomoelmacho, y ya estaban demasiado cerca. El árbol contra el que se habíanapoyadoLissianayDoug,ytambiénCougarylayeguagris,seinterponíaentreCharlyylosanimalesqueavanzabanalgalope.Doug se volvió bruscamente.Vio que el jabalí aparecía por detrás de

Cougar y supo que jamás tendría tiempo de coger la espada o la lanzacolgadasdelasillademontar.Duranteuninstantesequedóparalizadoyviolamuerteasomadaalosojosdelanimalqueseabalanzabasobreél.Perolaprimerametadeljabalínoeranlaspersonas:selanzabacontra

Cougar. Doug notó que el semental no estaba atado así que quizá seecharíaagalopardeinmediatoyesosuponíaunaoportunidaddedesviarlaatencióndeljabalí,perotambiénlapérdidadelasarmascolgadasdelasillademontar.Cuandoeljabalíseacercó,Cougarvolviólacabeza.LoscaballoshabíanpastadotranquilamentejuntoalaparejaylosjabalíeslossorprendierontantocomoaDoug.DesdeelpuntodevistadeCougar,eljabalíeraunasombraqueapareciódetrásdeélconabrumadoravelocidady durante una fracción de segundo el semental pareció considerar laposibilidad de escapar, pero también era demasiado tarde para él, elpesadocaballonuncapodríahabersepuestoenmovimientoatiempo.Uncobnoeraveloz,peroerafuerte,yCougaroptóporatacaryseencabritó.Con casi demasiada rapidez como para que un ojo humano pudieseapreciarlo,suspesadoscascosherradosvolaronporelaire,sinpuntería,peroconviolenciamortífera.Dougnosabíasiestabarezando,enrealidadnoteníatiempoderezar,al

ataquelesiguióelrelinchoenfurecidoqueacompañabalosgolpesdeloscascosdelsemental.DougsearrojósobreLissiana.Elsementalyeljabalíparecían tan próximos que pensó que los cascos de Cougar iban agolpearla,peroelsementalcalculóbastantebien:uncascoquedóalladodelcuerpodel jabalíyelotro logolpeó justoenmediode lacabeza,y,como alcanzado por un rayo, el animal rodó por tierra. El semental sevolvióyseapoyóenlaspatastraseras.Dougnoviosiseguíagolpeandoelcuerpodeljabalí,solosefijóenquelasarmasseguíanestandofueradesu alcance. Entre tanto había cogido instintivamente una rama y sedefendía del ataque de la hembra. Lissiana chillaba detrás de él, que nodejaba de golpear al animal; parecía que los golpes no lo afectaban yvolvióaatacar,cadavezmásfurioso.

—¡Cogedla, milady! —gritó Charly, que no lograba encontrar unaposicióndesdelaqueatacar,tirándolelalanza.Si chocaba contra el árbol, Lissiana podría cogerla y alcanzársela a

Doug, pero la joven condesa estaba paralizada de terror y solo seapretujabacontraelárbolchillando.DougnotóqueCharlyhabíaechadola lanza y se volvió, lo cual casi le cuesta la vida. Los colmillos de lahembra le desgarraron el jubón y le rozaron las costillas. Esquivó elataqueytratódecogerlalanza.Lahembravolvióaabalanzarsecontraél,irritada por los caballos que ya escapaban. Doug cogió la lanza y lasostuvoantesucuerpo.Noeraelmomentodelanzarla,solopodíaconfiarenatajarlaembestidadelanimal.Apuntóalcorazón,viocomolahembracorría hacia él lanzando espumarajos y pensó en Elizabeth: «Osnecesitamos,milord,regresadsanoysalvo.»No le había devuelto el prendedor: la conversación con Brian y el

extrañamente íntimo encuentro en el cobertizo hicieron que lo olvidara.Aúnllevabaelpequeñoamuletodelasuerteenelbolsillodelpantalóny,pesea la situación,alpensarenellocobróvalor.Noembistiópresadelpánico, sinoqueaguardócon sangre fríahastaque lahembra casi se leechó encima. El acero penetró en su cuerpo y Doug rezó para que seclavara en el corazón, de lo contrario estaba perdido aunque el lanzazoresultara mortífero, porque antes de morir el animal aprovecharía susúltimasfuerzasparaacabarconeladversario.Dougnotóque la hembra caía sobre él y casi lo asfixia el hedor que

desprendía el pelaje.El choque de las pezuñas del animal le rompió lascostillasyapuntoestuvodedesvanecerseporeldolor,peroelanimalnoleclavóloscolmillos.Nolepegóunadentellada;lahumedadquepercibíaerasangre,noespumarajos.Laoscuridadquecomenzabaaenvolverlonoeraeldolordelamuerte,sinosololasombradelgigantescoanimalquesehabía desplomado sobre él.Dougpermaneció tendido, oyó supropiarespiraciónyelestertordelaagoníadelahembra.YdespuéslavozespantadayquebradadeCharly.—¡Milord!¡Milord!¡Diosmío,cuántasangre!Después se redujo la presión. Charly estaba a su lado y le quitó de

encima el cadáver del jabalí. El animal había caído de costado y suscolmillossehabíanclavadoenlatierra,noenelcuerpodeDoug.—¿Estáisvivo,milord?¿Estáisherido?Doug tratóde incorporarse;eracomosimilagujas seclavaranensu

pecho.Resollaba,pero,porlodemás,parecíaencontrarsebien.—Estoybien,Charly.Ocúpatedemilady.Lissianaaúnparecíaestarentrance;contemplabalosanimalesmuertos

con expresión incrédula.Lahembra estaba empapada en sangre, pero elmachosolosangrabaunpocoporlanariz.—¿Qué queréis que haga con ella? ¿Que la vista?—preguntó con la

acostumbradaimpertinencia.Bromeaba,peroestabapálidocomolanieve—.¡Diosmío!,¿cómopudisteisponerosenmanosdeesabruja?—Debierahacerteazotarporello—dijoDougentonocansino.Afortunadamente, Lissiana no había oído su comentario, pero Charly

tenía razón: había estado a punto de perder el control y se hubieraenfrentadoalataquedelosjabalíesdesnudoeincapazdemoverse.TanteóenbuscadelprendedordeElizabethcondedostrémulos.Aúnestabaensubolsilloyloinvadióuninmensoalivio.—¡Aguardad, milord, os ayudaré a poneros de pie! —dijo Charly,

sosteniéndolo—.Después iréenbuscade loscaballos,nodebendeestarmuylejos.Mientras,vospodréis...mmm...ocuparosdeladama.El aspecto de Lissiana le resultó desagradable. Aún tenía los pechos

desnudosylosojosmuyabiertosdebidoalterror.—Esosanimales...casi...casinosmatan...Doug asintió y procuró que su voz temblorosa transmitiera calma y

seguridad.—Sí,milady, pero prometí protegeros.Cubríos, hemos de cabalgar y

alguiendeberecogerlosanimales.Undolorinfernalleatenazabalascostillas,peroLissiananosemolestó

enpreguntarle cómo se encontraba; solo sepreocupabapor ellamisma.Almenossecerróelcorpiñoconmovimientoslentoseinseguros.Dougestuvo a punto de ayudarla, pero temió que ella lomalinterpretara y loconsideraraunacercamiento.Porfinlaempujóhacialoscaballos,queenese momento Charly conducía fuera del bosque. Cuando desmontó noolvidóarrojarlasriendasdeRosieporencimadeunaramaconelfindeque la yegua no se alejara; eso también redujo la posibilidad de queCougar huyera porque Rosie seguía ejerciendo una atracción mágicasobre él; Charly logró atraparlo cuando regresó junto a la yegua. Sinembargo, aún no había encontrado la yegua gris, era perfectamenteposiblequenosedetuvierahastaalcanzarsupropioestablo.DougayudóaLissianaamontarenCougaryélmontódetrás.Ella se

acurrucócontraélbuscandoprotección,peronologróvolveraexcitarlo,porque lo único que él sentía era el dolor de las costillas rotas, unaamarga oleada de vergüenza y sentimiento de culpa. Había perdido elcontrol y, lo que era peor, se había puesto en peligro de un modoabsolutamenteirresponsable.Habíaestadomáscercadelamuertequeentodasuvida;yCaernonaúnnoteníaunheredero.Porprimeravez,Dougsintióelpesode la responsabilidadcon laquecargabaycreyóvolveraoírlavozdeBrianenlaminadeBlaemarvan:«SoiselcondedeCaernon;simorís,todosestamosperdidos.»¡Eraimprescindiblequesecasaraytuvierahijos!Erahoradefijaruna

fechapara labodayLissiana también insistiríaenello.Sipudierasentirun poco de amor por esa mujer maravillosamente bella por cuyavoluptuosidadylujuriacasihabíaperdidolavida...

Cuando volvieron a reunirse con el grupo de cazadores, Lissiana notardó en salir de su trance. Los alegres gritos y chanzas de los otroscazadores, suspalabras jactanciosasysus risashicieronqueel recuerdodelpeligrovividoquedaraatrás.PocodespuésnarrabaelacontecimientoentonocasidivertidoytambiénqueDouglahabíasalvado.Charlyllamóa uno de los criados encargados de los carros de caza y les dijo querecogieranlosjabalíes.AquelhechoconvirtióaDougyaLissianaenloshéroes de ese día. Sin embargo, él soportó la fiesta envuelto en unanebulosa de dolor, de reproches y, en última instancia, de aguardiente.Intentó detener las bromas a menudo picantes de los demás cazadoressobre la aventura con su prometida e incluso dejó que Lissiana loarrastrara a la pista de baile, pese a que cada movimiento le resultabadoloroso.Peroaguantóabasedebeberaguardiente,hastaelpuntodequealfinalestabacompletamenteextenuadoymásqueunpocoebrio.Peseaello,insistióencabalgarhastaCaernonesamismanoche:nidiezcaballoshubiesenpodidoobligarloapasarlanocheenelcastillodeLissiana.Charly cabalgaba a su lado en silencio. Había uncido a Rosie en un

cocheprestadodedosruedasyloscaballosavanzabanalpaso:Rosieparaqueelpesodeambosjabalíescargadosenelcarronolasuperara,CougarparaevitareldolorqueatenazabalascostillasdeDoug.—DebieraisrecurriraElizabeth.Seguroquetienealgoparamitigarel

dolor—dijoelcaballerizocontonoastutocuandoDougsetambaleóenla

sillademontarporterceravez.—Tendréquearreglármelasyosolo—dijoDougentonofatigado.¡NihablardehacerotravisitanocturnaalachozadeElizabeth!Porque

nosolooleríaelpestazodeljabalíensucuerpo,sinotambiénelaromaaalmizcledeLissiana.

12

Cuando Doug despertó tras aquella noche efímera, no se sentíadescansado: estaba hecho polvo y tenía los músculos entumecidos, lacabeza le palpitaba debido al abundante aguardiente ingerido y unapunzadadedolorleatravesabaelpechocadavezqueinspiraba.AlmenosFrancis parecía haber contado con ello: el mayordomo ya le habíapreparado un baño para eliminar el sudor de la cacería, la sangre y latensión. Doug apenas podía sumergirse en la tina, pero luego unasensaciónagradableseapoderódeél.Elaguacalientelerelajólostensosmúsculos y la fragancia de las hierbas que Francis añadió al aguamitigaronsudolordecabeza.Asíque,despuésdelbaño,el jovencondeaúnestabademalhumory

dolorido, pero almenos se sintió capaz de emprender sus obligacionescotidianas. Sus caballeros y sus donceles lo saludaron llenos deadmiraciónporel abundantebotín.Charlydebíadehaber fanfarroneadobastante: las noticias sobre las heroicidades deDoug, ¡y deCougar!, yaestaban en boca de todos. Doug respondía con monosílabos, siempreesperando las insinuaciones de doble sentido, pero en ese asunto sudicharachero caballerizo fue muy discreto y se guardó para sí el ladoamorosodelaaventura.Entre tanto, los jabalíes fueron despellejados, eviscerados y

descuartizados en el patio del castillo. ADoug elmero aspecto le dabanáuseasylaideadecomerunbocadoleresultabarepugnante,yesoqueloscocinerosplaneabanservirunabundantebanqueteenlasalaprincipalporlanoche.Hacíatiempoquenohabíacarnefrescayaloshabitantesdelcastilloyaseleshacíaagualaboca.Dougnoquisoprivarlosdelplacer,perodioórdenesdenoconservarlacarnedelsegundojabalíensalazónydistribuirlaentrelosaldeanos.LamiseriareinanteenlachozadeBrianyElizabethlehabíahechocomprenderlaspreocupacionesdelosmineros;loshijosdelosminerosnodebíanpasarhambremientrassushombresse

atiborrabandecomidaenelcastillo.Malhumorado,DougsedirigióalascaballerizasdondeCharlyyahabía

ensillado a Priscilla. Los jóvenes caballeros y los donceles se habíanreunido para emprender sus prácticas cotidianas con las armas yaguardaban a su señor. Doug solía dirigirlos personalmente yaprovechabaparaejercitarseenelcombate,peroaqueldíaapenaslograbamontar a caballo y tuvo que recurrir a la ayuda deCharly para subir alomosdePriscilla.—¿Deverdadqueréismontar,señor?—preguntóelcaballerizoentono

preocupado—.Tenéisbastantemalaspecto,milord,simepermitísdecirlo.—No, no te lo permito —le espetó Doug en tono

desacostumbradamente brusco—. Te permites demasiados comentariosimpertinentes.Elqueestáconvidapuedecabalgar.Ynoestoyagonizando,quelosepas.Doug taconeó loscostadosdePriscillaparaquegaloparaycasisoltó

unalaridodedolorcuandolayeguasepusoenmovimiento.Participarenuna exhibición de combate era impensable; con cada paso de la yeguasentíacomosiuncuchilloseleclavaraenelpecho.Dougsemordióloslabios, pero no dejó de supervisar y comentar los ejercicios de losdoncelesconseveridadeimpacienciapocohabituales.LosmuchachossealegraroncuandoFrancisporfinllamóasuinsufriblemaestroarmero.Elviejomayordomohabíasalidoalpatio,algobastanteinusual.—¿Qué hacéis montando a caballo, milord? ¡Deberíais cuidaros! —

exclamó Francis, meneando la cabeza ante la insensatez de su señor—.Desmontad,unhombrede la aldeaos aguarda en el castillo;unode losmineros si no me equivoco, Brian, el músico. Dice que lo habéiscontratadocomoescribiente.—Sutonodevozdenotabaqueno lohabíacreído; un minero que sabía escribir le parecía demasiado absurdo; noobstante,habíahechopasaral joveny lehabíadichoqueaguardaraasuseñor.DougrecordóquehabíadichoaBrianquesepresentaraenelcastillo.

Otroasuntodesagradablemás;seguroqueal final losconocimientosdeBrian en cuanto a las tareas de un escribiente y un contable eraninsuficientes.¿Yentoncesquéharíaconél,poramordeDios?Dougdejóque lo ayudaran adesmontaryordenóaunode los caballerosmayoresqueseencargaradesusalumnos.PorunaveznopensóenElizabethcomoamada y amiga, sino como sanadora; tal vez debía haber seguido el

consejo de Charly y haberla mandado a buscar, pero luego descartó laidea:¡unpardegolpesnoacabaríanconél!Ligeramente encorvado, siguió a Francis hasta el pequeño escritorio

juntoalapuertadelcastillo.Engeneral,sololoocupabanenveranoyenotoño,cuandoloscampesinosacudíanconsusentregasfeudales;entoncesDoug intentaba apuntar todo lo entregado por los arrendatarios deinmediato.Entodocasosiemprehabíaunhombresentadoenlahabitaciónqueanotaba lacifrade lossacosdecerealesy loshacesdehenoenunalista.Eraunpuestomuydeseado;elescritorioerafrescoyventiladoyelque hacía de escribiente podía darse importancia. Pero en invierno, lascorrientesdeaireatravesabanlagélidahabitación.NisiquieradisponíadeunachimeneaenlaqueencenderunfuegoyBrianparecíaestarmuertodefrío. Era una heladora y seguro que de camino al castillo se le habíancongeladolospies.Searrebujabaenundelgadomantoyunenormechaldelanaquellevabaentornoalcuelloycasileocultabaelrostrodelgado.Estaba sentado ante la mesa y había abierto uno de los libros allíguardados,examinando lasentradasconelceño fruncido.CuandoDougentrósepusodepie,hizounaprofundareverenciaydijo:—Señor,estoyaquídesdelasdiez,perovuestrocriadodijoqueestabais

ocupado,asíqueyaheechadounvistazoa los libros.Son losmayores,¿verdad?Peronologroencontrartodaslasgranjasyaveceslosingresosnocoincidenconlosgastos—dijoseñalandounadelascolumnas.Doug estaba agradablemente sorprendido; al menos el muchacho era

diligenteynoeraunanalfabetototal.—Yotambiéntedeseounbuendía—saludóDougconvozcansina.El

dolor en las costillas aumentaba con cada respiración y le dolían losmúsculos.Cabalgarenmediodelfríoinvernalhabíaacabadoconelalivioproporcionado por el baño—. Sí, son los libros mayores, yo mismoapuntélosasientos,perodevezencuandoseproduceciertodesbarajuste.Tendríamos que revisarlo todo—dijo, tiritando—, pero no aquí. ¡Diosmío,cuántofríohaceaquí!Debesdeestarhelado.Venconmigo,iremosamisaposentos,haréqueenciendanelfuegodelachimenea.Brian cogió los libros, pero solo logró alzar dos de los enormes

infolios. Doug quiso ayudarlo, pero dio un respingo de dolor cuandointentóalzaruno.Brianlelanzóunamiradaaguda.—¿Osocurrealgo,milord?—preguntóconvoztímida.Dougapretólosdientes.

—Unapequeñadisputaconunjabalí—bromeó—.Harétraerloslibrosdespués.Brian no dijo nada más, pero notó que Doug se movía con mucha

cautela mientras lo seguía hasta sus aposentos. Doug lo condujo a labiblioteca,unpequeñorecintoadjuntoasushabitaciones.Lacoleccióndelibrosquealbergabanoeramuygrande,peronotóquelosojosdeBrianbrillaronalverlos.—¿Loshabéisleídotodos?—preguntóaDougentonoadmirativo.Doug se encogió de hombros y le recorrieron el cuerpo nuevas

punzadasdedolor.—No,todos,no.Elbibliófiloeramipadre,perotambiénmeobligóa

leeramí,desdeluego.Soloque...adecirverdadprefieroverelmundoatravésdemispropiosojosqueatravésdelosdeotro,inclusocuandoeseotrosellamaAristóteles.Briansonrióydepositóloslibrosenunamesajuntoalachimeneaenla

que un criado encendía el fuego. Francis hacía encender el fuego conregularidad, entre otras cosas para que las heladas no estropearan elpergaminode los libros, asíque lahabitaciónnoeramuy fría.Brian sequitóelchalyelmantoyDougcasiseasustóalverloflacoqueestaba.—Cuando temarches te llevaráscarnede jabalí.Haréque tepreparen

unpoco.El joveninclinólacabezaenagradecimiento,pero tambiénconcierto

bochorno.—No es necesario, milord. Ya tenemos que agradeceros la leña que

ordenasteisquenosentregaran.—No hay de qué. Tenías que haber pedido un permiso especial para

recoger leña en verano. Mi padre no era un monstruo—dijo con unasonrisa torcida—.Yenesecasoa lomejorhabrías logradoespantarunpardeesosjabalíes.—Habíatomadoasientoenunsillóndelabibliotecayprocuraba encontrar una posición que no resultara dolorosa—. Pero,dime:¿quépasaconloslibros?Brianabrióunodelosgigantescosinfoliosquehabíahojeado.—Solo lesheechadounvistazo,peroaquí,enelcasode lagranjade

Brannigan,hananotadodosentregasdetributos.Losdatosnoconcuerdan,pero,enconjunto,esmuchomásdeloqueelarrendatariodebíapagar.Yaquí, en Jefferson’sCreek, la gran granja entreCaernon yRhondda, nohay nada anotado y me parece imposible que hayáis perdonado los

tributosaloscampesinosimportantes.LomismoocurreenelcasodelahaciendadeRiverside.—A ese se las perdoné—dijo Doug, mirando el libro—. Y al final

resultará ser una condonación. El hombremurió el año pasado, su hijomayortienecatorceañosyesincapazdedirigireltrabajodelossiervos.Brianhizolaanotacióncorrespondiente.—Entoncesquizádebieraisproporcionarleunadministradordiligente,

¿no? —sugirió—. A largo plazo, eso resultará más provechoso quedejarlo chapucear por su cuenta. Los siervos se vuelven cada vez másrebeldesyenalgúnmomentoyanolograráhacernada.Dougcontemplóasuescribienteconexpresiónsorprendida.Elconsejo

erabueno,selepodríahaberocurridoaélmismo,pero¿cómoselehabíaocurridoaunminero?—¿YquépasaconJefferson?Dougrecordabahaberrecibidolostributosdelgranjero,perodebíade

haberolvidadoapuntarlos.Brianlepropusoconfeccionarunalistadelasinexactitudes y luego enviar un mensajero a las granjas con el fin decotejarlosdatosdeloslibrosconlosrecibosdelosgranjeros.Dougestuvodeacuerdoymuysatisfechoconsunuevocontablecuando

abandonólabiblioteca,aunquedemuymalagana,yaqueallíreinabaunagradable calorcillo y la conversación con el joven sereno yevidentemente inteligente le había agradado. Pero estaba pariendo unayeguaenelestabloyabajoaguardabaunmensajerodeRhonddaconunmensajeparaDoug.—Mástardevolveréapasarytedictaréunacarta—dijo,levantándose

con esfuerzo. En cuanto se movía los dolores en el pecho volvían aatenazarlo—.Tenemosquepresentar losgastosde lacampañamilitaralduque. ¡Diosquieraqueaceptepagarunaparte!Porquecirculael rumorde que quiere aumentar los impuestos a los condados.—Brian le lanzóunamirada; su rostro expresaba tanto nostalgia como desaprobación—.PeroCaernonyacargaconimpuestosmuyelevados—añadió.—Perdonad,señor,perohevistoloslibrosdelaminadeplata.Pronto

estaréispagandolamitaddelosingresos,cuandolohabitualespagaruntercio.Doug asintió, perplejo. Era verdad, pero ¿cómo sabía Brian a cuánto

solíanelevarselosimpuestosdeunamina?Alamayoríadelosminerosles resultaba inimaginable que Doug pagara impuestos. Estaban

firmementeconvencidosdequesudurotrabajosoloservíaparamantenerla corte del dueño de la mina. Era imprescindible que lo averiguara.«¡Peronohoy!»,pensó.Setratabadesuperaresedíasindesfallecerysindemostrarflaqueza.Durante las horas siguientes recibió una invitación para participar en

una cacería en Rhondda, se despidió de un caballero andante que habíapasado una temporada en el castillo y se esforzó por mostrarse útilduranteelpartodelpotrillo.Perosuestadodeánimodecayóamedidaqueaumentaban losdolores.Acabóporgruñir inclusoaBrian,conquienseencontróenelpatiodelcastillo.Elescribienteestabahablandoconunodelosjóvenesdoncelesyparecíaexplicarlealgo.—¿Quéestáshaciendoaquí?¿Noteordenéquerevisarasloslibros?Asustado,Briansevolvióybajólacabeza.—Estaba en el granero, señor, comprobando una entrega de tributos.

Penséque...queeramuyevidentequehabíaningresadocincuentasacosdecereal en vez de cinco y entonces consideré que... que sería mejorpreguntárseloaalguien.Dougasintió,enfadadoconsigomismo.Engeneralnosolíaserinjusto,

pero aquel día lo ponía de los nervios, ¡y aúnmás el recuerdo del díaanterior!—Está bien, no pasa nada, solo estoy un poco irritado. Pero cuando

ocurra algo así no esnecesarioquebajes túmismo.Envía aunode loscriados,quedelocontrarioestánmanosobremano.Brian se alejó tras inclinar la cabeza con timidez. Doug hubiese

preferido seguirlo hasta la tibia biblioteca, pero de momento queríasatisfacersucuriosidad.DebíaaveriguarquéhabíaocurridoentreBrianyeldoncel,ycomenzóainterrogarloentonosevero.—Meexplicóuntruco.Medijocómopodríamanejarmejorlalanza—

contestó el muchacho, ruborizándose—.Opinaba que yo era demasiadopequeñoylivianoparamanejarlalanzatalcomosolemoshacerlo,quenotenía la fuerza necesaria, pero que si la cogía un pocomás cerca de lapuntaentoncesmodificabaelcentrode...—Elcentrodegravedad—añadióDoug.—Yqueentoncesapuntaríamejorytendríaventaja.Dougyahabíaperdidolacuentadelasvecesquesuextrañoescribiente

lo había sorprendido ese día. Brian tenía razón: un lancero tan livianocomoelmuchachonopodíahacernadaempleandolatécnicahabitualcon

lalanza.Loquelehabíadichoexigíamásdestrezaperomenosfuerza.Siun hombre delgaducho, como el propio Brian, quería sobrevivir comocaballero en un duelo podía salvarle la vida. ¡Pero Brian no era uncaballero!Asíque,¿dedóndeconocíadichatécnica?Loapuntóenlalistadecosasqueteníaquepreguntar,peroentonceslollamaron.Apretó los dientes y subió a la azotea, donde debía inspeccionar un

parapeto recién renovado. Desde allí al menos disfrutó de una vistaagradable:Elizabethremontabaelcaminoqueconducíaalcastilloconuncestoen lamanoyuncuévanocolgadode loshombrosenelqueJulianpataleabaalegremente.Alparecer,elniñoyaerademasiadograndeparala cestita. Elizabeth también parecía estar de buen humor. La gélidamañanahabíadadopasoaunclarodíainvernal,fríoperosoleadoyellase había quitado la capucha del manto de la cabeza. Su cabellera rubiorojizadanzabaentornoasucuerpotalcomoélrecordabaquelohacíaenveranoy sus andares volvían a parecer los deun elfodanzarín.Cuandobajó de la azotea se encontró con ella en el patio de armas del castillo.Tratódecaminarerguidoydisimularsusdolores,peroalverelrostrodeellaadoptóunaexpresiónpreocupada,yaquenotóqueélseapoyabaenlabarandilla.—Mehanmandadollamar,milord—explicó,haciendounareverencia

—.Medijeronqueestáisheridoyquisierasuplicaroshumildementeque...—Procuraba usar términos cortesanos, pero su habitual picardía acabópor abrirse paso—.Quisiera suplicaros humildemente queme permitáisponerenprácticamisartesmágicasconvos.Dougrio,perolacarcajadaaumentóeldolorensupecho;sinembargo,

suirritaciónsedisolviócomolanievebajoelsol.HacíauninstanteestabafuriosoconBrian,conFrancisoconquienhubiesemandadollamaralasanadora sin que él lo hubiera ordenado, pero entonces se alegró deencontrarsefrenteaellayverlaschispasquedanzabanensusojosazules.Noobstante,tratódehablarentonosevero.—¿Quiénoshamandadollamar,señora?

Elizabethfruncióelceño,peromásqueinquietud,susojosazulesreflejabandiversión.Luegoalzólosdedosyempezóacontar.—Elprimerofuevuestromayordomo,Francis,perodijoquefingiera

que pasaba por aquí por casualidad, que de lo contrario mandaríaisdescuartizarlo.ElsegundofueCharly,vuestrocaballerizo.Dijoquequizáoshabíaisrotodoscostillasyquesufríaisdoloresatroces,peroqueerais

demasiadoorgullosoparadejarquesenotara,asíqueyodebía...—¿Simular que pasabais por aquí por casualidad?—preguntó Doug,

sonriendo.—Exacto.Yelúltimofuemimarido.Estabamuyinquietoporvos,así

quedecidíacudir.—¿Pero no dijo que fingierais que pasabais por casualidad?—quiso

saberDoug.—No,señor.—Elizabethnegócon lacabeza—.ABrianno legustan

esos disimulos, siempre habla con sinceridad y eso... eso le complicamucholavida.—Semordióloslabios—.Peroahoravenid:aquínopuedoexaminaros.Hemos de ir a un lugar sin corrientes de aire, donde nadieoigavuestrosgritos—añadió,guiñándoleunojo.—¡No oiréis los quejidos de un caballero! —dijo Doug en tono

arroganteyprocuróenderezarse.—¡Aguardad hasta que una bruja se emplee a fondo! —se burló

Elizabeth.Estabadebuenhumor,elnuevoempleodeBrianylosprimerosrayos

desoltrasellargoinviernolahabíananimadoy,alegreydinámica,lanzósucabellerahacia atrásy soltóun suavegrito cuando Julianagarróunamecha y tiró de ella con fuerza. El pequeño parecía divertido, soltó unalegregorjeoytratódeenderezarsetirandodeloscabellosdesumadre.EralaprimeravezqueDougveíaalniñodespiertoydecerca:eraunniñoguapo,decabellorubiorojizoyrebosantedeenergía.Parecíafuerte,noobstantesenotabaclaramentequeerahijodesupadre.Teníalosmismosrasgosfinosycasiaristocráticosylosmismosojosdeesecuriosocolorgris, aunque en ellos se reflejaban vivaces chispas azules cuandocontemplabaatentamenteaalguien,comoenesemomentoaljovenlord.—Tenedcuidado:muerde—leadvirtióElizabeth—.Yatienedosdientes

yquieremorderlotodo.Bromeando y relajada siguió a Doug hasta sus aposentos. Cuando

entraron en la biblioteca saludó aBrian—que le lanzó unamirada casiculpable a Doug— con un beso y depositó el cuévano de Julian en elsuelo. Inmediatamente, el niño trató de escapar, pero Brian lo alzó enbrazosylosentóensusrodillasaltiempoqueproseguíaconsutarea.—¿Queréis desvestiros aquí,milord?—preguntó Elizabeth con cierta

timidez—. ¿O mejor en vuestra alcoba? Sería más cómodo si ostendierais,pero...

Dougcomprendió:ellanoqueríaestarasolasconél.DetodosmodosFrancistambiénhabíahechoactodepresenciaparaquitarleelmantoasuseñor, ayudarlo a desvestirse y supervisar el trabajo de la bruja. Elembarazode suhija sedesarrollaba sin complicaciones, pero aúnno sefiabadel tododeElizabeth.DougabriólapuertadesualcobaeindicóaFrancisquelosacompañara.ConpasoseguroElizabethentróenlaalcobadecorada con elegantesmuebles ymullidas alfombras. En comparaciónconsuchozadebíaparecerleunpalacioyDougsesintióculpable.—Sentaosenlacama,milord,yquitaoslacamisa—ordenóElizabeth,

quesedesprendiódelbolsoenelquetransportabasusremedios.Francisexaminóelcontenidodelbolsoconmiradadesconfiadaycasi

provocó las risas de Doug, pero cuando intentó quitarse la camisa fuecomo si volvieran a clavarle espadas en el pecho.Elizabethnotóque seponíapálidoyleayudóadesprendersedelasmangas;alversutorsoseasustó: el pecho y el hombro derecho de Doug estaban cubiertos detumefacciones, rozaduras ymoratones y el borde inferior de la camisaestabamanchadodesangre.—¡Estonotienebuenaspecto,milord!—dijoporfin—.¿Conquiénos

peleasteis,porelamordeDios?Elizabeth rozó una de las hinchazonesmás acusadas yDoug pegó un

bote,peroelrocenoeradoloroso,lamanodelajoveneratibiayelrocetan ligero como el aleteo de unamariposa. Sin embargo, incluso aquelmínimocontactolecausóunareacciónviolenta:eracomosiElizabethlerozaraelcorazóncon lapuntade losdedosyacelerara sus latidos.Unaoladecalorloinvadióyunatensaesperaseapoderódetodosucuerpo.Doughizounesfuerzoporrecuperarelcontrol;nodebíaexcitarseen

ningúncaso.¡SilaligeraagitacióndesumiembrovirilaumentarasentiríaunahorrorosavergüenzaanteElizabethyFrancis!—Tendeos,milord.Procurarénohacerosdaño.Elizabethapoyólamanoenelhombrosanoyloobligóatendersecon

mucha suavidad. Doug cedió ante la presión, intentó relajarse y noimaginar que aquellamanopequeña, tibia y cariñosa también acariciabaotraspartesdesucuerpo.—Conunjabalí—contestóasupreguntaanteriorytratódesonreír—.

