la presencia del mito griego en nuestro tiempo. josé lasso de la vega

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  • 7/31/2019 La Presencia del mito griego en nuestro tiempo. Jos Lasso de la Vega

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    La presencia delmito griego en nuestro tiempo

    JOSE LASSO DE LA VEGA

    Desde el mito al logos es la divisa que ostenta un libro de WilhelmNestle que, acaso por estar pensado con un entusiasmo parejo de su buenestilo, hall buena acogida hace casi medio siglo. Como tantas otras cosasen mi formacin, debo el conocimiento critico de ese libro a uno de losinolvidables cursos universitarios de mi maestro don Santiago MonteroDaz. lecciones que yo. muchacho entonces de dieciocho aos, le oa em-belesado, sin saber qu admirar ms, si su mente clara y sistemtica o suerudicin de primer orden y su memoria prodigiosa o su palabra rigurosa.certera y . al tiempo, bella, en una conjuncin que en nadie he visto reali-zarse como en l: aunque pienso que. todava por encima de esas dotes quehacan de Montero uno de los espritus de ms alta calidad intelectual queyo he conocido, ms he admirado yo en l su espritu libre y original, sucarcter independiente, ~suculto de la amistad. Del maestro aprend el inte-rs por los mitos griegos como modo de pensar y como fenmeno religiosoy tambin como fuente inagotable de una tradicin literaria y de pensa-miento. un inters que no me ha abandonado nunca. De Montero aprendque la tesis del mito al logos responde a una simplificacin extrema:mito y logos, como dos hermanos enemigos. La verdad es. sin embargo.que el pensamiento mtico pertenece constitutivamente a la estructura dela mente humana. El animal simblico que es el hombre ha necesitado,en todos los ngulos de la cronologa humana, de un depsito de imgenesmticas y . para nuestra cultura, la mitologa griega ha sido precisamente.

    V o n , Msha, z u n > L o g o s . Stuttgart. 1 9 4 0 . cr K. HUJBNER. Die Wa/, rheh d e s Mvihos . Mu-nch. 1985 .

    .4 n e i o s dc C e r in . II. 1 9 8 9 . Edit. Univcrsidad Compnense. Madrid.

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    por su energa creadora. ese tesoro de smbolos decisivos. Lo sigue siendoactualmente? He aqu el tema, sobre el cual me propongo hacer ahoraalgunas reflexiones en estas pginas de homenaje y gratitud hacia el maes-

    tro desaparecido.Estoy lejos de compartir la postura de Roland Barthes 2, cuando desca-lifica globalmente el mito, como sistema semiolgico segundo con rela-cin al lenguaje y considera que los elementos simblicos de las mitolo-gas modernas deben evaluarse negativamente. Comparto. en cambio, laactitud de principio de Ernesto Cassirer t cuando asume que el mito porsu valor cognoscitivo, su originalidad histrica y su vitalidad (vitaminas detodas las letras) en la esfera del espritu, sigue siendo una intuicin precio-sa de la vida en un tiempo dominado por la razn desacralizada y relati-vista.

    Para recordar que la concepcin mtica del universo no es algo demo-dado en los tiempos que corremos, tenemos a mano mltiples ejemplos delo que llamada remitificacin de nuestra imagen del mundo por partede bastantes hombres de ciencia y filsofos de la historia, sensibles a lospeligros que desde una hegemona absoluta de la tcnica se ciernen sobrela vida humana y sobre nuestra tierra, el suelo que la sustenta. Viejosmitos, latentes muchsimo tiempo, se reactivan y convierten en smbolosde problemas actuales. Son redescubiertos espontneamente, casi siemprecon independencia de la lnea literaria de recepcin de los mitos. Pense-mos, en das tan ecologistas, en la repristinacin de la imagen mtica mu-

    timilenaria de la tierra madre: la tierra es nuestra madre y lo que a ellasucede, sucdele a sus hijos; cuando los hombres amonesta un dichoindio americano escupen a la tierra, se escupen a s propios. Otro ejem-plo: para denunciar la ambiguedad del progreso cientfico atmico t elsabio suizo Max Thrkauftitula un libro suyo, publicado en 1973. La cajadePandorad e laciencia ~, una nueva aplicacin del smbolo mtico que hayque aadir a las colegidas en el concienzudo estudio de los Panofskysobre la tradicin de la mtica caja de la Eva griega que. al abrirse, trajoconsigo la destruccin y la muerte. Otro caso significativo: en el volumencuarto de la celebrada obra de Toynbee Estudio de la historia 6, encontra-mos una seccin, de ms de 300 pginas, titulada La nmesis de la fuerza

    2 Myiho log ies . Pars, 1 9 5 8 .Philosophie d er sy rnbo l is chen Fo rmen 1 : Das >nyhische D enken . repr. Darmstad. 1977 y

    Dic Dialektik de s mythischen Bewusstsein en e vol, col . , (Edit. K. Kernyi). DieEroffnungd es Z ugangs zum Mythos, Darmstadt, 1 9 7 6 2

    Pa n d o ra bc h s e n d e r Wissenscha f t , Friburgo Br., 1 9 7 6 . Idntico uso de e ste smbolo mticohace e l autor de una rese f ia . que acabo de ver. al libro de R . R HOD ES T he Making ih e AoniicBomb: E GODEO. La caja de Pandora nuclear, Sabe r l e e r . nm. 1 7 . 1 9 8 8 . pp. 8-9 . Vid, otrascitas pertinentes de 1 < . JASPER5 y A. PORTMAN. en A . LESKY, pp. 439 de DaMythos ini Vers-tAndnis der Antikes,, Oesammel e Sc l t r< f ien . Berna-Munich. 1966. Pp . 422-439.

    Trad. e sp . Barcelona. 1 9 1 5 .6 Es ad i o d e la H is tor ia , vol. IV trad. e sp . Buenos Aires . 1 9 5 5 .

