la profecía del jefe indio sealth

INSTITUTO DE BACHILLERATO «ALMENARA » DE VÉLEZ-MÁLAGA

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DIAPORAMA

LA PROFECÍA DEL JEFE INDIO

SEAHTL

Una producción del TALLER DE DIAPORAMAS del instituto Almenara de Vélez-Málaga para la inauguración

del curso académico 1991-1992

Esta presentación fue realizada por los alumnos y alumnas del curso 1º E de BUP que, bajo la direcció n del profesor Francisco Javier Quintana Toret, participa ron en

las actividades del citado taller.


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COPYRIGHT: FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET AÑO: 2011


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PRESENTACIÓN DEL DIAPORAMA

NOTA El siguiente texto corresponde a la presentación realizada por el profesor D. Francisco Javier Quintana Toret, miembro del Departamento Didáctico de Geografía e Historia y coordinador del “Taller de Diaporamas” del centro educativo. El acto elegido para la proyección del diaporama fue la inauguración oficial del curso académico 1991-1992. En estos eventos, particularmente dirigidos a los padres y madres del alumnado, era ya una tradición consolidada en el centro invitar a una persona de prestigio o a los propios docentes del centro escolar para que prepararan una conferencia de apertura. No obstante, en aquella ocasión tan especial el personaje invitado fue el jefe indio Seathl, cuyas emotivas palabras pronunciadas en el lejano año de 1855 fueron reeditadas mediante un excepcional documento audiovisual elaborado por los alumnos y alumnas del Taller de Diaporamas. Ese trabajo se realizó en el curso anterior mediante un laborioso proyecto de investigación educativa en el que participó un amplio colectivo discente. En primer lugar alumnos y alumnas del taller de diaporamas, pero también se contó con las aportaciones de otros colaboradores que cursaban, todos ellos, la asignatura de Geografía en el primer curso del antiguo BUP (bachillerato unificado polivalente). Todos recibieron ese año escolar la docencia de la materia por parte del citado profesor.


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El Director del Instituto, tras una breve presentación del profesor Francisco Javier Quintana Toret, le cede la palabra. Este es el contenido de su intervención: 1. Buenas tardes. Es habitual en las inauguraciones de los

cursos académicos que se invite a especialistas prestigiosos para que enriquezcan estos actos con una conferencia. Se puede tratar de médicos, abogados o algún erudito local que, para tal efecto, prepara una conferencia magistral. Nosotros, sin embargo, para inaugurar el curso escolar 1992-1993, hemos invitado a un indio. Bueno, él no está aquí personalmente porque este personaje vivió hace 150 años. Lo que sí hemos traído es su mensaje, sus ideas y los pensamientos de este singular personaje que, en suma, constituyen el núcleo fundamental de esta conferencia.

2. Permítanme, pues, que se lo presente brevemente. El Jefe

Seathl fue un sioux que vivió en los Estados Unidos de América durante el siglo XIX. Fue testigo y víctima de la expansión de la civilización de los blancos y perdió las tierras donde desde tiempo inmemorial vivieron sus gentes. Aquellas tierras de belleza insuperable en las discurrió la existencia de generaciones de indígenas debieron ser entregadas, forzosamente, para que la civilización industrial del hombre blanco construyera ciudades, ferrocarriles, tierras de cultivo, fábricas y todo lo que caracteriza a nuestro mundo desarrollado.

3. Pero antes de traspasar la propiedad de la tierra el jefe

indio envió una excepcional carta al Presidente de los Estados Unidos. Y esa magnífica epístola es, en su más estricta literalidad, la conferencia que ustedes van a escuchar esta tarde.


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4. Es posible que ustedes se pregunten qué es lo que nos

puede enseñar de interés un hombre ignorante y salvaje como el jefe sioux. Posiblemente su mensaje suscitó la risa entre los políticos de Washington o cuando menos una condescendencia paternalista.

5. Pero miren ustedes lo que son las cosas y las vueltas que

da el mundo: el pensamiento de aquel hombre primitivo resultó ser toda una profecía. Con más de siglo y medio de antelación, en efecto, el jefe Seathl pronosticó el estado de angustia, desolación y amenaza catastrófica que gravita sobre la humanidad y nuestro planeta entero en estas postrimerías del segundo milenio.

6. La esencia de su pensamiento es muy clara: si el hombre

blanco, es decir, los responsables de la civilización industrial, del desarrollo económico descontrolado y a cualquier precio, los programadores del expolio de los recursos naturales, en suma, siguen actuando de esta manera desquiciada y destructiva, terminará por destruir al planeta Tierra. Dejarán tras de sí un desierto donde la vida habrá desaparecido, tal como señala el dirigente indígena.

7. Esta advertencia, como ustedes bien saben, ha alcanzado

en nuestros días una dramática y gravísima rotundidad. No creo exagerar al calificarla de gravísima porque, en 1992, este mensaje apocalíptico no es ya exclusivo de jefes tribales o salvajes, a los que en principio estamos dispuestos a concederle muy poco interés. Lo terrible es que semejante idea es compartida hoy por muchos científicos que, con datos, cifras e investigaciones incuestionables, están diciendo lo mismo.