Queríais saber con quiénme había peleado.Debo confesar que era unahembra.Sufrimosunpequeñoencontronazo.Elizabethnoserio.

—Eso podría haber acabado muy mal —comentó en tono de suavereprimenda.Doug asintió. En general, hubieraminimizado el asunto con palabras

irónicas,perodeprontosesintióincapazdepronunciarlas.—Aúnconservabavuestroamuletodelasuerte...Quisobuscarloensubolsillo,peroellalecogiólamanoyledijoque

no se moviera. El toque volvió a ser muy ligero, pero él no dejó dereaccionar.—¡Supongoqueosvinobienunpocodesuerte!Pero¿cómosucedió?

¿Porquédesmontasteis?¿Acasoelanimalderribóavuestrocaballo?Enesecaso...«Enesecasonoestaríaisconvida...»Dougcasicreyóoírsupreocupada

reflexiónyunaoleadadevergüenza lo invadió.Leparecióque, inclusosin palabras, Elizabeth comprendía lo ocurrido en el bosque entreCaernonyBlaemarvancomosileyerasuspensamientosyvieraaLissianaentresusbrazos.Elizabethhabíacomenzadoatantearlasheridas;livianoscomoplumas,

susdedospalparonlaclavículayelhombroderecho.Dougtemblababajolos toques breves y delicados. Se sentía muy próximo a ella, como siambos se compenetraran, como si pudiese percibir sus sentimientos aligual que los pequeños movimientos circulares con los que sus dedosexaminaban su cuerpo. Notaba su precaución y su preocupación, suatenciónysuprofundoafecto,peroignorabasiestabadedicadoaélosiofrecía lamisma ternuray losmismoscuidadosa todos losque trataba.Lasmanosdeellasedeslizaronporsupechoypresionaronlosmúsculosconelfindepalparlascostillas.Eradoloroso,peroeraundolordulce;supielardíabajolassuavesmanosdeella,notóqueelvellodesusbrazosseerizaba; era como si todo su cuerpo se convirtiera en una pluma tensa.Ansiabafusionarseconella,perosuexcitaciónnoerapuramentesexual;el latidodeunapasión apuntodebrotarno se limitaba a su cuerpo.SucorazónbailababajolasmanoscariñosasdeElizabethysualmarebosabadesentimientosdeamor,dedeseodeproporcionarleprotecciónyafecto.Elizabethseconvirtióenelcentrodesuser;suúnicodeseoeraservirla,hacerle el bien, protegerla y dejar que la voluntad de ella predominarasobretodasupropiaexistencia.Porprimeravezcomprendióelsentidodelas canciones de los trovadores en las que la dama se convertía en unadiosa.Porprimeravezestabadispuestoamorirporunamujer.

Elizabeth no parecía compartir su excitación o al menos sabíadisimularlo con habilidad; solo un ligero rubor demostraba que ella nodejabadepercibir su tensión.Unaúltima caricia tranquilizadora al finaldelexamenconfirmóaDougqueellatambiénhabíasentidoelrocedesualma.—Tenéisotraherida, señor.Me resulta incómodo, pero ¿permitís que

osexaminelaingle?Elizabethsesonrojóaúnmás.Enrealidad,aesasalturasyahabíavisto

demasiado,yahabíadisfrutadodemasiadotocandolapieldeDougyhabíaacoplado los latidos de su corazón a los de él, pero todavía no habíadescubiertoelorigendelasmanchasdesangreenlacamisaynoqueríapasarnadaporalto.Nopodíacometerningúnerror,nosoloporqueeraelcondedeCaernonyporquequizáFrancisvolveríaallevarlaanteeljuezcomobrujasialgosalíamaleneltratamiento.No:ellatampocosoportabala idea de perderlo o de verlo consumirse como pasaba a muchoscaballerosquesufríanheridaspurulentas.Loapreciabademasiado,ella...Elizabethsemordióloslabiosytratódereprimirsussentimientosporelrubiocaballero.Peronopodíaevitarsoñarconélcuandoestabacansadaoextenuada.Brianeraunallamaqueleproporcionabacaloryternura,peroDougeraunaluzenmediodelanoche.Soltó los cordones que sujetaban los pantalones de cuero con sumo

cuidado.Doug logró controlar el gemido que amenazaba con brotar desus labios bajo el breve roce de sus dedos. Su miembro viril volvió aagitarse, era incapaz de controlarse. Si ella lo desnudaba del todo seerguiría,ellanotaríasuavidezylodespreciaría.PeroElizabethapenaslebajó el pantalón; lo justo para ver la herida en la ingle. Actuaba concuidado,precauciónydiscreción;nadaqueverconelcaráctersalvajedeLissiana. Doug imaginó cómo sería amarla, sostener su cuerpo terso ydelicado entre los brazos y adivinar y explorar sus deseos. Elizabethnecesitaría tiempo; con ella el amor debía de ser como una danza, unamelodía como las que Brian arrancaba a la fídula. Elizabeth tanteó losbordesdelaherida.—Soloesunrasguño—afirmóDougconvozáspera.Ella asintió, pero su rostro hacía un instante sonrosado palideció y

reflejabasuconsternación.—Perolaheridalahizouncolmillo,¿verdad?Labestianoosatravesó

pormuypoco.¡Diosmío!¿Cómopudisteisponerosensemejantepeligro?

Hevistoamásdeunhombreheridoporuncolmilloynopudesalvaraninguno.Permitidmequelimpielaherida,seguroqueestásuciaypuedeinfectarse.Cuandoellaaplicóunlíquidofrescoenlaheridayalrededordeella,el

bajovientre deDoug se tensó.El dolor carecía de importancia, pero suvergapalpitabaconviolencia.Elizabethdebíadenotarlo,perohizocasoomiso;acabórápidamenteconsutareayseapresuróavolveracubrirlelaingle.—Bien mirado, parece peor de lo que es—dijo en tono casual tras

habersujetadoloscordonesdesuspantalonesunavezmás—.Tenéisdoscostillas rotas, pero son fracturas limpias que sanarán con rapidez. Lodemás solo son contusiones; inofensivas, pero muy dolorosas. Mañanavuestro cuerpo estará cubierto de moratones verdes y azules, tardaránunosdíasendesaparecer.Simelopermitís,osaplicaréunungüentoenelpecho que os proporcionará alivio. Pero solo surte efecto durante pocotiempo.Yporlodemás...Elizabeth se volvió hacia Francis, que aún estaba apoyado contra la

chimeneayobservabaelexamen,perosinperderdevistaelbolso.Eradesuponer que contaba con que en cualquier momento los demoniosalbergadosensuinteriorsurgieranyseapoderarandesuseñor.—Porlodemásnecesitouncuencodeaguacaliente,señorFrancis...¿o

hededarosotrotratamiento?El viejomayordomo se sintió halagado por las palabras formales de

Elizabeth.—Bastará con que me llaméis señor —dijo—. ¿Tiene que estar

hirviendoelagua?—Llevadla a ebullicióny luego traedla.Al finy al cabo,nopretendo

hervir a vuestro señor... permaneced tendido, milord —respondióElizabeth,sonriendo.Doug quiso incorporarse, pero Elizabeth lo obligó a permanecer

tendido, sacó un bote de ungüento de su bolso y comenzó a untarle elpecho con movimientos suaves. La esencia era fresca y olía a hierbas.Elizabethlaextendióconmovimientosregulares,casicomocaricias,susdedostrazaroncírculosentornoalospezonesyamasaronlosmúsculossinejercerdemasiadapresión.Lafraganciadelapomadateníaunefectocalmante.LaexcitacióndeDougaúnnosehabíadisipado,nilasganasdedescargarla encabritándose como un salvaje, pero entonces Elizabeth

parecía guiarla, convirtiéndola en una dulce y tibia corriente que hacíavibrar su cuerpo al ritmo de sus movimientos acariciantes. Suvoluptuosidaddiopasoaladicha,aunaagradableentrega.Nonaufragóaorillas de la lujuria arrastrado por una oleada de deseo, sino que seconformó con dejarse llevar por una barca. Un día conquistaría esasorillasconlahechiceraquepilotabalabarcayflotabaconélporencimadelasolas.Peronoteníaprisa.Estabadispuestoaaguardartodaunavida.—¡Bien, ahora podéis incorporaros! —La voz alegre y ligeramente

burlona de Elizabeth lo arrancó de sus sueños—. Si no fueseis uncaballero, sino unmiembro de un rango inferior, os recomendaría queguardarais cama durante una semana, le diría a vuestra mujer que osaplicaraelungüentodosvecesdiariasyquedejaraquetodocicatrizaraysanara.Perocomoséqueosmorísdeganasdevolveramontarenvuestrocaballoycorrerpeligrosasaventurasenhonordevuestrahermosadama,prefieroaplicarosunvendajeprotectorparaquenoempeoréis.Francis había regresado con un cuenco de agua caliente. Elizabeth

cogióunpañodelinoreciénhilado,losumergióenelagua,dejóqueseenfriara un poco y aplicó el paño caliente en el torso de Doug. Luegocogió aguja e hilo del bolso y cosió el paño con pequeñas puntadasformandounceñidovendajeentornoaltorsodelconde.—Yahoraos sentaréisduranteunahoraanteel fuegode lachimenea

hasta que se haya secado por completo. ¡Ni se os ocurra abandonarvuestros tibios aposentos y echar a correr al patio de armas! De locontrario mañana tendréis una pulmonía y entonces vuestro rango decaballeronoosservirádenada.Cuandoelpañosesequeencogeráyossujetará el pecho. Será un tanto doloroso a causa de las heridas, perosostendrálascostillas.Dentrodeunpardedíaspodréisvolveracabalgar,¡perososegadamente!¡Nodejéisqueelcaballoosderribe!Dougsonrió.—Seríais una dama muy severa en una corte galante —dijo Doug,

sonriendo.—Pues eso es precisamente lo que os convendría —dijo ella,

lanzándoleunamiradafuriosa—.Lomejorseríaqueosdirigieraisaunadamamayorqueosrecuerdelavirtuddelamesuraytambiéndelosmalesdelaimprudenciatemeraria,milord.—¡Y tú careces de la virtud de la humildad, muchacha! —refunfuñó

Francis—. ¿Por qué le permitís estas impertinencias, milord? Ya ha

acabadoconsutarea.Decidlequesemarche,yolepagaré.—Yalohabéisoído:¡nosoisbienvenida!Dougserioyvolvióasentir

dolorenlascostillas.Elizabethsonrióyloshoyuelosaparecieronensusmejillas.—¿Acasoloheafirmado?Noesnecesarioqueladamaseaperfecta;su

único deber consiste en hechizar al caballero hasta tal punto que, alcontemplarla,veaelretratodeladiosa.Peroahorahedeirme.Osruegoque recordéis al señor Francis las virtudes de la caridad... para que mipaganoresultedemasiadoescasa.DougordenóaFrancisqueledieratrespeniquesehicieraprepararuna

cestadecarne,nabos,zanahorias,granoyvino.Cuandoellaabandonósusaposentos con palabras de agradecimiento, Doug sonrió. Era muyinteligente¡ycuántoledivertíaintercambiarchanzasconella!Perohabíaalgo extraño, tanto en Elizabeth como en Brian. ¿Cómo conocía lascostumbresdelascortesgalantes?¿Porquéestabaaltantodelasvirtudesdeloscaballerosycómosabíaqueaunadamalecorrespondíajuzgarlosactosdesucaballeroenvezdecometeradulterioycompartirellechoconél,talcomosuponíanlamayoríadelaspersonas?Doug se reunió con Brian en la biblioteca y, tal como le habían

ordenado,sesentójuntoalachimenea.—Ahoratedictaréestacarta—ledijoasuescribiente—.Sinoconoces

todas las palabras y no sabes escribirlas correctamente, no importa.Redactaunborrador,luegoyolocorregiré.—Convuestropermiso,milord,yamehetomadolalibertadderedactar

unborradordelacarta.Solodebéiscomprobarlosgastosmencionados.Le pedí información al tesorero, pero era bastante complicado porqueluegotuvequeañadirlosgastosdeloshombresdeBlaemarvan...Sorprendido,Dougcogióelescrito.«De Douglas Leonard Jonathan, conde de Caernon, Abercaernon en

Glenmorgan,caballerodelducadodeGlenmorgan,caballerodelacoronadeInglaterra»AsuseñoríaOsbertdeGlenmorgan,comandanteenjefedelastropas

delducado.»—Osbert, duque de Glenmorgan —dijo Doug en tono perplejo,

sorprendidodequeBrianhubieseanotadotodossustítuloscorrectamente—.Losé;circularonunparderumoresacercadesuentronización,peropuedeponersemuydesagradablesinolotratamosconeldebidorespeto.

BrianparecíaquererdeciralgoyDougcreyóverunbrilloairadoensumirada de costumbre serena, pero el joven guardó silencio y apuntó lacorrección.Cadavezmássorprendido,Dougsiguióleyendo.Briannosoloescribía

conabsolutacorreccióngramatical,sinoquetampococometíaerroresyutilizaba términos corteses. Al principio de la carta aparecían naderíashalagüeñasenlasqueelredactordelacartamanifestabaqueesperabaqueel duque disfrutara de una excelente salud y hubiese superado losesfuerzos de la campaña militar en Clevey. Esto último suponía unamanera elegante de dar paso a los costes de la guerra, cuyo reembolsoDoug se permitía solicitar con absoluta humildad. Finalmente, le seguíauna prolija lista de los gastos y esta apenas incluía errores. Doug solotuvoquecorregirunpardecifras.—¿Cómosabestodoesto?—preguntó,ydejólacartaenlamesa.Cadavezleapretabamáselvendaje;eraunpocodoloroso,peroyase

encontrabamejor.Brianseencogiódehombros.—Averiguarlonoresultódifícil,milord.Vuestrotesorero...—No me refiero a la suma de los gastos —dijo Doug en tono

impaciente—. ¡Quiero saber por qué sabes leer y escribir! Y tambiéncómolograsteredactarestacartamuchomejordeloqueyohubierasidocapaz. Tienes conocimientos de contabilidad, de ortografía y encimadominas el arte de la diplomacia, del que yo a veces carezco. ¡Perotrabajasdeminero!Brianseruborizóyclavólavistaenloslibrosdecontabilidad.—Digamos...digamosquefuicriadoenunacorte—tartamudeó—.Pero

había... se generaron diferencias entremi...—añadió, tragando saliva—,mi señor y yo, y consideré que era aconsejable...—Brian se restregó lafrente, pero después pareció tomar una decisión, se enderezó y miró aDougalosojos—.Osloruego,señor,noinsistáis.Nopuedodecirosnadamás. Si esta explicación no os basta, despedidme, pero os aseguro quejamáscometíunaincorrección.Siemprefuiunsúbditolealconaquellosaquieneslesdebolealtad.Nuncaherobado,nuncaheengañado,nisiquierahementido si uno se lo toma al pie de la letra.Y no quiero empezar amentiraquí...Eljovenjugueteabaconlaplumacongestonervioso,peroeraevidente

quenoteníaintenciónderevelarnadamásacercadesímismo.

Dougasintió,aunquenodabaporsatisfechasucuriosidad.—Estábien,Brian,guardatussecretos.Tecreocuandoafirmasserun

hombrehonrado,todolodemásnomeincumbe.Yahorapasaestacartaalimpio,asímañanapodréenviarunmensajeroalduquedeGlenmorgan.Veremos si tus palabras corteses lo conmueven y nos perdona losimpuestos.

PorsupuestoqueOsbertdeGlenmorgannoleperdonólosimpuestosaDoug,sinoqueseenvolvióenelmásabsolutosilencio.Cuandollegaraelmomento del siguiente pago, Doug tendría que decidir si se limitaba adescontar los costes de la campaña militar—y si con ello se metía enproblemas—osicallaba,comoquizáharíanlamayoríadelosparesdelducado.Por loque respectaalpagode los impuestos,estabanbastanteamerceddelasexigenciasdelduqueysolounaquejapresentadaanteelreypodría haber forzado una inspección. Pero para eso era imprescindibleque se pusieran todos de acuerdo: algo casi imposible; además, nadiepodía asegurar que semejante acción severía coronadapor el éxito.Noobstante,Dougalmenospodíafelicitarseporlacontratacióndesunuevocontable. Durante las semanas siguientes Brian se volvió cada vez másindispensable para él, no solo como escribiente, sino también comoconsejeroyhombredeconfianza,casicomoamigo.Durante lassemanasposterioresalaccidentedecaza,que impedíaque

Doug cabalgara o participara en combates o cualquier otra ocupacióncaballeresca, pasabanmuchas horas juntos al lado de la chimenea de labiblioteca.Resolvíanlacorrespondenciaatrasada,perotambiénhablabandeposiblesinnovacionesyahorrosencasodequeOsbertnoredujeselosimpuestosy,porelcontrario,losincrementara.Además,BrianinformóaDoug de numerosas circunstancias reinantes en la aldea y entre sushabitantes,enpartedetemasqueinclusoDickignoraba,puestoque,comocapataz, por lo general, los aldeanos lo respetaban y admiraban y no leconfiabansusproblemas.Sinembargo,Brianconvivíaconellosypodíasopesar hasta qué punto los campesinos y los mineros podían pagarimpuestosmáselevadosyenquécasosesosoloprovocaríairaypenurias.Aveces hallaba soluciones sorprendentemente sencillas a los problemasurgentesysiempreerasereno,sensatoycomprensivo.Dougnotardóenencargarle que mediara en las disputas entre los aldeanos y se hacía

acompañarporélcuandocabalgabahastalosasentamientosmásalejadosparaimpartirjusticia.Brianmontabamuybien,debíadehaberaprendidoa cabalgar cuando era un doncel, pero a fin de cuentas eso tambiénformabapartedesueducacióncortesana.No obstante, Doug creía haber hallado una explicación. Era muy

habitual que los señores de los castillos llevaran compañeros de juegoparasushijosalacorteyloseducaranjuntoconestos.Enlascortesmásimportantesdichosniñossolíantenerlamismaedad:allí intercambiabandoncelesydamasdelanoblezademaneracasinatural,puestoqueciertasofisticación formaba parte de la educación de la alta nobleza. En lascortesmenosimportantestendíanaescogerpupilosentrelosmiembrosdela propia familia. En sumayoría eran los hijos o las hijas de parientesremotos,amenudopobres,peroenlasfincasmáspequeñas,enlasquelapropiedaddelseñorerapocomásqueunagrancasafortificaday,talvez,unpardedependenciasexteriores,solíaocurrirquelosmiembrosdelosrangos inferiores eran educados junto con el hijo del señor. De todosmodos, allí el heredero casi se criaba junto con los hijos de loscampesinosy supadre también trabajabacodoconcodoconellos.Esosseñoresconocíanpersonalmenteacadaunodesustrabajadores.PuedequeenelcasodeBrianalgunapersonasensatahubieseconsideradoqueseríamejor educar a aquel muchacho debilucho, pero inteligente comomayordomo o como administrador, en vez de convertirlo en un siervoinútil.Doug siguió dándole vueltas. Si, por ejemplo, se veía pronto que el

vástagopropioteníauncarácterdébilocaprichoso,lospadresamenudose encargaban de instalar un poderdetrás del trono para que impusieraorden. Un muchacho inteligente hijo del pueblo llano podía dirigir eldestino del condado en bien de todos pero sin llamar la atención, perojamás intentaría convertirse en amo y señor, como podría intentar unpariente pobre. Dichos arreglos solían salir bastante bien. Incluso habíagrandes fincas cuyos propietarios solo se ocupaban de cazar y de lasmujeres,mientrasunadministradorinteligenteydiscretoseencargabadetodolodemás.Peroaveceselasuntoacababamal,acausa,porlogeneral,dequelariquezadelacomarcaeralimitadayelherederonotardabaenhartarsedelasadvertenciasdeladministrador,queloinstabaalahorroyalamodestia.Enesecaso,pocodespuésdelamuertedelnoblesolíabuscarunpretextoparadeshacersedelpelmazoy,almismotiempo,vengarsede

él.Engeneral,loacusabadeundelitocualquiera(amenudodeadulterioconunadamacuyarelaciónconelherederohabíaarregladoelpadre);enelmejordeloscasosloexpulsabadelcastilloconcajasdestempladas;enel peor pasaba años muriendo de hambre y sed en las mazmorras oacababa en el patíbulo. Eramuy posible queBrian hubiera escapado desemejante destino a tiempo. Seguro que un hombre de carácter tanequilibradocomoélteníaamigosqueleadvirtierondequeestabaapuntodeconvertirseenprisionero.Posiblemente, laordendedetenciónseguíavigenteyesoharíacomprensiblequeintentaraobtenerunnuevopuesto.Elpeligro de la extradición sería demasiado grande y por eso, pese a sunueva intimidad con Doug, no le revelaría todo. Puede que Brian yahubiese comprobado cómo las gastan los señores; su conducta tras eldesdichado proceso por brujería demostraba que eramuy consciente delasmiradasquesuseñordevezencuandolanzabaasumujer.

AsíqueningunodelosdosmencionóelpasadodeBrianyDougtratóde dominar su deseo porElizabeth.LordBlaemarvan ya había fijado lafechadesubodaconLissiana:secelebraríaelprimerdíadejunio.Laidealohorrorizaba,pero almenoshabíaobtenidounaprórroga.DespuésdequeLissianaprotestaradurantedíasdequeenelremotoGalesnisiquierase podía obtener una tela adecuada para un vestido de novia, su padrepermitióquepasaralosmesesdeprimaveraenInglaterra.Dougpreferíanopensarenlafortunaquequizádespilfarraríaallícomprandovestidos,zapatos, sombrerosy talvezcaballos,perocuandose tratabadesuhija,Blaemarvansemostrabageneroso.«Alcontrarioqueconsussoldados»,pensóDougconamargura.Pesea

unanuevasolicituddirigidaalduque—¡yunacartaentérminosbastantemásdurosaBlaemarvan!—,DougtodavíacargabacontodosloscostesdelacampañamilitarenCleveycorrespondientesalosdoscondados.Peroapesardetodossusintentosdereprimirpensamientosimpropios

respecto de Elizabeth, la joven seguía danzando a través de la vida deDoug.Disfrutabaviendocómose reanimabacuando llegó laprimavera;siempre estaba de buen humor, bromeaba y reía con los habitantes delcastillo,alqueacudíaconfrecuenciapararecogeraBrian.LanoticiadesuexcelentetrabajotraselaccidentedecazadeDoughabíacirculadoconrapidezy,enconsecuencia,numerososcaballerosycriadosdelcastillola

consultaban.—Prontolacifradeheridasdeespadaquecuraréserámayorquelade

los niños que traigo al mundo—dijo, riendo cuando Doug y Brian lasorprendieron en el escritorio donde repartía consejos entre loscaballerosy losdonceles—.¿Nopodéisencontrarunaocupaciónmenospeligrosaparavuestroshombres,comotocarellaúd,porejemplo?Dougleguiñóunojo.—Paraesoos tenemosavos, señora,quedirigísunacortegalanteen

secreto.Abuenseguroquetodosestoshombresosadoranyquizáestaríanencantadosdegastarselosdedostocandoellaúdparacomplaceros,perosi un día tenemos que librar una guerra, os quedaréis desnuda, porquehabréis de sujetarmuchos jirones de vuestro vestido a las lanzas de loscaballeros.LoshombresrieronyunaoleadadeternuraseapoderódeElizabethal

verqueBrianbromeabaconlosdemás,relajadoysintemor.Hacíatiempoque sus risas no daban paso a los ataques de tos; gracias a que comíamejor y trabajaba en un lugar seco y tibio se había curado de suenfermedad, había aumentado de peso y volvía a asemejarse a aquelanimadoeintrépidotrovadordelqueseenamoró.La propia Elizabeth había recobrado su deslumbrante belleza: sus

cabellos brillaban, sus ojos lanzaban chispas y una luz interior parecíailuminar su piel.Así que no resultaba sorprendente que incluso el viejoDick coqueteara con ella cuando un sábado de abril Doug y Briancabalgaron hasta la mina para ayudar a pesar y clasificar la plata y elplomo.Eraun luminosodíadeprimaverayElizabethayudabaaAnnaaelaborarcerveza,acarreabaleñayaguadelafuente,yunaromaespeciadoa lúpulo ymalta la envolvía. Llevaba el cabello sujeto en la nuca, peroalgunosmechonesflotabanentornoasurostroy,unavezmás,parecíaunelfoatareado.—¡Claro que te convertirás en la reina de la primavera! —exclamó

Dick,tomándoleelpelo—.Todosopinanqueereslamásbonitadelvalle.Elizabethsonrióhalagada,peroluegofruncióelceño.—¡Pero aunque fuese la más bella de toda la comarca no podría

encabezarlaprocesión!—replicó—.Porqueestoycasadaytengounhijo,y la reina de la primavera debe ser virgen. ¿Qué os parece la hija delseñorArnold,elherrero?¿OlamayordelasJefferson?—¡Lapequeñade losJeffersonesmás tontaqueunavacay lahijade

Arnoldesbizca!—respondióDick.Elizabethsoltóunacarcajada.—Esonotieneimportancia,alcontrario:ambascircunstanciasdebieran

ayudar a que el primero demayo lasmuchachas sigan siendo vírgenes.¡De lo contrario los viejos dioses se enfadarán! —dijo y lo amenazójuguetonamenteconeldedo.—¡Bah,quémeimportanlosviejosdioses!—gruñóDick—.Peroyohe

deinaugurarelbaileconlareinadelaprimaveraynomegustanadaqueunadeesaspequeñaspalurdasmepiselospies.Entre tantoElizabeth había visto queDoug yBrian se aproximaban e

hizounareverenciaanteelconde.EntoncesselevolvióaocurrirunaideaylanzóunamiradachispeantetantoaDickcomoasuseñor.—Puedo seguir a la reina como primera dama de la corte y vos

convenceréis a milord de que asista a la fiesta. ¡Entonces él tendrá quebailarconlareinayvosbailaréisconmigo!—¿Yunapalurdamepisarálospiesamí?—preguntóDoug—.Muchas

gracias, señora, eso es exactamente comoyome imaginé la fiesta de laprimavera. ¿Qué opinas,Brian, no crees que ha llegado elmomento decastigaratuesposaporserunalenguaraz?GuiñóunojoaElizabeth,peroapenaslogróconservareltonojocoso.

Su aspecto lo excitaba demasiado: su mirada inteligente y burlona, suslabios suaves siempre sonrientes, su piel sonrosada y acalorada trasacarrear agua y leña y sus pechos pequeños y agitados bajo el ceñidocorpiñodesuvestidoviejoycubiertodemanchas...—Dudo de que esté dispuesta a tolerarlo—respondió Brian con una

sonrisa—. Sabéis que es una hechicera, y yo no tengo ganas deencontrarmeenelestanqueconvertidoenrana.—Antelaamenazadesemejantedestinoprefierobailarconlapalurda

—declaróDoug—.Además,habrámásdeunbaileenesanochedemayo.Elizabethledevolviósumiradaardienteconunadeinocente,lesonrió

ehizounagrácilreverencia.—Similordmehonrainvitándomeabailar,aceptaré,claro.¿Porquénohabríadebailarconél?Briannotendríaocasióndebailar

con ella porque estaría tocando la fídula. Elizabeth se dijo que no teníaimportancia,perolaideadequelosfuertesbrazosdeDouglaestrecharanduranteelbailehizoqueuna repentinadebilidad seadueñaradeella,unhálitopecaminosodeternuraydeseo.Sucaballerodelaluzbailaríacon

ella como un hombre corriente. Elizabeth percibió el peligro, peroreprimiólaidea.

Ydurantelaprocesióndemayopusolacoronadefloresalaexcitadahijadelherreroysiguióalamuchachayasusrisueñasamigashastalospradosfloridosdelantedelaaldea.Hacíabuentiempo,asíquelosviejosdiosesnoestabanenfadados,talcomoElizabethhabíacomentadoentonopícaro, y las mujeres encontraron abundantes flores multicolores paraformar coronas y disponerlas en la cabeza de las personas y de losanimales.Congranestoicismo,Cougartoleróqueunaniñamuypequeñadecorara su cabestro con flores, pero por fin solo lo logrómediante laayudadeElizabeth.AlhacerloseacercóaDougyélpercibiósufraganciaaheno,primaverayalegríaanticipadaporlafiesta.Lasfloresquellevabaen la cabellera aumentaban el encanto de su rostro, su nuevovestido defiestarealzabasufiguradelicadaperocurvilíneaysuprofundocolorazulaumentaba el brillo de sus ojos. El pequeño prendedor —que Doug,finalmente, le había devuelto— resplandecía en el escote. Doug a duraspenas pudo evitar robarle un beso, al igual que tantos otros hombrescuyos animales ornabaunade las traviesasmuchachas.Perodeningunamanerapodíahacerlo;éleraelcondeynopodíadejarseir.Noobstante,laideadeasistiralafiestadelanochelollenabadealegría;soñabaconestrecharaElizabethentresusbrazos,aunquesolofueraduranteunbaile.Demomentodebíaofrecerelbrazoalapequeñareinadelaprimavera,

quenoeraunapalurda,desdeluego,sinounamuchachadulcedecabellosrubioplatino.Másquereducirlo,elbrilloplateadoaumentabasuatractivo,pero la pequeña era tan tímida que al principio apenas osó moverse ydurante los primeros pasos de baile acabó pisándole los pies. Parecíadesearquelatierralatragara,perocuandoDougselimitóasonreírleconcordialidad olvidó sus temores y dedicó el resto de la velada acontemplarloconmiradaarrobada.Porsuparte,DougnologródespegarlavistadeElizabeth.Brianinterpretabadanzasrápidasysubonitamujervolaba de unos brazos a otros.Doug temía delatarse si bailaba con ellaante todo el mundo; temía que su amor y su anhelo fueran demasiadoevidentes. Al borde de la pista de baile estaban sentadas Anna y otrasmatronasdelaaldea:segeneraríauninterminablecotilleosiélcausabalaimpresióndealbergarpensamientosimpúdicosporElizabeth.Perocuanto

más tarde se hacía, tanto más se reducía el número de bailarines en lapista. Los aldeanos habían bebido abundantes pintas de cerveza y lamayoríadeellospreferíanseguirbebiendoconsusamigosantelaslargasmesas a seguir brincando en la pista solo tenuemente iluminada. Conmirada suspicaz, Anna y sus amigas solo se dedicaban a observar lasparejitasqueseamartelabanalbordedelapista.Sin embargo, Elizabeth seguía girando al compás de la música en

brazosdediversosbailarines;eracomosiquisieraseguirbailandotodalanoche.PerocuandoDougseacercó,Rob,sucompañerodebaileenaquelmomento,lasoltódeinmediato.—Bien,¿quéhaydemibaile?—Creíqueyanomeinvitaríais.Elizabeth locogiódelbrazoyvolvió su rostro sonrienteyacalorado

hacia él. Doug no pudo controlarse y, con gesto cariñoso, le quitó loscabellosde la frente.Ella lodejóhacer,unbrillo travieso seasomabaasusojos;tambiénhabíabebidobastantecervezaysuprecauciónsehabíaesfumado.Tal vez no fuese amor lo que reflejaban sus ojos, pero sí uncálido afecto... ymás que un poco de curiosidad. Se acurrucó contra elbrazodeDougcontotalnaturalidad.Eljovenlasosteníacomosiellafuesemuyfrágil.Nadadebíaestropear

el hechizo, ningún movimiento demasiado apresurado, ni una palabrademasiadosonora.La jovenseadaptóasuritmosinelmenoresfuerzo;flotabaasulado,suscabellosrozaronelrostrodeélysumanopequeñaytibia reposaba en la suya. Se dejaba conducir y presionaba sus fuertesdedos,sedejaballevarporélypermitíaquelahicieragirarenelaire.Ycuando el baile lo exigió, por fin le rodeó el cuello con los brazos,presionólacaracontraelpechodeDoug,aspirósuvibranteproximidad,volvió a soltarlo y se dejó llevar por lamúsica. Por primera vez, él lerodeó el cuerpo y disfrutó de su flexibilidad, sus formas firmes yredondeadasqueinclusosincorséparecíanfinasydelicadas.Lacogiódelacintura,tandelgadaquecasipodíarodearlaconambasmanos,yrozólaembriagadoraredondezdesuscaderas.Ellanodespególamiradadelosojosdeél,unamiradaqueexpresabaunaalegríapurayluminosacausadapor la armonía de sus movimientos. No reflejaba el ansia sofocante einsaciabledeLissiana,no;losojosdeElizabethsoloreflejabanternurayamor. Ella amaba la vida, su familia y sus amigos, y de algún modotambién a aquel hombre que la rodeaba con los brazos con extraña

firmeza,comosiestuviesendestinadoselunoalotro.Cuandolamúsicaporfinseapagó,ElizabethyDougseencontrabanal

borde de la pista de baile, a la sombra de un olmo gigantesco quepredominabasobrelaplazadelaaldea.Nadielosveía,nadieobservóqueDoug, como si estuviera embriagado, presionó los labios sobre la bocasonrientedeElizabeth.Ellanopareciósorprenderse,sinoqueledevolvióelbesoconunanaturalidadqueloconmovió.Asíqueellatambiénhabíasentidoesauniónhechizantedepensamientos,latidosycuerpos.Yesoqueno intercambiaron un beso apasionado y voraz, sino que más bien seofrecieronunamutuayperfectadespedidadelbailecuyosarabescos loshabíanunidoyvueltoa separar.Los labiosdeElizabeth sabíanamielyvino. Su lengua devolvió las caricias de Doug lenta y placenteramente.Cuando por fin sus labios se separaron, ella deslizó los suyos por elmentónyelcuellodelcondeantesdeapoyarlacabezacontrasuhombrocomounúltimomovimientodeladanza.Duranteuninstantepermanecióapoyada contra él y se sintió a salvo y protegida, como si hubieseregresado a casa. Pero entonces volvió a la realidad y, casi confusa, seapartódeDougylelanzóunamiradaincrédula.—Supongo...supongoquesololohemossoñado—dijoenvozbaja.Dougtendríaquehaberasentidocortésmenteyhaberlaconducidofuera

delapista,peroestabaexcitado.Élnolohabíasoñado,noesavez:esavezhabíaocurridodeverdad.Temblando,apoyólasmanosenlosantebrazosdeellaylaobligóacontemplarlo.—Nohasidounsueño,Elizabeth.Almenosnohaymotivosparaquelo

sea. Esta noche podría ser una noche mágica. ¿Es que no lo ha sidosiempre? ¿Acaso hace cien años la procesión de mayo no estabaconducidaporunasacerdotisadelaviejadiosaquedespuésyacíaconelreyparabendecirlatierra?LosojosdeElizabethsedistendieronyélcreyóverunachispadedeseo

yquisoabrazarla,peroellaseresistió.—De eso hace más de cien años, señor. No hablemos de tiempos

oscuros.—¿Eran tan oscuros? ¿Es que no siempre se consideraba una buena

señalsielseñordelacomarcayacíaconlareinadelaprimavera?¿Sisusimientehumedecíalatierra?Dougqueríabesarlayrealmenteunirseconelladeesamaneraantigua

yarcaica.