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    creadora, que se divide en cuatro epgrafes: pleonexa (deseo de tenersiempre ms), kros (saciedad del que est lleno de si mismo). hybris (enva-necimiento que se le sale por todas partes. desmedida autoestimacin) y .

    finalmente. e (ceguera y desgracia). y que da la casualidad que son lasmismsimas etapas, a travs de las cuales un escritor mitohistrico comoHerdoto plasma la ley del vivir histrico en un itinerario ejemplar, quemplica toda una moral devota de griego arcaico.

    Una vuelta patente hacia lo mitico y lo mitoide se evidencia tambinen los mitos de cada da utilizados en la propaganda y el reclamo.Representan una forma hado cruda de la recepcin del mito: pero tam-bin muy interesante, al poner de manifiesto que los signos mticos, por sucapacidad de sugestin para un pblico amplio, resultan muy adecuadoscomo seales para fines de mercado y venta. El tema mito y reclamorequerira, por s solo, un tratamiento exclusivo: pero que aqu no es delcaso ~. El maestro de primeras letras clsicas conoce bien la reaccindel escolar que, por primera vez, encuentra en las pginas de su libro deejercicios nombres como yax o Pgaso. El nombre del hroe ilidico. tanexquisito en su honrilla homrica que, cuando en circunstancias que todosconocen queda infamado y publicado por loco, toma tan a pecho el me-noscabo de su honra que, para limpiar la mancha, abandona la vida porpropio designio, ha sugerido al inventor de la marca la asociacin semn-tica lavar a fondo y duraderamente, quiz para competir en el mercadocon aquella otra, verbigracia, que, sobre el slogan: ms blanco no sepuede. evoca la figura celestial de Ariel, con blancura de luz alba. Encuanto a Pgaso (que pronuncian Pegaso, con mediana prosodia), el nom-bre del mtico caballo alado sirve de reclamo para una marca de camionesque vuelan como el viento.

    En el caso extremo de su utilizacin como reclamos, nos damos cuentade que los signos mticos pertenecen al plano metalingoistico. son mcta-lenguaje ~. Su utilizacin abusiva (abusio) est presupuesta de antemano,porque es lo propio del signo metalingstico ponerse al servicio de algopara lo que primariamente no sirve. Del pelcano, ave mtica, se deca que,luego de llorar por tres das a los hijos que le nacen muertos, picndose en

    el propio pecho, con la sangre derramada sobre los polluelos (sanguinesuperpulloscifuso) les volva de muerte a vida. Por eso, los cristianos primi-tivos pueden decir de Cristo que es pius pelicanus. Pero hoy en da elpelcano, en virtud de una curiosa sustitucin de sangre (la roja y laazul, segn parece) por tinta, es la marca muy popular de una tinta para

    Con e ste ttulo, (MyhendesAl l ags) . se ha traducido al alemn (Frankfurt, 1964) e l librode ROLAND BARTHES. que citamos en nuestra nota 2 .

    CfUnoFR INGs . en P p . 109-121 de Rezeptionsspielarlen-Zur Mythendeutung ini Anti-ke und Moderne>. Der ahsprachl i che Unter r i ch . XXIII, 2 , 198 0 , P p . 96 -121 .

    Cf H. G. HEIL. Mythos als Gegenstuad der Sprachreflexion. Der a l sprachl i che Unie-rrichiXXIII 2,1980, pp . 26-42 .

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    estilogrfica. La estrella. que conduce por el buen camino a los tres Magosde Oriente, se asocia con la de la marca de automviles Mercedes (Labuena estrella en todos los caminos. pregona el spot publicitario). Y

    ejemplo ms curioso todava, la concha, imagen mtica henchida, entreotras, de sugestiones lbricas, se ha utilizado, en su forma verncula ingle-sa shell. como emblema de una marca de lubricante, la gasolina asrotulada. La asociacin, conforme al designio de su inventor, es completa-mente arbitraria y puede ilustrar la tesis de De Saussure sobre el carcterarbitrario del signo lingstico.

    Los industriales del reclamo. reclamndose del crdito que todavaposeen los nombres miticos para las personas cultas de cultura general. losutilizan como arsenal de etiquetas y marcas comerciales. Para las personaslaicas literariamente esos nombres, en todo caso, suenan a sus orejas en

    formas claras y eufnicas, tienen viento fontico. Me viene a la memoriatodo un elenco de productos certificados con nombre mtico griego comosabroso llamativo que autoriza la mercanca y convida a adquirirla.

    Una marca de jabn se llama Diana. la beldad divina, que, desnudamientras se baaba, fue vista por Acten. Una olla-pronto se etiquetaPrometeo: alude al fuego y suple las funciones de la antigua previsoraama de casa. Argo. el de los mil o jo s~ , es el nombre de una agencia de inves-tigaciones privadas. Hermes. seguro mensajero con alas al tobillo, es elnombre de una compaa de seguros y tambin, de una agencia de viajes.que casi nos ofrece el vuelo por los espacios intersiderales. Otra agencia de

    lo mismo se llama Calipso. nombre que nos invita a embarcarnos~. comoUlises. en el bajel de la aventura y . despus de atravesar la mar alterada, arendir viaje, en mansin despaciada. en la gruta de una n{nfa. Una marcagriega de cemento lleva el nombre de Heracles como garanta de construc-ciones que sern, en verdad, un trabajo digno de Hrcules. Atenea dc azu-lenca pupila. la diosa virgen y erudita. patroniza con su nombre infinitasAcademias de piso que deben de ser. a juzgar por el rtulo, pozos desabidura. Venus o Helena. la distrada esposa de Menelao. son marcas deexquisiteces de la cosmtica femenil que garantizan su eficacia como cepode amor o dardo venusino. Posidn es la marca de una camiseta para

    marineros y Marte. la de unas zapatillas deportivas. El Olimpo entero sirvede reclamo de los objetos deseables que disparan los afanes adquisidoresde la joven quinceaera para emperejilarse o del varn maduro insatisfe-cho. yeso que tales productos no siempre se venden (como muchos polti-cos) a precios mdicos. Eusiness becones poeics. que deca Leo Spit-zer. Este ahuso (pero. a veces, divertido) de los smbolos mticos. tan lejosen ocasiones de lajurisdiccin filolgica, pues no tiene nada, o poco msque nada. que ver con la prestigiosa progenie de los mismos. lastima susentido histrico y enoja. acaso. al amante de la cultura clsica. Pero, anuestros efectos de ahora, la utilizacin de los nombres mticos o bien por

    combinaciones basadas en su contenido temtico (Prometeo. Pgaso). o yapor asociaciones presumibles (Ayax. detergente). o ya vaya usted a saber