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8. Baste recordar, a título ilustrativo, las consecuencias cada

vez más alarmantes que están provocando sobre la totalidad del planeta y la vida que en él se desarrolla fenómenos destructivos generados por la insania de la acción antrópica. ¿Quién ignora la destrucción de la capa de ozono, el calentamiento térmico, la desertización, las alteraciones climáticas, las lluvias ácidas, la contaminación de suelos y acuíferos, el agotamiento de los sobreexplotados recursos naturales o el deterioro de la biodiversidad en aras del desarrollo económico de nuestra civilización industrial?

9. La humanidad en su conjunto, pero fundamentalmente la

humanidad rica, desarrollada y despilfarradora, tiene que cambiar radicalmente su actitud con relación a la Naturaleza si quiere sobrevivir. No sólo se trata de la profunda injusticia, crueldad e intolerable perversidad que supone seguir manteniendo un sistema económico y político que privilegia a un escasísimo 15% de la humanidad, mientras que el resto, la inmensa mayoría, está condenado a vivir en la más absoluta de las miserias. De esa pobreza extrema y dramática cualquiera de ustedes puede contemplar en la televisión imágenes espantosas. Los seres humanos parecen tratarse entre ellos como si fueran enemigos y, al mismo tiempo, destruyen alocadamente el equilibrio de la naturaleza. No sólo se trata, por lo tanto de una cuestión moral, ya de por sí lo suficientemente trascendental para merecer una reflexión crítica y reparadora, sino de algo mucho más simple y contundente: o cambiamos de actitud ante la vida o terminaremos por aniquilar la vida, o parte de ella, en muchas de sus manifestaciones.

10. Este es, en resumen, el mensaje de los hombres salvajes

como el jefe indio y que, miren ustedes, qué ironías del destino, se ha transformado hoy en día, en los umbrales del tercer milenio, en un paradigma científico.


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11. Este es, sin duda, uno de los más transcendentales retos

que tiene qué asumir el sistema educativo de nuestros días y en el que creo que muchos compañeros de profesión estamos comprometidos: propiciar el desarrollo y robustecimiento de una nueva conciencia, llamémosla ecológica si queremos, basada en la necesidad de respetar a la naturaleza y, de camino, a nuestra propia dignidad humana.

12. El mensaje del jefe sioux, nuestro conferenciante, van a

recibirlo ustedes a través de un montaje audiovisual que ha realizado un grupo de alumnos de este centro.

13. Aunque no quiero extenderme mucho más en mí

intervención hay que subrayar esta circunstancia, porque constituye un ejemplo claro de modelo educativo donde los alumnos son protagonistas directos de su propio aprendizaje.

14. El año pasado, en efecto, se formó un grupo de alumnos y

alumnas a los que se les presentó este documento, me refiero a la famosa epístola del jefe indio Seathl, y se les lanzó el reto de reunir información y medios, tanto sonoros como visuales, para la elaboración de un Diaporama.

15. Ellos son pues los responsables de las imágenes que

ustedes van a ver, de su ordenación lógica, de su meridiana intencionalidad, unas veces poética, otras irónica, pero siempre emotiva. También lo son de la selección de los fondos musicales, de la repetida grabación del audiovisual, que tantas tardes de ensayos nos deparó, y, en fin, de todo lo que ustedes van a ver y escuchar.


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16. Tanto para mí como para los demás profesores que

directa o indirectamente hemos participado en esta experiencia, constituye una enorme satisfacción y siempre quedará en nuestra memoria como un gratísimo recuerdo el haber trabajado con este excepcional equipo de alumnos en el proyecto que se encauza a través del taller de Diaporamas.

17. Un proyecto, que si conseguimos el apoyo y la

colaboración de ustedes, padres y madres, pero también de los demás estamentos e instituciones públicas y privadas de nuestra localidad, alcanzará sin duda objetivos cada vez más ambiciosos.

Muchas gracias por su atención

A continuación se proyectó el audiovisual a través del equipo de diaporamas del Taller.


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APÉNDICE DOCUMENTAL

LA PROFECÍA DEL JEFE SEATHL

«LA TIERRA PARA EL HOMBRE BLANCO,

PARECE UNA ENEMIGA, NO UNA HERMANA»


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En 1855 el jefe SEATHL de la tribu DUWAMISH escribió al Presidente de los Estados Unidos una carta respondiendo a la propuesta, más bien imposición, que el líder norteamericano le había señalado para comprar las tierras de la tribu. El siguiente texto corresponde a ese documento epistolar de excepcional valor.

El gran jefe de WASHINGTON manda palabras, quiere comprar nuestra tierra. El gran jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranza. Esto es amable de parte suya, puesto que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad. Pero tendremos en cuenta su oferta, porque estamos seguros que si no obramos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestra tierra. El gran jefe de Washington puede contar con la palabra del gran jefe SEATHL, como pueden nuestros hermanos blancos contar con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas: nada ocultan.

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo y el calor de la tierra? Esta idea es extraña para nosotros. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura del aire o del resplandor del agua, ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada espina de pino brillante, cada orilla arenosa, cada rincón del oscuro bosque, cada claro y zumbador insecto, es sagrado en la memoria y experiencia de mi gente.