—Despuésamenudolaspequeñasvírgenesdebendehaberhumedecidolatierraconsuslágrimas—replicóElizabeth.—Pero tú no eres virgen. No pasaría nada, nada irremediable... Solo

sería el hechizo de una noche. —Doug la aferró con fuerza, anhelabavolver a besarla—.Entonces...—balbuceó—en aquellos tiempos antañopodríahaberteforzado.Elizabeth lo miró directamente a los ojos. Su mirada expresaba

disgusto,perotambiénausenciadetemoryconunmovimientoserenosedesprendiódesusmanos.—Hoytambiénpodríaisforzarme—dijoconsuvozcantarina—.Amí

o a la pequeña reina; y a todas las muchachas de la aldea. Nadie osdemandaría por ello, quizá la mujer ni siquiera osaría hablar de ello,pero...perovosnoloharíais.Nosoisasí.Soisunbuenseñor.Entoncesseapartó,saliódelasombradelolmoalaluzybuscóconla

vista a Brian, que volvía a tocar la fídula. Doug quedó atrás, con unapunzada de vergüenza en el corazón, pero en el fondo se sentía máshalagadoyreconfortadoquerechazadoydespreciado.Eraunbuenseñor.YElizabethunabuenamujer.Aquelbesonolocambiaría.Dougloguardóensucorazón.

13

Tres días después otra fiesta de primavera aguardaba a Doug. Paracelebrar el regreso de su hija, lord Blaemarvan había organizado unbanquete al que no solo fue invitado Doug, sino también lord ArmandDaguerre de Birchrock, su vecino quemoraba en un castillo situado aloeste. Si bien la perspectiva de volver a ver aLissiana le resultabamuypocoatractiva,sealegrabadepasarunaveladaconArmand,alquehabíaconocido en la desdichada campaña militar, donde había aprendido aapreciarlo.EraoriundodeBretañaycomocaballeroandantehabíavistomuchomundo, hasta que por fin logró conquistar el amor deElinor, laherederadeBirchrock.Apartirdeentoncesgobernabaelcondado juntocon Elinor para satisfacción de todos; ella había alcanzado la medianaedad y era madre de seis niños vivarachos. Después de la velada enBlaemarvan,DougcabalgaríahastaBirchrockconArmand,que le rogóque lo aconsejara acerca de unos asuntos relacionados con su mina deplata.—Loignorotodosobreminería—declaróelconde,valienteguerrero

y experto administrador de fincas— y de niña Elinor solo se dedicó ajugarconmuñecasenvezdeocuparsededescubrirvetasdeplata.Poresodisponemosdedosexcelentescapataces;perocuandoestánendesacuerdosolopuedodirimirelasunto lanzandounamonedaacaraocruz.Ahoraestoyapuntodeabrirotraminayesosdossepeleancomolocosacercadedóndetenemosquecavar.¡Ypuedoperdermuchodinerosicavamosenel lugarequivocadoyel rendimientode laminanobastaparapagar losimpuestos!Al instanteDoug semostródispuesto a prestarle ayuda, por supuesto.

Pensóen llevarseaBrianconsigo,perodespuéscambióde idea.HabíansegadohenoenCaernonyaguardabanquelosarrendatariosaportaranlosprimeros tributos. Si Brian no los anotaba enseguida la contabilidadresultaríatancaóticacomoelañopasado.

Así queDoug cabalgó aBlaemarvan solo, acompañado porCharly yacuciadoporpensamientoslúgubres.Cuantomásseacercabalafechadelaboda,tantomásinquietanteleresultabalaideadecasarseconLissianaytemblabapensandoenloscambiosqueseproduciríanensuhogar.Habríadisputas porque con toda seguridad ella insistiría en instalar su propiomayordomo en el castillo. Era verdad que el viejo Francis era bastanteimpertinente,Dougnolonegaba,perogobernabalacasadesdehacíamásdetreintaañosysilodespedíansesentiríamuyafectado.AdemásestabaCharly. El rechazo entre el caballerizo y Lissiana era mutuo y casipalpable,yellatambiéninsistiríaenqueDouglodespidiese.Encima tenía problemas de dinero porque el duque de Glenmorgan

efectivamente había aumentado los impuestos. Doug aún no habíainformadoa sushombresparanoestropearles la fiestade laprimavera,peroseveríaobligadoaincrementarelrendimientodelaminayelpreciodel arrendamiento de las granjas. Y también debía ahorrar en laadministración del castillo, lo cual, evidentemente, le resultaba ajeno aLissiana.ClaroqueacababadeirdecomprasenLondresyconfióenqueellofuesesuficiente,peroalalargalosometeríaapresiónpordinero.Sialmenoselcorazónlelatieramásdeprisaalpensarenella,alrecordarsucuerpo,perotraselúltimoencuentroenelbosquesesentíainvadidoporuntemordifuso,comosidesearaLissianafuesepeligroso.Almenossuaspectocasilodejósinaliento.EntretantoLissianaparecía

habersevueltoaúnmásbella.Susoscuroscabellosrizadosleenmarcabansucara,sutezerablancacomolanataycuandoDougdepositóunbesoensu mejilla, esta olía a leche y miel. Los labios eran de un brillante yhúmedocolorrubí,ylosojossobresalíansobresusrasgosconunfulgorenelquesemezclabanelcandorylatravesura.—Osheechadodemenos,milord—susurróalhacerunareverenciay

tenderlesumanoblancacomoelalabastro.Talcomoseesperabadeél,Douglacogióylabesó.Susmanoseranaúnmássuavesytersasquehacíaescasassemanas:las

doncellas inglesas debían de haberlas lavadoy cubierto de ungüentos, yseguroquehabíanprohibidoalaindómitaamazonacabalgarsinguantes.Llevabaunvestidoalaúltima,demangastanlargasquecolgabanpor

encimadesusdelicadasmuñecas.«Noesunamodaidóneaparamujeresquecambianlospañalesdelosniños,cocinanyelaborancerveza»,pensóDoug.LomásprobableesqueElizabethfruncieraelceñoyacortara las

mangasdeunvestidocomoese.Entoncesantesusojossurgiólaimagendelajovenconagujaehiloenlasmanos,cosiendoelvendajeentornoasu pecho, con rostro serio, dedos diestros y pequeñas puntadas, y sepreguntó siLissianaalgunavezhabríacogidoagujaehilo.Peroabuenseguroquehabíaaprendidoabordar,sobretodotapicesypañosdealtar,otraaptitudinútilenCaernon.Lissiana avanzó con pasos gráciles hasta la mesa junto a Doug. Sus

andares también parecían haberse vuelto más majestuosos, llevaba lacabeza orgullosamente erguida y lanzaba una mirada complacida alapuestohombreasulado.SirArmandyaestabasentadoantelamesaconlordBlaemarvan,disfrutandodeuntragodebienvenida.SaludóaDougdebuenhumor.—Mis respetos, Doug de Caernon. Creo que habéis conquistado a la

jovenmásbelladeestaisla—comentó,inclinandolacabezaanteLissiana—.Haceunmomento,cuandometendiólamanoparaquelabesara,penséseriamenteenabandonarmicasaymicastilloparahacerlelacorte.Dougsoltóunacarcajada.—QuenoosoigaladyElinor;delocontrariopodríaencerrarosenuna

de vuestrasminas para que, por fin, aprendáis algo deminería. Porqueseducirmujereshermosasyasabéis.—Soyuncaballero,milord,nountopo—declaróArmand,provocando

las risasde todos—.Ysinomequedamás remedio, incluso sé tocarellaúd,peroellonoenriqueceríaestavelada,creedme.

LordBlaemarvanhizoservirmanjaresexquisitosyDougcompartiósuplato con Lissiana, tal como solían hacerlo los prometidos. Ella solotomabadiminutosbocados;quizállevabauncorsétanceñidoqueapenaspodíatragar,peroreíaybromeabademaneratanencantadoraeinocenteque las dudas y los temores del conde poco a poco comenzaron adesvanecerse. Bajo la sedosa luz de las velas que iluminaban la mesa,todas sus preocupaciones le parecieron exageradas, surgidas a partir delas absurdas predicciones de Charly. Lissiana no eramalvada, solo unamuchacha un tanto díscola y consentida cuyo carácter impetuoso seserenaríaunavezquegobernarasupropiohogar.Traslacenasepararonlasmesasdejandolibreunespacioparalosmúsicosylostrovadores.Alprincipio, Doug se sorprendió, pues, por lo general, solo contrataban

bailarines y músicos para las reuniones muy formales. Pero con gransatisfacciónlordBlaemarvananuncióunasorpresa.HacíavariosdíasqueRegisdeDevon,uncaballeroandanteycelebradotrovador,parabaenelcastilloysehabíamostradodispuestoaalegrar laveladaa los invitadoscon su arte. Le rogó al joven, que había participado en el banqueterodeado de los caballeros, que diera un paso adelante y tocara el laúd.Regis lo complació de inmediato. Era un caballero apuesto, de miradaardienteylargosrizosnegros,lavivaimagendeuntrovador.SeinclinórespetuosamenteanteLissianayleentregóunarosaroja.—Séqueun liriohubiese resultadoun regalomásacordeconvuestra

inocenciayvuestroencanto—dijoconvozprofundayvibrante—,perosehubiera marchitado de vergüenza al intentar competir con vos. Así queescogíunarosa,quepalideceráantevuestrabelleza.Lissianasonrió,halagada.—Si no estuvieras sentado ami lado, podría habermuerto por él—

susurró—.Suvozmepenetraporcompleto,escasicomosimetocarapordebajo del vestido. ¿Es que tú no lo notas?—dijoLissiana, y tanteó loscordonesquesujetabanelpantalóndeDoug.Tiró de su camisa y sus dedos le acariciaron el vientre con tanta

suavidad que realmente parecía la vibración causada por lasconmovedoraspalabrasdeunacanciónounapiezamusical.Dougintentóreprimirlaidea,peronopudodejardepensarenlavozdeElizabethylamelodíadelafíduladeBrian.Entre tanto,un tañedorde fídula sehabíaunidoal joven trovador: sir

JohndeScotland,unhombrerubiodelastierrasaltastanapuestocomoelprimero,peropocodadoacoquetearconlasdamas.Encambio,lanzabamiradas abrasadoras a sir Regis, que el joven moreno le devolvía conconsiderable precaución. Doug frunció el entrecejo y lanzó unamiradainterrogativa a sir Armand; el mundano bretón se la devolvió conexpresiónelocuente.Mientras tanto, sir Regis comenzó a tocar el laúd y sir John lo

acompañabacon la fídula.El trovador entonó lashabitualesbaladasquehablabandel corajey laspenasdeamordevalientes caballerosybellasmujeres.DougnoleprestómuchaatenciónporquelosdiestrosdedosdeLissiana lo mantenían ocupado. Finalmente, la rodeó con el brazo ytambiénlaacarició:lerozólassienesconloslabios,lelamióellóbulodelaorejaysumergióel rostroensusperfumadoscabellos.Peroentonces

RegisentonóunacanciónqueatrajolaatencióndesirArmand,quehastaentoncessehabíarepantigadoensusillónconactitudrelajada,yseinclinóhacia delante con expresión casi alarmada. Doug apartó la mano deLissianadesucamisayselallevóaloslabiosaltiempoqueescuchabalabalada,quealprincipiosoloparecíaunahistoriadeamorabsolutamentetípica. Trataba de un joven duque que se consumía de amor por unamuchachadel pueblo llano.Fueperseguidoydesheredado, sin embargotodoesonoredujosupasiónyacabóporperdersuoroysustierras,perosucorazónhalló laverdadera riquezay lamáscompleta satisfacciónenlosbrazosdeunabellísimadama.—Hayque tenerbastantevalorparacantaresoenunasaladelcastillo

deGlenmorgan—afirmóArmandcuandoeltrovadoracabólacanción—.Será mejor que no llegue a oídos del duque, de lo contrario pronto eltrovadornotardaráenlanguidecerentrelasparedesdeunamazmorraenvezdecontemplarbellasmujeres.—¿Qué tiene de tan peligrosa esa canción? —preguntó Doug,

sorprendido—. ¡Solo es una de las acostumbradas historias tontasinventadapor quienes nohande preocuparse por pagar los intereses delosarrendamientosylosimpuestos,sinoquepasansutiemposuspirandoporlasmujeres!Loshombres rieronyalzaronsuscopas.Antesde retomar lapalabra.

Armandpidióqueleescanciaranmásvino.—Nodeltodo,milord.EsacanciónnarralahistoriadeJamesBriantde

Glenmorgan, el auténtico heredero del ducado. ¿Es que acaso no laconocéis?Dougseencogiódehombros.—No suelo recibir a trovadores y, además, estuve ausente durante

mucho tiempo, así que los cotilleos del ducado no llegaron hasta misoídos. Lo único que oí en cierta ocasión fue que decían que Osbert deGlenmorganesunusurpador.—¡Nolodigáisenvozalta!—leadvirtióArmand—.Podríacostarosla

cabezasialguienledijeraquelohabéisacusadodeello.Pero,deacuerdo,oscontarélahistoria.Ellordvolvióainclinarsehaciaatrásyordenóaltrovadorquecallara.

Inclinandolacabeza,RegisyJohnseretiraron,evidentementeinteresadosenescucharlahistoria;puedequelostrovadoresignoraranqueacababandepronunciarversosexplosivos.

—ElviejoduquedeGlenmorganteníaunheredero,elsusodichoJamesBriant. Era un muchacho inteligente y dotado de todas las virtudescaballerescas, pero debilucho y corría el rumor de que ya de niño casihabíamuertoporque teníaelcorazóndébiloalgoporelestilo.En todocaso,nodestacabacomoluchador.Porotraparte,tendíaaserunapersonaequilibrada que ya de joven se encargaba casi a solas de administrar elducadoyhacerloprosperar.Elviejopodríahabersedadoporsatisfecho,peroGeoffreydeGlenmorgan...vos loconocíais,¿verdad,Blaemarvan?Eraunmatónyunbravucónysuhijosuponíaundisgustoparaél.Encimaeljovenseenamoródeunamuchachadelpuebloeinsistióencasarseconella.¡Unescándalo!Armand sonrió.Adoraba contar historiasyunavezmás logróque lo

escucharanconfascinación.InclusoLissianaleprestabaatención,conloslabiosentreabiertos.—Bueno, no es demasiado terrible, ¿no? —dijo Doug—. Se pueden

adoptar algunas medidas; por ejemplo, se adjudica una finca a lamuchachaysesolicitaalreyqueleconcedauntítulosinimportancia,asíseconvierteenladytaloladycualyenunpartidomásomenosconformeasunivelsocial.Hacía poco tiempo había circulado por el ducado la noticia del

matrimonioentreunnobleenviudadoysuamantedehacíaaños.—Claroque sepodríahaberhecho algo—dijoArmand—yen aquel

casoconbastantefacilidad,puestoquealfinyalcabolamuchachanoeralahijadelaputadelaaldea.Alcontrario:elpadreeraelcomandantedelaguardia del castillo y hacía tres generaciones que la familia estaba alservicio de la casa Glenmorgan, así que ni siquiera resultabaimprescindibleinformaralreydelasuntoconelfindeincluirlafamiliaenlanobleza.Peroelviejoduquecarecíadelanecesariabuenavoluntad.Elasuntoleveníacomoanilloaldedoparaapartarasuhijo,puesresultaque en su corte se había criado otro niño,Osbert, un sobrino del viejoGeoffrey al que el crío se parecía: un matón, un gran luchador y untozudo,comosutío.IgnoroquépensóGeoffrey,talvezqueríacastigarasu hijo o quizá confiaba en que la competencia despertaría el espírituguerrerodeBriant.Entodocaso,prohibióelmatrimonioycuando,peseaello,elmuchachosecasó,aprovechósu«malcasamiento»paraconcederlalugartenenciadelducadoaOsbertynoaBriant.Yelviejoemprendióunacruzada.

—¿Quécruzada?—preguntóDoug—.¿Esqueaúnsehacen?—El viejo Geoffrey nunca dejaba pasar la oportunidad de partirle el

cráneo a otras personas. Briant, por el contrario, huía de lasconfrontaciones, también con Osbert. Cogió a su joven esposa y semarchó a Sicilia. Supongo que hacía tiempo que mantenía amistad porcorrespondenciaconelreydeSicilia,otrodeesosestetaseruditos.Seguro que en Sicilia ya tocaban la fídula y se podían comprar

instrumentosyestudiarelartedelamúsica.Yseguroquelareinadirigíaunacortegalanteenlaquelasmujeresylasmuchachaspodíanmantenerinteresantes conversaciones con los caballeros y coquetear con ellos.BriantdeGlenmorgan,BriandeGlenavon...UnpeligrosopresentimientobrotóenlacabezadeDoug.—Pero nadie había contado con que los sarracenos también sabían

blandir una espada. Geoffrey de Glenmorgan y toda la extraña cruzadaque algún fanático emprendió contra Jerusalén fracasó estrepitosamente.El viejo duque murió y, cuando la noticia llegó hasta Sicilia, Briantregresóacasaparahacersecargodesuherencia.Apartirdeesemomentola información se vuelve borrosa, ya que se filtra a través de loscaballeros de Osbert, que se cuidarán de provocar la ira de su señor.Segúnloqueheoído,Osbertenvióunosesbirrosque,cuandosetoparonconBriant,loacusarondeunrobo.—¿Qué robo?—preguntóDoug,desconcertado—.Elduquenopuede

robarsupropioducado.—DijeronquealpartirrumboaSiciliaenmediodelanochesehabía

llevado el dinero del viaje de la cámara del tesoro y que aquello habíaenfadadoaGeoffreyhasta talpuntoqueenvariasocasiones juróque lodesheredaría. Según otras fuentes, Briant solicitó que el viejo leconcediera permiso para emprender el viaje, algo a lo que no podíanegarse.Peroalparecernolediodineroyentonceselmuchachofinanciósu viajemediante las joyas de sumadre. Sin embargo, su esposa era laúnicapropietariadelasjoyas;y,paravariar,esosíqueestabaregistrado.La anciana duquesa dejó una últimavoluntad en la que legaba todas susjoyasasufuturanuera.«¡Yo no he robado nada!» Las palabras orgullosas de Brian. «¡He

heredadoesteprendedor!»LaexplicacióndeElizabethsobrelaposesióndesuúnicajoya.Pocoapoco,todoempezabaaencajar.PeroArmandnohabíaacabadolahistoria.

—Sea como fuere, los caballeros de Osbert se enfrentaron a Briantantes de que con su esposa alcanzaraGlenmorgan.Hubo una lucha y elduquemató a uno de los caballeros. Una historia trágica: al parecer, elmuchachotambiéneramiembrodelafamiliaysiemprehabíaestadomuypróximoaBriant.Además,eracasiunniño,peroyasabéisloquesucede:undoncelpierdelosestribos,seenfrentaauncaballerosinalzarlaviseraypierdelavidaenvano.Estriste,peroocurre.—Creíqueel talBriantera lamentableenelcombate—comentó lord

Blaemarvan—.¿Cómopudolibrarsemejantepeleaynosucumbir?—Pese a su contextura debilucha era diestro. —Armand bebió otro

tragodevino—.Erainteligente,unestrategagenial;inclusocombatióconéxitoenunparde torneos.Vos losabéis,Blaemarvan:enundueloentredos caballeros expertos la fuerza resulta determinante con excesivafrecuencia.Elprimeroencansarsecometeunerror,pero inclusoelmásdebiluchoescapazdeacabarconundoncel,porqueenesecasovencenlaexperienciaylatécnica.—Pero es imposible que Osbert enviara un doncel a enfrentarse con

Briantasolas—dijoDoug—.¿Quépasóconlosdemáscaballeros?Armandseencogiódehombros.—No lo sé. Algunos rumorean que los dejaron escapar. Como en la

canción,aunquenoenhonoralamorcortés,sino,másbien,paranoiralinfierno como asesinos de un duque. Pero si queréis sabermi opinión,creo que lo mataron o que todavía languidece en las mazmorras mástenebrosas de Osbert. Opino que la orden de detener a Briant era unaestrategia:Osbertlohacebuscarcomoasesinoyladrón,ycuantomásseprolongalabúsquedatantomásprontoelasuntocaeráenelolvidoylaspersonas acabarán por creer que el hombre era un delincuente. En todocaso,elhechodehaberhuidovaensucontra.Y,almenosoficialmente,Osbertnotienelasmanosmanchadasdesangre.—Perotambiénpodríaestarconvida—sugirióLissiana.—Puedeser,milady—aceptóArmand,asintiendo—,peroenesecaso,

¿dóndeestá?Si sehubieseabiertopasohasta algunacortedeaquíodelextranjero, el hecho habría salido a la luz y desde donde quiera queestuviera podría haber presentado sus exigencias sobre Glenmorgan. Sihubieseinformadoalrey,reunidoelconsejodelospares...—¿Hubiera podido albergar perspectivas de éxito? —preguntó

Lissiana,jugueteandoconsupesadocollardeoro.

Armandsefrotólanariz.—Yolohubieraapoyado.Yseguroquetambiénvuestropadre,Doug.Y

susposibilidadesaumentancadavezqueOsbertsubelosimpuestos...—¡Pero Glenmorgan necesita un gobernante fuerte! —exclamó

Blaemarvan—. No podemos permitirnos que un debilucho encabece elducado.Armandseencogiódehombros.—¿Acaso he pasado por alto un par de tribus bárbaras que amenazan

con invadir nuestras costas?—preguntó en tono burlón—.E incluso enese caso no sería necesario que el duque los arrojara al marpersonalmente.Muchosgrandessoberanosnoluchabanenelcampo.Porotraparte,noséquéopináisvos,peroyosuelopreferirundiplomáticoaalguienquequierecombatirenmediodelfango.Doug se rio con ganas. La insinuación acerca de la última campaña

militar deOsbert eramuyde su gusto.Ese hubiera sido elmomentodehablar de Brian y de Elizabeth, pero la precaución hizo que guardarasilencio. En todo caso, el asunto no debía ser debatido ante todos loscaballeros reunidos;sipretendíahablardeellodebía limitarseahacerloconArmandyBlaemarvan,ypedirleslamáximadiscreción.Peroalgolofrenaba:ningunodeellosestabasobrio.Blaemarvanparecíaindecisoynoera muy inteligente. Puede que una buena relación a corto plazo conOsbertleresultaramásimportantequeelbienestarylapazalargoplazo,bajounduquemássensato.TalvezhablaríaconArmandaldíasiguiente,quizá también,primero,conBrian. Juntospodrían idear lamaneraen laque el auténtico duque pudiese recuperar su puesto y su dignidad. ParaDoug,elpreciosuponíaperderaElizabethparasiempre.Entre tanto,Regis deDevonhabía vuelto a cantar y todos escucharon

susbaladas.LissianarestrególacabezacontraelhombrodeDoug,perose guardó las manos. Durante la narración de Armand se había hechollenar la copa varias veces.Debía de estar cansada porque unmomentodespuéssorprendióaloshombressolicitandoquelepermitieranretirarse.Doug también tenía otras cosas en la cabeza y no prestaba mucha

atenciónalasconversacionesenlagransala,y,encuantoconsideróquenosuponíaunafaltadecortesía,éltambiénsepusodepieseguidoporlamiradairónicadeArmand.—Lasalasdelamorgalantelollevanhaciaella—citaba,bastanteebrio,

unaestrofadelaúltimacancióndeltrovador—.Quelafortunaossonría,

milord.—¡Yavasiendohora!—gruñólordBlaemarvan—.Nodebedesvirgarla

antesde laboda,desde luego,peromegustaríaquedemostraraunpocomás de pasión. En los últimos meses nuestro lord Caernon se muestraindiferente. Ningún regalo, ninguna insistencia... Pero Lissiana quierecasarseconél,estáabsolutamentelocaporél.Yesoqueelduquetambiénqueríacortejarla.

Doug suspiró. Hasta hacía escasos meses la idea de conquistarla lohubieraimpulsadoaabandonarlamesatemprano,peroLissianaapenasloatraía.Eracurioso:cuandoestabajuntoaélnotardabaendominarlo,perono era la mujer con la que soñaba. Era incapaz de despertar anhelo ypasión, como solía hacerlo la contessa. ¿Y amor? ¡Tenía que olvidar aElizabeth! ¡La duquesa de Glenmorgan estabamuy fuera de su alcance;engañarasuseñorfeudaleraimpensable!Sumidoensuspensamientos,Dougentróenlosaposentosquelehabían

asignadoy se quitó el jubón en cuanto pisó el vestidor.El ambiente eracálido,yaquelaschimeneasestabanencendidaspesealclimatempladodeprincipios de primavera. Doug quiso encender una vela, pero entoncesnotóquelaluztitilantedeunadocenadevelasyailuminabasualcoba.—Pasa, pero primero quítate los pantalones. ¡Quiero verte en toda tu

belleza!Lavoz,roncayseductora,proveníadelacama.Lissianasedesperezó,

solocubiertaporunhálitode sedaverde.Másqueocultar subelleza, elcamisónlarealzaba,lospechosabundantessedestacabanpordebajodelasedaquecubríasuvientreplanoysusredondeadascaderas.Doug registró su belleza como si fuese una estatua de mármol: una

criatura perfecta creada por un artista. Y ella lo aguardaba, esa vez seentregaríaaélporcompleto.—Todasesascancionesdeamormehanabiertoelapetito.Hoyquiero

explorar las orillas de la voluptuosidad por completo, quiero sentir elembatedelasolasdelapasión.Ven,miamor,quehoyseanuestranochedebodas.Tequierodentrodemí,heesperadodurantedemasiadotiempo.Lissiana separó las piernas y le ofreció su cuerpo. Doug percibió el

acostumbradopalpitardesumiembro,queesaveznonecesitabaocultar.Sequitólospantalonesy,complacida,Lissianacontemplósulanzaerecta.

—Venaquí—susurró.Dougsetendióasuladoylabesó.Sabíaqueaúnnoestabapreparada,

pormásqueseleofrecieraconexpresiónlasciva;yahabíainiciadoamásdeunavirgenenlosjuegosdelamor.Leacariciólabocaconlalenguaylos pechos con lasmanos, depositó pequeños besos en el cuello y soltólentamentelascintasdelcamisónmientrasellayagemíadeplacer.Dougdejó salir los pechos; al instante sucumbió ante la perfección de lasblancasysuavescolinascoronadasporlascimassonrosadasyerectas,ylas chupó. Los dedos de Lissiana se clavaron en su espalda, arqueó elcuerpo y soltó una suerte de ronroneo al tiempo que él masajeaba suvientreplano,peroseductor,consuavesmovimientos.Doug debería consumirse de placer, pero más bien era como si

observaraaunaparejatendidaenlacamacomounespectadorajeno.LossalvajesmovimientosdeLissiananoloexcitabanysuabsolutodesinterésporun juegoamoroso lentoy tierno leresultabadesagradable.Losojosde Lissiana se estrechaban cada vez más en su rostro crispado por lalascivia.Eracomounagataencelo,y,siélnoestuvierajuntoaella,quizáserestregaríacontralaspiernasdeljoventrovador.Dougapoyóunapiernaenelcuerpodeella.Habíallegadoelmomento,

podíapenetrarlaycelebrareltriunfosobresuvirginidad.Dougsedispusoadeslizarseencimadeella,perolapalpitaciónyladurezahabitualesdesumiembrovirilsehabíandesvanecido.Alarmado,bajólavista,contemplósucuerpoyenrojeciódevergüenzayespanto:suvehementeereccióndehacíaunmomentohabíadesaparecido, su lanzaestaba fláccida.Doug sepusoapensarfebrilmentesindejardeacariciaraLissiana.Hacíaratoquela muchacha estaba preparada, había explorado el portal de suvoluptuosidad con los dedos: estaba húmedo y caliente, dispuesto aacogerlosiélhubierapodidoembestir.Dougprocuróconcentrarse.Hastaentoncesnuncahabíafracasado:antelasedosapieldeunamujer,suaromay su disposición, su lanza se erguía con rapidez una y otra vez durantetodaunanoche.Peroprecisamenteesedíanoocurríanaday,mientrasélcontinuaba acariciándola y avivando su excitación, trató de pensar enLetizia,labellacontessa,oenConsuelo,labailarinadelasoleadaSevilla.EnErin,unarosairlandesaqueacudióasulechotrasservircervezaenelpub; aún era virgen y él no quiso tomarla, pero ella le suplicó que leregalaraesanoche.PensóenMadeleine,unapequeñaysofisticadacriaturaque, además de advertir a los caballeros respecto de las virtudes

caballerescas, había aprendido otras cosas en una corte galante deProvenza. Todas suponían un recuerdo maravilloso y se emocionó alrecordarlas, pero su verga seguía fláccida. Elizabeth. Si pensaba enElizabeth, en el halo rubio rojizo de rizos resplandecientes que laenvolvía, en su rostro de elfo apoyado contra su pecho, en sus andaresdanzarines...Notóquesu lanzavolvíaapalpitary tratódepensarensusojos,ensumiradachispeanteyensurisa,perolamiradadelamujercuyaimagenseleaparecíaparecíaperforarloycreyóoírlareprimendaensuvoz.¿Reprimenda?¡Tonterías!Unadamaseapartaríadeélparasiempreporloqueestabaapuntodehacer.Uncaballeroqueconvocabalaimagendeladueñadesucorazónparafingiramoraotra...Seincorporó.—Talvez...talveztodavíadebiéramosesperar,Lissiana...Lissianaabriólosojos,queanteshabíacerradoenanticipacióndelos

placeresvenideros;parecíaperplejaydecepcionada,perotrasdeslizarlamiradahaciaabajosucaraadoptóunaexpresiónburlona.—¡Nopuede ser! ¡Mi hombremaravilloso,mi caballero de la afilada

espada, cuya arma se marchita y flaquea en cuanto ha de entrar encombate!¿Osocurreamenudo,DougdeCaernon?¿Poresocadavezquedeseojugarconvoscasihedearrastrarosalacama?Dougquisodecirlequeeralaprimeravezquelesucedía,peroellano

lecreería.Lissiana,conexpresióndesdeñosa,observócomoocultabasusvergüenzasconlamano.—¿Oacasoellatambiénosembrujóavos?¿Vuestrapequeñahechicera

pelirrojaquesiemprequieresermásdeloqueparece?¡Puesentoncesidconella,milord,porqueyoestoyhartadevuestrasexcusasydevuestradebilidad! ¡Ahora todo encaja: os negáis a montar un purasangre, noqueréisverarderaunabrujaenlahogueraysoisincapazdeamaraunamujer!¿Deverdadcreéisquedeseocompartir el lechomatrimonialconuncaballerotanpusilánime?Sepusodepieynisiquierasemolestóenvolveraanudarlascintasdel

camisón. En vez de eso se envolvió en una sábana y se dispuso aabandonarlahabitación.EntoncesDougrecuperóelsentidocomún.—¡Nopodéisrecorrerlospasillosdeesaguisa,señora!Elbanqueteya

debedehaberllegadoasufinyelcastilloestállenodecaballerosquesedirigenasushabitaciones.¡Debéisvestirosdecentemente!—¿Ah, sí? ¿Debo hacerlo? ¿Acaso creéis que todos los caballeros

excepto vos dejarían de admirar mi figura? ¿Que no estarían muy

dispuestosaenvolvermeensumantoparaconducirmeasucastillo?Puesyoyatengouncastillo,lordCaernon,yestanochequizáaúnsemeocurraofrecérseloaunhombredeverdad.¿QuéospareceRegisdeDevon?¿Osapeteceríacomovecino?¡Estoyseguradequeélnofracasará!Lissianaechólacabezahaciaatráscongestoarrogante.Eramuybella,

pero cuandocerródeunportazo a sus espaldas,Dougno se arrepintió;soloexperimentóuninmensoalivioqueborrólavergüenzadesufracaso.QueseentregaraaRegisdeDevonsiesoera loque leapetecía.Seguroqueno sería el peorde los vecinos.Al finy al cabo sehabíadestacadocomocaballero,sibienentendíatanpocodeminasdeplatacomoArmandy,segúnleparecíaaDoug,manteníaunvínculodemasiadoíntimoconelque lo acompañaba con la fídula. Pero a lo mejor Lissiana lo hacíacambiardeparecer...Doug se dejó caer en la cama, vencido por el cansancio. No se

celebraríaningunabodayporprimeravezenmuchosmesesconcilióelsueño,unsueñoapacibleysinpesadillas.