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    por qu (la concha de la Shell), nos resulta un buen punto de partida paraaproximarnos al fenmeno mito, aunque sea tomando el problema ensus zonas superficiales. El mito usurpado, el abuso del mito, la abusio, es elcaso lmite de la recepcin del mito. Pero, incluso en este estadio degenera-tivo, queda patente la flexibilidad y polivalencia del mito griego. El casoEdipo y su fatalidad ineludible, y va de ejemplo privilegiado, provee unamuestra de esa dispar eficacia. Ha facilitado a Freud el ms popular de susdescubrimientos, el del complejo de Edipo. Pero, por otra parte. al soci-logo K. R. Popper 10, le ha procurado la base para el llamado efecto deEdipo. esto es. el descubrimiento de que el pronstico puede influir deci-sivamente sobre el suceso pronosticado. En la encrucijada de tres caminosEdipo mata a su padre, a quien nunca antes haba visto, y esto es la conse-cuencia inmediata del vaticinio, que moviera a su padre a deshacerse de l,pues predicho estaba que el hijo acarreara el infortunio de su padre. Elnombre de Edipo sirve para nombrar un complejo psquico o un principiosociolgico (la profeca que se realiza a s misma) y sus respectivos inven-tores acuden al mismo paradigma mtico para exponer sus ideas con ladeseada eficacia y para soliviantar el inters del pblico oculto.

    Cuando los nombres mticos se patentan con fines comerciales, sealcanza el grado ms bajo de una depotenciacin de los mitos, reduci-dos a tan modestas proporciones. Usando de una terminologa familiar alos lingoistas. pero que no s si hallar buena acogida entre los no linglis-tas, un crtico juicioso. K. Stierle , afirma que, en el reclamo, nos tropeza-mos con el grado reducido (cuasi-cero), peculiarmente moderno, de lamitologa clsica. As dice en un trabajo suyo sobre El mito como brico-lage, ttulo tomado de una comparacin levistrosiana, que ha tenido gran-de fortuna: el bricoleur que descompone en piezas un conjunto y recom-pone luego a su sabor los elementos que ha dislocado. sirvindose de elloscomo de piezas para nuevas construcciones.

    Ami ver, se trata en efecto de una tendencia muy a lo del da. Notamosfenmenos paralelos en otros campos. En buena medida, es otro ejemplode la llamada esttica del mal gusto (Kitsch): la reproduccin de un cuadroclebre como reclamo de un producto vulgar; la novela famosa de tal suer-te retocada que desciende a no ms que melodrama de serial radiofnico otelevisivo; el lied schubertiano deprimido a banda sonora de una pel-cula cursilona. Aunque, por otra parte. no sobra recordar que, ya en laAntiguedad clsica (Homero e himnos homricos, la comedia aristofanes-ca o la de Epicarmo. etc.) 12, asistimos a una depotenciacin del mito, enforma de parodia o de travestismo. distorsin burlesca que, preservando la

    lO K. R . POPPFR. Das Elendd es Hisiorizismus. Tubinga, 965. p. II.K. 5TIERLE. en P P . 465 de Mythos als bricolage und zwei Endstufen de s Prome-

    theusmythos en e l vol. col. (Edil. M. Fuhrmann). Ter r o r und SpieL ProblemederMyhenrezep-p o n , Munich. 1971) .2 CfW . B . NESTLE. o p . L, en nuestra nola 1 . PP . 120-152 .

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    forma, trivializa el contenido, o a la inversa. Bien es verdad que no siempretal deformacin significa trivializacin. reduccin del paradigma a meroepisodio y juego y , a veces, a lo sin sentido, excntrico o provocativo. Bienmirado, tambin puede ser una prueba de la vitalidad y de la fuerza inque-brantable del mito (caso de Aristfanes. por ejemplo).

    En otra latitud y alzada se mueve normalmente la recepcin de losmitos en la ms seria tradicin literaria. Los mitos han tenido originaria-mente, como suele decirse, su sitio en la vida; pero, a medida que pier-den su conexin con el culto y la sociedad, han sido utilizados literaria-mente. Al tiempo mismo, la literaturizacin los hace ms libres, ms uni-versales.

    Advierto, desde luego, que la frmula del mito a la literatura debe-mos manejarla con prudencia, primero porque tambin el mito ha tenidouna funcin literaria (o preliteraria), ya que. adems de dar expresin auna cierta estructuracin de la realidad y de la sociedad, tambin despierta(como la lectura o la contemplacin de la obra literaria) en el hombre unadistensin liberadora, cuando el xito o fracaso del hroe mtico resuelve,como representante ejemplar de la Humanidad, conflictos elevados a unplano sobrehumano. Y . en segundo lugar. porque. en la Antiguedad clsi-ca, mito y literatura (nuestro vehculo casi exclusivo de acceso a los mitos)no se pueden distinguir fcilmente: una tragedia clsica, verbigracia, es,por una parte algo prximo a la literatura en el sentido moderno del tr-mino (es un producto artstico, puesto por escrito, ledo, citado, y suscitaesparcimiento y diversin); pero es tambin una forma religiosa, vinculadaa la fiesta divina y al culto y tiene funciones de aclaracin del mundo, deintegracin social y de purificacin emocional; en ella se patentizan lostres componentes del comportamiento mtico. si bien hay la diferenciade que la vivencia del tiempo mtico (la supresin del tiempo cotidiano y elolvido de uno mismo durante la representacin) consiste en una identifi-cacin virtual contemplativa (a travs del actor representante), que ya no esla identificacin real en el desenfreno de la fiesta primitiva, que dementa yhacer caer en xtasis al participante. y todava no es la mera satisfaccinimaginativa o participacin emocional del lector o espectador modernodurante la lectura o la representacin teatral.