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Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende

nuestras costumbres. Para él, una porción de tierra es lo mismo que otra; porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es una hermana, sino una enemiga, y cuando él la ha conquistado sigue adelante. Él deja las tumbas de sus padres atrás y no le importa. Él empeña la tierra de sus hijos y no le importa. As 5 las tumbas de sus padres y los derechos de nacimiento de sus hijos, son olvidados. Su apetito devorará la tierra y dejará atrás un desierto.

La vista de sus ciudades duele en los ojos del hombre piel roja. Pero tal vez es porque el hombre piel roja es un salvaje y no entiende... No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos. Ningún lugar para escuchar las hojas en la primavera o el zumbido de las alas de los insectos. Pero tal vez es porque yo soy un salvaje y no entiendo, que el ruido parece insultarme los oídos. Yo me pregunto ¿qué queda de la vida si el hombre no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno, o los argumentos de las ranas alrededor de un lago en la tarde? El indio prefiere el suave sonido del viento cabalgando sobre la superficie de un lago y el olor del viento mismo lavado por la lluvia del medio día o con la fragancia de los pinos. El aire es valioso para el hombre piel roja. Porque todas las cosas comparten la misma respiración... las bestias, los árboles y el hombre. El hombre blanco parece que no notara el aire que respira. Como un hombre muriendo por muchos días, él es indiferente ante la hediondez.

Si yo decido aceptar, yo pondré una condición: el hombre blanco deberá tratar a las bestias de esta tierra como hermanos. Yo soy un salvaje y no entiendo ningún otro camino. He visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas, abandonados por el hombre blanco que pasaba en


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el tren y los mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo cómo el caballo de hierro que fuma puede ser más importante que los búfalos que nosotros matamos sólo para sobrevivir. ¿Qué será del hombre sin las bestias? Si todas las bestias desaparecieran, el hombre moriría de una gran soledad en el espíritu, porque cualquier cosa que pase a las bestias, también le pasa al hombre. Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que hiera a la Tierra, también herirá a los hijos de la Tierra. Nuestros hijos han visto a sus padres humillados en la derrota. Nuestros guerreros han sentido la vergüenza. Y después de la derrota convierten sus días en tristezas, y ensucian sus cuerpos con comidas y bebidas fuertes.

Importa muy poco el lugar donde pasemos el resto de nuestros días -no quedan muchos-. Unas pocas horas más, unos pocos inviernos más y ninguno de los hijos de las grandes tribus, que una vez existieron sobre esta tierra, o que anduvieron en pequeñas bandas en los bosques, quedarán para lamentarse ante las tumbas de una gente que una vez fue poderosa y tan llena de esperanza. Una cosa nosotros sabemos y que el hombre blanco puede algún día descubrir. Nuestro Dios es el mismo Dios. Usted puede pensar ahora, que usted es dueño de Él, así como usted desea hacerse dueño de nuestra tierra. Pero usted no puede. Él es el Dios del Hombre. Y su compasión es igual para el hombre blanco y el hombre piel roja. Esta tierra es preciosa para Él, y hacerle daño a la Tierra es amontonar desprecio a su Creador.

Los blancos también pasarán -tal vez más rápido que otras tribus-, continuará ensuciando su cama, y alguna noche terminarán asfixiándose en su propio desperdicio. Cuando los búfalos sean todos sacrificados, los caballos salvajes todos amansados y los rincones secretos de los bosques se llenen con el aroma de muchos hombres y la vista de las montañas se replete de esposas habladoras, ¿dónde estará el matórral?


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Desaparecido. ¿Dónde estará el águila? Desaparecida. Es decir, adiós a lo que crece, adiós a lo veloz, adiós a la caza. Será el fin de la vida y el comienzo de la subsistencia. Nosotros tal vez entenderíamos si supiéramos qué es lo que el hombre blanco sueña; qué esperanzas le describe a su niños en las noches largas de invierno, qué visiones le queman sus mentes para que ellos puedan desear el mañana. Pero nosotros somos salvajes... Los sueños del hombre blanco están ocultos para nosotros y porque están escondidos, nosotros iremos por nuestro propio camino. Si nosotros aceptamos, será para asegurar la reservación que nos han prometido. Allí tal vez podremos vivir los pocos días que nos quedan, como es nuestro deseo.

Cuando el último piel roja haya desaparecido de la Tierra, y su memoria sea solamente la sombra de una nube cruzando la pradera, estas costas y estas praderas aún contendrán los espíritus de mi gente, porque ellos aman esta tierra, como el recién nacido ama el latido del corazón de su madre. Si nosotros vendemos a ustedes nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Cuídenla como nosotros la hemos cuidado. Retengan en sus mentes la memoria de la tierra, tal como estaba cuando se la entregamos. Y con todas sus fuerzas, con todas sus ganas, consérvenla para sus hijos y ámenla, así como Dios nos ama a todos. Una cosa nosotros sabemos... nuestro Dios es el mismo Dios vuestro, esta tierra es preciosa para Él. Y el hombre blanco no puede quedar excluido de un destino común.


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