PeroLissiananofueenbuscadeRegis.Suirasedisipóconrapidezyella era una mujer demasiado fuerte y ansiosa de poder como paraentregarseauncaballeroandante.GobernarCaernonyBlaemarvanjuntocon Doug hubiera satisfecho, en parte, sus ansias de poder. De día, elcondado que le proporcionaba riqueza; de noche, el hombre que lahechizó desde la primera vez que lo vio. Pero estaba bien: si él no laquería, ella alcanzaría metas más elevadas, sobre todo porque se lebrindabaunamagníficaoportunidaddevengarsetantodeDougcomodesu hechicera.Mejor dicho, de su duquesa. Pero Lissiana deBlaemarvanjamáshincaríalarodillaanteella.Lajovensevistióatodaprisayllamóaunmensajero.—HasdecabalgarhastaGlenmorgandeinmediatoyporelcaminomás

corto.Dirígetealcastilloyhazdespertaralduque.Dialosguardiasqueelasunto no puede esperar hasta mañana y no tengas miedo: tu mensajeagradaráalduqueyquizá teofrezcaunarica recompensa.Asíquehazteconducir ante él y transmítele, ¡solo a él!, el siguiente mensaje: que elhombrequeestábuscandoviveenunasentamientodeminerosdelaaldeade Caernon, protegido por su señor, que lo ha contratado comoescribiente.QueelduqueloencontrarásipreguntaporBrian,elviolinista.

YdilequeLissianadeBlaemarvanleenvíaesanoticia,queessuregalodecompromiso.Quehastaahorasehadejadodeslumbrar,peroqueselohapensado mejor. Que con este mensaje acepta su petición de mano conalegría.

14

A lamañana siguienteDoug se levantómuy temprano y se alegró dequeArmandtambiénquisieraponerseenmarchaloantesposible.AsíquenovolvieronaencontrarseconLissianayselimitaronaencargaralordBlaemarvanquelasaludaradepartedeambos.Dougtampocomencionóel temade laboda.Blaemarvan teníaunaresacaconsiderableynocabíaduda de que se pondría de muy mal humor si en ese momento loinformabade la rupturadelcompromiso.«¡QueLissianaseencarguedeello!»,pensó.Mientras cabalgaba junto a Armand hacia el oeste y cuando por fin

inspeccionó sus minas con él, una sensación de libertad y de alivio seadueñódeDoug,peronopodíaquitarseelasuntodeBrianyelduquedelacabeza,yesolomantuvoocupadodurantetodoeldía.Laexplotacióndelaminadeplataleparecíamuchomenosimportantequelacuestióndelasucesióndelducado,lausurpacióndeOsbertyelpeligroqueaúncorríanBrian y Elizabeth. Había decidido poner su castillo a disposición de laparejaparaquepudieran refugiarsehastaquesecelebraraelconsejodelosparesyelreyfueseconvocadocomomediador.Durante la velada comenzó por poner a Armand y a su esposa al

corriente de la situación.Hablaron a fondo del asunto y, de paso,Dougaveriguó de donde Armand de Birchrock había obtenido sus precisasinformacionessobrelosacontecimientosenGlenmorgan:Roland,suhijomayor, se había criado en la corte del duque y mantuvo una estrechaamistadconBrian.—Roland siempre hablaba de él con mucho afecto —declaró lady

Elinor,unamujertantobellacomointeligentequeparecíasentirungranamorporArmand—.HubieseestadodispuestoaatravesarelinfiernoporBriant, como la mayoría de los jóvenes caballeros. Briant era cordial,justoy tambiénunbuenperdedor.Siunode suscaballeros loderribabadelcaballoduranteunajusta,nuncaseofendíayselimitabaadecirque,en

casodeguerra,sealegraríadetenerloasulado.EsoimpresionómuchoaRoland.YlajovenElizabetheraunamuchachatanencantadora...Rolandlaadorabaymedia corte encubrió aquel amor secreto; debedehaber sidoincreíblementeromántico;todaslasjóvenessueñanconunamorasí.—Siemprecreíquelasjóvenessueñanconqueunmisteriosocaballero

andantepidasumano—dijoArmand,tomándoleelpelo.Elinorrioyleadvirtió:—Esperoquetambiéntemuestrestancomprensivosituhijamayorse

líaconRegisdeDevon.Armandvaciósucopadevino.—Dudoqueselíeconese...—PeroregresemosaltemadeGlenmorgan—propusoDoug,aquienel

joventrovadorleresultababastanteindiferente—.Sisesuponequeeratanapreciado,¿cómohizoOsbertparaapoderarsedeltrono?—Bueno,Osbert también tenía sus seguidores, desde luego—declaró

Armand—.AdemáseramayorqueBriantyquenuestrohijoRoland,yvossabéis loqueocurreentre losdonceles.Losmayoresfastidiana losmásjóvenes y se forman grupitos con mucha facilidad. El maestro armerodebió intervenir, pero resulta que el viejo Geoffrey no lo hizo. Alcontrario:sededicóafomentarelconflicto.YunavezqueOsbertsehizocon la lugartenencia, ¡y encima Briant se retiró!, Osbert tenía todas lascartas en su mano. Roland y sus amigos abandonaron la corte deinmediatoyhoyelcastilloestácompletamenteenmanosdeOsbert. ¡Asíque no imaginéis que resultaría fácil rebelarse contra él! Tendréis queactuar con mucha habilidad y mantener el asunto en secreto durante elmayor tiempo posible. Yo os aconsejaría que primero empecéis porinformaralreyantesdehacersaberaOsbertyalosparesdeGlenmorganque Briant está vivo. De lo contrario no tardaréis en enfrentaros a unconflicto de lealtades: todos nosotros estamos obligados a defender aGlenmorgan con las armas. ¿Qué debemos hacer si Osbert reúne unejércitoparaasediarvuestrocastillo?—¡Confíoenqueenesecaso tambiénpodrécontarconvos,Armand!

—dijoDougentonotenso.—Sí, podéis contar conmigo y también con mis hijos —afirmó el

caballero, asintiendo con la cabeza y apoyando la mano derecha en laespada—, pero ¿qué pasará con individuos como ese Blaemarvan?¿Optará por defender una posición justa pero insegura o preferirá

aprovecharlaoportunidadparaquedarbienconOsbert?

Aldíasiguiente,cuandoDougcabalgóderegresoaCaernon,azuzósucaballo. Charly protestó un poco. Había conocido a una muchacha enBirchrockque legustabamuchoy almenos lehubiesegustadopasar lamañana con ella. Además estaba cansado y escocido tras una nochededicada a abrazos muy placenteros; trotar y galopar durante horas leresultabapesado.Sinembargo,Dougluchabacontraunadifusainquietud,estabaimpacienteeintranquilo.Elcorazónlelatíadeprisaylasmanoslehormigueaban como si estuviera condenado a permanecer de brazoscruzadosaunquealgoloinstaraaentrarenacción.Entonces decidió poner a Charly al corriente del secreto de Brian y

Elizabeth.Significabacorrerunriesgo,pues todoelmundosabíaqueelcaballerizo era un bocazas, pero almenos ciertos habitantes del castillodebían estar al corriente; de todosmodos, cuando Brian y Elizabeth setrasladaranalcastillo,medioCaernonhablaríadeello.SiDougrealmenteoptabapormantener el asuntoen secretonecesitaríaunbuenargumentoqueexplicara la repentinapromociónde suescribiente.En todocaso, laexcitante novedad hizo que el joven caballerizo cambiara de humor;olvidó su enamoramiento y volvió a convertirse en un compañeroentretenido y un astuto consejero. Él y Doug sopesaron diversasestrategias y las horas de la cabalgada transcurrieron tan rápidamentecomolasmillasbajoloscascosdeamboscaballosqueavanzabanaltroteligero.Alcanzaronel castillodeCaernonpor la tarde.Ante lapuertayalosesperabaFrancis,totalmentefueradesí,ytambiénunpardenerviososguardiasquenoseponíandeacuerdoacercadesihabíaqueizarelpuentelevadizoycuándohacerlo.—¿Quédiablosocurreaquí?—preguntóDougentonomalhumorado,

al tiempo que se percataba de la presencia de unos cuantos caballerosarmadoshastalosdientes—.¿Nospreparamosparaunaguerra?Joseph de Milford, uno de los caballeros andantes que pasaba una

temporadaenelcastillo,diounpasoadelante.Eraelhombredemásedadyúltimamentesehabíadestacadocomounexcelentemaestrodedonceles.Dougya sopesaba la idea de instarlo a quedarse.En todo caso, le habíaencargado la supervisión de los caballeros más jóvenes durante suausencia.

—Enrealidadnoocurrenada, señor—contestó, lanzandounamiradafieraaFrancis—.Soloquevuestrocriadoespantalascabalgadurasdebidoaunamuchachaque,supuestamente,huyedeunosesbirros.Nadiesabedequé se trata, pero el señor Francis ensaya la movilización general yvuestros hombres le obedecen como si la orden procediera de vospersonalmente. Porque la muchacha... ¡ay, yo tampoco lo sé, señor,averiguadlo vos mismo! Pero confieso que me alegro muchísimo deveros...—EsElizabeth,milord—lo interrumpióFrancis—.Haceunasnoches

aporreólaspuertasdelcastillohastaquealguienleabrióydesdeentoncesestá sentada ante vuestros aposentos, llorando e incapaz de reaccionar,comportándose como una de las Furias si uno intenta tocarla. Tampocoquierecomernibeber,solollorayllorayllora.Entoncesenviéunpardehombresasucasaenbuscadesumarido,peroallínohaynadie,lachozaestá destrozada y los vecinos no se atreven a pisarla.Un par dememosdicenquevieronentraraldiablo,queacudióparallevarsealabruja,perootrosafirmanqueoyeronruidodearmasydelucha,ygolpesdecascosenelcamino.Nadiesabequéocurrióenrealidad,exceptoElizabeth;ylodicho:ellasolollora.Doug notó que el corazón se le encogía dolorosamente y al mismo

tiempo lo invadía la ira. Había llegado demasiado tarde. Alguien debíahaberdelatadoaBrian.¿ArmandyElinor?No,esoeraimposible.Loprimeroquehizofuearrojar lasriendasdesucaballoaJosephen

silencio y luego echó a correr escaleras arriba hasta el adarve al quedabansushabitaciones.Elizabethseencontrabaantelapuertadesualcobaenvueltaenunosharapos;nisiquieraestabacompletamentevestida,solollevaba un camisón y un paño alrededor de los hombros. Estabaacurrucada en un nicho, la cabeza hundida entre las manos, el cuerpodelgadoyagitadoporlossollozos.Dougsearrodillóasulado.—Elizabeth...miladydeGlenmorgan.Ella alzó la cabeza. Su rostro empapado en lágrimas e hinchado solo

expresabaelmásabsolutoespanto,causadoporelreconocimientodeunaverdadsospechada,peroalacualhastaentoncesnohabíadadocrédito.—Entoncesesverdad:losabíais.Vos...Dougtratódeabrazarla,peroellaseresistiócondesesperadaviolencia

ytratódearañarloymorderlocuandoéllatocó.

—¿Por qué,milord?—gritó—. ¡Decidme por qué! ¿Qué os ha hechoBrian, porqué lohabéisdelatado? ¿Espormí? ¿Porquémedeseabais?¡Hubiesebastadoconunaamenaza,milord!—gritó.Sutonomanifestabaunprofundodesdén—.¡Mehubieraentregadoavosconmuchogustoparaproteger a Brian! —Le golpeó el pecho con los puños con furiadesamparadaydespuésrepitiólapregunta—.¿Porquélodelatasteis?¿Porquélodelatasteis?Sollozoshistéricosagitabansucuerpocontraídodedolor.Dougnunca

habíavistoanadietanfueradesí;debíahaceralgoparatranquilizarla.Leaferró los brazos y no los soltó. Cuando ella dejó de resistirse y sedesplomóllorando,laobligóacontemplarlo.—Yonolohedelatado,Elizabeth,lojuropormivida.Esverdadquelo

sabía, lo descubrí por casualidad hace dos días y desde entonces medevano los sesos pensando cómo puedo ayudaros a ambos. Tienes quecreerme...Ytienesquedecirmequéocurrió.—¿Esqueacasonoloveis?—sollozóella—.Eldomingoporlanoche,

casidemadrugada,cuandoyaestabaclareando,aparecieronlosesbirrosdelduque.Brianlosoyóylogrócogerlaespada.¡Sí,nopongáisesacara:teníaunaespada!Uncaballeronosedejaarrastrardelacamacomounaovejacaminodelmatadero.Un escalofrío recorrió la espalda de Doug: el debilucho Brian,

arrancado del lecho, cogido por sorpresa y sin armadura, enfrentado auna horda de agresivos caballeros: estaba convencido de que esa vezOsbertnohabíaenviadodoncelesyancianos.—¿Está...estámuerto?—preguntóconvozronca.—¿Osremuerdelaconciencia, lordCaernon?—preguntóellaentono

irónico.Dougnotóquesumiradaapagadavolvíaacentellear,asíquealmenos

parecíahabersuperadoelshock.—¡Basta, Elizabeth, no fui yo! Y tampoco fue Armand de Birchrock,

quenolosabíahastaayer.Yo...—¡Fue ella! —dijo Charly. Doug no se había dado cuenta de que el

curioso caballerizo lo había seguido y se volvió hacia él con airedesconcertado.—¿Ella?¿Quién?—preguntóElizabeth.—Ella, lady Lissiana de Blaemarvan. ¡Maldita sea!, no lo consideré

importante: pero en la noche que pasamos en el castillo dormí en el

establo, con los caballos.Y cuando ya era de noche y supuse que todosprontoestaríandurmiendo,unmensajero irrumpióenel establo, ensillóunodelospurasangresysalióalgalope.Lepreguntéquéocurría,peronomecontestó.Despuésyanopenséenello,peroesoesloquedebedehaberocurridoyelduquedeGlenmorgannoperdióniunahora.—¡Nolollamesduque!—exclamóElizabeth—.¡Brianeselduque!Entretanto,Douglahabíasoltado.Ellaestabadepieanteél,exhaustay

despeinada, pero una vezmás dispuesta a luchar.Doug hubiese queridoabrazarla,perohabíacosasmásimportantesquehacer.—¿Brianestáconvida,Elizabeth?—dijoDoug,repitiendosupregunta

anterior—.¿Ydóndeestáelniño,poramordeDios?Entoncessediocuentadeque,despuésdeBrian,Julianeraelheredero

deGlenmorganylasnáuseasloinvadieronalimaginarqueelusurpadortambiénsehabíaapoderadodelpequeño.—JulianestáconGertrude,mivecina.YBrianestáherido;sedefendió

convaloryunaespada le atravesóelhombro.Pero loqueríanvivo.Loataron...loataroncomosifueseunbandidoyloarrojaronencimadeuncaballo como un saco. Vomitó, pero ni siquiera dejaron que cabalgarasentadoen lasillademontar, talcomolecorrespondeauncaballero—dijoElizabethyvolvióasollozar.Doug sabía que aBrian la humillación debía de haberle resultado tan

dolorosacomolaherida.Engeneral,confiabanenlapalabradehonordeuncaballeroylepermitíancabalgar.PeroOsbertdebíadehaberenviadolapeorescoriaparaapresarasuprimo.—¿Han visto a Julian? ¿Saben que el niño existe?—Con un poco de

suerte, Lissiana no se habría molestado en informar a Osbert de laexistenciadeJulian.—Queríanmatarlo—dijoElizabeth,temblando—.Juliangritómientras

luchaban conBrian y uno de ellos dijo... que lomejor sería acabar contodalagentuza.PeroBrianseinterpusoyfuecuandolohirieronaltiempoque me gritó que huyera con Julian. Así que escapé y me oculté en elcobertizodeGertrude.Nomebuscaron,creoqueteníanmuchaprisa.—Claro.Sabíanmuybienloquelesesperabasicaíanenmismanos—

dijoDougen tono furibundo—.Yno teníanórdenesdematartea tiyalniño.Solo temoque esa ordenno tardará en llegar.Tu caballo aún estáensillado,Charly,cabalgadeinmediatoacasadeesaGertrudeytráelosaellayalniño.Temandaréunaescolta,porsiacaso,perotienesquepartir

deinmediato.¡Nohayunmomentoqueperder!HemosdeponerasalvoalherederodeGlenmorgan.—¿Y ahora? —preguntó Elizabeth, angustiada—. Lamento haber

desconfiadodevos,señor,pero¿quéharemosahora?¿Meayudaréis?Tenía un aspecto conmovedor, tan pequeña y desesperada.Doug solo

deseaba consolarla y poder hacer algo por ella; sin embargo, lasperspectivaseranbastantenegras.—Loprimeroqueharásserápasaramisaposentosyentrarencalor—

dijo con mucha ternura—. Estás temblando como una hoja. Haré queFrancistraigaaguardiente,ambosnecesitamosuntrago,ydebeencontrarunvestidoparatiyunpardemuchachasqueteatiendan.—¿Enesoconsistevuestraayuda?—exclamóellaentonoindignado—.

¿Enproporcionarmeunadoncella?Soyperfectamentecapazdevestirmesola. Y cualquier muchacha de la aldea me prestará un vestido. Lo quenecesito es un caballo y un caballero que me acompañe. ¿CabalgaréisconmigoaGlenmorgan,DougdeCaernon,paraliberaraBrian?Suspreguntas lo dejaron atónito.Elizabethno acostumbraba a ser tan

ingenua.—¿En qué estás pensando, Elizabeth? Glenmorgan es una fortaleza.

¿Pretendes que la asedie con tres caballeros? Eso solo supondría unadiversiónparaOsbert,perocontodaseguridadnoserviríaparaliberaratumarido.No,Elizabeth, teayudaréconmuchogusto,peronosaguardaun camino mucho más largo. Debemos convocar a los pares deGlenmorganytú,comosuduquesa,tienesquesolicitarsuayuda.Tambiéndebesmandar una carta al rey de Inglaterra y hacer valer tus derechos.Todo eso no será sencillo. Lo sería mucho más si Brian estuviera connosotros,porqueentonceselreytendríaqueelegirentredoshombres:elherederolegítimoyelusurpador,locuallesupondríacorrerelpeligrodedejarelducadoenmanosdeunamujercomoregentedeunniñoquenotieneniunaño.—¿Qué estáis diciendo? —preguntó Elizabeth en tono violento—.

¡Glenmorgan no necesita una regente!Brian todavía está vivo y habláiscomosilohubieraisabandonado.Dougsuspiró,peroentoncesoptóporhablarconsinceridad.—Sé que está vivo, Elizabeth, y tampoco creo que Osbert lo haga

ajusticiar.No osará hacerlo. Pero tampoco permitirá queBrian presentesus acusaciones ante un representante de la corona y los pares de

Glenmorgan. Has de analizar los hechos: si no tenemos mucha suerte,Brianmoriráenlasmazmorrasantesdequesereúnan;deunaenfermedadodeunaccidente.—¡Puesporesotenemosquesalirahoramismo!—insistióElizabeth—.

Debemosliberarloantesdequeocurraotradesgracia.Douglahizopasaralabibliotecaydespuésrepitiósusargumentos.—Brian se encuentra en las mazmorras de una fortaleza. Entre él y

nosotrosseinterponenincontablesmurallasyguardias.Seríanecesariounejército para liberarlo. El valor resulta inútil, tendrías que poder obrarmagia.Elizabeth lanzó la cabellera hacia atrás; al parecer, su vitalidad había

vuelto a despertar. También parecía haber tomado conciencia de suaspecto y se envolvió en elmantón de lana que llevaba por encima delcamisón.—No lo comprendo, milord. No estoy pensando en un ataque, pero

resultaque...veréis:mipadreeselcomandantedelaguardiadelcastillo...—Tupadreeraelcomandantedelaguardiadelcastillo,Elizabeth.No

creerás queOsbert lo dejó en el puesto y con los honores para que encuantosepresentaralaoportunidadosabrieraatiyaBrianlaspuertasdelcastillo,¿verdad?Elizabeth temblaba de impaciencia y quizá también de frío; Doug

ordenóaCharlyqueencendieraelfuegodelachimenea.—¡Haced el favor de escucharmedeunavez!—gritó, furibunda—.Y

dejad de interrumpirme. Mi padre fue el comandante de la guardia delcastillo;ymimadremuriómuypronto.Poresodeniñaloacompañabaalcastillo casi todos los días. Jugaba en los adarves,me encaramaba a lasalmenas,ayudabaenlacocina.Conozcoesecastillotanbiencomoelpatiodemichoza,milord.Sécómoentrarysalirsinserdescubierta.—¡Puesvayacastillomagnífico!—dijoCharly—.Hastaunniñopuede

entrarysalircuandolevieneengana.—Cualquierniñono,peroyo,sí—declaróElizabeth—.Hacecienaños

quemifamiliasirvealosGlenmorganymipadremecontóalgunascosassobrelafortaleza.Resultaqueexistedesdelaépocadelosromanos,peroantes eramás pequeña y no había una fuente en el interior del patio dearmas; eso hacía que el agua escaseara durante los asedios y por esoexcavaronunpasadizosecreto,unasuertedegaleríaentrelafortalezayelrío.

—¡Esimposible!—afirmóDoug—.Ladistanciaesdemasiadograndeylagaleríasedesmoronaría.—Es una galería muy estrecha. Supongo que utilizaron niños o

personas muy menudas como mensajeros. En parte es una especie debóveda,tantoenlaentradacomoenlasalida,queestábiencamuflada,seencuentraenunasruinasaorillasdelrío.—Pero han pasado cientos de años desde la época de los romanos.

Aunquesiguieranutilizandolagalería,seguroquesehadesmoronado—dijoDoug,cabeceando.—Hastahacediezañosestabaenmuybuenestado—replicóElizabeth

convoz firme—.Esa fue laúltimavezquemearrastré a lo largode lagalería. Tenía diez años y el galopillo con el que jugaba, doce.Imaginamos que el castillo sufría un asedio y que nosotrosproporcionaríamosaguaycomidaalosasediados.Cuandomipadrenosdescubriónospegóunapaliza.Perolagaleríaexiste,lojuropormivida,señor.Doug reflexionó. La propuesta seguía pareciéndole aventurada y

bastantearriesgada,peroélhabíavistolasconstruccionesdelosromanosen Italia, las catacumbas de Roma. Los antiguos ocupantes de Galestambiénsehabíandedicadoalaminería;desdemuchospuntosdevistasustécnicasestabanmásdesarrolladasqueaquellasde lasquedisponían losmineros que trabajaban en sumina, así queno era totalmente imposiblequesubsistieraunantiquísimotúnelentreelcastillodeGlenmorganyelrío;sientretantoOsbertnolohabíahechorellenar.Dougapenaslograbadar crédito a la idea de que un galopillo y la hija del comandante de laguardiaestuvieranaltantodealgoqueelseñordelcastilloignoraba.Noobstante, merecía la pena hacer un intento, porque podrían reducir losriesgos:siacampasendenocheyjuntoalrío(lasruinaseranunesconditebastanteadecuado),podríanexplorarelpasadizoy,alomejor,averiguaralgomássobreelparaderodeBrian.PuedequeElizabethlograraponerseencontactoconsu tíae inclusoconsupadre;almenosasíaveriguaríancuántosabíaelpueblo.—De acuerdo, Elizabeth —dijo, asintiendo con la cabeza—, lo

intentaremos. Pero solo a condición de que primero descanses, comasalgo y duermas un par de horas, de lo contrario te caerás del caballo.Tampoco podremos cabalgar antes de que el niño esté a salvo y losguardiasdelcastilloesténinformados.Diosquieraquemishombressigan

siéndome tan leales comoespero.YqueOsbert no actúe condemasiadarapidez,porque sidecideasediar el castillodeCaernonparaapoderarsede Julian y el círculo se cierra antes de que hayamos regresado nopodremosvolveraentrar;aquínohaypasadizossecretos.Elizabeth soltó un suspiro de alivio. Parecía más relajada y

absolutamente agotada, hasta el punto que no contradijo las órdenes deDoug.—Gracias,señor—dijoenvozbaja,sentándoseenunsillónjuntoala

chimenea. Brian lo había ocupado tan a menudo que Elizabeth creyópercibirsuproximidad.Douglacubrióconunamanta.—Nohaydequé,milady.Ydejadde llamarmeseñordeunavez.Sois

mi duquesa, así que vuestro rango es más elevado que el mío. Y yotampocodebieratutearos...¿Elizabeth?¡Elizabeth!Mientras él hablaba, Elizabeth había cerrado los ojos y se había

quedadoprofundamentedormida.Lacogióenbrazos, la transportóa sualcobayal tenderlaensucamaalgoparecidoaunasonrisacurvaba loslabios de ella. Durante un instante, Doug se concedió el consuelo quesuponía contemplarla.Su rostrodelgado empapadoen lágrimasperoyasereno,lospárpadosdelicadosrecorridosporminúsculasvenillasazulesquecubríansusbellosojos,laslargaspestañasrubiorojizasrozandolaspálidasmejillas,loslabiosentreabiertosyloscabellosdespeinadosenlaalmohada. Era tan hermosa, tan dulce... un elfo que un destinomalvadohabíaarrojadoalmundodelosmortales.Dougnopudocontenersey,congrandelicadeza, sus labios rozaron la frentedeellay acarició la rizadacabellera.—Buenasnoches,milady,miseñora.Dentrodeunpardehoraspartiré

paradarmuertealdragónporvos.

Mientras Elizabeth dormía, Doug empezó por recibir a la totalmenteconfusaGertrudeyalpequeñoJulian.DejóqueCharlyleexplicaraloquesucedíaypusosusaposentosprivadosadisposicióndel futuroduquedeGlenmorgan.—Pero de momento no hagáis ruido, la señora está durmiendo allí

dentro —indicó a Gertrude—. Y tú, baja cuando hayas acabado aquí,Charly. Reuniré una escolta para la dama y la acompañaremos a

Glenmorgan. Si lo deseas, puedes incorporarte a la partida, pero noobligaréanadie.Estaesunamisiónpeligrosa.Charlyseencogiódehombros.Volvíaapresentarelaspectosegurode

símismo,relajadoyanimadodeldíadelacarrera,cuandoDouglosiguióconconfianzaalpantanosobrezal.—¡Nopiensodejarosenlaestacada!YtampocoaElizabethniaBrian.

Esunbuenhombre;hehabladoconélconfrecuenciacuandocuidabadela yunta de la mina. Siempre era muy cordial; no parecía un duque, almenosnocomoyoimaginabaqueeran.Doug sonrió. Después salió para informar a los caballeros de la

situación.DejóelcastilloenmanosdeJosephdeMilford,elcaballerodemayor experiencia, y preguntó quién se presentaba voluntario paraescoltar a la dama. Para su gran sorpresa la mitad de sus caballerosaceptaronyelquemásinsistióenacompañarlosfueelpequeñodoncelalque antaño Brian había explicado el manejo de la lanza. Por fin, Dougoptó por escoger dos caballeros más o menos experimentados en elcombate,queenClevey,durantelaluchaenmediodelfango,almenosnosehabíanemborrachadodemasiadoamenudo;inclusounodeelloslogróderribaraunadversariodelcaballoduranteunodeesoscombatesmásomenosamistosos.TambiénibanCharlyeIandeGlenfiddich,elsusodichodoncel. Se sintió un tanto incómodo al escogerlo, pero recordó ladescripción del pasadizo hecha por Elizabeth: «Muy estrecho, supongoque utilizaron niños comomensajeros.»A lomejor elmuchacho podíaresultarlesútilcomoexplorador.Cuando alrededor de medianoche Doug entró en sus aposentos para

despertar a Elizabeth, Francis y Gertrude casi habían obrado milagros.Elizabethyaestabadespiertayvestida;Francispidióprestadoelvestidodefiestaaunadelasgalopillas.Talveznoeraelatuendomásindicadoparaunaduquesa,peroalmenoseradesutalla.Gertrudelahabíapeinadoconelpelo recogidoyFrancisobservabacómoElizabethconsumíaungranplatodehortalizas con expresión complacida.El pequeño JuliandormíaplácidamenteenlaanchacamadeDoug.GertrudeestabatancompenetradaconsunuevopapeldeniñeradelherederodeGlenmorgan—hacíaunosmomentosFrancislahabíacontratadodemaneraformalyleaseguróquecobraríaun sueldoprincipesco:diezpeniques a la semana—queapenasquitaba la vista al niño y solo se dirigía a él como señor o milord.Elizabethtratódeconvencerladequenolohiciera,perofueenvano.

—¿Entoncesestáispreparada,milady?—preguntóDougconvozronca.Ella tenía un aspecto maravilloso. Pálida pero serena y muy

compenetradaconsumisión.Elvestidosencillodecoloroscurohacíaquesu cabellera resplandeciera aún más y sus ojos brillaban como antaño.Asintió.—Soloquierodespedirmedemihijo.Conmovido,DougobservócómobesabaaJulian,canturreabaunanana

ylotapabacuidadosamenteconlamanta.—¡Regresaré,pequeñoduque!—prometióenvozbaja—.Ytetraeréa

tupadre.