    Hay un tipo de recepcin mtica, que llamariamos afirmativo. Hay otropolmico-negativo. Entre ambos pendulea el tratamiento literario, ennuestros das, de los mitos griegos. Dos ejemplos, citados al pasar. me ven-drn muy bien para ilustrar la tendencia provocativa y polmica que aveces se alarga hasta la anulacin del mito, caso lmite de su depotencia-clon. Y con un tercer ejemplo ilustrar la apropiacin afirmativa y produc-tiva de un mito griego desde las condiciones de recepcin propias de lapoca que corre.

    Una muestra de la que he llamado actitud polmica nos la ofrece EzraPound en su tratamiento de la figura de Ulises en los Cantos pisanos. Elcurso mismo del relato, el orden expositivo, se contrapone ya de entrada al

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    tradicional de la Odisea. Los cantos comienzan con la visita de Ulisesal reino de los muertos. El cambio de procedimiento en el relato se corres-ponde con una visin de Ulises que. en cieno modo, es la inversin delhroe homrico. Es un hroe negativo que adquiri su fama, la gloria cl-sica prerrogativa del hroe, a costa del infortunio de sus camaradas; Lasgestas de Ulises y sus tumbos mil se revelan como una gloria negativa.como la de sus camaradas que finalmente acaban en el fondo del mar encarne salada de Apolo (frmula chocante y surrealista: carne salada deApolo. diez cajas en una lancha). Ahora bien, esta visin de Ulises vienemuy de atrs. empalma con una tradicin antiodiseica ~ antigua que, en elpoema homrico, se contiene slo como negacin; pero que el poeta mo-derno explota hasta el final, quiz espontneamente y sin conocer aqullatradicin. Porque en este Ulises rehecho per negationem Pound refleja supropio yo. Y sus inquietudes del momento aparecen y dan luz de s: Yosoy Nadie. Mi nombre es Nadie, repite jugando con el doble sentido de laclebre frase de Ulises, que tambin puede declararse, a la moderna: yosoy que no es nadie,

    En cambio, no ya una derivacin (por modificacin de sus mitemas,por intrusin de episodios adventicios o de otras variables en los mitemasinvariantes que lo definen), sino una completa depotenciacin del mito.que consuma su evaporacin en una liquidacin radical, es lo que encon-tramos en la obra de Gide t Prometeo malencadenado (ao de 1899, fechaque es todo un smbolo). No se trata ni solo ni tanto de la irreverencia, elfro sarcasmo, el remedo risible, rasgos en los que este Prometeo dejatamaitos a todos los Prometeos habidos en la larga tradicin literaria dellema, y han sido los tales legin. Se trata de que los mitemas que, siglo trassiglo, desde hace veintitantos, han definido el mito de Prometeo desapare-cen uno tras otro y , al final, nos damos cuenta de que hemos asistido a unadesintegracin total del mito. Tales mitemas (pequeas unidades semn-ticas en que es segmentable el discurso mtico) son cinco 15, Primero, lanaturaleza titnica de Prometeo y su intervencin en la titanomaquia,ponindose de parte de Zeus. Segundo, la desobediencia astuta (con ma-

    asy picardas, tecnolgica)

    alnuevo amo del mundo. Tercero, el

    casti-

    go divino, endurando con talante msculo Prometeo el suplicio vulturino(en otras versiones, en lugar de buitre, tenemos guila). Cuarto, y de mayorsustancia: Prometeo padre de la Humanidad, que l protege por la chispade su inteligencia, razn por la cual es victimado por Zeus. El quinto pun-

    Cf W . B . STANFOR D , The U lys se s fleme, Oxford, 1 9 6 8 ~. pp. 90-158, aunque riomencio-na a Pound.

    ~ En general. he tratado de la relacin de Gide con e l mundo griego en mi libro. L o stemas g r iegos e n e lteatrofrancs c on tempo r neo ; Coceau. G ide. Anouilh, Murcia, 19 8 2 , pp. 8 5 -

    132 . Cf O. DuR AN, Perennit, drivations e t usu re du mythe > . en P p . 2 8 y 43 -47 , dcl vol.

    col. Pi-obMmesd u m yheison i n te rp re a r ion , Par s . Le s R eiles Let t res . 197 8 . P p . 27-50 .