Charly había ensillado la yegua alazana para Elizabeth, la que decostumbre montaba Francis cuando este se molestaba en abandonar lasmurallasdelcastillo.EraelúnicopalafréndelestabloyCharlyconfióqueestuviera acostumbrada a la silla demontar de una amazona.Con gestogalante,sostuvoelestriboparaElizabeth.Ellaacariciólayeguaconairesorprendido.—Realmente esPearl, yame lo había imaginado. ¿Cómo llegó hasta

aquí?—Francis la compróenelmercadodeRhondda—dijoDougen tono

perplejo—.Yelvendedorlallamóasí.¿Acasosignificaalgo?Elizabethnegóconlacabeza.—No,soloesunacasualidad.Brianlacompróparamíenlosmuelles

deCaerdyddylallamamosPearlporquelapagamosconlaúltimajoyadesumadre:uncollardeperlas.Creo...creoquepuedequenostraigasuerte—dijoconunadébilsonrisa—.Porqueestaveznollevomiprendedor.—Pues entonces esos delicados cascos cargan con una pesada

responsabilidad. Montad, milady, y cabalguemos. Quiero llegar aGlenmorganantesdequeamanezca.Un mensajero urgente tardaba entre dos y tres horas en recorrer la

distancia entreCaernon yGlenmorgan; un grupo de tranquilos viajerosentrecuatroycinco.Dougsabíaquesolodisponíadeapenascuatrohorasantesdequeclareara,asíquemetióprisaasuscaballeros.Alprincipioseinquietó porElizabeth, pero ella no se rezagó y la yegua demostró quehabíaelegidobien.Pearlvolabaasulado,parecíaunanimalmuydistintoal que montaba Francis, así que alcanzaron la ruina a orillas del río

cuandorayabaeldía.ParasuenormealivioElizabethvolvióaencontrarlaenseguida e insistió en retirar personalmente los escombros quecamuflabanlaentradadeltúnel.Alguienhabíaamontonadopiedrasantelaentrada,peronolohabíanrellenado.Almenoseneseextremo.Doug contempló la galería con expresión preocupada. Elizabeth tenía

razón: la construcción parecía estable; no obstante, era extremadamenteestrecha.—¿Qué hacemos ahora? ¿Intentamos entrar ya? —preguntó en tono

inseguro—.¿Enquépartedelcastillodesemboca?Elizabethnegóconlacabeza.—No,primeroiréhastalaaldea.Ataviadaconestesencillovestidoyla

cabezacubiertaconelchal,nadiemereconocerá.Intentaréencontraramipadre.Quizáconozcaotraposibilidadquenosealagalería.Doug la dejó ir de mala gana, pero sabía que no aceptaría que la

acompañaran.Envueltaenelchalparaprotegersedel fríomatinalyconunacestacolgadadelbrazocomounamuchachacampesina,Elizabethsedirigióalcastillo.

15

En lamazmorradeBrian reinaba lamásabsolutaoscuridad.El jovenestaba tendido en el húmedo y pringoso suelo de piedra desde que losesbirrosdelduquelohabíanarrojadoalacelda.Despuésdelaagotadoracabalgadade treshorasapenaspodíamantenerseenpiey,además,no lehabíanquitadolascorreasquelesujetabanlostobillosantesdearrojarloala celda; solo cortaron las que le rodeaban lasmanos, demodo que almenosBrianpudoapoyarsecuandose tambaleódentrode lamazmorra.El dolor atroz que le atravesó el hombro hizo que soltara un gemido ytardómuchotiempoenencontrarlafuerzasuficienteparaincorporarseydesanudar las correas que le rodeaban los tobillos, lo cual era bastantecomplicado en medio de la oscuridad y pudiendo usar solo la manoizquierda;peroalmenosnolohabíanencadenado.Cuando,porfin,logróliberarse permaneció tendido, respirando entrecortadamente. Sabía queteníaqueobligarseaponerseenpieytantearlacelda.Alomejorhabíaunjergón en el cual tenderse... y agua:Brian estabamuy sediento. Pero nologró hacerlo, cadamovimiento resultaba doloroso y la idea de chocarcontra un mueble en medio de la oscuridad le daba náuseas, así quepermaneció tendido, esperando que el dolor y la sed disminuyeran. Loshombres de su primo no habían dejado lugar a dudas: iba amorir allí.Recordabaeltonoburlónenelqueledijeronquecontemplaraelsolporúltimavez.Brianlohizoysedespidiódelavida.Enciertaocasiónleyóquealgunoshombreshabíansobrevividoensemejantemazmorraduranteaños,perosabíaqueensucasoeraimposible.Elfríoylahumedaderanvenenoparasuspulmonesyencimaestabalaherida:sinolatrataban,seinfectaría. Así que daba igual: podía permanecer tendido y limitarse aaguardar;enalgúnmomentosesumiríaenunsueñofebrilydejaríaatráseldolor, el fríoy laoscuridad.Brian rogóque fuesen sueñosbonitosyconvocólaimagendeElizabeth,susandaresdanzantes,suvozcantarinaysusbesoscariñosos.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido cuando oyó voces airadasantelacelda.—¿Cómoseteocurrearrojarloeneseagujero?Sinunavela,sinpaja

enelsuelo;¡nisiquierahallaráeljarrodeaguaenmediodelaoscuridad!¿En qué diablos estabas pensando, pedazo de imbécil, es que no tienescorazón? —rugió Horace Steward, que había sido comandante de laguardia del castillo de Glenmorgan, pero desde hacía dos años estabadegradadohumillantementeacarcelero.Sedirigíaasusuplente,unmuchachoquenoeramalapersona,perosí

tontode remate;habíaocupadoelpuestoporqueHoracehabíapadecidoun ataque agudo de gota; el frío y la humedad de las mazmorras loafectaban tanto como a sus prisioneros. Su hermana, la comadrona deGlenmorgan,había tardadomuchosdíasencurarloy justoa tiempo, talcomocomprobóencuantopisólasmazmorras.HabíantomadoprisioneroaBrian,suduque,quetambiénerasuyerno,unhechoalqueHoraceaúncasi no lograba dar crédito; tras caer en las redes del usurpador, estabatendidoenlaceldamásoscuraymugrientadelcastillo.—Elduqueordenóquese leaplicaran lascondicionesdearrestomás

duras—sedefendióeljovenguarda—.Ningunaconcesión,ningunacarta,nadadenada.—Pero tampoco ordenó que lo torturaran. ¡Por amor de Dios,

muchacho,moriráahídentro!Eljovenseencogiódehombros.—Por lo visto, señor Horace, el duque no tendría ningún

inconveniente...Horacepusolosojosenblanco.—Vaya, claro que no tendría inconveniente. ¡Pero no creas que lo

reconocerá! Si confías en recibir una recompensa por dejar morir dehambreysedatulegítimoseñorenesteagujerotellevarásunasorpresaconsiderable. ¿Por qué no intentas reflexionar, so tonto? Si lord Brianmuerenosendilgaránlaresponsabilidadanosotros;lordOsbertentregaránuestrascabezasalospares,juraráhaberordenadounalojamientodignohastael juicioydiráquenosotros fuimos los responsablesdelmaltrato.Yo,parasermáspreciso,porquenadieenjuiciaríaauntontocomotú.»Bien,bastadecháchara,serámejorquemeayudesasacarlodeahí.Lo

instalaremosarriba,enlaceldagrande,dondeentraunpocodecalordelachimeneadelacasetadelosguardias.Yquetraigancomidadelacocina;

talvezunpocodesopa,porquetraspasardosdíaseneseagujeroapenaspodrátragar.Brian abandonó su mundo onírico de mala gana y soltó un quejido

cuandoloshombresloarrastraronaladolorosarealidad.Eracomosielhombro estuviera en llamas y tenía las piernas entumecidas después depermanecertendidoenelsuelohúmedoyfrío.Horacetratódesostenerlo,pero el joven era incapaz de moverse; por fin el robusto carcelero loagarró por debajo de las axilas y lo arrastró fuera de la celda. Brianintentaba no gritar de dolor; era un caballero y un noble. Osbert podíamatarlo,peronolodoblegaría.—¡Tencuidado,imbécil!,lehacesdaño.¿Acasohedehacerlotodoyo

solo?Veaporaguatibia,hedelavaresaheridayademáselhombreestácubiertodemugre.Aguardad,milord,enseguidaosencontraréismejor...Alguienloayudóatenderseenunjergónyleacercóunvasodeaguaa

los labios. Brian parpadeó. La nueva celda también carecía de ventana,peroloshombreshabíanencendidounavelayatravésdelapuertatodavíaabierta penetraba el reflejo del fuego ante el que se calentaban losguardias.—¿SeñorHorace?—preguntóBrianconvozdébil.—¡Ay,señor!,mereconocéis,esoesbuenaseñal.Lamentoloocurrido,

peroahorameocuparédevos.—HoracedescubriólaheridadelhombrodeBrian; cuando su ayudante apareció llevando un cuenco con agua, lalavóconmuchocuidado.—¿Porquénoestáisacargodelaguardiadelpalacio?¿EsqueOsbert

sesientetanseguro?—Más bien se siente inseguro —respondió Horace negando con la

cabeza—.Yasíencontróunaoportunidad,¡muyhonorable,porcierto!,dearrojaralpadredeladuquesaalasmazmorras.Nomequejo:¡yotambiénpodríahaberacabadocomoprisioneroaquí!—gruñóentonoamargo.EntretantoeljovencarcelerohabíallevadouncuencodesopayHorace

ayudóaBrianaincorporarseyatomarunossorbos.Briansecalentólasmanosenelcuenco.HoracedepositóunapiedracalentadajuntoalfuegoalospiesdeBrianylediounamantadelana.—Estoosharáentrarencalor, señor,una recetademihermanaAlba.

Despuéslepediréconsejoparatratarvuestraherida.Nodebemosperderlaesperanza,¿verdad?Antesdeabandonarlacelda,elpadredeElizabethlepalmeótorpemente

laespalda.Dejólavelaencendida.Brian se sintió profundamente agradecido y lo embargó el deseo

acuciante de devolver la esperanza a todos cuantos sufrían bajo elgobierno deOsbert, pero aunque lograra sobrevivir al arresto, no se leocurría lamaneradeatacarasuprimo.Noentonces,cuandoDoug—enquiencasihabíaconfiadolobastantecomoparaconfesarlesuverdaderaidentidad— lo había delatado. Quizá Horace podría ofrecerle laposibilidad de ponerse en contacto con Elizabeth; estuviera dondeestuviera,teníaquehuirconJulian.LomejorseríaqueregresaraaSicilia.Brianvioasuhijojugandoenelluminosopatiodelcastillodelrey,quizárecogiendo naranjas en el bosquecillo ante las murallas junto a unamuchachadevozcantarinaycabellosdanzantes.Exhausto,cerrólosojos.

—Es increíble, imposible. No puede ser cierto, eres un espejismo.¿Cómohaspodidoentraraquí?DepieantesuhijaElizabeth,HoraceStewardoscilabaentre laalegría

causadaporelreencuentroyelabsolutoterrorporlasconsecuencias.Lajovenacababadeentrarenlasceldasconunacestacolgadadelbrazo.Alparecer, los guardias le habían franqueado el paso sin sospechar nada.Diossabequéleshabíacontado.—¡Ah!,fuemuysencillo.LatíaAlbamedijoqueahoratrabajabasaquí,

así que preparé una cesta, vine y les dije a todos que era la nuevaaprendiza de la señora Alba, que traía comida y medicamentos para ti.Nadiesospechónada.—¡Peroalguiendebedehabertereconocido!—Pues nadie dijo nada —aclaró Elizabeth, tratando de sonreír—.

Vamos, padre, nadie me delatará y ahora déjame queme reúna conmimarido.—¡Ni hablar! —refunfuñó Horace—. Desaparecerás de aquí de

inmediato, antes de que Osbert haga que te detengan a ti también; esotambiénsupondríamifin,milady,puedescontarconello,porqueentonceselseñorapostaráguardiasmáslealesaquíytuBrianvolveráamorirdehambreysedenlamásoscuradelasmazmorras.—¿Lehanhechodaño?Por favor, padre, déjame ir con él, tengoque

verlo.Estamos...estoyconamigos,losacaremosdeaquí.Cuandolapuertadelaceldaseabrió,Briandespertó,sobresaltado.La

luz de las llamas de la chimenea era un consuelo, pero en su celda aúnhacíafrío.Noeratanhúmedaygélidacomolasotrasyaunasínodejabadetiritar.¿Quépasaríacuandollegaraelinvierno?Brianyacomenzabaasentir la fiebre; las curas superficiales deHorace no eran suficientes y,conunpocodesuerte,notardaríaenmorirdegangrena.—¡Unahora,muchacha,nadamás!BrianoyólavozásperadeHoraceyentoncesvolvióaaparecérseleel

espejismo.Lafiebredebíadehaberavanzadomásdeloprevisto,porquecreyóveraElizabethdepieenelumbraldelacelda.—Brian...—Elizabeth estaba a punto de estallar en lágrimas al verlo

tendidoeneljergón,pálidoyaturdido—.Dejaqueteayude,Brian.Briannotóque la imagenonírica loabrazabay le cubría el rostrode

besos. Le devolvió un beso, tierno y cariñoso como en sus mejoresmomentosyapoyólacabezacontraelhombrodeella.—Nopuedeserqueestésdeverdadaquí.Elizabeth le acarició los cabellos. Le parecía casi increíble volver a

abrazarlo y, en voz baja, le informó de lo acaecido durante los últimosdías.—Doug de Caernon no nos delató. Está aquí para ayudarnos. Te

liberaremosydespuéspresentaremosnuestrasexigenciasdesdeelcastillodeCaernon.Dougcuentaconunasedioyhanizadoelpuentelevadizoencuanto salimos del castillo. Pero ahora deja queme ocupe de tu herida.Hasde recuperar fuerzaspara la evasión.Quizá tengasquearrastrarte atravésdeuntúnel.ABriannoibaaresultarledifícil;enlosúltimosdíashabíaadelgazado

visiblementeylaestrechagaleríanoteníaquesuponerleunobstáculo.Noobstante, parecía muy débil y casi incapaz de superar el esfuerzo. Enrealidad,ElizabethhabíaconfiadoenqueBriansalieraporeltúnel,sobretodo desde que descubrió que su padre era el carcelero. Lo único queHoracedebíahacererapermitirqueescaparay...—No hables de escapar, Elizabeth, no lo lograré, casi no puedo

incorporarme.Abrázame,quédateconmigo,bésameunavezmás...Elizabeth se asustó.Lo único que expresaba la dulcemirada deBrian

eraresignación;habíaperdido todaesperanza.Ella teníaquehaceralgo.Lo tendióenel jergónconmucha suavidad, rebuscóen la cesta, extrajounas esencias y comenzó a masajearle las sienes con pequeñosmovimientoscirculares.Lebesólafrenteylospárpadoscuandoélcerró

losojosytambiénsuspálidasydemacradasmejillas.Suslabiosbuscaronlos de él y deslizó la lengua en su boca. Pero el beso no era tierno einocentecomoelanterior,sinoexigenteeintenso.LalenguadeElizabethjugueteóconél,despertósussentidosyBrianalzólavistaconexpresiónsorprendidacuandoloslabiosdeellasesepararondelossuyos.—Elizabeth...¿quieres...?¿aquí?—¿Dónde si no, mi amor? —contestó ella, sonriendo al ver que la

mirada de él recobraba un poco de su brillo habitual—. Puesto que yaestásfirmementedecididoamorirenesteagujero...Elizabeth lebesó las comisurasde labocay elmentón, le acarició el

cuelloconlalenguayladelicadapieldelesternón.AntesHorace ya le había quitado la camisa ensangrentada y sucia, de

modo que Elizabeth solo tuvo que retirar la manta para desnudarle elpecho. Masajeó los músculos tensos y doloridos con manos cariñosasperosintocarlaherida,aunquesuaspectolaatemorizó.Lapielentornoala herida estaba hinchada y roja. Elizabeth le acarició el hombroizquierdo, lo besó, también el brazo, y jugueteó con los dedos largos ydelgados deBrian.A su vezBrian intentó acariciarla y tanteó su rostrocuandoellasellevólamanodeélaloslabios.Elizabethhizoungestonegativoconlacabezay,lentaypausadamente,

se soltó los cabellos, que dejó caer sobre el pecho de su esposoacariciándolo.Elrocedelosbucles,ligerocomounapluma,nocausabadolor;losdedosdiestrosdeElizabethdibujaronsignosenelvientredeély suspiró aliviada cuando notó que su miembro viril se agitabaligeramente.Aumentó la presión, le besó su cuerpoy le desabrochó lospantalones.SuvergaseelevabahaciaellayBrianquisoincorporarse.Sudeseo le proporcionaba fuerza, pero Elizabeth volvió a obligarlo atenderse, se apartó unmomento, se desabrochó el vestido y se lo quitó.Brianintentabadesatarloscordonesdelcorpiñoconlamanoizquierdayella permaneció inmóvil. Entre tanto, su propia voluptuosidad tambiénhabía despertado; los toques delicados y tiernos de Brian siempre lahabíanexcitado.Elizabethsequitólaenaguaypermanecióanteél,bellaydesnuda.ElmiembrovirildeBrianpalpitaba.—Teamo,Elizabeth.Teamaréhastaelúltimoinstantedemivida.—¡Yyoquieroquetuvidaalberguemuchosinstantesmás!—exclamó

Elizabeth.Se arrodilló por encima de él y cubrió la verga erecta con su rosa

húmeda. Brian se incorporó y la abrazó. En realidad, ella no quisoacurrucarsecontraelpechodeélparanohacerledaño,peroéllapenetróyellapercibióqueenesemomentoBrianseencontrabamásalládetododolor.BrianvolóhacialasorillasdeladichayElizabethsesentíacomounabarcaquelollevaba.Semovíaconligerezameciendoelcuerpodeélynotólaspulsacionesdesuverga.Estabanunidosyflotabanenunmundodonde ningún mal podía darles alcance, en el que no existía el frío, elmiedo y sobre todo los muros de la mazmorra. Eran como una boyaflotandoydanzandoenelmar,doslibélulasentrelazadaseneljuegodelamor,volandoporencimadelosestanques,dosnubesimpulsadasporunabrisajuguetona.Elizabethsesentíaprotegidaylejosdetodotemor;dabaigual que vivieran como un duque y una duquesa o como las gentessencillas de la aldea. Lo principal era que estaban vivos. Y entoncesrecordósumisión.—Nomeabandonarás,Brian, ¿verdad? Jurastepermanecer ami lado.

Silodeseas,tesacarédeaquí,pero¡noabandones!Noabandonesnuestrafelicidad.Brianasintió.Laacarició, loquemás lehubieragustadoeravolvera

amarlaunavezmás,peroelhechizosehabíaroto.Perderelsentidodelarealidadenaquellaceldaeraunaimprudencia.Solodisponíandeunahora.Despuéslapuertapodíaabrirseencualquiermomento.Elizabethtambiénregresóa larealidad.Seapresuróaponerseelvestidosinmolestarseenanudarloscordonesdelcorpiño.—Aúndeboocuparmedetuherida—dijoenvozbaja—.Teharádaño,

miamor,peroquizámañanayaestémuchomejor.Nosécuándoycómote sacaremosdeaquí,peroacudiremoscon toda seguridad.No tedejarémoriraquí,nolopermitiré.CuandoHoracevolvióaabrir lapesadapuertade robledelcalabozo,

un vendaje limpio cubría la herida de Brian, lavada y untada con unapomada.Horacesepercatódelaexpresióncálidaydichosaasomadaalamirada de ambos esposos y, gruñendo, permitió que Elizabeth sedespidiesedeBrianconotrobeso.—Notengasmiedo,amadomío,no tepreocupes:dentrodeunparde

horasestaráslibre.Cuando abandonaba la celda, Brian alzó la mano para saludarla.

Todavía parecía débil, pero Horace notó que estaba invadido por unrenovadodeseodevivir.Sinembargo,laspromesasconlasqueElizabeth

lohabíadespertadonolegustabanlomásmínimo.—¿Quéquieres decir con eso de que lo sacarás de aquí?—siseó tras

haberseaseguradodosvecesqueningúnotroguardiaseencontrabaantelas celdas—. No habrás encontrado algún tonto dispuesto a atacar estecastilloporti,¿verdad?Elizabethsoltóelaliento.Habíacontadoconlaresistenciadesupadrey

tenía mil argumentos, pero en aquel momento solo sentía cansancio ydeseóestarjuntoasusamigosaorillasdelrío.—Atacar el castillo sería una locura —reconoció—, pero se me ha

ocurridounaartimaña.Creíquetalveztúnosayudarías,padre.Horacesoltóunbufido.—Pues habrás de quitártelo de la cabeza, muchacha. Porque de lo

contrario no tardarán en cortarme la mía y yo tengo ganas de seguirviviendounpocomás.—Brian es tu duque —replicó Elizabeth en tono indignado—. Le

prestastejuramento.—Leprestéjuramentoasupadre—corrigióHorace—,noaél,aunque

lohubiesehechoconmuchogusto,comotúbiensabes.Peropormuchoque aprecie a tu Brian y por mucho que confíe en él, no volverá acolocarmelacabezasobreloshombroscuandomelahayancortado.Porcierto,¿quéosproponéis?—Recordéelviejopasadizo secretoquedaal río.Ya sabes,nosdiste

unapalizademuerteaJonasyamícuandonosdescubristejugandoeneltúnel.SidejarasescaparaBrian...—Ah, comprendo: solo tengo que olvidarme de cerrar la celda con

llaveyquizádebaindicarledóndeseencuentralaentradadeltúnel...¡Estásloca,Elizabeth!Supondríaunsuicidio,pornohablardequeesimposiblequesalgabien.NosoyelúnicoguardiaaquíytodoslosdemássonlealesaOsbert.Nuncalograríamossalirsinservistos.—¿Ydenoche?—preguntóElizabeth,desanimada.—Denochenoestoyaquí,elquevigilalasceldaseselseñorHumphrey

yélhajuradolealtadaOsbert.Hoyyahehecholoúnicoquepuedohacerpor ti y, si no me queda más remedio, dejaré que lo visites cada dossemanas;nosoyunmonstruo.¿Perounaevasión?¡Imposible!Elizabethsepusoapensarfebrilmente.Teníaquehaberunaposibilidad,

debíade...porfinseleocurrióunaidea.—¿Y si no dejaras salir a nadie, padre, pero permitieras que alguien

entrase?¿Siunoodoshombresentransubrepticiamenteysometena losguardiasnocturnos?Entonces túno tendríasnadaqueverconel asunto,nadie podría demostrar que les prestaste ayuda, porque los hombrestambiénpodríanhaberentradodesdefueradelcastillo.A Elizabeth le parecía una idea factible y, pensándolo bien, incluso

genial. ¡Brian no tendría que abrirse paso a través del túnel a solas,alguienloayudaríayledaríaánimos!Horacesemordióloslabios.—Hay un guardia apostado ante el calabozo. Podría declarar que el

ataqueprovinodelinterior.—¡Puesentoncesnuestrohombre tendráquematarlo!—dijoElizabeth

en tono frío—.Lo haremos de todosmodos, padre.Con tu ayuda o sinella.NodejarémoriraBrianeneste lugar;aunqueyomisma tengaquearrastrarmeatravésdeltúnelyaunquetengaqueamenazarteatiparaquemeentregueslallavedelacelda—dijoentonosuplicanteperofirme.Horacesabíaquehablabaenserio.—Estábien—dijofinalmente—.Envíaatuhombreunahoraantesdela

puesta del sol, no demasiado tarde; a veces Humphrey aparece mástempranoyenmediodelapenumbralosextrañosllamanmáslaatención.Yoloocultaréaquíyéltendráquehacersecargodetodolodemás,asíqueenvíaaunbuenluchador;yqueseavaliente.Nodebenatraparloconvida,pues seguro que hablaría al torturarlo y entonces todos estaríamosperdidos.

Cuando Elizabeth regresó al campamento a orillas del río, Doug sedisponía a echar una bronca al pequeño doncel, pero el muchacho noparecíamuyimpresionado,alcontrario:sonreíadeorejaaoreja,parecíaunalegremoritoporqueestabacubiertodepolvoysuciedaddelospiesalacabeza.Alparecer,Ianacababadearrastrarsefueradeltúnel.—¡Oshevisto,milady!—dijoentonoalegre—.Enelcastillo.Porque

resulta que permanecí allí casi toda la tarde. Eché un vistazo a lasinstalaciones defensivas y charlé con los donceles. Se puede pasar confacilidad, milady; la galería es estrecha, pero no se ha derrumbado enningunaparte.—¡Podrías habernos delatado a todos! Entrar en el castillo y pasearte

porahífueunaimprudenciaincreíble,sobretodoporqueyoloconozco,

asíque,¿quéaveriguastequenosepamos?¿Quenuestroejércitodecincohombresescapazdesuperarlasinstalacionesdefensivas?—Dougparecíaestarapuntodeabofetearalmuchacho.HabíapasadounmiedoespantosoporélyporElizabeth.—¡Nofuepeligroso!Esecastilloescomounpalomar,ningúnextraño

llamalaatención.Vostambiénlohabéisvisto,¿verdad,milady?¿Oacasooscontrolaron?—No—contestóElizabeth,negandoconlacabeza—,peroyoteníauna

historia creíble en casodeque lohicieran.Fuemuyamablede tuparte,Ian,perocompletamentesuperfluo.Ponerseenpeligroenvanonohacedetiuncaballero.Habrásuficientespeligrosauténticosparaquedemuestrestu valor. Pero ahora dejadlo en paz, lord Douglas, debemos tomardecisionesmásimportantes.Ian se sonrojó, inclinó la cabeza y luego lanzó una mirada de

veneración a Elizabeth, a la que ella no prestó atención. Se apresuró ainformar aDougy a sushombresdel acuerdoal quehabía llegadoconHorace.LapuestadelsolerainminenteyElizabethnoqueríaperderniunsolodía.—Nosésiseráacertadoqueenviemosaunhombreodos—dijo tras

describir el plan—. Dos sería más seguro, mi padre cree que debemosenfrentarnos a dos guardias ante las celdas y a otromás apostado en elexterior,peroesoaumentaelriesgo.Unbuenluchador...—Dos debieran ser suficientes, estoy de acuerdo con vos—comentó

Doug—.Iréyomismo.—Cogiósuespadaperodespuésoptópordejarlaycogerunpuñal.Elarmamáspequeñalepermitiríamoverseconmayorfacilidad.—Convuestropermiso,milord—interrumpióIan,queaunquenotenía

muchasganasdevolverallamarlaatenciónnoviootraposibilidad—.Nolograréis atravesar el pasadizo. Seguro que el señor Brian sí, es muydelgado,perovos...—Noquerrásinsinuarquesoygordo,¿verdad?Pese a la gravedad de la situación, Elizabeth casi se rio al ver la

reaccióndeDoug,perosurecuerdolaobligóadarlarazónaIan.—Sois ancho de hombros y esa galería fue construida para personas

menudas. Temo que os quedaríais atascado como un corcho en unabotella.—¿Ylosdemáscaballeros?

Dougsenegabaadejarseconvencerycontemplóasusseguidoresconexpresiónescéptica.Amboscaballerosestabandispuestos,peroerancasitanaltoscomoél.—Sivosmelopermitís,milord,puedoiryo—dijoCharly,dandoun

paso hacia delante—. Seguro que puedo recorrer el pasadizo; no soymuchomásfornidoqueelmuchacho.Era verdad. Charly debía sus diversas victorias en las carreras de

caballosnosoloasuvaloryalavelocidaddesuyegua,sinotambiénalhechodequeeramenudoyfibroso,yqueapenaspesabamásqueunniño.—¡Peronoeresuncaballero!—exclamóDoug,negandoconlacabeza.Charlypusolosojosenblancoconaireimpertinente.—Con vuestro permiso, señor, pero ¿de verdad creéis que en ese

calabozo nos aguarda un grupo de jinetes lanza en ristre? Si lo hecomprendido bien, hay que atacar a dos hombres por la espalda yderribarlos. Eso también se aprende en las peleas de los pubs deGlenmorgan.Lasvirtudescaballerescasnoresultannecesarias.—Enlosataquesatraiciónlasvirtudescaballerescasmásbiensuponen

un impedimento—dijoElizabeth con su picardía brillando de nuevo ensusojos.—Pero tú... una vez me dijiste que tú no te habías metido a minero

porque la oscuridad subterránea te daba miedo; ¿y ahora pretendesarrastrarte a través de un túnel tres vecesmás largo que la galeríamáslargadenuestraminay en laqueno ardeningunavela?—dijoDougylanzóunamiradainquietaaCharly.Habíapresenciadoataquesdepánicoenlasgalerías.Avecesinclusolos

hombresgrandesyfuertesperdíanlosnerviosporcompleto.—Milord,cuandocabalgáiscontraotrocaballerodentrodelpalenquey

loveis,lanzaenristre,consucorcellanzandoespumarajosyunaafiladaespadacolgadadelcinto,¿nosentísmiedodevezencuando?¿Ynosoiscapazdesuperarloporunmotivoimportante?Creí...creíque...—Creíste que eso es lo que define a un caballero—dijoElizabeth en

vozbaja,casicon lágrimasen losojos—.Ytienesrazón,sirCharlesdeRhondda. Cuando reconquistemos el ducado de Glenmorgan tú serás elprimeroquemiesposoarmarácaballero.Peroprimerollevaráslaprendadeladuquesaenlabatalla.—Sequitóunacintadelcabelloyselatendióal hombre menudo que casi moría de vergüenza—. Ve con Dios ydevuélvemeamiesposo.

16

Elizabeth tiritaba, lanocheerabastantefría.Nohabíapodidosoportarla tensión que reinaba en las ruinas donde se refugiaban y optó porretirarse a orillas del río y contemplar las aguas tranquilasresplandeciendobajolaluzdelaluna,confiandoenquesucorazóndejaradelatircomouncaballodesbocadoydedesprendersedelpoderejercidopor sudesesperado temor.Habíanpasadomuchashorasdesde lapartidadeCharly.PodíaregresarconBrianencualquiermomento,perotambiénpodía estarmuerto o, en el peor de los casos, revelar su escondite bajotortura. En todo caso, Doug y sus hombres estaban preparados para elcombate y habían ensillado los caballos.Lo único que podían hacer eraesperar hasta el amanecer: si entonces Charly no había regresado,emprenderíanlahuida.ElizabethoyólospasosdeDougasusespaldasysevolvió,temblando.—¿Algunanovedad?—preguntóconvozansiosa.—Estáistiritando,milady—dijocubriéndoleloshombrosconsumanto

—.¿Permitísquemesienteavuestrolado?Elizabeth asintió. Se alegraba de verlo, su presencia siempre la

reconfortaba.Aélelcorazónseleencogióalverlatansolayensimismada.Laluzde

lalunadestacabasubellezay,másquenunca,hacíaqueparecieraunhadaperdida. Bajo la luz plateada, su rostro de tez clara brillaba, puro ytransparente; era como si las estrellas se reflejaran en sus ojos y suscabellos rizados agitados por la suave brisa se confundían con lassombras.Douglaamabatantoqueresultabadolorosoyenaquelmomentodeseaba,másqueningunaotracosa,ocuparelpuestodeCharlyypoderhaceralgo.InclusosisignificabamorirporElizabeth.—Lo logrará—dijo para animarla—. A lo mejor aguarda hasta que

lleguelamedianoche;cuandolosguardiasseadormilantodoresultamássencillo.

—Debeaguardarhastaqueacabenlosbanquetesenlagransala.Iandijoquehabíanllegadonuevosinvitados,asíquebeberánhastamuytarde.Elcaminodesdelasmazmorrashastaeltúnelpasaporelpatiodearmas.Doug hizo unmovimiento afirmativo con la cabeza; también eso era

verdad.—¿Quéharemossitodosalebien?—preguntóElizabeth—.¿Creéisque

losparessepondránafavordeBrian?¿Osolooscausamosproblemas?Cuando cierro los ojos y el temor se adueña de mí, veo la aldea deCaernonenllamasyelcastilloarrasado.—Cuandocierrolosojosveoalamujermásbelladelaislasentadaen

eltronodeladuquesadeGlenmorgan—dijoDougentonotierno—.Veounatierraprósperaysúbditossatisfechos, tantoen loscastilloscomoenlasaldeas.Elizabethlededicóunadébilsonrisa.—¿Y después? ¿Hincaréis la rodilla ante mí, duque, o seguiréis

contemplando a la duquesa con esa mirada tan...?—Se interrumpió sinacabarlapregunta.Doug le cogió la mano y se atrevió a depositar un suave beso en el

dorso.—Me repugna contemplar conmirada lasciva lomismo a la duquesa

quealamujerdeunminero,señora.Noobstante, tendríaisquecegarmeporque de lo contrario no podría apartar la vista de vos. Os amo,Elizabeth. Nunca quise hacerlo y aún hoy no lo quiero, pero no puedoevitarlo.Os amarédurante toda lavida, pero ellono afectarámi lealtadconrespectoavuestroesposo.Delocontrarionoestaríaaquí.Elizabeth alzó lamiraday lo contempló, y él vio las lágrimas en sus

ojos.—Losé.Yyo...Sihubieseotravida,yvosyyonosencontrásemosen

otro mundo, podría haber correspondido a vuestro amor. Rara vez healbergadosentimientostanintensosporunhombrecomoporvos.Confíoen vos, cifro mis esperanzas en vos, pero Brian llegó primero. Es mipríncipe,miamigo,mitodo.Loamoconcadafibrademicorazónyavososdeseo...anhelocontodaelalmaqueundíapodáisamaraunamujerdelamismamanera.EsaLissiana...supongoqueoscasaréisconella,¿no?Dougnegóviolentamenteconlacabeza.—Seguroqueno,perodecepcionarlafueunerror.Sihubieselogrado

quesiguieracreyendoquelaamabasolounpardedíasmás,todoestono

habríaocurrido.Elizabethalzólamanoyleacariciólamejilla.—Peronopudisteismentir,caballero.Esalgomásquetenéisencomún

conBrian—dijo,volviendolavistaalrío.Entoncessucumbióaltemor—.¡Tengo tantomiedo,Doug!—susurró—.Mi temorporéles infinito.Túno lo viste, estaba dispuesto a morir en esa celda. Había perdido todaesperanza,estáenfermo.Yyo...yonopuedovivirsinél.Douglerodeóloshombrosconelbrazoynotóqueelcuerpodeellase

agitabacomosiestuviesellorando,perosetranquilizócuandolaabrazó.Apoyólacabezacontraelhombrodeél,altiempoqueélleacariciabalaespalda y ella se acurrucaba contra él como una niña perdida en laoscuridadque,porfin,habíaencontradoelcamino.Elizabethpercibiósucalidezyacabóporserenarse.TodoiríabienmientrasDougestuvieraasulado.Élsiemprelohabíaarregladotodo.

—¡Milord!¡Milady!Haymovimientoeneltúnel,creoquevieneCharly—dijounodelosjóvenescaballerosinterrumpiendolapazquereinabaaorillasdelrío.Elizabeth pegó un respingo y su rostro volvió a reflejar el temor

anterior.—¿LoacompañaBrian?Doug la ayudóaponersedepie; tras lashoras sentada junto a la fría

orillateníaelcuerpoentumecido.Élmismoestabamuytenso;enrealidad,Charly debía de haber cumplido lamisión con éxito, porqueOsbert nohubiera enviado a sus esbirros a través del túnel. Si Charly hubiesefracasado,hacíatiempoqueloshombresdelduquehabríanaparecido.Cuando Doug y Elizabeth alcanzaron las ruinas, Charly emergía del

túnel.Estabaempapadoensudorycompletamenteagotado.—AyudadaBriana salir; solonopodrá—dijo, resollando—.Espero

queaúnestéconsciente,fuemuyduroparaél,peroyoloarrastréy...Una tos débil surgió del túnel y Brian logró recorrer los últimos

palmosporsucuenta.Porfinunodelosjóvenescaballerosloagarródelbrazosanoyloarrastrófuera.Briansoltóunquejidocuandosuhombroherido rozó el suelo; el vendaje estaba sucio y empapado en sangre.Elizabethsearrodillóasuladoyélsedesplomóensusbrazos.Jadeaba,peroparpadeóbajolaluzdelaluna,sabiendoquenodebíapermitirquela

debilidadseadueñaradeél.—Me dijeron... —murmuró— que nunca volvería a ver el sol. Pero

ahorayazgoenbrazosdeladiosadelaluna.Charlyabriómucholosojosypreguntó:—¿Yo también tendré que aprender a decir galanterías cuando me

arméiscaballero?Porqueenesecasoquizámelopiensemejor.Lamentohaber tardadotanto,perolosguardiasdeesoscalabozoseranunostiposgrandescomoárboles,osdigo.Asíqueconsideréqueseríamejoresperarhastaqueunodeellossedurmieraantesdeatacarlos.—¿Losmataste?—preguntóDoug.Eraunode los requisitos, pero se

temíaqueCharlynohabríasidocapazdehacerlo.—Puedequeaunodeellos,elqueestabaapostadodelantedelasceldas.

Oyóalgoybajó,noquisecorrerningúnriesgoyleclavéelpuñalenelpecho.Losdemás...bueno,tendrándolordecabeza.—Pero no durante mucho tiempo; cuando Osbert se entere de que

dejaron escapar al prisionero, no tardarán mucho en perder la cabeza.Podrías haber acelerado el proceso enviándolos al otro mundo deinmediato y entonces no nos preocuparía que nos descubran antes demañanapor lamañana.Ahorapuedendespertarencualquiermomentoydar la alarma. Tenemos que huir en el acto. Traed los caballos. ¿Puedecabalgar,Elizabeth?Brian,¿creesquepuedescabalgar?—Dougnoveíaaun duque al contemplar aquel cuerpo gimiente tendido en los brazos deElizabeth; más que respeto, sentía compasión—. Has de ponerte de pie,Brian.—Primero tengo que cambiarle el vendaje. ¿Tenéis agua? Necesita

descansar—dijoElizabeth.Seinterpusoentresumaridoylosdemáscasicomoparaprotegerlo.—Nosoloagua,inclusovino¡yaguardiente!—dijoDouglanzandouna

mirada de soslayo a Charly, que estaba abriendo una frasca—. Dale unpoco a tu duque, sir Charles, y haz circular esa botella. Puede que nosreanime y debe hacerlo, porque no hay tiempo para otra cosa. No sedesangrará por esa herida, milady, pero si nos descubren no tendrá lamenoroportunidad.DougcogiólabotellademanosdeCharly,bebióuntragoyselapasóa

Elizabeth,quevertióunasgotasentreloslabiosdeBrian.Eljoventosió,pero después trató de ponerse de pie. Elizabeth parecía dudar entreayudarlo o insistir en que permaneciera tendido. Lo que necesitaba era

calor, agua, curar la herida, descanso y tranquilidad, pero por detrásquedaba el largo camino a través del túnel y por delante una esforzadacabalgadadecuatrohoras.—¿Puedescabalgar,Brian?—insistióDougporsegundavez.—Mientras siga con vida puedo llevar un caballo —dijo Brian,

asintiendo.Hablaba en el tono autoritario de un caballero y Charly le lanzó una

sonrisamaliciosa:élpodríahaberdicholomismo.Loayudóamontarenelcaballoquehabíantraídoparaél,unanimalnegrocastradodecaráctervivaz, casi idéntico aCougar, su padre. Elizabeth hubiese preferido quemontaraenPearly,preocupada,notóqueelrostrodeBriansecrispabadedolorencuantoelmagníficocorcelsepusoenmovimiento.PeroDoug nomostró lamenor consideración e impuso un ritmo tan

implacable que ni siquiera Charly tuvo oportunidad de entretener a suscompañeros con sus heroicidades. Dejaron atrás la orilla del río y elcastillodeGlenmorganconrapidezyacabarongalopandoalolargodelcamino junto a los acantilados que, en épocas más felices, Elizabeth yBrian habían recorrido tan amenudo; de día eramaravilloso, pero esanoche Doug sintió pavor: no había árboles ni arbustos tras los cualesponerseacubiertoybajolaluzdelalunaelgrupodejineteseravisibledesde una distancia de muchas millas. Además, Brian se tambaleabapeligrosamente en la silla demontar y aunque no soltaba ni un quejidoestabaencogido, incapazdeadaptarsea losmovimientosdelcaballo;asíqueibadeunladoaotroyconcadabrincodelcaballolanzadoalgalopeeracomosileclavaranuncuchilloenelhombro.Porfin,CharlysepusoalapardeDoug.—Hay que descansar un poco, señor. Brian está a punto de caer del

caballo y no aguantarámuchomás. Y si se cae y encima se rompe loshuesos...Doug reconoció que tenía razón, aunque a regañadientes. Hacía dos

horas que estaban de camino, dos horas en las que Brian pasó por elinfierno. Estaba lívido, se había mordido los labios y el vendaje delhombroestabaempapadoensangre.Necesitabahacerunapausa,peronoallí,noacampoabierto.Empezabaaamanecerynecesitabanencontrarunlugardondeocultarse.—Dosmillasmás y habremos alcanzado el bosque de Thyme—dijo

Charly,queestabapensandolomismo.

—Pero es un bosque escasamente tupido y ya en parte talado. SeríamejorymássegurocabalgarhastaBlaemarvan:allípodremosponernosacubiertoenelbosquedepinos,loconozcobastantebien—propusoDoug.—No logrará llegar hasta allí —dijo Charly, mirando de soslayo a

Brian—.Comomucho,simontoenlagrupadelcaballodetrásdeélylosostengo...—Pero eso también nos hará más lentos. De acuerdo, Charly,

cabalgaremos despacio hasta Thyme y descansaremos. Después yaveremos.DougobligóaCougar a avanzar alpaso.Brian sedesplomósobre el

cuellodesucaballo,perohaciendounesfuerzosobrehumanoevitóperderel conocimiento. Solo se desmoronó cuando, por fin, alcanzaron elbosquecillo,loscaballerosloayudaronadesmontaryElizabethseocupódeéldeinmediato.Loshombresfueronaporaguaaunafuentecercanayellacomenzóacambiarleelvendajedelhombro.Brianestabamuypálidoycompletamenteextenuado; tardaríamásdeunahoraenpodervolveracabalgar,inclusosiCharlylosujetaba.Doug analizó las posibilidades de defenderse con expresión

preocupada.—Aquí no podemos ponernos a cubierto. Como mucho podemos

formaruncírculoyesoque ladestrezacon laespadade IannoesmuygrandequedigamosyladeCharly...—¡Soymuybuenoarrojandouncuchillo!—sejactóelcaballerizo.—Estupendo—dijo Doug—, con eso acabarás con uno de ellos y te

quedarássinarma.Serámejorquenolosueltes,muchacho.Sinosatacanaquí,elresultadodependerádelnúmerodehombresquenospersigan.Uno de los jóvenes caballeros que habían apostado ante la entrada al

bosquecilloparavigilarelcaminogalopóhaciaellos.—Tendremosqueluchar—informóentonoserio—.Ungrupoarmado

seacercaalolargodelcaminoquebordeaelrío.Cincohombres.Dougasintió.—Puesestaremoscasiempatados.PontedetrásdeeseárbolconBrian,

Elizabeth, pero apartad los caballos, podrían espantarse durante elcombate y pisotearos. Los caballeros combatirán a caballo, almenos alprincipio. Saldremos a su encuentro y los atacaremos de frente. Nocuentanconello.Charly...—Treparéaunárbolenlaentradaalbosque,milord,ymeencaramaré

alaramaquesobresaleporencimadelcamino.Simedejocaerdesdeallí,acabaréconelprimeroporsorpresa.La estrategia no era mala y Doug lo dejó hacer. Indicó a Ian que se

pusierapordetrásdeloscaballeros.SiCharlyrealmentelograbaderribaral cabecilla, los tres guerreros adultos deberían enfrentarse a cuatroadversariosy,conunpocodesuerte,lograríansometerlos.Los caballeros de Osbert no contaban con una emboscada, sino que

pensabanenunapersecuciónagalope tendido.Todosmontabangrandespurasangres y llevaban armaduras ligeras, pero Doug y sus hombrestampoco llevaban laarmadurade los lanceros.Seabalanzaronsobre loshombresconlaespadadesenvainada.Entre tantoelsolyahabíasalidoysusrayosiluminabaneldía,loscaballerosdeOsbertgalopabanbajolaluzdeslumbrante del sol y después entraron en la sombra del bosquecillo.Charlysearrojósobreelcabecillaantesdequelavistadeestesehubieraadaptadoalasemioscuridad.Conelrabillodelojo,Dougvioqueambosserevolcabanporelsuelo,

pero después solo pudo prestar atención a su propio combate. Intentóconcentrarseendoscaballerosalmismotiempo,conelfindeevitarque,dentrodeloposible,Iansevieraenvueltoenlabatalla.—¿Dóndeestávuestropreciosoduque?¿Acasoesdemasiadocobarde

paracombatir?—gritóunodeloshombresdeOsbertentonoburlón.Doug no respondió y se limitó a repartir mandobles. Aquellos

caballeros no eran adversarios fáciles,Osbert debía de haber enviado asus mejores hombres y Doug tuvo que esforzarse al máximo paradefendersedeuno solodeellos.Temíapor sus jóvenescaballerospocoexperimentados en el combate.En efecto, ambos jóveneshabían sidoyaderribadosdelcaballo,peroseguían luchandoapiecongrancoraje;noobstante,sevieronobligadosaretrocedercadavezmásy loscaballerosdeOsbertdebíandeestarapuntodedescubriraElizabethyBrian.—¡Ahítenemosavuestrotristeduque!Yestaveztambiénloacompaña

sumuñequita.ElduquedeGlenmorganestaráencantado.Sinembargo,eladversariodeDougnodisfrutómuchodesusupuesta

captura.DougaprovechóqueelotrosedistrajolanzandomiradaslascivasaElizabethyleclavólaespadaenelcorazón.EncuantoloderribóhizogiraraCougarygalopóhacialosdemás.Yjustoatiempo:Dougviocaeraunodelosjóvenescaballeros.LuegoquisoayudaraIancuandootrodelos esbirros deOsbert se abalanzó sobre él. El hombre que acababa de

derribarasirHaraldsevolvióyseenfrentóaél.Conel rabillodelojoDougvio cómo Ian alzaba torpemente la espada.Elmuchachonopodíasobrevivir a ese ataque y el primer golpe del adversario lo derribó delcaballo.PeroentoncesunafiguraaparecióaespaldasdeIan:muydelgado,un poco tambaleante y blandiendo la espada de sir Harald con lamanoizquierda, detuvo el golpe destinado a Ian y eso hizo que el muchachopudieraponerseenpie.Iantambiéneraunguerreroy,comoDavidfrenteaGoliat,arremetiócontraelatacantedesdeabajoyleclavólaespadaenelbajovientre,entrelacotademallayelquijote.Elhombresoltóunalaridoy su corcel se encabritó.Dougyano tuvo tiempode seguir observandoporque su adversario, al que mientras tanto había logrado derribar delcaballo, lo atacaba sinpiedad.Cougar también se tambaleabayDoug sedeslizódelasillademontar.Sihubieseintentadoseguirmontado,habríaperdido tiempo y habría brindado la oportunidad a su adversario deasestarleungolpemortal.Asíqueseenfrentóaélapie.Amboscaballerosintercambiaron cintarazos y mandobles, ninguno pensaba en ponerse acubierto, pero entonces Doug oyó la voz aún infantil de Ian y su gritodesesperado:—¡Detrásdevos,milord!Dougviocomoelcaballoseacercabaalgalope.Elcaballero,aunque

perforadopor laespadade Ian,porunaheridaque,por lovisto,noeramortal,alzó laespadadispuestoaatacarlo.Dougsegiróparadetenerelgolpe; sabía muy bien que con aquel giro le ofrecía su desprotegidaespalda al otro y casi contó con el golpe, pero entonces oyó una vozáspera.—¡Luchadconmigo!¿Noqueríaislucharconvuestroduque?BrianseenfrentóaladversariodeDoug.Dougdebíaaliviarlelacarga:

detuvo el ataque del jinete y clavó la espada en el cuerpo al hombre yagravementeherido.DespuéssegiróparaacudirenayudadeBrianyaúnalcanzó a ver cómo el joven duque—con la espalda apoyada contra unárbol— lograba detener el primer cintarazo. Doug arremetió contra elcaballero,peroantesdealcanzarlolaespadadelotroatravesóelpechodeBriany,porfin,amboscombatientessedesplomaron.DougcorrióhaciaBrian.—Brian...Unadébilsonrisaatravesóelrostrodeljoven.—Estáisconvida—susurró—.Y,alparecer,habéisvencido...

Dougechóunvistazoalaescenaenelbosquecillo.EnaquelmomentoCharly regresaba montado en el magnífico corcel del cabecilla conexpresiónbelicosaysosteniendosuespadaenlamano,comounauténticocaballero. Derrotar al hombre debía de haberle costado un esfuerzoconsiderable, pero era el vencedor; su cuchillo estaba manchado desangre.SirHaraldacababadeponerseenpieysesosteníaunhombro.Elsegundodelosjóvenescaballerosparecíahabersufridounaheridaenlapiernayenelbrazoderecho,perotambiénseacercócojeando.IanestabaarrodilladojuntoaBrian.—Dejadmepasar.Elizabethhabíaobservadoelcombatepresadeunasuertedeparálisis.

NuncacreyóqueBriantendríalafuerzasuficienteparablandirlaespada,pero cuando vio que Ian corría peligro debía de haber recurrido a susúltimasreservasdefuerza.—No podía permitir que algo le ocurriera al muchacho —susurró

Brian casi disculpándose cuando ella se inclinó sobre él—. Pensé enEdmond, que tampoco era mucho mayor. No quise que otro muchachomurierapormí.—¿Quépasaconelduque?¿Estáherido?Sir Harald y su amigo también querían ocuparse de Brian, pero

Elizabethlesdijoquesealejaran.—Dejadme a mí, dejadnos solos. Yo me ocuparé de él. Tengo que

examinarlelaheridaparaverlagravedad.CuandoDougsepusodepielerozóelhombroylasmiradasdeambos

seencontraronduranteunmomento;enlosdeella,élvioconfirmadoloque ya sabía: el duque estaba herido demuerte. A lomejor viviría unahoramás,perolaheridaestabademasiadopróximaalcorazón.Nadieninadapodíansalvarlo.ElizabethsearrodillójuntoaBrianyleabriólacamisa.Dougoyóque

ambos intercambiaban susurros al tiempo que se volvía hacia suscaballeros;demomentonoeranecesarioquelosupieran.Dougseobligóa prestar oídos a sus descripciones del combate y a inspeccionar susheridas.SoloCharlypermaneciócercadeElizabethy,sinhacerpreguntas,le trajoaguaymantas, leayudóa tenderaBrianparaqueestuvieramáscómodoy,después,sesentóenlahierbaaciertadistanciadeellos.Dougleconfirmóconlacabezaqueestababienallí;erabuenoquealguienleshicieracompañía.ElpequeñoIansehabíapuestomuypálidoalrecordar

elcombate.—LordBrianmesalvólavida.Sinohubieseacudido...Dougasintióconlacabeza.—Tambiénsalvólamía.Juntocontigo,pequeñocaballero,puessin tu

advertencia el desgraciado me hubiera clavado la espada en la espalda.Hoytodoshabéissidomagníficos.UnasonrisailuminóelrostrodesirHarald.—¡Lavidadenuestroduquelomerecía!—declaróentonoorgulloso—.

EstaréencantadodeserviralordBriandurantetodamivida.Dougsuspiró.—Todosestaríamosencantadosdehacerlo,Harald,perotemoque...Charlyseacercóaél.—Quiere veros —dijo en voz baja—. Solo a vos, milord, desea

agradecer a los otros, perodicequenodisponedemucho tiempo.Dicequevos...—añadióconlágrimasenlosojos—,quevosdebéisservirasuhijoyasuesposaconelmismovalorqueledemostrasteisestamañana.DougseacercóaBrianehincólarodillaantesuseñor,susalvadorysu

amigo.—Miseñor,duque...Brianalzólamano,estabamuydébil.—Dejad eso, lord Douglas... Doug... no hay tiempo para las

formalidades.Mihijo...seencuentraenvuestrocastillo.¿Resistiréishastaqueelreyylospareshayandecidido?—preguntó.Elizabethlesecólasgotasdesudordelafrente.Dougasintió.—Despuésdeestotendránquedecidiravuestrofavor.Haydemasiados

testigosdeaquelloqueOsbertqueríahaceros.—Pero llevará tiempo.¿Podréisdefenderelcastillocontraunasedio?

—preguntóBrian.Intentóincorporarse,peronolologró.—Sí,estoysegurodeello.Habéisconstatadoquemiscaballerososson

leales, nuestras defensas están en buen estado, el pueblo es leal, lasdespensasestánllenasdeprovisiones...graciasavuestroesfuerzo.—Osservíconmuchogusto—dijoBrian,sonriendo.—Yyoavos—dijoDougconlosojosllenosdelágrimas.—¿Prestaréisjuramentoamihijo?¿Yami...dama?Dougbajólacabeza.Losojosdelmoribundoreflejabanquesabíaque

laamaba.UnprofundoruborcubriólasmejillasdeElizabeth.

—Jamásosengañaría.—Noengañaríaisanadie.Ytútampoco,Elizabeth.Oslosconfíoavos,

DougdeCaernon,amihijoyamidama.Demostraréisserdignodeellos.—Losprotegeré,lucharéporellosylesseréfiel—dijo,llevándosela

manoalcorazón.—Tambiénpodéisamarla—musitóBrian—.Yahoradadme lamano:

quierovuestrojuramentodecaballero.Dougcogiólamanodelduqueynotóunalevepresión.Élladevolvióy

lomirófirmementealosojos.—Juroquemicorazónymiespadaestaránalserviciodevosydelos

vuestros.Brianasintió.—Peroahoradejadnossolos—dijoenvozbaja—.Elizabeth—añadió

apartandolamiradadeDoug.ElizabethacomodólacabezadeBrianensuregazo.—¿AúnrecuerdaselhuertodenaranjosdeSicilia?Solíamosescaparde

la corte para refugiarnos allí cuando queríamos estar solos. ¿Aúnrecuerdas lo dulce que era el sabor de las naranjas? ¿Y lo cálidos queresultabanlosrayosdelsolenlapiel...?

JamesBriant,duquedeGlenmorgan,murióbajo la luzdelsol,con lamanodesuesposaenlasuyayeldulcesabordeunmundomejorenloslabios.Elizabethno lloró.Cuando tendióel cuerpodeBrianen lahierba,no

sabíasialgúndíavolveríaallorar.Eracomosiselecerraralagarganta,losojosleardían,peronovertíanlágrimas.VioeldolorenelrostrodeDougylaslágrimasensusojos.Dejóque

la ayudara a levantarse y la rodeara con los brazos.Entonces se echó asollozar contra su pecho. Sabía que lloraba el final de una época y quealgúndíatendríaquehallarlafuerzaparacomenzarotravida.

17

ElizabethnotuvotiempodeentregarseasupenaypormásqueDoughubiese querido abrazarla y secar sus lágrimas, las circunstancias losobligaban a partir de inmediato. Entre tanto los hombres habían hechobalance de los combates: cuatro de los perseguidores estaban muertos,perounohabía huidoy, comomucho, antes dedoshorasOsbert habríaaveriguadoconlaayudadequiénescapóBrian.—¿Creesqueelhombrevioqueelduquehacaído?—preguntóDouga

sirVincent,quehabíaluchadoconelhuido.El joven caballero se encogió de hombros y su rostro se crispó de

dolor.Elizabeth levendabaelbrazo.Dougcontemplósurostropálidoylloroso, pero completamente inexpresivo. Parecía mantener el controlsobresímismayconfióenquetambiénsuperaríalainminentecabalgadasinvenirseabajo.—Esoeslodemenos—serespondióasímismoDoug—.Entodocaso,

Osbertsabráqueconcedoasiloenmicastilloalduqueyaladuquesa,ydaigual que el duque actual se llameBriant o Julian.Habrá consecuencias.Tenemosquecerrarelcastilloytambiéndebemosinstaralosaldeanosaqueserefugienenél,porqueenestoscasosarrasarlaaldeaquedependedelcastilloesunadelasaccioneshabituales.MientrasElizabethseocupabadelasheridasdeloscaballeros,Charly,

Doug e Ian preparaban los caballos y ocultaban los cadáveres de losatacantes bajo los arbustos. Se llevaron sus caballos y Charly a duraspenas logródisimularsuorgullo,puestoqueacababadehacerseconuncaballodebatallayconellotambiénhabíacumplidoengranparteconlosrequisitosparaconvertirseencaballero.Durante la veloz cabalgada, Elizabeth no tuvo tiempo de llorar o

cavilar.Douglanzólascabalgadurasalgalopeylosanimalesyaansiabanllegaralestablo.CuandoalcanzaronCaernoncomprobaronqueelcastilloestaba en guardia. Sir Joseph aún no había mandado izar el puente

levadizo,peroencambiohabíaapostadomensajerosentodoslosaccesosalcondado;Douglosdejódondeestabanydiolasprimerasórdenesalosguardiasdelcastilloencuantoatravesóelpuentelevadizo.Laevacuaciónde la aldea era de suma importancia: cuanto antes se enteraran de lasituaciónloshabitantes,tantomayorseríalacantidaddepertenenciasquelograríanrescatar,porque,alfinyalcabo,nadiesabíasisucasaestaríaenpieunavezlevantadoelasedio.—Quelosminerossellevenconsigosusanimalespequeños;supongo

quepodremos alojar unas cuantas cabras y gallinas en los establos.Loscampesinoshandeocultarsuganadoenelbosque,comosiempreenestoscasos,perodecidlesquemantendremosbastanteocupadosaloshombresdeOsbert: ninguno de ellos dispondrá de tiempo para ir de caza en losbosques.Peseatodoslosasuntosdelosqueaúndebíaocuparse,Dougacompañó

a Elizabeth a sus aposentos. Ella insistió en lavar y amortajarpersonalmenteaBrian,peroestabadispuestaaaguardarhastaqueAnnaylasotrasmujeresllegaranalcastilloparaprestarleayuda.Hastaentoncesqueríadescansary,sobretodo,permanecerjuntoaJulian.Dougtambiénsentía la urgente necesidad de comprobar que el pequeño duque seencontrababien,peroenesecasolapreocupaciónresultóinnecesaria:elpequeñoseentreteníajugandoconlaplumadesupadremientrasGertrudeterminabadecoserunabatitadesedaparaél.—¡Debedellevarropasadecuadasasurango!—proclamó,yasulado

ya reposaban una serie de atavíos de seda que pensaba reformar paraElizabeth.Soltó un torrente de palabras a la joven duquesa y solo calló al

percatarsedelacarallorosadeElizabethyalverqueescogíaunvestidonegro.Mientras tanto, Francis también había encontrado una cuna y un

diminuto sonajero de plata, que Julian presentó a sumadre con ademánorgulloso.Elizabethtuvoquesonreírentrelágrimascuandosediocuentade que casi lo hacía sonar demanera rítmica. Tal vez un día tocaría lafídulacomosupadre.AsíqueDougdejóaElizabeth,suhijoysuhacendosaniñeradedicados

a sus propios menesteres, se reunió con sir Joseph para comentar laestrategiadefensivaydioinstruccionesaFrancissobreelalojamientodetodaslaspersonasylosanimalesdelaaldea.Lasprimerasnotardaronen

llegar,entreellosAnna.—Dick ha uncido los caballos de la mina y ha puesto el carro a

disposición de los aldeanos para transportar sus cosas. Os parece bien,¿verdad,milord?—preguntóconvozfirme.Dougasintió,sibiensepreguntódóndehallaríaespacioparatodaslas

cosas que, a buen seguro,Dicky sus hombres estaban reuniendopresasdel pánico. Después indicó a Anna el camino hacia los aposentos deElizabethyhablóconCharlysobreelespaciodisponibleenlosestablos.Entonces el caballerizo ordenó a unmozo de cuadra que se llevara loscaballosalasmontañas.DougsetomóunosmomentosparadespedirsedeCougar;elsementalsemoríadeganasdedisfrutardela libertadjuntoasusyeguas:cadaprimavera tambiéncubría losponissemisalvajesde lasmontañas,peroesavez...—Espero que volvamos a vernos, viejo amigo —murmuró Doug,

acariciandoelcuellosedosodeCougar—.Ysinofueraasí, sinovoyarecogerte, entonces no vuelvas a dejarte atrapar, ¿oyes? ¡No quiero queacabesenlascaballerizasdeOsbertdeGlenmorgan!—¡Nimuerto!—dijoeljovenmozoconunasonrisa,montóensuponi

ycogió lacuerdaquerodeabaelcuellodeCougar—.Deboponermeenmarcha, milord, de lo contrario todavía acabaré topándome con esosbellacos.EralasegundavezenundíaqueDougteníalágrimasenlosojos.

Lesllevóhastatardeenlanochereuniratodoslosaldeanosenelpatiodelcastilloyalojarlosdemaneraquenoestorbarana losdefensores.Elestado de ánimo de todos era sorprendentemente bueno. Entre tanto,tambiénsehabíadifundidolanoticiadelaauténticaidentidaddeBrianydesumuerte;CharlyyloscaballerosnosecansarondeinformaracercadesusheroicidadesyunaprofundaindignaciónporOsbertseapoderódelosaldeanos.Pormásque,porlogeneral,lesresultabaindiferentequiéngobernabalafortalezadeGlenmorgan,aBrianloconocíancomounodelos suyos y ardían en deseos de vengar su muerte. Rob y otras almassencillashubiesenpreferidoatacarGlenmorgansoloarmadosdepicasyhorcas,peroporlomenossepresentaronvoluntariosparaayudar.Porsuparte,lasmujeresseatareabanenlacocinaylosestablos;AnnayalgunasotrasseocupabandeElizabethydeprepararelentierrodeBrian.Aúnno

estaba claro dónde y cuándo tendría lugar. De momento, Doug habíadispuesto que albergaran el cadáver en un recinto fresco de la bodega;Arnoldseofrecióparaconfeccionarunataúddeplomo.Después de medianoche un mensajero atravesó el puente levadizo a

todogalope;el jovensepresentócomoRolanddeBirchrock,elhijodeArmandyElinor.—He de deciros queOsbert ha ordenado a todos sus vasallos que se

ponganenmarchadeinmediato.Quiereasediarvuestrocastillo.Dicequeofrecéis asilo a rebeldes y asesinos. En todo caso, Blaemarvan se hapuestodesuparte:parecequeestábastanteenfadadoporciertoasuntoconsuhija.Mipadrehaenviadomensajerosaalgunosotrosnoblesconelfindeponerlosalcorrientedelaverdaderahistoria.PuedequesenieguenaseguiraOsbert,peroabuenseguroqueDavonyBrandare,no,puesalfinyalcaboelpropioOsbertlosnombrócondes,asíqueleseránleales.—Yesossonloscondadosmásgrandes—dijoDoug,suspirando.Rolandasintióconlacabeza.—EncimahaenviadomensajerosaClevey,porqueúltimamenteOsbert

yelduquedeCleveysehanhechoíntimosamigos,asíquetalvezlepresteayuda.Mi padre está de camino connuestrosmejores caballeros, por sinecesitáisrefuerzos.Séqueaquítodosyaseestánpisándosemutuamentelos pies, pero si se producen ataques... vuestros caballeros no son muyexperimentados,laverdad.Doug tuvo que darle la razón. Se apresuró a decir a Francis, que ya

estabamuycansado,queselasarreglaraparaalojaraunoscuantosmás.—¡Ah!, casi lo olvido: también hemos mandado un mensajero a

Inglaterra —dijo Roland. Una sonrisa atravesó su rostro anguloso yrodeadode rizoscastaños—.Por sivos todavíano lohabíaishecho.MihermanoLennartseencargapersonalmentedelasunto;lohaceconmuchogusto, fueeducadoen lacortedel rey juntoconelpríncipeEnrique, asíquedebieraconseguirunaaudienciaconrapidez.—Encasodequeel reynoestéocupadoenasuntosmás importantes,

comobuscarnovia—dijoDougentonoreceloso.ElreyEnriquenoeraprecisamenteconocidoportomarrápidasdecisionespolíticas.LasonrisadeRolandsevolvióaúnmásamplia.—NodejarádetomarenserioaLennart,almenosesoesperamos.La

cuenta de padre solo quedará saldada si el rey realmente envía unmediadordeinmediato.