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    to es por lo que mira a la libertad que Prometeo personifica y , en definiti-va, a la inmortalidad que ofrece. Pues bien, en Gide no hay ni rastro detitanomaquia. El padredis Zeus se achica aquen un banquero riqusimoque por el don gratuito de un billete de 500 francos a un desconocido,con-sigue, de un solo tiro, hacer dos desgraciados, Damocles y Cocles (reso-nancias caricaturales del De uiris illustribus): el mal proviene de un capri-cho malvado del dios y la intervencin divina equivale al triunfo del malgratuito. Este Prometeo, animado por amor del mejoramiento humano, noes un filntropo; dice cosas como stas: no amo al hombre, amo lo que ledevora. Adems, es antiprogresista. todo lo contrario de un Prometeocivilizador. Y . en su rebelda hacia Zeus, se nos presenta como responsa-ble, pero no enteramente culpable, cual lo ha sido igual en la tradicinantigua como en la romntica del tema: un rebelde a conciencia, indoble-gable, que sostiene sin renuncias su plena responsabilidad ante un Zeusfiero y tonitruante. Evacundolo, con tenaz consecuencia, de sus mitemasconstitutivos Gide ha consumado la muerte del mito. Importa muchomenos la prdida del decorado mtico. el tono de soma, el argumentillosemibufo, que ha dado bastante que rer de este Prometeo barriolatinescoque, cansado de estar en el Cacaso. desde su calvario brinca hasta Pars ybaja, como cualquier personaje vulgar sin historia. desde el bulevar de laOpera a la Magdalena: una manera de humanizacin de los mitos, envuel-tos en aroma domstico y cotidiano, a la que debe nuestra literatura pre-sente algunas de sus galas y muchos de sus horrores, en numerosas desven-turas dramticas, pues en este punto se ha exagerado bastante la nota, deacuerdo con la lamentable receta esttica a mal Cristo. mucha sangre.Lo importante es que, si el nombre mtico se conserva, se ha operado unvaciado implacable de su sustancia mitmica, la serie de sus mitemas cua-litativos y no desperdigados, sino en cierto nmero y alineados en un con-

    junto. Gide ha compuesto esta pieza para sustentar su consabida tesis deque el hombre es el animal capaz de un acto gratuito. Ha dado expre-sin a sus fobias irreligiosas. El guila, que devora a Prometeo, crece y seembellece su plumaje, al tiempo que Prometeo enflaquece y enferma: estemotivo Gide lo presenta como burla de la frase bblica menester es que lcrezca y que yo disminuya. como befa del clsico tema cristiano del pel-cano (a que antes aludamos) y como crtica del ideal cristiano de la vidaque, a costa del dolor, espera en la felicidad eterna. El guila que devora aPrometeo no es el guila de Zeus (curiosamente Zeus es aqu el nico queno tiene guila). La creencia en el progreso era su guila... La historia delhombre es la historia de las guilas. seores, dice al final Prometeo y , actoseguido. se come a su guila; Desde hace tiempo me coma. He pensadoque ahora me tocaba a m. A la mesa! Vamos a la mesa, seores!.. Lacomida fue ms alegre de lo que puede aqucontarse. y se encontr que elguila era deliciosa. Es, en el designio de Gide. un smbolo de una Huma-nidad liberada de religiones, que deja de torturarse a smisma y de agotar-se en la persecucin de un ideal falaz muy real, sin embargo. la som-

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    bra que no es sombra del dolor.. Ciertamente Gide estaba en su dere-cho para pensar y escribir as, de acuerdo con las ideas con las que simpa-tizaba. Pero del mito de Proxheteo. desustanciado, no ha quedado nadams que el nombre, que recubre una mercanca falsificada.

    Mas no siempre los mitos parecen as tergiversados o deprimidos en lotrivial o en la intrascendencia ms o menos eutraplica. Hay tambin, decuando en vez, una autntica revitalizacin del mito heredado de nuestrosmayores griegos. Como acabamos de hablar de Prometeo, me viene a lamemoria el caso de otro personaje mtico que. por un curioso cambio deparadigma, ha podido sustituir a Prometeo en lo que ste ha simbolizadoen lo antiguo y a lo largo de una tradicin ininterrupta. Todava paraCar-los Marx. Prometeo era el santo y mrtir ms noble en el calendario filo-sfico (bien ser que recordemos que Marx, razonablemente instruido enmaterias de erudicin clsica. recibise de doctor con una memoria sobreEpicuro: del delantal de este libro extraigo precisamente la susomentadasentencia). Alberto Camus. El mito de 514/o. Ensayo sobre el absurdo 6, hahecho de Ssifo tan trocado en su modo de ser con relacin a la tradicinanterior del tema, noble alcua del humano linaje que vive en un mundocatico, absurdo; una primera imagen del hombre absurdo, que luegoseguiria perfilando en el drama Calgula (1945) y en la novela La peste(1947).

    Ssifo. el ms astuto de los hombres, lleg a encadenar a la muerte.logrando as que, durante algn tiempo, no muriera mortal alguno. Casti-gado a morir, con su astucia logr que el dios de los muertos le diera per-miso para subir a la tierra, circunstancia que aprovech para no regresar alos infiernos hasta muchos aos despus. cuando ya era viejo. Su castigoconsiste en arrastrar a perpetuidad una roca por una montaa pina y cos-tosa, o sea, en cuesta; luego de subirla hasta la cima, la roca baja. siemprede nuevo, por el deslizadero y la fatiga de Ssifo vuelve a empezar: segnalgunos intrpretes, el castigo tena por finalidad mantener a tan astutopersonaje siempre ocupado, sin punto de vado para urdir fechoras. Lasfiguras de los precitos en elTntalo, por delitos contra los dioses, eran para

    los griegos figuras de escarmiento. As las danaides. que llenan ininte-rrumpidamente una cratera sin fondo y Tntalo sitibundo y hambriento,pero que. sumergido hasta el cuello en las aguas de un lago y con rbolescolmados de fruto sobre su cabeza, no puede ni beber ni comer, pues cadavez que lo intenta, la tierra absorbe el agua,y el viento eleva de repente alos frutales, Pero Camus se aparta de la caada convenida y cambia porcompleto el sentido de la leccin moral desenlace del mito. De un Ssifofigura de escarmiento hace una figura de confortacin. El castigo sin senti-do de Ssifo. su tarea iterativa e intil, le parece a Camus el smbolo ilustra-tivo de la extrema absurdidad de un mundo, en el cual, empero, el hombre

    manifiesta su libertad.6 Le mythed e Sisyphe. Essai sur 1 absurde , Par is . Gallimard, 1 9 4 2 .

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    El hombre hodierno siente con hiperestesia el contradicho insalvableentre su deseo de encontrarle un sentido a la vida y la imposibilidad dehallrselo: en esta contradiccin consiste el absurdo. Pero, a diferencia

    de Kafka en El proceso (que simboliza que el hombre se encuentra perdidoen medio de un mundo incomprensible y absurdo que. sin embargo, acep-ta como algo natural). Camus propugna una protesta. una lucha sin pausay sin esperanza contra el absurdo. El absurdo de la existencia humana,que se patentiza sobre todo en la muerte, abre para el hombre, pese a todo.perspectivas insospechadas. fundamenta la verdadera libertad del hombre.En un universo, ms all del cual solo hay ruptura y nada, el condenado amuerte posee la libertad de su increble desinters frente a todo, salvo lapura llama de la vida: e ah extrae su fuerza.

    En un mundo sin sentido, en un mundo del trabajo sin sentido, la figu-ra mtica de un constante hacer absurdo se convierte en metfora contem-pornea de la condicin humana, muy prxima a nuestro corazn dehombres de hoy. Su desprecio de los dioses escribe Camus . su odiocontra la muerte y su amor a la vida le han atrado la tortura indecible, enla que todo ser se fatiga y no consigue nada y como los mitos estn ahpara ser animados por la fantasa, nada nos impide imaginarnos a Ssifoen el momento preciso en que la roca, llevada hasta la cima con fatiga infi-nita. se le escapa otra vez de las manos y vuelve a rodar cuesta abajo. Enese momento de pausa. el momento de la conciencia, el rostro de Ssifo estambin roqueo como la roca (un visage qui peine si prs des pierres estdj pierre lui-mmeh>). Desciende desde la cima otra vez al antro de losdioses para reanudar su fatiga. En ese momento Ssifo est por encima desu destino y es ms fuerte que su roca. Ese momento es trgico. porque elhroe es consciente y esta conciencia es su victoria. No hay destino queno se venza por el desprecio (II n est pas de destin qui ne se surmontepar le mpris). Ssifo se convierte casi en la roca rodante que arrastra depor vida. Se identifica con ella; pero. al mismo tiempo. al volverla a subirpor la pendiente empeo intil, sabe reconocer en el nuevo comienzostn sentido, su condicin humana y . al tener conciencia de ella. resulta su-perior a la rocaya los dioses que le victiman. Ssifo escribe nos ense-a la ms grande fidelidad, la que niega a los dioses y hace rodar las rocas.Encuentra l que todo es bueno. Este universo, que ya no conoce amoalguno. no se le aparece ni como infecundo, ni como desprovisto de valor.Cada grano de arena de esta piedra. cada astilla de ese monte significapara l un mundo entero. La lucha contra la cima puede llenar su coraznde hombre. Debemos imaginarnos a Ssifo como un hombre feliz. El gri-to de vencido, por el desdn sin riberas, se torna canto de victoria, como enel Prometeo del homnimo poema byroniano. segn seala Highet ~.

    Este Ssifo. cuyo retrato por Camus nos produce carne de gallina, es un

    G . I-IIGHET. La t rad ic in c ls icaJi. trad. e sp . Mxico-Buenos Aires,. 1 9 5 4 . pr. 342-343.

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    personaje imposible de olvidar. De la figura de escarmiento, para adver-tencia ejemplar de los hombres en su insania, hlo aqu convertido enparadigma de la condicin humana y en materia ejemplificadora de lahumana conducta delante del absurdo. En su Antropologa estructural (librode 1958 It) Claudio Lvi-Strauss propone prescindir de la bsqueda de laversin autntica del mito, y en lugar de eso. definir cada mito por elconjunto de sus versiones. Segn este enfoque, no vacilaremos en contar,entre las fuentes legitimas del mito de Ssifo, la interpretacin que Camusha dado del mismo, prestndole alma de hoy y trasfundindole nuestrapropia mitologa interior Elmito de Ssifo (que su autor puso bajo el mot-to pindrico, sacado de la Ptica tercera (VY 61-62), alma ma, no aspi-res a la vida eterna, sino realiza lo posible, lema tambin del Cementeriomarino, de Valry, y muy citado por Gabriel Mir) me parece un textoimportante para entender lo que hoy llaman algunos transferencia exis-tencial, esto es decir, la traduccin de un mensaje antiguo a nuestra len-gua de hoy, a la propia situacin existencial.

    En las consideraciones que hasta aqu hemos tocado, disponindolasen una escala que va desde su presencia superficial a su eficacia en profun-didad. comprobamos que el mito griego sigue siendo una forma disponi-ble, sobre la cual descarga el hombre actual sus problemas, sus experien-cias, sus traumas ntimos, sus pendencias polticas, su sensibilidad diferen-te 19 La crtica de la sociedad tardoindustrial retoma el uso de imgenesmticas. Est de epidmica moda su explotacin pasquinera en la propa-ganda y el reclamo de una sociedad de consumo. Ms significativa es. des-de luego, la presencia del mito griego en la literatura actual, y no slo en ladramtica de nuestro tiempo, asunto que, en mi modestia, yo he tratado enalgunos libros publicados durante la corriente de estos ltimos aos y allremito, para ms pormenor. a la generosa curiosidad de mis lectores 20,

    Pero la presencia del mito griego en nuestro tiempo no se limita a larecepcin, o usurpacin, del mismo. Porque el mito insisto pertenececonstitutivamente al pensamiento humano. No es huelga desdecirloun episodio en la historia del pensamiento, que se desarrollara en lnearectilnea desde el mito al logos. Todava, en nuestro mundo profano yracional, el pensamiento reposa, en parte, sobre estructuras mticas.