—¿LacuentadeArmand?—Dougfruncióelentrecejo.Rolandasintióconexpresiónpícara.—Lennart contará al rey que los pares están tan enfadados por la

insostenible situación que demomento, y hasta que el asunto se aclare,cerraránlasminasdeplata.—¿Queréisdecirquecongelaránlostributos?Rolandnegóconlacabeza.—No,milord:detendrántodalaexplotación.Asíquenohabráplatade

Galesparalascámarasdeltesorodelrey,¡yesoloencabritará!Siesquepuedopermitirmehacersemejantecomentariosobresumajestad.

Armand y sus hombres llegaron ya tarde en la noche y a la mañanasiguienteDougmandóizarelpuentelevadizodespuésdequelosúltimoscampesinos —¡inesperadamente generosos!— llegaran al castillo concarros cargados hasta los topes. Las despensas del castillo estabanrepletas,peroDougnosehacíailusiones:erantantaslasbocasquehabíadealimentarque lasprovisionesdurarían tres lunas,comomáximo.Esatarde aparecieron los primeros asediadores ante el castillo: eran lospropios caballeros de Glenmorgan y a ellos se sumaban los deBlaemarvan.ElcercodeasedioentornoalcastillodeCaernonsecerróalanochecerdeldíasiguiente,sibienDougcomprobócomplacidoquetrescondados no participaban. Sus señores llegaron con sus escoltas,montaroncampamentoenlaaldeayfueronrecibidosconvítoresporlosdefensoresdeCaernon.Puedequelosmiembrosdelséquitodelosduquesquizá saquearan sushuertosy sacrificaranunpardecabezasdeganado,perocontodaseguridadlosseñoresimpediríanqueOsbertincendiaralaaldea. El duque de Clevey envió refuerzos y, belicoso como era,encabezabapersonalmenteasushombres.—Quién sabe cómo ese se hizo con su ducado —dijo Doug, que

observabalallegadadelastropasdesdelasalmenasjuntoconArmand—.EsdesuponerquetambiéndebecontarconlarebelióndesusparesyasílogrademostrarlescómoloshombresíntegroscomoOsbertseenfrentanalaresistencia.—Encambio,sushombresdebensentirtanescasoentusiasmoporesta

campaña militar como nosotros por aquella en Clevey—dijo Armand,sonriendo—.Sonmuchos,peronolucharánconfervorguerrero.

—Adiferenciadenuestroshombres—dijoElizabethenvozbaja.Habíaremontadolasescalerashastalasalmenasenbuscadeunpocode

aire fresco. Los cuidados prodigados por las mujeres en sus aposentoseranmuyafectuosos,perodespuésdeunashorasacabaronporafectarlelosnervios.—Son absolutamente conmovedores. El pequeño Ian entrena a los

mineros en el patio de armas y les enseña a manejar las armas de loscaballeros. Cuando esto haya pasado necesitaréis nuevas armas porqueRoblasestádestrozandoyardeendeseosdehacerlomismoconOsbert.Doug sonrió y le lanzó unamirada de admiración. Demomento, las

lágrimasdeElizabethsehabíansecado;habíademasiadaspersonasdelasquedebíaocuparseydemasiadosasuntosqueresolver.Además,eraamigay confidente de los aldeanos que le confiaban sus preocupaciones y susdolencias,ytambiénladamadelcorazóndeloscaballeros.Cadaunodeellos quería hablar personalmente con la duquesa, jurarle lealtad ytranquilizarla acerca del pequeño Julian, porque, al fin y al cabo, loshombres también debían jurar lealtad al pequeño duque.Al principio alniño lepareciódivertidoque todasaquellaspersonashincaran la rodillaanteél,peroenalgúnmomentocomenzóaaburrirseyElizabethtuvoqueevitar que mordiera la mano de quienes se la tendían durante elbesamanos.Encimalasmujeresnodejabandemimarlo;siseguíanasí,¡sudulceniñoseconvertiríaenunmocosoinsoportable!PeroalmenoselajetreocotidianodistraíaaElizabethdesudolorylos

homenajesqueloscaballeroslerendíanlaobligabanaprestaratenciónasuaspecto.Demomento llevabaun sencillovestidonegro,peromuchasjoyas de oro. Francis había aparecido con el cofrecillo de joyas de lamadre de Doug e insistió en que escogiera unas cuantas. Llevaba losrizados cabellos recogidos y ornados de peinetas de oscuro carey.Entonces el vientoque soplaba en las almenas le soltó unasmechasqueiniciaron su danza habitual en torno a su rostro vivaz aunque un tantopálido. Elizabeth dirigía la mirada resplandeciente de sus ojos azulessobrelosasediadoresconexpresióncuriosayunpocotemerosa.—Allí abajo está ocurriendo algo, ¿verdad?—preguntó con el ceño

fruncido—.Esoshombresconlosestandartessonheraldos,¿no?Yenefecto:doscaballerosricamenteataviadosseacercabanalfosodel

castillo y parecían gritar unas palabras. Los hombres apostados en lasalmenaslescontestaron.

—Deberíamos dirigirnos allí —dijo Armand—. Acompañadnos,milady.Sealoqueseaquedesean,tambiénosatañeavos.Unmensajerodelosguardiasdelcastillolessalióalpasoenlaescalera

quedabaalatorredelhomenaje.—Desean que acudáis a la puerta principal, milord. El... duque, lord

Osbert, envía una comisión. Quiere presentaros una propuesta pararesolverelasunto.—Se ha dado una prisa asombrosa —comentó Armand mientras se

apresurabanabajar—.MepreguntosiocurrealgoenInglaterraosi losparesloestánpresionando.LosheraldosresultaronserloscondesdeDavonydeBrandare,ambos

eranpareslealesaOsbert.PortabanbanderasblancasyDougmandóbajarelmáspequeñodelosdospuenteslevadizos,peronolosinvitóaentrarenel castillo y, seguido de Armand y Elizabeth, los recibió en medio delpuente.—Os saludamos, lord Douglas —dijo lord Davon para empezar la

conferencia.Dougparecíadispuestoaapartarse.—Sicomenzáisasí,podemosdaresteasuntoporacabadoahoramismo.

PrimerohincadlarodillaanteladyElizabeth,duquesadeGlenmorgan.LordBrandarealmenoslasaludóinclinandolacabeza.—Perdonadquehayamosolvidadolanecesariacortesíaanteladama—

dijo en tono amable—. Pero dada la situación, no podemos hincar larodillaanteella,almenosnoensucalidaddeduquesa,peronocabedudadequesubellezaesdignadenuestraveneración...—¡Noperdáisel tiempoconzalamerías!—exclamóElizabethen tono

malhumorado—.Elindividuoquerepresentáiseselculpabledelamuertedemiesposoysifueraporél,tambiénnosharíaasesinaramihijoyamí.¡Asíquedecidloquetengáisquedecirydespuésregresadjuntoavuestrousurpadorylamedlelasbotas!Echó la cabeza hacia atrás con expresión autoritaria y se le soltaron

algunosmechones. Bajo la luz del sol, era como si su rostro estuvieraenvueltoenllamasyDougpensóquenuncahabíasidotanhermosacomoenesemomento.—Comprendo que estéis enfadada, milady —admitió Davon—, pero

lordOsbertniegalosactosylasintencionesquevosleadjudicáis.Yaquíresulta difícil juzgarlos. Por eso... por eso el duque de Glenmorgan

quisierasugerirosquedejemosladecisiónenmanosdeunainstanciamáselevada...—Elreyyaestáinformado—intervinoArmand—.Nocabedudadeque

enviaráunmediadorysilordOsbertsesometeasujuicioconlamismaconfianza que la dama, solo tendremos que esperar. La pregunta es porquéinsistísenhacerlojustodelantedelcastillodelordDouglasyporquéhabéisacudidoarmadoshastalosdientes.Brandarecarraspeó.—Lord Osbert piensa en un... eh... en un juez aún más elevado.

Propone...osproponeaclararelasuntomedianteunduelo.Éldefenderíasuposiciónpersonalmenteyladamadeberíaescogeruncaballeroquelarepresente.—¿Unaordalía?—preguntóDougentonoincrédulo—.¿Esquetodavía

secelebran?Durantelosúltimossiglos,lasrencillas,inclusoentrelosreyes,devez

encuandoseresolvíanmedianteunaordalía.Perohastaenloscírculosdela Iglesia se había impuesto la idea de que en dichas ordalías tendían avencerlosluchadoresmásfuertesynolacausajusta.—LacortedeGlenmorgansiemprefuemuyconscientedelatradición

—dejócaerArmandentonoirónico—.Solomencionarélascruzadas.—¿Negáis la capacidad del Todopoderoso para revelar la verdad?—

rugiólordDavon.Dougpusolosojosenblanco.—Notantoelpodercomoladisposición...—LordDouglasserefiereaqueDioshaprovistoalossereshumanos

deljuiciosuficientecomoparahacerjusticiaapartirdelaspruebasylasdeclaracionesdelostestigos—dijoElizabeth.Ningunodeellospodíacorrerelpeligrodeconvertirseensospechoso

deenfrentarsealaIglesia.¡Loúnicoquefaltabaesquealguienvolvieseaverseacusadodecometerbrujería!—Bien,podéisreflexionaralrespecto—acabópordecirlordBrandare

—. El duque sugiere que el duelo se celebremañana almediodía. Y semuestra generoso: en casode que fracaséis, os hará acompañar hasta elpuertodeCaerdydddondeosembarcaréisenunanavequeosconduciráalpaís que hayáis escogido. O de lo contrario optáis por ingresar en unconvento;enesecaso,vuestrohijopodríacriarseenlacortedelduque.—¡Eso os resultaría muy conveniente! —protestó Elizabeth en tono

airado.Dougleapoyóunamanoenelbrazoparatranquilizarla.—¿Y qué pasa si no aceptamos el generoso ofrecimiento de lord

Osbert?—preguntóArmand—.¿Esqueenesecasohemosdecontarconalgunasuertedecastigodivino?—En ese caso atacaremos —contestó lord Davon con voz serena—.

UnapesadaartilleríaestádecaminodesdeClevey; llegarádentrodedosdías,amástardar.Un profundo temor se adueñó de Doug. Glenmorgan no disponía de

cañones, ya que hasta entonces ninguna amenaza había sido bastantegrande como para justificar el gasto. Pero el duque de Clevey era unaficionadoalasarmasmodernas.—Lasmurallasdemicastilloresistiránaloscañones—declaróDoug,

procurandohablareneltonomássosegadoposible.ElcondedeDavonlelanzóunasonrisamaliciosa.—Tenemoslaintencióndedispararporencimadelasmurallas.Doug y Armand ejercieron un control férreo sobre sí mismos, pero

Dougnopudodisimularsupalidez.Habíaoídohablardedichatácticadecombate;loscastellanoslahabíanutilizadodeunmodoimplacablecontralossarracenos.Pesadaspiedrasobolasdehierroquepodíanserarrojadasaunadistanciatresvecesmayorqueunaflechadisparadaporunarco,quesuperaban las murallas y a menudo caían sobre los mercados o losedificios públicos. En el castillo de Doug, repleto de seres humanos,causaríanunaespantosadevastación.—De acuerdo—dijo Doug con voz enronquecida—.Discutiremos el

temaymañanaosdaremosunarespuesta.Decídseloavuestro...duque.

Armandno recuperó el habla hasta que no regresaron al castillo y elpuentelevadizosecerróasusespaldas.—Nopodremosevitaresaordalía—dijoconexpresiónseria.—Amenosqueelmensajerodelreyllegueatiempo—contestóDoug

entonoresignado—.Peroesimprobablequellegueantesdemañana.—¡Es imposibleque lleguemañana!—exclamóArmand—. ¡Yencima

en medio del calor del mediodía! Eso está fuera de cuestión, debemosganartiempo,postergarelasuntounasemana;oaúnmejor:diezdías.—Perosi ledaismuerte,Doug,yanonecesitaríamoselmediadordel

rey—objetóElizabethentonotímido—.Osbertnotieneherederoysicae,

elducadopasaránecesariamenteaJulian.ArmandresoplóyDougsemordisqueóellabioinferior.—Si cae—replicó por fin—;pero por desgracia nohaygarantías de

queesoocurra.Esuncontendientepoderoso;derrotarlonoresultaráfácil.—Peroenciertaocasiónvoscasiloderrotasteis.Charlylocontóenel

pub. Podríais haber vencido con facilidad si hubieseis aprovechado supuntodébil.Charlyafirmóquelodejasteisganaradrede—dijoElizabeth,contemplandoaDougconaireconfiado.—En aquella ocasión Osbert ya estaba bastante borracho y no estaba

armado para un combate, en el mejor de los casos para una justa sinimportancia. Y, pese a ello, solo mostró un punto débil cuando yo yaestaba casi demasiado extenuado para aprovecharlo—dijoDoug con lacabezagacha,puescallarlaverdadcarecíadesentido.—Porcierto, lordDouglas: ¿quiénhabladevos?—preguntóArmand

—.Ladamapuedeelegirlibrementeentretodossuscaballeros.¡Nadieosdesafiópersonalmenteavos!—¡¿Dudáisdemivalor?!—exclamóDougentonoindignado.—Desdeluegoqueno—lecontestóArmand,poniéndoleunamanoen

el brazopara apaciguarlo—.Noobstante, considerad los hechos: habéisvistomuchomundo,perosegúnloquemehancontadohabéisasistidoamásbailesdesalónqueatorneos,¡yvuestroscamposdebatallatambiénfueronmáslosdelamorquelosdelfríoacero!Novolváisaindignarosde inmediato, claro que también participasteis en diversas escaramuzas,peronopodéiscompararunpardeduelosconespososcornudosconunoavidaomuerteconunfajadorcomoOsbert.Enlasillademontarelpesode ese hombre supera al vuestro en un tercio. Nunca ha perdido uncombate e incluso ha matado hombres en los torneos, sin querer, porsupuesto,peroesunbravucón,unperdonavidas.Siosenfrentáisaélenelpalenquesupondríaunaosadíainimaginable.Dougprocuró reprimir la sensación humillante que se apoderó de él.

En aquel momento, dejarse arrastrar por la ira era una tontería. LasintencionesdeArmanderanbuenas.—Bien, en ese caso, ¿a quién propondríais? —preguntó, intentando

hablarentonosereno.Armandseencogiódehombros.—TalvezamihijoRoland.Osbertlosuperaenpesotambiénaél,pero

esunluchadormuydiestro.

Roland ya había ganado diversos torneos, tanto enGales como en elextranjero.—OavuestrosirJoseph.Aúnnolohevistocombatir,peroalmenossu

pesoequivalealdeOsbert.Ytambiénamicaballero,sirRüdiger,peronoes necesario decidirlo ahora. Primero tenemos que intentar convencer aOsbertdequefijeunafechaposteriorparaelcombate.Despuésharemosqueloshombresseenfrentenentreellosyescogeremosalmásfuerte.Noquieroqueundesconocidosejueguelavidapormí—dijoElizabethconunavozqueerapocomásqueunsusurroasfixiado.—¡Casi no os quedará otro remedio, milady! —exclamó Armand—.

Vos no podríais enfrentaros a ese bellaco y no tenéis un esposo u otroparientequelohaga.—Metieneamí—dijoDougen tono firme—.BriantdeGlenmorgan

meconfióelcuidadodeellaydesuhijoantesdemorir.Simeescogeamí,lucharéporella.Elizabethlocontempló.Luchabaconelapasionadodeseodeprotegerlo

ylafirmedecisióndeenviaralinfiernoalhombrequehabíahumillado,torturadoymatadoaBrian.—SiDiostomapartidoporalguien,lotomarápornosotros—dijo.LamiradaincréduladeArmandoscilóentreambosjóvenes.Lamirada

confiada de Elizabeth, el amor apasionado que iluminaba el rostro deDoug,casiconalegríaanticipadaanteelcombate...—Vaya,asíquelascosasestánasí...Como caballero andante, Armand había visitado numerosas cortes

galantes y sabía que el amor por su dama podía dar alas a un hombre,sobretodosiesoabríalaperspectivadequeellaleprestaraatención.Perotambiénhabíavistocaeramuchostrovadores,derribadosporlaespadadeviejospendencieroscomoOsbert.—Pues en ese caso supongo que el asunto quedará así. ¡Pero os lo

suplico, Doug: no os lancéis a ese combate mañana al mediodía!Procuremos postergarlo. Y después no os dediquéis a languidecer porvuestra damay ejercitaos con la espada.Roland os dará instrucciones ypuedequesirJosephconozcaunpardetrucos.¡Convencedlo,milady!Nolo enviéis a la palestra mañana por el amor de Dios, porque de locontrariohabréisperdidodoshombresenpocotiempo.—¿Tan grave es? —preguntó Elizabeth, volviéndose hacia él; estaba

pálida—.¿Debocambiardeparecer?

—Unhombrehadeamarosprofundamenteparalibraresecombate—respondióArmandencogiéndosedehombros.Luegobajólavoz—.Perovos ya habéis elegido a vuestro caballero. Ahora necesitamos la ayudadivina.

Osbertsedejóconvencer;estabadispuestoapostergarelduelodurantetresdías,peroniundíamás.Además,seenfrentaríanpor lamañana,nobajoelsolyelcalordelmediodía.—El momento planeado por Osbert dice mucho de su estrategia —

declaróJoseph,alque,depronto,verseobligadoainstruirasuseñorenvezdeaunahordadedoncelesleresultabadesagradable—.Apuestaporlafuerzabruta,quierecansaros.—Losé—dijoDoug—.Lodicho:yaheluchadocontraélunavez.Se

trata de detener todos sus golpes hasta que cometa un error y entoncestenertodavíafuerzasuficienteparaclavarlelaespada.—Correcto, pero vos detenéis los golpes con excesivo impulso —

intervinoRoland—.Debéishacerloconmenoresfuerzo.Mirad,así.Al final del primer día de ejercicios con la espada, Doug estaba

destrozado. Si las cosas seguían así, cuando se enfrentara a Osbert yaestaría exhausto.Y sus noches tampoco eranprecisamente sosegadas.Elalojamientoenelcastillosehabíavueltomuyestrecho;DougcompartíasusaposentosconElizabeth,laniñerayelpequeñoJulian.Cediólaalcobaalasmujeresyéldormíaenelvestidor.Enlabibliotecasealojabanmásmujeres y niños, y el ruido era considerable: los niños chillaban, lasmujeres entonaban nanas para tranquilizarlos y las personas atenazadaspor el temor gemían entre sueños. Además, la idea de que Elizabethdormíaenlahabitacióncontigualeimpedíaconciliarelsueño;unayotravezseleaparecíasuimagen,comoaquellanocheantesdequepartieranaGlenmorgan:el rostrodormidoy relajado, la rizadacabelleraextendidaen la almohada como los cabellos de un ángel, la delicada piel de suspárpados cerrados, las largas pestañas acariciando sus mejillas y loslabios entreabiertos y trémulos.Deseaba tenerla entre los brazos, queríabesareserostroyacariciarsucuerposuaveyrelajado.DougsediocuentadequejamáshabíavistoinmóvilaElizabethnitendidaconactitudlascivaen alguna parte. Cuando estaba despierta era como si siempre estuvierabailando,parecíajugarconlaluzylassombrascomounrayodesolque

cae entre las hojas acariciadas por la brisa. Durante todo el día habíaansiadorecuperarelsosiegodesusaposentos,perocuandoentró tras lalargajornadaejercitándoseconlaespada,elestrépito,loschillidosdelosniños y las sobresaltadas mujeres de la aldea —que no estabanacostumbradasaencontrarseconsuseñordemaneratanrepentina—selehicieroninsoportables,asíqueseretiróaladarve,dondeademásnohacíatantocalor.Todoparecíatanpacífico...DougnodebíapensarqueOsbertacechabaantelaspuertas,dispuestoadispararcañonazoscontraelcastilloy acabar por arrasarlo. En su fantasía vio a sus hombres luchando ycayendo en ese pasadizo, y a los esbirros de Osbert masacrando a losinofensivosminerosycampesinosyviolandoasusmujeres.Perono,lascosas no llegarían hasta ese punto. Se celebraría ese duelo y solo loafectaríaaél,aOsbertoaél...Elizabethsalióaladarveyseacercóaél.—Parecéis agotado. Pero progresáis; hacéis progresos en no hacer

nada. ¿Es que los caballeros también os enseñarán a arremeter en elmomentocorrecto?Elizabethhabíaobservadolosejerciciosdurantecasitodoeldíayhabía

comprendidodequésetrataba.Sumiradareflejabasupreocupación,perotambiénlaviejapicardía.—Ya sé embestir, milady —dijo Doug, riéndose—. Espero poder

convenceros de ello algún día. Al igual que a Osbert, si bien bajocircunstancias considerablemente diferentes. Pero no hablemos decombates,puesdemomentointentodisfrutardelapaz.Elizabethasintióconlacabeza.—¿Queréis que os dé un masaje, Doug? Seguro que os duelen los

hombros:oshabéispasadomediodíablandiendolaespada.Sentaosaquíyquitaoslacamisa.Susmanospequeñasysuavesloobligaronatomarasientoenelmuro

que bordeaba el adarve.Cuando apoyó los dedos en sus hombros, él lecogiólamanoydepositóunsuavebesoeneldorso.—No,milord.¿Quépensaríanlasmujeres?Puedenvernossi lapuerta

está abierta. Limitaos a quedaros quieto, dejadme hacer, después osencontraréismejor.Ejerciendounafuertepresión,lasmanosdeElizabethlemasajearonlos

músculos y los tendones del cuello y de los hombros, tantearon lastensiones,presionaronconmayoromenorintensidadytambiénparecían

acariciarlo.Alprincipio,Dougsintióunatensiónerótica,sumiembroyaseagitóconelprimer toque,perodespués losmovimientos rítmicosdelasmanosdeellamásbiencomenzaronaserenarlo.Sesentíamásligero,más seguroy lo invadióeldeseode inclinarsehaciaatrásy soñar.A lomejor también soñó con el beso que ella depositó entre sus omóplatos;pero no, eso era imposible. Doug se volvió y vio su rostro estático,ligeramentesonrojadodebidoalesfuerzoyalpudor.—Elizabeth...Quisoatraerlahaciasí,abrazarlayolvidartodoloquelesaguardabay

que podía destruir ese sueño antes de que empezara a hacerse realidad.Peroellaseapartócongestodecidido.—No,milord,esonopuedeser.Noaquíynoahora.Esa...esaotravida

aúnnohacomenzado.Primerotenemosqueponerfinaesteasunto.Hastaentonces,Doug,todavíasoylamujerdeBrian.

18

Losdíassiguientestranscurrieronentremásejerciciosconlasarmasyunatensaespera.ArmandyDougaúnnohabíanabandonadolaesperanza:sielreyactuabaconrapidez,sujuezpodríallegarencualquiermomento.Pero lo primero que llegó fueron los cañones deClevey, de un tamañoimpresionante, y quienes losmanejaban: artilleros sajones que se dabanmuchísima importancia y amedrentaban a los soldados de infantería delduquey lesdabanórdenes sobre el emplazamientode los cañonesy lospesados proyectiles, y dónde almacenar la pólvora para evitar que lalluvia lamojara.Pero en aquellosdías el sol lucía enGlenmorgany entodoGales, enmedio de un cielo casi sin nubes, así que los caballerossudabanaúnmásbajosuspesadasarmaduras.Armand y sus hombresmantenían un prolongado debate acerca de la

armaduraquedebíallevarDougyalfinaloptaronporlamásligeraquehallaronenel castillo.PertenecíaaRolandyestaba forjadadeunmododistintoqueladeDoug,quetardóundíaenteroenacostumbrarseaella.Roland también le prestaría su caballo, un semental negro de patasblancas, alto y de huesos fuertes, que guardaba cierto parecido conCougar, pero que era mucho más grande y fuerte. El calor tambiénafectaba a los caballos, pero al fin y al cabo el semental solo se veríaobligado a galopar durante dos o tres asaltos antes de que uno de loscaballeroslograraderribaralotrodelcaballo.Armandelevóunaplegariasuplicandoqueeldíadelcombatefueralluvioso.OyórumoresquedecíanquelavistadeOsberthabíadisminuido,asíquesieldíaeranubladoycaíauna fina llovizna, la situación sería más ventajosa para Doug que si sevieraobligadoacombatirbajolosrayosdelsol.Sinembargo,eldíadelcombatesaliómuyluminoso.Desdelatorredel

homenaje,Doug,quenolograbaconciliarelsueño,observólasalidadelsol,queseelevabacomounaresplandecienteesferarojapordetrásdelasmontañas.PensóenCougarysusyeguas,queenaquelmomentoestarían

en su prado de lasmontañas, y albergó la esperanza de que no sería laúltimavezquelosprimerosrayosdelsolleacariciaríanlapiel.—Laauroraesmuybella.Doug sevolvió.Nohabíaoído llegar aElizabeth,queestabadepiea

sus espaldas, descalza y solo envuelta en un camisón, con los hombroscubiertosporunligerochalparaprotegersedelfrescormatutino.—Noqueríaasustaros.—Verosnuncasupondráunsustoparamí.Ytenéisrazón:laauroraes

muy bella, pero no tan bella como vos, milady. No tan bella como tú,Elizabeth.Elladiounpasohaciaél,dudandoentreacurrucarsecontrasupechoo

mantener una virtuosa distancia. Ambos ansiaban el contacto, peroElizabeth ignoraba si lograrían contenerse si se echaba en brazos deDoug.—¿Tenéismiedo?—preguntóenvozbaja.Noteníaquehaberacudido,peronohabíapegadoojoentodalanoche:

oía los pasos de él en la habitación contigua y casi percibía su agitadarespiraciónenmediodelsueñoinquieto.Él,creyéndoladormida,sehabíacolado en la estancia, paramirarla conmovido, y temeroso. Y en aquelmomentoestabasentadoallí,soloyperdido,observandoelamanecerdeldíaenelqueunhombrequeríadarlemuerte.—MitemornoesmayorqueeldeCharlyantelaperspectivadeentrar

en la mina —contestó Doug, procurando sonreír—. Ya lo sabéis: uncaballerosuperasutemorenarasdeunacausaimportante.—Quizátodoesosolosonpalabras.Douglaabrazó.—Si tú no sientes que esta es una causa importante, Elizabeth... No

combatoporunducado,combatoporunamorqueesmásgrandequetúyyo.Quierovencer,yvenceré,venceréporti.Ellaquisosoltarse,peroéllabesó,unbesoexigenteyapasionadoenel

que depositó todo su amor, toda su fuerza y entrega. Elizabeth se lodevolvió,sedejóhechizar,bebiósuamorycompartiósudeseo.Deslizólas manos por la espalda de él, pero no en un suave masaje, sino coninsistencia,ansiosadecontacto.Lasdeslizóhastasusposaderas, tanteóyacariciólacicatrizdesuingle.Cuandoélapartóelpañoquelecubríaloshombrosylosbesó,ellasoltóungemido.Dougnotóloshuesosdelicadosbajolapielysusbesoscayeroncomogotasenhojasentibiadasporelsol

yhumedecidasporlalluvia.Recordósucuerpohúmedotraselbañoenelrío,lashojasdesaucepegadasalospechosysuanheloderetirarlasconsusbesos.Ellaleofreciósuspechosenvueltosenunhálitodelavandayelaroma inocente de un niño pequeño. Julian debía de haber dormidopegadoalcuerpodesumadre.Dougbesólassuavescurvas,lasrodeóconlasmanosynotóquelospezonesseendurecían.Deslizóelcamisónhaciaarriba y, alborozado, notó que debajo estaba desnuda. Sus dedosacariciaronelvientreplanoysuave,yelmontedeVenusqueseapretabacontra su mano. Elizabeth parecía ansiar su proximidad con la mismadesesperación que él la suya, no podía desprenderse de él, era como siquisiera fundirse con su cuerpo. Fundirse juntos, derretirse...Doug notóqueestabahúmeda,susdedosexploraronelvelloquecubríaelportaldesu voluptuosidad y, dichoso, comprobó que era rubio rojizo y rizadocomoloscabellos,eigualdeabundanteysedoso.Elizabeth ya le había desabrochado los pantalones; jugaba con su

erección, la acariciaba y lo provocaba sin dejar de susurrarle palabrascariñosas al oído; cuando no lo besaba, su encantadora voz cantarinahablabadesuapostura,delplacerquesentíajuntoaélydesuamor.Éllarodeóconlosbrazosylaalzóparapenetrarla.EraligeracomounaplumayElizabeth le rodeó las caderas con las piernas al tiempoque su portalbuscabasullave.Cuandolapenetró,Elizabethsoltóungritoapagadoysemeció entre sus brazos como si montara en un corcel que avanzaba alpaso.Doug se sumergió enunaoleadadedeseo.Era como si eyacularavarias veces, como si se meciera en un columpio hacia el cielo de lasensualidad,cadavezamayoraltura,yporfinecharaavolarcomounagolondrinahaciaelcieloestivalenposdeElizabeth,lahechicera,haciaelsolresplandecientequeparecíabendecirsuamor.Cuandolasoleadasdeplacersesosegaron,lasostuvoentrelosbrazos;

ellamanteníalacabezaapoyadacontrasupecho,comounaniñacansada.Douglameciótiernamente,susurrandopalabrasdeamor,ysoloentoncesnotóqueElizabethlloraba.—¿Qué pasa? ¿Qué te ocurre? ¿Es por Brian? Él no se lo hubiese

tomadoamal,sabíaquesucedería.Estaesunanuevavida...nuestravida.Elizabethnegóconlacabezacongestoviolento.—¡No, no lo es!—exclamó—. Aún no. Y ahora tampoco comenzará

jamás. La he estropeado. ¡No debiéramos haberlo hecho, Doug! Yo...traigo la desgracia. Lo mismo ocurrió con Brian: le hice creer que

iniciaríamosunanuevavida,queríadarlefuerzasmediantemiamor,peroahoraestámuertoytú...Elizabeth no podía dejar de sollozar. Doug la acarició, sin saber qué

hacerfrentealadesesperacióndeella.—Eso son tonterías, Elizabeth, es justo lo contrario. Dentro de un

momentolucharéporti,contodalafuerzadetuamorydelmío.Ytúmetraerássuerte.—Esocrees,peronoesasí.Nodebieraestaraquí,estenoesmilugar.

No debiera haber amado a Brian, porque entonces todo esto no habríaocurrido.Ytúnodebierasdehabermeamadoamí,yasíLissiananonoshabríadelatado.Douglebesóloscabellosylanuca,yladejóenelsuelo.—Si hay un lugar donde tú debes estar es entre mis brazos. Te lo

demostraréhoymismo.LuchandocontraOsbert,eseusurpadoryasesinoconelquecomenzótodoyqueocupaunlugarquenolecorresponde.Nocreerás que logró robarle el título a Brian solo por tu culpa, ¿verdad?Hubiera hallado otros motivos. Brian logró resistirse a él gracias a tuayuda. Le diste un heredero, el pequeño, sano y fuerte Julian, querecuperará el título gracias ami amor por ti. Traes suerte, Elizabeth.Yahoravístetecontusmejoresgalasycogetodaslasjoyasqueencuentres:tienesqueparecerunareina.DeslumbraaeseOsbertcontubelleza.—Peronoelpequeñoprendedor—dijoElizabethenvozbajayconuna

débilsonrisa—.Eselollevarástú.—Laprendademidama.