    En su ensayo, de 1973, La actualidad del mito, el filsofo polaco Les-zek Kolakowski 21, se interesa por descubrir y lo hace muy bien elcomponente mtico en una serie de aspectos de los mbitos no mticos delpensamiento y la experiencia actuales: conocimiento, valores, lgica,

    ~ Trad, e sp . Buenos Aires. Eudeba. 196 8 .~ Cf P . BARr. Aspekw de s Mythos und unsere Zeir. Versuch einer lhematischen Em-

    fuhrung>t Der al tsprachl i che UnterrichXXIII. 2 , 198 0 . pp . 5-25.~~Helenismo y literatura c on tempo r nea . Madrid, P r ensa Espaola, 1 9 6 7 : D e Sfocl~ a

    Brech t Barcelona, Planeta, 1976 2: o p . ci i . , en nuestra nota 1 4 .~ La presenc ia de l mito, Trad. e sp . Buenos Aires. Amorrortu, 1 9 7 5 .

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    amor, libertad. Por su parte. el fenomenlogo de las religiones. MirceaEliade ha estudiado, en varios trabajos suyos, los mitos del mundo moder-no. En uno de ellos, as intitulado precisamente 22, seala que tres notas seadvierten en el comportamiento mitico del hombre, como rasgos cons-picuos e inviolables:

    La imitacin de un modelo sobrehumano. La repeticin de un escenario ejemplar. El traspaso del tiempo profano y la inmersin en la dimensin mti-

    ca del tiempo. resucitando todo aquel buen tiempo del illud tem-pus. punto cero del timempo.

    En efecto, para la buena inteligencia del fenmeno mito es fundamen-tal distinguir dos especies de tiempo. Propiedad es del tiempo profano dis-currir lineal y progresivamente, seguir adelante, darse una vez y no repettr-se. Por contra, estas son las seas del tiempo mtico: discurre cclicamente.peridicamente; hace posible el eterno retorno de lo mismo (uno ms, elmismo de siempre) y sincroniza al hombre, que discurre en tal tiempo. conlo que sucedi in lo t empo re . all en la hora germinal y en el trancecrea-tivo.

    Cuando las tres condiciones o atributos de imitacin, repeticin eirrupcin ocasional en otra dimensin del tiempo (atemporalidad. fueradel tiempo) concurren en un nexo o trabazn, le otorgamos a ttulo debi-do el de mtico. En un mundo secularizado esos componentes se dan porseparado. andan desperdigados. Es posible. y aun sospechable. que resi-duos suyos en nuestro tiempo son fenmenos como el culto de la persona;la obsesin por los smbolos y slogans nacionales; la participacinmstica de las masas en un partido de ftbol (que responde, estoy por de-cir, al ritual consagrado: espera-sugestin-identificacin con el propioequipo); la fetichizacin de las tcnicas, que se constata. por ejemplo enla mitificacin y la alienacin (el culto del coche sagrado). en la relacinhombre-mquina, una relacin de afectividad morbosa teida de libido(que ha dado tema para algunas novelas y pelculas, como una queacaba-mos de ver en nuestras pantallas Cliristine. de John Carpenter): tam-bin, el xito electrizante de ciertos conciertos de msica clsica, en nopequea parte del auditorio, parece deberse a la mitificacin de la ejecu-cin y al temor-esperanza de un fracaso posible, pero improbable. del eje-cutante (cuando este se llama, por ejemplo. Christian Zimmermann oArturo Benedetti Michelangeli. pianistas que alternan los recitales clsicoscon el hobby de mecnico en las carreras de automviles). Gillo Dorfies.en su libro Nuevos r i t os , nuevos m ito s 23, ha sealado cmo, en nuestrosdas, junto a un proceso de desmitificacin. de crisis de lo sacro y de diso-lucin de smbolos consumidos (pues es una caracterstica del hoy

    22 Los mitos de l mundo moderno en , Mitos, sueosy misterios. trad. esp . Buenos Aires,19 61 . pp. 19-36 y tambin. Aspec is du mythe. Paris. 19 63 . pp. 197-219.

    23 Trad. esp . Barcelona. Lumen. 969.

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    maquinista y presuroso, la rapidez del consumo tambin de los smbolos.su autodesmitificacin). asistimos, al propio tiempo, a un proceso demitificacin o simbolizacin de nuevos elementos, con anloga eficacia a

    la que, otrora, tuvieron los mitos de la Antiguedad tnica.En ltimo trmino, tambin las grandes ideologas de nuestro tiempoderivan de concepciones mticas. Eliade no ha sido el primero, ni el soloen aseverar que el autor del manifiesto comunista recoge y prosigue unode los grandes mitos del mundo asitico-mediterrneo: el mito del papelredentor del justo (ahora, el proletariado, la humanidadjornalera), cuyossufrimientos estn llamados a cambiar la concepcin ontolgica del mun-do 2

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    olvido que soy profesor de lenguas clsicas. Quisiera por ello, concluir conunas breves reflexiones sobre la presencia del mito en la didctica de nues-tra disciplina. Pues dicha presencia la determina especfica y distintiva-

    mente. Es verdad que el inters, hok en da, por la investigacin antropol-gica de la funcin de los mitos en las sociedades primitivas ha llegado alpblico culto, en buena medida, a travs de algunos libros fascinantes,como, por alto ejemplo,Argonautas del Pac(fico occidentaL de Malinowski o ,ms recientemente, Trpicos tristes, de Claudio Lvi-Strauss, un libro demelanclica poesa sobre los indios del Brasil. Pero, en el nivel de la ense-anza, la literatura griega y latina (donde el mito es omnipresente o yacomo contenido, ora como presupuesto o bien como teln de fondo) sereservan, hasta ahora, la exclusiva del fenmeno mito y su posible relevan-cia pedaggica.

    Por razn, primero, de su proximidad a lo mtico; pero tambin porrazn de los variados intentos de liberarse de lo mtico por una desmitifi-cacin, sea en la reflexin filosfica, sea en eljuego potico (parodia y bur-la incluidas), para nosotros la comprensin del mito griego es, al mismotiempo, algo prximo y algo distante. Observamos, fascinados, cmo lamitologa clsica, en el proceso de sus recepciones, contiene en s mismatambin momentos de su propia disolucin; que es ambas cosas, algodirecto y algo complicado, ingenuidad y reflexin, entrega y distancia-miento, incluso terror y juego (con este ttulo certero se ha editado, porManfred Fuhrman en 1971. un bello volumen colectivo sobre Problemas

    de la recepcin de los mitos 27),El hombre sigue teniendo necesidad de smbolos y mitos, y ms en con-creto, los jvenes estn particularmente asignados a lo que Margaret Meadllama cultura prefigurativa. es decir la que se reclama de modelos pre-vios (la cultura griega lo fue esencialmente) y establece, en cada caso, unarelacin o transferencia existencial entre el modelo y la propia situacinvital. Es claro que no todos los mitos valen lo mismo a tales efectos. Elmito esencial se reconoce porque intenta expresar lo que es universal en lasingularidad irrepetible del suceso mtico. Insisto, de nuevo, sobre el carac-ter privilegiado, de derecho como de hecho, hecho histrico, del mito grie-go. No se trata ya de mitos australianos o amerindios (cuyo valor ejemplaraqu yo no discuto ni ligeramente sentencio. descalificndolos como razasan no bien salidas de la selva), sino, en el marco de una cultura heleno-cntrica como la nuestra, de los paradigmas mticos de Prometeo, Ulises oEdipo, Anfitrin y Narciso. Se trata de la recepcin, en sentido estrictd, deestos mitos en nuestra formacin literaria e histrica y tambin, en sentidoamplio, de su carcter de metforas de la condicin humana.

    Lo dice, y lo dice muy bien, Ortega en su ensayo (de 1920) Don Quijo-te en la escuela: Yo creo que imgenes como las de Htcules y Ulises

    27 Cf nuestra nota. nm. II.

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    sern eternamente escolares. Gozan de una irradiacin inmarcesible, ge-neratriz de inagotables entusiasmos. Un pedagogo prcticista despreciarestos mitos y en lugar de tales imgenes fantsticas, procurar desde el

    primer da implantar en el alma del nio ideas exactas de las cosas. He-chos, nada ms que hechos! Para mi los hechos deben ser el final de laeducacin: primero, mitos; sobre todo, mitos. Los hechos no provocan sen-timientos. Qu seria, no ya de un nio, sino del hombre ms sabio de latierra, si sbitamente fueran aventados de su alma todos los mitos eficaces?El mito, la noble imagen fantstica, es una funcin interna sin la cual lavida psquica se detendra paraltica. Ciertamente que no nos proporcio-nan una adaptacin intelectual a la realidad... Pero, en cambio, suscitan ennosotros las corrientes inducidas de los sentimientos que nutren el pulsovital, mantienen a flote nuestro afn de vivir y aumentan la tensin de losms profundos resortes biolgicos. El mho es la hormona psquica 28,

    El valor educativo del mito autntico se mide fcilmente por compara-cin con el de otras lecturas juveniles: con los cuentos (con los que sloformalmente se avecina el mito, que es siempre un decir de dioses y delsentido de la existencia, y no un relato de fingimiento y solaz). De los cuen-tos el nio extrae sustancia de placer. En los mitos, encuentra una puertade acceso a la realidad y su ambivalencia, a la problemtica de la propiavida y de sus conflictos inevitables 29, Con otras lecturas que pretendenentretener o informar o ambas cosas a la vez y que, si son ms entretenidaso instructivas que el mito, son mucho menos formativas. En fin, con lostextos triviales que consumen a diario nios y jvenes y muchos adultossin madurez. Tales historietas (desde Micky-Mouse a los comics paramayores) admiten una sola lectura unidimensional. Les falta la relativiza-cin del hic et nune. Les falta la capacidad de transformacin en diferentesmensajes que han atesorado generacin tras generacin, por muchas vuel-tas de siglos, siempre cargados de sentido futuro. Y adems, y acaso sobretodo, les falta la pregnancia simblica, la ambiguedad fructfera de sen-tido y simbolismo, la disponibilidad para una lectura siempre nueva ypara nuevos intentos de identificacin con ellos del individuo. Y esto quedigo vale no slo para los mitos en sentido propio, con trasfondo histrico

    en el culto, sino tambin para las grandes creaciones mitopoticas de Pla-tn y otros pensadores. El mito de la caverna no es un texto descriptivo,ni un significado definitivo, sino un siempre renovado inerpretandum.

    Pues, llegados aqu, convendr que avisemos de un peligro que hay quesortear: el de destruir o malrotar la riqueza potencial de un texto mtico, supolivalencia y complejidad, cuando se intenta por va del anlisis residen-ciar el sentido del mito, su pepita de sentido, en un fbula docet unvoco.

    28 O bra r comp le tas II. Madrid. R ev ista de Occidente. 1957 ~. pp. 275 -307 . S e abre aqu, para e l educador, la posibilidad interesante de utilizar los t emas mticos

    en los cuentos infantiles: cf Y. A. BARTON. PieS hap i ng o fMyth:An evaluativeS tudy ofSelecredVersions ofGreekMyths adap ted fo r Children. Dis. S th epen E Austn State Univ,, l 984 .

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    Parceles a algunos muy en su punto ajustar el mito al mundo de las ver-dades discursivas, con el consiguiente carcter de fijeza y univocidad, Noadvierten que as se destruye la eficacia psicolgica del mito y tambin supresencia funcional viva, su capacidad de transferirse a situaciones y cir-cunstancias anmicas. contribuyendo a nuestra aprehensin de la con-dicin humana y a nuestra propia autorrevelacin.

    El mito es una forma de declaracin que semnticamente no puededesambiglizarse (como casi toda palabra nueva, reconozco que sta esmalsonante). Querer hacerlo definitivamente unvoco vale tanto comocondenarnos a fracasar en lo que se pretende conseguir, descifrar el sen-tido del mensaje mtico.