Lasdelegacionesdelosdosejércitospresentabanunaspectomagnífico,mientras una cabalgaba hacia la otra bajo el sol matutino. Habíandelimitado un lugar de combate delante del castillo mediante estacas yDoughizobajarelgranpuentelevadizoparaquesucontingenteparecieramás numeroso.Montaba en el gran semental de Roland y su armadurabrillababajoelsol;Ianhabíadedicadomedianochealustrarla.CharlyeIanloseguíancomosusdonceles,ArmandyRolandcomosussegundos.Conporteorgulloso,Elizabethcabalgabaasulado,y,bajolosrayosdelsol, el pelaje dePearl despedía un fulgor rojizo, como los cabellos deella.EnalgunaparteCharlyhabíaencontradounasriendasyunpretaldecolor nácar. Elizabeth llevaba su sencillo vestido negro, en el que

Gertrudehabíabordadoperlas.Uncollartambiéndeperlaslerodeabaelesbeltocuelloycadenasdeperlasornabansumaravillosacabellera.LamiradadeOsbertseposócasiconagradoenlabellamujerquese

acercabaaélconairemuydecidido.—Esunapenaqueyaestécomprometido—dijo,mirandoasuséquito,

entreelqueestabaLissianadeBlaemarvan,pálidayhermosa,montandosu yegua blanca con expresión arrogante—. De lo contrario tambiénpodríamos haber arreglado el asunto de otro modo. A veces un enlacematrimonialsuponeunasoluciónmássencillaalasdisputasquelaespada.—¡Antesdecontraermatrimonioconvosmearrojodelosacantilados!

—leespetóElizabeth—.Yahoradejemosatrásesteasunto,noestoyaquíparaescucharvuestraszalamerías,quedichoseadepasosonmástorpesygroserasquelasdelúltimomozodecuadradelreydeSicilia.LoshombressituadosaespaldasdeElizabethysuscaballerossoltaron

carcajadas e incluso entre los hombres de Osbert se oyeron risasreprimidas.Sinembargo,Osbertnoperdióelcontrol.—Unagatitaquesueltabufidos.Perotranquila,pequeñadama,pueslo

haremos conforme a las normas, ¿verdad? Ahora vuestros caballerospueden acompañaros hasta el baldaquín que he hecho montarexpresamenteparalasdamas.Allíhayvino,cerveza...¡noecharéisnadaenfalta,Elizabeth!Elizabethestabaapuntodevolveraencolerizarse,perounamiradade

Dougladetuvo.Habíallegadoelmomentodesepararseyellanoqueríaqueladespedidafuesebreveyairada.—Confíoenti,Doug.—Venceré,pero...perosiyono...—Todassusdudasvolvieronaabrirse

paso una última vez—. En caso contrario, Armand y Roland teacompañaránhastaCaerdydd.RolandseembarcarácontigoyconJulianaSicilia. Solo se separará de ti cuando te encuentres sana y salva bajo laprotección del rey. No vaciles, Elizabeth, no aguardes hasta que me...hayandadosepultura...Márchatedeinmediato.Elizabethlelanzóunamiradallenadeamoryconfianza,cabalgóhasta

ponerseasuladoyfijóelpequeñoprendedorensupecho.—Nolonecesitarás.Vencerás.Sinvolverse,condujoaPearlhaciaelmagníficobaldaquín.Roland la

siguió,laayudóadesmontarytomóasientoasulado;yaerasuprotectoroficial.LissianaylordBlaemarvansesentaronalotroladodelpalco.En

el último momento, cuando Armand —que hacía de heraldo— yaanunciabaelnombredeloscombatientes,aparecierontrescaballerosmás.Llevabanropasdeviaje,alpareceracababandellegaralcampamento.Sujefe, un hombre mayor rollizo, lanzó una mirada desconfiada a sualrededor.—Quealguienmeexpliquequéocurreaquí,por favor—dijoen tono

severo y autoritario—. Soy John Leonard Fitzgerald, conde deKent. Elreymehaenviadoaquícomomediador.—¡Entonces debemos interrumpir este combate! —susurró Elizabeth,

dirigiéndoseaRoland,quenegóconlacabezaylainclinó,saludandoalenviadodelreyconcortesía.—SoyRolanddeBirchrock,milord,yesta es ladyElizabeth,duquesa

deGlenmorgan.Elizabethhizounareverencia.—Roderick,condedeBlaemarvan—sepresentóelpadredeLissiana—.

YmihijaLissiana.—Futura duquesa de Glenmorgan. —Lissiana también hizo una

reverencia.Esedíallevabaunvestidodecolorrojooscuroypesadasjoyasdeoro.

Sujetabaalgunosmechonesdesuoscurocabelloenlassienesconpeinetasde oro y el resto lo llevaba suelto. Tenía un aspectomagnífico,muchomásseductorqueElizabethconsuvestidodeluto.LordLeonardlanzóunamiradadesconcertadaaambas, luegopareció

comprender.—Entonces esos dos hombres que ocupan el lugar de combate son el

duque de Glenmorgan en funciones y un representante de la dama,¿verdad?¿Acasopretendéisarreglaresteasuntomedianteunduelo?Elizabethasintióyquisoexplicárselo,peroLissianayahabíaalzadola

voz.—La dama deseaba una ordalía —comentó en tono dulzón, dejando

traslucirlaincomprensiónqueellaysu,sinduda,prometido,albergabanpordichaidea.—¡Serásbruja!—siseóElizabeth,peroenvozbajaysirLeonard,que

aúnsevolvíahaciaLissiana,alaquealparecerconsiderabaencantadora,nolaoyó.—Dejadqueosloexplique...—empezóadecirRoland,peroelenviado

delreylohizocallarconunademán.

—Si esto contribuye a resolver la contienda, puedo aceptarlo, acondicióndequetodaslaspartessesometanalresultado.Elcondeseinclinóhaciaatrásydirigiólamiradaalosluchadoresque

en aquelmomento ocupaban sus posiciones para el combate con lanzas.Parecíamuysatisfechodepodercambiarundesagradablecargode juezporeldeespectadordeunemocionanteduelo.—Pero,milord...—quisoañadirElizabeth.Rolandladetuvo.—Esinútil,puestoqueelcombateprácticamentehacomenzado.Dejad

que empiece, si las cosas se ponen feas para Doug siempre podremosobligaraesteindividuoaintervenir.Creedme:¡elreynoansíaquedosdesuscaballerossematensoloporundudosoesclarecimientodelaverdad!EnaquelmomentoDougseenfrentabaaOsbertdentrodelpalenquey

procuraba conservar la calma.Armand solo daría la señal de lanzar loscaballos al galope cuando las cuatropatasde ambos corceles estuvieranapoyadas en tierra. Aunque estaba muy tenso, el semental negro no lasdespegaba del suelo, pero el estupendo alazán de Osbert bailoteabanervioso.Erauncaballomuypesado;sinembargo,sucabezapequeñaygrácilindicabaquesusantepasadoseranpurasangres.Quizáfueratanágily veloz como fuerte.Osbert también era un gigantón; durante su últimalucha,más bien amistosa,Doug apenas se había percatado de ello, peroentoncescomprendióloquequeríadecirArmandcuandoleaconsejóquenoseenfrentaraaOsbertdentrodelpalenque.Elhombreeraanchocomoun oso y para derribarlo sería necesario contar con la fuerza de ungigante.—¡Ahora!Dougcorrióariendasueltayapoyóelpesoenlosestribosparasumar

lafuerzadelanimalalasuyaduranteelchoque.Sulanzadioenelblanco,peroresbalóenellisopetodeOsbert,alquenisiquierahizotambalearse.También recibió un lanzazo en el pecho y se quedó sin aliento. Sebalanceóenlasillademontar,peroserecuperóconrapidez,sobre todoporqueelsementalreaccionódeinmediatoyaguantólaembestidaalpaso.Rolandlohabíaentrenadoperfectamente.Losdosadversarios seprepararonpara la segundaembestidayDoug

nosehizoilusiones:noaguantaríaunsegundolanzazo:sencillamenteeramásdébilqueOsbert.«Sieresmásmenudoymásdébilquetuadversario,latécnicaobraentucontra.Cogelalanzaunpocomáscercadelapunta,asímodificarás el centrodegravedadygolpeamásabajo, aprovechael

efectopalanca»;aparecieronensucabezaaquellasindicacionesdeBrian.Nunca había aplicado esa táctica porque, por lo general, los caballeroseranmásmenudos que él. Pero tampoco tenía nada que perder, así que,congestodecidido,nofuelanzaenristrecomodecostumbre,sinoquelacogiómáscercadelapuntayladirigióhaciaabajo.—¡Adelante!El semental echó a galopar, pero esa vezDoug lo frenó un poco: no

debía aflojar las riendas porque de eso también dependía el éxito de latécnica. Debía pasar por debajo de la lanza del contrincante. Doug viocómo Osbert volaba hacia él como una bala de cañón y, en el últimoinstanteantesdelchoque,obligóasucaballoadesviarseligeramente.Almismotiempoembistióconlalanza,laclavóentrelapiernaizquierdadeOsbertylasillademontary,medianteunefectodepalanca,loderribódelcaballo con relativa facilidad. Osbert cayó y su armadura soltó unchirrido;parecíanocomprendermuybienquélehabíaocurrido.Los caballeros espectadores gritaron y chillaron.Elizabeth semordió

loslabios.—¡Ahoraniseteocurradesmontar!—murmuróRolandasulado.Elizabethsepercatódequeel jovene impetuosocaballerose roía las

uñasdebidoalaexcitaciónycasiseechóareír.Segúnlasreglasdelcombate,loscaballerosdebíandecidirsi,después

dederribaraladversario,optabanporseguircombatiendoapieyconlaespada o si lo atacaban sin desmontar. Claro que lo primero eraconsiderado más caballeresco, pero Doug había recibido otrasinstrucciones y élmismo se dio cuenta de que en aquelmomento debíaaprovechar cualquier ventaja. Así que hizo galopar el caballo negro entorno a Osbert sin dejar de atacarlo una y otra vez con la espada, casijuguetonamente.Eraimprobablequelograrainfligirleunaheridamortal,peroservíaparacansarlo.PeroOsberttampocosentíaungraninterésporlasreglasdelcombatecaballeresco.CadavezquelosataquesdeDougselopermitían,procurabaasestarunmandoblealaspatasdelsemental.—¡Quiereheriravuestrosemental!—exclamóElizabeth,espantada—.

¡Mataráavuestrocaballo,Roland!—Noospreocupéis,sabecuidarse—dijoRolandentonososegado.Enefecto:elsementalesquivabalosgolpesdeOsbertcongrandestreza

ydevezencuandoinclusoseencabritabafuriosoytratabadealcanzarasuatacanteconloscascos.Dougsediocuentadelatácticaylelanzóunas

palabras y unamirada fría aOsbert, después cabalgó hacia Charly, queaguardabaalbordedelpalenque,ydejóelcaballoensusmanos.—Unerror—comentóLeonardconmiradadeexperto.Elizabeth parecía estar a punto de abalanzarse sobre él, pero se tragó

suscomentariosy,cuandoDougarremetiócontraOsbertapie,apretólospuños. El combate adquirió un carácter serio y Doug parecía tanfuribundo que olvidó todas las instrucciones. Roland, sentado junto aElizabeth,soltóungemidoalverqueatacabaunayotravez.—PerosiesoesloúnicoquequiereOsbert—murmuró.En algún momento Doug también pareció tomar conciencia de ello.

Dejó de atacar al adversario y por fin comenzó a hacer lo que en losúltimosdíashabíapracticadohastaelhartazgo:detener loscintarazosdeOsbert.—Preparaos para un combate prolongado —murmuró Roland,

dirigiéndoseaElizabeth—.Entonceseljovenserelajóynotócuánpálidaestaba—.Creoquenecesitáisrefrescaros.¿Osapeteceunacopadevino?Elizabethlocontemplóconexpresiónconsternada.—¿CómovoyatomarvinocuandoDougestáluchandoporsuvidaallí

abajo?Noesuncombatedeexhibición.—¿AsíqueesecaballeroesDougdeCaernon?—preguntoLeonard—.

Es muy valiente, milady, una buena elección. Aunque ese asunto de laordalía más bien es... eh... un método poco convencional de mediar ensemejantesdesavenencias.—¡Nofue ideamía!—dijoElizabethen tono indignado,perodespués

calló,asustada.EnunataqueDougreaccionódemasiadotarde.Elcombate—queyase

prolongaba casi una hora bajo el sol abrasador— debía de haberloextenuadoyOsbertleasestóunfuertegolpeenelhombro.Dougcayóalsuelo.OsbertvolvióaatacardeinmediatoyElizabethsoltóungrito.Doughabíaperdidoelescudo.Sielotroarremetíaconpuntería...Dougintentórodaraunlado.Estabaperdidoycreyóqueyanisiquiera

sería capaz de volver a alzar la espada, pero, al ver que la de Osbertamenazabacondarlemuerte,hizoquerecurrieraasusúltimasfuerzasy,débilmente,volvióadetenerelgolpe.ElcintarazodeOsbertseperdióenel aire: él también debía de estar exhausto. No obstante, a la siguienteseguro que daba en el blanco y Doug no tendría otra oportuniad deponerseenpie.Pensóatodaprisa:siqueríasobrevivirteníaqueidearun

truco.YentoncesloqueselecruzóporlacabezafueunaestratagemadeCharly, que el día anterior se había medido con otros donceles en elcombateconespada.Lohabíanderrotadosinesperanzas,claroestá;hastaque simuló que estaba herido... y arremetió cuando su adversario sedisponíaaapoyarlelaespadaenlagarganta.Ianlehabíarecriminadoqueaquellonoeracaballeresco,peroenaquelmomentoeso ledaba igualaDoug. Si las experiencias de las riñas tabernarias podían ayudarle, lasaprovecharía.Mientras,Osbertvolvíaa lanzarsealataque,peroesavezDougnose

dispuso a detener el golpe, sino que se limitó a removerse un poco y asoltar un quejido.Tenía que hacer queOsbert se sintiera seguro porquesolo así cometería un error. El gigantesco caballero alzó la espada congesto triunfal para asestar el últimocintarazoy era como si, duranteuninstante,quisierasaborearlavictoria.YenaquelprecisomomentoDougarremetió; no trató de darle al caballero en el pecho, sino que clavó laespadadesde abajo, por debajo del peto y endirección a su corazón; y,envuelto en la armadura, rodó rápidamente hacia un lado para que laespadadelcaballeroquecaíanolohirieraasuvez.Laespadalerozóelhombro,ledesgarrólacotademallayleprodujounprofundocorte,peroelgolpedeOsberthabíaperdidofuerzacuandoelarmadeDougpenetróensucuerpo.Dougprocurónooírloshorrendosgargajeosyresuellosdesu adversario, que se retorcía en el suelo; tenía que ponerles fin, debíaclavarle la espada en el corazón. Pero, para hacerlo, primero tenía queponerseenpie.Extenuado,selevantótambaleándoseysearrastróhastasuadversario moribundo. El golpe de gracia resultó innecesario: Osbertlanzósuúltimosuspiroanteél.Doug ya no supo de dónde sacó fuerzas para acercarse al baldaquín,

inclinarlacabezayrecibirlaenhorabuenadeloscaballeros.Sushombressilbabanygritaban,peroDougsoloveíaaElizabeth,surostroaúnpálidodeespantoyelinmensoalivioensumiradacuando,enelúltimoinstante,lastornassevolvieron.—Milady...—susurró.—Mi caballero... —murmuró Elizabeth. Quiso acercarse a él, pero

Rolandladetuvo.—Aguardad,podréisverlomástarde.Nodebéismostraralenviadodel

reyloquesentísporél.Así que Elizabeth tuvo que esperar hasta que los donceles de Doug

acompañaran a su caballero, lo ayudaran a quitarse la armadura y leprepararan un baño. El tiempo transcurrió en medio de un alborozadotorbellino de enhorabuenas y bendiciones, y, finalmente, cabalgó deregreso al castillo. Allí cogió a Julian de los brazos de su niñeraembargada por la alegría y se dirigió a la gran sala para recibir losjuramentosde losparesdeGlenmorgan.Peroprimero lasmujeresde laaldea insistieron en ayudarla a cambiarse y a embellecerla de todas lasmaneras imaginables.Tardómuchotiempoenrecorrerelbreve trayectodesdesusaposentoshastalasala,porquetodosloshabitantesdelcastilloquerían felicitarla por elmagnífico combate deDoug. Cuando, por fin,entróenlasala,LeonardleíasudecisiónrápidamenteredactadasobrelasucesióndeGlenmorgan:—Por la presente y en nombre de su majestad el rey, Julian de

Glenmorgan, hijo de James Briant, duque de Glenmorgan, quedareconocido como heredero del disputado ducado. Hasta su mayoría deedad,Elizabeth,duquesadeGlenmorgan,dirigirálosasuntosdelducado.LordDouglasdeCaernon,asícomosirArmanddeBirchrockysuslealescaballeros, la asistiránmediante sus consejos y sus armas con el fin demantenerlacapacidaddefensivadelducado.Lamentamosdecorazónlosacontecimientospasadosydeseamosque,encasosdedesavenenciascomoesta, seamos convocados como mediadores con presteza. Al rey no lecomplace en absoluto que los dignatarios de su reino y losadministradoresdesusbienesemprendanaccionesbélicaslosunoscontralos otros y asedien sus respectivos castillos. Asimismo se lo hacemossaberdemanerainequívocaalduquedeClevey,queseinmiscuyóenestacontiendasinautorizaciónniderecho.Enefecto:elduquedeCleveynoseencontrabaentreloshombresdela

sala, al parecer se había marchado de inmediato. Elizabeth suspiró.Cuando se presentara la oportunidad se vería obligada a invitarlo areunirseconellademaneraoficialyaaclararlosmalentendidos.Peroenaquelmomentoteníaqueatenderalomásimportante.Sesituóaunladodelenviadodelrey,recibióacadaunodeloscondeseimpidióconéxitoqueJulianlesmordieralosdedoscadavezqueestoscogíanlamanodesuseñor para el besamanos ceremonial, «aunque algunos de ellos se lohubiesenmerecido»,dijomásadelanteaDoug.Cuando la interminable ceremonia llegó a su fin y los criados

prepararon la gran sala para celebrar por la noche un banquete

organizadoatodaprisa,ElizabethpartióenbuscadeDoug.LoencontróconlaayudadeIan,quelaesperabaantelaentradadelasala.—MilordosaguardaenlaalcobadeCharly,enlascaballerizas—dijo

convozentrecortada—.Quiererogarosquevendáissuherida.—¿Es tan grave? —preguntó Elizabeth asustada—. Creí que solo se

tratabadeuncortelimpio...¿Acasoexisteelpeligrode...?—¡Quéva!Élmismopodríahaberidoabuscaros—seleescapóaIan

—. PeroCharly considera que quizá queráis estar solos ymilord ha dedescansarunpoco,yaquíesimprobablequepuedahacerlo.Era verdad: en el castillo reinaba el ajetreode unpalomar.Excitadas,

aliviadasymareadasdefelicidad, laspersonasseafanabanenreunirsuspertenenciasparavolverasucasaenlaaldea.Elbalidodelascabrasyelcacareodelasgallinas,metidasensacosparatransportarlas,seconfundíaconelrumorimpacientedeloscascosdeloscaballosuncidosaloscarrosy los gritos de júbilo de las personas que cargaban los carros. Losaldeanos planeaban una fiesta de celebración para esa misma noche, ytambiénallíElizabethyDougtendríanquehaceractodepresencia.Siguió a Ianhasta las caballerizas.Dougestaba tendidoen el catrede

Charly. En su rostro se notaba la tensión y el esfuerzo del combate, ytambién el agotamiento, pero no parecía enfermo ni excesivamentedebilitado.CuandoentróElizabeth,surostroseiluminó,seincorporóylaestrechóensusbrazos;conelizquierdo,noconelderechoherido.—¿Estás satisfecha? —preguntó con voz suave—. ¿He defendido el

honor de mi dama como corresponde? Aguarda, te devolveré elprendedor.—Quédatelo.Hacetiempoquetelohubieraregalado,peroeranuestro

únicobiendevalor.EncasodeemergenciadebíaasegurarmihuidaconJulian.—Esoyanoesnecesario—dijoDougen tonocariñoso,y labesó—.

Pero, dime, ¿no tienes otra recompensa para este guerrero?—añadió yrecorrió el contorno de susmejillas con el dedo, le acarició la nuca ydeslizólamanoalolargodesucolumnavertebralparaexcitarla...Elizabeth lo dejó hacer, complacida, pero luego recordó sus

obligaciones.—¡Basta, caballero! Por hoy ya habéis utilizado vuestras armas

suficientemente —dijo, sonriendo—. Ahora dejad que examine vuestraheridaydespuéscasihabrállegadolahoradeasistiralafiestaenelsalón.

SilordLeonardsedaalagulaconelmismoentusiasmoquealvinoyapresenciarelcombateconespada,acabarácontodasnuestrasprovisiones.

Durante el banqueteElizabeth compartió el plato con su caballero, talcomo mandaba la costumbre, y Doug procuró no pensar en la últimaveladaen laquehabíacompartidounplatoconunamuchacha:Lissiana.¿Dónde debía estar? Aquella tarde lord Blaemarvan había prestado eljuramentodefidelidadaElizabeth,perosuhijanosehabíadejadoveryelcondeyahabíaemprendidoelviajederegreso.Bien,seocuparíadeellomásadelante.Demomento,DougdisfrutabadelacompañíadeElizabeth,desucordialidadydelcuidadoconelquedepositabalosmejoresbocadosenelplatoyseencargabadeque,traselcombate,nocomierademasiadonidemasiadorápido,perosílobastantecomopararecuperarfuerzas.Sustoquescasicasualeslodeleitabanytambiénlaarrugaqueaparecíaensufrente al escoger cuidadosamente un trocito de carne, o tal vez uno depollo o pescado. Sonreía al notar que se lamía los dedos después dellevarse un bocado a la boca en vez de limpiárselos en elmantel comotodoslosdemás.Elizabethhabíaconocidoelhambre,abuenseguroqueenunhogardirigidoporellanadasedesperdiciaría.—Deberéencargarmedequellevenlacomidaquesobrealaaldea—

dijomientras los criados se llevaban las fuentes—. Están celebrando lavictoria en la plaza; deberíamos acudir a la fiesta. En todo caso, sealegrarándequelostengamosencuenta.—Sedespidiópresionándolelamano.Dougdejóquesemarchara,peroadisgusto.—¡Perosiregresarédeinmediato!—dijoella,sonriendoyluciendosus

hoyuelos.DehechonoregresóyDougpensóenirabuscarla,peroentonceslord

Leonardentablóconversaciónconélyyanopudoabandonarelsalón.Lavelada acabó unas horas después, cuando no quedó nadie más que elenviadodelreydurmiendopacíficamenteentrevariascopasvacías.Doug,un tantomalhumorado, se dirigió a sus aposentos.Vio que la bibliotecaestabailuminadayquedeallíaúnsurgíanvocesfemeninas.Pensabaquelainvasión de su castillo habría llegado a su fin. Seguro que Dick, porejemplo,yasehabíamarchadoyestabadecelebraciónjuntoalosdemásen el pub, así que, ¿qué estaba haciendo allíAnna, sumujer?En cuantoentró,locomprendió.Elizabethlorecibióconunasonrisaluminosayun

diminutobebéenbrazos.Lamadreestabatendidaensuimprovisadolechojuntoalachimenea,exhaustatraselparto.Annaseocupabadeella.—Lamento no haber regresado. ¡Pero había algomás importante que

hacerqueentreteneralordLeonard!Dougechóunvistazoalamujerdormida.—EsHelen,lahijadeFrancis,¿verdad?—preguntó—.¿Lohasuperado

bien?Elizabethasintió.—YesteessunietoJames.Unniñomuysano.—¡Unniñoafortunado!—exclamóDougconunasonrisa.Lerecordaba

suprimerencuentro—.Alfinyalcabohanacidoenuncastillo.—¿Asíqueestavezsoisvoselqueadivinalasuerte?—dijoElizabeth,

tomándole el pelo—. ¿Quémás os predije?Creo queme comporté conbastantearrogancia...—Dijistequemecasaríaconunamujermuybella—contestóDoug—,y

conellodemostrastetutalentodehechicera.

Unañoymediodespués...

El sol de otoño bañaba el camino deGlenmorgan aCaernon con luzdoradaeirreal.ElizabethyDougdisfrutabandesutibiezaydelambienteextrañamenteencantadomientrasCougaryPearl,suscaballos,avanzabana paso lento. Habían partido por lamañana del castillo deGlenmorgantraspasarallílasúltimassemanas.Desdesuboda,celebradaenprimavera,justo un año después de lamuerte deBrian, alternaban la estancia en elcastillo de Glenmorgan y en el de Caernon. Para este, Doug habíacontratado un administrador en vez de traspasar el condado a un nuevovasallo; ledesagradabasepararsedesus tierrasy,además,pensabaen lasiguientegeneración.—Nuestroshijosnodebencriarsecomocaballerossintierraenlacorte

deJulian—dijoaElizabethcuandoestasequejóde la frecuenciade losviajes—.Noquieroqueenvidienasuhermanastro,alcontrario:nuestroshijoshande servir a Julian conalegría, comocaballeros suyosy comoseñoresdeCaernon.Fueunareflexióninteligente,pueselprimerodeesoshijosyacrecíaen

lasentrañasdeElizabeth.Todavíanosenotaba,perohacíaunassemanas

queellalosabíay,orgullosa,habíainformadodelhechoasuesposo.Esamañana tambiénse locontaronaBrian,cuandodepositaronfloresensutumba. Ella no quiso enterrarlo en el castillo donde reposaban susantepasados, sino en el antiguo lugar predilecto de ambos, junto a losacantiladosqueseelevabanpordebajodelafortaleza.—Siemprequisooírel rumordelmar—dijoellaenvozbajacuando

Doug le preguntó elmotivo. También permitió que enterraran aOsbertjunto a los duques de Glenmorgan—. Ansiaba poseer este ducado contantaintensidadquerobóyasesinóporello.Ahoraqueestámuerto,quealmenoslepertenezcaunapartedelducado.Brianselohubieseconcedidodebuengrado.—Brian era un hombre generoso—dijoDoug sin alzar la voz—.Un

auténticocaballero;superarlonomeresultaráfácil.ElizabethobligóaPearlaponersealapardeCougarycogiólamano

desuesposo.—Lohacesmuybien—dijoconunasonrisapícara—.¿Quéteparecesi

nosdetenemosenunlugarmuypreciso,aorillasdelríoentreRhonddayCaernon,yvuelvesaesforzarte?Dougserio.Relajadoyfeliz,ayudóadesmontaraElizabethylallevó

enbrazoshastaelsauce.Nuncalehabíaconfesadoquedesdeallílahabíaobservadomientrasnadaba; tampocomencionó la escena conBrianquehabíapresenciado.Eramejorcallarciertascosas.Tendióalajovenenlahierbaycomenzóasoltarleloscabellos.—¡Eh, qué estás haciendo! Soy unamujer casada.Una condesa.Debo

llevar el cabello recogido —protestó ella en tono escasamenteconvencido.Ella le tiró a él de la rizada cabellera; Doug llevaba el cabello más

largoydevezencuandolosujetabaenlanucaconunadiminutahebilladeplata.Éljugóconloscabellosdeellaylehizocosquillasenelcuello,despuésempezóabesarla.Lefuedesabrochandoelcorpiñoyleexploróel cuerpo con los labios. Volvía a estar ligeramente bronceado: cuandoestabanenGlenmorgan,ElizabethsebañabadesnudaenelmaryentoncesDoug podía observarla demanera completamente oficial; ¡y siempre semanteníaojoavizorparaimpedirqueotrocaballerodisfrutaradelavistaensecreto!Lebesólospechos,elvientreredondeadoyyanotansuaveyblandoysealegróalverquelospezonesseendurecían.Apoyólacabezaensucuerposusurrandopalabrasdeamoryrestrególamejillacontralos

rizosrojosque,comounallama,protegíanlaentradadesuportal.Elizabeth también tiró de su camisa, instándolo a desnudarse por

completo. Adoraba contemplarlo, proporcionaba y aceptaba amor sinpudory rioalverqueelvello rubiode losmuslosdeDougseerizaba,primero debido al repentino frescor y luego al deseo. Él la dejó hacercuando le besó las cicatrices de las heridas sufridas al batirse por ella,pero también el recuerdo que dejó su peligrosa lucha con el jabalí. Loacarició, admiró la belleza de su cuerpo fuerte, se acurrucó contra supecho musculoso y disfrutó de su ansiosa sensualidad. Por fin él lapenetró, laamólentaycuidadosamente, lamecióy,cuandoellasoltóunsuavegemido,aceleróelritmo.Elizabethraravezsoltabagritosdeplacer,peromusitósunombrealarquearlaespaldayrodearlelascaderasconlaspiernas. Siempre anhelaba su proximidad y por fin logró que él setendieradeespaldasypresionósucuerpocontraelsuyomientrasélaúnpermanecía dentro de ella. Su ternura lo conmovió y volvió a excitarlohastaquerealmentesefundieronelunoenelotro;nosoloalcanzaronlasorillas de la voluptuosidad, sino que se convirtieron en parte de ellas,comodelahierba,delasorillasdelríoydeljuegodeluzysombrasdelsol. El amor de Elizabeth era cálido y consolador, y con él le regalabatodoelmundo.Cuandosesepararon,Dougpermaneciótendidoasulado,soñando;sesentíadichosoysatisfechoeinvadidoporunprofundoamorporella.—¿QuépasafinalmenteconLissiana?—preguntóElizabethdepronto.

Recordaba bien que cuando había visto a Doug con Lissiana se habíasentidoinvadidaporunairaabrasadora,perosinfundamento—.¿AúnseencuentraeneseconventoenInglaterra?—No, he oído que la echaron de allí. Un escándalo con uno de los

eclesiásticos...AhoraestáenIrlanda,enlacorteenlaquesecrio.Sifueseporellalacasaríanallí,peroelviejoBlaemarvannodasubrazoatorceryseniega.Quierequeelcondadopermanezcaenlafamiliayesosignificaque tendremos que aceptar a su esposo comovasallo y reconocer a sushijoscomoherederosdeBlaemarvan.—Charly opina que cuando regrese debemos acusarla de bruja, pero

soyincapazdehacerlo.Lasbrujasnoexistenyhaycosasqueunamujernodebehacerleaotra—dijoElizabeth.SeincorporóunpocoyjugueteóconelvellorubiodelpechodeDoug.—QuienmáslaecharádemenosesCharly—dijoDoug,soltandouna

carcajada—, porque ya no tendrá un auténtico rival en la carrera deBlaemarvanaRhondda.—Aunqueahora tieneesepurasangre,que talvezdejeatráselcaballo

deella—dijoElizabeth,retomandoelhilo.Dougseencogiódehombros.—Perosucaballonoosapisarelfangodelbrezal.No:paramantener

sustriunfostendráqueesperaraqueelpotrillodeRosieyCougarsehagamayor—dijo,desperezándose.—Unpequeñosemental,¿verdad?LepusoCometdenombre,¿no?Dougasintió.—Porquenacióaquellanocheenquecayerontantasestrellasfugaces...Elizabethlediounbeso.—¡Ennuestranochedebodas!—dijo,completandolaoración.Dougdibujódiminutasestrellasenlospechosdeella.—Poresodanzanlasestrellas.ReemprendieronsujuegoamorosoydespuésDougvolvióahablarde

Lissiana.—Puedes decirle a Charly que lady Lissiana arderá en su propia

hoguera—dijo,mientrasayudabaaElizabetharecogerseelcabello—.SupadrequierecasarlaconRegisdeDevon.Ypor loqueamírespecta,semerecenuestrabendiciónporello.Elizabethfruncióelceño.—¿Eseno es el trovador? ¿El apuestoque siempre actúa junto conel

rubiointérpretedefídula?¿Yesoporquéesuncastigo?—¡Mi querida e inocente amada!—dijo Doug, sonriendo—. ¿Es que

nuncahasvistolasmiradasquesirRegisintercambiaconeltañedordelafídula?TengoseriasdudasdequesetiendaenellechodeLissianaconlasuficiente frecuencia como para engendrar un hijo. Pero ella tendrá unmaridoapuestoquetodasleenvidiarán.—Y sir Regis y su tañedor compartirán el condado—dijo Elizabeth,

soltandounarisita—.¡Soisbastantetaimado,milord!—¡Queno...!—dijoDoug,abrazándola—.Mejordigamosqueseréun

buenseñordetodosellos.

TableofContentsPortadillaCréditosCaerdydd,Gales123456789101112131415161718